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De la Imitación
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del S. Corazón de Jesús
Biblioteca del Apostolado de la Prensa
DE LA IMITACIÓN DEL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS OBRA ESCRITA EN LATIN POR EL
R.P.J. ARNOLDO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
Nueva traducción al castellano
POR
UN SOCIO DEL APOSTOLADO DE LA PRENSA MADRID ADMINISTRACION DEL APOSTOLADO DE LA PRENSA
7- San Bernardo -7 http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
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PRÓLOGO I. La particular devoción al Corazón sacratísimo de Jesús, Hijo de Dios, es la más antigua entré los cristianos. Antes que los Santos Sacramentos y otros objetos de devoción existiesen, ya la bienaventurada Virgen María reverenciaba al dulcísimo Corazón de su amantísimo Hijo; ya San José lo estrechaba contra el suyo; ya los pastores y los Magos, Simeón y Ana, los Apóstoles y discípulos, por Él y hacia Él se veían atraídos, á El amaban y trataban de imitar. Pero desde el momento en que Jesucristo llamó a todos los hombres para
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS
que supierandecómo El era manso y humilde desde queprecioso sacó de los tesoros su Corazón el Sacramento dede la corazón; Eucaristía, el más de sus dones; desde que quiso le abriesen en la cruz su sagrado pecho, y permaneciese abierto, como refugio para todos, desde entonces se acrecentó maravillosamente la devoción al Corazón divino. Ya los Apóstoles extendieron por todo el mundo esta particular devoción, y de aquí que los Padres de la Iglesia la sustentaran con gran afecto y ternura y la recomendaran con gran cuidado. Finalmente, los Santos de todos los siglos fueron discípulos devotísimos del Corazón de Jesús. Mas cuando llegó la plenitud de los tiempos, que el Señor escogió para franquear todas las riquezas de su Corazón, entonces fué cuando apareció la benignidad del Salvador, y él mismo reveló cómo era voluntad suya que en adelante fuese especialísima la devoción a su Corazón Sacratísimo prometiendo y asegurando que derramaría sus gracias sobre cuantos se consagrasen de un modo especial al culto de su Corazón Sacratísimo. 2. El objeto de este culto es el Corazón mismo de Jesús. Mas como hay en Jesucristo dos naturalezas, una divina y otra humana, pero una sola persona, y en esa divina, el Corazón de Jesucristo es el Corazón de la Persona divina, es el corazón del Verbo encarnado. Y como quiera que esta Persona divina debe ser honrada con suprema adoración, la adoración
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que se tribute al Corazón Sacratísimo de Jesús, puesto que éste no puede separarse de la Persona divina, hade ser también suprema. Esta es una verdad católica que ha pulverizado los errores en contrario. 3. El fin de esta devoción es triple. Primero, corresponder con nuestro amor por todos modos y maneras al amor inmenso de Jesús, cuyo símbolo es su Corazón, aquel Corazón que tantas y tan grandes cosas hizo y padeció por nosotros, y que nos fue donado en el preciosísimo y dulcísimo Sacramento de la Eucaristía. Segundo, compensar en lo posible, con nuestro fervor y piedad, todas las injurias con que fue siempre y es en el día ultrajado este Sacratísimo Corazón, que el mismo Señor nos ha mostrado como el asiento y morada de todos sus afectos. Tercero, imitando lo que veneramos, revestirnos de los mismos afectos y sentimientos que animaron al Corazón de Jesús en su vida activa y paciente, y que aún hoy le animan en su vida sacramental y bienaventurada. 4. De la antigüedad de esta devoción, de su objeto y múltiple fin, se infiere que es la mejor, la más sólida, la más provechosa y la más consoladora de todas las devociones. Pero como el principal fin de la religión es imitar lo que veneramos, y los demás fines están comprendidos en la verdadera imitación, para estimular, y en lo que nos sea permitido para dirigir esta imitación, ofrecemos a todos esta obrita. 5. Este opúsculo, compendio de la teología ascética, que abraza así la doctrina la práctica de la diaria vida espiritual e interior, dará repetir a todosy amplísimacomo materia de meditación para todo el año. Podráse escudriñar, ahondando en ella más y más con la mente y grabándola con más fijeza en el corazón. Podrás también, si mejor te pareciere, proceder por una de estas maneras: o bien partiendo desde el principio seguir sin interrupción hasta el final de la obra, o interrumpir alguna vez esta marcha regular cuando alguna necesidad o conveniencia propia nos pidiere otro lugar o capítulo de meditación que mejor satisfaga la tal necesidad o conveniencia, como cuando la devoción te invitase a leer el último libro los días que recibas la Sagrada Comunión.
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6. No se propone aquí, como se suele en los libros de meditación, lo común y lo general, sino lo particular y especial, tanto para evitar el mal como para practicar el bien; y esto, a la verdad, por gravísimas razones. Primeramente, para que nadie camine a tientas y gaste el tiempo en balde, cerrando sin tiento y acometiendo sin tino contra cuanto se le presente, sin resultado ni provecho; además que, teniendo a la vista un asunto determinado, todapara la fuerza y empeñoconstantemente de la meditación y oración, del examen y de las buenas obras, los dirija a vencer lo que deba vencer y a alcanzar lo que deba alcanzar. Y finalmente, para que destruyendo una a una cuantas cosas son como causas y raíces de los otros males, las aniquile todas con más facilidad y mayor eficacia, y para que, aprendiendo y adquiriendo aquellas virtudes capitales las cuales Jesucristo nos dio en la humildad y caridad de su Corazón ejemplo esclarecido, con más libre expedición y mayor seguridad alcance todas las demás. 7. Cuanto al modo de escribir, aunque es enteramente cierto que las verdades de Cristo no se han de anunciar con pomposidad de lenguaje y aparato de ciencia, pues el reino de Dios no se persuade con palabras, sino con unción, todavía me ha parecido cuidar de dos cosas con cl mayor esmero: que el estilo guarde correspondencia y armonía con el asunto de que se trata, y que el decir sea castizo. 8. Y por último, debo advertir que la índole de este libro no es para ser leído en público, sino para que cada uno lo lea a solas. Porque tal es su forma y tal es el giro de su lenguaje, que para saborearle es preciso quedar a solas con Jesucristo, conversar con Él, como dicen, cara a cara y corazón con corazón.
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DIRECTORIO PARA EL LIBRO
Infiérese de todo esto que, así los que principian, aquellos que van ya adelante, y hasta los perfectos pueden usar y repetir continuamente con mucho la lectura de este libro. Porque «creedme - dice San Bernardo: — lo que se ha podado, retoña; lo ahuyentado, vuelve; lo extinguido, se enciende; lo adormecido, despierta otra vez. Poco es, pues, podar una vez
PRIMERO
sola; es sinecesario podar muchas continuamente, es posible; porque, bien te examinas, siempreveces, hallarás alguna cosa quesi podar».
1. Quien quisiere sacar entero fruto de esta obra, debe comprender perfectamente cl objeto de cada libro, emplear con acierto los medios propuestos para llegar a dicho objeto, y superar con diligencia los obstáculos que a su consecución se opusieren. Razón por la cual antes de cada libro trataremos breve y claramente de estas tres cosas, para que sea
Po eso te ruego que jamás se te caiga de la memoria que limpiar perfectamente el corazón es negocio de suma importancia, puesto que de ello depende ludo lo demás en la vida espiritual. La razón principal por qué se encuentran tan pocos que hallen fácil y amena la senda de la virtud, tan pocos que perseveren adelantando con holgura y constancia, tan pocos que lleguen a la unión con Dios, y tan pocos por último, que disfruten aun en esta vida los regalos por Dios ofrecidos a los limpios de corazón, la
más segura la dirección. 2. El objeto del libro primero es limpiar el alma, en primer lugar, de toda mancha de pecado; después, del amor del malvado mundo, y finalmente, del amor desordenado de sí mismo. Lo cual puede entenderse de tres maneras, y alcanzarse por otros tantos grados, que son: Primero: Que limpies tu alma de todo pecado mortal, y hasta tal punto del amor mundano y desordenado afecto hacia ti mismo, que de hecho prefieras a Dios, tu Creador y Salvador, sobre todas las cosas; de tal manera, que por ninguna, cualquiera que sea, quieras ofender mortalmente a su divina
razón, digo, de todo esto es que hay muy pocos que purifiquen perfectamente su interior.
Majestad. Segundo: Que purifiques tu corazón de todo pecado venial deliberado, y hasta tal punto del amor mundano y desordenado amor hacia ti mismo, que ni por todo lo criado ni por tu propia vida consientas en cometer deliberadamente pecado venial.
corazón. Tolera enemigo en cierta manera que nos demos con sosiego a las virtudes y aun a la perfección, con tal descuidemos esa pureza del alma. Sabe que por aquí nos enredaremos en mil ilusiones y nunca llegaremos a tener sólidas virtudes, y mucho menos la perfección verdadera. Es engaño frecuente, del cual mucho se han de guardar aquellas almas que no estén perfectamente purificadas, querer, con solo haber purificado superficialmente el corazón, llegar inmediatamente al trato íntimo con Jesucristo, y con toda familiaridad recrearse con El entre las flores de la virtud, gozar con El de sus suavísimos frutos, o lo que es más arriesgado todavía, descuidados de purificar el alma, querer entrarse a la íntima unión con Jesucristo y a gozar de la dulzura beatífica de su
Tercero: Que te vayas librando de aquellas imperfecciones que siendo muy fiel a la gracia divina, puedes evitar, llegando por esta vía a detestar el mundo y aborrecerte con odio santo a ti mismo.
Muchos trabajan en grande, pero aprovechan poco; con frecuencia se ven obligados a empezar de nuevo; apenas gustan, y aun sin apenas, la suavidad de la virtud; llevan la cruz, pero no experimentan su unción divina, y aun cuando lleguen a salvarse, se privan a sí mismos por toda la eternidad de dicha inmensa, y a Dios de aquella gloria que fácilmente hubieran merecido con la pureza perfecta del corazón. Razón por la cual el demonio a nada tira tanto como a impedir la completa limpieza de
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Corazón. Otras ilusiones hay a que están muy expuestas las personas que comienzan la vida espiritual, a saber: practicar hasta el exceso la mortificación exterior, y querer conseguir, hasta con pertinacia y tenacidad de ánimo y como a la fuerza, bien el verse libres de lo que molesta, bien alcanzar el logro de los deseos propios, bien fomentar el
El primero es muy apropiado para los principiantes, que, no muy acostumbrados todavía a la oración mental, no pueden ejercitarse en largos y continuos razonamientos. No hay inconveniente en que mediten también de esta suerte los más adelantados, particularmente en situaciones de ánimo que no permitan más hondas meditaciones.
temor hastanoelson desfallecimiento Perocomo estasaquella ilusiones, si bien peligrosas, ni tan comunesdelni ánimo. tan fatales que arrastra a la criatura al abandono de la purificación interior.
Lo primero, pues, que debe hacerse, es rezar la oración preparatoria, que será siempre la misma, y que puede ser la siguiente: « Recoge, Señor, y reconcentra en Ti todos mis pensamientos y afectos; ilumina mi entendimiento, inflama mi corazón para que digna, atenta y devotamente pueda en esta oración consagrar mis sentidos y potencias a tu gloria y mi salvación y merezca ser oído en la presencia de tu divina Majestad, por tu sacratísimo Corazón. Amen.
3. A esto, pues, debes consagrar en los principios todos tus desvelos, procurando: 1°, una vez convencido de que tu destino es la eterna bienaventuranza, conocer perfectamente toda la malicia y miseria del pecado, y hondamente sentir la deformidad que el pecado causa en ti; 2 °, adquirir un conocimiento acabado de la vanidad y depravación del mundo, y penetrarte íntimamente de la misérrima suerte que están aguantando en la otra vida los que se perdieron por el mundo; 3°, conocerte a ti mismo, cuál te han parado las culpas, cuan miserable seas por naturaleza y adonde te lleva tu propensión. Para conseguir todo esto no es bastante leer atropelladamente el libro; es necesario meditar con sosiego y atención cuanto en él se dice, y ponerlo por obra. En este libro no tanto se explican cómo se indican las cosas, y esto con el intento de que, recogiéndote al interior, te las expliques y apliques a ti mismo y de que excites los afectos del corazón y pidas a Dios lo que necesitare el estado de tu alma, y, por último, encuentres dulzor
— Jesús mío y Señor mío: en unión de aquella intención divina de tu
Corazón con que tú alabaste a Dios en la tierra, te ofrezco yo esta oración». Dicho esto, ponte algunos momentos en la presencia de Dios, presentándotelo, bien en algún misterio a propósito, bien manifiesto en el Tabernáculo Sagrado. Pide, por último, con el mayor fervor el fruto de la meditación en que vas a ocuparte. Estas tres cosas constituyen el principio o entrada de la meditación, cualquiera que sea el modo con que la hagas.
4. De dos modos principalmente puedes valerte de este libro, ambos segurísimos, ambos facilísimos, como consta por la experiencia de muchos, aun de los poco ilustrados, que consagraron a la meditación del
Si te vales del primer modo de meditación: 1°, lee despacio y con atención uno o varios versículos, según lo pida tu necesidad o utilidad; 2°, considera cuan verdadero es lo que acabas de leer, por cuan verdadero lo han tenido los Santos y todos aquellos que trabajaron con empeño por librar del fuego eterno sus almas, y por cuan verdadero lo has de tener tú también a la hora de la muerte; 3°, examínate a ti mismo, reflexionando con seriedad cómo en esta materia te has conducido hasta el presente en tus costumbres y hábitos: si hallas gran bien, da gracias a Dios, y atribúyele la gloria y pídele que te ayuda a continuar, cada día mejor el camino de la perfección; pero si mal, arrepiéntete, haz actos de contrición y pide al Señor perdón; 4°, forma un propósito firme de la enmienda o de
mismo, horas enteras sin hastío y con muy señalado provecho.
mayor aprovechamiento para en adelante, eligiendo los medios al efecto
interno y fruto más abundante. Meditando de este modo, con piadosos deseos y fervorosas súplicas, se entenderá mejor la materia y se trabajará con fruto más copioso, y al mismo tiempo, el Señor premiará estos desvelos con la generosidad de su Corazón y con su bendita gracia los llenará de bendiciones. Todo lo cual se ha de entender, no solamente del libro primero, sino de todos los demás.
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más conducentes, e implorando la gracia para llevar a cabo tu resolución. Esto terminado, si no ha concluido aún el tiempo de la meditación, pasa a otros versículos, y continúa así hasta llenar todo el tiempo destinado para este santo ejercicio. Ahora, si te vales del segundo modo de meditar, después de haber comenzado de la manera arriba dicha: 1°, ejercita la memoria, leyendo o recordando la materia de la meditación; 2°, ejercita el entendimiento, raciocinando, en primer lugar, sobre el asunto de la meditación, discurriendo por sus causas y efectos; luego mira qué has de sacar de allí para la práctica, pondera después los motivos que a ello te inciten, reflexiona cómo te has conducido hasta el presente, qué harás en lo sucesivo, qué obstáculos hayas de vencer, y, por último, qué medios has de elegir; 3°, ejercita la voluntad, excitándola con piadosos afectos y haciendo actos interiores; forma buenos propósitos, acomodados al estado presente de tu alma, y pide constantemente la gracia de Dios para ti y para los demás. Por último, entabla un coloquio con Jesús con efusión del corazón; reza después una oración para concluir, como ésta, poco más o menos: ―Señor mío Jesucristo, que por un nuevo beneficio te dignaste abrir a la Iglesia los tesoros inefables de tú Corazón, te suplico me concedas que pueda yo corresponder al amor de este Sacratísimo Corazón y compensar con los dignos homenajes las injurias inferidas por los hombre ingratos a ese atribulado Corazón, y revestirme de sus sentimientos; Tú que vives y reinas con Dios en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén». Por fin, cerrarás la oración encomendándote a la Bienaventurada Virgen María, al Ángel de tu Guarda y a tus Santos protectores y abogados. Y con estas tres cosas se ha de rematar cualquier meditación. Como la experiencia enseña que los ejemplos de los Santos obran con una fuerza maravillosa, así sobre los pecadores como sobre los justos, adúcense con frecuencia los ejemplos de los Santos. Mas a fin de que los consideres con más señalado fruto, hace mucho al caso, o que pares mientes en algún Santo particular, o que elijas algunos Santos por tus
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Hay quienes se edifican y conmueven con los ejemplos de unos, y otros con los de otros Santos: el religioso suele, naturalmente, conocer mejor y estudiar con más frecuencia y esfuerzo la vida de los Santos de su Orden; los hombres que, engolfados en el trabajo y batahola del mundo, forman empeño especial servir a Dios, fácilmente toman la costumbre de mular a aquellos Santos queune másunyafecto mejormás cuadran a mi índole y condición, y a quienes por esto les vehemente. Cuando se diga, pues, en el libro que los Santos practicaron alguna obra a ejemplo del Corazón de Jesús, o que especialmente se distinguieron en alguna virtud, es de mucha utilidad elegir mentalmente algún bienaventurado, ver en particular cómo y en qué obró así, implorar su patrocinio y encomendarse a él. Y si por acaso no viniese a las mientes ningún Santo, proponte como ejemplar acabado y dechado perfectísimo de todo linaje de virtudes a la Santísima Virgen, cuya protección y poderoso valimiento siempre puedes solicitar. 5. Finalmente, para que tomes tus precauciones contra los obstáculos que te han de oponer tus enemigos, principalmente en lo que atañe a la conciencia, conviene que entiendas rectamente qué sea conciencia. Conciencia es el dictamen de la razón, que interiormente nos advierte y enseña lo que debemos hacer ir omitir en cada caso particular, ya bajo pena de pecado, por tratarse de cosas de precepto, ya para aumento de méritos y mayor beneplácito de Dios, por ser cosa tan sólo de consejo. Dícese «dictamen de la razón», porque la conciencia es una conclusión práctica de principios conocidos, ya por la luz natural, ya por la de la gracia o de la fe. Ejemplo: Hoy, domingo, la conciencia me avisa que debo oír Misa. He llegado a este conocimiento sacándolo de estas premisas tácitas: Hay obligación de oír Misa todos los domingos; hoy es domingo, luego hay obligación de oír Misa. Y es muy digno de tenerse en cuenta que nos vemos obligados por las leyes del entendimiento a sacar estas consecuencias o verdades derivadas aun contra toda nuestra voluntad, como se ve en aquellos que, no queriendo oír ni escuchar la voz de la conciencia por no apartarse de lo ilícito á que viven entregados, ni padecer turbación en ello, más de su agrado oyen la voz de la conciencia
patronos, aquellos a quienes profesas particular devoción. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
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que les prohíbe y condena. De esto se deduce que la conciencia, si es verdadera conciencia, es algo independiente y superior al hombre.
voz de Dios, sino del otro espíritu que se vale de la pasión y de otras circunstancias para hablar interiormente.
Advierta aquí con mucho cuidado y aprenda bien el tímido y escrupuloso, que la conciencia no es ni la exaltación de los nervios, ni las ilusiones de la imaginación, ni unos vagos temores, ni, finalmente, la posibilidad de las cosas. Advierta mucho, y observe con no menos cuidado, quien propenda demasiado a ancha y temeraria conciencia, que la conciencia no es ni el deseo de la voluntad, ni la inclinación o aversión de la naturaleza, ni pasión alguna desordenada, ni tampoco los artificios y engañifas de la sutileza. Tanto el escrupuloso como el despreocupado fijen bien en la memoria que «conciencia es el dictamen presentado por la razón, o séase la voz del Espíritu de Dios que nos habla interiormente, valiéndose de nuestra razón como de órgano interno, y que nos manifiesta en casos particulares, ya su voluntad que manda, ya su beneplácito que aconseja».
Si la conciencia yerra por culpa nuestra voluntaria, se llama entonces «conciencia venciblemente errónea»: en este caso somos responsables de nuestros errores. Es culpa nuestra voluntaria, venciblemente errónea, si al poner el acto o la causa del acto, el entendimiento conoce, o al menos duda del error, y de algún modo se entera de la obligación de evitar el error y no pone la debida diligencia para conocer la verdad. Pero si la conciencia se equivoca sin culpa por nuestra parte, entonces recibe el hombre de «conciencia invenciblemente errónea», y no daña a nuestra inocencia delante de Dios.
Hay una conciencia verdadera o recta, y es aquélla que manifiesta las cosas como verdaderamente son: las mandadas y de obligación, como cosas de obligación; las peligrosas, como tales, y las de consejo y perfección, como mejores y más perfectas. Esta recibe el nombre de «conciencia timorata» cuando por temor a Dios, nosotros, como buenos, hijos, huimos de todo pecado que destruya su amistad y benevolencia. Ahora, si nuestra fidelidad al Señor es tan señalada que evitamos todo defecto voluntario y nos conformamos con la conciencia en toda cosa, entonces se le da el nombre de «conciencia delicada». Hay otra conciencia falsa y errónea, y es cuando presenta las cosas diferentes de cómo son en realidad. Sucede esto en la mayoría de los casos por culpa del hombre, que vicia la razón (órgano de que se vale el espíritu de Dios) de tal manera, que no transmite fielmente la voz divina. La ignorancia, el hábito de pecar, cualquiera pasión desordenada la deprava más o menos, y, para decirlo más claro, la ignorancia, la costumbre pecaminosa, cualquiera pasión, desordenada, hacen cada una de por sí que tomemos, una cosa falsa y fútil como principio luminoso del que se deriva caso de conciencia. Y claro es que esta conciencia no es la
A la conciencia errónea se refieren la escrupulosa y la laxa, que se derivan de principios opuestos. Escrupulosa es aquella que cree ver, y aun corregida, se empeña en ver pecado en donde no le hay; yerra las más veces, porque el alma condesciende con la imaginación, con la pertinacia del propio parecer, o con alguna pasión que esclaviza el alma, con lo que agitada ésta interiormente, o confusa, ve los objetos distintos de cómo son verdaderamente, confunde y mezcla cosas con cosas, preceptos con consejos, lo probable con lo posible, el peligro y el pecado con los fantasmas y simulacros del peligro y el pecado. Laxa es aquella conciencia que se persuade de que no ve, y aun advertida continúa en persuadirse de que no ve pecado ni peligro donde realmente los hay; ypor suele caerse endeeste erroropor ignorancia culpable, costumbre pecar, porinfluencia pasiones de quela nos atraen desordenadamente a algún objeto. Quien por tal conciencia anda dominado, es culpable porque puede evitar los errores evitando las causas, como conozca bastantemente la obligación que tiene de evitarlas. Necesario es estar muy prevenido contra la conciencia escrupulosa y la laxa. Una y otra son peligrosas, y hasta perniciosas; una y otra impiden la perfección, y lo que es más temible, una y otra nos exponen a los peligros de caer en el infierno. A todo trance hay que procurarse la conciencia recta.
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Para que haya pecado formal, o sea pecado con el cual se ofenda a Dios es menester: primero, que el acto interno o externo, pecaminoso por comisión u omisión, sea reputado por la conciencia como malo o ilícito; segundo, que el entendimiento, en el momento mismo de realizar el acto o su causa, advierta su malicia moral; tercero, que la voluntad, sabido que el
Lo dicho demuestra que hay en el hombre tres clases de pensamientos o emociones: una, que procede de la libre voluntad del hombre mismo; otra, extrínseca, que es sugestión del demonio, espíritu malo; la tercera, extrínseca también, pero que viene del espíritu bueno. «Ciertamente -dice San Bernardo, - por sus mismas palabras le conoceremos; y la misma
acto es interna malo é de ilícito, libremente en yél,el toda vez que tiene libertad elegirconsienta entre el consentimiento disentimiento. Pero si un acto, bien interno, bien externo, se ejecutase sin conocimiento de su malicia moral en el momento mismo del acto o cuando se pone la causa, ciertamente que puede uno querer el acto, pero no le quiere como moralmente malo, puesto que el entendimiento no lo ha visto como ilícito. Nada puede quererse sin que antes se conozca; obrando sin este conocimiento, el pecado será puramente material; pecado que no es otra cosa sino un error de la conciencia invenciblemente errónea, con el cual error ni se ofendea Dios, ni el hombre se hace culpable.
moción, la misma sugestión dirátendremos cuál de los tres espíritus es el que habla». Para inteligencia de lonos dicho presentes estas reglas, que los Santos nos dan para discernir los espíritus.
Para que haya pecado mortal se requiere y precisa, según enseñan teólogos y santos: primero, que el acto interno o externo sea gravemente malo, o juzgado tal por la conciencia; segundo, que el entendimiento, al poner el acto o su causa, advierta plenamente su malicia, y tercero, que la voluntad, a sabiendas y con entera libertad, dé su pleno consentimiento. Si falta cualquiera, de estos tres requisitos, el pecado descenderá de clase y se quedará en venial. Sin consentimiento de la voluntad no puede haber pecado formal: el hombre no puede pecar formalmente de otra suerte que por su propia voluntad. Por el abuso de su libre albedrío podrá el hombre pensar lo malo, lo ilícito, proponérselo, representárselo, consentir en ello, pecar. Además, puede el demonio, permitiéndolo Dios, y aun suele sugerirle pensamientos y representaciones malas para impelerle al consentimiento de la voluntad; pero nunca puede obligarle a que consienta. Finalmente, el mismo Dios, y los espíritus buenos y bienaventurados le ofrecen pensamientos y le representan objetos que le inducen al bien y ayudan su voluntad; pero tampoco pueden hacerle violencia.
Primera. - A los que pecan mortalmente con facilidad, el espíritu malo
suele proponerles de continuo falsas delicias de la carne y delectaciones sensuales con que los esclaviza más seguramente y los estimula más a los vicios y pecados. El espíritu bueno con estas personas obra de contrario modo: púnzalas y túrbalas instantemente la conciencia para hacerles conocer la infelicidad de su alma, y estremeciéndolas, las aparta del pecado y las convierte. Segunda.- El espíritu malo esfuérzase con engaños y artificios y malas
artes en inspirar a los hombres amor desordenado de riquezas y abundancia de las cosas, para hacerles después caer más fácilmente en el pecado. El espíritu bueno háblales blandamente, y enséñales con dulzura y sosiego que es menester apartar el corazón de afectos desordenados a los bienes terrenales, para que no se hallen cercados de impedimentos. Tercera. El espíritu malo solicita, impele, forcejea, porque aspire el
hombre a vanos honores. El espíritu bueno propone e inculca generosa humildad y gloria verdadera. Cuarta . -A los que conociendo la necesidad de pensar en su eterna
salvación empiezan a dudar de ella seriamente, el espíritu malo suele inspirarles cierta vergüenza, cierto humano respeto que les impido continuar en el bien comenzado.
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El espíritu bueno los anima y estimula para que, despreciados los respetos humanos, marchen con fortaleza. Quinta .- El espíritu malo aflige con molestias, con escrúpulos, con
tristezas, con engaños y sofismas y otras turbaciones a cuantos procuran de veras purificarse de vicios, abstenerse de pecados y corresponder cada día con más creces al amor de Dios; y esto lo hace el malvado para dificultar nuestro adelantamiento.
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LIBRO PRIMERO Avisos útiles para purificar el corazón. CAPÍTULO PRIMERO
Al contrario, el espíritu bueno infunde alientos a los que obran rectamente y desean el bien, alumbra su entendimiento, consuela su alma, les da la tranquilidad y paz necesarias para marchar por los caminos del Señor con más libertad y alegría.
1. Voz de Jesús . - Aprended de Mí, que soy manso y humilde de Corazón,
Sexta. - Procura con empeño el espíritu malo que el alma a quien desea
Voz del discípulo - Con estas palabras nos manda Jesucristo estudiar e
engañar y perder no comunique a nadie sus perversas sugestiones. Pone en aprieto todo su ingenio para impedir que sus maquinaciones diabólicas lleguen al director espiritual, porque conoce que así quedará vencido.
alma de toda miseria y lograr la verdadera bienaventuranza.
Al contrario, el espíritu bueno ama la luz y el orden, porque obra el bien y están colmadas de bondad todas sus obras. Séptima.- El espíritu malo hace como el general que presenta batalla. A la
manera que éste explora la situación, las fuerzas de una plaza que desea conquistar, y la asalta por el punto más débil, así el espíritu perverso, antes de sitiarnos, averigua nuestra disposición, nuestras virtudes teológicas y morales, y luego emprende el asalto y se esfuerza por atacar el flanco que más débil encuentra en nosotros. Octava.- Sin alientos, sin vigor, sin fuerzas se queda el espíritu diabólico
cuando rechazamos las tentaciones con frente serena y corazón intrépido. Pero si advierte que el hombre tiembla y desespera, entonces no hay fiera más cruel y dañina que aquel enemigo hasta conseguir el fin de su malvada y pertinaz porfía. (San Ignacio, Santo Tomás, Santa Teresa de Jesús.)
Fundamento
y hallaréis descanso para vuestras almas. imitar las virtudes de su Corazón, para que, podamos desembarazar el Estas sencillas palabras atesoran toda la doctrina de Cristo, los motivos para aprenderla, el fruto y fin de la misma. La excelencia del maestro es el mayor aliciente para aprender su doctrina; y ¿quién más excelente que el Hijo de Dios, a quien constituyó el Eterno Padre nuestro único Maestro, y en quien residen todos los tesoros de la sabiduría y ciencia de Dios? La doctrina de Cristo es la verdad: aventaja a todas las artes y ciencias del mundo, no abre camino para alcanzar riqueza alguna perecedera ni deleites transitorios, ni gloria terrenal, pero nos granjea riquezas sin límites y perdurables, goce inefable y perpetuo, gloria celestial y sempiterna. Ha compendiado toda su enseñanza en este solo documento: «Aprended de Mí, que soy manso y humilde de Corazón»; documento que Jesús dirigió a todos, grandes y pequeños, por saber que debidamente entendido y practicado encierra todo lo necesario para la salvación.
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Toda su vida no fue más que el ejercicio de esta doctrina, pues para alentarnos, antes que a enseñar comenzó a practicar. 2. Aprendamos, pues, este precepto y saldremos bastante sabios, sabremos cuanto nos es preciso, y no será menester buscar más sabiduría. El modo de aprender aquí es practicar, y de dos maneras lo haremos: estudiando y ejercitándonos. Pero ante todo, para entender lo que estudiamos y llevar a la práctica lo que entendiéremos, es indispensable orar con insistencia. Debemos, después, meditar con atención la intensidad, anchura y extensión de tal precepto, poniendo con frecuencia ante los ojos a nuestro Maestro como a divino ejemplar, y para ver qué debemos corregir y desechar, qué debemos adquirir y a qué aspirar. Mas como no basta saber, sino que es necesario practicar el precepto, que es todo práctico y no se aprende con perfección sino a fuerza de ejercicio, al mismo tiempo que principiamos a aprender, debemos comenzar a obrar, mostrándonos ante Dios y ante los hombres, en pensamientos, palabras y obras, mansos y humildes de Corazón. Y adelantando siempre en la inteligencia y en el ejercicio, debemos de tal manera trabajar, que la fuerza del precepto vaya desarrollándose y extendiéndose cada vez auna másdeacciones la vida,y aobras. nuestros sentimientos íntimos y a todas y cada nuestrasde palabras 3. Como aprendamos de esta suerte lo que por Dios, nos ha sido propuesto, conseguiremos, el fruto que ha de remunerar nuestro trabajo y que nos prometió Aquel que no puede engañarse ni engañarnos. ¿Y cuál es este fruto prometido? Indudablemente el mayor de todos. «Encontraréis – dice descanso.» ¿Y qué significa encontrar descanso?
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Es encontrar aquella posesión con la cual, llenos y regocijados, descansemos, sin trabajar más para buscarla y sin sobresalto alguno de perderla. Quien encontrare este descanso estará tranquilo de verdad y será dichoso; más quien no lo hallare, posea lo que poseyere, siempre andará sobresaltado y sin ventura, porque no se le saciará el corazón y siempre ambicionará más y correrá peligro constante de perder, a su pesar, lo ya adquirido. Es tal nuestra naturaleza, que ansia de suyo una dichosa quietud sin que esté en nuestra mano el evitarlo. Sumo favor de Dios fue ponernos este deseo anhelante, esta condición ansiosa, porque con empeño y de modo natural y suave buscaremos aquello mismo que nos ha de hacer felices. Y aunque por nuestro libre albedrío podamos buscar descanso en la variedad de cosas, siempre, sin embargo, aquel nuestro deseo e inclinación decidida insistirá hasta encontrar el objeto en cuya posesión solamente encontraremos la dicha Cristo nuestro Señor, autor de tal deseo, y en quien repugna habernos dado una inclinación invencible sin objeto o sin posibilidad de alcanzarlo, El mismo nos manifiesta dónde hemos de buscar el verdadero objeto de esa inclinación, y dónde lo encontraremos. «Aprended de Mí, que soy manso y humilde de Corazón, y hallaréis descanso.» No hace género alguno de distinción ni de excepción. Encontraremos, pues, verdadero descanso y verdadera felicidad. Porque aunque la felicidad, hartura del alma, no pueda ser ahora completa, por la condición de esta vida mortal, será, sin embargo, verdadera, como Dios lo ha prometido y lo ha enseñado la experiencia de innumerables Santos que fueron mansos y humildes discípulos del manso y humilde Jesús.
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Disfrutaremos de una paz que ningún enemigo le fuera podrá turbar; gozaremos de una tranquilidad que no alterará ningún movimiento interno, y, por último, gozaremos de una semejanza y unión con Dios que traerá sobre nuestra alma toda suerte de bienes y la mayor felicidad de la vida, sin que nadie nos pueda privar, contra nuestra voluntad, de ella. 4. En recogiendo tal fruto, aseguramos nuestro bien, la bienaventuranza eterna de nuestras almas, pues dice Jesús: «Encontraréis el descanso para vuestras almas». Aunque son nuestras, nuestras almas no son tan nuestras como si fuésemos hechura de nosotros mismos; pues Dios fue quien nos crió, y no nosotros; pero son nuestras en cuanto Él nos las ha dado. El dárnoslas fue con un fin digno de Él, para que obrando Él como debe en su infinita perfección, cooperemos con Él nosotros, y procuremos feliz y perpetuo descanso a nuestro corazón. Este es nuestro fin: la eterna bienaventuranza del alma íntimamente unida con la gloria del Señor, que le ha señalado fin tan alto y tan sublime.
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Ni hay cosa más provechosa, cuando de ella depende el descanso del alma, que es nuestra bienaventuranza en el tiempo y en la eternidad, negocio tan importante, que es el único negocio, y ante el cual todos los demás son inútiles vanos. Es, por último, obra fácil y suave, porque los mandatos del Señor no son gravosos, pues al dárnoslos nos suministra tales ayudas que en Él, sólo podamos cumplirlos, sino que ningún enemigo de nuestra salvación ni obstáculo alguno pueda impedir el que con perfección los cumplamos. Aprendiendo, pues, en el mismo Corazón del Salvador y bebiendo en la fuente dulcísima de amor, no sentiremos, sino que amaremos el trabajo que se ofrezca, y lo encontraremos suave y llevadero. ¡Oh, Jesús, manso y humilde de Corazón! Recíbeme, te ruego, por discípulo tuyo, por discípulo de tu Corazón, y concédeme que aprenda con esmero de Ti a ser manso y humilde, y encuentre así la paz de mi alma para tu eterna gloria. (Véase la Imitación de Cristo, lib 1, caps. I y III, números 1 y 2.)
Si, pues, Dios es glorioso en todas sus obras, cuan glorioso será en obra tan admirable como 1a salvación de las almas que han de triunfar en la eternidad y alabarle perpetuamente.
CAPITULO II
Para conseguir este soberano fin, te ha provisto y fortalecido el Señor de mil modos y maneras. Él va delante de nosotros como buen padre delante
Que nada del mundo puede dar al alma verdadero descanso.
de sus hijos, mostrándonos la segura deleitosa senda, aliviándonos y confortándonos.
1. Voz de Jesús . - Hijo mío, has sido criado para la bienaventuranza, la
5. Así las cosas, ¿qué nos resta sino marchar animosos detrás de tan soberano guía?
Hijo, buscas sin descanso la felicidad, y haces, bien; pero deja de buscarla en las criaturas, porque no la encontrarás en ellas.
¿Qué mayor honor para nosotros? Grande gloria es seguir al Señor; y honor sumo ser discípulos animados de su Corazón. ¿Qué honor mundano se puede imaginar que, al compararlo con tanta alteza, no se desvanezca?
Ninguna cosa de este mundo es capaz de llenar tu corazón, y aunque poseyeras tú sólo todo lo creado, tu corazón permanecería vacío y sin felicidad.
razón lo prueba, la fe lo enseña, la experiencia lo confirma.
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Los bienes de la tierra excitan, pero no satisfacen nuestros deseos; antes, cuanto más poseyeses, tanto más los ambicionarías. ¿Piensas tú encontrar en las criaturas lo que en ellas no se halla? Nadie da lo que no tiene. 2. ¿Por ventura alcanzarás tú lo que ningún mortal ha conseguido? Ahí tienes á Salomón, el más sabio entre los hombres abundaba en toda Clase de bienes, gozaba incesantemente de nuevas delicias, asombró a las naciones con la inmensidad de sus tesoros, y la gloria de su fama llegó hasta los confines del mundo. Más en la amargura de su corazón se vio forzado a exclamar: «¡Vanidad de vanidades, y todo vanidad!»
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4. Voz del di scípulo . - ¡Dios mío y Salvador mío! Tú me criaste para la bienaventuranza, y con no haber cesado de buscarla, todavía no la he probado, todavía no la encuentro.
Mis apetitos gritaban con frecuencia: «¡hela ahí, hela ahí!» Yo, insensato, lo creía, y ciego con mis deseos desenfrenados, vagaba por una parte y por otra; mas en vez de la soñada felicidad, hallé miseria y saborée amargura. ¡Miserable de mí! Creado para buscar en Ti ¡oh Dios mío! la felicidad, me afané buscándola fuera de Ti en las criaturas, y he aquí que, alejado de la felicidad para que fuí criado, me encontré con la desdicha, para la cual no fui nacido, y en ella perecí.
Aunque en el mundo poseyeres cuanto apetezca tu corazón, aunque fueres
¡Dios y Salvador mío! Abre mis ojos para que claramente vea todos mis errores, y haz que, libro de ellos, busque eficazmente en Ti la felicidad que me es imposible hallar en las criaturas.
dueño de la tierra toda, aunque te honren lodos los hombres, aunque de todos goces, al cabo descubrirás que te has encontrado con nada, con vanidad y aflicción de espíritu.
(Véase la imitación de Cristo, lib. I, cap, 1, núms. 3, 4 y 5, y lib, III, cap. XXII.)
3. Ni tal te admire, hijo mío, porque no se ha criado tu corazón para el mundo. Todo, pues, cuanto en él se halla es indigno de tu nobilísimo destino y del amor de tu corazón. Para bienes mayores has sido criado: naciste para lo eterno; tu destino es lo infinito; no permanezcas entre miserias, tú que naciste para reinar
CAPÍTULO III Que nuestro corazón encontrará en el Corazón de Jesús descanso verdadero y verdadera felicidad.
1. V oz de Jesús . - Si quieres, hijo mío, ser de verdad feliz, dedica tu
corazón a la imitación y trato familiar del mío. eternamente. ¿Qué te aprovecharía ganar el universo, si pierdes tu alma? En verdad que serías dos veces infeliz: aquí en la tierra padecerías angustias de corazón y remordimientos de mala conciencia, y más allá, la eterna, infelicidad. Bienaventurado, pues, quien despreciare cuanto engaña al corazón, quien rechazare generoso todo impedimento de la verdadera felicidad, y, acordándose de su noble fin, buscare sobre todo lo creado la bienaventuranza, en su Creador.
En él encontrarás una paz y tranquilidad que el mundo no puedo darle ni quitarte. Si una sola vez penetrases totalmente en el seno de mi Corazón, desde allí verías claramente cómo son en sí las cosas terrenales, no como las juzgan los necios adoradores del mundo. Fácilmente te desprenderías entonces de los superfinos y enojosos cuidados de las criaturas, y nada juzgarías digno de ti sino los verdaderos bienes.
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2. Tu corazón, esclavo siempre de continuas mudanzas, se muda siete veces cada día; ahora está alegre, luego triste, ahora tranquilo, más tarde agitado, unas veces abrasado con el amor de las criaturas, otras hastiado de sus vanidades, tan pronto fervoroso como tibio, y siempre inconstante como el mar. Pero si tu corazón estuviera unido con el mío, renacería de pronto en él una tranquilidad dichosa y permanente. Unido a mí Corazón permanecerías seguro como en puerto de salvación, y podrías defenderte de las mudanzas y marejadas que levanta el viento de lo próspero y lo adverso.
¡Por tu bien juntamente y por el nuestro, quisiste que nuestro corazón sólo descansara en Ti. Formaste, Señor, nuestro corazón para el tuyo, y se sentirá desasosegado e infeliz mientras no descanse en Ti. ¡Oh dulcísimo Corazón de Jesús, delicia de la Santísima Trinidad, alegría de los ángeles y Santos, paraíso glorioso de las almas! ¿Qué busco fuera de Ti, si sólo en Ti se halla cuanto puedo y debo desear? El cielo tiene en Ti su regocijo, en Ti la tierra su encanto, y siendo Tú la bienaventuranza de todos, ¿por qué no has de ser la mía? ¡Sí, dulcísimo Corazón de Jesús! Tú serás mi reposo, Tú mi felicidad para siempre. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. XXXIV.)
Si te acogieras a mi Corazón, enemigo ninguno podría dañarte. Es cierto que el demonio anda en derredor buscando a quién devorar, y arrastra a muchos consigo a la perdición; pero a ti no se acercaría ni podría alterar tu sosiego. 3. ¡Si conocieras cuánto vale este don de Dios! ¡Si comprendieras cuántos bienes atesora! Verdaderamente, toda tu quietud y felicidad están en Él encerradas. ¡Perpetua paz, imperturbable seguridad, gozo verdadero del alma para cuantos aman y adoran mi Corazón! ¿De qué sirven las riquezas, de qué los honores y todos los placeres, si el
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CAPITULO IV Que para salvarse es necesario imitar al Corazón de Jesús.
1. V oz de Jesús . - Una sola cosa, hijo mío, te es necesaria sobre todas:
salvar el alma eternamente; porque si la pierdes, todo está perdido; si la salvas, todo se ha salvado. Pero no conseguirás la salvación eterna de tu alma si no imitares mi Corazón, porque a los que Dios eligió en su presencia les dio también por destino hacerse semejantes a la imagen de su Hijo.
corazón no que estáinquietud tranquiloy yamargura satisfecho? Y el mundo todo, ¿qué puede darnos más de corazón?
¿Y cuál es esta imagen del Hijo de Dios á que deben asemejarse todos los predestinados sino mi Corazón?
Miserable serás, poseas lo que poseyeres, hasta que no descanses en Mí, el único que te basto.
Que no a todos es dado imitar mis obras exteriores, ni tampoco pende de la voluntad del hombre realizar las obras maravillosas que yo hice.
4. V oz del discí pul o . - Así, Señor, lo tengo realmente experimentado.
Busqué la paz en todas las cosas y no he hallado sino turbación y más turbación.
Además, dada la diversidad y géneros de vida, no todos pueden seguirme por el camino de mi vida exterior; pero todos, grandes y pequeños, sabios e ignorantes, sea cualquiera su modo de vivir, pueden imitar los sentimientos de mi Corazón.
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Si, pues, aspiras a la salvación eterna, aseméjate a mi Corazón, y acomoda los sentimientos de tu Corazón a los del mío. 2. Aunque distribuyeres entre los pobres todos tus bienes; aun cuando entregaros tu cuerpo a penitencias extrañas; aunque comprendieres todos los misterios y obrares prodigios estupendos, como tu corazón no fuere semejante al mío, nada has hecho y nada te aprovecharía todo eso para la vida eterna. Según la semejanza de tu corazón con el mío, serás juzgado, y conforme a ella eternamente remunerado. ¡Cuántos me dirán en el día del juicio: «Señor, ¿por ventura no hemos profetizado en tu nombre y lanzado los demonios y obrado grandes prodigios?» Pero yo Jesús responderé: «No os conozco. ¿No veis las heridas que me abristeis? ¿No conocéis este costado que rasgasteis y que para vosotros ha permanecido abierto, y en el cual, sin embargo, no habéis querido introduciros?» Nada, pues, vale cuanto obrares, si no obrares conforme a mi Corazón. 3. No las apariencias de piedad, sino un corazón devoto hace al hombre bueno y amado de Mí.
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para qué fui redimido, provisto de tantas gracias y enriquecido con tantos y tan divinos beneficios, sino para salvar mi alma con más facilidad y eficacia? Pero ¡ay! que aún no he comenzado seriamente la obra para la cual vine al mundo. Redimido, me esclavicé otra vez con más vilipendio y perecía por el abuso de las mismas ayudas y favores, conque fácilmente me hubiera podido hacer feliz y salvarme. ¡Oh Dios mío! Con toda justicia hubieras permitido que yo pereciera eternamente y sufriera tormentos infinitos, que bien lo merecía el abuso que de tus dones hizo mi malicia. Pero ya que por la bondad infinita de tu Corazón no lo has permitido, antes bien, con nuevo y más señalado beneficio mío has hecho apreciar y desear la eterna salvación de mi alma, no seré más en adelante ingrato ni me expondré más a la perdición eterna. Resuélvome ¡oh Jesús mío! y ofrézcome desde ahora a cooperar a los consejos suavísimos de tu Corazón y a trabajar cuanto pueda para conseguir mi eterna salvación. (Imitación de Cristo, lib. II, cap. VII.>
En tanta mayor seguridad pondrás tu salvación, cuanto más asemejares tu corazón con el mío. Trabaja por tu salvación cuanto pudieres, que ninguna diligencia es demasiada cuando se aventura la eternidad. A la hora de la muerte te encontrarás con que has perdido todo tu trabajo, si no lo hubiere referido a Mí y a tu salvación. Si, pues, de tanta importancia es la salvación eterna, no olvides que tanto como la salvación de tu alma vale la imitación de mi Corazón. 4. V oz del discípul o . - ¡Oh salvación eterna, del alma, el negocio de los
CAPÍTULO V Que toda nuestra perfección consiste en imitar al Sagrado Corazón de Jesús.
1. Voz de Jesús . - Hijo mío, toda tu perfección está en hacerte semejante a
mi divino Corazón. Porque mi Corazón, Corazón del Verbo de Dios y dechado de todas las virtudes, es la suma santidad.
negocios para mí ¿Para qué estoy en el mundo sino para salvarme? ¿Y http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
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Cualquiera, pues, que imitare a mi Corazón, imita a Dios su Salvador, la misma santidad. Siendo, pues, mi Corazón modelo de toda santidad y fuente de toda gracia, en Él aprenderás cuanto necesitas practicar para tu santificación, y en Él también hallarás tesoros de fortaleza para practicarlo. Si quieres salir perfecto, imita a mi Corazón; cuanto más te conformares con Él, más perfecto saldrás. 2. Mi Corazón es humilde, y la humildad es el fundamento de la santidad verdadera. Si de mi Corazón no aprendieres la humildad, nunca poseerás tal virtud ni conocerás de ella sino el nombre. Y si intentares levantar el edificio de la perfección sobro otro cimiento, no tendrá estabilidad, y al menor soplo de viento quedará destruido y convertido en ruinas. Mi Corazón está también lleno de mansedumbre y caridad, y la caridad es la perfección de la santidad. Jamás la llama de la caridad inflamará tu corazón, si el mío no le comunica el fuego de amor en que se abrasa.
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4. Así sucedió, indudablemente, desde el principio del mundo. Ya en la Ley antigua estaba profetizada con notoriedad la bondad de mi Corazón, y ninguno fue contado entre los escogidos sino el que llevaba grabados en el suyo los caracteres de mi futuro Corazón. Desde la cuna de la Iglesia hasta el presente, mi Corazón ha sido siempre la santificación de los Apóstoles, la fortaleza de los mártires, la constancia de los confesores, la pureza de las vírgenes, la perseverancia de los justos; en una palabra: la perfección de todos los Santos. Animo, pues, hijo mío; sigue a mi corazón por dondequiera (pide, yo te llevare; cuanto más dé cerca le siguieres, tanto más te aproximas a la perfección consumada. De la imitación de mi Corazón pende el cumplimiento de toda la ley y toda la santidad. El constante cuidado de imitar a mi Corazón es señal segura de predestinación. 5. V oz del discípul o . - ¡Oh dulce Jesús, fuente de vida y de gracia!
Anímame, ayúdame a conocerte e imitar a tu Corazón divino, norma de da virtud y dechado de toda santidad.
¡Desventurado de ti si abrasas tu corazón con otro fuego! Arderá, sí, mas será para tu perdición.
Libra a mi alma de toda ilusión e impedimento; concédeme buscarte con puro y sincero afecto, revestirme de tus sentimientos íntimos y
3. Nunca conseguirás virtudes sólidas ni lograrás la verdadera santidad, como no imites a mi Corazón.
asemejarme enteramente a tu Corazón. Pero ¡ah, Señor, cuan diferente es mi corazón del tuyo! ¡Cuán poco he trabajado hasta hoy para que mi vida sea un trasunto de la vida de tu Corazón!
Por más que aparentes señales de virtud, por más que aparezcas a los demás devoto, como tu corazón no imite al mío, toda tu devoción no pasará de necia compostura del semblante. No hay esperanza alguna de perfección mientras no te propusieres a mi Corazón como dechado de ella.
Y mucho será que no me hubiese afanado por apartar mi corazón del tuyo y pervertirlo. ¡Qué ceguedad, qué insensatez la de mi alma! Apiádate de mí, Señor, apiádate de mí según la misericordia infinita de tu Corazón.
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¡Cuántos hay que no han vivido tanto tiempo ni dispuesto de tantos auxilios, y, sin embargo, se han santificado, haciéndose discípulos fervorosos de tu Corazón! ¡Y yo todavía no he comenzado a santificarme! ¡Todavía soy pecador! Tiempo es ya, Señor, tiempo es ya de que comience la obra de mi santificación, hasta ahora tan descuidada. Esta consideración es la que me anima y estimula: que aún puedo santificarme, que puedo todavía salir discípulo de tu Corazón, y adornarme todavía con esta señal dichosa de los predestinados. Levántate, buen Jesús, dame tu mano, dame tu gracia\y valor, que ya comienzo. (Imitación a Cristo, lib. I, cap. III)
¡Ay, hijo mío, cuál está tu pobre corazón! ¡Nacido en el pecado, morada, tanto tiempo de demonios, sucio y desfigurado con tantas manchas, fuertemente propenso al mal y miserablemente alejado del supremo Bien, nutriendo y fomentando tantas afecciones desordenadas, raíces de todo linaje de imperfecciones, lleno de mundo y de sí propio, sin tener otra mira en sus obras más que a sí mismo. 2. De extrañar es que oses invitarme a venir a tu corazón y a residir en él entre inmundicias. Abominación es para mí un corazón depravado; náuseas me da un corazón inmundo. ¿Cómo me ha de recrear el habitar en él? Un corazón puro busco yo, y tengo todas mis delicias en vivir en él y deleitarme allí como entre azucenas. Quien amare, pues, pureza de corazón, gozara de mi presencia y gozará de las ternuras de milaCorazón y de su divina dulzura.
CAPÍTULO VI
3. No te llames a engaño, hijo mío, creyendo que te iría bien con una aparente rectitud, porque Yo miro principalmente al corazón.
Que quien deseare imitar al Corazón de Jesús debe purificar su alma .
1. Voz de Jesús . - Si quieres, hijo mío, entregarle por completo al trato
con mi Corazón, y saborear las dulzuras inefables de esta familiaridad, purifica tu corazón de todo mal. Porque Yo, tu Amado, soy puro e inmaculado, y son mis delicias vivir entre azucenas. ¿Ni cómo es posible unión alguna entre tu corazón y el mío, si antes no lo purificas con exquisito cuidado? Porque ¿quién argüirá de pecado a mi Corazón? Y tú, ¿cómo te atreverás a decir «mi corazón está limpio» cuando tú mismo tienes conciencia de lo contrario?
¿Y qué te aprovecharía agradar con tu exterior a las criaturas todas, si interiormente me desagradaras? Cuando tu corazón estuviere limpio, todo tu estarás limpio; pues del interior del corazón proceden los malos pensamientos, las impurezas, los engaños, las blasfemias, en una palabra, todos los delitos. Purifica, pues, tu corazón y nada impedirá que llegues suavemente a la unión interior conmigo, y gustes, hasta saciarte, cuánta sea la dulzura de mi Corazón. Mas si te apartares del mal sólo en apariencia y no desarraigases el pecado de tu alma, nunca quedarás libre de vicios, sino que brotarán por «dentro diez veces más de lo que en lo exterior evitares por fuera, y cuando te parezca por fuera estar seguro, te arruinará el peso de los vicios interiores.
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4. Ea, pues, hijo mío, prepárame en tu corazón una morada limpia, y Yo vendré, y seré todo tuyo como tú todo mío, y habrá entre ambos familiaridad admirable y unión sólo conocida a los que han tenido la suerte de probarla. Animo, pues, hijo mío, y principia inmediatamente obra de tanta importancia; no disfrutarás alegría verdadera hasta que no la rematares. Lo que a muchos impide la completa purificación del alma, es el temor de las dificultades. Artificio es éste del demonio. Este antiguo enemigo de la salvación humana, sabiendo que de la pureza del alma depende tu salvación y la ajena, y sobre todo mi gloria, no se da punto de reposo para apartarte de ella.
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mis pecados, confieso mi maldad e ingratitud e imploro la misericordia de tu Corazón. Señor, con sólo querer puedes Tú purificarme; límpiame, te suplico, de mi iniquidad, y purifícame de mi pecado. De los pecados ocultos y aun de los ajenos, purifica mi corazón. Ven, Jesús mío, ven a mi corazón. Haz un látigo con cuerdas de tu santo temor y acendrada gratitud y pureza de amor, y arroja con él a todos los profanadores de este tu santo templo. Jamás daré a ninguno de ellos entrada; tu morada se llamará casa, de oración; en ella me ocuparé sin cesar contigo, en ella te amaré, en ella te adoraré. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. XXXI.)
No des no oídos a las de un embaucador que para conseguir su intento repara ensugestiones verdades o mentiras. Tú, hijo mío, ora sin cesar, pide la divina gracia, emprende con fortaleza tu obra, y verás cómo todos los obstáculos se desvanecen ante tu dedo, y aun en aquello en que pensabas encontrar mayor dificultad hallarás, maravillado, extraordinarios consuelos. 5. V oz del discípul o .- Te ruego, Señor y Jesús mío, y te suplico que
CAPÍTULO VII Que ante todo debemos purificar el corazón de pecado mortal como de la suma desgracia.
1. V oz de Jesús . - Mira, hijo mío, que no haya en tu corazón pecado que
formes en mí un corazón limpio y renueves en mis entrañas el espíritu de
acarree la muerte a tu alma.
rectitud. Mi corazón está todo manchado con inmundicias; del corazón se han contagiado las potencias del alma y los sentidos del cuerpo. ¿Qué hay en mí que carezca de mancilla y que esté todo puro y sin mancha?
¿Cómo te atreves a albergar en el corazón a tu enemigo capital, cuando admitido te convertirá sin remedio en esclavo del infierno, en el más infeliz entre los hombres, más despreciable aún que los seres irracionales?
Envíame, te ruego, la luz de tu gracia, e ilumina mi entendimiento para que conozca y llore todo lo malo que obré, todo lo bueno que omití. ¡Oh, y cuánto me pesa, dulcísimo Jesús, de haber profanado tan indignamente tu morada, de haberte ofendido, de haber afligido a tu
¡Cuántos dicen: «Qué multitud de males devasta la tierra!» Pero en realidad el mal es uno sólo, el pecado; ni hay otro fuera de él. Evita el pecado, y cuanto te aconteciere cederá en provecho tuyo. 2. Es cosa que asombra que una criatura racional cometa voluntariamente un pecado, tan detestable por naturaleza, que cuando no existieran ni el
divino Corazón! Me pesa, oh sumo bien mío, me pesa, y aborrezco todos http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
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cielo ni el infierno, sólo por su fealdad intrínseca y connatural deberíamos evitarlo a todo trance.
5. Oh hijo de mi eterno amor, a quien amé obre mi vida no quieras pecar más.
Si consideraras, pues, la infinita dignidad del ofendido y la infinita vileza del ofensor de ver que el pecado es también un mal en cierta manera infinito.
Si me amas, o a lo menos, si te amas a ti mismo, huye del pecado más que de la muerte.
Quien poca mortalmente al mismo Dios ataca, al mismo Dios aniquilaría, si posible le fuera, y ciertamente no queda por el pecador el que el mismo Dios, Creador del cielo y de la tierra, fuera destruido. 3. Es mal tan grave el pecado, que para aniquilar este monstruo infernal y satisfacer a la Justicia divina, Yo, Hijo del Altísimo, tuve que descender del solio de mi Majestad y hecho hombre, soportar una vida toda de martirio, y por último, consumido de dolores, expirar en una cruz. ¡Oh miserable! te empeñas lo quedetanto me costóhombre desbaratar? ¿Cómo¿Cómo te atreves a renovaren porrehacer un momento deleite todos mis trabajos y tormentos y mi acerbísima muerte? Si pecas mortalmente, te haces reo de un crimen mucho más nefando que el de los judíos que me crucificaron. Que si aquellos me hubieran reconocido como Rey de eterna gloria, jamás me hubieran entregado a la muerte. Pero tú me conoces y sabes bien quién soy, por la experiencia de mis beneficios. 4. protegí ¿Por ventura no fue de ymíauxilié solo amor crearte y conservarte? ¿No te siempre, no teobra cuidé comoelpadre cariñosísimo? Cuanto eres, cuanto posees, todo te lo he dado yo, y lo que más es de apreciar, me he entregado todo a ti. ¡Y así me pagas tanto como de Mí has recibido! Echale a un animal, que carece de razón, un pedazo de pan, y se mostrará tan agradecido a ti como pudiere. Más yo te enriquecí con bienes infinitos, y tú, en pago, me persigues hasta entregarme a la muerte. Párate a considerar qué debas pensar de tu ingratitud.
Porque cuantas veces cometieres un pecado mortal, mueres espiritualmente, pierdes cuantos méritos habías contraído, te despojas del derecho a la herencia celestial, te constituyes con los demonios heredero del infierno, prefieres la infelicidad a la bienaventuranza, el infierno al cielo, el demonio a tu Creador. Medítalo bien, hijo mío, para que de una vez comprendas, en cuanto es posible al humano entendimiento, cuan grave mal sea el pecado y evites con horror lo único que puede hacerte eternamente desgraciado. 6. Voz del di scípul o . — ¡Oh alma mía! ¡Mira lo que es pecar! Verdaderamente es el mayor de los males, el que degrada al hombre hasta
ponerlo por debajo de los irracionales, el que cierra las puertas del cielo y abre los abismos del infierno. ¡Qué monstruo tan abominable, mucho más horrendo que el mismo Satanás! ¡Oh Dios mío! El confesarlo me sonroja, pero no puedo negar que he sido esclavo vilísimo del pecado, y que, por extremada ingratitud, por extremada insensatez, por extremada maldad, he insultado frecuentemente tu excelsa Majestad, ante la cual tiemblan de veneración y pavor los mismos ángeles. Me confundo en lo más íntimo de mi alma de haberme envilecido por debajo de las bestias, cometiendo iniquidades que la razón reprobaba y abusando de todas las potencias de mi alma y sentidos de mi cuerpo. 7. ¡Oh Señor y Dios mío! Imprimiste en mí tu amabilísima imagen, y yo, desfigurándola, la he sustituido con la horrible fealdad del diablo, y aun muchas veces me he hecho más horrible que el demonio mismo.
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Porque él pecó soberbio sin tener experiencia de tu venganza, mas yo pequé conociendo y despreciando tu castigo; él fue criado una sola vez en la inocencia, yo he sido a ella restituido muchas veces. El se levantó contra quien le creó, yo contra quien me creó y redimió. Yo, pecador miserabilísimo, por nada o por menos que nada rechacé gustoso tu amistad, la paz dichosa del alma, el derecho a la bienaventuranza eterna, y me entregué al demonio como esclavo miserable para participar al punto de su infortunio, y participar mañana de sus eternos suplicios si en tu Corazón no encuentro arrepentido, la misericordia. 8. Verdaderamente, Jesús mío, no soy digno de encontrar la misericordia de que tantas veces he abusado; no soy digno de ser esclavo tuyo después de haber sido esclavo del demonio. Si has de tratarme como merezco, el infierno será mi morada. Pero ¡oh Dios y Salvador mío! En tu Corazón hay misericordia infinita; bien lo muestran mis pecados mismos, porque si no hubiera sido infinita tu misericordia, nunca hubieras tolerado la ofensa infinita de mis culpas. ¡Oh Jesús! Compadécete de mí según la grandeza, de tu misericordia. Te pido humildemente perdón, y confío que perdones a este mísero pecador, sinceramente propongo firmemente servirte en lo sucesivo con fidelidad y amarte fervorosamente. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. VIII, núm. 123; cap. XII, núm. 3, y cap XIV, núm. I.)
CAPÍTULO VIII Que el corazón debe, estar limpio, aun de todo pecado lave.
1. Voz de Jesús . - Purifica hijo uno, tu corazón de toda culpa aunque te parezca leve, y evita cuidadosamente aun la menor mancha de pecado.
No hay razón, ni puede haberla, para cometer el más ligero pecado.
Aun cuando se siguiera la salvación de todo el universo, no le sería lícito ofenderme en lo más mínimo, como quiera que Yo valgo infinitamente más que el mundo todo. Evitan algunos los pecados graves y cometen sin escrúpulo los veniales; señal harto evidente de que más se gobiernan por su amor que por el mío. ¡Infelices! Experimentarán para su daño cómo se han engañado a sí mismos. 2. Porque quien despreciare las cosas pequeñas, poco a poco caerá en las grandes; y acostumbrándose insensiblemente a reputarlo todo por pequeño, juzgará que le va bien y llegará a cometer faltas graves sin grave remordimiento de conciencia. Cuando gusta un insensato de marchar por el borde de un precipicio, justo es que, resbalando el pie, se precipite en el abismo. Guárdate, pues, de pecado venial, si no quieres cometer pecado mortal. Mientras fueres indulgente con las faltas pequeñas, por todo ese tiempo pones en peligro tu salvación. 3. A muchos corazones parece cosa horrenda renovar mi muerte con el pecado mortal; pero no cesan de amargar y afligir mi Corazón con reiteradas culpas veniales. ¡Ah, hijo mío! Considera una y otra vez y atiende bien qué es lo que haces, pues cuando crees lastimar mi Corazón con una herida pequeña, quizá yerres, como acontece a muchos, y me atravieses el Corazón con una herida mortal. ¡Oh estupidez del humano corazón! Muchos temen más ofender al último de los hombres, que a Mí, su Dios y Salvador. 4. Mientras sigas pecando, aunque no sea gravemente, siempre andarás mal sin poseer la verdadera felicidad.
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Y aun cuando, como es debido, desees la perfección, si no evitas toda culpa voluntaria, todo tu trabajo por alcanzarla te resultará vano.
multitud de culpas, cuantas las especies de ocupaciones. ¿Y en qué obra, aun de religión y piedad, no encontrarás, Señor, algún defecto?
Porque el pecado venial disminuye la caridad, infunde tibieza, corrompe los actos de virtud, ciega el manantial de las gracias y auxilios especiales, y, por último, privando al alma poco a poco de todos los bienes, la deja enteramente vacía.
¡Ay, alma, mía! ¿No bastaba cometer tantos pecados por inadvertencia, por ignorancia o por fragilidad? ¿Era también preciso añadir otros más graves por negligencia, por deliberación y malicia?
5. ¿Por qué la mayor parte de las veces se ve el hombre afligido con tantas y tantas desdichas? Por una vana comodidad o por un pasajero deleite.
¡Así pagamos al Señor, por cuya bondad vivimos, y a cuyo amor debemos cuanto somos y tenemos!
Considera, pues, cuántos verdaderos inconvenientes se han de seguir, y cuan graves padecimientos sufrirás en el purgatorio.
7. ¡Oh, Señor, Dios y Salvador mío! Si con la gravedad y muchedumbre de mis pecados no he perecido, a la benignidad de tu Corazón lo debo. Tu misericordia me ha detenido a la boca del abismo.
Allí se han de padecer tormentos que exceden sin comparación a todos los suplicios del mundo y todas las penalidades de la vida; de allí no has de
Heme atollado en el lodo; han desfallecido mis fuerzas, envolviéronme las tinieblas, me abandonó mí mismo corazón. Cada vez desciendo más a lo
salir hasta pagar el último cuadrante. ¡Con cuánta amargura te dolerás entonces de aquel pecado levísimo, por cuya causa se te cierra el cielo y duramente se te castiga!
profundo, y, extenuado, ya no puedo liberarme. ¡Cuánta es, Señor, la miseria mía!
No quieras, hijo mío, frustrar los deseos y esfuerzos de mi Corazón por hacerte feliz, ni seas, tan loco que, a mi pesar, prefieras ser desgraciado. . - Luego no es, Señor, el pecado venial un mal 6. Voz del di scípulo pequeño, cuando tanto ofende a tu Majestad, hiero tu Corazón, priva el alma de favores y auxilios especiales, impide, el suspirado aprovechamiento, vicia las buenas obras, abre camino para la perdición, compromete la eterna gloria, y excluye al reo del cielo. ¿Y yo he reputado cosa baladí males tan graves? ¡Cuánta, locura la mía! Y lo que es peor, he cometido tales pecados sin número y sin medida: mis faltas exceden a toda, cuenta. ¿Quién podrá contar el número de estas culpas? Cuantas son las potencias del alma y los sentidos del cuerpo, tantos han sido los géneros de pecados; tantos los abusos e ingratitudes, cuantos, los favores y beneficios; tanta la
¡Oh, quién dará fuente de lágrimas a mis ojos y aliento a mi corazón para, llorar y moverte, Señor, a que me salves! Apiádate, Jesús, de mí; libértame, purifícame y renuévame del todo. Inflama mi corazón en el amor del tuyo, consume con este fuego divino mis delitos, no me los reserves para el fuego del purgatorio. Arda yo aquí en la tierra y sea purificado con el fuego de tu dulce amor, no allá entre las llamas del fuego de tu justicia. Resuelto estoy, dulcísimo Jesús, a practicar por tu amor lo que no he hecho hasta ahora ni por temor. Evitaré por tu amor aun el pecado más leve. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. II, num 6 y lib. III, cap. IV, núms. 1, 2, 3 y 4)
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CAPÍTULO IX Que el corazón del pecador tío puede gustar sino la amargura de la desdicha.
1. V oz de Jesús .- Hijo mío amadísimo; si llegares a un estado en que la
conciencia de nada te reconviniere, alégrate y regocíjate y mucho, porque la paz será para ti como río de bienaventuranza.
No entiendo cómo se atreve a entregarse al descanso de la noche quien ignora si despertará condenado en el infierno. 3. El corazón del hombre no puede menos de amar la felicidad; pero el pecador, arrebatado ciegamente por la pasión desenfrenada é indómita, busca la felicidad donde sólo puede encontrar la mayor desdicha. Piensan algunos que satisfarán los apetitos condescendiendo con ellos, y que una vez satisfechos encontrarán la paz. ¡Cuán errados andan!
La buena conciencia beatifica al alma, alegra a los cielos, espanta a los infiernos; pero la mala llena al pecador de desventura, aflige a los moradores del cielo y alegra a los demonios con cierto regocijo.
¿Quién, para apagar un incendio, arroja combustible al fuego? Lo aumentaría en lugar de apagarlo.
Figúrate todas las calamidades posibles en este mundo, y nunca imaginarás tantas cuantas llevan en el corazón los pecadores.
Aunque alguno sacrifique a las pasiones la salvación del alma y la salud del cuerpo, aún no satisfechas, seguirán clamando: «¡Tuyas somos danos más y más!»
¡Cuán penosa y afrentosa estan la esclavitud ¡Cony cuan fuertes ligaduras está sujeto íbamos viles, comodel sonpecador! el demonio las pasiones desenfrenadas!
Si el corazón del pecador pudiera verse a sí propio, ¡qué de miserias y abominaciones se mostrarían allí! Pues para Mí todo está patente y manifiesto, ni puedes engañarme, aunque engañes a los hombres.
Lazos de estúpida ignorancia le alaban el entendimiento para que no perciba, la Verdad; cadenas de execrable malicia amarran la voluntad, para que no ame el bien. Lazos de concupiscencia le ligan los sentidos para que no busquen la honestidad; cadenas de perversos apetitos le agobian con su peso para que no llegue nunca a la hermosa libertad de la gracia.
4. A veces el corazón, esclavo de una mala costumbre, viene a parar en esto: que nada piensa, nada ama, nada encuentra agradable sino aquello que regala sus apetitos; y aunque conozca que acelera el camino de su perdición, no para mientes en ello, sino como bestia estúpida corre sin freno tras las concupiscencias, pisoteando, no sólo los bienes eternos, sino también la probidad, el honor, la vida misma.
2. ¿Quién más insensato que el pecador, que es causa de su propia miseria?
El pecador no necesita enemigo qué le dañe y le atormente. Él es su mayor enemigo, él su verdugo más despiadado.
Si hay en la tierra infierno anticipado, lo es el corazón del pecador que, abrasado por el fuego de las pasiones, lleva todos los suplicios de la mala conciencia.
En aquello mismo en que piensa encontrar gozo y satisfacción, allí suele hallar mil géneros de tortura.
¿Cómo puede jamás alegrarse de verdad quien sabe que, si se rompe el frágil hilo de la vida, se despeñará en lo profundo de los infiernos?
5. ¿Cómo encontrar la paz quien lleva en su seno las causas de la inquietud? ¿Ni cómo respirar una vez con libertad quien arrastra cadenas del demonio?
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¡Cuán infeliz debe ser quien permite a Satanás sentarse y dominar en el trono de su corazón! ¡Feliz aquel pie no haya experimentado jamás la esclavitud del demonio! ¡Bienaventurado aquel que nunca gimió agobiado con los grillos de la culpa! Hijo, si aún no has probado la desgracia de estar en pecado, regocíjate con todo el cielo y nunca pretendas saber qué sea servir a Satanás. Mas si desdichadamente eres su siervo, ten compasión de tú alma, arroja enardecido ese yugo, rompe las cadenas del infierno y goza de la libertad de los hijos de Dios.
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7. ¡Oh Jesús mío! ¡Si pudiera yo deshacer lo que tan miserablemente hice, aun a costa de mi vida! ¡Si yo jamás hubiese venido a tanto infortunio, sino que hubiera perdido la vida antes que tu gracia! Dichosos mil veces aquellos que nunca perdieron la inocencia ni experimentaron jamás la infelicidad del estado de culpa. Revísteme, te suplico, de mi antigua vestidura; restaura mi inocencia, que estoy dispuesto a ser tuyo con renovación de vida para custodiarla inmaculada día, por día hasta el fin de mi existencia. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. VI, núms. 1 y 2; lib. II, cap. VI, núm. 1, y lib. III. cap. XII, números 5 y 6.)
6. Voz del di scípulo . -¡Oh, Señor, cuánta infelicidad es vivir en pecado!
¡Qué desgraciada el alma que vivo en estado tan miserable! ¿Qué paz, qué gozo disfrutar teniendo por de enemigo a Ti, Señor, que todo lo seguro puedes y todopodrá lo sabes, estando alejada tu Corazón, su último y más asilo, y sabiendo que en el momento menos pensado puedo ser arrojada al fuego del infierno? ¡Cuán desventurada, cuando ni puede mirar al cielo sin ver que ha perdido el derecho a su posesión, ni mirar a su alrededor sin verse acusada por todas partes y acometida de terror, ni bajar los ojos sin que le adviertan en silencio que allí abajo está el infierno, su morada! ¡Cuán desventurado quien, al retirarse a su propio corazón, encuentra allí morando a Satanás, encuentra allí un infierno anticipado, sin nada alegre ni consolador, sino viendo por todas partes horrores y tinieblas, temores y suplicios! ¡Oh alma infelicísima! ¡Cuán diferente ahora de cuando, engalanada con la gracia celestial, ennoblecida con la adopción de hija de Dios, estabas tan hermosa, tan noble, que ponías admiración a los ángeles y Santos! ¡Y ahora qué desfigurada por el pecado, qué olvidada, qué despreciada!
CAPITULO X Que el Corazón de Jesús llama a todos, aun a los pecadores.
.- Venid a Mí todos cuantos trabajáis y andáis fatigados, 1. V oz de Jesús que yo os aliviaré. Venga el justo para justificarse más; venga el tibio para enfervorizarse; venga el pecador para purificarse y santificarse. ¡Oh fragilidad, humana! ¿Dónde está el hombre que no ha pecado? Quien dijere no haber pecado, él mismo se engaña y no dice verdad. 2. Si te sientes, hijo mío, cargado de pecados y molestado por las imperfecciones, acude presuroso a mi Corazón. Aquí romperás las cadenas, aquí respirarás. No te arredren ni la gravedad de tus delitos ni la grandeza de mi Majestad: no vine a buscar justos, sino a llamar pecadores a penitencia. Cuánto mayores miserias te esclavicen, tanto mayor será mi compasión. Cuanto más grave sea tu enfermedad, más necesitas de médico.
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No me espantan tus miserias; conozco el lodo de que se formó tu corazón; si no has caído en mayores pecados, a mi gracia lo debes. Pero una cosa, me admira: que ofreciéndome a curarte, no quieras sanar, y si lo quieres, parece como que dudas de mi bondad. Hijo mío, no me infieras esa injuria tan acerba; mi Corazón desea perdonar, y no se cansa de perdonar. Mira con cuánta benignidad trataría, yo a los pecadores, cuando me llamaban «amigo de pecadores». 3. ¿Dónde encontrarás un corazón que amo como ama el mío? Ningún hombre muestra tanto amor como el que da por sus amigos la vida. Yo, hijo de Dios, lo mostré mayor todavía, pues di la vida por mis enemigos. ¿Quién jamás me amó sin amarle yo antes? ¿Quién me consagró los afectos de su alma, sin que antes hubiera experimentado los efectos de mi ternura? 4. Muchos pierden la inocencia antes de saber qué es inocencia y cuánto vale. Es grande gloria de mi Corazón triunfar de tales corazones y convertirlos de pecadores en santos. ¡Oh, sí conocieses el amor de mi Corazón, entonces comprenderías con cuánta ternura amo a las almas fieles y con cuánta suavidad atraigo a los pecadores! ¿Quién sufre sin que se compadezca mi Corazón? ¿Quién poca sin que mi Corazón se aflija? ¿Quién enferma sin que mi Corazón le medicine? ¿Quién es miserable sin que mi Corazón no le tenga lástima? ¿Quién hay en el mundo que no haya sido colmado por mí de beneficios? 5. Yo soy el Buen Padre, que abrazo a los hijos engendrados en la Cruz con amor del Corazón, el cual permanece perpetuamente abierto para que en todo tiempo hallen en él asilo, y no un asilo cualquiera, sino el centro de mis amores.
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Ellos duermen, y mi Corazón vela para su custodia; ellos velan, y mi Corazón cuida de conservarlos. En tanto amor para con ellos arde mi pecho, que a cada uno de ellos quiero y protejo como si fuera el único. Si alguno, seducido por el enemigo, se aparta de Mí, me contristo por ello como de la muerte del unigénito; aunque huye, lo sigo amoroso y lo llamo, lo invito, le hago promesas. Y si él no quiere escucharme, aguardo con paciencia, me siento a las puertas de su corazón y llamo frecuentemente. Y cuando al cabo se decide a volver a Mí, vuelvo a su encuentro, le oprimo contra mi pecho, latiéndome de gozo el Corazón al ver vivo y salvo junto a Mí al hijo que lloraba como muerto. De gozo convoco todo el cielo, para que se congratule conmigo y se regocije. 6. Luego si quieres recrear mi Corazón, alborozar el cielo todo y aquietar tu alma, conviértete de todo corazón a Mí. Sean tus pecados graves, sean leves, ven a mi Corazón, y hallarás remedio para todos los males. Hijo mío, confía y no temas; yo te llamo, no para reprenderte, sino para borrar tus iniquidades. Ven, hijo mío, ven; aquí me tienes esperándote con los brazos abiertos y el Corazón abrasado en tu amor. 7. V oz del discípul o . - Hacia Ti, dulcísimo Jesús, corro presuroso, hacia Ti
corro alentado y confiado en tanta bondad de tu Corazón. Vengo clamando y suplicando ¡oh Señor! que recibas con clemencia a este hijo pródigo que vuelve de apartadas regiones, escuálido, consumido por el pecado y rebosando miserias. No soy digno de ser llamado hijo tuyo después de abandonarte, tan gravemente deshonrarte, tan despiadadamente afligirte.
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Pequé contra el cielo y contra Ti; reo soy, y no me atrevo a llegarme a tus brazos. A tus plantas, derrocado beso el polvo, y apelo a tu Corazón paternal implorándote perdón. Cuando huía de Ti, me llamaste; perdido, me buscaste; abusando de tu bondad, me sufriste; con suavidad admirable me inclinaste a volver a Ti, y ahora, cuando vuelvo en condición tan desdichada, me recibes y me abrazas. ¡Jesús, Jesús, no hay padre alguno como Tú! Alégrense y regocíjense conmigo todos los ángeles y Santos; alaben también conmigo y ensalcen por toda la eternidad tu misericordia. Ya soy tuyo para siempre; siempre fielmente te amaré, Señor, y por tu amor cumpliré en todo tu voluntad santísima. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. XXII, núms. 1 al 5.)
2. V oz de Jesús .- Hijo, «si quieres purificar el corazón y arrancar de él todo lo vicioso, emprende la obra con ánimo grande y generosos alientos.
Ten buena y firme voluntad de corregirte, y no descanses nunca hasta la enmienda perfecta; fomenta al mismo tiempo en ti el sincero y vivo deseo de cooperar a la gracia divina y seguir sus inspiraciones, porque así un éxito feliz coronará tus esfuerzos. Este es el primer y principal medio que has de poner de tu parte; de él depende la eficacia de los demás, que sin él, aunque de suyo poderosos, apenas logran eficacia. Esta voluntad inquebrantable de trabajar con la gracia para purificar el corazón, y conservarle puro, es la primera esperanza de la futura pureza del alma, la primera señal de la futura perfección, la primera nota por la cual se conoce a los que llegarán a Santos, el primer distintivo del verdadero discípulo de mi Corazón.
CAPÍTULO XI Cómo se ha de emprender la purificación del corazón,
3. Provisto ya, con esta, disposición de ánimo, toma fuego, enciende con él tu corazón para que consuma los pecados y los vicios que allí brotan.
completa enmienda, los cielos me invitan, los infiernos me amenazan, la tierra, en el momento menos pensado, puede mandarme a la eternidad.
Hijo mío, atiende a lo que te digo: Puesto a limpiar un huerto convertido en áspero erial de plantas dañinas y espinosas, lo limpiaras, ciertamente, si trabajas con instrumentos a propósito, si arrancas la mala hierba y arrojas fuera todo lo perjudicial, pero no remataras tal obra sino a fuerza, de
Hasta mi propio corazón, agobiado por el pese dones,bondad obligado las propias miserias, atraído, finalmente, pordelatus infinita depor tu Corazón, no cesa de estimularme.
mucho tiempo y trabajo. Pero si le aplicas fuego, sin trabajo y en corto tiempo tendrás el huerto limpio.
1. V oz del discípul o . - Infinitos motivos, ¡oh Honor! me impulsan a una
Mas ¿cómo realizaré obra de tanta trascendencia? Veo la obligación, pero no hallo manera de limpiarla. Te ruego ¡oh buen Jesús! me enseñes el modo de enmendarme y reformarme con verdad. Toda gloria que de ello se siguiere será para Ti y para tu amantísimo Corazón.
Es más: el huerto quedara con el fuego más fértil y apto para florecer y fructificar. Hijo, por modo muy parecido, tu corazón, imagen de este huerto, purificaras con más holgura y facilidad valiéndote del fuego del amor divino, mejor que de otro instrumento.
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Con ello hallaras mejor dispuesto el corazón para producir, llores de virtud y frutos de santidad.
Cuanto con más sana intención te dolieres y detestares los pecados, tanto más cierto te encontraras del perdón y tanto más seguro de la enmienda.
4. Alcanzaras de mi Corazón este fuego si a El acudes por medio de la oración, si pides, no sólo con los labios, sino con el corazón también.
6. Una señal cierta de verdadera contrición por los pecados cometidos, es no volver a cometerlos.
Que si despacio ponderas las penas que tantas, veces mereciste del infierno y purgatorio, si atentamente consideras los beneficios divinos y tu negra ingratitud.
Ten, pues, propósito firme, y cúmplelo fielmente, de evitar cuanto me desagrada, y de padecer primero los males todos de la vida que de cometer voluntariamente pecado.
Si meditas atento mis divinas e infinitas perfecciones, dignas de todo amor y veneración y tus inicuas ofensas.
Sin embargo, no te engañes imaginando que es bastante un propósito cualquiera. No basta un deseo vago; no basta el propósito hecho por hábito y mera fórmula; no basta un propósito ineficaz, por el cual quieres y no quieres, o imaginandote que no quieres pecar más, no pones de hecho los medios para evitar los pecados.
Si me contemplas consumido de trabajos por tu amor, padeciendo inmensamente por tus pecados, colgado de la cruz con las manos enclavadas, con el pecho rasgado y abierto para ti. Si, finalmente, penetras en lo interior de mi Corazón y consideras hasta qué punto aquel Corazón inocente estuvo dolorido por tus delitos y cómo fue por ellos consumido y acabado. Si entonces, con repetidos afectos y fervorosas oraciones, acercas tu corazón al mío. Sin duda ninguna que en la oración se encenderá el fuego y levantara la llama consoladora del amor divino. 5. Saca de este amor tu contrición, tanto el dolor de los pecados cometidos como el propósito de no volver a cometerlos. Hijo mío, nadie obtiene el perdón de los pecados como no se doliere de ellos, ni se cura nadie de los vicios como no los aborreciere. Detesta, pues, cuanto pudieres, y odia los pecados y vicios, que exceden a todo odio y detestación, y jamás podrás detestarlos y odiarlos demasiado. Cuanto más sacares este dolor del amor de Dios, tanto más perfecta será tu contrición, aun cuando tú la sintieres sensiblemente.
Es necesario, mío, que el propósito sea verdaderamente y eficaz, y quehijo te mueva a poner los medios para no cometer sincero, culpas. firme Para mantener vivo este propósito, renuévalo muchas veces, ora con frecuencia, fomenta la devoción con ejercicios espirituales, y procúrate de esta suerte una gracia especial para más fácilmente permanecer constante y perseverar. 7. V oz del di scí pul o . - Verdaderamente, Señor, que está mi corazón como
tierra desolada, en la cual vegetan sin cuento, dañinas y corrompidas plantas. ¡Gran trabajo purificar el corazón del hombre! ¡y yo no me basto para hacer cosa saludable! Pero ayúdame Tú, Señor, con eficaz y poderosa gracia, que con ella llevaré a feliz término tan importante negocio. Con ansias del alma deseo llevar a cabo, bajo tu dirección, obra tan necesaria, tan útil, tan santa, y no abandonarla hasta verla cumplidamente terminada.
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No permitas ¡oh buen Jesús! que ande en ella torpe y negligente, pues confieso que soy propenso al decaimiento y que acostumbro, tras los primeros afanes, a caer insensiblemente en abandono. ¡Excítame Tú, Señor, anímame, guíame piedad, y no me dejes descansar hasta llegar tu trono deseado! (Imitación de Cristo, lib. I, cap. XIX.)
CAPÍTULO XII Sacramento de la Penitencia es medio fácil y eficaz para purificarse de pecados y vicios.
Pero si rehúsas la confesión, considera cómo en tu corazón un infierno que sólo la confesión puede extinguir. Pues si sabes que contra el infierno, después del bautismo del Señor, tienes todavía un segundo socorro en la confesión, ¿cómo abandonas tu salvación? Piensa primero en la magnitud del castigo, para que así no vaciles en aceptar el remedio. (Tertuliano. Siglo II). Se consigue, pues, aunque con trabajo, perdón de los pecados por la penitencia, cuando el pecador riega con lágrimas su lecho, cuando no se avergüenza de confesarlos al sacerdote del Señor ni de buscar la medicina. (Orígenes. Siglo III.) «Esta medicina de la confesión es indispensable para todos, porque mayor peligro corre el alma que el cuerpo, y porque las enfermedades interiores han de curarse cuanto antes.» (Lactancio. Siglo IV.)
1. Voz de Jesús .- Hijo mío, sabiendo mi Corazón ser tanta la fragilidad de
los mortales que en la tierra no pueden vivir sin pecar, halló un medio saludable, con cuyo buen empleo, no obtuvieran remisión de los pecados, sino acrecentamiento de gracia.
Aquí tienes, hijo mío, cómo desde un principio los fieles de todos los siglos y de todas las partes del mundo han venerado y practicado tan dulce y saludable Sacramento.
Dios es fiel, y según su palabra, perdonara las culpas a cuantos las confesaren, y dará gracia. A cuantos la pidieren, y vida mejor a cuantos la buscasen (1 San Juan, 1, 9, 5, 14.)
3. ¿Qué cosa más provechosa que una buena confesión? Por la confesión se libra el hombre de la culpa, recobra mi gracia, recibe paz en el corazón, y quien antes se sentía atormentado por el remordimiento, se encuentra después sosegado y feliz.
¿Qué sería de la mayor parte de los hombres si no hubiese confesión? ¡Qué pocos se salvarían! (¡Cuantos que hoy gozan o han de gozar alguna
El Sacramento de la Penitencia es para el alma medicina que cura los
vida del cielo, se hubieran condenado!
vicios, las tentaciones, desbarata las asechanzas della demonio, infundeahuyenta nueva gracia, aumenta la piedad, robustece más y más virtud.
Mas por eso di Yo a la Iglesia tal potestad, que a quien perdonase los pecados, le quedasen perdonados; y a quien los retuviese, quedasen retenidos. (San Mateo, 18, y San Juan, 20.)
Por la confesión, el alma recobra los derechos que había perdido pecando, y recupera la hermosura que la iniquidad, había afeado.
Si, pues, en el corazón de alguno hubiera entrado astutamente la envidia, la infidelidad o cualquiera otro pecado, y permaneciese oculto, no se avergüence de confesarlo al superior para que le cure con la palabra de Dios y el consejo saludable. (San Clemente Romano. Siglo I).
4. Acontece, sin embargo, que después de acercarse el pecador a este Sacramento de misericordia, movido de vergüenza o de temor, se arroja a los abismos del sacrilegio y pasa de pecador a monstruo horrendo de pecado.
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¿Pero podrás, criatura abominable, sustraerte de mí vista? ¿Por ventura podrás tú impedir que te sepulte en el abismo que has abierto por tus propias manos? Tú sacrílegamente ocultas los pecados al confesor, el cual, por leyes estrechísimas, humanas y divinas, está obligado a perpetuo y absoluto silencio; pero Yo los manifestaré en tu misma presencia, no a un hombre sólo, ni a una nación sola, sino al cielo, a la tierra, a todos cuantos hayan existido en todo tiempo y lugar. Entonces, en el exceso de confusión, llamaras a los montes para que, cubriéndote, te libren de vergüenza; hasta querrás esconderte en el infierno: pero no podrás, porque has de estar a pie firme para aguantar a presencia de todos toda la confusión y vergüenza que mereciste. «Confiésate; salga y corra en la confesión toda tu podredumbre. Lo que quedare, fácilmente sanara. ¿Temes confesar lo que no puede quedar oculto aunque no lo confieses? Dios, que todo lo sabe, exige la confesión para dar libertad al humilde, y condena al inconfeso para castigo de los soberbios.» (San Agustín. Siglo V.) «Pero confiésate de tal manera que no vuelvas a los pecados; porque entonces aprovecha la confesión al pecador, cuando no vuelve a cometer lo que confesó.» (San Fulgencio. Siglo VI.) «Una vez hecha la confesión, hay que renunciar al pecado; la confesión precede y sigue la remisión.» (San Isidoro. Siglo VII.) «La Iglesia, que tiene en Cristo su fundamento, ha recibido del mismo la potestad para perdonar los pecados.» (San. Beda. Siglo VIII.) «Si no quieren los pecadores confesarse, al mismo Dios, testigo de sus culpas, tendrán por Juez vengador.» (Haymo. Siglo IX.) «No se han de confesar públicamente los pecados; basta manifestar a los sacerdotes en secreto de confesión los delitos de la conciencia.» (Luilprando. Siglo X.)
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«Así, pues, a que el pecador confiese sus, culpas le aconseja y le obliga Dios.» (San Pedro Damaseno. Siglo Xl) «La confesión es necesaria al pecador y no menos conveniente para el justo.» (San Bernardo. Siglo XII.) «De tres maneras se ha de confesar: sin disimulo, sin disculpa, sin dilación.» (San Buenaventura. Siglo XIV.) «Acúsese el penitente delante del sacerdote con vivo sentimiento de dolor y con propósito firme de la enmienda, y cumpla la penitencia que se le impusiere.» (Taulero, Siglo XIV.) «La penitencia es un sacramento cuya materia, como si dijéramos, son los actos del penitente, (pie se reducen a tres: primero, dolor de corazón, segundo, confesión oral; tercero, satisfacción de obra.» (Concilio Florentino. Siglo XV.) ¡Hombre insensato! ¿No tuviste vergüenza de pecar para tu perdición e ignominia, y has de tenerla de confesarte para tu salvación y gloria? Mas óyeme: ¿Por qué dudas en poner de manifiesto tu conciencia ante aquel hombre que ha sido puesto por Mí y tiene ante ti mi lugar? Al confesor debes mirar como a Mí mismo cuando delante de él te presentares como penitente, porque entonces ciertamente hace mis veces y tiene mi misma potestad. Por lo demás, bien él es hombre y tiene sus miserias, y bien él, como tú, debe confesarse; precepto de él tanto más duro, cuanto a más perfección está obligado. Por eso Dios ha dispuesto muy sabia y santamente de que los sacerdotes, como los legos, todos unidos quisieren verse libros de pecados graves, fueron obligados a confesarse; y que los sacerdotes cuyos santos ministerios piden una perfección muy elevada, purifiquen también la conciencia de culpas leves con la frecuencia de este Sacramento. De esta suerte, los legos se confesaran con ti sacerdote con más libertad y confianza, y los Sacerdotes aprenderán por experiencia propia, a
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compadecerse de las miserias de aquéllos, a enfermar con los enfermos, a llorar con los que lloran.
Yerras, hijo mío, yerras; que no fue constituido este divino Sacramento para tormento, sino para consuelo del hombre.
6. Pero hay quienes se confiesan con bastante sinceridad, y no por esto de verdad se enmiendan; y es porque no ponen todo conato en corregirse de corazón.
8. Deja, pues, toda agitación y ansiedad, porque Yo no soy Dios de turbación, sino de paz, y no me complazco en la confusión del alma, sino con la buena voluntad.
Hay quienes se acercan al Sacramento de la penitencia, unos por necesidad, otros por respetos humanos, aquéllos por rutina; ni es de extrañar que con tal disposición recojan poco o ningún fruto.
Haz lo que puedas y confiésate con sinceridad, que esto siempre lo puedes, y quédate luego tranquilo, sin dejarte perturbar ni por las sugestiones del enemigo ni por la inquietud de tu imaginación.
Tú, hijo mío teniendo ante los ojos tu salvación y mi contentamiento haz cada confesión como si fuese la última de tu vida y de esta suerte cosecharás muy dulces y maravillosos frutos.
Hijo mío mi Corazón es el refugio de los pecadores. Cuantas veces a Él se acogiere alguno con corazón contrito y humillado, no lo rechazaré ni le despreciaré.
6. Sin embargo conócete a ti mismo, hijo mío, y sábete que con harta
Frecuenta, pues, con toda confianza esta Probática Piscina, en la cual mi
frecuencia sentirásde impulsos formado propósito evitar. de ejecutar aquello de que te has dolido y
Corazóntoda lavara tu yalma pararla limpia pura.con (1) su sangre y permanecerá lavándola hasta
No por eso, hijo mío, te desesperes ni contristes demasiado, porque estos impulsos serán efectos más de fragilidad que de malicia, mas serán faltas indeliberadas que voluntarias.
9. V oz del discí pul o .- ¡Oh bondad inmensa de Jesús! ¡Qué saludable, qué
Por aquí puedes comprender cuanta es la benignidad de mi Corazón, siempre dispuesto a perdonarte, y cuanta la miseria del tuyo, siempre propenso a la maldad y con frecuencia cayendo. Pero cuida de que por tanta flaqueza tuya no abandones la confesión; antes cuanto más débil te sintieres, recurre a ella con tanta más frecuencia. 7. Algunos temen la confesión, y van temblando a confesarse. Los grandes pecadores, lo mismo que los grandes Santos, encontraron en ella todo consuelo ¿y tú la consideras como un martirio? Allí resucitan los muertos y cobran vida los vivos y tú tiemblas como si fueras al patíbulo.
consoladora es esta invención de tu bondad, este Sacramento de la Penitencia! ¡Qué asombrosa dignación, qué maravillosa suavidad, el formar con tu divina sangre una divina Probática donde limpiarnos de pecados! Si tu Corazón no hubiera encontrado este secreto derramador de todo consuelo, ¿quién jamás lo hubiera imaginado? Y si no nos lo hubieras propuesto, ¿qué sería de nosotros los pecadores? ¿Qué sería de mí? (I) Viene a propósito ilustrar este punto con un hecho en verdad admirable y muy consolador, que se lee en la vida de Santa María Magdalena de Pazzis. Cierto día, como esta santa virgen estuviere exhalando su corazón ante Jesús Sacramentado, expuesto en el Tabernáculo en la iglesia de su monasterio, en ocasión que se estaban oyendo confesiones; y como luego quedase extasiada con las divinas comunicaciones, de repente percibió que se le mostraba un cómo mundo espiritual. Veía cada una de las almas de los penitentes, tales como eran cuando se confesaban. Pero al otorgárseles la absolución sacramental, en aquel momento veía correr místicamente la sangre de Jesús sobre cada uno de los penitentes, y que esta sangre tanto les limpiaba, que se ponían puras, hermosas y resplandecientes, como no puede creerse. Verdaderamente, si tal es el efecto de una sola
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confesión, ¿qué maravillosos no serán los efectos de la confesión frecuente? Si el alma se para tan pura, tan hermosa, cuando una sola vez es lavada con la sangre del Corazón de Jesús, cuan pura y más hermosa no quedaría si se lavase muchas veces. Hasta las viles rodillas, si se lavan mucho, se vuelven blancas como la nieve. ¿Cómo quedaran de puras, inefablemente hermosas, nuestras almas, de un valor casi infinito, si las lavamos con esta divina sangre de Jesús? Este devoto pensamiento debe aumentar en nosotros el amor al Sacramento, y puede consolarnos muchísimo si meditamos en él al recibirlo .
Gracias te doy, dulcísimo Jesús, y gracias te den conmigo los ángeles y bienaventurados todos, todos los pueblos y naciones, por haber instituido este vivificador y santificador Sacramento, por cuyo medio se salvan los reos de la tierra y se llena el cielo de crecido número de Santos. Más a fin de no abusar de tan grande beneficio y recoger todo el deseado fruto, resuelto estoy a confesarme, no sólo con frecuencia, sino con diligencia suma, como si me preparara para morir, haciendo antes de confesarme actos de verdadero dolor y propósito sincero con todo sosiego y buena voluntad, y diciendo al confesor mis pecados con aquella sinceridad con que hablaría contigo mismo si ante mis ojos te viese; cumpliré cuanto antes con atención y devoción la penitencia impuesta, y; finalmente, procuraré, lleno de gratitud, vivir con nuevo fervor y más puro corazón. ¡Oh Jesús! ¡Cuánto consuelo, cuanta dulcedumbre debe sentirse cuando en este Sacramento ele tu misericordia sea lavada y purificada el alma con la santísima y purísima sangro de tu Corazón! ¡Oh, lávame muchas veces y quedaré del todo limpio; sígueme lavando, y apareceré más blanco que la nieve! (Imitación de Cristo, lib. I, cap. XXI, números 1, 2, 3, 4, 5, 6; y cap. XXII, números 6 y 7.)
CAPÍTULO XIII Como debemos confiar en el perdón de los pecados después de poner lo que esté de nuestra parte.
1. V oz de Jesús . - Por mi vida, que no quiero Yo la muerte del pecador,
sino que se convierta y viva. Si el pecador hiciere penitencia de sus pecados guardare todos mis preceptos, vivirá eternamente y no morirá. La maldad del impío no le dañara desde el día un impío se convirtiere de su impiedad; los pecados no le serán cometidos no le serán imputados. ¿Por qué, pues, te turbas, hijo mío, y temes sin alivio? No soy yo como los hombres, voluble y melindroso. ¿He dado mi palabra y no la he cumplido, lo prometí y no he de dar lo prometido? ¿Juré y he de permanecer fiel? ¿Por qué dudas, pues, hombre de poca fe? Es inútil te digo que el cielo y la tierra faltaran, pero no faltaran jamás mis palabras. 2. A Dios tienes por tu Padre celestial, que para salvarte no perdonó a su propio Hijo, sino, lo entregó a muerte infame, no menos por ti o por los demás hombres. ¿Y cómo no había de darte con él todo el perdón, la perseverancia, ni paraíso y todo bien?. Yo Hijo unigénito de Dios, soy tu tesoro; nada le fallara de la gracia que necesites, pues donde abundó el delito, allí mismo sobreabundara la gracia. Acércate, pues, con confianza al trono de la concordia, para que consigas lo que necesitas. 3. Hijo mío, Yo descendí del cielo para arrancarlo de las fauces del infierno; Yo he padecido toda la vida para que tú gozases por toda la eternidad; Yo, voluntariamente, fui condenado a muerte para librarte de la muerte eterna. Y si yo obré contigo, cuando eras enemigo mío, ¿qué no haré, qué rehusaré hacer por ti ahora que me amas?
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Si te aterrorizan tus pecados, sábele, hijo, que mis merecimientos valen infinitamente más para salvarte, como tú quieres, que tus pecados para perderte, como tú temes.
Confía, hijo, en que tus pecados han sido perdonados. El único empeño de ahora ha de ser amarme, tanto más cuanto mayores culpaste perdoné.
Y si por tus culpas tiemblas del juicio, no olvides, jamás que tu juez he de ser Yo mismo, tu Salvador, que estoy a la diestra de Dios Padre
y dulcedumbre sacas de tu Corazón para este pobre y miserable pecador!
intercediendo por ti.
¡Oh Señor y Dios mío! me hasel lavado, los pies, ni las manos, ni la cabeza solamente, sino Tú el alma, corazón,notodo mi ser, y con tu propia sangre.
4. Ensancha, pues, tu corazón con el Espíritu Santo que has recibido en el Sacramento de la divina misericordia. Aquel Espíritu de caridad, fuego consumidor, destruirá las reliquias del pecado y arrojara lejos lodo infundado temor. Aun cuando fueses tan grande pecador como el ladrón que conmigo crucificaron; aun cuando como Santo me hubieses perseguido; aun cuando fueses apóstata como Pedro, como te confesares debidamente y gozares los efectos del Sacramento, todos los pecados te quedan perdonados. 5. ¿Por qué, pues, estas triste, hijo mío? ¿Por qué te conturbas? ¿Me tienes, acaso, por señor tan severo a quien a duras penas se puede satisfacer? Te engañas, hijo mío, te engañas por completo. ¿Pues qué, no soy Yo un padre cuyo Corazón es la bondad misma? ¿No lo sabes bien? ¿No lo has experimentado mil y mil veces? Pues entonces no me ultrajes, no blasfemes de Mí, haciéndome tan cruel injuria.
. - ¡Oh Jesús, amor mío y vida mía! ¡Cuánta suavidad 7. V oz del discípul o
Has arrojado mis pecados a lo profundo del mar, al abismo de misericordia de tu Corazón, para que desaparecieran de ante tus ojos. ¡Oh Jesús, imposible que olvide tus misericordias, que de tal manera me han vivificado! Tus misericordias cantaré, Señor, eternamente, y por los siglos de los siglos alabaré la bondad de tu Corazón. 8. Bendice, alma mía, al Señor, y todas mis entrañas ensalcen su santo nombre. Y de tal manera bendice, alma mía, al Señor, que no olvides nunca ninguno de sus beneficios. El Señor se compadece de todos tus delitos, el Señor sana todas las enfermedades. No se mostró con nosotros según nuestros pecados, ni nos castigó conforme a nuestras iniquidades, antes las borró según la muchedumbre de bondades de su Corazón.
6. Hijo mío, tú no recibiste el espíritu de temor servil, sino que has recibido el espíritu de adopción de los hijos de Dios, para que me ames y me llames «Padre, Padre».
Como se compadece el padre de sus hijos, así el Señor se ha compadecido de nosotros, porque es bondadoso, porque no tienen cabo sus misericordias.
No temas, pues, hijo de mi corazón, ni angustiándote pierdas miserablemente el tiempo que debes emplear por dicha tuya en amarme. No quiero yo tu angustia, busco tu amor.
9. Ama al Señor, alma mía; ama a Jesús, y amale mucho, porque te perdonó muchos pecados.
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Ámenle menos aquellos a quienes perdonó menos; tú procura compensar con la grandeza de tu amor la grandeza de su bondad. Sí, Jesús mío, sí; te amaré con todas mis fuerzas, no malgastaré más tiempo en atemorizar mi corazón, que es ahora posesión tuya, porque te amaré en todo tiempo, y amarte será mi continua ocupación. En ella encontraré en paz dulce sueño y descanso perpetuo. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. V, números l y 2; Capítulo XXV, números 1 y 2.)
CAPÍTULO XIV Cómo se han de evitar las recaídas.
1. Voz de Jesús . - Hijo, ¿has pecado? No lo vuelvas a hacer, antes bien, precave lo futuro de tal suerte que no vuelvas a lo pasado.
Cuando el demonio es arrojado del corazón, va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y volviendo intenta dar el asalto por segunda vez. Si el hombre no resiste, entran los enemigos, y los últimos pecados de aquel hombre son de peor condición que los primeros. Debes, por tanto, resistir varonilmente las tentaciones del diablo, si es que no quieres ser presa del infierno. Hijo mío, no te aflijas ni contristes porque a tu pesar te asedien tentaciones; alégrate mas bien y alienta, porque es señal de que en ti mora la gracia y sigues mis banderas. Si militaras bajo las de Satanás, cierto que el infierno no te impugnaría, como siervo suyo; pero como estas por Mí, por eso te tienta y pone todo su conato en llevarte a su partido. 2. Hijo, ser tentado no es prevaricar; antes bien, mientras te desagrada el mal, te haces digno de la divina remuneración.
Por más abominables que fueren las sugestiones diabólicas, no te perturben; y por muy impetuosamente que te incitaren a la culpa, no creas que estás de Mí abandonado. Nunca me tienes más cerca ni más dispuesto a ayudarte que cuando aguantas tales tentaciones. Hijo, por todo el tiempo que eres tentado, Yo estoy en la lucha viéndote y auxiliándote, a fin de que con mi aliento y auxilio puedas, no sostenerte tan sólo, sino gloriosamente triunfar. Está, pues, apercibido para la batalla, porque nadie será coronado como no pelee debidamente y sólo quien venciere recibirá corona de vida. 3. Como a diestra y siniestra te rodean enemigos, y por dentro y por fuera estés expuesto a las acometidas, anda siempre pertrechado de tal manera que nunca te cojan desapercibido. Ten tu corazón elevado y unido con el mío, decidido y generoso propósito de sufrirlo dado y aun de morir en la contienda antes que calme las espaldas; porque de otra manera no podrás soportar seguro la brega de la batalla. 4. En esta lucha, dos géneros de armas le son necesarios: ánimo para defenderte, el otro e ir a ofender al enemigo. Armas defensivas te suministrara la humildad. Con esta virtud desconfiaras de ti totalmente y pondrás en Mí tu confianza, y siéndote cosa aventurada tu propia fragilidad, evitaras cuanto pueda las ocasiones peligrosas. Presunción inexcusable y digna de castigo sería buscar las ocasiones y salirles al encuentro, sobre las que se refieren a la pureza del corazón. 5. Ahora, si el enemigo te acometiere, invócame y apóyate en mi auxilio con confianza y diligencia.
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Quienquiera que orare en la tentación como se debe, no puede ser vencido; pero quien abandona la oración, suele sucumbir. Inmediatamente que sintieres la tentación, resiste generosamente y ora con fervor de esta o parecida manera; «¡Oh, Jesús! Escóndeme dentro de tu Corazón, no me separes de Ti... Dios mío, Dios mío, acude en mi ayuda...
Sé magnánimo; la magnanimidad es la mitad de la victoria: acarrea más gracia, levanta el corazón, aumenta las fuerzas, suaviza el trabajo, aterra y debilita al enemigo. Por Mí, tu Dios y Salvador, por tu salvación, (por la corona eterna, por el mismo reino de los cielos, pelea varonilmente y ofrece a Dios, a los
Jesús y María, apresuraos a socorrerme... Señor, quiero antes morir que pecar».
ángeles y a los hombres un espectáculo digno del mismo cielo.
Si el enemigo continuase tentándote, tú, separando completamente la atención del objeto de la tentación y aplicándola seriamente a cosas buenas o indiferentes, continúa orando, continúa resistiendo, no con turbación e impaciencia, sino con toda paz y constancia, y el enemigo huira o quedara confundido.
manos para la batalla y mis brazos para la guerra.
6. No te contentes con rechazar a Satanás, tira también a dañarle, lo cual lograras si con las armas que el divino amor te preste, revuelves la tentación contra el mismo enemigo. Cuantas veces, pues, te tentare el demonio, valiéndote de la tentación contra sus fines e intenciones, únete más estrechamente conmigo, glorifícame con tu fidelidad y adquiere para, ti mayor mérito y fortaleza. De esta suerte sobrevendrá que, aterrado el enemigo con la derrota, o no se atreverá a volver, o si se atreve, será únicamente para procurarte victoria más gloriosa y corona, mas resplandeciente. 7. Pero si fueses alguna vez tan desgraciado que cayeres, levántate sin demora, y pelea con más humildad y aliento; pero guárdate muy guardado de entregarte al enemigo y esclavizarte.
8. V oz del discípul o .- Gracias, ¡oh buen Jesús! porque así amaestras mis
Gracias, porque levantas mi corazón y me das tales alientos, que me hallo dispuesto para ejercitar mis fuerzas y pelear con pujanza. Pero yo ya me sé, y lo confieso, que de mí soy débil y perezoso. Si me abandono a mis fuerzas, si me confío en mí sólo, ¡qué he de esperar, sino feamente faltarte y perecer ignominiosamente! Concédeme, te suplico, gracia para no presumir, para no exponerme voluntariamente, para evitar con prudencia toda ocasión de ruina, para burlar las asechanzas de los enemigos. En cualquiera tiempo que me vieres acometido por el demonio, o con él luchando, levántate y apresúrate a socorrerme, porque Tú eres, Señor, mi fortaleza. Ruégote ¡oh Dios mío! que me asistas. Ponme a tu lado, y sobre cualquiera el poder que luche contra mí, contigo venceré y contigo triunfaré seguramente. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. XX.)
Por ello se han perdido muchos que después de haber peleado con denuedo y estando ya para obtener la victoria, abatidos con la importunidad de la tentación, se entregaron vergonzosamente, y miserablemente perecieron. Animo, pues, hijo mío; breve es la pelea, más el premio es sempiterno.
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CAPÍTULO XV Cómo han de ser extirpadas las raíces de los vicios y pecados.
1. Voz de Jesús . - Hijo, para obtener la pureza perfecta del Corazón, no basta con tener buena voluntad, orar y meditar frecuentemente, confesar
con devoción muchas veces. Cierto que cosas son éstas eficaces y necesarias, y que nunca se han de omitir ni descuidar. Pero no bastan ellas solas, porque no suelen arrancar de cuajo las raíces de los vicios y pecados. Es, por tanto, necesario que adoptes otro medio para exterminar las raíces mismas de la maldad, y llegar de esta suerte a la perfecta pureza de corazón.
alguna dificultad que te entorpezca o perturbe; cuando, por último, transcurriere largo tiempo sin recogerte al interior. En cualquier tiempo y lugar puedes hacerlo fácilmente, y aun en presencia de muchos, sin siquiera lo adviertan. Ninguna dificultad presenta este ejercicio. principio requieremuy cierta concentración sin grande esfuerzo, mas con Al la práctica seseadquiere en breve hábito santo y consolador que te acarreará frutos muy saludables y suaves. 3. El otro examen es el general, cuando dos veces al día, o al menos una, te recojas un rato a pedirte cuenta de tu vida. Dadas a Dios gracias brevemente y pedida luz divina, inspecciona y escudriña cómo te has conducido interior y exteriormente desde la última
Estos efectos dulces y saludables los produce el examen de conciencia, ejercicio en apariencia insignificante, pero en realidad eficacísimo y mucho más penetrante que espada de dos filos, pues hace la disección del corazón, discierne los espíritus y escudríñalos pensamientos e intenciones del alma.
vez que te examinaste. Examina los pensamientos, palabras y obras; mira en qué has pecado y en qué has delinquido con ellos; después apunta cada falta, una por una, al menos en la mente.
El examen de conciencia sirve, no sólo para desarraigar los malos hábitos, sino también, y es lo más maravilloso, para adquirir virtudes sólidas y para alcanzar la misma perfección.
Si hubieres adelantado ya algo en la vida interior coloca tu corazón junto al Mío, y compáralos y observa la diferencia entre los pensamientos de ambos, entre sus sentimientos y obras.
2. Entiende que hay tres clases de examen de conciencia. El primero que aprovecha al recogimiento del espíritu, consiste en reconcentrar en el corazón, según los tiempos y ocasiones, estudiarlo brevemente, examinar la causa de sus movimientos y afectos, mirar qué hace y cómo lo hace, que piensa hacer y cómo lo ha de hacer.
Halladas por esta vía las culpas y defectos, viendo y reconociendo tu
La ocasión de ejercitarse en este examen brevisímo debe ser frecuente; a saber: cuando comenzares y terminares las principales acciones de entre día y día; cuando se te ofreciere a la mente o a los sentidos algo que te tiente y atraiga; cuando cayeres en algún defecto; cuando sobreviniere
ingratitud a los divinos beneficios, haz un acto de contrición con la perfección posible, y pide gracia para enmendarte y obtener en lo sucesivo mejores resultados. 4. Por último, el tercer examen es el llamado particular, y consiste en aplicar toda nuestra labor, a extirpar por separado un solo vicio o defecto. ¡Maravillosa sobre toda ponderación es la eficacia de este ejercicio! Hijo mío, ¡ojalá lo conocieses bien y lo practicases mejor!
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No hay hábito tan inveterado ni vicio tan arraigado que no sea vencido y reparado por este procedimiento. Este ejercicio, con la divina gracia, todo en cierta manera lo puede. ¡Cuántos pecadores, por este medio, se vieron libres de vicios que parecían ya una segunda naturaleza!
Nadie puede ir solo, sin guía, por el camino de la vida espiritual o interior, sin exponerse a peligro de extraviarse, de desfallecer, de caer en las, asechanzas del enemigo, y aun de perecer para, siempre. Aun cuando fueses santo o elegido para Apóstol, todavía necesitarías de maestro: ¿Por ventura Pablo, aunque vaso de elección; para llevar mi
¡Cuántos hombres se han purificado totalmente! ¡Cuántas almas han conseguido la perfección!
nombre a los gentiles, no fue, según mandato mío, instruido y dirigido por Ananías? ¿Y los Santos, no aprendieron la santidad educados por otros Santos?.
Sean cualesquiera tus defectos, mucho ánimo, hijo mío; seguro de la victoria, seguro de verte libre de ellos, válete de este procedimiento con diligencia y constancia.
Ora, pues, hijo mío, para que merezcas tener un director según mi Corazón, ya sea tu confesor, ya tu superior, ya otra persona que tenga autoridad, instrucción, sabiduría y experiencia en las cosas del espíritu, conocimiento y práctica de la vida interior.
Lo primero, acomete contra el vicio que diere a tu prójimo causa justa de escándalo y tropiezo; después contra el que sea como raíz y cabeza de tus defectos. Rendido el caudillo, fácilmente se gana la victoria. 5. Bueno es que procedas de este modo: Por la mañana, propón deliberada y firmemente evitar, particularmente en aquel día, aquello que hayas designado para evitarlo, y al mismo tiempo pide gracia para ser fiel a tu propósito. Después, una o dos veces, según las que hagas diariamente el examen general, piensa por breve tiempo, cuando te examinas, las veces que has faltado contra aquel propósito particular, y apuntarás este número.
A éste, hijo mío, abre con frecuencia tu corazón; dale cuenta de tu vida de tiempo en tiempo y en determinadas ocasiones, para que él entienda si marchas acertadamente y vea lo que debe corregirte y lo que debe encomendarte. Los asuntos de esta manifestación interior suelen ser: Indicar cual haya sido el estado del alma, si turbado o tranquilo; cuantos y cuan intensos deseos sientes de una vida más perfecta; qué obstáculos te lo impiden; qué ejercicios de devoción y mortificación sueles practicar. Qué modo o procedimiento sigues en la meditación u oración; qué gusto y
Después duélete, no sólo ele tus culpas en general, sino en particular de estos defectos, y propón otra vez particularmente evitarlos, y pide un auxilio especial para ello.
fruto sacas de él; qué espirituales si esos que convienen al presente grado de libros tu vida interior, ylees; si los lees son con los frecuencia y con provecho.
Entre tanto, hijo mío, y principalmente cuando te sintieres indiferente o perezoso, muchísimo te ayudará imponerte una corta penitencia, que has de cumplir cuantas veces faltes al examen particular.
De qué modo frecuentas los Santos Sacramentos; con qué preparación, con qué sentimientos de devoción, con qué acción de gracias, con qué resultado.
6. Mas a fin de que recta y perseverantemente emplees estos y semejantes procedimientos, necesitas un director que te encamine, instruya, eduque,
Qué método sigues para los exámenes; de qué industrias te vales, y qué resultado obtienes.
modere o estimule, y que siempre te anime.
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Cómo cumples las obligaciones de tu estado, los deberes de tu cargo; cómo practicas las obras ordinarias y con qué impulsos o estímulos, si de la naturaleza o de la gracia, con cuanto cuidado y con qué intención. Cómo te llevas con los prójimos; con qué disposición de corazón, si con daño o fruto para ti y para los demás. Con qué fidelidad obedeces las divinas inspiraciones; cuales son los sentimientos y afectos para conmigo, y si experimentas, en fin, las dulzuras de mi Corazón. Hijo mío, declara modesta y santamente, con lo humilde sinceridad y dócil caridad, todas estas cosas, y unas, ya otras, según lo pidieren la costumbre o la necesidad. Si obrares así notarás al punto que es negocio fácil, provechosísimo y lleno de consolación (1). 7. V oz del discípul o .- Para practicar yo todo esto ¡Oh Jesús mío! mucho
necesito de luz de lo alto para encontrar mis defectos y auxilio divino para arrancarlos. Porque son muchísimos los pecados que sin luz sobrenatural se ocultan a los ojos humanos,
_______ (I) Como la pureza de corazón es cosa de gran trascendencia, convendrá muy mucho reunir en este lugar los medios al efecto. Es el primero una firme y decidida voluntad de tener siempre lo mejor por blanco de nuestras acciones; el segundo, la oración mental y vocal, practicada con regularidad y frecuencia; el tercero, la piadosa y fervorosa frecuencia de los Sacramentos; cuarto, el uso fiel y perseverante del triple examen explicado arriba, principalmente del examen particular; quinto, es franca manifestación de la vida interior, y al mismo tiempo una sabia y santa dirección. Quien use con rectitud estos medios obtendrá, indudablemente, tanta pureza de corazón cuanto Dios, por lo regular, suele exigir
de nosotros. Y si alguna cosa extraordinaria exigiese, Él mismo nos proporcionará los medios para ello, ni hay otro que pueda suministrarlos. Sirviendo para la conservación de las cosas generalmente los mismos medios que sirvieron para conseguirlas, claro es que conservarás la limpieza del corazón con estos mismos medios por los cuales la has adquirido. Son ellos como los cinco panes de proposición, que siempre has e ofrecer en presencia de Dios renovados y recientes. Siempre has de emplear estos medios con la misma atención y cuidado; y para que poco a poco no te entibies en ellos, ya por descuido, o por fragilidad, examina desde luego, y también manifiéstalo de qué modo los empleas; y si algo has perdido en ello, procura recobrar cuanto antes el primitivo fervor. Y mientras estos medios empleares con un cuidado, aunque no sea más que común, será consoladora señal para ti de que vas por buen camino que lleva a la perfección.
y ni yo los puedo notar, ni nadie me los puede señalar. Mas como tú alumbres mis interioridades con él fulgor de esta luz divina, entonces aparecerán de manifiesto las culpas grandes y las pequeñas. Y a la manera que cuando el sol entra en una habitación obscura pone de manifiesto hasta los mismos átomos que llenan todo el local, así tu gracia luciendo en mi corazón hará patentes innumerables defectos que ni siquiera hubiera yo sospechado. ¿Mas de qué aprovecharía conocer los defectos si no pudiera extirparlos? Necesito, pues, también te ayuda, sin la cual no puedo hacer nada saludable. Señor y Jesús mío: por tu Sacrosanto Corazón te ruego y suplico que me des con abundancia y frecuencia esta doble gracia de iluminarme y fortificarme. Porque sin esta gracia, ni toda mi industria, ni toda la solicitud del director, por más que cele y trabaje, me aprovecharan de nada. Tú, pues, ¡oh Jesús! eterna sabiduría, amor, bondad infinita, Tú, sé mi principal maestro: dirígeme' Tú, ya sea por Ti directamente, ya por aquel a quien constituyeres en lugar tuyo, con quien trataré yo como contigo.
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CAPÍTULO XVI Que quien desee seguir al Corazón de Jesús debe separar el suyo de todo lo mundano.
No puedes, por tanto, servir al mundo y a Mí, porque si eres amigo del mundo te haces enemigo de mi Corazón. 4. Si sigues al mundo, perecerás con el mundo; pero si sigues a mi Corazón, llegarás a la vida eterna.
1. Voz de Jesús .- ¡Ay del mundo, hijo mío! ¡Ay también del corazón que
va tras sus atractivos y vanidades! No es bastante arrojar a Satanás del corazón; hay que arrojar también al mundo; porque si interiormente lo fomentas, cuanto hicieres para tu enmienda poco aprovechará.
Ahora, arrojas de tu interior al mundo suspara máximas, de manera, que me ofrezcassiente el corazón, tu oblación será Mí grata y honorífica, y para ti gloriosa y meritoria. Los ángeles y los Santos aplaudirían tu manera de obrar y el mundo mismo se vería forzado a admirar la grandeza heroica de tu alma.
Porque el mundo seguirá inficionando tu corazón, te pervertirá, sin duda, y, finalmente, te pondrá en manos de Satanás.
Hijo mío, bienaventurado aquel que separa del mundo sus afectos para consagrarlos a Mi sólo.
2. ¿Qué es el mundo, sino el amor desordenado y maldito de deleites, riquezas y honores, con el cual seduce a sus amadores para corromperlos y corromper a los demás?
5. ¿Qué hallas en el mundo para amarle?. - Cuanto hay en él, es todo concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida; pero el remate de todo esto es la muerte y el infierno.
Si quieres saber qué debes juzgar del mundo mira con atención lo que Yo pensé de él. Advierte que yo pasé por el mundo haciendo, bien a todos; amé a los enemigos que me perseguían; clavado en el leño de la cruz, oré por los que me crucificaban; pero no pedí nunca por el mundo.
Por tanto, si amas al mundo, o lo que al mundo pertenece, te abrazas con tu eterna perdición. ¿Qué cosa buena te ha hecho el mundo para que le consagres tus afectos? Nunca te hizo, nunca te hará sino daño. ¿Cómo puedes darle tu corazón?
El mundo tiene por padre al diablo; y consagrado todo a la maldad, no puede tener mi espíritu, como la falsedad no puede poseer la verdad, ni la corrupción la pureza.
No te fíes, hijo mío, de los halagos y sonrisas del mundo: ellas sólo expresan los secretos intentos de engañarte y perderte.
3. El mundo prueba por sí mismo, no sólo la existencia del infierno, sino hasta la necesidad.
Sigue más bien las llamadas de mi Corazón, que muere por librarte de las desventuras sempiternas que el mundo te prepara.
¿Qué puede haber de común entre el mundo y mi Corazón, toda vez que el mundo patrocina, ya a las claras, ya de oculto, todos los vicios, y mi Corazón no respira sino santidad?
Si tú no abandonas al mundo, el mundo te abandonará después de agotarte y consumirte en su servicio, y se reirá de ti, y se mofará en tu muerte; y cuando más necesites de socorro, te encontrarás solo e impotente. . •
El mundo, conspirando con su príncipe Satanás, busca perder las almas para siempre, y mi Corazón desea salvar a todos.
Piensa con frecuencia qué desearás al encontrarte ante la eternidad: ¿haberme seguido a Mí o haber seguido al mundo?
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Haz pues, ahora libremente y con merecimiento lo que de otra manera deberás hacer sin hacer sin mérito alguno.
desventurado; porque ni con el mundo ni contigo sentía contento, pues ni en uno ni en otro hallaba verdadera felicidad.
Procura, pues, apartar el corazón del amor de lo terreno, y triunfar del mundo con completa separación de él.
Mas ahora, que has abierto mis ojos y movido mi corazón, á Ti sólo, Señor, á Ti sólo serviré. Mi corazón todo te entrego para siempre.
Confía, hijo mío; vencíenalmi mundo, y sideliciosísima quieres lo vencerás Y si vencieres, YoYo te daré Corazón morada.tú también.
Quita, arrancaendeamargura. él todo afecto del mundo; toda la dulzura aparente, conviértemela
6. Voz del discípulo. -¡Oh, Señor, con qué insensatez he obrado, qué perversamente he vivido! Seducido voluntariamente con apariencias de deleite, de comodidad y honor, te abandoné para hacerme esclavo del mundo, tu enemigo.
Hinche los senos de mi corazón con la suavidad de Tu amor, para que el mundo todo y todas sus vanidades me sean desabridos. (Imitación de Cristo, lib. IX, cap. III, y lib. III, cap. XXIII.)
Dejé la fuente de todos los bienes para descender a la cisterna pestilencial del mundo. Allí me embriagué y enloquecí con venenosas aguas, frenético, manché cuanto de limpio y bueno había en mí.
CAPÍTULO XVII Que el mundo está lleno de engaños.
Me olvide de Ti, Dios mío, única posesión mía, y me entregué del todo al mundo, y en su servicio profané todos tus dones, los sentidos del cuerpo y las facultades del alma.
. - Hijo mío, el mundo está lleno todo de engaños, y atrae 1. Voz de Jesús
Me hice reo de infinitos crímenes; mi alma está rebosando maldades; mi vida se fue acercando al infierno.
El mundo muestra al hombre placeres, riquezas y honores, y luego dice: te daré todo esto sí, postrado, me adorases.
En mi interior sentí todas tus iras; me conturbaron tu terrores de manera, que día y noche mi estado era misérrimo.
Pero tú para la atención, no en aquello que el mundo promete, sino en aquello que da.
¡Oh buen Jesús, Bondad divina! Aun cuando presa del extraordinario temor de tus juicios y miedo del infierno, me hubiera determinado a vivir bien, ¡en qué fatal ilusión hubiera caído, en qué errores tan perniciosos!
Ofreciendo esa engañosa esperanza de placeres, pone a sus amadores bajo la cruel tiranía de las pasiones, y a continuación les da suplicio de remordimientos.
Porque yo repartí mi corazón entre Ti y el mundo: quise servir a Ti y al mundo juntamente.
¿Cuándo has hallado a un mundano, por afortunado que se sienta, que lleve el corazón por todas partes contento?. No lo encontraras, así recorras toda la tierra.
¡Oh, qué grave ultraje contra Ti he cometido, equiparando al mundo contigo! Ni al mundo satisfice, ni á Ti, y entre tanto yo seguía tan
a los incautos con astucias y falsedades.
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El mundo promete, si, grandes bienes; pero no da de hecho sino desventuras verdaderas, que hacen al hombre criminal y no impiden su desgracia. 2. Voz del di scípulo .- Sin embargo, Señoríos mundanos, por lo general,
4. Pregunta a los muertos qué piensan del mundo. Los elegidos responderán que toda la felicidad tuvo sus comienzos en el desprecio del mundo; los réprobos, que su engaño y padeció comenzaron por el amor del mundo.
poseen cuanto de sean, y no se preocupan de las miserias espirituales del
Un día llegara, hijo mío, en que por experiencia juzgaras del mundo, o
corazón.
como los elegidos, o como los réprobos.
3. V oz de Jesús . - Sea así, hijo mío; abunden de todo lo que codician en el
Ten eso ahora, hijo amadísimo, no vayas a arrepentirte cuando no haya remedio; sigue las huellas de los Santos, apartándote de corazón del mundo y conservando libres de él tus afectos
mundo; pero como lo posean con afecto desordenado y abusen de ello, no lo gozan sino para su presente y eterna desventura. A algunos, a la verdad, parece como que no les llega la angustia interior del alma; pero, hijo mío, si tú pudieses penetrar como Yo en aquellos corazones, ya verías cuanto sufrimiento hay en lo íntimo de ellos, que procuran no se transparente, y deducirías que no está la felicidad del hombre en la abundancia de bienes terrenales, sino en tener libre el corazón de estas vanidades, y estar conmigo contento y satisfecho. Además, dime: ¿qué tanto duraran las cosas de este mundo? Pasará un momento, y los llamara la eternidad. ¿De qué les servirá entonces la muchedumbre de riquezas y deleites? Del mundo saldrán cargados con sólo sus pecados. ¿Querrías, pues, tú perder todo lo eterno por el abuso de lo temporal? ¿O por los falsos bienes de la tierra, perder los bienes verdaderos del cielo?
5. Usa del mundo como si no usares, y al poner el pie en la tierra coloca tu corazón en el cielo. Cuanto más te separes de las criaturas tanto más amaras al Creador y tanto quedaras más apto para recibir los dones celestiales. Si tu corazón estuviere sin traba alguna del mundo, el mundo, lejos de dañarte, contribuirá en mil maneras al provecho de tu alma. ¡Qué vano y qué vil te parecería el mundo entero si considerases bien lo que te aguarda en el cielo! . - Verdaderamente, Señor, verdaderamente que este 6. V oz del discí pul o mundo es un engañador. Tal lo tengo experimentado en mi propio daño,
3. Hijo mío, si te apegas al mundo, dejas de hecho de ser cristiano, y das al traste con todas las prerrogativas anejas a tan alto nombre.
Cuando ofrecía bienes, yo, insensato, creí alcanzar la felicidad.me Pero ¡cómosus fue! ¡Qué infeliz era aún entonces, cuancon es elellos delirio del amor mundano, me imaginaba dichosísimo!
En el bautismo renunciaste, con promesa hecha ante el cielo y la tierra, al mundo y sus vanidades, y no te hubiera yo adoptado por bien sino mediante aquella promesa.
Yo, hombre animal, me imaginaba feliz cuando alimentaba de las bellotas que el mundo, aunque muchas veces gemía forzado a la ruindad de mi servidumbre, bajo las miserias de mi corazón.
Si luego le vuelves al partido del mundo, tan sólo eres perjuro, sino aún peor que un pagan que no hizo tal promesa. Porque mejor es no prometer que no cumplir lo prometido.
Confieso, Señor, que yo mismo fui el autor de mi desgracia, y que a nadie puedo culpar conmigo a mí mismo.
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Por no querer servirte con gozo y alegría en la abundancia de todas las cosas, he tenido que servir a tu enemigo y al mío con hambre y sed y tanta lacería, que ansiaba henchir el vientre con manjar de animales inmundos.
¡Oh, y qué caro les cuesta a los mundanos a perderse! Si por Mí empleasen la mitad de los esfuerzos que emplean por el mundo, ¡cuán felices serían y qué grandes Santos!
¡Ojalá Señor, que pudiera yo borrar del número de mis días aquellos años que serví al mundo lejos de Ti!
¡Qué pesada es la servidumbre del mundo!
¿Qué fruto me queda ahora de aquellos tiempos de sino amargura, remordimiento de conciencia, angustias de corazón, pecados, que he de borrar con dolor en esta vida, o he de llorar sin razón la venidera?
¡Qué dolores más profundos padecen en ella! hay que arrostraría y todo por lasesola esperanza de¡Cuántas obtener dificultades lo que gustado acarrea la muerte y atormenta ahora con la molesta posesión o luego con una separación amarga.
Seme propicio ¡oh Salvador mío! Perdóname los pecados que hubiere cometido mientras seguí al mundo, y que ahora detesto desde lo hondo del corazón.
Verdaderamente que es de hierro el yugo que oprime la cerviz de los mundanos, cuya pesadez, ninguno conoce bien, sino quien lo haya sobrellevado o quien lo examina en los umbrales de la eternidad.
No quieras permitir, te lo suplico, que mi corazón se pegue a cosa alguna del mundo por mínima que sea; sepárale todo, con todos sus afectos los falsos bienes de la tierra, en los cuales nada hay sino engaño, vanidad y aflicción de espíritu.
2. Quien de veras desee la salvación, debe separar el corazón del mundo. Hay muchos que por su estado de vida han dicho adiós al mundo por de fuera; sin embargo, esclavos suyos en el fondo del alma, casi siempre se conducen por máximas mundanales. Hay otros que viven en medio del tráfago mundanal por las necesidades de su vida: y sin embargo, llevan el corazón tan limpio y puro que rechazan y odian todo lo mundano.
(Imitación de Cristo, lib. III, cap. XX.)
CAPITULO XVIII Que servir al mundo es muy dura esclavitud .
1. Voz de Jesús . - Hijo, quien desea servir al mundo no le conoce bien.
El mundo es un tirano sin entrañas y son miserables esclavos cuantos le sirven. ¿Cuán crecidos sacrificios y numerosos exige de sus secuaces, a los cuales en pago de tales servicios no da sino males continuos? Quiere que sus esclavos sean viles instrumentos de las pasiones, que le sacrifiquen el alma y el cuerpo y que se condenen sin ganancia. Y cuando ha completado su ruina, abandona, a los miserables como a inútiles y sólo aptos para el fuego del infierno.
No el género de vida, ni la forma del vestido es lo que une o separa al hombre del mundo, sino el afecto del corazón y las disposiciones del alma. - Mas el que estuviere más de corazón separado del mundo, y a Mí más estrechamente, unido, ese, sea cualquiera el estado de su vida, será el más querido de mi Corazón. Por tanto, dondequiera que la divina voluntad te haya colocado, sírveme allí santamente. Porque en todo estado o manera de vida, bueno en sí, puedes vivir para Mí y santificarte; aunque también es verdad que el estado de vida más alejado del mundo ayuda más a asegurar la salvación y a subir a la cumbre de la santidad.
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¡Cuántos discípulos hay del mundo que, convencidos de su malicia, palpan la necesidad, de renunciar a él y cambiar de vida, pero que no osan renunciar por demasiado temor al qué dirán!
CAPITULO XIX Que él yugo de Cristo es de verdad suave.
Esta es toda vuestra fortaleza, ¡oh amadores del mundo! ¡En verdad que sois magnánimos, cuando por palabras insubstanciales dejáis de hacer lo
1. Voz de Jesús . - Ven, hijo mío, ven, y toma mi yugo sobre ti; que mi
que dicta la fe, lo que aprueba la razón, lo que exige vuestro bien!
Hijo mío, mi servidumbre no es de tirano ni caprichoso, sino de Padre amantísimo, que está en la vera de sus hijos para ayudarles
¿Qué son las palabras sino sonido que corta el aire y se desvanece? ¿Pueden, acaso, arrancar un solo cabello de la cabeza?
yugo es verdaderamente suave y mi carga ligera.
3. ¡Hijo mío! ¿Serás tan insensato que por semejantes palabras te arruines temporal y eternamente
El Espíritu de mi servicio, es amor, y el amor todo lo encuentra hacedero. Mis mandatos no son pesados, y para los que me aman son ligeros sobremanera y dulcísimos.
Pues elige: o servirme y gozar ahora en mi servicio para después disfrutar de los gozos perpetuos del cielo, o servir al mundo y llevar una vida llena por dentro de miserias, para soportar luego eternas penas en el infierno.
Hijo mío, experiméntalo y gústalo, y verás cuán suave es servirme, cuan dulce es disfrutar de mis delicias, cuán provechoso saciarse en la misma fuente de todos los bienes.
Ahí tienes ante ti la vida y la muerte, el bien y el mal; aquello que eligieres, aquello se te dará.
2. Si buscas deleites, sólo en mi servicio hallarás los verdaderos.
4. V oz del di scípul o. - ¡Oh buen Jesús! ¿Cómo podría dudar en la
elección? ¡Miserable de mí! ¡Cómo pude elegir alguna vez lo que me había de volver tan infeliz! ¡Oh Dios mío, bondad infinita! Me has librado del error y enseñado la verdad, de ahora en adelante seré todo tuyo, ¡oh Jesús! verdadera bienaventuranza mía.
Todos los deleites mundanales son vanos o perniciosos. Pero mis divinas consolaciones exceden inmensamente todos los contentamientos de la tierra: arrebatan el alma con su pureza, y la colman de verdad. A veces impresionan hasta tal punto al hombre todo, que le comunican un como sabor anticipado de las delicias celestiales que embriagan en el cielo a los bienaventurados.
- Aléjate de mí, mundo engañador, seductor malvado, enemigo de Dios y de mi salvación, enemigo de todo bien, patrocinador de todo mal, tirano más cruel que todos los tiranos.
3. Quien a Mí sirve, no es como quien sirve ni mundo, que trabaja por atesorar aquí en la tierra, y a lo último se encuentra con las manos vacías; sino que atesora para sí tesoros en el cielo, donde ni la herrumbre ni la polilla los desfigura, donde los ladrones ni los saltean ni los roban.
¡Oh mundo, ministro de Satanás, tarde, te conocí; demasiado te amé! ¡Adiós desde hoy, y adiós para siempre!
Todas las riquezas de la tierra comparadas con las del cielo son lodo y miseria.
(Imitación de Cristo, líb.I1 cap. VI.)
4. Y si apeteces honra, ¿cuál mayor puede pensarse que estar conmigo, y ser por Mí honrado y distinguido?
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La gloria del mundo es pasajera y vana, y sirve para burlarse los unos de los otros; pero la gloria de mi servicio es verdadera y durará eternamente. El último de mis servidores es más noble que el señor de este reino del mundo.
5. ¿Por ventura haseservido? halladoPero jamás hombre a¡cómo quien se pesase a laenhora de la muerte haberme losunmundanos apenan aquel postrer momento de haber servido al mundo! Y si no les pesase, serían aún más desventurados.
¡Oh Jesús, dulcedumbre inefable! ¿Qué es el hombre, Señor, para que así le engrandezcas? ¿Quién el hijo del hombre, para que tanto acerques a él tu Corazón? 8. Vivir para Ti, obedecerte, no es servir, sino reinar. Por servirte nadie es siervo, sino rey y señor; porque Tú eres Rey de reyes y Señor de señores.
Por servirte nadie es indigno, nadie miserable, sino noble y afortunado; porque Tú eres Rey de gloria, y la gloria y la riqueza moran en tu casa.
Oye esta palabra fiel e infalible: Quien me sirva con fidelidad toda su vida, tendrá dos cielos: uno en el tiempo y otro en la eternidad; mas quien gastare su vida en servicio del mundo, soportara dos infiernos: ahora uno y otro después de la muerte.
Por servirte nadie es malo, nadie, por tanto, desgraciado, sino buenos y felices todos; porque Tú eres el Rey de las virtudes, Tú nuestra paz y contento.
6. Anda, pues, hijo mío, sométete al yugo que llevan los ángeles en el cielo y los elegidos en la tierra, y en el que encuentran verdadera dicha.
¡Bienaventurados, pues, los limpios de corazón que andan por los caminos de tus mandatos! Su bienaventuranza es sempiterna, porque tu reino es el reino de todos los siglos.
Recíbelo con gozo y llévalo con alegría. Sirves al mismo Señor a quien sirven los bienaventurados en el cielo. Pues si en el servicio les imitas, también los imitaras en el gozo. Contrístense los siervos del pecado y del mundo; pero la alegría y el regocijo se debe a mis servidores.
¡Oh dulcísimo Jesús! ¿Qué hay para mí fuera de Ti, ni qué puedo desear yo no siendo a Ti sobre la tierra? Dios de mi corazón, Tú eres mi vida, Tú mi bienaventuranza, Tú mi herencia para toda la eternidad. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. XIII.)
Sírveme, pues, a Mí; pero sírveme con alegría, que el gozo del corazón
CAPITULO XX
suba e ilumine tu semblante, y enseñe al mundo con esa santa alegría cuan dichoso es el servirme.
Sin ninguna reserva debemos entregar a Cristo todo nuestro corazón.
7. Voz del di scípulo . - Verdaderamente ¡oh buen Jesús! que me es
1. Voz de Jesús.- Dame, hijo mío, tu corazón.
suavísimo servirte; ¡cuanto no lo será para los que te aman, y te aman de corazón!
No basta haber apartado el corazón del mundo y del pecado: te falta aún separarte de ti mismo.
Si hoy que comienzo a amarte encuentro en Ti tanta dulcedumbre, ¿cuánta no gustaran aquellos que, habiéndote consagrado todos sus afectos con generoso corazón, vivieron largos años para Ti, penetraron en lo recóndito
Así como, el renunciar enteramente al pecado consolida la amistad con Dios, y el repudiar pasatiempos y vanidades del mundo dispone a la vida
de tu Corazón, y participan con plenitud de todos tus dones?
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interior, así también el dejarse uno mismo por Mí conduce a la unión conmigo.
4. ¿A quién mejor que a Mí puedes entregármelo? Tú no puedes vivir sin amar y poner tu corazón en algún objeto.
Necesario es, pues, que me entregues todo corazón sin reservarte nada, si quieres gozar aquella felicidad que es la suprema de esta vida y con la cual únicamente puedes ser feliz de verdad.
¿O es que quieres dar tu corazón al demonio, tú eterno e implacable enemigo, o al mundo, hechura del demonio, corrompida y corruptura?
2. Hijo, tu corazón es mío, pues lo crié, sacándolo de la nada; después, cuando estaba perdido, lo busqué y lo redimí; y expuesto a la rapacidad de los enemigos, lo protegí y conservé. Por tanto, al darme tu corazón, no me sino lo que me pertenece.
A de los dos que lo entregares, ¡ay de ti hijo mío, mil veces ¡ay decualquiera ti! ¿O quieres reservar para ti sólo los afectos de tu alma? Pero hijo, si a ti sólo te amas, de ti solo serás remunerado. ¿Y en qué moneda paga el amor propio? Abriendo ancha vía por donde guiarte al infierno.
¡Con cuan numerosos motivos merecí todos tus afectos! Porque ¿qué bienes posees en cuerpo o en el alma, tanto naturales como sobrenaturales, que no hayas recibido de mi Corazón.
Dame pues, hijo mío, tu corazón, que yo henchiré de paz, de gozo y felicidad.
Hace muchos años que arderías en el infieno si te hubiera tratado conforme a tus merecimientos, o no te hubiera preservado de los pecado que merecen como castigo justo el infierno.
5. No te reserves ninguno de tus afectos, porque con ello no podrás participar de los secretos de mi Corazón ni gustar la dulcedumbre de mi amor, ni sustraerte al peligro de tu perdición.
Pero mi amor obró con suavidad tal maravilla aquel amor de mi Corazón, que te amó desde siempre y hasta ahora no ha cesado de favorecerte de mil maneras.
Sin embargo, es costumbre de muchos, aun de aquellos que desean pasar por buenos y piadosos, reservar su afecto por amor propio, velado con especiosos pretextos, para tal o cual objeto de este mundo. ¿Qué cosa más frecuente, y cual más peligrosa y funesta?
Toda tu vida no ha sido sino una multiplicidad y continua serie de beneficios míos; y no hubo un momento en que no te señalase con algún nuevo favor.
Hijo mío, Yo quiero poseer todo el corazón; porque Yo, Dios celoso, soy su dueño, su único fin y su bienaventuranza.
3. Y en pago de tanta bondad, ¿qué te pido hijo de mi amor? Por cierto que cuanto Yo pidiera y tú pudieras darme, sería todo nada, y quedaría muy por debajo de la muchedumbre y grandeza de mis beneficios.
6. Ama, sí, hijo mío; amar es cosa lícita, y sobre lícita necesaria; para eso te di el corazón, para que me ames; pero para amar lo que debe ser amado, para que me ames a Mí; y si otra cosa amas, no la ames sino por Mí y en Mí.
Sin embargo, una sola cosa busco: tu corazón. Si me lo dieres, quedo satisfecho. Todo cuanto me dieres, no siendo tu corazón, me importa nada; porque tu corazón es lo que yo anhelo sobre todo.
Cuando fuera de Mí nada ames sino por amor, cuando hada admitas en tu corazón sino a Mí o por Mí, entonces tendrás el corazón enteramente puro.
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Así, pues, hijo, dame todo el corazón en holocausto de aroma suavísimo, y no te reserves ni la más mínima parte; mira que Yo detesto la rapiña en el holocausto.
CAPÍTULO XXI
De la guarda del corazón,
Ten siempre en la memoria que tu corazón, lo mismo en lo próspero que en lo adverso, en ninguna parte puede estar mejor que en mi compañía.
1. Voz de Jesús . - Hijo, guárdame muy guardado tu corazón, porque del
7. V oz del discípul o . - Entonces ¡oh, Señor! debo limpiar mi corazón del
La mayor y más grata dadiva para Mí, es ofrecerme irrevocablemente Lodo tu corazón: y la mejor y más saludable ocupación pura ti, es guardármelo fielmente y todo puro.
amor propio y demás afectos desordenados, para que, lleno de tu amor, sólo viva en espíritu contigo. ¡Ah, Dios mío! Aquí será el trabajar, aquí está la dificultad, puesto que en mi corazón hay tantos desórdenes y estoy tan apegado a ellos, que el vivir así es como mi segunda naturaleza. Hasta ahora el afecto espontaneo, la aversión o propensión natural, fueron mi sola norma de vida; esta fue mi pauta en mi manera de obrar con los demás al comenzar y terminar una obra, y hasta para cumplir con mis ejercicios de devoción y de piedad.
corazón procedo la vida y la muerte.
En vano me dedicas el corazón si no me lo custodias con cuidado, porque el enemigo, sin advertirlo tú apenas, le corromperá y arrebatara. 2. El hombre de corazón disipado y derramado a las cosas exteriores, puede, en un momento de pasajero fervor, dedicarme sus afectos; pero al punto, resfriado el ardor de la devoción, volverá a su ordinario y aun peor estado.
Hasta el presente, debo confesarlo, he seguido en mis actos la corriente de la naturaleza lo que me desagradaba, acostumbraba a esquivarlo.
Un corazón sin vigilancia y sin custodia, raras veces estará recogido y atento a la voz del cielo, y muy en breve se hará duro e insensible para las cosas del espíritu.
Así es que hallo inficionadas casi todas mis obras: todas procedían de amor propio, y no recogí otros frutos sino los del amor propio.
Estará abierto para el primero que llegue, como mercado público, por donde pasara todo género de pensamientos, tentaciones y pecados.
Y si Tú, Señor, no me lo hubieras mostrado así con la luz de tu gracia,
Todos sus enemigos van y vienen por él con el mayor desahogo; le agitan,
acaso ni sospecha de mi mal obrar me hubiera entrado. ¡Tan ciego me había puesto el amor propio!
le manchan y le corrompen. El hombro disipado a nada, de esto atiende con seriedad; antes al contrario, horrorizándose de descender al fondo de su corazón y ver lo que pasa, procura desentenderse y distraerse.
Más ahora que la bondad de tu Corazón ha colocado ante mis ojos todos estos males perniciosos que se escondían en mi alma, clame, Señor, te suplico, gracia especial para arrojarlos del todo. Suplícote, Señor, no toleres en mi corazón nada que no sea tuyo; si algo ajeno apareciere en él, fuérzame al punto a arrancarlo, o arráncalo Tú mismo aunque me cueste lágrimas de sangre.
Y por este procedimiento, el mal se agrava y el estado del corazón empeora cada día. 3. Si no quieres ser víctima de tantas miserias, quita las causas y cesaran los efectos.
(Imitación ele Cristo, lib. III, cap. XXVII.)
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Por el recuerdo de la divina, presencia y el frecuente recurso al cielo, reprime esa liviandad y procura no condescender con tu voluble naturaleza, que siempre busca la disipación, que propende a lo vano, que desea ser vista en todas partes y gozar de continuo con los sentidos.
Huyo de lo insubstancial e inútil; deja todo lo de fuera cuya, ocupación no te sea necesaria; acostúmbrate a vivir contigo, y a vivir tan recogidamente como si estuvieses solo en el mundo. Procura siempre, y en todas partes, estar recogido y sobre ti; lo alcanzaras con la divina gracia, con tu esfuerzo y con la práctica, de tal modo que le sea y se te haga como una segunda naturaleza. Cuando lo hubieres obtenido, este mismo recogimiento de espíritu será tu recompensa. Pues es tesoro infinito para los hombres. 4. El hombre recogido guarda todas las puertas de su corazón; allí me retiene a Mí, su Dios y Salvador, se porta, conmigo generosamente, y me trata con íntima familiaridad. Dueño de sí en todas partes, posee con santa quietud al Amado de su alma, que preserva de innumerables pecados y tristezas.
corazón debe estar siempre ocupado; pero por negligencia mía no se preocupa ni de lugar, ni de tiempo, ni de objeto alguno. Con mucha frecuencia le he sorprendido derramando en lugares extraños sus sentimientos, ya de amor, ya de odio, distrayéndose con sus inclinaciones e inficionándose con los objetos. No pocas veces descubrí que había huido para disiparse, aun en aquellas horas que te estaban consagradas especialmente, y en las cuales debía pedirte gracias, alabarte, amarte y gozar de Ti. ¡Cuántas veces le hallé ocupado en cosas prohibidas u ociosas, cuando debiera ocuparse en obras buenas y meritorias! El corazón mal vigilado se derrama de continuo, discurre de acá para allá por mil objetos, y se deja arrastrar por cualquier impulso de la naturaleza. No se da punto de reposo: desenredado de unos negocios, queda envuelto en otros. La curiosidad le excita, el deseo le halaga, la vanidad le seduce, el deleite lo envilece, la tristeza le consume, la envidia le atormenta, el amor o el odio lo turban, la propia miseria lo agita, y la agitación lo destroza.
Con este recogimiento interior no se detiene, corre velozmente por el camino de la virtud, y, finalmente, vencidos todos los obstáculos, llega presuroso a la perfección.
Así se ocupa y así se mancha mi corazón cuando no velo por él y lo abandono.
Que no te disipen, hijo mío, ni la hermosura de las cosas exteriores, ni el apremio de las diversas circunstancias, ni la interior desolación el alma.
custodiar el corazón! Porque no sólo conviene que permanezca recogido en casa, sino que se ocupe también en algo, aunque sólo por Ti o en cosas que te interesen.
Hijo mío, repara mucho para saber con qué cosas se ocupa tu corazón, con cuáles se mueve y a qué propende. Vuélvete todo al interior, y allí ocupado, permanece en inalterable paz gozando do mi presencia. 5. Voz del discípulo. - Dame, Señor, espíritu recogimiento para que guarde mi corazón sobre sus ocupaciones. Sé por experiencia que el
6. ¡Oh, Señor, cuanta es la necesidad de velar, cuanta la necesidad de
Hay, pues, que estudiar si el origen de sus impulsos es la gracia o la naturaleza; si obra según tu beneplácito o según el propio instinto; si, por último, se busca a sí o a Ti sólo. Hay que vigilar también hasta que se acostumbre el corazón a seguir por tu amor y decididamente el impulso de tu gracia.
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¡Oh Jesús! ¡Qué obra de tanta trascendencia! Cuantos esfuerzos fueren necesarios, otros tantos emplearé sin desmayar para llevarla a cabo con la mayor perfección. ¡Pero si yo te amara! ¡Si tu amor fuera el alma y la vida de mi vida, con qué facilidad y presteza remataría semejante obra! Porque si mi corazón ardiera con la llama de tu amor, en Ti descansaría, de Ti no se apartaría, en Ti hallaría su bienaventuranza y vería con enfado y rechazaría gustoso todo lo que no fueras Tú.
¡Oh dulcísimo Jesús! ¡Cuán admirable es tu amor! ¡Llena mi corazón de tu amor y gracia! Y entonces mi corazón se recogerá gustoso y se conservara cuidadosamente para Ti. (Imitación de Cristo, lib. II. cap. V.)
CAPITULO XXII Sobre la brevedad de esta vida.
¿Y cuánto dura, la vida, por muy larga que sea? Los días de la vida apenas llegan a setenta años, y en los más robustos, a ochenta; pero comparado eso con la eternidad, es como gota de agua comparada con el Océano. En realidad de verdad, es la vida, comparada con la eternidad de la vida futura, es un punto pequeñísimo; pero de este punto pende una eternidad feliz ó desgraciada. Aun cuando hubieras vivido desde la creación del mundo hasta este momento: si ahora debieras morir, ¿qué sería para, ti toda esta vida entrar en la eternidad, en donde ni hay días, años, ni siglos, sino duración continua e interminable? 3. Así, pues, hijo mío, aprecia el valor del tiempo; el tiempo es la medida de la vida: cuanto pierdas de tiempo, tanto pierdes de vida. El tiempo aventaja en valor a todos los tesoros del mundo; porque las riquezas todas de esta vida no valen para comprar un momento de tiempo. Con el tiempo se compra una eternidad dichosa.
pecaras nunca.
¡Oh, si los muertos volviesen a la vida desde la eternidad! Ni un momento perderían; todo lo gastarían, los unos en redimir la pena, los otros en acrecentar los merecimientos.
Mientras tienes tiempo haz cuanto puedas por la eternidad, acordándote de que tu vida es brevísima, pues es necesario que vuelvas luego a la tierra de
Pero ¡ay! aun cuando nada hay más precioso que el tiempo, sin embargo, para muchos nada hay más aburrido ni cansado.
la cual fuiste tomado, porque eres polvo, y en polvo te has de convertir. ¿Qué es la vida humana sobre la tierra? Nube que aparece un momento y al punto se desvanece sin dejar de sí vestigio.
No solamente los amadores del mundo, sino hasta los devotos, consideran el tiempo como, una carga; se quejan de su pesadez, gustan de perderlo, y se alegran cuando lo malgastan sin aburrimiento.
.- Hijo, en todas tus obras acuérdate de los novísimos, y no 1. Voz de Jesús
2. Desde que naciste, no cosas de correr hacia la muerte; ni siquiera tienes poder para detener la carrera. Recapacita, Hijo mío, sobre el tiempo que has vivido. ¿No parece como un sueño? Pues sábele que esto lo has de ver más duramente en el día de la muerte, que en breve tendrás delante de tus ojos.
Y de esta manera, para deshonra mía y mucho daño suyo, desperdician aquel tiempo con que podrían y deberían honrarme a Mí, ayudar al prójimo y acumular para sí merecimientos eternos.
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4. Acuérdate con frecuencia, hijo mío, a qué viniste a este mundo. Ciertamente a nada más que a prepararte para la eternidad. Porque la vida presente, ¿qué otra cosa es sino el noviciado de la venidera? Durante esta breve carrera son innumerables tus ocupaciones: tienes muchos pecados que expiar, un alma que santificar, un infierno que temer
un purgatorio que evitar y un cielo que ganar; tienes que edificar a los prójimos y ayudarlos para la vida eterna; y por fin, tienes que honrarme y glorificarme como es debido, con toda la medida de tus fuerzas. Si tal no hubieres cumplido durante la vida, después ya no habrá más tiempo, y por siempre soportarás los efectos de tu negligencia y omisión. Mío es el tiempo, no tuyo; y a ti se te ha prestado para que lo aproveches en obrar lo que yo te pido y deseo. Si de él abusares, algún día te pediré cuenta estrechísima; pero si lo aprovechares, puedes en cada momento merecer un grado nuevo de eterna gloria. 5. Escucha,- Hijo mío: ponte con frecuencia en espíritu en aquel terrible trance en que se acabará para ti el tiempo y comenzara la eternidad; y pondera con atención qué pensaras entonces todo lo pasado, y qué de lo venidero. La eternidad es tu casa; la eternidad tu patria; la eternidad tu morada perpetua.
Allí vivirás, y vivirás sin fin ni término. ¡Qué pensamiento tan profundo, hijo mío!... Volará el tiempo, sucederán siglos a siglos, el mismo universo perecer á… y tú nunca dejaras de ser, nunca cesaras de vivir. ¡Ojala, hijo mío, que lo comprendieras bien! 6. Si tú no te salvas a ti mismo antes de la eternidad, ¿quién te ha de salvar? Nadie, en verdad; porque ni Yo, que te crié sin ti, le salvaré sin ti. Y si ahora no te procuras tu salvación y perfección, ¿cómo la procuraras después? El tiempo venidero no te pertenece, no está en tu mano, no te lo puedes prometer. Y aun cuando lo tuvieras, cada día el negocio de tu alma iría más dificultoso y te movería, a irlo dilatando para más adelante, y con tales dilaciones llegarías desprevenido a las puertas de la eternidad. Considera cada día como el último, y vive cada día de tal manera que, si viniese el Hijo del hombre, lejos de temer te alegraras con su venida. Bienaventurado aquel a quien yo encontrare al llegar obrando de esta suerte. En verdad digo que le pondré al frente de todo cuanto poseo. 7. V oz del discípul o . - Señor, ¡cuán breve es esta vida y cuan graves y
numerosos negocios debo despachar en olla! Pero ¡ay dolor! cuan desdichadamente he gastado hasta aquí mi tiempo. Todo cuanto me encomendaste para antes de la eternidad, a pesar de su importancia suma, lo descuidé como cosa de ninguna estima.
Peregrino eres y huésped sobre la tierra, por la cual cruzas como relámpago para llegar a los tuyos en la eternidad. Allí deben reunirse cuantos fueron y cuantos son, y cuantos serán.
¡Oh ceguera y perversidad la mía! Pero aun cuando ello merezca lágrimas de sangre, ¡ojala fuera ese todo mi mal! Mas ¡ay de mí! que gasté mucho tiempo de mi vida en afligir y atormentar fu Corazón, y en cometer y acumular pecados sobre pecados.
Allí el grande y el pequeño, el rico y el pobre, hermoso y el disforme, sin más diferencia que las que otorgue la virtud.
Mucho gasté en servir al mundo, en buscar sus vanidades, en correr tras la vanagloria, en deleites perniciosos y en toda clase de fruslerías.
Un momento nada más, hijo mío, y tú también estarás allí.
Mucho gasté en satisfacer mis caprichos, en fomentar el amor propio, en halagar las inclinaciones naturales, aun cuando trataba de obrar el bien y la piedad.
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¡Oh Salvador mío, qué miserablemente he vivido! En vez de virtudes y merecimientos he cosechado heno, leña y paja para alimentar el fuego que me ha de abrasar en la vida eterna. Perdóname, te ruego; perdóname los males que hice; dame gracia para redimir el tiempo perdido, para resarcir lo pasado, empleando fervorosamente el resto do la vida en cumplir el fin de mi existencia. Este, Señor y Jesús mío, fue el origen de todos mis males; como no te amaba, como era indiferente para contigo, me inficionó el amor corrompido y corruptor de las criaturas.
Ruégote, pues, Dios mío, ya que me libraste de tan grande pestilencia, ya que de tal ponzoña me has libertado, que inflames mi corazón con aquel fuego de amor en que se abrasa el tuyo; que esta llama purísima consuma todos mis delitos, y ella me impulsará a cumplir fielmente cuanto me has encomendado para la eternidad. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. XVIII.)
CAPITULO XXIII De la muerte.
1. Voz de Jesús .- Acuérdate, hijo, que has de morir; decretado está que
una sola vez ha de morir todo hombre. Haz lo que quieras para evadir la muerte, mas no podrás evitarla; porque el Omnipotente ha señalado lindes y barreras que a nadie es dado salvar; cuando llegares a ellos, en cualquier estado en que te encontraros morirás infaliblemente. En la vida nada hay más cierto que la muerte; y sin embargo, nada hay más incierto que el tiempo y circunstancias de la muerte.
Ignoras por completo cuándo hayas de morir; pero sábete que ha de ser cuando no lo pienses. Ignoras completamente si alcanzarás el fin de este año, y aun el de este día. Muchos, confiados en una vida y descuidando preparación parade la muerte, proyectan mucho paralarga lo venidero; pero laviene la muerte improviso, y desbarata sus trazas y los arrastra a la eternidad. Si has de morir en casa o afuera, de muerte natural o violenta, fortalecido con los Santos Sacramentos o privado de ellos, todo te es completamente desconocido. 2. Sin embargo, hijo, morirás una sola vez; si esta sola vez mueres bien es segura tu eterna salvación; si mal, tu eterna perdición es irremediable. ¡Oh incomprensible insensatez del corazón! Muchos no temen vivir en estado de condenación, y, sin embargo, es ciertísimo que morirán cuando menos lo pensaren, porque ha dicho un oráculo infalible que el Hijo del hombre vendrá cuando nadie lo espere. Con previsión digna de la sabiduría divina, se oculta el tiempo de su venida, a fin de que los hombres vivan siempre en estado de gracia y estén a toda hora preparados; como muchos se descuidan, no pocos mueren de improviso, y en un momento son sepultados en el infierno. Ay pues, de aquellos s quienes la muerte hallare desprevenidos! A tales desgraciados ya no les queda ninguna esperanza; porque de la muerte temporal caerán en la muerte eterna, y de males finitos pasarán a males infinitos. Terribilísima es la muerte de los pecadores horrorosa la muerte de los tibios y descuidados: pero es preciosa y llena de dulcedumbre la muerte de los santos. Bienaventurados aquellos que con una muerte santa, terminan una santa vida. Encuentran al morir el fin de sus trabajos y aflicciones, de sus
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tentaciones y peligros, y comienzan una bienaventuranza segura e interminable.
¡Con qué diferencia sienten a la hora de la muerte los buenos y los malos! Los malos son aterrados con el pensamiento de lo pasado, de presente y de lo futuro; los buenos se regocijan; a los malos se les encoge de angustia el corazón; a los buenos se les ensancha; pero los unos y los otros, todos prefieren en esa hora haber vivido santamente. El supremo consuelo del que muere es encontrarse bien preparado para la muerte. Quien no se dispone a morir sino cuando la muerte se acerca, a cuánto peligro se expone de morir sin preparación, porque o falta tiempo, o estorba la enfermedad, o las pasiones dominan aún demasiado; y además dura todavía la costumbre de menospreciar la gracia, y el demonio tienta con más vehemencia que de costumbre. Sé, pues, previsor, hijo mío, antes que llegue aquella noche en que ninguno podrá ya trabajar, sino que ha de recoger lo que hubiere sembrado. La mejor preparación para la muerte es la vida buena. Quien vive bien, suele morir bien. Por la noche, antes de entregarte al descanso, prepara cada día tu alma, como si aquella misma noche hubieses de emprender el viaje para la eternidad. 3. Hijo, buena consejera es la muerte; por tanto, consúltala antes de emprender o abandonar cualquier negocio importante, para saber qué desearías haber hecho u omitido en el trance de la agonía. Con una entera pureza del corazón te preparas una muerte sobremanera segura y consoladora.
Cuando tratares de asegurar una buena muerte no consultes a la carne, sino que, a despecho suyo, corre tras el bien, para que en el último trance salves el alma y el cuerpo. Porque después de la muerte tu cuerpo quedará para manjar de gusanos; todo lo que quedare será presa de la podredumbre. Pero algún día, quieras que no quieras, resucitarás para participar con el alma de su suerte eterna. ¡Que la muerte, hijo mío, te sea muy familiar! Como seas fiel en consultar y seguir el oráculo de la muerte, te confortará en lo adverso y te moderará en lo próspero; en todo te aprovechará, te favorecerá siempre y al final de la vida te librará de este destierro, para llevarte a la bienaventurada patria de la gloria. 4. Voz del di scípulo . -¿Quién no estará, Señor, siempre preparado, cuando
puede encontrarse en el momento más descuidado con la muerte? El testimonio de la conciencia me dice cuáles serán mis deseos en el momento de la muerte: desearía haber tenido inocencia de vida, haberte guardado puro mi corazón, haber santificado y guardado mi alma. Pero si la muerte ahora me sorprendiese, ¡ay en vano lo desearía, cuando aún no he dado señal ningún: de santidad, y sí muchos indicios de tibieza. ¡Oh Señor compasivo y misericordioso! espera un momento para que llore mi negligencia y obre lo que a la hora de la muerte preferiría haber obrado. ¡Oh alma mía! Después ya no habrá tiempo. Haga éste y el otro lo que quisieren; tú y yo, mientras tenemos tiempo, negociemos nuestra salvación. Es negocio éste exclusivo de cada uno. Cuando viniere la muerte, nadie podrá tomar nuestra vez, ni ir a la eternidad en lugar nuestro. Digan o hagan los demás cuanto se les antoje, nosotros aseguremos nuestra suerte eterna.
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¿Y qué medio mejor y más seguro, ¡oh Jesús! Señor mío, que tu amor, libre y desprendido de todo, puesto que él purifica y santifica? Si te amare de corazón, ni la muerte, ni la eternidad temeré yo: el amor ahuyenta el temor; el amor me abrirá camino para llegarme a Ti con confianza.
2. Porque aquel día será día de justicia, no de misericordia: cada uno recibirá según sus obras. ¿Qué sentirás entonces, hijo mío, cuando estés solo, con solas tus obras, buenas o malas, ante la infinita Majestad? Entonces se levantará en juicio contra ti el diablo para acusarte y con ánimos de arrastrarte consigo a los infiernos.
Tú, pues, Jesús, amor mío, sé también en adelante mi vida. Si Tú fueses mi vivir, el morir sería para mí una ganancia.
El ángel de tu guarda también se levantará frente a ti, y será testigo fiel de la verdad.
Por tu amor moriré cada día al pecado, al mundo y a mí mismo, para vivir todo para Ti; me desprenderé de lo criado y me purificaré por, entero, para que cuando la muerte abra las puertas de la eternidad, pueda yo con regocijo entrar á tu presencia.
Y hasta tu propia conciencia te argüirá, y pavorosa te consternará con temores y terrores.
(Imitación de Cristo, lib. I, cap. XXIII.)
Acusado de esta suerte, y sin defenderte nadie, el miedo te secará, y ni a abrir tus labios te atreverás siquiera. 3. Porque todo lo manifiesto y lo oculto delante de mi vista y nada se esconde a mis ojos.
CAPÍTULO XXIV Del juicio.
1. Voz de Jesús .- En el instante mismo, hijo mío, en que salves los
umbrales eternos, te encontrarás ante el Tribunal divino para dar cuenta de tu vida, y oír la sentencia de tu suerte eterna. Yo mismo, que escudriño y conozco los corazones, y a quien ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, presidiré el tremendo juicio. Todos y cada uno de los hombres, que quieran, que no quieran, comparecerán ante Mí, Juez de vivos y muertos, para ser juzgados con suprema, e irrevocable sentencia. Juzgaré según justicia; no me quebrantarán dádivas ni promesas; no me moverán súplicas, ni el arrepentimiento me apiadará.
Sin embargo, con examen profundo examina tu conciencia, desde la alborada de tu razón hasta el último suspiro de tu vida. Pondré de manifiesto todas y cada una de tus maldades así públicas como privadas, las propias y las ajenas, las graves y las leves, cuantas hubieses cometido de pensamiento o de palabra y obra o bien de omisión. Y no sólo de lo malo, sino también de lo vano e inútil y de lo ocioso te pediré cuenta minuciosa. ¡Si hasta las mismas obras justas he de juzgar! Examinaré las mismas acciones buenas y notaré sus faltas en los motivos que las impulsaron, faltas en el modo de practicarlas, faltas en el fin a que se dirigieron; subiré a sus principios comienzos para ver si fueron naturales o sobrenaturales. Entonces, muchas cosas que parecían buenas en esta vida hallaránse depravadas o inútiles.
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Entonces, las virtudes aparentes de los tibios aparecerán tales como son, como paja seca, sólo buena para el fuego, y serán rechazadas.
Pesquisando aún más profundamente, buscaré el fruto de todos mis beneficios, de todas las gracias y medios que te di para salvarte y perfeccionarte. Y hasta llamaré en contra tuya al mismo tiempo e inquiriré como lo has invertido. 4. ¿Qué harás entonces, cuando ni el justo estará seguro? Sobre tu cabeza verás un paraíso incierto; a tus pies abierto el abismo; a la derecha los ángeles por testigos; furibundos demonios a la izquierda, y delante de ti al Árbitro supremo de vida y muerte eterna. 5. ¡Ah hijo mío, hijo mío! Trabaja ahora con afán para asegurarte entonces en aquel pavoroso trance. Ahora es fácil, entonces será imposible. Sigue ahora las llamadas de mi misericordia, para que entonces no experimentes los rigores de mi justicia. Rompe ahora totalmente con el mundo vicioso, para que no fe fuercen entonces a oír con los réprobos del mundo la sentencia espantosa: «¡Id, malditos, al fuego eterno!» Desembarázate ahora de todo, e imita a los Santos para que merezcas oír con ellos: «¡Venid, benditos de mi Padre; poseed el reino que para vosotros está preparado desde el principio del mundo!» 6. Voz del di scípulo . - ¡Oh, Señor, y cuánto mejor me está examinarme
Ahora hay todavía remedio: entonces todo empeño seré inútil; ahora me invita todavía la misericordia: entonces tronará la justicia: ¡Dame cuenta de tus actos! ¡Señor, Señor! Si comienzas a examinar mis iniquidades, ¡quién resistirá! Y si también inquieres lo indiferente y aun lo bueno, ¿quién podrá sostenerse en tu presencia? ¡Oh, Jesús! Aun cuando me goce de que Tú y no otro sea el Juez de mis acciones, sin embargo, teniendo que dar cuenta de tantas y tantas cosas que espantan, todo me estremezco. ¿En qué confiaré cuando hasta mis obras buo---ñas parezcan sospechosas? ¿En dónde pondré mi esperanza? Nada encuentro en donde colocar mi confianza, como no sea en tu Corazón. En él confiaré. Porque aun cuando haya entonces de ser el Corazón del Juez, será juntamente el Corazón de mi Jesús, que ama a sus amadores. Acuérdate ¡oh Jesús! de tus palabras con que me diste esperanza, porque Tú dijiste: «Quien me amare, Yo lo amaré también a él.» Si yo te amo y me amas, entonces sí que no temblaré de venir a Ti y comparecer en tu presencia. Este será todo mi empeño: amarte ¡oh Jesús amabilísimo y amantísimo! amarte con todo el corazón toda mi vida. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. XIV, números 1, 4, 5 y 6.)
aquí y juzgarme severamente, que no ser condenado ante el Tribunal de tu divina justicia! Cuánto mejor es escudriñar bien los pensamientos, palabras y obras, para ver si son buenas y acabadas según fu voluntad, y si podrán soportar tu examen y parecer dignas de tu aprobación.
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CAPÍTULO XXV
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Del infierno.
Allí los soberbios y vanagloriosos son humillados hasta lo infinito, despreciados y pisoteados por los mismos demonios.
a todos, aunque de diversa manera: a los buenos abrazo con afecto divino;
Allí los tormentos no cesan ni un instante, sino que continúan y continuarán por toda la eternidad. Allí cada uno recibe según sus merecimientos.
aCorazón, los malos su escritos, conversión, y sigomil a los extraviados. Mi en tolero, donde aesperando todos llevo discurre invenciones y pone mil medios para salvar a todos.
3. El lugar, los amos del mismo, los compañeros, aumentan sobre toda ponderación los suplicios.
Pero aquellos que se burlan del aguante y espera de la misericordia, si al juicio, vienen reos de pecado grave y obstinadamente rebeldes, a éstos los borro por completo de mi Corazón, y con rayos de mi justicia los sepulto en lo profundo del infierno.
Porque ¡qué cosa más terrible que las cárceles infernales, donde no mora ni claridad, ni orden, sino obscuridad perpetua y desorden sempiterno!
1. V oz de Jesús . - Hijo, mientras los hombres viven en el mundo los amo
2. Allí permanecerán privados del cielo y de todos sus deleites, y no verán
Que cosa más cruel que los demonios, que están allí agotando su ciencia para inventar tormentos y su poder para aplicarlos! ¿Qué compañía más triste que aquella turba desdichada de precitos, que
jamás mi rostro en el reino de mi gloria. Sufrirán una pena infinita, porque perdieron un bien también infinito.
sufren y dan bramidos de dolor, sin esperanza y sin fin? Verdaderamente cada compañero es un suplicio.
Sumergidos en lago inmenso de fuego, serán abrasados y atormentados por siempre jamás, y el humo de sus suplicios subirá por los siglos de los siglos.
4. Pues así será castigado quien no me quisiere servir a Mí, Dios, Criador, Redentor y continuo Bienhechor.
Todos los malos se precipitarán sobre ellos. Allí no hay sentido del cuerpo ni potencia del alma que no tenga su pena propia y acomodado castigo. Por pecómortificado cada uno, por más especialmente seráhubiere atormentado; y tantodonde más será conallí el castigo, cuanto más se deleitado con la culpa. Allí los impuros son devorados con ardores sempiternos; los sofocan olores intolerables, los corroen gusanos que nunca mueren. Allí los injustamente enriquecidos aguantan suma miseria, sufren hambre y sed extremadas, y nunca gozan de alivio alguno.
Como Dios que soy, os aseguro que en mi presencia se doblará toda rodilla y me servirán todas las gentes. Quienquiera que voluntariamente no sirviere a Bondad en el tiempo, servirá contra su voluntad a mi Justicia en la eternidad. No te asombre, hijo mío, el castigo de los condenados: los mismos condenados no se abominan, sino que confiesan haber recibido su merecido. Nadie va al infierno contra su querer; todos los réprobos caen allí porque así lo eligieron, y por eso de nadie se quejan sino de sí mismos. A Mí me conocen como sumamente bueno, y ellos se reconocen sumamente malos.
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5. El pecado es la puerta del infierno; los caminos que llevan al infierno, son los mismos que llevan al pecado.
Cuántos perecieron por un apetito de deleites, por una ambición ilícita de riquezas y por la perversa ambición de grandezas y de honores. No desees, hijo mío; lo que pueda enredarte y hundirte después en el abismo. Y no es menos peligroso buscarte a ti mismo en todas las cosas. Cuántos ¡oh dolor! cuántos son los que principian bien; pero no despojándose de sí mismos, resbalan primero, caen después en males más profundos, y luego por remate se condenan miserablemente. Luego para evitar el infierno no basta el comenzar bien, sino qué precisa también el perseverar. Deja para siempre el pecado y el mundo, si no quieres ser de Mí abandonado en el fin. Déjate a ti mismo también, no te precipites al fondo, por tu propio peso. Hijo mío, hazlo todo, súfrelo todo para evitar los tormentos eternos. Todos los trabajos y aflicciones de esta vida son nada comparados con los tormentos de allá. Aquí llega el fin de los trabajos y dolores; en el infierno no hay término posible. 6. V oz del discí pul o .- ¡Oh, Señor, Dios nuestro! ¡Cuán terrible es tu
justicia en la eternidad! Y sin embargo, justos son tus juicios, justificados por los mismos réprobos. Pero aunque nada hay que aterre tanto como el infierno, sin embargo, apenas hay cosa que me parezca más a propósito para excitar el amor. Y en efecto Señor y Jesús mío, ¿cómo puedo yo pensar en el fuego del infierno sin abrasarme en el fuego de tu amor?
¿Hay cosa que muestre de modo más sensible la bondad de tu Corazón para con el mío? ¿Hay cosa que más poderosamente pueda impulsarme a devolverte el amor? Si Tú, Señor, sacaras del infierno el alma de un condenado, y la devolvieras a la presente vida y le dieras medios superabundantes para salvarse y merecer un trono eterno de gloria, ¿cuánto se alegraría esta alma? ¿Creería poder pagarte bastantemente alguna vez? ¿Podría pensar nunca en el infierno sin desfallecer de amor tuyo? ¡Oh, y cuan purísimo te guardaría el corazón! ¡Cuán santamente viviría para Ti! Yes así, Señor, que yo te debo mucho más de lo que te debería esta alma. Beneficio mucho mayor y más apreciable hiciste conmigo, por haberme preservado de las penas que merecí del infierno. Mayor y más excelente bien es en verdad preservar de algún mal, que librar después de haberlo experimentado. Y favor tan estupendo, tan maravilloso y de tanta suavidad hiciste Tú conmigo, no una, ni dos, ni tres veces, sino tantas cuantas cometí mortal pecado. Y si pecado mortal no he cometido, entonces es mi obligación mucho más grande, y debo acrecentarse mi gratitud y la manera de amarte. Porque incomparablemente te estoy más obligado. Porque si la infinita benignidad y gracia de tu Corazón no me hubiese preservado, ¡cuánto tiempo hace que hubiera caído en pecado, merecedor del infierno! Porque no hay pecado que un hombre cometa que no pueda cometer otro, Tú nodulcísimo lo impides con teespecial Peroensea por lo que fuere, esto antesi todo, Jesús, debo: elgracia. no estar el infierno, el poder todavía alcanzar el cielo. Tú me libraste de la perdición, y me libraste según la multitud y grandeza de tus bondades de la profundidad del infierno y de las garras de cuantos buscaban mi alma. Los que teméis al Señor, venid todos y os contaré sus misericordias para con mi alma. ¡Cómo no amarte, Jesús, Bondad infinita! ¡Cómo no abrasarme en amor! Sí, sí; te quiero y te amo, y te querré y te amaré mientras viviere, por
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Imitaci nTi Del Sagrado Coraz Jesverás s-slidepdf.com siempre en la eternidad. Tú sólo poseerás todos De misLaafectos; para sólo 3. Hijo, n allídeme como soy, y cara a cara me contemplarás en la ¡oh Jesús mío! viviré; para Ti sólo, a quien debo todo lo que soy. suavísima lumbre de mi soberana Majestad.
(Imitación de Cristo, lib. I, cap. XXIV. núms. 2, 3, 4 y 5.)
CAPÍTULO XXVI Del cielo.
1. V oz de Jesús .- Hijo, ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni corazón de hombre
concibió lo que yo preparé para aquellos que me aman fielmente y me sirven hasta el fin. ¿Quién expresará a los que no lo hayan experimentado qué sea el cielo, de donde todo el mal está desterrado y donde habita todo bien? Allí no existen ni trabajos, ni aflicciones, ni tentaciones, ni peligro alguno; todo esto pasó con la vida mortal y dio lugar a un perfecto descanso, a una paz imperturbable, a un gozo eterno, y a una seguridad perenne e inquebrantable. 2. Allí no hay frío, ni calor, ni males temporales, ni cambio de estaciones, ni días revueltos, ni noches tenebrosas. Mi gloria sempiterna ilumina a aquellas amenas regiones eternas; la serenidad divina de mi semblante las hace regaladas y deliciosas; la infinita dulcedumbre de mi Corazón las anima con tal modo y encanto, que todo allí sonríe siempre con nuevo esplendor. ¡Felices mil veces los que allí moran! No tienen hambre ni sed, ni sienten incomodidad alguna, ni enferman nunca. Pues se sacian y embriagan en el torrente de las divinas delicias, floreciendo en juventud eterna y brillando más que soles inmortales en eternidades perpetuas.
Entonces, viendo mis infinitas perfecciones, la admiración te arrebatará y te llenará de gozo; y e1 éxtasis de tu alegría me alabarás rebosando de contento, y ensalzarás mis atributos amabilísimos Entonces conocerás a la vez los misterios de la fe y todos los secretos de la Naturaleza. Toda la ciencia de los filósofos es ignorancia comparada con el conocimiento más insignificante de los elegidos. Entonces verás toda la magnificencia de mi reino eterno, sus riquezas infinitas, sus honores sempiternos y sus delicias perpetuas. A vista de tantas y tantas maravillas, el amor Mío dulcísimo te abrasará con sus llamaradas. 4. Entonces, hijo mío, me amarás con amor perfecto: sin división alguna de afectos, sin interrupción y sin fin. Ahora te angustia alguna vez la duda de si serás digno de amor o de odio; entonces sabrás mío y con gozo inefable que me amas y que me has de amar por siempre, y que eres de Mi amado y que lo serás por los siglos de los siglos. Entonces descansarás con perfecta seguridad obre mi Corazón; con toda el alma gustarás a ni dulce sea amarme a Mí y saciarse en el torrente de mi amor. Una exquisita dulzura te embriagará y sacará fuera de ti. Con los ángeles y con los Santos te humarás en un océano de amor, regocijándote entonando eternos cánticos de amor. En esto invertirás los siglos; en esto emplearás la eternidad: queriendo y deseando amar siempre, y rebosando amor siempre, y siempre siendo bienaventurado por el amor.
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Lagozarás Imitaci DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com 5. Entonces, finalmente, me poseerás, hijo mío, yDe me porn siempre; ¡Oh bienaventurado servicio el de Jesús, que le paga con tal y esto será la consumación y complemento de la bienaventuranza. recompensa! Tú haces fácil y dulce cuanto guía y conduce a tan inmensa gloria y felicidad. Tú serás todo para Mí y Yo todo para ti; y gozarás de Mí de un modo siempre nuevo y siempre dulcísimo. ¡Oh dulcísimo Jesús, mándame trabajar, mándame sufrir por Ti cuanto quieras! Todo lo abrazaré con voluntad y contento, para agradarte en el En Mí tendrás todos los bienes que puedas querer o desear. tiempo y poseerte en la eternidad. Concibe, si puedes, cuan hermosas, cuan maravillosas, cuan dulces sean Por tu santísimo Corazón te ruego que me lleves salvo por el camino que allí todas estas cosas: ver la gloria y la inefable hermosura de los cielos; sea más de tu agrado a tu reino eterno, para que con los ángeles y Santos asistir a los coros de los ángeles; regocijarse por siempre con los Santos; te vea, te amé y te goce por los siglos de los siglos. - Amén. contemplar y amar a la beatísima Virgen, Reina gloriosísima de los cielos, y ser recíprocamente visto y amado de Ella. (Imitación di Cristo, lib. III, cap. XI, IX.)
¡Hijo mío qué tabernáculos tan amados! ¡Qué compañía tan agradable! ¡Qué dulce felicidad, la cual durará por siempre y sin fin! He aquí, hijo mío, el premio soberanamente grande reservado para aquellos que me sirven de todo corazón. ¿Puede el mundo, acaso, dar algo parecido, ni aun prometerlo siquiera? Levanta, pues, los ojos, y ve qué es lo que te espera si me eres fiel hasta el fin. Animo, pues, hijo mío, mucho ánimo; y cuanto puedas por medio de la gracia divina y tu esfuerzo propio, purifícate perfectamente y consérvate puro. Porque en el cielo nada entrará manchado, por poco que sea. Y cuanto más puro aquí seas, más has de glorificarte allí, más cerca estarás y más amado serás de mi Corazón. 6. V oz del discí pul o . - ¡Oh, Jesús, qué felices . ¡son aquellos que están
contigo en el cielo! ¡Dichosos aquellos mortales que con limpio corazón te sirven! ¡De qué inefable bienaventuranza no gozarán por toda la eternidad! Y aquí, en el tiempo, ¡quién más feliz que ellos!
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del S. Corazón de Jesús DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-virtud slidepdf.com modelo toda verdadera, con examinarle solamente con
DIRECTORIO PARA EL LIBRO SEGUNDO
atención notaremos qué cosa sea virtud y qué cualidades deban adornarla; no tropezaremos con el peligro de errar en cosa de tanta trascendencia para esta vida y para la futura. Allí en el Corazón de Jesús, aprenderemos, para consuela nuestro, que la
1. El propósito que encierra este segundo libro os que, exentos ya de afectos perversos y desordenados, pongamos todo empeño en hacer cierta nuestra salvación por la práctica de las virtudes. Y para llevarlo a cabo con suavidad y eficacia juntamente, debemos traer ante los ojos continuamente a Cristo y considerar las disposiciones interiores de su Corazón, para que imitándole, como sea el camino, la verdad y la vida, caminemos ciertos, seguros y regocijados de virtud en virtud, hasta asegurar nuestra propia salvación. Imitar al Corazón de Jesús, y retratar en nosotros su vida interior con la práctica de las virtudes, puede hacerse de dos maneras en cualquier estado y condición de la vida. Es la primera, practicando aquellas virtudes que son de precepto, y que cualquier estado exige. La segunda, ejercitando según el divino beneplácito aquellas virtudes que son de consejo nada más, pero que contribuyen mucho a asegurar nuestra salvación, y ayudan a la gloria de Dios y aprovechamiento propio. Es de saber, que como cada uno de estos modos contiene en sí grados innumerables por los cuales subamos cada vez a más perfectos ejercicios de virtud, no habrá nadie, por perfecto que fuere, que no pueda ocuparse en ellos provechosamente, y recoger abundantísimo fruto. Y como quiera que el mismo Jesucristo quiso que, al imitar sus virtudes, fuéramos sobre todo mansos y humildes de corazón, muy de asiento hemos de procurar fundarnos en verdadera humildad y perfeccionar con sosegado amor a su divino Corazón, cuantas virtudes aprendiéramos de Él, pero siempre teniendo por base la humildad y la mansedumbre. 2. En ninguna parte mejor, ni más segura y fácilmente, aprenderemos estas virtudes, que en el Corazón de Jesucristo. Siendo este Corazón
virtud es recta inclinación del alma hacia un objeto alguna manera bueno, y caeremos en la cuenta de que aquel objeto en bueno, última vez llamamos figuradamente virtud, no es realmente la misma virtud, sino tan sólo el objeto de la virtud. Allí aprenderemos también que la virtud, para que sea tal como se exige a un cristiano ha de ser, no natural, sino sobrenatural, y distinguiremos claramente la notable diferencia entre una y otra. Porque los afectos del Corazón de Jesús, que se transparentaban en sus actos, ya exteriores, ya interiores, tenían sus principios y comienzos, no en el impulso de la naturaleza humana, sino en un, principio sobrenatural y divino; no los obraba Jesús por agradar a la naturaleza, sino por beneplácito divino fin último de todo. Luego si amamos el bien por mero impulso de la naturaleza; si afeccionamos o aborrecemos por meros sentimientos naturales; si buscamos un fin puramente humano, tendremos virtud natural, de la cual ninguna perfección cristiana recibiremos en esta vida, ni merecimiento alguno para la eterna. Ahora, si del Corazón de Jesús aprendemos el ejercicio de la virtud sobrenatural, viviremos vida interior, vida llena de merecimientos, vida semejante a la de Jesús. La vida interior, cuyo modelo tenemos en la del Corazón de Jesús, ¿qué otra cosa es sino principiar todos los actos, así internos como externos, por la gracia de Dios o por un principio sobrenatural, hacerlos y conformarlos según la divina voluntad, dirigirlos a Dios y a su beneplácito como a su fin, ocuparnos del Corazón de Dios nuestro Salvador y vivir para El por el amor. Este tesoro va amontonando quienquiera que comenzase sus obras por el divino beneplácito, y las terminare con el mismo intento, y las encaminare al mismo blanco, como a su verdadero fin, e interiormente estuviere ocupado en Dios y siempre por amor. Esta, esta es la vida verdaderamente interior, con que se atesoran virtudes
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DeLaaImitaci DelSagrado Coraz n de Jesveces, s-slidepdf.com verdaderas y sólidas, y se llega segura y suavemente la santidadnperfecta siguientes: unas decaimiento de ánimo ante las dificultades y y a la unión divina, lista vida conviene a todo estado y condición humana, luchas de la naturaleza, considerándolas como un impedimento y rémora no tan sólo a los eclesiásticos y religiosos, sino también a los legos y a de la virtud, y no como medios para adquirirla verdadera y sólida cuando todos los seglares. Los primitivos cristianos no vivían generalmente otra se vencen con generoso corazón; otras veces, el reputar como virtudes las vida. ¿No es estala que enseña el Santo Evangelio? buenas cualidades naturales, o la ausencia de vicios y falta de tentaciones; y, por último, el aspirar a la unión divina dando de mano a la virtud sólida
Quien tuviesepracticar buena voluntad, ir en seguimiento esta vida santificante, la virtud puede sobrenatural y obtener ladeperfección. Porque el adquirir la virtud y practicar la perfección no depende, como muchos erradamente creen, ni del temperamento, ni de la índole, ni de la dócil o indócil disposición de la naturaleza; de quien verdaderamente depende es de la gracia de Dios y de nuestra propia cooperación. La gracia, ya lo dice la palabra, dala Dios, primeramente gratis, sin atender a disposiciones naturales; después concédela en vista de los méritos sobrenaturales y súplicas; y como la voluntad, sea cual fuere la disposición natural del hombre, es verdaderamente libre para cooperar o no cooperar a la gracia, es evidente que la virtud y la perfección no dependen del temperamento o índole natural. Por eso adquirimos la virtud, no en el grado de docilidad de nuestro temperamento, sino según la eficacia de nuestra cooperación; conseguimos una virtud más sólida y más pura cuando ponemos actos de la voluntad más generosos, no cuando sentimos menores repugnancias naturales. Toda nuestra atención merece esta doctrina llena de consuelos, pues es la enseñada unánimemente por los Santos, que la aprendieron en el mismo Corazón de Jesucristo. En el camino, pues, de la virtud hay que andar precavidos contra algunas ilusiones, entre las cuales la principal y más común es la siguiente: darnos por satisfechos cuando tenemos ante los ojos el objeto de la virtud, pero sin atender a la virtud misma ni practicarla, o creer que practicamos la virtud, cuando sólo nos vamos tras su objeto por inclinación, aversión o un fin puramente natural; o bien tener por cierto que puede alcanzarse virtud sólida sin aquellos repetidos y generosos actos que vencen y subyugan los movimientos e impulsos desordenados de la naturaleza. En esta ilusión, temible si las hay, suelen caer aquellos que descuidan purificar bien y mucho su corazón. Otras ilusiones que pueden ofrecerse
y verdadera. Estas y otras ilusiones se evitarán fácilmente viviendo vida interior como fiel discípulo del Corazón de Jesucristo. 3. Cuando te ejercites, pues, en la parte de la vida espiritual que el Corazón de Jesús te enseña en este libro, debes encaminar todos tus esfuerzos a conocer y amar con la mayor perfección posible a Jesús, a fin de que cada día mejor aprendas las disposiciones de su Corazón y las copies en tus pensamientos, palabras y obras. Para conseguirlo, amén de los modos de meditar explicados en el directorio para el libro primero, y que si has hallado útiles puedes también aplicar aquí, conviene tener en cuenta lo que sigue: 4. El modo propio de este segundo libro es meditar y contemplar, método enteramente conforme con la doctrina de los Santos acerca de la oración mental. Si meditas, trae a la memoria alguna virtud del Corazón de Jesús como asunto de tu meditación después de bien rumiada tenia siempre ante los ojos para reducirla a la práctica. Después considera cualidades de vuelve la virtud propuesta; compara con luegoeltuentendimiento propio corazónlascon el de Jesús; la vista, hacia tu vida pasada para examinar cómo has cuidado dicha virtud; si bien, da gracias y glorifica a Dios; si mal, arrepiéntete y pide perdón; mira, por último, a lo porvenir y estudia el cuándo y el como podrás practicar esta virtud. Abrace también esa virtud la voluntad, y para ello ejercítate en actos interiores; y tratando muy íntimamente a Jesús, manifiéstale muy por menudo los sentimientos de tu alma; cuéntale tu arrepentimiento, tus
en el ejercicio de la virtud tienen su origen en la anterior, y son las
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DeLaImitaci n Del Sagrado Coraz n deJes -slidepdf.com propósitos, tus temores, tus esperanzas, tus aversiones y amores, en una 5. Los Santos más sversados e instruidos, en los caminos ocultos de la palabra, todos tus afectos y deseos. vida espiritual nos enseñan que el demonio, espíritu malo y torcido, acostumbra a tentar más comúnmente con apariencias de bien a aquellas Y si a la contemplación te consagrares, mira mucho en el misterio o personas que llevando una vida limpia de pecado, se ejercitan en la asunto particular que te propones, contemplar, qué siente el Corazón de adquisición de las virtudes. Jesús de todas y de cada una de las circunstancias de este misterio, qué
aprecia y qué abomina, qué abraza y qué rehusa. Examina después qué palabras profiere Jesús, y cuáles no ya proferirse, pero ni concebirse pueda en el Santísimo Corazón de Jesús. Y observa, por último, qué actos procederían del Corazón de Jesús, y con cuántas virtudes adornados. Por todo el tiempo de la contemplación actúate mucho en piadosos afectos y súplicas fervorosas, según lo pidiere, o tu necesidad, o tu devoción, o la inspiración de la gracia. Obrando así, la contemplación te enseñará a pensar, obrar y hablar como el mismo Jesucristo. Los actos que más especialmente se recomiendan parte de la vida interior, además del ejercicio de las virtudes teologales, son los actos frecuentes de aquella virtud que se desea alcanzar, y juntamente de abnegación generosa de la desordenada naturaleza, y los de amor nobilísimo a Jesucristo. Es muy importante que estos actos se repitan con frecuencia. Pero ya medites, ya de contemples, maneraque haslosdeestás considerar los misterios de la vida Jesús, quedetetalparezca tú mismo presenciando. Y esto lo enseña San Buenaventura con estas mismas palabras: «Si de la meditación y contemplación deseas sacar todo el fruto apetecido, es menester que te consideres tan presente a cuanto hizo dijo nuestro Señor Jesucristo, como si con tus oídos lo oyeses y con tus ojos lo vieses, empleando en ello todo el afecto de tu alma, y dando de mano a todos los otros cuidados y ocupaciones de tu vida.
Por cuya razón, fin de distinguir entre las mociones del buen espíritu y del malo, muchosa recomiendan las reglas siguientes: Primera. El espíritu bueno, a cuantos caminan de bien a mejor, muévelos
con paz, con quietud y con suavidad; al contrario, el espíritu malo alborota el alma con confusión y sutileza. Más a cuantos proceden de mal en peor, los dichos espíritus mueven de modo muy contrario; porque el espíritu bueno los punza, inquieta y provoca para traerlos a conversión; pero el espíritu perverso y maldito obstinase tranquilizarlos, ayudarlos y regalarlos en su maldad, para retenerlos en en ella. Segunda. Es propio de Dios y del espíritu bueno comunicar en sus
mociones, a cuantos obran o proceden con sinceridad y rectitud, verdadera alegría y gozo espiritual, y quitarles la tristeza y turbación a que el espíritu malo les instiga. Y por el contrario, es propio del mal espíritu, valiéndose de sofismas, sutilezas y otros engaños, el luchar a brazo partido contra esta alegría y consolación. Tercera. El espíritu malo observa muy detenidamente si el alma es de
delicada o relajada conciencia: si es delicada, esfuérzase en afinarla más hasta traerla a exageración y escrúpulos, para más fácilmente perturbarla y afligirla. Así, pues, cuando ve que el alma no admite pecado mortal ni venial, ni falta alguna voluntaria, ya que no logra hacerla caer en culpa, se esfuerza por convencerla de que hay pecado donde no lo hay. Mas como sea el alma ancha de conciencia, procura el mal espíritu relajarla más y hacerla más confiada todavía, de suerte que si antes
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LaImitaci DelSagrado Coraz consideraba como nadería los pecados veniales,De abura hasta losnpecados mortales considere como de poco momento; y si antes hallaba algún reparo en pecar, ahora repare menos ó absolutamente nada.
n deJes s-slidepdf.com
LIBRO SEGUNDO
Avisos útiles para imitar las obras del Sacratísimo Corazón de Jesús.
Cuarta. El alma que desee ir adelante en la vida interior, debe siempre
obrar de un modo totalmente contrario al mal espíritu. Por tanto, si trabaja
CAPÍTULO PRIMERO
éste por razón, ensanchar la conciencia, procure ella adelgazarla más;dépor idéntica si trabaja el mal espíritu por adelgazarla tanto que en exageración y en escrúpulos, procure afianzarse en la prudencia de un término medio, para que en adelante se encuentre y conserve tranquila.
Cuánto hemos de estimar, conservar y aumentar la gracia santificante.
Quinta . Es propio del mal espíritu transformarse a veces en ángel de luz:
empezar inspirando pensamientos devotos, para concluir sugiriendo sus perversas y dañadas intenciones.
1. Voz de Jesús .- Hijo mío, no menosprecies la gracia; antes guárdala
como riquísimo depósito. En él tienes tu tesoro, tu gloria, tu felicidad, todo tu bien. La gracia te reviste de la imagen de Dios; la gracia te hace semejante á El:
Sexta. Debe, pues, el alma examinar atentamente la serie de los
Oh, hombre, ya que eres por la gracia santificante sublimado hasta la
pensamientos que haya tenido; en que el principio, medio y fin buenos y tendieren a buen fin, porque señal essi de el Espíritu bueno losson ha inspirado; mas si en la serie declina alguno hacia el mal, o separa del verdadero bien, o no es tan bueno como aquel que el alma había con antelación resuelto practicar, o le inquieta y perturba, indicio es clarísimo de que tales pensamientos proceden del mal espíritu.
semejanza Dios, mundo de todo, reconoce tu dignidad,del quemismo no puede sersublimidad comparadasuperior con cosaalninguna la tierra.
Séptima. Una vez sorprendido el dañado intento del enemigo, conviene
Levántate, pues, con orgullo, y acordándote de tu hermosura, nunca la empañes con feas, manchas.
que el alma considere la serie de pensamientos que le sugirió bajo apariencias de bien, y que examine desde el principio los modos, que el enemigo para arrebatarle poco a poco la tranquilidad y paz interior, hasta salirtomó triunfante con su depravado intento; porque aleccionada con esta experiencia, en lo sucesivo se guardará más fácilmente de los engaños del enemigo. (San Ignacio, San Bernardo, Santa Gertrudis.)
¿Qué tiene que ver el centelleo de los astros y la hermosura de todos los seres, si se compara con la belleza de un alma adornada con la gracia divina, y hecha al mismo Dios semejante?
2. Si resplandecieres con esta gracia, Dios te adoptará por hijo, y no hijo como quiera, sino queridísimo y amadísimo. De este modo, lo que Yo por naturaleza, lo tienes tú por adopción; de manera que no sólo de nombre, sino de hecho seas hijo de Dios. Comprende, si puedes, la cualidad de esta filiación divina, y la de ser amado y favorecido por semejante Padre. Gloríanse los hijos en el mundo, y se reputan felices cuando sus padres son sabios, buenos, poderosos, ricos o ilustres.
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Más, ¿qué valen todas estas cualidades deDeLa losImitaci padres naturales, 4. Por langracia, mío que te constituye heredero del reino de los n DelSagrado Coraz deJeshijo s-slidepdf.com comparadas con las grandezas de Dios?. cielos, te haces también compañero de los ángeles y hermano de los Santos. ¡Con cuánta más justicia y razón puedes tú gloriarte y alegrarte de tener por Padre al mismo Dios, Señor de cielos y tierra! Si te alegras dulcemente con la amistad de compañeros distinguidos, aunque mortales y expuestos a mudanzas; si le regocijas por tener Pesa con justo criterio todo el valor de esta adopción. A ti, arrojado del hermanos, la más carne, aun cuando su número de paraíso y desterrado; sumergido en miserias, se te concede, con el auxilio tu herencia,según cuánto deberás alegrarte de contardisminuya por mediolodecrecido la gracia de la gracia, de siervo que eras, quedar libre; de extraño, pasar a ser hijo, santificante, por amigos a los ángeles bienaventurados del cielo y por para que de esta manera ennoblecido, puedas gozar en abundancia de los hermanos a los Santos amadísimos de Dios, cuya multitud no divide ni bienes divinos. disminuye tu herencia, sino que, al contrario, la multiplica y aumenta. ¿Y por ventura no supera a todo pensamiento, no arrebata a todo corazón, el que Dios llame y tenga por hijo suyo al hombre, y que el hombre llame a Dios Padre y le trate como a tal? ¡Bienaventurado aquel que, comprendiendo todo por el mérito de la gracia santificante por la cual ha sido hecho hijo de Dios, estime en tanto esta incomparable nobleza, que por ningún motivo degenere ni se envilezca, sino que siempre se manifieste digno de tal Padre! 3. Si por la gracia eres hijo, también quedas constitu heredero de Dios y coheredero mío. De este modo el reino sempiterno, que es mío por derecho de naturaleza, es también tuyo por el derecho que te confiere la gracia santificante. Cuando miras alycielo, contemplas con el tiespíritu gloria la bienaventuranza todoscuando los bienes eternos, di para mismo:laHe aquíymis bienes; he aquí mi herencia si conservo el tesoro de la gracia. Mis méritos, hijo mío, alcanzaron que esta gracia te confiera un derecho indisputable a los tesoros del cielo, del cual nadie sino tú mismo puede desheredarte. La promesa de Dios subsiste, y Dios será fiel a su palabra; mas si tú desechas la gracia santificante, renuncias al mismo tiempo a tu derecho y
¡Piénsalo, hijo mío, y verás qué hermanos! ¡Cuántos y cuan ilustres, qué poderosos y qué buenos! Estos son tus hermanos mayores, que esclarecidos por sus victorias, coronados con ladegloria de la seguros ya de sí y solícitos por ti, te aman verdad, te bienaventuranza, animan con su ejemplo, te ayudan con sus oraciones y te brindan con sus premios. ¡Dichosa gracia la que te hace hermano de tales hermanos! Ojalá, hijo mío, lo comprendas como es debido. 5. También hace la gracia santificante que en cuanto a la vida presente disfrutes de verdadera felicidad. Esta gracia es el principio de la paz interior: sin esta gracia no hay paz verdadera, con esta gracia la paz es segura. ¿Quién resistió jamás a la gracia y tuvo paz? Y donde no hay paz, ¿qué dicha puede haber? Consérvale siempre en gracia, y siempre podrás tener paz y felicidad. Testigo son todos los Santos, y cuantos convertidos algún día guardaron con exquisito cuidado la divina gracia; pues poseyéndola y comparándola con la condición interior de su vida, pudieron decirme, enseñados por la experiencia: «Mejor es un día, Señor, en los atrios de tu casa, que mil en los tabernáculos de los pecadores».
te desheredas.
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6. Aún más, hijo mío: si vives en la gracia santificante, mi reino está ¿Pues qué, noJes la estimaron así todos mis mártires y todos los héroes de DeLaImitaci n Del Sagrado Coraz n de s-slidepdf.com dentro de ti, de tal manera, que descanso y reino en tu corazón como en la santidad, entre cuyo número se cuentan tantos niños y vírgenes mi trono. delicadísimas? Y millares de ellos, dejándoles libro la elección, ¿no prefirieron sacrificar en los tormentos todos los bienes de la vida y la vida Ciertamente mi reino consiste en la tranquilidad y en la alegría del misma antes de perder este don de dones? Espíritu Santo, que es Espíritu de caridad y de santificación. En esto reino no domino como Señor sobre su súbdito, sino que formo, como Padre, un hijo, al cual escojo para reinar conmigo. Todo el tiempo que perseveras bajo el dominio de esta gracia te dirijo especialmente con mi sabiduría, te protejo con mi poder, te abrazo con mi amor. No tienes, hijo mío, nada que temer por es reino así gobernado, así defendido, así amado, no ser que tú mismo lo entregues a traición. Si permanecieres fiel, él permanecerá constantemente en pie, y durará por toda la eternidad y ni el poder de todos los enemigos podrá trastornarle o destruirle. ¡Cuán deleitable, hijo mío, cuan consoladora consideración! ¡Y qué a propósito para conseguí que aprecies con toda tu alma la gracia santificante! Repara, bien cuántos y cuan grandes bienes posees en este solo bien.
Tú, pues, hijo de tantos héroes, emplea todo, tus esfuerzos desvelos las en conservar aquella preciosísima gracia, tanto más, y cuanto maquinaciones todas de tus enemigos se dirigen a despojarte de ella para de una vez perderte. Procura, pues, robustecerte con la gracia, crecer en ella, y avanzar hasta la perfección con actos de verdadera virtud. ¿Lo has entendido bien hijo mío? 7. V oz del discípul o .- Sí, Dios mío, sí. ¡Y ojala antes lo hubiera
entendido! Si esto hubiera comprendido hace tiempo, ¿no hubiera llorado y gemido por la pérdida, de la gracia divina con más vehemencia y amargura que Esaú gimió por la venta de su primogenitura? Mi pérdida fue más grande, sin comparación que la suya, y ocasionada por un motivo más ruin. Si yo hubiese, comprendido bien esto, ¿hubiera arrojado a la calle este tesoro por la primera cosa que se me ofreció?
¿No es verdad que esto sólo supera en mucho a todos los bienes de este mundo?
¡Oh Señor y Jesús mío! ¡Quién nunca hubiera perdido este bien, el mejor
Pide, hijo mío, el ir cada día conociendo más el precio de la gracia, y estimarla de hecho en tanto cuanto ella merece.
Pero un consuelo me resta: no ser aún demasiado tarde; poder aún disfrutar de los privilegios de tu gracia y santificarme con ella.
Como llegues a conocerla bien y a estimarla en lo que vale, poco te importará sacrificarle, no sólo la fortuna, el alma con todos tus deleites y tus amores, sino la misma salud y la vida cuando fuere necesario.
Gracias te doy, dulcísimo Jesús, por haber mostrado tanta misericordia con tan indigna criatura! ¡Nunca jamás olvidaré tan grande benignidad de tu Corazón!
de todos los bienes!
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¡Oh Jesús benignísimo! Concédeme antes modoDecualquiera 2. Mas lo primero todo era redimirlos, y después de pagadas sus LaImitacimuerto n Delque Sagrado Coraz n de Jes sde -slidepdf.com perder tu gracia, ruego, por tu sacratísimo Corazón, que atienda essta mi deudas todas, romper sus cadenas y libertarlos. súplica. Ligábanlos grandes deudas. Era tal la ofensa contra la Divina Majestad, Busqué quien lo quiera el oro y la plata, los lores y las dignidades, los que criatura ninguna, sólo Dios hecho hombre, pudiere satisfacer deleites y consuelos mundanales, que yo, Señor, enseñado por Ti, una sola cumplidamente a la Suprema Justicia y reparar con toda verdad el honor cosa todas que deseo: conservar tu gracia y crecer en ella por todosentre los días de es mi la vida. (Imitación de Cristo, lib III, cap. IV.)
CAPÍTULO II Que movió al Hijo de Dios a tomar carne mortal.
1. Voz de Jesús ,- Hijo mío, únicamente Dios es bueno; porque sólo Dios
os Bondad suma, Sabiduría suma, Sumo poder: en una palabra: infinita Perfección. Nada, pues, mejor, nada más perfecto que seguir a Dios e imitarle. Pero como Dios no cae bajo el dominio de los sentidos, y por otra parte, es muy poderosa sobre los hombros la influencia de éstos, se determinó qué Yo, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, me luciese hombre, y que, tomando forma exterior, me mostrase a los sentidos del hombre, para que éste pudiera con más facilidad y suavidad ver e imitar a Dios. Los primeros hombres, aspirando a grandezas, ambicionaron y pretendieron asemejarse de tal manera a Dios, que como dioses supiesen del bien y del mal, y cayeron y perdieron el bien que conocían, y experimentaron el mal que nunca habían, conocido. Mas Yo quise mostrarme a los hombres tal, que sin presunción, sin peligro y con seguridad, pudieran aspirar a asemejarse de tal suerte a Dios, que, libres de todo mal, adquiriesen el bien.
de la Majestad ofendida, Arrastrábanse como esclavos miserables del infierno, y gemían desesperados, sin remedio por .su parte. Pero yo compadeciéndome de aquella turba de desgraciados, descendí y vine a ellos con el corazón lleno de amor y rebosando misericordia para rescatarlos y conducirlos a una santa y dulce libertad. 3. El cielo estaba cerrado por la culpa; ni había entre las criaturas todas del cielo y de la tierra quien pudiese abrirlo; y si Yo no hubiese descendido y lo hubiera abierto, mortal ninguno hubiera jamás subido al cielo. Cierto que antes de mi venida, Dios era conocido en la Judea en donde algunos pocos le servían dignamente: y aun esto hacíalo la gracia, que se concedía a los hombres en atención a mi venida. Pero entre los gentiles cuan contados eran los que, correspondiendo a esta gracia, temían a Dios, obraban santamente y le eran aceptos y agradables. ¡En qué espesas tinieblas y abandono se encontraban envueltos la mayor parte! ¡En qué profundo y ancho abismo de iniquidad se revolvían los hombres! Y aun hoy, después de acabada la obra de la redención, ¡qué muchedumbre tan numerosa rechaza todavía los medios de salvación! Culpablemente ignorantes o totalmente olvidados de Mí, andan vagabundos y ciegos, y por su propia perversión se precipitan en la muerte eterna.
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¿Qué sería, pues, del género humano¡ si Yo, De el La Verbo divino, no me Mas podía suceder el hombre regenerado y elevado a la vida de la Imitaci n Del Sagrado Coraz n de Jes sque -slidepdf.com hubiera hecho carne? Ni uno solo de los hombres hubiera podido gracia, libertado del cautiverio de la muerte y conociendo el camino para acercarse a Dios ni entrar en la bienaventuranza. la patria, no pudiera seguirlo por su debilidad y flaqueza. Mas Yo he unido en Mí al tomar carne, lo más excelso de la grandeza divina con lo más degradado de la bajeza humana, para que pueda, quién
Grandes eran, hijo mío, las enfermedades del hombre, grande su debilidad, pero superior era el Médico, puesto que era Omnipotente, y
tenga voluntad, llegar por Mí hasta Dios, y alcanzar la suprema bienaventuranza.
superior la medicina, puesto que cura toda debilidad y sana toda dolencia. Esta medicina es la gracia multiforme, precio de mis dolores, regalo de mi Corazón, que dispone al hombre para desear la salud, y lo fortalece después de sano para ayudarle a que me siga.
4. Vine para glorificar a Dios, mi Padre, y para manifestar al mundo su santo nombre y el amor inmenso qué le tiene. Allá, en lo antiguo, el nombre de Dios era un nombre santo y aterrador: ahora el nombre de Dios, el nombre de mi Padre, es santo y dulcísimo. Porque la Ley antigua era ley de temor; más la Ley nueva es ley de amor. Puesto que Dios amó a los hombres tanto, que entregó por ellos a su Hijo Unigénito. Y yo, por amor hacia el Padre y hacia los hombres, me hice carne por obra del Espíritu Santo, Espíritu de amor.
Al venir al mundo hubiera podido pasar por mi paso de gigante. Pero la multitud de los enfermos conmovió mi Corazón de tal manera, que permanecí entre ellos como para enfermar con sus dolencias y allanarles con mi ejemplo todas las asperezas del camino, y alentar a cada uno a que con mi auxilio y su voluntad sigan holgados y alegres mis soberanas huellas, hasta a alcanzar el reino de los cielos.
Luego toda la obra de la Encarnación, es obra de amor, pero de un amor gratuito, de un amor infinito.
6. ¡Mira y repara, hijo mío, de qué manera te amé! Porque todo cuanto hice, hícelo por todo y por cada uno de los hombres; de manera que por ti sólo, si hubieras sido el único perdido y miserable del mundo, lo mismo hubiera bajado del cielo a buscarte, a redimirte y salvarte.
5. Yo bajé del cielo, y al cielo vuelvo mostrando a todos el camino que a él conduce, para que cuantos me sigan por este camino estén también allí
Luego si Yo descendí del cielo con el intento de conducirte a mi reino sempiterno, sígueme adonde Yo te lleve.
donde Yo estoy. Yo soy la Verdad y aparecí brillando en medio de las tinieblas del mundo para iluminar a todo hombre que viene a la vida, a fin de que pueda dirigir con certeza y seguridad sus pasos por este camino.
En cualquiera condición o estado o circunstancias de la vida en que te hallares, coloca delante de ti mi vida como camino cierto y seguro para la bienaventuranza.
Yo soy la Vida, y vine al mundo para que los muertos recobrasen vida muy abundante, vida de gracia en su peregrinación y vida de gloria en la patria celestial.
Y no creas que tu modelo ha de ser tan sólo mi vida exterior, sino principalmente la interior. Mi vida interior reside en mi Corazón; allí está toda la gloria, allí el origen de todas las virtudes.
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Hijo mío, no quieras parecer a los judíos, que De sólo se fijaban n enDel lo Sagrado de CAPÍTULO III LaImitaci Coraz n deJes s-slidepdf.com fuera, y no consideraban los sentimientos y las disposiciones de mi Que nuestro corazón debe todo consagrarse a Dios, a ejemplo del Corazón. Corazón Sacratísimo de Jesús.
Penetra en lo recóndito de mi Corazón, escudríñale, medítale, no salgas de allí nunca. 7. Si me tienes agradecimiento, si de veras me amas, estudia detenidamente qué agrada a mi Corazón y ejecútalo fielmente. Pero esto debes averiguarlo en la oración, pedirlo con amor, abrazarlo con amor y con amor ejecutarlo. La oración, hijo mío, es la llave del cielo, y la llave de mi Corazón. Ábrelo con esta llave y aprovecha cuantos tesoros encierra. 8. Voz del di scípul o .- Gracias eternas te sean dadas, Dios y Señor, Criador
y Redentor del género humano, por tu desinteresada y gratuita caridad, con la cual a nosotros los hombres, que habíamos sido formados maravillosamente, más maravillosamente nos redimiste y reformaste. ¡Oh Jesucristo, que siendo desde la eternidad Hijo de Dios, por un exceso de amor para con nosotros quisiste inefablemente ser hecho hijo del hombre! ¿Quién no te devolverá su amor? ¿Quién no se te unirá inseparablemente? ¿Quién no vivirá únicamente para Ti, pues todo te lo debe? ¡Oh ¡oh suavidad maravillosa! ¡Ver al Hijo de Diosincomparable nacido de unabenignidad! Virgen!
¡Jesús, Hijo de Dios, que has tomado carne de María, yo te adoro con todo mi ser! Espero en Ti, ¡oh bondad infinita! Te amo de todo corazón, ¡oh amor amantísimo y amabilísimo! Tú eres mi camino, Tú mi verdad y Tú toda mi vida. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. XVIII, y cap. III, números 1. 2 y 5.)
1. Voz de Jesús . - Hijo mío, el primer acto, de mi Corazón, después de
encarnar, fue un acto do amor con el cual me consagré enteramente a mi Padre celestial. Nada quedó en mí que no se lo consagrase con toda mi alma, y nada había en la voluntad de mi Padre que yo no lo abrazase con todo mi afecto. Ya desde entonces dije a mi Padre desde lo íntimo del corazón: Heme aquí, que vengo dispuesto a ser víctima de tu voluntad; escrito está de Mí al principio del libro que Yo he de hacer tu voluntad; eso quiero y es ley grabada en lo profundo de mi alma, que a ti, oh Padre, le agrade en todo. Desde el primer momento de mi vida, el Padre me presentó todos los trabajos y dificultades, todas las humillaciones y dolores, todas las obras y padecimientos que me habían de llevar hasta la cruz. Y Yo, con corazón rendido y totalmente consagrado al Padre, los acepté todos y cada uno según el beneplácito de su voluntad. Esta disposición interior de mi alma la fomenté por todos los momentos de mi vida, y ella,cuanto a su fuera voz, del me agrado estimulaba para que cumpliese siempre de micontinuamente Padre. 2. Este, hijo mío, este es el modelo de la verdadera devoción; tómale tú por dechado, y desde los comienzos de tu carrera en el camino de la virtud, conságrate asimismo a Dios de todo corazón. En la vida espiritual no hay nada de tanta trascendencia como la verdadera y absoluta entrega del corazón. Porque el corazón que no se me entrega, por completo prueba no estar enteramente purificado.
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Si eres tacaño conmigo, también yo te trataré De con cortedad; pero si te Y si deseas llegar a la unión íntima conmigo, debes estar puro y limpio LaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com portas generosamente, en generosidad te venceré siempre. Y si con ánimo de toda criatura, y a Mí consagrado en todas las cosas. desprendido te me consagras con todas tus cosas, de tal manera que en 4. Hijo, tu devoción no sea, como la de muchos, toda, exterior, fundada en todo te abraces con mi beneplácito, Yo mismo te conduciré sin riesgo y solas apariencias que, por tanto, no es devoción, sino el remedo, la sin quebranto por en medio de todas las eventualidades de la vida, y hasta máscara de ella. me obligaré en cierta manera a salvarte. 3. Esta perfecta consagración fue siempre el principio de la santidad de todos los elegidos. Aquellas almas nobles y generosas reputaban como nada los más grandes sacrificios de la vida, con tal de ofrecerme y consagrarme cuanto eran y cuanto valían. Y por esta su nobleza y generosidad Yo les correspondía con tal abundancia y munificencia, que aun en esta vida mortal muchas veces derramaban lágrimas por la extraordinaria dulzura de los consuelos, y, en cierto modo, disfrutaban anticipadamente en la tierra de aquella felicidad que había de calmar todas sus ansias en la gloria. Más ahora, muchísimos de los que profesan devoción, solamente en aquellas cosas y aquellas circunstancias que son de su agrado y contentamiento quieren ser devotos.
Tu devoción sea verdaderamente interior y tenga su principio en el corazón, de tal manera dispuesto que con la divina gracia se someta sin condiciones a todos mis mandatos, y a sacrificar todas las cosas, y a seguir siempre mi beneplácito. Sin embargo, también a lo exterior debe transparentarse tu devoción, por cuanto eres hombre y no ángel. Y teniendo, como tienes, alma y cuerpo, dones ambos recibidos de mi mano, con el uno y con la otra debes honrarme y santificarte a ti misino. Pero lo que en ti se vea por de fuera sea tan sólo como rebosando de la abundancia del corazón; porque sólo así tu devoción será sólida, y saldrás verdadero imitador de mi Corazón. 5. Esta imitación, hijo mío, es efecto de gracia sobrenatural, que, alumbrando el entendimiento y moviendo la voluntad, dispone al hombre para aceptar voluntariamente las obligaciones del divino servicio.
Pero éstos, más que a mi servicio, están consagrados al suyo. Razón por la cual prosiguen siendo esclavos del amor propio, permanecen míseros y ayunos de toda felicidad interior, y nunca se encuentran dispuestos para la unión con su Dios.
La naturaleza, por ningún conducto suyo puede mandarte esta gracia, que es toda un don sobrenatural, y se actúa por una virtud también
Por eso tú, hijo mío, si quieres ser verdaderamente libre y dichoso, separa tu corazón de mío lo que no sea Yo, y dedica a Mí sólo todos tus afectos.
Por tanto, si la divina gracia no te ayudare, nada adelantarás, aun cuando hayas mil veces jurado consagrarte a Mí y te parezcas muy devoto.
Si pudieses conservar tu corazón enteramente consagrado a Mí, entonces podrías también conservarte imperturbable y tranquilo en todos los acaecimientos de la vida. Porque las perturbaciones no nacen de las eventualidades de la vida, sino de todo corazón malamente dispuesto para hacer la divina voluntad.
Ora, pues, para que recibas gracia copiosa y alcances espíritu de devoción. Como la pidas debidamente, la alcanzarás; porque a la oración se le ha prometido todo.
sobrenatural.
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Con ayuda de la gracia y de tu cooperación, laDeverdadera piedad, qué CAPÍTULO IV LaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com muchos dominados por el amor propio sólo conocen de nombre y la Que debemos aprender del Sacratísimo Corazón de Jesús recién nacido, sienten muy trabajosa, a ti te será fácil y amigable. Que experimentos o no consuelos sensibles, seguirás cumpliendo tus deberes con sosiego y provecho, y permanecerás fiel a los ejercicios espirituales. Descansarás tranquilo y reposado en los brazos de mi providencia como un niño en los brazos de su madre, y andarás con paz y contento por cuantos caminos te ofreciere Yo para conducirte a la vida eterna.
de revestirnos de su espíritu.
1. V oz del discípul o . - ¡Criaturas todas, venid y ved! ¡Admiraos y
asombraos! Dios inclinó los cielos de su misericordia y descendió; y he ahí que habita entre nosotros. ¡Oh Dios Niño! ¡Oh prodigio de amor! ¡Oh delicias de los ángeles, que bajaron del cielo para contemplarte reclinado en un pesebre!
salvarme; Tú que me diste; en prendas de tu amor tu Corazón, concédeme, te ruego, la gracia de una perfecta devoción para, que, arrancadas de mi corazón todas las cosas por tu amor, me haga todo tuyo.
¡Oh Jesús, hijo de Dios nacido de una Virgen! ¿Hay algo más amable? ¡Cuán dulce eres para mí, Jesús hecho Niño, hecho todo amor! Admirable eres en el trono de tu divinidad; pero muy más eres admirable en la amabilidad de tu pequeñez.
Confiado con el auxilio de tu gracia, que rendidamente imploro, me ofrezco a Ti de todo corazón, para estar por siempre consagrado a tu servició e interés.
Digno eres de ser amado sobre todas las cosas por la infinidad de tus perfecciones; pero cautivas los corazones con tu exquisita suavidad de niño.
Dulcísimo Jesús: cuanto soy, cuanto valgo, todo te lo doy y te lo consagro; recíbelo, Señor, benignamente, y dame el espíritu de una santa devoción que llene con su aroma todo mi corazón, que me haga sabrosa la piedad, que alimente mi amor hacia Ti, que endulce mi oración y que me facilite el orar.
¿Quién, oh infinita bondad, quién podrá saciarse aquí contemplándote, amándote, embriagándose en la dulzura del amor de tu Corazón?
Animado con la devoción, perseveraré constante y alegre en tu servicio; llevaré suavemente al prójimo hacia Ti; alegraré a los mismos ángeles y Santos, y lo que es más que todo, recrearé y de gozo inundaré a tu Sacratísimo Corazón.
2. Voz de Jesús . - En verdad, hijo mío, que el espíritu de mi Corazón es
6. V oz del discípul o . - Señor y Jesús mío, Tú que te anonadaste por
(Imitación de Cristo, lib. III, cap. XV.)
¡Cuán dulce eres, oh Jesús mío, cuan dulce eres, aun no considerando lo qué está oculto allí adentro! ¿Cuál no será tu espíritu interior? Suavísimo, sí, y dulce sobre la miel. quien hace, quien verifica estas maravillas, toda esta dulcedumbre. Este espíritu mío, que me trajo desde el Seno del Padre al seno de una Virgen, y que a Mí, el unigénito del Padre me introdujo en el mundo con tanta suavidad, este espíritu mío es quien anima, dirige y guía siempre mi Corazón, para que por allá vaya por donde el ímpetu del espíritu lo lleva. La plenitud del Espíritu reside en mi Corazón, porque aquel a quien Dios envía, recibe el espíritu sin tasa.
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Y sobre mi Corazón descansa aquel Espíritu, queDeesLaEspíritu de sabiduría el mundo todo y dejándose a sí mismos, unos caminasen a los suplicios Imitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com y de entendimiento, Espíritu de consejo y de fortaleza, Espíritu de ciencia de la muerte como al triunfo de la gloria; otros emulasen a los mismos y de piedad, Espíritu de temor de Dios, Espíritu de gracia y de oración y ángeles; aquéllos siguiesen con toda perfección el camino ordinario, y Espíritu de amor. todos siguiesen con decisión y alegría mis huellas y me acompañasen hasta el fin por todos los acaecimientos y circunstancias de la vida. Tal es el Espíritu de mi Corazón, amor que inspira, que guía suave y fuertemente, estimulo perfección, mueve al sacrificio y anima a lo heroico. 3. Bienaventurado, hijo mío, quien posee el Espíritu de mi Corazón, y se deja guiar por él a todas partes. Todos cuantos obran por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. No las apariencias, no; no la profesión, sino únicamente mi Espíritu es quien hace los verdaderos discípulos de mi Corazón. ¿Qué te aprovechará poseerlo todo si no tienes este Espíritu? Porque aquel que no tiene mi Espíritu, ese no es mío. Sin mi Espíritu te será desagradable lo que Yo hago; no entenderás mis enseñanzas, ni hallará gusto tu corazón en aquello que yo mandaré. En tanto te sabrán mis cosas, en tanto las entenderás, en cuanto poseyeres mi Espíritu.
¿Qué no para arrostraron estimulados por ya mi santificándose Espíritu? ¿Quéa no hicieron amarmelosy Santos glorificarme siempre, sí mismos, ya moviendo a todos los hombres para que me amasen y glorificasen? Estos perfectos discípulos de mi Corazón, que estaban llenos de mi santo Espíritu, disponían según él todos sus pensamientos, ordenaban sus palabras, dirigían sus obras y arreglaban toda su vida. 5. Hijo, si quieres aprender este Espíritu de mi Corazón, estudia mi vida y medítala devotamente; penetra en mi Corazón, examina y pondera piadosamente todos mis sentimientos, y en todas partes lo conocerás por sus frutos. En todos y en cada uno de los misterios de mi vida encontrarás la manifestación de este mi Espíritu.
Si estás animado de mi Espíritu, mis juicios serán tus juicios, mis sentimientos tus sentimientos. La vida de mi Corazón la tuya.
Pero ¿de qué te aprovechará conocerlo si no recibes algo de su plenitud? Pues a fin de que él te anime, o que obtengas aumento en esta animación, ora, hijo mío, y ora con fervor.
Todo verdadero discípulo mi Corazón veobra todas las cosas en este Espíritu, por él sólo las juzgadetodas, por Él sólo y sufre.
Si oras como conviene, indudablemente lo conseguirás porque Yo he prometido comunicar mi Espíritu bueno a cuantos me lo pidieren.
Ten mi Espíritu y haz lo que quieras; en, todo guiará con seguridad y en todo te protegerá.
Cuanto más y mejor pidieres y meditares, tanto, más recibirás de él, y le conocerás más perfectamente, y más fácilmente seguirás sus inspiraciones.
4. Este Espíritu mío animó a todos los Santos, su luz les enseñó su virtud, les fortificó, su santidad los formó. Repara qué es lo que enseñó a los Apóstoles y mártires, confesores y vírgenes; cuánto les fortificó, y cuáles les formó, para que, despreciando
1. V oz del discípul o . - Oh Jesús, cuya plenitud de Espíritu reciben y de
ella viven tus discípulos; envía, te ruego, a mi corazón el Espíritu de tu Corazón, para que me anime y me dirija en todo y por todo.
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No te ruego, como Elíseo a Elías, que se duplique en mí tu Espíritu, 2. Voz de Jesús . - Hijo mío, Yo vine a salvar lo que había perecido. Era DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com cuando ni sencillo puede contenerte la poquedad de mi corazón; pero tal y tanta la ruina del género humano, que para repararla fue menester ruégote que tu Espíritu me llene todo y arroje de mí para siempre el una tan gran humillación como la del Hijo de Dios. espíritu mundanal y el espíritu propio. El hombre habíase despeñado en un abismo de soberbia. Por la humildad Concede a mi corazón gustar rectamente de lo que gusta el tuyo, entender descendí Yo y penetré en aquellos abismos, para de allí sacar al hombre. lo que enseña y saborear con el afecto y el efecto todas sus obras. Que viva en adelante, Señor, en tu Espíritu, no ya la mera vida de la naturaleza, sino la vida de la gracia; que viva, no una vida puramente humana, sino una vida en cierto modo divina, la vida de tu Espíritu.
Antes de Yo venir al mundo, la soberbia había obscurecido y corrompido tanto el entendimiento humano, que no solamente no conocían la humildad como virtud, sino que, por el contrario, la consideraban y aborrecían como poquedad de ánimo.
(Imitación de Cristo, lib. I, cap. I, núm. 2, y cap. II, números 1. 2 y 3.)
Conocieron, ciertamente, a Dios, cuya luz está como un sello sobre el corazón humano; pero no le glorificaron como a Dios, sino que se desvanecieron en sus propios pensamientos: se obscureció su insensato corazón, se corrompieron y se hicieron abominables en todas sus maquinaciones. Casi toda carne había corrompido su camino.
CAPÍTULO V Que debemos aprender la humildad del Sacratísimo Corazón de Jesús, niño.
1. V oz del discípul o . -¿Cómo fue que Tú, oh Dios nuestro, naciste para
nosotros pequeñito y te nos das cerno niño? ¡Por ventura Tú no eres el que eres y no es este tu nombre para siempre! ¿Quién podrá contar tu generación? Tu existencia se extiende desde los siglos a los siglos.
Y para librar al mundo de error tan grande y tan pestilencial, ¿qué remedio más apropiado y eficaz que el ejemplo de un Dios infinitamente sabio y perfecto que se humilló hasta el anonadamiento, que confundió toda la humana soberbia y que rebatió y pulverizó para siempre los motivos y vanos pretextos del necio endiosamiento?
¿Quién explicará tu poder y las demás perfecciones tuyas? Tú has creado
3. La soberbia, hijo mío, fue siempre, y siempre será, el origen de todos los males; y la humildad, el principio de todos los bienes.
todas las cosas, las riges todas, Tú llenas el cielo y la tierra, ¡y aquí te contemplo Niño Tú pequeñito!
La verdad engendra y la caridad vivifica a la humildad, que es la virtud de todas las virtudes.
¡Oh prodigio, oh milagro! Dios, el Dios infinito, yace pequeñito, Niño, en un establo!
Luego tu primer cuidado debe ser conocerte a ti mismo y a Dios, para que puedas atribuir a Dios lo que es de Dios, y a ti lo que te pertenece.
Se anonadó a sí mismo habiéndose hecho niño; y ahí está alegre entre las humillaciones, desconocido y contento.
Procura, pues, hijo mío, comprender lo que de tu cosecha. Vamos, ¿qué eres tú por ti mismo? ¿Qué, sino la nada de donde el mismo Dios donde te sacó. Esa nada es tuya, tu ser es de Dios.
¡Cuánto, Jesús dulcísimo, cuánto debiera yo de amarte al contemplar que naces tan pequeño y que te nos das Niño!
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Si piensas, hijo mío, que eres algo por ti, siendo nada, tú mismo te ¿No es, por ventura, esta consideración la que llenó a todos los Santos DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com alucinas, tú mismo te engañas. de humildes pensamientos? ¿De cuáles no debes tú llenarte, tú que tantas veces has cooperado a ella malamente y aun la desprecias?. ¿Y qué tienes de ti mismo, ya sea natural, ya sobrenaturalmente? Ciertamente que en el orden de la naturaleza posees las potencias del alma Si las faltas de cooperación te es imposible contarlas por su multitud, y los sentidos corporales, los dotes del entendimiento y las demás considera cuántas y cuan grandes son las deudas que tienes contraídas por cualidades exteriores de tuespersona. Y todo esto,Dios sea más, ¿de donde te vino? ¿De quién todo? Quita lo que hizo ysealomenos, que te dio, y ¿qué te queda sino nada? Esto es únicamente lo tuyo: la nada; lo demás todo es de Dios. Pero al darte Dios estas cosas, te las dio para un fin bueno: para emplearlas en su glorificación en tu salvación. Si todas y cada una de ellas las has empleado y encaminado a este fin, no has hecho más que lo que debías; pero si alguna vez, te has servido malamente de ellas, tienes contra ti, además de la nada tuya, la ingratitud, la perversidad y el abuso de los beneficios divinos. Y en el orden de la gracia, ¿qué es lo que tienes tuyo propio? ¿No hay aquí en este orden un abismo insondable? Cierto, ciertísimo es que nada tienes que sea saludable, ni nada puedes hacer sin el auxilio de la gracia. Cuanto, pues, sobrenaturalmente poseas, cuantas virtudes practiques y cuantos méritos alcances, todo lo debes a la gracia, sin la cual, no solamente no hubieras podido concluirlos, pero ni aun siquiera principiarlos. Si en ti Dios los recompensa, sus propios dones recompensa y corona. Es verdad, hijo mío, que tú para adquirir estos; méritos has cooperado a la gracia. Pero y esa misma cooperación, detenidamente considerada, ¿cuánto no revela? Porque es de fe que algún día darás cuenta estrechísima de cada una de las gracias que has recibido. Obligado estás, pues, a prestar tu cooperación, para que cada gracia de los frutos debidos.
los de contar Dios que hayasy despreciado o de hayas hecho mal uso; y tododones tu nada tu impotencia en que orden a la gracia. esto sin Si de buena fe, hijo mío, estudias la obligación que tienes de cooperar a la gracia de Dios y de emplear bien los dones naturales, comprenderás, como lo comprendieron los Santos, que cuantos más sean los carismas recibidos, más estrechos deberes tienes de humillarte, y humillarte profundamente. 4. Pero aún resta por decir lo más bajo y abominable. Examina y pondera la multitud de miserias, delitos y pecados tuyos, y pesa detenidamente qué es en toda justicia lo que has merecido por ellos. Si te hubieran dado lo que de justicia te era debido, ¿no estarías ya experimentando el des-precio de todos los seres, así los celestes como los terrestres, y aun del mismo infierno, confundido con una eterna humillación? Y si no has cometido pecado por el cual debieras ser ya réprobo y precito, tampoco debes ni puedes envanecerte por esto. Este librarte de pecados mortales no es cosa tuya, sino don especialísimo de la gracia. Digo más: por un solo pecado venial de los cometidos por ti contra la Majestad infinita de Dios, merecías más humillaciones que cuantas el mundo puede darte. Por consiguiente, todo tú, ¿qué eres, hijo mío?' ¿Qué eres tú comparado con todos los hombres? Pequeña gota entre las aguas del Océano. ¿Y qué son todos los hombres si los cotejamos con las inacabables legiones de los ángeles? Menos, mucho menos que la tierra comparada con la inmensidad de los cielos. Y todos los ángeles y ¿todas las legiones de los ángeles,
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¿qué son confrontados con la inmensidad de Dios? Ante Dios, todos los Para que la humildad sea virtud, como debe ser la de mis discípulos, y DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com seres son como si no fueran; porque la distancia y la diferencia es infinita. para que la humillación sea un acto de tal virtud, debe ser informado por Luego tú, comparado con Dios, ¿qué serás? Ser inapreciable, cómo un la caridad o por otro afecto sobrenatural. insecto perdido en un rincón de la tierra. La virtud de la humildad, hijo mío, es aquel afecto sobrenatural que te ¿Qué eres, pues, hijo mío, para que te ensoberbezcas, o mejor dicho, qué inclina y mueve a encaminarte, cuanto te sea posible, a tu propio lugar, te falta para que no te humilles y confundas? No te digo esto para confundirte, sino para avisarte y advertirte, amadísimo de mi Corazón, para que no caigas y perezcas seducido por la soberbia. 5. A sólo Dios es debido el honor y la gloria por toda criatura; sólo Él es digno de recibir el imperio, la virtud, la bendición, la alabanza y suprema adoración por los siglos de los siglos. Sean cualesquiera las perfecciones que en las criaturas se encuentren, y por más ilustres que nos parezcan, no pasan de ser pálido reflejo de, las perfecciones de Dios, infinitas y absolutas bajo todos conceptos. Aun cuando Dios no lo hubiera mandado, todo ser racional debería reconocer y honrar sus ilimitadas excelencias. A Dios se debe referir tan esencialmente su misma gloria, que ni aun á El mismo puede serle indiferente, puesto que El sólo es digno de sí. Preciso es, hijo mío, el conocimiento, de Dios y de ti mismo, y a propósito para Pero ese conocimiento quierahumillarte. que la virtud nono estáconstituye en el conocimiento, sino enlael humildad, afecto. como La virtud no consiste en la humillación, sino más bien en el amor de la humillación. Porque no hay virtud como no haya el afecto y movimiento de una buena voluntad. ¡Cuántos sé humillan a sí mismos o son humillados por otros, y sin embargo no son humildes? ¡Cuántos dan señales de humildad, y en lo interior son muy soberbios!
para que ydes Dios que lo que pertenece; a saber: acción de gracias, honor y gloria, lasacosas sonletuyas te las atribuyas a ti, como son la nada y tu omnímoda indignidad. ¿Y cuál es este lugar tuyo? ¡Oh, hijo, es el que tú mismo te has merecido! ¡Y qué profundo! ¡y cuán terrible es! Pero repara en el amor de mi corazón. Yo me hice hombre para consolarte, para glorificarte, y me humillé por ti y te designé en lugar mejor y más honroso. Desde entonces tu lugar está donde Yo esté. ¿Y dónde estarás tú conmigo? ¿En dónde me hallarás? Me hallarás pequeñito en el pesebre, desterrado y desconocido en Egipto, escondido en Nazaret, trabajando públicamente y padeciendo, ocupando el último lugar y muriendo en el patíbulo. 6. Como estés, hijo mío, conmigo, estarás; muy lejos de la soberbia, que es aborrecida de Dios y de los hombres, que engendra todo pecado, corrompe toda virtud, priva de los méritos, acumula castigos, desprecia el ejemplo de mi Corazón y sigue las huellas del demonio. ¡Feliz humildad! ¡Virtud dichosa que proporciona hallar gracia en presencia de Dios y de los hombres!. Pues nuestro Dios rechaza a los soberbios, comunica su gracia a los humildes; y mientras que los mismos soberbios desprecian a los soberbios, admiran a los humildes. La humildad es la primera de las virtudes; sin ella ninguna virtud se alcanza, sin ella la virtud adquirida se pierde. Ella engendra las demás virtudes, alimenta las adquiridas y conserva las que se alimentaron.
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Nobilísima virtud es la humildad, puesto que vuelve al hombre sino a la gracia, y conducirte, no con arreglo a tu natural condición é DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com magnánimo y generoso. Con ella, no sólo vence lo que es difícil, sino que índole, sino al divino amor, que te ayudará a imitar a mi Corazón, aun se vence a sí mismo, que es la victoria de las victorias. repugnándolo la misma naturaleza. Mientras el soberbio, con el corazón angustiado y oprimido con el miedo de la humillación que acaso haya de sobrevenirle, lucha consigo, ya
Si así obras, te sucederá lo mismo que sucedió á los santos, que hallaron dulce a la humildad sobre la naturaleza, y encontraron deliciosas las
rehusando, yacorazón vacilando en vencer las dificultades queesse le presentan, humilde, con grande y dilatado, vence lo que difícil, se venceela sí mismo y adelanta con mayor alegría.
mismas humillaciones. Procúrate el auxilio poderoso de la gracia con la oración y la meditación, y cooperando generosamente a ella, abraza y practica la humildad con todas las fuerzas del espíritu, hasta que con entera expedición la actúes en tus pensamientos, palabras y obras.
Virtud ostensiblemente fuerte es la humildad, pues prepara el alma para grandes empresas; el humilde, prescindiendo de sí misino y confiando en Dios, se desnuda de su fortaleza para vestirse de la fortaleza divina, en la cual se apoya y en quien lo puede todo. El humilde aterra a los mismos demonios. El humilde hace estremecer a sus enemigos: a ningún mortal temen más. Por último, la humildad es una virtud sólida, pues que asienta y afirma al hombre para que no se conmueva con los dichos o los hechos de los demás, ni se abata con las propias miserias y defectos. La humildad, que te hace pusilánime, tímido y abatido con cualquiera motivo, no es la virtud de la humildad. Esta noble virtud no produce efectos tan indignos. 7. Hijo mío, aun cuando sea tan grande la justicia, tanta la necesidad, tan copiosa la utilidad y tan alta la excelencia de la humildad, sábete, sin embargo, que no está conforme con los sentidos humanos negarse a sí mismo toda complacencia; atribuir puramente a Dios la gloria en todas las cosas, no atribuirse nada sino la propia indignidad, contentarse con ocupar el último puesto y abrazar de buen grado todo aquello que abraza mi Corazón. Ciertamente que si nos atenemos a los dictámenes de la naturaleza, la naturaleza huye de esto y lo aborrece. Pero si quieres, hijo mío, ser discípulo de mi Corazón, te es indispensable seguir, no a la naturaleza,
Acuérdate, hijo mío, de mi ejemplo, y no te olvides de mis instrucciones. Desde mi cuna te doy un mandato nuevo, mandato de mi Corazón: que seas benigno, manso y humilde de corazón. 8. V oz del discípul o . -¡Oh dulcísimo Jesús, Dios Niño, anonadado por la
humildad! Todo cuanto te rodea, el establo en que yaces, la obscuridad en que te ocultas, el silencio en que reposas, todo publica la humildad de tu Corazón: ¡Oh maestro de la humildad! Aquí me tienes postrado en tu presencia, para aprender de Ti la virtud de la humildad. Conózcate siempre, y conózcame yo, para que iluminado y abrasado con las llamas de tu amor siempre y en todas partes te atribuya lo que es tuyo, y me atribuya lo que es mío. Confieso no haber entendido la verdadera humildad. Ahora conozco, ahora veo que la virtud de la humildad no rebaja ni envilece, antes me sublima y ennoblece, pues me Trace semejante a Ti, que eres por esencia noble. ¡Oh benignísimo Jesús! ¡Tú a mí darme parte contigo! ¡Señor, Señor, no lo merezco! ¡Y haber buscado yo mi morada en otra parte, como si en parte alguna pudiera encontrarla mejor que en Tu compañía! Perdona, Señor, mi ingratitud, perdona mi iniquidad, perdona mi insensatez.
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En lo sucesivo estaré yo siempre a tu lado. Aquellos que desean ardor apartar los corazones de los hombres de los bienes terrenos y DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com sobresalir, aspiren a situación más elevada; yo ambicionaré, hasta donde caducos, para levantarlos a lo alto y dirigirlos a lo celestial y eterno. pueda, lo más humilde, seguro de que allí estaré contigo. Nada deseo sino 2. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de estar en tu compañía; contento estaré en cualquiera sitio, si estoy a la vera los cielos; bienaventurados, porque están libres de los tremendos peligros tuya. que tiene la eterna salvación, bienaventurados, porque tienen saludable (Imitación de Cristo, lib. I, cap. II.)
CAPÍTULO VI El Sacratísimo Corazón de Jesús, nacido en un establo nos enseña la santa pobreza.
1. Voz del di scípul o . - Tú, Jesús y Señor mío, eres el deseo de mi corazón;
Tú, el Amado de mi alma, dime dónde descansas, indícame dónde habitas. 1. V oz de Jesús . - Ven, hijo mío, ven y mira. Esta señal: me encontrarás pobre en un establo. Acude y escucha qué es lo que allí te dice mi corazón.
Las raposas tienen, en verdad, sus cuevas, y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. Y con todo, Hijo mío, siendo mía la tierra en toda su extensión, y siendo Yo el más rico entre todos me hice el más pobre de todos. Desde que nací pobre en el establo, hasta que expiré pobre en la cruz, siempre viví en pobreza perfectísima, y amándola como a madre, la veneré como hijo. ¿Y por qué causa o intención se abrazó, a tu parecer, mi alma con la pobreza tan cariñosamente? Es hijo mío, porque mi Corazón, lleno de humildad y caridad, practica estas virtudes con el mayor esmero; y es porque ambiciona con abrasado
ocasiónson de ejercitar innumerables virtudes; bienaventurados, por último, porque más conformes a mi Corazón. Hijo mío, no tener nada, o mejor, necesitar de todo, no es, no, lo que constituye la virtud de la pobreza; la verdadera virtud de la pobreza está toda en tener por mi respeto libre y expedito el corazón de todo lo criado. Pero la perfecta virtud de la pobreza va más adelante: consiste en renunciar por mi amor a todas las cosas terrenales; en no poseer nada como propio y en que no se apegue el corazón a ninguna cosa criada. A esta perfecta virtud de la pobreza no todos están llamados; pero a aquella otra están llamados, todos y cada uno de los hombres; y esto por manera, que más fácilmente pasará un camello por el ojo de una aguja, que no entrar sin tal virtud en el reino de los cielos. Porque nadie puede ser discípulo mío si no renuncia, al menos de corazón, a todas las cosas. 3. Nada hay más miserable que el amor del dinero; porque este amor trastorna el juicio y seduce el corazón; y como el dinero es poderoso para todo, el que lo ama, entenebrecido y cegado por la codicia, se hace de tal manera venal, que se halla siempre dispuesto a vender, por una cosa perecedera, hasta su misma alma inmortal. Los Santos usaban de las cosas de la tierra, pero el corazón le tenía de ellas muy desprendido y alejado, y eran pobres de espíritu en medio de copiosísimas riquezas. Hay muchos que se dejan engañar con la apariencia de lo justo y de lo recto por el enemigo de la salvación humana. Este solapado enemigo se esfuerza cuanto puede en persuadir a los hombres de que, siendo las
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riquezas en sí indiferentes, pueden poseerse con utilidad, y desearse y Porque en todo esto, o falta algo que no es verdaderamente necesario DeLaImitaci n DelSagrado para Coraz n de s-slidepdf.com hasta buscarse sin peligro ninguno. la vida, o Jes aun cuando lo haya no es conforme con las inclinaciones naturales; o porque de aquello que es de pura comodidad puede Quien así se deje engañar, luego, inmediatamente, experimentará hallarse escatimarse más o menos y sin peligro de la salud. envuelto en los lazos de un ardid diabólico: estará oprimido por turbaciones, por tinieblas y por perversas inclinaciones; no podrá alcanzar la perfección de susalvación. estado, sea éste el que fuere, y, finalmente, peligrará no poco su eterna
Si, comomedios es necesario, hijo mío, amas a la pobreza, a mano tendrás siempre y oportunidad para practicarla.
4. Por tanto, hijo mío, si tienes riquezas, que no se apegue a ellas tu corazón; mejor que dueño, sé más bien administrador. Teniendo el corazón enteramente desprendido, y siguiendo los impulsos de la divina voluntad, o renuncia totalmente a ellas, o úsalas para mi gloria y verdadero bien de tu alma.
Cuántos hay que, siendo pobres, no solamente en su pobreza no tienen mérito alguno, sino que se valen de ella para mayor desdicha suya y para ofender a la Divina Majestad. ¡Ah, si tuvieran sentido! En vez de la amargura paladearían miel y dulzor, y se santificarían a sí mismos.
Permanece en tal disposición, que si yo quisiera que renunciases a todo o permitiera que de todo te vieras privado, te resignases voluntariamente. Y si eres pobre, alégrate y salta de gozo, hijo mío, y guárdate muy guardado de no perder el fruto de tanto bien, sufriendo malamente la pobreza. No lleves nunca con vergüenza la medianía o la indigencia por Mí, que no me avergoncé de ser pobre por ti, sino gloríate más bien, pues posees aquello que Yo alcancé a costa de tantas y tan grandes humillaciones. 5. Ya seas rico, ya pobre, venera la santa pobreza, y ejercita esta virtud tan amada de mi Corazón y tan provechosa para ti. No hay, ciertamente, estado ninguno, de vida en el cual no pueda y deba ejercitarse esta virtud; en todas partes encontrarás a diario ocasiones frecuentes de practicarla. Esta gran virtud, extiéndase a la habitación, al adorno y menaje de la casa, a los vestidos, a la comida y bebida, y, finalmente, a toda la manera de vivir.
Nombre digno de todo honor es el nombre de los pobres de espíritu que veneran y practican la pobreza, ya por necesidad, ya por libertad. Con éstos, con éstos tengo Yo mi compañía y mis confidencias más íntimas; porque su corazón es como tierra buena, que recibe la semilla de mis palabras y rinde fruto centuplicado. ¡Quién más feliz que el poseedor de la santa pobreza, que tiene en el mundo cuanto desea! ¿Quién más rico que aquel cuyo es el reino de los cielos? Por tanto, hijo mío, no quieras despreciar tu santificación, atesorando tesoros de la tierra; ante todo trabaja para santificarte y para atesorar estos tesoros en el cielo. Allí donde estuviere tu afecto, allí estará tu tesoro, y allí también tu corazón. 6. Es verdad, hijo, es verdad que despreciar el Corazón las riquezas y ejercer la pobreza con el afecto y con el acto, es dificilísimo al hombre abandonado a sí mismo.
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Es por tanto, necesario orar con fervor, a fin de que aquello que tu Sin embargo, en cuanto me sea posible, y á Ti agradable, prefiero ser De La Imitaci n Del Sagrado Coraz n de¡oh JesJesús, s-slidepdf.com poquedad no pueda hacer mi modo meritorio, con toda perfección lo pobre contigo Hijo de Dios! que rico con el inundo: tener los acabe contigo la gracia divina. bienes perpetuos de la pobreza, que correr los continuos peligros de la riqueza. Y si experimentases en ti sentimientos repugnantes contra la pobreza, insiste en la oración, pide con más fervor, aun cuando sientas repugnancia Ofrézcome, por tanto, lodo, ¡oh buen Jesús! por compañero de tu pobreza, algunas veces,movimientos, y ruega para gracia no los solo te perdone desordenados sinoquequela totalmente destruya; y no estos cejes en la oración hasta tanto que tu alma, enteramente libre mire a la sola voluntad y gloria divina.
yesté rendidamente suplico meyoquieras admitir como a tal. Como a tu lado, esoteme basta;que como te posea, soy demasiadamente rico.yo (Imitación de Cristo, lib. I, cap. VII.)
Hijo, si los afectos de tu corazón estuvieren bien ordenados, encontrarás con la divina gracia, no solamente fácil, sino hasta dulce la virtud de la pobreza. 7. V oz del discí pul o .- ¡Oh dulce Jesús, Hijo de Dios! Tú posees y diriges
todo el mundo; Tú adornaste el cielo con estrellas luminosas; Tú hermoseaste la tierra con maravillosas magnificencias; ¡y he ahí que tu yaces, pequeñito, en un pobre establo envuelto apenas en unos pobres pañales! ¡Cuán admirables y cuán provechosas son las disposiciones de tu Corazón! ¿Quién no apetecerá y amará la pobreza después de un tan grande ejemplo que a los mismos ángeles extasía? ¡Oh buen Jesús, maestro de la verdad y modelo de santa pobreza! Ilumina mi entendimiento para que yo entienda el precio de esta virtud, y de mi corazón, aun a su pesar, el desordenado amor de todas las criaturas para que no se aparte de Ti distraído con varios deseos y diversos cuidados. Concédeme, te ruego, ver todo lo temporal como transitorio, considerarme Como peregrino que camina a lo eterno, y usar de lo terreno como de medio para llegar a la patria celestial. Todo es tuyo, oh Señor. Por tanto, si me quieres opulento y como administrador de tu hacienda, cúmplase tu voluntad; pero si me quieres pobre e imitador perfecto de tu vida, cúmplase también tu beneplácito.
CAPÍTULO VII Que ti Sacratísimo Corazón de Jesús, morando entre ángeles en la soledad, nos enseña la santa pureza.
1. Voz de Jesús .- Ven, hijo mío, ven a la soledad de la sagrada gruta; en
ella hablaré a tu corazón, en ella te revolaré los secretos del mío. Ya estás en la gruta; ahora mira en derredor, Hijo mío; fíjale en lo que percibes, observa lo que me rodea, para mientes en lo que me acompaña. Voz del di scípul o . - Señor, aquí veo a la Virgen Madre y al virgen padre
putativo, y a los ángeles alegres y jubilosos en tu presencia. ¡Te veo a Ti, Jesús hermosísimo, Cordero de Dios sin mancha! Me llama la atención tu inocencia separada, de cuanto halaga los sentidos y que arrebata con su amabilidad los cielos y la tierra. Voz de Jesús.- Esto, hijo mío, esto me transporta y enajena, y en esto tiene mi Corazón todas sus complacencias; porque mi Corazón, hijo mío, se apacienta entre blancos lirios. Yo, la misma Santidad, nacido de la Virgen pura; cuidado por una Virgen pura, soy el amador más tierno de toda pureza; y me estremece, y no puedo sufrir nada que empañe esta hermosísima virtud.
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2. Mi Corazón es, lujo mío, fuente de santa pureza, de donde beben hasta 4. El hombre limpio de corazón y casto puro de cuerpo, penetra el cielo, De La Imitaci n Del Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com saciarse cuantos desean ser mis amados. se acerca hasta el santuario de la divinidad y trata familiarmente a Dios y a sus ángeles. En esta fuente divina beben, cada uno según su capacidad, el amor a la pureza todos los discípulos de mi Corazón, quienes llevan este amor como Pero el hombre carnal yace enfangado y se revuelca en la inmundicia: un signo especial. como animal estúpido no percibe lo espiritual y delicado; no se deleita y ¿Qué hay más excelente que la castidad, en la cual ofreces obsequio espiritual y gratísimo a Dios Padre, que es espíritu; y con la cual, honrando a tu cuerpo, honras a un miembro mío; y por la cual rindes culto y veneración al Espíritu Santo, cuyo templo vivo eres tú? Esta es aquella virtud que transfigura en ángeles a los hombres, ¿qué digo? ¡si hasta los sublima sobre los espíritus celestiales! De verdad te digo, hijo mío, que el hombre casto no es hombre, es ángel; digo más: excede en méritos a los mismos ángeles; porque en el hombre es esfuerzo de la virtud en contra de la naturaleza, lo que en el ángel es natural, sin lucha ninguna. La castidad es la gloria de la Iglesia, el triunfo de la gracia, la flor de la vida, ornamento d cuerpo y alma y eximio dechado del cielo. 3. ¡Cuán hermosa es la vida casta! Su memoria es inmortal, por cuanto es conocida de Dios y agradable a los hombres. Virtud admirable, hijo mío, que comunica su belleza y su vigor, no sólo al alma, sino tamba al cuerpo. Lo que es la azucena entre las flores, eso es la pureza entre las virtudes: deleita y recrea con su candor y hermosura a los moradores del paraíso. En tanto grado enajena su amabilidad los corazones de todos, que aun en el mundo mismo no hay nadie, como no haya perdido la razón que no admire la pureza y con ella no se deleite.
saborea sinoelen sensualidades groseras, cuyo frutos son fatales para el alma y para cuerpo. ¡Cuán desdichado es el impuro! ¡Qué despreciable en presencia de los cielos y de la tierra ¡Y qué parecido es su interior al demonio que se llama espíritu inmundo! ¡Y de qué modo y en qué términos no castiga Dios vicio tan abominable! Testigo es el mundo sumergido en el diluvio; testigo Sodoma, consumida por el azufre y el fuego que descendió de 1o alto; testigo todo hombre sensual, abandonado al sentido réprobo y maldito; testigo, sobre todo, el mismo infierno. La pureza, por el contrario, preserva de la tiranía de las pasiones, proporciona una paz suavísima inunda al hombre todo de goces celestiales y lo hermosea con la diadema de sus escogidos. 5. ¿Cuáles son, hijo mío, las principales delicias de mi corazón? ¿No lo son las almas limpias y puras? Estas se unen más dulcemente a mi Corazón por la pureza de su amor, ellas se ocupan clemente de Mí, solícitas de agradarme a Mí sobre todos los demás; las almas castas, más santas interior y exteriormente, desean con más ardor vivir total y únicamente para Mí. Estas son las que más fácilmente entienden los secretos de mi Corazón, experimentan la más dulce unción de mi Espíritu, arden en mayor piedad y se acostumbran a ser más generosas y fieles. A estas se comunica mi Corazón más profusamente, derrama sobre ellas los torrentes de su amor y más puro consuelo, y las reserva favores y gracias más señaladas.
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A éstas recibo en el Santuario de mi Corazón y con ellas trato muy Detén y ordena tu gusto, para que la templanza en el comer y en el beber De La Imitaci n Del Sagrado Coraz deJes s-slidepdf.com familiarmente; a ellas tengo más cerca de Mí en la tierra y lo mismo en impida lasnrebeliones de la carne, y de vigor, alientos y fortaleza al cielo. espíritu. En cualquier estado de la vida que te encontrares, si quieres ser muy amado de mi Corazón, experimentar plenísimamente la ternura de mi alma, si quieres gustar copiosísimamente su dulzura, sé puro en el cuerpo y en el alma. 6. Llevas, hijo mío, este tesoro en un vaso muy frágil, y si con mucho cuidado no lo custodias, fácilmente lo romperás. Guárdate, con todo, de precaverte con demasiada timidez: el mismo temor es, a veces, causa de la caída. Debes, en primer término, guardar tu corazón, vigilar sus inclinaciones y contener los pensamientos; si a tu corazón le permites andar vagabundo de acá para allá, poco tiempo permanecerá sin mancha. Jamás estés ocioso; el ocio es, con toda certeza, la cueva del espíritu inmundo. No te familiarices excesivamente con mortal alguno, aun cuando sea santo y aun cuando haga milagros. Huye, como de peste, de las ocasiones peligrosas. ¡Cuántos hay que lejos de ellas se conservan incólumes, y puestos en ellas perecen miserablemente! 7. Aparta tus ojos para que no vean la vanidad seductora; sé modesto, porque sin modestia no hay castidad. Con toda diligencia cerca, y atrinchera tus oídos, para que el enemigo no halle por ellos fácil entrada a tu corazón. Donde no hay vallado, la heredad es destruida y arrasada. Reprime y refrena tu lengua; evita, no sólo las palabras inmundas, sino también toda chocarrería y toda conversación que disponga el demonio para tentarte a ti y a los demás.
Mortifica el tacto con esmero, no sólo en aquellas cosas que, tocadas, te ocasionarían la muerte sin remedio, sino en aquellas otras también que, respirando sensualidad, excitan las pasiones: por instigación de Satanás. 8. Sábete, con todo, hijo mío, que después de poner todos estos medios, no podrás conservar esta preciosísima, hermosísima y muy útil necesaria virtud, sin el auxilio de la gracia divina. Por cuya razón te es indispensable rogar con incansable instancia este don celestial, y con ardientes súplicas pedirlo por intercesión de la Virgen mi Madre, y de José, mi virginal Custodio; del ángel de tu guarda, y, finalmente, de todos los bienaventurados del cielo. El enemigo, sabiendo que la pureza coloca a los hombres entre los coros de los ángeles, y que por ella merecen el lugar que perdió este espíritu inmundo, se enfurece de envidia, y nada perdona para arrebatar a los hombres a todo trance y por cualquier camino esta virtud gloriosísimo. Pero no temas, hijo mío, ni se apene tu alma; como tú no te faltes por ti mismo, descuidando los medios, mi gracia, te es suficiente para no pecar. 9. Guárdate mucho de exponerte temerariamente al peligro; y después de vencida la tentación, no te atribuyas la gloria del vencimiento; naciendo esto de la soberbia, sin duda será castigado con humillación vergonzosa. La gracia te hará tanto más casto, cuanto fueres más humilde; porque la castidad se concede «cuando la humildad lo merece. No te olvides jamás, hijo mío, de estas palabras. Pero si quieres ser perfecto en la virtud de la castidad, abrásate en mi divino amor; ninguno es perfecto en la castidad si no es perfecto también en el amor de Jesús; más quien ama perfectamente a Jesús, este será
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perfectamente casto, perfectamente puro. Graba en la memoria, esculpe en DeLaImitaci n DelSagrado Coraz el corazón este secreto, hijo mío. . -¡Oh Jesús, Virgen de vírgenes, cuya Madre es 10. V oz del discí pul o virgen, cuyo Custodio fue virgen; a quien los ángeles acompañan inseparablemente; a quien si me acerco quedo limpio; a quien si amo, soy casto! ¡Gracias eternas te sean dadas, Señor, que limpia; mi alma de todo amor y deleite carnal, y la enciendes en el amor de la santa pureza! Todos cuantos te aman, corren desalados en pos de Ti, atraídos por el perfume suavísimo de tu inocencia; y cada uno, según el poder que le conceda su grado de gloria, te sigue a Ti ¡Oh Cordero! dondequiera que vayas.
CAPITULO VIII n deJes s-slidepdf.com
El Sacratísimo Corazón de Jesús nos enseña desde el pesebre la santa obediencia.
1. Voz de Jesús .- Está atento, hijo mío; todavía tienes que aprender algo,
que nunca has aprendido bastantemente, ni entendido con suficiencia. Aprende una vez de mi Corazón, y retén siempre qué cosa sea la obediencia. Y de esta lección deducirás que la obediencia fue mi alimento, mi vida, hasta el último suspiro. Contempla, hijo mío, con atención y devoción mi ejemplo: considera las disposiciones de mi Corazón.
¡Oh Jesús, amador de las almas puras! Concédeme, te ruego, que ame con extraordinario afecto y con extremada ternura esta virtud angélica, y que aborrezca con todas mis fuerzas cuanto se le oponga y le sea contrario, según lo practican los discípulos todos de tu Sacratísimo Corazón.
Si me reclinan en duro pesebre, me reclino contento; si me levantan en brazos, me dejo llevar en cualquier lugar que me coloquen, allí estoy
Santifica mi corazón y mi cuerpo por amor tuyo, para que te sirva con carne pura y te agrade con limpio corazón.
Cuanto disponen que haga aquellos que de Padre celestial han recibido autoridad sobre Mí, esa es mi voluntad; todo mi ser lo pongo en querer o no querer lo que ellos quieren o no quieren.
¡Oh Jesús, amor mío y Dios mío! Tú que me criaste a imagen tuya, no permitas que yo manche esta tu imagen, ni la mancille con ninguna fealdad. No quieras permitir que por ningún deleite momentáneo, que ahora o después me ha de enrojecer y atormentar, pierda yo la virtud, que es al presente y será eternamente mi gloria y mi felicidad. Y si alguna vez el amor que me tienes me encontrase ¡oh dulcísimo Jesús! insensible a los encantos y a los premios de la pureza, ruégote que, al menos, el temor de las llamas eternas del infierno apague en mí la llama del vicio. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. XI y lib. III, cap. XI.)
satisfecho.
Ni entra en indagaciones mi Corazón sobre motivos de su querer o no querer; el mandármelo la autoridad es la razón que yo tengo para obedecer. 2. He ahí, hijo mío, que Yo, Sabiduría suma y omnipotencia, me entregué y sujeté tan humildemente a las criaturas, para que tú, débil de entendimiento y de voluntad, te entregases y sometieses a cuantos ejercen cerca de ti la autoridad que Yo les he dado. Obedécelos, pues, con sumiso corazón en todas las cosas en que tengan sobre ti autoridad, bien sean espirituales, bien materiales. Porque toda potestad procede de Dios. Así que, hijo mío, obedeciendo al superior, a Mí me obedeces. Porque te sometes y obedeces a la autoridad que Yo le he comunicado.
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Y si el superior está menos adornado de virtudes y buenas cualidades, no no ejercen la virtud de la obediencia, sino que siguen a su amor propio; DeLa Imitaciporque n Delsus Sagrado no Coraz n deJes s-slidepdf.com es esto motivo para que le obedezcas con menos sumisión; son dirigidos por Mí, sino por sí mismos. faltas y defectos no disminuyen mi autoridad, y no quitan que tenga cerca 4. Para que la virtud de la obediencia sea perfecta, es necesario que de ti mi representación. sometas también el entendimiento y juicio tuyo a mi divina autoridad, Por todo lo cual, mientras no mande cosas evidentemente contrarias a mis manifestada por el superior, creyendo que esto que Yo te exijo por la mandamientos, guarda y ejecuta cuanto él te mandare; pero tú no estás obediencia, rectamente te es exigido. obligado a obrar tomando por modelo sus acciones. Cuanto menos veas las razones de aquello que se te manda, y cuanto No te cuides, hijo mío, de las cualidades del que te manda: atiende menos congruente y oportuno para ti apareciere ante tu modo de juzgar, únicamente a lo que te manda, y síguelo fidelísimamente, y como si Yo tanto más perfecta será tu obediencia, y otro tanto más de mérito mismo te lo mandara, así tú lo debes hacer. conseguirías si sometieses el entendimiento é hicieses lo mandado de buena voluntad. Que el superior sea esto o lo de más allá, que obre por este motivo o por el otro, en nada de esto pienses. Tú, sígueme a Mí; tú abrázate estrechamente Rechaza, sin examinarlo siquiera, cuanto la soberbia de la razón o del contra mi voluntad y Corazón, y sobre lo demás nada te turbe ni te sentido pueda hallar repugnante, creyendo con fe sencilla que mi divina inquiete. voluntad, que se te ha manifestado por el superior, se funda en ciertos y buenísimos motivos, aun cuando tú no los conozcas. 3. La sola y escueta ejecución de la voluntad ajena, esa no es la verdadera virtud de la obediencia; ejecutar la voluntad ajena pueden hacerlo los Sucede con frecuencia, hijo mío, que ni el inferior vea ni el superior atine animales y hasta las máquinas, obra de hombres. con las verdaderas razones por las cuales yo quise que el inferior haga esto o aquello por mandato del superior El superior y el inferior son Es necesario que, al cumplir la voluntad del superior, hagas tú con muchas veces instrumentos inconscientes de mis secretos designios. voluntad sumisa aquello que te manda; para que así hagas de buena voluntad mi querer, que, se te ha manifestado por el superior. Si fueres humilde de corazón y me amases, con fervor, ni duro ni pesado te sería dejar el juicio y voluntad propia por mi respeto, sino que te sería Porque aunque puede suceder que el superior te mande alguna vez por sobremanera consolador y dulce el que tu débil entendimiento fuese instigación y mal consejo de su propia voluntad, sin embargo, es mi dirigido por mi infinita sabiduría, y el que tu voluntad, inclinada, al mal, beneplácito que, si lo mandado no es malo, cumplas con su voluntad. Por se conformase con mi voluntad, que es la regla de todo bien. lo demás, Yo juzgaré la manera de obrar, tanto del superior que manda, como del inferior que obedece; y al uno y al otro haré completa y estricta Cosa magnífica es la obediencia; virtud sublime que al hombre levanta justicia. sobre sí mismo para que se consagre todo a Mí, de tal manera que nada retenga suyo para sí, y se me ofrezca íntegro en holocausto. Hijo mío, no imites a aquellos que, engañándose a sí mismos, se esfuerzan por traer, por modos directos o indirectos, al superior a su propia ¿Acaso quiero Yo otros sacrificios sin éste? ¿Por ventura no deseo Yo, voluntad. Porque éstos, aun cuando hayan obtenido por estos medios la sobre todo, que se me obedezca? Porque es mucho mejor la obediencia venia y consentimiento del superior, no hacen mi voluntad, sino la suya; que el sacrificio.
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¿Quién más fuerte que el obediente? El hombre obediente cantará 7. ¿De dónde, hijo mío, suele venir la dificultad de la obediencia? victorias; más aún, triunfará en todas las dificultades de la vida. n Porque el ¿Acaso procede consideras la persona y cualidades del superior, y DeLaImitaci DelSagrado Coraznon deJes que s-slidepdf.com obediente nada intenta sino hacer la divina voluntad, y esto lo consigue sus modos de obrar y las razones que tenga para mandar, y de que no siempre, sean cualesquiera los sucesos. miras con fe sencilla la sola autoridad y voluntad divina? ¿Qué hay, hijo mío, que el obediente no emprenda? Como se lo manden se atreve a todo, y lleva a efecto muchas y grandes empresas que rendirían y desesperarían al desobediente. Nada hay más amurallado ni seguro que la obediencia. Jamás se pierde el obediente, ni parece nunca aquel que somete juicio y voluntad al superior. Pero aquel que no obedece, que despreciando a la autoridad sigue su capricho y juicio propio, ese suele perderse y perecer. El obediente, cierto de la recompensa de sus acciones, ni siquiera ha de dar cuenta de ellas, porque los superiores que le dirigen, esos son los que responderán ante Dios de sus actos. 6. Finalmente, hijo mío, la obediencia es tan innecesaria, que todas las obras, aun cuando por otros respectos sean buenas muchas veces, de ningún modo pueden agradarme ni aprovecharte como se opongan y contradigan a la virtud de la obediencia. Ningún estado hay, ninguna condición, ninguna persona en la tierra que no deba obedecerme. Porque sin la obediencia no sería posible el orden que estableció Dios, amador necesario del orden. Dondequiera que estuvieres por obediencia, estate cierto que en ninguna otra parte podrías estar mejor, ni hacer nada más grato para Mí y más útil para ti que aquello que la obediencia te mandaré. Hijo, bienaventurados los obedientes; ellos marchan hacia el cielo con verdadera libertad, mi paz extraordinaria, con inalterable seguridad. Pero los que resisten a la obediencia gimen bajo la pesada tiranía de su propia voluntad; no gozan de la quietud de corazón; marchan vagabundos hacia la perdición por una senda muy agria y trabajosa.
Hijo mío, Yo no he dado nunca ejemplos de esta clase. No fue nunca tal la disposición de mi alma. Porque aunque yo era el más sabio y el mejor de todos los mortales que tenían autoridad sobre Mí, sin embargo, me sometí a ellos de corazón, sin considerar ni personas ni cualidades, y sin examen de los motivos por los cuales obraban y mandaban. Por eso obedecí con fidelidad y satisfacción el mandato de César Augusto, hombre pagano y que mandaba impulsado de perversa voluntad, sin otra razón ni motivo que haberlo creído declaración de la voluntad de mi Padre, que quería que naciese Yo en la humilde Belén, según estaba anunciado por los Profetas. Observa toda mi vida: con frecuencia la encontrarás señalada con hechos semejantes. Estudia profundamente, hijo mío, y haz según el modelo que te mostró mi Corazón. Y si esto haces, experimentarás que la obediencia es fácil y dulce y llena de consolación. 8. V oz del di scípul o .- ¡Oh Jesús! ¡Cuán santo y maravilloso es tu
Corazón! ¡Qué grandes y profundas cosas nos enseñas! ¡Cuántas facilidades nos das para todo! ¡Feliz aquel que entiende esto! Y hasta bienaventurado es aquel que, instruido por el ejemplo de tu Corazón, hace con buena intención y deseo la divina voluntad. Verdaderamente que es dirigido por la sabiduría infinita, ayudado por la omnipotencia y atendido por la bondad divina. ¿Quién sino el obediente disfruta de tan señalados beneficios? Gobiernen y manden cuantos hayan recibido la potestad de presidir y mandar, que a mí me es muchísimo más dulce y mejor ser súbdito y obedecer.
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¡Oh, dichoso yo si de verdad soy obediente! Porque el Señor Dios me CAPÍTULO IX dirige, y nada me faltará; colocado en el cenáculo deImitaci un banquete divino, DeLa n Del Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Que el Sacratísimo Corazón de Jesús nos enseña la mortificación en el allí me deleito con mayor seguridad; allí corren permanentes raudales de misterio de la Circuncisión. agua viva; allí, diariamente, llueve el maná de los cielos; allí ¡oh mi Jesús! vivo yo todo para Ti, y con toda certeza y seguridad me hago digno del 1. Voz del di scípulo . - Apenas has llegado a este mundo ¡oh dulce Jesús! cielo. delicias de los cielos, y he ahí que ya derramas tu sangre. Yo te ruego que me indiques qué es lo que intenta con esto tu Corazón; muéstrame sus ¡Oh Jesús humildísimo y benignísimo de Corazón! Dame, te ruego, por tu sentimientos sobre este derrame de sangre. Porque aquello mismo que tu santísima obediencia, tu gracia y amor, para que sea obediente con toda Corazón siente es lo que también yo quiero sentir. perfección, abnegando la propia voluntad y juicio y siguiendo con fe sencilla tu divina autoridad y tu voluntad, manifestada por mis legítimos 2. Voz de Jesús . - Tus disposiciones, hijo mío, deben ser las siguientes: superiores. . Que no te detengas en; aquello que percibas con los sentidos, sino que marches siempre hasta penetrar en el fondo de mi Corazón. Ciertamente que si yo, ciego de nacimiento, tomo por guía mi amor propio, que es ciego en el juicio y en la inclinación, ¿qué me resta sino Observa, pues, y considera cuán grande es la mortificación de mi alma. caer y perecer en el abismo? Porque yo sabía que la ley de la circuncisión en ninguna manera me Me estremezco con todas mis fuerzas ¡oh Señor! al recordar que muchos, obligaba; que sería reputado como pecador por cumplirla, que sería deprimido entre los hombres, que mi Cuerpo padecería y que sería dotados de soberana ciencia y alta prudencia, erraron en el camino de la humillada mi honra; sin embargo, mi Corazón, movido por la divina salvación y perecieron y se condenaron por falta de obediencia. voluntad y abrasado por el amor como por viva llama, a todo se Heme aquí, Señor, qué vengo a someterme y entregarme todo de corazón sobrepuso, todo lo sobrepujó y venció. a tu sapientísima, santísima y divina voluntad. Concédeme, te suplico, Entiende, hijo mío, mis sentimientos íntimos, y llénate de ellos y Señor mío, la sencillez de tu entendimiento, la prontitud de tu voluntad; acuérdate siempre de revestírtelos en todas tus acciones. Todo es recto en dame la humildad y caridad de tu de tu Corazón, para que sea semejante á mi Corazón; nada hay designado en mi Humanidad. Sin embargo, Yo Ti, como un niño, que colóquesele dondequiera, llévesele a cualquiera jamás obré cosa alguna por mera inclinación de la humana naturaleza. parte, trátesele de cualquier modo, él lo permite y lo tolera todo de buen grado y muy contento. Superándola y trascendiéndola en todas las cosas, aun las naturales, hice siempre todos y cada uno de mis actos en virtud de un principio (Imitación de Cristo, lib. III, cap, XIII; y lib. I, cap. IX.) sobrenatural. Ya mis acciones y mis pasiones agradasen o desagradasen al sentido de la naturaleza humana esto nunca fue motivo ni razón para que yo las abrazase o las huyese.
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Siempre me movía por divina indicación a hacer o a sufrir con voluntad y presenta fiera y violenta, otras reposada y halagadora; ahora demonio, decisión cualquier cosa, según el beneplácito divino. ángelnde vez amigo y no pocas como amante cariñosa. DeLaImitaci n DelSagrado luego Coraz deluz, Jesalguna s-slidepdf.com 3. Ahí tienes, hijo mío, el ejemplo que debes de seguir si quieres ser verdadero discípulo de mi Corazón. Si examinas bien tu corazón, hallarásle como dividido en dos regiones, de las cuales cada una desea dominar. Una de ellas es la inclinación sensual, llamada región inferior; la otra es la inclinación racional, y se la nombra parte o región superior. La primera es la que está principalmente viciada por el pecado original; la segunda aún es dirigida por un rayo de luz celestial. El espíritu maligno suele conspirar en unión con la primera; el Espíritu bueno acostumbra a unirse con la segunda.
Si no empleas sumo cuidado, muchas veces ni podrás discernirlas. Conviene muy mucho conocerlas y distinguirlas claramente. De este discernimiento depende la recta gobernación del alma; con él se precaven las ilusiones, se disipan los vanos temores y se conserva la paz interior hasta en las grandes turbaciones y desolaciones del corazón. Cuanto más mortificada y sometida estuviere una de las dos partes, tanto más la otra se vivifica y triunfa. 5. Lo primero, hijo mío, que has de mortificar en tu corazón es esa región inferior, desordenado apetito que no pocas veces suele llamarse espíritu propio, o espíritu natural. No cejes ni des paz a la mano en combatirle. Si alguna vez este enemigo huye aterrado por tu fortaleza, o se esconde,
La parte inferior esfuérzase extender y asegurar su reinado, sobredetodo el corazón, por medio de lapor soberbia y del amor propio, capitanes las cuadrillas de los vicios. Mas la parte superior quiere reinar, según es justo que reine, y vencer y dominar a la parte enemiga por medio de la humildad y caridad que presiden a todo el glorioso ejército de las virtudes. 4. Estas dos regiones o partes son, hijo mío, aquellos dos enemigos que apenas nunca cesan de guerrear entre sí, que tienen fines encontrados y que pueden oprimirse y subyugarse, pero nunca destruirse ni exterminarse. La parte superior es tan poderosa con el favor divino, que no puede la inferior obligarla a que se entregue y someta, aun cuando para ello conspiren juntos el mundo todo y el infierno entero. Y por esto mismo la parte inferior se empeña y obstina en sitiarla, en perturbarla, en engañarla, en vejarla y maltratarla por cuantos modos y maneras le son posibles. Válese de todos los ardides: unas veces se
esperando mejor oportunidad, búscale con toda diligencia y cuidado, y cuando le halles gasta toda tu vehemencia en castigarle y escarmentarle. En esto lo conocerás; en que siempre aspira o a lo muy alto, o a lo muy bajo, siempre precipitado por una desordenada inclinación, y siempre moviéndose fuera del orden divinamente establecido. De aquí que este soberbio, divagando por las cosas más altas, y muy confiado en su propio sentir, quiere investigar y conocer los inescrutables designios de la Divinidad; y aun cuando nada entiende de aquello que le es inferior, anhela en su insensatez é imbecilidad medir la sabiduría, la omnipotencia y las demás perfecciones de Dios, esencialmente incomprensibles a toda criatura. Resístese a admitir lo que no ve ni ama. Se avergüenza de confesar que se equivocó, y se abate; y si queda convencido, permanece obstinado. Ambiciona sobresalir; no puede tolerar que le venzan o le superen en nada.
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Presume que lo puede todo; si algo hace prósperamente, se complace Luego te es necesario mortificar esta parte del corazón, resistiéndola, admirándolo y se envanece como de haber hechoDeun algo hizo reprimiéndola incesantemente, siempre que sea viciosa y Lamilagro: Imitacisi n Del Sagrado disgustándola, Coraz n deJes s-slidepdf.com con mal resultado, murmura, se disculpa y acrimina a los demás. desordenada. Cuida, no de lo que debe ser, sino de lo que ha de aparecer; busca su propia estimación; se afana porque su nombre esté siempre pendiente de los labios de todos, y dese que todos le quieran.
Hijo mío, no tengas ni consideres esto como duro; es incomparablemente más dulce y más suave sujetar esta parte inferior, y sometida, regirla, para ser regido por ella.
Si le alaban ya se tiene por bien pagado; si no encuentra quien lo alabe, él mismo suple este defecto.
Más por cuanto la razón natural por sí sola no puede llegar a un fin sobrenatural, es menester purificar y elevar la parte superior del corazón mortificándola.
No halla faltas en sí mismo, o las disimula; pero en los demás las ve en todas partes. A despreciar a los demás, a sospechar de todo y echarlo a mala parte, siente muy grande inclinación. De aquía la que, siempre inclinado a lo bajo, ama yperfume acepta mundanal. gustoso cuanto agrada carne y deleita a los sentidos y exhala Juzga de las cosas, no según la verdad, sino según su inclinación o aversión. Como él es para sí mismo su único fin, en todo busca su conveniencia o su deleite; y no pocas veces trabaja porque le rindan parias y le sirvan hasta las cosas divinas. Intenta servirme alguna vez, pero sus propósitos son recompensarse. Por esto mismo admite con gran facilidad al ángel de las tinieblas, que transformándose en ángel de luz, le sugiere muchas cosas en apariencia piadosas, muchos pensamientos hermosos, muchos sentimientos tiernos, todo lo cual aumenta la soberbia y acrece el amor propio. 6. Hijo mío, si este espíritu de tinieblas triunfa del corazón, la ruina del corazón es segura.
Si obras exclusivamente según la razón natural, con esto sólo no podrás alcanzar mérito alguno ni llamarte discípulo de mi Corazón. Por tanto, debes mortificarte todo y sujetarte a la gracia, para que obedezcas al divino beneplácito en todas las cosas. Al pensar, al hablar, al obrar, al padecer, la gracia divina debe moverte, la razón sobrenatural dirigirte, y tú debes tender a Mí como a tu fin último. Nunca consientas ni toleres ser movido a ejecutar acto alguno por mera inspiración o ímpetu de la naturaleza, sino sigue siempre la gracia y obra según mi Espíritu. Usa de las fuerzas de la naturaleza, no como de causas o principios, sino más bien como de medios o instrumentos para lo sobrenatural. 7. Esta mortificación del corazón, norma de la vida interior y espíritu de los Santos, es aquella mortificación utilísima y muy necesaria que descuaja las raíces de los vicios, libra de los pecados de las tentaciones y quita la causa misma de las turbaciones interiores. Esta santa mortificación practícala sin ansiedad y con ánimo tranquilo y generoso. A la verdad, hijo mío, tanto es y tan grande lo que tienes que mortificar en tu corazón tanto es lo que se oculta en el que si la gracias no te ilumina,
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no alcanzarás, ciertamente, a verlo; y aun cuando no lo descubrieras, si la palpitación, con nuevos beneficios, suba libremente a Ti sobre todo lo gracia no te fortificase, su vista te aterraría. criado, viva Ti únicamente y a Ti te amé sobre todas las cosas. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz npara deJes s-slidepdf.com Por tanto, hijo mío, ora y ora sin intermisión, para que el cielo te mande la luz y la fortaleza que necesitas para conocerte. Entonces Yo, como sé que tú no puedes llegar fácilmente a conocer todas tus imperfecciones, suavemente dispondré que las vayas conociendo y dominando poco a poco, hasta que en ti se igualen la gracia de la luz y la gracia de la fortaleza.
(Imitación de Cristo, lib. III, cap. I, V.)
CAPITULO X Debemos, a ejemplo del Corazón de Jesús adorado por los Magos, vencer los respetos humanos.
Ten, hijo, mucho cuidado de no cerrar los ojos; a esta luz que desciende de lo alto; y no desdenes el cooperar a la fortaleza que el cielo te da. Esto sería, indudablemente, el principio de tu perdición.
. - Los Magos, hijo mío, vinieron del Oriente, y entrando 1. V oz de Jesús
Sé fiel; déjate conducir por la gracia y no por ti, y siempre y en todas las cosas y casos experimentarás lo mismo que los Santos experimentaron; si
Estudia, hijo, mi Corazón e imítale en sus disposiciones. Como soy delante de los míos, así soy en presencia de los extraños; como en
así procedes, sin duda ninguna llegarás a mi elevado Corazón, será Dios glorificado y tú ensalzado con tanta mayor perfección cuanto más cerca te hayas colocado de mi Corazón por la semejanza.
presencia de lanimás condición, así en presencia los reyes; de no los me pastores avergüenzo de lahumilde humildad de mi nacimiento, ni de de la obscuridad de mi estado, ni del ejercicio de todas las virtudes.
8. Voz del di scípul o . - ¡Oh mi bueno y dulcísimo Jesús! ¡Cuán grande no
En estas cosas mi Corazón no tiende al juicio de los hombres, sino que, despreciando todo respeto humano, sigo el beneplácito de mi Padre.
es la bondad de tu Corazón! Me has mostrado a mí, aunque indigno, el camino de la vida interior por el cual marchan contigo todos los Santos. Aquí tienes, Señor, preparado mi corazón para seguirte por tan santo camino: guíame con la verdad, enséñame a ejecutar aquello que sea de tu agrado. Demasiado tiempo he seguido las inspiraciones de la naturaleza; con no poca frecuencia he obrado según la inclinación o aversión natural; mucho es el tiempo en que he vivido únicamente la sola vida de la naturaleza. Concédeme ¡oh Dios mío! que en adelante viva la sola vida de la gracia, y que siga a tu espíritu en todo cuanto haya de hacer o padecer.
en el portal: me encontraron niño con María Virgen y Madre mía.
2. ¡Dichoso aquel que imite esta fortaleza de mi Corazón! ¡Dichoso quien venza con ánimo incontrastable los respetos humanos! A la manera que mi Padre celestial me confiesa, porque yo lo confieso, así yo confesaré en la presencia de mi Padre a quien me confesare delante de los hombres. Pero ¡triste de aquel que se haya avergonzado de Mí, de mi doctrina y de mis ejemplos en la presencia del mundo! Cuando vaya a juzgarle en el trono de mi Majestad, me avergonzaré de él delante de mi Padre, de los ángeles y hasta de los hombres.
Otórgame, Señor, la gracia de que este corazón mío, por Ti criado, por Ti redimido con el precio de tu misma sangre, por Ti enriquecido, a cada
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3. ¿Qué temes, hijo, y por qué temes? La misma razón, ¿no te enseña que El que es humilde de corazón y obra según el amor divino, ni desea se debe honor a la virtud, y al vicio desprecio? De ¿YLatú temes practicar la agradar a los hombres ni teme desagradarlos; no se me puede contentar de Imitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com virtud, como si esto fuera un crimen? otro modo. Dios, los ángeles y los hombres, son todos los testigos de tus acciones. ¿A quiénes de éstos hay, por ventura, que guardar respetos?
Ni lo arredran los juicios ni le espantan los sarcasmos del mundo; marcha con frente serena, y buscando sólo mi honra, manifiesta lo que siente con santa libertad.
Los ángeles buenos, sí en mi servicio adelantas rápidamente, con incansables alabanzas celebrarán con júbilo tu grandeza de alma, y rogaran a Dios porque perseveres en tu propósito. Los hombres, así los Santos en el cielo como los sabios y los justos en la tierra, se alegrarán contigo en la medida y forma que te alegres tú.
Nada hace con el fin de que se vea, ni nada omite a fin de no ser visto; cuídase muy poco de si mundo lo alaba o lo vitupera, de si lo califica de grande o de pequeño.
Los ángeles malos y los hombres insensatos y criminales, interiormente al menos o por fuerza, te admirarán, aun cuando exteriormente y delante de ti hablen de otra manera, para ocultar la cobardía de su alma y su propia ignorancia. ¿Atenderás, por ventura, a sus errados juicios y a sus insultos sin fundamento? ¿Querrás, acaso, ser de su número y participar de su desdichada suerte?
Quien lleva por guía de sus actos la soberbia y el amor propio, es muy
Aunque todos los hombres unidos se ocuparan en hablar de ti, ¿serías tú por esto distinto del que eres? Tú eres, hijo mío, únicamente lo que eres a mis ojos; y no pueden hacerte mayor ni menor las lenguas todas de todas la criaturas reunidas. 4. ¿Quién puede agradar a todos? Nadie; ni Yo mismo lo puedo conseguir nunca. No quieras tú arriesgarte a imposibles. Esmérate en agradarme a Mí, y en este santo esmero no te importe nada todo el juicio del mundo. Si aún te gobiernas por los respetos del mundo, ostensiblemente demuestras que no has aprendido nada, ni de la humildad ni de la caridad de mi Corazón.
El mundo es para él como si no existiese; me busca sólo a Mí, a quien son debidas todas las cosas, a quien anhela referirlo todo, y de quien solamente desea y puede ser remunerado y apreciado.
natural que se haga esclavo de los respetos humanos. Ninguno, realmente, más esclavizado que aquel a quien dominan los respetos humanos; tiene tantos tiranos cuantos son los hombres que existen. Pero ese nada hará digno de Mí ni de la perfección. Dondequiera que te halles, hijo mío, sea en medio del mundo, sea alejado de él, guárdate de los respetos humanos. En todas partes reina este vicio, y no solamente entre los seglares, sino también entre los religiosos. Desde el siglo se comunica y penetra en el santuario, y en éste permanece siendo la abominación del templo de Dios. Muchos sucumben al humano respeto, engañándose a sí mismos con el pretexto de caridad y prudencia; y si rectamente se encaminasen, hallarían, no las virtudes de la caridad y de la prudencia, sino la máscara do la cobarde soberbia y del amor propio. Voz del di scípul o . - Pero, Señor, ¿conviene, acaso, proclamar siempre
claramente la virtud y profesarla delante de todos? Si es conveniente,
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¿cómo — pregunto — podré hacer esto? Si es de otra manera, ¿qué regla intención la diriges a complacer a los hombres, eso todo es vanidad, he de seguir? todo ilusión. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com .- Podrá suceder, hijo mío, que no sea conveniente 5. Voz de Jesús exponer sin modo ni concierto tu piedad; pero nunca es permitido, por nada de la vida, traicionar la virtud.
Levanta, pues, tu alma, hijo mío; levántala y desprecia los errados juicios y dichos de los hombres, que vuelan por el aire y sólo hacen daño a aquellos que les hacen caso y los reciben para martirizarse voluntariamente con ellos.
En la práctica de la piedad es regla cierta y segura buscar siempre el honor divino y nunca el propio, y no omitir la pública manifestación de la virtud sólo por evitar la confusión y mala vergüenza; pero omitir estas manifestaciones cuando por ello hubieses de padecer sin gloria y sin honor, mala señal es y pronóstico muy funesto.
Como una vez aprendas bien a hacerte superior a esos juicios y dichos, apenas te mortificarán en adelante: tú mismo, constante y firme siempre, tendrás compasión de la locura, del mundo y de la bajeza de los hombres que toleran el ser llevados a la muerte de una manera tan ignominiosa.
6. En el mundo, hijo mío, en cualquiera parte que te encontrares, si a las claras honras la piedad según esta regla que te he dado, a Mí me darás mucha honra y a ti te será de mucha utilidad. De este modo te conocerán los buenos y los malos, los fervorosos y los tibios; los primeros se te unirán para auxiliarte, los segundos te dejarán en paz y no tramarán bajo tus pies asechanzas. Si por acaso censurasen algunos tu libre, tu magnánimo y piadoso modo de obrar, no te turbes ni por eso desfallezcas; acuérdate sólo de que, si te inclinas a contentar en público a los hombres, no servirás a Dios ni serás discípulo de mi Corazón. ¿Y qué provecho sacarías de no ser reprendido por mortal alguno, o de agradar a todos los mortales? ¿Podrá defenderte hombro ninguno cuando yo te juzgue? ¿O podrán romper tus cadenas si yo té condeno? ¿Qué sentirán después de la muerte en mi presencia aquellas almas ignorantes que por respetos humanos prefirieron durante la vida los juicios del mundo a mis juicios, vendiendo mi causa? ¡Ah! ¡Y a cuántos hizo réprobos el humano respeto! Si ellos lo hubieran despreciado, estarían hoy gozando de Dios en el cielo.
Una vez llegado al punto de no inquietarte respeto alguno humano, entonces libre del mayor obstáculo de la salvación y de la perfección, marcharas, seguramente, de virtud en virtud por camino de la piedad. 8. V oz del discípul o . - ¡Qué verdadero y que santo es cuanto enseñas, oh buen Maestro, dulce Jesús! Favoréceme para que yo lo perfeccione con las obras.
Con razón, Señor mío, me ruborizo de la ignorancia mía y de mi pasada pusilanimidad. Con harta frecuencia me avergoncé o temí hacer aquello que mi corazón me inspiraba ser bueno y se honroso; y, por el contrario, no me avergoncé cediendo a los respetos humanos, de hacer aquello que conocía ser malo o ser indigno. Repetidas veces, los juicios de los hombres, por hiceeste traición a lo que te debía a ypor ti ymiedo a tu asanto servicio, mereciendo indigno proceder más vergüenza y mayor castigo. Ten piedad de mí, Dios mío; perdona aquello delitos con que me aparté de tu voluntad por lo respetos humanos, prefiriendo seguir las opiniones del mundo, hasta con repugnancia mucha veces de mi propia conciencia.
7. Cree, hijo mío, que es mucho más provechoso atender a mis juicios que a los juicios de los hombres. Como me agrades, esto te basta; si toda tu
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Ahora, convertido y enseñado misericordiosamente por Ti mismo, estoy ninguna únicamente por la necesidad; ninguna, por último, ya grande, ya resuelto a seguirte corno única guía que eres para la eterna pequeña, que no mirase derechamente a cumplir la divina voluntad, y DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com bienaventuranza. agradar y aplacer a la infinita Majestad de Dios. Sigan los mundanos llamando bien al mal y mal al bien; sigan apreciando el honor que les tributa la opinión insubstancial y ligera de hombres aduladores; sigan alimentándose de la vanidad: yo ya he aprendido de Ti y sé de cierto que es inmutable, bueno vivir unido contigo; que es lo más honorífico seguirte, y felicísimo gozarte. -¡Oh suavísimo Jesús! fuente de la vida y de los bienes. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. XXVIII.)
CAPÍTULO XI Cuán necesario nos es aprender en el Sacratísimo Corazón Jesús, presentado en el templo, la recta intención de todas las cosas.
. - Habiéndose cumplido, hijo mío, los días para ser 1. Voz de Jesús presentado al Señor, me presenté y ofrecí a Dios Padre con todo cuanto es mío y con sólo el intento de agradarle. Aun cuando en la Encarnación me había consagrado a mi Padre celestial perpetuamente con toda mi vida, nunca por esto dejé de consagrarle cada uno de los actos de mi Corazón, buscando así su beneplácito.
2. ¡Cuán feliz es aquel que se reviste y adorna con estos sentimientos de mi Corazón Siempre provechosos para sí mismo, siempre me es a Mí, su Dios y Salvador, agradabilísimo. ¿Qué cosa es para Mí la más agradable? ¿Qué es aquello que Yo premio y remunero? El afecto, hijo mío, el afecto, mucho más que las obras: la intención del alma más que la práctica de las obras mismas. La gracia, hijo mío, mueve la voluntad para hacer lo que directa o indirectamente yo mando y deseo. Y esto ha de ser ejecutado de tal modo, que sea bueno y meritorio sobrenaturalmente; por eso comunico la gracia actual, sin la quo no pueden ser las obras, buenas ni meritorias sobrenaturalmente. Así, pues, cuando te sientas inspirado a obrar según mi beneplácito y voluntad, ten entendido que quien te mueve es la gracia, principio sobrenatural de todo lo bueno. Pero el fin o la intención es lo que constituye la especie del acto: tal como fuere la intención así será el acto que la siga. Si es recta tu intención, buscará ante todo y sobre todo mi agrado en todas las cosas; me buscarás a Mí, que soy tu fin y tu sumo bien. Sucede alguna vez que la intención primaria del acto sea, buena, y la
Siendo, pues, la recta intención cosa de tanta trascendencia en la vida del espíritu, que sin ella nadie puede salir discípulo verdadero mío, mi Corazón no cesó de manifestarla, enseñarla e inculcarla con el ejemplo.
secundaria viciosa.únicamente Cuando esto acontece no destruye del todo la aparezca bondad deo sea la acción: se disminuye enseparte; y el que obra así será culpable de cuanto en la intención viciada haya de malo y desordenado.
Mira, si no, mi vida, desde el principio hasta el fin. ¿Acaso mi Corazón trató jamás de agradarse a sí mismo? ¿Buscó ni una vez siquiera la gloria humana?
Yo soy, hijo mío, el alfa y la omega, el principio y el fin de todo; y por esta razón, a Mí se debe referir cuanto de mí se deriva.
No hallarás, hijo mío, en toda mi existencia obra ninguna que Yo hubiese practicado por el solo instinto natural; ninguna por sola la costumbre;
Luego si tú serías culpable no refiriéndolo a Mí todo, seráslo mucho más si a ti te lo atribuyes, o al mundo, mi enemigo.
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3. Precioso tesoro, hijo mío, admirable virtud es la intención recta, con la ¿No es verdad que es infinito el número de estos insensatos? Pues cual las obras, aun cuando en sí sean o naturales o indiferentes, ejecutadas cuidado, hijo, no seas uno de ellos. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com con la gracia se hacen meritorias y sobrenaturales. Esto es, a manera de un Hay otros, en cambio, que al parecer obran poco y en realidad se secreto maravilloso que al plomo convierto en bronce, y los demás santifican mucho por estimar con justicia que es mucho hacer el hacer metales en oro. divina voluntad. Pero cuida mucho de no caer en una ilusión harto común, con la cual 5. Hijo mío, aun cuando te entregares a ejercicios de piedad, debes poner engañado creas que una obra o un acto emprendido o ejecutado, no por la tu intención, no sólo en obrar tales ejercicios, sino en cumplir con ellos mi gracia ni según mi voluntad, sino sólo por el movimiento natural, según divino beneplácito. Porque obrando así sintieres consolación o desolación, inclinación o aversión, y por sola tu propia voluntad, haya de hacerse siempre permanecerás tranquilo y cogerás fruto seguro y me darás la meritorio con sólo la buena intención. debida honra. Comiénzalo todo por divino beneplácito, y llévalo directamente hasta el Si te ocupares en ministerios u obras de caridad con el prójimo, sea Yo fin. también el fin de tales ocupaciones; porque de esta suerte nunca carecerás Sin intención recta, por muy laudable y provechosa que aparezca una obra de recompensa ni perderás el sosiego porque el prójimo adelante o no en el exterior, ¿de qué le aprovecha al que la ejecutó? Mas cuando se obra adelante. por pura intención, por muy insignificante y humilde que se crea, todo Cuando no procures sino mi puro beneplácito en todo suceso, te hallarás sale noble y provechoso. igualmente contento y feliz, sabiendo que lo que yo exijo y corono de 4. ¡Ojalá los hombres conocieran y practicaran esta ciencia de obrar con gloria es la buena y decidida voluntad, y que el éxito depende de Mí sólo, rectitud! ¡Con que facilidad conquistarían para el cielo la corona de que todo lo arreglo según mi infinita sabiduría. gloria! Llevando limpia la intención podrás permanecer tranquilo é imperturbable Hay quienes trabajando mucho logran poco, y mezclándose en todo y en toda dificultad y tribulación, y aun en las mismas tentaciones; pues emprendiéndolo todo, al fin se encuentran con las manos vacías. Es la como la pureza de intención te levanta hacia Mí sobre todo lo sensible, no razón el obrar sin determinado fin, como criaturas irracionales, cuando no tienes porqué acongojarte de lo que sientes contra tu voluntad. con fin desordenado e indigno. ¡Cuántos conmutan el fruto de su trabajo una vana alabanza o admiración, para alimón un corazón tan enfermizo y hambriento! Parece mentira que algunos aprecien en tanto el humo de una vanagloria, que lo compran precio de las obras con que debían adquirir reino de la eterna bienaventuranza.
En fin hijo mío, sea que andes o descanses, que trabajes o te recrees, sea que veles o duermas, sea que bebas o comas, o cualquiera te ocupe, hazlo todo por cumplir mi voluntad, por agradarme. Continuamente irá creciendo y engrandeciéndose el cúmulo de tus merecimientos. 6. Conviene diariamente formar por la mañana una intención general de hacer y padecer todo lo del presente día con el propósito de cumplir por amor mi voluntad y agradarme con esa pura intención. Esta recta y santa
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intención vale, en realidad, para todas las obras del día y logra santificarlas.
humana, insuficiente de suyo para discernir lo sobrenatural, sino que para semejante obra se requiere auxilio divino y luz de lo alto.
Es, sin embargo, de creciente aprovechamiento el renovar durante el día esta intención al principio de cada obra; y si hay facilidad, aun en medio de las obras mismas.
Ruega, pues, asiduamente que seas del cielo iluminado; pide fervorosamente que te ayude la gracia para que pura y rectamente te dirijas a Mí sobre todas las cosas.
Para obrar todo con rectitud de intención grandemente contribuirá preverlas ocasiones que sobrevendrán de merecer, y los peligros de perderse, y las virtudes que has de ejercitar, y los lazos de soberbia y amor propio de que debes escapar.
8. V oz del discípul o . - ¡Oh. Jesús y Señor mío, autor de todo bien! Infunde
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
Una misma acción que tiende, en general, de un modo directo o indirecto a la salvación propia o del prójimo, o a cualquier otro servicio mío, puede ser encaminada a muchos y diferentes fines particulares. De aquí que esté en tu mano el adquirir un inmenso tesoro de merecimientos, del cual se privan aquellos que no se proponen un particular fin.
luz en mi mente, y amor en mi corazón, y fortaleza en mi alma para ir siempre directamente a lo que fuere de tu agrado. Concédeme una sinceridad verdadera y una intención santa para hacer tu voluntad en todo, sin desviarme de ella ni un ápice.
No permitas que sea yo tan insensato que por captar una alabanza vana pierda el merecimiento de mis obras, ni tan malvado que te arrebate la debida gloria.
Una obra puede ser ejecutada con actos de muchas virtudes. Si, pues, ejercitas tantas virtudes como fuere tu intento, y a cada acto corresponde un nuevo grado de gracia actual y de futura gloria, echa de ver por aquí si es cosa de valor esta pureza de intención.
Infunde en mi corazón la pureza del tuyo para buscarte en todo, y encontrarte en todo, y descansar siempre en Ti, ¡oh Dios mío! principio y fin, centro y descanso de mi alma.
Pero cuida, hijo mío, de no angustiarte por la intención recta, porque sería con detrimento de la libertad de espíritu y con perjuicio de la paz interior: te dañaría entonces en lugar de aprovecharte.
CAPÍTULO XII.
Ten presente, pordebes último, que animado con yelpadecimientos mismo espíritua elasintención que me animaba, unir todas tus obras mías si, discípulo de mi Corazón, quieres obrar conforme a vocación tan escogida. 7. Hijo, el vano amor propio es tan sutil, que se reviste de cualquier forma y fácilmente se introduce en todo. Razón por la cual, si no fueres cauto, en lugar de animarte y guiarte por mi Espíritu, lo harás por espíritu propio. Ni basta la luz y prudencia
(Imitación de Cristo, lib. III, cap. IX.)
De la libertad de espíritu que el Sacratísimo Corazón de Jesús nos enseña en la huida de Egipto
1. Voz de Jesús . - Mira, hijo mío: el rey Herodes me buscaba en mi niñez para la muerte; pero José, avisado por el ángel, me cogió aquella noche con mi Madre y huimos a Egipto.
La importunidad de la hora, mi edad, la condición de mis padres, el abandono del suelo natal, el vivir entre gentiles, cuyas costumbres tanto aborrecían los míos, la indigencia y obscuridad, de la vida, el trabajo y pesadumbre, todo contribuía a que se acongojara mi Corazón.
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Pero entre tantas contrariedades, siempre permanecía impasible, pues ni la En verdad que me injurian los tales gravemente, y apartan al prójimo de sazón del tiempo, ni las circunstancias del lugar, ni la condición de los mi servicio, y sin provecho se hacen desgraciados. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com hombres, ni cosa alguna creada, pudieron nunca cautivarlo. 3. ¿Acaso no soy yo Padre? ¿Dónde hay corazón tan paternal como el 2. Debes, hijo mío, esforzarte con el mayor empeño en imitar esta santa mío? ¿Qué padre me igualará? Soy padre infinitamente sabio, y conozco libertad de mi Corazón. lo provechoso y lo nocivo para mis hijos; infinitamente poderoso, para que ningún enemigo visible ni invisible contra mi voluntad los dañe; Mi Corazón sólo era dominado por la voluntad de Dios, no por otro poder infinitamente bueno, para amarlos con el ardor mi corazón divino y sobre la tierra. Así, también el tuyo sólo debe someterse a la divina convertir en su provecho todo lo bueno y lo malo. voluntad y no al capricho de cosa alguna creada. Muéstrate, pues, en el divino servicio, como hijo de tal padre, y no, con La mayor libertad a que puede aspirar el corazón humano, es esa: el no grave ofensa mía, como siervo, de amo intolerable. depender de nadie sino de Mí, su Dios. Ten buena voluntad para huir de cuanto conocieres que me desagrada y Esta es la genuina y perfecta libertad, merced a la cual el hombre se para abrazar cuanto supieres que me place; y por lo demás, ensancha el ennoblece y ensalza, y adelanta a los mismos superiores, que, como corazón, no con aquella falsa libertad duro yugo para los hijos del mundo, órganos míos, le manifiestan la voluntad divina. sino con la libertad verdadera, dulce privilegio de los hijos de mi Corazón. El que goza de semejante libertad se pone fuera del alcance de todo poder creado y de la inconstancia y capricho de los hombres, y de toda contrariedad de tiempo o de lugar, de tal manera, que si él no se entrega, nadie le puede esclavizar. Pero nadie gozará de este privilegio si, desprendido de todo lo terreno, no me entregare del todo su corazón. Porque mientras algo deseare o temiere, llevará el corazón impedido y esclavizado.
4. Este es mi placer: ver a mis hijos gozar de santa libertad, y con ello me doy por muy honrado. Pon, pues, una diligencia razonable en agradarme y no te acongojes para acertar si de hecho me habrás agradado; déjate de toda sutileza del entendimiento y de toda inquietud de la voluntad, y arrójate con confianza sobre mi Corazón. Imposible que Yo me ofenda y aun deje de deleitarme con esa libertad de espíritu, inspirada por un puro y generoso amor.
Esclavo será mientras siguiere la inclinación de la naturaleza, tanto para lo bueno como para lo malo, o mientras se propusiere por fin, aun en lo bueno, el buscarse a sí mismo.
Dirigido y protegido por desordenadamente mi Providencia divina, exento de toda perturbación, y no temas ni al mantente infierno, ni al mundo, ni a ti mismo. Porque aunque de tu cosecha eres incapaz de nada, todo lo puedes en Mí quien crees, en quien esperas, a quien amas.
Hay quienes desprendidos ya del mundo y del pecado, se esfuerzan por desprenderse de sí mismos, por vivir libremente para Mí; pero se queja en mi servicio como bajo pesado yugo. Esto obedece a forjarse la ilusión de que soy señor caprichoso o amo descontentadizo y estrecho; siempre buscando qué castigar.
Y si alguna vez cayeres en defectos, no te parezcas al vil esclavo que tiembla por el azote y se decide a fugarse o esconderse lleno de miedo; pórtate como hijo que, amante de su padre, se esfuerza al punto por remediar la culpa y recurre á su cariño con tanta mayor libertad cuanto más bondadoso lo conoce.
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Cuantas veces, pues, miserablemente faltares, otras tantas acudirás a Mí
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Ningún lugar de la tierra tenga sujeto tu corazón; consérvalo en
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como buen hijo, y pídeme perdón y renueva el propósito de serme fiel, sin cualquier parte desprendido, sabiendo que Yo, tu Dios, me encuentro en DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com dejar que la turbación se apodere de tu espíritu y le disminuya la santa todo lugar; que mi Espíritu sopla en todas partes sobre mis hijos, y que libertad. donde está mi Espíritu allí está la libertad. 5. Ni aun aquellos mismos métodos o procedimientos que se dan para alcanzar la perfección, deben atar tu espíritu, porque si quitan la santa libertad de espíritu, más son obstáculos, que ayudas.
Dondequiera, pues, que te encontrares, consérvate señor de ti; en cualquiera obra interior o exterior, espiritual o temporal, gloriosa o humilde, permanezca libre tu espíritu, hecho uno con la divina voluntad.
Por tanto, en el punto en que Yo te manifestare mi voluntad, debes interrumpir con despreocupación cualquier trabajo, como quien hace más caso de un gesto mío que del mandato de cualquiera otro.
7. Te conviene, pues, hijo mío, alimentar y guardar tal libertad de espíritu, que nadie, ni inferior, ni igual, ni aun superior, te la pueda arrebatar.
Pero cuida, hijo mío, no sea que con pretexto de la santa libertad de espíritu sigas tu inconstante capricho, como acontece de ordinario a los que se dejan guiar, no por principios, sino por el instinto. A los tales, lo que poco antes desagradaba, ahora les agrada; en el calorcillo del fervor acometen ejercicios espirituales y al punto los abandonan, o fastidiados y cansados, los rematan malamente; ahora viven de una manera, y allí momento, cansados, intentan seguir otro camino; tan pronto se mortifican con demasiada rigidez como varones del todo espirituales, tan pronto halagan a la naturaleza convertidos en esclavos de la sensualidad. Eso no es ser hijo de la santa libertad, sino ludibrio de la inconstancia y esclavo de la propensión. 6. Hijo, sé tú más constante en medio de esa libertad. Si te ocupan los negocios, no te entregues; acomódate sólo con ellos para que no te dominen aquellos de quienes tú debes ser señor. Siempre que sintieres algún vehemente impulso de la naturaleza para emprender o rematar alguna obra, refrena gustoso tal vehemencia; de otra manera, pronto conocerás que está tu corazón sujeto y la obra no sale tan bien como debía.
Por tanto, nada debes apreciar ni emprender por la mera apariencia, ni por la opinión de los hombres, ni por tu propia inclinación. En todo, el motivo de tu juicio sea la verdad de la cosa, la cual hallarás mirando lo que de cada una de ellas sintió mi Corazón; y la norma de tus obras ¡sea únicamente mi voluntad. Esta verdad te hará libre con verdadera libertad; esta divina voluntad te dirigirá y te guardará por siempre libre. Cuanto más gloriosa es esta santa libertad de espíritu y más provechosa para ti y para el prójimo, tanto con mayor fortaleza se debe defender contra la rapacidad de los enemigos. El mundo, el demonio, y aún más a menudo tu propia naturaleza, se levantarán contra ti; la soberbia con mil argumentos, y el amor propio con mil argucias, te instarán a que al menos cedas en este o en otro punto. Pero burlarás y vencerás todas las sugestiones agresiones yyestratagemas del enemigo si intrépidamente vas contra tales cumples simplemente mi voluntad. Quien todo quiere acomodar a mi divino ben-plácito y en ello busca su felicidad, éste goza de aquella libertad santa y verdadera, de la cual quiero que disfrute todo discípulo de mi Corazón sin que ni el mundo, ni el infierno, ni criatura alguna pueda arrebatársela.
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8. Voz del di scípulo .- ¡Oh libertad santa!0 ¡Qué nombre tan grato! Pero
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Registra cada día de mi vida y verás que la luz del sol, al levantarse, ya
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más grata es ella misma y más grato todavía su fruto. ¡Ojalá, buen Jesús, me encontraba en oración santificando la labor del día. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com pueda alguna vez disfrutarla! Concluidos los trabajos cotidianos, cuando toda la naturaleza descansaba, ¡Pero ay, mísero de mí! ¡De cuántas cosas todavía permanezco esclavo! también la obscuridad de la noche me veía en oración, derramando mi Confieso avergonzado que mi corazón anda a menudo cautivo por mil Corazón con mi Padre, y los ángeles solos; per testigos. cosas insignificantes y aun imaginarias. Y aun en medio de la labor diaria, ¡cuántas; veces me apartaba de la Dame luz para conocer y fortaleza para romper todas mis ataduras, a fin muchedumbre; cuantas, allí mismo, levantaba el Corazón al Eterno Padre! de obtener la verdadera y santa libertad. 2. Hijo, esfuérzate con particular empeño y diligencia por adquirir este Concédeme en tu misericordia, bondadoso Jesús, que para conservar la espíritu de oración, esta costumbre santa de orar. santa libertad de espíritu me mantenga firme e impávido contra las Todos los Santos e imitadores de los Santos, todos los discípulos de mi tentaciones del infierno, insensible a los bienes y males, dichos y hechos Corazón aprendieron esta santa y santificadora costumbre. Tenían, sí, del mundo, y halle mi descanso en perseverar atenido, no a mi inclinación, determinadas horas para orar mental y vocalmente y con afectos; pero sino a tu santísimo y suavísimo beneplácito. también dondequiera y en cualquiera circunstancia que se hallaban (Imitación de Cristo, lib. III, cap. XXXVII.)
CAPÍTULO XIII
recurrían interiormente a Mí por la oración: en lo próspero, participándome su agradecimiento y gozoso en lo adverso, implorando mi auxilio y consolación; en las dudas, pidiéndome discreción y consejo.
Cómo el Sacratísimo Corazón de Jesús nos ensaña a orar en la subida al templo de Jerusalén.
De esa suerte debes también obrar tú si quieres aspirar a la santidad, y aun meramente salvarte.
1. V oz de Jesús . - Considera, hijo mío, atentamente, cuan solícito anduvo
3. Cada día has de orar con la mente y el corazón, y meditar devotamente. Pero mira que no sea tu meditación más que oración, estudio; y más que trato con Dios, especulación piadosa.
mi Corazón para enseñar los medios de salvación y perfección con su ejemplo, tanto en público como en privado. No me contentaba desde niño con orar a menudo a solas, sino que subía a Jerusalén a orar en público en el Templo, según la costumbre establecida. Hijo, ¿qué fue toda mi vida sino oración continua, de la cual nunca cesaba mi Corazón, ocupado en ella siempre y en todas partes? ¿Dónde sino en el templo, morada de oración, después de perdido me encontraron José y María? ¿Cuándo me hallaron mis discípulos y amigos, sino cuando venía de orar? ¿Dónde mis mismos enemigos, sino orando en la soledad de Getsemaní?
Discurra, sí, y reflexione la mente cuanto sea necesario; pero también ejercite el corazón actos, ya de fe, esperanza y caridad, ya de contrición, humildad y propia abnegación; ahora de fortaleza y de firmeza en el propósito; ahora de acción de gracias, de gozo y alegría de corazón con los ángeles y Santos; luego de resignación y conformidad con la divina voluntad y descanso en el beneplácito divino, o de otra cualquiera virtud; otra vez pida fervorosamente para sí y por sus hermanos, por la Iglesia y sus ministros, por la perfección de los santos que moran en la tierra, por la
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perseverancia de los justos, por la conversión de los pecadores, herejes é
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Sin orar, nunca conocerás bien mi Corazón nunca poseerás su espíritu.
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infieles todos. 5/21/2018
Sin orar, nunca alcanzarás los sentimientos de mi alma, y, lo que es más DeLaImitaci n DelSagrado peligroso, Coraz n deJesmi sCorazón -slidepdf.com medirás por el tuyo.
Según lo que adelantares en la vida interior y el grado de perfección a que llegares, acorta los razonamientos y prolonga los afectos hasta que llegues al trato familiar y afectuoso conmigo, y aun a la misma unión divina. Ora y medita de esta suerte, y ten siempre presente que, tanto en la oración mental como en la vocal, el corazón debe llevar la parte principal si quieres ejercitarte provechosa y devotamente. Aun cuando no pudieres orar tan devotamente como deseas, no por eso menosprecies ni abandones la oración. Porque en verdad que Yo no la estimo en poco ni me descuido en remunerarla.
Haz lo que buenamente pudieres, y ten persuadido que así oras provechosa y meritoriamente, y que tanto en la oración como en la virtud has de lograr ventaja. 4. No tengas por suficiente, hijo mío, orar a determinadas horas, porque conviene orar siempre sin desfallecer. Ese es mandamiento mío, merced al cual puedes en todo tiempo acercarte a Mí como á Padre y tratar conmigo como hijo. Mira por todos lados y no verás más que obstáculos por dentro y fuera, y tentaciones ocultas o manifiestas y peligro continuo de perder la corona prometida a la perseverancia. Te es, pues, sumamente necesaria la gracia, y ésta no se suele dar especialmente sino a los que oran. Todo, pues, pende de la oración; para quien no ora, los males no tienen remedio, y los bienes están siempre en peligro de perderse; mas para quien ora, males y bienes resultan en su provecho. En ninguna parte, fuera de la oración, adquirirás verdadero conocimiento de tus cosas y de las mías, y, por tanto, sin oración nunca alcanzarás verdadera humildad ni caridad.
Si en los negocios recurres a la oración, con frecuencia te sucederá mudar allí de aparecer porque la luz de la divina gracia, que suelo infundir en el alma del que ora, es infinitamente más clara, que la luz de la razón humana. Lo que creías venir de la gracia, lo encontrarás muchas veces como producto de la naturaleza;. lo que imaginabas virtud, verás que alguna vez es amor propio; lo que juzgabas obrar para mayor gloria mía, sorprenderás que era para complacer tu secreta soberbia. 5. El hombre interior, en las dificultades acude ante todo a Mí para suplicarme auxilio, y por eso es ayudado y obtiene de ordinario favores singulares; mas quien acude primero en busca de auxilio humano, no es raro que agrave las dificultades en lugar de allanarlas, hasta que se vuelve en busca mía, pues sin Mí la industria humana de nada aprovecha al corazón angustiado. Hijo, si acudes a mi Corazón cada vez que le afligieren, no te será necesario buscar humanas consolaciones; una sola gota de mi consolación la hallarás más dulce y eficaz que un torrente de consoladoras palabras de los hombres. Y si alguna vez, para honor mío y aprovechamiento tuyo, no te diere a gustar consuelo alguno sensible, sin embargo, siempre encontrarás en mi Corazón el consuelo verdadero, ya con resignarte al divino beneplácito, ya con recibir acrecentamiento de gracia. Esta santa resignación, aunque por un lado va contra la parle sensible y la amarga, por otro, sin embargo, se hace tan dulce mediante la gracia, que solamente conocen los experimentados en ello.
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6. El hombre de oración, cuando es tentado, se une conmigo
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Es, además, muy excelente consejo y apropiado para adquirir hábito de
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estrechamente; lejos de desmayar, se fortalece; lejos de contristarse, se oración el distribuir de tal manera las ocupaciones ordinarias, que nunca De La Imitaci n Del Sagrado Coraz n Jes s-slidepdf.com anima; lejos de tambalear, se afirma. transcurra undeintervalo largo sin dar algún rato o al menos algunos momentos al trato con mi Corazón en algún espiritual ejercicio. Si alguna vez te arrebata la tempestad y te envuelven densas tinieblas, vuélvele a Mí, que estoy presente, y acógete a mi Corazón con confianza; Debes también valerle de cualquiera tentación y dificultad, tanto interior seguro permanecerás en medio del rugido y obscuridad del huracán, y como exterior, como de un aviso que te doy para que te vuelvas hacia Mí alguna vez herirá tus ojos la dulcísima luz de mi rayo, y cuando te creías a testificarme tu amor o a implorar mi gracia, o a renovar el propósito de perdido verás que todo era nada, cuando no provecho tuyo. serme fiel. Insiste, finalmente, en ello con repetidos esfuerzos, hasta acostumbrarte de tal manera a la oración, que no por raciocinio o Cuando estando para hablar u obrar, se le ocurra la duda de si será lícito, reflexión, sino por instinto, recurras a Mí como a su padre un niño recógete al interior y escucha mi Espíritu; y si por la frecuencia de recurrir pequeñito. a Mí has aprendido ya a conocer las divinas inspiraciones, percibirás claramente lo que debes hacer con la conciencia segura. 8. Mucho ánimo, hijo mío, y no perdones industria ni diligencia para aprender esta ciencia, de los escogidos, aspiración principal de todos los El alma, acostumbrada a recurrir a Mí, lleva siempre consigo un protector discípulos de mi doctrina. ¡Tanto es lo que vale y más aún! y consejero y consolador, a quien no sólo cuando está sola, sino mando trata con los prójimos, suele gustosa invocar y consultar en lo interior del Porque en la oración remediarás las necesidades, resarcirás los defectos y espíritu. hallarás medios para adelantar en perfección, y una esperanza segura, de perseverancia, y cuanto poseer necesitares. 7. Trabaja, hijo mío, esfuérzate con todo empeño en alcanzar esta santa costumbre de recurrir a mi Corazón, y tender a Él como a tu centro, y La oración es la hartura de aquellos que tienen hambre y sed de justicia, ocuparte conmigo interiormente por medio de la oración. Este es aquel las delicias de las almas puras, la ocupación y al mismo tiempo el espíritu de oración que, una vez poseído, te recreará amigablemente en la descanso do los justos. soledad, te conservará recogido en público, te consolará en lo adverso, te Mientras oras me veneras y glorificas y haces en la tierra lo que los refrenará en lo próspero, te defenderá en los peligros y, siempre ángeles bienaventurados en el cielo, y lo que debe ocuparte por toda la provechoso, te conducirá a la santidad. eternidad. Voz del di scípulo . - Señor, bien sobre todo bien, y sobremanera apetecible 9. Voz del di scípulo .— Qué dulcedumbre derrama, Señor, cuanto me dices y como el principal secreto de la vida interior, parece éste que me sobre la santa oración; su unción penetra en mi espíritu y lo llena de presentas. Pero ¿de qué suerte adquiriré esa santa costumbre de que me santos deseos. hablas? Voz de Jesús. - Ante todo, hijo mío, debes pedir frecuentemente el don de la oración, aquel don que abraza todos los demás; orando, todo se obtiene, pero sobre todo este don mismo.
Oraré, Señor, cuanto pudiere: oraré con la mente, con el corazón y con los labios. Ayúdame a ello con tu gracia.
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Por tu Sacratísimo Corazón te suplico que-me dispenses el espíritu de
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2. No te maravilles, hijo mío de que pasar tantos años en la soledad y no
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oración, para que ella, en su variedad de maneras, venga á. ser como mi me manifestara al mundo sino después de mucho tiempo. Era sumamente De La Imitaci n Del Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com vida. necesario para los mortales este ejemplo mío, este amor interno de la soledad. Porque los hombres sin el amor a la soledad se derraman por No pido dones extraordinarios como de profecías o milagros; concédelos completo a las cosas exteriores según la corrompida naturaleza; unos, en buenahora a quienes en tu benignidad quisieres: no los deseo. dejando el camino trillado, siguen el amor propio por unas sendas Pero concédeme, humildemente te ruego, uno sólo, el de la oración, regalo para mí más preciado que cualquiera otra, merced. Por él alcanzaré todos los bienes, por él llegaré hasta la misma, fuente de la gracia, por él entraré en tu mismo Corazón. (Imitación de Cristo, lib. m, cap. sxxvu.)
CAPITULO XIV Del ejemplo de, amor de la soledad, que nos dio el Sacratísimo Corazón de Jesús mientras moró en Nazaret .
. - Hijo mío, después de permanecer en Jerusalén en las 1. V oz de Jesús obras de mi Padre tanto tiempo como mi Padre quería, bajé y vine a Nazaret, y allí oculto aprovechaba en gracia ante los hombres y ante Dios. Considera esta vida mía oculta; estudia en ella los sentimientos de mi Corazón y procura solo imitarlos.
imaginarias y perfección, enoque son engañados y apartados con peligro de delsalvación espíritu de su vocación estado; otros, obedeciendo a secreta, soberbia, emprenden negocio desempeñan cargos sin la preparación debida, buscando torcidamente, no lo mío, sino lo suyo. De aquí que se desvíen del camino verdadero, y como con el estrépito continuo y atención a lo exterior no atienden a las divinas inspiraciones, vayan resbalando de error en error y envolviéndose de una ilusión en otra hasta hacer infructuosos todos los medios de salvación y perfección. 3. A eso tiende el ejemplo de mi vida, interior y oculta a enseñar a los hombres a precaverse de tantos males y marchar por el camino seguro de salvación, y a mostrarlos en qué consiste la perfección verdadera. Lo que brilla y resuena, lo que de alguna manera excita la atención o admiración de los hombres suele ser al juicio de muchos o más perfecto, como más apto y a propósito para glorificar a Dios y atraer al prójimo. Pero ¡cuánto error! ¡cuánta ilusión! Porque todo eso nace de secreta soberbia y resuelve en amor propio.
Allí me hubieras visto con serenidad de rostro y alegría de corazón, unas veces en casa atento al oficio y ocupaciones domésticas; otras, fuera ocupado en diversidad de trabajos; siempre dispuesto a todo, siempre sujeto, hecho siempre en todas partes admirable espectáculo de gracia a Dios Padre, a la Virgen mi madre y al Patriarca José.
En verdad que la perfección, como hace patente mi ejemplo, consiste en cumplir con humildad y caridad el divino beneplácito.
Mira en qué cosas el hijo de Dios se ocupaba por tan largo tiempo; mira cómo crecía como el lirio de los valles, escondido para, el mundo, pero bien manifiesto y grato para el cielo.
Ora, pues, hijo mío, para que merezcas alcanzar o mantener el amor a la soledad. Es este bien tan crecido, que apenas se encontrará otro más apto
Pues sin el amor a la soledad, ni suele el hombre conocer bien la voluntad divina, ni conservar la humildad, ni perseverar en caridad, no fingida, sino verdadera.
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para obrar con rectitud de espíritu y para obrar con la misma recta,
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El que a solas permanece conmigo en presencia de los ángeles, repara
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lo pasado o se afirma en el bien, y, reflexionando sobre sí y sus actos, interna. Porque no es el mucho tiempo ni la diversidad del asunto, sino el ahondar en la oración y meditación lo que hace experto al varón espiritual.
DeLaImitaci n DelSagrado adquiere Coraz mucha n deJes s-slidepdf.com experiencia y sabiduría
Registra la vida de todos los Santos, y no encontrarás ninguno que no haya amado la Santa Soledad.
4. La soledad que deben amar todos los fieles es relativa al estado y condición de cada uno y así, lo que en uno sería, laudable, en otro parecería reprensible.
El que se recoge del tumulto del mundo recobra la paz perdida, o la fortalece si no la perdió; se goza con la visitación de la gracia y ordena, debidamente lo futuro para sacar después de ello fruto y merecimiento.
Mas hay una norma cierta, y verdadera para toda alma fiel, en cualquier estado o condición en que viviere: amar de tal manera la soledad, que después de cumplir debidamente cuanto exigiere su cargo, se aparte conmigo de las muchedumbres y se recoja a Mí hasta que la divina, voluntad la llaman a otra parte.
¿De dónde, hijo mío, nace sino de la unión conmigo, el que los hombres recogidos permanezcan en circunstancias difíciles tan dueños de sí que causan admiración a muchos, y tan constantes, que lo que una vez determinaron, lleven con suma intrepidez a cabo?
Si te sustrajeres de conversaciones ociosas y pasatiempos superfluos y
¡Cuántos defectos evitarás y cuántas virtudes ejercitarás si cultivares la soledad!
vanas murmuraciones del mundo y negocios que en nada te interesan, ya encontrarás a menudo tiempo para tratar en la soledad conmigo. Más cuando te apartes del trato con los hombres para venir a la soledad, no sea de manera, que abandones a los hombres y te traigas contigo los negocios. Porque algunos no andan menos distraídos y derramados en la soledad que en el trato con los hombres, a causa de ceder a las divagaciones de la imaginación y a la curiosidad del entendimiento y al capricho de la
Todos los verdaderos discípulos de mi Corazón, tuvieron por indubitable que cuanto más se alejaran con el corazón de las criaturas, tanto más se acercarían al mío. 5. Hijo, si en verdad fueres humilde, buscarás la soledad, porque la humildad busca, en lo posible el ocultarse y huye de la notoriedad. Y si en realidad lo abrasa, el divino amor, también la desearás: porque la llama del amor expuesta al soplo del mundo fácilmente se apaga, a no ser
voluntad. Conviene, ante todo, repartir bien el tiempo desocupado, de manera que a determinada hora, se designe determinada ocupación, no sea que fastidiado divagues sin rumbo cierto o pases el tiempo en sólo deliberar cómo debes emplearlo.
que en laderramada, soledad seselaconvierte alimente poco a menudo; que es peor, una caridad siempre a pocooenlocoloreada sensualidad.
Ayuda mucho el llevar orden en todas las cosas pues evita el ocio y el tedio, precave muchas tentaciones y dificultades, facilita mucho las obras buenas, y, por último, hace que se viva para Mí.
Es la guardadora de la inocencia, la morada de la paz, la mansión de la vida interior, la escuela de la santidad, el lugar de los secretos celestiales y el medio escogido para la divina comunicación.
La soledad, acomodada a las circunstancias de cada uno y bien aprovechada, se va haciendo cada vez más agradable y acarrea, innumerables bienes.
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Si quieres gozar de tantos bienes, ama la soledad, que Yo te llamaré a ella
del S. Corazón de Jesús
Ni tampoco sigas los vestigios de aquellos otros que con la mira de la
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frecuentemente te conduciré hasta ella para hablar a tu corazón 5/21/2018
6. No te distraiga del amor a la soledad el que los hombres te muerdan por semejante motivo: deja hablar a las locuaces, y tú ve a ejecutar lo que es bueno.
devoción abandonan todo lo exterior y se esconden y encierran de tal de mi Espíritu, ni la caridad, ni la obediencia, valen para arrancarlos de allí. Y si alguna vez la necedad les perturba o quita, el recogimiento, andan indignados, tétricos y de mal humor.
Si quisieras ajustar tu vida a los pareceres de los hombres, deberías seguir tantos caminos distintos como hombres te saliesen al encuentro, pues hay tantos pareceres como cabezas.
Mas tú, hijo mío, sigue la divina, voluntad, gusta solamente de estar conmigo en la soledad cuando es ese mi beneplácito; y cuando es mi deseo que trates con las criaturas, gózate por mi amor en estar con ellas.
DeLaImitaci n DelSagrado manera Corazenn Jes sslidepdf.com lade soledad, que ni la invitación
Cuando no te sea notoria la voluntad divina de tratar con los hombres, quédate conmigo solo. Así se condujeron los Santos, los cuales, si divina voluntad, no les hubiese llamado a trabajar afuera, hubieran perseverado en la soledad desconocidos de los mortales hasta entregar el último suspiro. Pero cuando mi divina voluntad, de cualquiera suerte manifestada, te enviare a alguna parte, con la misma, facilidad, y libertad de espíritu con que entraste en la soledad, debes entonces abandonarla. A mi mandato, fuese cualquiera tu ocupación abandónala cuanto antes, o mejor dicho, cámbiala por otra más provechosa entonces, acomódate sin ninguna, señal de desagrado a lo que sobreviniese. No quieras atarte más a un método determinado de antemano que a mi divina voluntad, y convertir así la piedad en cosa desagradable y odiosa por una falsa fidelidad y rigor desordenado. Si aprendieres de mi Corazón el verdadero espíritu interior, evitarás ambos extremos y quedaras en un seguro medio.
. - ¡Oh santa soledad, cuántos y cuán excelentes 7. V oz del discípul o bienes encierras! ¿Lo has comprendido bien, alma mía? Vuela, pues, con frecuencia a la soledad; tiende a ella a cuanto te fuere permitido; acógete a ella unos momentos durante el tumulto exterior, pero más con el corazón que con el cuerpo. Respira allí descansada, recobra, fuerzas y gracia ocúpate con tu Amado entre los, ángeles. ¡Oh Jesús dulcísimo, Amado de mi corazón! Concédeme y mantenme en el amor a la soledad, para que allí te encuentre y te goce y sea contigo dichoso. Porque tu conversación no causa, como la humana, amargura, ni tu trato hastío, sino alegría espiritual, gozo puro y divina dulcedumbre. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. XX.)
Con esto no imitarás a aquellos disipados que pensando perder todo tiempo gastado en la soledad o no encontraron sabor en las cosas interiores, buscan pretextos para derramarse a lo exterior, se mezclan en lo que ni les va, ni les viene, y de ordinario omiten la obligación para obrar lo que deben omitir.
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CAPÍTULO XV
del S. Corazón de Jesús
Si me amas, encontrarás tus delicias en andar delante de mi rostro y
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disfrutar de mi presencia. 5/21/2018
De la divina presencia en que debemos vivir, según el ejemplon que elSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com DeLaImitaci Del ¿Acaso en lo que va de mundo se ha, oído o acontecido que alguno no se Sacratísimo Corazón de Jesús nos dio en el Bautismo del Jordán.
goce con la presencia, de aquel a quien ama?
1. Voz de Jesús . - Hijo mío, cuando contaba como unos treinta años
abandoné por voluntad de mi Padre a Nazaret, y vine al Jordán para ser bautizado. Y en cuanto fui bautizado salí de las aguas para recogerme al punto a la oración. Cuando he aquí que, en medio de mi súplica, rodeado de muchedumbre de hombres, se abrió el cielo y descendió sobre mí el Espíritu Santo en forma de paloma y se oyó la voz del Padre que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo mis complacencias». ¡Cuánta solemnidad, hijo mío, y cuan gloriosa, más no para Mí! Porque no vino para Mi esta voz, sino para los hombres, para, que me reconocieran por su Salvador, y creyendo y esperando en Mí y amándome, tuvieran en mí la vida eterna. No necesitaba Yo de estas señales externas, pues lo que visiblemente sucedió en mi Bautismo lo gozaba invisiblemente en lodo tiempo. Siempre y en todas liarles están conmigo el Padre y el Espíritu Santo. Siempre encontraba mi Corazón en su interior la plenitud del sumo bien: en ella se gozaba plenamente y sobremanera se recreaba. Mi Corazón, unido a la divinidad, y siempre presente a ella substancialmente y con el afecto, siempre vivía como absorbido por ella. 2. Emula, hijo mío, conforme a tus fuerzas este ejemplo de mi Corazón. Mucho tengo que decirte sobro este punto, pero todo grato y lleno de consolación. Esfuérzate, hijo mío, por gozar siempre de la divina, presencia, de manera que en todo lugar vivas delante do Mí, tu Dios y Salvador.
Yo, como persona, divina, siempre y en todas partes estoy delante de ti, y jamás te pierdo de vista. No hay criatura invisible delante de mi rostro. En lodo lugar mis ojos contemplan a los buenos y a los malos, y penetran en el corazón de cada uno. ¿Quién se esconderá de mi vista? Aunque alguno se ocultare en las tinieblas, o se escondiere en un rincón del desierto, o se abismare en lo profundo del mar o de la tierra, o bajare hasta el infierno, mis ojos siempre, en todo sitio, permanecen sobre él. Ten presente, hijo mío, que estoy en todos y cada uno de los seres; que m. diestra omnipotente puede tocar a cada, uno, tanto para refrenarles o castigarlos como para favorecerlos y recompensarlos. 3. Mas a los hombres, no sólo estoy presente con la fuerza de la Divinidad, sino también, con todo el atractivo de la Humanidad en el santo tabernáculo. Adondequiera, pues, que te dirigieres, a la diestra o a la siniestra; dondequiera que te hallares, en la patria, o en tierra ajena, en todo lugar donde residiere el Santísimo Sacramento allí me tienes presente con la Divinidad, con Alma y con el Cuerpo. Allí, me encontrarás presente para ti con el mismo rostro, con los mismos ojos, con los mismos labios, con los mismos oídos, con los mismo afectos del Corazón con que en otro tiempo conversé con mis discípulos, y ahora con los ángeles y Santos en el cielo. Penétrate, hijo mío, de todo este misterio de amor. Pues desde el santo Tabernáculo, aunque te encontrares en otro lugar, te tengo presente con el
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amor de mi Corazón, me ocupo en tus negocios, y amoroso te voy
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osaría ofender a aquel que en el mismo punto puede arrojarlo en cuerpo
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siguiendo a todas partes. 5/21/2018
y alma a los infiernos? DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
¿Cómo, pues, te podrás olvidar de mi bondad? ¿Cómo no te ocuparás con mi amor? ¿Cómo te apartarás de Mí con la mente o el corazón?
Si me vieras sensiblemente presente con los ojos de la carne, ¿querrías entonces y aun podrías cometer un pecado en mi presencia? ¿No te conducirías como era justo? Pues con los ojos de la fe me ves con más certeza y claridad presente que si me vieras con los ojos del cuerpo.
Entonces, hijo mío, andas con verdad delante de mi rostro, cuando actual o tácitamente te acuerdas de mi presencia y se ocupa tu corazón con mi amor.
Acuérdate de mi presencia, y no pecarás jamás. Y en efecto, ¿qué es lo que vuelve impecables a los moradores del cielo? ¿No es la visión y amor de la Divinidad con todos sus efectos?
Hay ciertos ejercicios de la divina presencia que las almas interiores disponen dentro de su corazón, merced a los cuales se acercan cada vez más a mi rostro.
Cuando tu mente contemple con la fe a su Dios, cuando tu corazón lo ame, no ofenderás, a buen seguro, tan alta Majestad. Porque aunque la naturaleza es frágil y quebradiza, no te dejará engañar esta visión divina, ni mi amor consentirá tu caída. Todo aquel que en él permanece firme, no peca.
Primeramente, cuando el hombre, en virtud de una actual atención, o al menos de una intención anteriormente formada, vive tan recogido que todo lo hace de una manera digna de mi presencia, y entre los quehaceres del día se vuelve a Mí con frecuentes aspiraciones. En segundo lugar, cuando alguno, purificado el corazón de todo deseo desordenado, y especialmente consagrado para santuario mío, devotamente atiende y escucha qué es lo que interiormente le hablo, y está continuamente preparado pura corresponder a mis inspiraciones. Finalmente, cuando el alma, absorbida por Mí en cierta manera, vive de tal modo que no se acuerda de sí sino por Mí, ni se ama sino por Mí, y goza siempre de la deliciosa unión divina y de mi presencia, como el pájaro goza del aire en que vuela y el sano de la salud que disfruta. Esta es la consumación de la unión divina, que supera todo sentido, y a la que suelen llegar las almas verdaderamente puras con ayuda de la gracia, después de ejercitarse en generosos sacrificios y abandonar con el corazón todas las criaturas y aun a sí mismas para vivir conmigo únicamente. 5. Hijo, el recuerdo de mi presencia es medio eficacísimo para evitar pecados. Porque ¿quién advierta cómo se halla ante mis divinos ojos,
Por tanto, hijo uno, mientras anduvieses delante de mi rostro por fe y amor, serás impecable, no por efecto de tu naturaleza, sino de mi presencia. Y si pecares, es señal de que cuando tomaste la resolución de pecar, no veías a Dios con la fe ni le conocías por el amor. Nadie que peca lo ve ni lo conoce. 6. Y, finalmente, ¿qué cosa más deleitosa, más grata ¿más útil para todo que milos presencia? es en verdad, un perpetuo Porque Aquelena quien ángeles¿No y Santos contemplan faz a paraíso? faz; Aquel a quien realidad poseen en el cielo, a ese mismo con la fe contemplas tú en la tierra, de ese misino gozas por el amor, y acrecientas los merecimientos para gozarle en la gloria. Sin el ejercicio de la divina presencia, la misma soledad es peligrosa y suele también ser nocivo el trato con los hombres. Más con él, uno y otro suelen aprovechar y santificar.
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Apenas encontrarás un ejercicio de piedad que encierre tan variados y
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Hijo, si fueres discípulo recogido de mi Corazón, todo lo que te
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frecuentes actos de virtudes, como este santo ejercicio de la presencia de ocurriere contribuirá a recordarte y hacerte amar mi presencia. Dios. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com En todo me encontrarás; pero has de saltar por todo hasta llegar a Mí, para Mucho ánimo, pues, hijo mío; adquiere la costumbre de vivir en mi en Mi sólo gozar y descansar. presencia, y trabaja en ello con esfuerzo y diligencia. Cuando la hubieres 8. Voz del di scípul o . - ¡Oh Señor, Dios invisible y que todo lo ve, adquirido, te servirá de protección en los peligros, de luz en las tinieblas, de consuelo en el abandono, de guarda entre el tumulto del mundo, de incomprensible y en todas partes presente! ¿Dónde me esconderé de tu presencia? continuo ejercicio de virtudes y de continuo trato conmigo. 7. V oz del discípul o .- Pero ¿de qué manera, dulcísimo Jesús y buen
Maestro mío, adquiriré este hábito tan santo? Voz de Jesús .- Ante todo, hijo, conviene orar a menudo y pedir
Si subiere al cielo, allí estás Tú; si descendiere a los infiernos, allí asistes; si tomare vuelo por la mañana y me marchare a los extremos del mar, allí tu mano me cogerá y sujetará.
instantemente gracia con que te incites a despertar la presencia do Dios con viva fe y confiado amor.
Las tinieblas no son obscuridad en tu presencia; la noche es día para Ti; siempre permanezco a la vista tuya, patente por dentro y por fuera a tus divinos ojos.
Pero tambiéndehas de tenera alasraya sentidos y mortificar el apetito desordenado derramarte cosaslos exteriores.
9. Siempre, pues, y en todo lugar te tengo delante. ¡Qué pensamiento tan grato, qué consolación tan grande, que motivos de confianza, qué incitamentos de amor!
Custodia también las facultades internas; aparta la mente de todo pensamiento, no sólo malo, sino inútil, y al corazón de toda vana y ociosa ocupación. Esfuérzate luego por volverte hacia Mí a menudo con breves y fervorosas aspiraciones, que tanto más te aprovecharán cuanto mejor se acomoden al estado y circunstancias actuales de tu alma. Por último, hijo mío, busca en todas las cosas visibles al invisible Amado de tu corazón. ¿No es verdad que las mismas, criaturas te están amonestando a cada paso de mi presencia? Vuelve los ojos a tu alrededor y mira cómo cada cual anuncia, a su manera mi presencia. ¿No me anuncian la calma y la tempestad, los frutos y las flores, los consuelos y las aflicciones, las virtudes y las gracias?
Adondequiera que me vuelva excitan las criaturas mi fe y me advierten de tu presencia y virtud, de tu amor y amabilidad. Y si la sombra del objeto es tan agradable y hermosa, ¿qué será objeto mismo? Aquí muestra una criatura su hermosura, otra su fortaleza, más allá otra su bondad; pero más hermoso, más esforzado, más bondadoso, en cualquier sentido más perfecto eres Tú, Señor, Amado de mi alma. ¡Oh Jesús, Dios y Salvador mío! paraíso de delicia para mi corazón. Concédeme el acordarme de Ti siempre y en todas partes, para tenerte siempre y en todas partes presente. Haz de mi Corazón un tabernáculo puro y santo donde mores Tú, donde te encuentre y posea y disfrute para satisfacción de mi alma y gloria eterna de tu Corazón. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. XXI.)
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CAPÍTULO XVI
del S. Corazón de Jesús
Gusta mi Corazón de comunicar con un corazón tranquilo, porque allí se
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escuchan sus inspiraciones, se cuidan y fructifican. 5/21/2018
Cómo el Sacratísimo Corazón de Jesús nos enseña enImitaci las tentaciones DeLa n Deldel Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Si quieres cometer los menos defectos posibles, si aun de los mismos desierto de conservar la paz del corazón.
1. Voz de Jesús . - Hijo, cuando me aparté del Jordán fui conducido por el
espíritu al desierto. Contempla este espectáculo que puso en admiración los mismos ángeles. Desterrado del trato con los hombres y habitando entre las bestias fieras del desierto, pasaba allí los días y las noches en ayunos y austeridad expuesto a las inclemencias del tiempo. Mi Corazón se entregaba al divino trato con el Padre celestial, y a profundísima contemplación y oración continua. Entretanto el mundo me daba al olvido y quizá me injuriaba, y Satanás me acometía por extraños modos, y hasta llegó a cogerme y transportarme a otro lugar entre diversas y terribles tentaciones. Y para arrostrarlas, ¿qué me movió sino el amor de mi Corazón por consolarte y amaestrarte con mi ejemplo? Con él enseñado y alentado, no te maravillará si eres tentado por el demonio o molestado por el mundo, ni perderás la paz del corazón por ningún humano contratiempo ni tentación diabólica. Nada de ello consiguió agitar ni turbar mi Corazón, sino que, sosegado siempre y tranquilo y alejándome con firmeza del motivo de las tentaciones, las pasé con toda paz. 2. Esfuérzate con todo empeño y cuidado por adquirir esta santa paz del corazón. ¡Bienaventurada el alma que en la paz verdadera se conserva! En ella resido Yo como en mi reino; en su corazón me deleito como en mi trono de gloria.
defectos quieres aprovechar, si quieres ejercitarte con adelanto en las virtudes, conserva la paz del corazón. Si quieres resistir provechosamente a las tentaciones del diablo y frustrar los malvados planes del infierno, permanezca en paz tu espíritu.
3. Como el enemigo sabe que mientras el alma se conservare en paz vale poco contra ella, se empeña en perturbarla por mil maneras. A semejante fin, con todo máquina y todo lo remueve; excita la imaginación, provoca las pasiones, sugiere obras contrarias a una u otra virtud, unas veces halaga, otras aterroriza., y de vez en cuando insiste con demasiada obstinación. Cuando algo de esto te aconteciere, hijo, no te turbes, no pierdas el sosiego. Mientras permanezcas en paz, todo está seguro; pero si empiezas a turbarte, empiezas también a peligrar; y aunque con la divina gracia no des consentimiento voluntario, el enemigo se contenta por aquella vez con obtener la perturbación que deseaba. Porque no espera él poder derribarte de la primera acometida, sino poco a poco perturbar primero tu corazón, cansarte luego, debilitarte después, y a la postre perderte. Cuidado, pues, con no turbarte ante ninguna tentación por grande que sea la insistencia con que te acometa el enemigo. 4. Hijo mío, ningún evento intranquilice tu espíritu; por ninguna cosa del mundo se ha de perder la paz del corazón. Aun cuando cometieres alguna falta o pecado, no te desasosiegues en lo interior. ¿Qué sacas con perturbarte después de prevaricar? ¿Vas con ello a remediar el mal? Al contrario, caerás en otro defecto más peligroso que el primero.
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No te intranquilices, pues, ni desesperes si por desdicha has cometido
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Y en efecto hijo mío, ¿de qué aprovecharla aquí el desasosiego? ¿No
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alguna falta; antes, por un acto humilde de amor de Dios, arrójate sobre sería añadir pesadumbre a pesadumbre, y recibir amargura por fruto de tu mi Corazón, para que en este fuego divino seDeconsuma tu falta y tu LaImitaci n DelSagrado trabajo? Coraz n deJes s-slidepdf.com corazón se purifique. Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en Sobre todo, hijo mío, es necesaria la firme e imperturbable paz del espíritu silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a cuando, para mayor gloria de mi Corazón y mayor provecho de tu alma, permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo. permito que te cúbrala desolación interna, con la cual el entendimiento se 6. Voz del di scípulo . - ¡Oh, Señor! cuan difícil obra me parece eso de envuelve en tinieblas y la voluntad propende al mal, tanto, que a veces te sufrir las acometidas la tentación cuando deseo fielmente servirle, ser parecerá que te he abandonado solo en manos del enemigo. afligido y contrariado de los hombres cuando intento aprovecharles, y, sin Si en tal estado te entregas a la perturbación, frustras mi santo propósito ni embargo, sentirlo ni turbarme ¡Señor, semejante obra, imposible me desolarte y correrás gran peligro, no sólo de privarte del tesoro de parece! merecimientos y grado de santidad que te ofrezco, sino también de caer y Voz de Jesús . - No es malo, hijo mío, sentir lo que apena y agita el perecer. corazón; es más, conviene sentirlo para poder resistir a ello. Pero si con el corazón sosegado e impertérrito vas obediente adonde mi Espíritu te condujere y sigues mi dirección contra tu propio sentido y parecer, pasarás ileso por las tentaciones y saldrás más aprovechado. 5. Pero aun en lo exterior ocurrirán muchos sucesos que conmoverán y agitarán tu espíritu si no estuviere en la paz bien afianzado. Encontrarás a menudo que aun aquellos mismos hombros que te estaban obligados por agradecimiento o amistad u oficio, te son infieles y aun adversarios. Entonces, verás si tu cómo sosiego sóloalfundado en la condición y obras de los mortales, lo está pierdes momento. Muchos se guían por sólo lo que les dicen inclinaciones; y así, es de esperar que a menudo sientan mal de ti, culpen tus acciones, condenen tu deseo de vida interior y te zarandeen de mil maneras. Si tal sucediere, no consientas que el corazón se turbe; quédate tranquilo y déjalo todo pasar como dejas pasar las nubes sobre tu cabeza.
Es, en verdad,Porque imposible no sentirlo, aun cuando fueras las el más devotodel de los hombres. la piedad no destruye ni enmohece facultades alma, antes por el contrario, las purifica y perfecciona. Es imposible, sí, que la parte inferior no se conmueva con las tentaciones. Pero semejante movimiento, si no lo admite y acepta la parte superior no te puede dañar en manera alguna, antes sirve para consolidar más la paz, pues cuantas más victorias alcanzares de aquella parte del alma, tanto más tranquilizada y sujeta la tendrás en adelante y de tanta mayor seguridad disfrutarás. Con todo, siempre quedo en tu poder el conservarte en paz. Porque como gozas de libre albedrío y siempre recibes gracia suficiente, ni la malicia del infierno, ni la perversidad de los hombres, ni contrariedad alguna vale para perturbar tu corazón, como tú te empeñes en lo contrario. De ti sólo, pues, depende el poseer continuamente ese tesoro de tanto valor, que después de la gracia es el bien más apetecible en la vida.
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7. V oz del discípul o . - Así es, Señor; así es verdad. Enséñame, pues, el
Porque cuando el corazón no anda bien dispuesto por dentro, ni el huir
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camino de la santa paz que según me muestras es tan necesario y útil para de las ocasiones, ni la mudanza de lugares, ni la soledad de vida, ni los todo. espirituales, consejo alguno humano pueden darte sosiego DeLaImitaci n DelSagrado libros Coraz n deJes ni s-slidepdf.com verdadero. Voz de Jesús . - Hijo, muchos medios dan los hombres para adquirir y conservar la paz; pero Yo sólo digo: «Aprended de Mí, que soy manso y Ten presente, hijo mío, que la causa de la perturbación interior no se halla humilde de Corazón, y hallaréis descanso para vuestra alma». fuera de ti en las cosas que te rodean, sino dentro de ti mismo en el desorden de tu corazón. Si no permites permanecer en tu interior esas Así, pues, solamente el corazón recto que vive en gracia y procura imitar causas, las cosas exteriores cesarán de serte ocasiones de turbación. mis virtudes, puedo unir paz verdadera; porque para los impíos no hay paz. Y en efecto, hay tantas causas para perder la paz, como afectos desordenados en el corazón. Constituyen tales causas, no solamente los Sólo el corazón humilde, que se contenta con lugar inferior entre los afectos fútiles y depravados, sino también los buenos y santos, cuando van hombres, y que, desconfiando de sí, recurre a Mí en todo contratiempo, contra el divino beneplácito. puede conservar ileso al sosiego del espíritu. Por tanto, al punto en que sintieres en tu interior algo desordenado insta Sólo el corazón abrasado en caridad, que se adhiere resignado a mi divina en la oración, en el examen particular y otros oportunos ejercicios, y voluntad, puede gozar deen la ella. dulcedumbre de una tranquilidad continua y perseverar con seguridad Y si te imbuyeres enteramente de los sentimientos de mi Corazón, de tal manera que por deseo de más perfecta semejanza conmigo, y para probarme más el amor, quieras padecer en mi compañía conforme al divino beneplácito, entonces, hijo mío, una paz suavísima se derramará con abundancia sobre tu corazón, y podrás gozar de perpetuo sosiego y de alegría de espíritu en medio de las vicisitudes del mundo, porque lo que en otros suele turbar la paz, eso mismo la afianzaría en ti. Aquí tienes, hijo mío, el verdadero camino de la paz, que paso a paso conduce a la perfección. ¡Bienaventurados los que andan por ese camino! Fuera de él ninguna paz será genuina, ni sólida, ni duradera. Si no tuvieres corazón recio, resignado por humildad y amor en la divina voluntad, haz cuanto quisieres, ve donde le pareciere, pero en ninguna parte encontrarás la paz.
arrójalo del corazón con eficacia, sí, pero también con sosiego. ¡Cuántas almas, aun entre las aprovechadas, buscan con insistencia la paz y ponen varios medios al caso, y sólo encuentran mayor perturbación! Suya, es la culpa, por su proceder desordenado en buscar con demasiada ansiedad el término de la pesadumbre que sienten, o la consecución de la paz, que anhelan, o en querer experimentar la paz sensiblemente. Busca, la paz con sosiego y en la parte superior del alma, donde gobierna la razón y la fe y obra la gracia, y adquirida una vez, consérvala para siempre. De esta suerte, hijo mío, podrás disfrutar constantemente de la paz santa, de aquella que es privilegio del verdadero discípulo de mi Corazón, alegría en la prosperidad, consuelo en la adversidad, suma de todos los bienes, y camino necesario de la perfección para aquel que la posee. 8. Voz del di scípulo .- ¡Oh Jesús, Dios de paz; y Padre de toda
consolación, cómo deseo y anhelo tu paz, aquella paz santa y apetecible!
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Posean cuantos quisieren los demás bienes de la vida; a mí concédeme la
También me asocié discípulos y Apóstoles, a quienes animaba y llenaba
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paz, el mayor bien de la vida, que abraza todo lo apetecible. 5/21/2018
con mi espíritu de celo, con quienes comunicaba mis consejos y a quienes veía con alegría de mi Corazón trabajar esforzadamente conmigo en la LaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Concédeme benigno poner en práctica los De medios predichos para salvación de los hombres. alcanzarla, de manera que salga verdadero discípulo de tu Corazón, con espíritu siempre pacífico, lleno de humildad y mansedumbre. Iba de una parte a otra, hablando y doctrinando sobre el reino de Dios, aprovechando pública y privadamente todas las ocasiones de promover en ¡Oh dulcísimo Jesús, Príncipe de la paz, cuyas delicias son reinar en un los hombres la santidad. corazón puro y sosegado! Afianza tu reino sobre mi corazón, de manera que nunca me perturbe, antes cada vez me consolide más en tu paz, hasta El ejemplo de mi vida brilló como luz para aquel pueblo que caminaba en que me admitas a reinar contigo en la celestial bienaventuranza donde tinieblas. Porque pasaba Yo derramando beneficios en todos y mostrando entre ángeles y Santos reinas con dicha sempiterna. a cada uno la humildad y caridad de Corazón. (Imitación de Cristo, lib III, cap. IX y lib. III, cap. XXIII.)
CAPÍTULO XVII Cómo el Sacratísimo Corazón de Jesús, al comenzar su vida pública, nos enseña el celo por las almas .
. - Hijo mío, Dios envío Hijo al mundo para que el mundo 1. Voz de Jesús fuera salvado por El. No te maravilles, pues, si el celo por las almas instaba y apremiaba constantemente mi Corazón a extender el reino del divino amor entre los hombres por todas aquellas maneras que Padre celestial había determinado. Hasta ahora había permanecido oculto en santa soledad como para prepararme a la obra y enseñar a los discípulos de mi Corazón, que antes de aprovechar fructuosamente al prójimo, deben tener celo de su propio aprovechamiento. Cuando yo me santificaba a Mí mismo por salvación de las almas, ¡con cuánto afecto Corazón solía orar por ellas, para que servir al Señor su Dios y no cometieran maldad alguna y adelantaran en la virtud!
¡Cómo se edificaban y conmovían cuando me veían trabajar durante todo el día para su salvación y provecho, y apartarme unos momentos de turbas para orar por ellos, y cuando sabían que tras los trabajos y jornadas del día, mientras los Apóstoles se rendían al sueño en la obscuridad de la noche, Yo permanecía a menudo oración! Toda potestad se me dio en el cielo y en la tierra y sólo la empleé para satisfacer el celo de mi Corazón por la gloria de Dios y salvación de las almas, haciendo tantos milagros como se necesitaban para la salvación de todos los hombres. Ahí tienes, hijo mío, los medios de que se valió mi Corazón para ganar las almas. ¿No los tienes tú también, cualquiera que sea tu estado de vida? Pues empléalos con diligencia en glorificarme y salvar a los hombres. Dirige a este fin la frecuente oración y las mortificaciones, aun las más leves; las obras de piedad y misericordia, los ejercicios espirituales y aun todas las ocupaciones ordinarias, tanto para que los hijos pródigos que miserablemente se consumen en la tierra lejana, de la infidelidad, o de la herejía, o del pecado, usen mejor de su libertad y regocijen mi Corazón con su vuelta, como para que los buenos adelanten en virtud, emulen mayores gracias y aspiren sin cesar a la perfección.
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¡Oh, si supieras cuánto vale la oración para convertir las almas! ¡Cuántas
Estos y otros prodigios semejantes de la gracia hirieron muchas veces de
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almas recogidas, aun aquellas que se apartaron por completo del trato con tal manera a las almas que se resistían antes a los demás medios, que los hombres, arrancaron, con sólo su oración, deDe laLa infidelidad y herejía o motivaron su conversión. Imitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com del pecado, millares de desdichados y los condujeron a la eterna En todo tiempo y lugar, hijo mío, ten celo por las almas, para que bienaventuranza! Mira, hijo mío, cuánto puedes con la oración. cualquiera que conversare contigo, lleve algún estímulo a la virtud o En cuantos infundas tu celo, tantos Apóstoles, y discípulos habrás enviado perfección. para el lucro de las almas. No te juzgues verdadero discípulo de mi Corazón mientras no tengas un Así conseguirás mucho bien, no sólo por tu propia persona, sino por los celo y voluntad eficaz de la salvación y perfección de todos. Y si quieres que tú encendiste en celo, los cuales, a su vez, encendieron a otros y probar con obras que amas de verdad e imitas a mi Corazón, fomenta un transmitieron tu obra de generación en generación. ardoroso celo. Procura hablar a menudo de materia que inspiren piedad, que edifiquen y atraigan a la virtud. ¡Cuántos moran en el cielo que deben la ocasión de su eterna felicidad a una conversación piadosa!
¿Qué negocio más grato a mi Corazón puedes emprender que el ayudarme a la salvación y perfección de las almas, criadas para amarme y glorificarme por toda la eternidad?
Pero cierto, hijo mío, no has de ser importuno, porque eny lugartambién de atraeresahuyentarás de laque virtud al prójimo; el celo fervoroso verdadero sabe valerse de santas industrias para aprovechar e introducir ocasiones de conversar devotamente.
Con introducir un alma solatodos en el los cielohombres me procuras quePorque la que pudieron y pueden darme juntosmás en gloria la tierra, cuanta gloria me dan los mortales en la tierra, está limitada por cierto número de actos, que alguna vez han de tener término; pero la gloria que en el cielo me tributa un alma bienaventurada, como es perpetua y eterna, equivale a un número de actos ilimitado e infinito.
Maravillosamente eficaz es el buen ejemplo. Él es el que da vida y eficacia a los demás medios exteriores. Suprime el buen ejemplo y nada conseguirás; removerás los sentidos, pero jamás el corazón. Manifiesta, pues, con el ejemplo de tu vida la incomparable suavidad de mi amor; muestra al prójimo que quien me ama es, aun en esta vida, dichosísimo. Así le obligarás en cierta manera a que experimente y guste cuan suave sea servirme, cuan suave sea mi amor. Y aunque no puedas obrar milagros derogando las leyes de la naturaleza, puedes, sí, hacer prodigios cooperando a la divina gracia. ¿Pues qué? ¿no es prodigioso y maravilloso pasar por alto, por mi puro amor, cuanto interesa a tu comodidad para atender a la ajena, devolver bien por mal y reputarte feliz conmigo en las humillaciones?
Pondera, hijo mío, en cuánto valor estimé Yo la salvación de las almas, cuando, por ellas bajó del cielo y busqué continuos trabajos y padecimientos y llegué a dar la misma vida. ¡Oh, si conocieses el valor de un alma, en que celo arderías por salvarla! Pues del precio en que Yo la compré aprende cuánto vale. Salva un alma y has hecho., una obra incomparablemente de más valor que si hubieras gana de todo el mundo con todas sus riquezas. Hijo, si has salvado el alma de un prójimo, has salvado la tuya; porque quien apartare a un pecador del extravío de su camino, salvará la propia alma de la muerte y cubrirá la muchedumbre de sus pecados.
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¡Cuánto gozo te será después de esta vida ver aquellos elegidos en el
Si es hereje, ¿de dónde sacas que no ha de seguir en breve la verdad
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cielo, de los cuales unos te deban, según la gracia, la celestial católica? Si es cismático, ¿quién sabe si reconocerá mañana la autoridad bienaventuranza; otros el adelanto en la santidad y el alto grado del Soberano Pontífice? DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com correspondiente en la vida eterna! ¡Cuantas acciones de gracias te Perseguidor de la Iglesia era Saulo una mañana, y aquella misma tarde era devolverán por toda la eternidad! vaso de elección. Pública pecadora era un día la Magdalena en la ciudad, Sí, hijo; no solamente lo más perfecto en lo humano, sino lo divinísimo en y al siguiente era ejemplo de virtud y seráfica amante de mi Corazón. lo divino, es el cooperar conmigo a la salvación y perfección de las almas. ¡Cuántos que parecían ya desesperados en el error y en el pecado, se 4. Ora, pues, a menudo para que tu corazón se anime con que verdadero convirtieron y encontraron la vida dichosa de la gracia en este mundo y la celo, al cual sustenta la humildad y estimula la caridad, modera la bienaventuranza de la gloria en el reino venidero! ¿Acaso se ha concluido prudencia, dirige la discreción y confirma la perseverancia. ya el poder de la gracia? ¿Acaso se ha extinguido el libre albedrío del hombre? Mira que tu celo nazca de la gracia, en la humildad y mansedumbre de tu corazón, y no de alguna pasión de la naturaleza. Quien se conduce por ese 5. Pero si a pesar de tus esfuerzos no quieren los hombres convertirse, no pervertido celo, mientras cree extirpar pecados los multiplica, y mientras por eso pierdas la paz. procura con sus obras mejorar a los demás, los empeora con su corazón. Procura cuanto moralmente puedas, corregir en todas partes el mal y promover el bien. Pero pues de haber hecho lo que está en tu mano, sufre con paciencia lo que no puedes enmendar o mejorar, encomendándolo todo a mi divina Providencia y orando para que al cabo todo redunde en mi gloria. Si la obra de tu celo no tuviere éxito al primer intento, vuelve a intentarlo otra vez. Porque acontece muchas veces que los hombres, haciendo caso del mal espíritu o adormecidos con la tibieza, te oigan al principio con desagrado; pero después, cuando el Espíritu Santo les punza en su interior y les va repitiendo lo que oyeran y persuadiéndoles por dentro, cuando llega luego el varón celoso y les mueve la gracia, se convierten y entregan en manos del Señor. Mientras Yo aguardo, mientras Yo tolero a un hombre en esta vida, nunca se ha de desesperar de su salvación. Si es todavía infiel, ¿por qué sabes tú que no concluirá por pasarse a la Iglesia?
Imita a los Ángelesno Custodios, cumpliendo deben y pueden, si Santos los hombres vuelven que al buen caminocono lonoque adelantan, permanecen tan bienaventurados e impasibles como antes. Si alguno no quiere valerse de tu celo para el bien suyo, no por eso será menos remunerado tu esfuerzo, porque a mis ojos tanto vale la buena voluntad como el éxito. A ti toca regar las plantas de la gracia, pero no el hacerlas crecer. Riégalas, pues, haz tu labor con alegría, y vieres o no vieres su desarrollo, nunca será vano tu trabajo ni sin fruto para ti y gloria para Mí. 6. Entre tanto has de cuidar no sea que mientras trabajas por salvar o santificar a otros, descuides tu perfección o te hagas réprobo. Cree dentro de tu corazón que aquellos a cuyo bien espiritual te dedicas, o son ya mejores que tú o lo han de ser con el tiempo; y en cuanto a ti, aunque por tu medio se produzca el bien en las almas, repútate como una campana, la cual, sin que la muevan, ni siquiera puede dar sonido.
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Cuanto más pura sea tu intención por mi gloria y con más humildad te
del S. Corazón de Jesús
CAPÍTULO XVIII
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juzgues, tanto más apto quedarás para promover la salvación y perfección de las almas.
Que el Sacratísimo Corazón de Jesús, al asistir a las bodas de Caná, nos enseña la alegría del espíritu.
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
Porque Yo suelo escoger instrumentos débiles a sus propios ojos, para obrar mis grandezas, de manera que ninguno se gloríe en su virtud sino que se me dé todo el honor y gloria. 7. Voz del discípulo. - No basta, Señor, que yo sólo te amé; es menester que te amen los demás, que te amen todos. Tú por todos conceptos eres sumamente digno del amor de todos los corazones. ¡Oh Jesús! Si te conocieran los hombres, ¡cómo habían de ofenderte! ¡Cómo no te habían de amar con todo el corazón! ¡Qué trabajo tan grato ganar almas para Ti! ¡qué ocupación tan de ángeles! ¡qué obra tan divina! ¡Quién mee dará, pues, poder recabar toda la tierra y arrebatar todos los corazones inflamarme en tu amor! ¡Ojalá, dulcísimo Jesús, poseyera los corazones de todos los hombres para podértelos consagrar inflamados en tu amor! Acepta, te suplico, el deseo de mi corazón, con que ansío procurarte tanto amor en los mortales de la tierra, como el que los ángeles y Santos te muestran en el cielo. Salga yo apóstol de tu Corazón, de manera que esparza tu amor por todas partes y ponga con generoso y diligente corazón todo trabajo, industria y medios conducentes, y como consuma yo mismo en favor de las almas que te han de amar y glorificar por toda la eternidad. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. XV, y lib. II, cap. IV.)
1. Voz de Jesús . - Hijo, habiendo Yo venido para la salvación de todos,
me hice todo para todos a fin de ganar a todos. Una luz alegre y agradable esparce calor y animación por todas partes. Tal fui Yo, la luz del mundo; tal fue mi vida, que mostraba a todos amor, alegría y gozo de Corazón. Registra todo el Evangelio y nunca me encontrarás tétrico, nunca huyendo con acritud de la conversación de los hombres, antes alegre todo lugar y tratando gozoso con los mortales según el beneplácito divino, animándolo y santificándolo todo con mi Espíritu. Aun invitado a unas bodas, no rehuséaprovechando así a con mi Madre y discípulos, y de congratulara en ellas santamente, toda ocasión de ganar almas y de enseñar la virtud y alegria verdadera del corazón. Del ejemplo de mi Corazón aprendieron 1os Santos a fomentar la alegría espiritual y a edificar con ella al prójimo y a servirme con espíritu gozoso. Conocieron que Yo era buen Padre y que quería que mis hijos viviesen alegres, participando contentos y felices de mis bienes. Pondéralo bien, hijo mío, imítame, y sea mi gozo en tu espíritu. 2. ¡Cuántos bienes atrae y logra esta alegría espiritual! ¿Qué cosa me puede dar en la tierra mayor honra que servirme con júbilo del corazón y probar así a todo el mundo que mi servicio está lleno de dicha y suavidad? El verdadero gozo del espíritu adorna las virtudes allana las dificultades, mitiga los trabajos, aclara el entendimiento, anima la voluntad y dispone bien para todo al hombre.
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del S. Corazón de Jesús
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Sin el goce del corazón los bienes externos contribuyen poco para la
Cuida, hijo mío, no te engañes. Si cedes a este fautor de la tristeza, no se
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felicidad, se entorpecen las dificultades del alma, el mismo cuerpo desfallece, y el hombre, en medio de la prosperidad, se queda miserable.
contentará con privarte de los bienes de la santa alegría, sino que viéndote después según su deseo, te agredirá y tentará cuando estés más en peligro.
El ejercicio de la alegría de espíritu te hará querido de Mí, que busco al dador alegre; útil para e1 prójimo, que gustoso se estimulará al bien; finalmente, provechoso para ti mismo, que con este mero ejercicio ejercitarás muchos actos de virtudes.
Sea cualquiera la tentación o suceso que; sobreviniere, no consientas aquella tristeza que hace desfallecer el corazón. Esta peste maldita seca los huesos y entorpece la razón. No hay sentido donde ella reina; es la plaga del espíritu.
¿Qué más? ¿Quién es el hombre que quiere la vida y desea ver días buenos? Pues la alegría del corazón, esa es la vida del hombre, y los días buenos e inmejorables son los que se pasan en la divina gracia, que es un paraíso de bendiciones.
Te acontecerá alguna vez sentirte inclinado a cierta tristeza melancólica, sin saber de dónde viene. Cuando te sucediere, ora con asiduidad, excita en lo posible el fervor, y pon los medios oportunos para conservar el gozo del espíritu.
La mayor señal de vivir en gracia es la alegría espiritual. Esa alegría es la presente felicidad de los justos y el presagio de su futura
Muy comúnmente ocurrirán adversidades y contrariedades, que naturalmente te duelan. Si entonces te dejas contristar, será mayor tu pesadumbre, pero se aliviará si conservas el corazón alegre. En cuanto
bienaventuranza. 3. Y ¿qué es la alegría espiritual sino el buen hábito del alma, con el cual manifiesta hallarse de verdad contenta en mi servicio?
estuviere, pues, en tu mano, convierte, la tribulación en bien eterno de tu alma, y apartando la mente de lo que te desagrada, gózate sobrenaturalmente en la gran ganancia tuya.
No se funda, pues, en la naturaleza, sino en la gracia; no pende de la propia índole, sino de la disposición espiritual del corazón; no tiene, por fin, lo sensual, sino lo espiritual.
Lo que más suele impedir la alegría en el alma virtuosa son los defectos que comete, sin los cuales bien sabe que no puede vivir, ilusión es esa y engaño del enemigo, con que suele engañar a menudo a los poco experimentados.
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
La alegría mundanal es nociva, lleva a la tristeza y a las acerbidades del remordimiento; la natural es inconstante y sujeta a frecuentes tristezas; la espiritual es la única estable y saludable. La buena voluntad con la gracia produce esta santa alegría, la fervorosa devoción la acrecienta, y la victoria de las inclinaciones naturales la alianza. 4. El demonio, amigo de la tristeza, sabiendo cuánto puede contra él la alegría espiritual, se esfuerza por combatirla de todas maneras y por destruirla con falsedad o disminuirla al menos con sutilezas.
De ti solo depende, hijo mío, el que estos defectos aprovechen a tu alma, y, por tanto, a la alegría del corazón. Es un bien muy grande y de crecido merecimiento, por una parte el arrepentirte al punto por mi amor de tus defectos, y por otra gozarte en las humillaciones consiguientes para reparación de mi honor. Finalmente, hijo mío, cualquier obstáculo que se te opusiere, procura, con todas las veras que no te arrebate la alegría. Pero mira no sea que por evitar la tristeza te vayas al otro extremo. Así, pues, para evitarla no le entregues a la disipación, ni descuides los ejercicios espirituales, ni te
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entregues a recreaciones sensuales. Porque a este extremo de alegría pronto se seguirá el llanto.
Cuando tu consolación no me recrea por dentro, de poco me sabe cuanto me puedan dar las criaturas; mas cuando Tú regocijas mi corazón jubila
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pronto se seguirá el llanto. 5/21/2018
me puedan dar las criaturas; mas cuando Tú regocijas mi corazón jubila de gozo mi alma y todo lo soporta fácilmente, todo lo encuentra sabroso, LaImitaci n Del Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com 5. Hijo, después de poseer el estado de gracia, elDemedio más seguro para, la misma amargura encuentra dulce. adquirir y conservar la alegría del espíritu es la mansedumbre y humildad de corazón. Alegra siempre de esa manera mi alma; dame tan sólida humildad que nunca quede abatido, tanto amor y fervor que siempre viva alegre en el Sé de verdad humilde y nunca te abatirás; ámame fervorosamente y espíritu. siempre llevarás el corazón alegre. ¡Oh Jesús, amado de mi alma, único y entero gozo mío! Sírvate yo con Si sigues la propensión o aversión de la naturaleza; si en las cosas de mi alegre corazón a fin de honrar tu servicio, edificar al prójimo y servicio te muestras tibio y negligente, no podrás ni gustar ni poseer el santificarme a mí propio para gozo sempiterno de tu Corazón. verdadero gozo del corazón, aunque tengas a la mano todos los deleites de la tierra. (Imitación de Cristo, lib. II, cap. VI.) Hay también medios exteriores que contribuyen a alegrar el espíritu, como los santos esfuerzos por alcanzar esta santa alegría, el piadoso júbilo en
himnos yencantos, el la trato espiritualendeel los que están regocijados, prontitud el obrar, resignación padecer, la santa libertad en la el proceder. Ora, hijo mío, y esfuérzate por emplear rectitud estos medios y disfrutar así del gozo verdadero del corazón; comparada con el cual otra alegría es tristeza, todo regocijo pesadumbre toda dulzura amargura. Ese es mi gozo, hijo mío; gózate siempre, gózate en Mí, te repito otra vez. . - ¡Oh Jesús, cuyo Corazón, es manantial inagotable 6. V oz del discí pul o de dulcedumbre, cual beben los cielos y la tierra! ¿Dónde, sin en Ti, encontraré la alegría del espíritu? ¡Oh dulcísimo Jesús, que te compadeces en medio de tu gozo; compadécete de mí, indigno hijo tuyo, y llena mi corazón de santo regocijo! Sin Ti, queda mi alma como tierra sin agua, árida e inútil; tú sólo eres mi verdadero y eficaz consuelo.
CAPÍTULO XIX Qué el Sacratísimo Corazón de Jesús, en su trato con los hombres, nos enseña a soportar los defectos del prójimo.
. - Hijo, mientras me manifesté en la tierra y conversé con 1. Voz de Jesús los hombres, viví en medio de una generación corrompida. Yo que escudriño los corazones, ¡cuánta soberbia e infidelidad, a tu parecer, no vería; cuanta inmundicia o iniquidad en aquellos hombres, para quienes sólo el mundo y lo propio tenían agrado! Compárame, hijo mío con aquellos hombres; compara mi humildad con su vanidad y arrogancia, mi celo con su indiferencia y obstinación, mi amor con su frialdad y desdenes; en una palabra: todas mis virtudes con sus defectos y vicios. Aprende con qué diferencia se portaba con ellos mi Corazón. Siendo tales, perseveré en vivo con ellos y tratar con ellos, sin quejarme ni indignarme, antes mostrándome contento.
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http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Si meditas bien este comportamiento mío, aprenderás a mostrar al prójimo soportarse mutuamente,
iguales sentimientos que mi Corazón.
merecimientos.
de ejercitar virtudes sólidas y acumular
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DeLade Imitaci n Del Sagrado Saca Coraz deJes s-slidepdf.com 2. Tú, hijo mío, y todos los prójimos sois hijos un mismo Padre de ti n mismo lo que le pasa al prójimo; trata a los demás como desees celestial, redimidos a la vez con el mismo rescate de mi vida, y os tendréis que te traten; lo que no quieres que hagan contigo, no lo hagas tú con que reunir en un eterno consorcio por el misino vínculo de amor que pone otros. en vuestra mano el Espíritu Santo. ¿No es verdad que tienes muchos defectos, de los cuales te desearías ver Todos estáis llamados al misino reino de los cielos, para ser allí libre, y te dice la experiencia que no te podrás librar de ellos? Pues lo que beatificados en paz perfecta y en gozo de unión sempiterna. a pesar tuyo sobrellevas en tu persona, sopórtalo también en los demás, de los cuales pensarás, si tuvieres un poco de humildad y caridad, que llevan Procura, pues, conformarte con tus hermanos durante la jornada, no sea sus defectos con desagrado. después no sea que después te excluyan de la celestial morada de los bienaventurados y te entreguen a los atormentadores del infierno. Hay quienes con bastante facilidad soportan los defectos de los amigos o de aquellos que se les parecen en genio y en costumbre; pero difícilmente Este fue mi ejemplo y aun mi mandato: que os améis y llevéis la carga los se conforman con las flaquezas de los restantes. Pues ¿qué mérito hay en unos a los otros, con amor sobrenatural, universal y eficaz, como Yo os ello? ¿No os verdad que aun los gentiles obran de esa manera? Las
amé. Si me amáis, guardad este precepto. Si lo observáis, permaneceréis en mi amor. Quien odiare a su hermano es homicida, porque mata su propia alma; quien se airase contra él, será reo en el juicio; quien no perdonare, no será perdonado; quien no aguantare, no será aguantado: porqué con la misma medida, que midiereis, seréis medidos.
mismas bestias, privadas de razón, poseen a su modo ese instinto. ¿Cómo, pues, quieres ser discípulo de mi Corazón, si te contentas con los sentimientos de un pagano y con lo que obra el instinto de la bestia? Anímete, hijo mío, la caridad sobrenatural de mi Corazón, con la cual, a todos, fuesen amigos o enemigos, soporté y amé hasta la muerte. Pasando, pues, por alto toda consideración meramente natural, súfrelos a todos, ámalos a todos, no excluyas a ninguno.
3. Ten presenté, hijo mío, que vives, no entre ángeles, sino entre hombres, que no pueden pasar la vida sin defectos.
Ora por los que te persiguen y calumnian; bendice a los que te maldicen; favorece a los que te odian; sobrepuja, con beneficios los maleficios.
No te maraville, pues, si los frágiles mortales yerran o caen; maravíllate más bien de que, teniendo los otros que soportar tantos defectos tuyos, te atrevas alguna vez a indignarle con los defectos ajenos. Con no soportar los defectos del prójimo, ¿qué consigues sino manifestar tú mismo ese defecto tuyo?
Odia el mal que se cometo, pero no odies al delincuente. Por más que detestes el pecado, estás obligado a amar al pecador.
Sábete que algunas veces Yo mismo permito que las personas rectas y amigas de la virtud, se contradigan, para que sin culpa tengan ocasión de
Los Santos, los cuales no seguían la naturaleza, sino la gracia, se revistieron hasta tal punto de los sentimientos de mi Corazón, que no sólo soportaron en general a todos los hombres, sino muy en particular a sus enemigos.
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http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Y estos Santos, hijo mío, eran hombres y llevaban las mismas mi corazón la
inclinaciones naturales que tú; pero vencían a la naturaleza, y a despecho
humildad, y caridad del tuyo para amar a todo el prójimo con el mismo amor con que me amo.
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le emulaban, magnánimos, mi ejemplo.
la gracia para que cada vez que: viere alguna debilidad DeLaImitaci n DelSagrado Dame Coraz n deJes s-slidepdf.com
Cobra, pues, esfuerzos, hijo mío, que así que conviene a un discípulo de mi Corazón, e imita a esas almas generosas y nobles.
del prójimo, me sobreponga a la naturaleza y me mueva por la gracia sobrenatural a indignarme, sino a compadecerlo, no a aborrecerlo, sino a rogar por él.
Cuando sientas indignación por los defectos del prójimo, calla y no dejes salir de tu boca palabra alguna desordenada con la que dañes, tanto a tu prójimo como a ti.
Dispénsanos, Señor, dispénsanos tu Espíritu, tu Espíritu de caridad con que recíprocamente nos amemos y vivamos unidos en santa paz hasta entrar contigo en el reino de amor eterno.
Ruega de corazón por él; pero sujeta la mente cuando quieras reflexionar sobre sus defectos.
(Imitación de Cristo, lib. I, cap. VII.)
No te canses nunca de perdonar al prójimo, de soportar sus faltas, ni de amarle sobremanera, si quieres que tu corazón siga el proceder del mío. Si tienes que sufrir por tus hermanos muchas y graves pesadumbres, acuérdate que más padecí Yo por tu causa, y aún más tengo que sufrirte a ti.
CAPÍTULO XX Que el Sacratísimo Corazón de Jesús, en su trato sencillo con los hombres, nos enseña la santa simplicidad con el prójimo.
1. V oz de Jesús. - Hijo, cuando andaba entre los hombres, se admiraban y
Me compadecí y te perdoné muchos millares de deudas; y tú ¿no te apiadarás de tu con siervo como yo me apiadé?
maravillaban de verme tratar con tanta simplicidad a todos y cada uno de los mortales.
Considera, hijo mío, hasta qué punto te he soportado y todavía soporta la bondad de mi Corazón, y aprende cómo y hasta qué punto del soportar al prójimo.
Era ese un secreto de mi Corazón. Como Corazón sencillo, amante de Dios y de los prójimos, era uno mismo para todos y todo para cada uno.
4. Voz del discípulo.- ¡Oh Jesús! ¡Cuán generoso y benigno has sido conmigo y lo eres ahora! ¿Cómo puedo recordarlo sin lágrimas de devoción y agradecimiento?
de mi Espíritu, que, ocupada en muchos objetos, permanecía siempreamor comoindiviso uno mismo.
Por muy miserable que soy, siempre encuentro abierto tu Corazón; pero yo, con vergüenza la confieso, cierro de vez en cuando mi pecho para el prójimo.
Esta simplicidad de mi Corazón que manifesté a los hombres era imagen
Amaba a Dios y a los hombres con el mismo Espíritu, contemplaba las miserias y prosperidades humanas, apartaba el mal y promovía, el bien, portaba la diversa índole y condición de las personas, llevando con uniformidad todas las eventualidades y contratiempos.
¡Oh Jesús manso y humilde de Corazón, que sabes ser la causa de no sufrir defecto ajeno mi demasiado amor propio y estimación! infunde en
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http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Esta suavísima virtud encantaba maravillosamente a los hombres, pues No tienes excusa,
nunca habían visto ni imaginado tanta dignidad con tanta sencillez, una
hijo mío, cuando juzgas temerariamente. ¿No es verdad que cuando juzgas a otro, a ti mismo te condenas, porque
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afabilidad tan constante unida a un poder tan prodigioso. 5/21/2018
juzgándole reo temerariamente, te haces tú también reo de esa culpa?
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Nada de doblez hallaban en Mí, nada fingido, ninguna afectada pompa en las palabras, ningún artificio en la manera de obrar.
No confundas, sin embargo, la sugestión con la sospecha, ni la sospecha con el juicio. La sugestión es una instigación del enemigo que, como no depende de la humana voluntad, no acarrea culpa mientras
A todos aparecía manifiesto el candor o ingenuidad de mi alma; espejo de sinceridad era mi Corazón.
voluntariamente no se consienta en ella. La sospecha es creer y tener por probable y muy verosímil lo que sólo se funda en dudosos indicios. Pero el juzgar es reputar algo decididamente por cierto en virtud de suficiente razón.
De aquí, hijo mío, que espontáneamente acudiesen a Mí los hombres para abrirme su Corazón. Los mismos párvulos corrían a mi encuentro, y dejándoles llegar a mis brazos en medio de la admiración de cuantos me rodeaban, les hablaba dulcemente, los bendecía y los llenaba de amor a la virtud. 2.
Aprende de mi ejemplo la santa simplicidad con el prójimo, que
consiste eninterpretar sacar del las amor divino todossegún tus pensamientos, obras, y en de los prójimos la misma divinapalabras caridad.y En mi Corazón, pues, centro de toda caridad, se ha de considerar y amar a cada uno de los prójimos.
Por tanto, cuando se presenta razón suficiente para sospechar o juzgar, entonces la sospecha o juicio no serán temerarios ni culpables. Y si, faltare razón suficiente para sospechar o juzgar, no advirtiéndose tal falta hay error, sí, pero invencible e inocente. Mas cuando a tu cargo corra el cuidado de los demás, si se ofrecen algunos indicios de maldad, no sólo es lícito, sino conveniente, sospechar de tus subordinados e indagar con prudencia para apartar el mal si le encontrares.
Todo el que considera al prójimo fuera de mi Corazón, fácilmente se deja llevar de afecciones meramente naturales al menos en parte humanas. Mas quien considera y ama a los hombres con el amor de mi Corazón, ese en todas las cosas ve a Dios, todo lo ama con afecto puro, no tiene el corazón dividido.
Por lo demás, cualquiera señal o palabra u obra que notares en el prójimo échala siempre a la mejor parte; si puedes excusarla, excúsala, y si es tal su evidencia que te resulta imposible corrígele con palabras caritativas o con una señal de desaprobación cuando la prudencia permita y esperes
Sé tú, pues, sencillo en mirar y considerar las obras del prójimo, ni tuerzas el corazón juzgando temerariamente.
con certeza la enmienda. ¡Ah, hijo mío! La santa simplicidad y caridad no piensa mal de nadie ni se arrepiente de haber acertado cuando inocentemente juzgó de lo que era malo.
¿Quién le ha constituido juez de tu prójimo? ¿De dónde te proviene ese derecho de condenarlo? ¿Cómo te atreves a reprobar a quien Yo protejo con mi Corazón, a quien tú debes amar como a hermano, a quien, finalmente, es o será con el tiempo más aceptable en mi presencia que tu persona?
3. Sé también, hijo mío, sencillo en tus palabras. No tengas lengua doblada, como el mundo, que contento con las apariencias, se vanagloria neciamente por su habilidad en engañar y disimular.
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http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Pero tú, en cambio, saca del tesoro de tu sano y sencillo corazón palabras gustoso a todos
sinceras para el prójimo.
tuya.
el mejor lugar y atiendas más a su conveniencia que a la
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Lejos, pues, de tus labios toda astucia, todo doblez, todo artificio porsvía recta sin declinar ni a diestro ni a siniestro, sin DeLaImitaci n Delque Sagrado Camina Corazsiempre n deJes -slidepdf.com engaño al prójimo o le haga desconfiar de ti por temor a que ocultes preocuparte fútilmente de meras contingencias, o de que piensan o podrán mentira o a escandalizarse con la evidencia de tu perversidad, o dañarle, pensar de ti los demás. en fin, por su credulidad. Hijo mío, digan tus labios lo que el corazón sintiere. ¿Pero has de lanzar por eso al exterior los movimientos desordenados de las pasiones que sintieres por dentro? No, hijo mío, no los prefieras; porque como debes arrojarlos del corazón no hay razón para que suban a tu boca. Sé uno mismo para todos, porque la verdadera y santa simplicidad es con todos afable, con todos suave, con todos uniforme. Por cosasalindiferentes o enrazones que nada te vadetetuviene, dañes la unión la caridad, que todas las estén parte.noTen presente quedeun acto de caridad aventaja infinitamente a todas las razones del mundo. Y si por acaso ofendieres de palabra al prójimo, humíllate y dale cuanto antes alguna excusa o satisfacción. Sólo la humildad puede reparar el daño hecho a la caridad. 4. Sé también sencillo en el obrar. Nada de afectación, nada de dejadez fingida; sea tal todo que parezca manifestar la sinceridad de tu espíritu. Nazcan de la caridad todas tus obras con el prójimo, la cual, aunque una en esencia, se extiende a muy variados actos. Siendo una en sí, sabe unir muchas cosas separadas y soportar con igualdad las desigualdades, y promover y conservar la unión de todos. Hijo mío, si verdaderamente aprendieres la simplicidad de mi Corazón y mi afable caridad con todos mostrarás sinceramente a cada uno el respeto merecido, y te encontrarás en tal disposición, que por mi amor cedas
Búscame en todo a Mí sólo, a quien sin duda en todo encontrarás y con quien todo lo posees. ¡Ay del hombre de doblado corazón que lleva una cosa dentro del pecho y otra en la lengua, en los labios manifiesta suavidad y en las entradas guarda amargura, que por fuera profesa sinceridad y por dentro oculta el engaño! El hombre que anda por dos caminos no tendrá coronado; ni encontrará la senda que conduce a mi Corazón, ni la que guía al del prójimo descarriado, caminará a su propia confusión. Porque su doblez se descubrirá algún día, y la esperanza del hipócrita se desvanecerá. Bienaventurados los sencillos, pues tienen la paz asegurada. Otra vez les digo bienaventurados, pues con los sencillos es mi conversación y familiaridad. Quien camina con sencillez, camina con confianza y será salvo. 5. Pero cuida, hijo mío, no sea que por seguir la simplicidad caigas en imprudencia. Porque, la santa simplicidad ha de ser candorosa, porque es santa, pero por la misma razón ha de ser también prudente. Sé, pues, sencillo como la paloma, pero prudente también como la serpiente. No manifiestes tu corazón a cualquier hombre. En tanto has de revelar tus interioridades al prójimo, en cuanto la discreta caridad lo pidiere. Lo que
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http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus no fuere ordinario ni de común edificación, a nadie, a no ser a Mí, o a Simplifícame
quien hiciere mis veces, lo manifiestes nunca.
por dentro y por fuera para que, hecho uno, permanezca siempre y en todas partes uniforme, dirigiéndome en todo por tu amor y
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refiriéndolo todo a Ti solamente, que eres principio y fin de todas las No sea tu corazón como vaso agujereado, que noImitaci puede contener el DeLa n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com cosas. líquido. (Imitación de Cristo, lib. III, caps, XXXI y XXXIII.) Si no sabes guardar secreto, no sólo eres indigno del nombre de discípulo mío, también la confidencia indigno del secretosino de un amigo,indigno y lo quede es peor, indigno dedel misprójimo, divinos secretos. ¿Oíste una palabra contra tu prójimo? Quede enterrada en ti no te reventará ni dañará. El chismoso contaminará su alma y se hará odioso a los demás. Es un instrumento del mal, envenenado por dos partes. Decir la verdad no siempre es permitido, pero mentir nunca es lícito. Te es necesaria, pues, prudencia para que ni por proferir la verdad, ni por decir mentira, peques contra la caridad u otras virtudes. En tales circunstancias, recurre, hijo mío, a mi Corazón, y la unción de su caridad te enseñará cómo debas proceder. Finalmente, hijo mío, pide en la oración el espíritu de santa simplicidad, y cultiva esa virtud que hará grato y provechoso para ti y para ellos el trato con los prójimos, y lo hará para Mí honroso y deleitable.
CAPÍTULO XXI El Sacratísimo Corazón de Jesús, manifestando a los hombres lo suave de su humilde caridad, nos ha dejado a todos el modelo que debemos imitar.
. - Oye, hijo mío, y recoge mis palabras. Hablando Dios en 1. Voz de Jesús otro tiempo de su Hijo, dijo por boca del Profeta: «He aquí mi Siervo, el Amado, en quien se ha complacido mi alma. Derramaré sobre El mi Espíritu; no disputará, ni gritará; la caña cascada no la romperá, ni apagará el leño que aún humea; las naciones esperarán en su nombre.» Tal vine, hijo mío, y tal, permanecí en mundo. Con tanta humildad y caridad trataba los hombres que fui llamado públicamente Cordero de Dios. Considera cómo viví entre los hombres, cómo me conduje con ellos. Era su Señor; pero en medio de ellos parecía su siervo.
6. Voz del discípulo. - Tú eres, Señor, la norma, Tú el ejemplar de
Los afligidos por cualquiera necesidad acudían a Mí llenos de confianza,
perfecta simplicidad, ¡Ojalá me asemejara á Ti! ¡Oh Jesús, amor y sencillez divina! Haz sencillo mi corazón, para que en lo posible a una criatura se acerque a tu simplicidad y ame a uno solo en todas las cosas y a todos en uno solo.
porque sabían que la humildad me era propia, y muy natural la mansedumbre, y substancial la bondad de Corazón.
Simplifica mi mente libertándola de los engañadores influjos del mundo y del amor propio, y preservándola de toda injusta sospecha y temerario juicio, para que Tú sólo me dirijas en lo dudoso con caridad, y con verdad en lo cierto.
¿Rechacé jamás a nadie? ¿Desprecié a persona alguna, por pobre y abyecta que fuese? ¿Di muestras alguna vez de cansancio? Al contrario: a todo abrazaba, y a cada uno favorecía con las manifestaciones de mi soberana bondad.
Y ciertamente que el más imperceptible suspiro de cualquier desgraciado conmovía mi Corazón y excitaba toda mi ternura.
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Medita, hijo mío, y contempla cuánta ternura desplegué con los niños; Con mucha frecuencia http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus cuánta paciencia é inalterable humildad con los ignorantes; cuánta
te será forzoso renunciar a tu propio parecer, si has de comunicar con los demás sin desavenencia; y aun aceptar no pocas
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fortaleza y generosidad con los de dura condición; cuánto interés con los veces lo que es violento a la naturaleza, si has de vivir con ellos sin De La Imitaci n Del Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com mundanos; cuánta compasión con los afligidos; cuánta benignidad con los discordia. pecadores; que santo amor con los justos, y cuánta caridad y humildad con ¿De dónde provienen tantas disensiones entre los mortales? De la todos. soberbia, por la cual no quieren los unos cederá los otros. ¿De dónde la Esta humilde caridad, virtud característica de mi Corazón, de tal modo arrebataba los corazones, que a pesar de mis enemigos, el mundo entero corría tras de Mí. Si hijo mío; la humilde caridad de mi Corazón venció al mundo. ¿Dónde, si no, piensas tú que tuvo su origen tan admirable y repentina conversión, sino en la secreta unción que lo inspiraba y en la conocida bondad de mi Corazón que le atraía? Por aquella reconocida bondad vinieron y vienen apresurados a Mí toda clase de personas de cualquier lugar, estado y condición, así de alma como de cuerpo, por oír que Yo no desprecio al pobre ni abandono al afligido, ni aborrezco al pecador ni rechace a la pecadora llorosa; ni a la Cananea suplicante, ni al publicano que imploraba misericordia, ni al discípulo que me negó ni al ladrón que me confesaba, ni aun a los mismos verdugos que me herían. 2. Imita, hijo mío, esta norma de vida, este modo tratar a los hombres, y procura, retratarla con exquisita diligencia en tus costumbres, como verdadero discípulo de mi Corazón, Hubo algunos Santos que se poseyeron de los sentimientos de mi Corazón de tal manera, que podía tratar con ellos sin transportarse por su vista al recuerdo y contemplación de mi persona. Tus obras no pueden ser indiferentes con el prójimo: o has de producirle con ellas bien, o han de causarle mal. Nadie puede tratar con los hombres sin detrimento propio o ajeno, sino aquel que con sincero corazón desea humillarse en presencia de los hombres.
tirantez en el trato? Del desordenado amor propio, que vicia los corazones. Destierra, la soberbia de entre los hombres, y desaparecerán con ella todas las perturbaciones humanas. Arroja el amor propio del mundo y verás reinar en la tierra la suavidad de los cielos. Si eres verdaderamente humilde, cautivarás a tus prójimos, y si ardes en pura caridad, les arrebatarás y animarás a correr en busca de virtudes que exhalan suavísimo perfume. 3. Vale más la caridad humilde, que la dura severidad. Esta, si exteriormente evita el mal, interiormente aleja del bien; pero aquélla corrige el mal y hace que sea amado el bien. Nada más fácil, hijo mío, en el mandar, que el excesivo rigor o la demasiada condescendencia. Pero ¿hay algo más peligroso para el hombre pie el excesivo rigor? ¿Y hay nada para Mí más injurioso que la excesiva condescendencia? En uno de estos extremos caen los que no tienen vida interior y se dejan arrastrar, más que de mi Espíritu, de su propia naturaleza. Si tienes, hijo mío, a tu cargo el cuidado y dirección de los demás, te es indispensable, ante todo y sobre todo, ser hombre de espíritu. ¡Ah, y cuan desgraciado el superior que no lo sea! Sin género de duda hará mucho malo, y perjudicará los intereses que se le hayan confiado; pero de todo ello habrá de darme cuenta.
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¡Ay de aquella comunidad religiosa cuyo superior no sea hombre muy al hombre, pero http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus espiritual! Allí languidecerá el espíritu y fallará visiblemente, porque si
que interiormente esté, como un sepulcro, lleno de corrupción y podredumbre.
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una comunidad padece peligrosamente en la cabeza, padecerán sus No corrijas jamás, ni de obra ni de palabra cuando tú o el delincuente LaImitaciafecto n Del Coraz n deJes s-slidepdf.com miembros, lamentablemente en el corazón por elDe desordenado a Sagrado las estéis airados; en estas ocasiones bastará impedir la ejecución de falla, y criaturas, que es la enfermedad más peligrosa de los individuos. reserva la corrección para cuando puedas medirla sin pasión y el Si desempeñas mis veces para con otros, deberás dirigirlos y tratarlos reprendido pueda sufrirla y recibirla con sosiego y aprovechamiento. según mi espíritu, para promover en ellos y por ellos lo que me es debido y agradable. Si los diriges animado de otro espíritu promoverás, no lo que a Mi se me debe, sino lo que a ti te es conveniente; no satisfarás a mi Corazón, sino a tu naturaleza, y a la de los demás.
Jamás contristes a nadie sin necesidad, y si alguna vez te ves obligado a decir o hacer al desagradable a los demás, témplalo con razón y sazónalo con la dulzura, de tal manera que menos posible amargue.
Si eres hombre recogido y te hallas animado de mi espíritu, tu manera de obrar será, ciertamente, fuerte, pero a la vez estarás lleno de suavidad. Proseguirás con constancia en lo que intentes alcanzar hasta haberlo conseguido, pero con aquella suavidad cariñosa que estimula y nunca daña, que obliga y no exaspera, que dispone de millares de industrias para ganar, que vence, por fin, y vence de tal manera, que el vencido se entrega voluntariamente y con mérito.
Si te piden lo que no puedas conceder, manifiesta cuánto desearías poder y cuánto sientes tu insuficiencia; de esta manera marcharán todo contentos y más edificados que si les hubiera concedido lo que te pedían.
Conforme con mi secreto modo de dirigir, no exigirás de todos lo mismo, sino procura obtener de cada uno lo que moralmente se pueda, habida consideración a su talento, a sus fuerzas y cualidades. Aprenderás a utilizar el ingenio de los súbditos, y a emplear el de cada uno para su propio fin y fruto relativamente más saludable.
Pretextando caridad, no entretengas a nadie con vanos halagos, ni de ellos te burles con es odiosa a Dios y a los hombres, y locierta que noastucia. estribaTal en manera lo ciertodenoportarte es caridad, sino falsía. No hagas tampoco por humildad cosa que pueda ser tropiezo para tu prójimo, porque realmente sería falta de calidad y no acto de humildad. 4. De tal manera, hijo mío, has de ser humilde y caritativo, que todo lo embalsames con el buen olor de mi ejemplo. Luzca de tal manera tu luz en presencia de los hombres, que vean, tus buenas obras y glorifiquen a tu Padre que está en los cielos.
Guárdate antes de alejar ti a tus inferiores, de rechazarlos pretexto; bien,deestudia el modo de tratarlos como Yobajo traténingún a mis Apóstoles para que, llenos de confianza, acudan a ti en todas sus dificultades, y siempre te hallen animado de mi Espíritu, y siempre fácil para ellos, a fin de que vivan alegres y me sirvan el corazón desahogado.
5. Voz del discípulo. - ¡Cómo, Señor! ¿Pues qué? ¿no recomendaste a tus discípulos que cerrasen tras de sí las puertas y que conservasen sus obras en lo recóndito de su corazón?
Ten muy presente, hijo mío, que nada es tan difícil como castigar con provecho. Por tanto alguna vez te es necesario castigar, vete con mucho miramiento, no sea que causes otro mal mayor: el de hacer bueno de fuera
advertido esto: lo que no es de necesidad ni de común edificación, hazlo en secreto, si haciéndolo en público puede ser obstáculo para tu hermano y peligro para ti; o lo que sea común y necesario ejecútalo en público, pero de tal modo que, ocultando la intención, des con la obra buen
6. V oz de Jesús . - Hijo mío, ni entiendes lo uno ni lo otro. Sábete y ten
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ejemplo al prójimo; desea siempre el secreto para la intención, que es para http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus mí lo más agradable.
del S. Corazón de Jesús
CAPÍTULO XXII
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El Sacratísimo Corazón de Jesús, viviendo en el mundo, nos enseña a
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7. Si por amor divino únicamente practicas laDe humildad y caridad con conducimos enJes él destal manera, que ni seamos del mundo, ni el mundo LaImitaci n DelSagrado Coraz n de -slidepdf.com todos; sean quienes fueren, serás entonces, para cuantos vean tu ejemplo, nos dañe. tú no serás por eso menos amado de mi Corazón. 1. Voz de Jesús . - Durante mi permanencia en el mundo, Yo no fui del Y dado caso que los demás no se aprovechen de tu ejemplo, tú no serás por eso menos amado de mi Corazón. ¡Bienaventurado, hijo mío, quien resplandezca entre los hombres como dechado de humilde caridad, y en sí mismo demuestre cuan digna de amarse y de imitarse es la bondad de mi Corazón! Los que así me glorifiquen alcanzarán la vida eterna. 8. V oz del discí pul o . - ¡Oh, Señor, y cuánta es la mansedumbre y
humildad tuya, Jesús mío! Gracia especial y muy señalada es la que yo necesito para practicar cuanto me enseñas, tornándolo de tu melifluo y suavísimo Corazón. Yo te suplico me ayudes con tu auxilio eficacísimo. Yo debo y deseo tener más profunda humildad y más ardiente caridad. Confieso, lleno de vergüenza, que ofendo a mi prójimo muchas veces, y a Ti te desagrado por mi falta de humildad y caridad. ¡Dulcísimo Jesús, imán de los corazones, que atraes, a todos, cualesquiera que sean, con la bondad de tu Corazón, y a todos los tratas con la suavidad, inagotable de tu humilde caridad! Haz que yo te imite, que yo sea discípulo perfecto de tu Corazón. Líbrame de toda la aspereza y amargura de la soberbia y amor propio; forma mi corazón a la medida del tuyo; que sea suave siempre, sencillo siempre y humilde y caritativo para todos y sin acepción de personas. (Imitación de Cristo, lib. III, capítulos I. y LII»)
mundo: vivía y conversaba, Hijo mío, con los buenos y los malos, y no por esto tuvieron parte en Mí alguna ni el príncipe del mundo ni el espíritu del mundo. Aún cuando Yo era impecable, enseñé, no obstante, a mis discípulos cuanto les era necesario saber para preservarse de los lazos, falsías y cenagales del mundo. Interiormente mi Corazón estaba separado del mundo, de tal manera, que ninguna cosa del mundo le cautivaba; se abrasaba de tal manera en el amor criado.divino, que, a modo de llama, se levantaba siempre sobre todo lo Estaba interiormente recogido, mientras exteriormente se dedicaba a las ocupaciones ordinarias; estaba interiormente unido a Dios, mientras exteriormente trataba con los hombres. Exteriormente todo estaba también en Mí ordenado: los sentidos los traía siempre compuestos y mis obras y la manera de obrar todo rebosaba discreción. Mi conversación era tan santa y prudente, que hasta mis enemigos, al separarse de Mí, decían admirados: «Jamás hombre alguno habló como éste habla». Nada dije, nada resolví sin meditarlo primero; nunca tuve familiaridad sin cautela, jamás procedí con ligereza, sino que usé de una cierta agradable seriedad, templada con una suavidad maravillosa.
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Lo llenaba todo en Mí una cierta humilde dignidad que inspiraba a la vez mejor la indecible http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus amor y reverencia que impedía toda soberbia, que mandaba la modestia y
servicio.
desdicha del mundo y, 1a dulcísima felicidad de mi
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recomendaba la virtud. 5/21/2018
Fortifica de tal modo tu corazón, que ni te turbe la enormidad de las maldades ajenas, ni te escandalice la perversidad de los malos, ni titubees, finalmente, en permanecer conmigo, sean cuales un las maquinaciones del mundo o del infierno.
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
Apartándome con frecuencia de los hombres, recurría a la oración, aun cuando interiormente no dejaba nunca de orar. 2. ¡Ojalá aprendas esto,yhijo mío, y lo imites perverso ni sin pecado sin detrimento de tu para alma!que puedas vivir en este Considera, para animarte, el ejemplo de los Santos, que, siguiendo mis huellas, corporalmente vivían en el mundo, pero su corazón estaba fuera y muy sobre el mundo.
No les dañaba el mundo, antes bien les aprovechaba; porque cuanto mejor veían en el amor mundano la ruina inevitable propia y ajena tanto más estimaban y tanto más cultiváis amistad de Dios. Consideraban como estiércol y reputaban como inmundicia cuanto veían en el mundo, para gozar de este modo y más cumplidamente los tesoros de mi gracia y de mi amor. 3. Si deseas, hijo mío, vivir en el mundo peligro de daño, ante todo ten bien preparado corazón; convéncete íntimamente de la absoluta vanidad mundana, y aborrécela de todo corazón y conoce y ama el precio inestimable de mi amistad. Acostúmbrese tu corazón, inmediatamente el mundo te ofrezca alguna cosa, a convertirse a Mí con el espíritu, diciendo: «Dios de mi corazón y mi herencia por toda la eternidad: fuera de Tí ¿qué podré yo apetecer sobre la tierra? Si de este modo ordenas rectamente tu corazón muy poco le conmoverá nada de cuanto en el mundo lo perciba; es más, el mundo mismo, sin quererlo, cooperará a tu propio bien; porque te empujará con frecuencia hacia Mí, centro de la bienaventuranza, y te enseñará a conocer mucho
Sábete que aun viviendo entre los malos, los malos no podrán dañarte si tu corazón está eficazmente apartado de ellos; no está en la mano de los perversos perjudicarte; nadie es perjudicado sino por sí mismo. 4. Sin embargo, siendo la carne débil y estando el corazón del hombre inclinado al mal, podrá suceder que los sentidos, si no se guardan con exquisita diligencia, lleven el enemigo de la salvación hasta el interior de tu alma, con notable peligro tuyo. En elsentidos, trato consiel no mundo es indispensable puertas de los quieres exponerte alcerrar gravetotalmente riesgo delasinficionarte mancharte y pervertirte. Las cosas mundanales que caen bajo la jurisdicción de los sentidos, han de verse como si no se vieran; han de oírse como si no se oyeran; en una palabra: han de percibirse por cualquiera de los sentidos como sino se percibieran. Pero lo principalmente esencial es la guarda del corazón: porque así, aun cuando el enemigo se coloque ocultamente a la puerta, como tú mismo no le abras, ni él podrá entrar, ni tampoco podrá perderte. Cumple, pues, con el mayor cuidado y esmero el propósito irrevocable que habrás formado de estar unido a Mí con lo más íntimo de tu alma, y de vigilar instantemente todas las entradas de tu corazón; hecho esto de veras y sinceramente, no temas, obra con toda confianza, no te vendrá nada malo como estés resuelto firmemente a recurrir a Mí en los peligros y a ser fiel en todas las obras.
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5. Evitarás, hijo mío, muchos peligros si llevas ante ti constantemente ¡Oh mi Dios! http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus cierta dignidad, no artificial ni convencional, sino nacida de la virtud, y
Cuanto más miro al mundo, más miserable me parece; cuanto más medito en Ti, con más vehemencia me saboreo en tu
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que es muy apropiada y conviene mucho a todo discípulo de mi Corazón. 5/21/2018
suavísima dulzura; cuantos más bienes hallo en Ti, tanto mayores son los aún menquedan recibir. DeLaImitaci n DelSagrado que Coraz deJes por s-slidepdf.com Dondequiera que te halles, pórtate de tal manera que nada aparezca en ti que sea bajo, ligero, fingido, ni violento; resplandezca, por el contrario, en ¡Oh Jesús, sumo Bien mío! Guárdame contigo y concédeme que no me todas tus acciones cierto suave decoro, que es muy a propósito para seduzcan ni el demonio ni sus perversas sugestiones; que no me engañe el contener a los demás y llenarlos de consideración y acatamiento. No te hagas esclavo de criatura ninguna, ni por las obras, ni por los afectos; consérvate siempre libre poseedor de ti mismo. Ni a ti ni a tus cosas las confíes a cualquiera; prueba su espíritu primero, y no te fíes de nadie hasta no haberle probado. Acuérdate que a muchos engañaron las apariencias, y perecieron por una familiaridad imprudente. 6. Convenientísimo será, hijo mío, prever cuanto nos ha de pasar con el mundo y considerar atentamente las cosas que deben hacerse y la manera de hacerlas; con qué personas y en qué circunstancias se debe de obrar, y los medios que se han de tomar, ya para conseguir nuestros propósitos, ya para evitar el pecado. Y, sobre todo, más que en tu prudencia te es necesario confiar en la gracia de Dios; por tanto, debes acudir a Mí con frecuencia, consultarme y orar sin intermisión. Sean cualesquiera, hijo mío, los negocios que le ocupen; sean cualesquiera los hombres con quien vivas, debes conducirte de manera que tu corazón esté expedito y desembarazado de toda criatura, para que con fácil y piadoso movimiento vueles a Mí separándote de la ocasión del pecado y escondiéndote en mi Corazón te veas libre de todo peligro. 7. V oz del discí pul o . - ¡Oh Jesús, el más dulce y el más amable de todos
los amigos! Tú bien sabes que si yo estoy en el mundo, es porque así lo ha dispuesto tu voluntad. Humildemente te suplico que, colocado como estoy en este cenagoso charco y expuesto a mil peligros, me preserves para no mancharme con su lodo y para no contaminarme con sus inmundicias.
mundo ni su mentirosa vanidad; que no me venza la corrompida naturaleza ni me traicionen los sentidos alucinados. Fortaléceme, Señor, con una gracia eficaz, a fin de que, llevando una vida inocente en este mundo, algún día me saques de sus engaños y peligros para llevarme a la seguridad de los cielos. (Imitación de Cristo, lib. I, caps, VI y VIII; lib. III, cap. XXXVIII.)
CAPÍTULO XXIII Que el Sacratísimo Corazón de Jesús, al exigir fe en discípulos, nos enseña a vivir vida de fe.
1. Voz de Jesús . - Cuando viniere el Hijo del hombre, ¿crees que
encontrará una fe viva en el mundo, una fe práctica y fervorosa? Pues, sin embargo, tal fe exigí y exijo siempre de mis discípulos, porque Yo soy siempre el mismo Dios y siempre igualmente digno de que me sirva y crea con una vida de fe. Voz del di scípulo . - Cierto, Señor; Tú eres siempre el mismo Dios,
siempre sumamente digno de que se viva para Ti en perfecta sumisión entera devoción. Voz de Jesús . - Con razón lo crees así, hijo mío, porque todos los seres
me confiesan por su Dios. Tal me anunciaron en un principio los Patriarcas y Profetas, tal me prefiguró la naturaleza y la ley, cuyo fin soy Yo, Jesucristo.
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del S. Corazón de Jesús
Tal me reconocieron todos los elementos del mundo: los cielos, cuando en 3. Hijo mío, la http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus mi nacimiento mostraron una nueva estrella; el mar, cuando se
vida de fe tiene como ciertos grados, de los cuales es el primero el creer en Mí que hablo por medio de la divina autoridad de la
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solidificaba bajo mis plantas; la tierra, cuando tembló en mi Pasión; el sol, Iglesia, y con esta fe vivir en estado de gracia. cuando escondí los rayos de su luz y se dolió de su que expiraba. DeCriador LaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Hijo, el milagro es un testimonio de Dios, el milagro es la palabra clara de Por tal me reconocieron los mismos infiernos cuando no se atrevieron sin Dios y signo infalible de verdad. permisión mía a acometer a los inmundos animales, y cuando devolvieron a la vida los muertos retenidos en los sepulcros. Los ángeles dieron testimonio de mi Divinidad ni la Encarnación me anunciaron como a Hijo de Dios, cuando en la Natividad me proclamaron redentor del mundo, cuando me sirvieron durante mi vida, cuando testificaron mi Resurrección. Hay otro que dio testimonio de mi Divinidad: al mismo Padre, cuando una y otra vez me declaro Hijo suyo. También el Espíritu Santo dio de Mí testimonio y no cesa de darlo cuando por la luz y moción de su gracia, y con la infusión de sus dones, atrae hacia Mi los corazones de los hombres. Y aun las mismas obras que realicé, atestiguan mi Divinidad. Por mi poder ven los ciegos, andan los cojos, se purifican los leprosos, oyen los sordos, sanan los enfermos, los mismos muertos resucitan. 2. Todo esto y cuanto debes crecer para salvarte, te lo declara infaliblemente y sin peligro de error la Santa Iglesia, por cuya boca hablo ahora con más claridad que hablé en otro tiempo por boca de los santos Profetas, que me anunciaron desde un principio. Estos son aquellos labios míos que desplegaba a enseñar a las muchedumbres; este es el órgano exterior con que hablo ahora a los hombres; esta es la norma segura e inapelable de la fe; esta es la única Iglesia, donde mora aquella fe que vive el justo. Sin fe es imposible agradarme; razón por la cual todo justo ha de vivir de la fe que obra por lo de la caridad.
La misma Iglesia es una maravilla, un pues milagro mires sua nacimiento y prodigiosa propagación, sin patente, auxilio yahumano, despecho de los infiernos y de los poderes todos de la tierra y de la perversidad de los hombres, que conspiraban por todos medios contra ella, apareció por Oriente y llegó como rayo al Occidente; ya consideres su conservación y continuo crecimiento, pues a pesar de tantos hijos degenerados que la combatieron rabiosos en todo tiempo con engaños y violencias, a pesar de tantos furibundos perseguidores que nunca cesaron de perseguirla por ocultos y manifiestos caminos, ella, entre las ruinas de los siglos, viendo desplomarse uno tras otro los imperios de la tierra, permaneció en pie cada vez más firme, cada vez más extendida, cada vez más gloriosa, tantas veces coronada con la victoria como fuera combatida. Así, pues Yo, el Dios que hablo con milagros, hablo por medio de esta santa Iglesia, que es un milagro perpetuo. Bienaventurado quien oyere a esta iglesia, única, santa, católica y apostólica. Quien la oye, a Mí me oye y está cierto de caminar por la senda de la verdad y salvación; quien no la oye, es como gentil y publicano que sólo puede marchar por el pernicioso camino del error. Hijo mío, si quieres permanecer seguro, adhiérete con la mente y el corazón a aquella Iglesia que Yo edifiqué sobre la piedra inamovible amasada con mi Sangre, y a la que dirijo con mi Espíritu y fomento con mi Corazón. Lleva tan bien dispuesta la mente, que cuanto la iglesia enseñare o preceptuare lo acojas con humildad y de buen grado, y también dispuesta el corazón, que la ames afectuosamente como la Madre cariñosa de todos los escogidos.
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Mas la fe, para que sea saludable, debe de ir animada por la gracia santificante; sin ella ni te unirá conmigo ni te hará miembro vivo de mi
del S. Corazón de Jesús
Hijo, si mi Espíritu te condujese a esta vida, entra en ella con ánimo generoso y sigue con intrépido corazón la inspiración divina bajo la guía
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cuerpo místico, la iglesia. Por tanto, con toda verdad se dice que la fe sin de la obediencia. obras es muerta, aunque no se pierde la fe por cualquier pecado cometido, DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Cuando anduvieres por estos caminos interiores donde no verás sino sino que permanece verdaderamente en el hombre; pero no animada por la tinieblas, donde sentirás por todos lados enemigos y creerás que caes en gracia. sus manos; donde encontrarás a tus pies abismo y te parecerá que vas a Custodia con mucha diligencia este divino don de la fe, y muestra tu vida de fe con obras en estado de gracia. 4. Se llega al segundo grado de la vida de fe cuando todos los actos voluntarios, tanto exteriores como interiores, se animan por viva fe. Quien posee una fe viva, en todo se guía por sus eternos principios, por los cuales conoce que ha sido criado para un fin sobrenatural, la bienaventuranza sempiterna, y que las demás criaturas inferiores de la tierra han sido criadas para ayudar al hombro en la consecución de este fin. La razón de languidecer en muchos la fe es el no meditar sus verdades, ocupados en demasía con las cosas del mundo y de la carne. Porque si las verdades eternas se ponderaran bien y se asentaran en el corazón, sin duda ninguna se apreciarían las cosas de Dios y de nuestra salvación, se avivaría la fe y ésta produciría excelentes frutos. Hijo mío, todo fiel discípulo de mi Corazón posee y fomenta esta fe viva; de ella vive, y alentado con la esperanza y enfervorizado con el amor, camina de virtud en virtud. 5. A la generalidad de los que llamó a extraordinaria santidad, los voy de ordinal poniendo poco a poco a la pureza de la fe. Esta pureza constituye el tercer grado de la vida de fe, cuando el hombre, merced a la perfecta fe, lleva una vida casi enteramente sobrenatural, y en medio de las tinieblas de las tentaciones sigue ciegamente la antorcha de la fe, por donde le muestra la obediencia y me sirve fielmente, aunque nada vea ni se dé cuenta de si me sirve o no me sirve.
despeñarte a cada paso; donde creerás llevar sobre tu cabeza cielo airado; donde has de caminar siempre sin saber adónde y juzgando acercarte cada vez más a tu ruina, entonces, hijo mío, excita tu fe y purifícala más, y sigue ciegamente la dirección aquellos que tienen mi lugar en la tierra. No se perturbe tu corazón; antes aliéntalo y acuérdate de que caminas por la senda por donde caminaron los grandes santos, los cuales, si no la hubieran recorrido, jamás se hubieran santificado. Cuando ya toda oculta soberbia y amor propio hubiere sido desarraigado; cuando tu purificación, a mi parecer, estuviese rematada, entonces se abrirán los ojos de tu alma y hallarás, atónito, que corres por una nueva senda, prenda segura para la eterna bienaventuranza. Alcanzada a esta pureza de fe, vivirás como en perpetua calma; verás lo que antes no veías, te alegrarás en lo que antes no te alegrabas, encontrarás nuevo sabor en los secretos de mi Corazón; mejor que caminar volarás a la perfección. 6. V oz del discípul o . - ¡Oh Ser de los seres, Dios no puede engañar ni ser
engañado! Creo cuanto me propones portestigo medio edeintérprete la Santa Iglesia Católica, doctrina, a la cual instituiste como guardadora, de tu salvadora y pusiste como fundamento inconcuso de la verdad y proteges de tal manera, que las maquinaciones del infierno nunca podrán prevalecer contra ella. ¡Oh Iglesia única, santa, católica y apostólica, esposa del Hijo de Dios que permanece contigo hasta la consumación de los siglos! Tú llevas grabado en tu frente su nombre, y en tus brazos su divino sello, perpetuo y manifiesto milagro. Quien no te conoce, ha perdido el entendimiento;
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quien no te ama, no tiene corazón; quien no te escuchare, merece ser tenido como gentil.
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CAPÍTULO XXIV
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Que el Sacratísimo Corazón de Jesús, al prometer la salvación a cuantos
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¡Oh Iglesia única, santa, católica y apostólica, Madre amantísima, Madre perseverasen, y medios de salvarse a cuantos confiadamente los pidieren, LaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com amabilísima, quien no te tuviere por Madre, noDe tiene por Padre a Dios! nos enseña a vivir vida de esperanza. Querida es la patria querida es la familia estimable la vida; pero más 1. Voz de Jesús. - Venid a mí todos, tened confianza; a quien viniere hacia amable eres tú, Madre mía, Iglesia de Jesucristo. ¡Oh Madre queridísima olvídeme primero de mi propia diestra que olvidarme de ti; falté mi corazón antes de que no amarte, antes que no considerarte como origen de mi alegría y de mi gloria! ¡Oh Iglesia única, santa, católica y apostólica, reina salvadora del mundo, cuyo reino se extiende por todo el orbe, cuyos vasallos, ricos y pobres, rudos y sabios, europeos y americanos, africanos y asiáticos, todos son hijos de una misma madre, todos hermanos de unas mismas costumbres; todos príncipes destinados a reinar eternamente. En tu reino brillan los Apóstoles como resplandecientes luminares del mundo, proclaman tus triunfos millares de mártires, manifiestan su grandeza los escuadrones de confesores, muestra su siempre nueva hermosura la angelical muchedumbre de vírgenes, e ilustran tu nombre y gloria todos los héroes de la santidad. Todos tus hijos de las cuatro partes del mundo, de entre todas las razas, pueblos y lenguas, nos levantamos a millares para aclamarte y bendecirte con una sola voz y con un solo corazón para decirte; «¡Camina con tu hermosura, avanza feliz y reina; dilátese tu dichoso reino hasta los confines de la tierra, para que todos los mortales sirvamos con alegría a Dios nuestro Salvador hasta llegar a la Jerusalén celestial, a la compañía de tantos millaresmansiones! de ángeles, a la congregación de los escogidos que mora en las celestiales (Imitación de Cristo, lib. I, cap. III, números 3, 4, 5 y 6; y lib. III, cap. LVIII.)
Mí, no lo arrojaré fuera. Confía, pues, en Mí y no temas; porque Yo, tu Creador, te redimí y te llamé; mío eres: tu Dios y Salvador soy. Hijo, la esperanza es el áncora de la vida; como el áncora afianza a la nave en el mar, así la esperanza afirma en mi posesión las almas. Siempre se obra lo presente con alguna esperanza de lo venidero. El corazón de los mortales sin las ilusiones de la esperanza se apocaría y entorpecería; lodo lo abandonaría, todo lo dejaría perecer. La esperanza es como el alimento de los hombres, que estimula el corazón y los incita a generosas empresas. Mas la esperanza mundana es insegura y fútil, engaña y se desvanece; la divina, es segura y firme; como fundada en mi infalible palabra, sustenta al confiado y remunera al perseverante. La humana suele producir o temeridad o abatimiento; la divina, magnanimidad humilde y constante. Esta santa esperanza te es necesaria, hijo mío, si quieres con esforzado corazón optar por la corona de gloria y llevártela a pesar de todos los obstáculos. Vive de esperanza; foméntala con todo tu corazón, porque en Mí se funde toda esperanza de vida, de virtud y de santidad.
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2. El primer grado de la vida de esperanza se posee cuando el hombre espera con certidumbre la bienaventuranza, y pone con el auxilio divino
del S. Corazón de Jesús
Arrójate en brazos de mi Providencia como niño en el seno de su madre. No perecerá quien se acogiere a brazos tan paternales como los míos.
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los medios para alcanzarla.
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En verdad que sería milagro nunca visto el que mi Corazón rehusase LaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Hijo, con es infinita mi misericordia, nadie debeDedesesperar en esta vida auxiliar y socorrer a los que confían en él. de salvarse. Horrendo pecado es la desesperación, inmenso ultraje para mi 4. El tercer grado, finalmente, de la vida de esperanza, comienza cuando persona; pero más nocivo todavía para el hombre, porque la desesperación derriba al levantado, y no deja levantar al caído. Pero no por eso es lícito a nadie el presumir vanamente, ni el confiar en sus fuerzas y no en las mías: porque Yo a los que presumen de sí los humillo, y a los que confían en Mí los protejo. Esfuérzate, hijo mío; cobra ánimos varoniles; no pierdas la confianza, que trae consigo crecida remuneración. Para los que esperan en Mi y obran con rectitud hasta el final es la vida eterna que misericordioso prometí a mis hijos y a ellos han ganado como premio a su fidelidad merecimientos y buenas obras. 3. Entra el hombre en el segundo grado de la vida de esperanza cuando en toda adversidad y contratiempo se fía con tanta sensatez y amor de la divina Providencia, que después de poner de su parte lo que la buena voluntad le sugiriere, se resigna en mis manos por entero. Hijo, cuando las cosas no corran a medida de tu deseo, no te desconsueles ni apoques, antes alienta y recurre a mi Corazón. Aquí encontrarás siempre un corazón de bondadoso Padre cuyo inagotable amor está siempre dispuesto a socorrerte. Ni las propias miserias han de aminorar tu confianza. Cuanto más miserable te sorprendieres, tanto mayor motivo para desconfiar de tu debilidad y confiar en mi poder. Para que la desconfianza te aproveche, ha de traerte confianza en Mí. Si produjere abatimiento y pusilanimidad, es tentación peligrosa y has de repudiarla.
en medio de grandes tribulaciones y toda de obstáculos y dificultades, confía el alma en mi Providencia conclase esperanza perfecta, aun cuando no conoce sino remotamente y por la fe ningún medio de superar los peligros. Cuando no vieres manera de libertarte de las contrariedades que te acosan, elévate, hijo mío, sobre todo lo humano, y arrójate en mis brazos con toda confianza, pues para Mí querer es poder, y quiero libertarte siempre que te convenga. Con tanta mayor firmeza debes confiar en Mi, cuanto más desesperados te parezcan los negocios. Porque es propio de mi Corazón dispensar auxilio más copioso a los más destituidos de recurso humano y que, confiados, imploran mi socorro. Ten presente, hijo mío, que Yo defiendo con más empeño lo que es más fieramente atacado por el demonio, y que fortifico con mayores defensas lo que más se esfuerza en destruir el enemigo. Animo, pues, hijo mío. ¿Por qué temes, si Dios te asiste? Emprende las obras con confianza y avanza con intrepidez. Y si adondequiera que te volvieres te pareciere encontrar siempre más profundo abismo, arrójate en mis brazos, mantente sobre mi pecho con entera resignación. Porque cuando desconfiares suficientemente de tus recursos y te reputares en lo humano enteramente perdido, entonces te encontrarás maravillosamente salvo en mi presencia. Entonces tu heroica esperanza te acarreará consuelo y perenne paz.
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5. Hijo mío, Yo sé lo que te conviene; Yo puedo lo que tú no puedes; déjame obrar; conténtate tú con cooperar orando y esperando.
del S. Corazón de Jesús
Por su confianza, el ciego Bartimeo recobró la vista. Confiado clamaba cuando me sintió pasar, e increpándole tantos para que callase, clamaba
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con más ahínco: «Jesús, hijo de David, apiádate de este pobre». Y, en Muchos, cuando no obtienen al punto lo que esperaban o pedían, se efecto, me apiadé de su desgracia y le abrí los ojos para que viese. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com abaten y quedan pusilánimes. Por su confianza quedó el leproso purificado. «Señor, decía lleno de fe, Hijo mío, quienquiera que pidiere lo que conviene a su salvación y a mi con sólo querer puedes limpiarme». Con semejante súplica mi Corazón se honor, siempre lo conseguirá; porque la o recibirá quesupidió, o lotiempo. que a mi parecer más le conviene, o le dilataré merced lo hasta debido
movió a misericordia, y «Quiero, dije, quédate limpio». Y al punto sanó de su lepra.
Mas como de ordinario te guías por el sentir humano y reputas provechoso lo que alcanzado te perjudicaría, y como no sabes en cada caso particular que te conviene, debes remitirlo todo a mi Providencia y perseverar pidiendo y esperando con sosiego.
Por su confianza Lázaro, pobre mendigo, lleno de llagas y arrojado por aquel rico, perseveró santamente en sus padecimientos. Atendía a la remuneración, y no en vano, porque cuando murió fue llevado por ángeles al seno de Abraham.
Hay quienes al principio se me entregan por completo; pero después, en las adversidades, se confían en su providencia. El resultado es enredarse más en las dificultades por permisión divina, para que aprendan a desconfiar en todo de sus personas, y a confiar únicamente en mi auxilio.
¿Quieres más? Pues nadie esperó en Mi y salió confundido. Depón, pues, todo temor desconfianza, y encomiéndate en la vida y en la muerte a mi
6. ¿Quién en él alguna vez confió en vano? ¿Quién vio frustradas las esperanzas que puso en mi Corazón? Por su confianza obtuvo mi Madre el primer milagro que obré en público cuando convertí el agua en vino. Porque cuando apenas quedaba motivo para esperar tal favor, lo esperó, sin embargo, por conocer a fondo mi Corazón, y alcanzó el anhelado prodigio. Por su confianza, aquella mujer que padecía, flujo de sangre quedó libre de su enfermedad, pues se me acercó con tan viva esperanza, que decía: «Con sólo tocar el ruedo de su vestidura seré salva», Y, en efecto, quedó sana. Por su confianza halló alivio y consuelo en su aflicción la Cananea. Cuanto más probaba Yo su fe y su confianza, más creía, más confiaba en mi poder y con más vehemencia me rogaba, que me apiadase de sus miserias. No en vano confió, ni rogó en vano. Consiguió lo que pedía.
cuidado. . - ¡Oh Jesús, cuan bueno eres! Eres la bondad misma, 7. V oz del discípul o la misma suavidad. ¡Oh Jesús, Dios y Salvador mío! Obraré con confianza, y acordándome de tu Corazón y no temeré, pues es infinitamente bueno y sus misericordias se extienden por los siglos de los siglos. Acuérdate, oh, Jesús manso y humilde, de que nadie que acudiese alguna vez en su necesidad a tu amantísimo Corazón ha sido rechazado. Animado con esta confianza, a tus pies acudo, Jesús mío, a Ti recurro cargado de miserias y con ellas me arrojo sobre tu Corazón. No permitas, Padre mío, que sea arrojado de tu casa este hijo indigno, antes admíteme en tu Corazón y no consientas jamás que me separe de Ti. Asísteme en todas mis necesidades, ahora y siempre, y sobre todo en la hora de mi muerte (Imitación de Cristo, lib. III, cap. LIX.)
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del S. Corazón de Jesús
CAPÍTULO XXV
Estimula tu corazón, hijo mío; ámame con todo él; ámame con todas sus fuerzas como a tu bien sumo.
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Que el Sacratísimo Corazón de Jesús, al encomendar el amar a todos, nos enseña a vivir vida de amor divino .
Desaparezca de aquí todo temor que acarree congoja; desvanézcase toda y goza de libertad, ámame y sé bienaventurado.
DeLaImitaci n DelSagrado pusilanimidad Coraz n deque Jesapocare s-slidepdf.com el corazón; ámame
1. Voz de Jesús . - Hijo, amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con
todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Yo, hijo mío, soy tu Dios y tu Señor; Yo lo crié, Yo te redimí.
Vive en adelante vida de amor, como conviene a un discípulo de mi Corazón.
Este, pues, precepto mío de amarme, ¿no es, en verdad, fácil y grato, y saludable y lleno de todo bien?
2. El primer grado de esta vida es amarme hasta tal punto, que guardes todos mis mandamientos, que obligan bajo pecado grave, sin que por cosa ninguna, del mundo los traspases deliberadamente.
¿Qué cosa más fácil que el amar? El amor es la vida del corazón; sin amor no puede vivir; esa es la naturaleza de tu corazón, hijo mío; así lo determiné Yo mismo, así lo formé. Para amar lo crié, más para amarme a Mí. Ya has conocido, hijo mío, qué tal sea mi Corazón. ¿Has encontrado, por ventura, en la tierra y aun en los mismos cielos, objeto más digno de tu amor? ¿No es mi Corazón la misma dulcedumbre? Pregunta a los que la experimentaron; pregunta a los Santos, que, embriagados con la dulcedumbre de mi amor, olvidaron todo lo mundanal, y aun lo naturalmente amargo encontraron dulce y lleno de consolación. Pregunta a los ángeles que gozan de mi amor no regocijan con júbilo
Quien de esta suerte no me ama, permanece muerto; porque la vida y la muerte, el amor divino y el pecado mortal no pueden habitar juntos en un mismo corazón. La prueba del amor son las obras, y por eso, quien guardare mis mandamientos, es quien me ama. Por la guarda, pues, de los mandamientos conocerás si me amas. Este grado de amor es en todos tan necesario para la salvación, que aunque alguno conociera toda la ciencia y todos los misterios, y distribuyera todo su haber entre los pobres, y entregara, su cuerpo a la maceración y al fuego, y hablara lengua de ángeles o poseyera cualquiera otra potestad, si no poseía este amor, de nada le aprovechaba todo aquello
perpetuo. ¿Acaso encontrarás en cualquier otro objeto tantos bienes para la vida temporal y para la eterna? ¿Qué verdadero bien existe que no tengas en mi Corazón? Dilata los deseos de tu alma cuanto quisieres, y todos tus deseos los verás colmados.
para la vida eterna.
Si alguien desea paz, o consuelo, o virtud, o perfección, o seguridad en la vida y en la muerte u otro bien cualquiera, todo eso se encuentra en mi Corazón: ame y lo alcanzará.
Si quieres entrar en la vida eterna, guárdalos mandamientos, evita todo pecado mortal por más esfuerzos y sacrificios que te costare.
La eterna salvación es la que aquí se aventura. Quien amare al padre o a la madre, a la esposa o a los hijos, a los hermanos o hermanas, o a sus posesiones, o a su misma vida más que a Mí, no es digno de Mí, ni apto para el reino de los cielos.
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3. El segundo grado de esta vida consiste en amarme tan afectuosa y generosamente, que procures con eficacia agradarme siempre y en
del S. Corazón de Jesús
Esta, hijo mío, es la perfección del amor, está la verdadera unión de los corazones, está la vida de los santos. Este amor puro pondrá en tí
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atención a ninguna cosa del mundo quiera ofenderme con pecado venial. 5/21/2018
aborrecimiento de todo lo que Yo aborrezco, y gusto de todo lo que Yo gusto.
Delme Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Y en verdad, hijo, que si llevas corazón digno, De deLa unImitaci discípulon mío, consagrareis continuamente todos tus afectos y evitarás cuidadosamente Porque el amor puro, la unión verdadera, consiste en el consentimiento cuanto supieres que me desagrada. pleno de los corazones. Cualesquiera que fueren tus sentimientos,
Dime qué amor sería el tuyo si por satisfacer un deseo vanidoso o sensual, o cualquiera otra inclinación de la corrompida naturaleza, llegaras, no hasta el punto de crucificarme, pero sí a burlarme, a herirme, a llenarme de amargura. Si yo te amara con sola esa medida, ¿qué sería de ti, hijo mío? Si sólo te librara de los peligros que te hubieran de perder por completo, ¿qué. pensarías de Mí? ¿Y te atreves con tal disposición a esperar la paz y mi familiaridad y mi consolación? Pues sábete que con el pecado venial cortas la fuente de todos esos bienes. ¿De dónde nacen tus perturbaciones y congojas, tus molestias y peligros, sino de no sacrificarme con generoso corazón lo que el amor divino te pido para el sacrificio? Tú me nombras Dios, me llamas Padre, me dices que soy tu amado. Pues si soy tu Dios, ¿dónde está la adoración? Si soy tu Padre, ¿dónde está el amor? Si soy tu amado, ¿dónde está tu cariño y ternura? Si en otro tiempo delinquías y no me tenías cariño, ya es hora de que emules otra perfección más alta y te levantes al nuevo y excelente grado que te manifestaré en seguida. 4. Este tercer grado de la vida de amor estriba en amarme con tanta perfección que tengas un mismo querer o no querer conmigo y permanezcas con esa voluntad divina tan conforme en todas las cosas.
mientras no ames y aborrezcas como Yo, mientras no te conformes con mi parecer tras no abraces lo que la divina voluntad mande, no posees el puro amor, no hay unión verdadera entre tu corazón y el mío. Pero no te perturbes, hijo mío, si alguna te pareciere tan difícil el conformarte con la divina voluntad, que te conformas, sí, pero contra tu querer, porque con tal que tu conformidad sea libre y no forzosa, aunque sí dificultosa, quieres eficazmente de hecho lo mismo Yo quiero. Si no lo quisieras así, no te conformarías, pues nadie puede querer contra su voluntad. De aquí sacarás que semejante repugnancia reside en la parte inferior de tu alma. 5. Hijo mío, el amor puro todo lo reduce a una sola cosa y, como el fuego, todo lo convierte en su propia substancia. La divina voluntad es el origen, y la norma el fin de todo lo que obra y padece. Todas las virtudes las transforma en sí 11 maravillosa manera, y las ennoblece con su excelencia. Para quien puramente ama, toda yin es amor, y el amor es toda virtud. Hijo, si a esta unidad del amor no has llegado todavía, esfuérzate, acostúmbrate a vivir amor, a obrar por amor y a padecer por amor, al cabo llegarás allá.
6. Estima este santo amor que, siendo uno, obra muchas maravillas, llenas todas de dulcedumbre. El riega lo que está seco, cura lo que está herido,
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doblega lo que está rígido, calienta lo que está inerte, endereza lo que está torcido.
del S. Corazón de Jesús
Pero no te contentes con un amor seco que no es afectuoso; fomenta los afectos del amor. Ciertamente que no dependo de tu voluntad
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experimentar amor sensible; pero el afectuoso, si lo fomentares, siempre Es la lumbre de los corazones, su mejor consuelo, el huésped apetecido de lo tendrás a mano. DeLa Imitaci n Del Coraz n deJes s-slidepdf.com las almas, su grato refrigerio. Es descanso en el trabajo, refresco enSagrado el cansancio, consuelo en la aflicción. Lo fomentarás con la oración devota y petición, frecuente de este don del amor, con tratar conmigo, más por afectos que por reflexiones, con Santifica de los Acuérdate,ysi engrandece no, de Juan, maravillosamente el discípulo amado,las quealmas se recostó en lajustos. Cena sobre mi pecho, y, arrebatado de amor, voló como águila respirando amor divino Acuérdate de María, que, animada con mi amor, continuamente se volvía a mi rostro, como el heliotropo al sol, y esparcía suavísimo olor de todas las virtudes. Acuérdate de aquellas santas vírgenes que me consagraron su pureza, cómo se elevaban por mi amor sobre todo lo terreno y daban un espectáculo que agradaba a Dios, alegraba a los ángeles y conmovía el corazón de los mortales. Este mismo amor cubre también y consume la muchedumbre de los pecados, y de pecadores saca santos. Testigo la Magdalena, que, como convertida en nueva criatura, trocó su amor sensual en puro amor de serafines. Testigo Pedro, que, compensando con amor las negaciones, fue constituido principio de los amados Apóstoles, Pastor de las ovejas y corderos y guía de la santidad. Testigo Pablo, que, transformado por amor, corrió por todo el mundo como el fuego por el heno y esparció entre todas las naciones el fuego del amor divino. 7. Hijo, el amor se aprende amando; si quieres adelantar mucho en la ciencia del divino amor, ama también mucho.
derramar tu corazón en mí presencia, mejor que con ocupar la mente en consideraciones. Lo fomentarás si te mostrares agradecido a todos mis favores y beneficios, como son la vida, la conservación, los bienes de la naturaleza, la redención, la vocación especial, las gracias y medios de salvación y, finalmente, todos los bienes sobrenaturales. Lo fomentarás si llevares siempre en la memoria cuánto te amé, cuánto hice y padecí por ti, qué te he dado y qué te preparo para la eternidad, con cuánta misericordia, cada caso particular. benignidad y mansedumbre me he portado contigo en Lo fomentarás si recordares quién soy Yo; aquel en quien los ángeles del cielo y los justos de la tierra encuentran siempre su bienaventuranza; aquel-a quien aclaman juntamente los cielos y la tierra como digno de todo amor. 8. V oz del discípul o . - ¡Oh Jesús, amor mío! ¡Qué maravillas tan grandes
sacas de tu Corazón! ¡Oh Dios y Salvador mío! ¿Quién soy yo y quién eres Tú? ¿No es verdad que sería demasiado aun el permitirme simplemente amarte? Mas para que yo, miserable criatura, no dudase de si me era lícito ocupar un lugar dentro de tu Corazón, me diste el amarte como precepto. ¡Oh prodigio de amor! ¡Oh dulcísimo Jesús! ¿Y no te amaré todavía? Sí, Jesús mío, sí; te amaré con todo el corazón, te amaré con todas mis fuerzas.
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Todo cuanto soy y poseo, tus dones todos y beneficios, el cielo mismo y la tierra me impulsan a que te amé; pero nada tanto como Tú mismo, que eres la causa y el fin, el objeto y la recompensa del amor.
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E1 que fuere justo, justifíquese más todavía; y el que fuere santo, santifíquese también más.
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eres la causa y el fin, el objeto y la recompensa del amor. 5/21/2018
¡Oh Jesús y Señor mío! Una sola ambición amarte, el emular en amor a los mismos ángeles.
Aun cuando estuviere uno muy adelantado en la virtud, siempre debe y cabe más perfección en la obra, siempre puede aquilatársela pureza de intención por ser su objeto infinito, siempre puede refinarse alguna circunstancia de la obra.
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz Jes más s-slidepdf.com tengo: el aventajarme en puede dar n undepaso allá, porque siempre
Aventájenme demás en pero cualquier y lonosufriré con facilidad y delos buen grado; serlesnegocio inferiordel en mundo, el amarte, lo puedo sobrellevar, no lo puedo sufrir. Sí, Jesús, Amado de mi Corazón; aseméjeme yo a Ti, sea yo todo amor contigo. ¡Quién me diera abrasar en tu amor a todo el mundo y arrebatar todos los corazones para que te amen! Haz que todos vivamos de tu amor, haz que con tu amor llevemos una eternidad bienaventurada. (Imitación de Cristo, lib, III, cap. V.)
CAPÍTULO XXVI Como el Sacratísimo Corazón de Jesús nos enseña a progresar continuamente en la virtud.
1. Voz de Jesús . - Yo, hijo mío, todo lo hice bien. Todo lo que era
beneplácito de mi Padre lo ejecutaba. Pero ¿me detuve alguna vez en cualquiera de estos ejercicios? Pues quien quisiere permanecer conmigo, debe caminar de la suerte que camine Yo; porque si Yo camino y él se para podrá permanecer conmigo? Hijo mío, el verdaderamente virtuoso hace paradas en esta vida, porque el no adelantar constantemente es señal de algún de tibieza.
Por tanto hijo mío, si te examinares con sinceridad hallarás harta materia para humillarte por encontrar de ordinario defectos por al lado, y al mismo tiempo te estimularás con vehemencia a adelantar por mi amor; pues yo apruebo de buen grado y remunero liberalmente la parte santa de las obras, y tolero y aun perdono si veo contrición, la parte defectuosa, 2. No midas el aprovechamiento por la facilidad natural en el obrar, ni por la devoción sensible, ni por ninguna propensión de la naturaleza, porque todas ellas son señales inciertas y engañosas. Los esfuerzos que generosamente pongas para vencerte y abnegarte por mi amor, son la norma cierta y segura del adelantamiento en las virtudes. Mira, hijo mío, no te contentes con virtud meramente naturales. Como nacidas de la naturaleza, no pueden producir flores celestiales ni frutos eternos; si algo de ellas brotare, será sólo temporal y se marchitará al punto. Porque toda planta que no plantó Dios, todo arbusto que no nace de la divina gracia, será arrancado de raíz. Camina siempre a más aventajada perfección con el ejercicio de virtudes sobrenaturales y sólidas que, nacidas de la gracia, crecen robustas y se perfeccionan con la generosa repetición de actos, y son las que florecen y fructifican para la vida eterna. No siempre te vendrá para ti más provechoso lo que es de suyo más perfecto; lo más adecuado para ti es aquello que, conforme con la divina
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voluntad, te ha de conducir al fin propuesto con el ejercicio de sólidas
del S. Corazón de Jesús
Mas fueren deberes de tu estado o ejercicios de piedad los que te cuidado sea siempre el hacerlos bien. Ahí tienes el campo de las verdaderas virtudes, ahí tienes abundante cosecha de
http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus virtudes. ocuparen, tu principal
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Algunos ponen su aprovechamiento en multiplicar los ejercicios de merecimientos. DeLa DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com piedad, otros en otras ocupaciones. Pero los tales, noImitaci solamentendejan de adelantar, sino que retroceden, tanto por no consistir en tales ejercicios la Si descuidas la perfección de estas obras ordinarias, haz cuenta de que perfección, pues no pasan de medios para alcanzarla, como porque cuanto de extraordinario por ti pasare, es pura ilusión y engaño. Ni enredados con tanta multiplicidad de medios, a veces incoherentes, no aciertan a conseguir el término deseado.
milagros, ni profecías, ni éxtasis, ni otros prodigios semejantes, si tan excelsos dones poseyeras, lograrían santificarte.
3. Sí, hijo mío, en mi presencia es más perfecta una pobre sirvienta que cumple por mi amor con lo que según su oficio le exige la divina voluntad, que un religioso que, descuidando los deberes de su vocación y oficio, se pasa las noches orando y aun llorando de pura devoción.
4. Hijo, si quieres de verdad adelantar, proponte con sincero corazón un eficaz adelanto; porque el continuo aprovechamiento en la perfección sólo nace del corazón con ayuda de la gracia.
Si quieres cumplir bien con tu deber, no lo aprecies en cuanto es acomodado a tu inclinación, sino en cuanto procede de la voluntad divina, la cual convierte lo más y valioso. Si no no lo lo consideras de estaaun suerte, al insignificante poco tiempo en no noble lo estimarás; y si estimares, no cumplirás con él debidamente; porque cuando el entendimiento y la voluntad en vez de ayudar resisten, es imposible permanecer mucho tiempo en un mismo obrar y padecer.
Pero si de corazón y eficazmente no quisieres, ningún medio en absoluto valdrá para volverte perfecto: nadie se me acerca por violencia, sino de buen grado. Recuerda cuántos Santos, a pesar de grandes obstáculos y de no contar con muchos medios exteriores, subieron a la cumbre de la virtud. ¡Era que se deshacían por dentro en continuas ansias de aprovechar!
Busca además en el cumplimiento de tu deber, no tu propio provecho, sino el mío; no tu complacencia, sino el poner por obra mi voluntad.
¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de santidad, porque ellos serán hartos! Quien anduviere de santidad sediento, lléguese a mi Corazón y beba del manantial de agua, que salta hasta la vida eterna.
Con esta intención, pues, de seguir el divino beneplácito en cualquier negocio que te propusieres, cumple los deberes de tu cargo con fortaleza, sí, pero también con suavidad, sin turbarte nunca en la elección de los medios.
Llégate, hijo mío, y prueba en esta fuente cuan grato sea servirme por amor; pues como después de gustar miel, cualquier otro manjar parece amargo, así después de saborear la dulcedumbre de mi amor, te amargarán todos los alicientes de la corrompida naturaleza.
Acostúmbrate, finalmente, a ejecutarlo todo por amor de mi persona, pues te asisto y estoy dispuesto a dirigirte y socorrerte en cada caso particular. De esta suerte, con más facilidad y seguridad ejecutarás cada obra y perseverarás en el cumplimiento de tus obligaciones.
Ora, hijo mío, ora con fervor para que seas iluminado de lo alto y conozcas el valor sin precio de la perfección, para que te abrases en incesantes deseos de alcanzarla.
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Trae también con frecuencia al pensamiento los muchos y poderosos
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corazón, o por descuidar los fervorosos ejercicios de la vicia interior, o con la naturaleza, a vencerse y abnegarse en un caso o afección determinada.
http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus motivos que te impulsan a no detener nunca el paso en el camino por negarse, contemporizando
emprendido.
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5. V oz del discípul o . - ¿Cuáles son, Señor?
quienes noJes abandonan por completo DeLaImitaci n DelSagrado Hay Coraz n de s-slidepdf.com
6. Voz de Jesús . - Pues considera, hijo mío, quién es el Señor a quien
sirves, digno de amordelporcielo, sus infinitas perfecciones, arrebatan el corazóncuan de los moradores y te sentirás estimuladoque a amarlo. Recuerda los beneficios de todo género que te ha conferido mi caridad, y si tu corazón no ha perdido todo sentimiento, continuamente agradecido me devolverás amor. Pondera la gravedad y muchedumbre de los pecados que te perdonó mi paternal Corazón, y dime si crees satisfacer alguna vez tan crecida deuda. Piensa en la continua y variada infelicidad de los esclavos del pecado o de la tibieza, y en la inefable felicidad de los que con fervoroso amor se dedican a mi servicio. No apartes el pensamiento de la admirable hermosura de la virtud y de la horrenda leal del vicio; la primera une al hombre con los ángeles, la segunda lo asemeja a los demonios. Medita en la brevedad de la presente vida y en la eternidad de la futura, en la certeza de muerte y en la incertidumbre de su hora. Examina el corazón mente quey será infiernoque sin fin o en elcon cielo por todaylalaeternidad, no sepermanecer te caiga deenlaelmemoria uno de los dos te aguarda.
el progresar en el camino; pero van haciendo paradas de cuando en cuando, como los que, debiendo seguir adelante, gastan el tiempo y se detienen en complacerse de la
distancia recorrida. Más tú, hijo mío, olvidado de lo que dejas atrás, pues a persona fidelísima lo has encomendado, pon la mira con paso infatigable en lo que te queda por andar. Impide a sí mismo el adelanto el caminar tan tímidamente que a cada paso se haya de examinar el sitio donde se pone el pie. No obres tú así, hijo mío; fíate más de mi Providencia que de tu cuidado, y una vez puesta la cautela moralmente debida, corre por todo hasta el final con el animoso esfuerzo del amor divino. Se detienen igualmente aquellos que con futuras dificultades, que quizá nunca sobrevengan, excitan la imaginación y apocan el espíritu de tal manera, que de puro temor y pusilanimidad apenas se atreven a dar un paso. Hijo mío, a , día le basta su trabajo; apresúrate, pues, por hoy con alegría, que el mañana está todavía por venir, y Yo proveeré si me lo encomiendas. 8. Ten presente, hijo mío, que por naturaleza propendes a cierta inacción y desidioso descanso. Debes, por tanto, alentar la voluntad de ordinario con el espíritu de fervor y cobrar cada nuevo esfuerzo.
Si ponderas con atención y frecuencia tal consideraciones, de modo que siempre las conserves recientes, te apresurarás cada día a dar un paso más adelante en la virtud.
Si cedieres a esta natural inacción, si abandonas la voluntad decidida de perfeccionarte, nada obrarás en adelante digno de un discípulo de mi Corazón; comenzarás a entorpecer, a faltar, a llenarte de miserias y a sentir infelicidad.
7. También de muchas maneras se aparta hombre de su aprovechamiento; pero generalmente comienza, o por dejar que se resfríe amor en su
El grado de virtud que un alma perezosa no puede obtener en muchos años con trabajos y gemidos, lo alcanza un alma de voluntad generosa con
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fervor y alegría en pocos meses. Hijo, si continuamente llevas decidido http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus empeño de adelantar, tienes motivo para alegrarte. Porque esa buena
voluntad es indicio manifiesto de la amistad divina, lo cual trae consigo
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dulcísimo y al mismo tiempo solidísimo consuelo. 5/21/2018
DIRECTORIO PARA EL LIBRO
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
. - ¡Oh buen Maestro, dulcísimo Jesús, ejemplar de 9. V oz del discí pul o toda virtud! Me avergüenzo de veras por no haber procurado todavía
TERCERO
asemejarme con perfección a tu imagen, a pesar de reconocerme como discípulo tuyo. Apiádate de mí. Señor, no permitas que me entregue a la tibieza ni ceda a la desidia natural, ni me deje enredar por ningún impedimento, antes excítame, estimúlame, empújame con tu gracia. Dame el favor de tu corazón; enciende en el mío el fuego que viniste a poner en la tierra, a fin de que más ardientemente te ame, y con más perfección te imite y más de cerca te siga. Renueva todo mi interior; llévate mi espíritu desidioso y mezquino, y pon el tuyo que es espíritu de amor siempre fervoroso, siempre alentado, que no me dejará entibiar, antes me impulsará con suavidad y eficacia a imitar a mi Salvador, que es único camino y término de la bienaventuranza eterna. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. XVII, y lib, I, cap. XXV, números 5, 6, 7; 8, o, 10 y 11 )
I. La mira del tercer libro es guiar el alma a la santidad, que comúnmente llaman perfección. Esta santidad se adquiere con aquellas virtudes, en ciertas maneras heroicas, quefuera de de ordinario se como ejercitan padecimientos. Y en verdad, está toda duda, constaen por los los ejemplos de todos los Santos, que ninguno obtuvo verdadera santidad sin ejercitar antes en el padecer algunas virtudes sólidas, y hasta cierto punto heroicas. Más no habló sólo de aquellos que la Iglesia inscribió en el número de sus Santos canonizados, sino de todos aquellos justos que se esforzaron durante la vida por adquirir la santidad que nos enseñó el Salvador con su ejemplo, y que en mayor o menor grado cabe en todos los estados de vivir, De estas virtudes nobilísimas con que se adquiere la santidad nos dejó nuestro Señor en su Pasión un vivo y hermosísimo dechado que respira consuelo y fortaleza. Ciertamente que en su vida activa resplandecieron clara y continuamente las virtudes de su Corazón, que atraen con suavidad y eficacia a quien las meditare, a una imitación adecuada; mas en su vida paciente orillan con todo fulgor y perfección, y no sólo invitan, sino que empujan con vehemencia a quien la contemplare. Razón por la cual conviene medita primero la vida activa e iniciarse en las virtudes que ejercitó en ella su Corazón, y aun adelantar algo en su ejercicio, no sea que la grandeza y sublimidad de Jesús paciente nos aleje de su imitación nos abata.
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Esta santidad que decimos tiene dos grados, y cada grado, tres modos.
Pero, además, puedes, merecer cierto grado o especial auxilio de gracia http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus actual y aun eficaz, con que se ilumine y gobierne el entendimiento, y se En el primer grado se sufren cuantas calamidades es imposible evitar, y se anime y robustezca la voluntad, para evitar el mal y practicar el bien, que
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sufren primeramente con paciencia, después conformándose ya con la forma como una parte del supremo don de la perseverancia final. Esta divina voluntad, y por último con cierto gozo sobrenatural. DeLaImitaci n DelSagrado merced Corazsólo n de Jes s -slidepdf.com puedes merecerla de congruo, es decir, que no se te debe en En el segundo grado se sobrelleva también todo en alguna manera se pudiera evitar, pero que se acepta cuandolaseconformidad ofreciere, y aun espontáneamente se voluntariamente busca y se procura. Presupuesta en todo de nuestro querer con la voluntad divina, se pueden sobrellevar los padecimientos en este segundo grado; primero, por amor de Jesús, para obtener algún fin sobrenatural, como la compensación por las injurias que hubiere recibido, o la conversión de los pecadores, o la perseverancia de los justos; o la consecución, en fin, de este o del otro bien; segundo, por el deseo de conformarse con Jesús, y de recoger el fruto de esta santa conformidad llena de amor; tercero, por amor purísimo de Jesús, apartando toda consideración de sí propio únicamente a Jesús, conformándose con ël en los padecimientos. 2. Ten persuadido que en cualquiera condición de vida en que te encontrares, puedes salir verdaderamente santo con solo padecer debidamente lo que el Señor te fuere ofreciendo. Porque si mereces y aprovechas por cada acto de virtud común y ordinaria, cuanto mayor será tu ganancia y adelantos con aquellos actos de virtud heroica que de ordinario se ejercitan en las adversidades. Considera hijo mío, cuánto mereces por cada acto de virtud común que obras debidamente en estado de gracia: lo primero, un nuevo grado o aumento de gracia santificante que al punto recibes, con el cual quedas más perfecto en ti mismo y más grato a los ojos de Dios; después, nuevo grado de gloría y bienaventuranza eterna, que recibirás en el cielo donde te aguarda. Estos dos premios los mereces de condigno, es decir, que Dios está obligado en justicia a dártelos por habértelos prometido con obligación libérrima, sí, en su origen, pero real y verdadera. Este merecimiento, que estrictamente es el único, es personal, y no puede comunicarse a otros.
estricta justicia, sino sólo por cierta conveniencia y liberalidad divina. Porque Dios con ninguna promesa se ligó a tal recompensa; mas como es sumamente liberal y dadivoso, le sienta bien remunerar de esta manera nuestros actos sobrenaturales, sin que de hecho nos deje duda alguna sobre su comportamiento en esta materia. Este don, pues, no sólo puedes merecerlo para ti, sino también para otros. Mas estos grados que por la virtud mereces, pueden ser mayores o menores, según que los actos meritorios fueren más o menos perfectos. Porque bien puede suceder que un solo acto heroico, en que haces con entera generosidad y nobleza alguna oblación perfecta, te sirva de mayor merecer qué ciento o mil o más actos comunes. Conforme a esta doctrina, enseña San Crisóstomo que el santo Job mereció más por aquel solo acto por el cual se conformó con la divina voluntad, que por todos los demás de su pasada vida próspera. Procuremos tener siempre en cuenta tal enseñanza mientras nos dure esta vida que se nos dio para granjear merecimientos para la eternidad. Ella nos ayudará para precavernos más eficazmente de aquellas ilusiones, que parecen más propias de esta parte de la vía espiritual y suelen ser más comúnmente: el atender demasiado a las sensiblerías y repugnancias de la naturaleza, y considerando así las causas secundarias de las aflicciones, apartarse con algún pretexto de los trabajos que Dios envía, o al memos sobrellevarlos de mala gana y aun querer otro camino de aquel que Jesús recorrió y allanó para nosotros, y por donde desea que caminemos, siguiendo con todos los Santos la misma senda por donde; nos precedió. 3. Así, pues, mientras meditares la materia que se pone en este libro, tu principal cuidado e intento ha de ser comprender, no solamente los indecibles dolores y aflicciones del Hijo de Dios, sino también, y sobre
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todo, los afectos y sentimientos de su Corazón. Porque aquí sí que se Examina, por último, devotamente en qué disposición se encuentra http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus oculta un tesoro inmenso que sólo el diligente y piadoso escudriñador aquel Corazón divino, de donde nacen tan heroicas virtudes, y desahoga puede investigar y encontrar. Cuanto más atenta y devotamente cuanto pudieres por toda la contemplación, todos los afectos deseos de tu
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contemplares el Corazón de tu Señor paciente, tanta más perfección espíritu. De La Imitaci n Del Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com descubrirás, y saldrás más virtuoso. Los afectos que tanto en el orar como en el meditar han de constituir tu El modo de meditar por este libro (además de los expuestos en el primero, ejercicio, son muy variados y diferentes, según la disposición o necesidad que también pueden aplicarse aquí provechosamente), es doble; se propuso ya a la entrada del segundo libro, pero se debe acomodar aquí a la Pasión del Salvador, que se ha de meditar o contemplar. Propóngase, pues, cada cual con la memoria alguna virtud, según el paso que meditare, y concluida la meditación, reténgala de tal manera en la mente, que pueda practicarla en las obras que se ofrecieren. Medite el entendimiento sobre tal virtud, escudriñando sus causas y fines y todas las circunstancias que le acompañan, y considerando con qué afectos ejercitó Nuestroque Señor; luegohiciste; los ojosdaa lagracias vida pasada, examinala los progresos en vuelve tal virtud y pidey perseverancia si obraste conforme es debido, duélete contrito y pide perdón al pacientísimo Jesús en caso contrario; atiende, por último, A lo futuro, e indaga las ocasiones que sobrevendrán para llevar a la práctica la virtud meditada. Abrácese con ella la voluntad, ejercítese allí mismo en actos internos de su índole, y proponga para lo venidero actuarse en tales o cuales actos, tanto interiores como exteriores, sin descuidar entre tanto los devotos afectos y peticiones. Mas cuando te pusieres a contemplar, pon ante los ojos en cada paso particular lo que Jesús padece cómo padece; quién es el que sufre, de parte de qué verdugos, y quien es aquel en cuyo provecho es atormentado. Escucha después las palabras que en aquel paso profiere Jesús, o cómo calla y dirige súplicas al Padre celestial desde lo íntimo de su Corazón.
de tu espíritu, o según la moción del Espíritu divino. Puedes fomentar provechosamente la fe y ocuparte en frecuentes y vivos actos de semejante virtud, reconociendo por Dios a Jesús en cada misterio adorándolo en sus humillaciones y dolores, en le cuales parece como que se vela la Divinidad por amor nuestro. Ayudará también el dar suavemente velas a la esperanza persuadiéndote de que si el Señor obró padeció gratuitamente, aunque nada merecías, para salvarte, tampoco ahora, si tú cooperares, ha de negarte lo que incomparablemente vale menos: los medios para esa salvación y santificación. Se inflamará fácil y como espontáneamente tu corazón en el amor de Jesús, tu Dios y Salvador, si considerares cómo por tu amor padece. Porque como El padeció y murió por todos y cada uno de los mortales, cada uno puede y debe decir con verdad: «Jesús me amó y se entregó por mí». (San Pablo a los Gálatas, 11, 20) Ocupa con frecuencia el corazón en aborrecer y detestar el pecado, considerando cuántos tormentos sufrió el Hijo de Dios en su Sacratísima Humanidad para borrarlo. Odio del malvado mundo nacerá en tu espíritu cuando ponderares hasta qué punto tuvo que padecer Jesús por parte de ese mundo maldito. Compasión hacia el pacientísimo Jesús invadirá tus entrañas cuando le mirares con devoción y crecido afecto.
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Arderás en celo de compensar tantas injurias como le infieren, y le Segunda.- Se llama desolación espiritual todo lo contrario de lo ofrecerás, a tal fin, tus piadosos deseos, buenas obras y todas las anteriormente expuesto, como entorpecimiento, conturbación y tinieblas http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus aflicciones en el alma, una agitación que mueve a desconfianza y es contraria a la
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esperanza y caridad, y, por último, cierta propensión a cosas bajas e Pero lo principal estriba en estudiar despacioDeelLasentir y disposición Imitaci n DelSagrado interior Coraztristeza n deJes s-slidepdf.com que inquieta y abate el ánimo. interior del Corazón paciente de Jesús en cada misterio, y procurar con ella revestirte. Porque si tal no obrares, podrás meditar, sí, la Pasión del Tercera.- Sólo es de Dios dar consolación al alma sin causa, precedente, Salvador, pero, no podrás imitar su Corazón; podrás padecer, pero no provechosamente; cargarás con tu cruz, pero no seguirás al Nazareno. Las peticiones y súplicas en que puedes ocuparte pueden ser igualmente varias, o mejor dicho, es anchísimo campo éste de las peticiones, y no se le encuentra fácilmente término. Puedes pedir el don o el incremento de la fe, de la esperanza, de la caridad; aborrecimiento del pecado y detestación del mundo, compasión para con Jesús y celo por su honra; en una palabra: todas las gracias y virtudes, y esto no sólo para ti, sino también para tus prójimos, como antes quedó dicho y se repite ahora para más inculcar lo que nunca queda bastantemente inculcado; a saber: que la parte más importante de la oración la constituyen los afectos, peticiones y actos de virtud internos, de todo lo cual depende el principal fruto de la oración, según la gracia. 5. Para discernir espíritus en esta parte, especialmente de la vía espiritual, nos señalan los Santos las siguientes reglas: Primera. - Se dice propiamente que uno tiene consolación espiritual,
porque es propio del Criador entrar en su criatura y atraerla, toda a su amor y mudarla y convertirla. Se entiende «sin causa precedente», cuando se da el consuelo sin previa sensación ni pensamiento sobre objeto alguno que pueda traer al alma tal consuelo por sus propios actos de entendimiento y voluntad. Cuarta .- Cuando precede motivo de consolación pueden consolar al alma
tanto el buen espíritu como el malo, pero con fines contrarios: el bueno, para aprovecharla e inclinarla de bien en mejor; el malo, para dar al traste con su virtud y perderla. Quinta . - En tiempo de desolación no se ha de obrar ninguna mudanza,
sino que se ha de mantener con fortaleza cuanto se propuso en la pasada consolación. Porque así como en la consolación nos mueve, más de ordinario el espíritu bueno que el malo, y hasta las facultades naturales se hallan más expeditas, así, por el contrario, en la desolación nos incita más comúnmente el malo que el bueno, y entenebrecidas más o menos nuestras facultades, quedamos casi inhábiles para aconsejarnos.
cuando el hombre es excitado interiormente por alguna moción que
Sexta.- Aunque en la desolación no se debe mudar el propósito
enciende al alma en amor divino, ya directamente, como cuando se inflama en amor por simple merced de la bondad divina, ya indirectamente, como cuando se siente movido a amar a Dios por la consideración de la Pasión de Jesucristo, o por dolor de los pecados que cometió contra el Señor, o por cualquiera otra causa debidamente ordenada al divino servicio. También existe consolación espiritual en cualquier aumento de fe, esperanza o caridad, en toda alegría interna que levante el alma a cosas sobrenaturales o a procurar su salvación y perfección, con tal que le traiga paz en el Señor.
precedente, conviene cambiar, sin embargo, nuestra manera de obrar, de modo que pugnemos contra la misma desolación, insistiendo más en el orar, examinándonos con más cuidado para humillarnos y echarnos en brazos de la misericordia divina, ejercitándonos discretamente en mayores actos de caridad y penitencia. Séptima .- Quien anduviere en desolación, tenga presente que, a fin de
probarlo el Señor, lo deja solo con sus potencias naturales y la gracia ordinaria (y aun a veces especial, aunque no sensible) para que,
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resistiendo a las varias instigaciones del enemigo, muestre su fidelidad y amor; porque con la sola gracia ordinaria, que sin sentirla permanece en http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus él, puede resistir enteramente.
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LIBRO TERCERO
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Avisos útiles para imitar al Corazón paciente de Jesús. 5/21/2018
Mas aquel que anduviere en consolación, considere cómo se portará en la DeLaImitaci n DelSagrado Coraz desolación venidera; cobre nuevas fuerzas para soportarla y esfuércese en comprender para cuan poco vale cuando el Señor levanta la mano y sensiblemente no le ayuda. Finalmente, tanto uno como otro, procuren adquirir virtudes sólidas o afianzar las adquiridas para quedar así santificados. (San Ignacio, San Buenaventura, Santa María Magdalena de Pazzis,)
n deJes s-slidepdf.com
CAPÍTULO PRIMERO En cuánto se ha de estimar y desear la perfección.
1. Voz de Jesús . - Sé santo, hijo mío, pues Yo soy santo. Quien deseare
ser perfecto discípulo de mi Corazón, santifíquese a la manera que Yo, con santidad interior, verdadera y sólida. Estimable bien es la santidad, que abraza todos los bienes apetecibles en la tierra y dispone para la bienaventuranza eterna en los cielos. La santidad laesconservadora la consumación de la virtud, guarda de ladelgracia santificante, de la paz interna, la fomentadora gozo del corazón y de la continua felicidad. Esta es la verdadera sabiduría, esta es la gloria no fingida, este el tesoro inagotable. Ser el menor entre los santos es incomparablemente más noble que ser el mayor entre los mundanos. ¿Qué puede, en justicia, compararse en la tierra con la santidad? Ni la ciencia, ni la dignidad, ni la gloria, ni bien alguno terreno, pues como terrenos son transitorios, y como nubecillas resplandecen en el aire y al punto desaparecen. Más la santidad es perpetua moradora del cielo, y resplandece como el sol sobre los moradores celestiales; y cuando el sol desapareciere, seguirá ella resplandeciendo eternamente. No se gloríe, pues, el sabio en su sabiduría, ni el fuerte en su fortaleza, ni un sus tesoros el rico; mas de gloriarse, gloríese en conocerme, amarme y
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gloríese en conocerme, amarme e imitarme por amor y quedar así Por manera, pues, que los pecados de otro tiempo, no sólo no son santificado. estorbos, sino ayudas para la santificación. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
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Hijo mío, si ahora no abrazas estas enseñanzas, más tarde, cuando se Además, hijo mío, que el emular la perfección de las virtudes y aspirar a aproximare la muerte, sentirás a tu pesar laDenecesidad de haberlas la santidad no es soberbia ni presunción, sino magnanimidad y nobleza de LaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com abrazado. alma, sin las cuales nadie puede salir discípulo digno de mi Corazón. Respóndeme, hijo mío: si estuvieras hoy para morir, ¿qué preferirías, haber sido santo, o haber sido rey o Pontífice? ¡Ojalá – exclamaba un rey al morir – no hubiera sido rey, sino el más ínfimo entre los santos siervos de Cristo! ¡Ojalá – repetía otro – no hubiera vivido en el trono, sino en la cocina de la santa casa de Dios!
Esto te dugo Yo: tú verás a quien crees, si a mis palabras, o al espíritu enemigo que te sugiere lo contrario.
Nunca estimarás demasiado la santidad, pues Yo la aprecié en tanto, que para facilitártela derramé los tesoros de mi Corazón y multipliqué con grandes trabajos a mis expensas los medios de alcanzarla, y toda mi vida la ordené para la santificación de los escogidos.
Cobra ánimos, arroja de tu pecho toda sugestión torcida, y fomenta los sentimientos dignos de un discípulo mío.
Aspira, pues a tanto alto bien, y esfuérzate con todo empeño en llegar a santo.
emprendedor, ¿no puedes padecer? Pues en el amar y padecer está el toque de la santidad.
2. Voz del di scípul o . - ¡Yo Señor, hacerme santo! ¡Ah, Señor! Si he
No son las obras extraordinarias ni los milagros, sino el amor paciente lo que promueve la santificación del alma.
pecado con demasía durante mi vida, ¿no sería soberbia el presumirlo? ¡Soy tan frágil, que no valgo para ser obra digna de santidad! Voz de Jesús . - Hijo mío, ¿nacen de ti esos pensamientos, o te los han
sugerido? Si nacen de ti mismo, yerras; si te los sugirieron, te engañaron. Porque ante todo, si has pecado durante toda 1a vida, ese es un motivo más para santificarte y compensarlo pasado con lo venidero. Pero no se trata aquí de lo que fuiste, sino de lo que debes ser en lo sucesivo. ¡Cuántas almas pecadoras llegaron en más breve tiempo a más alta santidad que otras siempre inocentes, pues el recuerdo de los pecados miserablemente cometidos y misericordiosamente perdonados les servía de acicale para estimularse a la santidad!
Cuida, hijo mío, de no dejarte apocar por un engaño y ponerte incapaz de aspirar al objeto más digno de todo corazón.
Y en resolución: si tú eres débil, ¿no soy Yo poderoso? Si no puedes arrostrar las austeridades, ¿no puedes amarme? Si no vales para
Esfuérzale en padecer por mi amor los padecimientos que Yo escogiere y le presentare, y saldrás sano. 3. El constante deseo de aprovechar y el asiduo esfuerzo por santificarse, se reputa con justicia como santidad durante la vida del hombre. Ninguno que son perfecto deja de procurar mayor perfección, y tanto más santo se muestra cada uno cuanto más procura perfeccionarse. Como ves, hijo mío, la santidad no es negocio de un día ni de una semana. No te imagines, pues, que dentro de unos días, saldrás perfecto. Porque si tal esperas, como te has de encontrar con la esperanza frustrada, decaerías de ánimo y aun te entrarían tentaciones de dar al traste con todo.
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La perfección os obra de la gracia divina y de la cooperación del hombre.
Aun los mayores Santos no se vieron del todo libres de semejantes miserias, y mientras vivieron en la tierra experimentaron la fragilidad de http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus La bondad de mi corazón, que quiero hacerte santo, tiene más deseos de la condición humana.
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dispensarte gracias que tú de buscarlas. Y aun las derrama sobre ti sin que las pidas. No te turbes, pues, ni acongojes por aquellas faltas en que conocieres no DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com haber la voluntad tenido parte; puede el hombre ser muy perfecto y caer Así, pues, cuanto más fielmente cooperares a la gracia, en tardo más breve frecuentemente en faltas involuntarias. tiempo entrarás en posesión de la santidad. Conformándote con el ejemplo de los Santos, ve disminuyendo en lo 4. Si tuvieres voluntad constante y eficaz de santificarte, nada te impedirá posible los defectos involuntarios, y humíllate por ellos con sosiego en un que salgas santo. presencia, y de los mismos defectos sacarás adelantamiento. Sea cualquiera la condición de tu naturaleza, conseguirás la santidad, no según la inclinación natural, sino según la cooperación que a la gracia preste tu voluntad libre. Ni el carácter, ni el estado de vida, ni la profesión, te serán estorbo si cooperare con generosa, fidelidad a la divina gracia. Por esta fidelidad, una muchedumbre inmensa, que nadie puede contar, se santificó en el estado religioso, otra inmensa muchedumbre se santificó así mismo en medio del tráfago del mundo. Por esta fidelidad, Enrique se santificó en el campamento Casimiro en las aulas, Elcear en el comercio, Isidro en la labor agrícola, Inés en la ciudad, María en el campo, Catalina, en la casa paterna, Cristina en la servidumbre. Para ser santo no se requiere ser beatificado ni canonizado, pues esas ceremonias no hacen sino que declaran a los mortales la santidad algunos varones. Si fueres santo, en el cielo le preocupará, conformo con el divino beneplácito, si te han canonizado o no sobre la tierra.
6. En vista de todo lo cual, hijo mío, no hagas caso de tu propensión, ni de los consejos de los hombres, ni de la sugestión del enemigo, cuando bajo cualquier pretexto te quieran apartar de la santidad; antes, con ánimo generoso, sin desesperar nunca, redobla los esfuerzos por alcanzarla. Esta santidad es de suyo tan valiosa, y a Mi tan honorífica y grata, que un alma sola interiormente santificada, más me glorifica y agrada, más valor adquiere a mis ojos que otras mil que, aunque buenas, se contentan con una virtud vulgar. Sábete, hijo mío, que cierto grado de santidad es en absoluto necesario para ser admitido en mi presencia, pues sin santidad ninguno ha de ver a Dios. Si esta necesaria santidad no adquieres en la presente vida, deberás ser purificado con fuego en la futura antes de entrar en el cielo, donde nadie ha de ingresar sino enteramente santo.
Ni las mismas tentaciones y 'obstáculos podrán volverte atrás. Porque cuanto maquinare el infierno o fraguare el mundo para dañarte, puedes convertirlo en motivo de santificación.
Más para consuelo tuyo, ten presente, hijo que si conservares una verdadera y eficaz voluntad de santificarte, no has de probar la muerte antes de conseguir la santidad.
5. Es verdad que todo pecado, por mínimo que sea, debe evitar quien aspirare a la perfección: pero las faltas involuntarias que nacen fragilidad humana no son obstáculo para llegar a santo.
Mientras tanto, no creas haberla conseguido nunca, ni te reputes perfecto, sino avanza siempre presuroso hacia el premio propuesto a tu soberana vocación.
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Ánimo, pues, hijo. Levántate a obras dignas de un discípulo mío; emula a CAPÍTULO II los Santos, que son ilustres hermanos tuyos. Lo que tú eres, fueron ellos; http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Que en esta vida nadie vivir sin padecer. lo que ellos son, puedes ser tú.
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7. Voz del di scípul o . - Veo, pues. Jesús mío, que también yo, el último de
1. Voz de Jesús . - Hijo, mientras vivieres en la tierra, no puedes estar libre
tu casa, debo y puedo hacerme santo.
de tribulaciones.
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
Sí debo, porque tú me lo mandas, y porque estoy obligado a corresponder a tan singulares gracias y beneficios tuyos, y a satisfacer la inmensa deuda que, cuando me perdonaste tantos pecados, contraje con tu misericordia; y porque debo mirar por mi salvación y disponerme para el cielo, y sobre todo, finalmente, porque Tú eres sumamente digno de todo amor y veneración. Y puedo también, porque Tú dispensas medios abundantes y eficaces; porque sólo exiges el esfuerzo de una sincera voluntad, dispuesto a suplir cualquiera deficiencia; porque nada, sino mi querer, puede impedírmelo;
¿Qué es, sino aflicción, esta vida mortal, donde el hombre entra llorando, y donde vive padeciendo, y de donde sale gimiendo? Imposible que el hombre que nació sujeto a la muerte, lleve la vida sin dolor, pues guarda dentro de sí mismo la fuente de sus dolores. Tu misma condición mortal engendra naturalmente muchas miserias, enfermedades y dolores, que no pueden cesar mientras exista manantial tan abundante. Pero todo eso, a pesar de su número y molestia, parece poco; pues del
porque todo elennegocio el inundo ayudarmees a conseguirlo, y, finalmente, porque lodo de puede mi santificación obra de fu amor, amor que todo lo puede, todo lo facilita, todo lo vuelve suave.
mismo fondo de la corrompida naturaleza se levantan otros males peores, como son las desordenadas y perversas pasiones, que fuerzan al hombre a sentir muy a su pesar lo que no quisiera.
Deseo, pues, santificarme; más no para ser en la tierra contado entre los Santos, sino para glorificarme en el cielo entre los escogidos; no por temor de la pena o esperanza del premio, sino por tu amor, dulcísimo Jesús, para amarte más, para más honrarte ahora y eternamente.
Estas son las pasiones engendradoras de tantas pesadumbres, que, adhiriéndose al mismo corazón, perturban la paz de tantas almas, y promueven horrible guerra, y exponen al hombre con sus luchas encontradas a innumerables peligros y amarguras. ,.
Santo quiero ser, y mientras viviere no cesaré de querer serlo. Por tu Corazón te ruego, dulcísimo Jesús, que secundes esta mi buena voluntad.
2. ¿Y cuántos son los trabajos que le vienen por de fuera y nadie puede, en
(Imitación de Cristo, lib. III, cap. X.)
absoluto, evitar? El frío, el calor, los temporales y otros innumerables contratiempos físicos que, aunque tienden al bien común, no pueden, sin embargo, por defecto del hombre en el presente estado de degeneración, efectuarse sin molestia de cada individuo. Descontados estos padecimientos, ¿qué mortal podrá rehusar la molestia de trabajar, pues sin el trabajo se hará más insoportable todavía su existencia?
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Agrega y cuenta, si puedes, los tormentos y pesadumbres que se originan sufrida le abriría paso para la santidad, y por ende, a la felicidad de otras pasiones y vicios, y por todas partes no verás más que fatigas, las verdadera. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus cuales acabarán contigo sino la superares.
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4. Pero todavía se hace más leve y consoladora la tribulación, cuando se 3. En verdad, hijo mío, que abundando tanto la vida del hombre en considera que Yo la santifiqué con las mías, y que Yo precedí a los DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com calamidades, a no pocos apenas parecería tolerable, si el espíritu de atribulados con el ejemplo de mi vida, con la promesa de premio y religión no les manifestase motivos para soportarla y mi Corazón no los auxilios y consuelos sobrenaturales. De mi ejemplo aprendieron los aliviase con la unción de gracia. Toda la sabiduría de este mundo, después de exponer tan elegantes razonamientos para sufrir el dolor, no ha podido encontrar ni presentar verdadero remedio de los padecimientos. Cuántos, mientras disertaban pulcramente sobre la manera de soportar el dolor y ofrecían medios a los demás, estaban ellos mismos acabados por la aflicción. ¿Qué maravilla, pues, que los privados del espíritu de piedad y alejados de mi Corazón por corrupción o incredulidad, concluyan por desesperar en las aflicciones y agregar a las demás calamidades la desgracia mayor, el caer en condenación eterna?
Santos el secreto del buen padecer y la ciencia de convertir lo malo en provechoso. De aquí que experimentaran dulces las tribulaciones, y que por mi amor ansiasen tanto el padecer que no pudieran vivir sin padecimientos y rebosaran de gozo en toda tribulación. ¿Y no puedes tú aspirar, hijo mío, a semejante grado de resignación? ¿No sería ese tu provecho y mi deseo? ¿Por qué temes? Ninguna aflicción puede subir a tu corazón que no haya atravesado antes el mío, y al atravesarlo consolarte. pierde toda su dañina fuerza y se empapa en divina virtud para 5. Procura, hijo mío, no volver amargas las tribulaciones que mi Corazón endulzó, con la amargura del tuyo.
Mas la religión convierte en tolerables y provechosas todas las tribulaciones, pues enseña cómo por una disposición consoladora de mi sabiduría y bondad, lo que era justo castigo de pecado y justo motivo para dolerse los hombres, se trueca en remedio saludable de la culpa y en copiosa materia de merecimientos.
Padecer es necesario, no hay remedio; pero el padecer necia o provechosamente, a la manera de los escogidos o de los condenados, para santificación o reprobación tuya, eso depende de tu elección; puedes optar por lo que te pareciere.
Los metales se prueban en el crisol; el fuego endurece el barro y ablanda la cera: el viento postra al arbusto y afianza al árbol arraigado.
Disponte, hijo mío, o mejor, vive siempre preparado a sufrir molestias que ni cesan ni cesarán nunca de sobrevenir.
Así la tribulación prueba al hombre: una misma aflicción endurece a unos y ablanda a otros; una misma persecución a unos abate, a oíros vigoriza.
No creas que se presentará día sin alguna pena, pues cada día por venir, según Yo dije, trae consigo suficiente trabajo.
A todos conduciría a la bienaventuranza, si todos la recibiesen como es debido. Si alguno caminare por ella a la ruina, de él es la culpa, pues bien
Ni te forjes la ilusión de que con tus esfuerzos evitarás toda molestia. Aunque huyeras en soledad al desierto, aunque te retiraras al mar o te escondieras en el último rincón de la tierra, allí te acompañaría la
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desgracia y te seguiría como la sombra al cuerpo, pues llevas dentro de ti Mas si te amare, dulcísimo Jesús, el solo considerarte me moverá a la causa de los padecimientos. seguir gozoso tu ejemplo, de manera que te acompañe y me asemeje a tu http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus persona, y te pruebe mi amor y disfrute del tuyo.
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Por tanto, hijo mío, si eres sensato, lo que no puedes evitar conviértelo en provechoso, llevando con igualdad y tranquilidad de ánimo, como los ¡Oh Jesús, dulcedumbre infinita! Contigo hasta lo amargo parece dulce, DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Santos, la cruz de las aflicciones y siguiendo con alegría mis huellas. pues con tu padecer quitaste y reservaste para Ti todo lo acerbo de los padecimientos, y todo lo que había en ellos de sabroso y dulce lo 6. Si quieres sobrellevar las tribulaciones con facilidad y al mismo tiempo extrajiste para regalárnoslo. con fruto, sobrellévalas por amor mío. Este amor aligerará el paso y aspereza de tu cruz, y con su virtud santificará tu persona y ¡Oh Jesús piadosísimo, que tanto me amaste! pon en mí los sentimientos padecimientos. de tu propio Corazón, a fin de que santifique todas mis aflicciones y procure con ellas tu honra y mi perfección. Quien no soportare las aflicciones por mi amor, no llevará gustoso la cruz por mucho tiempo, sino que al punto la arrastrará con trabajos y gemidos, (Imitación de Cristo, lib. II, cap. XII, núms. I, 2 y 3.) o agobiado por el peso caerá en tierra, miserablemente. Si encuentras dificultad en padecer de esa manera, ven a mi Corazón y ora. Aquí encontrarás auxilio, aquí amor y bálsamo de divina gracia. Hijo mío, no he cesado de decirte y no me cansaré de repetirte que ores, que no ceses do orar jamás. Todo consiste en la oración. En ella encontrarás remedio para los males, en ella alcanzarás todo bien, en ella se curarán tus miserias, en ella se aliviarán tus dolores, en ella encontrarás el consuelo, en ella la perseverancia. 7. Voz del di scípulo .- Viendo estoy, Jesús mío, que no tengo escape. Es
necesario padecer, o de grado, o por fuerza; si de grado padezco, sentiré menos tormento; si por fuerza, agravaré mi dolor. Si no quisiere, pues, hacerme en vano miserable, tengo que llevar el corazón dispuesto a padecer. Y si alguna vez me pareciere dura cosa esta necesidad, me bastará y sobrará para fortalecer mi corazón el fruto de la santa paciencia, que me ha do santificar en la vida y volverme dichoso en la eternidad,
CAPÍTULO III Qué sentía el Sacratísimo Corazón de Jesús acerca de los padecimientos.
1. Voz de Jesús . - Considera, hijo mío, cuáles eran los sentimientos de mi
Corazón cuando padecía, y procura imitarlos. Mi Corazón, durante su vida mortal, estaba continuamente padeciendo y continuamente alegrándose. Entiende bien lo que te digo. No hablo de mi voluntad divina, pues era incapaz de padecer sino de mi voluntad humana. Con ésta ejercitaré las virtudes, con ésta adquirí los merecimientos, con ésta obré la redención de los hombres. Desde que comenzó a existir mi Humanidad, gozaba plenamente mi Corazón de la visión la Divinidad, con la cual estaba hipostáticamente unido, y merced a la cual disfrutaba de la perfecta beatitud; pero al mismo tiempo, por un especial concurso de la Divinidad, quedaba mi Corazón siempre doliente por el amargo recuerdo de la Pasión que había de sufrir.
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Pero aun de la misma acerba Pasión, por un respecto me dolía y por otro malicia del mundo y del infierno, ni cuantos horrorosos suplicios pedían me gozaba. Me dolía de ella en cuanto era molesta y pesarosa a la a gritos las culpas de los hombres y exigía la lesa majestad del Padre, y http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus humanidad, y me gozaba en cuanto era voluntad de Dios y ordenada para pedía, en fin, hijo mío, tu necesidad.
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Todas estas consideraciones se agitaban de continuo en mi pensamiento, y sin cesar angustiaban mi Corazón.
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Porque mi Corazón tenía voluntad humana, que siendo en sí una, era como doble en su operación: había una parte inferior que de suyo aborrecía y temíamás todo lo lo doloroso la naturaleza humana; otra superior, que por razones altas amaba adeliberadamente y abrazaba.
Pero su ardoroso amor lo sobrellevaba todo de buen grado y con paciencia.
Ambas partes, tanto la inferior como la superior, siempre permanecieron sin desordenarse ni marcharse por falta alguna.
El amor todo lo convertía en sabroso, los trabajos y vigilias, los oprobios y ludibrios, los azotes y las espinas, la Cruz, finalmente, y en una palabra, cuanto la divina voluntad ordenó para la salvación de los hombres.
Porque la inferior, al mismo tiempo que miraba y deseaba el bienestar y comodidad de su naturaleza y rehuía temerosa la muerte y el dolor, se dejaba regir enteramente por la parte superior.
Este fue, hijo mío, el principal afecto de mi Corazón paciente: el amor a Dios y a los hombres. De esta fuente brotaban todos los demás afectos.
La superior, por su lado, se conformaba con la voluntad divina y sometía a la inferior, de donde nacían aquellos actos tan perfectos y sobrenaturales de virtud, y aquellos merecimientos y aquellos merecimientos y aquella abundancia de gracia que acumulé para los hombres. Ten presente, hijo mío, que tienes una voluntad semejante, no ciertamente tan perfecta, pero si tan libre, que en ella experimentas los deseos, da una parte inferior y otra superior. 2. Tú, hijo mío, no siempre tienes ante los ojos ni sabes lo que en adelante has de padecer. Obra es de mi benignidad y misericordia el no dejarte ver las tribulaciones sino cuando ya están encima, para, que así, una por una. las soportes más fácilmente.
3. De allí nació aquella paciencia inagotable con que toleré sin acritud ni querella tantos indignos e inmerecidos ultrajes. De allí aquella resignación en el divino beneplácito, en medio de tantas aflicciones y tormentos. Mi voluntad, conforme por amor con la divina, estaba de buen grado dispuesta a padecerlo todo. De allí el gozo en el padecer. El amante que conoce la bondad del objeto amado se alegra cuando lo disfruta, y mi Corazón, que conocía perfectamente la excelencia de la divina voluntad, se gozaba en cumplirla, aun arrostrando para ello inenarrables dolores.
Tero mi aflicción se mantuvo siempre toda en mi presencia. Adondequiera que me encontrase, allí se me representaban todos los venideros tormentos.
De allí aquel deseo sobrenatural de padecer. El verdadero amor desea eficazmente probar su sinceridad, fidelidad y ternura. Y por eso el amor me estimulaba continuamente a rematar aquella obra de la Pasión, que había de quedar como manifiesto y sempiterno testimonio de mi sinceridad, fidelidad y ternura, y del exceso de mi cariño.
Ni por un momento se me ocultaba cuanto merca de mi padecer habían predicho los Profetas, y prefigurado las antiguas figuras, y tramando la
4. Pero el amor de mi Corazón, hijo mío, iba todavía mucho más lejos. Su deseo, su ansia no era otra sino arrebatar en su exceso el corazón de los
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hombres e inflamarlo con su propio fuego. Fuego vino a poner en la tierra, ¿y qué deseaba sino que prendiese?
estimularte, y al menos desea querer conformarte con el sentir de mi Corazón sobre los padecimientos.
A este fin escogí un bautismo de sangre, mi Pasión, digo, en la cual por
6. Pide fervorosamente y a menudo, aun contra la inclinación de la
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completo me sumergí para salir luego glorificado.
naturaleza, que llegues a conocer el mérito de tal sentir y a desear sus inestimables frutos.
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
¡Y cuan deshecho, vivía mientras no la consumaba! ¡Cómo ansiaba mi corazón abrir aquella hirviente piscina que maravillosamente purificaría, estimularía y encendería el corazón de los mortales! Allí se purificaron, allí se inflamaron los Apóstoles y los mártires, los santos confesores y las vírgenes, que estaban dispuestos a padecerlo todo por mi amor y a seguirme entre aflicciones, mortificaciones y tormentos, y aun a costa de su vida. Y tu corazón, hijo mío, ¿no puede también inflamarse? Pues para eso te amé, para que en retorno te encendieras en mi amor, para ganar todo tu afecto. 5. Hijo mío, si a menudo y con atención consideras hasta qué punto te amé, y cuánto mayores causas tienes tú para amarine que Yo a ti, sin duda te incitarías a retornarme tu amor. Y si el amor ocupara por completo tu corazón, entonces tendrías el mismo sentir que Yo acerca de los padecimientos. Cuanto más me amares, tanto mejor dispuesto te sentirás a padecer, y cuanto con más sosegado corazón padecieres, tanto más se acrecentará tu amor. Si el sentir de mi Corazón con respecto a las tribulaciones no te agrada, señal es que tu corazón no anda sano, o mejor dicho, anda enfermo. Examínalo, pues, y hallarás por causa el haberse en él resfriado el calor divino o el haberlo tu entorpecido por la fría indiferencia o por el andar calenturiento con el vicioso fuego del amor propio. Pero de esta misma indisposición, en que no puedes gustar lo que tan digno parece de almas grandes, toma motivos para levantar el ánimo y
Si en tal oración fueres sincero, se te abrirán los ojos de la mente hasta que veas con claridad cómo la sabiduría del mundo, que aborrece deseo de humillación y mortificación, es verdadera necedad, y cómo este amor saludable verdadera sabiduría, aquella misma que Yo, bajando del cielo, enseñé de palabra y obra a lo mortales. Si perseverares en el orar, se te dará gran abundante para abrazar con devoción los dolor y sobrellevarlos santamente. Más no te contentes con sólo la oración: aplícate, además, a abnegarte, según la gracia y tus fuerzas, a sobrellevar las aflicciones, a caminar con mi cruz. ¡Bienaventurado aquel a quien saben bien gustan los santificadores tormentos! Ese aprendió más por ciencia divina que por industria humana, y es animado, más que por la naturaleza, por la gracia. No hay otra piedra de toque para apreciar al verdadero discípulo de mi Corazón como este amor a las aflicciones y tormentos. . - ¡Oh Jesús, cuán grande, fue la caridad de tu 7. V oz del discípul o Corazón, cuan gratuito tu amor, cuán ardorosa la sed de mi felicidad! Mucho en tu amor padeciste; mas todo, para redimirme, todo para enseñarme, todo para consolarme, todo para unirme a tu persona por amor. ¡Y yo te he de olvidar! ¿Cuándo te amaré demasiado? Poco es, lo confieso, amarte de todo corazón como te mereces, poco el amarte padeciendo hasta morir.
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¡Más para amar e imitar tus padecimientos, necesito tan copiosa gracia!
Pero los Santos y cuantos eficazmente pretendieron santificarse, aceptaron gustosos mi invitación y reputaron como su bienaventuranza en http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus S no me ayudares desde arriba, no podré, ni en lo poco, ni en lo mucho, la tierra el permanecer en mi compañía, y el padecer conmigo, y el no abnegarme meritoriamente abrazar con alegría tu cruz, ni sobreponerme a
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abandonarme jamás por ningún contratiempo. la inclinación de la naturaleza, ni acompañarte con perseverancia hasta la DeLaImitaci n DelSagrado 2. Coraz n deJes slidepdf.com muerte. Y en efecto, hijos-mío: ¿qué hay de bueno sobre la tierra que no encuentre el que padece conmigo? Más ya que me invitas a ello, concédeme abundante gracias con que pueda resarcir mi impotencia. Esta es la verdadera gloria, gloria que fue digna de la ambición divina, gloria que no perece con este mundo, gloria que durará y se enaltecerá por Dilata mi corazón y graba en él profundamente el sentir de tu Corazón toda la eternidad. paciente, para que, humilde y manso, ansié padecer por tu amor cuanto en la vida me ofrecieres. Este es aquel tesoro escondido, con cuyo precio se compra el reino de los cielos con toda su interminable bienaventuranza. (Imitación de Cristo, lib. II, cap. XII, nums. 8, 9 10, 11, 12, 13, 14 y 15.) Este es aquel puro deleite que supera todo sentido, pues si llegas a gozarte CAPÍTULO IV en padecer conmigo, poseerás en la tierra un espiritual paraíso de deleites. Cuántos bienes acarrea el padecer como es debido.
. - Hijo, a ti se te concede entender los secretos de mi 1. Voz de Jesús Corazón, penetrar en ellos devotamente y convertirlos en provecho propio. Escucha, pues, los arcanos que permanecen escondidos para el mundo; aprende los bienes que el mundo no puede comprender. Yo procedí por el camino de la cruz como Creador a sus criaturas, y como Redentor a sus redimidos, y como Padre a sus hijos, y manifesté a todos los hombros que quien quisiera participar de la felicidad inefable que me aguardaba al término de la jornada, dobla con corazón entero negarse a sí mismo y seguir mis huellas. Mas muchos de los que me oían entonces dijeron: «Dura es esta palabra; ¿quién podrá hacerle caso?» Desde aquel entonces muchos se marcharon y no caminaron en mi compañía.
3. Cuando todo marcha conforme a la inclinación de la naturaleza, y ninguna tribulación acongoja al espíritu, suele el Hombre apegarse a las criaturas, y no se cuida de atenderme como es debido, y a duras penas se ocupa de los negocios eternos. Más cuando el trabajo lo persigue o sobrecoge la aflicción, entonces se recoge a lo interior; considera cuan vanas y caducas son las cosas de este mundo, y acude, a pedirme auxilios, pues experimenta entonces cómo le soy absolutamente necesario. Por hijo mío, dispuso mi bondadosa Providencia que ordinario losa que eso, abundan en bienes de este mundo no gocen do ellos sindepesadumbre, fin de que más fácil y eficazmente suspiren por los eternos. Porque si poseyeran sosegada e imperturbable felicidad en la tierra, quizá ni pensaran una vez en ganar merecimientos eternales. Obra es, pues, de la misericordia el abundar en males el mundo, para que nadie lo ame ni perezcan sus seguidores.
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4. Como el fuego consume el orín, pero purifica el oro, así los dolores 6. Muchos trabajan por desviarse del camino de la humillación y mortifican y debilitan las pasiones, pero vuelven más puras y valiosas las aflicción, pretendiendo que pueden mejor glorificar a Dios y aprovechar al http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus virtudes prójimo por caminos más espaciosos.
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Por la tribulación bien sufrida redimes los pecados y satisfaces a la divina ¡Qué ilusión! Así mismos se buscan inadvertidamente, no a Dios ni al Deaquí, LaImitaci n Del Sagrado prójimo; Coraz por n de slidepdf.com justicia de las penas que le debes; tanto es así, que en la tierra puedes laJes glorias-de Dios y la salvación del prójimo sólo se han de pasar un leve y consolador purgatorio desde el cual en el momento de promover según el beneplácito divino, no según la comodidad humana. morir merezcas subir puro a los eternos deleites. ¿Qué merecimiento mayor que padecer con corazón generoso? Una momentánea y llevadera, tribulación acarrea una carga eterna de gloria
Dios manifestó a su Hijo el modo de glorificar en la tierra a la Majestad divina y salvar al mundo perdido. Este modo lo cumplió el Hijo de Dios al padecer, y padeciendo lo manifestó a los hombres.
Cada aflicción va engarzando en tu corona celestial una nueva perla, que resplandecerá después con tantos fulgores como actos de virtud hayas en ella ejecutado.
Sigue tú por esta senda que Yo frecuenté y te enseñé y ora con asiduidad y fervor para que no te extravíes.
En la adversidad corrige el hombre muchos errores y prejuicios y sale enseñado en muchas materias. ¡Bienaventurado aquel que en la cátedra de la tribulación probó y aprendió de todo! ¿Qué sabe quién no padeció ninguna contrariedad ni por fuera ni por dentro? ¿Qué dirección ni consejo podrá darse ni dar al prójimo. 5. Por tanto, hijo mío, no desfallezcas cunado te atribulo o reprendo. Porque Yo, a quien amo, a ese reprendo amorosamente para irlo formando, y en él me complazco como padre con su hijo. Con razón, pues, debes gozarte en los padecimientos, siendo ellos señal de mi paternal amor para contigo y argumento de que eres mi predilecto. Apenas encontrarás una obra que excite tanta confianza en mi Corazón ni obra hacia él acceso tan fácil como el padecer gustoso por mi amor. Cuando estuvieres para morir, de ninguna obra pasada te gozarás y consolarás con tanta seguridad como de recordar suavemente los muchos padecimientos que hayas en gracia mía llevado.
Pondera devotamente en la oración todos mis dolores y la virtud sobrenatural de mi Corazón para sufrirlos. No consultes la inclinación natural ni el sentido humano, antes levantándote sobre todo lo inasible, considera sobrenaturalmente las penas como enviadas por la divina voluntad, y abrázalas con todo el afecto de tu alma. Ea, pues, hijo mío, anima el corazón. Contémplame caminando alegre con todos los Santos por la senda de las tribulaciones. Atrévete a servirme. Conmigo nada tienes que temer; mi compañía es provechosa, el camino seguro, el término cierto, la recompensa eterna. 7. V oz del discí pul o . - ¡Oh Jesús! ¿Quién no arderá en deseos de seguirte,
cuando tal dices de semejante camino?
Pero una cosa es sentirse movido, y otra era emprender la jornada; una cosa es meditar, y otra obrar; una cosa es conocer la virtud, y otra ejercitarla. Reconozco el amor a los padecimientos como la mayor virtud, la admiro, y aun la amo; pero cuando llega la ocasión de ponerla por obra, de súbito
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se agita el amor de mi persona y me entenebrece una oculta soberbia que me ofrece mil excusas y especiosos razonamientos.
del S. Corazón de Jesús
Saliendo, pues, del Cenáculo, fui adonde la voluntad de mi Padre me llamaba, y adonde me impulsaba el afecto de mi corazón: al monte de las http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Olivas. Así entro en miserable lucha conmigo, y entre tanto, se escapa la ocasión
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de padecer por tu amor, y lo que debe avergonzarme, me congratulo Considera, hijo mío, qué sentiría mi Corazón cuando caminaba, en el De La Imitaci n Del Sagrado Corazden Jes s -slidepdf.com muchas veces de haber salido ileso de la batalla. silencio ladenoche, contemplando todos y cada, uno de los tormentos de mi Pasión que habían de caer sobre Mí. ¡Oh benignísimo Jesús! Vuelve propicio los ojos a esta gran miseria mía, y misericordioso concédeme obrar por tu gracia lo que no me permite mi ¡Dolorosa jornada! ¡Camino lleno de indecible pena y angustia para mi fragilidad. Corazón! y, sin embargo, caminaba, aligerando el paso, porque iba a cumplir el beneplácito de mi Padre. Grande es mi debilidad, grande la repugnancia de la naturaleza que rehúye con horror el solo pensamiento de dolor y humillación. Ahora, como en toda la vida, cuando los dolores se arrojaban sobro Mí, se adhería mi Corazón a la divina voluntad, y abrazaba, generoso y amante Mas la razón de languidecer tanto, que no pueda contrariar a la naturaleza, las adversidades como enviadas por mi Padre celestial. estriba sólo en no amarle lo suficiente. 2. Así tú también, hijo mío, cuando eres atribulado, no pares mientes en la ¡Oh dulcísimo Jesús! Si yo te amara como los Santos, ¡cuán fácil y tribulación misma, sino levanta los ojos para ver la voluntad divina, que te suavemente triunfaría de la natural repugnancia! las envía para tu bien, aunque no te lo parezca. Concédeme, pues, te ruego, gracia especial para amarte con esforzado y Y en efecto, hijo, fuera del pecado nada acontece sino por divina generoso amor, a fin de que, a despecho de la contradicción de la voluntad. Cualquier evento, pues, a excepción de la culpa, no es malo, naturaleza, vaya siempre tras de tus huellas, ¡oh Jesús, vida, dulzura y sino bueno, pues procede de una voluntad esencialmente recta, y es medio bienaventuranza mía! elegido por Dios para santificación del hombre. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. II, y lib.III, cap. XXVII.)
CAPÍTULO V Cómo nos debemos conformar en las aflicciones, a ejemplo del Sacratísimo Corazón de Jesús, con la divina voluntad.
1. Voz de Jesús . - Hijo, cuando había Yo iluminado al mundo con mi
doctrina y encendido con mi amor, y en cierta manera beatificado con el don de la Eucaristía, sólo quedaba el último exceso de amor: el padecer hasta la muerte para, completar mi Obra.
La divina voluntad, como regida por la sabiduría infinita y sustentada por infinito poder, y de infinita bondad nacida, puede hacer cuanto quisiere, pero no puede en absoluto querer lo que sea daño para los mortales. Y como, por otra parte, las criaturas con todas sus perversas maquinaciones no pueden que se cumpla en ti la voluntad divina te sobreviniere, fuera, del pecado, es evidente procede de la voluntad de Dios y puede redundar en tu provecho. Dios, en su infinita santidad, no puede querer el pecado; pero puede en su Providencia permitirlo, y de hecho lo permite, tanto para no contrariar el
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libre albedrío del hombre, como para que, por su castigo en la otra vida, se vea y admire la infinita perfección de su justicia.
mostrarme puro amor; pues sólo se mueve con ello tu espíritu por el divino beneplácito y no por inclinación de la naturaleza.
Como infinitamente perfecto, sabe sacar del mal el bien, y prefirió hacerlo
Los discípulos fervorosos de mi Corazón, no contentos con las ordinarias,
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así a sólo permitir el mal. 5/21/2018
buscan gustosos nuevas ocasiones de padecer por Mí y asemejárseme, de amor que más me complace.
DeLaImitaci n DelSagrado pues Coraz n de Jestalssemejanza -slidepdf.com saben que es el testimonio
3. Hijo mío, hay acontecimientos que no está en la mano del hombre evitar, y que quiera que no se vea forzado a sufrirlos.
Bienaventurado quien en tales sucesos se resigna en la divina voluntad, y se esfuerza por conformarse y unirse a ella, en tal manera que no los sobrelleve por fuerza, sino voluntariamente. Con esta voluntaria resignación, no sólo se acrecientan los merecimientos, sino que la tribulación se aligera. Ojalá entendieras bien, para que, cuando alguna aflicción te sobreviniere, no desecharas por una culpable repugnancia de la voluntad tantos merecimientos, ni añadieras a una pesadumbre otra. ¡Qué pesadumbre tan grave en esta vida como el no conformarse con lo que de continuo ha de suceder, y aborrecer siempre lo que nunca puede faltar! Otras ocasiones de padecer se ofrecen que no se pueden rehusar sin pecado, de suerte que, o se acepte o se incurra en culpa. ¡Cuán insensata e indignamente se portan los que para librarse de trabajos, recurren a medios ilícitos! ¿Es esta la manera de beber la porción del cáliz de amargura, que jamás envío a los hombres sin haberlo antes gustado y contemplado mi Corazón? Otras adversidades se ofrecen que podrás, ciertamente desviar sin culpa, pero que por no oponerse a virtud ninguna, debes gustoso abrazar conforme al divino beneplácito. Hijo mío, si eres fiel discípulo de mi Corazón, no dejarás escapar ninguna ocasión semejante, antes estarás siempre dispuesto a aceptar como regalo mío tal oportunidad de humillarte o mortificarte sin peligro, y con tanto más afecto la abrazarás, cuanto se te ofrece más propicia ocasión de
4. Hay algunos que siempre andan en lo pasado o en lo venidero, y nunca atienden a lo presente; se enfrascan en recordar con toda minuciosidad las causas y circunstancias de dolores que ya pasaron, o saludan ya las adversidades que vena lo lejos en lo porvenir, pero entre tanto declinan astutamente los actuales. ¡Cuán dignos son de compasión! Se atormentan por lo pasado y se forjan ilusiones por lo venidero. Se imaginan los tales sobrellevar mucha carga y arrostrar graves padecimientos, pero, en verdad, se atormentan en vano, porque mientras ilusionados se proponen arrostrar grandes dolores en lo venidero, no toleran en el momento la más leve contradicción. Guárdate, hijo mío, de esa santidad imaginaria, que vela al amor propio y no pasa de mera ilusión. Fíjate en lo presente; aprovecha toda ocasión, aun insignificante, de virtud, porque lo grande ocurre pocas veces, y lo pequeño a menudo y del mucho tolerar dolores leves se dispone el corazón para las graves aflicciones. 5. Hijo mío, si en todo suceso atiendes a mi divina voluntad, no le fijarás en quién te envía la contrariedad, si el Superior p el compañero o el subordinado, si una persona buena u otra mala: sino que todo te será indiferente, al considerar que mi voluntad se vale de muy diversos instrumentos para el logro de sus santísimos fines. Para ayudar a tu flaqueza, si no puedes gozarte ni amar los padecimientos, resígnate primero hasta llevarlos con paciencia, y conténtate con tolerarlos, sin gran repugnancia del corazón ni amarga queja.
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Emplea todos los medios que estuvieren en tu mano, y no cejes en tu 7. V oz del discípul o . - ¡Oh bondadosísimo y dulcísimo Jesús, cuya, esfuerzo hasta que consigas resignarte sin trabajo con la voluntad divina única norma de vida fue la divina voluntad! Desde hoy resuelvo con tu http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus en las ordinarias tribulaciones y te acostumbres a la paciencia. divina gracia esforzarme continuamente por seguir esta derecha y segurísima senda.
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segurísima senda. Conseguido este primer grado, confórmate en toda aflicción con mi LaImitaci n Del Sagrado A Coraz deJes voluntad, queriéndola porque Yo la quiero, y noDequeriendo dejarla hasta pesar, n pues, de s la-slidepdf.com natural repugnancia quiero padecer cuanto me que Yo no lo permita. ofrecieres, de parte de cualquier criatura visible o invisible. De un Para obtener esta firme voluntad, debes orar instantemente, a fin de que el entendimiento sea iluminado de lo alto, y se robustezca sólidamente la voluntad con la ayuda de la divina gracia y consideración de razones sobrenaturales, basta que vengas a persuadirte por la fe y amor de que nada hay tan perfecto como el cumplimiento de la voluntad divina. Cuando subieres a tal grado, da un paso más hacia el último; empéñate con todas tus fuerzas por unirte de tal manera con la divina voluntad, que te conformes y aun identifiques en todo padecimiento con ella. Existirá entre nosotros tal unión de voluntades cuando tu corazón y el mío tuvieren el mismo sentir acerca de la cruz y se alegraren de la misma, manera con el cumplimiento del divino beneplácito. Obra maravillosa, perfección genuina, sólida santidad es esta unión de voluntades. Sólo la pureza del amor puede efectuar esa conformidad que levanta, ennoblece y beatifica al hombre. 6. Hijo mío, si me amas desearás cumplir mi voluntad. Al amante basta conocer el deseo del amado para ponerlo por obra con gozo de su corazón. Abraza, pues, con todo el afecto del tuyo el divino beneplácito y prueba con ello que eres discípulo verdadero de mi Corazón, no amador de tus cosas, sino de las mías. Sea tal tu vivir y obrar, que Yo te encuentre hombre según mi Corazón, cumplidor exacto de todas mis órdenes, así en lo próspero como en lo adverso.
Corazón infinitamente bondadoso puede provenir sino bien. ardorosamente me amas tú Señor, de no lo que yo mismo me puedo amar.Más Bien sé, Jesús mío, que cuantos padecimientos me sobrevinieren, vienen ya dulcificados pues atravesaron antes por tu Corazón. Y si se rebela la viciosa, inclinación y quiere traer tu voluntad, a la suya, muestra entonces tu poder; reduce a servidumbre al insolente enemigo para que no se vuelva a rebelar. ¡Oh amantísimo Jesús, fuego que consumo lo vicioso y no daña a lo recto, llama que arde con suavidad y reduce a cenizas cuanto quiere! consume en mí todo desordenado querer, fomenta la rectitud de la voluntad, aquella que se reputa dichosa cuando en todo, aun en medio de contrariedades, cumple con el divino beneplácito. (Imitación de Cristo, lib. II, cap. II, y lib. III. cap. XVII.)
CAPÍTULO VI Cómo nos enseña el Santísimo Corazón de Jesús a recurrir a la oración en las tributaciones.
1. Voz de Jesús . - Hijo, así que llegué al huerto de las Olivas en medio del
silencio de la noche, me salieron al encuentro y asediaron por una parte los pecados todos del mundo, por otra los aterradores tormentos de la Pasión, y oprimían mi corazón con tanta fuerza, que, aunque era el dispensador de fortaleza para todos los débiles, comenzó él mismo a temer y a tener tedio y a entristecerse y a sentir angustia.
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Y cuando consideraba que a pesar de tantos dolores como punto sentí las dificultades del padecer y el amargor de los dolores. misericordiosamente sobrellevaba por la salvación de los hombres todavía Todo para instruirte y alentarte y aligerarte el peso. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus no pocos rehusarían salvarse, y voluntariamente obstinados abusarían de No desfallezcas, pues, ni aun te extrañes, si para padecer, sintieres ellos para su más perniciosa ruina, y al cabo no me devolverían sino
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repugnancia. Porque si mi Corazón, santo y perfecto, sintió en tan alto ingratitud por tan extraordinario beneficio, entonces, hijo mío, DeLaImitaci n DelSagrado grado Coraz n deJes s-maravilla slidepdf.com los dolores, ¿qué que también los sienta el tuyo? desfalleciendo mi Corazón de angustia, me forzó a exclamar: Triste está mi alma hasta ni la muerte.
Sin embargo, arrancándome de mis discípulos y adelantando un poco más, continué postrado oración. Entre tanto, como los dolores nacidos de la lucha entre la parte superior e inferior del alma crecieran hasta el punto de hacerme sudar gotas de sangre que caían hasta el suelo, caí en tierra sobre mi faz, y puesto en agonía oraba todavía con mayor instancia. Y como la agonía por aquella pugna interior no cesara, yo perseveraba en oración, diciendo: Padre, si quieres, pase de Mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Entonces, hijo mío, apareció bajado del cielo un ángel, no para llevarse aquel cáliz de la Pasión, pues era voluntad de mi Padre celestial que yo lo agotase, sino para confortarme, a fin de que con aquel consuelo arrostrara la cruz de buen grado, despreciando toda confusión. Recapacita, hijo mío, cuan dolorosa lucha sostuvo mi Corazón aquella noche, lucha que no tuvo semejante, lucha de cuyo éxito pendía la salvación del mundo. Peleó mi Corazón, esforzándose, luchando, resistiendo hasta sudar sangre, y venció. Venció, sí; pero con la oración. 2. Ahí tienes, hijo mío, la fuente de todo consuelo: mi Corazón agonizante y orando, luchando por amor y por amor triunfante. Ahí tienes hasta qué
Mas en verdad que nunca llegarán tus sufrimientos a los que sobrellevó mi Corazón. Si de una vez sufrieras lo que le queda por padecer en el resto de la vida, todavía no llegaría eso a una gota de aquel cáliz que agotó mi Corazón en el huerto. Por muy crecida lucha que haya de reñir tu alma, sigue siempre mi ejemplo; no cedas nunca a la naturaleza recalcitrante, antes contraríala en todo; y lo conseguirás si en toda dificultad y angustia recurres sin tardanza a la oración. Si atribulado acudieres siempre a orar, de cada tribulación sacarás ganancia: y una de dos: o quedarás librado con méritos de tu sufrimiento, o alcanzarás gracia, también meritoria para tolerarlo. Ven, pues, a mi presencia, hijo mío, y postrado de hinojos, o al menos con espíritu enteramente sumiso, ora como Yo, y pide que si lo sufre la divina voluntad, pase de ti el cáliz de tu aflicción; mas que no se cumpla tu voluntad, sino la divina. Pide que, de no retirar el cáliz, te dispense gracia para resignarte y conformidad para agotarlo. Esfuérzate, hijo mío, pues nunca exigirán tus aflicciones tanta lucha, para resignarte corno Yo sostuve. No sostendrás con tus enemigos tal batalla que te fuerce a sudar sangre. Por muy cuesta arriba, que se te hiciere, esfuérzate, lucha, batalla contigo mismo hasta superar a la naturaleza. Pero cuanto más se acrecentare la brega, acreciéntese también la instancia de la oración hasta que se
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conforme tu corazón con la divina voluntad, y se halle dispuesto, aun a despecho de la naturaleza, a cumplir toda disposición de lo alto.
La mejor oración es aquella de la cual saliere, dispuesto con mayor humildad y amor a cumplir el beneplácito divino y a resistir eficazmente a http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus los gustos de la naturaleza y a abrazarte con lo que te desagradare. 3. Mucho daño te acarrea, hijo mío, el acostumbrarte a recurrir con
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tardanza a la oración y tentar antes cualquier industria humana, y el ¡Qué espectáculo tan miserable ofrecen a Dios, a los ángeles y a los permitir que el eterno enemigo de tu saludDeeterna y la pervertida varones qué oran cada día por largo tiempo y salen de la LaImitaci n DelSagrado hombres Coraz tantos n deJes s-slidepdf.com inclinación de la naturaleza dispongan a sus anchas de tu pobre corazón. oración sacando sólo consigo una culpable negligencia y un deplorable No, hijo mío, no atiendas al diablo ni a sugestión alguna de las pasiones, porque lo que buscan es engañarte y perderte con razón aparente; antes rehusando todo coloquio y razonamiento con ellos, acude cuando antes a mi Corazón, donde encontrarás consejo, socorro, y verdadero consuelo. Si debidamente instaras en la oración, un ángel, que fuera necesario, te enviaría visiblemente del cielo, para que no fe faltase auxilio ni consolación. Más si a pesar de tus piadosos esfuerzos continúas sintiendo repugnancia, no por eso te contristes. Mientras tu voluntad permanezca resignada en la divina, esa repugnancia, real, sí, pero no voluntaria, lejos de dañarte contribuirá a tu provecho, si, como es justo, le resistes. Propio es del discípulo heroico de mi Corazón persistir con todo su empeño en la oración hasta sobreponerse a la naturaleza desordenada, vencerla tanto en su propensión como en sus aversiones. 4. Cuando afligido te pones a orar, debes ir de tal manera dispuesto que te resignes lo mismo a quedar libre de la aflicción que a pasar a otro estado cualquiera, de ánimo más conforme entonces con la voluntad divina; tanto a gustar la suavidad como a probar la amargura. No tengas por oración más provechosa aquel en que sintieres mayor consuelo; porque no siempre lo agradable es útil, ni siempre nocivo lo amargo; antes, en el presente estado de la vida, suele aprovechar lo amargo y dañar lo grato.
abuso de lapara gracia o más amorsoportar propio,lossindefectos mejor disposición cumplir susdelicada deberes,soberbia sin ánimoy para del prójimo, sin voluntad para quebrantar sus propias inclinaciones!. Ora tú, hijo mío, con mejor disposición, como lo enseñó mi ejemplo; ora para vencer a la naturaleza, ora para someterte y resignarle en el divino beneplácito. En breve se concluirá ese arduo esfuerzo. Un momento nada más, y ni tendrás que prepararlo pura las tribulaciones ni cobrar ánimo para soportarlas, sino que, regocijado, cantarás tu glorioso triunfo con aquellos Santos que hubieron de padecer grandes tribulaciones, y en remuneración son arrebatados ahora a un exceso de eternos goces y júbilos. 5. V oz del discípul o . - Gracias, piadosísimo Jesús, gracias verdadero
consolador de los atribulados, que tan desinteresada y suavemente me dientas en la repugnancia que suelo sentir de padecer, y que tan a tu costa me abriste en la Pasión un manantial de remedios para toda aflicción mía. Con gran consuelo veo en todo aquello que tan misericordiosamente te dignaste padecer, como la repugnancia de la naturaleza no puede dañar a la buena voluntad, lo único en que Tú paras la atención y que remuneras con la paz. ¡Oh, Señor, consuelo de los mortales y alegría de los ángeles, que, afligido, recurriste a la oración! Concédeme que, imitando tu ejemplo, acuda al punto a tal remedio en toda contrariedad; a fin de que te sacrifique las repugnancias de mi naturaleza y, conformado, me resigne en la divina voluntad.
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Tu Corazón, bondadosísimo Jesús, es el asilo abierto a todos los había desvanecido; pero quedó herido mi Corazón, y ¡cuán gravemente desgraciados: vuelve, pues, los ojos a mi fragilidad, aliéntame a correr a desgarrado! http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus tal refugio en todo suceso dificultoso, para que encuentre socorro y cobre Más de la misma manera que en mi dolor acudí á ellos solamente por nuevas fuerzas.
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voluntad del Padre, así los dolores que me ocasionó aquel recurso los ¡Oh dulcísimo Jesús, amor mío y todo mi bien! Te ruego y te suplico igualmente porque también provenían del beneplácito DeLa Imitaci n Delque Sagrado abracé Coraz n deJes resignado s-slidepdf.com me dispenses la gracia de perseverar siempre y en todas partes conforme divino. con la voluntad divina y permanecer así unido contigo por toda la eternidad. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. XVI.)
CAPITULO VII Cómo nos enseña el Sacratísimo Corazón de Jesús a recurrir a las criaturas en las tribulaciones.
1. Voz de Jesús . - Hijo, cuando me levanté de la oración, conformándome
con la voluntad de mi Padre celestial, vino a mis discípulos, tanto para enseñarte con mi ejemplo, como para encontrar en ellos algún alivio a tan extremada aflicción. Mas ¡ay! que los encontré cargados de tristeza y adormecidos tanto, que, despertados, lejos de consolarme, ignoraban lo que decían, y más estaban para recibir consuelo que para consolar.
2. No queda, pues, prohibido el recurso a las criaturas en las tribulaciones, mientras se efectúe con la debida moderación. Acudirás santamente en busca de su ayuda cuando mediante su trato le propongas salir más fácil y enteramente conformado con la voluntad divina. Es propio de los discípulos más aventajados de mi Corazón padecer y ocultarlo en lo posible a los mortales, y sólo descubrirme a Mí en íntima familiaridad las aflicciones de su espíritu. Pero tú, hijo, si no has subido todavía a tan alto grado de la vida espiritual, ve en buen hora, después de recogerte a orar, en busca de algún devoto y espiritual varón, no para que por su medio te procures consuelo sensible, sino para que te alivie y ayude a acercarte a mi Corazón, manantial de todo consuelo, y a abrazarte con él mejor que con cualquiera otro alivio. En verdad que si eres sensato reputarás por sobremanera consolador el abrazarte conmigo; porque unido a mi persona, aunque carezcas de todo otro consuelo, siempre descansarás dulcemente sobre mi Corazón. Y ¿qué
Amargura mi Corazón, hijoy mío, fue elcon vertan queseñalado aquellos a quienes muy forméamarga con talpara paternal solicitud favorecí amor y conforté tantas veces, se mostraban ahora en mi Pasión tan indiferentes, tan descuidados, que ni valieron para velar una sola hora en mi compañía.
mayor dulzura, qué mayor seguridad? 3. Siempre que atribulado necesitares de dirección y consejo o te expusieres a peligro de alucinarte, no te fíes de ti solo, no sea que tu propio parecer te induzca a error, o seas engañado con apariencias de bien.
¿Dónde están ahora aquellas sus recientes promesas de permanecerme fieles hasta la muerte? ¿Dónde aquellas atestiguaciones de fidelidad, dónde aquella constancia que con tanta solemnidad prometían? Todo se
En tales casos principalmente suelo dirigir al hombre por medio de otro hombre, tanto para que resplandezca con mayor claridad el orden de mi divina Providencia, como para que los hombres se amen más,
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mutuamente, al experimentar que no se bastan solos, sino que necesita cada uno del auxilio de los otros.
Mas si alguna contrariedad te sobreviniere por culpa ajena, resígnate igualmente en semejante tribulación y no pierdas la paciencia ni la paz del http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus espíritu. Los que en dichas circunstancias se creen tan sabios que no se dejan
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dirigir por nadie suelen, de ordinario, acabar mal. 5/21/2018
Porque si Yo permito que la culpa ajena estorbe el éxito de algún negocio por el mismo pretendo que tu intención no prospere; y como DeLaImitaci n DelSagrado tuyo, Coraz n de Jes caso s-slidepdf.com Y aun algunas veces no sólo es más seguro y de consejo, sino obligatorio aun permitiendo la culpa la aborrezco y busco al mismo tiempo el y de precepto, el recurrir en la tribulación a medios naturales. contrariar tu intento, tú también, igual disposición de espíritu, aborrece aquella culpaasí y abrázate con lacon contrariedad. Es obra ordenada con suma sabiduría y bondad el que los hombres se hayan de ayudar de las demás criaturas, creadas al cabo para su bien y 5. Hijo mío, si llevaras bien dispuesto el corazón, en toda eventualidad te felicidad, unas veces absteniéndose de ellas como ejercicio de virtud, resignarías é irías engarzando por cada caso una nueva margarita en tu otras sufriendo de su parte para su salvación y perfeccionamiento, otras corona celestial. empleándolas como medios para conseguir un fin bueno. Crecida y sobrenatural discreción es necesaria para el recto empleo de las Admirable es la divina Providencia en todas sus obras; todas las cosas le criaturas, porque aun cuando uno comenzare por emplearlas con buena sirven; si me aman, hijo mío, también te aprovecharán a ti. intención, poco a poco lo enredarán y vendrá a delinquir. 4. Cuando se ofreciere ocasión de emplear alguna criatura como medio, su recto empleo es el que nos ha de preocupar, no en manera alguna el éxito, con el cual, salga como saliere, nos hemos de resignar en la voluntad divina. Cuando empleares la suficiente diligencia, cualquier éxito te será señal para conocer el divino beneplácito. A veces inspiro consejos cuya fiel y constante ejecución exijo de los hombres, y, sin embargo, no pretendo de ellos éxito alguno. En tal caso ganan doble merecimiento, parte, el trabajo que en conseguir próspero su ceso, de y deuna otra, por por la resignación con pusieron que aceptan la contrariedad. Si alguno de tus negocios acaba infelizmente por culpa tuya, duélete, sí, de la culpa, pero acepta con paciencia y sufre con buena voluntad la pena del infortunio; porque la culpa iba ciertamente contra mi querer, pero su pena y castigo se efectúan conforme a mi voluntad.
Ora, pues, y pide el auxilio y la luz de la gracia, para permanecer libre y no apocarte en el uso de las criaturas, pero tampoco excederte. 6. V oz, del discípul o . - ¡Oh, Jesús, primero y último refugio de mi corazón
afligido! ¿Qué consuelo pueden dar todas las criaturas juntas, donde falte la dulzura de tu Corazón? Cuántas veces por alguna inclinación desordenada o por otro motivo contrario a tu voluntad recurrí afligido a las criaturas o busqué consolación en ellas, otras tantas volví más triste y desolado. Por bondad de tu Corazón y para fortuna mía me sucedió tal, a fin de que me viera apremiado y compelido a volver a Ti, dulcedumbre infinita, y a abrir mi afligido corazón en tu presencia, siempre cerca de los atribulados y única que puede dar verdadera paz al corazón. Gracias, bondadosísimo Jesús, por la inmensa benignidad de tu Corazón, por la cual tan misericordiosa y saludablemente te portas con este miserable.
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¡Oh, Señor, lumbre y salvación mía! Ilumina mi entendimiento para que Y apremiando e impulsando con suavidad y fuerza aquel corazón en medio de las criaturas á Ti sólo vea; purifica mi afecto para, que al insensible a tanta bondad, a que volviese en sí y reconociera la enormidad http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus emplearlas siempre te amé; concédeme que, desenredado de todas ellas, de su crimen, no oculto para mi sabiduría, le añadí: Judas, ¿con un beso en Ti sólo descanse. entregas al Hijo del hombre?
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Dirígeme con tu Espíritu, y use yo de las criaturas tal manera queSagrado te Mas comon nodeatendiese a tan saludable voz, antes se le endureciese más el DeLaen Imitaci n Del Coraz Jes s-slidepdf.com agrade, y atraviese por medio de los males temporales con tal disposición corazón, en recurrí a la omnipotencia, pero sin dañar su libre albedrío. que alcance los eternos. (Imitación de Cristo, lib. I, cap. X, y lib. III, cap. XXVI.)
CAPÍTULO VIII Cómo debemos, a ejemplo del Sacratísimo Corazón de Jesús, sufrir las contradicciones y persecuciones de los hombres.
1. Voz de Jesús . - Hijo querido, llegó, por fin, la hora en que el Hijo del
hombre fuera entregado en manos de los pecadores.
Ya se acercaba Judas Iscariote, uno de los doce Apóstoles, al frente de aquella turba provista de linternas y armas, de palos y espadas. El precedía como caudillo de los perseguidores, y acercándose, con traición, Salve, Maestro, exclamó, y besóme al punto, señal convenida para entregarme. Más Yo, que conocía cuanto había de sobrevenir, me compadecía en el Corazón con más dolor por la misérrima suerte de aquel desdichado discípulo y de aquella turba insensata, que de mi propia aflicción. Comencé, pues, a acudir a todo extremo y a no dejar ningún remedio para ablandar y ganar aquellos corazones. Sin hacer ningún caso de la injuria, con amistoso rostro y más cariñoso Corazón, respondí dulcemente a aquel Apóstol; ¿Amigo, a qué has venido?
Con un milagro, a la fuerza de mi voz cayeron al suelo como heridos del rayo la turba y el traidor discípulo, pero enviando al mismo ti aquellos corazones el poderoso rayo de la Movido quedó aquel corazón de bronce, pero no quiso seguir la inspiración; sintió la gracia, pero no asintió a sus llamadas. 2. Hijo, si a fuerza de meditar llegarás a comprender un poco el inmenso amor que profesó en todo tiempo mi Corazón a aquellos de quienes recibía tantos maleficios, entonces alcanzarías la grandeza de los dolores que, como torrente impetuoso, inundaron mi alma. Cuando te acaeciere un tormento semejante, no te abatas, hijo mío, sino consuélete mi ejemplo y dete alientos, pues para tu enseñanza y consuelo sufrí Yo tantos ultrajes. En verdad te digo, hijo mío, que en el mundo te han de agobiar muchos trabajos; pero confía y no temas, porque Yo permanezco en tu compañía. Acuérdate de aquella mi palabra: «No ha de ser el siervo más considerado que su señor». Pues si a mí me persiguieron, ¿qué maravilla que te persigan a ti? Cuando el mundo te odiare, ten presente como primero me aborreció a Mí. 3. Ten muy en cuenta que mientras como buen discípulo de mi Corazón aborrecieres al mundo y sus vanidades, le ha de contrariar ese maligno enemigo.
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Calificará de hipocresía tu manera de obrar, de singularidad o de cualquier otro vicio.
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Vete a habitar a cualquiera parte del mundo entre hombres, y allí encontrarás motivo para ejercitar la paciencia.
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Tan pronto fingirá tenerte, lástima, tan pronto te hará ludibrio suyo.
Y aunque sólo moraras entre varones piadosos, aunque vivieras con
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personas enteramente apartadas del mundo y entregadas en cuerpo y alma Cuando te recogieres a la soledad, te acusará de melancólico y huraño; mi servicio, entre siquiera encontrarías seguridad ni dejarías de DeLaImitaci n DelSagrado a Coraz n deni Jes s-ellas slidepdf.com cuando comparecieres en público, trabajará por denigrar tus virtudes y por sentir contrariedades. exagerar sobremanera tus defectos, o por adularlos para tu perdición. Si entre mis doce Apóstoles se encontró uno que me persiguiera, no te Cuando merced a tu caridad y celo trabajares por la salvación de los maraville si entre los que profesan vida, devela o estado religioso hombres, recibirás las más veces insensible indiferencia o amarga encuentras también quien te contraríe. ingratitud. 5. Sí, hijo mío, sí; todos cuantos quisieren vivir devotamente padecerán Semejante conducta guardarán contigo los seguidores del mundo, no sólo persecución; nunca faltará lucha al hombre interior que vive de mi los manifiestos, sino también los ocultos; no sólo aquellos que a las claras espíritu. persiguen la virtud, sino también aquellos otros que en apariencia parecen respetarla, y en realidad piensan como los misinos mundanos. Hay muchos géneros de persecuciones, como los hay de martirios. Hay persecución de amigos y de enemigos, de contrarios visibles e invisibles, Hijo mío, te lo predigo con anticipación para que cuando te sucediere te de malos y de buenos, como hay martirio por la fe y por la caridad, acuerdes de mi palabra, y para que, animado con mi ejemplo, te martirio en el cuerpo y en el alma, y, finalmente, gran martirio en el mantengas firme en tu buen propósito y te dispongas a compadecer a corazón. cuantos te afligen, a orar por tus perseguidores y aun a arder en celo de a salvación. Hijo, si quieres salir discípulo perfecto de mi Corazón, tienes que ser en alguna manera mártir. En efecto: estos desgraciados son dignos de toda conmiseración, y más perjuicio que a ti se causan a sí mismos. Porque en cuanto discípulo mío, eres compañero de Santos. Mira la muchedumbre inmensa, que nadie puede contar y que asiste ante el trono 4. Hijo mío, no has de esperar en esta vida otra recompensa que padecer de mi Divina Majestad con palmas en la diestra, símbolo del martirio. de ordinario los hombres y ver cómo los que primero te defendían se contradicción vuelven luego de contra ti con asombrosa mudanza. No te fíes pues de los hombres ni te engrías con sus favores ni te abatas con sus persecuciones. Si te condujeres con todos con puro y desinteresado Corazón, con mayor facilidad y provecho te resignarás en mis manos cuando te atribularen, y conservarás la paz y ganarás merecimientos.
. Pues aunque no todos los Santos hayan derramado sangre, todos, sin embargo, sufrieron, hasta llegar a la palma, algún género de martirio. 6. Pero advierte también que ningún mártir elige el martirio según su voluntad, sino que arrostra aquel que la divina voz le inspira o le presentan los hombres.
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Reputa, pues, por tu martirio aquel que puedes arrostrar en tu estado, Ahí se te ofrece, lujo mío, una corona que alcanzaron millares de oficio y circunstancias en que te colocó la divina Providencia, y acéptalo mortales de toda condición y estado, que pretendieron tantos niños y como de su mano. vírgenes con regocijo. ¿No has de valer tú para desearla y alcanzarla? http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
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Para alcanzar ocasión de martirio no se necesita transportarse a pueblos Levanta los ojos al cielo; contempla la gloria y bienaventuranza de los bárbaros o infieles, o aguardar la furia de algún perseguidor de la Iglesia. Santos; acuérdate que son hermanos tuyos, y cobra, alientos para obtener DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com la corona y la palma, y el ser admitido entre ellos. El mundo es quien le persigue, el hombre es quien le aflige: uno le hace 7. V oz del discípul o traición, otro te burla y ridiculiza; aquél le humilla, el de más allá te lleva .- ¡Oh dulcísimo Jesús, príncipe y corona de los la contraria; tu naturaleza corrompida o inclinación desordenada te mártires, consolador los mortales! Mira a este desdichado que sufre con contraría; cada ser te es causa de un dolor. Ahí tienes, hijo mío, los frecuencia contrariedades de los hombres las sobrelleva como perseguidores. insoportable carga. Observar los preceptos y reglas de la religión, cultivar la piedad, ejercitar la virtud a pesar de los dicterios, vejaciones y oposición de los hombres, ese ha de ser tu martirio.
Si Yo quisiera ser sincero, confesaría por fuerza que no tenía por qué quejarme; yo, el ínfimo de los hombres y el más ingrato de todos, acompañé a Judas entre las turbas para prenderte.
Si ruegas por tus perseguidores, si amas, a pesar de la natural repugnancia,
En verdad soy digno de que todas las criaturas me aborrezcan, cuanto más
al prójimo que se lleve mal contigo, si tienes celo de su salvación y por ella trabajas y te afliges, mártir eres de la caridad.
indigno de que tú me ames y me cuentes en el número de los Santos.
Si la enfermedad te atormenta, si los dolores te angustian en la cabeza, en el pecho, en cualquier otro miembro, si te agobia algún padecimiento, mártir eres del cuerpo. Si padeces angustias interiores, si las tentaciones te atormentan, si aquellas tribulaciones de que se vale el amor divino para purificar tu espíritu te desgarran, mártir eres del corazón. Mas ten entendido, hijo mío, que no vale un martirio a disgusto o tolerado por la natural paciencia, sino aquel que sobrellevas de buen grado, con resignación y por amor divino. No basta, pues, padecer, sino padecer por mi amor y voluntariamente. Martirio vano sería, el que no naciera de la caridad.
Mas como llevas un Corazón tan bondadoso que aún deseabas santificar a Judas y no omitiste medio para ganarlo, ¿cómo puedo desconfiar ni temer? Antes al contrario, ¡cuánta confianza me debe entrar de que no me rechazarás por muy miserable que a tu presencia acudiere, y de acogerás y auxiliarás con toda misericordia! Confiado, pues, en la bondad y gracia de tu Corazón resuelvo compensar con amor constante mi pasada infidelidad y arrostrar el martirio que generosamente me ofrecieres, y quedar así santificado para eterno gozo y gloria de tu Corazón. (Imitación de Cristo, lib III, cap. XIX.)
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abandono a nadie; y cuando por otra se considera impotente para las dificultades que le amenazan, acude a Mí como espontáneamente y se Como se ha de sobrellevar, a ejemplo del Sacratísimo Corazón de Jesús, arroja con todo lo suyo en mi seno paternal. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
CAPÍTULO IX
el abandono de las personas aún muy queridas y necesarias.
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En verdad que resulta heroico y digno de la divina aprobación el que un 1. V oz de Jesús . - Hijo, cuando se me acercaron las turbas y echaron hombre, abandonado por todos, viva igualmente contento con este DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com mano de Mí, huyeron todos mis discípulos y me dejaron solo entre abandono y ame con más améralos que le dejaron y que carezca gustoso aquellos enemigos. por mi amor del aprecio de los prójimos, descansando sóloesenéste mi pecho en medio de todas las contrariedades. Manifiesto indicio de gran Tal se portaron aquellos discípulos que Yo elegí, aquellos que formé con humildad de corazón. toda solicitud y amor de mi Corazón, aquellos a quienes llamé amigos e hijos, aquellos a quienes notifiqué cuanto Yo había oído de mi Padre. 3. Mientras uno es dueño de afectos ajenos, aunque lleve bastante buena intención, verá que se van apoderando de su corazón muchas afecciones Tal se portaron aquellos mismos que habían foco antes protestado no desordenadas, o al menos meramente humanas. negarme aunque fuera forzoso ir a la muerte conmigo. Yo, amante celoso, que quiero poseer sólo el corazón de los hombres, Más ahora que prevalecía el poder de las tinieblas y llegaba la ocasión de suelo disponer de tal manera los sucesos, que de cuando en cuando sea el probar sus promesas, se olvidaron mis hijos de su Salvador y Padre y se tal abandonado de los prójimos, y aun de aquellos mismos que al parecer convirtieron en desertores. habían de participar la misma suerte con él hasta la muerte. Considera, hijo mío, cuan gravemente hirió un Corazón este abandono de los discípulos. Pondera con qué sentimiento aguanté tal aflicción. 2. Si te revistieres debidamente de esos sentimientos de mi Corazón, llevarás con sosiego y merecimiento el abandono de cualquier mortal. Sucede con frecuencia que quede abandonado el hombre en medio de las tribulaciones, aun de aquellas personas que más falta le hacían y más ligadas le estaban, a fin de que más a Mí se asemeje y crezca en santidad y muestre lo potencia que mi amor, con el cual el hombre débil se fortifica de tal suerte que, solo entre los furiosos vientos y tempestades que le combaten, se mantenga en pie sin ser derribado. Obra provechosa es este abandono para que el hombre se deshaga por completo de las criaturas y aun a sí mismo se abandone. Porque cuando por una parte se ve abandonado de los mortales, con facilidad desprende de ellos su corazón para entregarlo a Mi, que no
Por largo tiempo ha de trabajar y esforzarse el hombre si quiere amar y que los demás le amen sin afecto desordenado. Voz del di scípulo . - Pero. Señor, ¿acaso es malo desear que otros me
amen, o buscar su amor sin intención mala? Voz de Jesús . - Una cosa, hijo, es tener esos deseos por mi amor, y otra
tenerlos por tu propia conveniencia. Si buscas el afecto ajeno para gozar y descansar en él; si lo pretendes por la índole de la persona que se conforma con tu inclinación natural; si, en una palabra, lo procuras para satisfacer directa o indirectamente los deseos de la naturaleza, el tal deseo de amor nace de tu propio interés. Mas si procuras obtener el amor de los prójimos por conveniencia mía, para salvar su alma, para promover la perfección, para extender el reino de mi amor y ganarme corazones, esos deseos nacen de mi amor.
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De manera, hijo mío, que si directa o indirectamente nacen de tu propio Porque aunque la amistad fundada en mi amor sea de suyo buena, te interés tus deseos de ser querido, aunque no procedan de mala intención, conviene, sin embargo, conservar con tal desprendimiento el corazón, que son, sin embargo, desordenados, porque al cabo tu fin no eres tú, sino Yo; a un querer mío te contentes con tener a Mí solo por amigo. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus son defectuosos, por tanto, y, lo que es más temible, no sólo conducen al
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Tu corazón nunca, se hallará del todo hallará del todo sosegado ni dispuesto a la unión íntima conmigo, hagas lo que hicieres, mientras DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Pero si el motivo de tales deseos se funda en mi conveniencia, son superando todo afecto natural, no ames sino con mi amor y en sólo mi
pecado, sino que de suyo son ordinariamente pecaminosos. 5/21/2018
ordenados puros, yy no otra cosa que una manera de amarme. Así me amaron losySantos, así son desearon ser amados, y así lograron provechosos bienes, y así también debes amar y ser amado tú.
amor descanses. Por tanto, hijo mío, eleva a Mí tus afectos, estrecha tu corazón contra el mío, para que no caiga ni se conmueva cuando los hombres te abandonen.
4. Apenas hay en el mundo algún afecto cual se entregue el corazón humano más sensiblemente que la amistad, la cual, de ordinario, o aprovecha mucho o daña mucho.
5. ¿Qué es el hombre sino caña flexible y quebradiza, en la cual no puedes apoyarte sino con peligro de vacilar o caer?
Muy estimable, pero muy difícil de encontrar y más difícil de guardar, es la genuina y pura amistad, aquella que logra que uno ame sinceramente a otro por mi amor, y que busque su bien como si fuera el suyo, y que sin adulación ni respeto humano, corrija sus defectos y le animé a la virtud y perfección, y procure ayudarle siempre, y lo mismo en lo adverso que en lo próspero, en la vida que en la muerte, le permanezca fiel. Hijo mío, si amas a alguien, y este amor produce inquietud y te mueve a ocupar el corazón y la mente con frecuencia de él, con oportunidad y sin ella, y deseas conversar con él largo y tendido, y atiendes a sus cualidades humanas para con ellas fomentar tu afecto, y te atreves a manifestarle tu admiración o halagarle, y con nombres especiosos cohonestas o disculpas sus defectos, y llevas molestamente que ame a otros y te parezca que quedarías sin consuelo cuando llegara el momento de separarte de él, ese amor y amistad tuya no es pura ni genuina, aunque no lo adviertas, aunque tú no lo sospeches siquiera. Si, por el contrario, nada de lo dicho experimentas, es buena señal en favor de tu amistad. Hijo, si posees un amigo verdadero, raro tesoro en la tierra, pórtate debidamente con él y con tal disposición que, aunque permaneciere fiel o concluyere por faltarte, nunca te hayas de arrepentir de tu conducta.
Aun cuando no se apartaran de ti los mortales, tú tendrías que apartarte en breve de ellos, pues la muerte separa de los demás a cada hombre. Cuando te abandonaren prójimos, no encontrarás máspor seguro ni más crecido consuelo que en los presencia de Mí, que fui tratado tu amor de un modo semejante. No te exacerbes, hijo, ni te quejes; como si no me hubieras merecido que te tratara así éste o el otro. ¡Ah, hijo mío! Si sólo quieres padecer en aquello que te agradase, ¿qué virtud es esa? Y si no quieres padecer sino lo que has merecido, ¿qué méritos vas a contraer para ser discípulo de mi Corazón? 6. Cuandoconalguno se apartare de tu amistad por vale cualquier motivo, muéstrale tu benevolencia y mansedumbre cuánto la caridad bien dirigida, pues por ella sigues atendiendo más a tu provecho que a tu inclinación y repugnancia de tu naturaleza, aun después de haberse hecho indigno de tu amor. En verdad, hijo mío, que es negocio muy arduo el contrariar de ese modo a la naturaleza; mas el humilde discípulo de mi Corazón, a quien anima mi amor, no atiende a las dificultades de la carne sino al objeto del amor,
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y mientras otro con frialdad o tibieza no se acaba de decidir, ya él, fervoroso, pasó por toda dificultad.
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Más estrechamente atan mi Corazón los vínculos de amor, que apretaban mis manos aquellas cadenas do los enemigos.
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Inflama, hijo mío, tu corazón con el fuego de amor con que se inflama el
Y si mi Corazón no las hubiera contenido, rompieran mis manos
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mío; arde con ese fuego, ama con ese amor, y toda dificultad huirá o se desvanecerá en su presencia.
omnipotentes aquellas cadenas y destruyeran a los perseguidores.
DeLaImitaci n DelSagrado Mas Coraz Jes s-el slidepdf.com todo n lodearrostra amor; ninguna
7. V oz del discípul o . - Bienaventurado quien, encendido y arrebatado por
tu amor, va en pos de Ti ¡oh Jesús, amor de los amores, divino imán de las almas! Ese corre alegremente por entre las dificultades, y levantándose sobre todo lo propio y humano, sube contigo a lo alto en alas del divino amor para morar seguramente en tu compañía. ¡Oh bondadoso y dulcísimo Jesús! concédeme ese fervoroso y eficaz amor, de modo que te amé porque debes ser amado, y sólo ame a las criaturas por amor tuyo, y sobrelleve con facilidad el abandono de los hombres cuando Tú lo determinares. Permanece Tú conmigo, que Tú sólo me bastas; aunque todos abandonándome huyan, no se acongojará mi corazón si permaneces conmigo. Una sola cosa te ruego, y no cesaré de rogártela: que los que me abandonan, no te abandonen, antes al contrario, se adhieran a Ti más fuertemente y con más perfección te amen. (Imitación de Cristo, lib. II, cap. IX.)
CAPÍTULO X Como podemos imitar al Santísimo Corazón de Jesús en su prendimiento.
1. Voz de Jesús . - Hijo mío, los soldados y siervos de los judíos, cuando
se levantaron del suelo, se arrojaron sobre mí y, prendido, me ataron. Contempla al Cordero de Dios en mano de los verdugos, atado para el sacrificio; atado porque quiso, y quiso porque amaba.
humillación reputa demasiada, ninguna aflicción cree excesiva; cuanto quiere abraza y mantiene con entera libertad. ¡Oh, si supieses, hijo mío, cuánta dicha encierra el ser cautivado por el divino amor! En verdad que ni por un momento querrías pertenecerte, aun cuando pudieras, sino que le entregarías espontáneamente en cuerpo y alma todo tu ser para que te cautivara y poseyera. 2. Quien vive bajo el divino amor, no estima por desdicha o infortunio ni la persecución, ni las prisiones, ni las cárceles, ni la misma muerte, sufridas por mi causa, antes lo mira todo como gran ganancia y objeto digno de toda su ambición. ¿Cuál crees ser la causa de que algunos, cuando para mantener la fe, han de sufrir pasión otros tormentos, no permanezcan firmes en la verdad, sino que recurran a vanos fingimientos y se hagan reos de condenación? Es que no obran por mi amor, ni quieren perder la vida en mundo para salvarla en el otro. De aquí les viene que, rehusando ser presos en mi compañía, se hagan cautivos del demonio, y queriendo salvar su vida temporal, pierden la eterna. 3. Gracia y felicidad suma es sufrir por amor dolores y padecer injustamente. Te conviene participar gozoso de mi Pasión, para que también te goces, en la futura manifestación mi gloria. Mas nadie sufra corno injusto o como maldiciente o facineroso, sino como discípulo de Corazón, sin avergonzarse, glorificándome en persecución, sobrellevándola con esfuerzo y con tanda, congratulándose devota y
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humildemente de ser contado entre aquellos que fueron dignos de padecer por mi nombre y llegar a Santos.
vez que se escapare la llamares a su lugar, si la ocupas constantemente en tu interior con obras provechosas, si reprimes sin cesar sus súbitas impetuosidades y caprichos hasta que se acostumbre a permanecer http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus De ellos, unos fueron cruelmente estirado otros expuestos al ludibrio y sosegada.
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azotes, a las cadenas y cárceles, otros apedreados, retorcidos despedazados, otros, cubiertos de rudas pieles indigentes, perseguidos y Sojuzga todo el entendimiento en obsequio a la fe, no sea que, DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com afligidos, corrían a los desiertos, ocultándose en la espesura de los escudriñador de la Majestad, te anonade su gloria, o huyendo de la verdad, bosques o en las cavernas de las fieras. Ellos, de quienes no era digno el mundo, perseveraron en padecer conmigo y vencieron, y recibieron de mi mano el reinar en su trono de gloria, a la manera que Yo, después de padecer y vencer, me siento en el trono a la diestra de mi Padre.
vengas a ser siervo del error. Más aún: somete tu propio juicio, y si no lo impidiere otra virtud, somételo al de los otros en favor de la caridad. Así obrando, tanto más ganarás cuanto más verosímil te parezca tu sentir y sea, por ende, más difícil la sumisión.
Si por mi amor le asociares a sus tribulaciones, cuan feliz serás, hijo mío, pues la corona de la gloria eterna, la verdadera virtud y santidad, el Espíritu de mi Corazón descansa sobre tu cabeza.
El ser por dentro y fuera poco recogido procede del corazón, que se ha convertido en esclavo de los enemigos, o de las pasiones, o de sí mismo.
4. No a todos se ofrece ocasión de padecer por la virtud prisiones o tormentos; mas todos los que procuran perfectamente imitar mi Corazón deben y pueden en cierta manera ser presos por la virtud.
servidumbre, porque entonces podrás entregarlo con todo su vigor y afectos a la caridad sobrenatural y quedar cautivo conmigo en las cadenas del amor divino.
¿Quién no puede reducir a cautividad los sentidos de su cuerpo, no sólo para que no corran tras el mal ni halaguen a la vanidad, sino para, que, cohibidos, trabajen en el ejercicio de las virtudes?
6. Admirable es la caridad en sus obras. Si sirvieres a la caridad, todo se convertirá en provecho tuyo.
Pues muy pocos son, en verdad, los que custodian sus sentidos según les pide la razón, y muchos menos los que los mortifican según los principios de la fe. Examina, hijo mío, cómo tratas los sentidos de tu cuerpo; mira si no les permites demasiada libertad; considera qué les falta todavía para llegar a la perfección. Y las facultades del alma, ¿no puedes también en cierta manera cultivarlas? Puedes sujetar la imaginación vagabunda, tan olvidadiza de lo pasado y tan curiosa de lo futuro, y llegarla a dominar por grados si cada
Sea, pues, tu principal diligencia llevar expedito el corazón de toda baja
Ama a tu Dios y Salvador, y a fuerza de amar aprende más perfectamente a amarme; porque el amor, más que con especulaciones, crece y se perfecciona con el ejercicio. Si tu corazón se sometiere enteramente a mi amor, fácilmente te sustraerás a esa falsa libertad de pensar y hablar y obrar por sólo capricho. Licenciosa insensatez es ésta, no germina libertad, velo de las pasiones, ruina de la virtud, calamidad y perdición de las comunidades, peste de la sociedad. Cuanto más se difunde hoy en día semejante mal entre los mundanos, y anda introduciéndose sagaz entre los devotos, y penetra en la morada de
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los mismos religiosos, con tanta mayor diligencia debes procurar que no CAPITULO XI inficione tu corazón, y que bajo apariencias de bien no te aleje de la Cómo debemos soportar, a ejemplo del Sacratísimo de Jesús, los falsos servidumbre del amor para conducirte a la libertad de la carne, pues http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus testimonios. concluirá por hacerte esclavo del infierno. No te puedes pertenecer por
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completo, por más que lo desees y te esfuerces, porque te veas forzado a 1. Voz de Jesús . - Hijo, pronto verás al Hijo del hombre, aquel que fue amar, y, por tanto, a entregarte a algún objeto; mas sin gravo injusticia y DeLa Imitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com constituido Supremo Dios de vivos y muertos, comparecer ante los horrenda ingratitud contra mi persona y gravísimo daño para la tuya, no pecadores, reos de muerte eterna, para ser acusado y condenado a muerte. puedes entregarte a criatura alguna. Atado, como antes viste, me condujeron a presencia del Sumo Sacerdote, Pertenéceme, pues, de buen grado; entrégate gustoso a mi sólo amor, pues en el lugar donde se habían reunido los demás sacerdotes con escribas y para poseerte me deje prender por aquellos malhechores. fariseos. ¡Cuán dichoso serías si por dentro y por fuera te cercaran los mismos Todos buscaban un falso testimonio contra para entregarme a la cruz. vínculos de amor que me unen con los ángeles y santos en el cielo! 7. V oz del discí pul o . - ¡Oh amantísimo Jesús, hasta qué punto me amaste
cuando te dejaste cautivar por mí, y fuiste cautivo del dolor en manos de tus enemigos para apoderarte de mi alma y hacerme cautivo de tu amoroso Corazón! ¡Oh Dios, Señor y Salvador mío! Cuando me acuerdo de tus ligaduras, me fastidia toda libertad mundana y deseo vivir encadenado en tu compañía. Si me faltan las cadenas de los enemigos, a las de tu amor me entrego, a fin de que, sometidos todos los sentidos del cuerpo y facultades del alma, quedo tan ligado a tu Corazón que jamás de Ti me separe. Concédeme, Jesús mío, que estos deseos no queden estériles, sino que eficazmente los ponga en práctica con tu gracia, para consuelo de tu Corazón, que tanto padeció, y santificación de mí alma. (Imitación de Cristo, lib, III, caps. XXXII y LII.)
Y muchos, adelantándose al medio, proferían falsedades contra mi persona. Levantándose acusaciones te entonces dirigen?»el Sumo Sacerdote: «¿No respondes, me dijo, a las ¿Piensas, hijo mío, que respondí entonces los falsos testimonios y a la invitación del Pontífice para defenderme? ¿Qué es lo que dice la Escritura? «Más Jesús callaba». Así fue, en efecto, hijo mío: Yo callaba con lengua, como hombre que no tiene en sus labio respuesta; pero con el Corazón hablaba a mi Padre celestial, conformándome con su beneplácito y pidiéndole que se apiadase de aquellos desgraciados y derramase sobre su corazón la abundancia de la gracia para que salvaran su alma. 2. Como Yo conocía el amargor de ser acusado falsamente y lo, dificultoso de tolerar las calumnias, quise que mi Corazón fuera asediado y agobiado por aquellos falsos testimonios para que, cuando falsamente te acusaran, encontraras algún consuelo en mi Corazón, afligido con la misma pena, y tomaras segura dirección de mi ejemplo.
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En verdad que nada hay tan amargo para el corazón del hombre como el Quien acusado, pues, falsamente, hablaré con sinceridad para ser difamado con calumnias, pues algunos llegan a sufrir tal perturbación, defenderse, no peca; mas quien callare, obrará mejor. que, dominados por la vergüenza, elegirían si pudieran la muerte antes http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Suma perfección es el sufrir en silencio las falsas acusaciones y el que vivir así infamados. aguantar que los hombres crean de uno cuanto les viniere en voluntad y el
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aguantar que los hombres crean de uno cuanto les viniere en voluntad y el Pero tú, hijo mío, no te dejes perturbar ni entenebrecer, antes considera la encomendarse a Mí sólo y resignarse enteramente en mis manos. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com ofensa con sosiego y pórtate como digno discípulo de mi Corazón. Triunfo es éste de la gracia que pone en admiración a los ángeles y asocia Procura que ni la malicia de los difamadores, ni el error de cuantos les al hombre con los Santos, y da gloria a Dios en las alturas y prueba, de la creyesen, consigan mudarte ni arrebatarte aquella virtud de la verdadera humildad de quien me ama y la genuina condición de mis magnanimidad que se levanta sobre los falsos dichos y credulidad de los discípulos. hombres. Este es el gran secreto de la vida interior, escondido en mi Corazón, que Si considerares el asunto con la lumbre de la fe, ya verás la excelencia de muchos oyen y admiran, pero que alcanzan y siguen pocos. la gloria celestial y la eterna recompensa que ha de corresponder a la 4. Perfectamente lo conocieron y muy sabroso lo hallaron los Santos, pues grandeza de tu humillación. abrasados en mi amor y en deseos de imitarme, sostuvieron cualquier Y aunque fueres inocente de las culpas que le imputaren, ya que en género de acusaciones con gozoso corazón, y pudiendo justificarse y muchos casos ofendiste realmente a la divina Majestad, has de aprovechar con gusto la ocasión de satisfacer ahora en lo vida lo que te queda por expiar en la eternidad.
recobrar su fama con sólo hablar, a Mí sólo encomendaron su defensa, y prefirieron callar conmigo y pasar por la hez y escoria de este mundo antes que dejan de parecérseme y poner en duda su amor para conmigo,
Y aunque prefirieres otros medios para purificarte de culpas y disponer tu entrada en los cielos, aprovéchate más bien de éstos que te ofrece la divina Providencia como más ciertos y seguros.
Es mucha verdad que no es esto negocio hacedero si se mira a las inclinaciones humanas, y que los razonamientos naturales no bastan para convencer en tal asunto a los hombres; pero la naturaleza ha de ser vencida por el amor y la fe; que ofrecen copiosísimas razones y poderosísimos estímulos.
Por muy insoportable que se hicieren a la naturaleza tales sufrimientos, toléralos, hijo mío, toléralos por mi amor, toléralos en mi compañía. Y cuando tu corazón casi desfalleciere de dolor, acércate, hijo, al mío, que los padeció mayores por ti, y procura alentar aquí tu espíritu, protestando que a despecho de la naturaleza te resignas por mi amor. 3. En ninguna manera odies al prójimo que te denuesta. Mas aunque de precepto de amar a los enemigos, no lo di de callar y omitir la justificación contra la calumnia; pero lo aconsejo cuando el silencio no trajere consigo pecado.
Sábete que si sólo quisieres obrar por razón o inclinación natural, no sólo, no saldrás perfecto, pero ni llegarás a salvarte. Vive de la fe, hijo mío, obra por el amor, y si la naturaleza se rebelare, temiendo la mortificación o humillación, séate esto mismo nuevo incitamento para callar y vencer ese desorden. 5. Sin duda alguna que en tales casos se te acercará el enemigo de tu salvación y perfección, que anda por todas partes buscando a quien
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engañar, y te sugerirá en contra muchas y especiosas razones; pero ni le 7. V oz del discí pul o . - ¡Oh amantísimo y dulcísimo Jesús! apiádate de escuches siquiera, antes sin hacerle caso o despreciándolo, dile: «Apártate, mí y auxíliame. Por mi tibieza de amarte y por mi poca humildad siempre Satanás», porque es preferible seguir al divino Salvador cuando nos encuentro dispuesto el corazón a indignarse y los labios prontos a http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus encamina y muestra la senda segura, y corta, que apartarse de la compañía excusarse cuando se me imputa lo que no me agrada.
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de Jesús para indagar otro camino incierto y peligroso .
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Y lo que es más grave aún, y me sonroja al confesarlo, me siento de DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Acaso también alguno te pregunte: «¿Cómo no contestar a tales dichos?» ordinario propenso a buscar excusas para mis verdaderos delitos, y aun Pero no lo respondas tú, sino imítame y calla. cuando fueren justas las acusaciones, quiero negar, o al menos atenuar los defectos de que mí acusan. Si instándote, añadiera: «¿No ves escarnecido tu nombre, y escandalizado el prójimo, y deshonrada la virtud; no ves que la misma gloria de Dios Por aquí queda patente, Dios mío, cuánto me domina todavía el mundo, exige que te justifiques?» No lo creas, hijo mío, no sucede así. pues prefiero merecer la aprobación de los hombres que asemejarme a Ti, y cuánta perversidad se esconde todavía en mi seno cuando deseo pasar En verdad que si alguna vez hubo tales exigencias para la justificación, por inocente reconociéndome culpable. fue en la ocasión que Yo callé; y sin embargo, no las había, porque si así fuera, Yo no hubiera callado. ¡Infeliz de mí! ¿Cuándo alcanzaré la humildad? ¿Cuándo comenzaré a amarte con generoso corazón? No perdones, Señor, mi soberbia, aunque 6. Encomienda, pues, hijo mío, todo el asunto en mis manos para que Yo sea secreta; estimúlame con fervoroso amor para que, cooperando a tu en mi sabiduría y bondad obre lo que me plazca y juzgue más provechoso gracia, arroje lejos semejante peste. para tu persona. ¡Oh, para mí, bondadosísimo Jesús! quiero, si, imitarte y tolerar en tu Tú, entre tanto, aguanta con silencio y paciencia en mi compañía. Yo compañía con silencio y dignación los falsos juicios y oprobios de los conozco al acusador y al acusado, al juez y al reo, al escarnecedor y hombres; pero a mi debilidad es necesaria tu fortalecedora gracia. escarnecido, y Yo retribuiré en tiempo oportuno y daré a cada cuál su merecido. Fortaléceme, pues, para que por tu amor permanezca acompañándote silencioso y paciente hasta que te dignares poner fin a mis sufrimientos. Para animarte a perseverar en tal propósito pondera con frecuencia cuántas humillaciones, más acerbas y dolorosas experimenté Yo, cuan (Imitación de Cristo, lib. III, caps, XXXIV y LV.) esforzado y generoso Corazón las sufrí por amor tuyo, y así no rehusarás devolverme el amor soportando con él mucho más llevaderas humillaciones. No temas la confusión; abrázate a ella con espíritu generoso, pues no te dañará, antes por el contrario, te enaltecerá, y te asemejará a mi persona, y te adornará de santos merecimientos y te llenará de dulcísima consolación.
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CAPÍTULO XII Cómo nos enseña el Sacratísimo Corazón de Jesús a sufrir las ofensas que se nos hagan.
Por mucho que te esforzares, por mucha atención que pusieres en el meditar, no llegarás a comprender los dolores de mi Corazón en aquella noche tristísima.
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Allí, hijo mío, escupieron a mi rostro, en aquel rostro que ansían ver los
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1. V oz de Jesús . - Hijo mío, como los testimonios de los acusadores no
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ángeles, y los que me cercaban comenzaron a burlarme y denostarme a DeLaImitaci n DelSagrado cuál Coraz concordaban, increpándome otra vez el Sumo Sacerdote, para encontrar más. ndeJes s-slidepdf.com pretexto de condenarme, dijo: «¿Eres Tú el Mesías, Hijo de Dios? Te Y para obrar más libremente, me velaron el rostro, con lo cual, conjuro por Dios vivo que nos digas si eres Tú el Mesías, Hijo de Dios». desenfrenados, me herían unos a golpes, otros me abofeteaban, diciendo Puesto que los cielos, la tierra y los infiernos habían dado ya evidentes y por denuesto: «Profetízanos, Cristo, ¿quién te hirió?» Otros, en fin, no se superabundantes testimonios de mi Divinidad, no era necesario responder cansaban de blasfemar y hacer conmigo indignidades. al Pontífice; mas para mostrar el respeto debido al Dios vivo y Padre mío, Ahí tienes al Hijo de Dios, gusano y no hombre, oprobio de los hombros y para atestiguar la salvadora verdad, aun con peligro de la vida, para mover desecho de la plebe. aquellos desgraciados corazones, si por Ventura quisieran obedecer a la gracia, les respondí: «Yo soy; pero en verdad os digo, que pronto veréis al 3. En el entre tanto, hijo mío, Yo permanecía como cordero entre los Hijo del hombre, sentado a la diestra del poder de Dios, bajar sobre las esquiladores, sin abrir los labios ni dar señal alguna de impaciencia, de ira nubes del cielo». ¿No es verdad, hijo mío, que si hubieran atendido a estas claras y aterradoras palabras, se hubieran convertido súbitamente de jueces en suplicantes, y arrojado a mis pies implorando perdón y misericordia? Mas aquel desdichado Pontífice, con todo el Concilio, despreció la gracia y saludables amonestaciones que Yo les ofrecía. Porque «el impío, cuando llegare a lo profundo, todavía despreciará». 2. Entonces el Príncipe de los Sacerdotes rasgó sus vestiduras, exclamando: «Ha blasfemado. Vosotros mismos acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?» Y ellos vociferaron: «¡Reo es de muerte! Tras este cruel e inicuo ultraje, de que se horrorizó todo el cielo, aún me aguardaban más atroces y acerbos sufrimientos. Porque cuando ya se les hizo tarde, retirándose a descansar el Pontífice y los Sacerdotes, me dejaron en manos de aquella turba soez para ser escarnecido durante toda la noche.
ó de venganza. Antes, a pesar del intenso dolor de mi Corazón, mostraba en el rostro y en el gesto una mansedumbre invicta, para que, con tan alto ejemplo asombrados mis enemigos, se convirtieran, y tú, hijo mío, te animaras y no rehusaras amorosamente imitarme. Porque si Yo, Hijo del Dios vivo y santo, padecí por tu amor tan acerbos e incomprensibles dolores, ¿será, por ventura, pedirte demasiado el que toleres alguna palabra injuriosa, o algún apodo ofensivo, o cualquier otro ultraje parecido? Si no quieres padecer por mi amor en pequeño lo que Yo en grande padecí por el tuyo, ¿crees amarme de verdad y ser genuino discípulo de mi Corazón? Pregunta a los Santos. Aun los más desconocidos te responderán con obras, tanto para ellos como para Mí, gloriosas. En verdad que aquellos generosos corazones se avergonzarían y estimarían en nada o como falso
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su amor, y se reputarían indignos de mi amistad, si no hubieran arrostrado gustosos cuantas humillaciones les ofrecí.
venganza? Esta última arguye ruindad de ánimo y pone de manifiesto cómo el corazón está sujeto a las pasiones; más la primera prueba la generosidad y nobleza del alma y arranca la tácita admiración de los http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus No repliques que tú no puedes con tantán humillaciones porque no eres mismos enemigos. santo, porque sólo querer puedes llegar allá, pues no te ha de faltar la
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gracia. Con no arrostrarlas, pues, claramente manifiestas, no tu De aquí que hasta un pagano dijera que ―quien vence su propia De La Imitaci n Del Sagrado Coraz n de slidepdf.com imposibilidad, sino tu mala voluntad de no santificarte. Si no eres santo, indignación, noJes sólos-perdonando, sino acrecentando la dignidad del coopera a la gracia y afronta con gusto las humillaciones, y verás cómo enemigo, ese no es comparable con los más celebrados varones, sino muy sales santo. semejante al mismo Dios. 4. Hijo mío, quieras o no quieras, mientras vivieres entre mortales no te puedes eximir de humillaciones, y debes llevar el corazón siempre dispuesto para que, cuando alguna se ofreciere al punto te refugies en mi seno e implores el necesario auxilio.
Pero semejantes razones no las tengas sino muy secundarias; levanta la consideración a otros motivos más sobrenaturales, no sea que después de tan arduos esfuerzos para padecer con paciencia, no logres ningún fruto para la eternidad.
Y aun sucederá, para tu provecho, no sólo que te contradigan y menosprecien los hombres, sino que en tu propio rostro te afrenten y ultrajen. Si en tales casos no acudieres al punto a mi presencia por medio de la oración, te expondrás a gran perturbación y peligro.
Hay muchos a quienes halaga más la vanidad del mundo que mi ejemplo, y prefieren quedar esclavizados por las pasiones que asemejarse a Mí. Hasta tal punto se dejan arrastrar algunos de la pasión, que, calumniados, optan por inferir la muerte a su alma y exponerse a las penas del infierno antes que dejar sin venganza al calumniador, o perdonar generosamente una injuria transitoria.
Los que no pasan de novicios en la vida interior y han adelantado poco en la mortificación del espíritu, fácilmente se conmueven cuando arrecian las ofensas, y se perturban por completo a causa de que la naturaleza, aún no domada, a la menor ocasión se rebela y excita el temor de la humillación y el vivo sentimiento del honor mundano. Más todo honor mundano es vanidad, porque no se funda en la verdad, sino en las volubles palabras de los hombres, que, según su capricho, tan pronto adulan como denigran. Sostener por virtud la humillación que nace, esa es la verdadera gloria, que asemeja al hombre con mi persona y le alcanza diadema de merecimientos. 5. La mejor defensa del honor estriba en la generosidad del corazón. ¿No es verdad que entre los mismos hombres, para recuperar o sostener el buen nombre, vale más la mansedumbre y clemencia que la ira y
¡Ay de aquellos hombres que, debiendo vivir según la fe que recibieron, se portan peor que un pagano, guiados por la simple razón! Ya verán algún día esos desdichados cuan perversa o insensatamente obraron, pues ofrecida ocasión de aplacar a Dios y expiar sus culpas y ganar merecimientos, provocan, por el contrario, la ira del Señor y acumulan pecados a pecados y agravan los suplicios que han de padecer en el infierno. 6. Cuanto más se alentare uno para vencer y cuanto más difíciles victorias reportare de sí mismo, tanto más fortalecido saldrá, y tanto más facilitará las victorias venideras, y tanto más fruto sacará de vida eterna. Aliéntate, pues, hijo mío, véncete para subir basta Mí y seguirme. Esa será la piedra de toque para juzgar de tu virtud y de la sinceridad de tu amor;
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por aquí podrás conocer si eres verdadero discípulo de mi Corazón. Tenlo Por todo lo que estimes te suplico, Jesús mío, que aceptes benigno bien entendido; si para seguir la voluntad divina no contrarias la semejante sacrificio que te ofrezco unido con los dolores de tu Corazón, y repugnancia de la naturaleza, aunque obres milagros y cada día te te pido humildemente que unas con el eterno vínculo de tu amor a todos http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus remontes en éxtasis, toda tu piedad no pasará de ilusión. los que me ultrajaren»
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Sé generoso y sígneme, pues soy tu guía, tu defensor y consolador, y no te (Imitación de Cristo, lib. III, capítulos XXIV y XLVI.) De La Imitaci n Del Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com cuides de lo que digan de ti los hombres ni de lo que pide la recalcitrante naturaleza. Si la conciencia no te reprendiere, ten confianza, hijo mío, y aguanta con humildad y mansedumbre las injurias que te infirieren, pues será señal de habitar en ti actualmente mi gracia. Ni el fuego pintado quema, ni el amor fingido soporta los padecimientos. 7. V oz del discípul o . - ¡Oh Jesús, Dios de Majestad suprema!
CAPÍTULO XIII Cómo debemos imitar al Sacratísimo Corazón de Jesús hasta querer sinceramente ser tenidos por locos.
. - Al llegar la madrugada hijo mío, todos los Príncipes de 1. Voz de Jesús
Verdaderamente que es incomprensible el exceso de tus humillaciones, incomprensible también el de tu amor.
los sacerdotes y ancianos del pueblo volvieron al Concilio cogiéndome poco después aquella muchedumbre, me llevaron atado por las plazas hasta comparecer ante Pilato, hombre gentil, presidente a la sazón de
Toda rodilla se inclina ante tu presencia en los cielos, en la tierra y en los infiernos, y sin embargo, eres afrontado por los insultos de unos perdidos mortales y saturado de oprobios.
Judea.
¡Oh Jesús, manso en verdad y humilde de Corazón! Como cordero entre lobos cruelmente dilacerado, deseas moverlos y convertirlos y salvarlos con el prodigioso, ejemplo de tu mansedumbre. ¡Pobre de mi corazón, si tras este ejemplo rehúsa humillarse a anhela vengar cualquier injuria! Si no quiere aprovecharse del ejemplo de un Dios tan abatido, ¿qué lo aguarda sino el rigor de la justicia? Te suplico, bondadoso Señor, justo Juez y Remunerador, que no entres en juicio conmigo, sino que me perdone tu clemencia cuantas veces delinquí por indignación venganza. Hoy mismo, delante de Ti, dulcísimo Jesús, depongo y sacrifico, a despecho de la natural repugnancia, todos los deseos de venganza y toda mira contraria a la caridad.
Y quedándose ellos afuera para no contaminarse, vociferaban, y llamando a Pilato, comenzaron a acusarme de muchos y falsos delitos. Mas el presidente, al oír que Yo pertenecía a la jurisdicción de Herodes, me remitió al rey de Galilea. Herodes, gentil también, se alegró de verme, pues había oído hablar mucho de Mí, y esperaba que Yo obraría alguna maravilla por darle gusto. Mas a aquel hombre sensual e impuro, que comprendía las cosas de Dios, a pesar de sus numerosas preguntas y de las continuas acusación de los judíos, Yo nada le respondía, antes con mi silencio y elocuente modestia le manifestaba mi santidad, de manera que comprendiese mi tácita reprensión y con mi ejemplo se moviera a convertirse.
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Pero aquel hombre carnal, abusando de mi gracia, como no entendía por qué dejaba de defenderme y por qué no me aprovechaba de su favor, atribuyó mi conducta a necedad y locura.
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Mi Corazón, cautivo de amor, era arrastrado por él de humillación en ignominia, y de ignominia en oprobios, hasta aparecer como loco, sintiendo, sí, amargamente tardo dolor y confusión, pero abrazándolo al http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus mismo tiempo con buena voluntad. Así, pues, me escarneció Herodes con su ejército y me vistió con una
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túnica blanca, como mentecato, y me entregó a las burlas e insultos de su Pues quien me amare, guarde mi palabra: «No ha de estar el discípulo De La Imitaci n Del Sagrado Coraz n deJesquien s-slidepdf.com gente. sobre el Maestro»; quisiere ser perfecto, aseméjese á El. Y con aquella misma vestidura me devolvió a Pilato. 2. V oz del discí pul o . - ¡Oh Jesús mío! ¿Tú tenido por necio? Mira, Señor,
mira por la dignidad lo divina persona. ¿Cómo no destruyes a aquellos sacrílegos con un rayo, para que la vileza humana no profane así la Majestad divina? Voz de Jesús. -¡Oh, hijo mío! ni conoces mi Corazón, ni conoces el tuyo.
Todo ese remedio necesitaba para tu soberbia.
Tú, pues, hijo mío, si en verdad me amas, no rehusarás sobrellevar por mi amor nombre de insensato y necio, cuando Yo permita que con tal afrenta te noten. No has de dar tú, ciertamente, motivo para ello; más el sufrir que otros aprovechen la ocasión, y aun desear que sin ofensa de Dios se ofrezcan tales ocasiones de ser reputado por mentecato o inepto, es en verdad, heroica virtud y suma perfección. 4. Disponte, hijo mío, a pasar gustoso por necio entre los hombres, porque
Porque después de vertealensoberbeces, Hijo de Dios tratado como neciosiny mentecato por tu si causa, todavía ¿que no harías semejante ejemplo? ¿No es verdad que el amor propio burlaría con sutilezas todo precepto y tu corazón se enaltecería hasta el colmo de la soberbia? Aprende, pues, por la grandeza del remedio la gravedad de la dolencia, y mide por una parte el abismo de miserias de tu corazón, y por otra el abismo de amor del mío. Un abismo conduce a otro abismo; mi amor quiso descender hasta el abismo de la humillación, para sacarte del abismo de la soberbia. Y aunque mi naturaleza humana sentía un dolor indecible, bajé, sin embargo, de buen grado a tal abismo de humillación, pensando ganar alguna vez tu alma con tan grande testimonio de amor, é inflamar tu corazón y hacerlo participar de mis mismos sentimientos.
en cualquier estado en que vivieres tendrás muchas veces que pasar por tal, si quisieres ser perfecto discípulo de mi Corazón. La vida interior y devota, no sólo de nombre, sino de hecho, parece una necedad a cuantos van en pos de los mundanos placeres. El despreciar las comodidades presentes por la esperanza de bienes venideros, el amar la pobreza y desembarazar el corazón de todo afecto terreno, el someter juicio y voluntad aun a los inferiores en virtud y ciencia, el mortificar sin descanso los sentidos corporales, el no buscar sin necesidad justificación por las injurias, el amar con sincero corazón a los enemigos, el desear las humillaciones y reputarlas por ganancia, todo eso, ¿qué los ha de parecer a los mundanos sino pura necedad? Confórtate, pues, hijo mío, y con generoso corazón soporta todo ultraje en mi compañía.
3. Profundo misterio es éste, hijo mío, de aparecer el mismo Dios como necio entre los hombres, misterio que sólo el amor obró en su exceso, y del cual sólo el amor puede darse cuenta.
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Lo que traes entre manos, por particular disposición mía, no tendrá éxito, y lo atribuirán a tu ineptitud; otro pondrá luego mano en el asunto y logrará próspero suceso, y tú quedarás todavía más confundido.
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6. Esta es aquella profundísima sabiduría que ni comprenden ni pueden comprender los mundanos, pero que bien entienden y los mansos y humildes discípulos de mi Corazón. Si abrazas esta mi doctrina, si te guías http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus por mi Espíritu, alégrate, siervo fiel, alégrate y regocíjate porque pronto te Cuando te acusaren, o reprendieren, o burlaren, callarás como Yo, y te asemejarás a Mí.
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reputarán por mentecato aquellos que no conocen la sobrehumana DeLaImitaci n DelSagrado En Coraz deJes -slidepdf.com sabiduría de mi Corazón. verdad,nhijo mío,sque esto se hace muy cuesta arriba; mas aligera la carga con mi amor y piensa para alentarte en la proximidad del término de Cuando por promover mi gloria descuidares tu propia conveniencia, ¡a esa jornada y el premio eterno del cielo, donde pronto te reunirás conmigo cuántos parecerá que careces de sentido común! y con tanto mayor resplandor lucirás entre los ángeles y Santos, cuanto mayor peso de humillaciones te hubiere agobiado ante los hombres. Cuando procures morir enteramente a tus gustos para vivir a Mí sólo, ya habrá quienes te noten de insensata indiscreción y aun de falsa piedad. Estos y otros juicios parecidos formarán de ti, no sólo cuantos se manifiestan amadores del mundo, sino aun aquellos a veces que profesan virtuosa vida o estado religioso; pero que, no llevando en su interior mi Espíritu, aman, sí, aquellas virtudes mías con que se vuelven agradables a los hombres, pero no gustan de mis dolores ni de mis humillaciones. Estos desgraciados, para quienes es escándalo el exceso de mis dolores y humillaciones, bien amargamente te darán que sentir. 5. Pero no te abatas, hijo mío, ni desfallezca tu corazón cuando así te traten los mortales, antes alégrate y regocíjate, toléralo al menos con paciencia, ya que no te puedas gozar. ¿No es preferible pasar conmigo por insensato, que ser reputado sabio por los hombres?
Tal te predigo, hijo mío, para que cuando sucediere recurras a mi presencia para encontrar paz, consolación y perseverancia. 7. Voz del di scípulo . - Reconozco tu bondad Jesús mío, que ocultó tales
enseñanzas a los sabios y prudentes del mundo, y las manifestó los sencillos y humildes discípulos de tu Corazón. Tal fue tu beneplácito. Con todas mis fuerzas abrazo esa doctrina, deseando, ante todo, conocerte y amarte y ser reputado como necio por amor tuyo. Muy tarde, oh dolor, muy tarde he conocí tan sublime misterio; muy tarde me he abrazado con esta celestial sabiduría que formó y sacó Santos. Dame gracia, piadosísimo Jesús, para que, según mis deseos, olvidando mi persona y acordándome de la tuya, me arrastre tu amor en pos de Ti y te siga hasta, aparecer contigo, si fuere tu voluntad, inepto, mentecato y
En verdad, en verdad te digo, que quien quisiere por mi amor ser contado como loco en este mundo, recibirá centuplicado premio en esta vida y gloria inmarcesible en la eterna.
loco. ¡Oh Jesús, dulcedumbre infinita! Contigo todo se endulza; asemejarme a Ti será mi suma felicidad en la tierra y prenda segurísima de mi eterna bienaventuranza.
Los Santos lo experimentaron, y encontraron todavía mayor tesoro de lo que creían y esperaban. Pruébalo tú, hijo mío, y verás a cómo es verdad.
(Imitación de Cristo, lib. I, cap. XVII, y lib. III, capítulos XLI y XLIV.)
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Esta indigna elección, aunque consumió mi Corazón de dolor, la sobrellevé de buen grado, ya para librar, en lo que estaba en mi mano, al Cómo, a ejemplo del Sacratísimo Corazón de Jesús, debemos desear el desgraciado Barrabás y a todo el mundo del eterno castigo de los http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus ser pospuestos a todos. réprobos, ya para, darte un ejemplo lleno de consolación.
CAPÍTULO XIV
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1. Voz de Jesús . - Vuelto al pretorio, hijo mío, comparecí ante el
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2. No lleves, pues, con disgusto, sino con paciencia y resignación, el verte presidente, quien comprendía cómo me entregaban porImitaci odio los sacerdotes DeLa n DelSagrado pospuesto Coraz n deJes s-slidepdf.com a otros. y fariseos. ¿Qué maravilla que tú, polvo y nada por naturaleza, te dejes por mi amor Como no dudaba Pilato de mi inocencia, quería soltarme, si pudiera posponer a otros, cuando Yo, Dios y Señor de todo lo criado, me dejé lograrlo sin descontentar a los judíos. Halló, pues, un medio que posponer al más bajo de los mortales? demostraba la ruin debilidad de su alma y me llenaba, de suma afrenta. Desde que pecaste, aun venialmente, contra la Divina Majestad, con toda Era costumbre, con motivo de la celebridad de aquel día, dar libertad el verdad has merecido ser pospuesto, no sólo a los hombres, sino a las presidente a un encarcelado, a elección del pueblo, y tenía a la sazón un bestias irracionales, pues nunca pecaron contra Dios. famoso preso a quien llamaban Barrabás. Cuando permito, pues, hijo mío, que le arrinconen, quédate contento, Era Barrabás un ladrón, que por cierto alboroto levantado en la ciudad y como quien mora en su propio lugar. por un homicidio, había sido recluido en la cárcel. Pilato, pues, creyendo que me escogerían a Mí, como bienhechor, amante de la paz y dador a los hombres de la misma vida, con preferencia a aquel miserable, congregó a los Príncipes de los Sacerdotes con los magistrados y el pueblo, y les dijo: Es costumbre, entre vosotros, soltar un encarcelado en esta fiesta de la Pascua: ¿a quién, pues, de estos dos queréis que suelte, a Barrabás o a Jesús? Mas concitada por los Pontífices toda la turba, exclamó a una voz: ¡A Jesús, no; a Barrabás! ¡Considera, hijo mío, qué herida aquella para mi Corazón, cómo le afectaría, cómo lo desgarraría! Contémplame pospuesto a Barrabás ante la vista de aquella muchedumbre, y mira cómo me tratan todos como al más abyecto de los hombres.
Y si te pareciere que estás un poco más bajo de lo que debías, no numeres ni midas los grados con tanta sutileza, antes considera mi ejemplo y bájate todavía más con el deseo, sabiendo que cuanto más te acercares a Mí en las humillaciones, tanto más te acercarás en la gloria. ¿Cómo podrías ser verdadero discípulo de mi Corazón si quisieras estar el primero donde Yo estoy el último? ¿Por ventura el discípulo ha de aventajar al maestro? ¿Qué se entiende por ser discípulo, sino seguir al maestro? Sígueme, pues, y quédate conmigo gustoso en el último sitio de todos. ¡Cuántos hay en el mundo que se ven obligados a ocupar el postrer lugar, pero sin consuelo ni merecimiento por no aceptarlo gustosos! Permanece tú, hijo mío, en mi compañía con buena voluntad, y nunca tendrás motivo de arrepentirte. 3. ¡Dichoso tú, hijo mío, si de grado procuras posponerte a todos por mi amor! Lograrás tu santificación, porque no faltarán ocasiones para ello.
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Porque unos serán enaltecidos y puestos como lumbreras sobre el candelabro, más de ti se hará caso omiso y quedarás bajo el celemín.
No creas que tal comportamiento dañará a tu autoridad. Pues si el superior debe mirar ella, de ninguna manera cumplirá mejor tal obligación que con aquella humilde caridad que sólo tiene sumiso al hombre por de Otros pedirán y conseguirán fácilmente lo que creían merecer; tú pedirás, http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus fuera, sino que cautiva y gana su mismo corazón, y lo llena de amor y y o parecerá irracional tu petición, o te reputarán de ella indigno. confianza, que es la mejor disposición.
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Lo que otros dijeren se tendrá por muy á propósito y aun decisivo; lo que te reserves lo más y aparatoso encomiendes a los súbditos lo DeLaImitaci n DelSagrado No Coraz n deJes s-vistoso slidepdf.com tú dijeres lo notarán de importuno o absurdo. más bajo y obscuro; antes por el contrario, en cuanto el orden lo Otros se quejarán por capricho y encontrarán mil compadecidos de ellos; tú, trabajado por verdaderos dolores y dificultades, si te atreves a hablar una vez por necesidad, lo achacarán a aprensión o a fuerza imaginativa.
permitiere, resérvate lo bajo y deja lo demás tus subordinados. Así seguirás mi ejemplo, ganarás la benevolencia de los súbditos y los estimularás al bien.
Los defectos ajenos serán decorados con honesto nombre; tus virtudes serán apreciadas como efecto de tu poca sensatez.
Con tal proceder obrarás más y mejor por medio de tus súbditos de lo que pudieras obrar solo, y mientras los demás aparecen como superiores, tú aparecerás entre ellos como una imagen mía que les sirve por mi amor.
A otros disimularán y perdonarán las faltas; a ti te reprenderán, y juzgarán la reprenderán, y juzgarán la represión, no sólo merecida, sino imprescindible. Con harta frecuencia, hijo mío, te ocurrirán tales contrariedades, que herirán en lo vivo a la naturaleza; mas tú mantente firme, y a despecho suyo acompáñame, prefiriendo ser el último conmigo que el primero sin mi compañía. No sólo has de aceptar de buen grado que los demás te pospongan, sino que tú mismo, cada vez que se ofreciere y fuere lícito, has de escoger el último lugar; allí me encontrarás, hijo allí conversaré contigo. Si tal obrares, aquel que exalta al humilde te dirá: «Amigo, sube más arriba». Y entonces te resultará gloria ante los ángeles y Santos. 4. Si la dignidad de tu estado o cargo te levantare sobro otros, la humildad de tu corazón debe ponerte convenientemente por debajo ellos. Así podrás imitarme a Mí, dueño de tu potestad, y alcanzar grandes merecimiento aprovechar más a tus mismos subordinados.
5. En cuanto estuviere en tu mano, prefiere ser gobernado a gobernar, y en cualquier puesto donde te colocaren rehúye toda palabra a señal que tienda a mostrar tu superioridad o la agudeza de ingenio u otros dones, de los cuales nadie se ha vanamente de jactar. No te mezcles en negocios ajenos como para querer arreglarlos a dirigirlos, ni te muestres pronto a dar consejos como quien alcanza mucho en el asunto, a no ser que la virtud lo exigiere. Sobrelleva gustoso que otros te aventajen en ciencia o en otros talentos, y hasta en la exterioridad de la virtud; tú has con diligencia lo que pudieres y encomienda lo demás al divino beneplácito, y gloríate conmigo en las humillaciones. Ten entendido que entonces habrás llegado a la verdadera santidad, cuando por mi amor le goces, de obra y afecto, en permanecer el último conmigo. Y si no pudieres llegar tan pronto como desearías a tal punto de perfección, esfuérzate y pídemelo, hijo mío, que al cabo llegarás.
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6. V oz del discípul o . - ¡Oh Señor, Dios y Salvador mío! ¡De cuan sublime
doctrina me da ejemplo tu Corazón! ¿Quién podrá comprenderla si interiormente no le enseñares con tu Espíritu?
del S. Corazón de Jesús
Queriendo servir a dos señores, esto es, queriendo complacer por una parte a los hombres y por otra satisfacer a su conciencia, intentó otro medio para librarme, pero lleno de iniquidad y crueldad.
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¡Viví hasta ahora perdida la razón; hasta ahora suspiraba por el primer
Resolvió reducirme a tal condición que no me pudieran ver los hombres,
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puesto, cuando le veía en el postrero! 5/21/2018
si llevaban corazón humano, sin moverse a conmiseración. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
¡Desventurado de mí, cómo erré por mis caminos! ¡Te abandoné en las
Ninguna culpa, dijo, encuentro en este hombre; lo corregiré, pues, y al
humillaciones, y queriendo en mi ceguedad subir más alto, me alejé a larga distancia de Ti, me separé de tu Corazón!
punto le soltaré. Y en seguida me arrebataron sus ministros para desgarrarme a azotes.
Vano y perverso, quise sobresalir y conquistar fama entre los hombres, cuando me atestiguaba la conciencia que habiéndote pospuesto con mis pecados en un exceso de ingratitud y maldad, no sólo a Barrabás, sino al demonio mismo, era digno de ser arrojado a los pies de todos y lleno de confusión delante del cielo y de la tierra.
Presurosos los soldados me atan a una columna y me laceran el cuerpo a fuerza de golpes y heridas, y sucediéndose unos a otros se afanaban por ver quién causaba mayor herida.
Indigno soy, Jesús uno, de permanecer contigo aun en el último lugar;
La sangre corre por todas partes y lo colora, todo, ensangrentando a los mismos verdugos; mas ellos, creciendo en su furia, me azotan con más fuerza y desgarran y despedazan mis carnes con los látigos. "Borrémosle,
mas pues me llamas con tan misericordioso Corazón, confío en que me recibirás benignamente.
gritan, borrémosle de la tierra de los vivientes, y no se tenga más memoria de su nombre.»
Abriste mis ojos para que conociese mi error, moviste mi corazón para amarte aun entre humillaciones; dame gracia y aliento para por tu amor permanecer siempre gustoso en tu compañía.
Este doloroso espectáculo conmovía el cielo, y sobrecogidos los ángeles se asombraban de mi excesivo amor hacia los hombres.
(Imitación de Cristo, lib III, cap. XXII.)
CAPÍTULO XV Cómo debemos imitar con voluntarias mortificaciones al Corazón de Jesús en los azotes a la columna.
1. V oz de Jesús . - Hijo mío: viendo Pilato, contra su esperanza, que los
judíos me posponían a Barrabás, quedó asombrado ante tanto aborrecimiento, y teniéndome por justo, quería todavía soltarme, pero complaciendo al mismo tiempo al pueblo.
2. Medita tú, hijo mío, con atención y piedad estos mis estupendos tormentos, y aprende cuan graves y vitandos son los pecados de la carne, cuando exigen tan extraordinaria satisfacción. ¿No gritan a todos estas llagas que, al menos por compasión, desistan de ceder a los apetitos carnales y no renueven mi acerbísimo dolor? Aprende también cuánta sería la grandeza de mi amor, cuando, inocente, pagué por voluntad la pena de los culpables. Sí, hijo mío, el amor, el ardiente deseo de salvar a todos hizo que de todo corazón entregara mi cuerpo inmaculado a los que me herían, y sobrellevara gustoso horrendos suplicios de la flagelación.
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Aprende aquí, por último, cómo has de tratar ese tu cuerpo, concebido en pecados, entre pasiones, inclinado de suyo al mal.
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4. Hijo mío, anímate con aquel espíritu de amor con que se sometió mi Corazón al acerbo tormento de los azotes, y encontrarás fácil el mortificarte y experimentarás sus frutos muy suaves y saludables.
Mira cuan bien aprendieron de este mi ejemplo de los Santos, de qué http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus manera mortificaron sus miembros, cómo afligieron todos sus sentidos.
No hay tiempo ni lugar en que no puedas mortificar alguno de los
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sentidos. ¡Cuántos entre ellos, con no haber perdido nunca la inocencia, pelearon, DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com sin embargo, con su carne tan sangrienta guerra y domaron su débil No es verdad que debes, dondequiera quiera que te encontrares, ser más cuerpo y le sometieron a entera servidumbre a fuerza de mortificaciones! Llevaban un corazón asemejado al mío, y por eso se producían también frutos semejantes en su cuerpo. Ni se hubieran reputado enteramente felices si no se hubieran conformado conmigo aun en los padecimientos corporales 3. Por tanto, hijo mío, aunque fueres justo mortifica tu carne, tanto para que no se rebele contra ti y te pierda, como sobre todo para asemejarte a tu Salvador en lo posible y quedar así santificado. Hay muchos hombres sensuales, amadores de su cuerpo, aunque no quieran pasar por tales, a quienes no agrada la mortificación de la carne, y a quienes raras veces falta pretexto para eximirse de ella. ¡Insensatas y engañadas almas! En verdad os digo que, si no hiciereis penitencia, todos pereceréis juntamente. Si alguno, aunque parezca santo y aun ángel, os dijere lo contrario, sea anatematizado. Tened en cuenta lo que dice el Espíritu: «Los que son de Cristo crucificaron su carne con todos, los vicios y concupiscencias». La prudencia de la carne causa muerte, más la prudencia del espíritu causa vida y da encima paz y gozo. Si viviereis, pues, según la carne, moriréis; pero si mortificareis con el espíritu las obras de la carne, viviréis y gozaréis de paz y gozo del corazón.
solícito en mortificar tu cuerpo para imitarme y alcanzar el cielo, que los pecadores para regalar de tal manera su carne que renueven mi flagelación y se atraigan sobre si el infierno? Si, hijo mío, emprende tal camino y no temas, porque la mortificación voluntaria, es la senda de la vida y la libertad, de la tranquilidad, de la salud y de toda perfección. ¡Bienaventurados los que caminan por esta senda! Su felicidad sólo ellos la conocen. 5. Quien no se mortificare en cosas indiferentes y lícitas, apenas y sin apenas logrará mortificarse en las necesarias é ilícitas. Si quieres aprender a mortificarte en las cosas mías, mortifícate continuamente en las penas. La curiosidad de los ojos, el ansia de oír novedades, el deseo de hablar de cosas inútiles, el gusto de percibir olores agradables o de experimentar suavidad en el tacto, el ansia de comer o beber sin necesidad, el intento de obrar lo que otros desagradare, todo eso y otras cosas parecidas, son amplia materia de frecuente y aún continua mortificación. Esta mortificación te será fiel custodio de la inocencia y alimento del divino amor; ella te conservará el fervor del corazón, y será como el sacrificio perpetuo que se ofrece sobre el altar del santuario, y que unido al sacrificio de mi Corazón asciende sin cesar hacia el trono del Altísimo en olor de suavidad.
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Estas cotidianas y pequeñas mortificaciones convienen a todos, a los Y ¿quiénes ¡oh dolor! sino mis pecados, te han conducido a tales jóvenes y a los ancianos, a los enfermizos y a los robustos, a los extremos? Yo, vilísimo entre los hombres, pequé cruelmente para que Tú, principiantes, a los proficientes y a los perfectos, ni nadie se puede eximir Dios supremo, expiaras mi culpa con tantas llagas y heridas. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus sin nota de tibieza. ¡Oh qué Corazón el tuyo, Jesús mío; qué exceso el de tu amor cuando
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En ello no hay peligro alguno para la salud, ni se requiere especial tantos tormentos padeciste por mi culpa! ¡Más qué razón también tan permiso; a todos es lícito y saludable. en Ti, por muy miserable que yo sea; qué motivo DeLaImitaci n DelSagrado poderosa Coraz para n deconfiar Jes sslidepdf.com tan eficaz para devolverte mi amor! 6. Más no todos pueden proponerse igualmente grandes mortificaciones, porque no todos tienen la misma necesidad, ni las mismas fuerzas ¡Cuán horrendo y espantoso sería el que en vez de mostrarme, como es corporales, ni la misma vocación. justo, agradecido para siempre, renovara yo, pecando, tus tormentos! Razón por la cual es provechoso descubrir al director espiritual todas las circunstancias de la propia vida y determinar con su consejo la prudente medida de la mortificación y no emprender ninguna extraordinaria sin su licencia, no sea que por buenas apariencias pierdas el verdadero bien y te quedes inepto para las obras más provechosas.
Preferible mil veces sería morir en este momento que cometer tal delito. ¡Sí, Jesús mío; expirar prefiero, aquí mismo por tu amor antes que pecar otra vez contra tu misericordia!
De las mortificaciones son aquellas preferibles que por su naturaleza parecen más adecuadas para someter los sentidos al espíritu y a la gracia, y te disponen mejor para sobrellevar, según mi ejemplo, las contrariedades.
Concédeme, te suplico, amarte con fervor entonces la mortificación me será vida; vida con que viva para Ti y te imite de continuo, y te sacrifique unas veces la hostia de alabanza y agradecimiento, otras a mis propios sentidos e inclinaciones como víctima, y otras te haga holocausto perfecto de todo mi corazón.
Pero ante todo se han de abrazar aquellas que o Yo mismo o la Iglesia o los superiores prescribimos; más santa y seguramente se ejercita uno en las tales que en las de propia elección, y aun sacarás de ellas más preciosos frutos, pues a la virtud de la mortificación añades el mérito de la obediencia.
Dispénsame, pues, gracia eficaz para tener mi cuerpo constantemente sujeto y mortificar en toda ocasión los sentidos.
(Imitación de Cristo, lib. III, caps, XXV y XXVI.)
CAPÍTULO XVI
Hijo, si agradecido tuvieres presente cómo fui llagado por tu causa y atribulado por tus iniquidades, ansiarás con el Apóstol grabar mis llagas sobre tu cuerpo y vivir de tal manera que mi vida se manifieste en la tuya.
Cómo debemos aprender del Santísimo Corazón de Jesús a sufrir las enfermedades y padecimientos del cuerpo.
7. Voz del di scípul o . -¡Oh Jesús mío y Dios mío! ¡Verdaderamente que
1. Voz de Jesús .- Hijo mío,, después de la flagelación, cuando todo mi
eres varón de dolores! ¡Flagelado te contemplo y veo que ya se perdió tu hermosura, y te miro como leproso y llagado, y no hay en donde poner sobre Ti los ojos!
cuerpo manaba sangre me condujeron al pretorio y reunieron allí a toda la cohorte, y tejiendo una corona de espinas, la ciñeron despiadadamente a mi cabeza y colocaron una caña en mi diestra.
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Venían luego uno por uno, y arrodillándose ante Mí me escarnecían, y al levantarse cogían la caña y golpeaban con ella mi frente, con cual, hincándose más las espinas de la corona taladraron toda mi cabeza.
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siervo; y aun cuando sintieres repugnancia, no omitas tal jaculatoria, porque con ella vencerás mejor la resistencia natural y ganarás más crecidos merecimientos.
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En verdad, hijo mío, que aquí llegaron dolores hasta un extremo indecible,
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Resígnate luego, como mejor pudieres, en la divina voluntad, y renueva
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y habían de seguir continuamente agravándose hasta el último suspiro. 5/21/2018
con la mayor frecuencia tales actos de resignación, teniendo por cierto que de n ellos grande y consuelo. DeLaImitaci n DelSagrado sacarás Coraz deJes s-fortaleza slidepdf.com Mírame cómo traía todos los miembros despedazados, y los sentidos todos acabados por el dolor, que apenas se daban cuenta de sí por el exceso de acerbidades.
Une después tus dolores con los míos, acomodando este ejercicio a varios fines, según tu necesidad, utilidad o devoción exigiesen.
Desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza no quedaba en Mí parte sana ni por dentro ni por fuera.
Con esta divina, unión, que derrama bálsamo de gracia, se aliviarán y aun endulzarán tus aflicciones.
Hijo, nunca comprenderás mejor estos suplicios de mi Pasión que cuando los padecieres semejantes, cuando se te retorciere el cuerpo de dolores y el alma desfalleciere de angustias.
Finalmente, hijo mío, para ayudarte a perseverar y a no perder la paz del alma, aleja constantemente la atención del motivo de tus dolores y pon la mira en mi ejemplo y en la invicta paciencia de los Santos, y pondera cuan inmensa y deleitable recompensa has de obtener en el cielo, si no la
Cuando el hombre la fortuna o la fama u otros bienes que están fuera de su persona,pierde doloroso es en verdad, y da que sentir a la naturaleza; pero más duro y acerbo resulta el ser tormentado por enfermedades corporales.
desmereces con voluntaria impaciencia. 4. Mientras tanto, hijo mío, como necesitas mucha gracia y con tu sola fuerza no puedes obrar nada saludable, insta en la oración con todo empeño, y sobre todo con breves y fervorosas jaculatorias dirígete a tu Salvador, y dile: «Señor, aquel a quien amaste hasta la muerte, yace enfermo... Señor, dame paciencia... Señor, dame resignación... Concédeme permanecer unido contigo hasta la muerte».
Porque en tales desgracias exteriores puede el hombre, mediante su magnanimidad y la gracia, hallar tal alivio que hasta olvide el motivo de su tribulación; mas en los padecimientos del cuerpo no puede menos de sentir lo que siente, y por más esfuerzos que hiciere, siempre y en todas partes llevará consigo su dolencia.
Y si la enfermedad se agravare, obrarás como muy digno discípulo de mi
Mas por lo mismo que la enfermedad es mayor suplicio, bien llevada acarrean también mayor recompensa.
Corazón me ofrezcas tu cuerpo viva y aceptes lacuando muertedeen hecho el tiempo y circunstancias quecomo fuerehostia mi voluntad determinar.
Por tanto, hijo mío, sea tu más diligente cuidado sobrellevarla con buena disposición de espíritu e imitar en cuanto pudieres la paciencia, de mi Corazón.
Ten entendido, hijo mío, que por mucho que luches en contrario te sentirás muchas veces propenso a decaimientos de ánimo; pero sábete que ese es efecto natural del cuerpo enfermo y languidecido, para no dejarte perturbar por tal abatimiento. Únicamente has de procurar no entregarte a
3. En cuanto sintieres alguna dolencia recíbela como amorosa visita mía, y di, al menos con el corazón: Bendito sea el Señor, que ha visitado a su
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él por demasiada dejadez, porque entonces se aumentarán tus dolores, pero en vano, y pondrás el espíritu, en mala disposición.
6. Mucho cuidado, hijo mío, no sea que con pretexto de enfermedad condesciendas demasiad con la carne. Desgracia frecuente es esta, pues muchos no mejoran, sino que empeoran con las enfermedades y salen más Si alguna vez te condujeren a tal punto los dolores que apenas quedes cuidadosos de su cuerpo y condescendientes con las pasiones. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus dueño de las facultades del alma, permanece entonces quieto y como
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adormecido entre mis brazos, sin violentarte demasiado por dirigirme Da al cuerpo lo que se debe al cuerpo, pero ni en salud ni en enfermedad, piadosos afectos. Te basta entonces con resignarteDeen mis manos. ni en vida ni en muerte, suministres materia a los desordenados apetitos de LaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com la carne, que tanto en la salud como en la enfermedad son peligrosos y en ¡Bienaventurado aquel que durante su enfermedad se resignare en mi todo o tiempo se han de mortificar. voluntad, fuente de toda salud! Mientras permaneciere conformo con mi divino beneplácito, descansa sobre mi Corazón y todo anda seguro. Por espíritu de mortificación has de aceptar los remedios más dolorosos y los medicamentos más amargos y desabridos, y tanto más apreciable será No te angusties, hijo mío, por la magnitud, y duración de tus dolores; tal mortificación y tanto, más fiel testimonio de tu amor, cuanto más recuerda que muchos Santos llevaron una larga vida consumida por el moleste y contrarié a la naturaleza, dolor, y que con su resignación se santificaron: considera que tu aflicción, por muy duradera y crecida que fuero, no es comparable con el inmenso y 7. En el tiempo de la enfermedad no te preocupes de los deberes de tu sempiterno gozo con que en breve será tu paciencia remunerada en el cargo ni de trabajar en tu provecho o en el ajeno, ni de emprender tales cielo. obras de piedad ni negocio alguno, incompatible todo con tu dolencia. Acuérdate del exceso de mis tormentos y del continuo martirio de mi vida, y no olvides, que todo lo sufrí voluntariamente por tu amor. Grande ayuda te será este recuerdo para sobrellevar con amor y constancia tus aflicciones.
De nada te serviría, sino para afligirte inútilmente, para turbarte y desagradarme. En tal ocasión no exijo ya de ti semejantes cuidados; únicamente te pido que padezcas de buen grado y te resignes en la voluntad divina.
5. No te muestres malhumorado ni impaciente con aquellos que se dedican a tu cuidado. Tu propia enfermedad te hará creer que son descuidados y negligentes.
Cumple sólo con lo que te digo, y encomienda lo demás a la Providencia, que sin tu ayuda sabe y puede ordenar todo como es debido.
Cuantas fuerelo conveniente necesario, puedes exponer humildad veces y caridad que juzgareso útil o indispensable; mas con con tal disposición que, ya se conceda, ya se niegue tu deseo, te resignes y permanezcas tranquilo.
8. Mira mucho, hijo mío, no te aferres en la enfermedad a tu propio juicio, porque entonces un ciego guiará a otro ciego y caerás en precipicio.
Cuanto te dieren que padecer los que te asisten, tómalo como una parte, y no la más pequeña, de tu dolencia, y toléralo con mansedumbre, pues te será de gran mérito, dada la singularidad de las circunstancias.
De la Imitación
Durante la enfermedad no te desprecies tanto que te abandones y nada cuides de tu salud, sino pon los remedios razonables y pide a Dios, de quien desciende toda salud, que, si conviene para tu bien, se digne sanarte.
Obedece religiosamente a los superiores, y mediante ellos déjate guiar por Mí. Honra al médico porque le necesitas, y obedécele con santa simplicidad.
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CAPITULO XVII
Cómo a ejemplo del Sacratísimo Corazón de Jesús, debemos aceptar la muerte. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
Si tal obrares, ten por cierto que, por mucho que se agravare tu dolencia,
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te servirá de provecho, pues procede de la voluntad divina. 5/21/2018
1. Voz de Jesús . – Hijo mío, coronado de espinas y ceñida al cuerpo la
vestidura de púrpura, me sacó Pilato afuera y mostrándome a todo el DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Sí, hijo mío, sé por mi amor voluntariamente partir con tus dolores, pues pueblo exclamó: << Aquí tenéis a este hombre>>. Yo, con mis inenarrables padecimientos, quedé constituido Príncipe de los mártires. Ten paciencia, hijo de mi Corazón, ten paciencia un momento más, y tu dolor se trocará en gozo, y Yo mismo, que por tu amor fui coronado de espinas, te coronaré de gloria y resplandor. 9. Voz del di scípulo . - ¡Bendito seas, Señor, pues has visitado a tu siervo
para prepararme ahora misericordiosamente para la eternidad! ¡Oh Dios mío, médico losquehombres! En tusmás: manos encomiendo mi cuerpo y micelestial alma; Tú de sabes me aprovechará haz: de mi cuanto quisiere la bondad de tu Corazón. Mucho padezco, Jesús mío bien lo sabes; ayúdame pues, con tu gracia, confórtame con tu Espíritu de amor. Si quieres aumentar mi pena, aumenta también la gracia, aumenta la paciencia. Cuanto padezco lo uno a tu Pasión, mucho más dolorosa que la mía, y te ruego que lo conviertas todo en tu honor y mi salvación. Concede tan excelente favor como tu benignísimo Corazón te ruego y te suplico; permanecer contigo inseparablemente unido, y llegar así al término de las mismas miserias y comienzo de la eterna bienaventuranza. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. XVIII.)
De la Imitación
Más los judíos al verme, lejos de apiadarse, sentían sed todavía más rabiosa de mi sangre y vociferaron todos a un clamor: «¡Crucifícalo, crucifícalo! » De nuevo contrariado Pilato y más temeroso aún que antes, les contestó: «Yo no encuentro culpa en este hombre». Pero ellos insistían con mayor encono y le amenazaban gritando: «Si lo sueltas, no eres amigo del César». Viendo, pues que no podía darme libertad sin perder el favor del pueblo, y aún quizá el del César, se formó una conciencia salda y dio en una ilusión fatal, porque lavándose las manos delante del pueblo: «Inocente soy – exclamó – de la sangre de este Justo; vosotros veréis». Pero ellos continuaban gritando: «Caiga sobre nosotros su sangre y sobre nuestros hijos ». Pilato entonces resolvió someterse a la voluntad del pueblo, y después de haberme declarado una y otra vez inocente, me entregó al arbitrio de la plebe para que me crucificaran. 2. ¿Quién, hijo mío, quién narrará lo que en aquel entonces sintió mi Corazón? Había bajado del cielo para consolar y salvar al mundo, había tolerado sudores y fríos, hambre y sed, había gastado la vida en continuos trabajos y fatigas, todo lo sacrifiqué para lograr la felicidad de los hombres... ¡y después de tanto amor recibí en pago la muerte, y la muerte en una cruz!
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¡Qué dolor tan crecido invadió mi Corazón por tanta ingratitud e iniquidad Sufre con paciencia toda repugnancia de la naturaleza, y aprovéchate de de los hombres, y por la obstinación de aquellos corazones que, ella como de ocasión para ejercitar grandes virtudes y amontonar crecidos menospreciando su felicidad, se entregaban voluntariamente a la merecimientos. perdición! ¡Cuánta angustia por la aflicción de mi piadosísima Madre y de http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus 4. Hijo mío, no divagues con la imaginación buscando las causas de tal mis amados discípulos, a quienes parecía que les dejaba por herencia la
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disposición divina, ni te inclines a seguir tu voluntad, por muy buena y santa que te parezca, no sea que caigas en peligrosa ilusión.
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A pesar de todo, Yo acepté la sentencia de muerte con resignado Corazón, no considerando la nefanda malignidad de los que me condenaban, sino atendiendo al beneplácito de mi Padre celestial. Mi Padre, aprovechándose de la maldad que aquellos hombres cometían por abuso de su libre albedrío y que su justicia desaprobaba, quiso sacar en su infinita sabiduría el bien de los bienes: la Redención de los hombres. Esta fue la razón de que, a despecho de la repugnancia y dolor de la naturaleza humana, me sometiera a la muerte con cierto gozo sobrenatural, pues con ella salvaría al mundo, abriría las puertas del cielo, aplacaría y honraría la divina Majestad y lograría que fuese amado y exaltado mi Corazón por toda la eternidad.
Antes, cohibiendo la imaginación, somete a mi querer tu razón y voluntad, y no lograrás escaso merecimiento y permanecerás al mismo tiempo seguro y sosegado. Si experimentares dolor o congoja por el abandono de seres queridos que trae consigo la muerte, no permitas que se perturbe tu corazón, porque semejante perturbación a ellos no les aprovecha de nada y a tu causa puede dañar mucho. Cumple con ellos como debes cumplir, encomiéndamelos todos, pues conozco a cada uno de los que te rodean, y Yo llevaré, según la bondad de mi Corazón, más cuidado por los que te asisten del que tú pudieras llevar.
Detente, hijo mío, en estos sentimiento Corazón, revístete de ellos, acepta con la misma generosidad que Yo la muerte.
Acuérdate, hijo mío, de mi ejemplo; pondera cómo tuve que abandonar a los seres queridos y encomendarlos al divino beneplácito. Con esta misma ocupación saldrás del mundo bien confiado.
3. Como sabía que los hombres aborrecen naturalmente la muerte y la temen como el mal terrible de la tierra, en atención a lo pasado y a lo presente y a lo venidero, no sufrió mi Corazón dejarlos destituidos de mi ejemplo, con el cual enseñados se consolarían en tan terrible trance.
5. No te contristes, hijo mío, por tener que salir pronto de esta vida. ¿Qué es la vida sobre la tierra, sino una continua pesadumbre? ¿Qué es morar en este mundo, sino vivir en un destierro? ¿Qué es el trato con los
No te acongojes, pues, ni te conturbes cuando de hecho o en tu imaginación se te acercare la muerte, sintieres demasiado horror y repugnancia por parte de la naturaleza. Nada de malo hay en ello, todo es natural; pero si quisieres, puedes convertirlo en tu provecho.
hombres, sino el alejamiento del mío y del de los ángeles? Si cuando Yo te llamare considerares bien el negocio, comprenderás cómo es preferible la muerte a la amargura del vivir. La muerte es el término de los males de este mundo, la entrada a mi presencia, el comienzo de aquellos bienes que no han de tener término ni contratiempos.
Con no entregarte demasiado al sentimiento natural te basta, pues podría indisponerte y no dejarte resignar en la voluntad de Dios, a quién debe someterse todo lo natural y creado.
.- Si yo supiera, Señor, tras la muerte había de morar Voz del di scípulo contigo entre los Santos, en verdad que no me contristaría, antes me
De la Imitación
llenaría de gozo; pero tiemblo y me angustio si en el último aliento seré juzgado digno de amor o de odio, si me aguarda una eternidad feliz o desgraciada.
del S. Corazón de Jesús
7. Bienaventurado quién así se dispone y conserva dispuesto para morir. Ese tendrá muerte tranquila y dichosa; para ese tal la muerte no engendrará ningún mal, sino grandes y multiplicados bienes.
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Voz de Jesús . - ¿Por qué temes, hijo mío, y te acongojas en vano? Sábete
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Tu Padre, que mora en las alturas; tu Madre, la Reina de los cielos; tus
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que el hombre, por muy perversa vida que Haya llevado, si con sinceridad compañeros, los ángeles; tus hermanos, los escogidos; tu verdadera y quiere todavía cooperar a su salvación, no será desechado de mi Corazón, perpetua patria, tu gloria y bienaventuranza, todo mora más allá de la DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com que desea salvar a todos los hombres. vida, y sólo después de la muerte puedes disfrutarlo. Ten por cierto que, si hicieres lo que están en tu mano, Yo supliré todo lo demás. Cumple pues sosegadamente con lo que pudieres, y por lo demás arrójate sobre mi Corazón; en él jamás has de perecer.
La muerte es la única puerta por donde puedes pasar de la vida presente a la venidera. ¿No es, pues, dichosa la hora en que Yo te abriere las puertas para gozar tanto bien?
Permanece, pues, tranquilo y prepárate entre tanto como pudieres para el paso del tiempo a la eternidad.
Ahora, mientras no llega el tiempo de abrirlas sufre con generosidad, persevera en el padecer. Yo permanezco contigo en los trabajos y tribulaciones, y así continuaré mientras voluntariamente no me rechazares, hasta introducirte en mi reino en compañía de los ángeles y Santos.
6. Ante todo ofrécete a Mi con espíritu sumiso y pídeme que acepte yo tu muerte en unión con la mía como sacrificio para expiar todos tus pecados y satisfacer todas tus deudas, y como glorificación de la Divina Majestad y testimonio de tu amor. Perdona después de todo corazón a todos tus enemigos y a cuántos prójimos te hubieren maltratado u ofendido. Recibe con la mayor solicitud los Santos Sacramentos con que la Iglesia, en su paternal cuidado, te fortalece, para que en el último combate obtengas la victoria y logres celebrar tu triunfo en los cielos. Por último, encomiéndate todo en mis manos, queriendo morir, no cuando y cómo tú deseares, sino cuando y como Yo prefiere. Tú no sabes qué ocasión y circunstancias te acomodarán mejore, Yo sí las conozco, hijo mío, y sino pusieres estorbo, en ellas te llamaré. Resígnate, pues, del todo por una entrega absoluta, y ten persuadido que nada mejor lograrás hacer que conformarte por entero con el divino beneplácito y sacrificarte a él en holocausto perfecto. Si tal obrares, salvo quedarás.
8. V oz del discí pul o . - ¡Oh suavísimo Jesús, cuánto consuelo derramas de
tu dulcísimo Corazón! Si es tan grata la unción de tu escondido trato, ¿qué será poseerte en el reino de tu gloria? Sí, Señor mío, introdúceme ya en tu reino; deseo ser desatado y volar hasta tus brazos.
Libra de cadenas mi alma para pasar de la cárcel de esta miserable vida a la libertad de la celestial morada, del cúmulo de calamidades a la bienaventuranza eterna. ¡Oh Jesús, mi Dios y mi Padre! Yo, tu hijo, me consumo en tierra ajena. Si como espero de la bondad de tu Corazón he de gozarte alguna vez en la eternidad, ¿por qué no acabas ya con el mezquino resto de mi vida? ¿Por qué no vuelo ya a tu presencia para amarte con perfección y cantar eternamente tus misericordias y ensalzar sin fin ni medida la bondad y amor de tu Corazón?
De la Imitación
Mientras permaneciere sobre la tierra corro peligro de perderte y perderme; mientras viviere en este cuerpo mortal, ni puedo evitar todo los defectos ni amarte cuanto deseo.
del S. Corazón de Jesús
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CAPÍTULO XVIII Con qué afecto, a ejemplo del Sacratísimo Corazón de Jesús, debemos abrazar la Cruz.
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¡Oh Jesús mío! Por el deseo de verte aborrece ya mi alma la vida. Más no
1. Voz de Jesús.—Hijo, dada contra Mí sentencia de muerte, todos se
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1. Voz de Jesús . H ijo, dada contra Mí sentencia de muerte, todos se se haga conforme a mi voluntad, sino a la tuya; cúmplase tu querer así en afanaban presurosos para acelerar la ejecución. La misma Cruz me estaba la tierra como en el cielo. Por tu amor prefiero arrostrar las amarguras y DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com ya aguardando. peligros de la muerte en la hora en que tu querer dispusiere no en la que deseare el mío. Alado, pues, derramando sangre, desgarrado el cuerpo con llagas y heridas, fui conducido hacia la Cruz, y al verla, palpitándome el Corazón, Únicamente quédate, Señor, en mi compañía y consérvame resignado y exclamé: «Salve, Cruz redentora, siempre de Mí querida, siempre unido a Ti por el resto de mi vida hasta que suene la hora de la vida deseada, y ya pronta a venir a mis brazos. ¡Oh Cruz santísima, por ti eterna. venceré, por ti triunfaré, por ti extenderé mi reino!» ¿Qué sois, vida presente, y bienes todos visibles, mirados desde el umbral Entonces, abrazándola, la apretaba estrechamente contra mi Corazón y la de la eternidad?. Desde allí aparecéis como sois, como vana y reluciente regaba con lágrimas y sangre; luego la puse en mis hombros a vista de los nubecilla. mortales y del cielo.
¡Oh inefable eternidad, cuan excelsa te imagino! Pero más excelsa eres de hecho todavía; que infinitos tesoros encierras que ni ojo vio, ni oído oyó, ni entendimiento humano pudo concebir. ¡Oh sempiterna morada de cuantos seres fueron creados racionales! Pronto pisaré tus umbrales, pronto contemplaré tus maravillas; en cualquier momento en que llegare él. Esposo amado de mi alma puedes abrirme tus puertas, y al instante de abrirlas entraré apoyado sobre el pecho de mi Amado. Sí, Jesús mío, mi amor por toda la eternidad. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. IV.)
Rodeado de millares de judíos y gentiles, por las calles de la Ciudad Santa, a la luz del medio día, cubierto con mi sola túnica, avanzaba Yo llevando sobre mis hombros la Cruz. Si, hijo mío, iba a levantar en el monte mi santa Cruz, la enseña de mi reino, contra el Príncipe del mundo, y a grabar en ella con mi propia sangre esta divisa indeleble de los míos: «Amor a Jesús, sacrificado por amor de los hombres», contra aquella otra de los mundanos: «Amor a los placeres del mundo, a sus riquezas y honores». Con esa divisa y esa insignia vencerás seguramente, Hijo mío; más los enemigos andarán errantes y perecerán con la suya. 2. A alistarse bajo la insignia de la Cruz concurren gentes de todas las naciones y tribus de la tierra para unirse entre sí y unirse conmigo. Bajo esta bandera mis discípulos me reconocerán por caudillo y se alentarán por mi amor a seguirme con alegría.
De la Imitación
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Bajo esta bandera pelearán todos los míos; triunfarán del infierno, del mundo y de sí mismos, y arrebatarán el mismo reino de los cielos.
mundanos, el espejo de los religiosos, el refugio y consuelo de todos los desgraciados.
Acudid, pues, acudid todos y obrad como me viereis obrar; tome cada cual su cruz y sígame, sin apartar de Mí los ojos, sin decaer de ánimo,
Si huyeres de la Cruz, ¿adónde te acogerás, hijo mío? Vendrás a caer en el campamento enemigo, donde no te aguarda una sola cruz, sino que por
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avanzando siempre con generoso corazón, sin declinar a la diestra ni a la siniestra.
todas partes te acometerán y acabarán contigo mil suplicios.
Todos cuantos me acompañareis seréis partícipes de la segura victoria y premio eterno; pero cuanto más de cerca me hubiese seguido cada uno y con mayor fortaleza luchando, tanto más cerca estará de mi trono en la gloria y tanto mayor será su dignidad en mi reino sempiterno.
pusilánimes, no te confortará ni consolará, sino que las cadenas del engañador tirano te arrastrarán por caminos ásperos, no para tu felicidad, sino para tu infortunio, no para tu gozo y gloria, sino para tu tormento e ignominia.
Ninguno se olvide de mi divisa, ninguno abandone mi bandera; antes dispóngase cada cual a vencer o perecer a su sombra, enteramente cierto de que ya sobreviva, ya muera, permanecerá en mi compañía y será participante de mi indubitable victoria.
Aquí, bajo la bandera de mi Cruz, acompañarás a tu guía, a tu custodio, a tu remunerador; aquí habitarás entre esforzados y generosos varones; aquí comunicarás con los Santos y escogidos que te precedieron y que lucharon en vida para triunfar en la muerte; aquí constituirás una sola falange con los mismos ángeles, que, aglomerados a tu lado, te defienden y pelean en tu compañía para extender mi reino.
DeLaImitaci n DelSagrado Allí, Coraz n de Jes sslidepdf.com aquella bandera mía que respira amor
3. Yo, hijo mío, nunca abandoné mi Cruz, sino que me abracé con ella, y con ella perseveré, y en ella expiré hasta vencer y triunfar. ¡Feliz el alma que, animada de mis sentimientos, se abraza amorosamente con la cruz y nunca se separa de ella! La cruz la salva a mis ojos; la cruz, lejos de agobiarla, la conforta; lejos de estorbarla, la desembarazará para subir a la cumbre de la santidad y al triunfo venidero. Por tanto, hijo mío, debes permanecer en mi compañía bajo la cruz, y bajo la cruz vivir, y bajo la cruz morir, si quieres asemejárteme y triunfar con tu Salvador al fin de la jornada. No hagas caso de nadie, ni de la carne, ni de la sangre, ni de espíritu alguno cuando, te incitaré a desertar de la Cruz. ¿Dónde, hijo mío, dónde estarás mejor que a su amparo? La Cruz es el guía para el reino eterno, la sabiduría de los Apóstoles, el trofeo de los mártires, la gloria de los confesores, la seguridad de, las vírgenes, la santificación de la vejez, el freno de la juventud, la censura de los
De insensato pecarás, si piensas abandonar la Cruz o imaginas que en otro lugar ti que bajo su amparo. 4. No te maraville, pues, si el príncipe del mundo y sus emisarios te solicitaren con fingidas comodidades y se esforzaren por reducirte con razones aparentes a desertar de la Cruz y pasar a su bandera. Hijo, no atiendas a sus falsos bienes ni escuches sus engañadoras falacias, antes levanta a mí ellos corazón y los ojos, fíjate mi ybandera y prométeme seguirme en todos acontecimientos de la en vida hasta en la muerte misma. De este modo las agresiones y engaños del enemigo sólo servirán para cobrar más aversión a su partido y más adhesión al mío. 5. Mas no te basta, hijo mío, el no desertar de la Cruz; tienes que abrazarla, tienes que echarla sobro tus hombros.
De la Imitación
Atiende y nota bien lo que te voy a decir: todas las faltas que cometes, ¿no se originan de tu indecisión para abrazar y llevar la cruz que se te presenta?
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por mi amor detrás de mis huellas. El amor, que suavizó el amargor de mi cruz, endulzará también la tuya. Pide con frecuencia el don de amar como a bien sumo la cruz, que es los futuros réprobos, pero sabiduría divina para los escogidos, suplicio para los enemigos, más para los discípulos de mi
http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus ¿Cuál es la verdadera causa de que peques contra la caridad, sino el necedad para
recusar alguna cruz que se te ofrece, alguna humillación o abnegación tus
y presta generosidad a los
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propios apetitos?
Corazón consoladora prenda de la eterna bienaventuranza.
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¿Por qué faltas contra la santa pobreza, sino porque no aceptas la cruz que trae la molestia y humillación de pedir y la de recibir una negativa? ¿Por qué pecas contra la modestia, sino porque rehúsas mortificarte? ¿Por qué faltas a la obediencia, sino porque a quieres hacer entero sacrificio de tu juicio y voluntad? Sí, hijo mío, la causa de todas tus faltas contra las virtudes, si bien lo consideras, la encontrarás en no querer de buena voluntad abrazarte con la Cruz. Tales cruces son pequeñas y ligeras. Pues si no las soportas, ¿cómo aceptarás las más pesadas? Cuida, hijo mío, de no caer en ilusión como aquellos que, imaginándose alguna cruz pesadísima, resuelven cargar con ella para determinado tiempo, y mientras tanto van declinando con cuidado cada crucecita presente, por muy insignificante que sea, y al cabo, puestos a elegir entre la cruz y la culpa, se acostumbran a optar por la segunda. 6. ¿Por qué temes la cruz? Fortalécele y abrázala, que ella te recompensará por multiplicadas y maravillosas maneras, porque te preservará de las inquietudes, remordimientos de conciencia y angustias, del corazón que sufren los que la posponen ala culpa, te mantendrá en paz, hará florecer tus virtudes y te consolará con mi gracia. Obra, pues, de tal modo, hijo mío, que aun experimentando dificultades no decaigas de ánimo. Mira cómo Yo, Hijo de Dios, inocente, te precedo arrastrando pesadísima cruz por tu amor no desdeñes, pues, llevar tu cruz
De la Imitación
Sígueme, pues, hijo mío, por el camino que Yo te mostrare; si perseverares en mi compañía Yo prepararé para ti, como mi Padre preparó para Mí, un reino sobre los cielos. 7. Voz del di scípulo . - Como vives, Señor y Rey mío, te prometo que en
cualquier lugar donde lo encontrares, en la vida o en la muerte, allí estará también tu siervo. Fija la vista en tu bandera, y alentado con tu divisa, te seguiré por todos los caminos. Cuando alguna dificultad se presentare, me acordaré de tu divisa y clamaré: Por amor de Jesús sacrificado, por mi amor venceré esta dificultad a despecho de la naturaleza y perseveraré bajo su bandera. Aunque se levantaren campamentos contra mí, no temerá mi corazón; aunque se declarare contra mí la batalla, todavía confiaré en el Señor. Venid, compañeros; Jesús, nuestro Rey, nos asiste y saldrá a nuestro frente y peleará nuestras batallas. Salgamos al campo señalados con sus improperios; corramos a la lucha a que se nos llama, puesta la mirada en el dador de la fe, Jesús nuestro Salvador, que en atención al gozo venidero arrostró gozoso su cruz. Sigámosle y muramos con El; si con El muriéremos, con El después viviremos; si soportáremos sus padecimientos, también se nos repartirá su reino. (Imitación de Cristo, lib. III,cap. I, VI.)
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CAPÍTULO XIX
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Escribas y ancianos me escarnecían cruelmente. Hasta los soldados se entretenían con mi dolor y mayor escarnio, y me ofrecían vinagre. Entre todos en una palabra, me saturaron de oprobios.
Cómo Jesús crucificado mostró, al orar por sus verdugos, la inmensa bondad de su Corazón con los pecadores, y cómo éstos, al pecar http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Y mientras tanto, hijo mío, ¿qué hacía Yo? ¿Qué sentía mi Corazón? 177/270 gravemente, le crucifican de nuevo. Padre, exclamaba, abriéndole mi Corazón; Padre, perdónalos porque que
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1. V oz de Jesús . — Ya llegamos, hijo mío, al monte Calvario. Sin demora
fijan la cruz, aligerando y precipitándolo todo.
no saben lo que se hacen, perdónales porque igual ignoran la inmensidad de su crimen.
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Mas ni en el entretanto dejaron de atormentarme, pues me dieron vino mezclado con hiel y mirra. Hasta ese punto llegó su crueldad. Cuando ya estaba todo dispuesto, con gran clamoreo me acomodaron en la cruz con horrible tormento mío, machacando los clavos a fuerza de rudos golpes, que, resonando en el valle, llegaban hasta el cielo y traspasaban el Corazón de mi piadosísima Madre.
2. Lloraban ante tal espectáculo los ángeles, se sobrecogía de espanto la naturaleza toda ante tamaña iniquidad de los hombres y tan inmensa bondad de mi Corazón. Tú sólo, insensato pecador, permaneces impávido cuando todo el orbe tiembla; tú te atreves a renovar los dolores de mi Pasión cuando el cielo y la tierra se sobrecogen de terror. Pecando renuevas otra vez la causa de mi Pasión y cometes pecado más
Así, hijo mío, yfue cómo, en cumplimiento de la profecía, «agujerearon pies y manos contaron todos mis huesos», pues quedaron a la vista mis por la tensión de las carnes. Allí verías levantar la cruz y quedar mi cuerpo pendiente entre la tierra y el cielo y manar de todas mis heridas sangre, que por una parte rogaba la tierra y por otra clamaba al cielo por la salvación de los hombres. Para aumento de mi deshonra crucificaron en aquel mismo patíbulo dos ladrones, uno a la diestra y otro a la siniestra, de manera que Yo quedara en medio. Mas al mismo tiempo que se elevaba la cruz del Crucificado, las tinieblas cubrieron la faz de toda la tierra, el sol y la luna escondieron sus resplandores, y el mundo quedó envuelto en manto de lúgubre luto. Allí, contemplándome, permanecía la muchedumbre; más algunos, al pasar, blasfemaban de mi nombre moviendo la cabeza; otros de los circunstantes me mofaban; los Príncipes de los Sacerdotes, con los
De la Imitación
grave que los que me crucificaron. Es más; como con mi gracia y tu experiencia me conoces ya mejor y estás obligado a devolver mayor gratitud y más tierno amor, si pecado me entregas otra vez, mayor pecado cometes que los que me crucificaron: añades dolor a mis llagas, taladras mi Corazón, no vivo, sino muerto en cuanto está de tu parte das muerte al Autor de tu vida y al Juez de tu suerte eterna 3. Desgraciado, ¡ninguna consideración de estas conmueve tu corazón! Más eres que Judas el traidor, pues dices con él: «¿Qué queréis darme y yo vil os lo entregaré?» Te sigue instando la Pasión, y puesto a elegir mire la Pasión y Yo, todavía clamas con los judíos: «No a éste, sino a Barrabás». Te sigue gritando la conciencia: «¿Qué haré, pues de Jesús?» Pero tú gritas con tus obras: «Sea crucificado, sea crucificado»
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Quieres, con Pilato, agradar a tus apetitos, y me entregas para ser escarnecido, flagelado y elevado en un madero.
Si quieres, llena la medida de tus pecados, pues Yo no te he de arrancar el libre albedrío. No quiero del mortal recibir favores obligados.
Este es ¡oh pecador! este es el retorno que me das porque te crie y te
Del tesoro de mi Corazón te dispensé abundante gracia: si quieres a ella te premiaré con incomparables mercedes; mas en caso contrario, exponte a las consecuencias.
http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus redimí. ¿A eso vino a parar tu gratitud por tantos beneficios, a cooperar eficazmente,
escarnecerme y crucificarme?
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4. ¡Oh! Si ponderases de cuan horrendo crimen teDehaces reo cuando pecas, hijon mío, que stodavía soy tu Salvador, todavía tu Padre, y estoy LaImitaci n Del Sagrado Mira, Coraz deJes -slidepdf.com ¿cómo te atreverías a cometer una culpa? ¿Quieres saber qué mal tan grande es el pecado? Pues considera como para remediarlo, Yo, el Unigénito Hijo de Dios, entregué, no el mundo, ni los cielos, ni los hombres, ni los ángeles, sino mi propia Persona, para derramar mi sangre entre inenarrables tormentos y arrostrar la muerte misma. ¿Quieres entenderlo todavía más claramente? Pues recuerda con viva fe cómo el pecado anula, para ti todos los merecimientos de mi Pasión y la convierte en mayor motivo de condenación. En verdad, nunca aparece tan manifiesta la malicia del pecado como en mi Pasión; nunca hubiera sido conocida su enormidad tan claramente, si para destruirlo, no hubiera Yo mismo muerto en una cruz. Llora, pecador, llora sobre ti y sobre tu suerte venidera, porque si en Mí, leño verde, se encarnizaron tanto los pecados ajenos, en ti, leño árido, ¿qué no destruirán los tuyos propios? Si los ángeles por ensoberbecerse no merecieron perdón, sino justo castigo, ¿qué suplicio no merecerá, el hombre que escarnece y crucifica al Hijo de Dios? No te llames a engaño ni te fíes demasiado porque no te castigo al momento; ahora aguanto un poco y doy lugar a la misericordia mientras subsistiere el tiempo, porque me queda la eternidad para dar lugar a la justicia.
dispuesto a recibirte entre mis brazos; dentro de poco me encontrarás justo Juez y fiel Remunerador. Compadécete de tu alma mientras dispones de tiempo, y no te vuelvas por tu propio querer eternamente infeliz, abusando de aquella Pasión con la cual puedes conquistar felicidad sempiterna. 5. Ven, ven al pie de la cruz; aquí se manifiesta la benignidad de tu Salvador; aquí resplandece la grandeza de mi paternal afecto; aquí mis llagas no sólo mueven a compasión y penitencia, sino que ofrecen perdón yfinalmente, gracia; aquí sangrearde intercede pordeti tucon poderosos clamores; aquí, mi mi Corazón en deseos salvación eterna. Mira y contempla al Hijo de Dios crucificado y muerto por la culpa, y la detestarás de todo corazón y te volverás fervoroso a mi servicio, como la muchedumbre de aquellos que asistían al Calvario y ante aquel espectáculo volvían hiriéndose los pechos. Si nuevamente eres incitado a pecar, recurro al pie de la cruz, y contemplándome enclavado en ella, di dentro de ti mismo: «Aquí muere el Hijo de Dios paratormentos salvarme,bastarían ¿y yo leencrucificaré nuevo para condenarme?» ¿Qué el infiernodepara castigar dignamente tamaña iniquidad? En toda lucha con el tentador, en ninguna, parte mejor que bajo la cruz podrás trabar la batalla; aquí se le despojó de su dominio y fuerza, aquí fácilmente triunfarás de sus asechanzas.
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6. ¿Te has penetrado bien, hijo mío, de cuanto te digo? ¿Has comprendido ya cuan horrible comportamiento guarda conmigo quien gravemente peca? ¿Podrás contemplar sin conmoverte semejante iniquidad? ¿No te aplicarás según tus fuerzas para impedirla?
Cómo Jesús, perdonando al Ladrón y prometiéndole el Paraíso, nos enseña a padecer trabajos por la salvación eterna.
Mira cuan excelente obra sea impedir un pecado, cuando con ello impides
1. Voz de Jesús . - Cuando entenebrecida toda la naturaleza vestía luto por
CAPÍTULO XX
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mi quebranto, uno de los ladrones que crucificaron conmigo comenzó a que nuevamente me cubran de oprobios y me flagelen con azotes y me De La Imitaci n Del Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com blasfemar, más el otro, sobrecogido de saludable temor, le increpaba crucifiquen en el madero. diciendo: «¿Ni temes a Dios siquiera después de padecer ese suplicio? De aquí que de impedir un solo pecado se te deba seguir más gloria que de Nosotros padecemos justamente porque llevamos el merecido de nuestras salvar de su ruina a la patria. obras; pero este hombre, que mal cometió?» No puedes combinar mi amor con la negligencia en impedir mal tan grave. Mas ya que el amor no te incite, muévate al menos la compasión para precaver que de nuevo me sometan a tan acerbos ultrajes. Tú te declaras discípulo de mi Corazón. Pues con todo el Corazón te pido que, tanto por tu celo como por el ajeno, procures impedir siempre y en
Movido con el ejemplo de divina paciencia y caridad heroica con que oré por los mismos atormentadores, y de la invicta mansedumbre y resignación perfecta que mostré en medio de tantos suplicios, y ayudado con el auxilio y luz sobrenatural de la gracia, confió en Mí, en Mí puso su esperanza y me amó.
todas partesla los pecados, según la pecadores medida decon tu lafuerza, y tedeanimes a compensar cruel ingratitud de los fidelidad tu amor.
Con corazón contrito dirigió, la mirada afectuosamente a mi rostro, y «Señor — exclamó, — acuérdate de mí cuando llegares a tu reino».
7. V oz del discípul o . - ¡Pero si yo, Jesús mío soy pecador! ¡si no soy
Y cuando vi cómo, casi agobiado por el peso de sus antiguas maldades y turbado por la futura salvación de su alma, cooperaba a la gracia que obraba exteriormente en él por el espectáculo de mi muerte e interiormente por la influencia de mi Corazón, me apresuré a consolarlo.
digno de ser llamado discípulo tuyo! ¡Yo también te ofendí con innumerables culpas; yo también saturé de amarguísimos dolores tu Corazón! ¿No es verdad, mi dulcísimo Redentor, no es verdad que también multitud de veces te crucifiqué? Gracias eternas te doy por aquella infinita bondad de tu Corazón para conmigo, por la cual tan pacientemente me sufriste y tan misericordiosamente me vuelves a tu gracia. ¡Oh dulcísimo y bondadosísimo Jesús! humildemente te ruego me dispenses gracia para como para compensar las injurias con que te ofendí, y para amarte por el resto de la vida con tanto más fervor y ternura cuanto más cariño y dulcedumbre has mostrado con este pecador. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. VI.)
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En un momento, de ladrón lo convertí en santo, de público pecador en discípulo de mi Corazón, de Dimas el ladrón en compañero de mi reino. Tanta bondad atesoran mis entrañas. « En verdad le dije, que hoy mismo morarás conmigo en el Paraíso.» Creyólo él, y continuando en dolerse de sus extravíos y amar mi bondadoso Corazón, sosegado perseveró en la cruz, aguardando el cumplimiento de su esperanza, y la unión conmigo en mi reino. Ahí tienes, hijo mío, un ejemplo de cómo debes conducirte cuando te acosen turbaciones y congojosas dudas acerca de tu salvación.
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2. V oz del discí pul o . - No te indignes, Señor, si me atrevo a hablarte; Tú
Voz del discípul o . - Pues cabalmente, Señor, esta posibilidad, y aun el no me has dicho todavía: «Estarás conmigo en el Paraíso». Si yo tales temor de abusar de este libre albedrío, es lo que más inquieta mi corazón. palabras hubiera escuchado, de cierto les daría crédito y no me .- Pues en eso, hijo mío, estriba la virtud y la gloria del Voz de Jesús acongojaría más por mi salvación. Más hoy por hoy no sé cuál será mi http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus hombre: en que, pudiendo prevaricar, no prevarique. Servicio es éste en la suerte, y por eso me angustio. tierra para Mí digno y honroso, para ti nobilísimo y meritorio.
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Voz de Jesús. - Si tal yo te prometiera, hijo mío, habrías de entenderlo sin
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El mismo n miedo de s que alguna vez abuses de tu libertad, sí te contienes Imitaci DelSagrado Coraz deJes -slidepdf.com perjuicio de tu libre albedrío; porque yo jamás De meLamudo, y si n desde un principio crié en libertad al hombre y lo dejé en manos de su propio dentro de los debidos límites, te ocasionará gran cúmulo de merecimientos. consejo, al darle luego preceptos, hube de decirle que los guardase si esa era su voluntad, pues ellos habían de salvarle. Nada tan a propósito para conservarte en humildad, virtud sin la cual todas las demás están cercanas a su ruina, como el conocer y aun sentir Presupuesto, pues, el buen uso de esta libertad, a ti también te repito: que, aunque fueras elevado al tercer cielo de santidad, todavía podías «Permanecerás conmigo en el Paraíso», porque tanto tú como los demás parar en réprobo. hombres quiero que todos se salven. Cierto que hay vasos de honor y vasos de corrupción; pero esa diferencia es obra de la malicia humana, no de la Providencia divina, porque si algún
De ahí mismo nace un amor más solícito para conmigo, con el cual procuras desviar más cautelosamente los peligros y mantenerle a Mí más
vaso de corrupción se purificare, quedará como vaso de honor, santificado.
apegado. Aprenderás también a desprender más enteramente el corazón de las cosas de este, mundo, cuando hubieres entendido que en él no se puede gozar de seguridad completa.
3. V oz del discípul o .- Luego la salvación, Señor, pende de la libre
voluntad del hombre. Voz de Jesús.-
Yerras, hijo mío, yerras. El hombre para obrar su salvación, y aun para comenzar a obrarla, necesita gracia de lo alto, sin la cual no puede dar ni el primer paso por ese camino. Y como Yopara soy quien da gratuitamente a todo esa graciay preventiva, que, empleándola, pueda cadahombre uno salvarse, menospreciándola, se condene, de aquí que la salvación penda ante todo de Mi y después de la libre cooperación humana; más la perdición, originariamente del hombre y secundariamente del menosprecio de la gracia.
De la Imitación
De aquí que algunas veces conviertan lo posible en realidad, y la sombra de peligro, en peligro verdadero.
Te será más fervoroso estímulo ese temor para la vida futura, donde vivirás exento y seguro de todo peligro. 4. Bueno es que te apures por tu salvación como sobre tu principal negocio; pero mucha precaución has de poner para no caer por ese camino en pusilanimidad. Porque hay algunos que al pensar en la posibilidad de su perdición tiemblan con tanta congoja, temiendo perder los bienes adquiridos a fuerza de trabajo y acarrearse una eternidad desdichada, que se abaten hasta el punto de extinguir todo aliento para servirme con alegría y arrastran una vida indigna y desgraciada.
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¿Por qué te angustias y atormentas acerca de tu predestinación? Si quieres ser predestinado, huye del mal y abraza el bien con perseverancia, y predestinado quedas.
Sé tú más sensato no pervirtiendo para tu perdición lo que le di para tu http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus ganancia, y exponiéndote a miserable ruina por el excesivo temor de ¡Bienaventurado aquel que, desechando toda sutileza, con obras y no con arruinarte. especulaciones procura sacar cierta su elección!
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Mantente siempre en una buena voluntad de hacer lo que moralmente Voz DeLaImitaci n DelSagrado 7. Coraz
del di scí .— ¡Oh dulcísimo n deJes spulo -slidepdf.com
y
amantísimo
Jesús!
pudieres, y sufre con paciencia las angustias y temores que te acometieren como preciosa parte que tomas, para tu salvación, en mis pasados dolores.
Verdaderamente eres Dios de consolación. Gracias te doy por ese gran beneficio de recrear mi angustiado espíritu.
En semejante aflicción, procura por un lado no abandonarte a ella, antes resistirla resignado en esta divina voluntad, y por otra poner toda solicitud en las obras o ejercicios que acostumbras a practicar para tu perfección.
Pendiente de la cruz y acabado de dolores te olvidas de tus aflicciones por abordarte de mí para consolarme, dándome seguridades sobre mi salvación. ¿Cómo, pues, no me tranquilizaré y la dejaré en tus manos?
5. Por mucha congoja interior que sintieres nunca te perturbes; teniendo por cierto que las turbaciones que acosan al hombre de buena voluntad, exacto cumplidor de la ley, sólo provienen del enemigo de la humana
Con ayuda de tu gracia, que sin cesar pediré, quiero poner por obra cuanto estuviere en mi mano, y todos los demás cuidados los abandono sobre tu tierno Corazón, pues confiado en El ni el ladrón pereció en la muerte.
salvación, quien como no con puede traer directamente justoy acon la ruina del pecado, intenta turbaciones, congojas aly varón sutilezas, pretexto de mayor seguridad, llevarle adonde con tentaciones manifiestas no podría
Acuérdate, Señor, de mí en tu reino; acuérdate especialmente cuando me vieres en peligro de perder el alma; acuérdate de mí en la vida y en la muerte, a fin de que logre perseverar contigo en e1 Paraíso.
Rehúye de tales lazos, hijo mío; nadie te saque de tu posesión de paz.
(Imitación de Cristo, lib. III, m, cap. XXXIX.)
Empléate en la obra de tu salvación con tales: fuerzas como si el éxito pendiera de tu trabajo, y recurro a Mí por la oración con tal ahínco como si Yo sólo pudiera proporcionarte el próspero suceso y aun poner en ejecución mismas obras; y, finalmente, de mí bondad en éxito tan alto grado que las creas será escuchada tu oración fíate y coronada con feliz tu obra. 6. Ciertamente que en balde se acongoja todo hombre, porque Yo no quiero que perezca nadie. ¿Cuál es la única causa de perdición sino el pecado? Guárdate, pues, limpio de culpa y no perecerás jamás.
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CAPITULO XXI Cuánta ternura de Corazón nos manifestó Jesús en darnos a su Madre por Madre nuestra.
1. Voz de Jesús. - En pie estaba junto a la cruz la Virgen María, mi
Madre, pues ni la pena de su corazón, ni los sarcasmos de la muchedumbre, ni la crueldad de los atormentadores, ni el peligro de la muerte pudieron de mi lado separarla.
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Dispuesto llevaba el corazón a morir en mi lugar, o a asistirme en la muerte.
Así, pues, hijo mío, los que desde la eternidad unió Dios en los consejos de su misericordia, los que juntos prometió, eran aguardados juntos también y deseados por el género humano. Cuantas veces suspiraban a mi Allí estaba también el discípulo amadísimo para Mí por su inocente vida, Padre celestial: «Lloved, cielos, rocío desde lo alto, y lluevan las nubes al que en la última Cena reclinó su cabeza sobre mi pecho y se embriagó con http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Justo», otras tantas suspiraban por mi Madre, clamando: «¡Abrase la tierra el amor de mi Corazón. y germine el Salvador!»
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Cuando divisé a la Virgen Madre y al discípulo De virgen, a quienes amaba LaImitaci n Del Sagrado 3. Coraz n de Jes -slidepdf.com Y cuando por finsbajé a la tierra para salvar a los hombres, con la con todo mi cariño, dirigiéndome a mi Madre: «Mujer — exclamé, — ahí Virgen María aparecí. Desde que tuve Corazón de carne, anduve unido tienes a tu hijo»; y dirigiéndome luego al discípulo, que representaba a inseparablemente con el de mi Madre. Siempre amé y honré Yo a mi todos los hombres: «Ahí tienes — dije — a tu Madre». Y desde aquel Madre en el sumo grado que se merecía, y mi Madre no sólo amó y honró momento por Madre la recibió. Considera, hijo mío, cómo al tiempo en a su Salvador como a Hijo, sino que lo adoró y reverenció como a Dios. que los mortales crucificado me escarnecían con nuevos ultrajes, donde abundó la malicia del corazón humano, superabundó el amor de mi No hay criatura en la tierra ni en el cielo que me haya honrado ni amado Corazón Divino. tanto como la Virgen mi Madre. Ella por sí sola aventajó incomparablemente en su adoración y amor a todos los ángeles juntos. Ya para morir y penetrar en mi reino, no quiso dejar huérfanos a mis discípulos, sino que, amoroso, determiné darle a una Madre, la más No hubo jamás corazón que se mantuviere tan unido con el mío y me excelsa de todas: mi Madre misma.
agradase tanto como el Corazón de mi Virgen Madre.
Convenía asimismo, dada la excelencia de mi Madre y el perfecto amor que Yo le profesaba, que pusiera toda mi solicitud y cuidado en mostrarle el honor y amor debidos.
¿Y no había Yo de honrar y amar a tan excelente Madre? ¿No había de querer que todos la veneraran? ¿Es esa la idea que tienes de mi Corazón?
Convenía, sí, que, como en todo tiempo y lugar la tuve presente, en todo tiempo y lugar, le mostrase también mi amor. Y con efecto, desde el principio del mundo, cuando al hombre que gemía bajo la crueldad de la serpiente, prometió Dios la venida del Salvador del mundo, también le prometió la venida de mi Madre. Esta divina promesa, llena de todo consuelo, transmitida de generación en generación, fue continuamente mantenida con religiosa piedad; porque aunque se obscureció entre los gentiles, el pueblo de Dios siempre la guardó intacta, y se renovaba de cuando en cuando por los labios de los profetas, y era con tanta mayor claridad expuesta, cuanto más se acercaba la plenitud de los tiempos en que Dios había de enviar a su Hijo para que tomase carne en las entrañas de María.
De la Imitación
4. En verdad, en verdad te digo, que donde quiera que se publicare mi Evangelio, por el mundo se dirá: «Así obró su Madre con Jesús, y así le estuvo El sumiso». Sí, hijo mío, hasta la consumación del mundo donde Yo fuere adorado como Salvador, será amada María y glorificada como Madre mía Adondequiera que penetrare mi Religión, se trocarán las ideas del hombre y quedará a sus ojos ennoblecida la condición de la mujer. ¿De dónde crees que se originó entre los fieles la estima de la inocencia y aquella gran consideración a la mujer, sino de mi purísima y augusta Madre María?
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Los pueblos bárbaros hicieron a la mujer esclava de la desgracia; ídolo de Si alguno se me presentare por mediación de María, no será rechazado, la pasión los gentiles civilizados; instrumento de engaño la superstición sino que será admitido hasta mi Corazón, y aprenderá por experiencia errónea. Sólo la Religión verdadera, le tributó verdadera libertad y honra y hasta dónde, alcanza la alteza, y profundidad y extensión del poder que la conserva libre y respetada merced al recuerdo de aquella Virgen que fue María tiene con sobre su Divino Hijo. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Madre de Dios. 6; A la manera que Yo tengo de naturaleza á. Dios por Padre y á María
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5. Ahí tienes, pues, hijo mío, ahí tienes a Madre, que al pie de la Cruz te por Madre, así tú, hijo mío, si quieres tener por Padre á Dios de¬bes tener adoptó participando de mis dolores. A esta DeMadre has dentributar Madren á María. ^ slidepdf.com •'' LaImitaci DelSagrado por Coraz deJes sveneración por todos los días de tu vida, sin olvidar cuántos Más si quieres sentir la maternidad de María, muéstrate buen hijo y no padecimientos arrostró por tu cariño. contristes su Corazón, afligiendo el mío por el pecado. Maldito el hombre Reconoce la grandeza de la merced que muriendo te otorgó mi Corazón en que entristece a su Madre. proporcionarte tal Madre. ¿Qué cosa más excelente pudiera darte? Nada Dos veces ¡ay! infelices son aquellos que procuran destruir o disminuir el hubo en el mundo más querido para Mi Corazón, ni debe haberlo para el honor y amor debidos a mi Madre. Toda alabanza, como todo vituperio tuyo, como esta Madre amantísima. dirigido a mi Madre, alcanza también a su Hijo. Su Corazón maternal rebosa en singular afecto y compasión, en amor y Por eso sus enemigos perecerán con ignominia; quien la ofendiere perderá solicitud; ni puede olvidar los hijos que con tantos dolores recibió, del Salvador expirante para mirar por ellos. Su Corazón, formado a imagen del mío, está abierto a todos como dulcísimo corazón de madre, y todos los refugiados encuentran fácil acceso, son recibidos con benignidad e introducidos por su mano a mi presencia. Mediante la Virgen María bajé Yo a los hombres; mediante la misma Virgen deben subir, los hombres a Mí. Cualquiera gracia, pues, que deseares obtener de mi largueza, encomiéndala a María para que mi Madre y tu Madre interceda por ti ante mi Corazón, y se manifestará verdadera Madre. Será, escuchada su petición por el respeto que se le debe, pues no es: justo que aparte el rostro de mi Madre o le rehúse cualquiera petición. Los derechos maternos que ejerció en la tierra no los ha perdido en el cielo, donde reina en mi compañía como Reina de los ángeles y Santos.
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su alma; quién la enalteciere ganará la vida eterna. No reputes a María como igual a los ángeles y Santos, o como meramente la primera entre ellos. No; Ella constituye por sí sola un orden especial sobre todas las criaturas, de suerte qué, aventajando con excelencia a todos los Santos y celestiales espíritus, a nadie ve sobre su cabeza sino a la Santísima Trinidad, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ha de ser, por tanto, adorada con un afecto y culto peculiar; adórala y ámala tú con todas tus fuerzas, que nunca te excederás con tal que no la adores como a la Divinidad misma. Pero ante todo aprende de María a imitar mi Corazón. Ella conservaba todas mis palabras y ejemplos, ponderándolo todo en su interior, y así consiguió imprimir enteramente en su alma la doctrina de mi Corazón y manifestarla en sus virtudes y afectos.
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7. Dichoso serás, hijo mío, si de esta suerte veneras a mi Madre, Con su Con todas mis fuerzas ¡oh dulcísima Virgen! procuraré honraros más devoción hallarás expedita y gustosa la senda de la vida interior y cada día ¡oh Madre! por todos los medios que me inspirare el amor hasta santidad, encontrarás misericordia, gracia y consolación y cuanto el término de mi vida. necesitares para el divino servicio; con esa devoción perseverarás siempre Cuanto amor cupiere en este corazón, todo será para Ti ¡oh Madre de http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus en mi gracia. Jesús y Madre mía! Yo encenderé en el mismo fuego todos los corazones
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Recurre, pues, a María en toda ocasión y tiempo. ¿Por qué temer? Tú eres para que, amándote por Jesús y amando a Jesús por sí mismo en la tierra, Hijo y Ella es Madre, ¿Por qué dudar? Ninguno a Ella n en Del balde; serJes beatificados y continuar eternamente con nuestro amor en Deacude LaImitaci Sagrado merezcamos Coraz n de s-slidepdf.com todos vuelven, con mercedes; por su intercesión el mundo alcanza salud, el cielo. los cautivos redención, los pecadores esperanza, gloria los justos, alegría (Imitación de Cristo, lib. III, cap. VIII.) los ángeles. 8. V oz del discí pul o .- ¡Oh Jesús! Dios y Salvador mío. ¡Tu propia Madre
CAPÍTULO XXII
me has entregado por Madre! ¿Quién jamás oyó tal beneficio?. Tú sólo, Señor, podías sacar del tesoro de tu Corazón tanta largueza y enriquecernos así a los pecadores.
Como nos enseña Jesucristo, abandonado en la Cruz, resistir cuando nos abandone Dios en las tentaciones.
Gracias eternas, amantísimo Jesús, te sean dadas por don tan inestimable
. - Hijo mío, cuando en la Cruz llevaba sobre mis hombros 1. Voz de Jesús
como has otorgado liberalmente a tan indigna criatura.
las iniquidades delhombres, mundo, por cual salíabandonado. fiador, llegó a tanto el amor de mi Padre hacia los queelme dejó
¡Tu Madre es mi Madre! Perdóname, dulcísimo Jesús que lo repita: ¡Tu Madre es mi Madre! Este nombre suena a júbilo en mis oídos, sabe a miel en mis labios, es regocijo para mi corazón. Verdaderamente que soy bienaventurado desde el momento en que fui constituido hijo de la Reina de los cielos y tierra, de la Madre de Dios, mi Salvador y Juez. Por medio de esta Madre me acogeré a tus brazos, Jesús mío; su maternal amor me conducirá hasta lo íntimo de tu Corazón. Y cuando llegue la tremenda hora del Juicio ¿oh consolación dulcísima! tendré ante el juez por defensora a su Madre y a la mía, Madre que intercederá ante un hijo por el otro desgraciado, Madre a quien su Hijo comunicó todo gracia en su presencia.
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que por fuera se encarnizaban en mi cuerpo y por dentro desgarraban mi Corazón..
Entonces Satanás, que rechazado en las tentaciones del desierto no había vuelto a acercarséme, me acometió de nuevo en la Pasión para agobiarme con mayor obstinación y vehemencia. Añadió a su malicia propia la perversidad de aquellos malvados, excitándolos, tanto para que me atormentaran con atroces suplicios e ignominiosa muerte, como para que cometiesen horrendos pecados en mi presencia. Regocijábase el demonio con los suyos como si triunfara, estimulando sin cesar su perverso instinto: «Dios le ha abandonado, gritaba; perseguidlo y acabadlo». Yo, entretanto, por amor de los hombres quedaba desvalido y abandonado, sin consuelo, alguno sensible, en manos de mis enemigos,
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indignarás cuando tú, pecador, y muy pecador, quedares expuesto, aun viviendo en mi servicio, a las acometidas del tentador y privado de toda consolación sensible.
En tan atroz suplicio, levanté los ojos, ya y llenos de lágrimas, hacia aquel Padre a quien infinitamente amé y de quien era infinitamente, amado, y Cabalmente en ese estado se manifiesta para contigo la benignidad de http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus derramé ante El mi Corazón acabado por la angustia: «¡Dios, mío! ¡Dios Dios, pues no quita la guerra, porque sin vencer al enemigo no se afianza
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mío! ¿Por qué me has abandonado?» 5/21/2018
la paz; ni aparta las ocasiones de pelear, porque sin pelea no se obtiene el ni la gloria. DeLaImitaci n DelSagrado triunfo Coraz ncorona deJes de sslidepdf.com Ahí tienes, hijo mío, la fiel expresión del dolor Incomprensible de mi alma, que cayó como en un abismo de dolores y se sumergió como en un Verdadera muestra del amor de mi Corazón es abandonarte a tu propia mar de tribulaciones! fragilidad para que adquieras conciencia de ella y te conserves en humildad, e impulsado de tu indigencia acudas frecuentemente a mi rostro 2. Sin embargo, la fuerza del amor me resignaba, en el beneplácito de mi y suspires por mi gracia. Padre celestial; todo mi ser ofrecía en holocausto a Aquel que me había de consolar en lo futuro según la grandeza de mis padecimientos. ¡Para cuántos la causa de su perseverancia y salvación estribó en las tentaciones, pues sin ellas, entibiados y ensoberbecidos poco a poco, Como el padecer es la medida del amor, toleré aquel cúmulo de hubieran concluido por ser réprobos! acerbísimos dolores y congojas para que entendieran los hombres hasta qué extremo los amé. De todos me acordaba, hijo mío, y de ti en particular; sí, por ti sostuve con sumisión y gusto la furia de los enemigos y aquel abandono sensible del Padre celestial. Bien conocía Yo cómo, por disposición de la divina Providencia, no quedabas inmune de las acometidas del demonio, ni se me ocultaba cuánta aflicción te causarían las luchas con Satanás.
¿Por ventura conoces, alguno, ¿Los entre mayores cuantos se hayannosantificado, que vivieran exentos de tentación? Santos fueron los más acometidos por mayores tentaciones? Este es el camino para obtener una pureza de corazón más que ordinaria, para adquirir más subida virtud, para disponer más convenientemente el alma a la unión divina.
Por eso te di un ejemplo de donde pudieras sacar copiosa enseñanza y consolación.
3. Error muy frecuente es y peligrosísimo creer que las tentaciones constituyen pecado. De aquí nace la conciencia errónea, las perturbaciones y pusilanimidad, la dejadez y falta de fuerzas para resistir generosamente y triunfar.
Veo tus frecuentes y pesarosos gemidos cuando, deseando vivir para mi servicio en paz perfecta, libre de todo obstáculo, sientes en tu derredor furibundos enemigos.
Créeme, hijo mío; aunque una determinada tentación durase por toda la vida, no te podría hacer reo de pecado mientras te fuera desagradable y penosa.
Más considera, hijo mío, cómo Yo, Hijo, Unigénito del Padre y Santo delos Santos, quedé por desinteresado amor expuesto a la rabia de los adversarios y abandonado en mi angustia, y no te maravillarás ni
Arroja, pues, tan pernicioso error; rechaza el excesivo temor de ser tentado, ese mismo temor, nacido de conciencia errónea y sustentado por
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el amor propio, es ocasión de más graves y peligrosas tentaciones, por no originarse de disposición divina sino de tu propio defecto.
Hijo, Yo conozco tu flaqueza y la malicia del demonio, pero también conozco el poder de mi gracia y cuánto puedes con la cooperación de mi auxilio. Pues Yo, que domino a Satanás hasta el punto de no atreverse él a Desgracia es de los hombres lanzarse siempre a los extremos; unos por cometer sin mi consentimiento a unos inmundos animales. Yo que en temer demasiado las tentaciones, y otros por no precaverse lo debido, http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus tanto aprecié tu salvación, no permitiré que te tiente sobre tus fuerzas, arrostran grandes peligros. Consérvate en un justo medio si quieres antes cuando la tentación arreciare, Yo te aumentaré la gracia.
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caminar seguro. 4. Voz del di scípulo . - Pero si los pecados, Señor, se han de temer y rehuir
V oz deln discí pul o .s — Gracias te doy, Jesús DeLaImitaci n DelSagrado 5. Coraz deJes -slidepdf.com
con suma diligencia, ¿por qué no he de temer sobremanera y ladear los peligros y ocasiones de pecar?
mío, divino Maestro de mi espíritu, por haberme manifestado cómo me debo portar en las tentaciones antes de que me acometan; dígnate también enseñarme cuál debe ser mi conducta cuando me soliciten.
5. V oz de Jesús.- Sí, hijo mío, todo cuidado será poco para rehuir el
Voz de Jesús . - Sábete, hijo mío, que por tres caminos puede Satanás
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pecado; pero no te alucines, evita toda confusión y piensa con rectitud. Una cosa es ser tentado a pecar, y otra el pecar; una cosa es peligro de tentación, y otra peligro de pecado; una cosa es que el demonio te presente ocasiones, y otra que tú las busques.
llegar a tu corazón para tentarte; uno exterior, el de los sentidos; otro interior, el del entendimiento, y otro que participa en cierta manera de ambos, el de la imaginación. Pues en cuanto percibieres por cualquiera de estos tres caminos la
Buscar, pues, tú propio ocasión, la cual te pone peligro de pecar constituye pecado,la es acto que con sitodas tus en fuerzas haspróximo de evitar; pero si el diablo te presentare la ocasión, como sólo existe entonces peligro de tentación, no es necesario que la rehuyas, cuidando de no caer en pecado. No te maraville si te tienta Satanás, porque no tiene otra ocupación que andar en tu derredor para tentarte, y en su atrevimiento acomete a todos y los tantea de mil maneras, que no se avergüenza de reembestir; y aun vencido no desiste de nueva agresión.
tentación, tu primer cuidado sea no inquietarte ni turbarte, sino conservar el sosiego del espíritu, poniendo la mira el Señor. Cuándo la tentación viniere por los sentidos, no les permitas sin suficiente motivo exponerse al peligroso objeto de la tentación, mas con quietud y firmeza procura abstraerte para qué en lo posible ni siquiera perciban el mal que se les propone. Cuando te cercare por el entendimiento, no permitas que el enemigo trabe con él ni un solo razonamiento; por muy razonados y evidentes que
No te dejes, pues, perturbar cuando sintieras tentaciones, porque nacen de la malicia del demonio y no de tu propia perversidad.
parezcan los argumentos del demonio, en cuanto notares que contrarían a alguna virtud, sin más raciocinar deséchalos y saldrás vencedor.
Necio en verdad y sin fundamentos sería tu proceder si por una agresión de Satanás perdieras la paz del espíritu; eso sería colocar tu sosiego a disposición del enemigo, que a buen seguro nunca te permitiría disfrutar de él.
Cuando se abriere camino por la imaginación con ayuda de sensaciones pasadas o nuevamente compuestas allí por el demonio, no consientas que la imaginación se extasíe en tales fantasmas; apártala al punto con resolución y represéntale en su lugar algunos misterios de la fe, como la muerte o el juicio, el infierno o la gloria, y mejor todavía, al Hijo de Dios pendiente de la Cruz mirándote y ofreciéndote su Corazón por asilo.
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Ten muy por cierto, hijo mío, que basta en cualquier tentación apartar simplemente la atención de su objeto; pues es medio eficaz de resistirla.
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Mas para mayor aclaración, debes distinguir en el alma la parte inferior de la superior, a la cual corresponde el pecar o no pecar.
Con tales precauciones, si quieres luego aprovechar esfuérzate con La parte inferior no siempre concuerda con la superior, antes con brevísimas aspiraciones para unírteme con amor. frecuencia, a despecho de la otra, se deleita con la tentación, y aun logra http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus que la superior, muy a su pesar, sienta la delectación. Pero ya sabes que
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Mucho te recomiendo, hijo mío, que, si de ordinario vivieres en estado de gracia, no resistas directamente a la sugestión del enemigo, sino con actos
no es el sentir sino el consentir lo que daña.
que más te unan con mi persona. Así guardarás más seguramente la paz del corazón y frustrarás más a tu salvo la maligna intención del adversario, afianzarás tu virtud y más firme e íntimamente nos uniremos ambos.
Y si dudares, si te contuviste en el sentir o llegaste al consentimiento, atiende qué diferencia media entre lo uno y lo otro.
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Pero siempre debes confiar más en la gracia divina que en tu fortaleza. Orar, pues, con frecuencia es tu deber, tanto en tiempo de paz como de guerra, para que la gracia te sostenga en el combate, te anime y te conduzca a la victoria. Si atribuyeres gloriaentonces del vencer Mí, que fui primer vencedor que a nadie cedo milagloria, te aprotegeré conelmi escudo, y Yo ymismo pelearé tus batallas como guerrero esforzado e invencible; millares de enemigos, caerán a tu lado, y más millares todavía delante de tu rostro. Enemigo ninguno prevalecerá contra ti. 6. V oz del discípul o . — ¡Oh amantísimo Jesús! ¡cuánta dulcedumbre
derrama sobre mí tu Corazón! El cielo y la tierra con todos sus moradores te tributen conmigo eternas gracias. Pero añádeme todavía otra enseñanza, y quedaré del todo sosegado. Cuando salgo de la lucha me devora, Señor, la incertidumbre de si habré quedado presa del enemigo, y Tú, que tienes palabras de vida eterna, profiere en mi favor alguna que me alivie de tal desasosiego. Nuevo beneficio será ese de tu Corazón que me obligará a vivir más agradecido y amoroso. . — Pues, hijo mío, si mientras duraba la tentación la sentías Voz de Jesús con desagrado, tienes en ello, una señal segura de no haber consentido.
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manera sin que notoriamente perciban sus piadosos esfuerzos y desusada victoria.
Sientes la tentación cuando, advertida, no te conformas en tu libre voluntad con ella; consientes cuando, advirtiendo que el objeto de la tentación implica pecado, la aceptas libremente. Cuando aún no acabares de distinguir si te conformaste o no con la tentación, ayúdate entonces de aquella doctrina de los Santos, que dice: «Cuando una persona de timorata o de delicada conciencia no está cierta de haber consentido, puede creer por moralmente cierto no haber dado tal consentimiento». Y en verdad, hijo mío, que quién de ordinario me ama y teme sinceramente perderme, para llegar a consentir a sabiendas y voluntariamente con el pecado que le solicita se ha de hacer una gran fuerza, tanto al resistir al saludable estímulo de la conciencia, a la cual ordinariamente se acomodaba, como para mudar el constante anhelo de su voluntad por un objeto que con horror aborrecía. Ninguna de las dichas almas llegará a tal punto sin advertir claramente la maldad, ni abrazará el pecado sino a sabiendas y con un acto reconocidamente voluntario. Por lo contrario, quien comúnmente por perversa o relajada conciencia suele pecar tentado dudaré del consentimiento debe presumir que pecó. Porque como tiene por los repetidos actos contraída costumbre casi espontánea de pecar, para resistir al mal debe también inferirse una gran fuerza, tanto al obedecer a la imitación de la conciencia, en que no pensaba jamás como al rechazar la tentación con una fortaleza de voluntad que anteriormente no poseía. Estos desventurados no pueden obrar de esa
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No decaigas de ánimo, sino vive resignado en la divina voluntad. Persevera generosamente sabiendo que «quien sufre tentación es feliz, porque después de ser probado recibirá la corona de la vida».
7. Ya notarás por aquí, hijo mío, cuan dichosos son mis fieles servidores, cuando en las tentaciones de que está llena la vida del hombre pueden 9. V oz del discípul o . - ¡Oh, cuan bondadoso eres Jesús mío, cuan http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus encontrar tan fácil y suave consolación, mientras los negligentes, por el bondadoso! Tú, el gozo de los ángeles y Santos, eres abandonado en la
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contrario, para su corrección y enmienda son atormentados con angustias Cruz y privado de toda consolación; pero en cambio no permites que yo, y congojas. por completo indigno, en abandono y desconsuelo. Tú mismo me DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n de Jes s-caiga slidepdf.com alivias y recreas con maravillosa suavidad. Ese es, cabalmente, uno de tantos millares de bienes como acumulo sobre los discípulos de mi Corazón. Gózate, hijo mío, gózate de tanta Voluntariamente me remito a tu cuidado y me resigno todo en tu prosperidad, que tanto ha de contribuir a mi gloria y a la salvación de tu voluntad; dispón de mí según tus santos consejos; purifícame y alma. santifícame por la vía que mejor te pareciere; únicamente te mejor te pareciere; únicamente te ruego me mantengas libre de pecado. Más una precaución has de tener cuando se alejare la tentación; no enfrascare tanto en su examen ni revolver tanto sus pormenores que te Asísteme en toda tentación y peligro; ayúdame y defiéndeme, y expongas a nuevo peligro. consérvame tan unido contigo que jamás de Ti me separe. En cuanto lo permitieren circunstancias, humíllate con sosiego, pidiéndome perdón si acasolascometiste alguna falta; por soberbia, por excesivo temor, por desconfianza, por curiosidad o negligencia. En seguida, renovada la promesa de amarme, continúa en mi servicio con intrepidez y alegría. 8. Por último, hijo mío, no olvides que en el camino de las tentaciones es fácil errar y perderse tanto que nadie puede caminar solo por él con seguridad. Seas, pues, quien fueres, religioso o seglar, rudo instruido, necesitas un guía experimentado, bajo cuya exacta obediencia nunca
(Imitación de Cristo, lib, II, cap. XXXV.)
CAPÍTULO XXIII Cómo enseña Jesús, al sentir sed en su abandono y no refrigerarla, nuestro comportamiento en la desolación.
1. Voz de Jesús.- ¡Oh, vosotros todos los que pasáis por el camino, paraos a considerar si hay dolor como mi dolor!
caminarás al precipicio. Yo mismo seré entonces quien dirigirá tus pasos. Anímate, pues, hijo mío y lucha con intrepidez. Sopla el viento y ruge la tempestad, ¿qué importa? Yo permanezco contigo.
Todos mis perseguidores me atribulaban hasta agobiarme de angustias; no había quien me consolara entre todos mis seguidores.
Tales palabras te dirijo a fin de que en las tentaciones halles alivio y consuelo, no para librarla de ellas y de sentir sus molestias. Toléralas debidamente por ahora, pues a su tiempo darán multiplicados frutos.
Contempla, hijo mío, la cabeza coronada de espinas, el rostro cubierto de sangre y lágrimas, los huesos descoyuntados, desgarrado todo el cuerpo, una continua llaga desde la planta del pie hasta el vértice de la cabeza; el Corazón oprimido de inenarrable aflicción, angustiado por la dureza de los hombres, abandonado de mi amantísimo y amadísimo Padre.
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Entre tantos dolores aparece un nuevo suplicio; la sed me atormentaba hasta el extremo de exclamar: «¡Sed tengo!»
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Si me permanecieres fiel en la desolación, puesta la mira únicamente en mi servicio y para nada en tus conveniencias, das evidente prueba de que me amas.
De muy diversos modos era esta sed, hijo mío; sed ardorosa y mortal de refrigerar mi extenuado cuerpo; sed más ardorosa aún de obtener la No existe, pues, motivo alguno para que en la desolación te perturbes, http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus salvación, amor y eterna gratitud de los hombres; sed ardentísima, sino sólo para que te esfuerces en obrar con generosidad y mantenerlo con
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finalmente, de cumplir el beneplácito de mi Padre celestial. 5/21/2018
fortaleza.
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Más cuando lo escucharon mis enemigos, no sólo no la refrigeraron, sino que, al contrario, en mi sed me dieron a beber vinagre.
Para reparación de la divina, gloria y salvación de los hombres quería mi Padre que Yo muriese en suma aflicción y sin consuelo alguno.
3. Persiste con resolución en la obra comenzada, y para rechazar el tedio o fastidio de la desolación, ora con mayor solicitud, escudriña con más diligencia tus actos, tanto interiores como exteriores, vela más atentamente sobre el corazón, mortifícate con más frecuencia en cualquiera pequeñez.
Crecían mis padecimientos, pero crecía también el amor de mi Corazón para conformarme al beneplácito divino y exclamar: «Sí, Padre mío, sí, cúmplase como agradó a tus ojos».
Con este constante y sólido has de resistir al decaimiento. Más entre tanto resígnate cada vez con más veras y reputa como tu mayor consolación el someterte amorosamente a la divina voluntad.
De esta suerte me resignaba a mantenerme y expirar al fin en extrema desolación. Recuerda y medita este misterio, principalmente cuando te vieras en desolación. 2. Cuando los ejercicios piadosos dan al alma deleitoso sabor y gusto espiritual, es fácil y consolador permanecer en ellos; mas cuando sólo ocasionan tedio y fastidio, es duro y desagradable el ocuparse en ellos con fidelidad y cuidado. Cuando el corazón humano se acostumbra a gozar en la consolación de un deleite sensible y a no amarme ya tan puramente por Mí mismo, suelo por oso, cuando lo veo así preparado, privarle de toda consolación sensible. Secreto artificio es este de la bondad de mi Corazón para que el alma, aun a su pesar, aprenda, no a buscar mis consuelos, sino a buscarme a Mí sobre todo lo apetecible.
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Mientras me gozo con persuasión moral ser, merced a la gracia santificante, hijo querido de tu Corazón, carecer de todo consuelo, tanto humano como divino, me parece llevadero con tal de no perder la paz del espíritu, aunque la naturaleza se moleste.
No siempre te querré consolar sensiblemente, hubieres puesto cuanto hubieres puesto cuanto estaba en aun tu cuando mano para recibir la consolación, no sea que te dañes atribuyéndote lo que a Mí sólo pertenece. Únicamente deseo que te conserven en completa humildad y me ames con toda fidelidad. Para eso permito las desolaciones, para que íntimamente te convenzas que el adquirir o retener el consuelo es don exclusivo de mi mano. Reconócete, pues, por insuficiente para procurarte la verdadera consolación y aún indigno de recibir la menor partecita; confiesa ser merced que trasciende todo consuelo sensible el contarte entre mis hijos y sostenerte con mi amor. 4. V oz del di scí pul o .- Ciertamente, Dios mío, es gracia extraordinaria y
favor incomparable el reconocerme como hijo amado de tu Corazón; pero la desolación no sólo me entristece, sino que a veces me priva también de percibir semejante favor.
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apoyo alguno en las cosas sensibles donde arrimarte y descansar, reposes únicamente en Mí, que soy el bien inmutable.
Por tanto, hijo mío, en lo que pudieres, vuélvete a Mí cuando sintieres pesadumbre; arrójate sobre mi Corazón protestando siempre lo mismo: http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Más de cuando en cuando, Señor mío, invade la desolación de tal suerte cumplir en toda contingencia mi divino beneplácito.
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las facultades de mi alma, que me figuro separado de Ti y no acabo de Así dispuesto, obra lo que hayas determinado sin omitir por la desolación persuadirme de que aún me guardas un lugar en tu Corazón. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com ninguna de las buenas obras acostumbradas. ¡Oh Salvador mío! que todo lo sabes y no me necesitas de quien te Mientras la desolación te cubre, bajo ningún, pretexto te preocupes de ella instruya; Tú conoces la grandeza de mis dolores, más acerbos que la con molestas reflexiones; permanece sosegado y ora, resignándote y muerte. Cualquier otra angustia la reputo por consuelo en comparación entregándote en mis manos. con esas desoladoras dudas que muy a mi pesar me sobrevienen. ¡Oh Jesús mío! por el recuerdo de tu excesiva desolación en la Cruz, te ruego y suplico no te desdeñes de instruirme y aquietarme para tales ocasiones. Ni uno ni otro merezco, debiendo bastarme con suficiencia tu ejemplo; pero si Tú mismo no me lo aplicas, soy tan necio que viendo no
Una sola cosa has de considerar entonces: que mientras durare la desolación, en ninguna criatura, ni en ti mismo, sino solamente en Mí, has de buscar apoyo. Cuanto más te apartares de ti y te engolfares en mi Corazón, tanto mejor te conducirás.
veo, y oyendo no oigo.
6. V oz del discí pul o .- Bendito, Señor, sea tu Corazón, y alabado y
6. Voz de Jesús . — Hijo, una cosa es obrar bien, y otra distinta reconocer
glorificado por haberte movido su bondad a instruirme en el camino de la vida por en medio de las tinieblas de la muerte.
que obras bien; lo primero te trae merecimientos, lo segundo, consolador descanso. De la misma manera una cosa es vivir en mi gracia, y otra saber que vives mi ella. Lo primera constituye tu verdadera felicidad, lo segundo nada añade sino deleite sensible. Pues de esta noticia grata y consoladora que no acarrea ningún merecimiento, suelo privar de voz en cuando a las almas para que se ejerciten reciamente la santidad y másmientras en mi amor perfeccionen. Este es elmás sumo grado delen amor: querer amar no losesientes. No trabajes, pues, por convencerte de que caminas en mi gracia; porque en vano trabajarías por alcanzar un conocimiento del cual Yo, para tu bien, quiero privarte. Yo más deseo y pretendo tu verdadero bien que tú sensible deleite; y he conocido que te es provechosa tal privación, para que al no encontrar
De la Imitación
Pues tu primer cuidado ante todo, tu primer cuidado, te repito, sea no inquietarte nunca por mucho que arreciare la desolación.
Mas aunque soy tan indigno que no merezco ni aun besar el polvo en tu presencia, tolera que todavía te exponga otra nueva desolación e indecible tormento, en que a veces parecen invadirme los dolores del infierno. Porque algunas veces por extraño modo se apodera de mí la persuasión, no sólo de estar privado de tu gracia, sino aun de ser por Ti completamente abandonado, no quedándome otra morada ya fuera del infierno, de donde en vano procuraría escapar. No me atrevería, Señor, a manifestarle tamaña miseria si su mismo exceso no me impulsara a descubrirte el abismo, cuyo fondo desconozco. . - Bastan esas indicaciones, hijo mío; ellas 7. Voz de Jesús suficientemente me descubren las congojas que experimentas.
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sobre mi Corazón repitiendo: «Dios y Salvador mío, cúmplase tu voluntad en mí, ahora y en la eternidad».
Lo que tú padeces lo padecieron aquellos mismos Santos que más Es imposible, hijo mío, que quien se arroje en brazos de la divina voluntad perfectamente se me asemejaron; por esos caminos murieron enteramente llegue a perderse. Primero faltarán el cielo y la tierra que prevaricar un http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus a sí mismos y únicamente vivieron para Mí con renovación de vida. hombre de buena voluntad que incondicionalmente se entrega al divino
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Cree, hijo mío, espera y ama; pues en esas luchas es la ocasión de ejercitar 5/21/2018
beneplácito.
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con pureza esas virtudes y de practicar actos heroicos. No te abatas: lo que parece muerte es vida, pero oculta; lo que ahora parece perdición resultará luego renovación de tu espíritu.
De esos tus actuales padecimientos deduce, hijo mío, a cuánto llega la bondad de mi Corazón en preservarte de la reprobación eterna, cuando una gota, y como remedo de ella, le parece superior a todos los dolores de la vida. Saca también por aquí, que si Yo le preservé en mi bondad de mal tan sin medida, con cuánta justicia estás obligado a retornarme un amor sin límites. 8. Pero advierte, hijo mío, cómo es el demonio quien te sugiere la duda sobre tu salvación, pues Yo bien claramente dije que quería la salud de todos los pecadores; cómo es el demonio quien te instiga a desconfiar de mi misericordia, en la cual, los que esperan no son confundidos, y por la cual, cuantos piden recibirán lo que pidieron; cómo, finalmente, es el demonio quien te mueve a no sentir bien, de mi bondad, cuando con amor infinito lo ordeno todo para tu eterna bienaventuranza. Del espíritu diabólico procede todo de suyo malo pues con semejantes engaños jamás más tiento Yo a nadie.
Por lo demás, cobra fuerzas, padece generosamente ese martirio, honra de los discípulos de mi Corazón, mediante el cual se consigue la palabra inmarcesible y corona sempiterna 9. V oz del discípul o . - ¡Oh Jesús, último refugio de mi alma! ¿Qué
responderé a tus palabras? Ni consolado ni desolado acierto a decir lo que siento; pero Tú ves mi corazón. Por tu suma desolación salva mi alma, pues por ella padeciste tantos y tan acerbos suplicios. Con todo mi querer me entrego en tus manos; todo a tu cuidado me encomiendo; cúmplase en mí tu beneplácito ahora en el tiempo y luego en la eternidad. (Imitación de Cristo, lib. III, caps. L y LI.)
CAPÍTULO XXIV Cómo Jesús, al consumarlo todo en la Cruz, nos manifiesta que también nosotros debemos en la Cruz consumarlo todo.
Pues cuanto el demonio te sugiere, devuélveselo sin disputar ni trabar con él conversación con alguna.
1. Voz de Jesús . - Ya consumé la obra, hijo mío, cuya ejecución me
Resígnate con simplicidad y sosiego en mi divina voluntad, y aunque por la magnitud de la desolación te parezca no conformarte con divino beneplácito, no te turbes ni te inquietes; antes sin ansia alguna arrójate
Salí desde lo alto del cielo para recorrer mi camino, y ya concluí mi carrera.
encomendó mi Padre.
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Ya pongo fin a mi vida tan llena de trabajos, dolores y sacrificios; la pena de tantos padecimientos ya concluye, sus merecimientos y fruto comienzan a vivir eternamente.
Si Conocieras el valor y premio de la tribulación, breve te parecería la presente vida para padecer, y demasiado larga la eternidad para gozar del premio.
Se consumó la ruina irreparable del reino de Satanás, y el mismo Príncipe de este mundo quedó despojado y arrojado de sus dominios.
3. Si quieres con facilidad perseverar en las aflicciones, no pienses en los años, meses o semanas que podrán durar; atiende sólo al día presente,
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Se levanta mi reino, comprado por mi propia sangre, fomentado con el 5/21/2018
como si fuera el último y como si no te concediera más tiempo para sufrir y merecer.
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amor de mi Corazón, afianzado con tan perenne estabilidad, que nadie alcanzará el fin de sus días. Las figuras que en otro tiempo me representaban llegaron ya a su cumplimiento; llegó la hora de ser aniquilada la prevaricación, y de morir el pecado, y de quedar borrada la iniquidad, y de renacer la justicia sempiterna.
Nada queda por obrar, nada por padecer; todo queda consumado. Ya moriré con gozo del Corazón.
¡Bienaventurados cuantos en la tribulación más se cuidan de asemejárseme que de ladear la carga! Estos son los que en amorosa unión conmigo consuman su obra. Considera el ejemplo de los Santos, que, posponiendo todo lo propio, me buscaban tan puramente para conformarse en los padecimientos, que unos me pedían o padecer o morir; otros no morir sino padecer'. Ni se contentaban con sufrir lo que les ofrecía la Providencia, sino que,
Párate aquí a considerar, hijo mío, dónde consumé toda mi obra: en la Cruz. Pues obra según el ejemplar que pongo a tu contemplación en el monte Calvario.
movidos dey mi emprendían mortificaciones trabajos voluntarios, con espíritu, fervor constante se aguijoneaban para yllegar a la consumación del amor.
2. Si aprendiste ya el sentir de mi Corazón y te revestiste de él, no desearás vivir y morir sino en la Cruz.
4. Después de mucho ponderar y experimentarlo todo, vendrás a parar a esta conclusión: la vida espiritual e interior se reduce a sacrificar constantemente por amor de Jesús la propensión o aversión natural y a vivir de su espíritu.
No por distinto camino del que Yo recorrí, pueden los hombres santificarse y salvarse. ¡Oh, sí advirtieses cuántos bienes puedes adquirir para la presente vida y la venidera con perseverar en la Cruz! En verdad que, como Yo, no desearías descender de ella.
Esta será tu continua ocupación mientras te durare la vida; porque como mientras vivieres serás hombre propenso al mal y quebradizo, no podrás sino a fuerza de resistir con ayuda de la gracia desviarte de lo malo e imperfecto para abrazar lo bueno y perfecto.
Mucho más seguro por todos conceptos es permanecer por mi amor en la Cruz, que librarte de ella por tu propio deseo.
El contrariar a la naturaleza unas veces, y seguir otras la dirección de mi gracia, ese fue siempre el espíritu de los Santos.
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5. Si eres sensato, hijo mío, no desearás otra recompensa en el mundo por los padecimientos, sino el amarme con más ahínco y el recibir más abundante gracia para nuevamente padecer.
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Ruega con instancia a fin de no desfallecer ni perder la corona que te tengo preparada. Mientras debidamente orares, aseguras tu perseverancia.
Por último, hijo mío, acuérdate siempre de mi ejemplo y de actuarte en mi Nunca tus aflicciones igualarán a las mías; si, pues, Yo perseveré en ellas presencia; renueva cada día el propósito firme de permanecer http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus hasta entregar la vida, fue para que aprendieses a permanecer en las tuyas acompañándome. Así transcurrirá un día y otro día, hasta llegar a la
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hasta que el divino beneplácito lo ordenase. 5/21/2018
dichosa consumación de tu obra. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
Avergüénzate de encontrarte a veces tan insensato, que te atreves a pensar en abandonarme solo en la Cruz. Si me amas por Mí sólo, en ningún caso te apartarás de mi compañía; mas si me amas por tu provecho, no es maravilla que al arreciar la tribulación optes por otro estado para ti más satisfactorio. El mercenario no tanto cuida de su amo como de sí propio, y fácilmente abandona al señor cuando se ve forzado a servirle sin gratificación presento y con recios trabajos. Más no recibiste tu espíritu servil de mercenario, sino el nobilísimo espíritu filial, para que donde Yo more, allí mores conmigo. No degeneres, pues, de tu espíritu; persevera acompañándome, resuelto a morir antes en tu puesto que a descender de él.
7. V oz del discípul o . - ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los méritos de tu Pasión y
de todos los Santos que permanecieron en tu compañía, concédeme el perseverar contigo hasta la muerte.
Deseo, y es mi voluntad determinada, quedarme contigo en la Cruz hasta consumarlo todo; pero reconozco insuficientes mis fuerzas para tamaña obra. Robustece, pues, mi voluntad con tu gracias, ya que con ella se sintieron alentados lo necesario los Santos, a fin de que pueda yo consumar en la Cruz contigo mi holocausto en olor de suavidad para salvación eterna de mi alma. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. XXXVII.)
CAPÍTULO XXV
6. ¿De qué te aprovecharía haber sufrido por Mí grandes padecimientos si al cabo no perseveraras?
Cómo Jesús, al encomendar su espíritu en manos de su Padre, nos enseña a hacer completa entrega de nosotros mismos
Si hasta la hora presente me has seguido en las tribulaciones, gózate, hijo
1. Voz de Jesús .- Hijo mío, dentro de un momento todo se consumará,
mío; pero no olvides que la salvación no es para quien comienza, sino para quien persevera. A los principiantes se les promete el premio; a los que perseveran se les entrega.
pues dejará de latir mi propio Corazón.
Para estimularte a la perseverancia ten con frecuencia en la memoria aquella remuneración eterna que te aguarda entre los Santos, y que supera el exceso de toda tribulación presente.
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En esta postrera muestra de mi excesivo amor, proferí para tu enseñanza, antes de expirar, las últimas palabras de mi vida mortal.
Nada, hijo mío, me queda ya, sino mi Espíritu; todo lo demás, no sólo de afecto, sino de hecho, lo sacrifiqué en perfecto holocausto. Y aunque mi alma siempre reposó en manos de mi Padre, y a Él desde un principio estuvo consagrada, ahora, para rematar el exceso de mi amor, se la vuelvo de nuevo a sacrificar. Ninguno me arrebata el alma, sino que Yo mismo la pongo en manos de mi Padre.
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sino que me deja disponer de lo suyo como mejor me agrade, conformándose siempre con mi voluntad y ordenación.
Y para que comprendieras su importancia, no las pronuncié con voz ¡Bienaventurada el alma que a tales alturas sube! Reposa en Mí entre el temblorosa, sino que, dando un gran clamor, dijo: Padre, en tus manos tumulto del mundo, y por mi amor se sobrepone a todo sentido, a toda http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus encomiendo mi Espíritu. virtud, a todo bien.
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Este es el extremo de humildad y amor, más allá del cual es imposible ir 5/21/2018
En tal alma ordeno Yo mismo la perfección de la caridad y la arrebato en
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en esta vida, y por eso lo escogí para mi muerte. Cuando hube llegado al colmo de mis aflicciones, me entregué todo en manos de mi Padre.
Ya no le ruego que no se cumpla mi voluntad, sino la suya, porque mi voluntad quedó ya identificada con la de mi Padre desde que me abandoné a su cuidado. 2. Recoge con particular afecto estas postreras palabras de tu Salvador moribundo, guárdalas en tu corazón y medítalas devotamente. Aquí encontrarás un compendio de cuanto te enseñé sobre la vida interior y santificación de tu alma. Aquí se esconden preciosísimos y utilísimos secretos de mi corazón; escudríñalos, hijo mío, aprovéchalos en tu favor, procura con diligencia copiarlos en la práctica. Así, pues, a la manera que Yo encomendé mi Espíritu en manos de mi Padre, así también encomienda tu espíritu en las mías. Si tal obrares, acabarás por no vivir de tu propio espíritu y comenzarás a vivir delespíritu. mío, de manera que tu corazón, tu mente, todo tu ser no respire sino mi Entonces tu voluntad, que ya no será tuya, sino identificada con la divina, será también corno una misma con la mía. 3. Aquí te presento el supremo grado de santidad y perfección, cuando el alma, santamente indiferente para todo, nada desea por propia voluntad,
mi amor, de manera queconsobre comunique conmigo y Yo ella. todo lo visible e invisible ella se Cuando así te entregaros por completo al beneplácito divino, quedarás exento de todo vano temor y desordenada tristeza, de todo deseo y anhelo moramente natural, de todo cuidado superfluo y de cualquier inquietud, Entonces, olvidado de tu propia suerte, un solo gozo tendrás: complacerme cumpliendo mi voluntad. Mientras mi Corazón estuviere contento, contento también se mantendrá el tuyo, sin cuidarse de si goza o
padece la naturaleza. 4. Todos los Santos florecieron con esta virtud, compendio de las demás, y respetaban tanto, el divino beneplácito, que olvidándose de sí mismos lo anteponían a cualquier otra mira. Pues imita a los Santos si quieres ser Santo o deseas reinar entre ellos.. La vida del que fielmente cumple con la divina voluntad es una imagen de la vida del cielo, donde cada bienaventurado vive contento con el grado de beatitud que Dios le asignó. Quita esta conformidad con la voluntad divina, y toda la vida interior no pasará de ilusión, no quedará camino posible para la santidad. 5. Cuando en todas las cosas tuvieres un mismo querer y no querer conmigo, tanto en lo grande como en lo pequeño, en lo espiritual como en lo temporal, en lo adverso como en lo próspero, en la vida como en la muerte, alégrate y regocíjate, hijo mío, pues eres hombre según mi Corazón.
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Entrégate, pues, y abandónate en mis manos y permanéceme fiel hasta la muerte.
Gime la tierra y tiembla hasta sus fundamentos, rasgando las piedras y peñascos.
Porque si conmigo murieres, ten persuadido que también triunfarás conmigo entre los Santos en el reino eterno.
Llora la virtud y rasga su vestidura en señal de duelo cuando el velo del templo se desgarra.
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6. Voz del discípulo. - ¡Oh alteza de santidad la de tu Corazón, Jesús mío!
La misma muerte se conmueve, y como pesarosa de su obra, deja que los
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Mas pues me convidas con tantas veras a subir a ella, generoso me 5/21/2018
muertos resuciten.
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esforzaré a tamaña empresa. Confiado en la virtud de tu gracia y alentado con tu ejemplo, en tus manos encomiendo mi espíritu para sólo vivir de tu Espíritu, en tus manos encomiendo mi voluntad para sólo vivir de tu querer.
Los sepulcros se abren y muchos muertos reviven.
En tu potestad quedo todo; dispón de mí siempre y en todas partes según tu divino beneplácito.
¡Oh maravilloso espectáculo! Jesús, hijo de Dios, muerto entre tormentos por nuestro amor. ¡Oh monumento eterno de la caridad de su Corazón!
Quede yo convertido en perfecto discípulo tu Corazón por perfecta unión y semejanza.
2. Mas he aquí que entonces uno de los soldados abre con una lanza su pecho y sale al punto sangre y agua. ¡Nuevo prodigio de amor, nuevo
(Imitación de Cristo, lib. III, cap. XV.)
CAPÍTULO XXVI El Corazón de Jesús, abierto por nuestro amor después de la muerte, es refugio y consuelo para todos.
1. Voz del di scípul o . - Contemplo a Jesucristo agonizando en la Cruz.
Dios mío, mira a tu Hijo; Virgen Santísima, mira a tu Jesús; ángeles del cielo, miradle y llorad. ¡Oh espectáculo nunca jamás visto! Al expirar el Creador todas las criaturas se conmueven, todas visten luto. Conmuévanse el cielo y oculta su luz y se envuelve en universales tinieblas.
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entrare hallará su salvación, y de donde podrá salir en busca de los eternos deleites de la bienaventuranza.
Toda la naturaleza se agita, todo el universo llora a Jesús cuando muere crucificado entre dos ladrones.
misterio! Ábrese el Corazón de Jesús para que de allí salga su única, perfecta y virgen Esposa: la santa iglesia. Mana sangre y agua; la sangre que redime, el agua que purifica las almas. Mana agua a fin de que los hombres en la piscina del bautismo se regeneren para formar la iglesia; mana sangro para que, ya dentro de la iglesia, sean santificados con el Santísimo Sacramento. Quiso además Jesucristo que le abriesen el Corazón para manifestar que aun después de muerto nos amaba; para certificarnos que su Corazón, aun después de la muerte, se consumía en nuestro amor. Quiso, finalmente, que fuera rasgado para darnos en su Corazón un perpetuo asilo donde hallar consuelo y toda clase de auxilios. No solamente quiso que le hirieran, sino que le abrieran el costado para que la entrada quedase siempre franca en aquel refugio, donde quien
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robustecerá tu esperanza y encenderá tu amor. Cuando tal experimentes, te arrojarás confiado en el océano de su bondad.
3. Por la herida del costado se ven los arcanos de su Corazón; allí aparece Si algún día te olvidares del amor de Jesús y dudares de su afecto, el gran misterio de amor; allí se muestran los sentimientos vuélvete hacia El y considéralo bien. Su Corazón llagado clamará bien http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus misericordiosos del Señor, por los cuales nos visitó viniendo de lo alto. alto cómo ama a los hombres, y te pedirá que le ames en retorno.
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Por la visible llaga de su Corazón se ve la invisible herida de su amor. 5/21/2018
Si te angustias y atribulas, acude presuroso a esta fuente de toda gracia, a
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Jesúsque quiere conservarla, no sólo encuentren para asilo de mortales, sino también para allí los bienaventurados su los paraíso.
Este manantial es aquella fuente del Salvador donde han de beber los hombres con gozo la corriente viva de dones y gracias espirituales; de aquí sacan los ángeles y Santos en el cielo aquel perpetuo torrente de admiración y alabanza, de acción de gracias y amor eterno. 4. ¡Oh alma mía, levanta los ojos a Jesús! mira a tu Amado, contempla su Corazón llagado por el amor, abierto por el amor. Aquel pecho rasgado te manifiesta punto te amó.los afectos de su Corazón, aquella herida te prueba hasta qué Toda su figura muestra ahora cuan de veras es humilde y manso de Corazón aquel Jesús, tu Amado, entre los hombres. Abierto, sí, queda su Corazón, pero abierto para que te acerques y entres, para que deposites allí el tuyo. 5. Mira ese abismo inexhausto de bondad: ¿quién lo medirá? ¿quién abarcará su profundidad y anchura? Ni hombre ni ángel alguno hallará jamás sus límites. ¿Quién, pues, temblará de acercarse a este Corazón, que murió por amor a los desgraciados, y que después de morir quedó abierto como refugio a todos los miserables? Mira al Corazón de Jesús que murió por ti, y su amor manifiesto, más poderoso que la muerte, más vivificador que la vida, disipará tu temor, disipará tu desconfianza, confortará tu pusilanimidad, excitará tu fe,
este manantial de toda consolación. Si tus infidelidades te acobardan, contempla a Jesús, y su cabeza inclinada, sus brazos extendidos, su pecho ardoroso por el amor, señales todas de su benignidad, te darán nuevos ánimos y bríos. En toda dificultad y peligro arrójate sobre el Corazón de Jesús; deposita allí todos tus anhelos, porque Jesús los tomará a su cargo.
Y si algo de bueno obrares, si ganares algún merecimiento, ocúltalos también en su Corazón para que Jesús los santifique y los preserve de ser presa de la vanagloria o del amor propio, y los custodie allí para el día de la retribución. 6. ¡Oh dulcísima y preciosísima llaga, veneranda insignia sobre las demás, digna de ser a todas horas adorada! Con beber en ti una sola gota de tu amor olvidaré al punto todos los infortunios, me causará náuseas todo lo mundanal y terreno, me sabrá a gloria todo lo espiritual; sólo sabré amar a Jesús, llagado por mi amor. ¡Oh suavísimo Jesús! arrástrame en pos de tus amores; atráeme por la llaga de tu Costado a tu divino Corazón para que ya no viva en mí, sino en Ti, en tu Corazón, en el beatificador tabernáculo de todos los Santos. Haz, Señor, que mi corazón, identificado con el tuyo en su sentir y querer, quede por siempre cerrado a mis enemigos, muerto para mí y para el mundo y sólo para Ti abierto, sólo por Ti suspirando, sólo por Ti abrasándose en amor.
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¡Oh Jesús, amado de mi alma! consérvame escondido eternamente en lo recóndito de tu Corazón, pues es lugar más deleitable que todo deleite, donde encontraré cuanto deseare para mi eterna bienaventuranza.
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DIRECTORIO PARA EL LIBRO CUARTO
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1. El objeto del libro cuarto es unir el alma con Dios, su Salvador, y como
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esta unión la realiza el amor divino, de este amor divino, de sus causas, efectos y variedad de formas ha de tratar este libro. Y si examinamos y n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com consideramos este amor en su propia fuente, en el Corazón de Jesús, que ama para, que le devolvamos amor, y se abrasa para que nos derritamos, y se une con nosotros para que nos unamos con El, no podremos menos de abrasar el corazón y derretirlo todo hasta formar con el de Cristo un solo corazón. 2. Esta vida de unión divina, la parte más dichosa y perfecta del camino espiritual, no ha de entenderse de tal modo que dejen las almas que la siguen todo ejercicio perteneciente a la vía purificativa a iluminativa, porque la tierra Mientras los ejercicios de en estas tres vías nunca andan por completoenseparados. vivieres, cualquier grado de unión divina que alcances siempre tendrás que trabajar algo, o para purificar más el corazón o para conservarle puro; siempre se te ofrecerá alguna virtud que ejercitar, ya en obras ya en padecimientos. Consiste esta vida, según has de entender, en que el alma bien purificada ya y bien adornada de virtudes sólidas y verdaderas, adquiridas por generosos actos de abnegación, viva íntima vida con Jesús, su Dios, en santa, mutua é inefable familiaridad, gustando de lo que El, queriendo o rehusando lo que El, y se ocupe de ordinario aquellos actos y ejercicios que favorecen y aseguran tal unión, aunque a en veces, más por amor que por otros motivos, se dedique a purificar el alma y ejercitar otras virtudes. De la misma suerte, aquellas almas que de ordinario trabajan en purificarse interiormente y en adquirir sólidas y verdaderas virtudes, se dice comúnmente que viven en la vía purgativa o iluminativa, según que de ordinario a una o a otra se dediquen, aunque al mismo tiempo se ejerciten alguna vez en actos de la vía unitiva.
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Téngase esto presente con el mayor cuidado para no caer en ilusiones, raciocinio para arrebatarles el corazón y elevarlas a una luz maravillosa aquí más que en ninguna otra parte peligrosas. Así, a no ser que quisiere y colmarlas de dulzuras inefables. engañarse y peligrar, nadie se crea que ya para él se acabó el trabajar y el Los afectos y actos que has de ejercitar en parte son principalmente: obrar. Y sobre todo, nadie crea nunca en esta vida que ya no tiene nada que temer y que se puede poner a su arbitrio en cualquier peligro bajo el 1° Gratitud o acción de gracias por los dones a ti y a otros concedidos, y http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus pretexto de que ya ninguna cosa creada le mueve y nada busca ni quiere aun por la gloria, beatitud y perfección de Dios nuestro Señor, como con
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sino a Dios. Por semejante ilusión, aquellos mismos que, esclarecidos con su ejemplo enseña la Iglesia cuando dice: «Te damos gracias, Señor, por el nombre de la virtud y aun de la gloria del martirio, resplandecían como DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com estrellas en el firmamento, cayeron miserablemente en el abismo. De esta la grandeza de tu gloria». misma fuente de presunción nacen otros engaños, como el abandonar los 2° Gozo por su misericordia, liberalidad y contigo y con las demás propios deberes y las señales de la voluntad de Dios para vagar con criaturas, por sus perfecciones en sí, por su honra y bienaventuranza. sosiego a la dulzura de los favores divinos, y el desear cosas 3° Confianza en la bondad de su Corazón, en su cuidado y Providencia. extraordinarias, buscando más los dones de Dios que al mismo Dios. 3. Por tanto, mientras en esta vía te ejercitares, debes encaminarlo todo a amar siempre más y más a Jesús, tu Dios y Salvador, y a unirte á El íntimamente con el más puro amor. Este amor se contrae, ya considerando sus innumerables beneficios, las obras inefables del amor de su Corazón, sus estupendas y dulcísimas promesas y todos aquellos bienes que te tiene preparados para el tiempo y la eternidad, ya contemplando sus amabilísimas e infinitas perfecciones, por sólo las cuales es digno de todo el posible amor, ya, por último, ejercitando en oraciones o en visitar al Santísimo Sacramento o espiritualmente, o en tratar con Cristo en la Comunión con devoción y fervor. 4. El modo de manejar este libro puede ser cualquiera de los cuatro que al principio del primero y segundo se propusieron. De entre ellos escoja cada uno el a suaparecer se acomodare al estado de su alma, aplíquelo deque tal más manera la materia de este libro, que consiga el finy propuesto. Pero has de tener muy presente, tanto en las demás como muy principalmente en esta parte, no agarrarte tanto al método que no te dejes conducir por la divina gracia, pues suele el divino Espíritu, sobre todo con aquellas almas que purificadas ya e iluminadas trabajan por unirse del todo a Dios, prescindir de todo método estudiado y pasar por alto todo
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concluyere el tiempo de la oración o el Espíritu de gracia te condujere a otra parte. Más si después que con piedad y sosiego procuras excitar un afecto ves que no logras permanecer en él, pasa a otro que te sugiera la necesidad de tu alma, o tu especial devoción o el Espíritu de gracia.
4° Admiración, por la grandeza y muchedumbre de sus beneficios a ti y a las demás criaturas, de las obras de su amor y de sus infinitas perfecciona 5° Alabanza para ensalzar sus maravillas, ya por ti solo, ya unido a la Iglesia, ya invitando a todas las criaturas, ya asociándote a los Santos y ángeles en el cielo. 6° Celo de su honor y gloria, y de la salvación perfección de las almas por la honra suya. 7° Humildad para recordar y reconocer que eres indigno, y que Dios es generoso cuando derramo sobre ti los tesoros de su Corazón. 8° Amor filial con que temas santamente ofender a Dios, y te duelas amorosamente de las ofensas con que tú y otros afligieron su Corazón. 9° Amor puro para darte y entregarte y sacrificarte á El con todas tus cosas, para conformarte en todo con su voluntad y beneplácito, para vivir unido a El, hecho con El una misma cosa. Estos y otros afectos, siempre, pero sobre todo aquí, se han de ejercitar en tal manera, que mientras te ocupares provechosamente con uno no pases a otro en modo alguno, sino entretente en él devota y suavemente hasta que
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A la unión activa puede cualquiera llegar por la fidelidad a la gracia recibida; pero a la pasiva, ningún empeño humano, sólo la bondad divina puede elevar el alma.
La consumación de la unión divina consiste en que el alma, unirla con el http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Déjate, por último, llevar libremente del Espíritu de Dios a cualquier obra Señor, se transforme, como si dijéramos, de tal manera en el divino objeto buena, sea a meditar, sea a contemplar o a compartir con El tus afectos o a de su amor, que sin la suspensión de sus facultades goce por hábito
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descansar en su presencia, a hablar con él o a escucharle, a pedirle su 5/21/2018
plácida y suavemente del Señor, absorta toda en El por dulce y
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amor o a entregarle el tuyo. Ni te preocupe durante la oración el darte cuenta de lo que en ella haces.
maravilloso modo, y, sin embargo, perfectamente dispuesta tanto a la acción como a la contemplación.
Las reglas para discernir espíritus que atañen a esta vía unitiva, como son muy sutiles han de entenderse muy en su punto para poder aplicarlas con provecho. Las siguientes son las que nos proponen los Santos:
. Es camino más seguro desear y procurar la unión activa que la Segunda
Primera . Hay que distinguir entre las dos clases de unión divina y la consumación de esta unión: la primera clase se llama unión activa; pasiva, la segunda.
La unión activa consiste en la perfecta conformidad de nuestra voluntad con la voluntad divina. Esto conformidad constituye la perfección toda del amor divino. Por esta unión los sentimientos del Corazón de Jesús son nuestros sentimientos, el espíritu de Jesús es nuestro espíritu, la vida de Jesús es nuestra vida. Con ella, suavemente unidos a Jesús, gozamos de El continuamente y somos en verdad beatificados. La unión pasiva consiste en que por la plenitud de la luz y amor infuso se
suspenda el uso de las facultades, de tal suerte que la memoria no recuerde, ni piense entendimiento, ame laque voluntad sino aeste Dios, con tanta absorción del el alma por el objetonidivino, ni advierta estado de suspensión de sus facultades. Esta unión, llena de maravillosos y suavísimos dones, es en cada vez breve, ni suele durar más allá de una hora. Pero el alma en los intervalos debe ocuparse y contentarse con la mera unión activa.
pasiva, y los favores que en ella alguna vez se reciben, como visiones, revelaciones y otras comunicaciones semejantes. Puede suceder que las almas que viven en la unión activa merezcan mucho más que las agraciadas con la unión pasiva, por llevar a cabo por Dios empresas más difíciles y generosas y vivir contentas careciendo por voluntad divina de tales consolaciones, que, habiéndoles sido negadas en la presente vida, recibirán en la otra con más dulzura y abundancia. Tercera .
Reconozca y confiese el alma que ha recibido y recibe del Señor grandes y numerosos dones, no para reputarse superior a otros, sino para moverse e incitarse a obrar y padecer por Dios, grande y generosamente, y servirle en todo con más perfección. Rechace, por tanto, como procedente del espíritu malo y no del bueno, todo pensamiento y moción que la conduzca bajo cualquier pretexto a lamentarse de su miseria y al abatimiento y pusilanimidad del corazón. Cuarta . Por más comunicaciones de la divina bondad que haya recibido el
alma, por más íntima que sea su unión, por más perfecta que se crea en el sumo bien, debe siempre llevar en la memoria que no es impecable, sino que todavía puede perecer si no permaneciere fiel al Señor. Por tanto, cuanto más y mejor hubiere recibido, con tanta más humildad debe conducirse y con tanto más afecto amar a Dios. Si se confiare en la duración de su buena vida, o en la firmeza del buen propósito, o en la
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solidez de su virtud para exponerse a peligro, sepa que no es el bueno, sino el mal espíritu, quien la mueve. . Todo lo que alejare o apartare de la fe católica, como ciertas Quinta
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LIBRO CUARTO Avisos útiles para unirse con el Corazón de Jesús bienaventurado.
instigaciones y comunicaciones, debe rechazarse al punto y con toda determinación como sugestión del espíritu maligno. Más todo aquello que http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus conforme con la fe católica ayuda para unir el alma con Dios, debe
CAPÍTULO PRIMERO
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recibirse con humilde agradecimiento como fruto del buen espíritu, y aun 5/21/2018
Que el Santísimo Sacramento de la Eucaristía es invención del amor del
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se puede pedir con humildad y resignación, con intento de que crezca el alma en amor del Señor y se le una más estrechamente. . Cuando se ve que el alma queda con la comunicación recibida más Sexta
y más muerta para sí y más animada del deseo de perfeccionarse y adelantar en el divino servicio, es señal de que procede del buen espíritu. Mas cuando se nota que el alma propende con la comunicación a agradar a la naturaleza corrompida, o que pierde el hambre y sed creciente de perfección, o que se empeña obstinadamente en tener la tal comunicación como seguramente divina, aunque el director espiritual no lo creí señal es que procede del mal espíritu. Sé ptima . No desee el alma visiones o revelaciones, ni en ellas coloque
la perfección o santidad. Tenga en cuenta cuántos se engañaron por ellas cayeron en fatal peligro. Si experimentan tenerlas, tenga por cierto e indubitable induce el espíritu malo, y así rechácelas o reprímelas Octava . Cuanto más ávidamente se desean estos dones extraordinarios,
tanto mayor peligro de engañarse el alma y de perder aquel camino de la santidad que nos muestra Jesús, manso y humilde de Corazón, y que siguieron en este mundo todos los Santos. (San Ignacio, San Alfonso, Beata Margarita María)
Sacratísimo Corazón de Jesús.
1. Voz de Jesús . -Sucumbía la muerte, hijo mío; pero ya me tienes
viviendo por los siglos de los siglos. Como salí del Padre para venir al mundo, así tuve que abandonar el mundo para volver al Padre. Pero el amor de mi Corazón no permitía ni sufría dejar huérfanos a aquellos a quienes amaba más que a mi vida. El amor del Padre me invitaba y me llamaba para que, subiendo á El, fuera también glorificado con El con el mismo resplandor que Yo tenía en su presencia antes de existir el mundo. Pero el amor de los hombres me invitaba también y estimulaba a permanecer con ellos para consolarlos en las tribulaciones de la vida. Entonces mi Corazón encontró un medio de dejar satisfecho el amor para con mi Padre y el amor para con los hombres. Misterio, hijo mío, en cuya virtud, subiendo al cielo y permaneciendo sentado a la diestra de Dios Padre, permanezco, no obstante, con vosotros hasta la consumación de los siglos. Misterio que, a no haberlo Yo sacado de mí mismo Corazón, ningún mortal lo hubiera imaginado; misterio que trasciende toda la naturaleza creada; misterio, en fin, que excede todo finito poder.
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Eran, pues, necesarios milagros estupendos, sólo asequibles a la omnipotencia divina. Pero triunfó el amor; el amor, quo halló tal invención en mi Corazón divino, encontró allí mismo también poder para ponerla por obra.
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se conserve la vida del espíritu y crezca con mayor firmeza y continuamente florezca con más vigor.
Era, pues, preferible que me quedara bajo forma de vianda, Yo que soy, no sólo pan de vida, sino la vida misma. ¿Cuánta más abundante vida, Todo es posible, todo es fácil a la voluntad de mi Corazón, cuyo querer es tendrá el alma fiel si se alimentare con la misma vida? http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus poder y ejecutar.
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Además, hijo mío, mi Corazón es amor, amor es su propiedad, y no 5/21/2018
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com 2. Mas como los mortales no podrían resistir el espectáculo de mi descansa mientras no se entregare al objeto amado y se uniere con él. Majestad glorificada, ni el mundo podría subsistir ante los resplandores de Nada hay en la vida material que se una íntimamente como el manjar y el tanta claridad, tuve que atemperarme a la flaqueza de los hombres para que lo come; pues de la misma manera en la vida espiritual por el presente que no se apartaran estremecidos del resplandor de mi Majestad. Convino, de mi amor se verifica una estrechísima y completa unión del alma pues, ocultar lo resplandeciente de mi gloria y cuanto pudiera aterrarlos. conmigo mismo. Además, hijo, no teniendo tú aquí patria permanente, sino ya que buscas Esta es la unión santificante y divina con que hago felices a cada una de otra venidera, te convenía que Yo viviera contigo bajo forma milagrosa, las almas, obra infinito amor. no fuera que, olvidando tu peregrinación en la tierra, pretendieras edificar aquí tu tabernáculo y apegarte a lo terreno en lugar de acordarte de tu Pláceme, por último, permanecer en el mundo bajo forma de convite, que
destierro y suspirar por la patria donde cara a cara podrás contemplar mi gloria. Por último, hijo mío, como esta vida es breve, y después de ella no te queda tiempo para merecer, te era conveniente y provechosísimo que, cubriendo mi presencia con un velo, te diese más ocasión de ejercitar la fe y mayor oportunidad para practicar otras virtudes.
es signo de cordial amistad, para que los fieles, aun en la tierra, disfruten de aquel esclarecido trato mío de que gozan los bienaventurados en el cielo, y para que con regocijo recuerden el reino que os preparo en aquella dichosa eternidad, donde comeréis y beberéis a mí misma mesa, y donde Yo, ciñéndome las vestiduras, iré sirviéndoos a todos.
3. Pues si por tantas causas convenía que permaneciera Yo en la tierra con los hombres y bajo forma diferente de mi gloria, entre las sin número
Esta será la unión sempiterna y completamente beatífica, los pastos de eternos goces, el vino de eterno amor, que beberé con vosotros siempre nuevo en el reino de mi Padre.
posibles de escoger quehombres. más se conformara con el amor de mi Corazón había y aprovechara máslaa los
4. Y para que los hombres se fueran disponiendo suavemente a tan altos misterios, lo quise prefigurar por mil maneras en la Ley antigua.
Así, pues, hijo mío, como Yo bajó a la tierra para dar vida espiritual a los hombres y determiné quedarme en ella para dársela con más abundancia, y como por otra parte la vida espiritual guarda completa semejanza con la vida corporal, que se sustenta y robustece con la material alimentación, era también necesidad dar a los hombres un manjar sobrenatural con que
Figura fue el fruto del árbol de la vida plantado en el Paraíso, para que comieran de él los inocentes y robustecieran su vida y se preservaran de la muerte y alcanzaran la inmortalidad.
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Figura fue la ofrenda de pan y vino hecha por Melquisedec, sacerdote y rey al mismo tiempo; sacerdote del Altísimo y rey de Salem, esto es, rey de la paz.
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consoló al mundo y embriagó con dulcedumbre el corazón de los mortales. .- ¡Oh alteza de la sabiduría y amor de tu Corazón, 6. V oz del discípul o
Figura fue el cordero pascual, cordero sin mancilla, que era ofrecido a Jesús, Hijo de Dios vivo! ¡Cuán admirables, cuan estupendas son tus Dios y comido luego, no crudo ni cocido, sino asado al fuego según el invenciones! ¡Cuán amables, Señor, y cuan suaves! http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus precepto legal, y el que comían ceñidos por la cintura, con los pies
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calzados y báculos en las manos, como dispuestos para emprender un 5/21/2018
viaje.
¡Hasta qué extremo, Jesús amantísimo, nos amaste! Te anonadaste por
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nuestro tomando manjar y semejanza de alimento en figura deamor, pan, pero de panforma de vidadeeterna.
Figura fue el maná que cada día llovió del cielo en el desierto, de suavísimo sabor, que se llamaba «Pan de ángeles», y del cual ni comía más el que había tomado más, ni comía menos el que había tomado menos.
¡Oh! ¡Con cuánta fuerza abrasaba tu Corazón el amor, cuando, estando para pasar de esto mundo al Padre, instituíste este dulcísimo y admirabilísimo modo de permanecer con nosotros!
Figura fue el Arca del Testamento, donde la divina Majestad era adorada entre querubines, y desde donde dispensaba de día y de noche a su pueblo misericordias, auxilios y consuelos.
¡Oh prodigio de amor! ¡Oh institución verdaderamente divina, en que Tú eres al mismo tiempo el manjar y el convidado, la ofrenda y el oferente, el gozo de los ángeles y de los hombres!
Figura fue, finalmente, el pan subcinericio, con el cual, librado el profeta de abatimiento y debilidad y confortado con nuevo vigor, caminó por la fortaleza de aquel manjar hasta el monte del Señor.
7. Gracias a Ti, Señor, gracias eternas te sean dadas por la inefable bondad de tu Corazón, con que nos has dispensado este beneficio incomparable.
5. No se me ocultó tampoco, hijo mío, cuánto había de costarme tal institución, cuántos sacrificios pedía esta vida sacramental.
¡Ojalá pudiera yo agradecerte debidamente tan inestimable don! Venid, ángeles y Santos de Dios; venid; pueblos y tribus todas; dad gracias al Señor conmigo, alabemos y ensalcemos el amor de su Corazón.
Conocía bien a cuántas humillaciones me sometía y a cuan graves injurias me exponía. Pero todo ello lo posponía mi Corazón al amor que profesa al Padre y a los hombres.
Cantemos al Señor un cántico nuevo, porque permaneciendo entre nosotros de un modo tan nuevo, va derramando continuamente sobre nuestras almas nuevos beneficios.
No hay obstáculo que no venza el amor de mi Corazón; de todos con facilidad triunfa. Es más: esas mismas dificultades y sacrificios los mira y considera como motivos de grandeza y generosidad.
Cantemos con júbilo a Dios, nuestro Salvador, postrémonos ante él; de gozo y de gratitud lloremos en su presencia.
Aquí tienes ya el sacramento de piedad sobremanera grande, que concebido por mi amor antes de los siglos y realizado por mi infinito poder en el tiempo, apareció a los ángeles, fue predicado a las naciones,
8. ¡Oh Jesús! amor infinito, que por amor viniste a este mundo y por amor permaneces en él, y por amor te has hecho todo mío; yo para corresponderé te entrego mi corazón, te entrego todos mis afectos, te entrego todo mi ser. Concédeme, te suplico, que por amor sea yo siempre
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todo tuyo, de tal manera, que cuanto soy y poseo sirva para amarte y glorificarte.
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Llegada, pues, la tarde, celebré con mis doce discípulos la última cena, y teniéndolos a mi alrededor: «Con deseo, les dije, he deseado comer con vosotros esta cena pascual».
Aleja de mí todo impedimento de tu amor; extingue en mí todo afecto desordenado para que nada me interese ni estimule sino lo que a Ti o a tu Y estando cenando, tomé el pan en las manos y lo bendije y partí y di a interés se refiere. mis discípulos, diciendo: «Tomad y comed, este es mi cuerpo». http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
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Vive Tú y reina en mí ¡oh dulcedumbre corazón y bienaventuranza de mi 5/21/2018
Y cogiendo el cáliz, di gracias y lo repartí a ellos, diciendo: «Bebed de
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com alma desde ahoraocupado objeto primero y último de mis y afectos, este cáliz todos, porque esta es mi sangre. Haced esto en memoria mía». viva yo siempre en Ti o en cosa tuya, quepensamientos eres el todo para mí. 3. V oz del di scí pul o . - Estas son tus palabras, Jesús mío, verdad eterna, (Imitación de Cristo, lib. III, capítulos I y II.) con que prometiste primero solemnemente dártenos como pan de vida, y estos son los hechos con que realizaste después lo que habías prometido.
CAPÍTULO II De la admirable institución del Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
1. V oz de Jesús .- Yo soy el pan vivo que descendí de los cielos; quien
viniere a Mí no tendrá hambre; es mi carne el pan que Yo daré, por la vida del mundo. Tal dijo Yo, hijo mío, y los judíos murmuraban entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombro nos dará a comer su carne?» Mas yo, contestándoles, les aseguré: «En verdad os digo, que si no comiereis la carne del Hijo del hombre, ni bebiereis su sangre no tendréis vida en vosotros». «Porque mi carne es verdadero manjar, mi sangre verdadera bebida.» 2. El día antes de la festividad de la Pascua, sabiendo que me llegaba la hora de salir de este mundo para el Padre, como hubiera amado a los míos que estaban en el mundo, quiso manifestar que los amé hasta lo último.
Ya la Iglesia, enseñada con estos hechos y palabras, aun antes de escribirlas los Evangelistas, gozaba de este don tuyo divino, y como habías mandado, lo celebraba en memoria tuya. Con estas palabras y con estos hechos rebatiste y aniquilaste con previsión las dificultados de los incrédulos, las objeciones de los herejes y las tentaciones de los demonios. Con ellos enseñaste que se ha de creer lo que Tú, verdad infalible, dijeres, aun cuando no comprendiéremos cómo se realizarán tales maravillas. Lo que Tú hayas dicho lo sabemos por la Iglesia santa, verdadera Esposa tuya; pero cómo se opera lo íntimo de los misterios que anunciaron tus palabras, eso no lo podemos entender, porque la razón humana, como limitada, no puede penetrar en lo que trasciende todos sus límites. Si no entendemos lo que está dentro de nosotros, ¿cómo hemos de entender lo que está sobre nosotros? Creemos, porque lo vemos exteriormente con los ojos, que el grano sembrado y destruido en la tierra se convierte en nuevo tallo y produce multiplicado fruto; pero no podernos saber en manera alguna cómo se opera esta mudanza por dentro a pesar de pertenecer al orden natural.
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¿No será, pues, tenido por insensato con sobrado fundamento, quien percibiendo por los sentidos la existencia de misterios naturales no quisiera admitirlos por no comprender cómo se verifican?
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La razón y la fe, ambos son, Señor, dones tuyos, el primero don natural, el segundo sobrenatural; ambos amigos siempre, nunca enemigos; ambos dados al hombre para alcanzar la verdad cada uno en su materia.
Plasta por los sentidos percibimos que los misterios de la religión han sido Si creo impulsado por la razón natural, natural es mi fe, no sobrenatural ni revelados por Ti, porque la fe comienza por el oído; la razón misma nos provechosa. Mas sí creo movido por causa sobrenatural, sobrenatural y http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus enseña también la verdad de tales misterios, porque es evidente a la razón saludable es mi fe.
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la imposibilidad de que Tú, verdad por esencia, enseñes lo que es falso. 5/21/2018
DeLaImitaci n DelSagrado ¡Bienaventurados Coraz n deJeslos sslidepdf.com que no vieron y creyeron!
Razonable, pues, es el obsequio de fe que te hacen todos los creyentes. Pero aquellos que se resisten a creerte, juzgándose sabios se hacen estúpidos y como irracionales.
¡Resultado miserable de la soberbia ciega, impulsada por el demonio para que no sometan el don nobilísimo de la razón a Ti que eres su creador, ni te honren con esta sumisión de entendimiento! Pero cuantos en la Iglesia han sido alguna vez humildes, aunque hayan sobresalido por su gran ingenio, redujeron su entendimiento a servidumbre para obsequiarle con su fe. En esto manifiestas ser Señor de todos, bueno para con todos, sin acepción de personas; pero al misino tiempo, quieres que todos, doctos a indoctos, te ofrezcan el obsequio del entendimiento sometido a la fe, y de la voluntad que lo somete. 4. Ante Ti, Señor, Dios, Criador y Redentor mío, me prosterno y te someto enteramente mi parecer, más aún, todo mi entendimiento y voluntad, mi cuerpo y sentidos todos en obsequio de fe para tu gloria. Pero gloria también y provecho mío es devolverte a Ti, origen y fin de todo, los dones de alma y cuerpo que me dispensaste, y cooperar libremente a tu gracia en el orden sobrenatural con los dones que me otorgaste en el natural y aprovecharlos para mi eterno honor y perpetua bienaventuranza.
Y dominio? ciertamente, ¿cómo habían de percibir los sentidos lo que no cao bajo su ¿Cómo ha de entender la razón lo que está fuera de sus alcances? ¿Cómo el frío razonamiento de un hombre ha de explicar lo que obró el excesivo amor de tu Corazón? 5. Conforme, pues, al espíritu de tu Iglesia, creo firmemente que Tú, Jesucristo, Señor nuestro, verdadero Dios y verdadero hombre, estás encerrado verdadera y substancialmente en el Santísimo Sacramento bajo las especies visibles de pan y vino.
Creo firmemente que Tú, bajo cada una de las especies y bajo cada partícula de cada especie, cuando se separan, estás todo por entero. Creo firmemente que el allí presente en estado glorioso es aquel mismo a quien bajado a la tierra adoraron los ángeles, aquel a quien en forma de niño veneraron María y José, los pastores y los Magos, aquel que, manso y humilde de Corazón, pasó haciendo bien a todos, aquel que muerto resucitó por nosotros y subido al cielo se sienta glorioso a la diestra de Dios Padre. No busco testimonios milagrosos como los judíos, no busco como los incrédulos las razones ocultas e intrínsecas de este misterio, no pido como los herejes que se me deje creer en este, misterio lo que me parezca; me basta el testimonio infalible de tu Esposa, la santa Iglesia es el fundamento de la verdad. Cuanto fuere contrario a su doctrina lo rechazó, porque mi seguridad está en mi fe.
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6. ¡Oh, Señor, Dios de infinita majestad Santo de los santos, que tan maravillosa y amorosamente te ocultas en este misterio! en é te adoro y reverencio con toda devoción.
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Concédeme, te suplico, vivir en adelante con puro amor para Ti, que para mí vives con amor infinito en el santo Tabernáculo.'
Por tu Sacratísimo Corazón, así detenido y cautivo por mi amor, te ruego Humillado en cuerpo y alma en tu presencia, confieso delante del cielo y y suplico que unas tan estrechamente mi corazón al luyo, que quede de la tierra que tú eres mi Dios y Salvador, y te tributo el supremo culto cautivo de tu amor, y no vuelva jamás a verse libre y separado de Ti. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus debido a tu Majestad.
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(Imitación de Cristo, lib. II cap. III, nums. 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7.) 5/21/2018
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz Te ofrezco todas las tributan los asimismo ángeles y Santos, y laadoraciónes, Iglesia toda.honores y obsequios que te
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CAPITULO III
Ojalá que todos los hombres te conocieran adoraran y te tributaran obsequio y reverencia.
Con cuan viva fe ha manifestado la Iglesia, en todo tiempo y lugar, su devoción al Santísimo Sacramento.
Pero puesto que tantos faltan, por todos ello uniéndome a los ángeles y Santos y a las almas fieles, te adoro yo, Señor, y te venero, y de deseo poder suplir así el defecto de las almas infieles.
. - Hijo mío, la Iglesia se regocija con este incomparable 1. Voz de Jesús
7. ¡Oh, Jesús! Cuanto puedo hacer por Ti es nada comparado con lo que te debo. Tú me has dispensado en este suavísimo Sacramento el puro amor de tu Corazón, todo lo que tienes, tu Cuerpo y tu Alma, tu Humanidad y tu Divinidad con todos sus tesoros. Tanto, pues, te debo, cuanto vales Tú, que eres infinito. Te entrego, pues, en retorno mi cuerpo y mi alma, cuanto poseo, cuanto soy; pero después de entregarte todo eso, todavía mi deuda queda infinita. Bueno para mí, Jesús, queme hayas obliga de esa manera, para que me mueva es y me resuelva a amar sin medida la bondad infinita de tu Corazón. Teniendo presente lo inmenso y gratuito de tu amor, te amo en retorno con todo mi corazón, y desearía poder corresponderte con amor ilimitado. 8. Ayúdame, Jesús amantísimo, a amarle con aquel cariño, aquella ternura, aquella reverencia que sólo el amor sabe inspirar.
beneficio de mi Corazón, y venera con todo afecto y devoción este supremo milagro de mi amor. Arrebatada por el exceso do bondad de mi Corazón se derrite en amor mío y goza con seguridad de mi divina presencia, y sigue gozando mientras se suceden las generaciones, cambia la faz de la tierra y vuelan los siglos. En toda la edad pasada, por Oriente y Occidente, por el Septentrión y Mediodía, se levantaron hijos de la Iglesia y llamaron bienaventurada a tan santa Madre por tanto amor de mi Corazón, qué permanecerá con ella todos los días hasta la consumación de los siglos. En esta mi continua presencia, llena de mutua dilección, celebro con mi Esposa inmaculada, la Iglesia santa, las fiestas divinas de mis espirituales bodas. A ellas están llamados, a ellas están convidados todos los fieles, aun los pobres y débiles y ciegos y cojos, para que se llene la casa de convidados y sea completo el regocijo. 2. V oz del discípul o . - Oidlo, mortales, y asistid engalanados con la
vestidura nupcial. Probad aquí y gustad cuan suave es el Señor.
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Todos los verdaderos fieles vienen siempre y de todas partes a este sagrado convite que sirven los ángeles, pero adornados con la vestidura de fiestas con que se regocijan agradando a Dios mientras se alimentan y fortalecen.
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los Presbíteros, los demás fieles, de mano del Obispo o del Presbítero». (Concilio I de Nicea. Siglo IV.)
¡He aquí la sacrosanta Comunión, he aquí el Sacramento del Señor! «Porque bajo la especie de pan nos da su Cuerpo, y bajo la especie vino Pero los que carecen de esta vestidura, los que están manchados, con nos da su Sangre, para que cuando lo recibas gustes el Cuerpo y Sangre de http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus razón se abstienen, ya porque justamente temen «comer y beber su propio Cristo, hecho participante de su propio Cuerpo y Sangre. Así saldremos
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juicio y condenación», ya porque «niegan, que la Eucaristía sea la ca rne 5/21/2018
Cristíferos , esto es, llevaremos en nuestro cuerpo a Cristo; así, en
LaImitaci Sagrado expresión Coraz n Jes s-slidepdf.com de nuestro Salvador, que padeció por nuestros De pecados y que n elDel Padre dede San Pedro, nos haremos partícipes de la naturaleza divina.» resucitó por su bondad». (1ª a los Corintios, S. Ignacio, mártir. Siglo I.) (San Cirilo. Siglo IV.)
Mas nosotros «hemos aprendido que la Eucaristía os la carne y la sangre de aquel mismo Jesucristo que encarnó». (San Justino, mártir. Siglo II.) Cuan señalado beneficio recibe, pues, no sólo nuestra alma, sino también «nuestro cuerpo, que se alimenta del cuerpo y sangre del Señor». (San Ireneo. Siglo II.) Por tanto, ¡cuan grande reverencia se requiere! «Sabéis cuantos participáis de los divinos misterios, cómo al recibir el cuerpo del Señor lo guardáis con el mayor cuidado y veneración para que no caiga ni una partícula de él, para que no se deslice nada de las especies consagradas, porque os creeríais reos si por vuestra negligencia se perdiera alguna partícula. Tanta cautela ponéis, y la ponéis con razón», (Orígenes. Siglo II.) La Iglesia, apenas salida de trescientos años de persecución, gozosa y coronada de laureles, reguló en seguida en el primer Concilio general, donde se congregaron hijos de todas las partes del ¡mundo, el modo de dispensar esteendivino sacramento en todo el orbe, para que el santo misterio fuera todas partes santamente tratado. Nada nuevo inventó, sino que restableció é inculcó la antigua costumbre, como guardadora fiel de este depósito de la tradición. «Ni los cánones, dice esta solícita Madre, ni la costumbre enseñaron que los que no tienen potestad de ofrecer el sacrificio distribuyan el Cuerpo de Cristo a los que lo ofrecen. Reciban, pues la sagrada Comunión por su orden, después de
«Pan es, ciertamente, antes de las palabras sacramentales; pero pronunciada la consagración, el pan se convierte en carne de Cristo. ¿Y que palabras se usan en la consagración? ¿Dé quién están tomadas? Son palabras de Cristo nuestro Señor. Luego la palabra de Cristo es la que hace este Sacramento. ¿Cuál palabra de Cristo? Aquella en virtud, de la cual fueron creadas todas las cosas. «Lo mandó el Señor, y se hizo cielo; lo mandó el Señor, y se hizo la tierra; habló el Señor, y se formaron todas las criaturas. Mira, pues, cuan poderosa para obrar es la palabra de Cristo. Si pues tanta fuerza hay en la palabra de Cristo, que en su virtud comenzar a existir lo que no existía, ¿cuánto más poderoso no será para hacer que lo que ya existía se cambiase en otro ser? Él lo dijo, y quedó hecho.» (San Ambrosio. Siglo IV). «¡Oh Sacramento de piedad! ¡Oh símbolo de unión! ¡Oh vínculo de caridad! ¡Quien quisiere vivir, tiene donde vivir, tiene de donde vivir! Incorpórese a Cristo, y será vivificado. No sea miembro podrido, que merezca ser amputado; no sea miembro deforme, que cause vergüenza. Sea hermoso, sea apto, sea sano. Únase al cuerpo, y viva de Dios para el mismo Dios. (San Agustín. Siglo V.) «Cuantos somos, pues, partícipes de este cuerpo, consideremos que nos alimentamos de aquel que está sentado en el cielo y es adorado de los ángeles. Lo que los ángeles no se atreven de suyo a mirar por su penetrante resplandor, de eso nos alimentamos nosotros, con eso nos unimos hasta hacernos un mismo cuerpo. Mas para que esta unión no se
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haga solamente en virtud de amor, sino real y físicamente, para eso nos dio su carne en alimento. Apartémonos, pues, de aquella mesa, valientes como leones, respirando fuego, espectáculo terrible para el demonio.» (San Crisóstomo. Siglo V.)
del S. Corazón de Jesús
diariamente para cotidiano alimento de la Iglesia, que se parte para el perdón de los pecados y que a cuantos le comieren alimenta para la vida eterna». (San Pedro Damiano. Siglo XI.)
«Ni hay razón para decir que carecen nuestros tiempos de aquella «¡Qué buen pan aquel con cuya vista se sacian los ángeles en la patria presencia del Señor que tuvieron los Padres del Antiguo Testamento ni de http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus celestial, y nos alimenta a nosotros por la fe, para que no desfallezcamos aquella otra presencia real de su carne que disfrutaron los Apóstoles. De
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en el camino! Para que el hombre comiera pan de ángeles, el Creador de 5/21/2018
una y otra saben que gozan cuantos son fieles a la fe. Presente está a
DeLaImitaci n DelSagrado nosotros Coraz también n deJes s-slidepdf.com los ángeles se hizo hombre, y alimentando a unos y otros, permanece ahora, fuera de toda duda, la verdadera substancia de su entero.» (San Fulgencio. Siglo VI.) Carne en el Sacramento. Existen además revelaciones en espíritu y en virtud, de modo que puede asegurarse no faltarnos ninguna gracia de «Más los que viviendo perversamente no se abstienen de la comunión por aquellas antiguas.» (San Bernardo. Siglo XII.) pensar que comulgando se purifican, sepan que de nada les sirvo para purificarse y sí para condenarse. Porque la carne de Cristo es manjar de «Nadie es capaz de explicar la suavidad de este Sacramento, mediante el santos.» (San Isidoro Hispalense. SigloVII.) cual se gusta la dulcedumbre espiritual en su propia fuente, y se renueva la memoria de aquella caridad excelentísima que manifestó en su Pasión. Preparad, pues, vuestro corazón, porque la Eucaristía es la comunicación Y para que la inmensidad de esta caridad quedara más profundamente por la que tratamos familiarmente con Cristo, recibimos su carne y grabada en el corazón de los fíeles, en la última Cena, cuando celebrada la
divinidad, Siglo VII.) y nos unimos mutuamente con él». (San Juan Damasceno. «Oigan los que quieren debilitar el sentido de la palabra cuerpo como si lo que ahora celebra la Iglesia en este Sacramento no fuera la carne verdadera de Jesucristo ni su verdadera sangre, inventando no sé qué doctrina, según la que sólo existe allí cierta virtud de la carne y de la sangre, para poner a Dios por mentiroso; pues la misma Verdad dijo: «Este es mi Cuerpo». No dijo cuando partió y repartió el pan: «Esta es cierta virtud o figura de mi Cuerpo», sino que dijo claramente: «Este es mi Cuerpo». Y, por tanto, allí existe lo que Él dijo y no lo que cualquiera imaginare. Nadie ha contradicho todavía abiertamente lo que todo el orbe cree y confiesa.» (San Pascasio, abad. Siglo IX.) «En las iglesias siempre está de manifiesto la Eucaristía, costumbre que guardaron también las antiguas iglesias.» (Luitprando. Siglo X.)
Pascua con sus discípulos estaba para pasar de este mundo al Padre, instituyó este divino Sacramento como recordatorio continuo de su Pasión, complemento de las antiguas figuras, el mayor de los milagros hechos por El mismo, y consuelo eficacísimo de los afligidos con su ausencia.» (Santo Tomás de Aquino. Siglo XIII.) «La persona espiritual e interior encuentra en la participación del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo doce excelentísimos frutos, a saber: Fortaleza para fácilmente desprenderse de lo mundano y perecedero, aprovechamiento en los saludables negocios de la eternidad, elevación del alma sobre todo lo que no es Dios, vigor para obrar el bien, lumbre del entendimiento para conocer más perfectamente a Dios y a todo lo que se ve en el espejo de la eternidad, ardor más crecido para amar a Dios, ejecución pronta de todo aquello que nos lleva a la bienaventuranza, tesoro de toda riqueza, continua alegría del espíritu, cierta seguridad estable, paz perfecta, unión del alma con Dios.» (Taulero. Siglo XIV.)
Por tanto, «Cristo no está relegado al olvido, ni manda cosa contraria a sus anteriores mandatos. Él es el pan que bajó del cielo, que se lleva a la mesa
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«¡Oh precioso convite, magnífico, saludable, lleno de toda suavidad! Con él se limpian los pecados, se aumentan las virtudes y se enriquece el alma con abundancia de toda clase de gracias (San Antonio. Siglo XV.)
del S. Corazón de Jesús
la fe, y tanta multitud de fieles de todos tiempos y regiones nos incitan con su ejemplo, y la bondadosa benignidad de Cristo anima nuestro corazón.
«Así, pues, la Iglesia católica, instituida por el mismo Jesucristo nuestro Vivifica, Jesús amantísimo, nuestra fe, y una vez vivificada, auméntala Señor y sus Apóstoles y enseñada por el Espíritu Santo, que continuamente, robustece nuestra esperanza y confianza e inflama y aviva http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus continuamente le comunica toda verdad y la conservará hasta el fin de los la llama de la caridad.
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siglos, al transmitirnos la doctrina del adorable y divino mentó de la 5/21/2018
DeLaque Imitaci n DelSagrado (Imitación Coraz n Jes s -slidepdf.com Eucaristía, enseña y profesa clara y sencillamente en el Santísimo dede Cristo, lib. II, cap. XII, núms. 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14 y 15.) Sacramento de la Eucaristía, después de la consagración del pan y del CAPÍTULO IV vino, se contiene nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y Hombre, verdadera, real y substancialmente presente bajo la especie de aquellas Que el Sacratísimo Corazón de Jesús encuentra completa satisfacción en cosas visibles. el Sacramento de su amor.
»Y advierte, exhorta, ruega y suplica por las entrañas de misericordia de nuestro Dio todos y cada uno de los que se cuentan número de cristianos se conformen y se unan en este signo de unión, en este vínculo de caridad, en este símbolo de alianza, y que, acordándose de tan alta Majestad y de tan eximio amor de nuestro Señor Jesucristo, que dio su vida en precio de nuestra salvación, y su carne en alimento nuestro, crean y veneren este misterio sagrado de su cuerpo y sangre con tanta constancia y fortaleza de fe, con tanta devoción, piedad y respeto, que merezcan recibir frecuentemente el pan supersubstancial, y que ésta vida y verdadera salud de sus almas, para que confortados con su vigor, puedan, concluida la jornada de esta peregrinación, llegar a la patria celestial y comer sin velo alguno aquel pan los ángeles de que ahora se alimentan bajo velos sagrados». (Concilio Tridentino, Sesión trece, Siglo XVI.) 8. ¡Oh Dios y Señor! ¡Cuánto se abrasaron los fieles de los pasados siglos para honrarte en tu Sacramento! ¡Con cuánta piedad procuraron darte toda veneración! ¡Cuánto trabajaron para manifestar la gratitud debida a tu Corazón y para compensar con amor el amor de ese mismo Corazón! Criminales seríamos si, herederos de la fe de los Santos e hijos de Santos, nos entibiáramos en esta devoción de las devociones, en este compendio de nuestra Religión, cuando serie tan larga de siglos nos provoca a avivar
1. V oz de Jesús. — Lo que deseó con ansia mi Corazón, hijo mío, lo que
buscó en todos los excesos de su amor, ya lo encuentra y lo goza satisfecho en el Santo Sacramento de la Eucaristía. Ya se ha dado satisfacción, no sólo a la justicia del Padre Celestial, sino también al amor de mi Corazón; y lo que alegra y regocija a mi alma es que nada le falta para su deseada felicidad. Alégrate conmigo, hijo mío, porque en esto consiste el gozo, el deleite y la bienaventuranza de mi Corazón. Aquí hay un nuevo cielo, fabricado y adornado con arte divina, para que en él se complazca mi Corazón y en él halle su dicha todos los días. Aquí disfruta mi Corazón, pero no con aquello en que el mundo, fatigándose en vano, piensa encontrar la felicidad. No goza de ostentosos bienes terrenales, ni de deleites de los sentidos, ni de aquellas cosas que halagan las pasiones. De todo ello carezco voluntariamente; antes suelo rodearme con frecuencia de todo lo que el mundo aborrece y huye. Sin embargo, mi Corazón halla completa satisfacción y beatitud.
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2. ¿Cómo no ha de ser feliz aquí mi Corazón, si en este paraíso de deleites sobrenaturales está inundado, por el torrente de goces divinos y consumadas, dulzuras?
del S. Corazón de Jesús
4. ¡Si supieras de cuánta dicha gozo con la devoción, ternura y amor de tantas almas que viven para Mí en todo lugar y estado, y se me entregan de todo corazón!
Aquí, hijo mío, me encuentro enteramente bienaventurado en la posesión Aquí, hijo mío, en un exceso de mi mente me figuro que soy Jacob y de los bienes que como Hijo heredé de mi Padre y de los que como tengo a mi lado a Benjamín. Aquí las almas puras son arrebatadas a las http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Salvador del mundo adquirí por el precio de mi propia vida. celestiales delicias con que los mismos ángeles se embriagan.
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DeLaImitaci n Del Coraz n deJes s-slidepdf.com Mas hijo mío, cosas buscas felicidad? ¿La de buscas enSagrado la Aquí las almas generosas, aunque corresponden débiles por naturaleza, pora mí unióntú, divina, en el ¿en tratoqué sobrenatural, en eltugoce dulcísimo cumplir el esforzadas y heroicas resoluciones, con afectostoman y obras los divino beneplácito? sacrificios de mi amor, se consagran por entero a mis intereses.
¿No pierdes alguna vez el gozo y la paz del corazón cuando no hallas agrados de la naturaleza? ¿Te privas con gusto de ellos por conformarte con la divina voluntad?
Y con tan grande, con tan tierno, con tan puro amor, ¿no he de deleitaran derramar en ellas todo mi Corazón? ¿Por ventura Yo me dejaré ganar a ternura de amor y generosidad?
Considera atentamente, hijo mío, y vive persuadido de que tu corazón, como el mío, no hallará la felicidad en las cosas sensibles ni en los objetos creados, sino en el disfrute y amor de lo sobrenatural y divino.
Mis delicias son estar con los hijos de los hombres, y lo escogido de estas delicias con el amor de las almas puras y recrear en retorno su corazón.
3. También constituyo en este Sacramento mi felicidad la misma felicidad que sacan los fieles de este manantial de bienes para gozarla conmigo. Como el buen padre halla su dicha al verse entre sus amados hijos, así Yo al verme en medio de mi pueblo. Aquí educo y formo a los fieles como a hijos queridísimos de mi Corazón; conmigo se alimentan y recrean, se empapan en la generosidad y fortaleza de mi Espíritu, se animan a emular mis virtudes, aprenden a deleitarse y gloriarse en lo que me glorío y deleito. En oso se goza mi Corazón, porque se cree feliz cuando obra la felicidad de otros. Alégrate, pues, hijo mío, viendo que tu felicidad no sólo es objeto de mis cuidados, sino también de mi gozo.
5. Aquí, pues, por multiplicados motivos es mi Corazón feliz. Y si hubiere algunos ingratos desnaturalizados que sean insensibles a mi amor o injuriadores de mi Corazón, esos pueden hacerse miserables a sí mismos, pero no a mi infelíz. Porque desde que resucité a vida gloriosa padezco ya dolor ni puedo otra vez morir. Mi gozo y felicidad es perfecta y plena; nadie la arrebatará de mi Corazón, nadie la disminuirá. Mi Corazón, hijo mío, como está unido, personalmente a la Divinidad, es bienaventurado con la misma beatitud de la Divinidad, Razón por la cual no necesita mi Corazón para vivir completamente beatificado, de otros, pues con ellos y sin ellos, está siempre en suma beatitud. No es menos dichoso en el tugurio del pobre moribundo que en el palacio del potentado o del rey; tan bienaventurado está en el tabernáculo del altar como en el trono del cielo.
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La causa de la beatitud de mi Corazón estás dentro de Mí, y por eso siempre permanezco igual en todo, lugar, en todo tiempo, en toda circunstancia.
del S. Corazón de Jesús
plenamente á Ti, Dios, Salvador y Padre mío, de suma gloria y suma beatitud.
Motivo es éste para mí de regocijarme, y de regocijarme con todo En mi interior está el escondido lugar donde he asentado mi trono, donde corazón, aunque como cautivo me anegue en llanto al recordar mi eterna habito en medio da una luz inaccesible, donde gozo beatitud cumplida e herencia en el cielo, que como Dios me preparaste, y como Salvador http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus inmutable. rescataste perdida, y como Padre me la dejaste en legado.
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De Imitaci DelSagrado Coraz deJes sy -slidepdf.com 6. Admíranse los ángeles que mey demos rodean,gloria y prosternados me n adoran y Y como esn justo y razonable que te amé lo mío, regocijados exclaman: «Gocemos a La nuestro Dios». es igualmente justo saludable que más me que gocea mí másy adetodo veras de así tu bienaventuranza que de la que yo poseo y he de poseer. Y mucho más se gozan de mi bienaventuranza que de la suya, porque arrebatados hacia Mí y con el exceso del amor, olvidados de sí mismos, En verdad, Jesús mío, que me regocijo más íntima e intensamente con tu gozan en mi compañía con mis goces inenarrables. gloria y bienaventuranza que con cualquier honor y engrandecimiento mío, con cualquiera alegría y consolación. A semejanza también de ellos, muchas almas fieles, aunque todavía arrastran en su cuerpo mortal las miserias de esta vida, gozan sobremanera Me gozo también con todas mis entrañas del mismo gozo que se origina a en que Yo sea quien soy, y reciben su mayor felicidad en reconocerme tu Corazón cuando ve la felicidad, devoción y amor de tantas almas fieles como sumamente bienaventurado. como se te dedican por todas partes del mundo.
Y tú, hijo, si me amas de verdad, te gozarás también en reconocer la bienaventuranza que Yo disfruto, no sólo en la gloria a la diestra de mi Padre, sino también en este Sacramento del amor de mi Corazón.
8. Concédeme, oh buen Jesús, que me encuentre yo en el número de tales almas, que te devuelven amor por amor con tanta generosidad y pureza.
cuánto gozo por amor tuyo al ver tu bienaventuranza completa en el suavísimo Sacramento de tu Corazón.
No te pido los extraordinarios y estupendos favores que con frecuencia y a manos llenas derramas sobre ellas; a Ti, a Ti solamente es a quien quiero, Jesús mío, recompensa de mis trabajos, si algunos padecí por Ti, y única felicidad mía en todas las cosas.
Sí, Señor: mi corazón y mi alma toda se regocija en Ti, porque tu Corazón
Ni las riquezas y placeres del mundo, ni los halagos de mi naturaleza, ni
es feliz y está asegurada su felicidad por los siglos de los siglos. ¡Con cuánta razón debo inundarme en alegría sin límites, porque concluida tu Pasión, tu gloria y felicidad se han cumplido y están fuera del alcance de todo trastorno!
los consuelos únicamente sensibles, pueden hacerme feliz. Mi felicidad, dulcísimo Jesús, es descansar y gozaren tu Corazón.
7. V oz del discí pul o .- ¡Testigo eres tú mismo, dulcísimo Jesús! Bien sabes
Ciertamente que no ha llegado el tiempo todavía de gozarme en mi propia gloria y bienaventuranza sempiterna, porque todavía sufro las contrariedades del destierro; pero entre tanto, me basta verte gozar
Duro descanso es no descansar sobre tu Corazón; vano todo lo que á Ti no se refiere; locura lo que no se conforma con el sentir de tu Corazón; insípido cuanto no se condimenta con la unción de tu amor.
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del S. Corazón de Jesús
Concédeme sólo, Señor, poseerle por esta unión divina, amarte lo más pura y generosamente posible, y los demás regalos los dejaré gustoso para otros; con este solo don seré dichosísimo en tu compañía.
Unidos, pues, verdadera e íntima estamos en la Iglesia y Yo, no sólo con unión moral, sino también substancial; no con unión sensible, sino espiritual, y con cierta unión personal (aunque no del todo hipostática), que consiste en formar la Iglesia conmigo un sujeto moral que recibe de (Imitación de Cristo, lib. I, cap, XII. y lib. I, cap. XXVII.) Mí su parte principal, su alma, su divino principio de vida sobrenatural, y que al mismo tiempo tiene miembros, los cuales son por otro lado http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus también seres que subsisten en sí, y son por sí también personas humana
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CAPÍTULO V Unidande Jes esta ssuerte conmigo y animada DeLaImitaci n DelSagrado 2. Coraz -slidepdf.com
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Que el Corazón Sacratísimo de Jesús es el Corazón de su Santa Iglesia.
.- Hijo mío, mi Corazón viviente en el Sacramento, es el 1. Voz de Jesús corazón de mi Iglesia, que es mi cuerpo místico. Este mi cuerpo místico vive también informado por un alma, y este alma es el principio de vida sobrenatural de que vive ese cuerpo. Este principio de vida procede de mi divino Corazón, puesto que la
la Iglesia del principio divino, vive también en cierta manera divina, vida sobrenatural, vida meritoria de eterna bienaventuranza.
E indudablemente por la aplicación de ese principio divino comienza el hombre a ser miembro de la Iglesia cuando es regenerado en el Bautismo con el agua y el espíritu de mi Corazón, según dice la Escritura: «Todos nosotros, lo mismo judíos que gentiles, siervos que libres, hemos sido bautizados para formar un solo cuerpo»
Iglesia, no sus miembros ni su cuerpo, sino su alma, ha sido formadaes dodecir, mi Corazón.
Para esto brotó el agua dedemiregeneración. Corazón rasgado, agua que es símbolo del bautismo, verdadero baño
Muchos son en ella los miembros, pero hay un solo cuerpo, al cual anima y nutre y calienta mi Corazón con el principio divino para que mi vida se manifieste en ese cuerpo.
Por el mismo principio se unen también íntimamente entre sí los miembros de la Iglesia. Con muchos lazos, ciertamente, están unidos entre sí los fieles suave y dichosamente; pero con el Sacramento del amor de mi Corazón se incorporan a Mí y reciben el mismo espíritu mío, y con ello viven unidos entre sí con un vínculo incomparablemente más estrecho, agradable y perfecto.
Constando, pues, la Iglesia de cuerpo, que es el elemento humano, y de alma, que es el elemento divino, subsiste, como individuo moral, con unidad de persona y participación de dos naturalezas, divina y humana. Porque como la vid comunica con su savia el jugo vital a los sarmientos, así Yo comunico el principio divino a los miembros que tienen la debida disposición para recibirlo. Y como la vid y los sarmientos forman una sola naturaleza, así Yo y la Iglesia venimos a formar como un solo cuerpo.
Este es el misterio de amor de que habla el Apóstol, cuando dice: «Aunque muchos, formamos un sólo cuerpo los que participamos de un solo pan; somos un solo cuerpo y un solo espíritu». ¿Qué extraño, pues, que los fieles tengan un solo corazón, el Mío, de cuya plenitud reciben el espíritu de vida? Como en el cuerpo material la sangre, en virtud de la fuerza vital, sale del corazón y se va distribuyendo aun por las partes más pequeñas y
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apartadas, si no encuentra impedimento, así el principio de vida sobrenatural procede de mi Corazón y se comunica a todos y cada uno de los miembros de mi cuerpo místico, si no encuentra impedimento.
del S. Corazón de Jesús
Todo cuanto Yo tengo por naturaleza, lo tiene la Iglesia según su capacidad por gracia.
Y en verdad que, animando Yo, santo por esencia, a la Iglesia con un 3. Con esta virtud divina, no sólo vive la Iglesia con los miembros principio divino de vida, y teniéndola tan unida conmigo que vengamos a íntimamente unidos entre sí, sino que también ella misma se alimenta y formar como un solo ser, por necesidad ha de ser Ella también santa, no http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus recibe vigor y se conserva en virilidad floreciente. sólo en su origen y en los medios de que dispone para alcanzar su fin, la
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bienaventuranza eterna, todo lo cual constituye como su exterior, sino 5/21/2018
Y si algúnmimiembro impide ovivificante, arroja lejos sí por abuso deSagrado su también sudeinterior, su misma alma, en la cual reside propiamente la DeLa n Del Corazenn Jes s-en slidepdf.com albedrío influjo yenfermo comunicación dedeImitaci manera que quede santidad. espiritualmente muerto, puede, sin embargo, mientras permanezca unido al cuerpo de la Iglesia, recibir de mi Corazón la sanidad y vida espiritual Con la perpetua comunicación e influjo de mí Corazón la perfecciono de si por el Sacramento de la penitencia se lava en el baño de la sangre tal suerte en santidad, que la presento como Iglesia gloriosa, sin mancilla purificante y vivificante de mi Corazón, removiendo de esta manera todo ni arruga ni cosa semejante. impedimento. Yo no puedo errar, y por eso tampoco lo puede la Iglesia. Si ella errase, Más los miembros vivos de la Iglesia, como están animados de mi espíritu Yo también erraría; pero Yo soy verdad infalible, y por ende infalible es y alimentados con el influjo continuo de mi Corazón mientras ella misma. permanecieren ellos en Mífruto y Yo en ellos, provechoso y permanente, de vida eterna.dan fruto abundante, fruto Por eso las religiones falsas y todas las sectas, a las cuales no vivifica, ni por su completa separación de mi cuerpo místico puede vivificar mí Corazón, son seres inanimados que carecen de vida sobrenatural, razón por la cual no pueden dar sazonado y provechoso fruto. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo si no permaneciere unido a la vida, así tampoco los hombres si no se unieren conmigo. No te extrañe, pues, que las sectas y falsas religiones, como sarmientos cortados se sequen, se pudran y, por último, se aniquilen. 4. Si es admirable, hijo mío, toda esa virtud divina, con que vive, florece y fructifica la Iglesia, todavía son más maravillosas y consoladoras aquellas otras gracias que le comunico, con las cuales la asemejo a Mí.
Las palabras que me encomendó mi Padre las encomendé Yo a ella, y le abrí el sentido de esas palabras para que, mediante la dirección de mi Espíritu, las comprenda y las custodie. La Iglesia, que es mi cuerpo, no muere, porque Yo no moriré otra vez; existe y existirá, por tanto, hasta que Yo, glorioso, venga a la consumación de los siglos. Yo soy el mismo Jesús ayer y hoy, y seré el mismo por todos los siglos; y por eso la Iglesia, a la cual vivifica y conserva mi Corazón, alimenta y robustece, santifica con su santidad y fortalece con su verdad, también recibirá de El vida perpetua y gloriosa inmortalidad. 5. Aprende de aquí, hijo mío, cuan digna de reverencia, cuan digna de tu amor es la Iglesia, que vivo tan íntimamente unida conmigo y que de tal todo me tiene siempre presente, que puede con verdad decir; «Quien me ve, ve también a Cristo».
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Gózate, hijo mío, gózate de todo corazón en ser miembro de este mi cuerpo místico, pues nada verás en el mundo ni más hermoso, ni más noble, ni más maravilloso.
del S. Corazón de Jesús
Esta es «aquella sola cosa necesaria», el estar unido conmigo. De esta unión se deriva para ti la vida y la fortaleza, la perfección y la santidad.
Cuanto más estrechamente te unieres conmigo y mejor dispuesto te Si me amas, ama a mi Iglesia, por la cual me entregué Yo mismo y a la conservares, tanto más abundante manantial de gracias y bienes cual nada prefiere mi Corazón de cuanto se ha creado en el cielo y en la sobrenaturales será para Ti mi Corazón en todo tiempo, pero http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus tierra. principalmente en la Comunión sagrada.
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Sobre todo enconmigo el Santísimo Sacramento de mi amor te unirás más De ella sacarás abundante fruto de santidad y mostrarás De La Imitaci n Del Sagrado Coraz Jes s-yslidepdf.com estrechamente y con mi Iglesia, porque allí aprenderás mejor de eficacia den mideCorazón promoverás su verdadera gloria. con él la divina mi Corazón su espíritu. 7. V oz del discípul o . -¡Oh Señor y Dios nuestro! ¡cuan admirable es, cuan Quien quisiere conocer el espíritu de la Iglesia, debe conocer el espíritu de amable, tu Corazón! ¿Quién no se maravillará de los profundos misterios mi Corazón que uno mismo es el espíritu de ambos. de su virtud? ¿A quién no enternecerán tantos testimonios de amor? La Iglesia hade ser considerada con el mismo espíritu que la anima, y su manera de obrar se ha de juzgar en sentido humano, sino el sentido espiritual que la mueve en sus actos.
Obra extraordinaria y maravillosa de tu amor fue tomar nuestra naturaleza; ¡pero cuánto más extraordinaria y maravillosa el entregártenos en el Sacramento!
¡Oh, si todos conocieran los sentimientos de la Iglesia, que por ser los mismos de mi Corazón exceden con excelencia los de la mejor madre! ¡Cuán ardorosamente la amarían, cuan enteramente aprobarían todas sus obras!
Porque en la Encarnación te revestiste de nuestra humanidad; pero en la comunión nos entregas tu Divinidad y esa misma Humanidad.
Ora, hijo mío, para que todos los mortales reconozcan y amen a la Iglesia y se hagan miembros hermosos de este cuerpo animados del Espíritu de vida, miembros con los cuales Yo me honre y me gloríe.
Tomando nuestra naturaleza, bajaste Tú a nosotros y llevaste vida mortal; pero comunicándote pon nosotros en el Sacramento nos subes á Ti y nos das vida divina.
Ruega frecuentemente y con encarecimiento para que, animados todos por
Hecho hombre, nos redimiste y congregaste; pero hecho alimento de nuestra vida, nos unes en Ti, para que en Ti y por Ti formemos como un solo ser.
los sentimientos de mi Corazón, crezcan hasta incorporarse al cuerpo perfecto y asociarse a los ángeles y Santos, que en los cielos poseen plenamente unión de mi Corazón.
¡Oh, Señor! cuan prodigioso y cuan suave es para con nosotros el amor de ese Corazón que tantas maravillas ha obrado por nosotros.
6. Entre tanto, hijo mío, procura tú ante todo permanecer en Mí, no sólo por fe, esperanza y caridad, sino también, mediante este Sacramento, por perfecta unión.
¡Ojalá, Señor, que todos conocieran y estimaran lo que es tan prodigioso y digno de ser amado! ¡Ojalá poseyera los corazones de todos para poderlos consagrar a tu amor! 8. ¡Oh Jesús, vida y dulzura de mi alma, con qué inefable amor me amas!
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¡Cuan grande beneficio de tu amor fue criarme en la naturaleza a imagen tuya! Pero ¡cuan incomparablemente mayor el levantarme a tu semejanza por la gracia! ¿Y qué diré, qué sentiré del beneficio con que me sublimaste a unión íntima contigo? ¿Quién soy yo y quién eres Tú para que así me trates?
del S. Corazón de Jesús
2. Una y otra hallan en Mí la misma víctima; la triunfante, el Cordero realmente sacrificado, víctima que ya no se sacrifica, pero que, sacrificada en otro tiempo, recibe ahora adoración; la militante, el mismo Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo, sacrificio perpetuo, ofrenda pura que en todo lugar se ofrece.
http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus ¡Oh amor incomprensible! ¡Oh dulcísimo Jesús, amable sobre todo lo Una y otra se sientan
amable! ¿Cómo no morir si no te amo? ¿Cómo vivir sin vivir para Ti?
a la misma mesa; la celestial se sacia sin misterios del pan de los ángeles, y aunque siempre lo come, siempre lo apetece y
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saciada; terrenal comer bajo el velo del misterio, del LaImitaciten DelSagrado siempre Coraz está Jes s-la ¡Oh, Señor, principio, sostén y fin de mi vida!De Concédeme, suplico, mismo panndedeun modo slidepdf.com acomodado a su estado presente. vivir unido contigo, vivir por Ti, vivir para Ti, para gloria y gozo de ese Corazón que obra tan consoladoras maravillas. Una y otra, por último, se refrigeran en la misma fuente: los que reinan allá arriba, en los perennes y deliciosos torrentes del placer divino que (Imitación de Cristo, lib. I, cap. XVII.) salta de mi Corazón hasta la vida eterna; la que aquí batalla, bebe gozosa del mismo manantial agua de gracia, de consolación y bienaventuranza.
CAPÍTULO VI
3. Así unidas estas dos porciones, mi Corazón establece entre ellas, desde el sagrado Tabernáculo, comunicación continua y participación no
cuya porción ya gloriosa triunfa conmigo en el cielo.
interrumpida. Porque dondequiera que Yo estuviere en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, allí al punto bajan del cielo los ángeles para servirme, adorarme, amarme y alabarme.
Esta Iglesia triunfante, a la cual se va incorporando con júbilo la militante, reunión de todos los ángeles y Santos, esclarecida por sus victorias, coronada de eternos laureles y de lleno consagrada para siempre a mi gloria y amor, es sobremanera agradable y queridísima a mi Corazón.
Y admirados del amor con que tan maravillosamente permanezco entre los hombres, postrados ante el Sacramento de mi amor, como en el cielo delante de mi trono, claman incesantemente: «(Santo, Santo, Santo, Señor Dios Omnipotente, llena está la tierra de tu gloria! »
¿Qué extraño, pues, que mi Corazón fuese arrebatado con esta gloriosa porción, desde este destierro, a la tierra de las virtudes, al reino de la eterna bienaventuranza? Pero por un prodigio de amor quiso también quedarse en el Sacramento con la Iglesia militante.
Y cuando se apartan, suben al cielo llevando en las manos copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones que los Santos y los fieles me dirigen con verdad y devoción, las presentan ante el solio de la Divina Majestad y exponen las necesidades de sus compañeros que militan en la tierra.
Que el Sacratísimo Corazón de Jesús une a la iglesia militante en la tierra con la triunfante en el cielo.
. - Hijo, Yo he sido constituido cabeza de toda la Iglesia, 1. Voz de Jesús
De esta suerte, a una y otra está presente, y une a la una con la otra por sí mismo y en sí mismo, para hacer de las dos una.
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Por la intercesión de ángeles y Santo propia voluntad de mi Corazón desciende la misericordia y gracia que consuela a los mortales y los fortalece y los llena de gozo sobrenatural.
del S. Corazón de Jesús
Porque como la Iglesia triunfante jamás descansa, sino que me alaba sin término, y perpetuamente me glorifica, así la militante no cesa de honrarme y celebrarme.
De esta suerte, hijo mío, mientras los habitantes del cielo gozan por entero Tus sentimientos, hijo mío, no sean distintos de los de tu Madre la Iglesia; de bienaventuranza eterna, los fieles se preparan continuamente para la siente tú en ti lo que ella siente en sí misma. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus misma bienaventuranza en este Santo Sacramento, y así preparados van Cuando te presentares ante mi amado Tabernáculo dilata tu corazón, entrando sin interrupción en los celestiales tabernáculos.
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entrégate a la devoción, da gloria al Señor tu Dios. 4. Aquí tienes cómo se aunan en mi Corazón laDe Iglesia del cielo deSagrado la LaImitaci ny Del Coraz n deJes s-slidepdf.com Únete con la Iglesia militante, únete también con la triunfante, y asociado tierra. Uno mismo es el principio por el cual las dos se hacen una y viven así a los fieles y espíritus de los cielos, alaba a Dios tu Salvador con júbilo en mutuo y continuo trato. del corazón y de la lengua. Fue de mi agrado conciliar en este Sacramento cuanto existe en la tierra y Póstrate respetuoso, adórame, ruégame; goza de mi presencia. en los cielos, de tal suerte que, arraigado y sostenido todo en él, todo también abunde por él en gracia. . - ¡Oh Jesús amantísimo, cuan admirable es ese amor 6. V oz del discípul o Así era necesario, hijo mío; porque si yo no hubiera dispensado la gracia de mi Corazón, con que fortalecidos y enaltecidos los hombres con siguieran entrar en el consorcio celestial, nunca hubieran podido con las fuerzas naturales llegar a la bienaventuranza eterna. De esta manera has llegado tú a la ciudad de Dios vivo, a la Jerusalén celestial, al trato con tantos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en el cielo.
con que tu Corazón, para fortalecerme y consolarme en la tierra, me ha hecho gozar aquí, en cierta manera, de la bienaventuranza y compañía del cielo! Con ello ¡oh amor incomprensible! mitigaste maravillosamente la amargura de mi destierro, más aún, la convertiste en dulcedumbre celestial. ¿Cómo, pues, no amarte? ¿Cómo no alabarte?
5. Admírate, hijo, de tan sublime determinación, adora estos misterios de amor, utiliza para provecho de tu alma tanta bondad de mi Corazón, por lo que, aunque mísero mortal, se te Concede tratar íntimamente con los ángeles y Santos y sacar tu bienaventuranza del mismo tesoro de donde ellos sacan la suya.
¿Cómo no llevar siempre tu amor en mi corazón, tu alabanza en mi lengua?
Mira cómo la Iglesia militante, arrebatada por este amor de mi Corazón, se desvive por emular a la triunfante en alabanzas y testimonios de gratitud.
Convocaré para amarte y alabarte a todo el cielo y la tierra.
Sí, sí; te amaré y alabaré, Señor; te amaré y alabaré cuanto pudiere, y deseo poder cuanto es debido.
Arrebatados de tu amor, alábenle en este dulcísimo Sacramento los ángeles y Santos, los justos y fieles todos. La Iglesia triunfante y la
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militante hagan resonar al mismo tiempo los cielos y la tierra con cánticos de amor y de alabanza. Todo lo criado, lo visible e invisible, lo viviente y lo inanimado, que obre según tu voluntad, no cese día y noche de alabarte y glorificarte, á Ti, que eres digno de toda alabanza y gloria por los siglos de los siglos.
CAPÍTULO VII El sacratísimo Corazón de Jesús une la Iglesia que se purifica en el Purgatorio, con la militante y la triunfante.
1. Voz de Jesús .- Nadie, hijo mío, entrará en el reino do los cielos, en la
http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Iglesia triunfante,
7. ¡Oh Jesús, dulce sobre todo ser, beatitud de los ángeles y de los Santos,
mancilla.
si no fuere santo e inmaculado. Nada entra allí con
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¿en dónde buscaré en la tierra mi felicidad si no la busco en este saliere estes-mundo manchado, pero sin tener pecados graves Sacramento? DeLaImitaci n DelSagrado Quien Coraz n dede Jes slidepdf.com que no se perdonan en la vida venidera, ese se salvará, más pasando antes En él me asocio a los Santos, en él ando por entre los ángeles, en el por el fuego. encuentro las delicias mismas del cielo. Entre este fuego, hijo mío, se halla la Iglesia paciente, muchedumbre de ¡Oh bondad inefable! ¡Oh dulcedumbre infinita, que atraes á Ti desde lo almas que militaron bajo mi bandera contra la carne, el mundo y el alto a los espíritus celestiales, atráeme también a mí para que aquí demonio; pero que de una u otra manera desfallecieron en la batalla y no descanse, para que en compañía de los ángeles te contemple, te adore, te resarcieron estos defectos durante la vida. alabe y te suplique! Padecen, hijo mío, y tanto más gravemente, cuanto que, comprendiendo Cuantas veces me retuvieren mis ocupaciones en otra parte, atrae mi con mayor claridad las cosas, desean con más ardor hallarse conmigo en mente y corazón hacia este lugar para que, al menos en espíritu, el triunfo del reino celestial. permanezca aquí contigo y contigo converse frecuentemente con el Confiadas en la segurísima esperanza de esta felicidad, sufren con más pensamiento y el afecto. vehemencia, porque la esperanza dilatada aflige el alma. ¿Qué cosa mejor ni más dulce puedo ambicionar en el mundo que gozarte Y aunque el alma se goce allí en su purificación y no quiera salir de allí aquí? Este es el nuevo Paraíso terrenal donde deseo y resuelvo vivir hasta impura, no encuentra, con todo, ningún descanso, sino que, llevada de su que, trasladado a tu reino celestial, triunfe por una eternidad con los excesiva ansiedad: «¿Cuándo llegaré — exclama, — -cuándo llegaré y ángeles y Santos» apareceré ante la faz del Señor?» (Imitación de Cristo, lib. IV, cap. XI.)
2. A estas almas, hijo mío, amo Yo, porque ellas me amaron en la vida, y no abandonaron nunca mi bandera. Sus nombres están escritos en el libro de la vida, y su recompensa está con toda seguridad guardada en mi Corazón. Anímalas entre tanto mi gracia, la virtud de mi Corazón las alivia, la caridad que derrama mi Corazón las consuela.
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Mi Corazón, pues, es quien vivifica a la Iglesia paciente como a la militante y a la triunfante, y en mi Corazón tienen su unidad.
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Y por todas partes van y vienen, suben y bajan el amor y la compasión, el gozo y la plegaria.
Animadas con la vida sobrenatural de mi Corazón, así la que se glorifica Alégrate, hijo mío, de no pertenecer al número de aquellos que no tienen en el cielo como la que se purifica en el Purgatorio, como la que milita en esperanzas para después del sepulcro, sino de aquellos que están unidos la tierra, todas concurren a idéntico fin, al triunfo perpetuo para en mi Corazón, y a quienes no puede separar ni la distancia de lugares, ni http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus sempiterna gloria Divina Majestad. el imperio de la muerte.
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3. Y como todas reciben de mi Corazón vida y todas refieren a mi 5. Introduce en tus entrañas, hijo mío, el espíritu de mi Corazón, y cada Corazón los frutos esta vida, todos los bienesDeles son comunes a Sagrado mi vez que asistas al santo sacrificio, acuérdate de rogar por los fieles LaImitaci n Del Coraz n deJes s-slidepdf.com Corazón, cuya caridad penetra en el cielo en la tierra, y en el purificador difuntos, porque, sobre todo mientras yace sobre el ara la víctima abismo, para repartir esos bienes entre los miembros para provecho de sacrosanta, es saludable pensamiento y obra de gran piedad rogar para que todos y cada uno. los difuntos sean librados de los suplicios. Pero porque las almas del purgatorio ya no pueden merecer, ni ser tampoco auxiliadas de los mortales sino por medio de sufragios, mi Corazón encontró en su amor un medio de auxílialas las copiosísimamente. Determinó que se les pudiese aplicar el sacrificio Eucarístico, en virtud del cual la divina Majestad les perdone por completo o al menos abrevie y disminuya las penas. A mi Corazón, pues, se debe que sean aliviadas las almas y purificadas con la sangre de mi Cuerpo, que se les aplica en sacrificio. Con esto, hijo mío, se va desocupando el Purgatorio y llenando el cielo, y se da dulcísimo consuelo a los que aún peregrinan en la tierra, y a quienes interesa el destino de los que de ella partieron.
Si hubieres ganado indulgencias aplicables a los difuntos, aplícaselas con el mismo espíritu para su alivio y consolación. Y cuando te unieres conmigo en la Sagrada Comunión, encomienda entonces con todo encarecimiento a mi Corazón a aquellos a quienes quisiste en el mundo, y aquellos otros por quienes conviene pedir. Considera, hijo mío, con cuánta gratitud y amor han de corresponder a tu caridad las almas que llevares a la bienaventuranza con tus plegarias y sufragios. Esta piedad, esta caridad con las almas del Purgatorio es señal muy distintiva de los discípulos de mi Corazón, quienes, a ejemplo mío, traspasad los límites de este mundo, y a cuantos encuentran necesitados de socorro consuelan con su caridad.
4. Aquí tienes, hijo, cuan hermosa sea toda la Iglesia, cuyas partes todas se comunican mutuamente en mi Corazón.
.- ¡Oh dulcísimo Jesús! ¡Qué Corazón el tuyo! ¡Cuan 6. V oz del discípul o
La porción militante, gloriándose con los triunfos conseguidos y avanzando siempre por nuevas victorias, goza con los que gozan en la triunfante, y sufre con los que sufren en la paciente.
En ese tú mismo Corazón encuentro también a los que había perdido por la muerte y me uno con los que amé en el mundo.
admirable, cuan bueno?
Aquí tengo con ellos agradable trato, aquí encuentro consuelo para ellos y para mí.
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Valiéndome, pues, con singular agradecimiento de este medio consolador, ofrezco por tu mismo Corazón, y para alivio de las almas, el valor de los sacrificios de la Misa que se ofrecen en todo el mundo.
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les de placer, que yo, en cuanto tu voluntad lo permitiere, frecuentaré: este lugar; aquí me deleitaré con los tuyos, aquí tratará mi corazón con el tuyo en la plenitud de tu suavidad.
Y en unión de todos ellos ofrezco también cuantas buenas obras mediante (Imitación de Cristo, lib. IV, cap. IX.) tu gracia he realizado, para borrar todas las manchas de esas almas, de CAPÍTULO VIII http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus suerte que las encuentres dignas de la participación de la Iglesia triunfante.
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De las inefables comunicaciones del Sacratísimo Corazón de Jesús en el su eterno Padre. Te ofrezco mis oraciones y súplicas, en particularDepor mis difuntos padres, LaImitaci n Del Sagrado Sacramento Coraz ncon deJes s-slidepdf.com
por mis hermanos y hermanas, por mis amigos y por todos mis bienhechores espirituales y corporales. Muy especialmente te encomiendo, Señor, las almas de aquellos para quienes yo, en alguna manera, fui causa de su actual tormento.
1. Voz del discípulo. — Si las obras de tu Corazón sagrado en este
Sacramento para todas las partes de tu Iglesia son tan maravillosas, tan sublimes, ¿cuáles serán las comunicaciones con tu Padre, de quien eres infinitamente unido y a quien amas infinitamente?
También en particular te ruego por los difuntos que en la presente vida fueron discípulos devotos de tu Sagrado Corazón.
Misterios son éstos, en verdad, que si uno se pusiera a explicarlos con lengua de hombres o de ángeles, sería como un niño que todavía no sabe hablar.
Por todos, en fin, te pido humildemente para que, libres de penas, ingresen en tus goces eternos y allí se acuerden de mí.
Arcanos son éstos, Señor, y de ellos no ti dado hablar al hombre.
7. ¡Oh Jesús, consolador de todos los tuyos y restaurador de todo lo creado! Cuando me hallo en tu presencia ante el santo. Tabernáculo me parece como que el mundo sensible se desvanece y se me abro un nuevo mundo espiritual, vasto, maravilloso y lleno de prodigiosos consuelos!
Tú mismo, pues, revélanos, te suplico, cuan lo sabes que ha de contribuir para gloria tuya provecho nuestro, para que dignamente podamos reverenciarte y amarte en este Sacramento.
Aquí me comunico con la iglesia triunfante en el cielo y con la paciente en el Purgatorio; aquí, en tu presencia, con santa, libertad, converso con
abriré mis divino arcanos.
los ángeles y bienaventurados; aquí trato con los parientes y amigos que viven en el mundo invisible, Y ¿a quién debo todos estos bienes sino a tu Corazón? Este, pues, este es el lugar de mi predilección, lugar de quietud y paz, lugar de gozo y consuelo.
2. Voz de Jesús .— Oye con reverencia, hijo, y escucha con devoción, y te
Aquí en este apartadísimo retiro, y en medio de una luz increada, contemplo con el Corazón transportado de júbilo la divina esencia, y me recreo infinitamente en sus perfecciones. En ellas se ve inundado mi Corazón con goces inefables, y cuanto más lleno fue de amargura en la vida mortal, tanto más copiosamente se anega ahora en dulcedumbres infinitas.
¡Oh, cuan provechoso me es permanecer aquí! ¡Oh buen Jesús, fuente de todo bien! Vayan otros adonde gusten, recréense en buen hora con lo que
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Entre estos resplandores, entre estas delicia divinas, mi Padre vive en Mí y Yo en mi Padre, y sin estrépito de palabras habla mi Padre conmigo y Yo con El. Aquí me comunica el Padre los eternos consejos de su sabiduría, los supremos decretos de su potestad, los amables beneplácitos de su bondad..
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Por ellos ofrece incesantemente mi Corazón al Padre tan diferentes y estupendas oblaciones. Si algunos han languidecido o enfermado o muerto en el espíritu, aquí ruego por ellos con gemidos inenarrables. Deshácese en afectos mi Corazón delante de mi Padre, para que el justo se justifique más y el santo más se santifique.
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Mi Corazón, a su vez, los recibe y en ellos se complace.
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8. Porque el Padre ama sobre manera mí CorazónDeyLa arde con tal amor, que No ceso de ofrecer con el Corazón súplicas y plegarias por todos aquellos Imitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com nunca languidece, nunca pierde nada de su ardor. a quienes no me avergüenzo de llamar hermanos delante de mi Padre, diciéndole: «Para que todos sean uno solamente, para que como Tú, Aquí tienes, hijo mío, el amor con que ningún otro corazón puede amar al Padre, estás en Mí y Yo en Ti, así ellos sean uno en nosotros. Padre, porque todo otro corazón, aunque de hijo, no lo es por, naturaleza, como Yo, sino por adopción, y así no se puede unir con El de manera tan Yo estoy en ellos y Tú en Mí, para que sean consumados en uno; para que levantada. el inundo conozca que Tú me enviaste y que los amaste como me amaste a Mí. En este amor, pues, mi Corazón es solo y sin semejante. Y por eso el Padre se deleita singularmente con el amor de mi Corazón más que con el No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del mal. de todos los ángeles y Santos, porque mi amor es el del Corazón de su Unigénito Hijo. 4. Y siendo como soy Hijo de Dios Padre, y siendo mío todo lo que es del Padre, de todo gozo y todo lo poseo en el Espíritu Santo. Todo lo que hace el Padre lo hago Yo también; con el Padre y el Espíritu Santo lo crío todo, lo conservo todo, lo vivifico todo. Pero en cuanto hijo del hombre me anonado en cierta manera ante la majestad de mi Padre, y le tributo perpetúas adoraciones. Aquí venero la divina Sabiduría, Bondad, Omnipotencia y demás perfecciones, como ni los querubines, ni los serafines, ni criatura alguna puede glorificarlas. 5. Mientras en esta mística y sublime soledad del divino sacrificio trato a solas con el Padre en el Espíritu Santo, no es infiel mi Corazón para olvidarse de su misión de amor entre loe hijos de los hombres.
Santifícalos en el conocimiento de la verdad. «Padre: los que me confiaste quiero que estén conmigo donde Yo estuviere, para que vean la gloria que me otorgaste». 6. Aquí tienes, hijo mío, la ocupación continua de mi Corazón con el Padre en el santo Tabernáculo. Cuando comparecieres en mi presencia procura imitar en la medida de tus fuerzas estas ocupaciones de mi Corazón. Eleva tu corazón sobre los sentidos y contempla a tu Dios y Salvador allí presente a la luz de la fe, en unión con tu madre la Iglesia, que como símbolo de su fe, tiene una luz continuamente encendida delante del Santísimo Sacramento. En silencio, con grande reverencia y afectuosa devoción, medita todo aquello en que aquí se ocupa mi Corazón.
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Ven aquí con frecuencia, hijo mío, derrama aquí tu corazón, regocíjate aquí con el mío. . — ¡Oh admirables y divinas ocupaciones las tuyas, 7. V oz del discípul o Jesús mío, en el santo Tabernáculo! Ellas solas, Señor, ellas solas, si bien, se meditan y comprenden, enseñan lo que no pueden enseñar los libros ni describirlos ingenios.
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Si he encontrado gracia a tus ojos, Señor, admíteme, úneme a Ti con lazo indisoluble de amor; ocupa Tú por dentro y fuera todas mis facultades, para que sólo de Ti y sólo para Ti viva. (Imitación de Cristo, lib, III, cap. XLIII.)
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CAPÍTULO IX
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El Sacratísimo Corazón de Jesús honra infinitamente a su Padre en el Santísimo Sacramento.
¡Oh divina soledad de Jesús en el Sacramento! DeEsta es la fuente de los LaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com secretos celestiales, esta la escuela de contemplación donde se aprende a 1. Voz de Jesús . — Ahora, hijo mío, el Hijo del hombre está ya glorificado; levantarse sobre lo sensible, a ir al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, a también Dios es glorificado por El. presenciar las grandezas de Dios, a orar con la mente y el corazón, a experimentar los místicos y divinos placeres. ¿Cuánto, a tu parecer, no glorificará y honrará el Hijo al Padre, si para honra y gloria del Padre permanece en la tierra, no ya visible, sino oculto El ojo no vio, ni el oído oyó, ni sentido alguno percibió, sólo se en el Santísimo Sacramento? comprende por la fe y se gusta por el puro amor cuánta es la felicidad, la suavidad, la abundancia de bienes que aquí se esconde. Digno es el Padre de toda adoración y alabanza y obsequio, y tal tributo le Este, Señor, es el retiro desde donde Tú, tranquilo, lo tranquilizas todo; desde donde Tú, ocupado, nos das ocupación; desde donde Tú, Santo, todo lo santificas. Este es el lugar que ansían los ángeles y donde desean las almas puras establecer su morada. Aquí, dulcísimo Jesús, aquí te buscaré siempre; merezca yo aquí con tu lumbre ver la plenitud de luz en que habitas, y ocuparme aquí en lo tuyo, y recrearme aquí con las maravillas que con el Padre y el Espíritu Santo realizas, aquí en el aquí torrente delicias que brota de tu Corazón, yy, anegarme en fin, transformarme en esedemismo amor. Introdúceme, Jesús mío, en lo más secreto de tu Corazón, y guárdame contigo en este divino descanso, adonde no llegue ningún ruido mundo, donde todo lo que se mueve nace de la Divinidad y va a parar a la Divinidad.
doy Yo por mil maneras en este sagrado misterio con las inmensa humillaciones a que en él me someto. Tanto más se exalta la Majestad de Dios Padre, cuanto más se humilla el Hijo hecho hombre para honrar al Padre. Mide, si alcanzas, el abismo de humildad a que he bajado en el Sacramento para gloria de mi Padre. A bien profundo abismo bajé por la encamación, más abajo avancé todavía durante la vida, hasta el fondo casi me sumergí por la muerte. Pero todavía quedaba más profundidad adonde llegar; aquí supero y sigo superando todos aquellos excesos. Esfuérzate cuanto puedas, trabaja cuanto quieras, y podrás, sí, admirarte y asombrarte, pero nunca comprender ni la profundidad ni la anchura del abismo a que se ha arrojado mi Corazón. Asómbranse los mismos ángeles cuando contemplan reverentes a aquel a quien reconocen y veneran por su Señor, humillado para honra de su Padre más de lo que ellos mismos pudieran humillarse.
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De aquí el encenderse y estimularse para glorificar a la Divina Majestad, cuya grandeza infinita, aunque no la pueden comprender, reconocen claramente por mi ejemplo ser digna de infinita veneración.
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3. Con razón, pues, se goza la santa Iglesia de tener por Esposo al Hijo de Dios, que en su lugar honre a la Divina Majestad cuanto merece ser honrada y le tribute cuantas gracias se merece.
2. Si el estado mismo en que aquí me hallo honra tanto a la Divina Cada día lo reconoce con ánimo agradecido cuando, dirigiéndose al Padre, Majestad, ¿cuánta gloria no le darán las obras todas que en este estado dice: «Por El, y con El, y en El se da a Ti, Dios Padre Omnipotente, en realizo? unidad del Espíritu Santo, todo honor y gloria». http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
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No juzgues por apariencias, porque no se ha de medir lo divino por lo Unida a Mí en esta divina institución, se atreve a orar sin miedo de repulsa humano. al Padre y a darle gracias por mediación mía. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Todos mis actos en este Sacramento, como son actos de persona de infinita dignidad, aunque permanezcan invisibles y sin esplendor alguno, que hiera los sentidos del hombre, son de infinito valor. Por eso, hijo mío, el más mínimo movimiento de mi Corazón para glorificar al Padre le glorifica más, sin comparación, que todas las obras juntas de todas las criaturas. Reúne con el pensamiento todos los hechos esclarecidos, acciones ilustres y glorias perecederas que los hombres llevaron a cabo por el mundo, extendiendo su fama a todo el orbe: comparando todo ello con un solo acto de mi Corazón, ¿qué es sino humo comparado con ardiente llama? Añade también las virtudes, sufrimientos y actos heroicos con que todos los Santos, desde Abel hasta el postrer justo, se hicieron de verdad insignes. Todo ello, hijo mío, aunque para Dios grato y honroso, dista infinitamente del valor de uno sólo de los sacrificios con que mi Corazón honra a Dios en el Sacramento. ¿Qué más? Grandes y gloriosas son, ciertamente, las alabanzas y acciones de gracias que los espíritus moradores del cielo ofrecen a la Divina Majestad; pero incomparablemente mayores y más gloriosas son las que mi Corazón le ofrece sobre el altar en una sola oblación.
Y sabiendo que sus actos sólo a nombre mío los mira Dios como sobrenaturales, todo lo que realiza, todo lo que ofrece, lo hace en unión conmigo para alabanza y gloria de la Divina Majestad, y para su propio provecho y vida eterna. Bienaventuradas, hijo mío, aquellas almas que, guiadas del espíritu de su santa madre la Iglesia, se unen con ella a mi Corazón en el Sacramento, y se esfuerzan así por dar a Dios el honor y acción de gracias que le deben, pero que por sí no pueden tributarle. Acuérdate, hijo mío, cuánto debes al Padre celestial que te amó de tal manera, que te entregó maravillosa y dulcemente a su Unigénito Hijo, y que con tanto amor te siguió amando, que te comunica tan copiosamente los dones del Espíritu Santo, que envió en mi nombre. ¡Qué deuda tan dulce ha de ser para ti la gratitud, si tienes corazón noble! ¿Qué más dulce para ti, si tienes corazón de hijo, que mostrar tu agradecimiento al mejor de los padres? Si, pues, quieres quedar agradecido a Dios como hijo a padre, ocúpate en honrarle, porque El mismo dice: «Si Yo soy Padre, ¿dónde está mi honor?» 5. V oz del discípul o. — ¡Oh Eterno Padre! Del cual como de primer principio he recibido todo, y lo que por todo vale, a tu mismo Hijo
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Unigénito, y por sus méritos y beneficios inefables al Espíritu. Santo con sus gracias y diferentes dones. ¿Qué te devolveré por tantos y tan señalados bienes?
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Dígnate, Padre Santísimo, aceptar los merecimientos, satisfacciones y alabanzas de tú Unigénito Hijo, que te ofrezco en compensación de todas las injurias con que por mí o por otros has sido alguna vez deshonrado.
Ofensas que yo quisiera borrar con mi sangre, a ser posible, o con Si entre el don y la gratitud debe existir cierta proporción, impotente cualquier otro sacrificio; pero como todo cuanto yo hiciere de suyo no quedaré siempre para manifestarte la debida gratitud, pues entre tus dones basta para nada, todo lo ofrezco unido a los méritos infinitos del Corazón http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus infinitos y mi imperfecto agradecimiento no existe comparación alguna. de tu Hijo.
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Cuando considero también que las divinas perfecciones son infinitas, y, 7. Por el mismo Corazón de tu amado Hijo, por el cual te tributo el honor DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com como tales, aunque no hubiera recibido beneficio alguno, digno suyo de debido y te doy gracias por todos tus beneficios, te pido también ilimitado honor, sucumbo al peso de tantas deudas, que confieso no poder humildemente nuevos dones para gloria tuya. pagar por mí mismo en toda la eternidad. Concédeme, en primer lugar, grande, generoso y tierno amor a tu Hijo, el Pero aquí tienes, Señor, a Jesús, único y dilectísimo Hijo tuyo, que por tu amado de mi alma, el dulcísimo Jesús, que tan amorosamente permanece amor y por el mío permanece conmigo en la tierra para suplí lo que yo aquí conmigo. debo y pagar no puedo. Haz que, animado por los sentimientos de su Corazón y con él unido, viva Por medio, pues, de este Hijo, que conoce todos tus beneficios y por Aquel por quien sólo puedo llegar a Ti. comprende tus infinitas perfecciones, y uniéndome al amor de su Corazón reconozco mi obligación para contigo y te tributo adoración Concédeme para ello la plenitud del Espíritu Santo, que animó siempre y agradecidísima, todo por medio de Aquel en quien siempre te complaces. dirigió al Corazón de Jesús. 6. Me gozo de todo corazón de reconocerte infinitamente perfecto e inmensamente liberal para conmigo, y de tener en el Corazón de Jesús, tu amado Hijo, con qué poder tributarte el agradecimiento que te es debido. Así, pues, te ofrezco todas las virtudes del Sacratísimo Corazón de tu Hijo, y todos los actos que realiza sin cesar en el Sacramento de tu amor para honra de tu Majestad y salvación da todo el mundo. Cuanto yo puedo hacer es como nada en comparación de lo que te debe, y motivo de mayor alabanza tuya es que tus méritos para conmigo excedan todas mis facultades. Pero mira al rostro de Jesús, tu Hijo, que o imagen de toda bondad y perfección, y acopia para gloria tuya toda la santidad de su Corazón.
Llene esté divino Espíritu todo mi corazón é inflámelo de amor a Jesús, y estimúlelo con hambre y sed suavísima de su Sacramento. (Imitación de Cristo, lib. IV, cap. X.)
CAPÍTULO X El Sacratísimo Corazón de Jesús, con sus oblaciones en la Eucaristía, aplaca a la divina justicia y nos alcanza inapreciables gracias .
1. Voz de Jesús . — Esta, hijo mío, es la hostia de salud que, ofrecida una
vez en el monte santo para redención de todos, cada día so ofrece en todo el orbe para aplicación de mis méritos a cada uno de los hombres y para remisión de los pecados que cada día se cometen.
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Sabiendo Yo que por el barro de que estaban formados los que creyeran en mí, muchos me ofenderían, movido del amor de mi Corazón instituí un sacrificio, no solamente de supremo culto y de acción de gracias, sino también propiciatorio e impetratorio, con cuya ofrenda aplacado el Señor y concediendo la gracia y el don de penitencia, perdonara los crímenes y pecados y dispensara abundantísimos favores.
del S. Corazón de Jesús
De este sacrificio de la víctima sacrosanta parece como que se enrojece perpetuamente la tierra, y su hermosura, unida a los méritos y virtudes de mi Corazón, va subiendo continuamente al Eterno Padre en olor de suavidad.
Si los muchos pecados de los hombres ofenden mucho a la Divina Majestad y provocan su justicia, incomparablemente más lo honra y http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus El mismo sacrificio que ofrecí en la Cruz en otro tiempo, ofrezco hoy en aplaca este santo sacrificio, pues su Unigénito Hijo le agrada
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el altar, no de modo cruento como entonces, pero con igual amor de mi infinitamente más que le desagradan los pecadores todos. Corazón. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com ¿Qué región sobre la tierra no ha sido rociada con mi sangre o ha quedado Cada vez, pues, que se ofrece este perpetuo sacrificio, cada vez que se excluida de mi patrocinio y súplicas? ¿Qué parte del mundo herirá Dios celebra la conmemoración de esta ofrenda, se repite la obra de la humana sin que dé en lugar defendido por mi Corazón? redención. Pecan los pecadores, y, sin embargo, no son arrojados, según su merecido, Sobre la cual oblación siempre se digna el Padre Omnipotente mirar con al estanque de fuego eterno, sino que se les deja vivir, no para que pequen, propicio y sereno rostro, como sobre sacrificio santo y hostia inmaculada, sino para que se procuren la salvación. y la tiene por más aceptable que la que le ofreció el sumo sacerdote Porque Yo rae interpongo entre Dios Padre y los pecadores, y Melquisedec. ofreciéndome o intercediendo por ellos, le digo: «Mira, justo y santísimo De aquí que la Iglesia niegue con confianza a Dios Padre que, por Padre, mira mis manos y mi Corazón, mira cuánto le han costado a tu mediación de este sacrificio, libre a los fieles de todos los males pasados, Hijo; perdónalos, Tu el amor que me profesas, perdona a tu pueblo. presentes y futuros, y que, auxiliados con el socorro de la divina gracia, 3. ¿No debería, pues, hijo mío, ceder al pecador a la inmensa bondad con queden libres de pecado y exentos de toda perturbación. . Porque ¿qué ha que tengo cerrado el infierno para que no lo trague, a los demonios para de recusar el Padre Eterno cuando me ve a Mí, su único Hijo, sacrificado que no lo arrebaten tengo el brazo del Omnipotente para que no lo pierda sobre el ara por el celo de su honor y por amor a los hombres, víctima de con el rayo de su justicia? su gloria, que con el Corazón y con la sangre clama y suplica por sus hermanos? En verdad que lo admirarías si vieras los medios secretos que pone mi 2. Esta oblación, por excelencia pura, presentada por Mí mismo en manos del sacerdote al Padre celestial con el infinito afecto de mi Corazón, lo complace siempre y siempre la atiende porque no merece ser desechada. Gran número de sacerdotes se instituye, ya para que no se extingan por la muerte, ya para que este sacrificio se ofrezca en todo lugar; pero Yo, que vivo eternamente, desempeño el sacerdocio sempiterno, y puedo salvar perpetuamente a los que por mi mediación se acercaría Dios.
Corazón para salvar las almas, las cuales, si no aparta ni ellas la indignación divina, serían aniquiladas al punto. Si ya los pecadores no reciben como antiguamente castigos repentinos e inmutables, acuérdense que lo deben al sacrificio de mi Corazón a merced al cual subsiste el mundo.
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Esta manera, hijo mío, tiene de amar mi Corazón, acordándose siempre de los hombre de los más miserables, y promoviendo siempre la salvación de las almas.
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almas detenidas en el Purgatorio y recrea, en fin, a toda la Iglesia que vive sobre la tierra. 5. V oz del discípul o .— ¡Oh dulcísimo Jesús! ¡Cuánta misericordia!
4. ¡Con qué sentimientos, pues, debes frecuentar este misterio, en que ¡Cuánto amor gratuito! ¡Cuán invencible benignidad! ¡Cuán estupenda obtienes remedios para tantas necesidades y de donde sacas cualesquiera bondad la de tu Corazón, de eso Corazón que no cesa de inmolarse por gracias y favores por ser su valor infinito! aquellos mismos que le afligen cuanto pueden, para sostener el brazo de la http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus ira divina y obligarlos a recogerse a la protección segura de tus brazos!
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Mas aunque este sacrificio es de valor infinito al hombre, sin embargo, no se le aplica su fruto sino de modo limitado, según la intensidad de Sí; yo mismo confesaré que, a pesar de verme colmado con los favores de DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com devoción y fe, la disposición del alma de aquel que asiste y de aquel por tu Corazón, lo he afligido con más ingratitud que nadie. quien se aplica, como enseñada por el Espíritu Santo, insinúa la Iglesia A tu gran misericordia, pues, a tu infinita bondad debo el no haber sido cuando en el Sacrificio ruega a Dios que acuerde de sus siervos y siervas aniquilado, el permanecer aún incólume. y de todos los presentes, cuya fe le es conocida y cuya devoción le es notoria. ¡Oh Corazón de Jesús! ¡Corazón suave y dulce, Corazón amantísimo y Así, pues, hijo mío, celebra u oye la Misa con viva fe, con verdadera devoción, con disposición santa, para que merezcas obtener el mayor fruto
siempre derretido por el exceso de amor! ¿Tendré yo corazón verdaderamente humano si no correspondo a tanto amor?
del sacrificio y conseguir todas las gracias que pidieres. Porque la divina clemencia dispensa sin duda alguna a los bien dispuestos los bienes que piden en la Misa, y aun a veces favores que no piden.
¿Quién, Señor, quién resistirá a tu amor cuando considere cómo nos escondes dentro de tu pecho en la Sagrada Eucaristía y te ofreces por nosotros a tu Eterno Padre?
No olvides jamás, hijo mío, que el oír con devoción la Misa es medio muy saludable para guardarte de peligros y preservarte de repentina muerte y seguir el camino recto de la vida.
¡Oh, Señor mío! ¿Qué sería del pecador que Tú arrojaras de tu protección? ¡Cuán terriblemente descargarla sobre él el rayo de la justicia divina para sepultarle en los profundos infiernos!
Si quisieres acumular méritos, asiste con la frecuencia que puedas al santo sacrificio; porque, con sólo la devota asistencia a una sola Misa mereces
Lejos de mí, Señor, lejos de mí exponerme a tal peligro provocando con ingratitudes y pecados a tu Corazón.
mucho más que si por devoción te atormentaras con largos ayunos y austeridades o emprendieres una larga peregrinación.
6. Haz ¡oh Salvador mío! que en obsequio tuyo, que tan solícito vives de mí, te agrade con mayor esmero, te amé con más fervor, te visite por agradecimiento y amor con más frecuencia, asista más veces y con más devoción a tu Sacrificio.
Si quieres, por último, hacerte recomendable de veras a mi Corazón, asiste con la mayor frecuencia y devoción a la Misa, porque ese sacrificio glorifica a la Santísima Trinidad, alegra a los ángeles y Santos, enriquece de gracias a los justos, ayuda a los pecadores a convertirse, alivia a las
¡Oh, cuan poco te amo si no vengo cada día para asistir a la Misa y meditar aquí y conversar contigo y suplicarte continuamente!
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¡Cuánta parte del día consagro a los negocios terrenos, cuánta al propio descanso y recreación! ¿Y no podré emplear aquí contigo media hora siquiera en el negocio de mi salvación eterna y tu divina glorificación, cuando de aquí sacaré precisamente gracias que prosperen y santifiquen mis negocios? Sí, Jesús mío, cada día trataré aquí contigo. Y cuando, impedido por la necesidad, me vea forzado a ausentarme, asistiré al menos en tu presencia
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celestiales, la fuente de la paz y del gozo, aquí los ángeles, aquí Yo mismo, bienaventuranza sempiterna. 2. Estos son, hijo mío, los prodigios que mi Corazón por ti realiza para que no desmayes con las tribulaciones de la vida, sino que atraído por la bondad de mi Corazón, acudas a este manantial de todo consuelo.
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Cuando hubieres gustado bien de esta dulcedumbre, olvidarás al punto
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toda pasada aflicción o las juzgarás como verdadera alegría. 5/21/2018
con mi espíritu. (Imitación de Cristo, lib. IV, cap. VII.)
DeLaImitaci n DelSagrado Cuando Corazderrames n deJes -slidepdf.com tu s corazón ante el tabernáculo,
CAPÍTULO XI El Sacratísimo Corazón de Jesús en el Sacramento de su amor, es nuestro mayor consuelo sobre la tierra.
1. Voz de Jesús .— Aquí tienes, hijo mío, en el Tabernáculo, mi morada
entre los hombros; aquí habitaré con ellos, aquí los consolaré cuando acudieron, y borraré de sus ojos toda lágrima.
Y porque no hay lugar en la tierra donde la aflicción no derramo alguna vez su llanto, mi Corazón multiplica los milagros de su presencia para que por todas partos se multipliquen los consuelos. Por aquí se ve, hijo mío, que la misericordia de mi Corazón es mayor de lo que puede ser la miseria humana. Si algún remedio, si alguna, consolación se necesita en cualquier desgracia, aquí se encuentra en mi Corazón y de él se saca con alegría.
y, sobre todo, cuando en la Comunión hable tu corazón con el mío, entregues por completo, entonces notarás que el consuelo reemplaza a la aflicción, y la alegría al temor, y la fortaleza de alma a la tibieza Pero si abandonándome acudes a otro lugar en busca de quien alivie tu abatimiento, entonces podrás repetir muchas veces por experiencia: «Busqué quien me consolase y no lo hallé» Mas a mi Corazón nunca acudirás en vano; de aquí nunca saldrás sin consolación. Acude, pues, siempre a este Tabernáculo para llevar remedio a las tribulaciones y convertir las aflicciones en meritorios consuelos. 3. Si un infortunio, o la pérdida de bienes temporales, o la indigencia, llena tu corazón gemidos y tus ojos de lágrimas hasta causarte tedio la vida en la aflicción de tu alma, aquí, hijo mío, encontrarás lo que ningún mortal te puede dar, aquí obtendrás para tu dolor alivio. Considerar mi
Aquí todo lo transformo: mudo lo pesado en ligero, lo insípido en sabroso; convierto la amargura en dulcedumbre, y el llanto en alegría del corazón.
ejemplo, tu corazón se consolará;de con mi promesa bienes imperecederos, con la participación mi heredad que has de de recibir dentro de breves días, se levantará tu ánimo finalmente, la gracia secreta de mi Corazón cambiará también alguna vez las lágrimas de dolor en lágrimas de alegría.
Aquí transformo este valle de lágrimas en paraíso, esta tierra en cielo anticipado, porque aquí se encuentra la abundancia de los bienes
Si el mundo te odia, si los hombres te postergan, si te contradicen, si te persiguen, aquí, hijo mío, aquí, en este misterio de amor, encontrarás
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inagotable consuelo. cuando me poseas, cuando me estreches contra tu corazón, a Mí, tu Salvador, tu amigo fidelísimo, tu cariñosísimo Padre, entonces te agradará el vivir oculto conmigo, el humillarte conmigo para hacerte más semejante y grato a mi Corazón y digno de que Yo te ensalce eternamente entre mis escogidos.
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Ya sabes, hijo, cómo los enfermos y los débiles, los sordos y los mudos, los ciegos y los paralíticos, en una palabra, todos los desgraciados y afligidos, solían acudir a mi Corazón e implorar su ayuda y misericordia.
¿Y acaso uno sólo de aquellos desgraciados, cualquiera que fuera su enfermedad y la hora del día o de la noche en que acudió a Mí, vio Y si te atormentan padecimientos corporales y te angustian sufrimientos frustradas sus esperanzas? http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus del alma, aquí, hijo, aquí también se halla la única consolación que puede ¿No es cierto que cada uno de los que a cualquier hora acudía a la bondad
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¿No es cierto que cada uno de los que a cualquier hora acudía a la bondad siempre penetrar hasta lo íntimo del corazón afligido, sin que nadie la de mi Corazón, volvió más consolado de lo que se había prometido? pueda estorbar sino tú mismo, fiándote más de tus propios sentidos que de DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com mis avisos interiores. 5. Pues en verdad, hijo mío, que todas estas maravillas y consuelos las Sí, aquí experimentarás indudablemente lo que han experimentado muchas veces otras mil almas fieles que, llegándose aquí afligidas y atormentadas, recreadas al punto con la dulcedumbre del amor de mi Corazón se retiraban con el corazón ensanchado.
repite aquí de continuo mi Corazón; pero en modo más perfecto y provechoso, como más espiritual y más acomodado a la vida eterna.
Si te molestan tentaciones, si te abruman desolaciones, acude aquí presuroso, donde tentado y desolado te llama y aguarda mi Corazón. Él te recibirá gozoso, te robustecerá con su fortaleza, te llenará de alegría con su unción divina.
Allí libraba a los poseídos o atormentados por los demonios; aquí hace
Si caes en algún defecto, levántate en seguida y corre a mi presencia. Aquí lo repararás todo, aquí recobrarás la paz y el gozo del alma. ¡Oh si supieras, hijo mío, con cuántas ansias de consolar a cada uno vela aquí mi Corazón en todo tiempo, recibiendo él mismo consuelo en consolar al afligido! Entonces comprenderías cómo y por qué ninguno acude a mi Corazón con las debidas disposiciones, afligido o atribulado, que no reciba consuelo. 4. En este Tabernáculo posees al mismo Salvador que mientras vivió vida mortal consolaba a todos; a aquel mismo Corazón que, encerrado aún en el pesebre, dio paz a los pastores y llenó de celestial dulzura a los Magos; a aquel que durante su niñez recreaba a sus amigos; a aquel que durante la vida era el refugio y consuelo de todos.
Allí curaba las enfermedades del cuerpo; aquí cura los padecimientos del alma, sus debilidades y miserias.
más, pues impido que entren en los fieles los demonios. Allí limpiaba a los leprosos; aquí purifica a las almas y las torna más blancas que la nieve. Allí alimentó milagrosamente con manjar natural a millares de personas; aquí nutre con el pan de los ángeles a todos los fieles. Allí resucitaba muertos a la vida; aquí, lo que es incomparablemente mayor, preserva a las almas de la muerte. Y a la manera que entonces mi Corazón, lleno de bondad, compasión y misericordia, estaba abierto a todos, así ahora queda abierto también a todos, aun a los más desgraciados y afligidos. No creas, hijo mío, no creas, aunque te lo sugiera el espíritu maligno, que mi Corazón se porta ahora de otra manera con Dios y con los hombres.
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Procura, pues, no hacer diferencias entre mi Corazón, que aquí permanece para tu consuelo, y aquel Corazón que en vida mortal aliviaba tan maravillosa y suavemente a los hombres y los colmaba de toda consolación; porque todo espíritu que así desune y separa mi Corazón no procede de Dios.
¡Oh dulcedumbre infinita! ¡Hasta dónde mi has amado! ¡Cómo te me entregas! ¡Cómo todo te conviertes en consolación mía!
6. Dilata tu corazón, hijo mío, y recoge cuanto puedas ese perenne raudal de consolaciones que brota del mío.
¡Oh amor inefable! Así manifiestas la grandeza de tu bondad, no Majestad y mi vileza, sino accediendo benignamente a la bondad de tu Corazón, conmovido por tu amor y mi necesidad.
¿De dónde, Jesús amantísimo, de dónde nace tanta bondad para con un hijo ingrato que no es digno de tal nombre de hijo?
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Mira quo todos aquellos maravillosos y dulcísimos consuelos que repartió Imitaci n DelSagrado 8. Coraz n de Jes de s-misericordia slidepdf.com ¡Oh Jesús, Padre y Dios de toda consolación! Con qué durante su vida mortal entre tantas personas, te De losLadispensa a ti solo en gozo me llego a Ti, alentado y confiado en tu excesiva bondad. esto Sacramento. ¡Cuánto, pues, más feliz eres tú que aquellos que vivieron durante mi vida mortal! Ni ellos gozaban continuamente como tú de mi presencia, ni me poseían del mismo modo que tú, ni, finalmente, me recibían y me disfrutaban como tú, hijo de mi Corazón. Aquí ves hasta qué punto te favorece mi Corazón. En toda necesidad, pues, en toda dificultad exterior o interior, vuela aquí presuroso. Aquí si eres reo, obtendrás perdón; si estás enfermo, medicina; si desfallecido, alientos y fortaleza; si afligido, consuelo y ayuda; si en peligro, amparo y protección; remedio, en fin, para todas las gracias, y consuelos siempre verdaderos y santificantes. 7. V oz del discípul o .— ¡Oh Jesús, amor mío!
¡Qué consoladora determinación la de tu Corazón que para aliviar las amarguras de mi vida peregrinas en cierta manera conmigo en el destierro y conviertes el destierro en paraíso! ¿Callaré, Señor, o diré lo que concibo del excesivo amor de tu Corazón para con los hombres? Por la gloria de tu Corazón no callaré. De esa suerte, Señor, nunca has tratado ni a los mismos ángeles, a quienes nunca te diste a disfrutar ti tal manera.
Muchas y grandes son mis miserias; pero me acerco confiado y alentado, atraído por la dulzura de tu amor, Ahora comprendo que, aunque impasible, no eres insensible; aunque no lleguen a Ti las aflicciones, no eres a ellas indiferente. conozco que puedes quieres compadecerte mis enfermedades, yAhora que mis miserias, con ser ytantas y tan grandes, sondeobjeto de tu infinita misericordia. Si hasta aquí yacía desgraciado y sin consuelo, mía fue la culpa, pues descuidé venir al manantial perenne de misericordia y consolación. Mas desde ahora, cada voz que me viere afligido me levantaré y acudiré a este manantial de todos los bienes, donde encontraré más remedios de los que necesito, donde hallaré más consuelos de los que caben en mi corazón. (Imitación de Cristo, lib. IV, cap. III.)
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CAPÍTULO XII El Sacratísimo Corazón de Jesús, instruyendo a los hombres en su vida sacramental, como en otro tiempo en la mortal, no cesa de enseñarnos que es manso y humilde.
1. V oz de Jesús . — Venid, hijos de los hombres, y escuchad. Mirad cómo
¿Qué pudo nunca obstruir el manantial de esta humilde e inagotable caridad? Ni los defectos, ni la rudeza, ni la importunidad, ni la dificultad, ni la abyección, ni aun la perversidad de los hombres. Nada consiguió nunca que Yo no me mostrara a un solo mortal manso y humilde de Corazón. Testigo es aquel pueblo, bien difícil de contentar; testigos los gentiles, que, atraídos por la suavidad de mi Corazón, acudían diciendo:
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estoy con vosotros todos los días. Aprended aquí de Mí; aprended aquí
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siempre cómo soy manso y humilde de Corazón. «Queremos Jesús»; testigo los afligidos;testigo testigolos la Magdalena verá y todo pecador quelaseCananea acogió ya todos mi misericordia; Imitaci DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Admirables, ciertamente, parecieron la humildadDe y La caridad de minCorazón fariseos, que me perseguían de muerte. Todos éstos atestiguan con sus durante mi vida mortal; pero aquí, en la vida sacramental, es mucho más hechos que en mi vida mortal fui manso y humilde de Corazón. maravilloso el abismo de mi humildad y el exceso de mi caridad. 3. Pues en la vida sacramental, hijo mío, continúo el mismo proceder, y Todo este misterio es humildad, todo caridad. Aquí no sólo la Divinidad, aun me muestro más maravillosa y dulcemente manso y humilde de pero aun la Humanidad, se esconde de la vista de los hombres. Aquí mi Corazón. amor no se extiende sólo hasta la muerte, sino hasta el fin del mundo, hasta sobrepujar todo exceso de amor. Porque considera, no ya cuan ruda, sino cuan irreverente y aun insolentemente se portan conmigo los hombres, y nota cómo tolero sus ¿Qué ojo vio, ni que oído oyó, ni qué entendimiento humano comprendió defectos. hasta qué abismo desciende aquí mi humildad, hasta qué exceso se arrebata aquí mi amor? Considera cuántas almas, aun de las muy amadas, agraciadas por Mí con una partecita de mi Cruz como prenda preciosísima de mi amor, profieren 2. Si te maravilla, si te arrebata el exceso de amor con que en la vida y me devuelven aquí, en lugar de alabanzas y amor, querellas y mortal me mostré manso y humilde de Corazón, ¿qué debes sentir cuando amarguras, y advierte con cuánta bondad, no sólo las aguanto, sino que las consideres atentamente cuan humilde y manso me muestro ahora en la animo y estimulo a más levantados sentimientos. vida sacramental? Considera cuántas almas ingratas cargadas de beneficios se retiran del Cierto que mientras permanecí en la tierra tratando con los hombres, en Tabernáculo, y mientras gozan, de ellos, olvidan y abandonan a su ninguna ocasión ni lugar dejé de mostrar a todos y a cada uno la verdadera bienhechor; cuántas otras tibias, después de desperdiciar mil gracias, se y eficaz humildad y mansedumbre de mi Corazón. presentan sin pudor delante de Mí a demandar nuevos favores, y observa con cuánta mansedumbre las sobrellevo, con cuánta generosidad las Recuerda, si no, hijo mío, con cuánta humildad y caridad solía tratar a mis soporto, con qué suavidad y eficaz caridad las estimulo y ayudo a ser discípulos y a aquel pueblo rudo y obstinado, con cuánta a los fieles y fervorosas. desgraciados y afligidos, a los mismos pecadores y hasta a mis enemigos. Considera cómo los malvados se valen de mis bienes y dones para contradecirme y ofenderme y vulnerar mi propio Corazón, y mira cómo
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no les devuelvo mal por mal, sino que supero sus maleficios con nuevos beneficios. Considera, por último, cuántas veces los enemigos y perseguidores de mi Corazón vienen aquí a insultarme, y con qué divina caridad y humildad los admito a mi presencia y les ofrezco misericordia, perdón y paz,
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Verdadera y perfectamente manso y humilde te manifiestas aquí como Maestro único de humildad y caridad, practicando y enseñando estas virtudes de una generación a otra.
Todo cuanto te rodea publica, Señor, cuan humilde y manso eres: lo publica la profunda y tranquila soledad en que te escondes, lo publica el respetuoso silencio con que los ángeles, postrados y extasiados, te adoran, http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus A toda hora, hijo mío, en todo momento, de día y de noche, unos lo publica la tierna devoción de los fieles devotos. importunos y otros oportunos, unos buenos y otros malos, uno
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agradecidos y otros desagradecidos, amigos unos y otros enemigos; todos ¡Oh, Jesús! ¿Quién será en adelanto soberbio? ¿Quién duro de corazón? DeLaImitaci DelSagrado Coraz Jes en s-humillarse? slidepdf.com van y vienen, entran y salen, y cada uno se porta conmigo n según su ¿Quién non sede gozará ¿Quién no arderá en amor tuyo? disposición; pero atiende tú con los ojos de la fe cómo me conduzco con ¡Ah, Señor! Los que aquí no se te rinden, ¿qué fe, ni esperanza, ni caridad todos y cada uno, con qué infatigable humildad, con qué inagotable tienen? ¡Almas soberbias y desagradecidas! en medio de vosotros está y caridad, con qué benignidad y dulzura. vosotros no lo conocéis, vosotros no lo atendéis. 4. No entenderás, hijo mío, tales prodigios del amor de mi Corazón si no 6. Atiende tú, pues, alma mía, y aprende cuál es tu amado, ¡cuán grato, los examinare con fe viva y los meditares con devoto corazón. cuan apetecible, cuan amable todo él! La profundísima humildad que aquí ejercita mi Corazón necesita luz sobrenatural para ser contemplada, y devota meditación para ser Penetra en el recinto admirable del Tabernáculo hasta el asiento de tu divino Salvador, y contempla al Dios de la Majestad, al Hacedor del cielo penetrada, y oración silenciosa para ser aprendida, y de la tierra, al gozo de los ángeles y Santos, humillado hasta tal punto Y la dulcísima caridad que aquí manifiesta mi Corazón se ha de buscar de por tu amor, por tu amor hasta tal punto cautivado. la misma manera saborear con el ejercicio y la experiencia. Aprende aquí a humillarte por amor, aprende aquí a amar con pureza a un Vuelve hacia tu interior la mirada y examina cómo te has portado hasta Esposo que tan puramente ama. aquí, qué has adelantado con este continuo ejemplo de mi Corazón. Escucha qué dice interiormente a tu corazón tan alto ejemplo, y sé dócil Levanta el ánimo, cobra bríos y aprende con los hechos la verdad de con aquel que con su proceder te enseña tan suavemente y confirma tan aquella mi continua enseñanza; que soy manso y humilde de Corazón. 5. V oz del discípul o .— ¡Cuan bueno, oh Jesús, cuan bueno eres! Pues para enseñar tu espíritu con más suavidad y eficacia a todas las generaciones, permaneces en este dulcísimo misterio con tanta humildad y mansedumbre.
poderosamente su doctrina con perfectos milagros. 7. ¡Oh prodigio de humildad, Jesús, Hijo de Dios vivo! ¡Oh milagro de amor; te quiero, te amo con todo mi corazón! ¡Oh manso y humilde amado mío, dulcísimo y purísimo Esposo de mi alma! Quererte, amarte, únicamente deseo; lejos de mí desde ahora todo lo del mundo; tu amor sólo quiero, sólo ambiciono vivir y morir por tu amor y entre humillaciones y sacrificios de amor.
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Esto, y no otra cosa, es lo que me ha enseñado el ejemplo de tu Corazón; esto es lo que me hace apetecible la unción suavísima de tu amor. ¡Oh Jesús, bondad sobre toda bondad! Conserva estas disposiciones de mi corazón y concédeme benigno que, frecuentando tu Tabernáculo, aprenda cada vez mejor a amarte puramente y a mostrarme por tu amor para con todos manso y humilde de corazón.
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porque por la eternidad adoran a aquel Cordero de Dios, sacrificado ya y que tiene cinco llagas más hermosas y resplandecientes que el sol.
Y en la tierra la Iglesia, reconociendo que nació de mi Corazón en el Calvario y que de aquel manantial se lo derivan todos los bienes cada día, mientras no llega el en que Yo venga para trasladarla a la gloria, no cesa de conmemorar mi muerte con todo agradecimiento. Porque en el http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus sacrificio que diariamente ofrece me tiene víctima presente, y separados (Imitación de Cristo, lib. II, cap. VIII.)
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por la consagración mi Cuerpo y Sangre, me manifiesta como muerto. el Santísimo Sacramento se hace cierta representación y conmemoración de mi muerte. Porque como por la Pasión entregué en la Cruz mi vida mortal, así por la Comunión entrego en el corazón de los fieles la vida sacramental.
DeLaImitaci n DelSagrado Y Coraz n deJes s-las slidepdf.com aun en cada una de almas que reciben
CAPÍTULO XIII El Sacratísimo Corazón de Jesús quiso que la Santísima Eucaristía fuese perpetua conmemoración de su Pasión memorial sempiterno del amor que en ella nos manifestó.
1. V oz de Jesús .— Cada vez que comiereis este pan o bebiereis este cáliz,
anunciaréis la muerte del Señor hasta que El venga. Tal mandato di, hijo mío, para advertir a cada uno de los hombres aquel exceso del amor de mi Corazón con que en cierto modo los amé más que a mí mismo, pues para que ellos adquirieran la vida arrostré yo la muerte. Yo me glorío de aquella muerte, triunfo del amor de mi Corazón, por la cual se aplacó y honró sobremanera al Padre Eterno, y los hombres fueron libertados y salvados, y a Mí me vino la gloria de la Resurrección y de la Ascensión, y del reino sempiterno sobre todo lo creado.
Es más, hijo mío: las mismas condiciones en que aquí permanezco, son como una imagen de mi Pasión. En la Pasión se velaba en cierta manera el esplendor de mi Divinidad y aun la hermosura de mi cuerpo; y las humildes especies sacramentales, ¿no son una manifestación de este ocultamiento? 3. Mi muerte, hijo mío, el sacrificio de la vida de mi Corazón, es el centro de los tiempo los sacrificios, ritos y ceremonias que le precedieron miraban a mi muerte; por ella fuerza y eficacia. Todo también lo que ha seguido a las ofrendas, sacramentos y demás, se refieren a ella y de ella han recibido su virtud y eficacia. Aquí tienes, pues, el sacrificio figurado y ofrecido por todos desde el
Por eso quise que de mi Pasión siempre y en todas partes se encontrara un recuerdo, para que los que alcanzaron el fruto de tanta dignación la recordaran siempre con alma agradecida, lo mismo en los cielos que en la tierra.
origen del mundo, ofrecido con verdad desde la Cruz y en substancia continuado en la Iglesia hasta la consumación de los siglos.
2. Y ciertamente que los elegidos en la celestial bienaventuranza, sabiendo a qué deben su salvación y gloria, conmemoran continuamente mi Pasión;
Toda mi carrera en esta tierra, desde el principio del mundo hasta el fin, ya por mi presencia prometida, ya por mi vida mortal, ya por la
¡Tanta, hijo mío, es la profundidad de los designios de mi Corazón, tanta la extensión su amor!
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conmemoración Sacramental, y todo cuanto he obrado en esos tres tiempos, todo compone una sola obra perfecta de la infinita bondad, que sólo concluirá cuando en la consumación de los siglos suba con la Iglesia a las alturas para celebrar el triunfo eterno.
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Recapacitando sobre todo esto, ¿no te estimularás al agradecimiento, al retorno del amor y a imitarme, de manera que no sólo con el corazón, sino con las obras copies mis ejemplos? Conmemorando de esta manera activa y provechosa mi Pasión aprenderás a no desmayar ni turbarte por las mortificaciones que se te presentaren, antes a gloriarte y gozarte sobrenaturalmente en ellas.
4. ¡Qué extraño, pues, si siempre, te parece reciente, siempre igualmente venerable este misterio, cuando recibes la Comunión y celebras u oyes http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Misa! Esta activa conmemoración de mi muerte será perfecta si cada vez que te
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Con tal disposición de afectos debes asistir cuando recibes la Sagrada llegares a los sagrados misterios mueres más a las criaturas y a ti mismo De La Imitaci n Del Sagrado Coraz deJes -slidepdf.com Eucaristía como si le hallares en la última Cena y te sentaras a ella y para vivir n a Mí, comosYo, muerto por ti, aquí vivo para ti. recibieras de mi misma mano el pan de la vida. 6. Mas ¡ay, dolor! aunque muchos desean ser recreados con este manjar En realidad es la misma Cena, y tú anuncias en el Sacramento la misma celestial de Sacramento y apacentarse con las delicias de los ángeles, muerte que Yo anunciaba en el Cenáculo. ¡cuan pocos son los que, recordando mi Pasión, quieren de hecho imitarla! Por el mismo hecho, hijo mío, de celebrar Misa o recibir la Comunión anuncias mi muerte, pues la manera de ofrecer el sacrificio y de consumir el Sacramento está manifestando el sacrificio de la Cruz. 5. Más al celebrar los altos misterios que mi Corazón te mereció con la muerte, debes poner de tu parte Cuanto puedas para recordarlos del modo que es debido. Y así como Yo me ofrecí al Padre en la Pasión en holocausto perpetuo, así tú también te debes ofrecer en la Comunión como hostia pura y entera. Y aun en las tribulaciones con que yo te visite debes con afectuosa piedad conmemorar los sacrificios de mi antigua vida paciente, lo que conseguirás si me la meditas si tesanto resignas a Mí endonde toda aflicción, si te entregas devotamente, todo delante del Tabernáculo, todo lo que me rodea te trae a la memoria los sacrificios de mi Corazón. De esta suerte, hijo mío, sentirás mejor la grandeza de aquella caridad con que arrostré entre grandes sacrificios una vida de trabajos y dolores hasta llegar al último y supremo sacrificio, a la muerte misma, y a esta cautividad amorosa en que soy víctima perpetua del amor.
Por eso, hijo mío, muchos son los que siempre permanecen igualmente imperfectos, a pesar de comulgar a menudo. No responden al fin y gracia de esta divina institución, y por eso se privan de gran parte del fruto. Ojalá lo entiendan aquellas almas que andan más solícitas del número de comuniones donde manifestar o sentir devoción, que del fruto con que se santifiquen y adelanten en la virtud. Sé tú, hijo mío, más sabio y más fiel. Recuerda mi Pasión y copia de tal manera mi muerte en tus costumbres, que cuando comulgareis obtengas todo el fruto de santificación. 7. V oz del discípul o .— ¡Oh Jesús dulcísimo y Santísimo sobre todas las
cosas! Tú moriste por mí de amor, y por amor vives aquí para mí. ¡Y cómo vives! Verdaderamente, Señor, que es digno de muerte quien rehúse morir a sí mismo y vivir para Ti.
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Si Tú, Dios mío, por mi amor te sacrificas, ¿qué extraño ni maravilloso que yo, mísera criatura, me sacrifique por tu amor? Y sin embargo, alguna vez dudo en ofrecerte el sacrificio, el decirlo me avergüenza, no ya de mí mismo, sino de una nadería, de mi soberbia o de alguno de los apetitos de mi corrompida naturaleza.
CAPÍTULO XIV El Sacratísimo Corazón de Jesús presenta en este a tolerable Sacramento una suma de todos los divinos misterios.
1. V oz de Jesús. — Hijo ¡Ay de mil Mientras con palabras profeso tu amor e imitación, pruebo con http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
los hechos cuan poco te amo, cuán lejos estoy de la práctica
mío: el misericordioso y compasivo amor de mi Corazón hizo coma memorial y compendio de todas las maravillas.
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conmemoración de tu muerte y de la verdadera imitación de tu Corazón. 5/21/2018
Tal fue la institución de este Sacramento, donde amontonó sus estupendos prodigios, donde se encierran aun los más profundos misterios de Dios.
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¿Y me quejaré o extrañaré de que mis comuniones produzcan tan poco fruto?
Una sola comunión basta para hacer santo a quien bien dispuesto coopere a tu gracia. Y yo, después de tantas comuniones, ¡cómo he quedado! Mía, Señor, lo confieso, mía fue la culpa; pues en tantas comuniones he recibido gracias suficientes para santificar mi alma, pero no quiso cooperar a ellas. Obré como si la gracia sola, sin mi cooperación, me hubiera de santificar, y seguí viviendo para la naturaleza, no para la gracia; no para Ti, sino para mí. Reconozco, Señor, que me he hecho en tu presencia indigno de la vida, pues abusando de tu infinito amor, no quise vivir para Ti.
Pero como no se hizo para ángeles, sino para los hombres, convino instituirlo bajo símbolo visibles, para que por la contemplación de lo visible recordaran lo invisible, y el corazón sensible del hombre fuera atraído por testimonios también sensibles del amor divino. Tal obró el amor de mi Corazón, y vio que todo lo hecho era muy bueno y se complació, en su obra. Perfectas y llenas de suavidad son las obras con que derramó el Señor los tesoros de su bondad con el hombre en este misterio, en que la plenitud de la divinidad habita corporalmente.
Pero perdóname, Señor; perdona mis pasadas negligencias, de las cuales por amor tuyo me pesa.
2. De aquí, hijo mío, el que en este Sacramento divino esté contenido por concomitancia y se recuerde constantemente a la memoria de los fieles el misterio altísimo de la Trinidad.
En adelante seré más fiel, y cooperando a la gracia del Sacramento, moriré al mundo y a las desordenadas inclinaciones de la naturaleza y viviré para Ti sólo.
Porque «Yo y el Padre somos una misma cosa», y «quien me ve a Mí, ve también al Padre», y donde se reconoce al Padre y al Hijo, no se ignora el amor entre ambos, que es el Espíritu Santo.
Auxíliame ¡oh buen Jesús! para probarte de obra mi amor, y sacar más abundante fruto de cada Comunión.
Para mejor conocer este misterio de la Trinidad, para amarlo y venerarlo más dignamente a los fieles a fin de que, iluminados con ella, lo crean más firmemente con más pureza, lo honren con mayor veneración.
(Imitación de Cristo, lib. IV, cap. V.) •
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Guiados por esta lumbre divina, y fortalecidos con tal auxilio, pasan de la contemplación de un misterio a la de otro misterio. 3. En la Santísima Eucaristía, se contiene asimismo y se continúa maravillosamente el suavísimo misterio de la Encarnación.
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No así mi amada, la Iglesia Santa. Aquí acude ella presurosa cuando llega el tiempo de Navidad como al portal de Belén, aquí postrada me contempla reclinado en el pesebre, aquí me adora, aquí goza y llora por la ternura de la devoción.
5. Este es el verdadero establo de Belén, donde las almas fieles me Y ciertamente, ¿en qué consiste el misterio de la Encarnación? En la encuentran con más facilidad y dulzura que aquellas que, llamadas del reunión del Verbo con el alma en una sola persona, y de estas tres cosas http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus cielo, acudieron en otro tiempo al establo; donde acrecientan el fervor, y resulta un solo Jesús, Dios-Hombre.
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alimentan la devoción, y se santifican a sí semismas; donde derramancon su corazón y me lo entregan; donde en retorno embriagan y beatifican Y en el Santísimo Sacramento están también Verbo, que es eterno y Dios; DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com la dulcedumbre de mi amor; donde se prometo paz a los hombres de el alma que fue entonces creada al ser infundida la carne, tomada por obra buena voluntad, no por los ángeles, sino por Mí, al entregarles mi divina de la Inmaculada Virgen, y las tres permanecen en unidad de Corazón. persona. Se advierte aquí además una maravillosa y suavísima continuación de aquel misterio; porque por la Encarnación moró en las entrañas de la Virgen, mora por la Comunión en el corazón de los fieles.
Este es el templo donde, presentado al Eterno Padre; me consagré a la salvación de los hombres; donde por tal manera me entrego a los mortales, que se les concede, no ya el tenerme en los brazos y acariciarme, como a Simeón y Ana, sino el recibirme en su propio corazón y gozar de Mí
Asombrosa y adorable alteza la de este misterio, pero por eso más amable, más suave, más de gustar.
íntimamente. Este es el destierro a Egipto, destierro, no como en otro tiempo, de siete años, sino de todos los siglos; destierro entre hombres que, dados también como los egipcios a la idolatría, adoran por dioses a los placeres, a las riquezas y a los honores; destierro donde pocos me conocen bien y dónde muchos me miran y desprecian como a un extraño.
4. Contiénense también en este Sacramento todos los demás misterios de mi vida. Porque aunque el tiempo en que ellos se verificaron ha pasado, duran y están presentes todavía en sus efectos a causa de mi presencia personal. Por eso la Iglesia, siempre los contempla y celebra como presentes, y cuando los medita y conmemora, siempre le anima el primitivo espíritu, siempre le abrasa el primitivo fervor. Mira, por otra parte, las herejías y sectas que niegan mi presencia perpetua en la Eucaristía, cómo todo lo espiritual desfallece en ellas, cómo cuando intentan conmemorar y festejar mis hechos aparecen torpes ellas y torpes sus empresas.
Este es el templo donde continúo ocupándome en las cosas que atañen a mi Padre; donde, como en medio de los doctores, difundo mi espíritu, instruyo a laslos almas comunico de la vida espiritual; donde me buscan que yme aman, los y, secretos como María y José, gozosos me encuentran. Aquí está Nazaret, donde llevo vida escondida en Dios; donde sumiso y obediente me dedico a incesantes ocupaciones, no de las que admiran los sentidos de los hombres, sino de las que maravillan a los ángeles; donde,
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como ejemplar de la vida interior, vivo con las almas recogidas de un modo para sólo ellas notorio. 6. Comprendidos están también en este Sacramento los misterios de mi vida evangélica. Mi Corazón es aquí un verdadero campo de trabajos y beneficios.
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Aquí estoy como Amigo, que a los que de la gracia sobrenatural ya no llamo siervo sino amigos; amigo como no hay otro, amigo sobre todos los demás en cariño y fidelidad, en lo próspero y en lo adverso, en la vida y en la muerte; amigo que por ningún contratiempo falta, antes os acompaña consolándoos hasta las puertas de la eternidad. Aquí estoy como Esposo, sí, hijo mío, como Esposo divino de las almas que elegí para mis desposorios, a fin de que siempre a
Aquí estoy como Salvador , que pretendo salvar lo que pereció; sentado de http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus vírgenes y puras propósito junto al brocal del pozo para dar de beber del manantial de mi
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Corazón a la nueva Samaritana, y a toda alma sedienta, aquel agua viva todas partes me que honro aquímismos y enriquezco y beatifico de una manera queacompañen; pone admiración a los ángeles, y que, sin que aplaca la sed do las cosas mundanales y saltaDe hasta la vida eterna; LaImitaci n Delque Sagrado embargo, Coraz no n de Jes s slidepdf.com es sino preámbulo de lo que les reservo en mi reino de gloria después de la labor del día, pernocto en oración con Dios. eterna. Aquí estoy como Buen Pastor , que busco la oveja perdida, y encontrada la llevo sobre mis hombros y la caliento a mi pecho; que amo al rebaño y lo apaciento con mi propia substancia; que de día a de noche velo para custodiarla. Aquí estoy como bondadoso Padre, que abrazo gozoso al hijo pródigo cuando vuelve y vestido con la más rica vestidura, le fortalezco y recreo con un convite celestial, y que comunicó a los hijos siempre fieles, según su capacidad, todos mis bienes. Aquí estoy como Médico divino, suavizando y mitigando con la unción de mi Corazón los dolores de los pacientes, curando las almas, sanando toda debilidad y enfermedad, quitando la deformidad causada por el pecado y restituyendo la primitiva hermosura. Aquí estoy como Maestro, enseñando inspiraciones y con el ejemplo, que son bienaventurados los pobres de espíritu, bienaventurados los mansos, bienaventurados los que lloran sus culpas, bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, bienaventurados los misericordiosos, bienaventurados los limpio corazón, bienaventurados, finalmente, los que cumplen la voluntad divina, pues son mis hermanos y hermanas y herederos del reino de los cielos.
7. Aquí, en fin, echarás de ver los misterios restantes de mi vida. ¿No ves aquí el Cenáculo donde como la Pascua con mis discípulos, donde les abro mi Corazón, donde les dejo mi paz? ¿No ves aquí a Getsemaní y Jerusalén, teatro de mis dolores? Acuérdate, hijo mío, de la Semana Santa, cuando los fieles vienen a este lugar como al espectáculo de mi Pasión, y lloran como si me vieran paciente ante los ojos. ¿No ves aquí también el misterio de la Resurrección? Mira cómo la Iglesia, al celebrar esta solemnidad de las solemnidades, resucita en cierta manera conmigo, y las almas devotas, nuevas Marías, corren aquí al amanecer como al sepulcro y con la fe me ven glorificado, me abrazan con la esperanza, me disfrutan con el amor, obrando santamente y muy puestas en razón, porque aquí estoy yo presente con las mismas propiedades que cuando resucité, adornado y glorificado con celestial hermosura, resplandor glorioso, incomprensible sutilidad, impasibilidad perfecta, inmortalidad eterna. De esta suerte, hijo mío, me va siguiendo la iglesia por todos los misterios, revistiéndose en cada uno con los afectos de mi Corazón, y celebrándolos según eran los míos en cada uno.
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8. Al recordar la Iglesia por los misterios así celebrados en mi presencia que reino en la gloria de los cielos, dirige sus miradas a la eternidad y arrebatada contempla y anticipa con los deseos los misterios gozosísimos de la gloria celestial, fiesta sempiterna para ella preparada y a ella prometida. Y «¡oh Jesús, exclama fervorosa, te suplico que cuanto antes realices lo
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10. V oz del discípul o. — ¡Oh Jesús, cuan inmensos son los excesos del
amor de tu Corazón! ¡Cuántas maravillas me ofreces aquí! ¡Cuántos bienes, cuan dulces y apetecibles! ¡Qué extraño si a él soy atraído y aun fuertemente arrastrado! ¡Qué extraño, si en este lugar se encuentran las delicias de mi corazón!
Aquí puedo encontrarte http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus que tanto deseo: verte cara a cara y ser bienaventurada en el goce de tu
entre los ángeles en cualquier misterio, y contemplarte en cualquiera condición, de tu vida, según pidiere mi
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gloria!» necesidad, provecho o consolación. Así, hijo mío, inflamada con el fuego de mi Corazón aquí presente, se DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Sí, aquí puedo gozar de tus beneficios en tu misma compañía, aquí puedo enfervoriza la Iglesia; así lo tiene todo presente y así se llena de consuelo. levantarme a contemplarte en tu gloria, aquí contemplar la grandeza de tu Quita el sol del mundo, y ¿qué será la tierra sino páramo obscuro, yerto y reino y gozar, en fin, anticipadamente cuanto en él me tienes preparado. desolado? No de otra suerte, si se quitara de la Iglesia mi Corazón vivo y ¡Cuán fácil es, Señor, cuan fácil y consolador meditar aquí en tu presencia vivificante y mi presencia sacramental, todos los misterios de la religión, y ocupar contigo la mente y el corazón, y gozarte de lleno! Para ello no ahora tan espléndidos, tan devotos, tan consoladores, ¡cuán fríos necesito arte, ni libro, ni trabajo. Tan sólo debo mirarte con la fe presente parecerían entonces! en cualquier misterio, y oírte, y estudiar tus obras, y suplicarte y amarte. 9. Enseñado con el ejemplo de tu santa Madre, aprende, hijo mío, a celebrar con sus mismos sentimientos las fiestas de la religión, y a conmemorar los misterios que represento en este Sacramento, y a beber la plenitud de las gracias que te ofrezco en estos manantiales. Reanima tu fervor con este fin, fervor digo, no por necesidad sensible, sino vigoroso, a causa de la fe viva, de la esperanza segura, del amor generoso. Si carecieres de semejante fervor, todo lo practicarás sin afecto, sin gusto, sin abundancia de fruto; y aquellos misterios que arrebatan a las almas fervorosas y conmueven a los mismos ángeles, ni siquiera harán mella en ti. Excitarás y alimentarás este fervor con oraciones, con meditaciones devotas, con lecturas piadosas, con alguna mortificación o abnegación, y, sobre todo, con frecuente trato y participación de este Sacramento, donde se halla fuego suficiente para inflamar todo el mundo.
¡Oh, qué lugar tan delicioso! ¡Qué compañía tan apetecible! ¡Qué ocupación tan grata! ¡Qué trato tan santo! ¿Quién no querrá permanecer aquí contigo? Yo, al menos, cuantas veces pudiere asistiré a tus plantas entre los espíritus bienaventurados. ¡Oh, si pudiera yo gastar aquí todo el tiempo! Pero tu voluntad, único consuelo mío en semejante desconsuelo, me ausenta de Ti con el cuerpo para cumplir con las obligaciones de mi estado y llenar mis deberes y proveer a las necesidades de la naturaleza, y aun para gozar de honesta recreación. Pero entre unas y otras ocupaciones acudiré aquí con frecuencia, me ocuparé en Ti con el corazón, porque donde está el objeto allá me lleva la inclinación, y adonde está mi tesoro, allí está mi corazón. (Imitación de. Cristo, lib. IV, cap. II)
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CAPÍTULO XV El Sacratísimo Corazón de Jesús en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía nos conduce al conocimiento de las divinas perfecciones.
1. Voz de Jesús . — Atiende, hijo mío, y en este Sacramento te
Esta fue la que en sus eternos consejos ordenó tan maravillosamente las estupendas obras de la Creación y Redención, de la naturaleza y de la gracia, de la santificación y de la gloria. Esta divina perfección es como luz infinita que penetra por todas partes, que lo ilumina todo, tanto por dentro como por fuera, y de la cual no puedes escapar ni abarcarla con tu mirada.
manifestaré una senda más elevada por donde llegues a las perfecciones de la Divinidad. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Alégrate, hijo mío, con este resplandor divino, vive en él con gozo para tu
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Disponte para entrar en los arcanos divinos y contemplar con todos los Dios. Santos cuál sea la longitud, anchura y profundidad aquel océano, de DeLade Imitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com 3. Considera la divina Bondad que se manifiesta en este Sacramento y donde beben y se embriagan los ángeles y bienaventurados en el cielo, y resplandece con tantas llamas de amor. las almas puras recogidas, en la tierra.
Pero pórtate en ello de tal manera, hijo mío que te afirmes más y más en
En ninguna parte del mundo brilla la bondad divina con tan maravillosa profusión y tan grande suavidad; aquí, como si dijéramos, se agota ella misma; aquí todo lo da, y encima se da a sí propia. A otras partes sólo llegan los radios del divino amor, aquí está el foco; allá sólo algunos bienes, aquí la fuente de todos.
humildad y purifiques constantemente tu amor, para que, introducido a la Divinidad por medio de mi sacrosanta Humanidad y de mi mismo Corazón, te unas a ella tan estrechamente como si fueras un solo espíritu.
Pasa de aquí a contemplar el abismo de esta Bondad. Mira al fondo, y verás la eternidad; busca sus límites, y no los encontrarás.
2. Mira, hijo mío, y medita la divina Sabiduría que manifiesta mi Corazón en este adorable Sacramento.
De esta infinita bondad recibe la suya todo cuanto hay de bueno en el cielo y en la tierra: la vida, todo lo que vive; el movimiento, todo lo que se mueve; su entender, todo lo que entiende; su felicidad, todo lo feliz.
Aquí muestra maravillosas invenciones aun en aquello que parecía contradictorio, de manera que al mismo tiempo reinase triunfador y glorioso en el cielo y permaneciese en la tierra perpetuo consolador de los
Este atributo divino es como mar inmenso; de él se levantan; como nubes las lluvias de todos los bienes, y en él anegados los escogidos se deleitan
hombres; en entregarme, no sólo al género humano en general, sino a cada uno de los hombres; en obtener, finalmente, tan sublimes resultados con materia tan sencilla como las especies sacramentales.
con sumo gozo. Sumérgete en él también tú, hijo mío, prueba cuan suave sea la bondad de tu Dios, deléitate en ella, ámala, dale alabanzas.
Contempla lo que en este sacrosanto misterio te manifieste mi Corazón, y de lo manifestado avanza hasta la plenitud del conocimiento, siguiendo al divino Espíritu.
Levántate de aquí a contemplar aquella infinita Sabiduría que todo lo abarca, desde la eternidad pasada hasta la eternidad venidera, y que todo lo pasado y lo futuro, lo que existe y lo posible, ve como presente.
4. Observa también cómo se revela la Omnipotencia en el venerado misterio de la Eucaristía, en sólo el cual obra más numerosos y estupendos milagros que en lo restante del mundo, sin que cese de repetir una y otra vez tan prodigiosas maravillas.
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Después de observado esto con reverencia, sube a la contemplación en general de esta estupenda Omnipotencia, que creó todo lo existente con sólo querer, que puede crear innumerables y perfectísimos seres de todo género cuando le viniere en voluntad, que puede asimismo, a una serial, destruir el universo y reducir a un mismo tiempo a la nada todo lo creado.
Pasa de aquí a contemplar las perfecciones de esto divino atributo, en todas partes manifiesto: en el cielo, de donde arrojé como rayo a los espíritus rebeldes y donde remunero con digno y eterno premio todos los actos buenos, aun los más ínfimos, de los ángeles y Santos; en la tierra, donde asociada por mi Corazón a la misericordia divina, alcanza solamente a los que no quieren acogerse a la misericordia, y donde no Contempla la eficacia de este poder infinito, que puede echar por tierra olvida este atributo cuando con fundamento se enoja; en los infiernos, http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus todos los proyectos de sus enemigos, y que todo lo que se le opone, no donde imponiendo merced mía a los réprobos un castigo inferior a su
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sólo lo indiferente, concurrir a sus santossino fines.aun lo malo, de grado o a la fuerza, lo hace 5/21/2018
merecido, y acomodando las penas al número y gravedad de los pecados, obliga a los mismos condenados a confesar que es equitativa la Justicia DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com divina. Por esta Omnipotencia las criaturas, no sólo se conservan en existencia, sino que reciben además a cada momento la virtud de poner por obra lo que ejecutan; los hombres reciben el concurso divino para usar de las facultades de alma y cuerpo, los animales su fuerza motriz, los astros su fuerza de girar y lucir por los espacios, la tierra su virtud de producir frutos, el viento y la tempestad su ímpetu, todo, finalmente, sus excelencias.
Considera cuan consolador es este divino atributo que algún día justificará en presencia, de todas las generaciones a los oprimidos con ofensas inmerecidas, con insultos y calumnias, y sólo los devolverá la fama, honra y gloria, sino que tanto más los exaltará cuanto más se hubieron visto abatidos; que compensará con premios sempiternos los actos de virtud, aun aquí aquellos que los hombres despreciaron; que aprecia, finalmente,
Esta perfección divina es como el aire en su manifestación, que mientras se agita, mueve suavemente, refrigera y sostiene la vida de las criaturas; pero cuando se desencadena con vehemencia, quebranta o dispersa cuanto se le opone.
y remunera el mérito de las obras, no por el exterior resultado, sino por la interna disposición del que las ejecuta.
Gózate, hijo mío, con tan grande poder de tu Dios, coloca en él tu confianza, recurre a ella con oración frecuente. 5. Considera, además, cómo mi Corazón en este Sacramento te trae a la mente, la divina Justicia. Mi sagrada Humanidad, que aquí tienes presente, es una manifestación de la Justicia divina; para satisfacerla me revestí de ella. Y aun el sacrificio que ofrece cada día mi Corazón por ministerio del Sacerdote, ¿no te recuerda también esa misma Justicia? ¿No propongo a tu adoración la Justicia en la misma Comunión, cuando recompenso a cada uno según sus obras y la disposición que trae?
Esta divina perfección es como fuego que, según la disposición de los objetos, con la misma acción consume a unos y conserva a otros, a unos endurece y a otros ablanda. Admira, hijo, este atributo de la divinidad; ensálzalo con santo temor, pero no dejes de amarlo. 6. Pon los ojos en la Misericordia divina que muestra mi Corazón de tan suave y maravillosa manera en el Santísimo Sacramento. Este misterio, ¿no es todo él un prodigio de la infinita Misericordia? ¿Quién de los que viven estará exento de miserias? ¿Y qué desgraciado, si llegare aquí bien dispuesto, no obtendrá misericordia? Inmensa es aquí la benignidad de mi Corazón, y sus misericordias no tienen límite.
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Una vez, hijo mío, que esto hayas piadosamente meditado, prosigue contemplando esta Misericordia en todas parles manifiesta: en los cielos, que llena de Santos, dándoles la bienaventuranza después de libertarlos del pecado; en la tierra, donde resplandece más que cualquier atributo divino, remediando, ayudando y consolando a todos; en los mismos infiernos, en donde por los méritos de mi Corazón castiga menos de lo merecido, como los mismos réprobos reconocen.
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Considera esta perfección divina, con cuya purísima hermosura, cautivados los moradores del cielo, se bañan en beatífica alegría; con cuya semejanza, adornadas las almas de la tierra, se ennoblecen sobre manera; ante cuya majestad tiemblan también los demonios en los profundos infiernos.
Del resplandor de esta perfección reciben toda su hermosura, toda su amabilidad, toda, su excelencia, todo lo hermoso, todo lo amable, todo lo http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
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Contempla la grandeza de esta misericordia mortales, excelente. abraza a todos, sin excluir ni divina rechazar a ninguno,con quelosaguarda conque el divinonatributo el sol en el firmamento, que da a los objetos LaImitaci DelSagrado Este Coraz deJes es s-como slidepdf.com perdón y con la gracia suficiente para convertir De a los pecadoresn mientras la viveza del color, la hermosura y alegría, y que, iluminando lo limpio y vivieren, que se extiende a toda clase de miserias, sin que haya en el lo inmundo, siempre permanece igualmente puro, siempre igualmente mundo cosa tan triste que no quiera aliviar y convertirla directa o hermoso. indirectamente en medio de salvación. La divina Misericordia es como abismo infinito que no puede llenar ninguna muchedumbre de miserias que en él cayeren, y que tampoco puedo agotar la muchedumbre de desgracias que con ella se remedian.
Gózate, hijo mío, en tanta hermosura de tu Dios, en tanta amabilidad y excelencia de su santidad; adórala devotamente, cópiala según tu capacidad.
Usa, hijo mío, pero no abuses de este dulcísimo atributo de Dios; dilata tu corazón y, agradecido, acude con fe, con esperanza, con amor, a este abismo de la Misericordia.
8. Mira la divina Inmensidad que se representa en este Sacramento.
7. Observa también la Santidad que resplandece en este Santo de los Santos, y que arrebata de admiración con su resplandor a los mismos ángeles. Contempla con gran devoción, hijo, este Sacramento, espejo de la divina Santidad. Aquí no hay más que perfecta pureza, aquí mi mismo cuerpo es como espíritu, aquí todo respira santidad. Puedes subir de aquí a contemplar cómo la infinita Santidad, en sí absolutamente perfecta, es causa, norma y fin de toda santidad, de toda pureza y de toda hermosura creada, y tal que nada se le puede añadir, nada quitar.
Porque aquí Yo estoy todo entero en la hostia toda, y todo entero en cada parte de ella. La multiplicación de mi presencia simultánea en todas las hostias que se consagren sobre la faz de la tierra, ¿no representa también en cierta manera mi inmensidad? Y en cada lugar donde sacramentalmente resido, ¿no me porto con cada uno como si sólo para él residiese? Comprendido esto con viveza de fe, serás seguramente llevado a contemplar la divina inmensidad, que abarca lodo lo existente y aun lo posible, y por ninguno es contenida, y por la cual la Divinidad está toda en todo el universo y toda en cada una de las partes del universo. Contempla esta universal presencia de la Divinidad en unión con la infinita Sabiduría, y Bondad, y Omnipotencia, y Justicia, y Misericordia, y Santidad, y Perfección infinita de todo género, y recuerda que en ella misma existes y vives y te mueves.
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Adondequiera que te volvieres, allí encuentras presente la Divinidad en cada ser, y con tan exquisita providencia como si para él sólo existiese. Mira las aves del cielo; no siembran ni cosechan, y, sin embargo, el que está presente en todas partes las alimenta. Mira los lirios del campo; no trabajan ni tejen, y, sin embargo, ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos.
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siempre lo que la voluntad divina, infinitamente buena, quiere de mi persona: El Don de Consejo, para que me advierta constantemente cómo nada saludable puedo obrar en mi flaqueza, y me incito eficazmente a recurrir al auxilio de la divina Omnipotencia, con cuya ayuda todo lo puedo: El Don de Fortaleza, que me mueva a usar de todas mis fuerzas para cooperar fielmente al auxilio de la divina gracia y aspirar con generosos
Entrégate, pues, a esta divina providencia; descansa en ella como en el http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus
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seno deldemás padre; abandónate todo ende sus manos,y que él esfuerzos a la perfecta santidad, sin cuidarme de los juicios de los cuidará ti. Élamoroso tiene numerados todos los cabellos tu cabeza, no cae hombres, sino atendiendo sólo a Ti como mi justo Juez: DeLaImitaci n Del Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com uno sin su aquiescencia. No temas, pues, ni te turbes ni te angusties, sino vive resignado y dichoso con esta providencia. El Don de Ciencia, que me comunique aquella discreción con que en la 9. V oz del discípul o . - Seguramente, Señor, que estas son verdades llenas
de consuelo, ¡pero cuan sublimes para mí! Ni me atrevo ni puedo con mis propias fuerzas aspirar a tanta sublimidad. Pero si tu divino espíritu me guiare, con reverencia, seguridad y alegría, aunque reconociendo mi propia debilidad, le seguiré, y entrando por tu sacratísima Humanidad en los arcanos de la Divinidad, contemplaré lo que supera todo sentido. Envía, pues, te ruego, el divino Espíritu me conduzca a esta contemplación según tu benignidad disponga, para mi santificación y gloria tuya. Envíame, te suplico humildemente, este divino Espíritu con sus siete dones para que me guíe tanto en la contemplación como en la acción. Mándame el Don de Sabiduría, que me disponga de tal manera que encuentre insípido todo lo mundano y sabroso lo divino, que juzgue según sienta con rectitud siempre y abrace con afecto todo lo que contribuye a mi salvación:
práctica distinga lo natural de lo sobrenatural, de manera que todas mis oraciones y obras, por Ti principien y por Ti concluyan, y me aplique de tal manera a la oración y al trabajo, que ni por el gusto de la contemplación descuide las obras de misericordia espirituales y corporales con el prójimo, ni por las obras descuide la misericordia con mi propia alma: El Don de Piedad, que, alentando mi tierna devoción, me estimule suave y eficazmente a la santidad y me convierta en piadoso padre para con los inferiores, piadoso hermano para con los iguales, piadoso hijo para los superiores: El Don de temor filial, de puro amor, para reverenciarte ante todo a Ti, Dios mío, y obedecer gustoso y con afecto santo cuanto decreta tu voluntad. (Imitación de Cristo, lib. III, caps, XVII y XXXI.)
El Don de Entendimiento, que disipe y aparte las tinieblas de la mente y las ilusiones del corazón, para que con mente serena y puro corazón contemplo lo visible e invisible que obró tu Bondad infinita y conozca
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Y ciertamente nacido por voluntad propia en un establo, viví de tal manera que no tuve donde reclinar la cabeza; mas para instituir este divino Cuánta reverencia, así exterior como interior, para con el Santísimo Sacramento mandé adornar un gran cenáculo, a fin de manifestar cuánta Sacramento, desea en nosotros el Sacratísimo Corazón de Jesús. observancia y honra y adoración quería en mi vida sacramental. Enseñada con ello la Iglesia, siempre amó el decoro de mi casa; levantó, según sus fuerzas, magníficos templos; llamó a la naturaleza para que los adornara con sus tesoros, y al arte con su ingenio; procuró siempre solícita que, 1. V oz de Jesús . — Hijo mío, si el cielo se te abriera y tus ojos vieran allí http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus conformo al deseo de mi Corazón, se me venerase por mil maneras en este mi gloria, ¡cómo te asombraría tal espectáculo! ¡cómo temblarías de santo
CAPÍTULO XVI
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pavor! ¡cómo te postrarías con profunda reverencia! 5/21/2018
augusto misterio, y así me atestiguó su amor para conmigo. Si me amas, si tienes sólo fe y con la lumbre sobrenatural LaImitaciy n DelSagrado Coraz n dehijo Jes mío, s-slidepdf.com Delante de mi trono, que arroja resplandores,De relámpagos ardientes contemplas aquí velada mi Majestad y todo lo que visible e invisiblemente llamas de gloria, verías millares de millares de ángeles que con toda me rodea, siempre, de seguro, mostrarás gran reverencia. veneración me alaban, y en derredor, diez mil veces cien millares que me asisten y sirven.
Allí verías también una gran muchedumbre de Santos, cuyo número no podrías contar, inclinando la frente delante de mi trono y adorándome y derritiéndose en mi amor. Verías además cómo todo se enfervoriza en mi presencia; percibirías algunas veces un gran silencio en todo el cielo a causa de la inmensa, reverencia; percibirías otras cómo resonaba todo aquel lugar con los cánticos de los que allí habitan, que a una voz rompían a cantar: «Bendición, y gloria, y sabiduría, y acción de gracias, y honor, y virtud, y fortaleza a nuestro Dios por los siglos de los siglos».
No comparecerás entre los ángeles delante de mi presencia sino exterior e interiormente recogido; no respirarás por dentro y por fuera sino devoción y piedad, amor y veneración. ¡oh Señor, amor y bienaventuranza de todos los ángeles y Santos! verdaderamente con toda reverencia, con toda santidad y amor, se te ha de reverenciar aquí. Tu Tabernáculo no pido más que santidad. 3.
V oz
del
di scí pul o . — Verdaderamente
Porque Tú eres el Santo de los Santos y habitas en aquel lugar sagrado en donde los mismos Espíritus angélicos no comparecen sino temblando de reverencia para admirar los inaccesibles resplandores de tu santidad.
Pues, hijo mío, aquel mismo Dios que con tanta reverencia, honor y alabanza es adorado en el cielo, es el que está aquí presente en el
¿Cómo, pues, un hombre mortal, contemplando tu infinita Majestad y su indignidad extrema, osará presentarse delante de tu rostro?
Santísimo Sacramento, rodeado de muchedumbre de ángeles. Mira, pues, y considera cómo deben conducirse conmigo los mortales en el Tabernáculo. Si las mismas columnas del cielo tiemblan de reverencia, ¿qué deberá hacer el polvo de la tierra?
En verdad que si Tú mismo no me invitaras a acercarme y la conocida bondad de tu Corazón no templara la vehemencia del temor, aterrorizado me apartaría de Ti por ser hombro pecador, ni osaría acercarme por temor de morir reo de lesa majestad.
2. Aquí, hijo mío, quiero reverencia, aquí quiero adoración, aquí exijo el debido culto.
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Pero esa misma benignidad de tu Corazón, que tan misericordiosamente me llama y con tan paternal afecto me sostiene y anima, es nuevo motivo de reverencia. Porque si con irreverencia abuso de semejante gracia, me hago más culpable, pues soy malo porque Tú eres bueno.
del S. Corazón de Jesús
Si Daniel y Tobías, y el Amado discípulo y otros Santos, en presencia de un solo ángel quedaron tan asombrados con su vista y tan llenos de reverencia que caían postrados en tierra ¿qué sentimientos deberán animarme aquí, donde estoy en presencia de Ti mismo, Señor de todos los Espíritus angélicos?
Ningún pensamiento extraño, ningún afecto bajo debe aquí ocuparme. 4. ¡Oh Cristo Jesús, Dios mío, que todo lo sabes y todo lo puedes! cuan Aún más: cada vez que me presentare, no sólo debo permanecer limpio de http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus terrible es este lugar en que moras realmente presente. toda maldad, sino ocuparme en honrarte con actos de virtudes.
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¿Cómo no me portaré dignamente en tu presencia, cuando todo lo que 6. ¡Cuán digno me haría de los rigores de tu indignación y del castigo de DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com miro en derredor aconseja reverencia suma? tu justicia si en tu presencia ocupase el corazón con pensamientos ilícitos Esta lámpara perpetua me advierte que debo acordarme con viva fe dónde estoy y delante quién ando. Este cerrado sagrario me advierte que el lugar de tu morada es santo sobre toda santidad. El elevado Tabernáculo me advierte con cuánta veneración y humildad debo ponerme en tu presencia. La limpieza de los vasos sagrados me advierte cuánta pureza interior y exterior se me exige. Toda alma aquí absorta y ocupada con amor me advierte con cuánta devoción y tierno afecto debo tratar contigo.
o afectos perversos, si me atreviera a comparecer como un profano entre los Espíritus angélicos y a insultarte en tu presencia con una irreverencia tan acerba para tu Corazón! Si yo obedeciera a la fe, sin duda no permitiría ni vagar el pensamiento, ni dejar ir el afecto a otro lugar, ni apartarme en cualquiera manera de Ti, como si Tú suprema bienaventuranza de todos, no me bastaras o no fueras digno de atención. Tiemblo pensando la gran irreverencia que contra Ti cometo cuando parece que te honro con los labios y está mi corazón lejos de Ti, entretenido con los objetos que desordenadamente ama o aborrece, o con otras distracciones que no cuido de rechazar.
5. ¡Oh Jesús, Dios de toda santidad! Cuán perfecta reverencia me enseñas para con este Sacramento, pues no quieres tener cercanos a Ti y que
Mi mismo semblante muestra muchas veces cómo se ha distraído y disipado mi corazón, cómo languidece de sequedad cuando está delante de Ti y acompañado do Espíritus celestiales.
habiten bajo el mismo techo sino a los espíritus celestiales y ángeles terrestres, a las personas religiosas y sacerdotes, que están obligados a tal pureza de corazón que merezcan ver Dios, y a tal castidad de cuerpo que merezcan abrazar a la pureza misma.
7. Mi devoción exterior no debería, sin embargo, ser menor que la interior; pues en este Sacramento exiges el obsequio del cuerpo y del alma, por estar Tú, Dios mío, en cuerpo y alma presente.
¡Con qué disposición, pues, de alma y cuerpo debo acercarme aquí, donde me he de asociar a tan pura y santa compañía!
Conviene, pues, comparecer con la mayor modestia, notoria a todos los hombres, pues Tú, Señor, estás tan cercano.
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Aquí no se debe permitir ninguna palabra inútil, ninguna mirada curiosa ni vaga, ninguna postura o movimiento del cuerpo menos decoroso.
como tus beneficios van siempre creciendo y amontonándose, así crezca siempre y aumente mi amor para contigo.
¡Oh Jesús, vida y dulzura de mi alma! Aun cuando no hay sobre la tierra nada que me deleito tanto como el santísimo sacramento del amor de tu Corazón, nada hay, sin embargo, que tanto me aterre.
(Imitación de Cristo, lib. IV, cap. I.)
Porque si participo de él con la reverencia debida, encuentro en él todo lo apetecible; más si, por el contrario, abuso de él irreverente o
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CAPÍTULO XVII
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perversamente, ¡cuán terribles males me deparo! 5/21/2018
Que debemos esforzarnos por compensar las injurias con que el Sacratísimo Corazón de Jesús es ofendido en el Sacramento de su amor.
DeLa n Del Sagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com 8. Si yo te amara lo bastante, si mi corazón ardiera enImitaci aquel fuego divino . — Hijo mío, los hombres me devolvieron maleficios por 1. Voz de Jesús con que se abrasa el tuyo, no harían falta tantos razonamientos para beneficios, y odio por amor. traerme a la debida reverencia.
Porque entonces, no sólo evitaría cuidadosamente todo desacato, sino que me conduciría contigo de aquel modo que sólo sabe el amor, con aquella delicadeza y atención que sólo la pureza del amor puede enseñar. Entonces grato me sería lo gastar contigo lo mejor del tiempo, absorto en tu amor¡cuán y olvidado de todo demás! Entonces ¡qué fervor por visitarte en tu santo Tabernáculo y allí testificarte mi amor! Entonces ¡qué hambre y sed tan santa me aguijarían a frecuentar este celestial convite, que preparaste para mí con tanta suavidad! 9. Dispénsame, pues, tu amor ¡oh amantísimo y amabilísimo Jesús! aquel amor que ablande mi duro corazón, y lo dilate y lo colme de tu santísima unción. Abrásame todo con aquel amor con que los Espíritus angélicos y tantas almas puras arden aquí en tu presencia, honrándote tan maravillosamente. ¡Oh, Señor! Apiádate de mí, y perdóname todo descuido en tu trato, toda distracción de la mente, toda disipación del corazón, toda culpa, en fin, cometida en desdoro de tu reverencia, y concédeme benigno que, así
Cuanto de mejor y más precioso se encuentra en los cielos, cuanto se halla en la tierra de más útil y saludable para el hombre, cuánto hay de más sagrado y consolador en la religión, todo lo encerré en este Sacramento. Y es este beneficio de valor tan extraordinario, que si los corazones de todos los hombres se abrasaran en amor, si las lenguas de todos los mortales se ocuparan a una voz en tributarme el debido agradecimiento, si el universo entero se inmolara como víctima de alabanza, con justicia distaría todo ello tanto de lo que Yo merezco, cuanto excede lo divino de lo humano, lo infinito de lo finito. El cielo mismo se asombra ante la inmensa grandeza de tal don, y los mismos espíritu angélicos exclaman: «¡He aquí a nuestro Dio aquí los prodigios que obró sobre la tierra!» ¿Crees, pues, que habrá un hombre sobre la tierra insensible e indiferente a este don de dones? Pues sin embargo, hijo mío, hay alma; sentimientos, sin corazón, criaturas ingratas, tan distantes de apreciar tal dispensación de tesoros y bienes, que abusan de esos mismos bienes para amargar mi Corazón con injurias.
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2. Muchos corren adonde les lleva el lujo o la pasión, más para visitarme no salen de casa ni quieren torcer un poco el camino.
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¡Oh, qué ultraje! ¡Qué nefando atrevimiento, acercárseme los hombres y aun los mismos dispensadores de mis misterios, trayendo en su interior al diablo y arrojarme sacrílegamente en su pecho a los pies de Satanás, su dueño!
Estiman en tan poca cosa mis dones, llevan para Mí el corazón tan frío, que se niegan a sufrir la más leve molestia pasa venir a este sacramento pedirme las mercedes que les tengo preparadas, a atestiguarme su amor, a 5. V oz del discípul o. — ¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo perpetrarán Mí, que por su amor bajé con tantas molestias del cielo y permanezco aquí impunemente los pecadores tales delitos? ¡Levántate, Señor Omnipotente, entre ellos. y confunde a tales monstruos! Pon a los sacrílegos como aristas ante el http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus fuego devorador, que bien lo han merecido.
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¡A cuántos puedo, con verdad, decir: «Tanto tiempo entre vosotros y todavía no me conocéis»!
Voz de Jesús . - Todavía no, hijo mío, todavía no; aunque son merecedores
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Soy como extranjero para ellos, y no me hacen caso como a peregrino. ¡Tan poco piensan en mí! ¡Tan poco se cuidan de mi presencia! 3. Pero aun entre aquellos que frecuentan mi santo Tabernáculo, ¡cuántos vienen más para traer la abominación al lugar santo! ¡Cuántos en el santo templo se ponen como ídolos ante los ojos de los demás, y apartan a los hombres de mi devoción y amor para llamar la atención hacia ellos! No pocos revuelven en la mente malvados pensamientos, alimentan en el corazón sentimientos detestables, e insultándome indignamente, cometen con el deseo pecados en mi presencia. ¡Cuántos con la mirada, con los gestos, con el mismo vestido, contristan a los ángeles y me provocan a ira! ¡Cuántos se avergonzarían con razón de portarse con un hombre con tanta insolencia como aquí se portan conmigo! 4. En ninguna parte, hijo mío, se me ultraja tan cruelmente como en este divino misterio. Donde abunda la bondad de mi Corazón, allí también abunda la maldad de los hombres. ¡Cuántos herejes impíamente me niegan! ¡Cuántos incrédulos blasfeman horriblemente de Mí sin conocerme!
de extremo castigo, quiero mostrar que la bondad de mi Corazón es superior a la malicia del humano. Todavía me place darles gracias para que puedan salvarse. Porque si cooperando a ella se convierten a mejor vida, triunfará y gozará y jubilará mi Corazón con la salvación de aquellas almas por las cuales no dudé en dar la vida. Mas si no quisieren convertirse ni tornar a mi amor, tiempo me queda para satisfacer mi justicia, pues para ello poseo los siglos sempiternos.
Mientras tanto, hijo mío, seguiré sosteniendo por tu amor tales injurias y por amor de los demás escogidos, a quienes amo más que me ofenden los pecadores, y por quienes gustoso continúo aquí mi residencia. 6. No serás, así lo creo, insensible a este singular exceso de mi amor, merced al cual sufre mi Corazón por tantos siglos tal cúmulo de indignidades de parte de los malvados sólo para dispensarte los bienes que oculto en este Sacramento. Si me amas, harás gustoso cuanto pudieres para compensar tantos y tan costosos sacrificios como aquí soporta mi Corazón, y para reparar mi honor de tan indignos modos ultrajado.
Pero aunque ello sea acerbísimo, no es tan acerbo para mi Corazón como las horrendas profanaciones de los que sacrílegamente comulgan.
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Uno de los fines principales de la devoción a mi Corazón sacratísimo es el compensar en lo posible las injurias con que por todas partes me ofenden en el Sacramento.
Por último, hijo mío, trabaja, esfuérzate cuanto puedas para que, lejos de injuriarme, todos, tanto exterior como interiormente, me honren y amen en esto Sacramento.
No te creas verdadero discípulo de mi Corazón mientras no te abrase el celo de mi honra.
8. V oz del discípul o . — ¡Oh dulcísimo Jesús, cuánto nos has honrado,
7. Derrama, pues, frecuentemente delante de mi Tabernáculo ardorosos afectos de tu corazón, afectos de agradecimiento, de generosidad, de
cuánto nos has amado! Por amor nuestro bajaste del cielo a la tierra, y para levantarnos de la tierra al cielo no cesaste de trabajar y padecer.
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Sacrificaste todas tus comodidades, derramaste tu propia sangre para
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ofrecimientos de amor, con los cuales mi Corazón se consuele. 5/21/2018
redimirnos de la muerte, padeciste la muerte misma para procurarnos la vida, quisiste que tu Corazón, rasgado por el amor, permaneciera abierto DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com Enfervorízate de tal modo mientras o me reverencias o en cualquiera para dispensarnos desde allí toda clase de bienes, te dignas ser todo para manera te ocupas conmigo, que suplas en lo posible la indiferencia de los nosotros siempre y en todas partes. tibios y los estimules a sacudirla. Durante tu vida mortal te nos diste como precio de salvación, como fuente Manifiesta siempre reverencia sincera, no fingida, para con el Santísimo de vida ejemplar de perfección, como camino y guía del cielo. Sacramento, para en algo reparar mi honor y mover a los otros con tu edificación a reverenciarme y aliviar en algo el pesar de mi Corazón. En la vida sacramental te nos das además como alimento de nuestra vida, como santificación del alma y del cuerpo, como consuelo en la Ofrece a menudo tus buenas obras y en padecimientos tus demás actos, y muy cuantas obras meritorias se realizan todo el orbe ycatólico para mi honor en la Sagrada Eucaristía. Ofrece con la misma intención todas las virtudes y méritos de los ángeles y Santos, con todas las alabanzas y honores que me tributan, en el cielo. Cada vez que celebrares u oyeres Misa, o recibieres la sagrada Comunión, proponte, entre otras intenciones, la de compensar con este sagrado acto los ultrajes que por ti o por otros han sido inferidos alguna vez a mi Corazón. Sí, hijo mío, imita a mi Corazón orando mucho aun por aquellos mismos que se portan tan indignamente conmigo, para que triunfe mi paciencia que tanto los aguarda, y mi deseo de perdonarlos si se convierten, todo para su mayor provecho y gloria eterna.
peregrinación, como tesoro de todos los bienes. En tu misma vida gloriosa te nos das como Abogado ante el Padre, como dador del Espíritu Santo, y, finalmente, como premio sempiterno. ¿Qué pudo además hacer, qué pudo adivinar tu Corazón que no lo inventara y lo pusiera por obra? ¡Cuánto agradecimiento, pues, cuánto amor, cuánta fidelidad podías con razón esperar! ¡Más ay dolor! que en lugar de agradecimiento, en lugar de amor, en lugar de fidelidad te devuelven ultrajes, y profanaciones, y sacrilegio cuantos delitos pueden! ¿Y era esto ¡oh buen Jesús! era esto, que arranca llanto a los mismos ángeles, lo que debías esperar de cada uno de nosotros, por cuanto en nuestro favor has hecho y padecido, por cuanto nos diste y nos tienes preparado?
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9. ¡Ojalá, Señor, pudiera borrar yo con mi sangre tantos horrores! ¡Ojalá pudiera yo compensar con dispendio de mi propio honor y vida tantas indignidades, tan crueles ultrajes!
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CAPITULO XVIII Que debemos probarnos antes de acercamos al Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
Pero pues esto no puede pasar de puro deseo, te ofrezco todos mis pensamientos, palabras y obras, cuanto hiciere o padeciere, para compensar todas las injurias inferidas alguna vez a tu Corazón y para 1. V oz de Jesús . — Hijo, pruébese el hombre a sí mismo, y así probado, reparar tu honor por mí o por otros ultrajado. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus coma de este pan y beba de este cáliz. Porque quien lo come y bebe
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Me ofrezco todo con el mismo fin para sobrellevar toda clase de indignamente, se come y bebe su condenación, por no apreciar el cuerpo del Señor. humillaciones y tolerar cualquier injuria y padecer cuanto fuere de tu DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com divino beneplácito. No leve pena amenaza a aquel que recibe indignamente a su Dios y Señor. Mi sangre derramará la maldición sobre él, sobre su alma y su cuerpo. Te ofrezco asimismo todos los piadosos afectos, santos deseos y obras meritorias de cuantos fieles te complacen en la tierra, y cuantas misas y Considera, hijo mío, cómo le indignas contra Judas. Pues a este pérfido comuniones y demás ejercicios se practican en toda la Iglesia. discípulo supera en audacia, ingratitud y perversidad aquel que, no atemorizado con el desgraciadísimo fin de Judas, abusa de mis beneficios Te ofrezco también todas las alabanzas de los espíritus celestiales y y amonestaciones, y mientras se recuesta sobre mi Corazón en esté Santos que ya moran en el reino de los cielos, con todas sus acciones de gracias, bendiciones y cualquier otra manifestación de amor. Admite, Señor, estas ofrendas en gracia de los méritos de tu Sagrado Corazón; admítelas en gracia del Corazón Inmaculado de tu Madre, por medio de la cual me atrevo a presentarlas. Por medio de este inocente Corazón me llego, aunque reo, con confianza al tuyo, e imploro misericordia y gracia para mí y para todos los desdichados. Perdónanos, Señor, perdónanos a los pecadores; no hagas caso de los delitos que hemos perpetrado, olvida las injurias con que ultrajamos a tu Corazón. Concédenos el resarcir lo pasado con la pureza de vida, y el corresponder a tu amor con el fervor de nuestros afectos, y el aliviar a tu Corazón con una fidelidad constante.
santísimo convite, me entrega traidoramente por la comunión sacrílega. ¡Qué tremendo, qué terrible es el juicio que le espera; qué pavoroso suplicio aguarda a aquel que con tan cruel indignidad me entrega y persigue! Si aquellos que en la antigüedad abusaron de las figuras de este Sacramento fueron tan severamente castigados; si los hijos de Helí, por portarse indignamente en el antiguo santuario, y Oza, por tocar con irreverencia el Arca del Testamento, y Baltasar, por profanar los vasos sagrados, fueron arrebatados por depende la muertedeen pena de su delito,pisotea ¿qué merece el sacrílego que en cuanto él desprecia y como al mismo Dios, su Creador y Salvador? La misma tierra se abriría bajo sus plantas para tragar vivo al sacrílego si no lo impidiera mi Corazón, por ofrecerle todavía nuevos medios para salvarse.
(Imitación de Cristo, lib. IV, cap V)
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¡Qué crimen tan perverso! ¡Cuán horrendo será caer reos de tanta impiedad en manos del Dios Omnipotente!
concluyo, o por acercarme a Ti con penas y sobresaltos, o por privarme de tan necesario remedio para mis miserias.
. — ¡Señor, Señor, me horrorizo estremecido de 2. V oz del discípul o
Indícame, pues, te ruego, qué significa tener conciencia de pecado mortal. Porque con entenderlo bien evitaré más fácilmente las astucias del diablo y me preservaré más eficazmente de una indigna Comunión.
espanto al pensarla fiereza de semejante delito! Postrado a tus plantas te suplico que me preserves de la participación indigna de tu Cuerpo y Sangre.
5. Voz de Jesús . — Hijo mío, aquel tiene con ciencia de pecado mortal, que
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que está en pecado mortal. Porque tener con ciencia de
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Por tu mismo Corazón te ruego que me declares en qué consiste el comer una cosa es saberla. La conciencia es «un conocimiento cierto». de este pan y beber de este cáliz indignamente, para que, conociéndolo, DeLaImitaci n DelSagrado El Coraz n deJes s-no slidepdf.com me preserve cuidadosamente de tan terrible condenación. conocimiento cierto es siempre igual en todas las cosas, sino que en cada materia tiene su propio modo de ser acomodado a ella; es absoluto en 8. Voz de Jesús .— Esa indignidad, hijo mío, consisto en recibir la Sagrada materia absoluta; físico, en la física moral, en la moral. Comunión con conciencia de pecado mortal. Así, hijo mío, que los que suelen pecar voluntariamente, cuando dudan si Para que el hombre, pues, no reciba indignamente tan alto misterio y se solicitados a tal pecado pecaron de hecho, están ciertos moralmente, por acarree la condenación y muerte eterna, examino cada uno su conciencia. lo que les suele acontecer, de que son reos de tal pecado. Tan necesario es este examen, que ninguno, con conciencia de pecado mortal puede, por muy contrito que se parezca, acercarse a la Sagrada Comunión sin confesión precedente. 4. V oz del discípul o . — Perdóname, Señor, si te digo que no comprendo
bien lo que me adviertes, pues soy torpe de entendimiento. Perdóname también si te pregunto alguna necedad, porque es efecto de las angustias de mi corazón. No es que yo quiera llevar a la sagrada mesa sólo aquella mera
Por el contrario, cuandotemes buscas separarte o sea mientras habitualmente sersinceramente privado de lano divina gracia,desiMí, no sabes ni tienes conocimiento cierto de haber consentido voluntariamente a la tentación del enemigo en cosa grave o de haber perdido por cualquier razón el estado de gracia, al recibirme no recibes indignamente el Sacramento. 6. Anímente, hijo mío, confórtente y diríjante siempre estas enseñanzas, y sobre todo cuando una clara luz no ilumina tu alma y el estruendo de los enemigos aturde tu corazón.
preparación que evita el recibirte indignamente, sino al contrario, es que enemigo de mi salvación me sugiere alguna después de prepararme cómo puedo, que si me acerco al altar me haré reo del Cuerpo y Sangre del Señor.
Bueno es, sin embargo, hacer antes de comulgar un acto de contrición lo más perfecto posible por todas tus culpas, aun por las ocultas, tales como son a los ojos de Dios, para que te acerques mejor dispuesto entre los ángeles a este divino misterio.
Así, pues, cuando las tinieblas cubren mi alma y ruge el enemigo en la obscuridad, de manera que yo ni percibo con claridad ni oigo distintamente tu voz interior, engañado con tal astucia del demonio
Conviene también cuando estás para llegar a la sagrada mesa, examinarte aun de los pecados leves y purificarte de ellos y de todo afecto
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desordenado por actos de ardoroso amor, de modo que, engalanado con la vestidura nupcial inmaculada, te sientes conmigo ageste celestial convite. Por fin, hijo mío, si aunque te sientas tentado a pecados mortales no consientes en ellos, si no cometes voluntariamente los veniales, si resistes con esfuerzo a la naturaleza cuando se opone al beneplácito divino, puedes cuando quieras, con la permisión de tu director espiritual, llegarte a la sagrada mesa.
del S. Corazón de Jesús
Considera, hijo mío, y recuerda bien cuánto se honra y alegra en este convite mi Corazón, con cuánto gozo se recrea el cielo, con cuánto consuelo son aliviados los fieles difuntos, con cuántos dones y gracias se enriquece el alma para asegurar su salvación y adquirir la santidad. ¿Y no compensa, y aun infinitamente aventaja, todo ello el trabajo y esfuerzo que te cuesta el examinarte y purificarte?
http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus 8. No hay nadie,
hijo mío, que no pueda examinarse y purificarse para
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Y aun cuando la humana pureza infinitamente dista de aquella pureza disponer el alma de la manera dicha, pues para ello a todos se da gracia. divina que se recibe en el sacrosanto Sacramento, basta, sin embargo, al puede nnadie la deficiente disposición a la naturaleza o DeLa n Del Sagrado Ni Coraz deJesatribuir s-slidepdf.com hombre mortal, el frecuentar con humilde confianza yImitaci devoción este santo condición de vida, por no ser la naturaleza ni el estado, sino la y santificado misterio para más perfectamente purificarse. desordenada voluntad o la dejadez, la que deja al alma mal preparada para Porque no se instituyó este Sacramento para ángeles, que ya no pueden la Comunión. pecar, sino para los hombres, que, ángeles en el deseo, ya no quieren Excita el fervor, estimula el corazón para negocio tan importante, pues pecar, para que adquieran con él la perfección de la pureza y santidad, que nada encontrarás en la vida, más alto ni más provechoso. más que preparación son ya fruto de la Comunión. 7. Es propio del demonio apartar de la frecuente Comunión a las almas suficientemente bien dispuestas, y cualquiera de los mortales que tal obrare imita al demonio y hace su obra.
Aquí uno recoge el fruto según el trabajo que puso segúncada se acercó más purificado y mejor dispuesto, así en sedisponerse; retirará másy favorecido y acrecentado de gracias.
Requiero, sí, la reverencia; pero más quiero el amor; uno y otro mostrarás mejor con la frecuente que con la rara Comunión.
9. V oz del discípul o .- — Gracias, Señor, por haberme instruido tan
No te pido que frecuentes a menudo la sagrada Mesa y sigas pecando, aunque venialmente, o dirigiéndote por la propensión o aversión de la naturaleza; lo que te pido es que resuelvas y determines con firme
luminosa y distintamente en asunto de tanta importancia, y por incitarme y aun impelerme a mí, tan pobre y miserable, con tanta bondad, a la frecuente participación del divino convite.
propósito de tales faltas acercarte asídefienden a menudoela partido recibirme, juzguen loabstenerle que juzguen cuantos enyesta materia de Satanás.
Con más seguridad y complacencia vendré en adelante a tu mesa, sabiendo ya cómo debo examinarme y disponerme, tanto para no ser rechazado, como para participar con creciente provecho de este celestial manjar.
Si por tal propósito y determinación sueles, vivir con la pureza antedicha, entonces, hijo mío, aun cuando alguna vez por fragilidad caigas en algún defecto, no omitas por eso la acostumbrada Comunión, sino, hecho el debido examen, ven a Mí con más perfecta preparación.
Ardientemente deseo, bien lo sabes Tú, Señor, y firmísimamente propongo vivir limpio de todo pecado venial voluntario y de todo afecto desordenado, para poder recibirte sin impedimento, con la mayor frecuencia.
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Lo que a mí, pobre mendigo, me faltare, súplelo Tú, bondadoso y misericordioso Jesús, con el infinito tesoro de tu Corazón; vísteme con la blanca vestidura de la inocencia, engaláname con el adorno de la fe, esperanza y caridad y demás virtudes, a fin de que merezca comparecer entre los santos ángeles y asistir contigo al celestial convite para tu mayor gozo y honor, y para mi mayor santificación y consuelo. (Imitación de Cristo, lib. IV, cap. VII.)
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2. ¡Obra es, en verdad, bien grande! No vas a recibir a un superior o a un príncipe, sino que preparas habitación para Dios tu Salvador, ni trabajas por ganar bienes perecederos, sino eternos. Razón por la cual, en la víspera del día en que he de venir a ti comienza ya a disponerte y prepararte con algunas mortificaciones, según tu condición, y con otros ejercicios de virtudes.
http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Dirige a ello todas
tus buenas obras y aún las indiferentes, todas tus
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CAPÍTULO XIX
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palabras y pensamientos, y ofrécemelo todo como ornato agradable a mis ojos del lugar en que me preparaste alojamiento. DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
Como nos debemos preparar para la Sagrada Comunión
1. Voz de Jesús . — Mi tiempo se acerca, hijo mío; vendré y entraré en tu
casa y haré morada en ella. Cuando viniere, vendrán también conmigo muchos ángeles y riquezas, honores y y bienandanzas, para enriquecerte y ennoblecerte, para contentarte beatificarte. Prepárame, pues, un lugar donde no sólo no haya mancha alguna, sino donde todo esté convenientemente adornado. Si considerares bien a quién vas a recibir, reconocerás que, aunque poseyeras la inocencia de los ángeles, deberías todavía prepararte con exquisito cuidado. Porque ¿cuánta pureza y santidad no debe resplandecer en el alma y cuerpo de aquel que no sólo sale al encuentro y abraza a la misma pureza y santidad, sino que la recibe en su interior y se la incorpora? Haz, pues, cuanto estuviere de tu parte para preparar el alma y el cuerpo a tan grande obra.
3. Excita y aumenta el deseo vivísimo de aquella bienaventuranza que has de gozar en la Sagrada Comunión. Este deseo pondrá en movimiento todos los demás afectos. ¿Y cómo no arderás en tal deseo si consideras por cuántos motivos necesitas de Mí, y cuántos bienes recibirás? ¿Cómo no te abrasarás todo si meditas hasta qué punto desea mi Corazón comunicarte todo? Correspondiendo a este deseo de mi Corazón, deséeme a su vez el tuyo y remueva de tal manera las llamas del deseo, que se derrita, que se disuelva en amor de estar conmigo. Pregunta una vez a los ángeles: «¿Por ventura habéis visto a aquel a quien ama mi alma? ¡Os conjuro que me lo digáis, porque desfallezco de amor!» Otra vez invoca a los Santos: «¡Os ruego, hermanos míos, por nuestro Señor y por su Corazón, que me ayudéis con vuestras oraciones!. Dirige también a Mí mismo tus suspiros: «¡Oh Amado mío, escogido entre todos, dime en qué lugar te apacientas entre azucenas! ¡Quién me diera encontrarte para abrazarte e introducirte en la morada de mi corazón! ¡Hazme experimentar cuan bueno eres para los que te buscan, cuan grato para los que te encuentran, cuan inefable para los que te gozan! Ven, Señor, y no quieras tardar».
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Con estos u otros afectos acomodados al estado de tu alma alimenta el fervor, provoca el hambre espiritual de este saludable Sacramento de la Eucaristía que pide un alma hambrienta para saciarla y colmarla de bienes. 4. Forma además una intención pura y santa de recibirme y de sacar tal o cual fruto general o particular de la Comunión.
del S. Corazón de Jesús
6. Y entonces, deteniéndote delante del Tabernáculo, adórame en él con viva fe, renueva grandemente la esperanza, aviva la caridad para con todos tus prójimos. Entretente con especial cuidado en esto, e insiste en ello con extraordinario afecto.
Ejercítate después en actos de aquellas virtudes que son particularmente gratas a mi Corazón, y que Yo mismo practiqué maravillosamente en el Mira, hijo mío, que no te acerques aquí por mera fórmula o por rutina, o Cenáculo antes de la institución, del Sacramento, para que tú obres http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus como quien no sabe lo que se hace, y no menos por aparecer devoto, conforme Yo obré antes de la Comunión.
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porque no se diga, o por buscar consolaciones sensibles. 5/21/2018
¡Cuán profundamente me humillé allí, cuando me postré a los pies de los Procede con rectitud, busca lo puro y santo divino DeLaconforme Imitaci al n Del Sagrado discípulos Coraz n deJes s-yslidepdf.com y se los lavé sequé! beneplácito, y por nada del mundo te apartes de ello. Porque todo lo que sea ajeno de esta pureza de intención no vale nada, por muy agradable y Enseñado con tal ejemplo, humíllate cuanto pudieres con todo el corazón, provechoso que parezca. con toda la mente, con todas tus fuerzas. De aquí sucederá que, si al acercarte a la sagrada mesa después de diligente preparación no sientes como deseas aquel fervor y gusto de devoción, lo sobrelleves tranquila y fructuosamente resignado en la divina
Y después de haber hecho todo lo que debías y podías, reconoce que no eres todavía digno de recibirme ni de entrar conmigo en el consorcio divino.
voluntad, y teniendo el cumplimiento de ésta por la mayor consolación. Y si experimentas los ardores y dulzuras de la devoción, lo recibirás con humildad y agradecimiento, y lo gustarás en el fondo de tu corazón, sabiendo que no es efecto de tu mucho trabajar, sino don de mi bondad.
¿Qué otra cosa busco Yo, sino un alma verdaderamente humilde en quien mi alma se complazca, sobre quien derramo mi Corazón los tesoros de su gracia, a quien pueda, finalmente, invadir, arrebatar y transformar con mi amor?
Y cuando ya llegare el momento mismo en que Yo he de venir, oye al ángel custodio, que te dice: «El esposo viene; sal a su encuentro».
Por amor, hijo mío, por amor se instituyó este santo Sacramento; con amor hay que recibirlo
Levántate veloz, y llevando tu lámpara encendida, que es la gracia santificante, corre a mi santo Tabernáculo y vela allí, y prepárate para mi próxima llegada.
Como el amor de mi Corazón llega hasta el exceso en esto misterio y se prodiga sin límites ni medida, así, hijo mío, cuando participas de él entrégate todo sin medida ni límites al amor divino.
Dilátese tu corazón, regocíjense todas las facultades de tu alma, la felicidad que te espera apodérese de ti por dentro y por fuera.
Esto vivo amor, este afecto puro, esta entrega total de ti mismo, es la principal preparación para la sagrada Comunión, porque es la disposición próxima para la unión divina.
Acuérdate que ya no estás en el mundo, sino en medio de los ángeles.
Insiste, pues, en él; espáciate aquí, con todo el corazón, ruega, entrégate según el espíritu gracia te enseñare interiormente.
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7. Si me amas con pureza, comprenderás que no está en tu mano el amarme lo bastante sentirás que cuanto hagas o puedas hacer es como nada comparado con lo que necesitas para recibirme en tu corazón. No te contentes, pues, con el adorno de las virtudes que practicas o posees; pide a los ángeles y Santos y a los justos todos que te presten cuantas galas poseyeren para esta ocasión solemne en que me has de recibir.
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los actos preparatorios, no según el libro, sino, según te dicta el corazón, siempre encontrarás nuevo semejante método. Porque practicarás estos actos, ahora de un modo, ahora de otro, según te pidiere tu necesidad o devoción o te moviere la interna inspiración del espíritu.
Y si no alcanzas todavía a prepararte interiormente, emplea el libro, pero http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus empléalo de tal manera que aprendas paulatinamente a hablar conmigo Lo conseguirás, hijo mío, si con sincero y ferviente corazón me ofreces
con el corazón y te puedas luego preparar por ti solo.
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Lo conseguirás, hijo mío, si con sincero y ferviente corazón me ofreces con el corazón y te puedas luego preparar por ti solo. todos y cada uno de los méritos y virtudes de los ángeles y Santos para el método, peros-varía el modo de emplearlo, abreviando unos actos, Coraz n deJes slidepdf.com agradarme con ellos y más dignamente recibirmeDeLaImitaci nDelSagradoRetén prolongando otros, según el estado de tu alma. Lo alcanzarás si con ese mismo fin deseas recibirme con aquella pureza, Atiende, no a la parte externa de los actos, sino a la sinceridad de los con aquella fe, esperanza y caridad, con aquella humildad, con aquel afectos; expresa sencilla y afectuosamente los sentimientos de tu corazón, amor, en una palabra, con aquella santidad con que todos los justos y y ante todo sigue la guía de la inspiración divina. devotos y la misma Inmaculada Virgen mi Madre me han recibido en el Sacramento. Con esto te acontecerá que cada vez, con un fervor nuevo acomodado a Estos santos afectos, hijo mío, si nacen de puro amor, me placen tanto, que no me deleito menos con tales encendidos deseos que si en realidad poseyeras esas disposiciones.
las presentes circunstancias, te prepares también con nuevo fervor. Te ayudará mucho el disponerte y acercarte a cada Comunión como si fuera la última de tu vida.
Pero aún te queda más, hijo mío: desea perfeccionar tu corazón con todas las virtudes que adornan al mío.
Y en verdad, hijo mío, que no sabes si la próxima Comunión será la última; sólo sabes que una será la postrera, pero no cuál será.
Finalmente, cuando salgo del Tabernáculo, cuando oyes aquella voz: «He aquí el Cordero de Dios», interior y exteriormente recogido y confiado en la bondad de mi Corazón, ven en compañía de los ángeles, sal a mi
Por eso es prudente y piadoso consejo acercarse a cada Comunión con tal intención y afectos, que si por acaso fuere la última te sirviere de viático para la vida eterna.
encuentro. En este momento supremo olvídate en cierta manera de ti, y atento sólo a Mí, recíbeme en compañía de todos tus afectos y únete conmigo en tu corazón. 8. Aquí tienes el modo, hijo mío, cómo debes prepararte a la Sagrada Comunión. Y si, como es propio de un discípulo de mi Corazón, ejecutas
9. V oz del di scí pul o. — ¡Cuan maravillosa y grande es la bondad de tu
Corazón, Jesús mío, pues así me instruyes y enseñas un modo tan santo y consolador para prepararme a la sagrada Comunión! Con agradecimiento lo acojo y con fidelidad seguiré este método, que a pesar de su sencillez es variado, y el cual encontraré siempre fácil y siempre nuevo.
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Pero aun después de hacer cuanto estuviere a mi alcance para prepararme a recibirte dentro de mi pecho, ¿qué es todo ello comparado con tu dignidad o con la dicha de que voy a disfrutar? Porque en aquella dulcísima hora en que penetres en mis entrañas, ¿qué puede faltar a mi felicidad? ¿No he de encontrar en Ti cuanto puedo desear?
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CAPÍTULO XX Cómo debemos portamos después de recibir el Santísima Sacramento,
1. Voz de Jesús . — Hijo, al punto de recibirme en la sagrada Comunión,
dejando cualquier otro cuidado, atiendo todo a Mí como yo a ti.
En tu rededor están entonces los ángeles postrados para adorarme, y reverentes me veneran, se miran atónitos y se abrasan de amor; ¿podrás tú Tú, manantial inagotable de todos los bienes, Tú eres para mí la vida y el http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus gozo, Tú la virtud y santificación, Tú la riqueza y el honor, Tú el
permanecer indiferente?
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descanso, Tú la dulzura, Tú la felicidad completa. 5/21/2018
Todo, por dentro y por fuera, respira santidad y devoción, paz y gozo, abundancia de bienes y dones, dulcedumbre y felicidad. Participa de todo, hijo mío, y goza de Mí, pues me poso.
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
¡Oh amadísimo Jesús sobre todos los amados! ¡Cuánto te deseo, cuánto te necesito! ¡Oh y cuándo llegarás, cuándo admitirás en tu presencia a este desgraciado y enfermo e ignorante y hambriento y desconsolado! Porque Tú, Jesús mío, eres mi Salvador, Tú mi Médico, Tú mi Maestro, Tú mi Pastor, Tú mi Amigo, Tú el Amado de mi alma.
Mírame a Mí, tu Señor y tu todo, presente en lo íntimo de tu corazón. Permanece conmigo no me dejes solo, alejándote con la mente o con el corazón y los sentidos.
¡Oh de Dios, quitas pecados del No los soy digno de que Cordero entres bajo mi que techo, perolosapiádate de mundo! mí, sigue instintos bondadosos de tu Corazón y ven.
Antes bien, cerrando cautelosamente toda en entrada, aprovecha conmigo tu tiempo, pues no hallarás cosa mejor ni más agradable ni más provechosa.
¡Oh amado mío, Esposo dulce sobre la miel y el panal, blanco con la hermosura de la inocencia, sonrosado con la pureza del amor!
Dichoso tú si aprendes a emplear bien este tiempo, de donde pende el principal fruto de la Comunión y aprovechamiento del alma.
Llévame hacia tu presencia y hazme semejante a Ti.
¡Cuánto tienes que negociar en esta preciosísima hora! ¡Cuánto que pedir y suplicar! ¡Cuánto que comunicar conmigo! ¡Cuánto que oír de mis labios! ¡Cuánto que sacrificarme! ¡Cuánto que recibir para ti y para otros!
Auxíliame para prepararme santamente a tu venida, concédeme conservar siempre encendida la lámpara para que no dormite ni me entorpezca, sino que vigile en oración y me enfervorice con la devoción de manera que, preparada el alma, merezca salirte al encuentro a tu llegada y entrar después en los goces de tu compañía. (Imitación de Cristo, lib. IV, cap. XIV.)
No quieras, pues, desperdiciar el tiempo de mi visita, antes procura que no se te vaya ni una partecita de tal don. 2. Lo primero, pues, dame con sincero corazón gracias a Mí, tu Dios y tu Salvador por haberme dignado tan amante y misericordiosamente visitarte.
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Mas como no bastas a darme gracias por un favor infinito, invita a los ángeles que invisiblemente asisten, invita a todos los espíritus celestiales y a los Santos, invita a todo lo que existe en la creación, grande y pequeño, para que contigo alaben juntos y ensalcen al Amado de tu alma, tan amante y tan digno de ser amado.
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Porque entonces, mientras el amor divino obra y ejerce su poder en tu corazón, es «tiempo aceptable» para que, si cometiste por fragilidad humana o cualquier otro motivo alguna falta con desagrado de mi Corazón, te duelas por puro amor de Dios de haberla cometido y propongas no volverla a cometer.
Pero como todo ello queda todavía por debajo de la grandeza del El encendido ardor del amor divino, si tú cooperas con él, persigue al beneficio divino, ofrece todas las acciones de gracias, alabanzas y actos de pecado y lo quema y consume como arista seca. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus amor que los ángeles y Santos y justos todos han ofrecido alguna vez y 4. Para no caer otra vez, pídeme entonces con instancia que te libre de ofrecerán en la eternidad.
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graves pasiones, si alguna te dominare; que te desembarace de afectos Ofrécelo todo, hijo mío, unido a los méritos deDe miLaCorazón, como con ques-amas o aborreces con menos rectitud a las criaturas, Imitaci que, n Del Sagrado desordenados Coraz n de Jes slidepdf.com infinitos, equivalen a don infinito. que te libre de las miserias que te afligen, que te preservo de pecados y fallas, principalmente de aquellas a que eres más inclinado. 3. Ejercítate luego en actos de adoración profundísima, sometiéndome gustoso en debido holocausto todas las potencias del alma y los sentidos Para más afirmarte en la virtud y salir más perfecto y más semejante y del cuerpo. querido de mi Corazón, pide con el mismo ardor el continuo crecimiento en la virtud. Este holocausto, como obra de suma humildad en que te inmolas por completo a Mí, me es sumamente grato y honorífico. Y así entregado en mis manos, ¿qué no puedes esperar de mi Corazón, tan pródigo siempre en mercedes? Espera con fortaleza, hijo mío, y ejercita valerosos actos de firme esperanza. Unas veces alienta esa esperanza con la seguridad de que no ha de quedar confundida y que has de recibir cuanto suplicares; otras, como niño en los brazos de su madre, arrójate en mi Corazón con confianza de que allí encontrarás lo que deseas y quedarás a salvo. ¿Y no se abrasará entro tanto tu corazón, cuando el mío le manifieste tanta misericordia, tan inmerecida dignación, tan gratuito amor? Insiste en ello, hijo mío; entrégate enteramente al amor divino, y no ceses en el ejercicio de estos afectos amorosos hasta que se satisfaga tu devoción o te conduzca a más alta contemplación el espíritu de gracia.
Pide una fe más viva, esperanza más firme, más ferviente caridad, más amor a la santa pobreza, pureza más angelical, obediencia más perfecta, humildad y mansedumbre más esmerada, mayor conformidad con la voluntad divina, más íntima y continua unión conmigo, y, en fin, otras virtudes que tu estado requiere y convienen a un discípulo de mi Corazón. Pasa más adelante, y pide auxilios especiales para realizar por mi amor, con alegría y merecimientos, aquellos particulares sacrificios que de ti desea o exige la gracia. Conságrate todo, con cuanto eres y posees, como víctima viviente, a honrarme y amarme. 5. Por último, hijo mío, ejercita el celo rogando mucho y fervorosamente por los prójimos para mayor gloria y gozo de mi Corazón. Ruega en favor de la Iglesia católica por los méritos de los ángeles y Santos, y por el Corazón de mi Madre, la Inmaculada Virgen, y por los de
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mi propio Corazón, a fin de que goce de paz, crezca en santidad y se dilate por todo el orbe de la tierra. Ruega por el Sumo Pontífice, mi Vicario, y por todos mis ministros, para que sean buenos operarios en mi viña y tengan intención recta, pureza de vida, deseo de perfección y celo fervoroso.
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Si te reprendo, recibe la corrección con corazón sumiso; si te amonesto, si te apremio, resuélvete pronto y decididamente; si te remunero o prometo, sé liberal conmigo; si te consuelo, acéptalo con humildad, déjate bañar por la dulzura de la consolación, acordándote de que soy bueno y mi misericordia vive por todos los siglos.
Y si aconteciere que el torrente de amor mi Corazón repentinamente te Ruega por los Religiosos para que conserven el espíritu primitivo y hagan invadiera, déjate llevar, hijo mío, adonde yo te arrebatare. continúo progreso en la virtud, edifiquen al mundo y consuelen a la http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Iglesia.
Deja que el amor llegue al exceso, y que estos excesos te arrebaten; deja
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que el ardor divino te inflame, te derrita, te consuma; pero oculta Ruega por todo el pueblo cristiano a fin de queDecada cual, sirviéndome lo sposible lo que por dentro obra la gracia, no vaya LaImitaci n DelSagrado interiormente Coraz n deen Jes -slidepdf.com digna y loablemente en la vocación a que ha sido llamado, trabaje en alguno a atribuirte lo que a Mí sólo se debe. hacer cierta su predestinación. Así por su excesivo amor se porta de cuando en cuando mi Corazón con Eleva también plegarias y súplicas por la conversión de todos los infieles, sus verdaderos discípulos, ya para remunerarlos por los trabajos y herejes y pecadores, para que, libre su mente de errores y el corazón de tribulaciones que gustosamente padecieron por mi causa y por los vicios, encaminen sus pasos por la senda de salvación y de paz. sacrificios que por Mí generosamente arrostraron, ya para hacerles gustar con todo el corazón cuan suave soy en el Sacramento y cuánta Ruega por para los parientes, bienhechores, nominalmente, por los dulcedumbre les reservo para el cielo, ya, en fin, para transformarlos en enemigos, que se aprovechen de losamigos, auxiliosy,divinos, se santifiquen y Mí, una vez dispuestos por la maravillosa fuerza del amor. alcancen cuanto les sea útil o necesario. Pide por todos los justos, por los afligidos, por los que peligran, por los agonizantes, para que consigan la perseverancia, el consuelo, el amparo y una buena muerte.
Pero si después de una piadosa y devota Comunión no sintieres sensiblemente los efectos de la gracia ni mociones de amor divino, no te acongojes ni te turbes, porque sin el goce de tales dones se puede recoger el mismo fruto.
Pide también por los fieles difuntos, por aquellos, sobre todo, por quienes tienes obligación de orar, para que merezcan entrar en el cielo y puedan interceder un día por ti ante el trono de la divina misericordia.
Y si a costa de esfuerzos excitas el sentimiento, nada aprovecharás de esta excitación natural, antes fomentarás el amor propio y vanidad y te
6. Ejecuta con sosiego todo ello, hijo mío, esfuérzate con suavidad y eficacia por trabajar según te inspire mi Espíritu. Y si Yo te inspirare o comunicare algo, o te ocupare de alguna manera o tratare contigo, interrúmpelo todo y escúchame con la debida docilidad y reverencia.
expondrás a ilusiones. Permanece, pues, en mi presencia con humildad y sosiego, ejercitándote en actos ordinarios de virtudes, y procura de esta suerte sacar mayor humildad y conformidad más perfecta con el divino beneplácito, ya que no sientes la dulcedumbre y ardor del amor divino.
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Este es el camino trillado de los Santos, quienes adonde Dios los ponía allí permanecían contentos; si no alcanzaban a llegar a mi costado como Tomás, o a reclinarse en mi pecho como Juan, permanecían como María Magdalena a mis pies, siempre fieles y agradecidos a la presente gracia; y tanto arrodillados a mis pies como admitidos al ósculo, siempre aprovechaban según la medida del don recibido.
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8. Cuando por fin se acercare el tiempo de marchar a tus ocupaciones, no te olvides de la última acción de gracias. Ruega a los santos ángeles que me sigan alabando en lugar tuyo, y ofréceme con sus alabanzas todo lo que has de hacer y padecer.
Vete en seguida adonde te llamare la divina voluntad; pero con exterior e interior recogimiento; evita las ocasiones innecesarias de disiparte o 7. Así te portarás tú también, hijo mío, después de recibir el Santísimo distraerte, cuida de no derramar el corazón a cosas fútiles o mundanas. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Sacramento; este método, aun continuamente repetido, siempre parecerá nuevo, porque se presta a variarlo cada vez de una u otra manera, según el
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Levántame en el interior de tu alma un santuario donde me guardes presente, donde me supliques con frecuencia, me consultes y comuniques DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com todo lo tuyo. Quiero que en la Comunión dejes al corazón espaciarse y tratar y hablar estado de tu alma y la moción de la gracia.
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conmigo como fuere de su agrado; pero acompañado siempre de buena intención. Si, pues, leyeres algunas oraciones de libros, por muy devotos que sean no tanto me dices lo tuyo como lo ajeno, no tanto me abres tu corazón como recitas sensible o insensiblemente lo que otro corazón sintió. «¿Te alabaré? En esto no te alabo.» ¿Piensas que saldrás así hombre verdaderamente interior y percibirás los secretos que suelo revelar interiormente a las almas, y que gozarás de mi íntima comunicación? Acostúmbrate, pues, hijo, a tratar conmigo corazón con corazón, a exponerme tus sentimientos, a escuchar los míos, a entregar lo que tienes y a recibir lo que dispenso. Pero al vez fin,sino si por desolación no puedes alguna leerimpericia oracionestuya en oel por libro, léelas en apremiante buen hora, pero pocas en número, con lentitud y atención, y esforzándote por entremezclar algunos afectos de tu corazón con el mío. Así aprovecharás, hijo, así adquirirás poco a poco la ciencia de los Santos y el arte de conversar y tratar interiormente conmigo.
En cuanto está a tu alcance, manifiesta en el obrar que te acuerdos del beneficio recientemente recibido; ejercita alguna virtud con más perfección; muestra mayor caridad con aquellos que mal te quieren o a quienes miras con aversión; haz gala de más profunda humildad, de más suave mansedumbre y de otras virtudes con que me manifiestes amor y agradecimiento, edifiques al prójimo animándole a mayores empresas y recrees mi Corazón. 9. V oz del discípul o . — ¡Oh piadosísimo y dulcísimo Jesús! te doy gracias
desde lo íntimo del corazón por haberte dignado tan perfecta, tan amorosa, tan suavemente instruirme. Si de hoy en adelante no empleare bien el tiempo después de la sagrada Comunión, si no me porto debidamente, no podré alegar excusas. Si no me hubieras hablado ni dado tales instrucciones, mi comportamiento imperfecto y el escaso fruto mis Comuniones quizá delante de Ti hallarían excusa; pero ahora no de la tienen. ¡Oh Jesús, bondad infinita! excítame al fervor, auxíliame con tu gracia para que ponga por obra las santas y consoladoras enseñanzas que me ha dado tu Corazón, como deseo con todos mis afectos. ¿Qué cosa hallaré más dulce sobre la tierra, más dichosa, más santa?
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¡Oh Jesús, amor mío, Esposo divino de mi alma, delicia sempiterna de los ángeles y Santos! Cuando de Ti gozo, ¿qué más puedo apetecer? Concédeme, te suplico, ser en la Comunión todo tuyo y Tú todo mío, para tratar contigo según el beneplácito de tu corazón y permanecer a Ti unido y resignado.
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fruto del Sacramento. Porque si aconteciere que alguno después de diligente y sincero examen ignorase invencible, y, por tanto, inculpablemente, algún pecado mortal de su alma, y comiere con buena fe de este Pan vivificador, obtendría a un mismo tiempo la vida de la gracia santificante y la remisión de aquel oculto pecado.
2. Este admirable Sacramento no sólo dispensa gracia y fortaleza para apartarse de lo malo, sino que también estorba o desvirtúa las mismas http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus causas del mal. (Imitación de Cristo, lib. IV, cap. XVI.)
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El agua, ¿no apaga el fuego? Pues más eficazmente extingue la llama de pasiones laJes divina Eucaristía, pues conteniendo en sí toda virtud, DeLaImitaci n DelSagrado las Coraz n de s-slidepdf.com reprime toda pasión. El Sacratísimo Corazón de Jesús nos da en el purísimo Sacramento de la
CAPÍTULO XXI
Eucaristía un antídoto con que librarnos de culpas veniales y preservarnos de las mortales.
1. V oz de Jesús .— Este es, hijo mío, el Pan que baja del cielo, para que si
¿Qué extraño, hijo mío, si este celestial misterio vuelve ingrato y nauseabundo todo vicio y deleite ilícito, cuando propina un vino que engendra vírgenes y comunica angélicos deleites?
alguno comiere de él no muera.
¿No soy Yo el Pan de la vida bienaventurada y la fuente de la dulzura
El primer fruto sólido y duradero que saca el alma de la Comunión es ese: librarse de falta, afirmarse en el bien, preservarse de muerte espiritual.
eterna? Quien se llegare a Mí no tendrá más hambre ni sed de los manjares ilícitos o peligrosos del mundo, porque Yo le saciaré con aquellos divinos bienes que con su suavidad vuelven insípido y amargo todo lo ilícito y mundano.
Para significar este efecto tan consolador de Comunión fue instituido este vivificador Sacramento bajo la especie de alimento. Porque el alimento quita del cuerpo la debilidad, aumenta las fuerzas y sostiene la vida. Lo que el alimento material hace en el cuerpo eso mismo, aunque de manera más perfecta y maravillosa, obra en el alma este Pan de los ángeles, manjar sobrenatural. Si el fruto del árbol de la vida plantado en el paraíso podía preservar al hombre de la muerte y conservarlo en perpetua juventud, ¿cuánto mejor podrá este manjar, que baja del cielo, preservar de muerte al alma y sostenerla en vigor perpetuo? Es más, hijo mío; lo que ni el fruto del árbol de la vida ni ningún manjar terreno puede hacer con el cuerpo, lo hace a veces este manjar celestial,
3. Cuando Yo estoy sacramentalmente presente huyen lejos los enemigos de la salvación del alma, que queda para ellos aterradora con la Sagrada Comunión. Si alguna vez osan agredirla, se acercan temerosos y tiran sus dardos desde lejos. Y aun estos mismos ataques, como el alma tiene sus pasiones más sujetas y sosegadas, la afligen menos y la ponen en menor peligro. ¿No es verdad que cuando se nota tentada hacia algún pecado, si piensa que ha recibido o recibirá en su corazón a Dios, es suficiente este solo
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pensamiento para rechazar la tentación y para estimularse a redoblar las fuerzas a fin de guardar puro el corazón y permanecerme fiel?
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5. Lo que tan visiblemente obró en otros tiempos este Sacramento del amor de mi Corazón, lo obra también en los presentes.
Cuántas almas ha habido en este mundo que, esclavas en un principio de funestas pasiones, con el devoto y frecuente uso de este Sacramento, no sólo se vieron en breve libres felizmente de ellas, sino que superaron con facilidad las agresiones del demonio y permanecieron fieles para siempre.
Porque ¿de dónde, sino de mi Corazón en este Sacramento, cobran los fieles tal horror a las seducciones del mundo y del amor propio; tantos jóvenes y vírgenes tal amor a la inocencia, que rechazan y pisotean todo cuanto la contradiga, aunque halague a la naturaleza, y buscan y abrazan gozosos cuanto aprovecha para la virtud, aunque repugne a la carne; los Y en verdad que, si cuando en mi vida mortal trataba con los hombres, de http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus cristianos tal generosidad, que aman la Cruz por Mí y se imponen Mí salía virtud para curar todas las enfermedades, ¡con cuánta mayor voluntarios sacrificios; muchos, en fin, de cualquier condición, tal
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razón en esta mi vida sacramental curará y fortalecerá la virtud que sale de fortaleza que aun confesándose débiles, sostienen invictos las mi Corazón a las almas que se me unen en el Sacramento! DeLaImitaci n DelSagrado contradicciones Coraz n deJes -slidepdf.com del smundo y agresiones del infierno, y las superan y triunfan? 4. Además, hijo mío, cuando en este santo Sacramento bajo al alma, traigo conmigo todos los sentimientos de mi Corazón y se los comunico, según su disposición, al suyo; le comunico el amor a la humildad, el amor a la caridad, el amor a la santa pobreza, el amor a la pureza, el amor a la obediencia y a todas las demás virtudes, que arrancan las raíces de los vicios para ocupar ellas su puesto. Este amor, que es el alma de todas las virtudes, y que mi Corazón comunica en el Sacramento, es fuerte como la muerte, y te volverá invencible como tú no lo estorbares. Acuérdate de la primitiva Iglesia. Cuánta fortaleza solía mi Corazón poner con este Sacramento en el corazón de los fieles, que aun los de naturaleza más débil, como los niños y tiernas vírgenes, quedaban superiores a todos los enemigos de su salvación y más fuertes que la misma muerte. Todas las seducciones de de la vida, de la codicia los ojoseny de la concupiscencia de lalasoberbia carne, no eran poderosas para de arrastrar alguna manera a aquellos corazones que, fortalecidos con esto manjar de fuertes y llenos de la dulzura de mi amor, no ansiaban otro bien sino perseverar en mi amor, ni temían otra desgracia sino privarse de él. ¿Qué los pudo separar de mi amor? Ni la tribulación, ni la angustia, ni la persecución ni género de muerte alguno.
¡Maravilloso es ello, hijo mío! Pues mira de qué manera este divino Pan que dispensa el amor de mi Corazón, da nueva vida y la preserva de todo mal y ruina. 6. V oz del discípul o .— ¡Oh Sacramento vivo y vivificador, donde se me
da el Pan de la vida para vivir y fortalecerme en el espíritu! Dame siempre, Señor, de este Pan, pero de tal modo que ni enferme ni muera. Porque ¡cuántos ejemplos hemos oído y nos narraron nuestros padres, sobre aquellos que comieron de este Pan y, sin embargo, murieron. Nosotros mismos los hemos visto y conocido, y temblamos de horror sobre aquellos mismo que frecuente y aun cotidianamente asistían a tu convite y que deberían vivir como ángeles sin embargo, se fueron a henchir el vientre con las bellotas de los puercos y a revolcarse en el cieno, menospreciando la gracia, menospreciando menospreciando el mismo temor del infierno.
el
cielo,
7. Voz de Jesús .— Esos son, hijo mío, aquellos hombres que en medio de
su honor no fueron sensatos, sino que se hicieron semejantes a las bestias irracionales.
258 De la Imitación
del S. Corazón de Jesús
Con justicia los condenas; porque si ves que aquellos que se criaban entre púrpuras ahora se revuelcan en el estiércol, atribúyelo sólo a su insensatez y mala voluntad.
9. ¡Qué hermoso es permanecer contigo, Jesús mío, dulzura de mi corazón y única bienaventuranza de mi alma! No permitas que me aparte de Ti, ni te apartes tampoco de mí.
Porque este saludable Sacramento, aunque de suyo preserva de la muerte, no priva al hombre de la facultad de darse la muerte si se empeña en no vivir.
Permanece conmigo para que no me sorprendan las tinieblas, ni me rodeen peligros, ni perezca por carecer de ánimo y fortaleza; porque Tú eres la luz verdadera, Tú el único refugio, Tú mi virtud y salvación.
Con debilitar las pasiones y enemigos fortalecí maravillosamente y ayuda
Por amor de tu Corazón te ruego y suplico, dulcísimo Jesús, que
al libre albedrío; pero no le coarta en manera alguna.
permanezcas conmigo; sin Ti nada vale, nada me es agradable. Sin Ti
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¡cuán desdichado soy! contigo ¡cuán feliz! Por eso el hombre que se alimenta con este manjar con la frecuencia y DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com disposición debida, vivirá y no morirá, aun cuando puede morir si abusa Permanece, pues, conmigo y prívame antes de cualquiera posesión y amor para la muerto de lo que ha recibido para la vida. de las criaturas que de poseerte y amarte. Cuando oyeres tan lamentables caídas, piensa en ti mismo y di: «El que está en pie, mire no caiga», y atiende a tu aprovechamiento con mi mayor esmero, no sea que por faltas involuntarias o tibieza, estorbes el divino y saludable fruto de la Comunión. 8. V oz del discí pul o .— ¡Oh Jesús, vida mediante la cual vivo y sin la cual
muero! hazme vivir siempre de esta vida; hazme disfrutar siempre de fortaleza de espíritu. ¡Oh Señor, bienaventuranza mía, a quien poseo por la sagrada Comunión! no pido consolaciones sensibles, sino aquel amor que me fortalezca para nunca desfallecer, y que me sacie para que cuanto me ofrezca el mundo, no sólo no me apetezca, sino que me repugne. Concédeme, te suplico, custodiar con más cautela los sentidos todos del cuerpo y velar más atentamente sobre las facultades todas del alma, de manera que ninguna culpa estorbe el fruto de la Comunión. Aparta de mí y aleja todas las ocasiones de pecar, defiéndeme poderoso y sácame incólume de los peligros a que me expusiere por tu servicio.
(Imitación de Cristo, lib. IV, cap. IV.)
CAPÍTULO XXII El Sacratísimo Corazón de Jesús nos une consigo en la Comunión y nos hace vivir de su propia vida.
1. Voz de Jesús . — Hijo, el que se alimenta de Mí, de Mí también vivirá.
¿Y cómo no ha de vivir de Mí, si queda tan unido conmigo que se me incorpora y le vivifico? En la Comunión, más que en otra parte, te conviertes en miembro de mi Cuerpo, Carne y deymi Sangre. a arrancar este miembro de de mi Cristo, tu Dios Señor, para ¿Te poneratreverás en su lugar un miembro de la iniquidad o del mundo? Lejos tal atrevimiento. En verdad que, vivificado y santificado con mi propio Cuerpo y Sangre, aparecerás en todo como quien vive de Mí, santo y agradándome.
Pero, sobre todo, presérvame de todo pecado y haz que nunca me separe de Ti, única vida para mí verdadera y bienaventurada.
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Como el cuerpo se apropia en cierta manera las cualidades del manjar de que se nutre, de modo que quien se alimente de viandas sólidas y muy sanas aparece robusto y vigoroso, así, hijo mío, notarás por experiencia que si frecuente y debidamente te nutrieres de Mí, principio de toda pureza y santidad, aparecerás tú también enteramente puro y santo.
del S. Corazón de Jesús
Más aún: como el Padre que me envió vive, y Yo vivo por el Padre, así el que come mi Carne vivirá de esa manera por Mí. Escucha, hijo mío, y entiende estos sublimes misterios. Como Yo recibo del Padre y en El sin interrupción poseo el ser divino con su vida y perfección, así el que se dispone debidamente con la Comunión sagrada recibe de Mí y en Mí y el perfeccionarse.
Adherida Mí tu alma, ya no se arrastrará por el lodo de lo terreno y perecedero, ni se deleitará con los vanos y asquerosos placeres del mundo, Yo soy Santo porque mi Padre es Santo; así quien se me incorpore, sino que buscará lo celestial y duradero y gustará de lo bueno y http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus sobrenatural. participa también de mi santidad.
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4. ¿No es verdad, hijo mío, que el fuego comunica su calor y color al No te animarán en lo sucesivo principios extraños: las afecciones DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com hierro y al leño? Pues más maravillosa y perfecta unión se verifica en el meramente naturales no influirán más en esta tu nueva vida, sino que el Sacramento entre Mí y el alma debidamente preparada. motivo de tu vivir será que Yo vivo en ti. Esta vida verdadera, sobrenatural y santa, derivada de la mía, con que vivas escondido en Mí, debes vivirla también con el fin de honrarme. 2. Por tanto, cualquiera obra buena que realizares en esta, vida, cualquiera virtud que cultivares, cualquier ejercicio de piedad a que te dieres, hazlo todo ello por Mí. Si alguno te demanda por qué piensas y hablas así, por qué obras y padeces de tal o cual manera, podrás responder: Me porto así por Aquel que me amó y se entregó por mí. ¡Trato maravilloso de mi Corazón! ¡Secreta y divina comunicación con el alma pura y fiel en este Sacramento de mi amor! El mundo no puede comprender nada de eso. ¿Y quién lo comprenderá sino el inocente de cuerpo y limpio de corazón? Sólo este lo conocerá, este sólo lo experimentará, y admitido a lo más secreto de mi Corazón, vivirá por Mí cada vez más maravillosamente. 3. Alimentándose continuamente de Mí en esta unión estrechísima, concluirá por no vivir sino de mi vida, ni aspirar sino mi Espíritu, ni amar sino con mi amor.
Allí el alma se comunica toda conmigo, y así dispuesta, recibe la comunicación, no sólo de la Humanidad, sino también de la Divinidad, la cual, dejando la Humanidad existir en sí misma continúa obrando en el alma como alimento supersubstancial, y no sólo le conserva la vida espiritual y santa, sino que se la aumenta y perfecciona. Hace asimismo que mi Espíritu influya constantemente en aquella alma bienaventurada y que la anime y estimule mi Corazón con suavidad y eficacia para que se deje conducir por mi Espíritu la guía; y en verdad que adonde mi Espíritu la guía, allí acude gozosa, viviendo de mi vida siempre y en todas partes. Dispuesta el alma de esta manera con la Sagrada Comunión, vivo por Mí y para mi honra; nutrida espiritualmente con la frecuencia de este Sacramento de tal modo se me asemeja, que retrata mi propia vida. Animo, pues, hijo mío. Trabaja y esfuérzate con emulación por alcanzar esta unión tan consoladora y provechosa, tan gloriosa para ambos por toda la eternidad. 5. V oz del discípul o .— ¡Oh Jesús, Señor mío! Bien sabes cuánto lo deseo
y ambiciono.
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Por tu Sacratísimo Corazón, origen y fin de mi vida, te suplico que, como hijo a quien engendraste con tu gracia, me alimentes con tu vida en este Sacramento, a fin de vivir por Ti. Ya, Señor, vivo por donación tuya; mas ¿a qué vivir si no vivo para Ti? ¡Oh Jesús, fuente de vida, perenne bienaventuranza! Líbrame de toda disposición contraria para que me llene todo de Ti y viva para Ti todo.
del S. Corazón de Jesús
Dame gracia eficaz para que, ya que vivo con tu vida, viva como es justo y debido, para gloria tuya. ¡Oh Jesús, Esposo amantísimo y amabilísimo de mi alma! ¡oh mi sola vida! ilumíname, inflámame para conocerte con más perfección y con más fervor amarte. Me reconozco, Señor, y confieso indigno de sublimarme a la vida que sueles comunicar a los escogidos en el Sacramento; pero Tú, en cambio,
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Cada vez que vinieres en la sagrada Comunión, si encuentras algo mundano o ajeno de tua mí Espíritu, o contrario al querer de tu Corazón,
Señor, eres muy digno de que aun yo lo sirva en santidad para gloria y
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gozo de tu Corazón.
aniquílalo para que dé lugar a tu amor y a tu Espíritu.
DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com
Aparta de mí todo impedimento; consume con el fuego de tu amor cuanto estorbare el unirme contigo santa y perfectamente, para no ser más mío, sino tuyo, y vivir enteramente en Ti. 6. Renueva, santifica mi cuerpo y alma, para que, entregada a Ti y de Ti animada, se ocupen únicamente contigo o con cosa tuya. Concédeme el comenzar y concluir por Ti toda ocupación, y entre ellas ocuparme de Ti cuanto pudiere.
Concédeme benigno semejante gracia para que, por medio de la frecuento y devota Comunión, consiga vivir como Tú vives. Vive Tú, Jesús, dulcedumbre infinita, eterna felicidad mía; vive, triunfa, reina en mí para tu honor, para el agrado de tu Corazón. Inmólese y sacrifíquese a Ti con amor purísimo cuanto tengo, cuanto soy; Tú sólo, dulcísimo Jesús, eres mi vida; Tú sólo eres todo para mí. (Imitación de Cristo, lib. XV, cap. IV.)
Concédeme que en cuanto me viere desocupado me vuelva a Ti gustoso con la mente y el corazón, como la piedra una vez quitado el obstáculo corre a su centro.
CAPÍTULO XXIII
Sé Tú sólo en adelante al principio y fin de todas mis ocupaciones y padecimientos inferiores y exteriores.
El Sacratísimo Corazón de Jesús, en la Sagrada Comunión, consuma su unión con nosotros y nos transforma en sí mismo .
¡Ah,TiSeñor! ¿Cuánto tiempo y con cuántano frecuencia, aunque por y para Ti he trabajado y sufrido, por tu amor, sinoalimentado por amor propio o vana soberbia, enemigos de tu honra y de tu gloria?
1. Voz de Jesús Hijoenmío, permanece en Mí .— y Yo él. el que come mi carne y bebe mi sangre,
Perdóname, te suplico, desagradecimiento.
tal
perversidad,
tal
injusticia,
tal
Aquí tienes ya la unión consumada por la cual Yo, persona divina, me encuentro con cuerpo y alma en Ti, y tú, humana persona, te encuentras con cuerpo y alma en Mí.
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del S. Corazón de Jesús
Esta unión es verdadera y substancial, porque nadie está en Mí sin que Yo esté en él.
recibieres, con la generosa fidelidad, con el constante y fervoroso amor dispusieres tu alma pura esta perfecta unión!
Del mismo modo que cuando sobre cera derretida se derrama otra cera, es preciso que la una se mezcle con la otra, así cuando tomas mi Cuerpo, y Sangre de tal manera te unas conmigo, que tú estás en Mí y Yo en ti verdadera e íntimamente.
3. ¿Qué puede resultar de la unión perfecta sino la unidad? Luego por ella ya no seremos dos, sino uno sólo.
¿No es esto, hijo mío, un misterio de amor? Sí, y un exceso de amor que
Tanto más admirable, dulce y dichosa es esta unidad, tanto más se recomienda y excede a la que se constituye con la unión de las cosas criadas, cuanto que no consiste en la composición y confusión de cada
realizó toda la fuerza y poder de mi Corazón para conceder a los hombres
uno de los componentes, sino en la completa transformación del uno en el
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el unirse enteramente, no sólo a mi cuerpo, sino también a mi alma y a la divinidad, y gozar con dulcedumbre de ella.
otro.
¡Cómo se admiran los ángeles, cómo se maravillan, cómo te proclaman bienaventurado!
convertirás en Mí.
DeLaImitaci n DelSagrado Pero Coraz deJes s-slidepdf.com tú nonme convertirás en ti como alimento
2, En este santo consorcio es donde mi Corazón derrama aquella suave y preciosa gracia que hará duradera nuestra unión, de modo que Yo viva en ti y tú en Mí. Porque consumidas las especies sacramentales, Yo permanezco personalmente en cuanto Dios en ti, no sólo como viviendo en un templo vivo y adornado con la gracia habitual, sino también como principio perpetuo de la santidad sobrenatural, que levanta tu vida con el continuo influjo de la gracia santificante y con la infusión frecuente de gracias actuales, de suerte que vivas tú también en Mí de un modo particular.
natural, sino que tú te
Entonces, hijo mío, las afecciones de tu corazón ya no serán tuyas, tus deseos ya no serán tuyos, no será tuyo tu gozo. Cuantas inclinaciones naturales y afecciones como hombre tuvieres, serán como si ya no fuesen, porque tú no vivirás de ellas. Vivirás mi vida en una vida nueva; las afecciones e inclinaciones de mi Corazón serán afecciones e inclinaciones tuyas; su amor, sus deseos, sus afectos, tuyos serán igualmente. La aversión de mi Corazón a todo lo malo, mundano y fútil, invadirá el tuyo y lo llenará todo.
De aquí, hijo mío, que puedas vivir vida verdaderamente santa, vida en cierto modo divina, pues en el cuerpo y en el alma llevas siempre a la
Inflamará también tu Corazón el celo inmenso en que el mío arde por la honra y gloria divina, y por la salvación y perfección de las almas.
divinidad, fuente de la vida. Esta unión entre ambos será perfecta cuando entre ambos mediare verdadera desemejanza, verdadera conformidad; porque las cosas semejantes y desiguales, difícil e imperfectamente se unen.
Lo amargo te sabrá como dulce, lo insípido encontrarás sabroso, lo dificultoso hallarás hacedero en Aquel y por Aquel en quien vives y por quien lo puedes todo.
¡Dichosa perfección la de la unión permanente! ¡Dichoso tú, hijo, si con la devota y frecuente Comunión, con las multiplicadas gracias que allí
De todo pensarás como Yo pienso, querrás como Yo quiero, vivirás como Yo vivo; mejor dicho, no vivirás tú en ti, sino que Yo seré quien en ti viva.
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4. Esta es, hijo mío, la alteza á que es sublimada el alma fiel por medio de la Comunión. ¿Quién, si no lo ha experimentado, podrá comprender todo lo santo, todo lo suave, todo lo maravilloso de un alma que se ha transformado en Mí de esta manera?
del S. Corazón de Jesús
6. V oz del discí pul o .— ¡Oh Jesús, amor mío, Esposo purísimo, santísimo Dios! Con qué dulzura me traías viniendo a mí con tanta frecuencia y benignidad en este Sacramento para unirme, a pesar de mis miserias, con tu sacrosanta Humanidad y Divinidad adorable.
Muchos son los llamados a esta transformación sobrenatural, pero pocos los elegidos; no porque Yo no quiera elegirla los llamados, sino porque no se disponen bien con la gracia recibida.
Por aquel amor de tu Corazón con que tal favor me concedes, te suplico que abrases con el divino fuego cuanto en mí hallares contrario a esta unión tan perfecta; acrecienta mi fervor para que sea generoso y fiel a cada inspiración de la gracia, y depure lo meramente natural y me ejercite http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Porque ¡cuántos hay que, frecuentando este santo Sacramento, siguen en la más acendrada virtud.
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viviendo en todo según la inclinación de la naturaleza! 5/21/2018
Tú sabes, Señor, cuánto es mi deseo, merced a tu bondad, de disponerme DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com ¡Cuántos que trabajan muy solícitamente por conservarse en estado de más y más a la unión contigo perfecta y permanente. gracia, pero contentos con eso, obedecen de tal manera a la parte humana suya, que todo lo hacen por aversión o inclinación natural! Aquí te ofrezco y entrego cuanto soy; te entrego mi corazón para que se una con el tuyo; te ofrezco mi espíritu para que el tuyo lo absorba; me ¡Cuántos que, a pesar de profesar vida religiosa y de llevar en ella muchos entrego, en una palabra, todo para volverme en todo semejante á Ti con la anos, todavía no han aprendido a vencer la inclinación natural! gracia eficaz del Sacramento. ¿Qué extraño, pues, que los tales permanezcan siempre imperfectos, siempre desdichados, siempre mal dispuestos para aquella unión divina y perfecta?
Recíbeme, ¡oh Jesús! úneme enteramente contigo; absórbeme todo; transfórmame en recíbeme, Ti,
5. Más los que debidamente dispuestos llegaron a este estado de transformación, ¡de cuánta felicidad disfrutan, de cuánta libertad gozan, con cuánta pureza se sacian en mis dulzuras!
7, ¡Oh, cuán grande y maravillosa es la fuerza de ese amor con que transformas el alma en Ti mismo! ¡Cuánta la dignación de tu bondad! ¡Cuánta asimismo la dignidad y nobleza del alma que así se transforma en Ti!
De aquí que desprecien todo lo perecedero, se olviden de sí mismos y vivan transformados en Mí con entera felicidad.
¡Oh Dios y Señor mío! ¿Nunca podré yo disfrutar así de Ti? Concédemelo, Señor, que toda la honra y gloria de tan dichoso y
Maravilloso e inenarrable estado este en que lo mío es y permanece tuyo y lo tuyo mío, y en que la unión y comunidad de ambos cada vez se afirma más.
desinteresado favor será para tu Corazón, fuente de todo bien. Dejo yo de ser lo que soy para comenzar a ser lo que Tú eres; vive Tú sólo en mí con tu amor, con tu espíritu, con tus inclinaciones y afecciones, con tus beneplácitos en el tiempo y en la eternidad.
Ea, hijo mío, no desconfíes de llegar a tanta perfección, y una vez comprendida la alteza de ese estado, sé más generoso, sé más fiel, sé más valiente, y así Yo te levantaré hasta Mí cuando lo crea oportuno.
(Imitación de Cristo, lib. III, cap, V.)
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del S. Corazón de Jesús
CAPÍTULO XXIV El Sacratísimo Corazón de Jesús en la Sagrada Comunión nos concede el don de la perseverancia.
1. Voz de Jesús .— Hijo, el que come de este pan vivirá eternamente.
¿Y por qué razón no ha de vivir vida eterna, si tiene dentro de sí un principio vital perpetuo con que continúe perpetua en la tierra la vida de la
Por tanto, aunque por índole seas frágil y lleno de miserias, puedes sacar de mi Corazón tantas fuerzas, que llegues incólume al término deseado. Porque si el Profeta, con el vigor de aquel manjar, que era sólo figura del Sacramento, llegó hasta el monte de Dios, ¿con cuánta más facilidad llegarás Tú hasta las cumbres de los collados eternos, fortalecido con este manjar verdaderamente vivificador, verdaderamente divino? Levanta los ojos y mira cuántos no menos frágiles y débiles que tú han
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gracia, hasta llegar en el cielo a la vida de la gloria?
llegado hasta allá salvos. Aliéntate y avanza con alegría.
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Comprenderás el valor de este fruto de la Comunión y arderás en deseos 3. No temas nada desordenadamente, hijo mío, porque unido conmigo DeLa n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com de alcanzarlo si consideras la grandeza del don por el Imitaci cual se persevera en podrás precaver con facilidad y certeza cualquier contratiempo. la vida de la gracia. ¿Por dónde comienzan las ruinas sino por la tibieza? Cuando el alma La perseverancia, hijo mío, es el remate de la virtud, la guardadora de los languidece con la tibieza, por necesidad se vuelve insípido y desagradable merecimientos, el último y permanente triunfo, la recompensa segura de lo espiritual, y la naturaleza busca y apetece lo que es propio. los trabajos y padecimientos, la corona de gloria sempiterna. Comienza entonces el hombre por natural inclinación a descuidar la Sin la perseverancia toda virtud se priva del premio y recompensa eterna; guarda de las potencias del alma y sentidos del cuerpo, condesciende sólo la perseverancia atestigua la bondad de las obras y las corona. luego algo más con ellos para recrear el corazón desfallecido, y, por último, los expone a las seducciones del pecado, al principio con ciertos Por esta razón los Santos todos anduvieron siempre tan solícitos de este temores, pero luego paulatinamente con lamentable atrevimientos precioso don, que no pudiendo merecerlo de justicia, no pusieron ningún obstáculo a su conciencia y se discipularon debidamente a recibirlo por Y de aquí por pasos contados va a caer en la perdición. Porque primero se los medios que estaban a su alcance. pone por su poca cautela en peligro próximo de pecar; después no insiste en orar y pedir gracia divina para huir del peligro y no sucumbir, y por Así también, tú, hijo mío, disponte solícito y aparta todo obstáculo, y último, soló y desarmado entre tantos enemigos como por dentro y fuera como ellos obtendrás por medio de la sagrada Comunión el valiosísimo le acosan mientras juega, como si dijéramos, con un monstruo don de la perseverancia. enmascarado, es acometido de golpe, y cayendo, rueda hasta el abismo. 2. He determinado en mi Corazón, hijo mío que la Eucaristía, como el 4. ¿Qué remedio más eficaz, hijo mío, para precaver segura y fácilmente Sacramento más excelente, confiera también la gracia más excelente: la tantos males como este saludable Sacramento, que te une conmigo, te liga perseverancia. con vínculos de amor y te hace partícipe de mi fortaleza? Y en efecto, como en el Sacramento me entrego á Ti, con lo cual parece abajarse la grandeza de la Divinidad, ¿cómo no te he de dar la perseverancia con la cual la gloria de la Divinidad se enaltezca?
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del S. Corazón de Jesús
¿Qué cosa tan a propósito para apartar del alma la tibieza como la frecuente y devota Comunión, por la cual se apodera de ti el fuego del divino amor e invade todos tus miembros.
5. Por tanto, hijo mío, si no te alimentares con frecuencia de mi Cuerpo y Sangre, en este Sacramento, ni cooperares debidamente a su gracia, no perseveraras en la vida espiritual.
Y si entre Comunión y Comunión asomare la cabeza la tibieza, la nueva Comunión la hará desaparecer y restaurará el fervor perdido, porque no pueden vivir juntos en el corazón el calor y el frío, el fervor y la tibieza.
Esta misma cooperación se hace fácil y suave con la frecuencia de la Comunión, ya por la especial gracia que comunica este Sacramento para tan alto fin, ya por el particular amor que allí se derrama de mi Corazón, con el cual todo se convierte en hacedero y suave.
Es más, hijo mío, la Comunión devota llama al hombre al interior, recoge
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las facultades del alma y sentidos del cuerpo para celebrar conmigo en paz
Aquí tienes, pues, cómo el don de los dones, la perseverancia final, puede
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y con alegría este sacratísimo convite. 5/21/2018
ser adquirida con la devota y frecuente Comunión.
DeLanaturaleza, Imitaci antes n Delella Sagrado Trabaja, Coraz por n detanto, Jes s -slidepdf.com No llega hasta aquí la inclinación de la corrompida hijo mío, que es negocio de mucha entidad; sé misma se siente refrenada ante este Sacramento divino, que apacigua las magnánimo y esforzado como sienta a un discípulo de mi Corazón. Pon pasiones del alma y aleja los movimientos desordenados del cuerpo. fielmente los medios, mantente unido constantemente conmigo, y adquirirás aquellos bienes inestimables que acompañan aquí a la Aquí, al mismo tiempo que se sacian, se aumentan los deseos de las perseverancia y la acompañarán eternamente. delicias celestiales, y si los placeres mundanos gustaron antes, de tal manera hastían, que el apetecerlos parece vil e indigno. 6. Voz del discípulo. — ¡Cuan inapreciables, Señor, cuan excelentes son
Renovado, pues, en espíritu con la frecuente Comunión, recogido en Mí y adiestrado por la propia experiencia, comprenderás cuánto vale y cuánto te interesa el serme fiel. Por tanto, entre Comunión y Comunión has de esforzarte con cautela, en no exponerte voluntariamente a los peligros. Y si alguna vez, por necesidad o imprevisión te encontrares en ellos, como te acostumbraste en la Comunión a tratar familiarmente conmigo, al punto acudirás a Mí con oraciones y súplicas, desconfiando de ti y confiando en Mí, y esforzándote cuanto pudieres por alejar el peligro y unirte conmigo más estrechamente. Si así te conduces, hijo, andarás sobre el áspid y el basilisco, y aplastarás al león y al dragón, y burlarás a todo monstruo de pecado, y llegarás salvo e ileso al término deseado.
tales dones! Tan queprobar por ellossurenunciaron los Santos a todos los demás, y excelentes, después de dulcedumbre, derramaban frecuentemente lágrimas de pura felicidad. ¿Cómo, pues, preferiré a tal bienaventuranza los infortunios del pecado? ¿Cómo preferiré a tu amor el amor del enemigo de mi felicidad? No perderé tampoco lo que es efecto y fruto del amor si no arrojo de mi corazón este mismo amor. Porque el amor por sí solo nunca se destruye. Tú me amaste primero ¡oh buen Jesús! tú viniste el primero; pero no te apartas el primero, no me abandonas sin que antes te abandone yo. Tanta es tu benignidad y bondad. ¡Oh Jesús! no permitas que te abandone. Sin Ti ¿qué me queda sino tinieblas, y llanto, y angustias, y amargura, y miseria, y muerte eterna? ¡Oh Señor! no permitas tanta desventura. Concédeme que, unido contigo,
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perezca con cualquier género de muerte corporal antes de perderte a Ti, vida de mi alma y fuente de todos los bienes. Por tu Corazón, por el de la Virgen tu Madre, por cuanto te complaciere en el cielo y en la tierra, dame gracia y esfuerzo para emplear eficazmente los medios de salvación que me concedes. 8. Yo, ciertamente, Señor, soy frágil y enfermo, pero tú eres omnipotente y bondadoso. Fortaléceme, pues, con tus auxilios. Sé para mí un Dios
CAPÍTULO XXV El Sacratísimo Corazón de Jesús en la Sagrada Comunión nos da una prueba de la futura gloria.
1. Voz de Jesús .— El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida
eterna, y Yo le resucitaré en el último día. Aquí tienes, hijo mío, un gran misterio, pero un gran misterio de amor, un
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Salvador, séame tu Corazón lugar de refugio donde me saques a salvación.
gran misterio de consolación.
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Porque aquí en el Sacramento recibes una prenda de la inmortalidad y un lade resurrección. DeLaImitaci nmismo, DelSagrado símbolo Corazden Jes s-slidepdf.com ¡Oh Jesús, buen Pastor! atráeme por tu nombre, aliméntame de Ti refrigérame con el agua viva que mana de tu Corazón y te seguiré gozoso. De aquí resulta que no sólo el alma, vivificada y santificada por Mí, llega a una vida eternamente feliz, sino que también el cuerpo corruptible e ¡Oh Jesús, Médico celestial! apiádate de mí, cura mis continuos innoble, unido e incorporado al mío, vivificador y glorioso, consiga desfallecimientos, corrige mis defectos, devuélveme la fortaleza para no inmortalidad y gloria eterna. desfallecer en el camino. ¡Oh Jesús, Maestro mío! enséñame a cumplir tu voluntad, dirige mis pasos al término deseado. ¡Oh Jesús, Amado mío! recréame, consuélame en las aflicciones, ayúdame en las dificultades, incítame, estimúlame a caminar y perseverar. ¡Oh Jesús, Esposo divino de mi alma! consérvame en tu compañía, llévame en pos de Ti; atraído voluntariamente, correré por tu virtud y volaré infatigable hasta poseerlo segura y eternamente. (Imitación de Cristo, lib. III, cap. LIX.)
No sólo, pues, por la gracia santificante, sino de un modo nuevo por la sagrada Comunión, regocijaré y beatificaré al alma eternamente, y reformaré tu cuerpo, y configurándole con el mío, lo adornaré con los dotes gloriosos. Este es, hijo mío, aquel gozoso y maravilloso fruto de la Comunión, complemento y corona de los demás. 2. Hijo, cuando la bondad de mi Corazón quiere manifestar toda su magnificencia, todas sus demás propiedades y virtudes acuden presto, y concurren y trabajan para ennoblecer y perfeccionar aquello que yo deseo que se ennoblezca y perfeccione. Pues en este Santo Sacramento de la Eucaristía el amor de mi Corazón determinó manifestar de tan portentosa manera su magnificencia, que sus frutos gloriosísimos durarán por toda la eternidad.
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No te admires, pues, si abundan en él los prodigios y fluyen de él copiosísimos bienes, ni si todo él está lleno de sublimidad y santidad, de dulzura y consolación.
del S. Corazón de Jesús
no respirarás sino amor, no hablarás sino de amor, no te moverás sino por amor, porque vivirás en el reino de puro amor. 4. A esto reino de amor conduce el Sacramento de amor. Cuanto el amor fuere en él mejor alimentado, cuanto más hubiere ardido en el tiempo tu corazón, tanto más te arrebatará en el cielo, tanto más glorioso resplandecerá en la eternidad.
En él se te promete el mayor de los milagros: vivir tú, no sólo con el alma, sino con el cuerpo, por toda la eternidad; pero, sin embargo, es mucho menor que los que por tu salvación en otro tiempo se realizaron. Porque menor prodigio es vivir el hombre en la eternidad que morir Dios en el Así, pues, hijo mío, en tanto que no declinan las sombras de la mortalidad, tiempo; menor prodigio resucitar el hombre a vida gloriosa que rebajarse http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus Dios a la vida oculta del Sacramento. ni llega el día de la inmortalidad, vive y crece pacífico y resignado por puro amor.
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¿Y cómo no resucitará el miembro, si resucitó la cabeza? ¿Cómo no vivirá con los ojos delsmismo purísimo amor cuanto te rodea, sea próspero, LaImitaci n DelSagrado Mira Coraz n de Jes -slidepdf.com eternamente quien tiene la vida eterna dentroDede sí mismo? Por eso sea adverso, y entre todas las cosas del mundo fija únicamente la vista en cuando Yo, tu vida, apareciere, entonces aparecerás tú también conmigo Mí, en quien posees la vida, la resurrección y la bienaventuranza. en la gloria. 3. Mira, pues, como se da en el Sacramento una prenda de la gloria sempiterna, prenda, no cualquiera, sino que vale tanto como lo prometido.
Si la vida mortal con sus miserias se te hace pesada, sábete que tanto más gustarás la bienaventuranza eterna cuanto más hubieses experimentado las miserias de la vida presente, y que tanto más dulcemente descansarás
Considera ya cuando cuánta certidumbre la futura gloriaa te por su parte Padre Eterno, te entrega pordeprenda y fiador su da Unigénito Hijo.el
sobre pecho en el cielo, cuantos más trabajos hubieres soportado en el mundomipor mi amor.
Y lo que debe completar del todo tu gozo y consolación: en este mismo fiador hallarás medios copiosos para no hacer nula de tu parte aquella consoladora certidumbre.
Mientras tanto, hijo mío, permanece animoso y esforzado; recobra fuerzas en este vivificador Sacramento; confórmate con mi beneplácito en la vida y en la muerte.
¿Qué resta, pues, hijo mío, sino ser fiel y agradecido, y regocijarte con la bondad de mi Corazón, y disfrutar do sus copiosos tesoros, y recordar gozoso cuando me recibieres la eterna bienaventuranza, cuya prenda
5. V oz del discípul o .— ¡Oh exceso de bondad ¿Quién, Jesús mío,
posees y de la cual disfrutas anticipadamente? Cuando poseas lo prometido, entonces cesará el uso del Sacramento y no tendrás ya una participación anticipada de la bienaventuranza, sino que la poseerás con toda plenitud, penetrando ella en ti y tú penetrando en ella. Entonces a la fe sucederá la visión beatífica, y a la esperanza el disfrute, y la caridad prorrumpirá en gozos sempiternos. En aquella bienaventuranza
comprenderá en esta vida la grandeza de tu Corazón? Te me entregas en el Sacramento para comunicarme cuanto puedo apetecer en el tiempo, y te me entregas también como prenda de aquella bienaventuranza que gratuita y libremente mi prometiste para la eternidad. Gracias te doy, buen Jesús, gracias eternas por tanto amor de tu Corazón. Me gozo con todas mis entrañas por tan valioso don, dado con tanto amor y suavidad, con el cual me inspiras una confianza dulcísima de mi eterna salvación.
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Humildemente te ruego, Dios y Señor mío, que me dispenses una gracia eficaz para que mi elección a la gloria eterna, de tu parte tan cierta y tan divinamente garantizada, no se malogre por mi culpa, antes la haga yo también certísima por mi fidelidad, buenas obras y merecimientos.
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CAPÍTULO XXVI RECAPITULACIÓN El Santísimo Corazón de Jesús lo es todo para nosotros.
6. ¡Oh Jesús, dulzura sobre toda dulzura! Con cuánto fervor y ánimo te debo servir, con cuánto esfuerzo andar por caminos ásperos, con cuánto 1. Voz de Jesús .— Mi Corazón, hijo mío, a quien posees en este Santísimo amor unirme a tu persona a fin de llegar a aquellos goces inefables que Sacramento como prenda de la futura gloria, y que constituirá tu aquí anticipadamente gusto y de cuyo futuro disfrute tengo tan excelente bienaventuranza, lo es también todo para ti mientras moras en la tierra. http://slidepdf.com/reader/full/de-la-imitacion-del-sagrado-corazon-de-jesus garantía. Todo es para ti; cuanto poseo es para tu provecho y utilidad.
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Todo es para ti; cuanto poseo es para tu provecho y utilidad. ¡Ah Jesús, Amado mío, esposo purísimo de mi alma! Si es tan grato Imitaci n Del Coraz n de s-slidepdf.com Mi Corazón, enJes cuanto naturaleza humana, puede sentir contigo como gozarte en el destierro, ¿qué será en la patria? Si De tusLaconsolaciones son Sagrado tan hombre, pero en cuanto unido a la divinidad, es también divino, es agradables en el Sacramento, ¿qué serán en tu reino? Si aunque velado, Corazón de persona divina, y dueño, por tanto, de lo divino e infinito. tus abrazos arrebatan aquí de tal manera al corazón, ¿qué será cuando te vea cara a cara, cuando me recueste sobre tu Corazón y me sacie y En Él hallarás, pues la fuente de todos los bienes siempre abierta, siempre embriague con el torrente de tus delicias? manante, de la cual puedes beber a toda hora, pero agotarla nunca. ¡Oh Señor! Cuando pienso en esto, todo lo que encuentro sobre la tierra Aquí, hijo mío, aquí encontrarás cuanto te sea necesario, cuanto te sea me parece pesado y fastidioso. provechoso. Aun la vida pierde su encanto, porque en ella nada me puede satisfacer y Si alguna vez decayeres en el fervor, aquí le enfervorizarás, aquí te saciar por completo. renovarás en espíritu, aquí recobrarás la interna fortaleza. Tus mismas consolaciones, tu mismo cariño me causan cierta pena Si pecares, aquí alcanzarás misericordia, aquí obtendrás perdón, aquí extraña o inexplicable, pues me hacen conocerte más claramente y recobrarás la paz. anhelarte más sediento, a Ti, que eres la fuente de toda consolación y dulzura. Si por debilidad desfallecieres, aquí te fortalecerás, aquí te robustecerás, aquí cobrarás nuevo vigor con la virtud divina. De Ti mismo, Jesús mío, de quierosacramentales, verte sin velo alguno; ansío si, contemplarte en Ti tu mismo gloria tengo sin lassed; especies anhelo gozarte con amor eterno.
Si necesitares consejo, o alientos, o ayuda, aquí lo encontrarás todo en abundancia.
Ven, pues, amor mío, ven; inflámame, consúmeme, disuélveme para que pueda llegar a Ti, único anhelo, único bien mío.
Si deseares más gracia divina, algún favor especial y provechoso, alguna consolación verdadera, aquí lo hallarás.
(Imitación de Cristo, lib. IV, Cap. XI.)
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Todo, en fin cuanto sirviere para tu verdadera felicidad, aquí, en cualquier lugar y tiempo, sano o enfermo, vivo o moribundo, lo obtendrás. 2. Mi Corazón, hijo mío, es también para ti en este Sacramento ejemplar de todas las virtudes y de toda santidad. Contémplalas con los ojos de la fe, y esfuérzate en imitar las virtudes de mi Corazón, que; reducidas todas a una, permanecen, sin embargo, separadas. Uno sólo es el amor que contiene, ennoblece y las hace
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Contempla su piedad filial. Mira cómo se entrega al servicio de Dios Padre, cómo se consagra a sus intereses, cómo siempre se ocupa mí que es su beneplácito. Contempla su pobreza. Busca en lo íntimo de este Corazón cuáles son sus sentimientos sobre los bienes de este mundo, cómo los emplea, cómo carece de lo conveniente. Esto es un modelo de santa pobreza. Contempla su pureza. Mira y observa cómo a cuerpo, hecho en cierta
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manifiestas a todas.
manera espiritual, permanece siempre y en todas partes puro como el rayo del sol; mira y observa el empleo de sus sentidos y lo santo de todas sus
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Contempla aquí la suavidad del amor y prepárate para todo; y aunque el afecciones. Esto es un espejo de pureza. Sacerdote oficie por torpe lucro, más aún, aunque sea un malvado, al DeLaImitaci n DelSagrado Coraz n deJes s-slidepdf.com punto que pronunciare las palabras santas de la consagración, allí, Contempla su obediencia. ¡Mira y asómbrate, hijo mío! A la voz de una dispuesto a todo, me presento. En cualquier lugar que me colocaren, allí mera criatura, a la palabra del Sacerdote, mi Corazón está pronto a las me quedo resignado. Como quiera que me trataren, aunque no soy empresas del divino amor, a pesar de todo contratiempo y adversidad, insensible, permanezco, sin embargo, bienaventurado. Esta es, hijo mío, la antes valiéndose de las mismas contrariedades para manifestar mayor norma de la perfecta obediencia. amor con Dios y con los hombres. Contempla prudencia.miExamina devotamente prudencia te enseña en el su Tabernáculo Corazón con su ejemplo,cuánta para elegir y aplicar los medios para conseguir el fin; cuánta has de tener para escoger compañeros; cuánta para no manifestar ni aversiones ni propensiones. Contempla su justicia. Mira cómo refiere a Dios su vida sacramental, y todo aquello de cuanto en ella se ocupa. Examina y advierte con cuánta felicidad encamina todo a la gloria de Dios, lo grande como lo pequeño. Contempla su fortaleza. Observa su aguante en sufrir con ánimo igual e invencible tanto malestar y afrenta, ya por parte de los infieles y pecadores, tibios y desagradecidos todos, ya por parte del lugar, donde se ve abandonado o descuidado, y aun indignamente tratado, sin desistir por nada mi Corazón de su humilde caridad. Es verdaderamente el Corazón de Dios escondido y anonadado, ¡Y cuan anonadado! Cuanto más profundamente lo meditares, encontrarás más profundo el abismo do humildad y bondad con que mi Corazón arrostra y sufre por tu amor tantos sacrificios, siempre manso, siempre apacible con todos.
Contempla suhombre, juicio y ydiscreción. El distingue entre hombro pecador y el pecado del sabiendo cómo el hombre es el obra de Dios, pero el pecado obra del hombre, quiere y desea, con incansable paciencia, destruir el pecado y salvar la obra de Dios. El distingue entre la naturaleza y la gracia, entre las apariencias y la realidad. Distingue unos bienes de otros y sanciona como mejores los que la divina voluntad prefiere o exige en el momento presente. Contempla su celo. Arde en deseos de salvar las almas, aprovechando todas las ocasiones y maravillosamente trabajando. A este fin eleva preces día y noche; a este fin da ejemplo de longanimidad, misericordia y toda virtud; a este fin habla de mil maneras a las almas; a este fin unas veces las inspira y conmueve, otras las estimula y apremia. Aquí, pues, enseña cómo el celo es asequible a todos y facilísimo para los que aman. Contempla su generosidad. Mira cuánto don dispensa y con qué gusto. Aquí da gustoso, no sólo cuanto tiene, sino cuanto es; no sólo sus gracias, sino sus merecimientos y su persona, que vale más que todo. Mira cuánto
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sacrificio y con qué nobleza de amor. Mira cuánto consuelo siente cuando consuela al corazón humano para divina gloria. Contempla su perseverancia. Aquí pasa en santidad año tras año, siglo tras siglo. Compara con ésta tu perseverancia durante el breve plazo de la vida. Ni persevera como tú, ahora fervoroso, ahora tibio, ahora de nuevo fervoroso, sino siempre en el mismo fervor. Persevera con gozo, porque persevera con amor.
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No hagas caso, pues, hijo mío, de los que te aseguran que es mejor y más alto camino para las almas perfectas, no el camino de mi Corazón, sino el de la mera Divinidad, es decir, aquel en que, descuidando o haciendo caso omiso de mi Humanidad, por sólo la Divinidad te conduzca entre sublimidades al fin de todos deseado. Quienquiera que tal te asegurare, sea hombre, sea ángel, no te fíes de su dicho.
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Aquí te he puesto de manifiesto, hijo mío, la corona de santidad, la corona de las doce constelaciones que contienen todas las estrellas de las demás
Porque si Yo vine por la humanidad al hombre, por la misma humanidad debe el hombre venir a Mí.
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virtudes con que se adorna mi Corazón, en cada una de las cuales brilla y intentare otro camino, errará; divagará con la mente árida y corazón DeLaImitaci n DelSagrado Quien Coraz n deJes s-slidepdf.com resplandece mi amor. seco; se fatigará muchas veces, privado de interna ocupación y recreación, Porque el amor de mi Corazón es el humilde, el manso, el piadoso, el y aun correrá peligro de abandonar tal camino para siempre. dispuesto a todo, el puro, el obediente, el prudente, el recio, el fuerte, el Tú, hijo mío, ten siempre presente mi Corazón, en el cual encontrarás discreto, el que promueve con celo la fe, esperanza y caridad, el generoso todo; visítame aquí con frecuencia; asiste aquí en mi presencia, ora aquí, que todo lo ennoblece, el que persevera eternamente. tribútame gracias, alábame, escucha mis palabras, medita en mi Corazón; 3. Por del último, misma cielo.hijo mío, mi Corazón es el camino, el guía y la puerta
contémplame aquí permaneciendo en tu compañía y dispensándote todo bien.
Camino segurísimo por donde no podrás errar; camino brevísimo por ser el más recto; camino amenísimo y llano, porque es camino de amor; camino, en fin, por donde anduvieron todos mis Santos y por donde quien caminare se hará santo.
Un momento más, hijo mío, y descansarás seguro sobre mi Corazón por toda la eternidad. Mientras tanto, ocúpate aquí conmigo y Yo me ocuparé contigo.
Guía que te protegerá en toda ocasión y te defenderá de todo peligro, que te ayudará con multiplicadas gracias y te fortificará con el mismo Pan de los ángeles, que te recreará y santificará con la manifestación de mis misterios, por los cuales te conducirá, ocupándote con ellos, santa y gozosamente, el pensamiento y el corazón, llevándote de misterio en misterio, de virtud en virtud, de un grado de santidad a otro más aventajado, hasta arribar al reino de los cielos. Puerta fuera de la cual no hay otra para ser admitido en el cielo; puerta por donde sí uno entrare será salvo y bienaventurado eternamente.
Vive preparado, porque vendré cuando menos lo pensares y te llevaré conmigo a mi reino sempiterno. 4. V oz del di scí pul o .— Sí, amantísimo y amabilísimo Corazón de Jesús;
mientras no vienes, tendré siempre presento tu Corazón; en él viviré, con él me ocuparé, con él me prepararé a recibirlo.¡Cómo podré nunca olvidar este Corazón, si todo se lo debo, si en él todo lo encuentro! ¡Oh infinita dulcedumbre! Desde, ahora tu Corazón será mi descanso, mi verdadera felicidad! Con tanta más confianza, seguridad y consuelo descansaré en él, cuanto eres más sabio, más poderoso, más consolador.
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Si el mundo me pusiere asechanzas; si el demonio me tentare, no se turbará mi corazón, porque su morada es de paz, pues habita en compañía del Altísimo en tu propio Corazón.
¿Qué muerte más dichosa que ésta? ¿Qué descanso se le puede comparar? Esta muerte será mi descanso, conque, desprendido de todas las cosas, viviré por tu puro amor sólo en Ti, sólo para Ti.
¡Oh alma mía! ¡Cuán íntimamente quedarás unida con tu Dios en el Corazón, de su Hijo! ¡Cuán presente lo tendrás allí! Allí estarás con El siempre; allí en El vivirás dichosa viéndolo, no figurado, sino en realidad presente; amándolo, no aparente, sino sensible; poseyéndolo, no por tenerle tú a Él, sino por tenerte Él a ti.
¡Oh Jesús, vida mía y único bien mío! Enteramente muerto viva yo para Ti con tal pureza que, cuando llegare el término de la vida mortal, no me quede sino expirar tranquilo sobre tu Corazón. El postrer suspiro de mi corazón sea el suspiro de tu Corazón expirante,
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En este paraíso de purísimos deleites nadarás en perpetua felicidad,
suspiro de amor puro y resigna. Muera yo de amor como Tú moriste. Muera como holocausto de amor, consumido en tu corazón.
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gozando continuamente de los bienes del Corazón de Jesús, tu Dios y muerte, ¿no será para mí descanso dichoso, sueño DeLaImitaci n DelSagrado Tal Coraz ndulcísimo deJes s-Jesús, slidepdf.com Señor. dulce con el que duerma sobre tu Corazón en esta región de destierro, para ¡Oh Corazón de Jesús, Corazón de mi Dios, verdadero cielo, descanso despertar sobre el mismo en el reino de la gloria, donde descanse seguro y eterno de todos los elegidos! concédaseme sólo el habitar siempre contigo gozoso por toda eternidad. y gozarte, y nada faltará en la tierra a mi felicidad. ¡Sea así, Jesús mío y Dios mío! ¡Sea así; así te lo suplico, oh único deseo Porque Tú eres refugio y seguridad de los que habitan en Ti; Tú el premio mío, sumo bien de las criaturas! ygozan. gloria de los que en Ti perseveran; Tú el gozo y dulzura de los que te En Ti se halla la lumbre del entendimiento, la fortaleza del Corazón, la salud del alma, la perfección de la santidad, la consumación de la bienaventuranza.
6. ¡Oh Corazón de Jesús! Ni nombrarte puedo sin inflamarme, ni pensar en Ti sin consolarme, ni representarme tu figura son recatarme. ¡Qué será, pues, contemplarte sin velo, abrazarte de verdad, saciarme de tus gozos eternos! ¡Oh bienaventuranza incomprensible, vida felicísima, vida sin mudanzas,
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