32 conferencia: angustia y vida pulsional (1932-1936) La angustia es un estado estado afectivo afectivo o sea una unión de determinadas determinadas sensaciones sensaciones de la serie placer-displacer con las inervaciones de descargas a ellas correspondientes y su percepción, probablemente el residuo de cierto acontecimiento importante, incorporado por vía hered heredit itar aria ia y ento entonce ncess comp compar arab able le al ataq ataque ue hist histér éric ico o adqui adquiri rido do por el indi indivi vidu duo. o.
1. DIFEE!"I#"I$! #!%&'I# E# * #!%&'I# !E&$I"# 1. #!%&'I# E#I'#: Reacción que nos parece lógica frente al peligro, a un dao esperado de afuera. !e reduce a un estado de atención sensorial incrementada y tensión motri" que llamamos #+,!E #!%&'I#D,. # partir de este estado se desarrolla la reacción de angustia. $ así ser%n posibles & desenlaces'
a. DE'#,, repetició ción n de la antigu antiguaa vivenc vivencia ia DE'#,, DE #!%&'I#: #!%&'I#: la repeti traum%tica, se limita a una seal, y entonces la restante reacción puede adaptarse a la nueva situación de peligro, desembocar en la huida o en acciones destinadas a ponerse a salvo.
b. Lo antiguo prevalece, toda la reacción se agota en el desarrollo de angustia, y entonces el estado afectivo resultar% parali"ante y desacorde con el fin para el presente.
&. #!%&'I# !E&$I"#: observa ba(o ) clases de constelaciones' constelaciones' 121 !e observa estado de angust angustia ia librem librement entee a. #!%&'I# E.+E"#!E' un estado flotante, general, pronto a enla"arse de manera pasa(era con cada nueva posibilidad que emer(a.
b. F,/I#'' se puede discernir un vínculo con un peligro e*terno pero la angustia frente a él es desmedida.
c) #!%&'I# E! # 0I'EI# * ,#' F,#' DE !&E,'I' %# %#E'' acompaa a síntomas o bien emerge de manera independiente como ataque o como estado de prolongada permanencia, pero siempre sin que se le descubra fundamento alguno en un peligro e*terior. +e la angustia en la histeria y otras neurosis hacemos responsable, al proceso de la represión. s la representación
la que e*perimenta la represión y llegado el caso es desfigurada hasta que se vuelve irreconocible pero su monto de afecto es mudado comnmente en angustia y, por cierto, sin que importe su naturale"a ni que se trate de agresión o de amor.
&. La causa m%s comn de la neurosis de angustia es la e*citación frustr%nea. !e provoca una e*citación libidinosa, pero no se satisface, no se aplica entonces, en reempla"o de esta libido desviada de su aplicación emerge el estado de angustia. /na e*plicación clara es la angustia a la soledad y a personas a(enas' La soledad, así como el rostro a(eno, despiertan la aoran"a de la madre familiar el nio no puede gobernar esta e*citación libidinosa, no puede mantenerla en suspenso, la muda en angustia. 0or tanto, esta angustia infantil no debe imputarse a la angustia realista, sino a la neurótica. Las fobias infantiles y la e*pectativa angustiada de la neurosis de angustia nos proporcionan dos e(emplos de uno de los modos en que se genera angustia neurótica' por trasmudación directa de la libido.
&. DE'#,, DE #!%&'I# * F,#"I$! DE '!,#: *iste un vínculo significativo entre desarrollo de angustia y formación de síntoma, a saber, que ambos se subrogan y relevan entre sí. l agorafóbico, por e(emplo, inicia su historia patológica con un ataque de angustia en la calle. ste se repetiría toda ve" que anduviera de nuevo por la calle. #hora crea el síntoma de la angustia a andar por la calle, que también podría llamarse una inhibición, una limitación funcional del yo, y por esa vía se ahorra el ataque de angustia. Lo inverso se ve si uno se inmiscuye en la formación de síntoma, como es posible, por e(emplo, en las acciones obsesivas. !i se impide al enfermo reali"ar su ceremonial de lavado, cae en un estado de angustia difícil de soportar, del cual, evidentemente, su síntoma lo protegía. $ por cierto parece 4ue el desarrollo de angustia fuera lo pri5ero y la
for5aci7n de s8nto5a lo posterior co5o si los s8nto5as fueran creados para evitar el estallido del estado de angustia #4uello a lo cual se tiene 5iedo en la angustia neur7tica es evidente5ente la propia liido a diferencia con la situaci7n de la angustia realista reside en dos puntos: 4ue el peligro es interno en ve de e;terno y 4ue no se discierne conciente5ente 1. F,/I#': n las fobias se puede discernir el modo en que este peligro interior se traspone en uno e*terior, o sea una angustia neurótica se muda en aparente angustia realista. 0ara simplificar un estado de cosas a menudo muy comple(o, supongamos que el agorafóbico por lo general temía las mociones de tentación que le despertaban los encuentros por la calle. n su fobia
sobreviene un despla"amiento, y ahora se angustia frente a una situación e*terna. s manifiesto que gana con ello, pues cree poder protegerse me(or así. +e un peligro e*terno uno puede salvarse mediante la huida, pero es difícil empresa el intento de huir de un peligro interno.
). +E',!#ID#D #!I"#
31 La angustia es como estado afectivo la reproducción de un antiguo evento peligroso la angustia est% al servicio de la autoconservación y es una seal de un nuevo peligro se genera a partir de una libido que de algn modo se ha vuelto inaplicable lo hace también a raí" del proceso de la represión la formación de síntoma la releva, la liga psíquicamente, por así decir se siente que aquí falta algo que unifique los fragmentos.
32 l $o puede producir y sentir angustia, y no tendría sentido hablar de angustia del llo o adscribir al !uperyo la facultad de sufrir angustia pero sí que hay una correspondencia en el hecho de que las tres clases principales de angustia, real, neurótica y la de la conciencia moral pueden ser referidas a las tres dependencias del $o, del mundo e*terior, del llo y del !uperyo. +e los casos clínicos se ha investigado que el $o no crea la angustia, ésta e*iste con anterioridad y ella crea la represión, pero sólo puede ser la angustia real, la angustia ante un peligro e*terior.
33 En el co5ple
3= an> ?io contriuciones al +sicoan@lisis' la vivencia de angustia del nacimiento es el arquetipo de todas las situaciones posteriores de peligro n verdad a cada edad del desarrollo le corresponde una determinada condición de angustia, y por tanto una situación de peligro, la como adecuada a ella. l peligro del desvalimiento psíquico conviene al estadio de
la temprana inmadure" del yo el peligro de la pérdida de ob(eto 2de amor3, a la heteronomía de la primera infancia el peligro de la castración, a la fase f%lica y, por ltimo, la angustia ante el superyó, angustia que cobra una posición particular, al período de latencia. # medida que avan"a el desarrollo, las antiguas condiciones de angustia tienen que ser abandonadas, pues las situaciones de peligro que les corresponden han sido desvalori"adas por el fortalecimiento del yo. 0ero esto ocurre de manera muy incompleta. #lgunas de las antiguas situaciones de peligro se las arreglan para pervivir en épocas posteriores modificando oportunamente sus condiciones de angustia
4. #!%&'I# * E+E'I$!
=1 La angustia crea a la represión, y no a la inversa 56ómo nos representamos ahora el proceso de una represión ba(o el influ(o de la angustia7 l yo nota que la satisfacción de una e*igencia pulsional convocaría una de las bien recordadas situaciones de peligro. 0or tanto, esa investidura pulsional debe ser sofocada de algn modo, cancelada. !abemos que el yo desempea esa tarea cuando es fuerte e incluye en su organi"ación la respectiva moción pulsional. #hora bien, el caso de la represión es aquel en que la moción pulsional sigue siendo nativa del ello y el yo se siente endeble. ntonces el yo recurre a una técnica que en el fondo es idéntica a la del pensar normal. l pensar es un obrar tentativo con pequeos volmenes de investidura, seme(ante a los despla"amientos de pequeas figuras sobre el mapa, anteriores a que el general ponga en movimiento sus masas de tropa. l yo anticipa así la satisfacción de la moción pulsional dudosa y le permite reproducir las sensaciones de displacer que corresponden al inicio de la situación de peligro temida. #sí se pone en (uego el automatismo del principio de placer-displacer, que ahora lleva a cabo la represión de la moción pulsional peligrosa.
&. *, y E,' 8enemos que distinguir lo que a raí" de esta represión sucede en el yo y lo que sucede en el ello.
b. l yo dirige una investidura tentativa y suscita el automatismo placerdisplacer mediante la seal de angustia. ntonces son posibles diversas reacciones o una me"cla de ellas en montos variables. 9 bien el ataque de angustia se desarrolla plenamente y el yo se retira por completo de la e*citación chocante, o bien, en lugar de salirle al encuentro con una investidura tentativa, el yo lo hace con una contrainvestidura, y esta se con(uga con la energía de la moción reprimida para la formación de síntoma o es acogida en el interior del yo como formación reactiva, como refuer"o de determinadas disposiciones, como alteración permanente. :ientras m%s pueda limitarse el desarrollo de angustia a una mera seal, tanto m%s recurrir% el yo a las acciones de defensa equivalentes a una liga"ón psíquica de lo reprimido, y tanto m%s se apro*imar% el proceso a un procesamiento normal, desde luego que sin alcan"arlo. l car%cter es atribuible por entero al
yo. Lo que crea a ese car%cter' la incorporación de la anterior instancia parental en calidad de superyó, sin duda el fragmento m%s importante y decisivo luego, las identificaciones con ambos progenitores de la época posterior, y con otras personas influyentes, al igual que similares identificaciones como precipitados de vínculos de ob(eto resignados. #greguemos ahora, como un complemento que nunca falta a la formación del car%cter, las formaciones reactivas que el yo adquiere primero en sus represiones y, m%s tarde, con medios m%s normales, a raí" de los recha"os de mociones pulsionales indeseadas.
c. ;o es tan f%cil ya colegir lo que a raí" de la represión le ha pasado a la moción pulsional combatida. Recuerdan que antes suponíamos que (ustamente ella era mudada en angustia por la represión. $a no nos atrevemos a sostenerlo la respuesta ser%' es probable que su destino no sea el mismo en todos los casos. s probable que e*ista una correspondencia íntima entre el proceso que ocurre en cada caso dentro del yo y el que le sobreviene en el ello a la moción reprimida. n efecto, desde que hemos hecho intervenir en la represión al principio de placer-displacer, puesto en movimiento por la seal de angustia, estamos autori"ados a modificar nuestras e*pectativas. ste principio rige de manera irrestricta los procesos en el interior del ello. 0odemos concederle que provoca alteraciones muy profundas en la moción pulsional en cuestión. n muchos casos qui"% la moción pulsional reprimida retenga su investidura libidinal, persista inmutada en el ello, si bien ba(o la presión permanente del yo. 9tras veces parece sobrevenirle una destrucción completa, tras la cual su libido es conducida de manera definitiva por otras vías.
c. l yo es endeble frente al ello, es su fiel servidor, se empea en llevar a cabo sus órdenes, en cumplir sus reclamos. $ por el otro lado, ese yo es la parte del ello me(or organi"ada, orientada hacia la realidad. l yo consigue a su ve" influir sobre los procesos del ello. l yo e(erce ese influ(o cuando por medio de la seal de angustia pone en actividad al casi omnipotente principio de placer displacer.
=. F#", #&AI", La angustia neurótica se ha mudado ba(o nuestras manos en angustia realista, en angustia ante determinadas situaciones e*ternas de peligro. 5>ué es en verdad lo peligroso, lo temido en una de tales situaciones de peligro7 es el dao que él
ocasione en la vida anímica. Llamemos factor traum%tico a un estado así, en que fracasan los empeos del principio de placer entonces, a través de la serie angustia neurótica-angustia realista-situación de peligro llegamos a este enunciado simple' lo temido, el asunto de la angustia, es en cada caso la emergencia de un factor traum%tico que no pueda ser tramitado segn la norma del principio de placer. l hecho de estar dotados del principio de placer no nos pone a salvo de daos ob(etivos, sino sólo de un dao determinado a nuestra economía psíquica. +el principio de placer a la pulsión de autoconservación hay un gran trecho, falta mucho para que ambos propósitos se superpongan desde el punto de partida. !ólo la magnitud de la suma de e*citación convierte a una impresión en factor traum%tico, parali"a la operación del principio de placer, confiere su significatividad a la situación de peligro. !ólo las represiones m%s tardías muestran el mecanismo que hemos descrito, en que la angustia es despertada como seal de una situación anterior de peligro las primeras y originarias nacen directamente a raí" del encuentro del yo con una e*igencia libidinal hipertrófica proveniente de factores traum%ticos ellas crean su angustia como algo nuevo, es verdad que segn el arquetipo del nacimiento. 9rigen doble de la angustia' en un caso como consecuencia directa del factor traum%tico, y en el otro como seal de que amena"a la repetición de un factor así.
?. E,# DE # I/ID, 1. +istinguíamos al comien"o dos pulsiones principales, segn las dos grandes necesidades' hambre y amor. @echo biológico de que el individuo vivo sirve a dos propósitos' su propia conservación y la de la especie. 6omo subrogadoras de esta concepción, se introdu(eron en el psicoan%lisis las Bpulsiones yoicasC y las Bpulsiones se;ualesC. ntre las primeras incluimos todo lo que tiene que ver con la conservación, la afirmación, el engrandecimiento de la persona. # las segundas debimos conferirles la rique"a que e*igían la vida se*ual infantil y la perversa.
&. /na pulsión se distingue de un estímulo, pues, en que proviene de fuentes de estímulo situadas en el interior del cuerpo, acta como una fuer"a constante y la persona no puede sustraérsele mediante la huida, como es posible en el caso del estímulo e*terno. n la pulsión pueden distinguirse'
1. La fuente es un estado de e*citación en lo corporal &. la meta, la cancelación de esa e*citación, y en el camino que va de la fuente a la meta la pulsión adquiere eficacia psíquica. La representamos como cierto monto de energía que esfuer"a en determinada dirección. +e este esfor"ar recibe su nombre' pulsión. !e habla de pulsiones activas y pasivas m%s correctamente debería decirse' 5etas pulsionales activas y pasivas
también para alcan"ar una meta pasiva se requiere un gasto de actividad. La meta puede alcan"arse en el cuerpo propio, pero por regla general se interpone un ob(eto e*terior en que la pulsión logra su meta e*terna su meta interna sigue siendo en todos los casos la alteración del cuerpo sentida como satisfacción.
). +istinguimos con el nombre de suli5aci7n cierta clase de modificación de la meta y cambio de vía del ob(eto en la que interviene nuestra valoración social. #dem%s, tenemos ra"ones para distinguir pulsiones de 5eta in?iida, a saber, mociones pulsionales de fuentes notorias y con meta inequívoca, pero que se detienen en el camino hacia la satisfacción, de suerte que sobrevienen una duradera investidura de ob(eto y una aspiración continua.
4. Las pulsiones se;uales' plasticidad, la capacidad de cambiar de vía sus metas por la facilidad con que admiten subrogaciones, de(%ndose sustituir una satisfacción pulsional por otra, y por su posible diferimiento, de lo cual las pulsiones de meta inhibida acaban de darnos un buen e(emplo. 8enderíamos a negar estas propiedades a las pulsiones de autoconservaci7n, y a enunciar acerca de ellas que son infle*ibles, no admiten diferimiento, son imperativas de manera muy diversa y tienen una relación enteramente distinta tanto con la represión como con la angustia. !ólo que la refle*ión m%s inmediata nos dice que esa posición e*cepcional no conviene a todas las pulsiones yoicas, sino nicamente al hambre y la sed.
=. Aemos un gran nmero de pulsiones parciales, provenientes de diversas partes y regiones del cuerpo, que con bastante independencia recíproca pugnan por alcan"ar una satisfacción y la hallan en algo que podemos llamar placer de 7rgano. ntre estas onas er7genas, los genitales son la m%s tardía, y ya no rehusaremos a su placer de órgano el nombre de placer se*ual. ;o todas estas mociones que pugnan por alcan"ar placer ser%n acogidas en la organi"ación definitiva de la función se*ual. :uchas de ellas ser%n de(adas de lado por inutili"ables, sea mediante represión u otra vía algunas ser%n desviadas de su meta en la notable forma ya citada, y aplicadas como refuer"o de otras mociones otras, an, se conservan en papeles accesorios, sirven para la e(ecución de actos introductorios, para la producción de un placer previo.
?. n esta larga trayectoria de desarrollo pueden discernirse varias fases pregenitales de una organi"ación provisional, y a partir de esta historia de la función se*ual se e*plican sus aberraciones y mutilaciones'
c. F#'E ,#: en correspondencia con el modo en que el lactante es alimentado, la "ona erógena de la boca domina también lo que es lícito llamar la actividad se*ual de este período de la vida.
d. F#'E #!#: en un segundo estadio esfuer"an hacia adelante los impulsos s%dicos y los anales, por cierto que en cone*ión con la salida de los dientes, el fortalecimiento de la musculatura y el gobierno sobre las funciones esfinterianas.
e. F#'E FAI"#: en ambos se*os el miembro viril y su correspondiente en la nia adquieren una significación que ya no puede pasarse por alto.
f. F#'E %E!I#: para la organi"ación se*ual definitiva que se establece tras la pubertad y en la cual los genitales femeninos hallan por primera ve" el reconocimiento que los masculinos habían conseguido mucho antes.
B. ;uestra teoría de la libido tuvo por base la oposición entre pulsiones yoicas y se*uales. 6uando comen"amos a estudiar me(or el yo y asimos el punto de vista del narcisismo, ese distingo perdió fundamento. l yo es siempre el principal reservorio de libido de él salen y a él regresan, mientras la mayor parte permanece continuamente en el yo. 0ero entonces libido yoica y de ob(eto pueden ser de distinta naturale"a, no se puede separar una energía de otra. ;o se permaneció largo tiempo en esto. La oposición tomó una e*presión otra. !uponemos que e*isten dos clases de pulsiones'
a. las se*uales C ros C b. y las de agresión cuya meta es la destrucción. Lo hacemos en virtud de las consideraciones generales a las que nos llevó el fenómeno del sadismo y del masoquismo.
a. @ablamos de sadismo cuando la satisfacción se*ual se anuda a la condición de que el ob(eto se*ual pade"ca dolores, maltratos y humillaciones,
b. y de masoquismo cuando la necesidad consiste en ser uno mismo ese ob(eto maltratado. 6ierto ingrediente de ambas est% presente en la relación se*ual normal se designan perversiones cuando refrenan las otras metas y las reempla"an por las propias. !on fenómenos harto enigm%ticos y, muy en particular, el masoquismo. 6reemos que el sadismo y el masoquismo son dos e(emplos paradigm%ticos de me"cla de pulsiones, presente en todas las mociones pulsionales, con las m%s diversas proporciones. Las pulsiones eróticas introducirían en la me"cla la diversidad de sus metas se*uales, en tanto que las otras sólo consentirían anminoramientos y matices de su monocorde tendencia. Las me"clas pueden descomponerse con las m%s serias consecuencias para la función.