El petróleo en la antigüedad Desde la antigüedad el petróleo aparecía de forma natural en ciertas regiones terrestres como son los países de Oriente Medio. Hace 6.000 años en Asiria y en Babilonia se usaba para pegar ladrillos y piedras, en medicina y en el calafateo de embarcaciones; en Egipto, para engrasar pieles; las tribus precolombinas de México pintaron esculturas con él; y los chinos ya lo utilizaban como combustible. La primera destilación de petróleo se atribuye al árabe de origen persa Al-Razi en el siglo IX, inventor del alambique, con el cual obtenía queroseno y otros destilados, para usos médicos y militares. Los árabes a través del Califato de Córdoba, actual España, difundieron estas técnicas por toda Europa. Durante la Edad Media continuó usándose únicamente con fines curativos. En el siglo XVIII y gracias a los trabajos de G. A. Hirn, empiezan a perfeccionarse los métodos de refinado, obteniéndose productos derivados que se utilizarán principalmente para el engrasado de máquinas. El petróleo en el siglo XIX La moderna historia del petróleo empieza en torno a 1855. La idea partió de George Bisell, al que hay que atribuirle el mérito de haber hecho nacer una industria con una importancia sin precedentes. Otros nombres fundamentales de este inicio son el de James Townsed, banquero y principal inversor, y Edwin L. Drake, quien, tras el informe favorable de Silliman acerca de las propiedades del petróleo, fue enviado para perforar la tierra con la esperanza de encontrarlo en mayor cantidad bajo la superficie. ¿Qué interés tenía, por aquel entonces, ese producto novedoso? El interés procedía de su condición de inflamable. Goerge Bisell creyó que podría ser sustituto del aceite de carbón y del de ballena, que se utilizaban por aquel entonces para iluminar, y para lo que existía un gran mercado en expansión con el desarrollo de las ciudades. El estudio preliminar demostró que las propiedades del “aceite de piedra” eran excelentes para tal fin, y por ello se constituyó la Pennsylvania Rock Oil Company, destindada a la explotación del descubrimiento. Era una compañía pequeña y con pocos fondos, que a punto estuvo de cerrar. Pero quince días antes de hacerlo, en agosto de 1859, las excavaciones dieron resultado. Fueron hechas en un pueblo llamado Titusville (unos 150 Km al norte de Pittsburg), en unas colinas (Oil Creek) en las que se producían unas pequeñas filtraciones de forma natural. Como resultado, se obtuvo por primera vez “aceite de roca”, es decir, petróleo, en cantidades abundantes. La noticia se extendió con rapidez y la colina se llenó rápidamente de nuevos pozos. Quince meses después, en Noviembre de 1860, había 75 pozos funcionando en Oil Creek. La fiebre del petróleo había comenzado.
El resto de técnicas necesarias (refino para obtener keroseno, lámparas para quemarlo...) ya se habían inventado para los aceites del carbón, y eran directamente aplicables. La nueva industria lo aprovechó y se extendió rápidamente, pasando a conocerse la zona como “las Regiones Petrolíferas”. Los primeros pozos tenían que bombearse a mano, y el primer pozo surgente (que expulsa petróleo por sí mismo) no apareció hasta 1861. En esos primeros meses, tanto la producción como los precios fluctuaron de forma brutal: de unos 450000 barriles en 1860 a 3 millones en 1862; 10$ por barril en enero de 1861, 50 centavos en Junio y unos diez centavos a finales del año; 4 dólares a finales de 1862 y 7,25 en Septiembre de 1863. Las Regiones del Petróleo se convirtieron en una fuente de riqueza donde miles de personas marcharon en busca de fortuna, y donde la especulación alcanzó cotas insospechadas. La década de 1860 fueron unos años de desarrollo brutal, en el que los pioneros hacían inmensas fortunas casi con la misma velocidad que las perdían. Todo fue caótico, vendiéndose un poco al azar. No fue hasta la década de los 70 cuando empezaron a organizarse lonjas de ventas. Por aquel entonces, el petróleo ya se había convertido en una industria de mediana importancia, suministrando iluminación a más y más gente.
El petróleo de 1900 a 1930 Problemas y oportunidades a comienzos de siglo XIX El cambio de siglo consolidó el uso de la electricidad como medio de iluminación, lo que supuso un grave problema para el sector del petróleo. De hecho, el uso que se había hecho hasta entonces era fundamentalmente de queroseno para iluminación. Esto ponía en peligro todo el negocio. Sin embargo, y a la par que la electricidad iba avanzando, también se iba imponiendo el motor de combustión interna como medio de transporte. Y este usaba gasolina como combustible. La gasolina, hasta entonces, había sido un producto de desecho derivado del refino para queroseno. Sin embargo, a lo largo de las primeras décadas del siglo, terminaría imponiéndose como el principal derivado del petróleo. También se irían encontrando nuevas fuentes de petróleo. Una de las más importantes, sin duda, fue la colina de Spindletop. Situada en el Sudeste de Texas, el hallazgo de petróleo en la zona fue casual. Sin embargo, se produjo en grandes cantidades, contribuyendo al desarrollo económico de la zona. Pero de nuevo hicieron acto de presencia la acción especulativa, y en unos pocos meses se habían instalado ya 214 pozos. El suministro era tan intenso, que a mediados del verano de 1901 el petróleo bajó a 3 centavos de dólar el barril (para hacernos una idea, el vaso de agua se cobraba a 5 centavos). Las riendas principales de la explotación las había tomado James Guffey, el principal explorador de petróleo, y su compañía, la Gulf. Pero la producción era
demasiado grande, y muy difícil encontrar mercados para ella. Sin embargo, encontró un cliente al otro lado del Atlántico. La Shell aprovechó la oportunidad para introducirse en el mercado estadounidense. Pero lo que se conoció como “el contrato del siglo” se vino abajo cuando en 1902 empezó a descender la producción de la zona. La Sun Oil Company fue fundada en 1850, y fue adquiriendo concesiones a lo largo de los primeros años. De Spindletop también apareció la Texaco, nacida de las concesiones poseídas por Joseph Cullinam, un directivo de la Standard que se marchó a probar suerte. La compañía estuvo a punto de fusionarse con la Gulf, pero al final esto tampoco llegó a buen término. A pesar de esta explosión de compañías, éstas parecían simplemente pequeños anexos que poco podían hacer frente a la Standard. Sin embargo, la inundación del mercado internacional de petróleo ruso, y la creciente producción texana, que no podía ser controlada, empezó a ser un quebradero de cabeza para los planes de control absoluto de la Standard Oil. La Primera Guerra Mundial Para la industria petrolera, la Primera Guerra Mundial supuso la consolidación del motor de combustión interna. El uso de éste y la disponibilidad de petróleo fueron decisivos para decantar la guerra del lado aliado. Además, durante la guerra se perfeccionaron y potenciaron los distintos medios de transporte: así, la aviación se hizo segura durante esos años; y se aumentó el parque móvil. La fuerza británica que llegó a Francia en 1914 contaba con 827 vehículos a motor; para el final de la guerra, eran ya 23000. En la carrera por el suministro, la Anglo-Persian se volcó con el gobierno, aduciendo el patriotismo, y señalando que la Royal Dutch-Shell sólo buscaba su beneficio, haciendo negocios con los dos gobiernos. Esto no era cierto, y de hecho la Shell prestó una gran ayuda durante la guerra. Europa antes y después de la I Guerra Mundial A pesar de esto, y debido al crecimiento exponencial de la necesidad de combustible, muy pronto hubo escasez de petróleo, que se comprometieron a suministrar las compañías estadounidenses. De hecho, esta fue la ventaja definitiva, ya que los alemanes se quedaron sin suministro de combustible, y cuando accedieron a los campos rumanos, estos habían sido destruidos por fuerzas británicas. Además, no eran suficientemente importantes, por lo que intentaron negociar con los bolcheviques, recién instalados en el gobierno ruso. Sin embargo, y ante el desconcierto, las tropas turcas fueron hacia Bacú, pero los británicos, partiendo desde Persia, controlaron la zona. El no poder acceder, finalmente, a esos suministros determinó en gran medida el final de la guerra.
La segunda guerra mundial Japón El petróleo, en aquel entonces no era la fuente principal de energía de la economía japonesa, sino que lo era el carbón. Sin embargo, la cuestión fundamental era que el ejército, la marina y la aviación consumían petróleo, por lo que en caso de guerra era un elemento estratégico fundamental. Cuando en el gobierno japonés se planteaba la posibilidad de una guerra frente a EEUU, el problema era siempre el mismo: EEUU era un país rico en recursos naturales, al contrario que Japón. Éste importaba además la inmensa mayoría de su petróleo, fundamental en caso de guerra, del propio EEUU. En consecuencia, si la guerra se prolongaba durante mucho tiempo, las posibilidades de victoria eran nulas. Por ello era tan importante la conquista de Indochina. En Sumatra había importantes recursos petrolíferos (aquellos que 40 años atrás había comenzado a explotar la Royal Dutch, y que aún seguían en funcionamiento, y además en mucha mayor escala), aparte de que la zona era rica en multitud de recursos, lo que era fundamental para Japón En junio de 1942 los japoneses planearon dar otro duro golpe a los estadounidenses en la isla de Midway. Además, eso ayudaría a reforzar su perímetro de defensa. Pero EEUU, que conocía los códigos de comunicación japoneses, se preparó mejor para el ataque e infringió una severa derrota a la marina imperial. Aunque los holandeses y americanos destruyeron sus pozos asiáticos antes de que fueran conquistados por los japoneses, estos los pusieron pronto a funcionar. Además, encontraron otro pozo, de grandes dimensiones, que estaba a punto de empezar a utilizar Caltex (la filial de Socal y Texaco). El problema de producir petróleo estaba solucionado. Pero apareció un problema que los japoneses no habían tenido en cuenta: los submarinos. Éstos se dedicaron continuamente a destruir los petroleros japoneses, por lo que no sirvió de nada disponer de campos de producción de petróleo. La escasez de combustible obligó a la Marina japonesa a replegarse y dividirse, y a partir de entonces gozó de una movilidad muy inferior. Alemania El problema alemán cara a la guerra era similar al japonés. Bien es cierto que Alemania poseía grandes cantidades de carbón y acero, pero el petróleo era su punto débil. Pero tenían una solución, o al menos una parte: I. G. Farben. I. G. Farben era una compañía química que estaba investigando la producción de combustibles sintéticos, por un método conocido como hidrogenación, a partir del carbón. Era un procedimiento caro, y con pocas posibilidades de competir en el mercado con el petróleo. Pero a finales de los 20, y con el fin de potenciar su desarrollo, el gobierno alemán puso un arancel a las importaciones. Con la llegada de Hitler y el
Partido Nacionalsocialista al poder, se consideró la investigación de I. G. Farben prioritaria para el desarrollo del país, por lo que se subió aún más el arancel al petróleo. La compañía empezó a colaborar estrechamente con los nazis, que la impulsaron con fuerza para poder asegurarse un combustible fundamental en caso de guerra. Hitler comprendió la importancia del transporte en el mundo moderno, y comenzó a motorizar Alemania, construyendo por todo el país autovías. Pero los combustibles sintéticos encontraron más dificultades de las esperadas. Su producción era costosa, y requería de grandes cantidades de recursos y personal. Sin embargo, se construyeron progresivamente más factorías, inmensas, obras maestras de la ingeniería. Cuando en 1939 comenzó la guerra funcionaban 14, y para 1940 la producción era de 72000 barriles al día, el 46% de las necesidades de petróleo. Otra gran parte del petróleo nazi provenía de Ploesti, los campos petrolíferos de Rumanía. Además, merced a un acuerdo con Rusia, ésta le suministraba también crudo. A finales de 1940, con su estrategia de guerras “relámpago” (las blitzkrieg), Alemania se había apoderado de gran parte de Europa Occidental, con una estrategia consistente en grandes despliegues de hombres y armamento en un momento y espacios concretos, que lograban conquistar rápidamente los territorios. Así se había apoderado ya de Polonia, Países Bajos, Francia, Yugoslavia y Grecia. Y por el mismo procedimiento invadieron, finalmente, Rusia, con la intención de alcanzar el Cáucaso y con él los ricos yacimientos petrolíferos de Grozny y Bacú. Lograrlo suponía tener acceso a todo el combustible necesario para la guerra y, además, negárselo a Rusia. Pero el frente alemán era demasiado grande, y no había posibilidad de distribuir eficientemente el combustible ni los alimentos necesarios para el avance. Los Aliados Ante el ascenso nazi durante la década de los 30, el gobierno inglés fue preparando con las compañías (Shell, Anglo-Persian y la filial británica de Jersey) cómo debería afrontar el sector del petróleo una posible guerra. Debido a la dependencia de las fuentes externas se habló de la posibilidad de producir combustibles sintéticos, pero se descartó por su alto coste, y dado que dos de las mayores petroleras mundiales eran inglesas, se confió en sus suministros (y en los estadounidenses). Sin embargo, un problema apareció cuando Henry Deterding empezó a simpatizar con los nazis y con su líder, Hitler. Esto se vio impulsado por el firme rechazo que tenían de los bolcheviques, en lo que coincidía con ellos plenamente. Pero fue apartado de la dirección de la Shell en 1936 y pasó a ser un personaje sin importancia. Cuando comenzó la guerra, Churchill fue llamado de nuevo a ocupar el almirantazgo, y posteriormente asumió el puesto de Primer Ministro. Como ya había intuido en la I Guerra Mundial, consideró al petróleo como decisivo y procedió a la integración de las compañías británicas, que durante la guerra operaron como un monopolio. Tras la invasión de Francia por los Alemanes, como medida de precaución se preparó la destrucción de las reservas de petróleo de la costa sur de Inglaterra,
así como también se abandonaron las gasolineras, manteniéndose sólo las estrictamente necesarias. En 1940 la invasión alemana a las islas era más que una posibilidad. Por su parte, en EEUU se decidió abastecer sin reservas a los británicos a finales de 1940. Para ello, en marzo del 41 el presidente Roosevelt empezó a “prestar” combustible y petroleros a cambio de “pagos futuros”, debido a la escasez de divisas de la economía británica. En mayo nombró a Harold Ickes coordinador del petróleo. Ickes había organizado ya las restricciones de mediados de los treinta, por lo que sabía bien como funcionaba el sector. Aunque la industria desconfiaba de él, supo dirigir a los distintos grupos de forma que aumentaran la producción. Sin embargo, y aunque empezó a organizarse el envío masivo de envíos hacia el Reino Unido, los submarinos alemanes los destruían continuamente, por lo que era muy difícil hacerlos llegar. La situación se volvió desesperada en julio, pero no se podía hacer público el problema, para que los alemanes ignoraran lo fundamental que eran para Gran Bretaña aquellos envíos. Por ello, Ickes propagó que había una “carestía” de combustible, para frenar la demanda interna mediante el ahorro, y enviar más excedentes al Reino Unido. A esto se unió el aumento de patrulleras en la zona, lo que permitió a los petroleros llegar a las islas. Así, se salvó la situación, y como volvió a aparecer petróleo en el mercado, Ickes fue muy criticado por haber anunciado una carestía “falsa”. Sin embargo, tras Pearl Harbor Alemania declaró la guerra a EEUU y sus submarinos empezaron a atacar en aguas estadounidense, creando de nuevo numerosas bajas en los petroleros. Durante todo 1942 los alemanes mejoraron sus armas submarinas, y atacaron continuamente los envíos de petróleo. Para diciembre la situación era casi desesperada en Gran Bretaña. En marzo de 1943, y cuando los alemanes estaban a punto de cortar el contacto aliado, Estados Unidos descifró los códigos de los mensajes enemigos, potenció la defensa de los convoyes y adelantos tecnológicos mejoraron los radares. Además, entraron en juego aviones de largo alcance que atacaban a los submarinos y protegían los convoyes. Esto obligó a los alemanes a retirarse, y el ansiado petróleo pudo llegar a Gran Bretaña con un mínimo de seguridad. La tecnología del petróleo también supuso un avance decisivo. La Shell había desarrollado una gasolina especial de 100 octanos, lo que proporcionaba a los aliados una ventaja en forma de velocidad y potencia frente a los aviones enemigos, que utilizaban de 87 octanos. Esta diferencia permitió a las Fuerzas Aéreas Británicas repeler a la Luftwaffe en condiciones ventajosas. Finalmente, tras ahogar a los alemanes, los aliados desembarcaron en Normandía, pero vieron impedidos sus movimientos temporalmente por la carencia de suministros de combustible. Éste no llegó hasta julio del mismo año (1944), y entonces los aliados rompieron con fuerza las líneas alemanas y avanzaron con velocidad. Las tropas que más avanzaron fueron las del mítico Patton, que aprovechando la confusión se quedaron a las puertas de Alemania a la espera de recibir combustible. Pero éste era escaso, y prefirió destinarse a la conquista de Amberes, de forma que los aliados tuvieran una sólida posición defensiva. Cuando llegó el combustible al ejército de Patton ya era demasiado tarde, y los alemanes habían recompuesto su defensa, por lo que pudieron repeler el ataque. Por ello,
los rusos fueron quienes finalmente conquistaron Berlín. Según dicen los expertos, si el combustible se hubiera destinado a las unidades de Patton, habrían podido los aliados conquistar Alemania, evitando así que la esfera de influencia de la Unión soviética llegara hasta la misma Europa Occidental. Pero no fue así, y a partir de entonces se inauguró la Guerra Fría. La II Guerra Mundial demostró, de forma mucho más fuerte que la primera, lo fundamental de los suministros de petróleo para las economías modernas. La guerra fue un continuo luchar contra la escasez de combustible, y el factor que finalmente la decantaría del bando aliado. Y además, aquella guerra inauguró una nueva etapa de la economía capitalista en la que ésta haría a toda la Tierra dependiente del petróleo. El oro negro. Petróleo en la actualidad Situación actual Después de los ataques del 11 de septiembre y la operación Justicia Infinita, que barrió con los talibanes, hizo que Estados Unidos respaldara al nuevo gobierno afgano encabezado por Hamid Karzai. Nueve días después de que Karzai asumió su puesto, se encontró en Afganistán con su viejo conocido Zalmay Khalilzad, quien lucía su nuevo puesto: enviado especial de EE.UU. ante Kabul. Un oleoducto a través de Afganistán permite obviar la necesidad de negociar con Rusia y costaría menos de la mitad de lo que cuesta un oleoducto a través de Rusia. Financiera y políticamente, hay un gran premio aquí, un oleoducto a través de Afganistán hasta la costa de Pakistán, sacaría el petróleo de Asia Central más fácil y más barato. Es cierto que en Afganistán y Pakistán hay gas y petróleo, pero el premio gordo no es ese: La región del Caspio contiene enormes reservas de hidrocarburos sin explotar, una gran parte situadas en la cuenca del propio mar Caspio. Las reservas totales de petróleo de la región podrían alcanzar una cifra superior a los 60 mil millones de barriles de petróleo, aunque algunas estimaciones hablan de 200 mil millones. Esa región es nada menos que la de las ex repúblicas soviéticas de Azerbaiján, Kazajstán, Turkmenistán y Uzbekistán. Según las estimaciones de los expertos, el oro negro bajo esos suelos contendría las reservas de petróleo más cuantiosas de la Tierra, después de la Península Arábiga. La Tercera Crisis Energética que se Avecina Varios índices de EUA respecto a la seguridad en los suministros de energía indican que quizás el mundo este dirigiéndose a una nueva crisis del petróleo. Muchas de las señales de riesgo que existieron antes las crisis de energía de 1973 y 1979 existen hoy y ellas indican que la situación actual podría ser aún peor. La dependencia en el petróleo importado ha crecido constantemente durante una década y ha registrado niveles record durante los últimos años.
Que nos depara el Futuro Hoy en día y ante los sucesos de los 40 últimos años anteriormente comentados, se busca desesperadamente una energía que libere a la Humanidad de la esclavitud del petróleo. Esta debe, ser barata, no contaminante y que todos los países puedan obtenerla para eliminar los monopolios. El barril de crudo ha escalado a precios máximos históricos y, además, comienzan a oírse voces contrarias a los combustibles fósiles porque, aunque su precio hipotéticamente se redujera, propician el calentamiento de la atmósfera, modifican el clima y generan catástrofes naturales. El problema gravita en que no hay mucho donde elegir. La energía se utiliza en nuestra civilización fundamentalmente para dos cometidos: para generar electricidad y para el transporte. Para el primero ya existen ciertas alternativas como lo son la fisión nuclear (ya utilizada ampliamente en países industrializados a pesar del episodio de Chernóbil), la hidroeléctrica (recordemos recientemente los años secos que pasamos), la eólica, que se utiliza levemente en algunos países, por lo que se debe hablar más de energías complementarias del petróleo y no verdaderamente alternativas. Para el caso del transporte, no existe, por ahora, un sustitutivo con la relación de costo beneficio de la gasolina o el gasoil. Sin embargo, el automóvil de hidrogeno existe y está en desarrollo por importantes firmas automovilísticas, además de nuevas tecnologías como los biocombustibles por lo que no es de sorprenderse que en un futuro no muy lejano cambiemos nuestro medios de locomoción dejando así de depender de los combustibles fósiles y de sus proveedores.
La historia del petróleo de Yergin Daniel Adicción, oro negro, petróleo de Christian Looff Sanhueza