El avivamiento
Prólogo: Antes que podamos podamos interiori interiorizarnos zarnos dentro dentro de uno los tema temas s mas mas coti cotiza zado dos s por por las las igle iglesi sias as evan evangé géli lica cas, s, como como lo es el Aviva vivami mien ento to del del fue fuego del del Espí Espíri ritu tu Sant Santo. o. Debe Debemo mos s preg pregun untar tarno nos s ¿Por ¿Por qué qué lleg llegam amos os a necesitar un avivamiento? Según la definición de la Real academia española dice que avivar es la acción de hacer arder más el fuego. Con esto mana la siguiente pregunta ¿Cuándo se nos apagó? ¿Y porqué? No podemos postular a una súper combustión del fuego del Espíritu Santo si no sabemos la razón de qué haya sucedido en nuestras vidas con lo que fue puesto en nosotros. Tenemos gente entre nuestros hermanos que nunca ha experi perime ment ntad ado o el fuego ego de Dios Dios,, con con ell ellos no pode podemo mos s habl hablar ar de aviv avivam amie ient nto, o, ya que que solo solo han han expe experi rime ment ntad ado o la efer eferve vesc scen enci cia a del del rego regoci cijo jo que que produce el perdón de pecados y la reconciliación con el cielo por las transgresiones hechas. Los que hemos perdido la fuerza del fuego de Dios deb debemos buscar respuestas. as. Es irres respon ponsab sable y contraproducente postular a un avivamiento, habiendo perdido y desperdiciado el primer fuego que se nos dio. Lo importante a considerar del fuego, que es nuestro ejempl ejemplo o base, base, es que cump cumple le el propós propósito ito mient mientras ras éste existe, de nada sirve tener algo preparado para arder, arder, aplica aplicando ndo inmedi inmediatam atament ente, e, aunque aunque haya haya una Página 1 de 12
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muy buena base para la vida cristiana, ya sea piedad, apartamiento, moralidad, etc. Si no hay intervención divina que inflame todo aquello, no puede haber, bajo ninguna circunstancia, una realización espiritual plena. La leña amontonada no sirve de fuego, tampoco lo hacen las cenizas casi extintas, aunque sean un esbozo de un gran fuego que existió. Ni lo uno ni lo otro sirven para el propósito, sí, son un fuego en potencia, pero no pasan mas allá de lo que es posible. Mientras unos esperan arder, otros esperan un avivamiento del fuego que tuvieron. Debemos empezar por reconocer que aunque seamos personas social y moralmente buenas, esto no nos alcanza para ser personas plenamente espirituales. Uno de los principales motivos por lo que perdemos el fuego de Dios, o nos imposibilita alcanzarlo; es la desobediencia y la impureza. Estas dos grandes clasificaciones encierran un magno grupo de transgresiones a todo lo dispuesto por Dios para nosotros los gentiles. El mundo está claramente desesperado y ansioso de alcanzar y experimentar cosas nuevas y esta búsqueda desmedida de la exacerbación de los sentidos siempre lo arrastrará a rayar en lo ilógico, lo patético, denigrante, deplorable e indecente. Este comportamiento vicioso es un ciclo inacabable ya que todas las cosas que ofrece este banal mundo sirven solamente para dilatar el vacío que existe dentro del hombre. En cambio el cristianismo se nos Página 2 de 12
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revela como un todo, ya que nos sumerge en un sistema perfecto y completo de realización, de paz, esperanza y dignificación de nuestra raza, elevando los valores del hombre más allá de su propia percepción entre lo bueno y lo malo. El querer alcanzar las satisfacciones que el mundo da, significa entrar en un comportamiento claramente ego-centrista, ya que priorizamos nuestro bienestar y complacencia por sobre el servicio vehemente a nuestro Dios. Fallamos de manera garrafal en el hecho pretencioso de ser amigos del mundo, ya que esto significa, indeclinablemente, una constitución por Dios en enemigos del cielo. Con nuestros hechos infructuosos le hemos dado la espalda a lo perenne y perfecto por un momento efímero de diversión, debiendo ser ya gente sabia e inmovible nos hacemos a nosotros mismos necios y superficiales al querer buscar cosas que no nos pertenecen como linaje de un sacerdocio santo e inmutable. Somos confundidos y entregados a necesidades inexistentes en la inherencia humana, incubadas en nosotros por los distintos medios de comunicación, que muestran al mundo y su sociedad postmodernista como el lugar perfecto para vivir siendo que dice la escritura en la carta a los Hebreos
Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; Página 3 de 12
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Y todos ellos se envejecerán como una vestidura, Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán.
Lo que está en juego es decisivo en nuestro porvenir porque otra vez dice:
Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron… En este versículo aparecen claramente los grupos mencionados anteriormente, desobediencia e impureza (toda impureza es transgresión), mencionándose como algo que tuvo su justa retribución en el tiempo antiguo y luego sigue advirtiendo categóricamente a todos diciendo ¿Cómo escaparemos nosotros? Dando a entender que si queremos tener y mantener el Fuego del Espíritu estas cosas no pueden gobernar en nosotros de ninguna manera porque batallarán incesantemente por nuestro hundimiento. Página 4 de 12
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El avivamiento es algo que anhelamos todos aquellos que vivimos y nos movemos en el medio eclesiástico, pero antes de esto debemos sanear nuestras vidas de estas cosas que harán imposible que lleguemos a cumplir nuestro propósito, te invito que antes de seguir hagamos un voto delante de Dios de sacar de nuestra vida la desobediencia y la impureza y después de haber hecho esto recordemos que dice: Sacrifica a Dios alabanza, Y paga tus votos al Altísimo (Salmos 50:14) Dios nos bendiga.
Introducción: Un avivamiento espiritual es considerado erróneamente solo como la efervescencia en los dones espirituales o manifestaciones sobrenaturales, Página 5 de 12
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una conmoción masiva en los cantos y reflexiones, o un gran amontonamiento de gente compungida. Pero todo esto es solo una pequeña parte del avivamiento espiritual. Considerando lo anterior entendemos porqué los avivamientos recientes son como un río de 15 kilómetros de ancho por 15 centímetros de profundidad, son imponentes pero propensos a desaparecer. Se hacen milagros, sanidades y prodigios en medio de estos avivamientos, pero esto no lo es todo. Si bien un avivamiento es un fuego que se enciende en el espíritu colectivo de la iglesia, ¿Tenemos lo que se necesita para mantener y preservar este fuego en nosotros? ¿Debemos preocuparnos por el avivamiento que nace de Dios o por perpetuarlo en nuestras vidas? A continuación nos exhortaremos en reflexión profunda y responsable ante Dios para no estar pidiendo algo que no podremos preservar a través de los caminos esteparios de la vida.
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Los cimientos de un Avivamiento Odres viejos, vestidos viejos Esta analogía es una de las muestras magistrales de sabiduría de nuestro Señor Jesucristo, revela una trascendental verdad en esta sencilla aplicación, con respecto a la doctrina del Espíritu. Cristo denota en ambos ejemplos, en el del vestido y los odres, dos cosas incompatibles entre sí por el estado desigual en la naturaleza de ambas, que si se persiste en unirlas teniendo tal divergencia, lo único que se logrará será un daño mayor o la perdida para lo que se quiere arreglar o llenar. Pretendemos que el Señor derrame de su vino nuevo del Espíritu de forma masiva en las congregaciones, pero sobre esto advierte diciendo: Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. (Lucas 5:37) Quiero destacar lo último que dice “… y los odres se perderán” me preocupa enormemente esta advertencia, ya que Página 7 de 12
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nuestra buenas intenciones pueden venir a ser perjudiciales para los demás. En esta gran enseñanza Cristo describe algo que es necesario pero de naturaleza distinta de lo necesitado, mientras tengamos nuestras vidas llenas de mundanalidad, obras infructuosas de la carne, vanidad, impureza y transgresión, y lo que es peor, no querer abandonar nada de esto y aún así recibir de Dios, el Señor mismo no recomienda tratar de ser parte del derramamiento del vino y remiendo nuevo, porque lo que se pretende llenar y arreglar se perderá. Como cristianos maduros debemos saber lo que pedimos y hacernos responsables de esto. Al querer que todos gusten del avivamiento podemos causar daños irreparables en las vidas de aquellos que piensan que recibirán “algo” y no a “alguien”. No bastan las ganas de querer recibir el avivamiento, debemos orientarnos e informarnos al momento de postular, que no basta el poder de Dios solo, sino que además debemos cumplir con nuestras responsabilidades, deberes, compromisos y trabajo en el Señor.
No es lo que se hace, sino como se hace Quiero tomar otras palabras de nuestro Señor para profundizar en esta parte Página 8 de 12
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Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. (Mateo 5:23-24) Lo que quiero hacer resaltar del verso anterior, es el hecho de que Cristo no le da tanta importancia a lo que se hace como a las condiciones en que es realizado el acto. Encontramos en estas palabras cimiento importante para un avivamiento perdurable. Si bien en el prólogo hablábamos que leña amontonada no cumple la función de fuego, refiriéndonos a que una vida piadosa nunca está completa sin la intervención espiritual (avivamiento), no pensemos que es innecesario, al contrario, es fundamental. Y es de lo que hablaremos a continuación. Si bien el avivamiento aparenta ser igual para todos en la efervescencia del comienzo, no es así en el pasar del tiempo cuando todo esto se empieza a diluir en los corazones. Esto es por la mala o nula preparación del cristiano al momento de recibir, o querer participar del avivamiento. Echemos un vistazo a quienes participaron del primer avivamiento. Estamos hablando de gente apartada, paciente, entregada, discípulos libres y preparados para cumplir con su propósito. Ahora mirémonos nosotros ¿Somos Así? ¿Nos falta mucho cierto? pero hoy es buen día para comenzar.
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Antes de entrar en este mundo maravilloso de la vida en el espíritu, es nuestra obligación citar y explicar el siguiente pasaje, para saber participar en el avivamiento:
Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. ( Juan 3:1-3) Este pasaje nos entrega un atisbo sobre como ve Dios las cosas y quiero tomarme mi tiempo en esto. Analicemos primero a Nicodemo. Hombre miembro del sanedrín, príncipe de los judíos, Fariseo, maestro de Israel. A primera vista pareciera que este hombre es el candidato perfecto para discípulo. Mas Cristo no le ve de esta manera. Nicodemo se acerca halagándolo, como cualquier hombre haría para ganar el favor y esperar un buen recibimiento, y más si este es nuevo líder emergente en el pueblo de Israel. Le reconoce que ha venido de Dios como maestro, reconoce que las obras que hace, las hace por mano de Dios y no como otros dirían mas adelante, que por Belcebú lo haria. Mas Cristo no consideró, ni el halago, ni el reconocimiento. Derriba con su primer comentario todo lo que este hombre era y representaba. La entrada de Cristo es fuerte y sin Página 10 de 12
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rodeos. Le dice en síntesis (lo parafrasearé un poco para darle sentido)…dices que puedes verme como enviado y reconocer a Dios en mis obras mas yo te digo que no puedes ver el reino espiritual tal cual es, esto porque no has nacido de nuevo, y aun siendo maestro de Israel, eres ignorante en esta materia. Las primeras palabras de Cristo son destructivas en los fundamentos de este hombre, una vida llena de honra y piedad (eso no nos consta) además de un conocimiento de las escrituras, no le era suficiente para mirarse de igual a igual con el Señor. Este encuentro nos deja una enseñanza que nos hunde en una introspección inmediata de que manera hemos creído en este evangelio. ¿Hemos nacido de nuevo? Y si lo hemos hecho ¿Nos conducimos según esta vida? Recordemos que un apóstata no es solamente el que deja de asistir a las liturgias eclesiásticas, sino también el que le da la espalda a la fe. Muchas iglesias están llenas de éstos, sean predicadores, pastores y lideres son apostatas de la fe genuina, Porque no es solo para exponerla, sino para vivirla y practicarla en lo más íntimo y personal de la vida diaria. La palabra cita lo siguiente: Pero sin fe es imposible agradar a Dios…. (Hebreos 11:6 primera parte) Esto es determinante y excluyente. El que no tiene fe genuina no puede, bajo ninguna circunstancia u excepción alguna, agradar a Dios.
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La versión antigua de la Biblia expresa mejor esta parte. Es pues la fé la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven. (Hebreos 11:1) En síntesis, la fe es la capacidad de mostrar a Dios y su poder en un mundo necio e incrédulo. No se trata de querer servir a Dios no importando que sea irresponsablemente, de manera parcial e intermitente, pero teniendo las ganas de hacerlo. Se trata de comprometerse entero con este camino, nacer otra vez, nuestras ganas de realizarnos en esta vida quedan de lado, la satisfacción personal y el egocentrismo se diluyen bajo una fe genuina que timonea la vida entera. Dejamos la autosatisfacción de lado, comenzamos a darle la espalda a todo lo impuro, en nuestros corazones, mentes y cuerpos, somos capaces de dejar los excesos inconvenientes en nuestras vidas, con tal de dar un servicio vehemente a aquel que nos ama desde el principio de los siglos. Debemos nacer de nuevo, entregarnos por completo, dejar lo que nos estorba, para que no seamos ramas secas que arden para dejar de hacerlo en unos minutos, sino llamas de fuego sempiterno, que den calor, guía y luz en un mundo frívolo, perdido y ciego.
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