Dejarás la tierra Decía Balzac, en «Pequeñas miserias de la vida conyugal», que para ser un verdadero novelista hay que hurgar en la vida social, pues la novela es la historia pr ivada de las naciones. Renato Cisneros se sumerge en la historia privada de su familia y con ello ha dado a luz una novela – Dejarás la tierra- que ilumina aspectos poco gratos de la vida social de nuestra nación. La pesquisa tiene como eje las figuras paternas y cómo estas lidiaban con sus secretos: el tatarabuelo –un sacerdote con mujer e hijos –, el bisabuelo –un bastardo que construye una reputación como poeta pero que vive cargando la «culpa» de su condición –, y el abuelo –un periodista y luego diplomático bígamo, que convive con el secreto privado en medio de la transparencia pública –. Con ellos se presentan todas las miserias de la sociedad peruana: hipocresía, habladurías, fachadas, doble moral, machismo, etc. Los «Cisneros» son mucho más conservadores que liberales. Más tradicionales, que modernos. Hay cierto republicanismo y defensa de ciertos ideales, pero estos lucen más cercanos al pasado que al futuro. Sin embargo, los personajes más interesantes son femeninos: la formidable Nicolasa –la tatarabuela –, Lucrecia, la amante del Presidente Ramón Castilla –y luego madre de las primeras hijas del bisabuelo – y la altiva Esperanza, la primero amante y luego esposa del abuelo, Fernán. Es más, son las mujeres las fuertes, las que con todas sus imperfecciones imperfecciones y errores, sostuvieron las familias ante la ausencia de los padres –por su cobardía, por su exilio, por su muerte –. Salvo Lucrecia, la rebelde. La más moderna. Y aunque el autor señala que es el apellido del tatarabuelo el que realmente les corresponde, creo que es el apellido Cisneros –el materno – el que legítimamente se impone en la historia. Aunque la novela no alcanza ese tono íntimo de «La distancia que nos separa», quizá por lo distinta que es la relación que se puede tener con el padre – el «Gaucho» –, posee personajes, en buena medida imaginados, llenos de vida en un relato de fácil lectura. Encontré por ahí alguna incoherencia interna de algunos hechos, pero nada que le quite mérito al texto. No es, desde luego, la primera novela peruana que nos conecta con nuestra historia republicana, pero sí es la muestra de que sigue habiendo mucho material ahí, muchos personajes personajes y relatos a la espera de un autor.
Ivan Lanegra