UNIVERSIDAD MARIANO GALVEZ DE GUATEMALA CENTRO UNIVERSITARIO DE MAZATENAN M AZATENANGO GO FACULTAD DE HUMANIDADES MAESTRÍA EN EDUCACIÓN SUPERIOR CURSO: SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
"VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS EN LA POBLACIÓN" COMO REPERCUTE EN LA EDUCACIÓN
ING. CLAUDIA ESMERALDA VILLELA CERVANTES Docente Asesora
NANCY ELIZABETH BARRERA CASTAÑEDA CARNÉ: 3875-10-12040
MAZATENANGO, SUCH., MAYO DE 2013
INTRODUCCIÓN La educación es un derecho inherente de toda persona, según lo estipula la Constitución Política de la República, no sólo reconoce este derecho, sino también garantiza la libertad y el derecho de l os padres de familia a escoger el tipo educación que ha de impartirse a sus hijos menores, además es un importante medio de prevención de los abusos de derechos humanos ya que entre más conozcan sus derechos es más probable que las personas luchen por ellos y presionen a los gobiernos para que los respeten. Su fin principal es mejorar el nivel de vida de los individuos. En Guatemala la educación es reconocida como un derecho social garantizado por el Estado, quien a su vez asume la obligación de proporcionarla y facilitarla a todos sus habitantes sin discriminación alguna, haciendo valer los principios de laicidad, obligatoriedad y gratuidad. A lo largo de nuestra historia, la militarización en nuestro país ha estado presente y podemos notar que el ejercito siempre ha ejercido el poder, el movimiento revolucionario buscaba derrocar gobiernos autoritarios, sin embargo quienes seguían en el poder eran los burgueses, con la llegada a la presidencia del civil Marco Vinicio Cerezo Arévalo, inicia una vida en democracia, con la finalidad de respetar los derechos humanos e impulsar cambios en la sociedad.
"VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS EN LA POBLACIÓN" COMO REPERCUTE EN LA EDUCACIÓN Es conocido que en nuestro país existe, a lo largo de la historia, una larga línea de continuidad en la violación de los derechos humanos, en forma más acusada durante los treinta y seis años del conflicto interno, pero aún presente en la actualidad. Sin embargo, en otros lugares del territorio, existen, aunque no ligados al conflicto, poblaciones que cotidianamente ven vulneradas sus garantías constitucionales y con ello la violación de sus derechos humanos.
La violación de los Derechos Humanos repercute en la
educación guatemalteca, debido a que es causante en ciertas ocasiones de problemas sociales como la desintegración familiar, drogadicción, alcoholismo, entre otros, lo que afecta grandemente a la educación pues causa que los niños, niñas, jóvenes y adolescentes se alejen de las aulas escolares, provoca deserción escolar y/o hasta repitencia. Las violaciones de los derechos humanos se producen en todo el mundo. Entre las principales violaciones de los derechos humanos podemos destacar: La violencia sexual contra la mujer. La violencia contra la niñez. La privación de libertad. El reclutamiento forzoso ilegal. La denegación de justicia. La libertad de expresión. Las violaciones a los derechos de existencia, integridad e identidad cultural de los pueblos indígenas.
El
desplazamiento forzoso. Las masacres. El genocidio La evolución histórica de Guatemala muestra como principal característica la ausencia crónica de un proyecto de Estado nacional que englobe a toda la sociedad, hecho que ha fomentado una tensión social latente que ha provocado que la violencia se haya instalado de forma permanente en la vida del país. Entre las causas principales de esta situación destacarían el desigual reparto de los medios de producción y la falta de integración social de la gran mayoría de la población de origen indígena. Un caso singular
sería la alta concentración de la propiedad de la tierra en manos de una oligarquía agraria, que ha dado como resultado el subdesarrollo crónico de amplias capas de campesinos condenados a niveles casi de supervivencia. Las desigualdades sociales también se hacen evidentes si observamos los indicadores de educación, salud y distribución de la riqueza, que se encuentran entre los menos favorables del entorno latinoamericano. Guatemala, que tiene aproximadamente 14 millones de habitantes, presenta tasas de analfabetismo próximas al 40% y una esperanza de vida de poco más de 60 años. Por otro lado, mientras que la mitad de los hogares del país viven por debajo del lindar de la pobreza, un privilegiado 10% de la población capta cerca del 45% de los ingresos nacionales.
El modelo económico y social, que muchos analistas llaman de
exclusión, tiene sus consecuencias en la organización de la vida política en Guatemala. La pauta histórica ha sido una larga tradición de gobiernos autoritarios y dictatoriales, sin controles legales ni institucionales, que a menudo han utilizado la violencia y el terror para imponer el orden. De esta manera, en Guatemala no ha tenido lugar la oportunidad de generar espacios estables de expresión y participación política y social de la ciudadanía, hecho que ha fomentado la anomía de una mayoría de la población. En cambio, se han desarrollado contrapoderes que, al mismo tiempo, han entrado en la lógica de la violencia, como ha sido el caso de la guerrilla. La situación desembocó en una espiral de represión por parte del Estado que tuvo consecuencias realmente catastróficas. Una cosa parecida se ha producido con los movimientos sociales urbanos, que se canalizaban preferentemente hacia el sindicalismo, el movimiento estudiantil y las organizaciones populares. Las instancias de poder generalmente no les han reconocido como interlocutores, sino más bien como agentes subversivos a quienes se tenía que combatir. También cabe señalar que los grupos guerrilleros, en su estrategia de vanguardia que opta por la vía armada de toma del poder, arrastraron a los movimientos rurales y urbanos, subordinándolos en muchas ocasiones al servicio de su lucha política.
En esta dinámica de violencia y como resultado de la acción extremadamente represora del Estado, Guatemala presenta un balance de terror y violaciones de los Derechos Humanos aterrador. Se estima que el total de víctimas en 36 años de conflicto supera las 100.000 personas y que un millón de habitantes huyeron de sus lugares de residencia, convirtiéndose en refugiados externos o desplazados internos. En Guatemala se vivió una etapa reformista conocida como la Primavera Democrática (1944-1954). Entre las medidas más importantes que se aplicaron destaca la reforma agraria, que hubiese implicado un impulso para el país por el hecho de ampliar la base económica de la población. Desgraciadamente, la oligarquía nacional y notables compañías extranjeras, como la norteamericana United Fruit, se opusieron enérgicamente y acabaron derrocando al Gobierno con la ayuda militar de los Estados Unidos. Este episodio ha marcado un hito importante en la historia guatemalteca contemporánea, generando frustraciones y odios que nutrieron la conflictividad y la violencia.
Mientras,
los gobiernos militares se fueron sucediendo, mediante elecciones fraudulentas o golpismo, y algunos de ellos aplicaron además una estrategia represiva feroz. En la primera mitad de la década de los años 80, los gobiernos de los generales Romeo Lucas García y Efraín Ríos Montt impulsaron una campaña contrainsurgente de tierra arrasada que destruyó las bases de apoyo civil de la guerrilla y redujo sustancialmente sus áreas de influencia.
Los primeros indicios de la ruta hacia la pacificación empezaron a
perfilarse a finales de los años 80. Confluyeron varios elementos internacionales e internos. Un momento significativo fue la firma, en el año 1987, del llamado Acuerdo de Esquipulas por parte de los presidentes centroamericanos, en el que se establecía el compromiso interno y los procedimientos para pacificar estos países, que incluían el apoyo y la verificación internacional. Esta vía de mediación internacional, que fue organizada y dirigida instrumentalmente por las Naciones Unidas, ha representado un apoyo providencial para las negociaciones y los acuerdos de paz.
En el ámbito interior, a partir de la nueva Constitución de 1985 y la elección de un presidente civil en 1986, Guatemala inició un arduo proceso de transición democrática que aún hoy pugna por consolidarse. Desde el principio no ha sido fácil desarrollar las instituciones y la práctica cotidiana de una convivencia democrática. Además, el proceso de las negociaciones que culminaron en el acuerdo de paz de 1996 ha estado lleno de altos y bajos y continuamente ha interferido en la vida política del país.
Respecto a los
Derechos Humanos, se estableció una Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) con la tarea de investigar, a título informativo y en nombre de la reconciliación, las violaciones de los Derechos Humanos cometidos durante la guerra. De momento, la justicia se está mostrando muy reticente, aunque las organizaciones de Derechos Humanos siguen con su determinación de llegar hasta las últimas consecuencias.
La
realidad histórica de Guatemala se ha caracterizado por un sistema económico que ha privilegiado a ciertas regiones y poblaciones en destrucción de otras, con una alta concentración de tierra y capital en manos de la oligarquía. La población indígena, que constituye aproximadamente el 60% de la población actual, ha sido particularmente discriminada. La trayectoria política del país a partir de que el gobierno democrático de Jacobo Arbenz fue derrocado por medio de un golpe de Estado se ha caracterizado por: excesiva violencia estatal, abuso generalizado de los derechos humanos e impunidad; debilidad de la institucionalidad estatal; militarización del Estado y de la sociedad y desigualdades económicas, sociales y culturales. Durante décadas, para la mayoría de los guatemaltecos el Estado ha sido sinónimo de militarismo, violencia y corrupción, y no de protección, servicios y justicia.
El conflicto armado en Guatemala tuvo su mayor
impacto en la población civil no combatiente. En los años ochenta la campaña contrainsurgente utilizó un alto nivel de violencia, particularmente en las áreas mayoritariamente indígenas del altiplano pero también en contra del movimiento popular en el área urbana. Aproximadamente 150.000 personas murieron como consecuencia del
conflicto, y entre ellos hay de cuarenta mil a cincuenta mil desaparecidos, la mitad de todos los desaparecidos de América Latina. Comunidades enteras fueron arrasadas en los años ochenta; centenares de aldeas y caseríos fueron quemados y sus habitantes asesinados o forzados a exiliarse. Más de un millón de personas fueron desplazadas (hoy en día existen todavía unos treinta mil refugiados guatemaltecos en México) y aunque no existen cifras confiables, se estima que aproximadamente 500.000 personas fueron desplazadas dentro del país, muchas de las cuales se vieron obligadas a trasladarse de las áreas rurales a los centros urbanos, particularmente a la capital.
La campaña
contrainsurgente agravó todas las causas originales del conflicto: se cerraron los espacios democráticos para la representación y expresión ciudadana, el poder se centralizó y militarizó como nunca antes, y la rendición de cuentas por parte del Estado acerca de su funcionamiento se canceló en su totalidad. Los espacios democráticos se comenzaron a abrir paulatinamente después de la transición a la democracia electoral de 1985-1986, proyecto dirigido por el ejército como estrategia para mejorar la imagen del país ante la comunidad internacional y así asegurar un incremento de fondos externos. Sin embargo, la democracia guatemalteca siguió siendo frágil y limitada: muchos de los elementos institucionales de la contrainsurgencia, como las patrullas de autodefensa civil, fueron legitimados en la nueva Constitución de 1985.
CONCLUSIONES
Es triste reconocer que nuestro país ha sufrido una terrible opresión desde sus conquistadores hasta el día de hoy y la historia sigue repitiéndose.
Es necesario que realmente se viva en una verdadera democracia en el que se respeten los valores y los derechos de todo ser humano.
Como ciudadanos debemos concientizar que la democracia empieza en el seno de una sociedad y que democracia no es sinónimo de opresión, represión, sino un derecho y una obligación, un valor que caracteriza a un pueblo, a un país.
Somos un país con una historia muy difícil de contar, pero con una memoria histórica que día con día puede ir mejorando en la medida en que todos seamos respetuosos de nuestro prójimo y conocedores de nuestra historia.
BIBLIOGRAFÍA
Gil Pérez, Rosario y Estuardo Orantes Lemus. (2010). Sociología de Guatemala. Séptima Edición. Guatemala: Editorial Estudiantil.
FENIX.