Bobbio ENSAYOS SOBRE EL FASCISMO: Introducción: Luis Rossi Los artículos de Bobbio sobre Fascismo fueron redactados entre 1964 y 1975. Aplica una metodología analítico-histórica, reconstruyendo reconstruyendo el concepto “fascismo” a partir de las oposiciones oposiciones en las que se encuentra incluido, así como del examen del fenómeno a partir del proceso por el que se convierte en un régimen, su realización histórico-institucional concreta. Subraya a su vez que Bobbio, en sus textos sobre el fascismo adoptó la perspectiva del antifascismo. Los ensayos de Bobbio sobre el fascismo se centran en tres aspectos: a)los procesos institucionales del Estado italiano que que posib posibililititaro aronn que que Mussol Mussolini ini establ estableci eciera era un poder poder omním omnímodo odo,, b) las las fuent fuentes es ideol ideológ ógic icas as del del fasci fascism smoo y las las características de esa ideología y c) el tipo de cultura propia del fascismo. En el análisis de las instituciones Bobbio examina la continuidad de parte del sistema político previo con el fascismo, permitiéndole actuar por omisión , lo que posibilitó el ascenso al poder de Mussolini. Destaca el papel central y la responsabilidad ineludible del rey Victor Manuel III. Bobbio afirma que el largo y trabajoso proceso que tiene lugar desde la unificación en 1861 y por el cual el estatuto albertino se fue interpretando en un sentido cada vez más liberal, de modo que permitiera el establecimiento de una democracia moderna, fue cortado de cuajo por la violencia fascista. Itali Italiaa tenia tenia un gobierno gobierno parlament parlamentari ario, o, libera liberall y democrát democrático ico.. El fascis fascismo mo le impuso impuso en pocos pocos años un gobiern gobiernoo antiparlamentario, antiliberal y antidemocrático. La identificación identificación entre estado y partido en la Italia fascista fascista no alcanzó el grado al que llegó en la Alemania nazi. En Italia, dos instituciones tradicionales, la Iglesia católica y la monarquía, fueron controladas y en parte fascistizadas, pero continuaron existiendo con la fuerza de una tradición. Bobbio caracteriza a la ideología fascista como una ¨ideologia negativa¨, basada ante todo en rechazos. Los mismos dirigentes fascistas siempre insistieron en el carácter antiideológico del movimiento y en el primado de la acción frente a las construcciones doctrinarias. Esta exaltación de la acción por si misma tiene una traducción practica que es la violencia, la cual en el fascismo es inseparable de la acción. Bobbio se niega a considerar que el fascismo haya sido una revolución, lo que hoy es una línea de investigación importante en la historiografía. En la afirmación del primado de la política por sobre la economía y de la subordinación de los intereses económicos a los del Estado, Bobbio señala que los grupos heterogéneos que confluyen en el fascismo son aquellos genéricamente marginados. Las exigencias de orden económico son muy diferentes si se hacen en nombre de los pequeños propietarios agrícolas, del artesanado o de la pequeña burguesía urbana. El único rasgo que las uniría es la exigencia de intervención estatal en la economía. Bobbio advierte que el tipo de cambios que el fascismo provocó en la vida italiana solo puede ser considerado como contrarrevolucionario, contrarrevolucionario, pues se trataba de una revolución negativa, porque se oponía a los cambios de la sociedad italiana en su camino a la modernización y porque se levantaba lev antaba como una respuesta a otra revolución. Podría decirse que la fuente principal de la ideología fascista es Francia, aunque Italia haya sido el primer país donde ella fue convertida en una praxis política. La crisis derivada de la primera guerra mundial pierde importancia en su relato frente al carácter ideológico de esta rebelión contra la modernidad. La guerra desencadena un proceso que en el plano de las ideas había comenzado unos 30 años antes. La oposición del fascismo a la democracia democracia es también también su oposición oposición a ese proceso de expansión expansión del juego político. político. Por lo tanto, ¿Permitió el fascismo la inclusión de las masas en la política? El fascismo permite una integración de las masas a la política, pero ella solo podrá tener lugar bajo las condiciones que el fascismo impone autoritariamente. Esa es la forma en que se la alcanza en sociedades que están experimentando su pasaje a la industrialización.
Bobbio resalta la transformación del fascismo a lo largo de su periplo histórico, dividiendo sus 20 años en dos mitades . La primera dominada por los grupos que exigen orden y donde se presenta el aspecto más conservador del régimen. A medida que el fascismo se fue estabilizando , aparecieron intentos de sistematizar una doctrina. Los fascistas de orden hacen hincapié en la estabilidad y la teoría gentiliana del ¨estado ético¨ no deja de tener una racionalidad política de la que carecen por completo los fascistas extremistas, obnubilados con la afirmación de la nación y su expansión imperialista, antes que con la del Estado. El predominio de los fascistas de orden se resquebraja hacia 19321933. La transformación y radicalización del fascismo durante la década del ´30 se corresponde con las diferentes ideas filosófico-políticas que animaban a estos grupos. El realismo político de Bobbio está en la base de esta diferencia entre el ¨fascismo de orden¨ y el ¨fascismo extremista¨ y ¨veleidoso¨, donde los primeros fueron los realistas del régimen, los políticos; y los segundos fueron los idealistas, los agitadores. La culminación del proceso de conquista del Estado y la sociedad por parte del fascismo se alcanza en 1929 con la firma de los acuerdos de Letran con el Vaticano. Como sistema totalitario, la investigación historiográfica ha restituido este carácter a la dictadura fascista italiana e incluso la ha utilizado como fuente para definir varios de los rasgos esenciales del fascismo como concepto ideal-típico. Los desacuerdos con la historiografía actual no son tan vigorosos, ya que también en la investigación contemporánea se insiste en la centralidad del antisocialismo y del antiliberalismo de la ideología del fascismo. Ambas partes coinciden en que el fascismo italiano se presentó a sí mismo como antiideologico. La investigación historiográfica no niega ese aspecto puramente negativo de la ideología fascista, pero trata de insertarlo dentro del marco de sentido que da la afirmación de la nación y del Estado nuevo, proceso cuya significación resulta disruptiva y revolucionaria en la sociedad. Carácter, por el contrario, que Bobbio nunca atribuiría al fascismo, insistiendo en la pura negatividad de las ideas que lo movilizan. La diferencia más importante está en el énfasis dado en la historiografía actual al estudio de la mitología fascista. Si el fascismo tuvo una cultura, la respuesta de Bobbio es negativa: una cultura fascista, en el doble sentido de hecha por fascistas o de contenido fascista, no existió nunca. Señala que los núcleos más dinámicos de la cultura italiana en ese momento eran exteriores al fascismo. En esta línea de analisis, Bobbio subraya que, sin aportar ninguna novedad verdadera en el campo de las ideas, la ideología del fascismo es una combinación poco coherente de corrientes de pensamiento anteriores a él. Bobbio no niega que haya tradiciones de pensamiento como sus fuentes inspiradoras, e insiste en la doble genealogía de los orígenes ideológicos del fascismo italiano. Tampoco niega la existencia de una ¨mentalidad¨ típica del fascismo que caracteriza el clima espiritual de entreguerras. Pero todo ello no llega a constituir una cultura propiamente dicha, como creaciones reconocidas como valiosas. Por otra parte, subraya Bobbio, que el acontecimiento central que marca el inicio de una nueva época no es el fascismo, sino las consecuencias que su caída tiene en el plano de la cultura. Esta última se manifestaba en Italia en una concepción tradicionalista, dirigida hacia el pasado. Su discurso apelaba a la retórica, a la fe, al antimaterialismo. Bobbio adhiere a un concepto tradicional de la cultura como cultura alta o de elite, por ello insiste en que no hubo obras de cultura fascista propiamente dichas. Contrariamente, los historiadores que sostienen una mirada antropológico de lo cultural, consideran que el fascismo expone su visión del mundo bajo diversas formas. Finalmente Bobbio trata de mostrar que las corrientes vitales de la cultura italiana fueron anteriores al fascismo, ajenas a él o directamente sus opositoras. Para este autor el fascismo fue el agotamiento del país de la retórica, del provincianismo mental, que acabó por su propio encierro y sinrazón. Por debajo de la “Nación” adorada por los fascistas, había que descubrir el país real, con sus problemas reales y la única que podía hacerlo era la ¨Italia civil¨. Desde la perspectiva actual, aunque el fascismo y el antifascismo se alejen en el tiempo, la construcción de una Italia civil fue el resultado del triunfo antifascista, y eso es lo que Bobbio no se permitió olvidar. Fascismo y antifascismo
En el siguiente capitulo Bobbio analiza, por un lado 1) la naturaleza del fascismo y 2) su significado histórico. Permitiéndole a su vez, comprender mejor las razones morales, políticas e históricas del antifascismo. Cuatro interpretaciones principales sobre qué es el fascismo: 1) Interpretación de ¨derecha¨: ve al fascismo como un movimiento extraño a la historia de Italia, desarrollado en circunstancias excepcionales. Interpretación propia de los conservadores italianos, que no se opusieron a los primeros movimientos fascistas, recibieron a Mussolini y no se alejaron del régimen hasta la promulgación de las leyes excepcionales. 2) Interpretación radical : propia de la izquierda laica, democrática y no extrema. No ve al fascismo como un movimiento ocasional o esporádico, sino como el doloroso efecto de sus causas remotas. La manifestación visible de vicios con raíces en trastornos tradicionales y endémicos de la sociedad italiana. Así el fascismo, antidemocrático y antipopular era la continuación fatal y natural de la historia italiana, hecha de la servidumbre de muchos y de la prepotencia de unos pocos. 3) Interpretación de la izquierda: propia de los historiadores marxistas, interpretaban que el fascismo no era un movimiento ocasional ni un hecho nacional, sino un acontecimiento que debía ser visto dentro de la lucha de clases encendida en toda Europa luego de la formación de los partidos socialistas que alcanzó incandescencia tras el éxito de la revolución de octubre. El fascismo, según esta perspectiva, es la reacción violenta de la clase burguesa a la amenaza de la conquista del poder por las clases populares. El régimen fascista durante veinte años sirve para reprimir el incontenible ascenso de las masas populares. 4) Interpretación de Luigi Salvatoreli 1923: El fascismo no fue la reacción de la gran burguesía, sino de la pequeña, frustrada en sus aspiraciones por la crisis económica de la primera pos guerra, victima en el duelo entre la gran burguesía y el proletariado, particularmente sensible por la falta de ideales propios a la fácil idolatría de la potencia nacional. Fueron los desarraigados y los marginados provenientes de las clases medias quienes alimentaron las escuadras de acción fascista y desahogaron en ellas su odio reprimido y su resentimiento. Para Bobbio la interpretación clasista va al nudo de la cuestión. El fascismo como fenómeno histórico que tuvo lugar entre las dos guerras mundiales luego del éxito de la primera revolución socialista de la historia. Es la defensa a ultranza del orden social consolidado con la expansión de la economía capitalista después de la primera revolución industrial. El fascismo como categoría histórica es la antitesis del comunismo, como la única oposición posible. ¿Por qué si el desafío del socialismo era universal el fascismo surgió en la posguerra solo en Italia? Para Bobbio el fascismo surge ahí porque la democracia italiana era mas frágil que otras. Si la reacción violenta a la expansión del socialismo estaba en todas partes, tiene lugar en Italia porque era vulnerable. Sin embargo las circunstancias en las que surge el fascismo son verdaderamente excepcionales: teniendo en cuenta la situación anormal, atormentadísima y contradictoria propia de los años que van de 1919 a 1922. Dos circunstancias excepcionales merecen señalarse: 1) El desafío del movimiento obrero: desde 1917 se había convertido en una dura realidad. Para los gobiernos burgueses el socialismo ya no era un fantasma, sino un poder real. Los enemigos de clase ya no eran sólo un partido, sino que se habían convertido en un Estado. Para las clases propietarias el peligro de la revolución proletaria era grave y urgente. Debía responderse con una contrarrevolución. 2) La poca solidez de la democracia italiana: en aquellos años la democracia atravesaba una crisis que la había debilitado aún más. Con las elecciones de 1919, celebradas por 1º vez con el sistema de representación proporcional el primer partido italiano nacido fuera del parlamento, el Partido Socialista, había obtenido la mayoría relativa. Luego seguía el Partido Popular. Así los partidos gubernativos habían sido derrotados completamente. De esta manera un parlamento nuevo continuó siendo gobernado por hombres viejos y con viejos métodos, el resultado fue esa inestabilidad crónica. En conclusión, la conquista del poder por parte del fascismo fue el resultado de una fecunda alianza entre precisos intereses de clase y turbios ideales, favorecidos por la crisis moral, social y económica que atravesaba un país por larga tradición más acostumbrado a la opresión que a la libertad. Finalmente Bobbio señala que en el fascismo como fenómeno histórico complejo, confluyeron dos movimientos de la vida política italiana. Incluso llega a señalar la existencia de ¨dos fascismos¨, uno conservador y otro extremista, donde el segundo quería un orden nuevo, mientras el primero buscaba pura y simplemente el orden.
Los fascistas extremistas exigían al fascismo que fuera una revolución, que crearan un nuevo Estado; los otros aspiraban a la instauración de un Estado autoritario. La revolución a la que aludían los extremistas no se inspiraba en una ideología o programa: el nacionalismo no era así un programa de política interna, sino de política internacional. Era más bien una excitación de los sentimientos. Estos dos movimientos pudieron confluir el uno con el otro porque compartían el odio por la democracia. Así el fascismo fue el canal colector de todas las corrientes antidemocráticas. Para evitar el estado socialista era necesario detener el proceso de democratización gradual. La democracia se consideraba una mala forma de gobierno, la degeneración de toda forma de gobierno. La democracia fruto de una concepción racional, positiva, científica, de la vida social, era despreciada por los extremistas que compartían una filosofía antinacional, antipositiva, anticientífica. Mientras los fascistas conservadores exaltaban el Estado, los fascistas extremistas promovieron la idea de nación como idea-guía. La matriz ideológica del fascismo revolucionario fue el nacionalismo. El Estado corporativo fue un medio para realizar el Estado como totalidad, esto es un Estado totalitario. Bobbio intenta dividir los veinte años fascistas en dos decenios y subraya un predominio del fascismo conservador en el primero y un fascismo extremista en el segundo. El edificio jurídico fue coronado en el décimo aniversario del fascismo con la promulgación del nuevo código penal, Código Rocco, donde el principio autoritario de la defensa del Estado contra el individuo fue sancionado. Finalizada la tarea del fascismo como represión, se inició una nueva fase del fascismo como aventura. Subraya Bobbio que el contraste entre las dos almas del fascismo fue fatal para la suerte del régimen. El fascismo de los calculadores terminaría matando al fascismo de los aventureros. La complejidad del fascismo explica la complejidad del antifascismo, que siempre debió combatir en dos frentes: la defensa de las libertades tradicionales contra el fascismo conservador y la defensa del movimiento obrero y del socialismo contra el fascismo extremista. Esto explica la pluralidad de movimientos en el seno antifascista. Para Bobbio, el fascismo no resolvió ninguno de los grandes problemas nacionales y la resistencia no logró crear un nuevo orden.