Informes Psicológicos, Psicológicos, Vol. 10, No. 11 p. 143 143 - 157 Medellín – Colombia. Jul-Dic de 2008, ISSN 0124-4906
Trastorno de pánico y organización de signicado personal fóbica: una mirada postracionalista Panic disorder and phobic personal meaning organization: a postrationalis outlook Carolina Blair Gómez1 y Luz Marina Sierra Acero Universidad Ponticia Bolivariana, Medellín
Resumen Con este artículo nos proponemos abordar la conceptualización del Trastorno de Pánico relacionándolo directamente con lo que desde el Modelo Cognitivo Postracionalista se ha denominado la Organización de Signicado Personal Fóbica. Se realiza una introducción al Modelo Cognitivo Postracionalista, explicitando explicitando sus principios y conceptos básicos, teniendo en cuenta la teoría del apego como paradigma integrador del desarrollo humano, las teorías motrices de la mente, teorías del conocimiento, y concepción de la psicopatología desde una idea evolutiva, procesual y sistémica, aspecto que marca una diferencia paradigmática significativa con respecto a las nosografías tradicionales propuestas por los manuales diagnósticos y estadísticos de los trastornos mentales (DSM y CIE). Palabras clave: Constructivismo, Teoría de Apego, Efecto del Espejo, Estilos
Parentales, Sobreprotección, Constricción.
1 La correspondencia relativa a este artículo debe dirigirla a Carolina Blair Gómez. Facultad de Psicología, Universidad Ponticia Bolivariana. Circular 1ª No. 70-01. Medellín. Teléfono: (4) 4159015 ext. 9806. Correo electrónico:
[email protected]
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Abstract This article reviews the conceptualization of the Panic Disorder related directly to what the Postrationalist Cognitive Model has called the Phobic Personal Meaning Organization. An introduction to the Postrationalist Cognitive Model is made, where its foundations and main concepts are explained, making reference to the Attachment Theory as an integrative paradigm of human development, the Motor Theories of the Mind, Knowledge Theories, and an evolutionary and systems/process oriented psychopathology point of view. This aspect makes a difference with the two traditional nosographic systems (DSM –Diagnostic and Statistic Manual of Mental Disorders- and ICD –International Classication of Diseases). Key words: Constructivism, Attachment Theory, Mirror Effect, Parental Styles,
Overprotection, Constriction.
Tradicionalmente se ha considerado al Trastorno de Pánico como la presencia de Crisis de Pánico recurrentes, inesperadas y que no se encuentran relacionadas con ninguna circunstancia en particular; es decir, son espontáneas y no desencadenadas por la exposición a una situación social, como sería el caso de la Fobia Social o frente a un objeto temido, en cuyo caso se trataría de una Fobia Especíca. Otra característica del Trastorno de Pánico es el miedo persistente a padecer una nueva Crisis de Pánico, esto es miedo al miedo y se lo denomina Ansiedad Anticipatoria. Esta ansiedad puede llegar a ser tan importante que conduzca a confundir el diagnóstico de Trastorno de Pánico con el de Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG). Según la Asociación Psiquiátrica Americana, en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (APA, 2000), la edad de inicio del Trastorno de Pánico varía considerablemente, normalmente tiene inicio entre el nal de la adolescencia y la mitad de la cuarta década de la vida. Un número reducido de casos puede iniciarse en la segunda infancia, y el trastorno también puede aparecer, aunque es muy poco frecuente, en mayores de 45 años. Los criterios diagnósticos del trastorno de pánico se encuentran denidos a continuación, teniendo como referencia lo especicado en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.
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Tabla 1. Criterios del Trastorno de Pánico (Panic Disorder). DSM-IV-TR. APA
Criterios para el diagnóstico de F41.0 Trastorno de angustia sin agorafobia [300.01] A. Se cumplen (1) y (2): (1) Crisis de angustia inesperadas recidivantes. (2) Al menos una de las crisis se ha seguido durante 1 mes (o más) de uno (o más) de los siguientes síntomas: (a) Inquietud persistente ante la posibilidad de tener más crisis. (b) Preocupación por las implicaciones de la crisis o sus consecuencias (Ej: perder el control, sufrir un infarto de miocardio, «volverse loco»). (c) Cambio signicativo del comportamiento relacionado con las crisis. B. Ausencia de agorafobia C. Las crisis de angustia no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia. (Ej: drogas, fármacos) o una enfermedad médica (Ej: hipertiroidismo). D. Las crisis de angustia no pueden explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental, como por ejemplo fobia social (Ej: aparecen al exponerse a situaciones sociales temidas), fobia especíca (Ej: el exponerse a situaciones fóbicas especícas), trastorno obsesivo-compulsivo (Ej: al exponerse a la suciedad cuando la obsesión versa sobre el tema de la contaminación), trastorno por estrés postraumático (Ej: en respuesta a estímulos asociados a situaciones altamente estresantes), o trastorno por ansiedad de separación (Ej: al estar lejos de casa o de los seres queridos).
La visión tradicional de la psicopatología ha sido considerar los trastornos, entre ellos el trastorno de pánico, como una consecuencia de una alteración bioquímica de manera tal que tiene manifestaciones en la vida psíquica. Los distintos modelos teóricos en psicología proponen una visión psicologicista, en oposición con, o retomando el modelo biologicista, pero no priorizándolo, entre ellos el Modelo Humanista y Cognitivo-Conductual. A su vez, teorías más contemporáneas han permitido explicar los trastornos como “procesos complejos y que están referidos al contexto de la vida de la persona y a su signicado personal” (Ruiz, 2007). El signicado aquí no hace referencia a la concepción de la visión racionalista, donde concierne a la relación que hay entre las palabras, sino que hacemos referencia a la concepción de signicado como “lo que da un sentido de continuidad a nuestra vida, (…) es el sentirnos siempre nosotros mismos en todos los años de nuestra existencia” (Guidano, 2001, p. 22). Algunas de estas teorías actuales hacen referencia a enfoques que priorizan los fenómenos afectivos y emocionales como manera de explicar las experiencias vividas por los individuos. El modelo cognitivo constructivista, que será el referente teórico de este artículo, enfatiza de manera fundamental los aspectos a partir de los cuales se estructura Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 (2008) /
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el mundo afectivo-cognitivo de los individuos y se basa en los referentes teóricos de la teoría del apego como paradigma integrador del desarrollo, las teorías motrices de la mente y las teorías del conocimiento. Por esta razón, el trastorno de pánico se aborda básicamente desde dos enfoques que con frecuencia se combinan: la teoría del apego y la teoría postracionalista. Desde la teoría del apego, en el caso del trastorno de pánico, se plantea que la relación temprana del niño con sus progenitores está basada en una relación de apego ansioso-resistente entre el progenitor y el hijo. Esta relación se caracteriza fundamentalmente por la impredecibilidad de la presencia de los cuidadores, de modo tal, que se induce al niño a presentar reacciones ansiosas o de miedo frente a la exploración del mundo. Estas reacciones del niño son respuestas a la ambivalencia de los padres y a sus propias manifestaciones fóbicas frente al mundo. Esto predispone al niño, después adulto, a generar ansiedad intensa ante las señales de separación del progenitor o vínculo afectivo posterior con el que se haya establecido una relación de apego ansioso. Para la teoría postracionalista, el trastorno de pánico se asocia con la llamada organización fóbica del signicado personal, de la relación entre el “YO” de la experiencia afectiva directa y en gran parte tácita-inconsciente y el “MI” que explica esta experiencia como signos de enfermedad física. Se habla de un vínculo temprano de apego donde el individuo puede haber enfrentado experiencias que habrían inhibido su conducta exploratoria (por sobreprotección o no disponibilidad de una gura que la hubiera facilitado) y un apego ansioso a la gura, que hace que el entorno y las propias sensaciones internas se vivan como peligrosas (Ruiz Sánchez, 1999). Según la propuesta evolutiva, procesual y sistémica, desarrollada por Vittorio Guidano, el trastorno de pánico se considera como una forma de ordenamiento de la experiencia en la que prevalece una disfunción cognitiva derivada de los aspectos característicos de los patrones familiares de apego en los que se da el desarrollo evolutivo del individuo, característica de la Organización de Signicado Personal Fóbica en la que es común reaccionar a las diferentes vicisitudes de la vida con tonalidades emotivas que son resultantes del miedo (ansiedad y pánico) y que además se constituyen en las emociones nucleares de dicha organización. Concepción del Modelo Cognitivo Postracionalista
Según Villegas (2000), las psicoterapias cognitivas de corte postracionalista conciben al ser humano como un organismo activo, dotado de estructuras innatas, tendientes a su propio mantenimiento (morfostasis) y evolución (morfogénesis). 146 / Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 (2008)
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Estas estructuras son responsables de su especicidad como organismo y de las tendencias autoorganizativas que le permiten subsistir y adaptarse a los cambios constantes del medio. Esta característica, común a todos los seres vivos, adquiere una dimensión especíca en el ser humano en la formación de neoestructuras cognitivas, capaces de representar o simbolizar la realidad, con el n no sólo de adaptarse a ella, sino de modicarla, pudiendo llegar a imaginar o, incluso, a crear realidades nuevas. Tales neoestructuras, es decir, la transformación de la elaboración del punto de vista de los terapeutas en puntos de vista autorreexivos de los pacientes, cuya base innata se halla en las neoformaciones cerebrales, desarrollan sistemas epistemológicos cuya función psicológica es la de construir una representación signicativa, coherente y organizada de sí mismo, del mundo y de la propia interacción con él (Villegas, 2000). El modelo de Vittorio Guidano es denominado postracionalista debido a su interés en crear una psicoterapia desde la óptica cognitiva, con un marco posterior a las terapias de corte racionalista, haciendo énfasis en los procesos emocionales y experienciales. Como es expresado por Villegas y Besora, en el prólogo del libro de Guidano (2001, p. 16): “Esta perspectiva semántica, a propósito de la construcción de la experiencia, junto con un estilo terapéutico orientado a respetar los ritmos y procesos del paciente, hacen de la terapia de Vittorio Guidano un desarrollo teórico y operativo de gran potencia en el conjunto de las terapias consideradas constructivistas, al lado de autores de tanto relieve actual como Michael Mahoney o Leslie Greenberg”. Al hablar de postracionalista, Guidano no está explicitando que sea antirracionalista, por el contrario, evidencia y reconoce que en el ser humano el aspecto racional es importante para la reconstrucción y organización de su experiencia, mas no es lo único. Postracionalista entraña entonces ir más allá de conar y depender sólo del aspecto racional para dar consistencia a la experiencia; implica, por lo contrario, hacer énfasis en que el conocimiento es también, y tal vez más emocional, sensorial, perceptual, motor y conductual, debido a que son estos procesos los que nos dan una ubicación temporal y espacial, y una continuidad de nuestras vidas sin necesidad de pensar. Guidano, en conversaciones sostenidas con Alfredo Ruiz (2001), maniesta que: “El postracionalismo plantea la necesidad de ir más allá de la racionalidad, lo cual no quiere decir que estemos negando la racionalidad; ésta no es una posición irracionalista o espontaneísta. Al contrario, creo que todo lo que es Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 (2008) /
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el tema del pensamiento lógico y racional, en un contexto de racionalismo clásico, es muy importante. La racionalidad es un instrumento muy efectivo creado por el hombre, es su orgullo evolutivo; nos permite hacer una serie de cálculos, deducciones y reexiones que otros animales no pueden hacer. Sin embargo, en los sistemas humanos la racionalidad no funciona sola, la racionalidad funciona junto con la emocionalidad, junto con la sensorialidad y todas las sensaciones de la corporalidad. La racionalidad es sólo un instrumento que organiza, regula y desarrolla estas dimensiones de la experiencia, y por lo tanto, siempre trabaja sobre los contenidos de la emocionalidad, sobre los contenidos de la afectividad”. Desde este paradigma, el conocimiento es visto entonces como un proceso de autoorganización del organismo, que toma en cuenta el ambiente externo en el cual se desarrolla, pero que en última instancia se organiza en función de las exigencias del organismo y no de las exigencias del orden externo. Al hablar de orden externo, se debe introducir el concepto de realidad, que desde el Empirismo y Positivismo, fundamentos losócos del paradigma conductual y el cognitivo tradicional, se entiende sólo como lo externo y lo aprehensible; desde el modelo postracionalista, se concibe como algo que no es unívoco, único y externo, sino como construida por el hombre, debido a que en el proceso de encuentro del observador con lo observado, el primero incorpora su propia concepción de lo observado, y por lo tanto, “crea” y “construye” su propio mundo, estableciendo regularidades y continuidades. En esta concepción de realidad, según Guidano, existen tantas realidades como modos de vivir experimenta cada observador. Si no existe un orden exterior denido y unívoco para todos, quiere decir que el orden que los organismos muestran es autoconstruido, y autoorganizado; si no viene de afuera, tiene que venir del propio organismo. “Un sistema auto-organizado es aquel que construye su propio orden experiencial” (Ruiz, 2001). Guidano llama a este fenómeno, Paradigma de Autoorganización , que hace referencia a cómo un organismo viviente se autoorganiza y se “autocrea” de acuerdo con su experiencia vital y a cómo se la narra a sí mismo y a otros. Los seres humanos somos vistos como generadores de lenguaje que denimos nuestra organización a través del discurso y la negociación, la conversación se construye como una manera amplia de intercambio o representación simbólica que tiene resonancias emocionales y no como líneas de armaciones verbales que se diferencian del afecto y de la conducta; por lo tanto, el signicado surge a través del acto comunicador. 148 / Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 (2008)
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Según Gonçalves (1995, pp. 101-122), la multiplicidad de signicados sólo es posible gracias al poder creativo y múltiple del lenguaje y del discurso humano. Es en el lenguaje donde se construye el signicado. El lenguaje surge como fenómeno psicológico de primer orden, como elemento verdaderamente fundador de la experiencia. El carácter hermenéutico del lenguaje es resultado sobre todo de la forma como las palabras se van relacionando unas con otras estableciendo una matriz narrativa. El modelo creado por Guidano es, además de postracionalista, evolutivo, explicativo, procesual y sistémico. Spinelli y otros (2000) retomando este modelo, lo describen así: Evolutivo, pues entiende el conocimiento como una característica evolutiva de todos los seres vivos; las estructuras del conocimiento son vistas como patrones evolutivos de información que se recoge y se procesa, moldeándose progresivamente como respuesta a las presiones ambientales y ordenando y decodicando la experiencia entrante. Explicativo, en cuanto valora los aspectos explicativos más que los descriptivos de los procesos psicológicos; es decir, se privilegia, para la explicación de los fenómenos, un enfoque centrado en la comprensión de los sistemas de procesos de las Organizaciones de Signicado Personal 2, antes que centrar la atención en describir los síntomas que se presentan como indicadores de las diferentes entidades patológicas subyacentes a los mismos. Procesual, porque jerarquiza la forma de procesar la experiencia más que los contenidos de pensamiento, por esta razón, la psicopatología desde este modelo no es vista como entidad nosológica descriptiva y estática, sino como dimensiones de procesamiento, dinámicas y modicables, que además dan cuenta de la coherencia sistémica de las Organizaciones de Signicado Personal. Desde un punto de vista postracionalista, lo que se trata como normal, neurótico o psicótico, no es un contenido de conocimiento en sí mismo, sino que es la modalidad de procesarlo. Y, nalmente, Sistémico, en tanto concibe el psiquismo humano como un sistema cerrado que se autoorganiza en función de su propia experiencia. 2 “Una Organización de Signicado Personal alude a cómo el ser humano organiza las perturbaciones que se originan en su ambiente intersubjetivo, y las transforma en información signicativa para su orden interno dentro de un marco de coherencia, lo que es vivido como un signicado personal”. (Guidano, V. 2001. p. 167).
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Teoría del Apego
Otro de los soportes en los que se apoya la teoría de V. Guidano, reside en el punto de vista que propone la Teoría del Apego, entendida como un proceso autorreferencial a partir del cual se construye el sentido de sí mismo de una manera consistente, estable y continuo en el tiempo, como resultado de la tendencia a establecer lazos emocionales íntimos con individuos determinados, lo que Bowlby nombra como guras de apego; proceso que estará presente durante todo el ciclo vital de la persona, subyaciendo el desarrollo y creando y manteniendo la autoidentidad. Por lo anterior, se concibe que el apego es un proceso complejo que no sólo implica la cercanía física, como se entendió en los inicios de la teoría, sino que se comprende como un continuo intercambio dialéctico entre cercanía y separación; como un proceso básico de regulación emocional humana en un espacio intersubjetivo donde se da un continuo individuarse-diferenciarse que promueve el establecimiento de un sentido coherente y estable de sí mismo. Organizaciones de Signifcado Personal
Gracias a los procesos de separación e individuación, las personas construyen desde la infancia un sentido de sí mismo único y autónomo y es a partir de las organizaciones centrales de apego, que se elabora la consolidación de lo que Guidano denomina Organización de Signicado Personal (OSP), que se reere a la organización de los procesos cognitivos personales que toman forma de manera gradual a lo largo del transcurso del desarrollo vital, y gracias a los cuales cada uno de los seres humanos vive en una realidad social “objetivamente” compartida, pero construyendo activamente, en niveles extremadamente articulados de ordenamiento perceptivo, su punto de vista individual, absolutamente único y original. Las OSP son más especícamente las formas como los seres humanos organizan las perturbaciones que se originan en su ambiente intersubjetivo, y las transforman en información signicativa para su orden interno dentro de un marco de coherencia, aspecto que es vivido como un signicado personal. El signicado personal representa, entonces, el modo como un sistema organiza todas las posibles modalidades de su dominio emotivo en una conguración de conjunto, de tal modo que le proporcione una percepción estable y denida de Sí Mismo y del mundo. Una conguración unitaria de esquemas en la cual se basa el sentido de continuidad, de permanencia y de unicidad (Onetto y Moltedo, 2002, pp 83-92). En la formación de cada OSP, las organizaciones centrales de apego cumplen
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un papel primordial, pues es no sólo a partir de las predisposiciones genéticas y de los sistemas comportamentales motivacionales instintivos, sino también desde los estilos de apego, que el signicado personal reeja el patrón de la organización emocional y psicosiológica de cada individuo a lo largo de su desarrollo vital. La OSP se genera a partir del orden y la distancia emocional que el individuo establece en su relación con la gura de apego y de la utilización de manera activa de los principios derivados de las teorías motrices de la mente (Balbi, 2004, p. 289)3, y del llamado efecto del espejo (Balbi, 2004, p 302)4, gracias a los cuales logra construir un sentido de sí mismo de acuerdo a cómo se ve, de manera proactiva y autoorganizada con relación a la gura de apego. El vínculo es una coordinación senso-motora-afectiva y es por denición una experiencia intersubjetiva regulada por las emociones (Onetto y Moltedo, 2002). Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, Guidano plantea una visión de la psicopatología en la que tiene en cuenta los aspectos evolutivos y las formas características de organización del psiquismo, tanto a nivel funcional como disfuncional. Con base en esto, Guidano, citado por Onetto y Moltedo, (2002) describe cuatro Organizaciones de Signicado Personal, cada una de las cuales relaciona directamente con una Organización Central de Apego, así: OSP DÁPICA (Desórdenes Alimenticios Psicógenos) - Apego Ambiguo. OSP OBSESIVA - Apego Ambivalente. OSP FÓBICA - Apego Ansioso. OSP DEPRESIVA - Apego Evitante (Desapego Afectivo Precoz). En este artículo nos centraremos en la OSP Fóbica, debido a que es ésta la forma en que organiza su sentido coherente de sí mismo un paciente con Trastorno de Pánico, tomado en cuenta desde la nosografía tradicional. 3 Las teorías motoras (o motrices) de la mente hacen referencia a que, desde el modelo constructivista-postracionalista, la mente aparece como un sistema activo y constructivo, capaz de producir no sólo sus salidas (outputs) sino también en gran medida sus entradas (inputs), incluyendo las sensaciones básicas que subyacen en su propia construcción. Guidano, apoyado en este concepto, parte de la base de que los organismos son, en primer lugar, resolvedores de problemas y exploradores activos de su mundo, y de que el principal aspecto del funcionamiento mental humano no es la formación y ruptura de lazos asociativos sino más bien los procesos activos de expectativas y la formulación de hipótesis y teorías. 4 El efecto del espejo es el proceso por medio del cual el niño paulatina y progresivamente se hace consciente de sí mismo al ver su reejo en el “espejo” de la conciencia que otros tienen de él mismo.
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Organización de Signifcado Personal Fóbico
Esta OSP, como fue enunciado anteriormente, se genera a partir de organizaciones centrales de apego ansiosas, con patrones coercitivos. Esto quiere decir que el patrón familiar de apego de una persona que tiene una OSP fóbica se caracteriza porque el mundo es vivido como “peligroso”; los padres que son fóbicos, también experimentan peligro constantemente y en cada lugar, y por lo tanto, como lo expresa Guidano, “la familia actúa como si estuviera en una realidad donde se sigue viviendo solamente de puro milagro” (Guidano, 2001, p. 72). Estas vivencias de peligro constante son transferidas al niño desde la infancia, generando un evidente bloqueo de la actividad de exploración que es natural y necesaria durante los primeros años de la niñez. Debido a la sensación de peligro inminente, los padres o cuidadores, limitan los comportamientos de dettachment (o desapego) del niño, reduciendo todo tipo de actividad que implique independencia, autonomía, curiosidad y exploración. No obstante, este bloqueo se da siempre de manera indirecta, es decir, para el niño no es evidente que se le está bloqueando o coartando su autonomía, sino que por el contrario, lo experimenta como manifestaciones de afecto y de cuidado por parte de los padres o cuidadores. Como es enunciado por Balbi en su artículo El Síndrome Agorafóbico desde la Perspectiva Postracionalista, este bloqueo indirecto se presenta de dos maneras diferentes, que generan a su vez diversas manifestaciones. La primera de ellas se denomina estilo hiperprotectivo, y es aquella en la cual el progenitor es muy afectuoso y aprensivo, son padres que no toleran la actividad de exploración del niño y temen que le pase algo “malo” o no pueden quedarse solos y necesitan la compañía del niño, debido a que, como se dijo anteriormente, son padres fóbicos ellos mismos. Por esto, justican su comportamiento y sus prohibiciones en la existencia de un mundo externo “peligroso” y “hostil” que sobrepasa la capacidad y posibilidad del niño. El padre da al hijo explicaciones de su prohibición y coartación de la actividad exploratoria, manifestándole que no le conviene, que se puede hacer daño, que él se sentiría muy mal si algo le pasara, razón por la cual, el niño no percibe esto como un bloqueo, o como constricción, sino como una muestra del cariño y amor que sus padres le tienen. La segunda forma de bloqueo indirecto es el estilo Amenazante, que es utilizado por padres que en lugar de ser una base segura para el niño, mantienen la proximidad con él bajo la amenaza de que el alejamiento 152 / Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 (2008)
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constituye un peligro para la estabilidad emocional y física del padre mismo, y podría desatarle una crisis, una enfermedad aguda, o el intento de dejar el hogar o de suicidarse. Con esto, el padre logra que se dé una relación de apego invertida, en la que es el niño quien debe cuidar de su progenitor para que a éste no le suceda nada malo. En este caso, las justicaciones de la prohibición son que al propio padre (y no al hijo -como en el caso anterior-), le puede pasar algo “malo”. Estos dos patrones de familias fóbicas generan dos tipos de niños fóbicos. La primera, de estilo parental Hiperprotectivo, origina fóbicos activos, estos son niños “muy amados”, que siempre son el centro de atención, y que viven en hogares en donde las cosas se hacen si ellos quieren que se hagan. “El niño coercitivo activo es aquel que, producto de la constante atención dada, presenta un alto sentido de ser querido, por lo que nunca acepta bajar de categoría. Posteriormente en la adultez, son los fóbicos que tienen un sentido de amabilidad y seducción muy alto; por ejemplo, varones del estilo “play boy” y mujeres característicamente seductoras” (Guidano, 2001, p. 72). En el segundo tipo de familia de estilo parental Amenazante, se originan fóbicos pasivos, estos niños son pasivos porque nunca pueden realmente llamar la atención del padre que es hipocondríaco, por lo que la forma de hacerlo es con síntomas físicos. El hecho de que esta interferencia y bloqueo de la exploración sea siempre indirecta y confusa, genera que el niño tenga sensaciones de incomodidad que no sabe a qué atribuir, no comprende si se debe a actitudes de los padres “porque ellos lo quieren y siempre están preocupados por él”, o a las propias. Esta incapacidad de adjudicar algo a su sensación de incomodidad genera que este malestar empiece a ser vivido sólo como malestar corporal y no como un estado emocional. Esto es lo que se denomina la lectura sensorial de las emociones, donde como lo explicita Guidano, “las emociones no producen estados de ánimo, sino estados corporales” (Guidano, 2001. p. 74). Un niño fóbico, entonces, tiene la vivencia y experiencia constante de que la cercanía física de su gura de apego le brinda seguridad, pero a la vez, esta seguridad está amarrada a la interferencia y el bloqueo de su conducta exploratoria del mundo. Por lo tanto, apego y separación son para él mutuamente excluyentes, y donde el apego implica amor y protección, pero también una sensación de constricción; y la separación implica independencia y autonomía, pero también la sensación de desprotección. Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 (2008) /
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Constricción y Desprotección
Francisco Spinelli y otros (2000) explican cómo se presenta la manera que tienen los fóbicos de organizar su experiencia interna. El fóbico tiene la necesidad constante de ser protegido, de la misma manera como fue criado, siendo excesivamente cuidado y amado, pero esta protección siempre implica no poder ser libre, estar bloqueado y constreñido, así que al tratar de evitar situaciones que impliquen constricción, estos deseos de libertad y la separación de la fuente de seguridad, le dispara intensos sentimientos de desprotección que de nuevo le generan la necesidad de ser protegidos. El mecanismo que el fóbico tiene para organizar esta experiencia es el Control, debido a que vive en un mundo “peligroso”, debe intentar controlar la mayor cantidad de variables posibles del mundo externo así como de su mundo interno, las emociones. El control del mundo externo se da, no sobre las emociones y juicios de la persona signicativa con respecto a él, sino principalmente sobre los cambios que resultan en el acercamiento y alejamiento de dicha gura, es decir, sobre los aspectos más concretos del mundo exterior y de las relaciones con los otros, queriendo controlar el captar la atención del otro, la actitud corporal del otro, el que el otro le hable, lo mire, etc. Sin embargo, es el control sobre el mundo interno lo que explica las reales dicultades del fóbico. Cuando a través del lenguaje se logra ordenar la experiencia y transformarla en secuencias de orden cronológico causal y temático, la sensación que se tiene es de una estabilidad que le permite al individuo tener una continuidad emocional sentida y reorganizada narrativamente como historia, hecho que además posibilita entender el presente y anticipar experiencias permitiendo un horizonte de expectativas que implican una total posibilidad de autorreconocimiento y funcionamiento social. Cuando ese ordenamiento, en la interacción con otro que es hiperprotector e hipercontrolador, no es posible, surgen dicultades en el sentido de poder explicar las emociones como algo propio, con sentido y ligadas a situaciones y eventos especícos, surgiendo así la perturbación que al no poder ser explicada desde lo emocional, se explica y se vive como algo corporal, es decir, en términos de sensaciones, que además son incómodas y molestas. El fóbico, por lo tanto, tiene la creencia de que ser emocional es sinónimo de debilidad, y por ello el control lo demuestra al tratar de ser imperturbable ante cualquier emoción. “La mayor perturbación posible para un fóbico es 154 / Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 (2008)
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la posibilidad de perder el control. De hecho, el miedo a perder el control siempre está en el eje del ataque de pánico” (Guidano, 2001, p. 76). El tema del control también se vive de manera diferente en un fóbico activo que en un fóbico pasivo. En los primeros, lo importante es el control de la relación con la persona signicativa; mientras que en los últimos, lo importante es el contacto con ésta. Por lo tanto, la pérdida de control en alguno de estos dos aspectos genera en el fóbico un desequilibrio y dispara en él experiencias que van de un sencillo temor hasta el pánico, dando origen a activaciones autonómicas intensas directamente relacionadas con la sensación de peligro que se deriva de la desprotección o la constricción. Desde este punto de vista, es posible encontrar que los primeros ataques sufridos por el individuo sean explicados como alteraciones orgánicas o síntomas de enfermedades físicas antes que entenderlos como reacciones emocionales características ante los distintos eventos de la vida afectiva, y a partir de allí, ver al individuo regido por sus propias reglas fóbicas básicas, como la evitación activa de la soledad y la evitación de la constricción de la libertad y autonomía, presentando comportamientos caracterizados tanto por la reducción de la actividad general, como por la búsqueda de cercanía física con personas a quienes considere cercanas, estables y conables. Teniendo en cuenta las variables que han sido trabajadas anteriormente, que son las de desprotección y constricción, se encuentra en algunos autores (Spinelli y otros, 2000) una clasicación de dos diversos tipos de ataques de pánico dependiendo del tema básico acorde con dichas variables. Ataque de pánico de tipo psicasténico: Ocurre cuando el tema básico es sentirse
desprotegido. Es un ataque en el que el individuo no tiene fuerzas y presenta una gran variedad de síntomas somáticos; en estos ataques de desprotección, el elemento central es el miedo a perder el control y no saber quién lo va a ayudar. Pueden ser suscitados por eventos que impliquen pérdida o alejamiento de guras signicativas; cambios en el ciclo vital que obliguen a una reorganización, que impliquen mayor independencia, libertad o autonomía.
Ataque de pánico de tipo constrictivo : Ocurre cuando el tema básico es
sentirse constreñido. Los síntomas más comunes en este caso son de tipo neurovegetativo y es altamente probable que se dé en situaciones en las que se encara la posibilidad de perder el control por enloquecimiento o la realización de actos absurdos, que pudieran implicar por parte de otros el rechazo y el abandono. Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 (2008) /
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Pueden ser disparados por eventos que se perciben como riesgosos para la propia libertad y autonomía, como el comienzo de vivencia en pareja; nacimiento de un hijo; cambios en la actividad del cónyuge; circunstancias que obliguen al individuo a convivir con más personas en su propio espacio. Como conclusión, para comprender la Organización de Signicado Personal Fóbico hay que tener en cuenta los siguientes aspectos: en primera instancia, el estilo vincular, en el que es característico la sobreprotección por parte de las guras signicativas o en su defecto, la incapacidad por parte de estas mismas para convertirse en bases seguras que alienten la exploración del mundo en el niño, generando así relaciones de apego invertidas en las que es nalmente el niño quien cuida del progenitor. Segundo, el estilo de apego que se encuentra es un Apego Ansioso con patrones coercitivos, en el que se da una prolongación de los procesos de Attachment (apego) y el impedimento de los procesos de Dettachment (desapego y exploración). El tercer aspecto a tener en cuenta es el sentido de Sí Mismo, que es caracterizado por un nivel alto de autoestima traducida en sentimientos de ser querible e importante, pero acompañada de una sensación de vulnerabilidad y debilidad frente a los acontecimientos de la vida. El cuarto aspecto que hace referencia a un componente nuclear en la concepción de sí mismo, tiene que ver con los sentimientos de desprotección y constricción, que se convierten en amenazas básicas a la libertad, autonomía y capacidad de autodeterminación en los distintos momentos de la vida. El quinto aspecto que es necesario revisar tiene que ver con las tonalidades emotivas características que oscilan entre el miedo y la rabia, la primera como medio de garantizar la cercanía con las guras signicativas y la segunda como una manifestación clara de la inconformidad y la perturbación con respecto a la sensación de entrampamiento que se deriva de la sobreprotección. El sexto aspecto tiene que ver con el control familiar ejercido por padres temerosos y ansiosos que bloquean la exploración. Control que se maniesta como sobreprotección y que genera debilidad, miedo y sensación de inecacia. Y por último, hay que revisar las características fundamentales de los síntomas que son diferentes, dependiendo del tipo de ataque de pánico que sufra el individuo; es decir, son más somáticos si el pánico es de tipo psicasténico o más neurovegetativos en el caso del constrictivo. 156 / Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 (2008)
TRASTORNO DE PÁNICO Y ORGANIZACIÓN DE SIGNIFICADO PERSONAL FÓBICA
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Recibido, 23 de septiembre de 2008 Revisión recibida, 21 de noviembre de 2008 Aceptado, 27 de noviembre de 2008
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