EL LEGADO DE MARX EN AMÉRICA LATINA: JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI José Carlos Mariátegui es el pensador social marxista más importante de América Latina. Nació en Lima en 1894 y murió en la misma ciudad en 1930. A pesar que solo publicó dos libros —La escena contemporánea en 1925 y, sobre todo, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, la explicación integral más importante que se ha escrito sobre los problemas peruanos—, su influencia ha trascendido el tiempo y las fronteras geográficas. Es más, las reflexiones de Mariátegui han inspirado los más generosos procesos de cambio que se han llevado a cabo en nuestros países. La libertad de pensamiento, la agudeza del análisis, la universalidad de sus propuestas, así como la belleza de su escritura (recordemos que Mariátegui también es uno de los periodistas modélicos de América Latina) son algunas de las características que exigen siempre una lectura renovada de los escritos mariateguianos. ¿Cómo ha influido Mariátegui en la política de nuestros países?, ¿de qué manera y en qué espacios lo ha hecho? ¿Cómo ha permitido dialogar la propuesta ideológica- intelectual con la organización política? ¿Cuáles son las tareas pendientes que hay que resolver en el futuro? Estas son algunas de las preguntas que se abordarán en el Conversatorio “El legado de Mariátegui en la política Latinoamericana” en el que participarán destacados analistas. Estarán en la mesa el sociólogo y actual Director de la Biblioteca Nacional de Argentina Horacio González, el reconocido historiador argentino Carlos Altamirano, el sociólogo peruano y profesor principal de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos César Germana, quien vendrá especialmente para participar en esta actividad. La mesa se completa con la presencia del propio Embajador del Perú en Argentina, Nicolás Lynch. Todos ellos, de diversas maneras, están unidos al legado de Mariátegui
ECONOMÍA NEOCLÁSICA: LAS CONTRIBUCIONES DE ALFRED MARSHALL A LA CIENCIA ECONOMICA Curvas de oferta y demanda basada en el análisis marginalista es uno de los fundamentos de la economía neoclásica. El término economía neoclásica o escuela neoclásica es un concepto impreciso utilizado en economía; ciencia política, etc., para referirse en general a un enfoque económico basado en una tentativa de integrar al análisis marginalista algunas de las percepciones provenientes de la economía clásica.1 2 3 Entre otras, estas tentativas incluyen: La consideración tanto de la oferta como la demanda en la determinación de los precios. Segundo: los neoclásicos otorgan gran importancia al papel del dinero en asuntos económicos. Tercero, los neoclásicos extendieron el análisis económico a otras situaciones que las consideradas tanto por los clásicos como los marginalistas, es decir, examinaron no solo situaciones de monopolio, duopolio y competencia perfecta, sino también situaciones de competencia imperfecta. (op. cit) Se podría agregar que los neoclásicos reintroducen el estudio de los grupos o agregados.4 El término generalmente se emplea en dos acepciones: para referirse a los desarrollos en el pensamiento económico entre 1870 y 1920 y -más o menos críticamente- a lo que se considera el pensamiento económico ortodoxo o dominante (mainstream) en la actualidad.5 En las palabras de E. Roy Weintraub: "Todos somos neoclásicos ahora, incluso los keynesianos, porque lo que se enseña a los estudiantes, lo que es la economía principal (mainstream), es economía neoclásica"6 El economista neoclásico por excelencia es Alfred Marshall, quien es considerado el fundador de una de las grandes aproximaciones de la escuela (ver Equilibrio parcial). Otra de las grandes figuras es Léon Walras, fundador de otra de las grandes aproximaciones (ver Teoría del equilibrio general).- Otros neoclásicos de gran importancia
incluyen Knut Wicksell e Irving Fisher (ver Monetarismo); Arthur Pigou y Vilfredo Pareto (ver Economía del bienestar) etc.
LOS APORTES DE LA NUEVA ECONOMÍA INSTITUCIONAL El Neo Institucionalismo (NI), o Nueva Economí institucional (NEI), es una corriente de pensamiento que empieza a desarrollarse a mediados de los años setenta y todavía hoy es percibida como relativamente joven. Aún no se ha llegado a formular una teoría general. Es por tanto, una línea de pensamiento en expansión1, cuya presencia en el campo económico ha crecido en las últimas décadas. La finalidad de la NEI es explicar la importancia de las instituciones en la vida social, utilizando un lenguaje económico, pero integrando conceptos de disciplinas como el derecho, la ciencia política, la sociología, la historia, o la antropología. Sus ideas centrales pueden resumirse en dos: las instituciones importan y son susceptibles de ser analizadas (Williamson, 2000). Autores destacados y precursores de la NEI son los cuatro galardonados con el Premio Nobel de Economía: Ronald Coase (1991), Douglas North (1993), Oliver Williamson (2009) y Elinor Ostrom (2009). Este artículo tiene como objetivo presentar las aportaciones de la Nueva Economía Institucional a la literatura económica y, en concreto, como las instituciones condicionan los hechos económicos en los distintos niveles de análisis: a nivel de individuos, de empresas, así como al diseño de políticas económicas y al entorno macroeconómico.
MODO DE PRODUCCIÓN Un modo de producción es la forma en que se organiza la actividad económica en una sociedad, es decir, la producción de bienes y servicios, su distribución. En los escritos de Karl Marx y la teoría Marxista del materialismo histórico, un modo de producción (en alemán: Produktionsweise) es una combinación particular de:
Fuerzas productivas: Incluyen la fuerza de trabajo humano y el conocimiento disponible a un nivel tecnológico dado de los medios de producción (v. g. herramientas, equipamiento, edificios, tecnologías, materiales y tierras fértiles). Relaciones de producción: Se refieren a las relaciones sociales y técnicas, las cuales incluyen la propiedad, el poder y el control de las relaciones que gobiernan los recursos productivos de la sociedad, a veces codificados como leyes, formas de cooperación y de asociación, relaciones entre las personas y los objetos de su trabajo, y las relaciones entre las clases sociales.1 Marx entendía la capacidad de producir y la participación en relaciones sociales como dos características esenciales del ser humano, y que la forma particular de esas relaciones en la producción capitalista están en conflicto con el creciente desarrollo de las capacidades productivas humanas (en los Grundrisse).2 El término fue utilizado por primera vez en el libro, inédito en vida de los autores, La ideología alemana de Karl Marx y Friedrich Engels. De acuerdo con Marx la combinación de fuerzas y relaciones de producción significa que el modo en que las personas se relacionan con el mundo físico y en que se relacionan socialmente entre ellas están relacionados de manera necesaria y específica. La gente debe consumir para sobrevivir y para consumir deben producir, y eso les lleva a relacionarse de algún modo que existe independientemente de su voluntad. Marx lo explica así en el Prólogo de la Contribución a la crítica de la Economía Política.3 Para Marx el misterio de cómo y por que existe un determinado orden social y sus cambios debe buscarse en el modo específico de producción que domina esa sociedad. Sostiene también que el modo de producción da forma al modo en que se produce la distribución, la circulación y el consumo, todo lo que constituye la esfera económica. Para entender el modo en que la riqueza es distribuida y consumida es necesario saber cómo se produce. Un modo de producción es para Marx históricamente distinguible porque constituye una totalidad orgánica, un todo que se autorreproduce durante siglos o milenios más o menos en las mismas condiciones iniciales. Realizando una determinada forma de plustrabajo social en un determinado sistema de relaciones de
propiedad las clases trabajadoras reproducen constantemente los fundamentos del orden social. La estructura de la sociedad, de acuerdo a esto, no depende de los deseos ni de las intenciones de los hombres, ni de las ideas ni de las teorías, ni de las formas del Estado ni del Derecho. El carácter y la estructura de toda sociedad se hallan determinados por el modo de producción imperante. Al cambiar este modo de producción, cambia también todo el régimen social, cambian las ideas políticas, jurídicas, religiosas, artísticas, filosóficas y cambian las instituciones correspondientes. El cambio de modo de producción constituye una revolución. El modo capitalista de producción, basado en la propiedad privada sobre los medios de producción, determina la división de la sociedad esencialmente en dos clases antagónicas, el proletariado y la burguesía, en la que esta detenta la propiedad sobre los medios de producción y el control de las relaciones sociales. Todas éstas, incluyendo las concepciones políticas, jurídicas, religiosas o artísticas, así como las instituciones sociales, políticas, jurídicas y de otro tipo, se hallan condicionadas, para el marxismo, por el modo de producción capitalista.