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Civilizaciones antiguas
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MESOPOTAMIA Y ORIENTE MEDIO 4 Reparto del poder en una ciudad mesopotámica Elizabeth C. Stone y Paul Zimansky
10 El secreto de Nabada Joachim Bretschneider
22 Jardines botánicos y parques zoológicos
de tiempos remotos Karen Polinger Foster
30 Arcos y bóvedas del Próximo Oriente Gus W. Van Beek
EGIPTO, GRECIA Y ROMA 40 La vida diaria en el antiguo Egipto Andrea G. McDowell
46 Degradación del suelo en la Grecia antigua Curtis N. Runnels
50 Planos del templo de Apolo en Dídyma Lothar Haselberg
59 Arqueología romana Isabel Rodá
62 El templo del foro romano de Ampurias Ricardo Mar y Joaquín Ruiz de Arbulo
CIVILIZACIONES PREHISPANICAS EN AMERICA 74 Comunidades prehispánicas de Baja California J. M. Fullola, M. M. Bergadà, V. del Castillo, M. A. Petit y A. Rubio
82 Vida provinciana en el imperio azteca Michael E. Smith
90 Ciudades andinas de la antigüedad Sheila Pozorski y Thomas Pozorski
MESOPOTAMIA Y O R I E N T E M E D I O
R E D I E N H C S T E R B
M I H C A O J
Reparto del poder en una ciudad mesopotámica Mashkan-shapir fue fue por breve tiempo una de las las ciudades más importantes importantes del mundo. Sus restos arqueológicos cuestionan las ideas tradicionales en cuanto a la distribución del poder en las primeras sociedades urbanas Elizabeth C. Stone y Paul Zimansky
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os restos de las ciudades más la extraordinaria resistencia de las antiguas del mundo sobresa- tablas de arcilla que empleaban para len en el paisaje del sureste de escribir, nos han llegado también deIrak. Durante casi dos siglos de exca- tallados testimonios textuales sobre vaciones, los arqueólogos se han plan- sus instituciones políticas, intelecteado infinidad de preguntas sobre tuales, religiosas y sociales. el significado de los objetos hallados. Sin embargo, es aún poco conocida De estas ciudades, construidas a lo la organización física y social de aquelargo de cinco milenios y medio de llas antiquísimas ciudades. Por varias ocupación intermitente, quedan hoy razones. Aunque resulte paradójico, tells,, montículos de ruinas y obje- la misma exuberancia de datos nos ha los tells tos asociados, que pueden tener más sumido en la ignorancia. Los tells son de un kilómetro de diámetro y supe- tan enormes, que ni los equipos mejor ran en ocasiones los 30 metros de financiados pueden excavar más que altura. Babilonia, Ur, Uruk, Nippur pequeñas fracciones de cada ciudad. y Kish han proporcionado abundan- Y, peor aún, las trazas de los edificios tes datos sobre la cultura material de que desentierran los arqueólogos no rela sociedad mesopotámica. Gracias a presentan, generalmente, una ciudad
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que existiera de hecho en un tiempo determinado. Unas veces se edificaba sobre estructuras preexistentes; otras se derribaban o las transformaban en las nuevas. Parecido problema se les plantearía —imaginémoslo— a unos arqueólogos que, dentro de unos cuantos miles de años, trataran de hacerse una idea de Londres: se encontrarían con una mezcolanza de restos de rascacielos modernos, edificios victorianos, castillos normandos y hasta un castro romano; les sería, pues, casi imposible reconstruir el aspecto que tuvo la ciudad durante un período determinado. La sociología urbana sabe, desde hace mucho, que los planos de las ciu-
dades de nuestro tiempo reflejan su pauta de organización social. De nuestra propia investigación sobre ciudades antiguas no mesopotámicas se infiere que podemos extraer también conclusiones similares a propósito de los asentamientos urbanos de la antigüedad. Donde el poder está concentrado y se basa en la coerción, los órganos administrativos, religiosos, fabriles y comerciales se apiñan, rodeados por las residencias de la clase dominante. Tal concentración no se observa, en cambio, en las sociedades caracterizadas por una división del poder entre diversos grupos y en las que las decisiones se toman en distintos niveles de la jerarquía social. Los lazos que vinculan, en estas ciudades descentralizadas, a las clases dominantes con el resto de la población se reflejan en la combinación de mansiones ricas y pobres en cada sector de residencia. ¿Dónde se sitúan, dentro de esa gama, las ciudades más antiguas? Hasta ahora, los arqueólogos se han mostrado proclives a resaltar el carácter centralista. Sin embargo, un examen atento de sus argumentos, unido a nuestros recientes hallazgos en Mashkan-shapir, obliga a revisar ese enfoque. Las excavaciones llevadas a cabo anteriormente en Mesopotamia tuvieron por objeto preferente las sedes de la riqueza y del poder: palacios y templos. Ello sesgó la recons-
trucción de la sociedad que levantó tales edificios; al ceñirse a los restos materiales de valor superior, se soslayó que los textos mesopotámicos no refieren la existencia de distintas clases sociales; al contrario, atestiguan la importancia de las asambleas generales en la toma de decisiones. Quizás entre también en juego un prejuicio más sutil. Los historiadores reconocen que la industrialización y el capitalismo han transformado el mundo en tal medida, que no cabe comparar las ciudades modernas con las antiguas. Sin embargo, algunos, más que considerar el abanico de posibles organizaciones urbanas, han propuesto, tal vez con excesiva precipitación, un modelo unificado de “ciudad preindustrial” a partir de unos pocos ejemplos muy estudiados (y centralizados). Al idear este modelo rara vez se han remontado más allá de la Grec ia clásica y, con frecuencia, ni siquiera más allá de la Europa medieval. En consecuencia, se ha dado por sentado que, en la configuración de las ciudades mesopotámicas, intervinieron las mismas fuerzas que actuarían posteriormente en Europa; entre ellas, una base agrícola estable y un valor fijo para cada extensión de terreno. En Mesopotamia, no obstante, la base económica era cualquier cosa menos geográficamente estable, como indica la importancia
del pastoreo nómada. Ni siquiera el suelo cultivado era estable: las inundaciones anuales, la intensa evaporación, así como la rápida y perniciosa salinización de la tierra, generaban un mosaico, en continuo cambio, de campos y vegas fértiles, desiertos y marismas, donde el poder o la riqueza poco tenían que ver con la posesión permanente de determinadas tierras. Las descripciones pormenorizadas de muchas civilizaciones urbanas preindustriales —del Africa occidental, del Oriente Medio islámico y del Nuevo Mundo en la época de la Conquista— nos hablan de una notable diversidad organizativa, y sugieren también una interconexión entre la estabilidad del suelo cultivable y el grado de centralización social y política.
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l proyecto arqueológico que llevó al descubrimiento de Mashkanshapir se fraguó cuando decidimos abordar el tema de la organización urbana estudiando un paraje que hubiese estado habitado durante un solo período. Las ruinas de una ciudad de tan breve existencia habrían de proporcionar, sin duda, una instantánea del trazado urbanístico; el análisis de esa disposición física nos permitiría sacar algunas conclusiones sobre la forma en que emergió, si por imperio de sacerdotes y reyes o por acuerdo entre sectores sociales diversos.
1. MASHKAN-SHAPIR, en su momento de máximo poderío hacia el año 2000 a.C., fue la segunda capital del reino mesopotámico de Larsa. Dentro de su recinto amurallado, practicó la política, el comercio, la industria y el culto una sociedad que parece haberse basado en la participación ciudadana más que en la fuerza. Dos siglos más tarde, los cambios de alianzas locales llevaron al abandono de Mashkan-shapir, desaparecida para siempre (recuadro ).
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T I G RI S
BABILONIA MASHKANSHAPIR
BAGDAD
IRAK
NIPPUR
ISIN
2. LA ANTIGUA MESOPOTAMIA se extendía entre los ríos Tigris y Eufrates, en el actual Irak. La importancia estratégica de Mashkan-shapir se debió a su privilegiada situación junto al Tigris (mapa del centro ), pues controlaba el tráfico de muchas mercaderías transportadas desde el norte por vía fluvial. En la fotografía tomada desde un satélite artificial (derecha ), se aprecia la situación de la ciudad (en verde ), con los canales y el cauce del Tigris, en su época de esplendor.
E U F R A
T E S LARSA
CURSO ACTUAL DEL RIO ANTIGUO CURSO DEL RIO UR
de las ciudades más importantes del nales se fueron deteriorando y Mashmundo. kan-shapir desapareció engullida por En el registro histórico, Mashkan- el desierto. Repasamos los datos reunidos por shapir aparece por primera vez a finaHay abundantes datos históricos otros arqueólogos sobre la distribu- les del tercer milenio antes de Cristo sobre el tipo de urbe que fue Mashkanción de los asentamientos antiguos como una aldea dedicada a la cabaña shapir durante su breve período de en Irak y elegimos uno que Robert de ovejas situada en un extremo de esplendor. En su calidad de segunda Adams habí a descubier to a media- la región mesopotámica. Probable- capital de Larsa, era un centro polídos de los años setenta. Este yaci- mente nunca habría alcanzado noto- tico donde se desarrollaban muchas miento, al que Adams había otorgado riedad de no haber sido por las comple- actividades diplomáticas. Constituía un número, carecía aún de nombre. jas vicisitu des políticas de comienzos también una puerta por donde había Visitamos por prime ra vez el lugar del segundo milenio. Poco antes del de pasar el c omercio fluvial del Tigris. en enero de 1987. El paraje mostraba año 2000 a.C., se hundió el imperio Encerraba, en fin, entre sus muros abundantes signos de ocupación. que tenía su capital en Ur y había un gran templo dedicado a Nergal, el Mirando en derredor se distinguían controlado las llanuras de aluvión. dios de la muerte. Dado que la admirestos de muros, de cerámica, de tum- Durante los dos siglos siguientes se nistración, la religión y el comercio bas e incluso de antiguos canales, en disputaron la hegemonía varias ciu- eran también las principales activiun área de casi un kilómetro de diá- dades, sobre todo Isin y Larsa. Aunque dades de otras urbes mesopotámicas, metro. La mayoría de los fragmentos Larsa era probablemente más pode- la organización de Mashkan-shapir de cerámica databan del primer cuarto rosa, Isin se hallaba mejor ubicada, habrá de ser muy útil para conocer del segundo milenio antes de Cristo. aguas arriba del río Eufrates, por lo la de todas ellas. La cantidad y la calidad de los restos que podía impedir que su rival se arqueológicos evidenciaban que los abasteciese de artículos esenciales: mprendimos la exploración iniúnicos visitantes recientes del lugar, madera, piedra y metal, que se transcial en dos campañas trisemalos beduinos y sus camellos, apenas portaban por el río desde el noroes- nales en 1987 y 1989. Además, desde lo habían alterado. te. Larsa respondió a ello procurando enero hasta mayo de 1990 pudimos El yacimiento permaneció sin nom- controlar la zona oriental del valle y trabajar allí ininterrumpidamente bre otros dos años, los que inverti- asegurarse el acceso al Tigris. Como gracias a los apoyos de diversas insmos en la preparación de la campaña puesto avanzado de Larsa al norte, tituciones estadounidenses. Llevamos siguiente. Vueltos allí, en 1989, tuvi- Mashkan-shapir creció hasta trans- a cabo una detenida inspección visual mos la suerte de hallar, muy pronto, formarse en ciudad y convertirse en y un reconocimiento aéreo de la supery en las proximidades de lo que fuera segunda capital del reino. ficie para levantar un mapa de los una de las puertas de la muralla, un La ciudad conservó su importancia principales rasgos del yacimiento. trozo de terracota con una inscrip- tras la derrota de Isin, pues el auge Ade más, rea lizamo s alguna s cat as ción cuneiforme. No tardamos en lim- de Babilonia bajo el gobierno de Ham- provisionales para establecer la relapiar 150 fragmentos similares, que, murabi, a comienzos del siglo XVII I ción entre los vestigios superficiales reunidos, resultaron ser múltiples a.C., originó una pugna similar por y los restos soterrados. Para conocer copias de una inscripción conmemo- el control del acceso a los bienes bási- la geología local, recurrimos a las rativa de la construcción de la mura- cos. Sin embargo, las conquistas de fotografías tomadas por satélite. lla. En la tercera pieza que exami- Hammurabi, que reunificó la mayor No resultó fácil cartografiar Mashnamos podían leerse claramente tres parte del sur de Mesopotamia, quita- kan-shapir. Los restos de la ciudad de los cuatro signos con que se escr ibe ron poco después valor estratégico a apenas forman un tell en el sentido Mashkan-shapir: el nombre de la que la posición de Mashkan-shapir. Aban- tradicional del término. El paraje ha fuera, si bien por poco tiempo, una donada hacia el año 1720 a.C., los ca- sufrido el ataque erosivo del viento,
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lo cual explica por qué la ciudad se construyó a más de 30 kilómetros del curso actual del río. La fotografía muestra también los perfiles de una serie de canales que nacían del río y atravesaban la ciudad.
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que ha reducido a sus cimientos las últimas edificaciones y ha dejado a la vista, en la superficie, los objetos más pesados. Sólo en algunos sitios los contornos del yacimiento se alzan más de dos metros sobre la llanura. Costaba mucho distinguir, desde el suelo, los trazados de los principales conjuntos arquitectónicos, como el trayecto de la muralla de la ciudad. La verdad es que sólo desde el aire puede observarse buena parte de la muralla circundante a Mashkanshapir; en algunos sitios ha desaparecido por completo. El reconocimiento aéreo fue esencial para nuestro trabajo. Aprovechamos los fuertes vientos que soplan en la región para elevar una cometa portadora de una cámara fotográfica. Pero la altura de la cometa cambiaba según la velocidad del viento, y así variaba mucho el área incluida en cada fotografía. Sin embargo, nos las arreglamos para compensar estas irregularidades tomando muchas imágenes y sin escatimar las que tal vez resultaran superfluas. Con todo, las 1600 fotografías aéreas que hicimos nos habrían sido de escasa utilidad para trazar el mapa de no haber contado con un programa de ordenador especialmente diseñado para facilitar el análisis de las imágenes tomadas desde un satélite artificial y levantar mapas geográficos y urbanísticos. Nuestro sistema de cuadriculado estaba formado por cuadrados de 50 metros de lado, en cuyos vértices habíamos plantado cruces que fuesen visibles en las fotografías, para poder así orientar las imágenes y compensar las distorsiones geométricas causadas por el bamboleo de la cámara. Una vez corregidas
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y recompuestas a una escala uniforme, las versiones digitalizadas de las imágenes se reunieron en un mosaico tan detallado que en él podía distinguirse cada ladrillo presente en la superficie del yacimiento. Combinamos el reconocimiento aéreo con la inspección desde el suelo, basada ésta en el mismo enrejado de 50 metros. Un miembro de nuestro equipo escrutaba a pie cada cuadro e iba marcando con banderines de topógrafo los rasgos más destacados y los objetos que encontraba. Como los fragmentos dispersos de ladrillos, tiestos, escorias de cobre, trozos de cerámica, restos de hornos y de betún eran demasiado numerosos para contarlos, los indicamos en nuestro mapa en forma de concentraciones y no de piezas sueltas. Sobre toda la superficie habría al menos 30 millones de trozos de cerámica de tamaño mayor que el de una uña. En el curso de nuestra inspección fuimos señalando también en el mapa tumbas, plataformas de ladrillo cocido y de adobe, cortes de canales y restos de la muralla de la ciudad. Y encontramos más de 1200 objetos artesanales: útiles, armas, adornos, partes de estatuas, placas, estatuillas, modelos en miniatura y vasijas enteras. La dispar distribución de estos elementos da una idea de la complejidad cultural alcanzada por esta ciudad de tan corta existencia. La fotografía obtenida en mayo de 1988 desde un SPOT francés, un satélite artificial, nos proporcionó una visión más amplia del entorno geográfico de Mashkan-shapir. En esta imagen se aprecia cerca del yacimiento un antiguo cauce del Tigris,
l igual que todas las ciudades mesopotámicas de la época, Mashkan-shapir estaba rodeada de una muralla de adobe interrumpida por varias puertas. Conseguimos distinguir tres. Dos de ellas, para el tráfico rodado, estaban situadas junto a los canales principales; ello se explica quizá porque, entonces como ahora, los caminos discurrían paralelos a los cursos de agua que servían de líneas vitales de comunicación. Los pilares de la tercera puerta flanquean los muros de un canal; es posible que esta puerta sirviese para regular el caudal del agua o el tráfico fluvial. Sorprendentemente, la muralla de la ciudad no se construyó al borde mismo del núcleo de población, sino que entre éste y el muro se dejó un espacio libre, a excepción de seis edificios aislados, silos quizá. Muchos textos mesopotámicos indican que el intercambio de mercancías tenía lugar cerca de las puertas de las ciudades, por lo que esa zona pudo destinarse a plaza de mercado. Otra superficie aparentemente desocupada, próxima a un canal, tal vez fuese un parque. Sabemos que algunas ciudades mesopotámicas contaban con esas zonas de recreo porque en un mapa de Nippur, grabado en una tablilla datada pocos siglos después, aparece un amplio jardín situado en uno de los extremos de la ciudad. La ciudad propiamente dicha estaba dividida en cinco sectores, separados por canales. Una zona central, de forma trapezoidal, estaba rodeada por otras cuatro mayores, al norte, al sur, al este y al oeste. Los sectores más extensos, el septentrional y el oriental, se hallaban a su vez divididos por sendos canales. Dos de las confluencias entre los canales formaban amplios muelles que pudieron funcionar como centros comerciales. Muchos de los edificios de la ciudad se alineaban a orillas de los canales, que se integraban así en la construcción urbana. Aunque Mashkan-shapir no es la única ciudad mesopotámica dotada, que sepamos, de una estructura de este tipo, en otras la acumulación de depósitos ha ocultado la red original de canales. Las calles, que en otros yacimientos también quedaron
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cubiertas por los escombros, pueden verse poco menos que al desnudo en Mashkan-shapir. Algunas siguen las líneas de los canales; otras cruzan los barrios. En una de estas últimas pueden verse incluso, cuando llega a un canal, los restos de un puente de ladrillo (o quizá dos muelles). Las excavaciones realizadas en otras ciudades mesopotámicas han puesto de manifiesto que, además de las calles principales, solía haber una red de pasajes que daban acceso a las distintas casas. Las fotografías aéreas revelan algunas demarcaciones adicionales. Un muro rodeaba parte del sector occidental; otro atravesaba la zona sur del barrio central. Ambos muros muestran cierta semejanza con otro similar descubierto en el interior de
Ur, que, ciñendo los principales templos de la ciudad, delimitaba el recinto sagrado. ¿Qué funciones políticas, religiosas, económicas y sociales se desarrollaban en la estructura física definida por las calles, los canales y los muros interiores de Mashkan-shapir? De la atenta observación de sus ruinas deducimos dónde tenían lugar las diversas actividades. El templo mayor —el de Nergal— era, sin duda, el punto de referencia de la ciudad. Alzado sobre una peana, o zigurat, se divisaba desde muy lejos; constituía un símbolo de poder. Los restos de las plataformas de ladrillo y de adobe que parecen haber constituido la base de los templos más importantes se hallan en el distrito sur, separado de los otros por un canal.
El carácter religioso de estos estrados se confirmó con el descubrimiento de 70 fragmentos de estatuas de terracota que debieron de representar, a tamaño natural, figuras humanas, leones, perros y caballos. En aquella época, era frecuente adornar con estatuas de leones los accesos a los templos; sin embargo, los arqueólogos sólo han encontrado figuras humanas y animales más complejas en las c iudades importantes, como Isin. Al otro lado del canal, en el distrito del centro, había otra área con cierto cariz religioso, a juzgar por la existencia en ella de una plataforma, la única hasta ahora descubierta fuera del sector sacro. Esta zona contiene vestigios de numerosos enterramientos y una elevada concentración de elementos funerarios, como alha-
SUELO Y COSTADOS DE CARROS EN MINIATURA POSIBLE ZONA AJARDINADA CONCENTRACIONES DE ESCORIAS CUPRICAS HORNOS DE CERAMICA
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GRANDES EDIFICIOS CONCENTRACIONES DE MUELAS CANALES Y PUERTOS SUPERFICIE HABITADA ZONA E XCAVADA PLATAFORMAS MUROS PRINCIPALES CALLES
ZONA ADMINISTRATIVA
ZONA RELIGIOSA
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3. EL AREA URBANA estaba atravesada por varios canales que la dividían en cinco sectores. En la periferia se hallaron restos arqueológicos de actividades religiosas y administrativas. Los talleres en 8
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los que se elaboraban objetos de piedra, cobre y cerámica estaban dispersos; los caldereros ejercían su actividad en las inmediaciones de la calle principal. TEMAS 37
jas y armas. También está separ ada del resto del poblado por un mur o. La mayoría de las tumbas de otros yacimientos mesopotámicos (y muchas de las de Mashkan-shapir) aparecen en lugares domésticos, por lo que este cementerio parece indicar que un segmento de la sociedad —quizás el asociado al culto o a las tareas administrativas— disponía de un camposanto, probablemente con un templo anexo.
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na tercera zona distinguible dentro de la ciudad era el enclave amurallado de poniente, que parece haber correspondido a un centro administrativo. Contenía una serie de estructuras de construcción muy regular, en nada semejante a la desordenada y aleatoria de las viviendas particulares. Aunque está claro que no pertenecen a un palacio como el de Mari, que data de la misma época, puede que se tratara de edificios desc tinados a idénticas funciones administrativas. Lo mismo que los palacios de otros sitios, este enclave de Mashkan-shapir se ubica en la perid feria de la ciudad. Entre sus ruinas recogimos numerosos sellos de arcilla sin cocer. Estas piezas de arcilla, con impresiones de sellos de piedra esculpida, se adherían a las sogas con que cerraban las puertas o se incrustaban en el material con que tapaban las vasijas en los almacenes, a la manera de los sellos que lacran las cartas. Carecen de uso en el ámbito doméstico. En el mismo enclave hallamos una concentración de modelos en miniatura de carros decorados con representaciones de los principales dioses razón de la riqueza o estatuto social. de la ciudad, Nergal y Shamash, dios Se desprende de la dispersión unidel sol. Es difícil adivinar para qué forme de los cuencos de piedra y los servían, qué función desempeñaban objetos metálicos, elaborados a parestos vehículos de dos ruedas. Su tir de materiales importados. Los abundancia en un recinto oficial des- sellos cilíndricos —distintivos de oficarta la hipótesis de una función lú- cio y de considerable valor en sí misdica infantil. Tal vez sirvieron para mos— se encontraban también unirepresentar a esos dioses en la toma formemente dispersos. de juramentos y otros actos de fe púLas labores de manufactura se reablica. lizaban por doquier. En el sector surNo distinguimos en Mashkan-sha- oriental de la ciudad, a sotavento, pir otras áreas con vestigios de cons- parece haberse dado una ligera contrucciones especiales. Todos los obje- centración de hornos, para fundición tos hallados en las demás zonas del del cobre y alfarería, si bien los taasentamiento entraban en la catego- lleres artesanales están rodeados ría de uso doméstico: figurillas, armas de viviendas residenciales. Ninguna y utensilios de pequeño tamaño, ador- sección del yacimiento podría llanos vulgares (por ejemplo, anillos de marse en propiedad barriada obrera. concha), así como vestigios de casas Aunque los cald ere ros —cuy os talle y enterramientos. res se distinguen por la concentraEs probable que las calles princi- ción de escorias cúpricas— ejercían pales y los canales más anchos divi- su comercio en torno a la calle madieran este gran espacio urbano en yor del sector central, es en la parte barrios residenciales; si así fue, no sur-oriental donde predominan las existió entre ellos segregación en piedras decorativas y las muelas uti-
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4. LOS HALLAZGOS arqueológicos de Mashkan-shapir dan fe de la riqueza de su vida social. El sello cilíndrico (a ), de cornalina importada, pudo haberse utilizado para sellar documentos oficiales; los fragmentos de maquetas de carruajes (b ) quizá desempeñaran alguna función en la toma de juramentos; el arpón de cobre (c ) servía para pescar en los canales o en los ríos; por último, la placa de terracota con la imagen de un león (d ) hubo de decorar algún edificio notable. lizadas para su elaboración. Los desechos de cerámica y los vestigios de hornos señalan la existencia de dos centros principales de alfarería, uno al norte y otro al sureste, ambos co ncentrados en las inmediaciones de los pequeños canales que atravesaban aquellas zonas. La distribución espacial de la industria artesanal ofrece el mismo aspecto descentralizado que la de las viviendas y los objetos. De nuestra inspección de Mashkanshapir no se obtiene ninguna prueba que avale la hipótesis centralista de las ciudades mesopotámicas, ni tampoco la jerarquización de su organización social. Cierto es que identificamos centros destinados al culto y a la administración, pero estaban confinados en la parte meridional del yacimiento y separados entre sí y del resto de la ciudad por los canales principales. Además, estos centros de poder en potencia se hallaban lejos de las zonas comerciales, como los muelles o las puertas de la ciudad. La producción de bienes parece haber estado en manos de artesanos que ejercían su trabajo en barriadas habitadas por el pueblo y las clases dominantes. La organización general de Mashkanshapir coincide con lo indicado en las fuentes documentales respecto a la amplia participación de los ciudadanos mesopotámicos en la configuración de sus relaciones de poder.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA THE TELL ABU DUWARI PROJECT, IRAQ , 1987. Elizabeth C. Stone en Journal of Field Archaeology, vol. 17, n.o 2, páginas 141-162; verano de 1990. EARLY MESOPOTAMIA : SOCIETY AND ECONOMY AT THE DAWN OF HISTORY. J. Nicholas Postgate. Routledge, 1992. THE TELL ABU DUWARI PROJECT, 19881990. Elizabeth C. Stone y Paul Zimansky en Journal of Field Archaeology, vol. 21, n.o 4, páginas. 437-455; invierno de 1994.
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El secreto de Nabada Durante décadas, los orientalistas atribuyeron un interés secundario a las colinas del norte de Siria. Pero las excavaciones de Tell Beydar han traído una sorpresa: en el norte de Mesopotamia existía, hace ya más de 4500 años, la metrópolis de Nabada con un buen sistema administrativo y una cultura avanzada Joachim Bretschneider
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esopotamia, tierra fértil si- a unos 35 kilómetros al noroeste de tuada entre los ríos Tigris Al Hasake , capita l de la provin cia. y Eufrates. País de los sumeEl sol marca el ritmo de una jorrios, babilonios, asirios y muchos pue- nada de trabajo de 14 horas. Sale a blos más que han escrito la historia las 5 de la mañana, momento e n que, de la humanidad. Sede de r efinadas tras un breve desayuno, se inicia la culturas, lugar de origen de la escri- tarea. Se repite la estampa romántura cuneiforme y paisaje veterotes- tica del arqueólogo aventurero. Un tamentario, que gana en la compa- centenar de obreros reclutados en la ración con Egipto. Desde finales del aldea de Tell Beydar y en pueblos siglo XIX los arqueólogos buscan, de limítrofes, ataviados con su induuna forma sistemática, recuperar la mentaria, caminan hacia la colina. historia antigua de Oriente Medio y El sol implacable de las 13 horas seguir el rastro de las narraciones obliga a todos a refugiarse en la sombíblicas. Bajo las arenas de Irak han bra. Empieza entonces la labor de ido apareciendo las ruinas de Asur, procesamiento, documentación y anáBabilonia, Ur y Uruk, que fueron ciu- lisis de los hallazgos desenterrados dades-estado. de las cuadrículas del yacimiento Restos de murallas, tablillas escri- (una suerte de cercados con pivotes tas y otros objetos dan testimonio de de hierro y cordones de nailon). En una historia cambiante que comenzó el trabajo se han utilizado azadas, hace más de 5000 años. Allí, donde en palas, espátulas y cepillos de dienotro tiempo abundaba el agua y un tes. Tras un esfuerzo de varias semaingenioso sistema de canales regaba nas, lo obtenido resulta ser algo los campos, donde cosechas feraces impresionante, decepcionante o simposibilitaban el comercio con pueblos plemente “tan sólo” una pieza del lejanos, únicamente allí —según se rompecabezas de la historia antigua. creía— radicaban los centros del poder Por la tarde, alrededor d e las 18 hoy sólo en sus entrañas se gestó la c ivi- ras, el ocaso se precipita. Algunos lización. trabajos de mesa continúan con luz En efecto, hasta hace poco los ar- eléctrica o al resplandor de unas velas. queólogos apenas si fijaron la mirada Y apetece respirar, a la puesta del sol, en las estepas septentrionales de la tranquilidad que desprende la soleSiria. Pero la guerra entre Irán e dad del yacimiento. Irak, iniciada en 1980, impidió el No es una labor cómoda la del acceso a las culturas meridionales y grupo. La excavación cuenta con una obligó a un replanteamiento de los subvención parcial procedente de fonprogramas. En 1992, guiado por el dos de investigación y con cierta ayuafán de conocer épocas todavía muy da privada. Expertos y alumnos traobscuras para la ciencia, nuestro bajamos, puede decirse, de forma equipo de investigación eurosirio bajo gratuita. Se viene al yacimiento aprola dirección de Marc Lebeau y de vechando las vacaciones semestra Anto ine Suleiman comenzó las exca- les; es decir, desde finales de agosto vaciones en Tell Beydar, que estaba a finales de octubre. Lo que significa
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un sol abrasador, tormentas de arena y escorpiones. Así recuerda Volker Tschannerl esa singular peripecia. “El calor abrasador del día había caldeado las habitaciones. Sacamos al exterior el camastro de aluminio y extendimos, encima, los sacos de dormir. Todavía creíamos en la eficacia de las mosquiteras, que habíamos instalado con la máxima estanqueidad. Nos invadió una sensación de impotencia. Aquí no hay moscas. Aquí hay unos insectos voladores, mínimos e invisibles casi que atraviesan hasta la red más fina. La noche, corta, era también inquieta. Pero valía la pena. Cada tarde, una bola roja caía en medio de un círculo infinito, el barro se convertía en arena, la arena en barro. Aparecían sombras y se desvanecían los colores. Un amplio velo negro nos cubría, mientras la luz celada intentaba atravesarlo por infinitos resquicios. El firmamento mostraba todo su esplendor; una enorme alfombra despedía la luz de miles de centelleos.” Penalidades y satisfacciones íntimas, conjugadas. Largos períodos de búsqueda agotadora para que, de repente, nos bese la fortuna con un hallazgo valioso. Ha valido la pena. La idea aceptada de una mayor riqueza arqueológica encerrada en el mediodía de Mesopotamia resulta harto discutible. Sin desenterrar aún del todo, el mundo yacente bajo la suave colina de 30 metros de Tell Beydar resiste la comparación con la vieja Troya. No se trata de ningún parangón descabellado. Ambas ciudades experimentaron un primer apogeo en la Edad del Bronce temprano y alcanzaron particular relieve económico y
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1. EL VIENTO Y LA ARENA obstaculizan el desarrollo de la excavación en Tell Beydar. Pero el esfuerzo vale la pena. En el norte de Siria, bajo una colina, yace enterrada una metrópoli antaño espléndida de la antigua Mesopotamia.
cultural. Después de ocho años de investigación, podemos asegurar que la ciudad asentada bajo Tell Beydar posibilitó el comercio a larga distancia entre las ciudades-estado del sur de Mesopotamia y los centros económicos del norte. No somos los primeros que se han propuesto descubrir el secreto guardado bajo las lomas del norte de Mesopotamia. A principios de siglo, el barón Max von Oppenheim exploraba el norte de Siria, bastante despoblado entonces y densamente habitado en la antigüedad. Todavía hoy, se elevan sobre la llanura unos trescientos montículos o lomas (‘tells’) que esconden restos de primitivos poblados. Oppenheim emprendió la excavación sistemática de Tell Halaf, cerca de Ras el-Ain, en la cuenca húmeda del río Habur. Entre otros hallazgos, aparecieron en la loma piezas de cerámica que caracterizan a un período entero d e la historia de Mesopotamia, la era de Halaf, en el quinto milenio antes de Cristo. Oppenheim llamó la atención sobre unos ‘tells’ circulares a los que, debido a sus cercos en forma de corona, llamó ‘colinas coronadas’.
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ppenheim no fue el único que recorrió el norte de Siria. “Por todas partes se elevan montículos”, escribió Agatha Christie, “calculo que habrá unos sesenta, lo que significa sesenta antiguos poblados. Donde hace 5000 años imperaba una intensa actividad hoy sólo transitan grupos de nómadas que viven en oscuras tiendas de campaña. Aquí empezó la cultura”. Mientras en Europa estallaba la Segunda Guerra Mundial, en los ‘tells’ de Brak y de Chagar Bazar (en la región del Habur), excavaba el segundo marido de Christie, Sir Max Edgar Mallowan. La novelista reflejó su familiaridad con el pasado de Oriente Medio en Muerte en el Nilo, publicada en 1937.
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Hubo que esperar hasta 1958 para que un grupo reducido de la Universidad Libre de Berlín, bajo la dirección primero de Anton Moortgat y, a su muerte, de su esposa Ursula Moortgat-Correns, comenzara un plan sistemático de excavaciones en una de esas lomas. Se trataba del Tell Chuera, conocido ya por Oppenheim en 1913, situado entre los ríos Habur y Balich (afluentes del Eufrates). La loma, que se extiende a lo largo de un kilómetro, alcanza 18 metros de altura. Las excavaciones en este yacimiento fueron continuadas más tarde por
Winfried Orthmann y por Jan WaalkeMeyer. A ellos debemos el conocimiento de una ciudad de la primera mitad del tercer milenio, que disponía de edificios monumentales destinados al culto. Como en las metrópolis del sur de Mesopotamia, aquí los albañiles utilizaron ladrillos de barro secados al aire. Pero, a diferencia de lo encontrado en el mediodía, los grandes edificios destinados al culto están construidos sobre poderosos bloques y terrazas de piedra. Quiénes eran sus constructores, de dónde vinieron y cómo vivían son cuestiones pen-
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Tell Beydar en 1927 y hoy.
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2. ACROPOLIS DE TELL BEYDAR, iluminada por el sol del atardecer. Al fondo, la aldea moderna, en primer término el salón del trono, donde probablemente eran recibidos los soberanos de los principados vecinos. Las paredes y el piso estaban pulidos con cal para resaltar la solemnidad. El palacio comprendía varias alturas, como puede verse en la representación por ordenador (izquierda ). En su entorno se levantaban las zonas residenciales y la muralla de la ciudad. Lo único que queda hoy de la muralla es un lienzo; los huecos marcan el lugar de las puertas de la ciudad.
dientes, pues carecemos de testimonios escritos de las primeras fase s de la ciudad. Según se puede deducir de los hallazgos arquitectónicos y pictóricos, la “cultura de Chuera” difirió de la desarrollada en las ciudadesestado sumerias del sur.
CIVILIZACIONES ANTIGUAS
El ‘tell’ de Chuera constituye un yacimiento más entre la docena de cierto tamaño en el curso superior del río Habur; el número de los p equeños es muy superior. Cabe suponer que estos poblados formaron una unidad cultural y quizás una unidad
política, la cultura de las colinas coronadas. A pr in ci pi os de l te rc er mi le ni o antes de Cristo se puso en marcha un amplio proceso convergente de fuerzas políticas y económicas en grandes centros urbanos. Surgieron así en la Mesopotamia meridional (Irak) las ciudades-estado de Kisch, Lagasch, Umma, Ur y Uruk; aparecieron en las actuales regiones septentrionales de Siria los asentamientos de Chuera, Ebla, Mari, Nabada y Tuttul. De la misma época son los estratos I y II de Troya, en el extremo noroccidental del Asia Menor, y la fenicia Biblos, en la costa de l actual Líbano. Por su parte, se han desenterrado en Egipto restos de urbanizaciones de idéntico tenor y de esa misma época de cambios; por ejemplo, la ciudad de Elefantina, cerca de la primera catarata. Defensas amuralladas, palacios, edificios administrativos y templos dominaban la imagen de la ciudad. Por lo que concierne a Mesopotamia meridional, conocemos los condicionantes económicos y políticos. Ignoramos si el desarrollo observado en el norte responde a las mismas causas. ¿Se dio también allí un rendimiento prodigioso de las cosechas y se planteó la necesidad de mejorar los métodos de almacenamiento comunitario de las mismas? ¿Facilitó el exceso de alimentos el desarrollo de nuevas actividades, entre ellas la artesanía y la administración? ¿Se estimuló, con el floreciente comercio
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Metrópolis importantes de la antigua Mesopotamia Asur
Primera capital del Imperio Asirio. Hasta su destrucción en el año 614 a.C., fue también su centro religioso. Importantes hallazgos del segundo al primer milenio antes de Cristo se encuentran en el Museo de Pérgamo, de Berlín.
de Hammurabi. En el centro de la ciudad tardobabilónica (siglo VI a. C.) destaca la ciudadela fortificada, en otro tiempo dominada por un zigurat (pirámide escalonada), la “Torre de Babel”. Babilonia seguía siendo centro cultural en tiempos de los partos.
Babilonia
Ebla
Fundada a mediados del tercer milenio antes de Cristo, la ciudad-estado fue residencia del soberano en tiempos
200 kilómetros
TURQUIA
Ebla
o Ugarit e n á r r SIRIA e t i d e LIBANO M r a Biblos M Damasco
Urkisch (Tell Mozan)
Tell Chuera
Miles de tablillas de arcilla del archivo palaciego de las primeras dinastías demuestran que Ebla fue reino y centro comercial cuya influencia trascendía sus propias fronteras. Probablemente fue conquistada por Sargón de Akkad. Hasta el final del período sirio antiguo siguió siendo una ciudad podeHurritas/Mitanni rosa.
Nagar Nabada (Tell Brak) (Tell Beydar) Tuttul (Tekk Bia)
ISRAEL
r u b a H
Asiria
Asur
Kisch
T i g r i s
Mari E u f r a t e s
Según la lista de reyes sumerios, que a menudo se utiliza para fijar fechas de los acontecimientos, Kisch fue la primera ciudad donde se reinstauró el reino “des T pués del diluvio universal”. Restos F A H arquitectónicos y tablillas cunei C S N E formes proceden del tercer mile S S I W nio antes de Cristo. El gran pala R E D cio corresponde a la época de las M U R primeras dinastías. En la era babi T K E P lónica primitiva Hammurabi hizo S / R construir un zigurat que hoy toda E D I E vía puede contemplarse. N
Nínive
IRAN
Babilonia
Bagdad
IRAK Babylon
I A N A D R O J
Kisch Abu Salabikh
Sumeria
Uruk Ur
Ciudades de las colinas coronadas
ARABIA SAUDITA KUWAIT
Ciudades antiguas
del bronce y otras materias primas, la creación de estructuras centralizadas de autoridad y de poder? Como en el sur, las grandes ciudades controlaban extensos territorios atravesados por rutas comerciales. Como en el sur, gobernaban reyes y consejos de ancianos; se rendía culto a divinidades locales e
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Mari
La fundación de la ciudad se remonta a la primera mitad del ter-
E
incluso suprarregionales. Y como en n torno al año 2400 a.C. conoel sur, economía y religión estaban ció su apogeo la región de Mari. vinculadas a los centros de poder. El A orill as del Euf rates, se convirt ió número creciente de asentamientos en vínculo de unión entre las culpropició enfrentamientos armados turas del norte y del sur de Mesopara resolver conflictos por la po- potamia. Destacó también Ebla, sesión del agua, los campos o los pas- situado unos 65 kilómetros al sur de tos, así como por el control de las Ale ppo. Un equip o de arque ólogos rutas comerciales. encabezad o por Paolo Matthiae des-
Edad de Piedra Tardía
Piedras para cálculos Preescritura Comienzo de la administración
4000 a.C.
Cultura de Uruk en Mesopotamia del Norte y del Sur
3500
3400 Uruk Tel Brak Tumbas reales de Abydos (Egipto)
FOTOGRAFIAS: BILDARCHIV PREUSSISCHER KULTURBESITZ / BERLIN
Invención de la escritura Sistemas complejos de administración Sellos
cer milenio antes de Cristo. Hay pruebas de la riqueza y poder de las primeras dinastías. Mari controlaba el comercio de caravanas y fluvial, entre Babilonia y el mar Mediterráneo. Las construcciones reales de Mari pertenecen a la primera mitad del segundo milenio antes de Cristo.
Nagar Ya en el cuarto milenio Nagar fue un centro puntero de la cultura uruk en la cuenca del Habur. También en el tercer milenio dominó la región y mantuvo relaciones comerciales con Ebla y Mari. En tablillas cuneiformes encontradas en Tell Beydar se habla de un rey de Nagar. Las construcciones más recientes de templos y palacios corresponden al período mitánnico. Nínive Los hallazgos más antiguos son del milenio sexto antes de Cristo. Como capital del Imperio Asirio experimentó su máximo esplendor en el siglo VII a.C. En el año 612 a.C. fue destruida por medos y babilonios. Troya Troya ocupaba una favorable situación cerca de la entrada meridional de los Dardanelos, lo que la aupó hasta convertirla en nudo comercial por cuya posesión se desataron frecuentes guerras. Estuvo poblada en fechas muy remotas. Se caracterizan hasta nueve estratos fundamentales desde el tercer milenio antes de Cristo. Las construcciones urbanas de Troya I y de Troya II son aproximadamente contemporáneas de las ciudades mesopotámicas de las primeras dinastías, cuya extensión era muchas veces mayor. En Troya II (en torno al 2300 a. C.) encontró Schliemann el supuesto tesoro de Príamo. La Ilíada de Homero corresponde a Troya VII, que sucumbió en el siglo XII a.C. Tuttul Centro de poder y económico en los milenios tercero y segundo antes de Cristo. Las pruebas ofrecidas por la arqui-
cubrió allí un rico archivo palatino de tablillas cuneiformes. Estos testimonios escritos revelan una intensa actividad comercial con las ciudades de Nagar y Asur. Por su parte, Nagar se encontraba en pleno cruce de caminos entre los riquísimos territorios montañosos y Mesopotamia meridional, con la ciu-
tectura funeraria y palaciega, así como la información obtenida de escritos cuneiformes, demuestran que hubo dos fases fundamentales en el poblamiento de la ciudad.
Ur Centro cultural y de poder, sede de varias di nastías en el tercer milenio antes de Cristo. En esta época se restauraron o erigieron construcciones monumentales y zigurats. Tras una larga fase de decadencia se reanudó la actividad constructora en la época tardobabilónica (del 605 al 539 a.C.). Urkisch Todo parece indicar que se trataba de la sede de los soberanos de una dinastía de los primeros tiempos hurritas, en torno al 2250 a. C. A esa época pertenecen un palacio y un templo en el centro de la ciudad. Uruk Mediante sondeos los estratos más antiguos se han datado entre los milenios quinto y cuarto antes de Cristo. En la segunda mitad del cuarto milenio antes de Cristo. Uruk era el centro de la cultura sumeria. Allí se encontraron tablillas con escritura cuneiforme y sellos de rodillo; se erigieron los primeros templos monumentales y grandes construcciones.
dad de Kisch como importante centro de actividad. El área de influencia de Nagar incluía en su tiempo la metrópolis que yace hoy sepultada bajo Tell Beydar. Su nombre original acaba de ser identificado por Walther Sallaberger, de la Universidad de Leipzig, basándose en los textos cuneiformes
3. PUERTA ABOVEDADA que daba acceso a una escalera del palacio. En su tiempo unía un patio interior con los aposentos del piso superior.
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Pirámide de Cheops
Edad del Bronce Temprano Primeras fundaciones de ciudades Cultura de las colinas coronadas Ciudades-estado sumerias (Ur, Uruk, Kisch, Lagasch)
"Imperio" de Akkad Emigración de los hurritas hacia el norte de Mesopotamia Textos de Nabada
Imperio Antiguo (Egipto) Pirámide escalonada de Djoser
3000 Primera dinastía de Egipto (Menes)
2900 Nabada (fundación) Chuera, Mari, Troya I, Biblos
2700 a.C. Literatura sumeria antigua "Gilgamesch"
Tercera dinastía de Ur Rey Gudea
Textos akkádico-semíticos
"Sargón"
2500
2400
2300
Asur, Mari, Chuera, Tuttul, Ebla, Troya II (tesoro de Príamo)
Urkisch (Tell Mozan) Fin de Nabada
Final de la primera fase de Nabada Repoblamiento de Nabada
allí encontrados: “Nabada”, la ciudad “brillante, luminosa”. “Nabada en el país de Nagar” está citada por un escritor de Ebla y se habla de la valiosa plata “procedente de Nabada”. ¿Qué relevancia cultural adquirieron las ciudades sepultadas bajo las lomas coronadas de la cuenca del Habur? ¿Por qué sus constructores optaron por edificarlas sobre una base circular? ¿Se trataba de reflejar las formas de las tiendas de campaña y de los apriscos de sus antepasados nómadas? Las excavaciones del Tell de Beydar deben ayudar a contestar estas preguntas. De una manera sumaria distinguimos tres fases en la ocupación humana de la zona: desde la fundación hasta la decadencia de Nabada (de 2800 a 2350 a.C.), refundación de la ciudad por los hurritas (en tor no a 1400 a.C., período de Mitanni) y ocupación por los asirios (en los siglos VII I y VII a.C.). El interés principal de las investigaciones se centra en la primera fase. Siguiendo un patrón fijado, los constructores prepararon un área circular de 600 metros de diámetro. Una muralla urbana de hasta cinco metros de grosor protegía la población. El muro está ahora sepultado bajo tierra. En el interior del recinto se agolpaban viviendas y talleres artesanos, como era habitual en las ciudades europeas de la Edad Media. Las excavaciones bajo las viviendas y en los terraplenes de escombros sobre los que se edificó la muralla aportan alguna información sobre las ideas religiosas de los constructores. En los sepulcros, una entrada subterránea daba acceso a la cámara mortuoria propiamente dicha, amurallada y cubierta con ladrillos. El cadáver yacía en decúbito lateral con las piernas extendidas y junto a él se dejaban armas, adornos y piezas de cerámica que le sirvieran en la vida del más allá. Queda mucho por averiguar sobre su concepción del
reino de los muertos. Sí sabemos lo que cuentan fuentes babilónicas tardías, a saber, que la tumba era un acceso a los infiernos, lugar de condena del que no hay regreso. Ofertas de comida y bebida dejadas por los allegados abastecían al espíritu en esta lóbrega y polvorienta región. Si faltaban estos presentes el fallecido castigaba a sus familiares sobrevivientes con la enfermedad y la muerte. Cuatro puertas en las murallas, por lo menos, daban acceso a la ciudad. Se las reconoce por el vacío dejado en el anillo amurallado. Su sombra debió de ser escenario de una gran actividad. Allí llegaban las caravanas procedentes de Anatolia y de los países vecinos del sur. Un segundo cerco amurallado protegía el núcleo central de la población. Los mercaderes pasarían la noche entre las dos murallas; a resguardo de las partidas de ladrones, se les impedía a su vez que inquietaran a los residentes durante la noche. Los caminos convergían, a modo de radios, en un altozano central, dominado por un palacio, al menos desde el año 2500 a.C. Entre el palacio y la muralla interior discurrían los barrios residenciales. Un completo sistema de alcantarillado subterráneo canalizaba las aguas residuales desde las viviendas y los patios hacia una conducción central. El edificio que reviste mayor interés se encuentra en el sector oriental de la ciudad. Mide unos 27 metros de largo. Todo parece indicar que sirvió de almacén principal. Las cuatro estancias consecutivas, comunicadas por puertas, guardaban grano o lana de oveja, quizá. Se conservan las paredes hasta una altura de tres metros. Por encima del zócalo, una tarima de madera probablemente debía servir para mantener aireada y seca la mercancía. La propia existencia y disposición de los almacenes nos remiten a un sistema eco-
nómico evolucionado. ¿Se almacenaba para absorber la producción sobrante? ¿Se levantaron los almacenes para abastecer a las caravanas en tránsito? En la confluencia de antiquísimas rutas de caravanas que ponían en comunicación Anatolia y Babilonia, Egipto y Mesopotamia, la ciudad de Nabada y las enterradas bajo las lomas coronadas constituían parada y fonda en la ruta de los comerciantes. Sólo hemos rescatado una pequeña parte de la ciudad. Los restos del basamento siguen sepultados bajo metros de escombros. Pero la construcción superior, de mediados del tercer milenio antes de Cristo, da fe del esplendor de Nabada. El gran palacio, que la investigación conoce ya bastante bien, se elevaba a modo de castillo en el centro de la acrópolis. Estaba veinte metros por encima de la ciudad. Ocuparía, en su conjunto, una extensión de 50 por 60 metros, con una capacidad para 40 o 50 habitaciones. Sus muros de ladrillos de barro cocido al sol alcanzaban los cuatro metros de altura; en ellos se aprecian todavía los portales en óptimo estado de conservación. Estos portales, a menudo abovedados, nos llevan a un rosario de estancias de paredes enjalbegadas, parcialmente excavadas. La construcción funcional del enclave refleja la complejidad de la vida que allí se desarrollaba. Desde un amplio patio interior, en el centro de la acrópolis, se tenía fácil acceso a las distintas áreas del palacio. En las paredes figuran lazos adornados con rosetas de arcilla. Una serie de escaleras conducen en la parte occidental a una planta superior del palacio, donde se encontraban el salón del trono y la sala de celebraciones. Junto a ellas había estancias menores con sistemas de desagüe que llegaban hasta una profundidad de 20 metros; probablemente se tratara de espacios desti-
Edad del Bronce Medio
Edad del Bronce Tardío
Babilonios, asirios, hititas, Mitanni Literatura sumero-akkádica Copias de los mitos sumerios
Dinastías babilónicas Imperios asirios
2000 a.C.
1500 Palacios minoicos/Cnosos Imperio Medio (Egipto)
Código de Hammurabi
FOTOGRAFIAS: BILDARCHIV PREUSSISCHER KULTURBESITZ / BERLIN
Troya VI
Imperio mitánnico
1400
1100
Destrucción de los palacios minoicos
Imperio Nuevo (Egipto)
Repoblamiento de Tell Beydar (mitánnico) Ugarit (alfabeto)
Tutankamon (1333-1323)
Invasión de los "Pueblos del Mar" Guerra de Troya Troya VII Ramsés II (1279-1213)
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4. DONDE HOY PASTAN LAS OVEJAS en otro tiempo reinaban los soberanos de Nabada. Treinta centímetros de escombros y de tierra cubren las poderosas murallas de ladrillo de barro del palacio. En el fondo la aldea actual, construida hace sólo pocas décadas.
nados al culto donde se practicaban lavados rituales. Desde el amplio patio se pasaba a otro pequeño, situado en el sureste. De aquí, por unas escaleras, se subía a una planta superior, probablemente el área residencial del soberano. Todo el palacio estaba rodeado por una serie de almacenes, sin que hasta ahora conozcamos los bienes que en ellos se guardaban.
En el sur de la acrópolis, estaban los espacios del culto. En el Medio Oriente, las prácticas religiosas formaban parte de las actividades diarias del soberano. El espacio interior del santuario estaba adornado con nichos murales y altares de recamada decoración. Siguiendo una antigua costumbre siria, las tumbas de los soberanos se abrían bajo el suelo del santuario (se acaba de descubrir una
Período glacial Babilonios, asirios, fenicios, arameos
750 Homero
Repoblamiento (asirio) de Tell Beydar
612
a.C.
Destrucción de Nínive
Toma de Babilonia por los persas (539) Herodoto (484-425)
disposición similar en el palacio de Tuttul). Desde los lugares de culto hasta unos 20 metros colina adentro corrían unos tubos de arcilla, canal presumible para aportar comida y bebida con que atender a las necesidades del espíritu del muerto que se encontraba en los infiernos. Una auténtica sensación nos produjo el hallazgo de tablillas donde se recogía en escritura cuneiforme
La cuneiforme, primera escritura de la humanidad Los textos de las tablillas de arcilla nos hablan de un mundo fascinante en el subsuelo de Mesopotamia
La arqueóloga Greta Jans descubre en el barrio residencial tablillas cuneiformes cuya antigüedad se remonta 4500 años (arriba ). Los objetos, limpiados con pinceles y aparatos propios de odontología, testifican las cuentas diarias de la que parece ser última administración del palacio (a la derecha, en la parte exterior ). En la tablilla representada en la imagen central figura también un registro de gastos: en ella se detalla la distribución de alimentos a las mujeres del palacio.
H
ace unos 5000 años el territorio situado entre los ríos Eufrates y Tigris conformaba el país de los sumerios. Tras unas etapas de provisionalidad aparecieron las primeras grafías verbales: la escritura cuneiforme. El escriba solía valerse de un buril afilado con el que hacía presión sobre la superficie todavía tierna de la tablilla de arcilla para dejar marcados los signos. De esta forma surgieron los trazos en forma de cuña que dieron nombre a la escritura cuneiforme, trazos que podían ser horizontales, verticales o inclinados. Los textos más antiguos escritos en tablillas de arcilla proceden de Uruk (la bíblica Erech), pero hasta ahora hemos de contentarnos con una comprensión muy fragmentaria. A tenor de todos los indicios se trata de anotaciones económicas y contables. Estos primeros escritos eran palabras que designaban objetos y seres vivos, profesiones, títulos y números. La anotación de números cardinales con los intervalos 1, 10, 60, 600, 3600, 36.000 indican que en la época sumeria de Mesopotamia meridional se seguía un sistema de numeración sexagesimal. Alrededor del 2600 a.C. la escritura combina ya palabras con sílabas. Así podía reproducirse el lenguaje de una forma relativamente unívoca. Junto a textos económicos y listas de palabras se incluyen certificados legales, contratos de compra, escritos de consagración y textos literarios. Probablemente las introducciones formales a los textos literarios tales como “aquel día, fue realmente aquel día; aquella noche, fue realmente aquella noche; aquel año, fue realmente aquel año” tengan su origen en las expresiones de la tradici ón oral que pasaban a quedar plasmadas por escrito. La epopeya más conocida escrita en escritura cuneiforme contiene varias narraciones sumerias que en parte se remontan al año 2000 a.C. y en parte fueron agregadas siglos más tarde. Conciernen al legendario rey Gilgamesch, que probablemente reinara en la pri-
un registro minucioso de la contabilidad del palacio. Desde 1993 recuperamos más de 150 tablillas de éstas. Gran parte se encontraba en el suelo de una vivienda próxima, para un ulterior aprovechamiento quizás. Estos testimonios escritos, datados en torno al 2400 a.C., su-
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mera mitad del tercer milenio antes de Cristo en Uruk. A él se atribuye la construcción de las murallas de la ciudad con una longitud de nueve kilómetros. En el tercer milenio Mesopotamia era bilingüe: en el sur predominaba el sumerio, mientras que el norte hablaba lenguas semíticas, por ejemplo, akkadio. Esto se refleja también en la escritura: para escribir el idioma akkadio se utilizaban signos sumerios. Además, los signos numerales conocidos en el sur se aplicaron en el norte a un sistema decimal. Esto resulta evidente en unos fragmentos encontrados en Beydar en los que el número cien del sistema decimal semítico se escribía como 60 más 40, de acuerdo con el sistema sexagesimal sumerio. Hasta comienzos del segundo milenio antes de Cristo en la Mesopotamia meridional se hablaba sumerio. Más tarde este idioma siguió vivo en la literatura, el culto y las fórmulas jurídicas hasta la segunda mitad del primer milenio. La escritura cuneiforme fue utilizada también por elamitas, los hititas, los hurritas, los urarteos y otros pueblos asiáticos. Finalmente sirvió de modelo para la escritura alfabética de los ugarititas y antiguos persas. La idea del alfabeto —es decir, la escritura mediante letras que se combinaban libremente— fue asumida por los griegos en el primer milenio antes de Cristo y es una de las características de nuestra cultura occidental. Ex oriente lux , de Oriente vino la luz.
ponen un hallazgo fundamental para desentrañar la cultura del norte de Mesopotamia, apenas investigada.
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as tablillas cuneiformes del Próximo Oriente son los documentos escritos más antiguos que se han con-
servado. La invención de la escritura se remonta a los sumerios del delta del Eufrates en torno al año 3000 a. C. Se supone que las tablillas se utilizaron en principio para anotar transacciones comerciales y cuentas de la administración de templos y palacios. Siglos más tarde, se grababan
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en arcilla cartas, leyes y textos mitológicos y religiosos. Los escritos de Tell Beydar, más exactamente las tablillas de arcilla, se remontan hasta el 2400 a.C. Se trata de una escritura de origen sumerio, aunque el idioma empleado es semítico antiguo. Según los expertos en filología antigua, los pueblos semíticos viajaban por Mesopotamia hacia finales del cuarto milenio antes de Cristo, se mezclaron con los sumerios y terminaron por dominar la refinada cultura mesopotámica. Se han encontrado archivos de aquella época en las ciudades reales semíticas de Ebla y Mari, pero Tell Beydar atesora la mayor riqueza de documentos escritos por los semitas desenterrada en la región del Habur. Se ha descifrado ya buena parte de esa documentación. Los textos de Beydar se refieren a las poblaciones de los contornos, bajo la administración de Nabada. También se ocupan del abastecimiento de los via je ro s, in di ca nd o la s ra ci on es qu e corresponden a cada persona y a cada animal. Es muy significativa la información sobre el soberano que en torno al año 2350 a. C. ejerció su poder en Nabada. Por diversos motivos, incluidas reuniones asamblearias y festividades religiosas, el monarca visitó las metrópolis vecinas de la “provincia”. Leemos en cierto texto los suministros que corresponden, para cuatro días, a las once yuntas con 44 onagros, especie de asno híbrido que vive todavía en el norte de Irán. La atención a los animales de tiro costaba a la ciudad una considerable cantidad de cereal.
El puntillismo de los contables devuelve hoy la vida al antiguo Oriente Medio. Annemarie Dietrich, de la Universidad de Zurich, recrea la siguiente escena: el soberano de Nagar entra en Nabada por una de las puertas de la muralla externa. Tras él, su séquito formado por once yuntas que acarrean el equipaje. Polvorienta y sudorosa la caravana atraviesa la muralla interior y se encamina hacia la acrópolis. El soberano entra en palacio. En cuencos de arcilla hay preparados alimentos para el séquito. El príncipe se llega hasta el soberano. Las gruesas murallas y el suelo blanco proporcionan frescor. No era el primero en acudir: un ministro de la reina de Mari aguardaba ya en el patio de columnas.
rales e históricos pueden permanecer escondidos? Entre las invenciones de los sumerios figura el sello de rodillo. Era éste un rodillo de piedra con adornos en relieve que servía para sellar los pr ecintos de arcilla. En recipientes y puertas de almacenes, así como en los accesos a la sala del trono y a los templos, encontramos estos sellos. Tales estancias permanecían cerradas. ¿Se abrían sólo en ocasiones especiales? Lo ignoramos. Hallazgos de este tipo impresionan por las artísticas repre-
L
a influencia de Nabada, nos dice otro texto cuneiforme desenterrado en el palacio, abarcaba una región extensa. Se habla allí de una tal Paba, la homónima reina de Mari quizás, esposa del rey Iblu-lils. Cabe también que el texto mencionara a la “hija del rey” de Mari. De acuerdo con la investigación reciente de Sallaberger, se deduce de la información contenida en otras tablillas que en la región se criaba una valiosa raza de onagros y que se comerciaba con zonas alejadas centenares de kilómetros, hasta Ebla. Pero no hemos descubierto todavía el auténtico archivo del palacio. ¿Qué tesoros cultu-
5. LOS FUNCIONARIOS de la corte marcaban con un sello de rodillo los precintos que cerraban los recipientes donde se guardaban las provisiones. Marcaban también las puertas del palacio. La cerradura de la puerta, de un tamaño de pocos centímetros (imagen inferior ), muestra una escena mitológica bélica, único caso hasta ahora conocido de este tipo de representación en la Mesopotamia septentrional en torno al año 2350 a.C. En la mitad superior se representa al victorioso soberano, escenas de guerra y una cuerda de presos. En la parte inferior figura una escena de culto difícil de interpretar, relacionada tal vez con el final victorioso de una batalla. El cierre de arcilla de 2 a 3 milímetros de tamaño de la figura superior representa una serie ordenada de cabezas de leones y monstruos. Probablemente se trate del sello de un alto funcionario de Nagar. CIVILIZACIONES ANTIGUAS
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6. BAJO ESTA COLINA DE RUINAS se esconde una auténtica cámara del tesoro de la arqueología del Oriente Medio. Las tumbas circundaban la muralla exterior de la ciudad. La que aquí se representa es de los años 2700 a 2500 a.C. Los muertos se colocaban en cuclillas; a su lado se dejaban ricos presentes para la v ida de ultratumba. Probablemente también tuviera un significado religioso el pozo encontrado en el palacio (izquierda, abajo ) con tubos de arcilla que descendían hasta 20 metros de profundidad: allí se practicarían lavados rituales. La vida cotidiana de los funcionarios queda reflejada en el precinto de arcilla de un recipiente con provisiones (arriba, a la dere- cha ). Este precinto estaba marcado con un sello de rodillo, en cuya parte superior se conservan las huellas dactilares del funcionario. En el friso se representa un león que ataca al ganado. Estas representaciones y los motivos que en ellas figuran son bien conocidos en Mesopotamia meridional. Probablemente existían fuertes lazos comerciales. El vaso votivo con cabezas de carnero (arriba, en el centro ) y el relieve de marfil con un buey en marcha (arriba, a la izquierda ) proceden de la ciudad mitánnica inferior colonizada por los hurritas en torno al año 1400 a.C.
sentaciones de las grandes solemnidades. En ellas pueden verse con frecuencia vehículos de transporte, de viaje o de lucha. Todo habla en favor de un intenso tráfico por las rutas comerciales de larga distancia, pero también de una intensa actividad bélica o diplomática. Pese a su formidable defensa, tras cinco siglos de esplendor, Nabada se eclipsó en torno al año 2350 a. C. ¿Cuál fue la causa? Podría pensarse en Sargón de Akkad, nacido en Kisch, que por aquel tiempo conquistó los estados territoriales mesopotámicos y se erigió en el primer soberano de Oriente Medio. Sin embargo, a diferencia de Ebla, otra conquista suya, no vemos en Nabada restos de incendios en el interior de los edificios que hablarían en favor de acciones bélicas. ¿Por qué abandonaron los habitantes de Nabada su ciudad? Algunos cambios arquitectónicos operados en el palacio ayudan a enhebrar una respuesta. Hacia el 2400 a.C. se adhirió al palacio un nuevo santuario; se rehabilitaron o remodelaron por aquel entonces los lugares de culto. ¿Se debieron a una sequía pertinaz o a otros fenómenos naturales los cambios arquitectónicos instados, que se caracterizan por un evidente componente religioso? Las grietas de las paredes del palacio sugieren la posibilidad de un terremoto. Hartmut Kühne, de la Universidad Libre de Berlín, sostiene que el enorme crecimiento demográfico registrado en la segunda mitad del tercer milenio antes de Cristo agotó los recursos naturales de la región y, con ello, puso fin a las culturas urbanas. No se descarta la hipótesis de un impacto meteorítico en Asia Menor. Hacia el 2350 a.C. la ciudad fue abandonada por sus habitantes. Decenios más tarde volvieron. Aproximadamente en el año 2250 a.C. Nabada sufrió saqueos, decadencia y ruina. En una época en que los reyes akkadios todavía dominaban el norte de Mesopotamia, pueblos indoeuropeos procedentes de las montañas de Anatolia oriental y de Transcau casia irrumpieron en la zona. Venían, entre ellos, los hurritas. Fundaron nuevas capitales como Urkisch. Las excavaciones están desenterrando la cultura hurrita, apenas conocida. En torno al año 1600 a. C. surgió un gran reino hurrita en la cuenca del Hagur que, pasado el tiempo, se conocería con el nombre de Mitanni . En el momento culminante de su poder, alrededor del año 1400 a. C., el reino de Mitanni se extendía desde el mar Mediterráneo hasta los montes Zagros. Los hurritas
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poblaron las ruinas de Nabada, olvidada desde hacía mucho tiempo, unos mil años después de su decadencia. La labor arqueológica de campo prosigue en la ciudad mitánnica de Tell Beydar, situada a menor altura, al oeste de las murallas. En una vivienda hallamos restos de notable valor cultural: un vaso para sacrificios adornado con cabezas de carnero, relieves de marfil con representac ión de leones y bueyes. Tal vez en otro tiempo estos adornos habían servido para decorar muebles. Cayó también el reino de los mitanni. Los asirios conquistaron el país del Habur. Fieros hasta el extremo, deportaron pueblos enteros y aniquilaban al enemigo, sin respetar edad ni sexo. Procedentes de Asur, en el noroeste de Babilonia, a partir del año 1100 a.C., el poder de los asirios se extendió y en poco tiempo llegaron a amenazar incluso a Egipto.
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lo largo de los siglos VII I y VII a.C. los asirios se adentraron por segunda vez en la cuenca del Habur. Poblaron la antigua ciudad mitánnica situada junto a Tell Beydar. Pero no parece que se quedaran allí mucho tiempo. Los babilonios y los medos aunaron sus fuerzas. “Todos los que oyeron de ti (de tu destrucción) aplauden”, escribe el profeta veterotestamentario Nehemías cuando Nínive, la última y grandiosa capital del poderoso imperio asirio, fue reducida a escombros y cenizas en el 612 a.C. Al cabo de pocos años estos pueblos habían conquistado y sometido toda Asiria. Como atisbara el profeta, Nínive se transformó en desierto, “guarida de animales salvajes”. Con su decadencia termina también la historia de Nabada, una ciudad en el nordeste de la ac tual Siria cuyas raíces penetran profundamente en el tercer milenio antes de Cristo.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA ADMINISTRATIVE DOCUMENTS FROM TELL BEYDAR. Farouk Ismali et al. en Subartu, vol. II. Brepolis, Turnhout, 1996. P ALAST UND V ERWALTUNG . Joachim Bretschneider y Greta Jans en UgaritForschungen, vol. 29, págs. 67-93. Ugarit-Verlag, Münster, 1998. B EYDAR , M I TT EI LU NG EN Ü BE R D IE E R FORSCHUNG EINES URBANEN ZENTRUMS IM NORDEN ALT-SYRIENS . Dirigido por Joachim Bretschneider y Annemarie Dietrich. Publikationen des Fördervereins Tell Beydar e.V., vol. 3. UgaritVerlag, Münster, 1999.
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Jardines botánicos y parques zoológicos de tiempos remotos Hace más de cuatro mil años que los gobernantes de Egipto y de Mesopotamia, que levantaron pirámides e imperios, se dedicaron por primera vez a un pasatiempo diferente: la colección de animales exóticos y el cultivo de jardines ornamentales Karen Polinger Foster
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adie diría lo dilatada que es sos hicieron zoológicos y jardines primeras gallinas domésticas de la historia de los parques zoo- tanto por puro placer como por razo- Egipto. lógicos y de los jardines deco- nes de prestigio y de curiosidad cienUn rey de Mesopotamia, Asurrativos. La escritura se inventó hace tífica. Se nos cuenta que muchos de nasirpal II de Asiria, alardeaba en unos cinco mil años, época por la los animales, semillas y esquejes el siglo IX a.C.: “He recolectado maque también se establecieron las pri- provienen de tierras distantes, pro- nadas y las he sacado adelante para meras ciudades; setecientos años pósito con el que muchas veces se que se multiplicaran. En todas las después de tan trascendentales acon- organizaron expediciones. Otras tierras por las que he viajado y en tecimientos los faraones egipcios ya veces se trataba de regalos de gober- las colinas que he atravesado, regishabían levantado sus famosas pirá- nantes amigos o de pueblos con- tré y recolecté los árboles y las semimides, los reyes de Mesopotamia quistados. Orgullosos de sus colec- llas”. Un himno del sur de Mesohabían erigido el primer imperio del ciones, sus dueños procuraron que potamia del siglo XI a.C. habla de mundo y los gobernantes respecti- se reprodujeran y que continuaran exóticas maravillas florales que vos habían creado parques zoológi- aumentando, empleándose cuida- “aumentaban el orgullo de la ciucos y jardines botánicos. dores y jardineros para atender a los dad”. Los primeros se ampliaron du- ejemplares más exigentes y a la flora El vasto imperio persa absorbió rante los dos milenios siguientes con delicada, al tiempo que se instala- Egipto y Mesopotamia entre los la inclusión de animales como jira- ron innovadores mecanismos de siglos XI y IV a.C., convirtiéndolos fas, guepardos y monos de Africa, riego. en provincias suyas. Los gobernanfocas del Mediterráneo y osos y eleEl orgullo real es evidente, por tes persas siguieron coleccionando fantes de Asia. Los jardines conta- ejemplo, en un relato contenido en fauna y flora extranjeras, pero ideaban muchas veces con bosquecillos un texto y en varios relieves pin- ron un nuevo plan de jardín, más de árboles raros, aviarios de pája- tados del complejo funerario de la metódico. El jardín persa, rectanros exóticos y un estanque central faraona Hatshepsut, en Tebas. gular y rodeado por altos muros, plagado de peces inusuales. Hacia 1460 a.C. Hatshepsut tuvo estaba dividido normalmente en cuaLas imágenes que ofrecemos re- la inteligente idea de procurarse tro secciones iguales por canales que producen algunos de los testimonios muestras de mirra del cuerno de iban a reunirse en un estanque plásticos mejor conservados de los Af rica pa ra ll eva r a cab o una p lan- pequeño. A estos refinados jardines zoos y de los jardines primigenios. tación en Egipto. La mirra impor- de recreo se les llamaba pairi-dae Los datos artísticos egipcios más tada, necesaria para el incienso y za (“rodeados por muros”), un térabundantes proceden de tumbas para la momificación, era muy cos- mino que los griegos traducían como cuyas fechas abarcan los años 2500 tosa. “Nunca se trajo nada pare- pa ra de is os. “Paraíso” se convirtió al 1400 a.C.; los relativos a Meso- cido”, proclamaba, “por ningún rey en un concepto fundamental de las potamia provienen de los relieves que lo fuera desde los orígenes”. concepciones cristiana e islámica palaciegos asirios de entre 880 y Hatshepsut se procuró de paso algu- durante el milenio siguiente. El anti627 a.C. Los abundantes registros nos babuinos para el zoo real. Según guo jardín egipcio y mesopotámiescritos —realizados sobre tablillas indican otros textos, su sucesor, co se convirtió en el Edén de la Bide arcilla, sobre papiros y por las Tutmés III, se deleitaba en un zoo blia y del Corán, un reflejo sobre la paredes de tumbas y palacios— des- que incluía cuatro aves indias “que tierra de las maravillas prometidas criben cómo los reyes y los podero- ponían huevos diariamente”, las en el cielo.
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N ELEGANTE JARDIN CON UN ESTANQUE adornaba la finca de un funcionario egipcio, llamado posiblemente Nebamum, hacia 1400 a.C., de acuerdo con esta pintura encontrada en su ahora perdida tumba tebana. El estanque evidentemente albergaba patos, gansos y peces que nadaban entre los lotos. Macizos de papiros, amapolas y otras plantas con flor bordeaban el estanque. Dos variedades de sicomoros, tres clases de palmeras (datilera, doum y argun) y exuberantes viñas suministraban acogedora sombra, mientras que algunas mandrágoras estaban cargadas de fruta. La mujer que sale de entre los árboles en la parte superior derecha y disponiendo una mesa repleta de alimento y de bebida es la diosa del sicomoro. De acuerdo con las convenciones artísticas egipcias, el pintor combinaba varias perspectivas para transmitir la mayor información posible. Una vista aérea es la mejor forma de ilustrar el contorno del jardín y la forma del estanque; una vista lateral descubre aspectos adicionales de las plantas y los animales. Para no bloquear el estanque, los árboles y los arbustos crecen hacia afuera en tres direcciones. Muchos artistas de la época habrían dibujado la fila inferior boca abajo, pero éste eligió una posición erguida, que es más natural.
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SIRIA MAR MEDITERRANEO
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RAGMENTO DE UN RELIEVE PINTADO. Es la prueba pictórica más antigua de que la realeza del Oriente coleccionaba animales exóticos. Revela que entre las piezas recolectadas para el faraón egipcio Sahure (que gobernó del 2458 al 2446 a.C.) durante una expedición al Levante, a lo largo de la costa oriental del Mediterráneo, había osos sirios, sujetos con collar y correa. El fragmento, procedente de la pirámide del rey en Abú Sir, es parte de un relato gráfico que adornaba el templo mortuorio de Sahure, un tipo de tumba faraónica utilizada para rendir culto a un rey muerto. Los relieves que cubren la pared norte representan a los via jeros en su ruta marítima haci a el Leva nte; en l os d e la pared opuesta se cuenta el viaje de vuelta, siendo en los que aparecen los osos. No se sabe dónde estuviera situado el bestiario real y ni si se entrenaba a los osos para que actuasen. El artista tuvo que haber visto por sí mismo a los animales, puesto que sus uñas largas, su pesada forma de andar y sus expresiones de desconcierto son de un naturalismo que impresiona. Los comerciantes también importaron vasijas sirias de una sola asa (como la situada en la parte inferior izquierda) llenas de productos levantinos, así como enormes troncos de cedro, muy apreciados en Egipto.
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MAR CASPIO
Nínive M E Nimrud S O ASIRIA P O T A M I A T i g
O N A T I L O P O R T E M E T R A E D O E S U M 2 9 9 1 © / ) 3 1 . 3 . 0 2 ( 0 2 9 1 , T F I G S S E N K R A H . S D R A W D E Y D N U F S R E G O R
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ODELO DE JARDIN EN UNA CAJA. Es el único diorama de jardín egipcio conocido. Se encontró en la tumba de Meket-Re en Tebas, un funcionario egipcio de alto rango de hacia 2010 a.C. Los sicomoros (hechos de madera y con hojas insertadas individualmente) rodean una cuba rectangular recubierta de cobre, que en otro tiempo debió de contener agua. Al fondo hay una galería sostenida por columnas de madera llamativamente decoradas con un diseño inspirado en haces de tallos de lotos y papiros. Tres pequeños caños de drenaje sobresalen del techo de la galería. Desde el 2500 al 1900 a.C., aproximadamente, los modelos de madera complementaron las decoraciones de las paredes de las tumbas, reproduciendo aspectos de la vida diaria. Muchos eran cajas que representaban el aspecto interior de diversos recintos, como los graneros y los mataderos. Otros eran maquetas, entre los que se cuentan barcos en miniatura con velas de tela extendidas y redes llenas de diminutos peces de madera. Aunque en el jardín de Meket-Re no aparezcan personas, la mayoría de los modelos incluyen operarios de madera ocupados en sus tareas.
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ESFILE DE ANIMALES EXOTICOS contenido en una pintura mural de la tumba de Rekmire en Tebas. Rekmire fue un funcionario de alto rango que sirvió a los reyes egipcios Tutmés III y Amenotep II a finales del siglo XV a.C. Expediciones periódicas de naturaleza militar y comercial realizadas durante sus reinados extendieron la influencia imperial de Egipto hacia el sur, hasta Nubia, y hacia el norte, hasta el Levante, pudiéndose ver animales de ambos confines en la pintura. En la parte superior los nubios conducen perros de caza, ganado vacuno de largos cuernos y una joven jirafa de cuyo cuello cuelga un mono verde. Los sirios entran por la parte inferior con un elefante, un oso y caballos, además de transportar lingotes de cobre, colmillos de elefante y diversas vasijas. La representación de la jirafa es especialmente chocante. Observándol a de cerca se ve que las manchas del animal son pequeños rombos ( detalle ) . Mediante esta sutil alteración geométrica el artista refleja un aspecto político: de la mi sma forma en la que esta extraña bestia de Africa se ajusta ahora a l os motivos decorativos egipcios, los nubios han sido obligados a someterse a la dominaci ón egipcia.
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ONOS CON CORREA llegaron a la corte asiria de Asurnasirpal II en Mesopotamia junt o con muchos otros ani male s, inc luye ndo ele fantes, osos, ci ervos raros y “criaturas marinas” mediterráneas (probablemente delfines, focas y similares). En 879 a.C. el rey fundó un nuevo palacio y un centro administrativo en Nimrud. Poco después aumentó sus adquisiciones de fauna exótica. Estas figuras pertenecen a relieves de la sala del trono, que representan a extranjeros ofreciendo productos de lujo a la corte; la inscripción que se extiende horizontalmente como una cinta es un texto ritual de alabanza al rey. Se sabe que allí había recintos cerrados para los animales, así como extensos jardines y zonas verdes, pero no se ha encontrado rastro alguno de ellos. El estilo de los relieves de Asurnasirpal muestra una cuidada composición y la yuxtaposición de formas y texturas. Por ejemplo, la cola del mono de la parte inferior se sitúa por encima del pie de su portador, dejando visible la puntera puntiaguda de su zapato. La piel punteada del animal contrasta con los flecos estriados de la vestimenta humana. El artista ha organizado además las figuras de manera se disponga del suficiente espacio para permitir una visión despejada de la cabeza y de las patas de lanteras del mono, que muestran un gran parecido con las humanas.
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L OBELISCO NEGRO del palacio de Salmanasar III en Nimrud relata las múltiples campañas militares del rey y los tributos que recibía de todos los rincones de su imperio durante su reinado (del 858 al 824 a.C.) mediante veinte paneles en bajorrelieve y las inscripciones que corren paralelas a los bordes superiores e inferiores. El lateral que puede verse a la izquierda muestra criaturas traídas para el rey desde el este: un par de camellos “cuyas espaldas están duplicadas”, un elefante indio y dos simios. Es evidente un cambio en el estilo artístico del obelisco: las figuras pertenecientes al reinado de Salmanasar III muestran rasgos más escultóricos que los relieves más tempranos y relativamente lineales de Asurnasirpal II.
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A RESERVA DE ANIMALES representada sobre estas líneas fue proyectada con gran cuidado por el rey asirio Senaquerib en lo que él llamaba “su palacio sin rival”, construido en Nínive hacia el 700 a.C. Senaquerib puso mucho cuidado en crear parajes naturales para criar animales foráneos e indígenas. El texto afirma que “las plantaciones tuvieron un enorme éxito; las garzas que venían de lejos anidaban y los cerdos y demás animales producían crías en gran número”. El relieve incluye, hacia su parte central izquierda, a una prolífica cerda caminando con sus lechones; sobre ella se encuentra un ciervo casi escondido entre los juncos entrelazados. El rey prestaba la misma atención a sus elaborados jardines ( que no aparecen representados ) . Un estudio de Stephanie Dalley defiende que los legendarios Jardines Colgantes, más que ser la obra del babilonio del siglo VI Nabucodonosor, eran de hecho los renombrados jardines de Senaquerib, a muchos kilómetros hacia el norte de Babilonia.
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A FIESTA EN EL JARDIN, que recuerda este relieve, fue ofrecida por el nieto de Senaquerib, Asurbanipal, que gobernó hasta el 627 a.C. Asurbanipal preservó las creaciones de Senaquerib y mantuvo también sus propios jardines y zoos. El relieve, de su palacio del norte en Nínive, le representa celebrando una victoria sobre Elam, un reino situado hacia el sudeste. Está reclinado sobre un lecho de marquetería, con el codo apoyado en un cojín y levantando la copa por su reina. Los sirvientes abanican a la pareja real, les traen refrescos y tocan arpas y otros instrumentos. La escena completa parecería una bucólica delicia de no ser por un truculento detalle: la cabeza cortada del rey elamita cuelga (boca abajo) de una argolla situada en un árbol de la izquierda (entre dos palmeras). Su desagradable olor podría explicar por qué Asurbanipal y su reina sostenían ramilletes de jazmín y tenían cerca un par de quemadores de incienso. Asurbanipal ignoraba que los días de Nínive estaban contados. Sus enemigos del este, los medos, saquearon la capital en el 612 a.C., poniendo fin al imperio asirio. Sus zoos y jardines, el orgullo de generaciones de reyes asirios, fueron abandonados y se convirtieron en ruinas.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA THE GARDEN: AN ILLUSTRATED HISTORY. Julia S. Berrall. Viking Press, 1966. ANIMALS IN ARCHAEOLOGY. Dirigido por A. Houghton Broderick. Praeger, 1972. ATLAS OF ANCIENT EGYPT. John Baines y Jaromir Málek. Facts on File, 1980. CULTURAL ATLAS OF MESOPOTAMIA AND THE ANCIENT NEAR EAST. Michael Roaf. Facts on File, 1990. NINEVEH, BABYLON AND THE HANGING GARDENS: CUNEIFORM AND CLASSICAL SOURCES RECONCILED. Stephanie Dalley en Iraq (revista de la British School of Archaeology in Irak, Londres), vol. 56, páginas 45-58; 1994. THE ANIMAL WORLD OF THE PHARAOHS. Patrick F. Houlihan. Thames and Hudson, 1996. THE MODERN ARK; THE STORY OF ZOOS, PAST, PRESENT, AND FUTURE. Vicki Croke. Charles Scribner’s Sons, 1997.
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Arcos y bóvedas del Próximo Oriente Trabajando con ladrillos de barro secados al sol (adobes) y con mortero de barro, los albañiles de Egipto, Mesopotamia y Levante construyeron, en la antigüedad, arcos y bóvedas tan elegantes cuan duraderas Gus W. Van Beek
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ntre los estudiosos de la historia de la arquitectura se ha convertido casi en un tópico la afirmación según la cual el uso del arco y la bóveda empezó con los romanos. Si bien es cierto que éstos desarrollaron al máximo dichas estructuras, construyéndolas con frecuencia y también a escala monumental —tal como vemos en sus puentes y acueductos, arcos triunfales y anfiteatros que se conservan diseminados por el sur de Europa—, no fueron los romanos los inventores del arco, ni tampoco fueron los primeros en fusionarlos con bóvedas. Cuando se levantó el Coliseo, hacía ya 3000 años que se construía dicho tipo de arcos. Los pocos arqueólogos que han estudiado este tema coinciden en afirmar que arcos y bóvedas tuvieron su origen en las marismas del bajo Egipto o en Mesopotamia. El prototipo de éstos lo constituía una serie de haces de juncos colocados verticalmente en el suelo, doblados hacia dentro y unidos por su extremo superior, formando, así, un techo. Los dibujos egipcios primitivos nos muestran, al igual que los jeroglíficos que aparecen en ellos, bóvedas de juncos sobre los santuarios, las cámaras de los barcos y otras estructuras. A pesar de que estas antiguas construcciones de caña no se han conservado, dicha técnica se aplica hoy en día en el sur de Irak, en la confluencia del Tigris y el Eufrates, donde un pueblo, los Arabes de los Pantanos, aún construye enormes edificios de juncos abovedados. La superficie exterior de algunos de estos edificios se recubre de una capa de barro. Estas construcciones de zarzo constituyen probablemente un resto de una etapa intermedia en la construcción de la bóveda. Mas, dada la escasez de juncos (que tan sólo crecían en las zonas pantano-
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sas), y su poca durabilidad, la mayoría de los albañiles del Próximo Oriente acabaron por prescindir de dicha materia y pasaron a utilizar un material más compacto y resistente: el adobe. Casi todos los arcos que se conservan en el Próximo Oriente están construidos con adobes (palabra tomada del árabe al-túb). Incluso tras la aparición del ladrillo continuaron utilizándose los adobes en la mayoría de los edificios del Próximo Oriente. El porqué de dicha preferencia es de fácil explicación, ya que el adobe está formado por ingredientes tan comunes como tierra, agua y paja machacada, elementos a los que a veces se añadía estiércol o arena. Por otro lado, el adobe no precisaba cocerse en un horno, ya que bastaba con secarlo al sol. Ambos factores definen al adobe como el material de construcción más económico: requería un mayor esfuerzo, pero una energía menor. El adobe es un mal conductor del calor y es, por tanto, el material de construcción idóneo para regiones áridas donde los cambios de temperatura son elevados, cuando en un día de verano se pasa de los 30 o C, el interior de una casa de adobe la temperatura se mantiene a veintitantos grados. A la misma temperatura externa una casa prefabricada de hormigón, sin aire acondicionado, se acercará a los 40 grados Celsius. El mismo clima árido que hace del adobe el material idóneo para la construcción en el Próximo Oriente define a la bóveda como la técnica perfecta para la construcción de techumbres, puesto que un techo abovedado permite que el aire caliente ascienda más que un techo bajo y plano, todo lo cual proporciona una atmósfera aún más fresca. Un factor predomi-
nante para la elección de techos abovedados es la inexistencia de bosques en muchas regiones del Próximo Oriente, que aportaran la madera destinada a apuntalar techos planos. Una bóveda de adobe no necesita ser apuntalada por vigas de madera, por lo que no tan sólo resulta práctica y económica, sino que también representa una forma grácil de techar un edificio.
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e han encontrado tres clases de arcos y bóvedas de adobe en excavaciones del Próximo Oriente. La primera es el arco radial, el que resulta probablemente más familiar por cuanto a su modernidad se refiere (véase la figura 2 ). En un arco radial, la primera capa de ladrillos se inclinaba hacia el vano por medio de piedras pequeñas o cascos que, amalgamados con mortero de barro, se extendían sobre las paredes laterales. Los ladrillos se colocaban boca abajo con el lado largo paralelo a la pared lateral y solían ser de unos 30 a 40 centímetros de longitud y de 9 a 12 centímetros de grosor. Se han hallado ladrillos rectangulares y cuadrados. Se repetía dicho proceso y las capas de ladrillos se iban inclinando en ángulos cada vez más rectos hasta que el arco se cerraba con ladrillos colocados en posición vertical o semivertical. En los vanos arqueados y pasadizos abovedados cortos se colocaban directamente, en capas sucesivas, uno sobre otro. Sin embargo, en habitaciones de bóvedas mayores se aparejaban las capas o se colocaban al tresbolillo, tal como en la construcción de un muro vertical. Parece probable que el arco y la bóveda radial derivaran del mensulado, técnica conocida y practicada desde épocas antiguas a lo largo del Próximo Oriente y de la zona del
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1. BOVEDAS DE ADOBE apuntalan los almacenes (arriba ) del complejo mortuorio de Ramsés II, el gran faraón que llevó al imperio egipcio a su último apogeo en el s. XIII a.C. El conjunto arquitectónico, el Ramesseus, se halla en la orilla del Nilo opuesta a la ciudad de Luxor. Cada almacén está cubierto por una bóveda de ladrillo montado: los ladrillos están colocados, de pie, sobre los muros laCIVILIZACIONES ANTIGUAS
terales y se inclinan hacia una pared de fondo, que no se ha conservado. Cada bóveda está formada por cuatro capas o pisos de ladrillo; la fotografía de la parte superior de un muro lateral (abajo ) nos muestra cómo las sucesivas capas de ladrillo que formaban la bóveda se inclinan en sentidos opuestos. Los almacenes guardaban las provisiones que el faraón precisaría en su vida en el más allá. 31
Mediterráneo. En el mensulado, capas sucesivas de ladrillo formaban saledizos en vez de inclinarse hacia el vano: cada capa se colocaba de forma horizontal, de suerte que se proyectara sobre el extremo de la capa inferior. En Tell Razuk, Irak, hay un edificio del 2900 a.C. que ejemplifica lo que serían las formas transitorias de evo-
lución: tejados abovedados en los que las sucesivas capas están mensuladas e inclinadas hacia dentro a la vez. Durante la mayor parte de los períodos de la historia faraónica se construyeron en Egipto arcos y bóvedas radiales, de manera esporádica, en tumbas y puertas monumentales. La primera muestra conocida se
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halla en Helwan en una tumba de la primera dinastía (hacia el 3000 a. C.). Otra muestra un poco posterior, más instructiva, la constituye el pórtico arqueado de una mastaba (tumba en forma de banco de lados inclinados) que se encuentra en Giza; de la cuarta dinastía (entre el 2680 y el 2560 a. C.), perteneció al noble Neferi.
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2. LAS BOVEDAS RADIALES generalizaron su uso en el Próximo Oriente desde el cuarto hasta el primer milenio de nuestra era. El primer paso para la construcción de una bóveda radial consistía en levantar las paredes laterales por completo (1 ). Los adobes, sin mortero, se apilaban entre las paredes como cimbra, o apuntalamiento temporal, de la bóveda (2 ). El mortero de barro se extendía sobre el tramo superior de las paredes, mientras que se colocaban piedras pequeñas o cascos sobre los bordes externos con el objeto de incli32
nar los ladrillos de la bóveda principal hacia el vano (3 ). Se colocaban los ladrillos boca abajo; los que aparecen aquí son los ladrillos cuadrados típicos de Mesopotamia, de 35 centímetros de longitud. Las capas sucesivas de ladrillo se aparejaban e inclinaban hacia el vano con piedras y cascos (4 ), hasta que la bóveda se cerraba por su parte superior (5 ). Al cabo de unos pocos días se retiraba el soporte, en cuanto se secara el mortero; la bóveda se cubría entonces con una capa de barro para protegerla del viento y la lluvia ( 6 ). TEMAS 37
Los ladrillos que forman el interior del arco fueron colocados de manera que parecieran haces de juncos arqueados, con dos molduras semirredondeadas en su superficie interior; el interior del arco estaba pintado, además, de un brillante e intenso color rojo, el color tradicional de los juncos secos del arte egip-
cio. Esta evidente imitación de juncos nos demuestra que los primitivos arcos de adobe eran hechos según el prototipo del junco. El arco y la bóveda radial fueron, sin embargo, más utilizados en Mesopotamia, en donde evolucionaron seguramente de manera independiente y más o menos al mismo tiemp o
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que en Egipto. La primera muestra conocida se halla en el salón de Tepe Gawra, de finales del cuarto milenio antes de Cristo, durante la aparición de la civilización sumeria. Las tumbas del rey Abargi y de la reina Shubad (construidas hacia el 2500 a.C.) se encuentran en Ur, el yacimiento sumerio más famoso, y tenían teja-
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3. BOVEDAS DE LADRILLO TUMBADO: no precisaban ningún apuntalamiento temporal durante el proceso de construcción. Se delineaba la bóveda mediante una gruesa capa de mortero extendida sobre la pared de fondo. El primer ladrillo, de pie sobre el muro lateral y vencido hacia el vano por piedras y cascos, se apoyaba contra el mortero (1 ). (Los ladrillos rectangulares que se ilustran aquí son egipcios.) El mortero se extendía por la superficie del primer ladrillo y se colocaba otro apoyado en éste; el tercer ladrillo se siCIVILIZACIONES ANTIGUAS
tuaba encima del segundo y se inclinaba hacia el vano y apoyaba sobre la pared de fondo, y así hasta que el primer arco se cerraba por la parte superior (2 ). Arcos sucesivos se apoyaban en el primero hasta que se alcanzaba la pared opuesta (3 ). El espacio triangular resultante se rellenaba con arcos menores y, por último, de piedras, cascos y mortero (4 ). Muy a menudo se solía colocar una segunda capa, montada en sentido contrario, sobre la primera (5 ). Una vez acabada, se recubría la bóveda de barro (6 ). 33
AIN SINU
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TEPE GAWRA MOSUL
TELL AL RIMAH
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BAGDAD
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TEHERAN
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RAMESSEUM LUXOR
SAN SIMEON N I L E S I . D N A L A
GOLFO PERSICO
ASUAN
MAR ROJO
4. ESTE MAPA DEL PROXIMO ORIENTE nos muestra las excavaciones arqueológicas donde se han hallado arcos y bóvedas de ladrillo. Abarca yacimientos correspondientes a Egipto, Mesopotamia (en el valle de los ríos Tigris y Eufrates), Levante (la región costera oriental del mar Mediterráneo) e Irán.
dos abovedados y pórticos arqueados, radiales ambos. Los arcos y bóvedas radiales de Mesopotamia más impresionantes se hallan en Tell al-Rimah, de finales del tercer milenio antes de Cristo y de la primera mitad del segundo. En el complejo del templo de dicho emplazamiento hay habitaciones cuyos tramos de techo abovedado llegan a tener hasta 3,8 metros de anchura; una escalinata está apuntalada por ocho arcos radiales, de altura que aumenta de manera paulatina, y tres pasadizos construidos en medio de una monumental rampa de entrada conectan terraza con terraza. Asimismo, alberga puertas arqueadas, una cámara mortuoria abovedada y una serie de arcos radiales en dos niveles que apuntalaban una terraza o quizás, incluso, un edificio. Unas excavaciones efectuadas en Israel sacaron a la luz las primeras muestras de arcos radiales de adobe en Levante. La más antigua es una puerta de Tell Dan, de arcos de ladrillo, del siglo XVI II a. C., formada por tres hiladas concéntricas o niveles. En el emplazamiento arqueológico de Tell Jemmeh, donde yo excavé, había cuatro arcos radiales que apuntalaban el techo que separaba el fogón de la cámara de hornear en el gran horno de cerámica construido por los filisteos el siglo XII a. C. En otro lugar de la excavación hallé un arco de ado-
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be con una luz de 4,25 metros, longitud nada habitual en un muro, q ue apuntalaba el techo de un vasto granero circular del tercer siglo antes de Cristo. El conjunto de las excavaciones arqueológicas nos demuestra que los arcos y las bóvedas radiales fueron utilizados por doquier en el Próximo Oriente, desde el sur de Egipto hasta el oeste de Persia, y desde finales del cuarto milenio antes de Cristo hasta bien entrado el primer milenio de nuestra era. Sin embargo, el diseño radial tenía una pega, y muy considerable: arco y bóveda precisaban cimbras, o ser apuntalados provisionalmente, mientras se secaban. Como la madera escaseaba, parece ser que se utilizaba normalmente una pila de adobes secos, sin mortero, tal vez cubierta con una capa de paja. Es de suponer que el llenar una puerta o una habitación entera de ladrillos para retirarlos una vez que el arco o la bóveda se hubieran secado requería un tiempo y un esfuerzo considerables.
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l segundo método de construcción de bóvedas, llamado de ladrillo montado, no precisaba cimbras. Los ladrillos de las bóvedas de ladrillo montado eran más ligeros que los de las bóvedas radiales, ya que eran menores y más finos y porque se usaba más paja en la mezcla con el
barro. De mayor relevancia que el peso de los ladrillos es la ingeniosa manera en que se colocaban: se montaban o inclinaban contra una de las paredes últimas de la bóveda (véase la figura 3 ). Se inclinaban a la vez hacia dentro, como los ladrillos de una bóveda radial, por medio de piedras o cascos colocados bajo sus salientes externos. La bóveda acabada constaba de varios arcos de ladrillo inclinados; el agujero que quedaba en la pared del extremo opuesto se rellenaba con arcos menores, trozos de ladrillo, cascos, piedras y mortero. La construcción de una bóveda de ladrillo montado podía detenerse en cualquier momento y la bóveda permanecería derecha sin necesidad de ser apuntalada en su interior, ya que cada arco apuntalaba al superior. El mortero de barro evitaba que los arcos se deslizaran, ya que se extendía entre los mismos de manera compacta. La succión del mortero mojado se veía incrementada por una interesante característica de los mismos ladrillos: cada ladrillo mostraba en un lado (y en Egipto a veces en los dos) una serie de surcos profundos, escopleados por los dedos del albañil mientras el mortero estaba húmedo. Los surcos hacían que el mortero actuara sobre un área de superficie mayor y con ello se conseguía una succión más intensa que resultaba en una mayor adherencia de los ladrillos. La técnica del ladrillo montado se aplicaba de distintas maneras. A veces se construía una bóveda desde las dos paredes extremas. Dicha práctica no era particularmente acertada ya que, en vez de tener que rellenar un pequeño espacio triangular en un extremo, el albañil se veía obligado a rellenar un mayor espacio elipsoide en el centro, allí donde se encontraban los arcos inclinados de forma opuesta. El grosor de la bóveda se aumentaba en ocasiones colocando hiladas adicionales sobre la primera, una vez cubierta la habitación por una capa de ladrillos abovedada. En Mesopotamia, donde se usaban ladrillos cuadrados, bastaba una sola capa adicional para conseguir el grosor deseado. Egipto, que prefería los ladrillos estrechos y rectangulares, reforzaba las bóvedas con unas cuatro capas, o más. Las capas alternadas se inclinaban en sentidos opuestos: la primera capa se apoyaba en una pared extrema mientras que la otra lo hacía contra la opuesta, y así sucesivamente.
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5. CONSTRUCCION DE LAS BOVEDAS DE COSTILLAS con un par de largos adobes, ligeramente curvados, que se apoyaban entre sí sobre el centro de la estancia. Los huecos que quedaban entre los ladrillos y entre los extremos de éstos y los muros laterales se rellenaban de cascos y mortero. En Nushi Jan, Irán, en el interior de
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un templo construido entre el 750 y el 600 a.C. (derecha ) hay una bóveda de costillas que apuntalaba el piso de una habitación superior. Los ladrillos de las bóvedas son de unos 120 centímetros de longitud. David B. Stronach, profesor hoy en Berkeley, excavó este yacimiento.
LADRILLO TUMBADO
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1 METRO
6. DOVELAS, o ladrillos colocados en cuña, reforzaron arcos y bóvedas. Las dovelas más antiguas se hallan en un edificio asirio del siglo VII a.C. de Tell Jemmeh. Las tres habitaciones de que consta la planta son de diferente amplitud, mas las bóvedas del techo fueron construidas para que tuvieran la misma altura: por ello las bóCIVILIZACIONES ANTIGUAS
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vedas de las habitaciones más espaciosas se hicieron más aplanadas. Las bóvedas eran de un grosor equivalente a un ladrillo y tres cuartas partes: en cada capa se alternaban arcos de ladrillo del tamaño habitual con otros de ladrillo que equivalía a unas tres cuartas partes del ladrillo normal. 35
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l primer ejemplo conocido de bóveda de ladrillo montado se halla en Helwan, en la misma tumba del final de la primera dinastía (hacia el 3000 a. C.) que contenía la bóveda radial egipcia más antigua. El maduro diseño de la bóveda de ladrillo parece indicarnos, sin embargo, que dicha técnica se había empleado con anterioridad y que algunas muestras de la misma no se han conservado o no se han descubierto todavía. En algunas de las muchas bóvedas de la cuarta dinastía se evidencia cierta innovación, principalmente en la
forma de los ladrillos. Uno de los experimentos más interesantes se halla en la mastaba del sacerdote Sabef, en la necrópolis de Giza. Los ladrillos de dicha bóveda tienen salientes triangulares en ambos extremos, lo que permitía que éstos encajaran con otros ladrillos vecinos del mismo arco. Aunque en teoría dicha práctica reforzara la bóveda, los ladrillos se encogían al secarse, lo que provocaría que éstos no encajaran correctamente; asimismo, es posible que los salientes triangulares se rompieran durante el proceso de cons-
trucción. Todos estos problemas parecen dar respuesta a por qué no se han hallado otras bóvedas de adobe con ladrillos encajados. Por otro lado, en todos los períodos de la historia egipcia, desde la antigua a la moderna, se encuentran bóvedas de cañón construidas con ladrillos montados rectangulares: en cámaras mortuorias y anexos tales como salas de ofrendas; en soportes de techos y tejados de casas comunes; en agujeros de ventilación en forma de cúpula de tejados planos; como puntales de escaleras y techumbre de las mismas, y en almacenes, templos y monasterios. Las bóvedas de ladrillo montado acabarían por reemplazar a las radiales de manera general. El diseño radial siguió considerándose óptimo para las puertas y las bóvedas abiertas, las cuales no poseían la pared extrema que el diseño de ladrillo montado precisaba; mas, debido a la tradición que su uso implicaba, persistió en otro tipo de construcciones. Las bóvedas de más alta calidad de la época faraónica se encuentran en Luxor, en los almacenes construidos por Ramsés II (que reinó desde el 1290 hasta el 1224 a.C. aproximadamente) en su complejo mortuorio: el Ramesseum. Estos almacenes, largos y estrechos, se destinaban al almacenaje de las provisiones que el soberano necesitaría en la vida ultraterrena. En cada uno de los edificios, las paredes laterales aparecen cubiertas por cuatro capas de ladrillo mensulado; estas ménsulas forman anchas plataformas de las cuales arrancan gruesas bóvedas. Cada bóveda está formada por cuatro capas de ladrillo montado, como mínimo, con cuatro capas alternadas e inclinadas hacia paredes extremas opuestas.
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7. MONASTERIO DE SAN SIMEON, construido en Aswan, el s. VII d.C. Muestra sorprendentes ejemplos de bóvedas de ladrillo tumbado. Aquí aparece un corredor del monasterio. Las bóvedas que apuntalaban el piso de otro corredor superior y abovedado se han reforzado con acero. El abovedar de nuevo el espacio entre las bóvedas principales y las paredes del corredor permitía la conducción del aire hacia las celdas. 36
n el monasterio copto de San Simeón, Aswan, construido en el s. VII d. C. , unos dos mil años después que el Ramesseum, aparece reflejada la extraordinaria adaptabilidad de la bóveda de ladrillo, tanto en forma como en función. Las bóvedas que se extendían a lo largo de la iglesia (y que ahora tan sólo se conservan en los lados del presbiterio) no eran únicamente simples bóvedas de cañón: bóvedas cruzadas de la nave las intersecaban originalmente. Las bóvedas de ladrillo sobre el corredor inferior constituían un ingenioso sistema de ventilación para las celdas de los monjes. Unas bóvedas secundarias, que ocupaban el espacio que las curvas de la bóve da
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8. BOVEDAS DE ADOBE MODERNAS construidas al estilo tradicional apuntalan los edificios de la fundación cultural Dar al Islam de Abiquiu, Nuevo México, complejo diseñado por el arquitecto egipcio Hassan Fazi. A la derecha hay una mezquita. Los
demás edificios pertenecen a una escuela y los que aún están por acabar, arriba a la izquierda, serán una cafetería. El mundo moderno ha redescubierto las ventajas del adobe y, con ello, el valor de arcos y bóvedas.
principal formaban con las paredes No muy lejos de Tell al-Rimah, en laterales, conseguían aligerar la Tell Taya, otro templo del s. XVIII a.C., carga sobre la bóveda principal y se ha desenterrado otro arco mesoconducir el aire fresco nocturno al potámico, así como en los tejados de interior de cada celda. dos cámaras mortuorias del s. XV a.C. En Mesopotamia las bóvedas de en Haft Tepe, Irán. Sin embargo, no ladrillo montado más antiguas se se ha hallado ninguno del primer encuentran en Tell al-Rimah; se cons- milenio antes de Cristo, quizá portruyeron hacia el 2000 a. C. , unos mil que no se haya conservado o porque años tras la aparición de dicha téc- aún no haya sido descubierto. Las nica en Egipto. En Tell al-Rimah hay bóvedas de ladrillo vuelven a apareuna serie de bóvedas erigidas des- cer en varios emplazamientos durante de el 2000 al 1350 a. C. y algunas de el primer milenio después de Cristo. ellas muestran interesantes varian- En realidad, el cenit de la bóveda de tes de la técnica: algunas bóvedas ladrillo aparece en el Taq Kisra, un que ayudaban a apuntalar un edifi- gran salón del palacio de Ctesifón, al cio o terraza son, por ejemplo, en sur de Bagdad, que fue construido forma de cúpula. Para elevarlas se entre el s. III y VI d.C. , si bien las feconstruían paredes de fondo de la chas exactas de su construcción no misma altura que las laterales, mien- se han esclarecido todavía. El Taq tras que un abanico de ladrillo (una Kisra se levantó, principalmente, con pechina) se colocaba en cada esquina, ladrillos en vez de los tradicionales de tal forma que se proyectaba hacia adobes. Hoy en día su altura es de arriba y hacia el interior de la habi- 28,4 metros y su arco, sin soporte tación. La abertura octogonal resul- alguno, tiene 25,5 metros de luz, por tante estaba abovedada por arcos lo que es la bóveda de ladrillo sin apoyados en las pechinas y las pare- soporte mayor del mundo (véase ( véase la figu ra 9 ). des de fondo.
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i tenemos en cuenta los restos arqueológicos podemos concluir que fue en Levante, y no en Egipto o Mesopotamia, donde se dio el mayor avance tecnológico en la construcción de bóvedas de ladrillo montado. Fue en Levante donde se usaron por primera vez las dovelas, o ladrillos colocados en forma de cuña, las cuales ahorraban el esfuerzo que la introducción de cascos y piedras bajo los salientes de los ladrillos suponía. Las bóvedas construidas con dovelas eran sin duda más resistentes, pues los ladrillos estaban en contacto unos con otros y el mortero se hallaba comprimido en juntas muy estrechas. Los ladrillos, colocados en forma de cuña, permitían que la bóveda fuera más plana; gracias a ello, no sólo se obtenía un arco semicircular, sino que también la flexibilidad de que disponía el arquitecto le permitía diseñar un edificio con habitaciones abovedadas de diferente ancho, consiguiendo de paso que el techo, o un piso superior, se mantuviera a una altura uniforme.
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antiguo Próximo Oriente. Aparte de las de Tell Jemmeh se han hallado bóvedas formadas por dovelas en el puesto fronterizo romano de Am Sinu únicamente, al norte de Irak. Tal vez algún día se desentierren más muestras de este tipo de bóvedas; aunque si no fuera así podríamos concluir que las ventajas que la aplicación de dicha técnica suponía no compensaban el esfuerzo extra que la fabricación de ladrillos a medida para cada bóveda implicaba. Tan sorprendente como el aparente fracaso de la bóveda de dovelas es el porqué de que ésta no apareciera hasta el s. VII a. C., por por qué los pueblos del Próximo Oriente que habían inventado la escritura, las leyes, las matemáticas y la astronomía, y, sobre todo, las ciudades, no pensaron en construir sus arcos y bóvedas con ladrillos colocados en forma de cuña hasta unos dos mil años más tarde.
L 9. TAQ KISRA, gran salón del palacio de Ctesifón, al sur de Bagdad. Es la mayor bóveda de ladrillo sin soporte del mundo. El arquitecto asirio que diseñó la cada ladrillo se apoya en una pared planta de un gran edificio de Tell lateral mientras que el otro apunJemmeh hacia el 675 a.C., adoptó tala el ladrillo opuesto sobre el cendicha técnica, y fue allí donde encon- tro del vano. Los huecos que quedatré las bóvedas de dovelas más anti- ban entre los extremos de los ladrillos guas conocidas. El edificio consta se rellenaban de piedras, cascos y de tres habitaciones. Cada habita- mortero. ción de la planta tiene un ancho disLa bóveda de costillas, al parecer tinto, así como una bóveda de ladri- usada primordialmente en Irán, pudo llo con un arco diferente: más bajo haber sido introducida en Tell Jemen las dos habitaciones más espa- meh por un constructor meda al serciosas mientras que en la más estre- vicio de las fuerzas imperiales asicha adquiere una forma más semi- rias. El uso de dicho tipo de bóveda circular. La anchura media de un se generalizó en Nush-i Jan, emplaladrillo empleado para la construc- zamiento iraní del período comción de una bóveda es de 30 centí- prendido entre el 750 y el 600 a.C. metros en su extremo superior y de Los ladrillos que forman las bóvedas 25,5 centímetros en su extremo infe- son enormes: de unos 1,2 metros de rior; ahora bien, como es natural, los longitud. A pesar de ello, no dejan de ladrillos que forman las bóvedas ser lo suficientemente resistentes más bajas se estrechan menos que como para apuntalar un techo o una aquellos que forman la más semi- habitación superior del templo cencircular. tral. No obstante, podemos afirmar Por extraño que nos resulte, en ese que una bóveda de costillas no era mismo edificio los vanos que comu- tan resistente como otra radial o de nicaban dos habitaciones estaban ladrillo, por lo que aparte de lo simcubiertos por un tercer tipo de bóveda, ple de su construcción pocas ventala de costillas, cuyo diseño parece jas más pod ía o fre cer . menos refinado que el radial o el de La dovela, por otro lado, sí que la bóveda de ladrillo tumbado. Se representaba indudables ventajas. arqueaban seis pares de largos ladri- Su uso, sin embargo, no se generallos sobre cada vano; un extremo de lizó todo lo que era de esperar en el
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a invención de los arcos y bóvedas de adobe, sin embargo, constituía en sí un considerable logro. La construcción de arcos en el Próximo Oriente jamás decayó del todo y hoy en día vuelve a gozar de popularidad. El arquitecto egipcio Hassan Fazi ha sido el inspirador de este renacimiento, ya que con sus brillantes e imaginativos diseños, cuyos protagonistas son bóvedas de ladrillo tumbado, ha atraído a multitud de seguidores no tan sólo en su país natal sino también en Estados Unidos. El mundo moderno ha vuelto a descubrir las ventajas del adobe como material de construcción y, con ello, el valor práctico de arcos y bóvedas. Pero no quiero resaltar únicamente sus ventajas prácticas, ya que no deberíamos olvidar la belleza que los arcos y bóvedas de dicho material poseen. En un mundo visual, tantas veces dominado por formas rectangulares y cuadradas, los arcos y las bóvedas permiten aliviar la monotonía y severidad rectilíneas mediante la introducción de la forma más común que la naturaleza nos ofrece en infinitud de variantes: la curva.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA ANCIENT EGYPTIAN MASONRY . Cl Clark arkee y R. Engelbach. Oxford University Press, 1930. A R CH CH IT IT EC EC TU TU RE RE F OR OR T HE HE P OOR . Hassan Fathy. University of Chicago Press, 1973. DIGGING UP TELL JEMMEH, Gus W. Va Vann Beek en Archaeology, vol. 36, n.o 1, páginas 12-19; 1983.
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EGIPTO, GRECIA Y R O M A
La vida diaria en el antiguo Egipto Hace unos 3000 años vivían obreros con sus familias en la villa llamada hoy Deir el-Medina. Los testimonios dejados por aquella comunidad instruida nos ofrecen fascinantes descripciones de su actividad cotidiana Andrea G. McDowell
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a ciudad de Tebas, capital del Egipto meridional, llegó a ser uno de los grandes centros urbanos del mundo antiguo durante el período conocido como Imperio Nuevo (1539-1075 a.C.). Se construyeron entonces los imponentes conjuntos de templos de Karnak y Luxor, así como los dos monumentos que aún dominan la ribera oriental del Nilo en la moderna ciudad llamada actualmente Luxor. En el cercano Valle de
los Reyes, adyacente a la orilla occidental del Nilo, hay unas 60 tumbas, entre ellas la del faraón Tut-an-khamon. Centenares de tumbas privadas, algunas de ellas con magnífica ornamentación pictórica, salpican también el paisaje a lo largo de los riscos que bordean la misma orilla occidental.
Aunque algunas de esas pinturas de los monumentos privados representan atractivos cuadros de la lujosa vida de los nobles, en conjunto, los templos y tumbas restantes nos dicen más cosas sobre la religión de aquellas gentes y sobre sus creencias rela-
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1. DEIR EL-MEDINA (foto superior ) está situada cerca de las ruinas de la ciudad de Tebas. Deir el-Medina la habitaron los obreros y escribas que trabajaban en la construcción de las tumbas reales del Valle de los Reyes. Aquellos artesanos empleaban lajas de piedra caliza (llamadas, con término griego, óstraka ) como barato material para escribir, y en ellas anotaban datos oficiales o privados, escribían cartas y poemas y trazaban dibujos. Se han encontrado miles de tales óstraka entre los restos admirablemente bien conservados de aquella villa, de la que se muestra aquí (a la derecha ) una figuración del aspecto que podría haber tenido hace unos 3000 años. 40
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tivas al más allá que acerca de su estado el yacimiento: casas y temforma de vivir. Su vida diaria no está pletes se alzan aún en pie hasta dos tan bien documentada porque, a dife- metros de altura en algunos sitios. rencia de los monumentos de piedra Los arqueólogos que trabajaron allí que vemos hoy, la mayoría de sus casas, durante la primera mitad de nuestro hechas de adobes secados al sol, sucum- siglo encontraron entre las ruinas, bieron a los desbordamientos del río, además de tumbas intactas en las que cuyas aguas se llevaron también todo había sarcófagos, mobiliario y vestiel mobiliario y el material escrito que mentas, gran cantidad de monumenpudiese darnos noticia de cómo vivían tos religiosos y de utensilios doméslos pocos letrados que hubiera en aque- ticos. Y por todo el yacimiento, pero lla época remota. Sin embargo, en lo especialmente en lo que debieron de que debió de ser el confín más occi- ser los vertederos de basura de la ciudental de la extensa ciudad antigua, dad, los investigadores recuperaron los restos de una pequeña comunidad decenas de miles de documentos escrise libraron de la general desintegra- tos, la mayoría de los cuales datan ción. Hállanse estos restos en la pobla- del período entre 1275 y 1075 a.C. ción que lleva ahora el nombre de Deir Algunos textos están escritos en hojas el-Medina, donde habitaron otrora los de papiro, pero la mayoría lo están en obreros y artesanos que excavaron y trozos de arcilla o en pedazos de blanca decoraron las tumbas reales del Valle y alisada piedra caliza —denominade los Reyes. dos en griego óstraka— que la comuLo seco y relativamente aislado del nidad utilizaba como una especie de lugar ha mantenido en bastante buen papeles de borrador. Estos escritos sí que nos informan sobre la vida de sus habitantes. Hállanse ahí actas de gobierno, poemas de amor y cartas de particulares en las que se describen enredos y peleas de familia, preocupaciones por la
salud y litigios legales. También nos permiten asomarnos un poco al sistema educativo del antiguo Egipto, tema que ha ocupado parte de mi labor investigadora. La riqueza del yacimiento en textos sugiere que, durante algunos períodos de su historia, la mayoría de los hombres de la población sabían leer y escribir. (Imposible averiguar si también serían letradas muchas mujeres; ciertamente las hubo que se intercambiaron cartas, pero podrían haber dictado sus pensamientos a hombres.) Tan elevada proporción de gentes letradas está en fuerte contraste con la situación del resto de la sociedad egipcia antigua, cuyo total de letrados durante el Imperio Nuevo anduvo sólo alrededor del 1 o 2 por cie nto de los habitantes. Los óstraka nos informan de cómo lograron alcanzar aquellos aldeanos tan notable nivel de instrucción.
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ero antes de examinar con más detenimiento el sistema educativo que funcionó en Deir el-Medina, un rápido vistazo a algunos de los recuperados óstraka nos ayudará a reconstruir la vida de la villa y el contexto en que se desarrolló tan extraordinario cultivo de las letras. El gran
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2. RETRATOS de un cantero (izquierda ) y de un escriba (derecha ) en los que se ven dos estilos de dibujo hallados en óstraka de Deir elMedina. En el apunte un tanto informal del cantero, con su cincel y su maceta, nótense la bulbosa nariz, la barba sin rasurar y la boca abierta, detalles sin duda exagerados para lograr un efecto cómico. El autorretrato del escriba Amenjotep adorando al dios Thoth se ajusta a los cánones formales del arte egipcio.
número de documentos administrativos nos indica que los egipcios fueron unos burócratas empedernidos, que llevaban minuciosa cuenta del instrumental y de las raciones que se daban a las cuadrillas de obreros, apuntaban los progresos de las obras y registraban casi todos los detalles susceptibles de cuantificación. Las anotaciones particulares de los residentes ofrecen incluso mayor variedad. Muchas de ellas son de carácter práctico: resguardos de compraventas o actas de contiendas legales. Los textos más curiosos son quizá las cartas personales, que a quien las lee le introducen de lleno en aquel mundo del Egipto del Imperio Nuevo. En una de estas misivas, un padre, Pay, le dice a su hijo que tiene un ojo enfermo. (Las enfermedades oculares serían uno de los riesgos inherentes al trabajo de construir tumbas, a causa del polvo, la mala iluminación y las esquirlas de piedra que herían a los operarios.)
El dibujante Pay dice a su hijo el dibujante Pre[emjeb?]: No me vuelvas la espalda; no me encuentro bien. No c[eses] de llorar por mí, pues estoy en la [oscuridad(?) desde que] mi señor Amón me [volvió] su espalda. Podrías traerme un poco de miel para mis ojos, y también algo de ocre, que se me ha con-
vertido en ladrillos otra vez, y auténtico tizne negro para los párpados. [¡Apresúrate!] ¡Procúralo! ¿No soy yo tu padre? Ahora me hallo en desgracia: ¡ando buscando mi vista y no la encuentro! No es de extrañar que Pay se lamentase: la ceguera habría incapacitado totalmente a un artista que dibujaba
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3. UTILES de la profesión: brochas de varios tamaños, un bote con pigmento rojo y trozos de minerales en bruto. Los escribas usaban estos instrumentos para pintar las figuras y los jeroglíficos con que se decoraban las tumbas reales. 42
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las figuras y los jeroglíficos en el interior de las tumbas. Descripciones de la mezcla de miel, ocre y hollín para los párpados solicitada por Pay aparecen en papiros especialmente dedicados a temas médicos, señal de que se trataba de un remedio común. Ciertamente la miel tiene propiedades antisépticas, y con el ocre, ingrediente de muchas otras recetas de la época, se enfriaban los párpados, lo cual se pensaba que reducía su inflamación. Como este tipo de enfermedad ocular aquejaba a muchos operarios, el tratamiento debía de ser muy conocido, y Pay se lo autoprescribía. También habría podido pedir Pay a su hijo que le obtuviese la receta de un médico. Aproximadamente la mitad de los textos encontrados en Deir el-Medina son piezas religiosas o literarias. Se han hallado en el yacimiento copias de la mayoría de los “clásicos” de la antigua literatura egipcia; en algunos casos, esos óstraka constituyen la única muestra de una obra llegada hasta nosotros. Estos “clásicos“ eran parte fundamental de la instrucción de un estudiante: miles de textos escolares son extractos de las obras maestras de la literatura del Imperio Medio (alrededor del 2000-1640 a.C.), compuestas en un lenguaje tan anticuado en comparación con el usual de aquellos estudiantes como lo es comparado con el de los nuestros el Cantar de Mío Cid. Por lo demás, muchos de los habitantes fueron también autores, componiendo textos didácticos, himnos y cartas. El escriba Amenajté escribió un poema en alabanza de la cosmopolita ciudad de Tebas, emplazada sobre ambas orillas del Nilo: ¿Qué se dicen a sí mismos en sus corazones cada día los que están lejos de Tebas? Se pasan la jornada soñando [?] con su nombre, [diciendo:] “¡Fuera al menos su luz la nuestra!”... El pan que en ella se come es más sabroso que los pasteles hechos con grosura de ganso. Su [agua] es más dulce que la miel: bébesela hasta la hartura. ¡Mirad, así es como se vive en Tebas! El cielo ha duplicado la [fresca] brisa para ella. Los habitantes de la villa tenían en alta estima el conocimiento de la literatura y las habilidades en las artes literarias, como lo indica un papiro hallado en los archivos de un escriba residente. En este extracto, el escri-
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Una lección de literatura egipcia
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l óstrakon aquí representado contiene un extracto del poema “Sátira sobre los oficios”, obra clásica de la literatura del Egipto del Imperio Medio. El poema describe diversas ocupaciones, tales como la de tejer, la de fabricar flechas y la de mensajero, que el autor consideraba inferiores a la de la honorable profesión de escriba. El estudiante que hizo esta copia no conocía muy bien el arcaico lenguaje del poema —escrito hacía más de 700 años— y mutiló el texto original. Al final de la lección, el estudiante escribió la fecha con tinta roja. —A. G. McD.
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Pasaje de la obra original El correo se adentra por el desierto, dejando sus bienes a sus hijos; temeroso de los leones y de los asiáticos, [sólo] se siente seguro de sí cuando está en Egipto. Al llegar a su casa por la noche, la larga marcha le ha agotado del todo; sea su casa de lona o de ladrillos, su retorno no es nada alegre. Traducido de la versión inglesa de Miriam Lichtheim, en Ancient Egyptian Literature I , (University of California Press, 1973)
Copia del pasaje hecha por el estudiante El correo se adentra por el desierto, dejando sus bienes a sus hijos; temiendo (a los) leones y a los asiáticos, ¿qué es ello cuando está en Egipto? Cuando llega a casa agotado, la jornada le ha quebrantado. Mientras salga [de] su lona [o] ladrillo, nunca volverá alegre. —Tercer mes de la estación invernal, día 1.o
tor rinde un inusual homenaje al saber; mientras otros documentos tienden a dar importancia sobre todo a la pericia caligráfica y a la familiaridad con la literatura clásica, esta descripción de la profesión de escriba insiste en la importancia de la autoría, la creación de textos originales y la fama que puede venir después de la muerte. Para concluir, el escritor apela a la gran aspiración de los egipcios a la inmortalidad:
una vez completadas sus vidas, y de sus parientes nadie se acuerda. No se hicieron ellos para sí pirámides cubiertas de cobre ni funerarias lápidas de hierro. No pudieron dejar tras de sí herederos en forma de hijos [que] ensalzaran su nombre, pero hicieron que fuesen su herencia los escritos llenos de instrucciones que habían compuesto.
En cuanto a los sabios escribas del tiempo que siguió al de los dioses —aquellos que predijeron las cosas futuras— sus nombres perduran para siempre, aunque ya se ausentaron
La excepcional proporción de individuos letrados que hubo entre los operarios de Deir el-Medina se debió, sin duda, a que muchos de ellos eran hábiles artesanos que, para sus trabajos en las tumbas reales, necesi-
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4. MUESTRA de los cartuchos del faraón Amenjotep I, dibujada con mano segura en una de las caras de este óstrakon (izquierda ). Un
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discípulo giró el óstrakon e hizo una copia (derecha ), cambiando en el proceso la posición de algunos signos.
taban dominar lo escrito en jeroglíos relieves pintados se introdujeficos. En los comienzos de la historia ron en el Valle de los Reyes dude la villa, las tumbas de los farao- rante el reinado del faraón Horemnes contuvieron sólo simples copias jeb (1319-1 292 a.C.) . Los más ela bode las guías para el mundo de ultra- rados proyectos de Horemjeb y de tumba, escritas en letra cursiva y los siguientes faraones requerían adornadas con viñetas de figuras para su realización unos equipos de esquemáticas; pero hacia finales del artistas que trazaran los dibujos inis. XIV a.C. se empezó a ornamentar ciales, otros que los esculpieran y las tumbas con escenas detallada- otros que completaran la tarea pinmente esculpidas y pintadas. Por el tando los relieves. Y como de la ornamismo tiempo aumentó mucho entre mentación formaban parte numerolos habitantes la proporción de los sísimos textos jeroglíficos, aquellos que sabían leer y escribir, como lo artistas tenían que saber leerlos y prueba el creciente número de textos escribirlos. escritos a partir de ese período. Quizá lo más sorprendente sea que, de los responsables del duro trabajo
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de excavar la tumba en la rocosa ladera de la montaña, por lo menos algunos sabían también leer, aunque para tan penoso cometido no les haría ninguna falta. A estos obreros puede que les motivase la ambición: el ser instruido y letrado encerraba en Egipto la clave para hacer una buena carrera, pues era lo que separaba a la clase artesanal de la de los labriegos, y el dominar tales artes les sería muy útil a los obreros cuando no encontraran trabajo entre los constructores de tumbas. Además, puede que el cultivo del saber sirviese también en la villa de poderoso estímulo que animase a los jóvenes a estudiar emulándose unos a otros. Los egiptólogos podemos espigar numerosos detalles de los óstraka encontrados en Deir el-Medina, mas por desgracia aún es poco lo que sabemos en concreto sobre cómo aprendían los residentes a leer y a escribir. Los textos del Imperio Nuevo sólo incidentalmente se refieren a escuelas, indicando que existían y que ya eran un tanto creciditos los niños que asistían a ellas. En este contexto, un breve relato describe las experiencias escolares de su joven héroe, hijo de madre soltera:
5. LOS HORNOS para cocer el pan estaban situados en las traseras de las casas de Deir el-Medina. En este dibujo pueden verse las palabras “soplando para avivar el fuego del horno” en el texto escrito a la izquierda. TEMAS 37
Fue enviado a la escuela y aprendió a escribir muy bien. Practicó todas las artes de la guerra y venció a todos los camaradas de más edad que estaban en la escuela con él. Un día sus camaradas le dijeron: “¿De quién eres hijo? ¡Tú no tienes padre!”. Y le insultaban y se mofaban de él: “¡Eh, mira que no tener padre!”. Pero todavía no se cuenta con prueba alguna de que en Deir elMedina hubiese realmente escuela. No hay referencias textuales a ningún edificio que hiciese de tal, ni estructuras que parezcan guardar relación con las aulas, ni una concentración de restos de ejercicios escolares que indique que hubiese allí algún local destinado a la enseñanza. De hecho, no tenemos datos acerca de cómo los hijos de aquellos obreros empezarían a adquirir las técnicas de la lectura y la escritura.
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lgunos de los óstraka nos permiten hacernos una idea algo más completa de lo que podríamos llamar enseñanza secundaria. Muchos de los documentos hallados en Deir el-Medina son evidentemente ejercicios para estudiantes aventa jados, y al gunos están firmado s con los nombres del discípulo y del maestro. Hay textos en los que aparece una fecha señalando el final de la lección del día; otros textos tienen varias de esas fechas, lo que al parecer indica que un estudiante utilizó un mismo óstrakon para varias lecciones. De la diversidad de firmas que se ven en los óstraka se deduce que los padres o los abuelos solían supervisar la educación de sus hijos o nietos, aunque en ocasiones los padres —aun siendo ellos mismos letrados— confiarían sus hijos a alguien de superior rango para que les impartiese enseñanzas más especializadas. (Una firma quizá sea la de una joven estudiante, con lo que al menos una mujer habr ía recibido su instrucción de esta forma.) Discípulos los habría de todas las edades y lo serían no sólo los futuros dirigentes de la comunidad, sino también jóvenes que jamás subirían por encima de su rango de picapedreros. En cambio, parece lógico que los maestros procedieran de clases sociales más altas: los instructores mencionados en los óstraka serían principalmente escribas, dibujantes o capataces. Los estudiantes tomaban sus lecciones alternándolas con sus traba jos en la tumba , según lo indican las fechas en los óstraka; a menudo los textos contienen múltiples fechas
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6. EL DIBUJO HECHO POR UN ALUMNO en este óstrakon ha sido corregido —línea blanca— por su maestro. En Deir el-Medina, los jóvenes tenían tutores individuales que les enseñaban a leer y escribir y les educaban.
separadas por varios días; solía, pues, transcurrir un tiempo entre las lecciones en el que presumiblemente tanto el maestro como el discípulo irían al trabajo. No obstante, había suficiente tiempo para estudiar. Los obreros tenían muchos días libres, sobre todo a medida que la tumba iba estando a punto de acabarse, hacia el final del reinado de un faraón; durante las últimas fases de la construcción, puede que no tuvieran que trabajar más de un día de cada cuatro en el Valle de los Reyes. El sistema educativo de Deir elMedina fue diferente del de los otros pueblos y ciudades del resto de Egipto, muy en especial por lo que respecta a la enseñanza de la lectura y la escritura. Además, los materiales empleados para escribir y el tiempo disponible para aprender contrastan también mucho con las prácticas de cualquier otro sitio. Los ejercicios estudiantiles hallados en otros lugares se realizaron sobre papiros reutilizados —fáciles de aprovechar en los puestos oficiales— y parece que eran obra de jóvenes aprendices que se estaban preparando para ocupar cargos de gobierno; estos estudiantes proseguían sus estudios día tras
día y se afanaban por llenar varias páginas de papiro en cada jornada. En Deir el-Medina, los maestros podían enseñar a unos picapedreros, en los días libres de trabajo, a escribir sobre lajas de piedra caliza (el material que tenían más a mano), pero también introducían a sus discípulos en la lectura de los grandes clásicos de la literatura egipcia, con miras a transmitirles su sabiduría y a asegurarles mayores éxitos en sus carreras. Como le indicó un escriba del lugar a un joven alumno: “Aplica muy firmemente tu ánimo a escribir, que es profesión provechosa para quien la ejerce. Tu padre sabía de jeroglíficos y se le honró en las calles”.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA COMMODITY PRICES FROM THE RAMESSID PERIOD: AN ECONOMIC STUDY OF THE VILLAGE OF NECROPOLIS WORKMEN AT THEBES. Jac. J. Janssen. E. J. Brill, Leiden, 1975. THE TOMB-BUILDERS OF THE PHARAOHS . Morris Bierbrier. British Museum Publications, Londres, 1982. LETTERS FROM ANCIENT EGYPT. Traducción al inglés de Edward F. Wente. Dirigido por Edmund S. Meltzer. Scholar Press, 1990.
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Degradación del suelo en la Grecia antigua La arqueología y la geología nos demuestran que los antiguos, lejos de vivir en armonía con su entorno, esquilmaban la tierra Curtis N. Runnels
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l paisaje griego seduce, en su parar los conceptos de “utopía” y investigadores que acotan zonas exdesolación, a quienes lo con- “arcadia”, llegaba a la conclusión de tensas (de más de 100 kilómetros cuatemplan. Durante miles de que lo arcádico está más cerca del drados) y registran cada artefacto, caaños, nativos y viajeros han cantado ideal de la edad de Oro que las Utopías racterística y yacimiento que pueda las alabanzas de esta nación, famosa de Tomás Moro y Francis Bacon; eran detectarse. Se hace también amplio por sus civilizaciones de la edad del éstas lugares donde la técnica, fun- uso de los métodos de detección remoBronce y el desarrollo cultural de su dada en la ciencia, se aplicaba al pro- ta —sistemas radáricos e imágenes pueblo en la época clásica. Pero, ¿es greso de la sociedad, en tanto que la de satélites— para descubrir huellas la campiña que vemos resultado ex- Arcadia —past oril, precientí fic a y de actividad humana en el pasado. clusivo de la actuación del clima o tu- pretécnica— constituía la situación Adem ás, el advenimient o d e la geovo el hombre su parte por clareo de más alejada de la Utopía. En Arcadia, arqueología ha puesto las bases para bosques y fomento de la erosión del la humanidad vive en felicidad, igno- interpretar los contextos naturales suelo? rancia e inocencia, libre de las enfer- donde se desarrollaron las culturas La arqueología está cambiando la medades y las tensiones psicológicas antiguas. opinión, largo tiempo mantenida, sobre que la civilización acarrea: viviendo el efecto de la agricultura en el suelo en ese estado de tranquilidad espin ejemplo de la colaboración entre peninsular. Las pruebas hablan de ritual interna que hoy sólo se deriva arqueólogos y geoarqueólogos episodios de deforestación y erosión de una renta sustanciosa. puede encontrarse en el estudio del catastrófica de la tierra durante los Los efectos del pensamiento arcá- cambio paisajístico acaecido en el sur últimos 8000 años. Muchos sostienen dico se reflejan en el debate enta- de Grecia. Dos proyectos importanahora que son consecuencia de una blado para determinar en qué medida tes sobre la Argólida (zona nororienhistoria dilatada de uso y abuso del los griegos de la antigüedad fueron tal de la península del Peloponeso), suelo. Esta nueva perspectiva de los responsables de la deforestación y en los que he participado desde 1979, asentamientos humanos y su impacto erosión que han reducido buena parte combinaban excursiones a pie, para sobre el entorno contrasta notable- del país a un erial pedregoso. Sin identificar los yacimientos arqueomente con la visión de los románticos duda, la degradación ambiental (si no lógicos, con trabajos geológicos de del siglo XIX , quienes consideraban a sus causas) se observó en tiempos reconstrucción histórica del paisalos griegos de la antigüedad pruden- pretéritos; aparecen muchas refe- je a lo largo de l Ple isto cen o y e l Hotes administradores de una tierra que rencias en los escritos de Platón, Aris- loceno, es decir, durante los últimos creían repleta de dioses. tóteles y otros clásicos. Dan cuenta 50.000 años. Cierto es que persiste la idea gene- precisa, y parece que como testigos De los dos proyectos, uno abarcaba ralizada según la cual las prácticas oculares, de la deforestación y la ero- la llanura de Argive. Cuenta Aristóanticonservacionistas de la moderna sión del suelo en el siglo IV a.C. La teles que esta región había expericivilización constituyen un fenómeno arqueología puede confirmar ahora mentado una considerable alteración novedoso. No faltan en los periódicos que en la antigüedad se esquilmaron en la edad del Bronce (desde el 3000 voces que proclaman una vuelta al suelos y bosques, con obvia respon- hasta el 1000 a.C.). Para investigar el respeto equilibrado y reverencial que, sabilidad de los habitantes. uso antiguo de la tierra, formé grupo se da por supuesto, tenían nuestros A lo lar go de los últimos treinta con Berit Wells, entonces director del antepasados por el mundo natural. años, la introducción de técnicas de Instituto Sueco en Atenas, y Eberhard El fantástico Jardín del Edén con que estudio regional intensivas y multi- A. W. Zangger, geoarqueólogo vinculucubra la civilización occidental vi- disciplinares ha revolucionado la lado a la Universidad de Heidelberg. no precedido en la antigüedad clási- arqueología griega. Un aspecto de Centramos el trabajo en el valle de ca por la creencia en la edad de Oro: esta revolución se advierte en el des- Berbati y en el de Limnes, situados en época, por desgracia hoy perdida, en plazamiento del foco de atención, de el borde septentrional de la planicie la que, se decía, los seres humanos la investigación de los yacimientos de Argive y con una superficie conjunvivían en plácida armonía con la na- uno a uno al estudio de la historia ta de 60 kilómetros cuadrados. turaleza. natural y cultural de regiones enteEste proyecto, patrocinado por el Sir Peter B. Medawar calificaba, en ras. Este nuevo enfoque se sirve de Instituto Sueco y dirigido por Wells, The Limits of Science, de “arcádica” nuevos métodos de trabajo de campo; constaba de dos partes: estudio geosemejante forma de pensar. Tras com- en particular, se crean equipos de arqueológico de los dos valles, a cargo
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D N U F E C U R B N O L L E M A S L I A , T R A F O Y R E L L A G L A N O I T A N A L E D A I S E T R O C
1. EDAD DE ORO de la Grecia clásica, simbolizada en El Juicio de Paris , que Claude Lorrain pintó en 1646. La diosa de la discordia lanza una manzana con la inscripción “a la más bella” y ordena que Paris la otorgue a una de las tres diosas. La visión persistende Zangger, y un intensivo estudio arqueológico. La investigación sacó a la luz pruebas de actividad humana desde el Paleolítico medio, hace unos 50.000 años, y demostró que los agricultores se establecieron en la zona hace unos 7000 años, asentándose en los márgenes del valle de Berbati, junto a suelos más feraces y agua abundante. Tras esa colonización inicial, el tamaño de los asentamientos neolíticos originales empezó a crecer y se fundaron otros nuevos. En el Neolítico superior (entre el 4000 y el 3000 a.C.), había distribuidos por la región más de 20 asentamientos y otros alojamientos menores. La expansión continuó durante los primeros siglos del tercer milenio, a comienzos de la edad del Bronce. De los asentamientos mayores se recogieron pruebas de cultivo de los campos y muchos artefactos, como cerámica, molinillos de mano para la molienda de cereales y útiles senci-
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te de los griegos como administradores de una tierra que consideraban gobernada por dioses y diosas se ve desmentida por las recientes pruebas arqueológicas de erosión del suelo causada por el mal uso.
llos de sílex y obsidiana. Algunos de los alojamientos menores cumplían cometidos especiales (como cobertizos para los pastores y chamizos para las herramientas, por ejemplo) y no estuvieron necesariamente habitados de forma permanente. Con todo, demuestran el uso más intensivo del paisaje en esa época, porque están emplazados en pendientes empinadas, a gran altitud y en zonas donde siempre hubo sólo suelos de productividad marginal. Adem ás de descubrir yaci mientos donde la actividad humana dejó un cúmulo de artefactos, nuestra técnica de investigación reveló decenas de miles de útiles neolíticos dispersos por el campo. Esa distribución irregular de artefactos se advierte en zonas hoy deshabitadas y en algunos casos inhabitables porque están desprovistas de suelo y vegetación. El patrón de asentamientos y artefactos nos revela la estructura de un paisaje cultural fósil. Revisten par-
ticular interés los numerosos hallazgos de hachas pulidas y deslustradas, que habían sido fabricadas en piedra, y de lascas afiladas de pedernal, cuyos bordes estaban cubiertos del sílice depositado cuando éstas sirvieron para segar pastos y cortar otras plantas. Estas herramientas agrícolas habituales pertenecen al período Neolítico y a la edad del Bronce Temprano, y dan testimonio de lugares que antaño fueron campos de cultivo. Creemos que el pastoreo y la agricultura fueron las principales actividades desempeñadas en las laderas de los valles de Berbati y Limnes desde el 4000 al 3000 a.C. y que tuvieron como consecuencia uno o más episodios de erosión catastrófica del suelo, que formó conos de deyección en los fondos de los valles y profundas capas de sedimentos que cubrieron las llanuras argivas. Uno de esos episodios ocurrió al final del Neolítico, mucho después de la expansión del asentamiento has-
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ta los valles de Berbati y Limnes. La La imagen ofrecida por el registro erosión enterró al menos un yacimien- arqueológico se confirmó con el anáto neolítico en la llanura de Argive, lisis del polen desenterrado en una que se encontró en uno de los testi- muestra extraída a una profundidad gos del sondeo que Zangger realizó a de siete metros, en el ahora desapatravés del grueso aluvión. Lo que recido lago Lerna de la planicie de parece haber sido un segundo acon- Argi ve. Susan ne Jahns, que e stud ió tecimiento similar se produjo en el ter- ese resto vegetal, ha demostrado que, cer milenio, al final de la edad del en el Holoceno, abundaban en la Bronce Temprano. Los depósitos pro- Argó lida robles de hoja cadu ca. A micedentes de la erosión de este período tad del cuarto milenio antes de Cristo, se extendieron por la planicie argiva sin embargo, el polen del roble dispara constituir gran parte de lo que minuyó, reemplazado por el de carpe, es su superficie actual. Pero no fue- pino, roble achaparrado y brezo. Estas ron éstos los últimos acontecimien- plantas son endémicas de la tierra tos que se registraron. Las inunda- deforestada y removida. Hoy, las ladeciones arrasaron partes de la ciudad ras que rodean la planicie de Argive de Tirinto al final de la edad del Bron- son roquedales casi desnudos y proce Tardío (alrededor del 1200 a.C.). vistos de una fina capa de vegetación Después de este desastre natural, se de monte bajo, caracterizada por abandonaron las laderas de Berbati, arbustos y plantas herbáceas, con que, en su mayor parte, nunca vol- manchas dispersas de árboles, pinos vieron a ocuparse. sobre todo.
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tros trabajos de investigación llevados a cabo en Grecia han permitido descubrir signos de erosión del suelo. El momento en que ocurrieron estos episodios no se superpone con los períodos de erosión de la Argólida. Si el clima hubiera sido la única causa, la mayor parte de Grecia se habría visto afectada a la vez. La variación cronológica indica, por tanto, una intervención humana. El aclaramiento de la vegetación espontánea en las laderas, necesario para su cultivo y para dejar espacios abiertos donde pastar las ovejas y las cabras, inestabilizó el suelo y, por consiguiente, desencadenó una erosión general y permanente. Nuestro segundo proyecto nos proporcionó más pruebas de la agresión local del suelo. Este estudio se llevó a cabo en la Argólida meridional, zona remota de la península del Pelopo-
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DEL SIGLO XVII AL XX MEDIO BIZANTINO 300-50 a.C. b
2500- 2000 a.C.
45.00032.000 a.C.
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60.000 a.C.
HACE 250.000 AÑOS
G N I N N E R B A N A J
2. LA AGRESION DE LA TIERRA por los griegos siguió un modelo constante (izquierda ). Al principio (a ), un bosque mixto retenía el suelo en una ladera. Cuando el bosque se aclaró para siembra (b ), el suelo permaneció aún sujeto durante cierto tiempo, pero la erosión terminó por arrastrarlo hasta el valle ( c ). Un perfil geológico típico (derecha ) de la región de la Argólida 48
muestra una secuencia de depósitos erosivos y suelos intermedios (con sus edades aproximadas) producidos como consecuencia. En cada período sucesivo, el suelo que se va formando sobre los depósitos es cada vez más delgado y está menos desarrollado y, por tanto, ve mermada su capacidad para sustentar la vegetación. TEMAS 37
neso. En colaboración con Michael H. Jameson y Tjeerd H. van Andel realicé un reconocimiento arqueológico de unos 250 kilómetros cuadrados. Durante el estudio se identificaron más de 350 yacimientos de actividad humana que cubrían un período de 50.000 años. Al re presentar e l núm ero de yacimientos por período arqueológico surgió un modelo interesante de los asentamientos. Resultó que no hay una distribución uniforme de los mismos en el tiempo; antes bien, aparecen una serie de picos y valles abruptos, lo que sugiere la existencia de períodos de expansión seguidos de intervalos de abandono. Y algo sorprendente, podía establecerse una correlación entre este modelo inesperado de asentamientos y la historia geológica de la región.
Paraíso perdido
“E
n la época de las guerras de Troya la tierra de los argivos era pantanosa y sólo podía alimentar a una pequeña población, mientras que la de Micenas era exuberante (y por esa razón Micenas era superior). Pero ahora ocurre lo contrario… la tierra de Micenas se ha convertido en… seca y árida, en tanto que la de los argivos, antes inhóspita por culpa de las ciénagas, se ha vuelto feraz. Es de suponer que el mismo proceso ocurrido en esa región opere en países enteros y a gran escala.” Aristóteles, Meteorológica , Libro 1, Capítulo 14
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sta correlación se obtuvo de un análisis de la historia erosiva del área, que realizaron van Andel y Kevin O. Pope. Una característica innovadora de su trabajo fue el estudio de los suelos. Se distinguen éstos de los depósitos de erosión porque se forman sobre los propios depósitos en virtud de la agresión química y transformación de los sedimentos subyacentes: un proceso que puede tardar miles de años en las partes semiáridas de Grecia. Van Andel y Pope identificaron al menos siete ciclos de erosión del suelo, a los que siguieron épocas de estabilidad, durante las cuales se acumularon gruesos perfiles del suelo. Las características de los perfiles relacionadas con su edad nos permiten establecer la correlación entre los episodios de erosión y perfiles, de un lado, y hallazgos arqueológicos, de otro. Tres de los acontecimientos erosivos que dejaron huella en el registro geológico acontecieron durante el último período glacial (hace unos 272.000, 52.000 y 33.000 años): pueden atribuirse, pues, a los cambios climáticos globales. Pero cuatro episodios pertenecen a los últimos 5000 años. Tras cada uno de ellos (correspondientes aproximadamente al 2500 a.C., al período 350-50 a.C., al intervalo 950-1450 d.C. y a tiempos recientes) sobrevino un período de estabilidad, durante el cual se formaron perfiles sustanciales del suelo. Aunque es posible que cambios climáticos a pequeña escala expliquen en parte este modelo, nosotros culpamos de él fundamentalmente a las actividades de los lugareños. Y disponemos de pruebas por duplicado para atrevernos a hacer esta acusa-
CIVILIZACIONES ANTIGUAS
Z L U H C S . G E N E G U E
Paisaje típico de la Argólida, hoy
ción: por un lado, la correlación observada entre los períodos de erosión y los períodos de asentamiento humano intenso y, por otro, la formación de suelo durante los períodos en los que el impacto humano fue mínimo. La técnica de datación que utilizamos se inició con una búsqueda de los yacimientos arqueológicos y los artefactos cubiertos por aluviones, enterrados o conservados en ellos. Combinando los datos arqueológicos con los geológicos fechamos con notable precisión las épocas de la erosión. Elemento importante en este trabajo fue el reconocimiento de que podíamos basarnos en los horizontes estratográficos para determinar los períodos de estabilidad de la superficie que contrastaban con los períodos erosivos. A partir de estos datos llegamos a la conclusión de que el clareo de la vegetación durante las épocas de asentamiento humano intenso comportó la erosión del suelo, que, a su vez, forzó el abandono de los asentamientos o, por lo menos, frenó la actividad. Esta menor presión del hombre permitió que los depósitos erosivos se estabilizaran con la consiguiente formación de los suelos.
Se han publicado trabajos sobre erosión del suelo, en una escala similar, en otras partes de Grecia: Macedonia, Tesalia, islas de Eubea y Creta. Los episodios se fechan en épocas remotísimas, en el VI milenio a.C., y prosiguen sin apenas solución de continuidad hasta nuestros días. Todo lo que hemos averiguado nos permite defender que los cambios del paisaje natural acaecidos en la antigüedad son resultado, al menos en parte, de una actividad humana de mente alicorta. La humanidad tiene una larga historia de mal uso de la tierra.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA THE BERBATI -L IMNES ARCHAEOLOGICAL SURVEY: THE 1988 SEASON. Berit Wells, Curtis Runnels y Eberhard Zangger en Opuscula Atheniensia, vol. 18, n.o 15, págs. 207-238; 1990. NEOLITHIC TO PRESENT SOIL EROSION IN GREECE. E. Zangger en Past and Present Soil Erosion. Dirigido por Martin Bell y John Boardman. Oxbow Books, 1992. THE GEOARCHAELOGY OF THE ARGOLID . Eberhard Zangger. Mann Verlag, 1993.
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Planos del templo de Apolo en Dídyma El carácter de los “proyectos” con que los griegos construían sus templos se había perdido para los arqueólogos. Hoy sabemos que estaban trazados sobre la superficie del templo que aquéllos representan Lothar Haselberger
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ómo diseñaban y cons- diseños incisos tienen una extensión truían los griegos sus de varios centenares de metros cuamonumentos clásicos que, drados y constituyen el conjunto más en el correr del tiempo, se han consi- completo de planos que se conoce de derado repetidamente ejemplares? toda la arquitectura antigua. ¿Qué facultades requería la erección de estos imponentes edificios de mára construcción del templo de Apomol? ¿En qué teoría estética se funlo, el dios griego de la luz, el arte damentaban? Las respuestas a estas y la profecía, dio comienzo bajo el preguntas han sido afanosamente patrocinio de la poderosa ciudad buscadas por los arqueólogos durante comercial de Mileto, situada en el exmás de 200 años. Aunque se sabe que tremo más meridional de la antigua los arquitectos griegos escribían ellos Jonia. El templo, sede del oráculo mismos detalladas explicaciones de la más famoso de los territorios orienconstrucción y concepción de sus edi- tales del mundo helénico, estaba desficios, ninguno de estos escritos ha so- tinado a reemplazar un edificio antebrevivido hasta nuestros días. Nin- rior (en el sitio de un santuario más guna otra fuente revela qué clase de antiguo aún) que había sido destruido planos de construcción (si los había) por los persas. eran empleados por los constructores Los planos del templo empezaron a antiguos. A falta de toda descripción trazarse poco después del 334 a.C., de proyectos antiguos, los estudiosos cuando Alejandro Magno llegó a Asia no tenían idea de dónde buscarlos. Menor. El arquitecto milésico DaphLo paradójico del caso es que los pr o- nis colaboró con uno de los principayectos estuvieron siempre delante de les arquitectos de Jonia, Paionios de las narices del arqueólogo. Yo mismo Efeso, en el diseño del ambicioso edidescubrí hace unos años todo un ar- ficio. Terminaba entonces Paionios su chivo de planos todavía in situ en un obra en el célebre templo de Artemis yacimiento que había sido objeto de de la ciudad-estado que lo había visto estudio desde principios de siglo: las nacer. Este templo de Efeso, hasta enfamosas ruinas del templo de Apolo tonces el mayor de los griegos, fue una en Dídyma, al sur de la actual ciu- de las Siete Maravillas del mundo andad turca de Söke. tiguo. El nuevo templo de Apolo estaDurante el viaje por los países de la ba previsto que igualase al templo de antigüedad clásica que el Instituto Artemis en tamaño y esple ndor. Arqueológico Germánico patrocinaba La ejecución del proyecto, sin emanualmente en beneficio de arqueó- bargo, adelantó muy despacio, y la logos jóvenes, realicé una excursión obra quedó al fin suspendida después al templo del Apolo Didimeo. Durante de 600 años. En este estado de falta la misma, en octubre de 1979, observé de terminación permaneció durante por vez primera multitud de líneas la Edad Media, hasta que un terrefinamente incisas en algunas de las moto derribó la mayor parte de lo que paredes del templo. Lo que me llamó se había edificado. la atención en aquella visita casual Aun como ruin a el grandio so edia Dídyma se convirtió en objetivo de ficio de mármol me impresionó desde una empresa arqueológica de alto vue- el primer momento. Tres de las columlo, pues es el caso que las líneas en nas se yerguen todavía hasta su altura cuestión dibujan una serie de edifi- original de 19,7 metros por encima del cios correspondientes al templo. Los basamento escalonado del templo,
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que mide 120 metros de largo por 60 de ancho. Una de las columnas está sin terminar, bosquejada en su manto de piedra; las otras dos se acabaron y sostienen parte del entablamento marmóreo, la viga en que el tejado estaba destinado a descansar. Un anillo doble de estas altas columnas (108 en total) aspiraba en tiempos a r odear las paredes del recinto interior del templo, todas ellas de la misma altura que dichas columnas. Otras doce columnas labradas, de tamaño y forma similares, ordenadas en tres filas de cuatro, se alzaban en el pórtico, que mira aproximadamente al este. Las diez columnas de la fachada estaban labradas con una riqueza aún mayor que las del pórtico. La mayoría de las columnas estaban ya colocadas en la época en que se suspendió la construcción. Detrás del bosque de columnas del frontis del templo se elevaba una inmensa puerta, lo que se llama un portal de manifestación. Esta entrada, sin embargo, estaba obstruida: su umbral se alzaba a una altura tal, por encima del suelo, que impedía el acceso. Al otro lado del portal se efectuaban las declaraciones del oráculo desde una sala elevada, a modo de escenario. Es de suponer que la doble fila de columnas de mármol que orlaba el templo en toda su longitud estuviese destinada a sostener una majestuosa techumbre que cubriese el templo de uno a otro lado. Pero la realidad es que hay un inmenso patio abierto y carente de solería en el interior del templo. Este era el ádyton, el área “prohibida”, uno de los más notables recintos creados jamás por los arquitectos griegos. Aquí, a la vera de un laur el, bajo el que se decía que Apolo había sido concebido, brotaba del suelo un sagrado manantial oracular. Sobre
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. J . S , R E D O H C S . V D N O M Y A R
la fuente se alzaba un templete interior primorosamente construido, el naískos, donde se custodiaba una estatua de bronce del dios. Aunque el templete fue arrasado a comienzos de la era cristiana, ha sido posible reconstruirlo en el papel a partir de fragmentos. Para entrar en el ádyton (cosa que sólo a unos pocos elegidos se les consentía en la antigüedad) es necesario recorrer uno de los dos pasadizos estrechos, obscuros y en cuesta, situados a ambos lados del portal de manifestación. Cada uno de ellos lleva a una antecámara parecida a una tumba, y cuando se sale de una de estas cámaras al ádyton, se queda de momento ciego por la luz repentina. Las paredes del podi um que rodea la base del ádyton bastan para dejar fascinado al visitante. A decir verdad, lo que a mí me intrigó al principio fue la impecable precisión con que habían sido ajustados los bloques de piedra de las paredes. También aquí, en la pared y a sólo unos pasos de la salida del pasadizo del lado norte, fue donde me llamó la atención una multitud de líneas finamente incisas. Me chocaron en particular los estrechos intervalos regulares, de 1,8 a 1,9 centímetros, intercalados entre ellas. El resplandor de la luz del sol refle jado p or la blan ca pared de mármol me deslumbraba y el primer día no pude examinar las líneas con detenimiento. Volví al día siguiente, cuando la luz incidía sobre la superficie con un ángulo más favorable. Esta vez
CIVILIZACIONES ANTIGUAS
1. RUINAS DEL TEMPLO DE APOLO en Dídyma, al sur de Soke; impresionan por su propio peso. El ádyton o santuario interior del templo (arriba ) era un patio grande, sin pavimentar, rehundido en el basamento levantado del templo. Sólo era accesible a través de dos estrechos pasadizos, cuyas salidas se encuentran a ambos lados de las escaleras. Las escaleras daban a una especie de escenario, el ”portal de manifestación”, desde el cual se emitían los oráculos. Muchos de los trozos de mármol que se hallan diseminados proceden del naískos , el templo pequeño del interior. La cimentación rectangular del naískos está claramente a la vista (primer plano, a la izquierda ). También se han descubierto los cimientos de edificios más antiguos. En la parte baja, lisa, de las paredes se hallan grabados planos a escala natural (no perceptibles en estas fotografías) de muchas de las edificaciones del templo. La parte superior de las paredes ha sido reconstruida hasta aproximadamente un tercio de su altura original. Una vista frontal (abajo ) nos muestra las tres columnas subsistentes de las más de ochenta que estaban en pie originariamente. La columna de la izquierda quedó sin terminar: faltan las estrías, o surcos verticales. Las otras dos columnas todavía sostienen una viga de mármol de 5,3 metros de largo que antaño formaba parte del entablamento. El ancho de la base del templo alcanza los 60 metros. G R E B L E S S A H R A H T O L
se dejaban ver más líneas, y también semicírculos y cuartos de círculo. El descubrimiento me obligó a pasar más días escrutando las paredes del ádyton y de otros lugares de las ruinas.
Descubrí que una delicada red de líneas superpuestas y de composiciones geométricas cubre la mayoría de las paredes del podi um que rodea el ádyton. Otras paredes lisas del
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TURQUIA GRECIA R E S
D E N M E
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MAR EGEO
ATENAS
MILETO
AVENIDA PROCESIONAL
CANTERAS DE MARMOL
DIDYMA
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10 KILOMETROS
que se puede hacer es esperar la hora apropiada del día o reflejar luz con espejos. Dado que ningún procedimiento fotográfico permite lograr la exactitud del detalle, la única forma de conseguir una imagen de conjunto de estas líneas ha sido copiarlas a escala después de medirlas cuidadosamente.
2. DIDYMA se encuentra en la parte más meridional de la antigua Jonia. El mapa pequeño (a la derecha ) sitúa el área ampliada (arriba ) en relación a la Grecia y la Turquía modernas. La ciudad tutelar de Dídyma, Mileto, estaba unida a ella por una avenida procea tarea de examinar, medir y resional de 20 kilómetros de largo. Los bloques de mármol del templo fueron extraídos de gistrar las líneas fue iniciada en una cantera de las montañas del sudeste de Mileto y transportados por mar un trecho considerable (línea costera de puntos ). Mileto ya no es un puerto; la región sombreada de 1980 como parte de un estudio de con junt o de D ídyma d irigido por Klau s azul claro es ahora tierra.
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monumento, que originalmente estaban al alcance de la mano, son portadoras también de líneas semejantes. Entre unas y otras los dibujos cubren un área de unos 200 metros cuadrados. Hay líneas rectas de hasta 20 metros de longitud y círculos cuyos radios alcanzan hasta los 4,5 metros. Se han trazado líneas paralelas, polígonos y ángulos subtendidos, y las distancias han sido subdivididas con exactitud. Las líneas son tan delgadas como trazos de lápiz, incisas en la superficie del mármol poco más de medio milímetro. Las rectas y las curvas se trazaron minuciosamente con un fino punzón metálico y con ayuda de una regla larga, en el primer caso, y de compases, en el segundo. También pueden verse líneas imprecisas, pero éstas se corrigieron siempre.
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anto las líneas como los lienzos murales en que están grabadas se han visto muy poco afectados por la exposición a la intemperie. Esto puede sorprender. En algunos sitios han sido erosionadas por el agua de la lluvia y en otros cubiertos por la toba, la delgada capa mineral que deja el agua al evaporarse. En algunos casos la superficie de la piedra se ha desprendido y las líneas se han per-
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dido. Sin embargo, en otros muchos sitios, las líneas aparecen como si las acabasen de trazar. A pesar de lo cual, incluso donde existen cantidades de líneas legibles, la figura que forman, como un todo coherente, no se puede percibir con la vista: en cuanto uno se aleja un poco, para obtener un campo de visión mayor, las líneas se hacen rápidamente indistinguibles. Los numerosos residuos de pigmento mineral rojizo que se han conservado en estas paredes (principalmente debajo de sedimentos de toba) indican que la superficie a dibujar se coloreó originariamente de tiza roja, para que resaltasen los diagramas. La tiza debió de ser aplicada antes de que los dibujos se hiciesen, de modo que las líneas incisas se verían blancas sobre un fondo rojo obscuro, produciendo así perfiles de precisión muy nítida. Además de eso, con sólo aplicar más tiza era fácil “borrar” y corregir. Desde el principio me di cuenta de que estos bocetos no se podían desechar como rayaduras carentes de sentido. Su calidad y cantidad obligaban a considerarlos obra de expertos artífices. Hoy estas líneas no se pueden ver con nitidez a menos que la luz del sol proyecte sombras en su interior; lo
Tuchelt y patrocinado por Edmund Buchner, entonces presidente del Instituto Arqueológico Alemán. En el espacio de 39 semanas de trabajo meticuloso y paciente pude pasar al papel aproximadamente la mitad de las figuras. Una vez transcrito el primer dibujo completo dimos rápidamente con la solución del primer problema planteado por el descubrimiento: ¿Qué representan los dibujos? Si se compara el contorno o perfil de la basa de una columna con lo que se copió en una de las paredes del ádyton la seme janza resulta obvi a inmedi atamente (véase la figura 5 ). Este fue de hecho el fulcro de Arquímedes que nos puso sobre la pista correcta, indicándonos que los dibujos son planos del templo y de su naískos. Las partes individuales del edificio fueron trazadas en las superficies de las paredes a tamaño natural (a escala de 1/1) y con la máxima precisión. Aunque sea sorprendente la seme janza entre el bosquejo de la basa de la columna y la sección transversal real de la misma, no deja de haber diferencias entre aquél y ésta. La más llamativa es a la vez la más fácil de explicar: los surcos horizontales de la parte bulbosa y saliente de la basa, llamada toro, no aparecen en los dibu jos de la pare d. Los surcos se esculpían siempre después de dar forma a los contornos de la basa de la colum-
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na. Sólo así se podían hacer correctamente. Ciertos rasgos menos llamativos son más interesantes. La moldura semicircular situada encima del toro se dibujaba dos veces, primero en una posición proyectada hacia delante y después retrasada 2,4 centímetros, en su verdadera posición. Además de esto, dos líneas curvadas desplazan hacia dentro menos de un centímetro la parte inferior del toro para hacer compatible la figura con la verdadera sección transversal del toro. Estos cambios menudos pueden parecer triviales, especialmente considerando las enormes dimensiones de la columna (cerca de 20 metros de altura y dos metros de espesor). Sin embargo, tales reajustes no son meras bagatelas en el contexto de los rígidos criterios de forma y proporción a que los arquitectos griegos se creía eran adeptos. La plantilla para diseñar un componente cualquiera de un templo tenía que obedecer a muy estrictas y precisas relaciones geométricas. El dibujo del perfil de la basa de la columna, por ejemplo, estaba determinado por ejes de coordenadas rectangulares (véase la figura 6 ). El eje vertical estaba destinado sólo a tocar la superficie del fuste de la columna, y el eje horizontal especificaba dónde el toro alcanzaría, a lo largo del eje vertical, el punto de proyección radial más distante. Las otras dos líneas horizontales señalaban el tope y el fondo del perfil del toro; la más baja de ellas estaba exactamente a una distancia del eje horizontal que era el doble de la distancia de la más alta. Lo que seguía en la construcción del perfil “perfecto” del toro responde a simples reglas y relaciones geométricas. Una curva ajustada al borde externo, redondeado, del perfil del toro puede construirse fácilmente inscribiendo un círculo pequeño en otro mayor, de tal manera que el punto en que sean tangentes, así como sus centros, descanse en el eje horizontal. Si trazamos un cuarto del c írculo pequeño dibujando hacia arriba desde el punto de tangencia y después trazamos un cuarto del círculo mayor dibujando hacia abajo desde el punto de tangencia, la curva así dibujada se amolda a la curva del toro en su perfil. Tal y como está dibujado en la pared de Dídyma, el círculo mayor está centrado en el origen de los ejes de coordenadas (el agujero para el compás es todavía visible) y tiene un radio igual a la distancia entre el eje horizontal y la línea horizontal trazada pon debajo de él (dos tercios de
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3. DIBUJO DEL TEMPLO, con el aspecto que pudo presentar antes de que su construcción fuese interrumpida. Realizó el dibujo George Niemann en 1912, mientras el templo se estaba aún excavando. La reconstrucción adolece de inexactitudes: las columnas están dibujadas como cilindros con una ligera disminución, pero rectangulares; e igualmente, el basamento escalonado, así como las vigas, están dibujados como elementos rectilíneos. En realidad, el templo entero, de los cimientos al tejado, se “abombaba” ligeramente hacia arriba y las columnas se “hinchaban” levemente hacia afuera. Además, las columnas (compuestas de segmentos en forma de tambor, apilados unos sobre otros) fueron erigidas antes de que se esculpiesen y puliesen las 24 estrías que las recorrían.
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4. PLANO HORIZONTAL DEL TEMPLO: representa las 122 columnas ( círculos ) proyectadas para él. Las columnas pintadas de negro fueron levantadas en todo o en parte; lo mismo puede decirse con probabilidad de las columnas grises. Las columnas rayadas estaban en fase de erección también cuando la construcción se paró, aunque esto puede afirmarse con menos seguridad. Las columnas dejadas vacías no habían sido aún levantadas. Las tres columnas que están en pie tienen color. El naískos se alzaba en el ádyton , carente de tejado y de solería. Los dos pasadizos que llevan al ádyton están señalados por flechas.
la altura del torno). El círculo pequeño tiene un radio igual a la distancia entre el eje horizontal y la línea trazada pon encima del mismo (un tercio de la altura del torno). Una línea vertical, dibujada hacia arriba desde el centro del círculo más pequeño, debería ser tangente al borde exterior de la moldura semicircular de encima del toro. Una línea vertical, desde el centro de la moldura semi-
circular, debería determinar, a su vez, la curvatura y el punto de tangencia del surco hueco que, desde él, se remonta hacia arriba hasta el fuste de la columna. Este diseño geométricamente perfecto no era, sin embargo, el definitivo, sino que, además, se refinaba de un modo incompatible con la estricta plantilla previa. La moldura semicircular se retraía ligeramente,
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lantaba de acuerdo con los resultados. La secuencia visible de diseño, revisión y realización indica que, desde luego, los dibujos no se grababan en las paredes como ilustración de lo que ya se había construido. Con ello es posible establecer la cronología de estos diseños con mayor precisión. Los planos de la construcción hubieron de ser dibujados antes de que los distintos componentes se hubieran ejecutado, pero después de que se alisaran los “‘tableros de dibujo” de piedra. Gracias a una de las “memorias anuales” que han sobrevivido de esta gran empresa (las autoridades del templo exponían al público losas de piedra en las que se resumían los progresos del edificio y los costos hasta la fecha), sabemos que las primeras columnas se erigieron hacia mediados del siglo III a. C. El dibujo de las columnas y del perfil de sus basas B hubo de preceder, algún tiempo breve por lo menos, a aquel acontecimiento. Según otras relaciones de la edificación, las paredes del podio del ádyton, donde fueron dibujados los mode5. DIBUJO Y BASA REAL DE LA COLUMNA comparados en sus perfiles. El perfil en gris (bo- los de la columna acabada y de la ceto de la izquierda ) es diagrama de la sección transversal, a escala, de la basa de una co- basa, se construyeron más o menos lumna del templo (fotografía de la derecha ). Las líneas incisas en la pared del ádyton se ha- en la misma época, hacia el 250 a.C. llan aquí dibujadas (color ) a la misma escala que la sección, hasta donde son visibles o Por ello, podemos datar con confianza, pueden reconstruirse con confianza prolongando las líneas visibles. Despreciando las que en este período, estos y todos los dibuparecen ser “primeras pruebas” en el dibujo de una basa, la comparación resulta ajusta- jos afines. Fue por entonces, ochenta años desda. La repetición del dibujo de la moldura semicircular ( A ) y de la curva saliente por debajo de ella (B ) indica que los bocetos de la pared eran proyectos cuyas versiones definitivas pués de que el suelo para el templo fuese roturado por primera vez y de se ejecutaban de inmediato. que se terminase en su mayor parte la obra de construcción del basamento de su posición fijada geométrica- tro de la moldura semicircular des- escalonado, cuando se pudo prestar mente, para producir un efecto menos plazada. atención al diseño detallado de las apiñado, más nítido. La parte infeLas recíprocas consideraciones de columnas y de las paredes de la rior del toro se remetía, con ayuda reglas estrictas y arbitrario capricho fábrica. Y, en efecto, dado que las pade trazos sueltos de compás, de radio obligaron al maestro constructor a redes del ádyton fueron las primeras y posición indeterminados, dando por realizar un balanceo arquitectónico en ser erigidas, la mayoría de los resultado una curva más tirante. entre dos contrarios. Un áureo térmi- dibujos se encuentran en ellas. Para Apar ente mente, el maes tro cons - no medio entre dos extremos es pre- entonces, los arquitectos autores del tructor, responsable del diseño (no cisamente lo que los filósofos griegos proyecto, Paionios y Daphnis, llevacabe dudar de que era maestro en su recomendaban como fuente funda- ban mucho tiempo muertos. arte), se dejaba guiar, pero no atar, mental de la belleza en su más amplio por las estrictas obligaciones que le sentido. Evidentemente, también la iendo las columnas el rasgo domiimponía la composición geométrica. arquitectura estaba penetrada, hasta nante de los templos griegos, no No obstante, estas reglas que se impo- sus menores detalles, por una lucha se escatimaban los medios para su nía a sí mismo, se las saltaba cuando para alcanzar la belleza del mismo fabricación. Para el templo de Apolo la estética lo exigía. Esto sin recha- modo. hacían falta no menos de 120 columzar del todo las proporciones fundanas. Por los registros de contabilidad mentales del diseño griego. Una vez s claro que estos “dibujos de tra- sabemos que cada columna costó alreque la moldura semicircular era rebajo” se empleaban para reali- dedor de 40.000 dracmas o, a los costraída, el eje de coordenadas vertical zar las partes que componían el tem- tos de hoy, más de un millón y medio (que representaba el fuste de la co- plo, en un proceso de diseño muchas de euros. Gran esfuerzo había que lumna) tenía que volverse a dibujar. veces sumamente complicado. Prime- dedicar también al diseño de la Y de h echo, el nuev o eje vertical era ro, se dibujaban paradigmas “puros”, columna. dibujado, otra vez , a una distancia de desde el punto de vista geométrico; Para que fuese posible hacer un un tercio de la altura del perfil del pero los arquitectos no vacilaban en plano de detalle, se dibujaba a tamaño toro (la misma unidad que figuraba alterarlos de acuerdo con la refinada natural, en las paredes del podium de modo tan prominente en el proceso sensibilidad de cada uno. A partir de del ádyton, el fuste de estas columoriginal del proyecto), desde el cen- entonces, la obra de construcción ade- nas, con sus casi 18 metros de largo. N I L E S I . D N A L A
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Naturalmente, como las paredes no miden 18 metros de altura, había que dibujar la columna acostada. Tres líneas bastaban para representar la forma escueta del fuste de la columna. Un pan de líneas muy próximas entre sí, una recta y la otra ligeramente curvada, divergen una de otra y después de alcanzar una separación máxima de 4,65 centímetros en la mitad de su longitud, vuelven a reunirse. Estas serán las líneas de construcción de la curvatura casi imperceptible del fuste. La tercera línea se encuentra a cierta distancia por encima de las otras dos, y discurre casi paralela a ellas. (La distancia entre esta línea y las líneas emparejadas difiere sólo un sexto del uno al otro extremo de la columna.) Dicha tercera línea representa el eje central de la columna; también es el eje de simetría de la columna. Aunque estas líneas constituyen sólo la mitad de una sección transversal vertical, son suficientes, porque la otra mitad no es más que su reflejo simétrico. Los artífices que grababan estos dibujos sólo representaban, en casi todos los casos, una de dos mitades idénticas.
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a sección transversal, vertical y diagramática, de la columna se complementa con una sección transversal horizontal que también se bosquejaba de forma simplificada junto con sus eje s de simetr ía. Un semicírculo grande, de las dimensiones apropiadas, con tres divisiones radiales espaciadas igual, bastaba para especificar la distribución de las veinticuatro estrías de la columna, o surcos verticales. El más revelador de los planos de la columna es el que hemos considerado en primer lugar: el perfil de la basa de la columna. Sobre el perfil de la basa está el rayado que primero me llamó la atención: las líneas horizontales paralelas separadas por cortos espacios. Estas líneas están trazadas entre dos líneas verticales que representan, respectivamente, la superficie exterior del fuste de la columna y su eje interior. La curvatura del fuste está representada en este dibujo mediante un arco convexo de poca profundidad, cuyos extremos están enlazados por una cuerda diagonal (en parte borrada por la erosión). El hueco entre el arco y la cuerda correspondiente mide 4,65 centímetros en su punto más ancho. La distancia coincide exactamente con la mayor separación, en el centro del fuste, entre las dos líneas inferiores de la sección grande transversal y vertical. Los
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6. PROCESO DE DISEÑO DE LA BASA DE UNA COLUMNA. Constituía una combinación de rígida construcción geométrica y de refinamiento subjetivo. Cuatro líneas horizontales se dibujaban a través de una línea vertical (1 ), de modo que las distancias respectivas entre cada par de líneas fuesen (de arriba abajo ) un dáctilo (1,85 centímetros), tres dáctilos y 14 dáctilos. Se trazaba otra línea horizontal (2 ), que partía la distancia entre el par de líneas del fondo, de tal modo que a :b fuese igual a 1:2. En torno al punto de intersección de esta línea con la vertical, se trazaba un círculo de radio b (3 ). Entonces se inscribía en el círculo mayor un círculo de radio a , más pequeño, de modo que su centro y el punto común de tangencia estuviesen también en la línea horizontal. A partir de este punto de tangencia, y dibujando hacia arriba, se trazaba un cuarto del círculo menor; arrancando de nuevo del mismo punto de tangencia, pero dibujando hacia abajo, se trazaba un cuarto del círculo mayor. La porción dibujada pretendía representar la sección transversal de una basa de columna geométricamente ”perfecta”, llamada el toro (del latín torus , cojín). Una línea vertical trazada desde el centro del círculo menor (4 ) estaba destinada a fijar la posición de la moldura semicircular dibujada encima del toro, entre la pareja central de las líneas horizontales originales. El centro de la moldura, a su vez, se utilizaba como punto terminal de otra línea vertical igual a c . Un cuarto de círculo centrado en el otro punto terminal estaba destinado a definir la curva ascendente que conectaba la basa de la columna con el fuste de la misma. Sin embargo, antes de continuar con este dibujo, se produjo un cambio arbitrario (5 ). La moldura semicircular se retrasó una distancia corta, que al parecer no guardaba relación con ninguna de las proporciones geométricas que se habían empleado hasta aquel momento. Sin embargo, el dibujante volvió a las proporciones originales cuando retrasó la línea vertical hasta una distancia a del nuevo centro de la moldura. De este modo, la nueva curva que conecta la basa de la columna con el fuste puede definirse mediante un círculo de radio a . El bosquejo definitivo, tal como está en la pared que yo descubrí (6 ), incluye también varias curvas trazadas a mano alzada, que recubren en la parte baja dos tercios del toro. 55
radios de los extremos superior e inferior del fuste (que observan una relación de 5 a 6 entre uno y otro, exactamente) concuerdan también en ambos dibujos. Sólo la altura del fuste varía grandemente entre estas dos representaciones de la columna: en la última se ha encogido de 18 metros a poco más de un metro, o sea, un dieciseisavo de su tamaño real. El dibujo, en contraste con todos los demás, experimentó una reducción de escala en su tamaño, pero sólo en su longitud, no en su anchura. Había una razón para ello.
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no de los refinamientos estructurales de los templos griegos es el suave encorvamiento que se observa no sólo en la imperceptible curvatur a del fuste de la columna, como más arriba se ha dicho, sino también en el ligero arco a que se amoldan todas las capas horizontales del templo. Sobre una distancia de 90 metros, el edificio entero —de los cimientos al tejado— “se hincha” hacia arriba. En el punto medio de su eje longitudinal el basamento del templo se encuentra a 11 centímetros por encima del nivel de cada extremo. A este toque sutil los grieg os lo llamaban, con bastante propiedad, énta sis, o tensión. Constituye la expresión
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más vigorosa de la “actividad” pro- (1,85 centímetros). La curva del éntaducida por las partes individuales de sis de la columna podía ahora trazarla estructura, tanto las partes sus- se con un compás que tuviera un radio tentantes de la carga como las que de aproximadamente 3,2 metros. son, de suyo, sustentadas. Era mer- Dejando las medidas de anchura sin ced a este refinamiento como las par- cambiar, era posible obtener las medites podían fusionarse en un todo orgá- das a escala natural de los radios de nico en vez de estar aisladas unas de la sección transversal, sujetos a conotras. Hasta ahora había sido un mis- tinuos cambios, en cualquier punto de terio saber cómo se lograba ese con- la columna. La altura correspondiente, torno delicadamente encorvado de a lo largo de la columna, para cada los fustes. medida de un radio, podía calcularse, Tal como se ve en los dibujos del tem- a partir del dibujo a escala, contando plo de Apolo, el arco seguido por el con- las líneas del rayado; la separación torno de la columna debía hincharse entre cada dos de ellas es de un dáchacia afuera, hasta una distancia tilo y, por tanto, el ancho de cada re nmáxima de 4,65 centímetros de la cuer- glón representaba un pie, siguiendo da recta que conectaba los extremos la longitud de la columna real. superior e inferior del fuste de 18 meEstos someros bosquejos habrían tros. Un arco tan plano, en dimensio- bastado para guiar a los canteros nes menores, podía dibujarse con un cuando empezaban a labrar las columtrazo de compás. Pero haciéndolo a su nas. Sin embargo, los planos están verdadero tamaño hubiera sido impo- completados por un segundo juego de sible trazar la curvatura de la colum- otros más detallados al otro lado del na, pues el compás tendría que mon- ádyton y frente a los bosquejos pretarse para un radio de casi nueve liminares: una sección de 18 metros décimas de kilómetro. de longitud, a lo largo del fuste de la Por consiguiente, lo que se empleó columna, y dos secciones transverfue una construcción geométrica tan sales, una de la parte alta y otra de simple como ingeniosa: la altura del la baja del fuste. En estos dibujos, todo fuste se redujo. Para hacerlo así, se lo que habíase someramente bosequiparó el pie griego, en sus dimen- quejado en los planos anteriores está siones reales (29,6 centímetros), con dibujado con sumo detalle. Por ejemun dáctilo, un dieciseisavo del pie plo, las secciones horizontales están terminadas hasta los pormenores de todas las estrías. Sólo entonces se sintió el arquitecto satisfecho: los planos de las columnas eran tan perfectos cuanto las columnas estaban destinadas a serlo. También se han encontrado los planos de construcción de otras partes del templo. Una extensa colección de dibujos parece referirse a la construcción de las paredes del templo, cuyas superficies externas no se alzan estrictamente verticales, sino que se inclinan ligeramente hacia dentro. Otro dibujo ha manifestado representar parte del entablamento sostenido por las columnas.
U 7. LINEAS INSCRITAS, que representan particularidades constructivas del templo d e Apolo, pueden verse en este par de fotografías. La curva (en la de la izquierda ) que desciende hacia un par de semicírculos, define el pie del fuste de la columna al juntarse con la basa de la misma sobre una moldura semicircular. El semicírculo de la derecha corresponde a la posición real de la moldura en la basa. Encima, y a la derecha, de estas curvas grabadas, hay una serie de líneas paralelas (fotografía de la derecha ). Son divisiones de la unidad de medida, cada una de ellas representando un pie griego, de longitud real (29,6 centímetros), a lo largo de un boceto a escala de una columna. Se aprecian con claridad las huellas del cincel de dientes de sierra con que fueron desbastados los bloques de mármol. En la mitad inferior de la fotografía se puede ver la junta entre dos bloques de ésos. En la Edad Media, un violento terremoto, que demolió la mayor parte de lo que permanecía de pie en el templo, desplazó algo los bloques, como se aprecia en el ligero desvío en la alineación de las líneas verticales inscritas. 56
n dibujo de 12 metros de ancho, que muestra el entablamento y el frontón (el bajo gablete de la fachada) del naískos, se descubrió en el muro transversal del fondo del ádyton. No constituyó, en cambio, una sorpresa comprobar que el dibujo de la construcción del entablamento correspondía exactamente a lo que en la práctica se había construido. Lo sorprendente fue, sin embargo, la profunda discrepancia entre las dimensiones del frontón dibujado y lo que en realidad se construyó, diferencia que afectaba a toda la edificación. El naískos fue edificado unos
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RADIO DE LA CABEZA DEL FUSTE DE LA COLUMNA
CABEZA DEL FUSTE DE LA COLUMNA
ARCO DEL CONTORNO
EJE DE SIMETRIA A N M U L O C A L E D O I D A R
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CUERDA
CUERDA EJE DE SIMETRIA
ARCO DIAMETRO DE LA COLUMNA
TORO
8. TRES DIBUJOS SUPERPUESTOS distínguense en las líneas grabadas en la pared del templo (líneas en rojo ). Estos dibujos definen la forma de la basa y del fuste de una columna: dos secciones longitudinales de la columna (una de ellas dibujada acostada) y otra horizontal del fuste de la misma. La sección longitudinal representada en posición vertical está reducida a una escala de un dieciseisavo de su tamaño real; los otros dibujos aparecen a escala natural. También mostramos aquí las juntas de los bloques de mármol de la pared (líneas en negro ). Cada gráfico sólo pretendía dibujar la mitad del elemento arquitectónico que representaba, pues la otra mitad era simplemente su imagen especular. De la columna acostada sólo vemos el cuarto superior de su sección longitudinal. El
RADIO DEL PIE DEL FUSTE DE LA COLUMNA
arco trazado debajo de su cuerda pone de manifiesto la curvatura casi imperceptible del contorno del fuste. Por otra parte, la sección horizontal y diagramática del fuste ofrece en su interior tres sectores que corresponden al espaciado de las 24 estrías que rodean la circunferencia de la columna. Por último, en el tercero de los dibujos, cada uno de los apretados renglones paralelos representa un pie griego de longitud a lo largo del fuste de la columna. En esta versión abreviada se puede ver con perfecta claridad el contorno convexo de la columna. Sobre la base de este dibujo se podían obtener directamente las dimensiones variables del radio del fuste. Los dos cuadraditos en rojo señalan las áreas que abarcan las fotografías de la figura 7.
2,8 metros más estrecho que lo indi- se puede echar en saco roto. ¿Dónde cado en los planos, y sus proporcio- estaban las superficies en que debenes relativas se vieron así profun- rían estar dibujados? damente alteradas. Una libertad de esta magnitud resulta difícil de explii los griegos dibujaban los planos car, incluso a la luz de cuanto sabede las paredes de un templo en mos acerca de la arquitectura griega. las propias paredes, ¿pudieron dibuLos 200 metros cuadrados de dibu- jar los plan os del piso en el piso? Con jos descubiertos representan una parte esta pregunta en la cabeza examiné grande, pero de ningún modo la tota- detenidamente las capas de piedra lidad de los planos que deben haberse que componen la cimentación del temrealizado. Por ejemplo, no se ha encon- plo. La búsqueda reveló todo un destrado ningún dibujo que muestre el pliegue de líneas finas, grabadas en frontón triangular del templo mayor. la superficie de las capas individuaEsto no es inesperado del todo, puesto les: alineamientos, ejes y otras líneas que la construcción del frontón prin- de construcción. Los detalles del plano cipal no llegó a iniciarse nunca; es del piso habían sido proyectados en muy probable que ni siquiera fuese pla- las capas mismas que formaban la nificada y dibujada en todos sus por- plataforma escalonada . Cada capa se menores. Por otra parte, los planos de había echado de acuerdo con los plalas columnas del naískos, que habían nos, inscritos a su tamaño en la capa sido erigidas, se echan también en precedente. Además, ideas de orden falta, o por lo menos no se encuentran más general para la construcción del en los muros del templo. templo eran consignadas como sugeEl juego de planos más cr ucial que rencias en una capa, y en caso de ser no aparece por ningún lado en los aceptadas, sus trazos se copiaban en muros es el de los c imientos del edi- las capas sucesivas. Una vez llegaficio entero. Es evidente que debie- dos al estrato superior del basamento ron ser anteriores a los planos del escalonado, el arquitecto se enconalzado del templo. Esta omisión no traba ante el plano definitivo en que
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las partes más importantes del alzado (los muros y columnas) habían de asentarse cuidadosamente en su forma final y coherente. La colocación de estas partes estaba reglamentada por una precisa cuadrícula rectangular. Las guías de la cuadrícula se encuentran en el único sitio apropiado: siguiendo la base de la pared que rodea el núcleo del templo. Los indicadores consisten en una serie de líneas verticales cortas que, aunque no llamativas, han sido grabadas con una precisión y una exactitud milimétricas. Con el descubrimiento de estos planos quedaba detectado el eslabón existente entre el plano horizontal y las construcciones verticales dibujadas en las paredes del templo. Ahora tenemos ante nosotros una secuencia ininterrumpida de planos.
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o hace falta decir que los arquitectos del templo no esperaron a que estuviesen asentadas las primeras capas de piedra de la cimentación para empezar a contemplar la planta definitiva, ni tardaron en fijar las dimensiones de conjunto que el
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FRONTON
ENTABLAMENTO
COLUMNA BASAMENTO ESCALONADO
espesor de la capa protectora mide aproximadamente medio milímetro, lo que viene a ser la profundidad media de las líneas incisas. Si se hubiesen sometido las paredes al pulimento final, los intrincados planos de construcción que habían guiado la edificación del templo hubieran quedado destruidos. La razón de la aparente falta total de planos de construcción en la arquitectura griega radica sobre todo en una característica que puede calificarse de única. En cada estadio de la construcción, los planos de un edificio se elaboraban y refinaban de continuo. Una vez terminado el edificio, sin embargo, ya no había necesidad de los planos. Este proceso refinador desembocó en creaciones singulares de una belleza intemporal, insuperables en su estilo autodefinidor, clásico.
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o más gracioso es que, para alcanzar tal perfección, los griegos usaron procedimientos que no diferían esencialmente de los empleados antes por los arquitectos egipcios, utilizados 9. LIGERAS CURVATURAS se encuentran a lo largo de todos los miembros verticales y ho- luego por los romanos y más tarde aún rizontales de los templos griegos. En el boceto esquemático que presentamos, las curvatu- por los constructores de la Edad Media. ras se han acentuado en la vista frontal (arriba ) y en la vista lateral (abajo ) de uno de tales El lado técnico y práctico del diseño templos. Las columnas, con disminución ascendente, se hallan también algo “hinchadas” y del dibujo a gran escala en la arquiy el templo entero se arquea. Las desviaciones reales de la vertical o de la horizontal estric- tectura griega difería poco de lo que tas son minúsculas; las columnas del templo de Apolo ”se hinchan” hacia afuera un máxi- era evidentemente una práctica mo de 4,65 centímetros a lo largo de casi 20 metros; la cimentación “se inflama” un máximo común 2000 años antes en Egipto y de 11 centímetros sobre un trecho de 90 metros. Y sin embargo, estos refinamientos dan vi- 1500 años más tarde en Europa cengor claramente al diseño del templo. tral. Se han encontrado planos de construcción grabados en las superficies de las paredes y de los suelos edificio había de tener antes de levan- cubrió testimonios de planos de una de muchas iglesias góticas (por ejemtar los muros del mismo. Los dibujos cámara funeraria que fueron dibu- plo, las catedrales de Chartres, Reims, de las paredes y de otras superficies jados con tiza roja. Brujas, York y Orvieto). Y “líneas de representan sólo la parte del proceso Los dibujos antiguos de Dídyma pue- medida y de guía”, pintadas o grade planificación que precede inme- den no ser ya los únicos de que haya badas, se han observado en monudiatamente a su ejecución: la plani- constancia en la arquitectura griega, mentos primitivos egipcios que pueficación del solar. pero son desde luego unos de los más den considerarse ahora, a la luz de Antes de lleg ar a esta fase final los completos. Es una ironía que esta for- los dibujos de Dídyma, como planos planos del edificio debieron haber tuna arquitectónica se haya conser- de construcción. pasado por varios trazados. Parece vado gracias a que el templo nunca Mi descubrimiento en el templo de probable que el papiro, el pergamino, llegó a estar próximo a su terminación. Apolo no ha desvelado ningún conocitablillas blanqueadas, o incluso pieMientras que las señales hechas miento “perdido”. Sólo ha demostrado dras lisas, se hayan utilizado como en las superficies horizontales de las que, aunque los griegos emplearon materiales de dibujo para estos dise- piedras desaparecían en su mayor métodos corrientes para traducir sus ños preliminares. La última de estas parte al construir encima, los dibu- ideas arquitectónicas a monumentos posibilidades fue confirmada por mi jos de las p aredes continuaban visi- tangibles, alcanzaron extraordinarios colega Wolf Koenigs. Mientras éste bles. Y sin embargo, hacia el final de y duraderos resultados. estudiaba el templo de Atenea en la la construcción, también ellos estaciudad de Priene, descubrió que había ban llamados a ser borrados. Las sugrabado un apunte a escala del fron- perficies de las paredes del templo de BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA tón del edificio en la parte inferior de Apolo no tienen el acaba do que se les un bloque, que más tarde quedó incor- reservaba, y aún ostentan una delVORARBEITEN ZU EINER TOPOGRAPHIE VON D YDIMA . Klaus Tuchelt. Deutsches porado a la construcción del mismo. gada capa protectora que no estaba Archäologisches Institut, Instanbuler Koenigs observó también vestigios llamada a ser raída hasta la última Mitteilungen, Beiheft 9, Verlag Ernst de dibujos a gran escala en uno de los fase de la construcción. El pulimenWasmuth; Tübingen, 1973. lienzos murales del templo. Yo encon- tado final sólo se puede ver en las esGREEK ARCHITECTS AT WORK: P ROBLEMS tré vestigios de dibujos, grabados de quinas interiores de la pared (donde OF STRUCTURE AND DESIGN. J. J. Coulton. modo similar, en el templo de Artemis después no se habría podido conseCornell University Press, 1977. en Sardes; y Wolfram Hoepner des- guir con la perfección deseada). El
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Arqueología romana Vivir en Barcino Isabel Rodá
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a ciudad romana de Bar cino ha debe en parte la forma del casco anticonservado numerosos testimo- guo y que presenta una notable connios que permiten asomarnos tinuidad de uso de los espacios públia la vida pública y privada de sus cos; así, por ejemplo, la plaza de San primeros habitantes. Aunque esca- Jaime con sus edificios de gobierno sean las referencias literarias, las regional y municipal se superpone parfuentes arqueológicas y epigráficas cialmente al foro de la ciudad romana. suplen con creces las lagunas de infor- La catedral, en los aledaños, ocupa el mación. mismo lugar de la primigenia basíLa larga continuidad de las excava- lica episcopal paleocristiana que ciones urbanas ha posibilitado que co- estaba arropada por un complejo connozcamos el tejido de aquel primer junt o, lo mismo que suce de e n otras núcleo de la ciudad mediterránea sub- capitales europeas. yacente al actual y que podamos resEl núcleo urbano estuvo ceñido tituir, por tanto, el escenario en el que desde sus orígenes por un circuito de deambularon los barceloneses de hace murallas. Pero la vida de los barcinodos mil años. Un escenario al que se nenses no se limitaba a un espacio
1. PUERTA DECUMANA DE LA MURALLA TARDIA DE BARCINO. Ahora se abre en la Plaza Nueva (izquierda ). Los restos del templo dedicado probablemente al culto imperial, edificado en époCIVILIZACIONES ANTIGUAS
intramuros. Como toda ciudad romana, Barcino contó con su ager o territorio, que se extendería probablemente hasta Fines que cabe ubicar en Castellbisbal-Martorell y cuyo límite visible sería el arco del puente. Fundada en época augustea, alrededor del año 10 a.C., persistió con las transformaciones y adaptaciones oportunas hasta bien entrado el alto Medievo. El registro arqueológico no permite remontar, por una parte, más allá del año 15 a.C., y por otro, la fecha de 9-8 a. C. de un miliario barcelonés nos faculta para situar hacia el año 1992 el bimilenario de la fundación de Barcelona.
ca augustea en la parte más alta de la ciudad romana, se conservan en el Centro Excursionista de Cataluña (derecha ). El templo presidía el foro. 59
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2. GRAN INSCRIPCION HALLADA EN LA PLAZA DE SAN MIGUEL alusiva al colegio de los seviros augustales, libertos que asistían a los flámines (sacerdotes) en el culto imperial. Constituyó un estamento social muy activo y de gran importancia para la vida en la Barcelona romana. Las zonas intramuros excavadas ria vital de entrada y salida de procorrespondan a áreas y edificios públi- ductos. De allí partía el material de cos de considerable extensión en algu- construcción barcelonés por excelennos casos, como es el de las termas; cia, la piedra arenisca de las canteen cambio, queda poco espacio para ras de Montjuïc, o los vinos que se elalas casas privadas, que son siempre boraban en la zona, que era, además, amplias domus y nunca bloques de rica en pesca; unos depósitos bajo la pequeños apartamentos de alquiler plaza del Rey y el elogio a la abun(insulae). dancia de ostras por parte del poeta ¿Dónde vivían los barceloneses? Su Ausonio en el siglo IV constituyen sóescasa población, de unos dos mil lidos testimonios al respecto. Otras habitantes, estaba instalada en el fuentes de riqueza las constituían los territorio inmediato al recinto urbano. cereales y las explotaciones mineras No se ha conservado ningún censo, de la zona de Gavá, donde se extraía pero sí el nombre de los que debieron hierro y galena argentífera. elaborar uno de los primeros, si no el primero en época augustea: los duunstas favorables condiciones del viros quinquenales Gayo Celio y territorio fueron, sin duda, teniQuinto Salvio. El número de 2000 das en cuenta por Augusto cuando habitantes es proporcionado, a tenor decidió fundar la colonia de Barcino de la densidad propia del mundo anti- en el llano litoral estable más próximo guo, aunque un tanto exiguo para las a la desembocadura del Llobregat; la recias e imponentes obras de infra- comunicó también por vía terrestre, estructura realizadas para una ciu- trazando el recorrido costero de la vía dadanía tan escasa. Augusta que entraba en la ciudad por Los barceloneses de la época ro- la puerta que se abría en la plaza del mana disfrutaron de una vida desa- Angel-calle Llibretería y salía por la hogada, con un interés del dinero en- del Call para continuar por el llano de tre el 5 y el 6 %, según nos atestiguan la Boquería. La Barcino romana disdos importantes inscripciones del puso de todo el equipamiento digno de siglo II d.C. Barcino se organizó desde una ciudad del momento. Dos acuesus orígenes alrededor del puerto del ductos la abastecían con aguas traíLlobregat ( Rubricatum flumen), arte- das desde Collcerola y el río Besós.
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El estatuto de la ciudad era el privilegiado de colonia, inmune además con la exención de ciertos impuestos. Un senado local (ordo decurionum) de unos cien miembros (decuriones) regía la ciudad junto con los magistrados municipales elegidos anualmente: los duoviri, según el modelo de los dos cónsules de Roma, y los aediles, que constituían el primer grado de la carrera municipal. Completaban el cuadro dirigente los sacerdotes encargados del mantenimiento del culto imperial ( flamines ), asistidos por un colegio de seis miembros ( seviri augustales) que constituían un auténtico poder fáctico. Todas las magistraturas, de carácter honorífico, habían de ser ejercidas por hombres ingenui, es decir nacidos libres y mayoritariamente en Barcino, según podemos deducir de su adscripción a la tribu Galeria correspondiente a la ciudad. Pero también se brindó a los forasteros el acceso a los cargos municipales, como por ejemplo el centurión retirado Lucio Cecilio Optato, que ejerció por tres veces el cargo de duunviro y fue también flamen . Los hombres que, nacidos esclavos, habían sido manumitidos podían promocionarse a través del sevirato augustal. Las más de 300 inscripciones, conservadas principalmente en el Museo de Historia de la Ciudad y en el Museo de Arqueología de Cataluña, nos atestiguan toda la gama del escalafón
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3. RETRATO FUNERARIO FEMENINO CON VELO, en mármol itálico de Carrara hallado en el interior de la torre 25 de la muralla tardorromana. Primera mitad del siglo I d.C.
4. PINTURAS MURALES DE UNA CASA UNIFAMILIAR ( domus ) hallada en el patio del palacio arzobispal de Barcelona y conservadas en la actualidad en el Museo de Historia de la Ciudad.
social desde la más elevada compuesta oppidum) como Barcino posea un corpor los senadores a la más baja, la de pus tan nutrido de inscripciones, delos esclavos, pasando por los caballe- bido en buena parte a su reutilizaros, magistrados municipales, hom- ción en la construcción de las murallas bres libres y libertos. Entre los sena- tardorromanas y a las constantes dores cabe destacar a los dos Minic ii campañas de excavación. Natales, padre e hijo, que se distinguieron por el amor hacia su ciudad, onocemos los nombres de más de con la donación de las termas públi400 de sus habitantes, principalcas y el generoso legado testamenta- mente de los siglos I y II. El nombre de rio de Minicio junior, el vencedor el familia (nomen ) más habitual era el año 129 de la carrera de cuadr igas en de Iulius, gentilicio imperial y, además, la 227 edición de los Juegos Olímpico s. el del fundador de la ciudad, Augusto. Con todo, el estamento más activo Fue también corriente el de Valerius, desde la etapa fundacional de Bar- como sucede en la vecina Galia Narcino fue el constituido por los liber- bonense con la que Barcino mantuvo tos, que detentaban un fuerte poder estrechos contactos. En cambio un económico y llegaron a conformar un nombre raro en el resto del Imperio, verdadero clan económico. Caso ex- pero muy frecuente en la Barcelona cepcional en los primeros años del romana, fue el de Pedanius, llevado por siglo II d. C. fue el de Lucio Licinio hombres libres y por un buen grupo de Segundo, liberto del poderoso minis- libertos; también abundan los gentitro de Trajano, Lucio Licinio Sura. licios de raigambre itálica al constituir Este antiguo esclavo fue el hombre los colonos de este origen el primer más homenajeado de todo el Imperio núcleo poblacional. Respecto al nomromano con 24 pedestales conocidos bre personal (cognomen), que era el levantados en el foro barcelonés con único que tenían los esclavos al caresus correspondientes estatuas bron- cer de derechos y no estar incluidos en cíneas, hoy perdidas. una familia ( gens), eran normales los Constituye un hecho poco usual de tipo helénico entre los libertos. Para que una pequeña ciudad ( pa rv um los hombres libres tenemos documen-
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tados cognomina tan latinos como Natalis o Vitalis, de los que derivan los modernos Nadal y Vidal. En las ciudades romanas, las termas públicas constituían un punto obligado de encuentro y de relaciones sociales. El foro concentraba las actividades religiosas, oficiales, políticas, comerciales o lúdicas. De nuevo, las inscripciones nos atestiguan algunos oficios de carácter privado, como el de nodriza, y la organización colegial de ciertos tipos de trabajo, como es el caso del collegium fabrum que reunía a los trabajadores de los materiales duros bajo la advocación de la diosa Minerva. Con todo lo que nos es dado conocer de la Barcelona romana, podemos imaginar una vida diaria plácida y activa, con buenas instalaciones públicas y privadas para un núcleo urbano de reducidas dimensiones, dinámico y cómodo, de un singular carácter abierto, condiciones que perdurarían en el Bajo Imperio cuando el obispo barcelonés Paciano exhorta a sus feligreses con las siguientes palabras: “No os faltan lugares de reposo en medio de parques o a orillas del mar, ni vinos exquisitos, ni espléndidos banquetes, ni recreo para la vejez”.
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El templo del foro romano de Ampurias La expansión de la cultura romana por el Mediterráneo fue utilizada como un instrumento de dominio de pueblos menos avanzados. Estudiamos aquí uno de los primeros ejemplos monumentales de esta política, ubicado fuera de Italia Ricardo Mar y Joaquín Ruiz de Arbulo
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comienzos del siglo VI a.C., un grupo de griegos originarios de la ciudad de Focea, en Asia Menor, vinieron a establecerse en el extremo occidental del Mediterráneo. El lugar elegido fue un promontorio costero al sur del golfo de Rosas, no lejos del Pirineo, en una zona ya frecuentada por mercaderes fenicios y etruscos. Fundaron un emporion, un puerto comercial destinado al tráfico de mercancías importadas. Con el tiempo, este asentamiento llegó a ser una polis, una ciudad independiente, que acuñó moneda tomando Emporion como nombre y el caballo Pegaso como símbolo. Durante la segunda guerra púnica fue aliada de Roma y como tal recibió en su rada a las primeras tropas romanas llegadas a la Península. Más tarde, ya en época del imperio, se convirtió en municipio de derecho romano. En la alta Edad Media fue sede condal y episcopal. Luego, por diferentes razones, se fue despoblando lentamente hasta que su nombre cayó en el olvido. Recuperado durante el Renacimiento el conocimiento de la antigüedad clásica a través principalmente de sus textos, el interés de los eruditos se centró en la ubicación de las viejas ciudades citadas en las fuentes. Y así, en el siglo XV , el cardenal Margarit situó ya correctamente Ampurias frente a la tradición que la relacionaba con el pueblo de Castelló, situado a 20 kilómetros al norte del asentamiento clásico. Eruditos del XVII como Geroni de Pujades o Peyre de Marca continuarían los estudios, pero hubo que esperar al siglo XIX para que Jaubert de Passa y Pella i Forgas publicaran los primeros planos de los restos conservados de la ciudad. Tras un período de rebuscas y ventas de antigüedades que cubriría todo el siglo XIX , en 1908 comenzaba el tra-
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bajo científico. En esta fecha, dentro del amplio programa de renovación cultural que propiciara Prat de la Riba, Puig i Cadafalch, entonces presidente de la Junta de Museos, consiguió de la Diputación de Barcelona medios económicos para la compra de terrenos e inicio de excavaciones sistemáticas. Emilio Gandía, enviado como capataz de los trabajos, emprendió una labor que duraría, con algunas interrupciones, hasta la guerra civil española. Fueron 29 años de trabajos relatados en sus “Diaris d’Excavació” (1908-1937), conservado s en el Museo Monográfico de Ampurias. Durante ese tiempo se trabajó esencialmente en el área de la antigua ciudad griega.
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ras la guerra civil, los trabajos continuaron en la ciudad romana. El foro, identificado por Nino Lamboglia en 1954, no fue objeto de excavación hasta diez años más tarde. Desde 1964, bajo las sucesivas direcciones de M. Almagro, E. Ripoll y E. Sanmartí se ha insistido en este sector. En 1982, tras una labor de sistematización en el conocimiento arqueológico del foro, nuevas excavaciones culminaron con la identificación de las estructuras que lo formaban y su evolución histórica. El foro romano heredó las funciones que en época griega asumía el ágora. Se trataba de una plaza pública donde se realizaban las actividades comerciales y se reunía a la población para abordar temas de interés común. Reuniones y comercio debían estar protegidos por las divinidades. Por ello, los templos de los dioses tutelares se situaban junto a la plaza. Con el tiempo, el desarrollo institucional llevó a la creación de estancias específicas de uso administrativo y judicial. Estos elementos, articulados en
la misma plaza, configuraban el foro característico de la época imperial: centro político, administrativo, religioso y comercial. Representaba la autonomía y el poder de la ciudad. El foro romano de Ampurias se edificó en torno al año 100 a.C. como parte de una ciudad amurallada, de planta ortogonal, construida a partir de un antiguo pra esi diu m, una fortaleza de vigilancia establecida por los romanos a raíz de las rebeliones indígenas del año 197 a. C. Esta nueva ciudad se situó junto a la polis griega, que conservó sus propias fortificaciones y por tanto su independencia jurídica. Recibió una población que aún no conocemos bien. Formaban parte de ella los legionarios que, al licenciarse, se establecieron en el lugar donde habían prestado servicio formando familia con mujeres indígenas. En un proceso más general puede contemplarse cómo a lo lar go del siglo II a.C. una progresiva aculturación de los naturales de la península provoca el lento desmembramiento del sistema económico de las tribus iberas y su sustitución por los patrones romanos: la ciudad como centro fiscal, comercial e industrial y la villa esclavista como unidad primaria de producción agraria. Posiblemente, la fundación de la ciudad romana de Ampurias a fines del siglo II a.C. represente la consolidación de este proceso en el noreste hispano. La ciudad se construyó siguiendo patrones netamente itálicos. Las calles, trazadas a cordel, formaron un reticulado de insulae o manzanas según una unidad de medida romana: el pie de 29,5 centímetros. La unión de 120 pies formaba el actus, medida base utilizada por los agrimensores al establecer la parcelación de un territorio. Las insulae de Ampurias miden 35 × 70 metros, es decir, 1 × 2 actus.
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” S E L O Ñ A P S E S E J A S I A P “
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1. CONJUNTO GRECORROMANO DE AMPURIAS (Gerona). Al fondo de la fotografía, los núcleos griegos primitivos donde se inició el asentamiento, junto al puerto antiguo ahora colmatado. En primer término (zonas levantadas, más blancas) se contempla la ciudad romana; en el plano inferior, los restos conocidos de ésta; se disCIVILIZACIONES ANTIGUAS
tinguen los lienzos de muralla, el anfiteatro exterior, la red viaria con la calle principal que desemboca en el foro, grandes viviendas privadas y el foro monumental en parte reconstruido. En color rojo se perfilan las estructuras correspondientes al foro de época republicana. 63
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El sector del podio se nos ofrecía rodeado por un gran porticado en forma de U , que delimitaba un amplio sector rectangular. Esta estructura urbanística era bien conocida en la edilicia romana para un conjunto foral, cumpliendo unos esquemas desarrollados en Italia ya en el siglo II a.C. y en los que el foro republicano de Ampurias representa el primer ejemplo conocido del mundo romano provincial.
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2. PODIO sobre el que se alzaba el templo del foro romano. Tenía una moldura en su base y otra —invertida— en su coronación. La fotografía presenta los restos conservados, en tanto que el dibujo avanza un ensayo de reconstrucción. La altura que tuvo el podio la deducimos de la pendiente de una escalera adosada posteriormente al mismo. Se observa también la disposición de los sillares de la cimentación alternados paralela y perpendicularmente al muro para garantizar la cohesión interna del mismo. Como espacio público, la ciudad fue conocía esta estructura como “el podotada de un foro situado cerca de una dio”. La hipótesis de situar sobre este de las puertas de entrada a la misma podio los restos del principal templo y comunicado con ella por el eje via- de la ciudad partió del estudio conrio principal: el kardo ma ximu s. junto de las estructuras del foro. Este Las arenas que cubrían las ruinas aparecía como una plaza rodeada por del lado norte de la plaza fueron re ti- una columnata y articulada en torno radas en 1966, dejando al descubierto a dos calles: el kardo maxim us, prouna estructura de difícil valoración. cedente de la puerta sur de la ciudad, Se trataba de un macizo informe de que entraba en el foro llegando a los piedras, tierra y hormigón en el que pies del podio, y un decumanus, o calle se adivinaba la presencia de algunos este-oeste que cruzaba el foro en el muros empotrados. Hasta 1982 se mismo punto donde concluía el kardo.
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ste tipo de foros presentan una composición desarrollada en dos plazas separadas por un eje viario. En una de ellas se sitúa el área, espacio descubierto rodeado de pórticos, que comunica con los edificios políticoadministrativos. En la otra plaza, en posición central, alzado sobre un podio, se encontraba el templo principal de la ciudad dedicado a Júpiter o a la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva). La tipología edilicia marcaba en nuestro caso la hipótesis de partida: comprobar el carácter del podio como basamento de un templo absolutamente arrasado y, por tanto, de estudio muy problemático. En el mes de julio de 1982, dentro de la campaña de excavaciones centrada en el foro romano, un grupo de trabajo dirigido por Javier Aquilué se dedicó a la tarea de excavar y delimitar el podio. Se trataba de una gran masa informe de 1,20 metros de altura sobre el nivel de la zona, con una planta irregular de 19 metros de longitud y entre 7 y 14 metros de anchura. Sus lados descendían en talud dando al conjunto una imagen de pequeña meseta. Las primeras excavaciones habían despejado, en el lado este, los restos de una escalera que, en fecha posterior a la construcción del podio, se adosó al mismo. Los restos de esta escalera, un simple muro en el que se distinguen las improntas de los escalones, se apoyan en dos sillares de arenisca que forman una esquina de la base del podio. Estos sillares presentan una moldura exterior y a su vez se apoyan sobre un muro con sillares dispuestos a soga y tizón. Se delimitaron tras la excavación un total de diez sillares. La conservación de estos pocos elementos nos proporciona un esquema para entender la estructura del podio. Este sería en realidad una gran caja forrada exteriormente por bloques de arenisca, con sus molduras correspondientes en la base y en la coronación del podio, y rellena en su interior por un amasijo de tierra y piedras. Al ser robados estos sillares exteriores para su nuevo aprovechamiento, todo el
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relleno interior quedó expuesto a la y poner de manifiesto que los sillares frontal. La altura en ambos casos era erosión y en consecuencia se fue habían sido asentados en el momento de 1,60 metros. derrumbando lentamente hacia los de la construcción sobre una solera de Los sillares del podio estuvieron lados dando a los restos su aspecto argamasa. Esta, tras el robo de los originalmente estucados, estuco pinactual. bloques, quedaba de nuevo a la vista. tado de rojo en algunas partes, según El derrumbe del podio permitía En la solera se dibujaban las silue- puso de relieve la excavación. Entre descubrir nuevos elementos de gran tas de los sillares dispuestos a soga los fragmentos recuperados destacavalor arquitectónico. Así, el relleno y tizón, a lo largo del perímetro del ron algunos moldurados en forma de interno no se reveló como un conjunto podio. Ello permitió medirlo y dibu- gola, es decir, en posición inversa a la uniforme, sino que, entre el amasijo jarlo enter amen te. moldura de los sillares de la base del de piedras, se delimitaban unos muros Se comprobó, además, que el podio podio. Se aclaraba, pues, que la molempotrados construidos con piedras poseía un segundo forro interior a lo dura de coronación del pod io no estuvo irregulares unidas con argamasa (este largo de su perímetro, compuesto por formada por nuevos sillares, sino simtipo de paramentos recibe el nombre muros de opus incertum adosados a plemente conformada con estuco. de opus incertum). Un primer muro, los lienzos de sillares. En toda la parte Resumiendo, el podio aparecía como en la zona sur, medía 140 centímetros sur, el muro correspondiente apare- una plataforma revestida de sillares de anchura; le seguía, a 4,25 metros, cía caído sobre la trinchera de saqueo estucados y con zonas pintadas de otro muro de 110 centímetros y, por de los sillares, caída provocada, sin color rojo. La planta, en forma de T , fin, en el extremo norte, se situaba duda, por el robo de éstos. La anchura correspondía al templo propiamente un último muro de 53 centímetros de total del muro perimetral uniendo el dicho y a dos macizos frontales que grosor. opus incertum y el lienzo de sillares enmarcaban la escalera de acceso. La importancia de estos muros es sería de 1,60 metros. En un momento posterior se adosafundamental: nos indican la planta ron al conjunto dos escaleras lateradel edificio que se alzó sobre el podio, ontinuó la excavación en la parte les como accesos complementarios. a cuyas paredes debían servir forzoanterior del templo situada al sur. samente de cimentación. El muro sur Se comprobó que, según indicaban ya l templo romano constaba esentuvo que ser el cimiento de la colum- los escasos sillares conservados, el cialmente de una cella, cámara nata frontal y los otros dos muros podio se ampliaba en su parte frontal sacra que albergaba la estatua de la servirían de apoyo a las paredes de pasando de 9 a 12 metros de anchura. divinidad, y de una columnata, que la cella o cámara sacra del templo. Este ensanchamiento se producía jus- podía rodear la cámara o bien sólo preto delante del primero de los muros cederla. En el primer caso, el templo os saqueos que en época tardorro- encajados en el interior del podio, se denomina períptero; en el segundo, mana y medieval sufrieron las rui- correspondiente a la cimentación de prostilo. El estudio de las cimentacionas de Emporiae habían borrado todo la columnata, y se extendía ante él nes conservadas en el podio, incluyenrastro de aquel templo que podemos formando un suave talud. Al retirar do los datos suministrados por la eximaginar construido en obra de sille- la arena, quedaron a la vista los res- cavación de su perímetro, mostró la ría. Igual destino corrieron la práctica tos muy deteriorados de un macizo en existencia de un muro perimetral de totalidad de los bloques que revestían posición lateral respecto de la fachada doble aparejo (opus incertum y silleel podio a excepción de los pocos con- principal del templo, que delimitaba ría) de 1,60 metros de anchura. Con servados in situ. ¿Cómo encontrar ele- un espacio central. La limpieza cuida- este muro limitaban, además, tres mentos para reconstruir el templo? dosa de ese intervalo reveló la existen- muros transversales incrustados en La búsqueda en los almacenes del cia de escalones construidos en are- los rellenos del podio, con anchuras Museo de Ampurias donde se guarda nisca, también muy deteriorados. Se de 1,40, 1,10 y 0,50 metros, respecel material de las excavaciones reveló habían conservado únicamente tres, tivamente. la existencia de fragmentos de pilas- pero el poder medir su anchura, y El templo alzado sobre este podio tras y de capiteles de orden corintio puesto que conocíamos la distancia no pudo ser nunca períptero. De serlo, labrados en arenisca. Estos fragmen- entre el límite frontal del podio y el aparecería n lateralmente dos cimentos habían sido hallados en 1966 al reti- muro de sustentación de la colum- taciones: una correspondiente a las rar la gran capa de arena que cubría nata, nos permitió deducir que el paredes de la cella y otra para sospor entero los restos del podio. Otro número de escalones había sido de tén de la columnata. La presencia de elemento de gran importancia apare- siete. La pared frontal del podio quedó una única cimentación indicaba que ció cubierto aún por la arena, caído al así delimitada por dos macizos latera- el templo era prostilo, es decir, que costado mismo del podio. Se trataba les (uno de ellos absolutamente arra- poseía una cella precedida de una code un sillar perteneciente a una pilas- sado pero reconstruible por simetría), lumnata frontal. Existía un elementra que presentaba cuatro acanala- enmarcando una escalera central. to que permitía concretar aún más duras en dos de sus caras: una pilasUna vez conocida la planta del po- esta imagen. Habíamos mencionado tra, pues, de ángulo. dio, era preciso averiguar su altura anteriormente la presencia junto a Las excavaciones de 1982 buscaron original. La presencia de los muros los restos del podio de un sillar de ante todo la delimitación de la planta internos de cimentación proporciona- pilastra con dos de sus caras gradel podio y estudiar su sistema cons- ba un primer indicio, pero nos falta- badas con profundas estrías. Este tructivo. Para ello se trabajó en exten- ba conocer el grosor del suelo superior. sillar, perteneciente a una pilastra sión, siguiendo el perímetro de la pla- En esta ocasión la información pro- angular, imitaba con su labra una taforma en busca de los sillares que vino de las escaleras laterales antes columna adosada a la pared. Se trata la conformaron exteriormente. Como mencionadas. El muro de una de estas de una solución habitual en la arquiera de prever, estos sillares habían escaleras conservaba las improntas tectura romana que se denomina pseudesaparecido en su práctica totali- de los escalones hasta su parte más doperíptera. La cámara, en vez de ir dad. La excavación minuciosa permi- alta, y ésta coincidía con la observa- rodeada lateralmente por una columtió descubrir las trincheras de saqueo da en la reconstrucción de la escalera nata independiente, la incorpora a
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sus propias paredes por medio de pilastras intercaladas en los paramentos. El siguiente paso en la investigación consistía en averiguar el ritmo de la columnata frontal prolongada en los laterales con las pilastras de la cella. ¿Qué distancias mediaban entre los ejes de las columnas? Para resolver esta cuestión poseíamos dos datos fundamentales: en primer lugar, las dimensiones totales del podio, en anchura y longitud. En segundo lugar, el sillar de pilastra nos indicaba el grosor de los fustes de las columnas. Esta medida se situaba en torno a los 80 centímetros. Y así emprendimos un estudio de modulación, la búsqueda del sistema de medidas usado por los constructores y, en definitiva, del elemento generador de las proporciones de todo el edificio. Comenzamos por la columnata frontal. ¿Cuántas columnas se situarían en ella? Sabemos que los templos iban siempre precedidos de un número par de columnas: cuatro (tetrástilo), seis (hexástilo), ocho (octástilo), etcétera. Para averiguar este número se calculó en primer lugar la anchura del templo. A las paredes laterales del po dio se les descontó el vuelo de la moldura de base. La anchura de estas par edes pasó a ser entonces de 1,10 metros, el mismo grosor que presentaba la cimentación frontal. Se midió a continuación la distancia entre los ejes de ambas paredes que resultó ser de 8,25 metros. Si dividiésemos esta distancia entre 3,5 o 7 obtendríamos la
distancia “entreejes” para la columnata, según ésta hubiese poseído 4, 6 u 8 columnas. Los resultados obtenidos fueron 2,75, 1,65 y 1,17 metros. Ahora bien, conocíamos a partir de la pilastra conservada un grosor estimado para las columnas en torno a los 80 centímetros. Podíamos pues calcular qué relación se establecería entre los ejes y este grosor, es decir, averiguar las anchuras de sus respectivos intercolumnios. Realizado el cálculo, las distancias obtenidas equivalían a 1,95 metros para el templo tetrástilo, 85 centímetros para el templo hexástilo y 37 centímetros para el templo octástilo. Era, pues, evidente que ninguna de estas dos últimas soluciones podía ser correcta, ya que un intercolumnio de anchura inferior a 1 metro hubiese hecho muy dificultosa la circulación y el acceso al templo.
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oncluimos que la situación correcta para el intervalo entre ejes de la columnata frontal era de 2,75 metros, correspondiente a columnas de aproximadamente 80 centímetros de diámetro en la base e intercolumnios de 1,95 metros. La columnata frontal debió ser, pues, tetrástila. Acto seguido se trasladó esta medida a la fachada lateral del templo. La distancia entre el muro que contenía la puerta de la cella y el muro posterior de la misma marcaría, en las fachadas laterales, la posición de las pilas-
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3. SECTOR ANTERIOR DEL TEMPLO tras su excavación. A la Izquierda se distinguen restos de la escalinata frontal del edificio adosada al muro de cimentación de la fachada. En primer término, la solera de argamasa con las improntas de los sillares del muro saqueados de antiguo para su reutilización. 66
tras extremas, adosadas al muro exterior del templo. Se midió esta distancia entre los ejes de ambos muros, que resultó ser de 11 metros. Si comparamos esta dimensión con el ritmo deducido para la columnata frontal, obtendremos cuatro entreejes exactos (11/2,75 = 4). Es decir, que en los muros laterales de la cella podríamos situar cinco pilastras adosadas, manteniendo idéntico ritmo que la columnata frontal. Se observó a continuación que la distancia entre la columnata frontal y la puerta de la cella era excesiva para el ritmo deducible en los entreejes de las pilastras. Esta distancia media entre los ejes de las cimentaciones resultó ser de 5,68 metros. Existía, pues, el espacio suficiente para situar una columna exenta entre la columnata y la cella manteniendo el ritmo observado de 2,75 metros. En esta ocasión se apreciaba un ligero error de 18 centímetros (2,75 × 2 = 5,5 metros; ahora bien, 5,68 – 5,5 = 0,18 metros). Error que pudo obedecer a un desplazamiento de estas columnas laterales o a un descentramiento en la columnata de fachada respecto al muro corrido que le servía de cimentación. Resumiendo, el templo poseería una fachada frontal formada por cuatro columnas y dos laterales de siete. De estas últimas, dos serían propiamente columnas exentas y cinco pilastras adosadas a las paredes de la cella. El templo se definiría pues como próstilo, tetrástilo y pseudoperíptero.
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abíamos deducido una distancia de 2,75 metros para el intervalo entreejes de la columnata y observado cómo esta medida se relacionaba con las dimensiones totales del edificio. Urgía averiguar qué relación se establecía entre esta medida y los sistemas de medición empleados en el mundo romano en la época de construcción del templo (fines del siglo II a.C.). El pie romano adoptado oficialmente en Roma en el 268 a.C. medía aproximadamente 0,296 metros. No obstante, en el occidente mediterráneo se han documentado otros sistemas de medida igualmente empleados en el mundo romano. Entre estos destacaremos el pie ptolemaico de 0,309 metros y el pie itálico u oscoúmbro de 0,275 metros. La relación existente entre la medida generadora de las proporciones del templo y alguna de estas dimensiones es evidente. El entreejes de la columnata equivale exactamente a diez veces el pie itálico de 0,275 metros. Esta dimensión es la
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per tica , la vara de diez pies utilizada de molduras está presente en los prinpor el redemptor o capataz de obras. cipales santuarios de la zona samnita, ¿Ajustaban sus medidas las dife- construidos a lo largo del siglo II a.C., rentes partes del monumento a pies en la época de gran esplendor econóde 0,275 metros? Los resultados de la mico que acompañó a estos pueblos comprobación fueron satisfactorios. como premio de su fidelidad a Roma Las anchuras observadas en todos los en la segunda guerra púnica. muros se aproximaban a dimensiones Para la datación de nuestro temexpresada en pies y lo mismo ocurría plo contamos fundamentalmente con con las dimensiones generales del edi- los fragmentos de cerámica aparecificio. El diámetro de las columnas en dos entre la tierra que rellenaba el su base al que nos aproximábamos a podio. Este material, correspondiente partir del sillar de pilastra conser- al momento de construcción del edivado podía ahora concretarse en 82,5 ficio, se fechó a fines del siglo II a.C. centímetros, es decir, 3 pies. En la campaña de excavaciones de La utilización de este módulo como 1982 pudo comprobarse que estos elemento generador de la construc- materiales coinciden con los que apación se plantea llena de sugerencias. recen en todos los rellenos construcLa ciudad romana de Ampurias se tivos relacionados con la fundación planificó de acuerdo con el pie romano de la ciudad: pavimentación de calles, de 0,296 metros. Sin embargo, encon- levantamiento de murallas, etcétera. tramos el templo principal de la ciu Volvemos a encontrar aquí un paradad construido según otro sistema lelismo. Muchos de estos materiales de medidas. ¿A qué obedecía este cerámicos corresponden a importacambio? Los estudios de metrología ciones itálicas que llegan a la peníndesarrollados en el siglo XIX demos- sula acompañando el comercio del traron que el pie itálico se utilizó en vino. Gran parte de este comercio, la propia Roma con anterioridad a la evidenciado a partir del estudio de las adopción oficial del pie romano en el ánforas, la vajilla de barniz negro, va268 a.C. Sin embargo, su uso se ha jill a común, lucer nas y otros elemen documentado principalmente en zo- tos, procedía de los puertos del golfo nas de la Italia meridional: Campani a de Nápoles. y Samnio. Este fue, por ejemplo, el sisLos restos conservados del templo tema métrico utilizado en las cons- nos permitieron efectuar una protrucciones de Pompeya, al sur del gol- puesta de restitución en planta y avanfo de Nápoles, antes de su anexión zar hipótesis sobre el origen de sus definitiva por Roma en el 89 a.C. constructores. En el mundo antiguo un edificio público, y más uno religion este orden de cosas podemos so, no se concebía nunca al azar, sino imaginar, pues, la siguiente si- que se construía de acuerdo con un tuación: en el momento de la funda- sistema de proporciones que relacioción de la ciudad romana de Am- nara sus diferentes partes. El desarropurias, los agrimensores, ligados a llo de este principio nos orientará en medios militares, trazaron la retícu- la restitución aproximada de las parla urbana sobre el patrón del pie ro- tes desaparecidas del edificio. mano. De esta regla se escapó el templo principal de la ciudad, diseñado a definición de proporciones en como obra independiente, relacioarquitectura no es una creación nada quizá con algún personaje prin- genuina del arte romano. Fue herencipal de la ciudad que financió su cia de la edilicia griega, que con ellas construcción y la encargó a un archi- trató de alcanzar, a través de un marco tectus o a una officina (taller) que filosófico y teórico, la esencia misma trabajaba con un sistema de medi- de la belleza. La identificación de la das diferente. Es muy probable que belleza de una obra de arte a través esta o estas personas fueran oriun- de la “armonía” que reina entre sus das de la Campania. partes nació en el mundo griego de Hay indicios que apuntan en esta dos líneas distintas de pensamiento dirección. La moldura de base del po- filosófico: la platónica, que consideró dio, denominada kyma reversa, es una la belleza como una idea abstracta, moldura de doble curvatura (gola) si- un modelo prefijado e invariable; y la tuada en posición invertida. Es un pitagórica, que apoyó su desarrollo en elemento de claro sabor helenístico. los valores simbólicos de los números. Su empleo se generalizó en Italia a Ambas coincidían en entender que el fines del siglo II a. C. como consecuen- cosmos respondía a unas leyes genecia de las influencias helenísticas en rales y que la armonía surgía en la contraposición al uso de molduras de medida en que se reflejaban estas cuarto bocel propias de los templos leyes. Un ejemplo de esta reflexión se etruscos. Destacaremos que este tipo obtenía en la relación entre proporción
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4. RECONSTRUCCION de un capitel corintio del templo a partir de un fragmento conservado. La altura del capitel se deduce a partir del diámetro de su columna, en nuestro caso 82,5 centímetros. y armonía musical. Las consonancias musicales que se establecen al vibrar cuerdas cuyas longitudes se relacionan armónicamente son agradables al oído y reflejarían parte de la estructura matemática que rige el universo. La arquitectura, pues, para ofrecer sensaciones armónicas a la vista, se vería forzada a reproducir estas leyes generales. El griego buscaba esas leyes en las propiedades geométricas de las figuras regulares y en las de ciertos números. No obstante estamos muy lejos de conocer cuál fue la exacta utilización de estas ideas. Policleto, por ejemplo, fijó su canon, referido a la relación entre las partes del cuerpo humano, utilizando — la √ 2 . La relación obtenida fue considerada por los antiguos como el paradigma de la belleza anatómica. La paradójica cualidad — de esta dimensión radica en que √ 2 es un número que no puede ser medido; es inconmensurable. Sólo puede ser construido gráficamente utilizando
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5. SECCION DE PILASTRA adosada al muro del templo. Corresponde a una de las esquinas. Sugiere la presencia de columnas inexistentes. 67
la diagonal de un cuadrado de lado la unidad. El recurso a diagonales de cuadrados, hexágonos o pentágonos al trazar la fachada de un edificio representa de hecho introducir los — — — números √ 2 , √ 3 o √ 5 en el sistema de proporciones resultante. Estas relaciones, que no pueden expresarse como múltiplos o submúltiplos de números naturales, han de ser construidas necesariamente con medios gráficos. Estos planteamientos, que impregnaban el modo de operar de la construcción griega, se llevaron a la práctica utilizando pequeños grupos de artesanos, altamente cualificados, agrupados en talleres móvi-
les. Esta organización tomaba como directriz la idea misma del proyecto y su correcta resolución se anteponía a la eficacia del rendimiento. Cuando Roma en el siglo III a.C. comenzó su expansión militar, las ideas antes descritas se encontraban dispersas por todo el Mediterráneo helenístico. Buena parte de Italia las utilizaba ya con asiduidad. En el cur so de un siglo escaso, la ciudad del Lacio dejó de ser un mero centro comercial provinciano para convertirse en la capital helenística del Mediterráneo. Enriquecida con los inmensos botines de sus conquistas militares, la c lase dirigente romana se vio en la necesidad de potenciar una arquitectura
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6. PROCESO DE RECONSTRUCCION DEL PODIO. Se muestra arriba los restos conservados, en el centro la construcción del primer momento y abajo según quedó tras el añadido de las escaleras de acceso posterior con los basamentos de estatuas. Los restos conservados de las escaleras permiten restituir la altura del podio y el estudio metrológico de los muros conservados nos suministra la planta general. 68
de prestigio que reflejara el poder y la grandeza de los nuevos tiempos. Para ello se recurrió a los modelos griegos, los de mayor valor simbólico que, poco a poco, fueron adaptados a la nueva mentalidad. Se desarrolló una arquitectura donde el rendimiento global primó sobre la resolución de los aspectos de detalle. Los talleres especializados fueron lentamente sustituidos por cuadrillas de obreros de baja cualificación, que trabajaban bajo esquemas muy rígidos, con ritmos de trabajo casi industrializados.
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a arquitectura griega había creado sus sistemas de proporción sobre el gozne de la analogía, que incluía por definición medidas inconmensurables. Afirmar que a/b = c/d es demostrar una proporción aritmética, es decir, un caso particular de analogía. Frente a este concepto, la arquitectura romana destacó el uso de la symmetr ia. La idea de simetría, que en su actual acepción se asocia al equilibrio entre las proporciones de un cuerpo respecto a un eje, se utilizó en el mundo romano como referencia al establecimiento de un orden de medida o, lo que es lo mismo, una conmensurabilidad entre las partes. Decir, por ejemplo, que una columna mide 8 unidades o módulos es enunciar una symm etria. En cambio, referir un entablamento a la columna como 1 es a 3,5 significa expres ar una analogía. ¿Qué tiene todo esto que ver con el templo ampuritano? Al examinar el sistema de medidas utilizado para edificar el templo dedujimos que los constructores se expresaban en pies de 27,5 centímetros. Si exponemos nuevamente las dimensiones del templo, medidas ahora en pies, observamos que todas son múltiplos de 5. Es decir, podríamos superponer a la planta del templo una malla ortogonal de 5 × 5 pies. Las proporciones aparecidas quedan reducidas a simple sy mme tria con respecto a este módulo: la anchura total del podio equivale a 9 de estas unidades (45 pies), la longitud total a 16 (80 pies), etcétera. Entre estas medidas existe otra relación que con los datos disponibles sólo podemos intuir. Si efectuamos el cociente entre la longitud y la anchura del podio expresadas en pies, obtenemos una relación (80/45 = 1,7), que podríamos interpretar como una — aproximación a √ 3 : 1,73205... Si establecemos la misma relación entre la longitud y anchura de la planta correspondiente al templo, que miden
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7. PLANTA RECONSTRUIDA DEL EDIFICIO. La cimentación de los muros incluida en el interior del podio nos da el trazado de las paredes. El estudio metrológico permite situar los elementos ornamentales (columnas, molduras y pilastras adosadas). La anchura frontal del podio es de 12,5 metros, equivalente a 45 pies romanos; la anchura en la parte posterior es de 9,8 metros (35 pies); la lonrespectivamente 65 y 35 pies, tenemos un cociente de 1,857. Que de nuevo vuelve a ser una aproximación — a √3 . Nos preguntamos si el esquema de proporciones de la planta del podio y del templo no guardaría relación con un sistema de cocientes inconmensurables. Si esto fuera así, lo que se insinuaría tras esta relación sería la existencia de modelos helenísticos basados en analogías complejas. Los constructores del templo de Ampurias habrían reducido esta cuestión a un simple esquema de diseño fundado en unidades modulares, lo que simplificaría sobremanera el proceso constructivo. El error en el uso de los cocientes nos vendría dado por la dimensión de la malla de referencia utilizada. En nuestro caso supondría errores de ± 68,75 centímetros, es decir, la mitad del módulo utilizado (5 pies o 137,5 centímetros). Si la planta del templo se nos presentaba como un sistema de dimensiones interrelacionadas, podíamos pensar en la existencia de un sistema análogo que generara los desaparecidos alzados del edificio. Contábamos como únicos restos conservados para
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gitud total del podio alcanza los 21,7 metros (80 pies), dividida en una banda ancha de 20 pies y una estrecha de 60 pies. Estos datos sugieren que se usó una malla de 5 5 pies en el trazado de las cimentaciones. La anchura del edificio que se alzaba sobre el podio era de 9,35 metros, separación que dejaba lugar a tan sólo cuatro columnas en la fachada.
esta restitución con dos pequeños fragmentos de capitel de pilastra encontrados en las excavaciones de 1964. Correspondían a capiteles de orden corintio. Para restituir el alzado del templo recurrimos a los sistemas de proporciones descritos por Vitrubio. La obra vitrubiana recopiló todo lo que debía saber un architectus. Para cumplir este objetivo, Vitrubio, que procedía del campo de la ingeniería y no de lo que hoy entendemos estrictamente por arquitectura, tuvo que recurrir a obras de diferentes autores, principalmente griegos y helenísticos, según él mismo reconoce en el prólogo de su libro VII De Architectura. Tratado éste que escribió cien años después de la adopción definitiva en Roma de la arquitectura helenística, en una época en que los conceptos griegos se iban olvidando. El contexto científico en que se sitúa Vitrubio corresponde al pragmatismo de un “constructor” que busca resultados rápidos, sin ahondar en los métodos y planteamientos teóricos de los autores a que recurre. En diferentes puntos de su obra se trasluce que maneja conceptos que no ha terminado de asimilar.
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Por ejemplo, cuando habla del número en el libro X no acaba de quedar claro qué aproximación prefiere, si 3 o 3 +1/6.
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os libros III y IV están dedicados a la construcción de edificios religiosos. El autor recoge distintas fuentes sin someterlas a ningún análisis crítico. A pesar de lo poco explícito que resulta el texto respecto a los autores utilizados, por algunas citas indirectas y por ciertas especificaciones referidas a elementos ornamentales podemos remontar estos dos libros al desarrollo de la arquitectura helenística de los siglos III y II a. C. La actividad de estos tratadistas se produjo precisamente en la misma época en que tuvo lugar la construcción del templo ampuritano. Por todo lo expuesto, la validez de la información contenida en los libros III y IV de Vitrubio y su aplicación a la hora de restituir los alzados del templo de Ampurias dependen de varios factores. En primer lugar, del análisis e interpretación de unos textos oscuros e imprecisos; en segundo lugar, del rigor con que Vitrubio reflejó las tradiciones helenísticas, y, en tercer lugar, del arraigo con que
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CORONAS
TIMPANO
CORONA CON CIMACIO DENTICULADO FRISO ARQUITRABE CAPITEL
COLUMNA
FUSTE
BASA PODIO
8. ALZADO Y PERSPECTIVA del templo. Se trataría de un templo prostio tetrastio (con columnata frontal de cuatro columnas) y pseudoperíptero (con pilastras laterales adosadas al muro simulando columnas), levantado sobre un podio con escalera frontal de siete escalones, al que en un segundo momento se le añaden dos escaleras de acceso posterior alineadas con dos basamentos para estatuas. Por su situación principal en el foro, el templo tuvo que es-
tar dedicado a Júpiter o a la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva), dioses principales del panteón romano. Las proporciones de cada uno de los elementos de la fachada constituyen sólo una hipótesis construida a partir del tratado sobre arquitectura de Vitrubio. Aunque escribió su libro en época de Augusto y, por tanto, cien años después de la construcción de este templo, se remonta a tradiciones helenísticas más antiguas.
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contaran éstas entre los architecti del siglo II a. C. hasta el punto de suponer que los constructores del templo se ajustaron a ellas. Siguiendo las normas vitrubianas, consideramos como elemento generador de los alzados del edificio el diámetro de la columna en el arranque de su fuste. Esta medida, que deducimos a partir del fragmento de pilastra conservado, puede concretarse en 82,5 centímetros equivalentes a 3 pies. La altura total de las columnas, los capiteles, arquitrabes, tímpano y demás componentes pueden estimarse en función de este módulo base. Vitrubio describe el sistema de proporciones para el templo jónico y dórico, pero no para el corintio. En este orden, nacido de los anteriores, “todos los otros elementos que van sobre las columnas se toman ya del orden dórico, ya del jónico y se adaptan a las columnas corintias” (IV, I). El capitel corintio aumenta la esbeltez de las columnas al tomar una altura igual al diámetro del fuste, mientras que el capitel jónico sólo toma 1/ 3.
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n nuestro caso estábamos condicionados por el hallazgo de los fragmentos de pilastras corintias que nos indicaban el orden del templo. La reconstrucción del alzado se efectuó, pues, del modo siguiente: la altura de la columna sería igual a 8,5 diámetros de su base. Como nuestra columna era corintia, incrementamos la dimensión obtenida en 2/3 de diámetro (diferencia entre el capitel jónico y el corintio). La altura resultante final se situaba en 756 c entímetros, correspondientes a 27,5 centímetros de base, 646 de fuste y 82,5 centímetros del capitel corintio. Para el caso de columnas cuya altura se sitúa entre 25 y 30 pies (en nuestro caso 27,5) Vitrubio establec e para el arquitrabe del orden una dimensión equivalente a 1/12 de la altura de la columna. Como la columna medía 756 centímetros el arquitrabe tomaría 163 centímetros. “El friso debe ser una séptima parte menor que el arquitrabe”, escribe el autor romano. Correspondería pues al friso 6/ 7 de la dimensión del arquitrabe, es decir 54 centímetros. El entablamento situado sobre la columnata se completaría con el denticulado, justo encima del friso y la corona con el cimacio. La altura correspondiente a ambos se establecía en los 2/7 de la altura del arquitrabe. En nuestro caso 18 centímetros. Con estos elementos alcanzábamos la parte superior de la cornisa hori-
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zontal o corona del templo. Sobre ella se situaría el tímpano y las molduras inclinadas que lo limitan: coronas y golas. Para obtener la altura del tímpano, manda Vitrubio dividir la longitud máxima de la cornisa de coronación de la fachada frontal del templo en nueve partes, tomando una como altura del tímpano. La cornisa medía 9,65 metros; por tanto, la altura del tímpano sería de 1,07 metros.
de la corona se ha cifrado en 10,74 metros; por tanto, la longitud total del podio es aproximadamente igual al doble de la altura de la corona horizo ntal (con un error de 19 centímetros).
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stas relaciones entre las medidas observadas en la planta y la propuesta de restitución de los alzados corroboran la validez de nuestra hipótesis. El templo romano del foro de Ampurias nos aparece co mo un comas cornisas inclinadas que deli- promiso entre una idea inicial del mitan el tímpano debían ser igua- proyecto muy intelectualizada y un les a las que coronan el entablamento proceso de construcción en general de la columnata. Sobre estas coronas carente de un rigor técnico semejante. había de situarse la moldura que Los progresivos ajustes del proyecto oculta el canalón de desagüe de la inicial en las diferentes fases de la cubierta del edificio o “gola”. La pro- construcción responden a necesidaporción de la gola habría de ser 1/8 des de replanteo y coordinación de más alta que una de las coronas. Las los diferentes equipos de trabajo que dimensiones respectivas serían, pues, colaboraron en la obra y desdibujade 18 centímetros para las coronas y ron, sin duda, lo que había sido el 20 centímetros para la gola. proyecto inicial. Resumiendo los cálculos efectuaLa restitución de los alzados posee dos, obtendríamos como altura total su propia problemática. Se ha esbodel templo, considerando su orden zado un esquema del aspecto que pudo corintio, 12,37 metros, suma de los tener el templo recurriendo a los texcomponentes siguientes: altura del tos clásicos y razonando su utilizapodio, 1,65 metros; altura de colum- ción. Las coincidencias observadas nata, 7,56 metros; del entablamento, entre los alzados y las dimensiones 1,53 metros; del tímpano y coronas, en planta son desde luego significa1,63 metros (con un pequeño error por tivas, pero es necesario guardar un defecto al considerar la dimensión de sano escepticismo ante esta cuestión. las coronas no en vertical sino en su Los datos teóricos nos han sido útiperpendicular). les como punto de referencia, mas La total destrucción del templo nos resulta aventurado asegurar que el impide confirmar o rebatir nuestros templo de Ampurias se ajustara esresultados teóricos, retenidos en el trictamente a los conceptos helenísnivel de la mera hipótesis. No obs- ticos descritos por Vitrubio. Al igual tante, contamos con un elemento de que las proporciones en planta sufriecontrastación: la relación existente ron desviaciones de la idea original, entre las alturas estimadas en la también los alzados se reajustarían reconstrucción teórica del alzado y las en función del trabajo de las difedimensiones observadas en la planta rentes cuadrillas. El architectus, el del podio. curator operis (capataz) y los fabr i Al efectuar esta relación se obser- (obreros) que levantaron el templo van coincidencias aparentemente sig- de Ampurias trabajaron bajo esquenificativas. Habíamos inferido una mas muy concretos, pero su obra tuvo altura total del templo de 12,37 metros; que poseer forzosamente la personala anchura de la parte posterior del lidad, el sello, que sólo esa officina podio era de 9,9 metros; la parte fron- podía imprimir. tal del mismo mide 12,50 metros. De lo que se deduce que la altura total del templo coincide con gran aproximación BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA (13 centímetros de diferencia) con la anchura frontal del podio. Esta relaEL FORO DE AMPURIAS Y LAS TRANSFORción nos sugiere el uso del cuadrado MACIONES AUGUSTEAS DE LOS FOROS DE como figura generadora del trazado de LA TARRACONENSE. Ricardo Mar y J. Ruiz la fachada. Así, el ensanchamiento de Arbulo, en Stadtbild und Ideologie. frontal del podio trataría de equili Die Monum ental isier ung hisp anisc her brar la pesadez de la fachada sobre un Städte zwischen Republik und Kaiserzeit . Dirigido por W. Trillmich y P. Zanker; podio demasiado estrecho. págs. 145-164; Múnich, 1990. Otra relación puede establecerse MPURIAS ROMANA. HISTORIA, ARQUITECA entre la longitud total del podio y la TURA Y ARQUEOLOGÍA . Ricardo Mar y altura de la coronación del entablaJoaquín Ruiz de Arbulo. Editorial Ausa; mento. El podio se extiende longituSabadell, 1993. dinalmente 21,67 metros y la altura
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CIVILIZACIONES PREHISPANICAS EN AMERICA
Comunidades prehispánicas de Baja California Las pinturas rupestres de las cuevas y abrigos de Baja California (México) muestran una serie de rasgos propios de sociedades cazadoras-recolectoras J. M. Fullola, M. M. Bergadà, V. del Castillo, M. A. Petit y A. Rubio
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ntre los efectos tectónicos más espectaculares producidos por la falla de San Andrés se cuenta la península de Baja California. Situada en el noroeste mexicano, entre los paralelos 22 o 52’ y 32 o 30’ y los meridianos 109 y 117, se adentra en el océano Pacífico, cerrando el golfo de California. De norte a sur la atraviesa una serranía, que le confiere unidad orográfica y se fragmenta en diferentes sierras de origen volcánico y, algunas, de composición granítica. El clima comprende tipos áridos, subáridos y desérticos, con temperaturas máximas de 44 oC y mínimas de 0 oC. Cuando llega la temporada de lluvias, se forman grandes tormentas y chubascos que ponen en funcionamiento los arroyos que desembocan en ambas costas. A tan duras condiciones corresponde una vegetación arbustiva, de tallo craso, con predominio de cactáceas como chollas, biznagas, pitahayas y yucas, y ciertos endemismos, así el cirio ( Idr ia columnaris). Ese tapiz vegetal sirve para alimentar venados (Odocideus hemionus ), borregos (Ovis canadensis) y berrendos ( Anti locapra americana). Medran carnívoros, como el puma ( Felis conc olor ), el gato montés ( Felis rufus) y el coyote (Canis latrans). Entre las aves son característicos el buitre o zopilote (Cathartes aura) y el pelícano ( Pele canus oc cidentalis). Tanto el golfo de California como la costa peninsular del Pacífico albergan una variada fauna marina, que incluye cetáceos y pinnípedos. Todas estas especies están representadas en
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las pinturas rupestres de las sierras bajocalifornianas, realizadas en diversas épocas por los hombres que habitaban en la región. La colonización europea de esta región fue tardía. Aunque los primeros intentos de ocupación se dieron en el siglo XVI , será en las postrimerías del XVII cuando converjan los intereses de la corona española y los afanes de la Compañía de Jesús: aquélla necesita encontrar la vía comercial del océano Pacífico y a ésta le mueve el deseo de establecer misiones. En 1697 los jesuitas obtienen la licencia del virrey de Nueva España para colonizar Baja California; ese mismo año el padre Juan M. a Salvatierra funda la primera misión en Loreto. Durante el período misional jesuita (1697-1767), los religiosos redactaron numerosos informes, cartas y crónicas, publicadas en Europa con posterioridad a la expulsión, por Carlos III, de la Compañía de los dominios de la corona. Estos relatos constituyen una valiosa fuente de información etnográfica e histórica sobre la población indígena de la Baja California que ellos conocieron. Las crónicas hablan de tres grupos lingüísticos, de norte a sur: cochimís, guaycuras y pericús. De estas poblaciones cazadoras-recolectoras nómadas recogieron datos relativos a su cultura material, costumbres y religión. También llegó al conocimiento de los misioneros la existencia de rastros de una antigua población, que según la tradición indígena estaba constituida por gigantes procedentes del norte. Este relato pareció confirmarse
con el hallazgo de restos óseos de gran tamaño, que creyeron humanos, cerca de San Joaquín, y por la existencia de cuevas con pinturas situadas en zonas muy elevadas. Por la crónica de Miguel del Barco sabemos que el padre Joseph Rothea se mostró escéptico sobre la existencia de estos gigantes y negó, asimismo, que hubiera ninguna filiación cultural entre los autores de las pinturas en cuevas y los indios del siglo XVII I.
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asta finales del XIX no volvemos a encontrar referencias escritas sobre la antigua población peninsular. En 1884, el investigador holandés H. F. Ten Kate daba cuenta de la existencia de restos humanos pintados de rojo en la región pericú, situada, al sur, entre La Paz y Todos Santos; Ten Kate resaltaba las características melanesias de los esqueletos exhumados. Estos datos fueron retomados por el antropólogo Paul Rivet para construir su tesis sobre antiguas migraciones transpacíficas llegadas al continente americano. Por aquel entonces, el químico francés Léon Diguet, que trabajaba en la explotación cuprífera de El Boleo en
1. CUEVA PINTADA en la sierra de San Francisco, en la zona central de Baja California. Se trata de los frisos más significativos del arte rupestre prehistórico bajocaliforniano. Los grupos que vivieron en dicha parte del continente hasta la llegada estable de los españoles tenían una economía basada en la caza, la pesca y la recolección. Eran nómadas y desconocían la agricultura, la ganadería y la cerámica. TEMAS 37
Santa Rosalía, exploró la región cen- damente; a veces aparecían cubiertral de Baja California, reseñó la pre- tos con pigmentos naturales. Se dessencia de cuevas con pinturas y re- cubrió una sepultura primaria, es cogió material arqueológico. Sus decir, un enterramiento en conexión trabajos culminaron en una misión anatómica. científica organizada por el Musée Las excavaciones emprendidas en de l’Homme de París, que obtuvo el área comondú, en el centro de la peimportantes resultados en antropo- nínsula, dieron como resultado la delogía física y describió, entre otras, finición de una cultura del mismo las pinturas de San Borjitas (en la sie- nombre, que se desarrolló entre el rra de Guadalupe) y Palmarito (en la 500 a.C. y el 1820 d.C.; bajo esta desierra de San Francisco). nominación se englobaban tanto los En los años cuarenta del siglo XX , cochimís del momento del contacto con W. Massey excavó la zona sureña de los europeos, como sus antepasados. Los Cabos. Se centró en el mundo Años más tarde, D. R. Tuohy rec ofunerario y siguió los trabajos ini- gió en una tesis los datos procedenciados por Ten Kate y Diguet. Halló tes de las cuevas de Caguama, Parraenterramientos secundarios, es decir, guirre, Metate y Pilón, excavadas por aquellos en los que el esqueleto no W. Massey y por él mismo; en este conservaba su articulación anató- trabajo define la cultura material promica, sino que los restos habían lle- pia de la denominada por W. Massey gado allí desmembrados intenciona- “cultura comondú”.
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in salirnos del área central, en 1951, B. Dahlgren y J. Romero, del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, estudiaron el mural pintado de San Borjitas y realizaron siete sondeos en el sedimento de la cueva. Su principal aportación fue establecer una tipología elemental sobre las representaciones humanas. En los años sesenta, C. W. Meighan intervino en Cueva Pintada (sierra de San Francisco), donde recogió materiales arqueológicos de superficie; la datación por radiocarbono fijó en 530 años, antes del presente, la edad de los restos vegetales encontrados. Meighan consideró que esta fecha ofrecía un indicador correcto de la edad de los murales pintados, interpretados como un elemento característico de la “cultura comondú”. J. M. FULLOLA, M. M. BERGADA, V. DEL CASTILLO, M. A. PETIT Y A. RUBIO
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región central), concuerda con la hipótesis según la cual el Homo s apie ns sap iens llegó a América, a través de Bering, hace unos 30.000 años, durante la segunda mitad de la última glaciación, la de Wisconsin. En el área costera nororiental de MEXICO la península se sitúa Cueva Baldwin. Se han podido obtener en ella, por San Fernando Velicatá análisis del carbono 14, cinco fechas de ocupación que indican una instalación humana esporádica, no contiCataviña nua, desde hace unos 10.900 años hasta el presente. De todos estos datos sueltos se ha deducido que el primer poblamiento generalizado de la península se produce hacia el 500 a. C., cuando se inicia la cultura comondú. No se cono D E C O R A C I S cen con precisión las notas distintivas R E N S I R A de dicha cultura, por cuyo motivo se F N A ha convertido, en muchas ocasiones, S Santa Rosalía San Ignacio en cajón de sastre donde iba a parar todo lo anterior a la llegada de los San Joaquín españoles a la península. Se admite S I E que en torno a esa fecha se producen G U R R las penetraciones de grupos de lenA A D D A L E gua yuma, procedentes del suroeste U P E de los Estados Unidos; los yumas arrinconan en el extremo sur de Baja Loreto California a las tribus de pericús y guaycuras. Nuestro equipo de la Universidad G O de Barcelona ha venido realizando, L F O desde 1990, excavaciones arqueolóD E gicas de los yacimientos de La Cueva, C A arroyo de San Gregorio y cueva del L I F Ratón, en la sierra de San Francisco. O R La Paz En el yacimiento de La Cueva enconN I A tramos indicios de habitación de hace Todos Santos unos 200 años, es decir, en torno al momento de contacto de los indígenas con los primeros europeos. Los lugares de habitación se encuentran bajo San José del Cabo Cabo San Lucas los grandes abrigos que se abren en las escarpadas laderas de las sierras y en campamentos al aire libre. 2. PENINSULA DE BAJA CALIFORNIA, situada en el noroeste mexicano, entre los paralelos La falta de suficientes excavacio22o 52’ y 32o 30’ y los meridianos 109 y 117; se adentra en el océano Pacífico, cerrando el nes arqueológicas en extensión no golfo de California. De norte a sur la atraviesa una serranía, que le confiere unidad orográ- permite todavía conocer la intensidad fica y se fragmenta en diferentes sierras de origen volcánico y, algunas, de composición y la funcionalidad de la ocupación de granítica. El clima comprende tipos áridos, subáridos y desérticos, con temperaturas má- dichos asentamientos. En nuestras ximas de 44 oC y mínimas de 0 oC. excavaciones en la cueva del Ratón hemos identificado, por primera vez, diversas estructuras de combustión, El arqueólogo C. Grant elaboró, en amplia documentación sobre nuevos fechadas entre los siglos XIII y XVI , que 1974, una síntesis sobre los petro- abrigos con pinturas. atestiguan una ocupación continuaglifos y las pinturas rupestres de Baja No puede deslindarse la cuestión da o repetida dentro de un abrigo con California. Distinguió dos estilos fun- del poblamiento del continente ame- pinturas. damentales para la zona central de ricano del tema de las primeras ocula península, que denominó “cochimí paciones de la península. La fecha os grupos que vivieron en Baja abstracto” y “cochimí figurativo”; los más antigua que tenemos en Baja California hasta la llegada estasituó en el período inmediatamente California, obtenida por el método ble de los españoles tenían una ecoanterior y de contacto con los jesui- del radiocarbono, lo remonta hasta nomía basada en la caza, la pesca y tas. hace unos 14.610 años, con un mar- la recolección. Eran nómadas y desTambién a mediados de los setenta, gen de variación de 270. La datación, conocían la agricultura, la ganadería H. W. Crosby y E. R. Hambleton apor- realizada en 1976 por E. W. Ritter en y la cerámica. La geología volcánica taban, independientemente, una la zona de Laguna Chapala (en la de la zona aportaba la materia prima
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para confeccionar las armas de caza. Fabricaron sus útiles de obsidiana o basalto. A veces se servían también del sílex. De basalto eran raederas y desfibradores; de obsidiana, las puntas de proyectil. Tenían éstas formas muy diversas: denticuladas, de base cóncava, de aletas y pedúnculo y otras; se lograban casi siempre mediante un retoque plano, en peladura, hecho por presión y no por percusión. Estaban también tallados en piedra los metates o molinos de mano, cuyo uso ha perdurado hasta nuestros días. Aparecen en abrigos y cuevas, con su superficie ahuecada y pulida, en ocasiones con la “mano” o parte móvil en posición. Los metates servían para moler los colorantes, normalmente óxidos de hierro, destinados a las pinturas. Abundan men os los útiles fabr icados en hueso, tales como punzones, leznas para cestería y agujas para coser pieles. Estos huesos procedían de ovicápridos y cérvidos, frecuentes en el entorno. De sus restos hemos hallado pruebas en las excavaciones, sobre todo alrededor y en el interior de las estructuras de combustión u hogares, lo que confirma su aprovechamiento alimentario. Reviste interés la abundante presencia de conchas marinas en los yacimientos de la sierra, a varias decenas de kilómetros de la costa. Se trata de especies de aguas cálidas, como el Lyr ope cte n sub nudosus o el Lae vicardium elatum, procedentes de ambas costas peninsulares. Aparecen también opérculos pertenecientes a caracoles marinos, pero sueltos; no hemos hallado univalvos. De ello podría inferirse algún tipo de uso de estos opérculos, quizá como valor de intercambio. Las conchas marinas recuperadas en las sierras interiores podrían cumplir esa misma función transaccional, y de prestigio, entre grupos nómadas que debían desplazarse en un amplio territorio que comprendería zonas costeras y áreas interiores.
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3. GRABADOS RUPESTRES de El Coyote, en la sierra de Guadalupe. Pueden apreciarse tres figuras humanas y un ciervo. Se han realizado con las técnicas del piqueteado y rayado.
pintadas y grabadas, debido tanto al número de estaciones con este tipo de elementos culturales —más de trescientas localizadas hasta el momento— como por la singularidad de su expresión. En cuanto a los grabados, éstos se pueden encontrar tanto en extensas acumulaciones de bloques basálticos como en los abrigos donde también
existen manifestaciones pictográficas. Ejemplos del primer caso son la Cuesta del Soldado (sierra de San Francisco), Piedras Pintas (sierra de Guadalupe) o San Fernando de Velicatá (cerca de la población de El Progreso); se trata de motivos realizados con las técnicas de piqueteado, incisión o abrasión, que comprenden distintos diseños figurativos y abs-
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as condiciones climáticas de la zona, con calor y ambiente muy seco, han favorecido la conservación de útiles perecederos de materia vegetal: puntas de proyectil muy aguzadas, redes, cuerdas, sandalias y cestería; se han recogido también ramas cortadas, palos de mayor o menor longitud o largas espinas de plantas como la biznaga. La península de Baja California es un lugar excepcional para el estudio de las manifestaciones rupestres de los pueblos cazadores-recolectores
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4. INDIGENAS CAZANDO UN VENADO, según un dibujo realizado por el misionero jesuita Ignacio Tirsch. En 1697 el padre Juan M.a Salvatierra funda la primera misión en Loreto. Durante el período misional jesuita (1697-1767), los religiosos redactaron numerosos informes, cartas y crónicas, que constituyen una valiosa fuente de información etnográfica e histórica sobre la población indígena de la Baja California que ellos conocieron. 77
tractos. Cuando encontramos grabados en cuevas con pinturas —como en San Borjitas y El Pilo (sierra de Guadalupe) o El Batequi (sierra de San Francisco)— no suelen repetir la representación pictórica, sino que la complementan con diseños de naturaleza sexual —como las vulvas— y con distintos tipos de rayados y punteados. Las pinturas de Baja California presentan un rasgo distintivo. Si bien por toda la península se extienden unos estilos esquemáticos y abstractos similares a los que se observan en el suroeste de Estados Unidos, en las sierras centrales se desarrollaron los “Grandes Murales”, caso único en la pintura rupestre americana.
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n los arroyos y cañadas de las sierras de Guadalupe y San Francisco se encuentran diferentes tipos de abrigos, oquedades y respaldos que actúan de soporte de los murales, sin que ninguna norma de orientación, tamaño o forma parezca regir la elección de los lugares pintados. Podemos hallar, pues, pinturas lo mismo en pequeñas covachas
que en grandes cavidades, donde las figuras adornan un techo distante varios metros del suelo. Hay cuevas que fueron profusamente utilizadas por los pintores; algunas contienen cientos de figuras y presentan innumerables superposicio nes que las convierten en auténticos palimpsestos. En estos paneles se observa un largo proceso pictográfico. Muestran representaciones de elementos figurativos y abstractos; entre los primeros aparecen figuras humanas y animales terrestres y marinos, y, entre los segundos, barras, puntos, dibujos esteliformes y ramiformes. Se trata de figuras que oscilan entre un tamaño de pocos centímetros y otras cuyas dimensiones se representan a escala igual o superior a la real. Los colores, de origen mineral, comprenden el blanco, el negro y distintas tonalidades de rojos, castaños y ocres. Aunque existen figuras monocromas, frecuentemente se representan muchas de ellas en varios colores. Las técnicas básicas se centran en la tinta plana, el silueteado, el rayado y el punteado, que al combi-
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5. PARTE DEL MURAL DE LA CUEVA DE LA SOLEDAD, en la sierra de San Francisco. Destacan las representaciones humanas y de animales. El proceso de superposiciones que se percibe, estu78
narse entre sí dan lugar a distintos tipos de diseños. Si bien podemos entender que éstas son las características comunes a las pinturas rupestres de las sierras centrales de Baja California, hemos observado diferentes particularidades que obligan a distinguir las pictografías de la sierra de San Francisco de las de la sierra de Guadalupe. Las figuras humanas de la sierra de San Francisco aparecen en posición frontal, en actitud estática, con los brazos levantados marcando el ángulo de los codos —a modo de posición orante—; hay casos excepcionales en posición inclinada, invertida y horizontal. Su cabeza es redondeada, sin cuello, apoyada en un tronco compacto y uniforme; las manos están abiertas, mostrando la palma y los dedos; los pies, de perfil, también enseñan dedos y planta. Las figuras femeninas se distinguen por la presencia de los senos de perfil situados debajo de las axilas, único elemento que las diferencia de las masculinas; sólo en algunas figuras, especialmente las de diseño más esquemático, se representa el sexo masculino.
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diado por Ramón Viñas y Elisa Sarriá, del equipo de trabajo de los autores, da fe de las diferentes etapas en que se realizó el mural. TEMAS 37
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6. ELEMENTOS LITICOS Y OSEOS de la Cueva, en el arroyo de San Gregorio, de la sierra de San Francisco. Se han representado una raedera de basalto (1 ) y otra de obsidiana ( 13 ), varias
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egún la técnica y el estilo de las representaciones humanas, distinguimos cinco tipos básicos: a) grandes figuras, de hasta dos metros de altura, de cuerpo compacto, con rasgos naturalistas y pintadas con uno o dos colores; b) figuras bicolores, también de gran tamaño —aunque algo menores que las anteriores—, divididas vertical u horizontalmente; c) figuras pequeñas, de rasgos estilizados y esquemáticos, generalmente de un solo color y perfiladas en blanco; d) figuras proporcionadas de mediano tamaño, con una anatomía más detallada, biseccionadas en rojo y negro y perfiladas en blanco, y e) figuras de mediano y pequeño tamaño, de estilo esquemático a un solo color. El análisis de las superposiciones de los murales en dos de estas cuevas, La Soledad y La Palma, nos lleva a defender el carácter secuencial de estos estilos en el tiempo: las grandes figuras monocromas pertenecen a fases más antiguas, seguidas por las figuras bicolores de mediano y
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puntas de proyectil de obsidiana (2 , 5-12 y 14 ), una punta de flecha (3 ), un raspador de obsidiana (4 ) y un fragmento de punzón de hueso (15 ).
gran tamaño y, por último, las figuras menores y esquemáticas. Merece destacarse la atención que ponían en los tocados de ciertos sujetos, identificados, sin base suficiente, por R. Smith con los brujos o guamas descritos por los primeros misioneros. Otro rasgo de interés son las flechas o lanzas que atraviesan muchas figuras; algunas muestran la emplumadura y puntas de tipo triangular. La existencia de figuras flechadas nos acerca a la presencia del concepto de sacrificio en pueblos de tradición cultural cazadora-recolectora. Se incluyen figuras animales en casi todas las composiciones. Abundan berrendos, carneros y cérvidos —estos últimos presentes en la mayoría de las cavidades—; les siguen pumas, coyotes, aves, serpientes, ballenas, tortugas, leones marinos y otros. En cuanto a técnica y estilo se sigue la pauta de las figuras humanas, pero contrastan con ellas por su dinamismo; este rasgo, acentuado en los ungulados, desaparece en los carnívoros.
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a forma de representación varía según las especies: los mamíferos muestran el cuerpo y la cabeza de perfil, con las orejas una encima de otra y la boca abierta; las cornamentas se observan en perspectiva oblicua, con un asta hacia delante y otra hacia atrás. Entre los herbívoros destaca la representación de las pezuñas bisulcas en posición frontal, con los calcañares uno a cada lado de la extremidad. (Se repite la misma pauta en el dibujo frontal de las plantas de los pies de las figuras humanas.) Pelícanos, buitres y cuervos, como las demás aves, aparecen con las alas abiertas, la cabeza de perfil y el pico abierto. En algunos peces se advierte una metamorfosis parcial, con rasgos de otros animales e incluso humanos. Todas las figuras, menos las representativas de carnívoros, pueden estar flechadas o lanceadas; esa salvedad, unida a su característica posición estática y al hecho de que generalmente son de color negro, nos
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demuestra que los carnívoros debían tener algún significado especial, que no acertamos a identificar. Asimismo, llama también la atención la escasa presencia de los ofidios; aunque hay una composición que sobresale por su espectacularidad: la de la Cueva de la Serpiente, donde un reptil, de cuatro metros de longitud, aparece con cuerpo de serpiente, cabeza de ciervo y cola de animal marino, está rodeado de figuras antropomorfas y se enfrenta a otro similar. Se repiten varias características; por ejemplo, la posición vertical de venados de pequeño tamaño o algunas asociaciones de animales que aparecen enfrentados, en recua o entrecruzados. El conjunto de figuras abstractas permanece a lo largo de todo el p roceso pictográfico. Lo forman estructuras ovaladas y cuadrangulares, esteliformes, círculos, espirales, barras, puntos, trazos ramiformes y cruces. Pueden estar realizadas en tinta plana, con varios colores o silueteadas. En muchas ocasiones se asocian a figuras animales o humanas. Para algunos autores, podrían encerrar significación astronómica, como indicadores de solsticios o cuerpos celestes. Los investigadores no han prestado la misma atención a la sierra de Guadalupe. Nuestro equipo ha iniciado recientemente las primeras
campañas de trabajo de campo en esta zona. Pero ya podemos avanzar que la región norte de la sierra comparte técnicas y estilos con la de San Francisco, mientras que la región sur tiene sus propias peculiaridades. En ambos sectores, volvemos a encontrar figuras humanas, animales y elementos abstractos. Por lo que se refiere a las figuras humanas, se aprecian técnicas y estilos diversos. Aparecen figuras de gran tamaño, de cabeza redonda y con los brazos y las piernas abiertos, a veces con la representación de los órganos sexuales; en este último caso la técnica empleada es el silueteado y la compartimentación interior del cuerpo en cuadros. Se dan también figuras divididas verticalmente con dos tintas planas y otras a un solo color. En esas diferencias se fundó B. Dahlgren para establecer la clasificación tipológica de la cueva de San Borjitas, situada en el área septentrional de Guadalupe, próxima a la sierra de San Francisco. Distinguió cuatro fases que corresponderían a una misma cultura; en su opinión, las figuras silueteadas serían las más antiguas y las bicolores, las más recientes.
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n rasgo peculiar de esta zona es la representación de manos y pies, en grupos o aislados; las manos
se realizan tanto en positivo como en negativo. En muchas ocasiones constituyen la impronta de manos infantiles, indicio probable de una relación con rituales en donde participaban niños o adolescentes. Las posiciones de la figura humana son también estáticas, aunque de forma excepcional se han pintado personajes con las piernas y pies de perfil, produciendo una sensación de movimiento. Los tocados que cubren las cabezas no alcanzan la variedad de los vistos en la sierra de San Francisco. Son frecuentes las representaciones flechadas; algunas figuras aparecen atravesadas por más de una docena de flechas. L. Diguet interpretó el mural de San Borjitas como una escena de guerra; para nosotros se trataría de la representación de sacrificios humanos, hipótesis que basamos en la ausencia de bandos en la composición. Las figuras de animales comprenden especies terrestres y marinas. Entre las primeras predominan los cérvidos; entre las segundas, los peces. Y es motivo habitual el zopilote. De su técnica y estilo podemos repetir lo expuesto a propósito de la figura humana, con una novedad: el silueteado de la cabeza y el cuello de herbívoros de mediano tamaño, a un solo color. Lo mismo que en San Francisco, los animales presentan a menudo proyectiles clavados en el cuerpo. Se hacen ahora más habituales los motivos abstractos. En resumen, en la sierra de Guadalupe predomina el uso del silueteado y, en la de San Francisco, la utilización de las tintas planas, amén de ofrecer una mayor diversidad de especies animales, sobre todo marinas.
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7. PINTURAS DE LA CUEVA DEL DIPUGON, en la sierra de Guadalupe. Las representaciones de las cuevas de dicha zona se caracterizan por su esquematismo y por el predominio del silueteado. 80
lgunos atribuyen el arte rupestre del centro de Baja California a la cultura aborigen en la época del contacto, es decir, a los cochimís descritos por los misioneros jesu itas y sus inmediatos antecesores. La división de C. Grant entre “arte cochimí abstracto” y “arte cochimí figurativo” concede a una misma cultura dos estilos diferentes, sin aportar ningún dato que avale tal hipótesis. La idea de una “cultura cochimí” se debe a los misioneros del siglo XVII I, fundados en la identidad lingüística, sin atender a otros rasgos del grupo. Pero la asignación de ese arte rupestre a la cultura “comondú” tampoco resulta adecuada: abarca muchos estilos en una misma cultura sin demostrar esta filiación uniformadora.
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parte, nos encontramos ante una exposición de mitogramas entendidos tal como los define A. Leroi Gourhan, un “enunciado de símbolos sostenidos por el ritmo de la disposición plástica, animados por el discurso”. Si bien hemos perdido la tradición oral que sustenta ese discurso, un conocimiento etnohistórico y arqueológico de culturas prehispánicas americanas puede acercarnos a estos referentes mitológicos.
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8. EXCAVACION ARQUEOLOGICA en el yacimiento de la Cueva. La exhumación cuidadosa de los restos materiales constituye una de las tareas más delicadas del trabajo de campo. Nosotros, por contra, creemos que el proceso de realización de los murales es bastante largo y sólo se interrumpe con la llegada de los europeos a la península. Basándonos en las superposiciones, podemos inferir que las últimas fases, correspondientes a figuras de pequeño tamaño y de rasgos más esquemáticos, son los que se pueden atribuir a los últimos indígenas prehispánicos; el proceso de desaparición de las grandes figuras había ya culminado antes de la invasión europea. Y si admitimos que las transformaciones culturales no se producen por cortes bruscos, sino a través de procesos prolongados en los que perduran muchos elementos, parece obvio que los últimos indios bajocalifornianos participaran de un sustrato cultural no sólo de larga tradición en la península, sino también relacionado con todo el suroeste norteamericano.
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ara conocer el modo de vida y evolución cultural en la prehistoria bajocaliforniana, hemos de completar el análisis de las fases pictográficas y su distribución espacial con otros datos del registro arqueológico. Nos dicen éstos que se trata de poblaciones de cazadores-recolectores, muy familiarizados con los recursos marinos de su entorno. A juzgar por la riqueza de sus manifestaciones gráficas, tienen una vida social compleja, que les ha permitido dedicar un esfuerzo importante a la rea-
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lización de los frisos pintados, para los cuales, en ocasiones, han tenido que utilizar grandes andamios. Además de saber explotar bien su entorno, las poblaciones tenían su propia explicación de los fenómenos celestes y practicaban sacrificios humanos. ¿Qué función cumplían estas cuevas pintadas y qué significado se les puede atribuir? Según R. Heizer y M. Baumhoff, las explicaciones deben buscarse en ritos de magia, especialmente venatoria. Para K. Hedges poseerían un carácter shamánico propio, aunque vinculado con sistemas religiosos dominantes en los pueblos cazadores-recolectores. P. Schaafsma sostiene, por su lado, que en cada lugar cambia el uso y función de las pinturas. Para nosotros, en la interpretación de ese arte rupestre deben converger varios factores. La cantidad y disparidad de cuevas, unidas a la coherencia de sus estructuras representativas, muestran el arte rupestre como un sistema de comunicación complejo con elementos relacionados con la magia, el shamanismo y una teoría del mundo. Nos encontramos ante un universo mítico muy complejo. Los sacrificios rituales, la ideación de seres fantásticos, las representaciones astronómicas y otras nos muestran una imaginería susceptible de ser estudiada a partir de su propia estructuración temática y formal. Por otra
or qué unas comunidades cazadoras-recolectoras que no sufrieron cambios técnicos y económicos importantes a lo largo de mucho tiempo, en un momento y lugar muy precisos desarro llaron un arte espléndido que no perduró? Un fenómeno, por lo demás, que se repite en la historia de los grupos de cazadores-recolectores. Las sociedades que generaron este arte en Baja California tuvieron que sufrir, sin duda, una transformación interna o intergrupal que debió de afectar profundamente a su organización social y, por ende, a la ideología unificadora subyacente. Intervendría, además, la inmigración de otros grupos extrapeninsulares, en particular las de los pueblos de habla yuma, y es posible que el desarrollo del arte rupestre debiera algo a la sustitución del propulsor por el arco y la flecha, documentada en el área del suroeste norteamericano a mediados del primer milenio antes de Cristo. Son cuestiones que debe resolver la arqueología. Pero quizá lo más apremiante sea el fijar la secuencia cronológica y cultural que vertebró la historia de estas comunidades.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA ROCK ARTOF BAJA CALIFORNIA, NOTES ON THE PICTOGRAPHS OF BAJA CALIFORNIA BY LÉON DIGUET (1895). C. Grant. Dawson’s Book Shop; Los Angeles, California, 1974. LA PINTURA RUPESTRE DE BAJA CALIFORNIA. E. Hambleton, 157 págs., Fondo de Cultura Banamex; México, 1979. THE CAVE PAINTINGS OF BAJA CALIFORNIA. H. W. Crosby. The Copley Press, Inc.; La Jolla, California, 1984. REPERTORIO TEMÁTICODE LA PINTURA RUPESTRE DE LA SIERRA DE SAN FRANCISCO, BAJA CALIFORNIA (MÉXICO). R. Viñas, E. Rubio, A. y V. del Castillo. Ars Praehistorica, vol. 3-4, págs. 201-232, Sabadell, 1984-1985. HISTORIA NATURAL Y CRÓNICA DE LA ANTIGUA C ALIFORNIA . M. del Barco, U.N.A.M., en México, 1988 (original 1773-1780?).
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Vida provinciana en el imperio azteca Entre los aztecas el pueblo llano alejado de la capital vivía con mucha más holgura y complejidad de lo que las historias oficiales suelen exponer Michael E. Smith
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ernán Cortés entró al frente de su tropa en Tenochtitlán en 1519. La ciudad azteca, situada en el valle de México, era la capital de un imperio que imponía onerosos tributos a sus súbditos. El emperador Moctezuma ocupaba la cúspide de una estructura jerarquizada en lo social y en lo político. En el escalón ínfimo, la plebe azteca debía lealtad y tributos a nobles de rango diverso. Por debajo del emperador estaban los reyes de las sojuzgadas ciudades-estado. La dominación azte-
ca seguía una política de gobierno indirecto: las autoridades del imperio daban apoyo a las dinastías locales mientras éstas pagaran a tiempo su tributo trimestral. El pago de estas gabelas se registraba oficialmente en documentos como el códice Mendoza. Los nobles locales, ya habitasen en zona urbana o en el campo, eran súbd itos del rey de su ciudad-estado. Con los tributos de la plebe se mantenían, por fin, a todos los niveles de la pirámide. ¿Cómo se las arreglaba el pueblo llano para pagar tales tributos? Ante
todo, téngase presente que lo constituía una población numerosa, por lo que el peso de las exacciones estaba muy repartido. Estudiando en los años setenta los tipos de asentamiento, se llegó a la sorprendente conclusión de que en el período azteca se había producido una de las mayores explosiones demográficas de la antigüedad. En el valle de México, centro vital del imperio, se pasó de los 175.000 habitantes durante el período azteca temprano (1150-1350 d. C.) al millón en el período azteca reciente (1350-
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RECINTO RESIDENCIAL DEL PRINCIPAL
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CASA CAMPESINA
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PIRAMIDE TEMPLO
1. PLAZA DEL MERCADO en Cuexcomate, poblado azteca del siglo xv, con puestos de venta, compradores y artesanos. Las gentes del pueblo podían traer aquí los productos artesanales —principalmente tejidos— que elaboraban en sus casas para intercambiarlos por sal y alfarería pintada, provenientes del valle de México y de otras zonas, por hojas de cuchillo de obsidiana importadas de regiones distantes cientos de kilómetros y por agujas y otros objetos de bronce que se fabricaban en el México occidental. También se exponían para la venta artículos de producción local, tales como esteras, cestas, útiles para moler grano, bandejas para cocer tortillas, etc. El mapa de la excavación moderna en el centro del yacimiento de Cuexcomate (izquierda ) indica dónde estuvieron situados el templo piramidal, el recinto que habitó una familia noble, las casas de los vecinos y algunos otros edificios, así como los más distantes campos de cultivo en terrazas y los habitáculos de los agricultores.
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CIMIENTOS Y PLANTA DE UNA CASA
FIGURILLAS RITUALES
MOLDES DE FIGURILLAS
1519 d. C.). Y en otras partes del territorio se registraron incrementos parecidos. La explosión demográfica de los aztecas puso en fuerte tensión el entorno del México central. Surgieron por doquier nuevos pueblos y ciudades, y se cultivó toda la tierra disponible,
con frecuencia a costa de duros trabajos. Allí donde fue posible los campesinos construyeron embalses y canales para regar los campos; con muretes de piedras escalonaron en forma de terrazas las laderas de las colinas para ampliar el suelo cultivable; y drenando las zonas pantanosas de los alrede-
dores de Tenochtitlán las convirtieron en campos de agricultura intensiva (chinampas), uno de los sistemas de mayor rendimiento agrícola del mundo antiguo. Estas prácticas de cultivo intensivo transformaron el agreste México central en un ordenado paisaje de sembrados.
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FRAGMENTOS DE CERAMICA IMPORTADA
UTILES DE BRONCE
UTILES DE CERAMICA PARA EL HILADO DEL ALGODON
¿Qué efectos ejercieron sobre la plebe azteca las exacciones tributarias, el aumento de población y la intensificación de la agricultura? ¿Empobrecieron y debilitaron tales procesos al pueblo llano o le permitieron prosperar y llevar una vida sana? Hay pocas relaciones escritas que hablen de las condiciones de vida más allá de la capital del imperio; a
los arqueólogos toca, pues, resolver esas cuestiones. Hasta hace poco más de un decenio no se había realizado ninguna excavación arqueológica de entidad en asentamientos aztecas. La mayoría de los pueblos y ciudades se destruyeron durante la conquista o, si se ocuparon, quedaron soterrados bajo los nuevos edificios. Sólo permane-
cieron sin destruir algunos villorrios y humildes aldeas. Por eso, los arqueólogos que trabajaban en Mesoamérica dejaban de lado los asentamientos aztecas en su camino hacia las espectaculares ruinas del período clásico de la cultura maya. Creíase que los yacimientos aztecas eran o muy difíciles de excavar o tan insignificantes, que no valía la pena hacerlo. Ese abandono tuvo brusco fin cuando, en 1978, el gobierno mexicano montó una extensa excavación del Gran Templo de Tenochtitlán. Situado en medio de la actual ciudad de México, la magnificencia de su construcción y la riqueza de las ofrendas a él asociadas despertaron un nuevo interés por la sociedad azteca. Desgraciadamente, las excavaciones no aportaron mucha información nueva sobre la vida del pueblo en las provincias. Para abordar estas cuestiones, me embarqué con mi esposa, Cynthia Heath-Smith, en proyectos arqueológicos sobre yacimientos rurales y urbanos del moderno estado mexicano de Morelos. Se halla éste al sur del valle de México, y fue la primera zona que conquistaron los aztecas al comienzo de su expansión militar en torno a 1430.
2. LA CASA TIPICA de un campesino era pequeña (de unos 15 a 25 metros cuadrados) y probablemente tendría dos puertas y ninguna ventana. Muchas actividades, como la comunísima de tejer, se realizaban en los patios que había entre las casas. Estas tenían por todo moblaje esterillas y cestos; una simple hornacina con dos o tres figuritas y un pebetero para quemar incienso constituían el adorno de una pared. Es sorprendente la ausencia de fogones; lo más probable es que se cocinara en algún cobertizo detrás de la casa como siguen haciéndolo todavía hoy las poblaciones tradicionales. Las fotografías muestran artefactos desenterrados en vertederos adyacentes a habitaciones aztecas de los siglos XII a XVI, en el moderno estado de Morelos.
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CIVILIZACIONES ANTIGUAS
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Excavamos primero dos yacimientos rurales —Capilco y Cuexcomate— al suroeste de la moderna Cuernavaca, para trasladarnos a la ciudad azteca de Yautepec, al norte del Morelos central. Desenterrando casas de ricos y pobres, llegamos a la conclusión de que la sociedad provinciana fue más compleja de lo que nos habíamos imaginado. El pueblo llano azteca no eran rudos campesinos sin más horizonte que el apremio de pagar tributos a la opresora clase superior de los nobles. La plebe rural y urbana de provincias dispuso de las ventajas de un próspero sistema mercantil: los productos artesanales elaborados en los hogares se cambiaban por bienes procedentes de otros sitios; la mayoría de estas actividades económicas se realizaban sin ningún control imperial y pasaron inadvertidas a los primeros historiadores sobre los aztecas.
El imperio azteca
MEXICO
GOLFO DE MEXICO
VALLE DE MEXICO TZINTZUNTZAN (CAPITAL DEL IMPERIO TARASCO)
CIUDAD DE MEXICO (TENOCHTITLAN
IMPERIO AZTECA
CUERNAVACA YAUTEPEC
MORELOS
CUEXCOMATE CAPILCO
S
aben los arqueólogos que las excavaciones de las casas y de los restos a ellas asociados proporcionan los mejores datos sobre la sociedad y economía en un momento determinado del pasado. Capilco y Cuexcomate fueron buenos ejemplos, con restos de muros y trazas de habitáculos visibles a flor de tierra, por lo que no tuvimos que perder tiempo en busca de construcciones enterradas. Capilco había contado con 21 casas; de 150 edificaciones, incluidos templos, almacenes y recintos rituales, había constado Cuexcomate. En ambos asentamientos las casas fueron pequeñas (un promedio de 15 metros cuadrados de planta), y sus muros y paredes de adobes se levantaron sobre cimientos de piedra. Con fines de exploración excavamos zanjas y pozos en 29 casas elegidas al azar. Estas excavaciones nos permitieron acotar mejor la cronología azteca dividiendo su último período en dos subperíodos: azteca reciente A (13501440 d. C.) y azteca reciente B (14401519 d. C.), para afinar más nuestro análisis. Capilco lo fundaron unas pocas familias de campesinos en el período azteca temprano. La explosión demográfica comenzó en el reciente A, cuando se construyó Cuexcomate. Ambos asentamientos experimentaron un rápido crecimiento. La población no podía seguir manteniéndose de sólo los cultivos de secano, por lo que hubo de practicar una agricultura intensiva. Se allanaron terrazas en las pendientes y quebradas para contar con más suelo donde sembrar maíz, frijoles y algodón. Las casas no estaban muy api-
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OCEANO PACIFICO
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l imperio azteca abarcaba gran parte del México central y meridional cuando, en 1519 d.C., llegaron los conquistadores españoles. Los poblados descritos en el artículo formaban parte de las provincias tributarias de Cuauhnahuac y Huaxtepec, situadas en lo que es hoy el estado de Morelos. Los habitantes de estas provincias tenían que pagar cuatro veces al año fuertes tributos en especie —telas de algodón y otros productos— a la capital imperial, Tenochtitlán.
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KILOMETROS
JOHNNY JOHNSON
ñadas; los espacios abiertos se dedi- azteca. En segundo lugar, se utilicaron probablemente a la agricultura. zaban como moneda de trueque con El algodón fue un producto impor- otros bienes y servicios en las plazas tante en esta zona del imperio azteca. de mercado. La manufactura doméstica de tejidos Además de tejidos, algunos manude algodón se convirtió pronto en la facturaban papel de corteza de higueartesanía principal. En cada casa ra borde, como lo prueban los hallazexcavada se extrajeron grandes can- gos de “batidoras de corteza” labradas tidades de utensilios de cerámica que en basalto. Los aztecas usaban el papel servirían para hilarlo a mano. Una para confeccionar sus libros de escriespecie de abalorios o husos espiri- tura pictográfica y para quemarlo en formes facilitaban con su peso la ofrendas rituales. retorcida de la hilada, y en unos peLas numerosas vasijas de cerámica queños cuencos sostenidos por trí- usadas y desechadas que se encuenpodes se recogía y controlaba lo q ue tran en las casas las comprarían prose iba hilando. Según las fuentes bablemente en los mercados. Aunque documentales, todas las mujeres azte- los alfareros locales producían una cas, desde la ínfima esclava hasta la amplia gama de vasijas, la gente comdama noble de más alcurnia, hila- praba también muchas piezas decoban y tejían. Los tejidos de algodón radas procedentes de otros sitios. tenían dos usos económicos además Alr eded or de l 10% de la ce rámica de empleárselos para vestir. Eran, excavada en estos yacimientos llegó ante todo, el artículo más común- del valle de México y de otras zonas. mente exigido como tributo por las Y no es que esas vasij as fuese n fun ciudades-estado y por el imperio cionalmente mejores que las de fabri-
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300
cación local, sino que a la gente le gus- los palacios aztecas, nos llevaron a superpoblación y la escasez de tierra taba disponer de otras con distintos la conclusión de que el recinto fue la han hecho que baje el nivel de vida. motivos decorativos. residencia de una familia noble. Adem ás de cer ámic as, los campeLos artefactos dejados por los nobles ara completar nuestro estudio de sinos tenían en sus hogares otros bie- que vivieron en este palacete difela vida provinciana volvimos a nes de procedencia foránea. Encon- rían en cantidad, pero no en especie, Yau tep ec, cap ital de una pod ero sa tramos a millares trozos de lajas de de los que encontramos en las casas ciudad-estad o en tiempos de los azteobsidiana, cuyo origen geológico más de la gente común. Por ejemplo, como cas. Las que fueron ciudades aztecas cercano distaba 100 kilómetros de era de esperar, el recinto dio canti- del México central siguen estando allí. Estas piezas de obsidiana, con dades significativamente mayores de hoy habitadas, con sus ruinas soterrasus muy cortantes bordes afilados, cerámicas decoradas e importadas das bajo los estratos de los sucesivos se utilizarían en actividades caseras que las que dieron las casas de los ple- asentamientos. Los primeros espay artesanales. Las agujas y otras pie- beyos. Sin embargo, los nobles no usa- ñoles edificaron iglesias sobre las ruizas de bronce se importaban del Mé- ron en exclusiva ningún tipo de uten- nas de las pirámides y establecieron xico occidental. La sal se traía del va- silio artesanal. Bienes importados sus propias ciudades sobre las ciulle de México, donde se obtenía por muy costosos, tales como cuencos polí- dades aztecas. A este respecto, Yauebullición y evaporación del agua cromos procedentes del centro reli- tepec es rara excepción, pues allí el salada del lago; su transporte se hacía gioso de Cholula, objetos de bronce y asentamiento hispano cubrió sólo una en orzas especiales, de las que halla- joyas de jade, lo s encontramos ta nto parte de la ciudad. En 1989, Hor tensia mos muchos cascotes en las casas en las casas plebeyas como en la resi- de Vega dirigió a un equipo de arqueóexcavadas. El sistema de mercado dencia noble, lo que demuestra que logos del Instituto Nacional de Anpuso en relación a los habitantes de ambos grupos tenían fácil acceso al tropología de México en la excavaestos poblados rurales con los del amplio sistema mercantil azteca del ción de un extenso montículo, en los resto del imperio azteca y con otros México central. aledaños de la actual Yautepec. El de fuera de él. Con la conquista de esta región montículo en cuestión resultó ser las Las excavaciones revelaron tam- por el imperio azteca, hacia el año ruinas del palacio real de Yautepec. bién otros aspectos de la vida cam- 1440 d. C., comenzó el período azteca Se trata del único palacio azteca que pesina azteca, además de la economía. B reciente. Poco después, se aban- ha sido totalmente excavado. A nosoEn cada casa había varios quemado- donó el palacete de Cuexcomate y la tros se nos invitó a colaborar en res de incienso y unas figurillas de nueva elite se hizo construir en el Ya utep ec es tudi ando las ca sas de cerámica de formas humanas o de lado norte de la plaza otro recinto otras partes de la ciudad antigua. divinidades. Estos artefactos desem- de menores dimensiones. La poblaPor entonces se sabía muy poco peñaban un papel en los rituales fami- ción siguió aumentando: Cuexcomate sobre las ciudades aztecas, excepliares propiciatorios de purificaciones pasó de 200 a 800 habitantes, y tuada Tenochtitlán. Aunque los ary sanaciones. Tales ceremonias com- Capilco de 35 a 135 durante el pe- queólogos habían recogido muchos plementaban las celebraciones públi- ríodo azteca B reciente. Los agri- restos superficiales de ciudades del cas, más espectaculares, que tenían cultores hubieron de construir exten- valle de México, nadie había excalugar sobre las pirámides escalona- sas terrazas para alimentar a una vado nunca casas aztecas urbanas. La das de los templos de la capital y de población creciente, pero cuando toda primera campaña, en 1992, la dedilas ciudades principales. Los sacer- la tierra disponible estuvo terra- camos a un examen de superficie para dotes españoles que llegaron allí con plenada empezó a ir en mengua el determinar la extensión y la imporla conquista nos transmitieron el con- rendimiento de los cultivos. tancia del asentamiento azteca. Aun tenido de la religión pública de los Los restos de utensilios y de edifi- dentro de la ciudad moderna no fue aztecas, y la excavación del Gran cios revelan el nivel de vida. La ar- difícil rastrear la extensión de la antiTemplo ha dado a conocer el escena- queología de los asentamientos nos gua Yautepec, que no pasaba mucho rio de aquellos ritos. Pero antes de habla de una notoria decadencia entre de los dos kilómetros cuadrados. En estas excavaciones de casas, se des- los períodos A y B. Así, durante el p e- 1993 volvimos para excavar casas. conocía la naturaleza de los rituales ríodo reciente, nobles y plebeyos im- Empezamos con catas en campo domésticos. portaron menos bienes y poseyeron abierto y en terrenos despejados; No es raro que Cuexcomate, pobla- menos vasijas de cerámica decorada. encontramos siete casas con sus ción mayor que Capilco, fuese tam- Los índices de riqueza, que nosotros correspondientes patios. bién una comunidad más compleja. calculamos por las cantidades de arteLas excavaciones de Yautepec saLa ciudad estaba construida en torno factos valiosos hallados en cada casa, caron a la luz densas concentracioa una plaza pública, en cuyo lado este fueron en continuo declive. Algunos nes de objetos artesanales, y en seis había una pequeña pirámide-templo. plebeyos trataron de superar las difi- meses de trabajo de campo recupe Al otro lado de la plaza, frente al tem- cultades económicas aumentando su ramos 1,2 millones de fragmentos plo, había un recinto residencial de producción de tejidos. En cada yaci- cerámicos y cerca de 50.000 artefac540 metros cuadrados de superficie, miento, las casas en que había mayor tos de obsidiana, principalmente hobastante más amplio que las demás número de útiles para hilar el algo- jas d e cuc hillo y otr os útile s. Los r ecasas. Sus habitaciones sobresalían dón eran las de índice de riqueza más sultados de los primeros estudios de del nivel del suelo por unas plata- bajo. Dicho de otro modo, las fami- estos materiales revelaron ya muy formas de piedra. En el palacete, pro- lias más pobres eran las que mayo- sugerentes semejanzas y diferencias yectado con esmero mayor que el resto res esfuerzos ponían en la produc- con respecto a lo hallado en Cuexde las viviendas, se emplearon tam- ción artesanal, probablemente para comate y en Capilco. bién materiales de construcción más compensarse de los menguados renCinco de las siete casas excavadas elaborados, enlucido de yeso incluido. dimientos de los cultivos o de la falta en Yautepec fueron pequeños habiEstas características, junto con las de tierra. Así ha sucedido en muchas táculos de plebeyos, con una superdel plano de su planta, similar al de partes del mundo, siempre que la ficie promedia de 26 metros cuadra-
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dos. Como sus equivalentes rurales, estas casas se hicieron de ladrillo de adobe sobre cimientos de guijarros argamasados. Excavamos también una residencia noble que tenía una extensión mucho mayor (430 metros cuadrados) que las de las casas plebeyas y en la que se había hecho mucho más uso de la cal, del yeso y de la piedra labrada. Otra casa era una mal conservada estructura de un tamaño intermedio (80 metros cuadrados) cuya asociación a una clase social no está clara.
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l pueblo llano de Yautepec, lo mismo que sus paisanos de Capilco y de Cuexcomate, tenía fácil acceso a los productos foráneos. Los mismos tipos de cerámicas importadas, así como la obsidiana, la sal, el jade y el bronce, se encontr aron en las residencias de Yautepec. Una serie de análisis técnicos permitieron determinar los lugares de origen de materias primas que sirvieron para hacer diversos artefactos en Yautepec: la mayor parte de la obsidiana provenía de los alrededores de Pachuca, una ciudad norteña del valle de México. Para determinar la procedencia geológica de los artefactos de obsidiana nos servimos de técnicas de fluorescencia de rayos X. Los estudios de la composición de las cerámicas, incluidos la petrografía de sección fina y los análisis de activación de neutrones, ayudarán a distinguir la loza fabricada en el valle de Yautepec de la importada de otras partes del México central. Ya conocemos el origen de los artefactos de bronce. Dorothy Hosler, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, analizó la composición química, la estructura y las propiedades metalúrgicas de los artefactos metálicos de los tres yacimientos. Inclúyense entre estos objetos agujas de coser, leznas, pinzas y cascabeles, compuestos todos ellos de bronce en aleaciones de cobre y estaño o de cobre y arsénico. Morelos no producía antaño metales, y estos artefactos se parecen mucho a los que se fabricaban en bronce en el imperio tarasco del México occidental. Hosler realizó la primera aplicación del análisis con isótopos de plomo a la metalurgia de la antigua Mesoamérica tomando muestras de mena en varias zonas y artefactos de diversos asentamientos, incluido Yautepec. Bastantes de los objetos de bronce de Yautepec cuadran del todo con muestras de mena procedentes del territorio tarasco. Aunque las fuentes escritas informan de que los azte-
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cas y los tarascos guerreaban constantemente entre sí, en cambio las excavaciones proporcionan pruebas evidentes de que el bronce y la obsidiana de Tarasco cruzaban en intercambio comercial la frontera y a través del sistema mercantil azteca llegaban hasta el pueblo llano de las provincias. A d ifer encia de los emplazamien tos rurales, Yautepec tuvo numerosas industrias artesanas además de la producción textil doméstica. Algunas familias se dedicaban a hacer cuchillos de obsidiana; se han hallado también vestigios de la producción de pendientes para los labios y para las orejas y otras alhajas de obsidiana. Recuperamos también moldes que se empleaban para hacer los abalorios espiriformes y las figurillas de cerámica. Aunque estos moldes no abundan, han aparecido en diversos
puntos excavados en Yautepec. También se han desenterrado molinillos para hacer pasta de papel. Parece, pues, demostrado que el pueblo llano de Yautepec se dedicaba a distintas manufacturas, no sólo a la textil del algodón. ¿Qué nos dicen estas excavaciones sobre la población que vivía en las provincias del imperio azteca? La impresión general es que la gente de provincias, emprendedora, vivía con bastante prosperidad. A pesar del declive económico que siguió a la conquista y a la incorporación al imperio azteca, la población urbana y la rural continuaron teniendo fácil acceso a una amplia gama de bienes de importación. Estos bienes los obtenían en los mercados. Tanto los datos documentales como los arqueológicos indican que el sistema mercantil azteca operaba en gran parte
3. LAS PRACTICAS AGRICOLAS INTENSIVAS se hicieron imprescindibles para satisfacer la demanda de la población azteca, que aumentó en proporciones explosivas durante el siglo xv. Los campesinos tuvieron que acondicionar en forma de terrazas —o terraplenes de contención— las laderas de barrancos que, si no, eran yermas e inservibles; reteniendo la tierra que antes se perdía con la erosión y las torrenteras de las grandes lluvias, podían convertirse en fértiles bancales. Para ello, apilaban hileras de pedruscos en tandas sucesivas, de modo que la terraza se fuese formando con las capas de la tierra que, al deslizarse ladera abajo con el agua, se iba depositando entre y sobre los pedruscos. Cada hilera de éstos la adosaban por detrás a la anterior, pero sin unirlas con argamasa o mortero alguno. Así los escalonados muretes de las terrazas quedaban un tanto inclinados, y a menudo las fuertes lluvias abrían en ellos brechas, como la que vemos en fase de reparación a la izquierda de la ilustración. En los bancales de estas terrazas los campesinos cultivaban preferentemente maíz, frijoles y algodón. TEMAS 37
sin control estatal. Los mercados ponían en relación las aldeas más insignificantes con la economía azteca del centro de México. Los miembros de las familias realizaban diversas actividades artesanales para producir bienes que vendían en los mercados. En emplazamientos de Morelos los más importantes de esos productos fueron los tejidos de algodón manufacturados por las mujeres en casa. Las fuentes escritas nos dicen que los aztecas plebeyos estaban sometidos a los nobles y que éstos poseían la mayor parte del territorio y mono-
polizaban el poder dentro de sus ciudades-estado. Las excavaciones arqueológicas nos inclinan a pensar que, al menos en varios poblados provinciales, la carga que habían de soportar los súbditos no era excesiva. No hay datos que indiquen que los nobles controlaran la producción artesanal o el comercio. En las provincias, el pueblo se las arregló para alcanzar cierto grado de éxito económico
por vías no conectadas al estado ni registradas en los informes e historias oficiales de los aztecas. Aclararse algo sobre las vidas de aquellas gentes hasta hace poco totalmente ignoradas es una de las compensaciones del ser hoy arqueólogo.
A M I H S A R A N O M O T
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA ARCHAEOLOGICAL RESEARCH AT AZTECPERIOD RURAL SITES IN MORELOS, MEXICO, Vol. 1: Excavations and Architecture. M. E. Smith, University of Pittsburgh Memoirs in Latin American Archaeology, n.o 4, 1992. ECONOMIES AND POLITIES IN THE AZTEC REALM. Dirigido por Mary G. Hodge y Michael E. Smith. Institute for Mesoamerican Studies, State University of New York at Albany, 1994. THE AZTECS. Michael E. Smith. Blackwell Publishers, 1996. COPPER SOURCES, METAL PRODUCTION, AND METALS T R AD E I N LATE POSTCLASSIC MESOAMERICA . Dorothy Hosler y Andrew Macfarlane en Science , vol. 273, págs. 1819-1824; 27 de septiembre, 1996.
CIVILIZACIONES ANTIGUAS
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Ciudades andinas de la antigüedad Hace unos 3800 años, Pampa de las Llamas-Moxeke y Taukachi-Konkan eran centros urbanos, nacidos de un plan diseñado, que daban vida a una comunidad numerosa y organizada Sheila Pozorski y Thomas Pozorski
D
urante más de medio siglo los arqueólogos sostuvieron que, en Perú, la “auténtica” civilización se inició con la cultura chavín del llamado Horizonte Antiguo, que abarcó desde el año 1100 hasta el 250 a. C. Sin embargo, a 350 kilómetros al norte de Lima, en un área triangular de llanos desérticos delimitada por las estribaciones andinas que se orientan hacia la costa, hay restos de ciudades cuya antigüedad se remonta otros 700 años más atrás. En dos de estos yacimientos venimos realizando campañas arqueológicas desde 1985. Se encuentran en el valle de Casma y nos hablan de una civilización compleja, con montículos de hasta 30 metros de altura coronados por templos, recintos administrativos, macrosistemas de riego y centenares de casas para ricos y pobres.
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Hasta 1980, cuando enviamos muestras de madera y de carbón vegetal procedentes de los yacimientos para su datación radiocarbónica, no quedó aclarada su ocupación durante el Período Inicial, entre el 2200 y el 1100 a. C., época en que aparecieron en la costa peruana la cerámica, el tejido y la agricultura de regadío a gran escala. (Este período corresponde aproximadamente al del Imperio Medio egipcio, pocos siglos después de la construcción de las grandes pirámides.) Las peculiares condiciones climáticas de la zona han facilitado nuestro conocimiento de la cultura material de estos yacimientos. La última vez que llovió de forma significativa en Casma fue en 1983 y, antes, en 1925 y en 1891. (Muchas de las estruc turas que excavamos carecían de techado, porque el clima lo hacía innecesario.) Ello explica el estado casi
increíble de conservación de los materiales: los elementos textiles, la madera y hasta las hojas quebradizas, enterrados, han persistido en excelentes condiciones. Además, el saber que los agricultores practicaban el regadío, pues de otro modo el cultivo a gran escala hubiera sido imposible, proporciona a los arqueólogos pistas adicionales para reconstruir la estructura social de aquella cultura desaparecida. En sus años de apogeo, Pampa de las Llamas-Moxeke, situada en el brazo meridional del valle de Casma, fue un centro floreciente que albergaba a unas 2500 personas en un área de dos kilómetros cuadrados. Dos elevaciones dominaban el asentamiento, Moxeke al sur y Huaca A al norte. Situadas una frente a la otra, se extendía en medio una serie de plazas simétricas que constituía el eje central en torno al cual
TEMAS 37
PERIODO PRECERAMICO DEL ALGODON 5000
HORIZONTE ANTIGUO
PERIODO INICIAL
4500
4000
3500
3000
OCUPACION DE LA CIUDAD
METROS
AREA CULTIVADA EN LA ACTUALIDAD
MONTICULOS ADMINISTRATIVOS
HUACA A
1500
1000
500
HORIZONTE FINAL
0
1. MONTICULO DE HUACA A, en el yacimiento de Pampa de las Llamas-Moxeke. Debió de resplandecer con un blanco cegador bajo el sol del desierto hace 3800 años. La estructura medía 15 metros de altura y almacenaba por lo menos 4400 metros cúbicos de objetos de valor y mercancías. Formaba parte de una ciudad, construida de acuerdo con un proyecto (izquierda ), que albergaba más de 2000 personas. La entidad política a la que pertenecía Pampa de las Llamas-Moxeke estaba formada por más de media docena de ciudades, repartidas en 1000 kilómetros cuadrados. En esta región la civilización evolucionó durante un período de unos 4000 años (arriba ). su mayoría también, eran pequeños montículos, a modo de versiones en miniatura de Huaca A. Se perciben rastros de “reestructuraciones urbanas”: demolición de casas de bajo nivel social para ganar espacio y construir nuevas alineaciones de montículos de tamaño intermedio, algunos de los cuales nunca se terminaron.
M S S I K R O B A G
2000
PERIODO INTERMEDIO FINAL
AÑOS ANTES DEL PRESENTE 0 100 200
MOXEKE
2500
HORIZONTE MEDIO
PERIODO ANTIGUO INTERMEDIO
VIVIENDAS DE CLASE BAJA
se orientaban la mayoría de los edificios públicos. Había, en los costados de ese eje, más de 110 edificios administrativos, de tamaño intermedio, dispuestos en filas paralelas. En su mayoría, miraban hacia el centro del poblado; en
oxeke, un montículo en horquilla con una anchura de 160 metros, una longitud de 170 y una altura de 30, sirvió probablemente de templo, donde se celebraban ceremonias destinadas a las multitudes apiñadas en las plazas circundantes. Hasta Huaca A (119 metros de ancho, 136 de largo y 15 de alto) se llegaba atravesando plazas de menor tamaño. Sin embargo, debido a la inclinación norte a sur del terreno, los p untos más altos de ambos montículos parecen encontrarse a la misma altura. Al nordeste de Huaca A se encuentra una plaza circular hundida. De tales caracte-
rísticas arquitectónicas participan muchos de los yacimientos de este período. Todos los detalles arquitectónicos nos hablan de una previa planificación. Así, la simetría interna de los edificios públicos: especular en las dos mitades del montículo de Moxeke, tetralateral en Huaca A, que facilita el acceso directo desde la plaza situada en cada esquina. En Huaca A abundan lo que parecen dispositivos de control: entradas, barreras y recintos amurallados, estructuras que guardan verosímil relación con su función de almacenaje. Pampa de las Llamas-Moxeke administraba muchas de las áreas circundantes en las cuales había los asentamientos menores que proporcionaban trabajo y bienes a sus habitantes. Las cámaras del montículo parecen haber almacenado, estimando a la baja, unos 4400 metros cúbicos de productos agrícolas y de objetos preciados.
A I C I R T A P . N N E V E T S
CIVILIZACIONES ANTIGUAS
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CIUDAD MODERNA YACIMIENTO AQUEOLOGICO CIVILIZACIONES ACTUALES
N
H I C E S I O R
AUTOPISTA PANAMERICANA
MONTAÑAS
COMPLEJO DE SECHIN ALTO
V
CASMA
PERU
PAMPA DE LAS LLAMAS-MOXEKE R
I O
C A S M
A
0
KILOMETROS 5 10
2. DESIERTO de la costa peruana, malo para la agricultura y óptimo para la arqueología. Su aridez ha permitido la conservación, por más de 3000 años, de elementos perecederos. Las hileras de montículos menores parecen haber servido como centros burocráticos de segundo orden. Residirían allí las oficinas y depósitos de almacenamiento, donde funcionarios de nivel medio se encargarían de adquirir, controlar y redistribuir la ingente cantidad de artículos almacenados y protegidos dentro de Huaca A. Los edificios residenciales ocupan una pequeña fracción de la superficie total del poblado de Pampa de las Llamas-Moxeke. Hemos encontrado allí viviendas de clases altas y populares. Los funcionarios públicos ocupaban probablemente las mejores casas, con paredes de piedra y argamasa, en cuyo interior había cámaras de almacenamiento y hornacinas para guardar bienes personales. Por contra, la mayoría de la población, seguramente campesinos, jornaleros y artesanos, vivía hacinada en grupos irregulares de habitaciones, cuyas paredes, de caña o madera, estaban recubiertas de barro. Estas viviendas dejaron pocos restos arqueológicos, a excepción de algunos cimientos en piedra. Tras cuarenta años desde el descubrimiento de los yacimientos del valle de Casma nadie había caído en la cuenta de su verdadera antigüedad. Las investigaciones habían empezado en 1937, cuando Julio C. Tello excavó el montículo de Moxeke. Descubrió frisos de adobe de gran tamaño con esculturas en altorrelieve que representaban figuras humanas y grandes cabezas. Los frisos, situados en la parte frontal del
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que nos proporcionó la datación por carbono 14 de las muestras de carbón y de madera. Las nueve muestras iniciales (y las 15 recogidas durante los trabajos posteriores) arro jaron unas fechas entr e el 2000 y el 1500 a. C., cientos de años antes del comienzo del Horizonte Antiguo.
montículo, se extendían a los lados. Habían tenido un brillante colorido en rojo, azul, verde, negro y blanco. Su hallazgo colocó al valle en el primer plano de los estudios sobre las civilizaciones andinas. Tello atribuyó esas representaciones espectaculares a la cultura de Chavín de las tierras altas, que caracterizaba el Horizonte Antiguo. En 1980 examinamos este asentamiento, con otros cinco, en nuestro afán por establecer una cronografía precisa de los múltiples yacimientos “antiguos” del valle de Casma. ¿Dónde concentrar el esfuerzo arqueológico? Desde el principio, Pampa de las Llamas-Moxeke no dejó de sorprendernos. Pese a que el Período Inicial se define por la introducción generalizada de la cerámica, la que encontramos, no mucha, era harto tosca, sobre todo jarras sin cuello, modela-das a imagen de las calabazas que se usaban antes de la invención de los vasos de cerámica. Algunos elementos textiles reflejaban los balbuceos de ese arte, pero a su lado yacían tejidos elaborados (diríase que trenzados a mano más que en un telar), característicos de las culturas precerámicas. Abundaban restos de plantas cultivadas; sin embargo, en ninguna de nuestras más de 50 catas de prospección apareció el maíz, una constante en las poblaciones andinas posteriores. Todos estos datos conferían una gran antigüedad al yacimiento de Pampa de las Llamas-Moxeke. Lo que no esperábamos eran los resultados
olvimos en 1985 para iniciar excavaciones sistemáticas. Nos concentramos en los dos tercios septentrionales del yacimiento; el tercio meridional había sufrido reocupaciones prehistóricas posteriores y se había visto afectado por la agricultura moderna. Realizamos sondeos en las elevaciones grandes, en los montículos intermedios y en los recintos cerrados, así como en las estructuras de habitación pequeñas e irregulares. Buscábamos pistas sobre las actividades desarrolladas en su interior y en su exterior, así como indicaciones que nos revelaran la función de las estructuras en el conjunto del asentamiento. Escogimos Huaca A. La opción parecía obligada: la simetría tetralateral del montículo, perfectamente visible en superficie, significaba que la excavación de un cuadrante aclararía la estructura del edificio entero. Los propios muros aparecían dibujados en la superficie. Los obreros peruanos contratados, entre 15 y 25, empezaron levantando enormes cantos rodados, desprendidos de las paredes. Los había hasta de 150 kilos. Con la carretilla ofrecida para el acarreo daban sombra al botijo de agua, y transportaban las piedras en sus espaldas, protegidas por almohadillas, de forma muy parecida a la que debieron utilizar los constructores de Huaca A. Tras excavar más de dos metros, llegamos al suelo. El volumen de escombros caídos indicaba que las paredes de las habitaciones centrales, las de mayor tamaño, habían alcanzado por lo menos cinco metros de altura. En la parte alta de las paredes encontramos piedras que aún se conservaban fijas gracias al barro utilizado de argamasa; la cara lisa de la piedra constituía la parte visible del muro. Las filas superiores de las paredes se habrían levantado con ladrillos cónicos de adobe cuyo menor peso habría facilitado la construcción. Las piedras de granito que formaban el muro estaban recubiertas con una espesa capa de argamasa compuesta por barro, sin refinar y repleta de las marcas de dedos características de los albañiles prehistóricos. La
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última capa de argamasa, de excelente calidad y rica en arcilla, se había desprendido en la parte superior de las paredes, pero se conservaba bien en las zonas bajas. El suelo aparecía finamente enlucido. Los restos de pigmento revelaban que las paredes y el suelo se habían pintado de blanco. El montículo entero refulgiría bajo el sol del desierto. Logramos, por fin, delimitar las paredes del cuadrante norte de Huaca A, y con ello reconstruir la configuración de la cima del montículo. El edificio está constituido por la repetición, en tamaño variable, de una unidad de construcción básica: una sala cuadrada cuyas esquinas eran redondeadas por el exterior en tanto que por el interior dos eran redondeadas y otras dos formaban ángulo. A la entrada de cada habitación había un umbral en relieve y, en la parte superior de las paredes, amplias alacenas a una altura de 1,25 a dos metros del suelo. El piso de estas habitaciones cuadradas se cubría con esteras de junco tejido; todavía quedan las marcas en el enlucido arcilloso que revestía el pavimento. Las unidades arquitectónicas mayores se encuentran a lo largo del eje nordeste-sudoeste del montículo; las habitaciones van disminuyendo de tamaño conforme nos alejamos del centro. Los espacios entre las habitaciones cuadradas parecen haber servido de corredores de acceso. No solían tener ni esteras ni hornacinas. Para averiguar cómo se aproximaba la gente a Huaca A y cómo circulaba por su parte más alta, limpiamos los atrios nordeste y sudoeste y las entra-
das del cuadrante norte. Descubrimos pruebas de un rígido sistema burocrático que controlaba y restringía el acceso al montículo. Sin embargo, los controles físicos hallados sugieren la presencia de una poderosa autoridad más que unas barreras materiales insuperables.
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a intimidación (o inspiración) de un visitante empezaba en el momento en que subía cualquier escalinata hasta uno de los dos atrios. En ambos atrios, las paredes del fondo contenían magníficos frisos, a cada lado de la entrada central, que impresionarían al visitante. El friso correspondiente al atrio nordest e es el mejor conservado: esculpidos en bajorrelieve, en un sustrato arcilloso, se hallan los restos de dos inmensos felinos, probablemente jaguares. Estas figuras, colosales y enfrentadas, de más de seis metros de altura por diez de longitud, flanqueaban la entrada nordeste del montículo. Los muros curvilíneos del patio resaltaban el efecto tridimensional de los felinos gigantescos. Restos de pigmento rojo sugieren que estuvieron brillantemente coloreados. Después
de 3800 años sólo quedan los pies y la cola serpentiforme. Los perfiles de felino abundan, sin embargo, en el arte andino, lo que facilita la reconstrucción del cuerpo y la cabeza. El área inmediatamente adyacente a la entrada presenta también relieves redondeados, cuyos círculos centrales encierran cuatro rectángulos de intervalo regular. El mismo diseño se itera en los extremos de las mazas que blandían los guerreros victoriosos en el cercano yacimiento de Cerro Sechín, lo que nos lleva a sospechar que se trata de un símbolo de autoridad. En el atrio sudoccidental encontramos una piedra esculpida de unos 50 cm de longitud. Portaba tallada, en una de las caras, una serpiente de doble cuerpo; en un lateral se encuentra la marca de una mano derecha trabajada con sorprendente realismo. Esta piedra apareció acompañada por otras dos, más largas y que probablemente la sostenían formando un arco donde la serpiente miraría hacia
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3. MUROS DE HUACA A, construidos de bloques de granito recubiertos con capas de barro y de un revestimiento final rico en arcilla. Las alacenas guardaban artículos de lujo. Las entradas a las haCIVILIZACIONES ANTIGUAS
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bitaciones estaban flanqueadas por columnas de haces de plantas leñosas recubiertos de argamasa. Ladrillos cónicos de adobe (iz- quierda ) remataban los muros. 93
afuera y la mano hacia abajo: un santuario, pues, o un altar. El rincón occidental del atrio alojaba también un par de piedras largas. Suponemos que formarían parte de un segundo arco; los restos abundantes de comida a su alrededor, ofrendas quizás, avalan la función sacra de las piedras. Las entradas al interior del montículo se angostaban mediante dos pilastras enfrentadas, sostenidas en su cara interna por pequeñas ramas trenzadas en un haz del tamaño de un poste. Elementos de madera mayores, un artículo muy raro en el desierto, constituirían los dinteles de algunas entradas y de casi todas las alacenas u hornacinas que se abrían en las paredes del interior de las estancias. Una puerta de grandes tablones controlaba el acceso desde la entrada nordeste del montículo. Instalada en el lado contrario de la pared del friso, la puerta constaba de cuatro maderos verticales, de unos tres metros y medio de longitud, montados a cada lado de la entrada. Otros seis tablones, de 4,1 metros de largo, encajaban en el espacio libre que quedaba entre los maderos verticales y las paredes. Sus anchos y afilados extremos se alternaban para crear una barrera de entrada. Otros accesos a Huaca A, 93 en total, estaban protegidos por uno o más mecanismos de cierre con barras o vallas, un sistema desconocido hasta entonces en los asentamientos peruanos antiguos. Cuando empezamos a limpiar estas entradas descubrimos en sus laterales unas hornacinas cua-
dradas de piedra. Estas hornacinas siempre aparecían de dos en dos a cada lado, a medio metro más o menos del suelo; siempre, una de las dos era mucho más profunda que la otra. La función de las hornacinas se puso de manifiesto a raíz de unas excavaciones simultáneas realizadas en un recinto cercano. Allí había una hornacina vacía, cuya profundidad era de 35 cm, enfrente de otra que aún contenía un palo de madera horizontal extendiéndose desde su centro. El poste estaba incrustado en los escombros, lo que nos obligó a limpiar la parte alta del muro; así descubrimos que estaba alojado en una cámara de piedra bien construida de más de dos metros. Una vez libre de escombros, lo empujamos a través de la abertura hasta que encajó en la cavidad de la pared opuesta, impidiendo el paso al recinto, como había hecho 3800 años atrás. ¿Por qué atrancaban todas las entradas? No hay indicios de que Huaca A estuviera habitado: ni hogares para cocinar, ni restos de c omida. El montículo no era un palacio con extremas medidas de seguridad, ni una residencia real. Sí parece que se le destinara a almacenar mercancías y otros objetos de valor. Durante la excavación encontramos muy pocos útiles, lo que era de esperar, pues se los llevarían al abandonar el asentamiento. Quedaban fragmentos de tejido en las alacenas, procedentes de telas almacenadas y de recipientes fabricados con ellas. En las muestras recogidas en las ala-
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4. ANTIGUOS FRISOS, visibles todavía en la parte inferior de los muros que flanqueaban la entrada principal del montículo de Huaca A. 94
cenas sí apareció polen de algodón y de plantas comestibles (judías, patatas, batatas y cacahuetes), señal de que allí se guardaban. Pero, contrariamente a la opinión establecida de que el maíz era un elemento esencial en las civilizaciones del Nuevo Mundo, no había rastro de la gramínea. Miles de huesos de roedores confirman que se trataba de un almacén.
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ay pistas muy sugestivas sobre los posibles responsables de Huaca A y del control de las entradas y salidas de los productos. Los tejidos de mayor calidad se recuperaron en el montículo, al igual que muchas cuentas de turquesa y la única figurita de madera. Estos artículos abonan la hipótesis de que sólo la elite pudiente de la ciudad tenía fácil acceso a Huaca A; si las clases inferiores hubieran podido entrar, habríamos encontrado también restos de sus pertenencias. La unidad constituida por la habitación cuadrada que dominaba Huaca A tiene su réplica en las líneas de edificios públicos de tamaño intermedio que cursan paralelas al eje principal del yacimiento. Cada recinto inmediato a la elevación principal está formado por una de estas unidades; el núcleo central de cada montículo pequeño de las alineaciones más largas consta de una sola habitación cuadrada. Estos edificios los ocuparían los burócratas que controlaban el trasiego de mercancías. Detrás de algunos de los montículos pequeños quedaban restos de casas de los ricos. Igual que los montículos y los recintos, estas estructuras, bien edificadas con altas paredes de piedra enlucidas con barro, se alineaban también con el eje del yacimiento. Hay, además, pruebas claras de tareas domésticas. En una de las habitaciones aparece un gran hogar cuadrado, delimitado con piedras y con una oquedad circular para el fuego. En las casas de la elite se destinaron, para depósito, salitas que contenían tinajas, habitaciones con alacenas y cámaras subterráneas. Sin embargo, las residencias carecen de la simetría bilateral de la arquitectura pública y están rodeadas de desperdicios. El interior de Huaca A y de los pequeños montículos y recintos se conservó limpio de productos de desecho domésticos. La basura proporciona, pues, la mejor información que tenemos sobre la vida de los burócratas. Dentro y alrededor de las casas de la
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elite aparecen con frecuencia fragmentos de figuritas de cerámica. También encontramos muchos trozos de morteros y manos de almirez de piedra; en ellos había aún restos del pigmento rojo. De sumo interés, teniendo en cuenta el grado de burocracia del yacimiento, son lo que parecen cuños de sello y sellos cilíndricos de cerámica. Ninguno de los dos tipos acostumbra darse en el área andina. Aunque las culturas andinas posteriores utilizaban cuños para imprimir dibujos en la cerámica, no parece que ésta fuese su función en Pampa de las Llamas-Moxeke. En cambio, dos ejemplares contenían restos de pigmento rojo, lo que indica que sirvieron para aplicar una decoración cromática en 5. PIEDRA TALLADA (procedente posiblemente de un altar) encontrada en el patio de Huasuperficies, tejidos o piel humana. Es ca A. Presenta grabadas sus caras frontal e inferior. En su origen, se apoyaba sobre dos pieposible que tales sellos fueran sím- dras sin trabajar y a su alrededor habría ofrendas de alimentos. bolo de poder y autoridad, igual que ocurría en los centros de las antiguas civilizaciones mediterráneas y del mientos del complejo entre sí y con cuadradas. En la mitad frontal de Próximo Oriente, en los que son más Pampa de las Llamas-Moxeke. dicha parte alta del cerro encontrafrecuentes. mos los restos de un centenar de Las casas donde vivía la gente couestras campañas de 1992 y de columnas redondas hechas de haces mún comparten algunos rasgos con 1993 se centraron en el yaci- de caña, cuerdas y piedras cubiertos la arquitectura doméstica de los gru- miento mejor conservado del comple- de mortero y argamasa de barro. Estas pos de elite; después de todo, reali- jo de Sechín Alto, Taukac hi-Konka n. columnas sostenían un techo, rasgo zaban muchos de los mismos que- Los habitantes de Taukachi-Konkan distintivo por único, que daría somhaceres domésticos. Abundan los utilizaron los mismos tipos de cerá- bra a los miembros de la elite y les restos de preparación de comida y de mica y elementos arquitectónicos protegería de las miradas. otras actividades diarias , y los fogo- que habíamos visto cinco kilómetros El Cerro de las Columnas debió de nes cuadrados, delimitados con pie- más al sur. Los montículos princi- ser residencia de un personaje prindras, son también frecuentes, aun- pales contenían las mismas unidades cipal, el señor quizá del complejo de que menores. Pero el grueso de la de habitaciones cuadradas, alacenas Sechín Alto o de todo el sistema del población cocinaba en fogones con y entradas restringidas que en los valle de Casma. Además del patio cuforma de trébol: tres piedras ergui- yacimientos de tamaño intermedio. bierto, había habitaciones techadas das servían de soporte a recipientes El centro del asentamiento está y tachonadas de hornacinas que se de fondo redondeado. Hay otras dife- abierto, formado por varias plazas destinarían a guardar los productos rencias sustanciales entre las casas rectangulares, amplias y unidas por de gran valor recibidos o regalados. de los ricos y las de los pobres; las alineaciones de montículos de tamaño En otras habitaciones, probables habitaciones de éstos, más peque- medio. Dos grandes montículos se estancias de reuniones o audiencias, ñas, eran irregulares y estaban agru- abren hacia unas plazas circulares hay hornacinas someras, más apropadas; los muros poseían pocas hile- hundidas, similares a la que se piadas para sentarse. Las habitacioras de piedra y el resto del lienzo de encuentra al lado de Huaca A. La nes situadas en la mitad posterior de pared era de caña o madera, reves- datación por radiocarbono de seis la parte alta del montículo presentan tidas de barro. muestras proporciona fechas que se una disposición irregular y son me Au nq ue nues tr as ex ca va ci on es escalonan desde el 2000 hasta el nos accesibles; serían los aposentos revelaron una sociedad de una com- 1300 a.C. privados. En la misma zona hay dos plejidad insospechad a para su época, Los yacimientos, aunque pareci- estructuras redondas y sin respirala continuación de las mismas nos dos en algunos aspectos, presentan deros (para usos religiosos de relehizo tomar conciencia de una enti- diferencias muy significativas, lo que vancia menor). dad política integrada y de mucho nos ha inducido a advertir que la temLa situación de este palacio en mayor calado. En el brazo septen- prana sociedad del valle de Casma Taukachi-Konkan es lógica, si contrional del valle de Casma se encuen- encerraba una complejidad mucho sideramos que el complejo de Sechín tra el Complejo de Sechín Alto: cua- mayor de lo que habíamos imaginado. Alto constituy ó segu rame nte la capitro yacimientos que en conjunto La principal elevación de Taukachi- tal de una entidad política que abarabarcan 10,5 kilómetros cuadrados, Konkan, el Cerro de las Columnas, caba todo el valle. Pese a que ambos más de cinco veces el área de Pampa difiere de cualquier otro de los mon- yacimientos son centros importande las Llamas-Moxeke. Hasta el año tículos excavados. Se sitúa en el tes, ahora sabemos que formaban 1992 sólo se había excavado con rigor extremo occidental del yacimiento y parte vital de una sociedad aún más científico el menor de los cuatro su parte más alta se divide en dos extensa y compleja que estaba muy núcleos, Cerro Sechín. Desde enton- grandes patios centrales, a cuyo alre- desarrollada en el año 1800 a. C. ces hemos cosechado numerosas prue- dedor se disponen simétricamente Tras perdurar durante la mayor bas que relacionan todos los yaci- numerosas unidades de habitaciones parte del milenio, se abandonaron
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esas ciudades. Los muchos edificios que quedaron sin terminar en los dos asentamientos sugieren un final brusco, no un declive gradual. Al pri ncipi o, se espec uló co n la posibilidad de que invasores procedentes de las culturas del altiplano hubieran declarado la guerra a los asentamientos costeros, destruyendo su civilización. Las pruebas de la desaparición del Período Inicial coinciden con la súbita aparición del maíz, la domesticación de los animales, nuevos tipos de instrumentos y estilos de edificación diferentes. Hemos descubierto recientemente, sin embargo, que los conflictos internos debilitaron la cultura del valle de Casma, favoreciendo la causa de los invasores. Las esculturas de piedra de Cerro Sechín nos muestran, a tamaño natural, guerreros victoriosos y sus víctimas mutiladas: clara representación de una batalla. La pintura facial de los guerreros y los símbolos de sus mazas de guerra, compuestos por un rectángulo dentro de un círculo (como los del friso de Huaca A), apoyan la hipótesis de vencedores locales. Pero la vestimenta de las víctimas se parece mucho a la de las figuras humanoides que decoraban la fachada del templo del montículo de Moxeke. Sólo podemos adivinar qué facciones combatieron entre sí. Cerro Sechín tal vez conmemore la victoria de una parte de la elite sobre otra; quizá los burócratas, asociados con las actividades más seculares de Huaca A, depusieron a la jerarquía religiosa de Moxeke en un conflicto decisivo entre iglesia y estado. O quizá las esculturas representen una rebelión popular contra la burocracia proliferante. Conforme crecían estas planificadas ciudades y aumentaba el número de señores, las exigencias sobre el pueblo pudieron volverse excesivas.
COLABORADORES DE ESTE NUMERO Asesoramiento y traducción:
J. García de la Mora: Reparto del poder en una ciudad mesopotámica, La vida diaria en el antiguo Egipto, Vida provinciana en el imperio azteca; Francesc Asensi: El secreto de Nabada; Victoria Laporta: Jardines botánicos y parques zoológicos de tiem pos remotos; Leonor Vernet: Arcos y bóvedas del Próximo Oriente; Ana María Rubio: Degradación del suelo en la Grecia antigua; A. Blanco Freijeiro: Planos del templo de Apolo en Dídyma; Josep M.a Fullola: Ciudades andinas de la antigüedad . Portada: Joachim Bretschneider, Ricardo Mar y J. Ruiz de Arbulo INVESTIGACION Y CIENCIA DIIRECTOR GENERAL José M. a Valderas Gallardo DIRECTORA FINANCIERA Pilar Bronchal Garfella EDICIONES Juan Pedro Campos Gómez
Laia Torres Casas M. a Cruz Iglesias Capón Albert Marín Garau SECRETARÍA Purificación Mayoral Martínez ADMINISTRACIÓN Victoria Andrés Laiglesia SUSCRIPCIONES Concepción Orenes Delgado Olga Blanco Romero EDITA Prensa Científica, S. A. Muntaner, 339 pral. 1. a 08021 Barcelona (España) Teléfono 934 143 344 Telefax 934 145 413 www.investigacionyciencia.es PRODUCCIÓN
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BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA THE ORIGINS AND DEVELOPMENT OF THE ANDEAN STATE. Dirigido por Jonathan Haas, Sheila Pozorski y Thomas Pozorski. Cambridge University Press, 1987. CHAVIN AND THE ORIGINS OF ANDEAN CIVILIZATION. Richard L. Burger. Thames and Hudson, 1992. EARLY CIVILIZATIONS IN THE CASMA VALLEY, PERU. Sheila Pozorski y Thomas Pozorski en Antiquity, vol. 66 n.o 253, páginas 845-870, diciembre de 1992.
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