R.P. R.P. Dom Bernardo Olivera.
____________________________________________ __________________________ __________________ ¿ESCUELA DEL AMOR MÍSTICO? cisterciense 1. Finalidad de nuestra vida cisterciense Deseo que la primera palabra en este Congreso sea dada a Bernardo, no yo, sino el Abad de Claraval. He aquí como expresa el claravalense claravalense la vocación de los mones mones y monas! También hay en la Iglesia un lecho donde descansa (quiescitur) el Esposo, y estimo ser los claustros y monasterios, en donde donde apaciblemente (quiete) se vive excento de los cuidados del siglo y solicitudes de la vida "Bernardo, SC #$!%&. #$!%&. ' esta doctrina doctrina es com(n a todos nuestros )adres )adres de la primera *ora. Cambiar+n las im+genes o el lenguae, pero pero el contenido es el mismo. scuc*emos a -uillermo -uillermo de an /*ierry y a 0saad de la strella. los dem!s toca servir a "ios# a vosotros, uniros uniros a El$ los dem!s pertenece creer en "ios, tener noticia de El, amarle y adorarle# a vosotros, saborearle, entenderle, conocerle, go%arle "-uillermo, go%arle "-uillermo, Ep Ep &ra &ra &. &. El go%o, el amor, amor, la delectaci'n y la suavidad, la visi'n, la lu%, lu%, la gloria, es lo que "ios exige de nosotros, aquello aquello para lo cual "ios nos hi%o$ El orden y la religi'n verdadera es hacer aquello para lo cual &uimos hechos$ hechos$ Contemplemos lo que es la belle%a suprema, deleitémonos en lo que es la dul%ura suprema, luchemos vehementemente contra lo que se opone opone a ello$ ue todas nuestras nuestras actividades, el trabao como el reposo, la palabra como el silencio, estén orientados a este &in "0saac, &in "0saac, Serm'n %!2&. Serm'n %!2&. )ero podemos preguntarnos preguntarnos si esta doctrina sigue *oy día día vigente y en actualidad. 3o *ay duda que es así, pero con realismo realismo y bemoles. Deo la palabra a mis predecesores predecesores en el servicio de Abad -eneral. 3os ex*ortaba D. -abriel ortais! uisiera obtener de "ios la gracia de poder persuadir a todos los miembros de la *rden que que ellos han sido llamados a llevar una una vida contemplativa$ +osotros, Cistercienses, encontramos todo precisamente precisamente en esto$ or medio de la contemplaci'n glori&icamos a "ios, por de ella nos santi&icamos, por ella ayudamos 1
a -es.s salvar las almas "D. -abriel ortais, Carta circular , 451%516 C7. Carta circular , 1$58$5$1&. e dar+n cuenta que D. -abriel pide la gracia de poder persuadir a todos los miembros de la 9rden respecto al sentido de nuestra vocación. Claro indicio de que, al menos en la pr+ctica, no todos estaban persuadidos. 3os *abla a*ora D. 0gnacio -illet. Con &recuencia se pregunta al bad general/ 012ay verdaderos contemplativos en la *rden3 1Son muchos34 5e parece que se debe responder con una doble respuesta contradictoria en apariencia/ s6, hay en la *rden verdaderos contemplativos, y m!s de lo que se cree# pero ciertamente también hay muchos menos de los que podr6a esperarse$ 2ay m!s de los que se piensa ($$$) uien, a pesar de la oscuridad, persevera con &e en esta b.squeda es un verdadero contemplativo$ En este sentido, hay muchos en la *rden ($$$) robablemente somos tan poco contemplativos por &alta de renuncia ($$$) y es esto mismo lo que multiplica en las comunidades los 0contemplativos a medias4 "D. 0gnacio -illet, Carta circular, $5815286 C7. Cartas circulares de 1:21 y 1:2%&. D. Ambrosio out*ey nos invitaba en los (ltimos a;os a edi&icar el aspecto contemplativo de nuestra vida. "Carta circular de 1:48, Con7erencia de apertura del Capítulo -eneral de 1:48&.
qu? decimos cuando *ablamos de experiencia del Dios vivo@ os cistercienses de *oy estamos de acuerdo en que la experiencia es una noción 7undamental en la doctrina de los primeros )adres. a raón de esto es muy sencilla! toda nuestra espiritualidad est+ basada en el amor. Con 7recuencia nuestros autores espirituales nos invitan a la experiencia.
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ero hay un c!ntico que por su singular sublimidad y dul%ura supera usti&icadamente a todos los que hemos mencionado y a cualquier otro, lo llamar6a con todo derecho/ Cantar de los Cantares ($$$) Se trata de un Cantar que s'lo puede ense7arlo la unci'n y s'lo puede aprenderlo la experiencia$ El que goce de esta experiencia, lo identi&icar! enseguida$ El que no la tenga, que arda en deseos de poseerla, y no tanto para conocerla como para experimentarla "Bernardo, SC 1!11&. ' no sólo nos invitan, *asta nos ense;an a orar pidiendo la gracia de experienciar *ondamente el misterio del amor. Suene, pues, oh -es.s, tu vo% en mis o6dos, para que mi cora%'n aprenda a amarte, para que te ame mi mente, para que te amen las mismas entra7as de mi alma. dhiérase a ti en apretado abra%o lo m!s 6ntimo de mi cora%'n# a ti, mi .nico y s'lo verdadero bien, mi dulce y deleitable alegr6a ($$$) Te suplico, Se7or, que descienda a mi alma una partecita siquiera de esa tu gran suavidad, para que con ella se torne dulce el pan de su desolada amargura$ 8uste de antemano alg.n peque7o sorbo de aquello que anhela, de aquello que ans6a, de aquello por lo que suspira en esta su peregrinaci'n$ ruébelo para que le dé hambre# bébalo para que de ello sienta sed, pues los que te coman tendr!n todav6a hambre y los que te beban a.n tendr!n sed "lredo, Spec 0,1!%5&. l uso m+s 7recuente del t?rmino y la experiencia espiritual m+s corriente, en la doctrina de Bernardo y lredo, consiste en la experiencia de la b(squeda de Dios y del progreso espiritual. e trata, en otras palabras, de la experiencia del amor en el camino *acia Dios a trav?s de di7erentes etapas o grados. sta experiencia del amor, en su mani7estación m+s clara y 7uerte, consiste en el libre consentimiento a la voluntad divina! 9usca al :erbo a &in de consentir, es El quien te da la gracia del consentimiento "Bernardo, SC 4!1&. 9bviamente que nuestros )adres no ignoran la experiencia propiamente mística aunque no siempre distinguen el car+cter m+s o menos extraordinario de ella. tilian una amplia terminología y simbología para *ablar de la misma. 5Bernardo! reposo, s!bado, éxtasis, visitas, rapto, besos, uni'n, matrimonio, unidad de esp6ritu, dei&icaci'n$$$ 5-uillermo! reposo, ocio, s!bado, éxtasis, visitas, teo&an6as, iluminaciones, unci'n, banquete, besos, uni'n, unidad, abra%o, accubitus, unidad de esp6ritu$$$ 5lredo! visitas, reposo, elevaci'n, s!bado$$$ 5-uerrico! unidad de espiritu... 50saac de la strella! ocio, uni'n, nube luminosa... 5-ilberto de Hoyland! reposo, s!bado, uni'n$$$ )ara nuestros autores, la experiencia asc?tica "es7uero y eercicio para vivir en el amor& y la experiencia mística son dos realidades conuntas en un (nico proceso sobrenatural *acia Dios. . La e!eriencia "#stica en la vida cisterciense
Digamos una palabra sobre la experiencia mistica en nuestra vida mon+stica cisterciense. Dado que el t?rmino EmísticaF goa *oy día de una inmerecida ambigGedad *abr+ que *acer un es7uero de esclarecimiento. )retendo, al menos, aclarar en qu? sentido lo estoy usando aquí y *oy. .1. Sentido del término mística timológicamente, los t?rminos E misterioF y EmísticaF se relacionan con myein "griego&, cuyo signi7icado es! cerrar "los oos o labios&, de aquí los adetivos! oculto, secreto. n los casi dos mil a;os de *istoria cristiana encontramos un triple uso del t?rmino mística5 místico6 podemos así *ablar de un uso obetivo, obetivo5subetivo y subetivo. 5O$%etiv&! preponderante en los cuatro primeros siglos. 5o oculto "mysti;os o mystérion& se encuentra y revela en! 5a Escritura! sentido místico o cristológico "9rígenes&. 5a Liturgia! 5'autis"&! regeneración mística en Cristo ". 3ilo6 usebio&. 5Eucarist#a! pan y sacri7icio místicos de Cristo "Const. Apostólica& 5O$%etiv&(su$%etiv&! preponderantte en el siglo 00 5a revelación no es considerada como una serie de verdades externas a la persona sino como vida que trans7orma y pleni7ica a la persona pues sacia los deseos m+s pro7undos del coraón *umano. 5a experiencia personal quedaba siempre sometida a la obetividad del dato revelado! Sigue el dictamen de la &e y no el de tu propia experiencia, pues sólo mediante la 7e alcanas lo que est+ m+s all+ de la raón "Bernardo, uad !6 SC 2$!$&. 5a mística es así un realidad de gracia que acompa;a toda la vida del creyente trans7orm+ndolo de claridad en lu y de braa en 7uego. 5Su$%etiv&! preponderante a partir del siglo <. 5C&")n!
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De todo lo precedente se desprende que los místicos son aquellos que entrando en el Iisterio van siendo trans7ormados por l. n este sentido, todo los bautiados y bautiadas son místicos y místicas. )ero esto no signi7ica que todo bautiado tenga una experiencia mística Ere7leaF, por lo general su experiencia mística es ElatenteF y sin 7orma a nivel de la consciencia y de la a7ectividad. A7inando m+s el discurso, podemos decir que los místicos son aquellos que *an experienciado la revelación del Iisterio, gracias a un misterioso in7luo divino, por medio del conocimiento y el amor, la lu y el 7uego. a experiencia del Iisterio, siempre unida al es7uero asc?tico, trans7orma ?ticamente al místico, y lo *ace uno con Dios en el mutuo amor o consentimiento de voluntades "C7. Bernardo, SC 21!5:6 4154&. l místico y la mística no son personas especiales, experimentan las mismas realidades que cualquier otro cristiano, aunque lo experimentan de una 7orma distinta. a gracia de Dios obra en ellos, al igual que en cualquier otro, pero ellos saben que la gracia obra. e puede constatar que muc*as veces el inicio de una vida asc?tica *a estado motivado por gracias místicas. 9tras veces, la perseverancia en la ascesis es sostenida por espor+dicos destellos místicos. A veces, 7inalmente, la mística corona el largo peregrinar del asceta. 3uestros )adres del Císter no son sólo místicos sino tambi?n EmistagogosF, es decir! pedagogos que nos inician e introducen en el Iisterio de Dios! avanan para que nosotros avancemos, comparten la experiencia cuando ?sta es (til a los demas, y *asta est+n dispuestos a sacri7icar el propio Eocio y quietudF a 7in de preparar ex*ortaciones motivantes que ayude a otros a caminar "C7. Bernardo, SC %!%6 2!6 1!&. .%. Nuestra experiencia mística =especto a la experiencia mística en nuestros monasterios podemos decir lo que se dice en -alicia sobre las bruas! Kno existen, pero las *ayL e trata b+sicamente de la experiencia del Iisterio en cuanto Ea7ectación y conscientiaciónF del mismo en la propia vida personal. stas experiencias pueden re7erirse tanto al Iisterio de la vida íntima del Dios /riunidad, cuanto al Iisterio de su voluntad salví7ica en la *istoria cotidiana propia o aena. s imposible *acer un mapa de la variedad de experiencias místicas. 3o obstante, la *istoria de la espiritualidad cristiana y la lectura de tantos autores místicos, nos permite *acer algunas distinciones y *ablar así de experiencia mística! 5Su$stancial! contemplación in7usa, conocimiento amoroso, lu c+lida, llama luminosa, presencia oculta... 5n7asis en el c&n&ci"ient&! via a7irmativa o ;ataph!tica ". 0gnacio, Eercicios&. 5n7asis en el a"&r! via negativa o apoph!tica ". Muan de la Cru, +oche *scura&. N3otar! se trata de dos ?n7asis di7erentes y no de oposición, muc*as veces son complementarios entre sí. 5Ordinaria! presencias y ausencias, consolaciones y desolaciones, deseo y amor... 5Accidental! variedad de 7enómenos, tales como ?xtasis, raptos, visiones, locuciones, revelaciones, toques... 5A!&st+lica! experiencia de acción conunta con Cristo que salva en la *istoria...
5C+s"ica! encuentro con Dios a trav?s de la naturalea... 5Inter!ers&nal! revelación de Cristo en el servicio al próimo, Cristo presente en el amor de amistad... 9bviamente que cada uno de estos tipos de experiencias místicas puede darse en una escala in7inita de intensidades o grados. 0mporta tambi?n a7irmar que la experiencia mística substancial y ordinaria se ubican en el desarrollo normal de la vida de gracia y crecimiento de las virtudes teologales. l 7undamento (ltimo de toda experiencia mística es Dios5Amor que nos ama salv+ndonos para *acernos 7elices. ' aunque somos E capax "eiF, estas experiencias no son el 7ruto de ning(n tipo de *abilidad simplemente *umana, sino 7ruto de la gratuidad divina. Agrego estas otras observaciones, 7ruto de *aber observado y de observar. 5a capacidad de EexperienciarF varía seg(n las personas y circunstancias. 5Acontecen muc*as veces sin que medien causas conocidas y apropiadas. 5/ienen como 7in inmediato la reorientación o la motivación de nuestra conducta. 5Muegan un papel clave en la conversión permanente de nuestras vidas. 5on 7avorecidas por un clima de 7e, esperana y caridad perseverantes y pr+cticas. 5uelen acompa;arnos a lo largo de todo nuestro itinerario espiritual. 5)ueden estabiliarse dando lugar a estados latentes o m+s o menos mani7iestos. n el marco propio de nuestra conversatio "modo de vida& cisterciense, las Eexperiencias del IísterioF m+s comunes, tanto ayer cuanto *oy, parecen ser las experiencias de! dulcedo et suavitas, compunctio, desiderium, alternatio, unitas spiritus. #. La "#stica cisterciense del dese& Mugo oportuno decir algunas palabras sobre la mística del deseo. as digo en el contexto de nuestro mundo occidental y nord5atl+ntico actual. I+s concretamente, en el marco de una sociedad 7uertemente marcada por el 7enómeno EpostmodernoF. Destaco sólo dos notas del mismo, una, para aprender una lección, otra, para o7recer una alternativa. 5,al&ri-aci+n de la e!eriencia "#stica ! a 7e, en cuanto Eobsequio raonableF tiene imperiosa necesidad de la intuición y experiencia como camino de acceso a Dios. l así llamado Epensamiento d?bilF nos recuerda una gran verdad! ante el Iisterio todo nuestro saber es ignorancia y nuestro discurso balbuceo. l teólogo *a de aprender y *a de ense;ar a pensar y a sentir de un modo creyente. 5El de"&ni& del c&nsu"is"& ! i al *ombre moderno lo obsesionaba la producción, al postmoderno lo acicatea el consumismo. os EsupermercadosF de nuestras ciudades nos crean necesidades y nos o7recen una variedad in7inita de obetos seductores y consumibles. a publicidad se encarga de despertar nuestros deseos. Así, quien empiea consumiendo concluye consumido. a sociedad de consumo, contra toda apariencia, no es una sociedad de abundancia sino de carencias, cuanto m+s se consume m+s se alea la 7elicidad "Ky la abundanciaL&. Oui+s el +ngel de la mística del deseo puede ser m+s atractivo, como alternativa, que el demonio del consumismo.
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l lenguae tradicional del deseo en clave contemplativa o mística encuentra su apoyo en la scritura santa. os salmos nos *an ense;ado durante siglos que! Como adea (:g/ desiderat) la cierva tras las corrientes de agua, as6 adea (:g/ desiderat) mi alma, en pos de ti, mi "ios "al #%5#! %&. ' el pro7eta Daniel 7ue ilustrado con lu divina pues era vir desideriorum "Dn.:!%%5%&. s precisamente Daniel quien 7ue considerado en la tradición como un signo del estado de vida "ordo& de aquellos que se dedican exclusivamente a "ios " soli "eo vacans& en la penitencia y continencia "Bernardo, bb 1&. /oda la tradición mon+stica *a desarrollado el tema del desiderium en íntima relación con la b(squeda de Dios, la intentio cordis "intención5tensión& y la vida contemplativa. an -regorio Iagno es cabea de tradición a este respecto6 el tema es clave en los autores cistercienses del siglo 00. )ero, >qu? es el deseo@ an Bernardo nos dice que el deseo es una 7uera psíquica indi7erenciada que tiende *acia la b(squeda, cada ve m+s apremiante y exigente, de aquello que nos 7alta6 el deseo expresa un sentimiento de ausencia y es un movimiento que impulsa nuestro ser *acia el bien ausente! Todos los seres dotados de ra%'n, por tendencia natural, aspiran siempre a lo que les parece meor, y no est!n satis&echos si les &alta algo que consideran meor ("il $!146 C7. SC 4!%6 1!#6 %!%&. Así entendido, el deseo es un dinamismo 7undamental del alma, es el an*elo psíquico donde puede a7irmarse eventualmente el deseo de Dios. A Dios se lo toca con el dedo del deseo, dicen nuestros místicos "SC %4!18&. Cuando el alma no tiene nada propio ni exclusivo, sino que tiene todo en com(n con Dios, se la llama esposa. ' esta esposa que dice! ue me bese con besos de su boca, es un alma sedienta de "ios "SC 2%&. as monas cistercienses del siglo 000 ilustraron con sus propias vidas y experiencias la doctrina espiritual de los padres cistercienses del siglo precedente6 sobre todo la doctrina de Bernardo y -uillermo respecto al alma esposa sedienta y ardiente en deseos de amor. 3adie lo expresó meor que Beatri de 3aaret* en su obra
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3ada nos exime, excepto la premura del tiempo, de escuc*ar y gustar algunos textos de nuestra mística y maestra. 'a en la !ri"era "anera del a"&r Beatri nos dice! Ou? deseamos@ >Ou? necesidades buscamos satis7acer@ >Ou? motiva nuestras vidas@ >st+n nuestros deseos b+sicos "actividad, a7irmación, plenitud, armonía, complementariedad...& ordenados *acia los deseos sociales "solidaridad, participación, apertura social...& y ?stos *acia los deseos espirituales "libertad, igualdad, esperana, amor, inmortalidad, absolute...&@ as respuestas a estas preguntas podrían dar espesor de concrete a mi pobres discurso verbal. . C&nclusi&nes
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Concluyo con unos asertos, a modo de síntesis. as experiencias místicas son de importancia capital para la renovación espiritual de la vida mon+stica en el seno de nuestra cultura actual. a 7inalidad de estas experiencias es la unión con Dios en Cristo y con todos los seres *umanos en Jl. Dic*a unión, importa decirlo, es el 7in y sentido (ltimo de cualquier vida *umana. l deseo y la 7e se alimentan de Iisterio. KOuien persevera con los oos 7ios en la obscuridad termina contemplando a AlguienL Ouiera Dios que nunca 7alten en este mundo personas que vivan con los oos &ios en -es.s "Heb.1%!%&, y que proclamen con sus vidas! 2ay un solo "ios y adre de todos, que est! sobre todos ( trascendencia ), lo penetra todo ( transparencia ) y est! en todos ( inmanencia ) "7.#!$&. Al menos, nadie puede dudar de estar invitado a la m+s íntima comunión de amor con el ey de los !ngeles$ 1 qué no podr! aspirar con seguridad ante él si se contempla embellecida con su imagen y luminosa con su semean%a3 1orqué puede temer a la maestad, si su origen le in&unde con&ian%a3
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