Henry Casalta C.
Julia Becerra de Penfold
MODIFICACION DE CONDUCTA Tácticas de observación e intervención
Henry Casalta C. Julia Becerra de Penfold
MODIFICACION DE CONDUCTA TACTICAS DE OBSERVACION E INTERVENCION
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACION INSTITUTO DE PSICOLOGIA / ESCUELA DE PSICOLOGIA CARACAS 1981
INTRODUCCION.
La Psicología contem poránea se encuentra en una fase de tran sición hacia un en foqu e objetivo y em pírico de su ob je to de estu dio y punto focal de su m áxim o interés: la conducta. Esta transi ción se inició co n J. B. Watson (1 9 2 4 ) y adquiere características definidas en la obra de B. F. Skinner (1 9 3 8 , 1 9 53). Aunque actualmente existe un énfasis en el desarrollo de inves tigaciones básicas (H onig y Staddon, 1 9 7 7 ) y la revisión constante de con ocim ien tos para su integración teórica (Catania, 1968, Schoenfeld y Colé 1972; Kantor, 1 9 5 9 ) es también n otorio el én fasis para la com prensión del com portam iento hum ano y su m od i ficación , (Bijou, 197 2 ). De esta manera se entiende ahora que los rasgos y propiedades internas atribuidos a las personas son clases de conducta recon oci bles en la observación directa y co n propiedades físicas accesibles al observador. Entender la con du cta c o m o ob je to natural prom ue ve entonces una co n cep ción nueva y diferente del acontecer huma no. El com portam iento del hom bre se define por sus relaciones fun cionales con el ambiente de su propia vida y a la descripción de esas relaciones se le denom ina Análisis Funcional de la Conducta. Cuando esas descripciones tienen el prop ósito de alterar los am bientes de la vida del hom bre para cambiar su conducta, de mane ra que éste y sus semejantes se beneficien de los cam bios logrados,
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el Análisis Funcional se toma aplicado y es conocido como Análi sis Conductual Aplicado o Modificación de Conducta. Este texto trata de las técnicas y procedimientos esenciales para implementar programas de Modificación de Conducta o de Análi sis Conductual Aplicado de individuos o grupos. Bijou y Peterson (l) han sintetizado las características del enfoque como: - Especificación de la situación de intervención en términos físi cos y sociales, asi como los eventos observables que ocurren. - Un código de categorías de estímulos y respuestas que surgen de la pesquisa de las interacciones en la situación anterior. - Un procedimiento objetivo de registro de los acontecimientos para apreciar la frecuencia real de su ocurrencia en el tiempo. - Estimar la confiabilidad de los registros o el grado de acuerdo que hay entre quienes observan los eventos estimulativos y de respuestas incluidos en el código. * Representar gráficamente los datos para obtener una visión comprensible del curso de la intervención. - Evaluar la conducta luego que la intervención se haya puesto en práctica. Ello permite conocer la eficacia del programa de entre namiento de educación, de rehabilitación, de tratamiento; en fin, de intervención. Un programa observación, intervención y evaluación del cambio conductual que esté basado en medidas directas requiere un grupo de técnicas precisas para observar la conducta. Requiere además que podamos establecer cuál es el grado de confianza atribuible a las técnicas de observación. Nuestro libro describe las técnicas uti lizadas para observar y conocer la confiabilidad de los registros de observaciones que se utilizan hoy en día tratando de explicar las continuidades internas de todos los registros de observaciones, especialmente de aquellos donde el observador humano es el arte facto de la observación. También ofrece los procedimientos para calcular el grado de acuerdo entre observadores según la técnica empleada. No obstante, la obtención de un código de conducta y de la precisión en la observación requieren decisiones acerca de los límites y restricciones que establecemos como criterio para incluir a un evento o instancia de conducta en una de las clases definidas y codificadas. Pretendemos en el capítulo I, ofrecerle al lector una
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breve síntesis del en foqu e teórico del Análisis Funcional de la C onducta; iniciándole en el capítu lo II en los problem as que exis ten cuando se define a la conducta en clases genéricas de respues tas. El capítulo III discute las investigaciones m etodológicas más recientes, destaca los factores que hacen im perfectos a los regis tros hechos por un observador humano y sugiere las maneras en que pueden superarse tales situaciones. El capítulo IV describe con detalle las técnicas de registro de observaciones para construir el sistema más adecuado a las cir cunstancias en las que se em ite la conducta. El capítu lo V describe las técnicas de evaluación antes de in tervenir en el ambiente y las form as más com unes de practicar los acontecim ientos conductuales. El capítulo VI inform a de los diseños básicos para controlar la intervención y optim izar la va lidez de los tratamientos, explicando c ó m o pueden eliminarse explicaciones alternativas plausibles; y finalmente, el capítulo VII describe las opcion es que pueden ponerse en práctica cuan d o existen severas obstrucciones a la observación directa de los acontecim ientos. Este libro termina co n una reflexión sobre el cam bio conductual c o m o problem a de valores cuando los progra mas interventores afectan a las instituciones sociales. Parte de nuestra com ú n experiencia c o m o autores proviene del Curso de M etodología en Análisis Conductual A plicado en el Cur so para Graduados “ Magister en Análisis Experimental de la C on ducta” de la Universidad Central de Venezuela, dictado p or n o sotros en 1975. Querem os agradecer al Instituto de Psicología y a la Escuela de P sicología de la Universidad Central de Venezuela el coauspi cio de este te x to y a A lba de Duarte y Elsa Vera, el trabajo secretarial. Asim ism o este agradecimiento querem os extenderlo a Ga briela Navarrete quien elaboró los gráficos del mismo.
Caracas, N oviem bre de 1979
H. C. y J. B. de P.
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CAPITU LO I A LG U N O S CONCEPTOS BASICOS DEL A N A LISIS DEL COM PORTAM IEN TO A .- La Operante c o m o Clase: B. F. Ski 'ner (1 9 3 5 , 1938 ), ha utilizado la n oción de c o n ducta operante para identificar una clase de respuestas cuyas ins tancias son susceptibles de ser m odificadas p or eventos contingen tes. Esta clase de respuestas tiene propiedades que la diferencian de otros tipos de com portam iento. Textualm ente ha indicado que “ ninguna propiedad es una propiedad definitoria válida de la clase hasta que se haya dem os trado su realidad experim ental” , Skinner (1 9 3 8 ). Por ello, en la clase de respuestas que llamamos operante; podrem os identificar, en cada una de sus instancias, dos tipos de propiedades: definitorias y n o definitorias. Una propiedad definitoria es la que produce “ cam bios regulares o suaves” en la fu n ción obtenida de respuestas. El reforzam iento contingente, al afectar a las instancias que form an la clase, hace que en el futuro, se emitan regularmente otras res puestas parecidas a las reforzadas. Por ello, el reforzam iento con s tituye el elem ento clave para la identificación de la propiedad de finitoria esencial de la clase operante de respuestas. Se puede de cir que: una operante es una clase de respuestas form ada por ins tancias que com parten propiedades definitorias y n o definitorias. La propiedad definitoria esencial es que cuando se administran u ocurren eventos reforzantes contingentes a una instancia parti-
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cular, las instancias futuras covariarán con tales eventos de mane ra ordenada vg.: se emitirán regularmente. Ello quiere decir, que pertenecen a la misma clase de la instancia reforzada. Aunque parezca obvio las propiedades no definitorias son tan importantes como las definitorias. Como propiedades no definitorias se ha considerado a la “ geo grafía” de la conducta (localización de la respuesta en el espacio formado por un plano bidimensional) y a la “ topografía” de la conducta (la forma particular del movimiento del organismo o de sus partes en un plano de tres dimensiones como sistema de re ferencia). Inicialmente, fueron desdeñadas la geografía y la topografía de las respuestas, por considerarlas no esenciales para la obtención de cambios regulares. Por ejemplo: importa poco si la persona toma el volante del automóvil con la mano derecha o la izquierda respecto del efecto que produce en la orientación del vehículo. Pero el hecho constatable de que las instancias de respuestas tie nen propiedádes no definitorias comunes permite aclarar fenóme nos, tales como la formación de la clase generalizada de respuestas, que de lo contrario quedaría sin explicación. Las instancias que habrán de emitirse en el futuro mostrarán variabilidad en esfuerzo, intensidad, topografía, que son de utili dad para quien desea ampliar, restringir o seleccionar Una particu lar manifestación del comportamiento aun cuando éstas no se hayah tomado como definidoras. Una persona puede escribir a má quina utilizando dos, cinco o diez dedos, de su mano. Los efectos inmediatos contingentes son siempre las letras impresas en el papel. Aun cuando el texto impreso puede no haber demostrado sU eficacia y realidad experimental para producir cambios regu lares; digamos para sostener Una tasa constante o número de letras por minuto. Esta tasa es la que permite inferir, cuando se observan cambios regulares y suaves, la existencia de una propiedad definitoria. Si se alteran las contingencias, esto puede afectar a las propie dades definitorias (relación instancia-contingencia) y a las no defini torias (número de dedos utilizados para hacerlo, intensidad de los golpes en las teclas, etc.).
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Si por alguna circunstancia la cinta de la máquina de escribir se traba, el e fecto a corto plazo consistirá en un desvanecimiento de los caracteres impresos. Ante ello, posiblem ente el mecanógra fo utilizará uno o dos dedos en vez de cin co, o, golpeará con ma y o r intensidad las teclas, oprimirá la tecla de retroceso más fre cuentem ente, y posiblem ente, si no consigue desentrabar la cinta, dejará de escribir. Si la cinta se desentraba, el sujeto readquirirá su com portam ien to anterior, -posiblem ente con una tasa redo blada y demostrará m ayor intensidad y persistencia, hasta co m pensar la pérdida causada por la detención y el deterioro de su eficiencia. En relación a la descripción inicial; los eventos co n tingentes (falla en el transporte de la cinta y posterior arreglo fortu ito) afectaron de manera regular a la clase general de respues tas, la hicieron disminuir de frecuencia,, aumentar la intensidad, cesar m om entáneam ente, etc.; y luego, al desentrabarse la cinta, aumentaron en frecuencia e intensidad, hasta alcanzar de mane ra com pensatoria el patrón anterior. Skinner ha enfatizado que los hechos experimentales que han sido investigados en el laboratorio, demuestran que la variable dependiente fundamental es la tasa de respuestas, puesto que ella fué la que m anifestó una sensibilidad regular “ disminuciónincrem ento” a las contingencias de reforzam iento. La propie dad definitoria de la clase de respuestas de teclear la máquina, es la relación de esas respuestas co n su e fecto: producir caracteres impresos. Los caracteres impresos mantienen regularmente y de manera sostenida la con du cta de golpear las teclas, aunque p o c o im porta c ó m o la hagamos. Sin em bargo, las propiedades n o defi nitorias (escribir co n diez o dos dedos, con m ayor o m enor in tensidad) tienen im portancia, porque cuando afectam os una res puesta, aunque ésta pueda quedar definida de manera abstracta, v g.: teclear, afectam os también las propiedades de esas respuestas co m o lo son la intensidad, el uso de uno o más dedos, etc., etc. Una clase de respuestas, c o m o la operante, es una abstracción útil p or cuanto destaca algunos aspectos importantes a la luz de los hallazgos experimentales y deja sin consideración otros de carácter secundario, los cuales pueden constituir un nuevo punto de interés para la investigación a la luz de nuevos hallaz gos experimentales. Inicialmente, el punto anteriormente descrito, pretendió ser
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resuelto por Skmner (1938, 1957) definiendo a la propiedad de la respuesta por su efecto; (PROPIEDAD = EFECTO); esto es, la propiedad esencial de la respuesta de teclear es la respuesta con intensidad suficiente que desplaza la cabeza de ’ ->s tipos de la máquina de escribir hasta el papel para producir un efecto: la impresión del carácter. Toda respuesta que tenga intensidad su ficiente imprimirá un carácter correspondiente al tipo desplaza do. En consecuencia, la máquina de escribir establece ciertas limitaciones y exigencias. Digamos es difícil imprimir una letra utilizando el codo o el puño cerrado, y apoyar los dedos sobre varias teclas no es suficiente para obtener un buen efecto impre sor; Se establece entonces el mínimo de intensidad del golpe y se restringe al uso de los dedos uno a la vez. Sin embargo, el lí mite superior de la intensidad queda indeterminado y en algún momento habría que tomarlo en consideración. En consecuencia, un abordaje inicial de ciencia básica, des taca a la tasa de respuestas como variable dependiente funda mental considerando como aspectos secundarios, no definido res, a la geografía y topografía de la conducta. B. ¿Tiene la Topografía de la Conducta Realidad Experimental? No es fácil responder a tal pregunta. En todo caso habría que demostrarlo empíricamente. No obstante, parece ser de utilidad, en situaciones aplicadas, la descripción de la topografía. Imagi nemos por un momento algunos comportamientos calificados como “ bizarros” (extraños), tales como los “ tics” . Estos se mani fiestan en grupos particulares de músculos, como en los faciales, de los brazos, abdominales. ¿Cuál es el patrón electromiográfico de un “ tic” ?. Puede ser breve o extendido en el tiempo, simple o complejo, incluir un escaso número de músculos o muchos. En la medida en que el “ tic” es más complejo, posiblemente sea más notorio y produzca consecuencias mayores en quienes lo obser van y en quienes lo manifiestan. Incluso la severidad del “ tic” tien de a ser evaluada en base a su extensión o complejidad, quedan do en un caso como una característica personal admisible o como un rasgo indeseable del individuo. Tomemos otro ejemplo: hablar a viva voz, cuando ello no se requiere, puede ser perturbador pa ra los demás; o la extensión de las pausas en el tartamudo esta blece la diferencia entre elegancia actuada e imposibilidad de
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expresarse; el uso de neologism os en pacientes de hospitales psi quiátricos les hace susceptibles de diagnósticos diferentes. C om o se puede ver, la topografía del com portam iento tiene realidad social en relación al estigma conductual que adheri m os a quienes manifiestan estas form as p o c o usuales de con d u c ta. Valdría la pena explorar qué con diciones son necesarias pa ra que manifiesten o n o su realidad experimental. Una form a posible de averiguarlo es tratando de establecer relaciones entre la duración y las topografías de las respuestas. Una form a plausible de tener acceso a las manifestaciones del com portam ien to en el espacio, consiste en el reforzam iento di ferencial de la duración de la respuesta. Notterman y Mintz (1 9 6 5 ) han intentado analizar reciente mente la dinámica de la respuesta, considerando, entre otras va riables: el tiem po de duración de la respuesta y el punto de la máxima intensidad de la respuesta. Encontraron covariaciones entre algunas de estas medidas. Sin em bargo el hecho de que la palanca estuviera localizada en una ubicación específica, restrin gió la topografía que la respuesta podría haber tenido. Aparente mente, la diferenciación de la duración de la respuesta tiene li mitaciones en lo que se refiere a la opresión de un “ operando” (Skinner, 1938 ), puesto que entra en co n flicto la respuesta de bajar la palanca y la de soltarla para oprimirla de nuevo. Este co n flicto se establece cuando deseamos im poner un p ro grama de co n te o sobre duraciones o cuando el lím ite superior de la duración queda indeterm inado. El permitir que la respues ta tenga una duración m ayor que un m ín im o libera la topografía. Considerem os el siguiente ejem p lo: Un pez atraviesa un anillo o cilindro que contiene al final, un d etector del paso del animal (una fotocélu la, p or ejem plo). A q u í la restricción geográfica opera, pero las variaciones topográficas pueden cambiar dentro de los lím ites del sistema con d u ctor o cilindro. Igualmente en laberintos hay m anifestaciones topográficas que son de im por tancia. Tam bién pod em os con cebir la siguiente situación: en un m u seo de arte una persona cruza frente a una pintura. Durante su
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paso frente a la pintura la persona puede detenerse, retroceder, alejarse y apreciar la obra desde un ángulo particular; hacer co mentarios acerca de la obra, señalando hacia partes del cuadro, con expresión sonriente o no, etc. Un observador puede medir el tiempo entre el cruce de la per sona de una línea imaginaria arbitraria correspondiente a uno de los bordes del cuadro hasta la línea del borde restante. Muy posiblemente encontrará que a mayor tiempo relativo al cruce de las líneas imaginarias, hay una topografía múltiple y de mayor complejidad y variaciones, que si el tiempo de cruce es breve. Las funciones topográficas de las respuestas se estiman indirecta mente cuando permitimos una mayor oportunidad temporal pa ra- que se manifiesten. Como otro ejemplo, podríamos estimar la frecuencia con que una persona va al cinematógrafo y averiguar si en función de ciertas condiciones especiales, esta frecuencia aumenta o disminuye. En cada unidad de frecuencia (cada vez que va al cine) hay una conducta aparentemente difícil de detectar (mirar hacia diversos puntos de la pantalla) que ocurre durante el lapso de cada proyección bajo el control de otros estímulos relevantes. Obviamente la geografía de la respuesta (el asiento en el cual se ubica el espectador) determina la variabilidad de la conducta, ampliando o restringiendo sus movimientos oculares. Principalmente ello ocurre como una función de la distancia en tre la pantalla y el espectador, pero el patrón formado por el ba rrido ocular, varía también según la proyección y los estímulos particulares presentados. Este último tipo de análisis considera las interrelaciones entre la frecuencia, la geografía y la topografía de la conducta. Los anteriores ejemplos nos indican que es más plausible en contrar las entidades denominadas operantes o conductas ope rantes estableciendo las restricciones mínimas y dejando que la topografía de las instancias varíe libremente. Por lo menos, ello ha permitido la investigación exhaustiva de clases f'‘ restringidas” y convenientes de respuestas y ha permitido obtener resultados repétibles. Sin embargo las interrelaciones entre diferentes topo grafías quedan oscuras, porque se supone que son mutuamente reemplazables dos instancias topográficamente diferentes si su efecto es el mismo. Por el contrario, cuando establecemos, ade más de restricciones y límites “ Mínimos” otros límites y restric-
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ciones a la clase, estamos definiendo clases diferentes. Si para varias clases definidas en base al establecim iento de límites dis tintos encontram os que, sin embargo, ellas covarían con las ma nipulaciones y controles pertinentes, estaríamos entonces ha cien do con tacto co n una clase G EN E R ICA de conductas cuya importancia no puede soslayarse. Por ejem plo, tiene interés'que la con du cta de im itación se p ro duzca de manera generalizada,puesto que podríam os enseñar una variedad de respuestas topográficam ente diferentes cuando una persona aprende a imitar. ¿Cuáles son los lím ites de tal clase de conductas y qué factores al controlarla, contribuyen a estable cerlos? C.- La Clase Generalizada de Respuestas y el Principio de la Inducción. Varios autores han señalado que la generalización se explica por el mecanism o de inducción. Cuando hay dos clases de res puestas y una operación experimental afecta a una de ellas, obser vándose el e fe cto en la otra, tal e fe cto tiene c o m o base a la induc ción . Eventualmente estas clases tienen propiedades definitorias diferentes (vg.: si tal propiedad incluye a la operación experi mental, ésta se efectu ó en una de las clases y n o en la otra); pe ro además, tienen propiedades n o definitorias com unes, y la intersección de las clases en base a propiedades n o definitorias com unes explicaría el e fe cto observado. Para Ribes (1 9 7 9 ), esas propiedades n o definitorias deben identificarse en: los elem entos estimulativos, en los com pon en tes de las respuestas, o en ambos. Si, entonces, una clase definida de respuestas es afectada p o r una operación experim ental, y otras clases de respuestas que n o han sido afectadas por esa operación, covarían indirectam ente; p o dem os inferir que estamos afectando a un sistema de respuestas. Peterson (1 9 6 8 ), desarrolló un con ju n to de investigaciones para construir un repertorio de conductas imitativas generaliza das en una niña con retardo en el desarrollo y analizar las varia bles que de manera relevante afectaban tal repertorio. Técnica mente, en la im itación, el experim entador m odela una respuesta c o m o estím ulo, y puede instigar una respuesta igual por parte del sujeto dentro de ciertos límites de tiem po. Si el sujeto emite la respuesta de igualación, recibe inmediatamente un prem io.
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Inicialmente, Peterson seleccionó seis conductas: ponerse un sombrero, golpear la pared, golpear el escritorio, palmotear en las piernas, aplaudir, sacar una tapa de una caja. (Las tres últi mas nunca habían sido reforzadas). Luego las sometió a un pro cedimiento de extinción. Es decir, se pedía al sujeto que hiciera lo mismo que el experimentador, pero nunca recibía el premio. Ello trajo como consecuencia la emisión cada vez menos fre cuente de esas respuestas por parte del sujeto, hasta que en diez ensayos consecutivos, dejó de emitirlas. A continuación el experi mentador demostró otras conductas, que al ser imitadas por el su jeto, éste recibía un premio. Posteriormente intercaló las conduc tas inicialmente extinguidas (aún continuaban sin recibir pre mio) entre las que eran sistemáticamente premiadas. Para pre venir efectos de encadenamiento introdujo controles diversos, como pausas de 20 a 30 seg. entre una demostración de la con ducta modelo y otra. Al procedimiento inicial de extinción lo de nominó evocación masiva y cuando mezclaba respuestas imitati vas premiadas y no premiadas, lo denominó evocación intercalada. En el gráfico No. I - 1 observamos los efectos de ambos pro cedimientos. Peterson concluye señalando que bajo evocación ma siva las respuestas tenderían a extinguirse, pero continuaban emi tiéndose si se intercalaban con otras respuestas imitativas premiadás. En consecuencia, algún tipo de premio es necesario para que todas las respuestas dé imitación se ejecuten. Pero, ¿por qué la manipulación diferencial del premio afectó a todas las conduc tas (premiadas y no premiadas), es decir, ¿por qué cuando pre mió unas respuestas, aquellas no premiadas también incrementaron su frecuencia? Peterson sugiere que Una dimensión de estímulo qué él deno mina “ semejanza de la conducta entre el niño y el modelo” afectó a las no premiadas. Es decir, a pesar que las conductas eran diferentes unas de otras, todas tenían ía propiedad “ no definitoria” común de ser semejantes a las dé la conducta del experimen tador. Para verificar si esa propiedad no definitoria (similaridad de conductas entre experimentador y sujeto) era o no importan te, Peterson (1968) realizo un segundo experimento que incluía conductas no-imitativas donde la topografía de la conducta del sujeto difería de la del experimentador. Por ejemplo: cuando el experimentador se golpeaba las rodillas, el sujeto debía agitar una lata de café. Estas conductas se enseñaron a la niña utilizan-
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" p o n e rs e e l s o m b r e r o "
" g o lp e a r
la
p a re d "
GRAFICO No. 1.1 [ Tomado da Potterson, R.F. <1968) ]
do alimento, reforzamiento social y técnicas de desvanecimien to. Luego que esas conductas fueron aprendidas, se sometieron al procedimiento de extinción por medio de la evocación masi va. Posteriormente se intercalaron con una serie de respuestas
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imitativas que recibían premio, alternándose varias veces ambos procedimientos (evocación masiva y evocación intercalada). Co mo resultado, Peterson observó que cuatro de las cinco conduc tas no'imitativas extinguieron en ambos procedimientos, pero una de ellas el sujete continuó ejecutándola durante la evocación in tercalada. Además encontró que respuestas imitativas no-reforza das para sondear los efectos del premio diferencial también ex tinguieron. Con ligeras variantes en el procedimiento, (ver grá fido No. I - 2), un tercer experimento ofreció resultados conclu yentes. Las respuestas “ imitativas no-reforzadas” y las “ no imita tivas no-reforzadas” disminuían en el procedimiento de extin ción por evocación masiva y se sotenían en el de extinción por evocación intercalada. '
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¿Qué propiedad compartida por las respuestas de imitación y de no imitación las hacía covariar?. Si no era la semejanza con la conducta del experimentador (Experimento No. 1) enton ces las respuestas no-reforzadas (imitativas y no-imitativas) esta ban siendo mantenidas por otra propiedad, no definitoria, vg.: el sitio donde se realizaba el experimento y también por el hecho de que todos eran enseñados por un experimentador que daba las claves (estímulos) para actuar. Como se observa en el gráfico No. 1.3, un estudio final utilizando “ imitativas reforzadas” y “no imitativas no-reforzadas” permitió identificar a la operación de premiar al sujeto como la responsable de las relaciones funciona les entre las dos clases de conductas (imitativas y no-imitativas).
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GRAFICO No. 1.2 [ Tomado d* P «t««on, R.F. (1968) ]
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(EXTINCION)
BLOQUES DE SDs GRAFICO No. I. 3 [ Tomado de Petterson, R.F. (1968) ]
Mientras se reforzaron las imitativas aquellas no-imitativas (y no reforzadas) se emitieron con igual frecuencia. Cuando se descontinuó el otorgamiento de premios contingente a la emisión de las de imitación, éstas menguaron, progresivamente. Además, las no-imitativas y no-reforzadas también disminuyeron, aunque con mayor velocidad. La clase funcional de respuestas de imita ción es entonces parte de una clase mayor que comprende a las no-imitativas. Es decir, el experimentador, dentro de los reque rimientos establecidos por sus procedimientos, no pudo estable cer los límites de la clase de respuestas imitativas. Si la propie dad no-definitoria de la clase no es la semejanza entre la con ducta del experimentador y la del sujeto, las operaciones experi mentales estaban generando a partir de !a propiedad definitoria (otorgamiento de premios o reforzamiento) una propiedad nodefinitoria, no identificada. Estas operaciones generaron una cla se extendida o generalizada de respuestas (imitativas y no imita-
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tivas) diferenciables sólo, cuando el procedim iento de extinción p or evocación masiva se p on ía en práctica; pero integrable, cuan d o el de evocación intercalada estaba en efecto. Si el reforza m iento tiene efectos generalizados y no son propiedades de los estím ulos antecedentes (Experim entos Nos. 2 y 3), entonces los efectos generalizados se efectúan a través de una dimensión o pro piedad de las respuestas aún no identificada. Ello quiere decir, que a pesar de poseer topografías diferentes, sostenían en com ún otras propiedades no topográficos com unes, que daban origen a una clase de respuestas amplia y unitaria. Dichas propiedades limi tantes quedan p or ser descubiertas. García Hernández y Ribes Iñesta (1 9 7 4 ) estudiaron los efectos que la variabilidad de las respuestas, durante la adquisición, te nía sobre el nivel de im itación generalizada alcanzado. Si la estruc tura topográficam ente definida de la clase de respuestas, afecta a la im itación generalizada, entonces clases hom ogéneas o heterogé neas, de respuestas inicialmente entrenadas, podrían afectar a las respuestas imitativas, cuando éstas se som eten a extinción. En este experim ento, para form ar la clase hom ogénea, utilizaron la repeti ción de la misma vocal, en todas las palabras constituidas de dos sílabas; por ejem plo, lana, capa. En la clase heterogéneas, tanto las vocales co m o las consonantes variaban de una palabra a otra. Los autores encontraron m ayores decrem entos en las ejecu cio nes correspondientes a la clase hom ogénea, durante las fases de extinción. C om o la clase hom ogénea estaba constituida por la vocal “ a” , com ún a todas las palabras; según los autores, el reforza m iento afectó a un m enor núm ero de subclases de respuestas. En cam bio, en el grupo heterogéneo, donde se reforzó un m ayor rango de propiedades n o definitorias, la extinción fue m enor. La clase generalizada de respuestas imitativas es una fi nción de la topografía de las respuestas cuya variabilidad ha sido modulada durante el entrenamiento. Por otra parte, en el nivel de la investigación básica, el desarro llo reciente de las llamadas “ conductas adjuntivas” pod ría prop or cionar un m arco de referencia coherente para explicar el proceso de Peterson, cuando trata de extinguir respuestas diferentes con el procedim iento de evocación intercalada. Por ejem plo, se ha analizado, que dependiendo de ciertas con diciones, se induce la m anifestación de conductas n o directam ente afectadas p or el re forzam iento. (Staddon 1977).
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D. Significado del término “ Contingencia”
Hasta ahora hemos tratado sólo incidentalmente el término “ contingencia” , “ reforzamiento” , “ premio” , etc. Cuando Skinner (1938, 1957) se refirió a la contingencia, la describió como los efectos producidos por la conducta. Se dice que un evento es contingente cuando su probabilidad de ocurrencia es (< / > 0), y depende o es condicional a la ocurrencia de una conducta. El reforzamiento contingente es entonces aquella operación que permi te que ocurra un evento estimulativo, dependiendo de que ocurra una instancia particular de conducta. Además, para ser calificada de reforzante tal operación, debe producir un efecto caracte rístico: respuestas semejantes a la que antecedió al estímulo re forzante deben manifestarse en el futuro, más frecuentemente. Si el efecto fuese el de disminuir la frecuencia futura de esas respuestas, la operación se denominaría castigo contingente. Si la operación hace que un estímulo anteriormente presente que de eliminado o desaparezca, cuando se emite la respuesta precur sora a la eliminación, y estas respuestas aumentan en el futuro, a la operación se la denomina de reforzamiento negativo. Por ejemplo, este’ tipo de reforzamiento lo observamos en el uso de lentes oscuros cuando la radiación solar es intensa; o en la con ducta de abrir el paraguas cuando llueve. Si las respuestas no producen un acontecimiento característico que antes producían, la operación se denomina extinción y la conducta antes emitida con regular frecuencia,mengua en ocasiones futuras. En todos los casos la ocurrencia de los eventos contingentes es dependiente del comportamiento, excepto en la extinción don de queda rota la dependencia, por la cancelación definitiva de los eventos antes dependientes. El retardo que interviene entre la conducta y sus efectos debe ser mínimo para que sea efectiva la contingencia. No obstan te, aunque se han logrado mantener determinados comporta mientos con retardos variables de los estímulos reforzantes y ba jo determinadas condiciones (Schoenfeld y Farmer 1970), la efectividad óptima del reforzamiento respecto del control de la conducta, tiende a diluirse con su retardo.
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Contingencia es entonces para Skinner dependencia e inme diatez. En consecuencia, la operación de reforzamiento es aquella que permite el acceso inmediato a los estímulos reforzadores de manera contingente a la ocurrencia de las respuestas. Schoenfeld et al. (1973) han analizado la noción de contin gencia en términos de las condiciones de suficiencia (condición mínima) y de necesidad (condición sin la cual no). Cuando a un niño le reforzamos la conducta de leer diciendole “ muy bien” por cada una de las palabras que lee; utilizamos una regla con valor de suficiencia y necesidad basada en cada respues ta. Esto es, cuando para cada respuesta corresponde un reforza miento (programa de reforzamiento continuo), la regla es de su ficiencia y necesidad. Cuando esperamos que el niño haya leído hasta tres palabras para decirle “ muy bien” las respuestas son necesarias pero no suficientes para el reforzamiento, ya que éste ocurre cuando haya leído la tercera palabra. Por ejemplo, en una si tuación donde es posible reforzar más de una conducta; cual quiera de ellas es suficiente pero no necesaria para el reforza* miento puesto que podemos darlo cuando emite la otra con* ducta. Cuando, luego de leer, o cuando luego de jugar, le deci mos “ muy bien” al niño; las respuestas de leer son suficientes pero no necesarias para el reforzamiento. Finalmente, cuando decimos al niño “ muy bien” cada minuto, sin tener en cuenta su conducta (el niño puede estar leyendo o no), las respuestas no son ni suficientes ni necesarias para la ocu rrencia del evento reforzante, (Schoenfeld y Colé, Lang y Mankoff, 1973). Paradójicamente con los hallazgos iniciales de Skin ner, la dependencia no es una operación indispensable para refor zar la conducta. Todos los ejemplos descritos en el párrafo han utilizado otros parámetros para mantener la conducta a una tasa constante, o para aumentar la frecuencia o tasa futura de emisión de esas conductas. Si la contingencia (dependencia e inmediatez) no es una condición suficiente ni necesaria para la adquisición o el mantenimiento de la conducta, ¿hay entonces una paradigma más simple que explique el fenómeno del aprendizaje? Schoenfeld ha propuesto que el paradigma básico consiste en
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la intromisión o intrusión de estímulos en el flujo continuo de la conducta. De este paradigma básico, el reforzamiento contingente es un caso particular. B,- La Triple Relación de Contingencias: Las operaciones de reforzamiento, extinción y castigo se pro ducen bajo componentes de- estímulo de un ambiente particular y aparentemente neutral. En la situación básica, las paredes de la caja, donde se introduce el organismo, la iluminación general del ambiente y la presencia de la palanca, no provocan, de manera re fleja la conducta.
Sin embargo, luego del reforzamiento, si adquieren propieda des controladoras, vg.: el animal colocado en cualquier sitio en la caja va cerca de la localización de la palanca y la oprime. Para determinar cuándo y cómo se establecen esas funciones controladoras es necesario aislar algunos componentes del ambien te o destacarlos respecto del campo general de la estimulación por aquél provista. Por ello, Skinner introdujo estímulos en cuya pre sencia, la conducta emitida en la palanca, era seguida del reforza miento. Técnicamente denominó a tales estímulos, discriminativos. Si bajo un estímulo había disponibilidad del reforzamiento para las respuestas ello se tipificó como estímulo discriminativo po sitivo o Sd. Si bajo otro estímulo, o en ausencia del anterior la disponibilidad del reforzamiento era menor o nula, se tipificó co mo estímulo discriminativo negativo o S^. Progresivamente los los S^ y sA adquieren control de la conducta porque establecen la ocasión en que habrá una determinada probabilidad de refor zamiento, siempre que se cumpla la regla de que la probabilidad del reforzamiento durante Sd sea mayor que durante S^. Así, las res puestas ante Sd se mantienen o incrementan, y ante S^, disminu yen o cesan completamente. Este control discriminativo permite ampliar la noción de con tingencia de manera que ésta se expresa como:
Sd R-* Sr
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y que puede leerse, “ dado un estímulo discriminativo (Sd), si el organismo responde, entonces ocurrirá el reforzamiento” . En oca siones posteriores, los Sd adquirirán propiedades reforzantes secun darias y pueden utilizarse para sostener la conducta durante perío dos extendidos. Por ejemplo, la presencia del guardia vial ocasio na la disminución de la velocidad por parte de los conductores que transitaban a 60kmph aunque estímulos discriminativos an teriores indicaban en la vía Fijo: 60Kmph. Las funciones de estímulo: discriminativas, reforzantes secun darias, etc; posiblemente dependen y adquieren propiedades di ferenciales por la contigüidad temporal que tienen los eventos o estímulos reforzantes, cuando se introducen en el flujo de la con ducta. Si se introducen muy .próximos al reforzamiento y antes de éste, adquieren funciones discriminativas y condicionadas (pro piedades reforzantes secundarias). Si quedan muy alejadas del momento del reforzamiento tendrán funciones discriminativas negativas; y en un momento intermedio, funciones discriminativas positivas. Supongamos que jugamos a competir corriendo. Un pitazo sir ve para indicar la partida y otro para indicar que uno de los par ticipantes cruzó primero la línea de la meta. El pito de la boca sir ve de estímulo de preparación, el primer pitazo como Sd para el inicio de la carrera y el segundo pitazo será una señal reforzante condicionada y discriminativa para los que se suponen ganadores; lo que hará que varios de los finalistas griten “ ¡Gané!” . Como ve mos, el mismo estímulo adquiere temporalmente funciones diver sas según las circunstancias que anteriormente hemos analizado.
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BIBLIOGRAFIA DEL CAPITULO I GARCIA HERNANDEZ, V. y RIBES IftESTA, E.- La imitación generalizada como una función de la variabilidad de la clase de respuestas que se refuerza en la adquisición. En “Aportes al Análisis de la Conducta. Memorias del Primer Congreso Mexicano” México, Trillas, 1974, 249-267. NOTTERMAN, ¿M. y MINTZ, D.E.- “Dynamics John Wiley. 1965.
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CAPITULO II LA DEFINICION OBJETIVA DE L ~ CONDUCTA Y SUS PROBLEMAS Hay algunas situaciones dentro de las cuales no es posible el registro automático de datos. En consecuencia, un sistema de regis tro de observaciones debe considerar la necesidad de utilizar ob servadores humanos. El observador humano sustituye al canal de registros automáticos y debe actuar como un detector de los cam bios a registrarse y como inscriptor de los eventos, para obtener un registro permanente. Es de importancia definir el dominio de lo que se va a observar de manera tal, que se obtenga como resul tado, un registro de alta precisión (confiabilidad);y en consecuen cia medidas repetidas del mismo evento contengan un mínimo de errores. La definición de lo que ha de ser observado puede ser más o menos arbitraria, pero debe considerarse cuidadosamente la pertinencia de los aspectos seleccionables respecto de la denomi nación o identificación de una clase genérica (validez). Por ejem* pío, si registramos la conducta de fumar contando el número de cigarrillos consumidos que el sujeto deja en los ceniceros de su alojamiento, podríamos equivocamos en relación a la identifica ción de propiedades relevantes. Es decir, el sujeto enciende ciga rrillos; succiona el humo, pero no aspira el humo, dejando que a continuación el cigarrillo se consuma por sí mismo. En este caso estamos registrando una conducta que podríamos definir como “ imitación de la conducta de fumar’* más que la conducta misma dej fujnar. Si la propiedad decisiva es el aspirar humo del cigarrillo, la i observación directa de la cónducta del fumador nos conduce
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a un registro más válido, que si hubiéramos observado los produc tos permanentes (colillas). Podemos contar el número de aspira ciones (expulsiones de bocánadas de humo), que el sujeto ejecuta cuando enciende cada cigarrillo. Habiendo identificado la propie dad pertinente, podemos establecer la relación entre el número de bocanadas y el grado en que se consume cada cigarrillo, e inferir, á partir de la medida del tamaño de las colillas dejadas por el sujeto, los patrones de consumo. ¿Como definir entonces objetivamente la conducta de fumar? Veamos algunos ejemplos de definiciones: - Número de cajetillas consumidas cada día. - Número de colillas que se cuentan cada día. - Número de bocanadas diarias o por hora; estimadas a partir del tamaño de las colillas abandonadas. (Nota: 20 bocana das equivalen a 4 cm. de longitud consumida del cigarrillo, etc.) Todas las definiciones incorporan un aspecto importante de la conducta de fumar: la operación de contar el número de eventos. Si suponemos, que las operaciones son equivalentes a los con ceptos, estamos en el plano dé la definición operacional. Si se ¿orna como la función de fumar a la cantidad de nicotina incor porada en el organismo del fumador, veremos que hay cierta co rrelación entre ésta y la medida qué de ella tomamos. Pór ejem plo, en la primera definición, aunque el sujeto informa verazmente del número de cajetillas consumidas, por lo general ofrece un ciga rrillo a sus amigos o clientes cuando inicia una conversación, y la correlación entre niveles de nicotina y cajetillas consumidas es, en consecuencia, débil. Si tomamos la segunda definición y restringimos las condicio nes de observación a la conducta de fumar en la habitación del sujéto, esto no refleja que él consume la mayor proporción de cigarrillos cuando conduce su vehículo, o que en su alojamiento hay visitantes u otros habitantes que también fuman. En este caso, la correlación anterior sería también baja. La tercera defini ción arroja mayor precisión pero está sujeta a los mismos factores que producen incertidumbre en registro de la segunda. Cuando contamos o realizamos operaciones de medida, estamos creando
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la base para una definición objetiva, pero suponer que las opera ciones de medida son exactamente lo mismo que los conceptos o funciones definibles, (operacionalismo), es un error. La objetividad tiene entonces dos componentes: a) Pertinenjcia entre las medidas y los acontecimientos a medir y b) Confiabiilidad, o grado de acuerde entre dos observadores independientes, ^acerca de las medidas realizadas. Estas nociones son importantes por cuanto él observador humano es un instrumento imperfecto de observación y tiene sesgos en su conducta respecto a lo que considera son las propiedades esenciales de los fenómenos (infe rencias sobre la conducta); así com o también, respecto a la detec ción diferencial de acontecimientos que para el observador son importantes. Finalmente, si el observador no registra inmediata mente los aspectos detectados, entonces el lapso de tiempo que ocurre entre la detección y el registro deteriora la fidelidad del último. A:- Condiciones generales para obtener definiciones subjetivas de conducta: Vamos a considerar algunas “ reglas” para perfeccionar la obje tividad de nuestras definiciones de conducta. Es importante conocer la(s) situación(es) precisa(s) del ambiente físico donde se va a realizar la observación. Un plano sencillo de la planta física del ambiente puede ser de extrema utilidad, porque per mite puntear la geografía de la conducta. Esto nos permite definir por ej. el área del salón de juegos para contar el número de objetos abandonados por los niños, o la subarea que los niños utilizan más frecuentemente para jugar. El plano de una sala hospitalaria, o del aula, localizando las ubicaciones de las personas es igualmente útil. De la misma manera, los aspectos destacados del ambiente son de es pecial interés por la topografía de la conducta respecto de ellos. Vg: Ubicación del televisor, cama, luces, “ closets” o escaparates, asientos, etc. dentro de la habitación. Galván, Gallegos, Guzmán y Leaman (1978) han propuesto el uso de mapas conductuales para abordar problemas de carácter ecológico. Estos mapas contribuyen al registro del desplazamiento de los sujetos en las instalaciones, en un ambiente físico espe
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cífico. Pata ello, dividen los ambientes según el acceso funcional de las personas y las actividades que las personas realizan en de terminadas ateas. Por ejemplo, en casas de habitación, la sala y el comedor son consideradas áreas publicas; la cocina, semipública; y las habitaciones y baños, privadas. Las hojas de registro consistían en planos de planta, con mue bles incluidos y numeración de las áreas. Ello permitió anotar los tiempos que las personas permanecían en las áreas numeradas y la proporción de tiempo transcurrido en un área en relación a las demás. Los observadores, además, trazaban el recorrido de las personas usando una línea continua, cuyo color variaba diaria mente. Además, anotaban las duraciones correspondientes a la permanencia de los sujetos cuando excedían cierto límite de tiempo en determinada área. La descripción de la situación gene rales importante por dos razones fundamentales: 1.) Permite identificar factores disposicionales de carácter particular o general. Por ejemplo la sala de juegos crea factores disposicionales para que la conducta de jugar se manifieste; el patio de la sala psiquiátrica crea eventos disposicionales parg que la conducta de deambular, o la de ponerse a tomar el sol, aparezcan, etc. y, dependiendo de los objetos acumulativos del ambiente la geogra fía y topografía de la conducta cambian respecto de aquellos. En tal sentido es útil establecer parámetros para definir el contacto entre el organismo o sus partes y los objetos de estimulación ubicados en el ambiente. Por otra parte interesa obtener, en la medida de lo posible, “ productos permanentes” . Para ello es nece sario definir los límites de los productos permanentes que los sujetos generan. Por ejemplo, si calificamos como objetos de “ basura” , sólo aquellos objetos de determinado tamaño y dentro de ciertos límites, que se encuentran en el piso; podemos tener dos círculos de plástico dé tamaño diferente y transparentes que establecen los límites requeridos. (Harting, E. 1976). Se puede obtener otro tipo de registro “ permanente” colocan do un talco no resbaladizo en el piso y observando el barrido o huellas que dejan los pies de las personas cuando transitan u ocu pan determinadas ubicaciones. 2.) En segundo lugar, com o ya lo hemos señalado, debemos tener condiciones para obtener definiciones objetivas de conducta.
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Tanto mejor si tales condiciones permiten observar la ocurrencia de la conducta con una duración definida o al menos con claro y discriminable inicio del tiempo de variación del evento. Cuando no es posible medir la duración, el constatar la ocurrencia actual del evento permite aproximamos a su frecuencia, y en consecuencia, podemos estimar su tasa. En ambos casos, la definición previa del evento conductual tiene la máxima importancia. Jackson, DellaPiana y Sloane (1975) han sugerido tres pasos para la obtención de una clara y buena definición (operacional): a.- Identificar las dimensiones o características más importantes de la respuesta que se va a medir. Para ello es necesario decidir cuál de las siguientes es la más importante: 1.- Frecuencia de la respuesta (Cuán frecuentemente ocurre). 2.’ Duración de la respuesta (Cuánto dura cada vez que ocurre). 3.- Intensidad o magnitud de la respuesta. (Por ejemplo: gol-, pear vs. palmear, susurrar vs, gritar). 4.~ Latencia de la respuesta. El tiempo entre cierto evento estimulativo y el inicio (eKtór^iín}>) de la respuesta. Por ejem plo, el tiempo entre las instrucciones y la ejecución del alumno. 5.- Forma de la respuesta. (Exactamente cómo debe ejecutar se la respuesta). Por ejemplo: cómo deben colocarse los pies al sentarse frente al escritorio; qué constituye una res puesta correcta a una pregunta; cuán nítido debe ser un trabajo escrito. b.- L- Movimiento. (Definirlo en términos de cuándo comienza y cuándo termina. Por ejemplo, el contacto manual o tocar, puede definirse en términos de inicio, cuando lamano entre al contacto con algo, y terminar cuando se retira la mano de un objeto). 2.- Sólo respuestas específicas. (Especificar todas las instancias de conducta que serán incluidas. Por ejemplo, por atención del maestro entendemos decir “ bien” , “ bello” , dar palmaditas al niño, o sonreir estando frente al niño. No se contarán otras conductas del maestro). 3. - Definición General Designar una clase general de respuestas cuando la “ forma” de la respuesta carece de importancia.
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Por ejemplo: Gomo Atención del maestro, se considera a las vertjaUzaciones dirigidas a los niños y los contactos físi cos con éstos. Especificar los resultados de la conducta. Por ejemplo, ras paduras en el brazo, solucionar problemas correctamente escritos; desperdicios en el piso, etc.
Definir las conductas que se ajustan al modelo. k - Especificar todas las modalidades sensoriales críticas para poder discriminar la respuesta. Por ejemplo visión, audi ción, tacto, gusto, olfato. 2.- Definir la conducta de tal manera que las dimensiones im portantes de la respuesta queden incluidas en la definición. Por ejemplo, en el llanto; las dimensiones importantes son frecuencia, magnitud y duración. Puede definirse como rui do vocal que puede ser oído al menos, a treinta metros de distancia y cuando menos de cinco segundos de duración. La frecuencia se determinará en el sistema de registro. 3.- Revisar la definición, para estar seguros de que los criterios para identificar instancias de conducta, quedan especifica dos en cada modalidad sensorial necesaria para detectar esa conducta. Por ejemplo, en la definición de “ llanto” an teriormente tratada, si la visión es crítica en la determina ción del “ ruido vocal” versus otros ruidos, debería agre garse, “ movimientos en la boca del niño” a la definición. Entonces el “llanto” debe registrarse solamente cuando el observador vio el movimiento de la boca y escuchó ruido vocal durante cinco segundos, estando alejado unos 30 metros. 4.- Refinar las definiciones: Sobre la báse de observaciones preliminares del sujeto, hacer simulaciones de las instancias de la conducta y revi sar cada instancia para observar si está cubierta por la de finición. De no ser así, expandir la definición para incluir esos ejemplos. Usando las definiciones, simular instancias de la conducta cubierta por la definición aun cuando el sujeto no las emite en la actualidad. Si no se desea registrar esas conductas, de bemos restringir la definición.
Para los autores mencionados, las definiciones deben permitir que cualquier persona pueda hacer la observación de la conducta. Debe especificar todo lo necesario para que la conducta pueda ser observada, es decir, no se debe exigir que el observador adivine, juzgue o infiera lo que está pasando. Tampoco que el observador diga si lo que ocurre es “ bueno” , “ adecuado” o no. Señalará úni camente lo que el sujeto debe o no realizar para considerarlo co mo una instancia de lo definido. Finalmente, los criterios deben ser minuciosamente especificados, vg.: el trazado de una vocal escrita no debe exceder a un patrón de forma cuadrada de un centímetro de lado. Como quiera que la obtención de una definición objetiva no es suficiente para determinar si la conducta covaría regularmente con las variables que la controlan, en consecuencia, interesa de manera especial considerar, si antes de programar alguna inter vención, la conducta tiene alguna regularidad en su ambiente jiatúral.
B.- Problemas de la definición de Conducta en situaciones naturales.
Cuando deseamos observar el comportamiento en situaciones naturales; por ejemplo, euando observamos la conducta de las personas en un parque público, o de un grupo de alumnos en el aula, tiene poca importancia anticipar definiciones de conductas excesivamente restringidas. Si, en el caso del aula, y antes de la observación, preparamos una definición de la conducta “ sentar se correctamente” com o: “ contacto de las posaderas con el asiento y brazos sobre el pupitre, manteniendo la columna vertebral en ángulo de 45°, perpendicular al asiento, y teniendo ambos pies dentro del rectángulo de proyección del pupitre sobre el suelo y la cabeza orientada al frente . . .etc., etc.” podríamos encontrar que en dicha aula no hay pupitres o que la mayoría de los niños están de pie o deambulan por el aula, aún en presencia de la maes tra, durante toda la sesión de la clase. Es preferible desarrollar un código de conductas que incluya múltiples clases, com o: “ hablar con otros niños sin autorización del maestro” , “ hablar con el maestro” , “ abandono de la tarea asignada” ; “ tiempo fuera de su asiento” , etc., etc. En situaciones naturales, antes de sesgar la ob-
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servación hacia manifestaciones particulares de algunas conductas, conviene entonces: 1.- Obtener previamente un catálogo de categorías nomina* lés de conductas diferentes, para ser contadas. 2.- Una vez obtenido el catálogo nominal de conductas, es ne cesario determinar hasta dónde pueden reunirse en una so la clase manifestaciones aparentemente distintas de con ductas. Por ejemplo: “ tiempo fuera del asiento” , “ deam bular por el salón sin permiso” y “ tiempo fuera de la tarea asignada” pueden constituir la clase: “tiempo fuera de tarea” Una vez agrupadas esas manifestaciones en una clase, es necesario especificar las propiedades que definen a la cla se y los límites y restricciones que permitirán excluir ins tancias que no pertenecen a ésta; vg: “ hablar con el maes tro” . 3.- En este momento es importante estimar si la clase define de manera válida las manifestaciones observadas, y esto se ñala a la correspondencia necesaria entre la topografía ob servada y la definición de conducta; requiriendo un criterio empírico como elemento esencial para la redefiniciónC Por ejemplo: decir que el niño no atiende al maestro, por que cuando éste habla el niño está mirando hacia el pupi tre más que el maestro, quiere decir que la figura del maes tro no es una propiedad controladora. Ello no excluye que el sujeto esté atendiendo precisamente a lo que dice más gue a sus gestos o posturas. 4.- Las conductas observadas pueden tener consecuencias múl tiples en el ambiente, más que a una única consecuencia. En el caso anterior, el maestro podría reprender al niño, acer carse a él, aumentar en él el tono de su voz, pedir que lo mire, ignorarlo, decir a otro niño: “ tú lo haces muy bien porque me miras y así observas esto que yo estoy mostran do ahora” ; otros niños pueden hacer chistes o burlas, el maestro puede preguntar: “ ¿Qué acabo de decir?” . El ni ño en cuestión puede estar tratando de disimular la man cha de tinta en su pantalón leyendo un recorte de una re vista que tiene debajo del( tintero, o puede estar tratando de ocultar la liga de goma y pequeños papeles doblados que utilizará como proyectiles. La conducta de no mirar
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hacia el maestro puede tener entonces consecuencias múl tiples y variar de un niño a otro. Esas consecuencias pue den ser tanto físicas (mirar el recorte de la revista), como sociales (el maestro ignora al sujeto). En este sentido, el aislar una respuesta y dejar como “ no-respuesta” todo el contexto condüctual, será arbitrario en relación a las cau sas que están actualmente controlando la conducta. En este caso, habría que definir más de una respuesta y dejar como “ no-respuestas” aquellas irrelevantes en la situa ción específica. 5.- En los ambientes naturales, una vez que hemos definido lás clases pertinentes de conducta es necesario tener una aproximación de su regularidad. ¿Varía en intensidad la voz del maestro? o, cuando el maestro aumenta el tono de su voz, ¿mantiene por mayor tiempo el sujeto su mi rada sobre el pupitre? Interesa, por lo tanto, estimar si ocurren cambios regulares en las conductas en función de eventos antecedentes y/o consecuentes de las mismas. Obviamente el patrón de conductas en el tiempo se mani festará cuando se obtenga el registro de éstas una vez im plantado el sistema de observación. Pero anticipar lo que va a ser o no importante, ayudará a ganar tiempo y aho rrar esfuerzos. 6.>- En el análisis conductual aplicado, las conductas que son susceptibles de ser modificadas deben tener importancia para el sujeto que las emite y /o para el grupo social de re ferencia que se ve afectado por esas conductas. ¿Cuál es la importancia que para el niño y el maestro tienen la con ducta de mirar a quien enseña? Si se trata de que el maes tro’ expone materiales estimulativos visuales para su inspec ción por los alumnos, la importancia es obvia. Pero si el maestro está ofreciendo una narración histórica, posible mente no mirar los gestos y posturas del maestro hace po sible un mayor control de los estímulos verbales de éste sobre el oyente, y está eliminando estímulos incompatibles con lá conducta de atender a la narración. Muchas de las discusiones acerca de la modificación de conducta se sus citan cuando evaluamos la importancia social del compon tamiento. Tal juicio es ineludible. Trabajos reciéntes (Minkin et al, 1976), han explorado la dimensión de lo desea ble del comportamiento, en el resto de los miembros de la
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comunidad, com o una dimensión decisiva del cambio conductual. Esto ha conducido a una precisión mayor respecto a considerar quién es el cliente en los programas de inter vención conductual. Cuando éstos son los administradores escolares más que los alumnos, la disposición ideológica del programador de cambios conductuales debe ser expresada explícitamente y las razones de su compromiso. 7. En situaciones ecológicas e institucionales, donde las con* diciones de los ambientes naturales ejercen efectos contro ladores múltiples, las definiciones de conducta están enla zadas a un sistema de registro de observaciones. Es necesa rio entonces determinac la consistencia de la definición (validez), la precisión de la misma en términos del domi nio cubierto por las clases d e . conductas definidas, las oportunidades qüe se prevén para su observación y la for ma de solucionar los impedimentos que limitan la realiza ción de las observaciones. C.- Costo de un sistema de observación.
Los elementos anteriores pueden considerarse esenciales pa ra estimar el costo del sistema de observación conductual. Un sis tema de observación que parte de definiciones imprecisas, que excluye arbitrariamente instancias importantes de la clase defi nida y que se enfrenta con impedimentos para la implantación, porque hay pocas oportunidades de observar la conducta cada vez que acontece, proporciona escasos beneficios. El costo pue de estimarse como un valor que se expresa en la razón: Tiempo de observación Costo = — ■— --------------------------------x Número de observaciones Oportunidades de observación Por ejemplo, si la oportunidad de observar la conducta de fu mar es de 4 horas y observamos al sujeto en dos de ellas, realizan do 15 observaciones diarias consecutivas, el costo sería equivalente a
2 — - x 15 = 7.5. uc (UC - unidades de costo) 4
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Si de las cuatro horas de oportunidad, observamos cuatro en quince sesiones diarias el costo sería 4 ——x 15 = 15 uc. 4 Si de las cuatro horas de oportunidad, observamos media ho ra, en igualdad de las condiciones, el costo sería, 0.5 ------ x 15 = 1.8 uc. 4
"
Obviamente el costo y el período efectivo de observación co varían propórcionalmente, por ello es un error suponer que uh bajo costo es deseable. Un bajo costo puede significar la falta de representatividad del sistema de muestreo de conductas. Por ejemplo FIGURA 11.1
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Z).- Relaciones entre investigación básica y aplicada
Skinner (1972) ha tratado de analizar las relaciones entre in vestigación básica y aplicada. Específicamente ha destacado, que cuando se ha hecho hincapié en las consecuencias prácticas del cambio conductual, ello ha producido un incremeríto en el co nocimiento básico de la conducta. Por otra parte la investiga ción fundamental, al guiar en la búsqueda de variables impor tantes, ha producido un mejorahiiento de las contingencias que pueden emplearse para lograr el cambio. Así, la referencia a la investigación básica constituye una precaución prudente para mantener una práctica efectiva. Aun cuando las historias recien tes del análisis experimental de la conducta y del análisis con ductual aplicado no manifiestan un paralelismo exacto, la ferti lización cruzada entre ciencia básica y tecnología es importante. Cuando en el dominio aplicado al costo de aislamiento y mani pulación de una variable es excesivo; esto es, cuando queremos identificar una variable, o sospechamos que una variable es res ponsable en forma inédita de un proceso conductual determina do, es recomendable acudir a las situaciones básicas y más con troladas para evaluar confiablemente los efectos. Mucha de la investigación básica reciente (Honig y Staddon 1977), destaca fenómenos paradójicos que bien pueden ocurrir en situaciones aplicadas, y para los cuales el repertorio teórico del modifica dor de conducta puede resultar insuficiente. Por ello, la estrecha asociación entre el análisis básico y el aplicado libera al segundo del uso de “ recetarios” de técnicas y procedimientos, concedién dole el derecho al status de ciencia aplicada o tecnología.
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BIBLIOGRAFIA CAPITULO II
"Los efectos del uso del refórzamiento positivo, costo de respuesta y combinación de ambos en la cantidad de basura que niños en edad pre-escolar tiran al suelo". Tesis de Maestría. Uni
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CAPITULO III CONFIABILIDAD DE LOS REGISTROS DE OBSERVACIONES El objetivo general de la ciencia es la comprensión de los fenó menos naturales. Esta comprensión requiere conocimientos que logramos a través del análisis y descripción de los fenómenos que queremos estudiar. Esta implícito en el quehacer científico la no ción, de que un número ilimitado de fenómenos pueden ser cómprendidos en términos de un número limitado de conceptos. Bá sicamente es una búsqueda de orden, uniformidad y relaciones funcionales, es decir, relaciones entre eventos que se demuestran cada vez con mayor precisión. El objeto científico de la Psicolo gía es la conducta de los organismos y para que este fenómeno sea objeto de estudio científico es necesario su medición. AI científico le preocupa la existencia del fenómeno, requiere un estimado cuantitativo de la magnitud, frecuencia y cantidad de éste y trata de determinar las condiciones que nos permiten una mejor comprensión del mismo. La aplicación del método científico en Psicología ha aumen tado la demanda de descripciones precisas y objetivas. Siendo la descripción más rigurosa aquella donde se asignan números a los aspectos dé las variables que se describen. Esta descripción que llamamos medida, Guilford (1954), la ha definido como: “ reglas para asignar números a objetos a fin de representar cantidades de atributos” . El término, “ reglas” indica que, el procedimiento para asignar números a objetos, debe ser explícito, específico y exento de ambigüedades. Esto conduce a descripciones objetivas
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y precisas. Dicha objetividad permite la repetibilidad de los da tos, los cuales pueden ser verificados independientemente por otros investigadores. La objetividad la logramos a través de pro cedimientos estandarizados y poco ambiguos que nos permiten describir eventos empíricos. En la definición de medida que hemos tomado, el término atributo indica que lo que medimos es siem pre una característica del objeto, característica que previamente ha sido definida. Para clasificar o cuantificar datos debemos re conocer inicialmente en cada evento la presencia o ausencia de la característica usada como base para la clasificación. En el Análisis Experimental de la Conducta trabajamos a un nivel em pírico donde los datos corresponden a la descripción y verificación de hechos observables y donde es de importancia básica la selec ción y control de las variables pertinentes a la comprensión del fenómeno. Esto acarrea uno de los problemas más cruciales en el Análisis Conductual Aplicado, ya que, quien determina la presencia o ausencia del evento conductual es el observador, y éste forma parte integral del instrumento de medida. Cuando trabajamos en el laboratorio este problema no se presen ta o es de escasa importancia, ya que podemos con exactitud detec tar la ocurrencia del evento a través de los aparatos de registro. En el Análisis Conductual Aplicado donde trabajamos mayormente en si tuaciones naturales y utilizamos los métodos observacionales como instrumento para verificar la presencia o ausencia del evento conduc tual que nos interesa, es recomendable distinguir entre métodos ex perimentales y métodos observacionales, teniendo en cuenta que las diferencias entre ambas son sólo de grado. Veamos algunas de las características de los métodos observacionales: -El número de controles es menor en estudios que utilizan técnicas de observación, y cuando éstos se dan, general mente se refieren al observador y a la forma como éste recolecta los datos. - El ambiente de observación es el de las situaciones naturales. - Generalmente se observa el sujeto o sujetos por un período de tiempo más prolongado y en número más variado dé cir cunstancias. - El entrenamiento está dirigido a calibrar y sensibilizar al ex
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perimentador poniendo gran énfasis en su entrenamiento y en la categorización del sistema de observación. - La conducta que se observa es más difusa y variable y de ahí que haya una mayor dificultad en lograr un acuerdo sobre el evento que está ocurriendo. Con frecuencia se piensa en el método observacional como uno que ve la conducta en su medio ambiente natural, sin intervención del experimentador, sin selección de lo que se va a recopilar y sin manipulación de las variables independientes. No hay algo más alejado de la realidad, ya que él método de observación sistemá tica es una actividad planificada y metódica que involucra ciertas constricciones que mejoran la precisión. Bijou et al (1968) describen a las investigaciones de campo como aquellas donde utilizando la frecuencia como dato, se es pecifica en término de objetivos la situación en la cual se desa rrolla la investigación, se definen y registran eventos ambienta les en términos observables y se mide la confiabilidad del obser vador. En el primer capítulo de este libro hemos hecho énfasis sobre los dos primeros puntos y es en este capítulo donde de sarrollaremos el tercero. Este punto es de vital importancia ya qué nos garantiza la precisión de nuestra medida. La confiabilidad se refiere a la consistencia de la medida y es un índice que permite evaluar la prueba cuando estamos in teresados en conocer cómo cierto tipo de variación no sistemá tica afecta nuestros registros. Estas fuentes de error, o variaciones no-sistemáticas pueden ser producto del mismo procedimiento en sí (malas definiciones, un número muy grande de eventos que hay que registrar etc.), o de la manera particular que tiene él observador de observar los datos o sesgo al interpretarlos. En la gran mayoría de los estudios de Modificación de Conducta uno de los aspectos más impor tantes es la evaluación de la confiabilidad entre observadores ya que para evaluar los efectos de las intervenciones experimen tales, se utilizan datos recogidos a través de la observación. Se estima la confiabilidad de estas medidas, haciendo una compara ción entre los registros de dos o más observadores, los cuales 45
están observando la misma conducta. El grado de acuerdo entre éstos nos da una medida de la consistencia o precisión del re gistro. (O’Leary, K. y Kent, R., 1973). En general cuando falla la consistencia en la medida, esto puede deberse a fallas en el entrenamiento de los observadores, a fallas en el método utili zado para el cálculo de la confiabilidad o a fallas en el sistema de observación. Weick (1968), plantea la importancia de la confia bilidad de los métodos observacionales debido a que está invo lucrado un número grande de juicios que deben emitir los ob servadores y menciona tres tipos de confiabilidad dependiendo del índice que se utilice, estos son: - Acuerdo entre observadores (diferentes observadores obser van a un mismo tiempo). - Coeficiente de estabilidad (el mismo observador observan do en diferentes tiempos). - Coeficiente de confiabilidad (diferentes observadores obser vando en diferentes tiempos). El más comunmente utilizado es el de acuerdo entre observa dores para el cual Dunnette (1966) propone el término de “ preci sión” para este cálculo de la confiabilidad. En término general ñala cuatro fuentes de error o variación: - Un muestreo del contenido (cuando diferentes observadores observando una conducta compleja, muestrean sólo algunos elementos de ésta; siendo éstas, en realidad, muestras de ele mentos diferentes). - Tendencias del observador a responder aleatoriamente cuan do las categorías o definiciones son imprecisas o el observa dor no comprendió claramente la definición. ■Cambios en el medio ambiente de un período de observa ción a otro. - Cambios en el sujeto observado. Dadas estas diferentes fuentes de error es conveniente hacer diferentes estimados de la confiabilidad utilizando distintos pro cedimientos para así tener un mejor control. A manera de ejem plo damos un cuadro hipotético en donde se indica el procedimien to, el índice de confiabilidad obtenido y las fuentes de error que se controlan a través de estos procedimientos. (Ver Cuadro III.l).
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Análisis de las Fuentes de Variancia de Error en un Sistema Hipotético de Observación Procedimiento usado calcular el índice de contabilidad obtenido 1.- Diferentes observa dores muestrean la misma conducta al mismo tiempo (Coe ficiente deprecisión = 0.70) 2.- Un mismo observador observando un mismo evento en tiempos diferentes (Coeficiente de Es tabilidad = 0.85) Dos observadores observando un mis mo evento en tiempusdiferentes.(Coeficiente de Confiabilidad = 0.60) 4.- Un observador ob servando un evento. Comparándose con sigo mismo a través de una prueba de dos mitades; (Coefi ciente de Consisten cia Interna =0.90)
1-Coeficiente = Error
1 - 0.70 « 0.30
1 - 0 .8 5 * 0 .1 5
1 -0 .6 0 « 0 .4 0
1 -0 .9 0 = 0 .1 0
Fuentes de Error debido a:
Maestreo de contenido. Tendencias del observador a responderazarosamente.
Tendencias del observador a responderazarosamente. Cambios en el medio am biente o en el sujeto.
Tendencias del observador a responderazarosamente. Cambios en el medio am biente o en el sujeto. Muestreo de contenido.
Tendencias del observador a responderazarosamente. Muestreo de contenido.
CUADRO II 1.1
Como podemos observar en el CUADRO IIL1, el método que contiene un mayor número de füentés de error es el método No. 3, y de allí que obtengamos, a través de este procedimiento, el índice más bajo de todos los señalados. El 4o. procedimiento es uno donde el sujeto se compara consigo mismo, obteniéndose una medida de la consistencia interna del instrumento, y si el sistema
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de observación es explícito y bien definido, esta medida será la que arrojará el índice más alto. En generalv es difícil hacer los cuatro tipos de comparado* nes y no siempre es necesario. Pero si debemos escoger entre uno de ellos, debemos enfatizar que el método de acuerdo entre obser vadores, observando un mismo evento es el más utilizado y de ma yor utilidad en el Análisis Conductual Aplicado. Repp, A., et al. (1976) describen el acuerdo entre observado res como: variaciones de un mismo procedimiento donde cada sesión de observación es dividida en un número determinado de bloques de tiempo. En estos bloques el observador marca, si de tectó o no, la conducta y compara su protocolo con el del otro observador, al final de la sesión. El número de bloques donde hubo acuerdo es dividido entre la suma de los bloques con acuerdo más los de desacuerdo y el resultado es expresado en porcentaje. Acuerdos ----------------------------------------- x 100 Acuerdos + Desacuerdos
Hay varias sesiones previas de entrenamiento en donde los ob servadores discuten y escriben las definiciones de las conductas mientras observan a la misma. Posteriormente registran indepen dientemente la conducta. Si el acuerdo es más del 80 o/o (u otra cifra arbitraria) en tres sesiones de observación, se considera que los observadores tienen suficiente entrenamiento. El número de sesiones para lograr el criterio y el tamaño de éste (80 o/o, 90 o/o etc.) variará dependiendo de los experimentadores. En este méto do de acuerdo entre observadores hemos destacado que existe una serie de factores que afectan a la confiabilidad y que por lo tanto deben ser tomados en cuenta cuando interpretamos los estimados de ésta. Estos factores son generados por el observador, por el procedimiento que usamos o por cambios en el medio am biente ó en el sujeto observado. Por lo tanto interesa describir y de finir estos problemas, ya que al conocerlos y al saber cómo podemos controlarlos estamos contribuyendo a la precisión y a la soli dez de nuestras medidas.
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4.- Problemas generados por el observador. Uno de los problemas cruciales en este tipo de método es el sesgo o tendencia a que el observador distorsione los datos que reporta, Este problema está poco estudiado en ambientes natu rales. Rosenthal (1966) en una revisión exhaustiva sobre sesgo del experimentador en investigaciones conductuales y en eJ campo de la Psicología Social; muestra evidencias que la recolec ción de datos, interpretación de éstos y hasta la conducta que puede mostrar un sujeto en un momento dado, pueden estar in fluenciados por las expectativas del observador. El sesgo del obser vador interactúa con las condiciones del tratamiento y contamina los resultados. Son errores unidireccionales al interpretar u obser var los datos, que tienden a confundir o enredar el significado de los mismos. Esta distorsión de los datos puede deberse a si tuaciones en donde al observador le interesa lograr algún resul tado particular, vg: el caso de algún estudiante que está llevando a cabo una investigación y quiere tener éxito en ella para apro bar el curso o las situaciones donde el observador posee una hipótesis sobre la conducta observada. De esta manera pue de comunicar sus expectativas e influenciar la conducta del observado de manera indirecta y sin darse cuenta; a través de claves, tales com o: levantar la vista cuando la conducta en cues tión es emitida, etc. Tres estudios realizados en ambientes naturales Rapp (1966), Azrin (1961), y Scott (1967), dan evidencia que cuando los que recolectan los datos son observadores relativamente poco entrenados, éstos se dejan influenciar por su propia expecta tiva acerca de la conducta observada. En el estudio de Rapp (1966), ocho parejas de observadores no entrenados, debían describir la conducta de un niño en una guardería, durante un período de un minuto. A un miembro del par de observadores se le decía que el niño estaba deprimido y al otro miembro del par que estaba sobre-excitado. En siete de las ocho parejas dé observadores había discrepancias en la descripción de la con ducta en la dirección esperada por la sugestión ofrecida. Johnson y Bolstad (1973), se plantean la pregunta de si estos datos son generalizables a situaciones donde el observador es un profesional adiestrado. La evidencia experimental sobre 49
este punto es escasa y contradictoria. Kass y O’ Leary (1970), Skindrud (1972) y O’ Leary y Kent (1973) tratan este problema en forma sistemática trabajando con “ video-tape” . En la prime ra de estas investigaciones se encontró interacción entre lo obser vado y lo esperado por el experimentador; en las dos últimas investigaciones los resultados son no significativos. Nuevamente Johnson y Bolstad se plantean la necesidad de estudiar el efecto de la interacción de la expectativa del observador sobre lo obser vado en situaciones naturales sin el uso de “ video-tape” , en donde el contacto con el observador sea directo. Otra dimensión impor tante que se debería tomar en cuenta sería la especificidad del código empleado v.s. el sesgo del observador. A medida que el código se hace más explícito y definido hay una mayor dificul tad de que entre en juego el sesgo del observador. Igualmente mientras mayor sea el grado de acuerdo entre observadores, menor será la influencia del sesgo sobre los resultados. Skindrud (1973) investiga el primero de estos problemas di ciendo que la generalización de los resultados de las investigacio nes anteriores a situaciones “ in vivo” no son posibles porque: - La recolección de datos a través de video son difíciles de aproximarlas a las situaciones de los ambientes naturales, ya que el acuerdo entre observadores puede ser estimado con ma yor exactitud con “ video” . No obstante, usando video no es tan fácil oir bien, etc. etc. - El uso de “ video” interfiere con la posibilidad de que el observador interactúe con el sujeto observado, variable im* portante que había sido señalada por Johnson y Bolstad (1973). El propósito de la investigación de Skindrud fue determinar' hasta qué punto los datos obtenidos en situaciones naturales pueden estar influenciados por sesgos en el observador. Las ob servaciones fueron realizadas en casas de familia utilizando el sis tema de código multivariante de Patterson (1970). La conducta general por observar fue la denominada “ desviada” en familias catalogadas como normales o problemáticas. La comparación pa ra medir el sesgo se liacía entre observadores bien informados acerca de la problemática de las familias catalogadas como pro blemáticas versus observadores no informados, pero igualmente
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entrenados en cuanto a técnicas de observación. El criterio de entrenamiento fue de 80 o/o de acuerdo entre observadores tan* to de los llamados no-informados como de los informados. Las condiciones de observación para ambos grupos fueron: Familias Problema tanto en línea base como en la Fase de Intervención y normales en línea base. La variable independiente fue la infor mación previa suministrada antes de la observación, acerca de si la familia era normal vs. problemática, y, línea base vs. tratamiento. La variable dependiente fue la cantidad de conducta desviada repor tada por los observadores, utilizando éstos un código de treinta categorías de interacción familiar. La medida fue expresada co mo frecuencia promedio de conducta desviada en un período de cinco minutos. Se esperaba que al observar familias normales no habría diferencia entre observadores informados y no informados. Otra expectativa era que los observadores informados obser varían un número mayor de conductas desviadas durante la lí nea base en familias con problemas y un menor número de con ductas desviadas en la fase de intervención. Sin embargo, los re sultados fueron estadísticamente no significativos; pero aunque no significativos, hay una tendencia general en la dirección espe rada por el sesgo del observador informado. El número de obser vaciones analizado no fue lo suficientemente grande como para que los análisis estadísticos empleados fueran satisfactorios y hay una serie de factores metodológicos que oscurecen los resulta dos. Por lo tanto la literatura que toca este punto del sesgo del observador en situaciones naturales sigue siendo escasa y con tradictoria. Este sesgo, como se deduce, es una variable que pue de jugar un papel importante en el grado de acuerdo logrado en tre observadores y de ahí que repercuta sobre el cálculo de la confiabilidad. En general, se deben de tomar precauciones por lo menos para que la información suministrada sea igüal para todos los observadores y minimizar así este efecto. Grimm, Parson y Bijou, (1972) proponen como una posible solución a la interacción “ observador-sujeto” el uso de ante ojos de sol y así evitar la emisión de claves por parte del obser vador. Esta técnica minimiza la interacción producida a través de la mirada y evita el contacto visual por parte del sujeto. La ventaja que presenta dicha técnica sobre el uso tradicio nal de cristales de visión unilateral utilizados en la mayoría de los laboratorios de investigación sobre el desarrollo, es qué es
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una técnica más versátil y menos costosa que la anterior. Como podemos notar, todas estas variables (sesgo, inter acción, observador-sujeto, etc.), son variables que afectan la me dida de la conducta introduciendo error y disminuyendo la pre cisión de aquella; Una baja Confiabilidad de las observaciones da como resultado una medida con alta proporción de error, la cual es insensible a los efectos de la manipulación experimen tal proporcionando datos que se confunden y están influencia dos por la idiosincracia particular del observador. Generalmente se da por sentado que la confiabilidad obteni da en un momento dado refleja la consistencia de la observa ción bajo cualquier circunstancia y que ésta es no-reactiva en de terminadas condiciones de observación. La literatura señala todo lo contrario. Se ha encontrado que existen factores que producen artefactos en la confiabilidad de los registros de observación, entre ellos está: 1
El conocimiento por parte de los observados de cuándo y por quién están siendo evaluados en la precisión de sus registros. 2.- La.realización de los cálculos (dentro del grupo de obser vadores vs. entre grupos de observadores): 3.- La presencia del experimentador o monitor que previe ne el mentir, por parte de los observadores. 1.- En términos generales hay una tendencia entre observado res a realizar las observaciones con un mayor cuidado, cuando és tos saben que su precisión está siendo evaluada. Campbell y Stanley (1966) han llamado a este problema: “ efectos reactivos de la observación” . Es probable que cuando los observadores es tán siendo evaluados, su vigilancia aumentará no sólo en relación alas conductas que se están observando sino, además, a las idiosincracias particulares de quien los evalúa. De aquí que, debido a estos efectos reactivos, los estimados de acuerdo bajo estas circuns tancias son sobre-estimados del nivel' de acuerdo logrado duran te el resto de la investigación, cuando el observador no está sien do evaluado. Una serie de estudios (Kent, O’Leary, Diament y Deitz, 1974; Reid, 1970; Taplin y Reíd, 1973; Romanczyck, Kent, Diament y O’Leary, 1973; O’Leary y Kent, 1973) han
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Confiabilidad
de fas Conductas M odificadas
puesto de manifiesto que hay un incremento considerable de la confiabilidad en estos casos. En la Fig. III.l (Tomada de Romanczyck et al., 1973) podemos observar el incremento nota ble del porcentaje de acuerdo ante la presencia de un evaluador.
■
Asesor Identificado A biertam e nte
•
Asesor E ncub ierto
F IG U R A III.1 [Tom ado da Romanc2yck et al., (1973)]
2.- Cuando diferentes grupos de observadores están involucrados en un proyecto y los observadores de un mismo grupo actúan co mo evaluadores unos de otros, la confiabilidad se computa en tre observadores de un mismo grupo de trabajo. Esto genera di ferencias entre grupos y las medidas obtenidas dentro de un gru po específico ser^ sistemáticamente más altas que las calcula-
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das entre observadores pertenecientes a grupos diferentes (Kent et al.» 1974; O’leary y Kent, 1973). Este problema se origina por lo que Kazdin (1977) deno mina “ Fluctuaciones del Observador” y se refiere a la tenden cia del observador de cambiar su interpretación de las defini ciones con el transcurrir del tiempo. Estas fluctuaciones no sue len reflejarse en el acuerdo entre observadores, ya que, si estos trabajan juntos y se comunican entré sí, pueden desarrollar va riaciones similares sobre la definición de la conducta que estén observando (O’Leary y Kent, 1973), obteniendo un altó por centaje de acuerdo entre éllos aún cuando la estabilidad sufre un decremento. Campbell y Stanley (1966), señalan que los estimados de la precisión del observador qué se obtienen en una semana específica, puede no ser representativa de otra se mana subsiguiente. Ellos llamaron a ello “ desgaste del instru mento” y mientras mayor es el tiempo que dura la investigación total, mayor será el desgaste que puede ser el resultado de nuevos aprendizajes,*fatiga, etc. Kent et al., (1974) encuentran que estas modificaciones que sufre el código utilizado entre par de observadores hacen imposi ble la comparación inter-grupos. En un diseñe» experimental de tipo “ entre grupos” (por ejemplo, entre diferentes aulas de cla se o diferentes grupos familiares) no tiene sentido interpretar las diferencias que encontramos entre éstos, ya que dichas diferen cias pueden deberse no a diferentes tratamientos que se hayan aplicado a estos grupos, sino, a definiciones de conducta que han ido cambiando con el curso del tiempo. Igualmente, si el diseño es del tipo: “ intragrupal” los datos no son comparables, ya que dependerán del punto o momento temporal en que se obtengan. Para controlar dichas fluctuaciones a lo largo de una investiga ción, Kazdin (1977), recomienda llevar a cabo un entrenamien to continuo, con reuniones periódicas con todos los grupos de observadores que están trabajando en ella, comparando la preci sión de sus observaciones con el criterio a través de videos, ma nuales, etc,; y con retroalimentación inmediata. Esto garantiza uniformidad entre los diferentes grupos, controlando las fluctua ciones entre ellos. 3.- Con frecuencia la confiabilidad se calcula en ausencia de un
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monitor o experimentador que prevenga el mentir, esto puede oca sionar reportes de confiabilidad más altos debido a que los ob servadores tienden a trampear, (O’Leary y Kent, 1973), como podemos observar de la Fig. III.2.
C onfiab ilida d P rom edio de los Observadores cuando el experim entador esta presente vs. ausente
1 ■
E A usente
•
E Presenté
2
3
4
6
6
O ías de Observación
FIG UR A 111.2 [ Tomado do O'Leary y Kent, (1973) ]
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Kent, KanowitZj O’ Leary y Cheiken (1977) combinan los tres factores señalados para evaluar la interacción de éstos entre sí. En promedio, la combinación de estas tres variables incrementan la confíabilidad de 0.50 a 0.79. En consecuencia, si los estimados de confiabilidad se van a considerar representativos de los datos re cogidos en ausencia de los chequeos de confiabilidad, aquella debe tener formas de evaluación particular en las investigaciones actuales. La confiabilidad debe chequearse en forma continua y encubierta, y de haber más de un grupo de observadores involucrados, la confia bilidad entre grupos debe calcularse. De lo contrario, los esti mados usuales de confiabilidad no se pueden considerar répli cas del código de conducta que se está evaluando. Los autores citados sugieren una revisión tanto del entrenamiento de los observa dores como de los tipos de códigos utilizados, ya que el entre namiento básico actual consiste en desarrollar consenso entre los observadores. Debe focalizarse más la atención sobre la defi nición de las conductas y su interpretación a través de manua les, video, etc., y un enfoque riguroso sobre la definición más que sobre las interpretaciones de ésta. Además de lo anterior encuentran que la especificidad o complejidad de las definicio nes operacionales pueden ser factores determinantes del grado de confiabilidad alcanzado. B.- Problemas generados del procedimiento.
Como ha sido señalado, Johnson y Bolstad (1973), son las tres decisiones que determinan el tipo de procedimiento que va mos a utilizar para estimar la confiabilidad: 1.- La unidad de valoración. 2.- El espacio de tiempo fijado para la evaluación. 3.- La técnica utilizada para el cálculo de confiabilidad. 1 ,- La unidad de valoración.
La especificación de unidad de valorización es muy impor tante para el cálculo de la confiabilidad ya que éstas pueden ser unidades sencillas (Vg: sentarse) o unidades complejas, compues tas por un número mayor de conductas, las cuales han sido pre viamente definidas (Vg: “ conducta inapropiada” ), que está com puesta por sub-conductas tales como, gritar, pegar, etc. En cada
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i
caso Ja confiabilidad se estima sobre la unidad de valoración y en el caso de la conducta compuesta puede calcularse para la unidad total: “ conducta inapropiada” o por separado para cada uno de sus componentes. En términos generales la regla con siste en calcularla para cada unidad visual o auditiva. Es la com plejidad del código de observación ia que determinará la unidad de valorización. Esta complejidad (Kazdin, 1977), puede estar dada por: - El número de conductas diferentes que hay que observar en un determinado momento (Vg: hablar, escribir, estar sentado, etc.) >El número de categorías de respuestas involucrados en el sis tema de observación. - El número de individuos que hay que observar en una deter minada investigación. - La proporción de individuos que son observados en un mo mento dado respecto al número total posible de individuos observables. Todo esto hace la observación más o menos compleja. Mash y Me Elwee (1974) en contraron que, el número de ca tegorías de respuesta involucrado en un sistema de observación, tenía una relación inversa con el acuerdo entre observadores (a mayor número de categorías menor el porcentaje de acuerdos). Igualmente Skindrud (1972) encontró que a mayor diversi dad de conductas por observar en un sistema de observación, me nor el porcentaje de acuerdos entre observadores. Otro factor importante no es ya lo complejo del sistema, sino lo predecible que es la conducta: (conductas en cadena). Mash y Me Elwee (1974) encontraron que observando conductas pre decibles versus no predecibles, ello no generaba diferencias en la precisión de los observadores, pero que la historia del observa dor en observar conductas predecibles o no, sí era un factor determinante en su precisión, (los de historias previas observan do conductas predecibles eran menos precisos en sus observa ciones). Al evaluar el grado de acuerdo obtenido debemos por lo tatito tener en cuenta la complejidad del sistema de observa-
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cion y el tipo de conducta que estamos observando, (predeci bles o no). 2.‘ La longitud del tiempo fijado para la evaluación.
Una segunda decisión se refiere al lapso de tiempo que va mos a utilizar para el registro de las observaciones. Generalmente, ésta se estima en base a los valores obtenidos independiente mente por los observadores que recolectan los datos, en cada uno de los intervalos de registro o ensayos en cada sesión. En general, calculamos el acuerdo sobré un evento especifico y delimitado por el código de observación y en un lapso de tiempo previamente especificado. Por ello, se recomienda que este sea muy corto (de 1 a 15” ) para así estar seguros que se está observando la mis ma conducta. Las unidades de tiempo pueden ser mayores, tales como, “ conducta por sesión” en vez de “ por ensayo” dentro de la se sión. El acuerdo se puede computar por ensayo o por sesión. Si consideramos este último como adecuado, cuando computamos el acuerdo para todo el lapso de tiempo, no sabemos si los ob servadores coincidieron en la observación de la misma conducta en el mismo momento y ello no implica acuerdo en eventos es pecíficos. En algunas situaciones, este tipo de acuerdo no sería conveniente como en el caso de Patterson y Cobb (1971), quie nes necesitaban evaluar una conducta con sus antecedentes y sus consecuentes. En el capítulo IV podremos ver los diferentes mé todos de registro utilizados y en cada uno de ellos cómo se lleva a cabo el cálculo del acuerdo entre observadores.
3.' La técnica utilizada para informarla confiabilidad.
Los índices estadísticos nos ayudan a interpretar los datos con facilidad, pero a veces se pierde información importante como producto de la abreviación. Uno de los problemas que presenta el uso convencional tlel porcentaje de acuerdos en el registro de intervalo, es que no toma en cuenta el porcentaje de los acuerdos que pueda deberse al azar. Este punto ha sido estudiado por varios autores (Gelfand y Hartmann, 1975; Hawkirts y Dotson, 1975; Hartmann, 1977; Johnson y Bolstad, 1973). Para obviar el factor de azar se ha propuesto el uso de algunos índices estadísticos particulares a saber: Porcentajes especiales y coeficientes de correlación. Bijou et ai., (1969); Hawkins y
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Dotson (1975) y Hartmann (1977) sugieren el uso de porcentaje de acuerdos para la ocurrencia y la no ocurrencia de la conducta. Ambos se obtienen a través de porcentajes pero, en los de acuerdo para la ocurrencia, éste se obtiene sólo en aquellos intervalos en donde ambos observadores registraron la presencia de la conducta y en los de no-acuerdo en aquellos donde uno registra la conducta y el otro no. El acuerdo por Ja no-ocurrencia refleja la situación donde ambos observadores están de acuerdo en la no ocurrencia de la conducta particular. Este tipo de valoración contrarresta los acuerdos que por azar puedan ocurrir (Johnson y Bolstad, 1973). Tanto el porcentaje de ocurrencias como el de no ocurrencias nos pueden dar información siempre y cuando su uso sea dictado por la naturaleza de los datos, (Bijou et al., 1969). La ocurrencia se debe computar cuando la frecuencia de la conducta es baja (menos que en el 50 o/o de los intervalos) y la no-ocurrencia cuando la tasa de conducta es alta (en más del 50 o /o de los intervalos). La razón matemática de ello es que el porcentaje de acuerdo para todas las conductas (ocurrencias y no-ocurrencias) es un sobreestimado de la confiabilidad cuando aquellos ocurren con una baja tasa. Se ha encontrado (Patterson, 1973), que el acuerdo entre observadores correlaciona 0.49 con la frecuencia de la conducta. Otra manera de estimar la influencia del azar es calcu lar el porcentaje de acuerdo por azar (Hersen y Barlow, 1976; Johnson y Bolstad, 1973) y utilizarlo como criterio. (Ver Capítulo IV). Hartmann (1977) recomienda el uso de los estadísticos Phi y Kappa para el cálculo de la confiabilidad. Estos estadísticos tienen la ventaja de estar diseñados para controlar el azar y que con Un solo índice puedan expresar el grado de acuerdo. Baer destaca que: “ Para el Análisis Conductual Aplicado la escogencia entre estima dos está determinado por: (1) evitar que la confiabilidad de la ocurrencia incida sobre la no-ocurrencia y viceversa; y (2) por la validez aparente de las técnicas de cálculo usadas. Para el ACA, la técnica es la realidad apremiante. Así, técnicas que producen números que a su vez dan como resultado conceptos abstractos pueden ser tan buenas como técnicas que no los producen en forma abstracta, pero que tienen poco uso en situaciones reales.
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El porcentaje de acuerdo en el paradigma de intervalo sí tiene un significado directo y útil” . Baer continúa diciendo que no debe mos esperar que los observadores registren la misma conducta en el mismo instante. Esta característica es interesante pero no útil. Argumenta que esta discusión se apoya en el concepto psicométrico de la confiabilidad cuyo modelo es el cuestionario donde hay homogeneidad de las preguntas o items. Por el con trario, en un muestreo de tiempo de 10 segundos no puede existir tal homogeneidad, lo único que es igual es que cada 10’ ’ se hace la Observación, pero no lo que va ocurriendo. De ahí que el cálculo de los coeficientes de confiabilidad necesariamente sean bajos. Dicho de otra manera, en el instrumento psicométrico construimos items para que todos midan una dimensión; en el muestreotemporal no construimos los items (10 segundos sucesivos de tiempo) sino tenemos diferentes sucesos que vendrán a su libre albedrío. Nosotros pensamos que en el ACA la homogeneidad es indispenpensable en los observadores y como éstos al utilizar una definición, pueden en un momento dado observar un evento, en consecuencia, pueden decir si ocurrió o no en forma homogénea. Siempre y cuan do la definición que utilicen sea un proceso confiable, el problema de la homogeneidad tiene sentido. Para un análisis detallado del proble ma de cómo estimar la confiabilidad recomendamos la lectura de Hartmann (1977).
C.- Problemas generados por cambios en el sujeto o en el medio ambiente.
En esta sección vamos a discutir el efecto que genera el obser vador sobre el sujeto observado, es decir, los efectos reactivos que este último manifiesta ante la observación. Webb et al., (1966) han definido la reactividad en términos dé procedimientos de medi da que cambian la conducta del sujeto. Weick (1968) lo ha llamado “ interferencia” , y ambos sostienen que son situaciones que pueden invalidar la generalización de los datos a aquellas condiciones en donde el sujeto no está siendo observado. Johnson y Bolstad (1973) hacen un análisis exhaustivo de la literatura sobre el particular, encontrando evidencia contradictoria en algunos trabajos, donde la reactividad como variable no aparece (Barker & Wright, 1955; Bales, 1950; Soskind y John, 1963; Purcell y
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Brady, 1965 y Martin et ai., 1971) mientras que en otros sí (Polansky, et al., 1949; Roberts y Renzaglia, 1965; Betchel, 1967; White, 1972; Patterson y Harris, 1968, y Patterson y Cobb, 1971). Son escasos los trabajos que están bien diseñados experimentalmente y que han encontrado efectos reactivos (Roberts y Ren zaglia, 1965; Betchel, 1967; White, 1972). En general los resul tados son poco claros y metodológicamente inadecuados. Parece ser que el encontrar efectos reactivos depende de múltiples fac tores (White, 1972), tales como: el medio ambiente donde se realiza la investigación (aula, laboratorio, casa, etc.), el tiempo de duración de ésta, las condiciones de observación o restric ciones con las cuales se trabajé (con o sin televisión, con audio, etc.). También los efectos reactivos van a depender del tipo de medida que se use y de la variable dependiente que se analice. Un control más riguroso de los factores permitirá una mejor comparación entre estudios. Johnson y Bolstad proponen cuatro factores para ser investigados en el futuro, a saber: - La visibilidad del observador. - Diferencias individuales entre los sujetos. - Atributos personales del observador. - Explicaciones sobre la observación proporcionadas al sujeto. Ellos señalan que en la literatura del pnmer factor (visibilidad del observador) éste parece ser un aspecto decisivo, mientras más conspicuo es el observador y más novedoso, mayor será la reactivi dad que se exhibirá ante él, por parte de los sujetos. Toda técnica que minimice la presencia del observador sería deseable (tales co mo el uso de videos o registradores ocultos, etc.). El segundo fac tor (diferencias individuales) se refiere a que posiblemente la reac tividad varíe de sujeto a sujeto, existiendo una variable de “ per sonalidad” . También hay evidencia que la edad podría ser una variable importante, o el sexo. La evidencia experimental parece señalar igualmente al tercer factor (atributos personales del obser vador) como causantes de efectos reactivos en los sujetos, tales como: sexo, edad, clase socio-económica, status profesional del observador, etc. Un estudio paramétrico de estas variables podría ser interesante y relativamente fácil de implementar. Otro factor importante, el cuarto señalado por Weick (1968) es la cantidad de información que se les proporciona a los sujetos so
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bre la presencia del observador, ya que la carencia de información puede ocasionar ansiedad y hostilidad por parte del sujeto, y por lo tanto aumentarla reactividad. Claramente, la reactividad es un problema clave en la observa ción en ambientes naturales y que debe ser estudiado con ahinco. Es un problema que incide sobre la generalización de los datos e indirectamente sobre la confiabilidad de la medida. Uno de los problemas más graves que presenta es que no sabemos cómo interactúa con las variables dependientes que se están estudiando y que cualquier cambio que observamos en la conducta del sujeto, en consecuencia no se deba a cambios ocasionados por la variable independiente (por ejemplo, diferentes métodos de aprendizaje) si no a una reactividad diferencial como consecuencia de las caracte rísticas específicas de la situación. Todos estos problemas presentados en este capítulo apuntan hacia la necesidad, cada vez más imperante, de tomar en cuenta una serie de variables que repercuten en la metodología utilizada para nuestros estimados de la confiabilidad. Ya que está en juego la calidad y veracidad de las mediciones que se llevan a cabo en el Análisis Conductual Aplicado, una metodología que contemple estos factores es requerida de urgencia.
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CAPITULO IV TECNICAS PARA REGISTRAR OBSERVACIONES Hemos destacado anteriormente que el observador humano, aunque imperfecto, puede ser considerado como un instrumento de registro de observaciones. La variable que interviene entre los acon tecimientos conductuales y el registro de los mismos es la obser vación. La conducta de observar determina entonces algunos de los parámetros de los eventos registrados. En cierta medida pue de mejorarse la conducta de observación especificando exacta mente qué es lo que habrá de observarse y registrarse. No obstan te, ello puede ser insuficiente, puesto que el observador como organismo es afectado en su conducta vigilante por una multitud de- variables tales como: atención selectiva, carácter reforzante de la observación y el programa de observación. Si el tiempo total de la sesión de observación excede cierto valor, presumi blemente habrá un decremento de la vigilancia. Si debe observar a dos personas que se encuentren entre sí a cierta distancia y éstas emiten al mismo tiempo una instancia de conducta, posi blemente omitirá el registro de una de ellas. Se ha observado (Reynolds, 1961) qué organismos subhumanos atienden selec tivamente a partes de un complejo estimulativo. También se co noce que la conducta de observación depende de las consecuen cias asociadas a los estímulos, y de los parámetros que determi nan el grado de exposición del organismo a esos estímulos (Wyckoff, 1954). En el último caso, los animales estaban sometidos a un programa múltiple de reforzamiento y extinción, con estí mulos discriminativos asociados a cada componente. Estos apren dieron rápidamente una segunda respuesta, cuando eliminaba un
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PERIODO DEL ACONTECIMIENTO
PERIODOS DE LAS OBSERVACIONES
INSTANCIAS REGISTRADAS
Ob = tiempo de observación „ 6b * tiempo de no observación
— DURACION DEL EVENTO DE CONDUCTA *--------- -------------------- _
_
_
_
r--------
i _
_
J
Ob
«>n»i>n nn
FIG UR A IV. 1
impedimento que obstaculizaba la observación acerca de cuál de los estímulos; (el asociado al reforzamiento o extinción), estaba vigente para ese momento. Finalmente, ei período que dura la observación es un elemento importante para la fidelidad del registro cuando consideramos el tiempo que dura la instancia de conducta a registrar. Si el período de observación es menor que la duración del acontecimiento conductual, podremos detec tar la ocurrencia del evento, pero podrían incluirse más de una ocurrencia cuando en realidad es una sola. Por ejemplo en la Figura No. IV. 1 se observa como, un solo acontecimiento y se registra como si fuesen tres. Si el tiempo entre los períodos de observación (0b) es mayor que la duración del evento, la confiabilidad del registro dependerá de cuán frecuentemente ocurre el evento conductual. Como ob servamos en la figura IV.2 la confiabilidad está dada por la razón 2/3 = 0,66 x 100 = 66 %, lo que quiere decir que de 100 ocurren cias de un evento conductual, sólo 66 fueron detectadas por ambos observadores; Si tal valor fuera del 50% —limite inferior de la confia bilidad— no sabríamos a ciencia cierta, a partir de la inspección del registro, si la conducta ocurrió o no. PERIODO DEL ACONTEGMENTO COOUCTUAL
0E LA «ve u C TA
0b REM OOS DE LAS
OesESVACIOrtES
J1
0b
ii...
INSTANCIAS REGISTRADAS
F IG U R A IV.2
Las tácticas para optimizar la confiabilidad de las observacio nes podrán considerar la extensión del tiempo de observación (ob), ó la disminución del tiempo de no-observación (0b). Pode mos observar en la figura IV. 3 como se mejora la confiabilidad, ex tendiendo la duración del período de observación (ob). La con fiabilidad es 3/3 x 100 = 100 %, pero nótese que es relativa la du ración del evento conductuaL Si éste fuese 1/4 ó 1/2 de la dura ción del período “ ob” , posiblemente los eventos 2 y 3 no serían detectados.
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i _____ r K toO O O S O C LAS
9b
•1»
OMCMOOMES INSOMCMS
MU5TRADAS OPTIMIZANDO LA COHFIAWUDAD POR L A EXTEHSHH DE «> .
FIG UR A ÍV.3
Comparando las figuras IV. 2 y IV. 4 podemos notar que la con fiabilidad se optimiza si hacemos observaciones más frecuentes (con i^ual duración). Esto se logra (Fig. IV.4) disminuyendo la duración del período “tyb” .
PEWOOO DEL
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AC«rrec
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FCKOOOS OE LAS OBSCRVUCJONES
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1
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CONDUCTA]
ii_ _ _ n
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INSTANCIAS REGISTRADAS OPTIMIZANDO LA CONF1AMLIDU» A PARTIR DE I A DISMINUCION OE JH>
FIG UR A IV.4
Obviamente aunque en IV.4 la confiabilidad es de 3/3 x 100 = 100%, si la duración de la conducta varía, también se alterarán la confiabilidad y/o ía validez de las observaciones. Una solución alternativa consistirá en que el período ob/ob + 0b sea igual a uno, es decir, 0b = cero. Ello equivaldría a tener in tervalos consecutivos de un tamaño igual a “ ob” , ó un único in* tervalo donde la duración de “ ob” es equivalente al tiempo total
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Jl.
de observación (vg.: registro continuo de eventos). Esta última al ternativa tiene como consecuencia un posible decremento en la vi gilancia del observador cuando el tiempo total de la sesión de ob servación es excesivo. Podemos presumir que dos categorías de variables afectan a la conducta de observación en situaciones de registro de datos: - El módulo de la observación o sistema de observación selec cionado, dentro del cual tiene relevancia la proporción del tiempo de observación (ob/ob + 0b) y el tiempo del perío do de observación (ob + 0b). Ello se destaca en la corres pondencia que hay entré ob/ob + 0b = R/R + R. R /R + R, es un estimado teórico de la frecuencia relativa de la conducta. R es la respuesta seleccionada para su observa ción y íl son otras conductas que ocurren pero no interesan en este caso. - Factores situacionales como la presencia de otro observádor, el conocimiento de que la confiabilidad es evaluada y la for ma en que se realizan los cálculos de confiabilidad. (Véase capítulo III).
A.- Registro automático de eventos: Hasta donde es posible, los registros automáticos de eventos liberan al observador humano de su tarea. Además, si se ubican de manera no ostensible, los efectos reactivos sobre los sujetos ob servados son mínimos. Los registros automáticos pueden analizar se como un canal de comunicación que va desde el detector hasta el inscriptor. El detector define “ ipso facto” al evento por obser var. Por ejemplo, una fotocélula detecta cambios en la ilumina ción cuando un objeto interfiere con la luz que sobre ella se pro yecta. Igualmente el gasto por fricción de las cuerdas de transpor te del dial en los radios de los automóviles (Webb et al, 1972) indican el uso de estaciones preferidas o la frecuencia de cambio de la estación radioemisora. El arsenal de técnicas criminalísti cas podría ser revisado para mejorar las medidas automáticas no ostensibles, aunque serían más apropiadas aquellas que permiten detectar la frecuencia de las conductas. Los registradores de eventos automáticos pueden inscribir,
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acumulativamente o no, la frecuencia de los eventos detectados. Una es siempre transformablé en la otra. No obstante los regis tradores de eventos automáticos más comunes, por razones de costo, reducen el tiempo de variación del fenómeno a un registro o huella “ instantánea” , como observamos en la Fig. IV.5.
Intensidad
_____ A--------------------------- A----- !------------------------ A-----------
Registro
" t v ’“ SON LOS TIEMPOS DE VARIACION. S ES LA INTENSIDAD MINIMA REQUERIDA M R A E L REGISTRO, Y EN CONSECUEN CIA, DEPENDE DE L A SENSIBILIDAD DEL D ETEC TO R .
FIGURA IV.5
B.~ Uso de productos permanentes:
Antes señalamos la utilidad de revisar las técnicas criminalísti cas. En realidad éstas recogen ciertos productos “ permanentes” , es decir, huellas de lento desvanecimiento en el tiempo. Igual mente, los productos permanentes constituyen huellas de la con ducta: los rastros de pisadas en la arena, el número de colillas en los ceniceros, palabras escritas, número de problemas resueltos con solución escrita, gasto por fricción de cualquier artefacto usado con frecuencia, cantidad de polvo acumulado en el piso de la habitación o de hojas en un sendero determinado, son ejemplos comunes de productos permanentes. Cuando ocurren de una manera natural; los productos perma nentes pueden calibrarse por los grados crecientes de algún depó sito “--vg.: cantidad de polvo en el piso, o por el desgaste produc to del uso. Las técnicas de detección de tales productos (ópticas, físicas, químicas, etc.) magnifican los efectos producidos por el uso recurrente o no. No obstante, podemos prever y estipular cuál es la medida del producto, haciendo conspicua la huella. Para ello
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proporcionamos a las instancias de conducta de un inscriptor. El organismo en este caso es el canal de registro dotado de un inscriptor acoplado vg.: lápiz para escribir, huella de la micción en la sábana o “ aura de la micción observable al trasluz” , (Duarte 1976). Aunque, presumiblemente por ley física, toda acción conductual produce una huella; especificarlas de antemano pro porciona beneficios. Sin embargo, com o los registros permanen tes están basados en el contacto entre objetos (uno de ellos es el organismo o sus partes), la mayoría de los casos los productos permanentes detectan los eventos terminales y ocultan el proceso que dió origen a tales eventos. Por ejemplo, la cantidad de latas de cerveza recolectadas indica la cantidad de cerveza consumida; pero no cómo fue consumida (en una reunión, etc.). La respuesta a un examen informa si el resultado correcto fue o no alcanzado, pero no la estrategia que utilizó el sujeto para resolver el proble ma. La utilidad, en consecuencia, de los productos permanentes, está en relación directa con el conocimiento del proceso conduc tual que los origina. Si no, el proceso de origen quedará como una hipótesis inferible del producto permanente. En tal sentido, cuan do tenemos acceso a la observación directa del comportamiento, esa observación directa es el procedimiento a elegir frente al uso de productos permanentes. Obviamente la decisión involucra el pará metro “ costo” . C.- Técnicas de registro continuo Un registro continuo es una narración anecdótica. En este sen tido, recogemos, históricamente, la secuencia de eventos conductuales que un organismo emite en relación a las situaciones de su ambiente. Bijou et al. (1968) ha enfatizado la utilidad de tal tipo de re gistro en condiciones naturales. Este tipo de narraciones sintéti cas es útil al inicio de programas de observación,porque estable cen menos restricciones en el sistema de registro. Un punto de advertencia merece destacarse: una cosa es lo que ocurre y otra lo que el observador dice que ocurrió. En la conducta perceptual, debemos identificar cuál es la respuesta perceptual propiamente dicha (Rp), y cuál es la respuesta de información (Ri). Schoenfeld y Cumming (1963), Goldiamong (1962), Bijou y Baer (1971), independientemente, han llegado al mismo análisis de este pro blema. Si un evento del ambiente actúa sobre el organismo para
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educir un efecto perceptuai, tal efecto no es biunívoco o simétri co con la información que el organismo proporciona sobre él, o de que efectivamente lo percibió tal y como en realidad aconte ció. De tal manera en la cadena de acontecimientos: E — ► (E. perceptuai) —
(R. informativa),
algunas variables pueden afectar la respuesta perceptuai (Rp); y aun que la respuesta de información (Ri) depende de la ocurrencia de la conducta perceptuai; otras variables pueden actuar sobre “ Ri” . Pién sese, simplemente, en el tiempo entre Rp y Ri. En la medida que tal intervalo es mayor, posiblemente la correspondencia queda debili tada o interferida por la ocurrencia de otros eventos que producen respuestas perceptuales en competencia con la anteriormente es pecificada. Una regla práctica de utilidad, si lo anterior es eviden te, es registrar inmediatamente, luego de la ocurrencia del evento, la respuesta informativa (Ri). Bijou, Peterson y Ault (1968) han proporcionado un ejemplo muy completo del uso de registros anecdóticos en investigaciones piloto. Para ello hicieron que un observador realizara una observa ción continua en un episodio miniatura de la vida de un niño eri edad preescolar. A continuación, transcribimos el ejemplo:
“ Timmy está jugando sin ayuda en una caja que contiene are na, en el área de juego. En el área de juego otros niños están jugando. Una maestra está parada cerca. Timmy se cansa de la caja con arena y camina hacia las barras para colgarse. Timmy grita a lamaestra, diciendo: *Señora Simpson, míreme'. Timmy trepa a lo más alto del aparato y grita nuevamente a lá maes tra, ‘Míreme cuán alto estoy. Estoy más alto que cualquiera\ La maestra comenta con aprobación sobre la habilidad de Timmy para trepar. Luego Timmy desciende y corre hacia un árbol, pidiéndole a la maestra que lo mire. Sin embargo, la maestra ignora a Timmy y va de regreso al aula. Al no ser co rrespondido, Timmy camina hacia la caja de arena en vez de trepar al árbol. Cerca de ahí, una niñita llora de dolor cuando se cae y se raspa la rodilla. Timmy la ignora y continúa cami nando hacia la caja de arena”.
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Los autores señalan que para obtener una impresión nítida entre eventos estimulativos antecedentes, respuestas y estímulos consecuentes, es necesario transcribir los aspectos objetivos de la narración a un formato compuesto de tres columnas, numerando el orden consecutivo de las respuestas y eventos estimulativos. Por ejemplo: “ Situación: Timmy (T) está jugando solo en la caja de arena en el patio de juegos en el cual otros niños juegan. T está paleando arena en un tobo con una pala, formando un pilón de arena. Una maestra, la Sra. Simpson (S) está parada aproximadamente a seis pies de T, pero no le atiende. Tiempo Evento antecedente 9.14
Respuesta
Evento consecuente
1.- T lanza el tobo y la pala en la esquina de la caja de madera. 2.- . . ..........se levanta 3. camina hacia tas barras y se detiene. 4.- . . . . . da vuelta ha cia la maestra. 5.- . . . . dice: “ Señora Simpson, míreme” . 6.- La Sra. Simpson da vuelta hacia Hm-
my 6.* La Sra. Simpson da vuelta hacia T 7.- T sube a lo más alto d.el aparato. &• . . . . . mira hacia la maestra 9 .-Dice “ Vea cuán alto estoy. Estoy más alto que cualquiera” . 10.- La Sra. S. dice “ Bien Tim. La estás pasando muy bien con eso” . 10.- La Sra. S. dice 11.* T baja “ Bien Tim. La estás 1 2 .- .......... corre hacia pasando muy bien un árbol con eso” . 13.- . . . dice “ Míreme trepar al árbol, Señora Simpson”
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14.- La Sra. S. da vuel ta y camina hacia el aula, 9.18
14.- La Sra. S. da 15.- T. se detiene mivuelta y camina ha- rando hacia la Sra. S. 16.- Una niña cerca na resbala, cae, gol peándose la rodilla. 17.- La niña llora 18.-T procede hacia la caja de arena. 19.- . . .toma el tobo y lá pala 20.- . . .reasume el jue go con arena.
Sobre la base de varios registros y el análisis de un conjunto tentativo de estímulos y respuestas definitivos, se derivan y espe cifican los criterios de ocurrencia de eventos. Este material sirve de base para elaborar un código provisional de símbolos y defini ciones. Luego, se entrenan observadores para utilizar el código y evaluar dicho código en ensayos en situaciones reales. Barker (1963) ha destacado que entidades y eventos de muchas clases están dispuestos en series compuestas de pequeñas unidades di námicas que a su vez quedan incluidas en unidades mayores. Por ejemplo, según Barker jugar “ cricket” incluye caminar al campo, tomar el bate, esperar la pelota, etc. Cuando el registro de la conducta es mayor y más inclusivo; se revelarán unidades mayo res, y éstas a su vez contendrán unidades menores. Por ejemplo en estar haciendo una tarea habrá unidades menores como tomar el lápiz, escribir, etc. A su vez, escribir incluirá redactar palabras, frases y oraciones. » Las unidades de conducta pueden ser graficadas por corchetes que indican cada una de las dimensiones, como podemos obser var en la figura IV.6. “ a” es una unidad de máxima inclusión: “ atender al maestro” , por ejemplo; “ Jb” puede ser sonreír mientras mira al maestro, “ c” puede ser tamborilear con los dedos sobre la mesa ejecutan do una parte de dicha conducta cuando atiende al maestro y otra cuando no lo atiende, “ d ” consiste de movimientos afirma tivos realizados con" la cabeza. La duración de los actos conductuales se anotan, además de su descripción y son equivalentes
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a trazos continuos. Independientemente del problema acerca de cuáles enlaces vincu1an unidades moleculares a conjuntos molares de acontecimientos y de las dimensiones más útiles para caracterizar a las respuestas, a los actos, y al flujo de la conducta; la concepción de la continuidad “ respuesta - acto ■ conducta” queda puesta de manifiesto con las técnicas de re gistro continuo o anecdótico. Los espacios vacíos que apare cen en los registros pueden ser caracterizados como R (no res puestas); es decir, otros eventos de comportamiento no detecta dos o que no fueron relevantes para el observador. La magnitud y número de tales espacios R informa acerca de lá selectividad del ob servador e indirectamente sóbrela representatividad de los registros.
b c FIG UR A IV.6 [Tomado de Barker, (1963) ]
La confiabilidad entre observadores en el tipo de registro descritos por Barker anteriormente, puede constatarse como la diferencia de duraciones menor/mayor x 100, para cada item de conducta considerado. Sin embargo, para la obtención de un índice compuesto que incluya elementos supraordenados, que a su vez incluyan otros elementos, aparecen dificultades no sos pechadas. Por ello algunos autores, (Dickman 1963)/ consideran: el número de transiciones en el cual hay acuerdo 'significativo de que ocurre una ruptura (unidades diferentes y no incluidas). -El número de transiciones en las cuales hay acuerdos que ocurre continuidad sin rupturas.
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El numero de transiciones en las cuales no hay acuerdo. Ejemplos de lo anterior podemos observarlo en el gráfico No. IV. 7
OBSERVADOR N* I OBSERVADOR N*2
OBSERVADOR NM
OBSERVADOR N*2
OBSERVADOR N°
n n n n rrM i n
■n n rr
ACUERDO DE QUE OCURRE UNA RUPTURA
ACUERDO DE QUE OCURRE CONTINUIDAD
FALTA DE ACUERDO
OBSERVADOR N°2
FIG UR A IV.7
D.- Registro dé eventos (frecuencia): 1. Técnica
Cuando se han pre-especificado las conductas que van a ser re
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gistradas; una técnica sencilla consiste en anotar o contar la ocu rrencia de cada manifestación de conducta durante la sesión de ob servación. Esta, aunque continua, puede estar dividida en fraccio nes de tiempo. Este es el caso señalado cuando los períodos de observación (ob) y no observación (0b) conforman lá función ob/ob + 0b = 1, donde 0b - 0. Ello equivaldría a tener interva los consecutivos de un tamaño igual a “ ob” , o un único intervalo donde la duración de (ob) es igual a la duración de la sesión de observación. Por ejemplo, nos interesa conocer el número de ve ces que un maestro refuerza socialmente a un alumno en la sesión, luego de una ejecución correcta o respuesta correcta frente a una pregunta del maestro; el número de veces que ante la misma pre gunta, si la respuesta no es correcta, el maestro proporciona la alternativa correcta o redirección; y la frecuencía con la cual el maestro ignoró la respuesta del niño. El protocolo de registro po dría ser igual o similar al de la Fig. IV.8.
P ro to co lo de Registro d e Eventos Fecha: 14-5-79 Lugar: aula No. 3
Actividad: clase ciencias Inicio: 10,15 a. m.
5 min (S1) t + H : (R e d )r fw (Ig) I I
Sujeto: R O bsH Término: 1 0,25 a m. 5 min
hNI ii
II
(Sr) = reforzamiento (Red)= redirección (Ig) = Ignorar
Fig. IV.8
El registro de eventos, en la medida que especifícala duración de la sesión o de los subperíodos nos permitirá estimar la tasa de
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respuesta. Por ejemplo, la tasa de redirecciones en los primeros 5 minutos fue de 12/5 = 2.4 y en el segundo período de 2/5= 0.4, siendo la tasa total de redirecciones: 12 + 2/10= 1.4 redirecciones por minuto. A su vez el registro nos proporciona la frecuencia de instigaciones o preguntas del maestro y la tasa parcial o total de instigaciones. Ello es igual a: frecuencia Sr + frecuencia Red + frecuencia Ig. Como podemos observar en la Fig. IV. 8 esto es igual a: 19 en 5 min. más 7 en 5 min., ó 26 en 10 min.; lo cual equivale a 2.6 instigaciones o preguntas por minuto. Si el período de observación se extiende por varias sesiones, podemos obtener la tasa para la fracción de la sesión, o por sesión diaria. La utili dad del registro de eventos consiste en proporcionar un índice ágil de ia frecuencia moderada, alta o baja de algunas conductas específicas. Si en el aula hay más de un sujeto podríamos obte ner datos de utilidad acerca de la atención diferencial o no que el maestro presta a los alumnos. Sin embargo, es de interés cono cer de antemano hasta dónde las categorías de conducta son o no compatibles o excluyentes. Un segundo punto de interés consiste en considerar la com plejidad de las definiciones y el número de categorías de conduc tas por observar. Si las definiciones son complejas, en el sentido de que incluyen varias restricciones y exigencias, y si el número de categorías es elevado, debe darse énfasis al entrenamiento adecuado de los observadores. De lo contrario se afecta la vali dez y confiabilidad de los registros. Igualmente como destaca mos antes, si el tiempo de observación es extendido, el decre mento de la vigilancia de los observadores puede-de manera es puria ofrecer registros de baja frecuencia por distracción del observador. 2.- Confiabilidad del registro de eventos:
Una fórmula sencilla cuando se utilizan dos observadores pa ra el cotejo de confiabilidad es la de obtener: a) La frecuencia de las observaciones por subperíodo o sesión de observación de ambos observadores. b) Dividir la cantidad del que obtuvo el menor número de observaciones, por subperíodo o sesión, sobre quien obtuvo la mayor cantidad.
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c) Multiplicar el resultado de la fracción por 100, para expre sarlo en porcentaje. Así, si uno de los observadores constató la ocurrencia de 14 redirecciones y otro constató 7 redirecciones en los diez minutos de observación; la confiabilidad es: número menor de cb 7 ------------- ------------------ x 100 =-------- número mayor de ob 14
.5 x 100 = 50 %
Este índice (50 %) indica que de haber sido cien las ocurrencias detectadas por un observador, él otro detectó 50. En otras pala bras, cuando un observador detectaba dos ocurrencias de redi rección, el otro sólo había detectado una. El grado de acuerdo del 50% no nos dice cuál de los observadores falló. Si uno contó en ex ceso, o si el otro restringía el conteo. Si calculamos la confiabilidad por subperíodo de observación y aún por sesión, la confiabilidad total es un índice que obtene mos utilizando la mediana o promediando el número de observa ciones, por período o por sesiones. Es recomendable en todo ca so, calcular la confiabilidad para cada una de las conductas con sideradas, más que redondear un índice promediado para todas las conductas. Ello nos ayudaría a identificar si la definición, o las condiciones de observación entre otros factores, afectan la confiabilidad del registro de una determinada instancia. Final mente; es necesario que observador y cotejador de confiabilidad/ en la medida de lo posible, no se observen entre sí, o al menos que no puedan observar cuando,cualquiera de ellos,hace un regis tro específico. De lo contrario podría abultarse de manera con taminada la confiabilidad. Esto es, uno de ellos (cualquiera) anota cuando observa que el otro también está anotando. Si tal patrón se manifiesta, aunque los observadores no conozcan entre sí cuál fue la conducta notada, la confiabilidad será espuria. Repp, Deitz, Boles, Deitz y Repp (1976), compararon tres métodos para el cálculo de la confiabilidad entre observadores: - Método de la Sesión Total - Método de Acuerdo Exacto - Método de Categorías.
81
En el Método de la Sesión Total el bloque de tiempo era equi valente a la sesión completa* En el Método de Acuerdo Exacto, un reloj producía intervalos cada 5 segundos y se comparaba el número de respuestas dentro de cada intervalo. Aquí, el criterio de acuerdo era cuando había exactamente la misma cantidad de eventos registrados en un período de 5 segundos. Este méto do tenía variaciones; una de ellas consistía en cambiar el tamaño de los intervalos (5, 10, 20 y 30 segundos) dentro de una sesión. La segunda variación consitía en utilizar todos los intervalos (submétodos de todos los intervalos), y la característica del in tervalo es que contuviera al menos una instancia registrada. El Método de Categorías, era semejante al anterior, pero un inter valo era categorizado como de acuerdo si ambos observadores fallaban en indicar al evento, o si ambos registraban al menos una respuesta; un intervalo de desacuerdo se contaba cuando solamente uno de los observadores registraba una instancia de la conducta observada. Véase Fig. IV.9. Este método incluía las dos variaciones que se habían utilizado en el de intervalos exactos. Cuando se comparó el método del Acuerdo Exacto y el
INTERVALOS CONSECUTIVOS
OBSERVADOR N°l
0
l
1
OBSERVADOR N*2
0
1
0
ACUERDO ACUERDO DESACUERDO
FIGURA IV.9
de las Categorías con el método de la Sesión Completa; el méto do de Categorías y el de Sesión Completa produjeron resultados semejantes, siendo el de Categorías el que proporcionó un mayor número de acuerdos. También se obtuvo una mayor proporción de acuerdos en el método de la Sesión Total cuando se compa
82
ró con el Método Exacto en cuatro de las cinco clases de respues tas observadas. Cuando se reunieron los datos de los métodos de Acuerdo Exacto, el- método de Categorías y factores de tamaño de los in tervalos para comparar el grado de acuerdo “ entre todos los intervalos” vs. "solamente intervalos con respuestas” , este último proporcionó índices de acuerdo mayores. Cuando se compararon el método de Acuerdos Exactos y el de Categorías, a lo largo de los cuatro valores seleccionados de intervalos (5, 10, 20 y 30 seg.) se encontró que: a) la diferencia entre ambos métodos era directamente proporcional al tamaño del intervalo; b) a medida que aumentaba el intervalo, el grado de acuerdo en el método de los Acuerdos Exactos disminuía; y c) en esa misma medida el grado de acuerdo utilizando el método de Categorías aumentaba. Lo anterior destaca la necesidad de utilizar fracciones en el registro de eventos para obtener índices de acuerdo más precisos. E.~ Registro de la duración de eventos: 1.- Técnica
Conocer o poder discriminar cuándo se inicia una manifesta ción de conducta y cuándo termina, es de extrema utilidad. An teriormente señalamos que la confiabilidad de los registros podría optimizarse aumentando el período de observación (ob). Sin em bargo, la correspondencia del período de observación con el even to observado es, sólo ocasionalmente, exacta. El registro de dura ción hace que ob/ob + <¡>b sea igual a la unidad; pero a diferencia del registro de eventos, más que enfatizar el contacto entre el inicio del evento a observarse y el registro de una instancia, se re quiere hacer coincidir el período de observación con el de ocu rrencia del evento. Es decir, detectar el inicio y el término del evento. En el registro de eventos tiene una menor importancia la coincidencia exacta. Por ejemplo: como observamos en la fig. IV. 10 la coincidencia entre el período de observación y la duración de las instancias de conducta puede ser variable. Si la coincidencia es exacta, se puede utilizar el registro de duraciones para calibrar el poder de otros métodos.
83
PERIODO DEL EVENTO CONDUCTUAL PERIODO DE LAS OBSERVACIONES
I___ i ¡ --------------------1
¡ f~
[_.....
j í
¡ ---------------------------1
|
j
f
1 1----------—
INSTANCIAS REGISTRADAS-
FIGURA IV.10
En el sistema de registro de eventos importa más el término del acontecimiento que su inicio, pues confiablemente separa una instancia de otra en relación de tiempo de observación. Por ejem plo, en la fig. I V .ll observamos que importa detectar el térmi no del evento, pues de lo contrario la tercera y cuarta observa ción son una y la misma, registrándose dos instancias cuando DURACION DE LA RESPUESTA PERIODO DEL EVENTO CONDUCTUAL
PER1000S DE LAS OBSERVACIONES
JTJU---------L_
EVENTOS REGISTRADOS FIGURA IV.11
en realidad estaba ocurriendo una. Esta situación se solventa haciendo coincidir ambos períodos: el de observación y el de evento como es común en registro de duración, como lo vemos en la fig. IV. 12 Los sistemas de registro de duración de eventos nos permi ten estimar la intensidad e indirectamente la fuerza de esas con ductas. Por ejemplo: la duración de una rabieta en un niño, el tiempo que tarda un alumno respondiendo una pregunta, la
84
DURACION DE LA CONDUCTA
PERIODO DEL BVENTO. CONDUCTUAL
ob PEOODOSDE LA OBSERVACION
Ob Ob
ftto
INSTANCIAS REGISTRADAS
j ____
DURACIONES REGISTRADAS
l____ FIG UR A IV .12
duración del llanto en un pequeño, el tiempo que tarda una persona observando un cuadro o dibujo, etc. Para hacer los re gistros de duración son útiles los cronómetros acumulativos; en estos cronómetros se puede detener el mecanismo sin de volverse, y reiniciarlo en el momento que conviene. De igual manera, es de interés conocer el tiempo de la sesión de 'obser vación; así podemos obtener un registro adicional de la tasa de los eventos conductuales además de su duración. No obs tante el registro de duración se usa mayormente cuando la representatividad de la frecuencia está limitada por la escasez de eventos con duraciones relativamente largas. De igual manera, el registro de duración de eventos es adecuado cuando además de las condiciones señaladas en el párrafo precedente, tenemos oportunidad continua para observar al sujeto. Un protocolo de observación podría ser semejante al de la Fig. IV.13.
Protocolo para Registro de Duración de eventos: Fecha............... Actividad (conducta).............Observador. . . . Sujeto...............Lugar..................................... Sesión . . . . . . . Inicio de la sesión (tiempo) Término de la sesión (tiempo) Tiempo total de la sesión ................. Total de Duración acumulada en el cronómetro...........................
85
Para calcular el porcentaje del tiempo del evento relativo a la sesión, se usa la razón: Total de duraciones acumuladas
------------—
------------------------- xl OO
Tiempo de la sesión
Fig. IV. 13
2.- Confiabilidad del registro de duración de eventos: La confiabilidad de las duraciones absolutas acumulativas de los observadores, se calcula con la fórmula: Duración acumulada menor ---------------------------------------- x 100 Duración acumulada mayor Así, si un observador registró 150 minutos de rabietas en cinco horas de observación y un segundo observador estimó 140 minu tos acumulados; la confiabilidad será 140/150 x 100 = 93,33%. Sí calculamos las duraciones relativas al tiempo de la sesión, el índi ce de confiabilidad sería el mismo: 140/300 150/300 x 100 = 93.33%. Sin embargo para el uso demostrativo de los registros sólo se utilizará uno de ellos, el de aquel designado EL OBSER VADOR. Así, si el designado OBSERVADOR, obtuvo 150 mi nutos en su cronómetro, este dato será el que habrá de utili zarse en el análisis y presentación del resultado. El período acumulativo del evento, relativo a la duración de la sesión es: 150/300 = .50 x 100 = 50%. Ello quiere decir que de la dura ción de la sesión de observación, el sujeto estuvo rabiando el cincuenta por ciento del tiempo (aproximadamente 2 horas 30 minutos). F - Registro por intervalos: 1
Técnica
Cuando queremos describir una o más de una conducta y a la vez deseamos conocer cómo cambia(n) esa(s) conducta(s) a 86
lo largo del tiempo, podemos utilizar el registro por intervalos. Sí interesa determinar como dato primario la frecuencia de esas conductas, el método de registro por intervalos es de extre ma utilidad. Acá, también el período de observación relativo a la no ob servación se incluye en la fórmula ob/ob +
b = 1 donde b = 0, ob tiene una duración fija= T. Esta variable cons tituye la longitud de los N intervalos que consecutivamente se acumulan para determinar el tiempo total de la sesión. Vg: TxN = tiempo de la sesión. De donde la sesión está formada por interva los de tamaño T que ocurren N veces. El tamaño de los intervalos T es relativo a la frecuencia y /o tasa de las instancias de conductas a registrarse. Cuando la conducta ocurre frecuentemente, T de be ser breve. Si la frecuencia de la conducta es baja, los interva los T pueden ser alargados. Ello es así porque el método requiere ajustar T a la duración de la respuesta, o mejor dicho al tiempo entre dos respuestas; de manera tal que solamente una instan cia, si ocurre, corresponda a un intervalo T. Cuando por error en la anterior estimación ocurre más de una instancia de respues ta en T, debe anotarse solamente una, siendo esta observación de utilidad para reajustar T a la frecuencia real de las instancias y perfeccionar la confiabilidad del sistema de registro. Si la razón (intervalos calificados/respuestas = 1), hay máxi ma precisión. Si por el contrario, ocurre un número muy elevado de intervalos en los cuales no se observa instancia alguna para su registro, los intervalos podrían aumentarse. Sin embargo, interva los excesivamente grandes o cortos pueden tener una carga con siderable de error. (Estos límites están por debajo de un segun do para los intervalos cortos y por encima de 15 minutos para los largos). A continuación mostramos en la Fig. IV. 14 un protocolo con conductas incompatibles, Vg: “ estar sentado” vs: “ estar de pie” Protocolo para registro de intervalos: ________'■ Fecha...................... Actividad (conductas).....................Código y / té Sujeto................. Observador................Sesión.................Inicio de la
sesión 5 min.
Duración del intervalo = 30” Duración de la sesión
V
V
10
y / = estar sen tado, ^ —estar de pie
Fig. IV-14 El tiempo que el sujeto estuvo sentado respecto de la sesión de observación es igual al número de intervalos 4x30 = 120/300 = 40%; o el equivalente a 2 minutos. A continuación mostramos en la Fig. IV.15 un protocolo con varias conductas que pueden ser compatibles o no. Protocolo para el registro de intervalos por varías conductas: Fecha . . ............... Actividades (conductas).................. .. Código \/ Sujeto............Observador . . . . . . Sesión............ Inicio............... Duración del intervalo: 15” Duración de la sesión: 3’75” (225” ) Sentado >/ V V V V V VVV De pie V y/ V V V \/ Hablando >/ V %/ V V V V V En silencio V V V 0 V >/ 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 111213.1415 Nota: Intervalo 10 = no pudo identificarse si hablaba o no pues dió la espalda estando sentado. Sentado De pie Hablando En silencio
9/15 6/15 9/15 5/15
= = =
0.6 xl00 =60% 0.4 xlOO =40% 0.6 xlOO =60% 0.33x100 =33%
= 135 Seg. = 2min = 90 Seg. = 1 min = 135 Seg. = 2 min = 74.9Seg. = 1 min
Fig. TV. 15
88
15 seg. 30 seg. 15 seg. 14 seg.
Es conveniente que un estímulo indique al observador (y al cotejador de confiabilidad, según el caso) el inicio de cada inter valo y que además ambos observadores inicien la observación al unísono, si no el desfase entre observadores impedirá calcular la confiabilidad. 2.- Cálculo de la confiabilidad cuando las instancias de conducta son mutuamente incompatibles
Si las conductas son mutuamente incompatibles (Vg: V senta dos, =£ levantados del pupitre), el registro de ambos observadores se hace intervalo a intervalo. Ejem plo: Observador No. 1 Observador No. 2 Coincidencia en %/ Coincidencia #
Para “V ” acuerdos carse es Para
V VV * VV V * V \/ * + + + + + g fc
—
-
-
—
—
-
-
-
-
-
contamos los acuerdos (A) = 2, los desacuerdos (D) = 5, los más los desacuerdos (A + D) 2 + 5 = 7. La fórmula a aoli* A/A + DxlOO = 2/7x100 = 28.57% el cálculo sería 3/8x100 = 37.5%
3.- Cálculo de la confiabilidad cuando las instancias ae conducta son compatibles
En este caso podemos calcular ia confiabilidad para las ocu rrencias (Oc) y las no ocurrencias (Noc) de cada conducta por se parado, Vg: sentado y hablando. A continuación un ejemplo del cálculo de confiabilidad para la conducta: sentado Obs.l Obs.2 Acuerdo Oc, Acuerdo Noc.
VVV VV V + 4- - —
V V V y/ V V V V y/ V V —- + + + + +
——+ + + + - — 89
Puede calcularse el porcentaje de acuerdos promedio para ocurrencias y no ocurrencias cuando ambos son igualmente frecuentes, aproximadamente. Por ejemplo: cuando Oc = Noc. El porcentaje promedio de acuerdos para 63,63 + 50.% Oc y Noc =
■= 56.8% 2
4.- Modelos aleatorios com o criterios de confiabilidad
Hoplins y Hermann (1977) han destacado los problemas en interpretar la confiabilidad, en registros de intervalos cuando las respuestas que se registran ocurren en un gran porcentaje o en un escaso porcentaje de intervalos. Proponen métodos para comparar el grado de acuerdo alcanzado con el grado de acuerdo que se espe raría por un modelo aleatorio. El modelo aleatorio supone que los dos observadores registran la respuesta como ocurriendo en el mismo número de intervalos. Además, el modelo asume que el registro de instancias de respuestas está aleatoriamente distri buido sobre los intervalos. Entonces podemos conocer cuándo la confiabilidad entre observadores sé aleja de aquella que podría ser predicha por el azar. El cálculo de los índices de confiabilidad aleatorios se pro duce por las fórmulas: (0j x 02) + (N, x N J Respuestas totales aleatorias =
x 100 (t y
Ocurrencias Respuestas aleatorias =
(T)2 90
x 100
Nt x N2 x 100
No Ocurrencias Respuestas aleatorias = _ (T)2 _ Donde:
0Z = el número de intervalos, en los cuales el observador 1 registra una respuesta. 02 = el número de intervalos, en los cuales el observador 2 registra una respuesta. N, y Nj = el número de intervalos, donde, respectiva mente, el observador 1 y 2 registran la no ocurrencia de una respuesta. T = el número total de intervalos en los cuales se comparan las observaciones de los dos obser vadores.
Por ejemplo: Dos observadores registran la conducta de sus traer víveres en un automercado, utilizando el método de inter valos. El resultado fue: INTERVALOS Observador No. 1 Observador No. 2 Acuerdos en Ocurrencias (Oc) Acuerdos en No ocurrencias (Noc) Acuerdos en Oc + Noc.
y
V
y¡ V V V
+ - + - + + - + - +
- El índice de confiabilidad para respuestas totales aleatorias es: (2x4) + (3x1)
24
(5)>
25
x 100 = 96%
La confiabilidad empírica obtenida para las respuestas totales es:
-x 100 = 60% 3+ 2 - El índice de confiabilidad aleatoria para ocurrencias es:
91
2x4 6 ------ --- - x 100 - 32% 25 25 La confiabilidad empírica obtenida para las ocurrencias es de: 2 ----------x 100= 50%
2+2 - El índice de confiabilidad aleatoria para no ocurrencias es: 3x1 3 —— = ---- x 100 = 12% 25 25 La confiabilidad empírica para las no ocurrencias 1 —-------- x 100 = 33,3% 1 + 2 Como no hay una manera satisfactoria para determinar que la confiabilidad empírica sea más aceptable que la obtenida por azar, esta última constituye un límite inferior para evaluar la empírica. Por debajo de él, se considera inaceptable y en consecuencia el índice de confiabilidad al azar constituye un criterio para eva luar la confiabilidad empírica. 5.- Decisiones en el registro de confiabilidad para Oc. y Noc. Los cálculos de confiabilidad realizados utilizando el registro de intervalos iguales deben hacerse por separado para cada conduc ta observada y entre sí no deben promediarse. Cuando las ocurrencias se aproximan a 1/3 del total de los intervalos de observación, esto es, cuando las ocurrencias han sido poco frecuentes es recomendable calcular la confiabilidad para las No ocurrencias de esa conducta específica. Igualmente, cuan do las No ocurrencias en el observador se aproximan a un ter cio del número de intervalos es recomendable hacer los cálculos
92
sobre las instancias que ocurrieron. Ello es así porque un cálculo sobre escasos acuerdos puede proporcionar un porcentaje de acuerdo abultado por el número de oportunidades que hubo para que coincidieran los juicios de ambos observadores. Por ejemplo:
Obj V V V V V Ocurrencias Ob2 V \/ VV + + - + + A No Ocurrencias A
1
!
_
V + + +
-
+
+
4-
+ +
Para las ocurrencias el porcentaje de acuerdo es: 5/5 4 1 x 100 = 83.33% Para las No ocurrencias es: 9/9 + 2 x 100 = 81.81% Otros autores (Jackson et al. 1975) destacan que el punto de decisión para el cálculo de confiabilidad de ser: ocurrencias cuando estas ocurren 50%o más de las veces y No ocurrencias de lo contrario. G.-Muestreo temporal “ instantáneo” de eventos: 1.' Técnica
Cuando la observación sostenida por un período extendido fatiga al. observador y además es de difícil discriminación el momento de inicio o término de una conducta, podemos optar por tomar muestras temporales de éstas. Si además, las condicio nes de la observación son exigentes porque se incluye un número alto de sujetos y /o conductas, y si además nos interesa la “ den sidad” o la duración del comportamiento, el muestreo instantá neo es una técnica recomendable. El carácter instantáneo viene dado porque el período de ob servación (ob) es normalmente breve (un segundo aproximada mente), en relación a la no observación (0b), que dura entre 15 y 60 segundos. En este sentido, la función ob/ob+0b para 15
93
segundos de 0b es igual a: 1/1 + 15 = 6,25%, o proporción del tiempo de observación en cada intervalo. La selección del instante de un segundo de observación optimiza la validez del regis tro y mejora la precisión cuando se ajusta al tiempo de 0b, tal que haya un período de ob coincidente con el evento y al menos un período 0 b para el tiempo entre un evento de conducta y otro, como podemos observar en la Fig. IV.16.
EVENTO CONDUCTUAL
PERIODOS DE LA„ OBSERVACIONES
INSTANCIAS REGISTRADAS TERMMO
F IG U R A IVÍ16
En esta figura IV.16 la duración de la sesión es de 78 segundos (75” 0b+3” ob). Si el observador mira al sujeto al término de cada intervalo de 0b que tiene una duración de 15 segundos y anota si la conducta se emite o no en ese breve “ flash” de tres segundos de observación, calcularemos el porcentaje de ocurrencias en base a número de instantes en que se observó la conducta sobre número de instan tes totales. Así si hay 5 intervalos a cuyo final se observa la con ducta y ésta fue detectada que ocurría en 3 de ellos, el porcenta je de ocurrencia de la conducta respecto del número de momentos de la observación es 3/5 x 100 = 60% En una evaluación de medidas de intervalos temporales de con ducta, Power, Martindale y Kulp (1975) encontraron que el error de medida, esto es, el grado en que las medidas por muestreo se desviaban de la medida continua, era una función de la frecuencia de esas muestras y del criterio utilizado para calificar un ejemplo de conducta: a) Cuando ésta ocurre durante todo el período de observación del intervalo; b) Cuando ocurre en una fracción del intervalo de observación; y, c) Cuando ocurre al final del interva lo de observación. Si la coñducta debía ser exhibida durante to-
94
do el intervalo de observación (muestreo del intervalo temporal total) había subestimación de la medida continua. Si la conducta se exhibía sólo brevemente durante el intervalo de observación (muestreo de intervalo temporal parcial) había sobreestimación de la medida continua. Si la conducta debía ser exhibida al final del intervalo de observación (muestreo temporal momentáneo) la sobreestimación de la medida continua era igual a las subestima ciones. Para una mejor comprensión debe tenerse en cuenta los procedimientos en estos registros de intervalo. Para el muestreo de tiempo momentáneo; cuando estaba programada una observa ción, el observador miraba la cámara de televisión y anotaba si había ocurrido o no la instancia de conducta. Para el muestreo de intervalo (registro de intervalo), el observador miraba al mo nitor de televisión y al final de cada intervalo anotaba si la con ducta había ocurrido: (1) durante todo el intervalo (total), (2) parte del intervalo o (3) en ninguna parte del intervalo. Los au tores consideraron en este caso, los procedimientos de intervalo como pertenecientes al género: “ Muestreo temporal” , que puede ser total, parcial o momentáneo.
2.- Confiabilidad
En la Fig. IV.17 podemos observar un protocolo de registro para dos conductas usando muestras instantáneas de dos observa dores. Agresones emitidas (x), Agresiones recibidas (y) Fecha........................ Actividad...................... Conductas x - y Lugar ; ...................... Observador....................Sujeto. . . . . . . . . . . . Tiempo entre muestras: 14 *’ Duración aproximada del intervalo de muestra: 1 " Sesión.............................................................
Hora: 8h 0 min 1 min 2 min 2 min
95
Un segundo observador obtiene el siguiente registro:
8h Omin
8h 4 min 8h 5 min 8h 6 min 8h 7 min
8h 1 min 8h 2 min 8h 3 min
Fig. IV.17
El porcentaje de acuerdos para agresiones emitidas se obtiene de las tablas siguientes: AGRESIONES EMITIDAS (X) 8h 0 min.
8h 3 min.
+ 4” 4-
-
+ 44*
■+ + 4+
4444*
8 h 4 min.
8 h 7 min.
+ 4+ +
+ 4* + +
+ + 4* +
+ 4* + 4-
Acuerdos = (+ ) para oc y noc Desacuerdos = ( - ) para oc y noc
Considerando ocurrencias y no ocurrencias conjuntamen te el porcentaje de acuerdo es: A /A + D x 100 30/30 + 2 x 100 = 93.75% Para agresiones recibidas estimadas sobre ocurrencias y no ocurrencias las tablas son: 00
0 min. >>
X! 00
3 min.
+ 4+ +
+ + + +
A% =
+ + + 29/29+
8h 4 min. tf
+ + -
8h 7 min. 3
x
100 =
4+ + 4-
4+ + 4-
4* 4* 44-
4+ 4+
90.62%
El método para calcular el grado de acuerdo, es sin embar go laborioso, más aún, si lo hiciésemos por separado para ocurren-
96
cias y no ocurrencias. Por ello se recomienda obtener el acuerdo por la fórmula: número menor de ob/número mayor ob x 100 En el caso de agresiones emitidas (x) el grado de acuerdo sería: 8/9 x 100= 88.8% y agresiones recibidas (y) 12/13 x 100 = 92.30% En una segunda investigación de Powell, Martindale, Kulp, Martindale y Baumann (1977) se exploró más completamente la dirección y magnitud del error en las técnicas de muestras tempo rales. Utilizando intervalo parcial, intervalo total y muestras temporales instantáneas, variaron el tiempo total en que ocurría la conducta y trataron de analizar, cuándo el error de medida covariaba con el tiempo por respuesta de la conducta observada y si era o no consistente a lo largo de las condiciones experimentales. Para variar el tiempo total de ocurrencia de la conducta, instruyeron a un sujeto a estar sentado 6, 15 y 24 minutos, proveyéndolo de un reloj, así la conducta era el 20%, 50% y 80% de la sesión total, (30 minutos). Usando grabaciones de video instruyeron a los observadores a indicar si ocurría durante todo el intervalo, durante parte del intervalo o no ocurría la conducta durante el intervalo. Los intervalos de observación utilizados fueron 5, 10, 20, 60,120, 200 y 300 segundos para los registros de intervalo total o parcial. Para muestras instantáneas, los intervalos fueron de 5,10, 20, 60, 120, 200, 300, 600, 900 y 18Ó0 segundos. Se calculó la confiabili dad para las ocurrencias y no ocurrencias de conducta conjunta mente, y alcanzaron índices entre 96% y 99% de acuerdo. No obstante, cuando se evaluó el porcentaje de observaciones señala das (relativa a la duración de 6 ,1 5 y 24 minutos reales de ocurren cia había sobreestimación usando intervalos totales y subestima ción utilizando intervalos parciales; la magnitud del error era una función de la magnitud del intervalo de observación. Las muestras temporales instantáneas fluctuaban sobre y subestimando la medida continua. Más allá de 5 segundos, la medida instantánea
97
era superior que las continuas hasta que el período alcanzaba los 300 segundos. En cinco segundos las tres medidas eran efectivas. Este análisis se realizó para ia primera sesión, la mediana y la última. Para las quince sesiones de observación que duró el expe rimento se encontró que los procedimientos continuos (total y parcial) aumentaban el error de estimación a medida que se reducía el número de observaciones por sesión. Por otra parte, hasta 900 seg. el muestreo instantáneo probó ser tan efectivo como la medida continua. H,- Lista de Revisión de Actividades Planificadas: (LAP), o Planned Activities Checklist: (Placheck): í L- Técnica Cuando estamos observando a un grupo de sujetos y queremos determinar qué proporción de ellos están involucrados en determi nada actividad, se puede implementar el siguiente procedimiento según Jáckson, Della-Piana y Sloane (1975): -Escoger un intervalo de observación al igual que en el pro cedimiento anterior. (Vg: Ob = indeterminado,
10 8 9 15 7 7 5 2 8 15 15 12 15 10 10 10 10 15 ,8 6 ------- = 0,677x 100 = 67.7% 127
98
2.- Confiabilidad. La confiabilidad puede calcularse así:
f numero en Observa i tarea dor No.l ) número
1
2
3
4
5
6
7
8
TOTAL
8
8 10
9
8
5
3
2
53
10
10 10
9 10 10 10 10
79
1 2 numero en Observa* \tarea dor No.2 ) número niwatntp
8
8
3
4
9}
9
10 10 10
1
2
3
5
6
7
8 2
49
9 10 10
9 10
78
4
7
8
5
4
6
1
8
Diferencia entre personas en tarea
=4
Se inscribe el número de presentes. Si hay diferencias se anota en número menor de presentes. 1 número menor de presentes
2
3
10 10 10
4
5
6
7
8
9 10 10
9
1°
78
El porcentaje de acuerdo se calcula por la fórmula de Jackson et al (1975): suma de direrencias
1_
(numerador) I
-------------------------------------- ----- jx 100 suma de presentes
1 -
(denominador)}
x 100 = 0,948x100 = 94.8%
78 99
En el caso de la lista de chequeo de actividades planificadas podemos obtener la confiabilidad de las personas en tarea así: 4 9 /5 3 x 100 = 92.4% y de las personas presentes 78/79 x 100 = 98.73% o dividir de manera correspondiente: 49/53 + 78/79 = .924/.987 x 100 = 93.61% /.- Implementación de las técnicas simples de registro de ob servaciones en uno o más sujetos: (Productos permanen tes, frecuencias de eventos, duración de eventos,intervalo y muestras temporales de eventos). Para la implementación de la técnica de registro correspon diente ¿s necesario considerar si: - El interés principal es la frecuencia de la conducta, su dura ción o ambas. - La oportunidad de observar constantemente la conducta du rante un período. - La discriminábilidad del inicio y término del evento conduc tual. - La tasa de respuestas, el número de clases de conductas o el número de sujetos. Jackson, Della Piaña y Sloane (1975) han diseñado un diagra ma de flujo que consiste de decisiones que comprenden los puntos uñó al cuatro» anteriormente señalados, exceptuando el paráme tro: número de categorías o clase de conductas y sujetos. En la Fig. IV. 18 mostramos el algoritmo propuesto por los autores men cionados. La mayor parte de los registros de observaciones han sido rea lizados utilizando un solo sujeto, siendo los de muestreo tempo ral los de uso más frecuente, (Kelly, 1977). Sin embargo, en si tuaciones aplicadas puede haber necesidad de observar a más de un sujeto; planteándose problemas de los cuales uno podría ser: ¿Cuál es el orden en que deben ser observados los sujetos?.
100
de
FIGURA [ Tomado
IV.tS Jackson, et el., (1975) ]
En esta línea de disensión Thompson, Holmberg y Baer (1974) destacan que al ser insuficiente el muestreo temporal continuo, se hace necesario el muestreo temporal intermitente. Cuando hay va rios sujetos por observar, el tiempo de la sesión total debe dividirse igualitariamente para cada sujeto. Por ejmplo: con cuatro sujetos y 20 minutos, un cuarto de tiempo debe corresponder a cada su jeto (5 minutos). Thompson, Holmberg y Baer describen tres po sibles patrones que pueden utilizarse: 1) Contiguo: acá asignamos consecutivamente cada período para cada sujeto y tiene como ven taja que recogemos información de cada sujeto en el período de tiempo más largo y sin ruptura. 2) Alternante: Cuando hay varios pares de personas podemos asumir qué medidas más representa tivas surgirán si hacemos observaciones alternas y rápidas entre los miembros de un par. Manteniendo un período de observación largo dentro del cual observamos alternativamente y de manera rá pida a los interactuantes y también estamos preservando, al me nos para ese par de sujetos, algunas características del procedi miento contiguo. Luego de agotado el período, observamos la próxima pareja o trío y así sucesivamente. 3) Secuencial: Parte de la suposición de que en la medida que el patrón de muestreo esté más ampliamente disperso será el más representativo. Aquí se observa durante un minuto al sujeto uno, luego se observa al segundo sujeto, al tercero, etc., y así sucesivamente. Aplicando esta técnica Thompson, Holmberg y Baer, observaron dos tipos de conducta (reforzamiento e instigación a los niños por los maes tros, e interactuar y jugar con otros niños). Para ello observaron cuándo tres maestros reforzaban e instigaban al niño durante 64 minutos diarios a lo largo de varias sesiones. Luego compararon el tamaño del error relativo a una técnica de muestreo temporal continuo, que utilizaba un intervalo de 10 seg. En término de porcentaje; el error para la estimación del reforzamiento utili zando el método Contiguo osciló entre 25% y 50%; para el méto do Alternante entre el 18% y 48%; y para el método Secuencial, entre 1% y 38%. Para las instigaciones el error promedio de esti mación utilizando el método Contiguo fue de 30% al 52%, para el método Alternante: 11% ai 55%, y para el Secuencial: 4% al 11%. La falta de exactitud de los métodos Contiguo y Alternan te fue interpretado por los autores como debido al cambio de la conducta del maestro durante el período de observación. Posible mente el maestro era más activo al comienzo del período y que ría tempranamente involucrar al niño para que interactuase con
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los demás. Pudo haber ocurrido también, según los autores, que los patrones de interacción social variaran de momento a momen to y ello hacía que el maestro fuese activo en diferentes interva los, haciendo que un único período no fuese representativo. Por el contrario, el método Secuencial, al dispersar más ampliamen te los momentos de observación fue el más preciso. Por su par te, Newmann (1977) discute Análisis Consolidados (cuando se combinan los datos de los sujetos individuales dentro de un grupo), generalmente promediados en trabajos de contingencias de grupos. Una contingencia de grupo se refiere a la asignación de un estímulo contingente a uno o más miembros de un grupo, dependiendo de la conducta de otros miembros. Por ejemplo, suprimir el receso a todos los alumnos cuando un estudiante se porta inadecuadamente. Newmann recomienda los siguientes procedimientos: 1) recoger información individual de manera continua solamente dentro de un subconjunto del grupo. 2) Dividir el período experimental en segmentos para la recolec ción de datos. Sólo un sujeto debe ser observado en cada seg mento, pudiendo variar el orden secuencial de observación. 3) Utilizar procedimientos de muestreo temporal y más que intentar observar a todos los sujetos durante todo el estudio, obtener información de todos los sujetos en sólo un pequeño período de la sesión. 4) Utilizar el registro de intervalos dentro de un sub- conjunto del grupo o registrar únicamente las conductas especi ficadas. 5) Escoger como conductas para la observación aquellas que dejan productos permanentes o físicos. Al considerar las investigaciones y los análisis de los méto dos de observación y cálculos del grado de acuerdo, es necesa ria cierta cautela. Cierto es que debemos tratar de aproximar los términos precisión y acuerdo entre observadores. Inferimos la exactitud o precisión a partir del grado de acuerdo entre los ob servadores. Sin embargo, la primera se refiere a la corresponden cia entre eventos y observaciones y la segunda a la concordancia de los observadores sobre los eventos. Por ejemplo, un observa dor podría ser muy preciso y por ello producir un bajo grado de acuerdo con otro observador menos preciso que él. Es imposi ble, en vista de la multitud de variables que afectan a la conduc ta del observador, encontrar un conjunto de ellas que produz can un óptimo nivel de confiabilidad y validez transituacionales, independientemente de las condiciones específicas de observación.
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No obstante la búsqueda de los parámetros óptimos debe estimu larse. Baer (1977) ha destacado que en la medida que discrimi nemos los efectos que son fuertes, consistentes y manipulables de los que no lo son, nada se ha dañado. Baer añade en nota al margen (pag. 171) que: “ leemos selectivamente porque no es tamos buscando efectos experimentales sino efectos útiles. Es to es, no necesitamos expandir la lista de variables a aquellas al menos —algunas veces— efectivas, sino disponer un arreglo de las ahora conocidas y altamente efectivas para organizar progra mas útiles que permitan resolver problemas” . J.
Gráficas de los registros de observaciones:
El graficar los datos recolectados utilizando el sistema de re gistros de observaciones es una ayuda para que la comunidad juz gue sóbre tales datos. La inspección visual de un gráfico, délas tendencias manifiestas en un proceso que ocurre en el organismo individual, proporciona elementos valiosos para estimar: 1) La continuidad del patrón conductual observado. 2) El estado en que ese patrón conductual se manifiesta (alto, bajo, creciente, etc.), y 3) La variabilidad entre sesiones de observación (continuas
F JG U R A IV .19 [ Tomado de Barker y Wrigth, (1955) ]
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o no) que se grafican. Cualquiera que sea el uso posterior del patrón graficado (línea base para comparar los efectos posterio res de la intervención, etc.), el uso de la graficación requiere ad ministrar adecuadamente los títulos y etiquetas para que su lec tura no sea confusa. Para el registro continuo, el ejemplo de Barker en la Fig. IV.19 puede ser utilidad. Cuando tratamos con registro de eventos podemos utilizar en la ordenada la frecuencia simple correspondiente a varios bloque? dentro de una sesión, o cada sesión en la abcisa. Ver Fig. IV.20.
FIGURA IVdO
Podemos igualmente inscribir la tasa de respuestas (Respués* tas por minúto, pór horas, etc.) en la ordenada y en la abcisa las se siones, o días consecutivos en que se hizo la observación. Ver Fig. IV.21
105
SESIONES DIARIAS DE OBSERVACION FIG UR A IV.21
Si la conducta o los eventos de conducta dentro de una sesión o tarea, tienen un límite; podemos utilizar uña razón: eventos logrados/eventos posibles, o una proporción. Así podemos utili zar en la ordenada la proporción de problemas resueltos correc tamente, o la proporción de conductas deseables/indeseables, o las conductas deseables/deseables + indeseables, etc. y en la abcisa una medida conveniente de tiempo Cuando el registro es la duración del evento conductual, po demos utilizar medidas absolutas (duración de la rabieta por cada sesión de observación) o relativas al período de observación, en forma de razón simple o porcentual, como se puede ver en la Fig. IV 22
106
F IG U R A (V .2 2
107
Para las técnicas de registro de intervalo (continuo o parcial), debemos indicar el porcentaje de intervalos en que ocurrieron las respuestas observadas. En la Fig. IV.23 podemos observar el porcentaje de los intervalos que el niño miraba al maestro.
Finalmente, utilizando la lista de chequeo de actividades pla nificadas, podremos representar el porcentaje de niños o sujetos en la actividad. K. Características de un Sistema de Observación de la Conducta. Jackson, Della-Piana y Slóane (1975) han ofrecido las metas y condiciones de un sistema de observación de la conducta. En términos generales ello incluye:
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- Obtener una definición de conducta. - Determinar las condiciones específicas bajo las cuales se observará la conducta. -Determinar cuál es el mejor método de registro de observa ciones que se utilizará. -Explicar cómo se registrarán los datos, incluyendo lo que serán las responsabilidades del observador* y cómo serán diseñados los instrumentos para el registro de datos. -Explicar cómo será revisada la confiabilidad del observador. - Mostrar cómo la información a recolectarse será puesta en forma de tablas. - Mostrar cómo la información a recolectarse será graficada, y, finalmente. - Decir cómo leer los datos mostrados por los gráficos. Bajo todas las condiciones anteriores, el observador humano es un instrumento, o como señalamos anteriormente, es el canal de registros. Esto constituye como hemos venido señalando una característica especial en las situaciones humanas en razón de que: 1)E1 observador humano constituye un instrumento imper fecto para el registro de observaciones, o mejor, más imper- . fecto que otros, aunque tiene la ventaja de poder realizar va rias observaciones de importancia que los sistemas de regis tro automático establecen como “ ruido’’ en el canal. 2) Los efectos del observador en el sujeto observado pueden ser evidentes y alteran definitivamente las condiciones de observación. En tal sentido, interesa hacer , mínimos los efectos “ reactivos” del instrumento de medida, tratando de realizar operaciones de registro de datos no ostensibles. Estas consideraciones obligan a un análisis de la conducta de observación (Wyckoff 1952) en los seres humanos, para com prender mejor las variables que afectan a esa conducta y mejorar las condiciones en que tiene lugar la conducta de observación, así como también disminuir el deterioro que sobre la conducta observada puede crear la presencia de un observador. Estos aspectos conducen al tratamiento del tema que se discute y analiza la confiabilidad de las observaciones.
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CAPITULO V ESTRATEGIAS PREVIAS A LA INTERVENCION: LA LINEA BASE Hemos destacado en capítulos anteriores la importancia del ' registro de observaciones de los eventos conductuales y la nece sidad de procedimientos para calcular el grado de acuerdo entre observadores, así como algunos ejemplos de gráficos resultantes. Sin embargo, la metodología en el Análisis Conductual Aplica do, necesita de un estado de referencia, que es obviamente un estado anterior de las clases de conductas definidas, para plani ficar luego la intervención. Estos estados se denominan las lí neas de base. Cuando la observación es confiable y sostenida en el tiem po, permite determinar la tendencia de la conducta previa a la manipulación experimental. En un conjunto de tipos de registro de observaciones, mientras más precisas y relevantes sean éstas respecto de la conducta seleccionada, la confianza y posibili dad de discriminar los cambios que. acontecen se harán más evi dentes. Esta parte del trabajo discute y analiza de manera gene ral la situación de observación y registro de observaciones en for ma pertinente a los datos que comunmente se utilizan en el Análisis Experimental de la Conducta y en el Análisis Conduc tual Aplicado, señalando las estrategias más frecuentes en la obtención de datos y discutiendo sus implicaciones y proble mas. Comenta la utilidad de la línea base y describe sus tipos, señalando las funciones que cumple este registro. Igualmente
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analiza el problema de la selección de la variable independien te y las dificultades que surgen cuando los factores sociales afec tan la conducta. Además se hace un análisis del control y varia bles que afectan el comportamiento cuando se implantan los di seños experimentales. A - Consideraciones previas sobre el registro de observaciones de la conducta Antes de considerar los aspectos más relevantes del diseño de experimentos dentro de lo que denominamos el Análisis Con ductual Aplicado, es necesario destacar, nuevamente, algunos pro blemas relativos al registro de la conducta, aunque de manera general. Debe distinguirse entre el registro de la conducta como evento a través de sistemas automáticos y el registro de las ob servaciones que sobre la conducta se realizan. La consideración de que la conducta es un evento o un conjunto de ellos depende de una posición teórica. Es decir, parte del planteamiento de que los acontecimientos que conforman la conducta tienen un inicio, una duración y un término. Ello significa que se supone la existencia de un intervalo entre uno y otro acontecimiento conductual considerado discreto; o al menos, que discretizamos el flujo de la conducta» para su registro. Más aún, interesa deter minar en algunos casos la ocurrencia de un tiempo antes de que ocurra el evento conductual, la duración de éste y un tiempo que transcurre,una vez finalizado el evento. 1
Registro automático de eventos
La mayor parte de los sistemas de registro temporal y auto máticos de la conducta determinan, por una parte, la fracción de comportamiento que se registrará, definida en términos de un “ transductor’ ’ que el organismo activa (por ejemplo: opresión de una palanca), pero considerándolo como un evento unitario, de terminado por la capacidad del sistema de registro; y por las duraciones entre eventos. De ello se extrae la conclusión de que la duración del acontecimiento es unitaria y homogénea, vale decir, un instante y el tiempo que transcurre entre uno y otro evento constituye un continuo. Se pierde pues la información, sobre todo en sistemas de registro electromecánicos del tipo acumulativo,de la duración del acontecimiento.
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En la figura V .l podemos observar qué resulta cuando regis tramos acumulativamente los eventos conductuales como eventos instantáneos. Esto queda indicado en las líneas verticales del registro que destacan el carácter unitario de las respuestas. Por el contrario las líneas paralelas al eje de la abcisa varían en lon gitud según el tiempo entre respuestas.
TIEMPO
o.b.c, = a ', b't
C '
EVENTOS REGISTRADOS EN FORMA UNITARIA . a » b = c -
INTERVALOS ENTRE EVENTOS. FIG UR A V.1
Ajustando las constantes de tiempo a determinada velocidad, podemos obtener un registro “ continuo” de la conducta para un tiempo determinado. Otro tipo de' registro automático nos permite obtener la du ración de los eventos conductuales, pero su medida no implica ría el desarrollo de sistemas complejos de cómputo, como series de Fourier, etc., y ello se basa en la consideración de que los acontecimientos conductuales poseen una dimensión adicio nal, la de intensidad. El registro de un acontecimiento de esa naturaleza requiere una línea base de cotejo o de referencia y
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una intensidad máxima alcanzable. Por lo general originan fun ciones sinusoides. El hecho de que la intensidad origina un “ rui do” en eventos considerados discretos, los excluye por lo general del registro automático de eventos, o se utiliza su transforma ción de acuerdo a determinadas constantes, a sistemas discretos de registro. 2.- Registro de Observaciones Hemos señalado que una consideración diferente es necesaria, cuando se registran observaciones. Acá un observador humano mira la topografía del comportamiento y registra lo que ve. Pa radójicamente puede existir un registro continuo de anécdotas, pero por lo general se prefiere predefinir qué evento se registra rá y se anota su ocurrencia. En el registro de observaciones de conducta, existe lo que po dríamos denominar una “ pseudoigualación a la muestra” . Es de cirse tiene una muestra o modelo de conducta predefinida^, cuan do ocurre un evento igualable a ella, se cuenta como una unidad de comportamiento. Dada la variabilidad de la conducta y las di ferencias entre observadores, se debe estimar la confiabilidad de las observaciones. El registro de las observaciones permite, además, hacer un estimado de duración. Para ello se preselecciona un período de observación y se registra la duración de una conduc ta específica como ya hemos visto en el Capítulo IV. Por ejemplo: duración de una rabieta en el período de una hora de observa ción. Existen sistemas de complejidad creciente para el registro de observaciones. Por ejemplo, el de intervalo, en el cual se divide el período de observación en intervalos iguales y se determina la ocurrencia o no de un evento en cada intervalo. Dicho sistema tiene baja confiabilidad cuando los intervalos son extensos porque puede ocurrir más de un tipo de conducta en un solo intervalo y exigir decisiones por parte del observador. La complejidad está determinada en el número de operaciones que debe ejecutar el observador. Vg: el número de categorías de conducta a observar. Por otra parte, Ios sistemas de muestreo de tiempo se ven
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afectados en su validez, por la coincidencia entre la emisión de una conducta y el del instante en que se hace la observación. Ello exige que las muestras se tomen, conociendo al menos la duración del evento, comportamental o su frecuencia, para deter minar en base a ello, el tamaño del intervalo al final del cual se realizará la observación. Lo que se hace en este tipo de registro de observaciones es denotar la coincidencia entre la ocurrencia de una conducta predeterminada y el contacto con el observador; quedando por especificar la duración del contacto. También hemos destacado que otros sistemas de registro in cluyen la especificación del tipo de respuesta en base a una defini ción nominal; qué evento ocurre después de la misma y qué acon tecimiento la antecedió. Dicho sistema exige el conocimiento de la función “ Respuesta - Consecuencia” y la determinación a posteriori de eventos discriminativos. B.- Dos estrategias para el registro de observaciones ■1.- Se ha enfatizado (Hall, 1977) la necesidad de definir a las conductas como un paso previo a su observación y registro. Para que sea repetible una observación sobre la conducta, ésta debe estar definida ya sea por referencia al organismo que la emi te, vg: habla o vocaliza; sea por referencia a ctro objeto o evento hacia el cual se dirige la conducta, vg: mira al perro; o en térmi nos de los productos de la misma, vg: escribe “ mamá” . Tal abor daje permite establecer el grado de acuerdo entre observadores independientes; es decir, su confiabilidad. La confiabilidad con siste, en este caso, en denotar coincidencia de las observaciones en un mismo intervalo, y, para el conjunto de pares de observacio nes que se realizaron en los mismos intervalos, el porcentaje de acuerdo de los observadores respecto de la ocurrencia o no del evento de conducta. Sin embargo, la situación es tal, que otros comportamientos que pueden ser de interés, no son registrados, aunque es perfectamente posible registrar más de un comporta miento indicado con los símbolos de un código preestablecido. La mejor forma para su determinación es indicar los referentes físicos y topográficos del comportamiento, sin embargo existen límites a la especificación operacional del comportamiento Skinner (1938) ha señalado que la restricción de una respondiente o una operante puede hacerse por dos razones diferentes: a) para
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obtener una mayor precisión de los referentes, tal que la descrip ción sea exacta, y b) para obtener curvas consistentes de proce sos dinámicos, es decir, cambios graduales de las respuestas en función de la ley del condicionamiento, de. la extinción y otras, Debe tenerse en cuenta que dado que la conducta operante es una clase de respuestas, la especificación extensiva de sus propiedades definitorias puede reducir la regularidad o consistencia de las cur vas de respuestas y la no especificación hace que abunde la varia bilidad. Sin embargo, la consistencia de las curvas de respuestas, que se determina en base a propiedades definitorias y no definitórias, es un problema empírico por evaluar, observando la suavidad de las curvas de respuestas, o la uniformidad observada en la tasa de la misma. En base de tal problema se encuentra la determina ción de la unidad mínima de conducta, aspecto que sólo es determinable, cotejando si tal unidad, satisface o no las leyes dinámi cas. La primera estrategia, en consecuencia establece inicialmen te la clase de conductas que se va a observar y posteriormente res tringe y establece sus límites. 2.- Una segunda estrategia útil en situaciones aplicadas para el registro de datos y que no parte de una conducta predefinida consiste en una lista de muestreo de conductas, con la especifica ción de dos tipos de eventos; qué situación antecedió al compor tamiento, y en segundo lugar, qué cambio en el ambiente físico o social ocurrió una vez emitida la conducta. Acá la conducta que se va a definir está deterininada por el intervalo temporal que trans curre durante cada observación. Obviamente pueden registrarse muchos tipos de comporta miento, pudiendo iniciarse él sistema con registros anecdóticos de lo que el sujeto hace en determinados momentos. Una vez obteni das las muestras de topografías de la conducta, para cada intervalo de observación, la tarea consiste en asignarle a esas conductas pro piedades definitorias y no definitorias para adscribirlas a determi nada clase en base a la “ comünalidad” o intersección de propieda des definitorias. Por ejemplo en “ el sujeto habla al niño A, al niño B, al niño C, al maestro” , podría constituirse a la clase “ vocaliza a otro niño” excluyendo las instancias que forman la clase “ vocali za a un adulto” . Una vez constituidas las categorías generales, conjuntamente con los estímulos o eventos antecesores (otro niño, “ B” , habla al sujeto) y los consecuentes (él otro niño, “ B”
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responde al sujeto) podemos caracterizar al episodio verbal entre niños. Cuando hemos determinado el conjunto de categorías que muestrean la topografía de la conducta de uno o varios sujetos, se puede registrar, en forma concurrente* la frecuencia de cada com portamiento y determinar el grado de precisión y consistencia de las mismas, ya sea sobre el material sobre el que se elaboró la es cala, o sobre un nuevo conjunto de observaciones en los mismos períodos y situaciones a partir de los que se obtuvo la primera muestra de comportamiento. Ello permite un registro preliminar previo a la intervención del experimentador. C.- La línea base Se ha indicado que el nivel operante constituye el registro de la conducta antes de introducir alguna contingencia que la modifi que. En este sentidq nivel operante y línea base son términos equi valentes. Sin embargo, dependiendo del tipo de investigación, la línea, base puede cambiar como conducta de cotejo. Un ejemplo ilustrativo puede darse en el caso de un registro de opresiones so-
F IG U R A V .2
1X9
bre una palanca, utilizando un organismo, antes de introducir un es tímulo reforzante contingente a la misma. Dependiendo de las condiciones de adaptación y estado de privación, la curva acumu lada de respuestas puede ser como lo ilústra la Fig. V.2. Es decir, cotejamos contra el nivel operante, en el que no hu bo reforzamiento a la tasa de respuestas (respuestas/tiempo) emiti das durante el condicionamiento y que tiene una pendiente diferen te, lo que es indicativo de un aumento de la probabilidad de la res puesta. En otros casos se llama línea base, también a aquella conduc ta regularmente mantenida. Vg.: una vez obtenida una pendiente suave (consistente) de respuestas , y el experimentador introduce un estímulo nocivo (un choque eléctrico) comparando el cambio ocurrido con la situación anterior.
TIEMPO 120
FIGURA V.3
Obviamente el cambio debe cotejarse contra la curva de con dicionamiento, es decir, el cambio es relevante, en primer término, respecto de la tasa de conducta inmediatamente precedente. Debe cotejarse, pues, la variable choque, o su efecto, sobre la constan te de conducta que consistía en una emisión regular de la misma y se puede concluir que el choque ejéctrico tiene un efecto supresor de la conducta reforzada; no que suprime el nivel operante. Só lo secundariamente puede cotejarse el cambio de conducta intro ducido con el nivel operante, comparando sus tasas, si es necesa rio, pero la información fundamental es la descrita previamente. Por razones que dependen del tipo de registro utilizado y en base a consideraciones prácticas, las medidas en línea base difie ren. Por ejemplo, duración de las rabietas, cada vez que ocurren. Porcentaje de tiempo, por sesión, que el niño desarrolla actividad con un juguete. Número de veces que el niño se despierta duran te la noche. Cantidad de palabras escritas en una hora. Es de uso común graficar la línea base. Por lo general en estos casos, en el eje de las ordenadas se especifica la conducta y en el de las abct sas, los períodos de observación. Estos últimos varían en longitud de acuerdo a consideraciones prácticas y facilidades de registro. Pueden ser minutos, sesiones, muestras de tiempo, horas, días, bloques de varios días, etc. También los gráficos variarán depen diendo de si se toman unidades simples o acumuladas del comporta miento. En el segundo caso interesa la tasa o la pendiente de la línea y su regularidad como medida de estabilidad; en el primero, la esta bilidad del registro y la tendencia general de la frecuencia simple tiene la máxima importancia. La única garantía de que la medida no es reactiva (Campbell, 1957) es la ofrecida por una línea base extendida por muchos períodos o sesiones de observación, y que no produzca fatiga; más aún, puede determinarse si la presencia del observador afecta al registro haciéndolo presente o retirándolo del campo de ob servación del sujeto estudiado. En estos casos las líneas bases cor tas pueden ofrecer tendencias o fluctuaciones dependiendo de ello, y por lo tanto hace que aumente el “ ruido” sobre el cual debe discriminarse el cambio acontecido por efecto de la introduc ción de una variable. No debe confundirse estabilidad con ausencia absoluta de va riabilidad, la estabilidad se refiere a la permanencia de una ten
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dencia evaluada a lo largo de los diferentes períodos de observa ción y registrados, pero la conducta puede variar de un período de registro a otro, como podemos observar en la Fig. V.4.
SESIONES FIG UR A V.4
Acá existe una variabilidad momento a momento en las se siones de observación, pero la mediana de las observaciones in dica una tendencia estable sobre el tiempo. Sin embargo, sería una mera inferencia atribuir a un determinado factor la respon sabilidad de la variabilidad de la línea base, pues, existen hipóte sis competitivas susceptibles de postularse como originadoras del cambio, y éstas van desde una especificación errónea de la clase de respuestas hasta variables tales como las señaladas por Camp bell y Stanley (1973): efecto de historia, efecto reactivo de la medida, etc, Más aún, la conducta en cuestión puede estar en fase de adquisición y la tendencia registrada en un período de la línea base puede ser igual a la obtenida en la Fig. V.5.
122
SESIONES F IG U R A V.5
'N Por ello, c o m o anotam os anteriormente, la única garantía que nos ofrece la línea base depende de la extensión de la misma, y ya que sobre un largo p e río d o de observación podem os obtener un índice relativamente con fiable que sugiera la recurrencia de un cam bio ordenado. rs Cuando es im posible obtener alguna tendencia en la conducta en cuestión, la única suposición permisible es que, factores alea torios están afectando la conducta. El recurso ú n ico en este caso con siste en controlar las con dicion es en la cual la conducta ocurre, ya sea restringiendo la observación a determ inado tipo de situaciones o construyendo un ambiente en el cual co n ocem os de antemano los parámetros relevantes a la conducta, y hacer ésta una función constante de algún tipo de eventos. Por ejem plo, condicionando al organismo; o una vez con dicion a do, hacer constantes los pará metros que afectan la con du cta c o m o lo es el caso de mantener
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el mism o nivel de privación, haciendo el reforzam iento intermi tente más que con tin uo y limitar los cam bios de eventos disposi cionales debidos a la saciación o privación, con el uso de tal pro cedim iento intermitente. L o que logram os en esta situación es una reducción en la incertidum bre a partir de la estabilización de los parámetros de los cuales la con du cta es una función. D.- Tipos de línea base El primer tipo de línea base, es aquel que considera una condu cta única, simple, con preferencia emitida a intervalos regulares y aproxim adam ente co n la misma frecuencia, oscilan d o en el últim o caso en un rango com prendido de valores ab solutos entre 0 y 1, para los m om entos de observación selec cionados. Sin em bargo, cuando se desea estudiar la “ prepotencia” (Skinner, 193 8 ), es decir, la incom patibilidad topográfica de dos con ductas, pueden registrarse ambas. Por ejem plo, una investigación de A yllón y Azrin (1 9 6 5 ) consideró la dedicación en trabajos pre feridos y n o preferidos en form a simultánea. D ichos registros ofrecían líneas bases en espejo. C om o observamos en la Fig. V .6. Cuando se desea estudiar el fen óm en o de inducción, es decir cuando la fuerza de una con du cta afecta el cam bio en otra debe utilizarse una línea base de tipo concurrente. Según Ribes (1 9 7 2 ) el uso de la línea concurrente puede tener dos objetivos: - El en Se en
programa de intervención se ha planeado para intervenir varias conductas, o intenta m odificar varias conductas pero se intervendrá sólo una de ellas sin afectar directam ente el resto.
En to d o caso lo que califica de concurrente a la línea base es la oportunidad simultánea de emitir una u otra conducta, o de cidir cuál habrá de emitirse cuando se hacen incom patibles con un artefacto que las hace alternativas. Por ejem plo bañarse y conversar con quien está fuera del baño se hacen m om entánea mente incom patibles si la puerta del baño debe estar cerrada. 124
DIAS
Ejecución
(númtro
promedio
de horm/dío)
FIGURA
V.e
Cuando el registro de dos o más conductas, bajo condiciones diferentes, es sucesivo, el tipo de línea base es denominado múltiple. Ribes (1972) señala que puede tratarse de dos conductas iguales en situaciones diferentes. Por ejemplo: agresión a niños en la escuela y agresión a hermanos en el hogar. También pueden registrarse dos conductas distintas en la misma situación general, aunque el tipo específico de estímulos difiera. Por ejemplo: atender a la lección de aritmética y cantidad de problemas aritméticos que se resuelven, o aseo y puntualidad en el aula que se registran previamente a la im plantación de un sistema de economía de fichas. A las líneas de ba se múltiple las caracteriza la altemabilidad luego de cumplido el re quisito en cualquiera de ellas y debe señalarse cuál condición está vigente. (Vg.: juego en el parque, juego en la habitación). Es posible, durante el desarrollo de la línea base, y dependien do del tipo de intervención que se va a realizar, establecer la efec tividad de las contingencias sobre una conducta diferente. Por ejemplo, Wahler (1969) verifica la efectividad del reforzamiento que los padres ofrecen a sus hijos obteniendo una línea base en un test de escogencia (introducir metras en uno u otro hueco de una caja de madera). Conociendo la conducta preferida, (intro ducir la metra en el hueco de la izquierda) se administra la apro bación contingente a la no preferida y se obtiene un puntaje del cambio en el no preferido con respecto a la conducta más frecuen te. Este cambio indica cuán reforzante es la atención que los pa dres prestan al niño. Una aproximación diferente, que evalúa los repertorios de conducta antes de la intervención experimental, consiste en tener una lista de cotejo para una o varias clases de conductas. Por ejem plo, usando una lista de instrucciones, se obtiene un estimado por centual de las instrucciones que el niño ejecuta y el bloque se con sidera como índice base. Cuando la intervención es correctiva sobre la oportunidad en la que se debe emitir una determinada conducta, se puede hacer un registro sucesivo del comportamiento en las distintas situacio nes y se determina la frecuencia relativa de la misma conducta en las situaciones que se consideran apropiadas o inapropiadas. Como por lo general lo que se pretende es establecer una discriminación, vg: que el comportamiento se emita en una situación y no en otra la línea base establece la ausencia de tal discriminación.
126
De igual manera, pueden utilizarse líneas bases múltiples de diferente longitud para determinar la independencia relativa de una conducta respecto de otra, aspecto que desarrollaremos en detalle más adelante. La longitud diferente se origina por el he cho de que se introduce alguna contingencia sobre una de las con ductas en tanto se sigue registrando la línea base de la otra; como observamos en la Fig. V.7.
A conducta
A
•+-
- i ---------------1------------
UNEA BASE
INTERVENCION
CONDUCTA
B
SESIONES F IG U R A V .7
127
Este tipo de registro puede utilizarse para la misma conducta de distintos sujetos y controlar efectos sociales secundarios asocia dos a la intervención sobre uno de los sujetos. Hall, Cristler, Cranston y Tucker (1970) señalan que la línea base múltiple puede aplicarse al estudio de la conducta de grupos si ésta se suma y se promedia, tratando al grupo como un solo or ganismo, es decir, una evaluación o línea de base consolidada. Existe un tipo de línea base que merece especial consideración y es aquella en la que se toman dos líneas base sucesivas como un intento de controlar el efecto reactivo de la medida. Lates, Egner y McKenzie (1971) tomaron una línea base “ 1” en la cual el maestro medía la conducta de atención hacia los materiales esco lares o hacia el maestro cuando trabajaba con un niña de seis años y medio. El maestro utilizaba un cronómetro para obtener mues tras de conducta cada tres minutos. El cronómetro se detenía ai final de cada intervalo de tres minutos haciendo un “ click” . Pa reció que el “ click” era un estímulo discriminativo para que la niña mirara a los materiales o libros de trabajo. Por ello se tomó una línea base “ 2” en la cual no se detuvo el reloj dejándolo co rrer continuamente y se observó la conducta cada vez que trans currían tres minutos. El resultado de esta segunda situación fue una reducción de la variabilidad de la conducta de atención al maestro que además disminuyó de un porcentaje promedio de 70% a un porcentaje promedio de 51% en la línea base “ 2” . Finalmente es posible en estudios de procesos sociales como lo es el condicionamiento vicario de una respuesta dada, registrar la conducta base del modelo y la del sujeto antes de la intervención experimental, para luego determinar los cambios concurrentes en la conducta del sujeto cuando el modelo es reforzado. E.- La Intervención experimental: Selección de la variable independiente En el Análisis Conductual Aplicado, la intervención experi mental puede adquirir dos formas elementales: - La introducción de una contingencia, a continuación de la emisión de una conducta.
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* El retiro de una contingencia que mantenía a la conducta, pre viamente a la introducción de la fase experimental. El efecto que tienen ciertos eventos en aumentar o dismi nuir la probabilidad de emisión de la conducta, define en combi nación a la introducción o retiro de la contingencia, el carácter de reforzamiento de positivo o negativo, de extinción o de castigo, según las clasificaciones originales de Skinner. No obstante no existe acuerdo sobre la calificación del castigo y sus efectos. Si la conducta operante, dé manera característica, se ve afec tada por las consecuencias que en forma contingente a ella ocu rren, la modificación del ambiente que comunmente acompaña a esa conducta, la modificará. La intervención experimental con siste entonces en modificar situaciones ambientales contingentes a la conducta para cambiar la probabilidad de emisión futura de las mismas. De ahí la efectividad de las técnicas de modificación del comportamiento. Sin embargó, en el Análisis Conductual Aplicado pueden surgir problemas cuando se trata de eliminar conductas indeseables, y ello consiste en que si no existe un análisis exhaustivo previo a la inter vención, puede dejar de lograrse el resultado deseado. Ello ocurre, porqué con frecuencia sucede que el retiro de 1a contingencia que originalmente se supuso mantenía la conducta registrada en la línea base, no altera la probabilidad actual de emisión de la conducta. El recurso es entonces acudir a una contingencia po derosa, por ejemplo, aumentar la magnitud de la contingencia cuando en realidad la conducta original estaba siendo mantenida por más de una consecuencia. No debe olvidarse que puede haber una causación múltiple de la conducta, es decir, que más de una variable puede ser responsable de la emisión del comportamiento. Ello ha sido señalado por Holland y Skinner (1970) y se ha especifi cado que tanto las contingencias múltiples y posteriores a la conducta, como múltiples estímulos discriminativos, pueden con trolar la emisión de una respuesta. Es posible también que las contingencias de reforzamiento que se introducen durante la intervención experimental afecten una conducta que media, en forma de covariable, a la conducta terminal. Por ejemplo un programa de reforzamiento de fichas (reforzadores generaliza dos) impuesto sobre el número de problemas de aritmética re
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sueltos satisfactoriamente, hace que éstos aumenten por medio de estimular el estudio de la aritmética o el hacer ejercicios en el ho gar. Este tipo de problemas es particularmente crítico cuando se trata de cadenas de conducta o cuando se trata de adjuntar con secuencias contingentes sobre cambios autonómicos en los cuales es decisiva la mediación de la musculatura esquelética.
Frente a tales situaciones hay dos alternativas: lo.- Lograr un mayor control para aumentar la precisión del experimento redu ciendo el período o intervalo entre el esfuerzo y la conducta, ade más de disponer contingencias que extingan o supriman la conduc ta mediadora, (por ejemplo: entrenar a los padres para que no per mitan realizar al sujeto ejercicios en el hogar); 2o. Simplemente anotar la ocurrencia concurrente de la conducta mediadora y es tudiar las relaciones de interdependencia entre ella y la variable dependiente. Hasta ahora, cuando por medios prácticos es impo sible el control de una covariable (conducta mediadora), los mé todos estadísticos tienen un único recurso: el análisis de la covarianza. Pero desde el punto de vista del Análisis Experimental de la Conducta o de la metodología desarrollada a partir de él (Skinner, 1959), la solución del problema no consiste en sustraer a posteriori la regresión de la variable dependiente sobre la co variable, sino en tratar de poner bajo control directo la variable en estudio. Si ello no es posible, debe esperarse hasta que se de sarrollen técnicas poderosas de control, pues no necesariamente la ciencia de la conducta puede dar respuesta, en el estado actual de desarrollo, a todas las interrogantes susceptibles de plantearse. Otro problema de especial relevancia en el Análisis Conductual Aplicado, relativo a la selección de la variable independiente, es el problema de costo de la ingeniería conductual. Por ejemplo, es costoso utilizar multas o sanciones, u ofrecer réforzamiento en situaciones ecológicas, pues no son las mismas personas las que infringen una regla social, o no todas las personas en el ambiente refuerzan: una determinada conducta. Reforzar es costoso depen diendo de la medida en que se debe controlar el ambiente. Si se trata de lograr cambios conductuales permanentes bajo reglas de identificación precisas de la conducta, hay tres tipos de solucions: a) El desvanecimiento (fading out) de los reforzadores y su
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sustitución por reforzadores condicionados, especialmente los de carácter social. b) El control por estímulos discriminativos susceptibles de adquirir poder reforzante al estar asociados con reforza dores. c) El diseño de ambientes especiales destinados al manteni miento de determinadas conductas. En estrecha relación con el último punto, comienza a estu diarse la extensión del Análisis Conductual Aplicado a la Socio logía (Burgess y Bushell, 1 9 6 9 ), el diseño de culturas (Skinner, 1 9 5 9 ) y la utilización del modelo triádico “ consultor - mediador objetivo” en la modificación de conducta en el ambiente natural (Tharp y Wetzel, 1 9 6 9 ).En este último caso se pretende que el cam bio conductual de la persona seleccionada sea reforzante para otro organismo que a su vez es dispensador de reforzadores. Quizás en el futuro, de la misma manera que actualmente comienzan a estudiarse los repertorios generativos de la conducta verbal, se estudien repertorios generativos de la conducta social en espe cial las referentes al cambio social. Es decir, así com o se ha ob servado que los niños emiten respuestas verbales que no estaban previamente en su repertorio conductual y que éstas no fueron esneñadas o demostradas por otra persona; es posible diseñar si tuaciones para el desarrollo de repertorios conductuales generati vos que tengan el carácter de suscitar el cambio social. Quizás és ta sea en el fondo la meta del Análisis Conductual Aplicado. Paradójicamente, Skinner (1 9 6 6 ) ha señalado que “ sólo cuan do dejemos de usar reforzadores para apaciguar necesidades, po demos empezar a usarlos para colmar la naturaleza del hombre en un sentido más importante”.
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BIBLIOGRAFIA DEL CAPITULO V
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CAPITULO V I DISEÑOS EXPERIM ENTALES EN EL AN A LISIS C O N D U CTU AL APLICADO El hablar de “ Diseños Experimentales en el Análisis Conducual Aplicado” puede parecer redundante y hasta contradictorio. Sin embargo opinamos que ello es relevante a la temática del mismo y del área al cual se circunscribe. Un diseño experimental es una táctica de intervención sobre determinado acontecimiento que es demostrativo no sólo del cambio logrado por esa intervención, sino que permite atribuir la modificación obtenida a las variables manipuladas y no a fac tores extraños. Su delimitación al área conductual aplicada suscita una diferenciación heurística por una parte, y de propósitos p or la otra, respecto de lo que ha denominado el Análisis Experimental de la Conducta. Este último consiste en el estudio de cualquier conducta, en cualquier tipo de organismo y bajo condiciones del laboratorio, en tanto es dependiente de sus vínculos y relaciones con el ambiente. El Análisis Experimental de la Conducta apunta pues a destacar las variables objetivas de las cuales cualquier con ducta es una función, es decir la determinación del comporta miento en general. Este tipo de análisis ha probado ser fructífero y relevante a la extrapolación y extensión de los fundamentos y leyes descubiertas en el laboratorio a la conducta humana, individual y socialmen te considerada. Se trata en este caso de modificar positivamente
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determinadas conductas. Es un intento de modificar el ambiente físico y social para modificar el comportamiento, permitiéndose a su vez que el cambio del comportamiento afecte al ambiente para la permanencia de aquel. Baer, W olf y Risley (1 9 6 8 ), han destacado que el Análisis Conductual Aplicado a diferencia de otro tipo de orientado-' nes, “ destaca la importancia de la conducta cambiada, sus ca racterísticas cuantitativas, las manipulaciones experimentales que analizan con claridad qué fue responsable del cambio, la descripción tecnológica exacta de todos los procedimientos que contribuyeron al cambio, la efectividad de esos procedimientos en establecer cambios suficientes de valor y la generalidad de ese cambio” (pág. 97).
Existe, pues, además del rigor experimental, un propósito de producir cambios socialmente valorables. Esto limita por su puesto la selección de conductas a modificar y las características de los organismos utilizados. Pero también ha planteado la nece sidad de utilizar diseños experimentales adecuados a las situacio nes sociales. Si se desea demostrar la efectividad de un procedi miento, mejorar una conducta o eliminar una indeseable, tratan do de que permanezca el cambio logrado, entonces los diseños deben aplicarse a los sujetos en cuestión, tener validez interna y tratar de manipular variables que sean efectivas en sostener una conducta, ya sea porque puede transferirse el control de la misma a las contingencias naturales o porque el sujeto dispon ga de la oportunidad de producir contingencias que a su vez per mitan el autocontrol del comportamiento.
Es obvio, pues, que el diseño de experimentos en el Análisis Conductual Aplicado optimiza ciertas situaciones y transfiere a la investigación básica los diseños para los cuales tiene limita ciones. Ello ha generado cierto tipo de estrategias de interven ción que denominamos “ diseños experimentales” en el Análisis Conductual Aplicado. Por una parte, las características generales de estos diseños no están desligadas de la investigación básica, tanto desde el punto de vista teórico com o del metodológico; y por la otra, desarrollan procedimientos y tácticas adecuados a las situaciones en las cuales deben implementarse.
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Dichos diseños parten de definiciones precisas del compor tamiento (variables dependientes), se apoyan en registros soste nidos y confiables (línea base), suscitan la selección de interven ciones óptimas (variables independientes), hacen evidentes las vinculaciones y relaciones entre la intervención y el comporta miento que se modifica cuando aquellos son puestos en práctica, y desarrollan técnicas de transferencia del control logrado a otras situaciones. Por lo general utilizan un sujeto o un escaso número de ellos tratando la generalidad de los hallazgos como un problema de im plementación de tecnología. No utilizan, aunque no son incom patibles, modelos aleatorios para garantizar la réplica experimen tal. En el nivel actual de nuestros conocimientos, dada la ausen cia de formulaciones matemáticas elegantes, o estadísticas, po drían ser calificados de diseños artesanales. (*) Dicho término no es peyorativo sino que caracteriza al tipo práctico de las situaciones que se enfrentan. Ello no indica que no se utilice con pureza el razonamiento experimental. Por el contra rio lo hacen explícitamente evidente y simple, porque la audiencia que juzga su efectividad está, por lo general, alejada de los labora torios y en desconocimiento de formulaciones ofrecidas en un lenguaje altamente especializado. De allí su éxito y su extensión y de allí su énfasis en la demostración asequible a padres, maes tros, asistentes psiquiátricos, etc. Es más, podría presumirse que uno de los propósitos del Análisis Conductual Aplicado es el lograr que éste se independice de los profesionales especializados, como los psicólogos o los psiquiatras, pues por lo general éstos no son los responsables del trato cotidiano con el comportamiento de niños o pacientes psiquiátricos, de retardados y de reclusos, de enfermos y ancianos; ni tampoco son ellos quienes controlan el tránsito, las migraciones, el juego de niños o adultos, la conducta económica, etc. aunque tengan interés por las mismas. Los diseños que estudiaremos en este capítulo hacen uso ex(*) Excepto evidencias muy recientes. Kazdin, Alian. En Hersen M. y Bar io w, D.H. “Single case experimental designe”. Pergamon Press, New York. 1976.
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tensivo de la observación sistemática como fase previa a la inter vención experimental; estudiando los tres tipos generales de dise ños que aparecen en la bibliografía especializada, analizando su “ lógica interna” y la manera en que hacen evidente el cambio conductual cuando ocurre la intervención y la utilización del control y exclusión de hipótesis competidoras en los diseños em pleados. A.- Consideraciones generales sobre los diseños experimentales en el Análisis Conductual Aplicado. Todo diseño experimental es un procedimiento de control de variables, que permita establecer relaciones causales entre una variable independiente y una dependiente. El que pueda establecer una relación de dependencia éntre la variable dependiente y la independiente sin que existan hipó tesis alternativas que expliquen el acontecimiento que se estudia, proporciona lo que se ha denominado “ validez interna” del experimento. Cuando por falta de control son plausibles otras hipótesis para explicar la variación del hecho que se investiga, se pierde validez interna y en consecuencia no hay garantía acerca de las afirmaciones que se enuncian sobre las relaciones entre acon tecimientos. Esta búsqueda de la “ validez interna” sugiere una posible uti lización de los diseños experimentales en el Análisis Conductual Aplicado, además de otros objetivos como es el logro de cam bios permanentes en la conducta. Hasta ahora la metodología empleada en el Análisis Conductual Aplicado ha desarrollado algunos tipos de diseños experimentales que por lo general se de nominan diseños intrasujetos, (Me Guigan, 1968). La ventaja de este tipo de diseños, en los cuales se introducen a los mismos su jetos, a veces a un sólo sujeto, los distintos tratamientos ex perimentales o condiciones de orden sucesivo, consiste en com parar al sujeto consigo mismo y ello elimina automáticamente las diferencias entre individuos como fuentes de variación. So bre un mismo sujeto es posible extraer información acerca de las relaciones ” Variable dependiente - variable independiente” in troduciendo y eliminando consecutivamente la variable indepen diente, siempre y cuando no exista interacción de “ orden por
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tratamiento” , ni efectos irreversibles causados por la introduc ción de la variable. La interacción “ orden x tratamiento” indi ca que, dependiendo del momento en que se introduce la varia ble, hay un determinado resultado. Por ejemplo, la segunda vez que introducimos la variable hay un efecto diferente al obtenido en el momento en que se introdujo por primera vez. Esto es obviamente una variable de procedimiento. En la metodología tradicional es posible calcular la varianza (S2) de la interacción “ orden x tratamiento” al hacer un análisis factorial de dos vías. Por ejemplo en un diseño de contrabalanceo o rotación, no obstante, en los diseños conductuales debe intentarse el control dé tal interacción. Debe destacarse que podemos obtener la misma informa ción sobre dependencia o no entre tratamiento y orden usan do uno o varios sujetos. El problema de la reversibilidad de los efectos de los tratamientos es un aspecto teórico de gran im portancia. Es cierto que otro tipo de investigaciones generan efectos permanentes en determinadas variables, por ejemplo, lesión quirúrgica o daño químico en el sistema nervioso y que una vez introducida la variable lesión, si es la única que afecta a la variable dependiente, no nos permite realizar la réplica intrasujeto. Como no existe actualmente la técnica para reponer el tejido nervioso en su situación original, no es posible revertir los tratamientos. Pero en el Análisis Conductual Aplicado se man tiene hasta ahora, de que si es posible el control de variables, el cambio de las contingencias de la conducta implica un cambio en la misma conducta. Podemos condicionar y extinguir sucesiva mente una respuesta; más aún, los estímulos discriminativos aso ciados al reforzamiento pierden su poder reforzante secundario si luego de repetidas presentaciones no van seguidos del refor zamiento primario. Ello apunta a dos importantes conclusio nes: - La conducta se mantiene en tanto perduran sus consecuen cias reforzantes. - Debe estudiarse la conducta de un sujeto por períodos re lativamente largos, pues sólo de esta manera podemos esta blecer la potencia de los reforzadores. Obviamente a mayor consistencia y simultaneidad de un cam bio en la conducta, concurrente a la introducción del tratamien
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to, mayor será la relación de dependencia entre la conducta y la variable independiente. Esto suscita una sostenida atención a las constantes o intervalos de tiempo en los que se realiza la ob servación, ya que dado el tamaño del intervalo de registro, pueden observarse vinculaciones espurias entre las variables. Es posible que los cambios sé produzcan segundos, minutos, horas, días o meses después, dependiendo de la optimización o bondad de la variable independiente; pero también lo es el hecho de que cier tos cambios conductuales sólo ocurren gradualmente y un regis tro de cortas y breves sesiones continuas desalientan al investi gador. Imagínese para este caso un programa de cambio conduc tual en tina comunidad. Aunque no hay razones para suponer una lentitud intrínseca a la conducta social, existen factores no controlados que pueden hacer muy lento el cambio y aún opo nerse a él. Como de lo que se trata en el Análisis Conductual Aplicado es el de establecer relaciones de contingencia entre cambios del ambiente (reforzadores) y la conducta operante, el elemento “ control” en los diseños experimentales del Análisis Conductual Aplicado y del Análisis Experimental de la Conducta, no significa necesariamente la eliminación del reforzador* sino la eliminación de la contingencia o relación entre el reforzador y la conducta. Ello con duce a la consideración de que cuando se pretende implementar una condición de control puede darse al sujeto un reforzamiento no con tingente, o como se le ha llamado “ reforzamiento de otras conduc tas” (RDO). Otro caso es hacerlo propiamente no contingente, es decir, independientemente de la conducta; pero si el reforza miento apareciese a intervalos regulares y cortos (alta densidad), podría ser accidentalmente contingente sobre aquella conducta que lo precedió, reforzando lo que por-definición se denomina “ superstición” (Skinner, 1959). En ciertas situaciones experimentales podría ser factible utilizar la conducta supersticiosa como la condición control, pe ro se la considera indeseable en la mayoría de los casos aplica dos. Posiblemente el factor que limita el uso de la conducta su persticiosa como situación de control, sea la generalización de la misma a otros estímulos de la situación experimental, dificultan do el tratamiento; o la generalización de respuestas, generándose clases de respuestas supersticiosas las cuales habiendo sido reforza das en forma adventicia son resistentes a la extinción.
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En términos generales, en el Análisis Conductual Aplicado es recomendable intercalar la condición control después de cada tratamiento, a menos que consideraciones prácticas lo impidan. También es posible, como señalamos anteriormente que el con* trol se introduzca registrando una o más conductas concurren tes pero sobre las cuales no se ha introducido ningún tratamien to. Si la conducta concurrente es independiente de aquella sobre la cual el tratamiento fue contingente la tendencia debe perma necer igual, a menos que exista inducción o generalización. En es te último caso el cambio concurrente de la conducta control de be covariar con el de la conducta afectada directamente.
VARIABLE DEPENDIENTE
--------------------- ------ j _ ----------------------------- ---------- -------LINEA BASE VARIABLE INDEPENDIENTE + HISTORIA --------------- —i i----------- ;____________;________¡___- _______ _____l
OBSERVACION r
OBSERVACTON 2° FIG UR A VI.1
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B.- Diseños de Reversión
Uno de los diseños más utilizados en el Análisis Conductual Aplicado es el de reversión. Este diseño ha sido tomado de las ciencias naturales y según Campbell (1957), en su forma más sim ple, lo constituye un grupo con pretest y postest. Es decir, se toma una medición previa de-la variable dependiente, se introdu ce la variable independiente y se vuelve a tomar una medición final de la variable dependiente. En situaciones altamente con troladas es factible su aplicación, pero su validez interna se ve amenazada, según Campbell (1957), por algunas variables, entre ellas: la historia, la maduración, el efecto de prueba y el deterioro de los instrumentos. Por historia se entiende cualquier aconteci miento que ocurre entre la primera y segunda observación. Son estímulos extraexperímentales -no controlados, confundidos con la variable independiente en su efecto sobre la variable dependien te. Gráficamente puede ejemplificarse como se observa en la fi gura V I.l. Una forma de control posible es como se ve en el gráfico VI.l donde se mantiene la observación mientras se está intro duciendo la variable independiente. Un incremento brusco en la tendencia debilita el efecto de la historia, sobre todo cuando los períodos de observación y los intervalos entre los mismos son lo suficientemente cortos. Pero si el cambio es lento o se inicia determinado tiempo después de haber introducido la variable independiente, como lo observamos en las Figs. VI.2 y VI.3, no solamente es factible postular la historia como variable adi cional, sino también la maduración entendida esta última como “ efectos sistemáticos que ocurren con el transcurrir del tiempo” (Campbell, 1957). La variable maduración es de difícil eliminación cuando se trata de afectar situaciones muy dependientes del desarrollo del organismo como son, caminar, agarrar, etc., o cuando hay va riables de estado de difícil control, tales como privación y fa tiga. Dos variables más, como lo son el efecto de la prueba (si es o no reactivo el instrumento de medición sobre la conducta observa da) y el deterioro de los instrumentos (observadores más atentos, experiencia que adquieren los observadores, etc.), pueden ser
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VARIABLE DEPENDIENTE
4LINEA BASE
INTERVENCION + HISTORIA FIG U R A V I.2
VARIABLE OEPENDIETE
LINEA BASE
INTERVENCION +HISTOBIA
F IG U R A V1.3
♦MADURACION 14
relativamente controlables por el uso de líneas base extendidas temporalmente y por un chequeo periódico de la confiabilidad de las observaciones. Si existe una diferencia apreciable entre el acuerdo de los observadores entre la línea base y la intervención, es presumible un deterioro de los instrumentos. Pero si el grado de acuerdo calculado no difiere significativamente, ello indica que la variable ha estado bajo control. Respecto al efecto reactivo de la prueba, que puede ocurrir antes de la intervención, cuando se implanta el sistema de obser vación, la estabilidad de la línea base destaca su control, pero si el efecto reactivo ocurre en el momento de la intervención esta variable concurre con la maduración e historia para confundir el efecto de la variable independiente. La solüción consiste, como lo indica el nombre del diseño, en la reversión de las condiciones. Ello puede lograrse de tres ma neras: - Regresando a la situación en la que se registró la línea ba se. Por ejemplo, pedirle a los maestros que hagan lo mismo que hacían antes de implantar un sistema dé fichas. -Reforzamiento de otras conductas. Si a los sujetos se les aprobaba verbalmente, o se les saludaba nombrándolos cuando llegaban con puntualidad al aula, ahora se les aprue ba y se les saluda utilizando su nombre, independientemen te que lleguen puntualmente o no. - Suspender el reforzamiento. Lo que no es igual a lo que se hacía en la línea base, pues, en ésta podía haber en forma no controlada, reforzamiento de conductas deseables con juntamente con ^forzamiento de otras conductas. Si utilizando estas tres tácticas ocurre un cambio drástico del comportamiento durante la reversión, se excluye totalmen te la variable maduración y se debilita notablemente la variable historia. Sin embargo, es posible que el cambio registrado se mani fieste como se indica en la Fig. VI.4. El hecho que permanezca la historia como variable confun dida consiste en que pueden haber cesado las contingencias no controladas, en forma- coincidente con la eliminación de la varia ble independiente.
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VARIABLE DEPENDIENTE
-------------------------- 1------ — ---------------------------1-------------- — ~ - - ■
LINEA BASE
INTERVENCION + HISTORIA
REVERSION + HISTORIA
+ MADURACION FIG UR A VI.4
La única forma de debilitarla aún más es reíntroducir la in tervención luego de la reversión de la linea base cambio cond.uctual,como se grafica en la Fig. VI.5. La permanencia de la historia estriba posiblemente en el he cho de que las contingencias experimentales son también perió dicas en algunos experimentos. Por ejemplo los programas de economía de fichas se implantan durante el día, en algunos mo mentos. El reforzamiento que los padres ofrecen a sus hijos en el hogar pueden coincidir con los períodos de alimentación. Qui zás más grave aún, hay una actividad reforzante no controlada después de las sesiones experimentales por parte de los interven tores.
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VARIABLE
DEFENDIENTE
----------------- — |---------------- —-----1------------------------- 1----- ------------------- 1-----
UNEA BASE
INTERVENCION + HISTORIA
REVERSION + HISTORIA
INTERVENCION + HISTORIA ?
MADURACION F IG U R A V I.5
La solución puede permitir dos alternativas: - Realizar tantas reversiones como sea posible, en tal forma que la probabilidad de la ocurrencia conjunta de una varia ble transitoria extraña y la intervención experimental dis minuya; y, - Alargar la observación de un determinado período, de ma nera que la réplica extendida contrabalancee, para los distin tos momentos de tiempo en los cuales presumiblemente un evento histórico periódico actúa las variables experimenta les manipuladas. Lo anterior se muestra en los gráficos VI. 6 y VI. 7,
146
+ MADURACION
+ HISTORIA
4*HISTORIA
?
+ HISTORIA I*
2*
4#
3*
PERIODOS VARIABLE DEPENDIENTE
f ig u r a
vi.7
SEGUNDA RASE
------------ ------------------- 1------------------------------- 1------------------------------- 1--------—
INTERVENCION PERIODOS
I— » )•
REVERSION
2*
INTERVENCION
3*
---------+
REVERSION
4* 147
Obviamente como indican las Fig. VI.8 y VI.7, al extender la intervención desde ei cuarto período de la primera fase, has ta el primero de la segunda, y al observar la permanencia del cambio en tanto se mantiene la intervención y esto ocurre inme diatamente al introducir la variable, los efectos de variables no controladas quedan excluidos o al menos reducidos al mínimo. Existen modalidades dentro de los diseños de reversión intrasujetos que dependen de la posibilidad de instroducir más de un tratamiento. Supóngase que se ha encontrado determinada tasa de rabietas de un niño, en presencia de sus padres. Deseamos conocer si se trata de una situación en la cual, los padres constituyen un estímulo discriminativo (oportunidad) para emitir las rabietas, o si conjuntamente con ello, los padres refuerzan las rabietas (por ejemplo, prestando atención al niño, levantándolo, etc.). Los pasos consisten en registrar primero las rabietas que ocurren en presencia de los padres; luego, en su ausencia; luego, en su presen cia; su ausencia; presencia de los padres sin atender a las rabietas y presencia de los padres atendiendo a las rabietas. El gráfico puede ser como lo describe la Figura VI. 8. Aunque el experimento es hipotético, pues en la mayoría de los casos ocurren estímulos discriminativos y reforzamien tos, una conclusión puede ser que, lo que mantiene la conducta de rabietas, es el reforzamiento contingente; hecho comprobable, pero que apunta a la conclusión de que como estímulos discrimi nativos, la simple presencia de los padres ejerce poco control por lo abrupto del cambio cuando dejan de atender al niño. Podría preguntarse la necesidad de tantas reversiones. Como señalamos anteriormente, ellas no sólo excluyen variables competidoras en la interpretación del resultado, sino que además de indicar la tendencia de la conducta, imprimen mayor confianza en la relación entre la variable independiente y la dependiente. Ello proporciona validez interna al experimento. Cuando ciertas situaciones sociales limitan las reversiones, el experimento se hace compacto, limitando el número de aquellas o reduciendo la cantidad de períodos de observación dedicados a la reversión. Baer; Wolf y Risley (1968) han señalado que la aplicación de las técnicas de modificación de conducta produ cen cambios valiosos de comportamiento, que al generalizarse
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RABIETAS
LINEA BASE REVERSION (PADRES) (PADRES AUSENTES)
F IG U R A V I.8
------------------------- j--------------------------
PADRES
1 REVERSION 1 PADRES 1 ( PADRES PRESENTES AUSENTES) NO ATENCION
PADRES 1 ATENCION
a situaciones extraexperimentales se hacen relativamente inde pendientes de la técnica que los orginó. En consecuencia, el nú* mero de reversiones está limitado por la naturaleza de las situa ciones sociales en las cuales ocurre la conducta y en parte de cuán deseable es el cambio obtenido. Con el diseño de reversión es posible establecer controles adicionales, registrando concurrentemente o simultáneamente más de una conducta durante todo el experimento. Ello hace posible verificar los efectos logrados por la inducción de cambios en otros comportamientos, sobre los cuales puede haber o no in tervenciones contingentes. La selección de esas conductas de penderá del propósito de la investigación. ¿Por qué no se utiliza uno o más grupos de control para abreviar el experimento?. No existe un rechazo lógico al uso de grupos controles. Más aún, la misma lógica subyace a los dos diseños, ya que las sucesivas reversiones constituyen varios expe rimentos en un solo sujeto. La preferencia por la reversión vs. grupos control estriba en una razón práctica: queremos modifi car la conducta del sujeto A. No debe olvidarse que se trata de producir cambios en la conducta. También en el Análisis Conductual Aplicado existe un problema de control. Es más simple eliminar variables extrañas en un sujeto* que la historia o madu ración compartidas en varios grupos de sujetos. Más aún, puede haber un efecto diferencial de variables extrañas, dependiendo de los grupos, lo que induce automáticamente el uso de la aleatorización para la selección de sujetos y su asignación a grupos y tra tamientos, lo que a su vez origina una incertidumbre. Aunque supo nemos que el azar hace equivalentes a los grupos, no conocemos en qué variables son equivalentes, obteniendo siempre una varianza de error alta. Por otra parte, el azar aumenta notablemente el eosto del experimento, al usar un gran número de sujetos y debemos evitar consecuencias asociadas, como la mortalidad experimental. Es más, estadísticamente, la aleatorización completa implica el reemplazamiento de un sujeto seleccionado al universo, para que los demás sujetos tengan la misma probabilidad de ser selecciona dos del universo. Si una vez seleccionado un sujeto,se reintroduce al universo para cumplir el requisito anterior, y por azar es nuenuevamente seleccionado, ¿a cuál condición lo asignaremos? ¿Cómo procede el razonamiento experimental cuando se uti
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liza un diseño de reversión?. Burgess y Bushell (1969) al descri bir y analizar un diseño de reversión implementado por Claude Bemard en 1865, sobre el efecto dé la dieta en la acidez y alcali nidad de la orina de conejos, señalan que hay un conjunto de ele mentos que guían el razonamiento experimental en este tipo de diseños. Primero, la investigación se origina a partir de la obser vación de un cambio que no se ajusta a las circunstancias. Ello requiere que por parte del experimentador haya una larga y com pleja historia para el desarrollo de una “ mente preparada” , de manera que ciertas situaciones observadas constituyan estímulos discriminativos para el observador. Así se origina la formulación de una hipótesis tentativa, en forma de una relación funcional entre el cambio observado y ciertas variables antecedentes. Con currentemente suscita una conducta de intervención sobre la si tuación que permite controlar la aparición del fenómeno (estí mulo discriminativo para el observador), bajo condiciones esta blecidas. Al realizar la intervención se tiene un diseño de un grupo con pretest y postest. Quedan por supuesto hipótesis al ternativas que compiten con la presunción original. Acá Bemard restaura la condición original (reversión) y registra el cambio. Si la conducta adquiere los valores previos a la intervención, hay un aumento de confianza en la relación hipotetizada y un debili tamiento de las hipótesis competidoras. La repetición de la condi ción de intervención y el retiro subsecuente de la variable, elimínala plausibilidad de variables extrañas no controladas. A continuación hay un cotejo con la hipótesis de que determinada variable era la res ponsable del cambio que ocurría con la intervención experimen tal, pero que como en el caso de Bemard se trataba de una variable de estado (privación, dieta herbívora), ésta sólo era inferida. Se produce entonces la introducción de la variable responsable (dieta de carne), y si el tipo de orina (como en efecto ocurrió) era semejante al de los animales cuando estaban privados. Se supuso en tonces que los conejos se alimentaban de su propio organismo y en consecuencia tenían una orina de determinado tipo. ¿En qué consiste la validez interna de este tipo de diseños? Baer, Wolf y Risley (1968) señalan que la cantidad de rever siones necesarias es un problema de credibilidad para la audien cia. Si está garantizada la confiabilidad de los registros y cada rever sión es una réplica, los cambios en la conducta que ocurren con las sucesivas intervenciones y reversiones, (las sucesivas réplicas),
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constituyen la base de la credibilidad o validez interna, ya que la relación funcional solicitada queda demostrada. Burgess y Bushell (1969)» discuten el problema adicional de la generalidad. Esto es lo que Campbell y otros han llamado indis tintamente: validez externa, representativa o generalización. La generalidad sé enuncia comunmente en la forma de: “ ¿A qué popoblaciones, medios y variables puede ser generalizado este efecto?” Para Burgess y Bushell un problema diferente existe cuando las con diciones especificadas en una generalización, están en realidad re presentadas en situaciones o poblaciones distintas de aquellas en las que se hizo la observación original. Esto es un problema de representatividad que afecta a todos los diseños experimentales. Es más bien un objetivo que una condición “ sine qua non” de la inves tigación. Si la investigación tiene como propósito descubrir rela ciones significativas entre la conducta y el ambiente, más que deter minar un grupo representativo de la población; es perfectamente factible realizar una investigación utilizando un diseño de rever sión con un solo sujeto y tratar la representatividad como un pro blema practico de implementación de una tecnología. Pareciera que mientras mayor es la validez interna de un ex perimento y más básicas las variables aisladas, mayor grado de re presentatividad puede alcanzarse si las variables en cuestión están en operación en otras situaciones y /o poblaciones. Sin embargo, lo único que puede apuntarse a favor de ésto, lo constituye el he cho de la relación fructífera entre el Análisis Experimental de la Conducta y el Análisis Conductual Aplicado; entre la investiga ción básica y la aplicada; entre variables aisladas en organismos subhumanos y humanos que han demostrado que es posible ex trapolar resultados a nuevas situaciones, restringiendo las variables en operación. Así, las curvas típicas de respuestas en función de determinado programa de reforzamiento son indiscriminables aún cuando hayan sido obtenidas de palomas, ratas, monos, humanos psicóticos o niños normales. Cuando se trata de lograr cambios conductuales permanentes y cuando consideraciones éticas limitan el uso de la reversión, de ben utilizarse otros tipos de diseños experiméntales, en los cuales además de demostrarse la vinculación entre el tratamiento y la conducta, el control de ésta se transfiere tanto a estímulos discri-
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minativos com o a los reforzadores naturales del medio físico y so* cial. C.- Diseño de línea, base múltiple
CONDUCTA C CONDUCTA B CONDUCTA A
Baer y otros (1968) señalan que este tipo de diseño es de un valor particular cuando la reversión es indeseable o cuando la con ducta cae bajo control de contingencias distintas a las de la situa ción experimental. Este último caso podemos denominarlo irreversibilidad “ relativa” . Dentro del diseño de línea base múltiple se seleccionan varias conductas y éstas se registran por períodos relativamente largos para obtener varias lineas base de cotejo. Una vez obtenidas las líneas de base se introduce el tratamien to sobre una de ellas; observándose, si además del cambio ocu rrido, existen cambios concomitantes en las demás conductas re gistradas. Se deja el tratamiento durante cierto tiempo; y luego, sin eliminarlo de la primera conducta modificada, se introduce el tratamiento en la segunda de las conductas seleccionadas. Si a continuación ocurre un cambio coincidente con la segunda inter vención la variable, no sólo es responsable del cambio en la segun da, sino también del de la primera. Es decir, se elimina la coinci-
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dencia del cambio en la primera y una variable extraña. El tra tamiento puede aplicarse, tiempo después de su operación, so bre el segundo comportamiento a una tercera conducta, y así su cesivamente, demostrándose que cada conducta cambia cuando se introduce el tratamiento experimental sobre ellas. El diseño podría representarse como lo ilustra la Figura VI.9. La intervención de la variable se indica con una barra som breada perpendicular al eje de las -abcisas. El número de conduc tas a modificar depende de cuántas conductas han sido seleccio nadas para ser alteradas. Hall, Cristler, Cranston y Tucker (1970) señalan que Risley y Baer han sugerido varios tipos de diseños de línea base múlti ple siendo el primero el señalado por nosotros acá. El segundo tipo consiste en medir la misma conducta en varios individuos. Luego de obtener las líneas de base en cada sujeto, se introduce el tratamiento en el primer sujeto, y, luego, sucesivamente, en el segundo, el tercero, etc. Aunque no se discute la bondad de tal procedimiento suponemos que lo que se controla como fuente ajena de variación, es la comunicación social entre los sujetos y la posibilidad de que el experimentador se transforme en estí mulo discriminativo para el resto de los participantes. Es posible que otros sujetos observen las consecuencias administradas a uno de ellos y manifiesten las conductas deseables de manera “ vica ria” . Es decir, la observación de la relación conducta - contingen cia, en otro sujeto, produce un efecto en la conducta del segun do sujeto, en la misma dirección del cambio conductual del mo delo. Para su éxito este tipo de diseño requiere de parte del sujeto experimental una buena disposición discrimínativa, y se plantean interesantes problemas respecto a si hay ausencia de discrimina ción o inducción de respuestas cuando habiendo modificado una conducta, hay un cambio sistemático y concurrente en otra cual quiera. La pregunta podría ser: Si habiendo introducido un cambio contingente a una conducta “ A ” hay un cambio concurrente en una conducta “ B” ¿se trata de una falla de discriminación (ge neralización de estímulos), o las conductas “ A ” y “ B” pertene cen a la misma clase (generalización de respuestas)?. La solución
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que podemos prever consiste en hacer distintivos los estímulos discriminativos ya sea por medio de instrucciones u otro tipo de estímulos, o mantener la operación de la variable independiente por un período relativamente largo, hasta que los estímulos discri minativos de la situación adquieran control sobre la conducta “ A ” , bajo control del estímulo discriminativo positivo; dejando la “ B” bajo control del estímulo discriminativo negativo. Si aún bajo estas circunstancias persiste el cambio en la segunda respuesta, podemos planteamos la hipótesis, de que ésta y la pri mera conducta pertenecen a la misma clase (forma parte o son instancias de la misma operante aunque su topografía difiera). Un tercer tipo de diseñó de línea báse múltiple reseñado por Hall et al (1970), consiste en registrar la misma conduc ta de un individuo en diferentes situaciones. Si los cambios pue den ocurrir en momentos o actividades diferentes, (por ejemplo: hiperactividad en el aula y en el patio de recreo), puede admi nistrarse un programa de fichas para reforzar conductas compe titivas a la hiperactividad, primero en el aula y luego en el recreo. Sin embargo, desde el punto de vista del Análisis Conductual Apli cado puede perfectamente plantearse el objetivo contrario aplican do el principio de Premack (1962): de que la actividad más proba ble es reforzante para la menos probable, si es contingente sobre ésta. Es decir, puede ser desable que el niño esté tranquilo en el aula y tenga necesidad de desarrollar al máximo la actividad mo tora en el recreo, siendo ésta reforzante para la cesación de la pri mera. Es posible como lo señala Hall et al. (1970), utilizar varios su jetos, obtener la línea base promedio del grupo y tratarlos como un solo caso cuando consideraciones de tipo práctico lo deman den. También es posible, partiendo de líneas base múltiples, com binarlos con reversiones para verificar la generalización de resul tados. Ello sugiere que el modelo de línea base múltiple no exclu ye al de reversión y puede complementarlo. ¿De qué manera se reducen las hipótesis alternativas en este tipo de diseño?. En primer lugar por la correspondencia entre los cambios conductuales y cambios de contingencias, ya que ello
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es un índice de dependencia funcional. En segundo lugar, por el uso no sólo de líneas de base extendidas temporalmente, sino también por la permanencia en el tiempo del cambio conductual. Si bien la primera de las conductas afectadas tiene una líneabase más corta que las demás, el registro de la conducta luego de la in tervención, es, en la mayoría de los experimentos, la conducta más observada. Por el contrario, la última conducta sobre la que se interviene tiene una extensa línea de base y un corto registro de observaciones postintervención cuando finaliza el experimento simultáneamente en todas las conductas. Es posible y hasta re comendable mantener una conducta sin intervención a lo largo de todo el experimento. Ello constituiría una conducta de con trol cuando mantiene su estabilidad sobre los efectos reactivos de la medida y como un chequeo del deterioro de instrumentos. Un problema aplicado que surge con el diseño de línea de base múltiple es la necesidad de introducir procedimientos tanto para la generalización de la conducta modificada a otras situaciones, co mo para el desvanecimiento de las contingencias. Aunque este pro blema se plantea también en los diseños de reversión, es crítico en los diseños de línea base múltiple. Ello es así por el hecho de que la eficacia de este tipo de diseños, se basa en la oportunidad de discriminar situaciones en las cuales la intervención es contin gente. Sería costoso, por ejemplo, mantener una economía de fi chas para veinte o más conductas, extendida a todos los ambien tes en los cuales es posible emitirlas y sostenidas por extensos pe riodos. Es necesario para el propósito práctico del diseño (la modificación permanente del comportamiento), que se programe el desvanecimiento de las contingencias o la sustitución del control conductual por reforzadores susceptibles de encontrarse en el ambiente natural del sujeto. Aparentemente es un problema sim ple aunque toca aspectos cruciales del Análisis Conductual Apli cado. Veamos un ejemplo: supongamos que la intervención consis tió en el ofrecimiento de reforzadores dependiendo de la emisión de conductas deseables en la escuelas Se desea extender el control o transferirlo al hogar, retardando el otorgamiento de los reforzadores cuando el sujeto va a su casa. Si no existe un desvanecimiento de los mismos, como cuando los reforzadores se hacen intermitentes, los familiares se verán obligados a mantener indefinidamente el con trol, quedando ellos a su vez controlados por la conducta del sujeto, quizás aversivamente. Esta situación genera un conjunto dé alternati vas. Una primera solución, como ya señalamos, es hacer reforza
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miento intermitente. Es decir aumentar la razón Conducta/Reforza miento. Acá, sin embargo el contracontrol permanece. Otra alterna tiva es el uso de refuerzos condicionados secundarios: Por ejemplo, la aprobación social; pero podría ser perfectamente factible, que dada la efectividad de este reforzador, su demanda por parte del sujeto se generalice a tal grado que sea también aversiva para quienes dispensan los reforzadores. Otra alternativa, asociada a la anterior es transferir el control a los estímulos discriminativos que se ofrecen en forma natural en el ambiente. Ello es particu larmente deseable cuando se dan instrucciones en forma natural, cuyo costo es razonablemente bajo. Además podemos hacer que el cambio conductual sea reforzante para quien administra el programa. Ello es útil para el psicólogo que lo diseñó, pero qui zás no para los padres o familiares. En tal sentido hay que pro gramar el ambiénte en forma tal que el intermediario entre la conducta del sujeto y el diseñador del programa se vea positi vamente reforzado por el cambio de conducta del sujeto. Existe por supuesto la posibilidad no sólo de diseñar ambientes espe ciales para determinados sujetos, como lo es el caso de los retar dados, sino también como lo señala Ribes (1972), a través del diseño y establecimiento de comunidades experimentales. Fi nalmente, cuando es posible, teórica y prácticamente, quedan otras opciones entre las cuales sobresalen por su factibilidad: el autocontrol, o la administración propia de contingencias com patibles son las ofrecidas por la comunidad. Esto es especial mente útil cuando se establece el autocontrol en la forma del principio de Premack, considerando el hecho de que una conduc ta controla o puede controlar a otra. Para ello es necesario dise ñar un programa especial para el sujeto y suplir por parte de la comunidad la oportunidad de emitir conductas contingentes y reforzantes sobre otras. Una limitación actual es que la operación utilizada para hacer una conducta muy probable y por lo tanto reforzante de otra menos probable sobre la cual es contingente la primera, consiste de una operación de privación. Otro recurso es extender la investigación básica y aplicada a los problemas de conductas generativas que hasta ahora han es tado limitadas a la conducta verbal y la de imitación. D.-Diseño de criterio cambiante
Hall (1971), y Weiss y Hall (1971)» han señalado y utilizado
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un diseño en el cual el experimento cambia sucesivamente el cri terio para la administración o retiro de determinada consecuencia, en etapas graduales. Si hay un cambio en la conducta, con el cambio de criterio, se demuestra la efectividad del control y la dependencia de la conducta respecto del cambio de contingen cias. La .conducta terminal puede ser un límite creciente o decre ciente. En caso de una conducta terminal creciente ello podría ilustrarse como se indica en la Fig; VI.10. Lo que existe es ün programa para el moldeamiento por aproxi maciones sucesivas de determinada conducta, y constituye un buen elemento descriptivo para calibrar programas. Ello se evi dencia cuando una etapa no es alcanzada en un límite razonable de tiempo, lo cual inducirá a disminuir el criterio a un nivel me nor que el deseado y mayor que el alcanzado, o a regresar, desde el punto de vista de la administración de contingencias, al nivel alcanzado, para mantenerlo. Lo que se requiere en este tipo de di seño es una continua calibración de los criterios en cada sujeto y apunta a un hecho fundamental en la modificación de la con-
CT
“ C j, C2, C3, c4’\ son criterios sucesivos y “ CT” es Conducta Terminal. FIG UR A VI. 10
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ducta: la programación adecuada de los repertorios. Con un solo tipo de conducta, el diseño indica la factibilidad de los criterios establecidos, pero surgen problemas cuando el tipo de criterio se cambia en la programación de repertorios conductuales. Ello no impide usar el diseño, sino por el contrario promueve su uso. Si sé trata por ejemplo de un programa de desarrollo de conducta verbal en un niño, en la t i al se ha secuenciado la adquisición de conductas, cada vez más complejas, es posible que determinados estímulos discriminativos o muestras verbales para que el niño repita no evoquen la respuesta; pero que muestras más avanzadas sí evoquen conductas de imitación de las vocalizaciones produci das por un modelo. ¿Qué alternativas seguir: detener el programa hasta que el sujeto emita la palabra.correctamente o seguir con una más difícil?. La solución es empírica, pues si otro sujeto ha recorrido cada etapa sin dificultad;el programa puede estar bien diseñado. Por lo general el diseño de repertorios conductuales se realiza suponiendo, que cada item, aunque tiene una dificul tad mayor que el que le precede, es resuelto por el 100% de los sujetos. Se trata en este caso, no de dificultad intrínseca o absolu ta, -sino de dificultad condicionada. Es decir, el item es difícil o determinado número de sujetos no lo alcanzan si se presenta sin antecedentes. Pero cuando va precedido por otro es perfecta mente alcanzable. Nuevamente acá, se trata de un problema em pírico el cual podría enunciarse en la pregunta: ¿Cuál será lá probabilidad de alcanzar determinado criterio, cuando va pre cedido por un item anterior o por la combinación de items an teriores?. Habría, por ejemplo que comparar la probabilidad del item 3, sólo; cuando va precedido solamente por el 2; cuando va precedido por el 2 y el 1 y cuando va precedido por el 1 sola mente, como lo vemos en la tabla siguiente: ITEMS O CRITERIOS PRECEDENTES
1 1
PROBABILIDAD DEL ITEM 3
Ninguno
p=?
2
p=?
2
p=? p=?
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La equivalencia de las probabilidades condicionales no sólo de termina la secuencia óptima, sino que también puede conducir a la eliminación de criterios precedentes y a la aceleración del cam bio conductual. Esto puede hacerse para un sujeto o para grupos de ellos, según el costo de la investigación. La situación sin em bargo no es un problema exclusivo de construcción de escalas, pues, existe un conjunto de técnicas, como lo son el uso de insti gaciones, sondeos y otros tipos de estimulación y control suple mentario, que afectan la fuerza de la respuesta en un momento dado. Podemos también planteamos si la conducta a moldear es indispensable. Si la respuesta es positiva y no hay forma de co locarla bajo control, podemos usar un artefacto ambiental que supla el comportamiento. Por ejemplo, si se establece empírica mente que el uso de fracciones es imprescindible para utilizar el reloj por parte de sujetos retardados, y en ciertos niveles de retardo, es difícil obtener la conducta previa, habiendo relojes de fácil lectu ra, ¿por qué no proveerlos de relojes digitales? La respuesta señala la conjunción de dos formas de tecnología que podríamos lla mar Ingeniería Conductual e Ingeniería Ambiental. Ambas son formas complementarias de la Ingeniería Humana y su reciproci dad y complementación planteará en el futuro formas insospe chables de control del ambiente, meta fundamental del estudio de la conducta operante y de su aplicación. E.- Una combinación útil de diseños: Diseño múltiple-sonda Homer y Baer (1978) combinaron los procedimientos de línea base múltiple y sonda en un diseño “ múltiple-sonda” . Una sonda es un registro u observaciones no reactivas en un momento seleccionado de la investigación. Sidman (1972), ha destacado que una sonda de estado conductual puede implicar el cambio de una línea de base insensible a una sensible y Verhave (1966), los define como “ un cambio de condiciones hecho en un mo mento arbitrario de un experimento, para evaluar o constatar las condiciones que corrientemente están bajo control” . Homer y Baer agregan que la evaluación por lo general queda optimi zada si la sonda, lo . produce respuestas que tienen consecuen cias no programadas, 2o., la sonda es programada con poca fre cuencia dentro de otras condiciones y, 3o., es relativamente po reactiva.
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Para Homer y Baer (1978), la familia de diseños de línea base múltiple permite obtener la confiabilidad de los cambios de las líneas de base en ausencia de reversiones, haciendo que cada línea de base tenga un recorrido diferente antes de realizar una intervención. Esta confiabilidad potencial se actualiza si ocurre un cambio sistemático cuando se introduce cada intervención en cada una de las líneas de base. Este cambio ocurre, cuando se introduce la variable en la línea de base de conducta, (sujetos, situación, o sus combinaciones) y no sobre las otras líneas de base que en ese momento se continúan midiendo. Para Homer y Baer (1978) hay una grave debilidad en cualquier diseño de línea base múltiple, ésta es, si las líneas de base en las cuales no se está interviniendo no pudiesen cambiar en el mismo mo mento en que se está interviniendo en la otra. Por ejemplo, en Homer y Baer, cuando hay un puntaje cero en división aritméti ca, ello carece de significado, pues sólo ilusoriamente esta cali ficación cumple con el requisito de la línea base múltiple; por que el cero en división no representa cero conducta sino cero oportunidad de ocurrir, cuando la otra línea de base son mul tiplicaciones. El diseño múltiple-sonda es un procedimiento para analizar las relaciones funcionales entre la variable independiente y la ad quisición de una secuencia de aproximaciones sucesivas, o una cadena de conductas que proporciona una alternativa para la medida continua durante el registro de líneas de base múltiples. Dos aplicaciones se desprenden entonces: - El análisis de secuencias de cadenas o aproximaciones suce sivas, y - Como una alternativa a las medidas de línea base continua. 1.- Aplicación al análisis de cadenas o secuencia de aproximaciones sucesivas. Este caso es semejante al diseño de criterio cambiante. Homer y Baer (1978)i destacan que aplicando a una cadena o a una se cuencia de aproximaciones sucesivas, sus características son: a.- Una sesión de sonda en la línea base inicial en cada una de las etapas en la secuencia de entrenamiento, b.- Una sesión adicio nal, llevada a cabo en cada etapa en la secuencia de entrenamien
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to, inmediatamente después de alcanzado el criterio en cada etapa de la practica, y c.- Una serie de las llamadas sesiones de “ lí nea base verdaderas” llevadas a cabo, justamente antes de la in troducción de la variable independiente. Esa serie aumenta al me nos una sesión cada vez que se agrega una etapa en la secuencia de entrenamiento. El uso de la sonda dentro de este diseño requiere que ésta evalúe la ejecución en cada etapa de la secuencia. Por ejemplo, en el entrenamiento de aproximaciones sucesivas para caminar independientemente, en niños impedidos, la secuencia podría ser: - Agarrar el apoyo con asistencia. - Agarrar el apoyo independientemente. - Mantenerse de pie, agarrado al apoyo. - Caminar agarrándose del apoyo. - Caminar en contacto con el apoyo aunque éste sea inútil (por ejemplo, sostener ia cuerda en las manos aunque haya sido cortada). - Caminar sin necesidad de contacto con el estímulo de apoyo. La medida podría ser el porcentaje de ensayos exitosos en relación al número de oportunidades que se le proporcione al sujeto. El gráfico resultante podría ser como lo ilustra la Figura VI.l 1. Este ejemplo, ligeramente modificado de Homer y Baer (1978) permite, según esos autores, conocer: - ¿Cuál es el nivel inicial de la ejecución en cada etapa en la secuencia de entrenamiento?. - ¿Qué ocurre cuando las oportunidades consecutivas para eje cutar la próxima etapa en la secuencia se proporcionan antes de iniciar el entrenamiento de esa etapa?. - ¿Qué ocurre cuando se aplica el entrenamiento?. - ¿Qué ocurre con la ejecución de las etapas restantes en la secuencia, en la medida en que el criterio se alcanzó cuando se entrenaba al sujeto en la etapa previa?. Las sondas consisten en programar consecutivamente oportu nidades para ejecutar las. conductas antes de comenzar los ensayos
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■uooucs oc nez c h u y o s (MODIFICADO DC HORNEN Y BAER
FIGURA Vl.11
de entrenamiento. Por ello debe ser limitado el número de tales oportunidades si se desea preservar su carácter no reactivo. 2.- Aplicación como alternativa a la línea de base múltiple continua. Cuando se utilizan diseños de línea base múltiples extendidas, las medidas de la línea base pueden ser reactivas, imprácticas o estar basadas en suposiciones a priori sobre la estabilidad. Los procedimientos de sonda se utilizan para determinar cuándo, luego de haber completado el entrenamiento relativo a una clase de conductas, se afecta a la clase utilizada como sonda. Por ejemplo: si entrenamos el plural para nombres masculinos y los evaluamos
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utilizando nombres de género femenino (sonda) como medida de la generalización. También cuando pedimos al sujeto que haga io contrarío de lo que antes hacía, para determinar las propiedades de los controles discríminativos. Si los registros ofrecidos por las sondas entre diferentes momentos de líneas base de esas otras con ductas demuestran ser más estables, sin deterioro, etc., entonces constituyen una alternativa a elegir para descartar efectos de historia (fatiga, etc.) y efectos reactivos.
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CAPITULO VII ALTERNATIVAS FRENTE A LAS LIMITACIONES PARA IMPLEMENTAR LOS PROGRAMAS EN EL ANALISIS CONDUCTUAL APLICADO No todas las situaciones humanas facilitan la manipulación y el control de las condiciones que afectan a la conducta. El reclu so es reacio a proporcionar datos de su historia personal, o de las condiciones adversas que restringen su conducta. La maestra, como profesional, exige explicaciones acerca de los programas que se pretenden instaurar en el salón de clases, del cual ella es responsable. Asimismo, la mayoría de los administradores de las instituciones escolares consideran eficientes y adecuados los pro gramas actuales y vigentes dentro de los planes que se someten a su consideración. A veces, carecemos de la información perti nente sobre los procesos “ anormales” en la conducta o cuando hay desajustes severos en el comportamiento, com o ocurre con los pacientes de los hospitales psiquiátricos. Por ello, los psiquiatras no consideran relevante la necesidad de suspender la medica ción de sus pacientes para poner a prueba procedimientos con ductuales de tratamiento. También, en el ámbito militar, los controles disciplinarios han sido eficientes y no hay premura en alterar o perfeccionar los sistemas vigentes de mérito. Los polí ticos no consultan al especialista en Modificación de Conducta soa un evento o instancia de conducta en una de las clases definidas Toda práctica compórtamental (profesional o no) se ejecuta, la mayoría de las veces, como una práctica social a la que se justi1.67
fica por razones históricas, sociológicas, culturales, de éxito, y, de la más diversa índole. Estas prácticas están sostenidas por con tingencias que dependen de otros individuos en la jerarquía de la organización social y tienen un carácter manifiesto cuando esa organización social es de tipo institucional. El hecho de que las prác ticas sociales estén sostenidas por contingencias inmediatas positivas no significa que a largo plazo no dejen de ser negativas. Por ejem plo, sólo recientemente las comunidades se han dado cuenta que el desarrollo urbanístico acelerado produce aveces daños irreversibles en la ecología y también que el desarrollo industrial no regulado tiene esos mismos efectos. De igual manera, los sistemas económicos que utilizan la fuer za bruta de trabajo y que aprovecharon la baja escolaridad y ne cesidades perentorias de las personas para contratar mano de obra barata, han encontrado posteriormente limitaciones en la tecnificación y capacitación de la mano de obra contratada, para mejo rar las condiciones de las empresas en la competencia de bienes y servicios. Muchos administradores de prisiones admiten que no es posi ble realizar programas de reeducación alguna en el ámbito de cár celes cerradas y concebidas desde su instauración como sitios de castigo. Los líderes de la educación critican la pérdida de la mística en los maestros sin reflexionar que, por razón de la explosión en la matrícula estudiantil, el plan de dos tumos en los planteles es colares y el pago por horas/clases, dispersa la actividad de los pro fesores, reduciéndola a dictar el mayor número de horas de clase para mejorar sus ingresos. El hacinamiento y la cronicidad de los enfermos en hospita les pisqüiátricos impide que esas instituciones den de baja a sus pacientes en condiciones óptimas para su adaptación al ambiente natural, familiar y/o social, obteniendo como consecuencia una alta tasa o proporción de recaídas. Las medidas disciplinarias que se aplican en las instituciones militares no garantizan que cuando quienes ejercen esos controles no estén presentes, se realicen ac tos alejados de las pautas del honor; y por último, la adopción de medidas legislativas, guiadas por el exclusivo provecho polí tico, revierten la mayoría de las veces ocasionando la derrota de
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quienes las propugnaron o molestias innecesarias en la comuni dad a la que afectan. Estos ejemplos no son para ofrecer a ia Modificación de Con ductas como una panacea frente a ias equivocaciones de ciertas prácticas sociales, sino para entender la posible contribución del Análisis de la Conducta cuando hay severas limitaciones en su im plementación. Sabemos que en toda actividad humana, la conducta es parte de la constelación de factores que dan cuenta de los diversos do minios a los que aquella se refiere: educación, economía, políti ca, etc. Sin embargo, la conducta es el punto terminal* de las condiciones ambientales que actúan sobre los organismos. Esas variables también producen efectos en los tejidos y diversos sub sistemas dentro de cada organismo, y repercuten en otras varia bles no conductuales que se seleccionan para calibrar sus efectos, aunque el comportamiento es intermediario de esos efectos. Por ejemplo, el alcohol afecta las relaciones entre los miembros dé la familia o el rendimiento en el trabajo, y a la vez lesiona y daña severamente los órganos internos. Las medidas económicas que están destinadas a ampliar los niveles de crédito obtenibles de los bancos pueden aumentar el volumen del circulante, estimu lando la adquisición de bienes espurios, hecho en el cual inter viene la conducta. Cuando quienes propugnan la solución de los problemas so ciales de cualquier índole comprenden la importancia del factor conducta en los efectos que se desprenden de esas soluciones, o cuando las decisiones adoptadas producen efectos que se inde pendizan de las soluciones y que son adversos para las personas, a veces se solicita la contribución del Analista de la Conducta en el replanteo del problema, en la búsqueda de mejores tácti cas para observar sus efectos, o en el diseño de un nuevo plan correctivo de intervención. No obstante, en esos casos pueden existir limitaciones para una aproximación conductual en razón de la naturaleza del fenómeno, de las dificultades que limitan el acceso a condiciones óptimas de observación, o cuando éstas sólo pueden establecerse luego de que ya han sido adoptadas las decisiones claves. A continuación consideraremos algunos ejemplos ilustrati
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vos de esas situaciones y de las alternativas para recuperar aquella parte de los datos que permitiría hacer mejores inferencias o descartar explicaciones alternativas com o las responsables del cambio que está ocurriendo en esas nuevas e inesperadas situa ciones. A. Limitaciones por ausencia de definiciones objetivas de los procesos conductuales. La Psicología es una ciencia que progresa sobre la acumula ción de los conocimientos obtenidos con el método científico y por la sistematización de esos conocimientos, Sin embargo, no siempre hay explicaciones completas o los conocimientos suficientes para elaborarlas. Ello quiere decir que la ciencia no posee verdades “ perma nentes” ni procedimientos “ dogmáticos” para la actuación. Eñ la práctica de la Psicología, el profesional o el científico se refie ren, al abordar un fenómeno nuevo en su área,' al “ estado de su arte” . Es importante conocer el “ estado de arte” de la Psi cología en ese momento, pues indica las limitaciones existentes en abordar procesos conductuales en los organismos. Por ejem plo, tradicionalmente se concibe a las alucinaciones como eventos del comportamiento de los individuos que son de difícil acceso, porque no podemos identificar los estímulos que las producen, ni las relaciones del organismo con esos estímulos. Esto indica que nuestro conocimiento sobre las funciones de la estimulación son incompletos por la relativa limitación que tenemos para manipular esos estímulos. A veces, la investigación farmacológica ha permitido aproxi maciones a los estados alucinatorios, pero los fenómenos que se producen no tienen ia especificidad conductual necesaria pa ra poderlos registrar objetivamente. Sólo analógicamente se in fiere que existen variables de actuación semejante a las drogas y que son las responsables, cuando los individuos no someti dos a esos fármacos, alucinan. También son comunes las publicaciones sobre alteración del comportamiento verbal que refiere alucinaciones, pero pode mos percibir y no informar acerca de lo que hemos percibido. Por
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otra parte, sutiles registros de tipo electromiográfico y electroencefalográfico pueden indicar ciertos patrones durante esos estados, pero también esos patrones se manifiestan durante la ensoñación o el habla “ encubierta” . Skinner (1957) ha desta cado cómo la comunidad verbal puede aproximarse a lo que ocurre dentro déla piel, es decir al mundo privado. 1.a comunidad verbal puede utilizar un evento público que acompaña al evento privado para controlar la respuesta que pue de ser utilizada. Por ejemplo, la respuesta “ duele” cuando hay hinchazón de tejido luego de un golpe. Puede también utilizar respuestas colaterales de los estímulos privados. Por ejemplo el llanto, tocarse una oreja, inclinar la ca beza, acompañan a “ me duele el oído” . La comunidad no necesita apelar a los estímulos privados y refuerza las respuestas en relación a un estímulo público que se transfiere por extensión metafórica o metonímica a los even tos privados. Por ejemplo, cuando decimos que alguien se siente “ desinflado” , “ deprimido” , “ tenso” , “ agitado” , “ irritado” , etc. Cuando la respuesta describe la propia conducta del hablan te hay una forma posible por la cual los eventos privados ad quieren el control. Aún cuando el estímulo tiene efectos dife rentes en el hablante y en la audiencia, al reducirse en magnitud la conducta observable, se alcanza un punto donde sobrevive el estímulo privado, desvaneciéndose el público. Aunque reducida en magnitud, la respuesta es semejante a los estímulos que usual mente yan acompañados de una manifestación pública. Desde los cuatro puntos de vista señalados por Skinner, la búsqueda de los acompañantes de los eventos privados puede tratar de hacerlos públicos para su inspección. Ello sería posible si por ejemplo se alteraran los patrones de los movimientos ocu lares de una manera característica. Las técnicas y procedimientos fisiológicos están dirigidos a solicitar tales correspondencias hasta donde sea posible que ellas existan. Por otra parte, el uso de respuestas colaterales ha sido utili zado por Lindsey (1963), para definir los estados alucinatorios.
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Para ello utiliza un micrófono oculto que activa un relevador o relé, y cuyos cierres se registran en un inscriptor acumulativo. Cuando se eliminan cantos y silbidos, la frecuencia de vocalizacio nes de un sujeto aislado quedan registrados como su “ esfuerzo vocal” y son indicadores de la presencia de “ alucinaciones audi tivas” en determinadas circunstancias. Si esas vocalizaciones no son reforzadas experimentalmente, una alta tasa de respuestas indica su origen psicótico. Tales síntomas ocurren en brotes que duran entre uno y cuarenta minutos. Las respuestas colaterales consisten de la tasa con la cual los pacientes halan un “ manipu lando” bajo un programa de reforzamiento: la respuesta no sin* tomática de Lindsey. Por lo general el halar la palanca no dismi nuye durante el episodio psicótico. Entonces la correlación directa de las alucinaciones con las vocalizaciones, conjuntamente con la correlación inversa de las alucinaciones con la respuesta no sintomática, definen el episodio y el origen psicótico de los sín tomas vocales. Lindsey define entonces los síntomas alucinatorios por sus propiedades funcionales. - Un alto grado de competencia con respuestas no sintomáti cas que se hallan bajo un programa fuerte de reforzamiento. - La facilidad con la cual “ estímulos ocultos” (un alta voz fue ra de la vista del paciente) los provocan, aún siendo tales estí mulos de topografía incompleta. - Una postcarga (persistencia de las vocalizaciones) anormal mente larga, luego de haberlas elicitado, y Independencia de sus consecuencias ambientales o del reforza miento directo (insensibilidad al reforzamiento directo). Independientemente de lo anterior, otra forma de aproximarse a fenómenos elusivos, es la de Schoenfeld y Cumming (1963) que han destacado la necesidad “ lógica” en la determinación de la existencia de una respuesta perceptuai. Si después de haber ob servado un acontecimiento en el ambiente, tal acontecimiento es eliminado de la vista del observador, y éste puede informar (no estando presente el acontecimiento) lo que vió; ¿ a qué responde el sujeto cuando el acontecimiento ha cesado? Postular un vacío entre la conducta perceptuai frente al acontecimiento y la respuesta informativa es una práctica inadecuada.
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Debe haber entonces una secuencia del tipo: [ Estímulo
k
Respuesta perceptual * Respuesta de información ]
Para que haya correspondencia entre la respuesta informativa y el estímulo, las respuestas informadoras deben ser respuestas o reacciones ante las respuestas perceptuales. Es decir, las respuestas perceptuales tienen propiedades estimulativas —además de ser respuestas— para que sobre ellas se base el informe que el sujeto proporciona. Entonces se trata de inducción desde un sistema de respuestas que tiene propiedades estimulativas (el perceptual) a otro sistema de respuestas: el de las respuestas de información. Como ha señalado Skinner (1957) el último punto antes des» tacado, estos sistemas de respuestas perceptuales disminuyen en magnitud con el desarrollo ontogenético y son de difícil inspec ción por la comunidad verbal. Si nuestros receptores auditivos fuesen orientables indepen dientemente de la posición de la cabeza, como lo es fácilmente ob servable en el caso de los perros y los caballos, podríamos inferir la presencia de respuestas perceptuales. En los seres humanos se en cuentran dificultades en identificarlas, pero ello no quiere decir que no estén ocurriendo ante estímulos internos o que esas respuestas perceptuales no se estén emitiendo, aún cuando los estímulos que las originaron estén ya ausentes. JS1 error que con frecuencia se produce cuando abordamos el mundo privado de las personas está en considerar que hay corres pondencias simples, lineales o mecánicas entre estímulos y res puestas,' cuando la complejidad de tales acontecimientos excede el conocimiento que tenemos de ellos. La ausencia de una defini ción objetiva de un proceso de comportamiento, en razón de las dificultades como las que hemos mencionado, no es óbice para que una conceptualización conveniente nos oriente en la búsqueda de los referentes empíricos que permitiría tener frente a ellos un enfoque y acceso más prometedores. La falacia por superar es que “ la definición crea el fenómeno” . Debemos recordar que los hechos son diferentes de las operaciones que utilizamos para medirlos y que los conceptos no se corresponden extrictamente con los da tos. Por ello, en un capítulo anterior destacamos la necesidad de
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una aproximación empírica y objetiva más que operacional, en la definición de la conducta.
B~ Limitaciones y alternativas cuando no es posible desarrollar un sistema de registro de observaciones. Excepto bajo condiciones excepcionales u óptimas no siempre tenemos acceso a la observación directa de la conducta. En los mé todos estadísticos, a partir de Quetelet, se habla de “ cifra negra” . Por ejemplo, en Criminología se dice que el número real de delitos cometidos constituye una “ cifra negra”, inferible a partir de los delitos detectados o sancionados. No podemos conocer por me dio de cuestionarios la cifra exacta de personas que tienen enfer medades venéreas, o que han sido sometidos a tratamiento psi quiátrico, o que tienen una fuerte preferencia por un partido po lítico, programa televisivo o artista. Tampoco conocemos cuándo las -personas consumen drogas o con qué frecuencia lo hacen. Po cas personas hablan libremente de sus experiencias sexuales, etc, etc. Como quiera que hay sanciones culturales, formales o no di ferenciales, según los tipos de sociedad, para determinadas prácti cas; y se presentan obstrucciones al desarrollo de sistemas de ob servación “ in vivo” de la conducta, debemos ingeniamos para ob tener datos referentes a ésta. Una alternativa comunmente emplea da es la de obtener “ productos permanentes” de la conducta. Po demos por ejemplo, contar el número de latas de bebidas que han sido abandonadas en la playa, la magnitud de las áreas verdes en relación a áreas de construcción con aerofotografías, estimar el número de botellas rotas por el peso de los vidrios recogidos o por el área del piso cubierta de vidrios. También podríamos esti mar la cantidad de alcohol consumida por la evaluación de los índices sanguíneos pertinentes, o la intoxicación por drogas a par tir de las observaciones de la dilatación pupilar. Todas estas me didas son reconstrucciones históricas de acontecimientos que ya ocurrieron. Se pueden utilizar, en este sentido, los testimonios, orales o escritos, de otras personas que observaron los acontecimientos, o la información directa de quienes en ellos participaron. En es
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tos casos, la situación es parecida a la exploración clínica o a la elaboración de una historia clínica, basada en el informe verbal. Existen, sin embargo, unas técnicas útiles que permitirían apre ciar mejor las condiciones que posiblemente dieron origen a com portamientos semejantes. Aún sin tener acceso al registro directo de la conducta de tirar bajuras al piso, podemos tratar de corre lacionar, tomando muestras de diferentes sitios, la cantidad de ba sura lanzada en una playa y la cantidad o densidad de recipien tes para basura que en las playas muestreadas existen. O pode mos inferir la frecuencia con la cual los servicios de basura re cogen los desperdicios depositados en los pipotes, o las veces que limpian el lugar, marcando algunos “ items” de manera especial o con alguna seña particular e indeleble que nos permita identifi carlos posteriormente. Podríamos incluso considerar el uso de los depósitos de basura por parte de las personas con contadores anexados a las tapas u otro tipo de indicadores económicos, vg: una cinta adhesiva fácil de romper. También podemos utilizar “ items señuelos” como por ejem plo colocar botellas en sitios cercanos al acceso de las personas, y, a intervalos, constatar; si están intactas o no. Sabemos que el deterioro de las instalaciones de los servicios públicos (sanitarios,por ejemplo) depende de\a frecuencia con que los .usan y la frecuencia con la que se los mantiene aseados. En es tos casos podemos hacer que uno de los sanitarios se asee frecuen temente y otro no, para estimar, comparativamente, la aceleración del deterioro en relación al uso y al aseo. Igualmente, podemos observar las infracciones que se cometen en los caminos vecinales y que prohíben el tránsito de vehículos pesados en relación a la presencia o ausencia de la guardia vial; o en relación a la presencia exclusiva de la guardia vial en las carre teras alternas. Las infracciones pueden estimarse por el número de espacios deteriorados en las vías luego de su remodelación. El uso de un “ placheck” rápido en las oficinas públicas, o un listado veloz de los presentes en esas oficinas, en períodos diversos, y la correspondencia entre presentes observados y las tarjetas de horario de los empleados, pueden permitirnos apreciar las ausen
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cias y otras prácticas de “ amiguismo” no detectables en el control diario de asistencia. Así mismo, un relevador o relé activado por la voz puede ofrecemos una mejor imagen, a lo largo de períodos de semanas, sobre la violación de la regla del silencio en hospita les y bibliotecas. Muchos de los subproductos indeseables del comportamiento ecológico, dondo no siempre las mismas personas deterioran espa cios, servicios e instalaciones, tienen un origen “ autocatalítico” . Un dibujo obsceno en un sanitario instiga a realiza? otro, aún más escatalógico. Igualmente, una consigna en contra de un personaje o partido político instiga a que sus simpatizantes contrarresten los mensajes, agregando, tachando o escribiendo consignas contrarias aún más notorias. La altura que alcanzan respecto del piso estas consignas indican que quien las escribe conoce las tácticas de contracontrol que se emplearán en su contra, o el hecho de que realmente están ya en práctica. La ausencia de contingencias para algunas conductas privadas, o los desajustes y falta de proporción en las contingencias cuando las conductas privadas indeseables son detectadas, contribuye a sus manifestaciones frecuentes o a aprovechar las situaciones para disi mular los efectos de esas acciones. Sin embargo, no debe concebirse que los controles son o deben ser exclusivamente aversivos —la limpieza de los sanitarios no lo es— y por el contrario pueden los controles adversos, cuando son excesivos, hacer que dichos com portamientos tengan una carga letal. C.- Limitaciones y soluciones cuando no es posible desarrollar registros previos a la intervención. Muchas situaciones que requieren el análisis e intervención en las relaciones de la conducta con su ambiente, se presentan como hechos ya cumplidos. Los padres consultan sobre los problemas que tienen con su hijo luego que han intentado prácticas correc tivas que hasta ese momento tenían utilidad, como lo es el castigo. Las personas que tienen desajustes en su comportamiento acuden a la consulta clínica, cuando ese comportamiento repercute de manera intolerable en su ambiente y sobre sí mismo, producien do angustia en él y sus familiares. El jefe de personal de la oficina demanda la ayuda del especialista cuando la aplicación de medi
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das administrativas, como el despido de algunos empleados que acumularon ausencias tiene pocos efectos en los demás emplea dos; excepto que no se ausentan consecutivamente los días re queridos para el despido, sino que lo hacen interinamente. Asimismo, la información que proporcionan los cuestionarios y tesis de personalidad, aunque útil, tiene poca importancia pa ra evaluar el rendimiento de aquellas oficinas cercanas a ámbitos ruidosos. * La línea base previa a la intervención experimental, o los re? gistros antecedentes de la conducta, informa qué ocurría antes de la introducción de un cambio programado en el ambiente. Es decir, permite asignar al cambio los efectos posteriores, si es que los hay. En consecuencia, las observaciones “ ex post facto” , sin un patrón previo de referencia sólo nos permiten hacer una hipó tesis muy débil acerca de los efectos de la variable manipulada. La debilidad consiste en que cualquiera otro factor coextensivo con la variable y no observado puede ser el responsable de los efectos, o que los mismos se ven contrarrestados por otros eventos ambientales, ó simplemente son nulos. No todo se ha perdido cuando no hay registros previos a la intervención. Quizás la alternativa más saludable sería la de pro ducir varias reversiones en los tratamientos a partir de la instaura ción de la medida..Es decir, remover la medida, reintroducirla de nuevo y así sucesivamente* cuando su eliminación no produce efectos indeseables. En vez de eliminar a la variable podemos ha cer uso ,de una verdadera reversión, como por ejemplo: estable cer una relación entre conducta y contingencias de carácter alea torio. Si nada de lo anterior es posible, podemos establecer un sis tema de observación diferencial, o si se quiere una línea de base concurrente (consolidada en el caso de un grupo de sujetos o individualizada para cada uno de ellos). En el caso de una ofi cina cercana a zonas de tránsito intenso, y en consecuencia, rui dosa, podemos hacer un mapa sonométrico de los gradientes de ruido dentro del espacio físico relativo o no a las horas de trán sito intenso, y ubicar las zonas de ruido (alto y bajo), dentro de la planta física de la oficina. A continuación podemos observar el rendimiento de aquellas personas que realizan trabajos seme
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jantes en una u otra ubicación, o ingeniamos para observar a las personas afectadas cuando son cambiadas de sitio. En ausencia de una solución tolerable y económica, podríamos alternar a las personas en el uso de zonas cercanas a la máxima intensidad del ruido, o programar la realización de tareas no sensibles a éste, en los momentos en que alcanza su máximo. El uso de ta pones para los oídos, con la recomendación médica, es conve niente; o audífonos para la recepción musical si no interfiere con el trabajo. Obviamente, tales medidas son opcionales cuando no hay severas, amenazas de daño físico en el sistema auditivo u otras decisiones están canceladas de antemano, por ejemplo, limitar el tránsito automotor en esa vía. Guando las alternativas disponibles están completamente limitadas, aún es posible desarrollar un sistema preciso de ob servaciones “ ad hoc” , como ocurre comunmente en las situacio nes clínicas. Este registro proporciona datos de importancia so bre la variabilidad o estabilidad del comportamiento, o sobre las tendencias que a mediano plazo pueden ser observadas. Ten dencias crecientes en conductas desviadas o desajustadas ameri tan intervenciones prontas. También, dependiendo del tipo de desajustes, las tendencias decrecientes pueden requerir una rápi da intervención, como lo es en el caso de las personas deprimidas. La ausencia de una línea de base previa no debe conducir nece sariamente a registrar de forma masiva todas las conductas obser vables. Como ha señalado Bijou (1972), el uso de categorías res tringidas y relacionadas con la naturaleza del problema estudiado es preferible, porque recolectar una masa de datos en todo lo que pueda ser observado, hasta ahora no ha probado nada, y tam bién, porque el enfoque en base a variables seleccionadas ha demostrado su utilidad en investigaciones de campo y de labo ratorio. D.-
Lim itacion es y solu cion es cuando n o se p u ed en manipular sistem áticam ente las condiciones.
En algunos de los ejemplos citados en los párrafos anteriores se encontraban limitaciones para cambiar el estado de cosas per tinentes. Ello es así, cuando el analista del comportamiento, en situaciones aplicadas, no tiene acceso a las decisiones que se to
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man. La mayoría de esas decisiones definen cambios en la polí tica de las instituciones o son decisiones políticas que en uná sociedad determinada afectan a la mayoría de su población. La reforma de los códigos penales, los procedimientos regu ladores de los precios de los artículos de consumo, decisiones que afectan a la zonificación urbana, la extensión del servicio obligatorio para las mujeres, las reformas en los reglamentos vi gentes de tránsito, etc., son medidas que ejemplifican las deci siones políticas para la comunidad general. El cambio de proce dimientos de admisión de los estudiantes a la educación superior, las normas en el tratamiento de los reclusos por parte de los cus todios, los reglamentos escolares de calificación y aprobación, el sistema de promoción o de reclasificación del personal de las em presas, son ejemplos de cambios de políticas dentro de las institu ciones y afectan a los subsistemas comprendidos en el dominio de los fines de tales instituciones, tinas y otras pueden ser evalua das, pero el carácter de la investigación es “ cuasi-experimental” (Campbell, 1969). Schenelle y Lee (1974) han demostrado la utilidad de la lógi ca “ cuasi experimental” y del uso de un diseño de series tempo rales interrumpidas para evaluar los efectos conductuales de un cambio en la política disciplinaria de una prisión. Los administra dores de la prisión del Estado de Tennessee, en Nashville, deci dieron, a partir de una fecha específica, enviar a los reclusos que tuvieran “ problemas conductuales” a la prisión estadal Burshy Mountain. En este caso no había una definición conductual pre cisa de lo que eran los “ problemas conductuales” aunque los ofi ciales de la prisión indicaron que aquellos que tenían un registro de ofensas múltiples y los culpables de actos que resultaran en da ños a las personas, serían los más probables candidatos para la transferencia. De igual manera, se consideraba a la prisión de tras lado, Brushy Mountain, menos atractiva (más adversa). Los suje tos eran adultos encarcelados desde enero de 1969 hasta junio dé 1971. La población recluida no fue informada formalmente de la medida y cuando ésta se adoptó se descontinuó una técnica dis ciplinaria de dieta restringida, que consistía de una mezcla de vegetales y carnes, no sazonados y a su vez eran confinados en
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celdas de aislamiento por períodos variables de tiempo. Este con finamiento persistió dentro de las prácticas de la prisión de Nashville.
1969
1970
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Schenelle y Lee evaluaron las ofensas a partir del registro que los guardias de la prisión hacían en un diario y las decisiones que
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una corte disciplinaria pronunciaba. Se evaluó la frecuencia de ofensas punibles, el tipo de ofensas, el número de transferen cias y los castigos administrados para esas ofensas. Esta evalua ción fue mensual. Debido a los cambios en la población recluida, calcularon el número de ofensas diarias por hombre para cada mes. También calcularon el número de personas que cometía una, dos y tres o más ofensas, cada cinco intervalos de seis meses. Los análisis de series de tiempo independientes mostraron un cambio significativo entre los meses de julio y agosto de 1969. A estos períodos correspondió la instauración de la medida de trans ferencia. No obstante, durante los treinta meses que duró el estu dio, el número de actos ofensivos totales aumentó, aunque dismi nuyeron los porcentajes de ofensas cometidos por la misma per sona dos veces, y tres o más veces. 720 680
ENE* JUNIO.,(969
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TRANSGRESIONES
FIG UR A VII.2 [ Tomado de Schenell y Lea (1974) ]
Ello quiere decir que la contribución al número total de ofen sas que ocurrían solamente una vez era máxima, en relación a las ofensas cometidas dos veces y tres o más veces. También observaron inconsistencias en los castigos internos y en el castigo en forma de transferencia a la otra prisión. Por
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ejemplo, de los transferidos, el 10% cometían una ofensa, el 32% cometían dos ofensas,>;y el 50%, tres o más ofensas. Por otra parte, el 8% de los transferidos no habían cometido ofensa calificada alguna. Los autores concluyen señalando que no se pueden obte ner conclusiones sólidas - de los datos del estudio, porque los errores en la implementación de la política en la prisión lo impe dían. No obstante, esos mismos errores sugerían los métodos pa ra iniciar un cambio de política que hubiese permitido su eva luación lógica, como lo hubiera sido la administración del trata miento a un bloque de celdas en un diseño de línea base múltiple. E.~ Nota final, Análisis Conductual Aplicado para la Reforma o para la Revolución. Con frecuencia los estudiosos del Análisis del Comportamien to se han planteado la naturaleza y alcance de los métodos utiliza dos, en relación a los efectosj sociales que pueden desencadenar. Este planteamiento ocurre cuando pretendemos algo más que construir una teoría empírica de la conducta. Hay varias estrategias posibles, entre muchas, que pueden utili zarse para expandir los efectos de los programas conductuales, sean de reforma o radicales. Cada uno tiene su justificación desde el punto de vista de quien las implementa y relativas a los efectos que pueden ocurrir en las personas sobre las cuales se ejercen. Sin embargo, las estrategias pueden diferenciarse, si las condi ciones en las cuales se implementan los programas favorecen una situación deseable o de mejora, siendo las condiciones iniciales no caracteerizadas como negativas o de efectos perjudiciales. También pueden considerarse a las condiciones originales co mo manifiestamente indeseables y que requieren inmediata mo dificación. 1.- Estrategias cuando las condiciones iniciales no son mani fiestamente indeseables. El analfabetismo, las prácticas de crianza y muchos otros hábi-
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tos sociales son com prensibles cuando tipifican a determinadas culturas dentro de una sociedad. Aunque esas condiciones y prác ticas son criticables a la luz de los valores de la sociedad global, se considera que hay razones suficientes que dan cuenta p or qué el individuo o el grupo social particular no m ejora por sí mismo tal estado de cosas, y por qué n o hay razones suficientes para in fravalorar a quienes manifiestan o n o esos com portam ientos. No constituyen, en consecuencia, problem as inmediatos para la sociedad global y por lo tanto n o ameritan un tratamiento o in tervención “ ad h o c ” . N osotros n o justificam os los parámetros que usa la sociedad global para tolerar tales situaciones, pero c o m o intelectuales y profesionales podem os prever efectos- negativos a largo plazo. Nadie m erece críticas por ser analfabeta, si ello es producto de una injusticia social y de la incom petencia del sistema educa tivo para atender a toda la población en edad escolar. De igual manera, cuando una madre castiga co n frecuencia a su hijo, que molesta constantem ente, no necesariamente ello reclama nuestra crítica; aunque consideram os que el castigo tiene p ocos efectos, e x cep to los inm ediatos que suprimen momentáneamente el com portam iento del castigado. L os efectos adversos de estas con dicion es sólo se manifiestan a largo plazo, en relación a los fines de la educación y al huma nismo c o m o valor de una sociedad que evoluciona. Las alternativas que entonces se plantean para el analista del com portam ien to son de naturaleza preventiva y dependen del grado en que se siente involucrado en el problem a, del tipo de com prom iso que adopta co n un patrón de justicia social, y, de las oportunidades que tiene para desarrollar sus planes de inter vención. En esos planes, cuando se trata de situaciones iniciales n o manifiestamente indeseables, el grado en que se afecta la estructura social responsable de la situación, es secundario. P o dría al m enos considerarse, Ribes (1 9 7 6 ), que se im pide con tales proyectos, una degradación m ayor de las personas som e tidas a tales condiciones. Una alternativa frente a esas situaciones es desarrollar, acti vamente, programas remedíales y de recuperación o construc
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tivos en cada dirección donde se presenten los problemas, trans firiendo las prácticas del profesional de la modificación de con ducta, a los sujetos que en la comunidad pueden hacer uso efec tivo de tales destrezas y conocimientos, para prevenir un mayor deterioro de sus condiciones de vida. (Ribes, 1976). Podemos; por ejemplo, establecer un programa de socialización temprana en las zonas marginales a los centros urbanos para prevenir que se desa rrollen conductas agresivas entre los niños y jóvenes que viven en el mismo barrio. Pero no es el modificador de conducta quien ad ministra las técnicas, sino que él enseña y entrena a los miem bros de la comunidad a utilizarlas. Los programas apoyados en Para-profesionales (padres, maes tros, miembros de la comunidad, otros niños, etc.) tienen,por lo general, esa orientación. Otra alternativa es preparar materiales de fácil difusión y uso por parte de La comunidad, para mejorar sus condiciones. Ejem plo de ello es cuando preparamos materiales e instructivos lo suficientemente sencillos para que cualquier persona que sepa leer y escribir pueda enseñarle a otro miembro de su comuni dad a adquirir tales habilidades (Casalta, 1978) o cuando pre paramos a la comunidad con instructivos para asistir a los retar dados (Lent, 1975). La diferencia entre las estrategias está en que la primera es socialmente ejemplificante y demostrativa; y la segunda, al menos teóricamente, puede alcanzar a toda la po blación si se crean, independientemente o con el concurso del pla nificador, las condiciones necesarias para ello. Es la rapidez de la posible difusión de los procedimientos para cubrir a toda la po blación, lo que diferencia, inicialmente, las estrategias; aunque podrían ser complementarias dependiendo de la naturaleza de los problemas que abordan.
2.- Estrategias cuando las condiciones iniciales son manifies tamente indeseables. En estos casos podemos preguntamos ¿Para quiénes son ma nifiestamente indeseables las condiciones originales? ¿Para el analista de la conducta o para los responsables de las institucio nes donde se encuentran esos problemas?
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Cuando las personas que son responsables de instituciones, detecten situaciones que son manifiestamente indeseables, tratan de poner en práctica diversas soluciones alternativas. No obs tante, el compromiso que esas personas tienen con los fines de las instituciones a las que pertenecen; es decir, el grado de con trol que las contingencias institucionales ejercen sobre ellas, im piden, la mayoría de las veces, la puesta en práctica de solucio nes radicales. Muchas revistas informan sobre programas de mejoramiento de las condiciones de vida en las prisiones, las condiciones para el aprendizaje en las escuelas, los tratamientos y mejores condi ciones humanas en los hospitales, etc., pero es una práctica refor mista que no afecta la existencia misma de la institución en par ticular. Si nos preguntamos acerca de la necesidad de escuelas, hospitales psiquiátricos, prisiones, y aún megápolis, para mejor aprender, corregir, reeducar, vivir. Si no indagamos acerca de la necesidad de tales suprasistemas, entonces la contribución del analista de la conducta se restringe al foco aparente y fenoméni co del problema: la conducta alterada de los niños en el aula, mejorar la conducta interpersonal de los pacientes sometidos a drogas sedantes e hipnóticas, la disminución de las conductas agresivas dentro del correccional o de la institución para observar jóvenes en situación irregular. Este enfoque particularizada no to ca, sino tangenciaimente las causas que originan los problemas: densidad de alumnos y hacinamientos en los salones de clase, las prácticas médicas que comunmente se utilizan, los sistemas de castigo para corregir conductas, la alta densidad de habitan tes para abaratar los servicios para la ciudadanía. Este enfoque particularizado sobreimpone a tales condiciones, contingencias poderosas que contrarrestan los efectos de las causas originales, has ta el punto en que las nuevas contingencias impuestas se manten gan y sean exitosas. Pero difícilmente producen cambios perma nentes deseables o disuelven los focos que originan el conflicto. Sin embargo, frente a los mismos problemas, a veces hay so luciones radicales y que tienen efectos revolucionarios cuando se adoptan. Estas soluciones consisten de diseños y planes alter nativos que niegan los elementos esenciales y estructuras respon sables de una práctica social. Dialécticamente, constituyen la “ antítesis” de un estado de cosas si lo que se ha identificado co mo elementos definidores de la “ tesis” son realmente válidos.
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Por ejemplo, si la causa que funcionalmente explica el deterioro escolar es el uso de clases magistrales para enseñar, donde el maes tro rige e impone contingencias disminuidas, pobres y limitantes de una instrucción acelerada, entonces, el sistema de instruc ción personalizada, (Keller, 1978), a la vez que promueve niveles acelerados de adquisición de ccfnocimientos, destrezas y habi lidades, obliga al profesor a estar bajo el control de nuevas con tingencias, y a programar las mejores para sí mismo y para sus alumnos. Ello conduciría, teóricaniente, a la desaparición del aula, de la clase magistral, de la información que se ofrece de ma nera unidireccional, de la arbitraria administración de las califica ciones; todo ello producto de las mutuas contingencias entre los alumnos y el docente, y, decididamente, facilitaría el estudio in dependiente por parte de los alumnos y promovería estilos tutoriales que permitirían identificar los errores y fallas de los apren dices y sugerir condiciones de esfuerzo y estudio para lograr una superación del estilo educativo. Todo plan revolucionario de esta naturaleza, sin embargo no es independiente del resto de las condiciones que caracterizan al sistema de conductas. Esos planes sólo son revolucionarios en la medida en que su puesta en marcha sea posible y en la medida en que sean socialmente adoptados como soluciones.
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INDICE
PAG. INTRODUCCION..........................................................
7
CAPITULO I Algunos Conceptos Básicos del Análisis del Compor tamiento.............................................................................
10
CAPITULO II La Definición Objetiva de la Conducta y sus Problemas.
29
CAPITULO III Confiabilidad de los Registros de Observaciones.............
43
CAPITULO IV Técnicas para Registrar Observaciones. ........................ . .
67
CAPITULO V Estrategias Previas a la Intervención: La Línea Base . . . .
113
CAPITULO VI Diseños Experimentales en el Anabsis Conductual Apli cado ................................ ......................... .........................
135
CAPITULO VII Alternativas frente a las Limitaciones para Implementar los Programas en el Análisis Conductual Aplicado...........
167
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Este libro se terminó de imprimir en agosto de 1981 en los talleres de Impresos Rubel C.A.