Distinción y relación entre la teoría de la historia, la historiografía y la historia
Esta distinción muestra que cada una de las actividades tiene que cumplirse en momentos distintos. La reflexión sólo podrá llevarse a cabo si ya existe la materia sobre la que se ha de reflexionar: los libros de historia. Aunque la practica – practica –el el escribir libros de historia- será beneficiada por la reflexión que se haya hecho de prácticas anteriores.
Carlos Mendiola Mejía, UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA,
Historia y Grafía, UIA, núm. 6, 1996
La siguiente reflexión es producto de algunas notas del curso de Teoría de La Historia. Estas notas surgen de la necesidad de determinar la distinción y relación entre la teoría de la historia y la historiografía; así como la relación de ambas con la historia. Para ello ello me valgo de la discusión filosófica entre filosofía de la ciencia e historia de la ciencia. i
La reflexión está dirigida –en –en términos generalesa la validez de esos libros de historia. Entendemos por validez, aquellas afirmaciones que hacen los libros de historia con pretensiones de aceptación. Aquí radica el beneficio que ofrece la reflexión. La actividad práctica adquiere mayor rigor en cuanto a su validez, gracias a la exigencia que le impone la reflexión. Así, la reflexión formula interrogantes acerca de la posibilidad que tiene esta práctica práctica para cumplir con tales tales pretensiones. pretensiones. Con esta distinción general, aparece la historia como una actividad práctica previa a la reflexión.
Pretendo sostener que las tres –teoría –teoría de la historia, historiografía e historia- constituyen sendos discursos completos; por eso ninguna cancela a la otra, y en cambio una requiere de la otra. Dicho con mayor precisión, hay una relación de dependencia mutua entre teoría de la historia e historiografía, así como de estas dos con la historia.ii
Por el momento momento sólo he distinguido distinguido a la historia, historia, como actividad práctica que recibe una exigencia de la reflexión planteada por la teoría de la historia y la historiografía. Queda por distinguir el tipo de reflexión que cada una lleva a cabo.
Comenzaré mostrando el punto distintivo entra teoría de la historia e historiografía en relación con la historia. Esta distinción nos permitirá ver las semejanzas entre las dos primeras y la importancia de distinguirlas. Después de esta delimitación, señalaré su relación de dependencia. Finalmente expondré un ejemplo de cada una.
2. Distinción particular entre la teoría de la historia e historiografía
Considerando el propósito de la reflexión de la teoría de la historia, se puede decir que ésta pretende “fundamentar” a la historia, mientras que la historiografía, de acuerdo con su propósito, pretende “verificarla”. Dicho con mayor precisión, busca cómo se pretendió verificar la historia en el momento en que se escribió. Ya se ha dicho que ambas reflexiones sobre la validez de la historia. Entonces, la primera quiere mostrar el fundamento o legitimidad que tiene la historia para afirmar con validez. Y a su vez, la historiografía quiere mostrar la manera en que se verifica la afirmación que hizo la historia. iii
1. Distinción general: historia (práctica) y teoría de la historia e historiografía
Atendiendo a la actividad que realizan la teoría de la historia y la historiografía, podemos distinguirlas de la historia. Llamamos a las dos primeras una actividad teórica, y a la historia, una actividad práctica. Estos nombres sólo son empleados en función de la distinción. Por actividad práctica entiendo todo lo que implica escribir libros de historia (desde búsqueda de archivos hasta su redacción y defensa frente a la comunidad de historiadores). En cambio, la actividad teórica –teoría –teoría de la historia e historiografía-, sólo se encargan de reflexionar sobre aquella actividad práctica que es la historia.
La distinción no se establece entre fundamentación y verificación, como si la teoría de la historia sólo fundamentara sin ocuparse de la verificación, y dejara esta tarea a la historiografía. La teoría de la 1
historia tiene que ocuparse de la fundamentación y también de la verificación. La historiografía pretende reconstruir la manera en que se escribió la historia en una época, poniendo particular atención en cómo podía ser verificada.
La fundamentación que quiere alcanzar la teoría de la historia sólo puede lograrse en el ámbito de la necesidad. v Por necesidad entiendo una condición epistémica, de la cual el conocimiento, en tanto que conocimiento, no puede prescindir, ya que es una regla constitutiva del conocimiento. Como por ejemplo, en el juego de ajedrez, la regla que determina el movimiento de la torre es constitutiva del juego y quien no la cumple no está jugando dicho juego. El argumento con el que la teoría de la historia quiere fundamentar el conocimiento se sustenta en la necesidad. Este sustento consiste en que realmente las condiciones señaladas sean necesarias para que se pueda realizar el conocimiento histórico.
Para poder fundamentar a la historia, la teoría de la historia tendría que responder al cuestionamiento que pone en duda, de la manera más amplia, el conocimiento histórico. Este cuestionamiento es conocido como los argumentos escépticos, que al no poder decidir si algo es verdadero o falso, simplemente niega la posibilidad del conocimiento.iv Por ejemplo, un argumento escéptico en el caso del conocimiento histórico sería que, si el pasado ya no existe, entonces no puede verificarse ese conocimiento, y por consiguiente, no tiene sentido hablar del conocimiento del pasado.
En este caso, las condiciones son las creencias que tiene que compartir todo aquel que tenga pretensiones de hacer historia. La fundamentación tiene que encontrar ese centro de creencias que permitan refutar el argumento escéptico, sosteniéndose en la necesidad de ser aceptado. Tendrá que ser aceptado porque el argumento muestra las condiciones indispensables (de acuerdo con un modelo que propone un tipo de historia ejemplar, esto se explicará más adelante) para que pueda existir la historia. La necesidad reside en que negar esas condiciones implicaría una contradicción, porque si se niegan las condiciones indispensables para que exista la historia, entonces también se niega la historia. El escéptico debe advertir que si no acepta contradicción el argumento tiene que aceptarse. El escéptico construye sus argumentos de las teorías más actuales, y ahí tiene que encontrar su refutación quien quiera hacerlo. Por eso, el carácter necesario en que sostiene el argumento sólo puede encontrarse en algo que los dos acepten de antemano. La teoría de la historia, con la pretensión de fundamentar, apuesta que sus últimas creencias no son arbitrarias y pueden justificarse. Un ejemplo de esta refutación del argumento del escéptico (en el apartado de los ejemplos expondré con más claridad esto) podría encontrarse en que si él sostiene que no puede afirmarse el conocimiento del pasado, por qué entonces utilizar el lenguaje, cuyo uso implica suponer el pasado como un previo conocimiento de lo que es de lo que es el pasado mismo.
Por su parte la historiografía, buscando recurrir la manera en que se ha hecho la historia, tendrá que responder a la pregunta: ¿cómo pretendía ser valido ese conocimiento histórico en particular? La verificación pretende responder a la pregunta que valida y falsea un conocimiento. Para que la historiografía reconstruya la manera de hacer historia, tiene que atender a la manera en que se pretende su verificación. Como dije en el apartado anterior, que la reflexión plantea cada vez mayor rigor a la historia, entonces por eso puedo sostener que las pretensiones de validez son distintas a medida que pasa el tiempo. Y la historiografía señala este cambio. Por ejemplo, mediante ella, se mostrara la manera en que Ranke pretendía escribir una historia verdadera. Si ahora consideramos la manera en que tiene que proceder la teoría de la historia para lograr esta fundamentación, encontraremos que está abocada a la historia que se hace en el presente. En cambio, la historiografía, en cuanto a la manera en que tiene que proceder, está dedicada a la historia que se hizo en el pasado, su objeto de estudio está en el pasado y, por consiguiente, su mirada también. (Pero desde el presente, condicionados históricamente por el contexto sociocultural del hoy)
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La reconstrucción, por parte de la historiografía, de las distintas propuestas en la historia, sólo puede alcanzarse determinado la contingencia de la propuesta. La afirmación propuesta por la historia pertenece al momento y lugar en que fue pronunciada. Si la historia hace afirmaciones del pasado, mostrando las consecuencias de ese pasado en el fututo del pasado (o sea el hoy, el presente), entonces esas afirmaciones sólo puede hacerse y verificarse si ya ocurrieron esas consecuencias.vi Por lo tanto, la verificación en el caso de la historia no puede ser ajena al momento en que fue hecha la afirmación. En el caso de la historiografía, la reconstrucción no sólo tiene que mostrar esta contingencia, sino también la que determina las pretensiones de validez a las que puede aspirar un historiador. Esto es, que su afirmación depende de la concepción de verdad que impera en la época. Por ejemplo, las afirmaciones de Ranke no pueden ser consideradas fuera de la física mecanicista y la filosofía idealista, ya que se le interpreta a favor o en contra.
cada paradigma es completo porque muestra una serie de compromisos de la comunidad de historiadores. Si estos compromisos cambian por exigencias de la teoría de la historia, la historiografía muestra una diversidad de paradigmas.vii Esta distinción, que muestra las características particulares entre teoría de la historia e historiografía, como sus propósitos y el proceso que tiene que seguir para obtenerlos, nos permite ver que cada una pertenece a ámbitos distintos. El argumento que desarrolla la teoría de la historia encuentra su sustento en la necesidad, y el de la historiografía, en la explicación. El primero pretende ser normativo, y el segundo sólo descriptivo. 3. Relación
entre
teoría
de
la
historia
e
historiografía
Al moverse en dos ámbitos distintos, la teoría de la historia y la historiografía ofrecen diferentes aspectos de la historia. La explicación de la historiografía señala las condiciones en que fue hecha la afirmación de la historia. Las normas del modelo de la teoría de la historia señalan criterios de verificación de las pretensiones de la validez de la historia. Confundirnos sería tanto como pensar que una multiplicación hecha con calculadora tendría que verificarse explicando los pasos que siguió para hacerla y no por medio de una prueba de dicha multiplicación.
Por lo tanto, la teoría de la historia, dirigida hacia su propio presente, busca delimitar el ámbito de la historia en relación con las demás ciencias, en tanto que pretende ofrecerle una fundamentación que la legitime ante ellas, y la distinga de la literatura como un conocimiento que no ofrece meras ficciones. Esta delimitación es una especie de frontera en donde el límite tendrá que extenderse en relación con la literatura. Al construir esta delimitación, se ofrece un modelo de lo que debe ser la historia. Como este modelo es construido por medio de una confrontación con las ciencias y la literatura contemporáneas, ofrece un ideal de historia. de esta manera, la historia es exigida con mayor rigor por la teoría de la historia.
Por lo anterior, la teoría de la historia se relaciona con la historiografía, como lo está con la historia, a la cual fundamenta. La historiografía es historia, en tanto que explica, y depende de la teoría de la historia. La historiografía, como la historia, es completa. Su relación de dependencia con la teoría de la historia no es de carencia, sino de descubrimiento y legitimación.
La historiografía está dirigida hacia el pasado, ofreciendo el conocimiento de cada uno de los modos en que la historia ha sido hecha como paradigma de la práctica histórica. Con paradigma quiero decir que cada una de las maneras en que la historia ha sido realizada impone un modo de dirigirse a las fuentes, una manera de expresar sus afirmaciones y defenderlas ante la comunidad de historiadores, lo cual resulta ser una forma de pretensión de validez de su posible verificación. En sí,
La teoría de la historia encuentra su objeto de reflexión en la historiografía. Esta última presenta los paradigmas de la historia. Sin ella, la teoría de la historia correría el riesgo de distanciarse en una abstracción que nunca encontraría aplicación. El modelo que construye la teoría de la historia sólo resulta en virtud de estos paradigmas. La teoría de la historia busca este modelo en el presente, porque en éste quiere fundamentar a la 3
historia frente a las demás ciencias; pero esta fundamentación únicamente tendría sentido en relación con la práctica. La teoría de la historia no puede, pues, desconocer a la historiografía. La teoría de la historia mantiene una relación de dependencia con la historiografía, pero tampoco es una carencia, como no lo es en la relación entre historiografía y teoría de la historia. La teoría de la historia encuentra su completitud en su argumentación, por eso es que corre el riesgo de perder aplicación. El peso de esta argumentación se sostiene en dos tipos de relación: la que establece con la propia historia, que deberá aceptarla si quiere constituirse en ciencia, porque este argumento muestra las condiciones de esta última; y con las ciencias, éstas deberán aceptarla porque muestra que la práctica de la historia mantiene las mismas creencias que la teoría de la historia.
De tal manera que o se podría lograr esa comparación sin la teoría de la historia, y ésta no encontrará el lugar de cada uno de los paradigmas sin la historiografía. Pero la primera relación ocurre dentro de la teoría de la historia y la segunda en la historiografía; tan sólo han de tomarse en cuenta una a la otra. 4. Ejemplos de teoría de la historia e historiografía
Con apoyo en símil podré explicar esta distinción y relación entre teoría de la historia e historiografía. En un principio, cuando hice la distinción entre ellas, aparecieron como un divorcio por incompatibilidad de caracteres. Al señalar la relación, aparecieron como un matrimonio que no se rompe, por la conveniencia que ofrece su unión. Mostraré esta relación y distinción con dos ejemplos. En el de la teoría de la historia sería la propuesta de Arthur C. Danto. ix Como ejemplo de historiografía cabe mencionar a Hayden White. xNo cito a estos autores, sólo expondré los elementos que ejemplifican mi desarrollo de la teoría de la historia y de la historiografía.
Ahora bien, la conexión entre los paradigmas que presenta la historiografía sólo puede encontrarse en el modelo proporcionado por la teoría de la historia. Esos paradigmas constituyen constelaciones de compromisos de la comunidad de historiadores. Cada uno de los paradigmas representa una constelación o un lenguaje propio. Como en el caso de la historia no puede pretenderse una relación basada en la observación de aquello que afirma, en tanto que el pasado ya no está ahí enfrente para ser constatado (podríamos preguntarnos si en alguna ciencia si lo está, pero no es asunto de esta exposición). Así, lo afirmado como realidad del historiador no podrá encontrarse más que en el propio lenguaje o constelación. Esto significa que la constelación constituye un mundo o una realidad. Para que pueda haber comunicación o conexión entre los paradigmas, tendría que ser posible traducirlos a un mismo lenguaje. Esta traducción es posible por medio del modelo que muestra un ideal de historia. Mediante diferencias y semejanzas con el modelo, puede traducirse un paradigma y ser comparado con otros. El modelo no es atemporal, pertenece al presente y podrá refutarse, más por el momento es el único instrumento que permite esta traducción.viii De esta manera, la teoría de la historia y la historiografía tiene otra relación de dependencia. La primera de la posibilidad de comparar esos paradigmas y la segunda muestra los paradigmas en su particularidad.
Danto ofrece una fundamentación de la historia puesto que refuta los argumentos escépticos. El autor responde a tres argumentos escépticos: el del significado, el de la referencia y el del valor de verdad que puede tener la historia. El argumento del significado dice que toda oración que afirma algo sobre el pasado, carece de sentido porque habla de algo que ya no existe, y esta forma de afirmación no puede ser verificada. A este argumento Danto contesta que el sentido de una oración no depende de su verificación. El sentido no radica en aquello de lo que habla, sino en la manera en que habla de aquello. Por eso una oración que afirme algo sobre el pasado, tendrá sentido si entendemos la relación temporal y espacial que propone. Aquí tiene lugar el segundo argumento escéptico, acerca de la referencia, el cual sostiene que quizá no existe el pasado del que habla esa oración. Danto contesta a éste, mostrando que el uso del lenguaje implica suponer el pasado. Hay ciertas palabras que son huellas de algo que ocurrió en el pasado. El ejemplo que presenta es el de “cicatriz” que hace 4
referencia a un acontecimiento que ocurrió en el pasado con el que existe una relación causal. Por último, respecto al argumento sobre el valor de la verdad que puede tener la historia, el autor señala el hecho de que el historiador siempre distorsiona subjetivamente la realidad objetiva. El argumento dice que éste es un hecho porque quien no tiene actitudes no es ser humano, el historiador es un ser humano y por consiguiente no puede hacer afirmaciones objetivas sobre el pasado. Toda oración histórica, como consecuencia de factores personales, es una distorsión y no puede sostenerse con la verdadera. A este argumento, Danto contesta si es un hecho, entonces toda forma de verdad está sujeta a esta distorsión, de tal manera que la verdad consideraría tal distorsión, como algo inherente a ella.xi Con estas refutaciones de los argumentos escépticos, puede comprenderse que Danto a la historia en la posibilidad de que el lenguaje sea el conocimiento del mundo. La historia, como cualquier ciencia, parte de un previo conocimiento del mundo, por participar ya del lenguaje. El escéptico comparte este preconocimiento porque comparte el lenguaje. La posibilidad de que el escéptico formule estos argumentos está en este preconocimiento. Danto sólo fundamenta el conocimiento histórico, no dice que siempre sea verdadero o falso, sino que gracias a este fundamento puede ser verdadero o falso un conocimiento.
Michelet, Ranke, Tocqueville y Butckhardt. Y no podría dejar de mostrar la constelación en la que aparecen estas obras: los filósofos de la historia como Hegel, Marx, Nietzsche y Croce. La atención en la verificación puede verse en lo que él considera la pretensión de una representación realista por medio de los modos en que traman sus relatos los historiadores. Esta reconstrucción no puede carecer de un modelo, que él mismo construye, en donde marca una frontera con límites más cercanos a la literatura y más lejanos de la ciencia. Una cita de Metahistoria –en donde el propio Hayden White explica sus propósitos- mostrará su interés por reconstruir la concepción de verificación y delimitarla en la época en que esta historia fue hecha. Me parecía que cualquier intento de presentar una historia de la escritura histórica en el siglo XIX tenía que empezar con una consideración de los documentos primarios que conciernen a tal tema, que eran los escritos realmente producidos por parte de los historiadores y los filósofos de la historia, y que
ajustaban al canon de los clásicos reconocidos del pensamiento sobre la historia del siglo XIX. Pues que primero había decidido abordar la escritura histórica como discurso escrito, puesto que ésta era la forma manifiesta en la cual este canon se mostraba a sí mismo a la percepción, sentí que necesitaba una teoría acerca del discurso escrito, que me permitiera problematizar la idea –lanzada a la circulación por los historiadores- de que la historia aspira a nada más que decir la verdad acerca del pasado, toda verdad si fuera posible, y nada más que la verdad al menos […]La noción del tipo de verdad producto de la investigación histórica, sin embargo, resulta problemático. Durante el siglo XIX los historiadores, en su deseo de ser objetivos, científicos, o al menos “realistas”, habían tendido a definir la escritura histórica en oposición a la “novela”, al “romance” o, en términos más generales, a la xiii “narrativa”.
La posibilidad de que la historia exprese su conocimiento, según él, sólo puede encontrarse en oraciones narrativas. Éstas pueden explicar, porque refieren dos acontecimientos por lo menos separados en el tiempo y describen el primero. La relación que guardan estos dos acontecimientos es causal, en tanto que el cumplimiento del segundo es la condición para afirmar que el primero es la causa de este segundo. La forma en que puede verificarse esta oración narrativa es en cuanto al contenido y a su forma. En relación con su forma, puede verificarse como un argumento causal, cuando el historiador se ubica en el futuro de estos dos acontecimientos. Con respecto al contenido, puede verificarse por medio de las fuentes que corroboran los datos empleados.xii
5. Epílogo
Las relaciones y distinciones que he expuesto encuentran su sustento en un análisis de los propósitos, actividades y procedimientos. Por ello, no tendría sentido enunciar una conclusión, puesto que el resultado se ha venido tejiendo paso a paso. De acuerdo con los distintos aspectos analizados, han ido revelándose distintas formas de
Hayden White recosntruye la maneras en que se ha hecho la historia en el siglo XIX. Muestra sus obras: 5
relación y distinción. La validez de lo aquí afirmado depende de los argumentos ofrecidos en cada uno de estos pasos.
conocimiento científico. Estas condiciones son las creencias compartidas que hacen posible la práctica científica. Cfr. Hilary Putnam, Lo analítico y lo sintético, trad. de Martha Gorostiza, México, UNAM, 1983. vi Con esto hago referencia a las características que mostró Arthur Danto con las “oraciones narrativas”. Única manera en que la historia puede explicar los acontecimientos del pasado. La característica más general de estas oraciones narrativas es que hablan de dos acontecimientos por lo menos separados en le tiempo, en donde por medio del segundo se hace referencia al primero. El primer acontecimiento (pasado) puede explicarse porque el segundo acontecimiento (futuro del pasado) ya ocurrió y constituye la condición para poder afirmar que el primero es la causa del segundo. Cfr. Arthur Danto, op. cit. p. 15. Del capítulo que cito aquí hay traducción en Historia y narración. Ensayos de filosofía analítica de la historia, trad. de Eduardo Bustos, Barcelona; Paidós, 1989, p.51. vii Para el concepto de paradigma, cfr. Thomas Kuhn, La trad. de Agustín escritura de las revoluciones científicas, Contín, México, FCE, 1971, la “Posada”, 1969. viii Con esta tesis que sostiene la posibilidad de traducir los paradigmas desde un modelo, tomo posición en la discusión que se origina acerca de si es posible o no esta traducción. Comparto la de Hilary Putnam en Razón, verdad e historia, trad. de José Miguel Esteban Cloquell, Madrid, Tecnos, pp. 118-24. existe contestación de Khun: “Conmensurabilidad, comparabilidad y comunicabilidad”, en ¿Qué son las revoluciones científicas? y otros ensayos, trad. de José Romo Feito, Barcelona, Paidós, 1989, pp. 95-135. ix Arthur Danto, op.cit. Advierto que no creo que toda fundamentación tenga que tener como núcleo la verdad (como en el caso de Danto), por eso he formulado la tarea de la fundamentación como la justificación de un centro de creencias o la legitimación de las pretensiones de validez. Un ejemplo de fundamentación que no tiene núcleo en la verdad es la que hace Michael de Certau. Él la fundamenta en la institución que está constituida por la comunidad de historiadores. Éstos comparten un código de honor y se encargarán de su cumplimiento. Desde la institución está marcada la frontera entre las ciencias y lo que no es. No cabe la posibilidad de confusión porque la propia institución determina qué es historia y qué no lo es. La verificación para de Certau no corresponde con criterios de verdad, sino de pertinencia; esto es, la importancia de intervenir en situaciones determinadas. Por eso, para él lo importante son el momento y el lugar en que es dicho. El objetivo de la historia es la política. Debe falsear los modelos que las ciencias proponen en beneficio de la humanidad. Esta falsificación se realiza mostrando el pasado como lo no contemplado por el modelo. Cfr. Michael de Certau, La escritura de la historia, trad. de Jorge Moctezuma, 2sa. ed. trad. revisada, México, UIA-Departamento de Historia, 1993, cap. II. x Hyden White, Metahistoria. La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX, trad. de Stella Mastrangelo, México, FCE, 1992. xi Arthur Danto, op. cit. pp. 27-112.
Referencias bibliográficas i
Cfr. John Losee, Filosofía de la ciencia e investigación histórica,
trad. de Humberto Marraud González, Madrid, Alianza Universidad, 1989. Estany Anna, Introducción a la filosofía de la ciencia, Barcelona, Critica, 1993. ii Dicha distinción tiene su fuente en el planteamiento que hace Immanuel Kant en la “Tercera antinomia”. En ella presenta el argumento de libertad y el argumento del determinismo como excluyentes, pero siendo verdaderos los dos. La razón de esto se encuentra en que cada uno parte de intereses distintos. Cfr. Immanuel Kant, Crítica de la razón pura, t rad. Pedro Ribas, Madrid, Alfaguara, 1978, pp. 407-12. Ejemplos en la actualidad de esta distinción y su aplicación puede encontrarse, en el caso de la filosofía de la ciencia e historia de la ciencia, en Thomas Kuhn, La tensión esencial. Estudios selectos sobre la tradición y el cambio en el ámbito de la ciencia, trad. de Roberto Helier, México, FCE, 1982, pp. 40-55. O en el caso de la epistemología y la ética, en cuanto a la subjetividad y objetividad, en Thomas Naagel, La muerte en cuestión. Ensayos sobre la vida humana, trad. de Carlos Valdés, México, FCE, 1981, pp. 299-325. Por último, en cuanto a la filosofía de la mente, según las explicaciones de actos mentales de manera causal o intencional, en Donald Davison, Filosofía de la epistemología, trad. de Miguel Candel, Anthropos, 1994, pp. 1-63. iii Para la distinción entre fundamentación y verificación: cfr. Karl-Otto, Apel, “El problema de la fundamentación última filosófica a la luz de una pragmática trascendental del lenguaje (Ensayo de una metacrítica del racionalismo crítico)” trad. de Bernabé Navarro, en Diccionario. Anuario de Filosofía, 1975, año XXI, núm. 21. iv Hay que advertir que la posición del escéptico es una tercera y previa a la que existe frente al decidir si algo es verdad, porque ésta sólo permite dos opciones: creer que es verdadero o creer que el falso. El escéptico simplemente deja de creer o, dicho de otra manera, suspende su juicio. Cfr. Arthur Danto, Analytical Philosophy of History, Cambridge, Cambridge, 1965, p. 291, n.3. v El que la fundamentación pueda dar argumentos, queda enmarcada en la discusión, si es posible seguir manteniendo la distinción de lo analítico, como verdades universales y necesarias, y de lo sintético como verdades empíricas que siempre pueden ser falseadas. Aquí sigo la posición de Hilary Putnam, quien sostiene que puede seguirse manteniendo esta distinción, si por analítico sólo se entiende un centro de creencias (podrán ser refutadas y cambiar) que no se cuestionan en función de la practica científica. Por tanto, empleo el concepto de necesidad como el peso que valida el argumento de la fundamentación, para mostrar las condiciones de posibilidad del conocimiento científico. El peso que lo valida es que no podrían negarse estas condiciones sin caer en contradicción, porque entonces no sería posible el
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Ibid. pp. 112-43 (hay trad. al español de este cap. en op. cit. pp. 53-155). xiii Hayden White, “Respuesta a las cuatro preguntas del profesos Chartier”, trad. de Alejandro Pescador, en Historia y Grafía, núm. 4, año 2, 1995, pp. 324-5.
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