CUADERNILLO DE TEMAS CELTAS
REDACCIÓN Claudia Moliné Fabiana Martínez Edgardo Murray (ob. AD 2014) Juan José Delaney María Mercedes Schaefer Raúl Lavalle Editor responsable: Raúl Lavalle Dirección de correspondencia: Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina Argentina tel. 4811-6998
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nº 5 – 2014 2014 Nota: La Redacción Redacción no necesariamente necesariamente comparte las opiniones vertidas en esta publicación.
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ÍNDICE Presentación
p. 3
Saint Francis and the sow (poema de Galway Kinnell; trad.
española: Claudia Moliné)
p. 4
Juan José Delaney. Papeles de Nicolás Coughlan, hombre hombre de Areco
p. 6
Carlos María Romero Sosa. El otro otro O’Gorman O’Gorman y el historiador de los bomberos
p. 12
Luis Ángel Della Giovanna. Un artículo sobre la huella de Irlanda en Exaltación de la Cruz Cruz
p. 14
Un San Patricio tucumano
p. 16
Edgardo Murray, irlandés irlandés y argentino
p. 17
Himno de Cú Chuimne Sapiens en alabanza a Santa María (Iona, c. 700-747) Trad. Santiago Disalvo
p. 19
Laura Teresa Dassat. Un poema de José Sebastián Tallon
p. 21
M in ucias celtas celtas
p. 24
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PRESENTACIÓN Es justo que agradezca aquí a Edgardo Murray, por muchos años Secretario de Redacción de The Southern Cross, el periódico más que centenario de la comunidad irlandesa en Argentina. También, a Juan José Delaney, escritor y amante y docente de la literatura. Con el aliento de estos dos conspicuos irlandeses me animo – no no pierdo conciencia de mi osadía – a presentar este Cuadernillo. En él escribirán cuentos, ensayos, evocaciones, vivencias, estudios y notas los amantes del mundo celta. No puedo distinguir con precisión el concepto de celta (creo que los amadores estamos algo dispensados de la racionalidad); baste con decir que incluyo en él a lo escocés, a lo irlandés, a los antiguos galos, a los rasgos y escritores celtas que haya en Inglaterra, en España, en América, en Oceanía o en otro lado donde hayan ido los vástagos de esa estirpe indoeuropea. Cada colaborador usará sus propias normas en cuanto al modo de citar y de dar, en fin, formalidad a su aporte. Lo que hoy tiene de malo y de incompleto, quizás mañana podrá mejorarse y completarse. Patricio, Beda, Columbano, el Padre Fahy y otros sé que no dejarán de iluminar esta pequeña senda. Te pido que la recibas con benevolencia, querido lector. R.L.
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SAINT FRANCIS AND THE SOW The bud stands for all things, even for those things that don’t flower, don’t flower, for everything flowers, from within, of self-blessing; though sometimes it is necessary to reteach a thing its loveliness, to put a hand on its brow of the flower and retell it in words and in touch t ouch it is lovely until it flowers again from within, of self-blessing; as Saint Francis put his hand on the creased forehead of the sow, and told her in words and in touch blessings of earth on the sow, and the sow began remembering all down her thick length, from the earthen snout all the way through the fodder and slops to the spiritual curl of the tail, from the hard spininess spiked out from the spine down through the great broken heart to the sheer blue milken dreaminess spurting and shuddering from the fourteen teats into the fourteen mouths sucking and blowing beneath them: the long, perfect loveliness of sow.
GALWAY KINNELL1
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El autor es estadounidense, nacido en 1927. Fue varias veces galardonado. En un sitio de la Red (http://www.linguee.es/ingles-espanol/traduccion/irish-american.html) se habla de él como de un “Irish-American poet. ” Por tal motivo lo incluimos aquí, además – por supuesto – de de la belleza del poema. En lo personal, me impresionó mucho la idea de volver a enseñar nosotros a las cosas su belleza. 4
San Francisco y la chancha
El capullo simboliza todas las cosas. incluso las que no florecen, porque todo florece desde adentro, adentro, por autobendición; aunque a veces es necesario reenseñarle a la cosa su belleza, poner una mano sobre su frente frente la de la flor y volver a decirle en palabras y en tacto que es bella hasta que florece de nuevo desde dentro, por autobendición; como San Francisco puso su mano sobre la arrugada arrugada frente de la chancha, y le dijo en palabras y en tacto bendiciones de la tierra sobre la chancha, y la chancha comenzó a recordar todo a lo largo de su gruesa longitud, desde la embarrada nariz, todo el camino a través de los despojos y la porquería hasta el rulo espiritual de la cola, desde la dura y fuerte espinitud que surge del espinazo por abajo a través del gran corazón corazón roto, hasta la azulada y láctea ensoñación que sale a chorros y temblores desde las catorce tetas dentro de las catorce bocas que maman e insuflan bajo ellas: la larga, perfecta belleza de la chancha. Traducción española: CLAUDIA MOLINÉ
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PAPELES DE NICOLÁS COUGHLAN, HOMBRE DE ARECO1 JUAN JOSÉ DELANEY Años después se supo que había abandonado su Irlanda natal porque allá los tiempos eran duros y en la Argentina las calles estaban pavimentadas con oro. No integraba la partida de quienes por las décadas del cuarenta y del cincuenta del siglo XIX habían abandonado a la Verde Erín acosada entonces por el hambre y la opresión. Nicholas Coughlan, más tarde Nicolás, era, en rigor, un solitario y como tal se llegó a Buenos Aires buscando un destino mejor o el que le correspondía. Eso fue en 1912, tras lo cual no tardó en comprender que su suerte no habría de ser la de los Duggan, la de los Lalor, la de los Cavanagh, por mencionar sólo a algunos de los happy few que lograron convertirse en estancieros. En rigor, su fortuna fue la de la gran mayoría de sus paisanos, que, tras integrarse a la campaña bonaerense, bonaerense, tuvieron que inclinarse durante toda la vida a las bucólicas tareas cantadas por Hesíodo. Muchos de ellos terminaron contratados para trabajar como ovejeros en campos de los irlandeses triunfadores que los habían precedido.
Estación Coghlan, obra de Juan Coghlan
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Integra un libro de Delaney, escritor, profesor y estudioso argentino: Papeles del desierto (1974-2004), Buenos Aires, El Gato Negro, 2012. Agradezco entonces al autor su permiso para incluir aquí este relato. Muchas cosas me han gustado, pero quiero destacar, en lo personal, el concepto de los happy few irlandeses que prosperaron aquí. Para mi imaginario, todo irlandés es un estanciero o pariente de alguien con muchas tierras. El lector – y el mismo Delaney – me me dirán que estoy rotundamente equivocado; seguro tienen razón, pero me aferro a mi error. También me agradó la unión de d e la verde Irlanda y la verde pampa, a través de la cultura del trabajo y de la cultura más libresca. 6
Al joven Coughlan la vida lo condujo a San Antonio de Areco, a la estancia «La Porteña». Cuando pactó su ingreso como puestero supo que su patrón era un tal Güiraldes y que Ana Murphy, una joven hija de irlandeses, trabajaba también allí desde algunos meses atrás. Diez años estuvo en «La Porteña». Durante ese lapso aprendieron a convivir el lejano idioma inglés, ocasionales voces gaélicas y el imprescindible castellano reformulado por los hombres de campo. Supieron también del encuentro, el entusiasmo por una vida que se abría camino y la nostalgia por los tiempos y lugares imposibles de recobrar. Dominó los rudimentos del campo, se posicionó como hombre de Areco, y su blanco caballo criollo, el recado en el que Ana había estampado un significativo trébol y su figura misma conformaron un popular conjunto en San Antonio y en los pueblos vecinos. Previsiblemente Nicolás Coughlan se casó con Ana Murphy. Tras el casorio intentaron una nueva vida cerca de la capital, en el pueblo de Santos Lugares. Lograron adquirir allí una breve propiedad a la que no tardaron en llegar dos hijas. Nicolás Coughlan practicó varios oficios y culminó en el de chofer en la línea 123, donde contribuyó a estrenar los populares buses Leyland. A los 61 años un paro cardíaco detuvo a Nicolás Coughlan en una de las calles de Santos Lugares que estaban ya en la esencia de su existencia sudamericana.
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Esa muerte llevó a que los hijos revisaran y dividieran las pobres pertenencias del inmigrante. Eran objetos y papeles de valor exclusivamente afectivo. Lo que interesa ahora es que dieron con una caja de cartón llena de cartas, estampitas, medallas y recortes del periódico The Southern Cross – semanario hiberno argentino que lo había Cross – semanario rehabilitado parcialmente del desarraigo; en el fondo encontraron hojas de un libro contable, enganchadas con un alfiler ya muy oxidado. Eran apenas tres y aunque las juzgaron carentes de importancia, afortunadamente no las destruyeron. En rigor, fue Molly, la mayor de las hijas, quien intuitivamente decidió guardar el manuscrito. Tal decisión da lugar a esta nota. Comparaciones caligráficas no contradicen nuestra tesis de que la letra es la de don Ricardo Güiraldes, primer empleador de Nicolás Coughlan en San Antonio de Areco. Lo que difundiremos habría sido un capítulo originariamente destinado a conformar la novela Don Segundo Sombra que Güiraldes publicó con gran éxito en 1926. Si esto es correcto, desconocemos las razones que lo llevaron a prescindir de él en la versión definitiva del libro. Siempre en el plano de la especulación, se trataría de uno de los últimos capítulos. ¿En qué época escribió Ricardo Güiraldes este texto? Por supuesto que lo ignoramos pero la sintaxis indica que es anterior a la escritura del resto de la novela. Cabe también la posibilidad de que la historia haya sido concebida independientemente de Don Segundo Sombra… Son todas incógnitas. Pero quizá la mayor tenga que ver con el hecho de que esos papeles estuvieran por tantos años en manos de Nicolás Coughlan. Descartada está la idea de un hurto, primero por la honestidad que caracterizó a Coughlan durante toda su existencia y, después, porque el joven no estaba en condiciones de valorar la obra. Es improbable, por lo demás, que supiera que su patrón era escritor. Y, aunque más allá de la relación laboral, existía entre ambos un aprecio mutuo que hubiera justificado una atención por parte del autor, en tal caso esperaríamos encontrarnos con una dedicatoria. Güiraldes conocía a su gente y era pragmático; de hecho, tras un tiempo en «La Porteña», le había obsequiado al irlandés un lujoso recado. Sea como fuere, lo real es que contamos con un manuscrito que muy posiblemente provenga del talento de Ricardo Güiraldes y que quizá haya sido escrito en función de su obra máxima. Hoy lo ponemos a disposición de los curiosos. Ha sido respetado con la sola excepción de una palabra cuyo significado resultó imposible descifrar.
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Finalmente, sabemos, sí, que Nicolás Coughlan leyó el manuscrito: en la primera página, arriba de todo, con inconfundible estilo, su ingenuo lápiz afirma: «Very lindo, indeed. Yo sentir lo mismo que gauchito!» «…1 y la pampa que se parece mucho a la soledad. Llevábamos tiempo cabalgando y pese a ello traté de disimular mi cansancio. No quería mostrarme flojo frente a don Segundo: la admiración y el respeto que yo siento por él me incitaban al esfuerzo. El campo había modelado en ese gaucho a un ser silencioso, y me daba cuenta de que poco a poco yo también me iba tornando más y más reservado. Por otro lado observaba mucho y, dentro de mis límites de aprendiz me gustaba gastar algún tiempo pensando. Ya la noche se había afirmado cuando vimos las luces de un pueblo; la luna me ayudó a ver la mirada de don Segundo y ambos sentimos un alivio frágil e incompartible. Pronto pasamos muy cerca de los ranchitos iluminados con lámparas a querosén. Fue quizás entonces cuando sentí por primera vez una sensación de cariño por aquella pequeña patria que no era la patria, por ese pequeño mundo que no era el mundo. Estos sentimientos debió de habérmelos transmitido el gaucho que me guiaba o tal vez fue un susurro de la tierra el que me lo comunicó, y no sé si no son lo mismo.
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Al rato dimos con una pulpería. Entramos. Dos o tres que se bajaban una botella de caña en el mostrador nos miraron con caras de pocos amigos. Nos acercamos al viejo que detrás del enrejado nos medía con unos ojitos desconfiados y después nos acomodamos en un rincón. Cuatro hombres jugaban a las cartas y algunos otros chupaban en soledad. Muy cerca de la entrada algunos paisanos rodeaban a un gaucho que tocaba la guitarra. Miré de reojo a don Segundo y me di cuenta de que nada se le había escapado. En un momento pensé que él era distinto. Un arpegio, amplio como un abanico, me distrajo. También, a mi acompañante; ambos dirigimos la atención hacia el cantor. Su voz tenía la gravedad del tiempo.
Pero por más que uno sufra un rigor que lo atormente, no debe bajar la frente nunca, por ningún motivo: el álamo es más altivo y gime constantemente. En seguida depuso el instrumento y rearmó la charla con quienes lo seguían. Creo que don Segundo me miró como interrogándome sobre el significado de aquel canto; y yo, que creía entender un poco del asunto, preferí, sin embargo, responder con un gesto de incomprensión. Cambié después palabras con él y así se fue pasando la noche. Ya nos estábamos por ir cuando entró un muchacho muy abrumado por el cansancio y que evidentemente había venido corriendo desde lejos. Se plantó en medio de la sala tratando de contener el ritmo de su alterada respiración, al tiempo que parecía estar buscando a alguien a quien muy pronto pareció encontrar. Buscaba al cantor. Se dirigió a él con palabras y frases cortadas y difíciles de entender pero que claramente hablaban de libertad, de lucha, de justicia, de pobreza, de persecución… Y después se fue a los gritos como si su misión tuviera que expandirse hacia otros lugares.
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El payador se paró de un salto y lo mismo hizo don Segundo, aunque con parsimonia. En un momento las dos miradas se encontraron y aquello fue como si el tiempo se hubiera detenido. Algo esencialmente distinto había en ellos. Quién sabe lo que se estarían diciendo. Don Segundo eligió volver a sentarse. El otro, en cambio, como activado por una catapulta, ganó la puerta de salida, donde afirmó su facón. Una vez hecho eso, se volvió a don Segundo y le arrojó una dura y, para mí, injusta frase: Miradas como la suya me hicieron creer que yo nada valía. – Miradas Y se largó al campo. Yo, como casi todos, me quedé en silencio. Don Segundo, por su parte, como volviendo de un sueño, reaccionó impulsivamente y corrió también hacia afuera. Lo seguí, aunque desconocía sus intenciones. Me paré junto a él y lancé igualmente mi curiosidad hacia la pampa. Ahí, la amable luna nos dejó ver a Martín Fierro que, al trotecito, se dirigía a la diaria lucha, con tenacidad, con valor, con esperanza quizá.»
A la memoria de Katie y James Coughlan 1
Los primeros renglones están escondidos detrás de una enérgica mancha que parece de café. (Nota del editor).
JUAN JOSÉ DELANEY
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EL OTRO O’GORMAN Y EL HISTORIADOR DE LOS BOMBEROS CARLOS MARÍA ROMERO SOSA1 Con motivo del incendio de Barracas, que costó la vida a varios servidores públicos, profesionales unos, voluntarios otros, pero movilizados todos según fue demostrado por la vocación solidaria y el arrojo, he recordado al Comisario Inspector Don Francisco Luis Romay (1888-1972). Fue Fue historiador, periodista, cuentista en la colección colección de relatos de tono ciudadano de El hombre sandwich y miembro de número de la Academia Porteña del Lunfardo. Fue autor también, entre otros trabajos históricos, literarios y de ciencia criminal, del libro Las milicias del fuego (Buenos Aires, 1955), del que conservo un ejemplar dedicado a mi padre,2 colaborador en los seis tomos del Diccionario Histórico Argentino, dirigido por el mencionado Romay junto con los académicos Ricardo Piccirilli y Leoncio Gianello.
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El autor lo publicó en La Prensa (10 febr. 2014) como “El historiador de los bomberos.” Al leer O’Gorman, busqué rápida información sobre este hombre de ascendencia irlandesa. Vi entonces que era hermano de Camila y también, no menos importante, su destacada actuación como organizador de la política policial y penitenciaria. Pedí Ped í pues permiso a Romero Sosa para reproducir aquí su conceptuoso trabajo, cuyo motor había sido un fatal incendio – allí allí mismo se dice – en en el barrio de barracas. Me tomé la libertad de poner un nuevo título, que qu e incluyera el anterior, y de añadir alguna ilustración; todo esto, naturalmente, con su autorización. [R.L.] 2 Se refiere a Don Carlos Gregorio Romero Sosa, ilustre historiador hi storiador salteño. 12
En cuanto al volumen antedicho, se trata de una documentada crónica del esforzado cuerpo de bomberos creado por el Jefe de Policía, Enrique O’Gorman, el 2 de enero de 1870, cuando comenzó a actuar en Buenos Aires, a la sazón la Gran Aldea, en forma oficial un grupo de vigilantes-bomberos. Como supo resaltarlo el autor, tuvo el cuerpo desde entonces numerosos muertos en actos de servicio, lista a la que ahora se agregan estos nuevos nombres para la gratitud de la ciudadanía toda. También contaron con jefes que orientaron a sus subordinados en las virtudes de la disciplina, la abnegación y el heroísmo, como el mítico Coronel José M. Calaza, el Inspector General (ahora el grado corresponde a Comisario General) Juan José Graneros, Jefe de Bomberos y más tarde, durante el segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen, Jefe de Policía; o el Inspector General Carlos Del Campo, que reorganizó técnicamente el cuerpo. Cabe anotar que en homenaje al investigador Romay, natural de Chascomús y vecino de Balvanera hasta su muerte, el Centro de Estudios Históricos de la Policía Federal Argentina, con sede en Lavalle 2629, lleva su nombre. CARLOS MARÍA ROMERO SOSA
Enrique O’Gorman
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UN ARTÍCULO SOBRE LA HUELLA DE IRLANDA EN EXALTACIÓN DE LA CRUZ LUIS ÁNGEL DELLA GIOVANNA Transcribo el siguiente artículo, publicado en El lugareño, semanario del partido de Exaltación de la Cruz (Capilla del Señor, Los Cardales, Pda. Robles, El Remanso…) el 4 de abril de 2014. Huellas de Irlanda Rescatarán la historia de los irlandeses a través de un recorrido por Capilla La intención es valorizar la corriente migratoria que recibió el distrito hace más de 100 años. Identificarán los lugares que se asocian con la cultura irlandesa. Visitarán el Museo del Periodismo, el de Arte Sacro y el cementerio. Además, homenajearán al Padre Fahy. Mañana, Capilla del Señor se prepara para un recorrido por el legado de los irlandeses en la localidad. Se trata de un proyecto que surge, en conjunto entre la dirección de Cultura y la de Turismo, con la intención de valorizar la corriente migratoria que recibió Exaltación de la Cruz hace más de 100 años y que estuvo caracterizada entre otras por la inmigración inmigración irlandesa que dejó sus marcas, sus sitios, historia, personajes, procesos y memoria. El director de Turismo, Roberto Simonetti, explicó que “estamos “estam os tratando de revalorizar la memoria e identificar esos lugares que se asocian con la cultura irlandesa por eso hay algunos puntos estratégicos del pueblo como la Casa de la Cultura, donde va a haber una exposición sobre la Irlanda actual y los irlandeses que vinieron en aquel momento". "También vamos revalorizar lo que fue la antigua Capellanía sobre calle Mitre, a pasos de la Plaza San Martín, vamos a ir al Museo del Periodismo Periodismo porque en el Monitor de la Campaña se publicaban avisos en inglés para la comunidad irlandesa que residía en Exaltación de la Cruz. Vamos a pasar por el templo parroquial donde, aparte del altar en honor a San Patricio patrono de los irlandeses, se encuentran los restos de dos capellanes de esa colectividad que perdieron la vida en la epidemia del cólera tratando de ayudar a su colectividad", agregó. Simonetti indicó que "también vamos a destacar lo que ya no existe que es el Instituto Fahy que es adonde hoy funciona el Juzgado de Paz. Hasta el año 1940 funcionó un instituto educativo religioso, el instituto Fahy a donde se dio cobijo a los chicos irlandeses para darles educación formal, en la fe y también enseñarles la lengua inglesa. Si bien ese edificio ya no está, todavía hay una memoria muy fuerte marcada en ese lugar y por eso está el busto del Padre Fahy al cual vamos a homenajear ahí y a donde también un grupo de estudiantes de Exaltación de la Cruz, que están cursando la carrera Universitaria de Geografía, van a exponer un trabajo de investigación que hicieron en honor a la comunidad irlandesa en Capilla del Señor y que ellos
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van a exponer el trabajo de investigación que hicieron que realmente vale la pena, sobre todo porque están hechos por gente del pueblo". "De ahí nos vamos a trasladar al cementerio municipal con las antiguas tumbas, con las puertas lápidas con todos los caídos en la epidemia del cólera, con las familias más poderosas del distrito que se relacionan con la comunidad irlandesa. El circuito sigue hacia el Museo de Arte Sacro, donde se van a exponer piezas únicas algunas relacionadas al Instituto Fahy, otras que tienen que ver con la comunidad irlandesa para después cerrar, si el clima nos acompaña, en Plaza San Martín con un recital de Gaita Irlandesa", añadió. "Si este formato funciona, la intención es ir abordando las distintas colectividades que conforman la identidad de Exaltación de la Cruz, así que por delante nos quedan los españoles, italianos, sirio-libaneses, vascos. La intención es mostrar el mismo lugar con distintos puntos temáticos revalorizando la memoria y sobre todo las huellas”, detalló el director de Turismo municipal.
Y a pesar de la lluvia que acompañó a Capilla del Señor en un estilo, quizás, más irlandés, el sábado 5 de abril de 2014 la ciudad abrió sus puertas al Sr. James McIntyre, embajador de Irlanda, quien participó de las diferentes muestras conmemorativas y expresó un especial agradecimiento por mantener vivo el legado de la comunidad irlandesa en Exaltación de la Cruz. Sea éste un pequeño ejemplo a tomar por los pueblos que albergan en su seno gente gente de otros pueblos. LUIS ÁNGEL DELLA GIOVANNA
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UN SAN PATRICIO TUCUMANO Los caminos de la Red son curiosos. Lo concreto es que una vez busqué ilustraciones sobre el tradicional locro del 25 de Mayo y, entre tantas fotos, surgió la que se ve aquí abajo. Ignoraba que en Tucumán un colegio lleva el nombre del Santo. Me gustó mucho la imagen; entre otras cosas, porque sugiere, quizás como conditio sine qua non, llevar un recipiente, para poder saborear mejor las delicias de la cocina criolla. Y me vino esta idea a la mente: “¿Habrá
degustado Don Domingo French, de quien dicen que poseía ascendencia irlandesa (cf.: http://www.irishgenealogy.com.ar/genealogia/irlandeses.htm)) algún rico http://www.irishgenealogy.com.ar/genealogia/irlandeses.htm prístino locro del 25, justo el día en que el 25 empez ó a ser 25?” En todo caso, me imagino en Tucumán, comiendo un locro del 25 con mis amigos tucumanos Martha Dichiara Armando Pérez de Nucci y Ramiro Rahman. San Patricio y San Francisco Solano nos dan sus bendiciones. NICOLÁS DEMIO
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EDGARDO MURRAY, IRLANDÉS Y ARGENTINO En mayo de 2014 falleció el Sr. Edgardo Murray, quien integraba la redacción de este Cuadernillo. Fue muchísimos años secretario de redacción de The Southern Cross , periódico más que centenario de los irlandeses en Argentina. Allí lo conocí, hace tantos años que no me acuerdo. Me propongo nada más hacer una muy breve recordación de su persona. Quizás, si estas líneas llegan a ojos de alguien que lo haya conocido, sirvan para mantener más vivo su recuerdo. Lo conocí – dije dije – en en la redacción de The Southern Cross , porque quise publicar allí mi traducción de una de las dos obras que quedan de San Patricio. Se interesó en el tema y se ocupó personalmente de que saliera. Y esto fue el inicio de una larga amistad entre los dos. Nunca le pregunté su edad pero, pienso, era unos quince años mayor que yo (nací en 1953). Usé la palabra “amistad” tal vez de forma presuntuosa, porque
no solíamos hablar de cosas personales sino, sobre todo, de la dulce Irlanda. Muy especialmente, de los irlandeses que vinieron a este país. Como le gustaba mucho el tango, recordábamos a Julio César Sanders, el autor de Adiós, muchachos , a Carlos Viván (Mickey Rice Treacy), el de ¡Cómo se pianta la vida! , a Blanca Mooney. Para mí era una obligación moral encontrarme con él en los períodos de receso escolar. Quiere decir que nos veíamos al menos tres veces al año: ese era mi café irlandés (el whisky lo solía poner yo, con los disparates que siempre digo). Por fin… me llegó la hora de viajar a la dulce Hibernia, en enero de 2013. Recuerdo cuán emocionado estaba él, cuando lo llamé por teléfono desde Dublín, enfrente de la estatua de Molly Malone.
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Solo añadiré a lo dicho dos cosas. La primera. que de inmediato, junto con el escritor Juan José Delaney, aceptó ayudarme en este Cuadernillo. La segunda, que nunca olvidaré un encuentro de temas celtas, llevado a cabo en la Universidad Católica Argentina. Su conferencia sobre personas de estirpe irlandesa en nuestro país fue memorable, por documentada y amena. ¿Qué más puedo decir? Sin duda muchas cosas, pero son esos detalles personales que reflejan la bonhomía de una persona. Para mí el Sr. Murray era sinónimo de Irlanda; y también un hombre muy bondadoso, amante de su familia, de sus amigos, de su patria. Lamento no poder escribir en gaélico, pero me animo a dedicarle unos muy modestos versos. Es Irlanda la que vive, mi amigo, por tus maneras, en tu estampa de hombre bueno. Sé que en celestiales tierras, donde te encuentras ahora, guardarás memoria nuestra. [R.L.]
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HIMNO DE CÚ CHUIMNE SAPIENS EN ALABANZA A SANTA MARÍA (IONA, c. 700-747) Santiago Disalvo, medievalista, nos da un muy valioso dato. Existe un “Corpus of Electronic Texts: a Project of University Col lege, Cork. Allí hay textos en varias lenguas. Entre ellos está el que titula el presente artículo,1 obra de Cú Chuimne, un monje de Iona. Agradecemos entonces doblemente al Dr. Disalvo: por la referencia a tan importante sitio y por su traducción española de dicho himno. Quien desee conocer el original latino, puede dirigirse al citado Corpus. [R.L.]
La Abadía de Iona 1] Cantemos cada día modulando coloridamente, 2] aclamando a Dios con un himno digno de Santa María. 3] Dos veces por coro aquí y allí alabemos juntos a María 4] para que la voz pulse cada oído con alabanza alternada. 5] María de la tribu de Judá, madre del Señor Señor Altísimo, 6] otorgó al hombre enfermo un remedio oportuno. 7] Gabriel transportó primero al Verbo del seno seno Paterno 8] que [fue] concebido y recibido en el útero materno. 9] Esta es es la altísima, esta es la santa Virgen venerable, 10] que de la fe no se apartó sino que permaneció cierta.
1
Cf.: http://www.ucc.ie/celt/published/L400002/index.html http://www.ucc.ie/celt/published/L400002/index.html.. 19
11] A esta madre no se ha encontrado par ni antes ni después 12] ni entre los hijos de origen enteramente humano. 13] Por una mujer y un árbol el mundo primero pereció; 14] por la virtud de una mujer a la salvación volvió. 15] María madre admirable a su Padre alumbró 16] por quien el mundo, en toda su extensión lavado con el agua, creyó. 17] Ella concibió la perla — no son vanos sueños — 18] por la que los cristianos sensatos sensatos venden todo lo que poseen. 19] Una túnica totalmente tejida la madre de Cristo había hecho 20] la que, cumplida la muerte de Cristo, al punto fue echada a suerte. 21] Vistamos las armas de la luz, la loriga y el yelmo, 22] para que seamos perfectos ante Dios, sostenidos por María. 23] Amén Amén, conjuramos los méritos de la que dio a luz 24] para que la llama de la pira atroz no pueda destruirnos. 25] Invocamos el nombre de Cristo con los ángeles como testigos. 26] para que gocemos y seamos inscritos con las letras del cielo. 27] El mérito de Santa María, 28] imploramos dignísimo. 29] para que merezcamos habitar 30] en el reino altísimo. 31] Amén.
Traducción: SANTIAGO DISALVO
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UN POEMA DE JOSÉ SEBASTIÁN TALLON1
CANCIÓN DE LAS PREGUNTAS ¿Por qué no puedo acordarme del instante en que me duermo? ¿Por qué nadie puede estar sin pensar nada un momento? ¿Por qué, si no sé qué dice la música, la comprendo comprendo? ? ¿Quién vio crecer una planta? ¿A qué altura empieza el cielo? ¿Por qué a veces necesito recordar algo y no puedo, y después, cuando me olvido que lo olvidé, lo recuerdo?
1
E apellido del autor, quien era de ancestros irlandeses, aparece escrito con y sin tilde sobre la o. Hemos preferido ponerlo sin acento, en atención a su origen. [R.L.] 21
¿De qué color es la luna? ¿Por qué no hay ángeles negros? ¿Por qué no puedo correr cuando me corren en sueños? ¿Por qué hay gallinas que cantan como los gallos? ¿Y es cierto que hay relojes que se paran cuando mueren sus dueños? Y el pelo, ¿cómo nos crece? ¿Por cuál de sus dos extremos? Y los peces, cuando duermen, ¿tienen los ojos abiertos? ¿Por qué decimos con jota mojca, rajgo, mujgo, frejco? Y el gato, ¿sabe que es él cuando se ve en el espejo? ¿Y sabe alguien en dónde, y cómo y cuándo, vivieron los treinta y dos abuelitos de sus ocho bisabuelos? ¿Y podrá decir, quien pueda, contestar a todo esto, por qué en los días de lluvia me siento un poco más bueno, y lo que piensan las vacas que rumian en el silencio del atardecer, echadas y tristes, mirando lejos?
JOSÉ SEBASTIÁN TALLON
Este poema pertenece al libro “ Las torres de Nuremberg ”, ”, escrito
en 1927, con el cual José Sebastián Tallón se consagró como poeta argentino para niños. Fue considerado por María Elena Walsh como el precursor de la literatura literatura infantil en nuestro país.
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Estos versos nos manifiestan un modo de estar en el mundo; construyen una mirada observadora que cuestiona y que deja sobrevolando también respuestas o apreciaciones de la realidad. En el texto, el yo lírico recrea poéticamente la mirada infantil interrogativa y desestructurada, que se atreve a preguntar aquello que los adultos ya no, a pesar de no haber encontrado aún todas las respuestas. “¿Qué pasa cuando leemos la ‘Canción de la preguntas’?, se interroga Laura Devetach, y responde: “Quizás no haya nada más
inquietante que preguntar sobre aquello que no tiene respuesta o que puede tener muchas y libres”. libres”.
LAURA TERESA DASSAT1
1
La profesora Dassat desarrolla su actividad docente, amén de otros lugares, en Capilla del Señor, Provincia de Buenos Aires. Es una ciudad de fuerte presencia irlandesa. 23
MINUCIAS CELTAS La bella y la buena bestia
Una de las mujeres más bellas es Ali MacGraw, muy famosa en mi época. La Red me informa, como era de suponer, que su apellido paterno es irlandés.
Pero hay otro irlandés de fama, Tiro Loco McGraw, quien en los dibujitos era acompañado por el inefable Pepe Trueno y decía, con una voz característica, algo así como: “Amigos, los invito a ver la próxima caricatura.” ¿Qué tienen que ver irlandeses y caballos? No soy experto
en caballos (sí un poco en Caña Quemada Legui), pero los hibérnicos poseen muy bellos cuadrúpedos, cuadrúpedos, como el que ilustra la foto. foto. [R.L.]
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Irlandés “del norte”
Los tangueros saben que Carlos Viván, autor de ¡Cómo se pianta la vida!, fue Miguel Rice Treacy, irlandés de origen. Pues bien, en uno de mis frecuentes paseos por San Isidro, vi una placa en la pared de Brown 456. Dice: “En este lugar vivió Carlos Viván, actor y compositor de la música porteña.” La puso la Asociación Hijos y Amigos de San Isidro, el 27 de junio de 2008. Me gustó la ironía del destino, pues en una calle de nuestro Almirante irlandés yo me encontraba navegando sin rumbo, cansado, algo apesadumbrado y medio loco, como siempre, pero el recuerdo de este retoño celta dio a mi trompo el piolín que le faltaba. Terminé la caminata mucho más feliz. No acabó aquí, pues Juan José Delaney después me contó que qu e en el velatorio del cantor estuvo Luis Alposta. El tanguerísimo médico, al respecto, testimonia: “Carlos Viván falleció en el Hospital Británico el 16 de junio de 1971. La sala en la que fue velado estaba ubicada en Gallo al 900 (casi esquina Av. Córdoba). Aquella tarde concurrimos a despedir sus restos José Barcia, Enrique Dizeo (su viejo amigo) y yo.”
R.L.
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Un poquito de Dublin, en la Manzana de las Luces
Un jueves, sobre las seis de la tarde, fui al Colegio Nacional. Presentaba allí el escritor Juan Doherty su biografía literaria de Marco Denevi. Pasé un muy lindo momento, en el inmenso salón de actos del Central Buenos Aires (así le decía gente de antes), escuchando sabrosos comentarios sobre ciertas excentricidades del autor de Rosaura. Terminado el acto, fui a saludar a Doherty y a algunos otros conocidos. Pero varios estábamos de buen humor y quisimos continuar la charla en algún café. En homenaje a nuestro amigo, propuse ir a la vuelta, a la calle Perú, porque allí está Molly Malone’s, pub que recuerda
sin duda a esa mítica vendedora de mejillones y berberechos, protagonista de la celebérrima celebérrima canción irlandesa.
Pasamos sin duda un buen momento, por la conversación y por la comida. Sobre todo yo, porque había desayuno irlandés. Juan Carlos Howard, natural de San Isidro, no entendía cómo podía comer a esa hora salchichas, salsa de tomate, hongos, omelette y té purple rain . Tampoco yo me entiendo. Pero… “no se vayan, que ahora viene lo mejor”, decían en
Telecómicos. Cierto, porque, al salir, se nos acercaron dos chicos, que eran de la parroquia San Ignacio y nos ofrecían canastitas de alfajores y de algunas otras masitas, para ayudar a gente necesitada. Dije dos chicos; más precisamente, un chico y una chica.
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Me acerqué a la jovencita, que tenía rubios cabellos y ojos irlandeses, y le dije que estaba equivocada: más que golosinas, ella tenía que vender mejillones, sobre todo en el lugar donde estábamos. Naturalmente, no entendió tan recóndita y disparatada alusión. Pero no reaccionó mal, mayormente porque compré dos bolsitas de alfajores. Mi amigo Doherty, que por supuesto, cual buen irlandés, sabía a qué me refería, me retó: “La comparación que suponían tus palabras es, además de delirante, muy inapropiada: vos sabés muy bien que la legendaria Molly era, al parecer, una señorita non sancta.” sancta.” Sí, llevaba razón y merezco todo tipo de dicterios. Creo que nunca aprenderé a comportarme. El único poroto que me puedo apuntar, modestamente creo: todo me sirvió para acordarme de mis felices días en Dublin. Además Oscar Wilde no era mucho menos loco que yo. R.L.
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