Traducción de NG Bitácora de un NICARAGÜENSE
El
SOCIALISMO NO
puede construirse en alianza con la
BURGUESÍA
Las Revoluciones en Albania y China [1980]
Jim WASHINGTON
EDITORES
NG Pedro José Madrigal Reyes Bitácora de un NICARAGÜENSE MK 9
BIBLIOTECA del Soldado Rojo
La presente edición, sin ánimo de lucro, no tiene más que un objetivo, promover la comprensión de los fundamentos elementales del marxismo-leninismo como fuente de las más avanzadas teorías de emancipación proletaria: ¡Proletarios de todos los países UNÍOS!
«Los COMUNISTAS consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Que las clases dominantes tiemblen ante una REVOLUCIÓN COMUNISTA. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar ». (Karl Marx y Friedrich Engels; «Manifiesto del Partido Comunista», 1848) K BM L-1917
Contenido Introducción del editor----------------------------------------------------------pág.001 Introducción del autor----------------------------------------------------------pág.002 CAPÍTULO I: China:------------------------------------------------------------pág.006 La «Nueva Democracia»------------------------------------------------pág.006 Las cuatro clases en el poder-------------------------------------------pág.009 Transición gradual y pacífica al socialismo----------------------------pág.011 Liu Shao-chi y la derecha en el PCCh----------------------------------pág.016 La transformación de la industria y el comercio----------------------pág.021 El VIIIº Congreso del PCCh de 1956-----------------------------------pág.025 La descentralización y reforma salarial de 1956----------------------pág.029 La «rectificación» del partido------------------------------------------pág.034 «Contradicciones en el seno del pueblo»-----------------------------pág.037 CAPÍTULO II: Albania----------------------------------------------------------pág.043 La revolución democrática---------------------------------------------pág.043 ¿Conciliación o expropiación y supresión de la burguesía?---------pág.044 La lucha contra el revisionismo titoista-------------------------------pág.050 La consolidación de las relaciones de producción socialistas-------pág.053 La lucha contra el revisionismo soviético-----------------------------pág.060 CAPÍTULO III: La crítica del PTA a la «nueva democracia» es correcta--pág.067 La popularización de la teoría de la «nueva democracia»-----------pág.067 Alianzas con los sectores de la burguesía nacional------------------pág.069
La naturaleza de la dictadura del proletariado y la lucha de clases durante la transición al socialismo----------------------------------------------pág.076 CAPÍTULO IV: La importancia de la lucha de clases en el socialismo----pág.088 CAPÍTULO V: Enseñanzas de las experiencias china y albanesa----------pág.098
Bitácora de un NICARAGÜENSE
Introducción del editor Este documento escrito en 1980, a escasos cuatro años de que Deng Xiaoping tomara el poder en China, intenta analizar los errores de la dirección china para comprender la subida y caída de facciones dentro del PCCh desde 1949. Para ello analiza temas tan importantes como la teoría antileninista de la nueva democracia de Mao, la que llevaba en su seno el desarrollo prolongado de la propiedad privada, el multipartidismo, y la unión con la burguesía sellada en la coalición de gobierno con ella, tesis contrarias a las recomendadas por la Komintern. Para el autor esta teoría es la piedra angular que permite la comprensión del oportunismo chino que hizo que revisionistas descarados como Liu Shao-chi o Deng Xiaoping amarraran el poder con mayor o menor intensidad durante varias épocas, todas en armonía con las tesis de Mao Zedong; autor de la inclusión de conceptos liberales ajenos al marxismo-leninismo como la «coexistencia pacífica y supervisión mutua» con los demás partidos burgueses, la «lucha de dos líneas» en el partido o la teoría de las «cien flores y cien escuelas de pensamiento», que según Mao debía de ser extendida a todos los ámbito de la sociedad. Todas estas teorías fueron el caldo de cultivo para la degeneración ideológica del partido que conduciría a que en el VIIIº Congreso celebrado en 1956 se alzara el revisionismo, exponiéndose y defendiéndose de modo programático que la burguesía debería seguir siendo un aliado en el socialismo, e incluso que se implementara la política económica desarrollada por el revisionismo titoista y jruschovista, todo ello siendo aprobado por Mao y Liu Shao-chi. Dentro del PCCh nunca se hizo autocrítica al respecto de la autoridad de Mao en dichos errores, pese a que quedaron plasmados en sus obras publicadas a su muerte. Para contrastar la «vía china al socialismo», el autor, cita documentos y críticas del PTA sobre la revolución albanesa, para que el lector pudiera observar que a diferencia de los chinos, los albaneses no tuvieron contemplaciones a la hora de acabar con el poder económico y político de la burguesía, que desarrollaron una extensa labor contra las reminiscencias ideológicas que dejaba esta, dando varias prueba de la vasta tarea desarrollada por el PTA para combatir dichas deficiencias así como otras que no pudieron ser eliminadas y que luego surgirían bajo forma burocrática. Así mismo, se analiza brevemente el espontaneísmo y la poca relación con el marxismo-leninismo de las tácticas utilizadas en China durante la llamada «revolución cultural».
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Introducción del autor La toma del poder en China por el revisionista Deng Xiaoping sorprendió al movimiento comunista de los Estados Unidos. Algunas organizaciones mostraron su oportunismo y se apresuraron a consolidarse alrededor de la cada vez más abierta línea reaccionaria del Partido Comunista de China. Tanto los trotskistas como los revisionistas soviéticos se abalanzaron de nuevo con esta oportunidad para demostrar que sus líneas ya expresadas estaban «en lo cierto». Hay que subrayar lo más importante, la traición a la revolución rusa y luego a la revolución china y con ello la fea realidad de los regímenes de hoy día de Rusia y China, que ayudan a los esfuerzos ya sumados desde siempre por la burguesía a alienar a la clase obrera contra el comunismo y debilitar el movimiento revolucionario. Todo esto apunta a la necesidad de estudiar detenidamente las cuestiones de la dictadura del proletariado y la construcción del socialismo. Antes de octubre 1976 muchos de nosotros no habíamos prestado suficiente atención a la evolución de la lucha de clases en China, y al enorme poder de las fuerzas burguesas en China, todo esto nos tomó por sorpresa. Si bien se han realizado esfuerzos iniciales para exponer la línea burguesa del grupo de Deng Xiaoping, las razones por las que este grupo fue capaz de salir victorioso fue en gran parte un misterio para nosotros. En febrero de 1978, el Partido del Trabajo de Albania presentó internamente, la obra «Imperialismo y la Revolución», poco después se conocería a nivel mundial. En este libro Enver Hoxha avanzó un esquema de los análisis realizados por el PTA en base a los acontecimientos cercanos en China y señalo como culpable de la degeneración de la revolución china a la línea seguida por su líder en el PCCh, o sea Mao Zedong. Entre otras cosas, Enver Hoxha criticó la política del PCCh hacia la burguesía nacional después de la victoria de la revolución china en 1949: «Las concepciones revisionistas de Mao Zedong tienen su base en la política de colaboración y de alianza con la burguesía. Y dicha concepción revisionista del mundo es la que ha aplicado constantemente el Partido Comunista de China. (...) La revolución en China, que llevó a la liberación del país, a la creación del Estado chino independiente, fue una gran victoria para el pueblo chino, para las fuerzas antiimperialistas y democráticas del mundo. Después de la liberación en China se operaron bastantes cambios positivos: se liquidó la dominación del imperialismo extranjero y de los grandes terratenientes, se combatieron la pobreza y el paro forzoso, se realizaron una serie de reformas económicas y sociales en favor de las masas trabajadoras, se luchó contra el atraso educacional y cultural, se adoptaron diversas medidas para reconstruir 2
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el país destruido por la guerra, se llevaron a cabo asimismo algunas transformaciones de carácter socialista. En China, donde antes la gente se moría por millones, ya no había hambre y otras lacras. Todos estos son hechos innegables, son victorias importantes para el pueblo chino. Cuando el Partido Comunista de China llegó al poder, se creó la impresión de que China se encaminaba hacia el socialismo. Pero no ocurrió así, ¿y por culpa de qué? Debido a la adopción de estas medidas. El Partido Comunista de China, que después del triunfo de la revolución democrático-burguesa debía caminar con pasos mesurados, no dar muestra de izquierdismo ni mucho menos quemar las etapas; al basar su actividad en el «pensamiento Mao Zedong» cayó en el otro extremo, se mostró «democrático», liberal, oportunista y no orientó el país de manera consecuente por el justo camino del socialismo. (...) Después de la liberación, como consecuencia de los puntos de vista y de las posiciones de Mao Zedong, Chou Enlai, etc., en la línea política del partido se advirtieron numerosas vacilaciones en todas las direcciones. En China se conservó viva la tendencia predicada por el «pensamiento Mao Zedong» de que la etapa de la revolución democrático-burguesa debía proseguir por largo tiempo. Mao Zedong insistía en que en esta etapa, a la par del desarrollo del capitalismo, al cual daba prioridad, se crearían igualmente las premisas del socialismo. A esto está ligada su tesis sobre la convivencia del socialismo con la burguesía durante un período de tiempo muy largo, considerando esto como algo útil tanto para el socialismo como para la burguesía. (...) La transición de la revolución democrático-burguesa a la revolución socialista puede realizarse siempre y cuando el proletariado aparte del poder de manera resuelta a la burguesía y la expropie. En China mientras la clase obrera compartió el poder con la burguesía, mientras la burguesía conservó sus privilegios, el poder instaurado en ese país no podía ser poder del proletariado, y por consiguiente la revolución china no podía elevarse a revolución socialista. El Partido Comunista de China ha mantenido una actitud benévola, oportunista hacia las clases explotadoras y Mao Zedong ha predicado abiertamente la integración pacífica de los elementos capitalistas en el socialismo. (...) Partiendo de tales concepciones antimarxistas –según las cuales los enemigos de clase con el paso del tiempo se enmiendan– ha predicado la conciliación de clases con ellos, y ha permitido que continúen enriqueciéndose, explotando, expresándose y actuando libremente en contra de la revolución. (...) Como resultado de estas concepciones antimarxistas sobre las contradicciones, sobre las clases y sobre su papel en la revolución, preconizadas todas ellas por el famoso «pensamiento Mao Zedong»; China jamás marchó por el sendero de la construcción socialista. En la sociedad china han existido y continúan existiendo no ya remanentes económicos, políticos, ideológicos y sociales del pasado, sino también las clases explotadoras como tales, las cuales han estado y siguen estando en el poder. La burguesía no sólo no ha dejado de existir, sino que además continúa beneficiándose de las rentas de sus antiguos bienes». (1) (Enver Hoxha, El imperialismo y la revolución, 1978) 3
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En nuestro país, los Estados Unidos, hubo por ejemplo una inmediata resistencia generalizada a las críticas que el PTA levantó a la línea de Mao. El Partido Comunista Revolucionario de EE.UU., publicó rápidamente unos ataques sobre el PTA llamándolo: «dogmático y trotskista». (2) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmático-revisionista sobre el pensamiento Mao Zedong, 1979) Este partido tomó la tarea de defender los puntos de vista de Mao sobre el Frente, sobre la alianza con la burguesía nacional en la etapa socialista de la revolución, sobre cómo llevar a cabo la lucha de clases en el partido y en la sociedad socialista en general, y así sucesivamente. Afirmaron que en la crítica a la línea de Mao Zedong en su «nueva democracia», el PTA estaba negando las diferencias entre la fase democrático-burguesa y la fase socialista de la revolución para los países coloniales y semicoloniales. Atacaron al PTA, el cual mantenía que la burguesía no existía como clase en la sociedad socialista, y dijeron que esto era equivalente a negar la existencia de la lucha de clases en la sociedad socialista. Señalaron que las críticas de la revolución cultural de China en particular, era un signo seguro de que el PTA se oponía al proletariado de la sociedad socialista china. Dos características sobresalen en el PCR en esta polémica: 1. Su aceptación de la línea de Mao Zedong como principio y fin del marxismo, el estándar contra el cual todas las líneas deben ser juzgados. Para el PCR los análisis marxista-leninistas sobre la experiencia histórica de la revolución china sólo eran compartidos en la medida en que estos estaban de acuerdo con las opiniones de Mao Zedong. 2. Su ignorancia de la historia de Albania y su negativa a examinar ni siquiera casualmente el desarrollo de la línea y la práctica del PTA. Declaran que la línea del PTA era dogmática, idealista, sectaria, burocrática, trotskista, etc., sin tomarse la molestia de ver los resultados de esa línea y que frutos han dado en la práctica en las fases de las revoluciones democrático-burguesa y socialista dentro de Albania. Para el PCR la línea del PTA es incorrecta porque simplemente contradice la línea y la práctica del Partido Comunista de China pero no ahonda en la línea y consecuencias dentro de la propia Albania. Este artículo examina el desarrollo de las líneas del PCCh y el PTA, así como la historia de la construcción del socialismo en China y Albania, centrándonos en las condiciones específicas: 1. La lucha de clases entre el proletariado y la burguesía es el foco de este artículo. Esta lucha, que determinó el curso de la historia de ambos países, afectó a todas las esferas de la sociedad, pero se puede ver en la forma más 4
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concentrada en la lucha por el control del partido, el Estado y la industria. Por esa razón el trabajo se concentra en estas áreas y sólo se ocupa de la colectivización de pasada, no de forma exhaustiva. Esta es una gran debilidad en nuestra contra porque la industria y la agricultura no están aisladas sino conectadas entre sí, al igual que lo están los campesinos tanto con el proletariado como con la burguesía. 2. El primer periodo abarca entre el triunfo de la revolución democráticonacional en Albania y China –en 1944 y 1949 respectivamente– hasta más o menos 1957. Las mayores tareas para ambos, para los albaneses y los chinos durante este periodo fueron la expropiación política y económica de los terratenientes y de la burguesía, estableciendo y consolidando la dictadura del proletariado y promoviendo la transición hacia relaciones de producción socialistas. Los primeros años revolucionarios en China y Albania sentaron las bases para los acontecimientos posteriores de ambos países. El siguiente documento analizará los desarrollos históricos chinos y albaneses en las dos últimas décadas. 3. El establecimiento y consolidación de la dictadura del proletariado y la expropiación política y económica de la burguesía consiste en dos aspectos interrelacionados: Uno; el establecimiento de un control proletario centralizado del aparato estatal firmemente controlado por un genuino partido proletario. Dos; el establecimiento de un directo control obrero y campesino desde abajo. Sólo en la medida en que exista el control directo de los obreros y campesinos desde abajo es que el partido proletario y el Estado pueden seguir siendo popular y democrático y resistir a la degeneración burguesa desde dentro; es solo sobre la base del control proletario centralizado desde arriba que el control directo de obreros y campesinos desde abajo puede ser establecido y perfeccionado. En lo concerniente a este papel particular estas cuestiones son examinadas, el control proletario desde arriba y desde abajo y cómo fue establecido en China y como fue consolidado en Albania. 4. Aunque algunas de las conclusiones teóricas de Lenin y Stalin han sido introducidas en este documento, no se intentará aquí resumir la experiencia soviética.
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I China La «Nueva Democracia»
Durante la guerra civil revolucionaria dirigida por el Partido Comunista de China contra el Gobierno del Kuomintang, el PCCh identifica las clases enemigas señalando a los grandes terratenientes y a los «capitalistas burocráticos». La clase capitalista burocrática, o la gran burguesía de China, de acuerdo con Mao, consistieron en cuatro familias enormemente ricas, Chiang, Soong, Kung y Chen, quienes tuvieron el sector estatal de la economía. Este sector incluye la mayor parte de la industria pesada de China, la mayor parte de la cual fue desarrollada por los imperialistas japoneses y nacionalizada por el gobierno Kuomintang después de la Segunda Guerra Mundial. (1) (J. Chesneaux, China: La República Popular, 1979) El resto de la burguesía china, la que el PCCh considera como «capitalistas nacionales» serán sus aliados en la revolución democrática nacional. Este sector de la burguesía controlaba dos terceras partes de la producción industrial moderna en China en la época de la revolución. (2) (J. Chesneaux, China: La República Popular, 1979) Las empresas de la burguesía nacional se concentran sobre todo en la industria ligera –textiles, productos alimenticios, etc–., pero también se incluyen las minas, molinos de acero, etc. Entre ellos se encontraban fábricas modernas a gran escala y los molinos que emplean a decenas de miles de trabajadores cada uno. El programa presentado por el PCCh durante la revolución nacionaldemocrática fue diseñado para ganar la cooperación de la burguesía nacional, haciendo hincapié en que habría un lugar para ellos en la sociedad de la «nueva democracia» que el PCCh proponía. Mao describió el programa económico de la PCCh de la siguiente manera: «Confiscar la tierra de la clase feudal y entregarla a los campesinos; confiscar el capital monopolista, cuyos cabecillas son Chiang Kai-shek, T. V. Soong, H. H. Kung y Chen Li-fu, y entregarlo al Estado de nueva democracia; proteger la industria y el comercio de la burguesía nacional: éstos son los tres principios cardinales del programa económico de la revolución de nueva democracia». (3) (Mao Zedong, La situación actual y nuestras tareas, 1947) 6
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Veamos otro ejemplo del campo económico de la nueva democracia: «En vista del atraso económico de China, incluso después de la victoria de la revolución en todo el país, será todavía necesario permitir, durante un largo período, la existencia del sector capitalista representado por la extensa capa superior de la pequeña burguesía y por la burguesía media». (4) (Mao Zedong, La situación actual y nuestras tareas, 1947) En el ámbito político, Mao dejó claro que el PCCh no tenía la intención de establecer la dictadura del proletariado, sino una coalición de gobierno de las cuatro clases a las que el PCCh calificaba como democráticas y revolucionarias: el proletariado, el campesinado, la pequeña burguesía y la burguesía nacional: «La política de nueva democracia, que preconizamos, consiste en derrocar la opresión extranjera y liquidar la opresión interior feudal y fascista, para luego establecer un régimen político de frente único de todas las clases democráticas, y no uno de vieja democracia. Lo que preconizamos coincide plenamente con las tesis revolucionarias del Dr. Sun Yat-sen. (...) Hay quienes se preguntan si los comunistas chinos, una vez en el poder, no implantarán una dictadura del proletariado y un gobierno unipartidista, siguiendo el ejemplo de Rusia. Nuestra respuesta es que un Estado de nueva democracia, basado en la alianza de las diversas clases democráticas, es por principio distinto de un Estado socialista de dictadura del proletariado». (5) (Mao Zedong, Sobre el gobierno de coalición, 1945) Este gobierno de coalición democrática iba a estar en teoría bajo la dirección del proletariado, pero se hacía énfasis en que iba a ser en principio diferente de la dictadura del proletariado. Esto se debió a que Mao pensaba que la etapa democrática nacional de la revolución continuaba tras el derrocamiento del gobierno Kuomintang y el establecimiento de una de un gobierno democrático de coalición. Mientras explicaba que el programa inmediato del PCCh era el derrocamiento del gobierno de Kuomintang, agregó que: «Nuestro programa general de nueva democracia ha permanecido y permanecerá inalterado a lo largo de toda la etapa de la revolución democrático-burguesa, es decir, durante varias décadas». (6) (Mao Zedong, Sobre el gobierno de coalición, 1945) Durante esta etapa, llamada de «nueva democracia», bajo la visión de Mao: «La clase obrera podrá acumular las fuerzas para conducir a China hacia el socialismo, el capitalismo se desarrollará en medida apropiada durante un período bastante largo». (7) (Mao Zedong, Sobre el gobierno de coalición, 1945) 7
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Y, agregó, que si bien habría contradicciones entre las clases durante la etapa de la «nueva democracia», estas no tendrían que ser resueltas violentamente o de manera antagónica. En su lugar, se resolverían a través de ajustes y cooperación: «Naturalmente, entre estas clases no dejarán de existir contradicciones, siendo una de las más evidentes la contradicción entre el trabajo y el capital. Por lo tanto, cada una de estas clases tendrá demandas propias. Sería una hipocresía y un error negar la existencia de esas contradicciones y demandas. Pero, a lo largo de toda la etapa de nueva democracia, esas contradicciones y demandas no pueden ni deben prevalecer sobre las demandas comunes. Podrán ser reajustadas, lo que permitirá a esas clases realizar conjuntamente la construcción política, económica y cultural del Estado de nueva democracia». (8) (Mao Zedong, Sobre el gobierno de coalición, 1945) Las exigencias de que la burguesía nacional y el proletariado tenían en común que eran demandas democrático-burguesas. Sin embargo, Mao dijo claramente que las diferentes reivindicaciones del proletariado, es decir, como la revolución socialista, no se permitirían, pues no se dejaría trascender de las demandas comunes en la etapa de la «nueva democracia». Por otro lado, sin embargo, Mao dejó en claro que el socialismo vendría a través de la «nueva democracia». ¿Cuál era entonces el significado de la línea de Mao Zedong? En opinión de Mao la burguesía nacional no abandonaría necesariamente el proceso, no se volvería en contra de la revolución después de la toma del poder. Decía que si la contradicción entre el proletariado y la burguesía se manipulaba correctamente, como una contradicción «en el seno del pueblo», y a través de «unidad-lucha-unidad», el proletariado podría conducir pacíficamente a la burguesía nacional al socialismo. Después del triunfo de la revolución en 1949, Mao precisamente no estrecho el frente único, sino que más bien lo amplio. Él le dijo a los miembros del PCCh que aunque había muchos miembros de la burguesía nacional que habían tomado partido por el gobierno Kuomintang: «Muchos de sus representantes eran antes enemigos nuestros, se han desprendido del campo adversario para pasarse a nuestro lado». Y añadió que: «Con éstos también debemos unirnos, ya que en una u otra medida son unibles. La unidad con ellos favorece al pueblo trabajador». (9) (Mao Zedong, No atacar en las cuatro direcciones, 1950)
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Y Mao reafirmó que la alianza con la burguesía nacional no iba a ser a corto plazo, sino una alianza a largo plazo. En la primavera de 1950, en un discurso dirigido a la burguesía nacional entre otros, Mao dijo: «Superadas las pruebas de la guerra y la reforma agraria, la prueba restante, la del socialismo, la de la transformación socialista a escala nacional, será fácil de pasar. Cuando llegue el momento –este momento llegará en un futuro lejano– de la nacionalización de la industria privada y de la socialización de la agricultura, el pueblo no olvidará a aquellos que hayan hecho contribuciones en el curso de la guerra revolucionaria y de la reforma revolucionaria del sistema agrario, así como en los subsiguientes años de la edificación económica y cultural; ellos tienen un brillante porvenir. Nuestro país avanza a paso firme de la manera siguiente: Ha pasado por la guerra, se halla ahora en el proceso de las reformas de nueva democracia, y luego pasará, sin apresuramiento y con la debida preparación, a un nuevo período, el socialismo, cuando su economía y cultura hayan alcanzado un gran florecimiento y todas las condiciones estén dadas y cuando, habiéndolo meditado bien, lo apruebe todo el pueblo». (10) (Mao Zedong, Ser un revolucionario completo, 1950) Mao pintó una imagen agradable, pacífica y gradual de la transición al socialismo en China, el mismo cuadro ofrecía para su burguesía nacional en sus discursos. En las siguientes secciones veremos si la línea de Mao cuadró con la realidad de lucha de clases en China tras la victoria de la revolución.
Las cuatro clases en el poder
En septiembre de 1949, en la víspera de la liberación de todo el país, el PCCh invitó a los ocho partidos que representaban a la burguesía nacional y a la pequeña burguesía, así como a todas las personas de estas clases a unirse en la formación de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino que actuaría como un congreso provisional. El PCCh constituyó oficialmente el nuevo gobierno chino. Mao Zedong fue designado como Presidente del Consejo de Gobierno Central del Pueblo, el máximo órgano en la toma de decisiones, con tres miembros del PCCh, así como tres representantes de burguesía nacional, que le servían a él como vicepresidentes. El número de miembros del consejo estaba compuesto por 32 miembros del PCCh, 32 miembros de los partidos burgueses y nueve personalidades democráticas, que generalmente eran burgueses. (11) (J. Domes, Las políticas internas en China, 1973)
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Chou En-lai encabezaba el Consejo de Asuntos de Gobierno, el máximo órgano ejecutivo, y directamente debajo de él servían diez miembros del PCCh y 11 miembros de los partidos burgueses y «personalidades democráticas». De los ministerios, 16 estaban dirigidos por miembros del PCCh, mientras que los miembros de los partidos burgueses se hicieron cargo de la otros 15. Un representante burgués fue elegido para presidir el Tribunal Supremo, mientras que un miembro del PCCh fue nombrado Procurador General. (12) (J. Domes, Las políticas internas en China, 1973) La dirección del nuevo gobierno del PCCh estaba garantizada por su fuerza, el apoyo popular y, sobre todo, por el Ejército Popular de Liberación. Los partidos democráticos eran relativamente pequeños, no tenían apoyo popular significativo fuera de los círculos burgueses e intelectuales, y no tenían un poder militar independiente. Su peso y sobrerrepresentación en el gobierno no amenazaba directamente el liderazgo del PCCh, pero sí determinó que el gobierno chino después de la revolución fuera definitivamente un gobierno de coalición con la burguesía nacional, diferente en principio de una dictadura sobre la burguesía. El PCCh aprobó un «Programa Común», que sirvió como constitución provisional. Este programa pedía un énfasis principal para ir hacia el desarrollo del sector estatal, del cual el nuevo gobierno revolucionario se había hecho cargo al recibirlo del gobierno Kuomintang. Pero al mismo tiempo pidió la expansión del sector privado y reafirmó que el nuevo gobierno lo debía proteger: «La propiedad pública del Estado y de las cooperativas, así como los intereses económicos y la propiedad privada de los obreros, los campesinos, la pequeña burguesía y la burguesía nacional. Se debe desarrollar la economía de nueva democracia del pueblo y continuamente transformar al país de una economía agrícola a una industrial. El principio básico para la construcción económica de la República Popular de China es el desarrollo de la producción y el logro de una economía próspera a través de las políticas que tengan en cuenta tanto los intereses públicos como los intereses privados, beneficiar tanto al trabajo como al capital, dar ayuda mutua entre la ciudad y el campo, y fomentar la circulación de mercancías entre china y el extranjero. El Estado deberá coordinar y regular la economía de propiedad estatal, la economía cooperativa, la economía individual de los campesinos y artesanos, la economía capitalista privada y la economía capitalista estatal». (13) (Lenguas Extranjeras, Documentos importantes de la primera sesión plenaria del PCCh) El período de reconstrucción tras el triunfo de la revolución –que más o menos duró de 1949 a 1952– resultó ser un periodo tan brillante para la burguesía nacional como el propio PCCh había prometido años antes. Incluso esta etapa 10
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ha sido llamada por algunos «la segunda edad de oro de la burguesía nacional china» –la primera fue el año después de la Primera Guerra Mundial–. (14) (J. Chesneaux, China: La República Popular, 1979) Entre enero 1950 y diciembre de 1951 en las ocho principales ciudades chinas, 92.000 nuevas empresas privada se crearon con apoyo estatal. (15) (Lenguas Extranjeras, Archivos sobre la nueva política económica: 1949-1952) La producción industrial privada casi se duplicó durante los primeros cuatro años después de la revolución, de 6.825 millones de yuanes en 1949 a 13.109 millones de yuanes en 1953. (16) (Choh Ming Li, El desarrollo económico de la China comunista, 1959)
Transición gradual y pacífica al socialismo
Cuando el Ejército Popular de Liberación entró en las principales ciudades chinas en 1948 y 1949, el PCCh tenía muy pocos y débiles vínculos con la clase obrera. La organización del PCCh en las ciudades en las «zonas blancas», bajo la dirección de Liu Shao-chi, era pequeña ya que había concentrado su atención en el desarrollo de estrechas relaciones con los progresistas, con los círculos antiKuomintang de la burguesía nacional, los intelectuales y los estudiantes. Como hemos visto antes, el PCCh quería el apoyo y la ayuda de estos sectores los cuales también asumirían el poder en la reconstrucción del país. Por otro lado, el PCCh había perdido la mayor parte de los lazos con la clase obrera que había desarrollado en la década de 1920. Los sindicatos eran débiles o inexistentes. Al hacerse cargo del restablecimiento de la producción en los centros de industria pesada concentradas en las provincias del noreste que antes manejaba el Kuomintang, el PCCh dependió en gran medida de la organización de los propios obreros, e instituyó formas embrionarias de participación de los obreros en la gestión. (17) (R. MacFarquhar, China bajo Mao, 1963) En las ciudades costeras, donde se concentraban las empresas de la burguesía nacional, el PCCh dependió en gran medida de la cooperación de la burguesía nacional. En 1952, después de dos años de rápido crecimiento de la industria privada y del comercio de la burguesía nacional, el PCCh inició una campaña masiva, conocida como la lucha contra los «cinco males», para frenar la actividad ilegal como la de la especulación, la cual había acompañado al desarrollo capitalista, intentándose con esta campaña sentar las bases para el refuerzo del control gubernamental de la industria privada. Esta campaña fue precedida por una campaña similar contra los «tres males» en el sector estatal.
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La mayor concentración de la industria en China estaba en Shanghái, casi todas en manos privadas. En un período de tres semanas durante la campaña contra los «cinco males», unos 160.000 trabajadores se movilizaron en Shanghái para asistir a las reuniones para exponer las actividades ilegales de sus empresas y unas 50.000 personas se unieron a las brigadas de inspección. A través de la campaña, los sindicatos se organizaron y fortalecieron, y se reclutaron muchos trabajadores para el partido. (18) (A. Barnett, Las políticas de los comunistas chinos en acción, 1969) El objetivo principal de la campaña era acercar la industria capitalista al control del gobierno, rompiendo la independencia económica de los capitalistas. Esto se realizó mediante impuestos y multas así como con un reforzado mayor control por parte del gobierno en el suministro de materias primas. El gobierno entonces formalizo contratos con las empresas capitalistas y las financió. La campaña de «los cinco males» marcó el comienzo de una nueva etapa en la que la industria privada y el comercio fueron controlados cada vez más por el aparato del Estado, proceso que condujo a la parcial «nacionalización» de todas las empresas privadas en 1956 bajo las entidades estatal-privadas. De todos modos la participación del obrero en la dirección se seguía desarrollando de forma desigual, en diferentes fábricas seguían en vigencia las fricciones entre las fuerzas del proletariado y la burguesía. La campaña de los «cinco males» fue sin duda, un paso adelante, pero su efectividad fue restringida por la concepción del PCCh sobre la alianza con la burguesía nacional en la construcción del socialismo. Mao vio la campaña como parte de su enfoque de la «unidad-lucha-unidad» del PCCh con la burguesía nacional. Dijo que el objetivo de la campaña era: «Averiguar a fondo la situación de los establecimientos industriales y comerciales privados, a fin de facilitar la unidad con la burguesía y el control sobre ella, así como la implantación de la economía planificada del país». Como ejemplo de esta política hacia la burguesía, Mao dijo que el objetivo de la campaña de «los cinco males» era de disolver las organizaciones secretas de los capitalistas y: «Ayudar a los dirigentes de la Asociación de la Construcción Nacional Democrática a reorganizar esta entidad, lo que supone la expulsión de aquellos que estén provistos de las «cinco ponzoñas» y demás elementos completamente desacreditados, así como la incorporación de cierto número de personas relativamente honestas, a fin de que aquélla llegue a ser una agrupación política capaz de representar los intereses legales de la burguesía, principalmente de la burguesía industrial, y de educar a la burguesía en el espíritu del Programa Común y los principios de lucha contra los «cinco 12
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males». (19) (Mao Zedong, Sobre la lucha «contra los tres males», y los «cinco males», 1952) Aunque las masas de obreros se movilizaron y jugaron un papel clave en el éxito de la campaña de los «cinco males», la dirección general de la campaña en Shanghái no fue puesta en manos de las organizaciones obreras de masas. Más bien, el PCCh buscó la cooperación de los capitalistas más grandes e influyentes en Shanghái para llevar a cabo el logro de la restricción gubernamental de la industria, y estos capitalistas fueron invitados a participar en la recién formada «Incremento de la Producción de Shanghái, el Comité de Práctica Económica», el cual, dirigió la campaña contra los «cinco males». (20) (A. Barnett, Las políticas de los comunistas chinos en acción, 1969) La campaña llamó oficialmente a su fin en junio de 1952 con la convocatoria de la «Conferencia Preparatoria de la Federación de China de Círculos Industriales y Comerciales», que debía incluir a los directores de las principales empresas en China e iba a ser dirigido por la mayoría de los capitalistas «progresistas» a los que favorecía el control estatal. ChenYun, el Ministro de Comercio, abordó esta conferencia, diciendo a los capitalistas. (21) (ChenYun era un miembro destacado del grupo revisionista de Liu Shao-chi y Deng Xiaoping) Un registro de esta convocatoria: «Después de la conclusión de estos movimientos se espera que todas las empresas industriales y comerciales encuentren legítimos beneficiosos para la economía nativa para que la vida del pueblo pueda prosperar sobre una nueva base. (22) (Lenguas Extranjeras, Archivos sobre la nueva política económica: 1949-1952) Más tomas del registro: «Recientemente hemos bajado las tasas bancarias y vamos a conceder préstamos a las empresas privadas en la mayor escala posible. Huelga decir que los intereses de la industria de nuestro país y el comercio bien serán servidos. (...) Se han creado condiciones muy favorables para la construcción económica nacional y para el desarrollo de una industria y comercio privado lícito. A partir de ahora los industriales y los comerciantes pueden dedicar todas sus energías al desarrollo de la producción y la mejora de sus negocios. (23) (Lenguas Extranjeras, Archivos sobre la nueva política económica: 19491952) Último ejemplo:
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«Si los funcionarios de gobierno se liberan de los «tres males», si las empresas privadas se abstienen de los «cinco vicios», y bajo el liderazgo de economía Estatal, cumplen con la política económica del Estado, entonces podemos esperar con impaciencia una prosperidad aún mayor y más sana desde ya mismo. (24) (Lenguas extranjeras, Archivos sobre la nueva política económica: 1949-1952) La Federación China de los Círculos Industriales y Comerciales, básicamente siendo una organización de gestión, y mayoritariamente integrado por representantes de la burguesía nacional, se creó como organización para supervisar la transformación de la empresa privada en empresas estatales, intentando llevar allí la racionalización y la concentración de la economía china. Esta organización, que representaba la alianza con la burguesía nacional, jugaría un rol general reaccionario en los próximos años. El marco para la campaña de «los cinco males» y la construcción y ajuste de la economía con la Federación China de los Círculos Industriales y Comerciales llevó a largo plazo a que el PCCh desarrollara una estrategia de «cooperación» para la transformación de la industria capitalista, esta línea Mao la escribía de la siguiente manera: «Llevar a cabo la transformación del sector capitalista en socialista pasando por el capitalismo de Estado. La industria y el comercio privados, que emplean a unos 3.800.000 obreros y dependientes, constituyen una gran riqueza del país y desempeñan un papel importante en la economía nacional y la vida del pueblo. No sólo proveen al Estado de productos, sino que también pueden acumular fondos y adiestrar cuadros para él. Algunos capitalistas se mantienen muy distanciados del Estado y aún no han abandonado su mentalidad de búsqueda exclusiva de ganancias. Por su parte, algunos obreros, avanzando con demasiada rapidez, quieren negar toda ganancia a los capitalistas. Debemos realizar un trabajo de educación con unos y otros para que se adapten gradualmente –mientras más rápido, mejor– a la política del Estado, política consistente en lograr que la industria y el comercio privados de China sirvan en lo fundamental a la economía nacional y la vida del pueblo y parcialmente a la obtención de ganancias por parte de los capitalistas, lo que significa entrar en la órbita del capitalismo de Estado. La siguiente tabla muestra la distribución de las ganancias de las empresas adscritas al capitalismo de Estado: Impuesto sobre la renta 34,5%, Fondos de bienestar 15,0%, Fondos de acumulación 30,0%, Dividendos para los capitalistas 20,5%, Total 100,0%. Es necesario continuar educando a los capitalistas en el patriotismo y, con miras a ello, formar de manera planificada cierto número de capitalistas que tengan larga visión y buena disposición de acercarse al partido comunista y al gobierno popular, de modo que, por su intermedio, se pueda convencer a la mayoría de los capitalistas. Al poner en práctica el capitalismo de Estado, no sólo debemos atenernos a lo que es necesario y factible –véase el Programa Común–, sino también contar con 14
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la libre voluntad de los capitalistas, pues se trata de una cooperación, y la cooperación está reñida con la coerción. En lo que atañe a la tarea planteada para todo el período de transición, que consiste en cumplir en lo fundamental la industrialización del país y las transformaciones socialistas de la agricultura, de la artesanía y de la industria y comercio capitalistas, ésta no puede materializarse en tres o cinco años, sino en el plazo de varios planes quinquenales». (25) (Mao Zedong, Camino obligado para la transformación de la industria y comercio capitalistas, 1953) En 1953, el gobierno chino comenzó a embarcarse seriamente en el camino de implementar gradualmente el control estatal de la industria privada, Mao seguía viendo la transformación socialista de la industria como atada a la realización de varios planes quinquenales. La línea trazada por Mao para la transformación gradual de la industria capitalista, a su vez, parte de la línea general del PCCh para la transición al socialismo: «La línea general y la tarea general del partido para el período de transición consisten en cumplir en lo fundamental la industrialización del país y las transformaciones socialistas de la agricultura, de la artesanía y de la industria y comercio capitalistas en un lapso de diez a quince años o algo más. Esta línea general es el faro que nos ilumina en todos los frentes de trabajo. No debemos apartarnos de ella, pues de lo contrario incurriremos en errores de «izquierda» o de derecha. Hay quienes consideran demasiado largo el período de transición y se impacientan. Esto los conducirá a errores de «izquierda». Otros siguen parados en el mismo sitio después de alcanzado el triunfo de la revolución democrática. Sin comprender que ha cambiado el carácter de la revolución, continúan trabajando por su «nueva democracia» y no por las transformaciones socialistas. Esto los conducirá a errores de derecha». (26) (Mao Zedong, Camino obligado para la transformación de la industria y comercio capitalistas, 1953) Mao, como se puede ver, se opuso a un libre desarrollo de la empresa privada, pero al mismo tiempo se opuso a cualquier tipo de transformación radical que significara la ruptura de la alianza que el PCCh había desarrollado con la burguesía nacional. Orientó progresivamente a la industria capitalista hacia el sector estatal de la economía en colaboración con los capitalistas y sin reemplazar la gestión capitalista en las empresas. Esto según su concepto, podría llevarse a cabo sin problemas, ya que creía que este proceso de «tratar la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional, era una contradicción en el seno del pueblo». Esta fue la línea general del PCCh. El enfoque liberal hacia la burguesía, permitió que la burguesía se reflejara en la sociedad y que pudiera conservar su posición en la sociedad china bajo las nuevas condiciones.
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Liu Shao-Chi y la derecha en el PCCh
Liu Shao-chi fue el líder del PCCh con el rango más alto en las ciudades, las llamadas «zonas blancas», antes de la revolución. Él tenía amplias relaciones con la burguesía nacional y de hecho, su mujer pertenecía a esta clase social. Liu también tenía buenas relaciones con su hermano, quién era un gran hombre de negocios. Pero aparte de eso, las acciones de Liu después de la liberación muestran claramente que ha actuado como representante y agente de la burguesía dentro del PCCh. Liu Shao-chi defendió los intereses inmediatos y demandas de la burguesía nacional, después de la liberación, afirmo: «No debe haber restricciones –sobre las empresas privadas– durante siete u ocho años. Esto es beneficioso para el Estado, los obreros y la producción». (27) (Peking Review, #34, 1967) Sin embargo, Liu tenía una «visión de futuro» y un programa de desarrollo nacional mayor que la de muchos miembros de la burguesía nacional, pues estos sólo estaban interesados principalmente en el mantenimiento y expansión de sus propias operaciones individuales y beneficios inmediatos. Liu pretendía desarrollar el capitalismo de Estado; en el cual aboga por la gradual nacionalización de la mayoría de la industria a gran escala con un cierto grado de planificación centralizada. Pero por otro lado, Liu tampoco estaba a favor de la restricción y la total liquidación de la industria privada y el comercio privado. En 1949, Liu había explicado su visión del socialismo a un grupo de líderes industriales: «Ahora, en la etapa de nueva democracia, los capitalistas pueden llevar su iniciativa plenamente. ¿Y qué se debe hacer en el futuro durante la transición al socialismo? La última vez que hablé con el Sr. Sung Fei-ching le comenté: «Ahora se puede poner a funcionar una fábrica, en el futuro podrás poner en marcha dos, tres, e incluso ocho fábricas más tarde. Cuando el país inicie la transición al socialismo, puedes entregar las fábricas al Estado, o el Estado la comprará por una gran cantidad, y si el Estado no tiene dinero temporalmente puede emitir bonos. A continuación, el Estado va a confiar la gestión de las ocho fábricas a usted y usted seguirá siendo el gerente, pero ahora serás el gerente de unas fábricas estatales. Si usted es capaz le darán más de ocho fábricas, incluso usted será confiado con 16 fábricas en funcionamiento bajo su mando. No se reducirá su sueldo, sino que será aumentado; ¡sin embargo, usted tendrá que controlarlas bien! ¿Hará usted esto? Sr. Sung dijo: «¡Desde luego que voy a hacerlo!» A usted le llamarán a una reunión para hablar como completar la transición al socialismo. Usted 16
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seguramente no va a fruncir el ceño, sino que usted vendrá con una cara radiante como la de los demás». (28) (Peking Review, #34, 1967) ¡Este era el «socialismo» de Liu! Efectivamente Liu estaba a favor de la propiedad estatal y de algunas formas de planificación centralizada, con el fin de tratar de frenar la anarquía que la economía china había sufrido durante tanto tiempo. Pero Liu tenía la intención de que esta propiedad estatal y esta planificación estuvieran de todos modos en manos de la burguesía bajo las llamadas empresas estatal-privadas –o sea mixtas– que son un calco del programa de Mao de 1953. Para garantizar el sistema económico y político que surgiría de la «nueva democracia» se utilizaría el capitalismo de Estado bajo la dominación política y económica burguesa. Liu tenía metas programáticas, las cuales no estaban lejos de las que el PCCh tenía por esa época, pese a que años después de modo oportunista –pues los mismos que las denunciaron las habían sostenido– se denunciara públicamente en los boletines de información del PCCh dicha actitud de Liu, cargándole toda la culpa, cuando éste ya había caído: «1. El partido se transformaría en uno en donde la burguesía tuviera la hegemonía. Los miembros deben ser reclutados del personal de administración y técnico, así como de obreros calificados. 2. Mientras el partido se vea influido por el proletariado, éste no debe tener una «autoridad indebida» en el gobierno o en la industria. La administración debe estar en manos – burguesas– de expertos y no sufrir una «interferencia» política o ideológica – proletaria–. 3. La rentabilidad debe ser el principal regulador de la planificación económica, y no las necesidades sociales u objetivos políticos – proletarios–. Dentro de ciertos límites, la gestión de la empresa debe tener «flexibilidad», la planificación no debe ser «hipercentralizada» –ni siquiera por la burguesía–. 4. La división del trabajo entre la dirección y obreros de la producción debería mantenerse. Los obreros no deben «interferir» con la administración, ni deben los gerentes «perder el tiempo» en la producción. Ingresos burgueses deben mantenerse. Las diferencias salariales no deben ser reducidas, sino ampliadas. 5. Los sindicatos y otras organizaciones de obreros no deben preocuparse por la política, sino que sólo deben ocuparse de los objetivos de producción y de trabajar». (29) (Ver los artículos criticando a Liu Shao-chi en Peking Review en inicios del 1967 y finales del 1968) Y así sucesivamente. Liu Shao-chi, por supuesto, no estaba trabajando solo en este «proyecto». Entre sus colaboradores iniciales contó con otros principales dirigentes del partido, así como con los líderes de gran alcance de la burguesía nacional e intelectuales burgueses. Deng Xiaoping fue uno de sus colaboradores más importantes. Los esfuerzos del grupo de Liu-Deng para intentar establecer la hegemonía burguesa y la consolidación de las relaciones capitalistas de producción fueron 17
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unos inequívocos esfuerzos que se llevaron a cabo bajo el amparo de la línea general del PCCh y su guía para la transición al socialismo, tal como en su día había formulado Mao. Su trabajo para fortalecer el «cuartel general burgués», se explica con la obsesión desmedida en fortalecer la alianza del partido con la burguesía nacional y esto, por supuesto, era exactamente lo que había propagado el partido. Para ello se valieron del Departamento de Trabajo del Frente Unido del PCCh, la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, la Federación de China de Industria y Comercio, y otras organizaciones que fueron las expresiones concretas de esta alianza como su cuartel general. Además, la burguesía nacional y los intelectuales burgueses también fortalecieron su organización a través de los partidos democrático-burgueses que se presentaban así mismos como una nueva creación de organizaciones de «profesionales». El PCCh animó esta actividad creyendo siempre que era dirigida por los «capitalistas e intelectuales progresistas» –a los que beneficiaba el capitalismo de Estado– y fue conducido por estos a coordinarse con ellos en el famoso Departamento de Trabajo del Frente Unido del PCCh –dominado por el grupo de Liu-Deng como muestran sus miembros–. La línea del PCCh de «unidad-lucha-unidad» con la burguesía nacional fue utilizada por este grupo para frenar el individualismo extremo y la fragmentación de la burguesía nacional y unir a esta clase con los sectores de derecha del partido bajo la dirección del grupo de Liu-Deng. Con esto en mente, se llevaron a cabo las campañas de «reeducación» y «remodelación» de los capitalistas. La línea del PCCh sobre que la burguesía podría ser «remodelada» y pacíficamente «integrada» en el socialismo era una tapadera perfecta para estos planes de establecer el dominio burgués mientras se decía ir en el barco del socialismo. En la sociedad postrevolucionaria la burguesía tenía una enorme influencia. Sus miembros lograron seguir gestionando la industria privada y el comercio con amplios beneficios. Los intelectuales burgueses ejercían además una gran influencia en el sector estatal de la economía. Y, por supuesto, al ser una coalición de gobierno según mandaba la «nueva democracia», los representantes de la parte que tocaba a la burguesía nacional utilizaban su influencia. En todas estas esferas trabajaron estrechamente y abiertamente con el ala más derechista del partido. Su objetivo era llevar a cabo la transformación «socialista» sin alterar su posición en la sociedad. La línea de transición gradual del PCCh les daría tiempo para consolidar su poder. Aunque es cierto que el grupo de Liu-Deng fueron los principales opositores de los «excesos» de las campañas para restringir el capital privado y eran los más fuertes partidarios de la prolongación de la transición, no obstante 18
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apoyaron el movimiento de la nacionalización y el control del Estado en las empresas pues ellos sabían que podrían utilizar esto para fortalecer a la clase burguesa en su conjunto de igual modo si se manejaba todo bien. Hasta cierto punto limitaron la corrupción, la especulación y la excesiva proliferación por parte de los capitalistas individuales que dañaba la economía en su conjunto. También favorecieron la quiebra de pequeños capitalistas a través de medidas económicas y de la desviación de este capital a la necesaria industria estatal a gran escala que debía mover a toda la economía hacia adelante. Los más grandes capitalistas nacionales, y el grupo de Liu-Deng en su conjunto, se encontraban a la cabeza del movimiento que creo inicialmente las llamadas empresas conjuntas «estatal-privadas» en 1954. De esta manera, las pequeñas empresas se fusionaron en las grandes empresas y las grandes corporaciones resultantes se colocaron en las manos de los capitalistas más grandes, siendo estos claro, representantes en el Estado. Todos estos acontecimientos fueron parte de una racionalización y concentración de la industria, un proceso que ocurre en ambas sociedades, tanto en las capitalistas como en las socialistas. Este proceso podría llevar a una concentración del poder de la burguesía o del proletariado, dependiendo de cuál sea la clase que ejerce el control político y económico. Liu Shao-chi se apresuró a criticar a todo el que abogara en esa época por una transformación radical que pretendiera realmente expropiar el poder político y económico de la burguesía, y si se veía algún signo de ese tipo, para ello se utilizaría el slogan de siempre, como quedó registrado durante el VIIIº Congreso del PCCh en 1956: que se estaba desviando de la línea general del PCCh de «transición gradual y pacífica al socialismo»: «La tendencia de desviarse de la línea general del partido desde la «izquierda» se ha manifestado principalmente en la exigencia de que el socialismo se puede lograr durante una noche, con ello lanzan la exigencia de que se utilice un método de expropiación para la industria y comercio capitalistas intentando llevarnos con ello a la quiebra, ellos no admiten que hay que adoptar medidas cautelosas para avanzar, yendo paso a paso hacia el socialismo, y tampoco creen que podamos lograr el objetivo de la revolución socialista por medios pacíficos». (30) (Obras escogidas de Liu Shao-chi: 1945-1957) Después de rechazar la expropiación de la burguesía continúa: «Dicen que no hemos «hecho un trabajo suficientemente exhaustivo de lo que debíamos haber hecho», que hemos «conciliado y cedido más de lo que deberíamos», y que por tanto nos «hemos salido del marxismo». Con esas tonterías tratan de confundir a la gente. Sugieren que cortemos nuestra alianza con la burguesía nacional inmediatamente, privándonos de todo lo que
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hemos conseguido hasta ahora». (31) (Obras escogidas de Liu Shao-chi: 19451957) Y después de proclamar una vez más su alianza con la burguesía, finaliza que es imposible construir el socialismo precisamente sin estas ideas oportunistas que anidan en el PCCh: «Es bastante obvio que nuestro partido no ha aceptado ninguna de estas opiniones, no seríamos capaces de construir el socialismo con éxito, el socialismo más que con las ideas que estamos realizando hoy». (32) (Obras escogidas de Liu Shao-chi: 1945-1957) Para consolidar su poder las fuerzas burguesas que estaban librando una lucha a vida o muerte contra el proletariado tuvieron que organizar y fortalecer a su propia clase y al mismo tiempo desarrollar la derrota proletaria, minando su influencia en el partido y desactivando sus organizaciones de masas, como los sindicatos. En 1953 las fuerzas de Liu Shao-chi se habían puesto a cargo de la estructura sindical nacional. En 1956 por su propio control de los sindicatos se habían convertido en órganos burocratizados y aislados de las masas. Esto se hizo siguiendo el camino del economicismo. De acuerdo con la dirección de los sindicatos de estas organizaciones, estos debían ocuparse sólo de las tareas económicas y no de las tareas políticas del proletariado; o sea garantizar la lucha por la dictadura del proletariado, el desarrollo del control obrero y la expropiación de la burguesía. Abordando el VIIº Congreso de la Federación China de Sindicatos celebrada en 1953, Hsu Chi-chen dijo que: «Los sindicatos bajo la dictadura democrática popular deben tener en cuenta la mejora de la producción como su tarea central, y sobre esta base, poco a poco mejorar el material y la vida cultural de los trabajadores». (33) (Lenguas extranjeras, El VIIº congreso de sindicatos de toda China) Liu Shao-chi, que fue elegido presidente honorario de la Federación de China de Sindicatos, en el congreso, agregó una anotación en las tareas ideológicas del sindicato: «Debemos fortalecer la educación comunista de los obreros y elevar su conciencia política, para que puedan darse cuenta de la identidad de los intereses de todo el pueblo, del Estado y de los suyos. Al mismo tiempo, debemos adoptar el método de la crítica y la autocrítica para superar los defectos y corregir los errores que existen en las distintas empresas, oponiéndonos a la burocracia y a todo tipo de violación de la disciplina laboral y aumentando la fortaleza de nuestra disciplina laboral». (34) (Lenguas extranjeras, El VIIº Congreso de sindicatos de toda China)
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Esta «educación comunista» que hablaba era por supuesto, la mentira burguesa de «la identidad de intereses de todo el pueblo» de los capitalistas y los obreros. Al mismo tiempo, Liu estaba diciendo a los capitalistas: «Debéis luchar contra los obreros. Si no lo hacéis, no culpéis al partido comunista si en el futuro los obreros luchan hasta que sus fábricas estén en ruinas». (35) (Lenguas extranjeras, El VIIº Congreso de sindicatos de toda China)
La transformación de la industria y el comercio
Mao Zedong, así como otros dirigentes del PCCh no formaban parte de ese grupo reaccionario y burgués descarado que existía en el PCCh. Durante el período de la Reconstrucción –de 1949 a 1952– y la Guerra de Corea, siendo realistas, y al juzgar por los artículos de las Obras Escogidas de Mao Zedong y de los relatos históricos, existía poco conflicto entre Mao y el grupo de Liu-Deng. Sin embargo a partir de la primavera de 1953, es decir, a consecuencia del debate en el PCCh sobre el plan para la transición al socialismo, Mao se encontró un creciente aumento de la oposición de esta parte del partido. Argumentó que él estaba en contra de la idea de: «Establecer firmemente el orden social de nueva democracia». (36) (Mao Zedong, Crítica a los conceptos de derecha que se partan de la línea general, 1953) Y a la idea de la «igualdad entre los sectores público y privado», diciendo que estos caminos conducirán inevitablemente al capitalismo, que el sector público era el sector líder de la economía y debía ser ampliado, y que el sector privado debía estar subordinado a este. Recordó a los otros derechistas que la política del partido era apoyarse en la clase obrera y no con la burguesía. Él advirtió contra todo: «Proyectil almibarado de la burguesía». (37) (Mao Zedong, Contra las ideas burguesas en el partido, 1953) Dijo que el objetivo de la burguesía era desarrollar el capitalismo y que: «La contradicción entre la burguesía y el proletariado es antagónica». (38) (Mao Zedong, Contra las ideas burguesas en el partido, 1953) Pero a pesar de estas buenas palabras, coherentes todas ellas, al mismo tiempo, continuó exponiendo y defendiendo la que había sido la línea general del PCCh 21
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para la transición al socialismo: el gobierno de coalición de cuatro clases, la transición gradual y pacífica hacia el socialismo, el «remodelamiento» e integración de la burguesía en el socialismo, y el «tratamiento de la contradicción con la burguesía nacional como una contradicción en el seno del pueblo» –a pesar de que reconocía que en otros países generalmente sí era antagónica–, etc. Si bien llevó una crítica frente a los que estaban a cargo de la planificación económica, los cuales casi todos se encontraban en el grupo de Liu-Deng, nunca emprendió ninguna lucha para eliminar a cualquiera de este grupo de dichos puestos económicos. Sin embargo y como curiosidad, en 1954 Kao Kang sí fue destituido de su cargo por tratar de establecer un «reino independiente» con su dirección en Manchuria. Nunca había habido ninguna crítica política a fondo ni permanente de él y no podemos estar seguros del contenido exacto de esta lucha política. Es claro, sin embargo, que tanto para el grupo de Liu-Deng, así como para el grupo Mao, fue un alivio desprenderse de él. (39) (Es muy posible según vemos en casi todos los relatos, que Kao Kang favoreciera medidas más acordes a la expropiación y la supresión de la burguesía. Ver extractos de un discurso de Kao Kang en el lanzamiento de la campaña de los «tres males», reimpreso en Problemas en el Comunismo #1, 1952, publicación de opinión por el Departamento de Estado de EE.UU.) En 1955 Mao se convirtió en un hombre cada vez más preocupado por la lentitud de la transición y especialmente por la falta de iniciativa de seguir adelante en la colectivización de la agricultura. El grupo de Liu-Deng se opone a la colectivización calificándola de «prematura». Sin embargo Mao Zedong ganó una gran batalla sobre este tema en cuestión y en el transcurso del próximo año la agricultura en gran parte se colectivizó, aunque este proceso sufriría reveses tiempo después por razones obvias que aquí no podemos explicar en su totalidad. Ese otoño Mao inició una campaña contra los intelectuales de derecha y demás contrarrevolucionarios del partido. Durante esta campaña se eliminaron algunos funcionarios locales del PCCh, incluyendo entre ellos a Pan Han-nien en Shanghái (40) (L. White III, Liderazgo en Shanghái, 1954-1969, 1970), funcionario local que había colaborado en la ocultación de las actividades ilegales de los capitalistas durante la campaña de los «cinco males» y oponiéndose al parecer, a la transformación de la industria en empresas estatalprivadas que el PCCh había puesto de programa. Al mismo tiempo, decenas de miles de cuadros del gobierno y del partido se retiraron temporalmente de sus cargos y fueron enviados a los campos a trabajar. Pero a mediados de 1956 la mayoría de ellos fueron reintegrados en sus antiguas posiciones, muchos de ellos recibieron disculpas por lo sucedido. (41) (M. Meisner, La China de Mao, 1977) 22
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Durante este período había poco conflicto entre Mao y la dirección de la burguesía, reflejada sobre todo en el grupo de Liu-Deng, no había diferencias sobre cómo se debía proceder a la nacionalización de la industria y el comercio. El grupo de Liu-Deng pensó que podían utilizar este proceso de nacionalización en su beneficio por lo que se hicieron cargo de la aceleración del proceso. A finales de 1956 prácticamente toda la industria privada –con excepción de la artesanía– fue convertida en empresas conjuntas «estatal-privadas». Esta transformación masiva fue acompañada por desfiles de empresarios batiendo gongs y portando banderas rojas mientras marchaban a los ministerios del gobierno para pedir que sus empresas fueran transformadas en empresas conjuntas «estatal-privadas». Los capitalistas se colocaron a la cabeza de las nuevas empresas conjuntas «estatal-privadas» y además los nuevos funcionarios designados por el Estado se unieron a ellos en la gestión de las empresas. Los capitalistas recibían sus antiguos salarios y privilegios, así como el 5% de interés anual sobre su inversión –esto continuó hasta 1966–. Además, esta transformación allanó el camino para que muchos de ellos fueran nombrados en puestos más altos en la estructura económica y política del Estado. Su Fu-ling, el dueño de una gran fábrica de harina en Pekín, resumió su experiencia en esta transformación de la siguiente manera: «Por supuesto, yo estaba muy preocupado en ese momento acerca de cómo el partido comunista nos trataría. Sin embargo, el gobierno popular me invitó a participar en varias reuniones inmediatamente después de la liberación de Beijing, y más tarde, me nombraron secretario general del órgano que preparaba la creación de la comisión de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino en Beijing. Me di cuenta de que sólo mediante la aceptación de transformación socialista podría haber un futuro brillante para mí. Cuando mi empresa de harina se convirtió en una empresa conjunta estatal-privada en 1954, me adjudicaron un puesto de liderazgo en mi empresa. Además del interés fijo, he recibido una paga relativamente alta. Fui elegido además, miembro del Gobierno Municipal Popular en 1957». (42) (Peking Review, #34, 1967) Jung Yi-jen, el mayor capitalista de China antes de la liberación, fue «líder» en la campaña contra los «cinco males» en 1952, y fue líder del movimiento de los capitalistas «progresistas» que hacían apología de la «nacionalización» de 1954 a 1956, se mantuvo como director de su enorme Corporación Textil Sung-Sing después de que ésta se convirtiera en una empresa conjunta «estatal-privada» en 1955. Al año siguiente fue nombrado para el cargo de director general de los textiles de Shensí. Poco después fue nombrado diputado de la alcaldía de Shanghái y en 1959 viceministro de la Industria Textil. Su hermano también sirvió como diputado en la alcaldía de Shanghái. (43) (B. Richman, La sociedad industrial en la China comunista, 1969)
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Otro capitalista nacional, el descendiente de una gran familia industrial de China, se le dio la responsabilidad de la operación de más de medio centenar de fábricas y también sirvió en el Congreso Nacional del Pueblo. En la década de 1960 su hermano organizó una nueva industria relojera en Shanghái que producía unos 850.000 relojes al año. (44) (B. Richman, La sociedad industrial en la China comunista, 1969) En 1957, Chen Ching-yu, un capitalista nacional de la importante ciudad industrial de Wuhan y Presidente de la Federación de Industria y Comercio de esa ciudad, fue ascendido al puesto de vicegobernador de la provincia de Hopeh. (45) (A. Barnett, Las políticas de los comunistas chinos en acción, 1969) Estos son ejemplos de un fenómeno general que se produjo en China después de la liberación y que aumentó después de las presuntas nacionalizaciones en pro del socialismo de 1956. En la década de 1960 aún había 300.000 capitalistas nacionales que estaban recibiendo pagos de intereses. (46) (B. Richman, La sociedad industrial en la China comunista, 1969) Un experto occidental en el ámbito gestión describió el estilo de vida de los capitalistas chinos más ricos cuando visitó allí China en 1966: «Liu Tsing-kee, un miembro del Congreso de Shanghái y del Congreso Nacional del Pueblo, es un magnate textil, sus activos han incluido a cinco grandes fábricas -ahora en propiedad conjunta con el Estado-, las cuales emplean a unas 11.000 personas, los pagos de intereses personales tienen un valor de unos 400.000 dólares anuales, y un salario mensual de 300 $. Los activos totales de su familia, incluyendo las propiedades inmobiliarias, se han valorado en $ 16 millones. Mr. Liu heredó gran parte de la fortuna de su padre hace varios años, y pese a que desde hace tiempo es un capitalista, no ha recibido ningún estigma social por ello. Su fabulosa casa está llena de muchas antigüedades de trescientos años de edad, algunas tan antiguas incluso como para tener seiscientos años encima. Él tiene a su cargo a cuatro funcionarios y tiene un sedán Humber con chófer. Otro señor Liu, que tiene negocios con el del partido, recibe $ 320.000 en intereses anualmente y ha ocupado varios puestos clave del Estado». (47) (B. Richman, La sociedad industrial en la China comunista, 1969) Obviamente, en lo que se refiere a la burguesía nacional china, la transformación de la industria se llevó a cabo en 1956, y se realizó en gran parte de la manera en que Liu Shao-chi había predicho unos siete años atrás. Si bien la burguesía nacional no poseía su industria privada, lo cierto es que conservaron sus posiciones, así como sus ingresos. Pudieron mantener su poder 24
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político y económico gracias a las teorizaciones del PCCh y sobre todo gracias a su alianza con el sector más derechista del PCCh, que velaba por sus intereses. En 1956, los industriales y hombres de negocios reunidos en el Congreso Nacional de la Federación de China de Industria y Comercio, aprobaron una resolución en la que mostraron su visión del proceso de «transición» al socialismo. Ellos afirmaron que se debía: «fortalecer nuestra autotransformación y de forma inequívoca reconocer la coherencia entre el Estado y nuestros propios intereses». (48) (Hughes y Luard, El desarrollo de la economía en la China comunista: 1949 -1960, 1975)
El VIIIº Congreso del PCCh de 1956
El VIIIº Congreso del PCCh fue realizado en septiembre de 1956. En el transcurso de los siete años entre la caída del gobierno del Kuomintang y la convocatoria de este congreso la burguesía había sido revitalizada, una nueva burguesía que se componía tanto de los estratos superiores de la burguesía nacional como de un sector del PCCh que compartían la misma ideología burguesa y objetivos había consolidado un tremendo poder en el partido, el Estado y la economía. El férreo predominio de la burguesía en estos campos se reflejó claramente en los documentos del VIIIº Congreso del PCCh. Liu Shaochi, el líder del sector más conciliador con la burguesía, dio el Informe Político del Comité Central del Partido Comunista de China en el congreso. En su informe, explicó que el poder debe seguir siendo compartido con la burguesía nacional a pesar de que, según él y de acuerdo con Mao también, el Estado en 1956 era en esencia, una dictadura del proletariado: «Algunas personas pueden preguntar: ¿Desde que nuestra dictadura democrática popular sea en el presente en esencia, la etapa de la dictadura del proletariado, cómo se entiende que otras clases, otros partidos y personalidades democráticas sin partido participen en el poder estatal? ¿Por qué es necesario que el frente unido democrático popular en nuestro país siga existiendo? (...) La burguesía nacional ocupa un lugar especial en la dictadura democrática de nuestro pueblo y en nuestro frente único democrático de nuestro pueblo. Durante la Guerra de Resistencia a la Agresión Japonesa, ciertos individuos representativos de la burguesía nacional ya se habían puesto en los órganos de gobierno de las bases revolucionarias. Dado que esto se hizo durante el período de la revolución democrático-burguesa, era fácil de entender. Desde la fundación de la República Popular, aún más representantes de la burguesía nacional y sus partidos han participado en los órganos de nuestro Estado, que es la dictadura del proletariado en su carácter. Además, han seguido manteniendo la alianza política con la clase obrera y el partido 25
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comunista en la construcción del socialismo. Es nuestra opinión de que, de ahora en adelante, una política de coexistencia a largo plazo del partido comunista y los partidos democráticos así como de supervisión mutua entre todos debe ser adoptada. (...) Es nuestra opinión de que, de ahora en adelante, una política de coexistencia a largo plazo del partido comunista y los partidos democráticos así como de supervisión mutua entre todos debe ser adoptada (...) Se puede ver esto en que el ampliar el frente único y la unidad patriótica, en vez de afectar nuestra dictadura del proletariado, dan las condiciones propicias para su consolidación y desarrollo». (49) (Lenguas extranjeras, El VIIIº Congreso del PCCh) También resumió el progreso de la «transformación socialista» de la industria, en la alianza con la burguesía nacional: «Después de la fundación de República Popular de China –la burguesía nacional– ha dado su apoyo a la dictadura democrática popular, el Programa Común y la Constitución, expresó su voluntad de seguir oponiéndose al imperialismo, y aceptó la reforma agraria, pero también tiene un fuerte deseo de desarrollar el capitalismo. Por lo tanto, nuestra política con respecto a la burguesía nacional, como en el pasado, sigue siendo al mismo tiempo unirnos a la vez que luchamos con ella, con el objetivo de así alcanzar la unidad con ellos a través de la lucha. (...) Como las restricciones impuestas por el Estado en la industria capitalista y comercio chocan con los estrechos intereses de la burguesía nacional, es inevitable que muchos de los capitalistas muestren oposición o infrinjan estas restricciones. La lucha entre la restricción y la lucha contra la restricción ha sido la principal forma de lucha de clases en el interior de nuestro país en los últimos años, lo que refleja la principal contradicción de clase en nuestro país, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía. (...) En el curso de estas luchas, se prestó atención a evitar y corregir el error de imponer a la economía capitalista restricciones demasiado rígidas o abusivas. La política básica del partido y el Estado ha sido la de aislar por completo, a través de estas luchas, a los pocos elementos capitalistas que persisten en sus actividades ilegales de espaldas a las masas del pueblo, así como unirse con los demás miembros de la burguesía, reuniendo entonces a la gran mayoría de los elementos capitalistas que están dispuestos a cumplir con las leyes y decretos del Estado. (...) Ahora se puede afirmar con convicción que con la excepción de unos pocos elementos recalcitrantes que todavía tratan de oponer resistencia, es posible, en el ámbito económico, que la inmensa mayoría de la burguesía nacional acepte la transformación socialista y cambien gradualmente hacia su conversión en personas de trabajo. (...) Sin embargo, la muy compleja y ardua tarea histórica de transformar el sistema de propiedad privada de los medios de producción en el régimen de la propiedad pública socialista llevada a cabo en nuestro país. La cuestión de quién va a ganar en la lucha entre el socialismo
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y el capitalismo en nuestro país ya se ha decidido». (50) (Lenguas extranjeras, El VIIIº Congreso del PCCh) Liu estaba dispuesto a hablar teóricamente acerca de la «dictadura del proletariado» y la «lucha» contra la burguesía, siempre que esta teorización de «dictadura» incluyera no aplastar a la burguesía, y siempre que esta «lucha» se llevara a cabo en una forma no antagónica, de manera pacífica, con el objetivo de caminar junto a la mayoría de burgueses que según él eran capitalistas de «buen corazón». En el VIIIº Congreso del PCCh, al aprobar el informe de Liu, el propio partido llevó sus conclusiones un paso más allá, a institucionalizarlas, y se aprobó una resolución en la que declaraba que: «La contradicción entre el proletariado y la burguesía, ha sido básicamente resuelta en nuestro país». (51) (Lenguas extranjeras, El VIIIº Congreso del PCCh) Y que esto se había hecho a través de la transformación de la industria privada en empresas mixtas estatal-privadas. Los viejos elementos burgueses que mantuvieron su poder político y económico y con ellos también los nuevos elementos burgueses, fueron consolidándose rápidamente en el sector estatal, ¿pero era esto algo peligroso? por el contrario, de acuerdo con Liu Shao-chi, esto significaba que se estaba «ganando a la burguesía para el socialismo», estas tesis eran una victoria completa para la línea general del partido, pues se hacía oficial una vez más la transición pacífica y gradual. Liu dijo con entusiasmo: «El hecho de que nuestra burguesía haya anunciado su aceptación de la transformación socialista con una gran alegría entre gongs y tambores es una especie de milagro». (52) (Lenguas extranjeras, El VIIIº Congreso del PCCh) Por supuesto que no hubo «milagro» que llevara a la burguesía a aceptar la nacionalización de la manera que lo hizo, sino que la manera en la que se llevo fue debido a la combinación de la presión del proletariado y al saber ellos que al hacerse cargo del proceso podrían preservar y centrarían su poder. Sus esfuerzos por consolidar su poder fue acompañado por un ataque contra el poder de la clase obrera, tanto dentro del partido como en el Estado. La clase obrera, por tanto, estaba preocupada por la forma en que esta transformación se está llevando a cabo bajo la dirección de la burguesía. Chen Yun, Ministro de Comercio y uno de los principales representantes de la
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burguesía en el partido, se dirigió a esta cuestión en su discurso ante el VIIIº Congreso del partido: «Obreros y funcionarios han dado un cálido apoyo al cambio a la gestión estatal y privada, y en todas partes se han organizado unidades de emulación socialista. Pero debido a que no hemos hecho suficiente por ellos, algunos de ellos se preguntan: ¿Cómo es que tenemos aún menos derechos y funciones que antes del cambio? ¿Por qué los antiguos capitalistas están aún en posiciones de autoridad? Antes del reciente cambio en las empresas privadas, era absolutamente necesario contar con dicho control de la producción por los obreros. Pero ahora que estas empresas se han convertido en empresas mixtas estatal-privadas, la clase obrera debe dar un paso más adelante y, en lugar de limitarse a la supervisión de la producción, se debe poner en efecto al frente de la gestión directa en el Estado, que actualmente está dirigido por la clase obrera. En cuanto a los capitalistas y sus asociados, independientemente de la posición de la autoridad que aún puedan conservar en las empresas mixtas estatal-privadas, difiere radicalmente de lo que era antes del cambio». (53) (Lenguas extranjeras, El VIIIº Congreso del PCCh) Esto era pura demagogia por parte de un embaucador de la burguesía. Si el Estado hubiera estado realmente bajo la hegemonía de la clase obrera, cuando asumió la propiedad de las empresas privadas no tendría por qué haber ningún deseo en estas de recortar el poder de control de la clase obrera, las empresas habrían sido capaces de vencer a los capitalistas -con el apoyo del Estado-. En su lugar, los propios obreros hubieran supervisado todo este proceso de transición, pudiendo aislar a los capitalistas sin mucha demora. Como las relaciones socialistas de producción se perfeccionan bajo los obreros de la fábrica, estos deberían ganar más y más control directo de la producción bajo la dirección centralizada del Estado proletario. Pero como hemos observado y analizado según los documentos disponibles, el hecho es que el poder de los obreros disminuyó y el de los capitalistas se mantuvo -o aumentó-, esto muestra claramente la naturaleza de clase de la «transformación» de estas empresas, y la enorme influencia que la burguesía mantenía en el Estado. El ataque a la clase obrera por parte de la burguesía en el poder, en sus esfuerzos por ampliar su propio poder se intensificó considerablemente en todas las esferas del país en el momento del VIIIº Congreso del PCCh. Este ataque se hizo bajo el pretexto de una supuesta «campaña de rectificación» para combatir «el subjetivismo, el sectarismo y la burocracia». Esta «campaña de rectificación» en China coincidió «casualmente» con una «campaña de rectificación» lanzada a su vez en la Unión Soviética por el PCUS. Tomando ventaja de las debilidades en el partido y el Estado Soviético, los revisionistas jruschovistas llamaron a una campaña contra el «dogmatismo, el sectarismo, la burocracia y el stalinismo», e instó a los revisionistas de los partidos de Europa 28
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del Este a tomar el mismo camino. Bajo la bandera de la lucha contra el «dogmatismo» se opusieron al marxismo-leninismo y pidieron la libre circulación de las ideas burguesas y revisionistas, que en esencia eran lo mismo. La consigna de la lucha contra el «sectarismo» fue utilizada para aplacar la lucha contra los revisionistas, oportunistas y elementos burgueses. La campaña contra la «burocracia» fue diseñada para derribar los aspectos de la planificación económica centralizada que ahogaban el desarrollo del capitalismo. La «campaña de rectificación», lanzada en el momento del VIIIº Congreso del PCCh en 1956 iba a ser utilizada por los revisionistas chinos, de la misma manera que sus homólogos de la Unión Soviética y lo países Europa del Este estaban utilizando las presuntas medidas de «rectificación».
La descentralización y reforma salarial de 1956
Después de explicar a los obreros la «posición fundamentalmente diferente» de los capitalistas después de la nacionalización, la cual era una estafa arropada de fina demagogia, Chen Yun anunció las reformas económicas que el PCCh tenía previsto ejecutar, en ellas se tenía previsto ascender y ampliar el papel del libre mercado capitalista a causa de que según los dirigentes del PCCh se había conseguido «la decisiva victoria del socialismo» en el ámbito económico: «Como resultado de los éxitos decisivos que hemos logrado en la transformación socialista de la industria y comercio capitalistas, algunas medidas adoptadas por los departamentos económicos del Estado en los últimos años, y especialmente en los últimos dos años, para restringir la industria capitalista y comercio capitalista se han convertido en innecesarias. Estas medidas eran indispensables y eficaces anteriormente. Ahora, sin embargo, son bastante injustificadas. No sólo eso, sino que no carecían de defectos en el momento en que se hicieron cumplir. Pero continuar con esas medidas ahora, inevitablemente obstaculizaría el desarrollo de la economía nacional. Primero debemos cambiar los acuerdos de compra y comercialización ya establecidos entre las empresas industriales y comerciales. El sistema de los departamentos comerciales estatales que dan las órdenes a las fábricas para el procesamiento y la fabricación de bienes debe ser reemplazado por un sistema de autogestión de fábricas que puedan compran materias primas y productos comerciales. Es decir, la práctica seguida en invierno de 1953 en general, debe ser restaurada sobre la base de nuestra economía socialista. Debemos corregir nuestro error de centrar la atención en la producción y gestión centralizada. De lo contrario, los defectos ya vistos en la producción, en la circulación y en el servicio de los clientes 29
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empeoraran. En tercer lugar, hay que tachar de nuestros reglamentos que rigen el control de mercado todas aquellas disposiciones que estaban destinados a restringir las actividades especulativas de la industria y comercio capitalistas. Los productos locales menores, ahora adquiridos de manera unificada por la oferta local y las cooperativas de comercialización, deben poder ser libremente comprados, transportados y comercializados por las tiendas estatales, grupos cooperativos de suministro y comercialización, y las cooperativas de diferentes partes del país. Los reglamentos para el control de la industria y comercio, que están fuera de armonía con la situación actual, deben de ser revisados con el fin de satisfacer las necesidades de libre compra, comercialización y transporte. Es decir, debemos retirar lo que en la comercialización llamamos estabilización de los precios, conocido popularmente como «unificación de precios» o «congelación de precios». No hay que preocuparse si los precios suben por un tiempo dentro de ciertos límites. Las fábricas de artículos de bienes de consumo deben poder hacer sus propios planes de producción en función de las condiciones del mercado, sin estar atadas a las figuras de referencia del plan estatal. En cuanto a los beneficios que se entregarán a las arcas del Estado, la cantidad debe ser determinada en relación a los ingresos reales de la fábrica conseguidos a final del año. ¿Todas estas medidas se combinan para provocar el peligro de reaparición del libre mercado capitalista en nuestro país? No, eso nunca va a suceder. La adopción de las medidas mencionadas anteriormente no dará lugar a un resurgimiento del mercado capitalista, sino que impulsará el crecimiento de un mercado socialista adaptado a nuestras condiciones y necesidades». (54) (Lenguas extranjeras, El VIIIº Congreso del PCCh) El «socialismo de mercado» promulgado aquí por Chen Yun, al igual que otros «socialismos de mercado» de otros teóricos revisionistas, no es socialismo, sino capitalismo. El desarrollo de las relaciones socialistas de producción es imposible sin la planificación económica centralizada por un Estado proletariado, sin aumentar constantemente la planificación centralizada no hay manera de que la economía se pueda regular, excepto a través de los métodos anarquistas de la «ley del valor» y el mercado capitalista, que obviamente no corresponden a las pautas del socialismo. Las reformas de Chen Yun liberó a la gran mayoría de las empresas para que pudieran establecer sus propios planes de producción, así como de libre compra de materias primas, y determinación de cuándo, dónde y a qué precio se iba a comercializar sus productos, etc. Como reacción natural de estas reformas, el gobierno también decidió que la rentabilidad y no las necesidades de la producción, iba a ser el principal factor en la responsabilidad industrial. (55) (R. MacFarquhar, China bajo Mao, 1963)
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Todo esto representa una inversión de la cantidad mínima de planificación centralizada que se había logrado en China y sacó las fuerzas anárquicas de las relaciones económicas capitalistas. La clase de la burguesa intentó contener los efectos desastrosos de la anarquía del mercado introduciendo un cierto grado de planificación económica, colocando estos sectores industriales bajo control del Estado. Estas medidas limitaron la regla absoluta del mercado y las propias ganancias de los explotadores, pero su objetivo a la larga, conforme a la regla burguesa, era proteger la tasa de rendimiento sobre la inversión de capital, proteger sus ganancias ante cualquier intento de expropiación radical, por lo tanto intentaron mediante un término intermedio conservar el poder económico y político, cediendo ciertas ganancias a instancias de que sabían que podían perder todo. La burguesía no puede escapar utilizando sus beneficios como fuerza motriz de su estructura económica debido a sus intereses de clase y, por lo tanto, no pueden desarrollar la planificación económica centralizada pues sus mismos intereses capitalistas se lo impiden. Las acciones del grupo revisionista de Liu-Deng reflejan este ataque burgués. De hecho, los economistas burgueses que han analizado la historia de la planificación económica en China, dicen que los chinos no lograron un alto grado de planificación centralizada durante el Primer Plan Quinquenal –de 1953 a 1958-. La aplicación de la planificación centralizada no se llevó a cabo seriamente hasta 1955, y si bien ante las medidas eran deficientes, las reformas de 1956 no invitaban a un perfeccionamiento de la centralización y planificación, sino que expresaba la tendencia hacia la descentralización. (56) (Jan Prybyla, La economía política de la China comunista, 1970) Un economista burgués consideró que las reformas económicas en China en 1956 fueron igual de dramáticas como las llevadas a cabo en la Unión Soviética bajo Jruschov en la misma época, y que si bien algunas industrias importantes siguieron operando de acuerdo a un plan central, la gran mayoría –el 80%– de las empresas chinas industriales eran incluso más independientes que las de la Unión Soviética. (57) (Hughes y Luard, El desarrollo de la economía en la China comunista: 1949 -1960, 1975) Otro autodenominado «experto» burgués en China, comparaba la «planificación» económica de China a la de Yugoslavia durante la década de 1960, ya que comentaba el similar grado de autonomía de gestión de las empresas. (58) (R. MacFarquhar, China bajo Mao, 1963) Después de las reformas económicas de 1956 la economía china pasó por una brusca depresión en 1957. Las empresas como ya habíamos comentado, no estaban tan comprometidas en un plan central, la gestión de las empresas 31
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perseguía varios métodos para lograr en una mayor tasa de ganancia que no necesariamente se ajustaba a las necesidades de la sociedad como sí eran objetivamente el hecho de tener que aumentar la producción industrial rápidamente y aumentar el capital para expandir la construcción de esa y otras ramas industriales. En respuesta a la crisis, el Consejo de Estado emitió una directiva en noviembre de 1957, dijo que: «Con la excepción del principal personal administrativo –directores, subdirectores, gestores y gestores adjuntos– y técnicos principales, el resto de los empleados y obreros pueden ser contratados y despedidos por la empresa. Con la condición de que el número total de obreros y empleados no se incremente, la empresa puede reajustar su organización y personal a su gusto». (59) (Chao Kuo-chun, Planificación económica y organización en China, 1960) Las autoridades centrales criticaron a las empresas industriales por la contratación de 1.250.000 obreros, y en 1956 por la contratación de «demasiados» obreros se pidió a las direcciones locales despedir a la fuerza de trabajo «excesiva» con el fin de reducir los costos. Este esfuerzo para llevar a las empresas a despedir a los trabajadores fue acompañado por nuevas leyes que se establecían las edades de jubilación obligatorias y con campañas para convencer a las mujeres a permanecer en el hogar como amas de casa. (60) (Hughes y Luard, El desarrollo de la economía en la China comunista: 1949 -1960, 1975) Esta respuesta burguesa dada a la vez de sus reformas económicas capitalistas, se reflejó también en el mensaje emitido por el Consejo de Estado en los mismos meses que decía: «En la actualidad los salarios de los obreros comunes en los distintos departamentos y localidades son generalmente demasiado altos. En vista del hecho de que los obreros comunes sólo se involucran en el trabajo físico simple y generalmente son contratados a nivel local, los salarios excesivamente altos de estos, en comparación con las de los campesinos, despiertan como es normal, el descontento de estos últimos». (61) (Chao Kuo-chun, Planificación económica y organización en China, 1960) Uno de los objetivos fundamentales de la dictadura del proletariado es reducir gradualmente las diferencias entre la ciudad y el campo, entre el obrero y el campesino, diferencias heredadas de la sociedad feudal y capitalista, pues sólo sobre esta base se puede construir una sociedad comunista sin clases. Sin embargo, esta directiva que acabamos de leer no está realmente interesada en esto, sino que solo revelan el desprecio absoluto de los agentes de la burguesía que manejaban en China el Consejo de Estado, refleja el absoluto desprecio a las masas de obreros y campesinado, así como de su arduo trabajo. 32
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En un país socialista hay una división entre el fondo de acumulación –es decir, para la reinversión, etc.– y el fondo para el consumo –es decir, los salarios, etc.– . Esta división se realiza de una forma planificada de acuerdo a las necesidades sociales de la nación y de una manera que permite la mejora gradual de las condiciones de vida de las masas. Bajo el capitalismo, por el contrario, los capitalistas se ven abocados a tratar de bajar los salarios de las masas con el fin de elevar su propia tasa de ganancia, para que puedan producir de manera competitiva frente a otros capitalistas. Especialmente en tiempos de recesión económica, los capitalistas tienen que reducir los costos laborales para restaurar altas tasas de ganancia para que su producción se reanude a un ritmo acelerado. A través de sus reformas económicas, la clase burguesa que se desarrollaba en China creó un marco similar para la toma de decisiones económicas como hemos visto. Este enfoque burgués de «enderezar la economía» –que el grupo revisionista de Liu-Deng repitió y aplico de muchas maneras en el proceso de consolidación de su control económico y político influyendo en la práctica general del PCCh, incluyendo en ello también los periodos donde ocupaban menores cargos– debe compararse con el enfoque proletario que se debe dar a las dificultades económicas y desproporciones que se han producido en la construcción socialista en varias ocasiones en los Estados socialistas. La respuesta de un Estado proletario no es subir los precios de manera que sólo los sectores privilegiados con altos ingresos puedan pagar las necesidades básicas, sino que se debe racionalizar las necesidades básicas, no se bajan los salarios de los obreros y se aumenta los del personal de administración y técnico, sino que más bien se hace todo lo posible para aminorar la diferencia salarial entre estos estratos, intentado librar una campaña específica para reducir los salarios de los estratos que cobran salarios más altos, no se debe poner mayor énfasis en la rentabilidad de inversión de capital ni intentar desalentar la inversión «innecesaria» –como la de la industria pesada–, sino que más bien se debe redistribuir el capital de inversión limitado en el país de acuerdo a los planes revisados que reflejan más exactamente las necesidades sociales más apremiantes, no se debe despedir a los obreros, sino que, por el contrario se debe movilizar a toda la población, incluyendo en sus posibilidades a los niños en edad escolar, para trabajar horas extras voluntarias, para ayudar a cumplir el plan económico y producir los productos que necesita la nación. Mientras que estos representantes de la burguesía estaban cortando los salarios de las masas obreras, por otro lado se estaba creando grandes ganancias mediante los sueldos del personal administrativo y técnico. Las diferencias salariales entre trabajo manual y mental eran muy alargadas después de la liberación del país. Sin embargo, en 1955, la segunda sesión del Congreso Nacional del Pueblo se decidió que:
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«Debemos paso a paso establecer escalas salariales razonables para que los salarios de los obreros de las distintas ramas de la producción sean clasificadas adecuadamente en función de sus habilidades, lo que eliminaría correctamente el igualitarismo en el sistema de salarios, así como otras condiciones no razonables y llevándonos a la adhesión del principio de «a cada cual según su trabajo». Los salarios de los obreros no calificados no deben fijarse en un nivel demasiado alto. Durante estos cinco años los mayores aumentos en cuanto a salarios deben ser entregados al personal técnico altamente calificado y al personal de investigación científica». (62) (Lenguas extranjeras, Primer plan quinquenal para el desarrollo de la económica nacional de la República Popular China) Ese año, de acuerdo con su punto de vista burgués del principio socialista de «a cada cual según su trabajo», un nuevo sistema de salarios se implementó en el que los trabajadores de producción, que en realidad crean la riqueza de la nación, se les pagaba un precio tan bajo como 30 yuanes mensuales, mientras que el personal administrativo y técnico, que en realidad no crean ningún valor a través de sus propios esfuerzos, se les pagó hasta 560 yuanes por mes. (63) (M. Meisner, La China de Mao, 1977) En 1956 se llevó a cabo otra importante reforma salarial, la normalización del sistema de salarios de toda la nación con una escala salarial de ocho categorías que reforzó aún más la diferencia entre el trabajo manual y mental. Además, la reforma salarial 1956 amplió en gran medida el uso de trabajo a destajo y bonificaciones en la producción con incentivos. (64) (Hughes y Luard, El desarrollo de la economía en la China comunista: 1949 -1960, 1975)
La «rectificación» del partido
Además de las medidas económicas adoptadas para garantizar el desarrollo de las relaciones capitalistas, el grupo de Liu-Deng también tomó otras medidas para facilitar sus esfuerzos para asegurar la hegemonía burguesa sobre el partido y el Estado mediante la difusión de la ideología burguesa. En el VIIIº Congreso del PCCh de 1956, Liu Shao-chi advirtió a los miembros del partido que debían «respetar la autoridad» de los funcionarios del Estado que venían de las clases de la intelectualidad burguesa y de la propia burguesía nacional: «Los representantes de los partidos democráticos y personalidades democráticas sin afiliación política ocupan puestos importantes en muchos de los órganos del Estado. También hay un gran número de personal que no son parte del partido y que trabajan en nuestros órganos de gobierno, escuelas, empresas y fuerzas armadas. Esta situación requiere que los miembros de 34
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nuestro partido establezcan buenas relaciones y trabajen en colaboración con ellos. La razón por la que debemos plantear esta cuestión es porque todavía hay algunos miembros de nuestro partido que sostienen que absolutamente todo debe ser de «un solo color», que no están dispuestos a ver a estas personas en los órganos del Estado, que no quieren consultar con ellos los problemas y que no van a aceptar su autoridad pese a tener un rango inferior. Este punto de vista es sectario. El partido debe enseñar a sus miembros que no son buenos en la cooperación con los miembros sin partido a superar rápidamente este tipo de deficiencias. Esto, en la actualidad, es una de las tareas importantes para poder consolidar el frente unido democrático popular». (65) (Lenguas extranjeras, El VIIIº Congreso del PCCh) Junto con esta campaña contra el «sectarismo», Liu Shao-chi estaba preocupado por extender «la democracia». Así lo explicó en una resolución aprobada por el congreso, en la que se afirmaba que se debía dejar que «diferentes tipos de flores florezcan y que diversas escuelas de pensamiento compitan»: «Debemos llevar a cabo la política del partido de unidad, mediante la educación y transformación de los intelectuales, debiendo primar el principio de que «diversas escuelas de pensamiento compitan», alentando a cultivar el pensamiento independiente participando en las discusiones de forma libre. (…) Tenemos que seguir adhiriéndonos al principio de que dejar que «diferentes tipos de flores florezcan», promoviendo el arte y la literatura a extensa escala, fomentando por todos los medios el trabajo creativo en el arte y la literatura, promocionando el trabajo creativo y la libre crítica en el arte y la literatura. (66) (Lenguas extranjeras, El VIIIº Congreso del PCCh) Todo esto fue diseñado para dar a los intelectuales burgueses la oportunidad de propagar libremente la ideología burguesa. Al mismo tiempo, los revisionistas querían que su actividad y esfuerzos no tuvieran restricciones a la hora de difundir las ideas burguesas en el partido. Deng Xiaoping dijo al Congreso: «En el período en que nuestro partido fue dominado por los oportunistas de izquierda, los errores nos empujaron a una lucha interna del partido extrema. Una política de lucha excesivamente dura y arbitraria –la llamada «lucha despiadada» y de «golpes despiadados»– acampó en el seno del partido. Como resultado de ello, la unidad, la democracia interna del partido y la iniciativa de base y de todos los miembros del partido sufrieron daños severos y el avance de la causa del partido se vio obstaculizado en serio. Ahora, aunque tal tratamiento incorrecto, por suerte no es un rasgo dominante en la vida de partido ni entre los camaradas, todavía existe en algunas organizaciones y camaradas del partido, por ello se debe prestar atención para llevar una
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rectificación en cuanto se localice». (67) (Lenguas extranjeras, El VIIIº Congreso del PCCh) También se puede ver fácilmente que entre los objetivos del grupo de Liu-Deng era transformar el PCCh en un partido completamente burgués, para ello como no podía ser de otra forma, el proceso se realizaría mediante el reclutamiento de miembros de su clase o influenciados por su ideología. Al oeste de China se dieron informes sobre el «énfasis en el reclutamiento urbano a mediados de 1950», en ellos se veía el refortalecimiento en el partido, y en la situación socioeconómica, de intelectuales y técnicos, los cuales fueron favorecidos en detrimento de los obreros, y a los especialistas se les dio preferencia sobre los obreros no cualificados». (68) (M. Meisner, La China de Mao, 1977) Tan sólo en el año 1956, 635.137 intelectuales fueron reclutados por el PCCh. En total, en 1956, una tercera parte de la intelectualidad del país, la gran mayoría de miembros de dicha clase social venía de los días prerrevolucionarios y estaba estrechamente vinculado con la burguesía nacional y habían sido reclutados por el PCCh. Muchos de ellos habían sido reclutados directamente de los partidos democrático-burgueses. En 1956 había más intelectuales en el partido que obreros y el porcentaje crecía. (69) (M. Meisner, La China de Mao, 1977) Esta política de reclutamiento llevó a una situación en la que casi todo el personal de gestión en la industria eran miembros del partido, mientras que sólo un pequeño porcentaje de los obreros de la producción había sido reclutado para el partido –10-20% de todo el personal, incluyendo a administradores, eran miembros del partido–. (70) (Lenguas extranjeras, El VIII Congreso del PCCh) El reclutamiento de miembros del partido no se concentró sólo de forma desproporcionada en la administración de las empresas, sino aún más importante, las asignaciones de rango en el partido fueron determinadas en gran medida por la importancia de los cuadros en el proceso de industrialización. (71) (M. Meisner, La China de Mao) Los gerentes de las empresas solían tener posiciones de poder en el partido también. La medida en que esto se hizo realidad se puede ver en una encuesta de 1966 dentro de las organizaciones del partido tasando a 33 grandes empresas industriales en China. En la mayoría de estas ningún obrero era un miembro de los comités del partido. Con la excepción de tres empresas, el resto de los comités del partido sólo tenían a uno o dos obreros –de entre siete y treintena miembros del total–. (72) (B. Richman, La sociedad industrial en la China comunista, 1969)
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Al explicar esta política de cuadros antiobrera, Deng Xiaoping, dijo en el VIIIº Congreso del PCCh: «La distinción que hasta ahora se había hecho en el procedimiento de admisión para los nuevos miembros del partido se ha eliminado debido a que la vieja clasificación que hacia discriminaciones debido al extracto social se ha perdido o está perdiendo su sentido original. Tanto en el VIIº Congreso del partido –celebrado en 1945- y también por un período considerable después de este, era indispensable contar con diferentes procedimientos de admisión sobre los solicitantes por su diferente condición social, y esto sirvió ciertamente con un propósito muy bueno. Pero en los últimos años la situación ha cambiado básicamente. La diferencia entre los obreros y empleados de oficina es ahora sólo una cuestión de división del trabajo dentro de la misma clase». (73) (Lenguas extranjeras, El VIIIº Congreso del PCCh) Con esta tesis revisionista de «una división del trabajo dentro de la misma clase», Deng Xiaoping quiso negar la absoluta necesidad de la hegemonía del proletariado y allanó así el camino para los elementos burgueses que buscaban consolidar su control en el partido. Esta tesis ha sido una tapadera para los esfuerzos de los revisionistas en tratar de transformar el PCCh en un partido de una élite técnica y de gestión, estos elementos pretendían con esta teorización colocarse por encima de las masas obreras, para poder oprimirlos y explotarlos mediante el partido que supuestamente respondía a sus reivindicaciones.
«Contradicciones en el seno del pueblo»
Mao Zedong pese a formulaciones anteriores, ahora no estaba de acuerdo con la tesis simplista de Liu Shao-chi y Deng Xiaoping sobre que «la cuestión de quién va a ganar en la lucha entre el socialismo y el capitalismo en nuestro país se ha resuelto» ni tampoco en la de que «la contradicción entre la proletariado y la burguesía se ha resuelto», en realidad estas tesis fueron diseñadas para desmovilizar a la clase obrera. En febrero de 1957, cuatro meses después del VIIIº Congreso del PCCh, dijo en su famoso discurso; «Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo»: «La lucha de clases no ha terminado. La lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, entre las diferentes fuerzas políticas y entre el proletariado y la burguesía en el terreno ideológico, será aún larga, tortuosa y a veces incluso muy enconada. El proletariado aspira a transformar el universo según su concepción del mundo, y a otro tanto aspira la burguesía. A este respecto, aún no ha sido solucionada realmente la cuestión de si será el socialismo o el
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capitalismo el que venza». (74) (Mao Zedong, Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, 1957) Como vemos Mao era más realista que ellos –Liu Shao-chi y Deng Xiaoping–, y su cita evidencia una aparente compresión marxista-leninista del tema, pero una vez más, las pocas palabras correctas de Mao se emborronan cuando seguimos leyendo en su totalidad su pensamiento. ¿Cómo fue esta lucha de clases que según Mao aún se estaba llevando a cabo? Pues como siempre se había hecho en el PCCh, Mao sostuvo que esta lucha puede y debe llevarse a cabo de manera no antagónica y pacífica basada en el principio de la «unidadlucha-unidad», o sea como también promulgaba Liu Shao-chi como ya hemos visto. Pero veamos que decía Mao esta vez: «Existen ante nosotros dos tipos de contradicciones sociales: contradicciones entre nosotros y el enemigo y contradicciones en el seno del pueblo. Estos dos tipos de contradicciones son de naturaleza completamente distinta. (...) En nuestro país, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional hace parte de las contradicciones en el seno del pueblo. La lucha de clases entre la clase obrera y la burguesía nacional es, en general, una lucha de clases en las filas del pueblo, porque la burguesía nacional de China tiene doble carácter. En el período de la revolución democrático-burguesa, ella tenía en su carácter tanto un lado revolucionario como otro conciliador. En el período de la revolución socialista, al tiempo que explota a la clase obrera obteniendo ganancias, apoya la Constitución y se muestra dispuesta a aceptar la transformación socialista. (...) La contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional, que es una contradicción entre explotados y explotadores, es antagónica. Sin embargo, en las condiciones concretas de China, esta contradicción antagónica entre las dos clases, si la tratamos apropiadamente, puede transformarse en no antagónica y ser resuelta por medios pacíficos. Pero la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional se convertirá en una contradicción entre nosotros y el enemigo si no la tratamos como es debido, es decir, si no aplicamos la política de unidad, crítica y educación respecto a la burguesía nacional, o si ella no acepta esta política nuestra. (...) Es imposible que el pueblo ejerza la dictadura sobre sí mismo, e inadmisible que una parte del pueblo oprima a otra. (...) En 1942 sintetizamos este método democrático de resolver las contradicciones en el seno del pueblo en la fórmula unidad-crítica-unidad», que, expresada en forma detallada, significa partir del deseo de unidad, resolver las contradicciones a través de la crítica o la lucha y alcanzar una nueva unidad sobre una base nueva. Según nuestra experiencia, éste es el método correcto para resolver las contradicciones en el seno del pueblo. (...) Después de la liberación de todo el país, hemos empleado el mismo método de «unidad-crítica-unidad» en nuestras relaciones con los partidos democráticos y con los círculos industriales y comerciales. Nuestra tarea actual consiste en seguir 38
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generalizándolo entre todo el pueblo y aplicarlo cada vez mejor; planteamos que todas las fábricas, cooperativas, establecimientos comerciales, centros docentes, entidades oficiales y organizaciones populares, en una palabra, los seiscientos millones de integrantes de nuestro pueblo, lo usen para resolver sus contradicciones internas. (...) En circunstancias normales, las contradicciones en el seno del pueblo no son antagónicas. Sin embargo, pueden llegar a serlo si no las tratamos como es debido o si aflojamos nuestra vigilancia y nos adormecemos políticamente. En un país socialista, semejante situación no pasa de ser, por lo común, un fenómeno parcial y transitorio. Esto se explica porque allí ya se ha abolido el sistema de explotación del hombre por el hombre y existe una identidad fundamental de intereses en las filas del pueblo. (...) La situación actual es la siguiente: Las vastas y tempestuosas luchas clasistas de las masas, características de los períodos de revolución, han terminado en lo fundamental, pero la lucha de clases no ha cesado por completo. (...) En este momento es, pues, imperativo que planteemos la cuestión de diferenciar las contradicciones en el seno del pueblo de las existentes entre nosotros y el enemigo y la de tratar correctamente las contradicciones en el seno del pueblo, con el propósito de cohesionar al pueblo de todas las nacionalidades de nuestro país para una nueva batalla -la batalla contra la naturaleza-, desarrollar nuestra economía y nuestra cultura, hacer que todo el pueblo atraviese de manera relativamente feliz el actual período de transición, consolidar nuestro nuevo sistema y construir nuestro nuevo Estado. (...) Las que, con ideas derechistas, en vez de distinguir entre nosotros y el enemigo, toman al enemigo por gente nuestra y consideran amigos a quienes a los ojos de las grandes masas son enemigos. Y las personas que, con ideas «izquierdistas», amplían el marco de las contradicciones entre nosotros y el enemigo hasta el punto de tomar como tales ciertas contradicciones en el seno del pueblo y de considerar contrarrevolucionarias a personas que en realidad no lo son. (...) Después de la Liberación eliminamos cierto número de elementos contrarrevolucionarios. Algunos de ellos fueron sentenciados a muerte por sus graves crímenes. Esto fue absolutamente necesario, pues así lo exigieron las masas populares, y se hizo con el fin de liberar a las amplias masas, oprimidas durante largos años por los contrarrevolucionarios y toda suerte de tiranos locales, o sea, con el fin de liberar las fuerzas productivas. Si no hubiésemos obrado así, las masas populares no habrían podido levantar la cabeza. La situación ha cambiado radicalmente desde 1956. Tomando el país en su conjunto, las fuerzas principales de la contrarrevolución ya han sido liquidadas. Nuestra tarea Fundamental ya no es liberar las fuerzas productivas, sino protegerlas y desarrollarlas en el contexto de las nuevas relaciones de producción». (75) (Mao Zedong, Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, 1957) Al mismo tiempo que Mao decía que la burguesía quería desarrollar el capitalismo, Mao Zedong instó al proletariado a seguir luchando para unirse con 39
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la burguesía nacional arengando tranquilidad, pues el tratamiento de la contradicción entre las dos clases era una contradicción en el seno del pueblo, aludiendo a particularidades nacionales para solucionar esta contradicción de forma diferente. Se decía a la vez que «el proletariado no puede ejercer la dictadura sobre la burguesía porque la burguesía era parte del pueblo» y, por tanto, ella no debía recibir los golpes de la dictadura, sino que debía participar en el ejercicio de esta dictadura. Advirtió a los miembros del partido de la infiltración de la burguesía y sus agentes en el partido, pero añadía al mismo tiempo que el «cambio radical» desarrollado con el VIIIº Congreso del PCCh de 1956 –Congreso y tesis a las que dio el visto bueno– había dado lugar a una situación en la que los «intereses del pueblo eran fundamentalmente idénticos». En este discurso de Mao pasó además a apoyar el lema de «dejar que florezcan cien flores y que compitan cien escuelas de pensamiento», lema que como hemos visto, fue utilizado por la burguesía y sus agentes desde 1956 para difundir la ideología burguesa y revisionista. A continuación explicó la política que el partido debía tener frente a los demás partidos democrático-burgueses, un tema que ya Liu Shao-chi había tocado en su informe de 1956, y que en esencia volvió a apoyar, formando una vez más el binomio Liu-Mao en una muestra de la unidad teórica revisionista dentro del liderazgo del PCCh: «La consigna «coexistencia duradera y supervisión mutua» también es fruto de las condiciones históricas concretas de nuestro país. No ha sido presentada de modo súbito, puesto que estuvo en gestación durante varios años. La idea de la coexistencia duradera nació hace mucho tiempo. El año pasado, cuando quedó establecido fundamentalmente el sistema socialista, esta consigna fue planteada en términos explícitos. ¿Por qué, pues, hay que admitir una larga coexistencia de los partidos democráticos de la burguesía y de la pequeña burguesía con el partido político de la clase obrera? Porque no tenemos motivos para no adoptar la política de coexistencia duradera con respecto a todos aquellos partidos que se dediquen verdaderamente a la tarea de unir al pueblo para la causa del socialismo y se hayan granjeado su confianza. (...) ¿Por qué se admite la supervisión de los partidos democráticos sobre el partido comunista? Porque un partido, lo mismo que una persona, tiene gran necesidad de oír opiniones diferentes de las propias. Es de todos conocido que la supervisión sobre el partido comunista la ejercen principalmente el pueblo trabajador y los militantes del partido. Pero será más provechoso para nosotros que también participen en ella los partidos democráticos». (76) (Mao Zedong, Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, 1957) Los partidos democrático-burgueses no se «dedicaban a la tarea de unir a la gente para la causa del socialismo». La equivocación de Mao se ve magnificada cuando se sabe que él hizo estas declaraciones en medio de un ataque a vasta 40
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escala y en todos los campos por parte de la burguesía y los revisionistas para consolidar su poder. La publicación y promoción de este y otros discursos de dirigentes tan importes en China durante 1957, no podía más que desarmar ideológicamente al proletariado en su lucha a vida o muerte con la burguesía, y precisamente lo curioso es que este «desarme» ideológico se hizo desde lo que se suponía era la expresión del proletariado: su partido, éste se enfrasco en su tarea revisionista de continuación e intensificación de promover ilusiones sobre la lucha de clases «pacífica». En este mismo período, Mao también se unió al grupo de Liu-Deng para instar en el país a una mayor descentralización de la planificación económica, llamando a la iniciativa de las autoridades locales: «La relación entre las autoridades centrales y las locales constituye también una contradicción. Para solucionarla, debemos preocuparnos, actualmente, de ampliar un tanto las atribuciones de las autoridades locales, concederles una mayor independencia y permitirles más actividades, con sujeción a la premisa de consolidar la dirección unificada de las autoridades centrales. (...) No debemos, como se hace en la Unión Soviética, concentrarlo todo en manos de las autoridades centrales y maniatar rígidamente a las autoridades locales privándolas de todo derecho de acción independiente». (77) (Mao Zedong, Sobre diez grandes relaciones, 1956) Con sus referencias vagas al «liderazgo central fuerte y unificado», el llamado de Mao a «llevar la iniciativa de las autoridades locales a otro nivel», puede ser visto como una decisión dialéctica y clásica del centralismo-democrático que quiere corregir algún error de cálculo. Pero esta descentralización debe verse en el contexto en que tuvo lugar. En China todavía no se había alcanzado un alto grado de planificación centralizada y, de hecho, fue en ese momento cuando se llevó a cabo la «nacionalización» de todo el sector capitalista que hablamos más atrás. Pero Mao no llamó a un movimiento paso a paso para desarrollar el aparato y fortalecer la planificación centralizada, sino que hizo hincapié en «la ampliación de las facultades para las autoridades locales». Sin excepción, los escritores burgueses describen a Mao como un gran defensor de la descentralización en este momento y esto se ve confirmado, por el hecho de que durante el «Gran Salto Adelante» –el cual duro de 1958 a 1960–, cuando Mao gozaba de gran influencia, la planificación económica centralizada se descompone a un grado sin precedentes. Escritores burgueses, así como intelectuales de izquierda que simpatizan con Mao, coinciden y describen una lucha entre él y los burócratas del grupo de Liu-Deng, que, según ellos, no querían romper con «el centralismo stalinista». En realidad, sin embargo, el grupo de Liu-Deng, al igual que sus homólogos Jruschov y Tito, también abogaron por la descentralización debido a 41
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que sus esfuerzos para desarrollar el capitalismo exigían un alto grado de descentralización como hemos comentado. Mientras que las posiciones del grupo de Liu Shao-chi y Deng Xiaoping y el grupo de Mao Zedong coincidieron en la cuestión económica de la descentralización, Mao discrepó fuertemente con muchas de las otras descaradas reformas burguesas que el grupo de Liu-Deng se apresuraron a introducir. Estos desacuerdos llevarían Mao a movilizar a las masas contra las políticas del grupo de Liu-Deng en los próximos años. Las victorias y la derrota definitiva del proletariado en China, el cual se arropó en el liderazgo de Mao Zedong para combatir a Liu Shao-chi y Deng Xiaoping, terminó en fracaso, y ello fue así sobre todo por la falta de un genuino partido y liderazgo realmente comprometido con el marxismo-leninismo, pero esto se tratará en el capítulo tres.
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II Albania La revolución democrática
La revolución albanesa se llevó a cabo a través de una guerra de liberación nacional contra la ocupación italiana y alemana durante la Segunda Guerra Mundial. En 1941 se fundó el Partido Comunista de Albania –que era como se llamaba entonces el Partido del Trabajo de Albania–. Al año siguiente el joven partido llamó a todos los patriotas albaneses a que se unieran para formar el Frente de Liberación Nacional para coordinar y liderar la resistencia armada ante la creciente ocupación fascista italiana de Albania. A raíz de una reorganización de los elementos del Frente de Liberación Nacional dirigidos por la burguesía nativa, se organizó otra organización de resistencia anti-italiana, el Balli Kombëtar, con el fin de oponerse al Frente Nacional de Liberación y maniobrar para establecer la dominación burguesa, una vez que los fascistas hubieran sido expulsados del país. La relación entre estas dos organizaciones era hostil desde un principio, aunque llegaron a colaborar en muy contadas ocasiones en campañas específicas durante las primeras etapas de la lucha antifascista. Como la capitulación de los fascistas italianos era inminente, los británicos y los estadounidenses presionaron a las dos organizaciones para que se unieran, en un intento de preparar el camino para que los elementos burgueses que controlaban el Balli Kombëtar maniobraran audazmente camino al poder. En agosto de 1943, un mes antes de la capitulación de los italianos, representantes del Frente de Liberación Nacional –como Ymer Dishnica y Mustafa Gjinishi– se reunieron con el Balli Kombëtar y aceptaron una propuesta de gobierno conjunto después de la liberación. La dirección de la PCA si embargo, rechazó este acuerdo como una capitulación ante la burguesía y como negación del establecimiento de un camino independiente para el Frente de Liberación Nacional. En septiembre de 1943, 50.000 tropas alemanas entraron en Albania para sustituir a los italianos. Los nuevos ocupantes establecieron un gobierno títere con los «patriotas» del «Balli Kombëtar» cooperando para oponerse al Frente de Liberación Nacional. Mientras tanto, un sector del Frente de Liberación Nacional, a instancias de los imperialistas británicos, se separó y formó la organización «Legaliteti», dedicado a la restauración de la monarquía albanesa. El Frente de Liberación Nacional se vio obligado a emprender la lucha armada no sólo contra las tropas de ocupación alemanas, sino también contra el «Balli Kombëtar», que había optado por 43
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aliarse con los alemanes y también contra los integrantes del partido «Legaliteti», que ahora eran la elección británica y estadounidense para ser los nuevos gobernantes de Albania. En el curso de un año la lucha del PCA fue capaz de exponer a ambas organizaciones como agentes del imperialismo y derrotarlos política y militarmente: «Con sus dos armas poderosas, el Frente Democrático y el Ejército de Liberación Nacional, y sin olvidar por un momento la perspectiva del desarrollo de la revolución como logro de su objetivo final, el partido nunca compartió el poder con la burguesía, sino que mantuvo intacto el liderazgo de la clase obrera en el nuevo poder del Estado político. Derrotó la negra pretensión que manaba entre la reacción local y la reacción internacional de los imperialistas norteamericanos y británico, los cuales ejercieron durante la guerra y en los primeros años posteriores a la liberación una gran presión, estos objetivos, eran los objetivos de los representantes de los terratenientes y la burguesía que hacían zapa en la dirección del poder popular. También se derrotó el soporte traidor de los elementos oportunistas que anidaban en su propio liderazgo, los cuales se rindieron ante la presión enemiga y acordaron compartir el poder con la burguesía». (1) (Instituto de estudios marxistaleninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) En noviembre de 1944 Albania se convirtió en la primera de las naciones orientales Europeas en triunfar sobre los invasores alemanes, y, junto con Yugoslavia, el único en hacerlo sin la ayuda del ejército rojo soviético. El nuevo poder estatal que fue organizado por el PCA era una democracia popular basada en la alianza del proletariado y el campesinado pobre. El Partido Comunista de Albania fue el único partido de Europa del Este que no estableció una forma de gobierno de coalición con la burguesía tras la liberación. El nuevo gobierno albanés representa sólo a las clases explotadas y oprimidas, excluyendo en la formación del gobierno a todas las clases explotadoras.
¿Conciliación o expropiación y supresión de la burguesía?
El nuevo gobierno albanés inmediatamente expropió la propiedad de los grandes terratenientes, los capitalistas extranjeros y todos los capitalistas albaneses que se habían ido al exilio. La tierra de los grandes terratenientes fue entregada a los que cultivaban; las minas y otras empresas industriales, junto con todos los bancos fueron expropiados y pasaron a ser propiedad del Estado. Además, en un periodo de unos seis meses, todos los medios de transporte fueron nacionalizados esta vez mediante una compensación. (2) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980)
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Estas expropiaciones iniciales sobre los terratenientes, los imperialistas y la burguesía exiliada, fueron el resultado decidido de la revolución democráticonacional. Sin embargo, durante el primer año y medio después de la toma del poder, ya se intuía una fiera lucha dentro del PCA en torno a los pasos a seguir, esta cuestión giraba en torno a la línea que se debía tomar hacia la burguesía nacional. Algunos del partido, liderados por Sejfulla Malëshova, sostuvieron que en el período después del triunfo de la revolución era necesario un cierto grado de reconciliación con la burguesía, argumentando que sería beneficioso en la reconstrucción del país. Enver Hoxha resumió las opiniones de Sejfulla Malëshova de la siguiente manera: «Sejfulla Malëshova suprimía al partido y era partidario de la creación de partidos socialdemócratas en el Frente –El Frente Democrático, que es como se denominó luego al Frente de Liberación Nacional– y de compartir el poder con la burguesía. Sejfulla Malëshova estaba en contra de las reformas económicas y sociales revolucionarias, pretendía en cambio una colaboración abierta y sincera con la gran burguesía comercial e industrial, sin confiscar sus bienes ni sus fábricas, la extinción de la lucha de clases y la integración pacífica del elemento capitalista en el socialismo». (3) (Enver Hoxha, Informe ante el IIº Congreso del PTA, 1952) Veamos otro análisis sobre sus concepciones económicas: «Hacia el sector privado de la economía Sejfulla ha mantenido siempre una actitud vacilante y muchas veces oportunista. Este sector lo consideraba asimismo como un seguro apoyo para el Estado. Esto lo argumentaba afirmando que el capital privado era bastante fuerte y considerable y que los comerciantes privados, en esa primera etapa, estaban en grado de administrar mejor y de dirigir con más éxito una empresa porque tenían experiencia». (4) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el Vº Pleno del CC del PTA, 1946) Enver Hoxha, por el contrario, creía que a la burguesía no se le debía permitir participar en el gobierno y que no se podía confiar en ella para la reconstrucción de la economía, sino que había que aplicar su expropiación lo más rápido posible: «Hemos de cortar al capital privado toda posibilidad de desarrollo y de consolidación. Toda concesión en este sentido significa permitir el reforzamiento de la burguesía, el surgimiento de una nueva clase burguesa industrial que obstaculizaría nuestra marcha hacia el socialismo. (...) Esta es la línea que debemos seguir en la economía. Todo por el reforzamiento del sector del Estado. Lucha sin cuartel al capital privado. Ayuda cada vez mayor por parte del Estado a las cooperativas de consumo y de producción a fin de 45
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que se conviertan en un sólido punto de apoyo para él. La ampliación y el reforzamiento del sector estatal están al orden del día. Esta es una de las más importantes tareas que debemos realizar». (5) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el Vº Pleno del CC del PTA, 1946) Enver Hoxha recordó a los miembros del partido que la burguesía era enemiga de la revolución y que el simple hecho de cesar la lucha contra ellos y otros reaccionarios sería una acción que llevaría al fracaso de la revolución: «El peligro que de aquí provenía no se tomó debidamente en cuenta. «A la reacción la derrotaremos a través de la lucha y en la lucha», «saldremos vencedores sobre el sector privado a través de la lucha»; «teorías» como éstas se mencionaban a menudo, pero en la práctica se olvidaba que estábamos en lucha contra la reacción y el sector privado de la economía y que debíamos proseguir esta lucha y no retardarla. Más arriba indiqué que en vísperas de la liberación de Albania nos encontrábamos en condiciones bastante favorables para proseguir esta lucha, pero ella fue retardada y aquí salió a flote el oportunismo. (...) La reacción se adaptó a esta política blandengue y oportunista y esta tranquilidad falsa y apropiada a la gente que rehúye la lucha y los ataques, se convirtió en algo normal. En otras ocasiones y con actitudes análogas, se llegó no sólo hasta el extremo de permitir que estos restos de la reacción hiciesen sus preparativos, sino que se aceptó la posibilidad de que se crease; una oposición abierta contra el Frente ya sea en su seno, o fuera del él. Y como si esto no fuese suficiente se invitó a los enemigos del pueblo, a los representantes de la reacción, a que presentaran sus candidatos a las elecciones de la Asamblea y se propuso al clero católico formar una coalición en las elecciones y otros actos suicidas por el estilo». (6) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el Vº Pleno del CC del PTA, 1946) El PTA resume correctamente que esta lucha inicial después de la toma del poder fue crítica para el futuro inmediato de la revolución, el desarrollo del poder del proletariado y el socialismo: «Con sus puntos de vista oportunistas de derecha, prácticamente Sejfulla Malëshova se hizo el representante y defensor de los intereses de la burguesía del país y del imperialismo en el seno del partido, convirtiéndose en su servidor. Sin desenmascarar y combatir estos puntos de vista peligraba la línea del partido y se obstaculizaba la edificación del socialismo en Albania. Su liquidación era una cuestión imperiosa y vital». (7) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) La lucha llegó sin ninguna contemplación y se resolvió de manera decisiva en el invierno de 1945-1946. En la Vº Sesión Plenaria del Comité Central del PCA en
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febrero de 1946, se condenó los puntos de vista perniciosos de Malëshova y se le expulsó del Comité Central del partido: «En el mes de febrero del 1946 se convocó el Vº Pleno del CC del Partido Comunista de Albania para solucionar así los problemas acerca de la orientación del partido sobre la profundizaron de la revolución y la edificación del socialismo en el país. El Pleno reveló que los puntos de vista, profundamente oportunistas, sostenidos por Sejfulla Malëshova en los campos político y económico habían perjudicado grandemente la línea del partido. Según el punto de vista de Sejfulla Malëshova el nuevo sistema democrático instaurado en Albania debía ser un sistema de tipo democrático burgués. Buscaba ablandar la lucha de clases, sobrestimaba la fuerza de las clases derrocadas y no tenía confianza en la fuerza del partido y del pueblo. Era partidario de que se diera plena libertad de acción al sector privado capitalista, a su incontrolado e ilimitado desarrollo, se declaraba contra el respaldo al sector cooperativista de la ciudad y del campo. En esencia estaba contra la edificación del socialismo y defendía el libre desarrollo del capitalismo. En el terreno de la política exterior, temía al imperialismo, se prosternaba ante su fuerza. El destino de la libertad e independencia de Albania y del Poder popular -según él- dependía de las concesiones políticas y económicas que había que hacer a los imperialismos norteamericano e inglés, esto le llevaba hasta la sumisión frente a ellos. Demandaba no hacer ninguna distinción entre la URSS, los EE.UU. y Gran Bretaña, sino mantener una misma actitud en las relaciones con ellos. Con sus puntos de vista oportunistas de derecha, prácticamente Sejfulla Malëshova se hizo el representante y defensor de los intereses de la burguesía del país y del imperialismo en el seno del partido, convirtiéndose en su servidor. Sin desenmascarar y combatir estos puntos de vista peligraba la línea del partido y se obstaculizaba la edificación del socialismo en Albania. Su liquidación era una cuestión imperiosa y vital. El Vº Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Albania combatió y rechazó sin vacilación alguna estos puntos de vista. Como Sejfulla Malëshova insistiera en sus convicciones, el Pleno lo excluyó del Buró Político y del Comité Central del partido. El desenmascaramiento del oportunismo de Sejfulla Malëshova permitió al Comité Central orientar al partido hacia la profundización de la revolución socialista en los frentes político, económico e ideológico. El Comité Central trazó, en líneas generales, los principales rumbos para la construcción del socialismo. Como primera tarea planteó que la industria, el comercio al por mayor interno y el comercio exterior pasaran completamente a manos del Estado. Debían organizarse cooperativas de producción y de consumo en la ciudad y en el campo. El Estado debía ejercer un riguroso control sobre el sector privado y aislar constantemente a los elementos capitalistas». (8) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980)
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Entre noviembre de 1945 y junio de 1946 el diez por ciento de los miembros del partido fueron expulsados, mientras que muchos nuevos miembros fueron reclutados. En el Frente Democrático se desató «una purga radical contra elementos hostiles» intentando con ello mejorar también la composición social que lo que representaba, premiando siempre en su núcleo a los intereses de las masas trabajadoras. (9) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) A esto se le añadieron otras medidas para elevar el perfil de los miembros del partido: «Paralelamente a los esfuerzos por normalizar la vida organizativa del partido, el Comité Central adoptó medidas para elevar el nivel teórico de los comunistas, que era muy bajo. Esto era aún más urgente porque las organizaciones del partido no sentían la necesidad indispensable del estudio de la teoría marxista-leninista. Para este fin se abrieron cursos y círculos teóricos y se organizó también el estudio individual. Aparte de esto, se desplegó una campaña de propaganda y agitación más amplia con las masas populares, utilizando nuevas formas y medios». (10) (Instituto de estudios marxistaleninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) La exposición de la línea oportunista de Sejfulla Malëshova hizo posible que el PCA pudiera intensificar la revolución socialista en todos los campos. Después de la Vº Sesión Plenaria del CC del PCA, se decidió emprender la colectivización de la agricultura y que fue acompañado del establecimiento de granjas estatales, a la vez una nueva fase de nacionalizaciones comenzó. La totalidad de las centrales eléctricas, industria de materiales de construcción, las industrias de procesamiento de alimentos existentes que había estado principalmente en manos de la burguesía local, pasaron a ser propiedad del Estado, en 1946 el 87% de la producción industrial estaba en manos del Estado. A finales de 1947 la producción de la industria que estaba bajo sector del capital privado fue eliminada casi por completo. Citemos un extracto más para que el lector compruebe como el PTA trató el tema de la expropiación económica de la burguesía, lo cual era necesario para su extinción en el ámbito de la política: «La nacionalización de los principales medios de producción en Albania se realizó a rápidos ritmos y sin indemnización alguna. Esto fue resultado de la profunda diferenciación de clases que se operó en el curso y después de la Lucha de Liberación Nacional y condujo a la aniquilación del dominio político burgués, Con esta se había eliminado el principal obstáculo para liquidar también su base económica». (11) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980)
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La rápida expropiación de la burguesía no habría sido posible sin la organización directa de los obreros en la gestión de la producción, la cual fue arrebatada de las manos de los capitalistas que antes la controlaban: «Como primer paso y medida previa a la nacionalización de los medios de producción sirvió el control estatal sobre la producción y la distribución. Este control comenzó desde el mes de diciembre de 1944. (...) Los obreros, ayudados por los órganos del partido y los comisarios, participaron activamente en la organización de la producción y en la dirección de las empresas. En esta forma tuvieron la posibilidad de comprobar sus fuerzas y ganar experiencia en la dirección de la producción. Mediante el ejercicio de su control, los obreros pudieron conocer la capacidad de producción de las empresas, de los yacimientos y reservas de materia prima, de materiales y de combustibles. En tanto que se efectuó el control, los obreros estaban ya preparados para tomar las empresas en sus manos y administrarlas después de su nacionalización». (12) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) La política radical del PCA de expropiación a la burguesía en un tiempo tan breve, no era necesariamente la mejor manera de facilitar la reconstrucción económica en un país totalmente devastado por la guerra como era Albania. La rápida expropiación estaba destinada, se quisiera o no, provocaría alguna leve perturbación económica por las siguientes razones: «Los acelerados ritmos de socialización se encontraron también con dificultades. La clase obrera y el Estado tomaron en sus manos los medios de producción sin estar plenamente preparados para asegurar su perfecta organización y dirección. Faltaban ingenieros y técnicos de experiencia y fieles a la revolución. Sin embargo, gracias a la buena organización y a la formación política de los obreros y al control estatal de las empresas capitalistas, la nacionalización se realizó sin sacudidas ni pérdidas económicas». (13) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) Con el fin de minimizar los trastornos económicos el PCA estaba dispuesto a mantener especialistas burgueses formados en las empresas nacionalizadas y a mantenerles con sus altos salarios hasta que se pudiera prescindir de ellos, algo similar a lo utilizado en la Rusia soviética hasta la formación de cuadros cualificados. Pero Enver Hoxha explicó que se debía supervisar estrechamente esta situación excepcional, y no sólo desde arriba, sino desde abajo, mediante la alerta constante de las masas: «En cuanto a los especialistas hay que prestarles mucha atención. Debemos hacer que trabajen y apreciar su valor de acuerdo al trabajo que realicen, pero 49
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al mismo tiempo controlar su labor y no asumir una actitud oportunista hacia ellos en detrimento del trabajo. Además, en lo que al Poder se refiere, no sólo debemos ejercer al máximo el control desde el interior y permitir la crítica y la autocrítica constructivas, sino también estimular la iniciativa de las masas en cuanto a la ayuda directa que deben conceder a los órganos del Poder y al control que deben ejercer sobre sus hombres. (...) Por otra parte intentarán introducirse en los órganos del Poder para sabotearlo, para retardar el trabajo, para traernos todos los males del régimen burgués, y si le dejásemos el campo libre, podría tomar en sus manos los puestos de mando en diversos sectores. Tenemos numerosos ejemplos en este sentido. Y esto debe servirnos de lección». (14) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el Vº Pleno del CC del PTA, 1946) De este modo fueron tomadas medidas severas por el PCA para eliminar el poder político y económico burgués, medidas que fueron acompañadas de otras de prevención para hacer frente a la posibilidad de la reaparición del poder político burgués dentro del nuevo Estado proletario y la economía controlada por el Estado, poniendo freno así, a una posible restauración de las clases explotadoras.
La lucha contra el revisionismo titoista
La expropiación de las antiguas clases explotadoras en Albania fue acompañada por el aumento de la dependencia albanesa de Yugoslavia. Esto produjo una situación muy peligrosa, pues amenazaba con retrasar el avance hacia el socialismo y podía acabar por convertir a Albania en una semicolonia. Durante la guerra de liberación de la PCA había cooperado ampliamente con el Partido Comunista de Yugoslavia. Después de la liberación, sin embargo, los objetivos menos que amistosos del partido yugoslavo bajo el liderazgo del grupo revisionista de Tito hicieron poco a poco aparición, aunque bien es verdad que los problemas entre los dos partidos ya datan de la época de la guerra. Tito y su camarilla pretendían convertir a Albania en una colonia que produciría materias primas y productos agrícolas que deberían marchar a Yugoslavia para ser procesados. De hecho, su objetivo final como se demostró a posteriori era incorporar a Albania como una república federal dentro de Yugoslavia. Con este fin, el grupo de Tito consiguió el apoyo de algunos de los principales líderes de la PCA, incluyendo entre ellos a Koçi Xoxe. Los esfuerzos de los titoistas yugoslavos y albaneses llegaron a su punto más alto en el VIIIº Pleno del CC del PCA, celebrado en febrero de 1948. Debido al hecho de que la naturaleza de sus planes todavía no estaban claro para muchos albaneses, Koçi Xoxe y otros similar aceptaron la adopción de acuerdos para combinar el ejército yugoslavo y 50
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el ejército albanés, desarrollar un plan económico conjunto entre los dos Estados y a la vez tomando medidas draconianas contra los dirigentes del PCA que plantaran cara a sus planes. En el XIº Pleno del CC del PCA, celebrado en septiembre de 1948 el plan titoista fue derrotado, Enver Hoxha, Mehmet Shehu y otros miembros del partido fueron capaces de convencer a los miembros del Comité Central del PCA de la naturaleza revisionista de los dirigentes yugoslavos, esto se logró fácilmente después que el Partido Comunista de la Unión Soviética, bajo el liderazgo de Stalin, publicara abiertamente las cartas que habían intercambiado con los líderes yugoslavos donde se criticaban sus principales desviaciones, las cuales eran las que Enver Hoxha venía advirtiendo a sus camaradas durante largo tiempo. En el transcurso de los próximos dos años, catorce de los treinta y un miembros del Comité Central se retiraron y el ocho por ciento de los miembros del partido fueron purgados en el marco de esta aguda lucha, por otro lado una gran campaña de propaganda se llevó a cabo en Albania para concienciar del camino capitalista que estaba tomando Yugoslavia. (16) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) El pensamiento titoista y ciertas medidas aplicadas en pro de este, fueron frenados una vez eliminados sus cabecillas, una de las rectificaciones en el campo económico de los errores producidos por la influencia yugoslava, fue la siguiente: «Para liquidar la influencia de los revisionistas yugoslavos en el sector socialista de la economía y en el frente de la lucha de clases, fueron adoptadas diversas medidas. La vieja ley tributaria de las explotaciones agrícolas que favorecía a los kulaks y que permitía su enriquecimiento fue cambiada. La nueva ley respaldaba a los campesinos pobres y limitaba el crecimiento del elemento capitalista en el campo. Fueron decretadas también nuevas leyes que regulaban e impulsaban el desarrollo económico del campo por el camino del socialismo. Para eliminar los elementos de cooperación capitalista que contenían los Estatutos de las cooperativas agrícolas, copiados de los revisionistas yugoslavos, fueron elaborados nuevos Estatutos. Según los nuevos Estatutos los ingresos serían distribuidos sólo en base al trabajo y no según la cantidad de tierra entregada, fue limitado el número de cabezas de ganado y la superficie de las parcelas personales de los cooperativistas. Poniendo fin al concepto erróneo de que en la dirección de las cooperativas agrícolas, como organizaciones de masas, no debían inmiscuirse los órganos estatales, el Estado acrecentó el cuidado para la organización y el mejoramiento de las cooperativas». (17) (Instituto de estudios marxistaleninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980)
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Se analizó la situación del partido, su relación con el frente, viendo que se adolecía los mismos errores que la Kominform había denunciado al Partido Comunista de Yugoslavia, y en consecuencia, se rectificó sin más dilaciones: «El pleno consideró incorrecto el que se hubiera mantenido al partido en una situación de semilegalidad aún después de estar en el Poder. Se calificó de grave error el hecho de que el programa del partido estuviese camuflado bajo el programa del Frente Democrático, de que los militantes del partido guardasen secreto de su militancia y de que las orientaciones del Partido Comunista de Albania fuesen emitidas como resoluciones del Frente. Estas formas tomadas por el Partido Comunista de Yugoslavia debilitaban el papel dirigente del partido en todos los aspectos de la vida del país y conducían a su liquidación». (18) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) De igual modo: «La falta de Estatutos, que había dado lugar a que en el partido se adoptasen arbitrariamente las formas, y métodos antimarxistas de la dirección yugoslava, fue criticada como perjudicial y se planteó la necesidad de la preparación de este documento fundamental. El Pleno responsabilizo a Koçi Xoxe por el respaldo sin reservas dado a los titoistas y por las deformaciones en la línea organizativa del partido. Aprovechando la doble función que desempeñaba como secretario de organización del partido y ministro de asuntos interiores del Estado, Koçi Xoxe trató de poner al partido bajo el control de los órganos de Seguridad del Estado, y aplicar en él métodos policiacos de dirección. Con esto había violado el principio del centralismo democrático y sofocado la crítica y autocrítica de principios. Los órganos de dirección del partido no eran nombrados por elección, sino designados desde arriba, y no rendían cuentas regularmente ante los militantes. (...) Esta grave situación dentro del partido había dejado profundas huellas en todos los aspectos de la vida del país. Como ministro de asuntos interiores, Koçi Xoxe había permitido violar gravemente la legalidad socialista y los derechos democráticos de los trabajadores. Los órganos del Ministerio de Asuntos Interiores, sobre todo los de Seguridad del Estado, se habían convertido en órganos omnipotentes y no sometidos a ningún control. Con sus actividades arbitrarias y nocivas, estos órganos iban divorciándose cada vez más del pueblo». (19) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) La importancia de esta victoria no fue sólo debido a que los albaneses habían evitado la sumisión de su nación al sistema económico y político burguésrevisionista que los titoistas tenían pensando para su país, sino que también aprendieron una lección muy valiosa, tocándoles presenciar esta pugna en 52
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primera persona a cada uno de ellos, forjándose y sabiendo mejor que nunca de los peligros y resultados de las políticas revisionistas en términos de vida dentro del partido, lucha de clases o desarrollo económico. Desde ese momento el PTA ha estado a la vanguardia en la lucha para exponer todos los aspectos y desarrollos del revisionismo yugoslavo. La consolidación de las relaciones de producción socialistas
Al mismo tiempo que estaban siendo derrotadas las aspiraciones coloniales de los revisionistas yugoslavos, el Partido del Trabajo de Albania –así fue llamado el Partido Comunista de Albania después de 1948– tomó medidas para corregir algunos errores «izquierdistas» que habían acompañado a la expropiación y supresión de la burguesía: «Los órganos del partido y del Estado, mantuvieron a veces una actitud política errónea hacia la pequeña burguesía patriótica y la capa intelectual. Contra los pequeños comerciantes se habían tomado medidas económicas extremas que habían conducido a su eliminación prematura mediante un camino administrativo. Fueron declarados injustamente enemigos del pueblo, patriotas de las capas medias de la ciudad y del campo que habían luchado por la liberación del país bajo la dirección del partido. Con el pretexto de la actividad hostil de algunos elementos principalmente intelectuales habíase atacado arbitrariamente a un amplio círculo de ellos. Estos eran errores que traían graves consecuencias y que estaban creando entre las masas populares un sentimiento de inseguridad y debilitando los lazos del partido con las masas y con el Frente Democrático». (20) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) El PTA reconoció también que tenía que mantener el apoyo político de los pequeños comerciantes y artesanos, pues el gobierno se encontraba en ese momento en una posición donde todavía no era capaz de organizar toda la producción y el pequeño comercio era necesario para satisfacer las demandas de la gente. Después de corregir estos errores sectarios iniciales el PTA hizo una clara distinción entre los grandes capitalistas, que habían sido expropiados, y los pequeñoburgueses como los zapateros, vendedores ambulantes, etc. Estos sectores realizaron un comercio minorista y una pequeña parte de la producción industrial de Albania durante los años siguientes, para 1956 su influencia declinó: «Calculado en base a los precios de 1956, el peso específico del sector industrial socialista en el producto nacional bruto representó en 1955 un 98,1 por ciento mientras el del sector privado apenas un 1,9 por ciento. Para 1960 se prevé que 53
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este porcentaje pase a ser respectivamente de 99 y 1 por ciento. Esto significa que el problema de la propiedad socialista y la privada en el terreno de la industria, se ha solucionado definitivamente a favor del sector socialista». (21) (Enver Hoxha, Informe ante el IIIº Congreso del PTA, 1956) Este particular problema que enfrentan los Estados socialistas se solucionó siguiendo el modelo leninista de la integración de los pequeñoburgueses gradualmente en las cooperativas artesanales. Durante la próxima década, el PTA cometería otros errores de «izquierda», como el de aumentar la colectivización e iniciar una vasta campaña de organizar a las masas campesinas en cooperativas durante 1953. Sin embargo, la vez que evitaban y rectificaban los errores de «izquierda», el PTA siempre identificó como el principal en ese momento al oportunismo de derecha, el cual no era difícil de encontrar, siendo derrotado por ello en numerosas ocasiones. En el IIº Congreso del PTA celebrado en 1952, Enver Hoxha repasó el peligro no tan lejano de las ideas derechistas: «Para Sejfulla Malëshova, ninguno de estos factores debían ser siquiera mencionados, ya que, según sus propias palabras, sólo el Frente de Liberación Nacional «ha dirigido» la lucha del pueblo, y también «dirigirá» la edificación del socialismo. Sejfulla Malëshova suprimía al partido y era partidario de la creación de partidos socialdemócratas en el Frente y de compartir el poder con la burguesía. Sejfulla Malëshova estaba en contra de las reformas económicas y sociales revolucionarias, pretendía en cambio una colaboración abierta y sincera con la gran burguesía comercial e industrial, sin confiscar sus bienes ni sus fábricas, la extinción de la lucha de clases y la integración pacífica del elemento capitalista en el socialismo. Puntos de vista semejantes mantenía también sobre la Unión Soviética, a la que siempre colocaba a la misma altura que a los imperialistas anglo-norteamericanos, y, además, era partidario de la cultura occidental, burguesa e imperialista». (22) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el II Congreso del PTA, 1952) Y destacó para el presente de entonces: «Pero, ¿acaso con la erradicación del titoismo de las filas de nuestro partido, ha desaparecido ya el peligro de derecha? No, este peligro no ha sido conjurado todavía. (...) Primero, que el oportunismo, el peligro de derecha, constituye la amenaza más grande y, segundo, que el oportunismo se manifiesta y se vuelve peligroso en los momentos en que disminuye el ímpetu revolucionario, en los momentos de calma. Por eso el ímpetu revolucionario del partido debe adquirir proporciones cada vez más grandes, por eso hay que elevar la vigilancia revolucionaria del partido y desarrollar una lucha
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encarnizada e intransigente contra el oportunismo». (23) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el IIº Congreso del PTA, 1952) En este discurso de Enver Hoxha relató varios casos de desviaciones oportunistas tanto de izquierda, –que incluía el aventurismo o tomar la lucha contra el kulak unilateralmente descuidando la preparación ideológica del resto de campesinos–, como de derecha –que incluían la falta de control de cerca las actividades de los especialistas burgueses en la industria del petróleo, la tendencia por parte de algunos líderes locales de contraer alianzas con los campesinos ricos y protegerlos contra las justas demandas de las masas de campesinos pobres o los intentos de imponer un cargo que las masas se habían negado a elegir–. Él continuó recordando los axiomas de la lucha de clases: «El último punto está relacionado con la lucha de clases. La lucha de clases no se ha extinguido ni se extinguirá mientras en nuestro país existan las clases, hasta el completo triunfo del socialismo. Precisamente Lenin y Stalin nos enseñan que dicha lucha no se extingue en esta etapa, sino que continúa hasta la completa desaparición de las clases. (...) La lucha de clases debe ser severa, correcta y múltiple, en el campo y en la ciudad, en las oficinas y las fábricas, en las cooperativas y las empresas, contra los kulaks, la gran burguesía, los especuladores, los ladrones, los saboteadores; contra los conceptos pequeñoburgueses en los individuos y en los propios comunistas, incluso si pertenecen a la clase obrera; contra la presión de la burguesía, el burocratismo, las corrientes ideológicas extrañas a nosotros; contra las corrientes idealistas, místicas, religiosas, fascistas, imperialistas; contra la ignorancia y el atraso en cada terreno; contra el sectarismo, el oportunismo, el egoísmo, el individualismo, la pedantería. Como señalé más arriba, la lucha de clases debe ser comprendida y desarrollada en los tres componentes de este problema, lucha económica, lucha política, lucha ideológica. Hay que desarrollarla simultáneamente en estos tres terrenos para poder solucionar con éxito el importante problema de la lucha de clases. Y para resolverlo correctamente, así como otros problemas vitales que se le plantean al partido y al pueblo, en primer lugar es imprescindible que todos los comunistas sin excepción se armen con el marxismo-leninismo y lo liguen estrechamente a la práctica». (24) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el IIº Congreso del PTA, 1952) Enver Hoxha continuó exponiendo en este mismo discurso, que la tendencia del personal estatal a separarse de las masas populares y operar de una manera burocrática, eran un gran peligro que podría eliminar gradualmente el carácter popular y proletario del gobierno: «En general sucede que, después de que el consejo popular de una región elige el comité ejecutivo respectivo, el papel dirigente del consejo se olvida, se vuelve 55
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algo sólo formal y el comité ejecutivo pasa a ser omnipotente. Este sólo dirige su mirada hacia la capital y se esfuerza en mantener buenas relaciones con el gobierno y con el comité regional del partido, olvidándose del consejo popular de cuyo seno ha salido y al cual debe rendir cuentas. (...) Cometeremos inevitablemente errores mientras no comprendamos debidamente que el poder nace del pueblo y pertenece al pueblo y mientras este principio fundamental no sea aplicado correctamente, a través de las diversas formas. La esencia democrática de nuestro poder se convierte en letra muerta, el poder se transforma en un cuerpo muerto, y se ve predominar el burocratismo incluso en formas avanzadas de poder como las nuestras, que así están destinadas a marchitarse. ¿Qué le restaría a nuestro poder popular si no se convirtiera en poder de las masas, si éstas no participaran activamente en él ni lo mantuvieran bajo su continuo control; si las masas trabajadoras no dirigieran su propio destino por medio de los consejos populares, las comisiones, los comités, los órganos administrativos y económicos, a través de las instituciones culturales, de las Uniones Profesionales, las organizaciones del Frente, de la Juventud, de Mujeres, de las uniones de cooperativas de compra y venta, etc.? Naturalmente le quedarían sólo las formas, que irían degenerando en formas burocráticas, y de por sí cambiaría también la esencia del poder popular». (25) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el II Congreso del PTA, 1952) Continuando con este tema, añadió: «Los dirigentes del partido y del poder deben comprender a fondo el importante papel de los consejos populares y combatir enérgicamente a los que interfieren su verdadera actividad. Los consejos deben movilizarse y asumir todas sus competencias y derechos. (...) Quien subestima a los representantes del pueblo y sus funciones, lejos de poder considerarse marxista, es un burócrata incorregible. Los diputados y los miembros de los consejos populares tienen el derecho de pedir cuentas en los órganos de dirección de los que forman parte. Los diputados y los miembros de los consejos populares tienen el derecho de pedir cuentas en los órganos de dirección de los que forman parte, o fuera de ellos en los períodos entre dos sesiones. Deben controlar la puesta en práctica de las leyes y de las resoluciones adoptadas, deben mantener contactos con sus electores, intervenir, aconsejar, controlar, exigir que sean observadas las leyes y las resoluciones; no sólo deben tener abiertas todas las puertas, sino que, además, desde el Primer Ministro hasta el presidente de consejo de aldea deben estar dispuestos a atender de inmediato las peticiones de los diputados y miembros de los consejos populares. (...) Si los problemas que acaban de ser planteados no se comprenden ni se solucionan correctamente, entonces será imposible consolidar y democratizar el poder, porque una incorrecta comprensión de estos asuntos fundamentales, hace surgir otros errores mayores. Los 56
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dirigentes que no comprenden claramente esto, tampoco tienen claras sus responsabilidades hacia el pueblo, no aceptan el control de las masas ni aprenden de ellas. (...) Un partido vigilante que forja sus lazos con las masas y que apoya sus actos en ellas, que no teme reconocer sus errores, que permite que el pueblo se exprese con libertad y critique las deficiencias, jamás pierde el rumbo, sino que avanza y se bolcheviza, y los enemigos y saboteadores no pueden ocultarse por mucho tiempo bajo sus múltiples máscaras. (...) El partido debe luchar incesantemente para enseñar a las personas a guiarse en todo momento por los intereses del pueblo y del poder, a ser justas, solícitas, sencillas, amables con el pueblo y a romper las costillas inexorablemente y sin distinción a los enemigos de éste, a los saboteadores, a los conspiradores, a los bandidos, etc. El partido debe elevar el nivel de los cuadros jóvenes e impulsarlos; debe golpear sin vacilación alguna a los haraganes y a los burócratas». (27) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el II Congreso del PTA, 1952) La lucha por eliminar las desviaciones burocráticas fue ante todo una lucha por preservar el carácter revolucionario del PTA. Esto no fue una tarea sencilla. En 1956, a través de una formación completa y posterior promoción a cargos administrativos de obreros y campesinos miembros del partido y por medio del reclutamiento de ciertos directores y de personal técnico en el partido, el 45,2% de los miembros del PTA no funcionaban en la producción sino en la administración. (27) (P. Prifti, El socialismo albanés desde 1944) Por otra parte, como Enver Hoxha comentó que: «Más del 40 por ciento de los comunistas trabajan en la administración, son empleados, y la mayor parte de ellos ejercen funciones auxiliares, de segundo orden. Esta situación ha preocupado al Comité Central, que ha decidido orientar a las organizaciones del partido a que adopten medidas para transferir más comunistas de la administración a la producción. Es necesario señalar que en algunos comunistas de la administración se observa una manifestación completamente extraña al partido, una actitud burguesa, propia de aristócratas, hacia el trabajo en la producción. (...) Esta actitud la intentan justificar con la gran contribución hecha durante la guerra y en el trabajo por la reconstrucción del país, añadiendo que no tienen ninguna profesión o aduciendo deficiencias físicas inexistentes, etc. Pero, en realidad, esta actitud no refleja nada más que los restos de la vieja moral que aún existen en estos camaradas, su actitud de desprecio por el trabajo. Nuestro partido debe combatir enérgicamente este tipo de manifestaciones en los comunistas». (28) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el IIIº Congreso del PTA, 1956) Así mismo recalcó: 57
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«En nuestro país, el trabajo es una actividad de honor, de gloria y de heroísmo, y esto antes que nadie lo deben comprender los comunistas. Para el comunista el sitio más adecuado es el frente de lucha, allí donde se determina el destino de la aplicación de la política del partido. Ayer, en la lucha de liberación, el puesto del comunista era aquel donde mayor fuera el peligro, al frente de los compañeros. Durante esta lucha, los comunistas cumplieron con honor su deber y, con su ejemplo heroico, transmitieron audacia y valor a todos los combatientes. Ahora, el frente de lucha, el lugar principal donde el comunista debe estar, es en el frente de la producción. (...) El incesante fortalecimiento de la economía del país y, consiguientemente, la intensificación del trabajo en la producción, exigen que en esto se concentren las principales fuerzas del partido. Las organizaciones del partido deben alcanzar inevitablemente este objetivo». (29) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el IIIº Congreso del PTA, 1956) Además, Enver Hoxha hizo hincapié en la importancia de la composición de clase dentro del partido, para que éste no degenere en una casta privilegiada separada de las masas: «En nuestro país existen todas las posibilidades para consolidar continuamente la composición del partido, porque ya contamos con una industria de suficiente amplitud. Para el partido es vital la ampliación de sus filas con elementos procedentes del seno de la clase obrera. Pero algunos comités y organizaciones del partido no abordan con la seriedad requerida el problema de la preparación de los miembros de la clase obrera para su admisión en el partido, sino que, por el contrario, muchas veces ceden a las presiones de los oficinistas y se dejan engañar por las apariencias y por su facilidad para las frases hechas en cuya rápida y correcta formulación son verdaderos profesionales. Las organizaciones del partido deben comprender bien que ha llegado el momento de aumentar de manera más notable el porcentaje de obreros en los efectivos del partido y preocuparse más de prepararles para una actividad concreta. Ciertamente esto no significa que no debamos abrir sin ningún requisito las puertas del partido a todos los obreros que deseen ingresar en él. Las admisiones en el partido se realizan siempre de manera individual y después de un cuidadoso análisis de la capacidad de cada persona. (...) Pero es necesario tener en cuenta que la inmensa mayoría de ingresos en el partido, la deben constituir los obreros y, con el fin de cortar el camino a la penetración de burócratas, las organizaciones del partido deben aumentar aún más las exigencias en relación a los empleados, los campesinos medios y demás que desean ser admitidos por el partido». (30) (Enver Hoxha, Informe presentado ante el IIIº Congreso del PTA, 1956) Después del IIIº Congreso del PTA, celebrado durante el aciago año 1956, este defecto relacionado con el reclutamiento de miembros que trabajaban en la 58
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administración en vez de los que trabajaban en la producción fue solucionado, el defecto se corrigió y los porcentajes se invirtieron, en el VIIº Congreso del PTA en 1976, donde el porcentaje de los militantes que se encontraban en la administración había disminuido del 45% al 32%, mientras que los que trabajaban en la producción componían más del 66% del total de miembros del partido. (31) (P. Prifti, El socialismo albanés desde 1944, 1978) Con la aplicación del Segundo Plan Quinquenal en 1955, los altos salarios que el Estado había estado pagando a los especialistas, y que Enver Hoxha los describía como parásitos e inadmisibles por estar tan por encima de los salarios de las masas obreras, fueron anulados. Durante los últimos años del Primer Plan Quinquenal, todo el aparato administrativo en Albania se redujo al mínimo. Esto se hizo en parte como una medida económica, para poner más dinero en la producción, pero también tenía un significado político. El PTA hizo hincapié en que: «Nuestros aparatos, deben ser lo más simples y eficaces posibles, deben estar basados firmemente en las masas, y acorde a ello elaborar activamente toda la actividad estatal. Debemos tener el menor número posible de personas en nómina, no sólo y simplemente por razones económicas por tener un aparato más económico, sino sobre todo para preservar y fortalecer el carácter democrático del poder del pueblo, para poder poner en práctica la gran principio de que el poder del Estado en nuestro país procede de las masas del pueblo y pertenece a ellas, y que por lo tanto no podrá llevar a cabo ninguna actividad sospechosa sin la participación amplia y directa de las propias masas obreras». (32) (Albania Today #4, 1975) Todas estas medidas, por supuesto, no impidieron de raíz la proliferación de desviaciones burocráticas, pero hicieron un gran trabajo de prevención, que también ayudaban a localizar dichas desviaciones más fácilmente. Al parecer, las campañas populares, intensivas y masivas contra la burocracia y la ideología burguesa y feudal que se pusieron en marcha en Albania después del Vº Congreso del PTA de 1966, no se habían desarrollado con tanto énfasis durante la década de 1950. Sin embargo, como ya hemos expresado, siempre se subrayó la lucha contra la burocracia, desarrollando una lucha ideológica y política coherente donde se trató de involucrar a las masas directamente en el gobierno del país a través de los consejos populares, los sindicatos y otras organizaciones de masas. El PTA decía que sólo fue capaz de sacar las conclusiones que hizo durante la década de 1960 sobre la lucha contra la burocracia como resultado de analizar con tiempo la experiencia negativa de la Unión Soviética que degeneró en la creación de un estrato burgués de burócratas. Sin embargo, el PTA decía: «Incluso en los primeros años posteriores a la liberación, cuando nuestra experiencia en la gestión del Estado se encontraba todavía en su etapa 59
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primaria, y cuando los fenómenos negativos que se produjeron posteriormente en la Unión Soviética y los demás países ex socialistas no se podían ni siquiera imaginar, el PTA ya explicaba a los comunistas y a todas las clases trabajadoras la necesidad de una lucha eficaz contra las distorsiones burocráticas. Aunque nuestro partido era joven y carecía de la experiencia necesaria, nuestro partido, siendo un genuino partido marxista-leninista y basándose en esta doctrina y gracias también a su instinto revolucionario, no permitió que ciertos fenómenos echaran raíces en nuestro país, fenómenos que, en otros países, arrastró a la creación de castas privilegiadas, invistiendo por ejemplo un poder ilimitado que llevo a separar a los diferentes Partidos hermanos de la masas de obreros a través de todo un sistema de sueldos varias veces superiores a los de los obreros comunes». (33) (Albania Today #5, 1975)
La lucha contra el revisionismo soviético
En 1953, Iósif Stalin, el líder del pueblo soviético durante tres décadas, murió. Después de su muerte, los líderes revisionistas dentro del Partido Comunista de la Unión Soviética –PCUS-, que ya tenía un considerable poder, maniobraron rápidamente para obtener el control total del partido, persiguiendo su curso oportunista ya iniciado. Nikita Jruschov, el líder revisionista soviético, empezó sus maniobras antimarxistas «rehabilitando» a la camarilla revisionista de Tito en 1954, a la vez que empezaba a extender los puntos de vista burgueses y revisionistas sobre los partidos comunistas del mundo. Las acciones de Jruschov sobre Albania se basaban en animar a los oportunistas dentro del PTA a intensificar sus actividades. En 1955 Bedri Spahui –que fue criticado durante el IIº Congreso del PTA y no fue reelegido al Buró Político del CC en 1952– y Tuk Jakova –que había habían sido expulsado del Buró Político del CC en 1951– ya habían recibido una importante riña por parte del partido por su oportunismo de derechas; entre lo que se incluían arengar la extinción de la lucha de clases en el socialismo –algo que por esos días promulgaba Jruschov–, una oposición al programa económico queriendo promover la industria ligera. Esta vez llamaron a una «democratización» de Albania y se quejaron de la lucha contra el reaccionario clero católico y otros oportunistas, aludiendo que en Albania se les había tratado de modo severo, sectario e injusto. Afirmaron que las tensiones, tanto a nivel internacional como interno, estaban disminuyendo y por lo tanto el régimen debía de ser más «democrático», mientras arengaban a los demás miembros del partido a reemplazar a los líderes, pues estos dos, opinaban que estos líderes eran demasiado duros y sectarios. Sin embargo, pese a sus esfuerzos no fueron capaces de dividir el Comité Central mediante este ataque, y ambos fueron 60
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expulsados del CC del PTA, Bedri Spahui finalmente, fue directamente expulsado del partido. Una muestra de las desviaciones de Bedri Spahui: «Las tesis revisionistas de Tuk Jakova encontraran la adhesión de Bedri Spahiu. A lo largo de su vida de miembro del partido, Bedri Spahiu fue muchas veces criticado por su acentuado oportunismo y por graves errores en su actividad. Y las veces que se encontraba frente al peligro de ser desenmascarado, pedía «voluntariamente» retirarse de la dirección del partido con el fin de ocultar las culpas que pesaban sobre él. Había alimentado siempre un nacionalismo burgués y apoyaba en forma tácita el camino oportunista y liquidacionista preconizado por Sejfulla Malëshova e Ymer Dishnica. Bedri Spahiu era también contrario a la política del partido relativa a las clases y a la lucha de clases, había cedida frente a la presión de la burguesía y demandaba la extinción de la lucha de clases. Tal como Tuk Jakova, estaba por la revisión de la línea general del partido, por la sustitución de su dirección por otra, antimarxista, que debía estar encabezada por Tuk Jakova e integrada por otros elementos hostiles al partido». (34) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) Y de las de Tuk Jakova: «Tuk Jakova no se había despojado de algunos rasgos negativos heredados del tiempo de los grupos comunistas, tales como el localismo, la ambición y la indulgencia pequeñoburguesa para con el enemigo. Toda su actividad como comunista había estado impregnada siempre de un profundo oportunismo, de falta de vigilancia revolucionaria, de negligencia en el cumplimiento de las tareas y de indiferencia por elevar su nivel ideológico. (...) Después del Iº Congreso de 1948, como anteriormente, Tuk Jakova cedió a la presión de la burguesía, y, con su actitud oportunista hacia el enemigo de clase, perjudicó gravemente la actividad del partido. Para él, la lucha de clases iba hacia su extinción. A su parecer, ningún peligro proveniente de los imperialistas norteamericanos y de los revisionistas yugoslavos amenazaba a la República Popular de Albania. Incitaba mediante diversas formas la práctica de una política moderada para con los kulaks. Intervenía en los órganos del Estado en favor de los elementos enemigos para hacer que se los liberasen de la prisión, subestimaba enteramente la actividad hostil del clero reaccionario católico y lo apoyaba en toda forma. Tuk Jakova estaba en oposición al programa económico del partido, que daba prioridad al desarrollo de la industria pesada y en particular, a la industria minera, y se expresaba sobre todo contra las inversiones en la industria petrolera. Estimaba que el plan económico, en algunas ramas, se apartaba de la realidad. Su actitud oportunista y derrotista había entorpecido el trabajo de las organizaciones del partido y de las masas
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por la realización del plan del Estado». (35) (Instituto de estudios marxistaleninistas, Historia del Partido del Trabajo de Albania: 1980) En febrero de 1956, el PCUS celebró su XXº Congreso, donde Jruschov y su camarilla lanzaron un ataque contra todos los aspectos que componían y actualmente componen los pilares del marxismo-leninismo, siendo remplazados estos por la promoción de los conceptos revisionistas como la transición pacífica al socialismo, la coexistencia pacífica con el imperialismo, la extinción de la lucha de clases en los Estados socialistas, etc. Después del XXº Congreso, el partido soviético presionó cada vez más sobre los demás partidos comunistas en el poder, con el objetivo que estos siguieran sí o sí sus pasos, llevando a cabo también las correspondientes «reformas económicas» como la «descentralización», prioridades que formaban parte de su programa de restauración capitalista. Exigió que estos partidos bajaran el tono o eliminaran directamente sus luchas contra el oportunismo de derecha, se exigió que se rehabilitaran a los titoistas y otros oportunistas, y se permitió la libre difusión de la ideología burguesa y revisionista. Todo esto se hizo bajo las consignas de «democratización», de la lucha contra la «burocracia», de corrección de los errores producidos por el periodo del «sectarismo» y del «stalinismo». Esta intensa campaña como decimos, tocó de lleno a muchos de los más importantes y respetados partidos comunistas, aunque ese prestigió no evito la venida del jruschovismo, como tendencia revisionista que acabaría abanderando todos esos viejos partidos. Es indiscutible el papel jruschovismo como rama principal del revisionismo en el correspondiente desorden y confusión ideológica de todos esos partidos en los años siguientes. También esta nueva oleada puso en marcha de nuevo y a veces incluso subiéndolos a la poltrona, a todos los elementos derechistas de estos partidos, a los cuales se les dio un gran estímulo por la degeneración revisionista del partido soviético, así como muchas veces por la propia asistencia directa y adrede de la dirección de los partidos de la Unión Soviética y Yugoslavia –por no hablar de los imperialistas–. En abril de 1956, dos meses después del XXº Congreso del PCUS, un número de miembros derechistas del PTA lanzó un ataque sobre la historia y la dirección del PTA en una conferencia de la rama del partido en Tirana. El Buró Político del partido intervino rápidamente y exhortó a los miembros del partido a aumentar su vigilancia contra el revisionismo y mejorar su trabajo en la popularización del marxismo-leninismo y la línea del Partido en las masas populares: «El Buró Provisional del Comité del partido de la ciudad de Tirana había caído en un profundo sopor, y no estaba en absoluto al corriente de estas actividades hostiles que tenían lugar a sus espaldas. Y ello debido a que su trabajo llevaba 62
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el sello de un acentuado burocratismo, de un marcado sentimiento de autosatisfacción, de un espíritu de justificación, de compadrazgo y de una total ausencia de crítica y de autocrítica bolcheviques. (...) Las organizaciones del partido deben estar vigilantes y castigar todo abuso de la democracia interna contra los intereses del partido. Reforzar el trabajo de educación ideológica de los miembros del partido, su formación comunista, y luchar contra las corrompidas manifestaciones del liberalismo burgués, contra los residuos pequeñoburgueses, contra los síntomas de envanecimiento, etc». (36) (Enver Hoxha, Enseñanzas que debemos sacar de la conferencia del partido en la cuidad de Tirana, 1956) También, sacando lecciones del incidente el Tirana, se decía lo siguiente en cuanto a las deficiencias del partido a la hora de tratar con la base del partido y constituir una sólida formación para sus miembros: «La primera cuestión que debe preocuparnos es el hecho de que la base del partido no esté suficientemente informada por el aparato del Comité Central, ni por los inspectores ni por los instructores, etc., ni tampoco por los comités del partido. No es justo decir que la base no tiene preguntas que plantear. No tiene preguntas tendenciosas que plantear, ciertamente, pero sí preguntas que exigen esclarecimiento. Si no las hubiese, esto debería hacernos pensar o bien que hemos cumplido «perfectamente» con nuestras tareas, o bien que el partido se ha adormecido. Hay contradicciones que originan el desarrollo; se lucha para superarlas pero la práctica hace surgir otras. La misma vida prueba que la base tiene preguntas que plantear, ya que en ella se manifiestan también ideas contradictorias, necesita aclaraciones. Pero el partido no realiza como es debido este trabajo de esclarecimiento, ni a través de su aparato, ni por medio de la prensa o de la propaganda». (37) (Enver Hoxha, No relajemos jamás nuestra vigilancia frente a las tentativas, esfuerzos y métodos sutiles del enemigo, 1956) En la primavera de 1956 se convocó una reunión extraordinaria del Comité Central del PTA, en esta reunión se reafirmó la línea general del partido, y se votó para resistir a las exigencias de los revisionistas soviéticos y titoistas para que los revisionistas albaneses fueran rehabilitados. Sobre esta base, en mayo de 1956, se celebró el IIIº Congreso de la PTA. El informe de Enver Hoxha a este congreso expuso en detalle la línea del PTA sobre la situación internacional, así como la construcción del socialismo en Albania, una línea que estaba en oposición a las nuevas tesis promulgadas en el XXº Congreso del PCUS, aunque en este Congreso del PTA aún no se enfrentó abiertamente a la línea soviética, aunque si a las tesis abiertas por el XXº Congreso como decimos. Durante el resto de 1956, las relaciones entre los partidos soviéticos y albaneses se deterioraron, sobre todo después de la reunión entre Nikita Jruschov por 63
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parte soviética, y Mehmet Shehu y Enver Hoxha por la albanesa, en diciembre de ese año. El PTA atribuyó los hechos contrarrevolucionarios en Hungría y Polonia durante octubre y noviembre de 1956 a las actividades vacilantes y traidoras de los partidos de la Unión Soviética y Yugoslavia. En febrero de 1957, en un informe memorable, Enver Hoxha hizo una declaración importante de la posición de Albania, la cual se situaba en una posición de franca defensa estoica del ideal marxista-leninista, oponiéndose a la tesis del revisionismo moderno en cuanto a la construcción socialista: «El marxismo-leninismo enseña que, a pesar de que son invariables las características y leyes generales esenciales del tránsito al socialismo, las formas, los métodos y los ritmos de este tránsito pueden presentar en los diversos países diferencias determinadas por las condiciones concretas de su desarrollo. Aferrándose a este hecho, los revisionistas, bajo las consignas del «socialismo específico y nacional», se empeñan en apartarnos de la vía general marxista-leninista de la construcción del socialismo y privarnos de la experiencia de la Unión Soviética. El marxismo enseña que las cuestiones fundamentales de la construcción del socialismo son comunes a todos, que las leyes de desarrollo de la sociedad no conocen fronteras. La experiencia histórica indica que estas cuestiones comunes son: la dictadura del proletariado o dicho de otra manera, la instauración del poder político de la clase obrera bajo la dirección del partido marxista-leninista, el fortalecimiento por todos los medios de la alianza de la clase obrera con el campesinado y otras capas trabajadoras; la liquidación de la propiedad capitalista y la instauración de la propiedad socialista sobre los principales medios de producción; la organización socialista de la agricultura y el desarrollo planificado de la economía; la función de guía de la teoría revolucionaria marxista-leninista y la defensa resuelta de las conquistas de la revolución socialista contra los atentados de las viejas clases explotadoras y de los Estados imperialistas». (38) (Enver Hoxha, Sobre la situación internacional y las tareas del Partido, 1957) Además, puntualizó sobre la teoría marxista de la lucha de clases en el tránsito al comunismo: «El marxismo-leninismo nos enseña que en el período de transición la lucha de clases es inevitable. Esta lucha de clases es una realidad objetiva, que se relaciona con la existencia de las clases explotadoras o de sus restos, con la existencia de los agentes del imperialismo, con la existencia de un vasto sector de pequeños productores, con la existencia de las supervivencias del capitalismo en la conciencia de los hombres, y, por último, con la misma existencia del imperialismo, es decir, de la lucha de clases a escala internacional. (...) Sin embargo resulta que después del XXº Congreso del 64
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Partido Comunista de la Unión Soviética, los elementos oportunistas y liberales en algunos países comprendieron de manera dogmática y oportunista el problema de la lucha de clases. Esto dio lugar a que se relajara la vigilancia que favoreció a los enemigos del socialismo en los países donde estos puntos de vista no fueron combatidos oportunamente. Nuestro partido ha comprendido y ha enfocado correctamente el problema de la lucha de clases. El Comité Central y las organizaciones del partido combatieron a tiempo las manifestaciones oportunistas de algunos elementos vacilantes. Nuestro partido ha planteado correctamente que la tendencia al debilitamiento de los enemigos internos de la clase obrera, paralelamente al acrecentamiento de nuestras fuerzas, no tiene nada en común con los puntos de vista oportunistas que niegan la lucha de clases, con los puntos de vista hostiles de tipo bujarinista que consideran el período de la construcción del socialismo como un período de «paz y armonía» entre las clases, como un período de «equilibrio estable», en el que desaparece la lucha de clases. El Comité Central ha explicado que en este período la lucha de clases no se desarrolla siempre en línea recta, tiene sus virajes y zigzags, y la mejor confirmación de esto son los acontecimientos de los últimos años: la provocación de Berlín en 1953, la de Poznan en 1956 y sobre todo la contrarrevolución fascista en Hungría». (39) (Enver Hoxha, Sobre la situación internacional y las tareas del partido, 1957) También defendió la visión marxista de la planificación centralizada en el socialismo, en oposición a las tesis del «socialismo de mercado» y demás medidas de descentralización de los revisionistas: «La dirección centralizada de la economía es una necesidad objetiva engendrada por el ascenso de la gran producción industrial. Esta forma de dirección es con mayor razón una necesidad objetiva en la economía socialista, que se basa en la propiedad común sobre los medios de producción y donde actúa la ley objetiva del desarrollo proporcional y planificado de la economía. El centralismo democrático ha resistido la prueba de la práctica. El nivel de desarrollo económico alcanzado en la Unión Soviética y las Democracias Populares es resultado de la dirección planificada de la economía por parte del Estado. Si la dirección centralizada de la economía no se combina con la democracia, engendra deformaciones burocráticas y reprime la iniciativa local. Pero de ello no puede deducirse la conclusión que saca Kardelj de que debe renunciarse al papel dirigente del Estado socialista en la economía nacional. La descentralización que preconizan los dirigentes yugoslavos niega el papel dirigente del partido y de la dictadura del proletariado encierra en sí misma el peligro de la espontaneidad y de la anarquía de mercado, socava la planificación de la economía y acentúa la diferenciación entre las clases. Esto lo confirma la realidad yugoslava». (40) (Enver Hoxha, Sobre la situación internacional y las tareas del partido, 1957) 65
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Y resumió sobre la línea seguida durante estos años por el PTA: «La justa posición adoptada por nuestro partido y la actitud justa y firme de nuestro pueblo en estos momentos constituyen una gran victoria, motivo de alegría tanto para nosotros, como para todos nuestros amigos. El nuestro es un partido relativamente joven y de un nivel cultural y teórico no muy elevado. El partido ha cometido algunas veces errores concretos, como por ejemplo, sobre cuestiones económicas, y errores de esta naturaleza pueden producirse también en el futuro. Pero los diversos desviacionistas no han logrado apartarlo de su vía, han sido desenmascarados rápidamente y combatidos con firmeza. En las cuestiones esenciales, como las de la defensa del marxismo-leninismo, de la Unión Soviética, del campo socialista, de los intereses de las masas trabajadoras y de la independencia de nuestro país, y en la lucha contra los enemigos, jamás nos hemos equivocado ni nos equivocaremos. Y esto lo debemos a nuestra infinita fidelidad al marxismoleninismo, a la unidad de acero de nuestro partido». (41) (Enver Hoxha, Sobre la situación internacional y las tareas del partido, 1957) Este discurso no sólo representó un fuerte ataque a la línea de todos los revisionistas modernos, sino que forma parte también de un resumen conciso de la línea de la PTA en la construcción socialista.
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III La crítica del PTA sobre la «nueva democracia» es correcta La popularización de la teoría de la «nueva democracia»
Durante la década de 1960 muchos comunistas de todo el mundo rompieron con los revisionistas soviéticos y pusieron sus esperanzas en el Partido Comunista de China y su liderazgo. En este momento la teoría de la «nueva democracia», formulada por Mao Zedong, que como vimos era la teoría de la alianza con la burguesía nacional durante la transición al socialismo, y que también abogaba por el mantenimiento de esta misma alianza durante la lucha de clases bajo el socialismo, etc., se vio gratamente popularizada. La prensa china dijo a los comunistas del mundo entero en 1955 que el método de transición pacífica podía ser utilizado pese a contradecir a la teoría marxistaleninista. «En un Estado que tomó el poder político bajo las condiciones históricas y sociales concretas, el establecimiento del principio por el cual los capitalistas podían ser transformados para aceptar y seguir el socialismo, es otra brillante contribución del camarada Mao Zedong para el baúl del tesoro del marxismoleninismo. Esta teoría nunca apareció en ningún otro clásico del marxismoleninismo, y ningún otro país del mundo ha atravesado este tipo de experiencia. En la Unión Soviética y en el resto de las democracias populares fueron usados métodos forzados y violentos para hacer desaparecer a la burguesía como clase. Pero, bajo las condiciones de China, el mismo camino de eliminación de la burguesía puede ser conseguido a través de la transformación pacífica». (1) (A. Cohen, El comunismo de Mao Zedong, 1964) Aunque parezca extraño, esos eran las frases que se presentaban para recoger a los comunistas desencantados con los jruschovistas, he aquí otra cita de 1960: «La transformación pacífica de las empresas capitalistas ha sido lograda en China. La experiencia de China en este caso es de importancia universal. La verdad que subyace a esta experiencia no se limita a los países coloniales y semicoloniales. Somos conscientes que con el viento del Este prevalecerá y triunfará también la revolución en el Oeste, y que los grandes países capitalistas y los capitalistas de todos estos países se verán privados de sus derechos. Con el tiempo es posible que todos estos países usen nuestra línea de
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transición pacífica hacia los grandes y pequeños capitalistas». (2) (A. Cohen, El comunismo de Mao Zedong, 1964) Veamos otro ejemplo: «En esos momentos históricos decisivos, nuestro gran líder el Presidente Mao publicó sus grandes obras: «Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo» o el Discurso ante la Conferencia Nacional del Partido Comunista de China sobre el trabajo de propaganda» y otras. Estos como otros documentos de la época, resumen la experiencia histórica de la dictadura del proletariado en el mundo, y por primera vez en la historia se desarrolla, siempre, bajo auspicios científicos, el marxismo, mostrando la especialidad sistemática y penetrante de las contradicciones, las clases, y lucha de clases en la sociedad socialista. Este fue un hito importante que significo que el marxismo-leninismo se desarrollara completamente, formulando así una nueva etapa, la etapa del Pensamiento Mao Zedong». (3) (Peking Review #34, 1967) A través de la influencia del Partido Comunista de China –o al menos con la pasividad de no oponerse a este– la teoría de la «nueva democracia», no sólo era aceptada como estrategia universal para la revolución en diverso países de Asia, África y América Latina, sino que también era aceptada por los países capitalistas avanzados como Australia, Canadá y Japón. Los partidos que siguieron a China en estos países, en un grado u otro, y de una forma u otra, fueran de los citados primeramente o de los segundos, hablaban de dos revolución por etapas; de «unir a todos los que se pueda unir contra el imperialismo estadounidense», dividendo la burguesía entre «compradora» y nacional», etc. En nuestro país –Estados Unidos–, el Partido Comunista Revolucionario de los Estados Unidos –PCR– avanzó sobre el concepto del «frente único contra el imperialismo» y demás fundamentos de la teoría que se puede encontrar en la «nueva democracia». Lo cierto es que ahora mismo el PCR ya no difunde esta «estrategia» para la revolución. Todavía tiene sin embargo, que repudiarla y reconocer su error pasado. Ahora no sólo se ha generalizado que la teoría de la «nueva democracia» no es válida como estrategia para la revolución en los países imperialistas, sino que el Partido del Trabajo de Albania –PTA– se ha enfrentado a esta teoría cuestionado la validez de la teoría de la «nueva democracia» como estrategia para la revolución en los países coloniales y semicoloniales, criticando también la propia aplicación de esa teoría y sus resultados en su tierra donde la vio nacer: China. Estas diferencias de opiniones entre el partido albanés y el partido chino, no son nuevas, sino que se han desarrollado desde hace tiempo. Claramente se pueden observar estas divergencias si uno ve sin más la línea política seguida por uno y otro partido en su revolución respectiva.
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Alianzas con los sectores de la burguesía nacional
Partiendo de lo ellos han aprendido de la teoría de la «nueva democracia» y su política hacia la burguesía nacional en la China de Mao Zedong, el Partido Comunista Revolucionario de los Estados Unidos –PCR–, sostiene que la línea del Partido del Trabajo de Albania –PTA– en cuanto a las alianzas de clase y objetivos estratégicos del proletariado en la etapa democrático-nacional para la revolución en los países coloniales y semicoloniales, constituye la normativa de «saltar etapas» trotskista: «Hoxha está en lo cierto cuando él dice que no debe haber «una muralla china» que separe las dos etapas de la revolución, pero lo que realmente niega es el hecho de que hay dos etapas distintas para la revolución, que necesariamente involucra la alineación de diferentes fuerzas de clase y tienen diferentes tareas. Lo que Hoxha intenta hacer es una papilla de todo en conjunto, estas dos etapas las combinan en una sola, y viene a plantear unas amorfas etapas para la revolución cuyas características democráticas y socialistas son fundamentalmente las mismas tanto para las naciones imperialistas como para las oprimidas por estas. Hoxha combina hábilmente la revolución socialista con la revolución democrático-burguesa, diciendo que la soberanía, independencia, etc. se lograran sólo con la «eliminación de la opresión de la burguesía local y los grandes terratenientes». Por supuesto que esto en un análisis final es cierto, la verdadera liberación del imperialismo depende de la revolución socialista. Pero la revolución socialista y la revolución democrático-burguesa no son lo mismo, y en esta última la burguesía desempeña un papel positivo. Las opiniones de Hoxha van en sentido contrario, fue Mao precisamente quien explicó la relación entre la etapa democrático-nacional y la etapa socialista de la revolución. Mao subraya constantemente el vínculo real entre la democrático-burguesa y la revolución socialista, diciendo que sólo la finalización de la revolución democrático-burguesa, es decir la derrota del imperialismo y el feudalismo, abren el camino para la revolución socialista, pero ésta no se consigue sin que se logren las condiciones previas». (4) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmático-revisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979) Aquí el PCR trae dos cuestiones fundamentales: 1. ¿Cuál es la naturaleza de las alianzas entre el proletariado y la burguesía nacional para las revoluciones democráticas? y, 2. ¿Puede el proletariado establecer la eliminación del poder político burgués y cuál es su objetivo en esta etapa de la revolución?
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Debido a la gran influencia de la teoría de la «nueva democracia» y la popularización de la experiencia por la revolución china, se puede encontrar cierta confusión en el movimiento comunista en cuanto a la naturaleza de las alianzas con los sectores de la burguesía en las revoluciones democráticas. Lenin habló de esta cuestión en general en el IIº Congreso de la Komintern – Internacional Comunista– en 1920: «Ahora bien, en este punto se hizo las objeciones de que si hablásemos de movimiento democrático-burgués, se borraría toda diferencia entre el movimiento reformista y el movimiento revolucionario. Sin embargo, en los últimos tiempos, esta diferencia se ha manifestado en las colonias y en los países atrasados con plena claridad, ya que la burguesía imperialista trata por todos los medios de que el movimiento reformista se desarrolle también entre los pueblos oprimidos. Entre la burguesía de los países explotadores y la de las colonias se ha producido cierto acercamiento, por lo que, muy a menudo –y tal vez hasta en la mayoría de los casos–, la burguesía de los países oprimidos, pese a prestar su apoyo a los movimientos nacionales, lucha al mismo tiempo de acuerdo con la burguesía imperialista, es decir, al lado de ella, contra todos los movimientos revolucionarios y las clases revolucionarias». (5) (Lenin, Informe de la Comisión para los Problemas Nacional y Colonial, 1920) Durante la década de 1920 la Komintern adquirió gran experiencia sobre las revoluciones democrático-nacionales en los países coloniales y semicoloniales y también sobre el papel a desarrollar en estas la burguesía. La resolución del VIº Congreso de la Komintern –Internacional Comunista– de 1928 fue un desarrollo de los análisis leninistas en esta cuestión. (6) (Algunas personas consideraban que este VIº Congreso de la Komintern tendía hacía el izquierdismo y el sectarismo. Mientras si es cierto que existieron errores tácticos en la dirección bien calificados como sectarios en este periodo, lo cierto es que los puntos de vista programáticos básicos adoptados en este congreso histórico, como los previstos en este pasaje siguiente son correctos.) Veamos que decía por entonces el VIº Congreso de la Komintern de 1928: «La burguesía nacional en los países coloniales no adopta una actitud uniforme al imperialismo. Una parte, sobre todo la burguesía comercial, sirve directamente a los intereses del capital imperialista –la llamada burguesía compradora–. Esta en general, se mantiene más o menos constante en una posición antinacional, en un punto de vista imperialista, dirigido contra todo el movimiento nacionalista, al igual que los aliados feudales del imperialismo y los funcionarios locales más altamente pagados. Las otra parte de la 70
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burguesía nativa, especialmente aquella que representa los intereses de la industria nativa, apoyan al movimiento nacional, esta tendencia, vacilante e inclinada al compromiso, puede llamar al reformismo nacional. (...) La formación de cualquier tipo de bloque entre el partido comunista y la oposición nacional reformista debe ser rechazado, lo que no excluye acuerdos temporales y la coordinación de las actividades, en particular para las acciones antiimperialistas, a condición de que las actividades de la oposición burguesa se puedan utilizar para el desarrollo del movimiento de masas, y que estos acuerdos no limiten en modo alguno la libertad comunista para la agitación entre las masas y sus organizaciones. Por supuesto, en este trabajo los comunistas deben al mismo tiempo llevar a cabo la lucha ideológica y política más implacable contra el nacionalismo burgués y contra la menor señal de su influencia dentro del movimiento obrero». (7) (J. DeGras, La Komintern 1919-1943) La razón por la que la Komintern consideró que era posible establecer acuerdos con los sectores de la burguesía en los países coloniales y semicoloniales era porque ciertos sectores de ella –la llamada comúnmente burguesía nacional–, en general, apoyaban al movimiento nacional. Por otro lado la misma razón de que estas alianzas fueran temporales y condicionadas era por la tendencia al compromiso y al reformismo de este mismo sector. Ellos no apoyaran la continuación de la revolución democrático-nacional hasta el final, esto significa que para lograr una ruptura total con el imperialismo sólo se puede tomando la senda del socialismo. Mientras el proletariado no establezca la dictadura del proletariado y se embarque en el socialismo, la burguesía «nacional» buscará por todos los medios establecer la dictadura burguesa, y buscará también consolidar las relaciones capitalistas e incluso manteniendo la dependencia del imperialismo para ello. Mientras los sectores de la burguesía nacional juegan un rol positivo durante la etapa democrático-nacional, ésta se rebelará contra la revolución, y el proletariado en alianza con el campesinado deberá continuar por el camino que la burguesía no quiso seguir. Las relaciones que fueron calificadas en un momento como alianzas, en ese momento serán transformadas en relaciones antagónicas desarrollándose una seria lucha a vida o muerte. El proletariado solo establece acuerdos temporales con la burguesía cuando esta puede ayudarle a lograr sus objetivos como en este caso con el movimiento nacional de liberación. Si el proletariado ve que es capaz perfectamente de derrotar al imperialismo y al feudalismo sin la necesidad de aliarse con la burguesía nacional, seguramente lo hará de ese modo, ya que de todos modos el objetivo final frente a la burguesía nacional siempre será el de aniquilarla como clase. Pero por otro lado, si el proletariado falla en establecer los compromisos y alianzas necesarios con la burguesía, puede quedarse aislado de sus aliados a largo plazo quedando rodeado por las clases explotadas, la revolución
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democrático-nacional podrá entonces ser rota, y los esfuerzos del proletariado para establecer su dominio pueden ser rotos por la reacción local y extranjera. El PCR se inventa toda una serie de calumnias sobre el PTA y dice que su visión sectaria sobre las revoluciones democrático-nacional son una «receta para la derrota» por su línea de alianzas con la burguesía. (8) (Partido Comunista Revolucionario –PCR–, «Enver Hoxha, Imperialismo y revolución – Un error de principio a fin, Diario «Revolución» #9, septiembre, 1979) Efectivamente como dice el maoísta PCR, la línea del PTA está más a la izquierda que la línea ultraconciliadora propuesta por Mao Zedong y su PCCh, y esto es así porque la visión del PTA se basa en una correcta comprensión de las funciones de los sectores «nacionalistas» de la burguesía en países coloniales y semicoloniales. Un buen ejemplo de la aplicación de esta línea se pueden encontrar en la estrategia y la táctica del Partido Comunista de Albania –así era llamado el Partido del Trabajo de Albania anteriormente– en la guerra de liberación nacional albanesa, cuestión que debemos repasar para entender del PTA en torno a ese periodo temprano de su historia. La clave para de la estrategia del Partido Comunista de Albania para la guerra fue la alianza con los campesinos pobres y medios, considerándose siempre al campesinado como aliado natural de la clase obrera y siendo fuerza principal numérica en el ejército durante la guerra de liberación nacional. Pero más allá de esa aplicación fundamental del leninismo sobre el campesinado aplicó la táctica de reunir en alianza entre todas las clases que desearan luchar la guerra nacional de liberación. Para aplicar sus fines con eficacia la dirección del Partido Comunista de Albania tuvo que refutar a los trotskistas albaneses que afirmaban que «los comunistas debían efectuar la revolución socialista», propagando a la vez la idea que de los «campesinos no eran revolucionarios», que «el peligro fascista que amenaza el país tampoco obligaba a los comunistas a la búsqueda de la colaboración con el resto de nacionalistas patrióticos» (9) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Conferencia nacional de estudios sobre la guerra de liberación nacional antifascista de pueblo albanés, 1975) En oposición a las opiniones trotskistas, el liderazgo del Partido Comunista de Albania dijo: «La principal contradicción entre el pueblo y la invasión del imperialismo italiano era la principal cuestión de nuestra liberación nacional, con ello se presentaba que no sólo para el proletariado y el campesinado, sino que para todas las fuerzas patriotas del país esta demanda a solucionar era indispensable ante cualquiera otra. Por lo tanto, se planteó que la cuestión de 72
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la participación «de todas las fuerzas patrióticas antifascistas» del país «sin distinción de religión, región, clase o tendencia política» en la Guerra de Liberación Nacional Antifascista». (10) (Instituto de estudios marxistaleninistas, Conferencia nacional de estudios sobre la guerra de liberación nacional antifascista de pueblo albanés, 1975) Sin embargo, al mismo tiempo que el partido comunista inicialmente estaba dispuesto a unirse con todas las fuerzas patrióticas interesadas en llevar a cabo la lucha armada contra los invasores fascistas, veía a esta alianza muy limitada, porque los objetivos de las clases explotadoras eran muy diferentes a los del partido comunista: «A través de la lucha armada las masas del pueblo se levantaron en armas, por lo que con ello se abría la posibilidad de decidir el futuro sin tutela de nadie. Esta lucha aisló a las clases explotadoras, demostrando la falsedad de sus declaraciones patrióticas, y demostrando que eran traidores de los intereses nacionales». (11) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Conferencia nacional de estudios sobre la guerra de liberación nacional antifascista de pueblo albanés, 1975) Se debe recordar además que el Partido Comunista de Albania desde el momento en que se puso a la cabeza de la lucha por liberar al país hizo énfasis en no caer en prácticas conciliadoras que compartieran el poder con una burguesía que no había combatido al invasor, sino que incluso pactaba con él, y que aun así no respetaba al partido comunista y su labor realizada, como tampoco su posición de vanguardia del movimiento antifascista ganado con hechos y con la sangre de sus militantes: «El Partido Comunista de Albania emprendió una lucha resuelta de modo que el poder pasara completamente a manos de las masas trabajadoras, sin que el poder tuviera que ser compartido de cualquier modo con las viejas clases explotadoras que trataban de varias formas conservar su dominio intacto». (12) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Conferencia nacional de estudios sobre la guerra de liberación nacional antifascista de pueblo albanés, 1975) La contundencia de la lucha del partido comunista contra la burguesía nacional hizo que: «Esta guerra, aunque por lo general tenía un carácter antiimperialista y democrático, fue al mismo tiempo una revolución del pueblo, que a la larga condujo a la creación del poder de la clase obrera, y dotándose así de las tareas principales de la revolución socialista». (13) (Instituto de estudios marxista-leninistas, Conferencia nacional de estudios sobre la guerra de liberación nacional antifascista de pueblo albanés, 1975) 73
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El Partido Comunista de Albania no se oponía a la construcción de alianzas con los sectores de las clases explotadoras en el período de la guerra de liberación nacional. Pero la posición del PCA que aludía a la burguesía debilidad y vacilación fue una visión que fue confirmada por la historia, pues los intereses de clase de la burguesía, al igual que las demás clases explotadoras, prevalecieron sobre los intereses nacionales. Incluso aquellos sectores que se unieron a la guerra contra los italianos, al final, acabaron del lado de los imperialistas y oponiéndose a la revolución democrática que llevaba hasta la ruptura total con el imperialismo. El PTA dice que «nunca separó la cuestión de la liberación nacional de la cuestión sobre que las masas obreras tomaran el poder en sus propias manos». Y, como explica el PTA, eliminando el estado de poder político de las clases explotadoras, incluyendo en la tarea a la burguesía, era una tarea de carácter socialista. Sin embargo, los comunistas albaneses establecen esto como un objetivo estratégico de la guerra de liberación nacional. ¿Es cierto entonces que lo que el PTA hizo era juntar dos etapas distintas en una sola etapa democráticosocialista amorfa como el PCR maoísta afirma? Una vez más, como el PCR ha demostrado, la gran influencia de la teoría de la «nueva democracia» de Mao Zedong causó mucha confusión en cuanto a la relación entre las tareas de la etapa democrático-nacional y de las tareas socialistas de la revolución en los países coloniales y semicoloniales. En el análisis de la revolución democrático-burguesa en Rusia, Lenin dijo: «La preponderancia de la población campesina, su terrible opresión por parte del gran sistema semifeudal, la fuerza y la conciencia de la clase del proletariado ya organizada en un partido socialista, todas estas circunstancias imparten a nuestra revolución burguesa un determinado carácter. Esta peculiaridad no elimina el carácter burgués de la revolución. (...) Sólo determina el carácter contrarrevolucionario de nuestra burguesía y la necesidad de la dictadura del proletariado y de los campesinos en la victoria de una revolución tal». (14) (Lenin, La evaluación de la revolución rusa, 1908) Lo que Lenin caracterizó como el «carácter específico» de la revolución democrático-burguesa de Rusia, el carácter contrarrevolucionario de nuestra burguesía y la necesidad de «la dictadura del proletariado y de los campesinos en la victoria de una revolución tal», fue posteriormente determinado por Lenin y la Komintern, como el carácter general de las revoluciones democráticoburguesas de la época del imperialismo. Por supuesto, esto no significa que cada revolución democrático burguesa necesariamente conduzca siempre a la instauración de la dictadura del proletariado y el campesinado. Un ejemplo de que los comunistas no siempre han podido jugar el papel de vanguardia del movimiento en esta etapa fue la revolución de febrero de 1917 en Rusia, donde 74
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el poder quedó en manos burguesas, aunque bien es cierto que las propias tareas de esta etapa democrático-burguesa como las de la reforma agraria que el gobierno de coalición burgués no resolvió, las resolvería el gobierno de Lenin con la toma de poder por los bolchevique en octubre de ese mismo año y posteriores medidas, lo que dio a Lenin la razón sobre el papel y límites de la burguesía para completar las propias tareas básicas de la revolución burguesa en la etapa actual del imperialismo. En Rusia, contrariamente a las esperanzas de Lenin: «La peculiaridad del momento actual en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado». (15) (Lenin, Las tareas del proletariado en la presente revolución, 1917) Volviendo a leer los escritos de Lenin nadie puede negar que el objetivo de Lenin durante la etapa democrática de la revolución rusa fue el establecimiento de un gobierno popular, sin incluir a la burguesía. Después de la revolución de febrero, Lenin se opuso al gobierno de coalición de la burguesía y en su lugar llevó a las masas de obreros y campesinos a derrocar al gobierno de la burguesía, poniendo el poder en manos de los soviets que eran los representantes de las clases explotadas. ¿Debemos concluir entonces que el proletariado nunca debe, bajo ninguna circunstancia, formar un gobierno de coalición con la burguesía? No, en algunas circunstancias puede ser necesario, pero sí en las condiciones de una victoria en una revolución antiimperialista hace que el proletariado pueda zafarse de una coalición de gobierno mejor. La única situación en la que el proletariado quiere recurrir a una coalición con la burguesía sería en caso que las clases explotadas no pudieran mantener su dominio de forma independiente. Un gobierno de coalición de este tipo no podía llevar la revolución hasta el final, no podría llevar a cabo las tareas de la etapa socialista en un futuro y sería inevitablemente una alianza de corta duración, ya que podría contener en su interior la lucha a vida o muerte entre la burguesía, que no quiere perder su posición parasitaria, y el proletariado que brega por la hegemonía política total y el final de su explotación que le brinda su rival. (17) (El propósito de este capítulo ha sido principalmente ayudar a hacer un análisis de los resultados del intento de gobierno en coalición entre el proletariado y la burguesía nacional en China, un intento que finalmente llevó a la completa dominación de la burguesía. Los gobiernos de coalición con los sectores de la burguesía también se intentaron en todos los países de Europa del Este, a excepción de Albania, después de la Segunda Guerra Mundial. En estos países, además, la burguesía también finalmente ganó la hegemonía, y todo ello a pesar de un esfuerzo concertado dirigido por Stalin y el Partido Comunista (b) de la URSS a partir de 1948 para eliminar el poder de la burguesía en estos gobiernos. 75
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Un resumen de las experiencias de estos países sería de gran ayuda como intento para sacar conclusiones generales sobre los gobiernos de coalición)
La naturaleza de la dictadura del proletariado y la lucha de clases durante la transición al socialismo
Durante un período particularmente difícil en el curso de la transición al socialismo en la Unión Soviética, Lenin dijo: «La posición que ha creado nuestra Nueva Política Económica a desarrollado pequeñas empresas comerciales, el arrendamiento de las empresas estatales, etc. Esto implica el desarrollo de las relaciones capitalistas, y todo aquel que no ve esto demuestra que ha perdido la cabeza por completo. No hace falta decir que la consolidación de las relaciones capitalistas en sí mismo aumenta el peligro. (...) La restauración de capitalismo, el desarrollo de la burguesía, el desarrollo de relaciones burguesas en la esfera de comercio, etc., esto constituye el peligro que es peculiar a nuestro período presente de desarrollo económico, a nuestro actual enfoque gradual para la solución de problemas, los cuales son mucho más difíciles que los problemas anteriores que habíamos tenido. No debe haber el menor malentendido al respecto. (...) Toda la cuestión se resume a quién va a tomar la iniciativa. Debemos enfrentar este problema de frente. Algunos capitalistas tendrán éxito inicialmente, en cuyo caso se expondrá a los comunistas y será el final de los mismos. O en cuanto al poder estatal proletario, éste con el apoyo del campesinado demostrará ser capaz de mantener un estricto régimen adecuado sobre los capitalistas, con el fin de dirigir el capitalismo a lo largo de los canales estatales y creando un capitalismo que estará subordinado al Estado y servirá al Estado. (...) La dictadura del proletariado es la lucha más dura y feroz. (...) Nunca antes en la historia ha habido una lucha como la que ahora somos testigos. (...) Nunca ha habido una guerra librada por un gobierno contra la burguesía de su propio país y en contra de los estados burgueses de todos los países». (18) (Lenin, La Nueva Política Económica, 1921) Debido a las condiciones que prevalecían en China tras la revolución de 1949, la transición hacia el socialismo debía de ser un proceso gradual pero sin pausa, como lo fue en Rusia. La inmediata expropiación de toda la burguesía no era recomendable. En 1949 el proletariado no tenía la capacidad para organizar la producción de las miles de fábricas propiedad de la burguesía nacional. Del mismo modo, en las empresas que fueron expropiadas del capital extranjero el nuevo gobierno chino no tuvo más remedio que hacer uso del personal directivo y técnico que heredaba de los capitalistas. El PTA no critica al PCCh por no haber expropiado inmediatamente a la burguesía nacional, ni cuestiona que se 76
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tuviera que retener a los intelectuales burgueses en el sector estatal de la economía, el PTA era consciente de lo que se podía y no podía hacer dado el momento y la situación, no pedía milagros. Dadas las enormes tareas de reconstrucción y reorganización a las que se enfrentaba el nuevo gobierno chino de 1949, el PTA decía que: «El Partido Comunista de China, que después del triunfo de la revolución democrático-burguesa debía caminar con pasos mesurados, no dar muestra de izquierdismo ni quemar ni mucho menos las etapas; al basar su actividad en el «pensamiento Mao Zedong» cayó en el otro extremo, se mostró «democrático», liberal, oportunista y no orientó el país de manera consecuente por el justo camino del socialismo». (19) (Enver Hoxha, El imperialismo y la revolución, 1978) Pero como señala la cita, Mao Zedong tenía una visión muy diferente de la naturaleza de la lucha de clases durante la transición al socialismo de la que años atrás trazo Lenin. Él creía que los intereses de clase de la burguesía prevalecerían a los intereses nacionales, sino que pensaba que los intereses nacionales lograrían borrar los intereses de clase de la burguesía, o sea el amor al lucro. Por lo tanto no veía que esta clase explotadora pudiera volverse contra la revolución después de la caída del régimen de Kuomintang, al revés, Mao propagó la idea de que la burguesía nacional era una clase «revolucionaria» que continuaría a lado del proletariado y el campesinado contra el imperialismo en las décadas siguientes. Basándose en este análisis del PCCh sobre la coalición de gobierno inicial y la base de la alianza a largo plazo con la burguesía nacional, el PCR para defender la línea de Mao Zedong, en esta cuestión repite: «Cuando en 1949, el Ejército Popular de Liberación logró romper la resistencia del Kuomintang y estableció la victoria en todo el país, la revolución democrática estaba principalmente y esencialmente completada. Mao sostuvo, con razón, que todos los sectores de la población que se opusieron al feudalismo y al imperialismo, y que estaban dispuestos a aceptar un orden social basado en los intereses de la clase obrera y la alianza obrero-campesina debían tener derechos en el nuevo Estado. En las condiciones concretas de China, esto significaba que los sectores de la burguesía, sobre todo la media, o también llamada burguesía nacional, que encajaban dentro de estos criterios debían ser incluidos en la dictadura democrática dirigida por el proletariado y no eran, en ese momento al menos, los objetos a reprimir en esa dictadura. Este análisis estaba completamente de acuerdo con la correcta línea de Mao sobre el carácter de la revolución china, sus objetivos, sus fuerzas motrices y sus aliados, pese a ser vacilantes». (20) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmático-revisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979)
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En contra de la opinión de Mao Zedong y sus seguidores, la burguesía china nunca estará «dispuesta a aceptar un orden social en los intereses de la clase obrera y la alianza obrero-campesina». Mao explicó que la alianza inmutable con la burguesía nacional fue posible debido a su patriotismo. Como hemos sacado en claro por las resoluciones de la Komintern de la época de Lenin y Stalin, el patriotismo de la burguesía nacional es vacilante, por ello es un factor que puede hacer que sea posible para el proletariado aliarse con ella durante los períodos de la revolución democrática antiimperialista, pero sin garantías no ya para el socialismo, sino para acabar sin problemas esta etapa inicial. La burguesía de todos los países, no importa si es patriótica, no importa si su patriotismo es imperialista o antiimperialista, se opondrá inevitablemente después a la revolución socialista a causa de sus intereses de clase. La construcción del socialismo no tiene nada que ver con el patriotismo de la burguesía, lo contrario no es un procedimiento dialéctico de análisis. El PCR, después de haber acusado inicialmente al PTA de negar que existan «dos etapas distintas de la revolución, que necesariamente implican diferentes alineamientos de fuerzas de clase», procederá ahora a declarar que, en contraste con el PTA, la idea de Mao era correcta porque la coalición gobierno que el PCCh formó para dirigir el país en la etapa socialista de la revolución se basaba en el «gran» análisis de Mao de la alineación de las clases durante la etapa democrática. En realidad como se demuestra aquí, son los comunistas chinos y no los comunistas albaneses los que mezclan etapas al no reconocer los cambios en la correlación de fuerzas de clase una vez que la revolución ha pasado a la etapa socialista. Mientras que Lenin describe la dictadura del proletariado como la «lucha más dura y feroz», el PCR dice, apoyándose en Mao, que debido a las «condiciones históricas» de la revolución china, la dictadura del proletariado en China tuvo una «forma especial» que implicaba una alianza con la burguesía nacional permanente: «Por lo tanto, en retrospectiva, es evidente que el régimen establecido en el año 1949 era una forma especial de la dictadura del proletariado, una que tuvo en cuenta la naturaleza de la sociedad china y las condiciones históricas que se desarrollan con el estudio de la revolución democrática. Lenin había hecho una observación importante en Rusia, que ayuda a arrojar luz sobre este tema. Señaló que la dictadura del proletariado, en las condiciones de Rusia, una forma especial de alianza de clases, específicamente la alianza de la clase obrera con los campesinos pobres, que en conjunto constituían la mayoría del pueblo. No es de extrañar que la forma de alianza de clases necesaria para que el proletariado ejerza su dictadura en China sería distinta a la de la Unión Soviética, debido a las diferentes condiciones materiales y composiciones de 78
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clase de los países y las diferentes rutas de acceso al poder que las revoluciones había pasado». (21) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmático-revisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979) El PCR intenta explicar: «Debido a que la revolución china pasó por una fase democrática larga, es natural y correcto que algunos de los partidos burgueses que de una forma u otra se enfrentaron al imperialismo y al feudalismo estuvieran dispuestos a trabajar junto con el partido comunista y era normal permitirles jugar cierto papel en el nuevo régimen. (...) Cabe señalar que a pesar del intento de Hoxha para que parezca que la existencia de varios partidos es incompatible con el leninismo, hay experiencia histórica de esa situación que existió en la Unión Soviética, así como en otros países. La Revolución de Octubre, por ejemplo, se puso en marcha no sólo con el partido bolchevique –que, por supuesto, era la fuerza impulsora detrás de la dirección y la misma–, sino también con la participación de los socialistas revolucionarios de izquierda. Lenin propuso que los representantes de ese partido participen en el nuevo gobierno –el Consejo de Comisarios del Pueblo– y escribió sobre la base de este tipo de cooperación». (22) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmático-revisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979) El PCR obviamente leyó la explicación de las bases de esta alianza de Lenin, pero, por una razón u otra, optaron por ignorar las enseñanzas de Lenin sobre este tema en las que de nuevo se recalcaba que se debía evitar la unión con la burguesía: «En cuanto a la cuestión de la alianza entre los obreros bolcheviques y los eseristas de izquierda, en los que muchos campesinos en la actualidad aún confían, he sostenido en mi discurso que esta alianza puede ser una «coalición honrada», una alianza honesta, porque no hay radical divergencia de intereses entre los obreros asalariados y los campesinos explotados. El socialismo es plenamente capaz de satisfacer los intereses de ambos. De hecho sólo el socialismo puede satisfacer sus intereses. De ahí la posibilidad y la necesidad de una «coalición honesta» entre el proletariado y el campesinado trabajador y explotado. Por el contrario, una «coalición» –alianza- entre las clases trabajadoras y explotadas, por un lado, y la burguesía, por el otro, no puede ser una «coalición honrada» por la radical divergencia de intereses entre estas clases». (23) (Lenin, La alianza entre los obreros y los campesinos explotados, 1917) Es de recalcar que el PCR tampoco recuerda al lector el golpe de estado antibolchevique de 1918 y traición de este mismo partido contra las aspiraciones de la dictadura del proletariado, traición que en China fue similar con la 79
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diferencia que el gusano de la contrarrevolución se gestó dentro del propio Partido Comunista. De todos modos esta breve declaración refleja las enseñanzas leninistas fundamentales sobre la dictadura del proletariado. El campesinado, como clase explotada, es un aliado natural y a largo plazo del proletariado. En todos los países atrasados en los que existen relaciones feudales o semifeudales antes de la revolución, la dictadura del proletariado debe reflejar la alianza entre el proletariado y el campesinado pobre. Por el contrario en la burguesía, que es el enemigo mortal del proletariado, debe ser el objeto de su dictadura. Lenin describe la dictadura del proletariado como «la lucha más dura y feroz jamás llevada librada por un gobierno contra la burguesía de su propio país y en contra de los estados burgueses de todos los países»: «Las clases se han mantenido, pero en la época de la dictadura del proletariado cada clase ha sufrido un cambio, y las relaciones entre las clases también han cambiado. La lucha de clases no desaparece bajo la dictadura del proletariado, sino que simplemente asume diferentes formas. (...) La clase de los explotadores, terratenientes y capitalistas, no pueden desaparecer de una vez bajo la dictadura del proletariado. Los explotadores han sido aplastados, pero no destruidos. Ellos todavía tienen una base internacional, en la forma de capital internacional, de la que son una rama. Ellos todavía conservan ciertos medios de producción, en parte, todavía tienen dinero, aún tienen grandes conexiones sociales. Debido a que han sido derrotados, la energía de su resistencia ha aumentado cien mil veces. El «arte» de la administración estatal, militar y económica les da una superioridad y una gran superioridad, por lo que su importancia es incomparablemente mayor que su proporción numérica de la población. La lucha de clases llevada a cabo por los explotadores derrocados contra la victoriosa vanguardia de los explotados, es decir, el proletariado, se ha vuelto incomparablemente más amarga. Y no puede ser de otra manera en el caso de una revolución, a menos que este concepto se sustituya –como es por todos los héroes de la II Internacional– por ilusiones reformistas». (24) (Lenin, Economía y política en la era de la dictadura del proletariado, 1919) El conocimiento básico de la naturaleza de la lucha de clases bajo la dictadura del proletariado que Lenin expresa aquí no se limita a las condiciones de Rusia, sino que obviamente tiene un significado universal. Esto por tanto se debió aplicar tanto a China, y su burguesía nacional china, como a Rusia o Albania. Mao lamentablemente operaba por su parte bajo las ilusiones reformistas que Lenin comentaba. Inicialmente Mao no consideraba que tras el derrocamiento del gobierno del Kuomintang la revolución entraría en una etapa diferente. Por el contrario mantenía la opinión de que la etapa democrático-nacional de la revolución continuaría durante varias décadas después de la creación del nuevo 80
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régimen, es decir, que la contradicción principal seguiría siendo con el imperialismo y el feudalismo, y sólo la burguesía burocrática, no la nacional. Esta fue la base teórica inicial de la línea de Mao sobre la alianza a largo plazo con la burguesía nacional. En este análisis se equivocó, como el propio Mao se dio cuenta varios años después de la victoria de la guerra revolucionaria nacional. En 1952 dijo: «Una vez derribadas la clase terrateniente y la burguesía burocrática, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional pasó a ser la contradicción principal de orden interno en China y, por consiguiente, no se debe seguir calificando de clase intermedia a la burguesía nacional». (25) (Mao Zedong, La contradicción entre la clase obrera y la burguesía es la contradicción principal en el orden interno en China, 1952) Había enormes tareas democráticas que se completaron en 1949, las tareas cuya resolución sólo podría comenzar a resolverse con el establecimiento de un nuevo gobierno. Sin embargo, la expropiación política y económica de los terratenientes, los imperialistas extranjeros y la burguesía burocrática, éstas ya no eran las tareas alrededor de la cual giraba la siguiente etapa: la socialista. El pivote de toda la lucha de clases en China era ahora si la revolución se llevaba hasta el final o si era traicionada, si China tomaba el camino socialista o el camino capitalista. Esta lucha de clases a desarrollar en China era esencialmente una lucha entre la burguesía nacional, aliada con toda reacción externa e interna –de una manera u otra, directa o indirectamente– y el proletariado, aliado con el campesinado y otras clases explotadas y oprimidas. Por ello estas palabras de Mao carecen de sentido pese a que son revolucionarias, pues como vimos en capítulos anteriores no se tomó en serio la tarea de la lucha de clases contra la burguesía nacional, y volvería a plantear tesis conciliadoras que la colocaban en una posición fácil donde no se la podía tocar. El PCR por supuesto, no es ajeno a estas palabras que suenan tan consecuentes en teoría, pero todo esto ha quedado desenmascarado y muy claro en el curso de la historia de la China posrevolucionaria. Ellos, aun así intentan explicar que la política posrevolucionaria de Mao fue una de alianza entre las clases explotadas y oprimidas más la burguesía nacional, lo cierto es que para el PCR: «También es evidente que esta alianza no era una cosa estática, que a medida que la revolución se convirtió en una revolución socialista, la naturaleza de esta alianza iba a cambiar». (26) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmáticorevisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979) Y esto como decimos, lo justificaron con las bonitas palabras de Mao:
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«De ahí la afirmación de Mao en 1953 que la burguesía nacional ya no puede ser definido como una clase intermedia». (27) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmático-revisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979) Por desgracia, esto no era cierto. Esta afirmación de Mao sobre la burguesía nacional fue en palabras de sus obras escogidas una «acotación hecha» a «un documento redactado por el Departamento de Trabajo de Frente Único del CC del PCCh». Mao no populariza el análisis implícito en este comentario, y por supuesto no desarrolló una estrategia y táctica que correspondiera a este análisis. Lo que sí es cierto, es que él continuó hablando de actuar de acuerdo con la estrategia del frente único de las «cuatro clases revolucionarias democráticas» contra el imperialismo, los grandes terratenientes y la burguesía burocrática. Seguía sacando pecho de sus políticas pasadas y presentes: «Frente a la burguesía nacional, se debe seguir la política de «unidad y lucha». (...) En todo el período histórico de la lucha contra el imperialismo y el feudalismo, debemos ganarnos a la burguesía nacional y unirnos con ella para que se coloque del lado del pueblo y combata al imperialismo. Después de terminada en lo fundamental la tarea de la lucha antiimperialista y antifeudal, todavía tenemos que mantener la alianza con ella durante un determinado tiempo». (28) (Mao Zedong, Algunas experiencias en la historia del Partido, 1956) Algunas de las características de la línea de Mao cambiaron en la década de 1950, pero la característica esencial de la alianza con la burguesía nacional se mantuvo intacta. Por ejemplo, antes de la revolución, y por un período que le siguió, Mao había hablado siempre que la transición al socialismo tomaría décadas para lograrse. A partir de 1952 y 1953, comenzó a presionar para que se procediera a acelerar el proceso. Sin embargo, en este proceso no veía la relación entre el proletariado y la burguesía nacional como el cambio de alianzas que se tornan antagónicas. Al contrario, él dijo que ahora los dos debían ir de la mano y aliarse de nuevo en la construcción del socialismo. Lenin organizó al partido bolchevique y al proletariado de Rusia para librar una guerra contra la burguesía y proponía como requisito indispensable lo siguiente: «La victoria del socialismo –como primera fase del comunismo– sobre el capitalismo requiere que el proletariado, como la única clase verdaderamente revolucionaria, deberá cumplir con las siguientes tres tareas. La primera será derrocar a los explotadores, y, ante todo, la burguesía, como así su principal representante económico y político; para ello deberá ponerla en retirada; aplastar su resistencia; impedir absolutamente cualquier intento de su parte para restaurar el yugo del capital y la esclavitud asalariada». (29) (Lenin, Tesis sobre las tareas fundamentales, 1921) 82
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Mao tenía una visión opuesta. Si leemos la famosa obra «Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo» de 1957, que ya hemos citado en este documento y que según el maoísmo es la obra que eleva al maoísmo por encima del marxismo-leninismo, veremos que mantiene una visión contraria a la de Lenin, y que a diferencia suya, en su obra alude a las particularidades chinas para justificar su alianza con la burguesía nacional para ir al socialismo, por otro lado y con la misma intención de guardar la cara a la burguesía nacional, iba advirtiendo a los miembros del partido y a todas las clases explotadas incluyendo al proletariado chino que evitara ampliar «el marco de las contradicciones entre nosotros y el enemigo hasta el punto de tomar como tales ciertas contradicciones en el seno del pueblo y de considerar contrarrevolucionarias a personas que en realidad no lo son» e instó a «hacer que todo el pueblo atraviese de manera relativamente feliz el actual período de transición, consolidar nuestro nuevo sistema y construir nuestro nuevo Estado». Y por si el lector duda de quién era el pueblo, recordemos la famosa frase contenida en el documento que crea una nueva doctrina que presuntamente debe sustituir al marxismo-leninismo como guía del movimiento obrero: «En nuestro país, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional hace parte de las contradicciones en el seno del pueblo». (31) (Mao Zedong, Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, 1957) Dicho oportunismo se nutre de viejas concepciones. Stalin ya dirigió sus respuestas correspondientes a la cuestión del «tránsito pacífico de la burguesía al socialismo» en su lucha contra la desviación derechista en el PCUS (b) en el año 1929. Bujarin ya por entonces intentaba ampararse en la NEP y sacar descontextualizadas las citas de Lenin para probar posible el «tránsito pacífico de la burguesía al socialismo». Stalin en una ocasión leyó una cita que Bujarin quiso presentar como «prueba» de que Lenin estaba por esa labor de tal teoría antimarxista: «En su discurso, Bujarin ha intentado respaldar la teoría de la integración de los kulaks en el socialismo con una conocida cita de Lenin, afirmando que Lenin dice lo mismo que él. Esto es falso, camaradas. Esto es una burda e intolerable calumnia contra Lenin». (32) (Stalin, La desviación de derecha en el PCUS (b), 1929) La cita en cuestión fue: «Naturalmente, en nuestra República Soviética, el régimen social se basa en la colaboración de dos clases, los obreros y los campesinos, colaboración en la que ahora se admite también, bajo ciertas condiciones, a los «nepmanes», es 83
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decir, a la burguesía». (31) (Lenin, Cómo debemos Reorganizar la Inspección Obrera y Campesina, 1923) A ello contestó Stalin a Bujarin: «Como veis, aquí no se habla para nada de la integración de la clase capitalista en el socialismo. Lo único que se dice es que, «bajo ciertas condiciones», en la colaboración de los obreros y los campesinos «admitimos» también a los nepmanes, es decir, a la burguesía. ¿Qué significa esto? ¿Significa que así admitimos la posibilidad de que los nepmanes vayan integrándose en el socialismo? Naturalmente que no. Esta cita de Lenin sólo puede ser interpretada así por quien haya perdido la vergüenza. Esto quiere decir, simplemente, que, por ahora, no aniquilamos la burguesía, que, por ahora no le confiscamos sus bienes, sino que le permitimos que siga existiendo bajo ciertas condiciones, es decir, siempre y cuando se someta sin reservas a las leyes de la dictadura del proletariado, que conducen a la progresiva limitación de los capitalistas y a su desplazamiento gradual de la vida económica. ¿Se puede desplazar a los capitalistas y extirpar las raíces del capitalismo sin una encarnizada lucha de clases? No, no se puede. ¿Se puede suprimir las clases propugnando, en la teoría y en la práctica, la integración de los capitalistas en el socialismo? No, no se puede. Esa teoría y esa actuación práctica sólo sirven para fomentar y perpetuar las clases, pues la tal teoría es opuesta a la teoría marxista de la lucha de clases. Pues bien, la cita de Lenin se basa absoluta e íntegramente en la teoría marxista de la lucha de clases bajo la dictadura del proletariado. ¿Qué puede haber de común entre la teoría de Bujarin sobre la integración de los kulaks en el socialismo y la teoría de Lenin sobre la dictadura como forma encarnizada de la lucha de clases? Es evidente que entre una y otra no hay ni puede haber la menor afinidad». (33) (Stalin, La desviación de derecha en el PCUS (b), 1929) Correspondiendo con las ideas liberales de Mao Zedong sobre la naturaleza de la lucha de clases durante la transición al socialismo son sus puntos de vista sobre la naturaleza del Estado durante este período de transición. Antes de la revolución Mao había dicho que el gobierno de coalición durante el periodo de la nueva democracia sería «en principio diferente» de la dictadura del proletariado. Pero, esto el PCR lo relaciona con que: «En 1956 Mao se refería al Estado chino de «dictadura del proletariado» como «dictadura democrática popular» de manera intercambiable. Y la literatura china a posteriori se refiere a la instauración de la dictadura del proletariado en 1949, es decir, con la victoria de la revolución democrática a escala nacional». (34) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmático-revisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979)
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Esto es un intento de timar al lector, como bien dijo Mao el Estado de 1949 era algo «en principio diferente de la dictadura del proletariado», ya que la burguesía y sus Partidos ocuparon la mitad de las poltronas barajadas para el gobierno, y ya que no hay término medio en el carácter de un Estado no puede llamarse como bien dijo Mao en ese momento dictadura del proletariado. Por otro lado mientras que efectivamente como constatan los documentos disponibles en 1956 el PCCh ya decía que había cambiado de forma el Estado llamándolo abiertamente dictadura del proletariado, lo cierto era que la naturaleza del gobierno no cambió. Se mantuvo un gobierno de coalición con la burguesía. El propósito de este gobierno era ejercer la dictadura sobre las antiguas clases reaccionarias, pero no sobre la burguesía nacional, entonces en ese año a la vez que no se alteró el gobierno en coalición con la burguesía se llevó a cabo una contrarrevolución ideológica, económica y política. Algunos de los seguidores de Mao Zedong descartan estos deseos y prácticas liberales de Mao hacia la burguesía y el ala derecha del partido a lo largo de este período como palabras diseñadas para «engañar» a estas fuerzas y «atacarlas una vez dormidas y expuestas». Pero lo cierto es que si alguien salió engañado en todo esto fue el proletariado. Es obvio que ni la burguesía nacional ni los derechistas del partido eran «necios», y los movimientos de contrarrevolución demuestran esa inteligencia. Por otra parte, las declaraciones y la política de Mao, como líder del Partido Comunista de China, no podía tener otro resultado que crear ilusiones desastrosas entre el proletariado y el campesinado sobre la naturaleza de la lucha de clases durante el período de transición. La decisión de Mao, como también hizo Liu-Shao-chi en 1956, de llamar al gobierno de coalición «dictadura del proletariado» no ayudaba ni menos a la lucha de clases del proletariado, sino que creo más ilusiones sobre la naturaleza de este Estado, y ocultó las tareas del proletariado. La principal tarea del proletariado era en este punto eliminar a la burguesía del poder político para establecer la verdadera dictadura del proletariado y reprimir despiadadamente todos los intentos de la burguesía de querer restaurar su posición. Pero, de acuerdo con Mao, por entonces el proletariado no sólo tenía ya establecido su dictadura, sino que lo había hecho sin la necesidad de bajar a la burguesía del poder y, aludiendo que por otra parte se podría seguir gobernando en alianza con ellos a través de una larga «coexistencia duradera y supervisión mutua», como se vio en el documento en torno a las contradicciones. El PCR haciendo de nuevo alarde de seguidismo gregario, está totalmente de acuerdo con la definición de Mao de la dictadura del proletariado. De hecho dicen que: «El colmo de la hipocresía de Enver Hoxha fue sugerir que, aun con el logro de la transformación en propiedad socialista logrado en el año 1956, el régimen
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en China no era una dictadura del proletariado». (35) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmático-revisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979) En 1956 pese a las declaraciones del VIIIº Congreso del PCCh, no hubo un salto cualitativo, es más fue un año de contrarrevolución desbocada. ¿Acaso el PCR ha examinado seriamente las políticas del gobierno chino en el momento de la «transformación de la propiedad?» Suponemos que no, o que ocultan esto por vergüenza. ¿Ha considerado el propósito y la importancia de la reforma de los salarios de 1956, las decisiones de tomar la rentabilidad como jefe y regulador económico, mientras se da gran juego a la «ley del valor», a la descentralización y la economía de mercado? ¿Se ha sopesado la importancia del hecho de que casi exclusivamente todos los miembros del grupo denunciado a posteriori como revisionista de Liu-Deng estaban a cargo de la planificación y gestión económica –así como la mayoría de las otras responsabilidades del Estado– en 1956? Este gobierno no era una dictadura del proletariado, sino que por su carácter conciliador, y como Mao durante los primeros años de la posguerra había dicho al principio, era una coalición de gobierno diferente en principio de la dictadura del proletariado. Era un gobierno de coalición que fue cayendo rápidamente bajo la dominación de la burguesía china que pudo reagruparse y convertirse en altamente importante y presente bajo las condiciones que le proporcionaba los juegos y patinazos teóricos de la nueva democracia. El PCR insiste igualmente que la política sobre la burguesía nacional fue correcta, y pone como ejemplo la nacionalización que precisamente tanto cacareaba Liu-Shao-chi por sus métodos de infinitas concesiones a los burgueses en las empresas. Para ellos, el hecho de que en 1966, en palabras de Mao: «El Partido y el Estado habían sido usurpados por los renegados del grupo Liu-Deng», no tiene nada que ver con las políticas vacilantes de unas veces Mao, otras veces de Liu con apoyo de Mao etc., etc. Para ellos no tiene nada que ver la regresión sufrida en China con las políticas de alianza de Mao frente a la burguesía en la década de 1950. Según ellos, la aparición del control burguésrevisionista en el Partido y el Estado chino no se puede atribuir a la línea de Mao. El PCR no analiza seriamente las de los desarrollos de la primera década de la historia de la China posrevolucionaria. En lugar de reconocer como válido, coherente y cierto el análisis del PTA cuando se queja que la burguesía nacional en China nunca fue expropiada del poder político y económico, el PCR en vez de analizar estas valiosas afirmaciones para esclarecer la línea china, regaña al PTA diciendo que está utilizando la «vieja» burguesía como una especie de «trampa» que encubre el hecho de que el verdadero peligro de la restauración viene de la
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«nueva» burguesía. Barajemos los números de la burguesía y la intelectualidad burguesa: La «vieja» burguesía en China era un total de unas 700.000 personas, y la intelectualidad burguesa que estaba estrechamente ligada a ella aproximadamente era unas 5.000.000. (36) (Mao, Zedong, Confiar firmemente en la gran mayoría de las masas, 1957) No se trata de un número abrumador de una nación de 600 millones personas, como es China. Pero, como decía Lenin, la burguesía y «su importancia es incomparablemente mayor que su proporción numérica de la población», debido a sus vastas relaciones sociales y su capacidad en la administración estatal y económica. La burguesía nacional china y los intelectuales burgueses tuvieron gran influencia en el gobierno posrevolucionario y sobre todo en su economía. ¿Negará el PCR que fue exactamente estas clases las que fueron la base del poder social inicial del grupo de Liu-Deng? Por supuesto, su base y poder social creció y muchos de estos «nuevos» elementos burgueses fueron el resultados del reclutamiento dentro del seno del Partido, los cuadros que estaban trabajando codo con codo con la «vieja» burguesía y los «viejos» intelectuales burgueses. Precisamente el liberalismo de Mao hacia la «vieja» burguesía creó las condiciones perfectas para el crecimiento de los «nuevos» elementos burgueses, la nueva democracia fue el clima perfecto para la multiplicación de la burguesía en lugar de su eliminación. No llega a entender el PCR que tanto la «vieja» como la «nueva» burguesía en China no eran fuerzas separadas sino en última instancia, dos mismas fuerzas de un mismo extracto social. Una que no se llegó a eliminar y otra que se desarrolló, ambas por la política del Partido. Los «viejos» y «nuevos» elementos burgueses se habían convertido en un extracto social bien organizado y con poder, que en el momento del VIIIº Congreso del PCCh en 1956 avanzaron definitivamente en casi todos los niveles del poder político y económico. Es precisamente este mismo «cuartel general burgués», compuesto por «viejos» y «nuevos» elementos burgueses no destruidos durante la nueva democracia y amparados bajo el grupo más reaccionario de Liu-Deng que hoy, más de dos décadas después de las luchas de este grupo revisionista volvería a dominar China como está pasando hoy día.
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IV La importancia de la lucha de clases en el socialismo Durante los años transcurridos desde el triunfo de la revolución democráticonacional en China, la clase obrera china ha librado valientes luchas contra el grupo revisionista de Liu Shao-chi y Deng Xiaoping intentando reconducir el proceso hacia la construcción del socialismo. Estas luchas se libraron en gran parte bajo el liderazgo de Mao Zedong y la izquierda del Partido Comunista de China. Sin embargo, todas estas luchas no han logrado romper el «cuartel general burgués» de Liu Shao-chi y Deng Xiaoping que en todo momento ha salido fortalecido. La purga masiva del ala izquierda del partido y el Estado en 1976 fue una victoria decisiva que abrió el camino para la consolidación completa de las relaciones capitalistas de producción. El factor más importante durante que explica la fallida lucha de las clases trabajadoras chinas contra el «cuartel general burgués» de Liu Shao-chi y Deng Xiaoping ha sido la falta de un liderazgo fuerte que recayera bajo un partido proletario real, fuerte, y unificado ideológicamente. El partido, al igual que el aparato del Estado, los sindicatos y otras organizaciones de masas cayeron en gran parte bajo el control del grupo de Liu-Deng. Esencialmente, la clase obrera china ha tenido que librar una lucha contra esta burguesía en el poder. La conocida como «Gran Revolución Cultural Proletaria», que fue seguramente el mayor auge de la lucha de clase obrera en China, mostró gráficamente las tremendas deficiencias y consecuencias directas que achaca el proceso por la falta de un liderazgo personificado en un partido de vanguardia; la espontaneidad, la falta de coordinación y centralización, la anarquía, el faccionalismo extremo, el continuo rápido ascenso y caída de oportunistas, las desviaciones políticas e ideológicas extremas, y el fracaso para consolidar los logros de la revolución son el resultado. El proletariado no logró la reorganización del Partido Comunista de China como partido verdaderamente proletario, y continuó librando su lucha bajo la dirección de un partido plagado de facciones y en gran parte bajo el control de la burguesía. En lugar de reconocer las debilidades de la «revolución cultural», especialmente en la falta de liderazgo de un partido proletario, el Partido Comunista Revolucionario de EE.UU. elige para glorificar toda la espontaneidad y anarquía que resultó de ella. De hecho, plantean aplicar métodos y tácticas de la «revolución cultural» como principios naturales para su partido, para ello dice que se basa en «las inmortales contribuciones de Mao Zedong sobre que la lucha 88
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de clases continua en el socialismo», a esto añaden que el Partido del Trabajo de Albania es revisionista porque no ha utilizado los mismos métodos y tácticas en Albania. Sin embargo, el PCR no limita su polémica a los métodos y tácticas, sino que acusa al PTA de negar la existencia de la lucha de clases en la sociedad socialista. Dicen que el PTA cree que el cambio: «Del capitalismo al socialismo significa la resolución de la contradicción entre el proletariado y la burguesía». (1) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmáticorevisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979) Por lo tanto acusa al PTA de que ha sido incapaz de: «Proporcionar cualquier explicación real del triunfo del revisionismo en el Unión Soviética». (2) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmático-revisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979) Ya que, según el PCR, el PTA piensa que: «La contradicción entre el proletariado y la burguesía sólo surge después de que los revisionistas han tomado el poder». (3) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmático-revisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979) Sería aconsejable que los lectores leyeran voluntariamente las publicaciones albanesas antes de aceptar los prejuicios que el PCR hace sobre la línea del PTA. En su informe al Vº Congreso del PTA celebrado en 1966, Enver Hoxha describe la degeneración del PCUS, en varios artículos de «Albania Today», encontramos estas explicaciones, donde achacan la degeneración del PCUS como resultado de la creación de: «Una aristocracia obrera de cuadros burocratizados que disfrutaban de amplios privilegios, vivían separados de las masas, y no tenían un sentimiento de clase proletario, por lo que nunca aplicaban ni arengaban a librar la lucha de clases sintiéndose por el contrario inspirados por la ideología burguesa y modo de vida burgués. Este estrato, compuesto principalmente por cuadros del partido, el Estado, la economía y la intelectualidad, se convirtió en la base social de revisionismo. Basándose precisamente en este extracto los revisionistas jruschovistas usurparon el poder en la Unión Soviética, eliminaron la dictadura del proletariado y establecieron la dictadura revisionista que abrió el camino a la restauración capitalista». (4) (Albania Today, #5, 1976) Los artículos del PTA explican cómo se creó este extracto: 89
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«Uno de los defectos importantes que hicieron conducir a la Unión Soviética a la infección de muchos cuadros de burocracia, intelectualismo, arribismo, del modo burgués de vida y a su degeneración gradual, fueron entre otros defectos, precisamente su divorcio con el trabajo productivo, la preservación de una marcada división entre el trabajo mental y el trabajo físico, que es un vicio arraigado de la sociedad basada en la explotación. En cuanto a la experiencia negativa de la Unión Soviética, nos muestra una desviación del principio de la Comuna de París sobre pagar a las autoridades y funcionarios una remuneración similar a la de los obreros, la absolutización y la generalización del sistema de salarios altos, que, durante cierto tiempo se había impulsado y justificado con razón por las circunstancias históricas de albergar limitados especialistas, por otro lado, la extensión excesiva en los incentivos materiales, dejando de lado los incentivos morales, llevaron a la degeneración burguesa de un amplio estrato de cuadros y ejercieron una poderosa influencia para que fueran la base social propicia para el curso revisionista. (5) (Albania Today, #5, 1976) Y en cuanto a esto el PTA añadió en otra ocasión: «Los clásicos del marxismo-leninismo han subrayado lo que el peligro del burocratismo representa para el nuevo poder estatal de la clase obrera, y han llamado la atención a la necesidad de una lucha decidida contra ella. Pero en el movimiento comunista la gravedad de este peligro no fue totalmente apreciado hasta hace bien poco. La lucha en contra de ella se libró precisamente por cauces burocráticos y a través de aparatos burocráticos. Esta es también la razón de que este peligro no se evitó en la Unión Soviética, y el burocratismo, tecnocratismo e intelectualismo, se convirtió en una de las principales fuentes de la degeneración burguesa del socialismo». (6) (Albania Today, #4, 1975) Para evitar este gran mal que tanto daño había hecho en los Estados socialistas, el PTA defendía que: «Una de las medidas más eficaces para prevenir la degeneración burocrática y la transformación de los cuadros de servidores del pueblo a dominadores sobre los obreros y el pueblo, es poner los cuadros bajo la subordinación y el control de las dos direcciones; desde arriba, mediante la implementación de centralismo proletario, y desde abajo, directamente de las masas obreras. Esto es de vital importancia. La subordinación unilateral de los cuadros desde arriba, es lo que constituye uno de los defectos fundamentales en la Unión Soviética, lo que trajo consecuencias muy negativas: se despierta en los cuadros el espíritu de independencia, soberbia, prepotencia, desprecio y autoritarismo hacia las masas obreras, es decir, la burocratización y degeneración de los cuadros». (7) (Albania Today, #5, 1976) 90
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Además, como detalle, dejaremos las palabras de la mujer de Enver Hoxha y también partisana y miembro del partido desde su fundación: Nexhmije Hoxha, la cual explica según su visión, que obviamente es acorde a la del PTA: «En la Unión Soviética la dirección de la clase obrera y el orden socialista fue eliminado precisamente porque la aplicación del marxismo-leninismo fue abandonado: se permitió apagar la lucha de clases, y a la clase obrera se le dio un codazo y fue despojada de su liderazgo y poder. Esto sólo sirve para demostrar los grandes y mortales peligros que acechan frente al liderazgo de la clase obrera y el orden socialista, estos se agrandan a cada paso revelando la posibilidad de la eliminación de esta dirección y de este orden si no se permanece fiel al marxismo-leninismo, sino se aplican sus principios con decisión y de manera creativa, y por supuesto, sino se libra una lucha de clases sin cesar bajo los métodos revolucionarios». (8) (Nexhmije Hoxha, Sobre algunas cuestiones fundamentales sobre la política revolucionaria del PTA acerca del desarrollo de la lucha de clases, 1977) A esto puntualiza: «La amarga experiencia de la Unión Soviética ha mostrado que mientras la contradicción fundamental no ha sido resuelta en el campo ideológico también, la contradicción fundamental en los campos políticos y económicos no puede ser considerada como solucionada definitivamente, es decir, que el triunfo de la revolución socialista no puede considerarse como completa y final. Por lo tanto, ni con la toma del poder, ni con la construcción de la base económica del socialismo se soluciona aun la cuestión sobre «¿quién va a ganar?» finalmente; en otras palabras, la contradicción fundamental entre el camino socialista y el capitalista no se ha resuelto finalmente. Esta contradicción fundamental se mantiene durante todo el período de transición al comunismo». (9) (Nexhmije Hoxha, Sobre algunas cuestiones fundamentales sobre la política revolucionaria del PTA acerca del desarrollo de la lucha de clases, 1977) Debido a esto, Nexhmije Hoxha dice que la lucha de clases es el principal motivo que determina el desarrollo de la sociedad: «En el VIIº Congreso del PTA de 1976, se reiteró esta correcta tesis marxistaleninista demostrada en la práctica, que describe la lucha de clases como un fenómeno objetivo en el socialismo, y también, como el principal motivo que determina el desarrollo de esa sociedad.». (10) (Nexhmije Hoxha, Sobre algunas cuestiones fundamentales sobre la política revolucionaria del PTA acerca del desarrollo de la lucha de clases, 1977) Y que el partido se arropaba en cuanto a la lucha de clases a lo siguiente: 91
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«La tesis de nuestro partido ha sido y es la siguiente: la lucha de clases en el país nunca se extingue hasta la construcción completa de la sociedad comunista, esta se puede librar con fiereza, o con zigzags, y esta línea también afectara a la lucha de clases contra el frente externo. Cuando hablamos de la lucha de clases, es importante hacer hincapié en sus tres elementos inherentes: a) su carácter severo, b) los flujos y reflujos de su desarrollo, y c) su interconexión con el frente externo.». (11) (Nexhmije Hoxha, Sobre algunas cuestiones fundamentales sobre la política revolucionaria del PTA acerca del desarrollo de la lucha de clases, 1977) El PTA destruyó la burguesía como clase y hoy día afirma que hay dos clases en Albania, el proletariado y el campesinado junto con otros estratos intelectuales del pueblo. Los albaneses no ven la contradicción entre el proletariado y el campesinado, por una parte, y los intelectuales, por el otro, como antagónicas, aunque dicen que el antagonismo podría desarrollarse si una nueva clase burguesa surge desde dentro de la intelectualidad y suplanta la actual. Sin embargo, dicen que en la actualidad no existe ninguna clase burguesa en Albania. ¿Algunos se preguntaran cómo puede la lucha de clases librase contra la burguesía si no existe tal clase en Albania? ¿Cuál es la base de esta lucha? Nexhmije Hoxha dice que la lucha de clases en el socialismo tiene su fuente: «En la existencia de las reminiscencias de las clases explotadoras. El cerco imperialista-revisionista hostil. En la emergencia de nuevos elementos capitalistas y nuevos enemigos internos que se convierten en un gran peligro para el partido y el poder del proletariado». (12) (Nexhmije Hoxha, Sobre algunas cuestiones fundamentales sobre la política revolucionaria del PTA acerca del desarrollo de la lucha de clases, 1977) El PTA explica además, que mientras que en la sociedad socialista se construyen nuevas relaciones de producción: «Los posos de la vieja sociedad que continuaran existiendo durante mucho tiempo en la conciencia de los hombres, sus consecuencias inmediatas que se convierten en un obstáculo para la ideología del proletariado y de la política del partido dominante, por ejemplo el llamado «derecho burgués» en el ámbito de la distribución que la sociedad socialista está obligado a utilizar aunque se limita cada vez más, las diferencias entre la ciudad y el campo, las del trabajo físico y el trabajo mental, etc, etc. Todas estas cargas con la que cuenta la sociedad socialista no se pueden suprimir inmediatamente». (13) (Nexhmije Hoxha, Sobre algunas cuestiones fundamentales sobre la política revolucionaria del PTA acerca del desarrollo de la lucha de clases, 1977) El PTA habla como vemos que la reactivación de las ideas burguesas siempre ira de la mano de las clases derrocadas a las que se les ha privado de sus privilegios 92
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políticos y económicos, los cuales reciben soporte del capitalismo en el exterior, del llamado «cerco burgués-revisionista», a esto se le debe sumar la aparición de «fenómenos extraños» entre el propio partido, en otras palabras; el surgimiento de taras burocráticas y demás que hemos citado arriba por medio de declaraciones del PTA contra estas. Debido a todo esto, Nexhmije Hoxha explica que aunque una clase burguesa no existe: «Hay que subrayar algo complementario; si la lucha de clases no se libra correctamente y sin cesar, no sólo en el campo ideológico, sino también en los ámbitos político y económico donde se han cosechado las victorias ya anunciadas, existe la posibilidad de que la transformaron de contradicciones no antagónicas hacia contradicciones antagónicas. Que esta posibilidad no se ha eliminado, que no todas las contradicciones antagónicas han sido eliminadas en nuestra sociedad socialista, y que por lo tanto, que el origen de la restauración del capitalismo no se ha eliminado, se muestra de forma nítida por el hecho de que una y otra vez los elementos hostiles a la revolución y al socialismo surgen, no sólo de las filas de los restos de las antiguas clases explotadoras, sino también de las filas de las trabajadoras, e incluso entre las filas de los comunistas. La presencia del Estado, además, demuestra la existencia de contradicciones antagónicas y la necesidad absoluta de que como una piedra de toque en esta etapa debe resolver las contradicciones antagónicas y no antagónicas correctamente y evitar que estas se vuelvan antagónicas. Marx y Lenin han llamado al Estado como el producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase». (14) (Nexhmije Hoxha, Sobre algunas cuestiones fundamentales sobre la política revolucionaria del PTA acerca del desarrollo de la lucha de clases, 1977) El PCR, argumenta que el PTA es revisionista porque dice que no existen clases antagónicas en Albania, el PCR dice esto argumentando que todo el mundo sabe que Mao Zedong sostuvo que la burguesía como clase, seguía existiendo en la sociedad socialista. Mao no se equivocaba al decir esto sobre su país, pues la burguesía ha seguido existiendo, de hecho ese estrato de la sociedad china era representado ampliamente por el grupo revisionista de Liu-Deng, y así fue identificado, pero esta su conclusión no era aplicable a otros países que hubieran hecho bien sus deberes. Debido a que la burguesía y el poder burgués nunca fueron eliminados en China, y debido a que surgió una nueva clase burguesa en la Unión Soviética; en ambos casos debido a las políticas erróneas, eso no quiere decir que la existencia de una clase burguesa sea algo inevitable en la sociedad socialista. En el socialismo el «derecho burgués» en la distribución todavía existe; todavía hay una gran diferencia entre la cuidad y el campo, existe la división entre el trabajo físico y mental, etc. Todos estos son los remanentes de la sociedad capitalista que no pueden dejar de existir en la sociedad socialista por un 93
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prolongado período, aunque su papel se limita constantemente. Todos ellos proporcionan la base para la reemergencia de una nueva clase burguesa y con ello la restauración del capitalismo. Pero esto no quiere decir que exista clase burguesa en el socialismo, afirmar esto significa no haber entendido nada de marxismo. Una clase burguesa, por definición, tiene el control sobre los medios de producción. Decir que todavía existe una clase burguesa entera: con control sobre los medios de producción en una sociedad socialista sana, cuando en realidad no existe esa situación, podría dar lugar a graves errores. Las tácticas utilizadas para derrocar a un Estado burgués y los utilizados para la consolidación de un Estado proletario en la lucha contra las desviaciones burocráticas y elementos burgueses dentro de ella son muy diferentes, y para confundir las dos tácticas conduce a desviaciones de tipo anarquistas. Con el fin de «terminar con el PTA de un solo golpe» y en el intento de desacreditar totalmente al liderazgo del PTA a ojos del los militantes del PCR, este dice que la línea del PTA proclama «la extinción de la lucha de clases bajo el socialismo» y añade que el PTA no admite la posibilidad de la aparición de nuevos elementos burgueses de la sociedad socialista. Esto, por supuesto, es lo contrario a la verdad como han demostrado los escasos textos citados más arriba. Las diferencias del PCR en cuanto a la línea del PTA en esta cuestión, como en los de la evaluación de Mao Zedong, incluyen la cuestión fundamental de cómo debe de ser implementado el centralismo democrático en la continuación de la lucha de clases de la sociedad socialista. El PCR está en lo correcto cuando señala que cuando se ha degenerado hasta el punto de que un estrato burgués tiene el control del partido, la necesidad de preservar las normas del partido cede a la necesidad de liquidar al elemento de la burguesía a cualquier precio. Esta fue precisamente la situación que se creó en la Unión Soviética y China. Y, contrariamente a la imagen presentada por el PCR, el PTA no tomó nunca la posición sobre que el proletariado chino no debería haber utilizado todos los medios necesarios para aplastar a la burguesía. Por el contrario, los artículos publicados por el PTA en su diario: «Zeri i Popullit» durante los años de la «revolución cultural», siempre llevaron el mensaje insistente al proletariado chino para que llevara la purga y la reorganización del PCCh hasta el final, reconstruyendo su vanguardia revolucionaria en el partido para poder así dirigir la lucha contra la burguesía de forma eficaz. Y dejaban en claro que no se oponían a métodos radicales para lograr esto. El PCR pone las críticas del PTA a la «revolución cultural» en el mismo campo que los revisionistas soviéticos que tanto critican a la «revolución cultural» por otros motivos. Pero la naturaleza de clase de las críticas del PCUS y las del PTA 94
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se encuentran en polos opuestos. Los revisionistas soviéticos critican a Mao por atacar a la burguesía, mientras que el PTA critica a Mao por no llevar la lucha contra la burguesía durante la «revolución cultural» hasta el final. Mientras que el PTA decía que apoyaba los objetivos estratégicos de la «revolución cultural» para derrocar a la burguesía en el poder, se oponía al enfoque anarquista de Mao sobre la organización de la lucha proletaria. Pero a diferencia de los revisionistas soviéticos –y sus homólogos chinos– que se quejan de que las masas «se volvieron locas» en el ataque a la burguesía, el motivo de las críticas del PTA es que la lucha de las masas contra la burguesía era ineficaz por la falta de liderazgo y organización. El PTA constantemente acentúa que la lucha emprendida por las masas para eliminar los remanentes de sociedad burguesa y feudal debe ser conducida por el partido. Para el PCR, estos puntos de vista del PTA sobre el liderazgo centralizado de la luchas de masas personifican una perspectiva burocrática. Comenzando considerando que la experiencia china es universal y que el partido y el Estado en la sociedad socialista inevitablemente acabaran dominados por burgueses como paso en China, el PCR por su parte ve el énfasis del PTA sobre el centralismo como si la luchas de masas se tuviera que hacer respetando a la dirección burguesa infiltrada en el partido. Aunque es inevitable que los elementos burgueses broten dentro del partido del proletariado y del Estado en la sociedad socialista, no es inevitable que vayan a hacerse con el control de los mismos. La clave para mantener el carácter proletario del partido y el Estado es la correcta aplicación del centralismo democrático; que combina el control desde arriba con la movilización de las masas para ejercer el control desde abajo. Lejos de restringir la participación masiva en la transformación revolucionaria en el curso de la sociedad socialista, el liderazgo centralizado, si se trata de un verdadero liderazgo proletario, fomenta la participación y la hace efectiva. El PTA hace hincapié en la necesidad del centralismo y democracia en la lucha para desarrollar el control obrero real a través de los medios de producción así como en todos los aspectos de la sociedad: «Como la experiencia histórica confirma, hay dos enemigos principales que ayudan a la degeneración pacífica de la dictadura del proletariado: la burocracia y el liberalismo. La esencia de la lucha de clases contra la burocracia y el liberalismo consiste en el establecimiento y la aplicación de las relaciones correctas entre la democracia y el centralismo. La organización y el funcionamiento del sistema de la dictadura del proletariado, de todo el Estado socialista y la vida social, se basan siempre en el principio del centralismo democrático, cuyo núcleo es la dirección centralizada de la vida del país por la clase obrera a través de su Partido y del Estado, la combinación de la 95
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dirección centralizada con la iniciativa creadora de los órganos locales y las masas de la clase obrera, el Partido de Albania ha instruido que la lucha debe librarse en dos frentes: tanto en contra del centralismo burocrático con tendencia a restringir la democracia socialista y que la hacen formal pero práctica, como contra las tendencias liberales anarquistas y conceptos de democracia que conducen a socavar la dictadura del proletariado. En la lucha por la defensa y el fortalecimiento del orden socialista, el control proletario, tanto el ejercido desde arriba, a través del Partido y el Estado, como el ejercido desde abajo, por el control directos de los obreros y campesinos, son de gran importancia, el marxismo-leninismo nos enseña, y la experiencia de la construcción socialista en Albania ha proporcionado una grata confirmación, que el control directo por parte de obreros y campesinos es un arma eficaz e imprescindible para la lucha de clases en el fortalecimiento de la dictadura del proletariado y una escuela para las clases explotadas en la tarea de dominar el arte de gobernar. Para evitar la pérdida de su posición dominante recién conquistada –Engels dijo– que la clase obrera debía asegurarse a sí misma de sus propios diputados y funcionarios. ¿Cuál es el camino para garantizar esto? «Tan pronto como se toma el poder político», dice Lenin, «los obreros deben destruir el viejo aparato burocrático, van a aplastar sus bases, sin dejar piedra sobre piedra». Ellos deben sustituirlo por un nuevo aparato también integrado por obreros y funcionarios y, con el fin de evitar que se conviertan en burócratas, se tomarán las medidas que Marx y Engels han estudiado con detalle: 1. No sólo aceptar el principio de elección, sino también el principio de que puedan ser removidos en cualquier momento por las personas que les eligieron. 2. No debe haber un sueldo superior al de cualquier obrero. 3. El trabajo debe comenzar inmediatamente de tal forma que todo el mundo pueda llevar a cabo las funciones de control y supervisión». (15) (Albania Today #5, 1975) «Hemos escuchado demasiadas frases», dirán los escépticos que han estado profundamente preocupados por la degeneración de la revolución china pero que han sido influenciados por la desviación anarquista de la «revolución cultural». La clase obrera china fue derrotada, la clase obrera albanesa no lo ha sido por el momento. Contrariamente a la imagen sombría que la «revolución cultural» proyecta por sus propias razones oportunistas, la imagen de Albania es bien diferente, la clase obrera albanesa ha salido victorioso en la lucha a vida o muerte lucha que ha emprendido contra los enemigos internos. Campañas populares masivas que se han librado en Albania para popularizar y democratizar la educación, para eliminar las costumbres religiosas, feudales y burguesas; para luchar contra la supremacía masculina aumentando la participación de las mujeres en el partido, el Estado y la economía; para popularizar y democratizar también el ejército; para combatir la burocracia y 96
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desarrollar el control de los obreros y campesinos; para dar a conocer verdaderamente el marxismo-leninismo y dar a entender la necesidad de conocer a éste entre el pueblo; para eliminar paso a paso los argumentos egoístas, para poner el interés general por encima del interés personal. Estas luchas se han librado por medio de campañas masivas, con reuniones de masas donde se practicaba la crítica y autocrítica, llevando muchas veces a la sustitución de cuadros burocratizados y realizando la elección de otros más aptos. Estas luchas no tomaron las mismas formas que las de la «revolución cultural» en China, debido a que el PTA no aceptaba estos métodos anarquistas, y a que la situación objetiva no exigía el derrocamiento de la burocracia burguesa dominante, como sí ocurría en todo el cuerpo de la sociedad china, por todo esto el PTA en Albania dirigió estas luchas mediante el partido, los sindicatos, y las organizaciones de mujeres y jóvenes. Los albaneses han logrado resultados sin precedentes a través de sus luchas por construir y perfeccionar las relaciones socialistas de producción. El diferencial entre el salario promedio de un obrero y la de los principales ministros del gobierno es de uno a dos. Además, el sistema de pago ha sido generalmente depurado de bonos extra. Esta es sin duda la diferencia salarial más estrecha del mundo. En China, probablemente uno de los países más avanzados del mundo en este sentido antes del golpe de Estado en 1976, las diferencias salariales eran al parecer de uno a dieciséis, sin contar los bonos extra para los altos funcionarios. Todos los empleados del aparato del partido y del Estado, así como los trabajadores de la educación, el arte y la cultura, trabajan en la producción al menos un mes al año –menos a las mujeres–. Todos los directores y personal técnico de las industrias y cooperativas trabajan en la producción de tres a cuatro meses al año. Además, hay una circulación sistemática, o también llamada rotación de cuadros de la administración a los trabajos de producción, y de los obreros de la producción a los puestos de dirección. Estas políticas han estado en vigor durante más de diez años. Estas reformas no se llevaron a cabo en China, aunque la izquierda luchara por ellas y otras demandas durante años. En Albania todas las personas capaces de portar armas poseen armas y están entrenadas en su uso. Además de ser una fuerte defensa contra un ataque exterior, es una garantía de gran alcance del gobierno popular contra el enemigo interno, en China, el ala izquierda de las milicias obreras que se opusieron al golpe de Estado en 1976, en general no tenían acceso a las armas, y se estrellaron contra el ejército que estaba plenamente controlado por los revisionistas.
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V Enseñanzas de las experiencias china y albanesa La principal tarea de la revolución socialista es restringir y finalmente eliminar el control burgués de los medios de producción, y eliminar todas las condiciones materiales e ideológicas que puedan dar lugar a la aparición de una nueva clase burguesa. Este es un proceso prolongado que pasa a través de muchas etapas. La primera es la eliminación del poder político burgués, el establecimiento de la dictadura del proletariado y la restricción del poder económico de la burguesía. La nacionalización de la industria y el comercio así como el establecimiento de la planificación económica centralizada por el Estado proletario es un paso decisivo para la edificación del socialismo. Sin embargo, todavía existen agentes de la burguesía en el aparato del Estado y los remanentes de la sociedad burguesa que no sólo existen en el pensamiento de las clases explotadoras, sino en el propio sistema económico y político, que aún no está maduro para ir al comunismo de una pasada. Aspectos de la sociedad burguesa, como el «derecho burgués» en la distribución, la división del trabajo intelectual y manual, y las diferencias entre el campo y la ciudad, proporcionan una base para el aumento de la polarización de clases y la explotación de una clase por otra. Este peligro, que existe durante un período histórico prolongado sólo puede evitarse mediante la implacable lucha de clases que restringa cada vez este peligro, eliminando todas las taras heredadas de sociedad burguesa y desarrollando cada vez más el control sobre los medios de producción por parte de las masas trabajadoras. En China el poder político burgués nunca fue totalmente derrotado; la dictadura del proletariado nunca fue establecida. Debido a la continua fortaleza de la burguesía en el gobierno, el poder económico de la burguesía no podía ser derrotado, sus manos no podían ser retiradas de las palancas dominantes de los medios de producción. Debido al poder que el proletariado logró en China, las reformas socialistas podrían instituirse como medidas para el desarrollo del control obrero y campesino, para la popularización de la educación y la atención de la salud. Sin embargo, la efectividad de estas medidas, así como el desarrollo de una verdadera planificación centralizada socialista, siempre estuvieron gravemente saboteadas por las fuerzas burguesas que siguieron ejerciendo un tremendo poder. Las líneas erróneas sobre la que se construyó el PCCh se achacan sobre todo a la falta de vínculos con el proletariado cuando se tomó el poder en 1949 y a su constante actitud liberal hacia la burguesía y sus agentes, los cuales todos ellos animaban el fortalecimiento del poder burgués en China. 98
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Las críticas en este sentido de Enver Hoxha al PCCh y Mao Zedong dan en el blanco. Si bien el Partido Comunista Revolucionario EE.UU. y otros partidos similares intentan alejarnos de la justa recapitulación de los errores que condujeron a la degeneración de la revolución, es imprescindible resumir esta experiencia y sacar las lecciones correctas. La obra de Enver Hoxha «El imperialismo y la revolución» de 1978, así como «Reflexiones sobre China» de 1979, en contraste con lo que muchos análisis burgueses y corrientes antimarxistas de «izquierda» puedan contar, en esas obras se analizan y señalan los errores desde una perspectiva marxista-leninista, exactamente encontrando los fallos más notables del PCCh. La experiencia de Albania está en contraste con la de China. Incluso antes de la toma del poder, los comunistas albaneses ya mantenían una postura mucho más aguda contra la burguesía local y se negaron desde un inicio a compartir el poder con ella. En consecuencia con este pensamiento, al tomar el poder se tomaron medidas radicales para expropiar y reprimir a la burguesía, para romper su capacidad de reorganizarse, limitando su influencia de antaño. Esto sólo fue posible debido a la fuerza de los comunistas y de las clases explotadas, y en parte a la debilidad de la burguesía que no supo reaccionar ante tan justo camino. Desde el primer día, los comunistas albaneses fueron mucho más vigilantes que los comunistas chinos contra las intrigas de los agentes de la burguesía dentro del partido y del Estado, como muestra la lucha en vanguardia contra el titoismo y el jruschovismo, del mismo modo prestaron especial atención a la corrupción y la degeneración del partido, del Estado, de los cuadros, evitando el desarrollo de métodos burocráticos, como muestra todas las campañas masivas y medidas teórica recogidas en los documentos del Partido del Trabajo de Albania. En el curso de esta lucha ellos han tomado medidas radicales para purgar tanto partido como Estado de los grupos burgueses-revisionistas, como demuestran las sucesivas purgas de baja o alta intensidad cuando fueron necesarias. La comprensión del proletariado sobre realizar la guerra revolucionaria, sobre gestar las alianzas correctas, sobre la construcción del socialismo, son temas que aún se están desarrollando acumulando experiencia en todo el mundo. Antes de la Revolución de Octubre muchos comunistas no sabían exactamente que significaba la dictadura del proletariado y les era en gran parte desconocida. Antes de las revoluciones en China y Albania había partidos que no tenían muy claro cómo se tenía que desarrollar ese socialismo después de la revolución democrática nacional. Albania tomó un camino y China otro diferente. ¿Cuál es la actitud del PCR en el aprendizaje de la experiencia acumulada hasta el momento en las dos revoluciones? 99
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A pesar del fracaso de la revolución china para derrotar a la burguesía, mantienen que la línea de Mao Zedong sobre la alianza con la burguesía nacional en la construcción del socialismo es una «contribución inmortal», mientras que ignoran el éxito de la revolución albanesa en la eliminación de la «vieja» burguesía albanesa y al menos hasta el presente también en derrotar las aspiraciones de los «nuevos» elementos burgueses en Albania, declaran igualmente que la línea del PTA se basan en «saltar etapas», del mismo modo que lo llaman camino «burocrático» por seguir fiel a la planificación centralizada y a la prioridad de la industria pesada, cosa que según ellos se opone a las «inmortales contribuciones de Mao Zedong» que abogan por la descentralización y el campo como base económica. El PCR se niega a considerar que pueda haber habido errores importantes en la línea de Mao Zedong, la cual como hemos comprobado es una línea que ayudó a la burguesía a consolidar el poder en China, y en lugar de explicar los errores de Mao Zedong, aunque sea citando un par de ellos, el PCR prefiere decir que esta degeneración era inevitable debido a las condiciones objetivas, a la llamada «fuerza relativa de las clases en pugna». Ellos sin embargo van a criticar que: «Algunos auténticos marxistas-leninistas que, manteniendo al mismo tiempo las contribuciones de Mao, aún proceden de la premisa de que al haber triunfado los revisionistas, las razones de su triunfo deben recaer en los errores de los revolucionarios». (1) (J. Werner, Respuesta al ataque dogmáticorevisionista sobre el Pensamiento Mao Zedong, 1979) El PCR está decidido a probar que esta idea sobre los errores es infundada, y que simplemente estas idea infundada es la que aviva la polémica. Antes de que la dirección del PCR vaya declarando como los principales expertos del mundo en la construcción socialista, puede ser que debieran tomar algo de tiempo para estudiar la experiencia de los albaneses en vez de pasar el tiempo haciendo denuncias irresponsables que sólo desorientan a sus cuadros.
FIN
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Editado el 18 de Julio del 2013 Reeditado el 02 de Enero del 2014
NG Pedro Madrigal Bitácora de un NICARAGÜENSE