Mensaje sencillo y sublime de la historia más apasionante que han presenciado los siglos: la historia del drama vivido en el corazón del Hijo primogénito.
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El autor de esta obra, reverendo padre fray Jerónimo Azanza, agustino recoleto, quien la presentó como tesis para la consecución del título de Licenciado en Filosofía Filosofía y Letras por la Universidad Civil de Panamá.
P. JERÓNIMO AZANZA Agustino Recoleto
EL TIERN TIERNO O DRA DRA MA DE BELÉN BEL ÉN Trabajo de graduación presentado a la Facultad de Filosofía, Letras y Educación de la Universidad de Panamá.
UNIVERSIDAD UNIVERSIDAD DE PANAMÁ PANA MÁ Facultad de Filosofía, Letras y Educación
PANAMÁ, REPÚBLICA DE PANAMÁ 1958-1959
Nihil obstat:
P. Rogelio Barásoain, A. R. Censor
Imprimi potest:
P. Honorato Urrutia, A. R. Prior Provincial
Imprimatur:
Franciscus Iosephus Castro Et Ramírez Espiscopus Ex aedibus S. Iacobi de María 25 dec. 1964
Depósito legal: M. 12.160 — 1965
Núm. De Registro: 5.828-65
GRÁFICAS BENZAL – – V VIRTUDES, 7. – 7. – M MADRID
“Annuntio vobis gaudium mágnum quia natus est vobis hodie Salvador mundi, Christus Dominus in civitate David.” (“Os anuncio una gran nueva: os ha nacido hoy el Salvador del mundo, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David.”) (Lc. II, 11-12.)
PROLOGO En medio del rimero de tarjetas y misivas congratulatorias navideñas que se aglomeraban sobre mi escritorio, y entreverados con prosaicos expedientes y otros documentos de burocracia eclesiástica, encontré. en estos mismos dios de júbilo popular. la gratísima sorpresa de un libro inédito del licenciado en Filosofía y Letras reverendo padre Jerónimo Azanza, de la Orden de los Agustinos Recoletos. Aun prescindiendo de la cariñosa jurídica vinculación –pues el autor es uno de los religiosos residentes en esta sede episcopal, en calidad, hasta ahora, de director del Colegio Agustiniano–, me pareció la lectura saboreada de esta obra asaz interesante. amena e instructiva, la mejor regalía de Navidad, al par que la más alegre felicitación recibida. Porque es justo reconocerlo. sin ambages ni rodeos: en esta etapa harto evocadora y de tan hondas raigambres en el corazón humano y sacerdotal, fue para mí una exquisita golosina espiritual. El padre Azanza ha escrito El tierno drama de Belén, con motivo de su graduación en la Universidad de Panamá, y le sirvió de tesis de grado. Amén de las sugestivas ilustraciones alusivas siempre al misterio subyugador de Navidad, este libro, en verdad simpático y novedoso, contiene una bella y corta introducción, en la que explica la predilección por el tema encantador y el anuncio del plan de la tesis, para encaminar al lector a las tres ulteriores enjundiosas partes, subdivididas en capitulas; lo que brinda mayor claridad y señalado deleite. La primera parte la dedica a las profecías mesiánicas y a su religioso portentoso cumplimiento. El autor, con acierto pedagógico, parigual gusto estético y máxima fidelidad bíblica, arranca desde la primera prevaricación humana, en el paraíso terrenal, y de funesta desastrosa secuela, pero ya desde entonces presagiando al Redentor, y a su privilegiada Madre. Con las consabidas palabras del vaticinio matriz, consignado en el Génesis, se inicia el espléndido y elocuente desfile de los profetas: Isaías, Daniel, etc....; heraldos magníficos del gran Rey, que por espacio de tantas centurias no «cesan de anunciar la alegre nueva». A continuación, en la «plenitud de los tiempos», con
encomiables magistrales pinceladas, relata y describe la escena estelar inmarcesible de la Doncella-Madre, que es un alumbramiento imparejable. Para lo cual engarza delicadamente, con trozos literarios en prosa y verso, la áurea cadena de citas evangélicas. Los capítulos El Divino Pregón, Adoración de los Pastores y los Reyes Magos, son de notable efecto pedagógico, porque hermanan a la explicación perspicua de sus características pastoriles, reminiscencias de los antiguos patriarcas y las atinadas paráfrasis y glosas de autores famosos del acervo literario. La primera sección concluye, cual patética obertura musical, con un canto inspirado e inspirador a Belén, compendiado en la frase afortunada del bardo: «Belén parece un trozo de cielo caído en la tierra». En la segunda parte, el padre Azanza, con no común erudición y en crescendo victorioso, describe la génesis y evolución artística de los Belenes; desde los conatos fervorosos de representación plástica, anteriores a Francisco de Asís, el santo y artista inventor de los Nacimientos, hasta los célebres y destacados de la época renacentista. Es una rápida ojeada, a guisa de calidoscopio, de los genios y magos del arte medieval y del renacimiento: simultáneamente, del surgimiento paralelo y sintomático de los pesebres populares creados por la arraigada y entusiasta devoción del pueblo y refrendada por la primaveral eclosión de los ricos «nacimientos» en palacios y casas señoriales. Con sentido siempre pedagógico y precisión histórica se citan nombres de soberanos, como Carlos III y Napoleón Bonaparte, «quien, aunque estuviera en campaña, jamás dejaba de celebrar con sus ministros y soldados las festividades navideñas», y, como feliz remate, descuella finalmente la figura genial de uno de los más grandes Pontífices romanos de nuestro tiempo, Pío XII, el artífice amante de los belenes en el Vaticano. Concluida la segunda sección, el lector acucioso ya está preparado, y con avidez estética, para adentrarse en la tercera, la más extensa y la parte central, a fin de estudiar y paladear los Villancicos. «Y aquí, en torno a Jesús y con Jesús en los belenes, es donde ha nacido la poesía más bella, la poesía más tierna, poesía sin ficción, sin estudio, sin artificio. Poesía natural, sencilla, conmovedora que brota toda del corazón, tierno para sentir; suave, dulce y sabio para expresan». Después de este sabroso preámbulo, el autor, recordando, primero, que esta «Canción de las canciones», los villancicos, tuvo
por inspiración el cántico de los ángeles, al nacer el Niño Dios, trata después, con maestría, del origen, forma y métrica del villancico, los clasifica a continuación, enfatiza su popularidad asombrosa, especialmente en España, la patria del escritor, «que tan pronto recibió la religión cristiana, donde los santos y los mártires son tan numerosos, no pudo menos que en sus primeros atisbos poéticos, popularizar esta temática». En síntesis, el padre Azanza, en esta bella crestomatía o, mejor todavía, antología, presenta variedad de villancicos espigados en el pénsil florido de la literatura de la rica lengua de Cervantes. Es una fruición estética libar la miel de lo bello y de lo grande en este florilegio, surgido al conjuro navideño de la pluma del Fénix de los Ingenios, y de Góngora, de Valdivieso, Vílloslada, Pereda y de toda una pléyade admirable de poetas y trovadores de renombre, rindiendo culto a la Belleza increada hecha hombre por nosotros, en unión de la santidad trocada en Mujer incomparable y del indiscutiblemente amable, justo José, bajo la irradiación coruscante de la estrella de Belén. Pero no quedan en zaga los villancicos populares, ramillete de autores anónimos con que canta –desde hace siglos– el alma popular, porque cree y ama, y por ende es vigorosa, valiente e inmortal. Yo hubiese querido llamar a este prólogo Preludios, pero no me atreví desde el momento en que el autor del bello libro se contentó, en su modestia, empezar con una introducción. Reciba, de todos modos, el padre Jerónimo Azanza mis cordiales felicitaciones y albricias, con el tono alborozado de los pastores y zagalas, al son de zampoñas, castañuelas y panderetas, a la inmarcesible evocadora luz de Navidades, para mí transcurridas en Comillas (Santander), y para él en su inolvidable heroica Navarra. ¡Que la encantadora Nazarena, acunando a su primoroso divino Hijo, inspire a muchísimos comprar este bellísimo libro, para que siempre reine e impere en El Salvador, y en todo Centroamérica y Panamá, la paz prometida por los ángeles cantores, en el primer villancico entonado sobre el humilde y pobre pesebre de Belén! Santiago de María, 25 de diciembre de 1964, tercer Año Conciliar.
MONSEÑOR DOCTOR FRANCISCO JOSÉ CASTRO Y RAMÍREZ
INTRODUCCIÓN Nada más tierno en la literatura mundial y que se preste a estudios más variados que Navidad y los temas navideños. No hay capítulo de la poesía, de la música y de las artes plásticas que haya dejado de contribuir a la exaltación del nacimiento de Jesucristo. Toda la creación se sintió conmovida ante la aparición en la tierra del Dios-Hombre. El nacimiento del Mesías ha sido y será el acontecimiento más importante Y extraordinario que, desde la creación del mundo, han contemplado los siglos. Aún más, Navidad es la fiesta más dulce e ingenua, la fiesta del hogar, la fiesta del recuerdo. Podrán andar los hijos de una familia dispersos por el mundo, pero si todavía conservan un poco de cariño a sus progenitores, el corazón les dirá que, siquiera ese día sublime, su puesto no es otro que aquel donde pasaron sus primeros años. Ninguna fecha como Navidad que convide mejor al recogimiento, a la vida familiar y hogareña. Navidad tiene en sí el milagro de una influencia espiritual que a todos subyuga. subyuga. En medio de la aridez y del encono en que se agita el mundo, la Navidad se abre como un bello paréntesis, se impone como un oasis para llenarnos de paz y felicidad inexplicables. Navidad es, en fin, la fecha de rango universal, la fecha única en la historia en que el «Gloria in excelsis Deo» se canta en todas las lenguas y en todos los países en inimitable poesía y alegres villancicos.
Y este tema tan sugestivo, tan universal, tan tierno y elevado en medio de su sencillez, es el que yo he escogido para presentado como trabajo de graduación. y lo he elegido por ser más de mi agrado, ya que se conforma mejor con mi temperamento emotivo y sensible, y además cuadra con mi profesión sacerdotal y religiosa. Sin embargo, no han sido cortos los ratos que me he pasado buscando el título adecuado que, dentro del tema «Navidad», compendiara y sintetizara mejor mi trabajo. Por mi mente han revoloteado títulos y más títulos, hasta que me pareció encontrar el más propio. Me gustó denominarlo «El tierno drama de Belén», pues, a mi modo de entender, abarca todas y cada una de sus partes. El plan de la tesis, en términos generales, es el siguiente: 1º. Aparece en escena el hombre apenas había pecado en el paraíso terrenal. A pocos pasos vemos a Dios prometiéndole un Redentor. Y en seguida, los patriarcas y profetas anunciando al
pueblo escogido la próxima venida del Mesías prometido. Se cumplen las profecías y nace Jesús. A partir de este momento gloriosamente histórico y venturoso para la humanidad, el mundo entero fijó sus ojos Y puso sus esperanzas en el Dios humanado, y ante aquel portal donde está el recién nacido se van desarrollando las más tiernas y emocionantes escenas. Allí bajan del empíreo los coros angélicos, corren los pastores, llegan presurosos los Reyes Magos, y tras ellos y con ellos toda la cristiandad. 2º. La segunda parte dedico al estudio de los «nacimientos» o «belenes», esa práctica tan cristiana y tan en boga hoy día en todo el mundo católico. Investigo su origen, su variedad, su universalidad, y cómo los artistas de todos los tiempos y el orbe cristiano en general se esmeran en representar lo más artística y devotamente posible la tierna escena de Belén. 3º. Y en la tercera parte, parte central de esta tesis, estudio con bastante extensión los villancicos navideños. Hablo de su origen, forma, métrica, esencia y popularidad. Dedico mi atención, sobre todo, a espigar dentro del jardín lírico navideño español, aquellas canciones y madrigales, seguidillas y romances, endechas, coplas y villancicos de todo genero, que los poetas y escritores del parnaso
español nos han dejado en noble herencia desde los siglos XIV al XX. Doy suma importancia también a los villancicos anónimos, formando con ellos un «Cuadro de Navidad». Y termino el trabajo con una brevísima antología de los villancicos más conocidos y populares.
I ET TU BETLEHEM
PROFECIAS Y SU CUMPLIMIENTO «Y tú Belén. de ningún modo eres la más... pequeña, porque de ti saldrá el que rija mi pueblo Israel.» (Miq. V, 2.)
Allá en el paraíso, el hombre había pecado. Sus esperanzas de gloria y eternidad se tornaron en pecado y muerte. La serpiente lo había engañado. Pero Dios, que había creado al hombre para rey y señor del hermoso mundo que acababa de hacer, por un efecto de su misericordia infinita, que no la tuvo para con los ángeles rebeldes, decretó redimirlo y rescatarlo. «lni « lnimicitias micitias ponam inter te et mulierem, (1) et semen tuum et semen illius» , dijo Dios a la serpiente. Y he aquí que, en torno a esta primera promesa del Redentor, va a formarse ese ciclo profético que llega hasta su nacimiento. Efectivamente. Al poco tiempo aparecieron los profetas, esas figuras luminosas colocadas por Dios en los tiempos sombríos. esos fuertes guías espirituales que mantendrán con su celo la fe y la esperanza en el Mesías prometido. A través de 400 años (alrededor de 800-400 antes de Cristo) no cesaron de anunciar la alegre nueva. «Setenta semanas –dice Daniel– están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad para acabar la prevaricación y concluir el pecado y excluir la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos Y sellar la visión Y la profecía y ungir al Santo de los Santos»(2). «No será quitado el cetro de Judá, hasta que venga el Mesías» (3). «La Virgen concebirá y dará a luz un hijo que será (1)
«Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y el suyo.» (NÁCARCOLUNGA: Sagrada Biblia. Génesis, III, 15. Madrid. 1954, B. A. C.) (2)
llamado Emmanuel» (4). «y tú, Belén Efrata, no eres la menor entre las ciudades de Judea, porque de ti saldrá aquel que será Señor en Israel» (5). «y nacerá de David un vástago justo» (6). «y saldrá una vara de la raíz de Jesé. Y de SU tallo brotará una flor» (7). «Entonces se abrirán los ojos de los ciegos Y quedarán expeditas las orejas de los sordos. El cojo saltará como el ciervo y se desatará la lengua de los mudos» (8). Pero entre todos ellos, es Isaías, llamado el Evangelista del Antiguo Testamento, el que más se entretiene con su venida: «Cuando El venga-nos dice-el lobo habitará con el cordero, Y el tigre estará junto al cabrito. El becerro, el león y la oveja andarán juntos. Y un niño pequeño será Su pastor. El león comerá paja con el buey; y el niño de pecho estará jugando en el agujero de un áspid. Y el recién destetado meterá la mano en la madriguera del basilisco» (9). LA PLENITUD DE DE LOS TIEMPOS Se acercaba la hora solemne de la plenitud de los tiempos. El tallo de la raíz de Jesé ya parecía brotar. El Eterno, según sus promesas, había suscitado al Justo de la estirpe de David. y la profecía de Isaías estaba próxima a realizarse (10). La humanidad, sola y desamparada. permanecía esperando, de un día para otro, la llegada del Mesías. Efectivamente. Ya van María y José camino de Belén obedeciendo el mandato de César Augusto, que obligaba a todos a empadronarse en el lugar de SU origen para saber exactamente el número de sus súbditos. María y José han llegado a Belén Y están entre los suyos; ¡pero han llamado a los suyos. y los suyos no los han recibido! (11) ¿Dónde irán a refugiarse? La misma naturaleza se avergüenza de lo que está sucediendo: El sol y la luna esconden la cara de ver que María no hallaba posada.
<<…Y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad>>.
¡Y se ven obligados a refugiarse en un establo...! El silencio envolvía todas las cosas... Y en el alto reloj de estrellas la medianoche se acercaba. Y la medianoche llegó. cuan, do los cielos comenzaron a destilar miel Y dulzura en los sublimes momentos en que el Niño. cual Sol de Justicia. de las purísimas entrañas de Maria Santísima, nació. NACIMIENTO DE JESÚS Es la inspiración poética del pueblo la que mejor expresa esos momentos sublimes en los siguientes versos: La medianoche venía La medianoche llegaba. José dormitaba. La nieve caía. María esperaba. La medianoche llegaba. La medianoche venía. José despertaba. La Virgen María Sufría y penaba. La medianoche venía. La medianoche llegó. La Virgen María Lloraba y reía... ¡Y el Niño NACIÓ! Y ese mismo pueblo. el pueblo sencillo y humilde, canta sus emociones con la siguiente canción: Caminito de Belén cruza la Virgen el monte, dando gozo a las estrellas, dando perfume a las flores.
Un fiel esposo hace guardia al Dios- Niño que Ella esconde, y un ángel quita a su paso las asperezas del bosque: –¿Dónde vas por entre nieve; dónde vas, hermosa joven? –Vaya dar a luz luz al Sol en el oriente del orbe. Bien sé que en el mundo helado todo es niebla y todo es noche; más, llevando aquí la aurora, no me asustan sus rigores. –Esposo mío, ¿no te abren? No hay posada entre los hombres. Vamos a ver si en la selva los brutos nos reconocen; que, aunque vivan entre rocas, no habrá fiera tan de bronce que con su Dios no comparta la gruta donde se acoge. ¡Ay, pobre estatua do polvo! ¡Quién te dijera en reproche r eproche que la bestia de los campos te enseñaría a ser noble! – Aquí hay, María, María, un pesebre... pesebre... –¡Oh, qué tálamo tálamo tan pobre! Besemos, José, la mano del Dios que así lo dispone. Llegó el momento sublime, que Fray Luis de Granada lo ha descrito con letras de miel y dulzura... Abre la Santísima Virgen sus divinos labios y dice:
Sal de tu blanco capullo, huérfano lirio del bosque: sal, perla santa, del nácar
donde, humillada. te acoges: sal, abeja. de la rosa, vertiendo el néctar en dones; sal, lucero. al firmamento con diadema de arreboles; sal, bálsamo del doliente, sal, esperanza del pobre; sal, estrella de las almas, sal, imán de corazones; sal, hijo mío. del seno, donde vives en prisiones, como la luz entre esencias, como la esencia entre flores, como la flor entre brisas, como la brisa entre amores... Adoradle..., astros del cielo...; arrulladle.... aves del monte... Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra al hombre. Así sencillamente nació el Señor. Los cielos acaban de derramar el rocío de la altura y llover al Justo (12). Ahora sí, la humanidad entera puede entonar emocionada las palabras de Simeón, cual el cisne de la leyenda en su himno de muerte: «Nunc dimittis, Domine, secundum verbum tuum in pace; Quia viderunt oculi mei salutare tuum; Lumen ad revelationem gentium; et gloriam plebis tuae Israel». «Ahora, Señor, despides en paz a tu siervo, según se lo prometiste; porque mis ojos vieron la salvación; luz para iluminación de las gentes, y gloria de tu pueblo Israel» 13. EL DIVINO PREGON Tienen los contornos y cercanías de Belén una respetable tradición pastoril. En sus campos pastoreó Jacob, uno de los más viejos y respetados patriarcas de este pueblo. Pastoreó David, el de los (12) NÁCAR-COLUNGA: Ob. cit. Isaías, cap. 45, 8 . (13) NÁCAR-COLUNGA: Ob. cit. S. Lucas, cap. 2, 29-30.
versos y la cítara. Es, pues, el oficio pastoril, el más extendido y corriente de esta aldea. Sobre todo, durante las largas noches del solsticio, las veredas y cañadas que circundan la ciudad se ven animadas por el ir y venir de las rondas de pastores, que, de cuatro en cuatro, van turnándose en la guarda del ganado. Una vez llegados a la montaña, se refugian en las cabañas y encienden fogatas para así pasar las horas del turno. Estaban, pues, continúa el Evangelio, los pastores guardando sus rebaños, cuando de pronto un hermoso Paraninfo, cercado de resplandor, se puso ante ellos y les dijo: «Pastores de estos valles, despertad y oíd la gran nueva que el Cielo hoy os anuncia. Las profecías todas que desde el paraíso venían anunciando a un Dios encarnado, y de una Virgen nacido, ya se realizaron, todas se han cumplido. Levantaos, pues, y dejad vuestros rebaños, y al punto hacia Belén corred con firme paso. En una humilde cueva, y en pajas recostado, veréis un Niño Hermoso, de los cielos el encanto, que, por amor a los hombres, hasta la tierra ha bajado. Tal niño es el Mesías, el Redentor esperado, que trae la paz al mundo y el perdón para el pecado. Id todos a adorarle, y puestos allí de hinojos, y rendidos a sus plantas, ofrecerle vuestros dones, ofrecerle vuestras almas, ofreceros a servirle, ofrecer vuestra cabaña». «Annunti o vobis gaudium magnum quia natus est vobis hodie Salvator Mundi» (14). Tal es el jubiloso mensaje que los ángeles trajeron a la tierra en aquella gloriosa noche de Navidad. No añadió nada más el ángel al mensaje ya transcrito, llamado por antonomasia el «Divino Pregón». Pero los pastores, todavía emocionados, y como esperando algún nuevo prodigio, oyeron distintamente en el fondo de aquella claridad milagrosa, cómo: Las altas jerarquías, potestades, querubines, principados, serafines cantaban melodías... Era un dístico muy breve que así decía: Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz al hombre (14)
NÁCAR-COLUNGA: Ob. cit. S. Lucas. cap. 11, 10-12.
Y los pastores vieron Que en dirección hacia una cueva, Que de allí no lejos estaba, Los ángeles partieron... Veamos cómo el maestro José de Valdivieso, en octavas deslumbradoras, pinta la salida del cielo y la llegada a Belén de los coros angélicos: Repártense los bellos escuadrones Cantan himnos los ángeles cantores, y todos a la Madre, al Hijo adoran, Gozando en El y della se enamoran. (15) Pero es Lope de Vega quien con mayor plasticidad describe la adoración: «La fiesta, músicas, regocijos y alegrías de los espíritus celestiales que a esta sazón, más que los átomos del sol, adornaban los arruinados techos de aquel palacio, no pueden ser referidos de las humanas lenguas; de la manera que, de las altas palmeras, vemos pendientes los dorados racimos de los dátiles, así de aquellos antiguos y derribados techos, por las columnas rotas y ennegrecidos pinos, colgaban a escuadrones serafines, querubines, potestades y principados» (16). ADORACIÓN A DORACIÓN DE LOS PASTORES PA STORES Admirados los pastores, y alegres de tan grandes nuevas, comenzaron a hablar entre sí de la grandeza de aquel misterio. Y trayendo a la memoria lo que a sus mayores habían oído, veían que todo correspondía a las profecías que de generación en generación transmitiéndose venían. Los más entendidos daban prisa a los más rústicos. Y los unos y los otros, y todos juntos, se decían: «Vamos a Belén, y veamos esto que ha acontecido y que el Señor nos ha revelado» (17). Los pastores se apresuran. Toman lo mejor que tienen de su pobreza, y (15)
SÁNCHEZ-CANTÓN, F. J.: Nacimiento e Infancia de Cristo. Madrid, 1948, B. A. C., pág. 30. (16) VEGA, LOPE DE: Pastores de Belén. Barcelona, 1941. Editorial Juventud, S. A., pág. 71. (17) NÁCAR-COLUNGA: Ob. cit. San Lucas. 2, 13.
sin dudar, inspirados por Dios, y con el corazón henchido de gozo, se dirigen jubilosos al portal. Allí, como el ángel les había anunciado, encuentran un Niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre. Pero eso, nada disminuye su fe; antes bien, reconocen en ese Niño a su Dios y, postrados, le adoran. Oigamos a nuestro tierno y delicado poeta, José Javier Aleixandre, contándonos contándonos la llegada de los pastores a Belén: Los pastores por el monte van en busca de Belén, traen al Niño un arco iris de leche, tomillo y miel. Pastorcicas desde el monte bajan al valle también; le traen pañalicos blancos, naranjas y un cascabel. Pero es el maestro José de Valdivieso quien, por lo colorido de su verso, excede a todos los poetas, aun al mismo Lope de Vega: Aperciben la gaita, el caramillo. El rabel. las sonajas y el pandero; Cogen mirto, arrayán, trébol. tomillo. Cinamomo, laurel, palma y romero. Con pecho humilde Y ánimo sencillo Cada cual troca el hábito grosero Por el sayo con cintas de colores Que imitan del abril las varias flores. Cuál de la ubre de la oveja blanca La gruesa leche para el Niño lleva; Del alcornoque antiguo cuál arranca El nativo panal con la miel nueva; y cuál con mano liberal y franca Despoja alegre la abundante cueva De la pingüe manteca y fresco queso,
Nacimiento Nacimiento hecho en en la iglesia catedral catedral de Santiago de de María (El Salvador), en el año 1964
Del higo y pasa dulce y dátil tieso. Cuál escoge el pintado cabritillo De las copiosas tetas arrancado y cuál con pecho y corazón sencillo; Cuál en el limpio y blanco canastillo Pone el pellica y camisón labrado, Cuál pone los pañales y mantillas Conserva añeja y frescas mantequillas. Ponen sobre las rústicas melenas, Guirnaldas de laureles y arrayanes; y las almas humildes, humildes, de luz llenas, Levan en cuerpos más que el sol galanes Olvidan los cuidados y las penas. Y con meneas gozosos y ademanes Al son de concertados instrumentos Bailando van festivos y contentos (18). Aquí, la devoción popular, que es vena rica para letras y artes, ensancha su fantasía, y nos presenta a los sencillos pastores ofreciendo sus dones a Jesús. Comenzamos con unos trozos escogidos de «La Representación del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo», drama compuesto por Gómez Manrique (1412-1490), que, junto con el «Auto de la Huida a Egipto» (curioso manuscrito ha pocos años hallado en la Biblioteca de Madrid) y el «Misterio» o «Auto de los Reyes Magos», forman la ejemplar trilogía de la que arranca la historia del teatro religioso español. La «Representación del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo" aunque construida con un arte primitivo de arquitectura teatral, es una obra perfecta en su orden, y está tratado el drama litúrgico con toda la sencilla emotividad y ternura que el tema requiere, sin las irreverencias de los misterios franceses. Saboreemos unos trozos: L A DENUNCIACIÓN DENUNCIA CIÓN DEL Á NGEL NGEL A LOS P ASTORES Yo vos denuncio, pastores, qu'en Belén es hoy nacido el Señor de los señores, (18)
Sánchez-Cantón, F. J.: Ob. cit. Canto decimoquinto: De la venida de los pastores.
sin pecado concebido; y por que non lo dudedes, id al pesebre del buey, donde cierto fallaredes al prometido en la ley. Un pastor
Dime, tú, hermano, dí, si oíste alguna cosa o si viste lo que vi. Otro pastor
Una gran voz me semeja de un ángel reluciente que sonó en mi oreja. El tercero
Mis oídos han oído en Belén ser esta noche nuestro Salvador nacido; por ende dexar debemos nuestros ganados e ir por ver si los fallaremos. L OS PASTORES VIENDO VIENDO AL GLORIOSO NIÑO Este es el Niño excelente que nos tiene de salvar; hermanos, muy omilmente le lleguemos a adorar. Adoración del primero
Dios te salve, glorioso infante santificado,
por redimir enviado a este mundo trabajoso; démoste grandes loores por te querer demostrar a nos, míseros pastores. Adoración del segundo
Salve te Dios, Niño Santo, enviado por Dios Padre, concebido por tu madre con amor e con espanto: alabamos tu grandeza qu'en el pueblo d'israel escogió nuestra simpleza. Adoración del tercero
Dios te Salve, Salvador, hombre que ser Dios creemos, muchas gracias te facemos porque quisiste, Señor, la nuestra carne vestir, en la cual muy cruda muerte has por nos de recibir. Los ángeles
Gloria a Dios soberano que reina sobre los cielos y paz al linaje hum hu mano ......................... (19). Como vemos por los trozos del drama, que yo he querido transcribir lo más fielmente posible, es un drama todo ternura y delicadeza; todo emoción, fe y sentimiento. Fue compuesto por Gómez Manrique a instancias de su hermana doña Marta Manrique, vicaria en el monasterio de monjas de Calabazanos (1460), pueblo (19)
Mundo Hispánico Hispánico (Revista): Madrid, 1994. Diciembre, núm. 21.
situado en los arrabales de Palencia (España). A continuación traigo otro de esos ejemplos que son modelos de inspiración y devoción. Y no es un retoño viejo, de los siglos XIV o XV; es un «Cuadro de Pastores» recién salido de los repliegues del corazón; es un brote que acaba de aparecer: (Salen dos pastorcitas, cada una por una puerta, pero la primera sale un poco antes) Pastora 1ª Pastora 2ª Pastora 1ª Pastora 2ª Pastora 1ª Pastora 2ª Pastora 1ª
¿Qué vida es la tuya? ¿Sabes que casi es un milagro el que por estas campiñas aparezcas? No es extraño. ¡Cómo que que no! Tú que fuiste la alegría alegría de los hatos hatos cuando al son de la zampoña acompañabas los cantos tan dulces... Pues muy sencillo. es que a Belén he bajado bajado para vender dos ovejas con sus corderillos blancos. ¿Hay mucha gente allí? Mucha; ¡Si vieras cuánta ha quedado.. quedado.... sin albergue! ¡Pues no es poca la que he visto yo de paso! Y a propósito, hace días guardaba yo mi rebaño a la vera del camino y sin más, se me acercaron dos viajeros, preguntándome, preguntándome, si marchaban extraviados. Ella era joven y hermosa. El hombre, ya entrado en años; pero los dos tan humildes tan modestísimos ambos, que me quedé allí en el sitio como embobada, mirándolos. ¿Me creerás que desde entonces apenas puedo olvidarlos? A buen seguro en Judea no hay dos esposos más santos. (Entra la pastorcita 3ª)
Pastora 3ª
¡Zagalas que en estos valles cuidáis de vuestros rebaños, venid a ver lo que el mundo jamás habrá contemplado! contemplado!
Pastora 2ª Pastora 3ª
¿Qué sucede? ¡Un recién nacido como no hay otro más guapo con su boquita tan fresca sus labios tan sonrosados! Es un pedazo del cielo que anoche se vino abajo. ¿Tan hermoso es? Tan hermoso. ¿Dónde nació? En un establo. ¿Sus padres? Dos forasteros que ayer a Belén llegaron, dos forasteros muy pobres; pero más que pobres, santos. Ella es joven y hermosa; el hombre, ya entrado en años. ¡Los mismos, sí, sí, los mismo, que, al pasar, se me acercaron hace días preguntándome si marchaban extraviados! ¡Ya dije que vi en ellos no sé qué de extraordinario! Pero, ¿y quién es ese Niño? ¿Lo viste tú...? Lo vio Ergasto. Acaba, que ya me muero de curiosidad. Pues, vamos... Estaban ayer, a noche, en los rediles velando los pastores de Azarías y de repente, a su lado,
Pastora 2ª Pastora 3ª Pastora 2ª Pastora 3ª Pastora 2ª Pastora 3ª
Pastora 1ª
Pastora 2ª Pastora 1ª Pastora 3ª Pastora 2ª Pastora 3ª
Pastora 2ª Pastora 3ª
Pastora 1ª Pastora 2ª Pastora 3ª
vieron, ¿qué diréis que vieron? Pues un ángel. ¡Cielo santo! Un ángel resplandeciente, resplandeciente, un mensajero de lo alto que les dijo: <
Pastora 4ª
Pastora 3ª Pastora 5ª
¡Albricias, pastoras, volad a Belén, del recién nacido a besar los pies! No más cadenas; gozaos ya: El vuestros llantos enjugará. ¿Habéis visto, pastorcitas, de Belén el gran milagro? Conocemos el prodigio y vamos a contemplado; dicen que es niño bello,
el mismo Dios encarnado. ¿Y vosotras? Pastora 2ª También vamos. Pastora 1ª ¿Y el ganado? Pastora 2ª Lo dejamos; si el nacido es como dicen, el Mesías esperado, de la cuna o de los cielos lo tendrá muy bien cuidado. Pastora 4ª No lo dudéis, tanto encanto del cielo nos ha bajado. Pastora 2ª ¿No escucháis? Pastora 3ª Son los pastores, que van a Belén, cantando. (Oyese cantar a lo lejos, y entran cuatro pastoras más) El canto interior Coro
Solo
Pastora 3ª Pastora 6ª Pastora 2ª Pastora 6ª Pastora 7ª
Vamos, pastores, vamos, vamos a Belén, a ver en aquel Niño la gloria del Edén. «Ese precioso Niño. Yo me muero por El. Sus ojitos me encantan, Su boquita también. El padre le acaricie, La Madre mira en El; Y los dos, extasiados, contemplan aquel Ser.» ¡Vaya cómo se conoce que estáis de fiesta! Pues, claro. ¡Y que lucís, como nunca, vuestra voz! ¡Si hoy no cantamos; no sé cuándo cantaremos! ¿Qué? ¿No venís al establo?
Pastora 3ª Pastora 1ª Pastora 6ª Pastora 8ª Pastora 9ª
Pastora 6ª Pastora 3ª Pastora 1ª Pastora 7ª Pastora 8ª Pastora 9ª Pastora 1ª
Pastora 2ª
Pastora 3ª
Pastora 4ª
Yo, lo que es, sí voy. Nosotras también os acompañamos. Pero ese divino Niño, ¿no merece algún regalo? Sí que merece un regalo. De los buenos, el más bueno; de los caros, el más caro; para eso es Niño divino por tanto tiempo esperado. Pues, manos a la obra. Y a Belén sin demora. En marcha todas. Está muy bien. Pero hay que decirle algo, al ofrecer nuestros dones. Podríamos aquí ensayarlo o escribir cuatro renglones. Yo ya sé lo que decirle, y vayan todas pensando. Si está durmiendo el niñico me acercaré hasta su lado y le diré estos versicos quedito, sin despertarlo: «Duerme, blanco pimpollo. Serafín bello. Duerme, que mi cariño vela tu sueiio». Yo te sigo con este otro: «Tras los párpados cerrados se ven brillar tus miradas, como dos soles velados por leves nubes rosadas». Pues yo le despierto, y le digo: "Ven y despierta, mi dueño, que deseándote ver, libre ya de este tu sueño, como muda de placer la tierra vela tu sueño». Cuando despierte, y me mire, yo le digo:
Pastora 5ª
Pastora 6ª
Pastora 7ª
Pastora 8ª
Pastora 9ª
Pastora 1ª Pastora 5ª
<<¡Qué dulzura hay en tus ojos y en tus labios, niño mío, qué tinte da a tus mejillas el ardiente sol de Egipto! ¡Cuán alegre paz difundes! ¡Ay, yo he de ser siempre niño para jugar contigo!» Yo le cojo en mis brazos, diciendo: «No te me ocultes, flor del Edén, ven a mis brazos, ven, niño, ven». Yo le haré caricias, y cuando llore, le diré: «No lloréis, mis ojos. Niño Dios, callad, que si llora el Cielo ¿quién podrá cantar?». Pues yo le diré así: «Dulce Jesús mío, dulce Redentor, si pudiera amarte con tu mismo amor, como tú me quieres, te quisiera yo». Yo tengo un verso chiquito: «Prenda querida, dulce Señor, por Ti me muero, muero de amor». Como estará ya cansado de tanto verso y caricias, yo lo meceré en la cuna: «Pimpollo de canela lirio en capullo, duérmete sin recelos, mientras te arrullo». ¿Está ya todo ensayado? Todavía falta el canto.
Pastora 1ª
Pues, vamos a ensayarlo. Canto
«A Belén, pastores, vamos sin tardar a ver aquel Niño que ha nacido ya». Solo
Era una noche fría de crudo invierno, Los montes Y los prados están desiertos; y allá a lo lejos, en una oscura cueva, Sobre un pesebre humilde nacía el Verbo. .................................... .................................................. ........................ .......... ...Y todos van cantando en dirección al portal LOS REYES MAGOS Otro episodio capital del Nacimiento de Jesucristo es la Adoración de los Reyes Magos. En una época más tardía se desarrollará esta escena, que fue de las más gratas al mundo medieval, y hoy día para el mundo moderno. En seguida se fijará su número, se descubrirán sus nombres, se contarán los incidentes del viaje; y lo mismo en los sermones que en los misterios, en las obras de arte como literarias se hablará de su origen, de su raza, de su color, de su edad, de su vida y de su muerte. Las más ilustres familias se creerán emparentadas con aquellos magnánimos adoradores de Jesús. El Oriente lejano hacía soñar, y las imaginaciones se iluminaban con los recuerdos del oro de Ofir, del incienso de Sabá y de los tesoros caldeas. Averiguóse que los reyes eran tres: uno, llamado Melchor, que gobernaba en la Persia; otro, Gaspar, a quien reconocían como soberano los pueblos de la India, y el tercero, Baltasar, príncipe de los árabes.
Postrándose le adoraron , y abiertos sus cofres le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra.
Veamos ahora cómo el texto sagrado nos describe este episodio. No es ya San Lucas, llamado por antonomasia el Evangelista de la Infancia, sino es San Mateo quien nos cuenta en su Evangelio el hecho de la adoración de los Magos: «Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos Magos, diciendo; "¿Dónde está el Rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarle. Al oír esto el rey Herodes se turbó, y con él toda Jerusalén, y reuniendo a todos los principales de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos contestaron; En Belén de Judá, pues así está escrito por el profeta.» Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la más pequeña entre las principales ciudades de Ju Judá, dá, porque de ti saldrá (20) un Jefe que apacentará a mi pueblo Israel» . Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, les interrogó cuidadosamente sobre el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándoles a Belén, les dijo: «Id a informaros, sobre este niño, y cuando le encontrareis comunicádmelo, para que vaya yo también a adorarle». Después de oír al rey se fueron, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente les precedía, hasta que, llegada encima del lugar en que estaba el niño, se detuvo. Al ver la estrella sintieron grandísimo gozo. Y entrados en la casa vieron al niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron; y abriendo sus tesoros le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Advertidos en sueños de no volver a Herodes, se tornaron a su tierra por otro camino»(21). Como se ve, en el texto evangélico citado se destacan cuatro pasajes: a) Descubrimiento de la estrella y viaje a Belén de los Magos. b) Entrevista con Herodes. c) Adoración al Niño y ofrecimiento de presentes, d) Aviso celestial y retorno a su tierra por otro camino. Entonces, ¿en qué nos apoyamos para afirmar y escribir en nuestros trabajos que: 1° Los Reyes Magos eran de Arabia. 2.° Eran tres y se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar. (20) (21)
NÁCAR-COLUNGA: S. Mateo, 2, 1-6 NÁCAR-COLUNGA: S. Mateo, 2, 7-12
3.º Añadimos que el primero (Melchor) era viejo; el segundo (Gaspar), joven, y el tercero (Baltasar), negro; y 4.º Que Melchor entregó a Jesús el oro, Gaspar el incienso y Baltasar la mirra? Son cuestiones bonitas e interesantes para el gusto de artistas y literatos que quieren vestir y adornar sus cuadros y creaciones con los detalles más variados, pero son también cuestiones muy arduas las que plantean esas preguntas. Sí, podemos afirmar con bastante seguridad que la tierra originaria de los Magos era Oriente; pero precisar ésta o aquélla resulta más difícil. Tertuliano, uno de los más grandes escri tor es es de (22) los primeros siglos, afirma explícitamente que eran de Arabia . San Justino, en su (Dialogus cum Tryphone», apoyándose en la profecía Davídica «Reges Tharsis et insulae munera offerent, Reges Arabum et Saba dona adducent. Et dabitur ei de auro Arabiae, Psalmus 71)>>(23) dice que eran magos venidos de Arabia «porque eran más propios de esa tierra los presentes que llevaban» (24). El mismo poeta español Prudencio (siglo IV), en el himno XII «De Epiphania», dice claramente; «Sobre las orillas del golfo Pérsico, allá donde el sol nace, los Magos, sabios intérpretes, ven el estandarte sagrado» (25). En cuanto al número y nombres de los Magos, es en el siglo VII o principios del siguiente que aparece un manuscrito titulado «Chronica Georgii Ambianensis episcopi» en el que se Iee, con relación al año sexto de la era cristiana: «In his diebus sub Augusto kalendas januarias, magi obtulerunt ei munera et adoraverunt. Magi autem vocabantur Bilthisarea, Melchio, Gathaspa» (26). Leclercq
advierte que el cambio de Biltisarea en Baltasar se debe al libro de Daniel (27). En relación con la edad y el color de los Magos, tenemos un testimonio valiosísimo, «Las Excerptiones», atribuidas a Beda (siglo (22)
SÁNCHEZ-CANTÓN, F.J.: Nacimiento Nacimiento e Infancia de Cristo. Madrid, 1948. B.A.C. <>. (NÁCAR-COLUNGA: Ob. cit. Psal. 72, 10) (24) SÁNCHEZ-CANTÓN, F. J.: Ob. cit., pág. 105 (25) SÁNCHEZ-CANTÓN, F. J.: Ibídem. (23)
(26)
«Reinando Augusto, un día de las Kalendas de enero, los Magos le ofrecieron dones y le adoraron. Estos Magos se llamaban Bithisarea Melichior y Gathaspa.» (SÁNCHEZ-CANTÓN, F. J.: Ob. cit., pág. 107.) (27) SÁNCHEZ-CANTÓN, F. J.: Ibídem.
VII), don donde de se dice que Melchor era viejo; Gaspar, joven, y Baltasar, (28) negro . Y en un manuscrito irlandés (siglo XI), atribuido a San Hilario, aparece que «Molcho, el más viejo v iejo,, dio el oro: Gaspar, el segundo, el incienso, y Baltasar, la mirra» (29). He aquí los datos sobre los que los poetas y artistas edificaron y siguen edificando sus construcciones para deleitar y conmover a los cristianos con la fiesta triunfal de los Reyes Magos, llamada también desde los primeros siglos Epifanía, o sea, manifestación e incorporación de los gentiles a la Iglesia. Todo lo contrario que con la escena del Nacimiento de Jesús, el episodio de la «Adoración de los Reyes Magos» en seguida fue plasmado. Testimonio viviente son las catacumbas romanas que nos guardan distinta disti ntass representaciones que datan de los siglos IV y aun del III y del II (30). Prudencio, el más grande poeta cristiano del primer milenio, canta la ofrenda de los Magos con estas hermosas estrofas: «Hic pretiosa Magi sub Virginis ubere Christo, Dona ferunt puero, mirraeque, et thuris, et auri. Miratur genitri tot casti ventris honores Seque deum genuisse hominem, regem quoque sumrnum» (31). Del siglo XII data un fragmento de 147 versos polimétricos, intitulado «Auto de los Reyes Magos», Esta ingenua reliquia dramática, principio del teatro religioso popular y uno de los primeros monumentos de nuestra poesía, es un cuadro en cinco escenas sobre los Reyes Magos y su viaje a la cueva de Belén. Con expresividad dramática, ingenua y viva va relatando, siguiendo siempre el Santo Evangelio de San Mateo, cómo los tres reyes, guiados por la estrella, marchan a Jerusalén en busca del Mesías. Pero al ocultarse la estrella recurren a Herodes, que convoca secretamente a sus sabios rabinos para que le aclaren el misterio. Termina el fragmento con la disputa de los sabios. (28)
SÁNCHEZ-CANTÓN, F. J.: Ibídem. SÁNCHEZ-CANTÓN, F. J.: Ibídem. (30) BREHIER, LOUIS: L’art chretien: chretien: Son developpe developpement ment iconografique iconografique des origines origines a nos jours. París, 1928. Lovaina, pág. 43. (29)
(31)
«Aquí (en el pesebre) los Magos ofrecen preciosos dones de oro, incienso y mirra a Cristo Niño mientras toma la leche de su madre. Admira la Virgen tantos honores del Fruto de su vientre, y también haber engendrado Ella al Dios Hombre. Rey sumo,» (SÁNCHEZ-CANTÓN, F. J.: Ob. cit., pág. 113.
Saboreemos unos trozos. La primera escena se abre con un monólogo de Gaspar, que, estando solo, descubre la estrella maravillosa y exclama: ¡Dios creador, cual maravela no sé cuál es aquesta estrella! Agora primas la he veida poco tiempo ha que es nacida. Nacido es el Creador que es de las gentes Senior... Sigue el monólogo con dudas, hasta que los otros dos confirman la misma visión. Dialogan entre sí los tres «estrelleros», y por fin deciden marchar, y dicen: Andemos tras el strela, veremos el lugar. En el viaje continúan los diálogos. Pero como al llegar a Jerusalén se les esconde la estrella, recurren al rey Herodes para que les informe. Llegados al palacio, éste les pregunta: «¿Cuándo ha que la vistes?» Y los Magos contestan a una: «Tredze días ha». Es curiosa la escena de los sabios rabinos averiguando las profecías sobre el lugar del Nacimiento del Mesías prometido. y con este chistoso pasaje termina el fragmento (32). Muchas han sido las obras de arte y literarias que a partir de este monumento literario «Auto de los Reyes Magos», ha venido produciendo a través de los siglos el genio de los artistas y literatos. Imposible de todo punto desgranarlas una a una en este sencillo trabajo. Por eso he optado, dado el carácter del mismo, no mencionar ninguna. (32)
MENÉNDEZ PIDAL, RAMÓN: Revista de de Archivos (Vid., pág. 109), de la obra citada de Sánchez-Cantón, F. J.)
Las siguientes estrofas nos recuerdan el momento sublime de la Ofrenda de los Magos al Niño Jesús en la cuna:
MELCHOR De toda nuestra realeza te traigo aquí lo mejor, porque Tú eres el Señor de toda humana grandeza. Como tu poder ya empieza A descubrir, sin desdoro, todo mi inmenso tesoro, aquí a tus pies, Niño mío, se rinde mi poderío con esta OFRENDA DE ORO. GASPAR Del místico sahumerio que el INCIENSO al fuego toma, te traigo el más casto aroma como símbolo v misterio... Eres el Dios de la gloria, cuyo infinito poder lograría un día torcer todo el curso de la Historia. BALTASAR Aunque eres Dios Soberano de los cielos y la tierra, sé también que en ti se encierra nuestro pobre barro humano. De esta MIRRA el duro grano es símbolo el renombre... Para que el mundo se asombre, Niño-Dios, con ella quiero perfumarte yo el primero cuando te entierren como a Hombre. (P. A. Sáenz, Agustino)
No quiero terminar este punto sin corroborar mis palabras con documentos valiosísimos que contiene la Tradición y la Liturgia de la Iglesia. He dicho en la poesía, que Melchor entregó a Jesús oro para manifestar su realeza; Gaspar, incienso, como reconociendo que era Dios, y Baltasar, mirra, porque sabía que ese Dios a quien adoraba era también hombre. Efectivamente; ya el rey David, con visión profética, había cantado en uno de sus salmos: «Los Reyes de Tarsis y de las Islas traerán presentes; los Reyes de Seba y Sabá Sabá (33) le ofrecerán dones» . También Isaías, con su vista de águila, vislumbró a la lejanía la escena de la adoración de los Magos, y exclamó arrebatado: «Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa llegarán en tropel de Saba trayendo oro, incienso y pregonando las glorias de Yavé» (34). Y ahora, después de seiscientos años, vienen a cumplirse estas visiones al pie de la letra. Es San Mateo quien las ha grabado en su Evangelio: «Y entrando en la casa vieron al Niño con su Madre María, y postrándose le adoraron, y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra» (35). Aquí se pregunta San Juan Crisóstomo qué fue lo que movió a los Magos a adorar al Niño. Y él mismo se responde: «No creo fuera la Virgen que nada insigne aparentemente llevaba, ni la casa donde estaban que nada de extraordinario y magnífico tenía, ni había cosa alguna que pudiera moverlos a adorar a aquel Niño recostado en un pesebre». Y, sin embargo continúa el mismo santo, no sólo adoran al Niño, sino que abriendo sus tesoros le ofrecen dones, y no dones cualesquiera como a un hombre, sino propios de Dios; «Munera, inquam, non quasi homini, sed quasi Deo» (36). San Ambrosio (33)
NÁCAR-COLUNGA: Ob. cit., Psal. 72, 10. NÁCAR-COLUNGA: Ob. cit., Isaías, 60, 6. (35) NÁCAR-COLUNGA: Ob. cit., S. Mateo, 2, 12. (36) “Diré que los dones los ofrecieron no como a hombre, sino como a Dios”. (CRISÓSTOMO, San Juan: Homilía 8, in Matth, n. 1. Vid. Breviarium Romanum, die 12 Jan). (34)
confirma nuestro aserto:
Dios se hace hace hombre, hombre, para que el hombre hombre pueda pueda llegar hasta Dios. Dios.
«Aurum regi, thus Deo Myrrha defuncto»
(37)
.
San Jerónimo, imitando quizás al presbítero Juvenco, los compendia maravillosamente maravillosamente en un versiIIo: <> (38). Pero es San Gregorio quien explica el significado: <> y termina: <> (39). La Iglesia, Madre Sapientísima, ha recopilado el sentir de sus hijos en estas breves y significativas palabras, conservadas hoy día en la <>, del oficio litúrgico de la Epifanía, y que todos los años se repiten y cantan en ese memorable día: <
<>. (SAN AMBROSIO: Liber 2, Luccae, cap. 2, post init. Vid. Brev. Romanum, die 11 Jan). (38) <> (SAN JERÓNIMO: Liber 1 comment, in cap. 2, Matth. Vid. Brev. Romanum, die 10 Jan). (39) <> ( SAN GREGORIO, Papa: Homilía 10 in Evangelia. Vid. Brev. Romanum, die 8 Jan.)
pretiosa munera obtulerunt: Aurum, sicut Regi magno; thus, sicut Deo vero myrrham, sepulturae ejes>>