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capítulo 3 Métodos de conservación del material óseo Lourdes López Mata
CARACTERÍSTICAS DEL MATERIAL ÓSEO
PROCESOS DE DEGRADACIÓN
En cuanto a su composición química, el hueso está formado por materia orgánica constituida por una trama de Hueso enterrado: factores del medio láminas de fibras colágenas proteínicas. Esta porción subterráneo que afectan a la conservación del orgánica supone, aproximadamente, un tercio de la hueso Cuando el hueso entra en contacto con el medio composición del hueso. Las otras dos terceras partes están formadas por materia subterráneo sufre unas transformaciones que, en la mayoría mineral integrada por fosfato tricálcico, carbonato cálcico y de los casos, causan su destrucción. Pero en otros el material óseo llega a un equilibrio con el medio que propicia su fosfato de magnesio, principalmente. conservación. En relación con su función podemos encontrar gran Según el tipo de suelo, de sus características diversidad de formas (huesos largos, planos, etc.) y de fisicoquímicas y del tipo de medio ambiente durante el tamaños (desde un hueso del oído a un fémur o una pelvis). En cuanto a su estructura, podemos distinguir dos tipos período en que el hueso permanece enterrado, las degradaciones sufridas por este serán de mayor o menor de tejido óseo: importancia. Durante el enterramiento los huesos pueden sufrir 1. Tejido óseo esponjoso o trabecular. Comprende gran parte del interior del hueso. Su aspecto es aerolar transformaciones físicas como deformaciones o fracturas debido a los movimientos y presiones ejercidas por el poroso. 2. Tejido compacto o cortical. Se localiza en la parte terreno. En esto influyen el grano de la roca y la compacexterior de los huesos planos y en la diáfisis de los huesos tación de los sedimentos. Si los granos que componen el largos. Su interior está lleno de canales o vasos sanguíneos y sedimento son gruesos se conservaran bien los huesos de su grosor varía considerablemente de unos huesos otros y gran tamaño pero se destruirán los materiales finos y frágiles. Por el contrario, una gran compactación del dependiendo del sexo y la edad. sedimento destruirá las piezas grandes, conservando las Respecto a sus propiedades biomecánicas, las fibras pequeñas y, sobre todo, las planas. La textura del suelo colágenas le proporcionan flexibilidad y resistencia a la también influye en el grado de penetración de los gases tensión mientras que las sales minerales le confieren dureza, atmosféricos. Así, un suelo arenoso es más aeróbico que rigidez y resistencia a la compresión. otro arcilloso; la menor presencia de oxígeno también Por sus características físicas, el hueso posee dos facilita la conservación de la materia orgánica (La- borde, propiedades que afectan directamente a su conservación: 1986). Igualmente las plantas y raíces pueden provocar grietas 1. Se trata de un material higroscópico, es decir, que y fisuras en los huesos al crecer y expandirse, especialmente absorbe humedad con facilidad, teniendo una tendencia a en los de gran tamaño, amén de las degradaciones biológicas absorber o ceder agua para mantener un equilibrio con la que pueden producir por su actividad orgánica.. humedad del ambiente. Por tanto, es muy sensible a los La acidez o alcalinidad de los suelos es determinante a cambios de humedad relativa. la hora de la conservación de los restos óseos. En los suelos 2. También es un material anisotrópico, se contrae o ácidos (con un pH inferior a 7) la fracción mineral de los expande en las tres direcciones de forma diferente (aunque huesos puede ser disuelta, por lo que los huesos se estos cambios no sean muy espectaculares). conservarán mejor en suelos ligeramente alcalinos.
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Paleopatología. La enfermedad no escrita Si, además, el suelo es muy húmedo, pueden incidir de forma indirecta, ya que puede provocar un desarrollarse microorganismos que provoquen la lenta aumento de la temperatura y, por tanto, variaciones en la destrucción del hueso. Igualmente, la porción orgánica se humedad relativa. descompone si permanece largo tiempo en ambientes muy Por otro lado, la exposición directa a la luz puede húmedos, debido a la hidrólisis de la oseína. provocar que el hueso cambie de coloración y pierda su Por el contrario, cuando la humedad del suelo es baja, color natural (normalmente amarillea). los huesos generalmente, se conservan en buen estado, pero en ambientes extremadamente secos pueden llegar a EN LA EXCAVACIÓN aparecer grietas y fisuras. Es muy importante que desde el momento del des-, Son perjudiciales los ambientes salinos, ya que las sales solubles que se encuentran en el suelo pueden ser absorbidas cubrimiento y antes de la extracción del material óseo, los por el hueso y si se producen cambios de humedad o un responsables de la excavación estén en contacto directo con un especialista en conservación-restauración. Estas medidas secado rápido pueden cristalizar en la superficie. Como el hueso es un material poroso, puede teñirse de precaución pueden evitar problemas posteriores, ya que fácilmente del color del sedimento en que está enterrado, o una manipulación incorrecta de los huesos puede ocasionar por el contacto con otros materiales. Es relativamente daños irreparables. Al desenterrar el hueso es conveniente hacerlo con frecuente encontrar huesos teñidos de verde por la descomposición de algún elemento de bronce que formaba sumo cuidado. Se evitará la utilización de herramientas metálicas y puntiagudas que puedan rayar o dañar la parte del ajuar de un enterramiento, por ejemplo. superficie del hueso. Es recomendable usar utensilios de Hueso desenterrado: factores del medio madera y pinceles suaves, siempre que la dureza del exterior que afectan a la conservación sedimento lo permita. del hueso Igualmente, sería deseable realizar esta operación con Cuando durante el proceso de excavación cierta rapidez para evitar los cambios bruscos de ambiente desenterramos los huesos estamos provocando una ruptura que, como se ha dicho anteriormente, resultan tan con el medio en el que hasta este momento se habían perjudiciales para este tipo de material. Esto, a menudo, conservado. La mayoría de las veces este microclima contradice al propio proceso de excavación, que requiere subterráneo se rompe bruscamente y el objeto (en este caso una observación detenida del enterramiento (tipo y rito de el hueso) pasa de un ambiente estable a otro en el que sufre enterramiento, posición y articulación del o de los variaciones. Esto es muy traumático para los objetos, sobre esqueletos, ajuar, etc.) y una exhaustiva documentación todo para los de naturaleza orgánica. previa (ficha, dibujo, fotografía) al levantamiento del El paso de un medio subterráneo a un ambiente externo mismo. En cualquier caso, se evitará que pase mucho puede provocar en los restos procesos de degradación que tiempo entre el descubrimiento de los huesos y su embalaje aparecen poco después de haber sido desenterrados. Por para el traslado al laboratorio en las condiciones idóneas esto, una premisa básica para la buena conservación de los para minimizar el impacto del nuevo ambiente. Nunca restos óseos es evitar o reducir al máximo los cambios de un deben dejarse los restos óseos expuestos a la intemperie ambiente a otro. durante horas o días sin ninguna protección. El clima es el factor que más puede condicionar la conservación del material óseo una vez desenterrado. Está Limpieza in situ definido por las variaciones de temperatura y humedad En la misma excavación se pueden realizar las primeras Las variaciones de humedad relativa en los materiales limpiezas si el estado de conservación del hueso lo permite. orgánicos pueden provocar cambios físicos (de dimensiones, Si el hueso está húmedo y presenta restos de sedimento estructura, etc.), reacciones químicas y ataques biológicos. adheridos se retirarán con la ayuda de herramientas de Los materiales higroscópicos y anisotrópicos cuando madera, como espátulas de ceramista o palitos de naranjo y absorben humedad aumentan de volumen y se encogen a) cepillos suaves antes de que se sequen y endurezcan. pasar a un ambiento más seco. Esto puede originar la Seguidamente, se evitará dejar secar los huesos al sol y se aparición de fisuras y grietas, roturas e incluso la colocarán a la sombra o en un lugar desintegración. Los microorganismos se reproducen rápidamente con una humedad relativa alta y unas condiciones de luz y temperatura idóneas. La temperatura incide de forma indirecta en el material óseo ya que cuando aumenta disminuye la humedad relativa, y viceversa. Las altas temperaturas también favorecen el crecimiento de microorganismos (la mayoría presentan crecimiento entre 20-30 °C) y aceleran las reacciones químicas La luz es una fuente de energía que también puede 26
Métodos de conservación del material óseo protegidos del calor y la luz en bolsas de polietileno con pequeñas perforaciones para que vayan secándose muy lentamente. En el caso de los cráneos que aparecen colmatados de tierra es mejor no sacársela, sino embalarlos conservando este relleno y trasladarlos al laboratorio donde con más detenimiento se procederá a su vaciado y limpieza. La tierra del interior del cráneo lo hará menos frágil para el traslado y ayudará a mantener el grado de humedad. Si el hueso aparece seco se limpiará con pinceles, peras de aire o cepillos suaves (cepillos de dientes o de uñas). Si aún así tiene adheridos restos del sedimento, pueden ablandarse aplicando puntualmente un hisopo de algodón empapado en alcohol y se retirarán con la ayuda de un palito de naranjo, como se ha explicado anteriormente. El alcohol, al ser bastante volátil, no supone una aportación de humedad. En los casos en que aparecen huesos fuertemente concrecionados, como por ejemplo en los enterramientos en cuevas en los que pueden presentar concreciones calcáreas importantes, es mejor no intentar sacarlas con instrumentos cortantes o puntiagudos, como bisturís o haciendo fuerza. En estos casos, se guardarán los huesos tal como aparecen y se dejará su limpieza para un tratamiento posterior especializado en el laboratorio.
Consolidaciones in situ En ocasiones, el precario estado de conservación de los restos óseos y su fragilidad impiden el levantamiento de los huesos y se hace necesaria una consolidación previa para asegurar su estabilidad y durabilidad hasta su traslado al laboratorio. La consolidación no tiene que ser una operación indiscriminada y se aplicará sólo en aquellos casos en que sea absolutamente necesaria. Se tiene que tener en cuenta que los huesos consolidados no son útiles para data- clones u otros análisis (p. ej., de ADN) por lo que las muestras para análisis deben ser preseleccionadas por el especialista y no deben consolidarse (Johnson, 1994). El objetivo de la consolidación es asegurar la estabilidad del hueso; por tanto, un producto consolidante tiene que ser estable y no sufrir cambios fisicoquímicos que alteren el aspecto del hueso. Un buen consolidante también tiene que ser reversible, es decir, debería permitir ser eliminado fácilmente y en gran medida si así se deseara. Por estos motivos en la actualidad han quedado descartados de uso productos como la goma-laca o la cera parafínica que en épocas anteriores se utilizaban frecuentemente. La elección de un tipo u otro de consolidante estará en función del estado de conservación del hueso y de su grado de humedad. Los huesos extremadamente secos pueden presentar descamaciones en superficie que no resistan la extracción y los cambios de clima. En estos casos, se consolidan con una resina acrílica (polímero acrílico) como el Paraloid B-72. Puesto que lo que interesa es una consolidación en superficie
que pueda retirarse en el laboratorio para un tratamiento en profundidad, se empleará un disolvente muy volátil y que penetre poco en el hueso, como la acetona. Este consolidante se puede aplicar en concentraciones del 5 al 10 %. Otro consolidante útil para material óseo seco en casos de urgencia o de encontrarse en excavaciones donde sea difícil disponer de otras resinas, es la utilización de un adhesivo nitro celulósico (el Imedio Banda Azul da buenos resultados) disuelto en acetona. En este caso, se utiliza en concentraciones del 20 al 50 %. En ambos casos, el consolidante se puede aplicar con pincel o por goteo dependiendo del estado del hueso. Siempre se utilizarán recipientes de vidrio para preparar las mezclas, manteniéndolos tapados y alejados del sol cuando no se utilicen, pues al evaporarse fácilmente el disolvente aumentan las concentraciones del producto. Cuando los huesos están húmedos no puede usarse Paraloid o Imedio disuelto en acetona pues son incompatibles con la humedad y el producto quedaría pasmado en la superficie del hueso e impediría el secado gradual. En estos casos, debe utilizarse una resina en dispersión acuosa como el Primal AC-33 o AC-34 en concentraciones del 10 %, aplicada con pincel, por goteo o con vaporizador. Para preparar la disolución se utiliza preferentemente agua destilada para no aportar sales solubles al hueso.
Extracciones especiales Muchas veces el estado de los huesos es muy delicado, están muy fragmentados o se desea mantener la posición del enterramiento, o se necesita extraerlos rápidamente y hacer una micro excavación en el laboratorio. Para estas ocasiones existen varias técnicas que permiten alcanzar estos objetivos, pero que es recomendable que sean llevadas a cabo por un especialista en conservación. Explicaremos a continuación las más utilizadas. Extracción en bloque Consiste en extraer el objeto (hueso, en este caso) con el «pan» de tierra que lo rodea para que éste sirva de protección. Se excava la pieza dejando unos centímetros alrededor y aislándola en un bloque de tierra. A continuación, se descalza todo el conjunto y con la ayuda de una plancha de madera o de metal se procede al levantamiento. Si se cree conveniente se puede ligar todo el conjunto con una venda, por ejemplo, y junto con la plancha que se ha usado para la extracción como soporte se traslada al laboratorio donde se terminará de excavar cuidadosamente. Este sistema sólo resulta útil en aquellos terrenos en que la tierra está cohesionada y compacta. Muchas veces este tipo de extracción se practica con objetos o huesos que ya han estado consolidados y/o engasados parcialmente pero para los cuales este tipo de refuerzo no ha sido suficiente. Engasado El engasado es un método sencillo y eficaz, que resulta útil con huesos agrietados o fracturados y qüe interesa
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Paleopatología. La enfermedad no escrita mantenerlos unidos hasta poder tratarlos en el laboratorio. Proporciona rigidez y consistencia al objeto (fig. 3-1, v. lámina color). El procedimiento consiste en la aplicación superficial de una gasa impregnada en un producto adhesivo (Imedio Banda Azul o Paraloid B-72) en una disolución elevada. Una vez el disolvente se evapora, la gasa queda perfectamente adherida y rígida. Se pueden aplicar las capas de gasa que el restaurador crea conveniente, según el estado de fragilidad del hueso, sus dimensiones y peso. Este sistema sólo es aplicable a huesos secos, pues la aplicación de un disolvente muy volátil (como la acetona) puede provocar un secado muy rápido del mismo y crear tensiones superficiales que afecten a la superficie del hueso. A veces el engasado sirve como refuerzo previo a otras técnicas de extracción, como las camas rígidas. Cama rígida Este método se utiliza para procurar una base sólida y resistente al material que se quiere extraer, a la vez que lo protege de los posibles golpes durante el transporte. Resulta adecuado para objetos grandes o en el caso de que, por ejemplo, quisiéramos extraer un esqueleto completo manteniendo la conexión y posición del enterramiento. El material más utilizado en la actualidad es la espuma de poliuretano en dos componentes, por tratarse de un material ligero, de fácil y rápida manipulación, que no se contrae y que es resistente a los golpes. El procedimiento consiste en fabricar un contenedor alrededor de la pieza para que contenga la espuma que se vierte dentro. Es imprescindible haber protegido previamente el esqueleto con una capa de papel de aluminio, independientemente de que se hubiera engasado o no antes, para evitar que la espuma se adhiera. Anteriormente se había utilizado escayola para la elaboración de estas camas rígidas, y aunque tiene un coste más bajo que la espuma de poliuretano, presenta varios inconvenientes. Algunos de éstos son el peso elevado o la facilidad de rotura si recibe golpes, además de otros inconvenientes nada recomendables cuando se trata con materiales orgánicos, como el aporte de humedad y calor a la pieza durante el proceso de fraguado.
Embalaje y etiquetado Resulta de gran importancia para la conservación de los restos óseos extraídos proporcionarles un embalaje adecuado si éste es incorrecto o con materiales inadecuados, puesto que los restos pueden sufrir durante su traslado al laboratorio y que se aceleren los procesos de degradación. Así pues, los objetivos de un buen embalaje son proporcionar al hueso una protección mecánica contra los choques o golpes durante su traslado y mantener las condiciones medioambientales del hueso para minimizar el efecto del cambio de ambiente y facilitar la adaptación paulatina al nuevo medio (fig. 3-2). Los materiales empleados deben ser siempre estables y 28
- - . 4 ^ 1 m a t e r i a l (SseO
neutros y no provocar problemas en los huesos. Así pues, está totalmente desaconsejada la utilización de ciertos materiales en contacto con el hueso. Nunca deben utilizarse papel de periódico (tiene un pH muy ácido), papel higiénico o servilletas de papel o algodón. Todos estos materiales absorben humedad (ya se ha tratado anteriormente de la higroscopicidad de los huesos), facilitan la aparición de microorganismos y se descomponen con facilidad. Es recomendable embalar los huesos individualmente siempre que sea posible o en pequeños bloques (p. ej., mano) cuando se hayan extraído juntos, en bolsas de polietileno de cierre hermético. El tamaño de las bolsas debe estar en relación con el del hueso que vayan a contener. En los casos de huesos especialmente frágiles (como los infantiles) o muy delgados se puede fabricar una caja de polieslireno (Porexpan) con la forma del hueso recortado donde se encajará éste e introducirla a continuación en la bolsa de polietileno. Los huesos grandes y frágiles, como cráneos o pelvis, pueden envolverse en plástico de burbujas de aire. Cuando se trate de huesos que contengan cierto grado de humedad deberemos perforar las bolsas para facilitar el secado gradual de estos. En los casos de huesos muy húmedos es recomendable mantener el grado de humedad hasta su tratamiento en el laboratorio, por lo que se introducirán las bolsas perforadas en una caja de polietileno con tapa hermética en cuyo interior se colocará una esponja sintética empapada en agua con un funguicida (Timol o Panacide). Aunque es deseable que no transcurra mucho tiempo desde la extracción del hueso y su tratamiento en el laboratorio, y este embalaje, por tanto, tendría que ser provisional, sabemos por experiencia que esto no siempre es así por lo que se aconseja prevenir ciertos riesgos, como la aparición de microorganismos. Cada bolsa tiene que ir debidamente etiquetada con la referencia arqueológica y otra información útil,
protegidos del calor y la luz en bolsas de polietileno con pequeñas perforaciones para que vayan secándose muy lentamente. En el caso de los cráneos que aparecen colmatados de tierra es mejor no sacársela, sino embalarlos conservando este relleno y trasladarlos al laboratorio donde con más detenimiento se procederá a su vaciado y limpieza. La tierra del interior del cráneo lo hará menos frágil para el traslado y ayudará a mantener el grado de humedad. Si el hueso aparece seco se limpiará con pinceles, peras de aire o cepillos suaves (cepillos de dientes o de uñas). Si aún así tiene adheridos restos del sedimento, pueden ablandarse aplicando puntualmente un hisopo de algodón empapado en alcohol y se retirarán con la ayuda de un palito de naranjo, como se ha explicado anteriormente. El alcohol, al ser bastante volátil, no supone una aportación de humedad. En los casos en que aparecen huesos fuertemente concrecionados, como por ejemplo en los enterramientos en cuevas en los que pueden presentar concreciones calcáreas importantes, es mejor no intentar sacarlas con instrumentos cortantes o puntiagudos, como bisturís o haciendo fuerza. En estos casos, se guardarán los huesos tal como aparecen y se dejará su limpieza para un tratamiento posterior especializado en el laboratorio.
Consolidaciones ¡n situ En ocasiones, el precario estado de conservación de los restos óseos y su fragilidad impiden el levantamiento de los huesos y se hace necesaria una consolidación previa para asegurar su estabilidad y durabilidad hasta su traslado al laboratorio. La consolidación no tiene que ser una operación indiscriminada y se aplicará sólo en aquellos casos en que sea absolutamente necesaria. Se tiene que tener en cuenta que los huesos consolidados no son útiles para data- ciones u otros análisis (p. ej., de ADN) por lo que las muestras para análisis deben ser preseleccionadas por el especialista y no deben consolidarse (Johnson, 1994). El objetivo de la consolidación es asegurar la estabilidad del hueso; por tanto, un producto consolidante tiene que ser estable y no sufrir cambios fisicoquímicos que alteren el aspecto del hueso. Un buen consolidante también tiene que ser reversible, es decir, debería permitir ser eliminado fácilmente y en gran medida si así se deseara. Por estos motivos en la actualidad han quedado descartados de uso productos como la goma-laca o la cera parafínica que en épocas anteriores se utilizaban frecuentemente. La elección de un tipo u otro de consolidante estará en función de) estado de conservación del hueso y de su grado de humedad. Los huesos extremadamente secos pueden presentar descamaciones en superficie que no resistan la extracción y los cambios de clima. En estos casos, se consolidan con una resina acrílica (polímero acrílico) como el Paraloid B-72. Puesto que lo que interesa es una consolidación en superficie que pueda retirarse en el laboratorio para un tratamiento en
Métodos de conservación del material óseo profundidad, se empleará un disolvente muy volátil y que penetre poco en el hueso, como la acetona. Este consolidante se puede aplicar en concentraciones del 5 al 10 %. Otro consolidante útil para material óseo seco en casos de urgencia o de encontrarse en excavaciones donde sea difícil disponer de otras resinas, es la utilización de un adhesivo nitro celulósico (el Imedio Banda Azul da buenos resultados).disuelto en acetona. En este caso, se utiliza en concentraciones del 20 al 50 %. En ambos casos, el consolidante se puede aplicar con pincel o por goteo dependiendo del estado del hueso. Siempre se utilizarán recipientes de vidrio para preparar las mezclas, manteniéndolos tapados y alejados del sol cuando no se utilicen, pues al evaporarse fácilmente el disolvente aumentan las concentraciones del producto. Cuando los huesos están húmedos no puede usarse Paraloid o Imedio disuelto en acetona pues son incompatibles con la humedad y el producto quedaría pasmado en la superficie del hueso e impediría el secado gradual. En estos casos, debe utilizarse una resina en dispersión acuosa como el Primal AC-33 o AC-34 en concentraciones del 10 %, aplicada con pincel, por goteo o con vaporizador. Para preparar la disolución se utiliza preferentemente agua destilada para no aportar sales solubles al hueso.
Extracciones especiales Muchas veces el estado de los huesos es muy delicado, están muy fragmentados o se desea mantener la posición del enterramiento, o se necesita extraerlos rápidamente y hacer una micro excavación en el laboratorio. Para estas ocasiones existen varias técnicas que permiten alcanzar estos objetivos, pero que es recomendable que sean llevadas a cabo por un especialista en conservación. Explicaremos a continuación las más utilizadas. Extracción en bloque Consiste en extraer el objeto (hueso, en este caso) con el «pan» de tierra que lo rodea para que éste sirva de protección. Se excava la pieza dejando unos centímetros alrededor y aislándola en un bloque de tierra. A continuación, se descalza todo el conjunto y con la ayuda de una plancha de madera o de metal se procede al levantamiento. Si se cree conveniente se puede ligar todo el conjunto con una venda, por ejemplo, y junto con la plancha que se ha usado para la extracción como
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Métodos de conservación del material óseo
Figura 3-2. Cráneo embalado para su traslado al laboratorio desde Bóbila Madurell (Barcelona). (Neolítico inicial.)
como por ejemplo «mano derecha», «fémur izquierdo», etc. Por los motivos ya explicados anteriormente nunca debe iniroducirse una etiqueta de papel en la bolsa que contiene el hueso. Es más correcto usar una etiqueta de polietileno (que se puede recortar de las mismas bolsas que utilicemos) en la que se anotarán todos los datos con un rotulador de tinta indeleble, y además apuntaremos estos datos también en el exterior de la bolsa con el mismo tipo de rotulador. Para su traslado al laboratorio colocaremos las bolsas dentro de cajas, preferentemente de polietileno, pero si no se dispone de ellas en la excavación pueden usarse, de forma provisional, de cartón. Preferiblemente colocaremos un sólo individuo por caja y ésta debe ir también debidamente etiquetada en el exterior de manera bien visible. Como elementos de cojín que rellenen la caja para amortiguar los golpes pueden usarse, planchas de Porexpan, plástico de burbujas de aire, virutas de poliestireno, etc. Es aconsejable y de gran utilidad introducir en la caja con cada individuo una ficha en la que se hayan anotado todos los tratamientos de conservación efectuados in situ, especificando qué productos y en qué porcentajes se han empleado.
EN EL LABORATORIO Cuando el material óseo llega al laboratorio es el momento de acometer los tratamientos de conservación definitivos que asegurarán que los huesos lleguen en buen estado a los especialistas que tienen que ha
cer el estudio actual y su pervivencia para estudiosos futuros. Es preferible que el restaurador-conservador que trabaja en el laboratorio sea el mismo que realiza los primeros auxilios in situ o sino que ambos equipos, el de la excavación y el del laboratorio, estén coordinados y en contacto. Antes de cualquier intervención se abrirá una ficha en la que se registrarán el estado de conservación y todos los problemas que presente el hueso, y todos los productos y tratamientos de conservación aplicados, acompañada de documentación fotográfica de los mismos. A esta ficha se le añadirá también los tratamientos realizados en la excavación.
Limpieza y secado Una limpieza realizada con detenimiento y profundidad es imprescindible para poder iniciar un buen estudio antropológico o paleopatológico. Los huesos que conservan restos de tierra o suciedad pueden ocultar marcas, detalles o evidencias de alguna patología u otros datos relevantes. En la limpieza se tiene que ser muy cuidadoso de respetar las condiciones ambientales del material y no provocar cambios bruscos medioambientales que, insistimos, son tan perjudiciales para los materiales orgánicos. Se recomienda empezar siempre por una limpieza mecánica en seco con cepillos suaves, pinceles, espátulas de madera o plástico para eliminar los depósitos terrosos (fig. 33).También será el momento de vaciar los huesos que estén colmatados de tierra, como por ejemplo los cráneos. Como el hueso es un material
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Figura 3-3. Limpieza en e) laboratorio. frágil, tendremos la precaución de realizar la limpieza sobre una superficie acolchada (una bolsa de polietile- no rellena de algodón puede servir). Generalmente, esta primera limpieza mecánica no suele ser suficiente, por lo que será necesaria una limpieza más profunda. Nunca deben sumergirse los huesos en agua para su lavado, dadas sus características higroscópicas y aniso- trópicas. Si el hueso está seco y en buen estado es recomendable un lavado controlado. Para ello, se utilizarán hisopos de algodón empapados en una mezcla de agua destilada y alcohol al 50 %. Se aplica puntualmente este algodón frotando suavemente y pasando seguidamente un algodón seco. Con esta disolución se consiguen eliminar los restos de tierra y suciedad, y la humedad que aporta el agua queda contrarrestada por la volatilidad del alcohol. La limpieza tiene que ser exhaustiva pero no excesiva, ni abrasiva, pues deterioraría la superficie del hueso. Por este motivo se desaconseja totalmente la utilización de ácidos o detergentes.
Figura 3-4. Cráneo de cérvido procedente de la Bóbiln Madu- rell a su llegada al laboratorio. (Neolítico inicial.)
Conviene ser especialmente cuidadoso con la limpie-
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de los dientes; los restos de placa dentaria pueden i confundirse con suciedad o concreciones. Normalmente, [ cuando se trata de sarro la concreción sigue la forma que tuvo la encía y no debe eliminarse. En cualquier caso, ante la duda es mejor no tocar estas concreciones y consultar con el especialista que decidirá si se tienen que eliminar o no. Si los huesos llegan húmedos al laboratorio se recomienda realizar previamente un secado controlado y lento. Nunca se deben secar con una fuente de calor (sol, estufa, secador, etc.) ni con productos desecantes, como disolventes muy volátiles (acetona, éter) o gel de sílice. Si es posible tener un ambiente controlado en el laboratorio, con temperatura y humedad más o menos estables o con ligeras variaciones y sin corrientes de aire, lo mejor es dejarlos secar despacio a temperatura ambiente. Se recomienda reducir la humedad progresivamente de 5 en 5 % (Berducou, 1990) sin bajar nunca del 45 % de humedad relativa (Botfeldt y Richter, 1998). Una vez han perdido el exceso de humedad, los huesos se pueden limpiar como se ha indicado anteriormente. Los huesos que estén fuertemente concrecionados en el laboratorio pueden limpiarse de forma mecánica más detenidamente ayudándose el especialista de medios mecánicos como el torno de dentista o el lápiz percutor, siempre a baja potencia y de manera muy controlada cuando la resistencia del hueso lo permita. Aunque la utilización de ácidos está totalmente desaconsejada en la limpieza de material óseo, en casos extremos puede aplicarse un ácido orgánico (como el ácido acético) muy diluido para ablandar concreciones. Siempre se aplicará puntualmente con un algodón empapado y se neutralizará muy bien con agua destilada, también aplicada puntualmente. El ácido clorhídrico, aunque sea en concentraciones muy bajas no bebe usarse, pues ataca el componente mineral del hueso y lo daña fácilmente. Recientemente, se han ensayado otros métodos de limpieza mediante la utilización de láser excimer ArF que parece dan buenos resultados sobre todo con huesos muy pequeños y frágiles como los del oído o la zona nasal, pero que requieren una tecnología mucho más costosa e inaccesible (JCaroutis y Helidonis, 1997). La llegada al laboratorio es el momento de retirar las consolidaciones superficiales y las protecciones que se hayan podido realizar en la excavación (fig. 3-4). El material que llegue engasado o con una cama rígida ya ofrece una pista sobre su estado de conservación y su fragilidad. Por tanto, estos materiales deben ser tratados con sumo cuidado. Los engasados se retirarán utilizando el mismo disolvente que se aplicó para el engasado. Debe retirarse lentamente, nunca todo de una vez, y
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a medida que se desengasa se va limpiando el hueso, consolidándolo y pegándolo si es necesario. El mismo proceso debe seguirse con los restos extraídos en bloque de tierra o los que estén incluidos en una cama rígida.
Consolidaciones Una vez los restos óseos están limpios y secos, en algunos casos es posible que sea necesario consolidarlos. Continúan siendo válidas muchas de las premisas que se dieron en el apartado de «Consolidaciones in situ» en cuanto a estabilidad y reversibilidad del producto, y a la necesidad de discriminación a la hora de aplicarlo. Hay que hacer hincapié en este aspecto. La tendencia más aceptada actualmente es la de reducir al mínimo las consolidaciones y optar más por una conservación preventiva de los restos óseos. Esto es, mantenerlos en unas condiciones estables e idóneas de humedad y temperatura para asegurar su estabilidad y evitar así la contaminación por productos consolidantes que pueden invalidar los huesos para futuros análisis o estudios (Johnson, 1994; Botfeldt y Richter, 1998). Si el hueso ya había sido consolidado en la excavación, durante el proceso de limpieza se habrá ido eliminando el producto consolidante que estaría en superficie. Ahora, una vez limpio, interesa una consolidación más en profundidad y definitiva que asegure la perdurabilidad del hueso, sin alterar su aspecto, y que pueda ser manipulado por los estudiosos sin que peligre. Para este tipo de consolidaciones usaremos Paraloid B72, pero en disoluciones más bajas y con un disolvente que no se evapore tan rápidamente para que penetre en la estructura porosa del hueso. El tolueno resulta indica
do para estos casos. Se pueden realizar varias aplicaciones con pincel en concentraciones del 2 al 5 %, o incluso puede sumergirse el hueso en esta disolución. Después de aplicado deberemos dejar secar completamente el consolidante antes de manipular el hueso pues cualquier material con el consolidante húmedo es aún más frágil que antes de ser consolidado. Para ello, pueden depositarse los huesos sobre una rejilla metálica y dejarlos secar a temperatura ambiente durante unas horas.
Pegado y reconstrucción El pegado de los huesos es una operación necesaria pan? facilitar el estudio, sobre todo taxonómico de los mismos (fig. 3-5). Debe realizarse con mucho cuidado y precisión pues la acumulación de pequeños errores puede dar unas medidas que no sean nada fiables. Muchas veces los huesos presentan deformaciones ocasionadas por la presión de la tierra. Es frecuente encontrar cráneos que a la hora de pegarlos no encajan y presentan un aspecto deforme, En estos casos, es mejor no pegarlos y, en todo caso, consultar con el antropólogo que hará el estudio antes de decidir si, aún así, se unen los fragmentos. Para la unión de los fragmentos es muy importante) que el hueso y, sobre todo, la zona de unión se encuentren bien limpios. Se han empleado diversos adhesivos para el pegado de material óseo. Las colas vinílicas unen bien pero al ir disueltas en agua aportan humedad lo que es contraproducente para el hueso; además, su envejecimiento no es muy bueno (amarillea). También se ha ensayado con Paraloid B-72 disuelto en acetona en concentraciones altas. Este producto es fácil de aplicar y completamente re-
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Paleopatología. La enfermedad no escrita versiblc, pero la unión puede volverse quebradiza, poco gran cantidad de información sobre nuestros antepasados: qué flexible y frágil (Berducou, 1990). Los nitratos de celulosa aspecto tenían, qué comían, que enfermedades sufrían, de qué (Imedio Banda Azul) son los adhesivos que hasta ahora han morían... Es nuestro deber proporcionar la atención y ofrecido mejor resultados: son rápidos y fáciles de aplicar, cuidados necesarios para asegurar la buena conservación y la transparentes y muy estables, fácilmente reversibles con perdurabilidad de estos restos para poder extraer ahora o en el futuro toda la información que guardan en su interior. acetona y muy disponibles en el mercado. A veces es preciso reintegrar las lagunas de los huesos, como refuerzo necesario para su reconstrucción o BIBLIOGRAFÍA simplemente por motivos expositivos y de divulgación. En Alten H. Caring for ivory, bone, horn and anllers. En: Collec- tions estos casos, se usan resinas de poliéster porque es un material care network 19%; vol. 2, n.° 3. Berducou MC. La Conservation en Archéologie. París: Masson, inalterable y no presenta problemas de legibilidad con el 1990. hueso original. Las escayolas, muy utilizadas en el pasado, Borgobnini Tarli S, Pacciani E. 1 resti umani nello scavo están totalmente desaconsejadas porque durante el fraguado archeologico: metodiche di recupero e studio. Roma: Bulzoni, aportan calor y humedad. 1993.
Embalaje y almacenamiento Las condiciones de embalaje y almacenamiento de los restos óseos y del material orgánico en general son un aspecto clave para su conservación. Respecto a los materiales adecuados para el embalaje es válido lo indicado en el apartado «Embalaje y etiquetado» El siglado no debe hacerse directamente sobre la superficie del hueso. Previamente, debe aplicarse una pequeña pincelada de Paraloid B-72 disuelto en acetona en concentraciones elevadas (Í5-20 %); sobre esta capa seca se anotará la sigla con tinta o rotulador con tinta indeleble y una vez seco se vuelve a aplicar Paraloid como fijador para evitar que se borre. Con este procedimiento se impide que la tinta sea absorbida por el tejido óseo y se facilita su eliminación en caso necesario aplicando un poco de acetona. Los huesos se colocan en bolsas de polietileno de cierre hermético agujereadas con la referencia escrita en rotulador y con etiquetas de polietileno. Se pueden fabricar soportes de poliestireno o de foam para los huesos más frágiles, como se explicó anteriormente. Estas bolsas se colocaran en cajas de polietileno con la referencia de su contenido bien visible en el exterior. Las cajas deberían ser preferiblemente opacas, con tapa para proteger el contenido de la luz y el polvo, y ser fácilmente manejables y apilables. No se recomiendan las cajas de cartón porque absorben la humedad y se deterioran; las de madera tampoco porque las colas o barnices pueden desprender vapores que perjudiquen el material y además son atacables por los xilófagos y microorganismos. Evidentemente el almacén debería estar bien protegido contra los agentes atmosféricos y contra el fuego. Lo ideal es que tenga unas condiciones ambientales estables y controladas, ya que este tipo de material debería mantenerse con un 45-65 % de humedad relativa, con variaciones graduales, para asegurar su buena conservación. A menos del 45 % aparecen grietas y fisuras y por encima del 65 % pueden crecer microorganismos (Botfeldt y Richter, 1998). La temperatura recomendada es de 10-25 °C,con variaciones graduales. Los restos óseos, humanos o de fauna son uno de los materiales más abundantes que aparecen en las excavaciones arqueológicas. Pero estos materiales no son sólo importantes por su abundancia, sino porque además pueden proporcionar 32
Botfeldt K, Richter J. A new approach to bone conservation: physically balanced dehydration. En: Borcheer- sen K, ed. 25 years school of conservation: the jubilee symposium. Copenhagen: 18-20 de mayo de 1998. Preprints. Konservatorskolen, Denmark. Kobenhavn: Konservatorskolen, 1998. Collins C. Care and conservation of palaeontologicul material. Oxford: Butterworth-Heineman, 1995. Child A. Microbial Decomposition of archaelogical bone. En: Tennent NH, ed. Conservation Science in the U.K.: preprints of the meeting held in Glasgow, May 1903 Londres: James & James, 1993. González ML. Materiales orgánicos: su conservación en yacimientos arqueológicos. En: Pátina, 1995; Época 2, n.° 7. Fernández C. Recuperación y conservación del material arqueológico «in situ». Asociación Profesional de Arqueólogos de Galicia. La Coruña: Tórculo Edicións, 1990. Johnson J. Consotidation of archaeological bone: a conservation perspective. J Field Archaeology, 1994; vol. 21, n.° 2, Karoutis AD, Helidonis ES. A new method of cleaning an- cicnt skulls by means of ARF excimer láser. En: Kautek W, Konig E, eds. Lacona I: lasers in the conservation of artworks, workshop, 4-6 de octubre de 1995. Heraklion, Crete, Greece. Wien: Mayer & Comp, 1997. Laborde A. Conservación y restauración en yacimientos prehistóricos (restos óseos, madera, piedra). Girona: Cahier Noir, 1986; n.° 3. Mallegni F, Rubiní M. Recupero dei materiali scheletrici umani in archeologia. Roma:CISU, 1994. RCM (restauració, conservació, materiales). Sustancias naturales y materias plásticas. Col. RCM (guía de productos). Barcelona, 1990. Robertson E. The effect of shellac on stable isotope analy- sis of archaeological bone. Master of art conservaron. Kingston, Canadá: Queen's Universily, 1997. Unruh JA. The removability and potential for isotopic contamination of five consolidants commonly used on archacological bone. Master of art conservation. Kingston. Canadá: Queen’s University, 1994. Watkinson D, Neal V. First aid for finds. Archaeology Section,2.“ ed.
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