XXVIII CONGRESO INTERNACIONAL DE ALAS 6 a 11 de septiembre de 2011, UFPE, Recife-PE
Grupo de Trabajo 16: Metodología y epistemología de las ciencias sociales
Título: Las implicancias epistemológicas de pub licar o perecer perecer como lógica que condiciona la publicación de textos sociológicos
Bonacci, Juan Martín Instituto de investigaciones Gino Germani Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buenos Aires
Introducción
El presente trabajo busca explorar algunas cuestiones vinculadas con el modo en que desde tiempos recientes se desarrolla la práctica de publicación en la sociología argentina. Particularmente, interesa proveer elementos para la formulación de una reflexión de orden epistemológico acerca de esta dimensión de las condiciones de producción de conocimiento sociológico. De este modo, se aventurarán
hipótesis
que
servirán
para
orientar
el
trabajo
investigaciones en el marco de un proyecto de investigación
en
futuras
sobre las
condiciones de publicación de textos sociológicos en Argentina desde la recuperación democrática (1983) hasta mediados de la década del 2000. De allí que si bien se hace referencia a un proceso general de transformación en las condiciones en que se publican los textos académicos y su incidencia en las ciencias sociales, las reflexiones volcadas en el presente guardan una relación más estrecha con el caso de la sociología argentina.
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Es común en el ámbito de la sociología, particularmente en los pasillos de las instituciones donde se desarrollan prácticas de docencia e investigación, que los agentes involucrados formulen apreciaciones cotidianas respecto del malestar que les produce la “presión” por publicar los productos de sus trabajos. La rueda generada por la necesidad de publicar y seguir en carrera, para conseguir luego nuevo financiamiento que permita continuar publicando parece haberse aceitado, en paralelo con la profesionalización e internacionalización de los espacios institucionales en los que se desenvuelve la práctica sociológica 1 y la expansión cuantitativa del financiamiento al campo de las ciencias sociales del sistema nacional de ciencia y técnica 2. Este aspecto práctico del modo en que se desarrollan las actividades académicas y de investigación en la sociología, en particular, y las ciencias sociales, en general, articula las tensiones involucradas en las transformaciones en los vínculos entre los sistemas científicos y el mercado de evaluación de la producción científica y tecnológica en la fase actual del capitalismo y en el lugar que ocupa en él la producción de conocimiento. Este ensayo se propone revisar algunos rasgos generales de las prácticas de publicación y de las tensiones generadas en los últimos años entre ellas y los modos en que se desarrolla la actividad sociológica. En primer término, se subrayará la pertinencia de un análisis reflexivo de la publicación anclado en el concepto de “práctica” y articulando las escisiones entre un análisis “internalista” de la lógica de funcionamiento del conocimiento científico y uno “externalista” que releva el contexto social en el que surgen las teorías científicas, propio de la separación de objetos de la epistemología y la sociología de la ciencia clásicas. Seguidamente, se argumentará que las prácticas de publicación no pueden ser 1
Para el caso argentino puede consultarse Murmis (2005) En un informe producido por N. Girbal-Blacha, vicepresidenta de Asuntos Científicos del CONICET, se presentan cuadros que evidencian el crecimiento del financiamiento en becas de doctorado y en la carrera de investigador en ciencias sociales en los últimos años de la década del 2000, en proporción más o menos similar a la del crecimiento general de ese tipo de financiamiento para todas las áreas disciplinares contempladas por el organismo. http://www.cienciahoy.org.ar/ln/hoy111/Conicetinforma.pdf 2
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comprendidas como un “reflejo” de los resultados de investigación y que deben ser entendidas como operando en el núcleo mismo del proceso de investigación y en la conformación de tradiciones de trabajo sociológico, extrayendo diversas implicancias para el modo en el que se produce conocimiento sociológico. Por último, se articulará una reflexión siguiendo de cerca y desagregando las ideas que Renato Ortiz sostiene en su libro La supremacía del inglés en las Ciencias Sociales (2009) en relación con las tensiones que puede presentar la lógica de
“publicar o perecer” en las ciencias sociales, haciendo hincapié en el campo de la sociología. La premisa de la que se parte es que analizar las condiciones sociales de la producción de conocimiento sociológico requiere reinterpretar los modos en los que se concibe la naturaleza del conocimiento científico y su relación con las ciencias sociales.
La noción de p rác ti c a como forma de superar los enfoques formalistas y normativistas en el análisis de la lógica de producción de conocimiento de las ciencias sociales
En las ciencias sociales ha habido una confusión entre epistemologías opuestas que se tradujo en posiciones duales respecto de la relación con el objeto de estudio: el objetivismo y el subjetivismo. “Esta grosera equivocación condujo a fabricar distinciones forzadas entre los dos métodos para responder a la nostalgia o
los
deseos
piadosos
del
humanismo,
y
a
celebrar
ingenuamente
redescubrimientos desconocidos como tales o, incluso, a entrar en la escalada positivista que escolarmente copia una imagen reduccionista de la experiencia como copia de lo real,… no se hace cargo más que de una caricatura del método de las ciencias exactas” (Bourdieu, Camboredon, Passeron, 1999:23). 3
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Un primer escollo a sortear, que varios de los autores más destacados de la teoría social contemporánea (Giddens, Bourdieu, Habermas) tendió a ubicar en el centro de sus apuestas
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La intención de superar esta concepción dicotómica de la naturaleza del objeto postulada por parte de la teoría social contemporánea se produce en un escenario de crisis de los principios en los que se amparaban las corrientes epistemológicas clásicas. En ese contexto, otra dicotomía merece destacarse: aquella que prescribe la distinción entre un análisis de la estructura lógico-formal de los enunciados científicos, centrada en cómo se articulan las teorías científicas, los problemas de validez, refutación, contrastación, confirmación y falsación de esos enunciados, en función de la disputa entre la adopción de la inducción o la deducción como método; y estudios de los contextos histórico-sociales externos sobre hitos específicos en el desarrollo de la ciencia o estudios sobre las normas que regulan la actividad de los científicos. El análisis de las condiciones de publicación de textos sociológicos requiere la articulación de una “historia interna” y de una “historia externa” de la ciencia, superando la distinción entre el abordaje de la “caja negra” de los contenidos cognitivos y la referencia al contexto social si no pretende caer en los vicios de la cientometría, que se describen más adelante. Así, se puede aventurar que se ubican, por un lado, los análisis “fuera del tiempo” de Popper y el racionalismo deductivista; y por el otro, el normativismo regulacionista de la sociología de la ciencia clásica (cuyo exponente más reconocido es Merton) 4. Estos enfoques y disciplinas comparten la premisa de que lo que caracteriza a la ciencia es su estructura racional y si bien la sociología clásica de la ciencia avanzó
respecto de las tradiciones con las que discutían (fundamentalmente, el estructural-funcionalismo) ha sido la escisión entre la estructura y la acción, y la opción por una de ellas, conceptualizada, con diferentes acepciones, por la teoría social clásica como subjetivismo y objetivismo. Más allá del juicio que pueda hacerse en relación con las “respuestas” ofrecidas por los principales teóricos sociales contemporáneos, el énfasis en el carácter práctico de las condiciones de la acción y lo que los sujetos hacen ocupa un lugar central en sus formulaciones, particularmente en Giddens (1987, 1995) y Bourdieu (1991) a través de las nociones de prácticas sociales y apuestas en juego [enjeux]. 4 Schuster indica que “una historia de las ciencias y una sociología de la ciencia existían al mismo tiempo que las tradiciones epistemológicas de los años veinte, treinta, cuarenta y cincuenta. Sin embargo, aparecían siempre como separadas, no tenían nada que ver entre sí y menos aún con la epistemología o la filosofía de la ciencia” (Schuster, 2002:47).
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significativamente en tratar de precisar las características de la organización de esta esfera de acción, prescribía el límite para el análisis de los productos científicos para la filosofía de la ciencia, reproduciendo la idea de que se trataba de problemas lógicos y técnicos. Con la noción de práctica se pretende evitar las escisiones de hecho (es decir, la idea de que se trata de una característica inherente a los objetos que se investigan) tanto de lo que se postula como objetivismo y subjetivismo, como de la división disciplinar entre el estudio del “contexto social” exterior al campo y el abordaje ahistórico de la concatenación metodológica de las ciencias sociales que se desentiende del carácter performativo de las prácticas que reglan la actividad científica sobre la articulación de tradiciones de pensamiento. Por otra parte, como señala Schuster, e n el denominado “escenario postempirista” en la filosofía y la epistemología de la ciencia, tras la publicación del célebre La estructura de las revoluciones científicas de T. S. Kuhn (1971), “el eje de consideración pasa de entender a la filosofía de la ciencia como un análisis circunscripto en el estudio de las teoría a una concepción más amplia, que admite el estudio no sólo del producto científico (las construcciones de lenguaje llamadas teorías), sino también de los procesos científicos, llámese construcción de comunidades científicas, procedimientos a través de los cuales una teoría se construye, formas de asociación humana a través de las cuales las teorías adquieren sentido y se controlan. Esta idea de que las teorías no sólo se controlan a través del experimento, sino que también se controlan por ejemplo en los congresos y en las publicaciones a través de la intercrítica, a través de la crítica mutua de los distintos miembros de las comunidades científicas, genera la aparición de la noción de un doble procedimiento de control (Schuster, 2002: 45)” . Asimismo, este escenario postempirista, en términos de Schuster, introduce una concepción amplia de ciencia, la idea de la subdeterminación de la relación con los datos (no se puede afirmar cualquier teoría a través de un conjunto de datos, pero al mismo tiempo no implica que ese conjunto de datos deba ser
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explicado desde un único cuerpo teórico) y la teoría de la interpretación de cúneo hermenéutico. La distinción entre las ciencias naturales y las ciencias sociales está dada por el grado del carácter hermenéutico: “toda ciencia es hermenéutica, porque exige una dimensión de interpretación, y así deberemos tener una teoría de la interpretación, pues ya no alcanza con la lógica para hacer filosofía de la ciencia (…) Pero al mismo tiempo, nos dice Giddens, las teorías sociales soportan una doble hermenéutica, porque interpretan una realidad que ya está interpretada” (Schuster, 2002:51). Siguiendo al autor, con el postempirismo se abandona la idea de que el estudio de las ciencias es centralmente el estudio de las teorías científicas 5. Este marco nos provee herramientas para atender a ciertos aspectos que el fetichismo del paper confunde, en tanto trastocamiento de la utilidad del conocimiento producido por la medición de la misma, por la preeminencia del ideal racional de ciencia de algunas de las perspectivas mencionadas. Estos aspectos parecieran estar vinculados con la persistencia de la distinción entre “contexto de descubrimiento” y “contexto de justificación” (Reichenbach , 1938) que sostiene la perspectiva “naturalista” de la publicación de los trabajos sociológicos como “publicación de los resultados de la investigación”, concepción que está en la base del mercado internacional de evaluación científica y tecnológica, y que soslaya el hecho de que las decisiones de publicación no son un acto reflejo de los sociólogos (e incluso de los científicos en general) tras haber culminado sus investigaciones, sino que están presentes durante el proceso de investigación y conforman una dimensión sustantiva de las formas de operar sobre la tradición sociológica. En este punto el concepto de práctica adquiere un carácter relevante por cuanto permite focalizar en los modos en los que los actores vehiculizan los recursos y ponen en juego los preceptos implícitos del campo para posicionarse
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Dice Schuster que “ya no podemos pensar las teorías en términos de que su verdad o falsedad esté limitada pura y exclusivamente a una relación especular con un conjunto de datos” (Schuster, 2002:45).
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en él6. En el caso de las prácticas de publicación, permite dar cuenta de los principios de relación con el conocimiento desarrollado al tiempo que de las formas de conversión del trabajo en reconocimiento social dentro del campo. Un ejemplo de cómo las prácticas de publicación, en este caso, editoriales dan cuenta de las formas en que se articula una tradición intelectual dentro de un campo disciplinar ha sido el análisis de Alejandro Blanco sobre el proyecto modernizador de la sociología argentina de Gino Germani. Germani constituye un antecedente relevante acerca de la utilización de recursos y estrategias de publicación de un modo complejo, en este caso enmarcadas en su proyecto modernizador y en las operaciones de legitimación de la sociología argentina (Blanco, 2004 y 2006) a la que buscaba otorgarle entidad científica por medio de la difusión de textos de autores norteamericanos, que no obstante, en varios casos no comulgaban con el enfoque estructural-funcionalista ni pertenecían a la disciplina.
Las prácticas de publicación en el centro del proceso de investigación social
Para abordar las condiciones socio-cognitivas de las prácticas de producción de conocimiento en ciencias sociales, la noción de práctica permite atender al funcionamiento de los campos de las ciencias sociales en relación al efecto de distribución de reconocimiento dentro del espacio disciplinar y del propio contenido de lo que producen los científicos sociales en sus campos de producción simbólica. Por ejemplo, las referencias a autores y la autoría de los textos (por medio de la “firma”) permite la distribución y acumulación de capital de reconocimiento de los pares y el acceso a posiciones de prestigio. Asimismo, esto es indisoluble de las decisiones y estrategias de publicación que los sociólogos 6
La importancia de los “preceptos implícitos” de la práctica científica ha sido señalada por Kuhn: “…un último punto del postempirismo es el que tiene que ver con la idea que ha marcado Kuhn, que el acuerdo científico es posible sobre la base de que hay una serie de acuerdos, la mayoría de las veces tácitos, que están en la base de las teorías científicas” (Schuster, 2002:52).
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emplean, en las que están presentes en mayor o menor medida la elección del objeto de estudio, las perspectivas de análisis, etc. Las prácticas de publicación, entendidas como el complejo de relaciones entre los autores, los textos y sus estructuras argumentativas, los editores y otros agentes del campo sociológico definen formas de “hacer sociología”. Así, la conformación de una o varias “tradiciones” de investigación científica en el sentido kuhniano 7, que incluyen enfoques, problemas, técnicas y objetos específicos van de la mano con los modos en que los agentes publican sus trabajos y gestionan los espacios editoriales para su publicación. Si se quieren sacar consecuencias de una práctica científica se puede bucear en las teorías (en tanto representaciones) midiendo la estructura lógica de su relación con “lo real” representado. Pero ello no agota las consecuencias y reproduce el camino inverso: pensar que lo real existente precede a lo representado. Haciendo un uso, quizás bastante elástico, pero tal vez prolífico, de las formulaciones de Hacking en su libro Representar e intervenir (1996), podemos entender la publicación como formas de representar (a efectos prácticos) y reconstruir las consecuencias de esos modos en la orientación de la producción de conocimiento sociológico. A su vez, como indica el autor, las prácticas de representación son similitudes de aquello que pretenden representar. De este modo, la similitud y la realidad dependen de las prácticas de representación.
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“Este papel central de una tradición compleja y a menudo esotérica es lo que tengo en mente, ante todo, cuando hablo de la tensión esencial dentro de la investigación científica” (…) la idea de que el científico productivo debe ser un tradicionalista que disfrute de juegos intrincados, con reglas preestablecidas, para ser un innovador de éxito que descubre nuevas reglas y nuevas piezas con las cuales jugar”. (Kuhn, 1996: 260 -261) 8 Hacking indica al respecto “…estoy de acuerdo con Dewey en el rechazo de esa falsa dicotomía entre actuar y pensar de la que surge ese idealismo. Tal vez todas las filosofías de la ciencia que he descrito sean parte de una teoría del conocimiento de espectadores más amplia. Aún así, no creo que la idea de conocimiento como representación del mundo propiamente dicha sea la fuente de ese mal. El daño proviene de una decidida obsesión con la representación, el pensamiento, y la teoría a costa de la intervención, la acción y el experimento” (Hacking, 1996:151); y agrega respecto de su concepción antropológica del hombre como homo pictoris en lugar de homo faber , que la actividad propiamente humana es la de representar, no la del lenguaje. La capacidad de representar antecede al lenguaje en tanto precede la posibilidad de figurar lo real. El lenguaje ya parte de una relación con la realidad. Las prácticas de representación conforman los principios de realidad. “Las representaciones pretenden ser semejanzas más o menos públicas (...) Las teorías,
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La publicación de textos no constituye el punto de llegada de la investigación: está presente durante todo el proceso y prefigura la relación entre estrategias de publicación y decisiones de investigación. La elaboración de papers
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con posibilidades de rápida publicación, también direccionan las
decisiones de los autores y llegan a determinar líneas de trabajo científico y académico (Kreimer, 1998). Asimismo, como indica Ortiz (2009), si bien en las ciencias sociales el libro sigue siendo el género preponderante, en las condiciones actuales de producción de conocimiento las mediciones cientométricas presionan por la publicación en “revistas centrales” en base a los “sistemas de mérito” que rigen en el campo científico internacional, lo que favorece la orientación de las investigaciones hacia las agendas científicas y académicas que se declinan en idioma inglés. A ello se añaden las estrategias del mercado editorial encaminadas a la publicación de temas especializados como un modo de competir en el mercado internacional de la producción de conocimiento social. En Europa y Estados Unidos, abundan los estudios sobre las vinculaciones entre estrategias y tipos de publicación y el desarrollo de formas específicas de hacer sociología, cuyo hincapié recae en los contextos académicos. Alan Wolfe (1990) examina el período comprendido entre 1970 y fines de 1980, mostrando la influencia de las “culturas académicas” ( scholary cultures) de los departamentos de sociología de distintas universidades norteamericanas sobre las decisiones de publicación. Norbert Wiley (1979) indaga la incidencia de los tipos de trabajos publicados en las principales revistas norteamericanas de sociología – American Journal of Sociology, American Social Review y Social Forces – sobre las prácticas
sociológicas dominantes. Por último, David Pontille (2003) realiza un estudio comparativo entre Estados Unidos y Francia en el que demuestra la estrecha no las oraciones individuales, son representaciones (…) La gente hace semejanzas.” (Hacking, 1996:168). 9
El “malestar” que produce este género de publicación en las cienc ias sociales y las disciplinas humanísticas, se expresa tanto en la cláusula peyorativa de “cultura del paper ” o “industria del paper ”, así como en la referencia al problema de que el sociólogo se transforme en un “colocador de papers” (De Imaz, 1966) desvinculado completamente de las cuestiones sociales de las que pretende dar cuenta.
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relación entre las prácticas de autoría y los contextos institucionales. Su investigación le permite concluir que esos contextos, junto con las fuerzas económico-políticas que los circunscriben, definen tanto el tipo de publicaciones y los modos nacionales de publicación, como la autoridad y legitimidad de lo publicado. Las prácticas de publicación en cuanto conjunto de estrategias y condicionamientos,
constituyen
un
recurso
valioso
para
dar
cuenta
del
acoplamiento de los niveles “sociales” y “políticos” que dan el tono al campo académico (acceso a posiciones de prestigio, construcción de reputaciones académicas, etc.) y de los aspectos “cognitivos” de la pr oducción de conocimiento (las temáticas y contenidos de las investigaciones desarrolladas).
Algunas apreciaciones epistemológicas acerca de las tensiones que introduce la lógica de “publicar o perecer” en las prácticas de publicación en sociología
La conformación de tradiciones de publicación se ve afectada en las ciencias sociales por la preeminencia de preceptos de la epistemología clásica respecto del funcionamiento y regulación de las ciencias en general. La unidad de la Gran Ciencia se declina no sólo en inglés (Ortiz, 2009) sino según los marcos de reconocimiento de las ciencias del mundo físico, lo que se ve reflejado en el mercado y en el sistema internacional y nacional de evaluación científica y tecnológica. El problema que aparece al analizar l a “visibilidad” y la “productividad” es la relación entre cantidad de trabajos publicados y su calidad. Los estudios bibliométricos, a través del registro del Science Citation Index, se basan en una homogenización entre ambos términos. Como sostiene Ortiz (2009), en definitiva,
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es también una cuestión heredada del enfoque funcionalista que homologaba reconocimiento con excelencia. 10 Ortiz (2009) reflexiona sobre diversos aspectos del enfoque funcionalista que se encuentran emparentados con las concepciones canónicas de las corrientes de la epistemología y la filosofía de la ciencia desde principios hasta mediados del siglo XX: 1. Se tiende a pensar la ciencia como un todo integrado y si bien las subdivisiones disciplinares se multiplican, sólo adquieren sentido cuando se articulan con una totalidad. Existe “La Ciencia” en singular y no “las ciencias”, en plural. Esta idea es, así, una premisa con implicancias de orden metodológico y político. Desde el punto de vista metodológico “postular una única ciencia permite pensar una metaciencia capaz de comprenderla, también permite la posibilidad de elaborar una política unificada para valorizarla ” (Ortiz, 2009) 11; 2. El funcionalismo se interesa por los resultados de la investigación, no tanto por la actividad científica, los procesos en sí. Se parte de los hechos sin cuestionar su presencia, puesto que se los considera datos de la naturaleza. El énfasis en los productos (textos publicados o descubrimientos) es un paso decisivo para su cuantificación. El tema es que “esta operación se alimenta de una conjunción oblicua entre calidad y cantidad ” (Ortiz, 2009). 10
“Más allá de los valores, la ciencia reposa sobre una serie de mecanismos que propician su funcionamiento. Dos de ellos son importantes: el reconocimiento y el sistema de mérito. El reconocimiento honra el conocimiento original, diferente del almacenamiento de saber acumulado; es una motivación para el trabajo científico, contribuye a la autoestima de quien lo practica y valora a los que mejor cumplen su papel. No obstante, el reconocimiento está asociado a la excelencia. Mientras que el reconocimiento se expresa siempre de manera objetiva, dado que es atribuido por otros (ya sean colegas o instituciones), la excelencia es una cualidad intrínseca al quehacer científico. Al aproximar estas dos dimensiones, Merton nos está diciendo que el reconocimiento traduce la calidad de la actividad científica. Eso significa que denota la excelencia de lo realizado. Los sistemas de premios a la importancia de determinadas realizaciones constituirían modos de estimular la conducta científica. Estamos ante una función positiva, un mecanismo social que actúa según el buen funcionamiento del universo científico. No obstante, como ocurre en otras esferas de la sociedad, toda institución tiene sus disfunciones. Una de ellas es el “efecto Mateo”. El crédito científico se distribuye de manera asimétrica y tiende a concentrarse en aquellos científicos que ya han sido consagrados con anterioridad. Como la ciencia se fundamenta en valores “neutros”, y e l ideal democrático e impersonal es uno de ellos, nos enfrentamos a una distorsión que debe ser corregida.” (Ortiz, 2009) 11 Ortiz agrega que “existe, por lo tanto, cierta objetivación de la idea de ciencia; diríase que, en términos durkheimianos, surge como una „cosa‟ a ser aprehendida y, si es correctamente descifrada, incentivada por estímulos específicos” (Ortiz, 2009).
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De este modo, Ortiz articula su crítica a la cientometría: el empleo del método estadístico y la cuantificación de los productos de la práctica científica puede ser un método válido, pero los elementos subrayados, al configurar una visión objetivada de las cosas, presentan rasgos exagerados desde la perspectiva de la cientometría. El problema se agudiza en tanto se aviene a reproducir aquello que en términos de Hacking (1996) constituye un error común de la filosofía de la ciencia, tomar la realidad como principio y derivar de ella la representación como reflejo: “La cientometría puede ser útil para la construcción de indicadores relevantes en determinadas investigaciones. La insensatez aflora cuando esos indicadores se perciben como „la realidad‟ del campo científico. Al sostener que la ciencia es „científica‟ en sí misma, la metaciencia sería una mera prolongación de su cientificismo” (Ortiz, 2009). Lo “arbitrario” de la lógica social de funcionamiento de un espacio disciplinar con pretensiones de organización científica de la producción de conocimiento es propio de todos los campos científicos y no representa, en la sociología, un elemento disruptivo “en sí”, al ab andonar el planteo de la cuestión en términos absolutos
de
racionalidad-irracionalidad
en
la
ciencia 12.
Pero
sí
puede
representarlo cuando no se desprende de las tradiciones científicas en sentido kunhiano, que prescriben los marcos en los cuales se desarrollará un ethos científico específico 13 (no unívoco, en el sentido de “La Ciencia”, sino relativo al
campo significativo de la tradición de pensamiento a la que pertenece). Esto es, de acuerdo a la exploración preliminar de las prácticas de publicación que hemos presentado, si no se controla la decisión sobre los componentes arbitrarios de las formas en que actualmente se publica y éstos se imponen por lógicas tácitas de 12
A modo de apreciación personal sugiero que el abandono de la concepción de la identificación de elementos “racionales-irracionales” en la ciencia permite abrir el camino al análisis de los procesos involucrados en la práctica científica como en cualquier campo de acción, recuperando, como lo hace Bourdieu, la particularidad de que se trata de un tipo de capital específico fruto de acumulaciones y disputas, la autoridad científica, anclada en el método de investigación y cuya moneda de cambio es el prestigio para acceder a posiciones destacadas (Bourdieu, 2000). 13 El sentido que se da aquí al concepto de Merton (1973) es en plural: hay diversos ethos científicos en función de las particularidades de los espacios de producción de conocimiento con pretensión de cientificidad.
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traducción de presiones exógenas, como corolario de la disputa entre las disciplinas por el acceso al financiamiento nacional e internacional para la continuación de sus trabajos. Para que la sociología pueda proveer a los agentes de cualquier campo de acción de herramientas para controlar reflexivamente las consecuencias no deseadas de su intervención y su involucramiento práctico en esos campos, debe, simultáneamente, poder operar reflexivamente sobre sus propias prácticas analizando lo que en términos bourdianos se consideran las consecuencias de su relación con esa práctica. La epistemología o la “vigilancia epistemológica”
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(Bourdieu, Camboredon, Passeron, 1999) resultan indispensables para esclarecer lo que las doxas o el sentido común de la inmersión práctica en la investigación social cristalizan. Así, “es necesario someter las operaciones de la práctica sociológica a la polémica razón epistemológica, para definir y si es posible inculcar una actitud de vigilancia que encuentre en el completo conocimiento del error y de los mecanismos que lo engendran uno de los me dios para superarlo” (Bourdieu, Camboredon, Passeron, 1999:18).
A modo de conclusión
Hoy día la noción de “Ciencia” unificada está en crisis. Sin embargo, las disputas intestinas dentro de los campos de producción de conocimiento con pretensión de cientificidad siguen actualizando la controversia entre las ciencias sociales y las ciencias naturales. Como quizás puso en evidencia pública el denominado “ affaire Sokal” en 1996, la autoridad científica de las prácticas de las ciencias sociales o humanas parece ser cuestionadas por aquellas disciplinas que 14
Como indican Bourdieu, Chamboredon y Passeron: “…un ejercicio constante de la vigilanci a epistemológica que, subordinando el uso de técnicas y conceptos a un examen sobre las condiciones y los límites de su validez, proscriba la comodidad de una aplicación automática de procedimientos probados y señale que toda operación, no importa cuán rutinaria y repetida sea, debe repensarse a sí misma y en función del caso particular ” (Bourdieu, Camboredon, Passeron, 1999:20-21).
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acumulan mayor capital de “cientificidad”. No obstante la presión por la adecuación a los estándares medibles de cientificidad atentan, en el caso de la publicación, como ha indicado Ortiz, contra la contextualidad propia del ejercicio de las ciencias sociales. Y no sólo porque La Ciencia se decline y publique en inglés, sino también porque los marcos con los que opera el mercado internacional de evaluación científica y tecnológica se declinan sobre la representación de la ciencia propia de la epistemología clásica: la idea de Ciencia unificada (la preocupación por la “Big Science” en la cientometría), la especialización científica, la relación especular entre lo que se produce racionalmente y la “publicación de resultados” (que justifica la cuantificación estandarizada de los productos). El desarrollo de la sociología en particular, tensionada en la Argentina por diferentes tradiciones, debe, asimismo, hacer frente a las tensiones propias de la internacionalización de la producción de conocimiento en el ámbito académico, mientras los requisitos de los sistemas nacionales de ciencia y tecnología insistan en soslayar la especificidad de las prácticas y tradiciones propias del campo. Cabe destacar que no se apunta aquí a reflotar la tesis de Snow (1987) sobre las “dos culturas”. Pa rece algo torpe sostener a estas alturas que lo que hace un físico no es también un “oficio” en el sentido bourdiano. Pero sí resaltar que si los propios agentes de los campos que mayor capital de cientificidad han acumulado se quejan de los daños que acarrea la desigual distribución internacional de prestigio que reproducen los regímenes de publicación evaluación de la productividad científica vinculados al Science Citation Index 15, estos se agravan en las ciencias sociales al presionar por cambios en las culturas de publicación
en
el
seno
de
tradiciones
débilmente
institucionalizadas
y
fragmentadas, como es el caso de la sociología argentina y de las de varios países de Latinoamérica. 15
Al respecto, el diario Tiempo Argentino, con fecha del 11/04/2011, publicó una nota denominada “Una forma de colonialismo persiste en la ciencia” en la que diversos investigadores y especialistas en temas de ciencia y técnica discuten sobre las repercusiones de publicar en las revistas más prestigiosas, que son las de la comunidad científica anglosajona para el desarrollo de la investigación científica en Iberoamérica.
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