Crónica En nuestra escuela existe una biblioteca, sus lectores eran ocasionales, iban solo cuando necesitaban algún manual para investigar algo de “elementales” o “estudios sociales”. El año pasado, los docentes nos planteamos la necesidad de activarla, entonces nos dimos cuenta de que debíamos engrosarla, fundamentalmente, con libros nuevos, del interés de los chicos. A través de beneficios los logramos, pero a pesar de esto no conseguimos que los niños se acercaran asiduamente. En un día de este año, seleccionamos varios libros de cuentos y por el placer de disfrutar de la literatura, le dedicamos dos unidades horarias y así leímos: “La del once Jota”, de terror (Elsa Bornemann), “La gallina de los huevos… (Colección Pan Flauta), “El otoño de Freddy”, entre otros. otros. Creo que nunca sentí tanto silencio como ese día. A partir de allí, en cada recreo los chicos de séptimo se acercaban a la biblioteca para llevarse un libro. Entonces, aproveché la oportunidad para hacerles confeccionar a cada uno la ficha de registro de lectura como ejemplifica Donald H. Graves. Así, más de una vez, en los corredores, escuché con satisfacción cuando un chico recomendaba a otro la lectura de algún cuento. Llegó el día en que debíamos proponer el proyecto de escritura: “La producción producción de una antología de cuentos de ciencia ficción” (criterio elegido por nosotras). Pero los niños nos dijeron que querían producir cuentos de terror, creemos que fue debido a que algunos habían leído “Socorro” de Elsa Bornemann, único libro de este tipo en la biblioteca, por el cual se disputaban para llevárselo primero. Era el más solicitado. Entonces les dijimos que debían pensar, sobre todo, en los destinatarios, que no podían olvidar que eran los “lectores de la biblioteca”. biblioteca”. Luego de de deliberar, unificaron unificaron criterios y decidieron que los lectores iban a ser los alumnos de 5º y 6º grado. Formaron pequeños grupos y fueron a dichas divisiones a preguntar qué tipos de cuentos deseaban que les escribieran. Regresaron con la alegría de que la mayoría había elegido de terror. Finalmente modificamos entre todos el proyecto y comenzaron con la primera escritura, pero, previo a esto, indagué acerca de las características de este tipo de texto, qué semejanzas y diferencias veían con los otros cuentos; las hipótesis fueron acertadas. Pero luego de los primero párrafos y de observar qué representaciones tenían los niños del texto, noté que en los escritos no aparecían esas características. Seleccionamos modelos textuales de los siguientes libros de cuentos: Socorro y Socorro Diez, de Elsa Bornemann. Por ejemplo: “Manos”, “El Manga”, “El Jochi”, “Los Muyins”, “La casa viva”. De La fábrica del terror, de Ana María Shua: “Posadas de las tres cuerdas”, “Flores contra la muerte”, “El jinete sin cabeza”, “ El show de los muertos vivos”, “La yegua blanca”. Durante la lectura (yo leía a pedido de ellos) les solicité que el
que quería podía tomar nota sobre aquellos aspectos que hacen que el que lee vaya teniendo miedo (para sistematizar características). Luego de analizarlas y de comparar con sus escritos, la mayoría revisó, corrigió y así se llegó a la primera escritura y la clase opinó sobre una misma producción (expuesta en el pizarrón); les sugerí, para la utilización de correcciones, lo visto en el curso: algo para sacar, algo para agregar y algo para cambiar. Así se trascribió por párrafos en el pizarrón y se leyó el primer cuento. El segundo cuento fue “La venganza de Pedro” (este grupo tuvo la oportunidad de ver más modelos textuales, ya que la madre de uno de los chicos le compró tres libros de cuentos de terror). Además, la confrontación se hacía con tres, o a veces con dos producciones (no olvidar, se trabajó por área con unidades horarias de 45 minutos). Entonces, los que habían empezado a entender los mecanismos de cohesión, revisaban y modificaban sus escritos antes de confrontar, como en el caso de este grupo que puso a consideración su segundo borrador, el primero lo reajustaron solos de acuerdo con lo que aprendían de cada confrontación. Cuando el grupo leyó su producción, la clase le dio su visto bueno, les pareció que tenía suspenso y terror. Solo les hicieron reflexionar sobre la pérdida de Pedro, sugerían que se explicara qué había hecho el pueblo intentando la búsqueda, asimismo cuando desaparecen los otros dos. Casi al finalizar, cuando dice “nunca más se supo qué ocurrió con ambos niños”, el grupo consideró que para una mejor comprensión de los destinatarios debían agregar “ya que tampoco volvieron”. Por cuestión de estructuración alteraron los términos de la oración: “Hacía exactamente un año el mismo día…” por “Un año después, el mismo día…” La última oración, donde aparece el destinatario, el grupo opina que se produce una ruptura quitándole suspenso. Los autores deciden dejar, como final, la anterior. Falta mucho por revisar, hay grupos que van por la tercera reescritura, no es nada fácil. ¡Cuánto tiempo de reflexión tendiente a lograr coherencia y cohesión!, pero realmente vale la pena, los alumnos van aprendiendo a sr socios, a prestar el oído. ¡Qué bien toman nota de aquello que hay que sacar, agregar, cambiar, reorganizar o explicar cuando los autores dan por supuesta una información importante o cuando se extienden en detalles que oscurecen las ideas principales, es decir, cuando abundan en disgresiones! También saben hacer uso de los deícticos, cuando sugieren que se reemplace por la marca de un pronombre personal, demostrativo o adverbio, o provocar una elisión, o colocación (aunque no manejen el nombre de cada mecanismo). Se han observado otras dificultades, como los signos de puntuación, los tiempos verbales (pretéritos), los conectores temporales, que se trabajaron a partir de observar con mucha atención cómo los usa un escritor en algunos cuentos de terror.
Otra de las dificultades, según los chicos: es muy difícil “hacer tener miedo”. Luego de las confrontaciones en clase se les leyó a los destinatarios (5º y 6º grado), solicitando opiniones, sugerencias para ayudarlos a avanzar en sus escritos. Los autores de los trabajos enviados ayudan a otros grupos a generar ideas para sus trabajos o a reconstruirlos si es necesario. María Magdalena Moyano, maestra del área de lengua. Mirta Moreyra de Serra, maestra del área de matemáticas. Texto nº2. Galaburri, María Laura. (2000) “La enseñanza del lenguaje escrito”. Bs. As: Novedades educativas.