|domingo,8deagostode2010
10| PONTEVEDRA | CIUDAD
diariode diariodepontevedra
mariano rajoy presidente del partido popular
▶ e hmb q m bñ y sg í í q c ú, f ñ cc, l Mc. M rjy, q bj sg ch y m mñ cm « vc» y zmb g, ch h g z sxx.
«Si todo el mundo hiciese bien su tr manuel jabois
para todo el mundo.
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Con el poder no siempre basta. En su partido ha habido sonoros escándalos, movimientos de sillas y navajazos. El congreso de Valencia, sin ir más lejos.
PONTEVEDRA. Todas las mañanas, a las ocho y media, Mariano Rajoy baja de su piso en primera línea de Silgar, la milla de oro de Sanxenxo, para lanzarse a una embravecida caminata por la playa y darse luego un chapuzón. Sale de las aguas desorientado mientras su mujer, Elvira Fernández, le sostiene las gaas y la toalla. Luego ambos suben y desayunan con sus hijos en una terraza que se descuelga sobre la playa más glamurosa de Galicia. «Bajar a otra hora es un lío. Todo el mundo te conoce, y yo procuro saludar porque es mi obligación y me gusta». Así que el líder de la oposición echa las horas en la terraza, encima de la playa, leyendo libros y tomando notas políticas. «Desde aquí lo ves todo, ¿eh?», dice levantándose y extendiendo la mano con una sonrisa. «Con unos prismáticos lo que se podría cotillear....». Los bañistas tienen que saber que además de la silla alta del socorrista, en la planta alta de un edifcio de Silgar el líder de la oposición vela por ellos. Rajoy espera al periodista en el descansillo. Se abalanza extendiendo la mano en cuanto se abren las puertas del ascensor. Viste un polo azul marino y un pantalón corto color caqui. Está relajado. Su antigua beligerancia pro tabaco ha quedado reducida a cenizas. Si hace diez años proclamaba a Carmen Rigalt en El Mundo: «Fumo todos los puros que me da la gana», ahora prefere esconder el cenicero bajo la mesa. Antes de sentarse enseña varias otos que tiene en el salón de su piso: pasa la mano por los rostros de imágenes añejas, y al llegar a los allecidos exclama «¡ya se ha muerto!» con una mezcla de disgusto y sorpresa. En la oto del primer Parlamento gallego lucen los diputados aquellos looks imposibles de la época. El propio Rajoy, que tenía 26 años, parece un antepasado de sí mismo.
Es verdad que yo tuve mis difcultades. Pero en votación secreta más del 84% me dio el apoyo. Yo en Valencia me di cuenta de que el PP había estado aislado los cuatro años anteriores, y que teníamos que poder pactar con cualquier uerza política sin que ello signifcase la renuncia a ningunos principios. Yo no puedo pactar con CiU, Convergencia o Esquerra la autodeterminación, pero sí puedo pactar el impuesto de sociedades. Veraneo. Mariano Rajoy Brey (Santiago, 1955) lleva 40 años veraneando en Sanxenxo. Lo hacía antes en Vilagarcía, que era donde solían pasar las vacaciones los santiagueses a mediados de siglo. Cuando el juez Mariano Rajoy Sobredo, padre del líder del PP, se ue a presidir la Audiencia de Pontevedra, compró un piso en el pueblo turístico. No le costó entonces ni 6.000 euros, que es lo que vale ahora el metro cuadrado rente a la playa. Y allí sigue veraneando solo a los 89 años. «Lee, camina y se pega baños», dice de su actividad su hijo, que advierte: «La televisión a esas edades es lo que deprime. Hay que estar vivo, hablar con la gente, hacer ejercicio». El pasado miércoles Rajoy no se bañó en Silgar.
No será por el tiempo.
¡Bueno, bueno! Éste es el mejor verano de mi vida, vamos. Lo que pasa es que al hacer tan buen tiemDestino
Cuando entré éramos cinco, y cuando digo cinco digo cinco, no 54. Fui en la lista porque no era un puesto de salida »
¿Ya quería gobernar España?
No, evidentemente. Pero mire, yo tomé la decisión de entrar en política en 1981, cuando me lo propuso AP. Entonces éramos cinco, y cuando digo cinco son cinco, no 54. Me orecieron ser candidato para el Ayuntamiento de Pontevedra en un puesto para no salir, y yo dije que si era para no salir, pues adelante. Y salí, y a partir de ahí, oiga, la vida es como es. Algo más habrá que hacer.
Yo lo que he procurado siempre es tratar de hacer bien mi trabajo. Si todo el mundo en España procurara hacer bien su trabajo las cosas irían mucho mejor para el país y
Discotecas
Cada uno vale lo que vale y tiene cara para lo que la tiene. No sabía bailar y me quedaba en la barra» Verano
Estábamos siempre en la playa y ya al atardecer íbamos a la discoteca cuando teníamos dinero. Al Quijote.
po no hay quien se bañe. El viento norte congela el agua. ¡Fíjese, es que no hay nadie bañándose...! Señala la orilla deslizando el dedo de un lado a otro, achicando la mirada. Estamos solos en casa, sin su esposa y sus dos hijos, Mariano y Juan, que llegan después de una hora y se presentan. Juan, el pequeño, que tiene cinco años, deja un momento la Nintendo DS para estrechar la mano del periodista. Tiene ama de revoltoso. El mayor tiene ya once años y pasó julio en un campamento en Suiza, a donde ue el matrimonio Rajoy a buscarlo y aprovechar así tres días de placer en el país alpino. «Ese fn de semana, el del Apóstol, ue el primero que tuve libre desde Semana Santa». ¿A su hijo también le dijeron que había ganado Holanda?
Hay gente que no está en sus cabales. Mi hijo vio la fnal, y al parecer allí la mayoría de los niños iba con España. Yo la vi en mi casa, con mi mujer. Vio algún partido en Areas.
Sí, en A Postiña. El Argentina-Alemania. Allí todo el mundo iba con Alemania, y aunque me sorprendió, luego supe que era porque Maradona no generaba muchas amistades. ¡Había un lleno en el bar hasta la bandera! Un sábado a las cuatro de la tarde. El hijo mayor de Mariano Rajoy tiene ya su propia pandilla del verano. Como el propio Rajoyhace cuatro décadas. «Andaba con gente que conocía del instituto de Pontevedra, y pasábamos juntos todos los días. Estábamos siempre en la playa, y ya al atardecer íbamos a la discoteca cuando teníamos dinero, que no sucedía siempre. En aquella época el Quijote era prácticamente el único que había; luego se sumaron el Paxariñas y el Dena». ¿Cómo llevaba el trauma de despedirse de los amores de verano?
El verano era una época antástica. Cuando tienes menos años tienes mucho más sentimentalismo y más romanticismo, lo cual es bueno. El inal siempre era duro, porque te despedías de todo el mundo. En algunas ocasiones las despedidas eran así, y otras de amigos simplemente que no volvías a ver, a algunos, hasta el verano siguiente. Dijo usted en alguna ocasión que en su época los chicos que no sabían bailar trabajaban desde la barra de la discoteca.
¡Jajaja! Había de todo. Cada uno vale lo que vale y tiene cara para lo que la tiene. Era agradable, sí, pero había mucha barra. En el Universo de Pontevedra, donde conoció a su mujer, usted estaba
con su hermano Luis y un amigo, y tengo entendido que el grupo de ‘machos ala’ atacó a las chicas como depredadores.
Bueno, todo lo primero es cierto, y lo segundo ue más bien que mi hermano me presentó a la que ue mi utura mujer. Normal, todo muy normal. Luego se llevó un buen susto al salir de la capilla de A Toxa y encontrarse a cien periodistas y medio pueblo de O Grove.
Es que yo, demostrando mi conocimiento de la realidad, quería hacer una boda de la que no se enterase nadie. Y allí todo el mundo quería ver el espectáculo. Pero bueno, ueron muy amables. la rutina. La vida de Rajoy en
Sanxenxo es tranquila. A su caminata de la mañana le sigue otra al atardecer. «Siempre espero ba jar kilos en verano. Hago mucho deporte, pero claro, esta época es muy proclive a comer pulpo, pasar el pan y hacer sopas». El martes ue andando desde Ribadumia hasta A Armenteira. También sale en barco de vez en cuando. «Fui el lunes con mi hermano Quique a aquella playa de enrente. Esto de tener un hermano con barco es una maravilla, porque sobre el barco se dice que el mejor día de tu vida es cuando lo compras, sólo superado por el día en que lo vendes. Y a un amigo no le puedes decir que te apetece salir hoy, hay que esperar a que te invite. A un hermano ya es dierente». Está leyendo La caída de Jonh Stone, de Lain Pears («le pegué ayer un buen viaje; es una novela negra que me recomendó el librero de Nós, Jaime Corral») y Notas de una vida, del conde de Romanones, cuya amosa cita «Joder, qué tropa» (dicha cuando había apalabrado la votación de la mayoría para entrar en la Real Academia para su ingreso y se encontró con que se había votado solo él a sí mismo) la repitió en público Rajoy cuando tuvo conocimiento de la publicación de un libro de Esperanza Aguirre en el que ponía a caer de un burro a Alberto Ruiz Gallardón. «Claro, yo le decía a Alberto: vente a la presentación, hombre; y él: ‘¡Pero qué voy a ir!’», cuenta entre risas. ¿Gallardón ¿Gallardón tiene cualidades para ser presidente del Gobierno?
Hay muchas personas que las tienen. Y Alberto… Alberto y yo somos las personas del PP que más tiempo llevamos en el Comité Ejecutivo, de eso poca gente se ha dado cuenta. Es un buen alcalde de Madrid, ha sido un excelente presidente de la Comunidad. Está en mi equipo, y me está ayudando.
¿El poder da desconfanza?
Yo tengo pocas virtudes. Una de ellas es la capacidad de distinguir, aunque a veces me equivoque. En política, como en cualquier aceta de la vida, distinguir entre personas es muy importante. Porque en todas partes hay buena gente y también gente que puede ser mejor. Cerca de aquí, en Meaño, nació Eduardo Fajardo, una leyenda viva del spaguetti-western.
Lo conozco. Hace un año dijo en una entrevista a este periódico: «A mí me mataron muchas veces, pero maté más». ¿Usted también?
Le voy a decir algo que igual le parece sorprendente: no he traicionado nunca a nadie, al menos siendo yo consciente. Y no soy consciente de que nadie me haya traicionado a mí, porque cuando algo me olía, ya no le daba la posibilidad.