En el computador de Rafael de Rafael Chaparro quedaron inéditos cinco cuentos inéditos. En cada inéditos. En l í claras y a veces alucinantes. En cada palabra lleva al lector de los hechos nea flotan sus ideas claras y í ne reales y las calles parisinas a la fantasía, a la muerte y muerte y a la a n gusti a
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Las cuatrocientas Espadas del Brandy Por: Rafael Chaparro Madiedo
Me mataste. Eso es lo único que sé. También sé que estoy en el cielo. Por fortuna. Llevaba diez minutos de muerta y me pediste un cigarrillo. Yo busqué en mi cartera y te ofrec uno de mis mentolados. Lo encendiste y te fuiste al balc!n y lo fumaste en silencio mientras los fogonazos silenciosos del cigarro te iluminaban los "ngulos del rostro. #fuera llova. Era una lluvia mezclada con los pasos de los gatos que se deslizaban por los tec$os buscando un poco de calor. Me mataste en una noc$e de lluvia. Eso $aba sido demasiado para ti. %unca $as soportado la lluvia& ni los 'tones m"s all" de las once de la noc$e. (espués de las seis no puedes soportar las pelculas inglesas& ni los cafés cargados. Eres e)tra*o 'pada. Muy e)tra*o. Ese da que me mataste me llamaste desde algún teléfono del parque +iordano ,runo y me di-iste $ey baby vamos a ver %aed de Mie Leig$ y yo te di-e& pobre idiota ilusa& claro baby nos vemos a las seis en la estaci!n de metro /adio 0ity. Esa tarde vagué sin sentido por la ciudad. Me met al metro& cubr varias rutas& fui al barrio "rabe a la calle (ranaz por un $as$. Luego me fumé el $as$ en el parquecito mientras miraba el tren elevado. #lguien desde el tren me $izo una se*a con la mano y yo le mandé un beso que se diluy! en el aire caliente de la tarde. 1ue un maldito beso que e)plot! en le núcleo del aire& puff2& y desapareci! para siempre. 1inalmente cog la ruta del /adio 0ity para cumplirte la cita y cuando entré al metro pareca que la gente se mora poco a poco en las nubes alucin!genas de las cinco de la tarde& esas nubes negras que olan a $erona con orines. M"s tarde nos encontramos en Londres. Estabas en el parque. Las palomas grises $acan maniobras confusas en el aire precario de la tarde y el olor de la lluvia me entr! a los pulmones y me into)ic!. 0aminamos por la trece y el con-unto de las luces& el con-unto de los rostros y de los olores nos marearon lentamente. Las campanas de Lourdes empezaron a sonar en el te-ido del aire. En el aire $aba latidos. +randes latidos. Latidos. Latidos de un coraz!n invisible& $erido y borrac$o que bombea tinieblas sobre la lluvia& sobre la noc$e. #ntes de entrar a cine tomamos un café donde los "rabes. 'ensaci!n conocida3 café cargado& negro& espeso& un cigarrillo. 4na conversaci!n banal. 4n golpe en el est!mago. Mierda. #drenalina pura. 'ubordinaci!n. Escalofro. 4n tabaco. 4n Marlboro. 5tro café. 4n beso. 4n silencio. 4n golpe en la cabeza. 'alimos del café mareados& aturdidos& y el ruido de la ciudad nos abale! el pec$o y las miradas. Me dieron ganas de que te largaras para la mierda& pero dada la casualidad de que bamos a ver %aed de Mie Leig$ y entonces sent y entonces sent en el coraz!n cuatrocientos golpes& cuatrocientos golpes de brandy& cuatrocientos golpes de lluvia& cuatrocientos golpes de $erona& cuatrocientos golpes de sangre& de carne& de p!lvora& de $umo
azul& cuatrocientos golpes de tristeza& cuatrocientos golpes de cuatrocientas aves muertas revoloteando en mi pec$o. En el cine& la fauna de siempre. 4n par de mamerto 4na pare-a de vie-os embutidos en sus vie-os gabanes& el borrac$o que siempre encontr"bamos en los cines alternativos con su botella de co*ac y las c$icas universitarias con cara de que no se las $aban comido en meses por estar viendo pelculas para solitarios todas las noc$es. 'al enamorada de 6o$nny& el cloc$ard de la pelcula. Yo te di-e después que nunca $aba visto un man que se fumara tanto como ese. Era un man vestido de negro siempre envuelto en una nube de $umo& un man como tú y yo& un triste man siempre flotando en las nubes confusas de los das como aviones absurdos& perdidos& a la deriva& un man como tú y yo navegaba en el cielo maligno de los das& esos das llenos de peque*as lluvias donde se te llenaba la boquita de $erona y saliva negra. 4n man bacano& ese 6o$nny. Entonces llegamos a tu apartamento. Me metiste tres balazos en el coraz!n. 5nce de la noc$e. Me mataste. (espués fumamos& tomamos un café& dos cuerpos e)tra*os sumidos en la conocida confusi!n del amor después del cine& dos cuerpos desnudos atravesados por cuatrocientas espadas brillantes antes del café& dos cuerpos e)tra*os sumidos en la conocida confusi!n del amor después del cine& dos cuerpos desnudos llenos de $umo& dos cuerpos desnudos atropellados por la alucinaci!n& dos cuerpos desnudos con la sangre llena de perros atroces& dos cuerpos desnudos naufragando en alguna ola de la marea de la noc$e& dos cuerpos oscuros fulgurando antes de apagarse para siempre el refle-o caliente de la lluvia. # la media noc$e salimos y nos dirigimos a la estaci!n del metro y all me de-aste. ,aby. 0reste que nunca m"s me ibas a volver a ver. Pura mierda. Me subiste al vag!n y diste media vuelta. Yo me fui bien muerta. Lo último que me acuerdo eres tú fumando y yo sentada en el vag!n mientras éste se deslizaba $acia la oscuridad del túnel. Es verdad. Me mataste. Y estoy en el cielo& tal como tú queras. En el cielo. Tal como queran mis padres y tú. Muerta& en el cielo. #$ora $e vuelto. Estoy en el balc!n. Tú acabas de regresar del cine. Me ves. Te detienes. Te acercas. Me observas en silencio. 1umas un cigarrillo. %o $as cambiado muc$o baby. #bres la ventana. #fuera llueve. Me acaricias la cabeza con suavidad. Me de-o tomar en tus manos y me pones frente a ti. Entonces te clavo el pico en un o-o y la sangre brota lentamente. Mierda. Te saco el otro o-o. #fuera llueve y las luces de la ciudad son peces suicidas que se destrozan en las aguas sucias y turbulentas de la tiniebla. Est"s tirado en la mitad del sal!n y el viento fro de la noc$e te cubre. Llevas diez minutos muerto. Yo llevo diez minutos convertida en paloma.
El pe gato que engullía pianos negros. Por: Rafael Chaparro Madiedo
(entro de la especie de mu-eres lluvia se encontraba Pussy& Pussy Lluvia. Lluvia. 7úmeda Pussy Lluvia. Pussy tetas agua lluvia. 7úmeda. Pussy saliva $úmeda lluvia. Pussy lluvia lluvia lluvia. Pussy mi amor. Pussy love. Pussy lluvia. Pussy tena la lluvia en la mitad de los o-os. En sus o-os llova la lluvia negra de Pars. Pussy lluvia. Lluvia. Pussy $úmeda. En sus o-os caan una a una todas las gotas antiguas que mo-aban los tec$os de Pars cuando los gatos se escabullan detr"s de las melodas remotas de los pianos negros. Pussy lluvia. Pussy $úmeda. 7úmeda. 7úmeda. Pussy lluvia. La $aba conocido en el bar La Mariposa 0aliente. Ella estaba en una mesa que daba contra la ventana. Yo vea de 0$atelet Les 7alles. Esa tarde $aba comprado un par de discos. /oc 'ur La ,lanc$e y otro de T$e Psyc$omodo en una tienda musical llena de negros de la banlieu de la Plaine89oyageurs que escuc$aba melodas de 'enegal. Entré al bar y ped una cerveza fra. Encend un cigarrillo y me dediqué a observar a esa mu-er vestida de negro que miraba por la ventana $acia la calle. 0uando la vi supe inmediatamente que era una mu-er8lluvia. 4na mu-er8 lluvia. 4na mu-er8$úmeda. 4na mu-er8lluvia se distingue a leguas por su forma acu"tica de mirar& por sus formas suaves& por el control transparente de su piel& por la forma como $umedece poco a poco el aire circundante con sus manos& con sus babas& con sus o-os& con la lluvia secreta que sale de su cuerpo. Yo la mire y mis o-os se fueron $acia el centro de su coraz!n que flotaba en medio del refle-o incierto de su sangre sobre su rostro. Mierda. 4na mu-er8lluvia. (espués me le acerque y c$arlamos un poco de libros& de universidad& de la comida c$ina& de cine. :nteresante. 5tra cerveza. 5tra. 4n cigarrillo. 'ue*os dulces. (ulces sue*os. :nteresante. En los das siguientes nos vimos. %uestra primera cita $úmeda fue en el Lu)emburgo. # las tres de la tarde. 0aminamos por los -ardines y le tomé varias fotografas. Mientras camin"bamos supe que la primera sensaci!n que se tiene al estar -unto a una mu-er8lluvia en un parque& era la de flotar en el olea-e e)tra*o de su voz caliente. Era la sensaci!n de que el mundo& los "rboles& el viento& las nubes& mis manos y mi cuerpo& todo mi cuerpo flotaba en el marecito azul que se produca en la corta distancia que separaba un labio de otro. Entonces empez! a llover y la lluvia me supo a Pussy. Miré $acia el cielo y las gotas de lluvia formaban en el aire nubes transparentes de agua que se diluan en el cabello de Pussy lluvia. 0aminamos un rato sin sentido. ,orrac$os por la lluvia. Pussy lluvia. Mi coraz!n ,orrac$os. Mi coraz!n se emborrac$! con esas nubes cargadas de un mill!n de gotas de agua que escriba el nombre de Pussy en la copa de los "rboles& en el olor a mierda y orines de Pars a las cinco de la tarde mientras los $abitantes se dirigan a las bocas oscuras y $ambrientas de los metros& bocas de grandes animales somnolientos que esperaban a sus peque*as bestias de cada da para alimentar su tedio s!rdido. Pussy lluvia. Pussy lluvia. Lluvia. Pussy $úmeda.
#l otro da fuimos al Pere Lac$aise y tomamos ;$isy en la Tumba de Morrison. Mierda& la polica nos ec$!. #l cabo de un mes me fui a vivir con ella en su apartamento.
mierda y las campanas de todas las iglesias de Paris parecan que estuvieran siendo tocadas por mil manos negras& dementes& rotas. Tarde inconclusa. Lluvia inconclusa. Lluvia Palomitas inconclusas. Entonces yo encenda un cigarrillo y senta all" adentro en el coraz!n una mierdita inconclusa. La lluvia continúo varios das. (as. (as. (as. Lluvia. Lluvia. %o de-aba de llover y los $abitantes eran fantasmas vestidos de negro que se deslizaban con lentitud por el va$o confuso de la niebla del invierno. La lluvia cada da era m"s fuerte. 4n da las escuelas de-aron de funcionar y la televisi!n y la radio de-aron de transmitir. Pussy y yo llev"bamos una semana recluidos en el apartamento. #l principio nos pareci! una situaci!n propicia para el amor porque mientras las gotas de agua golpeaban los cristales& adentro $acamos el amor. Pero después de una semana de reclusi!n& de ;$isy& café& cigarrillos y amor& la situaci!n se $izo insoportable. 4na ma*ana me llamaron de un café de la /ue 9oltaire para que fuera a tocar en un bar lleno de agua. 4n maldito bar acu"tico. #fuera la lluvia segua y la ciudad $aba de-ado de funcionar en gran parte. Me puse el abrigo& los guantes y 'al a la calle arrastrando el piano negro. 0uando 'al a al calle no vi pr"cticamente a nadie. En la distancia se oan las sirenas. El agua me daba en los tobillos. #vance pensando por las calles el café de la esquina $aba cerrado. M"s adelante en la entrada del metro $aba varios cuerpos muertos de unos cloc$ards. 9arias botellas de vino flotaban también. La lluvia no me de-aba ver. Puertas y ventanas flotaban a m alrededor. El agua me daba ya por las rodillas. Las campanas seguan sonando. (e pronto un mareo se apodero de mi cabeza. #lcance a ver la torre mayor %otre (amme casi cubierta por las aguas. El agua empez! a arrastrarme y el sonido de las sirenas se fue apagando poco a poco. 0on mis pies alcanzaba a rozar las copas de los "rboles. La corriente me llevo por todo Pars. Entré a varios apartamentos de los últimos pisos. #lguna gente flotaba a m alrededor. Las tumbas del Pere Lac$aise flotaban a m alrededor y un olor a ceniza fresca me llego a los pulmones. Era el olor de mil muertos flotando en las aguas oscuras de la lluvia gris. Las palomas volaban en crculo y se posaban en la parte alta de la ciudad& en la torre de 'acre 0oeur. Mi cuerpo era un barco negro que sobreaguaba ebrio sobre las olas llenas de mierda& gatos muertos& cad"veres y botellas de alco$ol. 0reo que llevaba tres meses en esas& flotando encima de mi piano negro. Por momentos tomaba aire y me dorma. 'in embargo& la mayor parte del tiempo me la pasaba interpretando música sobre las aguas. Tocaba mi piano negro mientras las gotas de lluvia me abalaban el rostro. Pensaba en Pussy lluvia. Pussy amor. Pussy love. Pussy lluvia. Llovi! siete meses seguidos. 4n da los ruidos de los aviones me despertaron. Miré $acia el cielo y no vi nada. Mierda. El ruido vena desde adentro. # los pocos minutos un avi!n de #ir 0ongo trat! de despegar desde el fondo del agua. Estaba cubierto por una mara*a de algas. # la distancia pareca una gran ballena $erida que convulsionaba. (espués estall! en mil pedazos. Las palomas del 'acre 0oeur se asustaron y se escabulleron $acia el cielo gris. 5tro da aparecieron las bandas de cuervos negros sobre Pars. Llegaron detr"s de la lluvia. Picoteaban
los cad"veres que flotaban en las aguas. Lo primero que vi fue una nube negra acompa*ada de un ruido ensordecedor. Todo el da los cuervos volaban en crculo. # mi me volvieron mierda el rostro. (espués aparecieron los peces negros sobre las aguas. Eran enormes peces. 4no m"s grandes que otros. # mi me devor! uno de vente metros de largo y unos tres de anc$o. 1ue una sensaci!n confusa. Era tal vez un -ueves. #penas estaba amaneciendo. La luz plomiza del sol se difuminaba sobre las aguas. La torre del 'acre 0oeur resplandeca a lo le-os. 4n grupo de cloc$ards que flotaba a mi lado me ofreci! un poco de vino ro-o que me quemo la garganta. Pensé en Pussy. Miré $acia la lluvia y la maldi-e. Entonces una gran ola nos separo y fue cuando el pez negro nos engull!. 1ue una sensaci!n confusa. Primero entr! mi cabeza. El pez me empu-o con su lengua ro-a $acia adentro. 0on suavidad. (espués el pez engull! mi piano negro. 0uando llegué al vientre del pez supe que era m"s grande de lo que pensaba porque $aba un parquesito lluvioso& gris. 4n parquesito triste con tres soles y entonces supe que estaba al interior de un pez gato. Entonces me acordé de lo ledo en Enciclopedie 1antastique des #nimau) en la parte de los >peces gato?. Todo pez gato tenia en su interior un parque lluvioso con tres soles y una mu-er triste en alguna parte. (urante varios das estuve sentado en la banquita del parque interior del pez gato viendo llover. Las palomitas grises del parquesito volaban sobre los arboles inciertos $asta que finalmente me puse a tocar el piano. Mientras tocaba el piano all" en el parque interior del pez gato el aire se puso m"s triste que nunca y entend que todos los peces gatos tiene en interior de sus parques una maquina que fabrica lluvias antiguas& negras y tristes. Los das pasaban. 4na tarde apareci! del otro e)tremo del parque una mu-er. 4na mu-er fabricada en el interior del pez gato. Tal vez una mu-ergato. 5 una mu-er lluvia. 5 tal vez una mu-erlluviagato. Lluviagato. +atolluvia. 'e llama ,lanc$e. Me di-o que $aba salido detr"s de la lluvia al or la música del piano negro. (urante varios das $icimos el amor ba-o la lluvia del parque del pez gato mientras afuera nos llegaba el sonido milenario de las campanas de Pars como una canci!n remota que e-ecutaba una orquesta alucinada compuesta de fantasmas& una orquesta de cuervos y perros negros que se diluan en la confusi!n de la lluvia que caa sobre la ciudad. # este pez gato le gustaba la música y por eso todo el tiempo a mi me tocaba tocarle algo. 0uando dormamos el gato nadaba $acia %otre (ame permaneca semanas enteras en el te-ido de las aguas y se propagaba por todas las olas. Era una música gata que se deslizaba con sigilo por todas las aguas sucias de Paris. 4n da empezamos a notar que el pez se estaba ac$icando. El parque empez! a perder sus proporciones y lleg! un momento donde el piano fue e)pulsado $acia el e)terior. M"s tarde apenas cabamos ,lenc$e y yo. 4nos das m"s tarde ,lenc$e y yo empezamos $acer parte del pez. Primero mis piernas fueron incorporadas. Luego las manos y el resto del cuerpo. Llego un
momento en el que solo nuestras cabezas estaban libres. El resto de nuestros cuerpos eran ya parte del pez gato. 1inalmente lleg! el da en que fuimos absorbidos por completo por la carne sucia del pez gato. #ntes de ser c$upados por la sangre lluviosa del pez gato le di un beso en la frente de ,lanc$e. Ella cerr! los o-os y llor!. El triste pez gato se fue reduciendo cada vez m"s. La corriente sangunea me llevo $asta la cabeza del maldito pez. 4n da por fin fui convertido en su mirada. Era sus o-os. Entonces poda observar el fondo del agua& el fondo de Pars& el interior de %otre (ame donde el pez gato triste iba $acer sonar el !rgano de la catedral. /ecorrimos Pars deba-o del agua. %os metimos por las lneas del metro. En el interior los cad"veres flotaban y los vagones parecan acuarios macabros. Me percaté de que el pez gato tena el tama*o normal de cualquier pez. Mas o menos un metro de largo tal vez menos. (ebi! pasar un a*o. Las aguas empezaron a ba-ar. 4n da empezamos a ver las copas de los arboles y el pez gato se puso m"s triste que nunca porque ya no pudimos entrar a la catedral a $acer sonar el !rgano. (e-o de llover y las sirenas volvieron a sonar. #l cabo de unas semanas el agua $aba ba-ado bastante y nos tocaba refugiarnos en las lneas del metro donde las aguas todava eran abundantes. Pero después las aguas del metro se fueron replegando y salimos. En las calles el agua apenas alcanzaba treinta centmetros de profundidad. Entonces empezamos a estrellarnos contra los zapatos de la gente que caminaba en busca de alimento. Mierda. (espués de muc$o tiempo me acorde de Pussy. (e la dulce Pussy lluvia love. Pussy. Pussy lluvia. La situaci!n estaba muy grave porque cuando no esquiv"bamos los zapatos de los $abitantes& tenia que evitar las ruedas de los carros que ya estaban nuevamente circulando por las calles. La situaci!n era desesperante. 4na tarde pas"bamos por los cines de la /ue 0$ampolion y la poca gente que se $aba aventurado a ir a cine $acia cola para ver una pelcula rumana. Me acorde de la sensaci!n de la vida cuando se va a cine& esa sensaci!n mezclada con el olor de la lluvia& esa peque*a sensaci!n de peque*a tristeza que se siente cuando uno sale de cine en la noc$e y siente el mundo en blanco y negro con subttulos traducidos a la desesperaci!n y al absurdo& a la confusi!n. El pez gato y yo est"bamos tristes. Los arboles estaban grises y $aba esqueletos que colgaban de sus ramas. El sol estaba empezando a salir. Entonces sent cerca de m unos zapatos negros que se acercaban c$apoteando con ansiedad. Mire $acia arriba. (os manos grandes me agarraban y me sacaban del agua. #l salir del agua me sent perdido y poco a poco fui sintiendo que el pez gato y yo moramos tarde cubierta de una luz plomiza. El $ombre nos meti! en una cesta. Morimos asfi)iados. Lo ultimo que alcancé a escuc$ar fueron campanas de %otre (ame& al sonido de las sirenas y los ladridos de los perros. También el sonido de los ni*os c$apoteando en el agua. ,lac out. Mierda. 'e nos fueron las luces. El $ombre abri! el cesto& nos sac!& nos puso en una tabla. %os quit! las escamas. El $ombre puso el sartén. Mantequilla. Mostaza. #lba$aca. 4na receta discreta& deliciosa& frugal& brutal.
#-o& sal& vino y c$ampi*ones. %os meti! al sartén. El aceite caliente quemaba mi cuerpo. Yo miraba $acia el tec$o de aquella maldita cocina. 'onaba en el sal!n blues. ,ring me t$e s$ot gun baby. ,ring me t$e s$ot gun baby. (espués el $ombre nos cort! en dos y dispuso la mesa. Luego entr! una mu-er. La mu-er le dio un beso al $ombre. 'e sentaron a la mesa. (estaparon un ,ordeau) ro-o& un vino ro-o como la sangre& para incitar al amor& a la lluvia& al fuego& a los gatos& a la oscuridad& al sudor& a la saliva. 7icieron el amor. 0on rabia. 0on lluvia. 0on sangre. 'us gritos secos $icieron eco en la música de la lluvia te-iéndose en la oscuridad $úmeda de la noc$e. #$ora estoy en la parte terminal de un intestino. Ella me engull! con elegancia& con suavidad& con la cena para dos. 'on las doce de la noc$e y afuera& en el mundo& los gatos le $acen el amor a las gatas en los te-ados envueltos por el perfume invisible del verano mientras Pussy lluvia& Pussy $úmeda& en el ba*o se dispona a cagarme con suavidad y elegancia.
La suave lluvia de agosto sobre !ueva "or# Por: Rafael Chaparro Madiedo
/.@. llevaba una vida agitada desde que vino a %ueva Yor. Mu-eres& licor& cines& fiestas. El da de su cumplea*os número cuarenta& después de que su familia& muy poca por cierto& se fue& /.@. se dirigi! al sal!n principal donde le gustaba leer enfrente a la c$imenea. #traves! los cinco salones de la casa& los oc$o corredores oscuros y las ciento veinte escaleras de madera acompa*ado de su perro. 1inalmente llego al sal!n de la c$imenea y se sent! en el sill!n preferido. 'e restreg! los o-os con los pu*os y un toc toc proveniente del otro sill!n lo $izo reaccionar. #ll en el otro sill!n estaba ella& La Muerte $aciendo sonar contra el piso la guada*a. La Muerte produca con su guada*a una música e)tra*a& una música e)tra*a de relo$astiado& de relo- fúnebre. /.@. le ofreci! un trago y unos cigarros. (urante una $ora La Muerte lo estuvo mirando fi-amente a los o-os. Luego se tom! el trago de ;$isy& se fum! con lentitud un tabaco y se fue $aciendo sonar la guada*a contra el aire. Era como el sonido de mil p"-aros negros revoloteando ba-o la lluvia& ba-o la niebla del invierno. # los oc$o das La Muerte volvi!. /.@. estaba en el sill!n. Lea algo de '$erloc 7olmes& su autor favorito. La Muerte se sent! en el sill!n. El fuego de la c$imenea produca un e)tra*o brillo en el lomo de la guada*a. #ntes de que di-era algo /.@. se dirigi! al vie-o aparato de radio y busco en el dial /adio @AT. En ese momento pasaba >0laro de Luna? de ,eet$oven. (urante una $ora escuc$aron música. (espués de un buen rato La Muerte le di-o a /.@. que -ugaran una partida de naipes. /.@. palideci! y La Muerte se ro con una gran carca-ada. La Muerte le di-o que no tenia de que preocuparse. 'olamente era un -uego& no se lo iba a llevar. 'olamente se trataba que /.@. apostara su e)celente colecci!n de música cl"sica y La Muerte una guada*a de incrustaciones de esmeraldas y diamantes. (urante tres semanas& cuatro das& cinco $oras y seis minutos seguidos estuvieron en el sal!n -ugando. #l final La Muerte sali! vencedora y /.@. tuvo que ceder su colecci!n de música cl"sica. Era un -ueves en la noc$e& terminaron de -ugar $acia las oc$o de la noc$e. La Muerte se qued! dormida /.@. fingi! que dorma y después de que oy! los ronquidos de ella se incorpor! y con lentitud se acerc! al otro sill!n. La Muerte sudaba& roncaba y se mova como una bestia del bosque& como una bestia oscura. /.@ acarici! el lomo de la guada*a. 4na y otra vez pas! la mano por ese lomo que $aba segado tantas vidas a lo largo y anc$o de los caminos confusos y polvorientos del mundo entero. El s"bado siguiente volvi! a venir. /.@. estaba en el -ardn con sus perros. La luz del sol decaa y la noc$e se filtraba por las ramas de los arboles oscuros. La noc$e tenda sus alas de ave negra sobre el o)geno negro de las tardes. (e pronto los perros& todos los perros empezaron a ladrar $acia los "rboles. /.@. busco en sus bolsillos un tabaco y espero a que ella llegara. En efecto unos instantes m"s tarde apareci! La Muerte. 0omenz! a llover. La Muerte
salud! a /.@. (espués entraron a la casa. 1ueron al sal!n principal& como de costumbre. Esa noc$e /.@. pensaba -ugar una partida de a-edrez con La Muerte& pero ella le di-o que prefera dar un paseo por la ciudad. Tena $ambre de ruido& $ambre de licor& $ambre de gente& $ambre de mundo. /.@ sac! del gara-e su vie-o autom!vil& La Muerte se sent! a su lado. /.@. $izo deslizar el auto por aquellas calles llenas de avisos luminosos. Primero $icieron un paseo por la BC& la calle de se) s$ops. Putas& travestis& gays. (e todo. 'odomitas. Mientras el auto iba rodando por aquellas calles apocalpticas& aquellas calles vaginales donde los lquidos oscuros de los se)os ro-os e)plotaban en el aire& La Muerte sacaba la cabeza por la ventana y aspiraba con fuerza ese olor& ese olor que contena sudor nocturno de las rubias y las morenas& el olor de los cigarrillos& el olor de las pistolas& el olor del ;$isy que sala de los bares sobre todo ese olor a c$oc$a y gasolina que tiene %ueva Yor. (espués entraron a cine& en el 9illage& y La Muerte arm! tremendo escandalo porque en el fin $ubo tres muertes y ella no tena nada que ver con ese asunto. /.@ la sac! de all y se metieron en un bar alternativo. Esa noc$e tocaron los diez :ndios Malvados& una banda pun del sur de %Y. La Muerte se emborrac$! con cerveza y $acia las dos de la ma*ana /.@. la sac! y se montaron en el auto. Por el camino La Muerte $izo montar una c$ica de la calle. Esa noc$e /.@. no pudo dormir. La Muerte llen! la casa de putas y con todas $izo el amor. 0ada vez que las penetraba& las mu-eres daban alaridos espantosos. # la ma*ana siguiente La Muerte desapareci! y durante oc$o das no se report!. El s"bado lleg! de nuevo y se sent! en el sill!n de costumbre. (urante cuarenta a*os La Muerte lleg! todos los s"bados a la casa de /.@ al mismo sill!n. 6ugaban cartas& $ablaban& escuc$aban música. 'in embargo& el da del cumplea*os número oc$enta de /.@. La Muerte le di-o a éste mir"ndolo a través de su vaso de ;$isy con $ielo& que ya era tiempo de que la acompa*ara& /.@. se ri! y le pareci! que después de cuarenta a*os de estar compartiendo con ella momentos agradables no era -usto que se lo llevara. %o quedaron en nada. 'implemente La Muerte ese da se fue como si nada. # sus oc$enta a*os /.@ era ya un $ombre que no poda darse el lu-o de tener grandes placeres. #tr"s $aba quedado las épocas de los ;$isys& los tiempos de estar rodeado de suaves pieles de mu-eres& las $oras de estar ba-o las babas y los sudores de las rubias de %ueva Yor. Por eso cada oc$o das& los s"bados a las tres de la tarde se diriga cerca de 0entral Par. a la c$ocolatera de la se*ora 7ar y compraba una libra de c$ocolate con forma de animales. En verdad aprovec$aba para contemplar el esplendor de %ueva Yor. (efinitivamente la época que m"s le gustaba era verano. Le gustaba ver a toda esa gente tirada en los parques leyendo y entonces cerraba los o-os y aspiraba el aire amarillo de verano& ese aire que contena vida. (espués se diriga a su casa y all encontraba a La Muerte sentada en el sill!n y siempre le recordaba que ya era tiempo& pero /.@ le ofreca un c$ocolate y a La Muerte siempre se le
olvidaba y al rato& luego de $aber escuc$ado música o -ugado a-edrez con /.@ se iba. El cuatro de agosto& s"bado de verano la vida pareca estar en su esplendor. El sol iluminaba la tarde& el sol iluminaba los altos edificios de %ueva Yor. /.@. se dirigi! como de costumbre a la c$ocolatera de la se*ora 7ar y compr! la libra de c$ocolates. 5c$o das antes La Muerte le $aba mostrado un boleto que deca >/.@. DDDD. BF#gostoFB?. La Muerte lo de-! encima de la mesita& cerca del sill!n y le di-o que ya no $aba nada que $acer. Ese s"bado estaba planillado. /.@. llego a su casa. La Muerte acariciaba el lomo de la guada*a. 'onri! /.@ se sent! en el sill!n y le di-o que quera morir all sentado& pero antes quera comerse sus c$ocolates. /.@. le ofreci! un c$ocolate a La Muerte y se asegur! de que fuera el que estaba envenenado. La Muerte se lo comi! y all mismo en el sill!n empez! a convulsionar como una bestia& dando alaridos. Espasmos. /.@. sali! a la calle y se mo-! con la suave lluvia de agosto que caa sobre %ueva Yor.
$ohn %ig ris &or' Rafael (adiedo
Chaparro
Mi nombre es 6o$n Tigris. #venturero. 0azador. ,orrac$o. Mu-eriego. (esperdicio el dinero. (esperdicio el tiempo. 7e estado en muc$os lugares3 en las selvas del ,rasil& en el Polo %orte& en el 'a$ara& en %epal& en el (esierto de Mé)ico. Mi gran pasi!n es la cacera. 7e cazado animales en casi todos los lugares del planeta. Mi reputaci!n es muy grande. En mi casa tengo las cabezas disecadas de leones& venados& osos& elefantes& dantas y muc$os otros animales. 'in embargo& en el sal!n principal de mi casa falta un trofeo& tras el cual muc$os cazadores $an perdido la vida3 los tres tristes tigres del #lto 9olta& que nadie nunca $aba podido cazar. En el invierno de GDH $aca bastante fro en Pars. Yo pasaba los das en el barrio latino& de café en café& de cine en cine. #cababa de llegar de Manaos donde estaba cazando un -aguar sagrado de los yacunas. #quella noc$e de invierno me $allaba en el ,ar 7addoc tom"ndome una copa. Me despeda de la vida libertina de Pars& pues al da siguiente me iba al Ifrica tras los tres tristes tigres del #lto 9olta& que me esperaban escondidos entre los vientos negros de la selva. Esa noc$e me embriagué. Llené mis pulmones de $umo y mientras caminaba por las calles $eladas pensaba en las columnas verdes de los "rboles africanos& pensaba en el olor de la p!lvora mezclado con el olor de la selva& pensaba en el olor de un cigarrillo mezclado con el granizo confuso de las aves escabulléndose en la copa de los "rboles. #l otro da& muy temprano& en la ma*ana volaba $acia Ifrica& $acia el #lto 9olta. Me diriga $acia el rio 4be Tugo& que en lengua nativa significaba >donde acaba la luz?. #ll era donde empezara la cacera de los tres tristes tigres del #lto 9olta. Mientras via-aba en el 1oer que rompa la monotona del cielo africano& el olor de la gasolina blanca llegaba $asta mis pulmones y se mezclaba con el perfume confuso de mi sangre contaminada de brandy y nicotina. %unca $aba estado en el #lto 9olta. 7aba estado en #ngola& en los setentas& combatiendo. También alguna vez estuve en Tanzania y en Etiopia traficando agua& gasolina y comida. #yudé en el 0ongo a varios militares en diversos complots. (ebo decir que tengo un conocimiento bastante acertado del continente africano. Tal 9ez Ifrica y #mérica Latina se parecen muc$o. Los climas y los militares malsanos son caractersticas similares. Pero todo se arreglaba con un buen pu*ado de d!lares& unas cuantas armas y putas finas. 'o easy vie-o& so easy vie-o. #terricé en una ciudad llamada Tute 5go. 4na verdadera caldera infernal. El ambiente estaba caldeado. 7aba rumores de un golpe militar y al parecer una guerra civil estaba pr!)ima a estallar entre las diferentes tribus que estaban ansiosas de adquirir armas en el mercado negro. 7ice algunos contactos en el lobby del $otel. Esa misma noc$e $ice un paseo por la ciudad.
0og un ta)i. Le ofrec ;$isy al negro& que me sonrea con su blanca dentadura perfecta y le di-e que me llevara a la acci!n. Estuve observando varios burdeles de la ciudad. Para conocer un pas $ay que ir a dos lugares claves3 los burdeles y las iglesias. Por la forma como bailan& se emborrac$an y seducen a las mu-eres conoces el temperamento de un pas. 'i lo $acen abiertamente estas con gente que te mata de un tiro en el pec$o. 'i una mu-er& por el contrario no te mira a los o-os en un burdel& con seguridad est"s en un pas donde te matan por la espalda. 'i en las iglesias vez sinceridad en las mu-eres que rezan& est"s en un pas donde te reciben en su casa sin dudarlo un instante. 'i ves mezquindad en el rostro de las mu-eres& entonces te $allas en un pas donde te reciben en las casas pero para robarte. En el #lto 9olta estaba en un pas donde suceda lo primero. Esa noc$e me embriagué y regresé tarde al $otel. #l otro da part de nuevo por el ro 4be Tugo. Mi gua era un robusto negro llamado Lome& que tena a cargo siete $ombres armados. La 'elva nos engulla poco a poco en sus largos brazos verdes a medida que avanz"bamos por el ro sentamos que éramos tragados por una bestia oscura que abra su -eta con lentitud mientras caa la lluvia oscura del tr!pico africano. # nuestro alrededor la orquesta negra de la selva e-ecutaba su sorda meloda de tambores y murmullos mientras los $uesos se podran en el interior del cuerpo. #l segundo da entramos en la zona de la tribu =obi& famosos cazadores de cabezas. (esde que entramos en su territorio los arboles eran m"s negros y los espritus de la selva nos rondaban con lentitud. Eran los espritus del agua& los espritus salva-es del viento amarillo& los espritus del fuego& los espritus verdes que iban y venan y se te-an sobre ese aire confuso& oscuro. Lome me comunic! que para espantarlos lo me-or era fumar. Mientras la barca se deslizaba con suavidad sobre el agua podamos sentir los espritus rozando nuestra piel. 'abamos que estaban a$. Los sonidos me producan los espritus eran como murmullos de piedras rotas cayendo en el agua. 1inalmente lleg! lo que $abamos presentido. Perdimos el sentido del tiempo. También fuimos perdiendo tripulaci!n. En las noc$es mientras los tambores taladraban el ro y los espritus de la selva rondaban con suavidad a nuestro alrededor& nuestros $ombres desaparecan misteriosamente. #l otro da Lome y yo comprob"bamos que uno de los $ombres faltaba. %o se cu"nto tiempo navegamos por aquel maldito ro. Mientras las aves pre$ist!ricas volaban en crculo sobre nuestras cabezas la música negra de la selva nos taladraba la sangre. La música oscura de la tiniebla poco a poco nos alucinaba y penetraba por la piel como una baba e)tra*a& una baba invisible que recubra el aire& el agua& la selva. %uestra barca se desliz! por el interminable rio da tras da. 1inalmente llegamos a un claro en la selva. Pareca un claro amigable. 'altamos de la barca en busca de alimento. Lo único que nos quedaba era una botella de ;$isy& que us"bamos para untarnos en el cuerpo para espantar las moscas tsé tsé& y unos cuantos tristes cigarros. 7abamos perdido inclusive los fusiles. #l
final de la tarde nos venci! el sue*o. 0amos como piedras negras. 0omo piedra ro-as ciegas confusas. (e pronto algo me despert!. El sol ya caa. La tiniebla se te-a con lentitud entre los "rboles. 4n ruido me despert!. Miré a mi alrededor y Lome $aba desaparecido. En ese instante la música de los tambores arreci! y la lluvia negra de la selva se precipit! sobre el folla-e. Mierda. 'ent ruidos cerca de m. (espués escuc$e varios rugidos de tigre. 0orr $acia la barca y ya no estaba. Entonces me met en la selva. (etr"s de m empecé a sentir la respiraci!n agitada de mil bestias negras tratando de atraparme. Mil manos negras detr"s de mi cuerpo se agitaban en la oscuridad. Mil voces ro-as retumbaban entre los "rboles. 0orr como nunca $aba corrido. Las ramas golpeaban mi cuerpo confundido. Mientras corra los rugidos llegaban de diferente intensidad. Llegaban del aire& de la tierra. Eran los rugidos de los tigres del viento& del fuego& rugidos de los tigres del agua. Los espritus de los tigres me perseguan y venan volando por entre las ramas. %o $aba duda. Estaba en el territorio de los tigres del #lto 9olta. 1inalmente después de un largo trayecto ca a un $ueco y me desmayé. Llueve. %oc$e oscura. #$ora acabo de despertar y me acabo de dar cuenta de que solo soy una cabeza. 'oy un trofeo de caza colgando en el tronco de un "rbol mientras all" aba-o los tres tristes tigres del #lto 9olta fuman y $ablan sobre su última aventura de cacera
$oe y el )ool*gico de (et al.
La 0iudad de 7ierro siempre $a sido y ser" una atracci!n. 4na atracci!n fatal donde la felicidad $uele a aceite quem ado . El tren del +mor, el %ren antasma, el -avitr*n. +quí uno se encuentra con nios cansados de los infernales partidos de futbolito a doce goles y los discursos aburridos de los héroes. +quí vienen a pasar en limpio las emociones de borrador que sentían frente al televisor cada ve que un superhéroe era lanado por un abismo a /000 #.p.h. +quí, las palomitas de maí también lo saben,
esta $oe, el vaquero que m1s veces ha muerto y resucitado en la Ciudad de 2ierro.
Por: Rafael Chaparro Madiedo
%ubes de metal& 1lu-os del acero en estado de ingravidez. Palomitas de maz para curar la tristeza del final de las vacaciones. Luces de ne!n fro sobre el fro. 1ro fro sobre el ne!n. # la entrada del parque el mundo todava tiene ese lastre que lo $ace tan real como esta buseta atestada de $ombres y mu-eres que miran por la ventana esa pelcula que todas las ma*anas y tardes les proyectan sobre pantallas de tedio. Es un filme para todos. En realidad& las busetas son peque*as salas de cine& una especia de cinemateca con car"cter de cuatro cambios& donde por tan solo treinta y cinco pesos de felicidad $uele a aceite quemado. En pantalla gigante les proyectan la gran pelcula urbana donde ya no sale rugiendo el le!n de la Metro +olden Meyer& alimentado con cabras cuidadas con vitamina =& sino un perro calle-ero que anuncia el cartel de la $idrofobia& la claustrofobia& todas las fobias& las $idros y los claustros. 'ube la canasta familiar& suben las canastas que transportan a varios peque*os& con caras de marcianos del barrio La 'oledad& $asta las nubes de metal. En sus o-os un vértigo lubricado les $ace sentir el mundo como un disco rayado que les repite frente a sus rostros cielos confusos y la tierra borrada. 'on peque*os profetas del metal. Profetas recién iniciados. 'iempre resulta curioso que los ni*os vayan al parque de metal cuando no tienen nada m"s que $acer. Es como si quisiera sentir el mismo vértigo de 0entella cuando luc$a contra +arra de 'at"n sobre su motocicleta psicodélica& lnea de Yoo$ama. (ebe $aber algo e)tra*o y misterioso& alguna mstica del aceite& las palomitas de maz y el metal& algo que $ace que las ara*as de acero& el co$ete de la -usticia& el tren del amor y el tren fantasma& sean las legiones de una especie de armada invencible de la imaginaci!n. En realidad& que puede pensar un ni*o en una aburrida tarde de enero cuando sabe a leguas que ,atman ser" derrotado& que 'uperman lee discursos tediosos en la 5%4 y que los Prisioneros son unos farsantes. Lo único que le queda es ir a conocer el parque de diversiones donde el pasto son mil cables de electricidad y donde $ay mangueras de luz que alimentan los capric$os y las piruetas de los aparatos que un moroc$o de ,uenaventura mane-a desde su caseta como si estuviera en un astillero del puerto.
#ll pasar"n en limpio sus emociones contenidas por a*os y a*os. El vértigo de la monta*a rusa ya no ser" el mismo que senta frente al televisor cuando vean uno de los super$éroes cayendo por un abismo a GJJJ .p.$ y entonces el corte comercial decan3 >ser" que podr" sobrevivir al ataque del +uason o de los $ombres de $ieloK?. #$ora si tendr"n las entra*as en el cerebro y los o-os apunto de deslizarse de sus cuencas. Tendr"n sensaciones donde las neuronas e)plotaran en el fondo de la cabeza como los fulminantes de sus pistolas de -uguete& pensamientos empacados en blancas bolsitas de materia gris& como palomitas de maz dulces y bombas de $elio. 0ada neurona salta fatigada por un l"tigo de electricidad. #ll empieza a imaginar a el cerebro con una alucinaci!n de estaci!n lunar. Esos mismos ni*os que unas tardes atr"s& pensaban que la felicidad era mo-arse ba-o la lluvia tratando de acabar el infernal partido de futbolito a doce goles& comprueban que la inmortalidad es un co$ete donde alcanzan la ingravidez. #ll comulgan con el placer que les proporciona la corriente alterna. 0on orgullo pueden decir que su felicidad es una pistola de fulminantes ardiente. 4na pistola que dispara futuro sobre los paquetes de papas fritas. Como un muñeco de trapo
En la mitad del parque& donde nadie se da cuenta& $ay una calle polvorienta del Le-ano 5este donde la vida se resuelve con plomo y donde los das parecen fabricados con fusiles. Est" m"s all" de las palomitas de maz y de las maldades del grupo de ni*os que se cuelan en los aparatos y asustan a los m"s peque*os con $orribles mascaras. (as de sol& cabarets& tabacos duros& largas -ornadas a caballo por el desierto y ;$isey. (as donde el me-or plan es asaltar el banco del se*or @eston& ese que tiene una preciosa $i-a rubia que nunca de-a salir m"s all" de la esquina& ese mismo que fuma pipa con picadura inglesa. 4na noc$e estrellada& entiéndase una noc$e agu-erada por las balas& todo el pueblo se $a reunido en la mitad de un lugar que dicen llamar >patbulo?. 'on como las nueve de la noc$e. La canci!n de los caballos cabalga sobre el viento. La oscuridad esta violada por antorc$as de petr!leo que parecen las cabelleras ardientes y furiosas de cien mu-eres atadas a las columnas de madera de las casas que bordean la calle. Todo el mundo $abla. M"s bien murmuran. Las se*oras cuc$ic$ean. En sus rostros se transparenta una cierta satisfacci!n& aunque algunas& sobre todo las m"s -!venes de-an ver un cierto desasociego. Los se*ores fuman y beben licor de sus bolsilleras para quebrar el fro que se pega a los abrigos y a los sombreros. En sus rostros $ay esa mirada que solo surge cuando se $a vencido a la tribu de 0os$ise o cuando el inmenso lote de ganado pudo llegar $asta El /osado. Te-as. 7asta los ni*os est"n presentes. Est"n vestidos como para una gran ocasi!n. (e pronto& todo el mundo se calla& como si un gran cuc$illo oscuro $ubiera cortado sus gargantas. Los caballos de-an de caminar sobre la $ierba& las se*oras se santiguan& los se*ores& inclusive el se*or @eston& con su $i-a& se apartan y $acen un gesto como si se $ubiera anunciado la llegada de algún profeta. Todo queda en silencio. Las miradas est"n petrificadas. (el final en penumbra de la calle se oye el lento caminar de unos
caballos. 0aminan produciendo un sonido particular& un sonido de $ierba serena. Entonces aparecen tres caballos. En el del centro va un $ombre con las manos atadas y el sombrero sobre la espalda apenas sostenido por el barbuque-o. En los dos caballos de los lados& dos $ombres con escopetas miran a la gente atiborrada a lado y lado de la calle. #vanzan lentamente $acia el patbulo que se yergue como un e)tra*o edificio de madera en el final de la calle. (e pronto una bella c$ica rompe el silencio y se lanza corriendo sobre el trio de $ombres a caballo. Los $ombres paran sus bestias. El brillo de los fusiles se agudiza. La c$ica se detiene ante el $ombre de la mitad y lo mira. 'e miran. La c$ica pide al $ombre& sin $ablar& que se incline. El obedece. 'e inclina y ella le pone el sombrero sobre su cabeza& que suda fro. 'ale entonces el s$eriff a leer un papel. 4n muc$ac$o lo alumbra con una mec$a de petr!leo. Todo el mundo escuc$a. %adie se atreve a prender f!sforos. El $ombre del caballo esta absorto. %o escuc$a. '!lo piensa en la c$ica que se $a confundido en la multitud. Lo ba-an del caballo. Lo suben al patbulo. La soga le $ace cosquillas en el cuello. El s$eriff le venda los o-os con una banda negra. En el momento cuando la soga esta apretada y el encargado de correr la butaca& un muc$ac$o p"lido& estira el pie para cumplir su misi!n& el vaquero casi es arrollado por un auto. Est" en la mitad de una gran avenida. Las luces de ne!n aturden. Los pitos& la gente que le grita lo asustan. 0orre por la mitad de la calle despavorido. Llega por fin a un parque de diversiones. 'e siente a salvo. 9e a una ni*a que camina por a$ con un paquete en su mano. Lleva una mu*eca y una trenza ro-a. La ni*a tira su paquete al piso. El vaquero la recoge y empieza a comer e)tra*as cositas blancas con sal. 'abe bien. (e pronto unos monstruosos caballos de metal& con unos estribos que ec$an candela& que él nunca $aba visto empiezan a rodar. 'uenan como si estuvieran adoloridos. Entonces se tapa los o-os. La ni*a pelirro-a lo descubre y le coge la mano. 'alen -untos. La gente se amontona para ver al >último vaquero auténtico?. 4n padre se acerca y le toma una fotografa. Para $acer m"s autentica la foto le dan una pistola de pl"stico. Era como tener a su novia otra vez. La $ace rodar en los dedos. Ha sido un día
duro , vi e j o
4n flas$ lo enfurece y entonces le pega al se*or. Llega un polica y entonces se cuadra como sola $acerlo en los duelos en las polvorientas calles de Magnolia& Te-as& a lo largo de todos los poblados miserables del ca*!n del 0olorado. 5 en Mé-ico. El polica simplemente dice >5.= 6oe c"lmate 7a sido un da duro& e$K Toma unas vacaciones vie-o? 6oe no comprende. 0!mo as que 6oeK La ni*a se le acerca nuevamente y lo toma de la mano. 0ome otra de esas e)tra*as cositas blancas con sal. 4nas pistolas gigantes giran sobre su cabeza. 4na especie de tren para dos personas& que nunca $aban visto& van por el aire. La ni*a lo conduce a un puesto donde $ay unos concursos. 4no de ellos es $acer blanco con unas bolitas a un banquito donde est" parado un mu*eco de un $ombre a punto de ser a$orcado. 6oe queda petrificado. El muc$ac$o encargado de este puesto era el mismo encargado de correr la banca el da de su
muerte. Pero ya era muy tarde. La ni*a pelirro-a ya $aba lanzado la bolita azul. 9io como la bolita dio en el blanquito y como la soga se deslizo y apret! el cuello de trapo del mu*eco. 5ye voces. Entonces grita para que le quiten la venda. El s$eriff se acerca y procede a cumplir la e)igencia. #ll" en el fondo de la multitud reconoce esa peque*a trenza ro-a. Esta con su mu*eca de trapo. Ella lo saluda con la mano. Entonces& siente ba-o sus pies el ruido negro del butaco corriéndose. 5tra vez en el parque de diversiones. 'e contempla3 esta convertido en un atroz mu*eco de trapo que alrededor del cuello una soguita igualmente atroz. El polica que le di-o >6oe? pasa por enfrente y le dice al muc$ac$o débil y p"lido que lastima del vaquero >N9aya forma de morir2? 6oe no puede $ablar ni gritar. #l fondo las luces y los leones de metal del parque rugen como aceite quemado. El parque sigue su ritmo& los corazones solitarios encuentran un sosiego medio o)idado en medio del ne!n& los co$etes de la ingravidez y los perros calientes. 6oe no puede mover su brazo de trapo vie-o y maloliente. >'i solo tuviera mis pistolas?. Entonces enfrente suyo un grupo de ni*os malvados apuntan $acia su butaco. 9e una bola anaran-ada que se dirige directo $acia su butaco