Finalmente una tercera etapa- desde 1989 hasta la actualidad- en la cual el proyecto se fragmenta en varios itinerarios individuales fuertes y se produce "el abandono sucesivo de la revista Quaderni Storici por parte de la mayoría de los miembros del núcleo duro principal..." . Se incorpora al Comité científico de la revista una nueva generación de historiadores y se separan las historias de, por un lado, la revista Quaderni Storici y, por otro lado, del proyecto microhistórico italiano. Este pierde el carácter colectivo que lo había caracterizado en la etapa anterior, lo que lleva a algunos de sus principales representantes a expresar que la microhistoria se encuentra en crisis. Sin embargo, y paradójicamente, las principales propuestas de este proyecto historiográfico continúan difundiéndose por todo el mundo, lo que muestra que el proyecto no ha desaparecido, sino que se ha transformado, permaneciendo vigente y como horizonte de investigación para nuevas generaciones de historiadores. Actualmente para algunos estudiosos las propuestas teóricas y metodológicas de los microhistoriadores italianos se han vuelto patrimonio de la comunidad de historiadores, que en todas partes del mundo abrevan en el proyecto, lo nutren y lo resignifican.
Distintas vertientes de mismo desafío Del mismo modo en que podemos hacer una división cronológica, también podemos presentar a estos autores en base a orientaciones temáticas, lo que ha llevado a distintos estudiosos a hablar de dos "vertientes" de la microhistoria italiana. Desde el núcleo de la microhistoria en Italia, Edoardo Grendi señala la existencia de dos vertientes de la misma. La primera- que denomina cultural- parte de episodios, historias de casos, "tanto más feliz cuanto más densa era la crónica". Según el autor su relevancia es por lo menos doble: como ejemplificación de un particular problema historiográfico y en cuanto ilustración de la cultura del tiempo, más que de un específico grupo social. Aquí la referencia obligada es Il formaggio e i vermi (El Queso y los gusanos) de Ginzburg. La otra vertiente, vinculada a la contextualización social, toma procedimientos analíticos diferentes referidos a la reconstrucción de las redes de relaciones y a la individualización específica de la elección (individual o colectiva). Aquí cobra fuerza y sentido el uso del término estrategia, que si bien tiene un significado hiperracionalista es para Grendi el garante de un protagonismo que la tradición historiográfica solamente atribuye a las elites. En ambas vertientes, y desde la crítica a los microhistoriadores, se ha puesto en cuestión la representatividad del caso estudiado, como así también la
elección de casos excepcionales (derivado del problema de fuentes). En esta vertiente se ubica el propio Grendi y Giovanni Levi. Específicamente Grendi "defiende el análisis de las relaciones sociales, cuya densidad sólo podría ser captada al reducirse la escala de observación" A pesar de esta división en dos vertientes otros historiadores también recuperan la figura de Carlo Ginzburg ligándolo a la tradición- dentro de los estudios históricos, artísticos y culturales- abierta por el alemán Aby Warbug. José Emilio Burucúa resume el interés en la obra de Warbug en la actualidad en torno a tres núcleos de su obra: " primero, una idea peculiar del Renacimiento como tiempo de inauguración de la modernidad; secundo, un acercamiento a la etnología con el propósito de comprender el sentido de las prácticas mágicas en las sociedades arcaicas del presente, et tertio, un método de investigación y descubrimiento para la historia de la cultura" . Esta tradición, abierta por Warburg y continuada por el grupo de historiadores reunidos en el Instituto que lleva su nombre, en la ciudad de Londres, se diversifica y prende en distintos lugares del mundo. Para Burucúa en Italia es el lugar donde esta tradición fructifica con igual ímpetu que en Londres, e influye en la historiografía cultural italiana en dos campos: el de la filosofía y la ciencia del Renacimiento, donde descollan Eugenio Garin y Paolo Rossi y en la obra incomparable de Carlo Ginzburg. La filiación con esta tradición se debe a varios motivos: " primero, Carlo trabajó en el Instituto londinense a mediados de los sesenta y allí escribió sus esclarecedoras Notas sobre un problema de método. Segundo, la presentación del paradigma indiciario [...] no sólo fue colocada bajo la advocación de Aby Warbug desde el epígrafe (Dios está en lo particular), sino que tal paradigma es per se una forma generalizada y sistemática del método warbuguiano... Tercero, buena parte de los artículos y libros de Ginzburg son producto del estudio indiciario aplicado a problemas del significado de obras de arte o de la literatura y se resuelven, a menudo, en términos de identificación de alguna variante del Nachleben der Antike". Un punto central que rescata Burucúa en la tradición warbugiana, y, por supuesto en la propuesta de Carlo Ginzburg, es el "paradigma indiciario", que propone descubrir pequeñas "huellas" presentes en los documentos, los cuales analizados a escala micro, revelarían aspectos que de otra manera pasarían desapercibidos. Nos interesa destacar que los métodos indiciarios renacen ya a fines del siglo XIX en torno a tres personalidades: Giovanni Morelli, quien revoluciona los estudios que permiten la identificación de los autores de obras no documentadas en la pintura, basándose en algunos detalles periféricos a las figuras centrales, que cada autor repite de manera
casi automática y que permite al estudioso, identificando esas ‘huellas’, atribuir las mismas a un artista determinado. Otra expresión contemporánea de este método se encuentra relacionada con el personaje del detective Sherlock Holmes- inventado por Arthur Conan Doyle-, apasionado buscador de huellas y señales dejadas por los individuos- voluntariamente o no- en una escena de crimen. Esta búsqueda le eprmite al detective identificar a los autores que se esconden detrás de esos indicios. Ya a comienzos del siglo XX Sigmund Freud busca y analiza signos exteriores de la conducta humana para develar la parte reprimida e inconsciente de la psique de los individuos. Queda mucho más por analizar de la filiación de Ginzburg con la tradición warbuguiana, pero basta destacar que la figura de Ginzburg trasciende- con creces- los límites o el encasillamiento en la microhistoria italiana. Además, Burucúa lo presenta como un polo de atracción historiográfica en sí mismo y no lo filia a los microhistoriadores italianos, sino que rescata sus estudios más ligados a la historia del arte y sus trabajos sobre magia, brujería, entre otros.
Microanálisis y microhistoria: los problemas de escala La microhistoria italiana se caracteriza- y es reconocida en el resto del mundo- por su propuesta de la reducción de la escala de investigación como recurso metodológico esencial. Esta propuesta se inscribe también en el complejo panorama de crisis de la historia serial, la cual prefiere seleccionar como objeto de conocimiento sólo lo que se repite, lo que es posible seriar, pero para el italiano Carlo Ginzburg esta opción significa pagar un precio, en términos cognoscitivos, muy elevado: en el plano cronológico, en el plano temático, en la documentación, anulando la particularidad de la documentación existente en beneficio de los que es homogéneo y comparable. Para Ginzburg cada documento "aún el más raro puede inscribirse en una serie, también, puede servir, si se analiza adecuadamente, para arrojar luz en una serie documental más amplia." Para Jacques Revel esta mutación en la escala de análisis está funda en el principio de que la elección de cierta escala de observación produce efectos de conocimiento y puede llegar a ser una particular estrategia de conocimiento, siendo fundamental la variación, más allá de la elección de escala que realice el historiador.La elección individual o particular no está en contra de lo social, sino es un modo posible y distinto de aproximarse a lo social. Se trata de enriquecer la realidad, tomando en cuenta los aspectos más diversos de la experiencia social. Los microhistoriadores afirman que cada actor histórico participa en procesos de dimensiones y niveles diferentes,
desde lo más local a lo más global. No existe una oposición entre micro y macro análisis, ya que no se trata de realidades diferentes sino de niveles diferentes de la misma realidad, observada desde distintas escalas. La apuesta de la experiencia microsocial es que la experiencia más elemental, la del grupo reducido, incluso la del individuo, es la que más ilumina el problema, porque es la más compleja y porque se inscribe en el mayor número de contextos diferentes. Como también afirma Levi, la reducción de escala es un procedimiento analítico aplicable en cualquier lugar, con independencia de las dimensiones del objeto analizado. El principio unificador de toda investigación microhistórica en la creencia de que la observación microscópica revela factores que de otra manera no pueden ser observados. El principio metodológico es uno sólo para Levi "es un problema de escala. La microhistoria no es estudiar cosas pequeñas sino mirar en un punto específico pequeño, pero proponerse problemas generales. Es la modificación de la escala de observación"... "a medida que se reduce la escala se hace más preciso el detalle. Es la variación de la óptica del historiador, en este sentido es muy importante el historiador, no el documento. La posición que toma el investigador en la investigación". De la misma manera, la microhistoria tampoco es sinónimo de historia local ya que no se trata de reducir el ‘espacio’ a investigar, sino reducir la escala de observación. Lo local, la comunidad, el espacio reducido no debe ser estudiado para establecer un modelo a escala de un conjunto, como si se tratara de un experimento. Una comunidad se convierte en objeto de una investigación porque es relevante en sí misma y porque aporta algo significativo al conocimiento histórico de una realidad general que se manifiesta a distintos niveles. El enfoque microhistórico aborda también el problema de cómo acceder al conocimiento del pasado mediante diversos indicios, signos y síntomas. Es un procedimiento que toma lo particular como punto de partida y procede a identificar su significado a la luz de su contexto específico. Pero, a diferencia de la insistencia del funcionalismo en la coherencia social, los microhistoriadores se centran en las contradicciones de los sistemas normativos y, por tanto, en la fragmentación y pluralidad de puntos de vista que hacen a todos los sistemas fluidos y abiertos. Los cambios se producen mediante estrategias y elecciones mínimas que actúan en los intersticios de los sistemas normativos contradictorios. Giovanni Levi sostiene "muchas veces los historiadores piensan que lo general es lo genérico o la generalización. La microhistoria busca analizar los funcionamientos y a través de éstos generalizar
conclusiones, especialmente para producir preguntas y respuestas que puedan ser comparables en otros contextos" y en este tránsito entre lo particular y lo general aclara que "las cosas no se generalizan... Se deben generalizar las preguntas no las respuestas". Carlo Ginzburg coincide "lo que me interesa en la microhistoria es sobre todo el problema de la generalización en la historia como disciplina. Es decir, en lugar de dar por sentada la generalización, volver a proponerla como problema"
La construcción del relato Otro punto para el análisis es reflexionar acerca de cómo construyen el relato los microhistoriadores. Ginzburg reflexiona sobre la historia narrativa, ya que para él se trata no solamente de reconstruir una experiencia individual sino también de contarla y contar asimismo los obstáculos o ausencias documentales que se interponen en la investigación y que deben ser elementos constitutivos (no el narrador omnisciente) y por lo tanto debían formar parte del relato. Las hipótesis, las dudas, las incertidumbres llegan a ser parte del relato: "la investigación de la verdad sería parte de la exposición de la (necesariamente incompleta) verdad alcanzada" . En una entrevista realizada por Adriano Sofri a Carlo Ginzburg él reflexiona "¿Por qué no hacer entrar, siempre, al lector dentro del laboratorio del estudioso? Pienso que presentar el resultado de la investigación y no su camino falsea definitivamente las cosas" Así, las investigaciones microhistóricas italianas afrontan la cuestión de la comparación en clave distinta: a través de la anomalía y no a través de la analogía. Primero de todo, hipotetizando como potencialmente más rica la documentación más improbable: el ‘excepcional normal’, en segundo lugar, " mostrando como han hecho por ejemplo Giovanni Levi y Simona Cerruti que cada configuración social es el resultado de la interacción de innumerables estrategias individuales: una trama que solo la observación muy cercana permite reconstruir " . Según sostiene J. Revel, con los microhistoriadores nos encontramos antes elecciones explícitas de formas de escrituras. Pero esta búsqueda no depende solo de una elección estética, más bien se trata de una elección de orden heurístico, ya que invita al lector a participar en la construcción de un objeto de investigación y porque los asocia en la elaboración de una interpretación. Giovanni Levi afirma que el relato no debe ser visto como una opción entre historia cualitativa, individualizada, e historia cuantitativa, cuya ambición es determinar leyes, regularidades y un comportamiento colectivo formal. La función concreta del relato se puede resumir en dos características: intento de demostrar, mediante una relación de hechos consistentes, el verdadero funcionamiento de ciertos aspectos
de la sociedad que resultarían distorsionados por la utilización independiente de la generalización y la formalización cuantitativa, así se muestra la relación entre los sistemas normativos y la libertad de acción individual. La segunda afirma la necesidad de incorporar al cuerpo principal del relato los procedimientos de la misma investigación, las limitaciones documentales, las técnicas de convencimiento y las construcciones interpretativas. Nuevamente, el punto de vista del historiador se convierte en parte intrínseca del relato. Giovanni Levi en una entrevista sostiene "Me parece que debe cambiarse esta visión donde el historiador se presenta en forma autoritaria: yo digo la verdad y tu entiendes. Esto implica manipulaciones. En este sentido, la microhistoria introduce mayor complejidad en la narración"
Reflexiones finales Es necesario reflexionar porqué, y a pesar del éxito internacional de esta propuesta historiográfica, sus principales representantes acusan una crisis o bien dan por finalizado este proyecto. Al respecto Giovanni Levi afirma de manera contundente "yo creo que hoy nadie hace microhistoria. Hay una crisis de la microhistoria, en el sentido que el éxito de la microhistoria en los diarios, las revistas, etc., ha producido dos cosas: una es ...la historia basura, ocuparse de cosas que no interesan a nadie, que son muy pequeñas, esta es una suerte de imagen falsa de la microhistoria [...] Por otra parte, existe una crisis en la causa por la cual la microhistoria había nacido... A principios de los ’80: la microhistoria nació como una crítica a una conceptualización muy fuerte del marxismo, del estructuralismo y en general era una razón para complicar la conceptualización de la realidad [...] Hoy me parece que estamos totalmente del otro lado de la cuestión, todo lo vemos muy complicado pero no tenemos una interpretación global de la historia". Pareciera que actualmente y frente a dos procesos- por un lado el temor a la fragmentación y, por otro, la "vulgarización" de la propuesta microhistórica- los historiadores italianos vuelven a propuestas macro para tratar de explicar el pasado histórico. Y ante la pregunta de si la microhistoria implica un reposicionamiento del historiador con la sociedad, Levi es muy claro y sostiene: "Este es un problema que yo remitiría a un debate más general... que es la crisis del historiador hoy. Hoy los historiadores no son tan importantes como antes porque la relación con los medios de comunicación es muy pequeña [...] Uno de los problemas que la microhistoria se proponía al principio era una relación más informal con el lector, tener más lectores. Una forma de historia menos
académica, más informal [...] Los historiadores no tienen la capacidad de responder a la agresión de la vulgarización de la historia de los revisionistas". Sin embargo, y a pesar de estas opiniones, gran parte de los historiadores considera que el proyecto no ha finalizado y que la microhistoria sigue siendo una vertiente posible para analizar el pasado histórico. Para Susana Bandieri la microhistoria es casi la única perspectiva historiográfica "que ha sabido sortear con éxito la crisis de la disciplina histórica" y reconoce que "buena parte del actual éxito internacional de la propuesta quizá derive de la habilidad literaria de sus cultores italianos y de su ámbito particular de difusión, especialmente en el caso de Ginzburg". De la misma manera, Darío Barreira considera que hoy hablar de microhistoria no significa hablar de un objeto muerto, sino que las problemáticas son significativas para el conjunto de la disciplina histórica. Parece entonces que el proyecto historiográfico original- en el cual encontramos las trayectorias de Levi, Ginzburg y Grendi, entre otrosha finalizado en su carácter colectivo, pero la microhistoria, como una manera provocativa y diferente de hacer historia, trasciende con creces los límites del grupo italiano y fructifica en diferentes partes del mundo.