Una alegoria de los dltimos dias
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Titulo del srcinal: Song o f Eve, Review and Herald Publishing Association, Hagerstown, MD, Estados Unidos,1987. X - . Direccion editorial: Pablo M. Claverie Traduccion: Margarita Biaggi Diagramaciön: Eval Sosa Tapa: Nancy Reinhardt IM PRESO EN LA ARG ENTINA 'Printed in Argentina Primera edicion M M IV - 5 M Es propiedad. © Review and Herald Publ. Assn. (1987). © ACES (2004). Queda hecho el deposito que marca la ley 11.723. ISBN 950-769-077-8 244 STR
_ Strong, June El canto de Eva - la . ed. - Buenos Aires: N ew Life, 2004. 224 p.; 17 x 11 cm. ISBN 950-769-077-8 I. Titulo - 1. Literatura piadosa. 2. Relatos.
Se termino de imprimir el 26 de enero de 2004 en talleres propios (Av. San Martin 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires). Prohibida la reproduccion total o pa rcial de esta publicacion (texto, imägenes y diseno), su manipulacion informätica y transmision ya sea electronica, mecänica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor. — 100023—
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•' Este libro estä dedicado, con inmenso amor, a mis hijos: Melody, Lori, Kim, Jeff, Mitch y Amy. Ningun libro es producto de una sola persona. Hay quienes apoyan, quienes sostienen, quienes inspiran y quienes interceden. Gracias a ... Don, que compartio conmigo una mäquina de escribir durante meses. A mis nietos, que esperaron pacientemente a que saliera de mi aislamiento. A Alta, Howard, Isabel y otras personas, que oraron sin cesar. A Shirley, que amorosamente se ofrecio a procesarlo todo. A Dios, que no permitio que luchara sola, sino que camino a mi lado a traves de este recorrido por un pasado ignoto.
"PERO EL DiAY LA HORA NADIE SABE, NI AUN LOS ANGELES DE LOS CIELOS, SINO SOLO Ml PADRE. M a s COMO EN LOS DfAS DE Νοέ, ASI SERÄ LA VENIDA DEL HlJO DEL HOMBRE. PORQUE COMO EN LOS DiAS ANTES DEL DILUVIO ESTABAN COMIENDO Y BE BIENDO, CASANDOSE Y DANDO EN CASAMIENTO, HASTA EL DiA EN QUE Ν θ έ ENTR0 EN EL ARCA, Y NO ENTENDIERON* HASTA QUE VINO EL DILUVIO Y SE LOS LLEV0 A TODOS, ASI SERÄ TAM BliN LA VENIDA DEL HlJO DEL HOMBRE"
(M a TEO 24:3639).
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i\ r eL x lc ä os ültimos rayos del sol de la tarde danzayj ban sobre las paredes de marfil, y las plan^ y t a s tropicales, de un verde intenso, se mecian sobre eilas. El agua, que caia susurrante so bre las rocas, en un rincon, hacia que la espaciosa y ventilada habitacion casi pareciera una extension del frondoso mundo que estaba mas allä de la ventana abierta. Un päjaro, azul como si fuese un pedazo de cielo caido, revoloteaba alrededor de una jovencita sentada, con las piernas recogidas, sobre una alfombra de la mäs suave lana cardada. Distraidamente, le extendio la mano al päjaro, pero, con solo observar los sonadores ojos verde mar de la nina, uno podia darse cuenta de que sus pensamientos estaban muy lejos. -Bien, pequefio Safiro -dijo ella finalmente, mientras acariciaba sus suaves plumas con afecto-, has interrumpido mi ensofiacion, asi que
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ahora debes escucharme. Rapä me ha prometido una sorpresa para esta noche, y no una coηηύη; algo muy especial. Y mamä estä alterada por ello. Me doy cuenta al observar la manera en que camina. La nina sonrio, al ver una vez mäs, en su imaginacion, el porte erguido y de desaprobacion de su madre. -Pero ella no ha dicho todavia que no. Muy misterioso, ^no te parece, mi pequeno amigo? El päjaro ladeo su pequena cabeza, como si estuviera realmente considerando su pregunta. La nina prosiguio: -No creo que me vaya a comprar algo, porque el sabe que no deseo nada que haya visto en la plaza del mercado. Todos esos brazaletes de plata, que tanto le encantan a mama, solo me estorban cuando corro por los bosques o trabajo en el jardin. Tal vez, fabrique algo para mi. jEso debe ser! Ella acurruco con carino al päjaro bajo su menton, dejando que su espeso cabello castano, con sus toques cobrizos, cayeran como un nido a su alrededor. -Tal vez, la escultura de un päjaro tan hermoso como tu. Pero mamä no objetaria eso... Muy misterioso, realmente.
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Luego de colocar al päjaro nuevamente en una gran pajarera, que llenaba un rincon de la pieza con sus colores y cantos, salio a caminar, atravesando una extension de flores, arbustos y pasto verde, hacia una estructura baja y larga al fondo de la propiedad. La escena que vio al entrar le era muy familiar, pero nunca se cansaba de verla. El taller de su padre era un lugar de paz, a pesar de la presencia constante de uno o dos trabajadores que atendian los hornos o preparaban la arcilla. Como sabia que su padre no era un alfarero comün, camino entre las herramientas propias del oficio. Por todas partes habia azul: terrones de arcilla azul sobre el piso, altos jarrones azules en diferentes etapas de produccion, urnas azules y hermosas vasijas. Pero a ella le encantaban mäs las esculturas. Siempre estudiaba la coleccion lenta y apreciativamente, y echaba de menos la que faltaba porque habia sido vendida, y buscaba la nueva, reden salida de las manos de su padre. Hoy descubrio un pavo real, con su cola desplegada en abanico con los delicados tonos de la arcilla azul. ^Cuänto tiempo habrä trabajado su padre sobre ese detalle? La cabeza tenia una inclinacion orgullosa, tan parecida al pavo real que paseaba, contoneändose, entre los tamariscos en
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su propia colonia de grajos. ^Como hacia para captar esos detalles de postura o expresion y plasmarlos en la escultura? Todavia sonriendo de placer, se dirigio hacia donde su padre moldeaba con destreza una vasija profunda. Ella habia aprendido, de pequefia, que tenia libertad para ir y venir en este lugar si se abstenia de hablar mientras el trabajaba. El häbito estaba tan arraigado que, ahora, a los quince ahos, ella no emitio ni un sonido mientras observaba su elaboracion artistica. Cuando la vasija estuvo completa, inclino los bordes hacia afuera y, con habiles movimientos, formo, de pequefios restos de arcilla hümeda, una guirnalda de hojas y flores para adornar el borde. La nina emitio un suave sonido de pla cer. Natän levanto su cabeza, sorprendido ante su presencia; tan absorto habia estado en su trabajo. ♦
~iAs\ que te gusta? -pregunto-. A mi tambien. Ahora, mi preciosa, dejemos aträs todo es te barro de rio y busquemos a tu madre. El se puso de pie y se desperezo lentamente; era un hombre elegante, de estatura asombrosa, con cabellos dorados y ojos oscuros y amables. "El tiene todos los tonos de la tierra", penso Shaina, examinändolo con carino. Su tdnica
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tosca, su piel, sus ojos, su cabello. Ha trabajado durante tanto tiempo con la tierra, que se ha vuelto parte de ella; solo que la tierra que usaba Natän para trabajar era de tonos azules, los hermosos azules grisäceos del rio Havila, en el valle escondido de su ninez. Era a partir de esas arcillas apagadas que el creaba las piezas excepcionales que se adquirian por sumas extra vagantes en la plaza del mercado. Las creaciones pardas de otros hombres podian servir como jarrones de agua y cacharros de cocina, pero Natän, hijo de Sepp, combinaba su genio creativo con un medio ünico, para producir una artesania excepcional entre los hombres. Habia provisto para su fam ilia un espacio entre los ricos y, mientras Natän y Shaina paseaban por los jardines que rodeaban su hogar, el se sentia agradecido y, como siempre, un poco sorprendido al pensar que un trabajo que el amaba resultara tan lucrativo. -^Como pasaste el dia? -pregunto, dirigiendose hacia la nina, que estaba a su lado. -Trabaje con Ira en mi jardin hasta el mediodia -contesto ella-. Sacamos los yuyos durante horas bajo el calor del sol, y era de Io mäs incomodo, pero los resultados obtenidos bien valen la pena. Veräs cuän hermosamente hacen resal-
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tar las espuelas de caballero a las rosas blancas, y los nuevos arbustos traidos de las montanas quedan perfectos sobre las rocas de aträs. Ira es un genio, papä. Estoy aprendiendo tanto de el. -N o hay razon para que trabajes tanto, hija -la reto Natan-. Si estamos escasos de sirvientes, que Ira emplee a otro. No necesitas crecer con tierra debajo de tus ufias, como yo lo hice. Tu eres una senorita de recursos, mi am or- y le sonrio con carifio a su ünica hija. Ella extendio sus manos morenas, de dedos delgados, delante de el. -Päpä, no hay tierra debajo de mis ufias. Me remoje las manos un buen rato en el bano, y debes admitir que luzco tan fresca y mimada co mo cualquier princesa. Durante el calor del dia, mientras mama descansaba, haraganee un rato y jugue con Safiro. Träte de adivina r tu sorpresa. Shaina miro de reojo a su padre. -Ah, con que lo hiciste, ^verdad? Bien, pron to acabarä tu suspenso, porque parece que la cena estä servida, y tu madre nos espera. En un sombreado patio, una delgada mujer morena coloco una bandeja de uvas y rodajas de melon sobre una mesa y, con un movimiento de la mano, despidio a dos ninas de la servidumbre que rondaban cerca. Natan la abrazo
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afectuosamente, y Shaina penso por centesima vez cuän ardiente, cuän evidentemente el amaba a su madre; y con buena razon, porque su belleza seductora parecia solo aumentar con la edad. Ella era vivaz y ocurrente, una companera inteligente, realmente. Shaina habia heredado sus ojos verde mar, pero, por Io demäs, ella tenia el aspecto dorado, besado por el sol, de la familia de su padre. Cuando Natän se termino de banar y cambiar su ropa sucia del trabajo por una tünica limpia, descansaron y disfrutaron de los panes chatos de cebada y la fruta, que constituian su comida de la tarde. Era Io que Natän preferia: la alimentacion sencilla de su ninez en el campo. Mientras comian, Shaina esperaba impacientemente que el mencionara el regalo prometido, pero parecia que evitaba el tema. Ella sintio su reticencia a quebrantar la serenidad del mo menta, pero no podia contener ya mäs su curiosidad juvenil. -Papa, prometiste que mi suspenso acabaria pronto. Natän vacilo un momenta, luego, se precipito nerviosamente hacia adelante. -En dos semanas ire a la tierra de Havila pa ra visitar a mis padres y reaprovisionarme de ar-
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cilia, pero, antes de regresar, seguire viaje hacia el Jardin del Eden y vere si puedo vislumbrar por un instante al viejo patriarca: Adän mismo. Dicen que estä envejeciendo räpidamente y puede ser que no viva mucho tiempo mas. Ese lugar estä a muchos kilometros mas alia de mi tierra, y sera un viaje dificil; pero es algo que he decidido hacer. Luego, Natan guardo silencio; estaba aparentemente perdido en sus pensamientos, y Shaina se preguntaba que tenia que ver todo eso con ella. Deseaba que el terminara de decir lo que estaba pensando. ^Estaba planeando traerle de sus viajes alguna planta rara para su jardin? que apuntaba? Miro a su madre con aprension, pero solo leyo el desden sobre sus facciones indiferentes. Räpidamente, entonces, como para concluir, Natan dijo: -Mi plan es llevarte conmigo. Shaina no hubiera estado mas sorprendida si el hubiera dicho que iba a dejar el oficio de alfarero. Ni siquiera su madre, al ser el viaje tan largo y cansador, jamas iba con el en sus expediciones, dos veces al ano, para adquirir nuevas provisiones de arcilla. Una cauta excitacion comenzo a surgir dentro de ella. jEra un regalo
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que sobrepasaba sus mäs fantästicas imaginacione s! C am inar por las colinas que rodeaban la ciudad, e ir mäs allä, mäs y mäs, hasta esa tierra misteriosa que habia sido el hogar de su pa dre antes de que conociera a su madre y perdiera su corazon y su herencia. £l le habia contado muchas veces acerca del tranquilo valle, con ärboles gigantescos que extendian sus ramas, como techos frondosos, sobre sus habitantes. Un lugar donde los rayos del sol se filtraban sobre los caminos y, a veces, captaban los colores de las piedras preciosas que yacian junto a los arroyos y sobre el suelo, en lugares secretos, donde el hombre no los habia arrebatado con codicia. Una vez habia traido para su madre una aguamarina, la cual engasto en una banda de plata. Su madre habia peinado su espeso cabello negro hacia un lado y ajustado con el anillo enjoyado . La joya era del m ismo co lor de sus ojos, y ella ofrecia un espectäculo hermoso al reirse alli, en la habitacion de marfil. Shaina ha bia percibido el placer en el rostro de su padre mientras la observaba. Ahora, ella misma iba a visitar el pais. Conocer a sus abuelos, sus tios, sus primos. Ver la ribera del rio de donde los siervos de su padre extraian la arcilla que se transformaba en escultu-
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ras y vasijas, aqui, en su taller. De pronto, se dio cuenta de que no habia dicho ni una sola palabra y de que su padre la miraba extranado. -*Te asusta la idea, pequena? No te obligare a ir. ^Sabes? Es solo un capricho. Entonces, se puso serio y corrigio. -No, Shaina, no es un capricho: es un deseo ardiente. A nhe lo fervienteme nte com partirlo todo contigo, y quiero que hagas el peregrinaje al Eden conmigo. Lo deseo muchisimo. Shaina eligio sus palabras cuidadosamente. Su padre le habia conferido un gran honor, y ella queria que supiera que entendia. -No tengo palabras para expresar mis sentimientos. jEs un regalo mäs allä de toda comprension! Sus ojos brillaron, y desaparecio toda formalidad. -Estoy mäs excitada de lo que alguna vez he estado. No creo que pueda sobrevivir hasta que este sobre el lomo de Hadesh, para dirigirnos a las colinas. -No tienes idea de en que te estäs metiendo -le dijo bruscamente su madre- y tu padre no tiene razones para Ilevarte. Shaina sintio que una fiera batalla habia rugido deträs de escena. Era raro que su padre le
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negara algo a su esposa; siempre, su mayor pla cer era agradarla. Pero esta vez habia prevalecido su deseo, a un costo que Shaina solo podia adivinar. -Soy joven y fuerte, mamä, y estoy acostumbrada al trabajo duro en los jardines. No hay nada que temer. -...y si eres atacada por ladrones o animales salvajes, supongo que esos debiles brazos los mantendrän a raya -respondio ironicamente la dama. Natän hablo antes de que su hija pudiera res ponder. -Los siervos siempre estän armados, Ona; tu Io sabes. Shaina serä nuestra preocupacion prin cipal. Y sabes tambien que mis padres tienen derecho a ver a su nieta. Deja que este sea un momento feliz. El enojo no es apropiado ahora. Crei que habiamos estado de acuerdo en esto. Pero ella no podia ser acallada. -No es por ver a tu familia que la estäs arrastrando por las tierras virgenes. Es ese jardin, con esas espadas encendidas y un viejo lelo que di ce haber vivido alli; por eso la expondräs a todo ese peligro e incomodidad. No trates de enganarme, Natän; esperas convertirla en una creyente, una discipula de Adän. Un fanätico que
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opta por vivir una vida solitaria en tiendas y espera un retorno a la inocencia. jTan devoto eres, esposo mio! Cuando vienen los ricos y quieren que tus manos habilidosas esculpan sus image ries sagradas, tii no puedes consentir. jOh, no... tu debes mantener tu estüpida lealtad a ese Dios invisible que nunca oye, nunca ayuda, nunca responde! Que no puede perdonar. Que nos impide a todos la entrada a nuestro legitimo hogar. El se ha ido, Natän. ^No Io endendes? jSe ha ido! Mejor oremos a los ärboles, al sol y a los espiritus. Los ojos de Ona estaban Ilenos de lägrimas. Shaina se preguntaba si eran de ira o desesperacion. Natän se levanto, destacändose su altura mientras se dirigia al lado de su esposa. Con suma ternura, la levanto en sus brazos y la llevo adentro. Shaina podia escuchar el leve murmullo de sus voces mucho despues de que la oscuridad hubiera caido sobre la frondosa enramada donde ella estaba sentada. Su madre ^lo convenceria de dejarla en casa? De alguna manera ella sabia que no. Esta vez, el se mantendria fir me. Su madre tenia razon, por supuesto; el la estaba llevando para adorar al verdadero Dios viviente a las puertas del Eden. Y, si llegaban a
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tiempo, ellos escucharian la voz de Adän y mirarian el rostro que habia contemplado el rostro de Dios. Su padre no habia mencionado a Eva. ^Estaria todavia viva la esposa de Adän? A ella le gustaria observar su belleza legendaria. Shaina camino un poco en el jardin, tratando de serenarse antes de ir a su habitacion. La fragancia de la madreselva perfumaba el aire nocturno, y montones de conejitos amarillos brillaban, luminosos, a la luz de la luna. Cuando ella llego a su propio jardin, el que Ira le habia ayudado a disenar en un rincon resguardado entre dos paredes naturales de piedra, se arrodillo sobre el pasto humedo y alzo su rostro hacia el cielo. Ella no sabia como dirigirse al gran Dios del cielo, no sabia que decirle. Pero alli, en la noche, ella sintio la seguridad de su presencia, y, extranamente, de alguna manera, un anhelo, una nostalgia por el.
^ ra extrano estar levantada tan temprano. \ Shaina observaba los preparativos finales v ^ p a r a el viaje desde una pequena terraza, bajo su dormitorio. Se preguntaba, impaciente, si alguna vez pondrian en marcha la caravana. En ese momenta, todo parecia confusion: voces äsperas que se mezclaban con el relincho ocasional de algun caballo muy nervioso, que se rebelaba contra la espoleada de un sirviente... Todo era como un suefio. Hombres y bestias se movian en la semioscuridad, brumosa con el vapor que subia a esta hora para regar la tierra. Ella siempre recordaria este momenta. Era un punto crucial en su vida, un adios a quince afios de ninez consentida. Su padre la habia creido preparada. Un nuevo lazo los unfa ahora. Por primera vez se habia mantenido firme por ella. Ella escucho que la llamaba desde adentro de la casa, donde habia ido a despedirse de su ma-
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dre. Era siempre un momenta dificil, doblemente triste esta vez por la desavenencia entre eilos. Al entrar en el dormitorio, pudo ver lägrimas en los ojos oscuros de su padre. Con un ültirno beso en el cabello de su esposa, el dejo apresuradamente la pieza. Una frialdad en la actitud de su madre, de pie alii, como una reina a la luz de las lämparas de arcilla, le dijo a Shaina que ella no Io habia perdonado. Solo por un mo menta la nina anhelo poner fin a la tension y decir que ella no iria. Pero algo en Io profundo de su ser le advirtio que este era un sufrimiento que ella y su padre debian afrontar y que no debian retroceder. Rodeada por los brazos de su madre, la nina se maravillo nuevamente por su esencia de per fume, sedosa como una flor. ^Llegaria ella alguna vez a ser una mujer asi, tan femenina, tan poderosa en su belleza? Se dio cuenta de cuänto iba a extranar a su madre. Ni siquiera Fenicia, su sirvienta desde que era bebe, podia proveer la seguridad que ella sentia en los brazos de Ona. -Pensare en ti cada dia, mamä, y eso me confortarä cuando el camino sea duro. -Y serä duro, Shaina. Puedes estar segura de ello. Pero Fenicia estarä a tu lado. Eso alivia mi
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mente un poco. Y tu padre pondria su vida por ti. Habla libremente con el acerca de tus necesidades. El estarä ocupado y preocupado, pero es su deseo hacer de este viaje una delicia para ti. Ella suspiro. -Shaina, Natän tiene extrafios anhelos secretos, que yo no pretendo entender. Ella nunca Io habia llamado Natän dirigiendose a su hija antes, y la nina se dio cuenta de que estaba hablando de mujer a mujer. -Yo Io amo, y a menudo Io hago inmensa mente feliz; pero tambien le he robado algo vi tal para su ser. M e enfurece el no poder satisfacerlo plenamente. Una sonrisa ironica cruzo su rostro. -La mayoria de los hombres pensaria que yo soy suficiente, pero no Natän. A veces pienso que me odia porque el es mi prisionero. Pero todo esto es demasiado para tu joven cabeza. Ve, mi amor, y descubre el mundo. Te estare esperando aqui. Si ves a la "hermosa", dile que espero que su trozo de fruta le haya valido bien el costo. Su risa amarga acompafio a Shaina al salir a la luz de la manana. La nina deseaba que se hubieran separado en un tono diferente.
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Al subirse al lomo de Hadesh, su corazon latia con excitacion. Fenicia, que ya estaba montada a su lado, hablo con un temblor desacostumbrado en su voz. -^Veremos todo esto de nuevo, criatura? Esta ciudad civilizada y nuestro hermoso hogar, aqui. -Te olvidas, Fenicia, de que esta ciudad estä lejos de ser civilizada. No nos atrevemos a salir de nuestra casa de noche y, a veces, los malvados llaman a nuestra propia puerta. Francamen te, me quedo con los bosques toda la vida. Dicen que la mayoria de los animales mantienen distancia si no son atacados. Ademas, yo creo que el Dios del cielo nos acompanarä. Fenicia, una mujer vital y fuerte, bien pasados los quinientos anos, bufö indignada y acaricio una pequena figura de plata que pendia de un cordon de cuero alrededor de su cuello. Shaina tenia su propia opinion respecto de los distintos dioses que su pueblo adoraba: sus representaciones e imägenes no parecian capaces de ofrecer mucha ayuda para su mente practica, pero ella sabia que los sirvientes tenfan fe en sus poderes. Aun su madre se arrodillaba diariamente delante de una diosa exquisitamente esculpida en plata que se levantaba del follaje, en
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su dormitorio. Natän se acerco a cabal Io a su lado, tocando levemente su hombro. -Estamos por partir, Shaina. Yo necesito saber que Dios estarä con nosotros en este viaje. Esto es para mi mucho mäs que una expedicion pa ra buscar arcilla. ^Podriamos orar juntos? Shaina inclino la cabeza, y alli, delante de los impacientes sirvientes que observaban asombrados, Natän levanto su voz al cielo en peticion a Dios por su presencia y su proteccion . La nina escucho un juram ento y un murmullo de desaprobacion, pero Natän era un amo bondadoso y generoso, y ella sabia que los hombres Io pensarian mucho antes de abandonarlo. -^Es esta tu costumbre, papä? -pregunto, mientras el se volvia para recorrer la larga fila de carros, asnos cargados y hombres montados. -No -y sacudio su cabeza, sonriendo tristemente-. Generalmente soy un cobarde. Esa noche levantaron sus tiendas entre las colinas que rodeaban la ciudad. Todo el dia habian viajado por un camino de montana, ascendiendo lenta pero decididamente. Shaina y Fenicia habian mirado hacia aträs, asombradas al quedar la ciudad debajo de eilas. Ahora, en su
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propia tienda, levantada debajo de un pino solitario, miraron hacia abajo, hacia las debiles lu ces del valle. Shaina penso en su madre, alia so la. Habia sido un dia agradable, y habian hecho buen progreso. Los hombres estaban de buen änimo. Tales viajes eran un cambio en la rutina, y ellos los esperaban con ansiedad. Una vez, durante la noche, Shaina se desperto a causa de un ruido terrible entre las malezas y, levantando el borde de su tienda, vio a tres de los hombres de guardia tomar antorchas del fuego y dirigirse hacia el lugar de procedencia del sonido, el que se alejo en la noche. "Asi que es verdad; realmente hay animales feroces alli afuera, en el bosque", penso con espanto. Temblo un poco, y acerco mas su jergon al de Fenicia. Los dias por delante la dejaron pasmada. Ella pensaba que habia visto belleza mientras trabajaba con Ira en el jardin, pero nada la habia preparado para admirar los ärboles, que parecian tocar las mismas nubes, y las flores desparramadas en profusion junto al camino bafiado en la luz del sol. Habia una flor color lavanda, gran de como una de las vasijas de arcilla de su pa dre, con largos estambres color purpura, rematados en discos de encaje negro que cabecea-
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ban suavemente en la brisa. Shaina debia desmontar y enterrar su rostro en su profundidad purpürea. Le rogo a su padre que le desenterrara una para su jardin, pero el le recordo que ja mas sobreviviria al largo viaje, y le prometio que harian un alto en el viaje de regreso. Pärecia que encontraban nuevas maravillas en cada recodo del camino, y ella siempre se quedaba aträs y luego coma para alcanzarlos. Cuando ella se detenia, dos de los sirvientes siempre esperaban mientras ella aspiraba el perfume de una flor o examinaba algün nuevo arbusto escondido entre algunas rocas. Se dio cuenta de que su padre habia previsto su curiosidad y habia hecho provision para su seguridad.
Seis dias despues, al atardecer, llegaron a lo alto de un risco y miraron hacia abajo, a la tierra del rio Havila, y ella se sintio embriagada con el descubrimiento. Habia contemplado co lores que jamas habia imaginado, y respirado aire puro como el cristal. La fragancia de mil flores habia tentado su olfato. Cuando hubieron armado el campamento y cenado, todos se reunieron alrededor del fuego, y Natän saco su arpa. Los hombres se apoyaron
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contra los ärboles, o se recostaron en el suelo, relajändose anticipadamente. Los dedos de su padre extraian de las cuerdas una melodia dulce y quejumbrosa, que era familiar para Shaina desde su ninez. Era un canto de su tierra natal, y Io tocaba aqui, esta noche, mientras descansaba en el borde mismo de su amado valle. Esta rrmsica tenia algo apasionante, intensificado por la fogata, cuyas chispas subian en la inmensa oscuridad impenetrable. El le habia dicho una vez que este canto tenia palabras; palabras que hablaban acerca de la tristeza de Adän cuando fue arrojado del Eden, y esta noche, ella sentia la tristeza en sus mismos huesos. Aun la jovial Fenicia permanecio quieta y sobria, cuando los ültimos acordes quedaron flotando en el aire. Los hombres pidieron entonces tonadas mas alegres, y Natän los complacio, sacudiendose la nostalgia. Rieron y cantaron, ruidosos en su libertad y expectativa del mafiana. Generalmen te, Shaina amaba sus voces äsperas, en contrapunto con el suave punteado del arpa de su pa dre. Mas que nada, le encantaba observar su cabeza color arena inclinada sobre el instrumento, y su mano fuerte y segura, al extraer tiernamente los sonidos de las cuerdas. Todavia temblaba en su corazon, como con las primeras lä-
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grimas vertidas. ^Como podian unas pocas notas musicales recrear la pena intima y tan honda de la perdida? Ella se preguntaba quien habia creado el canto y como habia evocado tal intensidad de sufrimiento. Manana conoceria a su abuelo y, mäs tarde, tal vez a Adän. jSi pudiesen llegar a tiempo! Al descender la colina a la manana siguiente, Natän cabalgaba al lado de su hija, senalando los puntos de interes de su ninez. En un claro habia un grupo de tiendas y, mas allä, grandes areas cercadas contenian parte de los vastos rebanos de su abuelo. Hacia el sudeste se extendian los campos de pastoreo, verdes y exuberantes a la luz del sol matutino. -El abuelo debe de ser rico -exclamo Shaina- Nunca me dijiste eso. -A su manera, si, supongo que Io es; aunque la riqueza es de poca consecu encia aqui. A el le gusta Io que hace y Io hace bien. Y Dios Io prospera. El rio no necesitaba identificacion. Serpenteaba, sereno y brillante, a traves de las praderas floridas; luego, bullia sobre las rocas y cascadas, para desaparecer en las profundidades de los bosques y emerger, nuevamente, a muchos kilometros de distancia. En realidad, el va-
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Ile parecia solo el marco para esta joya acuätica, y Shaina dibujo la escena en su mente, detalle por detalle, para grabarlo a lli para siempre. No era una sorpresa este valle: habia sentido su esencia dentro de ella desde siempre. -Yo tambien he llegado a casa, papä -dijo casi reverentemente, esperando que el la comprendiera. -Yo se -contesto el, tomando su mano- Tu eres una criatura de este lugar. Es por eso que te nia que traerte, no importa Io que dijera tu madre. Te Io debia a ti. Sin mäs conversacion, bajaron lentamente la coli na, mäs cercanos en espiritu de Io que Io habian estado alguna vez. Mientras la caravana se detenia frente al asentamiento de tiendas, una mujer salio de la vivien da princ ipal. Co n mäs de cuatrocientos anos y casi tan alta como Natän, estaba de pie alii, dorada como una diosa del sol, sonriendo al darle la bienvenida a su hijo. Su cabello, del color del trigo maduro, casi del mismo tono que su piel, estaba peinado hacia aträs y prendido en la nuca. Todo en ella denotaba salud y vitalidad, ademäs de una paz que la nina jamäs habia notado en un rostro humano. -Natän, hijo mio, hemos estado esperando tu
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Ilegada desde hace dias. Sabiamos que la arcilla te traeria tarde o temprano. Bäjate, muchacho. Necesito un abrazo. Natän desmonto y estrecho a su madre entre sus brazos un largo momenta, y Shaina vio, sobre el hombro de su padre, que su abuela secaba las lägrimas de sus ojos oscuros. Por alguna razon, nunca habia pensado en su padre como el hijo de alguien. Ahora reconocia los fuertes lazos que los unian y se dio cuenta de que su propia y hermosa madre debia haber traido una tristeza increible a esta dorada mujer de Havila. Finalmente, Natän se dio vuelta y, haciendo sefias a Shaina, hablo a su madre. -Te he traido una sorpresa. Esta es mi nina, mi tesoro, mi unica hija. Shaina, saluda a Abi gail, tu abuela. La nina se acerco y miro esos ojos agudos, sabiendo que la estaban evaluando. Ella no se arredro, sino que sostuvo la mirada en sus ojos verde mar, herencia de su madre. Finalmente, Abigail tomo las manos bronceadas de Shaina y dijo: -£stas son las manos de una trabajadora, no las de una inutil nina de ciudad. -Shaina es una jardinera energica, que se niega a sentarse a la sombra y usar ropas finas.
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Supongo que su madre es mäs tolerante de su trabajo que yo. Me digo a mi mismo que les he provisto bien, y que mi hija no necesita carpir con el jardinero, pero Ona dice: "Dejala, si eso la hace feliz". Asi que, mientras que las otras chicas se divierten en los banos o se rien debajo de los parrales, ella estä cultivando plantas, como cualquier chica de Havila. Shaina no presto atencion a sus palabras. Percibio, en cambio, el orgullo en su voz; y tambien Io hizo su madre. Abigail rodeo con sus brazos a la niha, y la abrazo tan fuertemente co mo lo habia hecho con su hijo. -Bienvenida a casa, mi amor. Siempre term que muriera sin haber puesto mis ojos sobre la hija de Natan; pero aqui estas, tan hermosa co mo un nenüfar. Puede ser que no te deje Ilevartela de vuelta, ^sabes? -advirtio, sonriendo a su hijo-. Nun ca he tenido una h ija, y se que me va a gustar. -Le prometi a Ona que ella regresaria con nosotros -contesto Natan, al pensar en lo que sentiria Shaina despues de esos Ultimos momentos dificiles en casa- Pero pasaremos unos dias aqui, y eso les darä tiempo para que se conozcan. -^Unos pocos dias? Les llevara a los hombres
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por Io menos dos semanas excavar y secar la arcilla. Luego, tendrän que cargar los carros. ^Que es esta tonteria acerca de unos pocos dias? -Tengo otros planes, mamä, que compartire en la cena. Serän de interes para ti. ^Donde estä papä? -Estä trayendo las ovejas de los campos de pastoreo, junto al rib. ^Por que no vas a recibirlo? Solo ten cuidado de no asustar a las ovejas. -Estäs hablando con un viejo muchacho pas tor. ^Realmente piensas que cabalgaria de frente contra un rebano? Abigail se encogio de hombros. -Has estado mucho tiempo lejos, Natän. ^Quien sabe que es Io que te ha hecho la ciudad? -Me ha vuelto aun mäs nostälgico por la simplicidad y la paz de este lugar. Jamäs podrias imaginär la maldad que florece en otras partes del mundo. -*No tienen temor de Dios? -pregunto Abi gail. Su hijo dio un bufido. -Dios es apenas una victima de su desprecio y ridiculo. Se le rien en la cara y traman nuevas maldades para hacer gala de su insensibilidad
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hacia su ira. -Seguramente ίύ Io defiendes, Natän, y ha blas de su amor. Sus ojos descansaron sobre el, a la espera de su respuesta, pero el no devolvio la mirada. -No, mama, no Io hago —dijo, despues de una pausa- Significaria el fin de mi negocio, mi esposa y, tal vez, de mi vida; en realidad, no estoy en la mejor posicion de acudir en defensa de Dios, de todos modos. Shaina deseo no haber escuchado su respuesta, ni que su abuela hubiera hecho la pregunta. Su padre monto a caballo y, girando abruptamente, se dirigio calle abajo. Abigail entro en la tienda, y se dispuso a preparar una comida con la ayuda de dos sirvientas jovenes. Mientras echaba arroz en una vasija, Shaina observaba curiosam ente. De vez en cuando su madre servia una bandeja de bebidas o frutas, pero la preparacion de la comida, en si, la dejaba para las sirvientas. -Shaina, ^recogerias unas verduras de la huerta deträs de la tienda? Abigail le entrego una herramienta para cortar y una canasta. Sin querer admitir su ignorancia, la nina vacilo. -Me temo que cortaria la verdura equivoca-
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da, abuela. Yo solo he cultivado flores. Abigail entrego la vasija de cocinar a una sirvienta y le indico a su nieta que la siguiera. Deträs de la tienda entro en una gran huerta que ostentaba una asombrosa variedad de frutas y verduras. A Shaina se le hacia agua la boca so lo de caminar entre los surcos. En casa, los sirvientes compraban toda su comida en el mercado, y ella no sabia nada de Io intrincado de cultivar frambuesas y zanahorias. Pero la jardinera que habia dentro de ella respondio y escucho con excitacion, mientras su abuela sefialaba las distintas plantas y hablaba acerca de sus cuidados y häbitos. Juntas llenaron la fuente con enormes hojas verdes y crespas, y Abigail levanto su delantal sobre su sencilla tünica marron, para recoger peras maduras. Pasaron un largo rato en la huerta, y fue solo gracias a las fieles ninas reunidas alrededor del fuego, que atendieron la olla y agregaron verduras, que la co mida estuvo preparada cuando Natän y Sepp llegaron, en medio de una nube de polvo, con las ovejas. Mas tarde, sentados alrededor de una mesa generosa, charlaron mientras el sol se ponia deträs de un risco. La comida resulto una maravilla para Shaina. El arroz silvestre del rio, adere-
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zado con zanahorias y cebollas de la huerta de Abigail, estaba delicioso. Ella habia observado a una sirvienta, que echaba pequenos trozos de verduritas en la olla hirviente, y Abigail explico que eran hierbas, y manana le mostraria donde crecian, en un rincon resguardado junto a la tienda donde cocinaban. jTanto para aprender y solo unos pocos dfas! Mordisqueo la costra de un trozo de pan negro de centeno, y trato de decidir Io que pensaba acerca de la leche de cabra. Sepp la habia observado con su mirada pe netrante, y dijo simplemente: -Eres bienvenida en este lugar, hija de Natän. Ningiin abrazo. Ningün toque. Sin embargo, Shaina sintio su satisfaccion por la presencia de ella. El era alguien a quien conquistar, para disfrutar lentamente, para ganärselo. Mientras comian las peras jugosas con un queso suave, Abigail se dirigio a su hijo. -Dejanos escuchar acerca de ese plan tan importante que tienes, para llevarte a la rastra a mi nieta aun antes de conocerla. Natän permanecio sentado un momento, saboreando los ültimos bocados de fruta, midiendo sus palabras. "Estä tan incomodo", penso Shaina; como cuando le habia estado contando los planes a su madre, pero por razones muy di-
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ferentes. Ante Ona, el era el puro, siempre reclamando por la indiferencia de ella hacia su soledad de Dios. Aqui, el era el pecador, el que se habia ido, el que lo dejo todo, el que rechaζό a Dios. Ona despreciaba sus deseos de ver los srcenes del mundo, mientras que quienes rodeaban esta mesa no entenderian sus lealtades ambiguas. El corazon de Shaina se conmovio por el. Por primera vez Natan se dio cuenta de que, como su hija, habria elecciones para ella tambien. El pensamiento lo inquieto. -Por mucho tiempo he deseado ver por mi mismo el Jardin del Eden, y conocer, si fuera posible, al patriarca Adän. He oido, de parte de caravanas que pasaban por la ciudad, que el es ta envejeciendo, y no me atrevi a esperar mas. Quien sabe, tal vez, cuando el muera, el gran Dios del cielo arrebatarä el jardin y ya no tendremos mäs un recordativo de como comenzo todo. La insinuacion de un tono de chanza en su voz encubria el terrible anhelo de su corazon. -Es un viaje largo —dijo Sepp-, y hay ciudades donde uno no se atreve a acampar dentro o fuera de sus muros. ^Por que no dejas a Shaina aqui, con nosotros, si insistes en ir? No es una buena experiencia para una criatura.
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La nina contuvo el aliento. Ella deseaba ir, pero no se atrevia a decirlo en presencia de este gigante de hombre que parecia un patriarca el mismo. Antes de que Natän pudiera responder, Abi gail hablo. -Yo ire contigo, Natän, y cuidare de la nina. Siempre ha sido mi sueno. Yo estoy en Io mejor de la vida y no tengo temores. Llevaremos unos pocos y fuertes sirvientes de confianza, mantendremos el grupo pequefio, y viajaremos räpidamente. Shaina miro cautelosamente a su abuelo, pa ra ver como reaccionaba a la sugerencia de ella, pero su rostro, curtido por el tiempo, era inescrutable. -Se te necesita aqui, mamä —dijo NatänHay cientos de tareas cada dia, que demandan tu tiempo y talentos; aunque sabe Dios que ello quitaria un gran peso de mi mente, y estoy agradecido por tu ofrecimiento. La voz del abuelo sono firme y terminante. -Ella ha trabajado duro y merece ver su sue no realizado. Dejala acompanarte. -Pero si algo sucediera y no pudiera devolverla a este lugar, nunca podria perdonärmelo -refuto Natän.
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-Cuando ella muera, sera la voluntad de Dios, ya sea aqui o alii, y tu madre no morirä facilmente en ningün lado. Sepp se rio entre dientes, y coloco su mano sobre la de su esposa. -Ella es una mujer de recursos. Shaina no podia permanecer quieta por mas tiempo. -^Estä decidido entonces? ^Iras, abuela? Oh, esto es mejor de lo que imaginaba. Dejemos a Fenicia aqui. Ella se siente incomoda lejos de la ciudad y le aterra viajar mas lejos. Abigail sonrio ante el entusiasmo de su nieta. -Puede haber dias, criatura, cuando desees que ella este presente. Si no tenemos sirvientas, tij tendräs que ayudar con toda la preparacion de la comida y el lavado de la ropa. Aprenderäs algo de la vida de un sirviente, y puede ser que nunca mäs prescindas tan räpidamente de la fiel Fenicia. -Quiero que lo pienses bien, mama -insistio Natän, y se levanto de la mesa. -Es suficiente que ponga en peligro la vida de mi hija, sin poner en riesgo la tuya tambien. -No sabes cuän a menudo he deseado ver ese lugar donde Adän camino en perfecta uni-
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dad con su Creador. Y, Dios m ediante, ve rb a el, tambien. He oido que ellos han sido ridiculizados, acusados y hostigados a lo largo de todos estos afios. jQue precio han pagado! -Q ue precio hemos pagado todos —dijo Shaina suavemente, haciendose eco de la amargura de su abuela. A Abigail no le pasaron por alto sus palabras. -Caminar con Dios es un privilegio que todos tenemos, Shaina, y, cuando todo termine, olvidaremos el sufrimiento y recordaremos solo lo que le costo a el. -No lo entiendo del todo, abuela. -Ni yo tampoco; solo confio en el. Una vez, nuestro ancestro Set, tercer hijo de Adän, viajo a traves de este valle y nos enseno. El dijo: "So lo confien en Dios. El los ama y ha prometido hacer todas las cosas bien". Asi que, eso es lo que hemos hech o Sepp y yo: solo hemos confiado en el. A veces, cuando estoy trabajando en el jardin, siento su presencia tan cercana, que casi puedo estirar la mano y tocarlo. -Pero si todos somos pecadores, ^como podrä haber un cambio alguna vez? ^Como podrä Dios aceptarnos otra vez? -Set dijo que Dios hizo una promesa, alii, en el jardin, ese dia cuando Eva comio la fruta y,
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aunque nadie la endende plenamente, es una promesa de esperanza; un juramento de Dios de que enviarä un Libertador. Supongo que cada mujer que lo cree mira a su primer hijo varon, y se pregunta si ese sera el prometido. -^Pensaste eso acerca de mi padre? -El era un bebe bueno y un nino docil. La clase de hijo que toda madre disfruta, especiaimente despues de criar algunos pillos. De todos mis hijos, Shaina, el parecia ser el mas apto pa ra llegar a ser un libertador. Elios, los pillos, ahora son todos hijos de Dios, y solo Natan, mi precioso Natän, camina alejado de el. Los ojos de Abigail se llenaron de lägrimas, y ya no pudo hablar mas. Shaina se inclino y dejo caer un beso sobre el cabello brilloso de su abuela, que permanecia sentada a la mesa. -Entremos, porque se estä poniendo fresco. Y no te aflijas por papa: seguramente, el no estaria haciendo este peregrinaje si hubiera abandonado a Dios. El me habla a menudo acerca de el. Hay imägenes de dioses por todas partes en casa, pero papa siempre me ha ensenado que son inutiles trozos de metal, aunque sean hermosos, y que hay un solo Dios verdadero, que vive mas alia de los cielos, y que conoce nues-
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tros pensamientos y anhela nuestro amor y obediencia. -Tienes razon. Αύη se mantiene encendida una chispa en su corazon. Tenemos tres dias en los cuales hacer los preparativos para este viaje, y debemos trabajar duramente. Entonces descansaremos y adoraremos en el dia säbado, y saldremos el primer dia. Shaina no tenia idea de Io que era el säbado, pero decidio que habia hecho suficientes preguntas por ese dia. Cuando Abigail dijo "trab ajo ", el la se referia a un torbellino de actividad que sobrepasaba por compieto la experiencia de Shaina. Las dos lavaron ropa y la colgaron sobre los arbustos pa ra secar, hornearon panes chatos, y empaquetaron raciones de legumbres y frutas secas en cueros de cabras. Shaina desenterro y limpio tuberculos, y ato cebada en pequenas bolsas. Al atardecer del sexto dia, los preparativos cesaron por compieto y, para cuando el sol colgaba sobre el risco como uno de los damascos maduros de Abigail, el clan compieto se habia reunido a las mesas, entre los ärboles frutales, ante una sencilla cena. En los pocos dias pasados, Shaina habia conocido en forma ocasional a algün tio o primo, pero tal habia sido su con-
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centracion en cuanto al viaje, que no habia tenido tiempo de apreciar a sus parientes. Ahora estaban reunidas, aqui, mäs de cuatrocientas personas, en un espiritu de celebracion y adoracion. Shaina, sentada junto a Natan, sintio que estaban esperando algo. Cuando la ültima per sona se acomodo, Sepp se puso de pie. Espero aun, hasta que se acallo todo ruido. Entonces, hablo a los hombres, mujeres, nirios y sirvientes sentados delante de el. -Otro säbado ha llegado. jDios sea alabado por su bondad y proteccion! Porque Natän llego bien. Y por el Prometido. Mäs alto aün que su padre, parecia un gigante entre su familia y amigos; sin embargo, ella percibia una reverente humildad en su abuelo. -^Que es säbado? -le susurro a su padre, pero el coloco su dedo sobre sus labios, en senal de advertencia. Ella no habia notado antes la pila de piedras cuidadosamente acomodadas al lado de su abuelo. Su mente parecia estallar con preguntas. De pronto, un sirviente levanto un hermoso cordero y Io coloco en las manos de Sepp, quien, con un golpe certero, Io degollo. Sucedio tan räpido, que la nina solo pudo lanzar un grito sofocado de horror. Apenas si pudo contenerse para no gritar. ^Se habia vuelto loco?
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Con sus mirada le rogo a Natän que le diera una respuesta, pero sus labios solo pronunciaron la palabra "Espera". Con sus manos que chorreaban sangre, Sepp coloco al cordero sobre el altar de piedras, y le prendio fuego con una antorcha que le alcanzo un sirviente. El olor de la carne que se quemaba se extendio por el lugar, y Shaina penso que se iba a descomponer. Su abuelo inclino su abultada cabeza y oro, pero ella apenas podia concentrar su mente en sus palabras, aunque si le escucho mencionar nuevamente al Prometido. Aun despues de terminada su oracion, todos permanecieron con las cabezas inclinadas en oracion silenciosa. Lentamente, comenzo a es^ cucharse la conversacion, en tonos quedos, alrededor de ellos. Mientras comian, le susurro a su padre: -^Por que Io hizo? jFue terrible! Arruino todo Io hermoso del momento. ^Por que estän todos tan relajados, como si no tuvieran nada que hacer? Natän suspiro, sabiendo que tendria que haberla preparado para esto. -Shaina, todo tiene un profundo significado, pero este no es el momento para discutirlo. Mientras viajemos hacia el Eden, tu abuela con-
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testarä tus preguntas. Desde ahora hasta mafiana de noche, a la puesta del sol, no se harä ningün trabajo en este lugar. Es un tiempo para la adoracion a Dios, para la comunicacion con el. Esta es su orden. Hablaremos mäs de eso luego. Ahora come, mi amor, y deja ya los pensamientos profundos. Natan mordio una manzana con sus fuertes dientes blancos, y el jugo salto. Shaina sabia que no habria mas respuestas esa noche.
Habian viajado ya durante seis dias a traves de densos bosques, y dejaron aträs las praderas de Havila. Sepp habia decidido que era demasiado peligroso para ellos seguir el camino que pasaba a traves de las ciudades de las llanuras. Alii, los hombres se disputaban el cuerpo y los bienes del viajero, y era raro que alguna caravana pasara sin perdidas de vida o propiedades. El hombre mayor se valio de su esplendida memo ria para encontrar un sendero a traves de las colinas, usado anos antes por sus antepasados. Mando con ellos a Ruben, su mejor explorador. Aun asi, seria un viaje desafiante, y ahora Natan y Ruben cabalgaban adelante, siempre alertas, barriendo el bosque con miradas escrutadoras y
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cautelosas. Abigail y Shaina los seguian, y deträs cabalgaban cuatro sirvientes, altos y fuertes como robles, para protegerlas. Unas pocas bestias de carga, cargadas de provisiones, se rezagaban tras eilos. -Solo ocho contra el peligro -habia dicho Shaina, mientras montaban sus caballos la primera manana. -N ue ve -corrigio Ab igail- Dios va adelante y en medio de nosotros. Nunca olvides eso. Todo el clan se habia reunido alrededor de ellos, y Sepp habia orado solemnemente por su seguridad y por el exito de su mision. Ahora, los elevados ärboles habian dado lugar, por fin, a un claro, y siguieron las orillas arenosas de un lago extenso. La luz del sol brillaba sobre el agua clara y verdosa, para centellear sobre las pepitas de oro, mucho mas abajo. Shaina rogo a su padre que se detuvieran y armaran campamento en este lugar de luz y de maravilla. Habian avanzado a paso räpido, asi que Natän, como sabia que su madre necesitaba tiempo para realizar los preparativos para el säbado, hizo un alto. Un leon largo y agil camiηό por la playa, con los müsculos encrespados bajo su piel dorada. El corazon de Shaina le martillo en el pecho, pero la bestia se aparto de
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ellos y se interno en el bosque. Natan, que levantaba la pequefia tienda donde dormirian Shaina y Abigail, se percato del temor de su hija. -Aqui, donde el hombre viene poco, ellos simplemente mantienen la distancia. Es solo en los lugares en que han sido cazados y matados donde se vuelven crueles. Despues de que todos se hubieron dado un bano refrescante, los hombres se extendieron sobre la arena, dejando que el sol penetrara en sus cuerpos. Shaina y Abigail se sentaron sobre una roca lisa, dejando colgar sus pies dentro del agua y tratando de identificar las flores exoticas que florecian a su alrededor. Haciendo girar una flor amarilla en su mano, la nifia reunio coraje y exclamo: -^Por que el abuelo quemo el cordero? La mujer sonrio, mientras los rayos del sol jugaban sobre sus rasgos bronceados y fuertes. -Me preguntaba si tu padre te habria explicado eso. Es realmente un acto extrano, si no sabes su significado. ^Recuerdas que te hable acerca del Prometido? Bien, Set dijo: "El debe morir. El debe derramar su sangre por nuestros pecados". Todo es un gran misterio, pero Dios quiere que lo tomemos en serio, para que com-
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prendamos el terrible precio del pecado. Asi que nos ha instruido que matemos una oveja, una oveja perfecta, porque representa a Aquel que debe morir, y que Io quememos sobre el al tar. Cada vez que Io hacemos, recordamos que es nuestro pecado el que trae la muerte al cordero inocente; pero, mucho mejor que eso, a Uno que vendrä. Tu abuelo ofrece un cordero por nuestro campamento cada sexto dia, a la puesta del sol, cuando comienza el säbado. Aun cuando lo he visto hacerlo cientos de veces, mi corazon aün se detiene ante el terrible acto y su significado. -El cordero que mato el abuelo, ^cubrio mis pecados tambien, o solo los de ustedes, que'son seguidores de Dios? -Cuando venga el Prometido, Shaina, el morirä por todos. Algunos aceptarän su sacrificio, y algunos se burlarän y Io negarän. Si tu crees y obedeces, es para ti. -Tengo otra pregunta que hacerte, abuela. Shaina chapoteo los pies, ociosamente, en el agua clara y tibia. -Yo no entiendo el asunto del säbado. ^Por que el septimo dia es diferente del resto? -^No te ha dicho nada tu padre? En tu hogar, ^no se reverencia el säbado?
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Abigail la miro, estupefacta. Al comprender el dolor que infligia, la nina sacudio la cabeza. Su abuela suspiro. -Cuando Dios termino de crear el mundo, hija mia, toda esta belleza que estä aqui, delante de nosotros, le gusto mucho lo que habia hecho; asi com o tü y yo miramos nuestros jardines despues de un dia de trabajo y estamos complacidas. Habia estado seis dias realizando su maravillosa actividad, y declaro al septimo como un periodo de descanso y regocijo; un tiempo para disfrutar de sus nuevas creaciones y para que disfrutemos de el. Dios Io llamo säbado, y el establecio una regia muy simple: que nosotros tambien deberiamos descansar y regocijarnos en ese dia. No realizar ningun trabajo. Solo gozar de su presencia. -Eso es hermoso. Realmente hermoso -suspi ro Shaina-. Oh, cuänto hubiera deseado saberlo antes. ^Por que papa nunca me lo dijo? Su abuela le tomo la mano y permanecieron sentadas bajo el sol, en silencio, contentas con su nueva cercania, hasta que, finalmente, Abi gail se levanto y desperto a un sirviente para que encendiera el fuego. -Debemos cocinar algo para manana, Shai-
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na, y celebraremos el säbado aqui, en este bei Io lugar. Pärece que el Eden mismo no podria haber sido mäs hermoso. Mas tarde, en la oscuridad, junto al fuego, Shaina le pregunto a su padre: -^Por que nunca nos hablaste del säbado y nos mostraste como observarlo? Su padre rio amargamente. -Tu madre no tolera tales actos de adoracion, y sus sagradas imägenes se golpearian sus plateadas cabezas con el solo pensamiento de la presencia de Dios en la casa. Son dos mundos separados, pequena, y, al casarme con tu ma dre, yo hice mi eleccion. Te traje aqui para que tü pudieras hacer la tuya. Sus palabras hicieron nacer en ella, otra vez, un persistente desasosiego. Dos semanas mäs tarde, el pequefio grupo siguio un arroyo ancho e impaciente, que salia de las colinas hacia el valle del Eden. Cuidadosamente, habian rodeado un ärea habitada por gigantes, habian perdido su camino durante tres dias, y habian visto extranas y enormes bestias, que fäcilmente podrian haberlos hollado en la marga del suelo boscoso si Io hubieran querido. Los hombres aclamaron con fuerza cuando dejaron el bosque a sus espaldas.
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-En lugar de hacer todo ese bochinche, Na tan, podriamos, mejor, agradecer al Dios del cielo por habernos traido con toda seguridad a nuestro destino -Io reprendio Abigail, acercando su caballo junto a su hijo. -Tienes mucha razon, mi madre. Natän reunio al pequeno grupo, y oraron en tono bajo. En la verde ladera, los caballos estaban parados sobre pasto fragante, que les llegaba hasta las rodillas. Al curvarse las cimas de los cerros hacia abajo, hacia el valle, grandes acantilados blancos encerraban en una hondonada una extension de tierra, protegiendola completamente de la vista. -Ese -hablo Ruben reverentemente- es el jardin. -Es enorme. Shaina noto la sorpresa en la voz de su abuela. -Siempre me Io imagine mäs como del tamano de nuestras tierras en casa. -Dicen que Neva tres dias de viaje recorrer su extension. En cada punto, los acantilados impiden la entrada, excepto a las puertas. En mi ninez, mi padre me contaba mucho acerca de este valle. Los ojos de Ruben recorrieron las paredes
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blancas. -Nunca sofie que tendria la oportunidad de contemplarlo con mis propios ojos. -Ni yo tampoco -se hizo eco Abigail suavemente. Un campamento grande, a dos o tres kilometros de distancia, se extendia hacia el pie de los cerros de otra region elevada, y Shaina supuso que era el hogar del patriarca Adän, el padre de todos ellos. Comieron sobre la ladera, saboreando el momento, apenas dändose cuenta de los panecillos de trigo e higos secos que consumian. Hablaron poco; cada viajero estaba ocupado con sus propios pensamientos. Cuando finalmente siguieron adelante, Shai na cabalgo junto a su padre, deseando compar er la experiencia con el. Siguieron los acantilados por varias horas, y llegaron, al fin, a un sendero que descendia hacia el valle. En medio de la creciente oscuridad, una extrana luz mortecina brillaba sobre el camino de tierra, aunque el sol hacia rato que habfa descendido deträs de los ärboles. -^Que es eso? -pregunto Shaina, intranquila. Pero nadie contesto, porque nadie sabia. Solo al llegar al terreno llano, al pie del acantilado, pudieron ver alia, en Io alto, el espectä-
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culo mas imponente que cualquiera de eilos presenciaria alguna vez: delante de la entrada del Eden habia dos seres, imponentes en tamano y belleza. Sus alas formaban un arco sobre un punto central entre ellos. De alli, emanaba una luz brillante que giraba y resplandecia con la gloria de Dios, y arrojaba dedos de fuego rojos y dorados que rasgaban el cielo, que se oscurecia, la tierra cubierta de sombras y los corazones temblorosos del grupito de Natän. Se apearon de sus cabal los y cayeron al suelo, aterrorizados. Nada los habia preparado para tal escena. ^Estaba Dios enojado por su presencia? ^Estaban invadiendo terreno santo? ^Moririan? Con esa gloria, que la traspasaba exponiendo su ser interior, Shaina, de pronto, retrocedio ante el egoismo que percibio en ella. Cada palabra deshonesta o petulante que habia pronunciado al guna vez ahora gritaba en su memoria. Por primera vez fue consciente de cada vicio del cual era capaz. Ella misma era pecado. Durante Io que parecia una eternidad, derramo sus lägrimas sobre la tierra negra y fertil del valle de Eden, hasta que sintio una mano sobre su hombro, que suavemente la levantaba, apartandola de la luz. -Ven, criatura, no moriräs; por Io menos, no
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ahora. No a causa de esta luz. La voz animo a los demäs a que se levantaran y los guio, mientas tropezaban como hombres ciegos, a cierta distancia de los ängeles y de la gloria que penetraba el alma. -^Que es eso? -expreso Shaina nuevamente la pregunta que habia hecho anteriormente sobre el sendero. -Es la presencia de Dios que guarda la puerta -dijo la mujer calladamente, como si Io hubiera repetido mil veces antes. Solo entonces, Shaina la miro y supo, al ins tante, que era Eva, la madre de la humanidad; o la traidora de la humanidad, como Ona solia llamarla. Shaina se habia imaginado una vieja arrugada y encorvada. Pero Io que vio fue un rostro todavia muy joven, sorprendente en su belleza, con una tristeza que partia el alma, pe ro que, al mismo tiempo, brillaba con una paz imperturbable. Podria haberse quedado mirändola para siempre. Natän hablo en el tono amable que Io caracterizaba. -Gracias por venir a nosotros. Es una experiencia realmente aterradora encontrarse con ese resplandor. Τύ debes ser Eva. Memos viajado muchos kilömetros para contemplar el jardin
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y conocerte a ti y a Adän. Pero no queriamos causaries inconvenientes. Eva rio, y el sonido de su risa era como una pequena cascada bajo la luz plateada de la luna. -^Pueden imaginarse cuäntas personas aterrorizadas he arrastrado desde ese lugar? Aunque ya no muchos. Los burladores estän todos ocupados con sus proyectos malvados, y los adoradores son pocos. Sientanse libres de pasar la noche en cualquier parte en el valle. Estän seguros aqui. Les traje comida. Coloco un pan tibio en las manos de Abigail, y una cazuela de guiso de lentejas en las de Shaina. -Adän y yo los observamos mientras rodeaban los muros esta tarde. Antes de que pudieran expresar su gratitud, Eva habfa desaparecido en medio de la oscuridad. Casi sin decir palabra, armaron el campamento y comieron, como si la divina luz los hubiera dejado mudos. Aun ahora se reflejaba en forma intermitente sobre los costados de la tienda de Shaina, a pesar de que la habian levantado a cierta distancia de la entrada al Eden. -Abuela -susurro suavem ente-, este es un lu gar sagrado.
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Pero Abigail dormia y no respondio. Shaina se deslizo silenciosamente de la tienda y se arrodillo dirigida hacia la luz. No sabia por que hacia esto, y aün el dia anterior el pensamiento de hacerlo la hubiera sorprendido. Pero ahora parecia que eso era Io correcto. Las palabras acudieron räpidamente a sus labios. -Oh, Dios Todopoderoso —dijo ella-, soy pecadora; Io comprendo ahora. Comparto la rebelion de mi raza. Pero creo en el Prometido. De algiin modo, yo se que tü me hablaräs. Enseriame Io que tu deseas de mi.
Cuando el sol de la manana comenzo a dorar el valle, inundando los prados y campos de las extensas propiedades de Adän y Set, la luz no parecia tan amenazante. Enseguida, despues del desayuno, Shaina rogo visitar el campamento de Adän. -No puedes sencillamente ir y quedarte mirändolos como si fueran curiosidades, mi amor -le advirtio Natän-. Es un poco violento, a me· nos que ellos nos inviten. Pero ella suplico tan ardientemente, que su padre finalmente accedio, y Shaina se encamiηό sola hacia los sonidos de voces humanas y
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de ovejas que balaban. Llego a un camino bordeado con arbustos y brillantes matas de flores escarlata, obviamente todas atendidas con amo roso cu idado, y, mientras sus ojos estaban absortos en su belleza, alguien se dirigio hacia ella. -*Te gustan? Son las favoritas de Adän - dijo la mujer alegremente. Sorprendida, Shaina miro nuevamente el rostro de belleza inigualable, cälido y bondadoso, y en este momento tocado con un dejo de hu mor. Antes de que pudiera contestar, Eva continuo. -Pense que vendrias temprano, asi que vine caminando para encontrarte. Tienes la impaciencia de la juventud y, Io he sentido, un coraζόη hambriento por Dios. Ven, quiero mostrarte los jardine s de Adän. M i esposo estä ansioso por conocerte. 1:1ya no sale tanto a los campos; hay muchachos mäs jovenes para eso. Pero ama sus flores. -No puedo creer que estoy aqui contigo. La nina miro a su companera con respeto. -Recuerda, Shaina... ^no es asi como te llamo tu padre?: Adän y yo somos pecadores necesitados de la sangre del Prometido. En realidad, nosotros somos los primeros entre los pecado-
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res, porque nosotros caminamos y hablamos con Dios y, sin embargo, dudamos de el; o por Io menos yo Io hice. No me mires con asombro. Antes de que te vayas, quiero que entiendas la tragedia que sucedio aqui. Dejaron el camino sombreado y entraron a los jardines mäs exquisitos que Shaina habia contemplado alguna vez. Rosas, häbiImente podadas y cuidadas, florecian en todas partes con tra un fondo de arbustos de hojas perennes y lustrosas. Lugares de suaves pastös verdes quebraban la profusion de color, y las fuentes arrojaban sus aguas en estanques transparentes. Shaina aspiro y mantuvo la respiracion. Tenia un deseo arrollador e imposible de que Ira pudiera estar parado junto a ella, para ver esta maravilla. Un hombre de presencia destacada hablo desde una altura mucho mayor que la de su abuelo. -Tu eres una amante de la belleza. Estä escrito sobre todo tu rostro, hija mia. jßienvenida! Dejame que te muestre. 'Ύο soy su hija", penso Shaina, asombrada. "Hueso de sus huesos, carne de su carne". Impulsivamente, ella apoyo su joven mejilla con tra su brazo poderoso, y el sonrio deleitado y le
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dio un abrazo cälido. No parecia tan anciano, pero sus pasos eran lentos, aunque deliberados. Alguna vez, ella Io sabia, habian sido räpidos y seguros. Al mostrarle cada planta y hablar de sus häbitos y cuidados, ella no sintio el mäs leve indicio de su provecta edad en su voz; solo interes y entusiasmo. -Has reproducido aqui el jardin en toda su gloria, ^no es cierto? -pregunto finalmente Shaina, ansiosamente. -Oh, criatura -se apresuro a responder, como para disipar su error räpidamente-, estäs equivocada. Es verdad que lo he intentado, pe ro aqui, con los yuyos y los insectos que destruyen, no existe comparacion. Recuerda tambien -y sonrio tristemente-: Dios creo ese jardin. El hombre no puede hacer otro como aquel. Se sentaron sobre un banco junto a un estanque, donde rizados lirios blancos se inclinaban sobre sus propios reflejos en el agua. Una mariposa, violeta y azul, y grande como la amplia mano de Adän, revoloteaba de flor en flor. Una pregunta quemaba en la mente de Shaina, y nada podria haberle impedido formularla. -Anoche, mientras yacia frente a la luz, fui consciente de toda mi... ^como la llamas?, ^pecaminosidad? jFue terrible! Me senti impura en
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la presencia de esa luz, en la presencia de Dios. Senti mi completa incapacidad para llegar a ser pura como para caminar con Dios como su amiga, de la manera que ustedes dos Io hicieron en el Eden. Aün si el Prometido muere, ^como podremos alguna vez llegar a ser limpios y dignos de su presencia? -Nosotros mismos no Io comprendemos todo completamente, Shaina -contesto Adän pensativamente-. Los caminos de Dios siempre serän un misterio para nosotros hasta cierto punto; pero parece que la sangre del Prometido pagarä la deuda. Cuando hay pecado, siempre el resultado es la muerte; la muerte eterna, una separacion total y terrible de Dios. El Prometido morirä esa muerte por nosotros. Pero harä mäs, si se Io permitimos. El entrarä a morar en nuestra propia carne y mente, hasta que su pureza se transforme en nuestra pureza, y seamos limpios nuevamente. No es un proceso fäcil, y requiere cooperacion y sumision de nuestra parte, y una cierta sed de el. Es largo y doloroso, y sin em bargo gozoso, al mismo tiempo. Podriamos arrojar al desecho todo Io que hemos ganado, en un momento de debilidad, pero podemos coloc arno s nuevam ente en sus manos, ven cidos y desesperados, y aferrarnos a su misericordia.
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^Eres valiente, criatura, Io suficientemente valiente? -Yo no Io se -admitio Shaina, honestamente. Mi madre es adoradora de imägenes, y mi pa dre... Bueno, mi padre es un creyente, pero el no es valiente. -Oraremos por ti -le aseguro Eva bondadosamente, rodando con su brazo los hombros de Shaina-. Cuando ofrezcamos sacrificios delante de la luz, oraremos por ti. Mas tarde, Adän los llevo a todos nuevamente alrededor de los jardines, y desenterro bulbos para que Shaina y Abigail llevaran a su casa. Al atardecer se sentaron alrededor de una mesa colmada con la abundancia de los campos de Adän y las bolsas de Abigail. Cuidadosamente, el la habia guardado las ricas frutas desecadas y las grandes nueces que habia empaquetado como regalos. Mientras comian, Adän hablo de los primeros afios despues de que tuvieron que abandonar el jardin. No habian tenido herramientas ni conocimiento, y solo por ensayo de prueba y error habian domesticado el yermo. -Eso no fue todo -agrego Eva, a I recordarEstaban las burlas de los otros, nuestra propia came y sangre, su enojo por nuestro fracaso. Nuestros hijos y nietos nos ridiculizaban y ame-
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nazaban. A veces temiamos por nuestras vidas. Y eilos odiaban a Dios. Tal vez sea por eso que comenzaron a adorar a los dioses de su propia imaginacion, dioses a quienes no odiaban ni temian. -Aun eso no fue Io peor -dijo Adän, sereno-. La muerte de Abel, eso fue Io peor de todo; pero Eva no puede hablar de eso. "Todos estos cientos de anos", penso Shaina, mientras miraba los ojos obsesionados de Eva, "y el dolor estä aun fresco. Tal vez uno nunca se recupera de ese primer encuentro con la muer te". -Pero aqui estamos hablando de tristezas, cuando hay tanto por Io que regocijarse. Adän hizo girar la conversacion räpidamente hacia la preciosa promesa de Dios y el tan esperado Libertador. -No importa cuänto esperemos, el vendrä. Recuerden esto, mis amigos, aun despues de que yo duerma en la buena tierra. No temo el fi nal. Hemos conocido el terrible dolor todos es tos anos, al observar como la muerte invadia el planeta. El pecado ha sumergido a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, y hemos bebido la copa de culpabilidad hasta sus amargas heces. Una y otra vez hemos rogado a nuestros
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descendientes que se humillaran delante de Dios, solo para que se rieran en nuestros rostros o nos griten sus acusaciones. No, la muerte no encierra temor para nosotros. ^Estoy en Io correcto, mi querida? Eva, sonriendole pensativa, tomo su mano y asintio. Shaina entendio entonces que ningün jardin, por muy hermoso que fuera, podia alguna vez borrar la agonia que eilos habian soportado, y su propio corazon se conmovio con simpatia. -Hemos tratado de ayudarles a entender a nuestros descendientes -explico Eva tristemente; su voz era apenas un susurro- que la tristeza de Dios por nuestra perdida excede la nuestra. No se pueden imaginär-continuo ella, con los ojos iluminados- Io que era estar con el, encontrarlo de pronto a tu lado, al atardecer, sentir el poder de su presencia quemando en tu alma aun antes de que se hiciera visible. Se gozaba tanto con nuestro entusiasmo frente a cada nuevo asombroso descubrimiento de su creacion. Al darme vuelta, a veces, podia captar la delicia en sus ojos al observarnos, y me sentia querida, segura y satisfecha. Yo se del dolor que le he causado todos estos afios. Su voz se quebro.
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-Y el precio que le costarä a el. Lo extrafio. Siempre lo echo de menos. Y escuchar que lo maldicen e insultan, a mi precioso Amigo, los de mi propia carne y sangre, es casi mäs de lo que puedo soportar. -Unos pocos han escuchado nuestras palabras -la consolo Adän, rodeändola con su brazo. Pero, en su rostro, Shaina leyo tal sufrimiento como nunca habia visto sobre un rostro humano-. El hombre nacido en pecado ya no encuentra atrayentes las cosas de Dios. Requiere una larga, lenta y milagrosa conversion traerlo nuevamente a una relacion de armonia con su Hacedor; y pocos se someterän al proceso, porque es tanto mäs fäcil simplemente gozar de la abundancia de la tierra y gratificar cada impulso. Y sobre nosotros descansa la carga de este conocimiento: la vileza del hombre, su crueldad, su avaricia. jTodo nuestro legado a aquellos para quienes Dios planeo tanto! Natän tomo su arpa y, suavemente, en la oscuridad, con la luz que jugaba sobre la mesa y los rostros seriös que la rodeaban, arranco de sus cuerdas aquella antigua e inolvidable melodia. Pära su asombro, Eva comenzo a cantar la historia de la perdida y la tristeza, que fluia sin esfuerzo de sus labios. Su voz clara y dulce, que
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temblaba de vez en cuando, se entretejia alrededor de la rrmsica como una guirnalda de flores. Cuando Natän dejo su arpa, solo se escuchaban sonidos de sollozos, y Shaina supo que fue de Eva misma de la que habia brotado aquel canto.
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haina, profundam ente pensativa, carpio jcuidadosam ente alrededor de los narcisos florecidos. "Que hermoso", penso el la, "el
amarillo suave contra la roca gris". Durante doce anos habia cuidado las plantas que habia traido del valle de Eden, y cada vez que florecian renovaba sus votos de lealtad al Dios de Adän. Este pequeno jardin enclaustrado habia llegado a ser su refugio, cuando el mundo ruidoso ridiculizaba su lealtad y trataban de corroer su sencilla fe. Al principio, habia tenido la esperanza de que su padre se le uniera en la adoracion a Dios cada säbado; pero, a su regreso del Eden, habia parecido preocupado: casi no se daba cuenta del gozo que el la habia encontrado. Ona no hacia esfuerzos por esconder su desden y, si no hubiera sido por Ira, el jarciinero, Shaina hubiera estado muy solitaria real-
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mente. Pero, mientras trabajaban juntos en los jardines, ella le habia contado acerca de la fir me esperanza de sus abuelos y de la experiencia en el valle de Eden. Ira le confio que el siempre habia creido, pero no sabia como adorar a Dios. Juntos, oraron e hicieron votos de esperar pacientemente al Santo que habria de venir. Pero ahora, algo habia sucedido que saco de su quicio el ritmo imperturbable de los dias de Shaina: a su puerta habia llegado un extrano, un primo de la tierra del rio Havila; un hombre vigoroso, con la elegancia leonina de la familia de su padre. Un constructor de instrumentos musicales, que deseaba establecer su negocio en la ciudad. Natan, encantado de tener un pariente en su medio, insistio en que se quedara con ellos hasta que su negocio prosperara. Asi que Ben se habia convertido en un miembro mäs de la familia y, desde el primer dia, Shaina sintio que sus ojos la admiraban y la seguian a todas partes. Ira hablo ahora, mientras recortaba una pequena y ansiosa enredadera de hojas perennes, que trepaba profusamente sobre la pared de piedra. -El joven, obviamente, te encuentra encantadora. ^Que piensas tu?
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Sonrojändose, Shaina enterro su herramienta en ei suelo con mäs fuerza de la necesaria. -Yo soy muy inexperta en estos asuntos. He ignorado a todos los jovenes que mamä trae a casa, porque son criaturas violentas y profanas, que no conocen a Dios. Preferiria vivir sola pa ra siempre a casarme con uno de eilos y tener que inclinarme ante sus dioses repugnantes. Pero este hombre de Havila... seguramente el adora al verdadero Dios. £l credo en los campos de Sepp. ^Como podria ser de otro modo? -^Y Io encuentras interesante? -sondeo el viejo jardinero. -Bueno -contesto la joven, levantando la vis ta timidamente del cantero de flores- me siento absolutamente confundida en su presencia, y mi corazon salta en mi pecho como un acrobata en la plaza del mercado. Ira rio para sus adentros y siguio con su trabajo, advirtiendo que ella sonaba mäs de Io que carpia. Esa tarde, mientras la familia descansaba en la sala de marfil, junto al hogar encendido que entibiaba el aire fresco de la primavera, Ona hablo sentada en una alfombra de piel, que compartia con Natän. -Creo que debemos preparar una fiesta en
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honor a Ben, para presentarlo a la gente de la ciudad. Su vida necesita algo mas que el trabajo y las tranquilas tardes aqui, con nosotros. Ella le sonrio al hombre alto, que todavia llevaba algo de su herencia campesina. Shaina se preguntaba en silencio si a su madre el le recordaba a Natan, cuando, todavia tostado y barbudo, arribo a la ciudad muchos anos antes, proveniente del valle escondido de Havila. -Tendremos fiesta y danzas, y esta sala se llenarä con las risas y la rndsica, y me olvidare de que ya no soy una nina. Los ojos de Ona brillaban al resplandor del fuego, y anadio. -^Que dices, Ben? ^No te alegraria la vida? El joven barbudo levanto la vista del instru m e n t que es taba encordando y ri o, mostrando una hilera de dientes blancos, que quebraba la armonia de los marrones dorados del cabello y de la piel. -Τύ haces que parezca muy excitante, Ona. Pero yo no se nada de danzar, absolutamente. -Tomas un poquito de vino, y entonces te pones tan bueno como el resto —dijo Natan, socarronamente-. De cualquier modo, las mujeres son las que se prestan mejor para la danza.
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-Me sentiria honrado de conocer a sus ami gos. Ben extendio sus dedos sobre las cuerdas, frunciendo el cefio en un gesto de concentracion. -Shaina, ^que dices tü de todo esto? -A ella no le gustan nuestras diversiones -contesto la madre en lugar de la hija—. Ella piensa que todos nosotros somos unos impios. Ona siempre dejaba a la nifia sintiendose incomoda, y esta noche, con los ojos de Ben so bre ella, Shaina titubeo mientras buscaba las palabras. -No estoy segura de que te agrade el tipo de celebraciones que tenemos aqui, en la ciudad, Ben; aunque mi madre solo busca tu felicidad. Es verdad, a mi no me gustan. Con sus ojos verde mar seriös y de mirada intensa, permanecio sentada timidamente, con su sencillo vestido de lino y el cabello cobrizo cayendole sobre los hombros. -^Pero vendräs, para agradarme? -le pidio Ben. Ben la miro con ojos atrevidos y alegres, y su corazon comenzo nuevamente con esas ridiculas cabriolas. La dama mayor interrumpio nuevamente,
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con su habitual tono burlon. -jNo, Ben! Nunca la vas a persuadir, porque sera la tarde y la mafiana del septimo dia, y Shaina no colocaria su piececito santo en nuestro alborotado medio durante esas horas sagradas. Natan coloco su mano sobre el brazo de su esposa. -Por favor, Ona. Ya es suficiente. Shaina tiene derecho a sostener sus convicciones. -Ella estaba Io mäs bien hasta que la arrastraste al Eden. Despues, ella regreso mäs hija de Abigail que mia; y los anos no han ayudado. Muestrame alguna otra nina de 27 anos que rehuya la danza y la compania de los jovenes. Pronto la desposare con el hijo de Zimri, y se verä forzada a tomar su lugar dentro de la sociedad de esta ciudad, y dejar esta vida de campesina en los jardines, con Ira. El corazon de Shaina se detuvo. Ella conocia bien al hijo de Zimri, un elegante canalla acaudalado de ojos crueles. Natan hablo, y en su voz habia una furia que ella nunca habia oido antes. -jNuestra hija nunca sera desposada con ningun hombre contra sus deseos, Ona! Ben se levanto de su banco, e hizo senas a
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Shaina para que Io siguiera. Levanto su largo abrigo de lana y Io coloco sobre los hombros de ella, mientras entraban en los jardines. -Lamento haberte metido en esto. Supongo que hay emociones contenidas bastante fuertes alii. Yo no esperaba encontrar aqui, en la ciudad, a nadie que retuviera las creencias antiguas. Me acuerdo de la vez que visitaste Havila. Pense que eras la nina mäs hermosa que habia visto, y ahora, que eres una mujer, eres aun mäs bella. -Gracias, Ben. Habia tantos primos alli esos pocos dias que estuve en Io del abuelo, que no tuve tiempo de diferenciarlos a todos, pero me encanta tenerte aqui, con nosotros. Como puedes ver, mi madre se disgusta a causa de mis creencias, pero yo la amo profundamente, y yo se que ella me ama tambien. Aunque no enden de mi necesidad de seguir al Dios de Adän. ^Que haräs acerca de sus planes para la sexta noche? -Asistire -dijo Ben suavemente. -^No consideras sagradas las horas del säbado? ^No has visto al cordero quemado sobre el altar, y no conoces su significado santo? ^No quieres recibir y tener comunion con Dios du rante las horas especiales que el comparte con
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nosotros? Creeme, Ben, la fiesta de mamä no se ra ningün lugar para un seguidor del Prometido, en la vispera del säbado o en cualquier otro dia. -Yo estoy cansado de ese estilo de vida campesino. Tü estuviste alli solo por poco tiempo. Era una novedad para ti, pero yo quiero ver como viven otros hombres. -Lo veräs, y muy bien, en esta ciudad. Su voz sonaba nerviosa, a causa de la desilusion. -Veras a los bebes ofrecidos sobre altares, mientras sus madres, semidesnudas, saltan y danzan a la luz del fuego como si sus corazones no se estuvieran destrozando por dentro. Veras la depravacion en todos sus inmundos detalles. Los hombres te abordarän en las calles y en tu lugar de trabajo, buscando tu cuerpo para satisfacer sus viles pasiones. Tu mejor amigo puede desaparecer, para no volver nunca, porque algiin ladron lo ha acuchillado a muerte y ha arrojado los pedazos a los perros, por lo que fuera que contuviera su bolsa. El dia llegarä, Ben, cuando anhelaräs ver a las ovejas pastando en las colinas de tu pacifico valle y oir la voz de Sepp que se eleva en oracion. De pronto, el la atrajo hacia si, alli, en la noche calma y fresca, y la beso tiernamente.
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-No quise perturbarte, Shaina. Si tu hubieras estado en Havila, yo nunca me hubiera ido. Se que tienes la razon, pero me sentia confinado alii, ansioso por ver mäs allä de las colinas. Tal vez, despues de la iniciacion de tu madre estare contento de regresar. ^Te irias conmigo? Todo dentro de ella anhelaba decide que si a este hombre a quien conocia tan poco, pero una voz interior le instaba a actuar con cautela. -Lo pensare -contesto, con voz todavia insegura por aquel primer beso inesperado. En la noche de la celebracion, la casa estaba muy iluminada, con lämparas de arcilla brillando por todas partes, aun a lo largo de los caminos que atravesaban los jardines. Desde las ventanas abiertas en par en par flotaba en el aire la nrmsica del arpa de Natän y la flauta de Ben, y las risas y los cantos llenaban las habitaciones. Parada en una pequefia terraza unos pocos pasos mäs abajo de su dormitorio, Shaina observaba las festividades, y su corazon se dolia al ver a Ben, copa en mano, admirar atrevidamente a las mujeres, al tornarse cada vez mäs sugestivas sus danzas. "Para esto vino", penso ella tristemente. "Emocion. El tentador que Eva encontro en Eden, tiene mil maneras de apartar a los hom-
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bres de Dios, y Ben ya estä deslumbrado". Pero, ^que era Io que el le habia dicho? *Que despues de esa noche tal vez regresaria a su casa, y que la llevaria con ei? Ella sabia que irfa de vuelta a Havila. A las noches tranquilas junto al grande y brilloso rio, y al seguro refugio del cuidado amoroso de Ben, para siempre. Alli, tendrian hijos para sentarse a las mesas de Sepp, y ella nunca seria diferente ni estaria solitaria otra vez. Decidio ir a su propio jardin enclaustrado, mas allä de las risas estridentes y los horribles cantos de los ebrios, para orar. Pero, cuando estuvo encerrada en su fresco y quieto aislamiento, no podia entrar a la presencia de Dios: algo dentro de ella, fuertemente agazapado y expectante, rechazaba, por primera vez, la paz de este amado lugar. De algün modo, presentia que Io que ella tenia alii, con Dios, podria pedir un precio demasiado alto para ella. No podia orar esa no che, pero, en cambio, se sento sobre una roca, junto a una corriente que burbujeaba sobre y entre las rocas. AI observar las enormes nubes pasajeras que se deshacian en estelas de espumosa blancura, ella esperaba, casi sin saberlo, escuchar los pasos de Ben. Por Io cual, cuando el llego, no estaba tan terriblemente sorprendida.
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-Pense que te encontraria aqui. Rarecia tan alto a la luz de la luna, mäs fuerte y vigoroso que los hombres de la ciudad que ella conocia, vestido con una tünica corta y un cinto, con correas de cuero atadas alrededor de sus musculosas piernas. -Ven conmigo a la fiesta. Estän por comenzar a comer. No necesitas quedarte mucho tiempo. t\ vacilo, y entonces se acerco. Ella podia percibir el olor del vino en su aliento y, por un breve instante, penso en como Abigail lamentaria su perdida de la inocencia. -Solo quiero que ellos vean cuän hermosa eres; y que yo no estoy tan solo, despues de todo. Su resolucion se hizo afiicos. *Solo? ^Ben, este elegante hombre de Havila? ^Estaba el, real mente, incomodo en la compafiia de los sofisticados amigos de Ona? Su necesidad de ella to co su corazon como ningün otro argumento Io podria haber hecho, y ella se acerco a su lado, indicando su disposicion a ir. -Solo por un momento, Ben; solo hasta que hayas conocido a algunas personas y te sientas mas comodo. Yo no estoy vestida para una ocasion tal. ^Estäs seguro de que quieres ser visto
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conmigo? Ben miro el vestido verde pälido, cenido delicadamente sobre un hombro, y supo con certeza que ella seria, en su sencillez, la mujer mäs hermosa de la reunion. -Estaräs muy bien -contesto el, riendo suavemente-. Tu eres una verdadera nifia de Havila. Hermosa en la mejor de las maneras. Ella deseo que no hubiera dicho eso. Le recordo a Abigail, y esta noche ella no queria pensar en su abuela. No en la sexta noche, cuando Sepp mataba el cordero por los pecados de toda su familia. Cuando entraron en la sala de marfil, todos los huespedes reunidos alrededor de la larga mesa instantäneamente callaron. Ellos sabian que Natän y Ona tenian una hija, pero la habian visto cada vez menos en anos recientes. Ahora estaba de pie frente a ellos, del brazo del joven bärbaro de las tierras de Natän, y se escucho un murm ullo de p lacer al observar a la elegante pareja. Shaina, al mirar a sus padres, noto el triunfo en los ojos de su madre, y una triste sorpresa en los de su padre. Por primera vez, ella entendio como el habia vendido su alma por Ona. Pero ella no seria tan necia. Esta noche, ella ayudaria a Ben a encontrar aceptacion entre los
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astutos habitantes de la ciudad y, para manana, el habria visto Io suficiente, y pediria a los pa dres de ella si podia llevärsela a Havila con el. El consentimiento de su madre resultaria dificil, pero su padre se regocijaria y, finalmente, le permitiria ir. El dia siguiente, sin embargo, no se produjo tal milagro. Ben penso que la fiesta, que continuaba, era un enorme exito. Ona mantuvo las mesas repletas de manjares. Natän participo de las festividades solo en la medida en que Io demandaba la cortesia, y Shaina se retiro a su cama tan pronto como la comida termino, despues de medianoche. Cuando, a la manana del primer dia, los ültimos invitados se fueron hacia sus casas, Natän contemplo, esceptico, el caos que habia quedado. -^Estäs segura, Ona, de que valid la pena? Su esposa se recosto cansadamente sobre un sofä, y habia circulos oscuros debajo de sus ojos. -Oh, Natän, siempre eres tan negativo. Hay sirvientes para que pongan la casa en orden nuevamente. Y los invitados recordarän por lar go tiempo esta celebracion por tu pariente. Seräs considerado un anfitrion generoso, con una
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esposa e hija hermosas. ^Que mäs podrias pedir? -Un jardin, cada rincon que no haya sido manchado con las maldades de la humanidad. Y una hija que retenga su sencillo amor a Dios. -^De que estäs hablando? Shaina se quedo apenas unas pocas horas la sexta noche, y eso solo para complacer a Ben, estoy segura. De todos modos, es tiempo de que ella ocupe su lugar dentro de la sociedad. Escuch.e muchos cumplidos entre los huespedes acerca de su belleza. Con unas pocas joyas y algo de experiencia sobre cosmeticos, ella podria elegir entre los jovenes, supongo. ^No estaräs orgulloso de ella, Natän? -Estoy orgulloso de su lealtad a Dios, Ona. No quiero que eso se vea com prom etido nunca. -Tü no eres realista, mi amor. Ella no puede pasarse el resto de sus dias sin mäs amigo que el viejo Ira y un jardin enclaustrado por amante. ^No puedes advertir su gozo cuando estä con Ben? £l es, tal vez, la respuesta de tu Dios a su soledad. Despues de todo, el se crio en Havila, estä acostumbrado a sus modos de adoracion y toleraria las peculiaridades de Shaina. -*Sus peculiaridades? Su voz se elevo peligrosamente.
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-^Tolerarlas? Ona, yo no quiero para Shaina un hombre que tolere su pureza. Quiero uno que la valore. Ben no es la persona. A su tiempo, Dios proveerä, si Shaina puede ser pacien-. te. Ona coloco su mano sobre el brazo de su esposo. -Cälmate, Natän -dijo ella suavemente-. Estas reaccionando a causa de tu propio pesar por haberte casado conmigo, y la crueldad no te sienta. Tal vez, al fin Shaina pruebe ser mäs sabia que su padre, y Ben tendrä que buscar en otra parte. Pero tu no puedes forzar su decision. Tu Dios es un Dios de libertad; me Io dijiste tü mismo. Por eso es que le permitio a Eva comer aquella famosa fruta. Debes darle a Shaina la misma libertad, mi querido. El se sento en el suelo, al lado del sofä, y descanso su cabeza sobre la falda de ella. Ella acaricio su cabello, y no hablaron mäs. Cadä uno conocia bien los pensamientos del otro.
Las semanas y meses que siguieron fueron, para Shaina, por momentos de un extasis feliz, y otros cargados de un temor punzante. Sintio que, imperceptiblemente, se estaba apartando
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de Dios, a pesar de las horas que pasaba en su jardin en su busqueda. Ira observaba la lucha con profunda preocupacion, orando devotamente por ella. A Shaina le encantaba pasear por la plaza del mercado con Ben. Los habitantes de la ciudad tenian un curioso respeto por el, por su tamafio y su fuerza; ademäs, por otra razon: un poder latente, que atraia a las mujeres y colocaba en los hombres una restriccion prudente. Habia una audacia en el que le abria las puertas, y tambien una ternura engendrada en su mismo ser por un largo linaje de ancestros temerosos de Dios. Cuando Shaina estaba con el, sentia que nada importaba sino caminar a su lado, conocer su amor y hacerlo feliz. Pero, en otros momentos, cuando se arrodillaba sola en su jardin, ella sabia que Ben, lenta, imperceptiblemente, se estaba interponiendo entre ella y Dios. El suefio de un regreso a Havila pronto murio. El negocio de Ben prospero, y hablo de construir un hogar para ellos, un hogar donde ella pudiera crear los jardines mäs hermosos de la ciudad. Todos presuponian que se casarian. Cada vez se torno mas dificil dedicar el septimo dia como tiempo sagrado; tan fäcil seria vivir como el resto y terminar con su larga vigilia. A
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veces, a ella le pa re aa escuchar la voz de Adän: "^Eres valiente, criatura, Io suficientemente va liente?" Pero ella apario el recuerdo de si y penso en Ben, su adoradc» Ben, cuya risa hacia que todos los asuntos seriös parecieran ridiculamente sombrios. Un dia ventoso y soleado, Shaina y Ben cabalgaron hacia la ciudad despues de una tarde de exploracion de las colinas circundantes. Despeinados por el viento y con los rostros encendidos, daba gusto verlos sobre sus hermosos corceles mientras se abrian camino entre la gente que cam inaba a Io largo de la calle polvorienta. Pronto, notaron una multitud reunida en un lugar abierto, alrededor de un pozo comunitario, y, haciendole senas a ella de que Io siguiera, Ben condujo su cabal Io hacia el borde del grupo. Desde su posicion elevada, podian ver a un hombre en el centra, parado sobre la base del pozo y hablando a la gente que se agolpäba a su alrededor. Algunos escuchaban atentamente, otros se alejaban a las carcajadas, o murmurando maldiciones. A pesar de la chusma, no era dificil escuchar. Su voz, poderosa y pene trante, penetra en los oidos de ella como si estuviera sola en la calle, porque el hablaba de Dios: no en forma vana y especulativa, sino co-
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mo alguien que Io conocia. El hablo de un juicio, y una autoridad en su voz no dejo a ningijn oyente serio sin un santo temor. Shaina comprendio a los que se alejaron bromeando, nerviosos. Ansiaba unirse a ellos, poner distancia entre si misma y este extrano, y cabalgar junto a Ben bajo la luz del sol. Deseaba vivir solo el hoy, ese fäcil y gozoso dia. Pero algo acerca del hombre la retuvo: Io ra diante de su rostro, una corriente oculta de pro funda y amante preo cup acion que desperto viejas lealtades dentro de el la. -^Quien es? -pregunto Ben a alguien que estaba parado cerca. -Se llama Enoc -contesto el hombre-. Ha pasado por aqui una o dos veces antes. Gene ra Imente se I leva de regreso con el, a las colinas donde vive, a uno o dos conversos, si no lo echan de la ciudad demasiado pronto. No se por que lo escucho; despues, tengo pesadillas durante una semana. Pensarias que conoce al Todopoderoso al escucharlo y, por la apariencia de su rostro, bien podria ser cierto. -Salgamos de aqui -murmuro Ben. -No, Ben. Debo escuchar cada palabra de este hombre. Ben sabia que Shaina, generalmente tan
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complaciente, no se iba a mover, y reconocio tambien que era demasiado peligroso dejarla sola, de modo que se preparo, con un suspiro de resignation, para esperar. Enoc hablo mäs suavemente ahora. Sus oyentes se habian reducido a quince o veinte. Shaina noto a Ira entre el grupo, y le sonrio carinosamente. -He hablado de juicio, del plan de Dios de destruir a esta generacion perversa e incredula. Pero amigos, esta es una extrafia y triste obra pa ra nuestro Creador. El que puso a nuestros pri meros padres en el Eden nos ama aun. Sus pocos requerimientos son para nuestra seguridad y felicidad. El pide solo que confiemos en el y le obedezcamos, aceptando su amor; un amor tan grande que el sacrificarä al Prometido con el fin de reinstaurarnos nuevamente a su divina familia. Amigos -su voz llego a cada corazon con una casi tangible intensidad de süplica- salgan de esta ciudad. Vengan a las montanas, donde adoramos con sencillez a Dios, haciendolo el primero en todas las cosas. Miren a su alrededor. Hay asesinatos y robos, ebriedad, falsa adoracion y toda perversion de los poderes sexua les del hombre. Sus vidas estan siempre en peligro y, aun si son ricos y poderosos, su alma es-
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tä en peligro. Piensen, mis hermanos y hermanas. Piensen. No sean arrullados para una perdicion eterna. A la manana dejo este lugar. Aquellos de ustedes que desean dedicarse al verdadero Dios viviente, reunanse conmigo aqui, al amanecer, y viajaremos juntos a un lu gar donde la voz de la oracion y la alabanza se eleva cada manana a el, que nos ama y nos redimirä. El hombre bajö de la plataforma y desaparecio por una calle lateral. Sin una palabra, Shaina hizo girar a su cabaIIo y se dirigio hacia su casa. Ben, todavia a su lado, hablo finalmente, incomodo. -El te perturbo. O jalä no nos hubieramos detenido. -Ese es el problema, Ben. Todos deseamos no ser molestados. En cambio, queremos vivir nuestras vidas en fiestas y ociosidad, esperando que la fealdad de este mundo rebelde no nos to que nunca. Ignorando la muerte, pretendiendo que nunca sucedera o, si sucede, el grande, bueno y misericordioso Dios pasarä por alto nuestros anos de oposicion y nos arrebatarä a una tierra magica, donde podremos seguir con nuestros caminos malvados. ^No cayeron como una espada sobre tu corazon las palabras de es-
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te hombre, Ben? -En realidad, fueron un poco como el ser mon que Abigail me dio antes de dejar mi hogar -admitio el, tristemente-. Me he sentido aliviado de no escuchar ese tipo de cosas por algün tiempo. -^Te acuerdas de Io que el dijo, Ben?: "Piensen..." En lugar de escaparnos de la realidad, eso es Io que deberiamos hacer: pensar. Oh, mi amado, nos dirigimos hacia abajo, por un largo camino equivocado. Cabalgaron por la entrada bordeada de ärboles hacia la casa de Natän, en silencio. Las palabras de Enoc la habian sacudido. Ella vio claramente, como si Dios mismo le hubiera hablado, que, al casarse con Ben, ella se separaria a si misma del Dios del universo. Esa noche, durante la cena, ella relato la experiencia de la tarde. -*A que se parecia este predicad or de condenacion? -pregunto Ona, enrollando ociosamente un largo mechon de cabello alrededor de su dedo. Shaina penso un momento, y se encogio de hombros. -Honestamente, no puedo decirlo con seguridad, mama. Supongo que realmente no Io es-
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täbamos viendo a el; solo escuchäbamos. -Su rostro brillaba en forma sobrenatural -dijo Ben, luchando por reconstruir la escena- Y Io que decia era la verdad. Yo creo que hasta el hombre mas malvado en la multitud Io reconocio como verdadero. El mensaje de este hom bre, Enoc, llevaba alguna clase de sello divino. Hubiera preferido no haberlo escuchado.
-O h , Ben, no I o tomes todo tan serio - le d ijo O n a - Estos fan ätico s que se paran en las esquinas de las calles y vociferan acerca del Dios de Adän son solo individuos perturbados, que no saben como gozar de la abundancia de la tierra, y no quieren que ningun otro Io haga tampoco. Vengan, coman y relajense, y hablemos de la casa que tü y Shaina construirän. Na tan me dijo reden esta mafiana que enviarä a Ira con ustedes cuando se casen, para ayudar a Shaina en sus planes de embellecer el lugar. Es muy habil esta hija mia, y tendrän un lugar que harä girar las cabezas de todos los que pasen. O na sirvi o una copa de vino y la colo co frente a Ben, palmeando su cabeza en forma tranquilizadora. -iHablarä nuevamente mafiana? -inquirio Natan-. Lamento no haberlo escuchado. Su esposa suspiro.
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-Ustedes son todos iguales. La sangre de Abi gail corre espesamente por sus venas, y nunca pueden verse libres de su obsesion con ese Dios de ustedes. Tienen mi simpatia. -Deberias contar tus bendiciones, mama -bromeo Shaina-. Papa es uno de los pocos hombres de la ciudad que tiene una sola mujer. Seguramente, puedes agradecerle a la sangre de Abigail y al temor de Dios por eso. *No es algo por Io cual estar agradecida? Ona sonrio, con esa sonrisa provocativa de labios llenos que habia seducido a Natän largos afios antes. -Ese pensamiento ha cruzado mi mente,
querida. Natän se dirigio a su hija. -N o hay ninguna m ujer que me tiente siqu iera, Shaina. Me gustaria creer que es una gran virtud de mi parte, pero la verdad del asunto es que amo a tu madre mäs alia de toda razon. *En que otra parte podrfa uno encontrar tal belleza? -Solo en su hija -contesto Ben, lealmente-; y estoy de acuerdo, Natän. Yo tampoco podria amar a otra mujer jamäs. Ona, contenta con la declaracion de su esposo, le dijo a su hija. - L o sepas o no, esa lealtad estä entretejida en
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tus mismos huesos. Es parte de tu herencia. Eso, Shaina, realmente se Io debemos a Abigail. -Para contestar a tu pregunta, papä -dijo la joven-, Enoc se irä por la manana a su retiro, en las montafias. El ha invitado a cualquiera que quiera ir con el. -Mejor que hagas guardia sobre ella esta noche, Be n -ad virtio O na- Shaina tiene una tendencia a tomarse muy en serio estas cosas. Su forma de expresarse era despreocupada, pero todos sintieron la aprehension en su voz. -No temas, mamä. Päpä dijo una vez que el era un cobarde la mayor parte del tiempo, y supongo que yo no soy distinta a el. Al momento supo que habia herido el coraζόη de su padre, y se regafio a si misma, tanto por su crueldad no intencionada como por su debilidad compartida.
L a M c\ e\ 6ιλ f abia transcurrido un ano desde que el poderoso mensaje de Enoc habia rasga-
7 V do momentäneamente la paz de la ciudad. Sobre una pequena elevacion, cerca de los muros occidentals, un hermoso edificio del mäs fino cedro tomaba forma en su preparacion para el casamiento de Ben y Shaina. Cada dia,
Shaina e Ira paseaban por la sombreada propiedad planeando el parque, y buscaron muy lejos las mäs raras y exoticas plantas. Porque ambos Io veian todo anticipadamente en su imaginacion. La ondulada extension de verde, matizada con majestuosos ärboles, paredes de roca y arbustos, el agua traida de las montafias circundantes formando arroyuelos y fuentes, y una profusion de colores. A veces, mientras trabajaban, Ira le hablaba seriamente a Shaina de su fe que disminuia, y el la sentia en su interior el pe-
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sar de la perdida, pero, con solo un vistazo de Ben, tales pensamientos se borraban de su men te. El la amaba con una obsesion tan grande, que ella no podia resistirse. Si el disfrutaba cada vez mäs de la vida de la ciudad, ella preferia no notarlo. Cuando la casa estuviera completa, ellos se casarian, y Ona ya estaba planeando una semana de festividades tales como sus ami gos jamäs habian visto. Ella presentaria a su hija con las telas mäs finas que las caravanas que pasaban tenian para ofrecer, y la leyenda de su belleza se extenderia muy lejos. Natän se sentiria orgulloso y se olvidaria de sus ridiculos anhelos por sus raices campesinas. El veria, por fin, que ella habia planeado bien para Shaina; que ella habia sido una buena madre, despues de todo. Estaban sentados un atardecer, los cuatro, relajados ante su sencilla mesa de panes y frutas, que Ben llamaba su comida de Havila, cuando un sirviente entro para anunciar a un visitante, que no espero a ser llamado sino que siguio deträs del hombre. Natän, sorprendido, se levanto de un salto. -jAdriel! *Que estäs haciendo aqui? Y Io rodeo con un enorme abrazo. Shaina reconocio al hombre como uno de los hermanos
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menores de su padre, y tuvo una escalofriante premonicion de que era portador de malas noticias. Despues de la emotiva reunion y de haber presentado a Ona, Adriel se sento a la mesa, pero rehuso la comida que se le presento. Antes de que pudiera hablar, Natän observo sus facciones pälidas y demacradas. -Päreces exhausto, hermano mio. Necesitas descansar. Ven, hare Io arreglos para que te ba nes y duermas. Podemos hablar mäs tarde. Shaina penso como se parecian todos eilos, los hombres de Havila. Solo que su padre era de una contextura mäs liviana, un hombre mäs estetico. Ella amaba la fortaleza de Ben; le recordaba el leon aquel que habian visto junto al lago, con su vigoroso y latente magnetismo. Adriel quebro su ensonacion con palabras que los dejo mudos de horrorizado asombro. -No puedo dormir, Natän. Soy portador del mäs terrible mensaje. La fam ilia, la gente de H a vila... jestän todos muertos! Nuestro hogar estä destruido. El valle estä perdido. -^Que estäs diciendo, Adriel? -demando Ben-. |Te has vuelto loco! -No, Ben, estoy muy cuerdo. Una tribu del norte, el pueblo de Yadin, ha tornado nuestras
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tierras y nuestros nifios, y asesinaron a todos los adultos. Su voz se quebranto y no pudo proseguir. Natän, sentado a su lado, coloco su brazo alrededor de sus hombros y lloro con el. Shaina escudrifio el rostro de Ben, pero Io encontro rigido, con expresion controlada e indiferente. Cuando pudo hablar nuevamente, Adriel continuo con su relato. -Yo habia estado durante semanas con las ovejas, en una pradera mäs elevada, a varios kilometros del cam pam ento p rincipa l. Ca da sexto dia, el joven Dur, hijo de Eirad, me traia alimentos y pasaba el säbado conmigo. Cuando una semana no vino, solo pense que Io necesitaban en el campamento. Tenia suficientes provisiones, suplementändolas con frutas silvestres. Pe ro cuando no llego la siguiente semana, temi que alguna bestia Io hubiera atacado en el camino. Decidi que debia dejar las ovejas y buscarlo, asi que lleve al rebano a un canadon y cerre la entrada con rocas, para que estuvieran seguras. Luego, sali a buscarlo. Mientras iba llegando al valle, note un extrano silencio en los campos; ningun himno de alabanza se elevaba, ninguna sefial de nuestros hombres trabajando. Solo una calma ominosa por todas partes. Subi
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a una de las colinas y me abri paso cautelosamente entre los ärboles, teniendo cuidado de mantenerme oculto. Tu sabes, Natän: ese lugar donde el rio hace una curva pronunciada y el campamento estä justo enfrente. Bien, en ese punto, contemple una escena que lleno mi corazon de terror, porque guardias armados circundaban el campamento y cientos, tal vez mi les, estaban construyendo, jconstruyendo, Na tän!, en nuestro valle. Estän creando una ciudad. Y en los jardines de mamä, los hermosos jardines rocosos que ella habia levantado en la ladera en honor a Yahve, estaban haciendo un bosquecillo. Una enorme imagen de oro estaba de pie en medio de la obra de mamä, y las amapolas surgian, de color carmesi, entre las rocas, como lägrimas de sangre por el sacrilegio. Adriel inclino su cabeza sollozando, y Shaina sintio las lägrimas caer sobre sus propias mej i I las. Fue Ona quien hablo finalmente. -Iista es una historia terrible, Adriel. ^Puedes continuar? Shaina extendio su mano para tomar la de Ben, mientras su tio continuaba. Natän permanecia sentado, pälido como la muerte. -H ab ia ninitos, nuestros ninos, trabajando en
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los campos cerca de casa, como esclavos, pero ningun hombre o mujer adultos de Havila; solo un monticulo humeante, donde sus cuerpos habian sido quemados mäs lejos, en el valle. -^Los sirvientes? ^No perdonaron a los sirvientes? -pregunto Ben. Adriel bosquejo una sonrisa amarga. -Los invasores bien sabian que los sirvientes se levantarian contra ellos cuando surgiera una oportunidad. Ellos eran seguidores del verdadero Dios, y un sector amado de la familia de nuestro padre, tratados como hijos e hijas. Por mas que los enemigos hubieran querido sus servicios, ellos sabian que no les podian perdonar
la vida. Shaina trato de imaginär el valle sin la presencia de Sepp y su altar santo; de Abigail, bronceada y sonriente en el gozo de su sagrada esperanza. Bien; ellos dormirian con Adän bas ta que el Prometido rehiciera todas las cosas. Ella se preguntaba como Io harfa. Abigail y Adän habian hablado acerca del Prometido y de su muerte. jPe ro que, ent onces ? jQ u e de los que habian retornado al polvo? ^Volverian a vivir ellos? -N o habi a nada que yo pud iera hace r... -Adriel se forzo en terminar el relate-. Ni si-
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quiera por los ninos. Shaina sintio su agonia en Io profundo de su alma. -Decidi venir y contarles a ti y a Ben, por si acaso haces un viaje para buscar arcilla, Natän, y tropiezas con la pesadilla. Shaina sintio que su madre aspiro bruscamente. -^Que haräs sin arcilla, Natän? Su esposo la miro con asombro y enojo. -*En un momento como este tü piensas en arcilla, Ona? Mis padres estän muertos. Mis hermanos estän muertos. M i gente ha desaparecido. *Y tü piensas en la arcilla? Ella Io enfrento tranquilamente.
-Es nuestro medio de vida, Natän. Y no hay nada que podamos hacer por los muertos. -Supongo que puede adquirir la arcilla por un precio -intervino Adriel-. £ \ no es, despues de todo, un seguidor de Dios, y eilos Io contarän como uno de los propios. AI penetrar las palabras de su hermano en έ!, los ojos de Natän mostraron un pesar del cual Shaina tomo distancia. Tarde esa noche, cuando todos se habian retirado a sus dormitorios, Shaina se deslizo afuera, a su jardin. Hacia mucho tiempo que no iba
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alii, ya que sus intereses se habian centrado en el embellecimiento de su nuevo hogar. El jardin estaba igual que antes, y el la sabia que las manos amorosas de Ira lo habian mantenido asi. De pronto, alii, en la oscuridad, ella lloro con terribles sollozos que la sacudian, por la abuela que ya no iba a volver a ver, por el valle que habia sido su hogar espiritual. Su padre tambien estaba llorando, ^o debia el ahogar su pesar an te la mujer que jamas lo podria comprender? ^Debian permanecer las lagrimas ocultas para siempre en su corazon? De pronto, se dio cuenta de que ella habia guardado sus propias lagri mas para este lugar. Ella no habia acudido a buscar consuelo en los brazos de Ben, al sentir que el tampoco la comprenderia. El valle de Havila habia sido el hogar de su nifiez mucho mäs que el de ella. El humo de los cuerpos de sus padres muertos habia flotado sobre el bri llante rio. Sin embargo, esta noche habia dejado la habitacion sin una palabra o una lagrima, como irritado por la interrupcion en su rutina. Sin hacer preguntas acerca de sus hermanos y hermanas menores, el habia rechazado sus raices de tal manera, que nunca hubiera sido posible hacerlo para Natan. Su reaccion la dejo preocupada. ^Conocia
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ella realmente a este hombre que pronto se convertiria en su esposo? Ella habia amado su sonrisa, su cuerpo, su alegria, su adoracion porella, y habia estado satisfecha con todo eso. ^Que era realmente Io que habia debajo de ese exte rior? ^Quien guardaria la fe de Sepp y Abigail? So lo Adriel habia so brevivido. ^Donde encon traria el otra esposa piadosa? Mientras ella pensaba en su tio, que ahora yacia debajo de los suaves cobertores de lana de su madre, en la pieza de huespedes, trato de imaginär su pesar mientras lloraba por su esposa y su hija, de trece anos. Impulsivamente, decidio ir a el. -Adriel, mi pariente -susurro ella junto a su ventana abierta-, soy Shaina. ^Puedo entrar? t\ le indico que entrara, y ella Io miro a la tenue luz de la lämpara de arcilla, sentado en la cama, los ojos rojos y el rostro inflamado. Ella se sento a su lado, tomando su gran mano callo sa entre las suyas. -He venido a llorar contigo, Adriel; a compartir un poco de tu dolor. Yo los amaba tambien, especialmente a mi abuela. Permanecieron sentados en silencio, llorando en medio de la oscuridad, y mäs tarde ella se fue sin decir palabra.
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Natän no concurrio a su taller durante dias, y dijo que no tenia änimo para eso. Tanto el como Adriel apenas probaban la comida, y ambos adelgazaron. Ona los regano y los tento a co mer, sin resultado. -Realmente, papa, ustedes dos deben comer -los insto Shaina una manana soleada, mientras les ofrecia melones y fuentes de cebada cocida, que brillaba por la miel. Cortando la fruta fresca sin mucho änimo, su padre sonrio tristemente. -Es raro. Yo iba a casa solo dos veces al ano. Los veia tan poco. Pero el hecho de pensar en Havila sin mi madre alii, sin su sonrisa y su bienvenida, me enferma. No puedo pensar en la comida. Me asquea. Y el pesar de Adriel es ma yor: la sangre de su esposa y de su hija permanece fresca sobre la tierra amada. Realmente, ^corno puedes esperar que comamos? Mientras tanto, Ben, sentado a su derecha, comia con gusto. -Nada traerä de vuelta a Havila a nuestra fami Iia -d ijo A driel- El abu elo S epp ya temia esta invasion. A menudo hablaba de esa posibilidad. Y el nos dijo que no luchäramos; no queria derramamiento de sangre. Dijo que la tierra y nuestras vidas no eran tan importantes, solo la
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obediencia a Dios. Esa fue una de las razones por las cuales me fui: no tenia ningiin deseo de encontrarme atrapado en ese valle, victima de cualquier enem igo que se apareciera. Aun si hubieramos presentado pelea, Ben, nunca los hubiesemos podido equiparar en nümero y en armas. Y papa tenia razon: la guerra es del maligno. Es mejor morir en paz con Dios que herir y matar por unos pocos anos mäs de vida. -Pära ti es fäcil decirlo -replied el hombre mas joven con furia- Τύ estäs vivo y estäs bien. ^Te parece que aquellos que yacen en el mon ton humeante estarian de acuerdo contigo? Adriel miro directamente a los ojos a su jo ven y engreido sobrino. -Delante de Dios te digo que desearia haber muerto, porque mi vida sin ellos es muy amarga. Pero tü no sabes nada de tal pesar. El Sefior te perdone tus palabras necias, y tu deslealtad a el y a tu familia. Levantändose de la silla abruptamente, controlando su ira, Ben salio hacia su lugar de negocios. -Por favor, perdonalo, Adriel -insto Shaina suavemente-. Pärece nervioso ültimamente. No es el mismo. -A el le desagrada mi presencia aq ui -d ijo el
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refugiado, no sin bondad- Yo le recuerdo todo Io que el esperaba dejar aträs. Mi pesar Io fastidia. Es tiempo de que me vaya, Natän. He querido discutir mis planes contigo, y ahora es un buen momento para hacerlo. Tü debes volver a tu arcilla, y yo debo retomar mi vida nuevamente. Nuestra madre se disgustaria por nuestra indolencia y nuestras lägrimas. Shaina rio, aliviada, por sus palabras y afirmo: -Tienes razon, Adriel. Ella diria: "Estoy avergonzada de ustedes dos. Pongan su confianza en el Prometido y vivan responsablemente sobre esta tierra. Dejen de llorar por nosotros; descansamos en la fe". -Hablas igual que ella, criatura. Natän miro a su hija con carino. -Asi que, ^cuäles son tus planes, hermano? O jalä te quedaras aqui, seguro, con nosotros. -No puedo, aunque lamento dejarte. Pero, perdoname, no puedo quedarme en esta casa donde los idolos me miran desde cada rincon y nadie adora a Dios. Natän, tü has sido bondadoso, y O na ha sido am able y com prensiva. Us tedes me han dado tiempo para realizar mi duelo. He pensado mucho en el füturo. El profeta Enoc, seguramente ustedes han oido de el, pre-
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dice un juicio que vendrä sobre la tierra, que destruirä a toda la humanidad, excepto a aquellos que se han entregado a el. No me atrevo a vivir en esta ciudad, Natän. Veo Io que les ha sucedido a ti y a Ben. El mal invade la vida tan sutiImente, y yo no soy menos susceptible que tu, mi hermano. Debo ir adonde se adora a Dios y donde toda la naturaleza habla de el diariamente, en las puestas de sol, las montafias y los lagos. Enoc le enseno a papä com o encontrar su valle; y papä, a su vez, nos enseno a cada uno de nosotros, sus hijos, justo para un tiempo co mo este. El proximo primer dia saldre para en contrar el lugar, porque es uno de los pocos lugares que quedan en el mundo donde los hijos de Dios Io adoran en paz y seguridad. Es un viaje largo, pero estoy ansioso de ponerme en ea rni no. -No puedes ir solo, Adriel. La voz de Natän se oia tensa, a causa de la preocupacion. -El no tendrä que hacerlo, papä —dijo Shaina suavemente-. Yo Io acompanare. Ira tambien desea ir. Lo ha deseado desde que Enoc hablo aqui, en la ciudad, pero no se atrevia a pedir su libertad. -Shaina, tü no entiendes. Adriel no regresarä.
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rmar su hogar allä. perfectamente, papä. Yo tambien ablo de-förmar mi hogar allä. "^Pero ^que ocurrirä con Ben?
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nio? ^Tu nuevo hogar? ^Tu madre? Shaina, debemos conversar acerca de esto. Estäs actuando solamente por impulso. Ella percibio el temor en la voz de su padre, y quiso hacerle frente con valor. -Papä, tengo casi treinta anos. Este no es un capricho infantil. Viendo a su madre de pie, en la puerta, se pregunto cuänto tiempo habria estado escuchando. -He sabido casi desde un principio que tendria que elegir entre Ben y Dios. Ben ha endurecido su corazon contra las ensenanzas de su ninez; por eso es que no puede llorar por su familia. Cuando se fue, el tenia que destruir, dentro de su mente, a Havila y todo Io que representaba. Pronto vio que, para volverse pop ular y tener exito aqui, tenia que apartarse de Dios tambien. Yo sentia que, con el tiempo, yo misma Io haria. Adriel tiene razon. Este mundo estä en rebelion creciente contra Dios. Debemos apartarnos del pecado o nos veremos sumergido en el. AI principio, cuando Ben se enamoro
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de mi, me convend a mi misma de que podria tenerlo a el y a Dios tambien.. Pronto, sin em baf-. go, vi su lenta desintegracion y me senti deslizändome hacia abajo con el... pero ya no me importaba. Lo queria demasiado. El era Havila para mi, y yo amaba Havila. Cuando Enoc hablo, me conmovio el corazon. Desde entonces, ha sido mäs dificil acallar mi conciencia, aunque no tenia el valor de dejar a Ben. Lo amo de verdad. Su voz temblo, pero prosiguio. -Ahora, Havila ha desaparecido. Me doy cuenta de que no era el lugar lo que me atraia, sino el amor de Dios que yo senti alii. Estaba en las personas, y sigue viviendo en Adriel, en Ira, Enoc y en los seguidores de Dios en todas par tes, aunque sean pocos. Pero no en Ben. -Ni en nosotros -anadio su madre amargamente, con lagrimas que rodaban copiosamente por sus mejillas. Casi enloquecido con el pensamiento de perderla, Natan exploto. -iShaina, te prohibo que vayas! Rapidamente Ona se acerco a su lado, sosteniendo su cabeza contra su pecho y acariciando su cabello. -Natan, mi amor, recuerda que ella es libre.
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Libre para elegir a Dios o a este pedazo de plata -y empujo con el pie un idolo cercano-. Fuiste tu el que la llevo a Abigail y luego hasta el Eden. Tu la has guiado a este momenta. No lo hagas mas dificil para ella. Y se abrazaron, pälidos e inmoviles. Shaina busco en los ojos de Adriel fortaleza, y la encontro. £l entendia su decision y lo que le costaba, y, al pasar ella a su lado para ir a consolar a sus padres apesadumbrados, el le to co el hombro delicadamente. Esa noche, Shaina le pidio a Ben que paseara con ella por los jardines, y alii, con el coraζόη latiendole violentamente y luchando por controlar sus emociones, le comunico su deci sion de partir con Adriel. Ben permanecio en doloroso silencio hasta que ella termino de hablar, y entonces la tomo violentamente por los hombros. -Shaina, no me dejes —dijo con la voz quebrada- No hay nada para mi aqui, en este lugar, si tü te vas. Jamas podre amar a las frivolas mujeres de esta ciudad. Todavia tengo demasiado del valle en mi. Jamas amare a ninguna mujer que no sea a ti. Te prometo que no traere imägenes a la casa. Puedes adorar a tu Dios, o a ninguno. Solamente, no me dejes.
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-^Por que no vienes con nosotros al valle de Enoc? -le rogo ella. -No puedo. Hace ya mucho tiempo que llegue a odiar la adoracion a Dios y todas sus restricciones. Aun por amor a ti, no puedo ir. Ben se aparto de Shaina. Nerviosamente abria y cerraba su pufio. -Yo quiero el poder. Por eso es que me gusta aqui. Estas personas respetan el poder. Nos entendemos mutuamente. -Adän dijo que eso era Io que deseaba el maligno: poder. Es un deseo peligroso, Ben. Mejor, deja el poder para Dios. Ella ya no Io presiono mäs. Su admision le habia demostrado que el traeria solo disension al valle de Enoc. -^Por que tuvo que venir Adriel aqui? Pronto nos habriamos casado y nos habriamos mudado a nuestra casa. Estabas muy feliz antes -se lamento Ben. -Hubieramos conocido el mismo terrible pesar que mis padres han sufrido. En Io mäs intimo, yo Io supe desde siempre, pero te amaba tanto, que no me permitia pensar en eso. Y seguramente, Ben, tü Io sabias tambien. El la sostuvo entre sus brazos y, mientras sus lägrimas manchaban la tunica de el, Shaina sin-
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tio que su juventud y su felicidad se esfumaban. Adriel ya no podria mas decir que Ben no conocia el dolor: el sonoro lamento de su angustia rasgaba äsperamente la tibia noche estival.
El momento de la partida habia llegado, y Shaina luchaba contra las oleadas de duda, te rror y tristeza que la embargaban. ^Que es lo que estaba haciendo, dirigiendose hacia lo desconocido con Ira y Adriel? ^A donde iba? ^Veria nuevamente los rostros de sus padres? ^Quien era este Dios que le pedia tal cosa? ^Nunca le hablaria directamente, nunca mostraria su rostro? Sin embargo, en lo profundo de su ser algo cantaba dulce y claramente una segura bendicion sobre su viaje. Ella se aferro a eso tenazmente, cuando el rostro agonizante de su padre rasgo su resolucion. Ben se habia mudado inmediatamente a su casa parcialmente terminada, asi que ella no lo habia visto desde aquella noche en el jardin. La sorprendio ahora, cuando aparecio bajo la tenue luz del amanecer. Adriel se acerco a el con un gesto de bienvenida. -Ben, me alegro de que hayas venido. Quie-
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ro hablar contigo. Nosotros somos hijos de Sepp, hombres de Havila. Ven con nosotros. Τύ eres un hombre orgulloso, inquieto, hambriento de autoridad. No te enojes -le dijo, notando en su sobrino un repentino cefio de disgusto-. Reconozco estos rasgos en ti, porque yo era muy parecido a tu edad. Abigail te dirfa que yo era el mäs testarudo de sus hijos. Ella temblaba por mi; y con razon. Una vez, estäbamos cuidando las ovejas, m amä y yo, y me impacientaban esas sencillas tareas pastoriles. Ella me dijo: "-Adriel, tu eres como un joven leon que recorre la tierra, hambriento de aventura, y busca algo sobre Io cual ejercer control. Pero, hijo mio, no hay poder que valga la pena codiciar, excepto el poder sobre las propias debilidades, y solo Yahve puede otorgarlo". "-No puedo evitar sentirme asi -le respondi de mal humor". "-Pero Dios puede cambiar todo eso - insistio ella—. Debes orar". Le dije que ni siquiera me gustaba orar, y ella me dijo: "-j Ar rod il late, A drie l!" -Todavia puedo verla, sosteniendo un cordero negro en sus brazos, toda dorada contra ese inmenso cielo azul, sobre Havila. Y porque yo
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la adoraba a ella, me arrodille. "-Solo tienes que decir tres palabras, Adriel. Solo tres palabras: 'jSefior, hazme humilde!' Dilas, hijo". -Asi que, arrodillado alii, sobre el pasto de las praderas superiores, sintiendome como un tonto, ore esas tres palabras. Ella puso sus manos sobre mis hombros y me miro con fiereza. "-Ahora, continüa orändolas cada dia. La obra del Senor no serä fäcil en ti". -Por alguna razon inexplicable, continue haciendo esa simple oracion, casi como un desafio; para probar que no se podia lograr este cam bio de caräcter que el la prede cia. Pero Ben, los caminos del Senor estän mas alia de nuestro entendimiento. Lentamente, me senti cambiado. Ya no estaba tan ansioso de luchar, de abrirme paso por la fuerza hacia adelante. Y comence a reconocer la verdad de las palabras de mi madre: que el poder sobre nuestras debilidades es todo lo que ibamos a necesitar en este mun do. Comence a suplicar por ese poder. Ya no me importaba cuidar las ovejas, porque alii, en esa hermosa pradera, aprendi a hablar con Dios y a experimen tar una felicida d que nunca c rei posible. Ven con nosotros, Ben y aprende a orar la
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oracion de mi madre. Shaina penso que nadie podria resistir la tierna süplica en la voz de Adriel. Presencio la lucha en el rostro de Ben, y cada fibra de su ser le pedia que el cediera, pero finalmente se dio vuelta y desaparecio en la oscuridad, sin decir una palabra. Natän y Ona, profundamente conmovidos por las palabras de Adriel, permanecieron quietos y resignados, mientras Shaina los abrazaba y luego montaba a Hadesh. Ella volvio la vista so lo una vez, mientras se encaminaba hacia la calle, y contemplo el hogar y los jardines que tanto habia amado, delineados contra los primeros suaves rosados del amanecer. Su madre levanto un brazo en senal de despedida, y Shaina capturo la escena en su mente para siempre.
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os primeros dias de viaje fueron cansadores, tanto para Ira como para Shaina. Los
^^/seiscientos afios de Ira le habian hecho aflojar el paso un poco, aunque el trabajo diario en los jardines Io habia mantenido en buena forma. La vida de Shaina habia sido fäcil -demasiado fäcil-. Sin embargo, ella era una excelente jinete, y sorprendio a Adriel con su resistencia. El marco un paso mäs räpido, avanzando continuamente a traves del bosque, con solo breves detenciones para comer y descansar. Conversaban muy poco, cada uno perdido en su propio pesar. Ira, discretamente, atendia las necesidades de Shaina hasta que, finalmente, ella protesto gravemente: -Ira, ya no eres un sirviente. Mi padre decla re tu libertad. Somos amigos, eso es todo. -Te cuido como a una hija -respondio el,
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sonriendo-. Yo no tengo otro pariente en este mundo. Ella Io abrazo, impulsivamente. -Y tu eres mi padre espiritual. Nos cuidaremos el uno al otro. -^Y quien me cuidarä a mi? -pregunto Adriel, con algo de picardia que asomo momentäneamente en sus ojos tristes. -jLos dos Io haremos! -gritaron Ira y Shaina al unisono, y sus voces repercutieron en forma extrana en el vasto y silencioso bosque. Y entonces, de pronto, rieron. Por primera vez. Estaban unidos los tres, alli, donde los inmensos ärboles Io cerraban todo, excepto unos finos dedos de luz del sol que acariciaban, de vez en cuando, los claros colores de brillantes minerales y gemas esparcidas sobre el suelo del bosque. Una noche, mientras Ira y Adriel, sentados frente al fuego, discutian la direccion del viaje del siguiente dia y Shaina se preparaba para dormir en su pequena tienda, ella palpo algo duro en el fondo de la cartera de cuero que contenia sus enseres de higiene personal. Lo saco, y Io sostuvo curiosamente hacia la debil luz de la fogata que entraba por la puerta de la tienda, y lo reconocio de inmediato: era una peineta de
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arcilla azul, q ue su padre le hab ia fabricad o a su madre hacia muchos anos. Ona la habia usado solo en las ocasiones mäs especiales. Un delicado ramito de flores era todo Io que se veia una vez que la peineta estaba colocada en el cabello: rosas, margaritas, pequefiisimas hojas, y una diminuta enredadera que colgaba, fragil y exquisita, del ramito de flores. Las tres margaritas tenian, en su centra, pequefios diamantes, que ahora centelleaban a la luz de la fogata. Ella recordo todas las veces que, como ninita, le rogaba a su madre poder usarla, y ella se la colocaba en el cabello, advirtiendole que no moviera la cabeza y dejändosela por solo unos breves momentos. Ella habia entendido, en aquellos dias lejanos, que eso simbolizaba el amor agridulce entre sus padres, y ella habia estimado la pieza de arte tanto como su madre. Ahora, al sostenerlo asi, a la luz del fuego, sintio una terrible nostalgia por aquellos dos se res que le habian dado la vida. Deslizo sus dedos sobre la fina terminacion, imaginando el ca bello color arena de su padre, con la cabeza incli nada sobre esa tarea agotadora, pensando so lo en el gozo que le proporcionaria a Ona aquel regalo. Y, entre un torrente de lägrimas, pudo imaginär a su madre cua ndo guardo el tesoro en
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la cartera de su hija, entregändole Io mejor que tenia, para que Shaina supiese, alguna noche solitaria lejos del hogar, la medida de su amor. Al envolverlo cuidadosamente en el mäs exqui site de sus panuelos de seda, se durmio sosteniendolo en su mano, extranamente confortada. Cada mafiana, comian el cereal hervido que se habia cocinado durante la noche sobre las brasas del fuego, se arrodillaban sobre el suelo hümedo y aromätico del bosque para orar, y luego continuaban, con confianza en Dios y en el mapa esbozado en la mente de Adriel. Cruza ron grandes rios, cabalgaron durante dias a traves de bosques tan densos y oscuros, que caian en un macabro y depresivo silencio, solo para que la naturaleza salvaje se abriera, al fin, en una pradera montanosa bafiada por la luz del sol, y llena de flores y animales tan mansos que retozaban alrededor de los viajeros como corderitos. -A si debe haber sido en el Eden -dijo Sha ina reverentemente, mientras levantaban la carga de los caballos y los dejaban libres para pastar. Cuando ella hubo servido algunos panes duros y Io ultimo que quedaba de las pasas de uva, Ira regreso con una enorme hoja en forma de cäliz, rebosante de bayas rojizas.
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-Bien, una fiesta, realmente -sonrio Adriel, mientras abria unas nueces tan grandes como huevos de gallina y las colocaba al lado de las pasas- Y cuän apropiado, porque tengo un anun cio espl endido que m erece tal ce lebracion: mientras seguia el rio aguas arriba en busca de comida, descubri que, justo mäs allä de la curva, esta pradera desemboca en otra, en la cual se ubica la entrada al valle de Enoc. Como pueden ver, no existe la mäs leve insinuacion del campamento desde aqui; uno podria viajar por aqui y nunca sofiar que existiera. Si mis cälculos son correctos, hemos llegado. Asi que, descansemos y comamos bien. Nos banaremos y lavaremos nuestras ropas manchadas por el viaje, y nos presentaremos manana a los santos ciudadanos del valle de Enoc. -Me siento un poco temerosa -admitio Shaina, sin quererlo-. Tal vez, no soy Io suficientemente santa. -N i yo —dijo Adriel bajando la voz-. Oremos para que no traigamos discordias a este lugar, que es un cielo para los hijos de Dios. Los tres se arrodillaron sobre el pasto cubierto de flores, agradecieron a Dios por su cuidado durante el viaje y rogaron la purificacion espiritual, para unirse con Enoc y sus conversos. Al-
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rededor de eilos, una bandada de päjaros, bri llantes como gemas, cantaban melodias, que le parecian a Shaina casi humanas en su precisa y dulce pristinidad. A la manana emprendieron el camino, suavemente ascendente, a traves de la brillante pradera en la cual habian dormido, y siguieron el curso del rio hasta otro campo de pastös, flores y venados que pacian. Ira y Shaina, esperando encontrar el valle del cual habia hablado Adriel, miraron a su lider, con un interrogante dibujado en su mirada. Adriel sonrio ante su confusion. -Enoc planeo sabiamente y bien, mis ami gos. Papä nos dijo que, cuando salieramos del bosque hacia dos praderas conectadas por un recodo, en un torrente de agua de un rio, habriamos llegado. El dijo que, en la segunda pradera, que no mostraria ninguna clave obvia, habria una vid silvestre que crece sobre un ärbol de guindas amargas. En ese punto, debemos abrirnos paso a traves de un lugar de monte bajo y luego entrar, por una estrecha abertura, en un risco. Ayer encontre el guindal amargo, con la vid y la ranura en la roca, pero no segui adelante porque deseaba com partir el momento del descubrimiento con ustedes, que han soportado
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conmigo las privaciones del viaje. El vacilo. -Tambien necesitaba el aliento de la presencia de ustedes. Espero que seamos bienvenidos. Cabalgaron sin decir palabra, pasando el ärbol nudoso con su profusion de vides, que escondian toda serial de un camino. Adriel desmonto e hizo a un lado las malezas, y dejo al descubierto una entrada por la cual Shaina e Ira pasaron cuidadosamente, haciendo todo esfuerzo por no dejar senales de su paso. Un poco hacia la izquierda, en un risco rocoso, aparecia una abertura tan estrecha, que Shaina tuvo que hablarle severamente a Hadesh para inducirlo a pasar. Una vez del otro lado, los tres se encontraron contemplando un lugar de increible belleza. "N o es ni com o H av ila ni com o Ed en", penso Shaina, al recordar sus extensas y fertiles tierras; un paraiso encerrado, un pequeno mun do en si mismo. Las pocas viviendas que matizaban las colinas circundan tes armo nizaban tan bien con el marco natural, que uno debia examinar cuidadosamente para estar seguro de que estaban alli realmente. El agua caia, espumosa, por la catarata de una montana, y difundia la fulgurante luz del sol mientras se quebraba sobre rocas y piedras' para fluir, al fin, tranquila-
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mente hacia un pequeno lago que relucia en el fondo del valle. Los cultivos y las huertas crecian en pequenas terrazas, sobre las laderas, y caba l los, ganado y ovejas pa cian pacificam ente al sol de la manana. -Lo hiciste muy bien, Adriel. A menudo, me preguntaba si nos resultaria posible encontrar un lugar tan remoto. La admiracion tenia la voz de Ira, mientras colocaba su mano sobre el hombro del mäs joven. -Seguramente, Dios fue nuestro guia -respondio A driel. Cabalgaron, vacilantes, hacia una estructura de madera curada mäs grande que las demäs, situada sobre un pequeno monticulo, en la suposicion de que era la vivienda de Enoc. Una mujer alta, de cabellos oscuros, retrocedio, sorprendida, cuando aparecieron a la puerta donde ella molia el grano sobre un mortero de piedra. -Somos seguidores del verdadero Dios. No temas -dijo Adriel räpida y cortesmente, al advertir el temor en sus delicados ojos pardos. Ella, entonces, dio un paso adelante, sonriendo, y dijo: -Yo soy Rimona, la espoSa de Enoc. Bienve-
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nidos. Perdonenme si no los salude cälidamente. Vivimos con cierta aprehension, pues sabemos que el maligno siempre busca nuestra destruccion. -Buscamos un hogar aqui. ^Podemos hablar con tu esposo? Adriel fue directamente al grano. "Tan propio de el", penso Shaina, sonriendo para si. -Pronto Negara de las huertas para su almuerzo. Por favor, permitan que sus caballos pasten y encuentren un lugar a la sombra, mientras yo les traigo algun refresco. La mujer se apresuro a entrar y regreso con una jarra de jugo, de la cual les sirvio. Le sonrio timidamente a Shaina, mientras el Ifquido oscuro burbujeaba en su taza. -Tal vez, cuando tu esposo trabaje en los campos, td traeras tu grano para moler y hablaremos acerca de tu viaje. Shaina se sonrojo violentamente; el color rosado tino su piel dorada en los altos pomulos. -Yo no soy la esposa de Adriel, sino su sobrina. El es el hermano menor de mi padre. Hemos viajado muchos kilometros, y serä realmente un placer conversar con otra dama. Sintio la mirada divertida de su tio sobre ella, y se sonrojo nuevamente.
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Cuando llego Enoc, se sentaron alrededor de una mesa al aire libre, mirando hacia el valle, y, mientras comian los sencillos alimentos, Adriel conto la historia de la destruccion de Havila, su estadia con Natän y el viaje subsiguiente. El rostro fuerte y angular del patriarca se ensombrecio al escuchar el relato, y hablo con tristeza cuando este concluyo. -Sepp y Abigail eran de los mäs leales entre el pueblo de Dios, y Havila un baluarte del Senor. Lamento su desaparicion. Han hecho bien en venir aqui: hasta ahora no hemos sido molestados. Tal vez los malvados no nos han descubierto. O, tal vez, sencillamente esperan la hora propicia. Importa poco, supongo, excepto que cada dia que Dios nos da nos concede tiempo para comunicar la advertencia a quienes la escuchen... Pero hablemos ahora de cosas mäs alegres. Enoc irguio su cabeza y sonrio, y su resplandor alegro a Shaina como el consuelo de los brazos de su madre en la ninez. Penetro en me dio del profundo dolor que habia arrastrado du rante kilometros y kilometros de bosques, y encendio una Mama de esperanza dentro de ella. -Shaina dejo a su prometido, a sus padres, su vida de comodidad y prosperidad, para transformarse en una hija de Dios. Ella ha aceptado ca-
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da contratiempo con paciencia y valor. Estoy orgulloso de ser su pariente -dijo Adriel, dirigiendose hacia ella. Shaina penso por un momento que iba a llorar al escuchar la bondad de sus palabras, pero, mirando a Enoc, controlo cuidadosamente sus emociones. -Gracias por recibirnos en este refugio que ustedes han preparado. Yo soy una seguidora muy inexperta del gran Dios del cielo, pero deseo ser fiel y caminar en las pisadas de mi abuela, Abigail. Enoc se puso serio y la observo larga y escrutadoramente. -Muchos han venido aqui con ese mismo deseo, nina. Pocos han permanecido. Sera mas dificil para ti, que has crecido en el mundo exte rior. Que Dios te ayude. Toda la cälida anticipacion se escurrio de su alma, y una desolacion peor que la muerte inundo su corazon. Como si entendiera, Enoc le dijo bondadosamente: -Orare por ti. Permanecio callado entonces, pensativo, mientras Rimona limpiaba los restos de la comida. Finalme nte, senalando hacia una prominencia rocosa que sobresalia de la colina en-
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frente y mas arriba de donde eilos estaban, se dirigio a Adriel. -Hay una cueva, sobre ese afloramiento, que mira hacia el valle. Como se orienta hacia el sur, es cälido y soleado; un lugar agradable. Como fue desocupado solo hace unos dias por un hombre que se disgustaba por nuestra vida sencilla aqui, yo la propondria como un hogar confortable para Shaina -entonces, su mirada se di rigio a Ira- Noto tu tierna consideracion por la joven. Levanta tu tienda al lado de su morada, y pronto habräs construido un refugio fuerte. Te la entrego a tu cuidado. Adriel, hijo de Sepp, construye tu habitacion entre mis hijos. Puedo usar a un hombre que tiene el valor de dirigirse hacia Io desconocido, con solo su Dios como guia. Tal vez, viajaräs conmigo de vez en cuando de vuelta a las ciudades, para predicar. -Me sentiria honrado -respondieron los tris tes ojos de Adriel a la invitacion-. La vida significa poco para mi ahora, fuera de mi amor por el Prometido. Nunca mäs vere a mis amados otra vez. -Oh, mi hermano, ^has cargado con tu dolor sin esperanza todos estos kilometros? Enoc examino el rostro demacrado del hom bre con compasion.
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-Dejame contarte las buenas nuevas. El Prometido vendrä no una, sino dos veces. La primera vez, el morirä por nosotros, y la segunda regresarä en gloria como un poderoso Soberano, para levantar a sus muertos y llevar a su pueblo al hogar. Tus amados duermen en paz, como Io haremos tu y yo si somos fieles, hasta que su bendita voz agite nuestras tumbas. —^Y como Io sabes? -pregunto Ira suavemente-. Es un mensaje nuevo para nosotros. Humilde y reverentemente, Enoc les explico, y elevo firme su voz con la misma seguridad que ellos escucharon aquel dia, junto al pozo de la ciudad. -£l me Io mostro. El me mostro la grande y resplandeciente gloria de su segunda venida. Yo tambien, a menudo, estaba preocupado por los muertos y le suplique ä Dios respuestas. Temprano una mafiana, mientras yo luchaba con estos temores, el me revelo su solucion para el problema del pecado, y yo quede satisfecho, ya que el es justo, amante y sabio. Podemos confiar seguros en el. Aunque no puede tolerar el mal, a pesar de ello nos ama y no nos dejarä li brados a los resultados finales e inevitables de la rebel ion humana y del pecado. El proveerä, por medio del Prometido, una via de escape para
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todos los que la deseen. Es dificil de creer, pero es tan fuerte la atraccion del mal, que solo unos pocos desean valerse de su rescate; pero para esos pocos, el gozo es sin par. Porque Io que el ofrece satisface las mäs profundas necesidades de nuestro ser en forma tal, que aun los placeres del pecado jamäs pueden hacerlo. jOh, si pudiera hacer esto claro para quienes estän absortos en la destruction, en las ciudades! Es como si solo vieran mis labios que se mueven, pe ro no oyen nada. A veces, cuando voy viajando de lugar en lugar, comienzo a preguntarme si yo estoy loco, porque mi mensaje llega a los oyentes como algo tan ridiculo. Pero entonces, final mente, cuando vuelvo a casa entre los densos bosques, siento la presencia del Senor y, a ve ces, sus mensajeros viajan a mi lado y me animan e instruyen. Entonces se que las palabras de verdad siempre serän como una locura para quienes estän apartados de el. Siento pesar por mis projimos y resuelvo volver una y otra vez, buscando a aquellos que tengan corazones humildes y dispuestos a ser ensenados. -Tu eres un hombre valiente. Tu mision es peligrosa. Shaina capto el respeto en la voz del viejo Ira.
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-No tan terriblemente, mi amigo. Si yo fuera rico, se apoderarian de mis posesiones, pero yo llevo solo un mensaje, el cual ellos no consideran ni peligroso ni deseable. Cuando mucho, obtenemos solo un converso ocasional, el que a menudo vuelve a ellos posteriormente. Este valle estä demasiado lejos de la civilizacion para tentarlos, pero el dia vendrä, al multiplicarse la humanidad, cuando todos temeremos por nuestras vidas. Se separaron entonces: Enoc volvio a sus cultivos, y los viajeros a acomodarse en sus nuevos hogares. Shaina miro alrededor de la cueva y penso en el horror que sentiria su madre si pudiera ver el destino final de su hija. Sin embar go, la joven lo encontro un refugio bienvenido, un lugar para si misma despues de semanas de viajar con inconvenientes y falta de privacidad. Quebro una rama larga de un ärbol cercano y barrio la basura del ocupante anterior. Rimona le trajo parvadas de pasto seco de la ladera, pa ra esparcir sobre el piso. En un rincon, estiro un lujoso tapete de piel, que su padre habia atado a un costado del recado de Hadesh esa triste manana de la partida. A lii dormiria. La cueva doblaba en ängulo hacia atras, dentro de la colina, de tal manera que ella tenia to-
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tal privacidad en el area de su dormitorio, y sintio satisfaccion de ama de casa mientras acomodaba sus escasas pertenencias. Sobre uno de los estrechos estantes de piedra que sobresalian na turalmente del interior de la cueva, ella coloco la peineta de arcilla azul con sus flores delicadas. Su madre le habia prometido una vez que podria usarla en su casamiento. Los recuerdos de Ben inundaron su mente, y la cueva y Io que la rodeaba de pronto le parecio tan inhospito como todos los bosques impenetrables del mundo. Ella estaba atrapada en este valle, y nunca podria encontrar su camino de regreso sola. Ben estaba perdido para ella para siempre. Un deseo incontrolable de arrojarse sobre la suave piel de su lecho y llorar amenaζό con abrumarla. Con lägrimas que se derramaban, copiosas, sobre su rostro, se dirigio hacia una abertura en la parte de atras de la cue va. Siguiendo un angosto tünel que doblaba en ängulo bruscamente en cierto punto, salio afuera, a un recinto soleado, cubierto de pasto y rodeado totalmente por paredes de roca. A traves de sus lägrimas, Shaina lanzo un grito sofocado ante sus posibilidades. Instantäneamente supo por que Enoc le ha bia asignado la cueva. Aqui, en este rincon es-
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condido, ella encontraria al Dios de Adän y de Abigail. Este Dios que le habia costado todo a ella. Cayendo sobre sus rodillas, dejo que el sol penetrara en su cuerpo agotado y doliente. Mas tarde hablaria con Dios. Ahora, simplemente permaneceria quieta y sanaria, al dejar que su postura le asegurara a el que su momento de lamentarse habia pasado, que ella le pertenecia, no importaba el costo. Pero, mientras estaba arrodillada, una maravillosa paz la embargo, y sintiö un amor que sobrepasaba el amor humano. Un amor divino que siempre dejaba algo mäs para ser explorado; un amor que exigia, pero tambien satisfacia; un amor que nutria y nunca destruia. Ella sentia que ese amor estaba pre sente en forma remarcada en este valle. En lugar de estar atrapada, ella habia sido liberada. El amor le enseno todo esto en ese rincon soleado y quieto. Finalmente, se durmio, acurrucada so bre el pasto tibio y blando, hasta que el sol bajo en el oeste y la dejo tiritando de frio. Mas tarde, trajo a Ira para que viera su descubrimiento, y el dijo: -Es aqui donde plantaremos los narcisos de Adän. -^Los trajiste? -pregunto Shaina, incredula, con los ojos bien abiertos.
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El afirmo con la cabeza, contento ante su deleite. -jPor supuesto!, y muchas otras semillas y bulbos. Haremos de este valle como el jardin del Senor. Al atardecer, cuando Shaina e Ira estaban sentados frente a la cueva conversando, Adriel trepo la colina para unirse a eilos. -Todos me dieron una calurosa bienvenida, pero, cuando cae la oscuridad, necesito a mis viejos amigos -declaro, sentändose con las piernas cruzadas al lado de Ira. La luz de la luna brillaba sobre algün objeto en sus manos, y Shaina bromeo: -^Que regalo es este que nos traes en tu primera visita? -Es mi flauta, y les traigo solo el humilde re galo de la musica. -^Todos tocaban un instrumento en Havila? -pregunto Shaina. -No todos. Papa era un verdadero rrujsico, y el insistia en que todos sus hijos conocieron los fundamentos musicales. Tal vez, Natän y yo disfrutäbamos mäs que los otros hermanos. Sepp nos enseno a Ben y a mi a tocar la flauta duran te nuestras largas horas de apacentar los rebanos.
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Era la primera vez que el hablaba de los se res queridos que habian dejado aträs, y Shaina se sintio en cierta medida confortada al escuchar esos nombres familiäres una vez mas. Cuando Adriel levanto la flauta a sus labios, Shaina no se sorprendio de oir las notas doloridas del canto de Eva, porque tambien era el canto de Havila. $u mensaje melancolico floto sobre el valle oscurecido como un grito solitario y, para Shaina, represento la tristeza destilada de toda la humanidad, en espera de la salvacion del Prometido.
Durante los dias que siguieron, los tres se adaptaron a las rutinas del valle. Plantaron una gran huerta y la cuidaron meticulosamente. Cuando no estaban en la huerta, ayudaban con los cultivos de granos comunales y trabajaban preparändose sus casas. Adriel construyo una casa de madera, pero Ira construyo un refugio de piedra, que armonizaba tan naturalmente con la colina, que parecia haber crecido alii. Adentro, contenia cuatro piezas, porque el sabia que la cueva serfa frfa, y queria un espacio para que Shaina viviera comodamente con el, cuando llegara el momento.
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Excavo un lugar para el fuego en la pared de aträs, para que hubiese calor, y los otros habitantes del valle comenzaron a trepar la colina para admirar esta estructura asombrosa. De a poco, Shaina llego a conocerlos a todos. El viejo Amos, que habia jugado con Set cuando eran ninos; la bella Mahira y su esposo, quienes habian escuchado a Enoc predicar en la calle de una ciudad y Io habian dejado todo an te su amonestacion; los hijos e hijas de Enoc y Rimona, algunos, como Matusalen, piadosos y bondadosos, otros inquietos y opositores. Algu nos casados, otros solitarios y amargados, porque el valle ofrecia pocas chances para elegir companeros. No era el Eden. El pecado y el pesar se mezclaban con la verdadera santidad. So lo el justo Enoc los mantenia a todos juntos con su vida pura y su consejo amante. A menudo, dejaba el campamento por varios dias, solo pa ra regresar con su rostro resplandeciente e irradiando tal sensacion de paz y gozo, que los demäs apenas podian mirarlo. Ellos sabian que ha bia rozado las mismas vestiduras de Dios, y un temor reverente se difundia por el valle durante dias, como si el les hubiera traido a cada uno un regalo de santidad. Shaina le envidiaba esa relacion divina, y
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buscaba aproximarse mäs y mäs a Dios ella misma. En su lugar de oracion deträs de Ia cueva, ella buscaba a Dios y el se inclino a tocar a esta fiel hija de Natän y Ona. Cuando, semanas mäs tarde, Adriel se sento con Ira y Shaina frente al brillante fuego del hogar, en la abrigada casa de piedra de Ira, los tomo completamente por sorpresa su anuncio. -Mariana saldre con Enoc de viaje a las ciudades de las llanuras. El desea que Matusalen permanezca aqui, como lider en su lugar, y por eso me ha elegido como su acompanante. Aunque me siento muy honrado, tengo un poco de temor. M e he acostumbrado a los ritmos de este valle, a su soledad y santa paz. Por Io tanto, no estoy seguro de cuän bien me adaptare nuevamente al bombardeo del mal en los lugares de reunion los hombres. Es posible que vea a Natän. Shaina, podre asegurarle que estäs bien y contenta. Hablaron hasta bien entrada la noche. Ella le encargo mensajes de amor, que deseaba enviar a sus padres. Antes de partir, se arrodillaron sobre Ia saliente de roca sobre el valle iluminado por la luna y oraron por la seguridad de el y de Enoc, y por la pureza de corazon que los prepararia a todos eilos para la venida del Prometido.
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A la manana siguiente, con una sensacion de soledad inesperada, ella observo a los dos jinetes mientras desaparecian entre la hendidura, en el risco. Enoc faltaba a menudo, pero el va lle sin Adriel era una nueva experiencia, y ella se dirigio hacia la cueva, sabiendo que las semanas siguientes serian largas. Ira, al percibir su estado de änimo, llamo desde su puerta: -Shaina, tengo una idea. Ella camino por el pasto, todavia humedo por el rocio de la manana, hacia su casa de piedra, preguntändose que podria haber pensado su viejo amigo para distraerla de la ausencia de Adriel. £l sostenia una gastada bolsa de cuero, que ella reconocio como su saco portador de bulbos de los dias de su ninez. -Ha llegado el tiempo de plantar. Los bulbos deben estar en la tierra durante la estacion fria si es que van a florecer en la primavera, y hay - sem illas que tambien deben ser plantadas ahora, para un comienzo temprano. Nuestras casas estän construidas, nuestras huertas ya han sido cosechadas. Debemos pensar en embellecer el valle. -Tal vez la vida sea dem asiado seria para que nos preocupemos acerca de cosas tan frivolas
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como las flores —dijo ella, todavia deprimida. -jTonterias! El Senor hizo el Eden esplendido, sabiendo, como Io sabia, que Adän pronto desconfiaria de el y se rebelaria. Abigail planto una ladera entera para la gloria de Dios, y tu misma siempre has tenido un lugar especial, exquisitamente disenado, en el cual adorar a Dios. Asi que no quiero oir mäs acerca de esta ridiculez en cuanto a la frivolidad. Primero, plantaremos los narcisos del Eden en tu jardin escondido, luego recorreremos el valle en toda su longitud y comenzaremos a formular un plan de largo alcance. He estado explorando, hacia el norte, un area donde sospecho que nadie ha asentado su pie. A lli he visto arbustos y flores que son nuevos para ambos. Mahana debes acompaharme, y comenzaremos a traer algunos arbustos por vez; tambien semillas de esas extranas flores nuevas. Ya me siento entusiasmado -rio, satisfecho, el viejo jardinero, con un destello de luz en sus apagados ojos azules. -Tu entusiasmo es contagioso, asi como Io planeaste -rio Shaina-. Cuando Adriel regrese, el valle estarä inundado de color, y mi regalo para Enoc serä un ramo de narcisos del valle del Eden. A el le gustaria eso, ^no te parece? Y asi, juntos, durante los meses frios, los dos
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exploraron, cavaron y plantaron. Limpiaron las malezas, arreglaron los cercos de madera, plan taron bulbos por todas partes en las laderas soleadas, construyeron paredes de piedra para retener el suelo sembrado y, por las noches, sus cuerpos dormian profundamente, agradablemente cansados por el trabajo del dia. Lentamente, los habitantes del valle comenzaron a interesarse, dejando de lado sus pequenas quejas para ayudar en la empresa. A veces, al atardecer, Shaina iba a sentarse con Rimona. Habia llegado a amar a esta dulce mujer que se movia silenciosamente en la casa de Enoc, con su cabello negro cuidadosamente peinado hacia aträs, rematado en un rodete. Pequenos mechones se escapaban y se enrulaban, enmarcando su rostro oval de clara piel color marfil. Sus ojos oscuros eran redondos y expresivos, su cuerpo delgado y flexible. Nunca parecia apurada; sin embargo, sus movimientos eran rapidos y seguros. -Debes sentirte muy sola cuando Enoc sale en estos viajes -simpatizo Shaina, mientras pelaba nueces delante del fuego crujiente. -Al principio, cuando los ninos eran pequenos, ademäs de sentirme sola, tenia miedo. En aquel tiempo estäbamos solos, aqui, en el valle,
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excepto por Amos, que llego pronto despues de nuestra llegada. Fue entonces cuando realmen te aprendi a orar. Tal vez, si no hubiera conocido ese temor, siempre hubiese caminado a la sombra de la experiencia de Enoc; pero, duran te esas noches oscuras y silenciosas, despues de que los ninos se dormian, me arrodillaba aqui, al lado del fuego, y hablaba con Dios, hasta que el llego a ser tan real para mi como mi propio padre Io habia sido. De a poco, llegue a entender que yo estaba completamente segura bajo su cuidado. No es que ningun problema podria tocarnos, sino que ningun problema podria haberlo hecho sin haber pasado por su escrutinio. ^Endendes la diferencia? -Creo que si -contesto la mujer mäs jovenaunque nunca he pensado mucho en eso. ^Estäs diciendo que a veces necesitamos problemas con el fin de crecer, y por eso Dios los permite? -No es un castigo, Shaina. A menudo, las personas estän confundidas en cuanto a esto. Pero si aceptamos los problemas con absoluta confianza, Dios puede usarlos para ensefiarnos mäs acerca de si mismo. C ierta vez pense que el servicio resuelto a Dios por parte de Enoc era una carga pesada, pero despues de que deje de luchar en contra, descubri que durante los me-
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ses que pasaba sola aqui, en el valle, eran los momentos en los que me acercaba mäs a Yahve. Entonces, en lugar de separarnos, sus viajes nos unieron, porque el ha encontrado en mi a alguien que entiende su mision y le brinda la libertad para servir. Cuando el vuelve, me cuenta acerca de los gozos y las tristezas de sus viajes, y yo le hablo de las nuevas profundidades que alcance en mi santa relacion con Dios. A veces, me toma por los hombros y dice: "-jOh, Mona, que mujer que eres! Con Dios como mi amigo y tu como mi esposa, soy el mäs bendecido de los hombres". AI ponerse de pie y estirarse, Shaina sacudio las cäscaras de nueces de su falda, arrojändolas al fuego. -Y tu ^estäs sola? -pregunto la mujer mayor, levantando la vista, desde el banco bajo donde estaba sentada, hacia la nifia alta, parada frente a el la. -No exactamente sola -sonrio ella- Es solo que parece que siempre estoy en espera de al go. Pero yo tambien he aprendido a encontrar mi gozo en el Senor, y generalmente estoy contenta. Trato de no recordar mi vida pasada. Dia a dia he llegado a comprender que Ben nunca me hubiera hecho feliz.
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-Tenemos hijos -insinuo Rimona-, y ellos piensan que eres muy hermosa realmente. Shaina sonrio ante los esfuerzos casamenteros. -Querida amiga, cuando Dios encuentre un companero para mi, me Io harä saber. Esta vez esperare su sefial. Tal vez no este dentro de sus planes; tal vez pasare mis dias aqui, en quietud y en cualquier servicio que pueda rendir. Se dijeron buenas noches, y Shaina camino räpidamente, en el aire fresco de la noche, por el fondo del valle y luego subio abruptamente hasta la casa de piedra, sobre la abrupta elevacion rocosa.
Meses mäs tarde, cuando los cerezos se veian espumosos sobre las laderas, y los tulipanes y los junquillos se derramaban junto a los paredones de piedra, Enoc, Adriel y un extrano pasaron a traves de la hendidura y descendieron por el camino hacia el valle. Shaina, sacudiendo su alfombra de piel en Io alto de una elevacion rocosa, fue la primera en verlos. Adriel levanto su mano en saludo, y solo entonces admitio ella para si misma cuän desolado habia estado el valle sin su presencia fuerte y segura. Para
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cuando Ira y ella hubieron descendido por la colina, todos los demäs caminaban junto a los jinetes en un parloteo de bienvenida. Enoc levanto a Rimona sobre su cabal Io, y su rostro brillaba de alegria. Sus nietos brincaban y se empujaban a su lado, y sus hijos e hijas formaban un semicirculo protector a su alrededor. Adriel cabalgaba silenciosamente deträs; Ira y Shaina a cada lado. Shaina recordo la ocasion cuando ella sostuvo su mano tan inocentemente, mostrando su pesar; pero ahora ella sentia una timidez que le impedia acercarse a el con alegria. Ella leyo el placer en sus ojos y supo que estaba contento de estar de vuelta. Cuando se calmo un tanto la excitacion de la bienvenida, Enoc les presento a Tobias, su unico converso. El hombre parecia agotado y terriblemente solo. Shaina penso cuan alto era el precio por ser un hombre de Dios, y se decidio a invitarlo pronto a comer con Ira y ella. -Nuestro hermano ha dejado aträs a su companera y sus hijos, su hogar y sus posesiones -anuncio Enoc, y se oyo un murmullo de simpatia entre el grupo. Amos inmediatamente ofrecio al recien llegado una habitacion en la cual dormir, hasta que pudiera construirse una vivienda. Tobias
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sonrio ante la calidez de su bienvenida, pero parecio mäs una mueca sobre las arrugas de amargura de su rostro. -Todos oraremos para que Dios despeje la tristeza de su corazon, amigo —dijo Shaina dulcemente-. Nosotros conocemos el dolor. El hombre la miro agradecido, pero no dijo nada. Ella entonces se dirigio a su pariente. -Ven, Adriel, tu debes comer con nosotros esta noche y contarnos respecto del viaje. -D ejam e primero banarme en el arr oyo y ponerme ropa limpia. Tengo una historia que contarte, Shaina. Una historia seria, pero puede esperar hasta que hayamos comido. Intranquila, ella pregunto: -*Viste a mis padres? ^Todo va bien con ellos? -Te hablare de eso mäs tarde -replied el, con voz firme. Pero, mientras ella cocinaba las verduras re den cosechadas y cortaba los panes de centeno que Rimona le habia enseriado a hornear, la aprension y preocupacion aumentaba dentro de ella. Mientras comian, Adriel admiro las canastas de flores que colgaban del borde de la cueva. Se maravillo ante la vista de tanto color a lo largo
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de la colina, y dijo que era un bälsamo para sus ojos, que no habian visto nada mäs que el oscuro sendero del bosque durante semanas. Eso hacia que todo el trabajo valiera la pena, y a Shaina e Ira les encanto sus elogios, pero el temor credo en ella hasta que apenas podia tragar su comida. Cuando hubieron despejado la mesa y la luz del sol tocaba solo los riscos mäs altos en la par te extrema del valle, Adriel se recosto contra la pared de la cueva y comenzo su relato. Sobre su cabeza, un picaflor se movia m etodicamente de flor en flor, en los canastos colgantes. -Nuestros viajes nos llevaron, en cierto punto, a un dia de viaje de Havila. Le rogue a Enoc que nos tomäramos el tiempo necesario para ir hasta alii. A el no le molestaba la demora, pero sentia que era peligroso para mi, al pensar que seguramente me reconocerian como hombre de Havila y me cortarian la cabeza sin pensarlo dos veces. Sin embargo, Io convenci de que podriamos envolver nuestros rostros con bufandas y pasar como mercaderes de una tierra distante. Teniamos amplias provisiones de estas gigantescas nueces que crecen en abundancia aqui, asi que, en contra del mejor juicio de Enoc, entramos en Havila como vendedores de nueces.·
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Nunca podrias creer, Shaina, Io que ha sucedido en ese valle. Lo que una vez fueron las tranquilas tierras de pastoreo, ahora es una ciudad que rebosa de maldad. Nada permanece igual, excepto los jardines de mi mamä sobre la ladera, los cuales han reservado como un atractivo turistico; de hecho, la ladera florecida era el centro de atencion cuando llegamos. Rarecia que la mitad de la ciudad se habia reunido alli. Una multitud chillona se apifiaba al pie de un gran idolo, que han levantado entre las flores. "^Por que tiene que seguir divagando acerca de Havila?", penso Shaina impacientemente. "^No sabe el que mi corazon estä sediento de noticias acerca de mis padres?" Pero ella se contuvo. Podia ver que Ira estaba absorto con la historia. -Nadie nos presto la menor atencion -conti nue) Adriel-; tan interesados estaban en los dos hombres que mantenian a punta de lanza cerca del idolo. Algo acerca de esos dos, aun cuando estaban de espaldas a nosotros, me parecia fa miliar, y senti nauseas al darme cuenta de que eran Natän y Ben. Si no hubiera sido porque Enoc me sostuvo del brazo con firmeza, hubiese saltado hacia eilos, aunque no habia nada que podria haber hecho entre ese mar de lan-
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zas. "Son mis parientes", susurre freneticam ente a Enoc. "Debemos hacer algo". "No hay nada que podamos hacer" replied el con calma, "excepto orar para que eilos enfrenten la muerte como conviene a hombres de Dios". -Yo sabia que tenia razon, pero casi Io odie en ese momento por su objetividad. Alguna autoridad de la ciudad, que llevaba puesta una co rona de oro, hablo a Natän y a Ben, diciendoles que se los reconocia como hombres de Havila y, por Io tanto, estaban condenados a muerte, a menos que estuvieran dispuestos a probar su indiferencia hacia el Dios de sus antiguos habitantes arrodilländose y adorando a la imagen que estaba ante eilos. Me sobrecogio una gran tristeza, porque yo sabia que esos dos hijos de Sepp traicionarian a todos los que ya habian muerto, al doblar la rodilla ante la reluciente imagen. Ben se arrodillo räpidamente, con la cabeza inclinada en actitud de reverencia. Al preguntarme que pensamientos estarian pasando por la mente de este sobrino mio, llore por su debilidad. Adriel se dio vuelta entonces, para mirar de lleno a Shaina, cuyo rostro estaba tan blanco
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como las palomas que comian las migas al bor de de la cueva. El extendio su mano y tomo la de ella mientras proseguia. -Natän permanecio de pie alli, vacilante, hasta que una lanza le punzo el hombro, manchando su tunica con sangre. Vi los labios de Enoc que se movian en oracion, y yo tambien rogue a Dios por la victo ria de Natän. Finalm en te, tu padre se dio vuelta, y su rostro estaba tan pälido como Io estä el tuyo ahora, Shaina; pero dijo, en tonos claros y fuertes: "-No puedo arrodillarme ante esta cosa inutil, aqui, en los jardines que mi madre dedico al Creador de toda la humanidad. Yo no le he servido bien ni fielmente, pero declaro hoy, delante de esta congregacion, que el es el ünico y verdadero Dios viviente". -Las palabras apenas habian escapado de sus labios cuando la turba Io ataco arrojändole rocas y punetazos. No tuvieron que levantar ni una lanza. Instantes despues, la multitud comenzo a dispersarse, ocupados ya en otros asuntos. Deträs de eilos, tu padre yacia inmovil, armonizando con la tierra misma con su tunica marron de alfarero y su cabello color arena. Enoc y yo no nos atrevimos a hablar o mostrar interes en el acontecimiento, pero, al encontrar-
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se nuestras miradas, reconocimos un regocijo intenso aun en nuestra tristeza. Shaina lloraba en silencio, apoyada contra el hombro protector de Ira. -Oh, Adriel —dijo ella, sonriendo de algün modo a traves de sus lägrimas- Es una historia gloriosa. Mi corazon estä destrozado, pero aun asi es una historia gloriosa. jOh, que yo hubiera podido escucharlo pronunciar aquellas palabras! Gracias, gracias por contärmelo. Los tres lloraron juntos entonces, por padre, hermano y amado amo. Finalmente, Shaina pregunto: -^Que sabes de mi madre, Adriel? ^Que hara ella sin papä? ^La viste? -No viajamos en direccion de tu casa esta vez, Shaina, asi que no vimos a Ona. Pero cuando Ben dejo la escena de la muerte de Natän, Io seguimos a cierta distancia hasta que estuvimos bien lejos de las multitudes. El, Natän y los sirvientes habian levantado campamento sobre tierras mäs altas, mäs allä de la ciudad. Habian venido para negociar por la compra de arcilla. Mientras Ben ascendia la colina, Io alcanzamos y extendimos nuestras bolsas de nueces delante de el, como si negociäramos. Entonces, me descubri el rostro, y el sofoco un grito de asombro.
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No nos atrevimos a hablar mas que unos momentos, pero Ben nos prometio que tomaria a tu madre bajo su cuidado. El le tiene carino a Ona, y yo creo que sera como un hijo para ella; asi que no necesitas temer por su bienestar. Le dimos todos tus mensajes de amor para ella, y eso la consolarä, seguramente. -Ojalä pudiera ir a ella -suspiro Shaina. Ella se sentirä devastada, en parte por la muerte de papa, y en parte porque, al fin de cuentas, el eligio a su Dios por sobre ella. Adriel levanto su flauta y, mientras tocaba suave y melancolicamente, Shaina sintio la rnüsica de una manera nueva y mas profunda.
imona hacia que la vida fuera posible en
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ese valle remoto. Ella conocia todo lo que crecia en el. Sabia que raices y plantas sil-
vestres podian curar sus pocas enfermedades. Del sedoso pelo de las cabras, asi como de la lana de las ovejas, ella podia tejer finas ropas, y podia dar forma a una vasija fuerte y duradera con la arcilla. Al pasar de los anos, Shaina demostro ser una alumna entusiasta, pero en lo que mas se destacaba era en el trabajo con la ar cilla. Desde su ninez, Shaina habia jugado con ella sobre el piso, en el taller de su padre, pero nunca la habia trabajado seriamente. Ahora, al aprender las tecnicas, a menudo haciendo girar la rueda sobre la cual Rimona daba forma a sus creaciones, quedo fascinada. Pronto, Ira estaba haciendo girar una para ella, mientras daba for ma a la arcilla mojada, transformandola en ob-
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jetos ütiles. Pero ella no se contentaba con meros utensilios. Sus habiles dedos pronto dieron forma a flores y enredaderas para decorar las piezas de uso präctico, y, mäs tarde, vinieron las formas de päjaros y ciervos, y aun de hombres y mujeres. Con sus flores y su cerämica, ella trajo el sentido de Io bello una vez mäs a sus vidas espartanas, y el valle fue un mejor lugar a cau sa de su presencia. A menudo, a la puesta del sol, al comienzo del säbado, Shaina invitaba a todos los habitantes del valle a que subieran a la saliente de roca donde se ubicaba su caverna, porque la puesta de sol se veia espectacular desde alii. Ira construyo un elegante altar a un lado de la boca de la cueva, sobre el cual Enoc pudiera hacer el sacrificio para todas las personas, semana tras semana. Formaron el häbito de confesarse unos a otros toda ofensa cometida y arreglar sus pecados privados, en una sesion de sobria y silenciosa oracion antes del rito sagrado. Solo entonces Enoc degollaba al cordero. Como era un lugar pequeno, ellos reconocian y amaban individualmente aun a los animales. Por eso, cuando una oveja esperaba inocentemente al lado del altar, a menudo un cordero que uno habia sostenido y acariciado durante la semana, se vivia
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un momento de profundo pesar cuando Enoc levantaba el cuchillo. En algunas ocasiones, Adriel tocaba su flauta y eilos cantaban juntos, pero era tan intenso el sentimiento de santidad, que todos se retiraban calladamente, sin querer quebrar el silencio. El septimo dia, el säbado, se reunian alrededor de una fuente clara, al pie del manantial que descendia de la montafia, para cantar y orar juntos antes de que Enoc les hablara. A Shaina le encantaba observar su rostro. A veces, les contaba las historias que Adän habia compartido con el sobre la creacion y esos primeros dias felices en el Eden. El recordaba el gozo de ellos mientras exploraban cada maravilla reden salida de la mano del Creador, y el temor y la tristeza que sintio Adän cuando vio a Eva, que se acercaba con la fruta prohibida en sus manos y los argumentos en sus labios. Mientras hablaba, Shaina visualizaba el valle de Eden, y veia el triste y bei Io rostro de Eva mientras cantaba, con el arpa de Natän, la historia de su perdida y pesar. Otras veces Enoc compartia la revelacion que Dios le habia hecho de una gran calamidad que afligiria la tierra; tambien la llegada del Prometido para morir. La historia que mäs les
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gustaba era la de la grandiosa y gloriosa segunda venida del Prometido de Dios. No importaba cuäntas veces les contara sus revelaciones, ellos nunca se cansaban de escucharlas, porque cada semana el entretejia el inmensurable amor de Dios tan tiernamente, tan especialmente, que ellos ansiaban conocer mas acerca de ese Dios sabio y maravilloso que se interesaba en ellos. Parecia que cada semana la relacion de Enoc con Dios se intensificaba, hasta que, al caminar entre ellos, la misma presencia de Dios estaba en su medio. Ellos deseaban que no se fuera so lo en sus cortos viajes a lo desconocido, para orar, ni tampoco en esos largos y peligrosos via jes entre los descendientes de Cain. Pero sabian que el debia hacerlo, que el era el hombre de Dios y que ellos eran bendecidos al ser ovejas de su rebano. Shaina notaba a menudo que Tobias nunca sonreia y, no importaba cuän calurosamente los demäs lo incluyeran en su compafiia, el no pa recia integrarse en el grupo. Un septimo dia, mientras ella trepaba a lo alto de los riscos, de pronto lo encontro acurrucado en una grieta, llorando. Asustada, ella no sabia si fingir que no lo habia visto o hablar, pero eligio la ültirna al ternativa como la mäs honesta.
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-Tobias, he notado tu tristeza. ^Que podemos hacer para ayudarte? έΐ dijo amargamente. -Säquenme de este lugar. Llevenme de vuelta a la civilizacion. -^Temes que tu esposa y tus hijos esten pasando necesidades? -Mi esposa estaba por abandonarme de todos modos. Ella era hija de la riqueza y odiaba mi adoracion a Dios; aunque parecfa no importarle cuando nos enamoramos. Ella estaba empaquetando sus cosas para volver al hogar de sus padres, cuando aparecio Enoc predicando su mensaje de condenacion. Pärecia que ya nada importaba. Como lo iba a perder todo de cualquier forma, pense que mejor serfa unirme a el. Rara cuando hübe viajado unas pocas semanas a traves de los interminables bosques, yo sabia que habia cometido una terrible equivocacion. Odio estar aqui. Y no tengo la intencion de pasarme la vida sin una mujer. -Comprendo tus sentimientos. Shaina penso con inquietud en la distancia que la separaba del campamento y decidio no meterse en una situacion semejante otra vez. -A veces, yo tambien me siento sola, pero trato de llenar mi tiempo con actividades ütiles,
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al recordar que esta vida no es Io mäs importan te. Despues habrä una vida con Dios, que satisfarä todas nuestras necesidades. Pero aun aqui y ahora, Tobias, si abres tu corazon a Dios, el te colmarä de tal modo con su presencia, que tendräs gozo aun en este lugar remoto. El hombre oscuro y melancolico no respon d s , y parecia retraerse aün mäs dentro de la grieta. Shaina, sin ocurrirsele que mäs decir, comenzo el lento y cuidadoso descenso de la montana, siempre consciente de los ojos de el sobre ella. Se sentia de algün modo sucia, y deseaba no haberse encontrado con el. Esa noche, cuando vio a Adriel trepando hacia su cueva, se sintio contenta, porque tenia una sorpresa para el. Despues de charlar un rato, entro en la cueva y regreso con las manos deträs de su espalda. -Cierra los ojos, Adriel. Todo el invierno he estado haciendo un regalo para ti. Al fin lo he terminado, y no puedo esperar mäs para mosträrtelo. Adriel, sentado sobre un banco a la entrada de la cueva, se apoyo contra la pared de piedra y extendio sus manos. Shaina noto, mientras la cabeza de el descansaba, relajada, contra la piedra gris, y con los ojos cerrados, que las arru-
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gas de sufrimiento y pesar, que durante tanto tiempo habian surcado su rostro, habian comenzado a borrarse. Parecia, a la suave luz del crepüsculo, sorprendentemente joven y vulne rable. Sintio que la inundaba una ola de ternura, pero la hizo a un lado räpidamente, colocando en sus manos un objeto largo, en una suave bolsa de piel. Adriel tiro de la atadura, sonriendo, y gratamente sorprendido y mäs conmovido de Io que deseaba admitir. Lo que saco del estuche le hi zo emitir un grito sofocado de asombro: Shaina, usando muchos y variados tonos de arcilla, habia disenado una miniatura de Havila. Las tiendas de Sepp y Abigail se levantaban en su lugar apropiado, pequenas ovejas se esparcian por las praderas, y el rio serpenteaba entre los campos y ärboles. Abigail se inclinaba industriosamente en su huerta de verduras, deträs de la tienda de cocinar; Shaina habia formado la figura de Sepp tan perfectamente, de pie, cordero en mano, al lado de su altar, con su cabello largo y espeso algo levantado por el viento, que Adriel, pensativo, lo acaricio amorosamente con un dedo. Cuando final mente levanto la vista, sus ojos estaban arrasados por las lägrimas. Aunque no hubiera hablado, Shaina hubiese sido amplia-
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mente recompensada por su esmerado trabajo; pero, con voz quebrantada, sus palabras llegaron hasta ella. -Oh, Shaina, que cosa tan hermosa has hecho. Cuando nuestros recuerdos se tornen viejos y confusos, esta obra de tus manos nos recordarä nuestra herencia: Havila nunca morirä. El toco el banco a su lado, invitändola a sentarse junto a el. Delicadamente le tomo la mano, y permanecieron sentados, juntos en el crepijsculo, sin hablar, pero sintiendo algo natural y bueno, algo fuerte y eterno, que se movia entre ellos. Finalmente, con su manera simple de expresarse, sin eufemismos, el le dijo: -Shaina, he llegado a amarte tanto, pero he tenido temor de hablarte. -^Que temias? -pregunto la joven, demasiado timida ahora para mirar su rostro. -Que soy mayor que tu, que podrias pensar respecto de mi solo como un pariente y no como un enamorado. Y, mäs que nada, tal vez, que tu corazon todavia pertenezca a Ben. -Siento mäs por ti ahora, en este momento -dijo ella tiernamente, levantando sus ojos con timidez hacia su rostro-, de Io que alguna vez senti por Ben. Se ahora que mi amor por el era poco profundo, no habia sido probado. Τύ y yo,
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Adriel, hemos caminado juntos en medio del dolor, enfrentado juntos una nueva vida y esperado pacientemente que nuestro amor madure. -No tan pacientemente como podrias pensar -confeso el, sonriendo- M iles de veces he deseado tomarte en mis brazos, para regocijarme y consolarme en tu amor. -Yo tambien he sentido la misma necesidad -adm itio ella—; y no es necesario negarlo ya mäs. Ella abrio sus brazos, y el se entrego a eilos. Mientras ella Io abrazaba, sus lägrimas se mezclaron y su terrible soledad se desprendio como una prenda de vestir que ha quedado chica.
Rimona y Shaina planearon una celebracion tal como el valle nunca habia visto. Shaina queria que su casamiento fuera un momento de regocijo, aunque una experiencia sagrada y santa a la vez. Ella deseaba que cada una de las parejas en el valle recordaran sus propios votos de fidelidad, que su amor fuera renovado. Las mujeres cocinaron durante dias, prepararon panes de frutas y otros manjares exquisitos tornados de la abundancia que crecia a su alrededor. Rimona busco su tela mäs suave, hecha
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de fino pelo de cabras peinado, y Io sumergio en tintura hecha con cebollas. El tejido resultante era de un dorado cälido, solo un poco mäs claro que la piel bronceada de Shaina. Cuando se Io puso el dia de su boda, con la peineta azul de su madre sujetändole el cabello cobrizo, Rimona lanzo un suspiro de satisfaccion. Los ninos tejieron collares de pequenisimas flores azules para su cuello, y la procesion nupcial comenzo a descender por el valle. Shaina le habia indicado a Adriel que fuera bien lejos por el lar go camino, hasta un area desolada de abruptas rocas. -Solo cu and o escuche s el sonido de nuestros cantos puedes venir a recibirnos -le habia advertido ella bromeando, con sus verdes ojos danzando de jubilo. Temprano por la mafiana, llegaron, con el sol que salpicaba el camino bien transitado debajo de los inmensos ärboles. Shaina caminaba lenta, orgullosamente, como una reina henchida en su felicidad, entre Enoc y Rimona, como su hija espiritual. Alrededor de ellos, los ninos danzaban y arrojaban flores. Deträs seguia el resto, y sus cantos de alabanza y gratitud a Dios se elevaban triunfantes en el valle escondido, tan alejado de las moradas de la humanidad.
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Rodearon una curva, y Adriel se acerco para recibirlos, tocando su flauta. El grupo se detuvo y guardo silencio, dejando que las alegres notas de su canto de amor fluyeran claras y dulces en el aire de la manana. Shaina vio en sus ojos su lealtad, su amor y su aprecio por la belleza de ella, mientras estaba parado frente a ella, tocan do su flauta con suma habilidad. Adriel se dio vuelta entonces, y los guio por un camino late ral hacia un pequeno claro, en el cual ellos habian elegido prometerse el uno al otro. Ella siempre recordaria este momenta, penso. Admiraba la poderosa fuerza de Adriel, que iba delante de ellos por el camino del bosque, ejecutando su musica y danzando, mientras era seguido por los fieles hijos de Dios. Ella se preguntaba que pesares les esperaban a todos ellos, que peligros se cernian sobre su cabeza mien tras viajaba a menudo con Enoc por la tierra, en busca de otros conversos. ^Perderia ella algun dia a este firme, verdadero hombre de Havila? Hizo a un lado sus presentimientos y trato de absorber toda la felicidad del momenta. Tomaron su lugar debajo de una glicina, de la cual colgaban abundantes flores color pürpura. Alli, con las abejas que zumbaban sobre sus cabezas, Enoc les hablo seriamente sobre la
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santidad del matrimonio y de esa primera union en el Eden. Entonces, todos se arrodillaron sobre el pasto blando, donde el lino de un azul intenso, que Shaina e Ira habian plantado anos antes, los rodeaba, y el vestido dorado de Shai na resplandeda como una llama viva en el me dio de todo. Enoc coloco una mano sobre cada cabeza, y solemnemente rogo a Dios que uniera sus vidas para siempre. Luego, siguieron muchas oraciones, sin apresuramiento, sinceras, cada una solicitando bendiciones sobre los dos. Los pequefiitos balbucearon sus peticiones, siendo su amistad con Dios tan natural como su respiracion. Finalmente, oro Adriel. Pronuncio una promesa de amor eterno por su novia delante del Creador del mundo y, alzändola, la llevo hacia su hogar por el camino. Los brazos de ella le rodeaban el cuello; su cuerpo era liviano como vilano entre sus fuertes brazos, y el vestido dora do ondeaba reluciente en la brisa matinal. Hicieron banquete, rieron y cantaron. Shaina noto que Enoc, a menudo, atraia a Rimona ha cia el, besändo la jugueton amente delante de los huespedes, mientras ella se sonrojaba de placer. "Que hombre complejo es el", penso para si misma. "Pro feta austero que amonesta sin temor
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a los hijos de Cain, radiante amigo de Dios, tierno y atento companero y padre". Ella esperaba que Dios fuera como Enoc; seria tan fäcil amarlo asi. No, se dijo a si misma, Dios es aün mejor que Enoc. Cuando el sol finalmente desaparecio tras las colinas y ni siquiera los mäs altos riscos reflejaban su calor, Shaina y Adriel treparon tornados de la mano hacia la cueva. Deträs de ellos, los amigos entonaron un canto de am or tan antiguo como el Eden: Levanta a mi amada y llevala tiernamente al lugar donde descanso. Ella es maravillosamente bella, mi amada. Mi corazon se estremece bajo su toque, y la oscuridad nos cubre.
Unos pocos meses mäs tarde, al terminar el culto del dia säbado, Enoc invito a Shaina y Adriel a unirse a el en un viaje hacia el norte del valle, para realizar un periodo de oracion y meditacion. Como sabian que el patriarca raras veces llevaba a alguien, excepto a Rimona o Ma-
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tusalen, y a ellos solo en raras ocasiones, la pareja se sintio profundamente honrada. Se apresuraron en llegar a la casa, para juntar Io que necesitarian para el viaje, y salieron a pie, a traves del terreno agreste que Ira y Shaina a menudo transitaban buscando nuevas plantas. Enoc les hablo acerca de las cosas que sucederian en el futuro mäs intensamente que nunca antes. -Adriel -le advirtio-, los hombres de Dios se vuelven cada vez mäs escasos sobre la tierra, aunque el tiene algunos fieles esparcidos aqui y alia. Cuando yo me vaya, Matusalen, tu y aquellos de mis hijos que permanezcan fieles a Dios deben continuar advirtiendo a los hombres acerca de la destruccion que vendrä. Ruegales que abandonen el mal y regresen a Dios. Prometemelo, Adriel. El esposo de Shaina miro a su amigo con curiosidad. -Tu eres un hombre joven, aün no tienes cuatrocien tos anos, Enoc. La destruccion bien puede llegar mucho antes de que duermas en la tierra. Dudo que Matusalen o yo tengamos que reemplazarte en tu trabajo; aunque tü sabes que viajaremos a tu lado cualquiera sea el riesgo. -^Pero tü me Io prometeräs? Matusalen ya ha
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jurado solemnem ente seguir adelante. -Lo prometo -juro Adriel seriamente, comprendiendo que, por alguna razon, esto era extremadamente importante para Enoc. Shaina caminaba deträs de eilos por el camino rocoso; estaba sorprendida por la conversacion. Enoc caminaba con pasos largos delante de ellos, con toda la fuerza de su virilidad, magnetico y poderoso. Los guio, despues de un dia de viaje, hacia un pequeno claro desolado que habia entre unas enormes rocas. Desde alii se podia contemplar, a traves de montaöas y valles, tierras aün deshabitadas. -^Por que vienes a un sitio tan desamparado para orar? -pregunto Shaina, sintiendo la imponente soledad del lugar. -Porque aqui siento mi insignificancia. En la ciudad, o aun en nuestro valle, en cualquier lu gar donde se congrega la gente, llegamos a pensar que nuestra presencia es vital para que se desarrollen los planes y los acontecimientos. Pero aqui, solo, percibo que Dios podria eliminarme, o a todos nosotros, con solo un pensamiento; y me siento sobrecogido por su tolerancia divina hacia un pueblo rebelde. Me doy cuenta de mi propia indignidad y de su amor
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compasivo hacia mi. Pienso en mi fuerte devocion paterna hacia mis hijos e hijas, y Io que me costaria enviar a uno de eilos en una mision como la que Dios asignarä al Prometido sobre esta tierra. Solo aqui, sobre mis rodillas, comienzo a tener una vislumbre de la incomprensible profundidad de su amor. Ahora, no hablemos mäs, y busquemos su presencia. Se separaron, cada uno para encontrar su propio rincon privado. Shaina se sentia abrumada. iQ u e sabia el la respecto de buscar a Dios a la par de un hombre tan santo, o aun de su pro pio esposo? Muchas noches, despues de que Adriel la creyera dormida, ella lo escucho deslizarse de la cama y dirigirse, por el tunel, hacia su lugar de oracion. Pero ella se arrodillaba y esperaba en silencio. Tal vez el Senor le hablaria a ella, asi como le habia enviado su paz ese pri mer dia en el valle. La vasta quietud se poso so bre ella, y trato de imaginarse como seria encontrarse aqui, sola, como lo hacia Enoc tan a menudo. Trato de vaciar su mente de todo pensamiento superficial, hasta que finalmente perdio el sentido de lo que la rodeaba, el dolor de sus rodillas sobre la dura roca, la conciencia de sus companeros adoradores. Aunque no escu cho ninguna voz divina ni vio ninguna gloria, la
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embargo una calidez curativa, que ella reconocio como aceptacion; la aceptacion de Dios de su ofrenda de si misma. Era tan real como la piedra sobre la cual estaba arrodillada, y lloro en expresion de gratitud porque Dios se habia encontrado y comunicado con ella en ese lugar. Un gran anhelo de ofrecerle a el algo mejor surgio dentro de ella. Cuando cayo la noche, Adriel vino y la alzo, y la retuvo muy cerca de si dentro de los pliegues de su frazada de lana, pero no hablaron; tan fuerte era el poder de Dios sobre eilos.
Cuando el amanecer comenzo a proyectar sus tibios rayos sobre la pareja que dormia, la forma encorvada y hümeda de Enoc se levanto de su posicion arrodillada, junto a una roca gris. Al despertar, Shaina se dio cuenta de que el ha bia pasado la noche alli, y se levanto räpidamente para preparar comida caliente para el, pero habia algo extrafio: un resplandor que Io rodeaba, que no era diferente de la gloria resplandeciente de Eden. Shaina cubrio su rostro con el brazo, y desperto a su esposo, el que se sento, maravillado ante la escena. Al hacerse mäs brillante todavia la luz, la forma de Enoc
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comenzo a retroceder. El les sonrio, con la misma sonrisa radiante y bondadosa de costumbre, y hablo mirando fijamente a Adriel. -La promesa, Adriel. Recuerda la promesa. El hombre mas joven extendio su mano como queriendo detenerlo, pero la luz resplandecio fulgurante y, entonces, todo quedo como antes, excepto que Enoc habia desaparecido. Adriel y Shaina se miraron el uno al otro, absolutamente pasmados. -Volverä -le aseguro Shaina a su esposo-. Debo preparar alimentos para el. Estuvo orando toda la noche. Su esposo la atrajo de nuevo hacia su lado. -No, mi amor, el no volverä; Dios se lo ha llevado. El mundo sera un lugar oscuro, realmente, sin su presencia, pero debemos proseguir con su obra lo mejor que podamos. Ella observo el lugar seco en la roca, donde el rocio habia caido alrededor de Enoc, y trato de comprender que su amigo de carne y hueso habia entrado a la misma presencia de Dios. -Esto es tierra santa, Adriel, y nosotros hemos visto algo sagrado este dia. Enoc lo sabia cuando nos trajo, ^no es asi? Estamos tan cerca del cielo que me asusta. Pensamos que estamos tan lejos de Dios, que podemos vivir nuestras pro-
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pias vidas y pensar nuestros propios pensamientos; pero el estä tan cerca, que puede extender su mano y llevarse a Enoc de nuestro mundo al suyo. -No hay nada que temer, preciosa -respon d s , y la rodeo con sus brazos com o queriendo protegerla- Los brazos de Dios son mäs seguros que los mios. Yo creo que Dios solo queria que supieramos cuän cerca estä de nosotros real mente, y tambien queria que veamos, por me dio de la experiencia de Enoc, que algün dia, cuando el Prometido haya pagado el terrible precio, volverä y llevarä a aquellos que Io aman de vuelta a su hogar, con el, asi como Io hizo con nuestro amigo. t\ quiere que sepamos que esta triste existencia no es para siempre, y que, mäs allä, estä una vez mäs la gloriosa vida del Eden. Permanecieron abrazados, llenos de pavor y en silencio por Io que acababan de experimen ta l Cuan do Ad riel hablo nuevamente, su voz era mäs seria de Io que Shaina la habia percibido alguna vez. -Debemos regresar a casa ahora, Shaina, y yo hablare con Matusalen acerca de nuestra tarea. Tu y yo estaremos separados mucho mäs tiempo que antes, querida, y los peligros de
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nuestras vidas aumentarän. Cuando los descendientes de Cain sepan que Enoc se ha ido, se volverän mäs atrevidos. Su santidad era como un freno para ellos. Mientras caminaban tornados de la mano a traves de los lugares inhospitos, no hablaron mucho; cada uno conocia los pensamientos del otro. La tristeza de la separacion parecia descansar pesadamente sobre ellos. El hecho milagroso los dejo estupefactos, y se preguntaban como decirselo a Rimona. -Ella Io amaba tanto-suspirö Shaina-. ^Creerä ella nuestro relato? Pero, cuando descendian por el camino hacia el valle, Rimona, con sus hijos, salieron a recibirlos y, extendiendo sus manos, ella dijo: -Lo se. Lo se. Enoc ya se lo habia explicado a su familia, y se habia despedido antes de partir. La tristeza los embargaba, pero Rimona mantuvo su cabeza en alto. -No es cualquier mujer cuyo esposo vive con Dios -sonrio, y Shaina penso que seguramente la Deidad atesoraria a alguien como ella. Ese atardecer, cuando Matusalen los di rigid en el culto vespertino, pidio a Adriel que les relatara la historia de la partida de Enoc de este
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mundo. Algunos murmuraron su incredulidad, otros insinuaron que se trataba de un juego sucio, pero Rimona se puso de pie al lado de Adriel y confirmo su historia. Finalmente, todos se arrodillaron con un profundo sentimiento de su necesidad, para pedirle a Dios que continuara guiändolos; y todos supieron que nada seria exactamente igual otra vez.
{ χ λ MiP U imona echaba el grano en el mortero de piedra, mientras Shaina, con un agraciado balanceo, machacaba con una gastada mano, produciendo una nube de polvo que se elevaba. Trabajaban juntas como una sola persona, y solo cuando la mujer mas joven dio un paso aträs y se quito brunidobuscaron cabello la delsombra rostro transpirado, solo el entonces para tomarse un breve descanso. -jSi Adriel te viera ahora! -rio Rimona, mirando el rostro de Shaina cubierto de polvo y moteado con gotas de transpiradon. -Me amarfa igual -contestd Shaina, y su corazdn se Ileno de pronto de nostalgia. Matusalen y el esposo de Shaina habian salido meses antes para realizar la tarea de Enoc, y Shaina, que ya hacia tiempo estaba acostumbrada a los viajes, esperaba confiada, aun al saber siempre que algun viaje seria el ültimo. Obtenia
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de Rimona fuerzas, y ella le enseno a depositar su preocupacion en las manos de Dios. Pero nunca dejo de extrafiar a Adriel. El valle habia cambiado durante los trescientos anos transcurridos desde la partida de Enoc. A Shaina le parecia que los justos Io eran aün mäs y los disconformes mäs desafiantes, como si tanto el bien como el mal se hubieran agudizado. Hacia tiempo que Tobias se habia ido con Matusalen y Adriel, dejando el refugio de Enoc con evidente alivio; y el no fue el ünico. Muchos de los hijos y nietos de Enoc se aventuraron al mundo mäs alia del valle; algunos para nutrir la fe en el Dios de su padre, algunos para probar la rebeldia. Lamec, heredero del legado espiritual, no iba y venia como su padre y Adriel, sino que viajo muy lejos, y hablaba sin temor acerca de Dios y, finalmente, se establecio en los limites de la tierra de Nod. Adriel y Shaina, elegantes y vigorosos en la flor de la vida, tenian un solo proposito: exten der la adoracion y el amor de Dios sobre la tie rra. Y compartian un gran gozo: despues de arios de esterilidad, Shaina habia dado a luz a una nina, con los ojos verdes, y la morena y provocativa belleza de su abuela Ona. Pero ella no tenia nada del temperamento caprichoso de
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Ona; solo una constante disposicion alegre, que era el encanto de sus padres. -Ella tiene el rostro de mi madre y el alma de Abigail -le decia Shaina, a menudo, a Adriel. -^Podria una criatura ser mäs bendecida? La llamaron Navit, "la placentera", y ella era una criatura de la tierra y del Dios de la creacion. Ese dia, ella habia ido hasta el final del valle a acompafiar a una anciana que estaba muriendo, y que se deslizaba natural y pacificamente hacia el descanso final, para esperar el llamado del Prometido. Navit conocia bien la muerte y el nacimiento, al haber andado durante toda su nifiez deträs de Shaina y Rimona, mientras brindaban sus servicios en tales ocasiones. Ahora, a los 22 afios, ella a menudo atendia las necesidades de otros en toda circunstancia y, cuando los ancianos tenian dolores o ya no podian ver, era a Navit a quien llamaban para que los ayudara a pasar las largas horas con su toque consolador, su risa fäcil y, mäs que nada, con su canto. La musica de Havila estaba en ella, y le permitia tocar los instrumentos que Adriel le traia desde las ciudades y cantar con una voz que conmovia a sus oyentes hasta las lägrimas. Arnos le enseno los antiguos primeros cantos,
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cantados frente a las puertas del Eden, transmitidos de generacion en generacion, y Adriel mismo le ensefio el canto de Eva con todo su dolor y patetismo. Cuand o Matusalen y Adriel finalm ente entraron en el valle cabalgando en fila india, una tercera persona los acompanaba. Shaina y Navit, bajando a los saltos por la colina, apenas si miraron a la persona extrana envuelta con un velo; tan grande era su alegria al saludar al que amaban y habian esperado por tanto tiempo. Finalmente, Shaina se dirigio hacia la viajera polvorienta. Adriel observaba, con una sonrisa sobre su rostro cansado y una mirada divertida. Al levantar Shaina su mano en sehal de saludo, la mujer dejo caer el velo de su rostro, y Shaina miro directamente a los ojos de su madre. Con un grito de placer, se arrojo a los brazos extendidos de Ona, y sus lägrimas se entremezclaron. Cuando finalm ente pudieron hablar, Shaina presento a Navit a su abuela. Ona miro largamente a la nina y suspiro. -jOh, si Natän pudiera verte, criatura! Porque tu eres todo Io que yo era cuando el me encontro vendiendo sedas en el mercado, cientos de anos aträs. Ven a mi, querida.
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Tomo el rostro de Navit entre sus manos, y miro los claros ojos verdes. -Dios me ha concedido el deseo de verte. Ahora, puedo morir en paz. -No hables de morir, mamä -interpuso Shai na, guiando su caballo por la ladera-. Tendremos muchos anos de felicidad juntos, aqui, en este refugio seguro. Ira se habia mudado, anos antes, hacia el fondo del valle, ya que sus viejas piernas cansadas se rebelaban contra la ladera. Asi que la casa de piedra habia llegado a ser el hogar de Adriel y Shaina, aun cuando a menudo preferian la cueva, con su vista panorämica del valle. Fue alii donde llevaron a Ona ahora y, mientras Shaina preparaba la comida, hablaban freneticamente, y sus palabras saltaban y se superponian en la necesidad de cubrir cientos de anos de vida. -^Estäs segura de que puedes ser feliz en es te lugar? Es muy tranquilo aqui -se preocupo Shaina, al pensar en el gusto de su madre por las multitudes y la danza. Ona y Adriel intercambiaron miradas, y Ona contesto, con algo de la antigua malicia iluminändole los ojos: -Yo soy una nueva persona, con nuevos de-
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seos, hija mia. Despues de la muerte de tu pa dre, yo estaba enojada con su Dios, pero tambien, muy dentro mio, yo respetaba a Natän porque al fin tuvo el valor de ser fiel a sus convicciones. -Ben fue bondadoso conmigo, y construyo una pequena casa para mi en el fondo de su propiedad. Y, con el dinero que yo tenia, pude vivir comodamente. Pero, con el transcurso de los anos, Io vi cambiar de un excelente joven, que habia venido a nosotros desde Havila, a un tirano cruel, astuto y amante de los placeres. Tuve que admitir que, cuanto mäs se alejaba de sus srcenes, mäs se degradaba. Asi, supongo que, a la larga, fue el largo brazo de Abigail el que me alcanzo y me toco. Träte de recordar como habian vivido tu e Ira, e hice Io mejor que pude por seguir a Dios en mi forma ignorante. Cuando escuche que habia un predicador de Dios en la plaza del mercado, fui a mirar, y alli, para mi sorpresa, estaba Adriel. -No me costo mucho persuadirla a que viniera con nosotros -sonrio el esposo de Shaina, todavia encantado con su sorpresa. -O h, mamä -susurro Shaina , tomando la mano de la mujer mayor entre las de ella-. Todos estos afios he atesorado la peineta azul y mi re-
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cuerdo de cuando me saludaban con la mano al despedirme, a quella m anana hace tanto tiempo. Nunca me atrevi a esperar verte otra vez. Y aqui estäs, no solo tü misma, la de antes, sino un nuevo ser que comparte nuestro amor por Dios. Ojalä pudiera decirselo a Enoc. f:l estaria tan contento. -Yo supongo que el Io sabe -le recordo Adriel, y se estiro sobre la alfombra de piel, con su cabeza en la falda de ella- jOh, mi amor, que bueno es estar en casa! -*Que dijo Ben acerca de todo esto? -pregunto Shaina, al tratar todavia de absorber el milagro de la presencia de su madre.
- t \ dijo: "Salgan de aqui y que no vuelva a verles las caras. Yo ya no soy vuestro pariente, sino vuestro enemigo. jRecuerden eso!" La tristeza embargo la voz de Adriel al recordarlo. -El ya no es el Ben que amaste, Shaina -agrego Ona-. A veces, despues de que me converti en seguidora de Dios, le tenia mucho miedo. No hablaron mäs de Ben, y cada uno lamento a quien habian amado. Shaina nunca perdio el asombro ante la fidelidad de su madre por su nuevo Dios. Ella era todavia la misma Ona, alegre y verborrägica,
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pero debajo de un exterior aparentemente liviano estaba la firmeza de piedra de una entrega completa. -Casi no puedo esperar -le dijo un dia Shaina a Navit- hasta que el Prometido nos Name a todos de nuestras tumbas y yo traiga a mama, de la mano, a mi padre. Solo ver la mirada en su rostro. Tener a su amada por toda la eternidad. -No nos lleves a todos tan räpidamente a nuestras tumbas, mamä -advirtio Navit-, aunque yo tambien estoy ansiosa de compartir ese momento. Ona ha traido algo especial al valle; algo como una esperanza renovada y una perspectiva mas alegre de la vida. -Ella siempre ha sido especial. Shaina se hizo sombra sobre los ojos y miro por el valle, hacia el norte. Alli, un jinete solitario se abria paso entre los riscos. -Corre al campo de pastoreo y dile a tu pa dre que un extrafio se acerca desde el norte. Shaina ya bajaba tan räpidamente por la ladera hacia la casa de Matusalen, que las pequefias rocas y piedras sonaban contra sus sandalias de cuero. Para cuando el visitante entro al valle, Adriel y Matusalen cerraban resueltamente su camino, respaldados por la mayoria de los residentes del valle.
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-Päz -los saludo el, con sus dientes blancos resplandeciendo en su rostro bronceado por el sol- Yo soy N oe, hijo de Lamec, nieto de M atu salen. Con un grito de alegria, Matusalen, su esposa, Yonina, y Rimona, corrieron a abrazarlo; era un nieto que no habian visto desde la ninez. -^Que te trae, hijo? -pregunto Matusalen, que caminaba junto al caballo, radiante de pla cer. -Papa me envio para comprobar el bienestar de nuestros parientes aqui, en el valle, y por otras razones -les informo con una sonrisa de muchacho, aunque bien entrado en la virilidad. La llegada de una visita lleno de excitacion al valle entero, y las mujeres prepararon una comida especial para la noche. Antes de comer, todos inclinaron sus cabezas frente a las mesas puestas al aire libre, y Matusalen oro al Dios del cielo, agradeciendole porque Noe llego sano y salvo, e invitando su presencia en la celebracion. Al caer la oscuridad sobre la tibia noche estival, la gente encendio vasijas llenas de aceite y, con las estrellas que brillaban sobre sus ca bezas, dieron la bienvenida a Noe, bisnieto de Enoc, con cantos y camaraderia. Cuando los mayores comenzaron a cansarse, Rimona llamo
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a Navit que estaba en una mesa a cierta distancia, y le pidio: -Cäntanos un canto, criatura, para regresar a nuestros hogares. Asi que, con el suave acompanamiento de la flauta de su padre, Navit, de pie sobre una me sa, elevo una antigua melodia de alabanza que el viejo Amos le habia ensenado cuando era nina. Era una cancion triunfante, llena de valor y esperanza en el Prometido, y mientras los moradores del valle seguian los distintos caminos hacia sus hogares, la clara y melodiosa voz se desplego sobre la noche aterciopelada como la bandera de Dios. Noe se dio vuelta para mirar hacia aträs, y suspiro ante la imagen de la belleza de la esbelta nina de cabellos oscuros, entre las vasijas parpadeantes. El hijo de Lamec se amoldo a la rutina del va lle sin ninguna urgencia aparente por irse. Viajo una vez con Adriel y su abuelo para predicar en las ciudades, y Io echaron de menos en el valle. Aunque era de fäcil trato y räpido para sentir la necesidad del otro, el no era un hombre jovial. Noe estaba rodeado de una discrecion que algunos encontraban reposada, otros intrigante, unos pocos fastidiosa, y todos sensata. Una vez, mientras Navit llevaba el grano al
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campo de pastoreo, Io encontro por casualidad mientras guardaba el rebafio. Antes de que el se percatara de su presencia, ella tuvo la oportunidad de observar su rostro fuerte y angular, debajo de la melena de cabello negro despeinado. "Un hombre fuera de Io comün", penso. Advirtiendo la presencia de ella, se dio vuelta y sonrio; esa sonrisa räpida y deslumbrante que tan fugazmente iluminaba su rostro serio. -Me siento mäs bien inütil sentado aqui, al sol, todo el dia, a la espera de que venga un lobo a llevarse a las ovejas -confeso timidamente.
~"t\ no se siente comodo con las mujeres -concluyo Navit-; especialmente una joven so la en una pradera llena de flores". -Bueno, es una manera muy agradable de pasar el dia, asi que no Io eches a perder sintiendote culpabie -le aconsejo ella, echando el grano en un largo comedero ahuecado, y apartando con la rodilla a las ovejas que se amontonaban-. ^Que estarias haciendo si estuvieras en tu casa? -Nosotros trabajamos el cuero. Hacemos sandalias, tünicas y muchos otros objetos. Mi padre aprendio el oficio aqui, de muchacho, con nuestra abuela Rimona. Tan a menudo co-
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mo podemos, viajamos de una ciudad a otra con el mensaje del Prometido, como Io hace tu padre. Vendemos los articulos de cuero, y eso nos proporciona una entrada a las ciudades, ya que valoran nuestros productos y, asi, toleran nuestra predicacion. Navit aparto el cabello oscuro de su cara transpirada y se encam ino hacia la sombra de una enorme roca, sobre la cual estaba sentado Noe. -A menudo me pregunto si nuestra existencia aqui tiene algün proposito: vivimos esta sencilla vida pastoril, mientras el mundo pasa a nuestro alrededor. ^Que valor tenemos para Dios? Noe estudio el joven rostro que estaba delante de el, y penso que nunca habia visto tal inocencia y pureza. -Ustedes estän resguardando un estilo de vi da que estä desapareciendo räpidamente -le aseguro- Mas allä de este valle, los hombres que una vez fueron valientes para Dios ahora le sirven solo de palabra. Ya no observan el septimo dia como sagrado, y sus jardines relucen con los idolos profanos. Es dificil mantenerse puro en un mundo impregnado con el pecado y la rebelion. Pero aqui, Navit, aqui, en la simpli-
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cidad de la naturaleza, las personas viven como Dios quiso que Io hicieran. Hay un espiritu de alabanza y oracion que se eleva continuamen te, y uno se siente cerca del Creador. -Yo estoy contenta aqui -dijo ella, e hizo una pausa momentänea- ^No te echan de menos tu esposa y tus hijos, mientras estas aqui, con nosotros? -En absoluto -contesto con gravedad y un dejo de diversion en sus negros ojos. Se mantuvo callado un momento, disfrutando de la expresion interrogadora de ella- Porque veräs... yo no me he casado. Le toco el turno a Navit de volverse timida. De pronto, se sintio muy joven e insegura ante este hombre, que habia conocido el mundo y honrado su valle brevemente con su presencia. Dejando caer la mirada, ella sintio como el color inundaba sus mejillas, y no tenia idea de por que estaba pasando esto. Noe continuo con calma. -Aunque he buscado a mi alrededor un po co, nunca he encontrado a una mujer que fuera realmente una persona de Dios; por Io menos, no una que me agradara. Preferi la soledad an tes que transigir, asi que, aqui estoy: con mäs de trescientos anos y solo en el mundo. Ya estoy
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mäs bien acostumbrado, pero mi padre insistio en que viniera aqui, para buscar a una verdadera mujer de Dios. -Bueno, fue una mala idea -dijo Navit con toda franqueza- Hay solo un punad o de mujeres jovenes aqui, y ninguna de tu edad. -A si lo he com probado -adm itio el humildemente. No era su naturaleza ser descortes, y Navit no se podia imaginar por que habia hablado tan bruscamente. -Debo irme -grito ella sobre su hombro, mientras juntaba las bolsas de grano vacias y se dirigia hacia su hogar. -Me sentire inütiI nuevamente si te vas -con tested el amistosamente, pero ella no se dio vuelta ni miro hacia aträs; ni tampoco, por extrano que parezea, hablo de la conversacion con sus padres durante la cena. Se esforzo por evitar a Noe despues de esto, y deseo no haber descubierto que el no tenia esposa. ^Que importaba? ^En que cambiaba eso las cosas? El era un hombre honorable, y ella so lo una criatura a sus ojos, sin duda. De todos modos, ella se mantuvo alejada de el. Unas pocas semanas mas tarde, hacia el atardecer, Matusalen subio la colina hacia la cueva.
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Deträs de el venfan Yonina y Rimona, trayendo fuentes de comida caliente y otros manjares horneados. -Adriel, quisieramos que compartan el pan con nosotros -anuncio Matusalen-. Tenemos un asunto importante que discutir. Pronto, Ira y Ona tambien subieron bufando la empinada barranca, y Shaina comprendio que el tema de discusion debia ser realmente grave. El rostro de Adriel era inescrutable, y ella no encontro respuesta en el. Compartieron los alimentos hablando de asuntos triviales, pero la atmosfera estaba cargada. Finalmente, Ona, a quien le importaba poco la tradicion, alzo la voz. -^Hasta cuändo debemos esperar para escuchar tu mensaje, Matusalen? La tension del mo menta nos impide disfrutar de esta exquisita co mida, y yo, por mi parte, quisiera hacerlo. Navit disimulo una sonrisa. Habia que dejarle a su abuela el quebrantar la atmosfera de reserva que rodeaba al patriarca. Matusalen miro, incomodo, a su esposa. Navit nunca lo habia visto tan poco confiado antes, y su curiosidad aumento. Finalmente, el se dirigio a Rimona. -Τύ eres mejor que yo para estas cosas, madre. ^Podrias tii...? -vacilo, incomodo.
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Sonriendo, Rimona sacudio su cabeza con diversion maternal, ante su alto y maduro hijo, pero Navit noto que ella tampoco parecia del todo comoda. -Mis queridos -miro ella al pequeno grupo, que en ese momento comia uvas- Lo que venimos a solicitar esta noche no lo estamos tratando de acuerdo a las costumbres de nuestros antepasados, pero es una situacion fuera de lo comün. Nuestro nieto Noe, a quien todos ustedes conocen, no vino a este valle simplemente a cuidar ovejas y visitar a sus parientes. t\ busca a una compafiera que sea pura delante de Dios. "^Ha elegido el a alguien?", penso Navit, y su mente repaso a toda velocidad las pocas jovenes del valle. No lo habia visto con ninguna de eilas; pero claro, habia estado evitändolo. -Hace dos dias -continuo Rimona-, el nos dijo que habia encontrado la mujer que hacia que todos sus anos de espera valieran la pena. Shaina observo que el color desaparecia del rostro de Adriel. -Para nuestro asombro, el dijo que era Navit -Rimona miro a Shaina, su querida amiga de tantos anos, esperando que ella entendiera. Nadie dijo una palabra por varios minutos, y Navit sentia que su corazon golpeaba con fuer-
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za dentro de su pecho. Se preguntaba si los demäs podrian oirlo. Finalmente hablo Adriel, con voz firme. -Nos sentimos honrados, pero ella es demasiado joven, mis amigos, para dejar el valle. Navit permanecio sentada con la mirada baja, sintiendose de algün modo desolada ante la resolucion de su padre. El tenia razon, por supuesto, asi que ^por que experimentaba ella una vaga sensacion de desilusion? -Aceptare tu decision, por supuesto, esposo mio -respondio Shaina-; pero me gustaria recordarte aquel dia lejano cuando me uni a ti pa ra venir a este valle, y mi padre nego su permiso y mi madre intervino -Shaina miro a Ona y sonrio-. Siempre le he estado agradecida a ella por su comprension, y nunca he lamentado mi decision. Tal vez, debamos preguntarle a Navit como se siente ella acerca de este asunto. Con todos los ojos puestos sobre ella, la joven lucho por mantener la compostura. Se sentia bombardeada por tantas emociones: temor, confusion, asombro, y algo mas: una pequena llama de gozo, la cual ella trato sin exito de apagar. -No puedo contestar asi, tan pronto -las lagrimas amenazaban sus ojos-. Me gustaria tener
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tiempo para pensar y orar, y tambien me gustaria hablar con Noe. -Esa no es la costumbre. La mirada de Adriel la desafiaba a oponerse a su resolution paterna: el no habia anticipado el mäs minimo interes de parte de su hija. Rimona le recordo con calma: -Es muy dificil seguir la tradicion aqui, en el valle, Adriel. ^Cuän tradicional tue tu casamiento con Shaina? ^Quien Io concerto? ^No es mejor que Noe y Navit dialoguen juntos acerca de sus sentimientos y de su futuro? Tal vez decidirän que no es una union practica, despues de todo. "jPractica!", penso Navit, riendo nerviosamente para si misma. Lo que fuera que ella sentia por Noe, no tenia nada que ver con ser präctico. Lo que ella sentia era algo tan libre y hermoso como una mariposa, y casi tan dificil de capturar. Aunque era tan etereo que su mente no lo podia captar, su corazon lo habia sabido desde aquel dia, en el campo de pastoreo. Cuando, a la tarde siguiente, Noe trepo hasta la cueva, Shaina se ocupo con su arcilla y sugirio que Noe y Navit pasaran por el tunel hasta el lugar privado de oracion. Noe nunca habia visto ese rincon soleado, y quedo asombrado
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ante su belleza. Shaina habia rellenado los huecos, en el risco que lo rodeaba, con tierra y diminutas flores de coral con forma de campanillas, que colgaban airosas de la pared de piedra. Un pequeno arroyuelo caia dentro de un estanque, y el perfume acre de la menta impregnaba el aire tibio. "^Por que habia insistido ella en hablar con el?", penso Navit con panico. "*Que iba a decir ella, ahora que el estaba aqui? ^Realmente esperaban ellos que se fuera con un hombre con quien habia cruzado solo unas pocas palabras? ^Por que no decia el algo?" Noe permanecio callado, mirandola y esperando. ^Que estaba esperando? Si el queria casarse con ella, entonces que lo dijera; que el hablara primero. Si el era una persona tan extrafia y terca, tal vez era mejor descubrirlo ahora. Asi estuvieron de pie, el uno frente al otro, alii, en el jardin enclaustrado, con el sol que brillaba sobre sus cabezas. Despues de un rato, la irritacion se desvanecio de ella y sintio una especie de paz, solo de estar alii con el, en la quietud. Solo entonces, Noe hablo. -Navit, mi hermosa.
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El le toco la oscura nube de cabello suavemente, tiernamente, asombrado. -Arrodillemonos aqui, en este lugar, y busquemos el consejo de Dios. El elevo entonces una oracion tal como ella nunca habia oido antes. Una oracion llena de su amor por ella, su anhelo de tomarla a ella pa ra siempre dentro de su hogar y de su corazon; pero tambien una oracion de completa sumision a la voluntad de Dios. -Y si ella va conmigo, Senor, prometo cuidar de ella tiernamente todos los dias de mi vida; pero si ella elige permanecer aqui, en el valle, Io aceptare como tu serial sagrada de que he de trabajar para ti solo, para siempre, porque jamäs podria amar a otra persona. Y entonces guardo silencio, aunque permanecio sobre sus rodillas, con la cabeza inclinada y los labios moviendose aün en oracion. Navit extendio su mano, y suavemente rozo sus labios con la punta de sus dedos. -Suficiente, suficiente, mi amado. Dios ha oido y ha contestado. Yo soy apenas poco mäs que una criatura, pero ire contigo, y juntos haremos su voluntad y su obra. Noe la miro entonces, con sus ojos negros brillando a causa de las lägrimas. El no la toco,
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pero, en su mirada, ella percibio mäs promesas de la que jamäs habia sonado que existieran.
Cuando la boda y la celebracion hubieron terminado, los dos se prepararon para dejar el valle. Por primera vez Shaina comprendio Io que sus padres experimentaron muchos anos antes, cuando ella tambien se fue, para no volver jamäs. Mientras Adriel y ella agonizaban, fue Ona la que les aseguro acerca de la gran reunion, cuando el Prometido hiciera todas las cosas nuevas. Los tres permanecieron juntos, sonriendo a traves de sus lägrimas, mientras Noe y Navit montaban sus caballos y guiaban a dos caballos de carga hacia el camino rocoso por el cual Noe habia entrado en el valle. La peineta azul de Natän mantenia los suaves rulos de Navit apartados de su cara. Shaina misma la habia colocado a 11i, amorosamente, diciendo: "-Algün dia, mi querida, tal vez tü tambien tendräs una hija, y le contaräs acerca del amor entre tu abuela y su esposo alfarero; y tü le con taräs como el murio en manos de una turba por su Dios. Y entonces colocaräs esta peineta en su cabello, como yo la estoy colocando en el tuyo.
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Nosotras somos mujeres de Havila, Navit, hijas de Abigail. Nunca Io olvides. Aunque hemos perdido ese valle, no asi su herencia. Nos queda a nosotros sostener el nombre de Dios muy alto, sobre la maldad de este mundo. Tu te vas muy lejos de las seguras paredes de este valle donde naciste. Por primera vez veräs la maldad en toda su abierta rebel ion contra el Dios del cielo. Lucha contra ella como Io hizo Enoc, que camino muy cerca de Dios, y luego comparte con otros el conocimiento del Dios a quien has llegado a conocer y amar". Shaina habia llorado entonces, tomando a su hija entre sus brazos, pensando que veintidos afios no eran, ni por lejos, suficiente tiempo en el cual atesorar a su unica criatura. Este hombre, Noe, ^seria Io suficientemente bueno para su hi ja inocente, de ojos claros, que habia honrado el valle con su risa, su amor y sus cantos? Ella esperaba que asi fuese. "-Oh, mi nina -habia susurrado ella, secando sus ojos finalmente-. Te amo tanto. Dios vaya contigo". Y ahora eran solo dos puntitos que subian hacia la linea del horizonte, y ella sintio el pesar de Adriel mientras la sostenia. Ella se dio cuenta de que el habia perdido tanto, durante
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toda su vida: sus dos hijas. Ella iba a dedicarse a su felicidad. Lentamente, entonces Io dirigio hacia el hogar y seco sus lägrimas con sus propias manos. -Ven, mi amor. Navit va fuerte en la sangre de nuestro pueblo. La hemos entregado a Dios. No Io hagamos con tristeza. Se escapo entonces de el, corriendo, jugando, mirando sobre su hombro, riendo; ella era una vez mas la nifia que el habia traido, a traves de los oscuros bosques, hasta este valle, y el corrio tras ella, levantändola, casi sin aliento, en sus brazos, y trataron de sonreir otra vez, sin so nar siquiera en el destino hacia el cual cabalgaba Navit, junto a su sobrio y piadoso esposo.
Habiendose levantado temprano para hablar con Dios y para observar la salida del sol, Shaina estaba sentada sobre el borde de roca que sobresalia dominando el valle, absorta en su meditacion. El suave clarear del amanecer se iba extendiendo sobre el valle, y fue entonces cuando ella los diviso, deslizändose uno a uno a traves de la ranura en la roca; apenas mas que sombras en la temprana alborada. Poniendose räpidamente de pie, corrio hacia el rincon don-
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de Adriel todavia dormia y Io sacudio bruscamente. -jDespiertate, amor! Hay muchas personas entrando en el valle. jApürate! Adriel se vistio, y juntos observaron la hilera interminable de jinetes que serpenteaba por la lejana ladera. Se dio vuelta hacia su esposa, con el rostro triste. -Mi hermosa Shaina, nuestra vida juntos aqui, en el valle, ha concluido. Moriremos como murio nuestra gente, firmes en el Sehor. Se valiente. Despertaron a Ona, que dormia en la casa de piedra, y juntos los tres caminaron hasta el fondo del valle, donde con siniestra quietud los intrusos ya se arrastraban de casa en casa y realizaban su obra mortifera sobre las victimas dormidas. Adriel avanzo para encontrarse con el lider montado, sentado erguido sobre su caballo con brillantes cintas sobre el arnes, que se agitaban vivazmente en la brisa matutina. Shaina, siguiendo deträs de el, se esforzaba en la semioscuridad para ver el rostro del hombre y, cuando se acerco Io suficiente, lanzo un grito de horror, porque era el mismo rostro que una vez habia amado. Pero estaba endurecido ahora con la
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edad y la maldad. Deträs de Ben cabalgaba To bias, obviamente en una posicion de honor, y ella se dio cuenta de que Io que Matusalen habia temido desde hacia mucho tiempo, final mente habia sucedido. Al extenderse la civilizacion alrededor de ellos, uno que conocia la entrada secreta al valle Io habia revelado todo, por dinero. Como en un trance, ella escucho la voz calma de Adriel que hablaba. -Ben, ^como nos traicionas en este dia, despues de todo Io que compartimos como parientes? El hombre de Havila mirö hacia abajo a los tres, como si fueran extrafios. Shaina se sintio desmayar mientras el clamor se elevaba desde todas partes del valle, cuando hombres armados asesinaban brutalmente a los adoradores de Dios. Ben se dirigio a Adriel, y sus frias palabras revelaban su odio. -Τύ me los quitaste a todos, Adriel, uno por uno. Despues de que te fuiste, Natan ya no estuvo contento en la ciudad. El ansiaba las viejas costumbres de Havila y la adoracion de Dios. Lo perdi mucho antes de que muriera, por culpa tuya. Te llevaste a Shaina, la ünica mujer que ame en la vida, y la arrastraste a este lugar perdido.
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Pero eso no fue suficiente: la tomaste como tu esposa, a el la, que era mi prometida. Y todavia eso no fue suficiente, Adriel. Volviste y te I levas te a Ona, Io ultimo que me quedaba. No me ha bles a mi de traicion. Ona se acerco intrepidamente y levanto la mirada hacia el hombre a quien habia recogido en su hogar tantos anos antes. -Ben -dijo ella, con la voz asombrosamente controlada, casi dulce-, tü sabes que esa no es la verdad. Todos nosotros nos volvimos voluntariamente a Dios. Adriel no tiene nada que ver con eso. El te rogo que fueras con ellos cuando el y Shaina partieron esa manana temprano. Τύ no puedes echar la culpa de esta carniceria sobre el; es el poder del maligno que mora en ti el que te trajo a este lugar. Fuiste como un hijo para mi por muchos anos. ^Como puedes hacer esto? Ben pronuncio solo una palabra, y sus hombres cayeron sobre ella y luego sobre Adriel. Shaina permanecio inmovil como una piedra, esperando que cayera el golpe, pero Ben interpuso su cabal Io entre ella y las lanzas, y dijo abruptamente: -Ella vivirä. Vean que ningün dano le acontezca. -Vete a tu cueva -le ordeno a ella- y que tu
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dolor sea como ha sido el mio. £l la observo trepar la colina, con los primeros rayos del sol que caian sobre su brillante cabello.
Los reden llegados nunca la molestaron, mientras construian su pequena ciudad y al transcurrir de los anos. Ni se aventuraron cerca de su casa de piedra. Una porcion de cada cosecha era dejada ante su puerta y, al vender sus creaciones de arcilla en el mercado püblico, ella logro sobrevivir. De vez en cuando ella se encontraba con Ben en algün camino bien transitado, pero el nunca hablo, y apartaba la mirada como si ella fuera una extrana. Ella trato de hacer amistad con las mujeres, esperando poder hablarles del verdadero Dios o, por Io menos, mitigar su soledad, pero se apartaban de ella, incomodas. Y ella sabia que una marca invisible habia sido colocada sobre ella: que, al fin, el don de la vida que le habia otorgado Ben era peor que una muerte räpida, y que el Io habia planeado de esa manera. Solo quedaban ella y su Dios, y en el lugar oculto de oracion ella se acerco mäs y mäs a el, hasta que la soledad, al fin, se transformo en paz y luego en gozo.
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A veces, en la oscuridad de la sexta noche, los moradores de la ciudad la oian cantar los antiguos cantos del pueblo de Dios, y de vez en cuando sus corazones se estremecian con los recuerdos de las palabras de Enoc y sus presagios del futuro.
6\ \>AfCO avit se paro un momento, sacudiendo las migas del mantel sobre el escalon de la casa larga y baja de roble, que Noe habia construido para ella durante los primeros anos despues de su llegada a este lugar. La casa calzaba ingeniosamente en el ängulo de la ladera, y parecia casi una parte de la creacion srcinal, con sus bancos de flores y arbustos que la rodeaban. Delante de ella se extendia un gran lla no de campos verdes, fragantes con el aroma del trebol y matizados con los rebanos de Noe y sus hijos. El horizonte que los rodeaba era un feston de colinas suavemente onduladas. A me
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dio dia de viaje se encontraban las pequenas ciudades, y algunos viajeros iban y venian por la antigua ruta de sus campos de pastoreo hacia el noroeste; pero Noe era respetado y su familia vivia una vida apartada de los viajeros que se dirigian de un lugar a otro. 192
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O, por Io menos, asi habia sido hasta que Noe comenzo a construir el barco. Doblando la tela cuidadosamente, ella se dio vuelta para observar la escena, no muy lejos del camino que ahora estaba lleno de curiosos, que ocupaban su pradera una vez tranquila. Sobre un tremendo esqueleto de vigas de cipres, los hombres se ocupaban diligentemente en distintas tareas. Tres de ellos eran sus hijos: Sem, Cam y Jafet. Otro era el anciano patriarca Matusalen, y habia muchos tios y primos de Noe. Ella habia perdido la cuenta de todos ellos, especialmente porque su esposo tenia, ademäs, mucha ayuda contratada. El sitio de la construccion contenia una*cantidad de edificios para albergar a los trabajadores y una gran estructura donde comian. Habia alojamientos donde los viajero s podian detenerse a observar y escuchar las a veces tiernas, otras veces severas apelaciones de Noe a sus al mas. Sus vidas habian cambiado enormemente desde esa noche cuan do Noe habia vuelto de su hora de oracion vespertina, con el rostro pälido bajo la piel tostada por el sol. Al llamar a Matu salen, que vivia en su hogar, el habia acercado a Navit a su lado y, con la lämpara de aceite que
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proyectaba largas sombras sobre las paredes de madera dorada, les dijo que el Angel del Senor se le habia aparecido. El los no cuestionaron su anuncio, ya que sabian que Noe caminaba en las santas pisadas de su bisabuelo Enoc. Obviamente conmocionado, Noe habia permanecido sentado en silencio por unos momentos, tratando de reponerse. Navit acaricio su brazo, y el se calmo bajo su toque, como siempre sucedia. Finalmente, continuo. -Yo estaba orando, pero, aun con mis ojos cerrados, senti una luz tan brillante que me atravesaba como una lanza, y cai al suelo aterrorizado. Navit recordo la historia de su madre acerca de la luz en la entrada de! Eden. -^Hemos pecado, Noe? -pregunto ella, con la voz llena de temor. -Todos pecamos, querida -contesto Noe-, pero ese no era el mensaje. El juicio que predijo Enoc estä por caer sobre quienes se oponen a Dios y rehüsan tener fe en el Prometido. La magnitud de Io que habia experimentado, el terrible mensaje de condenacion para millones, Io abrumaba, y lloro. -jOh, que alguna otra persona hubiera sido
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elegida para esta terrible tarea! -exclamo. Matusalen, encorvado y canoso a causa de la edad, hablo desde su asiento, junto a la ventana. -No es poca cosa haber hallado favor a los ojos de Dios. Emprende tu mision con la confianza puesta en Aquel que te llamo, y advirtamos a todos los que podamos. -^Que debemos hacer? Navit tuvo la sensacion de que habia mäs en la historia de su esposo. -Debemos construir un gran barco -susurro Noe, todavia aturdido. -jUn barco! -se rio ella, a pesar de si misma- Querido, no existe una extension de agua mäs grande que un lago o un arroyo en kilometros a la redonda. *Que vamos a hacer con un barco? -Va a haber un diluvio que cubrirä la tierra, Navit; y solo los que esten dentro del barco se salvarän. -^Diluvio? -Matusalen miro a su nieto detenidamente-. ^Te explico el gran Dios Io que es un diluvio? -La tierra serä cubierta por completo con agua —repitio N oe pacientemente-; aun cumbres de las montanas mäs altas.
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-*Y de donde vendrä toda esa agua? —insistio el anciano. Noe suspiro. -De los cielos y de las profundidades de la tierra; y no me pidas que Io explique, porque no puedo. Solo puedo decirte Io que se me dijo. El ängel uso el termino "lluvia" al referirse al agua del cielo. Navit penso en el rocio que caia sobre la tie rra cada manana, antes del amanecer, y que regaba suavemente todo Io que crecia. -Lluvia. Ella practico la nueva palabra con su boca, y trato de imaginär el agua al caer desde esa inmensa, soleada expansion azul que se extendia sobre eilos dia tras dia. -^Como llevaremos a cabo semejante proeza? -pregunto Matusalen. El anciano estiro sus largas y cansadas piernas delante de el. -Dios bosquejo el plan cuidadosamente. Consumirä todo nuestro tiempo y todo nuestro dinero. Debemos cerrar nuestro negocio del cuero. Dios nos ha dado ciento veinte anos en los cuales construir la nave y advertir al mundo. Viviremos de nuestras huertas y de nuestros rebafios, y tendremos que emplear a muchos
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obreros. Despues de todo, bien podria insumir todo Io que tenemos. £l miro a Navit a su lado: su piel color oliva rebosaba de salud, su cabello oscuro formaba bucles alrededor de su rostro. Sus ojos verdes, claros y confiados, le devolvian la mirada. -Estä bien, Noe -susurro ella. Una debil sonrisa curvaba sus labios- Lo que Dios diga, estarä bien.
"Hemos recorrido un largo camino", penso Navit ahora, de pie alii, bajo el sol, sobre el umbral de su puerta. Ciento dieciocho anos de la bor y de burlas. Al principio, algunos habian escuchado, sacudidos por el mensaje de Noe; hasta habian ayudado con el trabajo. Pero, al paso de los anos, la embarcacion y su esposo se habian transformado en objeto de burla. La gente lo llamaba loco, un tonto. Las multitudes venian a observar y a mofarse. Solo el septimo dia, cuando la familia descansaba, disfrutaban de al go de paz y, aun entonces, los curiosos descaradamente vagaban por el area, maravilländose ante la construccion tan meticulosamente realizada, mientras se burlaban del mensaje de Noe. Ahora mismo Navit podia oir la voz de su es-
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poso, elevändose sobre la confusion de ruidos de martillos y el parloteo. Aunque ella no podia distinguir las palabras, las conocia bien. -El tiempo se acaba, amigos mios. Dios harä un ajuste de cuentas. Ustedes han utilizado las riquezas de la tierra sin pensar en obedecer al Dios que las provee; caen de rodillas delante de idolos de plata y sacrifican a sus hijos sobre altares de oro. Crean sus propios dioses a Io cuales adorar. Pero desprecian al verdadero Dios, el Creador. Se niegan a tener fe en el Prometido. No sienten pesar por sus pecados, y la condenacion estä a sus puertas. El agua cubrirä la tierra. Solo aquellos que entren en el barco estarän seguros. Ustedes han hecho que Dios se arrepienta de su creacion. jVuelvanse, vuelvanse ahora de sus malos caminos, mientras hay tiempo! Dios es misericordioso. Dios perdona. Navit Io habia escuchado miles de veces, y ya no escuchaba los gritos de burla de los incredulos. -^Traeremos todos una jarra de agua en aquel gran dia, Noe? -Noe, demasiado sol te ha recalentado la cabeza. -^Que te hace pensar que eres tanto mäs Santo que nosotros, Noe?
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De vez en cuando ella veia a alguien, a las orillas de la multitud, realmente interesado, e iba junto a el, y Io animaba a tomar en serio las palabras de Noe. -No es mucho Io que Dios pide. Solo entrar cuando Noe te llame. Solo confia en sus pala bras. Escucha a mi esposo. El es un hombre de Dios. £l no te mentiria. Ella nunca sabia si valdria la pena o no, pero seguia probando. Se sentia orgullosa de sus hijos. Seguian martillando, serruchando y colocando brea a pesar de todo. Aquella noche, despues de que Noe hubo predicado el mensaje del Sefior al pueblo, le conto a Navit mäs tarde, en la privacidad de su cama, que en el pacto que Dios habia hecho con el, el habia mencionado a sus hijos y aun a sus esposas. -No senti que fuera necesario recordarle al Creador que nosotros no tenemos hijos -agrego, riendo. -Quiere decir que tendre hijos, querido -susurro Navit en tal extasis de gozo, que su espo so rio nuevamente y la acerco a el. -Supongo que eso es exactamente Io que el quiso de cir -murmuro sobre su cab ello oscuro-. Los campos de Noe se llenarän con las risas de
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pequenitos y la caida de ärboles. Oh, mi dulce nina, los ahos por delante son ahos solemnes, pero hijos, ^puedes imaginärtelo, Navit?, jhijos! Percibiendo el jubilo en su voz, ella se dio cuenta del intenso anhelo que habia tenido du rante los ahos esteriles. El Io habia ocultado por amor a ella, pero, ahora que la promesa era segura, el podia dar rienda suelta a sus sentimientos en el regocijo que ella sentia en cada fibra de su cuerpo delgado y musculoso. Ella bebio de su entusiasmo, y se aferraron el uno al otro riendo y llorando, al anhelar el cumplimiento de la fertilidad. Pero habian transcurrido veinte ahos antes del nacim iento de Sem.
A veces, durante ese
periodo, Navit se habia preguntado si el habia oido correctamente a Dios, pero su esposo nunca dudo. Al primer indicio del embarazo de Na vit, Noe construyo un nuevo altar y realizo un sacrificio de agradecimiento. Despues, llegaron tres hijos, uno deträs del otro, hasta que le parecio a Navit que siempre habia caminado con la espalda arqueada y su vientre abultado frente a ella, como un gran melon. Ella habia disfrutado de cada momento. El movimiento de vida dentro de ella, los fuertes impulsos maternales que la envolvian, el maduro abultamiento de su
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cuerpo mientras nutria la simiente de Noe. Demasiado räpidamente concluyo todo, y ella recobro su esbelta figura pronto, al correr deträs de tres muchachitos, con el fin de mantenerlos fuera del camino de las multitudes y de los trabajadores. Al atardecer, Noe los llevaba a recorrer la estructura, y les explicaba el trabajo, el proposito, la tarea sagrada. Alli, en la asombrosa estructura que se extendia cada dia mäs, el les ensefio a doblar sus pequenas rodillas delante de Dios y a balbucear sencillas oraciones, repitiendolas despues de el. Crecieron hasta ser jovenes fuertes, altos, uno de color dorado como sus antepasados de Havila, los otros dos morenos y melancolicos como su padre; y todo Io que sabian tenia que ver con la embarcacion. Elegian los grandes ärboles, que caian con un estruendo, que sacudia la tierra en un radio de varios kilometros a la redonda. Conocian el esfuerzo de cortar la hermosa madera, dura como la piedra. Admiraban el empuje perfeccionista de la voluntad de su padre, mientras construia de acuerdo al plan divino. Conocian el sol abrasador sobre sus espaldas morenas, los callos en sus manos, y el ritmico e incesante golpeteo de los martillos en sus oidos.
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A Navit le preocupaba que sus esposas no se mantuvieran fieles a la mision. Noe habia encontrado para sus hijos primas lejanas, descendientes de Enoc, cuidadosamente elegidas; pero las jovenes ya habian adquirido muchas costumbres mundanas antes de llegar a formar par te de la familia de Noe. Con tacto, amorosamente, Navit les hablo acerca del verdadero Dios, pero ella penso que finalmente fue la humilde integridad de Noe lo que las gano. Su suegro, Lamec, habia muerto tres afios an tes, pero Matusalen seguia trabajando. A Navit le encantaba tenerlo con ellos, porque solo el habia compartido los viejos tiempos en el valle de Enoc. Hablaban a menudo acerca de esos tiempos mejores, y de Rimona, Yonina, Shaina y Adriel. Matusalen no habia estado en el valle en el momento en que la invasion de Ben trajo la muerte para todos, excepto para Shaina. Cuando el voivio y vio las huellas de las pisadas en el barro alrededor de la entrada, adivino de inmediato la catästrofe que habian sufrido sus habitantes. Con cautela, habia rodeado el valle hasta que, desde el extremo norte, habia podido observarlo ampliamente y vio, tal como lo imaginaba, el frenesi de construccion que se llevaba a cabo. Al no reconocer a nadie, presumio
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que todos estaban muertos, y con profundo pesar salio en busca de su hijo Lamec y de su nieto Noe. Matusalen y Navit se sintieron muy cerca el uno del otro en su pesar mutuo, y gustosamente el fue a vivir al hogar de ella, sanando gradualmente bajo su cuidado. Despues del nacimiento de sus hijos, Navit sintio penosamente la ausencia de su madre. Hoy, ella anhelaba mostrarle a Shaina la pradera fragante, con su extrana estructura que se levantaba en un extremo. Ella deseaba mostrarle las tres figuras bronceadas que eran sus hijos, y enorgullecerse un poco de su fidelidad a la tarea y a Dios. Queria que su madre supiera del amor entre ella y Noe; el fantästico, dulce amor que los unia para siempre. Habia notado las dudas en la mirada de sus padres, cuando ella y Noe partieron. Ahora deseaba que eilos supieran que habia sido acertado unirse a Noe; mejor de Io que alguna vez podria haber sonado. Que, en medio de todas las presiones de su trabajo para Dios, el nunca dejaba de venir a ella, al atardecer, para recibir consuelo y aliento, y para mostrarle el mäs tierno afecto. Era como si la maravilla de encontrarla jamäs hubiera disminuido y el nuevo descubrimiento de ella junto a su hogar, dia tras dia, Io llenara a el de un gozo
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asombroso. \S\ solo su madre pudiera saber esto! Zoe, la esposa de Sem, la llamo desde el co rral de las ovejas, y Navit corrio hacia el cerco de madera que se extendia a traves del sector este de su propiedad. -^Podrias traernos algo para tomar, mamä? —pidio la joven desde el lugar donde sostenia a una oveja entre sus rodillas, mientras, con toda destreza, esquilaba al animal que se resistia. Zoe gradualmente habia asumido la responsabilidad por el cuidado del ganado y de las ovejas, cuando el trabajo de construccion de manded a los hombres mäs y mäs tiempo. Navit se maravillo de su aspecto fuerte, delgado, mientras luchaba por dominar a otra oveja. Los rebanos y manadas habian prosperado bajo su cuidado, proveyendo a la familia de vestido y alimento. Navit y las otras dos nueras, Malka y Nasya, cuidaban de las cosechas y las huertas. Habian trabajado como hombres, pero el traba jo habia producido en ellas una vitalidad tan intensa, que hasta Noe y sus hijos se maravillaban ante su belleza. Los ocho eran como uno solo en la predicacion, construccion y almacenamiento. Eran una sola unidad, concentrada en preparar a las personas y un lugar para el tiem-
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po cuando llegara la gran lluvia. Navit corrio a la casa para traer algo fresco para Zoe y sus esquiladoras. Esa noche, mientras Noe les hablaba de las tremendas cantidades de alimento que ahora debian comenzar a colocar en el barco, tanto para las personas como para las bestias, Matusalen parecia indiferente, de algün modo muy distante de ellos. Noe, a menudo, dependia de la magnifica memoria del anciano, y ahora le hablo con un dejo de impaciencia. -Abuelo, quiero que te encargues de las provisiones para el barco. Debo transfer!r estas can tidades de mi mente a la tuya, de modo que no necesite dedicar tiempo a juntar granos y frutas secas. No habrä un trabajo agotador para ti; deja eso para espaldas mas jovenes que las tuyas. Pero necesito tu mente confiable para supervi sa r. Matusalen miro a su nieto afectuosamente. Elios habian conducido juntos la obra de Dios durante muchos anos, a traves de severos peligros y pequefias victorias. -Hijo mio -le dijo carifiosamente-, tendräs que atesorar tu consejo en alguna otra mente, porque yo saldre en un ültimo viaje, del cual nunca he de volver.
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Navit abrio la boca, asombrada. ^Se referia el a la muerte? Ella todavia podia verlo trepando con esfuerzo por el camino hacia la cueva, tantos afios aträs, al llevar comida y, mäs tarde, buscar las palabras para pedir por el amor de Noe por eila. ^De que estaba hablando ahora, aqui, en este lugar que habia llegado a ser un hogar para el? -Hare una ültima visita a las ciudades para advertirles acerca de l diluv io -co ntinuo el- M i les han escuchado solo rumores. Se acordarän de mi. Sabrän que yo hablo la verdad. Tal vez, unos pocos escucharän la advertencia. Si se me concede la vida, ire, por ultimo, al valle de mi padre, y seguramente alli encontrare la muerte; pero tal vez no antes de que me oigan y que tengan una dltirna oportunidad. "Estä hablando de aquellos que asesinaron a su amada Yonina y a mi madre", penso Navit, y sus ojos se llenaron de lägrimas. Noe comenzo a hablar, pero Matusalen levanto su mano. -No trates de disuadirme, hijo. Es la voluntad de Dios. A la manana siguiente, el anciano cabalgo, y se perdio de vista por la ruta que ya estaba llena de curiosos y burladores. Entre sus lägrimas,
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Navit y Noe Io vieron irse: un gigante, apacible, de cabellos blancos, que se dirigia con toda calma hacia una muerte segura en su divina mision. -Yo queria que el estuviera con nosotros en el barco -lloro Navit, aferrändose a Noe. Su esposo suspiro, rozando suavemente con su barba la mejilla de ella. -Me siento mäs solo de Io que crei. t\ era un gran consuelo y fortaleza para mi, cuando eilos se reian y me arrojaban frutas podridas. -Ahora Dios serä tu fortaleza, mi amor —dijo ella lentamente-. Tal vez, eso sea parte del plan del Senor. Pero, despues de esto, ella restaba tiempo de su trabajo, tan a menudo como le era posible, para ponerse de pie al lado de Noe durante una hora mientras el se dirigia al pueblo, dejando que las burlas y los misiles cayeran sobre ella tambien, hasta que supo de su pena en cada rincon de su ser; y su amor mutuo y por su Dios credo aiin mas. Sem, Cam y Jafet trabajaban intensamente, a veces hasta tarde en la noche, cuando la luz de la luna inundaba la pradera. Porque los obreros contratados disminuyeron cuando el desden por el proyecto llego a un punto culminante. Zoe,
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Malka y Nasya, con la ayuda y el aliento constante de Navit, llenaron los grandes depositos, almacenando mäs y mäs cereales, legumbres y el dulce pasto seco de las praderas para los ani males. Los ültimos meses trabajaron practicamente solos, los siete, mientras Noe predicaba con un fervor creciente.
Matusalen entro en el valle desde el extremo rocoso del norte, abriendose camino por un sendero pocas veces transitado. En una veintena de ciudades habia relatado la historia inminente de las aguas que cubririan la tierra. Apenas escapo con vida de la mayoria de eilas. Su corazon se dolia con las cosas que habia presenciado. La enfermedad del pecado y la rebelion crecia, maligna, sobre la hermosa tierra, y la humanidad abusaba del precioso don de la vida en toda forma concebible. Los hombres luchaban por obtener los lugares mäs fructiferos de la tierra, y su sangre empapaba las praderas verdes y los valles escondidos. Por todas partes se elevaban imägenes en los jardines exquisites, y sus rostros benignos ocultaban sus crueles demandas. Matusalen anhelaba el hogar de Noe y Navit, los suaves campos donde un gran barco se
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elevaba hacia el cielo. Pero el tenia una ültima mision aqui, en el hogar de su ninez, y no esperaba sobrevivir. Por un momento se detuvo, observando toda la extension del valle, y recordaba. Vio a Navit, una ninita con ojos verdes danzantes y rulos negros que se agitaban, al trotar deträs de Shaina llevando una canasta de alimentos para algun enfermo o anciano. Los ojos del anciano vagaron sobre las colinas, brillantes de color, que Shaina e Ira habian convertido en parques cientos de afios antes. No habia mucho para reconocer: los humildes hogares de los hijos de Dios habian desaparecido, reemplazados ahora por estructuras tan magnificas, que el anciano se quedo contemplando, asombrado. Lentamente descendio hacia el mercado y, apoyando su cansada espalda contra un pilar, entibiado por el sol, comenzo a hablar. Gradualmente, los transeüntes de la calle se detuvieron y se reunieron a su alrededor, escuchando, riendo, burländose de vez en cuando. -Mis hermanos -comenzo el. Su vieja y majestuosa cabeza se m oviad e un lado a otro, y sus ojos brillantes penetraban hasta el alma. -Yo soy Matusalen. Yo
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en este valle.
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Un murmullo agito la multitud. -Mi padre, Enoc, a quien Dios llevo consigo, viajo de ciudad en ciudad advirtiendo acerca del juicio venidero. Algunos de ustedes Io recuerdan, estoy seguro. El les rogo que ustedes se vuelvan a Dios. La hora de la cual el les hablo estä sobre nosotros. De pronto vislumbro un rostro que nunca sono con volver a ver: Shaina estaba parada delante de el entre la multitud, con su hermoso rostro avejentado, pero sereno como el de un ängel. Sus ojos verdes se rodearon de arrugas, al sonreir cuando se encontraron con los suyos, y ella leyo en los de el su asombro y deleite. No hicieron ninguna senal de reconocimiento; no se atrevian. Pero sus miradas se sostuvieron, y su gozo casi era tangible. Con la voz temblorosa, Matusalen continuo hablando a la gente, pero tambien a Shaina, diciendole a ella todo lo que se animaba. -Mi nieto, Noe, construye un gran barco en su campo. Una embarcacion que salvarä a los justos cuando las aguas caigan del cielo y surjan de la tierra. Sus tres hijos y el han trabajado durante ciento veinte anos. Cualquier dia de estos, Dios cubrirä la tierra con agua. Nadie escaparä, si no los que esten dentro del barco. Crean
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a las advertencias del Senor. Vayan. Vayan ahora, mientras todavia hay tiempo. Es la palabra de Dios. Encuentren seguridad en el barco. Abandonen sus pecados... Al oir la palabra "pecados", un ruido sordo de furia se elevo de la multitud, y se abalanzaron como una masa enardecida contra el anciano. f!l oyo el grito de Shaina y sintio su cuerpo arrojado contra el, escudändolo, al caer juntos bajo el peso de los hombres fuertes y recibir los golpes de los punos que golpeaban. Antes de que la oscuridad los envolviera, Shaina balbuceo una pregunta: -*Y Navit? Matusalen contesto: -Estä bien y feliz. Ben los enterro en el lugar escondido de oracion de Shaina, donde los narcisos de Adän to davia florecian. Entonces, hizo que hombres fuertes rodaran una pesada piedra contra la boca del tünel, selländolo para siempre, y bajo de la colina con el sabor amargo de la inminente condenacion en su boca.
Navit se mantuvo en silencio al lado de Noe mientras el predicaba, y repaso en su mente las
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listas de provisiones, a la vez que sus ojos recorrian los rostros indiferentes delante de ella. Pronto tendria que preparar el almuerzo, pero ella sabia que su esposo tomaba fuerzas con su presencia, asi que se quedo un rato mas. A veces, Sem lo reemplazaba por algunas horas, y Navit estaba orgullosa de su valiente hijo, al oir su voz firme que se elevaba por sobre los insul tos de los observadores. Ella pensaba a menudo en Matusalen, al saber que algün mal le habia acontecido, ya que no habia regresado. La esperanza de que el entrara en el barco, con eilos, murio. ^Serian solo ocho? Esos ciento veinte anos de advertencias, ^no habfan producido un solo converso? ^Se habia elevado la voz de Noe en vano esas miles de veces? Una pequena ciudad habia crecido alrededor de ellos. Al principio, solo oportunistas pa ra satisfacer las necesidades de las multitudes; pero otros siguieron, atraidos por la belleza del lugar y la excitacion que siempre estaba presen te alli. Las imägenes de oro se elevaban hacia el cielo, y los sonidos de las fiestas, donde se emborrachaban, quebraban el silencio de sus noches. Ya muy pocos escu chab an. Noe y su enor me embarcacion eran tolerados simplemente como entretenimientos familiäres.
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Navit habia comenzado a alejarse de su esposo cuando escucho el extrafio ruido y noto una sombra repentina sobre la pradera soleada. Su mirada se elevo al cielo y, estupefacta, vio päjaros, miles de päjaros, que se dirigian, en oscura bandada, hacia el barco, y oyo el aletear de sus alas como el rugido de fuertes vientos. -Noe -susurro-, mira Io que estä sucediendo. El se detuvo en medio de una fräse, y escudrino los cielos. —iLa palabra de Dios se estä cum pliendo! Seguramente ahora creerän. Un gran silencio descendio sobre la pradera, hasta que solo se podia oir el batir de las alas y, entonces, a la distancia, el ininterrumpido pisar de bestias de toda clase. Noe y su familia se reunieron sobre la rampa del barco, y observaron a los animales que se acercaban: Osos, tigres, elefantes, leopardos, gansos, vacas, cabal los, camel los, pequenos ratones del campo, ardillas, zorros, jirafas. Anima les que nunca habian visto; animales domesticos y bestias salvajes. Vinieron en perfecto O r den. A menudo, Navit se habia preguntado co mo harian para llenar los cientos de jaulas y corrales, construidos tan precisamente de acuerdo con las especificaciones divinas. Ahora, se pre-
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guntaba como seria posible que fueran suficientes. Los espectadores, que tan recientemente los ridiculizaban, permanecieron mudos de asombro. Sus intelectuales y sabios habian afirmado que el Creador nunca interferiria con las leyes de la naturaleza; sin embargo, aqui llegaba el leon de la montana, pacificamente deträs de dos lanudos corderos. ^Seria posible que Dios pudiera verdaderamente abrir el cielo soleado y arrojar agua? Todavia habia tiempo; la puerta del barco todavia bostezaba una bienvenida. La fila de animales parecia interminable. H o ra tras hora entraron en el area hasta que la rampa se astillo a causa del uso y se ensucio con los exerementos. Noe y sus hijos los guiaban hacia las jaulas, y deslizaban el pestillo en las puertas, hasta que la embarcacion llego a ser una gran cacofonia de ruido animal. Cuando, en ultimo termino, dos conejos saltaron sobre el umbral de la puerta, la larga fila que habia fluido desde el bosque y la llanura desaparecio. Los ültimos rayos del sol doraban los campos cuando Noe hablo desde la rampa, con su familia reunida a su alrededor y sus labores por fin concluidas. -Amigos, ustedes han observado hoy el po-
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der de Dios en accion. Ya no necesitan creer en mi palabra: han visto a las bestias entrar al bar co como guiadas por una mano invisible. Dios ha provisto para su supervivencia sobre la tierra, y el anhela hacer Io mismo por ustedes. Vengan. Vengan y sean salvos. Navit, escudrifiando los rostros de los oyentes, observo el temor y un nuevo respeto por el mensaje de Noe. Observo a algunos acercarse hacia la rampa. Entonces, alguien rio; y la risa se extendio por toda la multitud, creciendo y transformändose en un rugido salvaje de tension liberada. El temor se derritio y desaparecio. De algün modo, en un instante, el desfile de animales se habia transformado en otra broma. Navit sintio la angustia de su esposo, mientras gritaba para hacerse oir por sobre las risas y luchaba por volverlos a la sensatez. Algunos saltaron sobre la rampa de dos en dos, imitando a los animales, solo para bajar corriendo otra vez, produciendo nuevas risas. Otros regresaron tranquilamente a sus casas bajo la agradable luz del atardecer, seguros en el confiable esquema de puesta de sol y salida de sol. Los ninitos preguntaban por que habian llegado por si mismos los osos al barco de Noe,
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solo para ser acallados por sus padres, que preferian no pensar en los acontecimientos del dia. Los adoradores encendieron fuego delante de sus imägenes, y las Hamas que se elevaban resplandecian sobre el oro y las piedras preciosas, mientras los hombres y mujeres danzaban y cantaban, en la noche fragante con el perfume de las flores. De pronto, la llanura de Noe resplandecio con una luz que eclipso las ridiculas Hamas. Los que danzaban cayeron al pasto fresco, y temblaban mientras un resplandor se cernia sobre la enorme puerta del barco. Muchos habian especulado, con humor cruel, acerca de como haria Noe para encerrarse adentro del barco, porque la puerta, obviamente, sobrepasaba la fuerza humana para cerrarla. Ahora, a traves de los rayos de luz enceguecedora, ellos la vieron girar lentamente sobre sus goznes, hasta que, con un fuerte golpe, cayo en su lugar. Por segunda vez ese dia, el temor cundio entre los espectadores. Esta vez, la puerta ya no ofrecia una segunda oportunidad. La voz de Noe ya no gritaba su invitacion. Los campos estaban callados; su mismo silencio vociferaba su advertencia.
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Por centesima vez Navit lucho por dominar la ola de terror que amenazaba con envolverla. Seis dias habian transcurrido durante los cuales habian hecho poco, excepto cuidar de los ani males. AI principio, apenas habian tenido tiempo para comer, pero, con el tiempo, establecieron una rutina por la cual cada uno tenia su tarea asignada; ahora habia algo de tiempo para descansar y tiempo libre. Era el septimo dia, dulce regalo de adoracion y comunion con Dios, y ella trato de capturar esa sagrada paz del säbado, que siempre la renovaba pero esta vez la eludia. Las paredes del barco se cerraban sobre ella, fieros ojos amarillos de las bestias salvajes la asustaban, y el barullo constante de los animales intranquilos asaltaba sus oidos. No era nada como ella Io habia imaginado. Habia sido el lugar tan espacioso y limpio cuando llenaron los depositos, con la fragancia del trebol seco que se mezclaba con el aroma de la madera. Pe ro ahora el aire era sofocante y fetido. Los ocho ya no conversaban mucho, excepto cuando era necesario, porque se encontraban irritables, con una tendencia a hablarse bruscamente. C aminaban con rostros cenudos en la semipenumbra, esperando. Cuando la gloria de Dios cerro sobre ellos la gigantesca puerta, se arrodillaron re-
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verentes, y Io alabaron por tan alentadora evidencia de su presencia. Ahora esperaban, casi sin distinguir el dia de la noche, a que la lluvia cayera. Afuera podian oirse las burlas de los que rodeaban el barco. De vez en cuando, un palo o un piedra golpeaba contra un costado, y asustaba a todo un sector de bestias, que emitian sus quejas en una reaccion en cadena. -^Puedes salir, Noe? abrir a hachazos una puerta para -El sol estä hermoso aqui afuera, Noe. No hay ni una gota de agua a la vista. -^Cuänto tiempo planeas mantener a lIf encerrada a esa bonita y joven esposa tuya, viejo tonto? -Estos son sus ültimos dias. Pobres almas -reflexiono Noe-. No les guardemos rencor. Noe llamo a su familia dentro de la habitacion que era de Navit y suya, y cerro la puerta. Proveia una medida de quietud. -Mis amados, estos han sido dias horribles. No estäbamos preparados. Sus ojos se volvieron tiernamente hacia su esposa, sus hijos, y las jovenes mujeres que habian trabajado tan duramente. -Estäbamos tan ocupados con el trabajo, que no pensamos en las realidades de esta experien-
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cia. Ojalä pudiera decirles que se va a volver mäs fäcil, pero no es asi. Cuando vengan las lluvias y el barco sea arrojado sobre las olas, demandarä un valor mucho mayor que el que hemos conocido hasta ahora. Pero ustedes deben recordar que Dios ha prometido liberarnos; que no importa cuän severo sea el sufrimiento, sobreviviremos. Nasya se echo a 11ora r. -Yo no tengo miedo de sufrir. Pero mi familia... eilos estän perdidos. Nunca vere a mis pa dres otra vez, ni a mis hermanos. Navit fue hacia la nifia, la hermosa descendiente de Enoc a quien Noe habia elegido para Jafet, y se arrodillo a sus pies, tomando sus manos entre las suyas. -Hija mia -la consolo-, comprendo tus lägrimas. Pero tal vez algunos de tu familia permanecieron firmes para Dios. Tal vez, murieron an tes de este dia terrible y duermen seguros en la tierra, esperando la hora gloriosa de la segunda venida del Prometido, cuando el llamara a sus verdaderos hijos de sus tumbas. La nina sollozo en silencio, y Navit advirtio una terrible tristeza en los ojos de Zoe y Malka. Como las amaba, y al recordar sus largas y pacientes labores a su lado, se di rigio a todas ellas:
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-Hijas mias, ustedes han recibido un elevado llamado. Dios vio en ustedes a jovenes dignas para utilizarlas en su plan de limpiar la tierra. Son sus hijos e hijas los que volverän a poblar la tierra, por medio de ustedes y de nuestros hijos. El tratarä nuevamente de levantar un pueblo Santo y obediente. Asi que, sequen sus lägrimas y cobren änimo. Ustedes son preciosas para nosotras, como asi tambien para nuestros hijos. Ustedes son las elegidas de Dios. Noe, entonces, los reunio a su alrededor en oracion, y Navit se maravillo, como siempre, de la amistad entre su esposo y Dios. Y, si su fe flaqueaba, solo necesitaba escuchar su oracion para darse cuenta de cuän delgado era el velo que separaba el cielo de la tierra. Sus tristezas y temores se mitigaron. Salieron a cumplir con sus tareas vespertinas con corazones mäs alegres, hasta sonriendo de vez en cuando ante las gracias de algun animal; y el sexto dia de su espera llego a su fin. A la manana siguiente, la luz del sol se derramaba a Io largo de los tres pisos del barco, atrapando particulas de polvo entre sus rayos. El area central, abierta, era siempre el lugar mäs luminoso, y una vez que concluyeron sus ta reas, los ocho se dirigieron hacia alli. Los estri-
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billos de los burladores, afuera, se mezclaban con los sonidos de los animales que respiraban y comian. Zoe sirvio una fuente de damascos, una bandeja de pan de mijo y tazas de leche caliente. Cuando terminaron de comer, Noe sonrio a su esposa, y la adoracion que sentia por ella suaviζό las arrugas de preocupacion de su rostro. -Cäntanos una cancion, amor. Hemos tenido poco tiempo para la müsica, y mis oidos estän ävidos de escuchar tu voz. Sem le alcanzo el arpa de Natän, que Ona habia transportado todos esos kilometros a traves de aquellos oscuros bosques, y Navit desliζό sus dedos sobre las cuerdas, pensando en el abuelo que nunca habia conocido. Los habia perdido a todos a causa de Dios: sus antepasados de Havila, sus padres, Ona, Rimona, Natän, Matusalen. En su tristeza, comenzo a cantar el antiguo canto de la tristeza y perdida de Eva. El dulce clamor del arpa acompanaba su voz clara y melodiosa, mientras los rayos del sol caian suavemente a su alrededor. De pronto la oscuridad arrebato la luz, y un torrente de agua cayo como en cascada sobre la ventana, muy por encima de ellos. Las mofas de la multitud de afuera se convirtieron en chillidos
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de terror y ruegos ante la puerta de la enorme embarcacion. El ritmico golpetear de la lluvia se mezclo con el rugido del viento, mientras las bestias aullaban y se arrojaban contra las barras que los contenian. Noe lloro por los perdidos y, entre todo ese barul Io ensordecedor, el arpa y la voz de su amada tejio como una hebra de plata: "Se han ido los lirios del Eden, se han ido las delicadas garzas; se ha ido nuestro Amigo del atardecer, que caminaba alli en el crepusculo. Se han ido los placeres inocentes que alegraban los dias soleados. Pero por siempre mi corazon manchado se eleva en alabanza hacia Aquel que habla de perdon, quien depone su vida en mi lugar, quien derrama su sangre preciosa sobre mi cabeza pecadora..." "Mas como en los dias de Noe, asi serä la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los dias antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casändose y dando en casamiento, hasta el dia en que Noe entro en el area, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los Ile-
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νό a todos, asi serä tambien la venida del Hijo del Hombre" (Mat. 24:37-39). "Sabiendo primero esto, que en los postreros dias vendrän burladores, andando segun sus propias concupiscencias, y diciendo: ^Donde estä la promesa de su advenimiento? Porque desde el dia en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen asi como desde el principio de la creacion. Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo ^fntiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y tambien la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces perecio anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, estän reservados por la misma pa labra, guardados para el fuego en el dia del juicio y de la perdicion de los hombres impios. Mas, oh amados, no ignoreis esto: que para con el Senor un dia es como mil anos, y mil anos co mo un dia. El Senor no retarda su promesa, se gun algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino^puR. todos procedan al arrepentimiento. Pero 'el dia del Senor vendrä como ladron en la noche; en el cual los cielos pasarän con grande estruendo, y los elementos
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ardiendo serän deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serän quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, jcomo no debeis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurändoos para la venida del dia de Dios, en el cual los cielos, encendiendose, serän deshechos y los elementos, siendo quemados, se fundirän!" (2 Ped. 3:3-12).
L.