CODEPENDENCIA Martha Montes de Oca.
Marco Conceptual
Martha Montes de Oca. 1
“Todo relación afectiva que no produce paz, sino angustia o culpa, está impregnada de codependencia”.
I.- Antecedentes Históricos.La familia como sistema recibe de manera frontal el impacto de una adicción, de modo que no existe familia que no se afecte y muestre síntomas de disfunción, cuando uno de sus miembros se enferma de adicción. Paradójicamente además, la familia afectada por la adicción, termina produciendo un sistema de conductas que apoyan al desarrollo de la adicción. A esto le llamamos codependencia.
Martha Montes de Oca. 2
“Todo relación afectiva que no produce paz, sino angustia o culpa, está impregnada de codependencia”.
I.- Antecedentes Históricos.La familia como sistema recibe de manera frontal el impacto de una adicción, de modo que no existe familia que no se afecte y muestre síntomas de disfunción, cuando uno de sus miembros se enferma de adicción. Paradójicamente además, la familia afectada por la adicción, termina produciendo un sistema de conductas que apoyan al desarrollo de la adicción. A esto le llamamos codependencia.
Martha Montes de Oca. 2
El término codependencia es relativamente nuevo en la literatura psicológica y áreas afines, apareció en la escena del tratamiento psicológico a fines de la década de los sesenta. Según Melody Beattie (adicta en recuperación y una de las más fértiles escritoras sobre este tema), la palabra codependencia emergió simultáneamente en varios centros de tratamiento para dependencias químicas y trastornos compulsivos en Minessota . (M. Beattie, 1991) El pensamiento básico en ese entonces, era que el termino codependientes (co-alcohólicos o para-alcohólicos) se utilizaba para referirse a aquellas personas (llámese pareja, padre/madre, hijo, hermano, amigo, etc.) cercanas a otra que sufría algún tipo de adicción química, ya fuera alcohol o drogas, y cuyas vidas se veían afectadas como resultado de haber vivido en una relación de compromiso producto de la cercanía de esta relación. Lo que se observó en aquellas épocas fue que las personas que convivían junto a aquellas que tenían problemas terminaban imitando comportamientos de los mismos, así como el tratar de controlar a la persona con problemas, haciendo que su mundo girase alrededor de ellas. Eran las que conducían al tratamiento a sus familiares con problemas, incluso a costa de sí mismos. Vivían el tratamiento y rehabilitación de su familiar y lo asumían como si resarcieran su propia culpabilidad pues se achacaban a ellos mismos el problema adictivo, y curiosamente, cuando el adicto comenzaba a mejorar cometían desatinos con ellos que los llevaban de nuevo al consumo, reiniciándose nuevamente el ciclo mencionado. Así pues, el codependiente era aquél que, en principio, se olvidaba de sí mismo y se dedicaba a “salvar” a alguien que, atrapado en algún tipo de sustancia química, era hostil y autoritario. Esto significa que los primeros co-dependientes descritos fueron aquellas personas que trataron de ayudar a otra muy cercana, afectada por alguna enfermedad considerada dentro del grupo de las dependencias químicas, específicamente alcoholismo o drogadicción. Los inicios del término se pierden en el devenir de la historia y para conocerlo hay que revisar la historia de la terapia familiar. Los alcances más cercanos son el inicio de la Terapia familiar con el movimiento creado por Virginia Satir al inicio de los años 1950; coincidentemente, por estas épocas es fundada Al-Anon, que comenzó a utilizar utilizar término codependencia para describir a los familiares de los Alcohólicos Anónimos que se encuentran paralelamente perturbados por los efectos del consumo de alcohol de su familiar. Ellos parten de la premisa de que al igual que el alcoholismo, la codependencia es una enfermedad, porque así como el alcohólico depende del alcohol, el familiar co-depende emocionalmente del alcohólico. Este punto de vista argumenta que los problemas de la pareja no son resultado de los ajustes necesarios para poder vivir involucrado con una persona adicta, sino que la pareja aporta a la relación un patrón "no saludable" de rasgos, auto-percepciones, actitudes y conductas, ya que, generalmente, ésta proviene de una familia disfuncional o con Martha Montes de Oca. 3
problemas de alcoholismo, por lo que la relación con la pareja tiende a reproducir la patología de su familia de origen. Este enfoque dio lugar a un movimiento social generado por los hijos de los alcohólicos (AlAteen), al mismo tiempo que despertó el interés de los terapeutas familiares para estudiar este problema, el cual ha sido descrito como una enfermedad compartida, por la predisposición de estas personas a involucrarse en relaciones disfuncionales. El estrés que acompaña al alcoholico se extiende de manera uniforme a toda la familia. Los niños no sólo se ven forzados prematuramente a asumir papeles de adulto frente a un padre o una madre alcohólicos, sino también, ante la incapacidad del cónyuge que no es alcohólico que manifiesta así su codependencia. Esta fue la época dorada de la corriente humanista en psicología entre los que destacan Maslow, Gregory Bateson (terapia sistémica –Palo Alto Ca-), Paul Watzlawick,(terapia breve y psicoanálisis) Carl Rogers, (teorias de la personalidad y neurolinguistica) Fritz Perls,(terapia guestalt) y son ellos los que van a sentar las bases de la terapia familiar. En 1973 Vernon Jonson, crea el término co-alcoholismo, y plantea la necesidad de la intervención familiar en el tratamiento y recuperación del alcohólico. En los años 80 el término codependiente comienza a ser usado para describir cualquier acercamiento a la persona dependiente a sustancias, y de allí no tardará mucho en aparecer el término codependencia. En 1986 es fundada la Institución CoDA (Co-dependents Anonymous) y en 1990 es fundado el Concejo Nacional sobre Codependencia o NCC (National Council on Co-dependence) ambas instituciones en Estados Unidos, La definición de codependencia se ha expandido y abarcado muchos aspectos desde entonces. Profesionales como Sondra Smalley , psicóloga líder en el campo de la codependencia, empezaron a advertir que muchos individuos que se encontraban en una relación cercana con otro tipo de personas compulsivas (adictos a la comida, juego, sexo, etc.) desarrollaban patrones para reaccionar ante la vida semejantes a los patrones de las personas relacionadas con alcohólicos. A medida que los profesionales en el campo de las adicciones comenzaron a comprender mejor la codependencia, aparecieron más grupos de personas que parecían tenerla;
Martha Montes de Oca. 4
• • • • •
•
gente relacionada con personas emocional o mentalmente perturbadas; gente relacionada con personas con una enfermedad crónica; padres de hijos con trastornos de conducta; personas relacionadas con gente irresponsable; profesionistas, enfermeras, trabajadores sociales y otros, dentro del campo de “ayuda social” Hasta los alcohólicos y adictos en recuperación descubrieron que eran codependientes y que tal vez lo habían sido bastante antes de volverse dependientes químicos.
Encontraron también que cuando el codependiente rompía su relación con la persona afectada, frecuentemente buscaba otra relación con otra persona perturbada y repetía las conductas codependientes con esta nueva persona. Así, se presentaba un patrón repetitivo de comportamiento. Un denominador común era tener una relación personal o profesional con personas perturbadas, necesitadas o dependientes. Pero un segundo denominador, más común aún, parecían ser las reglas tácitas no escritas, que por lo general se desarrollan en el núcleo familiar y que marcan la pauta para otro tipo de relaciones. Estas reglas prohíben la discusión directa de los problemas, la expresión abierta de sentimientos, la comunicación honesta y directa, expectativas realistas tales como ser humano, vulnerable o imperfecto, confianza en las demás personas y en uno mismo y mantener el delicado equilibrio familiar a través del crecimiento y cambio. Estas reglas son comunes en los sistemas familiares de los alcohólicos pero pueden surgir también en otras familias. En base a estos criterios Robert Subby , en un articulo del libro “Co-dependency, An Emerging Issue”, define la codependencia como : “Una condici6n emocional, psicol6gica, y de conducta que se desarrolla como resultado de la exposici6n prolongada de un individuo hacia la practica de un juego de reglas opresivas, reglas que evitan la expresión abierta de sentimientos, como la discusión directa de problemas personales e impersonales. ”
Veamos cómo definen esta enfermedad algunos otros profesionales expertos en codependencia Sondra Smally, PHD, CCDP Termino usada para describir un patrón de dependencia exagerada de conducta, creencias y sentimientos aprendidos que hacen la vida dolorosa. Es una dependencia en la gente y las cosas que lo rodean, junto con el descuido de la persona hasta el punto de no tener identidad propia.
Sharon Wegscheider Cruse, MSW Condici6n especifica que se caracteriza por preocupaci6n y extrema dependencia (emocional, social y a veces física), en una persona o un objeto. Eventualmente, esta dependencia sobre otra persona se vuelve una condici6n patológica que afecta la codependencia en todas las relaciones
Rodelie Lerner Una adicción a una persona y al problema de esa persona. Una adicci6n a la relaci6n y a los problemas que trae o que acarrea la relaci6n. Es un patr6n de conducta aprendida, sentimientos aprendidos, creencias aprendidas que hacen la vida dolorosa. Es una dependencia en la gente y las cosas que lo rodean hasta el punto del descuido propio.
Martha Montes de Oca. 5
En el campo de las adicciones la codependencia se puede definir como el ciclo de patrones de conducta y pensamientos disfuncionales, que producen dolor, y que se repiten de manera compulsiva, como respuesta a una relación enferma y alienante, con un adicto o en una situación de toxicidad relacional.
Siempre que uno de los miembros de una familia desarrolle alguna conducta adictiva existen posibilidades de que otro de los demás miembros de tal familia desarrolle un comportamiento codependiente o coadicto. La característica de la persona codependiente es presentar comportamientos contrarios a los que propone el tratamiento; en otras palabras, mantienen la adicción de dos maneras notorias: Primero, permitiendo el avance de la dependencia desde su inicio hasta la búsqueda de ayuda, con comportamientos “psicopatoides” de negación y no-aceptación, de encubrimientos y mentiras, de complicidad y engaños, de salvación y “abnegación”. El codependiente primero niega el problema adictivo, una vez evidenciado lo encubre y protege, luego lo permite y alienta con conductas de complicidad y por último, considera que sólo él o ella puede salvarlo o brindarle la ayuda requerida. En segundo término, el codependiente va a realizar un boicot, explícito o implícito , a los esfuerzos del dependiente por salir de su adicción. Esto se da a través de variados comportamientos como los de descalificar a los terapeutas o a los centros de tratamiento, transmiten negatividad en sus mensajes al adicto, crean necesidades (reales o no) para que el adicto abandone el tratamiento, actúan como si el adicto fuese a recaer, presentan conducta perseguidora entre otras. Todas esta formas de actuar son un mensaje escondido hacia el adicto: “te necesito, pero te necesito mal; si estás bien no te necesito”
Lo más importante de estos comportamientos es que la persona codependiente piensa y asegura que su intención es ayudar a solucionar el problema de la adicción de su familiar, esto quiere decir que la conducta codependiente es una forma de actividad de carácter automático que ha sido reforzada y mantenida como tal a través de los años y que connota una finalidad adaptativa dentro de la familia para tal fin. El codependiente presenta rasgos de personalidad claramente identificables con formas de pensar irracionales que son muy difíciles de cambiar ya que van acompañados de patrones afectivos perturbadores como angustia, ansiedad, depresión, ira incontrolable, así como baja autoestima, temor al abandono, déficit en la toma de decisiones, incapacidad de autocrítica, descontrol de impulsos, sentimiento de culpa, entre otros. Como lo veremos posteriormente.
Martha Montes de Oca. 6
Muchos teóricos de las adicciones tipifican a las mujeres como principales codependientes y con comportamientos característicos de víctima y mártires de una relación lo cual es cierto pero tenemos también otra realidad, la de una persona perseguidora y rescatadora del adicto, que piensa que el adicto no puede hacer nada sin él o ella y cuando empieza a recuperarse boicotea el tratamiento para recuperar su estatus anterior y proseguir con el dominio y la dependencia relacional Lo anterior nos conduce a diferenciar la codependencia y la dependencia relacional. Se define a la codependencia como un “trastorno individual específico, configurador de la identidad del individuo, caracterizado por un intenso temor al abandono (exclusión o descalificación) y un girar en torno a otro. Su génesis se asocia a una dinámica interaccional, que surge frente a una respuesta familiar disfuncional ante un determinado tipo de enfermedad o trastorno de otro de sus miembros”
Dentro del grupo de las llamadas dependencias relacionales que presentan entidad propia como las denominadas dependencias emocionales: adicción al amor, interdependencia, dependencia afectiva, etc., y otras ligadas a otros trastornos de dependencia (sobre todo dependencia a sustancias psicoactivas), como la codependencia y la bidependencia. Entonces, la dependencia relacional se refiere a la adicción a personas con las que se mantiene algún vínculo — que puede ser de pareja, amistad, trabajo, consanguinidad, etc.—, ambos cuadros se pueden dar en una misma persona permitiendo que una misma persona se “haga cargo” de otra que tiene problemas de adicción y a la vez no pueda vivir sin ella sin que esta separación le haga daño.
A partir de los años 90 se viene usando el término bidependencia o dependencia doble que se da en químicodependientes que además de su adicción a las sustancias psicoactivas presentan dependencia relacional. Esta dependencia relacional es de tipo pasivizante y suprimidor de la autonomía, inclusive se mantiene aunque la relación pueda ser perjudicial y dañina. El adicto mantiene la relación porque “le conviene” estar con alguien a quien pueda manipular, que lo acepta sin restricciones y de una u otra manera le permite continuar con su vida tal y como ésta sea. Los comportamientos de las personas codependientes presentan un patrón con uniformidad de respuestas y una variación de las mismas. La variación depende del vínculo que los una con el dependiente, es decir, serán diferentes los comportamientos de una esposa o padres, hermanos, suegros, hijos, etc., pero esto no implica que sean cuadros o entidades diferentes sino que son expresiones desde otros planos relacionales y que no pueden ser interpretados fuera del contexto de la relación que tiene el codependiente con el adicto. Si observamos circularmente a la familia en su dinámica relacional podríamos señalar la analogía física de las fuerzas centrífugas y centrípetas. Mientras que los demás miembros de la familia presentan una dinámica centrífuga, se alejan física o psicológicamente del adicto; por el contrario, el codependiente mantiene sus energías centrípetas y siempre se mantiene al lado, física o psicológicamente del adicto. Martha Montes de Oca. 7
La génesis de la codependencia es de carácter multicausal pero necesariamente se tiene que dar un trastorno de tipo adictivo en algunos de los miembros de la familia. Es un requisito indispensable o condición necesaria, que el trastorno ante el cual surge la codependencia sea crónico. En esta cronicidad radica una de las intersecciones más sólidas de la conducta codependiente, la esperanza de curación asociada a la cronicidad. La codependencia puede llegar a convertirse en una adicción más, hasta el punto de que la mayoría de las características de un codependiente van a coincidir en gran medida con las del adicto .
La codependencia es una condición específica que caracteriza a uno o más miembros de una familia, donde alguno de sus integrantes desarrolla una enfermedad adictiva. Esta condición específica puede ser interpretada como consecuencia del comportamiento del adicto que afecta directamente al codependiente, el cual, a través de esta condición intenta controlar tal comportamiento. Una expresión de este proceso se manifiesta en los casos en los que el adicto abandona sus responsabilidades, o vulnera las normas y reglas del funcionamiento familiar, lo que trae consigo disfuncionalidad en la familia y se afectan las actividades del codependiente las cuales estarán orientadas a intentar amortiguar esta crisis familiar. Otro modo de entender la codependencia es considerar los aspectos de preocupación y dependencia extremos hacia la persona adicta, en términos de orientar casi todas las actividades del codependiente hacia el apoyo y/o protección del adicto. Este tipo de comportamiento puede llegar al extremo de conducir a un estado virtualmente patológico (casi la totalidad de la atención, preocupación y concentración están dirigidos hacia la conducta del adicto) que llega a afectar la esfera de las interrelaciones, el rendimiento laboral y la actividad psíquica general de quien ostenta esta condición.
La codependencia y sus consecuencias en la familia
Martha Montes de Oca. 8
Se ha discutido mucho acerca de si el término codependencia representa una condición de personalidad perturbada o patológica, dadas sus expresiones del comportamiento. Por ejemplo, en la esposa o padres del adicto que, de algún modo, ven severamente modificados el curso normal de sus vidas en atención a las consecuencias de la conducta del adicto. La codependencia se debe considerar como una característica relacionada estrechamente con la enfermedad adictiva (es decir con sus etapas) y que se va desarrollando conforme evoluciona ésta. Se puede afirmar que mediante este proceso el codependiente en una familia “se van haciendo” progresivamente, en un itinerario que supuestamente buscaría limitar la progresión de la enfermedad adictiva pero que, paradójicamente, tiene más bien un efecto inverso. Vale reflexionar en este punto –como lo han hecho algunos autores– acerca de la naturaleza causal y progresiva de la codependencia, es decir, si la adicción es causa de la codependencia o a la inversa se trata de una “personalidad codependiente” que va a generar en su proceso de interdependencia, la progresión hacia la adicción (como podría ser por ejemplo, el caso de un padre excesivamente permisivo y proveedor de dinero hacia un hijo adolescente). Un buen ejemplo de la evolución de la codependencia en paralelo con la enfermedad adictiva, se puede graficar fácilmente con la virtual migración de un fármacodependiente de su rol de hijo en una familia. Con un inicio funcional, donde cada uno de los miembros ocupan un rol adecuado tanto estructural como funcionalmente (el futuro adicto está graficado con líneas punteadas).
Codependencia en paralelo con la enfermedad adictiva
En la siguiente figura se aprecia como al evolucionar gradualmente el proceso adictivo, el fármacodependiente va abandonando su rol, expresado en la quiebra de las normas y responsabilidades que la familia asigna al subsistema al que éste pertenece.
Proceso adictivo de ruptura de roles
Martha Montes de Oca. 9
Finalmente, se aprecia que el adicto ha “tomado el poder” , colocándose literalmente por encima de las normas y reglas de funcionamiento familiar para, desde esta posición, manipular a la familia, estableciéndose el rol de codependiente y la alianza de éste con el adicto en un vano intento de protegerlo y tratar de conservar la unidad familiar.
La alianza entre el adicto y el codependiente
Estas dinámicas las veremos con más detalle en la tercera parte.
De esta manera, en la práctica clínica diaria es común encontrar como se va generando gradual, progresiva e inexorablemente, un nuevo rol que acompaña al adicto a través del desarrollo de su enfermedad y que, paralelamente, acompaña a la propia familia en el proceso de su propia evolución al albergar a un individuo con patología adictiva. Es pertinente poner de manifiesto a este respecto, que es frecuente hallar familias que han atravesado un verdadero proceso de cambio en sus actitudes y comportamientos, estrechamente relacionado con el proceso de psicopatización (secundaria al consumo de drogas) que sufre el comportamiento del adicto. Se excluye deliberadamente aquella familia que ya alberga a otro (u otros) adicto, o que presenta otro tipo de trastornos de personalidad (por ejemplo padres psicópatas primarios) u otra patología psiquiátrica (como el caso de psicosis). Un ejemplo de esta espiral adictiva-codependiente se manifiesta en el hecho de aceptar que uno de sus miembros consuma drogas; llegue al día siguiente o a los dos días; hurte algunos objetos de la casa; se torne agresivo o que inclusive tenga problemas penales. Este proceso de cambio familiar logra que el codependiente intente por un lado, “amortiguar” las conductas del adicto tratando de protegerlo y por otra parte, trate de mantener la cohesión o equilibrio familiar. Por ejemplo un padre que “aprendió” a solucionar problemas legales o que frecuenta lugares de consumo en búsqueda de su hijo, es una muestra gráfica de lo referido respecto a la codependencia.
Martha Montes de Oca. 10
Es interesante anotar aquí que las puntuaciones en las escalas del MMPI (Inventario de la personalidad de Minnesota) en esposas de adictos y en los mismos adictos, ponen de manifiesto similitudes, diferentes de aquellas que no lo son, hecho que incluso ha llevado a algunos autores a plantear el término “familia de alto riesgo” Obviamente, un padre codependiente ha atravesado el proceso de codependencia de un modo paralelo a toda su familia, donde también se puede hallar a otros codependientes. Lo más grave del caso es que este cambio en los codependientes no logra detener el avance de la enfermedad adictiva ni la disfuncionalidad familiar cada vez más severa . Es preciso mencionar que, a través del proceso adictivo, el codependiente también atraviesa su propia ruta, recorriendo a un conjunto de respuestas conductuales. Entre estas conductas se puede citar la adopción de un rol de proveedor del adicto. Mediante este rol intenta evitar que el adicto se enfrente a las consecuencias negativas de su trastorno (con la esperanza, por ejemplo, de impedir que robe, por lo cual el codependiente le proporcionará dinero). Otros estudios sobre la sintomatología psicológica en esposas e hijos de alcohólicos, han mostrado problemas como la disminución de la autoestima, depresión y pobre ajuste familiar. En su intento de rodearlo de una cápsula protectora, el coependiente busca que el adicto no enfrente las consecuencias que le acarrearon el impacto de su adicción. El argumento central del codependiente consiste en afirmar que, de no hacerlo, pone en riesgo a la familia aunque muchas veces reflexionará sobre su conducta luego de haberla realizado, más aún, cuando su rol de proveedor –prácticamente protector –lo ha rebasado y tan sólo se ha transformado en fuente de recursos para el adicto. Adicionalmente, el codependiente se muestra incapaz de comprender la naturaleza patológica de la adicción (por ejemplo, expresando “no lograr entender como no puede simplemente decidirse a no consumir más”, incluso llega a interpretar la conducta del adicto como malintencionada o maligna (“quiere destruirnos”). Igualmente, esta virtual ignorancia de las características y la naturaleza patológica del trastorno adictivo, se manifiesta en la incomprensión de la disfuncionalidad familiar, por lo que cada miembro de la familia opta por su propia “estrategia” para enfrentar el trastorno. En este contexto, es común escuchar reproches, quejas, ataques o enfrentamientos en el seno familiar en torno a los problemas generados por la conducta del adicto. Si bien la codependencia ha sido objeto de gran interés por parte del público en general, y los libros y grupos de autoayuda han proliferado, se ha cuestionado su base científica. Los profesionales de la salud mental, específicamente aquellos especializados en las adicciones en la práctica clínica general, han generado múltiples publicaciones que reflejan los debates sobre el concepto. Algunos consideran que la codependencia refleja un trastorno de la personalidad, otros, un posible trastorno de relación; mientras que otros más la consideran como un problema de los hijos adultos de los alcohólicos, o de familias igualmente disfuncionales, como en las que se presentan situaciones de violencia doméstica. Un grupo especialmente crítico de este concepto es el que sostiene una perspectiva de género, Martha Montes de Oca. 11
pues considera que se trata de un problema derivado de la desigualdad en el poder entre hombres y mujeres, que se manifiesta en las relaciones de pareja. Las características diagnósticas de la codependencia no están claramente normadas o catalogadas, cada autor considera las que ha encontrado en sus investigaciones y casos clínicos y reflejan la experiencia particular de cada uno de ellos, y aunque éstos en esencia suelen ser similares. Esto es importante señalarlo ya que las escalas y cuestionarios de evaluación van a diferir en función de las características señaladas para el trastorno. Los manuales y tratados de clasificación diagnóstica como son el CIE-10 y el DSM III, III-R IV y IV-TR, no consideran dentro de sus categorías diagnósticas a la codependencia. Aun así, hay algunas referencias acerca de diversos instrumentos elaborados en los Estados Unidos. Entre los más conocidos se encuentran los siguientes: el Codependency Assesment Inventory , el Potter-Efron Codependency Assessment , el Spann-Fisher Codependency Scale y el Acquaintance Description Form . Una de las posturas que ha generado mayor controversia es la que define a la codependencia como una enfermedad, por lo que de hecho se propuso incluirla en el DSM-III (1986) como un diagnóstico bajo el rubro de trastornos de la personalidad. Se criticó que esta postura dé como un hecho, que todos los hijos adultos de los alcohólicos comparten determinados rasgos de personalidad codependiente, sin antes haber planteado una teoría del desarrollo de la personalidad que explique esta situación y sin tomar en cuenta que muchos adultos con antecedentes de alcoholismo familiar sí logran establecer relaciones funcionales de pareja. Como veremos más adelante estos conceptos se han estudiado con detalle en la actualidad y se cuenta con mayor material teórico, pero es claro que se necesita de mas bases científicas para que sea incluida.
Sea cual sea la aproximación teórica, destaca el hecho de que la codependencia existe y afecta no solamente a las mujeres como se pensaba, sino a toda la familia tanto en el desarrollo de su personalidad como en la dinámica de sus relaciones interpersonales. De aquí surge el interés por hacer una revisión conceptual del término y de contar con un instrumento válido que permita medirlo en nuestro contexto. Como vemos en este tema de la codependencia existe mucho material para aquellos que le guste investigar y desarrollar conceptos clínicos. La propuesta realizada por T.L. Cermak sigue siendo una de las más serias por lo que consideramos presentarles a continuación.
Martha Montes de Oca. 12
Criterios diagnósticos sugeridos para la codependencia (Desorden de la Personalidad Codependiente) Inversión continuada de autoestima en su capacidad para controlarse a sí mismo y a los otros para enfrentar serias consecuencias adversas. Asume la responsabilidad de encargarse de las necesidades de los demás, incluso a costa de reconocer sus propias necesidades. Ansiedad y dificultad para reconocer los límites acerca de la separación o intimidad con los demás. Permanentemente cae en relaciones con gente que tiene desórdenes de personalidad, dependencia a sustancias o desórdenes impulsivos individuales. Presenta por lo menos tres de las siguientes características: Excesiva confianza en cosas negativas. Constricción emocional (con o sin explosiones dramáticas). Depresión. Hipervigilancia. Compulsiones. Ansiedad. Abuso de alcohol o drogas. Es (o fue) víctima recurrente de abuso físico o sexual. Presencia de estrés relacionado a una enfermedad médica. Ha tenido relaciones con personas violentas o dependientes a sustancias (como el substituto del alcohol o droga de estas personas), por un lapso mínimo de dos años sin búsqueda de ayuda externa. • • • • • • • • • •
Otras características que ofrecen los diferentes autores son: Conducta regida por locus de control externo, creen que sus acciones y pensamientos derivan de lo que hace su familiar adicto. Hiperresponsabilidad, considera que nadie hará las cosas como ellos mismos y asumirán compromisos que van más allá de sus límites. Sentimientos intensos de culpabilidad, muchos codependientes se consideran causantes del comportamiento adictivo de su familiar, y lo expresan y lo viven de esa manera. Negación de sí mismo, los problemas del adicto están antes que ellos, postergan muchos de sus proyectos en función del tratamiento que hacen los adictos. Búsqueda de aceptación de los demás, esta creencia irracional de que los demás deben de apreciarle marca todas sus acciones. Sobreprotección, se consideran a sí mismas como autosuficientes y únicas para ayudar al adicto y a éste lo consideran débil y vulnerable por ello es que tratan de que nada ni nadie, excepto ellas mismas, se encarguen de todo. Manipulación, a veces es la única forma de conseguir que se haga algo por el adicto, mienten, ocultan información, o la tergiversan, para así conseguir sus propósitos. Victimismo-mártir, se consideran las únicas perjudicadas de los problemas que le ha acarreado la relación con el adicto, consideran que son las que más sufren y a las que más daño se les ha hecho. Gran tolerancia al abuso recibido, muchas de las personas codependientes han sido humilladas, maltratadas, golpeadas, engañadas, ésta es una norma en la vida de ellas. Preocupación y dependencia excesiva hacia otra persona cuando no ejercen un control directo sobre la persona adicta sienten que algo les falta y están constantemente pendientes de ellos. Temor excesivo al abandono y al rechazo, y por evitar estos sentimientos están dispuestas a hacer cosas más allá de sus límites. Inseguridad y falta de confianza en sí mismos, constantementes están abordando a otras personas con preguntas acerca de su problemática y es esta inseguridad lo que no les permite avanzar en el tratamiento. Rigidez, dificultad para aceptar cambios, cualquier modificación de su rutina psicológica crea en estas personas un conflicto grande generándole sentimientos de intranquilidad y depresión. Deshonestidad, esta es parte de la conducta manipulatoria. Supresión e inversión de valores. Déficit de asertividad, son incapaces de expresar adecuadamente sus opiniones y por ello acumulan molestias e incomodidades. Comportamiento rescatador-rescatador, se consideran que son las únicas (y muchas veces las mejores) personas que pueden sacar al adicto del problema en que se halla. •
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
• • •
•
Martha Montes de Oca. 13
Es probable que las personas que trabajan en adicciones retire o incluya algunas de las características, esto es válido, ya que el concepto aún no ha quedado establecido. En estos tiempos la codependencia es abordada por dos tipos de literatura, la popular y la académica. Debido a que no ha sido reconocida categóricamente como una disfunción o patología, dentro de la gnoseología psiquiátrica, la codependencia se convirtió en uno de los términos más abordados por la literatura popular de autoayuda. Por ello encontramos también que cada autor propone un concepto diferente y muy particular de lo que es la codependencia y por la misma razón, cada autor nos señalará las características que él considere relevantes de acuerdo a su experiencia y a su enfoque teórico. Para iniciar un plan de tratamiento este debe ser integral, que involucre al dependiente y a la familia, pues los codependientes en la actualidad son tratados como personas manipuladoras, hostiles y muy controladores; pero hay que entender que un codependiente arrastra el sufrimiento de haber convivido con una persona dependiente a drogas o alcohol, que ha formado su carácter en el sufrimiento de esa convivencia. Terminamos esta sesión con una citando a M. Beattie Toda la visión terapéutica se centra en el adicto y los codependientes continúan con sus dotes de controladores, y así, como controlan la vida del adicto tratarán de controlar el trabajo del terapeuta, y son controladoras porque todo lo que les rodea está descontrolado, inclusive muchos profesionales les adjudican la culpa de la adicción del paciente. Por ello es que los profesionales que estamos inmersos en el tratamiento de las conductas adictivas deberíamos comenzar a investigar en este campo y conocer mejor el mundo psicológico de la persona codependiente para que comiencen a vivir su propia vida y no sigan viviendo la tortuosa vida del adicto. (M. Beattie,)
(Fin de la primera parte -Antecedentes Históricos- )
Martha Montes de Oca. 14
A pesar ya de ilusiones que están por siempre dormidas, y de fantasmas internos prendidos de mis pupilas. A pesar de que me trague mis verdades, mis mentiras A pesar de mis defectos, de mi cólera, de mi ira, de mis eternos miedos que desde mi alma silban, y que viva disfrazando mis pequeñas cobardías.
II.- Tipología de la Codependencia Características --
Los codependientes presentan entre otras las siguientes características: baja autoestima (miedo al abandono, inseguridad etc) . sobreprotección (responsabilizarse por el bienestar de los demás, mentir por otras personas,) . necesidad de control (checar, corregir, cambiar a los demás ). rescatar ("sacar" de los problemas a los demás). • •
• •
Martha Montes de Oca. 15
•
•
•
pérdida de límites (¿hasta donde me corresponde? , incapacidad de decir no, renuncian a sus propias necesidades etc.). tolerancia alta (aguantan y toleran actitudes de otras personas, permiten que se les invada). funcionamiento en espejo (ejemplo "si él o ella están bien, yo estoy bien pero si están mal, yo estoy peor").
serios problemas de comunicación e incapacidad para intimar. Estas son solo algunas de las actitudes mal adaptativas más sobresalientes, existiendo un gran rango dentro de estas. Emocionalmente los codependientes sufren, y principalmente se observa: culpa ( si no hago esto o aquello?, si le pasa algo?, tendré yo la culpa?) , miedo: a las actitudes, a la incertidumbre etc.; resentimientos coraje, e incluso vergüenza., hacia la persona enferma ("viciosa"), y hacia sí mismo. Por lo general, los codependientes, no importa si lo son de alcohólicos, adictos a las drogas, al sexo, o a lo que sea, son personas que desean ayudar. Desde el punto de vista Gestáltico, su proceso de frontera más recurrente es la proflexión (resistencia que consiste en hacer por otros lo que les gustaría que hicieran por ellos), aunque cuando se dan cuenta que los resultados distan mucho de sus expectativas originales, recurren a la retroflexión (resistencia mediante la cual se hacen a sí mismos lo que les gustaría hacer a otros) , pasando así de la frustración a la culpa o a la depresión (se autoagreden) . En muchas ocasiones el codependiente puede ejercer funciones de autoridad -- Se considera que el dependiente “está enfermo” y por lo tanto, en situación de “desvalido” -Sin embargo, en la realidad es el dependiente quien domina y controla. Este mecanismo es similar al del “perro de arriba” (codependiente) y “perro de abajo” (dependiente), que en palabras de Fritz Perls (creador de la psicoterapia Gestalt), corresponde a una de las polaridades más corrientes de la personalidad humana, así como de uno de los estilos más comunes de relación interpersonal. El perro de arriba es conocido por el psicoanálisis como el superego y también como la conciencia . Desgraciadamente Freud, nos dice Perls, dejó afuera el perro de abajo y no se percató que por lo general es él quien gana en el conflicto entre él y el perro de arriba. El perro de arriba es normativo, a veces tiene la razón, pero siempre actúa como si la tuviera. Siempre dice “tú deberías” y hace amenazas si no se le obedece. Es bastante directo y claro. El perro de abajo en cambio, hace las cosas de un modo diferente. Dice a todo que sí “claro que sí”. “te lo prometo”, “estoy de acuerdo”, “sí, pero mañana y si es que puedo ”. De modo que el perro de abajo es un excelente frustrador. y entonces, el perro de arriba desde luego no le permite salirse con la suya, recurriendo al uso de la vara, cayendo así en el juego de la autotortura, bastante practicado por los codependientes. •
• • •
Martha Montes de Oca. 16
Parece que los demás dependen de los codependientes, pero en realidad ellos son también dependientes. Parecen fuertes pero se sienten desamparados. Parecen controladores, pero en realidad son controlados ellos mismos, a veces por una enfermedad tal como el alcoholismo. Este proceso lo analizaremos más adelante.
Los codependientes presentan dificultad para identificar y manejar sus límites, es de suponer (en términos Gestalticos), que estas personas carecen de un claro sentido del propio yo, que a su vez les impide establecer un autentico contacto consigo mismas (sensaciones, emociones, sentimientos) y con el ambiente (todo lo que los rodea incluyendo a las demás personas o sus “no yo”). Frecuentemente experimentan ansiedad y fantasías catastróficas acerca de lo imposible que sería sobrevivir sin tener a alguien que los mantenga y los cuide o sin tener a alguien a quien mantener y cuidar. Se distingue además, por una dependencia de los demás para su autoapoyo. Su frontera de contacto está rígidamente abierta y permeable, dejando a la persona vulnerable a un ambiente tóxico. se vuelven “Fóbicas al aislamiento”, sienten temor a ser abandonadas, a la vez que quieren estar solas, se niegan a tolerar las diferencias; subordinan sus propias necesidades a las necesidades de los demás; tienen la tendencia a estar de acuerdo, a ceder quieran o no, se unen pasivamente y se conforman con las estructuras existentes. El precio que pagan estas personas por una existencia “sin conflictos”, es la pérdida de sí mismos, de su identidad y autonomía. No perciben limites entre sí mismos y los demás; no se atreven a identificar cómo se sienten, sino que siempre checan con los demás primero, para ver que es lo apropiado y lo esperado. Al funcionar con expectativas ajenas, ponen su centro de valoración fuera de sí mismos, caer bien es la preocupación central primaria. es difícil identificar los valores, pensamientos, sentimientos, necesidades y preferencias de la persona. El uso constante de “nosotros” es un indicador común. Otro indicador es la ausencia de afirmaciones que empiecen con “yo” ya que estas son las que sirven para aclarar posiciones individuales. De lo anterior, podemos deducir que tanto los adictos como las personas que con ellos conviven, construyen relaciones Confluentes. Aunque a veces presentan episodios de aislamiento como consecuencia de sus conflictos y temor a la intimidad, generalmente vuelve a invadirlos el miedo al abandono y la culpa, rescatando nuevamente al adicto, quien a su vez “se deja querer” por las ganancias neuróticas que su apego familiar le proporciona. A manera de ilustración incluyo comentarios textuales del Melody. De Beattie “En recuperación usamos la frase problemas de límite para describir una característica primordial de la codependencia. Con tal concepto queremos decir que a una persona se le hace difícil definir dónde termina él o ella y dónde empieza otra persona. Podemos tener un sentido poco claro de nosotros mismos. Por ejemplo, se nos puede hacer difícil definir la diferencia entre nuestros sentimientos y los sentimientos de alguien más, entre nuestro problema y el problema de otro, entre nuestra responsabilidad y la responsabilidad ajena. Con frecuencia, el asunto no es que asumamos la responsabilidad de los demás; sino que nos sentimos responsables de ellos.
Martha Montes de Oca. 17
Los límites a nuestro alrededor son borrosos. La gente que tiene límites débiles, parece “recoger” o “absorber” (Más allá de la Codependencia) los sentimientos de las demás personas, casi como una esponja absorbe el agua.”
La codependencia ha sido definida en múltiples sentidos: Como un esquema de vida disfuncional que emerge en la familia de origen produciendo un estancamiento en el desarrollo y siendo su resultado una hiper-reacción del codependiente a lo externo a él y una hiporreacción o baja sensibilidad a lo interno a él; Como la conducta de una persona esencialmente normal que realiza un esfuerzo para ajustarse a un cónyuge y a un acontecimiento vital estresante); Como un patrón de dolorosa dependencia de otros, con comportamientos compulsivos y de búsqueda de la aprobación para intentar encontrar seguridad, autoestima e identidad; Como un patrón de rasgos de personalidad claramente identificables que presentan los integrantes de una familia que tiene un miembro afectado por una adicción a sustancias químicas; Como una enfermedad primordial presente en cada miembro de la familia adicta, que es a menudo peor que la propia enfermedad, y que tiene sus propias manifestaciones psicosomáticas; Como una característica emocional y psicológica de la conducta que aparece como consecuencia de un conjunto de reglas opresoras que impiden la demostración abierta de sentimientos y el diálogo sobre problemas personales e interpersonales. También se ha señalado a la codependencia como una patología del vínculo que se manifiesta por la excesiva tendencia a encargarse o a asumir las responsabilidades de otros, Como un defecto en la realización de dos de los cometidos más importantes de la niñez: la autonomía y la identidad. Incluso el concepto de codependencia se ha utilizado para describir un patrón exagerado de dependencia que hace llegar al individuo hasta la negligencia de sí mismo y debilita su propia identidad. Y también se ha indicado con este término a cuando algún familiar se involucra de forma obsesiva en los problemas de un adicto hasta el punto de vivir por y para él y desequilibrando su propia vida en las áreas personal, familiar, laboral y social. De modo que el codependiente pierde el control de su propia vida y de sus límites, invirtiendo toda su energía en el adicto con necesidad de pertenecer y ser útil. Sin embargo, se ha criticado la tendencia a conceptualizar los comportamientos interpersonales como una dependencia. Y se ha visto el concepto de codependencia como una exageración ya que se ha considerado que la mujer del alcohólico se encuentra bajo presión psicológica y no es de sorprender que tenga problemas de ansiedad, depresión y baja autoestima. Parece así mismo excesivo considerar como patológicos comportamientos asociados a cualidades de la mujer (cuidar y proteger a los demás) y no reconocer el comportamiento de las esposas como una respuesta de una persona en buen estado con relación a otra en peor estado. Por eso se ha afirmado, que aunque los hombres pueden ser en teoría codependientes, se ha hecho principalmente referencia a una patología de la mujer. Aunque en principio la •
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Martha Montes de Oca. 18
codependencia no es un fenómeno específico atribuible a las mujeres, puede que los condicionamientos sociales y culturales hayan determinado una alta prevalencia de este problema en ellas. También se ha señalado que los codependientes tienen los mismos rasgos que los hijos adultos de alcohólicos: exigencia de controlar a los otros y su ambiente, y un temor a la asertividad junto a una demanda extrema de amor y aprobación. Se ha llegado a ver a la codependencia como la otra cara de la adicción, o como una adicción de orden afectivo, o como una relación adictiva a una persona y sus problemas, porque esta relación puede ser tan compulsiva e impulsiva como una adicción. Por tanto, la codependencia ha sido explicada desde tres puntos de vista: a) Como una enfermedad primaria de un sistema familiar disfuncional y que una vez desencadenada seguirá su curso y afectará a uno o más miembros de la familia. b) Como un trastorno de personalidad previo de uno o más miembros de la familia en interacción con la conducta del adicto que facilitan la adicción, la encubren y la mantienen c) Y como la conducta de una persona esencialmente normal que realiza un esfuerzo para ajustarse a un cónyuge y a un acontecimiento vital estresante En todo caso, la codependencia es una adicción a una persona y a sus problemas, y se ha llegado a afirmar que la adicción y la codependencia son la misma enfermedad porque comparten las mismas características: negación, obsesión, compulsión y pérdida de control. La codependencia sería, pues, una forma de adicción como la fármaco dependencia, la ludopatía u otras adicciones. El término hoy día hace referencia a la actitud obsesiva y compulsiva hacia el control de otras personas y las relaciones, fruto de la propia inseguridad. Y es condición necesaria que el trastorno o la enfermedad de la otra persona sea crónica, pero llevando asociada la esperanza de que puede ser curada. La expresión sintomática del codependiente se caracteriza por la necesidad de tener el control sobre el otro, por una baja autoestima, por un autoconcepto negativo, por la dificultad para poner límites, por la represión de sus emociones, por hacer propios los problemas del otro, por la negación del problema, por ideas obsesivas y conductas compulsivas, por el miedo a ser abandonado, a la soledad o al rechazo, por su extremismo (o son hiperrresponsables o demasiado irresponsables). Además se siente víctima porque sacrifica su propia felicidad, tiene dificultad para la diversión y se juzga sin misericordia. Veamos a continuación un esquema de las principales características codependientes - Características de la Codependencia
Martha Montes de Oca. 19
Estas Características se presentan en la relación enferma, luego se transfiere a las demás relaciones del codependiente. Las relaciones familiares y la comunicación se van haciendo cada vez más disfuncionales, debido a que el sistema familiar se va enfermando progresivamente. La comunicación se hace más confusa e indirecta, de modo que es mas fácil encubrir y justificar la conducta del adicto. Esta disfunción se va convirtiendo en el estilo de vida familiar y produciendo en muchos casos el aislamiento de la familia de los contactos sociales cotidianos. Las reglas familiares se tornan confusas, rígidas e injustas para sus miembros, así como los roles de cada miembro familiar que se van distorsionando a lo largo del proceso de avance de la adicción. Todos los miembros de la familia se afectan de este sistema de reglas disfuncionales, y es allí, donde los demás miembros de la familia van formando su carácter codependiente que pueden facilitar el desarrollo de adicciones o de relaciones enfermas en el futuro. La conducta codependiente es una respuesta enferma al proceso adictivo, pero además se convierte en un factor clave en la evolución de la adicción y se manifiesta a través de patrones de conducta y relación que son disfuncionales y que facilitan el desarrollo de la adicción.. O sea que la codependencia promueve el avance del proceso adictivo. A este concepto le llamamos "facilitación". Existen diversas formas que toma la facilitación que oscilan entre la colaboración y la agresión. Los codependientes no pueden darse cuenta de que están facilitando el problema, en parte por la negación y en parte porque están convencidos que su conducta esta justificada, debido a que están "ayudando" a que el adicto no se deteriore más, y a que la familia no se desintegre.. La dinámica de las relaciones, la comunicación y la conducta de sus miembros, cambian y se hacen disfuncionales, como resultado del proceso adictivo. Estos cambios pasan a formar parte de la dinámica de la adicción, produciendo codependencia y facilitando la conducta adictiva. Las familias que son impactadas por el proceso adictivo, usualmente cambian su dinámica y los miembros se ubican en ciertos roles que son definidos por la codependencia, y cuya resultado es la de sostener el proceso adictivo. En la siguiente parte veremos algunas dinámicas codependientes.
Fin de la segunda sesión
Martha Montes de Oca. 21
Sería fácil si solamente con llorar se remedian los problemas. Sería fácil si en cada lagrima se fueran las nostalgias y las tristezas. Sería fácil si con dormir cambiara todo en una noche, si al despertar no existieran los reproches. Seria fácil vivir.
Roles y Dinámicas de la Familia Disfuncional Codependiente
Martha Montes de Oca. 22
La codependencia es un rol que se incorpora progresivamente en la evolución de una familia con problemas de adicción. Se corresponde con el cambio gradual del sujeto adicto y la incorporación por parte de éste de comportamientos, hábitos y costumbres ajenos a los habituales en el seno familiar. En otras palabras, evoluciona en paralelo con la familia y la enfermedad adictiva. Por lo mismo, es bueno remarcar que no es posible plantear generalizaciones vagas, sino más bien hacer precisiones a partir de un cuadro clínico específico, en cuya evolución se identificarán los roles que el codependiente va asumiendo en su intento de frenar el progresivo deterioro del adicto y, a la vez, la progresiva disfuncionalidad de su familia. Claro está que para tal efecto se deben considerar factores como el nivel socio económico, cultura, edad, tiempo de consumo, tipo de drogas y personalidad premórbida, cuya resultante posibilitará la delineación de un perfil específico del trastorno adictivo como problema familiar. Resulta pertinente en este momento incluir dos ejemplos. El primero, alude a un adolescente con enfermedad adictiva. Inicialmente éste establece relaciones “normales” con los demás miembros de su familia; por ejemplo, habitualmente en el período prepatogénico o premórbido (presuponiendo una familia funcional). Al iniciar su consumo, establece relaciones de cuestionamiento de las normas en el hogar (rompe horarios o costumbres) generando los primeros conflictos. Se inicia en este punto una actitud comprensiva de uno de sus padres (quien lo defiende e inclusive explica su conducta como una cosa normal en adolescentes): así comienza este progenitor su rol de codependiente. Con la progresión del consumo, la persona codependiente irá incorporando en su actitud “comprensiva” conductas tendientes a preocuparse permanentemente por el hijo consumidor, vivir pendiente de él o resolver literalmente los problemas que su conducta de adicto va generando (pagar sus deudas, resolver sus problemas policiales, etc.) . Es obvio que a través de este proceso la familia va deviniendo progresivamente en disfuncional (suponiendo que era funcional antes de presentarse el problema adictivo), y el codependiente también evoluciona progresivamente en su rol, desempeñando posteriormente conductas que, no obstante tener la motivación de controlar el cuadro patológico, más bien contribuyen a profundizarlo. Otro ejemplo típico corresponde al de un esposo (o esposa), de aquel que inicia una carrera alcohólica (o con otras drogas). Al inicio, la pareja intentará explicar la tendencia al abuso de alcohol como “normal”, ”fruto del estrés”, o de “problemas laborales”. Intentará ser comprensiva mientras va progresando el cuadro clínico; inclusive no pocas veces acompañará a su pareja a beber, y así, gradualmente, se agravará el cuadro hasta hacerse totalmente florido, con abandono de roles (por ejemplo el aporte económico, o descuido de responsabilidades), que se verá obligada a compensar. Complementariamente, otros miembros del hogar –ya disfuncional– adoptarán otros roles siempre de cara el proceso adictivo. En suma, la codependencia habrá evolucionado de manera paralela al proceso adictivo.
Martha Montes de Oca. 23
Se debe enfatizar que una característica básica de la codependencia es la liga o relación con una persona adicta por un período de tiempo (dos o más años), sin buscar terapia o alguna forma de apoyo. Es obvio que este período largo de coexistencia con un adicto, genera en el codependiente síntomas de ansiedad, depresión, estrés o incluso abuso de sustancias (por ejemplo benzodiazepinas). El codependiente elabora la fantasía de que a través de sus “habilidades” podrá controlar el comportamiento del adicto (o por lo menos disimular las consecuencias). Al mismo tiempo, asume las funciones y responsabilidades que el adicto ha ido abandonando (por ejemplo asumirá el rol de proveedor en el hogar, o de representante de la familia ante el entorno –colegio, colectividad – con lo cual, obviamente irá abandonando progresivamente sus roles habituales y el cuidado de sus propias necesidades, para privilegiar lo que el adicto va abandonando. Finalmente, al cabo de cierto tiempo, todo lo realizado por el codependiente habrá resultado estéril para controlar el cuadro adictivo, lo que propicia el desarrollo de una personalidad predominantemente depresiva con baja autoestima, vulnerable a los cuadros ansiedad o abuso de ansiolíticos. Una familia funcional puede ir desarrollando casi imperceptiblemente una serie de características que lo van conduciendo hacia una disfuncionabilidad dependiendo de las características de esta para perfilar determinada patología familiar o individual. No existe una disfuncionabilidad transitoria, es decir que una familia no puede ser funcional en un determinado momento y disfuncional posteriormente dado que para que sea considerada como tal es necesario que permanezcan las pautas disfuncionales un tiempo indefinido produciendo trastornos específicos o inespecíficos en sus integrantes. La confusión puede surgir en los trastornos transitorios de las familias causadas por los conflictos intrafamiliares, crisis accidentales o naturales y que producen reacciones inadecuadas en sus miembros. Existen casos en que una pareja al unirse uno de sus miembros conlleva una serie de características psicológicas inadecuadas y psicopatológicas las cuales van a ocasionar que inevitablemente desarrollen una patología en la pareja. Así tenemos que un adicto a sustancias químicas se empareja con una mujer la cual antes de emparejarse presentaba cierta estabilidad emocional y un repertorio de conductas adaptativas, pero que al conocer accidentalmente a su pareja de quien se enamora y posteriormente convive va a estar en elevado riesgo de que ella desarrolle alguna patología específica. El pronóstico es que si dicho adicto a drogas y su pareja, no ingresan a tratamiento psicológico, van a generar una atmósfera familiar en la cual se desarrollaran posteriormente los hijos con una alta tasa de probabilidad en disfuncionabilidad entre sus miembros. El perfil psicológico o psicopatológico de sus hijos probablemente se oriente a una adictogenia de algún tipo. Cada familia desempeña sus roles de acuerdo a lo previamente establecido por la sociedad y en compatibilidad con las necesidades y potencialidades de la propia familia. Cuando uno de los integrantes ejecuta sus actividades, roles y funciones satisfactoriamente puede suceder también que otro de sus miembros se abstenga de desempeñar su rol previamente establecido Martha Montes de Oca. 24
por el sistema familiar, lo realice de manera poco adecuada, o se inhiba de realizar dicha función por cuanto supone que éste miembro va a sustituirlo en la actividad y lo que es más, presupone que va a tener un mejor desempeño. Y es que muchas veces en el sistema familiar los roles o funciones de sus miembros requieren de uno opuesto o al menos complementario por ejemplo. cuando un hijo adolescente mantiene su dormitorio desorganizado y desaseado, el rol Complementario Disfuncional puede ser el que cumpla el hermano mayor o padre sobreprotector quien lo va a sustituir en dicha actividad «organizándole» o aseándole la habitación. El rol complementario funcional es el que puede cumplir la madre contradictoriamente al padre sobreprotector o hermano mayor y es quien será la que le fije los límites, y recuerde las funciones que le corresponden con el objetivo que vaya incorporando mecanismos de autocontrol en la autorganización de su medio ambiente. Los roles complementariosdisfuncionales se conciben entonces como el reemplazo en el desempeño del rol original establecido por la propia familia o la sociedad para uno de sus integrantes de parte de uno de sus miembros exonerándolo de dicha responsabilidad. La disfuncionabilidad en cuanto a roles complementarios le impide a su integrante el entrenamiento e incorporación de conductas saludables que le posibiliten -en etapas más avanzadas de su vida- la internalización de conductas mucho más complejas y útiles para su desarrollo personal. Todo grupo familiar se estructura y genera una dinámica particular que le otorga un equilibrio armónico y persistente en su ciclo vital. Existen familias que son resistentes al cambio y/o modificaciones en su interior, pero posteriormente a cuando suceden crisis naturales que éstas suelen vivir, retornan a su habitual posición de armonía y de equilibrio, reestructurando sus roles o la estructura organizacional de sus miembros. La flexibilidad con que una familia modifica sus roles o se adapta a nuevos y numerosos cambios depende de sus recursos y las metas que ésta tenga, las cuales deben de ser compatibles a la vez con las metas y recursos de sus propios integrantes. No obstante existen ciertas familias que se resisten a las modificaciones que su ciclo vital y su propia historia les impone, Ejemplo la no aceptación implícita del crecimiento de los hijos a quienes sobreprotegen y sustituyen en sus roles, impidiendo su desarrollo psicológico y/o social y a los cuales además continúan llamando por el diminutivo de su nombre: «Luchito», «Lupita», a pesar de ser mayores de edad. Otra de las modalidades en la resistencia al cambio y el equilibrio familiar, son las «Alianzas Disfuncionales» que se producen en ciertas familias entre «la recién desposada y su madre» no existiendo flexibilidad y apertura para que una nueva persona (el yerno) se integre a la familia. En estas circunstancias la «Nueva Alianza» se cohesiona dejando al margen al otro miembro de la nueva pareja continuando la madre de la nueva esposa con el antiguo rol sobreprotector, invasivo, complementario y determinante en las decisiones internas de la nueva pareja interfiriendo en su adaptación no siendo considerada por la madre como una nueva pareja que da origen a una nueva familia. Esta situación es más aguda cuando la nueva pareja pasa a vivir a casa de los padres de ella, o en su defecto a casa de los padres de él. Por ello la imagen negativa y caricaturezca de la «suegra», definiéndola como la madre que no ha modificado su Martha Montes de Oca. 25
rol, el cual ha quedado estático en un determinado momento del ciclo vital de la familia y continúa desempeñando su rol original sobreprotector/disfuncional en contra de su devenir histórico. Y es que la mayoría de los cambios en la familia producen crisis en su interior lo cual hace que sus integrantes movilicen sus propios recursos para retornar a su antiguo estado de equilibrio. De no existir flexibilidad para reacomodarse a las crisis naturales o accidentales y superarlas, surge una disfuncionabilidad que pone en peligro la salud mental de sus integrantes. Graficas de la evolución disfuncional -estructura del esquema triangular-
La figura geométrica del triángulo es utilizado como el esquema básico del grupo familiar, el cual a la vez distribuye y propone la manera de cómo se establecen los lazos afectivos entre su membresía, los roles y su autoridad. Se supone que los padres se ubican en el cono superior del triángulo estando en la base los hijos del grupo familiar y los demás integrantes de ésta.
En el esquema observamos que la Estructura familiar ubica a sus miembros en el lugar que les corresponde desempeñando los roles de padres, hijos y hermanos sin invadir espacios ni funciones. Los padres como autoridad, ostentan el poder y lo delegan según los roles complementarios funcionales. ESQUEMA TRIANGULAR DE LA ESTRUCTURA FAMILIAR DISFUNCIONAL ADICTÓGENA EN SITUACIÓN DE COMPETENCIA POR EL PODER
En este esquema observamos que el hijo adicto compite con la autoridad de los padres. Después de haber estado en el nivel que le corresponde, es decir con sus hermanos, se ubica encima de ellos y teniendo además poder sobre sus hermanos. El régimen que impone, es el
Martha Montes de Oca. 26
miedo, la violencia, la inseguridad, el desconcierto. Conforme avanza la adicción los padres se van quedando sin poder ante este hijo y desautorizados por los demás hijos. ESQUEMA TRIANGULAR DE LA ESTRUCTURA FAMILIAR DISFUNCI0NAL ADICTÓGENA EN SITUACIÓNDE OMNIPOTENCIA
El hijo a abandonado el nivel que le corresponde, en un determinado momento ascendió a competir con la autoridad de los padres y ahora está sobre ellos y lejos de sus hermanos. La familia en esta etapa se organiza y estructura en base al comportamiento adictivo del miembro enfermo, modificando sus horarios familiares y normas para cautelar sus bienes personales y de la familia. Esta caracterización se presenta en la fase de adicción asociada a personalidad psicopática o pueden también establecer alianzas con el extrayéndolo de los problemas en que se involucra. ESQUEMA TRIANGULAR DE LA ESTRUCTURA FAMILIAR DISFUNCIONAL ADICTÓGENA DEL ESPOSO-ADICTO EN FUNCIONES DE OMNIPOTENCIA
El esposo adicto está por encima del rol de la esposa . Los hijos están desvinculados de la relación parento-filial. Esposa involucrada en controlar la conducta autodestructiva y destructiva de su pareja descuida las funciones de madre y los hijos tienen que desempeñar roles coadictivos o codependientes. Al final, en un intento de controlar la conducta del esposo, el es quien controla la situación. Martha Montes de Oca. 27
ESQUEMA TRIANGULAR DE LA ESTRUCTURA FAMILIAR DISFUNCIONAL ADICTÓGENA DEL TERCERO EXCLUIDO
Los padres están involucrados en una relación adictógena atipica y el hijo se convierte en adicto cuando la amenaza de separación de los padres existe, por lo tanto uno de los hijos que asume un rol coadictivo desarrollando una conducta de consumo o adicción a drogas para evitar que los padres se separen. El hijo está marginado, porque los padres han fracturado el triángulo familiar, lo han excluido, por ello se le llama tercero excluido. Existen sistemas familiares donde la historia familiar está por sobre la estructura de la familia, sacrificando a los integrantes de la misma. Es más importante para algunas personas el pasado y su conservación que la realidad y salud de sus integrantes. La forma como se conduzca la administración del poder y la autoridad en el interior de la familia es importante para el desarrollo y crecimiento de sus integrantes, lo cual da origen a los roles y las relaciones entre sus miembros de manera tal que existen estilos de autoridad, circulación de la comunicación, formas de expresar el afecto, maneras de administrar las normas familiares que perfilan determinados patrones de crianza de los hijos. En congruencia con lo anteriormente anotado en este capítulo, se han identificado tres tipos de codependientes: El codependiente perseguidor . Este desempeña el papel de •
crítico constante de la conducta del adicto. Lo cuestiona por no dejar de consumir, adopta el rol de “juez” o “policía”. No obstante, no realiza actividades que permitan tratar el problema adictivo (por ejemplo buscar ayuda terapéutica), o incluso incumplen las indicaciones pertinente(por ejemplo “olvidar” las recomendaciones de control, aunque después se cuestiona el consumo subsiguiente). Cabe resaltar que el codependiente perseguidor asume las características de controlador, por lo cual su actitud puede ser paternalista o de clara demostración de superioridad frente al adicto, aun cuando en el plano de sus interrelaciones hay grandes dificultades para relacionarse sanamente con personas que, de algún modo, no establezcan relaciones de dependencia con ellos. Martha Montes de Oca. 28
•
•
El codependiente víctima. Su característica fundamental
es la de sentirse permanentemente maltratado por el adicto. Se queja constantemente de ser desobedecido, abandonado, no entendido, agredido verbal o hasta físicamente por el adicto. En general no busca ayuda terapéutica o la boicotea, según sea el caso. Es de anotarse que este rol corresponde más a personas que ocupan situaciones de dependencia frente al adicto(más comúnmente esposa e hijos), y donde puede suponerse que la sumisión representa la expresión de mecanismos de defensa auto- represivos como vía para la búsqueda de “tranquilidad” adaptándose a los requerimientos del adicto. El codependiente rescatador . Siempre acude a “salvar” al adicto en un momento de crisis de consumo. Conoce los lugares dónde ubicarlo, resuelve las situaciones económicas o legales generados por la crisis. Al igual que en los casos anteriores, no acude en busca de ayuda terapéutica o incumple los reglas prescritas. Este tipo de codependiente combina las características del controlador y del sumiso. Alternan en su actuación ambas características, según sea la necesidad de su intervención para controlar la crisis (por ejemplo, intentará persuadir al adicto a dejar de consumir unas veces ordenándole hacerlo o tratando de ser severo y, en otras oportunidades, se tornará dialogante, incluso implorando que el adicto deje de consumir).
Algunos autores identifican cuatro tipos de codependientes (Sharon Wescheider-Cruce...) :
El codependiente directo que presenta uno de los comportamientos que genera más dificultades en el proceso terapéutico porque su conducta va desde proporcionarle la droga hasta dinero o el lugar donde pueda consumir la droga. El codependiente indirecto mantiene una conducta de oposición declarada y objetiva a la adicción del familiar pero, a la vez, protege al adicto, y evitan que se responsabilice de sus acciones. El codependiente tolerante desempeña el rol de sufridor. Su rol no es modificar el comportamiento del adicto sino contemplar como se autodestruye pero queriendo sacar lo que queda de bueno y noble en él. El codependiente perseguidor es el familiar más comprometido en controlar la conducta autodestructiva del adicto. Despliega un sistema de conducta para descubrirlo. Es el que opera con un control externo. Como podemos observar el codependiente Víctima y Tolerante tienen roles equivalentes; de igual manera el Perseguidor que comparten el mismo nombre; en cuanto el codependiente rescatador lo sub-clasifican en dos “Directo” e “indirecto” separando sus caracteristicas, como veremos más delante el codependiente rescatador combina características y salta de una a otra •
•
•
•
Para nuestro estudio preferimos considerar el esquema de Perseguidor, Víctima y Rescatador que se presenta con mayor frecuencia en nuestro medio. Este desarrollo lo veremos con más detalle en la siguiente sesión.
Martha Montes de Oca. 29
La codependencia puede también ser percibida en el comportamiento de los hijos de dependientes, de enfermos mentales graves y en los hijos que han perdido a un progenitor a
una edad temprana. Los niños adoptan papeles diferentes para sobrevivir en una situación de caos Cuatro suelen ser los roles de estos hijos: El héroe de la familia o niño adulto es el hijo parentificado que adopta el rol de padre/ madre
frente a sus hermanos, llegando a convertirse en el cuidador del progenitor drogodependiente, no juega ni fantasea como los demás niños ni disfruta de su niñez, asume las funciones importantes de la familia para que ésta no se desintegre. Y es utilizado por la familia para demostrarse a sí misma y a los demás que el sistema familiar funciona bien. El héroe trata de lograr la aprobación de otros, especialmente la de los adultos. Casi siempre ellos pueden lograr muchas cosas en diversas actividades. Pueden ser líderes en la escuela y la iglesia; son buenos estudiantes y buenos trabajadores. La psicología inconsciente del héroe es: si soy bueno, mi familia no puede ser tan mala y posiblemente pueda mejorar. De esta manera el héroe es codependiente también porque piensa que su conducta puede cambiar la conducta del otro.
El hijo perdido o ausente con frecuencia es el segundo, es el que pasa desapercibido en la
constelación familiar, suele estar solo, tiene tendencia a la fantasía como válvula de escape de los problemas familiares, busca relaciones íntimas fuera de la familia y desarrolla una gran capacidad para mantenerse lejos física y psíquicamente. Este hijo no causa ninguna molestia y evita muchos conflictos. El niño perdido vive aislado de la familia y pasa mucho tiempo solo, desarrollando una vida de fantasía. Por eso puede ser muy creativo. Este niño no confía en las personas fácilmente y se acerca más a las mascotas y a los muñecos. Su codependencia se manifiesta inconscientemente en la negación de su necesidad de otros. Su soledad e independencia tienen la característica de compulsión. Compulsivamente los niños perdidos evitan a la gente.
El hijo problema o hijo crisis o oveja negra sirve de pararrayos para las tensiones que se
crean dentro de la familia, manifiesta una conducta desafiante, crea conflictos, presenta agresividad no controlada y frecuenta ambientes de marginación social. Su modo de actuar es provocando problemas para proteger al padre contra una confrontación, proteger a la madre de Martha Montes de Oca. 30
poner al padre en una difícil posición, proteger a los hermanos centrando la ira del padre sobre sí mismo, y protegerse de sí mismo contra sensaciones de pasividad. Este hijo ha aprendido que la atención negativa es más fácil de lograr que la atención positiva. La oveja negra está metida en problemas con la familia, la escuela y posiblemente con la ley. Este niño experimenta con el alcohol o las drogas muy temprano en su vida o puede tener un embarazo fuera del matrimonio muy joven. Su codependencia se manifiesta en la negación de sus sentimientos verdaderos con la conducta de rebelión. Esta conducta extrema distrae la atención de la familia del problema primordial del alcoholismo del padre y facilita la negación de toda la familia.
El hijo bromista o mascota suele ser el menor, es frágil e inmaduro, tiene muchos amigos, es
simpático, su único objetivo es agradar a los demás, tiene siempre la intervención graciosa y oportuna, por lo que se le suele etiquetar de payaso o bromista en el buen sentido de la palabra). La codependencia de este niño es que se siente responsable del dolor de la familia, y cree que debe aliviarlo con buen humor y bromas.
Estos papeles pueden desarrollarse en cualquier familia que tiene crisis. Cuando hay crisis física, como un familiar con cáncer, o una crisis económica fuerte, o hay otras compulsiones en la familia, los familiares adoptan estos papeles de codependencia inconscientemente para sobrevivir en un sistema de caos. Porque la familia es un sistema, podríamos decir que la
familia es como un móvil de los que utilizamos sobre las cunas de los bebés. Tocamos una parte del móvil, y las demás partes se mueven para equilibrarse.[Sharon Wegscheider, Another Chance, Hope and Help for the Alcoholic Family , ] Este hecho implica esperanza para la familia en crisis. Si un familiar cambia su conducta de codependencia, por la definición de un sistema familiar, el resto de los familiares tienen que equilibrar el sistema con cambios también. La recuperación personal es la respuesta para la familia alcohólica u otra familia en crisis. Fin de la tercer sesión.
Martha Montes de Oca. 31
......... hazme lo que quieras, pero dame más cariño, yo por otra noche de tú amor, soy una adicta, pégame en la cara, hiéreme en el cuerpo, pero no me dejes.... Me golpeastes tanto anoche, y aún así no me voy, se que no tengo vergüenza, es que perdí la razón y este corazón tan necio sigue pidiendo más, no merezco tal golpiza ........que te perdone Dios......
Estructura Funcionamiento y Desarrollo de la Codependencia.-
Martha Montes de Oca. 32
Iniciar con el SOCIODRAMA 30 min pag. 66
La vida del codependiente se convierte en una pesadilla, en algo inmanejable, en una obsesión y preocupación continúa por los problemas de otra persona
En esta relación de codependencia, el codependiente está convencido de que puede hacerse cargo de la cura del otro, de cuidarlo, aunque él mismo se convierta en víctima. Se ha encontrado que, en los vínculos de codependencia, se hace alusión al Triángulo de Stephen Karpman , según el cual el codependiente cumple un triple rol, a saber, el de rescatador , el de perseguidor y el de víctima. Karpman describió el modelo de comportamiento típico del codependiente con sus amigos, su familia y sus vecinos.
Perseguidor
Rescatador
Víctima Los tres lados del triángulo representan una interacción compleja entre los papeles de víctima, rescatador y perseguidor, en donde la culpa y la manipulación son la sustancia activa de este proceso. El víctima es el papel dominante en este triángulo porque la posición de los otros dos gira alrededor de éste. El víctima no toma suficiente responsabilidad sobre sus acciones y sentimientos y cree realmente que la vida está contra él. Puede tomar la forma de perseguidor o de rescatador o de los dos juntos y puede comportarse como sumiso, actuando temerosa y desvaloradamente, o bien, como rebelde, oponiéndose agresivamente, almacenando rencor y sintiendo los rebusques (emociones aprendidas). Usa frases como “tú eres malo” o “no me harás eso otra vez ”. El segundo lado del triángulo es el del rescatador, o el buen tipo, que busca aliviar su culpa haciendo algo bueno. El rescatador considera que su valor como persona está basado en su disposición para ser “bueno” y ayudar a los demás. Vemos aquí también, al igual que en el caso del víctima, que el rescatador no reconoce sus sentimientos y necesidades en un intento por preservar una imagen ante los demás. El tercer lado es el del perseguidor, el “ bad guy”, el cual manipula provocando miedo. Rara vez se juega este papel de manera consciente ya que no es agradable. Estos papeles (roles) funcionan de manera dinámica y cambiante, como se observará más adelante al ver con mayor claridad que los papeles giran; que la víctima a veces se cambia en rescatador y el rescatador, en perseguidor y éste desempeña el papel de víctima y así, sucesivamente, según se comprobará cuando se analice el triángulo dramático. La base de este razonamiento se encuentra en la teoría del análisis transaccional creado por Eric Berne en relación con la estructura y funcionamiento de los tres estados del yo descritos por su autor: el padre donde residen los conceptos aprendidos de la vida, el adulto donde se encuentran los conceptos razonados de la vida y el niño en donde residen los conceptos sentidos de la vida. •
•
•
Martha Montes de Oca. 33
“Somos rescatadores, los que lo logramos todo. Somos madrinas o padrinos del mundo entero, como dice Earnie Larsen. No sólo satisfacemos las necesidades de la gente, sino que nos anticipamos a ellas. Arreglamos los asuntos de los demás, les enseñamos, nos afligimos por ellos”. Melody Beattie
Por alguna razón en algún momento de nuestra vida asumimos que nuestra obligación o deber era cuidar de los demás, que esa manera de actuar nos ennoblecía y nos confería nuestro valor más intrínseco como personas. Es por eso que podemos malgastar nuestra vida rescatando a las personas que nos rodean. Rescatar, consiste en hacer cosas por los demás que son perfectamente capaces de hacer por si mismos y que probablemente deberían estar haciendo . En las palabras de Scott
Egleston, a quien Melody Beattie cita en su libro: “… rescatamos cada vez que nos hacemos cargo de las responsabilidades de otro ser humano, de los pensamientos, los sentimientos, las decisiones, la conducta, el crecimiento, el bienestar, los problemas o el destino de otra persona”.
Regresemos ahora a analizar el triangulo dramático;
Se le da el nombre de triángulo dramático porque en él la tragedia de manipulación se cumple irremisiblemente. El rol o papel de rescatador se cumple sobreprotegiendo de tal manera, que el manipulador con su melosidad impide que otros lleven a cabo su cometido, deteniendo así el desarrollo y crecimiento de los demás. El rol o papel de víctima se cumple bajo la influencia destructiva del perseguidor o del rescatador o de los dos juntos y puede comportarse como sumiso, actuando temerosa y desvaloradamente; o bien, como rebelde, oponiéndose agresivamente, almacenando rencor y sintiendo los rebusques (emociones aprendidas). El perseguidor manipula, provocando miedo; el rescatador, culpa o soborno; la víctima manipula con miedo al rescatador y con culpa o soborno al perseguidor. De esta forma, los roles giran en los vértices convirtiéndose en un triángulo dinámico. culpa o soborna
miedo
Perseguidor
culpa o soborna
Rescatador culpa o soborna
miedo
miedo
Víctima
Martha Montes de Oca. 34
Al girar provoca el movimiento de los roles del triángulo dramático, de manera que un perseguidor pasa a víctima o rescatador con gran facilidad; el rescatador pasa a ser víctima o perseguidor; la víctima, a su vez, puede cambiar su rol por el de rescatador o perseguidor. Ejemplo: una joven de 16 años pide permiso a sus padres para salir por la noche a bailar con su novio. El padre le contesta irritado con tono autoritario: - -"No vas, ¿qué te has creído?" (perseguidor). La madre le dice al padre: --"Pero, ¿por qué no la dejas? El muchacho es muy decente" (rescatador). La joven le dice al papá, reforzando a mamá: -- ¡Caray! Papá, no voy a hacer nada malo . El padre se irrita más y le dice a la madre: --"¿Ya ves lo que provocas? Tú no te metas". Y le repite a la hija: -- "Basta, ya dije que no vas".
La jovencita utiliza el llanto y la tristeza. Con su actitud provoca culpa en el padre; si se engancha en la manipulación de la joven, el padre se sentirá mal y buscará la manera de darle el permiso; a su vez, la madre persigue al padre diciéndole: --“Tú siempre lastimas a tu hija: eres muy brusco”. Y se voltea hacia la jovencita, protegiéndola. El padre ahora es perseguido por la madre. Así podríamos continuar un diálogo entre los tres y al final no llegar a nada, quedándose cada uno de los personajes con una emoción reencontrada . En este ejemplo, el padre sentirá culpa, la madre, rabia y la hija, falso triunfo. Todos se quedan mal. Ocupar un papel o rol en el triángulo dramático es, de algún modo, entrar a la manipulación y tener consecuencias inadecuadas, además de recibir caricias negativas o caricias positivas inconvenientes (la caricia es una forma de reconocimiento). En el siguiente cuadro, en la primera columna se encuentran los factores que controla el manipulador y en las otras tres la actitud que utiliza para manipular. Necesidades que utiliza el manipulador Afecto Tiempo Información Bienes materiales
El manipulado acepta la manipulación por: Miedo
Culpa
Soborno
Si no me quieres te mato Yo que sólo vivo para quererte, y ahora tú no me quieres Si tu te vas, pierdes todo Claro, ahora que tienes todo te vas Dime lo que sabes o Mientras yo todo te cuento tú permaneces en silencio te castigo Haz lo que te digo o te Por darte todo a ti ahora no quito el coche tengo nada
Mientras me quieras tendrás lo que quieras Quédate conmigo mira lo que te tengo Si me dices lo que viste te recompenso Cuánto necesitas yo puedo dártelo
La manipulación tiene, además, su origen en las falacias (ilusión) en que el individuo se siente bien o mal según la acción de los demás. La persona cree que su situación depende de otros y no de sí misma, formándose una ilusión mágica que llamamos falacia.
Martha Montes de Oca. 35
Las cuatro falacias son:
1. Yo puedo hacerte sentir mal. En este caso el individuo piensa que si toma el papel de perseguidor dominará a su víctima.
2. Yo puedo hacerte sentir bien. Aquí el individuo piensa que si asume el papel de rescatador, la víctima dependerá de él.
3. Tú puedes hacerme sentir mal. En este caso el individuo se siente desvalorado y percibe la superioridad de otros. Es una víctima que siente miedo y con ello acepta la persecución de otro.
4. Tú puedes hacerme sentir bien. Aquí, el individuo se siente desvalido e incapacitado para arreglárselas por sí mismo y percibe que otro puede salvarlo. Es una víctima que siente culpa al darse cuenta de su incapacidad y acepta la salvación (protección) de otro.
Martha Montes de Oca. 36
Las personas que piensan que las falacias son una verdad, no pueden tomar determinaciones propias, dependen de los demás y hacen responsables a otros de lo que le acontezca en su vida. La realidad es que el hombre es responsable de sí mismo y por consecuencia, de lo que haga y diga; él y solamente él es quien con sus conductas y actitudes se siente bien o mal. Ahora bien, la manipulación aparece cuando: 1. El manipulador tiene el control de sus fuentes. 2. Cuando alguien detecta el poder para obtener lo que necesita. Cuando el manipulador tiene el poder o el control de las fuentes de poder, busca la forma de dirigir a la víctima desde el rol de perseguidor o de rescatador, utilizando desde el estado del yo padre, las necesidades de la víctima: el afecto, el tiempo, la información y los bienes materiales. Cuando necesita obtener el poder, utiliza el rol de víctima, valiéndose de la creencia imaginaria de que el perseguidor o el rescatador lo consideran desvalido y sin capacidad de sobrevivir, sino a través de lo que ellos le puedan dar. Se considera que el manipulador obtiene de otras personas lo que él cree que no puede alcanzar por sí mismo, y que el manipulado vive en la fantasía de que si no da lo que se le pide, puede ocasionar un daño e, inclusive, una desgracia al manipulador, de la cual se sentirá responsable o culpable. Por el encuadre, estructura y filosofía en general, es común observar los siguientes Juegos Psicológicos Rol Perseguidor
Victima
Rescatador
Nombre del Juego
Como se Juega
*Te agarre Desgraciado
*Sorprendiéndole las fallas al otro (te caché).
* Defecto
*Buscando fallas en todo
* Tu me metiste en esto
*Culpar a los demás de sus actos
*Patéame
*Irritando a los demás para ser castigado
*Si, pero
*Pidiendo consejos y luego rechazándolos
*Pata de palo
*Aduciendo defectos o enfermedad
*Abrumado
*Recargándose con tareas ajenas
*Solo trato de ayudarte
*Prestando ayuda que no se le ha pedido
Lo paradójico es que una persona equilibrada y emocionalmente estable no aceptará que nadie le rescate, entre otras razones, porque ella misma es perfectamente capaz de identificar y resolver sus problemas. Es por eso que como bien entendió Stephen B. Karpman, terminamos rescatando víctimas , que no sólo aceptan ser rescatadas, sino que refuerzan todos nuestras conductas y comportamientos rescatadores , al menos al principio.
Martha Montes de Oca. 37
“Las víctimas en realidad son capaces de cuidar de sí mismas, aunque ni nosotros ni ellas lo admitimos. Generalmente nuestras víctimas están en una esquina del triángulo, simplemente esperando a que nosotros hagamos el primer movimiento y saltemos dentro del triángulo con ellas.” Melody Beattie
La codependencia se puede entender como una cierta adicción a las personas, nuestra “droga” por así decirlo, son las personas que dejan que desempeñemos nuestro rol favorito, tanto es así que nosotros pasamos a ser controlados por esa necesidad de reafirmarnos con ese comportamiento. Frecuentemente el codependiente termina enamorándose o quedando estrechamente ligado a una persona alcohólica o con algún otro trastorno compulsivo , lo cual
termina por aproximarle sin remedio a su destrucción emocional si es que no toma medidas antes. No se puede cambiar a las personas
Cuidar y rescatar de los demás es una manera de escapar de nuestros problemas. Es una conducta basada en una premisa falsa, ya que no se puede cambiar a las personas. Desde luego que las personas cambian, pero lo hacen cuando ellas quieren, cuando les llega su momento y cuando están preparadas para hacerlo. Otro ejemplo de Triángulo Dramatico: La mamá que le compra una camisa rosa muy fina y hermosa (según ella) a su querido hijo. Cuando el hijo llega a casa, la mamá le enseña su regalo sorpresa y el joven no sabe qué decir. . . . •..... (Continuar con Ejemplo incluido en “Anexos” pag. 67 )
El intento de controlar y dirigir el cambio de las personas, nos hace que quedemos a merced de éstas. El controlador pasa a ser controlado . Y si ya de por si es malo ser controlado por alguien aun es peor ser controlado por la enfermedad de una persona , ya sea el alcoholismo, la ludopatía o un desorden de alimentación. Citemos nuevamente a Melody Beattie: “A fin de cuentas, los demás hacen lo que quieren hacer. Se sienten como se quieren sentir (o como se están sintiendo), piensan lo que quieren pensar, hacen las cosas que creen que necesitan hacer y cambiarán sólo cuando estén listos para cambiar. El hecho de que ellos no tengan razón y nosotros si, no importa. Tampoco importa que se estén lastimando a si mismos. No importa el hecho de que nosotros podríamos ayudarles si nos escucharan y si colaboraran con nosotros. NO IMPORTA. NO IMPORTA. NO IMPORTA, NO IMPORTA… La única persona a la que puedes o podrás cambiar es a ti mismo. La única persona a quien te corresponde controlar eres tú.”
Fin de la cuarta sesión.
Martha Montes de Oca. 38