Diferencias entre Liberalismo y Neoliberalismo Los liberales y neoliberales no solo no comparten principios, sino que tienen visiones opuestas entre sí. El neoliberalismo ha sido fomentado y pro promovid ovido o por por los los Est Estado ados en co conj nju unció nción n co con n las las gran grand des corporaciones, que a su vez controlan los medios de comunicación. Han creado un grupo dominante políticos y grandes empresarios! que que ma mani nipu pula la y so some mete te al res esto to de ciud ciudad adan anos os me medi dian ante te leye leyess echas ad echas ad hoc para hoc para mantener su estatus de casta. " utilizan los medios de comunicación, convertidos en plataformas de lavado de cerebro, haciendo creer a los ciudadanos que las medidas se toman por el bien com#n. Esto tiene un claro paralelismo con las sociedades de los siglos $%&&& o $&$ en la que las personas no eran ciudadanos sino s#bditos y los liberales combatían las prebendas de la nobleza y el lavado de cerebro realizado por el clero. 'or eso, aunque se parezcan en su nombre, no debemos confundir ambos ambos concep conceptos tos.. (as)nd (as)ndome ome en las de*nici de*nicione oness que de ambos ambos conceptos da la +iipedia voy a tratar de de*nirlos y de mostrar sus diferenciasEl liberalismo es un sis sistem tema a *losó* *losó*co, co, económ económico ico y políti político, co, que prom promue ueve ve las las libe libert rtad ades es civil civiles es se opon opone e a cual cualqu quie ierr for forma de desp despot otis ismo mo,, susc suscit itan ando do a los los prin princi cipi pios os repub epubli lica cano nos, s, sien siendo do la corriente en la que se fundamentan la democracia representativa y la división de poderes. /boga principalmente porEl desarrollo de las libertades individuales y, a partir de 0sta, el progreso progreso de la sociedad. El establecimiento de un Estado de 1erecho, donde todas las personas sean iguales ante la ley, sin privilegios ni distinciones, en ac acat atam amie ient nto o co con n un mism mismo o ma marrco míni mínimo mo de leye leyess que que resguarde resguarde las libertades l ibertades de las personas. El liberalismo surgió de la lucha contra el absolutismo, e inspiró en parte la organización del Estado de 1erecho, con poderes limitados 2que idealmente tendría que reducir las funciones del gobierno a seguridad, justicia y obras p#blicas2 y sometido a una constitución, que permitió el surgimiento de la democracia liberal durante el siglo $&$ $&$ la cual cual se encu encuen entr tra a vige vigent nte e en much muchas as naci nacion ones es ac actu tuale ales, s, especialmente en las de 3ccidente. El liberalismo al promover la libertad económica despojó a las sociedades donde pudo aplicarse de las las regul egulac acio ione ness ec econ onóm ómic icas as del del abso absolu luti tism smo o per permiti mitien endo do el desarrollo desarrollo natural de la economía de mercado y el ascenso progresivo del capitalismo.
En política económica internacional el liberalismo de*ende la libre circulación de los capitales ya que el libre comercio es com#n a todas
las teoría teoríass libera liberales les!! y en la libert libertad ad de circul circulaci ación ón de person personas, as, basa basado do en la co conv nvic icci ción ón de que que el libr libre e 4ujo 4ujo de las las inve invers rsio ione ness resultantes y la movilidad de personas favorece a los países pobres, que reciben aportes de capital de los países ricos, y los países ricos se bene*cian de la oferta material y laboral de los países pobres. En política económica interna abogar por la mínima intromisión de los gobiernos en los mercados como el laboral!, la privatización de las empr empresa esass p#blic p#blicas as y el desman desmantel telami amient ento o del Estado Estado 'atern aternali alista sta par ara a que el co cost sto o de su ine* ine*ci cien enci cia a no sea tras trasp pas asad ado o a los los ciudadanos. 'or su parte, el t0rmino neoliberalismo hace refer referencia encia solo solo a una una política económica que pretende reducir al mínimo la intervención estatal en materia económica y social, defendiendo el libre mercado capi ca pita talis lista ta co como mo me mejo jorr gara garant nte e del del equi equili libr brio io inst instit ituc ucio iona nall y el crecimiento económico de un país. /unque el neoliberalismo no tiene un componente moral o *losó*co, ya que solo se re*ere a la cuestión económica, en los países donde se ha desarrollado con m)s fuerza ha ido sie siempr mpre e ligado ligado a una moral moral muy restr restrict ictiva iva y profu profunda ndamen mente te conservadora, normalmente normalmente vinculada a posicionamientos religiosos. El neoliberalismo, como política tecnocr)tica y macroeconómica y no propiamente *losó*ca!, tiene una dimensión mercantilista distinta al liberalismo económico propiamente dicho, es decir el neoliberalismo no es nece necesa sari riam amen ente te sinó sinóni nimo mo de me merrca cado do libr libre e sin sin trab trabas as burocr)ticas ni privilegios sectoriales! razón que e5plicaría que sea asociado al corporativismo internacional. El t0rmin t0rmino o neolibe neoliberal ralism ismo o ha sido sido usado usado frecu frecuent enteme emente nte por los anticapitalistas socialistas, comunistas, etc.! así como por algunos críticos del mercado libre proteccionista, posteynesiano! de forma peyor peyorati ativa va como como una genera generaliz lizaci ación ón sobre sobre cualqu cualquier ier posici posición ón que pong ponga a límit límites es a la inter interve venc nció ión n de los los Esta Estado doss en la ec econ onom omía ía.. 6ect 6ector ores es sind sindic ical ales es lo usan usan as asim imis ismo mo co como mo epít epítet eto o fren frente te a los los intentos de recortar derechos laborales, conseguidos tras largos a7os de lucha, aunque los sindicalistas tambi0n lo emplean frente a las intenciones de recortar sus prebendas. Liberalismo Vs. Neoliberalismo
Los defen Los defensor sores es del liberal liberalism ismo o sos sostie tienen nen al menos menos las siguie siguiente ntess opiniones en general al respecto del neoliberalismo
8echazan el uso izquierdista del t0rmino neoliberalismo como una etiqueta falaz usada por algunos sectores de izquierda y de centro e incluso de derecha! para descali*car sumariamente a sus adversarios políticos. 8echazan el conservadurismo moral que suele ir ligado a las post postur uras as neol neolib iber eral ales es.. El liber liberali alism smo, o, en ca camb mbio io,, de*e de*end nde e la libe libert rtad ad en todo todoss los los )m )mbi bito tos, s, incl inclui uido do el mora moral, l, por por lo que que
de*ende los derechos de las minorías y la libertad individual de conciencia. 3pinan que la reducción del Estado debe ser real hasta limitarlo a lo completamente imprescindible, siguiendo los principios liberales cl)sicos y no los 9neoliberales:. Esto para evitar el mercantilismo empresarial y político o la entrega de preferencias a grupos de presión, multinacionales, o al poder político. Los liberales entienden que el neoliberalismo puede caer f)cilmente en mercantilismo empresarial o 9socialismo para ricos: o 9capitalismo corporativista: debido a que preserva el intervencionismo en materia monetaria y de comercio e5terior, adem)s de reservarse la facultad de intervenir el sector privado con dinero p#blico en tiempos de crisis privatizar ganancias y socializar p0rdidas!, en contradicción con los postulados liberales. 1el mismo modo no se puede considerar liberalización o privatización a la pr)ctica del Estado de despojarse de cierta participación estatal de una empresa semi;privada o introducir a dedo otras empresas en un sector considerado monopolístico, pero manteniendo siempre su control gubernamental e incluso una política de subvenciones. 1e igual forma los liberales rechazan a los organismos internacionales o p#blicos supraestatales <=&, 3=>, (=, etc.! debido a que los consideran 9monstruos burocr)ticos, intervencionistas e in#tiles:. Liberalismo y neoliberalismo en una lección Carlos Alberto Montaner
Conferencia pronunciada en Miami el 14 de septiembre de 2000 en un seminario del Instituto Jacques Maritain Lo m)s sorprendente del debate político y económico sostenido en 3ccidente es la antig?edad y la vigencia de los planteamientos b)sicos. El re7idero, en realidad, ha cambiado muy poco. >uatro siglos antes del nacimiento de @es#s, en La República y en Las leyes, 'latón delineó los rasgos de las sociedades totalitarias, controladas por oligarquías, en las que la economía era dirigida por la c#pula, la autoridad descendía sobre unas masas a las que no se les pedía su consentimiento para ser gobernadas, y el objetivo de los esfuerzos colectivos era el fortalecimiento del Estado, entonces conocido como polis. Ao en balde 'latón es el *lósofo favorito de los pensadores partidarios del autoritarismo.
humanidad, en su obra La ol!tica y en pasajes de la "tica propuso lo contrario- un modelo de organización en el que la autoridad ascendía del pueblo a los gobernantes. La soberanía radicaba en las gentes. Los gobernantes se debían a ellas. /hí estaba el embrión del pensamiento democr)tico. 'ero había m)s- /ristóteles creía en la propiedad privada y en el derecho de las personas a disfrutar del producto de su trabajo. " lo creía por razones bastante modernasporque los bienes p#blicos generalmente resultaban maltratados. Los ciudadanos parecían ser mucho m)s cuidadosos con lo que les pertenecía. 6e le antojaba, adem)s, que las virtudes de la compasión y la caridad sólo podían ser ejercidas por quienes atesoraban ciertas riquezas, de manera que la propiedad privada facilitaba esos comportamientos generosos y sacaban lo mejor del alma humana. Este pre)mbulo es para consignar que el liberalismo encuentra sus raíces m)s antiguas en estos aspectos del pensamiento de /ristóteles en los estoicos que cien a7os m)s tarde defendieron la idea de que a las personas las protegían unos derechos naturales anteriores a la polis, es decir, al Estado en los franciscanos que en 35ford, en el siglo $&&&, para esc)ndalo de la 0poca, proclamaron que en las cosas de la ciencia se llegaba a la verdad mediante la razón, y no por los dogmas dictados por las autoridades religiosas en 6anto Bom)s de /quino, que sistematizó la intuición de los franciscanos y comenzó el complejo deslinde de lo que pertenecía a >0sar y lo que pertenecía a 1ios, esto es, inició el largo proceso de secularización de la sociedad, y, de paso, alabó el mercado y a los denostados comerciantes. 'ero no es 0se el #nico santo que los liberales aclaman como uno de sus remotos patrones- fue 6an (ernardino de 6iena, acusado por la &nquisición de propagar peli#rosas no$edades, quien e5plicó el concepto de lucro cesante y defendió el derecho de los prestamistas a cobrar intereses, rompiendo con ello siglos de incomprensión sobre la verdadera naturaleza de la usura. Los liberales tambi0n reclaman como suyos 2 lo hiceron enf)ticamente los economistas de la escuela austriaca en el siglo $&$ 2 los planteamientos a favor del mercado y el libre precio de la espl0ndida %scuela de &alamanca del siglo $%&, con *guras de la talla de %itoria, 6oto y el padre =ariana, fustigador este #ltimo no sólo de tiranos, sino tambi0n del e5cesivo gasto p#blico que generaba in4ación y empobrecía a las masas.
El liberalismo en nuestros días
(ien- concluimos este r)pido recorrido por lo que pudi0ramos llamar la protohistoria liberal.'rosso modo esas son las se7as de identidad del liberalismo. >onviene, pues, acercarnos a nuestro aquí y ahora. Hag)moslo primero, muy someramente, en el terreno de la *liación política internacional. En CDF, *nalizada la 6egunda Guerra mundial, en 35ford, &nglaterra, convocados por 1. 6alvador de =adariaga, una serie de prominentes políticos e intelectuales europeos suscribió un documento y creó la Internacional Liberal con el objeto de defender la libertad y el Estado de 1erecho. 1urante medio siglo el Mani(esto de )*ford fue el te5to vinculante de los partidos que integraban la organización. 6uscribir lo que ahí se decía era el santo y se7a para formar parte del grupo. La premisa consistía en que el olvido de los valores liberales, esencialmente vigentes entre CFC y CDC, había provocado las dos guerras mundiales del siglo $$. 'or otra parte, los avances de los comunistas en Europa anunciaban el inicio de otro con4icto entre la libertad y el totalitarismo, de manera que resultaba vital vertebrar una línea defensiva que protegiera a la civilización occidental de los viejos fantasmas y de los nuevos peligros. En CDDF, tambi0n en 35ford, a los cincuenta a7os del te5to fundacional, desaparecida la I866 y desacreditado el mar5ismo leninismo tras la e5periencia del socialismo real, los partidos de la &.L. aprobaron otro mani*esto m)s e5tenso y acorde con los tiempos para de*nir lo que tenían en com#n las organizaciones adscritas a esta federación de partidos.
El esfuerzo original tuvo continuidad. Hoy la &L, que mantiene su sede en Londres, &nglaterra, est) compuesta por unos setenta partidos políticos de todo el mundo, siendo los mayores los de >anad) y (rasil, mientras gobiernan o cogobiernan en una docena de países de Europa, /m0rica, /sia y Jfrica, con una notable presencia entre los países que abandonaron el comunismo tras la caída del =uro de (erlín. 1entro de la &L hay tres partidos cubanos- la Inión Liberal >ubana CDDK!, el 'artido Liberal 1emocr)tico de >uba y 6olidaridad 1emocr)tica CDDD!. /ntes de a*liar a los dos #ltimos, en CDD viajó a >uba el 6ecretario General de la &L, el holand0s @ulius =aaten, hoy eurodiputado, y comprobó in situ la vitalidad de las dos organizaciones. 'osteriormente, @ean >hr0tien, el 'rimer =inistro de >anad) le cursó una invitación personal a 3svaldo /lfonso %ald0s para que acudiera a 3taa en octubre del KMMM.
Contorno del liberalismo
%eamos el per*l teórico de esta corriente ideológica. La primera observación que hay que hacer en torno al liberalismo tiene que ver con su imprecisión, su inde*nición y lo elusivo de su naturaleza histórica. En realidad, nadie debe alarmarse porque el liberalismo tenga ese contorno tan esquivo. 'robablemente ahí radica una de las mayores virtudes de esta corriente ideológica. El liberalismo no es una doctrina con un recetario unívoco, ni pretende haber descubierto leyes universales capaces de desentra7ar o de ordenar con propiedad el comportamiento de los seres humanos. Es un c#mulo de ideas y no una ideología cerrada y e5cluyente. El liberalismo, ya puestos a la tarea de su asedio, es un conjunto de creencias b)sicas, de valores y de actitudes organizadas en torno a la convicción de que a mayores cuotas de libertad individual se corresponden mayores índices de prosperidad y felicidad colectivas. 1e ahí la mayor virtud del liberalismo- ninguna novedad cientí*ca lo puede contradecir porque no establece verdades inmutables. Aing#n fenómeno lo puede desterrar del campo de las ideas políticas, porque siempre ser) v)lida una gran porción de lo que el liberalismo ha defendido a lo largo de la historia. El liberalismo es un modo de entender la naturaleza humana y una propuesta para conseguir que las personas alcancen el m)s alto nivel de prosperidad potencial que posean de acuerdo con los valores,
actitudes y conocimientos que tengan!, junto al mayor grado de libertad posible, en el seno de una sociedad que ha reducido al mínimo los inevitables con4ictos. /l mismo tiempo, el liberalismo descansa en dos actitudes vitales que conforman su talante- la tolerancia y la con*anza en la fuerza de la razón.
Ideas básicas
El liberalismo se basa en varias premisas b)sicas, simples y claras- los liberales creen que el Estado ha sido concebido para el individuo y no a la inversa. %aloran el ejercicio de la libertad individual como algo intrínsecamente bueno y como una condición insustituible para lograr los mayores niveles de progreso. Ao aceptan, pues, que para alcanzar el desarrollo haya que sacri*car las libertades. Entre esas libertades 2 todas las consagradas en la +eclaraci,n -ni$ersal de +erechos del .ombre 2 la libertad de poseer bienes el derecho a la propiedad privada! les parece fundamental, puesto que sin ella el individuo est) perpetuamente a merced del Estado. 6ostienen, incluso, que una de las razones por las que ninguna sociedad totalitaria ha sucumbido como consecuencia de una rebelión popular es por la falta de un espacio económico privado. 'or supuesto, los liberales tambi0n creen en la responsabilidad individual. Ao puede haber libertad sin responsabilidad. Los individuos son o deben ser! responsables de sus actos, y deben tener en cuenta las consecuencias de sus decisiones y los derechos de los dem)s. 'recisamente, para regular los derechos y deberes del individuo con relación a los dem)s, los liberales creen en el Estado de 1erecho. Es decir, creen en una sociedad regulada por leyes neutrales que no le den ventaja a persona, partido o grupo alguno y que eviten en0rgicamente los privilegios. Los liberales tambi0n de*enden que la sociedad debe controlar estrechamente las actividades de los gobiernos y el funcionamiento de las instituciones del Estado. Los liberales tienen ciertas ideas veri*cadas por la e5periencia sobre cómo y por qu0 algunos pueblos alcanzan el mayor grado de e*ciencia y desarrollo, o la mejor armonía social, pero la esencia de este modo de entender la política y la economía radica en no se7alar de antemano hacia dónde queremos que marche la sociedad, sino en construir las instituciones adecuadas y liberar las fuerzas creativas de los grupos e individuos para que estos decidan espont)neamente el
curso de la historia. Los liberales no tienen un plan para dise7ar el destino de la sociedad. &ncluso, les parece muy peligroso que otros tengan esos planes y se arroguen el derecho de decidir el camino que todos debemos seguir, como es propio de las ideologías. En el terreno económico la idea de mayor calado es la que de*ende el libre mercado en lugar de la plani*cación estatal. / *nes del siglo $%&&&, cuando argumentaba contra el mercantilismo, /dam 6mith lo aclaró incontestablemente en La rique/a de las naciones. En CDK, poco despu0s de la revolución bolchevique, entonces frente al mar5ismo, el pensador liberal austríaco Ludig von =ises, en un libro denominado &ocialismo, demostró cómo en las sociedades complejas no era posible plani*car el desarrollo mediante el c)lculo económico, se7alando con toda precisión en contra de las corrientes socialistas y populistas de la 0poca! cómo cualquier intento de *jar arti*cialmente la cantidad de bienes y servicios que debían producirse, así como los precios que deberían tener, conduciría al desabastecimiento y a la pobreza. %on =ises demostró que el mercado la libre concurrencia en las actividades económicas de millones de personas que toman constantemente millones de decisiones orientadas a satisfacer sus necesidades de la mejor manera posible!, generaba un orden natural espont)neo in*nitamente m)s armonioso y creador de riqueza que el orden arti*cial de quienes pretendían plani*car y dirigir la actividad económica. 3bviamente, de esas re4e5iones y de la e5periencia pr)ctica se deriva que los liberales, en líneas generales, no crean en controles de precios y salarios, ni en los subsidios que privilegian una actividad económica en detrimento de las dem)s. 'or el contrariocuando las personas, act#an dentro de las reglas del juego, buscando su propio bienestar, suelen bene*ciar al conjunto. 3tro gran economista, @oseph 6chumpeter, austriaco de nacimiento y defensor del mercado, pero pesimista en cuanto al destino *nal de las sociedades liberales como consecuencia del reto de los comunistas 2 predicción que su muerte en CDNM no le permitió corregir 2, demostró cómo no había estímulo m)s en0rgico para la economía que la actividad incesante de los empresarios y capitanes de industria que seguían el impulso de sus propias urgencias sicológicas y emocionales. Los bene*cios colectivos que se derivaban de la ambición personal eran muy superiores al hecho tambi0n indudable de que se producían diferencias en el grado de acumulación de riquezas entre los distintos miembros de una comunidad. 'ero quiz)s quien mejor resumió esta situación fue uno de los líderes chinos de la
era posmaoísta, cuando reconoció, melancólicamente, que Opor evitar que unos cuantos chinos anduvieran en 8olls 8oyce, condenamos a cientos de millones a desplazarse para siempre en bicicletaO. En esencia, el rol fundamental del Estado debe ser mantener el orden y garantizar que las leyes se cumplan, mientras se ayuda a los m)s necesitados para que est0n en condiciones reales de competir. 1e ahí que la educación y la salud colectivas, especialmente para los miembros m)s jóvenes de la comunidad 2una forma de incrementar el capital humano2, deben ser preocupaciones b)sicas del Estado liberal. En otras palabras- la igualdad que buscan los liberales no es la de que todos obtengan los mismos resultados, sino la de que todos tengan las mismas posibilidades de luchar por obtener los mejores resultados. " en ese sentido una buena educación y una buena salud deben ser los puntos de partida para poder acceder a una vida mejor. 1e la misma manera que los liberales tienen ciertas ideas sobre la economía, asimismo postulan una forma de entender el Estado. 'or supuesto, los liberales son inequívocamente demócratas y creen en el gobierno de las mayorías pero sólo dentro de un marco jurídico que respete los derechos inalienables de las minorías. Esto quiere decir que hay derechos naturales que no pueden ser enajenados por decisiones de las mayorías. Las mayorías, por ejemplo, no pueden decidir esclavizar a los negros, e5pulsar a los gitanos de una demarcación o concederles un poder omnímodo a los trabajadores manuales, los campesinos o los propietarios de tierra. La democracia, para que realmente lo sea, tiene que ser multipartidista y es preferible que est0 organizada de acuerdo con el principio de la división de poderes, de manera que el balance de la autoridad impida que una institución del Estado acapare demasiada fuerza. /unque no es una condición indispensable, y reconociendo que la tradición latinoamericana, eminentemente presidencialista, es contraria a este an)lisis, los liberales pre*eren el sistema parlamentario de gobierno, por cuanto suele re4ejar mejor la variedad de la sociedad y es m)s 4e5ible para generar cambios cuando se modi*can los criterios de la opinión p#blica. /l mismo tiempo, los liberales son partidarios de la descentralización y de estimular la autoridad de los gobiernos locales. La hipótesis 2generalmente con*rmada por la pr)ctica2 es que resulta m)s f)cil abordar y solucionar los problemas e*cientemente cuando quienes los padecen
supervisan, controlan y auditan a quienes est)n llamados a solucionarlos. 'or otra parte, el liberalismo contempor)neo cuenta con agudas re4e5iones sobre cómo deben ser las constituciones. El 'remio Aobel de Economía oase, 1ouglas Aorth y Gary (ecer han a7adido valiosos estudios que e5plican la relación entre la ley, la propiedad intelectual, la e5istencia de instituciones sólidas y el desarrollo económico. Los liberales creen que el gobierno debe ser reducido, porque la e5periencia les ha ense7ado que las burocracias estatales tienden a crecer parasitariamente, fomentan el clientelismo político, suelen abusar de los poderes que les con*eren, y malgastan los recursos de la sociedad. La historia demuestra que a mayor Estado, mayor corrupción y dispendio. 'ero el hecho de que un gobierno sea reducido no quiere decir que debe ser d0bil. 1ebe ser fuerte para hacer cumplir la ley, para mantener la paz y la concordia entre los ciudadanos, para proteger la nación de amenazas e5teriores y para garantizar que todos los ciudadanos aptos dispongan de un mínimo de recursos que les permitan competir en la sociedad. Los liberales piensan que, en la pr)ctica, los gobiernos real y desgraciadamente no suelen representar los intereses de toda la sociedad, sino suelen privilegiar a los electores que los llevan al poder o a determinados grupos de presión. Los liberales, en cierta forma, sospechan de las intenciones de la clase política, y no se hacen demasiadas ilusiones con relación a la e*ciencia de los gobiernos. 1e ahí que el liberalismo debe erigirse siempre en un permanente cuestionador de las tareas de los servidores p#blicos, y de ahí que no pueda evitar ver con cierto escepticismo esa función de redistribuidores de la renta, equiparadores de injusticias o motores de la economía que algunos les asignan. 3tro gran pensador liberal, el 'remio Aobel de Economía @ames (uchanan, creador de la escuela de ublic Choice, originada en su c)tedra de la Iniversidad de %irginia, ha desarrollado una larga re4e5ión sobre este tema. En resumen, toda decisión del gobierno conlleva un costo perfectamente cuanti*cable, y los ciudadanos tienen el deber y el derecho de e5igir que, en la medida de lo posible,
el gasto p#blico responda a los intereses de la sociedad y no a los de los partidos políticos. >omo regla general, los liberales pre*eren que la oferta de bienes y servicios descanse en los esfuerzos de la sociedad civil y se canalice por vías privadas y no por medio de gobiernos derrochadores e incompetentes que no sufren las consecuencias de la frecuente irresponsabilidad de los burócratas o de los políticos electos menos cuidadosos. En #ltima instancia, no hay ninguna razón especial que justi*que que los gobiernos necesariamente se dediquen a tareas como las de transportar personas por las carreteras, limpiar las calles o vacunar contra el tifus. Bodo eso hay que hacerlo bien y al menor costo posible, pero seguramente ese tipo de trabajo se desarrolla con mucha m)s e*ciencia dentro del sector privado. >uando los liberales de*enden la primacía de la propiedad privada no lo hacen por codicia, sino por la convicción de que es in*nitamente mejor para los individuos y para el conjunto de la sociedad.
Diferencias dentro de una misma familia democrática
El idioma ingl0s ha tomado la palabra liberal del castellano y le ha dado un signi*cado distinto. En líneas generales puede decirse que en materia económica el liberalismo europeo o latinoamericano es bastante diferente del liberalismo norteamericano. Es decir, el liberal americano le suele quitar responsabilidades a los individuos y asignarlas al Estado. 1e ahí el concepto del estado benefactor o elfare que redistribuye por vía de las presiones *scales las riquezas que genera la sociedad. 'ara los liberales latinoamericanos y europeos, como se ha dicho antes, 0sa no es una función primordial del Estado, puesto que lo que suele conseguirse por esta vía no es un mayor grado de justicia social, sino unos niveles generalmente insoportables de corrupción, ine*ciencia y derroche, lo que acaba por empobrecer al conjunto de la población. 6in embargo, los liberales europeos y latinoamericanos sí coinciden en un grado bastante alto con los liberales norteamericanos en materia jurídica y en ciertos temas sociales. 'ara el liberal norteamericano, así como para los liberales de Europa y de /m0rica Latina, el respeto de las garantías individuales y la defensa del constitucionalismo son conquistas irrenunciables de la humanidad. Ina organización como la merican Ci$il Liberties -nion, e5presión
cl)sica del liberalismo americano, tambi0n podría serlo de los liberales europeos o latinoamericanos. PEn qu0 se diferencian las distintas corrientes democr)ticas contempor)neasQ La socialdemocracia pone su acento en la b#squeda de una sociedad igualitaria, suele identi*car los intereses del Estado con los de los sectores proletarios o asalariados, y usualmente propone medidas *scales encaminadas a una hipot0tica OredistribuciónO de las riquezas. El liberalismo, en cambio, no es clasista, y coloca la b#squeda de la libertad individual en la cima de sus objetivos y valores, mientras rechaza las supuestas ventajas del estado2empresario, y sostiene que la presión *scal destinada a la Oredistribución de la riquezaO generalmente empobrece al conjunto de la sociedad, en la medida que entorpece la formación de capital. /unque en el an)lisis económico suele haber cierta coincidencia entre liberales y conservadores, ambas corrientes se separan en lo tocante a las libertades individuales. 'ara los conservadores lo m)s importante suele ser el orden. Los liberales est)n dispuestos a convivir con aquello que no les gusta, siempre capaces de tolerar respetuosamente los comportamientos sociales que se alejan de los criterios de las mayorías. 'ara los liberales la tolerancia es la clave de la convivencia, y la persuasión el elemento b)sico para el establecimiento de las jerarquías. Esa visión no siempre prevalece entre los conservadores. In ejemplo claro de estas diferencias se daría en el espinoso asunto del consumo de drogas- mientras los conservadores intentarían combatirlo por la vía de la represión y la prohibición, los liberales por lo menos una buena parte de ellos opinan que la utilización de sustancias tó5icas por adultos alcohol, cocaína, tabaco, marihuana, etc. pertenece al )mbito de las decisiones personales, y a quienes las consumen no se les debe tratar como delincuentes, sino como adictos que deben ser atendidos por personal m0dico especializado en desinto5icación, siempre que libremente decidan tratar de abandonar sus h)bitos. 'or otra parte, resulta frecuente la colusión entre empresarios mercantilistas conservadores y el poder político, fenómeno totalmente contrario a las creencias liberales. Ao es verdad, pues, que el liberalismo sea la corriente política que de*ende los intereses de los empresarios- la mera convicción de que el Estado no debe proteger de la competencia a ning#n grupo empresarial desmentiría este aserto- suelen ser los conservadores quienes cabildean para
obtener protecciones arancelarias o ventajas que siempre son en perjuicio de otros sectores. /#n cuando la democracia cristiana moderna no es confesional, entre sus premisas b)sicas est) la de una cierta concepción trascendente de los seres humanos. Los liberales, en cambio, son totalmente laicos, y no entran a juzgar las creencias religiosas de las personas. 6e puede ser liberal y creyente, liberal y agnóstico, o liberal y ateo. La religión, sencillamente, no pertenece al mundo de las disquisiciones liberales por lo menos en nuestros días!, aunque sí es esencial para el liberal respetar profundamente este aspecto de la naturaleza humana. 'or otra parte, los liberales no suelen compartir con la democracia cristiana o por lo menos con alguna de las tendencias de ese signo! cierto dirigismo económico y la voluntad redistributiva generalmente reivindicada por el socialcristianismo. En /m0rica Latina esa vertiente populistaRestatista de la democracia cristiana encarnó en gobiernos como los de aldera, o en los sindicatos agrupados en la >L/B. Los liberales no creen que la propiedad privada sólo se justi*ca Oen función socialO, como aparece en los papeles de la +octrina &ocial de la I#lesia, y como confusamente repiten muchos socialcristianos sin precisar e5actamente qu0 quieren decir con esa peligrosa frase, ambigua fórmula que puede abrir la puerta a cualquier g0nero de atropellos contra los derechos de propiedad.
El neoliberalismo una invención de los neopopulistas
El liberalismo, qu0 duda cabe, est) bajo ataque frecuente de las fuerzas políticas y sociales m)s dispares basta ver los documentos del socialistoide oro de &ao aulo o ciertas declaraciones de las >onferencias Episcopales y de los provinciales de la >ompa7ía de @es#s , pero para los *nes de tratar de desacreditarlo lo denominan neoliberalismo. %ale la pena e5aminar esta deliberada confusión. En primer t0rmino, tal vez sea conveniente no asustarse con la palabra. En el terreno económico el liberalismo, en efecto, ha sido una escuela de pensamiento en constante evolución, de manera que hasta podría hablarse de un permanente OneoliberalismoO. Lo que se
llama el Oliberalismo cl)sicoO de los padres fundadores 26mith, =althus, 8icardo, 6tuart =ill, todos ellos con matices diferenciadores que enriquecían las ideas b)sicas2, fue seguido por la tradición Oneocl)sicaO, segmentada en diferentes OescuelasO- la de Lausana +alras y 'areto! la &nglesa @evons y =arshall! y 2especialmente2 la /ustriaca =enger, (Shm2(aer, %on =ises o, posteriormente, Haye!. /simismo, tambi0n sería razonable pensar en el OmonetarismoO de =ilton h)vez, hoy 4amante presidente, acusó a sus contrincantes de OneoliberalesO, y 0stos, en lugar de llamarle OfascistaO o OgorilaO al militar golpista, epítetos que se ganara a pulso con su sangrienta intentona cuartelera de CDDK, respondieron dici0ndole que el neoliberal era 0l.
El orien de la !alabra
En /m0rica Latina la batalla contra ese fantasmal OneoliberalismoO comenzó e5actamente a principios de la d0cada de los ochenta, cuando en la región se hundieron de*nitivamente los gastados paradigmas del viejo pensamiento político2económico forjado a lo largo de casi todo el siglo $$. El vocablo surgió en el momento en que estalló la crisis de la deuda e5terna, y cuando simult)neamente se padecía en distintos países varios procesos de hiperin4ación causantes del notable retroceso del crecimiento económico que afectó a casi todo el >ontinente. PTu0 había falladoQ Aada m)s y nada menos que las ideas fundamentales sobre las que había descansado el discurso político latinoamericano desde la revolución me5icana de CDCM, pero especialmente tras la 6egunda Guerra mundial. Había quedado totalmente desacreditada la creencia transideológica 2com#n a diferentes credos políticos, a veces hasta antagónicos2 de que correspondía al Estado dirigir la economía, de*nir las prioridades del desarrollo y asignar los recursos. 1e golpe y porrazo se habían debilitado las m)s variadas aunque a veces a*nes! propuestas ideológicas dominantes durante muchas d0cadas- el nacionalismo proteccionista de @uan 1omingo 'erón, de Getulio %argas o de la >E'/L la economía de la demanda arti*cialmente estimulada por los presupuestos del Estado en busca del empleo pleno, como recetaban los discípulos de Ueynes el socialismo castrense y dictatorial de %elasco /lvarado y Borrijos el mar5ismo totalitario de >uba y Aicaragua. El populismo, en suma, agonizaba, y la izquierda, s#bitamente, se quedaba sin proyecto, totalmente incapaz de responder la pregunta clave que había gravitado sobre /m0rica Latina desde la fundación misma de las primeras rep#blicas- cómo lograr que las naciones de nuestra cultura alcancen los niveles de prosperidad de los países de origen institucional europeo. 3 2dicho en otras palabras2 cómo conseguir para los latinoamericanos un nivel de desarrollo similar al de >anad) o al de Estados Inidos, nuestros vecinos en el Auevo =undo, de manera que la mitad de nuestra gente logre abandonar la terrible miseria en la que vive. Ao era posible, incluso, recurrir a la 3eor!a de la dependencia3 para continuar e5plicando el subdesarrollo latinoamericano como consecuencia de una especie de malvado designio de un 'rimer =undo empe7ado en mantener a /m0rica Latina en una suerte de pobreza e5portadora de materias primas. Las d0cadas de los setentas y ochentas habían visto el surgimiento de economías poderosas en
las zonas tradicionalmente consideradas como Operif0ricasO. En la d0cada de los cincuentas >orea o Baian eran considerablemente m)s pobres que =05ico o Ecuador, relación que se había invertido ostensiblemente es los setenta y era casi sangrante en los ochentas. 'ero había m)s- Estados Inidos y >anad), corazón de el capitalismo OcentralO, lejos de aherrojar a =05ico para mantenerlo como una colonia económica, lo habían invitado a formar un OBratado de libre >omercioO encaminado al enriquecimiento conjunto. Bampoco se podía seguir predicando revoluciones socialistas, pues se conocía triste y perfectamente lo que había sucedido en >uba y Aicaragua. Ao era posible prometer m)s reformas agrarias, nacionalizaciones de los recursos b)sicos o m)gicas distribuciones de la renta. >arecía de sentido insistir pla7ideramente en la voracidad culpable del imperialismo, en la fatalidad sin solución de la Oteoría de la dependenciaO o en la supuesta inevitabilidad de la in4ación e5plicada por los estructuralistas. Bodo eso y mucho m)s se había ensayado sin ning#n resultado halagador. /l comenzar el siglo los latinoamericanos teníamos, como promedio, el diez por ciento del per c)pita de los estadounidenses y al terminarlo, cien a7os despu0s, tras decenas de revoluciones, constituciones, golpes de estado y asonadas militares, seguíamos teniendo el mismo diez por ciento, pero ahora el #ap ya no sólo era cuantitativo. Entre nuestro mundo y el de ellos se había abierto una zanja difícilmente salvable en la que comparecían la carrera espacial, el genoma humano, las telecomunicaciones digitales, la investigación atómica y otra larga docena de complejos procesos cientí*cos y t0cnicos muy alejados de nuestro alcance. Las diferencias, para usar la terminología mar5ista, se habían hecho OcualitativasO. P>ómo reaccionaron, en ese momento, los políticos latinoamericanos m)s racionalesQ 6encillamente, recti*caron el rumbo. 6i el Estado había sido un p0simo gerente económico que perdía ingentes cantidades de dinero, lo sensato era transferir a la sociedad los activos colocados en el )mbito p#blico para no continuar dilapidando los recursos comunes. Había que privatizar, pero ni siquiera por convicciones ideológicas, sino por razones pr)cticas- el Estado2 propietario había quebrado. 6i el gasto p#blico había arruinado las arcas nacionales y comprometido el desarrollo, y si se había llegado al límite del endeudamiento, Pcómo e5tra7arse de la necesidad de recortar las obligaciones del EstadoQ 6i la burocracia había crecido parasitariamente, y con ella y en la misma proporción, había
aumentado la ine*cacia de la gestión de gobierno, Pqu0 otra cosa podía recomendarse que no fuera una dr)stica limitación del sector p#blicoQ 6i el d0*cit *scal se había convertido en un c)ncer galopante, Pcómo escapar a la necesidad de sostener presupuestos equilibradosQ 6i los controles de precios y salarios, practicados en distintos momentos en todos los países de nuestra esfera, habían demostrado su inutilidad, o 2peor a#n2 su car)cter contraproducente, empobrecedor y generador de toda clase de corrupciones, Pcómo no defender la libertad de mercadoQ 6i nuestras sociedades habían sufrido el 4agelo implacable de la hiperin4ación, con el empobrecimiento general que esto conlleva, Pno era perfectamente lógico acudir a la austeridad monetaria, ya fuera mediante cajas de conversión Oa la argentinaO o mediante severas restricciones a las emisiones de monedaQ 6i *nalmente, y a rega7adientes, se aceptaban la necesidad de la propiedad privada y las ventajas de las inversiones e5tranjeras, era obvio que todo eso tenía que protegerse con instituciones de 1erecho, mientras se auspiciaba una atmósfera jurídica muy alejada de la tradición revolucionaria latinoamericana. 6i los ejemplos de los países que habían logrado desarrollarse los OtigresO, la propia Espa7a demostraban que la globalización no sólo era inevitable, sino, adem)s, resultaba muy conveniente, Pqui0n en sus cabales podía continuar insistiendo en la autarquía económica la e5centricidad ideológica y el proteccionismo arancelarioQ Eso era el tan cacareado, odiado y vilipendiado OneoliberalismoO. Era el ajuste inevitable como resultado del desbarajuste previo. Ai una sola de las llamadas medidas OneoliberalesO fue el producto de dogmas teóricos ni de conversiones m)gicas a un credo supuestamente derechista. Aadie se había caído del caballo de la >&/ en el camino a +ashington. Aada había de libresco en el bandazo político y económico que daba /m0rica Latina. Era el resultado de la e5periencia. Las medidas no las dictaban la se7ora Bhatcher o =r. 8eagan. Aadie en las c#pulas de gobierno había descubierto a =ises, a Haye y al resto de la Escuela austriaca. Bodo lo que se había hecho era volver de rev0s el fallido recetario tradicional de /lfonsín, /lan García, astro, 1aniel 3rtega o el de las anteriores generaciones de la vasta familia populista- 'erón, L)zaro >)rdenas, Getulio %argas. En alg#n caso, como sucedió con el boliviano 'az Estenssoro, una misma persona fue capaz de desempe7ar los dos papeles en su larga vida política- a mediados de siglo 1. %íctor actuó como un revolucionario populista. Breinta a7os m)s tarde, guiado por la
e5periencia, modi*có lo que había que cambiar y se movió en dirección opuesta. Ao era un oportunista, como dicen sus enemigos, sino todo lo contrario- un hombre inteligente capaz de mudar sus criterios a la luz de los resultados y a tenor de los tiempos. arlos /ndr0s '0rez en %enezuela durante su segundo mandato a principios de la d0cada de los noventa, o con el cambio de rumbo a que se vio obligado 8afael >aldera en los #ltimos a7os de su desafortunado gobierno, pese a tener un corazón perdidamente populista. 6encilla y llanamente- no había otra forma de gobernar. Esta observación tiene cierto inter0s, porque los críticos del pretendido neoliberalismo suelen presentar el nuevo pensamiento político latinoamericano como el resultado de una oscura conspiración de la derecha ideológica, cuando sólo se trata de medidas puestas en pr)ctica por políticos que provenían de distintas familias de la vieja tradición revolucionaria latinoamericana. >arlos 6alinas de Gortari había sido amamantado por las leyendas del '8&. Gaviria era un liberal colombiano, lo que casi siempre quiere decir un OsocialdemócrataO. >arlos 6a#l =enem era un peronista de pura cepa, intimidantemente ortodo5o antes de llegar al poder. '0rez (alladares procedía del torrijismo m)s rancio y leal. 6ólo en >hile puede hablarse de cierta carga ideológica, y tambi0n ahí los cambios impuestos por 'inochet, respetados por los sucesivos jefes de Estado, no fueron tanto el resultado de las convicciones de los Chica#o boys, como la consecuencia del fracaso del modelo dirigista, burocr)tico y antimercado iniciado por el conservador /lessandri, agravado por el socialcristiano
El discurso moral
Esta ausencia de propuestas concretas e inteligibles por parte de una izquierda enmudecida por la realidad, al margen de la creación de etiquetas como OneoliberalismoO, se ha traducido en la elaboración de un discurso moral defensivo que hace las veces de doctrina suced)nea. "a no es frecuente escuchar que la solución a nuestros
males est) en el mar5ismo o en cualquiera de las variantes socialistas. Eso hoy provoca risas o el bien ganado mote de Oidiota latinoamericanoO. /hora lo que se hace es denunciar el nuevo pensamiento político latinoamericano 20se que se deriva de la fallida e5periencia del viejo2 cali*c)ndolo de e5clusivista y de pretender ser O#nicoO, como subrayan con frecuencia los enemigos de la libertad económica, como si las medidas encaminadas a reorganizar nuestras vapuleadas sociedades fueran una especie de consigna#oebeliana o de doctrina totalitaria. /l mismo tiempo, los adversarios de los nuevos paradigmas, muy en su papel de catones del Bercer =undo, llenos de santa indignación, les atribuyen a los OneoliberalesO una total falta de compasión con los humildes, re4ejada en el recorte de los míticos Ogastos socialesO. 'ero no e5plican, por supuesto, por qu0 cuando estaban vigentes las viejas ideas estatistas y entre ellas el abultado Ogasto socialO se mantenían y hasta aumentaba el n#mero de los desposeídos, mientras se ampliaba el d0*cit presupuestario y el endeudamiento del Estado. Bampoco se molestan en aclarar esa pregunta ordinaria y burguesa de quienes pretenden averiguar dónde est)n o de dónde saldr)n los e5cedentes para sufragar el consabido gasto social. 1ónde est) el dinero, qui0n va a abonarlo y qu0 resultado tiene para el conjunto de la sociedad ese o cualquier otro esfuerzo realizado con el erario p#blico. Bambi0n 2y esto es acaso m)s importante2 los defensores de las virtudes del gasto social probablemente no se han percatado de que el objetivo que debe perseguir toda sociedad sana es tener la menor cantidad posible de gasto social como consecuencia de que las personas y las familias sean capaces de ganar decentemente su propio sustento sin tener que recurrir a la solidaridad colectiva o la compasión de ciertos grupos piadosos. &ncluso, hasta es posible formular una regla general que establezca que la calidad de un sistema político y económico se mide en función inversa a la cantidad de gasto social que la sociedad requiere para subsistir razonablemente. / m)s gasto social, m)s inadecuado resulta el sistema. / menor gasto social requerido, m)s 4e5ible y e5itoso es ese modelo que permite y estimula la creación de riquezas y la responsabilidad de los individuos. 3tra crítica moral, disfrazada de razonamiento t0cnico, es la que descali*ca al mercado por sus innatas imperfecciones y porque supuestamente polariza la riqueza- el mercado, a*rman los neopopulistas, hace a los ricos m)s ricos y a los pobres m)s pobres.
En buena ley, quienes esto advierten no comprenden el mercado. 6i por imperfección se entiende que ocurren periodos de crecimiento y periodos de contracción, por supuesto que es cierto, pero eso sólo prueba que el mercado es una dimensión cambiante, proteica, en la que millones de agentes, cada uno de ellos cargado de e5pectativas, van transformando la realidad económica. Bal vez no haya ciclos cortos y largos, como creía haber descubierto Uondratiev, pero no hay duda de que cada cierto tiempo se producen ajustes, correcciones y hasta en0rgicas crisis. 'or supuesto que el mercado no es perfecto en el sentido de cerrarles la puerta a los fracasos o de poder asegurar el enriquecimiento progresivo de todos. >laro que hay perdedores y ganadores, en muchos casos como consecuencia de la imaginación y la capacidad para innovar de agentes económicos m)s creativos y mejor organizados, pero eso no invalida al mercado. 'ese a ello, sigue siendo el m)s e*caz modo de asignar recursos, deducir precios y formular transacciones. =)s a#n- esa ruina que algunos padecen en el mercado, o la fortuna que acompa7a a otros, como se7alara el mencionado 6chumpeter hace ya muchas d0cadas, es un proceso de Odestrucción creativaO que va perfeccionando los bienes y servicios que se le brindan al consumidor. Es en el mercado donde la humanidad progresa. Es ahí donde se llevan a cabo las m)s formidables revoluciones. 1onde no hay competencia, naturalmente, nadie quiebra, pero la sociedad se estanca. En /lemania oriental ninguna empresa corría peligro y, por ende, ning#n trabajador temía por su empleo siempre y cuando obedeciera bovinamente las instrucciones del 'artido, pero era en la /lemania 3ccidental donde el nivel de vida y el confort alcanzaban las cotas m)s altas. " tampoco es cierto que el mercado polariza las riquezas- mientras m)s abierto y libre, mientras con mayor facilidad puedan participar los agentes económicos, m)s posibilidades tienen los m)s pobres de conseguir crear y acumular riquezas. En >hile por ejemplo en los #ltimos siete a7os los niveles de pobreza han descendido del VW de la población al KKW. En Baian sólo un CMW de la población puede cali*carse como e*tremadamente pobre. En CD el DMW era miserable. En todo caso, tras esa denuncia de OpolarizaciónO de los recursos que los neopopulistas lanzan contra los pretendidos neoliberales, se esconde una amarga censura moral contra el 05ito económico. Ao es la pobreza de muchos lo que horroriza a los neopopulistas sino la riqueza de algunos. Los hiere que en pocos a7os alguien como (ill Gates acumule la mayor fortuna del planeta, pero no se percatan de
que no es una riqueza arrebatada a otros sino creada para su propio lucro y para el de millones de personas que de una u otra forma se han bene*ciado del asombroso crecimiento de su compa7ía o de los productos puestos a disposición del mercado. 'or otra parte, ninguno de estos críticos de la economía de mercado jam)s ha atacado a los sistemas fabricantes de miseria. Lo malo 2para ellos2 no es que el socialismo africano arruinara a#n m)s a países como Banzania, =ozambique, /ngola o Etiopía. / los socialistas africanos no los juzgan por sus resultados sino por sus justicieras intenciones. Los neopopulistas no encuentran nada censurable en que el socialismo isl)mico empobreciera hasta la verg?enza a los argelinos, a los egipcios o a los tunecinos, empeorando sensiblemente la herencia colonial dejada por Europa. Ao se quejan nunca de esa implacable f)brica de mediocridad y estancamiento que fue el socialismo hind# durante el largo periodo de estatismo y burocracia que siguió a la creación de la &ndia independiente. En >uba, lo que invariablemente subrayan del desastre económico, producido sin duda por el modelo sovi0tico minuciosamente calcado por >astro, es el embargo norteamericano, como si las restricciones al comercio entre los dos países, y no el disparate mar5ista, fueran responsables de lo que allí acontece. Lo que a los neopopulistas les morti*ca es que en algunas sociedades ciertos segmentos de la población consigan atesorar riquezas. Esa es la crítica de fondo que les hacen a los liberales 8eagan o Bhatcher. Ao importa la evidencia del resurgimiento de &nglaterra o que en los #ltimos veinte a7os la economía norteamericana 2todavía bajo la in4uencia rea#aniana pese a los a7os de gobierno demócrata2 haya creado decenas de millones de puestos de trabajo en bene*ciotambi5n de los m)s necesitados. 'ara los neopopulistas el sistema europeo, el espa7ol 2por ejemplo2, es moralmente superior, aunque la tasa de desocupados cuadruplique a la de Estados Inidos. 1onde el desempe7o económico de todos es mediocre, no hay nada que objetar. 1onde algunos consiguen enriquecerse en medio de sociedades en las que todos o casi todos logran prosperar, se producen los m)s feroces y descali*cadores ataques. La virtud, aparentemente, est) en el igualitarismo. Los neopopulistas siguen pensando que lo bueno y lo justo es que todas las personas posean los mismos bienes y disfruten de los mismos servicios, independientemente del talento que posean, de los esfuerzos que realicen o de la suerte que el azar les depare.
3tro tanto ocurre con la revitalización del individualismo. 'ara los neopopulistas el neoliberalismo ha traído aparejado un aumento repugnante de la codicia personal y una correspondiente disminución del espíritu solidario. 1onde los liberales de*enden la necesidad de Estados, instituciones y leyes neutrales, convencidos por la e5periencia de que lo contrario conduce al clientelismo y la corrupción, los neopopulistas creen ver una absoluta falta de compasión a la que inmediatamente oponen el comunitarismo o cualquier otra variante vegetariana e inocua del socialismo. 1onde los liberales hacen un llamado a la recuperación de la responsabilidad individual, e5onerando a la sociedad de la improbable tarea de procurarnos la felicidad, los neopopulistas perciben rasgos de insolidaridad. En rigor, lo que ha ocurrido es, a un tiempo, fascinante y sorprendente- los neopopulistas, que partieron de un an)lisis materialista, al perder la argumentación que poseían, se han apoderado del lenguaje religioso, renunciando al e5amen de la realidad. "a no tienen en cuenta los hechos sino sólo las motivaciones. Han asumido un discurso teológico de culpas y pecados, en el que se valoran las virtudes del espíritu y se rechazan las 4aquezas de la carne. Bener es malo. Luchar por sobresalir es condenable. Lo bueno es la piedad, la conmiseración, el apacible amor por el prójimo. " nada de eso puede encontrarse en la OselvaO del mercado, donde las personas luchan con dientes y u7as para aniquilar a los competidores. Ellos, en cambio, los neopopulistas, representan a los pobres, son los intermediarios de la fam0lica legión ante el mundo y los #nicos capaces de de*nir el bien com#n. Ellos ir)n al cielo. Los neoliberales al in*erno. En cierta forma se puede hablar de un debate posmoderno. Los neopopulistas han renunciado a la racionalidad. Les resultaba demasiado incómoda.