Víc V íctor tor Manuel Ferná Fer nánd ndez ez
Conversión pastoral y nuevas estructuras ¿Lo tomamos en serio?
AG AGAPE L I B R O S
Fernández, Víctor Manuel Conversión pastoral y nuevas estructuréis : ¿lo tomamos en serio? Ia ed. - Buenos Buenos Aires: Aires: Agap Ag apee Lib L ibros, ros, 2010. 128 p . ; 21x 21 x 14 cm. (Pa (Pasto storal raliis; 5) ISBN 978-987-640-081-7 1. Teología Pastoral. 1. Título CDD 253
© Agape Libros, 2010 ISBN: 978-987-640-081-7 Diseño de tapa: María Julia Irulegui Diseño y diagramación de interior: Equipo Editorial Editorial A gape
I a edición: edición: marzo mar zo de 2010 201 0 Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723 A G A P E L IBRO IB ROSS Av. S an Martín 6863 68 63 (1419) Ciudad Autónoma de Buenos Aires República Argentina agape@ agape- libros.c libros.com. om.ar ar ww w.agap w.aga pe- libros libros.com.ar .com.ar Impreso en Argentina - Printed in Argentina Queda prohibida, salvo excepción prevista en Ia ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con Ia autorización de los titulares de propiedad inte lectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra Ia propiedad intelectual.
Indice Sentido y origen de esta obra ........................................... 7 C
o n v e r s ió n p a s t o r a l h o y
Dimensiones de la conversión ........................................ 13 1. Conversión a Dios ..................................................13 2. Conversión a Jesucristo (discipulado)....................14 3. Conver sión frater na y comunitaria .........................15 4. Conversión social...................................................18 5. Conversión pastoral misionera...............................23 6. Conversión estructural eclesial...............................27 ¿ Qué es una convers ión “pastor al”? ............................... 31 ¿Dónde y cómo aparece?................................................39 Sentido del llamado de Aparecida a la conversión pas tor al............................................. 43 Pastoral en éxtasis .......................................................43 Profunda atención a Ia realidad.................................. 44 Pastoral ordinaria con estructuras misioneras ............ 46 Interior y exterior ........................................................47
A cogida en autores y Obis pos latinoame ricanos ............ 51 Con
v e r s i ó n e s t r u c t u r a l e c l e s ia l
Más allá de las palabras...................................................61 Disensos sobre la conversión estructural.........................67 Consensos básicos....................................... .................... 73 5
Conversión pastoral y nuevas estructuras
Lo “caduco” en la pastoral ............................................. 91 Novedades caducas y antigüedades nuevas .............. 91 V olver al Evangelio ho y ..............................................92 L o caduco en sentido misionero................................. 92 E n la tradición pastoral ar g entina...............................95 Una opción que es una estructura transversal ........... 96 V ida que se vuelve cercana, accesible, profundamente humana........................97 Costumbres caducas .................................................101 Estructuras y “espíritu” .......................................... ........ 103 Mejor Ia libertad....................................................... 104 Una mística que simplifica las cosas .........................106 La centralidad de lo que está detrás .........................106 Otros aspectos prácticos de esta reforma......................111 A lg unos ejemplos............................... ....................... 111 Transformación para acoger.................................... 112
L a pastoral en la ciudad............................................115 Cuestiones a rev isar..................................................117 Tantos detalles que tienen que ver con la v id a ........ 120 Conclusión .................................................................... 127
6
Sentido y origen de esta obra Los Obispos de Argentina, recogiendo la propuesta de A parecida, han invitado a una conversión pastoral, como podemos leer en la Carta pastoral con ocasión de Ia Misión Continental (20/08/09).1 En mayo de 2009, la Conferencia Episcopal Argenti na (CEA) me pidió que preparara una reflexión sobre la “conversión pastoral” y las estructuras caducas. Los Obis pos esperaban que expusiera en su Asamblea plenaria de noviembre de 2009 y que luego estuviera dispuesto a un momento de diálogo con ellos. Inmediatamente comencé a buscar material. Cuando abrí Google y escribí “conversión pastoral” aparecieron 1.570.000 resultados en junio, pero a principios de no viembre ya eran 1.780.000, y el 10 de diciembre pasaban los 2.000.000. Esto indica que no se trata de una temática muerta, que ya no despierta interés. Se trata de algo vivo y actuante, que está dando vueltas en la Iglesia. Evidentemente, era imposible leer todo eso. Si bien va rios textos están repetidos y en muchos de ellos la expresión aparece sólo de paso, igualmente había allí miles de artícu los, cartas pastorales, conclusiones de congresos o jornadas, y reflex iones sobre el tema, la mayoría de A mérica Latina. Con mucho esfuerzo traté de seleccionar lo que valía la pena, y por otra parte accedí a muchos textos impresos en los últimos años.
1 En adelante la citaremos así: CPMC. 7
Conversión pastoral y nuevas estructuras
A de más, solicité a la CEA que me permitie ra realizar en Argentina una amplia consulta, que formulé de la si guiente manera: “Queridos amigos: Los Obispos quieren dedicar un día a reflexionar sobre lo que implica la conversión pastoral y las estructuras cadu cas que hoy dificultan la transmisión de la fe. Lo harán en su Asamblea episcopal de noviembre. Sé que muchos de ustedes tienen ideas valiosas sobre estos temas. Sólo les pido el esfuerzo de expresarlas sinté ticamente de manera que yo pueda citarlas y recoger parte de esa riqueza. Las consignas, brevemente expresadas, son las siguientes: 1) ¿Qué es la «conversión pastoral»? 2) ¿Qué implica hoy para nosotros? 3) ¿Cuáles serían concretamente algunas «estructuras caducas» que habría que abandonar puesto que ya no favore cen la transmisión de la fe? Aunque modesta, ésta no deja de ser una instancia par ticipativa para hacer escuchar las variadas voces. Creo que no conviene desaprovecharla. Muchas gracias, y un abrazo. Tucho.” Inicialmente la consulta se mandó a los miembros de la Sociedad Argentina de Teología y a los docentes de la Facul tad de Teología de la UCA. Pero luego se fue difundiendo y varios Obispos la distribuyeron en sus Diócesis. Fue recibida por muchos con gratitud, interés y preocupación. Teniendo en cuenta que varias respuestas son grupales (Presbiterios enteros, equipos de laicos, etc.), han respondido más de quinientas personas de todas las regiones de Argentina. Llegaron respuestas de lugares como Rosario, Córdoba, Bahía Blanca, El Talar, Mar del Plata, Mendoza, Guaminí, Rafaela, Florencio Várela, San Isidro, Corrientes, Salta, Santiago del Estero, Merlo, San Francisco, Neuquén, San Nicolás, etc. Se sumaron sacerdotes, religiosas, misioneros, Obispos, equipos 8
V íctor Manuel Fernández
de Cáritas, docentes, etc. También quiero resaltar la variedad de intereses y de acentos que se refleja en estas respuestas. Con todo este rico y complejo material elaboré la pro puesta que presento en este libro en orden a clarificar qué es la conversión pastoral y qué exigencias concretas impli ca hoy. En el desarrollo del tema citaré constantemente a va rias personas y grupos que respondieron la consulta. No todos se encontrarán citados, pero sí varios que han expre sado breve y claramente alguna preocupación o propuesta compartida por muchos.2 Para simplificar la lectura, cuan do los textos citados provengan de esta consulta o de mi búsqueda en Internet, colocaré las referencias de manera abreviada, indicando sólo el nombre de los autores a pie de página. Este libro tiene dos partes, una primera dedicada a la conversión pastoral y una segunda que se detiene en su di mensión estructural. En la primera parte presentaré una síntesis sobre las di versas dimensiones de la “conversión” para enmarcar allí el sentido de la conversión “pastoral”. Luego expondré los diversos sentidos que puede tener la “conversión pastoral”, mostraré cómo y cuándo aparece en el Magisterio de la Igle sia, y sintetizaré el sentido específico que tiene en A parecida. Posteriormente mostraré cómo la propuesta fue acogida por los Obispos latinoamericanos y qué consensos y aspectos se destacan en las respuestas a la consulta realizada. En la segunda parte del libro desarrollaré el sentido pro fundo de la conversión “estructural”, explicaré qué se entien de por “caduco” en pastoral, y delinearé algunos aspectos
2Puesto que las respuestas han sido muy espontáneas y sin pretensión de exhaustividad, no habría que juzgarlas por lo que no dicen, ni porque no sean rigurosas o precisas. 9
Conversión pastoral y nuevas estructuras
de esta propuesta de reforma eclesial que tanto necesitamos para responder a lo que el Espíritu está suscitando. Ojalá que estas páginas, enriquecidas por el aporte de tanta gente, nos llenen de entusiasmo por la renovación eclesial, por la riqueza y la novedad que puede traer a nues tras comunidades esta transformación que el Espíritu Santo está alentando.
10
Conversión
pastoral
hoy
Dimensiones de Ia conversión La verdadera conversión cristiana posee diversos aspec tos o dimensiones, que pueden tener un may or o me nor de sarrollo. Explicitar esas dimensiones permite percibir toda la riqueza de sentido que tiene la llamada “conversión pasto ral”. Además, es un modo de discernir sobre la autenticidad de nuestra conversión. 1. Conversión a Dios
A unque parezca obvio, en primer lugar hay que conver tirse a Dios, volverse hacia Él. Ese es el sentido de “conver sión” que compartimos con el Judaismo, pero que continúa presente en el Nuevo Testamento: “... Ustedes se convirtieron a Dios, tras haber abandona do los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero” (1 Tes 1,9). “Nosotros les predicamos que abandonen estas cosas vanas y se vuelvan al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra” (Hch 14,15). “...He predicado que se volvieran a Dios” (Hch 26,20). Que esta conversión esté lograda no se puede suponer ni siquiera en los catequistas o en los sacerdotes. Convie ne decirlo, porque Dios es el sentido último de todo, pero puede no serlo en la práctica. No podemos ignorar que hay evangelizadores - también consagrados- que no están muy convencidos del amor que Dios les tiene, o que escapan de su presencia. Les gustan algunas tareas, y pueden discu tir acerca de cuestiones pastorales o teológicas, pero viven todo eso al margen de su relación personal con Dios como 13
Conversión pastoral y nuevas estructuras
sentido último de sus vidas. O han perdido la confianza en un Dios capaz de intervenir en la historia y dejan de acudir a él. O, inmersos acríticamente en el consumo de ofertas de bienestar, en la práctica terminan dispersos, perdiendo el interés por responder mejor al amor de Dios con la propia existencia. La figura de Jesús les resulta atractiva, pero se ha debilitado el sentido trascendente de la propia vida. Por lo tanto, la invitación a volver a Dios nunca es superflua. Re suena en la Palabra de Dios que nos conmueve cada miér coles de cenizas: “¡Vuelvan a mí de todo corazón!... Desgarren sus corazones y no sus vestiduras. ¡Vuelvan al Señor su Dios!” (Jl 2,12- 13). 2. Conversión o Jesucristo (discipulado)
Desde nuestra autocomprensión cristiana, la conversión a Dios es inseparablemente conversión a Jesucristo, y en el rostro de Jesucristo se nos revela el verdadero Dios: “Nadie llega al Padre, sino por mí" (Jn 14,6). “Separados de mí no pueden nada” (Jn 15,5). V iendo nacer, vivir y morir a Jesucristo podemos recono cer hasta dónde nos ama el Padre, y desde el corazón resu citado de Jesucristo se derrama en nosotros la vida nueva del Espíritu. Por eso creemos que “conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado no sotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida y darlo a co nocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” (DA 29). Esta conversión a Jesucristo vivo es Ia raíz y Ia condi ción de posibilidad de toda otra conversión, porque “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (DCE 1). 14
V íctor Manuel Fernández
Si esto es así, entonces “la conversión personal y co munitaria a Jesucristo constituye la condición absoluta de posibilidad de toda conversión pastoral de la Iglesia”.3 Esta conversión es el encuentro personal que da origen al camino del discipulado a la luz de su Palabra, tema que ocupa mu cho espacio en Aparecida. Tanto Ia conversión como todo el proceso posterior, pueden pensarse desde la categoría de “encuentro” con Jesucristo: “Acentuar la presencia de una cristología del encuentro debe expresar con claridad que en cuentro es una palabra que designa no sólo el primer paso sino todo el proceso de elección, llamado, respuesta, adhe sión, seguimiento, aprendizaje, identificación y unión con Jesús. Aquél brota, sin duda, de la fascinación que ejerce Jesús y de la admiración por él, lo cual es la raíz de una Iglesia que evangeliza atrayendo”.4 3. Conversión fraterna y comunitaria
La conversión a Jesucristo es también conversión a su Rei no, que es inseparable de su persona y de su misión: “Bus quen ante todo el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá solo” (Mt 6,33). De hecho Aparecida, en el apartado dedicado a la conversión pastoral, dice que “la conversión personal despierta la capacidad de someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de vida” (DA 366). Pero hablar de conversión personal al Reino nos obliga a reconocer algunas dimensiones ineludibles de esa conversión que pueden estar poco desarrolladas en algunos creyentes. La conversión al Reino se despliega en varios aspectos de Ia conversión que conviene explicitar.
3 Salvador Valadez Fuentes, “La conversión en la praxis pastoral, perso nal y comunitaria”, en Medellín 134, 338. 4 Carlos Gallí, “Líneas cristológicas de A parecida”, en CELA M - SECRE TARÍA GENERAL, Testigos de Aparecida, volumen I, CELAM, Bogotá, 2008, 103- 204. La cita en la página 161. 15
Conversión pastoral y nuevas estructuras
Ante todo hay que hablar de la dimensión comunita ria, porque “Dios en Cristo no redime solamente la perso na individual, sino también las relaciones sociales entre los seres humanos”.5 Esto implica que la misma fe “nos libera del aislamiento del yo porque nos lleva a la comunión” (DA 156). Por esa misma razón, “una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta” (DA 156). A hora, ¿por qué puede hablarse aquí de “conversión” y en qué sentido? ¿La conversión a Jesucristo no es siempre al mismo tiempo conversión al hermano? El problema es que el desarrollo de la dimensión fraterna de la vida cristiana puede estar fuertemente condicionado por una mentalidad muy arraigada, por una educación reci bida, por costumbres, límites psicológicos, etc. Por eso puede haber una entrega a Dios que sea sincera y que sin embargo sea poco comunitaria. Aunque ello contradice directa, ob jetiv a y gravemente al Ev angelio, puede ser subjetivamente no imputable.6 Por eso hay santos canonizados cuyas vidas podrían parecer individualistas.
5 Compendio de Doctrina Social de la Iglesia , 52. 6 Esto ya ha sido sobradamente as umido en el Magisterio: “La imputa bilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la v iolencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos o sociales” (CCE 1735). El Catecismo menciona también la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia (CCE 2352). Aplicando esta convicción, el Pontificio Consejo para los Textos Legislativos expresó que, al referirse a la situación de los divorciados vuel tos a casar, está hablando de “pecado grave, entendido objetivamente porque el ministro de la Comunión no podría juzgar de Ia imputabilidad subjetiva” (Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24/06/2000, punto 2a). Igualmente, en una reciente notificación de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se sostiene que para la doctrina católica “existe una valoración perfectamente clara y firme sobre la mo ralidad objetiva de las relaciones sexuales de personas del mismo sexo”, mientras “el grado de imputabilidad subjetiva que esas relaciones puedan 16
V íctor Manuel Fernández
Pero cuando la persona condicionada toma conciencia de sus límites y se deja transformar en un camino de libe ración, entonces se produce una segunda conversión que podría llamarse “conversión fraterna”. Se trata en realidad de un “crecimiento extensivo” de la vida de la gracia cuando, al superarse algún condiciona miento del sujeto, esa vida de Dios que ya está en el cora zón de la persona puede explayarse y manifestarse en esa dimensión de la existencia donde no podía brillar adecuada mente. La conversión fraterna sería entonces esta liberación de los condicionamientos del sujeto que permite que la vida de la gracia desarrolle de un modo luminoso y significativo su potencial de fraternidad y comunión. Esta conversión comunitaria es mucho más que una ne gociación para coexistir, o un pacto de no agresión, o una suerte de distribución de tareas para que todos hagan lo que les parezca sin molestarse. Justamente para diferenciarla de esta mera tolerancia mutua, se llama “conversión” comunita ria, y la palabra “conversión” remite a una comunión sincera, profundamente querida y asumida, cimentada en la verdad, es decir, en el reconocimiento de la realidad de las diferencias con todo el dolor y el coraje que ello implique. Una actitud de diálogo sincero no nace sin una peculiar conversión: “El diá logo emerge como actitud espiritual y práctica, en un camino de conversión” (DA 228). Por otra parte, la conversión comunitaria, cuando se la considera a la luz de una sana eclesiología, es una con versión “a la Iglesia particular” donde cada uno se integra cordialmente. A su vez cada Diócesis es un sujeto de con versión comunitaria, que es auténtica cuando se acepta y promueve a cada uno en su diferencia. Porque no es una
tener en cada caso concreto es una cuestión diversa, que no está aquí en discusión” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Notificación sobre algunos escritos del Rvdo. P. Marciano Vidal, 22/02/2001, 2b). 17
Conversión pastoral y nuevas estructuras
unidad monolítica y empobrecida por una suerte de unifor midad impuesta que sacrifica los carismas variados a favor de la unidad. La auténtica conversión comunitaria de cada Diócesis provoca un entramado de relaciones que integra a todos en la comunión participativa. Pero la comunión eclesial no es un fin en sí misma. Sí lo es la comunión escatológica, pero nuestra comunión en esta tierra no termina en sí misma sino que es para la misión, debe configurarse como comunión misionera (“para que el mundo crea”: Jn 17,21). Así lo expresaron los Obispos argentinos en Navega mar adentro: “Nada en la Iglesia tiene sentido si no se orienta a esta ardiente audacia misionera” (NMA 16). 4. Conversión social
La auténtica conversión fraterna tiene un dinamismo que la lleva a realizarse y expresarse como conversión social. La Iglesia existe para la misión, pero debido a la íntima unidad que hay entre evangelización y promoción humana, esto supone siempre un compromiso por el bien común so cial: “Todo camino integral de santificación implica un com promiso por el bien común social”.7Porque “el anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete cada día. La caridad de las obras corrobora la caridad de las pa labras” (NMI 50). A parecida ha recordado que “el rico magisterio social de Ia Iglesia nos indica que no podemos concebir una oferta de vida en Cristo sin un dinamismo de liberación integral” (DA 359). Hay que decirlo, porque la conversión fraterna a la que nos referimos en el punto anterior, podría quedar reducida
7 Conferencia Episcopal Argentina, Navega mar adentro [NMA] 74. 18
V íctor Manuel Fernández
a una autocontemplación grupal, a un reposado encuentro con amigos o parientes agradables. De ahí que convenga explicitar su expansivo aspecto “social”. Raro también en este orden podemos encontrar condicio namientos, que estamos llamados a sanar, para que la vida de Ia gracia pueda explayar y desarrollar todo su dinamismo libe rador. Por eso puede hablarse de una “conversión social”. Es el caso de Teresa de Calcuta, por ejemplo. Durante la primera parte de su vida no se puede afirmar que su entrega creyente no haya sido sincera, que no haya estado convertida a Jesucristo, o que su fe era individualista. Pero sólo a partir de un determi nado momento adquirió una conciencia clara de las exigencias sociales del Evangelio, se liberó de los límites que contenían su fuerza misericordiosa, y se produjo su “conversión social”. Hace tiempo ya que la Iglesia no separa esta conver sión social de la llamada “conversión espiritual” sino que la muestra como una consecuencia necesaria. Así lo confirma el siguiente texto: “La Iglesia, guiada por el evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas [...] La conversión espiritual, la necesidad del amor a Dios y al prójimo, el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la pobreza, son requeridos a todos”.8 Es una conversión de la Iglesia que mira el modelo de Cristo pobre y prolong a sus actitudes para con los pobres. En este sentido, “para una opción preferencial por los pobres, con miras a su liberación integral, es necesaria la conversión de toda Ia Iglesia [...] Conversión y purificación constantes en todos los cristianos, para identificarse cada día más con Cristo pobre y con los pobres” (Puebla 1134.1140).
8 Congreg ación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Libertatis Nuntius (1984), XXI, 1.18. 19
Conversión pastoral y nuevas estructuras
Pero veamos el tex to más importante sobre este tema. Es un párrafo de Juan Pablo II que nos hace tomar conciencia de que la conversión se debe encarnar en la realidad social donde vivimos. Por eso, es precisamente la realidad peculiar de nuestro Continente lo que hace que aquí la conversión deba caracterizarse de un modo más significativo como con versión social: “Convertirse al Evangelio para el pueblo cristiano que vive en América, significa revisar todos los ambientes y dimen siones de su vida, especialmente todo lo que pertenece al or den social y a la obtención del bien común” (EA 27). En el contexto de inequidad que nos caracteriza, la con versión al Evangelio debe ex teriorizarse especialmente como conversión social. Así lo han reconocido también los Obis pos argentinos en dos dolorosos lamentos: “La labor educativa de la Iglesia no pudo hacer sur gir una patria más justa, porque no ha logrado que los va lores evangélicos se traduzcan en compromisos cotidianos” (NMA 38). “En un país de mayoría cristiana, la falta de pan en las mesas de los pobres es un doloroso escándalo que debería mo vilizarnos con mayor pasión y empeño”.9 Lo que caracteriza a esta conversión “social” y la dis tingue de una más genérica conversión “fraterna” es el empeño comunitario para reformar las estructuras socia les que provocan injusticia. La respuesta ante las estructu ras injustas que nos superan no es sólo el intento aislado de cada uno por ser fiel, generoso, justo. La acción de la gracia, si no es resistida, tiende a desarrollar actitudes comunitarias que contagien y provoquen una novedad so cial, inclinando hacia un tipo de conversión que debilite las estructuras de pecado social (cf. RP 16; CA 41c; CCE
“ Conferencia Episcopal Argentina, Denles ustedes de comer, 75. 20
V íctor Manuel Fernández
1869; CCE 1888). Vemos así que la liberación cristiana obrada por la gracia, si bien es en primer lugar liberación del pecado, incluye necesariamente una dimensión social, y “reclama la libe ración de múltiples esclavitudes de orden cultural, económico, social y político que, en definitiva, derivan del pecado y son obstáculos que impiden a los hombres vivir según su dignidad”.10Entonces, “cuando la interdependencia es reconocida así, su correspondiente respuesta, como actitud moral y social, y como virtud, es la solidaridad” (SRS 38f). El bien es difusivo, y con mayor razón lo es el bien sobre natural, que implica una intercomunión y un influjo de unos en otros. La vida en gracia de cada individuo tiene ese dina mismo expansivo que la orienta a desarrollar una red, una estructura de bien que procura contrarrestar el poder de las estructuras sociales de pecado y su influencia nefasta para la vida social. Que esto tiene que ver con la conversión y con la vida de la gracia quedó suficientemente claro en el Discurso inaugural de Benedicto XV I en Aparecida, donde el tema de la reforma de estructuras sociales se trata precisamente en el apartado referido a la “Vida en Cristo”. Pero esto exige que las personas estén dispuestas a una cooperación comunitaria con ese impulso de la gracia, que puede traer una salida a intrincados problemas sociales. De ese modo, por ejemplo, lo que el Espíritu suscitó a través de Martin Luther King, pudo producir un cambio decisivo en Ia sociedad porque hubo una fuerza comunitaria disponible dispuesta a secundar ese influjo del Espíritu. No bastaba allí Ia buena voluntad de algunos individuos aislados, sino que era necesaria una trama social que cooperara con la inicia tiva de la gracia.
10 Libertatis Nuntius (cit.), Introducción. 21
Conversión pastoral y nuevas estructuras
Cuando alguien responde al impulso del Espíritu y de cide integrarse, con todas sus capacidades, en una trama comunitaria de liberación social, entonces sí puede hablarse de una “conversión social". 5. Conversión pastoral misionera
El Cardenal Martini, en un libro de meditaciones para sacerdotes,11 habló de distintas conversiones (religiosa, moral, intelectual y mística), pero la conversión pastoral no aparece en su propuesta. En América Latina, en cam bio, se ha vuelto una expresión común, sobre todo des pués de Santo Domingo, y con nueva fuerza después de A parecida: “Bien podríamos llamar conversión personal misione ra a este movimiento de la voluntad, del afecto y del espíritu hacia la misión. Pero Aparecida quiere que demos un paso más y nos pide a todos una conversión pastoral, con la ca pacidad de someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de la vida [...] Considero que la expresión es por ahora como una intuición, luminosa, sugerente, abierta, que está pidiendo un desarrollo desde la teología, la espiritualidad y la pastoral...”.12 Cuando Jesús invita a su seguimiento, en la misma invi tación se advierte el sentido ineludiblemente pastoral y mi sionero de la invitación: “Síganme y yo los haré pescadores de hombres” (Mt 4,19). Hoy queda claro que “la misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación” (DA 278e). Por que “discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla” (DA 146).13
11 Cf. Cario M. Martini, Oración y conversión intelectual, San Pablo, Bo gotá, 1995. 12 Mons. Garachana, Honduras. 13 Benedicto XV I, Discurso Inaugural en Aparecida, 3. 22
V íctor M anuel Fernández
Puesto que estamos refiriéndonos a nuestra conversión al Reino, cabe recordar que la Iglesia está efectiva y concreta mente al servicio del Reino “ante todo mediante el anuncio que llama a la conversión” (RM 20). Por eso “conversión al Reino” es necesariamente conversión a Ia misión. Esto, que podría ser simplemente una afirmación ge nérica de algo ya suficientemente sabido, en Aparecida se expresa como la necesidad de una conversión que nos vuelva más misioneros de lo que somos hasta ahora, con una opción más decidida y contundente por orientar todo a la misión y por subordinar todo a ella. Pero no entendiendo la misión en un sentido muy amplio, mero sinónimo de una evangelización que abarca todas las ac tividades posibles. Tiene un sentido más preciso y desa fiante: se trata de una decidida salida hacia los que están abandonados y alejados. Si no se entiende eso, Aparecida queda vaciada de toda fuerza interpelante. Las expresio nes utilizadas en Aparecida (DA 365ss) muestran que este cambio exige radicalismo evangélico: “firme decisión”, “capacidad de someterlo todo al servicio de la misión”, “todas las estructuras y planes”, “todas las personas”, “to das las comunidades”, “todas las fuerzas”, “es algo inex cusable”, etc. Esta renovación “extática” supone una ascesis que nos libere de la instalación cómoda y perezosa en nuestras viejas estructuras, costumbres y círculos de amigos, y nos invita a crear nuevas inclinaciones y actitudes. Pero la renovación misionera de la Iglesia supone también que concentre mejor su predicación en el anuncio que caracteriza a la misión ad gentes: me refiero al corazón del Evangelio que proclama el amor infinito e incondicional de Dios que se entregó hasta el fin en la cruz y brilla en Jesucristo resucitado. Una Igle sia misionera no se obsesiona por transmitir de golpe un inmenso depósito de doctrina y de disciplina. Se concen tra en este anuncio fundamental que provoca un encuentro salvífico con Jesucristo vivo. Esta vuelta al primer anuncio 23
Conversión pastoral y nuevas estructuras
es lo que se llama “la renovación kerygmática de la Igle sia”. Eso también exige una dura ascesis, y sobre todo una conversión, porque muchas veces queremos decirlo todo, asegurar inmediatamente la totalidad de la doctrina y de las normas de la Iglesia, impartir una formación exhaustiva an tes de enviar a la misión, etc. Pero la decisión kerygmática es Ia de llegar a todos con el primer anuncio para provocar un encuentro personal con Jesucristo que le dé una nueva orientación a la vida. Esto nos exige renunciar a toda pre tensión inmediata de exhaustividad y de “sistema” doctrinal y disciplinar. De hecho, cuando se pretende decirlo todo y exigirlo todo, no se consigue nada, el mensaje del Evangelio pierde contundencia y no se producen efectos significativos de conversión. Es una tremenda ascesis para los que están acostumbrados a hablar mucho. A quí no se trata de renun ciar a la totalidad de la verdad, sino de dosificarla pedagógi camente en un proceso nunca acabado de formación. Aquí también habrá que aplicar una ley eminentemente pastoral como la “ley de la gradualidad”, y reconocer una “jerarquía de verdades” en la que no se niega ninguna de ellas sino que se las trasmite con criterio misionero. No se puede negar que, si queremos cumplir un objetivo misionero, eso supone una prudencia pastoral que discierne lo que es conveniente en cada momento y en cada etapa para no desviarse del cometido fundamental ni contradecirlo. Pero ante todo se requiere “conversión” misionera. Por otra parte, la conversión pastoral, tal como la pre senta Aparecida, “implica escuchar con atención y discer nir lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta” (DA 366). Entonces, mientras la conversión del corazón al Señor nos lleva a buscar primero el Reino de Dios y su justicia (Mt 6,33), la conversión pastoral nos abre a los signos de la presencia del Reino de Dios en nuestro tiem po, en nuestro momento histórico y cultural concreto, del cual la pastoral de la Iglesia no puede prescindir. En este 24
V íctor M anuel Fernández
sentido, la conversión pastoral puede definirse como “un proceso y un itinerario propio de la c omunidad cristiana en su totalidad y pluralidad que pone un oído en el Evangelio y el otro en la historia, en las personas, en los signos de los tiempos”.14 La consideración de lo pastoral como dimensión de la conversión, a la cual no se puede renunciar, es un llama do a crecer y a “reconvertirnos”, ya que la conversión es un dinamismo permanente de la existencia cristiana. La renuncia a ese dinamismo es en sí misma un pecado que reclama conversión: “La conversión pastoral implica un cambio de conduc ta pastoral desde una pastoral no convertida (sobre todo por pecado de omisión), de espera, de caducidad, de conserva ción, de encierro (no- misionera), a una pastoral convertida, de anuncio, envío, búsqueda (misionera). Este cambio de con ducta pastoral estará siempre sometido a la dinámica de la ten tación de una pastoral no convertida. Por tanto, la conversión pastoral es una actitud eclesial permanente. Exige exámenes de conciencia pastorales permanentes y medios de conversión habituales, particularmente el discernimiento comunitario. No cambiar es por tanto un pecado pastoral”.15 Varios han mir ado el tema de la conversión pastoral tam bién desde la perspectiva del pecado: “Para lograr una conversión pastoral de toda la Iglesia latinoamericana, debemos comenzar por los pastores y tomar conciencia, comenzando por los señores Obispos, en el re conocimiento de nuestros pecados personales, y de aquellos otros que hacen a la tarea pastoral conjunta”.16 “Si hablar de conversión también implica hablar de pe cados, podemos decir que entendemos errores, infidelidades, 14 Luis Liberti. 15 A lejandro Giorgi. 16 Fernando Visconti. 25
Conversión pastoral y nuevas estructuras
lentitudes, incoherencias... El primer paso será reconocerlos para desde allí convertirnos”.17 “Se sostienen prácticas pastorales que hace veinte años eran novedosas o buenas o pertinentes. Pero ya no va más. Si se sigue en ese curso es pecado”.18 Por eso cada tanto cabría hacer alguna evaluación sin cera, como una suerte de “examen de conciencia pastoral” propuesto por uno de nuestros Obispos: “Debemos preguntarnos sinceramente, ¿cómo nos ha ido con LPNE (1990), el lanzamiento de la reforma econó mica (CMGD), la revisión hecha para el gran Jubileo (2000), y NMA (2003). Es decir, interrogarnos sobre: su aplicación, sus frutos, los resultados obtenidos, las resistencias y las po sibles causas”.19 6. Conversión estructural eclesial
Si la conversión social lleva a un cambio de estructuras sociales, la conversión pastoral misionera lleva a un cambio de estructuras eclesiales. Porque la verdadera conversión “despierta la capacidad de someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de vida” (DA 366). Pero muchos hablan de miedos paralizantes, de temores dentro de la Iglesia que impiden el nacimiento de un dina mismo misionero más libre ante las estructuras que habría que cambiar, renovar o crear. V ale la pena leer unos temblo rosos párrafos de hermanos y hermanas que se atreven a expresar este sentimiento: “Nos hace falta una mirada sin temores, que no se asus te ante lo distinto, que tenga la valentía y la serenidad del diá logo. Quizás la Iglesia sea como nuestras familias, sujetas mu-
17 Pablo Nassif. 18 Jos é Luis D’Amico. 19 Jos é María A rancibia, Arzobispo de Mendoza. 26
Víctor Manuel Fernández
chas veces a la misma manera de ser, que quizás reconocemos errada pero que prefiere no mover las aguas, quizás por temor a dónde llegaríamos. Creo que nos falta el amor necesario para no sentir temor”.20 “A veces, en la Iglesia, por temor a la división, caemos en el otro extremo: la pretensión de uniformidad, como si esto ya garantizara la unidad. Y no garantiza nada: sólo da una apariencia de unidad”.21 “Toda renovación implica que se hagan ensayos, con el riesgo de equivocarse, tener que dar marcha atrás o volver a empezar. El miedo a equivocarse paraliza e impide una autén tica renovación pastoral”.22 “Hay pérdidas de tiempo en mantener estructuras ex clusivamente por temor a que tengamos que cambiar el modo de pensar... lo que lleva a estar siempre a la defensiva”.23 “Se tiene miedo a perder un lugar logrado. Esto lleva a repetir esquemas y encerrarse. Una Iglesia tan pendiente de sí misma es mirada como una corporación más que busca triun far y estar sobre otros”.24 La misma conversión pastoral es expresada como una li beración del miedo al cambio de estructuras, liberación que hoy se vuelve imperiosa para que podamos ofrecerle a Dios un desarrollo generoso de los carismas que nos ha regalado a todos: “Una conversión pastoral decidida exige ineludiblemen te una renuncia al miedo. Si hubo excesos, lo que predomina hoy es la falta de confianza, creatividad y empuje. Hay mucho miedo a pensar y proponer, que no permite crear”.25
20 Kitty Palma de T erán. 21 Jorg e Fazzari. 22 Pedro Oeyen. 23 Daniel G . Dutto. 24 Pablo Molero. 25 Departame nto de Teología Pastoral, UCA. 27
Conversión pastoral y nuevas estructuras
No se trata aquí de alentar una mirada poco creyente sobre el misterio de la Iglesia. Al contrario, es precisamente una cuestión de gracia y de fe: “Conversión también es un no aferrarse a ciertas estruc turas y perder miedo. ¿O no es Jesús quien guía a la Iglesia? Dejarle que la guíe es un signo de fe”.26 Todo lo que implica esta renovación de las estructuras para hacerlas más misioneras, incluy endo lo que se refiere al abandono de las estructuras que no favorezcan deci didamente la misión, será objeto de la segunda parte de este libro. Pero ahora quiero destacar que esta conversión supone las anteriores, por lo cual necesariamente asume una conversión comunitaria. En el marco de esta con versión estructural, eso se expresa en una estructuración comunitaria de la pastoral diocesana, en una comunión pastoral, en la “pastoral orgánica”. Más concretamente to davía, como estructura de comunión misionera, se expre sa en un plan pastoral participativo, elaborado, ejecutado y ev alua do con participación de todos (DA 371), pero a la vez flexible, adaptable según los constantes desafíos del pueblo de Dios: “En primer lugar, hay que reconocer que la diócesis es Ia unidad pastoral para realizar la misión. Por lo tanto hay una conversión hacia Ia Iglesia Particular y en la misma Iglesia Par ticular - conversión eclesial- para que la pastoral sea orgánica, inclusiva y participativa”.27 A parecida vincula claramente la “conversión pastoral” con la necesidad de vivir una espiritualidad de comunión en todas las comunidades eclesiales (DA 368), que lleve a promover la corresponsabilidad y participación efectiva de todos los fieles. Pero Ia conversión “estructural” de cada
26 Jos é Luis D’Amico.
27 Vicaría de Pastoral de la Arquidiócesis de México. 28
V íctor Manuel Fernández
Diócesis se plasma particularmente en una estructura: el plan comunitario donde todos se sienten reflejados, convo cados e incorporados y que a su vez es una estructura viva, siempre abierta a las novedades del Espíritu. *** Sería maravilloso que en cada final de año, en cada Cua resma, en cada retiro espiritual, en cada momento cuando nos detengamos a revisar nuestra vida, podamos hacerlo con esta rica y completa idea de conversión, para que de verdad y plenamente podamos responder al amor de Dios que nos invita a renacer.
29
¿Qué es una conversión "pastoral"? El apelativo “pastoral” lamentablemente ha pasado a ser sinónimo de algo de “poca calidad”, de menor nivel, de poca seriedad y profundidad. Si un comentario bíblico se llama “pastoral”, uno no espera encontrar allí una exégesis muy seria o bien fundada. Cuando se dice que alguien va a estudiar teología “pastoral” muchos piensan que no le da la cabeza para estudiar teología dogmática o moral. Esta degradación del lenguaje es realmente lamentable, porque no hay algo más serio, exigente, desafiante y com prometedor que un compromiso pastoral. Lo “pastoral” exige una formación teológica sólida, una actitud espiritual honda y motivadora, una peculiar aptitud para leer los signos de los tiempos, y una especial habilidad pedagógica y co municativa. Todo ello para lograr que el Evangelio se vuelva realmente significativo en una determinada situación históri ca cultural y se perciba como una respuesta que movilice un dinamismo comunitario de transformación. ¡Nada más serio y profundo que esto! En este sentido, “la conversión pastoral es difícil y exigente, nos pide ante todo fidelidad a la voca ción de la Iglesia y fidelidad de la Iglesia a su vocación”.28 Pero ¿qué entendemos precisamente por “conversión pastoral”? Es una expresión polisémica, que puede ser com prendida de muy diversas maneras. Por eso, aunque muchos la utilicemos y la acojamos in cluso con entusiasmo, no podemos asegurar que estemos
28 Rita Ce deño Pérez.
31
Conversión pastoral y nuevas estructuras
entendiendo lo mismo. Un autor hace un juego de palabras mostrando que puede ser entendida como conversión “de” la pastoral, “en” la pastoral, “a” la pastoral, “por” la pastoral, “desde” la pastoral, etc.29 A su vez puede entenderse como conversión de los pastores, en cualquiera de esos diversos sentidos, o conversión de Ia Iglesia como institución con todas sus estructuras. Pero no es un mero juego de palabras, porque permite explicitar toda la riqueza de la propuesta. Si alguien quiere de verdad convertirse como pastor, debería detenerse a considerar las diversas facetas de la conversión pastoral. A partir de las variadas propuestas que escuché y leí, pero evitando un juego de palabras que pueda parecer for zado, creo que los diversos sentidos de la expresión podrían resumirse de la siguiente manera: 1) Conversión de los pastores orientada a entregarse más para la gloria de Dios. Cuando un pastor reconoce que ha caído, por ejemplo, en una suerte de “profesionalismo” pastoral y que ha perdi do la dimensión trascendente de su entrega, entonces invo ca al Espíritu, se vuelve una vez más a Dios y comienza de nuevo a realizar sus tareas apostólicas sinceramente “para la may or gloria de Dios” . A quí lo único que hay de “pastoral” es que quien se convierte es un pastor. 2) Conversión de los pastores a Dios motivada por las interpelaciones de su tarea pastoral. Esto se vuelve más específicamente “pastoral” , porque lo que moviliza al pastor a volverse a Dios es la misma activi dad apostólica, cuando la fe de la gente lo estimula, cuando el dolor del pueblo lo conmueve y reconoce que sin Dios no puede dar respuestas, cuando en la misma tarea se sien te interpelado a ser más “hombre de Dios”. Esto también
29 Lo hace J . B. L ibanio en su artículo “Convers áo pastoral e estruturas eclesiais”, en Medellín 134, 318-319. 32
V íc t o r M a n u e l F e r n á n d e z
vale para una laica entregada a un servicio pastoral, quien a partir de la vida de la gente opta por vivir más de Dios, en Dios, para Dios. A quí entramos en un ámbito más específi camente “pastoral” porque la interpelación y la motivación a la conversión provienen de la actividad pastoral. 3) Conversión de los pastores hacia una entrega may or al servicio pastoral a partir de las interpelaciones de su tarea. Esto es más pastoral todavía, porque ya no es simple mente una conversión a Dios sino también una conversión a Ia pastoral. Se explícita mejor ese aspecto “pastoral” de la conversión que se expresa también como “conversión al Reino y al pueblo de Dios”. Ocurre cuando el pastor, inter pelado por las angustias y necesidades de la gente, orienta más decididamente su corazón a servir generosamente al pueblo. A un las humillaciones, sean los casos de sacerdo tes pedófilos, como diversas situaciones de corrupción que se hacen públicas y nos exponen a una sospecha perma nente, pueden provocar sentimientos de inferioridad y un desánimo pusilánime o al contrario, pueden despertar una conversión hacia los demás: una opción por entregarse más radicalmente al pueblo de Dios, seguros de que el mal sólo se vence con más bien. En lugar de defenderse, el pastor reacciona con más humildad generosa, amando más a la gente y aumentando los gestos de paternidad espiritual y de entrega misionera. 4) Conversión de los pastores que los identifica plena mente con su misión, para que toda su existencia sea más decididamente “pastoral”. A quí la propia persona, desde su núcleo más profundo, se identifica con la propia misión que y a no “tiene”, sino que “es”. Entonces es la propia identidad la que se vuelve “pastoral”. Esto es aun más pastoral, porque se trata de una conversión que modifica con una carga pastoral todas las dimensiones de la existencia y no sólo un tiempo dedicado al apostolado. Se trata de una identificación plena entre el ser (la identidad 33
Conversión pastoral y nuevas estructuras
personal) y la misión. Entonces, ni siquiera la vida privada y el descanso se entienden al margen de la misión. El sentido del cuidado de las energías se ordena completamente a la mi sión y desaparece la actitud autodefensiva que absolutiza los tiempos personales y las necesidades privadas. Es la opción profunda por entenderse a sí mismo como un manantial para los demás, que implica una entrega del propio tiempo, como decía el Cura Brochero, “hasta el olvido de sí”. De este modo, la gente encuentra a un pastor disponible, cercano, que acoge cordialmente, pero no por una decisión voluntarista, ni sólo por compasión, sino porque eso brota de un ser radicalmente identificado con la misión de comunicar vida. 5) Conversión a Jesucristo Pastor, que configura con sus actitudes hacia la gente. Es una conversión a Cristo “pastor”. No hay entonces una genialidad personal de alguien que ha descubierto un nuev o y mejor modo de ser pastor. En definitiva consiste en un modo de tratar a los demás con las actitudes y gestos de Jesús. La Carta pastoral de Ia CEA con ocasión de la misión continental (20/08/09) destaca que la conversión pastoral, siguiendo el modelo de Jesús, “pasa por el modo de relacionarse con los demás” (15). Cuando un pastor hace una lectio divina de los Evangelios, se encuentra con Jesús tratando al ciego de! ca mino, contemplando a la viuda pobre, levantando a la mujer pecadora, y entonces no puede dejar de sentir el llamado a “convertir” sus gestos en esa línea. 6) Conversión de las tareas del pastor (la “pastoral”), que se modifican a partir de los reclamos de Dios a través de la realidad que vive el pueblo. A quí es “la pastoral” lo que se convierte. No se trata sólo de un cambio interior del pastor que modifica sus actitudes y sus gestos, s ino de una transformación de las tareas pastora les, que se vuelven flexibles según los cambiantes reclamos de la realidad: 34
V íctor Manuel Fernández
“El discernimiento evangélico toma de la situación his tórica y de sus vicisitudes y circunstancias no un simple dato que hay que registrar con precisión y frente al cual se puede permanecer indiferentes o pasivos, sino un deber, un reto a la libertad responsable, tanto de la persona individual como de la comunidad. Un «desafío» vinculado a una llamada que Dios hace oír en una situación histórica determinada. En ella y por medio de ella Dios habla al creyente” (PDV 10). El “modo” de ejercer cualquier ministerio se adapta a lo que pide cada circunstancia. La misma Carta pastoral de los Obispos de la CEA expresa que la conversión pasto ral se manifiesta también “buscando cambiar el modo de transmitir el Evangelio” (42), transfigurando todas las ta reas del ministerio de la Palabra. Los nuevos desafíos del mundo requieren una actitud abierta para que, acogiendo la interpelación de Dios a través de los reclamos del mun do, el anuncio del Evangelio desarrolle nuevas dimensiones que este momento necesita. Porque “además de su valor antropológico implícito, todo encuentro con una persona o con una cultura concreta puede desvelar potencialidades del Evangelio poco explicitadas precedentemente” .30 No pode mos repetir siempre lo mismo, de la misma manera, con los mismos acentos, como si fuéramos dueños de un depósito muerto que simplemente hay que conservar como está. La conversión pastoral abre el camino a una gran capacidad de transformación, de tal forma que nuestras propuestas no aparezcan como una imposición que exige una aceptación forzada, porque “la Iglesia crece no por proselitismo sino por atracción” (DA 159). En este sentido, la conversión pastoral se entiende como una transformación de las tareas pastora les que se realizan, para que respondan verdaderamente a las necesidades actuales. 30 Congregación para la Doctr ina de la Fe, Nota doctrinal acerca de algu nos aspectos de Ia evangelización, 03/12/2007, 6. 35
Conversión pastoral y nuevas estructuras
7) Conversión de Ia pastoral de Ia Iglesia diocesana y de las parroquias: “la conversión pastoral de nuestras comu nidades” (DA 370). No son sólo los pastores que se vuelven más misioneros, sino las comunidades enteras, con todo su entramado de relaciones y acciones. Se trata de una conversión que, por ser profundamente fiel al Evangelio, es en sí misma comu nitaria. Sería la conversión pastoral (con las características mencionadas en los puntos anteriores) de todo un Presbi terio, por ejemplo. O bien la conversión de toda una Dió cesis, de todo un Movimiento, de una Parroquia entera, de la CEA, etc. En este sentido, Pastores Dabo Vobis decía que “el ministerio ordenado tiene una r adical forma comu nitaria y sólo puede ser ejercido como una tarea colectiva” (PdV 17), lo cual vale también para la misión de todos los bautizados. Desde esta concepción, es una comunidad la que se vuelve sujeto de la conversión pastoral, que, aunque suponga la conversión personal, no es simplemente la suma de varios individuos convertidos sino que afecta a una rea lidad que trasciende a los individuos: lo que se convierte es ese entrelazado de relaciones y de acciones que se establece en la comunión misionera de una Diócesis, para que toda esa vida comunitaria sea más radicalmente misionera. 8) Conversión que reforma las estructuras de la pastoral ordinaria para que sean más misioneras. Esta dimensión de la conversión pastoral, íntimamen te ligada a las anteriores, se concentra en su aspecto mi sionero y en la subordinación de todas las estructuras (no sólo las tareas) a la misión, lo cual constantemente exige reformas. Estas reformas van desde los horarios y lugares de celebración de la Eucaristía, hasta la organización de Cáritas, el plan de Catequesis, etc. Supone una “plastici dad organizativa”, que previene del riego de uniformar, de imponer esquemas como si todos los grupos humanos fue ran iguales. Para que las estructuras estén sometidas a una permanente “conversión”, no conviene rodearse de gente 36
V íctor M anuel Fernández
unidireccional que sólo responda a los propios esquemas. Cuando la conversión pastoral es auténtica, despierta la capacidad de renovar constantemente todas las estructuras pastorales que encauzan nuestras tareas misioneras. Lo ve remos en la segunda parte de este libro. *** La conversión pastoral implica todo esto. Por eso, un pas tor que quiera realmente convertirse, debería integrar todo esto en una buena revisión de su entrega misionera, y recor dar que cuando Dios le está pidiendo más es porque le está ofreciendo más.
37
¿Dónde y cómo aparece? La idea de “conversión pastoral” se fue gestando antes que apareciera esa ex presión. Pablo VI ya inv itó a ampliar la noción de conversión expresando con fuerza que el llamado a la conversión no se dirige sólo a los individuos aislados sino también a todo el entramado de relaciones que confor ma la Iglesia. Recordemos este memorable texto que no ha perdido su fuerza interpeladora: “La Iglesia debe profundizar la conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio. De esta con ciencia iluminada y operante brota un espontáneo deseo de confrontar la imagen ideal de la Iglesia, tal como Cristo la vio, la quiso y la amó como santa e inmaculada (Ef 5,27) y el rostro real que hoy la Iglesia presenta [...] Brota, por tanto, un anhelo generoso y casi impaciente de renovación, es decir, de enmien da de defectos que la conciencia denuncia y refleja, a modo de examen interior frente al espejo del modelo que Cristo nos dejó de si’ (ES 7,9).
El Concilio Vaticano II expresó esta conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por fide lidad a Jesucristo y a sí misma: “Toda renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad hacia su vocación [...] La Iglesia peregrina en este mundo es llamada por Cristo a una perma nente reforma, de la que ella, en cuanto institución terrena y humana, necesita permanentemente” (UR 6). Este llamado del Concilio es bien actual. Juan Pablo II ha recordado que el Concilio Vaticano II sigue siendo una “brújula segura” para la Iglesia de hoy (NMI 57). Por eso 39
Conversión postoral y nuevas estructuras
en Aparecida los Obispos reconocieron que “nos ha faltado valentía, persistencia y docilidad a la gracia para proseguir, fiel a la Iglesia de siempre, la renovación iniciada por el Concilio Vaticano II” (DA 100h), y lamentaron “algunos intentos de volver a un cierto tipo de eclesiología y espiri tualidad contrarias a la renovación del Concilio Vaticano II” (DA 100b). Esta necesidad de permanente reforma fue expresada por Juan Pablo II como una apertura a las novedades que exige la evangelización en este momento de la historia. Así acrecentó la conciencia de que la conversión eclesial debe tocar la ev angelización. Esto supone no sólo una renovación en el ardor, sino también nuevos métodos y nuevas formas de expresión. En 1983 ante los Obispos reunidos en Haití, J uan Pablo II invitó a “una Nuev a Ev angelización: nuev a en su ardor, en sus métodos y en su expresión”. Esto, cuando llegamos a Santo Domingo, ya se expresa explícitamente como “conversión pastoral”, que no se mani fiesta sólo en los métodos y expresiones, sino en la totalidad de la vida de la Iglesia, implicando nuevas estructuras: “La nueva evangelización exige la conversión pastoral de la Iglesia. Tal conversión debe ser coherente con el Concilio. Lo toca todo y a todos: en la conciencia, en la praxis personal y comunitaria, en las relaciones de igualdad y autoridad; con es tructuras y dinamismos que hagan presente cada vez con más claridad a la iglesia, en cuando signo eficaz o sacramento de salvación universal” (SD 30). Hoy reconocemos que toda la vida de la Iglesia está lla mada a una conversión pastoral. Curiosamente, el Episcopado que recogió este llamado con más fuerza y prontitud, al menos en teoría, fue el español: “Se trata, por tanto, no sólo de una conversión personal, sino también y a la vez de una conversión pastoral, puesto que tendremos que emprender acciones distintas de las que hasta ahora hemos realizado y realizar de manera diferente, apostó 40
V íctor Manuel Fernández
lica y evangelizadora, muchas de las actividades ordinarias de la Iglesia...”31 Posteriormente, Juan Pablo II se refirió varias veces a Ia necesidad de una conversión de los pastores que haga de Ia Iglesia un espacio más participativo: “La conversión de los pastores nos lleva también a vivir y promover una espiritua lidad de comunión y participación” (NMI43). En Ecclesia in America se indica con claridad que la con versión es también una realidad que atañe a la Iglesia: “El encuentro personal con el Señor, si es auténtico, llevará tam bién consigo la renovación eclesial” (EA 7). Pero además, como ya vimos, la conversión es necesariamente situada, encarnada en la realidad del pueblo, y por eso incluye un llamado a reflejar los aspectos del misterio de Cristo que más necesita el pueblo en este momento y en este lugar: “El llamado universal a la conversión adquiere matices particulares para la Iglesia de América Latina [...] Una autén tica identificación con el estilo personal de Jesucristo, que nos lleva a la sencillez, a la pobreza, a la cercanía, a la carencia de ventajas [...] permaneciendo primariamente abiertos a aque llos que están sumamente lejanos y excluidos” (EA 28). Esta conversión siempre toca de alguna manera a las es tructuras. En el discurso inaugural de Aparecida, Benedicto XV I mostró que aun la vida sobrenatural supone determina dos cauces estructurales que hagan posible su expansión en la vida social. Al respecto dijo que “la cuestión fundamental sobre el modo cómo la Iglesia, iluminada por la fe en Cristo, deba reaccionar ante estos desafíos, nos concierne a todos. En este contexto es inevitable hablar del problema de las es tructuras [...] Por la constante evolución de la historia, han de ser siempre renovadas y actualizadas”. 31 Conferencia Episcopal Española, Plan de acción pastoral para el cua trienio 1997- 2000. 41
Conversión pastoral y nuevas estructuras
Como vemos, no estamos tratando cuestiones que sólo se desarrollen en el ámbito de la discusión de los teólogos, sino que ya han sido claramente asumidas en el Magisterio de la Iglesia. Ahora se trata de encontrar las maneras de hacerlas carne en nuestras comunidades.
42
Sentido del llamado de Aparecida a Ia conversión pastoral En Aparecida la invitación a la conversión pastoral asume el sentido preciso de una decidida renovación misionera: “Conversión pastoral es sinónimo de conversión a la misión. Sin dejar la necesaria y maltratada pastoral ordina ria, es salir en búsqueda. En suma, tender a formar comuni dades conscientes de que todas las estructuras, aun las for mas de vida contemplativa, tienen una intrínseca dimensión misionera”.32
P a s t o r a l en é x t a s i s
La conversión pastoral que se propone implica ante todo pasar de la condición de meros administradores a la de quie nes salen constantemente a la búsqueda: es pasar “de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamen te misionera [...] haciendo que la Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera” (DA 370). Se dice también que los sacerdotes no se pueden contentar “con la simple administración” de lo que ya existe (DA 201). A parecida se refiere fundamentalmente a una renovación que vuelva a la Iglesia más decididamente misionera, por que ya “no podemos quedarnos en espera pasiva en nues tros templos” (DA 548).
32 A ntonio Marino, Obispo auxiliar de L a Plata. 43
Conversión pastoral y nuevas estructuras
De hecho, antes de Aparecida, dirigiéndose a los Obis pos de B rasil, B enedicto XV I definió a Ia V Conferencia como un “gran ev ento eclesial que se sitúa en el ámbito del esfuerzo misionero que América Latina deberá proponer se” (11/05/2007). Esta orientación misionera que el Papa quiso darle fue claramente acogida y es sin duda el marco donde debe entenderse la conversión pastoral. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral también se entiende en ese sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pas toral ordinaria en todas sus instancias sea más expansi va, centrífuga, que favorezca la incorporación de nuevos miembros y coloque a los agentes pastorales en constan te actitud de salida: “Frente a los nuevos desafíos, en lugar de una Iglesia apologeta, Aparecida apuesta por una Iglesia propositiva, mi sionera, en espíritu de diálogo y servicio, compañera de cami no de toda la humanidad. Se trata de una misión centrífuga, de irradiación de la Buena Nueva, no proselitista y ni por parte de algunos o de manera puntual, sino a través de una Iglesia en estado permanente de misión. El desafío presenta implica ciones: asumir una actitud de permanente conversión pastoral y de renovación eclesial”.33 “Misión” aquí no tiene el sentido estricto de la misión ad extra, pero tampoco se diluye en una mera identificación con toda la tarea evangelizadora de la Iglesia. En Aparecida el sentido es: una salida hacia los alejados y una reforma profunda de toda la Iglesia para que esté mucho más inserta en el corazón del mundo con el primer anuncio que reorien ta la vida de las personas. No se ignora que esta propuesta de renovación misione ra choca con actitudes cerradas y autodefensivas:
33Agenor Brighenti. 44
V íc t o r M a n u e l F e r n á n d e z
“Pero se notan actitudes de miedo a la pastoral urbana; tendencias a encerrarse en los métodos antiguos y a tomar una actitud de defensa ante la nueva cultura, de sentimientos de impo tencia ante las grandes dificultades de las ciudades” (DA 513). P r o f u n d a a t e n c i ó n a l a r e a l id a d
La conversión de los pastores exige en primer lugar la dis posición para una atenta escucha de lo que el Espíritu dice a través de la realidad y a través del pueblo, de manera que se pueda adaptar la acción pastoral a esa realidad discernida: “La conversión personal despierta la capacidad de so meterlo todo al servicio de la instauración del Reino de vida. Obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos y laicas, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral, que implica escu char con atención y discernir lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias (Ap 2,29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta” (DA 366). “La Iglesia está llamada a repensar profundamente y a relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas cir cunstancias latinoamericanas y mundiales” (DA 11). Es impensable una pretensión de conversión pastoral y de reforma al margen de lo que sucede en el contexto histó rico cultural donde la Iglesia vive y actúa: “La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del con texto histórico donde viven sus miembros [...] De allí nace la necesidad, en fidelidad al Espíritu Santo que la conduce, de una renovación eclesial que implica reformas espirituales, pas torales y también institucionales” (DA 367). Toda novedad “estructural” tiene sentido si parte de esta atención a lo que pide la realidad, o a lo que pide el E spíritu a través de ella: “Se requiere imaginación para encontrar respuesta a los muchos y cambiantes desafíos que plantea la realidad, exigien do nuevos servicios y ministerios” (DA 202). 45
Conversión pastoral y nuevas estructuras
No es obvio que un pastor esté atento a la realidad. Hay mu chos pastores dormidos. Por eso la conversión pastoral a veces es también una especie de despertar cuando estamos adorme cidos, narcotizados, cuando nos volvemos incapaces de mirar la realidad y reaccionar. En ese sentido, una conversión pasto ral permanente consiste simplemente en “no acostumbramos a la escandalosa inequidad, la miseria y pobreza de las mayorías, la violencia familiar y urbana, las adicciones ... ”.34 La conversión pastoral, precisamente por ser “pastoral”, implica una profunda y abierta atención a las situaciones a las cuales se debe llegar con el Evangelio. Por eso no es algo que se produzca en el seno de la Iglesia sin necesidad de un encuentro con el mundo, ya que sus expresiones “han de ser mediadas por las ciencias humanas y sociales, tanto con res pecto al diagnóstico de la situación como en lo referente a las estrategias y tácticas pastorales y socio- pastorales...”.35 Cuando hablamos de una actitud de escucha no se trata de que los sacerdotes escuchen a los demás agentes pasto rales. Se trata, sobre todo, de una escucha que nos ponga en contacto con el pueblo, con las megatendencias colectivas, muchas veces impulsadas por el mismo Espíritu Santo. A trav és de la realidad habla el Espíritu, por lo cual la escucha se convierte en disponibilidad: “Es necesario creer más en el dinamismo del Espíritu en la historia. En lo que Dios va mostrando y suscitando a favor del Reino, lo cual requiere actitud de disponibilidad”.36 P a s t o r a l o r d i n a r ia c o n e s t r u c t u r a s m i s io n e r a s
Pastoral como “acción eclesial” pone el acento en la acción concreta de las comunidades con sus estructuras,
34 Juan Carlos Scannone. 35 J uan Carlos Scannone. 36 Pablo Nassif. 46
V íctor Manuel Fernández
y por consiguiente la conversión pastoral afecta a todas esas estructuras: “Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos y de cual quier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe ex cusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe” (DA 365). Cuando se habla de procesos constantes de renova ción misionera queda claro que la conversión pastoral no se expresa sólo en la decisión de organizar algunas misiones, sino de entrar en un estado permanente de mi sión. Aparecida habla de América Latina en “estado de misión” (DA 213) y de “estado permanente de misión” (DA 551). En esta línea, los Obispos argentinos han que rido destacar que la conversión pastoral, con su llamado a la reforma de estructuras, debe interpelar a la pastoral ordinaria:
“Fue madurando una acentuación en la necesidad de una conversión pastoral y un estilo misionero en toda actividad pastoral ordinaria. Esto no significa que no se hagan gestos mi sioneros concretos, pero queda claro que la Misión Continen tal no debe terminarse en ellos. Por lo tanto hablar de Misión Continental es decir al mismo tiempo dos cosas: trabajar en una conversión pastoral que lleve a un estado de misión per manente, a partir de la pastoral ordinaria, y realizar misiones organizadas que encarnen y hagan visible este renovado estilo misionero” (CPMC, 8-9). “La conversión pastoral tiene que tocar la pastoral or dinaria, empezando por la parroquia, las capillas, las comuni dades, la catequesis, la celebración de los sacramentos, las es tructuras diocesanas, decanales, etc. Y es allí, en nuestra tarea pastoral ordinaria, donde debemos reconocer que hay estruc turas caducas y que es necesario abandonarlas, para favorecer la transmisión de la Fe” (CPMC, 14). 47
Conversión pastoral y nuevas estructuras
En realidad, ya en 2003 habían dicho que “cada pa rroquia, con sus organismos e instituciones, ha de asumir decididamente un estado permanente de misión, en primer lugar dentro de su propio territorio, dado que la parroquia es para todos los que integran su jurisdicción” (NMA 72).
I n t e r io r y e x t e r io r
Está suficientemente claro que esto implica la disposición para renovar y transformar estructuras, pero precisamen te porque supone una “conversión” pastoral, es imposible asumir esto como una mera obligación, sin un espíritu que fecunde una decisión sincera. Supone ante todo que uno mantenga viva la ilusión por llevar a Cristo a los demás, pero por eso mismo requiere que el propio ser cristiano se mantenga vivo y sano. Si no tengo la convicción real de que conocer a Cristo y tratarlo vale la pena, si él no sigue siendo verdaderamente importante para mí, no habrá un interés sincero por llevar a otros a ese encuentro de amistad. Por eso se comprende claramente que Aparecida haya colocado al lado de la identidad misionera, de modo inseparable, la identidad discipular. Pero hay que terminar de una vez con las polarizaciones dialécticas entre “espiritual”, “social” y “misionero”. Tampo co se trata de un poquito de cada cosa, sino de las tres cosas a pleno, porque, bien entendidas, se potencian la una a la otra. Si el servicio al prójimo es amor sincero más que bús queda ideologizada de sí mismo, llega un momento en que se percibe que esa entrega no puede sostenerse sin la fuerza de Jesucristo, y que los demás no necesitan solamente cosas sino también un encuentro más hondo con El. Igualmente, si la oración es sincera, la apertura al verdadero Cristo im pulsa al compromiso y a la misión. L a lectura espiritual de la Palabra permite acoger el modelo de un Cristo entregado al pueblo, con su llamado a romper las paredes cómodas del propio yo. 48
V íctor Manuel Fernández
Precisamente, la originalidad y el atractivo testimonial de nuestra propuesta está en Ia unión de las tres cosas, evitando tanto un gnosticismo espiritualista37 como un reduccionismo social ingenuo.38 Propuestas místicas sin un fuerte compro miso social- misionero, o discursos y praxis sociales sin místi ca, son también “estructuras caducas”. No producen impac tos significativos simplemente porque no son fieles al Evan gelio ni responden a lo que hoy el pueblo está pidiendo. De hecho, la historia demuestra que esas propuestas dialécticas y desintegradores sólo lleg an a g rupos reducidos y no tienen fuerza de amplia penetración.
Por otra parte, no hay que engañarse. T anto la for mación como la espiritualidad (englobadas en Aparecida bajo la fi gura del “discipulado”) hoy pueden convertirse en estructu ras caducas muy bien barnizadas. ¡Estamos en la posmoder nidad privatizadora, no en la modernidad con sus certezas y utopías! Por lo tanto, nuestros viejos discursos contra el acti vismo de los agentes pastorales quedan fuera de lugar. Eran más adecuados treinta años, e incluso diez años atrás. Pero en los últimos años la tendencia a la privatización del estilo de vida se ha ido acentuando en la mayoría de los agen tes pastorales. No me refiero a los discursos y palabras, que pueden ser muy sociales y ciudadanos, sino a los hábitos, a las opciones concretas, al uso del tiempo, a la forma de vivir. Entonces, la formación doctrinal y el cultivo de la espirituali dad pueden convertirse fácilmente en excusas para demorar compromisos misioneros más radicales.
37 Porque reduce el Ev angelio a un proceso individualista de liberación de angustias personales y a una relación individual con Jesucristo que no alienta un compromiso social efectivo en la construcción del Reino. 38 Porque desgasta el tiempo habla ndo sobre los pobres y la liberación como si el mero discurso desde afuera pudiera transformar la realidad de los pobres concretos y como si ellos no necesitaran también el encuentro personal con Jesucristo (que suelen buscar en las sectas) además de re cursos materiales. 49
Conversión pastoral y nuevas estructuras
Es verdad que siempre hace falta cultivar un espacio interior que otorgue sentido cristiano al compromiso y a la actividad. Pero ese sentido evangélico no es sólo la oración o el encuentro privado con Dios, sino también, insepara blemente, la vida entera entendida como misión. Incluye una conciencia honda sobre el valor sagrado del prójimo, el amor de Cristo a los pobres, la opción radical por el Rei no, etc. Si todo eso no se alimenta en un espacio interior de oración y reflexión, las tareas fácilmente se vacían y el fervor se debilita. En un agente pastoral inmerso en la cultura posmoderna, la espiritualidad debería configurarse de ese modo, completamente al servicio de Ia misión, para no volverse una estructura caduca más. En Aparecida, que dedica tanto espacio a la formación y a la espiritualidad, esto queda suficientemente clarificado cuando dice qué es la espiritualidad: “No es una experiencia que se limita a los espacios pri vados de la devoción, sino que busca penetrarlo todo con su fuego y su vida. El discípulo y misionero, movido por el impulso y el ardor que proviene del Espíritu, aprende a expre sarlo en el trabajo, en el diálogo, en el servicio, en la misión cotidiana [...] La vida en el Espíritu no nos cierra en una inti midad cómoda, sino que nos convierte en personas generosas y creativas, felices en el anuncio y el servicio misionero. Nos vuelve comprometidos con los reclamos de la realidad” (DA 284- 285).
50
Acogida en autores y Obispos latinoamericanos La recepción de Aparecida, con su propuesta de una conversión pastoral que la vuelva más misionera, fue mejor de lo que podría esperarse. No se puede negar que desató un dinamismo mayor al de Santo Domingo, aun cuando estamos en una época en que los documentos interesan poco, mucho menos que en otras décadas. En numerosas Diócesis, movimientos y asociaciones católicas se dedicó tiempo a dialogar para asumir el llamado a una renovación misionera que propone Aparecida. Aun los teólogos, que suelen ser muy críticos, han tratado al documento con bas tante respeto debido a que reconocen que el llamado que hace Aparecida es valiente y decidido. Para mencionar al gunos teólogos brasileros, que son quienes más han escrito al respecto, es sorpresivo leer que “en el horizonte surge el sueño de una Iglesia que se moviliza desde dentro de su fe en el amor de Dios”.39 Otro teólogo muy crítico se lo toma más en serio todavía: “El proyecto de Aparecida es ambicioso. Se trata nada menos que de una inversión radical del sistema eclesiástico. Hace siglos la pastoral de la Iglesia está concentrada en la con servación de Ia herencia del pasado. Todas las instituciones fueron adaptadas a esa finalidad. El sistema fue instalado en el siglo XII y desde entonces no cambió sensiblemente. De acuer do con el proyecto de Aparecida todo va a ser orientado a la misión. La realización práctica de ese proyecto exigirá el siglo
39 J . B. Libanio. 51
Conversión pastoral y nuevas estructuras
XXI entero. Porque si bien los Obispos lanzaron el proyecto, ahora el problema principal consiste en convencer al clero. La presente generación no está preparada para esa inversión de sus tareas. Entonces será necesario cambiar radicalmente la formación y preparar nuevas generaciones sacerdotales bien diferentes de la actual. Lograr que toda la Iglesia sea misionera es una tarea gigantesca”.40 Finalmente, otro autor sostiene que Aparecida “no sólo da un paso más hacia delante sino que abre una nueva etapa en la misión de la Iglesia en el Continente”,41 con todas las exigencias de renovación y transformación que ello exige. Pero ahora nos preguntamos cómo asumieron los Obis pos, después de Aparecida, el llamado a una conversión pastoral misionera. Está claro que Ia han as umido ante todo como una renovación misionera con todo lo que implica de transformación estructural. La acogida de Aparecida ha tomado fundamentalmente ese rostro, y en esta línea varios episcopados han lanzado la “Misión Continental”. Los Obispos chilenos, en sus recientes orientaciones pas torales, han acogido el llamado de Aparecida a la conver sión pastoral y a la reforma de estructuras. Entre los recono cimientos de realidades a transformar mencionan que “a ve ces proyectamos una imagen de Iglesia lejana, burocrática y sancionadora” (53.1); “hemos perdido el contacto vital con nuestros bautizados que se han alejado de la Iglesia por di versas razones” (53.4); “no somos una Iglesia misionera que salga al encuentro de la gente y camine con ellos desde don de se encuentren” (53.5); “nos falta una evangelización más profunda y perseverar en un trabajo pastoral más orgánico y sistemático. Tenemos mucho que impulsar en la conver sión pastoral para crear estructuras eclesiales que realmente estén al servicio de la evangelización” (53.10); “nos falta cre
40 J . Comblin. 41 C. Boff. 52
V íctor M anuel Fernández
cer en métodos e itinerarios sistemáticos de formación para personalizar la fe y hacer más significativa la evangelización” (53.11); “en algunos ámbitos de Cáritas y de Pastoral Social aún tenemos un desarrollo insuficiente, caracterizado casi únicamente por el servicio asistencial, con acciones de baja incidencia en la promoción humana integral” (53.13); “no hemos acompañado suficientemente la fe y la formación de los constructores de la sociedad: el mundo político, cultural, artístico, laboral y comunicacional” (53.14); “al interior de la Iglesia necesitamos crecer en solidaridad para compartir los recursos humanos y materiales, y en transparencia para dar cuenta del ejercicio administrativo y económico en cada instancia de la comunidad eclesial” (53.15). A nte esta realidad eclesial, llamada a crecer, “la escucha atenta del Espíritu y la disponibilidad a sus dones nos renue va en el conocimiento y la práctica de la voluntad salvado ra de Dios. Por lo mismo, es fuente de conversión pastoral, para responder con creatividad a las exigencias actuales de la evangelización” (71.1). Esto lleva a una renovación misione ra cuyo “objetivo fundamental será poner a la Iglesia, como tal, y a todas las realidades eclesiales, en estado permanente de misión para anunciar con nuevo ardor el Evangelio a las personas alejadas y desencantadas de la Iglesia, a quienes parecen indiferentes a la fe y a quienes se confiesan agnós ticos o no creyentes. Una tal renovación eclesial implica re formas espirituales, pastorales y también institucionales, que tenemos que discernir y concretar a la luz del Espíritu y con audacia evangélica” (81).42 Mons. Alejandro Goic, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, en la Jornada nacional de Obispos del 11/06/2008, reflexionó acerca de la conversión pastoral des tacando que supone “el seguimiento de Jesucristo, como centro real y verdadero de la existencia”, que es “ante todo 42 Conferencia Episcopal de Chile, Orientaciones pastorales 2008- 2012. 53
Conversión pastoral y nuevas estructuras
obra de Dios que ama y que perdona, que crea un corazón nuevo e infunde un nuevo espíritu”. Resaltó que “estamos en una realidad social y cultural tremendamente compleja, que necesita de parte de la Iglesia una respuesta de mucho mejor calidad que la que actualmente estamos dando. Nece sitamos re- potenciar la dimensión misionera (en su sentido más profundo, de allí el tema de la conversión pastoral) y redescubrir una mejor experiencia de comunión (que no nos lleve a vivir centrados en tensiones intraeclesiales, sino en la tarea de proclamar el Evangelio)... Sabemos bien que una de las dimensiones de nuestra permanente conversión como evangelizadores es una conversión de actitudes y lenguajes que permitan que otros, distintos a nosotros, y a veces muy distintos a nosotros, acojan al Señor Jesús y su Evangelio como una B uena Noticia de Dios para sus vidas. Nuestra mi sión evangelizadora en el país es desarrollar en nuestro tiem po, para sus hombres y mujeres, una pedagogía que haga presente de modo significativo el amor de Dios”. En Brasil se elaboró en 2008 un nuevo proyecto nacional de evangelización.43El presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil (CNBB), monseñor Geraldo Lyrio Rocha, explicó en una entrevista concedida a L'Osservatore Romano esta iniciativa, diciendo que “propone como obje tivo general el de abrirse al impulso del Espíritu Santo e in centivar, en las comunidades y en cada bautizado, el proce so de conversión personal y pastoral al estado permanente de misión”. También quiere “reconsiderar las estructuras de la acción evangelizadora para intentar llegar a los católicos que se han alejado; favorecer el acceso de todos, empezan do por los pobres, a la atrayente oferta de una vida digna en Cristo; profundizar en la misión como un servicio a la hu manidad; discernir los signos del Espíritu Santo en las vidas de las personas y en la historia”. Puesto que el sujeto de la
45 CNBB, Despertar ¡a vocación y la acción misionera de los bautiza dos, 2008. 54
V íctor M anuel Fernández
misión, observa monseñor Rocha, es la Iglesia particular, “la CNBB propone a cada diócesis que revise su plan pastoral para imprimirle un mayor impulso misionero”. También se pretende “intensificar la formación de nuevos misioneros, promover los ministerios de la acogida y de la visitación; incentivar la producción de programas radiofónicos y tele visivos sobre Brasil y la misión continental”, y “divulgar ex periencias misioneras significativas que actualmente se están realizando en diversas regiones de Brasil”. Otras Conferencias Episcopales también se han expresa do al respecto. Veamos algunos ejemplos: “Tenemos que pasar de una pastoral de mera conserva ción a una pastoral misionera y servidora de la vida. Para una eficaz acción misionera, necesitamos la conversión personal y pastoral, y esto implica reformas espirituales, pastorales e ins titucionales. Tenemos que revisar los planes, propagandas y metas pastorales a la luz de esta mística misionera a que nos invita Aparecida”.44 “Consideramos de máxima importancia llevar a cabo Ia necesaria conversión pastoral, sobre todo, en estructuras y métodos de evangelización. Asimismo que esta misión ilumine, incluya y respete los actuales procesos diocesanos de pastoral. Según la voluntad del Señor que envió a los apóstoles a procla mar la Buena Noticia a toda creatura (cf. Me 16,15), la misión tenga, evidentemente, como destinatarios a todos los seres humanos...”45 “La Misión Continental deberá favorecer en nuestras co munidades el paso de una pastoral de conservación a una pas toral con espíritu misionero, vivido en la familia, en las pequeñas comunidades eclesiales, en la parroquia y en la diócesis. Ese espíritu misionero- evangelizador, como alma de la gran Misión Continental, nos llevará a una Iglesia en estado permanente de misión, compartiendo el pan y nuestros bienes materiales, como
44 Conferencia Episcopal Panameña, 10/07/2009. 45 Conferencia Episcopal de Costa Rica, Plenaria de 2009 . 55
Conversión pastoral y nuevas estructuras
los primeros cristianos, para su plena realización [...] Esta mar cha, hacia un cambio social que busca el bienestar de nuestro pueblo y la conversión pastoral de una Iglesia más misionera, será la mejor forma de prepararnos a la celebración de nuestro Bicentenario de la Independencia Nacional”.46 “No escapan nuestras comunidades al envejecimiento, los compartimentos pastorales, las dificultades para asumir la pastoral orgánica, desgastes, pastoral de mantenimiento más que misionera...”.47 En una consulta realizada por el CELAM a los Obispos delegados de las distintas Conferencias Episcopales, acerca de la recepción de Aparecida, se manifestaron “conscientes de las dificultades y las resistencias que implica la renova ción de las estructuras eclesiales para que sean misioneras, y Ia formación de los agentes de pastoral (presbíteros, consa grados y laicos) para que sean discípulos misioneros”. Pero reconocieron que “la conversión pastoral está calando y nuestras Iglesias están respondiendo...”.48 Finalmente, mencionemos unos párrafos de algunos Obis pos latinoamericanos, entre tantos otros, que han hablado después de Aparecida acerca de la conversión pastoral: “La propuesta de Aparecida es más audaz; la misión a la que nos invita no está limitada en el tiempo, sino pensada de forma tal que, una vez iniciada, continúe como la misión per manente. Supone acciones, pero no se circunscribe a ellas [...] Esto exige un fuerte y decidido impulso espiritual y pastoral, con visión de futuro [...] En esta magna labor evangelizadora hay que llegar a los desesperados, a los desanimados, a los
46 Conferencia Episcopal Paraguaya, 06/03/2009. 47 Mons. Carlos Collazzi, representando a la Conferencia Episcopal Uru guaya en la visita ad limina, 26/09/2008. 48 Delegados al CELA M de la Conferencias episcopales. Exhortación: “Una Iglesia en misión permanente”, Managua, 09/08/2008. 56
V íctor Manuel Fernández
agobiados; a ellos hay que hacerles sentir la presencia podero sa y amorosa de Cristo”.49 “La Iglesia particular es el primer y principal sujeto de Ia conversión pastoral en cuanto en ella y sólo en ella se puede vivir en plenitud la espiritualidad de comunión. Por eso dice Aparecida que cada uno está llamado a evangelizar de un modo armónico e integrado en el proyecto pastoral de la dió cesis [...] En toda institución las estructuras están al servicio de los fines que ésta persigue, de lo contrario se vuelven contra la misma; serían no sólo inoperantes, sino adversas. Son siempre relativas, aunque algunas lleguen, por el uso y la tradición, casi a identificarse con la institución [...] Es claro, por otra parte, que en la Iglesia el protagonismo pertenece al Espíritu y que las estructuras eclesiales deberán facilitar el camino a su acción y crear espacios de libertad, cual conviene a su naturaleza y a la dignidad de hijos de Dios. La sabiduría divina, acompañada de la virtud de la prudencia y de la audacia (parresía), debe conducirnos para armonizar disciplina y libertad, carisma e institución, organización y creatividad [...] Aparecida reconoce los avances en la estructuración de la pastoral orgánica (DA 99g) y se alegra por ellos, pues hacen posible que la diócesis cumpla su cometido respecto a la comunión y a la misión (cf. DA 169). En efecto, el plan de pastoral es un signo operativo de la eclesiología de comunión y de conversión pastoral. Toda auténtica pastoral está llamada a ser orgánica o de conjunto, pues de otra manera no expresa suficientemente el misterio de la Iglesia y puede desviarse hacia la uniformidad o hacia la dispersión...”.50 “Latinoamérica necesita una conversión pastoral a par tir de un nuevo modelo de acción eclesial, que requiere una auténtica antropología cristiana que permita dialogar e interac tuar con las distintas visiones del mundo [...] Los medios pas torales están agotados, cansados, y se requiere de un discipula do, igualmente renovado, que responda a los desafíos...”.51 49 Miguel Romano Gómez, Obispo Auxiliar de Guadalajara. 50 Mario de Gasperín, Obispo de Querétaro. 51 Card. Rodríguez Maradiaga, Honduras. 57
Conversión
e s t r u c t u r a l ec l es ia l
Más allá de las palabras Las estructuras pastorales pueden ser cauces de la vida, pero también pueden detener o demorar su corriente. Por eso hace falta un constante discernimiento sobre ellas, en orden a asegurar que sigan cumpliendo su finalidad y no la obstaculicen. L a conve rs ión estructural eclesial es la re forma pe rm a nente de estructuras eclesiales que brota como exigencia de la conversión al Reino. Porque el sometimiento de las personas y de las comunidades al Reino de vida, lleva a revisar constantemente si las estructuras (organizacio nes, horarios, planes, mentalidades pastorales, costum bres, etc.) realmente son cauces de esa vida. En esta constante evaluación, “los planes pastorales deben ser revisados y renovados conforme a varias características: que sean más evangélicos, más comunitarios, más par ticipativos, más populares, más realistas, más flexibles, más místicos”.52 En la propuesta de Aparecida, todo se orienta a la co municación de la vida y a su crecimiento: “La propuesta de Jesucristo a nuestros pueblos, el contenido fundam en tal de esta misión, es la oferta de una vida plena para to dos” (DA 361), porque “El ama nuestra felicidad también en esta tierra" (DA 355). Por eso mismo, “la Iglesia tiene como misión propia y específica comunicar la vida de Je sucristo a todas las personas” (DA 386).
52 Carlos Galli, en el Departamento de Teología Pastoral de la Facultad de Teología, UCA. 61
Conversión pastoral y nuevas estructuras
En ese contexto, se entiende fácilmente que las estructu ras deban ser constantemente discernidas, para confirmar que estén efectivamente al servicio de esta finalidad. Todos sabemos que las estructuras son estériles sin co razones nuevos, y esto implica que siempre que se quiera producir algún cambio pastoral hay que infundir una “mís tica” de ese cambio a través de diversas motivaciones. Pero también es cierto que esa mística necesita un “cauce” (al guna estructura) que le permita sostenerse en el tiempo y responder a las necesidades concretas. Eso se ve con claridad hoy cuando advertimos que los do cumentos son leídos con mucho menor interés que en otras épocas, y rápidamente se olvidan en medio del febril y cam biante mundo en que vivimos. Por eso ya no hay que esperar que los documentos episcopales cambien la realidad: “Hoy es imposible pensar que porque algo se dijo en un documento ya está logrado y asegurado. Las instancias co municativas de otras épocas ya no funcionan y rápidamente se desgastan por saturación”.53 Los Obispos pueden decir: “A tal cosa nosotros la dijimos en el documento tal”. Pero que esté en un documento hoy no significa nada, si no surgieron determinadas estructuras pastorales que aseguren que eso se instale en las comunida des y se prolongue en el tiempo. Los impulsos aparecen, y llegan a ser recogidos en documentos, pero no alcanzan a dar frutos de renovación profunda: “En lo pastoral, se constata el permanente aplazamiento de una renovación nunca del todo comenzada. Como un me canismo característico, nos encontramos con esta secuencia: impulso a la renovación (generalmente expresado en docu mentos) - implementación defectuosa - resistencia al cambio abandono u olvido del impulso renovador...”.54
53 Departamento de Teología Pastoral, UCA. 54 Oscar Campana. 62
V íctor Manuel Fernández
“Organismos que son independientes de controles ex ternos raramente se reforman a sí mismos, a menos que la supervivencia esté en juego [...] A las instituciones grandes no les gustan los cambios, y normalmente cambian sólo cuando son forzadas a hacerlo por el ambiente exterior”.55 Se suele atribuir esta escasa eficacia renovadora a las ca racterísticas del ministerio episcopal, que necesita ser com plementado por otros carismas más innovadores: “Si miramos la realidad de la Iglesia vemos que padece de macrocefalia y raquitismo corporal. Para resolver esto, si creemos que el Espíritu Santo derrama sus dones sobre to dos los fieles, hay que dejar que tanto los laicos, como los religiosos y los sacerdotes sacerdotes cumplan su propia propia misión. misión. Y habrá que evitar que el Episcopado y cada Obispo en su diócesis pretendan ser los únicos que tienen capacidad para pensar, organizar y promover todos los aspectos de la pastoral. La realidad dice que por edad, formación, el cargo que ocupan, por estar alejados de los problemas cotidianos de la pastoral en las bases y por temor a equivocarse, no suelen ser los Obis pos muy innovadores. Quizá por esto los planes pastorales del episcopado no han dado el resultado esperado. La renovación sólo será posible si alientan a otros miembros de la Iglesia a buscar caminos nuevos”.56 También puede suceder que se logre infundir un cierto espíritu, pero que las Diócesis no terminen de crear estruc turas que permitan que ese espíritu fructifique. Para verlo en un caso concreto, creo que sirve el ejemplo de la formación permanente y la pastoral presbiteral. Porque es verdad que se ha logrado crear un “espíritu” al respecto, pero en mu chas Diócesis hay poco o nada, y lo que hay no da mucho resultado, no convoca, no prospera. Es común que los Obis pos critiquen ácidamente a los curas, y no les faltan razones,
55 T homas Reese, Reese , Inside the Vatican. The Politics and Organization of the Catholic Church, Cambridge, Cambridge, 1 998, 282- 283. 283. 56 Pedro Oeyen. 63
Conversión Conversión pastoral past oral y nuevas estructuras
pero ya sabemos que esas críticas son estériles si no se toma la decisión de revisar las estructuras de formación inicial y permanente que que per mitan modificar m odificar esa s ituació ituaciónn en e n su raíz. A la vez, ve z, e n este este ámbito ámbi to,, las estructu es tructuras ras nuev as puede pue denn ser ya y a caducas ca ducas.. Por eje e jemplo mplo,, dete de terr minados mina dos encuentr enc uentros os del clero pueden producir hastío y cansancio porque no responden a las necesidades reales de los sacerdotes. Entonces, con plasticidad y valentía, se los podría reemplazar por encuen tros de sacerdotes que se reúnan por afinidad de intereses a estudiar un tema que el Obispo o el Presbiterio les enco miende. Este caso de la formación permanente es suficiente para percibir que puede haber un buen espíritu dando vuel tas, pero que no logra fructificar debido a que no se crean los cauces adecuados (estructuras de formación permanente que encarnen y sostengan un proceso). Toda idea y todo “espíritu” necesitan un cauce para encarnarse en la historia. Por eso es indispensable que las convicciones profundas siempre se traduzcan en algunas de cisiones que toquen las estructuras. Esas decisiones que in sertan cambios visibles, impiden quedarse en lo meramente discursivo y permiten que los buenos deseos tengan alguna incidencia histórica real y perdurable. Las decisiones en orden a modificar estructuras siempre acarrean incomodidades que hay que asumir generosamen te, para no postergar los impulsos renovadores: “Una planificación a tiempo y un comienzo a tiempo de la ejecución de lo planeado han de tener lugar cuando lo planeado no sea aún urgente por completo ni evidente para todos. Por eso mismo, tropieza con obstáculos internos y exter nos, que proporcionan fácilmente una excusa para aplazarlo hasta más tarde”.57 “Debe aceptarse que esta institución corre el riesgo, más que otras, de, en forma desmedida, sacralizar su historia, cano57 Karl Rahner, Rahner, Cambio estru estructural ctural en Ia Iglesia, Iglesia, Cristiandad, Madrid, 1974,63. 64
V íctor Manuel Fernández
nizar sus afirmaciones, elogiar sus propias decisiones, legitimar teológicamente tradiciones humanas confundiéndolas con la voluntad de Dios, etc. No es un problema de maldad moral de sus protagonistas, sino de lógicas e inercias institucionales que en la Iglesia pueden adquirir un peculiar y aparentemente irrefutable nivel de argumentación: el nombre de Dios”.58 Por eso muchas veces lo imprudente no es Ia precipita ción, sino la demora: “Los años que tengo, y las ganas de ser fiel a Jesucristo y a su Iglesia, glesia, me obligan obligan a manifestar anifestar que que si la Iglesia glesia Ca tólica no retoma el dinamismo del Concilio Vaticano II con cambios universales, profundos y rápidos en las estructuras pastorales vigentes, dentro de unos pocos años la mayoría de nuestros templos se habrán convertido en piezas de museo y las parroquias jurídicas en un listado nominal de los Boletines Diocesanos”.59
58Carlos Schickendantz, Cambio estructural de la Iglesia como tarea y oportunidad, EDUCC, Córdoba, 2005, 28-29. 59Miguel Esteban Hesayne, Obispo emérito. 65
Disensos sobre Ia conversión estructural En la consulta realizada, y en los textos que leí, este punto de las estructuras es el más conflictivo. Porque en general se coincide en que hay estructuras caducas y en que hay que liberarse de ellas para provocar un mayor dinamismo misio nero, pero no se coincide a la hora de determinar cuáles son hoy concretamente esas estructuras caducas. Es más, en este nivel hay verdaderas contradicciones. Si intentáramos aplicar lo que proponen todos, terminaríamos destruyéndonos unos a otros. Se confirma aquí lo que decía Tomás de Aquino, que mientras más se desciende a los particulares más confusa se vuelve la voluntad de Dios (cf. S T I-II, 19, 10). En este sentido, se confirma también la necesidad de no pre tender algún plan nacional con acciones muy concretas sino más bien amplias líneas de acción que, sin dejar de ser prácticas y efectivas, no condicionen las opciones pastorales particulares. Para mostrar el nivel de contradicción que pude percibir, veamos un ejemplo. Para algunos la conversión pastoral se ría una “conversión popular”, donde se tome más en serio al pueblo pobre como sujeto, con su propia cultura y su modo propio de vivir la fe. Entonces, conversión pastoral y refor ma de estructuras serían un dinamismo donde todo se con centre de modo más directo en una “vuelta hacia el pueblo” y a su religiosidad. Leamos algunos aportes representativos de esta perspectiva: “El pueblo sencillo no es sólo objeto de evangelización sino primariamente sujeto creativo. Aquí podemos tomar un aporte 67
Conversión pastoral y nuevas estructuras
más para discernir estructuras pastorales que tengan vida. Son aquellas que tratan de preparar los cuadros mismos del pueblo para animar y fortalecer la evangelización activa del pueblo”.60 “La cercanía con los vecinos de la villa fue permitiendo pasar de lo que a los curas les parecía que necesitaban los pobres, a lo que los mismos pobres verdaderamente deman daban. Junto a ellos fueron tejiendo lo que llamamos la pas toral popular en las villas. La cual no trata de otra cosa que de acompañar la vida y la fe del pueblo. Pastoral popular que tiene bien presente que la vida espiritual no es otra cosa que la vida misma ya que Dios anda metido en todo esto que es la vida de su pueblo... El delicado cuidado de la piedad popular por parte de la pastoral popular es un tema de importancia capital, es un modo de luchar contra la pobreza, tal vez contra una de las mayores pobrezas: la pérdida de la propia identidad...”.61 “Habrá verdadera conversión pastoral sólo si dejamos de plantear la pastoral para (catequizar, ganar la calle, encon trar líderes, etc.) y encaramos con más decisión la pastoral des de. Y este desde puede ser en un nivel teológico: partir desde Cristo; un nivel más geográfico: desde las periferias-, más exis tencial: desde las situaciones límite; un nivel sociológico: desde el pueblo como sujeto (y no sólo como destinatario). Si no hay algún cambio en ese sentido, me parece que seguiremos en un planteo pastoral preconciliar de misión”.62 “Estructuras eclesiales caducas son aquellas que no dan lugar al despliegue del pueblo y pretenden uniformar; sin vivir la unidad como diversidad, sin ver en la diferencia una riqueza u oportunidad. Aquellas estructuras, en fin, que no dan lugar a que el pueblo evangelice al pueblo”.63 Para otros se trataría exactamente de lo contrario: con versión pastoral sería concentrarse más en la ate nción o for
60 Gustavo Carrara. 61 Gustavo Carrara - Sergio Serrese. 62 Ricardo Araya. 63 Leandro Chitarroni. 68
V íctor Manuel Fernández
mación de pequeños grupos de élite, con una fe más ilustra da, con un encuentro personal con Cristo del cual el pueblo carecería; o bien la decisión de formar algunos líderes con incidencia en la transformación de las estructuras sociopo líticas. Todo lo que parezca “masivo” o “cultural” sería con siderado entonces una estructura caduca que distrae de los verdaderos objetivos. Leamos algunos aportes que provie nen de esta otra perspectiva pastoral: “Tenemos que sacarnos de la cabeza el horizonte nos tálgico de la Cristiandad. La Iglesia quiere fieles, no adeptos. En la actualidad parece caduco trabajar con esquemas para multitudes. Hemos de hacerlo por el encuentro personal de cada uno con Cristo en la comunidad de fe”.64 “Nuestro discurso eclesial está demasiado focalizado en un determinado sector social y en un determinado tipo de re ligiosidad (popular)... Se requiere una conversión pastoral a la universalidad de la misión de la Iglesia, que supone tener interés suficiente para iluminar la actividad de empresarios, universitarios, políticos, artistas, profesionales, etc.”.65 “Hay también criterios caducos, como uno que guía muchas de nuestras decisiones pastorales. Se trata de la prefe rencia por consideraciones cuantitativas por sobre las cualitati vas. Aunque afirmamos que queremos ofrecer una catequesis cualificada, en realidad vivimos atrapados por lo cuantitativo. Creo que una de las vertientes de la conversión pastoral pasa por aceptar que ya no somos cristiandad”.66 A unque estas posturas o acentos puedan parecer irre conciliables, en realidad Aparecida propone una síntesis, ya que junto con una honda valoración de la piedad popular, invita con fuerza a la formación de los discípulos, porque entiende que no se puede renunciar al crecimiento. Pero no 64 Parroquia San Agustín, Buenos Aires. 65 Gustavo Irrazábal. 66 Gustavo Sánchez. 69
Conversión Conversión pastoral pastoral y nuevas estructuras estructuras
propone una finalidad amplia con un método elitista, como sería sería el propó propósito sito de llegar a todos todos a través de alg unos unos pocos laicos después de darles una buena formación exhaustiva. Con esa propuesta, de hecho, no se llega a todos y se sacri fica el presente en pos de un futuro incierto. Por lo tanto, se trata de una opción por llegar a todos con la vida nueva de Jesucristo, respetándolos en su cultura y en su sensibilidad, al mismo tiempo que se procura desarrollar cauces para el crecimiento de esa vida en un camino de maduración, com promiso, inserción, etc. Sin duda, la Iglesia nunca puede renunciar a proponer caminos para el crecimiento y para el desarrollo de la variada riqueza que el Espíritu siembra en ella. Aparecida propone una mística del crecimiento y de la formación de los discípulos, pero en el marco de una opción misionera que reconoce y respeta al pueblo pobre como sujeto. La propuesta de Aparecida podría dar lugar a un diálogo fecundo. V ale la pena pe na menc me nciona ionarr una ex periencia per iencia dioce dioc e s ana an a don do n de se procuró realizar ese diálogo integrador: “En una Semana del Clero de mi Diócesis, después de expresar la tristeza y negatividad de tantos recelos y des confianzas mutuas, surgió con fuerza la necesidad de supe rar evangélicamente el modo, hasta entonces conflictivo, de relacionarse. A partir de aquella semana, y poco a poco, el clero fue descubriendo que, en la raíz de los desencuentros, a veces casi enemistades, había pastorales diversas... Y se fue reconociendo la legítima diversidad de acentuaciones en el modo de vivir y ejercer el ministerio sacerdotal, todas válidas y complementarias complementarias entre entre sí, no ex cluyent cluyentes es ni contrad contradicto ictorias. rias. El paso siguiente fue descubrir dichas acentuaciones y poner les nombre... El diálogo llevó a aceptar el hecho de poder identificar tres acentuaciones pastorales, a reconocer los va lores y límites de cada una de las tres, y a aceptar la recípro ca complementariedad entre ellas. Este proceso contribuyó enormemente enormemente a la comun co munió iónn presbiteral... Hoy valoro valor o muchí simo la riqueza que significa para la Diócesis la convivencia y complementariedad complementariedad pacífica acífica de estas estas tres tres acentuacion acentuaciones, es, y 70
V íctor M anuel
Fernández
procuraré que no se pierdan los aportes pastorees que cada una brinda” br inda” .67
Hay otras polarizaciones. Se advierten, por ejemplo, en el modo de entender la Catequesis. Algunos consideran que la Catequesis centrada en la instrucción doctrinal y en una larga preparación que da pocos resultados reales debe dar lugar a formas más populares de catequesis. Por lo tanto consideran caduco todo el sistema catequístico vigente, que debería ser roto con va lentía par paraa volverlo volv erlo más más popular y ac cesible. Pero otros siguen proponiendo coraje para optar por una catequesis familiar obligatoria, donde sólo se admita a los niños cuyos padres estén dispuestos a cumplir con un determinado camino de formación y compromiso. Igualmente, la opción por los pobres puede entenderse de maneras contradictorias: para algunos es compartir la vida con ellos defendiendo sus derechos desde la identidad cultu ral propia que los caracteriza. Pero otros la entienden desde concepciones políticas de izquierda como una promoción social donde necesariamente se adoctrine a los pobres según una determinada mentalidad política de los “liberadores”. O bien, desde un pensamiento más liberal, puede entenderse como una incorporación al sistema a través de una determi nada instrucción cívica o formación ciudadana que los libere de su dependencia de los movimientos populistas. Como estas, hay muchas más polarizaciones, donde la va lentía para abandonar estructuras significa en concreto cosas contradictorias que, si las ejecutáramos, provocarían fácil mente una encarnizada guerra eclesial. Para evitar esa gue rra, simplemente hay una suerte de pacto de no agresión. En las respuestas a la consulta encontré varias posturas radicalizadas, y el lenguaje utilizado por muchos expresa polarizaciones espiritualistas o estructuralistas: o lo único
67 Fernando Fe rnando M. M. B arg alló, alló, Obispo O bispo de Merlo Merlo-- Moreno. oreno.
71
Conversión Conversión pastoral y nuevas estructuras
que importa es un cambio interior de los individuos, o cual quier espiritualidad es sospechada de alienante porque lo que interesan son los cambios estructurales o sociales. O la formación no sirve para nada, o lo único que interesa es la formación, etc. Evidentemente, se requiere un camino amplio, generoso, sincero y flexible de discernimiento comunitario, el cual su pone una “conversión comunitaria” que lo haga posible.
72
Consensos básicos La pregunta es: ¿en qué coinciden todos los que piden una decidida conversión pastoral y un valiente cambio de estructuras? ¿Hay elementos comunes que puedan ser su ficientemente incisivos, movilizadores, transformadores, sin entrar en discusiones que serían interminables? No se trata de yuxtaponer cosas para dejar a todos con tentos. Cuando se procede así, sin consensos reales, después cada uno tomará de allí sólo lo que le convenza y excluirá lo que no le interese. Se trata más bien de encontrar algunos puntos, aunque sean pocos, donde haya confluencia real, de manera que puedan entusiasmar a la mayoría. Pero al buscar estos consensos hay que mantener como marco un criterio fundamental, que es el criterio misionero básico: se trata de lograr consensos sobre aquellos caminos pastorales que permitan llegar a un arco de interlocutores lo más amplio posible. Porque si algo tiene que quedar en pie es ese marco general del llamado a una renovación misione ra que nos permita llegar a todo el pueblo de Dios. Dentro de este marco misionero, que procura llegar a todos, las co incidencias estarían en la necesidad de un camino evangeli zador con las siguientes cuatro características: 1) Un camino ev angelizador más kerygmático, sin obse sión por la exhaustividad doctrinal. En general, con ciertos matices, se coincide en la necesidad de orientar todo más directamente a una misión que provoque un encuentro per sonal con Jesucristo vivo. La formación consistirá en un ca mino progresivo que vendrá a enriquecer esa experiencia fundamental orientándola al compromiso: 73
Conversión pastoral y nuevas estructuras
“La evangelización tiene un proceso propio que no se debe invertir, so pena de perder la fuerza intrínseca de la Pa labra de Dios: primero se presenta a Jesús, centro y base de la Buena Nueva; después, sólo después y siempre después, se exponen las verdades, leyes y exigencias de ese Jesús”.68
2) Un camino evangelizador más comunitario y participa tiva. Los Obispos argentinos ya dijeron en 2003 (con poco resultado) que “se requiere activar, potenciar y enriquecer las estructuras de diálogo y participación en cada Iglesia particular, que concreten planes donde todos se sientan in corporados” (NMA 71). Detengámonos en este punto, que es donde advertí el consenso más amplio. A parecida destacó la necesidad de una decidida apertura a una mayor comunión y participación, presentándola pre cisamente como exigencia de la conversión pastoral: “La conver sión de los pastores nos lleva también a vivir y promover una espiritualidad de comunión y participación [...] Ia actitud de apertura, de diálogo y disponibilidad para promover la corresponsabilidad y participación efectiva de todos los fieles en la vida de las comunidades cristianas” (DA 368).
Por eso, una reforma misionera acorde con toda la riqueza comunitaria que tiene la noción de “conversión pastoral” su pone la creación de nuevos cauces de participación laical con ingerencia en la toma de decisiones. Hay muchas cosas ca ducas (estilos, formas sacerdotales, organizaciones, consejos pastorales o económicos meramente formales, etc.) que impi den que esto se concrete. Una firme decisión de llevarlo a la práctica debería expresarse en una gestación de planes dioce sanos (con diagnóstico, determinación de criterios, acciones, etapas, medios, seguimiento y evaluación) donde los laicos y las laicas participen “con voz y voto”.69 Evidentemente, esto
68 Parroquia San Agustín, Buenos Aires. 69 Vicaría de Pastoral de la Arquidiócesis de México. 74
V íctor Manuel Fernández
supone que los laicos y laicas que participen sean realmente representativos de la v ariedad y riqueza del laicado diocesano y no procedan de una elección arbitraria e interesada del cle ro. El verdadero liderazgo suscita participación: “La subsidiariedad supone un determinado tipo de lide razgo que, teniendo claro quién es el responsable final de las acciones de una comunidad, ejerce la conducción sin coartar, más aún, motivando la iniciativa de su gente”.70
Esta preocupación ya estaba presente en las Líneas del Episcopado argentino de 1990: “Resulta imperioso revisar, con capacidad creadora, las estructuras y canales actuales de comunión y participación intraeclesiales. En la Consulta al Pueblo de Dios se expresan insatisfacciones por el estilo, a menudo meramente formal, de tales mediaciones” (LPNE35). “Ha llegado la hora en que los fieles laicos se pon gan de pie en nuestra Iglesia. La Consulta al Pueblo de Dios mostró que es necesario despojar a muchas comunidades de arraigadas formas de clericalismo, que distraen valiosas ca pacidades de los presbíteros y de los diáconos, e impiden el despliegue de las energías apostólicas latentes en el laicado” (LPNE 41).
Las trasformaciones tan escasas y poco significativas que se han producido en estos veinte años permiten confirmar la poca incidencia que tienen los documentos, y sus manifesta ciones de buenas intenciones, cuando no se los acompaña con decisiones comunitarias significativas, cauces operati vos, reformas “estructurales”. Por eso no llama la atención que algunos se atrevan a decir cosas como esta: “Percibo que muchos en la Iglesia desean mantener las cosas como están. C om o respuesta a los interrogantes actuales
70 Carlos Schickendantz, ¿Adonde va el Papado?, Agape Libros, Buenos Aires, 2001, 125. 75
Conversión pastoral y nuevas estructuras
de nuestro pueblo la respuesta es la misma que hace décadas se viene dando”.71
Haría falta que en cada Diócesis e institución católica resuenen estas preguntas: ¿Cuáles son nuestras estructu ras caducas que terminan retrasando los necesarios cam bios y debilitando los impulsos renovadores? ¿Qué es lo que hay que destruir para impedir que las necesarias re formas sigan postergándose? ¿Qué es lo que nos permite crear estructuras bien participativas y llenas de vida? Los cambios son muy lentos y fácilmente se producen re trocesos casi imperceptibles, como por inercia. No hay que culpar a los curas viejos. Hay muchos curas jóvenes que son más autoritarios que los viejos, porque la obsesión por lo privado, propia de la posmodernidad, necesariamente nos vuelve autoritarios: los demás se tienen que adaptar a nues tras necesidades personales. El pensamiento de un indivi dualista cómodo es este: “Para que yo pueda cumplir mis proyectos personales y mantener mi autonomía tengo que conservar todo el poder de decisión. Que no me jodan”. Esta actitud egocéntrica hace que muchos sacerdotes encuentren rápidamente excusas para no insertarse activa mente en un plan pastoral común, para no participar decidi damente de un camino comunitario donde los otros podrían interpelarlos y exigirles un cambio de rumbo. Suelen decir que el plan no les convence, que fue elaborado por unos po cos, que no es realista, etc. Por eso, hay que entender que la elabor ación de un plan pastoral requiere profundas conside raciones desde el punto de vista de la comunicación. Tiene que ser fruto de un proceso donde todos puedan expresarse a fondo y donde un diálogo sincero e intenso lleve efecti vamente a unos consensos de los cuales luego nadie pueda escapar con excusas fáciles. Este camino puede requerir no
71 Pablo M. Etchepareborda. 76
V íctor M anuel Fernández
sólo de un determinado proceso espiritual comunitario, sino también de una consulta a especialistas en comunicación que ayuden a elaborar una metodología adecuada. Sólo de este modo se logrará que el plan pastoral se convierta en eficaz cauce de una comunión misionera real. En este contexto puede entenderse adecuadamente el sentido de la preocupación por la formación. Surge del in terés por una eficaz inserción y participación cíe todos en los ámbitos donde se resuelven los caminos de la Iglesia. Se tra ta entonces de una capacitación que habilite a los laicos de diversos sectores sociales par a asumir más responsabilidades y par a poder sostener con más facilidad una discusión en los espacios donde se toman las decisiones más importantes. Es lo que hoy suele llamarse “empoderamiento”: “Hay miles de ejemplos que muestran la parálisis que experimentan los laicos ante una posible iniciativa... Sería cuestión de empoderar a los laicos, haciéndolos conscientes de lo que ya son por el sacerdocio bautismal”.72 “La formación no tiene sólo la función de orientar teológicamente a los sujetos misioneros, varones y muje res, sino además de contribuir a su empoderamiento para la misión” ,73 “Seguir centrando los ministerios en el sacerdocio or denado y no diversificar los ministerios en el pueblo de Dios empobrece a la misma Iglesia. Para cambiar esto se necesi ta invertir más en la formación de cristianos animadores de pequeñas comunidades, promotores de la Palabra, coordi nadores de la Pastoral Social, animadores de comunidades juv eniles, etc.”74 “La coherencia entre fe y vida en el ámbito político, eco nómico y social exige la formación de la conciencia, que se
73 A drián Salvo. 73 Virginia R. A zcuy. 74 Gabriela Zengarini. 77
Conversión pastoral y nuevas estructuras
traduce en un conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia (empoderar)”.75
Tenemos una muestra de lo que es un proceso pastoral de empoderamiento de los fieles luego del aluvión irlan dés del siglo XIX en USA. El plan pastoral, que llevó cien años, “posicionó a los inmigrantes irlandeses en los luga res académicos y políticos más destacados de la sociedad norteame ricana”.76 Como ejemplo de esta actitud pode mos leer el siguiente texto de los obispos de USA de aquel momento: “En el gran combate que viene una parte importante de la lucha tiene que ser llevada por ellos [obreros inmigrantes católicos], y será penoso sí no están preparados [...] En la era de derechos y libertades populares, cuando cada individuo es un factor activo e influyente en la política, desea la Iglesia que todos sean entrenados adecuadamente para delegar inteligente y conscientemente los deberes importantes que sobre ellos van a caer”.77
Por lo tanto, la formación de los laicos aquí no tiene el sentido elitista de quienes califican de ignorantes en la fe a los fieles más pobres y menos instruidos, despreciando su modo propio de ser cristianos. Se trata más bien de ofrecer cauces de crecimiento para “la autoafirmación de cada uno” (SRS 44), brindándoles elementos que faciliten que su opi nión pueda tener mayor ingerencia. A veces los sacerdotes se quejan porque conv ocan a laicos a reuniones para que se discuta sobre algún asunto pastoral y se propongan cosas, pero los laicos parecen no tener ideas originales. Dicen cosas irrelevantes o que tie nen poco que ver con lo que se les está consultando. Esto
75 Enrique García Ahumada. 76 Emilce Cuda. 77 Tercer Concilio Plenario , USA, 30. 78
V íctor M anuel Fernández
puede explicarse simplemente por una falta de entrena miento comunitario, o porque el pastor no sabe interpretar lo que los laicos dicen en un lenguaje diverso del clerical, o porque el mismo modo de consultar no permite que las personas puedan sacar lo mejor de sí. Pero también puede significar que se los consulta sobre temas que ellos conocen poco, que nunca se han detenido a reflexionar, y que les falten alg unos elementos que les permitan ela borar un discurso coherente sobre el asunto. En ese caso, puede ser necesario un camino de capacitación donde no se les impone una línea pastoral o una mentalidad, sino que simplemente se les aportan algunos presupuestos ne cesarios para “pensar” una determinada cuestión pastoral. Esos presupuestos no son sólo teológicos, sino también pastorales, sociológicos, etc. De la formación hay que de cir algo análogo a lo que hoy se afirma sobre la asistencia social. Así como es mejor pasar del asistencialismo a la promoción, ese mismo esquema debe aplicarse a la for mación: se trata de pasar de una mera instrucción o adoc trinamiento verticalista a una promoción de la persona para que pueda desarrollar sus propias potencialidades, riquezas y perspectivas .78 De ese modo, la persona crece
en su capacidad de aportar, discutir, interpelar, cuestionar, enriquecer, completar lo que puedan proponer los pasto res. Por otra parte, ya hay laicos suficientemente formados y criteriosos como para acompañar a otros laicos en un camino formativo de este tipo. También puede suceder que las estructuras de participa ción que ya existen no sean adecuadamente aprovechadas. Se trata de cumplir la finalidad participativa que tienen las es tructuras de comunión participativa que propone el Derecho Canónico, muchas veces convertidas en meras formalidades:
78Fernando Gil insiste en que la expresión “empoderamiento” no es ne cesaria, porque su contenido genuino está incluido en la expresión “libe ración”, más propio de la teología latinoamericana. 79
Conversión pastoral y nuevas estructuras
“Los decanatos y vicarías tal como funcionan no tienen sentido. L os decanos no visitan a sus sacerdotes y algunos s ola mente alcanzan los sobres de las colectas y los afiches”.79
Dentro de esta preocupación por la incorporación activa de todos, no puede faltar una revisión del trato de los pasto res a la vida religiosa: “La jerarquía no ayuda muchas veces a la recupera ción o al renacimiento de la vida religiosa... Me parece que falta sentido pastoral en el acercamiento o alejamiento de los Obispos a la vida consagrada”.80 “Algo caduco es una vida religiosa femenina en un rol meramente ejecutor en las parroquias, diócesis y or ganizaciones eclesiales. Es necesario cambiar la mentali dad y práctica de las mismas religiosas, que se conciben siempre a sí mismas en un estado de subordinación e inferioridad”.81
Y si se trata de convocar e incor por ar a todos , la elabo ración participativa de planes pastorales supone también espacios de “pensamiento” pastoral, de reflexión honda y sistemática hecha por teólog os y pastoralistas (también antropólogos, sociólogos, psicólogos, etc.) de diversas lí neas: “Las diócesis necesitan ámbitos de reflexión pas toral sistemática en todas las áreas, que sean verdadera mente plurales y que gocen de autonomía para cumplir su función”.82 Pero estamos hablando de estructuras pastorales que favorecen la participación, y entre ellas hay que incluir los múltiples y variados ministerios que encauzan el floreci miento de los diversos carismas. Este es uno de los pro
79 Osvaldo D. Santagada.
80 Josefina Llach. 81 Gabriela Zengarini. 82 Gustav o Irrazábal. 80
V íctor M anuel Fernández
cesos que todavía no han sido valientemente alentados, porque a veces no son los curas los que acaparan el poder eclesial, sino algunos laicos incapaces de abrir el juego: “Pocas personas tienden a concentrar responsabilida des, protagonismo, poder y representaciones múltiples. Se tiende a considerar legítimas a unas pocas formas de vida eclesial, haciendo de la diversidad una desviación sospecho sa y rupturista. Las consecuencias son conocidas: las per sonas cargadas con tantos pesos explotan. Las instituciones basadas sobre pocos colapsan [...] los ministerios no se di versifican. Por otro lado se verifica un oscurecimiento de la reciprocidad y una alarmante falta de mediaciones históricas donde vivirla. Las personas que por sus ministerios y res ponsabilidades tienen la tarea de la dirección tienden a vivir dirigiendo en todos los frentes y vínculos. Lo que es válido e intransferible en determinados aspectos de la vida eclesial se extiende a todos los planos, sofocando sacramentalidades, impidiendo desarrollos integrales de la vincularidad humana y cristiana”.83 No hay que olvidar que todo esto, que ciertamente exi ge reformas estructurales, necesita un sólido trasfondo de actitudes espirituales (“espiritualidad de comunión y parti cipación”) que vivifique y sostenga nuevas estructuras. Par ticularmente, exige la actitud de dejarse enriquecer por los otros, con la convicción de que todos, cada uno a su mane ra, aportan y enseñan algo importante: “El maestro, el misionero, necesita de su alumno, del interlocutor, para realizarse. El tema es que mientras sigamos sumergidos en la vorágine del mundo y descuidemos las cosas sencillas y cotidianas, ahondaremos más la brecha. Para mí seguir adelante en este mundo de injusticia, corrupción y do bles mensajes, requiere que nos misionemos entre nosotros. A mí me misionan alumnos que son un ejemplo de alegría; me misionan las personas que tratan de hacer cosas por los demás,
81
Conversión pastoral y nuevas estructuras
en sus mínimas posibilidades; me misiona el que se cuestiona y se preocupa por entender lo que le pasa al otro, etc”.84
3)
Un camino evangelizador más atento a Ia realidad con creta de los sujetos. El tercer gran consenso consiste en la necesidad de partir de lo que los interlocutores están vivien do. Esto se expresa de diversas maneras según las corrientes pastorales variadas. Desde la pastoral popular, este partir de lo que los otros viven implica respetar al pueblo pobre como sujeto, capaz de vivir el Evangelio con una modalidad cul tural propia y con expresiones de piedad características de su cultura. Para la renovación catequística, implicará pres tar atención a la sensibilidad, las inquietudes, el lenguaje de los catequizandos incorporándolos como sujetos activos del camino de la Catequesis. Pero hay una coincidencia básica (al menos en teoría) en la convicción de que la tarea evan gelizadora sólo puede ser eficaz si respeta al otro como un sujeto, no como un mero destinatario pasivo. Se coincide así en entender la conversión pastoral como un volverse al otro con la misma actitud de Jesús, que presta atención, respeta, valora y promueve al otro como sujeto. En esta misma línea, se coincide ampliamente en la nece sidad de que todo camino que se proponga sea progresivo. Ya no cabe pretender imponer todo de golpe, sino respetar los procesos y las etapas necesarias. También lo decían en 2003 los Obispos argentinos: “La tarea evangelizadora ha de tener en cuenta la co tidiana experiencia de la gente, lo que viven las personas, sus inquietudes, sueños, expectativas y preocupaciones que vibran en sus corazones [...] Al proponer este ideal quere mos estar atentos a las situaciones y a los procesos de las personas y las comunidades [...] El crecimiento espiritual y el desarrollo de la conciencia moral son procesos graduales” (NMA 78-79).
84 A lejandra Bolo. 82
V íctor Manuel Fernández
Desde esta misma perspectiva de prestar una amable aten ción a la realidad de los interlocutores de la pastoral, se piensa que la renovación y transformación misionera también debe tocar el lenguaje en la enseñanza y la predicación. Prestando atención a los sujetos actuales, Aparecida dice que hoy “es necesario comunicar los valores evangélicos de manera posi tiva y propositiva. Son muchos los que se dicen descontentos, no tanto con el contenido de la doctrina de la Iglesia, sino con la forma como ésta es presentada” (DA 497). Además, “en la evangelización, en la catequesis y, en general, en la pastoral, persisten lenguajes poco significativos para la cultura actual [...] Los lenguajes utilizados parecieran no tener en cuenta la motivación de los códigos existencialmente relevantes en las sociedades influenciadas por la posmodernidad y marcadas por el pluralismo social y cultural” (DA 100d). En la posmodernidad, la conversión pastoral debería lle var a una pastoral “que tenga en cuenta la belleza en el anun cio de la Palabra y en las diversas iniciativas” (DA 5181). No hacerlo, podrá hacernos sentir que estamos cumpliendo con nuestra obligación como “defensores de la verdad”, pero seguramente producirá un efecto contrario al que queremos conseguir, alejando a más gente de la Iglesia. Esto vale para los contenidos que se transmiten, en cuanto al modo de presentarlos, la jerarquía y ar monía con que se los propone, etc. Es lo que tan claramente se dice en Aparecida: “La doctrina, las normas, las orientaciones éticas, y toda la actividad misionera de la Iglesia, debe dejar transparentar esta atractiva oferta de una vida más digna, en Cristo, para cada hombre y para cada mujer” (DA 361).
De hecho, para hacer una hermenéutica adecuada de la propuesta de “conversión pastoral” de Aparecida, hay que tener en cuenta lo que está en el capítulo 7, referido preci samente a la finalidad de la misión: “para que tengan vida”. Ante el intenso deseo de vivir bien que hay en la gente, aunque busquen saciarlo por caminos equivocados, hay 83
Conversión pastoral y nuevas estructuras
que presentar nuestras propuestas de tal modo, y estructurar nuestras comunidades de tal manera, que se perciban como espacios atractivos y como propuestas para vivir mejor. Así la oferta del Evangelio podrá ser acogida como un camino de plenitud vital: “No podemos reducirnos a llegar unilateralmente a la cabeza de nuestros fieles con ritos, normas, leyes y doctrinas. Es la hora del corazón. Es la hora del primado del amor. Es la hora de la imaginación que acompaña las migraciones intelec tuales y el mundo virtual. Es la hora de la belleza y de la simpa tía como camino para llegar con la verdad de Jesús...”.85 En Aparecida, durante la V Conferencia, yo estaba pre ocupado por el lenguaje muy negativo que se utilizaba en una comisión. Pedí que me concedieron unos minutos en la asamblea del 18/05/2007. Entonces dije estas palabras acerca de la necesidad de conectar nuestro lenguaje con lo que la gente vive: “Quiero proponer un lenguaje estratégico. Es decir, in vito a prestar suma atención al modo de decir las cosas para evitar un efecto contrario al que pretendemos. Doy algunos ejemplos para ilustrarlo. •Si proponemos un encuentro de la gente con la Palabra y un proceso formativo, evitemos dar a entender que el pueblo es una masa ignorante o supersticiosa. Propongamos más bien llevar a plenitud las riquezas espirituales que ya posee. •Si criticamos el hedonismo o el inmediatismo, al mis mo tiempo mostremos que Jesús ama la felicidad de la gente y ofrece a cada uno vida digna, plena, integral. •Si rechazamos las uniones irregulares, reconozcamos también lo dura que es la continencia o la soledad en el mundo de hoy.
85 Mons. Luis Castro Quiroga, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, en su discurso en Aparecida, el 20 de mayo 2007. 84
V íctor Manuel Fernández
•Si condenamos los populismos, dejemos claro que no estamos poniéndonos del lado de los intereses de las minorías ricas que tuvieron mucho poder en América Latina. •Si ponemos en el centro el encuentro personal con Cristo, no lo hagamos debilitando la centralidad de la misión y de la lucha por la justicia. •Si criticamos los esplritualismos e invitamos a un ma yor compromiso, no dejemos de valorar una sed espiritual que no encuentra una respuesta atractiva en nuestras propuestas. •Si nos duele la pérdida de católicos, mostremos que nos preocupa que se vayan de nuestra casa, más que atacar a quienes los reciben. En síntesis, cuando pretendamos erradicar cosas neg ati vas, reconozcamos las inquietudes legítimas que pueda haber detrás. De otro modo no conseguiremos un efecto positivo y habremos perdido el tiempo”.
Conversión pastoral también es “acercar el mensaje de la esperanza a un mundo difícil, acercar nuestra ciencia y nuestra vida al lenguaje de aquellos que están pidiendo pan. Todavía mucha gente, del bajo porcentaje que va a Misa, se aburre escuchando homilías eternas”.86 Pero habría que ir un poco más allá reconociendo, como decía Pablo VI, que el lenguaje debe entenderse aquí “no tanto en el nivel semántico o literario, sino en el que podría llamarse antropológico o cultural” (EN 63). Por eso: “La conversión pastoral no es una mera cuestión de adap tación (lengua vernácula, música popular) sino de captación/ evangelización del núcleo de la cultura (modema/posmoderna/ adveniente). No se redime lo que no se asume... La conversión pastoral debe arraigarse en una renovación del trasfondo teoló gico del anuncio cristiano, partiendo de una nueva Cristología y Soteriología (Jesús como plenificador de Vida) y terminando en una nueva Eclesiología (de salvar almas a renovar el mundo)”.87
86 Any Rosón. 87 Daniel Jamy y equipo. 85
Conversión pastoral y nuevas estructuras
“La espiritualidad que ofrecemos dejó de ser acorde, hace mucho tiempo, a las expresiones profundas de trascen dencia del hombre de hoy”.88
Muchos conflictos innecesarios con el mundo y muchas incomprensiones en la sociedad se evitarían si se prestara mayor atención a los códigos actuales de comunicación: “Una actitud frecuente, de los Obispos, del clero y de los fieles más fieles, es inculpar a los periodistas, que defor man los mensajes, están pendientes de lo escandaloso y ol vidan hoy un hecho que ayer fue noticia. El problema se en cuentra sobre todo en la decodificación de los mensajes. Por eso, en cada caso deberíamos preguntarnos: ¿Qué código va a ser utilizado para interpretar esta cuestión? En síntesis, qui zás más que reiterar doctrinas ya conocidas, el acento habría que ponerlo en facilitar códigos para descifrar esas doctrinas. Allí, en los códig os, está la clave de los mensajes que env ia mos, es decir de la evangelización que pretendemos”.89
Este “desentendimiento” a veces se produce también en la relación entre las parroquias y la gente que acude a ellas: “No pocas veces sucede que lo que la parroquia ofrece no es lo que las personas buscan en la Iglesia, y por otro lado, que lo que la gente busca cuando se acerca no sea lo que en realidad la Iglesia les ofrece”.90
Por eso particularmente se requiere una conversión que nos coloque del lado de las preguntas de la gente, y no tanto desde la posición de los maestros que imponen respuestas: “Conversión pastoral también es poner en práctica una pastoral de la pregunta, es decir, una pastoral que sepa ponerse del lado de la pregunta más que del de la respuesta. Buscar las preguntas, dar con ellas: salir al encuentro de los interrogantes
88 Enrique Centurión. 89 Ignacio Pérez del Viso. 90 Ernesto Córdoba. 86
V íctor M anuel Fernández
de los hombres y mujeres de hoy. Sin ese encuentro nuestra pastoral sería - ¡ tantas veces lo es!- un disparo en la noche. Po demos preguntarnos, entonces: ¿Qué capacidad tienen nues tras instancias pastorales e institucionales para dar cabida a los interrogantes de la sociedad contemporánea? Cuántas veces nuestro mensaje, nuestro estilo, nuestras mediaciones parecen estar pensadas para los que ya llegaron, o creen que llegaron, o simulan haber lleg ado...” .91 “Nosotros podríamos hablar de una evangelización res ponsiva. Es decir, de una evangelización que responda a los cuestionamientos presentes en la cultura. Si no, en vez de un diálogo, tendremos un monólogo”.92 “A quí creo que no hay fórmulas, está el hombre, con su historia, sus anhelos, sus preguntas y sus circunstancias. Por lo tanto hay que tener una percepción profunda de cuáles son las aspiraciones del hombre de hoy y allí encontraremos la forma de llegar a él con el mensaje salvífico”.93
4)
Finalmente, un camino ev angelizador con una decisiva renovación de las Parroquias. Si bien habrá diversos matices a la hora de precisar en qué consiste esta renovación, se coincide en que la vida parroquial ya no puede ser como ha sido en las décadas anteriores. Debe ser más abierta a todos, con acogida más cordial y relaciones más cristianas, con buena iniciación cristiana, con animación y formación bíblica, en estado de misión permanente. No habría que ol vidar que los Obispos argentinos, en 2003, ya hablaban de “retomar con energía el proceso de reforma y conversión de nuestras parroquias” (NMA 72). Pero muchos sienten que en las Diócesis no se terminan de acordar y de crear los cauces que permitan pasar del deseo a la realidad. Hay algo caduco que se resiste a ser roto:
91 Oscar Campana. 92 Luis Baliña. 93 Guillermo Rosado. 87
Conversión pastoral y nuevas estructuras
“Lo que hay que abandonar es la indefinición de un modelo parroquial. La parroquia puede ser cualquier cosa, de acuerdo a lo que piense el párroco de turno. Junto a esto, se guimos con un modelo de parroquia rural en el corazón de las ciudades”.94 “Habría que repensar la parroquia (yo en realidad creo que ya no tiene sentido, pero ¿a quién le importa eso?), y no sólo por la escasez de curas (no se trata de oferta y demanda) sino por encontrar la manera de escuchar lo que el Espíritu dice a las Iglesias, para ser fieles a la Iglesia que Jesús quería o que los apóstoles nos dejaron”.95 Creo que debería ser el tema de un gran Congreso nacio nal de párrocos y agentes pastorales parroquiales, después de haberlo discutido con plena sinceridad en cada Diócesis. En este contexto, frecuentemente reaparece la figura de una Parroquia “comunidad de comunidades”, que implica ría alentar la formación de pequeñas comunidades, espe cialmente las CEBs: “La estructura sencilla y dinámica de la Comunidad Ecle sial de Base posibilita la formación personal y comunitaria, a la vez, de los integrantes de una comunidad a medida humana. El miembro de ese grupo comunional entra en un proceso de Fe que es seg uimiento a Jesucristo y conversión al Evangelio a tra vés de la cotidianidad de la vida. Así va surgiendo un grupo co munitario discípulo del Resucitado, cuyos criterios y actitudes va sembrando en estructuras socio- económico-políticas del barrio, el trabajo, la profesión o la militancia sindical o política. Así va surgiendo una Iglesia levadura- sal- luz desde dentro mismo de la sociedad y se cumple el anhelo de Puebla que reclama para la evangelización de Latinoamérica que surjan hombres y mujeres del corazón de Ia Iglesia al corazón del mundo y del corazón del mundo hacia Ia plenitud del Reino".96
94 Fabián Castro. 95 Eduardo de la Serna. 96 Miguel Esteban Hesayne, Obispo emérito. 88
V íctor Manuel Fernández
“Las Comunidades Eclesiales de Base no entran en las eclesiologías de los seminarios; al menos no se ve. La con ciencia de semejante magnitud eclesiológica, redescubierta y reinventada por teólogos, pastores y obispos latinoamericanos no ha tenido recepción en la Iglesia argentina, y sin embargo le dieron bola hasta los Papas (cf. EN 58 y sobre todo RM 51). Creo que las más importantes estructuras caducas que hay que renovar son las mentales” ,97 Para el “Viejo Tello”, el defecto fundamental de la estruc tura parroquial consiste en que no está organizada en torno al amor al prójimo: “En el orden de ejecución - orden histórico, de realiza ción de la cosa- es primero el amor al prójimo. Que deba em pezar en el amor a Dios, como si la parroquia debiera primero manifestar o mostrar su religiosidad dirigiéndose hacia Dios: eso es falso. Eso es contrario a la esencia del amor de Dios. Pri mero es el amor al prójimo. La parroquia debe amar primero al prójimo y amando primero al prójimo, amarlo a Dios y or ganizar el culto a Dios. ¿Sería mejor que la parroquia organice cinco misas dominicales, o que tenga dos misas dominicales y un comedor? Sería mejor que tenga dos misas y un comedor para dar de comer a la gente. Este sería uno de los grandes principios... La vida cristiana más que en la liturgia está en la caridad. En la parroquia, en general, se tiende a hacer la vida parroquial eminentemente como una vida litúrgica. Creo que a Ia gente hay que llevarla más hacia el amor al prójimo, que hacia el culto... Las parroquias comunes están muy centradas en el culto. Eso no toca a la g e n t e . 98
97 Pablo María Pagano. 98 Rafael Tello, Conversaciones desgrabadas de 1996. 89
Lo "caduco" en Ia pastoral
N o v e d a d e s c a d u c a s y a n t i g ü ed a d e s n u e v a s
Si buscamos en el Diccionario de Ia Real Academia Espa ñola, caduco significa: “Decrépito. Sumamente viejo. Dicho de una persona que por su vejez puede tener muy disminuidas las facultades. Dicho de una cosa que ha llegado a su última decadencia. Pe recedero, poco durable, que ha de perecer o acabarse. An ticuado, que está en desuso hace tiempo, pasado de moda, propio de otra época”.
Pero “caduco”, desde el punto de vista pastoral, no es ne cesariamente “viejo”. Hay cosas que tienen diez años y son caducas, mientras hay otras que tienen doscientos o dos mil años y no lo son. Cosas viejas, como el incienso, hoy están de moda. El culto a las imágenes, después del furor iconoclasta de los años sesenta, hoy ha adquirido una nueva vigencia. Recor demos que, “por lo mismo que el Espíritu sopla donde quiere y cuando quiere, él mismo puede también retornar para revivi ficar los símbolos y los ritos viejos, y para restituirles la plenitud de su virtud originaria”.99 Entonces, no queda más que some terse, bajo la luz del Espíritu, a un proceso de discernimiento comunitario que permita descubrir qué es lo realmente caduco y tomar las decisiones prudenciales que la misión exija. Que el artífice principal de toda reforma es el Espíritu San to, es algo tan obvio y elemental que no creo necesario desa
99 A ntonia S carpati. 91
Conversión pastoral y nuevas estructuras
rrollarlo aquí. Que toda reforma eclesial profunda supone un hondo proceso de oración personal y comunitaria, también es un presupuesto fundamental que no está en discusión. Pero no me detengo a exponerlo en este libro, porque cuando uno pretende decirlo todo, termina quitándole contundencia y fuerza interpeladora a cualquier propuesta. V o l v e r a l E v a n g el i o h o y
En realidad, la permanente nov edad que nunca decae es el Evangelio, que está por encima de cualquier moda y más allá de toda fugacidad cultural, de manera que, en toda reforma de estructuras, no se trata de renunciar a lo más genuino de la propuesta cristiana diluyéndola en una amable empatía con la cultura actual. Eso sería infidelidad a los dones recibidos. Más bien se trata de asegurar que “el único programa del Evan gelio siga introduciéndose en la historia de cada comunidad eclesial” (NMI 12). Así, en cada época se procura una nue va síntesis entre fe y cultura donde el Evangelio brille íntegro, pero de un modo que también es siempre nuevo. Precisamen te por eso, J uan Pablo 11 dijo que todas las estructuras deben ser siempre revisadas en su modo de funcionar, también el ministerio petrino y la colegialidad episcopal. A un estas estruc turas fundamentales de la Iglesia “necesitan de una continua verificación que asegure su inspiración evangélica" (NMI 44). Si esto vale para estas estructuras que tienen “su consistencia en el mismo designio de Cristo sobre le Iglesia” (ibíd.), cuánto más valdrá para todas las demás estructuras pastorales , que frecuentemente absolutizamos como si fueran intocables. Pre cisamente porque la Iglesia es una realidad sobrenatural, todas sus estructuras son sobrepasadas por ese Misterio. Lo c a d u c o en s e n t i d o m i s i o n e r o
A hora, si nos situamos en la perspectiva misionera que enmarca todo lo que estamos diciendo, caduco adquiere un significado más preciso: caduco es simplemente aquello que 92
V í c t o r M a n u el F e r n á n d e z
no facilita Ia expansión misionera que hoy necesitamos, lo
que desgasta el tiempo y las energías de los agentes pastora les impidiéndonos llegar a todos. Este significado se convierte en una perspectiva trasver sal a partir de la cual se puede revisar todo. Por ejemplo, la formación de los agentes pastorales. Es verdad que hace falta una buena formación de los agentes, pero hay opciones formativas que nunca terminan de con vertir a las personas en agentes con un intenso dinamismo misionero y compromiso social. Más bien les va debilitando el entusiasmo, los vuelve cómodos, quejosos, enredados en disputas de poder, etc. En teoría uno podría decir que la apuesta por la formación de unos pocos termina llegando a todos. Pero es una teoría no comprobada. Y en estos casos lo que interesa es que pongamos en juego toda nuestra ca pacidad de discernimiento para no reducir la pastoral a sec tores minoritarios que de hecho nunca llegan a ser fermento eficaz. Jesús no se redujo a los Doce Apóstoles, y ese círculo pequeño se amplió rápidamente a los 72 discípulos y se si guió multiplicando, aun dentro de los cortos tres años de su vida pública. Pablo de Tarso no tuvo una formación cristiana extensa antes de convertirse en misionero. En el modelo de Iglesia del Nuevo Testamento la formación era inseparable de la actividad misionera y no previa a ella. Podrá decirse que eso fue así por la situación de urgencia del Cristianismo naciente. Pero hoy estamos en una nueva situación de ur gencia que puede hipotecar gravemente el futuro.100
100 Por otra parte, una opción dialéctica por la formación de élites supon dría que los pastores estamos en las condiciones óptimas para saber qué formación es la que responde a las actuales necesidades evangelizadoras, donde los demás son meros receptores de unos contenidos y criterios que nosotros seleccionamos, organizamos y comunicamos con una sabiduría indiscutible. La opción no puede ser “desde unos pocos hacia unos po cos”. La conversión pastoral consistiría en abrir esta concepción cerrada de evangelización, y en integrar una fuerte preocupación por Ia formación 93
Conversión pastoral y nuevas estructuras
Dicho de otra manera, aquí se trata de alentar aquellas estructuras pastorales en la pastoral ordinaria que nos per mitan potencialmente llegar a un gran número de personas. Como contrapartida, habría que desalentar aquellas que sólo llegan a grupos muy reducidos sin fuerza multiplicado ra, es decir, las que son poco misioneras. Muchos opinan que, en realidad, cuando se alienta con fuerza todo lo que produce vida y dinamismo, lo caduco cae solo y sin violen cia. Aunque a veces la realidad muestra que pueden hacer falta medidas radicales y contundentes para evitar que unas pocas personas con esquemas rígidos perturben y demoren necesarios procesos de transformación misionera. En realidad, ya cuando en Santo Domingo se incorpo ra la idea de “conversión pastoral”, está clara esta amplia orientación misionera. Se dice que implica “estructuras y dinamismos que hagan presente cada vez con más claridad a la Iglesia en cuanto signo eficaz, sacramento de salva ción universal” (SD 18). Es decir, que la liberan de ser un ghetto, o una secta, o una élite, y la convierten en sacra mento para todos.
Todo lo que sea multiplicador está vivo, y lo que ya no lo es se vuelve caduco. Si miramos, por ejemplo, los mo vimientos eclesiales que tienen mayor vida y dinamismo persistente, podremos ver que no se caracterizan por una formación muy amplia y sobrecargada de nociones, o por unas estructuras agobiantes, sino por algunas convicciones básicas grabadas a fuego que se convierten en un espíritu movilizador, centrífugo, constantemente retroalimentado. Lamentablemente, hubo movimientos que, por insistencia
dentro del marco de Ia opción misionera fundamental de llegar a todos in corporando a todos (de diversas maneras). Esto implica estar convencidos de que a Jesucristo le interesan todos, porque no vino a formar un grupo de
apóstoles. El se siente enviado “a las ovejas perdidas” (Mt 15,24) y envía a sus apóstoles “a las ovejas perdidas” (Mt 10,6). Por eso los puso inmediata mente al servicio de la multitud sin pastor (cf. Me 6,34.37). 94
V íctor Manuel Fernández
de los pastores, pusieron un acento excesivo en la formación doctrinal y perdieron ese espíritu y esa potencia evangeliza dora. El interés por la formación ciertamente no debe ser abandonado, pero tiene que dejarse atravesar y revisar por una opción fundamental radicalmente misionera. Eso no lo debilita, sino que lo orienta y le otorga su adecuado sentido. Lo libera de convertirse en un lastre caduco. En l a t r a d i c i ó n pa s t o r a l a r g e n t i n a
A sí retomamos alg o que está muy presente en la tradi ción pastoral argentina, pero que quizás ha quedado per dido entre otras miles de preocupaciones: en las LPNE se pretendía elegir aquellas líneas de pastoral potencialmente muy evangelizadoras que pudieran llegar al mayor número posible de personas. Eso mismo, en NMA se convierte en uno de los criterios pastorales clave: “llegar a todos convo cando a todos”. Recordemos estas propuestas: Las Líneas Pastorales para Ia Nueva Evangelización (1990) seleccionaron las acciones a destacar procurando que cumplieran “una doble condición: la de ser poten cialmente muy evangelizadoras, y la de alcanzar al mayor número posible de personas” (LPNE 47). La renovación y conversión de las parroquias se planteaba en ese sentido: La parroquia “es especialmente una comunidad misionera, dado que la parroquia es para todos los que integran su ju risdicción, tanto para los ya bautizados, como para los que todavía ignoran, prescinden o rechazan a Jesucristo [...] La modificación operativa exige expandir la presencia física de la parroquia a toda su jurisdicción, especialmente hacia los ambientes más humildes y alejados” (LPNE 43- 44). En Navega Mar Adentro (2003) se prolonga la misma perspectiva. De hecho, uno de los cuatro grandes criterios pastorales que se asumieron implicaba llegar a todos con vocando a todos: “Reconocemos el potencial misionero de todo el pueblo bautizado como protagonista, no sólo desti 95
Conversión pastoral y nuevas estructuras
natario [...] Queremos encontrar los modos de llegar a todos los bautizados” (NMA 76- 77). Estructuras caducas, bajo este presupuesto, son las que absorben el tiempo y las energías de los actuales agentes pas torales en tareas, reuniones, organizaciones que tienen un potencial misionero muy reducido, es decir, que de hecho podrán llegar a pocas personas nuevas, y terminan dirigién dose siempre a los que ya están integrados en esas estructuras. Lo “caduco” es lo que nos concentra en el mantenimiento de ese número reducido, mientras el pueblo de Dios en su conjunto, si no fuera por el Espíritu Santo, quedaría a la deri va. Por lo tanto, eso va minando nuestro potencial misionero y ex pone a la Iglesia institucional a una constante inv olu ción. Además, una Iglesia institucional alejada del conjunto del Pueblo de Dios y reducida a pequeños grupos, termina perdiendo contacto con la realidad y con las megatendencias subterráneas que determinan la marcha real de las cosas. ¡ Así no podrá evangelizar la cultura!
U n a o p c i ó n q u e es u n a e s t r u c t u r a t r a n s v e r s a l
No cabe duda de que, tanto “conversión pastoral” como “estructuras caducas”, en Aparecida hacen referencia a una transformación que nos vuelva mucho más misioneros en la pastoral ordinaria. Pero dentro de este empeño por llegar a todos, propio de las estructuras pastorales vivas y abiertas, hay una opción por llegar a las mayorías pobres, empobre cidas, abandonadas . Y entonces caduco será aquello que nos retenga permanentemente en torno a pequeños grupos de clase media y nos impida llegar efectivamente a los po bres. Este es un tema íntimamente conectado con el de las estructuras caducas, porque para Aparecida, que la opción por los pobres “sea preferencial implica que debe atrave sar todas nuestras estructuras y prioridades pastorales” (DA
396). Aparecida destacó que no es cuestión de ideologías o sentimientos, sino de tiempo. Se trata de dedicar tiempo 96
V íctor Manuel Fernández
a los excluidos. Caduco será entonces lo que no nos deja tiempo para llegar a los más pobres.
V id a q u e s e v u e l v e c e r c a n a , a c c e s i b l e , p r o f u n d a m e n t e h u m a n a
Teniendo en cuenta que Aparecida conecta estrechamen te la conversión pastoral con el discernimiento de la realidad histórica actual (DA 367), las estructuras caducas también pueden entenderse como aquellas “que no logran canalizar correctamente la vida misionera por cuanto son poco aptas para la actual situación sociocultural en la que vivimos” .101 Pero suele suceder que nos entretenemos hablando de rea lidades socioculturales generales y nos volvemos incapaces de llegar cordialmente a los sujetos concretos. Por eso, en esta misma línea de “simplificación” estructu ral, vale la pena tener en cuenta un texto de Aparecida más ignorado, donde también dice que la Iglesia “quiere renovar sus estructuras pastorales” (DA 450). Este párrafo se refie re precisamente al acompañamiento de las personas, sobre todo de los débiles, ancianos, abandonados. Se evidencia que se trata de revisar si las estructuras que tenemos nos acercan más a las personas o en realidad crean una maraña de obstáculos que en la práctica nos alejan de los sujetos concretos que nos necesitan, y en ese sentido son caducas. Pensemos en reuniones, cursos, debates, planificaciones y evaluaciones que absorben de tal manera el tiempo y las energías de los agentes pastorales, que ya no hay gente dis ponible no sólo para salir a buscar a los alejados, sino tam poco para prestar una amable atención a los que ya están reclamando una palabra o un gesto para seguir viviendo. En los Obispos de Argentina, como podemos leer en la Carta pastoral con ocasión de la Misión Continental (20/08/09), está presente con mucha fuerza este acento:
101 Da mián Nannini. 97
Conversión pastoral y nuevas estructuras
“En Ia tarea pastoral ordinaria la gran conversión pas toral pasa por el modo de relacionarse con los demás. Es un tema relacional. Importa el vínculo que se crea, que permite transmitir actitudes evangélicas. Como Jesús en el encuentro con el ciego de Jericó, que lo llamó, le abrió un espacio para que compartiera su dolor, le devolvió la vista, y así finalmente, en un vínculo nuevo, el ciego lo siguió por el camino (cf. Me 10,46- 52)” (CPMC, 15). En esta línea de una transformación de las relaciones se han expresado muchas personas que respondieron la con sulta. Veamos sólo algunos ejemplos bellos y significativos: “Entiendo que la conversión pastoral tiene que ver con generar nuevas relaciones al modo de Jesús. El Dios en quien creemos es un Dios- Comunidad- Trinidad, y al revelarse nos muestra el camino para comprender mejor cómo relacionar nos. Por lo tanto las relaciones que vivimos muchas veces en la Iglesia basadas en el control, generadoras de miedo, autorita rias, no son coherentes con la fe que profesamos”.102 “Antes que por las estructuras estoy preocupado por los estilos... El estilo de estar presentes en el mundo, ante la gen te... Pablo VI hablaba de la Iglesia servidora de la humanidad. Quiso invitar a un estilo que tocara las estructuras. Pareciera que no ha sido del todo posible. Nuestras estructuras siguen siendo un enorme lastre cuya inercia parece imposible desviar. Cuidamos más los esquemas que las personas. En el fondo una estructura, antes que una institución formal, es un sistema de relaciones. Nuestras estructuras formales revelan estilos de relaciones y los promueven. Me parece que lo caduco está ahí adentro y es complejo. Nuestras formas de relacionarnos son caducas”.103 “Conversión pastoral es promover la vivencia de la santidad comunitaria en la apertura a las personas y estructu ras pastorales en todos los niveles eclesiales. Se habla de una
102 Gabriela Zengarini. 103 José Carlos Caamaño. 98
V íctor Manuel Fernández
fuerte conversión en el modo de relacionarnos con los demás, creando vínculos que permitan transmitir y provocar actitudes evangélicas”.104 “Conversión pastoral es aprender a sentarse y dialogar, renunciar a privilegios y compartir necesidades, buscar con sensos y valorar lo que hacen los otros. Es cambiar las formas y modos de hacerse presente en la vida social. Es capac idad de escucha y de proposición a la hora de relacionarse, cam biando el tono de juicio por el de valoración. Es replantearse los espacios en los que estamos presentes: no sólo estar en las oficinas, sino también estar en las calles; además de los despa chos parroquiales, estar también en los barrios. Es abandonar la Iglesia del enfrentamiento para optar por la Iglesia del en cuentro, que anuncia y denuncia; la Iglesia juez y optar por la Iglesia hermana; la Iglesia dueña y optar por la Iglesia samari tana; la Iglesia de la sacristía y el templo y optar por una Iglesia misionera; la Iglesia del miedo y optar por una Iglesia audaz en la frescura del Espíritu... Para esto es necesario volvernos a poner en medio del pueblo y, como Jesús, mirar, escuchar, tocar, acompañar... ”.105 “Yo sueño con sentarme en una mesa circular, en la que laicos y laicas, religiosos y religiosas junto al clero, comparta mos, gustemos y celebremos la Vida del resucitado sin exclui dos/as de ninguna índole. Hemos contemplado en la Escritura con qué libertad Jesús gestó una nueva forma de celebrar la comunión, incluyendo a todos/as en torno a su mesa. Y cómo, con sus actitudes, interpeló críticamente el apego a convencio nes sociales excluyentes. Por esto se hace necesario encontrar estrategias que permitan crear nuevos modelos de conviven cia capaces de revisar los vínculos de autoridad y poder, su jeción y sometimiento; capaces de reparar Ia frag mentación y el individualismo, de promover el diálogo y el apoyo mutuo, de incluir a todos/as en las decisiones que los impliquen, para que las comunidades puedan ser un lugar de encuentro de las personas en una nueva dinámica, más flexible, que incorpore
104 Presbiterio de Rafaela. 105 Presbiterio de San Francisco. 99
Conversión pastoral y nuevas estructuras
las voces de laicos/laicas, religiosas y religiosos en la toma de decisiones, y que facilite el reconocimiento de las necesidades y deseos. El cambio no conlleva sólo la modificación del modo en que se establecen los vínculos afectivos, de mutuo cuidado e interdependencia, sino también las representaciones acerca de la autoridad y la obediencia, la mística comunitaria, y más profundamente, la propia identidad. Unidad en la diversidad, para una autodonación fecunda” .106 “Asumir plenamente la eclesiología del Pueblo de Dios, de la Comunión Trinitaria, implica la vivencia de ciertas actitu des: discernimiento en comunión con distintos ámbitos, abiertos a la novedad del otro: generar espacios de diálogo en los grupos, instituciones, servicios pastorales, movimientos y en otros am bientes, políticos, sociales, culturales, científicos, etc.”.107 “Para superar las estructuras caducas, planteo salir de los límites jurisdiccionales cerrados de la Parroquia. No sólo para que ésta sea Comunidad de Comunidades - lo que representa ría revalorizar a las ceb 's y pequeñas comunidades- , sino salir a vincularse con las distintas caras de la realidad: movimientos sociales, en sus distintas manifestaciones como por ejemplo: So ciedades de Fomento, Organizaciones libres del Pueblo, Organi zaciones no Gubernamentales, ámbitos universitarios, ámbitos del trabajo, organizaciones del campesinado pobre, etc.”.108 La cercanía requiere también de algunos ministerios que la aseguren. Entre otros, el de la escucha y el acompaña miento, que no son carismas exclusivos del clero (cf. CCE 2690; VC 39.58). De hecho, sería imposible que los curas puedan acompañar a todos. La urgencia de alentar el sur gimiento, el ejercicio y la formación de estos variados mi nistros de la escucha y del acompañamiento no es nueva, porque “la experiencia secular de la Iglesia nos enseña la necesidad del acompañamiento espiritual cuando se desea 106 A ndrea S ánchez Ruiz. 107 Miriam Marx y Cristina Di Piero. 108 J uan A níbal A lbaytero. 100
V íctor Manuel Fernández
llegar hasta las cumbres de la santidad [...] para descubrir y vivir la propia vocación y misión en forma integ rada y en camino hacia la santidad de vida”.109
C o s t u m b r es c a d u c a s
Finalmente, recordemos que toda reforma, una vez dis cernida la necesidad de remover lo caduco, implica un pro blema: desacostumbrar a los agentes pastorales, habituados a repetir un modo de hacer las cosas que les da seguridad, y que tratan de justificar de cualquier modo. Por eso ev itan mirar de frente una realidad nuev a que y a no es interpretada ni interpelada por esas estructuras. A l mismo tiempo, toda reforma exige motivar y entusias mar en un nuevo camino, o procurar que Ia misma comu nidad haga aflorar las motivaciones y el espíritu del cambio. De ese modo surgirán hábitos nuevos, actitudes estables que sostendrán el cambio, porque las reformas no se hacen por decreto. De otra manera, las estructuras caducas permanecerán intactas, ahogando los impulsos del Espíritu.
109 Be rnar do Oliver a. 101
Estructuras y "espíritu" Nunca hay que olvidar la constante necesidad de desa rrollar y alimentar un determinado “espíritu”, sin el cual los cambios estructurales nacen muertos, comienzan caducos, se convierten rápidamente en meras “máscaras” (NMI 43): “Estoy convencido sobre la necesidad de buscar la con versión pastoral y la renovación o cambio de estructuras, desde una profunda y ardua renovación espiritual, desde una nueva y ardorosa mística apostólica...” .110
Cuando digo “espíritu” no me refiero sólo a un profundo amor a Jesucristo, o a la íntima confianza en el Espíritu San to, o al fervor evangelizador en general. Ese es ciertamente el primer presupuesto. Pero ahora quiero decir que detrás de cada tarea hay un determinado “espíritu” que la moviliza y la llena de fervor. Detrás de cada proyecto pastoral debe haber un espíritu que mueva a aplicarlo. Detrás de cada etapa pas toral nueva o de cada reforma de estructuras se necesita el desarrollo de un nuevo espíritu, una “mística” específica que despierte el atractivo, el gusto, la pasión por esa reforma. Por consiguiente, para producir cambios significativos no hay que demorarse esperando modificaciones en la legis lación y la organización, sino ante todo infundir un espíritu que, si es realmente intenso y comunitario, por sí mismo irá produciendo estructuras acordes con él. Las estructuras son cauces de v ida que suponen comuni dades vivas, cargadas de convicciones movilizadoras. Bien
110 Jo sé María Ar ancibia, Ar zobispo de Mendoza. 103
Conversión pastoral y nuevas estructuras
dijo Benedicto XVI que “las mejores estructuras funcionan únicamente cuando en una comunidad existen unas convic ciones vivas, capaces de motivar” (SS 24). A veces hay un líder carismático capaz de infundir ese es píritu, pero sobre todo es la comunidad la que, con la oración, la reflexión, la lectura, el diálogo, debe hacer nacer ese espíri tu peculiar cada vez que inicia una nueva etapa pastoral.
M e j o r l a l i be r t a d
De las estructuras puede decirse lo mismo que de las le yes: que si hace falta crear muchas leyes y estructuras par a asegurar que algo sea vivido, eso es muy mala señal y no augura buenos resultados: “El camino usado de muchos para reformación de cos tumbres caídas suele ser hacer buenas leyes y mandar que se guarden [...] Mas como no haya fundamento de virtud en los súbditos para cumplir estas buenas leyes, y por esto les son car gosas, han por fuerza de buscar malicias para contaminarlas y disimuladamente huir de ellas o advertidamente quebrantarlas. [...] Tiene el negocio mal fin, y suele parar en lo que ahora está: que es mucha maldad con muchas y muy buenas leyes”.111 “¡Vivir, antes que reglamentar!... Las mejores institucio nes en manos de hombres injustos y sin amor engendrarán la miseria y el sufrimiento”.112 A l respecto vale la pena leer el siguiente aporte: “Lo cierto es que el hecho de que uno tenga que des cender a la publicación explícita de normas que pertenecen al sentido común o a la buena educación, evidencia un deterioro en las costumbres o moral de la sociedad por estas normas interpelada [...] Santo Tomás afirma que el legislador debe
111 San J uan de Áv ila, Memorial primero al Concilio de Trento. 112 René V oillaume, Lettres aux fraternités I , Cerf, Bourges, 1960, 255. 104
V íctor Manuel Fernández
promulgar sólo leyes generales y no pretender legislar sobre todos los asunto (I-Il 96 2c; 96 6 ad 3m), porque si quisiera legislar sobre detalles o prohibir todos los males particulares, impediría - más que promover ía- el bien común y la virt ud de los ciudadanos. Porque distraería de la finalidad fundamental de la ley que se encamina a la amistad social (1-11, 99 1 ad 2m; cf. 2 c). Pero será bueno recordar, también, el aserto sobre la inconveniencia de cambiar frecuentemente las leyes dado que si éstas no son muchísimo mejores que las antiguas o corrigen evidentes injusticias, la «consuetudo» es un valor tan grande que el daño que se produce al mutarla puede no ser compen sado por los supuestos beneficios de una nueva ley (MI, 97 2 ad 1)”.113
Tomás de A quino se preocupó por destacar que los pre ceptos dados por Cristo y los Apóstoles “son poquísimos” (ST I- II, 107, 4). Y citando a San A gustín dijo que los pre ceptos que la Iglesia añadió posteriormente deben exigirse con moderación “para no hacer pesada la vida a los fieles”, y convertir nuestra religión en una esclavitud, cuando “la misericordia de Dios quiso que fuera libre ” (ibíd.). Esta ca racterística de la vida cristiana, para Santo Tomás, hace del Evangelio una ley de libertad: “La ley del Evangelio se llama ley de libertad porque la ley antigua determinaba muchas cosas, y eran pocas las que dejaba a la libertad de los hom bres” (ibíd.). Cuando hace falta crear demasiadas normas, documen tos y estructuras para que algo pueda vivirse, esto es indi cio de un mal funcionamiento comunitario. En ese caso, las nuevas estructuras no obrarán mágicamente y se sumarán a las incontables exigencias que ya pesan sobre los agentes pastorales: “Esta vorágine de documentos pastorales, pro puestas, planes y tantas cosas, nos ha hecho perder de vista lo esencial”.114
113 Gustavo Podestá. 114 Juan Morre. 105
Conversión pastoral y nuevas estructuras U n a m í s t i c a q u e s i m p l i f ic a l a s c o s a s
Por otra parte, Juan Pablo II explicó con claridad que hay un “espíritu” que debe vivirse en la práctica por encima de lo que las leyes establezcan. Este espíritu produce cambios más allá de las estructuras. Eso se ve, por ejemplo en la necesidad de que el pastor consulte y escuche a los fieles aun cuando no se lo exija ninguna norma eclesiástica (cf. NMI 45). La reforma de estructuras necesita imperiosamente las motivaciones y el aliento que hagan nacer un nuevo “espíri tu”. De hecho, “el Concilio y Medellín generaron ese espíritu y lueg o vinieron las instituciones nuevas. Hoy permanecen muchas de esas instituciones pero con menos espíritu”.115 Por todo lo dicho, se deduce que la reforma de estructu ras a veces debe consistir más bien en una simplificación que nos libere de lastres caducos que obstaculizan un dinamismo misionero, y no tanto en una multiplicación agobiante de nuevas estructuras. La c e n t r a l i d a d d e l o q u e e s t á d e t r á s
Cuando se habla de estructuras frecuentemente se piensa sólo en organizaciones, grupos y actividades que hay que re formar. Pero conviene ampliar las perspectivas para mostrar que una renovación pastoral implica también unas actitu des, unas convicciones espirituales, unos métodos y mane ras, una forma de expresar y comunicar, unos consensos, un sentido de misterio: “Junto con las estructuras caducas hay que pensar las actitudes pastorales básicas: acogida cordial (escucha), comu nión (diálogo) y participación (discernimiento comunitario). También lo que debe ser renovado: en su ardor: actitud es piritual- discipular- misionera, fervorosa, enamor ada, santidad
115 Departamento de Teología Pastoral UCA. 106
V íctor Manuel Fernández
comunitaria. También en sus métodos: periferias (inclusión), descentralización y creación de comunidades misioneras, pro tagonismo de los laicos (ministerios y compromiso ciudadano). También en su expresión (lenguaje, resignificación): kerygmá tico, festivo, simbólico, personalizado. Finalmente, lo que debe ser constantemente reg enerado: los acuerdos básicos y consen sos fundamentales [...] Muchas veces vivimos con expectativa algo que debemos vivir con esperanza; y miramos en términos de eficacia o de éxitos. La historia la cuentan los que ganan, pero la fe nos lleva a mirar de otro modo. Es decir, hay mucho de la vida de la Iglesia que no se ve, que se vive en la es peranza y que hace que se salga hacia delante”.116
Esto nos permite advertir que la renovación de las es tructuras supone otras cosas que están detrás: se trata de un espíritu nuevo, pero también de diversas realidades que ne cesitan reforma. Por ejemplo, una transformación de men talidad y de criterios, que tienen que ver con un modelo de Iglesia, con un estilo pastoral, con un modelo sacerdotal y laical, con unos presupuestos antropológicos. Toda transfor mación de estructuras requiere que se den “algunas premisas que permitan modificarlas, porque si no podremos soñar o construir otras que a la larga tendrán las mismas dificultades que ahora percibimos”.117 Porque “podemos caer en el error de pensar que po demos cambiar la pastoral (organización y acciones pas torales) sin convertirnos nosotros mismos (transformar nuestra forma de pensar, de relacionarnos, de amar), como si las acciones pastorales no tuvieran nada que ver con lo que pensamos, sentimos y creemos”.118 Entonces muchas veces “las estructuras que hay que abandonar no son sólo realidades externas, son sobre todo mentales”.119
116 Presbiterio de la A rquidiócesis de Buenos Aires. 117 Luis Liberti. 118 Constanza Levaggi. 119 Carmelo Giaquinta, Arzobispo emérito. 107
Conversión pastoral y nuevas estructuras
“No es fácil determinar con precisión qué es lo caduco. ¿Son sólo las estructuras? ¿No habrá mentalidades tam bién caducas?”.120 Por eso mismo, “la conversión pastoral no es en primer lugar cambio de técnicas, prácticas, y afines, sino conse cuencia de un viraje de óptica que se da en el plano de la santidad. Es procurar que la acción brote del interior de una decisión axial por la transparencia entre interior y exterior, entre v ida y pensamiento” .121 En esta línea, podemos proponer una reforma estructu ral dentro del marco de una conversión pastoral entendida como “un cambio renovador de mentalidad, actitudes, cri terios y acciones, sobre todo de los pastores y agentes pas torales, que luego de una evaluación sincera, profunda y compartida, los dispone y lanza a vivir en plenitud el man dato ev angélico de Jesús” .122 O también como “apertura a la acción del Espíritu Santo que nos ayuda a descubrir la novedad en lo cotidiano, haciéndonos vivir la presencia siempre nueva de Jesucristo que vino a hacer nuevas to das las cosas. Por eso, antes que modificar detalles, partes o aspectos de una organización pastoral, hacen falta otras conversiones pastorales más fundamentales, que impliquen, por ejemplo, el paso de una v isión estático- repetitiva (en la que el pueblo es sólo destinatario) a otra dinámica, es decir, de itinerario educativo de un pueblo (en la que el pueblo es sujeto), del primado de la racionalidad en la comunicación de la fe al primado de la experiencia de la fe y su comuni cación, de una pastoral de campos de acción independien tes a una pastoral orgánica, de campos interdependientes e intercomunicantes”.123
120 A ntonio Marino, Obispo auxiliar de L a Plata. 121 Cecilia Avenatti de Palumbo. 122 José María A rancibia, Arzobispo de Mendoza. 123 Presbiterio de Rafaela. 108
V íctor M anuel Fernández
Me gusta concluir estas consideraciones con la siguien te síntesis: “Una verdadera reforma estructural no es un aumento del proselitismo para reconquistar los fieles que abandonaron la Iglesia, sino, parafraseando el Evangelio cuando habla del seguimiento de Jesús, dejar atrás las estructuras caducas para ir al encuentro del Reino, aprender a reconocerlo en donde se da y también ayudar humildemente a su construcción. Dejar que los muertos entierren a los muertos, esto es, dejar que las viejas estructuras se declaren a sí mismas difuntas, y nosotros seguir a Jesús, abrirnos a la novedad del Espíritu. Saber que Dios no es Dios de muertos sino de vivos y que El hace nuevas todas las cosas con su Espíritu que sopla donde quiere. Con versión significa tener el coraje de dejar atrás las estructuras u odres viejos y no volver la mirada en ningún momento, so pena de quedar convertidos en estatuas de sal... Dicho esto, ¿cuál es la acción paradigmática que la Iglesia debiera llevar a cabo? La respuesta más coherente con lo que acabamos de decir sería: dejar abierto el camino a la acción del Espíritu. Hoy, más que nunca, se impone una actitud de escucha, de auténtica contemplación”.124
124 A ntonia Scarpati.
109
Otros aspectos prácticos de esta reforma De todos modos, queda claro que la actividad pastoral nunca se reduce a una realidad puramente interior. Conlleva siempre alguna “conversión” en las estructuras pastorales. De hecho, “ningún documento de la Iglesia latinoamerica na habla tanto de transformación como el documento de A parecida” .125
A l g u n o s e j em p l o s
A parecida ofrece alg unos ejemplos prácticos de cambios “estructurales” que alentarían la misión ad gentes en cada territorio. La renovación misionera que propone tiene ma nifestaciones muy concretas, como una “descentralización de los servicios eclesiales de manera que sean muchos más los agentes de pastoral que se integren a esta misión” (DA 518n). Pide que los organismos “superen cualquier clase de burocracia” (DA 203). Sugiere una “sectorización en unida des territoriales más pequeñas” (DA 372, 518c), la “crea ción de comunidades de familias” (DA 372), la transforma ción de “las parroquias cada vez más en comunidades de comunidades” (517e), porque la renovación de las parro quias “exige reformular sus estructuras” (DA 172). También incursiona en detalles, como cuando propone la adaptación
125 P . Suess, “Quinta Conferencia - Quinta esencia. A missao como para digma- síntese de A parecida”, Revista Eclesiástica Brasileira 268 (octubre 2007), 909. 111
Conversión pastoral y nuevas estructuras
de los horarios de servicios a las nuevas necesidades de la realidad urbana (cf. DA 518a). Si bien el acento está en remover lo caduco, se dice que una renovación misionera puede requerir el desarrollo de “nuevos servicios y ministerios” adecuados a la nueva rea lidad pastoral (cf. DA 202). También propone desarrollar a tiempo “nuevas estrategias” activas para acercarse a nuevas personas que llegan a un lugar (DA 517i). Además, “parti cularmente, en el mundo urbano se plantea la creación de nuevas estructuras pastorales, puesto que muchas de ellas nacieron en otras épocas para responder a las necesidades del ámbito rural” (DA 173).
T r a n s f o r m a c ió n p a r a a c o g e r
Un aspecto nuclear de la reforma misionera está muy relacionado con lo que ya vimos acerca de la necesidad de partir de lo que viven los interlocutores. Consiste en priorizar la acogida cordial por encima de toda estructu ra de formación, normas, exigencias o límites. Se trata de una actitud pastoral elemental que a veces se debilita debido a la acumulación de estructuras pastorales y men tales caducas: “Una estructura caduca también es una actitud frente al mundo y en consecuencia una forma de encarar nuestra rela ción con él, que nos aleja en vez de acercarnos”.126 “La conversión pastoral pasa por la actitud de apertura del corazón, que permita crear vínculos reales y humanos con la gente. Dejar de ser funcionarios para ser hermanos, padres, etc. Crear una comunidad real que me involucra y en la que la gente siente a los pastores como parte de su vida. Que se generen comunidades acogedoras de v er dad”.127
126 Rómulo Puiggari. 127 Eleuterio Ruiz.
112
V íctor Manuel Fernández
“Conversión pastoral es potenciar aquello que facilita la aproximación a la casa materna, el mirar bien a la gente (aprendiendo de ella). Es la construcción de caminos comparti dos y co- protagónicos, y que todos los que nos contacten con tinúen sus caminos animosos y deseosos de construir paz”.128
Esto, que fue una opción de la CEA años atrás, adquiere nueva vigencia hoy por el tipo de sujetos que produce la posmodernidad, y debe ser profundamente replanteado a partir del nuevo contexto cultural. Si realmente avanzamos en Ia conversión pastoral y nos volvemos capaces de partir de lo que los demás viven para poder anunciarles el Evangelio, en algún momento las per sonas que reciban el anuncio necesitarán una mayor inser ción en la comunidad eclesial. Pero hay que reconocer que el sujeto actual está tremendamente marcado por un deseo de vivir bien, de manera que toda estructura pesada, como las reuniones largas, los horarios incómodos, las imposicio nes rígidas, producen un rechazo espontáneo que termina perjudicando la transmisión del Evangelio. Entonces todo esto es lo contrario de la acogida cordial. La acogida cordial no es sólo que haya alguien sonriendo en la entrada, sino que todas las estructuras eclesiales sean cordiales, que la gente pueda sentirse cómoda, porque hay variedad de horarios de Misas o de catequesis, porque la duración de las reuniones es breve, porque las propuestas tienen que ver con lo que ellos viven y les ayuda a vivir, por que el estilo de las celebraciones les ayuda a orar, etc.: “Hace falta en general una mayor plasticidad en toda la pastoral y mayor agilidad en las propuestas pastorales, con tiempos breves, densos y significativos. Las instancias de ar ticulación, animación y planificación pastoral deben tender a ser lo más ágiles posibles. Hay que evitar la imagen de que se secuestra el tiempo a las personas. Mi lema sería: poco, bueno
128 Leandro Chitarroni. 113
Conversión pastoral y nuevas estructuras
y significativo. Que la gente pue da marchars e con silencio go zoso, y no atosigada de cosas”.129 “Si algo hay que cambiar es porque lo que existe no sa tisface, o no da respuesta, no reconforta, no seduce, no acom paña, no contiene, no alimenta”.130 “Un criterio para discernir estructuras pastorales llenas de vida es si éstas buscan ponerse en sintonía con la vida con creta de la gente, sus gozos y esperanzas, sus angustias y triste zas. Una Iglesia que ve con el corazón y padece en sus entrañas la lejanía de sus hijos de la v ida plena es necesariamente misio nera. Renuncia a lo meramente burocr ático o funcional” .131 “Las personas percibirán la potencia de belleza, de bien y de verdad de las prácticas o de los discursos no en razón de su peso intrínseco sino en virtud de su conexión con las ver tientes ex istenciales dominantes ”.132
Bien entendida, en sentido misionero, la acogida cordial no es sólo una actitud de “espera”. Es una apertura para acoger al otro que también se expresa saliendo a buscarlo. En este sentido debe entenderse la opción por los pobres tal como la plantea Aparecida. Esta opción debería salir del ámbito meramente ideológico y convertirse por fin en un nuevo mundo de relaciones con ellos, en una real cercanía: “Los pobres no son la prioridad de la práctica eclesial, a pesar de los muchos, valiosos y grandes esfuerzos que tantos hermanos realizan a diario y en los lugares de mayor exclu sión y marginación, donde están los pobres más pobres. La Iglesia institucional ha confiado en que las elites, los ricos, van a transformar la realidad. Por esto le ha interesado educarlos con cierta predilección. En ese sentido han sido objeto priori tario de la misión. Para revertir esto es necesario multiplicar las
129 Gerardo Daniel Ramos. 130 Marcos Lafon Fariña. 131 Gustav o Carrara. 132 Marcelo González. 114
V í c t o r M a n u e l F er n á n d ez
comunidades descentradas del templo parroquial, con todo lo administrativo que significa la parr oquia. Espacios importantes para generar comunidades nuevas, donde se comience con la atención, contención e invitación de los últimos, y que con tenga a los que no van ni irán a los templos parroquiales por que se sienten o están excluidos. La animación y coordinación de estas comunidades debería ser misión confiada a la misma ente que vive allí”.133
Hay que reconocer que esto está bien presente en la in vitación de Aparecida a renunciar a muchas complicaciones pastorales para dirigirse particularmente a “las casas de las periferias” (DA 550) y a “dedicar tiempo a los pobres [...] eligiéndolos para compartir horas, semanas o años de nues tra vida” (DA 397). Es más, pide “la presencia de la Iglesia, por medio de nuevas parroquias y capillas, comunidades cristianas y centros de pastoral, en las nuevas concentracio nes humanas que crecen aceleradamente en las periferias urbanas de las grandes ciudades” (DA 5 17k). Esta capacidad de ir adonde ellos viven, allí donde realmente son dueños de casa, es una preciosa expresión de la “acogida cordial” que debería transformar el rostro de la Iglesia. La pa s t o r a l en l a c i u d a d
Pero hay que recordar que “las periferias no son sólo geográficas, son también existenciales”.134 Entonces, esta acogida del que está en la periferia puede implicar entrar en el corazón de la ciudad. Por eso un espacio aparte me rece la “pastoral urbana”, ya que la nueva realidad urbana hace que con los ministerios y organizaciones parroquiales tradicionales sólo lleguemos a un número muy reducido de personas. Para la mayoría de las personas que habitan en la ciudad muchos de esos servicios ya no sirven:
133 Telmo Meirone. 134 Card. Jorg e M. Bergoglio. 115
Conversión pastoral y nuevas estructuras
“Un elemento clave a tomar en cuenta en la pastoral urbana es revisar la propuesta kerygmática. La gran mayoría de los esfuerzos pastorales están centrados en ministerios ad intra [... ] En este sentido, la pastoral juvenil debería pensar con mayor profundidad las diversas formas de riesgo que acosan al jov en per o también las nuev as oportunidades de anuncio que se presentan. Por ejemplo, el tema de la noche como espacio sin límites, la evangelización por lo audiovisual, la atención a las circunstancias que conforman las tribus urbanas y demás manifestaciones juveniles. La pastoral familiar debería hacer el mismo camino, y así cada una de las pastorales específicas. En toda acción no hay que atender primariamente el peligro, sino actuar a partir del desafío. Es llamativa la práctica ausencia de celebraciones de la Palabra y otras expresiones que se podrían plasmar desplegando más la dimensión de Iglesia Santuario. En este sentido, sería necesario repensar la territorialidad pa rroquial, en gran parte perimida, dando prioridad a diversas manifestaciones festivas y de sanación en los templos céntri cos. Y dejar may ormente la atención de los aspectos generales de la vida de fe en los templos barriales, todavía más sujetos al principio de localización” .135 “Los desafíos abiertos por Aparecida referidos a la pas toral urbana (DA 509- 519) pueden pensarse desde la llamada a la conversión pastoral (DA 370) y ésta desde la realidad ur bana [...1 La pregunta pastoral es cómo hacerse presente en los resquicios, los tránsitos, los lugares de desplazamiento de los ciudadanos; cómo pensar los espacios físicos y geográficos de la ciudad como lugares de la experiencia de lo sagrado. Se requiere una nueva gramática de lo sagrado, es decir, una ma y or valoración de la irrupción de lo sagrado en la ciudad y una nueva imaginación de la presencia pastoral capaz de ofrecer y suscitar espacios de encuentr o contemplativo con Dios, en medio de la actividad de cada día, del trabajo, de la interacción con los demás. Una conversión pastoral urbana exige tomarse muy en serio la posibilidad y la profecía de una auténtica espi ritualidad secular”.136
135 Fernando Kuhn. 136 V irginia Azcuy. 116
V í c t o r M a n u e l Fe r n á n d e z
C u e s t io n e s a r e v i s a r
A hor a voy a enumerar brevemente otros aspectos de la transformación que exige una renovación misionera de toda la Iglesia, y que han aparecido reiteradamente en la consulta realizada. No son ciertamente los únicos, pero vale la pena abrir el oído a las cuestiones que más se reiteran: 1) Concretar la animación bíblica de toda Ia pastoral: “Será siempre necesario volver a la fuente: la Palabra de Dios. Habrá que iluminar con ella cada paso de la conversión pastoral”.137 “Hay curas que se conforman con crear algún tallercito bíblico, o con organizar alguna conferencia bíblica cada tanto. Pero la Biblia animando toda la pastoral es otra cosa, es un asunto inmensamente más importante. Es algo que termina cambiando todo”.138 2) Encontrar nuevas formas de cercanía a los pobres, con opciones más decididas por la promoción social que supere el mero asistencialismo: “Conversión pastoral es encontrar una manera de mez clarse con los demás, para vivir y palpar cómo viven miles de argentinos en la pobreza total”.139 “Desde la óptica de los que trabajamos en Cáritas pensa mos que, en el trabajo social, la conversión tendría que realizar el paso de un modelo de beneficencia (asistencialista) a otro que propugne la formación de comunidades que caminen junto a los pobres, promoviendo la comunión y participación. El camino jun to a los pobres lo entendemos como la necesidad de que los agen tes pastorales (religiosas/os, sacerdotes, laicos/as, distintos grupos o movimientos, jerarquía, etc.) convivan lo más cerca posible de las vicisitudes y circunstancias de los pobres: un ejemplo ilustrativo
1,7 Pedro Oeyen. 138 Claudia Gallo. J uana Rosa Ullán. 117
Conversión pastoral y nuevas estructuras
7) Decidirse a implementar formas más comunitarias de vida y ministerio sacerdotal: “Cuando una ve la vida de los curas, muchas veces están tan solos (se ve por más que lo quieran ocultar). ¿Cómo pueden soportar y resistir de esa forma las tentaciones del mundo de hoy, los malos momentos, los fracasos y las angustias que se vi ven en una época de tanta exigencia, competencia y hostilidad? Los maridos cuando vuelven a casa lloran en el hombro de sus esposas o abrazan a sus hijos (cuántas veces le acaricié la espal da a mi marido para que no dejara el trabajo), y no creo que hoy a los curas les alcance el consuelo invisible de Dios sin algunos signos terrenos. En otras épocas eso habrá alcanzado, pero me parece que en este mundo duro y lleno de distracciones y seduc ciones hacen falta formas de vida más comunitarias para poder aguantar y seguir adelante. Además hay curas aparentemente muy resistentes, pero tanta soledad me parece que los vuelve autosuficientes y un poco agrandados. Toman decisiones muy importantes como si tuvieran un teléfono directo con el cielo. Hoy la soledad no es nada buena porque se degenera muy fácil mente en una especie de aislamiento tristón y resentido”.148
T a n t o s d e t a l l e s q u e t ie n e n q u e v e r c o n l a v i d a
Por último cabe recoger parte de un elenco, elaborado de manera espontánea y participativa por el Presbiterio de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Es un listado de múltiples actividades pastorales donde hay dificultades, que requieren una pastoral nueva y adaptada, y que exigen conversión pastoral. Aunque haya repeticiones, y no tenga un orden temático, puede ser muy útil para detectar diversos aspectos prácticos de una necesaria reforma: • Descentralización parr oquial (según las propuestas del SINE, Parroquia popular, etc.) en capillas o en comu nidades. Parroquia descentralizada y vertebrada en
148 Lidia Trujillo. 120
V íctor Manuel Fernández
pequeñas comunidades, zonas pastorales y espacios de pertenencias y servicios. • Ir hacia las periferias a través de misiones barriales permanentes e implantación de Centros Misioneros. Distribuir material de evangelización. Presencia de los curas en las misiones. Misiones intensivas barriales, con la participación del decanato. • Se destaca la pastoral de las pequeñas comunidades que se juntan a rezar y compartir la Palabra en grupos pequeños, que suelen reunirse en los hogares. Facili tan que surjan nuevos agentes pastorales, muy com prometidos y con una fuerte experiencia de Dios. Se cree que por este camino es por donde hoy se debe hacer opción pastoral, sin descuidar otras actividades que realice la parroquia. • Ex periencia de secretarias parroquiales misioneras permanentes y centros de evangelización o espacios de comunidad lejos del templo. • A ceptación de ser una minoría y, por ende, necesidad del trabajo persona a persona. • Presencia más v ariada de la Iglesia en los hospitales. • Salida misionera parroquial anual (de un mes). • Instrumentar formas concretas y prácticas del ministe rio de la escucha. • Ex periencia kery gmática centrada en la Persona de Jesús, el primer anuncio del Evangelio, y superando una catequesis meramente nocional. • A lternativas de catequesis popular (incorporando de porte, música, murgas, etc.). 121
Conversión pastoral y nuevas estructuras
Retiro interparroquial con Misión Barrial (se hizo en San Telmo). Hace falta más calle: hacer esquina con la Virgen, re zando el rosario, entregando estampas, etc. Llevar la Virgen casa por casa. Hacer puerta en los colegios esta tales para ofrecer la catequesis parroquial. Ofrecer ma terial evangelizador (hojita del domingo, estampas...) a la gente en la calle (paradas de colectivo, etc.). A doración Eucarística de jóvenes y adultos. S e está expe rimentando con bastante éxito en muchas parroquias. Responder mejor a las necesidades concretas de la gente. Por ejemplo, en la pastoral de los Difuntos. Pa rroquias con cinerario, etc. Parroquia con estilo más familiar e integrada e interac tuante con las otras parroquias de la zona pastoral. Espacios de oración, pertenencia y servicios no es tructurados rígidamente. Diversidad de propuestas para jóvenes (ya que hay distintas subculturas juveniles son necesarios distintos proyectos y ofertas misioneras y de evangelización). La diversidad es tan grande que es necesario propo ner proyectos muy variados, que algunos sean locales y otros más dioces anos. Sin una estructura fija, favorecer la integración de los jóvenes de distintas comunidades (ejemplo: organiza ción de algún evento entre dos parroquias, etc.). No hacer prevalecer la estructura sobre el quehacer. Importancia del trabajo con los jóvenes más margina les, más allá de si perseveran o no, sabiendo que este trabajo deja huella, y con el tiempo da fruto.
V íctor M anuel Fernández
• L a misma secretaria parroquial, más que cobrar la constancia de bautismo, debería saber recibir bien, lo mismo el cura y siguiendo con toda la comunidad. Hace falta actitud misionera aun dentro de la atención parroquial: atender el teléfono (tratar de evitar el con testador), buena recepción de la gente (tratando de solucionar sus inquietudes). • Hay que tener cuidado en la transmisión y recepción de la información; a veces no escuchamos qué necesita la persona y la despachamos, otras la llenamos de informa ción innecesaria. Es toda una estructura comunicativa. • Aprovechar lo que tenemos dentro de Ia parroquia revi talizándolo con aquellos que vienen de afuera, del mis mo barrio. Hace falta un impulso que vendrá de afuera. • Más que desgastarnos en seguir armando reuniones con grupos a veces caducos dentro de la parroquia, aggiornarnos : que entre aire nuevo, y más que gru pos poder armar una comunidad, con jóvenes, viejos, etc.: más que juntos, unidos en el Espíritu. • Hay mucha gente muy sola en Buenos Aires, es un cáncer muy doloroso en nuestra gente el de la so ledad, y no tiene analgésico más que el acompaña miento que una comunidad le pueda dar. • Lo nuestro es instaurar el Reino y ade más de salir debemos dar una respuesta a todo aquel que viene y se acerca a nue stra Iglesia que es Madre y tiene que recibir a todos sus hijos y que ninguno quede afuera. Por ejemplo: favorecer los bautismos, re cibiendo con actitud fraterna a los que se acercan para ese sacramento, no pidiendo tantas constan cias y requisitos a los padres y padrinos. La misma charla prebautismal, darla en el mismo Bautismo y catequizar a todas las familia s que participan 123
Conversión pastoral y nuevas estructuras
de la celebración. Aprovechar más los momentos del Bautismo y del Matrimonio, que llegan a tanta gente, para facilitar el acceso de las familias a la experiencia de fe. Agilizar el estudio y ordenación de diáconos permanentes. A lentar la política como campo de misión: los jóvenes están muy descreídos de ella. Falta presencia de cristia nos en lugares de toma de decisiones en la sociedad: muchos laicos tienen allí una ex periencia martirial. Y falta una estructura de acompañamiento, porque la misión apostólica en el mundo puede ser desgastante y a veces cuesta la salud y la vida. La Acción Católica parece haberse quedado adorme cida, hay pocos centros, con poca convocatoria. Liga de Madres, sólo hay en una sola parroquia, casi todas son mujeres grandes (liga de abuelas). El Apostolado de la Oración, también parece responder a criterios o espiritualidades de otros tiempos. Religiosidad Popular: Evaluar la participación en la Peregrinación a Luján. ¿Qué mística hay ahora en los que van? ¿Quiénes y cuántos van? ¿Qué pasa con los adolescentes nuevos, cuáles son sus motivaciones? Misas dominicales: Evaluar quiénes y cuántos partici pan. Actualizar estadísticas y preguntarnos qué pasa. A lgo hay que hacer. T endríamos que soltarnos más en la liturgia, en la acogida, etc. Solidaridad: Nos falta promoción y evangelización. Cómo integrar a los pobres a nuestras comunidades. Lograr un encuentro de culturas mayor, que los po bres no estén ocultos y aparte. No darles sólo cosas, sino trabajar con ellos en su promoción.
V íctor Manuel Fernández
• Revisar qué alimento estamos dando a nuestros gru pos y dirigentes, que no quieren salir a buscar a otros, sino quedarse entre ellos y sólo con la formación. • Hay grupos de liturg ia que sólo piensan en las rúbricas y no en algo más hondo. • Hay atomización y falta de diálog o de las áreas pasto rales y el acompañamiento de las mismas por perso nas encargadas. Hace falta pasar de una pastoral de cargos y responsables a una de equipos y propuestas. Facilitar la composición de equipos sacerdotales que animen y acompañen las áreas pastorales, evitando que queden tan personalizadas en uno. • L a semana de a ctualización del clero tal como está organizada no va. Se necesitan más espacios de pensamiento y sana confrontación de ideas dentro del Presbiterio. • Pensar e impleme ntar nuev os itinerarios formativos vocacionales, destinados a que no sea el actual Se minario el único medio para formar sacerdotes. Pro mover pequeñas comunidades de vida (tipo Taizé), en el que los jóvenes puedan tener una experiencia de Dios y de maduración de su vocación humana y cristiana sanante y comunitaria, antes de la entrada al Seminario. • Hace falta una may or integración a nivel de reflexión y oración con los/as religiosos/as. • Las estructuras caducas en las parroquias caen por sí soléis, pero diocesanamente es más difícil dejarlas caer y a veces se las sostiene artificialmente, con esfuerzos desproporcionados. 125
Conversión pastoral y nuevas estructuras
Fortalecer lo más pequeño en lugar de algunas estruc turas macro que g eneran desgaste por la necesidad de llenar cuadros. Eliminar la superposición de áreas pastorales de Cate quesis (área Catequesis, área Pastoral de Niños, área V icaría de Educación y otras). Estructuras que inv o lucran a las mismas personas y las sobrecargan inútil mente. Hay que terminar con la burocracia y el oficinismo parroquial: por ejemplo, se podrían hacer los expe dientes matrimoniales en el lugar donde se casan para que no estén paseando por varias parroquias. Los sacerdotes como representantes legales: no es bue no porque deben estar atrás de cosas administrativas que hacen que pierdan tiempo para lo más pastoral. ¿Cómo acompañar a los docentes, catequistas, etc.? Si no está el sacerdote motivando, tienen pocas inicia tivas. Algo falla allí. Hay estructuras, movimientos, asociaciones que es necesario renovar ya que no responden a necesidades reales y concretas, están cerrados en sí mismos, no convocan ni atraen, no salen al encuentro, no crean ni favorecen la comunión, ni dentro ni fuera de la comu nidad a la que pertenecen, han dejado de ser eficaces en el anuncio del Evangelio. Hay grupos parroquiales enquistados, que no dejan participar a los demás, con problemas internos que no testimonian la fe.
Conclusión Esto les toca a ustedes
127