REVELACIÓN DE LA PALABRA OCULTA POR LA SABIDURÍA DE LOS ANTIGUOS O GENEALOGÍA DE LA MADRE DEL MERCURIO DE LOS FILÓSOFOS. La Palabra Oculta Antes de que os componga la genealogía del M. de los filósofos, y de que os describa en su transcurso el nacimiento de su hijo, creo que no está fuera de lugar ofrecer brevemente una idea de su preparación filosófica. Es necesario que sepáis que del mismo modo que los filósofos dicen que su M. es extraído de dos substancias de una misma raíz, una de las cuales es fija y la otra volátil, una corporal y la otra espiritual, igualmente el objetoo que se persigue al preparar nuestra madre es el de extraer dos substancias diversas, una fija y la otra volátil, que deriven ambas de un mismo principio. Es decir, que nuestra intención es extraer de esta materia, por destilación, un espíritu volátil y un aceite o sal fija, y es ésto lo que nos enseñan los filósofos cuando dicen que se debe extraer la leche de la virgen, o que es necesario sacar al niño fuera del vientre de su madre. En nuestra operación, el espíritu que extraemos es la leche o el hijo de esta madre virgen, y la sal o aceite fijo es la madre de este mismo hijo; ambos de una misma raíz, pues derivan del espíritu universal como veremos más adelante. Por ello los autores dicen que es necesario que el hijo regrese al vientre de su madre, para significar la unión y casamiento filosófico que se debe hacer de estas dos substancias del mismo sujeto. De aquí viene que después de haber sacado de nuestra madre el espíritu volátil y la sal fija de los que hemos hablado, y de que los hayamos purificado suficientemente, los unamos para que de la conjunción de este cuerpo con este espíritu derive el disolvente universal o el M. de los filósofos, que es el inicio de nuestra obra; y uniendo así el espíritu con su cuerpo, ejecutamos aquél precepto de los sabios que ordena introducir al hijo en el vientre de su madre, y a la madre en el de su hijo para que se regeneren el uno en el otro, y porque durante la unión de estas dos materias de diversa naturaleza se produce cierta efervescencia, dicen que es por el combate de dos dragones que se muerden la cola y se devoran el uno al otro; pero una de las cosas que más molesta a los inquisidores de esta oculta ciencia, es la explicación de un pasaje que se encuentra en todos los libros que tratan de ella: es a la que los Sabios, queriéndonos designar la materia de su divina obra, hacen hablar así: La madre que me ha engendrado ha sido engendrada por mí. Los que conocen esta preciosa y vil materia, que se encuentra por todas partes, no encuentran dificultad alguna en explicar este Enigma; saben bien que el hijo más viejo que su madre, siendo primero engendrado por los astros o sus influencias, desciende imperceptiblemente del cielo a la tierra para engendrar en ella a esta madre universal, la cual debe después regenerarlo en sus virginales entrañas, para ponerlo al día y manifestar a los hijos de la Ciencia a ese hijo que los astros del cielo y los elementos engendran por su propio concurso, y aquella alma del mundo colmada por la idea formal y el carácter específico de todos los seres corporales. Es este Espíritu invisible y universal que el aire lleva en su vientre para engordar a la tierra de la virtud seminal y prolífica de todas las cosas, y del que esta misma tierra es la matriz y el lugar de reunión; así nos lo enseña el tres veces grande Hermes en su Tabla de Esmeralda que fue encontrada en su sepulcro en la Valle de Hebrón: dice que el Sol es el padre y la Luna es la madre, y que él es llevado por el viento al seno de la tierra como en los brazos maternales de su nodriza, para ocultarse a nuestros ojos hasta que la industria del Sabio le haga aparecer, haciéndole salir por el auxilio del fuego del sujeto en el que ha penetrado y se ha ocultado. Este Espíritu, pues, desciende desde lo alto hasta el centro de la tierra dónde comienza a corporeizarse produciendo de su propia substancia una sal hermafrodita, que los Sabios llaman la Sal del mundo colmada del espíritu universal, la madre de las Sales, la Sal Central, la Raíz viva de todos los seres de los tres reinos de la Naturaleza; es así que esta quintaesencia oculta del cielo y de la tierra pierde el nombre de Espíritu para tomar el de Sal, al corporeizarse. Esta Sal andrógina, o esta madre de sal, es engendrada por la tierra prolífica de este Espíritu universal en el mismo momento que se corporifica; pero esta madre de las Sales no solo es producida por este Espíritu en tanto que celeste progenitor, sino que está tan llena de él en todo su ser, que está en su poder
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parirlo de nuevo, pero de un modo más sensible que cuando es producido por la sola influencia de los astros y de los elementos. Pues si antes no era más que una quintaesencia Espiritual invisible, ahora es un Espíritu visible y corporal renaciendo del vientre de su madre, como veremos después. De este modo veis que la Sal de este mundo es incesantemente reproducida por esta quintaesencia del cielo y de los Elementos; que esta madre universal es continuamente engendrada en el seno de la tierra por este hijo espiritual, y que asimismo está incesantemente en estado de regenerar a este hijo y reproducirlo si es tomada a tiempo y secundada por la industria y la mano del artista. Entonces este hijo tiene razón al decir por la boca del Sabio: la madre que me ha engendrado, por mí ha sido engendrada. Ahora bien, puesto que sabéis cual es esta materia universal, esta Sal Central andrógina, esta vil y preciosa materia que se encuentra por todas partes y que tiene tanto el pobre como el rico, me contentaré con decir de qué manera la debéis tratar, y como le debéis servir de comadrona para hacerle dar a luz a este hijo que debe hacer cumplir todos nuestros deseos y hacernos dichosos; es decir, como debéis sacar de las entrañas de esta madre un Espíritu, en la Retorta, que debe servir de soberano agente en nuestra obra, disolvente natural para la regeneración del oro, para que por este medio podáis lograr este gran Oro Potable, este Elixir de vida y esta medicina universal, de la que los filósofos han hablado tan ampliamente, y tan obscuramente escrito. A tal efecto, tomad esta materia universal de los hijos de la naturaleza, tal como los simples y vulgares artesanos la han sacado del seno de la tierra virginal para su arte mecánico y grosero; filtradla bien para tenerla lo más pura y clara que podáis, e introducidla en seguida en un frasco de tierra barnizado, y haced a su alrededor un pequeño fuego de rueda para hacer evaporar lentamente toda la humedad de la materia, removiendo continuamente y vigilando las ebulliciones que pueden aparecer si el fuego no está bien moderado; continuad haciendo evaporar en muy pequeñas ebulliciones y separad la espuma hasta que el frasco quede medio vacío; entonces verted la materia restante en otro frasco más pequeño que el primero, para eliminar la espuma de la materia restante hasta que quede seca, porque si quisierais finalizar la operación en el primer frasco éste podría romperse al quedar más de la mitad vacío, por no poder soportar el fuego en este estado. Habiendo evaporado la materia hasta la sequedad, os quedará una sal fija en el fondo del frasco; tomad esta sal, y estando aún un poco caliente la volvéis en polvo, sin importar que la humedad del aire la convierta en pasta o en caldo; habiéndola majado en un mortero caliente, ponedla en otro frasco de tierra o escudilla proporcional que pondréis al fuego del Reverbero cerrado, para ser calcinada de siete a ocho horas removiéndolo a menudo con una vara de hierro; después de ésto sacad la materia del frasco, exponedla al aire ocho o diez horas, más o menos según la cantidad, y en este tiempo una parte de esta masa salina se humedecerá y se impregnará de la humedad M.al. del aire, trayendo hacia sí a este Espíritu universal en su centro o matriz maternal, porque aquí está el oro, el Magnesio, y el amante del Cosmopolita que atrae los rayos del Sol y de la Luna y el M. de los filósofos, de la que la parte superior será humedecida y llenada de este Espíritu M.al. que ha sido influenciado por los Astros y los Elementos, que el aire lleva en su vientre como hemos dicho. Tomad todo lo que se encuentre húmedo; separadlo de la parte baja y terrestre y ponedlo sobre un mármol cóncavo para que se resuelva en un licor M.al., que es el aceite fijo e incombustible de los Sabios, y lo guardaréis cuidadosamente en un frasco para unirlo más tarde con su Espíritu. Lo que acabo de llamar el aceite fijo es la madre regenerada y sacada de su caos, purgada de sus manchas virginales; en cuanto al hijo, he aquí la manera de Regenerarlo y de extraerlo de las entrañas de su madre. Tomad una gran cantidad de la misma materia, es decir, de esa madre simple y grosera que se saca del centro de la tierra, filtradla como antes y metedla sobre grandes frascos de tierra barnizados; encended a su alrededor un pequeño fuego de Rueda para hacer evaporar insensiblemente la humedad de la materia sin espumar, a diferencia de la otra que antes habéis evaporado hasta la mitad; cambiad de frasco para evitar que se rompa por estar demasiado vacío; poned la materia en vasos más pequeños, y continuad evaporando a fuego lento hasta la consistencia de la miel. Exponed entonces el vaso al aire inclinándolo sobre sus lados, y coged otro vaso como
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recipiente con un etamín y una hoja de papel gris encima, sobre el orificio del otro frasco inferior, para que la materia que está contenida en el vaso invertido, licuándose y resolviéndose por la humedad espiritual del aire, fluya y descienda sobre el papel gris; cuando haya fluido y pasado a través del papel y del etamín estará purificada. Estando la materia resuelta en licor, volvedla a introducir en frascos de cristal para hacerla evaporar de nuevo con el fuego de las cenizas, sin utilizar más frascos de tierra porque en estos momentos es tan penetrante que pasaría a través de sus poros; hacedla, pues, evaporar en evaporadores de cristal hasta la consistencia de la miel, y no hasta que se seque, para evitar que en la evaporación gastéis el espíritu que buscáis; entonces retirad el frasco y dejadlo enfriar; una vez frío exponedlo al aire pendiente de un lado, con el papel gris, el etamín y el frasco inferior como recipiente, como antes; coagulad después el Licor en consistencia de Sirope; después de ésto hacedla aún resolver en el aire y coagular en el calor de las cenizas, hasta que no deje más heces ni impurezas, ni ninguna sal en el vaso de cristal, ni en el papel gris, ni sobre el etamín; cuánto más reiteréis esta disolución y coagulación de la materia, más aumentará su virtud penetrante y disolvente, más se impregnará de la influencia de los astros y del espíritu universal; sobretodo si es realizada hacia los dos equinoccios, es decir, hacia el signo de Aries y de Tauro, y hacia Libra; aunque se puede realizar en todo tiempo y lugar como nos aseguran los filósofos. Ahora bien, tras la última vez que habréis expuesto vuestra materia al aire siendo resuelta en Licor claro y líquido, la introduciréis en retortas que habréis enlodado ligeramente hasta la mitad, es decir, la parte superior de la retorta; ponedlas rápidamente en los hornos con arena bien granada y groseramente pasada por el tamiz, habiendo adaptado unos recipientes al cuello de las retortas, y estando las junturas solo ligeramente enlodadas; destilaréis con calor insensible una humedad insípida, acuosa y flemática; y pasando por el recipiente el espíritu comenzará a aparecer, lo que sabréis por el gusto destapando las junturas del recipiente, y metiendo el dedo en la boquilla de la retorta para catar una gota de lo que se destila, y si juzgáis que el espíritu comienza a salir, cambiaréis de recipiente y guardaréis la flema aparte para el uso que os diremos; al mismo tiempo cubriréis la retorta de arena, y aumentaréis el fuego por grados hasta hacer enrojecer la cápsula y el fondo de la retorta, para cazar al Espíritu en el recipiente; es por ello que se pondrán carbones encendidos sobre la arena que cubre la retorta, para proporcionar el fuego adecuado. Estando acabada la destilación, quedará en el fondo de la retorta una materia salina que cogeréis rompiendo la retorta; y la disolveréis en la flema guardada de la primera destilación; finalizada la destilación, filtradla y hacedla evaporar en las cenizas en un frasco de cristal hasta la sequedad, o al menos hasta la consistencia de la cera fundida, y dejad enfriar el vaso; tomad una parte de esta materia salina y ponedla en una retorta con cuatro partes del espíritu que habíais obtenido en la primera destilación; con la retorta ligeramente enlodada, redestilaréis con los mismos grados de fuego que la primera vez, con la diferencia de no separar la flema en esta ocasión, porque no tiene más; finalizada la destilación por fuerte expresión del fuego, guardad bien el espíritu extraído y alcalizad su sal si en esta segunda destilación os ha quedado aún sal en la retorta; la cogeréis y la expondréis al aire en un vaso de cristal inclinado sobre sus lados, con un vaso de cristal debajo como recipiente, para que la materia se resuelva en licor; una vez resuelta, filtradla y hacedla evaporar sobre las cenizas calientes, con calor lento, hasta la consistencia del sirope o el aceite graso; ponedla después en una de vuestras retortas ligeramente enlodada, y poned rápidamente por encima el espíritu que habéis extraído, y a modo de cohobación destilad en arena grosera, por grados de fuego, como habéis hecho en las otras dos ocasiones, proporcionando un fuego muy violento al final haciendo enrojecer la retorta, para que todo el espíritu pase al interior del recipiente y se lleve consigo el resto de la sal; para entonces vuestro espíritu será muy fuerte y capaz de disolver radicalmente el oro, y de hacerlo pasar por la boquilla de la Retorta si se quiere utilizar para hacer un simple oro potable. Pero la intención de los Sabios es hacer algo más grande y más perfecto para el casamiento de este espíritu con su madre, que es el aceite fijo y M.al. que habéis preparado al principio. Ved la manera de hacer este casamiento o, mejor dicho, como se consigue que el hijo espiritual entre en el vientre de su madre Regenerada y, recíprocamente, la madre en las entrañas de su hijo, para que de la unión de estas dos substancias diversas extraídas de una misma raíz, resulte este M. de los filósofos por el cual todas las maravillas de nuestro arte se deben operar. Tomad pues este espíritu que habéis sacado por la retorta, dos partes, y una parte de aceite fijo y M.al que habéis preparado al comienzo; ésto es lo que nos enseña el Cosmopolita cuando dice: "Tomad dos partes de Oro vivo y Página 3 de 6
una parte de Luna", porque estos dos Espíritus y substancias unidas son la raíz viva de todas las cosas; ponedlas juntas en un gran matraz, del que las tres cuartas partes quedan vacías, y cuyo cuello debe tener al menos ocho pulgadas; haced sellar dicho matraz, y ponedlo al horno de lámpara entre cenizas que sobrepasen a la materia aproximadamente un dedo, y haced digerir y circular vuestras materias durante un mes filosófico, para que se unan completamente. En la conjunción de estas dos substancias tendrá lugar una gran ebullición a causa de la contrariedad de sus naturalezas, y durante el tiempo de la Circulación, veréis ascender y descender en el vaso humos, vapores y burbujas, que proceden del Azufre y de la espuma de estos dos dragones que combaten y se devoran el uno al otro, hasta que de los dos no se haga la unidad; entonces la calma y la serenidad aparecen en el vaso, y la madre de los filósofos permanece tranquila, por el cese de los errores y tempestades que el furor de nuestros dos combatientes han provocado; esta apacible madre es la Fuente de Trevisa, es el agua celeste y elemental que habéis preparado por el baño del Rey y de la Reina, es el Esperma del mundo, el M. común y universal, es la madre de los metales y de todas las cosas; ella es además verdaderamente M.al., puesto que emblanquece el cobre templándolo como hace la plata viva, es también ese Agua Seca que no moja las manos cuando tiene la consistencia de la Sal; tiene en ella la virtud de disolver los cuerpos, porque es la menstruación del mundo, el agua Póntica, y el disolvente universal. Alcanzando este estado después de cuarenta días de Circulación, sacadla del matraz e introducidla en una retorta proporcional para rectificarla, disolviéndola por última vez a fuego de arena progresivamente; si con todo ésto queda alguna materia salina en la retorta tras la destilación, será necesario cohobar y destilar hasta que no quede nada de Sal y todo sea espíritu en el interior del Recipiente. Una vez hecho ésto, tendréis en este espíritu o licor destilado el verdadero disolvente de todos los metales y, en consecuencia, capaz de disolver el oro radicalmente sin violencia y sin ruido, tan prontamente y naturalmente como el agua caliente disuelve el hielo, para hacer el verdadero Oro Potable de los Filósofos: su Elixir de vida y su medicina universal, porque el oro es regenerado y vivificado en este disolvente como en su fuente original. Es conveniente que sepáis que hay dos tipos de Oro Potable; para el vulgar se deben tomar cuatro onzas de este disolvente universal que introduciréis en un matraz, con una onza de oro fino descompuesto en láminas; el oro se disolverá en aceite o licor M.al. sin necesitar la ayuda del fuego para acelerar la disolución, que teniendo lugar por sí misma se debe introducir en una Retorta y destilarla a fuego de arena, y el oro pasará con el disolvente por destilación al interior del Recipiente, sin que puedan jamás separarse el uno del otro, como cuando se han mezclado dos gotas de agua de la misma naturaleza. Hecho ésto, meted todo el licor en un matraz, de modo que las tres cuartas partes queden vacías, y selladlo herméticamente, ponedlo en las cenizas a fuego de lámpara para digerir cuarenta días y habebis verum Potabile, tres gotas en el caldo o en el vino restauran la naturaleza que desfallece, es un remedio universal para las mayores enfermedades; es el bálsamo de vida y de salud, el Escudo de la senectud que fortifica el calor natural y conserva la humedad Radical del hombre. Sin embargo todo esto no es nada en comparación con el Elixir de los sabios, que es su piedra filosofal y su medicina universal; se elabora así. Tomad diez partes del M. de los Filósofos que es nuestro disolvente universal, ponedlo en un matraz o huevo filosófico con una parte de oro fino cortado en láminas, el oro se disolverá en el acto. Sellad herméticamente vuestro vaso y ponedlo al fuego de lámpara en el primer grado durante cuarenta días; entonces la materia comenzará a ennegrecerse y aumentará todos los días, es el negro más negro de Raimundo Lulio, es la Cabeza de Cuervo de la que hablan los filósofos; cuando esta negrura dura alrededor de cuarenta días, la materia toma lentamente color de ceniza; los libros dicen que no se le debe despreciar, puesto que es el comienzo de nuestra Riqueza ne vilipendas cineres, después de lo cual la materia empieza a volverse perfectamente blanca, es por ello que los Filósofos nos dicen: blanquead el Moro; aumentad el fuego un grado después de que la negrura haya durado cuarenta días. El segundo grado de fuego se mantendrá durante tres meses como el primero, lo que supone un total de seis meses.
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Entre el primer y el segundo grado, pero durante el transcurso del segundo grado, la materia no se vuelve únicamente blanca sino que recibe otros muchos colores. Los Filósofos nos dicen que se debe pasar la Cola de Pavo Real, después de lo cual se pasará al tercer grado de fuego, que se mantendrá aproximadamente un mes y medio, y la materia adquiere el color citrina, a lo que se debe que nuestros maestros digan que es necesario amarillear un Pavo por el tercer grado del fuego. Finalmente es necesario alcanzar el cuarto grado del fuego, que es el último, y mantenerlo cuarenta días para hacer Enrojecer la materia, lo que supone cuatro meses para la perfección de nuestro Magisterio, tres meses del primer grado para la disolución y regeneración del oro hasta el fin de la negrura y el principio de la blancura, y tres otros meses del segundo grado del fuego desde el fin de la negrura hasta la blancura perfecta, y finalmente un mes y medio del tercer grado del fuego para pasar del blanco al cítrico. En último lugar, un mes y medio para pasar del cítrico al Rojo con el cuarto grado del fuego, lo que supone un total de nueve meses por cuatro grados de fuego, comparados con las cuatro edades del hombre, las cuatro estaciones del año, por los filósofos. Siendo la materia venida al Rojo, solo os queda por hacer vuestros brebajes con vuestra leche virginal, o disolviendo, lo que los filósofos llaman Ligar y Desligar, Disolver o Congelar, nutrir al neonato con la leche virginal de su Madre, y de este modo conseguiréis la multiplicación de la Piedra en calidad, y con ello se vuelve penetrante como la Cera. Hoc Peracto, fermentaréis vuestro polvo de esta manera y la multiplicaréis en cantidad. Enlodad bien vuestro matraz e introducid en él una onza de vuestro polvo fundiente, y tres o cuatro onzas de oro fino en limaduras; poned el matraz en la arena sin moverlo, pues la materia es muy fija e inevaporable; en este momento ponedlo al fuego durante veinticuatro horas, de manera que toda la materia permanece siempre fundida como la cera en el fondo del matraz; quitad seguidamente vuestro vaso del fuego y la materia se coagulará y endurecerá al frío como una piedra roja o como un Rubí, y será quebradiza como la sal; es también la sal de los filósofos, y tendréis vuestra piedra en cantidad, porque el oro que le habéis puesto y agregado es convertido en polvo de proyección, teniendo la virtud de la medicina que habéis añadido a esta fermentación, y de este modo con una onza de vuestro polvo Rojo y tres onzas de oro, tendréis cuatro onzas de polvo de proyección, del cual un peso será sobre mil de metal, de tal manera que os concederá que el M. común sea convertido en Oro Perfecto, mejor que el que procede de la mina; y el sobredicho polvo tomado en el peso de un grano, es este gran remedio que cura radicalmente todas las enfermedades y prolonga la vida del hombre hasta el término natural que Dios le ha prescrito.
CARTA INSTRUCTIVA PARA EL TRATADO ANTERIOR. Ahora estoy en reposo Señor, y en un lugar en el que puedo mantener mi palabra; si queréis beneficiaros de ella, enviadme una dirección más afianzada que aquella que me habíais proporcionado para enviaros lo que os había prometido. He sabido que la persona que debe recibir nuestras cartas no está cerca, por lo que no he osado enviaros nada, temiendo que cosas de tal importancia no fuesen recibidas; cuando me comuniquéis con certeza vuestra dirección, recibiréis prontamente una pequeña caja, dos medallas de cristal doradas por detrás y hechas sobre dos de los más bellos modelos que he podido encontrar. También hay una pequeña botella llena de mi disolvente con un peso de catorce dracmas, para que si os ha dado pereza prepararlo, lo tengáis para hacer una pequeña operación, encerrando diez dracmas con una onza de oro bien afinado, se eclipsará en el acto y se disolverá con la misma facilidad con la que os hice ver la experiencia en vuestra casa, es decir, tan naturalmente y tan prontamente como si metierais una pequeña bola de nieve en agua caliente. Después de ésto no tenéis más que digerir y cocer la materia a fuego de lámpara, siguiendo lo que os he prescrito en el papel que os dejé al partir, no os equivocaréis, puesto que la verdadera vía está enteramente descrita en él.
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Es por ello Señor y querido Amigo que no añadiré nada más, ni siquiera al enviar lo que he preparado, no os hablaré de su nombre ni de su uso, temiendo que del paquete, perdiéndose, alguien pudiera aprovecharse; de todos modos no es necesario hablaros de un quehacer del que os he dado todas las instrucciones necesarias para conducirlo felizmente a su fin, aún cuando vos no fuerais tan ilustrado ni tan experimentado como sois, estando ya tan bien abastecido como yo, no pudiendo imaginarme que después de los maravillosos efectos que os he mostrado, vos hayáis podido perder un momento de tiempo; más fuere como fuere, tendré al menos la satisfacción de cumplir mi palabra, para que vos estéis siempre más convencido de la sinceridad de una amistad que tres días de conversación han hecho nacer para no terminar jamás.
Por mí que muero de deseo por verme en un lugar de reposo y libertad para conducir mi obra a su fin, no hubiese ido antes de que se hiciera la Disolución Radical o, mejor dicho, la Regeneración filosófica del hijo del Sol en mi leche virginal, y por el auxilio del Buen Dios he conducido felizmente mi empresa, que en cuarenta y dos días de cocción he visto lo que mi corazón había deseado desde hacía tiempo, es decir, esta famosa Cabeza de Cuervo, esta Putrefacción cadavérica, y este negro más negro que el negro, tan célebre en los escritos de los Filósofos. El noveno día después de la disolución vi el espíritu que se elevó por encima de la materia, la cual, como un pequeño torbellino de fuego, circuló por el globo y se paseó sobre las aguas de nuestro mar, del mismo modo que el Espíritu del Señor fue llevado sobre el abismo en la creación del mundo. El decimocuarto día precisamente, percibí en el huevo una especie de Escamas de Serpiente de un verde obscuro, mezclado con un poco de violeta, y un azulado con principios de obscuridad, y de una negrura imperfecta; por encima un círculo redondo en forma de media luna medio cerrado, y con corona plateada y sembrada de diversos colores, apareció con vapores y nieblas que ascendían y descendían de arriba a abajo hasta el vigésimo o vigésimo primer día, en el que no percibí más que un color verde obscuro que se acercaba más al negro que todo lo que yo había visto, y que estaba acompañado de una lluvia menuda que caía como Rocío celeste sobre la faz de nuestra tierra Santa, lluvia que fue visiblemente observada hasta el trigésimo día, a no ser que la niebla la escondiera en algún intervalo, hasta que pequeños rayos luminosos como pequeños destellos disipaban las nubes, para devolverme la libertad de volver a ver esa lluvia de oro de la que los antiguos nos han hablado misteriosamente. Entonces las Escamas de Dragón, que parecían ser las que guardaba el Jardín de las Hespérides, no aparecieron más tan erizadas y tan esplendorosas como antes, y la materia comenzó a obscurecerse aventajadamente todos los días, no vi más que una ligera humareda que se elevó de la tierra al cielo, y lo que me pareció ser lo que los Sabios llaman el Pájaro de Hermes, que duró hasta el cuadragésimo segundo día, dio lugar a la negrura perfecta que apareció ante mis ojos tal como os lo he descrito. Ahora todo mi esmero, querido amigo, no apunta más que a Blanquear el Moro, que empieza a tomar el color de ceniza después de algunos días, y después de haber mantenido la negrura cuarenta días enteros; así no tardaré en ver cambiar el Cuervo en Paloma, si Dios por su divina misericordia me presta su divino auxilio para mi porvenir, como ha hecho hasta ahora. Deseo que vos avancéis del mismo modo, porque no dudo que el éxito que vos experimentaréis no es según vuestros deseos y los míos, siguiendo puntualmente el detalle que os he dado como prenda eterna de mi amistad. Sin embargo, si tenéis alguna dificultad en la práctica de esta Nueva y Divina obra, señaládmela para que os dirija lo mejor que me sea posible; pues no pretendo que aquéllo que doy cordialmente tenga alguna cosa defectuosa. He aquí mi querido amigo, el verdadero sentimiento de aquél que os ha confiado toda su alma. FINAL
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