Hi s t or i adel oss i e t eme ndi gos Parte 1
Hace mucho tiempo hubo un país sacudido por las guerras. Mientras los hombres del pueblo, guiados por los soldados, iban al encuentro del enemigo, éste entró a la ciudad por un sitio inesperado y encontró sin defensa a las mujeres y los niños, que huyeron a los bosques mientras sus casas eran saqueadas e incendiadas. En la confusión de la huida, dos mujeres perdieron a sus hijos una de ellas a un niño y la otra a una niña. !mbos se habían criado juntos y así continuaron, solos y errantes por el bosque. !l principio no se dieron cuenta de su situación y pasaron muchas horas entre juegos y risas, recolectando piedrecillas y flores, pero al caer la tarde el hambre comen"ó a atormentarlos. #omados de la mano, buscaron en $ano alg%n alimento. En eso, les salió al encuentro un mendigo que lle$aba al hombro una bolsa con pro$isiones. &os niños le pidieron pidieron algo de comer y le rogaron rogaron que no los abandonase. abandonase. El mendigo sacó de su talego, pan y otras $ituallas y comieron hasta saciarse. 'espués les dijo que continuaran su camino porque, desdichadamente, no podía acompañarlos. Entonces los niños se dieron cuenta de que el mendigo era ciego y se preguntaron por qué milagro se habían encontrado con él. !ntes de partir, el ciego los bendijo de este modo ( )uiera el *ielo que se+is como yo. &os niños pasaron la noche bajo un +rbol, y al día siguiente continuaron su camino. Horas después, el hambre $ol$ió a atormentarlos. En ese instante, salió a su encuentro otro mendigo, también con una alforja repleta. !mbos le rogaron que les diese algo para comer, pero el mendigo no parecía entenderles, hasta que se percataron de que era sordo. ero de alg%n modo, el mendigo comprendió que tenían hambre, y les dio de comer todo cuanto quisieron. #ambién le pidi pidier eron on por seña señass que que no los los dejas dejase e solo solos, s, pero pero él les les resp respon ondi dió ó que que le era era impo imposi sibl ble e acompañarlos y los despidió con estas e stas palabras ( )uiera el *ielo que se+is como yo. &a historia se repitió en los días que siguieron la tercera $e" encontraron a un mendigo tartamudo, cuyas palabras apenas se entendían- la cuarta, a un mendigo con el cuello torcido- la quinta $e", a uno jorobado- la seta, a uno con las manos baldadas- la séptima a un mendigo cojo. #odos les dieron de comer abundantemente y los despidieron con la misma frase. 'espués de $arios días de camino, llegaron a una aldea. /ueron de puerta en puerta pidiendo el sustento y se fueron de allí tan bien pro$istos que no pudieron lle$+rselo todo. Entonces decidieron seguir juntos de pueblo en pueblo p ueblo y mendigar de puerta en puerta dondequiera que llegasen. ronto se hicieron muy conocidos en todas partes. 0e les podía encontrar en cada aldea, unidos a los dem+s mendigos, y atraían a la gente por su dul"ura y buen car+cter. 1o había nadie en el país que no conociera a los niños abandonados y no los ayudara y protegiera en lo posible. !sí fueron creciendo hasta con$ertirse en una pareja de adolescentes bellos y amables. En uno de los $illorrios en los lo s que m+s amigos tenían, se celebraba una gran fiesta popular. Había di$ersiones y juegos de todas clases y comida de sobra. #odos los mendigos eran bien acogidos y se les
obsequiaban alimentos, $estidos y dinero. &os aldeanos y los dem+s mendigos recibieron amistosamente a los jó$enes, y en la alegría de la fiesta, se le ocurrió a alguien la idea de casarlos. ! los jó$enes les gustó la proposición juntos estaban desde la m+s tierna infancia y juntos querían continuar a lo largo de sus $idas. 0ólo tenían una preocupación dónde y cu+ndo celebrar sus bodas. &os mendigos acordaron que lo mejor era esperar al cumpleaños del rey, pues en esa ocasión las fiestas se prolongaban durante siete días, la comida era mucho m+s abundante, y dispondrían de todo lo necesario. !sí se hi"o. &os mendigos prepararon para los jó$enes un lugar donde celebrar sus bodas durante aquellos siete días las piedras serían sus asientos, las flores del bosque los adornos, y construirían el baldaquín nupcial con olorosas ramas de los +rboles. &a alegría de todos era enorme. 'urante la fiesta, los no$ios recordaron el día en que, perdidos en el bosque y hambrientos, se encontraron con el mendigo ciego, el primero que los alimentó y consoló, y epresaron su deseo de $ol$er a $erlo. Entonces apareció una figura encor$ada y en$uelta en sus $estidos. ( Heme aquí((les dijo, y reconocieron al mendigo ciego((. He $enido para daros mi regalo de bodas. *uando erais muy chicos os bendije diciendo 2 Quiera el Cielo que seáis como yo 2. Hoy quiero repetirla, y añadir el deseo de que teng+is una $ida tan larga como la mía. Hasta hoy habéis creído que soy ciego, pero no es así, sino que las cosas terrenales no despiertan mi interés ni atraen mi atención y por eso no las miro. 0oy muy anciano y a la $e" muy jo$en, pero a%n no he comen"ado a $i$ir. 1o estoy loco ni des$arío. Esto me ha sido otorgado y re$elado por la gran +guila, y $oy a contaros cómo
Historia del mendigo ciego
0ucedió hace tiempo que $arios hombres equiparon un barco y emprendieron una larga tra$esía. ! los pocos días se desató una terrible tormenta y el barco naufragó. 1ada pudieron sal$ar ecepto sus $idas y por suerte para ellos, llegaron a nado hasta una isla. En medio de ésta, se al"aba una torre, en la cual no encontraron ser $i$iente alguno, pero sí lo necesario para el sustento de todos. &legada la noche y agotados por tantas $icisitudes, se recostaron en torno a una hoguera. 3no de ellos propuso que cada cual contara el acontecimiento m+s antiguo que pudiera recordar. #odos aceptaron y rogaron al de mayor edad del grupo que fuera el primero en narrar su historia. Este era un hombre con $asta eperiencia como marinero y preguntó ( 4)ué podría contaros5 6ecuerdo hasta el día en que la man"ana se desprendió del +rbol. Entonces habló el segundo en edad ( ues yo recuerdo incluso el día en que comen"ó a brillar la lu". El tercero en edad dijo a su $e" ( 7 yo recuerdo el día en que comen"ó a formarse el fruto. El cuarto repuso ( Mis recuerdos llegan hasta el día en que ocurrió la fecundación.
El quinto inter$ino ( 6ecuerdo como si fuera hoy el momento en que el sabor de la fruta entró en la semilla. ( 7 yo((dijo el seto((cómo entró el olor de la fruta a la semilla. ( 7 yo((dijo el seto((cómo la semilla cobró forma de fruta. ero yo((continuó el mendigo ciego((que era entonces sólo un chiquillo, les dije 2 Pues yo recuerdo todos esos hechos y también me acuerdo de la Nada anterior" . #odos quedaron estupefactos al escuchar que los m+s jó$enes eran quienes tenían los recuerdos m+s antiguos, y que el que era casi un niño tu$iera el m+s antiguo de todos. &legó $olando entonces la gran +guila, llamó a la puerta de la torre y los con$ocó a todos seg%n su edad, pero indicó al m+s jo$en ir al frente, pues era el de m+s antiguos recuerdos y en sabiduría. 6eunidos todos, el +guila habló ( odéis acordaros de cómo salisteis del seno materno y de cómo habéis crecido dentro de él, porque en la mente del niño brilla una lu", o de cómo se formaron $uestros miembros en el $ientre de la madre- podéis acordaros del momento en que fue fecundada $uestra madre- podéis también recordar $uestro espíritu, $uestra alma, $uestra chispa $ital antes de que entraran al embrión. ero este chiquillo os a$entaja, porque en lo m+s hondo de su mente a%n palpita el recuerdo de las tinieblas que precedieron al comien"o, y el aleteo en el umbral del ser a%n resuena en su memoria, de la que no se ha borrado el soplo de la 1ada. or todo eso se mue$e en el abismo de la Eternidad como en su propia casa. El +guila hi"o una pausa y continuó ( 0er pobre y alimentarse de la mesa ajena ser+ el camino que os lle$ar+ a $ol$eros hacia los tesoros que os han sido dados. 8uestros cuerpos han sido destruidos cuando naufragó $uestro barco. 0er+n reconstruidos y retornaréis al mundo. Entonces el +guila se dirigió a mí con una $o" que pro$enía de lo !lto ( 8en conmigo, y estaré contigo por dondequiera que $ayas. Eres como yo mismo, anciano y a la $e" jo$en, y no has comen"ado a $i$ir. !sí debes seguir siendo. El mendigo ciego calló durante unos instantes y al fin dijo ( Es esto, queridos hijos, lo que hoy os ofre"co como regalo de bodas que se+is como yo. !l terminar su historia el mendigo ciego, quedaron todos arrebatados de alegría- sólo los cora"ones de los no$ios permanecieron serenos ante el milagro. !l segundo día de las bodas, en medio de sus felices in$itados, los desposados pensaban en el segundo mendigo((el sordo((que los había alimentado cuando erraban por el bosque. 'e repente, lo $ieron aparecer ante sus ojos. 24*ómo habr+ llegado sin ser ad$ertido52((se preguntaban, cuando el mendigo habló Parte 2 Historia del mendigo sordo
( He $enido atraído por $uestros pensamientos, y quiero repetir la bendición que una $e" pronuncié sobre $osotros que fueseis como yo. *reéis que soy sordo, pero no es cierto. Es que solamente puedo escuchar los incesantes llantos, necesidades y gritos de dolor del mundo entero. ues cada criatura es hija del dolor. ero no todos ellos me conmue$en, ni mi cora"ón se llena de la angustia de los seres creados. *on el pan que como y el agua que bebo tengo bastante. 0in embargo, cono"co las quejas de los que $i$en en la rique"a y la abundancia. 3n día fueron con$ocados, y yo estaba entre ellos- cada uno se $anagloriaba de la $ida holgada y llena de comodidades que lle$aba en su país. ( 8uestra $ida es un mal ejemplo comparada con la mía((les dije. Entonces se fijaron en mis harapos y en mi bolsa de mendigo, y se rieron de mí como de un necio. ( 9s in$ito a probar qué tipo de $ida es la mejor((y al $er sus rostros interrogantes, les conté lo siguiente ( *ono"co un país que una $e" fue un mara$illoso jardín en el que crecían los frutos m+s hermosos de la tierra. &os habitantes del lugar, gente sencilla y $irtuosa, disfrutaban de la $ista, el aroma y el delicioso sabor de aquellas flores y frutos y creían que no eistía nada mejor en el mundo, y que nada podría alterar sus dichosas $idas. 3n jardinero, lleno de sabiduría, cuidaba de aquel territorio y sabía hacerlo prosperar. ero una noche, el jardinero desapareció. &as cosechas mermaron, la mala hierba cubrió los sembrados y la antigua prosperidad $ino a menos, aunque a los pobladores no les faltó lo esencial para $i$ir, y así hubieran podido continuar de no sobre$enir una nue$a desgracia. ues un rey $ecino muy cruel in$adió aquel país y, en$idioso de sus fértiles tierras, decidió arruinarlas, y pensó que la mejor forma de lograrlo consistía en corromper a los habitantes del país. Entonces ordenó a sus tres s%bditos m+s per$ersos y mal$ados $i$ir entre ellos y contagiarles toda clase de $icios. 'e ese modo prosperaron en el país el engaño, el crimen y la prostitución y se apagó en los hombres la antigua inocencia. En sus ojos y sus palabras hubo sólo amargura y odio y nadie m+s se ocupó del jardín. !hora os in$ito a $osotros, que nad+is en la abundancia, a acudir allí a socorrer a ese desdichado pueblo con una parte de las rique"as que os sobran. #odos accedieron a $iajar conmigo al país en desgracia, pero cuando llegamos, el espect+culo era tan horrible y desolador que su sola $ista trastornó a mis acompañantes. Entonces les dije ( 7a $eis claramente que $uestras rique"as nada pueden hacer por estos infelices. Entonces congregué a todos aquellos infortunados y repartí entre ellos el pan y el agua que lle$aba en mi bolsa. El amor con el que eran dados los in$adió a todos y creyeron saborear en el pan y el agua las comidas y bebidas m+s deliciosas del mundo. 0us cora"ones fueron recobrando la pure"a y la lu" perdidas, y cuando adquirieron conciencia del mal que les habían hecho, se rebelaron contra el rey tirano y apresaron a sus corrompidos ser$idores. 7 he aquí que el jardinero que h abía desaparecido regresó al país y restableció la antigua prosperidad. !sí todos aquellos que me habían acompañado pudieron $er cómo el amor y la sencille" que guiaban mi $ida había sal$ado al país, y reconocieron su poder. !hora, hijos míos((añadió el mendigo sordo dirigiéndose a los jó$enes esposos((, como regalo de bodas, os deseo que lleguéis a ser como yo((y dicho esto, se esfumó discretamente y lo s festejos continuaron. !l tercer día, ambos desposados comen"aron a pensar en el tercer mendigo que les había socorrido en el bosque.
( 0i supiéramos dónde est+((comentaban entre sí((, lo in$itaríamos a compartir nuestra alegría. 'e repente apareció ante sus ojos, como salido de la tierra, y así habló
Historia del mendigo tartamudo
( 3na $e" os bendije diciendo que pudierais ser como yo. !hora $oy a re$elaros el significado de mi bendición. *reéis que soy tartamudo, pero no es cierto, sino que los sonidos mundanos, que no epresan los designios de 'ios, son indignos de contener la $erdadera palabra y suenan en mi boca como sílabas inconeas. Me ha sido otorgado el don de la palabra, y cono"co los cantos m+s sublimes. 1o hay nadie que no quede arrobado al escucharlos, y en cada uno de ellos se encierra una sabiduría mayor que toda la sabiduría de este mundo. ues esto me ha sido re$elado por boca del 3ngido, del hombre de :racia y de a". 7o recorro la tierra y recojo toda buena acción y toda obra caritati$a y las lle$o ante él, y de todas esas buenas obras nace el tiempo y se renue$a en su eterno fluir. ues el tiempo no eiste por sí mismo, sino una cosa creada a partir de los actos de las almas. 8oy a contaros la historia de las historias, la leyenda de las leyendas que contiene la primera de todas las $erdades junto al %ltimo abismo del espacio hay una montaña, y en la montaña hay una roca de la cual brota una fuente. 0abed también que todas las cosas del mundo tienen un cora"ón, y que el propio uni$erso tiene también uno. Esa montaña con la roca y la fuente se encuentra en uno de los límites del espacio, allí donde comien"a el %ltimo abismo. 7 el cora"ón del uni$erso est+ en el otro límite del espacio, allí donde termina el %ltimo abismo. 7 el cora"ón del uni$erso se halla frente a la fuente y su $ista la busca m+s all+ de la plenitud del espacio y de todas las cosas que est+n en el espacio, y anhela con $ehemencia llegar hasta ella. 7 el cora"ón del uni$erso clama eternamente por la fuente, pero est+ tan cansado que muy pronto quiere descansar un poco y ali$iarse de su angustia. Entonces acude un gran p+jaro y etiende sus alas sobre él para que repose a su sombra, pero aun en el descanso siente la presencia de la fuente y ansía $erla. !l reponerse, intenta de nue$o alcan"arla, pero no hace m+s que intentarlo, cuando desaparece ante su $ista la montaña y ya no puede $er la fuente. 0i dejara de $erla para siempre, moriría sin duda, pues toda su $ida depende de la fuente y del anhelo de llegar a ella. 7 si muriera, sucumbiría el mundo entero, porque la $ida de todos los seres depende de él y sólo por él permanece. 7 sucede que, cuando deja de $er la montaña y la fuente, el ansia de $er a esta %ltima se hace m+s fuerte que el ansia de alcan"arla, y el cora"ón del uni$erso regresa al sitio de donde había salido. *omo la fuente eiste m+s all+ del tiempo y le resulta imposible adquirir una eistencia temporal por sí misma, queda eternamente cerrada en su temporalidad y no puede abrirse al cora"ón del uni$erso. ero mediante dicho cora"ón, la fuente logra periódicamente adquirir $ida temporal, porque el cora"ón del uni$erso le regala un día como un don precioso. *uando ese día se acerca a su fin y las luces declinan, el cora"ón y la fuente se dicen uno a otra palabras de amor y de despedida, y se escuchan los cantos del eterno anhelo. El cora"ón del uni$erso queda en gran desasosiego y quiere morir porque no puede darle m+s que un día y lo in$ade el miedo de que la fuente le sea arrebatada para siempre m+s all+ del tiempo. ero el hombre de :racia y de a" $ela por ellos y cuando la noche trae la separación de ambos y el doloroso canto se escucha, le regala un nue$o día al cora"ón del uni$erso y éste lo regala a su $e" a la fuente. ero sabed que el tiempo que el hombre de :racia y a" concede lo obtiene de mis manos. ues en mi $iaje por toda la tierra recojo todas las buenas acciones y obras caritati$as y sobre ellas pronuncio las palabras de la :ran 3nificación. Entonces se con$ierten en melodías que entrego al hombre de :racia y de a", y él crea de ellas el tiempo. orque el tiempo nace de la melodía y ésta a su $e" de la :racia. 'e este modo los días brotan del canto y llegan al cora"ón del uni$erso y de éste a la fuente. 'e ahí pro$iene la duración del mundo aunque su anhelo nunca se etingue. 0in embargo, mi alma est+ siempre llena de la alabra y del *anto. Este es mi regalo de bodas, hijos míos que lleguéis a ser como yo. Muy unidos y llenos de dicha escucharon los jó$enes el discurso del tercer mendigo, y sus almas entonaron un c+ntico silencioso de alaban"a.
En la mañana del cuarto día recordaron los esposos al mendigo del cuello torcido que también los había socorrido, y he aquí que apareció ante e llos sin saberse cómo había llegado y les habló Parte 3 Historia del mendigo del cuello torcido
( He $enido, queridos hijos, a reno$aros hoy la bendición que pronuncié sobre $osotros aquel día en el bosque. 4*reéis que en $erdad tengo el cuello torcido y no puedo miraros a los ojos5 ues no es así, sino que aparto mi mirada de las $anidades humanas y no me"clo mi aliento con el de los $anidosos. Mi garganta y mi cuello est+n constituidos de tal modo, que puedo imitar todos los sonidos del uni$erso diferentes de las palabras, y no eiste ninguno que yo no pueda reproducir. Esto ha sido testificado por los habitantes del reino de la m%sica. ues eiste un país cuyos pobladores saben ejecutar los m+s $ariados instrumentos y entonar cualquier clase de cantos, y hasta el balbuceo de los niños suena como una mara$illosa canción. *ada uno re%ne en su garganta $oces de distintos registros y es capa" de cantar con todas ellas. En una ocasión, los m+s sabios del país con$ersaban sobre las m%ltiples $oces que $i$ían en ellos, y comentaban que no sólo los sonidos propios de los seres $i$os pugnaban por alcan"ar $ida y plenitud a tra$és de sus gargantas, sino también las almas del arpa y de la $iola hablaban por sus bocas. Entonces yo, que hasta el momento los había escuchado en silencio, les dije ( Mi $o" posee las mismas cualidades que las de todos $osotros y aun las supera, porque posee los tonos y registros que nunca habéis oído y ni siquiera sospech+is. ues en el origen de los tiempos, a todos los seres a los que no les fue otorgado el don de la palabra se les concedió la posibilidad de epresarse a tra$és de mí y de entonar por mi medio el canto que re$elaba lo m+s profundo de sus cora"ones. 7 si queréis comprobarlo y comparar mis dotes con las $uestras, así lo haremos. Hay dos reinos que distan entre sí miles de millas. *uando llega la noche, los habitantes de esos reinos no pueden dormir, sino que se asoman por las murallas circundantes o deambulan junto a ellas, y es tan amargo el clamor de hombres y mujeres, de niños y ancianos, que conmue$e a todos los seres los animales a%llan, los +rboles sollo"an, las aguas corren entre tristes murmullos y hasta de las piedras se ele$a un doloroso lamento. ;'ignaos, sabios Maestros, ayudar a esos tristes reinos dominando con $uestras $oces sus amargos clamores< reparaos y os conduciré hasta ellos. !sí lo hicimos y llegamos al primero de los reinos cuando atardecía. 1o hicimos m+s que pisar la frontera, cuando mis acompañantes comen"aron ellos mismos a proferir tristes lamentos y sus $oces se unieron al coro de los habitantes del lugar. ( 7a $eis((les dije entonces((que $uestras grandes dotes y $uestra sabiduría sucumben ante la fuer"a del dolor. 8oy a eplicaros cómo ha ocurrido esto hay dos p+jaros, macho y hembra, que son %nicos en su especie y en el mundo no hay ning%n otro igual. 3n día se separaron sin poder $ol$er a encontrarse. 'esde entonces se buscan angustiados, y cuando creen que $an a lograrlo, $uelan confundidos en direcciones opuestas, y gritan de dolor hasta que se desploman agotados y sin m+s esperan"as de reencontrarse. 7 he aquí que cada uno habita en uno de los dos reinos, separados por miles de millas de distancia. 'urante la noche, cada uno lan"a al $iento su doloroso clamor de añoran"a por el otro. !l llegar la mañana, todos los p+jaros de los bosques cercanos se re%nen en torno a cada uno de ellos e intentan consolarlos con mil arrullos y gorjeos y a cada uno le aseguran que alg%n día se reunir+ con su cónyuge. 'e este modo, sus cora"ones se calman durante el día, pero al caer la noche, cuando los p+jaros que los acompañan se marchan en bandada, cada uno siente con mayor intensidad qué solo est+ en el mundo y comien"a a lamentarse amargamente. Este clamor se escucha cada $e" m+s lejos y con m+s fuer"a, y nada ni nadie puede sustraerse a su dolor ni e$itar sumarse a sus lamentos, pues hasta las piedras mismas se conmue$en. El triste coro $a creciendo, y canta la desdicha de todos los seres. 'e este modo, ambos reinos lloran día y noche.
( ;8aya<((eclamaron los maestros((47 te crees capa" de ayudarles5 ( ;0in duda que lo soy< En mí $i$en las $oces y sonidos que emiten todas las cosas del uni$erso, y cada una me ha contado sus penas y alegrías. or ello, mientras que $uestra compasión y $uestra energía han sido $encidas por el dolor, las mías se disponen a luchar contra él. 'icho esto, y para librarlos del hechi"o del dolor, conduje a los sabios y maestros a un lugar distante, situado entre los campos que separaban ambos reinos. Entonces, empleando mis poderes, imité el canto de ambos p+jaros primero la del macho, que hice llegar a la hembradespués la de la hembra, que en$ié hacia el macho. *uando cada uno de ellos oyó la $o" del otro, quedaron mudos y temblorosos, sin poder mo$erse de sus respecti$as ramas. ero mis llamados, imitando sus $oces, no cesaban, y al fin ambos emprendieron el $uelo, cada uno orientado por la $o" del otro, hasta que se encontraron precisamente en el lugar en el que me hallaba junto a los sabios. 0u mutua alegría fue indescriptible y nunca m+s se les oyó llorar. or eso, hijos míos, os traigo como regalo de bodas mi bendición que se+is como yo. &as palabras bondadosas del mendigo llegaron al cora"ón de ambos jó$enes y encendió en ellos el deseo de ayudar siempre a los seres $i$ientes. !l quinto día, irrumpió en medio de su felicidad el recuerdo del quinto mendigo, el jorobado, y desearon con gran fuer"a $erlo en su fiesta de bodas. 'e pronto apareció ante ellos, y tomando entre las suyas las manos de ambos desposados, los saludó así ( !quí estoy, hijos míos, para traeros mi bendición como regalo nupcial. Es la misma que os di cuando erais niños que lleguéis a ser como yo.
Historia del mendigo jorobado
( 4*reéis que soy jorobado5 ues no es así mi aspecto es sólo $anidad e ilusión, pero pro$iene del hecho de que lle$o sobre mis espaldas todas las cargas del mundo. Mi espalda es recta y fuerte y posee el don de lo pequeño que doblega a lo grande. 0obre ella lle$o todas las penas, angustias y miserias del uni$erso. #odo eso lo cargo sobre mis hombros. 3na $e" se reunieron los mayores sabios del mundo para indagar quién poseía el don de lo pequeño que $ence y domina a lo grande. 3no de ellos dijo ( Mi mente es lo pequeño que somete a lo grande, pues en ella lle$o las necesidades de miles y miles de seres humanos que dependen de mí. *on ayuda de mi mente, los alimento y los pro$eo de cuanto necesitan. &os dem+s se echaron a reír meneando sus cabe"as. Entonces habló otro de ellos ( Mi palabra es lo pequeño que somete a lo grande. He sido destinado por el :ran 6ey a recoger todos los cantos de alaban"a, todas las peticiones y quejas, todas las palabras de gratitud y toda palabra dicha en $o" alta, murmurada o siquiera pensada en silencio y a lle$arlas ante =l a tra$és de las mías. 7 mi palabra las contiene a todas, las epresa y las supera. &os dem+s se echaron de nue$o a reír meneando sus cabe"as. Entonces habló un tercero
( Mi silencio es lo pequeño que somete a lo grande. or doquier se le$antan contra mí los mentirosos y blasfemos, y murmuran contra mí e intentan a$ergon"arme y destruirme con sus ofensas y calumnias. ero yo callo ante ellos, y mi silencio $ence sus palabras malignas. &os dem+s $ol$ieron a reír meneando sus cabe"as. Entonces habló el cuarto ( Mi $ista es lo pequeño que $ence a lo grande. *on mis ojos abarco todos los mo$imientos, dan"as y torbellinos del mundo, al cual condu"co y oriento. 'e este modo mi $ista guía a ese gran ciego que es el mundo, y capto y presido todas sus acciones. &os dem+s sabios callaron y miraron con respeto al que había hablado. Entonces yo inter$ine ( Este es el mayor entre $osotros, pero yo soy mayor que él. ! mí me pertenece el $erdadero don de lo pequeño que $ence a lo grande, pues lle$o sobre mis espaldas todas las cargas del mundo. ara que lo entend+is mejor, $oy a re$elaros algo es sabido que cada animal conoce un lugar seguro donde guarecerse y cada p+jaro conoce una rama donde posarse pero, 4sabíais acaso que hay un +rbol que sir$e de refugio a todas las criaturas5 &os animales descansan a su sombra y las a$es en sus ramas. ( &o hemos escuchado de nuestros abuelos((respondieron los sabios((, y tenemos entendido que todas las alegrías de la $ida de nada $alen comparadas con la dicha que se siente al reposar junto a ese +rbol, pues todos los seres $i$os est+n allí hermanados y juegan a su sombra. ero no tenemos idea de cómo llegar hasta él. 3nos dicen que habría que buscarlo hacia el este, otros que hacia el oeste y no sabemos a cu+l hacer caso. Entonces les dije ( 4or qué comen"+is por a$eriguar cómo llegar allí5 'eberíais saber primero quiénes y cómo son los hombres dignos de hacerlo. Escuchadme ese +rbol tiene tres raíces de las que pro$ienen sus dones. 3na raí" se llama fe- otra se llama fidelidad- la tercera se llama humildad. &a $erdad es el tronco del +rbol. 0ólo quien re%na los dones propios de todas ellas podr+ llegar a él. &os maestros decidieron entonces esperar a que todos y cada uno de ellos reunieran las $irtudes necesarias, pues a algunos faltaba una u otra. 'e este modo se esfor"aron en adquirirlas y en practicarlas, y llegaron a un estado de gran perfección. En el instante en que esto sucedió, recibieron la re$elación del camino que debían seguir y partieron. 7o los acompañaba, y caminamos durante muchos días hasta que $imos a lo lejos el +rbol. ero asombrosamente estaba a la $e" en un sitio y en ninguno, separado del espacio, de modo que los sabios desesperaron de poder llegar hasta él. Entonces $ol$í a hablarles ( uedo conduciros hasta el +rbol, porque est+ m+s all+ del espacio, y yo, que lle$o sobre mi espalda todas las cargas del mundo, poseo el don de lo pequeño que domina a lo grande y mi alma ha superado los límites del espacio. !quí donde estoy terminan esos límites y sólo un paso basta para entrar allí donde el espacio ya no eiste. Entremos ahora juntos. !sí lo hicimos y pudimos eperimentar la dicha inefable que irradia del +rbol. Hoy, hijos míos, quiero reno$aros mi bendición como regalo de bodas, y os deseo que se+is como yo. 'ía a día iba creciendo la felicidad de los jó$enes esposos, pero al seto día recordaron al mendigo de las manos baldadas y desearon con todo su cora"ón in$itarlo a compartir su dicha. Entonces el mendigo apareció ante ellos y les dijo
( 8engo a reno$ar la bendición que un día pronuncié sobre $osotros. 4*reéis que mis manos est+n tullidas e in%tiles5 1o es así. En realidad puedo usarlas para cualquier cosa, sal$o para oprimir al pobre o dejar de ayudar al que sufre. Mis manos son fuertes y +giles, y act%an en lo m+s distante y en lo m+s profundo. 7 os contaré lo que han conseguido Parte 4 Historia del mendigo de las manos lisiadas
En una ocasión se reunieron los hombres m+s fuertes de la tierra y cada uno ealtó ante los dem+s el poder de sus manos. ( 0oy capa" de atrapar flechas al $uelo((dijo uno de ellos((y de$ol$erla al punto de partida, y puedo hacer retroceder la flecha que ya ha alcan"ado su destino y anular sus efectos, si ha sido en$enenada y ha herido a alguien. Entonces inter$ine ( 40obre qué tipo de flechas te ha sido dado ese poder5 ues eisten die" clases de flechas, untadas con die" clases de $enenos. =l eplicó cu+les eran las flechas sobre las que tenía poder. Entonces $ol$í a hablar ( En ese caso no podrías sal$ar a la hija del rey, porque no eres capa" de arrancar de su cora"ón las die" flechas. 9tro de los fuertes habló ( uedo abrir con mis manos las rejas de las c+rceles, y los cerrojos de sus puertas estallan, si los toco solamente con mi dedo. ( 4)ué tipo de rejas abres5((le pregunté((ues es sabido que eisten die" clases de rejas, y los cerrojos de sus puertas son de die" formas distintas. =l eplicó cu+les eran las rejas y cerrojos sobre los que su poder actuaba. ( En ese caso no podrías sal$ar a la hija del rey((le respondí((porque no tienes poder sobre los die" muros de agua que cercan su palacio. ues sólo quien alcan"a la plena libertad anda y act%a libremente. 3n tercero habló ( 7o puedo transmitir sabiduría con mis manos, y la doy a todo aquel sobre quien las imponga. ( 4)ué clase de sabiduría transmites5 ues hay die" tipos de sabiduría y cada uno eplica sólo una porción de la $erdadera Esencia. =l eplicó qué clase de sabiduría era capa" de transmitir. ( En ese caso no podrías sal$ar a la hija del rey((repliqué((, porque no podrías descubrir y reconocer sus die" aflicciones. 0ólo quien otorgue la plena y total sabiduría conocer+ lo que est+ oculto.
3n cuarto dijo entonces ( 7o podría atrapar las alas de la tempestad y gobernarlas con mis propias manos. ( 4)ué clases de tempestades eres capa" de dominar5((le pregunté ((ues hay die" tipos de tempestades y cada uno entona su melodía y te la enseña, si eres su amo y señor. =l eplicó que clases de tempestades era capa" de dominar. ( En ese caso no podrías sal$ar a la hija del rey((repliqué((, porque no lograrías cantar ante ella las die" melodías que le de$ol$erían la salud. 7 las die" melodías se esconden en la fuer"a de las die" clases de tormentas. Entonces ellos me preguntaron ( 47 cu+les son tus poderes, que te permites dirigirte así a nosotros5 ( uedo hacer todo cuanto hacéis y también lo que no podéis. He abierto todas las c+rceles y cerrojos de la tierra y me paseo libremente por las nubes. #engo poder sobre todos los dardos y flechas y etraigo de las heridas todos sus $enenos, cuyos efectos anulo. 0oy capa" de transmitir todos los tesoros de la sabiduría y de descubrir todos los secretos. uedo uncir a mi carro todas las tormentas y he aprendido cada una de sus melodías. 7o sí soy capa" de sal$ar a la hija del rey y para probarlo, os contaré su historia 0ucedió hace alg%n tiempo que un príncipe quiso seducir a la hija de un rey y empleó todos los medios posibles para hacerla suya. &ogró conseguir sus propósitos, pero pocos meses después, el príncipe tu$o un etraño sueño $io a la hija del rey que, colocada sobre el lecho, le apretaba el cuello con las manos hasta estrangularlo. *on$ocó entonces a sus magos y adi$inos y éstos le dijeron que el sueño era una ad$ertencia de que moriría por causa de el la. El príncipe no sabía qué decisión tomar no quería mandarla a matar al $erla tan jo$en y hermosatampoco quería echarla del palacio porque no se sentía capa" de soportar su ausencia ni de saberla alg%n día junto a otro hombre- pero temía continuar como hasta entonces y que se cumpliese el fatídico sueño. &os temores y las dudas hicieron que el príncipe comen"ara a mirar a su amante con desconfian"a, y el miedo se reflejaba en sus ojos y en sus palabras. &a hija del rey se sintió primero desconcertada y luego ofendida ante un cambio tan brusco para el que no hallaba eplicación. 'e tal modo fue desapareciendo el amor que le tenía y comen"ó a temerle y a e$itar su presencia. 3n día decidió escapar, y huyendo del príncipe, llegó al castillo de agua que, resguardado por die" muros de olas, se al"aba sobre un torrente. 1adie podía acercarse sin ser de$orado por las aguas. *uando la hija del rey llegó ante el primer muro, miró detr+s de sí y $io que el rey la perseguía junto con su séquito. *omo no había otro camino para escapar de él, se detu$o, apoyó la cabe"a contra el muro de olas, cerró los ojos, y oyó a sus espaldas los cascos de los caballos, ante sí el ruido de las aguas y le pareció mejor morir antes que retornar a su infortunada $ida junto al príncipe. Entonces se arrojó al torrente, que en lugar de tragarla, la sostu$o. &os muros de agua se abrieron y atra$esó las die" puertas para entrar en el palacio de agua. El rey, que lo había $isto todo, ordenó encendido de cólera a sus arqueros que dispararan sus flechas contra ella, pero no la alcan"aron. 0in embargo, a la entrada del palacio, la jo$en se detu$o para mirar por %ltima $e" al príncipe, y las %ltimas die" flechas empon"oñadas atra$esaron su cora"ón y cayó sobre las olas, herida y en$enenada. ero en lugar de tragarla, las olas la lle$aron sua$emente dentro del palacio y la tendieron sobre un lecho.
*uando el príncipe intentó seguirla con sus huestes para rematarla, las olas se $ol$ieron contra ellos y los de$oraron. !hora el tiempo se ha cumplido, se ha escuchado el mandato, y ha llegado el momento de liberar a la princesa. Entonces entré al palacio de agua, atra$esé los muros, sané las heridas del cora"ón de la princesa y anulé la acción del $eneno. !hora, hijos míos, como regalo de bodas, os doy la fuer"a de mis manos y repito la bendición que una $e" pronuncié sobre $osotros )ue se+is como yo. &os jó$enes se sintieron colmados de dicha y las celebraciones nupciales prosiguieron.
Aquí debemos concluir . 1o nos es dado ahora escuchar la historia del séptimo mendigo, porque
a%n no somos dignos de ella y esto es un gran dolor. 7 =l nos ha re$elado que no seremos dignos de oírla hasta la llegada del Mashíaj. )ue nos sea concedido que $enga pronto, en nuestros días, y que podamos $erlo con nuestros propios ojos. !mén.