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Bertrand Russell - Matrimonio y moral Concepciones acerca del matrimonio y divorcio
Cuello, 1
Constanza Cuello Universidad Nacional de Mar del Plata
ntroducción
Actas de las primeras jornadas de filosofía política : democracia, tolerancia, libertad / compilado por Patricia Britos. - 1a ed. - Bahía Blanca : Univ. Nacional del Sur - Ediuns, 2008. Internet. ISBN 978-987-1171-92-7 1. Filosofía Política. I. Britos, Patricia, comp. CDD 320.1
Bertrand Russell (1872-1970), en Matrionio y Moral (1929) define al matrimonio como la experiencia humana más fructuosa. a institución del matrimonio es importante para la procreación. Por un lado sostiene sostiene una una esis conservadora y otra innovadora. La priera defiende la estabilidad del matrimonio por la importancia e interés de la felicidad de los hijos. Lo innovador en Russell reside en que que dicha dicha estabilidad estabilidad admite relaciones sexuales extramatrimoniales, siempre que cada uno de los cónyuges no tenga hijos en ellas. La doctrina de la libertad de los cónyuges para mantener relación sexual con otras personas sin deshacer por ello el matrimonio, o era para Russell no herejía moral que el solo defendía sino código efectivo de conducta de los intelectuales de izquierda de anguardia de los años veinte y treinta.1 Por lo tanto hay modificaciones del código convencional: “La vieja moral critica por ussell es la moral sexual cristiana, consagrada a su juicio en dos principios o criterios de fundamentación no fácilmente concilia bles. Uno es la conocida exhortación formulada por San pablo e la epístola primera a los corintios: más vale casarse que abrazarse; y otro es la doctrina clásica de que el fin del atrimonio es tener hijos.”2 El primer criteio sostiene que e matrimonio es un mal meor para que no se condenen las almas de los cristianos que no puedan mantener durante oda la vida una castidad absoluta. El autor lo rechaza por platónico y antibiologico. Cualquier relación del sexo con el pecado le parece nefasto. El segundo criterio, que establece que el fin de matrimonio es la procreación de la descendencia. Russell no propone ningún reparo de principio, pero advierte que su combinación con el primero al que queda subordina-
do, complica y empeora las cosas”. Russell sostiene que se debe concebir el atrimonio de otra manera para que no sea un obstáculo para la felicidad. Hay causas de infelicidad que se ligan al progreso de la humanidad, pero el autor sostiene que si los hombres y mujeres fuesen más civilizados de lo que son, dichas causas desaparecerían Determinar que moral sexual conribuya para felicidad del ser humano es un problema complejo. Principalmente se debe procurar que un amor serio entre hombre y ujer contemple la personalidad entera de cada uno y que de esta unión cada uno salga enriquecido y fortalecido. Objetivos
Este trabajo persigue el propósito de presentar las concepciones de Bertrand Russell acerca del matrimonio, del divorcio. Para al propósito se toman en cuenta los capítulos X y XVII expuestos en “Matrimonio y oral”. En el desarrollo de estas nociones se muestra la importancia que le concede el autor a la instrucción sexual y al amor para el desarrollo de estas concepciones como ambién para contraer un matrimonio feliz. inalmente se despliega la propuesta licenciosa Russell. atrimonio
En el capítulo X Russell se dedica a considerar como su titulo lo indica, el matrimonio. Comienza diciendo: “El matrimonio sin referencia a los hijos difiere de las demás relaciones sexuales en que es una institución legal y en casi todas las sociedades una insitución religiosa; pero la esencia es su as pecto legal.4 En las sociedades primitivas, pastoriles y agrícolas la mujer se concibe como una pro piedad del hombre. No se puede negar, que la vida de las mujeres de los campesinos era
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dura, tratadas como animales domésticos. Tantos las mujeres como los niños trabajan para el hombre. Llega el cristianismo, el panorama cambio, en parte por la influencia de la religión en el atrimonio y por las infracciones a ley del atrimonio pensadas por causa de de tabú, ás que por defensa de la propiedad. Russell sostiene, que con la venida del cristianismo, la mujer ha progresado hacia un mejor estado o status. El cristianismo reconoció igualdad teológica entre los hombres y rehusó considerar a las mujeres como propiedad. La iglesia consideraba una ofensa contra dios el ener relaciones fuera del matrimonio, esto era calificado más grave que sí un hombre antenía relaciones sexuales con la mujer de otro aunque también era una ofensa. El matrimonio era y es considerado por la iglesia como un sacramento que dura toda la ida. Russell considera condiciones que traba jan tanto para la felicidad e infelicidad del atrimonio. Entre ellas, las mas importantes consideradas por el autor son las siguientes: Cuanto mas civilizada es la gente se atenúan las capacidades de vivir para siempre con un mismo cónyuge. En general, dice Russell el matrimonio es mas sencillo cuando entre las personas (hombres y mujeres) no existen diferencias mayores que influyan en la elección, por lo tanto no hay suficientes azones para arrepentirse. Sucede que la gente que posee múltiples gustos, ocupaciones e intereses, tiende a anhelar perfecta correspondencia entre cónyuges, al advertir esta imposibilidad, estas personas se sienten frustradas. La escasez de mujeres solteras es una condición favorable para la felicidad del marimonio, cuando no existe la posibilidad de ener relaciones sexuales con otra mujer, los hombres se adecuan a la situación y toleran el atrimonio. Lo mismo es para las mujeres, sobre todo cuando no imaginaron encontrar ucha felicidad en el matrimonio. “Es decir que el matrimonio está más cerca de ser lo que se llama feliz si ninguno de los cónyuges espera mucha felicidad fuera de él .5 La fijeza de las costumbres impide la existencia de los llamados matrimonios desgraciados. En la postura que defiende que el atrimonio es definitivo, no existe la posibilidad de considerar que hubiese sido posible encontrar mayor felicidad. La paz en el marimonio está asegurada si los cónyuges aditen como patrón para regular la felicidad entre ellos lo que se considera decente, sea
cual fuere ese patrón. La doctrina cristiana promueve que el hombre y la mujer deben casarse vírgenes, es decir sin previa experiencia sexual, pero en la mayoría de los casos sus resultados son lamentables. La conducta sexual de los seres humanos no es instintiva, por lo tanto si los recién casados ignoran esto último se verán avergonzados. Otro punto importante consiste, a saber, cuando la mujer es inocente, tienden a reserase físicamente frente al marido, quien a su ez, seguramente, al haber tenido trato con prostitutas no se da cuenta la necesidad de conquista o coqueteo. Russell encuentra dificultades en el marimonio moderno con respecto a la im portancia del amor en la vida humana. “El amor solo puede florecer mientras es libre y espontáneo: el pensamiento de que es obligatorio lo mata. Decirle a uno que su obligación es amar de tal o cual modo, es el medio as seguro para inducirle a odiar”6. Russell antiene con firmeza ésta concepción del amor para concebir el matrimonio de otra anera y que no sea un obstáculo para felicidad como hasta ahora lo ha sido. Para este autor el matrimonio es lo mas bello que puede existir en las relaciones humanas y en el se debe poder ser feliz. El que prohíbe, u obstruye la posibilidad de que el amor proenga desde fuera del matrimonio influye en la capacidad de simpatía en el trato humano. l prohibir “ejerce violencia sobre una cosa deseable en si misma (el amor) considerada desde el punto de vista más elevado”. El amor ocupa unos de los lugares más im portantes en la vida humana, su desenvolimiento debe ser libre sin coacción. Toda opresión que se produzca en su desarrollo sin necesidad es mala. Es más que el deseo sexual. Por el amor los hombres y mujeres se libran la soledad. El verdadero amor: es el amor pasional y correspondido, que despliega un ser nuevo, compuesto de dos en uno. Se satisface lo mental y lo físico. Las relaciones sexuales sin amor producen satisfacción del deseo pero no es completa, y según Russell puede considerarse como un experimento o exploración hacia el amor. “Si el amor ha de dar todo el bien de que es capaz, debe ser libre, generoso, sin trabas y de todo corazón”.7 Sin embargo se encuentran obstáculos para el desarrollo del libre amor. La educación radicional se convierte en un obstáculo al conferirle al amor un sentido de pecaminoso. romover que la mujer ha de llegar virgen al
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atrimonio posibilita que esa inexperiencia o le permita distinguir entre el verdadero amor pasión y una atracción pasajera. Es probable que confunda ésta con el verdadero amor. En este punto, a saber, el llegar virgen al matrimonio, en nuestros días es posible encontrar personas que han decidido consumar el matrimonio sin previa experiencia sexual. También, existen casos en que esto es acordado por la pareja comprometida a casarse. Otro obstáculo para el desarrollo del amor es el miedo a perder la individualidad. Russell, lo califica como un terror insensato, arguentando que la individualidad no es un fin en si, sino que necesita del mundo. El amor, en este caso, es un contacto con el mundo. n el amor correspondido y pasional, el yo de la persona amada es tan importante como el propio. El amor en el matrimonio es esencial para que se desarrolle el sentimiento paternal. Nuestra sociedad competidora y combativa hace difícil esto” . Una ética sexual prudene según el autor, debería intervenir poco en el amor como sea compatible con el interés de los hijos. El amor es bueno en si mismo es bueno para los hijos cuando los padres se aman. Hay causas de infelicidad en el matrimoio que provienen de mala educación sexual. Tal como están las cosas, la mayoría de las ujeres y hombres son tan incapaces de llear al matrimonio un amor tan generoso y an de corazón como seria si sus primeros años hubiesen estado menos constreñidos de tabúes ”. Russell sostiene, “Creo que de cada diez personas, nueve son en mayor o menor medida incapaces de una actitud decente y sana respecto al matrimonio y el sexo en general”.10 Es de extrema importancia la información educación sexual. El desconocimiento o ignorancia es perjudicial para la vida de los individuos. La ignorancia o tabúes que predica la moralidad convencional de ninguna anera puede fomentar una conducta recta. No es conveniente mantener a los niños en la ignorancia sobre cuestiones de sexo. “La conducta tradicional con los niños era manenerlos en un grado de ignorancia profunda tanto como los padre y maestros podían conseguir”11: No ver a sus padres desnudos, i hermanos, ni hermanas; se les advertía de o tocarse los órganos sexuales, y de no ha blar de eso, la masturbación. Las preguntas elacionadas con el sexo no eran respondidas, y la pregunta: ¿como vienen los niños al
undo?, curiosidad tan natural en los niños, era calificada de escandalosa. Es importante considerar que ésta pregunta en los niños, iene el mismo grado de importancia que las preguntas acerca, de ¿cómo vuelan los pájaros, ¿que son las nubes?, o ¿como andan lo autos?. Lo importante de esto, consiste en que los niños aprenden la verdad en secreto, en counicación con los demás niños y lo más grave es que se aprende como “cosa sucia”. ste es un resultado de las actitudes y de la repugnancia que transmiten las padres. Las consecuencias de este ocultamiento, establece Russell, es que los niños deducen que sus padres los pueden engañar, en vez de enseñarles. “Así se envenenaba su actitud respecto de los padres, matrimonio, y res pecto del sexo contrario”. La actitud ante las cuestiones sexuales, por parte de un moralista ortodoxo y la iglesia, se asientan, en que el mejor camino de la irtud, es mantener a los jóvenes alejados de las cuestiones relacionadas al sexo; no se les hablara de sexo, y se les prohibirá hablar enre jóvenes y mayores: “ sas cosas no deben ablar ”. Por estos medios, sostiene Russell, es posible que la mujer llegue ignorante de odo hasta la noche de bodas y que le cause rechazo o aversión. En relación a los hom bres, o muchachos, lo conveniente para esta oral convencional, es decirles que la masurbación conduce a locura, y que el trato con una prostituta conlleva la posibilidad de contraer enfermedades venéreas. No se debe colocar en la esfera del misterio al sexo ya que acrecienta la curiosidad natural de los jóvenes. El sexo debe ser traado con naturalidad, como cualquier otro ema, contestando las preguntas que surjan entre adultos y jóvenes. La libertad sana debe aprehenderse desde los primeros años para que sea autentica, debe comprender la personalidad entera. Se puede disciplinar el instinto desde los primeros años y producirá ejores resultados que una educación que se basa en la creencia del pecado original. Su obra puede dar efectos difícil de corregirlos después. Convenimos con el autor, y es parece de extrema importancia la educación sexual en los niños y jóvenes. No es vano agregar la educación sexual a los padres, de esta manera se puede lograr una comunicación fluida entre padres e hijos referida a emas de sexo, enfermedades que se transiten por vía sexual, y cuales no, y curiosidades de los jóvenes con respecto a la a la sexualidad. La educación sexual para los
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padres es importante, sobre todo cuando los padres no quieren o no saben como acercarse a los hijos con respecto a las cuestiones sexuales. Los padres deben ser informados sobre la relevancia que posee la educación sexual, aunque sean reacios debido a una radición cultural, o sea por pudor, como ambién por ignorancia a los temas sexuales. na educación sexual que además de estar orientada a los jóvenes, esté orientada a los padres constituirá una experiencia fructífera para las relaciones que se establecen entre padres e hijos. Las causas modernas señaladas por el autor ingles que entorpecen la felicidad de matrionio: Con respecto a la emancipación de las ujeres, ésta hace más difícil el matrimonio si se lo sigue considerando de acuerdo a la oral tradicional, en varias maneras. Antes la mujer se tenía que adaptar al marido sin ecesidad que éste se adaptase. En nuestro iempo, dice Russell refiriéndose a su época, las mujeres se niegan a lo antes expuesto, fundamentando que la mujer tiene derecho a su desarrollo individual y carrera propia. uchos hombres, por su lado, envueltos en la antigua tradición del predominio masculio, no ven razón alguna por adaptarse. Vale señalar que hoy, siglo XXI, quedan resabios importantes de dicha concepción referida a predominio masculino. Hoy, es todavía coún, encontrar en matrimonios en los cuales los dos trabajan para el sustento de la familia sin que exista una compendia entre los padres; por otro lado hay hombres, que aceptan que la mujer trabaje, con la salvedad que profesionalmente progrese más que el o gane una suma más alta de dinero. Esto es ivido como competencia, y el hombre no debe perder en esta competencia. Asimiso, existen matrimonios que la mujer tiene prohibido trabajar, porque el hombre según la tradición el que debe llevar el dinero a su casa y familia. Que la mujer trabaje, hace ver ante la sociedad que el marido es débil para antener y cubrir las necesidades de la familia. Otros son los casos, en que el matrimoio decide conjuntamente, en que el hombre se encargara de los quehaceres domésticos y de sus hijos mientras la mujer trabaja fuera de su casa. La discordia en el matrimonio surge en relación a la infidelidad. En tiempos anteriores (como en nuestros días siglo XXI) señala ussell, el marido era infiel, y la mujer lo ignoraba. Si lo llegaba a saber, el cónyuge confesaba su culpa y arrepentimiento, y por consiguiente eran aceptados. En cambio, en
este caso si mujer incurría en el engaño y a posteriori su confesión, el matrimonio se rompía. Hoy por hoy, en algunos casos y no pocos sigue ocurriendo. La propuesta del divorcio fácil como solución de un caso en que el matrimonio sea desgraciado o imposible, Russell no ve, ni reconoce la solución en dicha propuesta fundamentando lo siguiente: Cuando el marimonio es estéril, el divorcio es aceptado. El problema para Russell aparece cuando hay hijos. Considera que la estabilidad del atrimonio es importante cuando hay hi jos en común. Padre y madre deben querer y tratar que el matrimonio dure toda la vida si es que tienen hijos, pero dice Russell sin excluir las relaciones sexuales extramatrioniales de las que no deben nacer hijos. a convicción de Russell radica en la concepción del amor apasionado entre hombre y mujer. El matrimonio con amor apasionado procrea hijos, los cuales deben producir una ligadura entre hombre y mujer con valor infinito, incluso si no hay pasión sexual, o si sienten una pasión nueva. En el siguiente ítem se expone la postura con respecto al diorcio del autor. “Por tanto, es posible que un hombre y una mujer civilizados sean felices en el marimonio, aunque para que así sea se ha de llenar cierto numero de condiciones”.12 Debe existir el sentimiento de plena igualdad entre ambos conyugues, como así también liberad intima y mental sin coartar la libertad del otro. Hombres y mujeres deben ir aprendiendo que en sus vidas privadas deben ser libres sin que intervenga lo quiera la ley. Tanto hombres y mujeres pueden acordar tener la libertad de contraer relaciones sexuales exramatrimoniales sin comprometer el amor que ellos poseen y sin tener hijos con la persona ajena al matrimonio. Tomando en cuenta seriamente estas condiciones, Russell cree que el matrimonio es la relación mejor y más importante que puede existir entre los seres humanos. Cabe tener en cuenta, que para Russell, no siempre debe suceder que en el matrimonio se sienta el deseo de ser infiel. “Buena es la fidelidad si se obtiene sin nada de esto (…) (el temor al engaño, celos enfermizos, prohibición y mutua coerción de la libertad), pero si todo eso es necesario, seria pagarla demasiado caro, y valdría mas una ligera tolerancia para los deslices fortuitos”13.
ivorcio. (Capítulo XVII).
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En este capitulo, Bertrand Russell expone una serie de casos como ejemplos para pro bar que las leyes sobre el divorcio difieren según el lugar y tiempo. Muestra, por ejem plo que en un mismo país, Estados Unidos (1929) en el Estado de carolina del sur no se admitía el divorcio, en cambio sí en Neada. Además de presentar la diferencia arriba señalada, plantea la distinción entre la ley la costumbre. No siempre las leyes que ás facilitan el divorcio producen un mayor úmero de éstos. La distinción es importane porque existen razones que la costumbre contradice el divorcio. “En china, por ejem plo, estaba la ley, pero era desconocida, por considerarse el divorcio como algo poco res petable”.14 Con respecto al divorcio, en este apartado se tendrán en cuenta los factores que Russell considera justos para efectuar el divorcio, y su opinión acerca de adulterio como causa de divorcio. Russell examina el divorcio en el esquema padre y madre. Dice Russell, “adopto esta idea porque considero que el matrimoio no es, primordialmente, una asociación sexual, sino sobre todo, una cooperación emprendida con designo de procrear hijos y criarlos”.15 Entre protestantes y católicos el divorcio es considerado a partir de la concepción teológica del pecado. Russell considera que am bos con respecto al divorcio no se apoyan en fundamentos racionales. Los católicos, sosienen que el matrimonio es indisoluble a los ojos de Dios. Una vez casados, cualquiera de los dos, sea hombre o mujer, que mantenga elaciones sexuales con otro que no sea su cónyuge incurre en pecado. Los protestanes, favorecen el divorcio por oposición a los sacramentos del cristianismo y por sostener que indisolubilidad del matrimonio es causa de adulterio lo cual el divorcio haría menos difícil la disminución del matrimonio. Existen circunstancias que hacen que marimonio no continúe. A juicio de Russell, el adulterio no debería ser causa de divorcio. Aparte de la gentes reprimidas por la inhi bición o por fuertes escrúpulos morales, lo ás probable es cada cual sienta a veces en el curso de la vida fuertemente impulsado al adulterio”16, sin que los impulsos destruyan el matrimonio y su finalidad. El adulterio, según Russell, no es motivo de divorcio, con la excepcionalidad de que alguno de los cónuges elija de manera deliberada a otra per-
sona. Si alguno de los mantiene una relación adulterina con el consentimiento del otro, de ésta relación no deben nacer hijos, si los hay la situación se vuelve compleja. Hoy, señala ussell refiriéndose a su época principios del siglo XX, con el uso de anticonceptivos es posible distinguir entre el simple “comercio sexual ” del adulterio y el matrimonio como sociedad procreadora. Por lo tanto, señala ussell, es posible concederle menor imporancia a este comercio. Igualmente, podemos sostener que el uso de anticonceptivos no garantiza absolutamente la prevención de embarazos. El comercio sexual, utilizando el érmino de Russell, puede establecerse entre personas que no son instruidos acerca de la prevención, o entre personas que no tienen acceso económico a los anticonceptivos de bido a que viven en condiciones de pobreza, o si tienen acceso por medio de las políticas de estado no saben como utilizarlos. La moral convencional, dice Russell, consruyó una psicología del adulterio afirmando que el dejarse atraer por una persona es incompatible con el amor profundo a otra. sto, no es cierto, pero los seres humanos inuenciados por los celos caen en esto. Para ussell, los celos son enfermizos, y no exisirían si se contempla la libertad de cada uno en el matrimonio, como también la posibilidad de contraer relaciones sexuales extramarimoniales, por supuesto sin tener hijos en dicha relación. Bertrand Russell, propone dos fundamentos que pueden hacer convenientes el divorcio. Son de dos clases: “Unos se deben a defecos de algunos de los socios, como la locura, embriaguez, crimen; otros que provienen de las relaciones entre marido y mujer”17. Puede ocurrir que el matrimonio se disuelva, sin haber culpas, por trabajos en diferentes ciudades, o ya sea porque resulta insoportable ivir juntos, o pasión de un cónyuge por otra persona. En estos casos no debería haber declaraciones de culpabilidad. Russell reconoce el beneficio que resulta para los hijos el hecho que los padres permanezcan junos, pero no a costa de cualquier precio por ejemplo, ante los defectos antes señalados o golpes o discusiones entre padre y madre que pueden involucrar también a los hijos, el divorcio es lo conveniente. Los cónyuges no tienen bastante dominio para impedir discusiones que perjudiquen a los niños y les produzcan trastornos. En todos los casos donde no hay razones definidas y demostrables se debe conceder el divorcio por mutuo disenso, y se procede a
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los arreglos económicos. En el caso en que un matrimonio desee separase porque no pueden tener hijos, Russell plantea que se debe presentar un certicado que acredite ésta imposibilidad. En este caso particular, podemos atestiguar hoy a comienzos del siglo XXI, la posibilidad de que personas que no pueden tener hijos se divorcien existe, pero no necesariamente, ya que gracias a los avances científicos se puede incurrir en tratamientos, como también el atrimonio posee la posibilidad de apelar a la adopción. En lo referente a la relación con los hijos el matrimonio. Si el amor por los hijos es an grande, y se tiene en cuenta, el marido y la mujer deberían gobernar su conducta para el desarrollo feliz de sus hijos. A veces es ecesario que los padres perciban la superioidad de los derechos de los hijos. Todo esto, dice Russell, vendrá por si solo, si el afecto es autentico aunque la pasión amorosa entre los padres se haya extinguido. “Decir que en tales casos los padres están sujetos tan solo por el deber, es ignorar la emoción del amor por los hijos, que cuando es sincera y fuerte mantiene al marido y a la ujer unidos por un vinculo inquebrantable, ucho después de apagarse la pasión física”18 Acordamos con el autor en que para el bienestar integral de los hijos es preferible que los padres permanezcan juntos. El amor por los hijos es lo más grande que pueden ener los padres, y lo que los unirá, aunque el amor se halla extinguido. La extinción del amor entre los padres puede ser un factor que hace que el matrimonio no continúe, si el matrimonio continúa porque comparten el amor que tienen hacia sus hijos, acordando la posibilidad de contraer relaciones extraatrimoniales, podría dañar el desarrollo personal, afectivo, emocional de los hijos. os padres pueden encontrar la razón por la cual permanecen juntos, a saber, la razón son sus hijos, pero no siempre su comportamieno se corresponde a como debería un padre una madre, si el amor ha desaparecido enre ellos, con el tiempo se explicitará en su comportamiento, por ejemplo, desaparecerá la comunicación entre ambos, no solo de los emas cotidianos, sino cuestiones sobre sus hijos y su bienestar. Se esfuerzan por manener el compromiso social del matrimonio afuera de su casa”, y dentro “es otro matrionio” de tal situación los hijos siempre son los testigos directos y los perjudicados.
Conclusión
Como conclusión se puede exponer que: 1) Bertrand Russell sostiene que la institución del matrimonial tiene como objetivo último y prioritario la contención de los hijos. 2) Por tal razón en los casos en los cuales la relación matrimonial se hace insostenible (habiendo hijos) sugiere con el propósito de la no disolución del vínculo, la posibilidad de mantener relaciones extramatrimoniales por parte de cualquiera de los cónyuges. poya esta conclusión el siguiente dicho de ussell: “El matrimonio es considerado por ussell como lo mas hermoso de las relaciones humanas y en el se debe poder ser feliz. l matrimonio no es una asociación sexual, sino que para procrear”. Con respecto al amor, Russell nos habla del el amor apasionado, en que dos se vuelen uno. En el amor pasión, la satisfacción es más que el deseo sexual, es física y menal. Por lo tanto el deseo sexual hacia alguien ajeno al matrimonio no perjudicaría el amor pasión que los unió. Es indudable, que el autor posee una idea elevada del matrimonio y del amor: “Lo esencial de un buen matrimonio es el respeto de la personalidad de cada cónyuge, combinado con la intimidad profunda, física, menal, espiritual, merced a los cuales un amor serio entre hombre y mujer es la experiencia humana mas fructuosa. Como todo lo grande y valioso, ese amor reclama su moralidad propia, y con frecuencia impone sacrificar lo de menos importancia; pero ese sacrificio debe ser voluntario, porque si no lo es desruiría las bases del amor”19. Bertrand Russell hace manifiesta su posura: la doctrina licenciosa, la cual requiere el dominio de uno mismo como la doctrina convencional. Coincidimos con el autor en que una educación desde los primeros años que incluya el respeto por la personalidad y libertad ajena facilitara el domino de uno ismo; en cambio será engorroso para personas que son educadas con la creencia, en nombre de la virtud, que tienen el derecho a intervenir en las acciones del prójimo. La postura licenciosa mostrada por nuesro autor se corresponde con la elevada concepción del amor y matrimonio. Luego de examinar la postura de Russell pueden surgir preguntas. Realizar este pacto voluntario en el matrimonio y sostenerlo es un trabajo bastante arduo con uno mismo y con los hi jos fruto de esa unión. ¿Cómo mantener esta
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postura? , ¿Como no perjudicar a los hijos? n las relaciones extramatrimoniales acordadas entre los cónyuges, no se esta libre de iesgos, los cuales pueden afectar la “salud” del matrimonio, por ejemplo, enamorarse de la persona con quien se mantiene la relación extramatrimonial, el nacimiento de un un hijo y ocultarlo al cónyuge, o en el caso de la mujer mentir sobre el padre de su hijo, cómo actuar si un hijo descubre que uno de sus padres mantiene un vida amorosa fuera de su casa. Lo importante de estas ideas o argumentos presentados Russell, polémicas a principios de siglo XX, hoy vigentes a principios del siglo XXI, nos invitan a pensar, refutar, preguntarnos debatir, analizar cuestiones que giran en torno a algo que compromete al ser humano, la felicidad. OTAS
1- Bertrand, Russell, Matrimonio y Mora .Catedra.Madrid.2004.Pág., 17. 2- I em.pag,13 3- I em,pag,14 - Bertrand Russell, Matrimonio y Mora .edit. Cátedra. Madrid.2004.Pág., 99. 5- Idem.pag, 102. 6- I em.pag105. 7- I em.pag, 95. 8- Ídem, Pág., 97. 9- Idem.pag, 204. 10- Idem.pag205. 11- Idem.pag,180 12- I em.pag.106 13- I em.pag 204. 14- Bertrand Russell, Matrimonio y mora edit Catedra.Madrid.2004.Pág.151 15- Idem.pag .154 16- I em,pag.155 17- I em.pag.156. 18- I em.pag.159. 19- Idem.pag.206.