Miguel Ángel Tognini, un adolescente muy sociable, y su mejor amigo Guillermo Aslamim van a la misma escuela. El Banco Restive de la ciudad en la que habitan y al que los adolescentes concurren a agar las cuentas enviados or sus adres ha sido robado y estos dos j!venes deciden investigar el hecho or iniciativa roia. E"tra#os sucesos comien$an a resentarse, la grie de uno de los emleados del banco, un billete marcado aarece misteriosamente en la escuela y comien$an a ensar que el ladr!n se halla cerca de ellos. El sable del General %an Mart&n estar' involucrado.
Marcelo Birmajer
Un crimen secundario
Marcelo Birmajer
Un crimen secundario
T&tulo original( Un crimen secundario Marcelo Birmajer, )**+ lustraciones( Ra-ael %egura
ara /any y Edu, con quienes, cuando llegaba el verano, or la cantidad de materias que nos hab&amos llevado, dec&amos( 0Bueno, eme$aron las clases1.
Barbarroja y el caballero
%on las die$ y media de la ma#ana y estoy en la clase de -ranc2s. 3omo se dar'n cuenta, no resto la menor atenci!n. re-iero contarles lo que me vino ocurriendo estas 4ltimas semanas. En cualquier momento la ro-esora me har' una regunta y tendr2 que interrumir el relato, ero ustedes no lo van a notar( ienso asar estas hojas a m'quina y armar un te"to ininterrumido, con rinciio y -in. 5 tambi2n har&a -alta un roleg!meno. 6na e"licaci!n de or qu2 Aslamim me ayud! en este caso. ara eso voy a tener que hablarles un oco de la otra historia, de la grande, la de 7ulio 3esar, 8aole!n y %an Mart&n9 y, or suuesto, de Aslamim. Bien. Guillermo Aslamim, ): a#os, /8 );**<=;>, descendiente de musulmanes, a-ortunado y vago, es mi mejor amigo. %omos tan amigos que no comartimos casi ninguna a-ici!n. Aslamim, ?nos gusta a los dos llamarnos or el aellido@ huye del sacri-icio, detesta hacer deorte ?aunque suele ir a la cancha@ y no dedicar&a su tiemo a resolver una intriga olicial aunque le hubiesen robado un mill!n de d!lares. 5o no uedo vivir sin correr todas las ma#anas dos vueltas alrededor del arque 3entenario, no concibo un logro sin el sudor de mi -rente y suelo meterme en lo que no me imorta. Aslamim y yo ertenecemos claramente a dos gruos distintos. Aslamim es del gruo de los a-ortunados9 esa gente que, en el suermercado, siemre est' en la cola de los que avan$an m's r'ido. Aslamim tiene suerte con todas las chicas, cr2anlo, es as&. 3on todas. %i a ustedes les gusta una chica, tengan or seguro que a ella le gustar&a Aslamim. 3omo no uede salir con todas, algunas quedan ara el otro gruo, el m&o. ertene$co al gruo de los sacri-icados( los que acetan la tesis de que el hombre -ue e"ulsado del ara&so y, con mucho es-uer$o, uede volver de ve$ en cuando. ?ay chicas a las que les gusta este tio de gente. Tuve una novia llamada anesa que se acerc! a m& cuando se enter! que hab&a llegado tarde al colegio or batir mi roio r2cord en vueltas al arque 3entenario@. El lunes once de julio, en la clase de Historia, el ro-esor 6lises Ceuer nos cont! que en uno de los tantos siglos asados ?la ignorancia de siglo e"acto -ue uno de los motivos del triqui ?D@ que me saqu2 en la rueba@ los venecianos y los turcos estuvieron en guerra. a m'"ima autoridad de los venecianos era el /u", y la de los turcos el %ult'n. El m's grande guerrero turco era Barbarroja9 y si bien los venecianos ten&an su -lota de guerra, a quien m's tem&an los turcos era a los -abulosos guerreros de la Orden de Malta, originarios de una eque#a isla de iedra, cercana a %icilia, algo as& como el s2timo de caballer&a del
mar, del lado de los euroeos. Aclaro que casi toda Euroa estaba en guerra con el slam en aquel ignoto siglo, ero ni bien Aslamim y quien les escribe escuchamos lo de venecianos y turcos, nos ersoni-icamos. orque, arovecho ara resentarme, mi nombre es Miguel Ángel Tognini, soy descendiente de italianos, y de todas las ciudades que no cono$co, re-iero enecia. 3on Aslamim nos aburrimos oderosamente en la escuela, y nos estrujamos la cabe$a buscando -ormas de no erder todo el tiemo. El juego de ersoni-icaci!n hist!rica es uno de nuestros mejores inventos. 5 la clase de historia en cuesti!n era er-ecta ara alicarlo. A artir del )) de julio, las batallas navales -ueron entre Barbarroja y uno de los Caballeros de la Orden de Malta ?-&jense que mientras Aslamim, a-ortunado, era el gran Barbarroja, a m&, sacri-icado, me tocaba ser solo 0uno1 de los 3aballeros@. 5 un gran detalle, el m's imortante, era que los turcos tomaban risioneros venecianos y los hac&an esclavos, y viceversa. or tanto, con Aslamim coincidimos en que od&a divertirnos mucho estar cada uno una semana en el territorio del otro( siete d&as Barbarroja en enecia y siete d&as el 3aballero de la Frden de Malta en, or ejemlo, Argel.
/urante esa semana, al que le tocara ser risionero estar&a a las !rdenes del otro. a esclavitud consist&a en hacer todo lo que el otro quisiera, e"cetuando untos intocables aclarados de antemano. Aslamim no od&a edir que lo acoma#e a la cancha a ver a urac'n, el domingo, orque a esa hora tengo mi roio artido de -4tbol. 5 yo no le od&a edir que se hiciera la rata conmigo, orque con una -alta m's Aslamim quedaba libre. or lo dem's, cada uno oblig! al otro a reali$ar cosas -rancamente contrarias a los resectivos caracteres. Aslamim, or ejemlo, en el er&odo de su esclavitud, se vio obligado a ayudarme a resolver el caso del Robo en el Banco Restive.
El robo
E lunes ocho de julio, tres d&as antes de la decisiva clase de turcos y venecianos, uno de los t&tulos del diario Mañana in-ormaba( ROBAN EL BANCO RESTIVE
EL BOTÍN ALCANZA EL MLL!N "E "!LARE# EN $E#O#%
5 en letra m's chica( El robo se &rodu'o &or la noc(e% No (a) &istas de los autores% Los billetes est*n marcados%
%egu&a un listado de la numeraci!n de los billetes robados. 5o no soy de leer el diario, ero en Castellano tenemos una hora dedicada a su lectura, e incluso a escribir un comentario si una nota nos interesa. a noticia no me hubiese llamado la atenci!n de no ser orque 2se es el banco donde ago las cuentas atrasadas. Mi mam' y mi a' son de esas ersonas a las que se suele llamar bohemias, 2l es sic!logo y ella da clases de intura9 se acuerdan de agar la lu$, el gas y el agua cuando ya es tarde, y ah& estoy yo en el banco Restive, que cobra imuestos y tiene abierto hasta las ocho de la noche. Mi hermana nunca uede hacer la -ila y el tr'mite orque 0tiene que estudiar1. 3uando yo a4n no hab&a entrado en el secundario y mi hermana s& ?tiene diecis2is a#os@, se me consideraba con m's tiemo libre. Entrar el secundario no me ha salvado( adem's de estar realmente m's ocuado, siguen endilg'ndome los mandados orque ahora mi hermana 0ya est' ensando en la -acultad1. 8o quiero saber el tio de trabajos esados a los que me van a condenar cuando a mi hermana se le ocurra tener un hijo. /e todos modos, e"cetuando sus amistades y a-ectos, sus costumbres y su -orma de ser, mi hermana es la ersona m's interesante que cono$co. 3omarto con ella lo mismo que con Aslamim( nos gustan cosas distintas. ero coincidimos cien or cien en un vicio in-antil( nos -ascinan ciertos juegos electr!nicos. Ella es -an'tica del acMan y yo del G'laga9 de esto voy a hablar m's adelante. o imortante de este ca&tulo es e"licarles que desu2s de haber ido todos los meses al Banco Restive, hacer cola, hablar con la gente y los emleados, el robo
me imresion! como si hubiesen asaltado a un vecino querido. 5o no tengo ning4n vecino al que realmente quiera, ero suongo que alguno de ustedes s&, de modo que h'ganse a la idea y transm&tanlo. a nota del diario no in-ormaba mucho m's que el titular. 8o hab&a v&ctimas. Guard2 el recorte y me olvid2 del tema hasta el martes )+ de julio, -echa en que agu2 la boleta vencida de lu$. En el banco los emleados me conocen, si suieran reguntar algo m's que 0c!mo te trata el secundario1, creo que incluso odr&amos charlar. 6no solo de ellos, Antonio, era caa$, a veces, de reguntarme si le&a alg4n libro, ero como no lo hago, la conversaci!n se malograba. 6na ve$ me recomend! La M*+uina del Tiem&o, de . G. ells, ero yo ya hab&a visto la el&cula. Ese doce de julio hablar&amos de algo interesante. Mi comentario deb&a ser breve y conciso, orque la conversaci!n duraba tanto como el cortado, sellado y devoluci!n de la boleta. Ten&a un ar de minutos ara hacer la regunta del a#o. Mi -ila desembocaba en la ventanilla del medio, la del emleado Ra-ael9 a su derecha estaba Teresa, ero a su i$quierda, donde deb&a estar Antonio, hab&a otro emleado. /emor2 el momento lo m's que ude9 antes de meter la mano en el bolsillo ara sacar la boleta, regunt2( HIJu2 tal el roboK HBien, gracias Hme carg! Ra-ael. HI%e suo algo m'sK Hregunt2 entregando la boleta. H8ada, lo que sali! en el diario Hcort! la boleta Ra-ael. HI5 AntonioK Hregunt2. HEst' en-ermo. Grie Hcontest!, sellando y devolvi2ndome la boleta. 3uando me guardaba el recibo, a mis esaldas, escuch2 la vo$ de Ra-ael( 03!mo te trata el secundario1. %al& del Restive -rustrado. ab&a guardado la eseran$a de que alg4n dato m's, or m&nimo que -uese, me ser&a dado or mis amigos del banco. Iara qu2 serv&a soortar mes a mes la misma regunta, si no od&a lograr, or 4nica ve$, una insigni-icante resuestaK A Mois2s lo abandonaron sobre las aguas de un r&o, ero ese triste comien$o lo llev! a una aventura gloriosa. El Marco de "e los A&eninos a los Andes cru$a descal$o y sin rovisiones medio laneta, ero es un h2roe. 5o su-r&a y venc&a -ilas monumentales todos los meses, y no era m's que uno de 2sos que hacen -ilas todos los meses. 8o od&a creer que los emleados suieran solo lo que hab&a salido en el diario. Ten&a la certe$a, adem's, de que Antonio s& habr&a soltado in-ormaci!n. Muy oca, seguramente, y qui$'s con una condici!n, es decir, me habr&a contestado( 0%&, s2 que los ladrones eran tres, ero or qu2, si tanto te interesa el tema de los robos, no lees esa novela queL1, ero lo hubiera hecho.
El banco queda justo en Bartolom2 Mitre y Esmeralda, sobre Bartolom2 Mitre. As& que imag&nenme caminando or Esmeralda hacia /iagonal 8orte, con las manos en los bolsillos, comletamente dececionado y re-un-u#ando. nsultando mi suerte camino al obelisco, regunt'ndome si alguna ve$ los emleados del Restive me hab&an tenido realmente en cuenta, si no me hab&a aresurado a cali-icar de amigable esa relaci!n. %i incluso Antonio no le recomendar&a libros a todo el mundo, 5 que tal ve$ Aslamim no me consideraba a m& su mejor amigo9 y que muy osiblemente mis adres re-er&an a mi hermana, uesto que me sacaban de casa con la e"cusa de los mandados, y mi hermana misma no od&a quererme y querer tambi2n a los batracios de sus amigos, dos no cab&amos en su cora$!n, y yo quedaba a-uera. %on ensamientos que se re4nen a veces en mi cabe$a, en esecial un viernes a la noche cuando luego de un largo tiemo de -ila a leno -r&o no se me contesta una miserable regunta. /e todos modos, aunque les cueste creerlo, en esos momentos, cuando su-ro el s&ndrome de 0nadie me quiere1, se me ocurren las mejores ideas. 8o tengo la e"licaci!n a este -en!meno. En esta ocasi!n lane2 decirle a la ro-esora de Castellano que deseaba escribir una comosici!n sobre el robo al Restive y reguntarle si me od&a conseguir una autori$aci!n ara hablar con el gerente. %i ustedes tienen entre ): y ); a#os, les voy a contar un secreto de mucha ayuda( en la secundaria, basta con -ingir que a uno le interesa una materia ara que se le abran innumerables uercas. odes sacar muchos die$ en, or ejemlo, ,eo-ra./a9 ero el ro-esor realmente te va a amar cuando en la clase sobre la Mesootamia, regunt2s( 0I5 no odr&a recomendarme alg4n libro que hable esec&-icamente de este temaK, orque el manual le dedica un solo ca&tulo, y a m& todo lo que sea Mesootamia me -ascina1. Juien tenga el tu2 de mentir tan descaradamente, ver' como al ro-esor le brillan los ojos, interrume la clase y acerc'ndose con asi!n al uitre del osado, anota en un ael toda la bibliogra-&a al resecto, le recomienda bibliotecas y se one a su disosici!n. 3on dos a#os de secundario uedo asegurarles que no hay e"ceciones a esta ley. 8o hay ro-esor que se resista. or alg4n motivo, las reguntas que e"ceden el rograma los entusiasman hasta el delirio. Cue as& que al d&a siguiente a mi visita al banco, )D de julio, mani-est2 mis deseos a la ro-esora de Castellano y la misma, se#ora Achaga de Tiraboqui, so-ocado el asombro, removi! cielo y tierra ara conseguirme la entrevista con ese gordito de anteojos que result! ser el sim'tico gerente del banco Restive.
a charla con el gerente
a charla con el gerente se rodujo el lunes )< de julio or la noche. 3omo dije, el gerente re$umaba simat&a, o, ara ser m's e"actos, cortes&a. Rearo en su asecto -&sico orque se ajustaba lenamente a su car'cter. /ecir -laco o gordo, no de-ine. ay tio de -lacos y tios de gordos. %2 que estoy clasi-icando con un e"ceso de rigide$ ero creo, y lo lamento, que la humanidad se comone de una serie de estereotios sin demasiadas variantes. ay -lacos como el actor c!mico Trist'n que son, decididamente, m's rid&culos que el gordo orcel. ay gordos como Bud %encer, el temible coma#ero de Tr/niti, a quien uno elegir&a como h2roe antes que a mil estili$ados adonis. ero re-iero seguir mi disquisici!n con el conte"to que se#ala el t&tulo de este ca&tulo. a charla con un gordito tan sim'tico como el que les he descrito tiene que haber sido, como estar'n imaginando, gordita y sim'tica, vale decir, in4til. 5 a grandes rasgos as& -ue. ero los gorditos sim'ticos de las caracter&sticas de nuestro ersonaje tienen una gran virtud( se equivocan. %i actuaran correctamente todo el tiemo, nadie les dirigir&a la alabra, ero cuando sin querer hacen algo indebido, nos rovocan risa o lacer y da ganas de volver a verlos. 8o s!lo los ro-esores se hinchan de -elicidad cuando uno se interesa en su materia, tambi2n los je-es de museos, -'bricas y bancos son caaces de hablarnos durante horas de la roiedad o el lugar a su cargo. El gerente, de nombre y aellido Fsvaldo orta, hi$o caso omiso de mi regunta sobre el robo y me alic! una esada erorata acerca de que ese banco e"ist&a desde la 2oca de la colonia, las aredes estaban hechas con material tra&do de Esa#a y 2l estaba orgulloso de ser el gerente de un banco con semejante historia y restigio, m's a4n, 0de que un escolar est2 disuesto a lasmar en su hoja de careta la trayectoria de un banco l&der y la imronta de un an!nimo servidor del camo de las -inan$as1. Antes de que iniciara un discurso sobre la historia de sus anteasados, le record2 el motivo de mi visita( HBueno, ero del robo, Iqu2 m's me uede decirK Hey! lo que sali! en el diario InoK Hdijo sin tutearmeH. Bueno, eso es todo. HI5 de Antonio, sabe algoK HIAntonioK Hregunt! sorrendido. HAntonio, no s2 el aellido, el emleado. Me dijeron que estaba en-ermo. HAh, s&, una gastroenteritis. %e est' mejorando. 5 as&, m's o menos, termin! la conversaci!n. a equivocaci!n del gerente, en-ermar
a Antonio de gastroenteritis, cuando Ra-ael lo hab&a en-ermado de grie, me dio qu2 ensar. /ecir gastroenteritis y grie, no es lo mismo que decir -iebre y grie. Ciebre, res-r&o y grie, es todo lo mismo. ero gastroenteritis tiene otro nivel, nadie la uede usar de sin!nimo de grie. or tanto, otra ve$ -ui caminando or Esmeralda hasta /iagonal 8orte, con las manos en los bolsillos ensando que el gerente o Ra-ael, o los dos, hab&an mentido. Jui$'s Antonio no estuviese en-ermo. /e todos modos, no -ue esta sim'tica trastabillada del gerente la que me lan$! de lleno a la investigaci!n de este crimen secundario.
El detalle que -altaba
Al d&a siguiente de mi charla con el se#or orta, mientras corr&a or el arque 3entenario, a eso de las siete de la ma#ana, ens2( 0Ahora viene la eor arte, escribir la comosici!n1. or lo general, cuando corro, arreglo el mundo. Es otro de mis estados de mayor lucide$, encuentro ideas resolutivas. 8o s2 si es algo ligado al o"&geno y su mejor llegada al cerebro cuando uno se agita. As& y todo, corriendo, no se me ocurr&a una sola alabra ara la comosici!n. %olo ensaba( la comosici!n es la eor arte. IJu2 od&a decir( que el gerente era gordo, que las aredes eran coloniales, que Antonio se en-ermaba de a dos males or ve$K 8ada, no ten&a material ni ideas. olv& a mi casa ara ba#arme y desayunar antes de salir ara el colegio. Mi a' ya se iba, le ed& lata. 8o ten&a cambio. Me dej! un billete inmenso, de cincuenta esos, me idi! or -avor que gastara como siemre y le reintegrara todo el vuelto. Mi hermana ya estaba terminando el ca-2 con leche y od&amos salir juntos. e gritamos chau a mam', que no od&a moverse del atelier, y cada cual tom! su colectivo. En el viaje tamoco se me ocurri! nada. Ese mismo d&a terminaba una semana bajo las !rdenes de Aslamim y cambiaban los roles. En su 4ltimo d&a de amo semanal, Aslamim se ort! bien. %olo me idi! que hiciera de cadete( comrarle un sandich, conseguirle cigarrillos, avisarle cu'nto -altaba ara que sonara el timbre, cosas as&. En el recreo revio a la clase de castellano, Aslamim me idi! que le comrara una gaseosa. Antes deb&a asar a buscar la lata ?orque agaba 2l@ guardada en su saco, en el aula. ara no ir hasta el aula, dije que le restaba la lata y -ui a comr'rsela, gnacio, el cincuent!n que atiende el bu--ette, agarr! mi billete de un mont!n de lata, lo meti! en la caja registradora, y me dio la gaseosa. /esu2s volvi! a la caja y busc! el vuelto. Busc! y busc!, no ten&a cambio. HTengo tres billetes como el tuyo, y con los m's chicos no llego al vuelto. Toma H dijo devolvi2ndome el billeteH me la agas ma#ana. lev2 la gaseosa a Aslamim y le dije( HTom'. Ma#ana le ten2s que agar. %on! el timbre. HIor qu2K Hregunt!. Hgnacio no ten&a cambio. H8o vale que ague yo HdijoH. Nsta era una renda que te tocaba a vos. Anda a
buscar cambio a mi saco y 'gale. HAhora no uedo HdijeH. /esu2s del timbre, se cierra el bu--ette. Ma#ana te toca estar en enecia, ten2s que agarle vos. H8o Hdijo. /iscutimos. 8o nos on&amos de acuerdo acerca de qu2 dec&a nuestro trato en casos como 2ste. Al entrar el aula susendimos la elea, ero no la terminamos. e ed& a la ro-esora el tiemo de la clase ara escribirla comosici!n. %aqu2 el recorte de diario de mi mochila e intent2 escribir algo. Miraba y miraba el recorte, sin ideas. Recorr&a la escueta noticia y las aburridas numeraciones de los billetes, y mi cabe$a estaba vac&a. a vo0 enojada, susurrante, de Aslamim, detr's de mi banco, dijo( H8o te creo lo del cambio, no quer2s cumlir. A ver, mostrame el billete. %aqu2 el billete y lo use sobre el banco. Aslamim call!. 8ot2 que el billete estaba arrugado, viejo, no era el que me hab&a dado mi a'. gnacio me hab&a dado uno de los de su caja registradora. Mir2 otra ve$ el billete. Estaba desconcentrado. Me obligu2 a mirar el recorte. ogr2 ensar un rato en la comosici!n y la vista se me -ue hacia el billete. ba a guardarme el billete cuando un 4ltimo vista$o al recorte hi$o que no udiera ver m's nada. %e me llenaron los ojos de l'grimas y emec2 a toser como un deseserado. Antes de que la ro-esora me reguntara si estaba bien, mientras tos&a, ya ten&a ensado no decir una alabra. a numeraci!n del billete corresond&a a las ci-ras anotadas en el recorte del diario. ogr2 calmarme y escrib& de un tir!n una comosici!n estuid&sima sobre lo mal que estaba robar bancos con aredes coloniales.
El gran recreo
Termin! el d&a escolar y le dije a Aslamim que -u2ramos ara mi casa. En el camino no hablamos. 5o estaba del todo emocionado. Aslamim no entend&a mi silencio ero tamoco lo rom&a. legamos a casa. 8o hab&a nadie. 8os sentamos a la mesa del comedor. %in abrir la boca saqu2 el billete y el recorte y con una u#a le se#al2 las numeraciones coincidentes. Aslamim es un muchacho tranquilo, sabe que las cosas le van a salir bien, ero en esta ocasi!n, uedo asegurarlo, tembl!. Me mir! demudado y, m's que el billete robado, lo asust! mi sonrisa de su-iciencia. HBueno, vamos Hdijo Aslamim. HIAd!ndeK Hregunt2. HOA la olic&aP HdijoH es uno de los billetes robados. H%&, ya s2. HI/e d!nde lo sacasteK Hamos or artes Hdije. H%&, vamos Hdijo AslamimH. A la olic&a vamos. HEsc4chame, Aslamim Hdije, oni2ndole una mano en el hombroH, Ia vos te gusta la secundariaK H8o, sabes que no. HBueno, esc4chame, esc4chame bien. /esu2s de la secundaria viene la -acultad, que tamoco te va a gustar. 5 desu2s el trabajo, que te va a gustar menos. Ahora, or rimera ve$ en tu vida, se te aarece algo que no es el secundario ni la -acultad, ni el trabajo Oy vos se lo quer2s dar a la olic&aP Esto es un recreo en la vida, Aslamim, un gran recreo. H8o, no Hdijo AslamimH. A m& hay muchas cosas que me gustan( ir el domingo a ver a urac'n, salir con chicas, y m's. %i nos agarran con este billete, si no lo entregamos ya, odemos tener roblemas. Huede ser, uede ser HdijeH. ero vos ya ten2s un roblema( esta semana resid&s en enecia.
Aslamim qued! callado. %entimos una llave en la cerradura. Era mi hermana. Guard2 en la mochila el billete y el recorte. Mi hermana nos salud!. an a ensar que e"agero, ero creo que tambi2n ella gusta de Aslamim. 3ristina, as& se llama, acostumbra a tratar a mis amigos con toda cortes&a( les sirve la merienda o lo que sea como si -uese una madre, les regunta c!mo les va en la escuela y etc2tera. ero a Aslamim le habla oco y nada, y or lo general no le o-rece siquiera un t2. A veces, cuando est' 2l, se one una malla de baile, que solo usa cuando va a dan$a, y hace gimnasia en su ie$a con la uerta abierta. /esu2s se ba#a y canta, su vo$ se escucha clar&sima en el comedor. 5 lo m's raro, mi hermana, una ersona discreta, levanta el tubo del tel2-ono, disca hasta que encuentra una amiga y, delante de Aslamim y de m&, hace 4blica la abrumadora cantidad de chicos que se le acercaron, trataron de besarla y le o-recieron casamiento en la 4ltima semana. Aslamim, creo, la considera muy grande ara 2l. o cierto es que, como no conoce a 3ristina en su estado natural, tamoco se da or enterado de sus rare$as. 8o s2, en concreto, qu2 ensar' de ella. /elante de 3ristina, Aslamim me regunt!( HBueno, Iy qu2 vamos a hacerK Hor ahora, eserar Hdije, y agregu2 mirando de reojo a mi hermanaH( 5 callar. HIJuieren ir a los juegos electr!nicosK Hregunt! 3ristina. Me e"tra#! su invitaci!n delante de Aslamim, era un e"ceso de locuacidad. ero su naturalidad su-ri! un duro gole. H5o aso Hdijo AslamimH. 8o me gustan. 3ristina trat! de -ingir indi-erencia ante la deserci!n de Aslamim, ero su cara no la dej!. H5o s& quiero jugar Hdije, y a AslamimH( Ma#ana nos vemos en la escuela. HB'jame a abrir Hdijo AslamimH or si est' con llave. Hamos, 3ristina Hdije. HAcom'#alo Hdijo mi hermanaH. 5o me quiero cambiar. Baj2 en el ascensor con Aslamim. H8o me contestaste de d!nde sacaste el billete Hdijo. HJuiero que te atraiga el susenso. H5a estoy atraado Hdijo AslamimH. /ec&me.
HMe lo dio gnacio, creo que de casualidad. HIgnacioK Hse asombr! Aslamim. Huso mi billete en la caja registradora, no ten&a cambio y me devolvi! otro billete del mismo valor. Es todo lo que s2. HBueno Hdijo Aslamim abriendo la uerta de calleH. Es mucho ara m&. a seguimos ma#ana en la escuela. 8os desedimos. e toqu2 el timbre a 3ristina. Tard! unos cinco minutos m's, baj! con la misma roa. HI8o te cambiasteK Hregunt2, sabiendo que, robablemente, lo de cambiarse era una e"cusa ara no bajar con Aslamim luego del desaire del cautivo isl'mico. H%!lo la roa interior Hme contest!. 5 me dej! la cara rojo-ucsia. a casa de juegos electr!nicos se llama 1las(Bac2 . 3on 3ristina vamos siemre a esa orque es la 4nica del barrio que tiene el acMan y el G'laga. 1las(Bac2 , lamentablemente, tambi2n osee una barra de chicos no del todo decentes. Muchachos que no tienen nada que hacer en la vida y se juntan. Entre ellos hay uno que es el menos decente de todos. o llaman el 3uervo. magino que un d&a hicieron de 2l una momia envuelta en cuero negro y luego -ueron cortando bordeando ies, bra$os, cuero, ara que el vendaje tomara -orma de camera, antal!n, $aatos y dem's. 6sa la camera herm2ticamente cerrada, de modo que no se uede saber de qu2 tela es su remera. 3omo est' siemre, ya nos conocemos de vista y algo m's. Al 3uervo le gusta mi hermana. e gusta mucho. 3ada tanto trata de cambiar su cara de 3uervo y sus modales ara acercarse en calidad de ersona, y hablarle. 3reo que si mi hermana se lo idiera, el 3uervo se sacar&a su camera de cuero negro. Es m's, creo que hasta acetar&a que lo aodaran 0el ajarito1. A mi hermana no le gusta el 3uervo, ero me arece que s& le gusta lo mucho que gusta el 3uervo de ella. Es m's, creo que si invit! a Aslamim a 1las(Bac2 -ue ara que viera c!mo el 3uervo gustaba de ella. En el G'laga suelo anali$ar las cosas. As& como cuando corro en el arque imagino y resuelvo, en el G'laga anali$o. Es decir, ienso sin tratar de resolver.
gnacio no era el ladr!n, uesto que me hab&a dado sin inconvenientes la rueba del delito. El billete od&a haberle llegado or alg4n distribuidor de comestibles, or alg4n alumno, en -in, or mil lados. as2 a ensar que deb&a darle, esa misma noche, el vuelto a mi a'. 8o iba a entregarle el billete, y no ten&a la menor idea de d!nde sacar la lata. 5, ya dije, el G'laga no me estimula el aarato resolutivo. /e este roblema me sac! la vo$ del 3uervo. Estaba casi gritando. Gir2 y me destruyeron la segunda nave. a tercera la dej2, orque la vo$ alta del 3uervo estaba dirigida a mi hermana. Me acerqu2 al acMan donde 3ristina, sin haber eme$ado a jugar, le dec&a que no al 3uervo. El 3uervo, medianamente o-endido, le rogaba a los gritos a mi hermana que acetara las -ichas comradas ara ella. El 3uervo no ed&a nada a cambio, ero mi hermana consideraba un gran trabajo el acetarlas. 3ristina ignor! al 3uervo y se -ue ara otro juego. El 3uervo la sigui!. Entonces intervine. El 3uervo m's de una ve$ hab&a roto caras. eleaba s!lo, uno contra uno. a barra hac&a una ronda a su alrededor y lo ve&a elear. %ue de una ocasi!n en que un cao de la barra del Abasto lo tuvo contra la vereda y lo amena$aba con el u#o. 6no de la barra del 3uervo se meti! a de-ender a su je-e. El 3uervo se levant! y revent! a inas al de su roia barra, or meterse. ele! contra el del Abasto y volvi! a cobrar. Ahora yo lo estaba en-rentando. H3he, d2jala Hle dijeH. Juiere jugar sola. HI5 vos qui2n sosK HdijoH. IFtro mu#equito del acManK HJue la dejes, nada m's Hinsist&. HeroL ero Hdijo el 3uervo -ingiendo desconciertoH, Ior qu2 no nos in-ormas a todos a qui2n le ganasteK a barra hi$o silencio. 3ristina estaba or interceder. /etuve a mi hermana con una mano, sin tocarla, y dije al 3uervo( HA vos te uedo ganar, al G'laga. 5o sab&a que el 3uervo no me iba a reventar a inas, orque en ese caso mi hermana no le iba a hablar nunca m's en su vida, ni a4n cuando -uese un cuervo viejo y desa-inado, ni aunque se convirtiese en 'guila. %ab&a que le deb&a dar al 3uervo una osibilidad incruenta de humillarme, ara que acetara el desa-&o y dejara tranquila a mi hermana. %ab&a que el 3uervo era de la clase de imb2ciles a la que ertene$co yo( los que damos mucha imortancia a los desa-&os. HAl G'laga HdijoH. Mira qu2 bien. Entonces saqu2 mi inmenso billete de la mochila y se lo use delante de la cara( HAl G'laga HdijeH. %&, or esto. El 3uervo trag! saliva. 8o necesit! mirar el billete orque yo se lo sosten&a delante de los ojos. Mi hermana estaba or intentar otra ve$ una mediaci!n. ero la mir2 y le dije(
HEste mandado tambi2n lo voy a hacer yo. 8adie entendi! mi -rase, ero ella tuvo el buen tino de hacerme caso y se qued! quieta. HAl G'laga Hdijo el 3uervoH. Esera. abl! un segundo en vo$ baja con los de su barra, estaban comrobando si entre todos llegaban a juntar lata como ara tomarme la auesta. Hamos Hdijo el 3uervo. odr'n imaginarse que en ese momento la cantidad del billete me interesaba tanto como una moneda, yo me estaba jugando la mejor arte de mi vida. a barra hi$o un c&rculo alrededor nuestro. 3ristina se -ue a jugar al acMan. usimos dos -ichas y jug'bamos una nave cada uno. 3omenc2 yo, jugu2 como siemre, tranquilo, alcanc2 un buen untaje y me mataron la rimera nave. e toc! al 3uervo. 5o con-iaba en mi e"eriencia, en mis largas horas de estudio del G'laga, en saberme casi de memoria el recorrido de cada una de las navecitas agresoras. ero not2 algo( el 3uervo disaraba r'ido y no le imortaba nada. 8o le imortaba c!mo era el juego, casi no le restaba atenci!n, solo disaraba con una velocidad asombrosa, y le daba buenos resultados. Me suer! or un ar de untos y le mataron la rimera nave. 8uevamente mi juego tranquilo. Cijarme bien or d!nde ven&a cada navecita, lanear estrategias, -ijarme en qu2 e"acto lugar me conven&a colocar la nave. ice uno de mis mejores untajes antes de erder la segunda vida. El 3uervo tambi2n volvi! a lo suyo, estilo salvaje. a suma de los untos que hab&a hecho entre las dos naves le daba unos ocos or encima de los m&os. Me en-rent2 con mi 4ltima oortunidad. Agarr2 la alanca, use el dedo en el bot!n y, mientras mataba las rimeras navecitas, intu& que si jugaba como siemre el 3uervo me iba a ganar. %i me arriesgaba a hacer otra cosa od&a erder o ganar9 ero si hac&a lo de siemre iba a erder seguro. magin2 que estaba corriendo en el arque 3entenario. Aretaba el bot!n disarador como un deseserado y ensaba en otra cosa. as balas sal&an a la velocidad de la lu$, ero yo aenas rearaba en ellas. En un momento, incluso, mir2 a los ojos al 3uervo. 3uando volv& la vista a la m'quina, vi el untaje( sueraba todos mis records. El n4mero me asust! y erd& la 4ltima nave. Era el tercer turno del 3uervo. 8o quer&a verlo, tamoco que me mirara. nici! el combate, me levant2 y -ui al acMan donde jugaba 3ristina. Mi hermana continu! con su buen comortamiento y no dijo una alabra. 3uando regres2 a ver c!mo le hab&a ido al 3uervo, la barra estaba juntando la lata.
Me gust! ver c!mo iban saliendo billetes de distintos colores de los bolsillos de sus cameras de cuero negro. 5a ten&a el vuelto ara mi a'. En el camino de regreso, con 3ristina, a casa, me regunt2 si or ah& alg4n cataclismo estelar no habr&a hecho que asara a -ormar arte de los a-ortunados, ero me contest2 que no. /urante el rimer recreo de la ma#ana escolar del +Q de julio tuve la rimera conversaci!n imortante con Aslamim resecto al caso Restive. a tarde del d&a anterior hab&a derrotado al 3uervo y me sent&a esecialmente rearado ara vivir situaciones e"traordinarias y e"traordinariamente usil'nime or hallarme con mi uni-orme en el medio de un atio en el que brotaban sandiches de salchich!n. Ho del billete es un enigma comlicad&simo Hle dije a AslamimH. 8o odemos hacer reguntas. ero hay otra cosa rara sobre la que s& odemos averiguar. HIFtraK Hregunt! Aslamim. H%&. ITe acord's que habl2 con el gerente del banco RestiveK Buenos, me dijo que un emleado, al que cono$co y se llama Antonio, ten&a gastroenteritis. ero un colega de Antonio dijo que estaba en-ermo de grie. HI5 con esoK H6no de los dos miente. HOor /ios, TogniniP He"clam! AslamimH. IJu2 quer2s inventarK 6n emleado en-ermo, grie, gastroenteritis, qu2 imorta, est' en-ermo y unto. H8o Hdije. 5 le e"liqu2 todos mis concetos acerca de la grie, el res-r&o y la gastroenteritis. Aslamim no se aven&a a mis e"licaciones, tuve que recordarle su situaci!n en enecia. Esa misma semana terminaba la arte del rograma de historia dedicada a Barbarroja y el /u" y, or consiguiente, nuestro juego. Ho rimero que vamos a hacer es averiguar d!nde vive Antonio Hdije. HI5 el billeteK Hregunt! Aslamim. H/e eso no odemos hablar, es muy eligroso. amos a tener que ermanecer quietos y callados, y algo aarecer'. Resecto del billete, con-&o en tu suerte9 y ara lo de Antonio, en mi eme#o. %on! el timbre y entramos a la clase de istoria. 6n recetor vino al aula a e"licarnos que el ro-esor Ceuer se iba a ausentar or heatitis. A m& me areci! bastante
coherente que Ceuer se en-ermara de heatitis, su iel era de tono 'lido y todo 2l resond&a al tio de los delgados -2rreos, una estama merecedora de reseto ero que muy di-&cilmente udiese soortar un chori'n. Alguien coment! que la heatitis era muy contagiosa y, como Ceuer siemre escu&a cuando hablaba, los de adelante deb&an hacerse revisar. Risas generales. En la hora libre conversamos con Aslamim sobre qu2 har&amos con el juego, uesto que Ceuer od&a llegar a guardar cama or m's de un mes. /ecidimos continuar con los mismos ersonajes y actos, hasta que llegara el ro-esor sulente. El siguiente tema -ue el domicilio de Antonio, a ambos nos arec&a que averiguarlo era una tarea sencilla. Bastaba con decirle a alguno de los emleados que deseaba visitarlo9 od&an llegar a e"tra#arse del -ervor de mi cari#o, ero nada m's. En la clase de ,eo-ra./a vimos la $ona de la ama. Aslamim me coment! lo bien vestido que estaba el ro-esor B'rrales. HI%e estar' or casarK Hme regunt!. H%& HdijeH. 3on una monta#a. HF con el a-luente de un r&o Hagreg! Aslamim. HA ver, Aslamim, Tognini Hdijo B'rralesH que est'n con ganas de hablar, qu2 me ueden contar del ganado vacuno en la $ona que estamos viendo. 3uando est'bamos or incororar otro ) ?uno@ a nuestra rovisi!n9 como otro s2timo de caballer&a, nos salv! la olic&a. 6n uni-ormado aareci! en la uerta del aula, acoma#ado or la directora. HAlumnos Hdijo la directoraH. El sargento aqu& resente tiene que hacerles una regunta imortant&sima. or -avor, colaboren con 2l. El olic&a se adelant! un aso, como si -uera a jurar la bandera. HAlumnos Himit! a la directora, se notaba que era t&midoH. Juisiera saber si alguno de ustedes ha tra&do a la escuela, en la 4ltima semana, billetes de cincuenta esos. 6n silencio un'nime contest! que nadie. Es m's, algunos de los resentes jam's hab&an visto tanta lata en un solo ael. Estaba seguro que de toda la clase m's, de todo el colegio, solo dos alumnos ten&amos algo que contestar, y nos quedar&amos callados. 0As& que hay m's billetes circulando en la escuela1 Hme dijeH 0o sea que gnacio o alg4n chico denunci!L eroL OgnacioP1. gnacio sab&a que yo le hab&a dado el billete grande. Aunque -ue 2l quien me dio el billete robado a cambio del billete honesto de mi adre, si el olic&a quer&a saber qui2nes hab&an usado billetes de cincuenta en la 4ltima semana, Ior qu2 no le ed&a a gnacio que reconociera al alumnoK or ah& gnacio, que atend&a miles de chicos or d&a, no se acordaba nada. F qui$'s recordaba que un alumno le hab&a dado el
billete, ero no el turno, ni el curso ni la cara. En ese caso Ior qu2 no lo llevaban aula or aula ara que me identi-iqueK Estuve a unto de levantar la mano. /ecir que hab&a usado uno de esos billetes en la escuela me arec&a el 4nico modo de averiguar algo. %i estuviese en juego solo mi ellejo, lo habr&a hecho9 ero tem&a que interrogaran a mi mam' y a mi a', o a 3ristina, a quien el interrogatorio le quitar&a un mont!n de tiemo ara 0ensar en la -acultad1. As& que met& la mano en el bolsillo y me use a ensar divertido en la cara de terror que deb&a tener Aslamim. /ebo reconocer que, de haber tenido un esejo, me habr&a divertido mucho m's. HBien, alumnos Hdijo el olic&aH la directora les va a dar la numeraci!n de los billetes que buscamos. Aarte, av&sennos de cualquier cosa que se enteren. H%aluden al se#or Hdijo la directora. 5 tras nuestro saludo, se retiraron. 3uando el sargento estaba atravesando la uerta, el alumno erales, a quien en la intimidad aodamos 0el abuelo1, dijo en vo$ m's o menos alta( H5o tengo un boleto caic4a, IsirveK Estoy casi seguro de que el olic&a escuch! el chiste, ero no encontr! la multa o la ena adecuada ara resonderle. Me hab&a quedado callado ara salvaguardar a mi -amilia, ero si me agarraban con el billete robado encima, iba a ser el culable de que nos enjaularan a todos. 3omo -uese, no ten&a idea de nada( qui2n hab&a metido billetes robados en la escuela, qui2n los hab&a denunciado. 8o sab&a. HBueno Hdijo B'rralesH. 8o creo que desu2s de esta interruci!n odamos seguir con la clase, deben estar desconcentrados. ab&amos $a-ado del ) ?uno@. Eugenio B'rrales es etiso, de elo negro y bigotito. %e nota que le gusta su materia. 8adie entiende c!mo uede gustarle el suelo 'rido o arenoso, los cabos y las bah&as dibujadas, ero eso lo hace m's interesante. 5, or lo que nos cont!, no s!lo era interesante ara nosotros. HAlumnos HdijoH. Arovecho este momento en blanco ara comentarles( me caso. a semana que viene no nos vemos. Aslamim me gole! la esalda, e"citad&simo or su redicci!n9 todos alaudimos. HTal ve$ -alte or m's de una semana Hagreg! B'rrales.
HT!mese su tiemo, ro-esor Hle grit! el mentado erales. B'rrales sonri! y lo -elicitamos con una rechi-la carnavalesca. H%oy un genio Hme dec&a AslamimH. %oy Tu%am. e cantamos a B'rrales la marcha nucial mientras 2l, sonriente, nos hac&a con las manos se#as de que cant'ramos m's desacio. En los dos a#os que llevo de secundario, no recuerdo un momento m's rid&culo y m's hermoso. El clima de jolgorio alcan$! su e"resi!n mayor con el timbre del recreo. El ro-esor se desidi! or encima de nuestros gritos. Me qued2 sentado en el banco mientras todos sal&an al atio. HEstoy a tus !rdenes Hme dijo AslamimH. IJu2 tengo qu2 hacerK HTen2s recreo Hle dije haci2ndome el canchero. Realmente estaba dis-rutando mi estad&a en enecia. Aslamim sali!. Jued2 s!lo en el aula. ens2 y ens2. ens2 que lo mejor era no ensar. ens2 en c!mo hab&a ganado al G'laga. 0Ftra ve$ conviene el riesgo1, me dije. %aqu2 una hoja de mi careta. Escrib&( 0gnacio( no creo que haya sido usted el ladr!n. asaron or las aulas reguntando si alguien hab&a visto uno de los billetes. /ije que yo hab&a usado un billete de esa cantidad y usted me dio cambio. Trat2 de cubrirlo. o esero en la lacita de Esmeralda y Avenida de Mayo. 5 -irm2( Sel alumno que usted ya sabe1. %al& al atio, busqu2 a Aslamim, le ed& que le diera la carta a gnacio y le dijera( 0/e arte de otro, a las siete de la tarde1. olv& al aula. Ten&amos Matem*ticas. El ro-esor Ra-aelli no se casaba ni adec&a heatitis, sin embargo, arec&a nerviosoL no era ara menos, est'bamos en un d&a esecial. /e Ra-aelli se sab&a que -umaba tres atados de cigarrillos rubios or d&a. Tres atados, as& como lo leen. Nl mismo lo reconoci!. Es realmente una cantidad asustante. Ra-aelli nos e"lic! un ar de asuntos relacionados con 0U igual a A1 es divisible or alguna otra cosa y dem's. Mientras no entend&a nada, mi diversi!n consist&a en -ijarme si el aquete de cigarrillos vac&os que Ra-aelli estrujaba y arrojaba desde cierta distancia al canasto de basura, entraba o no. Ra-aelli convirti! el doble. 3uando estaba or e"licar a qu2 se arec&a 0A multilicado or B1, se cumli! esa regla de oro or la cual a los :> minutos de clase suena el timbre, era el 4ltimo del d&a. Al terminar el turno, nos hacen -ormar y caminar ordenadamente. El ro!sito es que la alegr&a no nos haga salir corriendo como una troilla de caballos. Ese d&a los recetores se tomaron muy en serio su trabajo. 8os hicieron marchar a aso tortuga. 3ada divisi!n delante de la otra, searadas a rudente distancia. 8o s2 cu'ntos se habr'n dado cuenta de la ra$!n( en un costado del asillo, casi escondidos,
gnacio y el olic&a nos miraban salir. ONse era el momento en qu2 gnacio, subreticiamente, deb&a se#alar al chico del billeteP 8o lo mir2. 8adie me detuvo. /e los nervios, no ude comer. or suerte, en casa no hab&a nadie ara reguntarme qu2 me asaba. A las siete ten&a la entrevista con gnacio, al lado del banco, eso me asaba. A las cinco y media me encontraba con Aslamim en mi casa. A las tres de la tarde, lamentablemente, cay! 3ristina. 5o no od&a hablar con nadie, todas las alabras de mi cabe$a estaban rearadas ara gnacio. 3ristina salud! y se -ue ara su cuarto. A eso de las cuatro, sali! y me dijo( HIJu2 te asa que todav&a no viniste a molestarmeK H8o quiero que or mi cula dejes de ensar en la -acultad Hdije. HCacultad, -acultad Hdijo 3ristinaH. 8o s2 qu2 hacer. HI3!moK Hregunt2. HJue no s2 si la voy a hacer Hdijo 3ristina. HAh, no, ah, no Hgrit2 yoH. Entonces ten2s que hacer los mandados. Hara, ara la mano HdijoH. I8o odes ser m's maduroK HIJui2n te ense#! esa alabra, un sic!logo o un agricultorK HIJuer2s que hablemos o noK Hse enoj!. Habla, habla Hconced&. HBueno Hse tranquili$! 3ristinaH. or ah& quisiera irme de viaje. HIEn qu2 colectivoK Hregunt2H. Todos los d&as hacemos un hermoso viaje en colectivo. Iara qu2 m'sK H8o, tonto HdijoH. rme lejos, cuando termine la secundaria. Estuve hablando con achi, mi amiga, odr&amos ir juntas a Euroa. H3ono$co a achi, tu amiga, la 4nica -orma de que se onga los ies en la tierra es que viaje a la luna, siemre est' en otro lado. H8o entend2s Hme dijoH. %os chico. ero a mi edad vas a ver que, antes de encaminarte, de sentar cabe$a, vas a tener ganas deL de, no s2 c!mo decirlo. Hedile a achi que me lo e"lique HdijeH. o que yo uedo decirte es que el
tiemo que ierdas vagando no lo vas a recuerar. Te conviene seguir tu camino. H8o entiendo nada HdijoH. ITe vas a hacer curaK IJu2 te asaK HEstoy tratando de que no seas una descocada Hle dijeH. 5 si no ens's en la -acultad, reito, anda a hacer mandados, como yo. HIAh, es esoK Te da bronca hacer los mandados. Est' bien, la r!"ima ve$ voy yo al banco y listo. HO8oP Hgrit2. ablando en serio or rimera ve$ en toda la charlaH. Al banco voy yo. HOAnda d!nde quierasP Hme grit! enojada, meti2ndose en su cuarto y cerrando de un orta$o. a verdad es que con mi discursito hab&a retendido vengarme or todas las veces que hice los mandados. %iemre me la hab&a aguantado ensando que mi vida iba a ser m's divertida, Iy al -inal, qu2, cada uno hac&a lo que quer&aK %on! el ortero el2ctrico, era Aslamim. mag&nense cuan enojada estar&a 3ristina que ni siquiera abri! la uerta de su cuarto cuando lleg! mi amigo. HIrearadoK Hregunt! Aslamim. H8ervioso Hcontest2 yo. HIJuer2s que dejemos todoK Hse eseran$! Aslamim. H8i en broma Hdije. /e alg4n modo se hicieron las siete, y ah& est'bamos, Aslamim, yo, e gnacio, que lleg! con toda untualidad. 8os saludamos escuetamente y -uimos directo al unto. abl! rimero gnacio y me sorrendi!. HI/e d!nde sacaste ese billete robadoK Hregunt!. HIJu2 billeteK Hreliqu2. HEl que me diste a m& Hinsisti!. HMomento, momento HdijeH. 3os me diste a m/ el billete robado. 5o te di un billete sano, lo metiste en la caja registradora y me diste uno arrugado y con la numeraci!n
que da el diario. H8o entiendo Hcontinu!H. ens2 qu2L HEn rimer lugar, I-uiste vos el que avis! a la olic&a que or la escuela circulaba un billete robadoK H3laro Hdijo gnacio. HA ver HdijeH. 3ont'me c!mo lo descubriste. HAyer me diste el billete ?todav&a no me agaste la gaseosa@, llev2 la recaudaci!n a casa y se la di a mi esosa ara que la usiera en nuestra cuenta bancaria. oy a las )Q.DQ llam! mi esosa deseserada desde el banco, dici2ndome que le encontraron un billete robado. A la media hora, ya estaba el sargento Reynoso en la escuela. HI3!mo se llamaK HReynoso. HBueno, Iy qu2 m'sK H8ada. 8os revisaron, con-iaron en nosotros. ero con tu carta ens2 que qui$'s estaban tejiendo una trama. O5 yo no hice nadaP Ho s2 HdijeH. Tenemos dos billetes robados uno me lo diste a m&, y el otro te lo quedaste en la caja registradora. 3omo yo -ui el 4nico que ayer te dio un billete tan grande, ensaste que era 2se. ero ya lo ten&as. IF alguien m's te dio un billete ayerK H8o, yo ten&a tres billetes. Me acuerdo. os -uiste el 4nico. HI5 entoncesK I3!mo llegaron ah&K HJu2 se yo. ay un mont!n de osibilidades. A veces los distribuidores de gaseosa, de -iambre, me iden cambio y me dan uno de esos billetes. ero lo seguro es que ayer ten&a tres de esos billetes y solo cambi2 el que te di a vos. As& que antes del cambio, ten&a dos billetes robados y uno bueno. HI5 or qu2, si ensaste que te lo hab&a dado yo, no me denunciaste de inmediatoK H3asi no te hab&a mirado. %ab&a que me hab&an dado un solo billete9 ero chicos, atiendo mil or hora. Me acordaba que eras del turno ma#ana y nada m's. 5 como ni siquiera era seguro que me lo hubieses dado, la directora sugiri! que no -u2ramos en b4squeda olicial aula or aula sino que hici2ramos un reconocimiento cuando salieran. IJu2 te dijo el olic&aK
HMe dijeron que vos od&as ser uno de los culables Hment&H. ero con muy ocas robabilidades. HI5 ahora, qu2 hagoK Hregunt! desconsolado. HFlv&date de todo Haconsej2H. 5a la olic&a se va a encargar. HBueno, IvamosK Hdijo Aslamim. H%& HdijeH. Al Banco. gnacio, gracias or todo. 8os vemos ma#ana en el colegio. H8o entiendo Hdijo gnacioH. Iara qu2 me sirvi! este encuentro con vosK Hara que seas( los 4nicos alumnos que saben algo del tema, est'n de tu arte. 5 as& nos desedimos de gnacio. Mientras la olic&a investigaba a los roveedores de gnacio y a los ro-esores, Aslamim y Tognini entr'bamos en el banco Restive a reguntar or la salud de Antonio. Entr2 al banco, or ve$ rimera me dirig& a la ventanilla sin hacer -ila. Aslamim, seg4n mis instrucciones, abord! a Teresa, y yo encar2 a Ra-ael. A los ocos minutos de charla con Ra-ael, intu& que no iba a sacarle nada. Aslamim me estaba eserando a-uera. HI3!mo te -ueK Hle regunt2. HBien Hdijo Aslamim sin inmutarseH. e dije a la chica que era un sobrino marlatense de Antonio y que hace ocho a#os no lo veo. Me dijo( 0Est' en-ermo, no s2 muy bien de qu2, ero no es grave1. 5 me dio el tel2-ono. e ed& la direcci!n, ero no la ten&a. HMira que bien HdijeH. Muy bien. H8o entiendo a qu2 vino tanta intriga Hdijo AslamimH. %i me dio el tel2-ono enseguida. H%& Hreconoc&H. %i el tel2-ono que te dio es verdadero, qui$'s e"ager2 las cosas y no hab&a secreto, solo una con-usi!n. eroL vamos a llamar. Entramos a un bar con tel2-ono 4blico, en Avenida de Mayo y %alta. lamamos. 0ola1, dijo una vo$. 5o estaba or decir 0hola1, cuando la vo$ sigui!( 0Nste es el contestador autom'tico de Antonio Masgabardi, desu2s de la se#al, deje su mensaje, gracias1. Adem's de que no me gusta hablar con contestadores autom'ticos, las cosas no
estaban como ara andar dejando mensajes. Ten&a un billete robado en mi bolsillo y eso e"ig&a entrevistas cara a cara. HI5K Hregunt! Aslamim. HAntonio Masgabardi no est' en casa Hin-orm2. HIJu2 hacemosK HEseramos y volvemos a llamar Hdije. Eran las ocho de la noche y quer&amos dejar asar or lo menos dos horas antes de volver a intentarlo. Hagamos un jueguito electr!nico Hrouse. H6h Hse quej! AslamimH. I8o se te ocurre otra cosaK H8o Hle dijeH. ero hace lo que quieras, y 'same a buscar or 1las(Bac2 a las die$. HMejor te acoma#o Hdijo Aslamim. HEsera que llamo a mi hermana. use la -icha, disqu2 y contest! 3ristina. HIola, 3ristinitaK Hdije. H%& Hcontest! ella, de mala gana. Habla tu hermanito querido. oy no te habl2 del todo bien, lo recono$co. HBueno, chau Hdijo 3ristina, y cort!. olv& a oner la -icha y a discar. 3ristina volvi! a atender, eso equival&a a una reconciliaci!n. H3ristina HdijeH. Te comro die$ -ichas de acMan. HFnce Hdijo 3ristina. HJue sean once Hacet2H, IamigosK Hermanos Hdijo ella.
HTe esero en 1las(Bac2 dentro de )> minutos. 3uando cort2, no sab&a de d!nde iba a sacar la lata ara las -ichas. HAslamim, Ime odes restar lata hasta ma#anaK HI3u'ntaK Hregunt!. H3omo ara comrar once -ichas de acMan. HM's o menos, es todo lo que tengo Hdijo. H5o tengo mucho m's Hdije tocando el bolsillo de la mochila que conten&a el billeteH. ero no sirve. 5 no odemos gastar toda la lata que tenemos, necesitamos viajar en colectivo y otros vi'ticos. Tomamos el subte, hicimos una gran cantidad de combinaciones y nos bajamos en 1las(Bac2 . 3ristina nos estaba eserando junto al acMan, mirando c!mo jugaba una morocha de ectorales atl2ticos que sab&a de qu2 se trataba. Mir2 a 3ristina, y antes de que nos viera, ens2 con amargura en que no hab&a resuelto el tema de la -inanciaci!n de sus once -ichas. 3aminamos hacia mi hermana. 7unto a la uerta, el 3uervo y su barra, como esos momentos de un mont!n de im'genes. Hola Hme salud! 3ristina, y con la misma alabra, de reojo, a Aslamim. Aslamim se acol! a un -lier, la morocha destacada estaba or erder su tercera vida. Esa chica me llamaba mucho la atenci!n, no s!lo or lo bien que le quedaba la roa en la arte de adelante. /esde ya les aclaro que nunca as! nada con la morocha que estoy describiendo, simlemente quiero decir( si bien a-irm2 que la humanidad se comone d2 una serie revisible de g2neros de ersonas, m's de una ve$ hay chicas que me hacen dudar al resecto. A la morocha se le termin! el juego y se -ue como una oortunidad. 3ristina me sonri!, disuesta a tomar los mandos del acMan, y me vi en la obligaci!n de hablarle( H3ristinaL las -ichas Iueden ser ara ma#anaK HI3!moK H8o tengo lata. Hara qu2 me lo o-reciste, Iara qu2 me dijiste que vengaK Hens2 queL HI5 el billete que ten&as ayer, el que le aostaste al 3uervoK Hmi hermana, cuando se enoja, no te deja terminar las -rases.
H8o lo uedo usar Hdije. HIor qu2K HorqueL H%i te quer&as reconciliar me lo hubieses edido, no hac&a -alta que mintieras. H8o te ment&. Me equivoqu2. El billete no uedo usarlo. HIor qu2K Hreiti! 3ristina. Me molestaba que 3ristina estuviera tan quisquillosa9 desu2s de todo, ese a mi mala voluntad en la charla, la hab&a salvado del 3uervo. Adem's, no od&a decirle lo del billete y no se me ocurr&a una mentira. IJu2 le iba a decir, que era ara comrarme un ulmotorK Ese billete era ara m& lo que ara Robinson 3rusoe signi-icaban sus billetes en la isla( no le serv&an ara comrar cosas, ero eran imrescindibles ara encender el -uego. HEst' bien Hle dijeH. Te ment&, me -ui deboca. Entonces 3ristina hi$o algo que con-irma mi descrici!n de ella( es una ersona interesante, ero uede escoger las eores amistades. Muy enojada, sali! del acMan y -ue derechito hacia el 3uervo. 5 de modo que Aslamim y yo udi2semos escucharla, le dijo( HTe aceto las -ichas que me o-reciste. El 3uervo, con una sonrisa longitudinal como su ico, sac! del bolsillo una bolsa de nylon llena de -ichas y acoma#! a 3ristina al acMan. Aslamim segu&a inmutable en su -lier. 5o no od&a soortar eso. ab&a sudado la gota gorda ara salvarla, y ahora se entregaba sola a las garras de la desgracia. Me aerson2 en el acMan y le grit2( HIJu2 haces, taradaK 5o me juego todo ara que no te molesten, y vos te haces amiga. El 3uervo grit!. %us ojos eran los dos v2rtices que conten&an el segmento del triun-o y el desrecio. ens2 que esta ve$ s& me od&a reventar a inas. H5a ves Hme dijoH. Al -inal, te gan2. H8o HdijeH. Te gan2 yo. os que erdieron son vos y ella. H8o, no, no Hdijo el 3uervoH. 5o soy de los ganadores. os, or ah&, con mucho
es-uer$o, odes ganar alg4n artido, ero estamos en distintas categor&as. Es como si /eortivo taliano, en un amistoso le ganara a River. IA qui2n le imortaK Me sorrendi! ingratamente que un ser reelente como el 3uervo estuviera m's o menos al tanto de mi teor&a, y la alicara con tanta coherencia. HIJu2 asaK Hdijo Aslamim acerc'ndose, disuesto a de-enderme. H8ada, nada Hdije. ero la lealtad de mi amigo me in-undi! valorH. Te gan2, 3uervo, y uedo volverte a ganar. HIA qu2, al G'lagaK uede ser. ero jug'bamos or eso Hse#al! a mi hermana jugando al acManH. 5 aqu& la ten2s. HTe gano en resistencia Hle dije. HIA qu2K Hregunt!. 5 aret! los u#os. Huedo dar m's vueltas al arque 3entenario que vos y toda tu barra. El 3uervo mir! el cigarrillo que le colgaba de la mano i$quierda. HI3orres m's r'ido que yoK Hregunt! con sorna. Era un terrible grandul!n ero, ya dije, adicto a los desa-&os. H/e ac' a la esquina no HdijeH. ero en vueltas al arque, te gano. H/ame una semana ara que me desinto"ique Hdijo mirando otra ve$ el cigarrillo H. Ior qu2 jugamosK H8o s2 HdijeH. or algo que 0realmente1 valga la ena. HEl viernes de la semana que viene hay un baile en el club Maldonado. %i gano H dijo el 3uervoH tu hermana me acoma#a. HI5 si erd2sK H/ec& vos. H%i erd2s, no ven&s nunca m's a 1las(Bac2 . H8o Hdijo el 3uervoH. Eso no. HBueno, cuando yo entro, te vas. HIor cu'nto tiemoK Hregunt! el 3uervo.
HToda la vida. HBueno Hacet!. HIos est's de acuerdoK Hle regunt! a 3ristina, que estaba oniendo otra -icha.
Jued!, ues, el duelo ara la semana siguiente, y Aslamim y Tognini artimos a continuar con nuestro rincial destino. /esde el rimer bar con tel2-ono 4blico que encontramos, en 3amichuelo y /&a$ 2le$, llam2 a Antonio. Ftra ve$ escuch2 su vo$ en el contestador autom'tico. Mientras discaba, Aslamim se hab&a acercado al mostrador, ahora ven&a hacia m&. HTengo la direcci!n HdijoH. a saqu2 de la gu&a. Me emocion! la buena disosici!n de Aslamim. HAslamim Hle dijeH, creo que soy una buena coma#&a ara vos, eme$'s a cambiar. HEl juego me obliga HdijoH. 5 quiero terminar lo antes osible. HTe digo lo que vamos a hacer HdijeH. oy mis viejos van a lo de un amigo y vuelven a eso de las tres de la ma#ana. lamas a tu casa y dec&s que te quedas a dormir en la m&a. 5o dejo un ael de que me quedo a dormir en la tuya. HI5 d!nde dormimosK Hregunt! Aslamim. HEs una buena regunta HdijeH. ero vamos a sentarnos en el umbral de la casa de Antonio hasta que llegue. H8os vamos a res-riar Hdijo Aslamim. HJu2 vas a hacer HdijeH. enecia es muy h4meda. asamos or mi casa, llamamos a lo de Aslamim y dejamos el ael. Antonio viv&a en la calle Armenia al +DQQ, cerca de la la$a talia, 8os tomamos el D=. Buscamos la direcci!n y tocamos el ortero el2ctrico. 8o estaba. H%i estuviera en-ermo Hdijo AslamimH. o encontrar&amos ac', en la casa. F qui$'s se -ue a la casa de la madre. F de alguien que lo cuide hasta que se reonga. HF no est' en-ermo Hintu&. 8os sentamos en el umbral. A las dos de la ma#ana no hab&a llegado. En esas horas de esera hablamos con Aslamim acerca de la muerte, el se"o y el destino. 8o viene al caso que narre ahora detalladamente nuestras hi!tesis, qui$'s m's adelante escribamos a d4o O&iniones sobre Todo, de Aslamim y Tognini. ero en ese momento, dos y minutos de la madrugada, agotados los temas interesantes, no nos quedaba m's remedio que volver a hablar de nuestras vidas.
H3!mo se enoj! mi hermana Hle coment2 a Aslamim. H%os vos el que deber&a estar enojado HdijoH, Ic!mo le va a edir -ichas a ese atoteroK HTen2s ra$!n HdijeH. ero cuando mi hermana y yo nos enojamos, el enojo de ella es m's grande que el m&o. A las dos y media, Antonio no aarec&a. HBueno, Aslamim HdijeH. Juedas liberado hasta ma#ana. HI5 ahoraK Hdijo AslamimH. /ijiste que ven&as a mi casa y yo dije que iba a la tuya. I/!nde dormimosK H3ada uno en su casa, Iqu2 roblema hayK HJue en mi deartamento, adem's de llave, hay traba. 5 a las dos de la ma#ana, a mis viejos no los desert's con timbra$os ni ca#ones. H5 en mi casa no hay camasL H5o dormir&a con tu hermana eroL Hbrome! AslamimH. I/!nde dormimosK Haag! r'ido su broma Aslamim. 8o encontramos la resuesta, ero s& a Antonio, que a las + y :> de la madrugada hi$o su aarici!n triun-al. 8os mir! erlejo, sac! la llave, la uso en la cerradura, centr! la vista en m& y me reconoci!. HMiguel Ángel Hgrit!H Iqu2 haces ac'K Hinimos a visitar al en-ermo Hdijo Aslamim. Antonio lo mir! e"tra#ado. HMe contaron en el banco que ten&as grie y gastroenteritis HdijeH. Iodemos hablarK HIero vos est's locoK Hdijo con justicia AntonioH. IJu2 hacen dos mocosos como ustedes a esta hora en la calleK IJu2 hacen eser'ndome en la uerta de mi casaK 5a mismo se van, Io quieren que llame a sus adresK 3uando lo o& hablar como un recetor, me es-orc2 or dar en la tecla.
HTe quer&a contar algo del robo HdijeH. /el robo que vos sabes. Antonio alideci!. %e agarr! el ment!n como si se le -uera a caer. %in soltarse el ment!n, dijo( HIJu2 sabes vosK ab&a dado en el clavo. Hace -r&o Hdijo Aslamim. Estuvo muy bien. Hengan Hdijo Antonio. 5 subimos los tres a su deartamento. Eran dos ambientes muy ordenados, con m's libros de lo que cualquier biblioteca odr&a soortar. HBueno Hdijo Antonio sent'ndose en un almohad!n en el suelo, indic'ndonos el so-'H. os escucho. Trataba de recuerar el tono amistoso. HTenemos uno de los billetes robados Hdije. HIJu2 m'sK Hdijo aarentando no sorrenderse. H6sted no est' en-ermo Hdijo Aslamim. HAh' Hdijo AntonioH. I5K HMira, Antonio HdijeH. %abemos que hay algo raro. En el robo hay detalles que quieren ocultar. Tu en-ermedad -alsa esconde algo. 8osotros tambi2n te estamos ocultando cosas. ero te quiero decir algo muy imortante Hy acud& a mi argumento de oroH. Ahora son las tres de la ma#ana y dos chicos te est'n idiendo que les regales la an2cdota de su vida. os siemre me recomend's libros, Ime odes dar un libro que equiare esoK %i hay uno as&, te lo aceto y nos vamos. Antonio qued! callado. HMe ueden echar del banco Hdijo. H8osotros no ensamos hablar HdijeH. Mira. e mostr2 el billete. o agarr!, y esta ve$ s& se ermiti! una mueca de asombro. HOEs verdadP HdijoH. Es uno de los billetes. I/e d!nde lo sacasteK
Hamos or artes Hdijo AslamimH. Ior qu2 el emleado Ra-ael y el gerente intentaron aartar nuestra atenci!n de usted, y Teresa me dio el tel2-ono sin roblemasK HEl gerente y Ra-ael est'n al tanto, Teresa no Hdijo AntonioH. 8o od&amos imaginar que me iba a ver 0tan requerido1, s!lo le dijimos que estaba en-ermo. HEntonces HdijeH. IJu2 ocultanK HI/e d!nde sacaste el billeteK HIJui2n habla rimeroK Hregunt2. H5o Hdijo AntonioH. %2 or la olic&a que en la escuela 8.o =D encontraron uno de los billetes robados y, seg4n arece, se lo dio un alumno al vendedor del bu--ette. H8o es e"actamente as& HdijeH. ero sabes mucho. H5a te dije algo Hresion! AntonioH. Ahora vos. HEl billete me lo dio el del bu--ette a m& Hdije, qued'ndome sin secreto. HIJu2 m'sK Hregunt! Antonio. HAhora vos Hdije. HEl dinero no imorta Hdijo Antonio. HI3!moK Hreguntamos Aslamim y yo a coro. HJue la lata no imorta Hreiti! Antonio. HIEs un mensaje esiritualK Hregunt! en broma Aslamim. H8o Hdijo AntonioH. Juiero decir que estoy investigando acerca del robo, ero no busco la lata. HI5 entonces, qu2 busc'sK Hregunt2. Hablame de tu billete. HMe lo dio gnacio sin querer. gnacio es el que se encarga del bu--ette en la escuela. Ten&a dos billetes robados, no s2 qui2n se los dio ni c!mo llegaron ah&, uno me toc! a m&. HAj' Hdijo Antonio.
HEso es todo HdijeH. Todo Todo lo que s2. HBueno, entonces ya no tenemos in-ormaci!n ara intercambiar Hse envalenton!. HTodo HTodo lo que s2 HdijeH. ero no todo lo que hice. H8o creo que hayan hecho nada Hdijo AntonioH. ero de todos modos, si en la escuela asa algo, me vendr&a bien que ustedes me ayuden. HIJue lo ayudemosK Hregunt! e"tra#ado Aslamim. HIJue te ayudemos a qu2K Hregunt2 e"citad&simo. Ha lata uede servir ara guiarnosL Hmurmur! Antonio. HIJu2K He"clam2H. I3!mo 0ara guiarnos1K Hara guiarnos hacia lo que buscamos Hsigui! Antonio, con -rases cada ve$ m's arecidas a un libro de a-orismos. HMira Hle dijeH. 5o emec2 a investigar esto orque Ra-ael no me quiso contar nada, entonces sent& que me deb&an un buen relato acerca del robo al banco en el que yo agaba las cuentas todos los meses. ed& hablar con el gerente, cometi! un error que me result! result! interesante, interesante, ero a4n as& no hubiera ro-undi$ado ro-undi$ado en este caso de no ser orque me dieron un billete robado. Ahora Ahora bien, creo que lo siguiente es encontrar a los ladrones y eV bot&n. IJu2 m'sK HEntonces Hdijo Aslamim Aslamim cansadoH, Iayudarlo a qu2K HA buscar el sable corvo de %an Mart&n Hcontest! Antonio. Antonio. Aslamim Aslamim dijo( H8o me gustan las cargadas a las cuatro de la ma#ana. Ior Io r qu2 se hace el vivo, si est' metido en un tema serioK H8o te estoy cargando ni haci2ndome el vivo Hdijo AntonioH. 5o no estoy buscando el mill!n de d!lares que se robaron, de eso se encarga la olic&a9 busco bus co el sable corvo de %an Mart&n, el verdadero, que estaba en la misma caja -uerte. AslamimTognini, en silencio, le reclamamos una e"licaci!n.
El sable corvo de %an Mart&n
HA -ines de )<)= Hcomen$! AntonioH. oco antes de iniciar el cruce de los Andes, el general 7os2 de %an Mart&n decidi! esconder el sable corvo usado en las batallas or la ndeendencia. 3on ese sable hab&a vencido en la batalla de %an oren$o, hab&a echado a los esa#oles. Antes de cru$ar los Andes, %an Mart&n quiso que esa arma, -uera cual -uese su resultado en la cama#a de 3hile y er4, quedara or siemre invicta.
HEl banco Restive se instal! hace )> a#os, en esa casa Hsigui! AntonioH. 3uando se hi$o el trabajo ara emotrar la caja -uerte rincial en la ared, los alba#iles le llevaron el sable y la carta al se#or orta. El gerente sab&a que se trataba de una reliquia y deb&a entregarla al gobierno. %in embargo, se dijo que un halla$go as&, en la inauguraci!n de un banco, era un talism'n de buena -ortuna, un s&mbolo ausicioso de 2"ito. %e justi-ic!, tambi2n, ensando que la voluntad del general %an Mart&n era dejar emotrado en aquella ared el sable. /ecidi! dejar el sable en su lugar, en la caja -uerte, hasta que el banco marchara viento en oa, y luego entregarlo a las autoridades. Agosto del r!"imo a#o era la -echa que se hab&a -ijado9 ahora no sabemos si alguna ve$ va a oder entregarlo. %i la olic&a descubre el sable en manos de los ladrones y su rocedencia, antes que nosotros, el se#or orta saldr&a terriblemente desrestigiado. %i no lo encontramos, el se#or orta se sentir' culable el resto de su vida or haberle arrebatado al a&s la reliquia. HI5 or qu2 lo est's buscando vosK Hinterrum&. Hor muchos motivos. 3reo que de esto deende el destino del banco, y mi trabajo. ay una gran recomensa si lo encuentro. 5 adem's, cuando desu2s del robo el se#or orta me con-i! la historia y me mostr! la carta de %an Mart&n, ?que a-ortunadamente no guard! en la caja -uerte, sino en un cristal ara que no se ajara@, buenoL me idi! ayuda yL Ite acord's que te recomend2 La M*+uina del Tiem&oK HEntiendo Hdije. HI5 en qu2 te odemos ayudarK Hregunt! Aslamim, ya en con-ian$a. HAverigWen qui2n entr! los billetes robados en la escuela. Es muy raro, si son ladrones comunes Ic!mo largaron as& nom's billetes marcadosK HIos ladrones conocen el valor del sableK Hregunt2. H8o lo s2. Jui$'s lo vendieron a una casa de antigWedades o lo tiraron or ah&. Estoy usando mi tiemo en registrar remates, magnates, coleccionistas. Es un roblema con los objetos de valor simb!lico( seg4n quien los arecie ueden ser de oro o de nada. HI5 el sable corvo que est' en el Regimiento de GranaderosK Hregunt2 recordando una e"cursi!n en la escuela rimaria. HEs el que us! en reemla$o, desu2s de emotrar en la ared 2ste que estamos buscando.
El encuentro de un tesoro menor
%i alguien les dijera que la recueraci!n de un mill!n de d!lares no es considerada imortante or cierta ersona, ensar&an que la tal ersona es Fnassis o alguien m's rico. ero cuando Aslamim y yo nos enteramos que el mill!n de d!lares robado al banco Restive hab&a sido encontrado, nos areci! una noticia intrascendente. uego de la charla con Antonio, hab&amos asado el resto de la madrugada en la con-iter&a El Bot*nico, sobre %anta Ce, hasta que se hi$o la hora de ir a la escuela ?yo ni siquiera -ui a correr@9 hablando del sable corvo de %an Mart&n, or comleto olvidados del dinero, e"ceto los dos billetes, como ista. En la estaci!n de subte, camino a la escuela, le&mos el titular del diario Mañana in-ormando el halla$go del bot&n del Restive. a aarici!n del dinero aumentaba las osibilidades de que el objeto del robo -uese el sable. El titular y los hechos, -ueron as&( MILAGROSO HALLAZGO DEL BOTÍN DEL RESTIVE
Un &ro.esor de matem*ticas de la escuela N%o 45 encontr6 el dinero robado el siete de 'ulio%
ues bien, s&. 8uestro querido ro-esor Ra-aelli hab&a encontrado la lata. I/!nde, c!moK 5a va. %eg4n el diario, y los alboro$ados alumnos, la misma tarde en que nosotros hab&amos hecho contacto con gnacio y Antonio, el ro-esor de Matem'ticas, se#or Ra-aelli, hab&a encontrado el bot&n del Restive en un tacho de basura situado en la uerta de nuestra amada escuela. a noticia consignaba que -altaban solo dos billetes, uno que ose&a con anterioridad la olic&a, y otro con aradero desconocido. El halla$go hab&a sido comletamente -ortuito. Ra-aelli se hab&a quedado corrigiendo ruebas hasta desu2s del horario escolar. Al salir, el sol ya no brillaba. Tir! su aquete de cigarrillos vac&o al tacho de basura barrial ?esos inmensos cilindros verdes@ que est' justo en-rente de la uerta de la escuela, en la misma vereda. Juiso encender un cigarrillo de su tercer atado y not! que hab&a tirado el encendedor dentro del aquete vac&o. Cue a buscarlo y encontr! un mill!n de d!lares en billetes de cincuenta esos, menos cien esos.
/e inmediato se dirigi! a la comisar&a m's cercana. El caso estaba resuelto. El gerente estaba contento e iba a recomensar a Ra-aelli con una sustanciosa suma. El&seo Ra-aelli, en el recuadro donde se transcrib&a un reortaje, dec&a al eriodista que edir&a licencia ara dis-rutar la recomensa en Mendo$a. /el billete que -altaba, de culables o sosechosos, no hab&a una sola hi!tesis. a 4nica interretaci!n estaba dedicada al abandono del bot&n( los ladrones consideraron que la lata estaba muy marcada, y el riesgo de llevarla encima no se comensaba con lo que udieran darles los reducidores de dinero. 3uando terminamos de leer la noticia, rumoreada or todo el atio en el rimer recreo de la ma#ana, Aslamim hi$o un comentario inadecuado que, como asa siemre con las cosas realmente desubicadas, nos condujo a gran arte de la verdad. HEsto va a arecer un artido de -4tbol local de un equio que est' en la 3oa ibertadores Hdijo. o mir2 un largo rato ensando que se hab&a vuelto loco. En ese caso yo tendr&a que agar el manicomio, ues en enecia estaba bajo mi resonsabilidad. H8o entiendo Hle dije a AslamimH. IJu2 tiene que verK HMira, urac'n hace mucho que no va a la coa. ero River, or ejemlo, cuando se clasi-ica ara la coa, juega dos cameonatos simult'neamente( el nternacional de la ibertadores y el 8acional. Entonces, como le dan m's imortancia a la coa, en los artidos locales onen sulentes en los uestos de los mejores jugadores, ara no cansarlos. 5 uede llegar a haber toda una delantera o todo un equio de sulentes. Tengo que darte este discurso orque no sabes nada de -4tbol ro-esional, ero lo que digo es( nuestro lantel de ro-esores va a tener tres sulentes en la delantera, Matem*tica7 ,eo-ra./a e Historia. H%& Hdije yoH. Tres sulentes. Historia7 Matem*tica y ,eo-ra./a. H5 me qued2 ensando.
M's raro que las ideas
En el segundo recreo de la ma#ana le di -ranco a Aslamim y me qued2 mirando ro-esores or el asillo. Es una de mis ocuaciones -avoritas cuando no tengo nada que hacer( miro ro-esores y trato de adivinar c!mo son sus vidas -uera de la escuela. Estaba en eso cuando se me acerc! gnacio. HIJu2 me cont'sK Hdijo gnacio. H8o s2 HdijeH. /ecime vos. HAcom'#ame al bu--ette HdijoH. /ej2 un chico atendi2ndolo y ya debe haber hecho desastres. El bu--ette era un cuartito con un mostrador que daba al atio, atiborrado de sandiches de -iambres deconocidos y salchich!n. H%uena raro Hdijo gnacioH, Iqui2n va a dejar un mill!n de d!lares en un tacho de basuraK Me o-reci! un rico sandich de salchich!n. H8o, gracias HdijeH. /el gato me gusta solo la ata. gnacio trat! de re&rse y quedamos los dos en silencio. HBueno, Iqu2 ens'sK Hinsisti!. HEscuchame Hle dije a gnacioH. Ios -umasK H%& Hdijo gnacio, y se llev! la mano al bolsillo anterior de la camera, como ara convidarme. H5o no Hlo ar2H. Te regunt2 ara e"licar una teor&a, la vas a entender mejor. El ro-esor de Matem*ticas dice en el diario que tir! el aquete vac&o con el encendedor adentro. Ahora bien, yo he visto -umar a Ra-aelli. %aca el 4ltimo cigarrillo del aquete, se lo one en la boca, lo enciende, estruja el aquete vac&o y trata de embocarlo en el canasto. eo -umar a Ra-aelli desde rimer a#o9 de Matem'ticas no arend& mucho, ero uedo decirte de memoria la cantidad de dobles que lleva convertidos( nunca dej! de estrujar el aquete antes del tiro. Adem's, siemre enciende el cigarrillo antes de tirar el aquete. ay
un ** or ciento de osibilidades de que est2 mintiendo. HTe regalo la gaseosa Hdijo gnacio ensativo. %on! el timbre ara volver al aula. H3reo que est's e"agerando Hdijo gnacioH. uede haber asado como 2l dice. Ten2s ideas raras, ero te escucho, orque eso del mill!n en el tacho es m's raro que tus ideas. En el aula, Aslamim dijo haberme visto hablando con gnacio y regunt! si hab&a averiguado algo. a ro-esora de nstrucci6n C/vica dijo que no hablemos en clase. HTendr&amos que hablar con el de Matem*ticas Hsigui! Aslamim, en vo$ baja. H%& Hdije yo en vo$ altaH. Ahora mismo. a ro-esora me mir! -uribunda y orden! que saliera del aula9 no castig! a Aslamim, Ile gustar&aK %al& del aula ensando que muchas veces el rigor en una tarea requiere de indiscilina en otras. Me dirig& a la sala de ro-esores, Eliseo Ra-aelli estaba recogiendo sus 4ltimas cosas, se iba a Mendo$a. Ten&a un cigarrillo en la boca. Ho -elicito Hle dije. HOolaP Hse asombr!H. Ior qu2 no est' en claseK HMe echaron Hcontest2. Hi$o l&o Hse ri!H. Bueno, haga de cuenta que no e"isto, estoy de licencia. H8o Hle dijeH, algo m's que l&o. Me echaron orque hice este machete. H5 le mostr2 el billete robado. HA ver ese billete Hdijo. 5 me lo arrebat! de las manos. Mir! la numeraci!nH. I/e d!nde lo sacasteK Hregunt!. H/e un tacho de basura Hdije. HAh Hsonri!H. /2jamelo que se lo llevo a la olic&a. H5 se lo guard! en el bolsillo. HEst' bien HdijeH. %i usted se lo da a la olic&a, me voy. Hlev2 mi mano i$quierda al icaorte, ve&a en el vidrio de la uerta el re-lejo del ro-esor que se volv&a hacia su malet&n ara terminar de guardar sus cosas9 inmediatamente, siemre mirando
hacia la uerta como ara salir y escrutando al ro-esor or el vidrio, tir2 mi mano hacia el bolsillo de Ra-aelli, aret2 todos los aeles que conten&a y la saqu2. 3uando gir2 hacia 2l, ten&a en mi u#o el billete, un rosecto m2dico y el vale de una tintorer&a. Guard2 el billete nuevamente en mi bolsillo y le di sus dos aeles. HIero qu2 hace, alumnoK Hme grit! cuando se reuso. Ho que usted me idi!L hago de cuenta que no e"iste. HIJuiere que lo echenK Hdijo. 5, muy enojado, se sac! la colilla de la boca, se uso un nuevo cigarrillo, el 4ltimo, lo encendi!, estruj! y tir! el aquete. HIeK HdijeH. As& es como hace siemre. Enciende el 4ltimo, estruja el aquete y lo tira. HI5K Hregunt!, listo ara irse. HA la olic&a le dijo otra cosa. HIJu2 dijeK H3reo que realmente no sab&a de qu2 le hablaba. Ho que sali! en el diario HdijeH. En el recuadro dedicado a usted. Abri! su valij&n y sac! el recorte, y ley! el recuadro. Mientras lo le&a, dije( H%i estruja el aquete, siente el encendedor9 si enciende el 4ltimo cigarrillo, no vuelve a meter el encendedor en el aquete vac&o. 3uando termin! de leer sus roias declaraciones, algo le cambi! en la cara9 no se uso 'lido, -ue como si se hubiera agarrado los dedos con una uerta de goma esuma( no hace nada, ero es una agarrada de dedos. HAh HdijoH. Entiendo. Es el eriodismo. es gusta ser minuciosos y entonces inventan cosas eque#as. ero lo imortante es que encontr2 la lata y la devolv&. Bueno, chau Hdijo. 5o ten&a un gran roblema( el ro-esor no ten&a or qu2 quedarse conmigo. 8o od&a retenerlo. HA m& me interesan las cosas eque#as Hdije antes de que cru$ara el marco de la uerta. HMe alegro, me alegro Hdijo alej'ndose.
Tuve que gritar y arriesgu2( H3omo el sable corvo de %an Mart&n. o ar2 en seco. Cue como si le hubiesen dicho que it'goras estaba equivocado. %e dio vuelta y me mir!. HEsas cosas eque#as Hreet&H. Me interesan. Me interesa saber c!mo se tira un aquete de cigarrillos, c!mo se levanta. Trato de imagin'rmelo a usted metiendo su cabe$a en ese inmundo tacho solo ara buscar un encendedor, sacando la bolsa inmensa y llev'ndola hasta la olic&aL Entr! a la sala de ro-esores y cerr! la uerta tras de 2l. HAlumno Hdijo, uesto en ro-esor otra ve$H. Me quiero ir a Mendo$a, a dis-rutar, me lo mere$co. /&game lo que quiere y d2jeme ir. H8o s2 HdijeH. Realmente no s2 lo que quiero. 6n amigo m&o dice( 03onseguir lo que uno quiere, aunque cueste a#os, se consigue. o di-&cil es saber qu2 quiere uno1. HAlumno Hinsisti!H. Me quiero ir a Mendo$a. HIA qu2 arte de Mendo$aK Hregunt2, y agregu2H. 8o creo su historia del encuentro del mill!n. 8o creo que la haya inventado el eriodista. HBueno Hdijo cansadoH Tognini, Miguel Ángel Tognini. %uonga que yo rob2 esa lata. Me arreent& y la devolv&, qu2 m's. or suuesto, esto es una hi!tesis ara tranquili$arlo. Ho s2 HdijeH. ero yo soy como usted, que -uma tres atados diarios, con el agravante de que no -umo, estoy intranquilo todo el tiemo. Ahora estoy muy intranquilo, ero no or el mill!n de d!lares, me gustar&a saber a qu2 arte de Mendo$a se va. HMe voy Hdijo. Abri! la uerta y se -ue. %on! el timbre del recreo. Me encontr2 con Aslamim. Hen& HdijoH. Acom'#ame a -umar un ucho al ba#o. H/eja HdijeH. 8o quiero ver m's uchos. HIJu2 hiciste durante la clase de 3&vicaK Hregunt!. H/escubr& todo Hdije.
HI3!moK IJu2K Hos ladrones del banco tienen un contacto con la escuela. HIJui2nK H3reo que el de Matem*ticas. ero no lo veo muy involucrado. M's bien arece que lo usaron. 3uando le emec2 a hablar de lo imortante, se -ue asustado. HTognini, vos est's loco. Est's suerando los l&mites de nuestro juego. Hos l&mites de nuestro juego son la cancha de urac'n y hacerse la rata HdijeH. Adem's, vos est's mostr'ndote muy interesado 4ltimamente. Hay que llamar a Antonio y contarle todo Hcerti-ic! Aslamim. Al -inal de ese d&a de clase llamamos a Antonio. Estaba el contestador. e dejamos dicho que nos asara a buscar or el bar La O&era, en 3orrientes y 3allao, hasta las die$ de la noche9 desu2s de esa hora, si no aarec&a, volver&amos a llamarlo. 3uando estuvimos sentados en el bar, Aslamim dijo( HI5 si no nos odemos comunicar con AntonioK H8o s2 Hdije. HEs imortante que hablemos hoy con 2l Hdijo AslamimH. ay que evitar que se nos adelante el de Matem*ticas, ya sabe que sabemos. HTen2s ra$!n HdijeH, Iero qu2 odemos hacerK H3omo est' investigando ara el gerente Hdijo AslamimH. /ebe verlo m's o menos diariamente. odes decirle al se#or orta que necesitas urgente el testimonio de Antonio ara terminar la comosici!n, y dejarle un tel2-ono ara que te llame. HEs eligroso ara Antonio, el gerente uede sosechar que nos cont! algo Hdije. H8o creo Hdijo AslamimH. 5 es la 4nica que tenemos, hay que hablar con Antonio hoy mismo. El Restive cierra a las ocho, y son las siete y media. H5a lo s2 HdijeH. oy ara all'. %al&. al2 mi bolsillo, saqu2 un -ajito de billetes, los cont2 y ar2 un ta"i. Me reclin2 en el asiento y dije sin mirar al cho-er(
HAl Banco restive en Bartolom2 Mitre y Esmeralda. 3ualquiera hubiese ensado que yo era un gran accionista camino a cerrar una oeraci!n. 3uando baj2 del ta"i, con solo mirar tras el vidrio del banco, qued2 atitieso( Antonio estaba en su ventanilla, trabajando. Entr2 con los ojos duros. Ra-ael me dijo( HAh& lo ten2s a tu amigo, ya se recuer!. IJu2 ven&s a agarK Ha lu$ HdijeH. engo a agar la lu$. HBueno Hdijo Ra-aelH. /ame la boleta. Met& la mano en el bolsillo y, sin demasiado disimulo, dije( HMe la olvid2. HI5K Hregunt! Ra-ael. HIJu2 tal, AntonioK Hsalud2 y agregu2 a Ra-aelH. Estaba con un amigo en un bar, dej2 la mochila ah&, con la boleta adentro. Es La O&era, en 3orrientes y 3allao, Ite arece que si voy a buscarla y vuelvo, llego antes de que cierrenK H8o Hdijo Ra-ael. Mir! el relojH ya cerramos. Me desed& y sal&. A las ocho y media, Antonio estaba en bar. Aslamim le regunt! antes que yo( HIJu2 as!K Ior qu2 volviste al trabajoK H%e acabo HdijoH. El gerente re-iere la cula al desrestigio. asta el momento, con-i'bamos en que los ladrones no suieran lo que ten&an entre manos, entonces bastaba con buscarlo. ero ahora es obvio que quer&an robar el sable. o van a cuidar, lo van a esconder. ara encontrarlo, hace -alta in-ormar a la olic&a. HITe abr&s, entoncesK Hregunt2. H8os abrimos, todos, ustedes tambi2n Hdijo. ara no discutir, dije(
H/e todos modos, intercambiemos datos. 3omo muestra de buena voluntad, emie$o yo( el ro-esor de Matem*ticas est' imlicado. HIJu2K HAs& nom's. ero yo creo que no es imortante su articiaci!n. HIor qu2K Hregunt! Antonio. HAntes de que des tu e"licaci!n Hdijo AslamimH. /2jame decir algo( yo tambi2n creo que no es imortante, ero or otro motivo. Ra-aelli jam's se movi! de Matem'ticas, estoy seguro. 8o le interesa otra cosa. os cigarrillos, qui$'s, ero tamoco, orque los -uma sin restarles atenci!n. El de Matem*ticas no se meter&a de lleno en nada que no -uese lo suyo. 5 el sable corvo de %an Mart&n no es su materia. H3laro Hdijo AntonioH. El sable es de istoria. Aslamim y yo nos quedamos igualmente callados. As& como a veces asa que uno dice la misma alabra al mismo tiemo que un amigo, en esta ocasi!n hicimos el mismo silencio. Hero ara un robo hacen -alta muchas cosas Hsigui! AntonioH. Nl odr&a estar vinculado a los c'lculos matem'ticos. Tambi2n hay que conocer&a $ona. HIJu2 m'sK Hregunt! Aslamim. HEn este caso Hdijo AntonioH. Basta con esas tres cosas( conocer el valor hist!rico del sable, saber d!nde est' ubicado, y, bueno, los horarios, la combinaci!n, lo entiendo, hace -alta que alguien saque los n4meros. ero Ila $onaK Basta con saber en qu2 ared est' el sable, d!nde est' el banco. HEs cierto Hdijo AntonioH. %obre todo habr&a que tener conocimiento hist!rico, ara saber qu2 -ue esa casa antes de ser banco. Me agarr2 la cara, m's recisamente el ment!n. HBueno Hdijo AntonioH. I5 or qu2 ensas entonces que no es rotag!nico el ael del de Matem'ticas, en caso de que est2 imlicadoK H8o s2 HdijeH. Ahora no s2 nada. Entre vos y Aslamim dijeron tantas verdades que me con-undieron. 3reo que uede ser tan imortante como el de Geogra-&a y el de istoria. HTeleat&a Hdijo Aslamim. H8o entiendo Hdijo Antonio.
%in aclararle, regunt2( HIJu2 uede tener que ver Mendo$a con todo estoK 8i Antonio ni Aslamim contestaron. El mo$o se acerc! y regunt! si quer&amos algo m's. Aslamim idi! un submarino, yo un t2 y Antonio un ca-2. 3uando el mo$o se -ue, Antonio me mir! y dijo( Hos Andes. Todav&a nos recuerdo a los tres. Aslamim detr's de su alto vaso de chocolate, yo araetado tras mi ta$a y Antonio acolado a su ocillo( los tres l&quidos humeando, y a-uera el eor -r&o de Buenos Aires. Mir'ndonos entre las cortinitas de humo9 son esos momentos en que todo es osible y terrible. 5 Aslamim solt! una -rase que hab&amos escuchado doscientas mil veces, quinientas mil veces, que si nos dieran lata or cada ve$ que la escuchamos ser&amos todos millonarios, ero que a m& me areci! una rimicia, como cuando escuch2 el himno cantado or 3harly Garc&a. Aslamim dijo( H%an Mart&n cru$! los Andes. A los tres nos arec&a rid&culo, ero la 4nica vinculaci!n entre el sable corvo y Mendo$a, era el cruce de los Andes. ab&a que averiguar si el viaje del de Matem'ticas era cierto. Eran las once y Aslamim y yo ten&amos que volver a nuestras casas. 5a hab&amos asado una noche a-uera y no quer&amos regresar tarde. Adem's, or mucha e"citaci!n que hubiera, a esa hora ya est'bamos sintiendo la anterior noche sin dormir. H%i se va realmente a Mendo$a, lo seguimos Hdije. HI3!moK Hdijo asustado Aslamim. 5 lo mismo Antonio con la mirada. Hnventamos algo Hdije deseseradoH. Alguna investigaci!n, mentimos en el colegio, mentimos en nuestras casas, y nos vamos. 5o estaba realmente ansioso or irme, or irme de todos lados. H%e te termina la semana en enecia antes Hdijo AslamimH. 5o no te sigo. Hamos yendo HdijeH. %i me quiero ir s!lo a Mendo$a, es necesario que haga buena letra con mis adres. 5 salimos del bar. 8os desedimos. Antonio tambi2n se desed&a de la aventura. 8os idi! que lo llam'semos si sab&amos algo m's. Aunque no lo dijeraL creo que Aslamim estaba resentido or mi decisi!n de irme a Mendo$a a toda costa, a4n rescindiendo de 2l. 5 lo cierto es que la idea era absurda.
legu2 a casa. 3ristina y mi adres dorm&an. Me tir2 en mi cama y cerr2 los ojos, con la lu$ rendida. Me vino un mareo terrible, orque una noche sin dormir es ara m& lo que imagino debe ser una borrachera. 3uando se me as! el mareo, lleg! un dolor de cabe$a. Aenas amengu! el dolor de cabe$a, ens2 en levantarme ara aagar la lu$. Me desert2 mec'nicamente a las seis y media de la ma#ana. iernes ++ de julio. %al& a correr. A la segunda vuelta al arque sue que ara m& el caso hab&a terminado. 8o me od&a ir s!lo a Mendo$a o donde -uese. IJu2 iba a hacerK 8o od&a seguir sigilosamente a nadie. En dos d&as se me acababa la estad&a en enecia y Aslamim, or muy entusiasmado que estuviera, no hab&a cambiado al unto de seguirme en esta odisea hasta el -inal. /e todos modos, hab&a logrado mucho( de la nada, consegu& sosechosos, descubr& el m!vil del robo y me hice de un billete robado. ab&a tenido algo m's que un gran recreo, algo m's oderoso que una escaada al Rosedal( hab&a salido realmente de la escuela, de las rabonas y de los recreos. Al recurso del riesgo hay que saber encontrarle l&mites. 6no debe saber que los saltos ornamentales que desde un tramol&n alt&simo ueden convertirnos en h2roes delante de cien chicas en malla, ueden deararnos una muerte de est4idos si la ileta est' vac&a. 5o era un estudiante al que le hab&an salido bien un ar de imulsos y movimientos arriesgados, no un motociclista desrejuiciado. Juedaba de recuerdo y testimonio, enorme, el billete robado de quinientos mil australes ara guardar en un bolsillo de cristal, como honorarios agados or no se qui2n a un detective amateur. Ahora me tocaba volver a lo de siemre y, lo que no era oco, mantener mi segundo combate con el 3uervo. Mir2 el billete con triste$a y ens2 que no e"ist&an los talismanes.
Tilt
ese a las justi-icaciones y resignaciones, y a la sana acetaci!n de mi vida cotidiana, lo cierto es que una ve$ abandonado el caso qued2 como los -liers cuando hacen 0tilt1. /etenido, susendido, congelado. magino que ustedes estar'n m's interesados en saber c!mo termin! todo aquel asunto del Restive y el sable que en mi regular concurrencia a la escuela a artir del d&a de mi renuncia a la investigaci!n. ero tengo ganas de contarles que el alejamiento del enigma me sumi! en una e"istencia esecialmente sobria. r al secundario, charlar con Aslamim, merendar, mirar la tele o ir al cine, dormir. 3omo no quer&a ver al 3uervo hasta el d&a del desa-&o, dej2 de ir a 1las(Bac2 . a relaci!n con 3ristina se mantuvo en el hibernadero de la indi-erencia9 los saludos de rigor y ni una alabra sobre la carrera. ac&a es-uer$os ara creer que era yo el enojado con ella. a miraba deseando que me idiera erd!n ara or -in acariciarle el elo, consolarla y ser su verdadero h2roe. os hermanos no ueden quererse como novios, ero muchas veces se elean como esosos. Al oco tiemo lleg! el sulente de istoria, avan$amos en el rograma y se acabaron los esclavos. Todo este vertiginoso retorno a la normalidad era ara m&, arad!jicamente, como un licor con el cual olvidar mis momentos de gloria. %i hubiese tratado de reemla$ar la emoci!n del caso Restive con alg4n otro est&mulo, solo hubiese muerto de nostalgia9 en cambio, el e-ecto somn&-ero de la monoton&a me ayudaba a digerir mi decisi!n de abandonar la b4squeda. ues bien, no ude vivir el -inal de esa historia, ero nadie me va a rivar del lacer de cont'rselas. A los seis d&as de mi renuncia al caso, la noche anterior a mi carrera con el 3uervo, a eso de las ocho y media, un llamado tele-!nico interrumi! el mejor ca&tulo de El agente <=, que estaba dis-rutando c!modamente desatarrado en el so-', en cal$oncillos y comiendo chi$itos. Mis adres estaban trabajando y mi hermana estudiando en su ie$a, me levant2 de mala gana y, sin bajar el volumen de la tele, mirando la antalla de reojo, atend& el tel2-ono. HIolaK Hdije. Hola, Miguel Ángel Hcontest! la vo$ de Antonio. HEsto no es un contestador autom'tico Hdije con vo$ mec'nicaH. 6sted est' hablando con el aut2ntico Tognini. Antonio se ri! y dijo( Hoy a la noche se entrega el sable.
HIJu2K Esera. Aagu2 la tele justo cuando Ma"ell y el je-e entraban al 3ono de %ilencio. HTe escucho Hdije. H8o te voy a contar nada or tel2-ono Hcontest! AntonioH. os y Aslamim est'n invitados a la ceremonia donde el se#or orta entregar' el sable a las autoridades del nstituto #anmartiniano. Es a las * en el Hotel 1i-ueroa, en la esquina de Clorida y 3orrientes. 3ort2 y llam2 a Aslamim. e as2 el dato. A las nueve estuvimos los dos en la uerta del Hotel 1i-ueroa. Clor de hotel. 6n ortero nos regunt! qui2nes 2ramos. HMiguel Ángel y Guillermo Hdije. El ortero nos mir! sin inter2s ni ganas de ermitirnos asar. HAslamim y Tognini Hdijo Aslamim. Entonces se abri! la cara del ortero, hi$o una leve reverencia y nos invit!( Hasen. Entramos or esa al-ombra roja acolchada y nos dirigimos a la escalera que conduc&a al sal!n de actos. HTendr&amos que haber tra&do corbata Hdijo Aslamim cuando divisamos los rimeros -racs. HF barba Hsuger& yo. En el sal!n, al lado de una mesa con cana2s de almitos y arrolladitos ba#ados en chocolate, divisamos a Antonio. M's lejos, atacando una jarra de jugo de naranja, sonre&a el se#or orta. Antonio vino hacia nosotros con los bra$os abiertos. 8os saludamos y -uimos hacia la mesa de los sandiches de miga simles, donde hab&a menos gente. HBueno Hle dije a AntonioH. abl'. H%&rvanse un sandichito Hsugiri! AntonioH. Es una historia larga. Aslamim catur! uno de jam!n y queso, yo solamente me serv& un vaso de agua mineral. Antonio comen$!(
HEn el 4ltimo encuentro les dije una eque#a mentira, y ahora voy a remediarla con una gran verdad. a mentira -ue que abandonaba la b4squeda del sable9 y la verdad, que solo ustedes van a saber, es c!mo se resolvi! esa b4squeda. a mesa donde est'bamos se vaci!. 6na se#ora se acerc! en busca de alg4n bocadillo e"travagante, ero al ver solo discretos sandiches de miga, se alej! dececionada. Antonio hi$o una eque#a ausa ara que areci'ramos el armado de su -rase y continu!( H/esu2s de seguimientos, registros de asajes de trenes y de aviones ?ayudado or las cone"iones emresarias del se#or orta9 no saben lo r'ido que uede averiguarse todo or comutadora@, descubr& que el viaje de Ra-aelli a Mendo$a era cierto. ab&a sacado un asaje de tren. 5o ten&a muchas dudas sobre la imlicancia de Ra-aelli, ero como era mi 4nica ista y en Buenos Aires no encontraba nada, decid& arriesgarme a erder el tiemo en otro lado. Tom2 su mismo tren. 3uando llegamos a Mendo$a, lo segu&. %e hosed! en un hotel de la caital( i#as. os dos rimeros d&as ens2 que me hab&a equivocado. %e anot! en un tour de e"cursiones de la emresa Mendosol y aseaba como un turista m's. /esayunaba, visitaba sitios intrascendentes, volv&a al hotel, jugaba al billar, hablaba con los dem's turistas ?incluso comen$! a acerc'rsele a una mujer madura@ y se iba a dormir cansado de los aseos, como todos, como yo. El tercer d&a a la ma#ana, ya ten&a rearada mi valija, descre&do, ara volverme a la caital en el tren que sal&a a las siete de la tarde. ara ese d&a hab&a organi$ada una e"cursi!n al cerro os enitentes. Es un cerro con -orma de catedral g!tica, y nieve, donde los que no tienen nada que hacer van a esquiar, y los que a4n tienen menos que hacer van a mirar c!mo esqu&an los rimeros. ara eso hay instaladas canchas ?Io istasK@ de esqu& y aerosillas. El cerro tiene una altura de :D>) metros sobre el nivel del mar yL Hara Hlo interrumi! AslamimH. Ias a darnos una clase de geogra-&aK H/e geogra-&a y de historia Hasever! Antonio. Hamos al unto Hle ed&. El sal!n qued! en silencio. or arlantes, una vo$ anunci! que 0en sencillo ero emotivo acto1 el se#or orta entregar&a el sable. Antonio nos desla$o hacia un rinc!n oscuro. HEl cerro Los $enitentes es imortante Hcontinu!H. %eg4n el -olleto que me dieron 0est' enmarcado en un anorama de e"cecional belle$a1, ero el cerro en s& es roca elada y nieve. Bien, la e"cursi!n sal&a del hotel a las once de la ma#ana y regresaba a las cinco y media de la tarde. 5o re-er&a asar mi 4ltimo d&a en Mendo$a, recorriendo la ciudad, que entre tantos aseos no hab&a odido conocer. 3on ese ro!sito, las valijas ya arregladas en mi habitaci!n y el desayuno consumido, sal& del hotel a las die$ de la ma#ana. Ra-aelli estaba en el umbral del hotel conversando con tres hombres y la mujer madura. 3harlaban tranquilamente, movi2ndose en el lugar ara no tomar -r&o y mirando la calle desoblada. /e ronto or la misma calle, hasta el momento desierta, aarecieron dos
hombres9 ambos miraron a Ra-aelli y uno de ellos al$! la mano. Ra-aelli salud! a los dos con un adem'n de reconocimiento9 la mujer y los tres hombres que charlaban con 2l, no los saludaron. os dos hombres siguieron de largo. Me qued2 quieto, abandon2 mi aseo or la ciudad. IJui2nes eran esos dos hombres que Ra-aelli hab&a saludado y los dem's noK 8o eran del tour ni el hotel. 5o odr&a haberme quedado tranquilo, no hab&a nada de e"tra#o en ese saludo y ten&a el asaje a Buenos Aires. ero, no s2, esos dos me alteraron. Antonio estaba hablando desacio ara no contrastar con el silencio del sal!n, cuando lo interrum& con vo$ destemlada, un anciano se dio vuelta y me mir! rerobadoramente. HI3!mo eran esos dosK Hregunt2. HBueno, uno era alto Hdijo AntonioH muy delgado, de elo rubio clar&simo y cara inteligente. HCeuer Hdio AslamimH. 6lises Ceuer. H5o te voy a decir c!mo era el otro Hle dije a Antonio bajando la vo$H. etiso, de elo muy corto y bigotito. HOE"actoP Hsalt! Antonio, rovocando otra mirada amonestadora del anciano. HI3!mo sabenK Hregunt! Antonio. H%egu& contando Hdije con dislicencia. HEntr2 al hotel, sub& a mi cuarto y me dije( 0oy a darle una oortunidad m's a Ra-aelli de demostrar que est' imlicado. /urante el aseo, lo abordo y le hablo. %i no descubro nada, me vuelvo1. /ej2 aga la cuenta del hotel y me anot2 en la e"cursi!n. %i descubr&a algo, erd&a el asaje en tren. %ubimos al micro, Ra-aelli no me dio oortunidad de sonsacarle nada. El viaje en micro lo comarti! con la mujer madura, y el viaje en el ar de aerosillas hasta la cima del cerro, tambi2n. El acto -ormal hab&a terminado. El gerente estaba siendo saludado y almeado or amigos y notables. a gente se disers! or todo el sal!n y nos vimos rodeados. Antonio hi$o un adem'n de desedida al se#or orta, quien contest! con una sonrisa y me ech! una mirada enigm'tica, entre c!mlice y agradecida, que reresent! toda la recomensa a mi gran ayuda. os tres salimos del hotel y agarramos or Clorida derecho, ara el lado de %anta Ce. Hlegamos a Los $enitentes Hdijo Antonio a lena vo$, en el aire -r&o de Buenos Aires de julioH. %ubimos a las aerosillas hasta el comlejo de istas de esqu&. All& el gu&a nos mostr! las caras que, a lo lejos, -ormaban las rocas de las monta#as, nadie ve&a nada, ero todos asent&an.
H3omo con las constelaciones Hoin! AslamimH. Nsos que te dicen( 0mira como se ve clarito que esas estrellas -orman un oso1, y vos sabes que no lo ve ni el que te lo muestra. Ho mismo Hasinti! AntonioH. El gu&a 2ste se sab&a de memoria todas las constelaciones rocosas y nos aburr&a mortalmente, ero tuvo una -rase que me electri$!, dijo( 08o s2 e"actamente or d!nde, ero Los $enitentes -ue uno de los untos que atraves! %an Mart&n en el cruce de los Andes1. uego de esa in-ormaci!n, que ara la mayor&a as! desaercibida, nos llev! a la con-iter&a del lugar. Ra-aelli y su coma#era comartieron la mesa y se tomaron las manos. 5o me sent2 s!lo y ed& un chocolate caliente. Me hubiera gustado comartirlo con ustedes, se los juro. 3uando cada cual hubo engullido lo suyo, el gu&a nos invit! a salir, ara mostrarnos no s2 qu2 cosa. Ra-aelli se discul! ante su acoma#ante llev'ndose una mano a la cintura( que hiciera ella el aseo, a 2l le dol&a la esalda y re-er&a eserar en la con-iter&a. Ella quiso acoma#arlo en su desgracia, ero 2l le idi! que se divirtiera. 3uando la mujer or -in accedi! a divertirse y sali! de la con-iter&a tras el resto de los turistas, me aroincu2 ara abordar a Ra-aelli en su mesa. ero tamoco me -ue osible. 8i bien el gruo de turistas se alej! lo su-iciente, Ra-aelli levant! la mano y llam! al mo$o. ag! de inmediato la cuenta y, con la cintura en er-ecto estado, sali! de la con-iter&a, caminando en direcci!n contraria a los turistas. %in que Antonio arara de hablar llegamos a esa la$a hermosa que hay en Clorida y %anta Ce. Aunque no era muy tarde, die$ y cuarto de la noche, el -r&o la hab&a dejado desierta. 8o sentamos los tres en un banco, Antonio en el medio9 la lu$ m's cercana estaba a unos veinte metros. H5o camin2 en la misma direcci!n de Ra-aelli. El cerro Los $enitentes no es un dechado de civili$aci!n. %alvo el sector de esqu&, aerosillas y con-iter&a, el resto es un descamado nevado, rocoso y desconocido. or ese desierto blanco y gris, que los gu&as no desaconsejan orque a nadie se le ocurrir&a meterse, se meti! Ra-aelli. HMir'melo vos a Ra-aelli HdijeH con sus tres atados diarios. H5 no s!lo mostr! resistencia -&sica, tambi2n coraje Hdijo Antonio, incluy2ndose en el rearto de virtudesH. El gu&a hab&a hablado de umas. umas que, seg4n 2l, rehu&an al hombre. Me costaba creerlo. Ra-aelli chaoteaba en la nieve, agarr'ndose a las salientes de roca ara no caer, muy atento a cada aso. Tan atento que no me ve&a ni escuchaba.
HCeuer y B'rrales Hilustr! Aslamim. HAl tal Ceuer ya me lo nombraron Hdijo AntonioH. I5 B'rrales, qui2n esK Hos nos dijiste una eque#a mentira Hdije. HTenemos derecho a guardar un eque#o silencio hasta que termines tu relato. H5a entiendo lo de B'rrales Hdijo AslamimH. 8ecesitaban alguien que conociera el lugar. 6n ge!gra-o que conociera la $ona, eso era lo que le tocaba esec&-icamente. Ten&a que in-ormarles sobre la -auna, nieves eternas, deshielos o eligros, se met&an en un lugar deshabitado. Aunque todav&a no sabemos ara qu2. Iara qu2, AntonioK HCeuer era el que ten&a, bajo el bra$o, un objeto alargado cubierto or un estuche de lona Hdijo Antonio or toda resuestaH. B'rrales sosten&a una ala. Me ude acercar lo su-iciente como ara ver a B'rrales cavar y a Ceuer mover los labios. Escuch2 algunas alabras sueltas de Ceuer, ero una ventolina ensordecedora me riv! de lo que arec&a un largo discurso. B'rrales, siemre cavando, y Ra-aelli, lo escuchaban en silencio. uego, quedaron los tres callados. B'rrales s2 dio or contento con la ro-undidad del o$o, Ceuer dej! caer la -unda y, los cuatro, Ceuer, Ra-aelli, B'rrales y yo, contemlamos anonadados el sable corvo del general %an Mart&n que el ro-esor de historia desenvain! e hi$o brillar contra el sol. Ceuer envain! otra ve$ el sable, lo cubri! con la -unda y lo dej! caer en el o$o. acientemente, Ra-aelli llen! de nieve la morada del sable. 3on las manos a la esalda y sin hablar, los tres emrendieron el regreso al sector civili$ado. En el camino, B'rrales dej! la ala en la ro-unda cavidad de una roca. 3orr& a buscar la ala y me dirig& al unto clave. Aunque hab&a tabulado a ojo el sitio, ahora no od&a encontrarlo, la nieve era toda igual y no hab&a huellas del o$o. 3omen$! a nevar, tem& que me -uera imosible dar con el sable. I5 vas a creer, Miguel Ángel, erd!n, Tognini, si te digo qu2 ista me revel! el lugar donde estaba enterrado el sable cuando me emec2 a deseserarK H%i te cre& todo lo que ven&s diciendo hasta ahoraL Hconced&. HO6n aquete de cigarrillos con un encendedor adentroP ero se le hab&a ca&do, orque no estaba vac&o. A-ortunadamente, esta ve$ no volvi! a buscarlo. 3av2 y cav2 durante un buen rato. 3uando aareci! la emu#adura del sable asomando aenas or la -unda de lona, mi roa estaba h4meda. Emu#2 el sable corvo de %an Mart&n9 no ude evitar sentirme en ese instante un granadero erdido en el tiemo. 8o ude evitar echar un vista$o a los Andes e imaginarme en una gran eoeya, comletamente desinteresado del res-r&o que me aguardaba. 3on el sable en la mano y bajo la nevada, me regunt2 c!mo volver a la civili$aci!n. 8o od&a aarecer en la con-iter&a con el sable en la mano, orque od&an estar a4n los tresL ro-esores, -estejando el -in de su rara ceremonia. Mir2 mi reloj, eran las cuatro y media, reci2n a las cinco od&a estar seguro de que Ra-aelli hab&a artido con el tour rumbo al hotel. 5 eso, si no ten&a la desgracia de que al gu&a se le ocurriera eserarme. I5 los otros dosK Ten&a que regresar a la ciudad sin cru$'rmelos. Ascend& or entre las rocas, la nevada me hac&a resbalar a4n m's que a la ida, Ousaba el sable de bast!nP 3uando se hicieron las cinco, o& un rugido.
HO8oP Hgrit! Aslamim.
3on nuevo imulso, reemrend& el ascenso Hcontinu!H. 6tili$ar el sable de bast!n no me arec&a ya tan e"traordinario. i una aerosilla, si caminaba unos metros m's odr&an verme a m&, a un Xil!metro estaba la con-iter&a. Ahora estaba r'cticamente en la cima del cerro, y a su ie se ve&a la carretera que llevaba a la ciudad. 8o od&a bajar caminando. 5a hab&an asado unos minutos de la cinco. HIor qu2 no od&as bajar a ieK Hregunt2. HEra una casa eminada y de iedra. %ubirlo resultaba m's o menos imosible, ero tratar de bajarloL te matabas seguro. En un ar de aerosillas vi asar a Ra-aelli y la mujer madura. %e iban del cerro, volv&an con el tour al hotel. Ceuer y B'rrales od&an estar en la con-iter&a o haberse ido, el 4nico modo de saberlo era observar la r!"ima carnada de aerosillas. os viajes en aerosillas se hac&an or gruo de tour, y nunca las ocuaban todas, las 4ltimas quedaban vac&as. 8ot2 que las aerosillas asaban ro$ando una minimonta#a de roca. %i en la r!"ima tanda no ven&an Ceuer ni Barrales y yo abordaba las aerosillas -inales, od&a llegar abajo con la seguridad de no cru$'rmelos. Tre2 al sitio y eser2. En el tour que ven&a no estaban Ceuer ni B'rrales, deb&a intentarlo. HI3!mo hiciste ara trearte a la aerosilla con el sable en la manoK Hregunt! Aslamim. HEn el ante4ltimo ar de aerosillas dej2 el sable, y en el 4ltimo me colgu2 yo. as aerosillas est'n rearadas ara que uno las aborde quietas y se acomode bien. 8o se les ocurra arrojarse de una roca y colgarse de una aerosilla en movimiento. El cable hi$o una 6 casi mortal, el sable se tambale! y todos los asajeros egaron alaridos. arios se dieron vuelta y me vieron tratando de alcan$ar el asiento, escena que multilic! los chillidos. or suerte est'bamos en leno cerro, imosible que udieran verme los cuidadores de la cabina de arriba o abajo. El cable se endere$!, el sable sigui! en eligro y la sangre volvi! al rostro de los asajeros. Ahora mi roblema era el desembarco, orque ya hab&a varios asajeros d'ndose vuelta ara insultarme or el eligro que les hab&a hecho correr y, osiblemente, en la lata-orma, me acusaran. H5 con ra$!n Hdijo AslamimH. %i a m& un tio me jode en una aerosilla, me voy colgado del cable hasta donde est2 y lo reviento. HEra un caso de -uer$a mayor Hcontest! AntonioH. 8o soy el mani'tico del cerro. ero estaba cansado de imaginar escaes, me dije( 0Ma s&, que me acusen de colarme en las aerosillas en movimiento, de loco, mientras no me quiten el sable1. ero si me llevaban a la olic&a en calidad de chi-lado, aunque no suieran la historia del sable, od&an quit'rmelo igual. oco antes de llegar a la lata-orma, volv& a colgarme del asiento de la aerosilla, esta ve$ ara bajar. El cable nuevamente se comb!, me dej2 caer sobre la nieve cuando tuve los ies m's cerca osible del suelo, los asajeros chillaron y el sable cay!. Recog& el sable y gan2 la carretera. /esu2s de un largo rato de hacer dedo, me levant! un camionero. regunt! qu2 llevaba en la -unda. e dije que el arante de una cara. 0I6n arante corvoK1, regunt! el camionero. Antes de contestarle me -ij2 en la -unda, era amlia y no revelaba la curvatura del sable. 0IEs corvo, noK1 insisti! el camionero. 0uede ser1, dije. 3uando recog& mis cosas en el hotel, eran las siete y cinco. or mucho que me
aurara, ya no od&a tomar el tren de las siete. ens2 que la ha$a#a bien justi-icaba un viaje en avi!n. Esa misma noche vol2 ara ac'. Eran las once de la noche en la la$a de Clorida y %anta Ce, Aslamim y Tognini est'bamos anonadados ante el -in de la aventura. HI5 or qu2 mentisteK Hregunt2H. Ior qu2 me dijiste que te abr&as del casoK H8o od&a ermitir que me acoma#aras Hdijo AntonioH. 8o sab&a qu2 eligros entra#ar&a la b4squeda. ens2 que -ingiendo abandonar, te desalentar&as. Aslamim, Tognini, lamento, en serio, no haber comartido con ustedes el eisodio de Mendo$a, ero los dos -ueron imrescindibles ara que todo llegara a buen -in. 5 ahora, Iqui2nes son B'rrales y CeuerK HCeuer, nuestro ro-esor de istoria Hdijo AslamimH. 5 B'rrales, el de Geogra-&a. HI5 qu2 hac&an ah&K Hregunt! AntonioH. Ior qu2 hicieron todo estoK HEso es lo que el viento no te dej! escuchar HdijeH. Ma#ana es el desa-&o con el 3uervo9 tengo que irme a dormir. HIJui2n es el 3uervoK Hregunt! Antonio. e e"liqu2 brevemente que clase de animal era el 3uervo. Me dese! suerte. e agradecimos el habernos contado la historia. 8os emocionamos y nos desedimos. 3uando baj'bamos or Clorida hacia 3orrientes en busca de un colectivo que nos reintegrara a una $ona menos tur&stica de Buenos Aires, Aslamim me as! un bra$o or el hombro y dijo( HMe imagino que no intentar's averiguar cu'l -ue el discurso de Ceuer, ni or qu2 lo hicieron, ni todo lo que -alta. H5 se ri!. Haya uno a saber Hdije, y agregu2H( Ahora s& que Antonio est' desligado, ya encontr! el sable y le conviene el silencio. H%e ort! muy bien en contarnos la historia Hdijo AslamimH, y del resto H reiti!H vaya uno a saber. 5 los dos sonre&mos.
Game over
A la ma#ana siguiente no -ui a correr, nunca hay que entrenar el mismo d&a del desa-&o. 3omo ven&a haciendo desde la noticia del robo al Restive, en la calle ise2 los titulares del diario Ma#ana. or suuesto, un recuadro grande y ubicado en el centro, consignaba el encuentro del sable( ENCUENTRAN AUTNTICO SABLE DE SAN MARTÍN
El -erente del Banco Restive7 señor Osvaldo $orta7 (i0o entre-a a las autoridades del nstituto #anmartiniano del aut8ntico sable corvo del -eneral don 9os8 de #an Mart/n :'unto a una carta de &uño ) letra del Libertador; encontrado casualmente en las de&endencias de la instituci6n +ue diri-e%
En la rimera hora de clase, el recetor, desu2s de tomar lista, nos in-orm! que lo de Ceuer, -inalmente, no era heatitis sino una en-ermedad con similares s&ntomas ero mucho menos grave. B'rrales concluy! r'idamente su luna de miel. Ra-aelli regres! de su aseo. os tres ro-esores se restitu&an al lantel estable. Ese d&a no ten&a Geogra-&a ni Matem'ticas, ero s& istoria, en la tercera hora. 8o voy a aburrirlos con Educaci6n C/vica ni con el mediocre artido de -4tbol que jugamos en ,imnasia. ayamos directo a la Historia. a cara de Ceuer era una cosa muy rara( estaba m's 'lido que de costumbre ero bronceado. %!lo Aslamim y yo sab&amos que ese tono cobri$o, inaudito en Ceuer, se deb&a a la otencia de los rayos del sol cuando rebotan contra la nieve. Ceuer no dijo una alabra sobre el sable, y habl!, sin ausa, del oder&o romano. asta que un alumno, qui$'s conocedor de la teor&a ya esbo$ada, regunt! -uera de rograma( Hro-esor, Iqu2 es eso del sableK Ceuer contest! con los argumentos del diario. Agreg! que no era del todo correcto el adjetivo 0aut2ntico1, orque el sable conocido hasta ahora tambi2n lo era. El alumno qued! con-orme. Ceuer tom! el libro en el ca&tulo de los romanos como ara ver en qu2 arte
hab&a quedado de la lecci!n, ero yo sab&a que estaba turbado y escond&a la vista. Antes de que recomen$ara, regunt2( HI5 desde cuando estaba el sable emotrado en esa aredK H5, calcule, desde antes que el general emrendiera el cruce de los Andes Hdijo. HI5 en todo ese tiemo, nunca sali! de ah&K Hregunt2. HEso no uede saberse Hdio Ceuer. HI5 ahora, d!nde lo van a onerK Hregunt2. Hosiblemente, en un museo Hdijo, no muy convencido. HI5 a usted d!nde le arece que deber&a estarK El ro-esor me mir! e"tra#ado. H8o entiendo la regunta Hdijo. HEl sable corvo, Ile arece bien que lo ongan en el museoK HEs mucho mejor que tenerlo en la caja -uerte de un banco, ah& s& que est' desubicado Hdijo Ceuer, ya en tono coloquial. H8o entiendo Hment& yo. H/igo que un s&mbolo como 2se, un sable invicto, deositario del es&ritu de la libertad, no uede estar en un banco al lado del dinero, es una -ea combinaci!n. HEntonces Hinsist&H. I/!nde lo ondr&a ustedK HAh Hdijo CeuerH. 3!mo quiere que lo sea. HIEn los AndesK Hregunt2. HI3!moK Hse qued! tieso Ceuer. H3laro, el general quer&a mantener el sable invicto, sin saber cu'l ser&a el resultado de la cama#a de los Andes. /esu2s, suo y sabemos que triun-!( ser&a un lindo gesto esconder el sable, ara que no est2 en la caja -uerte de un banco, en ese l&mite de nieve donde a4n no sab&a c!mo le ir&a. H%&, s& Hse entusiasm! CeuerH ser&a un lindo gesto.
Hero robar el sable del museo ara hacer eso estar&a muy mal Hagregu2. Hor suuesto Hasegur! CeuerH un verdadero delito. HI5 sacarlo de la caja -uerte, ara que no est2 junto a vulgar dineroK Hregunt2. HBuenoL Hdijo CeuerH. Eso ser&aL incorrecto. a clase estaba -ascinada con el di'logo, od&a o&r la resiraci!n agitada de Aslamim. Ceuer volvi! al libro y dijo( Hamos a seguir con los romanos. H6na 4ltima regunta Hed&. 5 antes de que me diera ermiso, regunt2H( IJu2 es ara usted incorrectoK Ceuer cerr! el libro. %e dio or vencido. Me mir!, mir! a toda la clase. 8o iba a contestarme, iba a hablar. H6no tiene que comortarse correctamente Hdijo CeuerH. Realmente creo eso. 6no se auta determinado tio de vida y act4a en consecuencia9 or lo general, eso es actuar correctamente. 6no no uede vivir de cien maneras. a vida es una, y, ara hacerla m's larga, conviene elegir un solo camino. En mi caso, ser ro-esor de historia. 5 eso imlica estudiar, rimaria, secundaria, -acultad, ro-esorado9 y trabajar, ense#ar. 5 suongamos que habiendo recorrido el camino que nos -ijamos, con correcci!n, incluso con talento, no estamos del todo satis-echos. 6no no est' del todo satis-echo. Esas alabras me sonaban. HEste sujeto hiot2tico del que hablamos Hsigui! CeuerH se dice que b'sicamente hi$o lo correcto, que tal ve$ la vida no o-re$ca m's que esa satis-acci!n incomleta. %in embargo, un d&a se toa con un gran descubrimiento. /e tanto estudiar, de tanto dedicarse a lo suyo, casi or casualidad, descubre la enicilina o la radiactividad, etc. En mi caso, ara usar un ejemlo actual y atractivo, suongamos que, leyendo algunos documentos y asociando con otros, descubro que el sable usado or %an Mart&n hasta la cama#a de los Andes, est' escondido. 5, ara seguir con la noticia del diario, se halla emotrado en una ared que actualmente ertenece a un banco. Entonces, como les dije, considero que eso no es un buen sitio ara una esada memorable de la historia. %igamos suoniendo que, or tanto, quiero sacar el sable de ah& y s2 que el camino correcto es dar arte a las autoridades. 5 all& surge mi duda, Iera el ro!sito de %an Mart&n que su sable quedara al descubierto o re-er&a mantenerlo oculto, como est' el cora$!n dentro del cuero y no -uera, bombeando su m'gico oderK %i lo dejo en el banco, se corroe junto al dinero. %i doy arte a las autoridades, queda en una almohadilla como un cora$!n a la intemerie. 5 en ese momento tan grave de su historia, de la historia, el hombre que ha actuado correctamente toda su vida tiene derecho a una licencia o2tica. OEs que el descubrimiento es de su materia ero la e"cedeP Tiene derecho a inventar una auta nueva. A reali$ar algo ineserado ara 2l y ara
todos. 6n hecho que lo remie, que le aorte esa gota de satis-acci!n -altante. %u roio cruce de los Andes. ara seguir con la met'-ora, este hombre se dice que el mejor lugar ara guardar el sable es un o$o bien ro-undo en la cordillera de los Andes. ara eso es necesario sacarlo de la caja -uerte y se hace imrescindible la ayuda de otros hombres. ay que anotar horarios de los guardias del banco, saber a qu2 lugar de los Andes se va. 8ecesita ayuda de otros hombres dedicados a lo suyo, correctos como 2l y a los cuales tambi2n les -alta esa chisa 4nica. H3laro Hinterrum&H. Jue hicieron la secundaria, la -acultad, yL Jued2 callado cuando not2 que toda la clase, y el ro-esor, me miraban. Realmente hab&a interrumido. /ej2 seguir a Ceuer.
H8o hay mucho m's HdijoH. El resto ueden imaginarlo. 0ero son e"ertos en el tema del sable, los n4meros y los Andes9 no en el robo del dinero Hsigui! CeuerH. %uongan que, con comleta ingenuidad, uno de estos ro-esoresL buenoL, suoniendo que los otros tambi2n sean ro-esoresL cambia dos billetes robados or los dos comunes que tenga m's a mano, orque necesita comrar urgente el asaje a los Andes. Bueno. o hacen. 5a est'. /esu2s, la vida, m's milagrosa que los milagros, quiere que las cosas sigan su curso e"tra#o e inentendible. Ellos ya han actuado y est'n satis-echos. 5 la 4ltima untada del hecho e"traordinario del hombre correcto es, una sola ve$, contarlo1.
nsert coin ?a 4ltima -icha@
El 3uervo me eseraba junto a la -uente de los atos del arque 3entenario. %olo dos de la barra estaban con 2l, no todos los lugartenientes del 3uervo soortan la atm!s-era e"terior a 1las(Bac2 , sus br'nqueas no se los ermiten. Resultaba gracioso ver al 3uervo sin su camera de cuero, vest&a un bu$o negro y antalones jogging, tambi2n negros. 8o ten&a uesto un cigarrillo en la comisura del labio, el -r&o le hac&a echar humo or la boca, salticaba en el lugar9 aunque rid&culo, ten&a algo de imonente. 5o llegu2 al duelo con un bu$o blanco y shorts a$ul marino, acoma#ado de Aslamim. Eran las tres de la tarde. 3ristina estaba en casa, sab&a del desa-&o y de lo que se jugaba9 sin embargo, no se dio or enterada ni me dese! suerte. argamos de la esquina del nstituto asteur, era a tres vueltas. En esquinas estrat2gicas, se ubicaban Aslamim y los lugartenientes del 3uervo ara controlar que no cort'ramos camino. A di-erencia de lo que yo ensaba, el 3uervo, en ve$ de comen$ar a correr r'ido y atolondrado como un animal, imit! mi trote arejo. /e todos modos, en la rimera vuelta ya le hab&a sacado buena ventaja. 5 -ue ah&, estando a buena distancia e iniciada la segunda vuelta, cuando la e"tra#a caacidad resolutiva que oseo al correr hi$o que me surgiera una idea or comleto ajena a mi normal comortamiento. %e me ocurri! que si el 3uervo hab&a sido caa$ de acetar mi desa-&o, de entrenar y animarse a jugarme en un camo ara 2l desconocido, tal ve$ no -uera la eor de las ersonas, tal ve$ hubiese una o dos ersonas antes en la escala mundial de malas ersonas. 5 si mi hermana hab&a acetado sus -ichas, Ia qu2 estaba yo corriendo ara que no la invitaran a bailarK ues estaba claro que, ese a nuestra auesta, lo del 3uervo ser&a -inalmente una invitaci!n, orque mi hermana no hab&a dado su consentimiento. ens2 tambi2n que si hab&a acetado las -ichas del 3uervo, el siguiente aso tendr&a que resolverlo sola ?a no ser que eligrara su integridad -&sica@. 5 or 4ltimo y m's imortante, no od&a imaginarme 1las(Bac2 sin el 3uervo. Cue as& que a la vuelta y media abandon2 la carrera sin dar e"licaciones a mi oonente. as2 or la esquina de Aslamim, lo tom2 or el hombro y lo invit2 a cru$ar la calle. Ahora s& el 3uervo corri! como un deseserado, y me regunt! si me retiraba. /e mala gana, le dije que s&. Aslamim se meti! las manos en el bolsillo, le saqu2 la mano del hombro y lo imit2. He ganabas -'cil HdijoH, Iqu2 te as!K HEs largo de e"licar. ero -undamentalmente, no s2.
HI8o te quer2s acostumbrar a ganarK Hos sabes que yo tengo teor&as muy s!lidas acerca de los que ganan y los que ierden, ero se me est'n resquebrajando. 3reo que voy a onerme a estudiar la teor&a de la relatividad. HIEinsteinK Hregunt! Aslamim. Hodr&a ser HdijeH. Ma#ana tenemos -&sica, voy a reguntarle al ro-esor. HC&sica Hresol! AslamimH. OJu2 lomoP IJu2 odemos inventar con C&sicaK