El paso del Yabebirí En el río Yabebirí, que está en Misiones, hay muchas rayas, porque «Yabebirí» quiere decir precisamente «Río-de-las-rayas». «Río-de-las-rayas». Hay tantas, que a eces es peli!roso meter un solo pie en el a!ua. Yo conocí un hombre a quien lo pic" una raya en el tal"n y que tuo que caminar ren!ueando media le!ua para lle!ar a su casa# el hombre iba llorando y cay$ndose de dolor. Es uno de los dolores más %uertes que se puede sentir. &omo en el Yabebirí hay tambi$n muchos otros peces, al!unos hombres an a ca'arlos con bombas de dinamita. (iran una bomba al río, matando millones de peces. (odos los peces que están están cerca mueren, mueren, aunque sean sean !randes como como una casa. casa. Y mueren tambi$n tambi$n todos los chiquitos, que no siren para nada. )hora bien# una e' un hombre %ue a iir allá, y no quiso que tiraran bombas de dinamita, porque tenía lastima de los pececitos. *l no se oponía a que pescaran en el río para comer+ pero no quería que mataran mataran intilmente a millones millones de pececitos. pececitos. os hombres que tiraban bombas se enoaron al principio, pero como el hombre tenía un carácter serio, aunque era muy bueno, los otros se %ueron a ca'ar a otra parte, y todos los peces quedaron quedaron muy contentos. contentos. (an (an contentos contentos y a!radecidos a!radecidos estaban estaban a su ami!o que que había salado a los pececitos, que lo conocían apenas se acercaba a la orilla Y cuando $l andaba por la costa %umando, las rayas r ayas lo se!uían arrastrándose por el barro, muy contentas de acompa/ar a su ami!o. *l no sabía nada, y iía %eli' en aquel lu!ar. Y sucedi" que una e', una tarde, un 'orro lle!" corriendo hasta el Yabebirí, y meti" las patas en el a!ua, a!ua, !ritando# 01Eh, rayas2 1i!ero2 1i!ero2 )hí iene iene el ami!o de ustedes, ustedes, herido. as rayas, que lo oyeron, corrieron ansiosas a la orilla. Y le pre!untaron al 'orro# 034u$ pasa5 pasa5 36"nde está el el hombre5 01)hí iene2 0!rit" el 'orro de de nueo0. 1Ha peleado peleado con un ti!re2 1El ti!re iene corriendo2 17e!uramente a a cru'ar a la isla2 16enle paso, porque es un hombre bueno2 01Ya lo creo2 1Ya 1Ya lo creo creo que le amos amos a dar paso2 &ontestaron &ontestaron las rayas0. rayas0. 18ero lo que es el ti!re, $se no a a pasar2 01&uidado con $l2 0!rit" 0!rit" an el 'orro0 19o se oliden de que es el ti!re2. Y pe!ando un brinco, el 'orro entr" de nueo en el monte. )penas acababa de hacer esto, cuando el hombre apart" las ramas y apareci" todo ensan!rentado ensan!rentado y la camisa rota. a san!re le caía por la cara y el pecho hasta el pantal"n, y desde desde las arru!as del del pantal"n, la san!re san!re caía a la arena. arena. )an' )an'"" tambaleando hacia la orilla, porque estaba muy herido, y entr" en el río. 8ero apenas puso un pie en en el a!ua, las rayas rayas que estaban estaban amontonadas amontonadas se apartaron de su paso, y el hombre lle!" con el a!ua al pecho hasta la isla, sin que una raya lo picara. Y con%orme con%orme
lle!", cay" desmayado en la misma arena, por la !ran cantidad de san!re que había perdido. as rayas no habían an tenido tiempo de compadecer del todo a su ami!o moribundo, cuando un terrible ru!ido les hi'o dar un brinco en el a!ua. 01El ti!re2 1El ti!re2 0!ritaron todas, lan'ándose como una %lecha a la orilla. En e%ecto, el ti!re que había peleado con el hombre y que lo enía persi!uiendo había lle!ado a la costa del Yabebirí. El animal estaba tambi$n muy herido, y la san!re le corría por todo el cuerpo. :io al hombre caído como muerto en la isla, y lan'ando un ru!ido de rabia, se ech" al a!ua, para acabar de matarlo. 8ero apenas hubo metido una pata en el a!ua, sinti" como si lo hubieran claado ocho o die' terribles claos en las patas, y dio un salto atrás# eran las rayas, que de%endían el paso del río, y le habían claado con toda su %uer'a el a!ui"n de la cola. El ti!re qued" roncando de dolor, con la pata en el aire+ y al er toda el a!ua de la orilla turbia como si remoieran el barro del %ondo, comprendi" que eran las rayas que no lo querían dear pasar. Y entonces !rit" en%urecido# 01)h, ya s$ lo que es2 17on ustedes, malditas rayas2 17al!an del camino2 019o salimos2 0respondieron las rayas. 017al!an2 019o salimos2 1*l es un hombre bueno2 19o hay derecho para matarlo2 01*l me ha herido a mí2 01os dos se han herido2 1Esos son asuntos de ustedes en el monte2 1)quí está bao nuestra protecci"n2... 19o se pasa2 018aso2 0ru!i" por ltima e' el ti!re. 019; 9<9&)2 0respondieron las rayas. =Ellas dieron >ni nunca> porque así dicen los que hablan !uaraní como en Misiones.? 01:amos a er2 0ru!i" an el ti!re. Y retrocedi" para tomar impulso y dar un enorme salto. El ti!re sabía que las rayas están casi siempre en la orilla+ y pensaba que si lo!raba dar un salto muy !rande acaso no hallara más rayas en el medio del río, y podría así comer al hombre moribundo. 8ero las rayas lo habían adiinado y corrieron todas al medio del río, pasándose la o'# 01@uera de la orilla2 0!ritaban bao el a!ua0. 1)dentro2 1) la canal2 1) la canal2
Y en un se!undo el e$rcito de rayas se precipit" río adentro, a de%ender el paso, a tiempo que el ti!re daba su enorme salto y caía en medio del a!ua. &ay" loco de ale!ría, porque en el primer momento no sinti" nin!una picadura, y crey" que las rayas habían quedado todas en la orilla, en!a/adas... 8ero apenas dio un paso, una erdadera lluia de a!uiona'os, como pu/aladas de dolor, lo detuieron en seco# eran otra e' las rayas, que le acribillaban las patas a picaduras. El ti!re quiso continuar, sin embar!o+ pero el dolor era tan atro', que lan'" un alarido y retrocedi" corriendo como loco a la orilla. Y se ech" en la arena de costado, porque no podía más de su%rimiento+ y la barri!a subía y baaba como si estuiera cansadísimo. o que pasaba es que el ti!re estaba enenenado con el eneno de las rayas. 8ero aunque habían encido al ti!re, las rayas no estaban tranquilas porque tenían miedo de que iniera la ti!ra y otros ti!res, y otros muchos más... Y ellas no podrían de%ender más el paso. En e%ecto, el monte bram" de nueo, y apareci" la ti!ra, que se puso loca de %uror al er al ti!re tirado de costado en la arena. Ella io tambi$n el a!ua turbia por el moimiento de las rayas, y se acerc" al río. Y tocando casi el a!ua con la boca, !rit"# 01Rayas2 14uiero paso2 019o hay paso2 0respondieron las rayas. 019o a a quedar una sola raya con cola, si no dan paso2 ru!i" la ti!ra. 01)unque quedemos sin cola, no se pasa2 0respondieron ellas. 018or ltima e', paso2 019; 9<9&)2 0!ritaron las rayas. a ti!ra, en%urecida, había metido sin querer una pata en el a!ua, y una raya, acercándose despacio, acababa de claarle todo el a!ui"n entre los dedos. )l ru!ido de dolor del animal, las rayas respondieron, sonri$ndose# 018arece que todaía tenemos cola2 8ero la ti!ra había tenido una idea, y con esa idea entre las ceas, se aleaba de allí, costeando el río a!uas arriba, y sin decir una palabra. Mas las rayas comprendieron tambi$n esta e' cuál era el plan de su enemi!o. El plan de su enemi!o era $ste# pasar el río por otra parte, donde las rayas no sabían que había que de%ender el paso. Y una inmensa ansiedad se apoder" entonces de las rayas. 01:a a pasar el río a!uas más arriba2 0!ritaron0. 19o queremos que mate al hombre2 1(enemos que de%ender a nuestro ami!o2 Y se reolían desesperadas entre el barro, hasta enturbiar el río.
018ero qu$ hacemos2 0decían0. 9osotras no sabemos nadar li!ero... 1a ti!ra a a pasar antes que las rayas de allá sepan que hay que de%ender el paso a toda costa2 Y no sabían qu$ hacer. Hasta que una rayita muy inteli!ente dio de pronto# 01Ya está2 14u$ aya los dorados2 1os dorados son ami!os nuestros2 1Ellos nadan más li!ero que nadie2 01Eso es2 0!ritaron todas0. 14ue ayan los dorados2 Y en un instante la o' pas" y en otro instante se ieron ocho o die' %ilas de dorados, un erdadero e$rcito de dorados que nadaban a toda elocidad a!uas arriba, y que iban deando surcos en el a!ua, como los torpedos. ) pesar de todo, apenas tuieron tiempo de dar la orden de cerrar el paso a los ti!res+ la ti!ra ya había nadado, y estaba ya por lle!ar a la isla. 8ero las rayas habían corrido ya a la orilla, y en cuanto la ti!ra hi'o pie, las rayas se abalan'aron contra sus patas, deshaci$ndoselas a a!uiona'os. El animal, en%urecido y loco de dolor, ru!ía, saltaba en el a!ua, hacia olar nubes de a!ua a manotones. 8ero las rayas continuaban precipitándose contra sus patas, cerrándole el paso de tal modo, que la ti!ra dio uelta, nad" de nueo y %ue a echarse a su e' a la orilla, con las cuatro patas monstruosamente hinchadas+ por allí tampoco s$ podía ir a comer al hombre. Mas las rayas estaban tambi$n muy cansadas. Y lo que es peor, el ti!re y la ti!ra habían acabado por leantarse y entraban en el monte. 34u$ iban a hacer5 Esto tenía muy inquietas a las rayas, y tuieron una lar!a con%erencia. )l %in dieron# 01Ya sabemos lo que es2 :an a ir a buscar a los otros ti!res y an a enir todos. 1:an a enir todos los ti!res y an a pasar2 019; 9<9&)2 0!ritaron las rayas más "enes y que no tenían tanta eAperiencia. 017í, pasarán, compa/eritas2 0respondieron tristemente las más ieas0. 7i son muchos acabarán por pasar... :amos a consultar a nuestro ami!o. Y %ueron todas a er al hombre, pues no habían tenido tiempo an de hacerlo, por de%ender el paso del río. El hombre estaba siempre tendido, porque había perdido mucha san!re, pero podía hablar y moerse un poquito. En un instante las rayas le contaron lo que había pasado, y c"mo habían de%endido el paso a los ti!res que lo querían comer. El hombre herido se enterneci" mucho con la amistad de las rayas que le habían salado la ida y dio la mano con erdadero cari/o a las rayas que estaban más cerca de $l. Y dio entonces# 019o hay remedio2 7i los ti!res son muchos, y quieren pasar, pasarán... 019o pasarán2 0dieron las rayas chicas0. 1
017í, pasarán, compa/eritas2 0dio el hombre. Y a/adi", hablando en o' baa0# El nico modo sería mandar a al!uien a casa a buscar el Binchester con muchas balas... pero yo no ten!o nin!n ami!o en el río, %uera de los peces... y nin!uno de ustedes sabe andar por la tierra. 034u$ hacemos entonces5 0dieron las rayas ansiosas. 0) er, a er... 0dio entonces el hombre, pasándose la mano por la %rente, como si recordara al!o0. Yo tue un ami!o... un carpinchito que se cri" en casa y que u!aba con mis hios...
019o hay paso2 0respondieron las rayas. 018aso, de nueo2 019o se pasa2 019o a a quedar raya, ni hio de raya, ni nieto de raya. si no dan paso2 01Es posible2 0respondieron las rayas0. 18ero ni los ti!res, ni los hios de ti!res, ni los nietos de ti!res, ni todos los ti!res del mundo an a pasar por aquí2 )sí respondieron las rayas. Entonces los ti!res ru!ieron por ltima e'# 018aso pedimos2 019; 9<9&)2 Y la batalla comen'" entonces. &on un enorme salto los ti!res se lan'aron al a!ua. Y cayeron todos sobre un erdadero piso de rayas. as rayas les acribillaron las patas a a!uiona'os, y a cada herida los ti!res lan'aban un ru!ido de dolor. 8ero ellos se de%endían a 'arpa'os manoteando como locos en el a!ua. Y las rayas olaban por el aire con el ientre abierto por las u/as de los ti!res. El Yabebirí parecía un río de san!re. as rayas morían a centenares... pero los ti!res recibían tambi$n terribles heridas, y se retiraban a tenderse y ru!ir en la playa, horriblemente hinchados. as rayas, pisoteadas, deshechas por las patas de los ti!res, no desistían+ acudían sin cesar a de%ender el paso. )l!unas olaban por el aire, olían a caer al río, y se precipitaban de nueo contra los ti!res. Media hora dur" esta lucha terrible. ); cabo de esa media hora, todos los ti!res estaban otra e' en la playa, sentados de %ati!a y ru!iendo de dolor+ ni uno solo había pasado. 8ero las rayas estaban tambi$n deshechas de cansancio. Muchas, muchísimas habían muerto. Y las que quedaban ias dieron# 09o podremos resistir dos ataques como $ste. 14ue los dorados ayan a buscar re%uer'os2 14ue en!an en se!uida todas las rayas que haya en el Yabebirí2 Y los dorados olaron otra e' río arriba y río abao, e iban tan li!eros que deaban surcos en el a!ua, como los torpedos. as rayas %ueron entonces a er al hombre. 019o podremos resistir más2 0le dieron tristemente las rayas. Y aun al!unas rayas lloraban, porque eían que no podrían salar a su ami!o. 01:áyanse, rayas2 0respondi" el hombre herido0. 16$enme solo2 1
019; 9<9&)2 0!ritaron las rayas en un solo clamor0. 1Mientras haya una sola raya ia en el Yabebirí, que es nuestro río, de%enderemos al hombre bueno que nos de%endi" antes a nosotras2 El hombre herido eAclam" entonces, contento# 01Rayas2 1Yo estoy casi por morir, y apenas puedo hablar+ pero yo les ase!uro que en cuanto lle!ue el Binchester, amos a tener %arra para lar!o rato+ esto yo se lo ase!uro a ustedes2 017í, ya lo sabemos2 0contestaron las rayas entusiasmadas. 8ero no pudieron concluir de hablar, porque la batalla recomen'aba. En e%ecto# los ti!res, que ya habían descansado se pusieron bruscamente en pie, y a!achándose como quien a saltar, ru!ieron# 018or ltima e', y de una e' por todas# paso2 019i 9<9&)2 0respondieron las rayas lan'ándose a la orilla. 8ero los ti!res habían saltado a su e' al a!ua y recomen'" la terrible lucha. (odo el Yabebirí, ahora de orilla a orilla, estaba roo de san!re, y la san!re hacía espuma en la arena de la playa. as rayas olaban deshechas por el aire y los ti!res ru!ían de dolor+ pero nadie retrocedía un paso. Y los ti!res no s"lo no retrocedían, sino que aan'aban. En balde el e$rcito de dorados pasaba a toda elocidad río arriba y río abao, llamando a las rayas# las rayas se habían concluido+ todas estaban luchando %rente a la isla y la mitad había muerto ya. Y las que quedaban estaban todas heridas y sin %uer'as. &omprendieron entonces que no podrían sostenerse un minuto más, y que los ti!res pasarán+ y las pobres rayas, que pre%erían morir antes que entre!ar a su ami!o, se lan'aron por ltima e' contra los ti!res. 8ero ya todo era intil. &inco ti!res nadaban ya hacia la costa de la isla. as rayas, desesperadas, !ritaron# 01) la isla2 1:amos todas a la otra orilla2 8ero tambi$n esto era tarde# dos ti!res más se habían echado a nado, y en un instante todos los ti!res estuieron en medio del río, y no se eía más que sus cabe'as. 8ero tambi$n en ese momento un animalito, un pobre animalito colorado y peludo cru'aba nadando a toda %uer'a el Yabebirí# era el carpinchito, que lle!aba a la isla lleando el Binchester y las balas en la cabe'a para que no se moaran. El hombre dio un !ran !rito de ale!ría, porque le quedaba tiempo para entrar en de%ensa de las rayas. e pidi" al carpinchito que lo empuara con la cabe'a para colocarse de costado, porque $l solo no podía+ y ya en esta posici"n car!" el Binchester con la rapide' del rayo. Y en el preciso momento en que las rayas, des!arradas, aplastadas, ensan!rentadas, eían con desesperaci"n que habían perdido la batalla y que los ti!res iban a deorar a su pobre ami!o herido, en ese momento oyeron un estampido, y ieron que el ti!re que
iba delante y pisaba ya la arena, daba un !ran salto y caía muerto, con la %rente a!uereada de un tiro. 01Crao, brao2 0clamaron las rayas, locas de contento. 1El hombre tiene el Binchester2 1Ya estamos saladas2 Y enturbiaban toda el a!ua erdaderamente locas de ale!ría. 8ero el hombre prose!uía tranquilo tirando, y cada tiro era un nueo ti!re muerto. Y a cada ti!re que caía muerto lan'ando un ru!ido, las rayas respondían con !randes sacudidas de la cola.