Cinco Piedras Lisas del Arroyo (1 Samuel 17:40)
INTRODUCCIÓN: Este v.40 contrasta con los v.38,39, donde leemos: Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. Primero, la prueba: y probó a andar. David antes de decir no, trató, intentó, experimentó. Muchos han fracasado porque no han probado a andar primero. Antes de decir y hacer algo para Dios probemos para ver si esto es Su voluntad. El diablo también quiere hacer su voluntad sobre los creyentes. Sólo probando a andar sabremos cuál es la voluntad de Dios. Segundo, la aceptación: yo no puedo andar con esto. David es sincero al reconocer sus limitaciones. Admite su impotencia ante aquella realidad. Es consciente de lo que puede hacer y de lo que no puede hacer. Tenemos que aprender a decir: Yo no puedo. Tercero, el rechazo: y David echó de sí aquellas cosas. Él rechazó lo que no servía para su vida. La armadura de Saúl era para David la armadura del mundo. Sólo cuando rechazamos al mundo podemos agradar a Dios. Cuarto, la ofensiva: y se fue al filisteo. En vez del enemigo venir a él, éste fue a derrotar a su enemigo. Los hombres y mujeres de Dios van a la ofensiva y no se dan en retirada. David va a enfrentarse al gigante armado con un cayado, cinco piedras lisas, una honda más el poder de Dios que llevaba dentro de sí.
1.- CINCO PIEDRAS ESCOGIDAS DEL ARROYO 1.1.- Estas piedras estuvieron mucho tiempo rodando y tropezando Muchos creyentes se preguntan: Señor, ¿por qué ruedo y tropiezo tanto en el arroyo de tu Espíritu Santo? ¿Por qué mis hermanos en la fe en vez de ayudarme me dan golpes? ¿Por qué no avanzo más en mi vida espiritual? 1.2.- Estas piedras fueron reducidas de tamaño Muchas partículas les fueron desprendidas. Las pruebas les iban dando tamaño. Para alcanzar el tamaño requerido por Dios hay que ser arrastrados por las aguas del arroyo.
1.3.- Estas piedras fueron alisadas y pulidas Cuando llovía mucho eran arrastradas. Las más de las veces permanecían quietas mientras las aguas del arroyo trabajaban en ellas. El tiempo y la presencia continua del Espíritu Santo operando misteriosamente en nuestras vidas nos va alisando y puliendo. 1.4.- En aquel arroyo estas piedras se fueron endureciendo La Palabra de Dios nos hace creyentes sólidos. Nos endurece para que lleguemos a ser usados. 1.5.- En aquel arroyo estas piedras fueron elegidas Las manos de David un día se mojaron y agarraron piedra por piedra, hasta que en el zurrón pastoril metió cinco piedras. En Juan 15:16 leemos: No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros. 2.- UNA PIEDRA USADA DEL ZURRÓN PASTORIL En 1 Samuel 17:49 leemos: Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí UNA PIEDRA, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. 2.1.- De las cinco piedras elegidas una sola piedra fue usada Dios nos ha salvado, pero pocos serán usados como pastores, maestros, evangelistas, profetas, apóstoles, misioneros, escritores. El Espíritu Santo usará a quien quiera y cuando quiera. Los dones del Espíritu Santo son conferidos por la voluntad y soberanía divinas. ¿Por qué soy un predicador? Por Su voluntad. ¿Por qué eres maestro de la EBD? Por Su voluntad. Soy lo que soy porque Él quiso que lo fuera. Quisiera usar la imaginación de predicador. La mano divina se mete en el zurrón de la iglesia, las cinco piedras lisas hablan: ¡Úsame a mí! ¡Ponme en la honda de tu Espíritu Santo! El Eterno contesta al tocar la primera piedra: A ti te quisiera usar, pero no oras, lees poco la Palabra... estás débil en tu espíritu. Vuelve y toca otra piedra: Estás lisa, pero te falta mucha madurez espiritual. Todavía criticas mucho. No has aprendido a aguantar tu lengua. Por tercera vez toca otra piedra: Te quiero usar, pero confías demasiado en ti misma. Tienes demasiado de ti y muy poco de Jesús. Crees que sin mí puedes hacer muchas cosas y estás equivocada. Estás llena de orgullo y vanidad religiosa. Por cuarta vez toca otra piedra: Me gusta tu tamaño, las pruebas te han reducido. Estás lisa, pero te falta perseverancia. Faltas mucho a los cultos. Vives un cristianismo en exilio
congregacional. Comienzas los trabajos para mí llena de emoción, y pronto te desanimas. Lo siento, por ahora te dejaré en el zurrón. Por fin la mano del Eterno toca una piedra, la aprieta, la toma y la saca del zurrón. Ella le dice: ¡Heme aquí, envíame a mí! ¡Úsame para tu gloria! He orado y ayunado para esta hora! El la mira y la contempla mientras le dice: He visto tus aflicciones. Tú has sufrido mucho y has sido golpeada. Has estado en mi universidad del desierto. Ahora estás lista para que te meta en la honda del púlpito, del servicio, del ministerio, de la ayuda, de la adoración, de la evangelización, del discipulado, etc.
CONCLUSIÓN: Por fin llega la hora esperada. David metió la piedra lisa en la honda. Con la destreza de su mano derecha hizo girar la honda sobre su cabeza y le suelta una de sus tiras de cuero. La piedra surca los aires a una velocidad increíble. ¡Sube y baja! Se mueve a la derecha y a la izquierda. La piedra tiene un doble destino: Darle en la frente a Goliat y clavarse en ella. El Dios de la puntería la dirige. Por fin llega y choca contra aquel monte humano. Aquella mole se derrumba y el Dios de Israel es aclamado campeón invicto una vez más. ¿Qué estás esperando para que Dios te use como quiere? ¿Por qué no ponernos en Sus ágiles y santas manos para que nos envíe donde quiera? Hoy es un hermoso día para dejarnos usar por Dios. ¿Te rendirás a Él sin reservas?