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entro de las leyendas de 1os muquis, se cuenta que la virgen, madre de todos, extendié su manto azul en él espacio el Sol comenzó recorrerlo. :¿Por qué usted recorre por el manto de laVirgen? le preguntó al Sol unanube, orgullosa. --Porque mi camino, debo andarpor él -contestó el Sol; -la virgen lo extiende precisamente para que yo pase -agregó--. sigUió andando, andando, mientras todas las cosas lo miraban con envidia, hl nubes, llorando de rabia se deshaclan,alavezque llovla sobre la tierra. Los muquis que todo lo oían, estaban escuchando, intrigados como estaban le preguntaron al más sabio de todos: para que pase el Sol? -¿-es verdad que la Virgen extiende su yél sabio les contestó: -No estoy muy seguro de ello, pero debe ser asíporque et Soinomientenunca; al finyal cabo, es lomáshermoso que existe. Los muquis que le temlan alahn, no quería1 al Sol, porque 9uq o él alumbra no podían dédicarse sus correrías salir de las minas, asl decidieron ofrecer la Virgen algo mejor para su manto. Se reunieron marcharon veloces al cenüo de [a tierra; buscaron, husmearon, escarbaron en su serro encontraron al fin lo que deseaban: una verdadera mina de piedras preciosas, un tesoro como nunca lo hablanüsto ojos Abrieron las bolsas que llevaban las fueron llenando de brillantes, que verdaderamente deslumbraba el mirarlos. tos muquis se cambiaron de ropas marcharon en busca de la Virgen con su preciosa catga,pero como era muy.pesada apenas podlan andar tenlan que
cadanto.
Ca¡ninando, caminando 'encontaron aun campesino que labraba latierra
ylepreguntar_on: -¿Sabes allá?
^, cuál es el camino al Cielo? --Éara mí, sí; pero para ustedes quiá no sea el mismo. ¿Qué quieren hacer
--Molestar al Sol, que nuesfio enemigo. -
imFronta mente e¡ la bella Lt¡zrrúlay quedó
prendado
de la joven; desde
esperaba con ansias cada domingo parapoder
hurtadillas duranti ia *isa, silenciosamente surgió su amorplatónico. En tanto, Luzmila en su trajín diario se había fijado en un joven comerciante muy caballeroso que siempre le prestaba todas las atenciones en cada reunión, nombre era Jorge. No era elúnico, sino que mineros, solteros ya maduros, dueños cada uno de "ingenios de molienda de metal,'y fundos en lá del Tullurauca también pretendían los favores amorosos de lajoven. No dejamos de lado otos varios muchachos de su edad, quienes hacían lo posible por Lvmila. Los pretendientes de esta bella muchacha, eran pues varios. Los carnavales que se realizaban en la ciudad con verdadera pompa, fueron las festividades más grandes que se celebraban en aquel entonces; cada año las :omparsas losjuegos eran esperados con ansias, especiahnente por losjóvenes. Pero, aquel carnaval sería distinto los demás, para esos üas prwios al fástejo se anunciaba que el caballero español Melquiades de Miranda, iríi apedir la mano de la bella chica, se había concretado apuestas la resolución afinnativa salía de una que el interesado había realizado con los padres de Luzrnila. El sacerdote de la paroquia supo por confesión la jóven, que su carazón pertenecía oüo muchacho no quería contraer matrimónio el dicho señor, quien había anunciado pedir su mano en la víspera del camaval. Todo estaba previsto. Aquellos festejos del carnaval no serían como anteriormente, --algo sucedería--, pues aquel día de la entrada del correo de camavales, cu'andola comitivapasabapor el frente de la antigua Iglesia de Yanacancha, los anr¡nciantes disfrazados montados en sendos caballos vieron lo que parecíavnacalabaza, colocado un lado de la grande puerta del templo, .roo d" los carnavalrro, ,é acercó burlo¿amente descubrirlo, cuando, dio un grito horroirzado,había levantado una cabezahumana, algunos de los cabalgados asustados corrieron al escape, en tanto otros desmontaron para cerciorarse mejor de lo que era, observarla