l espacio psicoanalítico Víctor Korman
EDITORIAL SINTESIS
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16 \ f.I cspoao ps1Coonoliuco teniendo J>rcsente las línea.' de fuerza propias
Aviso poro navegantes
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habló de ellas usando el calificativo de psicoanálisis aplicado. Una
1110
lectura rccroacrjva de su obra no borra estas improntas; en todo caso, las resignifica. Dicha secuencia marcó decisivamente tanto la clínica freudiana como las reflexiones sobre los vínculos entre subjetividad y civilización.
IX.
La topolog{a dentro del psicoanálisis lacaniano quedó rodeada de misterios que acabaron generando un tabú. Su instauración no es ajena al hecho de que buena parre de los textos dedicados a la topologln
psicoanalítica han basculado 111ás hacia los aspectos "récnicos" ligados al primer cérn1ino que a la conjunción de an1bos. Li reacción hal>itual de los lectores es dar un paso acrás, con lo cual les resulta difícil preguntarse scriame11ce sobre ~u ucilidad. Como para llegar.ª ese p~11~to • 8e interrogación es necesario conocerla, se establece un circulo v1c10so. Tal vez esre libro ayude a quebrarlo, al permitir un acceso poLu enmarañado a las nociones básicas de dicha disci¡)lina. Se presentan sólo las consideraciones topológicas que se juzgan in1prescindil)lcs para entender su trasvase al psicoanálisis. La exposición está centrada en la5 problemáticas psicoanalícicas más que en los objetos topológicos. Se ha seguido el n1étodo del paso a paso, repitiendo -con difcrenci.1salgunas ideas que permitieran seguir avanzando. El f)Sicoanalista que no haya estudiado estos temas probablemenrc descubrirá que. sin saber· lo, ha estado operando sien1pre con conceptos que portaban la topo· logia incluida.
X. La mecapsicología f:reudiana desarrolló la reoría del inconscienie srrte1ná11co y dindrnico (prin1era y segunda tópica, respecrivan1entc~ ~n relación es1rccha con la incipiente ~'r:íctica clínica del psicoan:ll 1 ~ 1 s· Mds a/Id del pr1nci¡1io de placer ( 1920) abrió las puer1ns a las refl~x~o· ncs de é.'l 111alestar en la culturtJ ( 193<) l l 'J29 ]) y de Moisés y 111 rrl1gió;1 111011otel1ta (l 939 { 1934-1938]); a ¡>arcir de <.iichos artículos la C
XI.
l..acan romó el relevo de estos cernas de la última erapa de la vida del f11ndador del psicoanáJisis y lo hizo desde los comienzos mismos de su enscñanz.a. Estas ideas se entretejieron con las reelaboraciones forrnalizantes de los conceptos mecapsicológicos que había heredado. Un lenguaje formal -lógico, maten1:ítico, topológico, lingüístico- susliruy6, poco a poco, a la modalidad discur.siva freudiana. Un:i visión panorámica de su obra nos muestra la existencia cie un ferviente proyecro de formalizaci6n del psicoanálisis. Sus primeros intentos se ren1oncan al año 194 5: El tiempo lógico)' el aserto de cer1id111nhre anticipada. Un nuevo sojmna. Como otros hitos imporranrcs de ese camino cabe señalar Ln s11bvmió11 del sujeto y la d1i1/éc1ica del deseo en el inco11sciente freudiano ( 1960), los seminarios La identificación ( 1961-1962), Acto psicoanallnco (1967-1968), El envés del psicoanálisi.s (1969-1970), ...o peor (1971-1972), entre otros. No sería erróneo considerar que de ahí en adel.inte, hasta su último seminario, pasando por "I.:E.courdic", la forn1alización fue en aumento. Esquen1as, grafos, n1atemas del comienzo Y del fin del análisis, topologización del sujeto, uso de las superficies topológicas, nudos borromeos, fórmulas de la sexuación, lógica de lo real, son los jalones fundan1cnrales del sendero formaliz.ante. XII.
Los efC"ctos de todas escas inflexiones introducidas por l...Jcan aca-
b.1ro.11 de configurar un itinerario y un puer10 de llega
1
22 \ EJ espado ps1coanaliuco
Copiculo I : Introducción a la oopología
ncs -pegado de unas parres c~Jn oc ras~. En la l!gura s.iguicntc se <1bservan algtinos productos obcen1(los n1cd1a11cc detorn1ac1ones lle este tipo, realizadas sobre el objeto elegido (el prin1ero de la izquierda). l~os eje111_ plos podrían multiplic.1r~e; sirvan éscos como muestra:
l
23
Obsérvese esre ejemplo adicional: se parte de un hex:igono dibujado sobre una superficie de goma. Por n1edio de estiramiencos )''º concraccio11es del caucho, podríamos convertir ese hexágono en un triángulo, en un cuadrado, en un rombo, en un círculo, ecc. Este úlcirno caso es el que representa la figura siguicnce, que ha sido extraída del libro de Carlavilla y Fernández 1:
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Se puede con1probar con facilidad que algunos atributos de la pelo-
ta han variado por la dcfc)rn1ación, mientras que erras propiedades han permanecido inalteradas. Esca i.'1lcimas son más difíciles de apreciar, ~pecíalmente si nos dejarnos impactar por las primeras in1presiones. En cambio, si se logra desn1onrar las apariencias, se puede constatar que se mantiene constante la relación que guarda la pared interna de todos estos objetos y su contenido. De manera intuitiva advcrtin1os que el aire de la esfera pequeña escá dentro del balón más grande y del º'01de, o en el interior de la superficie tipo reloj de arena; y, can1bién, que ha quedado atr,1pado entre las paredes del cecraedro y del parale· lcpípedo Pese a las diferencias de formas y medidas que ad,1uirieron por efectos de la dcforn1ación, codos estos objecos siguen siendo super· ftci~ terradas en cuyo interior escá apresaclo el aire. Se consi<.ier-.1 que. desde un punto de vista topológico, estos elemencos son cquiv:1len· tes, puesto que -primera aproxin1ación- se ha pasaclo <.le uno a otr<~ 111ed1.1.ncc dcforn1ac:iones continuas -ne> han con1portado rocuras 111 pegaduras- y. en segundo térrni110, porque las características rund.i· n 1 cntal~ de la esfera se han n1anccni
lun1es d~pués Je t(>da., l.t~ tr ansforn1ac.ionc~ reali 7..adas. Se dirá. entonces, que son equivalcnces -copullSgica1ncnrc h:1bl.u1• 1 do- porque una serie de propiedades han permanecido inalteradas. ' pcsJr de las trasn1utaliones. f~n matemdticas, los carr1bios producidos por dcf~rn 1 acioncs continuas reciben el nombre de transforn1aciones topol6gacas.
Se erara de una cransformación topológica; se pasó de una a otra por deformación concinua: no hubo desgarros ni pegaduras. Se pueden generalizar escas formulaciones de la siguiente manera: la topología centr.i su atención no canco en los resultados finales de cales can1bios, ni en las diferencias con el objeto del cual se partió, sino en Jqudlas cos?s que han permanecido fijas, pern1anenres, a pes.ir de las modificJc1oncs n1orfológic«is. Dicho de otro n1odo, el objeto de estudio de 1.1 'ºP?logía son las propiedades que pcrsisccn incólun1es. Se las deno1111na invariantes topológicas. Se deduce de csras pri111eras apreciaciones que la topología se inceresa por la esrructura y las relaciones incernas de un siscen1a. Así, poden1os verificar con facilidad que en la serie de ohjc~os de la primera figura y en los dos de 1:1 segunda. hay un p.1r de relaciones <.¡uc se han n1antenido esc.1hlcs, pese a las transforrnacioncs h;1bidas. Son las siguicn tes: tt) A todo punto ele una figura corresponde un punto y )1110 un ~unto de las otras (la recíproca ha de ser neccsaria111c11re v.i-
lida). b) A dos puncos vecinos de una corresponden do\ pu neos vec.inos de las otras, y a la inversa. •
26 \
B
~paoo psicoanalítico
Copirulo / · lntroducoón a lo topologfo
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La 01 isma cira. re~tangular de papel1 sometida a una se.rnicorsión y
a un pegado subs1gu1ente de los dos l~dos de n1enor long1cud, genera una b:inda de Mobius, que se caracteriza por poseer dos dimensiones un borde }' una sola cara. Un poscerior corte mediano de una band~ así construida vuelve a alterar sus propiedades esenciales: nos produce una cinca bilácera5• Se con1prucba, así, que escas transformaciones no topológicas -implicaron pegaduras y cortes- generaron nuevos objecos; éstos poseen invariantes distintos a los del rectángulo.
1.3. Homeomorfismo por cirugía topológica
. •,
Hasta ahora, a los efectos de incroducir y -sobre codo- aclarar la noción de homcomorfismo se ha insistido en que las deforn1acioncs cenían que ser sin desgarramientos ni pegaduras. A decir verdad, la deformación con estos dos acribucos constituyen 11no de los JJroce.din1ientos para la realización de un hon1eomorfismo. Es una manera l)ráctica de llevar a cabo una cransforn1aci6n copológica y, de paso, capear empíricamente esca noción. Sin embargo, hay ocros modos de lograr e.I mismo fin. Uno de éstos es la llamada rirugía topológica, que conlleva cortes -incisiones- y posteriores suturas. AJ ser innecesario redundar sobre el uso extensivo y analógico del vocablo cin1gía en el concexco topológico, se describirá un ejen1plo de ésca que es, por sí mismo. muy elocuente. Se parte dd objeco copológico conocido con el nombre de coro y se realiza un corte por la circunferencia generatriz del mismo, cal como escá señalado en la parte izquierda de la figura de la página siguiente (circulo pequeño que se corresponde con el diámetro del cubo). Tras el corte, se escá-momencáneamence- frente a un cilindro. Con éste se hace un nudo y, luego, se sururan los dos bordes ~ir· ~~ferenciales del mismo, de manera cal que los puntos de unión que co1n· c1d1an en el coro vuelvan a estar juncos en la figura de la derecha. El homeomorfismo de ambos es indiscutible en canco se erara del mismo objeto, que ha sido transformado mediante corte, deformación Ysutura. Se verifica, es obvio decirlo, la biunivocidad y la bicontinui· dad. Otros ejemplos de cirugía topológica son las reversiones del roro. que serán tratadas en el capítulo 7, aparcado 7.4 y siguientes.
corte. anudamiento )
y pegadura
Este procedimienro n1uescra que una deformación en la que estén ausentes los desgarramientos y las pegaduras no es una traducción exact.t del concepto n1aten1ácico de hon1con1orfisn10. Ha servido con10 una primera aproximación :ti asunto y. en 1érrninos generales. es correcta: estas deformaciones generan un objeto que cumple, respecto del de partida, las reglas de la biunivocidad y biconcinuidad.
1.4. Estabilidad de la estructura
La variedad de formas de presencación de los objetos no impide
descubrir un orden: el que crean los invariantes. La copología, tras revelar una estruccura, nos la muescra estable, resistente a las deformaciones continuas. Es posible dar un saleo desde las macemátiCLS a lo psíquico y plantear, en este nuevo contexto, el fenómeno de la invariancia, en cérmi~os se~cillos: por ejemplo, los rasgos del sujeto que persisten desde la infancia a la vejez. En este mismo terreno, pero en otro plano, la noción de escruccura clínica -neurosis, psicosis y perversión- condensa buena parce de lo afirmado hasta ahora. Tal como Lacan las pensó, cada una posee sus invariantes. Las categorías diagnósticas están fundadas en mecanismos específicos que generan componentes -y relaciones entre los mismos- que son propios y exclusivos de cada escruccura. Esto hace que, desde la perspectiva lacaniana, cada una sea irreducible a las otras dos y que no haya pasajes posibles de una a ocra. Ton1emo_s el ejemplo de la neurosis; existen millones de formas de presentación de las mismas -tantas como sujetos neuróticos existan-; sin •
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Capftulo
EJ ~poao psiCt.10naf1cico
cn1 bargo, lod:is colllf>artcn un n1is1no fen6n1c.r10 de · estructura: b ·estar fund.td:is por la rcpresió~ y presentar, e1~ consecuenc1~, un cla ic:un1 c~ico específico enrre inoonsc1cnr~, prc~onsc1ente y con~c1ente . ..a repr~•6n · r'i"~r1 te de 1·1• neu ros1s, as1 con10 la forclus1dn lo es de la psico. es e1111\' rn:í~ no !>Ca por es1c CJC•nplo -.pod1 ían scnalars: Otros-, es lacil entender la afinidad que un pcnsam1c~r.<> csc~ucturaltsra en p~i coan.íli'i' tiene con l.1 topología. Lacan la unl1zó-Junco con la lógica, lcls 1nate1nácicas, IJ lingiiístiCl, c1c.- en su proyecto de forn1alizar-desuscanciali1.:.1r- al .sujero. Estableció, así, nuevas categorías para diferen. ciarlo del yo: el .sujcco es topológico; el yo es solidario de una concepción geométrica (euclidiana) y carcesiana6 •
i .S.
t · lntroducdón ° "' wpo(ogfa
b1én geomecría métrica. Es la más lentes. l)c ahí que se la lla1n~, ca~a siclo, hiscóricamence, la prime~. rud1n1entaria de las gco1~1e1 ac; y ,...,.,·" acción de rnedir- denuncia, 111 -d eo ucrra. Y e.,.,que' •se vio afcc.tad:i: n1ed'd d 1 Su etin1ologfa e g ., . . los t a e a . . asu111s 111 0 • los usos • ¡>rt1n1gen1os a tic:"rr.i, agrin1cnsura.
Antecedentes de la topología
El estudio de los fenón1enos Je invariancia {conservación) y transformación tiene una larga historia dentro de la geon1ecrCa. Cada una de las ramas de ésta tiene un concepro propio de lo que son las configuraciones equivalenres7. Par,1 la geomelrCa euclidiana, dos criá~gulos son equivalentes si ciencn ~us lados y sus ángulos iguales. Dos circunferencias también lo son )i tienen el 1nismo diámetro. Se afirn1a, generali1.anoo, que dos figuras son ec1uivalences si es posible superpon.erlas rncdianre un desplazan1icnco que perrnica verificar la coincidencia de una con la otra. Esce desplazan1ienco es considerado un movimienro rígido, porque durante su realización se conservan las n1edidds de .los lados y de los ;íngulos -en el caso del triángulo- y del diámetro, si se trata de la circunferencia. No hay deformación alguna de las figu~ que se trasladan. Dicho sea de paso, esca propiedad -la coincidencia de una figura con la ocra- se denomina congruencia. Diremos, en ro~· ce.s, que para la geon1ecría euclidiana, dos configuraciones son equ~ valcnres si son congruentes; o, en otros términos, si n1ediance un mo\·i· rni~r~to rígido -rraslación y rotación- se puede llevar una a la orra, verificando las semejanzas. En esca geometría básica, de escolares, la equivalencia esrá b~da en I~ c~nservación de las formas y medidas, cal como lo iluscra la fi.gu· ra siguiente, que muestra dos rriángulos y dos circunferencias equiva·
1 29
Para la geometría proyectiva, surgida pos1eriorn1e11te, I~ medidas son secundarias; le interesan, en can1bio, los fenómenos derivados de las proyecciones. Se llaman figuras proyectivas a clos figuras que pueden obtenerse, una a parcir de la ocra, rncdiance reclas de proyección. Se.a A una figura en el espacio y fJ un punto situado fuera del plano de dicha figura. Desde P craza1nos las rectas que pasan por los puntos de A; luego, se corra el espacio n1cdian1e ocro plano, en el que aparece la nueva figura B. Gracias a esras dos opcr:iciones -¡)rc,yección y secciónse obcicne B a parcir de A.
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Capitulo / · lntroduca6n a la topología
30 \ B tSpodO ps;coonalitico 1
E.\ objeto de esta geometría viene definido por el estudio de las propiedades comunes que existen entre las figuras proyectivas. Se dice que ha)f equivalencia entre dos figuras cuando una es producto de la proyecá6n de otra. A veces, dicha proyectividad supone sólo diferencias de medida, como es el caso de la figura anterior y la primera (A) de la siguiente serie; en otras ocasiones, las disparidades entre ambas figuras pueclen ser tanto de formas y medidas -cosa que puede conlprobarse en B y C-8 • Sin embargo, desde la perspectiva de la gconletría proyectiva, se pasa por alto cales disparidades y se las considera equivalentes.
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La geon1ecrí.1 euclidiana y la proyecciva se relacionan .especialmence con el plano, sobre el que tra1..an líneas}' figuras (geon1étr1cas). La topología, en cambio, está más vinculada al espaao y trabaja con (sobre) superficies)' cuerpos, aunque ca1npoco descarta el pla~o. :La geomecría proyectiva, si bien prescinde de la n1étr1c..:1 (lo c~ar~t1tar1vo), no llega a ~er toralnience cualitativa; sin embargo, ha consutu1do un avance n1U}' s1gnificitivo respecto de la geometría euclidiana y preparó el terreno para el surgin1icn10 de la topología, ésta sí puranlcnte cualitativa. \'a he1110.) dicho que la topología prescinde de las n1e{lidas )'de las forn1as; se ocupa de l.ts invariantes topológicas. As(, puede decir!iC que cu.1lquier curva que no se corre a sí 111is1na con10, por ejernplo, la que está en el lado derecho {le la siguiente figura -representa el 111ovi111iento conrinuo de un punto que parlé.' de /1 y llega a b- es, topológican1ente hablantlo, cquivalencc a un scg111en10
e ..
A
.... .. B
l..a base de la pir~\n1ide c1uc se obser:a en la figura A es equivalen· te a\ triángulo dibujado c11 su interior. Igualmente, el círculo basal d~I cono \o es respecto de \a elip<>c dibujada más arriba -figura B-. As•· niismo, en C. se verifica \a equivalencia entre una porción de cono)' su extensión sol>re un sector
un p\ano. l~\ círculo y la curva resulcanre son también equ1valcnces 11 entre si. Poseen \as n1i~ma propiedades, aunque sus tam:1ños Y forn • s
•
b
a
A continuación se estudiar.in ocros ejen1plos de equivalencias topológicas. Se comarán con10 puntos de par1icl:i algunos diagramas exrrafdos del libro de Carlavilla y Fernándcz ( 1994)9. Sobre una superficie de c.1ucho se clibuj.1 un cuadr.1do, dividido en dos regiones: A y B. Se puede estJrar la gon1a en todas l3s direcciones que se t)Uiera; pero, 1nientras no hay.1 rupturas, 1.is zonas A y B scguir.ín sepa.raJ,1s por una línea)' ningtín pun10 de A cscar.i en conlacro c.on B. S6lo carnbian los lan1años y l.1s furn1as de A y B. E.xisce, por lo tanto, equivalencia topol6gica 10 •
son {lifcrentes. A
B B
B
31
50 \
El espacio psicoonolitico
2.4. Un cuadro anticipatorio
De modo col1crentc con lo que se acaba de enunciar, la exposición de \os diversos ten1as escará centrada e11 el sujeto 111ds qi1e e11 la topologúz. Es una \'Ía distinta de la habitualme11te utilizada en la liccracura lacaniana que e ha ocupado de cuestione:> topológicas. Se J)arcirá del sujeto y se' olverá siempre a él, relegando los aspeccos téc11icos de la topología. Las consideraciones propias de esta disciplina qt1e se juzguen imprescindibles para entender st1s derivaciones al psicoanálisis serán presentadas a manera de incisos que no desvíen del propósito fundan1ental ni del nlétodo enunciado. Esca forma de encarar su estudio no supondrá ob~táculos para descubrir}' seguir el hilo conductor topológico que tiene esca publicación: los incisos aludid<.)S esc:in enheb¡ados de di,ersos n1odos y habrá remisiones conscanres de uno a otro. A continuaci6n se presenta un cuadro que está en co11sonancia con est
d
51
Capitulo 2; La topología lacon1ona
: cracados. Las diferenres cuescior1es relarivas al sujero, que c1ue ser.1 n da, seran ' prescncadas a 11111c10 . . . de cada capt-, na izquier apareccn en la Zo ' · diante un resumen cor1cepcual que, en la ma)'Oría de los casos, , cu 1o 1ne .. L · , ¡ · fl · • 1 • , Ja perspecriva freud1ana. uego se precisaran as in ex1ones 1nc u1ra . · 1d ,· ducidas por el psicoanalista francés en rafes arc1cu a ores ceor1cos 1ncro d d I . l, . y, por úlcin10, se los escudiará es e a J>erspecc1va copo og1ca.
~~
los ñiOt;:s áe la ~.ac_oo r.obre el SU)eto
Banda eso M6btus
Wldaydeseo ....__,_, ..,.C'ritre... ~-deseo del &..'!et<:> y demanda-deseo del Otro o:c~,.. "10da,idade$ de~ 'lCaCIOlle$ del su¡eto
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Botella do 1<101n
• r su,eto Y eu retaoc,; coo el ob¡eto causa del deseo llanta sma)
Cross·CDP Ocho 1n1011or Or1110 del
doSOO
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Nudos borron1eOS
Ell bcuadro ' . f eñ . ·ua as·imismo el ord en de los sucesivos cap{cu 1os'le c<>te 1 ro: linc.iona a la 1nancr.a de un índice que antícipa los rc.-f11il5 •
3 La división del sujeto La ba11da de Mobius (l)
EN ES·rE CAPfTULO )'en el siguicnce :-er:.in abordadas dos cuestiones fund,unentales del psicoanálisis -el inc<1nsciente y la i11rerprecacióna la luz de la banda de I\.1obius. No es casual que lln 111ismo objeto topológico sirva para el abordaje de arnbos cenias, ya que la concep~ión del inconscicnce que se cenga derern1ina la que se posee sobre la interpretación. Una revisión f>revia de an1bos conceptos en freud y Lacan nos revelará t1ue las disrintas forn1ulacioncs que é~cos sosruvieron sobre el esratuto del inconscicnrc repercutieron de inmediato en el n1odo de entender la inrerpret.lCH'ln. . Por otra parce, la cinca ele ~tc'.>bius crea un espacio original -inccn~r Yexrcrior en conrinuidatl- cuya Jcrivación al ~">sicoanálisis perel espacio · ana I'u1co · n111cl.I . . d del to '. ttue es car.á presente c.1e un rnod <) 1n1p 1111ra capHulo • será expuesto en 1llS u· 111111os · ,. apartac.1<>s d e11n1smo. 3 · 1• El inconsciente · en Freud
Antes de 1ª
· ••
·
1
término . a_par1c1on de l.11 interpretación de los tueños ( 1900) • el no estab tncorscaente era ucili1.ado para hacer referencia a todo lo 1..1ue aquello ªen ªconsciencia reflexiva y espont:f nea del sujero. Aludía a que estaba ausente ~n un momento determinado· · de la con~•
58 1 fJ espacio psrcoonoliuco 1
cíficamente: ¿qué sucede cuando una representación es craspue.~ca d~ de la consciencia al sistema lec, y viceversa? Est:15 cu.c~tiones ~e le in1pus~eron a l;reud desde los comienzos de su teor1u1c1on y vcilv1eron a 5usc1rarse -con fuerza- en lo) psicoanalis. 1as de codas l.1s generaciones. Son preguntas que insisten porque ni . guna respuesta exhaustiv:i el problen1a. En los apartados siguientes ~e expondr;{n las .1porcacioncs de Lacan al respecto.
3.2. El inconsciente lacaniano
Ltcan reforn1uló la escisión tópica del aparaco psíquico propuesia por Fre~d bajo Jiverso.s sincagmas: división del sujero, sujeto del inro11s.
fu.jeto del rleseo, ecc. El psicoanalista francés, además de haber allrn1ado que "el inconscienre esrá estruct ur;'ldo con10 un lenguaje", atribuyó un sujeto al rnisn10. Sus re~is sobre el !re rescac.ln una orla semáncica precisa <1ue el vocablo -das Unheu111Sste- liene en el original alemán y cuya cr.1ducción literal al castellano sería "lo no sabido". Su versión a las lenguas l.11ina~ como inco11scie111e supuso que el término dejara de mencionar -explícicamente- esa relación con el saber. Lacan la recuper6 al caracteri1.a.r a esre sisrema con10 un saber 110 sabido o -por el lado afirmativo- con10 saber del inronsriente. Esca n1anera de encen· dcrlo exigió, a su vez, una nueva forn1.1 de escuchar aJ analizanre p<1ra aprehender las n1anifestac1ones del mismo. Supuso ca.mbién una reno· vación en la teorfr1 y l.1 pr;h.:cica de la interpretación analícica. Se expondrá la perspccciva de Lacan sobre el inconsciente medi.111· ce una serie de puntualizaciones. Al poco de enunciarlas se apreciará que, para él, la irnplicación del analista es fi1ndamencal en la exis1en· cía del inconsciente. c11·n1t,
•
a) Se trata de un inconsciente que no cienc 11uscancia; no hay nada
en él que sea del orden de lo macerial,
Capitulo 3. Lo dtvis:ón del su¡etD
ealiz.ado o de lo que escá en escado de realización; le es adeno r • . • • J_~ ramb1én. e 1 J>arc1c1p10 nenau-. cua do• b) Para Lacan -corno acal~an1os , que los recuerdos de su infancia tienen valor, que asociar libre1nente no es decir roncerías, etc. ti) Al desoncologi'l.ar y dcsustancializar el inconsciente -y al sujeto que le es inherente-. Lac.in Lon1a t!istancia de 1rcs posicil)nes basrantc extendidas: L1 de concebir al inconsciente como una especie de diablillo oculco que produce efectos. - La que lo piensa co1no un ente rea.! y le adscribe propiedades como si se cratara de un objeto concreto¡ evica así la reíficación del concepto. - ~a de irnaginarlo ya sea como un recipiente en el que bulliria sus contenidos, ya sea como una alforja -rnás o nlenos cerrada- a la que hahría que acceder desde fuera. . Ofreció en cambio un objeto copológico para pensar la a1est1 6 n: la nasa5.
60
El cspacJO psicoonafiuco
e)
1
El advenimiento de este inconsciente en la práctica clínica ocu.
rre siempre por la mediación del discurso del ana112ante. El snconscien1c emerge en la trama derisa que se configura con los dichos del pal.icnte. No está ni arriba ni abajo n1 adcla11cc ni aLrás dC' lo que él dice, sino en la rc.s actos que rcaliLa. Por eso, no es 11cccsario ir a busc.1rlo en las Sll})llCSlaS honduras de la n1ence. laCdn cnticó a l·reud por considcr.tr al psicoanálisis corno "una psicología de l.ts profunclidaclcs" (T!efo11prycl1ologi~); su i11consciencc no es profundo: aparece en la superficie del discurso del analiante, es extraplano. No es producto de l.t actividad de una fuente, ins1anci,1 o sis1c1na psíquico cspccJfico del cual en1ergcrían sus 1n,1nifcs1.1cio11cs. l'-"s, 111(is l)icn, efecto clel lcnguajc6. [J 1'11 .(.11110 los de1c11ni11:i11tes in1.:n11scientcs son por dcfi111ció11 op;icos :1 l.1 conscic11Li,1, es i111posiblc que el ~ujcro 1>ucd,1 por sus propios rncdios- idc11t1fi1.c,1rlos. E.s impresc1nd1blc, entonces, la prcsc11(1a de un ()1ro el ,1nalísla- c.1p.1l de 1cvelar las Í<>rmas pcculia1c.s de existencia del inconsciente; por cjcniplo, nom hránd1>las, aludiéndol.1s y, por cs.1 vfa, h.1ccrlo pJtcnie. 1 o recién di1...ho 111~' lo afirrnndo en el punto b) hacen 1.¡ue el i11con'>Lic111e q11c l~ca11 post11l1~ 110 cs1~ dentro ele 1111 suje10: no es ín1r.ipslq111· ro-en el ~l 111idn co11 q11e li.1hi1ualn1cntc se (rnal) u'i.1ese1énni110-; es, 111:is hicn, 1111 i111..011scic111c de ccnrr.1do del .sujcro que h.1hl.1. Ap.1recr. r11 s11 di~cur so y se ofrece a la ínterprctación. Si liicn pcrfcnccc .1 un,1 subjc1 ivicl.1d dcccrn1inada, no ¡>ucde poner· e en acto sí no cr1 lo 1cl,1cional. L)c ahí que este 1nconscicncc sc-J l11d1soci.1hlc de la transfercnci.1 -que quedó definid.1 por I..acan c.01110 la pu~stn en ílClO de la rcalid.1d del incons'-1enrc . ,r;J 1:1n1poco tic:n(· cxistl'nci::i p1evia a sus efectos: no es un dur· rnicntc que, de 1cpc111c, dcspierra; no cscá en estacfo latente, aga z:ip.1do, li~to pa1.1 :tccuar. Por consiguic.~ncc, no es un incons: c.icncr ur 1 1 ~·1dado ul p.1sado -ya e.s1:11ha n/1/-, sino al íucurü· 111 /venf/r;f, l~istir.i fugain1encc en sus cfcccos y n1.u1ifcstJciones, que suelen ser puntu,1lc.s, concrccas, sorpresivas; del tipo de un destello, de un guiño; un lapsus, por ejcn1plo. li) Sr el estatuto del inconscicnre es ético -recordar lo afirmado en b)-, se desprende la necesidad de la presencia del analisra
61
Copíwlo 3 La d1vutlm df!I f;J~
i)
1
¡)
a escuchar y/o producir ese ínconsciencc que se genera en rJ;rama o red discursi\"a, El analista no es exterior ni al inconsa nce ni a la cxperie11cia analítica que conduccll. F.sce fenócic:cno esencial de la c1fnica es pacent1z.a · do de 111ancra elocuen~ por Ja ban~Ja de Mól>ius, que será e.srucliada en los a1>artados sigu1en1e.). l~sra concepci6n del incon~cicncc ocorgJ a la corn¡lttlsión de repetición un Jug.1r 1>rivilegi.1cfc,, El sujcco rc1>11e, sin dud t; enrre 01 ras causas. l'o1que 110 cienc ílCrJ posibilidJcl que ir rcpiliendo su rnodo ¡)eculiar de ser. Por cxtcnsic~n. se nrrrhU)'C cJicho c;irácce1 rcpc1i1ivo al incon-.cienre a partir de const.1car l.111rcscnc.1a uc1.uiva lle clcccr111innclos significantes -c:idJ sujcro rienc fo(i !>uyos- que se 1ci1t•1,111 en lcJS sucJJ<)S, l:ipsus. sf111<1n1as, elccc.io9 11C,.\ de ohjc10, cic. • 1\ p.111ir de lo cxp11cs10 has1a nq11í res11ltJ cvidcnrc que l.ac..1n se op11\o ~•quienes pos111l.11c1n que .d 1ncons,1cnrc se lleg11rln iras :11 ravcs.11 las h,11 rcra' (1c¡>rc...i611, defensas) que 1n11>1d<"n el acceso al 1nisn10. U11 1>lr1n1can1ic1110 de ese tipo Íuc l.1 consc<.:ucnciJ de haber concchido un .1p.1r'Jto ¡>síquico csrr.11ific:.1do, con el lfc ubicado c11 el J>l,111n 111.ts profundo -a¡l1ox1111.1c.it1n ropr>g1 .ifiw rnáo; q11c l<>polcSgica-. A cs10 se 5u1116 el n1cn1J1 lu C<)fl)O un c..nn 11• nc.:111c pll~no de to11rc.:11idos difíciles de .1t1a1>ar. 1 1 in(()flSi...ie11 tl• lat..1ni::tn<> lic11dl!, pc11 s11 c.11dc.tcr rc.:¡1cci1ivo, n cvidcnciJrsc llliS f¡Ue }I ll<.Uilar11e: 110 está CSC.OlldiJo. (:orno y,1 \(' dlJO. C~rj Cll 1~1 . f" . 1 1d'rscu1o;<.1. Que .se se1>a o puctl.1 (Jpr.1rlu es • super 1c1c <.e ci~csliór~. l ..1 ns0Li.1ció11 lrluc del an.ili1.J111c }'el estado lr.ms~rcncaal fucilican l,1 puesta en acto de los significantes incons ~•:n.tes pro1)ios de c.1da sujc1<). l·l ~nco11scicncc es el discurso del Ülrc1." Y cSClc scr111do· es del <..) • troque se ero es 1.u11 1, •'é n . 1 1() 1roc.¡ucsch:1blaydcsca'º· S ·a 1)arr1rcc ostcncr l " 1 . . " • .. < ue e rnc1lnsc.1e11tc está cstrucrurad(I C del inconsciente freudiano; i.,am él, no t1e· d'1ch o, su conren1do e" virtual: la bJrcría contcnido d . . so, ffiCJOr repr e signa_ficantcs inco1iscicn1es propios de c~da SUJC'CO. Su csencacr6n mcdianrc el J>ar signific.1nrc 1 }' 52 dcj.l C'KCnto
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k)
1)
, . .................... 1or7el.e11lor
Cop1culo 3 Lo ~ cid WJetD
e.amiento: hay separación y, a la ve:z., continuidad. La rura única de la banda de Mobius da soporte a esca manera de pensar dicha relación. Muestra la torsión del sujeto que se vuelca hacia ..adentro" y. a la -.cz, se expande hacia '"afuera". Los propios conceptos de interior y exterior quedan cuestionados si se \os piensa desde \a perspecti'ra que permite la banda. El siguiente diagrama permitirá captar rápidamente lJS diferencias sustanciales entre un modelo de tabicamiento in1permeable -no poroso- entre interior/exterior y otro, mobiano, que refleja la continuidad de los dos ámbitos.
L1 ti~ra anterior serv1rá para J1il,anar 1.is pnn1crJs id~ Es d1 un·o plant~ la rcl.tción entre el incer1or y el exterior de l.i consulra segun t'.i moddo que representa el .sea:or izquierdo o el derecho de ese dibuio Ú>nccbir el espacio anaJícico como n1obiano r ~nfoc.ar desde ese .ingulo f.tt relaciones dencro:-fuera abre .nuC\~ pcrspeetrvas. Sugiere, por ejemplo. b idea de un espacio compartido, u naco, entre el lugar de la c.onsulca r el sitio donde aconrcció el lapsus y el inicio del análisis de ese aLto tJluJo A pesar de que d anaJizante se enconcrab.1, en esos n1on1{'nros, n1u~ leios -geográficamente- de su diván, can1hién se podría decir que, en otro sen~ rido, estaba infinitammti' próxí1no. Se cnrre\-é ya un n1odelo de e~p.i~ 1 o anaUcico que se resiste a rrazar su fro111rr11 por n1ed10 del d111rcl de una puerta y se arriesga a posrular que hay cont1nu1dad -ro11r...·1ó11- en1re cJ espacio circunscriro por las cuatro paredes del consultorio y otros lu~Jre) -cualesquiera que sean ~ros- en que se produzcan t'ft,1as p.s11 rJ1t11t1l111;'(1¡."_ . Desde la perspectiva del espacio analírico n1bbi.1n.1n1encc <.Onle b1do cab~a redeñn~r las noci~ncs clisicas de,,,.,;,,~~ i11yt1rt11~~11111 l:.scos son rérn:ianos que nenen senrado dentro de un n1odelo copogr.ifico -nu ~po~~co- de dicho espacio. Si un .sujero est.i en .1n&lisis. todo l
o./!'"ª
La ho~ga. .que real~ su paseo por la cara cerca na de un toro jamás pasari. a su antcnor. Muy diferente es d RlCO&tido por la banda de Mobius.
l.7. Un brewe Inciso cHnlco
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73
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c.apitu1o J, io dMsiOn del 16.;tCO
76
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l quiera de objetos homogéneos (que serán considerados puncos de ese espacio). Tras fijar los puntos queda constituido ese espacio abstracto. Un paréntesis: se puede pensar un conjunto de monedas, de libros, de bolígrafos, etc., y cambién, por qué no, un conjunto formado por efectos psicoanalíticos. Será imprescindible, entonces, definir con precisión qué se entiende por tales efectos y cuidar de la homogeneidad de ese conjunto. Ocurran donde ocurran efectos psicoanal111cos, éstos formarán parte del conjunto creado y del espacio pcrtinence. Sin entrar en largas disquisiciones puede plantearse esta definición ~perativa de efectos psicoanalíticor. se dice que un efecto es psicoanalítico cuando revela la presencia del inconsciente. Otra dc-finición más restringida -que delimitará, por canco, un conjunto menor- podría ser la siguiente: producción de verdades subjetivas que producen transformaciones psíquicas. Es posible dar un paso mts: despu~ de definir un espacio como una c?lccción de obj~tos arbitrarios y homoFneos (puntos) se puede espec1fi~ar qué r~lac1ones se ~scudiarán en ese espacio. Tal precisión de~erm1nar' el ~1po ~e espacio abstracto en cuestión; ya se dijo que existe una amplia variedad''· Si en un espacio se tienen en cuenta w relaciones de continuidad en los cambios, la invariancia en las trans· formaciones, la biycctividad, la bicontinuidad, ecc., prac:indiendo de las dcm~ p~piedad':" tal espacio sm considcndo topo16gico'2. Una earacter1zación más &Justada de este 41timo letfa: conjunto de objetos de naturaleza arbitraria (que se denominan pancos del clp8cio) en el que ~e ha establecido una relacidn ele proximidad (vecindad. adyacencia) de un punto a un conjunto y. en · uaa relación de proximidad o ""1wmtd4 enae dos conjuntos. Se hace necesario definir ahora la aclh&nneia que ad urx:iada. de manera ~recha, a la n~n de apercio eopoWgico. •EJ concept0 de ~ ap~ la noa6n de que ua punto ad itlfoliMww•• pn'"""' a un conjunto. Por~ toda dhia:i6n de objetos en la que ~un conc:epco natural de G10mit111id• e • to ie6iiaaaen• ~ xsmo, es un espacio topológico."'' . iata proDm.iclMl no: clebe au eDcellcücla eD ch-
·,c:•• S.O •••.-inrht __,.No•• ........... ..,.. .....,,................. .......... ~·~
S. puede ........., .
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rox.imidad entre los clc111entos podría especificarse. en este aso, ª p las diferencias de tonalidades. ()bjetos muy disímiles dentro de =gradación del ~ris form.arán parte del co~junt~. Es obvio que la discancia convencional no 1uega en esca ocasión ningún rol: el bohgrafo gris que está sobre el escritorio y .un coche del mismo color circulando Por la calle están separados fís1camence pero, según Ja proximidad anreriormente establecida, son adherentes. En topología se suscicuye la proximidad m~tríca por cualquier otro tipo dC' proximidad que se dccern1ine. Hechas estas aclaracjoncs podrá encenderse la siguiente definición, más rigurosa que la anterior, de espacio topológico (ver figuras de la página siguiente): "se dice que un con junco arbitrario R de 'puncos' C'S un espacio topológico general si para codo conjunto M contenido en él están definidos sus puntos adhcrences, de suerte que se cumplen las condiciones siguientes, es decir, los axiomas del espacio". 1. "Todo punto de M se cuenca cncre sus puncos adherentes. (Es perfectamente natural suponer que c:ada punco de un coniun to es adherente a éste.)" 2...Si un conjunto M 1 concicne un conjunco M2• codos los puntos ~dhercntes de M lo son de M 1• " 1 ~ En otros cérminos, el 1 con1unto mayor debe contener todos los punros adherentes del mú pequef\o y quid alguno mis. La adherencia de M1 nene que estar dentro de la adherencia de M,.
A.continuación se reprcsentadn giificamence los dos axiomas del aptcio Y la definición de apacio topológico: AXIOMAS
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1 ;:i inlut1.i6n hace ticc1 que. u1cdi.1111c 1111l.'1>r1e1lc ("~.1 11,11t11,ilc 111 se oblcndr~u dos r.Jnl.1'1 l1c ~1tlbilis 1n,1s cs1rc<.;l1.15; co11c1c1.1111cnt1.", de la rníi,1cl del ,111 '-ho ele l.t 111ig1n.11i.1. Sin c111lia1g11, nall.t 1cnc1no~ es un ob1er r~ 1nuy diferente; ~Cl.i.l1c el 111..1111l11c de <..int 1ele Jordan y su rcprcscnl.1C.JÓn gr:iíic.1 Ci> la s1g111cn1c:
95 rcin del u11cl10 tic IJ l>rtn1ln y t>c lo cunri111ín p.11.dcl11 .11 hurdc. Ju eIJ1~iguic ii,; • • 1.1 ujcrd: nt c f1gu1a .,e n1uei;cr,1 e1llttycc.t(I ltll,i 1que e11:'ic.r1'L,..rj <¡t1c é'i1J ;1c..,1bJ 1cccu 11cndt> l.1 línc.r
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FI corte pr1ra Vl~t«1(' 1 8 . Se ob~rvJ, desde ya, cón10 un ~in1plc coree puede dctcrn1inar l.1111· ~1os fundan1c1~t.1lc~ en la co¡>olugía de una superficie: la incisil111 rc.1 · 111.id.1. ha n1odrfit..1do l.1 estructura de todos los 1)11111os dl• la h:111d:i. (,onvicne retener este Ícn6111cno, puesto que L..uc.111 I<> ucili7•t p11n1 rt'l. 1• c1on.irlo con los efectos de la interpretación psir<>an.1lícica.
l.t bJnd.1 de
~1obru~. ¡>llC!ilO
f)c nuevo cs1c C<>r1c dc1i.11.1r.í so1prcs:is. Mi1·11i1,1s se lo l'stá 1cali1.an· do se percibe que el 11.1ytc111 de l.1 tijc1':'l se n1a1uicnc sic111p1 c p.11.ilclo :i.I h1J1Jc, en l.1 línea Je u11i<)11 d('l tt.:rcio l:1.1 c1al l 011 el 1e1\.Ío 111ed10. Pc10 ~¡ !iC rcpresenra l:i craycc101 ia co111plc1a clcl coi 1c ~11hrc 1111,1 ci111a de Mühius, se descubre r¡uc, t1cs· to "otro" borde). S1 se conlc111ó en un pu11ro de l.1 uru611 Jcl tcrc.in l;uc ral izquierdo c..on el tercio rncdio se c.sn1 r.í, después, en la 1111ió11
4.6. Otros cortes de la banda
Se puede cornplecar csre CSludio para verificar qué suCCllc .si, t'll lugar Je pr.l(tic.1r un corte n1ediano de la banda, se realiza otro 111~' cc:rc.ino a su borde ún 1' co. Se 1n1c1a · · · 1a 1nc1s1ón · · · en un punto srtll:ll · fu"'.. n
tercio medio de la cinta original
tercios l,11cr11lcs
104 1 EJ
~pooo ps1coanalirko
Capicu/o 5: Repeoción, demanda y deseo
na co11 aconrecimiencos distintos de los ordinarios; hace act 0 d sencia la excepcion:ilidad. Ni el azar ni la suerte [ienen qu e pre• • 1 1 e ver con cosas que aconrezcan s1en1prc na tan só o a n1ayor parce de las El azar (auto1narón) y la foriuna o suerte (tyche) son para ese fil~eces. • • ó e 1 osof -e 1 pr1111ero que proporc1on un estu d'ro preciso sobre el azar.0 • d'1sc1nto . de causal'd caus:\S re aJ e~ ? ; expresan un llpo 1 ad: l;i accidental El se trare de algo producido por accidente excluye que sea nec~ . qlle · · 1· no -en el sent1'd~ de o.bl'1gacor10-, p~ro no 1m~ 1ca que sea absurdo 0 ab~olucamenre 1nexpltcable. En la f:.dad Media la expresión casus velfi .. 'd d I ort11na - C.'lus~ por acc1 ente e a go que ocurre excepcional menee"- se conrrapon1a a 11att1ra: lo c¡ue acontece s1en1pre o casa siempreH. l..:1can, después de cri1icar l:i traducción que se ha J1ccho de estos voc.1blos, los articuló con el legado freudiano y con su propio fondo conccpru31. Qltt.: lo inconscicntt· es caus.1 de lo p:.fquico ya había sido pos1ul.1do y de1no,tr.1dr> poi Frcud, quien e.xcendió e~e dr.:Lcr1ni11is1no a ,1specros insospechados ele l.1 vida, incluso a aquellos t e tipo, sin ser h:i bi rualcs, 1.1n1poco son rar,1,. ¿Qué dctcrn1ina cal repetición?;\ pr11nera visea p.1recc una co11c:ucnación azarosa de aconreci1niencos. Freud, en la polémic:i sobre si el azar existe o no, se siiu.1ba en l.1 posición de los llue no lo niegan, pero añadía una cuestión: ~e au ibuycn al azar algunos hechos porque se desconoce el encadenarnienco causal riguroso 411e los deccr· mina. Al postular al inconsciente y su repccici6n con10 causa del acae· cer psíquico, redujo el espacio del azar y la fi)nun.1 en dicho ámbllo: lo aparcnten1encc accidental puede escar dcrcr111in.tdo por el in~ons· · • · ón · c.1ente o, cuan
l.ac:1n, de acuerdo con Arist?relcs y co~ };reu
lo
1 fs:
. sacudiéndolo. Dicho en otros términos, se traca de una al suJeco. ' · 1 · ·c. E · re· alidad di~cinca a la que CJerce e s1gn111canre. :.:.e encuentro 1mpoc3us. d 1·iar ciene algo lÍC insoportable: conmueve al sujeto y abre 'ble e ev . 1 ~ b ,·ha por donde emerge una pregunca: ¿por qué ¡usi.o a 1ní me u11 •1 re-. ucedcr? }-lay allí un ina~in1ilablc, canto si ~e 1rata de la buciuvo que s m.1la forruna. ,l) ( le Ja .1 con • . 11 J .ican aflrnlÓ que csre :tspecto de .su noción de real ya escaba pree en el ¡JsicoanáJi,is 1ncdiantc la noción de rraun1a: "¿No resulca 11 seevclanre c · · ana I1c1ca, ' · 1o rea1se hª)'ª que, en el origen de 1a cxper1enc1a ~rescntado b.1jo la Íor111a .de lo que hay en él de i11a:ímiln~le-bajo la forn1a del craun1a, de1ern1111nndo coda su sucesión, e 1n1pon1éndolc un . . acc1'dcnta 1)"10 ungen en ap.1r1enc1a . . Gibe .1cribuir :1 la rycl1e la c.1usa de un hecl1<) en el que es in1pcrcep11ble l.1 prl~scncia de n1ociv:icioncs vincul.1d;is a rasgos pcrn1.1nen1~. csldhlcs, del suje10. No se crac.1 de l.1 re¡Jetici()ll signilicancc corno 1..:..111sn -regis1r11 si111bólico-, sino del accidente excepcional Cll)':t deccrn1i11ación pertenece a otro registro: lo r-e:il y, por lo tanto, ajeno al significante. l~n lo :v.aroso hay un encuentro con lo real que sic1n¡>rc es fi1lliclo 11 . E~ síncesis: en el rerorno r · 1·~ c11 c.1e11a · . . na, con10 f;C 1ia l ¡·1c1lo, con {1·r 11c1c11c1as. , ;1s1u · '-1 t:. G1C11cr.1 e I orJ en de lo cspe1:ihlc, que 1ns1ala n1ancra lo 1, r1:\ . • al Sll)CIO en sus . . 1 f' . , rutina~ y en os coc 1gos cs1ablec1dos. 1 1a rc1>er1c16n .. que se p1esen1.1-con el 1ero hahría oc ra d.11ncns1'6 n rea1 t:On10 l:ausa genera In 111s1Jspccha · do, lo incsp.1ri.1s . den el st.1¡cro. que r11 .!cra °• lo disruptivo. l.a presencia de la 1yc/1r viene rromeos, cal como se vcr.í en el c.lJlhulo 14. l
l
105
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8 EflJJtm11alJm
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hnmlda y d11eo
La damnda se articula y contrapone en l. teoría lacaniana "*ti
CGnCCplO de necesidad.
cae+;..
El desamparo originario coloca al lmmano en atru11a dependencia de los oum cuando le es ~ satisfacer sus necesidades. A diferencia del animal, el hUJDaDe . _ hacer puar su necesidad por el molino de las palabra; ele ahf •a• Ymión ea demanda dirigida a un Ocro. En el reino animtl dml se mueve en el terreno de los inllina y, Pll• ...,.._ adll llp6. cimen se apropia lo que puede. Asf RIUCltc - 11 e id ~ ...._ ese come.., note requiem la mednr.ión da . . . . . que.•~ et~paradM1M1no.Esevidenm91eclU1MO . . Wltt?O es palabra articulada; sin embargo, los..._ lo dlcadilCla .......que les a propia 1 le ampan aipific-... ns'• o aa2•~ -. La eatl'UCUU'a ~-opera en ea aa . . . . p~
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t.W.noadtáaujaodelerapjc.tiaOI~•........._..,.. M). S..bal~ IJD.ros·o pmidoe IOQ .,...'4•..-
._par ............. el iupr*l dfnr. . . . h.,,._. o ,. ......._,1111¡1ft\\. . "fieaefdo·~
~Jia~·~· M.~
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128
Capírulo 7: Diferentes rnodol1dodes de 1dt:nr.i(icac1ones del su}CIO
f/ espooo ps1coonalitico
mente entrndidJ. Sin cmb:irgo, csLc vacío es parcial, en ca 1110 1 1en. · "- · sen.1 ~ 1a, de• a1guna manera, su J>rcsenc ·a<>. ª •e u· f11cac1"6 n 1usccr1c.1 1 Mas allá de cs1.1 sucinta descripción de las di.,tintas rnodalid d. que dcscrihíó, 111erecc subr=iyarsc que para Freud el sujeto es el a c1 es · de 1a 1"dcnc1·f11cac1'6 n; e1mov1n11ento · · Jcuvo parce de él. Una buengente r · de 1a f>Crspccc1v.1 · fireu d'1ana pod ria ' ser: e/ su;eto · se identifica t s n. cesrs 1 ob;eto; la~ pulsioncs del inJ:zns so~ el morar d~I f1roc~so. l~n el p;~~~ mo apartado se ve~n las d1fercnc1as con el ps1coanal1sca Írancés.
ª
7.2. La identificación en la teoría lacaniana. Primera época
·
en la leoría lacaniana, tras succsiv.ts reforn1ula·J ·ficac1ones • r d 1ano para somedo IJS 1 cnulas que un.a y otra vez volv16 al cexco 1reu . . . 1 · . El• carácter sirr1bólico e. 1111ag1nar10 e e una y Ones. en ' ~ laborac1011es. ' cerio ,1 ree ese a las posceriores rcelaborac1ones que llev() a cabo otra Se n1ancuvo p . . d e 1os anos sobre el asu nro. .fi 1.6 11 fue el tema centra1de su scm1nar10 1 ~ 1denc1 1c.ac r · 1 • J..J d"más hizo múltiples rerere11c1as a a n11sma tanto l962·peroa e . 1961 • ~· 1 como en los Escritos. En reiccradas ocasiones sus cnsenanza ora . . F d en susisiciones ¡>ares·eron de las idenc1ficac1011cs que rcu propuso en ' l' . disqt , á l. asas y 1111tí/isis del yo ( 192 1). S(>bre esa an1 p 1a serie Pftro~og1a e "1s ;;nés , L·acan efectuó• una carca de selección y rcagrudescrna por e v ' 1
pamienro, ¡erarquizando eres n1oclal1dac.lcs: Como consecuencia de hnber planteado la pri 1nacfa Jcl k·nguajc en la escruccuración de lo inconscience, L1can posruló una nueva i111er· prctación de la experiencia analítica. Como es lógico suponer. L1\ inflexiones que introdujo en d concepto cenrral del psico.1nálisis -el incons· ciente- le condujeron, por extensión, u una revisión y refc.>rrnuL1c16n progresiva de los restantes arriculac.iorcs frcudianos. El de identifica· ción fue uno de ellos. Para hablar con rigurosidad sobre las inllcx10· nes introducidas en este concepto, es necesario hacer referencia a otr.15 nociones teóricas con las que ella está relacionada. corno así t:in1bi~n a la trama doctrinaria de la que pasó a formar p:trte. Se señala a título mcran1ence enunciativo los siguienres conceptos lacanianos con los que la identificación -y por lo canco el sujeto y su escructuracic.\n- se hall.in cnganados: la tcorfa del significante, del deseo y de la I 01 todas las referencias topológicas que se están escudiando en este~·~> u: rnen. los tíen1pos de la subjecivación, las operaciones scpar.-ic.ión en el engendran1iento del sujeto, ere. l..as principales identif1caciu11~ Je la teoría lacanian.1 son:
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'fi1cac1on · s1111bóliai, que engcn(lra a l su1c10 · <.lel 1• neo 11
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1
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• ciente. bJ L.a idencificac..ión irnaginaria, conscicutiva del yo (rnoi)'º·
•
• 1 gurtdl lo S1• ·¡a primera resulta un efecto identificanrc del Otro, a se · n· es dd Otro (serncjJnte). l';.Stas son las formas finales que acabaron cenic
1. ldenuflcación prin1aria, al padre, incor¡)oraliva.
2. ldencificación secundaria eJ(pica, al rasgc> unario. 3. Identificación hiscérica 11 .
futas fueron procesadas a la luz de sus propios conceptos y camb1~n mediante apoyacuras en otras disciplinas (lingü(scic:t, filosofía, n1aren1.icicas, lógica y topología). Para procesar 11, us<~ el Cuadrance de Pe1rce y us anrecedences; pudo, en tc>rno a él, ex¡,licitar los variados aspecros de la inscripción significante. Conectó esca modalidad tdenc~fic.itoria con la privación: operación lógica que consiste en la inscripc.ión del significante en lo real. Para las 12, Lacan utilizó el coro y sus encrclaza111ient del deseo del Otro. i:rodo de 1.rnodalidad n1cdiante el cross-cap y el <>cho interior 12 pon1en. re tcve la ·I . . . . . 1 Stdcró b' rt: ación de esta 1dcnt1f1cac16n con el oh1e10 11. ~'l concalll ién 'd r Se p ,'b una ' cncir1cación por el significante. identificere 1 . e ya que 1as 1nílcxiones . . 1ades introducidas en l.1s varice ator1as ~ d' ('_ reu 1anas, a comienzos de los afios sesenta, no rucron J\.1 11esir
1
•
l
129
Capitulo 7
tlO
El~~
simples reformulaciones -en orro lenguaje- d~ lo que el vienés habra escriro: hubo rcclaboraciones profundas que incluyeron c.lmbios de perspectiva importantes. Las reseñaremos a continuación. Pélra Lacan. la idencificaci6n es llevada a cabo por el significante (rugo unario). Esrc aspecto subraya la determinación del sujeto por cl Otro. El Otro es identificante; primera gran dife~ncia con Freud, que colocaba al sujeto en vías de formación como punto de partida de la identificación. Esto supuso sostener, una y otra vez, la anterioridad lógica del Otro y del significante respecto del sujeto. Al situar al Otro como. ide~rifica~te, Lacin despersonaliza C'I proceso: no cs con personas n1 ob1etos, sino con el Otro -un lugar-; más C'Specificamente, con los rasgos unarios del Otro. Dos aportes más -¡y muy significativos!- al rema: - DesconC'ctó la identificación del registro pulsional: el significante (y no la pulsión) mororiza la ickntit)cación. - AJ ser identificaci6n por el significante, se transmite a la vez la semeja?za y la difercncia 13• La identificación lacanianamcncc concebida no es reproducción de lo mismo, sino introducción ck una. ~arca d~fc~ncial. Lacan rnolvió de manera original la parado1a 1mplfc1ta en toda identificación: la rransmisión simuld.nca de la semejanza y la diferencia.
J.J. ':- ld•ndflcacl6n en la teowia lacanlan• Ultllna et•p• de., welllnza
o~renrrs modalldodes de . .~ del .... ,
f 1J1
es la identificación del histérico al deseo del ()tro -lo que ~;J est0 el punto central-. Identifíquense a lo .simbólico del Otro su<: e ~es cjencn entonces la identificación del rasgo unario. ldcn~. usese a lo real del Orro real, ustedes obtienen lo qut" he indiado üffquelnNombre del Padre. donde Freud designa lo qut" la idcntificacon e 1 .. . ciene que Vt"r con e amor . " 6nE.ste párr.lÍo muestra la inrroducción de nuevas inflaiones en el rexco freudiano: las 11• 12 e 1~fueron J>roccsadas otra vez; en esa oca"ón. mediante las caregorías lacan1anas del Otro y Jos 1rC's registros. SI • .dad con las anteriores ) Estas elaboraciones deben verse en continua especialmente con aquellas que relacionaron 11• 12 e 1, con w tres formas de la falca: privación, frustración, castración. l)e manera que es pasible construir el siguiente cuadr
. . . .16n prtmatta.
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Capitula 8. Su1eto y Orro
168 1 El cspooo ps1COCnalit1co 1
Notas 1 l~n rnhJ.id, ninguna problc:nlllICl p~1co3nalhica e< .1jc:na a c:~tJ rcl.a ...ión, pc:ro la\ c:nlin. l1.id3S Li muotnn al rojo' 1\'0 2 Lsr.a •ntc:•rr•J1.11.'ln entre d suic:to) lm ob1ctos será rcto1nJJ.i en c:l .inc:ico 2 • .ip:irt.1do A.i 8 des.le f¡¡ pcnpc..tt\";a de 1.a 1..0nstrucc16n Je: la rcJlid.ld • l'n.1 cxpli1..ic.1meno de autoatravc:samiento, JI cu.1) :iludrr~mos en bs ~ginas siguientes. En c:I CJpltulo 1O, apartado 10.2. ta1nb1én ~e h.1c.:e rc:fc:ren(1J a cscc fenómeno dc au1opcne1rac16n, que la botella de Klc:in con1pu1e con el rross·rap. Por ocrJ p.artc:, en c:l upitulo 11, apart.tdo 11.9.3. se ha incluido un cuadro comparauvo en c:I que -de maner.t s1n1~uc.i- pueden apreciarse las propiedades comp.irudas por los ~ del w-afo del d""-'o
°
r•,
1169
. ·guicn1e se ap1ovcch.1r:I l.1 pe~11liand:id rec16n d~c.rna pJr~ pcn~.ir en base 1c.1pll1• 1o $1 ' 1 fi l:.11 e las pos1l 11relacione~ enirc un s1gn1flontc 1¡ue se 1.1ce mane 1cs10 -S ,. y el n:~to .. , ~ d 1.t. J ,. 111ficanrc 111const1c:n1e -S l" (!\IC per111nncce v111ual 1 t.l enJ sicfi . 1 ~ , pueda )Cr s11u.a y el ob¡ero a, fnnni¡¡n1 enie rd.icion;1dos. Lacan rc:l.1cionó la botcl!J de Klcrn con uno de los ob¡ctos /1 q1•~ tl pr(lpuso· la voz. :& Esta figur;i y las siguien1es fueron extractadas dr E/~111r11tos pan: 11na r11nrloprd111 drl p11(0· aná/1111, con la dirección de P. K.iufmann, op. ('lf, pp. 508·51 O Se han introducido algu n.u mod1ficac1onc:s. :· u 1ntunaic1ón n.i¡r10-uirnt1.firac1ón-Otro fue an1plian1en1e comentada en el c:ipftul ~ 21 Estos pun1os :)crin objc:to de un estudio dccallado c:n el CJp!rulo 11. Se ha de: tcnc::r pre sc:ntr que Probkmas rru(l4Út para rl ps1roan1i/1s11 ( 1964-1965) fue el seminario puscenor a los ruarro ronrrpro1 fandamrnralrs drl ps1coandlis11, d1c1ado en el primer semestre del año 1964 En este ül1imo, Lac.an 1opologizó la cransferenc1.i mediante el ocho 1n1c:nor '· al año siguiente, retomó la misma cuestión, desde otros :ingulos, uul11.ando l.a botclb de Klein. 1' Uan, J. Cl 964-1965): Seminario Problmias """""'para rl ps1tOa1uil1ns. clase del 13/111965. ~ Véase supra, apartado 8.4, p 158, parce central. Vt,¡nsc: los apartados 4.7 y 4.8 del capitulo 4, dedicado a la 1nterpretac.1ón como corte 2 ' Lican, J. {1964-1965): Stminano P,,,b/.rmm rru
\ rc;ise d t..lP cu
176
Capitulo 9; Relación entre un slgrn(lcante (S ,J y lo bateno vfrlJJal.
El espacio ps1coanalitico
177
R-;\1, es decir, a la parce rcs1antc del espacio R." Se trata de una
9.3. El par significante S 1 y S 1
r rn1 ulaci6n que coincide con la noción corricnce de frontera·
. El s~jero del in~onscienr~ no.es para L1ca~ el dep.ósito de las puJ. saoncs n1, n1enos aun, de los rnsuncos. Es un 1nconsc1ence vaciad0 d concenidos al que se le atribuye un sujeto carence de sustancia su e · 1 m<1S , (, que ab'asa 1. N · 1r · a 1as prorun c. d'1d acles psfqu ' per. (j1c1a , o se requiere para escucharlo; aparece en la supertlcie del discur.so del analizar\~:~ Escá conformado a la manera de una cadena virtual: la de los significa _ res inconscienres. Es pulsación, hendidura, por la cual un significann inconscienre se abre paso y, en el insrance del relán1pago. puede ~e aprehendido apenas por la consciencia. Luego, co1110 se sabe, la brc: cha ~e cierra rápidan1enre. El 41gujero de la botella de Klein es evoc¡¡. Jo por l_acan, al ti nal de su clase del 20/ l I 1965, con10 un lugar de salida cspasn1ódica -apertura y cierre- de las palpitaciones dt·I incons. ciencc. Se reitera de otro modo el modelo de la nasa, propuesto en el seminario los cu11tro conceptos fi1nda,,1er1taLes deL psico11ndlisis ( 1964) y aludido en este libro en la noca 5 del cap{culo 3. Con10 trasfondo de esca cuestión está la relación entre lo que Freud designaba corno lo reprin1ido y aquello que retorna a la consciencia. Si se llama 5 1 al significa.nte que aparece en un sínco111a, por ejemplo, o en un lapsus, un interrogante posible de ser planteado es: ¿qué relación existe enrre ese significante y el resto de la cadena significante que ha permanecido Jacen te? Se erara de pensar cón10 S 1, perteneciendo al conjunto de significan res -52-, f>Uede "salir" mon1cntáneamente del mismo y hacerse presente en la consciencia. La borella de Klein y la banda de Mobius le permicieron a Lacan patentizar la rclJ ción de COJ1rinuidad entre ambos sistemas y le posibilitaron ccoriz,1r de manera novedosa la conexión entre un significance que se n1an1ficsca n través de una forn1ación del inconscienre dctern1inada y el res· co de la cadena significante virtual. Se inccnrarán aclarar escas ideas recurriendo a dos ciefinicioncs -Y sendas figuras- ya expuestas al final unco interno de un co11junco, que se ha tomado en prést
5
•
- "La frontera de un conjunro M en un espacio Res el conjunco de los punces adhcrenres canco a M como a su complerncnro
1
10
.
d
1
or cjernplo, a ex1srence entre os países. Un punto x está en la p . y a u11.a; pongamos por frontera s1· perrencce a 1a vez a F·rancia caso, el edificio de aduanas cornpartido por an1bos países. En la figura siguiente se ve qu~ un punto frontera es el que adhiere, simultáneamente, al coniunro A1 y a su complen1ento R-A1. 'No es interior a ninguno de los dos conjuntos. _ "Un punto de un conjunto M se llan1a interior si no pertenece a su frontera, es decir, si no es adherente a f?-Af."
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R
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•
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M
R-M Punto interior · no es adherente a R·M
R
•
• • • •
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1. .
I l
I M•
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Puntos frontera son adherentes a M y a su complemento R•M
f:.stas definiciones, tratadas con n1uchísi1na elascicidad )'con lrcent1a.s rcspecco de la topología, pueden servir para abor J ar 1a re 1acion ·' tntre S1 y S . El significante S que emerge a rravés de un sueño, lapsus . 2 1 • d '. stntoma o rcireracioncs de palabras, pertenece al con1unro i; es t ccar, a la batería virtual inconsciente de signific.antes. S1 es, por lo cano, homogéneo al conjunto de significantes $ 2• Pero difiere del conJUnto en una cuesción: ha dejado de ser vircual. A difcrcnaa de los res-
s
180
El esfl'OOO pslCOOnOlírico
181
Esca propiedad que posee la botella de Klein de conectar lo íntimo con el exeerior, y viceversa, puede aplic.arse asímismo a la~ ría lacaniana de las pulsiones. En efecto, este objeto topológico rn t'O. era paeeneemenee -sobre todo si se lo piensa en~dro por d Otro: ~ rioridad que deviene interna- la conformac16n de la pulsión en campo del Oero. La pulsión quedó así incluida dentro de la rceb~1 ración de los conceptos fundamentales del psicoanálisis a la luz dcJ significante. Lacan profundizó en la gramátic.a de la pulsión ya esbozad¡ por Freud mediante las ~onexiones que .estableció c~n,,las formas ver. bales: voz activa, voz. pasiva y voz reflexiva ineermedia . Anees de pasar revisea a las inflexiones introducidas por 1.acan, se trazará un bosquejo del pensamiento freudiano sobre dicho concq>ro.
U breve párrafo del mismo texto permieirá precisar algunos atpcc·
s d:su manera de encend~r la p~lsión: "Si .ahora, d~e el. aspecto '~oló ·co. pasamos a la cons1derac1ón de la vida anímica, la pulsión bi gsarccc como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somános ap mo un representante (&pr4Yn1An1] psíquico de los estúnuJos uco. co . . de1cuerpo y alcanzan e1al ma, como una ovienen del 1ntcr1or que pr . d b . . 1 ( medida de la exigencia e era a10 que csral1~puesta a o an mico a conencia de su erabaz.ón con 1o corpo . sccuComo puede aprcc1~. para Frcud ~ puJsión es un conap~ p~ce que .irc icula lo som4tico con lo psíquico. Se rfi trata . de una raJ cxc1cac1ón . . ce en determinados lugares de la supe cic corpo y st 1nscr1· que · tK pu/siD11. be ennªla menee por medio del reprrsentAnu psú¡u1(t> En ese mismo artfculo Freud propuso distinguir dos grupos: las ~~·oncs yoicas o de .au.totQ...O.S~.rvación 1 las ~es r
J."'
192 1 El espooo f>sicoonolltiCO
193
Copltulo 9: Relación enrre un Slfnl1iconte (S,} y la boreria wit1uol...
detern1inan el predorninio ten1poral }' rclJtivo de un" p . . u1s1ón " 1 sobre orra. A (. 110r e1e1np o, no hay nada en la oralidad Parttal a Ja a11a 11.dd a ; este pasaje. s1· se consun1a. no es consecu quedé . P~ encia de nin. · guna rn.1d urac1"6 n d e 1a pu 1sr"6 n oraJ n1• supone el cumplirn· . . .~ 1ento de cca11a que da e1 pasaporte para 1a s1gu1ence. lales desplazam· u~ pr(>ducen por l.i intervención de las den1andas del Oc ro· d •:;,tos" pued.i quedar afectad.t por los n1il y un avatares que carac't ~ {qu, t:'. . erizan a 1. rel.ic1ones parento11l1ales. No ha}' programa biológico que qs ·• · ales n1· mecan1orrosis r tr¡¡ns1l1ones pu 1sron naturales de una emarque las b" · b . n otra Es . 1· m .ís brene rnrercarn 10 s1rn ó 1tco entre madre e hi1"0/a lo d · ctcrrn1• n.intc. Ul.."an se opuso al modelo etapista, que sostiene el desarrollo p gresivo de la sexualidad en fases predeterminadas, desde sus for~: más primitivas hasta una supuesta genicalidad madura, basada en la reunión de las pulsiones parciales que, así unificadas, tenderían hacia la reproducción. Menos aún creyó que esca supuesta pulsión genital ~ruaría con grandes atenciones hacia el objeto. La consideró un idtal que ch0C.1 fronca.lmcnce con los principios que rigen el funcionamicn· to pulsional. En csce punto existieron coincidencias encre las ideas de Frcud y Lacan, según puede desprenderse de lo afirmado al final dd apartado 9.4. En d seminario Los nuztro conceptos fondammtaks "41 psicHnJ/im ( 1964), lo expresó del siguiente modo: "[ ...] con respecto a la iDlflD" caa de la sexualidad, todos los sujetos están en igualdad de condiciones, desde d nUío hasta el adulto; que sólo tienen que ver con lo:: de la sexualidad, pan a las redes de la constitución subjetiva, a ~ de del signifiancc; que la sexualidad se realiza sólo por I~ operacicSn las pulsioncs en canco que son pulsioncs parciales, parciales respeclO
*
la finalidad biológica de la reproducción" (clase del 13/5/1964).
t.a.
l1x•lfd1d e l11con1c:l1nt:e
1411 964, ucilizó la superficie conocida con el nombre de ocho inre29 ara topologiz.ar esca relación entre inconsciente y pulsión.
rror
P
Libido
l •
• •• •
campo de _---;,......_- desenvolvlmien1o del lnconclente
Allí afirmó: "La libido la he inscrito en el punto en que el lóbulo definido como campo del desenvolvimiento dd inconsciente, viene a cubrir y ocultar al otro lóbulo, el de la realidad scx~. La libido ~rá a.si lo que pcrtcnccc a ambos -el punt~ de interscca~n, como se dice en lógica•. Pero a renglón seguido prcc•só que la rdac16n entre~~ lóbulos es de tipo mobiano o, más prccisam~ce. d de _una conanwdad romo la que posibilita d autoairavmnuenro propao y específico del t'IWl-u¡il'. .Este recubrimiento de un lóbulo por ~ero, esta superpoución dd campo del inconsciente sobre d de la ~dad sexual. prcanu.ncia ouo solapamiento: d existente entre el objeto ll y el obJctO l*Cial de la pulsión, que será visto en el apartado 9.8. l. . Si el iai.conscicnte son los ~ de la palabra sobre d SUJClO. 0 sea. 1a-.Ni6o donde el suje(o se dctanaina por los CÍ«:toS de Ja pala'-. la pulsi6n, para insaibinc en el inconsciente, debe amm:sar desfiladeto.t del 1ignificancc. Laan comidcró que el hecho de que ob~ de la p·Ftdn • ~ indica que la P'alsi6n cscá marcada por
Id
la "'-'~" tipifiQJl.te. -·•..;...na 14........ - . i . a inwnscientc te oomspondc con .....,....... ....ljl. . . . . . . . . . .1- 1- adeacia aual (1Mgu:11S.Orlra1'-i ~ ~-~ ....,wal.bl¡ti ..W.cse. habdaela•wi•~:;;•• ..,.... ""-t.MJ~•u.F- lúbda una ~ . .~ laWdal":' -L-. • .., ~
..........
.:;¡:.,,:...La.-
,.._.,,,....•. ...
1. . . .
240
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Copl!ulo 1 1: El Sujeto y la trons(erenao
El espaoo pstcoonolítico
nico. Esto supuso IJ creación de un rnéco(lo a parl1r ele un fen(ii1 ·e · non1 bre se pasó a lo conccnlrado eieno espontáneo. De lo d1ruso y sin 1 . d Lo . d ll¿ 1 )'a o non11n.1 o. no 1ncerpreta o que<.16 exp Persona del anll1sca . '6 n. ucs. co a una posible 1nterpretac1 EJ sujeto freudiano es, por definición, transference. l:.Sta renden se fundamenta en que la actualidad del sujeto -su presente- conll~: n~ri.1n1entc su pasado, por cuanto él es portador de su historia personal bajo la forn1a de huellas n1némicas inconscientes. En consccuenc1a, tendrá propensión a pro)·ecrar sus imagos incon.scienles sobre" los di,crsos personajes de la vida cotidiana con los que entmrá en relación, generando así nuevos)' sucesivos falsos enlaces. I.a tendencia a ~tablecer cransferenc1as es, pues, obligada, insoslayable. Freud consideró esta inclinaci6n como algo propio y exclusivo del paciente; eximía al dispositivo analítico ser agente causal o exacerban te de la n1isma. Pensaba que eJ análisis sólo ponía en evidencia las transferencias reaJiz.idas y, más ampliamenre, que era un magnífico revelador de la disposición del sujeto a transferir. Claro esrá que reconocer las transferencias y descubrir las especificidades singulares de la misma en cada ai1aJ1z.ante exigía -y exige- un avezamienro especial. Freud confesó, en más de una oporcunidad, las dificultades que tu'"º para interpretarla correctamente. Consideró, a jusro cítulo, que la transferencia era el mocor del anáhs:s: la actuaJización de conflictos infantiles en Ja cura, su reviviscen· cia en la relación con el a11alisca, permitía tratarlos uno a uno e irlos resolviendo. Pero no dejó de reconocer, simultáneamente, que en la misma lransfcrencia estaban los obst'áculos del tratamiento: en canto el paciente actúa (agiert) en la relación con el analista sus coníl.ictos -n1ás que recordarlos y verbalizarlos-, se hace presente la veruente resistencia!. • 5 Freud utilizó el vocablo actuar (Agieren) para designar, h ¡>or sus- deseos car y poner sus recuerd os en pa 1a b ras, actua · Y f.-incasmas inconscie11ces, de.i;conociendo el origen y el carácter r~¡:r· · · de esas conduccas. En este sentido, contrapone recorli ar (t.r111· 11uvo · 5 11er11) con actuar (Agieren). Eri11ner11 y Agieren son -amb<)'l- recor~i. de lo reprin1ido. Si esco les une, las siguientes caracteríscicas los di e rcnc1a:
Actuar (Agieren) _ Conipulsión a la repetición. _Se cransfiere; puesta en acco. _ f\i1emoria en acto.
Recordar (Erinnen1) - Impulsión al recuerdo. - Se rememora. - 1\1emoria en palabras.
Para Freud la rememoración era, a los efectos de la cura, la n1odal'd 1 d ideal de retorno de lo reprimido. Pero pronco constató que la ªciclad de rememoración tenía sus lí111ites. En el capfculo Ill de Más capa ,_ ) .. ó .. r d allá del principio de pt-acer ( I 920 ~h ~m : e1en.rermo pu<:: e no rec~rd,lr codo lo que hay en él de repr1n11do, a~o JUSlamenre_lo es~nc1al. f...1Más bien se ve forzado a repetir lo repr1m1do con10 vivencia prescnle. en vez de recordarlo, como el médico preferiría, en calidad de iragmento del pasado". Queda aquí implícicamenLe planteada una disyun1iva: o se recuerda o se transfiere. Según Philippe Julien, .lo transferido es lo aún no rememorado; lo rememorado, en cambio, no se cransflere2• Li rememoración es la presencia
241
1
24J8 1 El espDoo pSJCOOnahtico En csre mismo scn1inario hubo un anticipo de lo que luego ticuyó en piedra angular de su teoría de la cransfercncia: el sujeto se cons co saber. Este aspecco fue cracado, muy sesgada1nencc, en las s~pucs. . . L J ifi pr11neras 1 d 1 e a~~ e sen11nar10 s1gu1ente - /1 taentr 1c11c1ó11 ( 196 l-1962)- en I que el su1eco supuesco saber aparece encarnado en el Dios de O ¡¡_¡ ces, colocado en el lugar de quien garanriza la verdad 19. cswrF.n ese mismo serninario se produjo otro viraje interesante queaca. I . I d d ne, e n1.tnem 1recca, a a conccpc16n acaniana de la transfc · . ·d d 1 • erenc1a· el o bJCro n, tons1 era o lasta entonces como aualma alc.in.,6 · · r . . (:> ' • ., en este sc1111nar10 und rorn1aJ1zac16n copol6gica2º. l_os diversos obJºeros ( . 1 ) I •. a seno, 1lCCc~. m1raoa, voz.ª" qu1r1cron una función normariva del deseo al u'!sra~Jrse -recroacuvamcntc- en el lugar ocupado f>or la falca f:ilic;1. Un ilno más c.1rde -12/6/ 1963- afirn1abJ que el Línico objeto que h,diia que ~roponer en la c1ansferencia es el objeto a. El analista es un ¿Chr ~1101. cncar11,1do, en 1an10 en cuanco pueda revelar el deseo del analiz.an te.
11.4. Perspectiva lacaniana. Años más tarde
El año J964 fue n1uy especial en la enseñanza de l~acan: tras su exc.lusi~n de la 1PA fundó la Ecole Freudienne de París y dic1ó duran" te cJ pruner semestre el seminario XI, loI ci1atro co11cepros fonclamrn· lctles del psicoa11d/1sis. Puede considerarse que con él se inicia el tercer per{odo ~e su.s elaboraciones sobre la transferencia. l..a in1¡>ort.u1ci:t de esce .sen11nar1? respecto al cenia que nos ocupa puede sinterizarse med1anre las s1gu1enccs puncualiz.aciones: n) Articuló de manera precisa el sujeco supuesco saber al analista Y a la transferencia. b) Discriminó con claridad transferencia de repecición. r) Anude'> e.11 10~110 al objeto copol6gico conocido con el noni~rc
de ocho 1nre11or los aportes anceriores al cen1a -reseñados sucin· taniencc en el aparcado ancerior- con los de csre sen1inario; 3 lii par, señaló aspeccos imporrances referidos a la dirección de la cur.1. d) Incluyó el regiscro de lo real en su ceoría sobre la rransfcrencia.
Ccpllulo 11. El su1e10 y la ttam(ercf)(JO
1 249
La cransferencia, según Lacan, es la puesca en acco de la realidad del inconsc1e11re. ~n el mismo seminario soscuvo: "Desde ~u.~ en ~lgu Jrce hav el suJero supuesro saber [... ] hay transferencia n. Colona P1 saber 'como p1voce · d e 1a cransfccrcnc1a · supuso un can1 b'10 1mpor· c.Jí :e respecco de las concepciones clásicas de la misma: definió la r.innsferencia a parrir de una relación del SUJeco al saber y no a partir ~:Jos afecros. Se erara de una relación epistémica2 ~. l..a relación con el ~Jbcr es una relación con el significan ce, con el conjunto supuesto de los significan res. La cransfercncia, así encendida, quedó engarz.ad.i a la teoría del significante. Se era ca de ocra consecuencia -una nlás- de "el ínconscicnre escá escruccuraalabra, dirigida a un ocro, adjudica -por cíccLos de estructura- un saber al n~ceptor; ~te fenón:en.o se arnplillca al hablar al analista ba10 el régin1en tic la libre asoc1ac1ón y desde un fondo de padeci1n1ento ligado a los sin romas. Sin embargo, es Lo no debe inducir a confusiones: el S.s.S. no es1á en el nivel de la fenomenología de la transferencia; la noción quedaría distorsionada si se la reduce a ar¡uel que conoce los trucos sobre la roración de /.a neurosis o aquel que se s11pone que sabe. El sujeto supucsro saber es un efecro de esrruccura del disposicivo analítico... Es el fundarnen.co transfenoménico de la transfcrencia"2 4 y puede insralarse de muy dr~ersas maneras, incluso bajo la forn1a de negar saber al analista 0 acribuyéndole impericia. A éste le corresponde no identificarse con el S.s.s. Sabiendo que no lo es -puesto que sólo lo encarna- debe soscener, sin embargo, es.t, fi1cc1ºó n para 1ac1 r ·1·1car su escablec1m1cnro, . . , sin . e,.1cua1Sno hay ap ertura a ¡a transrerenc1a. r · • En otros térn11nos no ere' rse e1 .s.. s , sino · hacer semblante del n1isnlo. ' supS.s.SI. es ~I algorirmo de los inicios del análisis; el final del 111ismo · ·6 n d·esa ber25 . A parur · de , estos postulado onc a ca1da de ca1supos1c1 ~ surgen n u .. .. strictu- . . ev_as prcc1s1ones: en el final de anál1s1s no habrfa -senn' 1 iaber N.'q~ida~ión de la cransfercncia, sino caída del sujero supucsco .' 1e mejor de los análisis hará que el sujero deje de transferir. l~ncre el · donde b comienzo y el final, el análisis se despliega en un campo 1 lizancee~ sa ~r del analista es supuesto y la supuesta ignorancia dd anaEscos as unciona como un velo respecto del saber del inconscienre. peccos pueden formalizarse así:
250
EJ C5p0d0 pSJCoonulitJco
Amor de transferencia Saber de rrnnsfercncia
Capitulo I 1. El su1eto y la trans(erenaa
.
.
o, s1 se q u1erc:
llc_sistcncia saber del /e~
Estos :ilgoritn10' hablan del dohle registro por el que se desli 1 . en e1procc~o an.'1 I'. cransfcrenc1a 1t1co. U no correspon de :d arnorza)'ela orro $~ber. L~ q1_1e esr.1 enc11.11:'1 d~ la barr~1 se opo~1~ a lo c¡ue está dehaJO. Esra osctlac1ón -q11e existe s1cn1pre en el anál1s1s- entre ·ltnor de transferencia y el ~.1bcr puede ser entendida con10 los v.tivcnes encr los n1on1entos n1ás produccivos -analíticamente hablando- y los mayor resistencia. L1 transferencia imaginaria funciona con1o obstáculo a la emergencia del deseo. En este n1ismo seminario l..acan realizó otro aporce sustancial al disunguir la transferencia de la repetición: "Es n1oncda l orriente oír, por ejemplo, que la cransferencia es una repetición No digo que eso cJ fi1lso, ni que no haya rcpecición en la transferencia. No e.ligo que no fuese a propósito de la experiencia de la transferencia que Freud se aproximó a la reperición. Digo que el concepco de repecición no tiene nada que ver con el de Lransferencia"26• F.su frase, sobre todo en su p.lrce final. diferencia de un nlodo taj.incc ambos concepcos. El psicoanalisca francés se opuso con vehemencia a la muy difundida idea de que la transferencia es pura rcpecición 2~. Consideraba que en la transferencia ha)' aspeccos novcdo~os, inédHoS \ que no es necesario invocar s1e1npre la repetición para explic.1r lo que en ella sucede: ha}' un rc;1l operando en el encuentro con el .1n;fl~si~ Y el analisra >'•por Olra parce, la reperición es siempre con di{ercnc1as~ 8 • \1 se tiene presente la arciculación ara L:ican, los lín1itcs
.ª'
d:
1 25 1
. de [:i repetición significante, no habrá nunca igualdad \I cratar.!>e . l · ·{'_ · J "ficanre y otro que n s1gn1 ' . se repite: e s1gn1ncante . . no ucne repeentre u "bl . siempre que se repice es otro. El s1gn1ficante que se cición pos•¡ ~· cluido articulado, en la accualidad del discur.so (sinª que<. a 111 • J • • rcire~L·1 1 n~ferenci:i Ja escnblece un sujeto cuyo pasac10 esca res1g1a) · dra lo · aclual y es ¡Jrccis:lmencc desde esa accual1'd ad {que .:ron · d ·r do es e , . ni ic:i . . . do) que transfiere. Por esto es mu}' empobrecedor con·· d 1 · 111cluye ~u p.isa · ferencia con10 un rerorno -reproducc1on e o m1smocebir 1a crans del pasado en el presenre. . . Lacan, al fundar el pasado n1ediante el apres-coup, se d1stanc16 de toda concepción arqueológica del análisis. Pa~a él, el pasado se va rede·
26'4
I
EJ rspaao psJcoanafl'tJco
Capitulo 11; El su;eto y lo trans(erenao
En realidad, se erara de una misma y única pr~blcn1ática <}ue serJ abordada desde n1últiplcs :íngulos. Quedan excluidos en esras co . c. • • . ns1. 1 16 deraciones los cortes de as super11c1es copo g1_cas que s.'guen ese reco.. rrido; se los expondrá en aparcado 11.9, mediante su inclusión e resumen de los corres aludidos a lo largo de esre libro. ne1
11.8.1. El trazado elemental
Una cornparación con Jos círculos de Euler servirá de punto de parrida. }"J que pcrn1ice apreciar -desde la diferencia- algunas de sus propiedades funda111entales.
A
la existencia del anillo pequeño, neramence discrin1inado del granrrar ~·iene a señaJar que guarda en su seno alguna diferencia respecto de.I que ciñe el mayor. El bucle incerno alberga algún(os) elemende ~ discincivo(s) respecco del círculo exterior, pero no deja de estar do(s 0 de esre úlcimo. GeneraJizando, podría af'irn1arse que dicho t:rae;~rresulca especialmente idóneo para figurar la diferencia en el seno IJ . de la seme1anza. ~den1 ás, al diagrama de Ja izquierda es posible ororgarle dinas~10, movin1ienro: obsérvese la continuidad de la circulación 1 ~ rre an1bc)s bucles y la posibilidad de reiterar -una y orra vez~iclos en ceros. A sin1plc visea puede l'crcibirse que A está denLro de B y que B escá cambién den ero de A. Pero con una salvedad: A posee algo que B no tiene. La presencia del bucle pequeño produce, por la exclusi6n que instaura, un efecto de hon1ogenei1.ación de lo encerrado en B. Se precisarán escas cuestiones mediante algunos ejemplos que particulariz.an esca forn1alización: • 1
A
B
B
El ocho interior posee, respecto de los diagramas eulerianos, la ventaja de repre.sencar la continuidad en ere ambos círculos. Si se parce de cualquier punto del bucle exrerior y se compleca el recorrido, pue?e comprobarse que el crazado es una circularidad que se recoma a sf misma en su interior. No es el caso de los c{rculos de Euler que crean un interior y un exterior necamence divididos. Ese excerjor puede ser, indu· so, el interior de ocro círculo más grande: es la situación de A respecto de B, en la figura de la derecha. En ella puede apreciarse no sólo esa inclusión sino la configuración de dos espacios cerrados, separados, estancos; es difícil dotar de movimiento aJ esquema. ás En cambio, en el ocho interior el círculo pequeño redobla al m grande dentro suyo; se esrablece así una continuidad entre ambos. Per~. por ocra parte, la existencia del bucle interno inscaura una diftrenetll . represendcar, respecto de1mayor. Esca morfología del trazado permite 5 enconces, lo semejante y lo diferente en aquello que el par de bu e circunscriben. Veámoslo desde ocro ángulo: la continuidad del cr~ de 1os dos círculos consagra la semejanza entre lo que am bos enc1e·
Ste.
Otro
lli/" 1""4: d s1gnificmtc prccustc al su¡t10. d au¡cto es efecto del 11gn1fiun1c lf1y conunuu:Ud cn1rc el 1u1c10 y el sign1fic.an1c pero. a su vn. hay d1fercnuas entre d S rCSf>Cl=IO del wn¡un10 ck I~ s1gnilian1cs. E.nas ldc;u pueden haccnc cx1eru1~1 al.a rcbc1ón cnrrc el 1u1c10 y d Ouo l./ipr11 rentra/) Dmrha: d 1raudo en ocho inccnor sobre cl 1oro -lJ • J-44 111» muatra b ar11· culación de la demanda con d deseo A panir de la sucn1ón de las dcmanda.s es poublc dc-spe-
1.ar d deseo.
11.8 2 El . .fl
··
s1gn1 cante y su no Identidad consigo mismo
la lingüisterla ciene como uno de sus pilares fundamentales una c~orfa p . .,,. . fu b d ¡ rop1amence lacaniana del significante. r.sca e ela ora a en pos sucesivos seminarios y referida en muchos de sus Escritos. Enrre las
si~~CStas de cal conceptualización figuran formulaciones del tipo: d 1
icance es el soporte de la diferencia, el significance c.s lo que los
265
270 1 EJ espooo psicoonolitJco
Capitulo 11 EJ su.iero y lo tral'IS(etendo
cidad del signífic:ance consigo mismo- es siempre con diferenci propiedad incrínsec:a del signific:ante se revelará también en la asl. ~ta • con e1SUJeto. • re ación que manc1ene
• mencarío sobre la regresión. Puede deducirse del mismo que, si un l.Oresi6n es una rrorrna de repec1c1 . 'ó n, cam b'1én 1o será con difcrenla rL"gla repecic1'6 n propia . de Ja regres1'6 n no es 1'dé nt1ca . a aquello que ciJS; • rcp1ce.
11.8.4. Ocho interior como superficie
Lacan subrayó e~ r~iceradas oc~ion~s el parencesco escruccuraJ encre la banda de Mob1us y el ocho 1nter1or· Y lo hiz.o de va r1as · maneras: - Mostrando cómo el corte mediano de la banda genera una supe _ ficie -cinta de Jordan- que adopca la forma de ocho plegado, ~ como aparece en l.a fijj~'' iJl¡e¡;~ en el apar¡ado 11.8.2. Jm..
-~r,!& . . . . • •·..-et lftJl'Cto• • • •
tenor. - . . . . . . . . . . ... . . .,,...... MGll~
............•*'* ..
~
.....
..
11 .9. Superficies topológicas: cortes, familiaridad, propiedades
En este últin10 apartado se incluirán los tres resúmenes anunciados en la incroducción de este capítulo. En primer lug.1r, se prcsencará una sinopsis de los corees practicados sobre las superficies topológicas. Seguirá luego un cuadro en el que se detallan los modos de conscrucción de los objetos topológicos que se han estudiado, a parcir dcl.E?ºlíg.ono fundamental. Por último, se introducirá un cuadro sinóp-
•c.ompuadve ele las prop).....
~
~. . .
J
211
Capitulo I3· EJ suieto y su rcloción con loi ITes rqutrrn
iún rn i1antc el proccd1n1icnto de trnnsfom1arlo en una su fi r . per 1ae d.i· e obtiene: t1 ya tonoctda ~1era provista de un cross-capl~. Si cerr;¡. po 1ble, se \errfio, aJ n1tsn10 c1cn1po que el can1ino inver 0 CSto ~ pliegue: del r1vss"(,1p en forn1a de ~quema R- carnbi~n lo -corre Ydes. • e con1icn1..t pracric.1ndo un corle qt1c siga lo vcccoes. . . res 1111 \ l\i t (~to 11l1er.1 .i1 cuac1r.1ngltlo 1111M 1 -la zona que cst 1 somb d . • re l a en 1 e quern 1 1...on1p1cto que aparece en J>~g1nas anteriores- i· as e 1 . ~ una c-nll . . d tul ion \ pega dura su .bs1gu1cntc e os lados estrechos d,.I · .. n11smo (111· on f..1. 1 con 1) se oht1ene t111a banda de l\1obius. Rec.lté,rdc c1nl.1 rs rcprcscnrati\.1 del sujeto. e que es¡;¡ 11or orr.1 p.11 te, los dos y M 1[>_que qu-.J • tri.tnguloc: -rnmi ..,. ~"U.l ron cp.1• 1.1~lo;; lras el corre clcv1cnen, por dcf,1rmaci6n continua • do s sen11· l lrl. lt 1o~. l.11L01no n1uestra la figura siguicncc. J>or unión de escos dos scrni(írc.ulos -hon1ro1no1 Íos a un c.Jrculo- se obtiene un di co q u~prcsc1u.t .11ol1jc1011. Su bo1de puede ser adherido ahora al borde úi~i~ <.o de l.1 ba11ll.i 111dbian.t.
1
1 323
1
M
•
• • A
Que los do .. triángulos . Por esto~ 11101ivos. 'S... reali1..1 l.1 n1isn1.1 funt ió11 que el lo.rnnge (<>) en l.1 forn1ul.1 del fu11ras1na )' c1ue el ~orce en \)Cho inrerinr t!el rro.
•
Fantasma _l~n
•
()btencr la b.1nda de Mobitis a partir del a1adrángulo supuso. ~n se ac.1ba de ver, un corre q\tC siguió las líneas 1'11 e mi. Lacan calificó ~ ~s~e coree co1110 el único verdadero ya que los bordes del cuadrado original (sector izquierdo de la figura anterior) están destinadosª sucu~ rarsc entre si: a atd.1 punto de las líneas plenas que confurman los lados del lri.1ngu~o si1nbólico le corresponde su punto antipodal, en l~ lfn~ de (razos discontinuos que conforman los lados del triángulo imagi nario. L~I diagrama siguiente -tomado en pr~scamo a J. Gran~n· • ont 1~ r('prcsenca el plegado y pegado poscer1ores al corte pracuca·3 dr>·' .se t ransrorma " · de un así e1esquema R en un l'Toss-cap prov1sro esfera.
w
=$<>a =$corte de a .. $ 0 a = $banda :!(a
e.sce caso, el objeto a se corresponde con 1 (in1aginario) y 5{simb_611co). Reaparece así el fancasma, marco ineludible para la pcrccp· c16n/construcción de la realidad 16. que vela lo real proccgicndo al sujeto de sus in1pactos. L.acan subrayó la importancia que tiene el lcngu.1je en la construcción de la realidad, y csco, clcsdc los inicios 1nis1nos de 1.i ~tructuración subjetiva. l'ara él la huell.1 n1nén11c.1 dcs1dcraciva, cuya reproducción alucinatoria se activa frente a la necesidad -confróntese el concepto freudiano de vivencia de sadsfuc1-ión-, es ya un signifac.ance, que cienc relación no sólo con la necesidad y su objeto ~pe ~fflco, sino con la ausencia del misn10, que re111itc a la estruccurac1ón el deseo. l!ste riene que v~rselas m~s con una ausencia que con un 0 bJcto. . 1.maginario y simbólico están separados y unidos a la vez: en conti_nuidad mobiana. El corte del esquema R, al posibilitar la construcción de fa banda de Mobius, patentiza · me1or · esa conunu1 · 'dad , que no Sel aprecia en la representación inicial. Dicho corre puede ser leído, en es . UJeto, en la barra que lo atraviesa: $.
'º"
Copitulo 14 R.S l. y los goces
350 1 El 6P«iO psJcOCna!itlCO
l 1
1
(19 75 .1976). Plan ecar la crisis psicóric.1 en térn1inos de ruptura,
1coino lo hizo en su artículo ele 1955. se convirtió en un obsc3~culo para e.xp 11car · 1 • tet1r1can1ence un punto espec1'fiico de 1a clínic. de las psicosis: la alternancia entre estabilidad, desencadenacaienco )' posterior . compensac1'ó n, qt1e 110 son, estr1ctan1ence . ~blando, mo,•in1iencos de vaivén, sino tiempos :sucesi,•os de un cr.1scorno que progresa por fases. El vocablo ruptura no tiene un antónimo preciso. Podría usarse recon1posición, reparación, reorganiución, ecc., pero en1pleado en parej.1 con rupcura son inadecuados para n1oscrar ese cipo de progre.s1ón por f.ises. Para ~1. KJein e!>ce aspecto no supuso obstáculo alguno; el concinuo neurosis-psicosis que caracreriza a su reorfa y una concepción lineal de la cen1poralidad -ausencia del apres-coup- le pern1icía apoyarse en el binon1io regresión-progresión y postular un vaivén entre esos dos eien1pos: broce-recuperación. Lacan, est ruct uralisca )' defensor de los cicmpos lógicos, neccsicaba ocra salida y la ct1nstruyc en la J¿cada de los setenra con los nudos borron1cos )' l.t adopción del vocablo desanudamiento para explicar la crisis psicótica. f:.ste término admite una oposición dialéctica y funcional: el re-anudan1iento. Se enlaza a éste el concepco de suplencia -reparación de los fallos en la articulación de los eres registros-. El Ego y el sinthome, conceptos que Lacan produjo en sus comentarios sobre Joyce, condujeron a conceptuar la estabilización psicótica y la apertura del campo de las psicosis no desencadenadas. Se traca de cadenas con un cuarco nudo -tal co1110 aparecen en los diagramas siguientes- que aseguran la consistencia borromea de la n1isma, pese a los fallos de anudamienco habidos. ,L
• R
A
em>rde anudamiento
Neurosis
Psicosis
Paranoia
Un paso n1ás allá consistió en considerar las psicosis no desencadenadas y las compensaciones de la psicosis como situaciones en las que otras formas de anudamiento intentan reparar -con mayor o menor éxito- las fallas habidas en la estructuración subjeciva. Exiscen varias posibilidades de errores en los anudamiencos de los eres registros y, también. otras tantas formas de corregirlas (psicosis com· pensadas). lal reparación de los fallos fue descrita por l..acan bajo el non1bre de suplencias. Como el mismo vocablo indica, vienen a suplir una ausencia; en cscos casos, la falca de inscripción del significance ~el Nombre del Padre. La reparación que acontece difícilmente res· c1ruye de manera plena la función de dicho significante. De la ruptura al desanudamiento; estos términos podrían sintetizar los veince años de periplo teórico que se extienden desde
Una c11estión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis -de 1955- hasta los seminarios R.S.!. {1974-1975) y Le Sin1ho"1e
1
•
1
Ego
Slnthoma
351
352
8 espcoo pstcoonal1t1co
Se apuntala la idea de que una ~uplencia es posible respectt) del hu producido por la forclusión: reparación de la ausencia de inscripción e~~ signific.ante del Non1bre deJ Padre. Se trata de los apaños sinrhon1áticl ~ El sínthon1a viene a ~eparar el fallo, el laps.us habido en el anudarnier~~ R.S.I., en el punco mismo en que se produjo cl error. El cuarto nudo restaura -pará.il ) orropéd1camente- el carácter borromeo de la cadena. El Ego y el sínthon1a, en tanto suplencias, restituyen el lazo borro. meo entre real, simbólico e imaginario. Su correlato en la clínica es la compensación de la psicosis, situación diferente de la metáfora delirante, descrita mediante el e.squen1a I de Una cuestión preli1ninar a todo m11amiento posible de la psicosis ( 1955 ). El éxito de esta suplencia del Nombre del Padre nunca es cota!: la reparación deja algunas cicacrice,); la operación con1pensadora indica el lugar rni!>mo del f:
14.1 1. Identificación y nudos borromeos
Durante la década de los setenta no hubo elaboraciones centradas en la idertificación. En este sentido exisre un paralelismo entre la producción del psicoanalista francés y la de Freud: es al promediar sus obras cuando se produjeron las elaboraciones más imporrances sobre csce asunto. En el primer y último tramo, el rema no esruvo en el cenero de la escena teórica. Sin embargo, al final de su enseñanza, no faltaron referencias explícitas a la misma, tanto en los Escritos como en sus seminarios. La mayor parce de sus consideraciones de esa época se dirigieron a introducir nuevas inflexiones en las tres modalidades de identificación que habfa despejado de los textos freudianos 32 • Pero es importante cencr presente que las abundantes elaboraciones sobre el sujeto barrado ($) que realizó en los años setenca concer11íeron, directa o indirectamente, a la idencificación. Ésca ha escado presente como telón de fondo de las consideraciones originales sobre las estructuras clínicas (neurosis, psicosis y perversiones) a la luz de la topolo~ía nodal Yde la nueva forma de pensar las relaciones enrre los eres reg1scros. Y esto es así porque ninguna estructura subjetiva deja de
Capitulo 14 · R.S.I. y los goces
¡ 353
r efcct<> de identificaciones. Asimisn10, alglín cipo de articulación se xirosa o fallida- de los tres registros se in1pone insoslayablemente a ~o sujeto, ~ea neurótico, psicótico o perverso. A continuación se reseñarán los principales giros que en torno al rna de la idenri~lcación fueron incroducidos en la década de 1970;e980. Se comenzará con u11a cita del seminario Aun 13 ; allí, en relación con la siguiente figura, comcncó:
"¿Pero cuál va a ser su enrollamicnto? Será el de un redondel sin1ple y de un ocho inrerior, aquel con que si111boliz.:.1111os al sujero -permiLiendo entonces reconocer en el anillo sirnple, que por cierto se intervierte con eJ ocho, el signo del objeco a-, o sea, de la causa por la cual el sujeco se iden ci fica a su deseo". Si el nudo en forma de ocho interior representa aJ sujeto y el nudo simple -redondel- al objeto a, su articulación es una forma de presentación -la topológica- del fantasma. Este nudo, llamado del fa11ras111a, escribe lo mismo que el cross-cap. He aquí una de las conexion.es anees señaladas entre la topología nodal y la de las superficies. La cn,1 meneada introdt1ce la idea de la identificación del sujeto a su de-seo, proposición que puede considerarse con10 contrapuesta a la del fin del análisis como identificación al analista. En el seminario R.S.I., clase del 18 de marLo de 1975. rexro establecido por J.-A. Miller, en Omicar, n.o.' 2, 3. 4 y 5. afirm6: "Que todo esto esclarezca la práctica del discurso analítico es lo que les dejo para decidir. Yo les propongo como clausura de esca sesión de hoy, esta formulación de la identificación triple tal como Freud la avan7.a. Si hay un Otro real. no está en otra parte que en el nudo n1isn10, y es en eso que no hay ?tro ~cl Otro. Identinquense a lo imaginario de ese Otro real, y esto es la identificación del histérico al deseo del Otro -lo que sucede en el punto central-. Identifíquense a lo simbólico del Otro real, ustedes tienen encon-
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i es~ E1
Capítulo 14· R.S I y los fOCes
ps¡coanalirlco
ces la idencificación del rasgo unario. Idencifíquense a lo real del O real, ustedes obcienen lo que he indicado con el Non1bre del Padre d cro 1o que Ja 1"denu"fi1cac1"ó n nene . , On. dC Freu d dcs1gna que ver con el an1or" Un mes más tarde, en el mismo seminario, en la clase ·d 1 15/4/ 197? -misn~a fuence que la cica_ anre~ior-: dice: "Es pues e~ tanco el tnskel l'X-srste que puede haber 1dent1ficac1ón. ¿ldencificación a qué? A lo que es el corazón, el centro del nudo, donde )'a les h situado el lugar del objeto a. Este objeco domina eso de lo que Freu~ hace la tercera posibilidad de idencificación, la de la histérica a] dese 0 del O ero". La redeftnici~1 lac.aniana de esras tres idenrificiciones freudianas, que en e'tevolun1en fueron de.:¡cricas como 11' 12 e13, quedaron conectadas con la copologí:i nodal segtín puede verse en la siguience flgura'5.
1
/ .--...!_., -
1; ldenulicaclón histérica al deseo del Otro
• 11• Identificación al padre
AJ terminar esa cla.se soscuvo: "Para volver a Freud, ¿no es excraño que no nos enuncie más que tres identificaciones?; en esas eres está codo lo que hace falca para leer mi nudo borromeo". En el sen1inario L'insu que sait de l'une-broue s'aik amourre ( I 976l 9n), clase del 16/ l l / 1976, arriculó la idencificación al fin del análisis, ~ro de un modo diferente a quienes sostienen la teoría de la idenc1ficac16n con el analista. Planceó -incerrogaúvamence- si se rraca para el analizante de identificarse con su síntoma.
En el sen1inario La 1opologla y el tie1npo, clase del S de mayo de l 979, señaló: "L1.s diferencias son cfcctivarncn ce para 1n í aislables, ¿de que rnodo rendir cuencas -en la n1edida en que la incorporación lla01.td.1 primordial está en la raíz. del supcry6-, de qué n1odo rendir cuentas de la dialéctica entre incorporación del significante del Nombre del Padre y la metáfora parerna, rneráfora del significante del Nombre del Pad re....)". Puede leerse entre líneas que en el n1on1enco de inscripción de la 111 cc,ifora paterna l1asca la dcclinJción del complejo de Edipo -y consiguience cierre del inctu1scicn1c-, la ident ific.1ción p1 in1ari.1 freudian:t, al padre en ranco ldeal, se anuda a la idenrificación secundaria. An1bas se ide111ifir11n en l.acan para Íorn1ar una sola idcncificación: la sin1bólica 16 • 1ern1inan aquí las considcraci<>ne.s sobre los nudos borron1oo!I, últin1a fast'. de la enseñanza t<>pol
355
Anexo 2: Teoria del conoamiento, copoqia y palalantftlJ . . _ _ .
382 1 EJ •poat:Y psicoaliafrko El sujeto trascendental construye al objeto en su objetividad; se: deja impresionar pasivamente por 8 -sensibilidad receptiva- y luego, activamente, lo somete al entendimiento y a la razón. El propio sujeto se modifica en este ejercicio cognoscitivo: se unifica unificando; la unidad de la conciencia acompaña la capacidad unificante (sintetizadora) de la razón. Dicho en otros términos, la unidad del sujeto condiciona la unidad del objeto. Para Kant, esta unidad (Einheit) es una precondición de todo conocimiento. La relación entre el sujeto y el objeto ~n el plano dd conocimiento- áende a intemalizarsc. Se verán en el apartado A.2.9 las críticas de Lacan al respecto.
A.l.7. Pre y post kantianos
Si se amplía el panorama incluyendo las teorías del conocimiento anteriores al filósofo de Konigsberg, se pueden descubrir algunas ideas que aparecen en casi todas las concepciones gnoscológicas de aquella época: su punto de panida es que el sujeto y el objeto no son C'tmStruilÍIJs, sino dados; ademú, afirman que d sujeto aspira a conocer y el objeto está ahí para ser conocido. El sujeto va en busca dd objeto para aprehenderlo; d objeto se ofrece para ser conocido20• Sin embargo, d objeto no pasa al campo del sujeto; tan sólo lo hace una represmt«ión dd mismo. Quedan así constituidos ucs irnbitos: sujeto - representación • objeto
C-ada uno de éstos es abordado, a su va, por una disciplina cspc~ dfica: psicologfa parad primero. r.coda ele las Np111enllriena (lógi-ca, filosofía) para la segunda y onrologfa para el tercero. La Verdad ~1110 problema filosófico y~ a definida en cae oontcQQ oomo adecuación entre la rcprcscntacióA y au objero. Pva completar~ eaquenWia Yi96a cid ptobleiM por R'I. polc. la ániaa posible, dadas lu limitadonsde _,me ,, 1e . . . . . que. 19\a a cu'1 de los polos sea amrt1•m1 la .rcpnseJt1fllCióa.o11ialadt JllO t6lo ~n ~·~o ejerciendo .telmuaacdiaria 'ª nominalismo o ba al~ Se a.1rn1 durante los veinticince ctp»••·iMNtrie dela filá.& ,.&t.t.MP
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I 383
ca. La posición realista consiste en la aproximación -y hasta en la coalcscencia- de la representación y el objeto, de manera tal que d signo queda conceptualizado como d nombre de la cosa. La representación se superpone, punto por punto, con el referente y es "pulcra", perfecta. Toda reflexión sobre la estructura y funcionamiento de los signos resulta, en este contexto, superflua. El nominalismo, en cambio, acerca la representación al polo sujeto. Considera la representación como dependiente del sujeto y relativamente independiente del referente inmediato. El acto de representar implica la construcción de un significado propio para el sujeto y el signo así creado es, en cierta medida, opaco respecto de la cosa. Dentro de la perspectiva nominalista se abre la posibilidad de reflexionar sobre el modus operandi de los • signos. Se puede complementar esta revisión filosófica sintética con la perspectiva psicoanalítica. Se utilizar~. para tales fines, una cita de Freud de su articulo La negación (1925) 21 : "La oposición entre subjetivo y objetivo no se da desde d comienzo. Sólo se establece porque el pensar tiene la capacidad de volver a hacer presente, reproduciéndolo en la representación, algo que una vez fue percibido, para lo cual no hace falta que d objeto siga estando ahí afuera. FJ fm primero y más inmediato dd examen de realidad [de objetividad] no a, por lo tanto, hallar en la percepción objetiva [real] un objeto que corresponda a lo rcpre· sentado, sino remcontrt1rlo, convencerse de que todavía está ahí. Ocra conuibución al divorcio entre lo subjetivo y lo objetivo ea pratada por una diversa capacidad de la facultad de pensar. No siempre, al rcprcr ducirse la percepción en la representación. se la repite con fidelidad; puede resulw modificada por~ alteraciones por conwninaciona de difercntea elemcn~ iEl c:u•o de la realidad tiene 'l\K (;()Duola,r auoogs el a'a~d4. tala clclfiP"'fÍones". Si para lu teorfu pGMOtdticM conoer es, descriptivamence baw.ado, el aaoperel-1a objeGD. la pn:gun111
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• 390 \
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El MpoclO pslcoonoliuco
represión. Ren1011on1r supone el levantamiento de la misma con la consiguiente en1crgencia de recuern1os dejan de existir. A esta herencia frcudiana cabe sun1arle las aportaciones dt: l..acan: su insisrcncia en sustituir el tien1po cronológico por los tiempos lógicos (véase infra) y el haber llevado a primer plano el apres-roup, para operar conscancernente con él. Asi1nismo, La.can ha sabido puntuar con claridad las diferencias encre historia y pasado: la historia no~ para él el pasado; la historia es, más bien, el pasado hiscori:z.ado en el presente. J>rofundizó la ruptura con las coordenadas ten1porales habítuale!> que ya había comenzado el vienés. En Funrión y ca1npo de la palabra y del lenguaje m psrroan1ilisis (1953) 37 escribió: "Es que no se traca para Frcud ni de memoria biológica, ni de su rniscificación intuic.1011isca, ni de la paramnesia del síntoma, sino de ren1cn1oración, es decir, ele hisloria, que hace descansar sobre el único fiel de las cerridurnbres de fecha la balanza en las que las conjeruras sobre el pasado hacen oscilar las pron1:=sas del fue uro". Más adelante, en el misrno artículo, • • sosruvo: "Lo que enseñarnos al sujeto a reconocer como su 1nconsc1ence es su histori,1; es decir, que le ayudan1os a perfeccionar la hiscori1.ación • • • actual de los hechos que deccrn1inaron ya en su ex1stenc1a un c1crco nún1ero
Anexo
2· Teorio del conocim1eri10, topo/oglo y ps1coonot1s1s lacan10no
En Problm1as m1ciales p1tra el psiroanálisis ( 1964-1965), l..acan plance6 la articulación de la botella de Klein con los tres tiempos lógicos: el instante de ver, el tiempo para comprender y el mornento de concluir. Estos tiempos son, asim1sn10, las coordenadas del Ocro, Otro como lugar y Otro como compañero del lengua1e. "Ese campo del Otro se inscribe en eso que yo llamaría las coordenadas cartesianas, una suerle de esp:1cio de tres dimensiones, pero, de tal n1anera, que no se traca ya del espacio sino del tiernpo" 40• l~te párrafo anticipa un anud.1miento complejo del tiempo y del espacio que Lacan abordó. años rnis carde, en sus sen1in:1rios R.S. l. ( 197411975) y Topología y rinnpo ( 1978-1979). Vearno~ en qué consisce Si bien e~ca ligazón
f 39 J'
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394 1 D cspooo ps1coonol1Cico ~
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J Je, op r11. p.
Anexo 2. Teoría del conoom1ento, topologlo y pslcoondlM laCOflJQflO 192.
p 41. f n p1g1n t 1n1rrior 5 5<' h.in Kfl.1lado las d1fcrcnc1u íuncbment1IC$
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Op.. 01 • r ~ 1 l loy se d1rb que los llmnc:\ dd conocim1en10 no son s6lo los dd sujeto, sino, y t.iml:
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los de l.1 propu rc.ihdJcl, btil no puede ser dd1;iun1Y.1cU por d conoc1m1ento uemprc qu J;ir.i ¡1(go por ..onoccr; Cl 1ndcÍcct1hlc el surgimiento de nu~.u 1gnor.in'-u... I si.is 1dc-.1\, prcdon11nJntes tn l.1 gnoseolog{;i prc:k.tnu.tn.t, cx1src:n t.imbu~n en el po.dun n5mo . .iunque se: b\ rncon1r.1r;1 c.on menos frccucno.a ()(1\1 . XIX, p. .255. ~e rc1on1.1r.i ;i coP11nu.u:16n un tC'rnl ya ahordJdo al comienzo del upnulo 8 Est~ 11nplfc110 <'n CjlC' p4rr.ifo la d1~11nci6n que Uicn introdu¡o entre rc.il y n:-.iluhd. c.on1o ~l 1Jr11h1én el proccs.11n1ento del prirncro mc:J13nre lo simbólico y lo imlg1n:ano ÚTJ visión 4¡uc at.1ban1os de cxplic11;1r se contrapQne. por un lado, a las t~1s del 1dt";alis· mo). por 01r11. :a l:u tld m 11cri.1l1sn10 mcc..inic1sta. Al primero le: rebate su Vls16n de la re:1 l1J,11I er11m1d1d;i co1110 pro1os uen1pos. , dc"en la capt.:tetón de la rt"ahd.1d, en p;11t1c11lar. V~ase r~pccto de este punto el cnsa)'O frcud1Jnn antes citado: Ú1 11~11c1ón
En el Cl~o
1 395
1972 y fue oir;a mancr;i de 10\lStlr en que .iJ 1ncon54.1en1e 5C lo .tburd.1 a p;¡n,1 de los cLchos del 1nal1unte No h.1y 1nconsc1cntc: sino a par11r del dicho• (scrn1narir> Aun) lL Convi•ne tener prn<"nte que ti u!rm1no 1111rro no opera ton la mi.smJ ugn1fiuc.16n en¡¡ ll y 01r;i teorla cxuten 1un.inti.ilcs d1ferenc1.t.\ entre d su1c10 (;ian1ano y tl truccndcnul k.tnuano. El primero ha 1ado conJ1.1n1emcnrc al11d1do a lo largo de es1.1 obr.i, rapcct'D dcl suicto trn-.cndt"nral se puede ll Véase suprn. úlum.1 parte del apan.1clo A.2 6 Jl ¡: n Escnt(lf. 11p. rtt., 1nn10 11, p. ?7 •J 1-D. Nas10 señ'11.i en CnJJs r11p. .Altu11a1ttJ1111r11rn(l11J1f'6nca1, op. c11.. que b 1n1u1~1ón es, pc~c a iodo, irrcduccílilc. E.s 1mpos1blc exp11ls;iil.1 de nucstl'll d1sapl1na )'•por lo 1an11), es n1cjl)r 1ran,forrnar !.is condic1one~ 111h¡c11v,1s de las i.¡ue e111crgr. corno p1r;i poder c~1n1.1r con una intuición rcni1\~1da L.l u"' de las ar 11iic1os topol6gico' puede servir, srgun Nas10, par.a tales efectos Ls1J ll11ca de argun1e11111~1611 es tC'tomad1 en J.rsJtUX dt Ú1ul'l'(19B7), Pp ,-,,, tercera parte. H \'éase el capitulo 11, apartadns 11 2 y 1jltin11 pirte: del 11 4 J\ V6sl" en d capítulo 3, upan.ulos 3 7 y ~1¡;1.11e111C\, Lu cons1dtrac1oncs sohrc d c~p~c10 analítico. .1n1en
" EsmtM /, op. ''' . p 77. Ibídem, p. 82. '' Vbsc el c:ipítulo J, :ap:in.1do 3 2. 40 Clase del 13 de enero de 1965. 41 V6:ansc los capilulos 8 y 9 41 l·n t.1nto el ohjc11vn e\ mostrar cómo lun sido subverud;u l.is nociones u.iJ1c1on1le!\ > l.u k.inuanas de espacio-tiempo y, a la p:tr, enunc.1:ar bs 1dt:1s principales de Lac..in respcc.to de esas c.ucgorías, no se daarrollanl. lo descrito 5in1é11c.in1en1e e11 t"ilC .1partad~ En lo que respecta a cst.1 forrnulJctón en concrc10 - ..d 1ic1npo son los tirones dd nudo - se n:mne ¡¡ Alcm~n. J, y Larricra, 5. (2001), op. r11.. pp l 71 y ss., c:n l.u que: ¡1horJJn este iUUnto a iravb de un estudio prc:v10 de El srr y rl 11r1npo Je ~l. f·lc1deggcr, en co110:16n c1•n l.i -.onccpción del ricmpo postulada t'll la obra del lil1Ssofu í:.. 'I rf;u, 4) Vbst: el c01pítulo 3, apartados 3.8 y 3 ') l&