BIBLIOTECA ELECTRÓNICA PARA EL MAESTRO
EL M AES AEST T RO Y L A PEDAGO PEDAGOG GÍ A
COM PREN COMPRE NDER Y ACONS ACON SEJ AR por por J ames E. Tau Taullman
EDITORIA EDITORIAL L M UNDO UNDO HISP HISPA A NO ©20 2007 07
COMPRENDER Y
ACONSEJAR JA J A MES E. TA TAUL ULMA MAN N Trad Tra ducido ido, adaptado y publica licado con permiso iso. Todos lo loss dere recchos reservados. F lorea real Ure Uretta
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Nelly de González
Revisión y Adaptación Prólogo por Wayne E. Oates
CASA CASA BAUTI BAUTI STA DE PUB PUBLL I CACI ONES ONES ©Copy opyright 1988 1988.. Cas Casa a Bauti Bautist sta a de de Publica caci cion one es. El El libro ori original fue publicado por Broadman Press con el título Encouragers: The Sunday School Worker's Counseling Ministry, © 1986. Traducido, adaptado y publicado con permiso. Tod To dos los los dere recchos re resserva rvados. Imp Impre resso en EE. UU. de A. Clasifíquese: Educación Cristiana Número de Clasificación Decimal Dewey: 268.6 Primera edición: 1988 Segunda edición: 1991 ISBN: 0-311-11052-6 C.B.P. Art. No. 11052 2,5 M 9 91
Contenido
El M inis nister terio de Compre prender nder y Al Alentar ntar El M iniste nisterio de de Aconse nsej ar Sugerencias para un Aconsejar Efectivo (Parte 1) Sugerencias para un Aconsejar Efectivo (Parte 2) Cómo Aconsejar a los Niños Algunas Consideraciones Especiales Cuándo uándo Der Derivar var Ciertos tos C Ca asos
A todas aquellas personas lastimadas que confiaron en mí lo suficiente para compartir conmigo una parte de ellas mismas
Prólogo L os lílíderes deres y ma maestros de la Educaci ducación ón Cri Cristi stia ana son qui quie enes nes está están n más cerc cerca a que cualquier otra persona de los pesares, aflicciones, temores, aspiraciones, esperanzas, tentaciones, transgresiones y decisiones personales que confrontan a la gente en general. Ellos son quienes, diaria y personalmente, tienen contacto con las personas en el momento de sus crisis. Son ellos los “hijos e hij hijas de de consol consolación”, ción”, como como Ji J im Taulm ulman los llllama compa comparán rándol dolos os con Bernabé rnabé, uno de los héro héroe es bíbl bíbliicos má más notabl notable es. L as personas personas se se encue encuentran ntran desanimadas, descorazonadas y abatidas bajo las múltiples presiones que soportan. Usted puede recurrir al poder de “el Dios de la paciencia y del aliento”, del cual habla Pablo en Rom. 15: 5 (Biblia de las Américas), y llegar a ser quien dé aliento en el momento oportuno a quienes necesitan su ayuda. Jim J im Ta Tau ulma lman le proporcio ion na en este libr libro crite iterio ioss específico íficos y seguros en la tarea de comprender y alentar a los demás. Sus gráficas descripciones de su propio vigoroso ministerio darán un nuevo entusiasmo a su obra cuando se sienta cansado en su deseo de hacer las cosas bien. Sus ilustraciones son tan adecuadas y ajustadas a la vida que en la lectura se encontrará visualizando personas concretas semejantes a las que el autor describe. Sin embargo, las describe con tal miramiento y comprensión que usted llegará a sentir una compasión nueva y tendrá un conocimiento más profundo de aquellos que está recordando. No hallará nada complicado o difícil en sus recomendaciones, por lo contrario hallará una facilidad natural que le dará confianza para afrontar las preocupaciones que las personas le presenten o que usted mismo tenga. En muchos aspe aspectos, ctos, al leer este libro J im Taulm ulman es es un estím stímulo ulo tanto tanto para para mí mí como como para para usted. usted. Lo L o re recomie comiendo sin sin reserv reservas as como una fuente uente de conocimientos, orientación y ánimo para todo maestro y líder a quienes diariamente se les presentan oportunidades de comprender y aconsejar. Wayne E. Oates, Ph.D. Profesor de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta Director, Programa de Etica y Asesoramiento Pastoral Universidad de Louisville, Escuela de Medicina y Profesor Decano de Psicología de la Religión Seminario Teológico Bautista del Sur Louisville, Kentucky
Prólogo a la Versión Castellana ... ¡Además de enseñar...! ¿COMPRENDER Y A CONSEJAR ...? Esta podría ser la exclamación de muchos maestros y líderes de educación cristiana que aún no han entendido ni aceptado el verdadero significado de la tarea docente que la iglesia les ha encomendado. Y , la respuesta que este libro les da es ¡SÍ...! “Comprender y Aconsejar” dentro y fuera del salón de clase. “Comprender y Aconsejar” a niños, jóvenes y adultos que necesitan y reclaman ser aceptados, comprendidos y aconsejados en los problemas que se les presentan cada día. Problemas que sólo tienen su solución en la aplicación práctica de las verdades bíblicas que sus maestros y líderes les enseñan a través de las diferentes actividades educativas de la iglesia. Se presenta en este libro una visión, amplia y desafiante, que guía a saber cómo descubrir y aceptar las oportunidades de “tender la primera mano” para ayudar, socorrer y animar. Esta visión es la que da mayor significado y alcance al ministerio docente de los maestros y líderes. Leer las ilustraciones que se comparten al tratar los diferentes temas, y a la vez identificar en ellas casos concretos que el lector podría estar viviendo en su grupo, nos llevarán a sentir un renovado entusiasmo por descubrir y aprovechar las oportunidades de COMPRENDER Y A CONSEJAR que a usted y a mí se nos presentan una y otra vez. Ser aceptados, comprendidos y aconsejados son las demandas constantes de niños, jóvenes y adultos a quienes el Maestro de los maestros nos ha encomendado para que les enseñemos a vivir sus enseñanzas. COMPRENDER Y ACONSEJAR es hoy nuestra oportunidad. Nelly de González Casa Bautista de Publicaciones
1. — El Ministerio de Comprender y Alentar Por su don de alentar, dio al mundo una de las mentes teológicas más grandes que se haya conocido. Por su don de estimular, dio al mundo el primer evangelio escrito. Por su don de comprender y animar, dio al mundo más de las tres cuartas partes del Nuevo Testamento. Por su don de aconsejar guió a la iglesia a compartir con otros sus recursos materiales. ¿Quién fue? Su nombre era José, pero se le puso el sobrenombre de “Hijo de Consolación” (Nota: o exhortación, estímulo). Hech. 4:36, o, como hemos llegado finalmente a conocerlo, Bernabé. Casi en todas las ocasiones en las que encontramos a Bernabé en el libro de Hechos, está ocupado en aconsejar y animar a los demás. La primera vez que lo encontramos ha vendido una propiedad y ha dado el producto de la venta para alentar a la iglesia en conflicto. Hech. 4:36, 37. Estimuló a Pablo después de su conversión, cuando todos los otros apóstoles tenían temor de relacionarse con este perseguidor de los cristianos. Hech. 9:26, 27. Fue en busca de Pablo para que viniera a Antioquía para que le ayudara en el trabajo de la predicación y la evangelización. Hech. 11:25, 26. Lo encontramos nuevamente cuando tuvo una diferencia con Pablo sobre si Juan Marcos debiera acompañarlos en un segundo viaje misionero. Pablo se rehusaba porque Marcos, por alguna razón, los había abandonado durante el primer viaje misionero. Bernabé, procurando alentar a Marcos, dejó que Pablo escogiera otro compañero, y Bernabé llevó a Marcos con él, de manera que rescató a Marcos para la tarea de escribir su Evangelio, Hech. 15:36-40. Es una idea razonable pensar que Bernabé ejerció influencia en Marcos y lo animó en la fe. Alentó a Pablo cuando ningún otro confiaría en él. Pablo, a su vez, ejerció influencia en Lucas. Cuando reunimos el Evangelio de Marcos, el Evangelio de Lucas y Hechos, y añadimos a esto todas las epístolas escritas por Pablo, la suma total alcanza a tres cuartas partes de todo el Nuevo Testamento. Es una notable realización para ser la obra de un solo hombre. ¡Y todo lo hizo animando a la gente! Personas que supieran comprender, animar y aconsejar fueron necesarias en la iglesia desde los primeros días y son necesarias en el día de hoy. Las personas llegan a menudo a un punto particular en sus vidas en que se encuentran ante un obstáculo insalvable. La mayoría de las veces solamente necesitan una sencilla palabra de aliento para saltar la valla. Necesitan que alguien crea en ellas. Necesitan que alguien les dé una palabra de aliento. Quizá solamente necesitan que alguien les escuche cuando exponen sus ideas.
Todos los cristianos pueden y deben ser buenos consejeros. Sin embargo, hay un grupo, en razón de su posición que tiene una responsabilidad mayor: es el grupo de maestros y líderes en la Educación Cristiana. Por lo general, estas son las personas que diariamente están más en contacto con quienes necesitan ser ayudadas y aconsejadas. La mayoría de las personas tiene un gran respeto por la posición de sus maestros y líderes de las organizaciones educativas de la iglesia. Estos obreros pueden ser excelentes consejeros en el sentido más amplio de la palabra porque están en contacto con las vidas de las personas con las que de ordinario el pastor no se relaciona. A menudo pueden detectar las necesidades antes de que lo haga el pastor. Los maestros y líderes de Educación Cristiana ocupan la primera línea de defensa. Rodeando la parte norte del continente americano existe lo que una vez fue llamada una línea DEW —un sistema de Defensa Anticipada Preventiva y que ahora se llama Blanca Alicia cuyo propósito es detectar lo más temprano posible un ataque proveniente del área del polo norte. En este sentido, aunque diferente, los maestros y líderes son un sistema de defensa anticipada, preventiva, al detectar las necesidades y problemas de los miembros enrolados en las organizaciones educativas de la iglesia. Forman una primera línea de defensa, tienen ellos la oportunidad de influir en muchas vidas antes que pueda hacerlo cualquier otra persona en la iglesia. Esto enfatiza la importancia de que los maestros y líderes actúen como consejeros. Por estar en contacto directo con las personas, son ellos los que primero advertirán la aparición de un signo de peligro. Son ellos los que estarán capacitados para acudir en ayuda de las personas antes de que los problemas lleguen a un punto de retorno imposible. Son ellos los que estarán capacitados para brindar asistencia y simpatía a una pareja que ha perdido un hijo. Son ellos quienes estarán en condiciones de proveer aliento a una persona recientemente divorciada. Ellos serán capaces de proveer sostén y orientación adecuada a un alcohólico o a un drogadicto. También ellos serán capaces de comprender y aconsejar a un adolescente que se siente tan aislado de la familia y de los amigos que comienza a considerar atractivo el suicidio. Los maestros y líderes que guían grupos pequeños y que toman con toda seriedad su responsabilidad de cuidar de los miembros de su clase o grupo y asistirlos, están en contacto con ellos de una manera más regular que el pastor. Si han hecho el esfuerzo de conocer a sus miembros fuera del aula, ya han establecido un lazo de simpatía con ellos. Cuando llegue la necesidad o la crisis, el puente ya está tendido. Ya está lista la oportunidad para asistir y brindar ayuda y consejo.
La necesidad de aconsejar La necesidad de un buen consejo es hoy más grande que nunca. Las tensiones en nuestra sociedad son tremendas. Afectan a todos los hogares. Nadie está exento. Muchos serios problemas existen en la vida de las personas. Las estadísticas de muchos países indican que el divorcio afecta directamente cerca de un millón y cuarto de personas cada año. Una tercera parte de sus habitantes puede ser clasificada como de bebedores o viciosos. Recientes estudios demuestran que el treinta y ocho por ciento de las muchachas habrán experimentado el abuso sexual antes de que lleguen a los dieciocho años de edad. Las tensiones también se suelen presentar incluso en grupos más pequeños. Las actividades comunes que se suceden en nuestra vida normal también forman parte de la tensión que experimentamos. La gente se muda de casa a menudo, pierde su trabajo, tiene hijos que crecen y abandonan el hogar, la enfermedad hiere de pronto, los padres y otros miembros de la familia mueren. Estas experiencias inevitables de la vida causan constantes tensiones que pueden terminar en una enfermedad física o mental o ambas cosas juntas. Muchos de estos problemas son lo suficientemente serios como para desorganizar totalmente la norma de vida personalmente establecida. Los hábitos de dormir o comer pueden cambiar; las discusiones entre los esposos pueden hacerse frecuentes, así como también muchas otras actividades regulares pueden verse alteradas. En el caso de miembros que asisten a las organizaciones educativas de la iglesia, pueden retirarse completamente de ellas, o en el mejor de los casos, asistir irregularmente. ¿Por qué? Pueden hallarse desconcertados por sus circunstancias. Pueden hallarse enojados con Dios por permitir que les sobrevenga una tragedia. Pueden creer que su iglesia no los apruebe en las circunstancias actuales. Hace algunos años, asistí a una reunión de entre semana en una iglesia que tenía reputación de tener reuniones concurridas de estudio bíblico. Al comenzar la reunión, el pastor informó a la congregación que dos de sus miembros habían sufrido un accidente de tráfico. Porque una compañía de seguros estaba poniendo en pleito a la otra, con el propósito de mantener a la iglesia libre de afrontar cualquier descrédito, las mujeres involucradas en el accidente habían solicitado que sus nombres fueran eliminados de la lista de miembros de la iglesia.
A través de los años. muchas veces he pensado en esta experiencia. Admiro la preocupación de las mujeres que tuvieron el accidente por no querer traer deshonor a su iglesia. ¡Ojalá muchas más personas sintieran así! Sin embargo, en un tiempo de gran necesidad en sus vidas, estas mujeres se estaban negando a sí mismas la ayuda de la iglesia. ¿Dónde se debe trazar la línea de separación? ¿Cuáles serán los problemas por los que fuera necesario quitar un nombre de la lista de miembros de una iglesia? ¿Sería el divorcio? ¿Un muchacho con problemas ante la ley? ¿Un cónyuge encarcelado por no pagar impuestos? ¿Qué pasaría con una reciente separación conyugal? ¿O con un joven que ha quebrantado la ley pero que no ha sido juzgado? ¿O con un esposo que ha hecho trampas con los impuestos y que no ha sido apresado? Los maestros y líderes que saben comprender a las personas y a sus situaciones procurarán sostenerlas y ayudarlas en tiempo de tensiones y conflicto antes que arrojarlas fuera de lo que debiera ser su principal medio de apoyo: su iglesia. La iglesia debe preocuparse más de la gente que de su propia reputación. La iglesia primitiva tuvo varios miembros que habían sido arrestados y pasaron cierto tiempo en prisión. Pablo y Silas fueron, precisamente, dos de estas personas. Las personas están lastimadas. Aún la gente que es activa como miembro de una iglesia experimenta algún tipo de tensión. Los maestros y líderes que aprenden a discernir los síntomas tempranos de heridas y dolor ayudarán a paliar o disipar a tiempo un ataque. Muchas personas necesitan solamente escuchar una palabra de aliento o saber que alguien cree en ellas. Los maestros y líderes pueden ser consejeros. Como Bernabé, pueden ser capaces de salvar a alguien que será valioso para la obra del Señor en el futuro. Muchos maestros y líderes que han guiado a un grupo por algún tiempo han tenido personas que se han acercado a ellos para compartir algún problema o necesidad personal. El problema pudo haber sido la necesidad de una ayuda espiritual, un pedido de ayuda sobre la forma de llevarse bien con un miembro de la familia o con un vecino. Quizá fue una pregunta sobre problemas del matrimonio o sobre algún problema moral serio. La realidad es que mientras ellos conversan, se está llevando a cabo una sesión de asesoramiento. Esto puede ocurrir mientras se atraviesa el vestíbulo del templo para asistir a una reunión. Puede ocurrir en el momento de una ligera merienda. O bien pudiera ser en el hogar o en la oficina. Los maestros de la escuela dominical tienen una relación muy particular con los miembros de su clase. Muy a menudo tendrán la oportunidad de estar en contacto con la vida de ellos antes que lo haga algún consejero profesional. Esto pone a líderes y maestros en una posición importante. Muchas veces
podrán proporcionar una información o una palabra de aliento, y el problema quedará resuelto. En otras ocasiones tendrán que pasar más tiempo con una persona hasta que ésta encuentre una respuesta. En otra ocasión, necesitarán derivar a la persona con problemas a alguien con más experiencia en un área particular. En todos estos casos, los maestros y líderes tienen una oportunidad única de ayudar a la gente a enfrentar las necesidades creadas por la manera compleja en que hoy se vive. Esto es enseñanzaen el más alto nivel de la palabra. Es también aconsejar en el sentido pleno de la palabra. La premisa básica de este libro es que los maestros y líderes respondan, como una manera básica de su tarea, a las oportunidades de comprender y aconsejar. Ellos necesitan reconocer y aceptar este ministerio de aconsejar, y así servir mejor a sus alumnos y a los miembros potenciales de los grupos que ellos guían.
¿Quiere usted aconsejar? Es esta una pregunta válida que todo maestro y líder de la iglesia debe responder. Algunos la responden negativamente. Sienten que el aconsejar no es para ellos. Esto es aceptable. El propósito de este libro no es el de procurar convencer a la gente para que haga algo en contra de su voluntad. Sin embargo, mi argumento es que todo maestro y líder ya está comprometido en alguna forma a hacerlo. Buena parte de este asesoramiento se efectúa en el desarrollo mismo de la clase. Mientras estaba enseñando la lección sobre Gedeón, la maestra leyó la demanda de Manoa al Señor: “Te ruego, Señor, que el hombre de Dios quehas enviado venga otra vez donde nosotros y nos enseñe lo que hemos de hacer con el niño cuando nazca” Jue. 13: 8, BJ.
María, una alumna que era madre de una adolescente que se había tornado desafiante en los últimos meses, observó: “Hubiera deseado haber leído este versículo hace quince años. De haberlo hecho, quizá no estaría atravesando ahora el conflicto que tenemos en nuestra casa.”
La maestra se dio cuenta de que María estaba teniendo algún conflicto con su hija. Y entonces le dijo: “¿Qué cambios en la relación con tu hija deberías haber hecho en aquella oportunidad que hubieran cambiado la forma en que esta relación se lleva a cabo hoy?”
Con este somero intento de aliento, María comenzó a dar rienda suelta a la frustración que sentía como madre de una adolescente. Otros miembros de la clase movieron sus cabezas en señal de asentimiento, porque ellos habían experimentado la misma cosa. La lección fue dejada de lado. Las mujeres alentaron y apoyaron a María y a ellas mismas entre sí. Varias compartieron sentimientos y experiencias similares. Cuando sonó el timbre para dar por terminada la clase, la maestra pidió a las ocho mujeres presentes que se tomaran de las manos y que oraran una por la otra y especialmente por María. Luego pidió al grupo que durante la semana oraran por María. La maestra de esta clase no había planeado esta experiencia. El autor de la lección no había escrito sobre el tema. Pero una situación que requería comprensión y un oportuno consejo se había presentado ese domingo por la mañana. María había expresado en palabras una necesidad común. La clase la había escuchado y se había identificado con su problema. Esta experiencia no resolvió la situación en el hogar que aún continuó, pero sí, la experiencia en el grupo ayudó a María a cambiar su actitud ante el problema. La clase sirvió como válvula de seguridad para María. Las demás la habían animado. Ella había sido capaz de expresar verbalmente sus propias frustraciones y había escuchado de las otras mujeres que ella no era la única madre con conflictos con hijos adolescentes. Todas las mujeres habían sido reanimadas. El ministerio de aconsejar se había cumplido en el aula aquel domingo por la mañana. Días después, en esa semana, la maestra llamó a María para saber cómo le iban las cosas y le dijo que había conseguido una copia de una revista con artículos sobre adolescentes y en qué forma los padres de ellos podían superar algunas de sus frustraciones. Le pidió a María si podía pasar por su casa y llevar la revista para leerla. El problema no desapareció. Como muchos problemas que tenemos en nuestras vidas diarias, sólo el tiempo puede ayudar a madurar a un adolescente de modo que el continuo desafío de las reglas ya no sea necesario. Pero María encontró fortaleza en una clase de la escuela dominical que se interesó en su problema y en una maestra sensible que se tomó el tiempo necesario para ofrecerle una revista y visitarla. Esta es una situación en la que el pastor difícilmente se vea envuelto. Lo que María y su hija estaban pasando era el conflicto normal del crecimiento. Sin embargo, esto no significaba que ellas no necesitaran cierta ayuda para hacer frente a la situación. María fue afortunada en tener una maestra comprensiva y capaz de aliviar algunas de las frustraciones que estaba sintiendo. La maestra fue capaz de hacerlo porque cuando se enteró de la situación de María, se
preocupó más por hacer frente a esas necesidades que por enseñar una lección. Este tipo de ayuda se sucede semanalmente en las clases de la escuela dominical y en todo grupo que se reúne en cualquier otra organización educativa de una iglesia. Con una pequeña orientación estas clases y grupos pueden llegar a ser una línea de “Defensa Anticipada Preventiva” para los problemas personales. Este tipo de ministerio no se da automáticamente. Es algo que debe ser formado y desarrollado durante un período de tiempo prolongado. Los obreros de la escuela dominical deben preocuparse sinceramente de sus clases. Un líder que no tenga esa preocupación no llegará a ser, o difícilmente será, un buen consejero. Es más fácil ser un consejero en una clase pequeña donde se tiene contacto más personal con los alumnos. Un grupo pequeño provee una atmósfera adecuada para que en ese reducido ambiente, pleno de simpatía, las personas compartan sus necesidades y lleguen así a formar un grupo de sostén en el más pleno sentido de la palabra. Los obreros y líderes deben conocer las actividades que los miembros que integran sus grupos realizan fuera del aula. Es improbable ejercer un ministerio de aconsejamiento a menos que se destine tiempo para encontrarse con las personas en su ambiente de todos los días. Esto es exacto en todas las edades. Los niños, incluso los preescolares, gustan deque sus maestros y líderes los visiten en sus hogares. Los adultos no se sentirán tan excitados como los preescolares, pero muchos de ellos apreciarían la cortesía y la oportunidad de romper la rutina y la soledad de sus vidas. Estar dispuestos a interesarse en la vida de las personas requiere tiempo, energía y esfuerzo. También tiene sus riesgos. Cuando uno trata con los problemas de la vida de la gente, siempre está presente el riesgo de experimentar algo del problema. Ninguna persona podría asistir a un niño que está muriendo de leucemia sin involucrarse personal y emocionalmente con el niño y su familia. Nadie puede estar estrechamente relacionado con una persona que se encuentra implicada en un proceso de divorcio sin sentirse él mismo también lastimado. En muchas ocasiones el obrero-consejero no podrá hacer otra cosa que llorar con la persona que sufre, pero pocas cosas unen a las personas más estrechamente que el llorar juntas. Hay muchos resultados positivos que resultan de un ministerio de aconsejar y ayudar. Ninguna cantidad de dinero puede pagar el sentimiento de satisfacción que se siente cuando alguien estrecha nuestra mano y dice: “Gracias por su ayuda. Me ha hecho recuperar mi fe en la gente y en Dios.”
Estas satisfacciones, con todo lo intangibles que puedan ser, son las que deben inspirar a maestros y líderes a comprender y aconsejar. Serán las que impedirán que abandonemos el caso cuando veamos poco progreso, e incluso cuando nos enfrentemos con el fracaso. Pocos de nosotros tendremos la oportunidad de aconsejar a personas que cumplirán una tarea tan grande como escribir tres cuartas partes del Nuevo Testamento. Aun así, pensar que nuestra vida ha alentado aunque sea a una persona a atravesar con éxito el “Pantano del Desaliento”, como Bunyan lo llamó en su “El Progreso del Peregrino” la hará del todo valiosa.
2. — El Ministerio de Aconsejar Una de las tareas de todo grupo de Educación Cristiana es la de auxiliar a sus miembros actuales y en potencia. Una pareja puede cuidar los niños de otra pareja para permitirles una oportunidad de salir de casa por unas horas. Una clase de niños puede confeccionar tarjetas y enviarlas a uno de los compañeros que está enfermo en casa. Un grupo de adultos mayores puede llamar por teléfono diariamente a los miembros que viven solos para romper la monotonía de su soledad y estar seguros de que se encuentran bien. Un grupo de jóvenes puede visitar a uno de sus miembros que está en el hospital. Aconsejar es también una forma de ministerio. Es un ministerio tanto como otras formas clásicas. No obstante, muchos maestros y líderes tienden a pasarlo por alto como una manera de mostrar preocupación por los demás. Sin embargo, el aconsejar es una forma de descubrir y tratar personalmente las necesidades físicas, emocionales y espirituales de los miembros del grupo. Puede anticipar o continuar otras formas de ministerio. Roberto estaba sentado muy tranquilamente en la clase de la escuela dominical esa mañana mientras el maestro enseñaba una lección sobre la mayordomía del dinero y la necesidad de dar cumplimiento al nuevo presupuesto de la iglesia para aquel año. Casi sin advertencia alguna, Roberto explotó verbalmente. Comenzó a acusar a la iglesia de estar interesada únicamente en el dinero y no en las personas. Criticó al pastor y a ciertos gastos que la iglesia había hecho recientemente. Esto tomó a todos desprevenidos. ¡Era tan extraño en Roberto! El maestro no sabía qué decir, de modo que dejó a Roberto hablar por un tiempo sin interrumpirlo ni responder a sus acusaciones. Finalmente, cuando se tranquilizó, el maestro siguió con su lección. Hugo, el líder del grupo de Roberto en la clase de la escuela dominical, se hizo el propósito mentalmente de ver durante la semana qué sucedía con Roberto. El martes por la noche, Hugo se presentó para visitar a Roberto. Este, justamente había terminado de cortar el césped cuando Hugo detuvo su auto frente al garaje. Después de conversar un momento, Roberto dijo: “Hugo, realmente siento necesidad de pedir disculpas por el arranque del domingo por la mañana, pero la lección me molestó. Realmente, no creo todas las cosas que dije, pero en este momento no puedo contribuir más. El viernes último me suspendieron en el trabajo, y no sé cuándo podré regresar. Y justamente, en este momento, me fastidia que la iglesia me pida una mayor contribución cuando estoy preocupado en cómo alimentar a mi familia.”
Hugo escuchó hablar a Roberto por un momento y entonces le hizo saber que había oído de una fábrica en el lugar que estaba tomando obreros y le sugirió que presentara su solicitud. Una semana más tarde, Roberto llamó a Hugo para contarle que había solicitado y obtenido el trabajo. No le pagaban mucho por el momento, pero las perspectivas de progreso eran buenas. Roberto le agradeció a Hugo por su ayuda. Y luego añadió: “Gracias por escucharme. Me estaba compadeciendo a mí mismo el martes pasado cuando tú llegaste. Tu visita me ayudó mucho.”
Una sesión de apoyo había tenido lugar en la entrada al garaje del hogar de Roberto. Una sesión de consejo se había llevado a cabo porque un líder de la escuela dominical se había preocupado y procuró alentar a un miembro desalentado de una forma clara y concreta. Si Hugo no hubiera aparecido por la casa de Roberto, éste se hubiera sentido con dificultades para volver a la clase. El ministerio de aconsejar puede incluir una gran cantidad de aspectos y realizarse en una multitud de lugares. Posiblemente se debe explicar algo de lo que el ministerio de aconsejar tal como se practica en la escuela dominical no entendemos que deba ser. El ministerio de aconsejar por parte de los líderes y maestros, como se entiende en este libro, no es el que sea hecho en una manera formal. El autor no tiene el deseo de hacer de cada uno de ellos un psicólogo amateur. De ninguna manera pretende este libro sugerir que cada líder o maestro monte una oficina y atienda a pacientes de una manera regular. El obrero-consejero debe ser un alentador, una primera línea de defensa que pueda ayudar a hacer frente a un problema antes que éste llegue a transformarse en algo más serio. Algunas personas pueden tener la habilidad de brindar un consejo profesional, pero este tipo de ministerio especializado está más allá de la perspectiva y el asunto de este libro. Quienes están interesados en los aspectos técnicos del aconsejar, deben procurar adquirir una experiencia clínica más profunda bajo una adecuada supervisión. Muchos estados o comunidades requieren un certificado o una licencia antes de que una persona se ocupe del aconsejar técnico. A toda persona interesada en esta labor se le anima a seguir el estudio requerido. Se necesitan cristianos dedicados como consejeros, ellos debieran ser por su preparación los más calificados para la tarea. En muchos casos, serios problemas requieren un largo período de aconsejamiento y en este caso deben ser derivados a un consejero más preparado. Un daño irreparable puede ser hecho por un seudo consejero que no
tiene una idea de lo que está haciendo. Cuando los obreros-consejeros se encuentran con personas que necesitan ayuda más allá de la que ellos pueden ofrecer, es necesario que la persona sea derivada a un pastor o a alguien con más experiencia en la tarea. El capítulo final de este libro se referirá al tema de cómo derivar a la gente al lugar y la persona adecuados sin hacerla sentir como si hubiese sido abandonada. Los maestros y líderes tienen suficiente trabajo en el aconsejar para mantenerlos ocupados con aquellos aspectos en que ellos no tienen habilidad para manejar. Algo que nos ayuda a mantener las cosas en su perspectiva correcta es considerar la función de ellos como consejeros para una primera línea de defensa. Viví por un tiempo en el norte de Kentucky. Varias comunidades pequeñas existentes en el área llevaban el nombre “Fuerte”. Estas comunidades formaban un semicírculo alrededor de la ciudad de Kentucky de Convington y Cincinnati, Ohio, exactamente al otro lado del río Ohio. Al cabo de varios años de extrañarnos por esa circunstancia, descubrí que estas ciudades originalmente habían sido fuertes construidos durante la guerra civil para impedir que John Hount Morgan y su gente atacaran Covington y Cincinnati. Los líderes y maestros de Educación Cristiana son como esta primera línea de defensa. Harán los primeros contactos, pero necesitan ayuda adicional en caso de un ataque real y frontal. Ellos necesitan tener la seguridad de que hay muchos recursos más allá de sus habilidades que están a su disposición y le prestarán ayuda en casos especiales. Esto no quiere decir que tanto líderes como maestros nunca se encontrarán con personas que tengan problemas serios. Por lo contrario, se encontrarán con muchos que tendrán serias dificultades. Cuando esto suceda, ellos deberán requerir una ayuda adicional. Posiblemente una analogía correcta sería la de una unidad del ejército, por ejemplo, M.A.S.H. (Mobile Army Surgical Hospital), cerca de la línea del frente. Las condiciones del hospital están lejos de ser las ideales, pero en muchos casos los heridos necesitan una atención mínima. Se le puede dar un tratamiento inmediato, y el soldado puede regresar al combate. Sin embargo, en casos más serios, los heridos deben ser tratados inmediatamente para prevenir que evolucione a una condición más grave. Si el herido tuviera que ser transportado a una gran distancia sin alguna atención médica, moriría. Pero la unidad M.A.S.H. puede proveer ayuda de emergencia para luego enviar a varios heridos a un auxilio más experto y en condiciones de atención ideales detrás de las líneas.
Esta debiera ser la forma en que el obrero-consejero considera su ministerio. Muchas situaciones requieren una atención urgente. Otras situaciones exigen más experiencia y habilidad, e incluso tiempo del que puedan disponer los líderes y maestros, en estos casos estas personas necesitan ser transferidas.
Áreas de Necesidad ¿Cuáles son algunas de las áreas de necesidad en las cuales puede funcionar bien como consejero un líder o maestro? Las situaciones son casi tan numerosas como las personas con las cuales uno se encuentra. Sin embargo, ciertos problemas comunes se encuentran en toda nuestra vida. Prescindiendo del lugar y del cómo uno viva, estos problemas se presentarán. El doctor Thomas H. Holmes, psiquiatra, y sus colegas de la Universidad de Washington en la Escuela de Medicina, han desarrollado “una escala de eventos en la vida” para ayudar a medir el stressy ayudar a la gente a prevenir sus posibles peligros. La escala incluye cuarenta y tres eventos que van desde la muerte y el divorcio en un extremo hasta la Navidad y las experiencias de violaciones leves de la ley por el otro extremo. Cualquiera de las cuarenta y tres situaciones pueden ofrecer una oportunidad de aconsejar. Dele un vistazo a la lista que se presenta más adelante y vea qué importancia se le da a cada uno de estos eventos. Hay que añadir una palabra de precaución. El estudio de Holmes indicó que personas que acumulan más de 200 puntos en un solo año puedenestar enfrentando más tensiones de las que pueden normalmente soportar, y como resultado pueden llegar a enfermar. La palabra clave aquí es puede. Algunas personas son capaces de manejar las tensiones mejor que otras. Cuando yo cambié a mi actual ocupación, cambié de vocación, adquirí una nueva casa, experimenté la muerte de uno de mis amigos íntimos, e hice frente a varios otros “eventos en la vida” que aparecen en la escala de Holmes. Mi total para el año estaba por sobre los 400 puntos. Admito con toda franqueza que fue un tiempo de muchas tensiones, pero no me sentí mal ni física ni mentalmente. Con todo, tener cuidado con el nivel peligroso es importante. La escala de impacto puede diferir de una a otra persona. Comprar una casa nueva asumiendo una hipoteca (31 puntos) me causó poca o ningún preocupación. Sin embargo, un accidente de tráfico de poca importancia (11 puntos) cosa que ocurrió frente a la iglesia de la cual era pastor y por mi culpa, me causó una cantidad considerable de tensiones. (De hecho, escribiendo casi seis años más tarde, aún me causa cierta ansiedad.) Lo que le causa a una persona mucha
tensión por su trasfondo puede no afectar de la misma manera a otra. Tenga cuidado de hacer suposiciones absolutas. Cada cosa mencionada en la siguiente lista crea cierto grado de stress (tensión). Aunque la tensión creada diferirá de una persona a otra, el obreroconsejero debe estar alerta a una posible necesidad de brindar consejo cuando una de ellas ocurra —especialmente si varias de ellas ocurren simultáneamente.
Evaluación de las Causas de Tensión Suceso en la vida 1. Muerte del cónyuge 2. Divorcio 3. Separación matrimonial 4. Libertad de la cárcel 5. Muerte de un familiar directo 6. Daño personal o enfermedad 7. Matrimonio 8. Despedido de su trabajo 9. Reconciliación matrimonial 10. J ubilación 11. Cambio de fortuna en un miembro de la familia 12. Embarazo 13. Problemas sexuales 14. Incorporación de un nuevo miembro en la familia 15. Reajustes en asuntos financieros 16. Cambios en el estado financiero 17. Muerte de un amigo íntimo 18. Cambio a un trabajo distinto 19. Aumento de discusiones conflictivas con el marido 20. Hipoteca o préstamo para una compra mayor (casa, etc.) 21. J uicio por una hipoteca o un préstamo 22. Cambio de responsabilidad en el trabajo 23. Abandono del hogar por un hijo o una hija 24. Problemas con los parientes políticos 25. Logro personal importante 26. La esposa comienza a trabajar o deja de hacerlo
Valor Medio
100 72 65 63 63 53 50 47 45 45 44 40 39 39 39 38 37 36 35 31 30 29 29 29 28 26
27. Cambio en las condiciones de vida 28. Enmienda de hábitos personales 29. Problemas con el jefe 30. Cambios en el horario o las condiciones de trabajo 32. Cambio de domicilio 33. Cambio de colegio 34. Cambios en la recreación 35. Cambios en las actividades en la iglesia 36. Cambio en las actividades sociales 37. Hipoteca o préstamo por compras menores (auto, TV.,) 38. Cambio en los hábitos de dormir 39. Cambio en el número de familiares reunidos 40. Cambio en los hábitos de alimentación 41. Vacaciones 42. Navidad 43. Infracciones menores a la ley
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Cuando el que va a aconsejar sabe que un miembro de su grupo está en un tiempo de serias dificultades, ¿qué puede hacer? Si es un maestro puede decidir tratar ese problema particular de una manera general, de ser posible en la clase misma. La señora Ramírez se enteró de que la abuelita de Beatriz había muerto y que esta niña tenía algunos problemas para aceptarlo. Durante una lección. en el Departamento Infantil ese domingo por la mañana, sobre la muerte de Lázaro, la señora Ramírez preguntó a los alumnos cómo se hubieran sentido de ser Lázaro un amigo de ellos. Luego les pidió que hicieran un dibujo de ellos mismos en el que se describieran. Mientras los niños y las niñas trabajaban en sus dibujos, la señora Ramírez se detuvo junto a Beatriz y conversó con ella. Beatriz comenzó a describirle cómo se hubiera sentido ella de ser María o Marta y se dibujó gruñendo y mostrando sus dientes. La señora Ramírez reconoció la razón del enojo de Beatriz y le explicó que era natural sentirse de esa manera cuando alguien a quien amamos muere. Otra manera de actuar sabiamente es la de ir a la casa para una visita. Si el maestro o líder mantiene una buena relación con el miembro del grupo, el tema puede ser tratado directamente. Si esto no es posible, la conversación puede ser conducida de manera de dar al miembro la oportunidad de expresarse libremente sobre el tema. Si se muestra reticente en hacerlo, quizá sea porque
no está en condiciones de tocar el asunto o pudiera ser que haya escogido no mencionarlo en esta oportunidad. Una tercera opción pudiera ser la de escribir una carta diciendo que usted conoce el problema y que respeta el derecho del miembro de su grupo a guardarlo para sí, pero que, al mismo tiempo, no quiere negarle la oportunidad de que alguien lo escuche con simpatía. Sugiérale que usted estaría dispuesto a ayudarle en cualquier forma posible si él estuviera en necesidad de ayuda. Incluya su número de teléfono y exprésele que está orando por él. El resto depende de la persona que está en problemas. Norma ha estado ausente de la escuela dominical por varias semanas. María Blanco, su maestra se ha enterado de que Norma y su esposo se han separado y que están tramitando e! divorcio. Porque no quería inmiscuirse en los asuntos personales de Norma, la maestra le escribió una notita expresándole su preocupación por ella y sugiriéndole que un día tomaran el té juntas si es que ella estaba dispuesta a hablar del tema. Al recibir la nota, Norma la llamó inmediatamente y le agradeció a María su ofrecimiento. No aceptó tomar el té juntas pero le dijo que María había sido la única persona de la iglesia que se había comunicado con ella. Parecía como que ningún otro había querido tener algo que ver con ella. María le aseguró a Norma que estaba orando por ella y le expresó que la oferta estaba en pie para cualquier momento en el futuro, si Norma llegaba a necesitar a alguien que la escuchara con simpatía. Si son varias las personas involucradas en el mismo problema o en problemas parecidos, sería indicado invitar a alguien a hablar a toda la clase. Dora había enseñado a estudiantes secundarios durante varios años. Al aproximarse los exámenes finales pidió al director juvenil que viniera para hablar al grupo sobre el tema del copiarse en los exámenes. Sin condenar al grupo, el director juvenil comenzó a establecer ciertos principios bíblicos y ciertas razones prácticas para no copiarse. Poco a poco el grupo comenzó a abrirse y a compartir por qué consideraban ellos necesario el copiarse en los exámenes. El director juvenil continuó dando razones sanas por las cuales el copiarse estaba mal en un cristiano. Todos los alumnos se retiraron de la charla con una comprensión más profunda de las demandas del evangelio para ellos en esta área particular de la conducta. En todos los casos presentados se trató de un problema que hubiera causado tensiones. Cada uno lo hizo de una manera diferente. El asunto importante es que cada uno de ellos supo cómo enfrentarse con el problema. Actuaron como consejeros de las personas a las que estaban ayudando.
En qué lugar aconsejar ¿En qué lugar puede el consejero brindar su consejo? Puede hacerlo casi en cualquier lugar. Esa mañana, el estudio de la Biblia había sido sobre el Sermón del monte. Mientras Juanita salía del culto de adoración hacia la playa de estacionamiento vio a Natalia, una jovencita de trece años que había estado en la escuela dominical esa mañana. J uanita le sonrió y comenzó a hablar con ella. Al hacerlo, Natalia comenzó a sollozar. Juanita la rodeó con su brazo y anduvieron así hacia su automóvil; luego le sugirió a Natalia que se sentaran en el automóvil y conversaran. Inmediatamente salió a luz una triste historia. Los padres de Natalia estaban tramitando el divorcio y ella se encontró de pronto en medio del conflicto. Sus padres habían discutido casi toda la noche. Su padre se había ido y su madre tuvo un ataque de furia golpeando a la hija menor hasta que Natalia se la arrebató de las manos y encerró a su hermana en su habitación. Su madre había pasado el resto de la noche sumida en su estado de sopor. Natalia se había levantado esa mañana y había ido a la reunión. ¿Qué debía hacer? Tenía temor de regresar a su casa pero estaba preocupada por su hermana menor. Juanita escuchó toda la historia y sugirió que Natalia hablara con el pastor, el doctor García. Se ofreció para ir con ella. Regresaron a la iglesia y se encontraron con el doctor García cuando éste salía de su oficina. J uanita le explicó al pastor la situación y le preguntó si él podía ayudar. El pastor estuvo de acuerdo en hacerlo, y entró en su oficina con Natalia. J uanita siguió su camino orando por Natalia y su familia. En este caso, el lugar para estacionamiento de una iglesia se transformó en un lugar para brindar consejo. El aconsejar puede darse en un aula, en un pasillo una vez terminada la clase, o en una conversación telefónica. Puede ocurrir en el hogar del consejero, en un restorán, durante una actividad social o durante un encuentro casual en un centro de compras. En resumen, tanto el maestro como el líder pueden usar casi cualquier lugar y cualquier momento para practicar el ministerio de aconsejar. Si se diera el caso de encontrarse en un lugar inadecuado, pueden sugerir un lugar más tranquilo y un momento más conveniente. Esta clase de“ministerio al paso” es el mismo que practicó Jesús. Una y otra vez, él atendió a alguien mientras estaba de camino hacia otro compromiso. Encontró a Zaqueo, Luc. 19: 1-9 y al ciego Bartimeo, Mar. 10:46-52, en el camino hacia la muerte en Jerusalén. Aconsejó a la mujer samaritana, Juan. 4: 1-42, en su camino hacia Galilea. Curó a una mujer que había sufrido de un flujo de sangre por doce años, Luc. 8:40-48, mientras estaba en camino para sanar a la hija de Jairo. Al estudiar la vida de Jesús, la conclusión
incuestionable a la que se llega es que la mayor parte de lo que hizo J esús puede considerarse como un “ministerio al paso”. Mucho de lo que él hizo, lo hizo mientras se hallaba en medio de otra tarea. El ministerio de comprender y aconsejar es muy semejante a eso. Pocos líderes o maestros abrirán un consultorio con el propósito de aconsejar. Sin embargo, deberían estar alertas para aprovechar las muchas oportunidades que tendrán para ayudar a las personas en sus necesidades en un “ministerio al paso”. Tienen el ejemplo más perfecto del mundo siguiendo el ejemplo de quien es el modelo de su ministerio —Jesucristo.
Cómo crear un clima propicio ¿Cómo se puede crear un clima adecuado para aconsejar? ¿Cómo se puede hacer para que los miembros de la clase confíen en el maestro lo suficiente para compartir con él sus necesidades? Los consejeros en perspectiva no pueden hacer que sus posibles aconsejados acudan a ellos haciendo saber de una manera general que están disponibles para cumplir su cometido. Se requiere mucho más que esto, aunque esto pudiera ser un comienzo. El obrero-consejero debe demostrar una gran comprensión y compasión por la gente. Comunicar que ellos se ocuparán de la tarea caerá en oídos sordos a menos que hayan demostrado previamente que tienen comprensión hacia la gente y genuina compasión ante sus problemas. Otra apertura que los maestros y líderes pueden usar es la de hacer conocer a la gente que ellos han tenido las mismas necesidades en sus propias vidas. La gente es sensible a la debilidad mucho más de lo que lo es a la fortaleza. Los maestros que en el curso de su enseñanza puedan compartir con los demás algunas de sus propias luchas animarán a los miembros de la clase a que se acerquen a ellos. Los líderes que no se ocupan directamente de la enseñanza pueden demostrar su apertura hacia los demás en las discusiones durante la clase en las que harán saber que ellos saben lo que significa el sufrimiento y la experiencia de fracaso en sus propias vidas. Los obreros de preescolares y clases infantiles pueden demostrar un espíritu de apertura cuando visitan a los padres de los niños a los cuales enseñan. Una persona que ha experimentado un problema de tentación en un área particular de su vida estará en mejores condiciones para relacionarse mejor con un maestro que admite haber sido tentado. Por esta razón la Biblia nos dice que Jesús fue tentado en todo pero sin pecado (Heb. 4:15). Nos relacionamos con más facilidad con alguien que conoce algo sobre nuestros problemas. Los
maestros que rehúsan admitir cualquier problema propio no animarán a los demás a compartir con ellos sus problemas. Más bien conseguirán alejarlos. Considere su propia situación. Si usted tiene una necesidad particular, ¿no se sentirá más inclinado a pedir ayuda a alguien que sabe que ha tenido la misma necesidad, que a otra persona de la cual le consta que nunca se ha visto involucrada en un problema semejante? La mayoría de nosotros preferiría hablar con alguien que ha experimentado los mismos problemas con los cuales estábamos luchando porque sentiríamos que esa persona estaría más cerca de comprender cómo nos sentimos y guiarnos a saber qué debemos hacer para resolverlo. Con esto no queremos decir que personas que no comparten sus problemas no tienen ningún problema. Esto es, ciertamente, hacernos una idea falsa. Algunas personas pueden tener más problemas en un área particular que los que tienen las personas que los manifiestan, pero la única manera de que conozcamos sus problemas es que ellas los compartan con nosotros. Con todo, los maestros tienen que tener cuidado de no hacer de los momentos de clase un confesionario. Deben usar de discreción en cuanto a lo que comparten, el cómo lo comparten y cuándo lo hacen. Sin embargo, deben hacerlo; los que están dispuestos a correr el riesgo abrirán oportunidades para aconsejar a quienes están en sus clases. Debemos incluir aquí una palabra de advertencia. No todos responderán favorablemente a este acercamiento. Algunas personas se sienten mal cuando saben que sus líderes espirituales no son perfectos. Confesé una vez en un sermón que no me sentía cómodo al hablar de mi fe en un encuentro personal. Esto desconcertó a una mujer en la congregación porque su pastor no estaba a la altura que debía en un área en que, según ella, debería sobresalir. Más tarde, tuve la oportunidad de asistir a cursos de evangelización personal y fui mucho más capaz de compartir mi fe en encuentros personales. Quise compartir esto con esta mujer, pero ella no me pudo creer a causa de mi primera confesión. Pero, muchos otros respondieron favorablemente a mi sinceridad, de manera que siento que tiene valor tomar el riesgo de hacerlo. Al compartir mis sentimientos de insuficiencia, otros fueron capaces de expresar su necesidad y comenzar a trabajar para superarla. Los maestros y líderes que se confiesan vulnerables corren un riesgo. Pero es un riesgo que vale la pena correr. Es la manera más efectiva de ponerse en condiciones para ejercer un ministerio de comprender, aconsejar y estimular. Aconsejar es ciertamente una forma de ministerio que todo obrero puede practicar. Es algo que requiere tiempo, energía y esfuerzo. No obstante, es
también algo que puede reportar recompensas especiales a todos los que están deseosos de hacer el esfuerzo y correr el riesgo.
3. — Sugerencias Para un Aconsejar Efectivo Parte 1 ¿Qué debe hacer quien desea aconsejar sabiamente? El tipo de consejo que los maesos y líderes harán, será práctico y realista. No será un consejo formal en el sentido en que un consejero profesional lo practicaría. Este capítulo y el siguiente discutirán doce sugestiones para ayudar en este ministerio específico. No habrá reglas rígidas e irrevocables —por lo menos, no en la mayoría de los casos.
¡Escuche! ¡Escuche! ¡Escuche! La primera sugestión es: ¡escuchar!, ¡escuchar!, ¡escuchar! Pensé hacer de esta la única de las doce sugestiones. Es casi imposible que se pueda recibir una sugerencia más útil que ésta para poder comprender y aconsejar. Nuestra sociedad es impersonal. Para el gobierno no soy otra cosa que un número; para mi banco no soy más que otro número. Mi nombre es algo relativamente sin importancia para cualquier asunto. El número de mi cuenta que aparecerá en sus computadoras es más importante que mi nombre. Pocas personas hablan. Menos aún son las que escuchan. Me encontré cierta vez con una amiga a la cual no había visto desde hacía mucho tiempo. Yo tenía muchas cosas que contarle. Sin embargo, no encontré modo de introducir una palabra en la conversación. Mi amiga habló constantemente. Finalmente, me resigné a escucharla. Más tarde llegué a la conclusión de que ella necesitaba de alguien que la escuchara, más de lo que yo necesitaba que alguien me escuchara a mí. Desde hace ya tiempo corre la historia de dos doctores que se encontraron en un pasillo del hospital. Un doctor le observó al otro, que era psiquiatra: —No me explico cómo puede pasar todo el día escuchando a la gente.
El psiquiatra contestó: —Verdad, ¿quién escucha?
¿Quién escucha? Con toda seguridad que un maestro o líder que desea ayudar a la gente, escuchará. Con todo, escuchar no es cosa fácil. Puede, incluso, ser difícil. No es necesariamente algo que surge naturalmente. Las siguientes sugerencias pueden ayudarle a ser un buen oyente.
Mire al que habla Decir que uno debe mirar al que habla para ser un buen oyente pareciera casi innecesario. Y, sin embargo, todo el resto de estas sugestiones parecerán igualmente innecesarias a cualquiera que sepa escuchar. Pero, deténgase y piense en alguna conversación que haya sostenido recientemente. ¿Tuvo la impresión de que la otra persona no lo estuvo escuchando? En lugar de mirarlo a usted, ¿estaba la persona mirando el reloj, o mirando a través de la ventana, o distrayéndose con un montón de cosas? Muchos de nosotros hemos tenido esta experiencia. El otro lado de la moneda es que la mayoría de nosotros ha hecho lo mismo cuando supuestamente estábamos escuchando a alguien. Escuchábamos únicamente con aproxima-damente la mitad de nuestro interés. Con la otra mitad estábamos midiendo el tiempo, pensando en las cosas que teníamos que hacer, haciendo una nota mental de las diligencias que debíamos hacer una vez acabada la conversación, o pensando sobre lo que íbamos a decir cuando nos tocara hablar. Todos nosotros hemos hecho esto. Esta es la razón por la que quienes nos están hablando saben instintivamente que no los estamos escuchando con atención cuando no los estamos mirando. Ellos han hecho el mismo juego y conocen el nuestro.
Preste Atención Dé a quien le habla su atención individual. Es posible mirar atentamente al que habla y dejar a la mente volar libremente. Como dijimos anteriormente, los que nos hablan tienen conciencia de esta táctica porque ellos también la han usado. No importa cuan ocupado usted pueda estar, no le tomará más tiempo darle a su interlocutor una atención plena que darle una atención parcial. De hecho, hasta puede requerirle menos tiempo y comprender el asunto más pronto y llegar al punto más rápidamente.
Resista el impulso de contar una historia semejante Resista el impulso de contar un caso similar o una experiencia propia. El esposo de Silvia había muerto hacía poco. Ana vino a su casa para visitarla. Cuando Silvia hablaba acerca de su pena. Ana replicó: “Y o sé muy bien cómo te sientes. Mi esposo murió hace dos años. Y yo puedo decirte lo difícil que eso es. Sobre todo, es particularmente duro por la noche cuando estoy lista para ir a la cama. Por cierto, que usualmente me quedo despierta hasta altas horas de la noche, cuando estoy muerta de cansancio, apenas entonces voy al dormitorio.”
Y así siguió hablando y hablando de su propia pena. Silvia se sentó y la escuchó por un tiempo hasta que dejó que su mente siguiera otros pensamientos. La pena de Ana era real. Su intento de identificarse con la tristeza de Silvia pudo haber sido legítimo, pero la manera en que lo hizo fue inadecuada. Silvia no necesitaba en ese preciso momento escuchar las penas de Ana. Más bien necesitaba que alguien la escuchara a ella. ¿Cuál es el valor efectivo y útil de la identificación? ¿Realmente me ayuda el saber que usted ha tenido la misma experiencia de dolor que yo estoy sintiendo ahora? Pienso que no. Cuando yo estoy sufriendo, no estoy interesado en otros. Estoy preocupado con mi propio dolor. En ese momento soy egoísta y me encuentro centrado en mí mismo. Estoy preocupado con lo que a mí me pasa.
Haga preguntas oportunas Otra manera de ser un buen oyente es hacer preguntas oportunas. El hacer preguntas pertinentes demuestra que usted está dando completa atención al que le habla. Sus preguntas hacen que el que le habla se sincere. Las preguntas oportunas que se hacen no deben dar la apariencia de una intromisión. No es este el propósito de la pregunta. Las preguntas deben animar al oyente a abrirle una puerta para que entre si así lo desea. Las preguntas oportunas no pueden ser respondidas con respuestas de un “sí” o un “no”. El siguiente cambio de palabras tuvo lugar entre un maestro y un miembro de su clase: Miembro: Me siento muy irritado cuando pienso en todos los niños que mueren cada año. Maestro: ¿Es con Dios con quien está usted enojado? Miembro: No.
Este maestro en lugar de hacer una pregunta oportuna que animara al alumno a compartir sus pensamientos íntimos, hizo una pregunta que provocó un final abrupto a una línea de pensamiento que pudo ser prometedora. Una forma más apropiada para encauzar el tema pudo haber sido la siguiente: Miembro: Me siento muy irritado cuando pienso en todos los niños que mueren cada año. Maestro: ¿Cree usted que Dios pudo haber evitado todas esas muertes? Miembro: Bueno, nunca lo he pensado antes de esa manera, pero creo que sí. Me pone mal que él no evite que sucedan esas cosas si él es capaz de hacerlo.
Esta forma de preguntar dio una oportunidad a la persona para dar expresión verbal a un sentimiento. Pocas personas admitirán estar enojadas con Dios. Sin embargo, si se les da la oportunidad para expresar sus sentimientos de enojo, lo harán. Haciendo preguntas adecuadas se da oportunidad a la gente de expresar en voz alta sus sentimientos más profundos.
Esté sinceramente interesado Una sugestión final para un buen oyente es que esté sinceramente interesado en lo que dice el que habla. Hay que admitirlo, esto es difícil a veces. A menudo nos sentimos tentados a decir con el psiquiatra: “Verdad, ¿quién escucha?” Si usted no está sinceramente interesado en lo que la otra persona está diciendo, nunca será un buen oyente. El que está hablando se dará cuenta muy pronto de que no lo está escuchando y se distanciará. Se nos presentarán muchas oportunidades para que apliquemos la Regla de Oro, pero con toda seguridad, esta es una de ellas. Lo que yo digo es importante para mí. Si usted quiere escucharme, yo lo escucharé. Si no quiere hacerlo, trataré de encontrar a alguien que me escuchará. Si usted quisiera que los demás se interesen en lo que les está diciendo, usted debiera escucharlos a ellos.
Nunca Divulgue Confidencias Estoy tentado a comenzar cada una de estas sugerencias diciendo que esta es la más importante de todas. Pudiera ser que todas sean igualmente importantes, de ser así, esta es ciertamente, ¡la primera entre iguales! Divulgar confidencias lleva consigo la potencialidad de herir a la gente muy profundamente. Es trágico compartir con una persona algo que usted tuvo el propósito que lo supiera ella sola y luego descubrir que ha sido divulgado por todo el mundo. Vilma tenía veintiséis años. Su esposo David era abogado. Precisamente recién había terminado su escuela de derecho y se había establecido en su nueva profesión. Para salir adelante, David pasaba muchas noches trabajando en su oficina o en su hogar. Vilma, como tenía pocas amistades, se inscribió en un curso de alfarería una tarde por semana. Esto la mantuvo ocupada. El primer día de clase se encontró con Guillermo que era apenas un poco mayor que ella, y como se enteró más tarde, se había divorciado recientemente. Guillermo era una persona sumamente delicada. Mientras trabajaban juntos conversaban. Vilma se iba dando cuenta de que las horas de clase le resultaban cada vez más felices porque Guillermo la escuchaba y parecía preocuparse por ella —algo que David hacía poco y nada en las últimas semanas.
Una noche, después de la clase, varios del curso de alfarería, incluyendo a Guillermo y Vilma, se detuvieron a beber una taza de café. Esto llegó a ser un ritual de cada semana. Pronto, el resto del grupo abandonó el hábito pero Guillermo y Vilma terminaron por reunirse ellos solos todas las noches después de las clases. Después de un tiempo, una noche mientras David estaba trabajando, Vilma se encontró con Guillermo para cenar juntos. Gradualmente, sin que ella se diera cuenta ni se lo propusiera, se encontró implicada en una dudosa relación con él. Vilma había sido criada en un hogar cristiano y ella y David eran miembros de una iglesia. Una noche, mientras David estaba en su trabajo, la maestra de la escuela dominical de David y Vilma se presentó para hacerles una visita. En el transcurso de la visita, el sentimiento de culpa de Vilma a causa de su relación con Guillermo hizo que ella le “confesara” a su maestra lo que estaba sucediendo en su vida. En la reunión siguiente de líderes y maestros del Departamento de la Escuela Dominical, la maestra, con el pretexto de compartir un motivo de “oración”, relató al grupo toda la historia de Vilma. Muy pronto llegó a oídos de Vilma lo que había sucedido en la reunión de maestros y líderes. No es necesario decir que se sintió turbada, enojada, y comenzó a vivir en el constante temor de que David también supiera todo el asunto. Dejó de ir a la iglesia y se apartó de casi todos sus contactos sociales. Lo que se cuenta como una confidencia nunca debe ser revelado. Puede ser difícil mantener en secreto un jugoso bocado de información, pero debemos callar y considerar el daño que nuestra actitud puede hacer a la persona o personas implicadas. En alguna parte leí de una pequeña que se hallaba jugando fuera de la casa mientras la ventana de la misma se hallaba abierta. Dentro de la casa su madre y una vecina estaban conversando. La vecina compartía con la señora ciertos problemas personales y la niña accidentalmente alcanzó a oír lo que se hablaba. Más tarde, cuando la madre se dio cuenta de que su hija había oído la conversación previno a la niña con respecto a repetir lo que había oído. Entonces le dijo: “Si la señora Jiménez hubiera dejado su cartera o alguna cosa de valor aquí, no te hubieras apoderado de ello. Tampoco debes apoderarte de lo que has oído. Debes dejarlo allí mismo.”
Las siguientes sugerencias pueden ayudarle a guardar en secreto lo que le dicen en secreto.
Haga un pacto con su lengua Job, en defensa de su integridad, manifestó: “Hice pacto con mis ojos: ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?” Job. 31: 1. Es una buena advertencia en asuntos sexuales, pero puede ser también una buena advertencia en otras áreas de la conducta. El que aconseja puede decir: “He hecho un pacto con mi lengua, ¿por qué, entonces, revelaría lo que se me ha dicho privadamente?” Saber guardar un secreto es la condición necesaria para que la gente confíe en usted. Decida de antemano que nunca revelará a sabiendas cualquier cosa que alguien le haya compartido en secreto. Decida de antemano, haga un pacto con su lengua de permanecer mudo sobre las cosas que se le han confiado, que le han compartido confiadamente.
No Busque Popularidad a Expensas de Otra Persona Todos nosotros queremos ser estimados y tener popularidad. Nos sentimos gratificados cuando alguien comparte un secreto con nosotros porque eso nos hace sentir apreciados por esa persona. Compartir secretos es, además, una forma de obtener la simpatía de la gente. Si compartimos nuestros secretos con la gente, pensamos que nos han de querer más. La popularidad y el elogio de los otros nunca tiene el valor del sacrificio que significa el violar un secreto que se nos ha confiado. Usted debe asegurarse de que se lo identifique como alguien que no cederá a la tentación de divulgar algo que no debe salir de sus labios. Cuando sea tentado a descubrir, incluso algo que no sea tan dañino, recuerde el caso de Vilma y la destrucción que la violación de un secreto causó en su vida. Se cuenta de San Francisco de Asís que cierta vez una mujer vino a él a confesarle que había hecho circular un chisme acerca de sus vecinos. Estaba muy apenada por lo que había hecho y pedía a Dios perdón por su pecado. De inmediato Francisco le aseguró que Dios la perdonaba. Entonces la mujer le preguntó qué podía hacer para corregir su falta. Francisco le mandó que pusiera una pluma en el umbral de cada hogar donde viviera una de las personas a las cuales hubiera transmitido su chisme. Pronto retornó la mujer para informarle que ya había hecho lo que le había ordenado. Entonces, Francisco le pidió que volviera sobre sus pasos y recogiera las plumas y se las trajera a él. Poco después, la mujer retornó con lágrimas diciendo que el viento había desparramado las plumas y que era imposible recuperarlas. Entonces Francisco bondadosamente le dijo que aunque Dios la hubiera perdonado por su pecado, ella no podría jamás reparar el daño que había hecho con sus palabras.
Un daño irreparable puede ser hecho al revelar los secretos que se han compartido con nosotros. Este daño no sólo se hace al aconsejado, sino que también se lo hace a usted mismo. Saber que ha violado un secreto puede causarle pena y aflicción mucho más allá del placer pasajero que pueda derivarse del delicioso bocado de compartir un secreto que le haya sido confiado.
Asegure a los Aconsejados Que Usted Es Digno de Confianza Se necesita dar seguridad a quienes se está aconsejando de que lo que ellos comparten será mantenido en estricto secreto. Usted puede hacer esto en su clase por lo menos de dos maneras: Puededecirlo francamente y compartirles que “ha hecho un pacto con su lengua” y que es capaz de guardar un secreto. Pero, más importante que decirlo es demostrarlo. Asegure de no dar la menor impresión de que está usando algo que se le ha confiado en secreto como ilustración de una lección de la escuela dominical. La señora Elsa había sorprendido a José hurtando algunas monedas del canastillo de las ofrendas. Lo había amonestado y advertido de que no lo hiciera otra vez explicándole que estaba mal. José prometió que no lo haría más siempre que ella no lo contara a nadie. Un domingo los muchachos estaban estudiando los Diez Mandamientos y la señora Elsa aprovechó la oportunidad para advertir a los niños que robar era un pecado. Específicamente particularizó el robar del recipiente de las ofrendas. Aunque no mencionó el nombre de José, éste tuvo la sensación de que todos sabían que era él quien lo había hecho. Se sintió turbado y traicionado. El próximo domingo por la mañana tenía un “fuerte dolor de estómago” y no se sintió dispuesto para ir a la escuela dominical. El domingo próximo sucedió lo mismo. No tardaron los padres en encontrarse con que no podían llevarlo a la escuela dominical de ninguna manera. José llegó a ser un hombre que odiaba a la iglesia. Sabía que lo que había hecho estaba mal pero más sintió que la señora Elsa había tomado una ventaja desleal sobre él. Ya como un adulto fue capaz de aceptar que la señora Elsa de ninguna manera era perfecta y pudo perdonarla y perdonarse a sí mismo por lo que había sucedido.
Identifique a los Involucrados en el Secreto Hay que hacer una advertencia en cuanto al mantenimiento de un secreto. Muy a menudo la gente le comparte algo y le pide que lo mantenga en secreto. Asegúreles que lo hará pero de inmediato pregúnteles cuántas otras personas conocen lo que se le ha confiado a usted. Si otros conocen la situación, puede
asegurar que no revelará lo que se le ha contado pero que usted no puede controlar lo que harán los otros. De esta manera, se protegerá a usted mismo en su integridad y no será luego cuestionado por lo que no ha hecho o dicho. A pesar de lo mencionado anteriormente, también debe decirse que puede llegar un momento en que usted tendrá que violar un secreto. Asegúrese, sin embargo, con toda certeza de que esto es necesario y que hay más valor que daño, en violar ese secreto. Si sospecha que alguien tiene necesidad de una ayuda profesional que usted no le puede brindar, pida a la persona permiso para compartir su problema con su pastor u otro consejero. (Ver el capítulo 7 para más detalles sobre el problema de derivación.) Si la persona se rehúsa y en su opinión él o ella necesita ayuda médica o psiquiátrica, usted puede necesitar compartir esa necesidad con otros. Si, por ejemplo, la persona amenaza con el suicidio o con hacer daño físico a otros, este caso justificaría que se violara el secreto. Si usted tiene conocimiento del abuso de un menor, está obligado por ley a informar el caso a las autoridades. A usted se le asegura el anonimato y la agencia del bienestar infantil investigará el caso. La violación de un secreto es tan potencialmente explosiva que usted debe estar seguro de que vale la pena correr el riesgo.
Aconseje con Prudencia Todos nos sentimos halagados cuando alguien viene a nosotros en busca de un consejo. Es un poco como confirmar que por lo menos alguien ha reconocido que tenemos un gran conocimiento y tal sabiduría que nos permite aconsejar e instruir. Sin embargo, en muchos casos debemos evitar el aconsejar, ¡cómo evitaríamos la peste! Pero, ¿qué con respecto a esa gente en el mundo, pobre y miserable que no sabe qué dirección tomar? Es cierto, algunas personas no saben qué decisiones tomar, pero dos riesgos inherentes existen en cómo explicarles qué hacer. El primer riesgo es que podemos equivocarnos en nuestro consejo. Podemos no tener a mano todos los hechos que corresponden a una situación dada. Sin el conocimiento de todos los factores implicados, podemos salir con respuestas erradas. Y aun conociendo todos los factores, como somos falibles, podemos emitir un juicio equivocado. El segundo riesgo es que, aunque nuestro consejo sea el adecuado, les privamos a los aconsejados de tomar sus propias decisiones. Tomamos
nosotros las decisiones en lugar de dejar que ellos lo hagan. A menudo estas personas, lo que necesitan es tomar ellas sus propias decisiones y estar paradas sobre sus propios pies. Cuando damos un consejo estamos haciendo a la gente depender de nosotros. Esto puede gratificar nuestro ego, pero no ayuda a la gente. En lugar de dar un consejo, ayude a la gente a descubrir las alternativas del caso. Desde su perspectiva, usted puede ser capaz de ver varias alternativas, pero seguramente es la persona que está aconsejando la que tiene algunas ideas propias. De hecho, la mayoría de las veces, a menos que la persona esté mentalmente enferma, ella sabe qué curso de acción seguir y simplemente necesita a alguien que apruebe lo que piensa. Es relativamente frecuente escuchar a alguien que nos hace preguntas con respuestas obvias, y de pronto la persona nos agradece el consejo que le hemos dado, ¡y, realmente, no hemos abierto la boca! Pero es así como debe ser. Las decisiones que las personas toman por sí mismas serán de más valor porque son sus decisiones y no decisiones que provienen de algún otro.
Sea Cauto al Aconsejar El departamento de jóvenes casados de la escuela dominical había ido a un retiro de fin de semana. Fue una experiencia espiritual profunda para todos. Ema García, que era la encargada de tener un retiro en el que las parejas pudieran enriquecer sus matrimonios, había hecho un trabajo excelente. El sábado por la noche, después de la sesión, J osé Gómez le pidió la oportunidad de hablar con ella acerca de algunas cosas que había dicho. Como muchas personas estaban todavía en la sala de estar, Ema invitó a José a su habitación donde pudieran hablar en privado. Conversaron cerca de una hora, pasada la cual, José se fue. Pero, al irse, sucedió que en el momento de salir de la habitación de Ema se encontró con algunas personas del grupo. No le dio importancia al asunto hasta que, pasados algunos días, se enteró de que estaba circulando un malicioso rumor de sus relaciones con “la directora del retiro”. El consejero nunca será demasiado precavido en cuanto al lugar en que practica su tarea. La admonición bíblica “absteneos de toda apariencia de mal” (1 Tes. 5:22, Bober-Cantera) es una buena recomendación. Siendo la naturaleza humana lo que es, situaciones como la que se ha relatado entre Ema y J osé pueden ser peligrosas. Existe una estrecha conexión entre una elevada comprensión espiritual y un elevado deseo sexual. El Progreso del Peregrino de Juan Bunyan concluye con la perspicaz afirmación de que “había un camino al infierno aun desde las puertas del cielo”. Más de un obrero cristiano puede testificar de lo correcto del discernimiento de Bunyan. Satanás
está siempre alerta para aprovechar las ocasiones en que somos más débiles. El consejero sabio tendrá cuidado al escoger dónde aconsejar. Otras razones para tener cuidado nada tienen que ver con indiscreciones o insinuaciones de tipo sexual. Un miembro de una clase, que en medio del estudio, comienza a compartir detalles íntimos sobre actividades ilegales en las que él y otros están complicados puede más tarde arrepentirse de haberse “embarrado” delante de toda la clase. Un maestro prudente sugerirá que ambos busquen un momento en una ocasión más conveniente para hablar en privado del tema. Restaurantes llenos de gente, locales de venta, atrios de templos, no son lugares adecuados para compartir detalles íntimos de experiencias personales. En estos lugares abundan las ocasiones de que alguien escuche lo que se está diciendo. Esto puede causar perplejidad para la persona y hasta hacer que ésta lo acuse de haber violado un secreto. Esto no significa que el líder o maestro deba tener una oficina privada. Sin embargo, en algunas circunstancias, puede necesitar usar eventualmente la oficina del pastor o alguna otra oficina en la iglesia. La reserva que ofrece un hogar, incluso un restaurante donde se pueda hablar sin ser interrumpido, puede servir en otras ocasiones. Tenga precaución al elegir un lugar donde aconsejar.
Esté Alerta a las Señales de Advertencia Algunas personas pueden predecir un cambio de tiempo por un dolor en el dedo gordo del pie. Los meteorólogos hacen sus predicciones basados en la información de equipos sofisticados de computación. A veces, ambos están acertados, otras veces, ambos equivocados. Pero, la mayoría de nosotros confiaría más bien en los meteorólogos para nuestras predicciones del tiempo porque ellos saben mejor cómo leer los signos correspondientes. El líder o maestro que aconseja también debe estar alerta a las señales de advertencia en las vidas de los aconsejados. Cuanto más familiaridad tengamos con estos síntomas, más probable es que tengamos éxito en una situación crítica. Esto no significa que siempre acertaremos. Ni tampoco significa que los síntomas estén indicando siempre algún problema serio. Una orientación general es que cuando aparece un cambio radical de conducta, esté alerta a la posibilidad de algún problema más profundo. Rosa Molina tenía cuarenta y tres años. Estaba casada y era madre de dos hijos, el menor de los cuales se había ido a un colegio superior. Rosa siempre había sido bastante activa en el trabajo de la iglesia pero nunca había
participado en el programa de visitación de la escuela dominical. Se presentó a Alicia Pérez, su maestra de la escuela dominical y le dijo que quería comenzar a visitar. De modo que Alicia le dio una lista de miembros inactivos y de otros en perspectiva para la clase. Un día la maestra recibió una llamada telefónica del pastor preguntándole por Rosa. Esta había visitado una familia en su lista de miembros en perspectiva y les había dicho a todos que irían al infierno a menos que comenzaran a asistir a la iglesia. El pastor le pidió a la maestra que visitara a Rosa y viera qué le pasaba ya que su comportamiento era desacostumbrado. Alicia telefoneó a Rosa y fue a visitarla. En la conversación de ambas mujeres. Rosa comenzó a describir una visión que había tenido. Dijo que el Señor se le había aparecido y le había dicho que ella era su mensajera especial para preparar al mundo para su regreso. Debía amonestar a todas las personas. Este mensaje era tan urgente que ella ni siquiera tenía tiempo para comer y dormir. Al mirar Alicia a su alrededor pudo ver el escaso tiempo usado en limpiar la casa. Platos sucios de hacía tiempo estaban apilados en la mesa. Tal era el cambio en la conducta habitual de Rosa. Siempre había sido una inmaculada ama de casa. Nunca había trabajado fuera de su hogar, y se había consagrado a hacer de él un hermoso espectáculo. Después de hablar un rato con Rosa, Alicia se retiró y fue a ver al pastor. Compartió con él lo que había encontrado, y el pastor llamó al esposo de Rosa para tratar el asunto con él. El esposo de Rosa confirmó que habían tenido algunos problemas en estos últimos meses, y que desde que el más pequeño de sus hijos se había ido al colegio superior las cosas comenzaron a ir peor. El esposo de Rosa la llevó al doctor. No fue hospitalizada, pero fue necesario que tomara ciertos remedios y tuviera varios meses de consejo profesional. Mirando superficialmente la conducta de Rosa no estaba, de ninguna manera, fuera de lo común. Muchas personas son visitadoras fervientes en el programa de sus iglesias, y dejan los platos sucios sobre la mesa. Sin embargo, tal cambio drástico en un momento y en tantas áreas de la vida era una indicación de que algo raro estaba pasando. La orientación general es: cuando aparece un cambio radical de conducta, esté alerta a la posibilidad de algún problema más profundo. Los cambios se manifiestan primeramente en algunas áreas. Cambios drásticos en los hábitos de comer, dormir, o cualquier otro cambio físico puede ser una señal de advertencia. Rosa no comía ni dormía. Su hogar, normalmente impecable, era un desorden total. Otra señal de advertencia puede ser un cambio en el manejo del dinero. Si uno ha sido siempre una persona
generosa y de pronto se vuelve excesivamente egoísta y tacaña, o si uno ha sido siempre cuidadoso en los asuntos financieros y comienza a gastar dinero y hacer gastos excesivos, estas cosas pueden ser señales de advertencia. Un cambio en el código moral de una persona puede ser también una advertencia de problemas más graves. Una persona que nunca robaría ni la más mínima cosa y de pronto comienza a ser un ratero, o una persona cuyo código sexual cambia de pronto, puede estar experimentando problemas emocionales. Estos cambios en la conducta de una persona no son pruebas categóricas de una enfermedad mental; pero sí señales de advertencia de que algo puede comenzar a andar mal. El consejero tomará estas cosas como señales de advertencia y esperará indicaciones más precisas de la existencia de problemas. Sería una cosa excelente en estos casos tomar un tiempo prudencial para hablar con su pastor o algún otro consejero competente para tener un asesoramiento más experimentado.
Sea Sensitivo Muchísimo del ministerio de un consejero se basa en la sensibilidad. Sensibilidad es casi como un sexto sentido que una persona posee. Es imposible establecer reglas y normas absolutas en el trato con la gente. Todo lo que se puede hacer es establecer lineamientos generales para ayudar, pero más allá de esto, un obrero-consejero debe poseer una sensibilidad especial para las necesidades de la gente. Como en otras áreas de nuestra vida, aquí también Jesús es nuestro ejemplo. Lea atentamente los Evangelios y note cuan sensible fue él a las necesidades de los demás. Cuando Jesús sanó a un ciego, lo apartó de la multitud a un lugar donde pudiera estar a solas con él, Mar. 8:23. Jesús rehusó mirar a la mujer que había sido tomada en adulterio, Juan. 8: 1-11. Proveyó de vino en la fiesta de bodas en Cana, Juan. 2:11, para eliminar el apuro de ese momento. Buscó animar a Pedro apareciéndose a él en forma especial después de su resurrección, Luc. 24:34, de forma que Pedro pudo perdonarse a sí mismo por haber negado a Jesús. Me gusta pensar que si Judas no se hubiera suicidado y hubiera estado vivo luego de la resurrección Jesús también se le hubiera aparecido a él. Su maravillosamente sensitiva persona se preocupa de las necesidades de la gente. Es por su sensibilidad que él puede determinar qué es lo que necesitamos. No nos trata a todos de la misma manera sino que adapta su ayuda a nuestras necesidades.
Los que aconsejan deben modelar sus vidas según el ejemplo de Jesús. Estudiarán su vida; leerán los Evangelios de modo que lleguen a conocer todo lo relativo a su manifestación histórica. Estudiarán sus relaciones con el pueblo. Estarán tan familiarizados con la vida y enseñanzas de Jesús que sabrán instintivamente cómo procedería Jesús en determinadas situaciones. Esto no quiere decir que no procederán con firmeza o severidad en sus acciones y palabras cuando la situación lo demande. En una ocasión Jesús criticó duramente a los fariseos. Uno de los maestros de la ley se opuso a lo que Jesús había dicho: “Maestro, cuando dices esto, nos insultas a nosotros también”, Luc. 11:45, Biblia de las Américas. Y entonces Jesús comenzó a criticar también a los maestros de la ley. En estas circunstancias, J esús entendió que esto era lo que precisamente se necesitaba. Sensibilidad no significa cobardía. Significa saber cuándo se debe ser cáustico y cuándo se debe ser amable y tener el coraje de actuar según lo demande la ocasión.
4. — Sugerencias Para un Aconsejar Efectivo Parte 2 Las personas no son máquinas o robots. No siempre reaccionan de la misma manera bajo las mismas circunstancias. Si fuese así, sólo se necesitaría idear un sistema preciso de normas de conducta. Los consejeros podrían memorizar esas normas y, como un mecánico que repara un robot podrían hacer ajustes en la conducta de las personas hasta que operen adecuadamente. Pero las personas no son así. Cada persona es un individuo. Cada persona necesita una atención específica. Las siguientes sugerencias no son reglas fijas. Más bien pretenden ser lineamientos generales para ser empleados después de mucha oración y atenta consideración. Son, sin embargo, dignas de su consideración si usted pretende cumplir su ministerio de aconsejar. Considérelas con mucho cuidado.
No Condene Un consejero sabio procederá con cautela en condenar a las personas por sus pecados y fracasos. Esto no quiere decir que está bien todo lo que las personas a las que aconsejamos hayan hecho, es sólo decir que el condenar es responsabilidad de Dios, no nuestra. Cuando condenamos a otros nos colocamos a nosotros mismos en la posición que corresponde a Dios y sólo a él. Condenar es la obra del Espíritu Santo. El es quien nos juzga por nuestras actitudes y acciones equivocadas. Debemos dejarle a él cualquier condenación en lugar de hacerlo por nuestra cuenta. El condenar es caer en una autoderrota. Cuando condenamos a alguien por una acción concreta, nuestro propósito es provocar un cambio en su conducta. Sin embargo, usualmente la condena tiene un efecto opuesto. Si usted es casado, recuerde lo sucedido la última vez que su esposa lo criticó. ¿Cuál fue su respuesta? ¿Quiso cambiar su manera de ser o por despecho continuó lo mismo? O, ¿qué sucedió la última vez que usted fue criticado por su jefe o alguna otra persona? ¿Cuál fue su respuesta en estas ocasiones? Las personas a las que aconsejamos no sentirán de una manera distinta a la que nosotros sentimos cuando somos criticados. En la mayoría de los casos ya sabemos que somos culpables, y no necesitamos que nadie nos lo diga. He leído en alguna parte de un profeta que parado en una esquina, a medida que la gente pasaba, los señalaba con su dedo y
declaraba: “¡Culpable!”. Un hombre confrontado con esta actitud, hizo notar a su compañero: “Sí, pero ¿cómo lo supo él?” Sabemos que somos culpables, y especialmente cuando hemos reunido suficiente coraje para desnudar nuestras almas ante alguien y confesar nuestra culpa, no necesitamos que alguien nos condene por lo que ya hemos confesado. Daniel estaba pasando serios problemas en su hogar. Se había casado con Susana hacía catorce años. Realmente, no pasaba nada malo, pero tampoco andaban las cosas del todo bien. Susana parecía atada a sus hijos y a su trabajo y no tenía tiempo para él. Daniel sentía como si la familia sólo estuviera interesada en el dinero que él traía al hogar. Era como si nadie en la familia estuviera interesado en conocer sus necesidades. Mientras tanto, en su trabajo una de las nuevas encargadas de compras se había divorciado recientemente. Comenzaron por almorzar juntos. Luego, ambos fueron enviados fuera de la ciudad a una demostración de productos. Pasaron una semana juntos, y la última noche, antes de regresar a casa, él pasó la noche en la habitación de ella. Daniel se justificó diciéndose que nadie, nunca, lo sabría. Nadie había sido perjudicado y, además, un montón de gente había hecho antes lo mismo. Sin embargo, había no más que un solo problema: él lo sabía. La experiencia comenzó a remorder su conciencia. No podía ir a las reuniones de su iglesia y sentarse en una clase bíblica o en un culto de adoración sin sentirse molesto. Comenzó a inventar razones para no asistir a las reuniones. Había faltado ya varios domingos cuando Arnoldo Guzmán, uno de los hombres de su clase de la escuela dominical, le telefoneó invitándolo para almorzar juntos. Se reunieron en un club privado del cual Arnoldo era socio. Se sentaron en un rincón del salón donde podían conversar a solas. Mientras conversaban, la culpa de Daniel lo agobió. Siempre había tenido un gran respeto por Arnoldo, y sintió que podía confiar en él. Pronto, toda la historia salió a la luz. Mientras Daniel hablaba, fue percibiendo un cambio en la actitud de Arnoldo. Su rostro se había ido endureciendo y su amabilidad desapareció. Cuando Daniel hubo terminado, Arnoldo lo miró fríamente y le dijo: “Daniel, estoy avergonzado deti. Sabes que el adulterio estámal. La Biblia lo dice. Sabes cómo nuestra iglesia no aprueba acciones como la tuya. Y o mismo no puedo creer que hayas hecho una cosa así.”
¿Puede usted imaginar la contestación de Daniel?
En realidad, Arnoldo no habló de esa manera. En lugar de asumir una actitud de juez, de sentencia o de crítica, le permitió a Daniel hablar. Cuando hubo terminado le preguntó: —¿Cómo te hace sentir esto? Daniel replicó: —¡Muy mal! Realmente amo a Susana y a los chicos. Sé que la situación en el hogar no es la mejor, pero también sé que yo sería la misma persona en una situación diferente. No quiero el divorcio. Quiero luchar por mi matrimonio y hacerlo mejor. Pero no sé cómo. Arnoldo aprobó el deseo de Daniel de mejorar sus relaciones con Susana y sugirió que oraran juntos. Inclinaron sus cabezas, Daniel confesó su pecado y pidió que Dios lo perdonara y le ayudara a hacer de su matrimonio un matrimonio mejor. Al salir del restaurante, Arnoldo le sugirió a Daniel si no desearía hablar con su pastor y conseguir ayuda para recomponer nuevamente su matrimonio. Le aseguró a Daniel su interés y su sostén en oración y que mantendría en secreto lo que él le había compartido. Si uno no condena, ¿cuál es la otra manera de tratar el asunto? ¿Cómo manejar una confesión? La Biblia tiene una palabra de consejo: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados”, (Stg. 5:16). La confesión es bíblica, pero tan difícil como puede ser el confesar nuestros pecados a una persona cualquiera, puede ser aún más difícil el recibir la confesión. Con todo, uno de los aspectos del sacerdocio de los creyentes es que actuamos como sacerdotes, el uno para el otro cuando existe una necesidad. Asegure a las personas que Dios las perdonará. Una buena declaración de la Biblia es 1 Jn. 1: 9: “si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios hará lo que es justo: nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad” (Dios habla hoy).
Esta seguridad puede expresarse de viva voz —y probablemente debiera hacerse así. Necesitamos escuchar esta palabra de Dios. Esto nos ayudará a aceptarla. La persona ante la cual hemos confesado nuestras faltas, no nos perdona; únicamente sirve como un agente actuando en el nombre de Dios para dar el mensaje de Dios al pecador arrepentido. Una persona también necesita perdonarse a sí misma. A veces, es duro creer que pudimos realmente hacer lo que hemos hecho. En algunas circunstancias es más fácil para mí recibir el perdón de Dios que lo que es el perdonarme a mí
mismo. Mi experiencia me lleva a creer que muchas otras personas tienen el mismo problema. Un consejo sensible guiará a la persona a aceptar el perdón de Dios como condición de que éste sea efectivo. Un consejero que no condena y sirve como confesor al que está en conflicto podrá ver cómo el perdón de Dios llena la vida de esa persona.
Evite Decir: “Yo Sé Cómo Se Siente” Leticia había estado en la funeraria toda la tarde recibiendo a amigos que vinieron a expresarle sus condolencias por la muerte de su esposo, Guillermo. Guillermo tenía al morir cincuenta y dos años y había muerto en forma inesperada durante su sueño. Fueron muchas las personas de toda la comunidad que habían venido para expresarle su simpatía. Guillermo había sido muy activo en las organizaciones cívicas, políticas y de la iglesia. Tanta gente le dijo tantas cosas buenas de Guillermo que Leticia casi comenzó a creerles. Ruth, cuyo esposo había fallecido pocos meses antes, vino entre los demás y expresó a Leticia su simpatía diciéndole: “Sé cómo te sientes. Y o perdí a mi esposo hace exactamente ocho meses. Yo sé muy bien cómo te sientes.” Para sí misma Leticia pensó: “Oh, en realidad apuesto a que no lo sabes.” Lo que muy pocos sabían era que Guillermo ante el mundo presentó la figura de un perfecto caballero. Siempre era el primero en sugerir que la iglesia ayudara a alguien en necesidad. En el hogar, sin embargo, Guillermo era exactamente lo opuesto. Era abusador, desconsiderado, y a veces hasta violento. Bebía hasta altas horas de la noche, y en la noche de su muerte había discutido con Leticia sobre su hábito de beber y su decisión de tomar ciertas “píldoras” que él tenía para sus “dolores de cabeza”. Se había puesto bastante violento y había perseguido a golpes a su esposa hasta que ella salió de la habitación y se encerró con llave en otra habitación para mantenerlo alejado de ella. El había regresado a la sala y había continuado bebiendo. Aquí fue donde Leticia lo encontró temprano al otro día ya muerto. Ruth no sabía cómo se sentía Leticia. Mientras ésta estaba preocupada por la muerte de Guillermo y los cambios que esto significaría para ella, al mismo tiempo en cierto modo aliviada porque ya no tendría que vérselas más con el abuso y la hipocresía de él. No, pensó Leticia mientras Ruth se alejaba de ella, tú, en realidad, no sabes como yo me siento.
Decir a la gente que usted sabe cómo se siente es siempre peligroso. La verdad es que nadie sabe exactamente lo que cualquier otro siente sobre cualquier cosa. Decimos a las personas que sabemos cómo se sienten con el propósito de identificarnos con ellas. No estoy convencido de que esta identificación sea necesaria o aun deseable. La mayoría de las veces usamos esta expresión no tanto porque pensamos que con ella estamos ayudando al otro sino porque no sabemos qué otra cosa decir. A menudo nos quedamos mudos ante la aflicción y la muerte. La aflicción y la muerte de los otros nos hacen recordar nuestras propias aflicciones no resueltas y decimos lo primero que viene a nuestras mentes. En lugar de hablar acerca de las aflicciones de la otra persona, lo que decimos resulta un modo de hablar sobre las nuestras. Todavía nos sentimos afligidos por las pérdidas sufridas en los últimos años, y aprovechamos la oportunidad para ocuparnos en nuestra personal aflicción. Si no decimos: “Y o sé cómo se siente”, ¿qué debemos decir? Nunca me siento más incapaz de decir algo que en los momentos de enfrentar la muerte o las aflicciones. Soy una persona que siempre sabe qué decir. Uso un montón de palabras, y creo que para cada situación debe existir la palabra exacta. Como a tientas he buscado alguna fórmula para usar en tiempo de aflicción, pero no la he encontrado. He sacado la conclusión de que a veces lo mejor que uno puede hacer es no decir nada. Nuestra presencia habla en nuestro lugar. Un abrazo, un fuerte apretón de manos, el dar la seguridad de que estamos orando por la persona en aflicción, puede ser más útil que procurar hablar de algo que no sentimos. En la elocuencia del silencio podemos comunicarnos y brindar más ayuda que en el mal uso de las palabras. Habiendo dicho esto, déjeme ofrecer un descargo y compartir una experiencia. He estado en varias iglesias en calidad de estudiante pastor pero he tenido poca experiencia en atender a las personas en caso de muerte. De hecho, había tenido casi siete años de experiencia pastoral antes de participar en un sepelio. Durante un funeral que dirigí en los comienzos de mi ministerio, aprendí una lección importante. Estaba presente en el velatorio tratando de brindar algún consuelo a la viuda. Mi preparación teológica era lamentablemente inadecuada. Mientras buscaba en mi mente la “palabra” correcta, una mujer me hizo a un lado, abrazó a la viuda y lloró con ella. He reflexionado sobre esta experiencia muchas veces a través de los años. Siempre he sentido que aquella mujer cumplió como ministro del evangelio, en aquel momento, mejor de lo que yo lo había hecho con todo mi bagaje teológico. La presencia de la mujer fue lo importante. Nunca le he preguntado a la viuda, pero me imagino que la presencia y la acción de esta mujer fueron las que confortaron su espíritu.
La sugerencia presentada es la que “Evite decir: ‘Yo sé cómo se siente'.” Ocasionalmente usted puede estar en condiciones de entender cómo se siente otra persona. Pero, esté seguro de conocer bien la situación. En la mayoría de los casos, su presencia será más elocuente que sus palabras. Si ninguna otra cosa es efectiva, pudiera ser que lo mejor que usted pueda hacer es llorar con la otra persona.
Conozca la Psicología Bíblica Alguien que aconseja debe conocer la Biblia y la forma en que la Biblia hace frente a la vida. La práctica de la psicología como la conocemos en nuestro tiempo era, por razones obvias, desconocida en los tiempos bíblicos. Sin embargo, esto no significa que la Biblia no contenga intuiciones psicológicas válidas sobre la personalidad humana. La Biblia, sí, las contiene. Pues fue inspirada por Dios que creó la personalidad humana. El líder o maestro que toma en serio su ministerio y su misión de comprender y alentar a los demás se empapará del conocimiento y del dominio de la Biblia. La leerá, la estudiará, la memorizará. Leerá libros acerca de la Biblia, su lenguaje y las costumbres que refleja. Comprenderá los distintos géneros literarios quela Biblia contiene. La Biblia es nuestra guía en el ministerio de aconsejar. Por alguna razón ha surgido la idea de que uno no puede creer en la Biblia y al mismo tiempo creer en los conceptos de la psicología moderna. Nada puede estar más lejos de la verdad. El estudio de la verdadera psicología y de los verdaderos contenidos bíblicos se apoyarán y complementarán mutuamente. La pseudo-psicología y la pseudo-religión siempre estarán reñidas entre sí. Esta es la razón por la que resulta imperativo que líderes y maestros se empapen plenamente de la Palabra de Dios. Esto no significa que memoricemos unos pocos versículos y los saquemos de su contexto para probar nuestras opiniones. Significa, sí, que adoptemos el espíritu de la Biblia y aprendamos cómo relacionar a las personas con sus enseñanzas. Podemos probar cualquier cosa que se nos ocurra usando la Biblia. (Recuerde aquel cuento ya viejo de una persona que abrió la Biblia descuidadamente varias veces y lo que leyó fue: “Fue Judas y se ahorcó,” “Vé, y haz tú lo mismo,” “Lo que vas a hacer, hazlo más pronto.”) Los consejeros deben tener un amor y una reverencia especial por la Palabra de Dios. Serán los mejores intérpretes de las Escrituras porque las Escrituras están llenas de sentido común y práctico. Conocerán los preceptos de la Biblia porque estos preceptos les ayudarán a ejercer su ministerio con la gente.
Sería imposible hacer una lista de las intuiciones psicológicas que contiene la Biblia. Habría que escribir muchos libros. Con todo, los siguientes son algunos de los preceptos bíblicos, psicológicos, que pueden ayudar a los líderes y maestros en su ministerio de comprender y aconsejar.
Perdonar Es Esencial Perdonar, ya sea que nos perdonemos o que perdonemos a otros, es esencial. La Biblia habla mucho sobre la necesidad de perdonar. Quienes se rehúsan a perdonar a otros no pueden esperar recibir el perdón de Dios (Mat. 6:15). Un espíritu severo que no perdona se verá afectado en cualquier cosa que esa persona haga. Puede afectar nuestra salud física, mental y espiritual. Por eso se nos enseña, tanto a pedir perdón para nosotros mismos (Mat. 6:12) como a hacer extensivo nuestro perdón a otros (Mat. 6:14, 15). A veces, es más fácil aceptar el perdón de Dios que perdonarnos a nosotros mismos. Esta falta de voluntad de perdonarnos a nosotros mismos nos coloca en una situación difícil. En el sentido más pleno de la palabra, nuestra falta de voluntad en perdonarnos es idolatría. Sólo Dios puede perdonar o rehusar perdonar el pecado. Por lo tanto, cuando rehusamos perdonarnos a nosotros mismos por algo que hayamos hecho, nos colocamos en la posición de Dios. Nos hacemos a nosotros mismos la más alta autoridad —más alta aún que la de Dios. Nos hacemos, en realidad, un ídolo. Perdonar es esencial para todos nosotros. La Biblia es terminante al afirmar que antes que podamos relacionarnos convenientemente con Dios o con otros, debemos no sólo recibir, sino también dar nuestro perdón.
La Biblia Trata con Asuntos Fundamentales La Biblia trata con asuntos fundamentales, no con aquellos que se muestran en la superficie. Hay un estribillo que aparece en toda la Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento. El pueblo ofrecía sacrificios y cumplía con el ritual de la adoración. Pensaban que era suficiente. Pero Dios declaraba: “Y o detesto, desprecio vuestras fiestas, no gusto el olor de vuestras reuniones. Si me ofrecéis holocaustos... no me complazco en vuestras oblaciones, ni miro a vuestros sacrificios decomunión denovillos cebados. ¡Aparta de mi lado la multitud de tus canciones, no quiero oír la salmodia de tus arpas! ¡Que fluya, sí, el juicio como agua y la justicia como un torrente inagotable! (Amós. 5:2125, BJ.)
Los consejeros deben ser lo suficientemente perceptivos para ver que lo que aparece en la superficie no es, después de todo lo que cuenta. La experiencia de Roberto (referida en el cap. 2) es un ejemplo. Exteriormente Roberto atacó
el llamamiento de la iglesia para una contribución mayor. En realidad, no estaba oponiéndose al llamado de la iglesia; estaba frustrado y enojado porque no tenía trabajo. La Biblia nos recuerda que muchas veces operamos a dos niveles (o más). Decimos y hacemos cosas a un nivel, pero hacemos esto por razones muy diferentes. En cierta ocasión una mujer pidió a su pastor que orara por su hijo que había sido herido en un accidente. El pastor preguntó a la mujer qué quería específicamente que pidiera. “¡Pida que mi esposo, del que me he divorciado, escuche sobre el accidente y regrese conmigo!” Fue su respuesta.
La Biblia Sostiene Nuestra Esperanza La Biblia es un libro de esperanza. La esperanza que ofrece no es efímera ni infundada. Se basa en el hecho de que Dios es nuestro creador y conoce lo que más necesitamos. Un consejero puede hablar de esperanza frente a lo que el mundo llamaría desesperanza. “Dios dispone todas las cosas para bien de quienes le aman” (Rom. 8:28, DHH). Esto es algo que todo líder y maestro necesita conocer a través de toda la Biblia. Podemos seguir la pista de todas las diferentes formas en que Dios ha tomado lo que desde la perspectiva del hombre era un fracaso para hacer de ello algo bueno. Esto no significa que debemos tomar el mal livianamente. Significa que el Dios al cual servimos es más grande que las fuerzas del mal. Si no fuera por una firme creencia de que Dios puede trocar el mal en bien, no podría enfrentar la tragedia y la aflicción. Si nada redentor pudiera venir de las tragedias que sufrimos, ¿qué propósito habría en la vida? El mayor ejemplo del bien que resulta del mal es la resurrección. Lo que todo el mundo consideró fracaso, desengaño, derrota y muerte, ¡se transformó en la pascua de resurrección! La afirmación de la Biblia es que si Dios pudo hacer eso con su Hijo, puede también hacerlo en nuestras vidas.
La Oración Es Efectiva Un consejero utilizará también el recurso de la oración. La Biblia afirma que la oración es un recurso de mucho valor. La oración puede ser elevada públicamente o puede ser hecha en privado. La oración ayuda a aquel por el cual se ora y a quien ora. Como lo expresa Santiago: “La oración eficaz del justo puede mucho” (Stg. 5:16). Los consejeros deben bañar su ministerio en oración. Deben elevar a la presencia del Señor sus propias incapacidades y las necesidades de la gente a la que están aconsejando.
Acepte en la Gente el Derecho a Fracasar Esta puede ser la sugestión más difícil de aceptar para el obrero-consejero. Es difícil disponerse a ayudar y ver a la gente apartarse de un camino recto o verlos tomar decisiones equivocadas. Aun así, nuestro concepto del sacerdocio de los creyentes dice que este es el derecho de toda persona. Mario tenía veintitrés años de edad. Por varios años se había drogado permanentemente. Estaba finalizando su colegio superior y había llegado a la conclusión de que su vida era inútil y vacía. Nunca había trabajado ni había tenido metas reales en la vida. Ocasionalmente había asistido a un estudio bíblico en el recinto de la universidad con un compañero de habitación. Mario decidió ir a hablar con el líder del grupo para ver si éste tenía alguna solución. Terminado el estudio, Mario pidió hablar en privado con la persona que dirigía el grupo esa noche. Mario le explicó cuál era su problema, la sensación de vacío que tenía, y quiso saber qué podía hacer para llenar ese sentimiento de soledad. El líder de estudio bíblico le hizo saber a Mario de qué manera podía invitar a Jesucristo a entrar en su vida. De inmediato Mario admitió que eso parecía lo que él necesitaba. Pero dijo que no podía dejar de usar drogas. El maestro se dio cuenta de que el uso de drogas se había hecho un dios en la vida de Mario quien estaba luchando con la decisión de aceptar a Cristo, pero finalmente decidió que más bien seguiría con sus drogas que aventurarse a cualquier otra cosa. El líder del estudio bíblico se sentó y tristemente contempló a Mario salir del cuarto. ¡Qué difícil es ver a la gente desechar lo que nosotros sabemos que es verdad y gozo! La ilustración anterior ha sido intencionalmente moldeada según la experiencia de la Biblia que relata de un joven dirigente rico que vino a Jesús preguntándole cómo obtener la vida eterna (Lev. 18:18-23). En esta oportunidad Jesús contempló cómo el joven se iba. Jesús aceptó la decisión del hombre de fracasar. Jesús es nuestro ejemplo en este aspecto, como en otros aspectos. Nunca forzó o ejerció presión sobre la gente. Seguramente contemplar a la gente que se apartaba de él fue una de las cosas más difíciles que Jesús tuvo que enfrentar. El, mucho más que nosotros, sabía los terribles resultados de rechazar la vida eterna. Seguramente que sabía todo el potencial para el bien que tenía el joven rico. Sin embargo, lo dejó ir. No ganaremos todas las batallas. Perderemos algunas en forma absurda. De modo que si Jesús no pudo ganar a toda persona con la cual se encontró, ¿con
cuánta más razón no podemos nosotros tener la pretensión de alcanzar siempre el éxito? De la misma manera que Jesús, debemos respetar la personalidad de quienes nos confrontan y concederles el derecho de fracasar.
No Procure Defender a Dios No tenemos que tratar de defender a Dios. Dios es muy capaz de defenderse a sí mismo. Algunas veces nos podemos encontrar con personas que están enojadas con Dios porque Dios no hace lo que ellas quieren. Está bien, pero Dios no se siente amenazado por nuestra ira más de lo que nosotros lo estamos cuando un niño de dos años nos dice que nos odia. Sabemos que no es exactamente lo que el niño quiere decirnos. Muy pronto olvidará su enojo y lo que lo produce. Mucho menos podemos amenazar a Dios con nuestro enojo. No tenemos que temer ser condenados por Dios por las expresiones de enojo. Dios ya lo sabe de antemano. Ya he hecho referencia a la muerte de uno de mis amigos más íntimos. Ron Lewis fue, tanto un colega como un amigo querido. El había sido un laico activo en nuestra iglesia y había estado al frente como director voluntario de la juventud. Comenzamos a considerar la posibilidad de un ministerio completo al frente de la obra juvenil y educativa, y terminamos por llamarlo “Louie” como los jóvenes lo habían apodado cariñosamente. Louie era por naturaleza un líder de la juventud. También tenía dones naturales para la obra personal. Ron y yo nos complementábamos en las áreas del ministerio pastoral tan bien como cualquier pareja de directivos que yo conozca. Nunca tuve un hermano, pero Ron estaba tan estrechamente unido a mí como pudiera estarlo un hermano. Cuando tenía treinta años se enfermó de leucemia. Al cabo de poco más de dos años había ya muerto. Me encontraba lastimado y enojado. ¿Por qué Dios se había llevado a alguien que tenía tantos dones necesarios en la iglesia? ¿Por qué? Interiormente sabía que mi aflicción se debía a lo que yo había perdido. Era así, pero la única manera que conocía yo de expresar mi aflicción era diciendo que estaba enojado con Dios. Procurando ilustrar lo que quería decir sobre que los consejeros no deben tratar de defender a Dios, compartí esta experiencia personal en una de mis conferencias. Fue una forma de hacerme entender a través de mi experiencia personal y al mismo tiempo demostrar a los asistentes que no estaba mal el expresar nuestro enfado a Dios.
La reacción del grupo ante lo que había compartido con ellos fue interesante. Tres personas respondieron de inmediato tratando de defender a Dios. Una de ellas me dijo que no debía pensar de esa manera. Los otros dos comenzaron a citar pasajes de la Biblia para probarme a mí que estaba errado en mi manera de sentir. Por alguna razón, ninguna de esas actitudes me ofreció la más mínima ayuda. Aún echo de menos a Ron. Hoy he recibido una tarjeta de Navidad de su esposa. Me dice que aún lo extraña, pero no con la misma intensidad que lo extrañaba en la primera Navidad. Ambos estamos enfrentando nuestro dolor. Pero el que alguien me hubiera dicho que no debiera sentir de esa manera y me citara versículos de la Biblia para probármelo no me ayudó a hacer frente a mi aflicción. Tampoco ayudará a otros. Dios no se siente tocado por mi enojo o por mis sentimientos. Puede, por supuesto, ser una falta de fe de mi parte, pero si esta falta de fe es real, debo ser honesto y admitirlo. Este es el único camino que me conduce a desarrollar una fe más fuerte y auténtica. Me sobrepondré. Lo enfrentaré y triunfaré a través del proceso de la aflicción. Tengo otros amigos, otros recursos, que me han sostenido y ayudado. Con todo, pudiera ser que otros no sean tan afortunados como yo. Sea sensible a las necesidades de la gente. No sienta que usted tiene que defender a Dios. Por mucho tiempo ya, Dios se ha sostenido a sí mismo.
Deje Que Cristo Lo Guíe Los cristianos son los representantes de Cristo en el mundo. Hacen la obra de Cristo en nombre de Cristo. Los consejeros deben procurar que Cristo los guíe en lo que hacen y dicen de manera que puedan cumplir el ministerio del Señor a los que sufren. Lo que usted hace y dice debe ser como si Cristo estuviera haciendo y hablando por su intermedio. Ofrézcase a él. Póngase a la disposición de él para ser los labios, las manos, los pies de él. Esto parece algo elemental y sabido, pero le aseguro que no es así. Muchas personas se ocupan de la ayuda secular, y estas personas son esenciales en nuestra sociedad. Sin embargo, pocas personas ofrecen ayuda en el nombre de Jesucristo. Sólo un consejero cristiano proporciona esta contribución especial. Si ofrecer este ministerio es su propósito, permítale a Cristo reinar en su vida de manera que su ayuda sea una extensión de la vida del Maestro. En la medida en que viva con él, será más consciente de cómo él actuaría, llegará a ser más sensible a las necesidades de las personas, y será más capaz de saber cómo responder mejor en ciertas situaciones.
Los maestros o líderes de Educación Religiosa que toman en serio el ministerio de comprender y de aconsejar vivirán tan estrechamente unidos a Cristo que comenzarán a pensar y actuar como Jesús al estar ejerciendo su ministerio en su nombre.
No Titubee en Derivar un Caso ¿Qué hacer cuando nos encontramos con una situación que está más allá de nuestra habilidad para manejarla? ¡Buscar una ayuda extra! Hacemos esto en todas las áreas de nuestra vida. Si tenemos que cambiar de lugar un mueble muy pesado para que una persona sola lo mueva, pedimos a alguien que nos ayude. Si algo anda mal en nuestro automóvil y no sabemos cómo arreglarlo, pedimos a alguien que nos ayude. Los maestros y líderes que enfrentan situaciones que están más allá de su capacidad de ofrecer ayuda, necesitan pedir a algún otro que los ayude. En esos casos es imperativo que busquen una ayuda extra. Pueden hacer un daño irreparable si tratan de ayudar en áreas en las cuales no tienen capacidad. La importancia de este acto de derivar algún caso se pone de relieve en el capítulo siete que enteramente se dedica a este tema. No hay nada malo en pedir ayuda, y usted deberá hacerlo tan pronto como se dé cuenta de la seriedad del problema. Como en otras áreas, también en ésta, la primera fuente de ayuda a la que acudir será su pastor, a menos que tenga muy buenas razones para no hacerlo.
5. Como Aconsejar a los Niños Los niños ¡también son personas! Si muchos supieran esto, tendríamos menos problemas al llegar a ser adultos. Muchos —si no la mayoría— de nuestros problemas tienen sus raíces en nuestra niñez. La manera en que como adultos aceptemos la muerte y el sufrimiento, las decepciones y los conflictos, depende, en gran medida, de la manera en que hayamos sido enseñados desde niños a hacerlo. Los niños son muy transparentes, abiertos, sensibles y perceptivos. Esto mismo, aunque sea positivo, puede presentar algún problema si los adultos que trabajan con ellos no son, a la vez, transparentes, abiertos, sensibles y perceptivos. ¿Cómo puede uno ayudar a los niños? Los obreros que trabajan con ellos tienen la oportunidad de hacerlo en la escuela dominical o en toda otra labor educacional. Sin embargo, los que trabajan con niños no son los únicos que tienen la oportunidad de aconsejar a niños. Jorge y Diana Moreno hacía ocho años que estaban casados. Tenían dos hijos, Marcelo de seis años y Claudia de cuatro. Una noche, en el camino de regreso al hogar, Diana fue muerta por un conductor borracho. Beatriz Pérez, la maestra de Diana en la escuela dominical, vino de inmediato al hogar de los Moreno cuando se enteró del accidente. Cuando llegó, el pastor estaba hablando con Jorge. Beatriz buscó a los niños por toda la casa. Los encontró en el piso superior, en uno de los departamentos personales. Estaban asustados y lloraban. Beatriz los abrazó y ellos comenzaron a llorar más fuerte. Por un momento los tres lloraron juntos. Cuando se calmaron un poco comenzaron a hablar. Claudia dijo: —Papito dice que mamita ha muerto. Dijo que se había ido a un largo viaje para ver a Jesús y que nunca regresaría. No quiero que ella se vaya a ver a Jesús. Yo la quiero aquí, conmigo. No quiero a Jesús, quiero a mi mamita. —Sí —replicó Beatriz—. Tu mamá ha muerto. Un hombre que no debería haber estado manejando atropello con su automóvil el de tu mamá. Me duele mucho que ella haya muerto. —No hubiera muerto si yo hubiera vaciado el tacho de la basura como ella me lo pidió —sollozó Marcelo—. Realmente, yo quería hacerlo. —Marcelo —dijo Beatriz—. tu mamá murió porque un hombre estaba manejando borracho y no debía manejar. Esto nada tuvo que ver contigo. Aun si hubieras vaciado el tacho de basura, esto no hubiera impedido que el hombre atropellara a tu mamá.
Beatriz continuó sentada al lado de los niños. A veces alguno de los niños le hacía preguntas sobre la muerte o sobre quién iba a cuidar de ellos ahora que su madre había muerto. Beatriz respondió a estas preguntas lo mejor que pudo, asegurándoles a los niños que su padre los amaba y que otras personas también los amaban. —Cuando pienso en la madre de ustedes —dijo Beatriz—, recuerdo qué linda estaba el domingo pasado por la mañana cuando cantó en la iglesia. Claudia, ¿cuál es el recuerdo más grato que tienes de tu mamá? Los niños comenzaron con el proceso de recordar muchas cosas buenas de su madre. Pronto llegó la abuela de los niños, y Beatriz los dejó en manos de la abuela. En razón de su sensibilidad, Beatriz ayudó más de lo que ella misma supuso. Su sensibilidad ayudó a dos niños a comprender la muerte y a sentirse confortados en medio de su temor. Nos gustaría que todos los niños tuvieran cerca de ellos a alguien así de sensible en tiempos de tragedia en sus vidas.
Veamos lo que Beatriz hizo bien al cumplir su ministerio. Fue inmediatamente. No esperó a que fuera tarde para ir. Su programa de actividades le permitió ir de inmediato. Justamente, era el tiempo en que más se le necesitaban. Más tarde irían otros amigos y otros parientes se harían presentes. No le dijo a Jorge que si había algo que ella pudiera hacer que se lo dijera. Buscó alguna necesidad que suplir y cumplió ese cometido. Aun si le hubiera preguntado, es improbable que el padre de las criaturas hubiera pensado en los niños. En tiempo de aflicción y muerte, busque algo para hacer — no pregunte. Se puso a la altura física de los niños. Con motivo de sus relaciones previas con los niños, éstos le permitieron que los abrazara. Las comunicaciones a nivel físico tienen más valor que las palabras. Dejó que los niños lloraran. Ni una sola vez les dijo que debían cesar de llorar. Los niños, tanto como los adultos, necesitan llorar. Habían perdido a la persona más importante de sus vidas. ¿Por qué no debían llorar? Las lágrimas tienen la virtud de ayudarnos a disipar nuestras aflicciones. Les dejó expresar el porqué de su llanto. Esto es importante. Ella no sabía qué era lo que los niños sabían. ¿Estaban llorando porque su padre estaba turbado? ¿Sabían que su madre había muerto? ¿Qué les había dicho su padre? Permitiéndole a los niños que le contaran qué era el mal que sentían supo las respuestas a estas preguntas. No estaba bien que ella le dijera a los niños que su madre había muerto si su padre no se los había dicho. Esto siempre es derecho y la responsabilidad de los padres.
Afirmó que la madre había muerto y usó la palabra muerto en lugar de un sustituto. Esto es importante para ayudar a los niños a aceptar que su madre estaba muerta. No reaccionó ante la declaración de Claudia de que ella no quería a Jesús. Tomó esta declaración por lo que era —una manifestación de una niña de cuatro años que había perdido a su madre y estaba asustada, enojada y con mucho miedo. Beatriz dijo a los niños que también Jesús estaba triste. Admitió su propio dolor y tristeza. Los niños la vieron llorar. Así demostró que era correcto estar triste en medio de una pérdida tal. Corrigió la asociación ilógica de Marcelo entre la muerte de su madre y su falta en no haber vaciado el tacho de basura. Fue muy sabia al hacerlo al comienzo del proceso de culpa antes que el niño se familiarizara con la idea. Permitió a los niños que hicieran preguntas sobre la muerte y lo que les deparaba el futuro. Si obtuvo o no todas las respuestas del caso era algo sin importancia. Les permitió expresar sus sentimientos sin temor a la crítica. Compartió sus mejores recuerdos de la madre muerta con lo que obtuvo que los niños comenzaran a expresar sus propios recuerdos buenos de su madre y hablar libremente de ella. Ayudó a los niños a ver que Dios no era la causa de la muerte de su madre. En lugar de decir que Dios se la había llevado, Beatriz no hizo a Dios el culpable de la muerte de su madre. Hizo que la responsabilidad cayera sobre el conductor ebrio y no sobre Dios. Los niños también son personas. Necesitan que alguien se preocupe por ellos. La mayor parte de las sugerencias dadas para aconsejar a los adultos en los capítulos 3 y 4 pueden ser aplicadas a los niños. Sin embargo, las siguientes especiales sugerencias pueden ser útiles.
Orientación para Aconsejar a Niños Los niños perciben la insinceridad Los adultos pueden percibir la insinceridad y la falsedad, pero los niños son especialmente perceptivos. Sea honesto con ellos. No les ofrezca una historia falsa, que no sea real con el propósito de explicarle alguna situación difícil. La madre de Marcelo y Claudia no se ha ido a un largo viaje. Ella ha muerto. Si bien los niños no entienden la muerte de la misma forma que un adulto, ellos la pueden entender. Ellos tienen animales favoritos que mueren. Han visto en televisión morir a muchas personas. Sea honesto en lo que dice a un niño.
Cuando sobreviene un momento de crisis a una familia, la tentación es la de preocuparse del adulto y olvidar a los niños. Entonces, ellos sienten que no cuentan, ya que no se les permite ser una parte en el proceso. Beatriz, la maestra de Diana Moreno, cumplió un ministerio muy especial porque fue sensible alas necesidades de los niños. Se estaban preocupando del padre. Los niños tenían necesidades mayores que las de su padre aunque en una forma distinta. A menudo los adultos piensan que están haciendo un favor a los niños al no hablar de la muerte en presencia de ellos. Sin embargo, los niños, tanto como los adultos, necesitan expresar sus sentimientos.
Los niños son propensos a culparse a sí mismos Los niños no son lógicos en sus pensamientos. La conclusión de Marcelo, de que su madre había muerto porque él no había vaciado el tacho de basura, es típica de un niño. Los niños rápidamente asumen que si ellos hubiesen solamente hecho algo o bien dejado de hacerlo, un divorcio o una muerte no hubiesen ocurrido. Necesitan que se les asegure que nada que ellos hicieron o dejaron de hacer causó la tragedia.
Evite el simbolismo Los niños a menudo pasan por alto el simbolismo que facilita la comprensión del adulto. Explicar la muerte de un padre diciendo que Dios buscó la flor más hermosa de la tierra y decidió que quería al padre de la criatura para agregar a su ramillete, dará al niño un concepto falso de la muerte al mismo tiempo que hará a Dios culpable de la muerte del padre.
Tome a los niños en serio Los niños no son adultos y no deben ser tratados como adultos. Sin embargo, sus sentimientos deben ser tomados en serio. “Ellos no comprenden; ¡son solamente unos niños!”, es una verdadera falacia. No comprenden como los adultos, pero sí comprenden mucho más de lo que muchos adultos piensan que lo hacen. Preocúpese tanto por los sentimientos de un niño en crisis como lo haría por los de un adulto. Otra vez cabe aplicar la Regla de Oro. Si usted fuera un niño, ¿quisiera que la gente le prestara atención? ¿Quisiera que lo escucharan? ¿Quisiera que alguien le dijera que no está mal llorar? ¿Quisiera que alguien le dijera qué es lo que va a pasar en el caso de una muerte o de un accidente? Así pasa con los niños. Uno no necesita llegar hasta los detalles mínimos acerca de una situación particular. Si una pareja se va a divorciar porque papito fue sorprendido en la cama con otra mujer, no es necesario darle al niño todos
los detalles del caso. Ellos no necesitan que se les diga que papito se ha ido a un largo viaje y no estará de regreso por un largo tiempo. Los niños también son personas. Hay que tomarlos en serio.
Dé validez a la emoción Asegure a los niños que no es pecado llorar. Necesitan saber que es totalmente correcto llorar si uno siente deseos de hacerlo. Un poco de llanto ciertamente ayuda a disipar nuestro dolor. El llanto de Jesús ante la tumba de Lázaro ( Juan. 11:35) ha hecho que el llanto, no sólo sea aceptable sino, además, honorable. Si él pudo llorar, ¿quiénes somos nosotros para decir a los niños que ellos no deben llorar? Tampoco está mal el estar enojados. Un niño puede sentirse enojado con Dios por dejar que su madre muera. Puede sentirse enojado con la madre por haber muerto. Puede estar enojado consigo mismo por haber hecho o dejado de hacer algo. Esto está bien. Nosotros siempre nos sentimos enojados cuando no obtenemos lo que queremos, cuando algo nos niega lo que queremos. ¿Por qué no podrán los niños estar enojados cuando pierden a un padre o a un hermano, o algo significativo para ellos? Padres y otros adultos pueden enseñar a los niños que no hay nada malo en mostrar sus emociones en un momento de pérdida o aflicción. Sin embargo, la mejor manera de comunicar este mensaje es demostrarlo. “Debo mostrarme sereno por causa de los niños”, dicen los padres a menudo. Amigos bien intencionados dicen a los padres: “Dejen de llorar, ¿no se dan cuenta de que los niños los están mirando? Y ustedes no quieren que los niños los vean así.” ¿Por qué? ¿Qué hay de malo en que los niños vean llorar a los padres? ¡Nada! Los niños que tienen padres que son capaces de expresar sus sentimientos en formas aceptables, son, en verdad, afortunados.
No Ponga Cargas Innecesarias sobre los Niños Oscar tenía solamente ocho años cuando su padre murió por un ataque al corazón. Durante el funeral, varias personas se acercaron a Oscar y le dijeron que puesto que era un muchacho ya grande debía tomar el lugar de su padre. Otros le dijeron que su madre iba a necesitar su ayuda ahora que su padre había muerto. Nadie le habló sobre la muerte de su padre y Oscar comenzó a pensar de sí mismo como que debía asumir la función de su padre. Una noche, un par de semanas después del funeral. Oscar estaba extrañando mucho a su padre y le pidió a su madre si podía dormir en “el lugar de papito”, en la cama matrimonial, y su madre estuvo de acuerdo. Pronto comenzó a
dormir con su madre regularmente. Su madre pensó que era una “pícara” manera la que Oscar usaba para imitar a su padre y lo alabó por su deseo de ayudarla. Esto intensificó el deseo de Oscar de ayudar a su madre y tomar el lugar de su padre. Oscar no se casó hasta pasados los treinta años. Sin embargo, tenía dificultades para funcionar como pareja sexual con su esposa. Después de un largo período de terapia. Oscar fue capaz de entender que nunca había dejado de considerarse como el marido de su madre y que nunca podría relacionarse adecuadamente con su esposa hasta que “sepultara” a su padre y asumiera ser el marido de su esposa. No todas las situaciones son tan serias como la de Oscar, pero no es realista y, además, es peligroso decir a un niño que debe tomar el lugar de algún otro. Son niños y no se debe esperar que asuman el papel de un adulto. Se relacionan con sus padres como niños y no como adultos. Necesitan relacionarse fraternalmente con sus otros hermanos y hermanas, no como padres. Necesitan sentir la aflicción como niños y no que se les fuerce a actitudes adultas que no les corresponde. En este momento de sus vidas no tienen las aptitudes para manejar las responsabilidades de los adultos.
Descienda al Nivel de los Niños ¿Puede imaginarse a liliputienses viviendo en una de nuestras ciudades? Si es así, usted puede también imaginar cómo es el mundo en la perspectiva de un niño pequeño. Todo parece grande para un niño. Muchos adultos han tenido la experiencia de regresar al lugar de su niñez y volver a ver un edificio u otro objeto que en su recuerdo de niño consideró mucho más grande. En cierto sentido, realmente eran más grandes. Comparados con la altura de un niño, eran casi el doble de lo que serían comparados con la misma persona ya adulta. Cuando hable con un niño, procure colocarse al mismo nivel en que él está. Esto puede significar arrodillarse a su lado. Si el niño es pequeño y obtiene su permiso usted debe estar dispuesto a ponerlo sobre sus rodillas. Siempre que sea necesario, trate de hablar al niño a su nivel y no desde las alturas del adulto.
La Conversión Aconsejar a los niños acerca de aceptar a Cristo es una parte importante del proceso de aconsejar. Los niños, lo mismo que los adultos, no son cosas que pueden ser manipuladas; son personas que deben ser aconsejadas con toda la compasión de Cristo. Como en otras áreas, también aquí nuestro ejemplo es Jesús.
La ocasión en que trajeron los niños a Jesús (Luc. 18:15-17) nos ofrece ciertas pautas. Con toda probabilidad, estos niños eran más pequeños que los que normalmente pensamos que tienen la edad suficiente para hacer una profesión de fe en Cristo. La actitud de Jesús hacia ellos podría ser su actitud hacia todos los niños que se le acercaron para confiar en él como su personal Salvador: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque el reino de Dios pertenece a quienes son como éstos” (Luc. 18:16, Biblia de las Américas).
Los niños tienen una gran fe. Pueden creer lo que los adultos no pueden. A causa de esta gran fe, quienes procuran conducir los niños al conocimiento de Cristo deben ser cuidadosos. Los niños pueden ser manipulados para expresar conceptos en los que ellos realmente no creen. Los adultos pueden ejercer presiones indebidas para que tomen decisiones “religiosas”. Tales presiones deben ser evitadas a cualquier costo. Norma Peña ha enseñado a chicos de tercer y cuarto grados durante más años de lo que uno pueda recordar. Durante todos estos años no ha tenido un niño que pasara por su departamento que no hiciera una profesión pública de fe. Sus pastores, muy a menudo, la han puesto como un ejemplo de preocupación por evangelizar ante todos los obreros de la escuela dominical. Los niños disfrutaban de su enseñanza. Tenía con ellos un montón de actividades y frecuentemente los invitaba a su casa para tener reuniones de compañerismo. Un año el hijo del pastor llegó a formar parte en su departamento de niños. Esto añadió responsabilidad sobre ella en cuanto a mantener su récord. Exactamente antes de que estos niños del cuarto grado pasaran al departamento de los niños de quinto, los invitó a todos a su casa para una reunión social. Después de la diversión y los juegos, habló con el grupo y les dijo cuánto se había preocupado por ellos y que pronto los perdería. Luego les recordó que nunca, ninguno de los que habían pasado por su departamento lo había dejado sin hacer una profesión pública de fe. Les preguntó a los que aún no lo habían hecho si no estarían dispuestos a hacerlo ahora y ayudarla a mantener en vigencia su récord. Les pidió que inclinaran sus cabezas y oraran con ella. Los chicos lo hicieron, y ella expresó en su oración que todos ellos eran cristianos y se presentarían a la iglesia el domingo próximo por la mañana para pedir el bautismo y ser miembros de la iglesia. No importa cuánto los niños puedan apreciar a una maestra y cuánto quisieran ayudarla a mantener un récord, ninguna de estas razones es adecuada para justificar que se haga una manifestación de fe. No es fe en Jesús la que se profesa. Es más bien fe en un maestro que en el amante Salvador. Los niños,
en este caso, no habían creído en Jesús; más bien habían expresado su amor hacia una maestra y habían respondido a una presión singular. Decidirse por la salvación es la decisión más importante que pueda jamás ser tomada. Tal decisión debe ser hecha únicamente bajo la dirección del Espíritu Santo, nunca bajo la indebida presión de un amable líder o maestro. Nadie sabe cuándo un niño está listo para hacer una profesión de fe. Los niños maduran en distintos momentos. Cada niño es un individuo, y todos necesitan comprender que son pecadores necesitados de un Salvador antes que puedan alcanzar la salvación. Esto no significa que sientan haber desobedecido a papá y a mamá. Que se consideren pecadores significa que se consideren separados de Dios a causa de sus pecados. Esta comprensión llegará a diferentes niños a una edad diferente. En la mayoría de los casos, llegará alrededor del tiempo de la pubertad. Los maestros y líderes no deben descuidar a los niños, ni deben presionarlos a que tomen una decisión que no será válida. Los niños deben ser educados y aconsejados para que ellos permitan a Jesús que les ayude a vivir diariamente de la manera que él quiere que lo hagan. Los obreros de Educación Cristiana deben compartir el amor de Jesús con los niños a los cuales enseñan. Deben responder a las preguntas que ellos les hacen. Deben hacerles saber cuánto Dios los ama. El pastor puede ser invitado a estar con los niños en un contexto de franqueza y comprensión donde ellos tengan la oportunidad de hacer preguntas y relacionarse libremente con él. Los maestros y líderes deben tener cuidado en el uso del “lenguaje de Sión”. Muchos de estos términos son significativos para los adultos, pero tienen un sentido muy diferente para los niños. Esté seguro de que usted está traduciendo correctamente los términos religiosos a un lenguaje que los niños entiendan. La función de consejero que cumplen los obreros de Educación Cristiana alcanza su nivel más elevado cuando están conduciendo a una persona a conocer a Cristo como Salvador. Esto es especialmente cierto cuando se tiene la oportunidad de hacerlo con un niño que tiene toda una vida para entregar a Cristo y servirle. Ciertamente, no tenemos derecho de impedirles (Luc. 18:16) venir a Jesús; ni tampoco tenemos ningún derecho de coaccionarlos. Como siempre, en caso de dudas, siga el ejemplo de Jesús. No se equivocará.
Enfermedad y Hospitalización Las ocasiones de enfermedad y hospitalización son tiempos difíciles. Los adultos tienen preocupaciones específicas: ¿Quién cuidará de los niños? ¿Quién va a hacer mi trabajo mientras estoy enfermo? ¿Cómo pagaré la factura? Los niños también tienen preocupaciones especiales. No son las
mismas preocupaciones que tienen los adultos, pero son tan reales para un niño como las preocupaciones de los adultos son para los adultos. Quienes trabajan con niños pueden ayudarles a aliviar algunas de estas preocupaciones y hacer más llevadera la enfermedad o la hospitalización. Max Price, en su serie excelente de folletos “Ayudando a los Niños a Enfrentar”, tiene uno de ellos dedicado a la enfermedad y la hospitalización. El folleto está dedicado a ser leído por los padres antes de que un niño entre en el hospital. Aunque el obrero que se ocupa de niños no tendrá la responsabilidad de hacer para el niño aquellas cosas que los padres deben hacer, los maestros líderes sí tendrán la oportunidad de aconsejar a los padres de los niños que están en su departamento de la iglesia. Price hace cinco sugestiones que pueden ayudar a aliviar la tensión emocional de la hospitalización y la enfermedad. (1) Cuando sea posible dé al niño la oportunidad de prepararse para ser internado. (2) Comparta, hasta donde sea posible, con el niño los pormenores de su tratamiento. (3) De lo mejor que usted sepa, dé al niño toda la información que pida. (4) Deje que el niño lleve algunas cosas del hogar al hospital para que se sienta más seguro. (5) Trate al niño tan normalmente como sea posible.
No permita que el niño enfermo tenga una conducta inadecuada sólo porque está enfermo. Los padres que mantienen una disciplina adecuada con un niño enfermo ayudan en la recuperación del niño. Aun cuando los maestros y líderes no sean capaces de ayudar a los padres antes que un niño entre al hospital, pueden todavía hacer muchas cosas para ayudar a un niño en esa situación difícil.
Visítelo antes de la Hospitalización La ida de los niños a un hospital no siempre está planeada, pero cuando un obrero se entera anticipadamente de esa situación, una visita al hogar antes de que el niño se interne puede indicar al niño que usted tiene interés en él. Esto ayudará a establecer un contacto con el niño al mismo tiempo que ayuda a establecer un puente entre el extraño mundo del hospital y el mundo en el cual el niño vive habitualmente.
Visite al Niño en el Hospital Visitar al niño en el hospital le ayudará a éste a sentir que no lo han abandonado. En el período de enseñanza en la escuela dominical, los maestros le han enseñado a menudo cuánto Dios se preocupa de los niños. Ahora tienen una oportunidad de demostrar prácticamente esa preocupación.
Obedezca las Reglas del Hospital La mayoría, si no todas, de las sugerencias para visitar enfermos que se mencionan en el capítulo 6 también se aplican en la visitación de los niños. Estudie cuidadosamente estas sugerencias.
Envíe Cartas y Postales de Otros Niños De ser posible, haga que los niños de la clase o el grupo escriban cartas o hagan postales para sus amigos en el hospital. Estas cartas y tarjetas de amigos de su misma edad pueden ser una fuente real de ayuda.
Ofrézcase para Cuidar al Niño Muchos niños necesitan un cuidado permanente. Los padres que tienen que trabajar y no tienen abuelos u otros parientes cerca, apreciarían un ofrecimiento para cuidar al niño mientras ellos hacen alguna diligencia, trabajan, o dedican tiempo para un desayuno muy necesario. Esta oferta será especialmente apreciada en el caso de una madre o padre que esté solo, o de una madre soltera. Si los padres desean permanecer junto al niño, el maestro o líder puede ser útil haciendo algunas diligencias por ellos.
Escuche Al visitar a los niños en el hogar o en el hospital, una de las cosas más importantes que un consejero pueda hacer es escuchar al niño. Los niños necesitan hablar. No comprenden lógicamente al mundo. Deben entender muchas de las cosas que se les hacen en el hospital. Los obreros deben escucharlos y es posible que así alivien cierta ansiedad y frustración del niño.
Divorcio El divorcio crea muchos problemas y muchos de ellos implican a los niños. Pero frecuentemente ellos son pasados por alto. Pregunté a una amiga que se había divorciado recientemente qué podían hacer los obreros de la escuela dominical para ayudar a los niños cuyos padres se
hubieran divorciado. Las siguientes sugerencias están basadas en sus comentarios. En cada una de las sugerencias siguientes, es básica la relación que el obrero mantenga con el niño. Un obrero que espera enseñar a los niños solamente durante el tiempo cuando los domingos se encuentran en el templo, será un fracaso. Los niños necesitan sentirse algo singulares. Una manera de hacer esto es visitarlos en sus hogares. Quienes han hecho esto o han buscado otras maneras de relacionarse con los niños fuera del salón de clase, estarán en la posición adecuada para ayudar a los que están envueltos en una situación de divorcio.
No Ponga Rótulos Los rótulos pueden ser muy dañinos. Pueden afectar a un niño para toda la vida. Los niños cuyos padres están atravesando un proceso de divorcio tienen suficientes problemas y necesidades espirituales sin que tengan además que llevar un rótulo. No espere que un niño de un hogar de divorciados actúe o reaccione de una determinada manera. Las generalizaciones de que los niños de hogares de divorciados actuarán de una cierta manera es un prejuicio semejante al prejuicio contra una persona de otra raza. No debemos tener prejuicios contra nadie, y menos con los niños, poniéndoles un rótulo.
Sea un Amigo Los niños —especialmente, los mayores— pueden necesitar a alguien fuera de la familia para que sea un amigo especial durante ese tiempo. Los padres están involucrados en el problema. Los parientes no saben por lo general qué responder a los niños. Un maestro o líder que se preocupa por comprender y ayudar estará llenando un lugar vacío en la vida de un niño en este tiempo de conflicto. Los obreros no deben tomar el lugar de los padres, pero pueden substituirlos durante este período en la vida del niño. Los niños necesitan saber que los adultos se preocupan por ellos. Sus padres pueden estar tan secos emocionalmente que no tienen para ofrecerles nada de lo que ellos necesitan. Los niños necesitan a alguien que los escuche y les permita expresar sus temores y angustias sin condenarlos o volverles las espaldas.
Ayude al Niño a Construir una Buena Autoimagen Como en el caso de una muerte, los niños que pasan por un proceso de divorcio de los padres a menudo recogen falsas señales y se culpan a sí mismos por lo que ha pasado con sus padres. Los niños necesitan que se les asegure que sus actos absolutamente nada tienen que ver con el divorcio de sus padres.
Los maestros y líderes pueden corregir este falso concepto y ayudar a los niños a ver que los problemas de sus padres no hacen de ellos personas inferiores. Algo de esto puede ser hecho en la clase; algo será hecho en conversaciones personales. Un obrero que conozca a los niños será capaz de comprometerlos en el trabajo de la clase, pidiéndoles que respondan a ciertas cuestiones, o que ayuden en algún proyecto especial, o invitándolos a visitar a otros niños. En cualesquiera de estas y otras formas usted puede ayudar a que un niño construya una buena autoimagen. Esta atención personal dice a los niños que un adulto se preocupa por ellos y en el preciso momento en que los dos adultos más importantes de su vida están emocionalmente (y posiblemente, físicamente) separados de ellos.
Trate a los Niños Individualmente De alguna manera tratamos de amontonar a los niños. Los agrupamos juntos y procuramos tratarlos a todos de la misma manera. Muchas veces he escuchado a los padres decir: “No sé por qué Jorge ha cambiado de esta manera. Lo hemos tratado exactamente como a los demás niños.” Aquí está el problema. Jorge no era como los otros niños, y no requería ser tratado como ellos. El era un individuo único. Todos los niños de hogares divorciados no son iguales de la misma manera que no son iguales los niños de hogares bien avenidos. Sin embargo, muchas veces tendemos a agruparlos juntos y tratarlos como si fueran niños clónicos. Algunos niños son personas reservadas y necesitan ser tratados con todo respeto por su manera de ser. Puede ser posible expresar en palabras lo que los niños puedan estar sintiendo y luego comprobarlo con ellos como una manera de ayudarlos a expresar sus sentimientos. Otros niños son más abiertos y sólo necesitan a alguien que los deje hablar de sus sentimientos. Lo ayudará a un niño a hacer frente a las circunstancias no servirá con otro niño.
Acepte la Inseguridad del Niño El divorcio puede crear inseguridad en el niño. Esta inseguridad puede manifestarse de muchas maneras diferentes. Marisa tenía ocho años cuando Carolina y Miguel se divorciaron. La familia había ido siempre a la iglesia, y Carolina continuó llevando a Marisa a su misma escuela dominical. Sin embargo, cada vez se hacía más difícil hacer que Marisa fuera. No quería, justamente, dejar a su madre e ir a su departamento en la escuela dominical. Debido a la sensibilidad de Carolina y a sus buenas relaciones con Marisa, habló del asunto con su hija y le preguntó si ella tenía
temor de que no regresara a buscarla después de la reunión. Marisa reconoció que ese era, precisamente, su temor y su madre le aseguró que nunca haría a su hija una cosa semejante. El haber hablado sobre la situación ayudó a Marisa a expresar en palabras su inseguridad y así enfrentarse con ella. Los maestros y líderes que trabajan con niños necesitan ser especialmente sensitivos a esos sentimientos de inseguridad que siguen un proceso de divorcio.
No Se Compadezca de los Niños Los niños de padres divorciados necesitan muchas cosas, pero, piedad, no necesitan. Sí, es triste que sus padres no sean capaces de vivir juntos. Sí, es triste por el daño en las vidas de todas las personas involucradas. Con todo, tratar de ayudar a los niños desde una actitud “oh pobre niño abandonado”, no ganará la confianza del niño. Sea abierto y admita su simpatía por la situación. Luego, por su actitud y por sus hechos, ayude al niño a progresar en la aceptación de la realidad (y lo definitivo) de la situación y a continuar viviendo.
6. — Algunas Consideraciones Especiales El campo de problemas que los obreros-consejeros encontrarán es ilimitado. Algunos de estos problemas están tan fuera de lo común que el consejero quizá no haya tenido ninguna experiencia anterior en tratar con ellos. Otros problemas aparecerán una y otra vez, repetidamente. Tres áreas de problemas merecen una consideración especial a causa de la frecuencia con que ocurren y a causa de la magnitud de los mismos. Cada una de esas áreas requiere mucha más ayuda de la que se puede dar en un breve capítulo donde todo lo que se trata de hacer es señalar en la dirección correcta.
El Ministerio a los Enfermos Aconsejar a los enfermos puede ser el ministerio más frecuente que tanto maestros como líderes tendrán que enfrentar. La mayoría de las personas se enferman en alguna etapa de sus vidas. Pocas personas son capaces de vivir muchos años sin tener que ser internadas en el hospital o tener una dolencia en el hogar. Ayudar a quienes están enfermos es una parte esencial en el ministerio de aconsejar. Aun cuando la mayoría de las personas tendrá una enfermedad seria en algún momento de su vida, pocas personas se sentirán cómodas teniendo que hacer visitas a otros, hospitalizados o a personas enfermas que estén en sus hogares. La orientación que sigue ofrece algunas sugerencias para que sus visitas tengan un beneficio mayor para los pacientes y sean más agradables para usted.
Observe las Horas de Visita Las horas de visitas están establecidas con un propósito. Un tiempo fijado cuando los visitantes pueden ver a los pacientes ayuda a ambos, al paciente y al personal del hospital. Las horas de visita cambian de un hospital a otro. Compruebe el horario del hospital y guíese por su programa de visitas. Cuando llegue la hora de visitar usted está en su derecho. Las necesidades de los pacientes son más importantes que su horario.
Obedezca los Letreros Los hospitales ponen muchos letreros en puertas y habitaciones. Estos letreros son colocados por buenas razones. Son una manera de ayudar a los pacientes internados a que se sientan cómodos. Estos letreros como “prohibidas las visitas”, “aislamiento”, tienen el propósito de comunicar un mensaje al
personal del hospital y a los visitantes. Los obreros-consejeros no tienen derecho a asumir que esos letreros se aplican a los otros pero no a ellos.
Sea Breve en Sus Visitas No se puede fijar un tiempo exacto para una visita en el hospital. Cada visita depende del paciente. A veces uno atraviesa toda la ciudad y entra en la habitación del paciente únicamente para hallar que el paciente está tan enfermo que no admite visitas. En este caso, una visita de un minuto puede ser suficiente. Si una persona está por retirarse a su casa, no está enfermo de consideración, y tiene deseos de conversar, se puede hacer una visita más prolongada. También tiene que ver cuánto conozca usted al paciente. Un promedio aceptable puede ser el de cinco —siete minutos. Es preferible equivocarse en cuanto a la brevedad que quedar demasiado tiempo.
Llame Si Está Cerrada la Puerta Si la puerta de la habitación de un paciente está cerrada, siempre llame antes de entrar. El no hacerlo puede poner en aprietos al paciente y al visitante. Si la luz de aviso fuera de la habitación está encendida, verifique la situación en la oficina de las enfermeras antes de entrar. Con toda seguridad el paciente tiene algún problema que debe ser atendido antes de que pueda recibir una visita. El paciente puede necesitar algún medicamento para su dolor o puede necesitar que le sea arreglada la cama. En estos casos, una visita en estas condiciones puede ser más una molestia que una ayuda.
Sitúese Convenientemente ante el Enfermo Cuando entre a una habitación, párese o siéntese (normalmente yo prefiero estar de pie) de modo que el paciente no tenga que esforzarse para verlo. Esto puede significar pararse al pie de la cama. Facilite las cosas al paciente. Muchos pacientes le pedirán que se siente. Si el paciente está acostado de espaldas y puede únicamente mirar hacia arriba, usted no debe sentarse.
No traiga Comida Sin Permiso Lo que es un simple gesto de buena voluntad puede llegar a ser peligroso. Un paciente al que recientemente se le ha diagnosticado una diabetes no necesita su chocolate preferido. El modo de actuar más seguro es pasar por la oficina de las enfermeras y preguntar si el paciente puede ingerir determinado alimento o bebida.
No Se Siente en la Cama Sentarse en la cama del paciente o tan sólo moverla puede causarle a éste algún dolor. Una persona que está convaleciendo de una operación o que tiene un dolor de cabeza puede sentirse muy incómoda con sólo que usted se lleve la cama por delante. Tenga cuidado con cables y cordones unidos a la cama. Incluso los orinales manuales a menudo quedan al lado de la cama luego de haber sido usados. Estos pueden ser llevados por delante —como el escritor lo descubrió en cierta ocasión para su desconcierto.
Observe con Atención Al entrar en la habitación usted puede aprender una cantidad de cosas. Aprenda a observar. ¿Tiene el paciente flores, tarjetas, frutas? Un paciente que ha estado en el hospital durante una semana y no ha recibido ninguna tarjeta con expresión de deseos de una pronta recuperación, puede sentirse solitario. ¿Hay una bandeja con alimentos de los cuales se han probado apenas unos bocados? Preste atención a estos detalles.
Tenga Cuidado con Lo Que Dice Su propósito al visitar es el de ayudar al paciente. Muchos pacientes estarían mejor sin ciertas visitas. Aspirante a Consejero: Usted tiene la misma enfermedad que tuvo mi madre. Paciente: ¿Verdad? ¿Qué le pasó a ella? Aspirante a Consejero: Murió el año pasado.
No piense que esto es una exageración. Recuerde que la madre pudo haber muerto en un accidente automovilístico. Pero el daño ha sido hecho. Tenga precaución con lo que dice.
No Asuma el Papel de Doctor o Enfermera Recuerde, usted es un consejero, no un médico o una enfermera. Limítese a su función y deje que el equipo médico cumpla con el suyo. No lea los registros gráficos, controle el monitor o tome la temperatura del paciente. Por mi parte prefiero ni aún preguntar al paciente cómo se siente. En el hospital ésta es una pregunta médica. Como un consejero usted no debe hacer nada cuando el paciente diga que tiene un dolor agudo en su costado. Su propósito al visitar es iluminar el día de la persona, no el diagnosticar su enfermedad ni prescribir un tratamiento.
Deje Que el Paciente Le Dé un Apretón de Manos Un paciente puede no desear estrechar la mano de alguien por muchas razones. A veces, una persona puede haber terminado de recibir por vía intravenosa una solución a través de su mano de modo que ésta está dolorida. Las personas de mayor edad pueden tener artritis. Cualquiera sea la razón, deje que el paciente tome la iniciativa en el ritual de estrechar las manos. Cuando usted lo haga, hágalo con suavidad.
Hable en Voz Moderada No hace falta cuchichear en una habitación de hospital. Ni uno debe hablar en voz tan alta que la persona de la otra habitación, puerta por medio, se beneficie con su visita. El cuchicheo hace que los pacientes se pregunten si es que usted sabe algo que él no sabe. El susurrar al hablar a los miembros de la familia o a las enfermeras hace que el paciente, al percibirlo, caiga en cavilaciones poco gratas para él. Podrían estar hablando del resultado del partido de béisbol de la noche anterior, pero el paciente pensará que usted está hablando acerca de él.
No Visite Si Usted Está Enfermo El martirio puede tener su lugar propicio, pero no es el hospital, y menos si se está visitando. Si usted está enfermo quédese en su casa. Si no está bien corre el peligro de contagiar su mal al paciente. Pero, llame por teléfono o escriba una carta. Por otra parte, usted está más expuesto a contagiarse de alguna enfermedad en el hospital ya que sus defensas no están en el grado óptimo.
Si Es Oportuno Hable a Otros Pacientes Si hay otros pacientes en la habitación con la persona que usted está visitando, hábleles si fuera oportuno. A menudo la persona a quien se está visitando podrá presentarle a los otros pacientes. ¡Naturalmente!, no vaya a despertar a otro paciente para hablarle o no perturbe a alguien que está muy enfermo.
Use Sabiamente la Lectura de la Biblia y la Oración A veces uno tiene dificultades para saber cuándo usar la lectura de la Biblia y la oración. No hay regla que se aplique igualmente en todas las ocasiones. Algunas personas quieren que usted ore y lea la Biblia; otras definitivamente no quieren que se haga esto. Normalmente, yo no visito con una Biblia grande en mis manos. Me gusta llevar un Nuevo Testamento y Salmos de bolsillo. Cualquier librería cristiana tiene a su disposición ediciones de porciones de la Biblia a un precio accesible que pueden ser usadas en forma especial para la
visita a los enfermos. En lugar de leer la Biblia, quizá le gustaría dejar al enfermo una porción de las Escrituras para que él la lea posteriormente. La oración también puede ser ofrecida de varias maneras. Le puede preguntar a los pacientes si hay algo que usted pueda hacer por ellos antes de retirarse. Hay personas que no quieren que se ore públicamente por ellas. Recuerde, su propósito es ayudar al paciente más bien que orar. Usted puede orar por la persona aunque la situación no sea propicia para una oración en voz alta. Puede decir algo como esto: “Quiero que sepa que estoy orando por usted. Mi oración es que pronto esté en condiciones de salir del hospital y comenzar a trabajar.” Debe también estar listo para dar gracias por los alimentos en el caso de que éstos les sean traídos al enfermo durante su visita. No sea “profesional” en la oración y la lectura de la Biblia. Permita que el Espíritu Santo lo use para ser portador de su consuelo y ayuda a las personas con problemas. La preocupación que usted demuestre en este momento puede abrirle muchas oportunidades para un ministerio posterior.
Escuche La habitación de un hospital es un buen lugar para escuchar. Muchas veces los pacientes querrán hablar. Tienen preocupaciones y ansiedades que pueden requerir un oído atento. Este es un lugar donde usted puede practicar el ministerio de escuchar. Deje hablar al paciente. No piense que es su obligación compartir una experiencia similar. Ore para que el Espíritu Santo lo guíe y lo capacite para saber cuándo hablar y cuándo escuchar.
No Tenga una Reunión Social en la Habitación Muchos hospitales limitan el número de visitantes a dos o tres por vez. Si en algún momento se encuentra en una situación en la que cuatro o cinco visitantes están presentes, salude al paciente y dígale que vendrá más tarde. Los visitantes se irán.
Déjele un Mensaje Si No Encuentra al Paciente Si le sucediera hacer una visita cuando el paciente no está en su habitación, de ninguna manera olvide dejarle una nota haciéndole saber que usted estuvo para visitarlo. Si regresa más tarde no deje de mencionarlo. De lo contrario, déjele dicho que lo verá en otra oportunidad. En cualquier caso, esté seguro de cumplir lo que ha dicho.
No Critique al Equipo Médico Sea lo que fuere que usted haga, no critique al equipo médico. No son, por cierto, perfectos, pero tienen sus buenas razones para hacer lo que hacen o dejan de hacer. La última cosa que un paciente necesita es que alguien le provoque dudas en cuanto a la idoneidad del equipo médico que lo está atendiendo.
Sea J ovial La mayoría de los internados en un hospital tienen suficientes problemas como para que alguien les traiga tristeza desde el exterior. Usted puede sentirse como si el mundo se estuviera derrumbando a su alrededor —y no es difícil— pero si no puede traer un poquitito de alegría a una habitación de hospital, debe permanecer fuera. Sea positivo y chispeante en lo que tiene que decir. La visita a hospitales más que un arte es una ciencia. Nadie puede saber de memoria una regla que se adecúe a todas las situaciones. Todo lo que podemos hacer es ser sensibles a las necesidades del paciente y orar para que el Espíritu Santo nos inspire a representar con toda fidelidad a Jesucristo en esta situación de ayudar de alguna manera a la persona que está enferma. Continuar la visitación después de que el paciente abandone el hospital es también importante. De hecho, esta es un área donde los maestros y líderes pueden llenar la necesidad de un ministerio muy necesario. Pocos pastores, incluyendo también a los miembros directivos de la iglesia, tienen tiempo de continuar la visitación de personas que dejan los hospitales. Pero algunos maestros y líderes sí pueden cumplir un ministerio de gran valor visitando más tarde en el hogar a los que son sus alumnos o pertenecen a su grupo. Llamadas telefónicas, tarjetas postales y cartas de los miembros de la clase pueden ser una fuente de ayuda. El miembro de la clase que no puede asistir a la misma porque está enfermo o porque se encuentra en el proceso de una larga convalecencia requiere una atención especial. Nuestra clase de la escuela dominical tuvo un miembro que estaba imposibilitado para subir las escaleras hasta nuestro lugar de reunión, de modo que de vez en cuando fuimos a su hogar para reunirnos con él. Nos debíamos reunir unos treinta minutos más temprano de lo que lo hacíamos en el templo, y nos quedaba tiempo suficiente para llegar a la reunión de adoración en el templo. Fue una experiencia positiva tanto para él como para nosotros.
Ayudar espiritualmente a los enfermos físicamente es una oportunidad para satisfacer las necesidades de la gente y ser consejeros en el sentido pleno de la palabra.
Muerte y Aflicción Una segunda área que el obrero-consejero enfrenta frecuentemente es el área del dolor y la aflicción. La muerte es un evento terrible. Es definitiva. El morir no es algo a lo que se llega por la práctica del morir. Se muere una vez y definitivamente. Y, sin embargo, es en este preciso punto en que nuestra fe cristiana se expresa plenamente. Si nuestra fe no tiene un mensaje para esta ocasión, nuestra fe es inútil. En estos últimos años se han escrito muchos libros sobre la comprensión del proceso de aflicción por el que se atraviesa al enfrentarse con la muerte. Cierto grado de comprensión de este proceso es imperativo para los maestros y líderes que siempre tienen la oportunidad de aconsejar en el tiempo de muerte y aflicción. La obra más completa sobre la comprensión de las etapas que atravesamos al morir es la de Elisabeth Kübler-Ross On Death and Dying (Sobre la Muerte y el Morir). Su libro es importante porque con toda claridad y brevedad señala cinco etapas por las cuales atravesamos hasta aceptar nuestra propia muerte. Estas etapas son (1) negación y aislamiento, (2) enojo, (3) negociación, (4) depresión, y (5) aceptación.
Otros han sugerido una división diferente de las etapas, pero, básicamente, son las mismas: Negamos que estamos próximos a morir; nos enojamos porque sabemos que es verdad; tratamos de entrar en componendas con Dios y con los demás; nos sentimos deprimidos; y entonces, esperanzados, aceptamos el hecho. No todas las personas pasan por esas etapas de una manera natural y pura. Algunos pueden permanecer en una etapa más que otros. Otros quizá nunca lleguen a aceptar el hecho de que van a enfrentar la muerte en breve plazo. ¿De qué manera debe un consejero relacionarse con alguien que es un enfermo terminal? ¡Muy cuidadosamente! El hacerlo bien requiere toda nuestra
sabiduría y conocimiento y, sobre todo, la dirección del Espíritu Santo. Maestros y líderes debieran estar bien familiarizados con las cinco etapas de la muerte. Las personas no sonrobots, y no pueden ser amontonadas en categorías específicas. Sin embargo, hay categorías para este caso, que son lo suficientemente amplias de modo que, normalmente, incluyen a la mayoría de personas que tienen una enfermedad terminal. Ricardo era un miembro pasivo de la clase de hombres de la escuela dominical. No se hizo presente en la clase por cerca de un año. Un domingo por la mañana apareció en la escuela dominical muy temprano. Traía una Biblia nueva bajo su brazo. Durante el estudio bíblico participó ampliamente. Cuando hubo terminado la clase, se quedó un momento y luego salió con el maestro. “Supongo que usted está extrañado por mi presencia aquí esta mañana”, dijo. “He tenido un susto bastante grande esta semana pasada. Fui a ver a mi doctor, y me dijo que tengo cáncer. Volví a mi oficina y me arrodillé al lado de mi escritorio y prometí al Señor que si él me sanaba nunca dejaría de asistir a la iglesia cada domingo. Sentí como una onda de algo que pasó a través de mi cuerpo. Era algo semejante a una onda de intensa luz. En ese momento supe que me había sanado, y voy a cumplir con mi parte en el trato.”
Ricardo había saltado muy de prisa a la etapa de la negociación. De ninguna manera es raro para alguien tratar de llegar a un acuerdo con Dios. ¿Cómo maneja el obrero-consejero esta clase de responsabilidad? Lo volvemos a decir, ¡muy cuidadosamente! Uno no puede decir que Dios no ha sanado a Ricardo. La decisión corresponde a Dios. El puede hacer cualquier cosa que quiera. Sin embargo, si Dios ha sanado a Ricardo, no es porque éste se comprometió a ir todos los domingos a la iglesia. El maestro de Ricardo le expresó su tristeza porque le habían diagnosticado un cáncer. Luego expresó su gratitud por la experiencia que Ricardo había contado que había tenido con Dios. Pero también animó a Ricardo a mantenerse en contacto con el médico. Le sugirió que Dios podía escoger sanarlo a través de la habilidad de un médico. Ricardo estuvo de acuerdo, pero le afirmo que él estaba seguro de que Dios ya había quitado el mal de su cuerpo. El domingo próximo estaba de nuevo. Otra vez participó en el estudio de la Biblia. En cierto momento compartió su experiencia con toda la clase. “Estoy convencido de que Dios me ha sanado, de modo que yo puedo ser un testigo del poder sanador de Dios. Estoy deseando ir a cualquier lugar y en cualquier tiempo a decir a la gente lo que Dios ha hecho por mí.”
El maestro observó a Ricardo cuidadosamente las varias semanas que siguieron. Parecía que Ricardo estaba perdiendo peso. De vez en cuando, paraba en la casa de Ricardo y lo visitaba. Ricardo estaba siempre optimista. Nunca dio la más pequeña indicación de que no creía que el Señor lo hubiera sanado. Un domingo Ricardo no estuvo en la iglesia. El maestro le telefoneó esa misma tarde. La esposa atendió la llamada y dijo que Ricardo estaba enfermo en cama. Luego le confió que su esposo había estado varios días enfermo recientemente y que ella estaba muy preocupada. El había comenzado a advertir algunos bultos en el mismo lugar donde el doctor había extirpado el tumor primitivo. Al final de esa misma semana, la clase tuvo noticias de que Ricardo había sido internado en el hospital. La próxima tarde el maestro fue a visitarlo. Ricardo todavía esta radiante. “Bueno, los doctores dicen que el cáncer ha vuelto. Pero tú y yo sabemos otra cosa, ¿no es así? Dios solamente está probando mi fe. Sé que él aún tiene planes para mí.”
El maestro le aseguró a Ricardo que Dios lo amaba, oró con él, y se fue. Al fin de esa semana volvió a visitarlo. Esta vez Ricardo no lo saludó con su entusiasmo habitual y cuando le preguntó si había tenido un buen día, Ricardo explotó. “¡Cómo puedo haber tenido un buen día cuando los médicos me dicen que me estoy muriendo! Los escuché por casualidad decir a mi esposa que no tengo más que tres semanas de vida. Siento que Dios me ha abandonado. Toda esa porquería en la Biblia sobre que Dios responde a la oración, eso no es verdad. Dios no me ha sanado. Hasta la semana pasada nunca dejé de ir los domingos al templo. Incluso había comenzado a dar el diezmo. ¡Y esta es la formaen que me paga!”
El maestro escuchó por un momento hablar a Ricardo. Luego le dijo: “Sé que estás desconcertado. Yo no comprendo por qué Dios sana a algunos pero no sana a otros. Todo lo que sé es que él se preocupa mucho por ti. El comprende y sufre contigo.”
En esta etapa de la enfermedad de Ricardo, éste estaba experimentando al mismo tiempo enojo y depresión. Había tratado de negociar con Dios, y el trato no había dado resultado. Era un momento crucial en su vida. El que llegara a luchar a brazo partido con su enfermedad habiendo previamente enfrentado aquellas cosas que uno debe resolver antes de morir, determinaría su reacción en este momento. En el caso de Ricardo, su enfermedad
evolucionó muy rápidamente. Nunca tuvo tiempo de ocuparse de su enojo, y murió dejando una esposa y una familia frustradas. ¿Hubiera podido este maestro haber hecho alguna otra cosa que lo que hizo? Probablemente, no. Un consejero más experimentado podría haber razonado sobre la apariencia de la forma en que Ricardo había aceptado su enfermedad. Sin embargo, la gente oirá solamente lo que quiere oír. Ricardo nunca aceptó el hecho de que tenía cáncer hasta que fue demasiado tarde para ocuparse de ello. No podemos tener éxito en todos los casos con los que nos enfrentamos. No podemos forzar a la gente a que responda de la manera que nosotros queremos que ella responda. Todo lo que podemos hacer es apoyarla y serle útil en la forma mejor de que somos capaces.
Aflicción ¿Qué hacer con los que quedan cuando alguien, como en el caso de Ricardo, muere? ¿Cómo ser útiles a quienes están afligidos? Como hay varias etapas a través de las cuales pasan las personas al morir, así hay varias etapas en la aflicción, por la que pasan las personas. En su excelente libro: Enfrentando la muerte: Una perspectiva cristiana, D. P. Brooks sugiere cinco etapas por las que pasa una persona en aflicción: (1) conmoción e incredulidad, (2) insensibilidad, (3) creciente aflicción, (4) reconstrucción, y (5) vuelta a una vida nueva.
Los consejeros sacarán provecho al tener en cuenta que una persona afligida atraviesa ciertas etapas. Nuevamente, estas etapas no son absolutas y rígidas, pero ofrecen un marco de referencia que nos ayudará a entender la aflicción. La aflicción puede sobrevenir por varias y diferentes experiencias. La muerte, ciertamente, es una de estas experiencias. Pero un divorcio, un hijo que deja el hogar, la muerte de un animal doméstico, la pérdida de un empleo, una mudanza, una amputación, todas estas cosas pueden causar aflicción. Cuando yo era pastor, una de nuestras familias más fieles no vino a la iglesia un domingo. Los visité durante la semana y encontré que su perro había sido atropellado y muerto justamente cuando estaban listos para ir a la iglesia. Habían quedado en casa esa mañana porque estaban muy alterados. Recuerdo que pensé que era demasiado. El otoño pasado fui el encargado de llevar
nuestro perro, al que habíamos tenido con nosotros catorce años, al veterinario para que lo matara. Siento ahora más simpatía para aquella familia a la que le mataron su perro. Una pareja de colegas en ejercicio del ministerio a quienes les fue necesario matar sus animales domésticos, tuvieron los mismos sentimientos que yo. Recuerde que la aflicción puede venir de cualquier pérdida. Una pena no curada causa tantas dificultades en nuestras vidas como cualquier otro problema. Tenemos miedo de dar lástima. Hacemos muchas cosas para tratar de cuidarnos de admitir nuestra aflicción. Cuando tenemos una pérdida, esto es muy real. C. S. Lewis, en su penetrante libro Estudio de una aflicción describe la experiencia de enfrentarse con su aflicción cuando falleció su esposa. “Nadie me había dicho nunca que la aflicción fuera tan semejante al temor. No estoy atemorizado, pero la sensación es como la de estar atemorizado. Las mismas contracciones en el estómago, la misma inquietud, los suspiros. Me mantenía absorto.”
Un poco después escribió: “¿Tan pronto recuperado? Pero las palabras son ambiguas. Decir que el paciente se recupera de una operación de apendicitis es una cosa; después de haber sufrido la amputación de una pierna es otra cosa muy distinta... En este momento estoy aprendiendo a moverme con muletas. Quizá dentro de poco me darán una pierna de madera. Pero no volveré nunca a ser un bípedo.”
La aflicción es real. Nunca la tome livianamente o trate de negarla. La mejor ayuda que un consejero puede brindar en presencia de una aflicción es aceptar la realidad y lo doloroso de la pérdida y estar presente para escuchar a la persona que está afligida. Las sugestiones siguientes podrán ayudar a quien tenga que aconsejar a alguien que está afligido.
Reconozca Que la Aflicción Es Real Cualquiera sea la pérdida, reconozca que la aflicción es real. Un niño puede haber perdido un animal favorito. Un hombre puede haber perdido un empleo. Una esposa puede haber perdido a su esposo. Toda pérdida es real para la persona de quien se trata. No diga a la gente que no debiera sentirse de la manera en que lo manifiesta. No niegue los sentimientos de la gente. Puede hacerse un grave daño con el fracaso en reconocer la realidad de la aflicción. A menudo, personas bienintencionadas dirán: “¡Vamos, usted no debiera sentirse de esa manera!”
Como si por decirle eso se pudiera cambiar la manera en que se sienten. Todo lo que se podrá ganar es mantenerlos callados ante nosotros (o posiblemente ante otros) sin decir lo que sienten y privándolos así de enfrentar su aflicción y superarla.
Escuche-Deje Que la Persona Hable Al tratar con personas afligidas, la primera sugestión para aconsejar puede ser aplicada con gran provecho. ¡Escuche! ¡Escuche! ¡Escuche! Deje que la gente hable sobre lo que siente. No trate de detenerlos. Ayuda, no perjudica, el dejar que la gente hable sobre sus pérdidas. Un amigo que recientemente pasó por una operación de corazón abierto me hizo una penetrante observación. Me dijo que las personas que han tenido una operación de corazón abierto pasan por un período de depresión. Cuando le pregunté por qué, dudó por un momento y luego contestó: “En una operación de corazón abierto usted está cara a cara con la muerte, pero nadie lo dejará hablar sobre el asunto.” No importa cuál pueda ser la fuente de la aflicción, deje que la persona hable. ¡Escuche!
Háblele de la Pérdida Hable acerca de la pérdida en su conversación con la persona apenada. Muchas veces la gente cree que lo mejor que puede hacer es evitar mencionar el tema. ¡Equivocado! La mayoría de las personas que han sufrido una pérdida quieren hablar acerca de su pérdida. Es la mejor terapia para superar la aflicción.
Manténgase en Contacto Manténgase en contacto con la gente afligida. Pase por su casa y visítela. Llámela por teléfono. Salga a almorzar con ella. Invítela a su casa. No la evite. Especialmente esto debe hacerse en caso de un divorcio o una muerte. La presencia de Dios a través del Espíritu Santo es de gran utilidad aunque no se note su presencia. El Espíritu Santo nos fortalece y nos conforta. Wiliam P. Tuck señala que la palabra conforta se deriva de dos palabras con, “con” mas fortis, “fuerza”. Cuando Isaías declara, “confortaos” (Isa. 40: 1, Versiones inglesas, cast. “consolaos”) quiere decir, “fortaleceos”. “La fortaleza que viene de la perdurable Presencia de Dios es una fortaleza interior que nos fortifica para enfrentar cualquier situación porque somos conscientes de que no la enfrentamos aislados y solos.”
Dios ayudará a quienes están afligidos. Los únicos a los que no puede ayudar son aquellos que no admiten que están en necesidad de ayuda.
Divorcio Curioseando en un negocio de ventas de tarjetas me quedé sorprendido al encontrarme con dos tarjetas casi idénticas, una al lado de otra. Ambas mostraban tortas de boda con la novia y el novio que son tradicionales. En el interior de una el texto impreso decía: “Congratulaciones en vuestro matrimonio.” Pero, la otra tarjeta mostraba al novio cabeza abajo con su cara cubierta de torta (¿era accidental el simbolismo?). En su interior el texto decía: “¡Congratulaciones en su divorcio!” ¡Muy bien!, a mí no me gustaba ninguna de las dos pero, ¿cómo relacionarnos con personas que acaban de divorciarse? Sin duda que no queremos enviarles una tarjeta, pero enviarles una tarjeta sería mejor que ignorar totalmente la situación. El tiempo que sigue al divorcio es un tiempo de aflicción, exactamente como el que sigue a la muerte. Las personas involucradas han experimentado pérdida y sufrimiento; también han experimentado el silencio de la comunidad. Por lo menos, en una experiencia de muerte, podemos enviar tarjetas o flores o escribir una breve nota expresando nuestra simpatía. Pero, ¿cómo nos relacionamos con alguien que se ha divorciado recientemente o que está a punto de hacerlo? Las sugestiones sobre cómo tratar con las personas afligidas se aplicarán también a la manera de ayudar a las personas divorciadas. Además, también hay que tener en cuenta las siguientes sugerencias.
Reconozca el Divorcio Antes de que usted pueda iniciar la tarea de aconsejar a una persona que se ha divorciado, o está en la tramitación de un divorcio, usted debe francamente reconocer el hecho del divorcio. Si no se atreve a hacerlo cara a cara, puede escribirle una nota. El reconocimiento del divorcio ofrece una oportunidad para una ayuda posterior.
No J uzgue-Deje Esto para Dios. Es difícil no juzgar si una persona ha hecho bien o ha hecho mal en divorciarse. Pero no es esta la tarea de un consejero. El juicio pertenece exclusivamente a Dios. Cualesquiera que sean sus sentimientos personales con respecto al divorcio, una actitud de censura hacia las personas divorciadas lo aislarán de un posible ministerio.
No Deje Que Su Teología Impida Su Ministerio El divorcio es un tema crucial y divisivo. Muchas iglesias y pastores se oponen fuertemente al divorcio. Antes que los consejeros puedan cumplir su tarea con personas divorciadas deben examinar sus convicciones personales respecto al divorcio. El divorcio es siempre la expresión de un fracaso. Es la admisión de parte de dos adultos supuestamente maduros de que no pueden seguir adelante con sus relaciones. Y porque esto es verdad, es que quienes están involucrados en un proceso de divorcio necesitan que se los sostenga y anime. Todos nosotros hemos fracasado en algún área de nuestra vida. Aunque un fracaso en el matrimonio es significativo, nuestro Señor lo puede perdonar. Los consejeros pueden, a su vez, comunicar este mensaje de perdón y la palabra de esperanza que lo acompaña.
Incluya a las Personas en Actividades Sociales No excluya a las personas divorciadas de las actividades sociales. Todavía tienen ellas necesidades sociales. Muchas de nuestras actividades de este tipo giran en torno a las parejas. Es fácil olvidar a las personas divorciadas lo mismo que a los viudos cuando se extienden invitaciones para estas actividades sociales. Extienda, usted, la invitación y deje que las personas decidan si se sentirán cómodas al asistir. Planee actividades que no hagan hincapié en la pareja. Pocos consejeros se sentirán felices de cumplir su tarea en cualquiera de estas tres áreas —enfermedad, muerte, aflicción y divorcio. Ninguna lista de sugerencias podrá hacer que uno se sienta cómodo en estos casos, las que aquí se presentaron son apenas insinuaciones que indican la dirección correcta. Familiarícese con ellas. Sea sensible a las necesidades de las personas. La empatía, identificación, lo pondrá a usted en los zapatos del prójimo. Pregúntese a usted mismo qué quisiera que alguien hiciera por usted en esa situación. Después de todo, esto es realmente poner en práctica la Regla de Oro: aconseje a los demás como quisiera que alguien lo aconsejara a usted, de hallarse en la misma situación.
7. — Cuando Derivar Ciertos Casos Los maestros y líderes encuentran habitualmente situaciones que, por una razón u otra, no pueden manejar. Simplemente puede tratarse de que no disponen del tiempo requerido para tratar el caso. La naturaleza de la necesidad puede estar más allá de la capacidad de ellos y la naturaleza de la situación puede hacer que se sientan muy incómodos. Marta salía del aula un domingo por la mañana cuando el tema de la lección había sido el del punto de vista cristiano sobre el matrimonio y el divorcio. Al salir por la puerta. Pablo y Cristina González se hallaban en medio del pasillo. Ambos habían estado en su clase de matrimonios esa mañana. Marta los saludó brevemente y se apresuró a dirigirse al ensayo del coro. Pablo la tomó por el brazo y le dijo: “Marta, tú has suscitado preguntas muy interesantes esta mañana. Me gustaría que vinieras a casa una noche para conversar sobre el tema. ¿Sería posible?” Marta convino en que los llamaría para fijar un tiempo para la reunión y se fue al ensayo del coro. Esa misma noche, llamó por teléfono y arregló con ellos para tener un encuentro el lunes por la noche. Cuando llegó. Pablo le dijo: —“Marta, dijiste algunas cosas el domingo por la mañana que desearía conversar contigo. Si no te he entendido mal, dijiste que el divorcio no estaba bien. Y o estoy de acuerdo contigo, pero Cristina no. Ella me comunicó la semana pasada quequiere un divorcio. Le he dicho quela Biblia afirma que no es correcto; pero no quiere escucharme. ¿Quieres explicarle a ella qué es lo que está mal?
Marta miró a Cristina que hasta ese momento no había dicho una palabra. Estaba enojada y miraba a Pablo echando chispas por los ojos por haberla puesto en aprietos de esa manera. Marta se dio cuenta de cuan difícil era la situación. Sonrió y dijo: —”Bueno, Pablo, verdaderamente me has puesto en una situación difícil. No deseo tomar partido en una pelea de familia porque yo los aprecio a ambos. Cristina, ¿qué te parece si me cuentas qué es lo que sientes en este preciso momento?
Con esto, Cristina comenzó a dejar libre su hostilidad. Acusó a Pablo de ser insoportable, insensible, e incapaz de comprender sus sentimientos. Pablo respondió acusando a Cristina de ser una malísima ama de casa, de prestar más atención a los otros hombres que a él.
Marta se dio cuenta de que Pablo y Cristina tenían algunos serios problemas en su matrimonio y que mientras ninguno de los dos parecía considerar el divorcio en serio, algo había que hacer. Después que hubo hablado por un tiempo, les preguntó si habían acudido a alguien para que los aconsejara. —Fuimos a ver al pastor Aguirre, pero él nos dijo que oráramos sobre el problema y que asistiéramos con más frecuencia a la iglesia. Esto no pareció dar ningún resultado. —Me apena que hayan tenido esa experiencia con el pastor. Sin embargo, hay otros consejeros competentes a disposición que podrán ayudarles. Tengo un amigo que trabaja en el centro de asesoramiento en el centro de la ciudad y a quien recomiendo sin reserva alguna. Lo conozco bien y sé que es un cristiano íntegro. Me temo que ustedes tienen algunos problemas que yo no puedo resolver. Me gustaría darles su nombre y sugerirles que lo llamen para concertar una entrevista con él. Si les parece bien, tendré mucho gusto en llamarlo por teléfono y decirle que se pondrán en contacto con él. Podría compartir con él algo de lo que me han compartido hoy. De esta forma, él los estará esperando. ¿Están de acuerdo?”
Marta se había encontrado en una situación difícil. Era una situación que iba más allá de su habilidad. Era también una situación en la que podía perder la amistad con los esposos González a causa de la naturaleza personal del conflicto. Sin embargo, se preocupó por ambos, Pablo y Cristina. Estos ya habían recurrido a un consejero, pero, cuando Marta había cumplido con su deber, sólo le restaba derivar el caso a uno de los grandes recursos disponibles en la comunidad y que ella conocía. Marta supo recomendar a la pareja a alguien que podría brindarles una orientación adecuada en lo que respecta a sus relaciones. La derivación de algunos casos es un importante —aunque difícil— aspecto de la tarea del obrero-consejero. No es desentenderse de las personas porque uno no quiera ayudarles o se sienta incapaz de hacerlo. Es ponerlos en contacto con recursos que están disponibles para ellos. En este sentido, los maestros líderes que comprenden la situación son como el operador de un conmutador que puede comunicar a alguien que llama del exterior con quien está en el edificio y puede brindarle la ayuda e información necesarias.
Cuándo Derivar un Caso ¿Cuándo necesita un obrero-consejero derivar un caso? Las situaciones en las que se deben derivar los casos son muchas y de distinto tipo. A veces, a causa de las propias condiciones o situación del maestro o líder. En otras ocasiones, puede ser a causa de la naturaleza del conflicto.
Falta de Tiempo El tiempo es un valioso ingrediente de nuestras vidas. Todos nosotros tenemos nuestras propias familias y nuestras responsabilidades por las cuales preocuparnos. Tenemos que trabajar. Tenemos que encontrar tiempo a nuestro descanso. Por más grande que sea nuestro deseo de ayudar a alguien, podemos llegar a estar tan sobrecargados que simplemente no podemos ayudar adecuadamente a otros sin perjudicarnos a nosotros mismos. Decir no cuando alguien nos solicita ayuda no está mal si es que no tenemos tiempo para ayudar. Esto no significa que no nos preocupemos. Significa realmente lo opuesto. Significa que sí nos preocupamos y que queremos que ellos reciban la mejor ayuda posible que, por el momento, tendrá que venir de algún otro. Si un domingo por la noche, un maestro o líder descubre a alguien que necesita trabajo, y él va a estar fuera de la ciudad toda la semana en un viaje de negocios tiene, ciertamente, la necesidad de que algún otro ayude al necesitado.
Falta de Aptitud El nuestro es un mundo completo. Nadie puede saberlo todo sobre todas las cosas. En muchas ocasiones, durante el día nos encontramos con problemas que no podemos resolver y pedimos ayuda. Si nuestro automóvil comienza de pronto a hacer ruidos raros llamamos a un mecánico. Si es un problema de cañerías llamamos al plomero. Si se nos presenta un dolor agudo en el pecho vamos al consultorio del médico. Los maestros y líderes encontrarán muchas situaciones que están más allá de su capacidad para ayudar. Si éste llega a ser su caso, no se sienta mal por esto. Es peor tratar de ayudar y hacer con ello un mal mayor. Cuando nos encontramos en estas situaciones necesitamos poner a la persona en contacto con alguien que le pueda brindar la ayuda inmediata que necesita.
Enfermedad — Física o Mental Si alguien está enfermo físicamente —o piensa que lo está— es necesario llamar a un médico. En ninguna circunstancia debe el líder o maestro intentar el diagnóstico de una indisposición. Si una persona ha perdido el apetito o el sueño, o se queja de dolores en alguna parte de su cuerpo, esa persona necesita ver a un doctor. Si la persona no puede pagar el costo de una atención médica, en la mayoría de las ciudades hay
clínicas al servicio de esas personas donde se les puede brindar ayuda gratuita o a bajo costo. El embarazo —especialmente si ocurre fuera de las relaciones matrimoniales— es una necesidad particular. La mayoría de las comunidades tienen buenas clínicas donde se ofrece tanto cuidado prenatal para el bebé como cuidado psicológico para la madre, para estos casos. Por cierto, una persona que demuestra tener síntomas de alguna anomalía psíquica, debe ser derivada a un médico de la especialidad. Si una persona amenaza con suicidarse o amenaza matar a algún otro, la amenaza debe ser tomada en serio. En el libro A Cry for Help (Un Grito de Ayuda), los autores hacen una lista de quince signos reveladores de que un adolescente está pensando en suicidarse. Muchos de éstos son aplicables a personas de todas las edades. 1. Comportamiento externo: agresividad, comportamiento hostil 2. Abuso de alcohol y drogas 3. Comportamiento pasivo 4. Cambio en los hábitos alimenticios 5. Temor a la separación 6. Cambios abruptos en la personalidad 7. Andar oscilante 8. Impulsividad 9. Falta de interés en el estudio y bajas notas 10. Incapacidad de concentración 11. Pérdida o falta de amistades 12. En la vida de un niño, pérdida de una persona o cosa importante 13. Desesperanza 14. Obsesión por la muerte: deseos de morir 15. Evidencia de que el niño está haciendo un testamento
El suicidio, especialmente entre los jóvenes, está aumentando de una forma alarmante. Por parte baja, cincuenta y siete niños y adolescentes norteamericanos intentan cada hora suicidarse. Estas cifras se basan en las anotaciones en los registros de los hospitales de emergencia. Puesto que muchos intentos de suicidio se disimulan como otros no son tratados en las salas de emergencia, las cifras reales son, ciertamente, más elevadas. La frecuencia del suicidio ha aumentado como un 3.000 por ciento cada año. Todo maestro y líder que trabaja con jóvenes y niños (o adultos, en cuanto a esto) necesita tomar muy en serio las amenazas de suicidio que haga un niño o un adolescente. Giffin y Felsenthal han hecho un gran servicio al hacer una
lista de trece “mitos mortales” acerca del suicidio que necesitamos superar si es que queremos ayudar a personas que están en trance de cometer suicidio.
Los Mitos Mortales 1. Nada la pudo haber detenido una vez que ella decidió matarse. 2. La persona que fracasa una vez en el intento de suicidarse finalmente tendrá éxito. 3. Las personas que hablan de suicidarse nunca lo hacen. 4. Cuando la gente habla de suicidio, solamente están tratando de atraer la atención. Ignorarlos es lo mejor que se puede hacer. 5. Hablarle acerca del suicidio a una persona que está en dificultades puede dar a la persona ideas morbosas. 6. La gente bajo un tratamiento psiquiátrico raramente se suicida. 7. A menudo, la causa de los suicidios es la tristeza. 8. La gente que se mata es porque está loca. 9. Una vez que las personas han tratado de matarse y fracasan, el penoso sufrimiento y la vergüenza le impedirán intentarlo de nuevo. 10. Mi hijo estaba deprimido y con ideas suicidas. Pero la depresión ha desaparecido. Está mucho mejor y más feliz. Finalmente está fuera de peligro. 11. Únicamente cierto tipo de juventud comete suicidio, y mi hijo no es para nada de ese tipo. 12. Los suicidas son por lo general ancianos a los que les queda poco tiempo de vida. 13. El suicidio se repite en ciertas familias, de modo que no se puede hacer mucho para prevenirlo. Estos son mitos. No los crea. Quienes trabajan en la prevención de los suicidios han encontrado que estos mitos son mortales porque mantienen a la gente que quiere ayudar pero no saben cómo hacerlo, apartados de entender que existe una necesidad. El suicidio es una realidad, aun en familias cristianas. Si un maestro o líder tiene razones para sospechar que alguien está pensando en suicidarse, debe aconsejar a esta persona en el sentido de buscar una ayuda profesional. Sin embargo, no piense que porque usted no tiene una habilidad práctica en esta áreapuede desentenderse del problema. La mayoría de los suicidas pensaron
que nadie quería relacionarse con ellos. Se sentían aislados de todos los amigos. Todo maestro y líder puede establecer con quien amenace con suicidarse una relación que un consejero profesional no tendría. Derive a la persona a un consejero profesional pero permanezca cerca de ella y ofrézcale ayuda y la oportunidad de hablar con la persona que puede ayudarle a superar su período de depresión.
A suntos L egale aless L os casos casos que que impli plica can n de definici nicione oness le legal gales tam tambié bién de deben ben ser ser deri derivad vados. os. En En un caso de divorcio o cuando alguien se encuentra comprometido en un proceso judicial o cualquier otro asunto que requiera ayuda legal no dude en deri derivar var el cas caso o a un aboga abogado. do. L os aboga abogados dos está están n moral moralm mente obl obligados gados a guardar el secreto profesional como lo están los doctores y los consejeros. Muchas uchas veces, si una perso persona na puede puede obtener obtener asesor asesoram amiento ento le legal gal habrá habrá eliminado una fuente de conflictos que le ha causado sufrimientos por un largo tiempo. Si la falta de dinero es el problema la persona puede ser derivada a alguna institución de servicio social para una ayuda legal gratuita o más barata.
Necesidades Crónicas Alguna gunas neces necesiidade dadess son de tal tal natural naturale eza que no se sol soluci uciona onarán rán en en un momento y ni siquiera en un período de varias semanas o meses. Pocos maestros y líderes tienen el tiempo necesario que hay que dedicar a problemas que se prolongan casi indefinidamente, o requieren gastos considerables. Ramón tenía apenas cuarenta y siete años cuando comenzó a sufrir de vértigos y ocasionales desmayos. Fue a un médico que descubrió que necesitaba una operación quirúrgica en las arterias que van al cerebro. Durante este tiempo, su maestro de la escuela dominical fue a visitarlo día tras día antes de ser operado, para orar con él. Durante la operación. Ramón tuvo un ataque que lo dejó semiparalizado. Perdió casi totalmente el habla y ni aun podía comer por sí mismo. Necesitaba una rehabilitación prolongada, y la familia necesitaba ayuda para hacer frente a algunas de las cuentas. Era demasiado para una persona. Toda la iglesia estuvo lista a comprom comprome eterse como como asi asimism smo o la la comuni comunida dad d mé médica. dica. Al A lguna gunas necesidades a corto plazo fueron atendidas de inmediato y se hicieron planes para hacer frente a las necesidades a largo plazo. El maestro no hubiera podido brindar por sí mismo esta clase de ayuda por mucho que él deseara hacerlo.
I mpl pliicado Muy M uy Pe Persona nallmente L os ma maestros y líderes deres neces necesiitan tan deri derivar var sus casos casos cuando cuando se encuentran ncuentran el ellos mismos involucrados en el problema. Cuando se trata de amigos íntimos que están pasando por problemas matrimoniales es necesario derivar el caso a alguien que no esté relacionado tan íntimamente con la pareja. No es raro trabajar con los problemas de una pareja y que ésta más adelante se sienta incómoda por haber compartido tanto con una persona que ven habitualmente. Por eso dejan la escuela dominical e incluso, a causa de ese malestar, cambian de iglesia.
Personas con Nece Necessidade dadess M ate aterr ial ale es Posiblemente haya que decir algunas cosas sobre las personas con necesidades materi teria ales. Mucha gente gente ham hambrie brienta vive vive en en nuestro nuestro mundo. undo. A lgunos gunos de estos estos hambrientos viven en torno suyo. Para algunos esta situación es reciente y motivada por la pérdida del empleo. Otros se han habituado a vivir de esta manera. nera. A otros, otros, incl i ncluso, uso, le les agrad agrada a este modo de vida vida y han han llllegado gado a adaptarse muy bien a él y manejan la situación para provecho personal. Alguna gunas fa familias ne neces cesiitan ayuda en si situaci tuacione oness de de neces necesiidad dad urgen urgente. te. Sin Sin embargo, muy pocos maestros y líderes pueden proveer ayuda por un tiempo prolongado a quienes tienen necesidades financieras. Esta es otra situación en la que se necesita derivar el caso a alguien que pueda proveer más ayuda (organizaciones comunales, estatales o particulares) y al mismo tiempo ofrecerles algunos consejos que les ayuden a cambiar este tipo de estilo de vida. Cada situación que haga necesaria la derivación es única. No se pueden establecer reglas rígidas sobre cuándo una persona debe o no debe ser derivada a otros medios de ayuda. Sin embargo, las orientaciones generales que siguen ofrecerán alguna ayuda: 1. No se sienta culpable cuando tenga que derivar a alguien a otra persona que tenga más experiencia y que, a la larga, pueda proveer una ayuda más efectiva. 2. No abandone a las personas que haya derivado. No deje que ellas sientan que usted usted “se “se ha lavado lavado las las manos en en su caso”. caso” . Continúe ontinúe ayudándol ayudándole es con su presencia y sus oraciones. 3. Derive los casos siempre que usted no tenga tiempo para ocuparse de la situación. 4. Derive los casos cuando usted no tenga la práctica suficiente para manejar la situación.
5. Derive los casos cuando usted se encuentre emocionalmente comprometido en la situación. 6. Derive los casos cuando se trate de personas enfermas— mental o físicamente. 7. Derive los casos cuando se trate de consultas legales. 8. Obtenga siempre el permiso de la persona antes de compartir con otros cualesquiera de los asuntos privados de la misma.
¿A Quiénes Derivar los Casos? Saber cuándo hay que derivar un caso es únicamente la mitad de la cuestión. L a otra mitad tad es es sabe saberr a qui quié én deri derivarl varlo. o. Como omo ma maestro o lí l íder der de Educa ducaci ción ón Cristiana en su iglesia, la prioridad en el tema de la derivación debe tenerla su pastor. Esta debiera ser su prioridad a menos que usted tenga buenas razones para que no sea así. Algunos pastores no practican la orientación psicológica. No ven que ésta sea parte parte de su llllamamiento. Aun así así,, se serí ría a bue bueno no compa comparti rtirr con su pastor pastor muchas uchas —si no todas— las situaciones que usted está tratando, por si el conocimiento de ellas pudiera ayudarle a cumplir su ministerio con la gente implicada. Otros pastores tienen la capacidad de practicar este tipo de orientación. Es algo que no hacen bien. Precisamente, porque una persona que ha sido llamada a predicar no por eso, juntamente con su llamamiento, ha recibido automáticamente don de practicar la orientación psicológica. Algunos gunos conse consejjeros han han probado probado deri derivar var los los casos casos al al pastor pastor y han han hal hallado que que no da resultado. Esto no significa hacer un reproche al pastor. Es solamente decir que algunas personas tienen personalidades que no les permiten la práctica práctica de de esta cla clase de or oriientaci ntación. ón. Ade A dem más, la l as mi mism sma as razones razones por la las que usted debe derivar un caso (falta de tiempo, capacidad o relaciones personales) pueden también tener vigencia cuando se trata de su pastor. Su pastor tiene el mismo derecho a derivar un caso, que el que tiene usted. L a regl regla aún es apl apliica cabl ble e: la prioridad número uno en cuanto a quién derivar un caso es su pastor, a menos que usted tenga buenas razones para que no sea así. En la mayoría de las comunidades hay varios otros recursos. Todo maestro y líder der debe debe toma tomarse lla a mole olestia stia de descubri descubrirr cuále cuáles son. son. La L a mayorí yoría de las comunidades tienen organizaciones para la salud mental que ofrecen una variedad de servicios. Póngase en contacto con ellas para saber qué servicios están disponibles a la comunidad y cómo se puede hacer uso de ellos. En la mayoría de los casos encontrará que sus preguntas son bien recibidas.
Si en el hospital local hubiera un capellán, éste estaría en condiciones de prestarle ayuda y servir como una persona a la cual derivar algunos casos. Investi nvestigue gue qué doctore doctores han han tra tratado tado con éxito éxito a la la ge gente. nte. Consejeros privados, psicólogos y psiquiatras pueden también ser útiles en estos casos. En ocasiones, las pólizas de seguro personal cubren esta clase de ayuda. Para satisfacer las necesidades materiales de la gente, se debe estar familiarizado con las organizaciones de la comunidad que ofrecen ayuda en cosas como: alimento, albergue, indumentaria y trabajo. Su iglesia puede ayudarle en alguna de estas cosas pero, cuanto usted más conozca de lo que está a disposición en la comunidad, más capacitado estará para ayudar a quienes se dirigen a usted en busca de ayuda. ¿Tienen en su comunidad una oficina de asesoramiento legal? ¿Conoce algún abogado que desea realizar un ministerio de su profesión tanto como atender asuntos legales? Si usted trabaja con la juventud le será útil conocer, si los hubiera, a los asistentes sociales que trabajan en escuelas y colegios, ellos le pueden proporci proporciona onarr ayuda. yuda. ¿Y qué deci decirr de otros otros pastores pastores en en el el área donde donde uste usted d actúa? ctúa? Al A lgunos gunos de ellos pue pueden den tene tenerr dones dones de ase sesoram soramiiento psicol psicológi ógico. co. Hay ayuda disponible en la mayoría de las áreas. Sólo falta ocuparse en descubrirla.
Cómo Der Der iva varr un Ca Caso Wayne Oates sugiere a los pastores siete pasos a seguir para derivar un caso; estos pasos también son aplicables al obrero-consejero. 1. El primer paso para derivar un caso es reconocer la naturaleza de la necesidad y sus limitaciones para satisfacer esa necesidad. Si el problema es muy grande, o la situación le crea un problema a usted mismo, la persona debe ser derivada a quien corresponda. No sólo es correcto pedir ayuda, es imperativo que usted pida ayuda cuando las necesidades de la persona están más allá de su habilidad para hacer frente a ellas. 2. Int I nte erpr pre ete cor corrrectament nte e la difi dificul cultad tad de de la per person sona. a. J Ju uanita ita hizo izo ver a Natalia que necesitaba más ayuda de la que ella podía brindarle y le sugirió que vie viera al al pastor. pastor. J uani uanita ta entendi ntendió ó que que Natali talia tení tenía un proble problema que reque requerí ría a una una ayuda más profe profesiona sionall que que la la que que ella lle e podí podía a ofrece ofrecer. r.((Ver este relato en el capítulo 2.) 3. Confiese sus propias limitaciones y exprese su interés en la salud y la recuperación de la persona a la que está ayudando. Te ayudando. Ten nga cuida idado con este
paso. No diga: “No hay nada que yo pueda hacer para ayudarle.” Esto hace que la persona sienta que no hay nada que se pueda hacer para resolver su problema. Mencione lo que usted puede hacer. Al asegurarle que ella oraría por Natalia, Juanita le hizo ver que se preocupaba por ella y que tenía buena voluntad para hacer lo que estuviera a su alcance para remediar la situación. Tuvo la franqueza de admitir que no tenía la habilidad necesaria para ayudar a Natalia y a sus padres. 4. Ponga a la persona en contacto con aquel a quien la haya derivado. En el caso de Juanita, ella inmediatamente llevó a Natalia a ver al pastor. Esto no es siempre posible, pero se puede incluir más que esto. Usted puede ofrecerse para llamar por teléfono a la persona a la cual se deriva el caso para que ella espere una llamada o una visita de la persona derivada. Esto ayuda a destruir las barreras. Siempre debe obtener el permiso de la persona antes de hacer ese contacto. Probablemente sea mejor dejar que la persona necesitada concierte la cita. Muchos consejeros requieren que sea el aconsejado quien concierte la cita. Si la persona necesita ayuda inmediata, usted debiera llevarla hasta a quien la ha derivado o por lo menos puede ofrecerse para hacerlo. 5. Exprese preocupación por la persona a la que ha derivado. Es imperativo que la persona que ha sido derivada no tenga la sensación de que usted no quiere ayudarla. Sea honesto y franco en lo que concierne a los motivos por los cuales está derivando el caso. Al mismo tiempo asegúrele que va a continuar apoyándola con sus oraciones y sus visitas. 6. Cumpla con sus promesas. Esté seguro de que usted está respaldando sus promesas con los hechos. Si la persona ha sido hospitalizada, hágale visitas en el hospital. A veces, si la persona está lejos, se le puede enviar una nota para informarle que se está orando por ella. El ministerio de derivar los casos es un aspecto importante del ministerio de aconsejar de los maestros o líderes. En éste, como en toda otra tarea, es imperativo orar para que el Médico por excelencia nos use para su gloria y para el bien de las personas.