Waldo Ansaldi. La democracia en América Latina, un barco a la deriva, tocando en la línea de flotación y con piratas a estribor. estribor. Una explicación explicación de la larga duración. duración. La idea del autor es explicar, desde una perspectiva sociológico-histórica, las dificultades que tuvieron las sociedades latinoamericanas latinoamericanas para conformar regímenes políticos democráticos. Es a partir de este objetivo que nos pareció interesante trazar un recorrido histórico de los regímenes políticos latinoamericanos latinoamericanos para comprender el desarrollo y las características particulares que adopta la democracia en Latinoamérica. Latinoamérica.
Tres matrices societales Desde la perspectiva de Ansaldi, los países latinoamericanos se constituyen históricamente desde tres matrices societales: la plantación con trabajo esclavista, la hacienda con trabajo semiservil y la estancia con trabajo asalariado . Esta caracterización surge ya que el autor considera que el régimen de propiedad de la tierra es clave en los regímenes políticos latinoamericanos , en particular, como causal de la imposibilidad de
llevar a cabo proyectos democráticos. democráticos. Estas tres unidades de producción producción económica tienen en común común un rasgo fundamental: la propiedad latifundista. Esta última es el núcleo de los sistemas políticos duraderos, en cuya cabeza está la oligarquía. Cuando estos sistemas políticos son reemplazados por los liberales democráticos o por regímenes populistas, la oligarquía sigue persistiendo, no desaparece, gracias al clientelismo político.
Ahora bien, como veremos a continuación, las tres matrices societales indicadas se construyen en tiempos y espacios diferentes: a) Plantación: surge a comienzos del siglo XVI y se encuentra en el Caribe b) Hacienda: surge a principios del XVII y va desde México al noroeste argentino y Chile central c) Estancia: surge a fines del del XVIII en el área rioplatense y de las tres es la única con con contenido capitalista. capitalista. Es la más favorable a un régimen régimen democrático. Sin embargo, a pesar de sus diferencias, todas todas constituyen microsociedades microsociedades y generan un conjunto de pautas pautas culturales decisivas para la formación de las sociedades. Por otra parte, estas tres matrices han operado como cárceles de larga duración, naturalizando las diferencias sociales, como también la dominación y subordinación, mediante relaciones paternalistas, patrón- cliente, etc. La construcción del orden político y social poscolonial Los procesos de construcción de nuevos Estados se desarrollan invocando como principio legitimador el corpus liberal, tanto a nivel político como económico. económico. Este liberalismo es entendido en América Latina como la expresión de la modernidad superadora del antiguo régimen (absolutismo monárquico) y apunta al establecimiento de la democracia política. Empero, cabe recordar que la democracia y el liberalismo estuvieron divorciados por un buen tiempo y que por otra parte, para las clases que tenían el control de la
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economía y aspiraban a ejercer el poder político, la primera preocupación era llegar al orden, antes que a la democracia. Ahora bien, es de suma importancia recalcar que a pesar de la apelación a principios de legitimación habrá un desfase entre fundamentos y prácticas . Es decir, se establece el principio de que la soberanía reside en la
nación, la división tripartita de poderes, el sufragio universal masculino, pero el enunciado no se corresponde con la práctica. Ese desfase entre principios y prácticas generara tensión política, hasta incluso guerras civiles. Por otra parte será una de las claves para comprender el desarrollo de la democracia en América Latina. La dominación oligárquica Los procesos de construcción de los Estados latinoamericanos se resolvieron por la vía de l a revolución pasiva. Esta última es un entramado de cambios y continuidades que modifican la sociedad sin transformarla radicalmente. Se trata de un proceso que reconoce el poder y los privilegios de los grupos dominantes tradicionales y que frena el potencial transformador que eventualmente pueden expresar las clases subalternas. Es decir, la revolución pasiva consiste en un a “solución desde arriba”, elitista y antipopular, donde se emplean la violencia y la coerción, y que cuenta con el apoyo de un Estado intervencionista. Una singularidad de los casos latinoamericanos de revolución pasiva es que ellos se dan en situación de dependencia . Dicho de otra manera: las latinoamericanas son revoluciones pasivas dependientes , en una
simbiosis de economías capitalistas y economías y comportamientos sociales no capitalistas. La dominación oligárquica es la forma política predominante en esta construcción estatal. Este estado oligárquico se desarrollara en América Latina entre 1880 y 1930-1940, es decir, en el periodo de economías exportadoras. Al ser una forma de organización y ejercicio de la dominación, y no una clase, el termino oligarquía define un tipo de régimen o de Estado, el oligárquico, al cual se opone el democrático Los positivistas son la expresión intelectual más acabada de la dominación oligárquica. Sus mayores esfuerzos están dirigidos a describir con falsa imparcialidad las características de la “política criolla”, a partir de lo cual se evidencia una crítica al orden liberal democrático. La argumentación para llevar adelante esta crítica se centra en tres ejes: 1) el binomio pereza/trabajo, el cual está asociado a una p ercepción perversa del otro “inferior”; 2)lo inapropiado del diseño político heredado del orden poscolonial, ya que tiene características falsas o incompletas del principio democrático-representativo de la Revolución Francesa, las cuales han llevado a un “jacobinismo agudo”; 3) la función de las elites, que se reduce a sacudir el ocio político y disciplinar la
sociedad. Paradójicamente, la oligarquía invoca como principio de legitimación a la democracia, pero en realidad ésta es vulnerada. Ahora bien, a diferencia de Europa, en América Latina la democracia aparece como una petición de principios postergada para un futuro impreciso. De hecho, la década de 1930 es, para la región, la década en la cual la demanda de democracia política termina en una notable frustración, que dará como resultado una democracia virtualmente ausente.
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La democracia y el populismo El populismo puede ser definido como una orientación política de tendencia nacionalista, antiliberal y antioligarquica, con fuertes ideales nacionalistas e industrialistas, con una composición policlasista, pero con fuerte apoyo de las clases populares.
El populismo aparece, históricamente, en un contexto signado por la crisis económica y política de los años 30. Se asocia, pues, con la expansión de un nuevo modelo económico, el de la industrialización por sustitución de importaciones (ISI). Este fenómeno es antiimperialista, pero no anticapitalista, y la preservación del sistema capitalista se hace explicito cuando el populismo presenta cambios en la forma del Estado, sin alterar la matriz social. Esto se debe a que no se persigue la revolución social, ni mucho menos, el socialismo. Empero, al incorporar vastas masas del pueblo a la política, se genera una cierta revolución política. El populismo se reconoce como un autentico profundizador de la democracia, lo cual se expresa en la participación igualitaria de todo el pueblo en las cuestiones de poder. Sin embargo no podemos dejar de señalar, tal y como lo expresa Vilas, que estamos ante una democracia autoritaria. En términos de expansión de derechos de la ciudadanía, el populismo se caracteriza, excepto en el caso mexicano, por expandir mas los sociales que los políticos. Puede decirse también que, si bien el populismo no crea más ciudadanos, profundiza la ciudadanía de los que ya la detentan formalmente, los hace mas ciudadanos, y hasta incluso aplica efectivamente los derechos ya existentes, tal como lo hizo el peronismo. Por otra parte, cabe resaltar que el populismo pone en el tapete la idea de una única forma de democracia , la democracia política por los liberales latinoamericanos; también apela e interpela a las clases populares, recurriendo a un clientelismo de Estado, en lugar del clientelismo privado típico de la dominación oligárquica. En cuanto a la lucha de clases, el populismo se opone rotundamente . La armonía de clases es, justamente, leit motiv fuerte de los populismos; de hecho, en el caso del movimiento obrero se aprecia claramente el
predominio de un sindicalismo de negociación, en detrimento de un sindicalismo de confrontación. El corporativismo, otro rasgo típico de los populismos latinoamericanos, se orienta en la misma dirección. Las dictaduras institucionales de las fuerzas armadas La cínica invocación a la democracia realizada por USA durante la Guerra Fría se convierte, en América Latina, en una despiadada política de apoyo a las dictaduras institucionales de las Fuerzas Armadas, basadas ideológicamente en la Doctrina de Seguridad Nacional. Esta doctrina sostenía que los militares latinoamericanos tienen por misión principal combatir a los enemigos internos (los comunistas) que actúan dentro de las respectivas fronteras nacionales, dejando la lucha contra el enemigo exterior a las fuerzas de la OTAN. En rigor, se trata de una respuesta brutal a la Revolución Cubana y a la expansión de los movimientos insurgentes inspirados en ella. 3
A diferencia de las tradicionales dictaduras autocráticas, las nuevas son el resultado de la decisión de las Fuerzas Armadas de tomar por asalto de Estado (del cual son parte), desplazar al poder civil y gobernar apelando a mecanismos de selección de los gobernantes decididos y ejercidos por las jerarquías militares. Las dictaduras producen evanescencia en la política, reducen la pluralidad de voces; más aun, son la negación de la política y carecen de principio de legitimidad propia. Algunas de ellas se presentan, en algún momento de su desarrollo, como instauradoras de un nuevo orden político y social, es decir, con un carácter fundacional. Incluso, muchas veces se autopresentan como instancias recuperadoras de la democracia. Cuatro de las dictaduras institucionales de las Fuerzas Armadas más brutales se instauraron en sendos países de mayor desarrollo social y económico de Latinoamérica: Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. La hipótesis del autor es que en todos estos casos, lo que busca la dictadura es corre gir los “vicios de las democracia” , particularmente los generados por el populismo (Brasil, Argentina), el reformismo socialista (Chile) y/ o la amenaza potencial de la izquierda revolucionaria (Uruguay, Argentina). Ahora bien, más tarde o más temprano, las respectivas sociedades civiles generan acciones que, rompiendo el miedo, recuperan la primacía de la política mediante demandas, movilizaciones y acciones de diferente índole. Es así como en la primera mitad de los 80 las dictaduras comienzan a ceder. Por entonces, varios factores se asocian para jaquearlas: como mencionamos antes, la pérdida del miedo de la gente, que sale a las calles a reclamar libertad y democracia política, la crisis financiera y la deuda externa. Los resultados fueron transiciones conservadoras pactadas, excepto en Bolivia y Argentina. En el primer país, existe un gran descrédito por la ineficaz gestión del gobierno y su mafiosa relación con el narcotráfico mientras que en el segundo, también hay un gran descrédito, pero por la derrota en la guerra de Malvinas. Estos hechos privan a los militares de cualquier posibilidad de imponer condiciones. La democracia entre siglos En las transiciones de dictaduras a democracias políticas que se producen en América Latina, la gran novedad es la renuncia a transformaciones radicales. Es decir, se pasa de la demanda de la revolución, en los años 60 y 70, a una demanda de democracia en los 80. Se pone un énfasis muy fuerte en la democracia política, entendida en su forma clásica de democracia liberal representativa, como así también en la reconquista de las libertades fundamentales y de los derechos de ciudadanía política. Empero, pese a tanta apelación a la democracia liberal representativa, en la versión realmente existente en Latinoamérica, lo que prima es la pobreza. Las democracias latinoamericanas, las realmente existentes, son de pobres en lo social, y pobres en lo político.
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