Carmelitas de las Campanas Enriqueta Flores Arredondo
A Carmelita le gusta su nombre porque suena suavecito y tiene sabor a caramelo. Me llamo así porque mi madre se llamaba Carmencita y sólo la conozco por fotos que mi abuela guarda y que solo puedo verla en día de su aniversario. Vivo con mi abuela rosa y su tata Pedro Pantoja, además tengo un gato llamado Tomasito. Vivimos en un campamento llamado Las Campanas. Mi tata es jardinero y sueña con tener un triciclo para no cansarse tanto con su carretilla cuando sale a trabajar y mi abuela plancha en casas de personas acomodadas y siempre la acompaño y le ayudo a ordenar o clasificar la ropa. La casa donde mejor nos tratan es la de Danielito, mi amigo, un niño con o ojos achinaditos y que parece relleno de algodón, es tierno y simpático. Yo disfruto mucho jugar con Danielito y Lucita, a, la mamá de Danielito, insiste en que yo juegue con su hijo, sin embargo, según mi abuela, Danielito es un niño enfermo y jamás será como los demás. Las campanas: era una toma que llego ahí después del terremoto del 85, de a poco se fueron construyendo casas y ahí llegué y chiquitita, llorona y mamona. Siempre comparo las comodidades que hay en las casa de las personas del planchado, sobre todo los baños. En el campamento hay gente no tan buena y gente buena, como la brujita, la señora del pan amasado y también están los chiquillos que me gritan “Carmelita, patas de palillo” El fantasma del cuentacuentos: Mucho tiempo atrás apareció un extraño personaje. Era un hombre alto, delgado de edad indefinida, con cabellos largos entrecanos, vestía un gabán larguísimo, que parecía flotar cuando caminaba. Llevaba sobre la espalda un saco de arpillera donde guardaba sus cosas. Era amable. Generalmente los hacia venir y sentados sobre el piso o el suelo les hablaba sobre el rey de los Elfos que viajaban por el lado de la felicidad. Aparecía cuando alguien estaba en apuros, repartía yerbas medicinales para aquellos que tenían gripe. Nadie sabia su nombre y como contaba historias lo llamaron el cuentacuentos. Pero cuentan que el día después del terremoto, una piedra había rodado y sepultado a Don Cuentacuentos. Sin embargo de repente se aparecía a la luz de la luna pero al ir a saludarlo se desvanecía, en ocasiones deja manojitos de yerbas medicinales en las puertas de los que las necesitan. Siempre he querido que se me aparezca y le me cuente una historia a mi solita que trate de princesas y de príncipes enamorados. Asuntos de Fé: Mi abuelo Pedro pertenece a una iglesia evangélica en que se respeta mucho lo que dice la biblia. La abuelita Rosa, en cambio es requete católica y no entiende porque su esposo se cambio de fe. Lo bueno es que cada uno acepta lo que piensa el otro y no discuten jamás. La única que paga el pato por estas diferencias de credo soy yo. Los sábados voy al
servicio con el tata, pero es entretenido y los domingos mi abuelita me baña y me viste con ropa bonita al igual que ella y nos vamos a la capilla que se llena de gente, yo me acomodo en el suelo y pon cara de seria y si me distraigo, mi abuela me pega un pellizcón. Sin embargo no entiendo que si Dios está en todas partes porque hay que ir a visitarlo a iglesias distintas. Su abuela le dice que ir a la iglesia es un deber. Cada noche me parto en 2; con la abueli rezo el ángel de la guarda y a la santísima virgen María y después escucho al Tata Pedro que me lee un pasaje de la biblia. El aguacero del siglo: Un día en la casa de Danielito, mientras armábamos un rompecabezas sentimos un ruido espantoso, había comenzado una tempestad eléctrica, se cortó la luz y comenzaron los relámpagos. Ese día la Sra. Lucita, mamá de Danielito, que era la mas considerada nos pidió un radio taxi para irnos a casa. El agua corría por los pasajes como un río, había viento que arrastraba ramos, tarros y fonolas. Si bien la casa no se inundó de todas maneras nos llovimos. Cuando pasó el temporal vino la televisión y dejo de manifiesto la forma que vivíamos, nos trajeron colchonetas, plásticos y zinc. Todos estuvimos resfriados, incluso mi gato Tomasito y el más perjudicado fue mi abuelo Pedro, quedó casi cesante, con suerte arreglaba un jardín a la semana, esperaba con ansias la llegada de la primavera. También yo salí perjudicada, porque debí quedarme en casa mientras mi abuela salía a trabajar y estuve mucho tiempo sin ver a mi amigo Danielito. A las señoras del campamento se les ocurrió nombrar a mi abuelo delegado ante el alcalde. A mi abuela no le hizo ninguna gracia ya que si no daban solución a los problemas los vecinos lo iban a crucificar. Los que hoy te aplauden y te adulan, después va a ser tus peores enemigos. Mi abuelo anotó los problemas más graves y soluciones en un cuaderno y acompañado por don Lalo el zapatero le pidió audiencia al alcalde, sin embargo la audiencia se la dieron para después del dieciocho y empezaron las comadres a quejarse de poder dar soluciones a sus problemas, pero mi tata aguantó todos los comentarios y esperó a que llegara la fecha que suponía cambiaria la vida de todos los habitantes de Las Campanas. Como las fiestas patrias se acercaban se les ocurrió a don Lolo celebrar todos los vecinos juntos el aniversario patrio. Tanto fue el entusiasmo que se formaron comisiones para reunir fondos. Se logró organizar bien la fiestoca y dona Anastasia se puso a hacer empanadas mientras los hombres trajeron chicos de chica y vino tinto. Todos colaboraron, hasta los cabros malos del campamento que aplanaron el terreno para bailar cuecas y cumbias y consiguieron una carpa y armaron una autentica fonda que a pesar del aguacero que cayó la noche antes, así el dieciocho tuvo un brillo jamás esperado. Al otro día, como ya no quedaba nada para la celebración un grupo de vecinos vino a la casa a reclamarle a mis abuelos porque la fiesta se había acabado justo cuando ya estaban todos contentos; supo don Lolo y vino con un lote de campaneros a defender a su amigo Pedro, lo defendieron tanto que llego un radiopatrullas y se fueron todos rumbo a la comisaría. Lo peor de todo que a mi abuelo por ser delegado y responsable lo dejaron preso hasta el prime día hábil en que mi abuelita pudo sacarlo gracias a una de sus patronas tenía un esposo abogado.
Un aniversario muy especial: A mi tata y a don Lolo, no les fue muy bien con el alcalde pues había que esperar un año más para incluir los trabajos del campamento. Como a los vecinos no les gustó la idea, se enojaron y mi tata renuncio a su cargo y decidió hacerle caso a mi abuela y juntar plata para la casa propia. Un día en la casa de la señora Lucita, me invitaron al cumpleaños de Danielito, yo no sabia que significaba eso y ahí fue que me enteré que el día en que uno nace es muy importante y se celebra con tortas, globos, regalos y fiesta, entonces entendí lo que significaba la palabra aniversario. Muy contenta llegue a casa y le conté a mi abuelo, desde ese día solo preguntaba cuanto faltaba para el cumpleaños de mi amigo. Sin embargo esta invitación trajo complicaciones, ya que mi abuela decía que había que comprarme zapatos, calcetines y un traje nuevo y el tata se enojo, pues dijo que la vanidad era un pecado y el él no permitiría algo semejante. A pesar de las peleas ganó mi abuela y contra la voluntad de mi abuelo me compró