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MOT edición
trece
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mayo
2018
LOS MISTERIOS DE LA MENTE
La Jaula RADIO RAT LA MAGA QUERIDO PILAR lA PERSONALIDAD
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eL NICTÁLOPE MENTES PELIGROSAS INTERRUPTUS PASILLOS OSCUROS CIUDADANO KARLOS
Invitados especiales: Leonardo Aguirre, Víctor Carreño, Gonzalo Málaga, Richard Parra, Jose Vidal, Rossell y Wynnie Mynerva. Diseño de portada: Cake (
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Escriben en esta edición: Stuart Flores, Jorge Giraldo Sánchez, Leonardo Mori, Juan Juan Osorio Ruiz y José Prieto Tueros. Con las imágenes de: Eduardo Yaguas, Yaguas, Andrea Ordoñez y Noemí Slee. Dirección General: General: Zaida Osorio y Juan Juan Osorio Ruiz Ruiz * Edición General: Nadia Nadia Cruz Porras Porras * Marketing y publicidad: Hardy Hardy Caviedes Caviedes Colchado * Edición Gráfica: Carla Patiño Patiño * Corrección de estilo: Rosmery Cueva Cueva y Sally Sally Jabiel * Diseño y diagramación: diagramación: Noemí Noemí Slee.
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Invitado especial
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LA JAULA pOR: rICHARD pARRA / CUENTO Ilustración: Andrea Ordoñez
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na vez que conseguimos lugar para vivir, María tomó la decisión de criar animales. Recuerdo que al principio estaba confundida. Lo único claro era que quería mamíferos. Me decía que los humanos los preferimos porque somos sus semejantes.
—¿Quién logra empatía con los peces? —me preguntó una vez. —¿Por qué crees que los monstruos de las películas tienen apariencia de insecto o reptil? —me preguntó otra. Tras pensarlo un poco, María eligió unos roedores medianos. Nos dirigimos a un criadero a las afueras de Queens llevando dos jaulas y compramos una parejita. Recuerdo que invertimos casi un mes de renta, sin contar el pago por la jaula de tres pisos, l as provisiones de comida balanceada, el agua embotellada y otros. Una cosa me dio alivio: María quería que los roedores se reprodujeran y que obtuviéramos réditos con la venta de los gazapos. Vivíamos a cuarenta minutos del Nunca se peleaban. Por eso, María Después de la jornada laboral, Midtown, en un barrio latino. El me pedía que aprendiera de esos alimentábamos a los roedores. Luego tirábamos en la ducha y departamento nos lo rentó un animales. fumábamos tabaco escuchando árabe que no quería mascotas en su propiedad, pero por una oferta —No es natural que el macho le vinilos. mayor toleró a las chinchillas. El pegue a la hembra—me dijo una Por el trabajo, los días de semana macho era gris y tenía unos ojos vez. tomábamos solo una o dos botellas intensos y aceitosos. La hembra, María enseñaba español en de vino. Pero los fines de semana ya blanca, era significativamente más Manhattan. En Perú, yo quise ser no era necesario limitarse. voluminosa y tupida. ingeniero, pero por alcohólico Las chinchillas dormían todo jalé cursos y me expulsaron de la En verano, íbamos a Central Park. el día. A veces, la hembra se Católica. Así que en Estados Unidos Alquilábamos bicicletas o un bote tumbaba sobre el macho. Yo creía tuve que trabajar como ayudante de remos. Observábamos las aves que lo aplastaría por su tremendo de cocina en una fonda me xicana y, con unos binoculares de plástico. volumen pero así se calentaban. por las noches, como taxista pirata. Luego nos echábamos al pasto a
leer revistas faranduleras y a tomar el sol. En la noche, nos dirigíamos a un bar de Jackson Heights a tomar cerveza y bailar música latina. Los domingos, descansábamos la resaca hasta la una de la tarde. Luego, yo limpiaba el apartamento y ella se dedicaba al cuidado de sus animales. María no sobrevivió para ver la primera camada de gazapos. Murió en un accidente de coche cuando retornábamos de una fiesta peruana en Long Island. Nos estrellamos contra un árbol en una zona boscosa. El cuerpo de ella salió despedido, su cabeza se estrelló contra el pavimento y se partió. En el accidente también perdí a mi hijo, ya que María estaba embarazada. Ordené que cremaran los cuerpos. No quería que nadie viese a María luciendo una mascarilla de yeso pintada de rosado. Menos quise gastar en una inútil tumba. Me entregaron las cenizas en un cofrecito que coloqué junto a la televisión a colores. Los de la funeraria se negaron a poner el nombre de mi hijo en la caja porque, al no haber nacido, legalmente no existía. Traté de llevar la muerte de María como una persona madura. Pensé en un momento dar las chinchillas en adopción pero por razones sentimentales descarté la idea. No era difícil su cuidad o. Habíamos instalado accesorios en la jaula, puentes colgantes, túneles, ruedas de ejercicio, incluso un gracioso tobogán. Así que dentro tenían lo
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que necesitaban. Pero lo incómodo era la higiene. Como todos los roedores, las chinchillas defecan todo el tiempo y yo debía limpiar la jaula cada dos días porque la mierda se acumulaba. Los fines de semana me era imperativa una limpieza profunda. Sacaba la jaula a la yarda trasera para lavarla con agua a presión. Allí, con una escobilla raspaba la mierda. A veces, sin embargo, quedaban restos en las esquinitas y debía emplear mis uñas para remover el excremento. Las chinchillas tienen fobia al agua. Así que, por naturaleza, para su higiene, usan ceniza volcánica. Se revuelcan sobre ella de una manera graciosa, parece que tuvieran un ataque de epilepsia o algo por el estilo. Poseen la piel más fina del mundo, la cual es tan tupida que ningún parásito soporta vivir en ell a. Por lo mismo, su pelaje es muy cotizado. Usar un abrigo o bufanda de chinchilla es un lujo propio de las estrellas de Hollywood o los capos del crimen organizado. En mi país, de donde provienen, hace décadas que se extinguieron por la depredación. En Estados Unidos, más bien, son mascotas bastante populares. Me busqué una querida para superar el aburrimiento. Se llamaba Amanda y trabajaba en una tienda de 99 centavos en Elmhurst. La conocí en un lounge del Alto Manhattan, una noche en que celebraban el aniversario de su país. Aquella vez nos la pasamos bailando tex-mex. Luego la invité a mi cuarto.
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—¿Qué es ese olor? —me preguntó al llegar. —Son mis mascotas —le dije. —Qué cosas más horribles. ¿Por qué las crías? —Eran de mi mujer. mujer. —¿Y ella dónde está? —Está allí —le dije y le señalé la urna.
Amanda la abrió. Echó un vistazo. Después, se dio media vuelta y la besé en la boca. A la mañana siguiente, antes de irse, me dijo: —Oye, inca, pos para la próxima limpia tu casa, pues. No me había percatado del olor de la jaula. Se sentía cargado, como a bebé con pañales sucios.
días de borrachera, encontré a la chinchilla hembra muerta. Una pata se le había quedado atrapada en la rueda de ejercicios. Como ya estaba tiesa y apestaba la tiré a la basura. La chinchilla estaba preñada. Eso me había preocupado puesto que imaginé debía ofrecerle cuidados especiales.
en mi apartamento o bien en un bar de la Roosevelt. Mi jefe me echó después de la tercera vez que llegué con aliento a alcohol. No me jodió tanto que me botaran, ya me estaba cansando de esa chamba. Aunque también era cierto que estaba chupando más que nunca.
Los lunes eran los peores días. Supongo que el macho debió Amanecía débil y con escalofríos. pasarla mal. Por lo poco que sé las Usualmente me deprimía al Revisando un álbum de fotos, chinchillas tienen una pareja de por advertir que había gastado 200 o Amanda me preguntó: vida. No pasa p asa como con nosotros, 300 dólares tomando. En el trabajo, que somos capaces de reemplazar más tarde, desayunaba las sobras —¿Y cómo comenzó lo de ustedes? las cosas, la familia, los amigos, las que dejaban algunos comensales y —Ambos salíamos de relaciones mujeres. tomaba harta agua ya que, por el fracasadas. Mi ex se había calor de la cocina, la deshidratación marchado con su jefe, un hombre Pues bien, para contrarrestar el se sentía peor. con más dinero y mejor dotado. desánimo del machito lo mantenía Lo sé porque se atrevió a enviarme fuera de la jaula, dejaba que Me volví negligente con mi persona. una foto con la verga de su jefe en l a jugueteara por el apartamento. No Recuerdo que me salieron hongos boca. Y, sí, el tipo era un aventajado. me molestaba si dejaba sus heces en los pies, los genitales y las axilas. ¡Qué puedo decirte! por aquí o por allá. Yo las limpiaba La cocina se quedaba sucia por —¿Y María? sin chistar. Lo acariciaba mirando días, lo mismo que el baño y l a jaula —Pues tuvo una relación de años la tele por la madrugada. Incluso del macho. Aparecieron cucarachas con un primo. Parece que todo iba me acompañaba a beber y a jalar y ratones. Y es que a veces dejaba de maravilla hasta que el primo se coca. A veces, se quedaba dormido restos de pizza debajo de la cama. metió a la coca y empezó a pegarle. sobre mis piernas. Pero por consejo En el refrigerador, solo había unas de Amanda dejé de hacerlo. chatas de vodka Georgy a medio Cuando le pregunté a Amanda por beber y un pote de melcocha. su pasado, me cambió de tema. —Calienta demasiado —me dijo— . ¿Acaso no sabes que si subes la A veces, la chinchilla macho se María tenía dos cicatrices. Una temperatura de tus genitales un pasaba días sin comer y sin agua en la frente, la otra en la mejilla. grado puedes quedar infértil? fresca. Como lo dejaba suelto, el Nunca le pregunté qué le pasó pero —No sabía. ¿Y cómo sabes eso, animalito echaba mano de insectos sospechaba que su primo tenía algo Amanda? y de residuos de comida. Una vez, que ver. —Lo leí en una revista en el la ceniza volcánica se terminó consultorio del ginecólogo. En esa y no me di tiempo de adquirir María era profesora de letras y época, Amanda hablaba sobre ser una nueva bolsa. El machito se por ese trabajo obtuvo una beca madre: puso incómodo. Quise calmarlo para venirse a este país de mierda. —Mi plan es tener un hijo antes de echándole talco para pies Gold Recuerdo que estábamos juntos los treinta —dijo—. No me importa Bond: no sirvió. También usé cuando recibió la noticia. Ella saltó con quién. No quiero que se me tierra de jardín, pero nada. Probé y festejó como una adolescente. pase el tren. Yo le dije que no se asimismo con las cenizas de mi Luego fuimos a una discoteca desesperara, que ya encontraría un mujer. Tomé una cuchara sopera y de la Plaza San Martín. Allí, nos hombre a su medida. Uno que no la vertí un poco de lo que queda de emborrachamos con pisco y tuviera de sobresalto en sobresalto. ella sobre el cuerpo del roedor pero terminamos peleando. Al final, le tampoco funcionó. dejé un seno adolorido por una Otro día, Amanda me preguntó: patada. Cuando el marido de Amanda —¿Por qué no te casas de nuevo? salió de la prisión de Rikers Al mes siguiente, a pesar de ciertas —No quiero —le dije—. Solo quiero Island, ella volvió con él. La muy diferencias, nos casamos. avanzar en la vida. Establecerme. malagradecida no me anunció nada. Solo me dejó una tarjeta Una mañana, después de tres Charlábamos de estas cosas, o bien de cumpleaños con la foto de dos
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chihuahuas y la siguiente nota:
al machito como a una persona. Incluso le hablaba y asumía que tenía sentimientos.
Debo decirte que no volveré a verte. Mi marido cumplió su condena y me pidió que volvamos. Parece Mi último día en Nueva York, que ha cambiado así que le di una desmonté la jaula. Luego coloqué oportunidad. Adentro, aprendió las partes en el basurero del carpintería y ya consiguió un callejón de al lado. También saqué empleo. Pero tú no te pongas triste, las botellas acumuladas dentro de Baby. Piensa en lo importante. una bolsa transparente. Afuera, un No desaproveches ese trabajo que vecino me miró con una sonrisa te ofrecieron en la Península del pícara cuando me vio colocarla en Labrador. Sé que lo lograrás. Un el reciclaje. beso. Amanda. Coloqué mi equipaje en la maletera. Me enteré en las calles de que, Guardé al machito en una jaula después de entrar a los Estados portátil y partimos hacia el norte. Unidos cruzando la frontera a pie, Cuando llegué a una zona boscosa, Amanda se casó con ese hombre. me estacioné y me introduje en la El tipo era uno de esos blancos vegetación. Tomé las cenizas de mi provincianos sin educación, de mujer y las esparcí entre los árboles aquellos que llaman “mierda diciendo una plegaria. Luego, liberé blanca”. También era un truhán al roedor y este corrió un poquito de poca monta que falsificaba pero se detuvo y dio media vuelta. documentos de inmigración y al No sabría decir si tenía conciencia que arrestaron por robar en un dely de lo que pasaría. con un revólver. El hecho es que subí a mi auto y Recibí la carta de un paisano desde continué mi camino. la Península del Labrador: Mi jefe acaba de decirme que hay un puesto para ti en la curtiembre. No es un trabajo muy limpio que digamos pero es perfecto para empezar aquí en Canadá. Espero que te decidas, cholo. Si quieres, puedes quedarte en mi apartamento apartamento hasta que encuentres un lugar. Era lo que necesitaba, un nuevo rumbo en la vida. La carta llegó justo a tiempo. Para ese es e momento apenas trabajaba. Ciertas noches hacía algunas rondas en mi taxi. Me iba al aeropuerto Kennedy a conseguir clientes. Con eso juntaba para comer, chupar y drogarme. A veces, para olvidarme de mis mujeres, me levantaba putas en la avenida Roosevelt. Cuando tenía insomnio, veía la tele tomando vodka, ponía al roedor en mi regazo y lo acariciaba. Recuerdo que le puse un nombre nuevo, no me gustaba el anterior, el que le escogió María. Llegué a tratar
Richard Parra (Lima, 1976) Estudió Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú y se doctoró en la Universidad de Nueva York. Es autor de la novela “Los niños muertos” (2015), del díptico de novelas “Necrofucker”, “La pasión de Enrique Lynch” (2014) y del ensayo sobre el Inca Garcilaso de la Vega, “La tiranía del Inca” (Premio Copé de Oro, 2014). Además, ha publicado artículos en el diario El País, Buensalvaje España, Vice, Casa de citas, Espéculo y El Hablador. Actualmente coedita la revista Basuco: escaler@s de base y prepara su nuevo libro “Cruza el río de sangre” en Madrid.
Radio Rat
Oar: un grito alucinado Por: Jorge Giraldo Sánchez
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lexander Skip Spence perdió la razón. No es posible determinar el momento preciso, definitivo de la pérdida. T Tal al vez fue aquel día lluvioso en el que, en un éxtasis homicida, destrozó a filo de hacha la puerta de la habitación del brumoso hotel donde se hospedaban sus compañeros de banda. O quizá el castigo de los dioses (sí, el antiguo proverbio griego: “A quien un dios quiere destruir, primero lo vuelve loco”) llegó en una barcaza cargada de alcohol, LSD y algunos otros frutos químicos. Lo cierto es que Skip Spence enloqueció —o tal vez solo hizo un largo viaje al fin de la noche— y, sin embargo, aun en su desmesura mental, logró concebir uno de los discos más alucinantes, sombríos y bellos de la época sicodélica: Oar. Pero regresemos un poco en el tiempo.
la torazina, esa media sonrisa cansina derramándose con parsimonia y, en su mente, el germen de aquellas canciones llenas de tragedia, melancolía, dolor y belleza que formarían parte de su mítico y único álbum en solitario.
Y es que temas como Little hands (ese inicio, como desbrozando un bosque), Cripple creek (aquella voz grave que parece pertenecer a cualquier otro lunático excepto a Alexander Spence), Diana (cuánto ruego ruego y belleza), Book of Moses (delirante blues en la tormenta) o War in peace, hacen de Oar un disco sorprendente e inagotable, que bebe tanto del folk como del minimalismo y las vanguardias eléctricas en boga; es un disco en el que su autor tocó todos los instrumentos y que solo la negligencia y desidia de su compañía discográfica, además de la irreparable locura de su demiurgo, demiurgo, dejaron por un largo l argo tiempo en el olvido.
Spence perteneció a ese reducido y poco frecuente grupo de músicos inquietos y geniales provisto de una inagotable cantidad de ideas y registros. Espléndido guitarrista en legendarias bandas como Moby Grape y Quicksilver Messenger Service; baterista preciso en la Jefferson Airplane; Spence se caracterizó siempre por aportar calidad y estilo en las composiciones de las bandas en las que tocó. Es a mediados del 68 que, en su curso inevitable, se dan los sucesos comentados líneas arriba. Entonces, Skip es internado en el pabellón psiquiátrico Ahora, con la justicia que otorgan los del Bellevue Hospital de Nueva York años transcurridos, la extraña y sicótica (el mismo donde 34 años antes, Mal- música de Alexander Skip Spence suecolm Lowry llegaría buscando salvar- na más allá de toda lógica y nos lleva, se del delirio alcohólico). Puedo ver a con trémula calma, hacia desconocidos Skip Spence con pasmosa claridad, tal abismos mentales y emocionales. Tal como en una de las pocas fotos de esa vez vez esos esos mismo mismoss abis abismo moss a los que que se época: el cabello electrificado, la mirada asomó —para no regresar nunca más— perdiéndose en las oscuras cavernas de su genial creador.
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Invitado especial
LA MAGA POR: GONZALO MÁLAGA / CUENTO Ilustración: Eduardo E duardo Yaguas Yaguas
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s un fastidio abrir los ojos y todavía tener sueño. Diez de la mañana del domingo. El celular suena, insistentemente, en algún lado de la habitación. Salgo de la cama casi tropezando... y la veo: de lo más bien, sentada en el piso, tomando un vaso de leche mientras lee uno de mis libros. Tengo que frotarme la cara y acercarme para verla mejor.
con frialdad. “¿Y si le ponemos un nombre tuyo y otro mío? ¿Q ué te parece Carla, por ti y Patricia, por m í?”. í?”. —Creo que este sueño está durando demasiado, voy a despertarme si no te importa—. Y le di la espalda, yendo a la ducha. Me dejé envolver, cada vez más cons cie nte, por el agua agu a fría. Al salir encontré mis lentes donde los había dejado la noche anterior: sobre el lavabo. Regresé a mi cuarto, feliz de sentirme despierto y la tal Maga todavía estaba en mi cama.
Es una mujer joven, de figura agradable. Sigue sonando el teléfono, lo encuentro debajo de una camisa, contesto, me cuelgan. La mujer ha cerrado el libro y me observa. Se levanta, soltando un aroma delicado, y se sienta en mi cama.
Ahora sí pude verla bien: era endiabladamente bella. Hablaba con la niña: “...los lentes le quedan bien, ¿no te parece?”. La niña asintió.
La veo a los ojos, sé que no la he visto vis to antes: ante s: —¿Quién eres? Ella mira la puerta del baño, de allí sale una niña, como de nueve años, que va a sentarse a su lado. —¿Quién Silencio.
eres?—,
le
repito.
Me mira de frente, sonríe: “Soy La Maga”.
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—¿Qué? ¿Crees que has salido de Rayuela?—. “No seas tonto, soy La Maga, hago magia”. —¿Y esa niña…?—. “Es tu hija”. —¡Ah nooo! No me importa si eres La Maga o el último cronopio del mundo. Te aseguro que no soy padre de nadie—. “No seas tontito, hemos venido para que nos conozcas”, empezó a contestarme con dulzura.
—Espera, espera... esta niña, es igualita a ti, acepto que podría decirse que tiene un aire mío, pero yo nunca me he acostado contigo. Es más, ¡es la primera vez que te veo!—. veo !—. “Nunca “Nunc a dije dij e que lo hayamos hecho, sólo dije que s oy La Maga”. Maga”. —¡Qué maga ni qué ocho cuartos! ¿Cómo entraste aquí?— . “Dejaste la llave en la puerta, deberías ser más cuidadoso”. cuidadoso”. Y tiró el juego de llaves a mis manos. “No las necesito, puedo ir a cualquier sitio al que vayas. Soy La Maga, no lo olvides”. olvides”.
Decidido a cambiar de tema, veo el piso y los vasos con restos de leche y las miguitas de galletas d e chocolate. —Veo que ya desayunaron. ¿Cómo se llama tu hija?—. “Nuestra hija”, me corrige, acariciando el cabello de la niña. “¿No te parece bonita?”. La niña me mira y sonríe. “Debemos ponerle un nombre, ¿qué nombre te gustaría darle, mi vida?”. —Ponle tu nombre—, le contesto
—Bien, bien, bien—, dije, repitiendo a propósito la palabra como para dar un discurso, pero queriendo ser breve. —Supongo que necesitan un lugar donde quedarse, veo que trajiste el diario de hoy. Habrá que ayudarles a buscar un sitio, otro sitio, ver los clasificados, ¿me entienden?-. La Maga, o Patricia, o quienquiera que fuese, me miró con cara de miedo. —¿Qué pasa?—. Silencio, más cara de miedo en La Maga y más espacio de sil encio, hasta que dijo: “Está bien, no podemos obligarte a que nos quieras” (ahora con cara de perrito lastimado). “Pero tienes que hacernos un favor, y nos vamos”. —Un favor, ¿no querrás dinero?—, le dije. “¡No! ¡Estamos en peligro: ella, tu hija, puede
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desaparecer en la nada y yo, la madre de tu hija, puedo perder mis poderes!”. —Está bien, dime, ¿qué debo hacer?—. (Con tal que se vaya esta loca, pensé para mí). “Mi magia es simple: altero las causas y los efectos, hago que surjan consecuencias de hechos aún no sucedidos., pero necesito, en algunos casos especiales, que luego de aparecido el prodigio s e dé lo que lo hubiera originado”. —Esperala interrumpí— háblame claro.
sus poderes ya que, tratándose de la regularización de la regla universal de las causas y los efectos aplicada a la concepción de una hija, La Maga necesitaba descansar durante tres semanas y media.
Y llegó el día veintisiete, que habíamos estado esperando para mayor seguridad. Pedí permiso en el trabajo para salir más temprano. A las cinco de esa tarde regresé a mi hogar, feliz de tener a mi Maga, a mi hija y listo para ver los nuevos prodigios Bajó los ojos, luego volvió a que me había prometido para mirarme y me dijo con suavidad: cuando recuperara sus poderes. “Necesito que hagamos el amor, Abrí la puerta y vi el interior del tal como haríamos para tener departamento completamente una hija”. Comenzó a quitarse la vac ío, no quedab que dab a ni un mueble, mueb le, ropa: cayó la blusa al suelo, cayó ni un foco, ni siquiera la ducha también el brasier y dos senos en el baño. como frutas frescas se levantaron hacia mí, invitándome a En una pared, donde habían desayunar, luego cayeron la larga estado mis libros, encontré falda de algodón estampado y escrito en letras de Carlita: “¿De las braguitas blancas, había algo verd ad creías cre ías en la magia mag ia?” ?”.. en su mirada, estábamos solos, la niña se había ido a la sala al inicio de este diálogo... algo en esa mirada de desesperación, de súplica, que hizo que no le contestara nada, que me reuniera con ella en la cama. Hicimos el amor una y otra y otra vez hasta has ta que lle gad o el oca so estuvimos de acuerdo en que nuestra hija no desaparecería en la nada, y en que mi Maga no perdería sus poderes. Empezamos a convivir, saqué mis ahorros del banco, compramos dos juegos de dormitorio, uno para nosotros, otro para Carlita; y también más ropa para La Maga y para la pequeña. En fin, todo lo que es necesario añadir para que el departamento de un soltero se transforme en el departamento de una familia. Me mejoró el humor, ascendí en el trabajo, me aumentaron el sueldo. Así pasaron deliciosamente los días con La Maga en casa, sin usar
Gonzalo Málaga Ortega (Puno, 1968) estudio derecho en la UNFV, donde formó parte de la agrupación poética Noble Katerba. Textos suyos han sido publicados en diarios y revistas. En 2001 obtuvo una mención en el concurso El Cuento de las 2000 Palabras, que convoca anualmente la revista Caretas. Es coeditor de la serie de plaquetas de narrativa y poesía contemporáneas Díptico; y forma parte del proyecto editorial independiente Campo de Gules.
Querido pilar
Cuando estaba loco Por: JoSÉ PRIETO TUEROS
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i mamá siempre me decía que era muy hiperactivo, posiblemente por eso me paraba sacando la mierda cada vez que podía. Pero ese no es el punto, regreso con lo de la hiperactividad, aunque finalmente tampoco es el punto, sin embargo, por algo tenía que empezar. Entonces Entonces hasta los cuatro años fui hijo único, solo tenía un primo, pero vivía medio lejos. Así que mi tía Sara, cuatro años mayor que yo, me agarraba de poste cuando quería saltar liga , o me elegía de compañero y adversario de Yas y como el Ken de sus Barbies. Ya más tarde o cuando no le apetecía jugar conmigo, yo agarraba un pedazo de manguera y me la ponía de cola, y un palo de escoba hacía de báculo sagrado y ya era Gokú.
Hasta ahí todo bien. Eso puede ser normal en los niños. Pero luego ya no. Yo ya estaba grande y seguía jugando solo, peleando y peleando. Ya no era Dragon Ball, sino la WWE y ya no eran peleas al azar, eran pactadas. Mi método había evolucionado: en un cuaderno hice una lista de luchadores a los que yo debía interpretar, armaba un cuadro de campeonatos, tramaba las historias, los porqués de los feudos entre luchadores y comenzaba a pelear solito, yo era los d os, y por más tonto que parezca, me caía golpe a mí mismo, puñetes de verd ad que a ve ces se me esc apaban. A veces saltaba mal o hacía
algún mal movimiento contra mí mismo y el dolor era tan fuerte que aprovechaba para armar una historia alrededor de una lesión. Y cuando me interrumpían para mandarme a la tienda o al mercado o a casa de mi abuelo, me iba peleando solito todo el camino, peleando contra mí mismo y la gente me miraba cojuda y yo los miraba también, disimulando el dolor de brazo con diversas excusas, una más tonta que otra. En mi casa comenzaron a verme raro cuando tuve 16 años y seguía con lo mismo, me encontraron además dos cuadernos llenos de guiones de peleas. Una tarde apenas llegué del colegio mi mamá me agarró y me llevó al sicólogo. Pensaba que yo estaba mal de la cabeza. Yo había estado dudando también, pero se me esfumaba la duda cada que recordaba lo que alguna vez había escuchado: los locos nunca admiten que lo son. Admitirlo o siquiera pensar en la posibilidad me exoneraba automáticamente de la lista en la que están Mo, Larry y Curly, que más bien est aban idiotas. Loco el Loco Murdock. La sicóloga dijo que tenía ansiedad, ira retenida y no sé qué más. Tenía que volver todos los lunes. Claro que no regresé, ni loco que estuviera. Y ni loca que estuviera mi mamá, ¿25 soles semanales? Ni hablar, quédate loco nomás, me dijo. “O mejor tírame un baldazo de agua, así como al chavo del ocho, mami”.
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Invitado especial
LA PERSONALIDAD Entrevista al Psiquiatra Víctor Carreño / Por LEONARDO MORI Fotografía: Juan Osorio
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onversamos con el psiquiatra Víctor Carreño, quien además de dar clases en la universidad, atender a sus pacientes en el hospital Víctor Larco Herrera y llevar cursos de especia lización, es un fervoroso coleccionista de comics e historietas. Actualmente tiene más de 3 mil ejemplares y cientos de personajes en miniaturas que ocupan parte de su consultorio particular.
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¿Cuál es la diferencia entre tenemos la entidad clínica, la enfermedad mental y trastorno vemos a través través de síntomas, síntomas, pero no hemos identificado el origen, no mental? Una enfermedad es un problema de salud en el cual se ha encontrado el origen y todo el camino fisiopatológico. Por ejemplo, una infección urinaria es una enfermedad, la origina una bacteria que produce daños específicos, dolor, fiebre, etc. En cambio se utiliza el término trastorno cuando
tenemos claro cómo se producen. En psiquiatría hay problemas de salud que también son llamados trastornos porque no sabemos bien cómo se originan, muchos son multifactoriales. Cuando tengamos la etiología precisa, allí podremos definir realmente una enfermedad, como por ejemplo el Alzheimer que tiene un componente genético
muy fuerte, unas lesiones en el cerebro bien identificadas y toda la sintomatología muy bien definida.
¿Y qué son los trastornos de la personalidad? Cuando hablamos de la personalidad nos referimos a los rasgos específicos de comportamiento y conducta que definen a los individuos, pero cuando esta forma de ser y estos rasgos comienzan a afectar a las personas
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y a su entorno, se convierten en trastornos.
¿Loa trastornos de personalidad también deben ser tratados por un médico? Definitivamente. El problema de no identificarlos en su verdadera dimensión da como resultado que los aceptemos como parte de la vida. Y no es que no sean parte de la vida, el tema es que las personas con estos trastornos sufren y sufren mucho.
¿Cuándo se debe acudir a un psiquiatra o a un profesional para tratar estos problemas? Cuando mi forma de ser me afecta o afecta a mi entorno, cuando mi sufrimiento o mi conducta afecta al resto. Por ejemplo, una persona con una dependencia muy fuerte que prioriza al esposo sobre la seguridad de los hijos, tiene ahí un problema, o una persona con trastorno de personalidad límite (TLP) que no puede trabajar bien porque siente que todos están en su contra, o un paranoide que sea extremadamente querellante. Todos Todos ellos van a generar dificultades en su entorno y es allí cuando uno debe buscar ayuda. El problema es que la mayoría de estas personas son egosintónicas, es decir que se sienten seguras con su forma de ser porque se han adaptado a ella. Generalmente los trastornos de la personalidad son llevados por los familiares y no por los pacientes. Uno de los objetivos del tratamiento es hacer que el paciente sea consciente del problema, es decir, hacerlo egodistónico.
¿En qué edades son más recurrentes estos problemas? Si bien el DSM-5 y el CIE-10, que son los que definen los trastornos de salud mental y todos los trastornos en general, tipifican estos problemas a partir de los 18 años, por experiencia puedo afirmar que es posible identificar ciertos rasgos desde muy jóvenes. He tratado a chicos de 15 o 16 años con rasgos y
sintomatología muy marcados.
¿A partir de esa edad temprana ya se puede llevar un tratamiento médico? El tratamiento psicoterapéutico y farmacológico puede darse en cualquier momento, no depende tanto de la edad sino del problema que aqueja al paciente.
¿Hay algunos indicios de los orígenes de estos trastornos?
utiliza para resolver conflictos, ver las relaciones dentro de la familia y analizar aspectos psicoeducativos. Muchas veces los trastornos surgen por problemas familiares o se agravan cuando no hay un entorno que los ayude. Entonces sí, es muy importante trabajar con la familia y enseñarles que son el soporte para que un paciente pueda superar estos problemas.
¿Es realmente posible modificar el comportamiento de una persona con pastillas?
Hay temas genéticos, temas de crianza, de violencia, problemas familiares. El asunto es multifactorial, Las pastillas ayudan, pero no van a aunque los temas genéticos y de solucionar un problema. No voy a volverme volverme un angelito angelito porque porque tomo crianza son los más importantes. mis pastillas, pero sí pueden ayudar ¿Hay trastornos que pueden ser a controlar mis emociones, a tener pensamientos más claros, a no provocados de alguna manera? sobredimensionar o sobrevalorar Más que provocados, pueden las ideas que tengo, a controlar ser evitados. Si sufro de algún mis impulsos. Definitivamente trastorno y tengo un hijo, es alta la ayudan, pero no solucionan los probabilidad de que tenga el mismo problemas como por arte de trastorno. Entonces, ¿qué hago? Le magia. Personalmente trabajo la enseño desde muy niño a controlar medicación con el mismo paciente, sus impulsos, a tolerar la frustración, en realidad nos ponemos de acuerdo a identificar sus emociones y porque hay pastillas muy buenas canalizarlas. Nadie quiere entes pero que tienen efectos secundarios planos caminando por la calle, pero que parecerían tontos pero que son obviamente para poder manejar importantes para el usuario. Por nuestras emociones tenemos ejemplo, hay pastillas que te suben que identificarlas y aprender a de peso y hay pacientes a los que no les agrada esta condición, y eso es expresarlas. algo que hay que respetar. La idea ¿Cree que los padres y la familia es que cualquier tratamiento debe aceptan y saben enfrentar estos ayudar a desarrollar una vida lo más normal posible. problemas? No, no lo aceptan, especialmente cuando en lugar de preguntar a un profesional recurren a Internet y creen que es algo terrible. Hay padres que no quieren que sus hijos tomen pastillas, hay una negación muy grande. Esto es muy triste porque evitan que un paciente reciba ayuda profesional.
Con respecto a los familiares, ¿cuál sería la forma más adecuada de ayudar a una persona con un trastorno? Una de las herramientas que más ayuda es la terapia familiar, que se
¿Es posible tener una vida llevadera con estos tratamientos? Sí, claro, dependiendo también del trastorno, de su gravedad y del soporte familiar.
¿El Estado tiene políticas para ayudar con el tratamiento de problemas de salud mental? Ahora se está trabajando mucho en los centros de salud mental comunitarios que son una necesidad y tienen una función muy relevante, son los que van a estar mucho más
cerca y van a ayudar directamente a los usuarios y a sus familiares dentro de la comunidad. Estos centros entienden los temas de cultura, de sociedad y de todo lo que implica la salud mental. La salud mental no es un tema sólo de neurotransmisores, es un tema de pensamiento, de ideologías, de doctrinas, de religión, de cultura, de sociedad. Todo eso es muy importante, pero lamentablemente no se orienta a la población en los temas que realmente nos afectan. Por ejemplo, es cierto que la esquizofrenia es un problema de mayor gravedad, pero ¿a cuántas de nuestras familias nos ha tocado la esquizofrenia? En cambio ¿a cuántas nos ha tocado el tema de la violencia y todas sus consecuencias? A quién no le ha tocado vivir la violencia terrorista y sus secuelas que todavía padecemos, o la violencia urbana, la violencia violencia familiar. familiar. Si hay algo que nos marca como sociedad es la violencia, y la violencia tiene consecuencias en la personalidad, hay el estrés post traumático, la depresión y muchos otros aspectos que no se ven en su dimensión real.
¿Usted cree que nuestra sociedad está también un poco enferma? Claro, pero yo creo que si alguien comienza a diagnosticar un trastorno para la sociedad lo único que va a hacer es llenarse de plata exponiendo su gran descubrimiento, cuando en realidad la sociedad está enferma desde hace muchísimo tiempo. Pero está enferma porque las individualidades lo están, porque permitimos ciertas cosas, porque aceptamos otras tantas. Pienso por ejemplo en esos congresistas que ganan una cantidad enorme de dinero, con beneficios extraordinarios, hasta reciben tarjetas de alimentos de miles de soles cuando otros empleados del estado recibimos unos pocos soles por el mismo concepto, díganme si eso no es violencia, díganme si ganar tanta plata y dilapidarla de esa manera no es violencia, si cuando tú sales y te asaltan pero los ladrones salen libres porque no hay leyes estrictas o
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porque sobornan a las autoridades, dime si eso no es violencia. La cuestión aquí es cómo lo resuelves. ¿Llevamos a toda nuestra sociedad a sesiones de terapia?, no se puede. Pero si podemos, y debemos, trabajar en las individualidades, y para esto hay la necesidad de hacer planes multisectoriales, la educación es un sector importante en este problema, pero qué podemos hacer si tenemos profesores mal pagados, y a la par tenemos profesores que no quieren ser evaluados. Eso es un absurdo, estamos viviendo en un mundo un tanto absurdo.
¿Hacen falta más psiquiatras? No necesitamos meter a los psiquiatras en los colegios, para eso están los psicólogos que trabajan en los centros educativos, ellos deben hacer sus planes preventivos, pero allí hay otro problema, la ley dice que todos los colegios deben tener un psicólogo siempre que alcance el presupuesto, así que volvemos a lo mismo, ¿por qué no le quitamos un poco de presupuesto a los políticos que ya tienen tantos beneficios y nos preocupamos más por la salud mental de nuestros escolares?, esa sería una acción muy concreta y con un efecto casi inmediato, queremos que no haya violencia en el entorno de nuestros chicos pero nadie los acompaña. Cambiar esas cosas ayudaría mucho pero ¿quién le pone el cascabel al gato?
Última pregunta, ¿qué lo animó a ser Psiquiatra?
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Desde muy joven me ha interesado saber qué sucede en el cerebro cuando están ocurriendo todos estos problemas de los que hemos conversado, mis ganas de ser psiquiatra pasaban sí, por ayudar a la gente, he colaborado en parroquias por muchos años, he sido catequista, en fin, pero la investigación científica es algo que me llama mucho la atención, antes de ser médico, cuando era mucho más joven, pensaba trabajar en un laboratorio e
investigar, pero finalmente las ganas de servir me han conducido a este trabajo, he tratado de ser un buen psiquiatra, he tratado de entender a mis pacientes, pero también quiero entender qué pasa en sus cabezas, para eso hice un diplomado en neuropsicología, y ahora estoy en una maestría en neurociencias, porque mi hambre y mi deseo es el saber, y no necesariamente descubrirlo en un laboratorio porque soy consciente de que los recursos en este país son escasos, pero hay un montón de información que yo aún no la entiendo. Entonces trato de satisfacer mi curiosidad científica mientras ayudo a la gente. Eso es lo que hago.
El Nictálope
No lo sé, Rick Por: Stuart Flores
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o único que le pediría a un autor de bestsellers es que su obra me entretenga algunas horas o días; el tiempo necesario antes de tomar del estante un libro de verdad. “Basada en hechos reales” (Anagrama, 2016), de Delphine de Vigan, cumple muy bien con esta súplica. El bestseller es un descanso necesario entre Barth y Bern hard (así, en el orden alfabético de mis anaqueles). De Vigan la tiene muy clara: mezclar la autoficción con el somnoliento terror de King para obtener, por fuerza de los ingredientes, una novela rentable. No hay mayor engaño aquí. Lo que se anuncia es una hamburguesa y lo que el lector recibe es una razonable cantidad de páginas de fácil consumo.
Víctor Raúl Carreño Martínez es médico Psiquiatra de la UNFV. Es diplomado en Terapia Sistémico Familiar con especialidad en Psiquiatría por la UNMSM, diplomado en Terapia Sistémico Familiar por la UIGV, diplomado en Neuropsicología por la UCS, egresado de la Maestría de Administración en Servicios de Salud de la UIGV, egresado de la Segunda Especialidad en estadística e investigación de la UNFV. Actualmente cursa la Maestría de Neurociencias en la UNMSM, trabaja como médico Asistente del HVLH y es profesor contratado en las universidades UNMSM y UMCH.
La novela de marras transita en muchos territorios. Es un thriller que se plantea la decadencia de la ficción literaria y, a su vez, una apología al género de moda (hablamos de la autoficción, por si no ha quedado claro). El juego que se plantea desde un inicio es el mismo que en todas las novelas de este tipo. Aquí, una es-
critora llamada Delphine atraviesa un bloqueo literario y conoce a una enigmática mujer llamada L. Los parentescos entre la autora y la narradora van aumentando a medida que avanza el relato, y es así como el lector debe creer que ambas son la misma persona y que lo que se cuenta allí es como se señala en el título. De otra forma, no habría juego. Lo fascinante es que, tras una lectura que no haya entrado en el plano lúdico, se nos mostrará en cambio a una Delphine (la narradora) aquejada por un severo trastorno mental. L, más que un personaje envuelto en el misterio, sería el resultado de una enfermedad compleja. Quizá Delphine (y tal vez también la autora) no está tan cuerda como uno pensaba. Solo una especulación de esta índole hace que la novela mantenga cierto interés. Fuera de esto, el lector encontrará una historia que se complace en la redundancia y exhibe un personaje principal tan irritante como patético. Queda un consuelo: la adaptación de Polanski hace que esta novela parezca una obra maestra.
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MENTES PELIGROSAS ENTREVISTA A WYNNIE MYNERVA / POR: JUAN OSORIO
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legué a su taller sin preguntas preparadas. Sabía de la exposición exposici ón que montó en una galería miraflorina y que fue retirada a los pocos días porque al pùblico le pareció demasiado obscena. “Vengo un poco con la mente en blanco y quiero obtener la información de primera mano”, le dije y ella el la estuvo de de acuerdo.
porq porque ue los los hemos hemos cubi cubiert ertoo con pre prend ndas as,, yo mism misma a he desc descub ubie iert rtoo que que soy soy bast bastan ante te normal. Y esta muestra terminaría siendo no sólo un trabajo individual sino más bien un acto comunitario. Hice una convocatoria por web y muchísimas personas se ofrecieron para sacarles un molde, ahora la gente joven es menos pacata, las mujeres podemos reirnos de nosotras mismas. De hecho en la muestra utilicé mis moldes para hacer bocaditos, entonces literalmente una parte de tu cuerpo podía ser mordida por otra pers person ona. a.
Yo soy de Villa el Salvador, un distrito muy prec preca ario rio en dond dondee hab había ían n vec vecin inas as que que se pros prosti titu tuía ían n y lueg luegoo ind induc ucía ían n a sus sus hij hijas as a seguir en ese mundo, además mis vecinos estaban dedicados a la delincuencia, así que a mi alrededor habían drogas, pros prosti titu tuci ción ón,, muer muerte te;; salí salías as a com compr prar ar el el pan pan y veía veíass gen gente ases asesin inad ada, a, golpe golpead ada, a, siempre he vivido cargada de violencia.
Estamos hablando casi una hora y Wynnie Wynnie repite constantemente la palabra pornografía, pornografía, ¿acaso el arte erótico es sólo un eufemismo?
Y a pesar de estar inmersa de ese mundo hostil, Wynnie siempre estuvo especialmente interesada en las imágenes, en las formas, en el arte. En mi anuario del colegio, a los once años, decía que quería ser artista, me da risa, pero pero a esa esa edad edad ya lo tení tenía a clar claroo. Tan claro que a pesar de ser buena con los números y las matemáticas, eligió la Escuela de Bellas Artes como su centro de estudios. Sus padres no tuvieron más remedio que aceptarlo. Hubo frustración en ellos porque yo creo que todo padre vive una vida por dos, dos, la la vida vida que que han han perdi perdido do,, pues pues deben dejar metas y sueños, y esa vida perdid perdida a la vuelc vuelcan an en en la del del hijo hijo como como una especie de redención, pero se dieron cuenta que yo no iba a salvarlos porque mi camino era distinto. Un camino en un solo sentido y sin posibilidad de regreso.
esa vida ya no es una posibilidad porque te hace daño. Las paredes de su taller están cubiertos de dibujos y pinturas de gente desnuda, aquí todo es tan explícito que la pregunta es inevitable. Fue sobre todo una opción y un ideal estético, yo he sido consumidora de porn pornog ogra rafí fía, a, me gusta gusta la image imagen n y me gust gusta a rego regoci cija jarm rmee en ella ella,, adem además ás hay infinitas posibilidades por explorar. Así como dicen que en algún lugar hay un libro escrito especialmente para ti, bueno, lo mismo ocurre con la pornografía (risas). Pero una cosa son las pinturas y otra muy distinta hacer una serie de esculturas mostrando organos sexuales que son réplicas exactas de gente común y corriente.
Porque cuando decides vivir del arte te das cuenta que ya no es posible dar marcha Empecé pintando mujeres gordas, me atrás, ya no puedes regresar a una oficina, gust gusta aba esa esa exu exube bera ranc ncia ia,, lo lo exc exces esiv ivoo y tal tal
Hay una diferencia social que me gusta, vez tenga que ver con mis orígenes, mi la pornografía está hecha para todo tipo infancia en un entorno donde todo era de gente, en cambio “tienes que tener un gradoo de inst instru rucc cció ión n para para ente entend nder er el crudo, siempre al límite. Luego me puse grad lenguaje erótico”. A la gente le da pena a pintar a gente teniendo sexo, eso fue mucho más riesgoso, estaba rompiendo decir, oye he visto un video porno, pero se más parámetros. Después quise hacer enorgullece de haber ido a una exposición dildos, me di cuenta que a esos juguetes les erótica, incluso van con su mejor atuendo, falt falta aba grac gracia ia y rea reali lism smoo. Ent Enton once cess pen pensé sé eso es ridículo. que había un muestrario o un registro médico de donde yo pueda tomar moldes La reacción del público fue más o menos lo más real posibles, pero no existía tal previsible: la exposición tuvo que ser cubierta por las mañanas, luego fue cosa. retirada. Hay gente que la insulta y la Pero las personas podrían preguntarse, amenaza por las redes sociales, en fin. qué sentido tiene todo esto, mostrar Ladran Sancho, señal que avanzamos. penes y vaginas y demás... Siempre tiene que haber alguien que arriesgue primero para que luego más pers person onas as habl hablen en del del tema. tema. Hay Hay muc mucho hoss estereotipos al rededor del sexo, la gente se siente insatisfecha con su propio cuerpo, si por por ejem ejempl ploo hay hay algo algo en en tu rost rostro ro que que te te desagrada, de tanto mirarte en el espejo terminas asumiéndolo y sigues con tu vida, pero eso no pasa con tus genitales,
Wynnie Mynerva Estudió historia del arte en la UNMSM y pintura en la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes. Sus obras exploran el uso sexual del cuerpo y los tabúes por excelencia, donde el espectador se ve confrontado a la vergüenza vergüenza no del todo olvidada de la pubertad.
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INTERRUPTUS eNTREVISTA A LEONARDO AGUIRRE Fotografía: Noemí Slee
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para esta entrevista?
eonardo Aguirre cobró notoriedad como crítico literario haciendo trizas a la intelectualidad limeña, (alguna vez incluso llegó a los golpes con un escritor al que había criticado). Su fama se terminó de consolidar luego de la publicación de “Manual para cazar plumíferos”, que reunía cuentos y relatos desenfadados. De eso ha pasado mucho tiempo y Leonardo es ahora un escritor consolidado que tiene ya seis libros publicados en Perú. “Interruptus”, su más reciente obra, da cuenta de “Jirón Soledad”, ledad”, un supuesto libro que ha escrito el protagonista protagonista y que le es devuelto aderezado por las múltiples correcciones, enmiendas y críticas delirantes que le hace su singular editora: “Esto no es lo que me habías prometido, esperábamos de ti más miserias, más delitos de famosos escritores, ¿y tú qué haces muñecón? me mandas otro libro, ¿por qué serás así?”. así?”.
Tenemos tiempo suficiente...
Perfecto, sigamos. ¿“Interruptus” fue planeado tal y como resultó finalmente? Definí la estructura al final del proyecto pero varios textos los había escrito hace mucho, fui agregando otros que necesitaba y ya luego agregué elementos con los que siempre he trabajado pero que en este caso exageré. Siempre me interesó la rima, pero nunca hice toda una novela contando las sílabas y eso es casi maniático. Siempre conté historias sórdidas pero nunca tanto como acá. Siempre me ha interesado el lenguaje, he jugado con las palabras, he utilizado jergas pero nunca tantas como en este libro. li bro.
¿Por qué tiene ese gusto por el lenguaje tan coloquial?
La vez que pactamos esta reunión me dijo que era mejor que le envíe las preguntas por correo (cosa que no he hecho) porque no suele estar contento con las entrevistas que le publican. Claro porque la conversación es una y la lógica del texto es otra. Pasar de un sistema a otro siempre tiene inconvenientes, produce errores.
Como no soy muy hábil para hablar en público entonces cada entrevista es una chamba.
No. El gran problema es que la gente espera que uno parezca inteligente en sus respuestas y en realidad ningún escritor tiene la obligación de dar d ar buenas entrevistas. La única obligación que yo tengo es escribir bien. A veces la gente termina acercándose o no a un libro simplemente porque leyó una buena o una mala entrevista, y si estoy de mal humor puedo dar una pésima entrevista y no tiene nada que ver con el libro.
¿Es como prepararse para una pelea?
¿Por cierto, cuánto tiempo tenemos
¿Y en el mejor de los casos? En el mejor de los casos me pasan el texto y yo lo edito (risas).
¿Lo tergiversan? tergiversan?
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A veces el entrevistador rearma las preguntas según lo que he respondido y pone preguntas nuevas que nunca me dijeron, luego mezcla mis opiniones, tres o cuatro respuestas en una y en el peor de los casos hacen un cambalache.
¿Pero en general le agradan las entrevistas?
Porque el libro habla de Lima, incluso cada mujer que aparece está vinculada a una calle, entonces me parecía que el libro tenía que ser escrito “en limeño”, así como Cabrera Infante escribía en “cubano”. Por otro lado la jerga ayudaba a la musicalidad. Además, como se habla de asuntos sucios, el lenguaje también tenía que ser sucio, y dado que el protagonista dice cosas que no debería confesar en público, intenta ocultarse con este lenguaje críptico. Y una razón adicional es que cualquier novela está llena de ripios, frases sencillas y simples que son inevitables y yo quería que incluso esas frases inevitables y sencillas sean originales.
¿No hay un riesgo en terminar siendo ininteligible? ¿Cuando escribe no pien-
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sa en el lector? No. Me parece que la única forma de cumplir los objetivos trazados y ser honesto es no pensar en el lector.
¿Por qué una mujer editora? Estos personajes odiosos suelen ser asignados a hombres. Porque Porque en el libro se habla básicamente de mujeres y necesitaba el punto de vista vista de una mujer mujer.. Ademá Además, s, al al ser un personaje que tiene una relación amorosa con el protagonista podía hacerle correcciones literarias y también entrometerse en su vida privada.
¿Esta editora recoge todas las críticas que le han hecho en el pasado? Claro. He incorporado las críticas atendibles y también las críticas absurdas que me han hecho.
ta, pero eso fue hace tiempo, ahora son mucho más abiertos a la discusión intelectual, en este momento mis padres son evangélicos bien open mind.
¿Es verdad que de niño vivió en un templo? Lo que pasa es que en un mismo recinto había un templo pentecostal, al costado estaba el edificio donde vivían vivían los pasto pastores res y atrás atrás del del templo templo había un albergue para estudiantes evangélicos. Durante un tiempo mi papá fue administrador de ese albergue y mi familia vivía en un departamento de ese edificio, un poco más y dormía en el templo.
¿Y por qué no fue al revés? ¿Por qué no se volvió un creyente fervoroso?
Hay otro elemento que también está presente en mucho de lo que escribe, el sexo. Leí que usted viene de una familia profundamente religiosa.
No lo sé. En algún momento me fue bien allí, como era hijo del pastor todo el mundo me prestaba más atenciones, pero siempre albergaba dudas con respecto a la doctrina y lo que hacía era seguir la corriente, pasar piola.
Mi familia es evangélica y sí, algo tendrá que ver. Tal Tal vez he usado un canal socialmente lícito como es la literatura para hablar de estos temas. Mi familia era bastante fanática, fundamentalis-
Usted tenía un blog muy visitado en su tiempo y en donde ahora sólo se lee: “Me largo, no sé si volveré, fue divertido mientras duró aunque no todos se hayan divertido tanto como yo”.
¿Ha prevalecido más su obra que sus opiniones?
Eso iba dirigido a toda la gente que me criticaba. En esa época cualquier cosa que ponía en mi blog era motivo de crítica.
Seguramente.
Pero algunas personas lo atacaban a usted directamente, lo insultaban.
¿Se siente cómodo ahora en una editorial grande?
Eso lo toleraba hasta cierto punto. Incluso tiempo después, cuando estaba escribiendo mi m i libro li bro anterior, “Asocia“Asociación ilícita”, estuve revisando ese blog y me tropecé con cosas desagradables, pero siempre he tenido correa, nunca me he tomado demasiado en serio esas cosas.
Me siento cómodo en la medida en que ellos se ocupan de la promoción. En una editorial pequeña uno mismo tiene que promocionarse y ese es un trabajo indigno. Un escritor debería preocuparse sólo de mandar su manuscrito y comenzar otro y no tener que salir y sonreír, y tomarse un café con fulano y mengano, ni siquiera debería dar entrevistas, pero está en el contrato así que ni modo.
¿Cree que los escritores se toman muy en serio?
Sí, totalmente. Coincidentemente la literatura peruana tiene muy poco de humor, los escritores no aceptan la Leonard Leonardo o Aguirr Aguirree (Lima, 1975) estucrítica, no aceptan nada. dió comunicaciones en la PUCP. Escribió reseñas y crónicas en el diario ¿Ahora se ha moderado? El Comercio, mantuvo una columna No creo, lo que pasa es que ya no hago de opinión en el diario La República reseñas. y una sección de crítica en la revista Dedomedio. Ha publicado las colec¿Y si volviese a hacerlas? ciones de relatos “Manual para cazar plumíferos”, y “La musa travestida”, las Las haría igual de duras, o peor. novelas “El conde de San Germán”, “Karaoke” e “Interruptus” y el voluPero usted ahora escribe en Planeta. men transgenérico “Asociación ilícita”.
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Invitado especial
PASILLOS OSCUROS Por: Jose Vidal
Jose Jose Vidal idal Jord Jordán án es fotó fotógr graf afo o docu docume ment ntal alis ista ta y fotó fotógr graf afo o de prens prensa a con con much muchos os años años de expe experi rien enci cia, a, fue edit editor or gene genera rall de foto fotogr graf afía ía en el diar diario io La Repú Repúbl blic ica. a.
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Lucho Rossell es editor, historietista, humorista gráfico y airulófilo. Ha publicado en diversos periódicos y revistas de la capital. Sobreviviente de la dictadura fujimorista y de sí mismo, mantiene mantiene actualmente una relación toxoplasmá toxoplasmática tica con dos gatas.
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