Comentario Texto 6.1 Heródoto, Historias II, 97 Historia Antigua Universal Pedro de los Santos López Grupo A El texto presentado nos proporciona una breve descripción del paisaje resultante en el Antiguo Egipto tras una de las anuales crecidas del río Nilo. Su autor, Heródoto, nos describe así mismo, como gracias a estas crecidas la navegación es posible no solo por el curso del río, sino incluso a través de la llanura. Heródoto (484-425 a.C.) fue un historiador y geógrafo griego, considerado artífice de la historiografía. Aunque probablemente observara directamente las consecuencias de las inundaciones del Nilo, su metodología histórica (conjeturando lo verosímil valiéndose del sentido común), resta fiabilidad a su obra Historiae, y por ende se la resta también a este fragmento perteneciente al segundo volumen de su obra, destinado en su totalidad a describirnos la historia, geografía, etnografía y costumbres del Antiguo Egipto. Compuesta por 9 libros, Historiae halla su importancia por ser la primera descripción del mundo antiguo a gran escala, destacando las narraciones de las Guerras Medicas y las ya comentadas del país faraónico. El uso de fuentes orales, mayoritariamente imparciales y poco fiables, unido a las interpretaciones de fuentes escritas en idiomas que el autor desconoce constituyen los “peros” históricos a su obra. El de hecho de que Heródoto fuera consciente de los mismos no ha de restarles importancia. Al analizar el texto observamos, al igual que en la sociedad del Antiguo Egipto, la suma importancia del río Nilo. Su influencia será mayúscula en todos los aspectos, desde la economía y comercio hasta la vida cotidiana, llegando incluso a influenciar en nuestro actual conocimiento del país de los faraones. Como punto de partida, debemos tener en cuenta la geografía de Egipto. La aridez de su clima (hasta 50º en verano) vinculado a un territorio de el cual el 95 % es desértico, dieron lugar a una sociedad altamente conectada con el río. Como resultado, la población egipcia será una sociedad potámica que intentará domesticar sus crecidas anuales. Este proceso de inundación y retirada de las aguas, constituye la única explicación congruente ante la prosperidad económica y social de la región. La antigua sociedad egipcia era conscientes de la vital importancia del río para su supervivencia, sirva como ejemplo el Himno al Nilo: “¡Salud oh Nilo…te acercas sosegado a dar a Egipto bendición y vida!...Por ti se han perpetuado de tus hijos las mil generaciones…” o la Piedra de Palermo: un fragmento de losa que contiene entre otros datos los niveles anuales de crecidas del Nilo.
Serán estas inundaciones las que marquen el ritmo de vida egipcio, constituyendo la base del calendario, configurado en tres estaciones de cuatro meses: Inundación (Akhet), Siembra (Peret) y Maduración de la cosecha (Shemu). Pese a ello, eran desconocedores del origen y razones de las inundaciones. Era la religión quién aportaba la respuesta, otorgando la responsabilidad y control de las mismas al Faraón junto al dios Hapi., ¿pero cuáles son las verdaderas causas de las mismas? La respuesta es doble: entre mayo y junio acontecen las lluvias monzónicas en la zona Abisinia asociado con el deshielo de las montañas Etíopes. Esto conlleva una sobrealimentación del caudal de algunos de los afluentes del Nilo (Nilo Azul, Sobat…). En julio aumentaban las aguas llegando a su desborde y máxima en Agosto, cuando Egipto se transforma en un lago, en el que asoman construcciones radicadas en altura o protegidas por diques, tal y como nos lo describe Heródoto. Sin embargo, Heródoto incurre en error al hablarnos de la navegación a lo largo de la campiña. No era a través de la misma, sino haciendo uso de los canales destinados a la domesticación de las crecidas. A pesar del efecto regulador que ejercen la escasa pendiente del lecho y las cataratas del Nilo, la irregularidad de las inundaciones hacía necesario su control. Una crecida excesiva acarreaba nefastas inundaciones, por el otro lado, una crecida insuficiente impedía el cultivo produciendo hambrunas en la población. La construcción de diques y canales constituyó una de las tareas primordiales de los nomarcas (jefes administrativos de los nomos, divisiones territoriales del país). Esta importancia, que se remonta a los orígenes de la civilización egipcia, nos la refleja el propio Heródoto al describirnos la construcción de un dique protector en la ciudad de Menfis, levantado por Menes (primer faraón egipcio, fundador de la I Dinastía (3050 a.C.)). Al tratarse de una sociedad tan dependiente de sus recursos naturales, aunque el valle del Nilo alcance 15-20 kms. de anchura en época de crecida, se debía aun así transportar el agua para regar tierras de agricultura lejanas, haciendo extensivo a todo el territorio los beneficios de las crecidas mediante el uso de estos canales. Antes de la crecida, el agua del río se llena de algas procedentes de Sudán, lo que le aporta un tono rojizo debido a la putrefacción de las mismas. Algas que mezcladas con el barro, forman un limo que se deposita sobre las tierras del valle, haciéndolas altamente fértiles. Estas negras tierras o Kemet, nombre dado por los antiguos egipcios a su país, constituyen la base de su supervivencia y economía del alto Egipto, en contraposición con las rojas tierras desérticas o Deshret, y las fértiles y favorables para la agricultura tierras del bajo Egipto, encuadrado en el delta del Nilo. En ellas las agricultores practicaron cultivo por regadío, destacando: cereales para la obtención del pan, legumbres,
hortalizas, plantas textiles (lino, papiro) etc… La obtención del lino y el trigo, además reportaría una buena relación diplomática con otros países mediante el comercio, cuyas expediciones comerciales, responsabilidad directa del faraón, se realizarían haciendo uso del propio Nilo, principal vía comercial, de transporte y comunicación del país. Dos serían los principales enemigos de los agricultores, las ya comentadas descontroladas crecidas y el fenómeno de “Jamsin”. Producido alrededor de 8 veces al año, normalmente en los primeros meses, consiste en una tormenta de arena producida por los vientos cálidos del sur que acarrearían graves desperfectos en las cosechas. El Nilo además influiría en otros aspectos de de la sociedad: - Pesca: Desde pequeñas balsas de papiro, haciendo uso de arpón y caña. Actividad lúdica de gran consideración. - En la civilización egipcia, pese a las incomodidades geográficas, jugaba un importante papel la higiene personal. Las aguas del río proporcionaron al pueblo llano una fuente para su aseo. - Constituye una de las barreras naturales responsables de la relativa seguridad Egipcia y que esclarecen en cierta manera la personalidad cultural, el orgullo nacional y la sensación de protección de la sociedad. Estas barreras son: al oeste el desierto de Libia, al este el desierto Arábigo, al Norte el Mar Mediterráneo y al Sur la Baja Nubia y las cataratas del Nilo. Finalmente, tal y como se presentó al principio del comentario, ¿de qué modo afecta el río Nilo a nuestro actual conocimiento del Antiguo Egipto? Egipto, aunque ofrece una naturaleza favorable para la conservación de restos por su sequedad climática, en el delta, donde hubo una mayor concentración humana, al verse surcada por los brazos del Nilo da lugar a un ambiente más húmedo, que dificulta la labor arqueológica y deteriora los yacimientos. Además el exiguo conocimiento de la vida cotidiana, desarrollada en la tierra fértil, se ve acrecentado por las anuales inundaciones del Nilo, agravado con el uso de materiales perecederos en las construcciones. Como conclusión, no podría terminar este comentario sin agradecer a Antonio Pérez Largacha y su artículo “Heródoto y la Arqueología Egipcia” haberme proporcionado una visión alternativa de la obra de Heródoto y de la vida cotidiana del Antiguo Egipto. Al leer bibliografía diversa, no me queda más que reafirmar lo incorrecto de la afirmación “Egipto, don del Nilo”. No cabe lugar a la concepción de un oasis en medio del desierto si observamos las múltiples penalidades y dificultades sufridas por la población llana, tan sometidas a los azares y crisis históricas como el resto de las
civilizaciones, agravadas todavía más por las caprichosas crecidas y las penalidades del desierto. Asimismo, al leer parte de Historias II de Heródoto, es destacable la visión parcial y de superioridad griega que transmite su autor, presentándonos a una civilización anticuada y excéntrica. Resulta sorprendente como una novela con más de 2000 años de antigüedad ejerza tal grado de influencia sobra las actuales publicaciones, en las cuales he podido comprobar personalmente la sentencia de L.Meskell “nuevos libros, mismos planteamientos, mismas fuentes”. Egipto no fue un don del Nilo no, Egipto se vio irremediablemente sometido al Nilo.
Bibliografía -
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o Himno al Nilo o Economía en el Antiguo Egipto o La medida del tiempo -
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FONTANALS C. Las inundaciones: ¿Qué importancia económica tenían las inundaciones?, http://mundoegiptologia.portalmundos.com/las-inundaciones¿que-importancia-economica-tenian-las-inundaciones/ ( 28 de Diciembre de 2009) PÉREZ LARGACHA A., Heródoto y la Arqueología Egipcia, Boletín de la Asociación Española de Orientalistas, XL (2004), 112-117.