El ENFOQUE TRIDIMENSIONAL DE LA PSICOLOGIA SOCIAL En este capítulo capítulo hemos tratado tratado de considerar considerar la psicología psicología social «en sí misma». Hemos situado sus partes principales principales en relación con con la sociología y la psicología; psicología; otras, con la psiquiatría y la antropología. La psicología social se ha relacionado con las ciencias de la conducta conducta y, de pasada, con la filosofía. Había una buena razón para ello. El caso es que el estudiante estudiante novato de psicología social, usualmente, usualmente, queda prendado prendado del enfoque que primero llama su atención. Si su primer curso de psicología social se realiza bajo los auspicios auspicios de un sociólogo, tiende a opinar que la psicología social social pertenece a la sociología. A menudo sucede lo mismo con el estudiante de psicología que realiza el curso introductivo de psicología social social dentro de su disciplina disciplina principal, y, y, después, siempre asegura asegura que aquello es «al fin y al cabo cabo psicología social», pero aquella aquella confusión se debe evitar. Cada interacción social implica unas personas, y estas personas poseen unos cuerpos. Tienen ojos para ver a los l os demás y una serie de sentidos que les ayudan a percibirlos. Poseen un equipo de comunicación que no sólo consta de unas cajas de resonancia para la voz y unas cuerdas vocales, sino también de unos centros y de otro utillaje que les permite comunicarse con los demás. La gente, además, se encuentra en unos «estados sentimentales» que tienen una base fisiológica y son muy importantes para el 18modo como esta gente trata a los demás. Una persona colérica es una cosa; una tímida, asustada, es otra. Todos estos hechos indican la importancia del cuerpo en la conducta del hombre, ya que todo lo que hemos descrito en este párrafo solamente es posible porque el hombre tiene cuerpo. cuerpo. Por consiguiente, es comprensible que en los albores de la historia de la psicología social se desarrollara un enfoque orientado fisiológicamente, centrado sobre las tendencias innatas, congénitas o instintivas que actúan en el hombre. Este punto de vista, completamente refutado y relegado en último término por las escuelas sociales y culturales, ha cobrado nuevas fuerzas a causa dela «psiquiatría constitucional», el estudio de los tipos somáticos y los hallazgos de nuevas drogas que parecen mejorar los problemas de personalidad en los psicóticos. No obstante, estos factores son incompletos e inadecuados si se desconocen los aspectos culturales y sociales de la conducta humana.
La escuela orientada socialmente considera lo biológico como un «sustrato» o corriente fundamental de la conducta humana, pero señala la importancia de las relaciones interpersonales y su influencia en la personalidad del individuo, recalcando ¡a continua exposición del individuo a los acontecimientos sociales. Es decir, considera la personalidad como una respuesta del individuo a la participación social. Este enfoque centra su atención en las experiencias del niño con la madre, con otros miembros de la familia, con grupos de compañeros en la escuela y en el juego, y con cualquier tipo de asociación íntima realizada a través de su vida. El concepto central de esta corriente de opinión es el proceso de socialización, esto es, el proceso vital de modificación de la conducta (aprendizaje), que resulta de nuestra asociación con los demás. Existe una variante simplista de este enfoque ante la que debemos ponernos en guardia como ya lo hicimos ante la teoría fisiológica simplista. Esta variante puede desestimar lo biológico como algo que carece de influencia, o bien lo que ya es más grave, puede desechar lo cultural «puesto que es social». Las normas culturales, que son agrupaciones, transmitidas de generación en generación, de los modos de pensar y actuar en relación a las cosas, son «sociales» en la medida en que son compartidas por la gente. Pero en un sentido estricto sólo son sociales los grupos de personas. Su manera de hacer las cosas, sus normas de conducta, se llaman culturales porque la cultura se refiere más a las ideas y a las cosas que a las 19 personas. Esto puede parecer una distinción de poca importancia y algunos autores han prescindido de ella. Sin embargo puede errarse el análisis psicológico-social, si esta distinción no se hace con propiedad y el componente cultural se explica por la conducta humana. Por ejemplo, el famoso complejo de Edipo, concepto desarrollado por Freud, se basa en la relación padres-hijo, tal como se conoce en el oeste europeo y en América, donde e! niño está sujeto al amor de la madre y a la autoridad del padre. Determinadas condiciones culturales pueden modificar de forma importante el complejo de Edipo; así ocurre en algunos pueblos donde el hermano de la madre es para el niño la figura autoritaria, puesto que aquél puede llegar a convertirse en objeto de hostilidad, mientras se establece una relación puramente afectiva entre padre e hijo. El enfoque orientado culturalmente se parece bastante al orientado socialmente, puesto que la cultura a menudo dicta la forma que tomarán las relaciones interpersonales. Sin embargo se distinguen claramente porque las preocupaciones de la escuela cultural residen en el hombre como ser rodeado de mecanismos
adquiridos, procesos técnicos, ideas, hábitos y valores, es decir, un «modo de vivir» cultural. El concepto central de esta escuela es la «culturización», proceso por e! cual los individuos absorben y llegan a formar parte de su cultura. Este enfoque ha conseguido demostrar a través de comparaciones culturales de las semejanzas y diferencias en la conducta humana, la falacia de adscribir esta conducta a la dotación biológica innata. Con todo, existe una variación simplista de la escuela cultural, que considera a los hombres como meros receptáculos donde se vierte la cultura, ignorando sus aspectos fisiológico y social (de la experiencia), lo que supone fatales consecuencias para una visión holística del hombre social. De esta forma hemos llegado lógicamente a la convicción de que la conducta del hombre no debe estudiarse según una sola dimensión sino según tres; y ha de estudiarse holística más que simplistamente, y de forma integrada o interrelacionada más que adicional (I +2 + 3). No se crea que estas tres dimensiones son las únicas que posee la conducta humana, y que, lógicamente son categorías exhaustivas. También podrían tenerse en cuenta los enfoques teológico y filosófico. Sin embargo, la psicología social tiene sus orígenes en el impulso científico del siglo xix y, como ciencia que es, desestima a la filosofía y la teología como fuentes válidas de conocimientos.
SOCIABILIDAD HUMANA La sociabilidad humana es un hecho de experiencia común. Lo social aparece como una característica de la vida humana que implica pluralidad, unión y convivencia. El hombre histórico se concreta en comunidades y asociaciones. La familia, la nación y el Estado constituyen algunas de esas entidades sociales. La evidencia del hecho de que el hombre vive y convive en sociedad se impone por sí misma. Ahora bien, ¿cuál es la causa eficiente o que está en el origen de esa sociabilidad humana? Básicamente nos encontramos con tres tipos de respuesta: la teoría contractualista, la conocida como teoría naturalista y la teoría de la naturaleza social del hombre (o teoría del derecho natural). La teoría del pacto o contrato social afirma que la sociedad humana tiene su origen y fundamento en un pacto o libre acuerdo entre los individuos. Esta teoría, que está en la base del liberalismo clásico, ha sido defendida por autores como Hobbes, Locke y Rousseau. Así, Hobbes considera que la naturaleza humana es esencialmente egoísta y antisocial. En esa situación de inseguridad y temor en la que el hombre es un lobo para el hombre, los hombres renuncian al interés personal y a su derecho absoluto sobre los bienes materiales mediante un pacto en el que se constituye el Leviathan: un poder fuerte, absoluto, pero más amable que el poder del hombre, capaz de formar las voluntades, y que surge del pacto de cada uno con todos los demás. Por su parte, Rousseau supone que el estado primitivo del hombre era asocial y que, en aras de un mayor perfeccionamiento, la sociedad se constituye gracias a un contrato social por el que los individuos ceden sus derechos en favor de la comunidad y del poder civil que representará la voluntad general. En lo que se refiere a la teoría naturalista, que tiene en Hegel a uno de sus máximos exponentes, considera la sociedad como un todo orgánico que se constituye como la última fase conocida de un proceso evolutivo de la realidad (materia o espíritu), que se rige por las rígidas e inflexibles leyes del determinismo universal. Esta tesis está en el substrato de los planteamientos políticos totalitarios. Por último, la tercera respuesta-sostenida por Aristóteles y Tomás de Aquino, entre otros-afirma que el hombre es social por naturaleza; es decir, que el origen, causa eficiente o fundamento de la sociedad radica en la propia naturaleza humana que tiene en la sociabilidad una
de sus características esenciales. Existe, pues, una inclinación natural del hombre a vivir en sociedad. Ya a los griegos les resultaba imposible concebir al hombre en estado de aislamiento. Aristóteles señaló que el hombre es por naturaleza politikónzôion, animal social y político. El ser humano nace ubicado en una familia y en una sociedad civil determinada por necesidad natural. Los hombres necesitan de los demás para alcanzar sus propias perfecciones individuales. Esta perfección, desde el punto de vista finalista, no puede lograrse en la soledad, puesto que el hombre aislado no puede bastarse a sí mismo. La comunidad es el espacio donde puede sobrevivir el hombre en cuanto hombre. De ahí que el Estagirita insista en la idea de que un hombre que fuera incapaz de formar parte de una comunidad política sería o un animal inferior o bien un dios Tomás de Aquino apunta tres razones por las cuales se constata que el hombre tiende naturalmente a vivir en sociedad: el hombre no se basta a sí mismo para atender a las necesidades de la vida; precisa de la ayuda de los otros para conocer lo que necesita para su subsistencia y procurárselo; es esencialmente comunicativo, como lo demuestra el hecho del lenguaje. La natural dependencia recíproca de los hombres en la consecución de sus finalidades específicas, así como la existencia en todos los individuos de una fuerte tendencia a la unión con sus semejantes, prueban el carácter social de la naturaleza humana. De hecho, los hombres ya nacen en el seno de la sociedad; al principio de su vida la necesitan ineludiblemente, y cuando llegan a la edad adulta no se pueden separar de ella totalmente, sino con grave perjuicio para su bienestar físico y espiritual. La constitución corporal y anímica del hombre condiciona su propia supervivencia a la ayuda de los demás durante un tiempo incomparablemente más largo que en los demás animales. Incluso el despertar y el desarrollo de sus facultades espirituales dependen estrechamente de la ayuda y enseñanza de sus congéneres. En este sentido, la madurez psicológica del entendimiento y de la voluntad está condicionada por la ayuda de los demás, por lo que sería muy difícil distinguir de un irracional al individuo humano que hubiese crecido en soledad. Gracias al lenguaje podemos heredar los conocimientos, técnicas y valores que la humanidad ha ido perfeccionando durante siglos y que ningún individuo podría alcanzar partiendo en solitario de cero. Pero este instrumento natural que es el lenguaje únicamente se actualiza como tal, como lenguaje humano, en el marco de la
sociedad. Por consiguiente, más allá de la propia supervivencia, la existencia digna, la existencia humana en cuanto tal, implica la satisfacción de una serie de necesidades materiales y espirituales (morales y culturales) que exigen naturalmente la sociabilidad. El origen de la sociedad es, pues, natural. Además, el hombre no sólo necesita recibir de los demás, sino también dar, comunicar, compartir. La propia condición del ser humano hace de él un ser naturalmente social y nacido para la convivencia. La persona es un ser que siente la necesidad de relacionarse con los otros hombres, de mantener con ellos relaciones interpersonales. De este modo, la sociedad es una exigencia de la persona no sólo en razón de sus necesidades materiales y espirituales, que no podría satisfacer en soledad, sino, más profundamente, en razón de su propia perfección y plenitud, que se comunica y expande en la mutua comprensión y amistad. El ser humano no está hecho para la soledad, ni tampoco para únicamente coexistir con los demás o ser-con-otro. Si la situación humana es la de ser-con-otro, entonces la persona únicamente "coexiste" con sus prójimos, que siente muy lejanos, como mera "contigüidad física". La sociabilidad humana implica la convivencia, el ser-para-otro. Siendo ésta la realidad del ser humano en cuanto tal, y no habiendo nadie probado (sino simplemente supuesto) ni la existencia de un determinismo universal, ni el carácter egoísta, antisocial o asocial de la naturaleza humana, no parece que el nacimiento de la sociedad se deba a un pacto más o menos explícito, ni al mutuo consentimiento entre los hombres, sino más bien a una imperiosa inclinación de la naturaleza y a una necesidad ineludible para la inmensa mayoría de los hombres. Ahora bien, no existe oposición entre el carácter natural de la sociedad y el papel de la libertad en su formación. La sociedad humana en general es una institución natural, fundamentada en la naturaleza humana. La naturaleza explica la sociabilidad, es decir, la exigencia necesaria de la sociedad por parte del hombre. Pero, libremente y por mutuo acuerdo o convención, los hombres fundan o establecen sociedades concretas y particulares que tienen elementos esenciales, geográficos, culturales o históricos específicos. Por consiguiente, el fundamento natural de la sociedad humana permite comprender lo que la sociedad tiene de libre y de necesario, es decir, aquellos elementos que dependen de la libertad humana y los que se fundamentan en la propia naturaleza del hombre.
PRINCIPALES
ENFERMEDADES
QUE
AFECTA
A
LA
SOCIEDAD ANOREXIA NERVIOSA La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria que supone una pérdida de peso provocada por el propio enfermo que puede conducirle a un estado de inanición, es decir una situación de gran debilidad ocasionada por una ingesta insuficiente de nutrientes esenciales. No debe confundirse, como ocurre frecuentemente, la anorexia (síntoma) con la anorexia nerviosa. El término anorexia proviene del griego órexis (apetito,
a-/an-
(negación) +
hambre; deseo) y se emplea, en general, para describir la inapetencia
o falta de apetito; este síntoma puede ocurrir en circunstancias muy diversas, tales como estados febriles, enfermedades generales y digestivas o simplemente en situaciones transitorias de la vida cotidiana. La anorexia por lo tanto es un síntoma que puede aparecer en muchas enfermedades y no una enfermedad en sí misma. La anorexia nerviosa por el contrario, no es un síntoma, sino una enfermedad específica caracterizada por una pérdida autoinducida de peso acompañada por una distorsión de la imagen corporal y puede tener consecuencias muy graves para la salud de quien la sufre.
Problemática familiar. Los problemas dentro del seno familiar pueden ser factor causal de las desviaciones de la conducta alimenticia. La influencia de la autoridad o falta de la misma de padre, madre u otro miembro de la unidad familiar, podría ocasionar respuestas o conductas dañinas. Los conflictos intrafamiliares, especialmente con la figura materna y las familias de tipo disfuncional son otro factor que tradicionalmente se ha señalado como posible causante. Así mismo, la renuncia a alimentarse, puede considerarse según algunos sicólogos, como un acto de venganza hacia los padres.
Factor social. Se ha postulado por parte de diferentes investigadores, la influencia que puede tener en la génesis de la anorexia nerviosa el modelo de cuerpo femenino, extremadamente delgado, que se toma como patrón de belleza en diferentes medios de comunicación audiovisuales. La asociación
de la intensa delgadez con la belleza y su utilización como prototipo de modelo ideal al que todas las mujeres se deben aproximar, puede ejercer un papel, cuya importancia exacta aún no se ha determinado, en el inicio de la enfermedad. Esta influencia es menos potente en el caso del varón, pues el modelo masculino suele ser representado con mayor masa muscular y por lo tanto menos delgado. En el clásico estudio llevado a cabo por Garner y Garfinkel, se pudo comprobar que entre las personas relacionadas con profesiones en las que se daba gran importancia a la delgadez, como modelos y bailarinas, existía mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad. La llamada anorexia atlética tiene lugar en deportistas que voluntariamente restringen la ingesta alimenticia a fin de intentar aumentar su rendimiento. Simultáneamente a la pérdida de peso, aparecen rasgos obsesivos y fóbicos. Esta conducta es parecida a la que tienen en ocasiones algunos profesionales del ballet, por ejemplo.
Adicionalmente, las personas con desórdenes alimenticios tienden a tener relaciones sociales problemáticas o presentar antecedentes de haber sufrido burlas respecto a su tamaño o peso. (Marcos C. 2012)
LA DEPRESIÓN La DEPRESIÓN en cualquiera de sus formas o variantes, es una de las mayores epidemias que afecta a la humanidad en los últimos décadas. Una pandemia que, sin embargo, tiende a ser invisible, dado que los deprimidos disimulan y se retraen. Es, además, un problema que crece y se extiende en nuestro actual estilo de vida y cultura, sobre todo en los países desarrollados y urbanizados. En estos países crece mucho más deprisa en niños y adolescentes y la edad de inicio del primer episodio depresivo tiende a ser cada vez más temprana. En los pacientes afectados (y también en sus amigos y familiares) la depresión merma la cantidad y, sobre todo, la calidad de la vida. Aumenta el pesimismo, la hipocondría, la desesperanza; y disminuye el flujo de pensamientos y acciones, la autoestima, el cuidado e higiene personal, el impulso al reto, a la aventura y a las relaciones sociales. Además del sufrimiento, aislamiento e incapacitación que produce, acarrea un importante riesgo vital: muchas enfermedades, accidentes,
deterioros familiares, fracasos escolares y despidos laborales pueden atribuirse directa o indirectamente a la depresión.
El Alzheimer La enfermedad de Alzheimer es una demencia, es decir, la pérdida progresiva de las facultades mentales e intelectuales, tales como: la memoria, el juicio, el lenguaje, alucinaciones visuales, apatía, desinhibición, agitación. En cuatro palabras, pérdida del control social. Se trata de una demencia secundaria (es decir, no es debida a ninguna otra enfermedad) y degenerativa. Se conocen tres fases del desarrollo de la enfermedad, durante las cuales suelen ocurrir una serie de sucesos que caracterizan a todos los afectados: Primera fase: El enfermo puede llevar una vida independiente
Disminuye la memoria de hechos recientes
Siente dificultad para realizar actividades diarias
Por momentos pierde la referencia espacio-temporal
Se alteran aspectos de su personalidad
Segunda fase: Hay una dependencia del enfermo respecto a su familia
Olvida sucesos recientes
Sitúa erróneamente los sucesos del pasado
Ha abandonado sus actividades
Se pierde por la calle y en su propia casa
Tiene reacciones desmesuradas
Tercera fase: Encamamiento o postración en una silla
La agnosia es total
No habla ni entiende nada
No realiza ninguna actividad
Le cuesta masticar y tragar los alimentos
Parkinson La enfermedad de Parkinson es una enfermedad degenerativa de larga duración, incapacitante, que puede desarrollar síntomas de pérdida de comunicación. Esto genera una serie de necesidades, dependencia física hacia una tercera persona (familiar o cuidador) y aislamiento social, además de la necesidad de unos recursos específicos para alcanzar una calidad de vida deseable a los que no todos tienen la posibilidad de acceder. La realidad de la enfermedad de Parkinson es muy complicada. Se trata de una enfermedad con síntomas muy graves que van apareciendo sin “avisar”.
Entre otros síntomas de la enfermedad se encuentran los cambios psíquicos y de conducta. Es decir, se trata de una enfermedad bastante difícil de manejar. La persona afectada de párkinson, a causa de su situación, empieza a manifestar sentimientos de frustración, inactividad e inutilidad, incomprensión, vulnerabilidad física y emocional, agravados por una posible apatía y/o depresión. El familiar y cuidador sufre por la persona que quiere, intenta cuidarle lo mejor posible y a veces a costa de su propio bienestar, sienten la obligación de volcarse en los cuidados de la persona enferma olvidándose o sacrificando sus propias necesidades. En algunos casos, la vida del familiar gira exclusivamente en torno a las necesidades de la persona enferma de párkinson.
EL AUTISMO Los niños que sufren de autismo tienen dificultades importantes para concentrarse y para procesar estímulos complejos. Se da una alteración en todos los mecanismos básicos del desarrollo humano por lo que la cura es complicada. Por el momento se han empleado la aplicación de prácticas conductistas que tratan de reconducir a los pacientes.
Para ellos es difícil interpretar las claves socioemocionales, que son las que nos permiten establecer relaciones de empatía con los otros y para hacer predicciones sobre el comportamiento de otras personas. Tampoco tienen habilidades para el engaño y la mentira. Debido a todas estas carencias, el autista es incapaz de mantener relaciones sociales adecuadas con el resto. La sociedad tiene en sus manos la integración de estos enfermos a través de un aumento de información que permita a los familiares de los afectados detectar pronto el problema y dirigirse a un profesional. El siguiente paso sería mejorar el trabajo del personal sanitario. Muchos retos pendientes, pues, ante una enfermedad como el autismo que cada vez es más diagnosticada y que debe ser un acicate para la investigación en este siglo XXI recién estrenado.
ESQUIZOFRENIA Es un trastorno fundamental de la personalidad, una distorsión del pensamiento. Los que la padecen tienen frecuentemente el sentimiento de estar controlados por fuerzas extrañas. Poseen ideas delirantes que pueden ser extravagantes, con alteración de la percepción, afecto anormal sin relación con la situación y autismo entendido como aislamiento. El deterioro de la función mental en estos enfermos ha alcanzado un grado tal que interfiere marcadamente con su capacidad para afrontar algunas de las demandas ordinarias de la vida o mantener un adecuado contacto con la realidad. El psicótico no vive en este mundo (disociación entre la realidad y su mundo), ya que existe una negación de la realidad de forma inconsciente. No es consciente de su enfermedad. La actividad cognitiva del esquizofrénico no es normal, hay incoherencias, desconexiones y existe una gran repercusión en el lenguaje, pues no piensa ni razona de forma normal.
BIBLIOGRAFÍAS.
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Anónimo “individuo y ser social”
http://recursostic.educacion.es/bachillerato/sabios/web/index.php?option=com_content&view=a rticle&id=131&tmpl=component Marcos C. (2012). Anorexia Nerviosa http://anonorexia.blogspot.com/2012/06/anorexia-un-problema-social.html Verónica Saludes “EL ALZHIEMER UN PROBLEMA SOCIAL”. IES La Pineda www.xtec.cat/~jbiayna/jj cc/arx iu /treball s00/33.pdf
Federación andaluza de Parkinson “Aspectos individuales, familiares y sociales del parkinson”
Sevilla (España). http://www.fandep.org/?q=aspectos_sociales Univisión.com “el autismo como problema social”
http://archivo.univision.com/content/content.jhtml?cid=353447&pagenum=4 Psicoactiva.com “Esquizofrenia”
http://www.psicoactiva.com/esquizof.htm