Manuel Castells
El fenómeno urbano: Delimitaciones conceptuales y realidades históricas
La formación de áreas metropolitanas en las sociedades industriales capitalistas o
Técnica, sociedad y área metropolitana
El debate sobre la teoría del espacio
El fenómeno urbano El estudio de la historia del proceso de urbanización parece la forma más indicada de abordar la cuestión urbana. Los análisis del proceso de urbanización se sitúan generalmente en una perspectiva teórica evolucionista, según la cual cada formación social se va produciendo, sin ruptura, por desdoblamiento de los elementos de la formación social anterior. Las formas de implantación espacial son entonces una de las expresiones más visibles de estas modificaciones. Incluso se ha utilizado a veces esta evolución de las formas espaciales para clasificar las etapas de la historia universal. De hecho, más que establecer criterios de periodización, es absolutamente necesario estudiar la producción de las formas espaciales a partir de la estructura social de base. Explicar el proceso social que fundamenta la organización del espacio no se reduce a situar el fenómeno urbano en su contexto. Una problemática sociológica de la urbanización debe considerarse como proceso de organización y desarrollo y, en consecuencia, partir de la relación entre fuerzas productivas, clases sociales y formas culturales (el espacio, entre ellas). Tal investigación no puede tan sólo actuar en abstracto. Tiene que, con ayuda de útiles conceptuales, explicar situaciones históricas particulares, suficientemente ricas como para hacer aparecer las líneas de fuerza del fenómeno estudiado. La organización del espacio. Sin embargo, la confusión ideológico-teórica que existe en este terreno, nos obliga a una delimitación previa de nuestro objeto, a la vez en términos conceptuales y de realidad histórica. Este trabajo no tiene nada de académico y se presenta, por el contrario, como una operación técnicamente indispensable para evitar las connotacio nes evolucionistas y abordar, de forma inequívoca, un ámbito preciso de nuestra experiencia .
El fenómeno urbano: Delimitaciones conceptuales y realidades históricas
En la maraña de sutilezas definitorias con que nos han enriquecido los sociólogos, pueden distinguirse dos conjuntos bien distintos de acepciones del término urbanización. 1. La concentración espacial de la población a partir de unos determinados límites de dimensión y densidad. 2. La difusión del sistema de valores, actitudes y comportamientos que se resume bajo la denominación de “cultura urbana”, entendido como el sistema cultural característico de la sociedad industrial capitalista. De hecho, la acepción culturalista de urbanización se basa en un supuesto previo; la correspondencia entre un determinado tipo técnico de producción (definido esencialmente por la actividad industrial), un sistema de valores (el "modernismo") y una forma particular de
asentamiento espacial, la ciudad, cuyas características decisivas son: la dimensión y la densidad. Dicha correspondencia dista mucho de ser evidente: basta con pensar en las grandes aglomeraciones pre-industriales. Algunos autores, coherentemente, niegan a dichas formas de asentamiento el nombre de "ciudad", mostrando así la confusión entre la problemática "urbana" y una organización socio-cultural dada. La determinación recíproca entre forma espacial y contenido cultural es en todo caso una hipótesis de investigación, pero que de ningún modo puede constituir un elemento de definición de la urbanización. No es buscando definiciones de escuela o criterios de práctica administrativa como llegaremos a una delimitación válida, por el contrario, será precisamente el análisis rápido de algunas relaciones históricamente establecidas entre espacio y sociedad l o que nos permitirá fundar objetivamente nuestro estudio. Las ciudades son la forma de residencia adoptada por aquellos miembros de la sociedad cuya permanencia directa sobre el lugar del cultivo no era necesaria. Es decir, que estas ciudades no podían existir más que sobre la base del excedente producido por el trabajo de la tierra. Manifiestan un nuevo tipo de sistema social, pero que no es diferente o sucesivo del tipo rural, sino que está estrechamente ligado al mismo en el proceso social. La ciudad es el lugar geográfico donde se instala la superestructura porlítico administrativa de una sociedad que ha llegado a un grado tal de desarrollo técnico y social que ha hecho posible la diferenciación del producto entre reproducción simple ampliada de la fuerza de trabajo, y por tanto originando un sistema de repartición que supone la existencia de 1. 2. 3. 4.
Un sistema de clases sociales Un sistema político Un sistema institucional Un sistema de intercambio con el exterior
Contrariamente a una visión muy extendida, el desarrollo del capitalismo industrial no provoca el fortalecimiento de la ciudad, sino su casi total desaparición como sistema institucional y social relativamente autónomo y organizado en torno a objetivos propios. El proceso de urbanización y la autonomía del modelo cultural “urbano” aparecen como dos procesos paradójicamente contradictorios.
Definiciones
El término de urbanización se refiere al mismo tiempo tanto a la constitución de formas espaciales específicas de las sociedades humanas, caracterizadas por la significativa concentración de las actividades y poblaciones en un espacio restringido, como a la existencia y difusión de un particular sistema cultural, la cultura urbana. Esta confusión es ideológica y tiene como finalidad: 1. Establecer la correspondencia entre formas ecológicas y contenido cultural. 2. Sugerir una ideología de la producción de valores sociales a partir de un fenómeno “natural” de densificación y heterogeneidad sociales.
La noción de urbano (opuesta a rural) pertenece a la dicotomía ideológica sociedad tradicional/sociedad moderna, y se refiere a cierta heterogeneidad social y funcional, sin poderla definir más que por su alejamiento mayor o menor de la sociedad moderna. La distinción entre ciudad y campo no se reduce ni a una dicotomía ni a una evolución continua, estas formas espaciales son en realidad producto de una estructura y procesos sociales. Más que hablar de urbanización trataremos del tema de la producción social de formas espaciales . En el seno de esta problemática, la noción ideológica de urbanización se refiere al proceso a través del cual una proporción significativamente importante de la población de una sociedad se concentra en un cierto espacio, en el cual se constituyen aglomeraciones funcional y socialmente interdependientes desde el punto de vista interno, y en relación de articulación jerarquizada El análisis de la urbanización va estrechamente ligado a la problemática del desarrollo . Se presentan las transformaciones estructurales como un simple movimiento acumulativo de los recursos técnicos y materiales de una sociedad. En esta perspectiva existirían niveles y una evolución marcada por la cantidad de recursos.
La formación de áreas metropolitanas en las sociedades industriales capitalistas
Lo que distingue a un área metropolitana de las aglomeraciones urbanas no es solo su dimensión sino la difusión de las actividades y funciones en el espacio y la interpenetración de dichas actividades según una dinámica interdependiente de la contigüidad geográfica. Esta forma espacial es el producto directo de una determinada estructura social.
Técnica, sociedad y área metropolitana
Es indiscutible el papel esencial que la tecnología juega en la transformación de las formas urbanas. La influencia se ejerce a la vez mediante la introducción de nuevas actividades de producción y de consumo y eliminando casi totalmente el obstáculo espacio, gracias a un enorme desarrollo de los medios de comunicación. La actividad industrial aparece cada vez más liberada respecto a factores especialmente rígidos, tales como materias primas o mercados localizados, mientras que es cada vez más dependiente de una mano de obra cualificada, por consiguiente, la industria busca su inserción en el sistema urbano. La industria termina dependiendo del medio ur bano. Tanto la creciente concentración del poder político como la formación de una tecnocracia que vela por el mantenimiento de los intereses del sistema a largo plazo, elimina de a poco los particularismos locales y tiende, a través de la planificación a tratar los problemas de funcionamiento del sistema en unidades espaciales significativas lo cual estimula la adecuación del sistema político administrativo a la unidad espacial que hemos denominado región metropolitana. La región metropolitana, en tanto que forma central de organización del espacio del capitalismo avanzado, disminuye la importancia del medio físico en la determinación del
sistema de relaciones funcionales y sociales, anula la distinción entre rural y urbano y coloca en el primer plano de la dinámica espacio/sociedad, la coyuntura histórica de las relaciones sociales que la fundamentan.
El debate sobre la teoría del espacio
El considerar a la ciudad como la proyección de la sociedad en el espacio es, al mismo tiempo, un punto de partida indispensable y una afirmación demasiado elemental. Pues si bien es cierto que hay que superar el empirismo de la mera descripción geográfica, se corre el grave peligro de figurarse el espacio como una página en blanco sobre la que se inscribe la acción de los grupos y de las instituciones, sin encontrar otro obstáculo que la huella de las generaciones pasadas. Esto equivale a concebir la naturaleza como algo enteramente modelado por la cultura, mientras que toda la problemática social tiene su origen en la unión indisoluble de estos dos términos, a través del proceso dialéctico mediante el cual una especie biológica particular se transforma y transforma su medio ambiente en su lucha por la vida y por la apropiación diferencial del producto de su trabajo. El espacio no es una mera ocasión de despliegue de la estructura social, sino la expresión concreta de cada conjunto histórico en el cual una sociedad se especifica. Se trata por tanto, de establecer, al igual que para cualquier otro objeto real, las leyes estructurales y coyunturales que rigen su existencia y su transformación, así como su específica articulación con otros elementos de una realidad histórica. El espacio urbano está estructurado, o sea, no se organiza al azar, y los procesos sociales que se refieren a él expresan, especificándolos, los determinismos de cada tipo y de cada período de la organización social. Partiendo de esta evidencia, cargada, sin embargo, de implicaciones, el estudio de la estructura urbana debe realizarse en dos planos: por una parte, se trata de elaborar útiles teóricos susceptibles de aprehender significativamente lo concretoreal, y, por otra, de utilizar estos útiles en una sucesión discontinúa de análisis particulares que apunten a fenómenos históricamente dados. Efectivamente, en la base de los análisis espaciales existe una teoría general de la organización social, a la que se considera dirigida por dos principios esenciales": 1. El principio de interdependencia entre los individuos, basado en sus diferencias complementarias (relaciones de simbiosis) y sus similitudes suplementarias (relaciones de comensalismo). 2. El principio de la función central: en todo sistema de relación con un medio ambiente se asegura la coordinación por medio de un pequeño número de funciones centrales. La posición de cada individuo en relación a esta función determina su posición en el sistema y sus relaciones de dominio ". Esta construcción se queda sin embargo a un nivel formal en la medida en que estos procesos ecológicos, explicativos de las configuraciones urbanas observadas (zonas, sectores, núcleos,
radios, etc.), no se explican más que aludiendo a las leyes económicas generales. Pues una teoría de la estructura urbana debe buscar las leyes por las cuales diferentes contenidos sociales se expresan a través de los procesos anunciados. La formalización de observaciones empíricas sobre tal o cual realidad urbana no permite avanzar por esta vía. La insistencia de los ecólogos en tratar el conjunto de la organización del espacio partiendo de la interacción entre la especie humana, los útiles creados por ella y el medio natural los coloca en una posición de fuerza en la medida en que, efectivamente, estos elementos son los datos básicos del problema y se pueden captar a veces directamente, incluso desde el punto de vista estadístico. Pero al no intentar teorizar estas relaciones y al presentarlas simplemente como materiales insertos en el proceso universal de la lucha por la vida, su elemental biologismo se presta fácilmente a la crítica culturalista, particularmente en un momento en que las ciencias sociales conocían el auge de la psicosociología y cuando la problemática de los valores se situaba en el centro de la investigación. La crítica de Willhelm es más profunda : muestra cómo, amparándose en el organicismo ecológico, se descuida un carácter fundamental del espacio humano, a saber, la contradictoria diferenciación de los grupos sociales. Pues la apropiación del espacio forma parte de un proceso de lucha que afecta al conjunto del producto social, y esta lucha no es una mera competencia individual, sino que enfrenta a los grupos formados por la inserción diferencial de los individuos en los diversos componentes de la estructura social —mientras que "el complejo ecológico presenta una distinción sin hacer ver una diferencia'. La problemática propia a toda teoría del espacio no consiste en oponer valores y factores "naturales", sino, por una parte, en el plano epistemológico, en descubrir las leyes estructurales o la composición de situaciones históricamente dadas, y, por otro, en el plano propiamente teórico, en establecer hipótesis sobre el facto r dominante de una estructura en la cual, manifiestamente, todas las escuelas incluyen el co njunto de los elementos de la vida social: su divergencia esencial concierne al estatuto de cada elemento y de las combinaciones de elementos. Dos tipos de crítica hecha a la tradición de la ecología humana: la que reemplaza la determinación natural por un arbitrario social con base cultural y la que llama la atención, sobre la especificidad del espacio histórico haciendo intervenir la división de la sociedad en clases, con los conflictos y las estrategias que resultan de ello en el proceso social de constitución de un espacio. Por encima de todo eclecticismo académico hay que superar la oposición ideológica entre la determinación del espacio por la naturaleza y su modelado por la cultura, con el fin de unir estos dos términos en una problemática que reconozca la especificidad de lo social humano, sin afirmarlo como creación voluntaria, que ninguna ley puede explicar. Al frente común ideológico del culturalismo y del historicismo conviene oponer un frente teórico que integre la problemática ecológica de base materialista en un análisis sociológico; dicho análisis debe tener como tema central la acción contradictoria de los agentes sociales (clases sociales), pero
debe encontrar su fundamente en la trama estructural que hace la problemática de toda sociedad. No basta con pensar en términos de estructura urbana: hay que definir los elementos de la estructura urbana y sus relaciones antes de analizar la composición y la diferenciación de las formas espaciales. ¿Se puede captar lo específico de las formas del espacio social sobre la base de los conceptos fundamentales del materialismo histórico? Toda sociedad concreta, y por tanto, toda forma social (el espacio por ejemplo) pueden comprenderse a partir de la articulación histórica de varios modos de producción. Por modo de producción entendemos la matriz parti cular de combinación entre las instancias fundamentales de la estructura social; económica, político-institucional e ideológica esencialmente. Lo económico determina en última instancia, la forma particular de la matriz. Las combinaciones y transformaciones entre los diferentes sistemas y elementos de la estructura se hacen por intermedio de prácticas sociales. Analizar el espacio en tanto que expresión de la estructura social equivale a estudiar su elaboración por los elementos del sistema económico, del sistema político y del sistema Ideológico, así como por sus combinaciones y las prácticas sociales que derivan de ello. El sistema económico se organiza en torno a las relaciones entre la fuerza de trabajo, los medios de producción y el no-trabajo. La expresión espacial de estos elementos puede encontrarse por medio de la dialéctica entre dos elementos principales: producción (=expresión espacial de los medios de producción), consumo (=expresión espacial de la fuerza de trabajo) y un elemento derivado, el intercambio La articulación del sistema político-institucional con el espacio se organiza en torno de dos relaciones esenciales que definen este sistema (relación de dominación-regulación y relación de integración-represión) y de los lugar es así determinados. La expresión espacial del sistema institucional es, por una parte, la delimitación del espacio (por ejemplo, las comunas, las aglomeraciones) y por otro los procesos de gestión estatal. Por último, el sistema ideológico organiza el espacio marcándolo con una red de signos, cuyos significantes se componen de formas espaciales y los significados, de contenidos ideológicos, cuya eficacia debe medirse por sus efectos sobre el conjunto de la estructura social. Intentaremos por tanto, concretizar nuestra problemática t ratando de las condiciones de expresión espacial de los principales elementos de la estructura social. A parte de esto se abrirá la posibilidad de hacer una primera formulación sintética, en términos conceptuales, en relación a la problemática del espacio. Entonces y solamente entonces podremos volver sobre la delimitación conceptual de lo urbano en el interior de una teoría del espacio, especificación ella misma de una teoría de la estructura social.
Precisamos que no se trata de partir de los datos para construir a continuación la teoría. Puesto que los análisis concretos obedecen ya a una cierta teorización. Pero no se puede hacer realmente el análisis mientras en el estudio de un elemento la industria, por ejemplo, no se indiquen las relaciones estructurales que la unen a otros elementos. Teóricamente habría que empezar por exponer el conjunto de la estructura para deducir después el comportamiento de cada elemento, tomándolo siempre en una combinación dada.