Filosofía a la gorra ¿Cómo criar monstruos marinos?
(Zaratustra p230) “Allí donde las tempestades se precipitan en el mar y la trompa de las montañas bebe agua, allí debe realizar cada uno alguna vez sus guardias de día y de noche, para su examen y conocimiento.”
AGRADECIMIENTOS!! (celulares, dinámica) Borges, El mar en “El otro, el mismo” (1964) p 943
“Antes que el sueño (o el terror) tejiera Mitologías y cosmogonías, Antes que el tiempo se acuñara en días, El mar, el siempre mar, ya estaba y era. ¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento Y antiguo ser que roe los pilares De la tierra y es uno y muchos mares Y abismo y resplandor y azar y viento? Quien lo mira lo ve por vez primera, Siempre. Con el asombro que las cosas Elementales dejan, las hermosas Tardes, la luna, el fuego de una hoguera. ¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día Ulterior que sucede a la agonía.” agonía.” Bienvenidos a esta charla sobre el amor. (Ya vamos a ver por qué)
INTRO FILO A LA GORRA. DÓNDE, CÓMO, PARA QUÉ Y CON QUÉ LA FILOSOFÍA 1 – ¿Dónde la filosofía? El espacio, la geografía, la academia, el habitar. Nietzsche Zaratustra, De los doctos 185. 1
“Pues ésta es la verdad: he salido de la casa de los doctos: y además he dado un portazo a mis espaldas. Durante demasiado tiempo mi alma estuvo sentada hambrienta a su mesa; yo no estoy adiestrado al conocer como ellos, que lo consideran un cascar nueces. Amo la libertad, y el aire sobre la tierra fresca; prefiero dormir sobre pieles de buey que sobre sus dignidades y respetabilidades. Yo soy demasiado ardiente y estoy demasiado quemado por pensamientos propios: a menudo me quedo sin aliento. Entonces tengo que salir al aire libre y alejarme de los cuartos llenos de polvo. Pero ellos están sentados, fríos, en la fría sombra: en todo quieren ser únicamente espectadores, y se guardan de sentarse allí donde el sol abrasa los escalones. Semejantes a quienes se paran en la calle y miran boquiabiertos a la gente que pasa: así aguardan también ellos y miran boquiabiertos a los pensamientos pensamientos que otros han pensado.” 3- ¿Para Schopenhauer como educador , p 37 “Sólo conozco un escritor al ¿ Para qué la filo fi loso sofífía a? Schopenhauer que puedo situar al lado de Schopenhauer, o incluso más alto, en cuanto a honradez, y es Montaigne. Que un hombre así haya escrito es cosa que ha aumentado, realmente, el gozo de vivir en este mundo. Por mi parte, al menos, desde que conocí este espíritu, máximamente libre y fuerte como ningún otro, no puedo decir de él sino lo que él mismo dice de Plutarco: “Apenas he lanzado una mirada en mirada en él, y ya me han crecido una pierna o un ala”.” Algo monstruoso… 4 – ¿Con qué la filosofía? Platón, Apología Platón, Apología de Sócrates, Sócrates, 36d. Material, fetichismo de la mercancía “¿Qué merezco que me pase por ser de este modo? Algo bueno, atenienses, si hay que proponer en verdad según el merecimiento. Y, además, un bien que sea adecuado para p ara mí. Así, pues, ¿qué conviene a un hombre pobre, benefactor y que necesita tener ocio para exhortaros a vosotros? No hay cosa que le convenga más, atenienses, que el ser alimentado en el Pritaneo.” Empiezo NUEVAMENTE CON BORGES, con un fragmento de “El libro de los seres seres imaginarios” (152), (152), no se trata propiamente de algo escrito por Borges sino de una cita de Alfred Tennyson: “Bajo los truenos de la superficie, en las honduras del mar abismal, el Kraken duerme d uerme su antiguo, no invadido sueño sin sueños. Pálidos reflejos se agitan alrededor de su oscura forma; vastas esponjas de milenario crecimiento y altura se inflan sobre él, y en lo profundo de la luz enfermiza, pulpos innumerables y enormes baten con brazos gigantescos la verdosa inmovilidad, desde secretas celdas y grutas maravillosas. Yace ahí desde siglos, y yacerá, cebándose dormido de inmensos gusanos marinos hasta que
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el fuego del Juicio Final caliente el abismo. Entonces, para ser visto una sola vez por hombres y por ángeles, rugiendo surgirá y morirá en la superficie.”
Empecé por la cita del libro de Borges para no decepcionar completamente a los que pensaron que iba hablar sobre el Kraken, el Leviatán o alguno de estos famosos monstruos marinos de las mitologías. Van a estar de alguna manera presentes, pero no directamente. Sobre todo me interesa pensar por qué estos monstruos son marinos. Qué nos sucede con el mar. Qué sucede con hacerse a la mar. Vamos a empezar a verlo desde el filósofo y jurista alemán Carl Schmitt (Tierra y mar) “El hombre es un ser terrestre, un ser que pisa la tierra. Se sostiene, camina y se mueve sobre la tierra firme. Ella es el punto de partida y de apoyo. Ella determina sus perspectivas, sus impresiones y su manera de ver el mundo. No sólo su horizonte sino también su modo de andar, sus movimientos y su figura son los de un ser que nace en la tierra y se mueve sobre la tierra. El astro que habita lo llama él «la tierra», aunque es evidente que en lo que respecta a su superficie, son de agua casi tres cuartas partes y tan sólo una de suelo firme y que las grandes masas continentales son como islas que emergen de ella.”
Tenemos un vínculo privilegiado con la tierra, con el elemento terrestre, con la certeza de la “tierra firme”, con este elemento en el que afincar y echar raíces, con el terruño, la tierra es un elemento seguro y familiar. Sigo con Carl Schmitt: “¿Son, por tanto, la existencia humana y la humana naturaleza algo puramente terrestre en su esencia y sólo vinculado a la tierra? ¿Son los otros elementos, en realidad, materias de segundo orden asociadas a aquélla? La cosa no es tan sencilla. El problema de la posibilidad de una existencia humana distinta de la puramente terrestre está más cerca de lo que imaginamos. Precisas tan sólo llegarte a la orilla del mar y levantar la vista. Tu horizonte abarca ya la grandiosa superficie de las aguas. Es curioso que el hombre, cuando se halla en una costa, mira, por impulso natural, de la tierra al mar y no a la inversa, del mar hacia la tierra. Entre los recuerdos profundos, inconscientes muchas veces, de los hombres, son agua y mar el misterioso origen de toda vida. La mayoría de los pueblos recuerda en sus mitos y leyendas no sólo a seres nacidos de la tierra, sino también a dioses y hombres salidos del mar.”
Somos seres terrestres con ansias de mar. O mejor, sabemos que el mar es el único lugar posible de la aventura. La tierra puede ser ocupada y conquistada, sus habitantes más feroces fácilmente cercados. En cambio el mar, la inconcebible inmensidad oceánica, es el único continente capaz de albergar todos los monstruos que nuestra imaginación pueda bosquejar. Enormes monstruos en persecuciones imposibles, como la del capitán Ahab a la terrible ballena blanca en Moby Dick. 3
(Zaratustra p. 174) “Silencioso es el fondo de mi mar: ¡quién adivinaría que esconde monstruos juguetones!” Escuchemos lo que el marinero Ismael pregunta al comienzo de esta novela de Melville, antes de embarcarse en el barco ballenero (Moby Dick, 22) “¿Por qué casi todos los muchachos sanos y robustos, con alma sana y robusta, se vuelven locos un día u otro por ir al mar? ¿Por qué, en vuestra primera travesía como pasajeros, sentisteis también un estremecimiento místico cuando os dijeron que, en unión de vuestro barco, ya no estabais a la vista de tierra? ¿Por qué los antiguos persas consideraban sagrado el mar? ¿Por qué los griegos le dieron una divinidad aparte, un hermano del propio Júpiter?”
Subrayemos lo siguiente “los muchachos sanos y robustos, con un alma sana y robusta, se vuelven locos un día u otro por ir al mar”. Si bien nuestra vida transcurre en tierra, hay algo fuertemente vital en el mar, aventurarse es hacerse a la mar. La Odisea, obra fundamental de la cultura occidental es una gran aventura marítima plagada de monstruos. Odisea (Canto V, 410) p 60. Así dice Ulises casi ahogándose en el Canto V de la Odisea: “¡Ay de mí! Después que Zeus me concedió que viese inesperada tierra, y acabé de surcar este abismo, ningún paraje descubro por donde consiga salir del espumoso mar. Por doquier hay agudos peñascos a cuyo alrededor braman las olas impetuosamente, y la roca se levanta lisa; y aquí es el mar tan hondo que no puedo afirmar los pies para librarme del mal. No sea que, cuando me disponga a salir, una gran ola me arrebate y dé conmigo en el pétreo peñasco, y sea en vano mi esfuerzo. Mas, si voy nadando en busca de una playa o de un puerto de mar, temo que nuevamente me arrebate la tempestad y me lleve al ponto, abundante en peces, haciéndome gemir tristemente; o que una deidad incite contra mí algún monstruo marino, como los que cría en gran abundancia la ilustre Anfitrite; pues sé que el ilustre dios que bate la tierra está enojado conmigo.”
Vamos a volver sobre Ulises y su relación con la exploración marítima más adelante QUIERO HACER ACÁ UN PEQUEÑO PARÉNTESIS Es, en muchos sentidos, lamentable, que tengamos que recurrir a referencias literarias, porque con el desarrollo del transporte aéreo hemos perdido en buena medida, la experiencia de la aventura marítima que ha alimentado las vivencias de diferentes culturas a lo largo de milenios. Nuestra forma de viajar se vanagloria de no permitir aventura ninguna, de llegar al destino en el minuto preciso, en una cabina presurizada, impermeabilizada y pasteurizada cuya avería ya no significa aventura, sino catástrofe. Hemos perdido quizás para siempre la experiencia de la aventura marítima. Pero continuemos.
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(Zaratustra p. 316) “Si yo soy amigo del mar y de todo cuanto es de especie marina, y cuando más amigo suyo soy es cuando, colérico, él me contradice: Si en mí hay aquel placer indagador que empuja las velas hacia lo no descubierto, si en mi placer hay un placer de navegante: Si alguna vez mi júbilo gritó: “La costa ha desaparecido – ahora ha caído mi última cadenalo ilimitado ruge en torno a mí, allá lejos brillan para mí el espacio y el tiempo, ¡bien! ¡adelante! ¡viejo corazón!” Partiendo de estas primeras impresiones, pensemos ahora por qué un filósofo como Nietzsche, utiliza una y otra vez la metáfora marítima. Voy a utilizar sobre todo citas de “La ciencia jovial” en la que algunos de los aforismos me interesan particularmente, pero también voy a remitirme a Así habló Zaratustra y algunos otros textos. (p258) Este es el aforismo 240 y se titula “En el mar”. “No me construiría ninguna casa (¡y mi felicidad se caracteriza por no ser propietario de ninguna!). Ahora bien, si tuviera que construirla, lo haría, como algunos romanos, justo en el mar. Ya me gustaría a mí compartir algunos secretos con esta bella monstruosidad.”
No quiero pasar de largo lo primero que dice Nietzsche. Lo que quisiera denominar “La tristeza de los propietarios”. Ser propietario de una casa, de un terreno propio, implica un trabajo de conservación de esa propiedad adquirida, implica un devenir conservador. Y la tristeza no es sino una consecuencia del movimiento de asegurar y conservar. Por eso la felicidad nietzscheana está asociada a no ser propietario. A no estar atado a la seguridad de lo propio. Me detengo aún un poco más en este punto. El apropiar y conservar es un movimiento que va más allá de la acumulación económica. Va más allá y no, “economía” viene del griego “oikos” y “nomos”. “Nomos” es ley y “Oikos” casa, hogar. Se trata de las leyes de la casa, del hogar. Tendríamos que traer a esta charla no solamente la mitología marítima, sino la fábula de los tres cerditos y la fragilidad de la casa, que hay que solidificar para hacer inamovible frente a los peligros y poder vivir esa tranquila “Vida de interior”. Lo contrario de la aventura marítima. Pero pensemos rápidamente lo siguiente: no se trata de no tener ningún hogar, se trata del problema del valor de ese hogar, así como del valor de cualquier propiedad, sobre todo de la propia identidad. El movimiento de conservar lo adquirido implica que lo valoremos, justamente porque ya está adquirido y por nuestra inversión en su conservación.“Yo invertí mucho en esto como para tirarlo por la borda” digo sobre mi vida, entonces, prefiero morir ahogado en la conservación que abandonarlo. Por esto es mejor no realizar grandes construcciones. Es mejor la fragilidad del nomadismo. Pero si hubiera que realizar una construcción, si fuera indispensable edificar un espacio para llamarlo hogar, sería solamente en el mar, para compartir secretos con esta bella 5
monstruosidad que, a diferencia de la tierra, está en continuo movimiento en su aparente quietud. Vamos a leer, para seguir acercándonos a donde quiero llegar, un segundo fragmento de La gaya ciencia P 273 “Pues ¡creedme! el secreto para cultivar la máxima riqueza y el máximo placer
de la existencia es ¡vivir peligrosamente! ¡Construid vuestras ciudades en el Vesubio! ¡Dirigid vuestras naves a mares inexplorados! ¡Vivid en guerra con vuestros iguales y con vosotros mismos!”
Después de todo lo que hablamos sobre la aventura marítima, queda claro por qué Nietzsche asocia el “vivir peligrosamente” con el “dirigir nuestras naves a mares inexplorados”. Porque esa es la cuestión del viaje marítimo que nos interesa, el de exploración, experimentación y descubrimiento. “El sueño de un sol y de un mar y una vida peligrosa” como dice Charly García en
Viernes 3am Ahora bien, Nietzsche es muy claro al final de la cita que leí, esa exploración implica estar en guerra con nuestros iguales y con nosotros mismos. ¿Por qué? Porque salir del lugar de seguridad, de nuestro territorio, implica una batalla contra los lugares comunes que nos sostenían. (Deleuze, Conversaciones, p 5) “como los poderes no se conforman con ser exteriores, sino que se introducen en cada uno de nosotros, gracias a la filosofía todos nos encontramos constantemente en conversaciones o negociaciones y en guerra de guerrillas con nosotros mismos.” Y es una batalla que solamente los creadores están dispuestos a afrontar. Si pretendo experimentar, si pretendo crear: un nuevo estilo musical, un nuevo concepto filosófico, un nuevo modo de trabajo, de sexualidad, de vida, se va a tratar siempre de un camino incierto por mares inexplorados que va a chocar con mi propio modo de ser en tierra firme y con el modo en que mis iguales viven en esa tierra. El deseo mismo de ser otro, el deseo de ser un extranjero, un extraño, es suficiente motivo de condena para mis iguales, que lo van a considerar algún tipo de desprecio y de traición a la patria. No hay que temer a los monstruos marinos, sino al llamado conservador que nos invita a amar lo que ya somos. Porque se trata, como dije al comienzo de la charla, de un problema de amor, ahora vamos a verlo. Hay dos aforismos de La ciencia jovial que quiero leer con ustedes a continuación:
El aforismo 334 se titula “Hay que aprender a amar”. ¿Qué es lo que hay que aprender en ese aprender a amar? Lo diferente. Es, por ejemplo, Lo mismo que pasa con la música 6
nueva. Primero nos parece más de lo mismo o nos parece puro ruido, hasta que aprendemos a ver lo que tiene de particular, de nuevo, de extraño. El consejo, dice Nietzsche es (315) “practicar la generosidad frente al aspecto sorprendente que hay en ella”. Es decir, hay que ser capaces de no apresurar nuestros juicios de condena frente a lo nuevo. Al contrario, es nuestro deber aguzar el oído. Sigue Nietzsche “Siempre acabaremos siendo recompensados por nuestra buena voluntad, nuestra paciencia, justicia, dulzura frente a lo extraño, cuando lo extraño se quita lentamente su velo y se revela con toda su nueva e indecible belleza: no es sino su agradecimiento por nuestra hospitalidad. Pero quien se ama a sí mismo lo habrá aprendido haciendo este camino: porque no hay ningún otro.”
Hay que aprender a amar quiere decir, hay que ser hospitalario, hay que recibir bien al extranjero, al extraño, a lo nuevo e incomprensible que hay también en nosotros mismos. Vivir una vida peligrosa no significa sino la práctica de esta extraña forma del amor, que no ama lo que conoce, no ama simplemente al perro fiel que es premiado por ser una y otra vez el mismo cuando volvemos a nuestra casa. Por cuidar nuestra propiedad y por identificarnos y reconocernos, por encontrarnos siempre iguales. Hay que poder amar algo incomprensible, algo otro en nosotros mismos. Algo que no nos reconoce y en lo que no nos reconocemos. Esta extraña forma del amor, o esta forma del amor al extraño, forma parte inescindible del amor filosófico, del philein que está en la raíz de “filosofía”, el famoso “amor a la sabiduría”, que ahora está invertido en una sabiduría del amor. Justamente porque amamos no lo que ya somos y conocemos, sino porque se trata de un movimiento continuo de descubrimiento y experimentación de aquello que podemos llegar a ser. (Zaratustra, 98) “¿Os aconsejo yo amor al prójimo? ¡Prefiero aconsejaros la huida del prójimo y el amor al lejano! Más elevado que el amor al prójimo es el amor al lejano y al venidero; más elevado que el amor a los hombres es el amor a las cosas y a los fantasmas. Ese fantasma que corre delante de ti, hermano mío, es más bello que tú; ¿por qué no le das tu carne y tus huesos? Pero tú tienes miedo y corres hacia tu prójimo.” Decíamos con Carl Schmitt al principio de la charla “El problema de la posibilidad de una existencia humana distinta de la puramente terrestre está más cerca de lo que imaginamos.”
Ojo, no hay que confundirse, no estoy pidiendo abandonar la existencia terrestre hacia una existencia humana aérea, divina, celeste, no se trata de un devenir-angelical. No estoy hablando de la purificación del alma. No estoy hablando de reconocer que somos seres-deluz o tonterías como esa. Sino de embarcarse en una aventura marítima en este mundo, una aventura en la que el cuerpo sea contagiado por la impetuosidad de las olas. 7
Se trata de una aventura “humana, demasiado humana”. Quiero compartir con ustedes un fragmento de 20.000 leguas de viaje submarino de Julio Verne, donde queda en evidencia parte de este problema. (9) Cap 1, primera página “Pero aquello existía, era innegable, y, dada la atracción que siente el cerebro humano por lo maravilloso, se comprenderá la emoción suscitada en el mundo entero por esta aparición sobrenatural.”
Justo cuando el protagonista, el científico francés Aronnax descubre que el monstruo marino que estaba persiguiendo, no es otra cosa que el submarino Nautilus, comandado por el Capitán Nemo, dice lo siguiente: (56, cap 7, p. 5) “El descubrimiento de la existencia del ser más fabuloso o mitológico no me hubiera sorprendido tanto. Que lo prodigioso venga del Creador parece fácil de entender, pero encontrar de golpe ante nuestros ojos lo imposible misteriosa y humanamente realizado es como para confundir la razón.”
Relegar el ámbito de lo increíble y monstruoso a la potencia divina, es justamente descreer de la potencia humana. Afirmar que lo terrible sólo puede provenir de Dios, sólo puede ser “sobrenatural” es afirmar que no hay nada terrible en el hombre, es pensar al hombre como impotente. “No puedo creer que puedas hacer eso” es lo que el científico Aronnax parece decirle a los hombres. Los invito entonces a entrar en el aforismo que dio origen a esta charla, uno de los que realmente quería compartir sí o sí con ustedes. Es el número 289 y el título es ¡Levad anclas! Se trata de pensar una función para la
filosofía, para esta extraña forma del amor de la que estamos hablando. ¿Qué es lo que puede hacer la filosofía? Puede darle a una nueva forma de vida o de pensamiento, un momento de cobijo que le permita madurar independientemente del sentido común y de la consideración de los demás. En palabras de Nietzsche (277) “convierte incesantemente la maldad en bien, hace florecer y madurar todas las fuerzas, y de ninguna manera deja surgir las pequeñas y grandes cizañas de la pesadumbre y del mal humor”.
¿Cómo hace esto? Cubriendo a cada retoño de vida extraña, de pensamiento nuevo, de creación, con un sí amoroso. Con esa generosa hospitalidad en la que pueda crecer fuerte. Porque para toda singularidad hay dos posibilidades: o hacer que sienta vergüenza de sí misma, que sienta culpa por lo que es, que no se quiera, que no se afirme. O, al contrario, permitirle la capacidad de afirmar que así como es esa vida, así rara, así nueva, así incomprensible, así amenazante, así está bien. Que vamos a pensarla así, que vale la pena pensar desde ahí y vivir desde ahí. Por eso los tres aforismos finales del Libro Tercero de la Ciencia Jovial son tan condenatorios de la vergüenza: 8
(264) 273. ¿A quién llamas tú malo? “A quien siempre quiere avergonzarse.” 274. ¿Qué es para ti lo más humano? “Ahorrarle la vergüenza a alguien.” 275. ¿Cuál es el sello de haber logrado la libertad? “ No sentir vergüenza de uno
mismo.” Esta es propiamente la famosa transvaloración nietzscheana, no es malo el que se aparta del camino, sino el que tiene vergüenza de hacerlo. Pero si pocos se apartan del camino trazado y de la seguridad de lo propio es porque los otros les hacemos sentir vergüenza cuando lo hacen. ¿Qué es para ti lo más humano? “Ahorrarle la vergüenza a alguien.” Y finalmente (af.
275) uno puede ser libre cuando ese sentir vergüenza de recorrer un camino propio ya no nos afecta. Acá queda claro que el problema principal es con uno mismo y que la vergüenza (también la culpa) es el principal obstáculo para la liberación de vaya uno a saber qué fuerzas monstruosas y qué nuevas interpretaciones que nos habitan. Entonces, Para cada vida con forma nueva, es decir, para cada vida deforme respecto al canon de la normalidad, en otras palabras, para cada vida monstruosa, indescifrable, amenazante, un pensamiento que esté a la altura de esa vida, un “SI” que le permita afirmarse. Sigue Nietzsche en “Levad anclas” (p 277 Ciencia jovial): “¡También el malvado, también el infeliz, también el hombre de excepción deben tener su propia filosofía, su buena razón, su luz del sol! ¡No es la compasión lo que les hace falta!”
Esta es una pregunta de enorme relevancia política, ¿verdad? ¿Qué vidas merecen existir? Aún quienes nos parecen extraños, malvados, monstruosos, necesitan, dice Nietzsche, su buena razón, su luz de sol, su filosofía, su posibilidad de afirmarse. Y Quizás lo necesiten más que nadie. ¿Y por qué no es la compasión lo que les hace falta? Porque la compasión busca incluir o reconfortar por la exclusión sufrida, la compasión busca perdonar. La compasión dice así: “Bueno, estás fallado, pero te perdonamos. Dice Bueno, sos rarito, pero podés apoyarte en mí, ya vas a llegar a ser normal algún día, no pierdas las esperanzas. La compasión Dice sos malo, pero en el fondo debés ser bueno, es decir, debés ser como yo, como todos los buenos”.
Son dos formas muy distintas de entender el amor. El amor compasivo es el amor cristiano. Allí los desvíos pueden ser perdonados, los pecados absueltos, siempre que reconozcamos a tiempo el único camino verdadero, siempre que retornemos a lo familiar y aceptemos al Padre. Por eso es que Nietzsche dice en el aforismo 140
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(230) 140. Demasiado judío. “Un Dios que quería llegar a ser objeto de amor, tendría que haber renunciado en primer lugar a juzgar y a la justicia – un juez, incluso un juez clemente, no es objeto de amor. El fundador del cristianismo no fue lo suficientemente sutil en este punto –como judío.”
El dios cristiano es aún demasiado judío porque sigue juzgando y para llegar a ser objeto de amor, tendría que haberse abstenido de juzgar. El amor que Nietzsche está pensando, en cambio, no tiene nada que perdonar, se trata de transvalorar, de crear una nueva forma de valorar, es decir de encarnar un amor extraño que valga la pena por sí mismo, que se afirme a sí mismo en tanto distinto, sin necesidad de compasión alguna. El amor de la filosofía puede cumplir ahí un rol. Cabría la posibilidad de una filosofía singular para cada uno (o aún más, de tantas filosofías como singularidades se presenten en nosotros). Vamos a detenernos un momento en el problema de la compasión porque es central en Nietzsche. Voy a trabajar sobre el aforismo 13 y el 338 de La ciencia jovial. Veamos: 13. Sobre la doctrina del sentimiento de poder. (104) “Tanto al hacer el bien como al hacer daño, uno trata de dominar a otro -¡no es otra cosa lo que aquí se busca! Hacemos daño sobre todo a quienes se quiere hacer sentir nuestro poder, pues el dolor es un medio mucho más sensible para ese fin que el placer: el dolor siempre pregunta por la causa, mientras que el placer se inclina a reposar en sí mismo y a no mirar hacia atrás.”
¿Qué quiere decir esto? Que no hay relaciones neutras, que siempre se intenta dominar en mayor o menor medida. Si todavía no dominamos a alguien, le hacemos daño. Si ya lo dominamos, entonces hacemos sobre todo el bien, porque lo mantendrá bajo nuestro yugo y aumentará nuestro poder. SE TRATA SIEMPRE DE SABER CON QUIÉN NOS MEDIMOS. Los hombres más ansiosos de ese “sentimiento de poder” se aburren cuando ya dominan, prefieren marcar con su poder a nuevos contrincantes, ES DECIR, PREFIEREN CONQUISTAR NUEVAS PRESAS, NO VOLVER AL PERRO FIEL, SINO SALIR AL ENCUENTRO DE NUEVOS MONSTRUOS (106) “La compasión es el sentimiento más agradable para quienes son poco orgullosos y carecen de las esperanzas suficientes para llevar a cabo grandes conquistas: para ellos la presa fácil – y todo el que sufre lo es- es algo excitante.
¿Se entiende, verdad? No es que los compasivos sean buenos y los no compasivos malos. Es que los compasivos buscan una presa fácil “¿Estás débil? Buenísimo, por fin alguien más débil que yo, puedo ayudarte”, dice el débil, dice el compasivo. El conquistador
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necesita otro conquistador con el que medirse y esto es lo interesante. Cuando el débil se fortalece, el compasivo ya no puede ayudarlo, por eso quiere que se mantenga débil. Por eso el amor compasivo, el amor cristiano es, sobre todo amor a los débiles. En cambio el conquistador, el creador, el aventurero, el noble, como lo llama Nietzsche quiere que los demás se fortalezcan porque quiere grandes conquistas, quiere enemigos que estén a su altura. Por eso cuando Ulises, después de años y muchas aventuras vuelve a Ítaca y se encuentra nuevamente con Penélope, ¿qué es lo que hace según Dante Alighieri? VUELVE A IRSE, porque donde uno ya domina, en su propio hogar, no hay nada por conquistar: Se los leo: CANTO XXVI DEL INFIERNO (234)
ni la filial dulzura, ni el cariño del viejo padre, ni el amor debido, que debiera alegrar a Penélope, vencer pudieron el ardor interno que tuve yo de conocer el mundo, y el vicio y la virtud de los humanos; mas me arrojé al profundo mar abierto, con un leño tan sólo, y la pequeña tripulación que nunca me dejaba. Un litoral y el otro vi hasta España, y Marruecos, y la isla de los sardos, y las otras que aquel mar baña en torno. Viejos y tardos ya nos encontrábamos, al arribar a aquella boca estrecha donde Hércules plantara sus columnas, para que el hombre más allá no fuera: a mano diestra ya dejé Sevilla, y la otra mano se quedaba Ceuta. » «Oh hermanos -dije-, que tras de cien mil peligros a occidente habéis llegado, ahora que ya es tan breve la vigilia de los pocos sentidos que aún nos quedan, negaros no queráis a la experiencia, siguiendo al sol, del mundo inhabitado. Considerar cuál es vuestra progenie: hechos no estáis a vivir como brutos, mas para conseguir virtud y ciencia. » A mis hombres les hice tan ansiosos del camino con esta breve arenga, que no hubiera podido detenerlos; y vuelta nuestra proa a la mañana, alas locas hicimos de los remos, inclinándose siempre hacia la izquierda. Y por eso el dios cristiano castiga en la Divina Comedia a Ulises al infierno. Por su aventura.
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Volvamos ahora a Nietzsche y a otros problemas de la compasión, tanto para el compasivo, como para el que sufre: En el aforismo 338 titulado “La voluntad de sufrir y los compasivos” Nietzsche afirma que El movimiento de la compasión desconoce la desdicha de aquel a quien quiere ayudar,
la interpreta de modo superficial y no entiende su necesidad. Leo (321) “Nuestro sufrimiento más personal y profundo es incomprensible e inaccesi ble para casi todos los demás: en este aspecto permanecemos ocultos para el prójimo, aun cuando coma lo mismo que nosotros. Ahora bien, dondequiera somos vistos como personas que sufrimos, nuestro sufrimiento se interpreta de modo superficial; forma parte de la esencia del afecto compasivo privar al sufrimiento ajeno de la dimensión propiamente personal.” Por otro lado, quien se compadece de un sufrimiento, tampoco entiende que el sufrimiento forma parte inescindible de la vida y su felicidad. (323) “¡Qué poco sabéis vosotros, los cómodos y bondadosos, acerca de la felicidad del hombre! –pues la felicidad y la desdicha son dos hermanas y, además, gemelas.” Cuando somos compasivos no nos interesa el sufrimiento del otro, nos estamos relamiendo por haber encontrado una presa fácil. Ahora Nietzsche vuelve sobre la pregunta de las consecuencias de la compasión en el que ayuda. “¿Cómo es posible seguir el camino propio? Cualquier voz continuamente nos llama hacia los márgenes”.
Es más fácil ocuparnos de otro que seguir el camino propio, por lo primero recibiremos alabanzas y agradecimientos, por lo segundo, desaprobación y un duro camino. Es más fácil tener un hijo y sacrificarse por él, que seguir el camino propio. Algo similar ocurre con la guerra o con el estudio o con el trabajo, todos agradecerán cuando uno de nosotros se encarrile en una actividad útil para la sociedad y use su potencia no para explorarla y buscar un camino propio, sino para sacrificarla en pos de algún sentido común. El consejo de Nietzsche entonces: (324) “¡vive en lo oculto, de manera que puedas vivir para ti mismo! ¡Vive ignorante acerca de lo que tu época considera como lo más importante! ¡Coloca entre tu presente y tu persona al menos la piel de tres siglos! ¡Que el griterío de hoy, el ruido de la guerra y las revoluciones sean para ti sólo un murmullo! También querrás ayudar: pero sólo a los necesitados que comprendas plenamente, porque comparten contigo un sufrimiento y una esperanza – tus amigos: y sólo en la medida que te ayudas a ti mismo.” Se trata de enseñar la alegría compartida y no la compasión. 12
¿QUIÉNES SON LOS AMIGOS para Nietzsche? Bueno, desarrollar esto implicaría una hora entera más, pero en pocas palabras, coincide con lo que ya dijimos, no es nuestro igual, no es nuestro prójimo, sino el extraño. DIJIMOS QUE EL AMOR DE LA FILOSOFÍA PUEDE AYUDAR A CREAR UNA PERSPECTIVA EN LA QUE PUEDA HABITAR LO EXTRAÑO: En palabras de Nietzsche: (278) “¡Lo que hace falta es una justicia nueva! ¡Y una nueva divisa! ¡Y nuevos filósofos! ¡La tierra moral también es redonda! ¡También esta tierra moral tiene sus antípodas! ¡También las antípodas tienen derecho a la existencia! ¡Aún existe todo un mundo por descubrir –y más de uno! ¡Levad anclas, filósofos!”
Esta idea de las antípodas fue la que disparó en mí la temática de la charla. Las antípodas no son simplemente el otro lado del mundo, en Argentina, algo así como Japón. Son sobre todo ese lugar absolutamente extraño, patas para arriba, y sobre todo peligroso, plagado de monstruos amenazantes. Por eso las antípodas no son simplemente el otro lado del mundo, sino un mundo siempre por descubrir, o como dice Nietzsche, una pluralidad de mundos por descubrir y experimentar. Agregar Zaratustra p. 323 “un mar rico y lleno de abismos, - un mar lleno de peces y
cangrejos de todos los colores, que hasta los dioses sentirían deseos de hacerse pescadores en su ori lla y echadores de redes: ¡ tan abundante es el mundo en rarezas grandes y pequeñas! E specialmente el mundo de los hombres, el mar de los hombres: - a él lanzo yo ahora mi caña de oro y digo: ¡ ábrete, abismo del hombre! ¡ Ábrete y arr ójame tus peces y tus centelleantes cangrejos! ¡ Con mi mejor cebo pesco yo hoy para mí los más raros peces humanos! - mi propia felicidad arrójola lejos, a todas las latitudes y lejanías, entre el amanecer, el mediodía y el atardecer, a ver si muchos peces humanos aprenden a tirar y morder de mi felicidad. Hasta que, mordiendo mis afilados anzuelos escondidos, tengan que subir a mi altura los más multicolores gobios de los abismos, subir hacia el más maligno de todos los pescadores de hombres. -Pues eso soy yo a fondo y desde el comienzo, tirando, atrayendo, levantando, elevando, algui en que tira, que cría y corrige, que no en vano se dijo a sí mismo en otro tiempo: « ¡ Llega a ser el que eres! » Ahora bien, y con esto intento hacerme cargo de una pregunta que me hicieron sobre el título de esta exposición. Me dijeron algo así como “muy bien, entiendo lo de los monstruos marinos, entiendo el amor a lo extraño, pero ¿los monstruos no son justamente formas de vida que se sustraen a toda crianza? ¿cómo podemos pensar que nosotros 13
debamos criar monstruos marinos? ¿no podremos en todo caso encontrarlos en nuestros viajes de aventura? Bueno, intento contestar, la idea de que haya que criar monstruos marinos no implica que nosotros seamos los dueños de nuestra criatura. Pobres los hombres, pobres los dioses, pobres lo autores, pobres los maestros que supongan que ellos son los dueños de aquello que crian. Pobres también de esos niños, de esos hombres, de esas obras, de esos alumnos, de esos animales que se arrodillen frente a sus criadores, es decir, que no devengan monstruos ingobernables. El llamado a criar monstruos marinos implica sobre todo una disposición amorosa que no aplaste a los pequeños monstruos que nos habitan. Criar, en este sentido, no implica imponer una serie de normas que tengan que ser obedecidas, sino proporcionar un hábitat saludable para el desarrollo de la singularidad en estado embrionario. Y como ese hábitat saludable variará de acuerdo a la singularidad del monstruo desconocido, entonces debemos crear una filosofía acorde, es decir, debemos explorar valientemente mares desconocidos. Este ejercicio solamente es posible, en términos Nietzscheanos, después de la muerte de Dios. Solamente tiene sentido el llamamiento de aventurarnos en mares desconocidos, cuando son realmente desconocidos, cuando despiertan nuestras capacidades creadoras. Cuando aceptamos que estamos desamparados definitivamente. Por eso dice Nietzsche que, luego de la muerte de Dios. Gaya 331 “finalmente, el horizonte se nos aparece libre de nuevo, aunque no esté despejado; finalmente podrán salir a la mar de nuevo nuestros barcos, zarpar hacia cualquier peligro; de nuevo se vuelve a permitir cualquier audacia a los que buscan conocer; el mar, nuestro mar, yace abierto allí otra vez, tal vez nunca existiera antes un “mar tan abierto”.” CASI CIERRO CON ESTA LARGA CITA DE “ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA” ZARATUSTRA, EL VIAJERO P 220 Es necesario aprender a apartar la mirada de sí para ver muchas cosas: - esa dureza necesítala todo aquel que escala montañas.Mas quien tiene ojos importunos como hombre del conocimiento, ¡cómo iba a ver ése, en todas las cosas, algo más que los motivos superficiales de éstas! Tú, sin embargo, oh Zaratustra, has querido ver el fondo y el trasfondo de todas las cosas: por ello tienes que subir por encima de ti mismo, - ¡arriba, cada vez más alto, hasta que incluso tus estrellas las veas por debajo de ti! ¡Sí! Bajar la vista hacia mí mismo e incluso hacia mis estrellas: ¡sólo esto significaría mi cumbre, esto es lo que me ha quedado aún como mi última cumbre!
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Así iba diciéndose Zaratustra a sí mismo al ascender, consolando su corazón con duras sentenzuelas: pues tenía el corazón herido como nunca antes. Y cuando llegó a la cima de la cresta de la montaña, he aquí que el otro mar yacía allí extendido ante su vista: entonces se detuvo y calló largo rato. La noche era fría en aquella cumbre, y clara y estrellada. Conozco mi suerte, se dijo por fin con pesadumbre. ¡Bien! Estoy dispuesto. Acaba de empezar mí última soledad. ¡Ay, ese mar triste y negro a mis pies! ¡Ay, esa grávida agitación nocturna! ¡Ay, destino y mar! ¡Hacia vosotros tengo ahora que descender! Me encuentro ante mi montaña más alta y ante mi más largo viaje: por eso tengo primero que descender más bajo de lo que nunca descendí: - ¡Descender al dolor más de lo que nunca descendí, hasta su más negro oleaje! Así lo quiere mi destino: ¡Bien! Estoy dispuesto. ¿De dónde vienen las montañas más altas?, pregunté en otro tiempo. Entonces aprendí que vienen del mar. Este testimonio está escrito en sus rocas y en las paredes de sus cumbres. Lo más alto tiene que llegar a su altura desde lo más profundo.Así dijo Zaratustra en la cima del monte, donde hacía frío; mas cuando se acercó al mar y se encontró por fin únicamente entre los escollos el camino le había cansado y vuelto más anheloso aún que antes. Todo continúa aún dormido, dijo; también el mar duerme. Ebrios de sueño y extraños miran sus ojos hacia mí. Pero su aliento es cálido, lo siento. Y siento también que sueña. Y soñando se retuerce sobre duras almohadas. ¡Escucha! ¡Escucha! ¡Cómo gime el mar a causa de recuerdos malvados! ¿O tal vez a causa de esperas malvadas? Ay, triste estoy contigo, oscuro monstruo, y enojado conmigo mismo por tu causa. ¡Ay, por qué no tendrá mi mano bastante fortaleza! ¡En verdad, me gustaría redimirte de sueños malvados! Y mientras Zaratustra hablaba así, se reía de sí mismo con melancolía y amargura. «¡Cómo! ¡Zaratustra!, dijo, ¿quieres consolar todavía al mar cantando?
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¡Ay, Zaratustra, necio rico en amor, sobrebienaventurado de confianza! Pero así has sido siempre: siempre te has acercado confiado a todo lo horrible. Has querido incluso acariciar a todos los monstruos. Un vaho de cálida respiración, un poco de suave vello en las garras: -y en seguida estabas dispuesto a amar y a atraer. El amor es el peligro del más solitario, el amor a todas las cosas, ¡con tal de que vivan! -De risa son, en verdad, mi necedad y mi modestia en el amor!»
Quiero terminar de un modo bastante enfático. Quiero terminar afirmando, porque creo que el amor filosófico es un amor afirmativo, un amor de crianza, sobre cuando esa crianza implica nuestra propia transformación. Por eso quiero terminar diciéndoles Que todo lo intenso es monstruoso. Que todo lo realmente intenso es un monstruo. Y un monstruo es una combinación rara, inesperada, de elementos que jamás hubiéramos soñado que podían convivir. Que vivir intensamente es tomarse el trabajo de encontrar, crear y cultivar lo monstruoso en las profundidades del mundo, de nuestro mundo. Que hay que aprender a criar monstruos marinos. ¡Levad anclas!
Gracias
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El hombre es un ser terrestre, un ser que pisa la tierra. Se sostiene, camina y se mueve sobre la tierra firme. Ella es el punto de partida y de apoyo. Ella determina sus perspectivas, sus impresiones y su manera de ver el mundo. No sólo su horizonte sino también su modo de andar, sus movimientos y su figura son los de un ser que nace en la tierra y se mueve sobre la tierra. Carl Schmitt El astro que habita lo llama él «la tierra», aunque es evidente que en lo que respecta a su superficie, son de agua casi tres cuartas partes y tan sólo una de suelo firme y que las grandes masas continentales son como islas que emergen de ella. Carl Schmitt ¿Son, por tanto, la existencia humana y la humana naturaleza algo puramente terrestre en su esencia y sólo vinculado a la tierra? ¿Son los otros elementos, en realidad, materias de segundo orden asociadas a aquélla? La cosa no es tan sencilla. El problema de la posibilidad de una existencia humana distinta de la puramente terrestre está más cerca de lo que imaginamos. Precisas tan sólo llegarte a la orilla del mar y levantar la vista. Carl Schmitt Entre los recuerdos profundos, inconscientes muchas veces, de los hombres, son agua y mar el misterioso origen de toda vida. La mayoría de los pueblos recuerda en sus mitos y leyendas no sólo a seres nacidos de la tierra, sino también a dioses y hombres salidos del mar. Carl Schmitt ¿Por qué casi todos los muchachos sanos y robustos, con alma sana y robusta, se vuelven locos un día u otro por ir al mar? ¿Por qué, en vuestra primera travesía como pasajeros, sentisteis también un estremecimiento místico cuando os dijeron que, en unión de vuestro barco, ya no estabais a la vista de tierra? Herman Melville Bajo los truenos de la superficie, en las honduras del mar abismal, el Kraken duerme su antiguo, no invadido sueño sin sueños. Pálidos reflejos se agitan alrededor de su oscura forma; vastas esponjas de milenario crecimiento y altura se inflan sobre él, y en lo profundo de la luz enfermiza, pulpos innumerables y enormes baten con brazos gigantescos la verdosa inmovilidad, desde secretas celdas y grutas maravillosas. Alfred Tennyson
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¡Ay de mí! Después que Zeus me concedió que vienes inesperada tierra, y acabé de surcar este abismo, ningún paraje descubro por donde consiga salir del espumoso mar. Por doquier hay agudos peñascos a cuyo alrededor braman las olas impetuosamente, y la roca se levanta lisa; y aquí es el mar tan hondo que no puedo afirmar los pies para librarme del mal. Homero Mas, si voy nadando en busca de una playa o de un puerto de mar, temo que nuevamente me arrebate la tempestad y me lleve al ponto, abundante en peces, haciéndome gemir tristemente; o que una deidad incite contra mí algún monstruo marino, como los que cría en gran abundancia la ilustre Anfitrite. Homero y vuelta nuestra proa a la mañana, alas locas hicimos de los remos, inclinándose siempre hacia la izquierda. Dante Alighieri ni la filial dulzura, ni el cariño / del viejo padre, ni el amor debido, / que debiera alegrar a Penélope, / vencer pudieron el ardor interno / que tuve yo de conocer el mundo, / y el vicio y la virtud de los humanos; / mas me arrojé al profundo mar abierto, / con un leño tan sólo, y la pequeña / tripulación que nunca me dejaba. Dante Alighieri «Oh hermanos -dije-, que tras de cien mil / peligros a occidente habéis llegado, / ahora que ya es tan breve la vigilia / de los pocos sentidos que aún nos quedan, / negaros no queráis a la experiencia, / siguiendo al sol, del mundo inhabitado. / Considerar cuál es vuestra progenie: / hechos no estáis a vivir como brutos, / mas para conseguir virtud y ciencia. » Dante Alighieri No me construiría ninguna casa (¡y mi felicidad se caracteriza por no ser propietario de ninguna!). Ahora bien, si tuviera que construirla, lo haría, como algunos romanos, justo en el mar. Ya me gustaría a mí compartir algunos secretos con esta bella monstruosidad. Friedrich Nietzsche Pero aquello existía, era innegable, y, dada la atracción que siente el cerebro humano por lo maravilloso, se comprenderá la emoción suscitada en el mundo entero por esta aparición sobrenatural. Julio Verne 18
El descubrimiento de la existencia del ser más fabuloso o mitológico no me hubiera sorprendido tanto. Que lo prodigioso venga del Creador parece fácil de entender, pero encontrar de golpe ante nuestros ojos lo imposible misteriosa y humanamente realizado es como para confundir la razón. Julio Verne Siempre acabaremos siendo recompensados por nuestra buena voluntad, nuestra paciencia, justicia, dulzura frente a lo extraño, cuando lo extraño se quita lentamente su velo y se revela con toda su nueva e indecible belleza: no es sino su agradecimiento por nuestra hospitalidad. Pero quien se ama a sí mismo lo habrá aprendido haciendo este camino: porque no hay ningún otro. Friedrich Nietzsche La filosofía convierte incesantemente la maldad en bien, hace florecer y madurar todas las fuerzas, y de ninguna manera deja surgir las pequeñas y grandes cizañas de la pesadumbre y del mal humor. Friedrich Nietzsche ¡También el malvado, también el infeliz, también el hombre de excepción deben tener su propia filosofía, su buena razón, su luz del sol! ¡No es la compasión lo que les hace falta! Friedrich Nietzsche ¿A quién llamas tú malo? A quien siempre quiere avergonzarse. Friedrich Nietzsche ¿Qué es para ti lo más humano? Ahorrarle la vergüenza a alguien. Friedrich Nietzsche ¿Cuál es el sello de haber logrado la libertad? No sentir vergüenza de uno mismo. Friedrich Nietzsche Un Dios que quería llegar a ser objeto de amor, tendría que haber renunciado en primer lugar a juzgar y a la justicia – un juez, incluso un juez clemente, no es objeto de amor. El fundador del cristianismo no fue lo suficientemente sutil en este punto – como judío. Friedrich Nietzsche La compasión es el sentimiento más agradable para quienes son poco orgullosos y carecen de las esperanzas suficientes para llevar a cabo grandes conquistas: para ellos la presa fácil – y todo el que sufre lo es- es algo excitante. Friedrich Nietzsche 19
Tanto al hacer el bien como al hacer daño, uno trata de dominar a otro -¡no es otra cosa lo que aquí se busca! Hacemos daño sobre todo a quienes se quiere hacer sentir nuestro poder, pues el dolor es un medio mucho más sensible para ese fin que el placer: el dolor siempre pregunta por la causa, mientras que el placer se inclina a reposar en sí mismo y a no mirar hacia atrás. Friedrich Nietzsche ¡Qué poco sabéis vosotros, los cómodos y bondadosos, acerca de la felicidad del hombre! – pues la felicidad y la desdicha son dos hermanas y, además, gemelas. Friedrich Nietzsche Nuestro sufrimiento más personal y profundo es incomprensible e inaccesible para casi todos los demás: en este aspecto permanecemos ocultos para el prójimo, aun cuando coma lo mismo que nosotros. Ahora bien, dondequiera somos vistos como personas que sufrimos, nuestro sufrimiento se interpreta de modo superficial. Friedrich Nietzsche ¿Cómo es posible seguir el camino propio? Cualquier voz continuamente nos llama hacia los márgenes. Friedrich Nietzsche Finalmente, el horizonte se nos aparece libre de nuevo, aunque no esté despejado; finalmente podrán salir a la mar de nuevo nuestros barcos, zarpar hacia cualquier peligro; de nuevo se vuelve a permitir cualquier audacia a los que buscan conocer; el mar, nuestro mar, yace abierto allí otra vez, tal vez nunca existiera antes un “mar tan abierto”.
Friedrich Nietzsche Has querido incluso acariciar a todos los monstruos. Un vaho de cálida respiración, un poco de suave vello en las garras: -y en seguida estabas dispuesto a amar y a atraer. Friedrich Nietzsche ¡Escucha! ¡Escucha! ¡Cómo gime el mar a causa de recuerdos malvados! ¿O tal vez a causa de esperas malvadas? Ay, triste estoy contigo, oscuro monstruo, y enojado conmigo mismo por tu causa. Friedrich Nietzsche Silencioso es el fondo de mi mar: ¡quién adivinaría que esconde monstruos juguetones! Friedrich Nietzsche 20
Si yo soy amigo del mar y de todo cuanto es de especie marina, y cuando más amigo suyo soy es cuando, colérico, él me contradice: Si en mí hay aquel placer indagador que empuja las velas hacia lo no descubierto, si en mi placer hay un placer de navegante Friedrich Nietzsche Si alguna vez mi júbilo gritó: “La costa ha de saparecido – ahora ha caído mi última
cadena- lo ilimitado ruge en torno a mí, allá lejos brillan para mí el espacio y el tiempo, ¡bien! ¡adelante! ¡viejo corazón!”
Friedrich Nietzsche Un mar rico y lleno de abismos, - un mar lleno de peces y cangrejos de todos los colores, que hasta los dioses sentirían deseos de hacerse pescadores en su orilla y echadores de redes: ¡tan abundante es el mundo en rarezas grandes y pequeñas! Friedrich Nietzsche Especialmente el mundo de los hombres, el mar de los hombres: - a él lanzo yo ahora mi caña de oro y digo: ¡ábrete, abismo del hombre! ¡Ábrete y arrójame tus peces y tus centelleantes cangrejos! ¡Con mi mejor cebo pesco yo hoy para mí los más raros peces humanos! Friedrich Nietzsche - mi propia felicidad arrójola lejos, a todas las latitudes y lejanías, entre el amanecer, el mediodía y el atardecer, a ver si muchos peces humanos aprenden a tirar y morder de mi felicidad. Friedrich Nietzsche Hasta que, mordiendo mis afilados anzuelos escondidos, tengan que subir a mi altura los más multicolores gobios de los abismos, subir hacia el más maligno de todos los pescadores de hombres. Friedrich Nietzsche -Pues eso soy yo a fondo y desde el comienzo, tirando, atrayendo, levantando, elevando, alguien que tira, que cría y corrige, que no en vano se dijo a sí mismo en otro tiempo: «¡Llega a ser el que eres!» Friedrich Nietzsche Como los poderes no se conforman con ser exteriores, sino que se introducen en cada uno de nosotros, gracias a la filosofía todos nos encontramos constantemente en conversaciones o negociaciones y en guerra de guerrillas con nosotros mismos. Gilles Deleuze 21
Antes que el sueño (o el terror) tejiera Mitologías y cosmogonías, Antes que el tiempo se acuñara en días, El mar, el siempre mar, ya estaba y era. Jorge Luis Borges ¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento Y antiguo ser que roe los pilares De la tierra y es uno y muchos mares Y abismo y resplandor y azar y viento? Jorge Luis Borges Quien lo mira lo ve por vez primera, Siempre. Con el asombro que las cosas Elementales dejan, las hermosas Tardes, la luna, el fuego de una hoguera. ¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día Ulterior que sucede a la agonía. Jorge Luis Borges ¿Os aconsejo yo amor al prójimo? ¡Prefiero aconsejaros la huida del prójimo y el amor al lejano! Más elevado que el amor al prójimo es el amor al lejano y al venidero; más elevado que el amor a los hombres es el amor a las cosas y a los fantasmas. Friedrich Nietzsche Ese fantasma que corre delante de ti, hermano mío, es más bello que tú; ¿por qué no le das tu carne y tus huesos? Pero tú tienes miedo y corres hacia tu prójimo. Friedrich Nietzsche Como los poderes no se conforman con ser exteriores, sino que se introducen en cada uno de nosotros, gracias a la filosofía todos nos encontramos constantemente en conversaciones o negociaciones y en guerra de guerrillas con nosotros mismos. Gilles Deleuze ¿Os aconsejo yo amor al prójimo? ¡Prefiero aconsejaros la huida del prójimo y el amor al lejano! Más elevado que el amor al prójimo es el amor al lejano y al venidero; más elevado que el amor a los hombres es el amor a las cosas y a los fantasmas. Friedrich Nietzsche
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