DR.JOHNF.ASHTON
EVOLUCION IMPASIBLE
D OCE R AZONE S POR LAS QUE LA E VOLUCIÓN NO PU E DE E XPLICAR EL OR IGEN DE LA VIDA S OB R E L A TIERRA
EVOLUCION
IMPOSIBLE
VOLUCION DOCE RAZONES POR LAS QUE LA EVOLUCIÓN NU V I il EXPLICAR EL ORIGEN DE LA VIDA SOBRE LA 7 ILRI A
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DR. J O H N F. A SH TO N
Adven tus
Editorial Universitaria Iberoamericana
As oc iac ió n Casa Editora
Av, San Martín 455 5, B1604CDG Florida Oeste
Sudamericana
Buenos Aires,República Argent ina
Evolución imposible 12 razones por las que la Evolución no puede explicar el srcen de la vida sobre la Tierra J ohn F. Ashton Título del original: Evolution Impossible: 12 Reasons Why Evolution Cannot Explain The Origin of Life onEarth.Publicadopor NewLeaf Publishin g Group, Inc., P. O. Box 726, Green Forest,Arkansas 76238, U.S.A., 2012. Director: Gabriela S. Pepe Traducción: Néstor Rivera Diseño del interior y de la tapa: Romina Genski Ilustración de la tapa: Shutterstock Libro de edición argentina IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina Primera edición MMXV- 5M Es propiedad. © 2012 John F.Ashton yNew Leaf Publishing G roup. ©2015 ACES. ©2015ADVENTUS. Primera edición en español con autorización de los propietarios del copyright. Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. ISBN 978-987-701-443-3 Ashton, J ohn F. Evolución imposible : 12 razones por las que la Evolución no puede explicar el srcen de la vida sobre la Tierra / J ohn F. Ashton / Dirigido por Gabriela S. Pepe. - 1a ed. - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015. 228 p. ; 21 x 14 cm. Traducción de: Néstor Rivera. ISBN 978-987-701-443-3 1. Ciencia. 2. Religión. I. Pepe, Gabriela S., dir. II. Rivera, Néstor, trad. III. Título. CD D 261.55
Se terminó de imprimir el 10 de diciembre de2015 entalleres propios (Av. San Martín 4555, B1604CDG Florida Oest e, BuenosAires). Prohibida lareproducción total o parcial de esta pu blicación(texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo dei editor. -107537-
............................ ............................ ...........7 PRÓLOGO ........................ ........................ ............................ .... 9 INTRODUCCIÓN ........................
CAPÍTUL01 LA EVOLUCIÓN ¿ES UN HECHO?..............................................................................................................13
CAPÍTULO 2 TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN DE DARWIN....................................................................23
CAPÍTULO 3 CÉLULAS: CASUALIDAD IMPOSIBLE POR QUÉ UNA CELULA VIVA NO PUEDE APARECER POR CASUALIDAD........35
CAPÍTULO 4 ¿MUTACIONES ALEATORIAS? POR QUÉ NO PUEDEN EVOLUCIONAR NUEVOS TIPOS DE ORGANISMOS POR MEDIO DE MUTACIONES ALEATORIAS..................................................................SO
CAPÍTULO 5 EL REGISTRO FÓSIL EVIDENCIA DE EXTINCION, NO DE EVOLUCION......................................................70
CAPÍTULO 6 INTERMEDIARIOS EVOLUTIVOS AUSE NTES EVIDENCIAS DE QUE LA EVOLUCION NUNCA TUVO LUGAR
93 .............................
CAPÍTULO 7 DILUVIO UNIVERSAL: EVIDENCIAS GEOLÓGICAS ........................109
CAPÍTULO 8 DILUVIO UNIVERSAL: EVIDENCIAS HISTÓRICAS
CAPÍTULO 9 FALENCIAS DE LA DATACIÓN RADIOMÉTRICA - I ; :■ ■ ' :■■■.■ : V ; \ o: Ai ,.7> v ■■. ’ A ...
CAPÍTULO 10 FALENCIAS DE LA DATACIÓN RADIOMÉ TRICA - II
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CAPÍTULO 11 LA TEORÍA DEL BIG BANG NG ES A RESP ALDADA DÜR l u S LA OS OBSERVADOS................................173
CAPÍTUL012 CIENTÍFICOS NO EVOLUCIONISTAS CIENTÍFICOS ALTAMENTE CALIFICADOS RECHAZAN i. A TEORIA DE LA EVOLU CIÓN............................................................................................................................... 18?
CAPÍTULO 13 EVIDENCIAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS UN DIOS QUE INTERVIENE EN LA HISTORIA E INTERACTÚA CON LA ESPECIE HUMANA........................................................................................................................309
CAPÍTULO 14 RESUMEN DOCE OREO LES BASADAS E E ATENDIASLroN ípi íL’-tct HARA RbCHAZAR LA
EVO LO O ON APÉNDICE
...........................................220 227
l objetivo de la investigación científica e s desc ubrir la verdad, y los científicos, de todas las personas, deberían tener la mente abierta y estar dispuestos a considerar todas las evidencias. Sin embargo, la hi storia nos ha dem ostrado que una
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vez que una idea se ha arraigado, incluso los científicos encuentran difícil aceptar algo que se aparte de ella. Esto es lo que ocurre actualmente con la Teoría de la Evolución. Esta teoría se ha convertido en u n dogm a o, para ci tar a l profesor Berna rd David, en “la Ley de Darwin”; y cuestionarla es “ignorancia y descaro” (Prof. C. D. Darlington).1 A pesar de esto, algunos científicos tienen una actitud abierta y, aunque adhieren a la Teoría de la Evolución, están dispuestos a admitir que presenta dificultades. El Dr. John Ashton ha resaltado estas dificultades en su libro. Debido a la infinitamente pequeña pro babilidad de que la vida se forme espontáneamente, y de que las formas de vida simples den lugar a otras más complejas por medio de procesos naturales de m utació n y selección, ninguna persona libre de prejuicios puede, con plena conciencia, elevar la Teoría de la Evoluc ión a la categ oría d e ley, o cr iticar a quienes se atrevan a cuestionar el proceso evolutivo. Si uno acepta que el proceso evolutivo presenta dificultades, debería estar dispuesto a considerar otras interpretaciones. En este libro, el Dr. Ashton propone explicaciones alternativas para los datos del mundo natural que comúnmente se interpretan den tro del marco de la Teorí a de l a Evoluci ón. L am entab lem ente, muchas personas mirarán el título del libro y lo desestimarán *
Hug h Montefiore, The Probability o fG od (London: S CM Press Ltd., 1985), p. 75.
sin siquiera abrir lo. Y es que esta obra no es para quienes tenga n una mentalidad estrecha, sino para aquellos que exhiben una mente abierta y están dispuestos a examinar sin prejuicios distintas posibilidades en su búsqueda de la verdad. Es a este tipo de personas a quienes recomiendo el libro del Dr. Ashton. Profesor Emérito Warren Grubb, PhD Fa cultad de Ciencias Biomédicas, Un iversidad de Curtin, Perth, Australia Occidental.
ace algún tiem po, tuve un a r eun ión con varios pro leso res tic una universidad australiana muy respetada. Estaban invesii gando sobre cruzamiento y selección de cultivos, y existía la posibilidad de colaborar con ellos en un proyecto para integrar rasgos de resistencia a enfermedades en un nuevo tipo de cereal recién
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desarrollado. Las técnicas de mejora incluían tratar las semillas con productos químicos que dañaban su A DN. Las semillas imitantes se germinaban, y se estudiaban en busca de cualquier rasgo beneficioso que p udi era hab er resultado de los c ambios. El nuevo tipo de cereal, del que estábamos hablando, poseía una dispa ridad favorable causada por la destrucción d e parte de u n gen. Esta pérdida de material genético hacía que la “nueva” planta produjera un grano con almidón menos digerible, que al ser incorporado en la elaboración de alimentos podía, potencialmente, ser beneficioso para la prevención y el control de la diabetes tipo II. Durante el almuerzo, estuve pensando en el papel de las mutaciones en relación con la Teoría de la Evolución. Para que una nueva es pecie evolucio ne a partir de u n antepasado c om ún , debe surgir información genética nueva, presumiblemente a partir de algún tipo de mutación favorable. Así que, mientras estábamos sentados alrededor de la mesa, pregunté al investigador en jefe del proyecto: “¿Alguna vez las mutaciones han srcinado nueva información genética significativa?” Su respuesta fue inme diata: “¡Por supuesto qu e sí!” “¿Po dría darme un ejempl o?”, le pedí a continua ción. Pensó por un momento y respondió alargando las palabras: “Hm m m ... N o pu edo recor dar ahora mismo n ing ún ejempl o específico, pero pregúntele a nuestro genetista... él será capaz de darle
un ejemplo”.
Horas después, esa tarde, me encontré con el investigador superior de Gen ética del D epartam ento de Pro ducción Vegetal de la Universidad, y le planteé la misma pregunta. Su respuesta fue tan rápida como la anterior, pero completamente opuesta: “¡Nunca!” Sorprendido, continué presionando. Me explicó que las mutaciones siempre causan daños en el ADN, lo que generalmente resulta en una pérdida de información genética. Dijo que no conocía nin gú n caso de una m utación, natural o provoc ada, que hubiera dado lugar a nueva información genética significativa. Pensé en las dos respuestas. El científico de más edad y experiencia creía efec tivam en te que las m uta cio nes pueden pro ducir información genética nueva. Ya que ninguno corrigió su respuesta, me atrevería a afirmar que los demás investigadores presentes en el almuerzo , biolog os especialistas en diferentes campos, ciclan exactamente lo mismo. Más aún, es muy probable que la mayoría de los científicos actuales que defienden la validez de la Peoría de la Evolución piensen también que las mutaciones pueden producir nueva información genética, que dará lugar a nuevos rasgos, de entre los cuales la selección natural escogerá los más favorables para crear nuevas especies. Pero si el genetista estuviera en lo cierto y las mutaciones no pudie ran producir nueva in fo rm ació n genética significativa, la evoluci ón sería imposible y no podría haber ocurrido. Cu an do pensé en esto, decidí co menzar a investi gar y escrib ir este libro. Desde principios de los años '70, cuando era investigador en el Dep artam ento de Q uím ica de la Univ ersidad de Tasmania, h e estado estudian do las evidencias a favor y en contra de la evolución. En aquella época, u n amigo mío estaba termi nand o su doctorado en G eoquímica. U n día me m ostró los r esultados de u na datación radiométr ica hecha con la pru eba del carb ono 14, relacionada con la investigación de u n frag mento de m adera de u na pala europea, parcialmente fosilizada, enco ntrad a en una vieja mina de oro. Los resultados del análisis de laboratorio estimaron una edad de 6.600 años. Sin embargo, la actividad minera de la zona databa de fines del siglo XIX y era im-
probable que el mango de la pala estuviese hecho de una madera que tuviera más de unos pocos cientos de años. Este resultado, aparentemente incorrecto, estimuló mi interés por los métodos de datación radiométrica, y por las implicaciones asociadas para la datación de la columna geológica y la evolución. A m edida q ue co ntinua ba m i investigación, m e convencí de que la Teoría de la Evolución presentaba problemas obvios, que estaban siendo percibidos po r promi nen tes científicos com o Sir Fred Hoyle, un reconocido astrónomo británico,1y el profesor E. H. Andrews, Jefe del Departam ento de Materiales en la Universi dad de Lond res.12 A finales de los años '90, después de un seminario sobre evidencias a favor de la Creación, dictado en la Universidad de Ma cquarie, en Sídney, Australia, decidí ponerme en contacto con científicos qu e d efend ían u na visión creacionista de l os oríge nes y preguntarles por qué elegían aceptar la Creación, en oposición a la evolución. Encontré sus argumentos tan reveladores y convincentes que edité algunas de la s respuest as, y estas se convirtie ron en el libro In Six Days: 5 0 Scientists Explain Why They Believe in Creation [En seis días: Cincuenta científicos explican por qué creen en la Creación],3publicado en 1999. Desde entonces, obra ha sido reimpresasrcinalmente numerosas veces, incluyendo edicioneslaen alemán, italiano, español y coreano; además, es citado frecuentemente en Intern et, en el contexto del debate creaci ón/evolución.4 La creación es un acto de Dios él es la Inteligencia suprema— y, por eso, decidí escribir también a profesores s de universida-
1Fred Hoyle y Chandra Wickramasinghe, Sons, 1981), pp. 2333.
Evolution from Space (London: J.M. Dent &
2E. H. Andrews, God, Science and Evolution (Homebush West, New South Wales: AN ZEABooks, 1981). 3 John F. Ashton, ed., In Six Days: 50 Scientists Explain Why They Believe in Creation (Oreen Forest, AR: Master Books, 2001). 4 Ver referencias a In Six Days... en, por ej.: C. Graves, “The Science of Culture. Being Human: Science, Culture and Fear”, The Royal Society of New Zealand, Miscellaneous Series, N° 63 (2003); E.C. Scott y G. Branch, “Antievolutionism: Changes and Continui
ties”, BioScience, vol. 53, N° 3 (2003), pp. 282285.
des seculares que se autod efinía n co mo creyentes, pidiénd oles que me explicaran por qué creían en Dios, en los milagros y en las respuestas a las oraciones. Estos académicos me proporcionaron abunda ntes evid encias de un Dios personal que interactúa con su creación. Una vez más, edité algunas de las respuestas que recibí, y el conjunto se publicó en 2001 bajo el título The God Factor: 5 0 Scientists and Academics Exp lain Why They Believe in God [El factor divino: 50 científicos y académi cos explican po r qu é creen en Dio s].5Ta mb ién esta obra h a sido reimpresa v arias veces. El presente libro es una continuación de los anteriores, “In Six Days” y “ The God Factor”, y resum e las evidencias científicas en contra de la evolución como mecanismo responsable de la diversidad de la vida en la 1ierra. En él se detallan las evidencias que apoyan la afirmación de aquel genetista sobre la incapacidad de las mutaciones para producir nueva información genética significativa, junto con datos de muchas otras investigaciones que también se oponen a las explicaciones clásicas de la Teoría d e la Evolución. Much os lee totes encontrarán esta perspectiva nueva y desafiante; no obstante, espero que sirva, al menos, para estimular u n deb ate me jor inform ado sobre el tema de los orígenes.
5John F. Ashton, ed., The God Factor: 50 Scientists and Academics Explain Why They Believe in G od (Australia: HarperCollins Publishers, 2001).
LA EVOLUCION
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uando empiece a leer este libro, usted probablemente reaccionará de la misma manera que m uchos otros lo han hecho antes: “Yo pensaba que estaba bien establecido cien tífica mente que toda vida sobre la Tierra, incluyendo a los seres humanos, evolucionó a partir d e células primitivas m uy simples , a lo largo de cientos d e millone s de años. Eso es lo que me enseñaron en las clases
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de Biología. ¿Cómo un científico en ejercicio, profesor universitario, pued e escribir ahora u n libro qu e afirme que existen evidencias de q ue la Teoría de la Evolución es imposibl e?” Esta e s un a p regu nta váli da, y tr ae a colación lo s temas abo rdados en este libro. La mayoría de los científicos y educadores creen que la evolución es un hecho, simplemente porque eso es lo que les fue enseñado en todos los niveles del sistema educativo. La mayoría de los libros de texto, las academias de ciencias,
los museos y los autores de divulgación científica afirman, sin
vacilar, que la evol ución es un hec ho dem ostrad o po r la ciencia. Por ejemplo, en un libro de texto universitario sobre evolución ampliamente utilizado en 2007, puede leerse el siguiente encabezamiento destacado en negrita: “La teoría evolutiva explica el hech o de la evoluci ón”. 1Los autores van aún más all á, y afir man que actualmente los científicos comprenden el funcionamiento de todos los procesos evolutivos y, en muchos casos, los mecanismos por los cuales estos procesos han generado adaptación y divergencia en las especies. Ln u na declaración d e pos tura” sobre la evolución pub licada en el año 2008, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos afirmó que la evolución se considera un hecho. La Acade mia sostiene que la Teoría de la Evolución está respaldada por tantos experimentos y observaciones qu e los científicos están convencidos de que los componentes fundamentales de la teoría no serán refutados por nuevas evidencias científicas.1 2 La Sociedad Geológica de Londres afirma que ha quedado establecido más allá de toda duda que nuestro planeta tiene, aproximadamente, 4.560 millones de años, y sostiene que la vida ha evoluci onado hasta su forma actual duran te un período de mi les de millones de años, a causa de la variación genética com bina da con la selección natural.3 La Academia de Ciencias Austral iana publicó un pu nto de vista similar, afirmando que existe un vasto cuerpo de conocimientos factuales (basados sobre hechos) q ue respalda la teorí a de que los procesos naturales de la evolución han inducido la compleji-
1N. H. Barton, D. E. G. Briggs, J. A. Eisen y N. H. Patel, Evolution (Coid Spring Harbour, NY: Coid Spring H arbour Laboratory Press, 2007), p. 81. 2 Science, Evolution a nd Creationism , National Academy o f Sciences and Instit ute o f Medicine (Washington, DC: Nation al Acad emy Press, 2008), p. 11. En línea: www.nap.edu/ catalog.php ?record_id=l 1876 . 3“ ‘Young Earth Creationism’, ‘Creation Science’ and ‘Intelligent Design’ ”. Declaración de la Sociedad Geológica de Londres (11 de abril de 2008). En línea: www.geolsoc.org . uk/creationism.
dad biológi ca que en contram os hoy sobre la Tierra.4 De hecho , la mayoría de las academias de ciencias del mundo adhieren firmemente a la Teoría de la Evolución. El Interacademy Panel, o IAP, red global de academias de ciencia, publicó en 2006 una declaración sobre la enseñanza de la evolución firmada por 67 de las academias miembros, afirmando que múltiples observaciones y experimentos independientes han establecido como ciertos los siguient es “hech os” sobre la evolución de la vida en la Tierra: • Que la vida apareció en la Tie rra hace, al meno s, 2.5 00 millones de años; • Q ue la vida ha con tinua do evolucionando desd e que ap areció por primera vez, lo cual está confirmado por la Paleontología, la Biolo gía y la Bioquím ica mod ernas; • Q ue la estr uctu ra del código genético de todos los seres vivos indica su or igen primigenio co m ún .5 En esta mism a línea, la mayoría de lo s museos de histo ria na tural del mundo, en sus exhibiciones, presentan la evolución como un “hecho” de la ciencia. Por ejemplo, el Instituto Smithsonian, en su exposición d e 20 09 “Desde D arwin : La evolución de la evolución” , declaraba lo siguiente: “La evolución de los seres vivos ha estado ocu rrien do duran te miles de millones de años, y e s responsable de la desl umbran te diversidad de la vida sobre la Tierra. Eso es un hecho” (énfasis añadido).6 C uan do la institución cien tífica má s preem inente del m un do afir ma ro tun da m en te que la evoluc ión es un hech o, es razonabl e que los visitantes y los medios de comunicación lo crean. Ex-
4Australian Academ y of Science, “Intelligent Design Is Not Science ”. Carta publica da en los principales periódicos a ustralianos (21 de octubre de 2005). En línea: www.noanswer singenesis.org.au/id_archer_et_al_aust.htm . 5The Interaca demy Panel on International Issues, “IAP Statem ent on the Teaching of Ev o lution” (2006). En línea: www.interacademies.net/File.aspx?id=6150 .
6 Ver:www.mnh.si.edu/exhibits/darwin/evolution.html .
pe rtos evolucionistas bien conocidos reafirman esta posición. El eminente paleontólogo Stephen J. Gould, de la Universidad de Harv ard , escribió q ue no neg aba el “he ch o” de la evoluci ón,7 y el profesor Richard Daw kins, de la Universidad de Oxford , afirma que e l propósito de su l ibro sobr e evolución, publicado en 2009 , es mostrar que esta es un “hecho ineludible”.8 No obstante, cuando revisamos más aten tam en te estas declaraciones acerca de la evolución, descubrimos que muchas de ellas son meras afirmaciones hechas sin citar evidencias demostradas. Incluso cuando se citan evidencias, estas no confirman realmente la aseveración. Por ejemplo, se afirma que la vida apareció espontáneamente sobre la Tierra hace muchos millones de años, pero no h e enc ontrad o n ing ún artícul o cient ífico acredi tado que expl ique un mecanismo plausible por el cual una célula podría surgir de manera natural a partir de sus moléculas constituyentes (un proceso llamado “abiogénesis”). Sin embargo, sí he enco ntrado muchos hallazgos científicos que demuestran que la abiogénesis no puede ocurrir, según explico detalladamente en el capítulo 3. O tra afirmación com ún es que tod a la vida evol ucionó a partir de organismos primitivos por medio de pequeños cambios acumulativos sometidos a la acción de la selección natural. Cuando Charles Darwin propuso esta teoría hace más de 150 años, los científicos de la época conocían muy poco acerca de la extraordinariamente compleja maquinaria bioquímica que existe dentro de los organismos vivos; de hecho, la bioquímica celular no había sido descubierta todavía. Casi un siglo de estudios científicos adicionales fue necesario antes de que se descubriera el ADN, la molécula química que codifica la estructura y el funcionamiento de los innumerables tipos de células distintas que constituyen los millones de organismos diferentes que habitan nuestro planeta. El
7Science and Creationism: A View jro m the National Academ y o f Sciences, National Aca demy of Sciences (Washington, DC: National Academy Press, 1999), p. 28. 8 Richa rd Da wkins, The Greatest Show on Earth: The Evidence fo r E volution (London: Bantam Press, 2009) , p. 18.
reciente desarrollo, en particular durante las últimas tres décadas, de sofisticados equipos científicos y nuevas metodologías, ha permitido la exploración exhaustiva de los organismos vivientes y sus células. En la actualidad, conocemos con un alto nivel de detalle la enorme complejidad de las estructuras celulares y su bioquímica, igual que de la información genética que las codifica. Sin embargo, no he encontrado hasta la fecha ningún artículo publicado en un a revista acreditada que proponga un mecanismo plausible para la aparición por azar de esa inmensa cantidad de informació n genética compleja. Tam poco nin gún artículo que informe de la observación de nueva información genética significativa que haya aparecido por azar. En otras palabras, no he podido encontrar ni una sola publicación científica en que se reporten las evidencias necesarias para respaldar el requisito fundamental de la evolución: que puede surgir nueva información genética significativa por medio de procesos aleatorios. Al contrario, existen numerosos datos publicados que muestran que es imposible que nueva información genética significativa, de alguna trascendencia para la evolución, pueda surgir aleatoriamente. Estas evidencias se presentan en detalle en el capítulo 4. El descubrimiento de que no solamente no está demostrado el extensamente aclamado “hecho” de la evolución, sino además existen numerosos artículos publicados en la literatura científica que lo refutan, puede ser una sorpresa para muchos lectores. Algunos, incluso, dudarán de que mis observaciones sean correctas. Después de todo, ¿no acabo de señalar que la mayoría de los científicos de todo el mundo consideran que la evolución ocurrió realmente? ¿Cómo puedo decir ahora que ha sido r efutada po r estudios científicos? Si es así, ¿por qué otros científicos no rechazan la teoría de Darwin? La respuesta es que algunos científicos, a medida que han ido descubriendo las evidencias más recientes con respecto a la bioquímica de los organismos vivos, sí están empezando a cuestionar la evolución. Sin embargo, no es fácil para los científicos rech azar púb licam ente la evoluci ón, debid o a la presión que ejercen sus colegas para desacreditarlos, e incluso destituirlos, de puestos de influencia. Un ejemplo reciente es el caso del direc-
tor científico del Ministerio de Educación Israelí, Dr. Gavriel Avi-
tal, qu ien fue expulsado p or cu estionar la validez de la evolución.9 El documental Expelled, No Intelligence A llow ed [Expulsado, no se admite inteligencia], producido hace unos años, expone varios ejemplos de persecución y marginación de científicos que se han atrev ido a cues tionar las evidencias e n favor de la ev olu ció n.101 Las dudas con base científica sobre la Teoría de la Evolución no son nuevas. A mediados de los años '60, un grupo de matemáticos desafió la credibilidad de la evolución desde la probabilística. Los estudios matemáticos resultantes culminaron en un simposio sobre el análisis de las probabilidades de que la evolución hubiese pod ido ocurrir, que fue celebrado en el Instituto Wistar, respetado centro de investigación biomcdica de Filadelfia, Estados Unidos. Las presentaciones del simposio se publicaron en un documento que fue am pliam ente criticado p or los biólogos.11 Estos insist ieron en que los matemáticos no comprendían el funcionamiento de la evolución, pero no aportaron ninguna respuesta cuantitativa a los desafíos presentados por los estudios de probabilísticas. También en los años '70, la paleóntologa Dra. Barbara J. Stahl, graduada en la Universidad de Harvard, llamó la atención sobre algunos defectos graves en las evidencias fósiles a favor de la evolución .12 A mediados de los años '80, el biólog o mole cular Dr. Mi chael Den tón, grad uado del Kin g’s College de Londres, destacó la enorme complejidad de los sistemas biológicos a nivel molecular, y la ineptitud de la Teoría tic la Evolución para explicar el srcen de estos sistemas.13
9 O. Kashti, “Sa ’ar Dismis ses C hief Scientist fo r Questionin g Evolutio n”, Haaretz (5 de octubre de 2010). Ver: www.haaretz.com . 10Ben Stein, Expelled: No Intelligence Allowed. Documental para DVD (Premise Media Corporation, 2008). Ver: www.expelledthemovie.com. 11P. S. Moorhead y M. M. Kaplan, ed., “Mathematical Challenges to the NeoDarwinian Interpretation of Evolution”, The Wistar Institute Symposium M onograph , N° 5 (Philadel phia, PA: Wistar Institute Press, 1967). 12Barbara J. Stahl, Vertebróte History: Problems in Evolution (New York: McGrawHill, 1973). 13Michael Dentón, Evolution: A Theory in Crisis (Bethesda, MD: A dler & Adler, 1986).
En los años '90, se aplicó la recién popularizada Teoría de la Información al análisis de moléculas orgánicas altamente informativas, y eso planteó el desafío de encontrar un srcen natural para la inmensa cantidad de inform ación específica contenida en ellas. El ge no ma es el plan o de A D N de los seres vivos. Las cadenas de ADN están conformadas por pequeñas piezas, llamadas nucleótidos, que deben estar colocadas en un orden específico para codificar correctamente las características de cada organismo. Las proteínas, por su parte, son moléculas altamente variables, inrrincadamente complejas, y específicas en estructura y en función. Cualquier pequeña alteración en la disposición de los aminoácidos que las com pon en afecta su forma, la manera en que están plegadas y su función. El orden de sus componentes dota al ADN y a las proteínas de información biológica específica. La información presente en el ADN se relaciona con la contenida en las proteínas, po r m edio de u n código altamen te sofi sticado. 1)e la mism a man era en que los dígitos en un código de barr as, el orden debe ser el indicado o el sistema fallará. Pero ¿de dónde provino toda esta información? “De un antepasado” no es una respuesta útil, ya que no explica el srcen último de la información. El fracaso de la Teoría de la Evolución al no pod er explicar la fuente de la información biológica ha sido señalado por algunos teóricos de la inform ación , com o el Prof. W erne r G it t, 14 del Insti tuto Federal Alemán de Física, y el físico graduado en el Instituto Tecnológico de Massa chusetts, Dr. Lee Spe tner.15 En un intento por llenar esta notoria brecha en la explicación evolutiva de cómo los animales y las plantas desarrollaron su asombrosa variedad y complejidad, el profesor de Biología de la Escuela de Medicina de Harvard, Dr. Marc W. Kirschner, y el profesor de Biología Celular y del Desarrollo, de la Universidad de California, en Berkeley, John C. Gerhart, elaboraron una nueva
14Wemer Gitt, In the Beginning Was Information (Green Forest, AR: Maste r Books, 2006). 15Lee M. Spetner, Not By Chance: Shattering the Modern Theory ofE vo lutio n (New York:
Judaica Press, 1997).
teoría, relacionada con el moderno campo de la Epigenética, a la que llamaron “variación facilitada”. Los detalles de esta teoría se describen en el libro The Plausibili ty o f Life: Resolving Darw ins D ilem m a [La credibilidad de la vida: Resolviendo el dilema de Da rw in] , publica do por Yale Univ ersity Press, en 2005.16 Estos autores sugieren que los “procesos centrales”, codificados en el A D N de un organismo y re sponsables de su estru ctura bás ica, son tan estables que son inm une s a los cambios causados po r las mu taciones a pequeña escala. Sin embargo, las mutaciones acumuladas en el tiem po pu ede n ser activadas po r cambios ambientales posteriores y dar lugar a unos “procesos centrales” totalmente nuevos, y a una nueva configuración de parte del organismo. En caso de que se demostrara que esta teoría explica adecuadamente algunos cambios en los sistemas biológicos, aun quedaría por determinar de dó nd e proced e la informació n g enética de l os “procesos centrales” srcinales. Los mismos autores admiten, en la conclusión del libro, que su teoría plantea numerosas preguntas sobre el srcen de los “procesos centrales” altamente conservados. Otros problemas de la teoría evolutiva fueron señalados por el filósofo de la Universidad Rutgers, Dr. Jerry Fodor, quien presenta, en un ex traordinario artículo titulad o “W hy Pigs Do n’t Have Wings” [Por qué los cerdos no tienen alas], poderosos argumentos que afirman la incapacidad de la selección natural darwiniana de ser un m oto r eficaz para la evolu ción de las especies.17 El artí culo del Dr. Fodor atrajo muchos comentarios de otros científicos, por lo que decidió continuar desarrollando sus argumentos en un libro más reciente, coescrito con el Dr. Masim o PiattelliPalmarini, profesor de Ciencia C ognitiva de la Universidad de Arizona, titu lado W hatD arw in Got Wrong [En lo que D ar win se equ ivocó ].18
16M arc W. Kirschne r y John C. Gerhart, The Plausibili ty of Lif e: Resolving D arw in’s Di lemma (New H aven, CT: Yale University Press, 2005). 17Jerry Fodor, “Why Pigs Do n't Have Wings”, London Review o f Books, vol. 29, N° 20 (2007), pp. 1922. En línea: www.lrb.co.uk/v29/n20/jerryfodor/whypigsdonthavewings . 18Je rry Fod or y Masim o PiattelliPalmarini, What Darwin Go t Wrong (New York: Farrar, Straus and Giroux, 2010).
Debido a que la selección natura l es el núcleo esencial de la teoría de Darwin, la publicación de Fodor representó un serio desafío a la integridad científica de la evolución. Por consiguiente, en julio de 200 8, 16 de los principales ci entíficos evolucionistas del m un do se reunieron en el Instituto Konrad Lorenz, para investigar sobre la evolución y la cognición, co n la finalidad de discutir acerca de esta seria amenaza a la ciencia evolutiva. La co ber tura de la conferencia estuvo a cargo de la periodista científica Suzan M azu r,19 qui en entrevistó tanto a los asistentes como a otros expertos mundiales en el campo de la Biología Evolutiva. De entre los comentarios recogidos, destaca la creciente comprensión por parte de los científicos de que si la selección natura l fuera rechazada y perdiera su posició n como puntal de la evolución, la teoría de Darwin estaría muerta. Mazu r cita al Dr. Jerry Fodor, diciendo: “Básicamente, no creo que nadie sepa cóm o fun cio na la evolución”. 20 Esta declaración se aleja bastante de las rotundas afirmaciones de libros de texto de Biología y de las exposiciones de los museos. En realidad, nadie sabe cómo trabaja la evolución porque nunca nadie la ha observado; la evolución nunca ha sido observada, ni en condiciones naturales ni en el laboratorio. Nadie ha sido capaz de diseñar un experimento y conseguir que cierto tipo de organismo evolucione en otro nuevo tipo de organismo (a menos que deliberadamente se elimine información genética o se inserte información genética procedente de otro organismo, opciones de las cuales ninguna sería verdadera evolución). No disponer de mecanismos plau sibles ni de n ing un a eviden cia experimental pa ra explicar cómo ocurre la evolución, la deja bien lejos de poder ser considerada un hecho científico. Los científicos expertos en evolución se enfrentan actualmente con un grave dilema. ¿Qué teoría podría reemplazar al neoDarwi nismo? Nadie lo sabe. Los evolucionistas están buscando, a tientas,
19Suzan Mazur, The Altenberg 16: An Exposé o f the Evolution Industry North Atlantic Books, 2010). En línea: www.books.google.com/books .
(Berkeley, CA:
20Ibíd.,p. 34.
mecanismos creíbles que puedan explicar la multitud y la diversidad de formas de vida presentes en nuestra biosfera. Las entrevistas reportadas po r Susan Mazur presentan un a vivida imagen de las incertid umbre s y los vehementes desacuerdos de estos científicos, qu e continúan aferrándose incondicionalmente a su fe en que la evolución es un hecho incuestionable de la histor ia. Pero, los mecanismos internos propuestos para la evolución se han manifestado extraordinariamente ineficaces, frente a los recientes descubrimientos de la biología molecular como los que presenta el Dr. Stephen C. Meyer, filósofo graduado en la Universidad de Cambridge, en su reciente libro Signature in the Cell: D NA and the Evidence fo r Intelligent Design [La firma en la célula: el ADN y las evidencias del diseño inteligente].21 El actual deba te científico sobre lo s me canismos d e la evolución demuestra que la evolución no es un “hecho” demostrado de la ciencia, sino su “deseo”, extravagante a la luz de las evidencias abrumadoras en contra, de que se descubrirá, en algún momento, un proceso mecánico natural capaz de explicar cómo apareció la vida. Según algunos comentaristas sociales, Darwin estableció un a co ncepci ón mecánica de la vicia orgáni ca en la “era de las má quin as” —justo tras la primera exposición m un dia l de Londr es en 1851—, cuand o la máquina devino en la principal preo cupa ción de la época .22 Esta obsesión con la “cosmovisión me cánica” ha seguido do m ina ndo la cienci a hasta el día de hoy , desarrollándos e especialmente en la controversia acerca de la evolución. Antes de considerar más evidencias en contra de la evolución, repasaremos la Teoría de la Evolución de Darwin en el próximo capítulo.
21Ste phen C. Meyer, Signature in the Cell: DNA a nd the Evidence fo r Intelligent Design (New York: HarperOne, 2009). 22 Geoffrey West, Charles Darwin: A Portrait (New Haven, CT: Yate University Press, 1938), p. 334. Ver también: A. Sandow, “Social Factors i n the Orig in o f Darwinism”, The Quarterly Review ofBioIogy , vol. 13 (1938), pp. 315326; John C. Greene, Science, Ideology an d World View (Berkeley, CA: Unive rsity of California Press, 1981).
TEORIA DE LA EVOLUCIÓN DE DARWIN
1año 2009 vio el 150° aniversario de la publicación del libro “ de Charles Darw in The Origin o f Species by Means o f N atura l Selection or The Preservation ofFavoured Races in the Struggle fo r Life [El srcen de las especies po r m edio de la selección natu ral, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida]. En su obra, Da rw in regist ró sus ob servaciones respe cto de la lucha por la supervivencia de muchas especies. Propuso que había un principio en la naturaleza: “Cuanto más diversificados estén los descendientes de cualquier esp ecie en cuanto a estructura, constitució n y há bitos , m ayor ventaja tend rán en la lucha p or la ex istencia”.1
1Charles Da rwin, The Orig in o f Species by Means o f Natural Selection or the Preservation o f Favoured Races in the Strug gle fo r Life (London: John Murray, 1859), p. 156.
En otras palabras, c uan ta más variedades de gramínea s haya, m ayor será la can tida d de ellas que po drá sobrevivir a variaciones en las condiciones ambientales, como las precipitaciones, la temperatura y el tipo de suelo; al haber más probabilidades de que algunas de ellas sobrevivan, mayor será la probabilidad de que aumenten en núm ero y perpe túen la e specie. Darw in qu edó impresionado po r la enorme variedad de especies que existen en la naturaleza. Por ejemplo, describió sus observaciones de una pequeña área de 90 por 120 centímetros de terreno. Al lí, pud o identificar 20 especies de plantas, de 18 géneros diferentes, que pertenecían a 8 órdenes. Todas ellas estaban luchando por sobrevivir en el mismo ambiente.2 Darwin propuso la hipótesis de que las diferentes especies y géneros surgieron de un antepasado en común, como parte del mecanismo de diversificación para la supervivencia, e ilustró su idea con el diagrama de un árbol cuyas ramas de dividen sucesivamente en ramas más pequeñas. 3 La parte inferior de l árbol correspondería a u na especie perte neciente a un género extenso. A medida que la especie se reproduce durante generaciones, se producen diferencias sumamente leves, representadas en líneas divergentes desde un punto común. Después de mil generaciones (según el mismo Darwin, diez mil generaciones podría ser una mejor estimación), las diferencias acumuladas entre las dos líneas principales de la bifurcación so n suficientes como p ara ser consideradas dos especies distintas. Durante las siguientes mil generaciones, estas dos especies vuelven a bifurcarse. Después de miles de generaciones, el resultado es una gran cantidad de especies divergentes. Algunas ramas se detienen sin bifurcarse, lo que representa la extinción de esa varied ad particular. Despué s de diez niveles de bifurcación en este árbol hipotético de la vida (es decir, después de diez mil generaciones), tres nuevas esp ecies ha brán surgido, evo-
2Ibíd., p. 157.
3 lbíd., pp. 160, 161. Ver también: Graham Lawton, “Uprooting Darwin’s Tree”, New Scientist, N° 2.692 (21 de enero de 2009), p. 34. En Enea: www.thedivineconspiracy.org/ Z5221S, pdf.
lucio nado y llegado a ser signifi cativamente diferente s del ancestro srcinal. Darwin sugirió que, después de catorce mil generaciones, las diferencias entre las especies serían tan importantes como para consti tuir nuevos géne ros. Este concepto darwiniano de un árbol de la vida que representa gráficamente el modo en que surgieron las diferentes especies, hizo que la idea fuese relativamente fácil de comprender. Darwin argumentó, con éxito, q ue las evidencias en favor de tal árbol era n obvias en la naturaleza. Señaló, por ejemplo, que todas las flores tienen sépalos, pétalos, estambres y pistilos, lo que sugiere la existencia de un patrón srcinal, que posteriormente se modificó y diversificó para adaptarse a las necesidades de cada especie. De forma semejante, las extremidades anteriores de los seres humanos, los topos, los caballos, los defines y los murciélagos están construidas siguiendo el mismo patrón óseo, aunque el tamaño y la forma de los huesos varíen de acuerdo con las distintas formas de locomoción. Asimismo, a pesar de la d iferencia de longitu d, el número de vértebras del cuello de los elefantes y de las jirafas es idéntico.4 Como explicación para este “hecho de la naturaleza”, Darwin propuso el mecanismo de la selección natural a través de la supervivencia del más apto. Cada nueva especie en el árbol de la vida ser ía el resultado d e pequeñ as m utacio nes sucesivas que habrían proporcionado, a los seres que las poseen, ventajas para sobrevivi r en su en tor no específico. El descubr imien to de un gran n úm ero de especies de escarabajos sin alas en las islas de Madeira, cerca de la costa oeste de África del Norte, intrigó a Darwin. De las 550 clases de escarabajos de las islas, 200encarecían de alas. Laislas proporción dealestos escarabajos superior las regiones de las expuestas viento, mientras era que en las áreas no expuestas abundaban los escarabajos alados. Darwin propuso que esto era un ejemplo claro de la selección natural en pleno funci onamiento. Durante miles de generaciones, los escarabajos de alas más pequeñas eran menos propensos a ser arrastrados mar
4/Wtf.,pp. 41 8,415 ,451 .
aden tro p or el viento y, po r lo tant o, sobrevivían para reproduci rse. Poco a poco, el rasgo responsable por las alas pequeñas o débiles fue au me nta ndo su presenci a en las zonas más expues tas al vient o.5 Con el tiempo, sucesivas mutaciones exitosas, heredadas generación tras generación, fueron reduciendo progresivamente el tamaño de las alas de los escarabajos, hasta dar lugar a una nueva especie. Los escarabajos sin alas corresponderían, siguiendo la ilustración de Darwi n, a un a nueva ram a en el “árbol de la vida”. M ientras via jaba a bordo del H M S Beagle, Darwin leyó el libro de Charles Lyell: Principies o f Geology [Principios de Geología], en el que Lyell proponía que los continentes se habían estado formando durante millones de años mediante lentos cambios. Esta hipótesis geológica proveía del marco de tiempo necesario para la evolución. Darwin, entonces, pasó a aplicar su concepto del árbol de la vida al registro fósil, argumentando que la sucesión de fósiles mostraba la divergencia de las diferentes especies a partir de sus antepasados comunes. Planteó que el diagrama del árbol po día explicar de que manera los géneros representados en la parte inferior del árbol, correspondientes a fósiles de la era Silúrica, evolucion aron hasta da r lugar a nuevos gé neros, re presentados en la parte más alta, algunos de los cuales han permanecido hasta la actualidad.6 D arw in lle gó a la conclus ión de que toda form a de vid a había evolucionado, por medio del mecanismo de la selección natural, a partir de un único organismo srcinal y a lo largo de eones de tiempo. En sus propias palabras: “Por lo tanto , debo dedu cir de l a anal ogía que, proba blem ente, todos los seres orgánicos que alguna vez han vivido en esta Tierra descienden de una única forma primigenia, en la que la vida vio la luz po r prim era vez ”. 7
5 Ibíd., pp. 176, 177. 6 Ibíd., pp. 404,405 . 7 Ibíd., p. 455.
Darwin propuso una teoría científica para explicar el srcen de la diversidad biológica, basada sobre pequeños cambios heredables, que se habrían ido acumulando hasta dar lugar a una inmensa variedad de organismos nuevos. El hecho de que los nuevos organismos fueran similares a sus antepasados, en forma y en fun ción , p erm itiría que la vía ev olut iva pu diera ser rastr eada en el regi stro fós il. Esta hipót esis, m odificada po steriorm ente con la incorporación de conocimientos de genética moderna y otras disciplinas, es conocida como la ‘Teoría de la Evolución. A lo largo de los últimos cien año s, los biólogos ha n dedicado un a parte importante de sus actividades de investigación a identificar vías evolutivas y a completar los detalles de este árbol de la vida, desde la supuesta fo rma de vida prim igenia hasta las actuales. En los casos en que una especie se ha extinguido, la rama simplemente termina sin bifurcarse. Ejemplos particulares de ramas del árbol, tal como la vía evolutiva propuesta para la evolución de los vertebrados, se pueden encontrar fácilmente e n los libros de texto de Biología. H as ta los años '90 , los av ances en la i nvestigación sobre e l árbol de la vida se basaron, principalm ente, sobre descubrimientos vin cula do s c on el registro fósi l. Los f ósiles prov eni ente s de los e stratos superiores se postulaban como descendientes de aquellos encontrados en los estratos inferiores, más antiguos. Las relaciones entre ambos se establecían sobre la base de semejanzas esqueléticas y fisiológicas, conocidas como homologías, siguiendo las líneas srcinalmente propuestas por Darwin.8 Desde la década de l os 90 en adelante, la estructu ra del árbol ha ido cambiando considerablemente a medida que los biólogos reasignan sus ramas, apoyándose en datos procedentes del análisis genético de organismos modernos. Los rasgos hereditarios qu e c on stitu ye n las bases par a establecer la s relaciones evoluti vas, están codificados en el ADN de cada organismo. Identificando fragmentos comunes de ADN en especies diferentes, los biólogos intentan vincular esos organismos con un antepasado co-
8 Linda R. Berg, Dia na W. Ma rtin y Eldra P. Solomon, Biology, 7“ ed. (Belmont, CA:
Thomson, Brooks/Cole, 2005), pp. 341, 343, 344.
mún, y representan la conexión teórica empleando un diagrama tipo árbol. Estos diagramas son llamados “árboles filogenéticos”. Representaciones recientes del árbol filogenético muestran las primeras formas de vida, de naturaleza desconocida, teniendo su srcen en el “último antepasado común universal” (LUCA, siglas en ingles de Last Universal Common Ancestor), cuya naturaleza también se desconoce. Del LUCA surgen, entonces, tres tipos de organismos unicelulares: bacterias (procariotas), arqueas (sim ilar es a las bacterias) y eucariotas (células más complejas, cuyo material genético está empaqu etado en un comp artimen to llamado núcle o). Se afirma que, aproximadamente 3.000 millones de años después de que los primeros seres vivos se formaran, las células eucariotas comenzaron a evolucionar y generaron organismos multicelulares. Durante los siguientes 600 a 1.100 millones de años, surgieron los protozoos y las plantas, seguidos por amebas y hongos; posteriormente, aparecieron los animales invertebrados, tales como gusanos, moluscos e insectos; seguidos por los animales vertebrados, como tiburone s, peces y anfibios. A parti r de estos, la úl tim a bifurcación dio lugar a repti les y a aves en un a rama, y a mamíferos, incluyen do los seres humanos, en o tra.91 0En la pág ina web del M useo Nacion al de Historia Natural del Instituto Smithsonian, se puede encontrar un diagrama modern o del árb ol de la vida que m uestra la sup uesta relación evolutiva de los seres humanos con los perros, las sanguijuelas, los hongos y la bacteria Escherichia coli.w El concepto de que los seres humanos descienden de otras especies de primates fue explícitamente arg um enta do por Tilomas H. Huxley en su libro Evidence as to M ans Place in Nature [Evidencias de la posición del hombre en la naturaleza], publicado en 1863. Ocho años después, Darwin amplió estos argumentos en su obra The Descent o fM an , an d Selection in Relation to Sex [La descendencia del hombre, y la selección en relación con el sexo], en la que propuso, sobre la base de semejanzas anatómi-
9Lawton, ibíd., pp. 3439. 10En línea:www.mnh.si.edu/exhibits/darwin/treeoflife.html .
cas, que el hombre descendía de chimpancés y gorilas. Darwin predijo que los fósiles de los antepasados más antiguos de los seres humanos se encontrarían en Africa, donde todavía viven estos primates. La idea de que los seres humanos evolucionaron a partir de los primates continúa siendo un tema dominante en el pan ora m a científi co actual. V arias invest igaciones en curso continúan intentando establecer los detalles de la línea evolutiva que une a los grandes s imios con los hu m an os.11 En el ámbito no científico, esta idea se ha popularizado gracias a documentales y a artículos de divulgación que muestran representaciones artísticas de la evolución desde los simios hasta los seres humanos, y a la exhibición en los museos de ciencias naturales de reconst rucci ones con apari encia cl aramente h um an a de supuestos eslabones perdidos, como la famosa “Lucy”. “Lucy” es el no mbr e po pu lar co n qu e se conoce a lo s restos fosilizados de un espécimen d e Australopithecus afarensis, descubierto en Etiopia en 1974. En este caso concreto, estudios posteriores han demostrado que Lucy era, en realidad, muy similar al chimpancé pigmeo o bonobo.1 12 De hecho, el Australopithecus se diferencia más de los simios y los hum an os que los simios de lo s hu m an os .13 Para muchos biólogos, la relación evolutiva entre los grandes simios y los humanos ha sido confirmada por las semejanzas entre el ADN de ambos. En 2005 se publicó la secuencia completa del gen oma del chim pancé, y se comparó con el genoma hu m an o.14 Se afirmó qu e la similitud entre ambos era de aproxim ada m ente un 96%; este porcentaje ha resul tado ser exagerado. Es, además, necesario clarificar el significado de “similitud” para no llegar a conclusiones engañosas. Por ejemplo, examinar di-
11K. Wong, “The H uma n Pedig ree”, Scientific American (enero de 2009), pp. 4648. 12A. Zihlm an, “Py gmy Chim ps, people a nd the pundits” , Ne w Scientist, vol. 104, N° 1.430 (15 de noviemb re de 1984), pp. 39, 40. 13C. E. Oxnard, “The place of the australopi thecines in hum an evolution: ground s for doubt?", Natnre, vol. 258 (1975), pp. 389395. 14The Chimpanzee Sequencing and Analysis Consortium, “Initial Sequence of the Chimpan
zee Genome an d Comparison with the Hum an Genome” , Nature, vol. 437 (2005), pp. 6987.
rectamente el ADN no ayuda mucho. Las primeros cien pares de bases del A D N m itocondrial del chi mpacé son : gtttatgtagcttaccccctcaaagcaatacactgaaaatgtttcgacgggtttacatcacccc ataaacaaacaggtttggtcctagcctttctattag...
Y los cien primeros par es de ba ses del A D N m itocon drial h u mano son: gatcacaggtctatcaccctattaaccactcacgggagctctccatgcatttggtattttcgtc tggggggtgtgcacgcgatagcattgcgagacgctg...
Teniendo en cuenta que el genoma humano y el del chimpancé están am bos cons tituidos por más de tres mil m il lones de pares de bases, resulta evidente la dificultad que entraña, simplem ente, el hecho de compararlos p ara evaluar la similitud. El Dr. Ebersberger, junto con sus colaboradores del Centro de Bioinformática Intcgradora de Viena, llevó a cabo un análisis detallado de ambos genomas, y llegó a la conclusión de que la similitud entre hu man os y chimpancés era sus tancial mente inferior al 96%. En sus propias palabras: “En aproximadamente un 23% de nuestro genoma no existe evidencia alguna de que compartamos ascendencia genética in mediata con nue stro pariente vivo más cercano, el ch im pan cé” .15El Dr. Jeff reyT om kins, ge netista de la Universidad Clemson, y su colega, el biólogo Dr. Je rry Bergman, también revisaron las estimaciones de la sim il it ud entre los genomas y concluy eron que es infer ior al 86 % .16 La similitud entre el ADN de humanos y chimpancés puede igualmente interpretarse como una prueba de que ambas especies fueron creadas por el mismo Diseñador inteligente. Este proveyó a ambas con una gran cantidad de información similar, necesaria
151 Ebersberger. P. Galgoczy, S. Taudien,et al., “Mapping human genetic ancestry”, M o lecular Biology and Evolution, vol. 24 (2007), pp. 2.2662.276. 16Ver: www.creation.com/humanchimpdnasimilarityreevaluated . Para una revisión más reciente de la literatura que sugiere que la similitud real se sitúa alrededor de un 70%, ver: www.creation.com/humanchimpdnasimilarityliterature
para las numerosas estructuras y funciones comunes; pero también con suficiente información específica (un 14% es una diferencia importante) para otorgarles sus características únicas. A modo de ejemplo, pod em os citar las numerosas similitudes que existían entre los primeros modelos escarabajo de Volkswagen y los automóviles Porsche. Ambos vehículos tenían motores traseros de cuatro cilindros opuestos horizontalmente y refrigerados por aire, dos puertas, maletero en la parte delantera, etc., no porque evolucionaron de un ancestro común, sino porque ambos fueron diseñados por el mismo equipo: Ferdinand y su hijo Ferdinand “Ferry” Porsche. La misma explicación puede aplicarse a otros ejemplos de homologías usados con frecuencia como apoyo a la Teoría de la Evolución. La presencia de un patrón com ún en las extremidades de los vertebrados podría tener su srce n en la acción de un Diseña dor inteligente, que ha adaptado una estructura básica multifuncional a las necesidades específicas de ca da gru po de animales. Otras supuestas evidencias de que los humanos han evolucionado proceden de un conce pto que predom inó d urante largo tiempo en el campo de la Embriología: la noción de que, durante el desarrollo embrionario de un animal, se recapitula la historia evolutiva de la especie. Darwin lo expresó así en E l origen de las especies: “Así com o el desarrollo e mbrion ario de cada especie y gru po de especies nos mu estra parcialm ente la estruc tura de sus progenitores ancestrales menos modificados, podemos ver claramente por qué las antiguas formas de vidas ya extintas deberían ser similares a los embriones de sus descendientes, es decir, a las especies actuales”.17 Darwin continuó diciendo: “La embriología resulta mucho más interesante, cuando miramos así al embrión, como una imagen más o menos oscurecida de l a forma ancestr al co m ún de cada gru po de animales”.1 8
17Darwin, ibíd., p. 427.
18Ibíd., p. 428.
La idea de que la ontogenia (desarrollo de un organismo) recapitula la filogenia (historia evolutiva de la especie) fue popularizada por el zoólogo alemán Ernst Haeckel. Poco después de la publicación del libro de Darwin, Haeckel publicó, a su vez, unas ilustraci ones que c om parab an los supuestos embriones de un pez, una salamandra, una tortuga, un pollo y un ser humano. En un dete rm inad o estadio del d esarrollo, todos los emb riones aparecía n representados con hendiduras branquiales similares a las de los peces. Esto parecía indicar que todos los animales vertebrados, incluidos los seres humanos, pasaban por un estado similar a un pez antes de diferenciarse y ad quirir las características propias de su especie. Sugería, por lo tanto, que los peces eran los antepasados del resto de los grupos. Durante más de un siglo los dibujos de H aecke l se utilizaron com o evidencia de la evolución, y hasta la década de los años '90 los libros de Biología contenían ilustraciones de em briones hu mano s co n he ndidu ras branquiales y cola. 19 A mediado s de los años '90, el embriólogo Michae l Richardson recol ectó y fo tografió los mismos tipos de embrion es q ue Haeckel había dibujado. Los resultados que fueron publicados en 1997 en las revistas científicas Anatom y and Embriology y Science—demostraban que los embriones reales eran muy diferentes de las ilustraciones de Haeckel. Los embriones humanos no tenían estruc tura s similares a bran quia s en n in gu na etapa de su desarrollo. 20 Aunque la teoría de la recapitulación ha quedado desacreditada en su versión literal, y la comun idad científica reconoce qu e las ilustraciones de Haeckel eran fraudulentas, la idea de que el desarrollo emb rionario de los vertebr ados pru eba de algún m od o la evol ución sigue apareciendo en algunos textos científicos actuales. U n libr o de
19Ver, por ej.: L. R. Berg, D. W. Martín, E. P. Solomon y CJaude Villee, Biology, 3° ed. (New York: Saunders College Publisbing, 1993), p. 402. 20M. K. Richardson, et al., “There Is No Highly Conserved Embryonic Stage in the Vertebrales: Implications for Cuirent Theories of Evolution and Development”, Anatomy and Embry ology, vol. 196 (1997), pp. 91106; E. Pennisi, “Haec kel’s Embryos: Fraud Redisco vered”, Science, vol. 277 (5 de septiembre de 1997), pp. 1.435; M. K. Richardson, “Haec
kel’s Embryos, Continued”, carta a Science, vol. 281 (28 de agosto de 1998), pp. 1.285.
texto de Biología, publicado en 200 5 y am pliam ente usado en el nivel universitario, sostiene que los patrones del desarrollo embriológico demuestran q ue los vertebrados com parten un antepasado común, y afirma que “todos los embriones de los vertebrados” tienen estructuras branquiales y otras características propias de los peces. 21 En este capítulo hemos analizado varias de las evidencias que se han utilizado con el propósito de apoyar la Teoría de la Evolución de Da rwin. He mo s argum entado que las homologías pued en igua lmente explicarse com o resultado de u n Diseño inteligente. En el caso de los restos fósiles utilizados para respaldar la evolución humana, la mayoría de ellos han resultado ser claramente humanos o claramente simios. Esto demuestra que las representaciones iniciales de hombresmono, que exageraban las características intermedias, eran interpretaciones sesgadas con la finalidad de favorecer una explicación evolutiva. Finalmente, las ilustraciones de I laeckel son un claro ejemplo de un a im portan te evidenci a en favor de la evolución que ha resultado falsa y que, sin embargo, se ha perpetuado en los textos científicos. Sin embargo, la afirmación principal de la teoría de Darwin es que, en la lucha de los seres vivos por la supervivencia, la acumulación de pequeños cambios hereditarios, guiada por la selección natural durante un largo período de tiempo, puede pro ducir tipos de vida to talm ente nuevos. Darw in escribió, en la conclusión de su obra: “Por lo tanto, de la guerra de la naturaleza, de la hambruna y la muerte, se obtiene directamente el mejor resultado que podríamos imaginar, la prod uc ció n de animales superiores”. 22 Pero ¿ocurre esto realmente? ¿Produce, o ha producido, alguna vez la “guerra de la naturaleza” nuevos organis mos superiores? Revisaremos atentamente esta declaración en el capítulo 4. Pero
21Berg, Mart in y Solomon, Biology, 7" ed., p. 347.
22Darwin, ibíd., p. 457.
antes tenemos que examinar otra afirmación de Darwin: que todos los seres vivos surgieron a part ir de u n único organism o p rim igenio. Si la Teoría d e la Evolución no incluye n ing ún elemen to de creación sobrenatural, este organismo tuvo que formarse y cobrar vida a partir de m ateria inanim ada y de pr ocesos químic os na turales. ¿Es posible q ue la vida surgiera de com bina cion es aleatorias de comp uestos q uímicos naturales; e s decir, que estas com binaciones hayan dado lugar al primer organismo viviente? Revisaremos la ciencia detrás de esta quimera en el próximo capítulo.
CELULAS: CASUALIDAD IMPOSIBLE
e qué modo comenzó la vida continúa siendo uno de los interrogantes fundamentales de la ciencia moderna. Sin
D
embargo, comprender cómo la primera célula viviente se
desarrolló a través de procesos físicos y químicos naturales hace mu cho, mucho tiempo es fundam ental para la Teor ía de la Ev olución. Aunque nadie ha presentado todavía una explicación satisfactoria de cómo pudo formarse la primera célula viva, se asume comúnmente que simplemente “ocurrió”. Tanto la abiogénesis (aparición espontánea de la vida) como la diversificación de la vida por la evolución darwiniana, se consideran actualmente hechos comprobados, a pesar de que ninguno de los dos procesos
ha sido demostrado científicamente. Algunos científicos llegan,
incluso, a incluir la evolución en la definición de vida. Por ejemplo, la NASA (Adm inistración Nacional Aeronáutica y Espacial de los Estados Unidos) define la vida como “un sistema químico autosostenible capaz de experimentar evolución Darwiniana”. Esta definición implica directamente que la evolución es un hecho de la cienci a tanto como lo es la vid a.1 Sin embargo, si s e pudiera dem ostrar que es completam ente imposible que un ser vivo se forme a partir de materia inanimada únicamente a través de procesos naturales, la selección natural se quedaría sin materia prim a sobre la cual actuar, y la Teoría de la Evolución por sí sola resultar ía incapaz de ofrec er u na explicación m ecániconaturalista completa de cómo llegamos aquí. En este capítulo estudiaremos más aten tam ente los hallazgos científicos que d emu estran q ue u na célula viva no puede surgir por casualidad. La mayoría de los artículos científicos acerca de los orígenes empiezan con la confiada aseveración de que las células vivas se formaron a sí mismas hace miles de millones de años. Por ejemplo, el profesor de genética de la Universidad Harvard, Jack Szostak, y su coinvestigador, Alonso Ricardo, afirman que “la prime ra vida surgió de la materia no viva hace alrededor de 3.700 millones de años”.22 De forma semejante, el profesor emérito de Química Inorgánica de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Stanley Livingstone, escribe: “Parece que hace aproximadamente 3.850 millones de años [...] las primeras formas de vida aparecieron en los océanos”.* 3Afirmaciones 2 similares se repiten en la mayoría de los libros de cienc ia. El p op ular texto universitario de bioquímica de McKee y McKee sostiene: “La Tierra se formó de una nube de gas y polvo cósmico condensando hace unos 4.500 millones de años. Poco después , la vida apareció”.4
‘Alonso Ricardo y Jack W. Szostak, “Origin of Life on Earth”,
Scientific Am erican , vol.
301 (septiembre de 2009), pp. 3845. 2Ibíd. 3Stanley Livingstone. “Thoughts on the Chemical Origin of life”, Chemistry in Australia, vol. 78 (diciembre 2008/enero 2009), pp. 1012. 4Trudy McKee y James R. Mc Kee, Biochemistry: The Molecular Basis ofLife , 3o ed. (New York: McGraw Hill Publishers, 2003), p. 58.
Cabe preguntarse sobre qué evidencias basan estos eminentes profesores tales afirmaciones. Analicem os sus declaraciones más atentamente: ¿De dón de proviene el cálculo de estos períodos de tie mp o co mo “unos 3.700 millones de años atrás” o “hace unos 3.850 millones de años”, en los que s upu estam ente t uvo lugar el srcen de la vida? Los períodos de tiempo que se remontan tan atrás se calculan por medio de datación radiométrica. Esta consiste en utilizar las tasas a las que los elementos radioactivos de ciertas rocas se transform an de u n elemento q uímico a otro, para calc ular la edad de l a roca en cuestión. El cálculo requiere hacer un análisis químico de la roca en el presente y compararlo con la presunta composición de la roca en el pasado. Nótese el uso de la palabra “presunta”; no hay n ing un a m anera de saber con cert eza cuál era l a composición real de la roca en un pasado tan lejano. En realidad, no es posible validar estos métodos de datación para fechas prehistóricas y, por consiguiente, los cálculos derivados de la datación radiométrica deben ser considerados con suma cautela. La incertidumbre asociada con este méto do se discute con m ayor det alle en un capítulo posterior, pero la idea que se destaca en este punto es que los períodos de tiem po de miles de millones de años, de la s afirmaciones anteriores, son en realidad estimaciones que, a su vez, están basadas sobre suposiciones indem ostrables. Profundizando un poco más, podemos señalar que los métodos radiométricos referidos anteriormente corresponden a rocas volcánicas, no a restos de seres vivos. Entonces, ¿de qué modo pueden los científicos utilizar estos métodos de modo de establecer la fecha del srcen de la vida? Lo hacen sobre la base de más suposiciones, esta vez referidas a los fósiles. Los fósiles son restos conservados de organismos que vivieron en el pasado, moldes de estos, huellas, madrigueras, deposiciones y otras señales de actividad. Se encuentran casi siempre en lo que se conoce como rocas sedimentarias, es decir, rocas formadas a partir de sedimentos procedentes de otras rocas. En la deposición de los materiales que constituirán rocas sedimentarias suele estar involu-
crada el agua, y en el caso de rocas que contienen fósiles, se requie-
re que el entierro sea rápido para que el organismo se mantenga a salvo de la descomposición. Las rocas sedimentarias se encuentran por todo el mund o, normalm ente, en forma de capas llamadas “estratos”. Dichos estratos se diferencian en su contenido fósil por abundancia y en composición, ya que ciertos tipos de fósiles solo aparecen en determin adas capas, o son más a bun dantes en unas capas que en otras. El Gran Cañón del Colorado, en Atizona, Estados Unidos, es un famoso lugar donde se pueden observar expuestos num eroso s estratos sucesivos de rocas sedimentarias. Los geólogos asumen, a menos que haya evidencias de inversión, que las rocas inferiores o más profundas son las más antiguas. Al conjunto ordenado de los estratos presente en todo el mundo, junto con sus fósiles característicos, se lo llama “columna geológica”. Las rocas de la parte inferior de la columna corresponden a un período que los científicos han llamado el Precámbrico. Según la datación convencional, el Precámbrico tuvo lugar entre 600 y 4.500 millones de años atrás. Según se explicará en detalle más adelante, generalmente las rocas sedimentarias no se pueden datar por métodos radiomé tricos, así que, su antigüedad suele calcularse a partir de la edad estimada para las rocas volcánicas subyacentes y suprayacentes. Sin embargo, lo más co m ún es que u na vez establ ecida la correlación entre determinadas rocas sedimentarias, los fósiles que estas contienen y su antigüedad estimada, rocas similares de otros lugares, se date n sim plem ente a par tir de su con tenid o fósil. La búsqueda de las primeras formas de vida por parte de los científicos evolucionistas se ha concentrado en las capas intermedias de las rocas Precámbricas, correspondientes al “eón Ar queano o Arcaico”. A mediados de los años '80, importantes revistas científicas Science y N a tu ré publicaron el descubrimiento
5 J. W. Sc hopf y B. M. Pa cker, “Ea rly Archean (3.3Billion to 3.5Bil lionYearOld) Mi crofossils from Warrawoona Group, Australia”, Science, vol. 237 (1987), pp. 7073; J. W. Schopf. “Microfossils of the Early Archean Apex Chert: New Evidence of the Antiquity of Life , Science, vol. 260 (1993), pp. 640646; M. M. Walsh y D. R. Lowe. “Filamentous Microfossils from the 3,500MillionYearOld Onverwacht Group, Barberton Mountain Land, South Africa”, Nature, vol. 314 (1985), pp. 530532.
de fósiles filamentosos microscópicos en rocas sedimentarias de esa época, con una edad estimada de 3.500 millones de años. A pesar de que se catalogaron como las prim eras formas de vida conocidas, los científicos afirman que los primeros organismos vivos debieron aparecer mucho antes: hace unos 3.700 o 3.850 millones de años. En realidad, estas fechas son meras conjeturas, que responden a la necesidad de períodos de tiempo suficientemente largos para que la Teoría de la Evolución parezca plausible. Pero coloca r el srce n de la vida en un a era fechada hace miles de millones de años no explica cómo pudo empezar la vida a partir de la materi a inanima da. ¿Existe alguna pr ueb a científica que sugiera que la vida comenzó con la formación aleator ia de u n organismo vivo a partir de compuestos químicos no vivos? Lo cierto es que después de más de cincuenta años de investigación y experimentación, los científicos todavía no tienen una explicación factible ni experimentalm ente vi able de cóm o pu do empezar la vida. Alguno s científicos famosos han sugerido, incluso, que la vida debió haber llegado a la Tierra desde el espacio. Esta teoría, ll amada Pans permia , fue divulgada hace unos años por el astrónomo de la Universidad de Cambridge, Sir Fred Hoyle; en su libro Evolution From Space [Evolución desde el espacio],6 reconoció la imposibilidad de que la vida apareciera espontáneamente. En fechas más recientes, Richard D awkins , elocu ente defensor de la evolución y profesor de l a Universidad de Oxf ord, al ser presionad o por su entrevi stador, Ben Stein, para que explicara cómo pudo haber comenzado la vida, no pudo ofrecer ninguna explicación mecanicista y reconoció la posibilidad de que la primera forma de vida llegara a nuestro planeta procedente de algún otro lugar en el espacio.7 ¿Podemos afirmar con seguridad que es imposible que una célula viva aparezca espontáneamente? La respuesta es evidente, si
6Fred Hoye y Chandra Wickramasinghe, Evolutio n from Space (London: J.M. Dent and
Sons, 1981). 7Ben Stein, Expelled: No Intelligence Allowed. Documental para DVD (Premise Media
Corporati on, 2008). Ver: www.expelledthemovie.com .
consideramos que incluso la célula más simple es una maravilla de ingeniería mucho más compleja que cualquier maquina inventada jamas por la m ente hum ana. Consideremos los com ponentes de la bacteria Escherichia coli, un organismo unicelular que se encuentra en el tracto gastrointestinal humano y ha sido estudiado en detalle por los científicos. En 1996 se publicó un juego de artículos en dos tomos, con un total de 2.800 páginas, que resumía los conocimientos biológicos y bioquímicos sobre este organismo hasta la fecha. Usando estos datos, George Javor, profesor de Bioquímica de la Un iversidad de Loma Linda, calculó las siguientes estadísticas: Un a sola E. coli contie ne millon es de moléculas or gánicas (m oléculas características de los seres vivos que no se en cu entra n en la materia i nerte), incluyendo 4.000 tipos de prot eínas, 660 tipos de ácidos nuclei cos, tres tipos de polisacári dos, y entre 50 y 100 tipos de lípidos. Estas moléculas funcionan de manera coordinada con aproximadamente 800 tipos distintos de intermediarios metabó licos y 30 tipos de minerales, que deben encontrarse en la concentración apropiada porque, de lo contrario, la célula moriría.8 Todos estos componentes representan el 30% de la célula que, en condiciones normales, también posee unos 24.000 millones de moléculas de agua. La proporción adecuada de compuestos orgánicos, componentes inorgánicos y agua garantiza un entorno adecuado pa ra las reacciones quím icas que tie nen lugar den tro de las estructuras de la célula. Si descontamos el agua, más del 90% de los comp one ntes celulares están formados por biopolímeros, largas moléculas orgánicas formadas a base de bloques básicos más pequeños. Las proteínas son largas cadenas de aminoácidos, los ácidos nucleicos son largas cadenas de nucleótidos y los polisacáridos son largas cadenas de moléculas de azúcar. Los lípidos son las moléculas que forman las grasas; aunque no son biopolímeros verdaderos, desde una
8Cálculo realizado por George T. Javor, profesor de Bioquímica de la Universidad de Loma Linda (California, EE.UU.). Datos tomados de F. C. Neidhardt, ed., Escher ichia coli and Sdlmonella (Washington, DC: ASM Press, 1996), p. 14. Ven www.grisda.org/ srcins/25002.htm.
perspectiva bioquím ica pueden agregarse para form ar estructuras complejas tales como las membranas celulares. Un rasgo común de los biopolímeros es que los enlaces que mantienen unidos los bloques básicos se form an por deshidratación, es decir, retirando una molécula de agua. Esta característica supone un desafío para la Teoría de la Evolución química, que asume el origen déla vida en un ambiente acuoso. Aun si los bloques individuales de los biopolím eros h ub iera n estado presentes, es necesar io explicar cómo pudieron formarse los enlaces químicos necesarios para da r lugar a cadenas mayor es, si cada nuevo enlace requería pe rder agua. Es extra ordina riame nte difí cil form ar nuevos e nlaces quím icos eliminando agua en un ambiente acuoso.9 El problema de crear una célula viva va mucho más allá de la formación de enlaces. La funcionalidad de los biopolímeros depende de que los bloques se ensamblen en un orden determ inado, ya que la secuenci a específica de los bloques co ntien e info rm ació n que rige las reacciones químicas responsables de la existencia de la célula. Por ejemplo, la secuencia de amino ácidos d ete rm ina el tipo de actividad química de cada proteína. Hay un tipo especial de pro teína llamada “enzima”, cuya función principal es servir como catalizador de las reacciones químicas celulares, y controlan que estas reacciones ocurran en el momento y el lugar apropiados, y a la velocidad necesaria; además, al mismo tiempo, previenen otras reacciones quím icas colaterales indeseabl es. La secuencia de nucleótidos en un ácido nucleico, tal como el ácido desoxirribonucleico (ADN), constituye la información gené tica. Esta información está codificada de manera tal que el ADN con tiene instrucciones precisas para la fabricación de las proteínas que conforman las estructuras celulares, así como de los enzimas responsables por su funciona mie nto y reproducción. El A D N está formado por centenares de fragmentos llamados “genes”, responsables de los rasgos particulares de cada organismo. Un gen es un a cadena de mil es de nucleótidos, situa dos en u n ord en pre ciso.
9Ricardo y Szostak, ibíd., pp. 41,42.
Cada nucleótido está formado por una molécula de azúcar, un grupo fosfato y un a base nitrogenada. Las bases nitrogenadas p resentes en el A D N son cuatro : a denina, g uanina, citosi na y timina, co mún men te conocidas po r sus iniciales: A, G, C yT . E n el ácido ribonucleico (ARN), en vez de la base timina, encontramos una base similar, llamada uracilo, a la que se le asigna la letra U. Los genes son un a especie de bib lioteca s celulares, d on de se enc uentra la información necesaria para fabricar las proteínas y las enzimas celulares. Mediante el llamado “código genético”, la secuencia de bases nitrogenadas de cada gencodifica una o más proteínas específicas, e informa al aparato celular de construcción de proteínas sobre la sec uencia pr ecisa de aminoá cidos que debe ensamb larse. El ADN de E. coli contiene 4 .28 8 genes.10 Las funciones de algunos de estos genes han sido identificadas del modo que se presenta en el C uadro 1.
I I ; : ; IMetabolismo de am inoácidos Biosíntesis de cofactores, etc. Envoltura celular
131 103 195
Procesos celulares Metabolismo intermediario central Metabolismo energético i Me tabolism o de ácidos grasos y lípidos i Nucleótidos y moléculas relacionadas | Funciones reguladoras Reproducción Transcripción
188 188 243 48 58 45 115 55
1
Traducción 182 C ua dro 1: funci ones de alguno s gen es de A D N de es cheri chia coli.
Frederick R. Blattner, Guy Plunkett III, Craig A. Bloch, et al., “The Complete Genome Sequence o f Escherichia col i K12”, Science , vol. 277 (1997), pp. 1.4531.474.
El Cuadro 1 contiene únicamente las funciones de 1.551 genes de un total de 4.288, porque en el momento de la publicación de la secuencia genética de E.coli, la función de los restantes 2.737 no había sido identificada. La supervivencia de un organismo unicelular tan simple como la E. coli requiere cerca de 4.750 tipos de biopolímeros asombrosamente complejos, que realizan aproximadamente 800 reacciones químicas diferentes en forma simultánea. Cada detalle del metabolismo y la infraestructura del organismo está codifi cado en su genoma, que consta de 4,6 millones de pares de núcleotidos, controlados indirectamente a través de la acción de las proteínas. ¿Puede imaginar un sistema de tal complejidad que aparezca por casualidad y fun cio na nd o d e m an era correc ta? Por supu esto, la /:'. coli no es la célula más simple conocida. La bacteria Mycoplasrna genitalium, que vive en el tracto genital hum an o, tiene solamente 471 genes. 11 N o obstante, co ntin úa siendo imposible que su g e-
noma se haya formado por casualidad; y en el caso de que haya oc urrid o “milag rosam ente”, e so no garan tizaría qu e la célula resultante estuviera, de hecho, viva. Es decir: Para que la vida hubiese podido surgir a partir de materia inanimada, deberían haberse sintetizado en grandes cantidades miles de moléculas complejas especializadas, a partir de pequeñas moléculas inorgánicas. Estas moléculas inorgánicas tend rían que habe r interactuado una y otra vez al azar, hasta que, de algún modo, se formara un a estruc tura simil ar a un a célula. Sin embargo, esta extraordinar ia y compleja estructura todavía no estaría viva. Para cobrar vid a, ten drían que iniciarse en su interior cientos de reacciones metabólicas, con los intermediarios metabólicos precisos en concentraciones y lugares exactos, para que las reacciones se dieran en forma correcta. El sentido común nos dice que este tipo de reacciones no ocurren por casualidad; además, ni siquiera intencionadamente es posible hacer que ocurran. Esta últim a situación sería el equiva1 1
11C. M. Fraser, J. D. Gocayne, O. White, et al., “The Minimal Gene Complemenl ol My
coplasma Genitalium”, Science, vol. 270 (1995), pp. 397403.
lente a una célula de
E. coli
a la que se haya eliminado reciente-
mente con una gota de tolueno. Los 4.750 tipos de biopolímeros se encontrarían en su lugar y todas las rutas metabólicas estarían establecidas, pero la célula está ahora muerta a causa de la rotura de su membrana citoplasmática por el disolvente químico tolueno. Una membrana celular intacta permite a) mantener distintas concentracion es de determinadas sustancias a u no y a otro lado de ella; b) crear gradientes eléctricos que la célula utiliza para gener ar energía. La rotura de la membrana interrumpe la producción de energía celular y, co mo resultad o, las reacciones celular es regresan al equilibrio químico, cosa que en la práctica significa la muerte celular. Teóricamente, para hacer que la compleja maquinaria celular se pusiera en marcha otra vez solo tendríamos que cambiar simultáneam ente la concentración de los intermediarios metabó licos para devolverlos a las conc entra cion es de la fase de deseq uilibrio. Sabemos qué habría qu e hacer, pero no es posible lograrlo ni con la mejor tecnología; es, simplem ente, imposible. Una vez que un organismo, incluso el más simple, está muerto, no se le puede devolver la vida, lista es una observación científica evidente. La evolución, sin embargo, no equivale solamente a traer a la vida a un organismo mu erto, hn prime r lugar, el organismo y sus complejos componentes y sistemas de información deben haberse for m ado por procesos aleatorios. Después de esto, tendría que haber cobrado vida rápidamente, para evitar que se empiece a descomponer o dañarse por causa de las sustancias químicas y las radiaciones ambientales. Resumiendo: Para dar validez científica a su propuesta, los defensores de la evolución química tendrían que demostrar que, bajo las condiciones qu e s upuestamente exi stían en un a Tierra primi genia, ten dría que h aber sido posible que: • ...se form aran los biom onó me ros (bloques básicos, com o am inoácidos o nucleótidos). • ...se fo rm ara n los biop olím eros (prote ínas, ácidos, nucleicos, polisacáridos) a partir de los biom onóm eros. • ...apareci esen las rutas metabólicas inter depe ndien tes que r e
guian la produc ción de los biopolímeros y la fun ción celular. • ...apareciese un a célula com ple tam ente formad a, en la que las reacciones químicas tuvieran lugar en la direcci ón ap ropiada, m an ten ien do la célula en un estado est able de no eq uilibrio (viva). Hasta el momento, los científicos han sido capaces de repetir en el laborato rio la mayoría d e las reacciones requeridas p ara el paso 1. No obstante, se han encontrado con graves dificultades para lograr reprod ucir el paso 2. Es cierto que se ha conseguido sintetizar al gunos biopolímeros pequeños, pero solamente trabajando bajo condiciones ideales y utilizando versiones de nucleótidos modificadas para aumentar su reactividad química. Los moléculas así formadas tenían un tamaño muy inferior al de los equivalentes celulares, y su secuencia era totalm ente aleatoria y afuncional, lo que las sitúa m uy lejos de las complejas moléculas gigantes con informació n codificada que se requieren para la vida.12 En estos experimentos, tampoco se abordó el problema del srcen de la información genética. El paso 2 requiere no solo la formación de biopolímeros, sino también que dichos biopolímeros contengan información codificada específica, que les permita interco nec tar las difere ntes rutas m etabólicas y pe rm itir a la célula funcionar como un todo coordinado (paso 3). El modelo evolutivo requiere que la información haya sido codificada, a causa de procesos aleatorios no dirigidos. La probabilidad de la aparición aleatoria de secuencias de proteínas o genes con información codificada específica puede ser calculada matemáticamente. Sin embargo, a fin de que estos cálculos sean significativos, tenemos que establecer cuán improbable es un evento para conside rarlo imposible en la práct ica. Esta preg unta ha sido respondida por William A. Dembski, matemático de la Universidad de Chicago y autor de The Design Inference: Eliminating Chance Through SmallProbabilities [La inferencia del diseño: Elim inand o el azar a través de peque ñas probabilidades]. Dembsk i ha de-
l2Ricardo y Szostak, ibíd., pp. 3845.
mostrado matemáticam ente que el az ar puede ser el iminado como explicación plausible para un sistema especificado, cuando excede los recursos probabilísticos dispon ibles.13Para el universo cono cido, se ha calculado que esto ocurre cuando nos encontramos con una oportunidad en 10.150 veces. Este número corresponde a un 1 seguido po r 150 ceros. (Nótese qu e un millón es 106, es decir, un 1 seguido por 6 ceros, o 1.000.000; y un billón es 1012, es decir, un 1 seguido po r 12 ceros, o 1 .000 .000.00 0.000.) Utilizando este pun to de referencia, pode mos calcular la prob abilidad de auto forma ción de u na secuencia específica de aminoácidos en una protema o una secuencia específica de bases en un gen. Si la probab ilidad resultante e s men or que 1 en 10.150, concluiremos que esa proteína o ese gen específico no pudieron aparecer por azar. Considerem os, por ejemplo, un a molécula co rta —un a pro teína de 100 aminoácidos de longitud, y la probabilidad de que haya surgido por casualidad a partir de sus componentes básicos. Para dar lugar a una cadena proteica funcional, los aminoácidos deben unirse entre sí por medio de un tipo específico de enlace químico conocido como “enlace peptídico”. No obstante, es posible, y de hecho ocurre, que los aminoácidos s e enlacen de otra manera, con un a probabilidad aproximadamente igual. Según esto, la probabilidad de que se forme un enlace peptídico cualquier particular de la cadena en crecimiento es una deen cada dos, o punto Vi. Por tanto, la probabilidad de tener cuatro enlaces peptídicos en un a cadena de cuatro enlaces es Vi x Vi x Vi x Vi = 0/2)4 = 1/16, o 1 oportunidad de cada 16. La probabilidad de construir una cadena de 100 aminoácidos que presente únicamente enlaces peptídicos es de 0/2)99, lo que representa aproximadamente 1 oportunidad de cada 1.030. Los aminoácidos en la naturaleza pueden aparecer en dos formas distintas, en la que un a es la imagen especu lar de la otra, del m ismo mod o en que la mano izquierda e s el reflejo de la man o derecha. La síntesis aleatoria de aminoácidos produce ambas formas con una frecuencia similar, pero las proteínas funcionales de las células solo
13Willia m A. Demb ski, The Design Inference: Eliminating Chance T hrough Sma ll Probabilities (Cambridge, MA: Cambr idge University Press, 1998), pp. 175223.
utilizan una de ellas, la llamada forma L, y nunca la otra, llamada forma D . Si ambas forma s se encontraran en la misma prop orción en el ambiente, la probabilidad de incorporar una forma L a una cadena proteica sería de 1/2, y la probabilidad de incorporar 100 aminoácidos, todos ellos de forma L, sería de (Vi2) 100. Igual q ue antes, esto representa un a opo rtun ida d de 1.030. Teniendo en cuen ta ambos requisitos, la probabilidad de tener 100 aminoácidos L forma ndo u na cadena con solamente enla ces peptídico s es 1/1060. Hast a aquí so lo hemos con siderado aspect os estructurales, pero aún no hemos tenido en cuenta el requisito de la información. Para obtener una proteína funcional que contenga información significativa, los aminoácidos tienen que incorporarse siguiendo una secuencia específica, igual que las letras del alfabeto deben estar organizadas de cierta secuencia para producir una frase con sentido. Por ejemplo, considere el dicho: “De tal palo tal astilla . En este mensaje hay un total de 23 caracteres, que son 19 letras y cuatro espacios, con diez tipos diferentes: 9 letras más el espacio. Imaginemos que queremos generar este mensaje aleatoriamente, con un programa de ordenador que asignara un carácter al azar (de entre los diez posibles) a cada una de las 23 posiciones del mensaje. La probabilidad de que la primera letra sea una “ti” será de 1/10 , lo mis mo par a que la segund a sea un a “e”, y así sucesivamente. La probabilidad de obtener la frase completa es de una en 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x l O x l O x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 x 10 intentos, esto es 1/ 100.000.000.000.000.000.000.000 o 1/1023. Los sistemas biológicos contienen 20 aminoácidos diferentes, que p ued en ser considerados com o las letras empleadas para escribir un mensaje. A menos que los aminoácidos estén en la secuenci a cor rect a, el mens aje no transm itirá la i nform ación ne cesaria y la célula no funcionará correctamente. La probabilidad de colocar el aminoácido correcto en el sitio correcto es de 1 vez cada 20 oportunidades. Por lo tanto, la probabilidad de formar por casualidad una prote ína específica de 100 am inoácidos de longitud sería (1/20)100, lo que corresponde, aproximadamen-
te, a 1 vez cada 10.13 0. Pero to dos estos amino ácid os necesitan
ser aminoácidos L y tienen que estar conectados entre sí por enlaces peptídicos. Así, pues, la probabilidad de que se cumplan las tres cond icio nes a la vez es de 1 vez cad a 10.13 0 x 1 0.3 0 x 10.30 veces, o 1/10190. Este número es mucho más grande que 10.15 0 (cuarenta cer os más a l a derec ha) y, según Dembsky, define el máximo límite de probabilidad de que un evento determinado haya ocurrido en alguna parte del universo durante el tiempo de existencia del universo. El cálculo mostrado anteriormente no tiene en cuenta que hay otras secuencias con el mismo número de aminoácidos que podrían contener información alternativa y ser, por lo tanto, válidas. Por otro lado, tampoco tiene en cuenta el hecho de que hay aminoácidos en la naturaleza que no forman proteínas, lo que reduciría aún más las probabilidades de formar una proteína correcta. Además, el cálculo está basado sobre una proteína relativamente pequeña. Una proteína biológica típica consta de unos 300 aminoácidos, y algunas son mucho más largas. Bioquímicos de la Univer sidad de Cam bridge y del Institu to de Tecnol ogía de Massachusetts han publicado cálculos más detallados, y la probabilidad de que una secuencia funciona l de aminoácidos haya surgido por casualidad resulta equivalente a encontrar ¡un átomo particular en to do el universo!14 Si en lugar de una proteína consideramos el caso de un gen, que puede comprender miles, e incluso millones, de bases nitrogenada s, las probabilidades de ob tene r un a secuencia aleatori a que contenga información significativa son ínfimas. Y, por supuesto, se requerirí a m ucho más que un solo gen . A partir de estudi os con organismos unicelulares, los científicos han calculado que el ser vivo más simple posible requeriría un genoma mínimo de 250 a
14J. ReidhaarOlson y R. Sauer, “Functionally Acceptable Solutions in Two AlphaHelical Re gions of Lambda Repressor”, PROTEINS: Structure, Function, and Genetics,vol. 7 (1990), pp. 306310. Ver también: D. D. Axe, “Biological Function Places Unexpectedly Tight Constraints on Protein Sequences”, Journal of Molecular Biology, vol. 301, N° 3 (2000), pp. 585596.
40 0 genes.15 Es evidente que la proba bilida d de q ue la vida haya aparecido p or casualidad, au n en su form a más simple , es m uy in ferior a 1 op ortu nid ad en 10.150, lo que nos perm ite concluir q ue la abiogénesis es imposible:16 un organismo vivo no puede surgir de la materia inanim ada por medio de procesos aleatorios. Cuando se examina atentamente la literatura evolucionista desde sus inicios hasta la actualidad, descubrimos que todavía
no se ha propuesto ninguna explicación mecánica o naturalista plausible sobre el modo en que comenzó la vida. Los defensores de la evol ución quím ica es tán apoyando y enseñand o u n m odelo no corrob orado desde hace más de 80 años , ign orand o m últi ples evidencias de que la abiogénesis no es posible.
15 E. Pennisi, “Seeking L ife ’s Bare Genetic Necessit ies”, Science, vol. 272 (1996), pp. 1.0981.099. Ver también: A. Mushegian y E. Koonin, “A Minimal Gene Set for Cellular Life Derived by Com parison of Complete Bacterial Genom es”, Proceedings ofthe Natio nal Academy o f Scienc es of the USA, vol. 93 (1996), pp. 10.26810.273. 16 Puede encontrarse una discusión detallada del cálculo de las probabilidades con refe rencias a literatura de apoyo en: S. C. Meyer, “DNA and the Origin of Life: Information, Speciation, and Explanation”, Darwinism, Design, and Public Education (Michigan: Michigan State University Press, 2003). Extracto disponible en línea: www.discovery.or
g/a/2184 .
¿MUTACIONES ALEATORIAS? POR Q l Jl M í J !-I II. I )| .N I VOLUCIONAR NUEVOS TIPOS DE OÍAiANIDMí )í -1'(HI MI: DIO DE MUTACIONES ALEATORIAS
1concepto de evolución forma parte de la enseñanza de la Bio “ “ logia en muchos pa íses. Películas documentales, como la serie de la BBC The Genius of Charles Darwin [El genio de Charles Darwin] , presentan la evolución a la s grandes audiencias, y su m ensaje expresa que la evolución es un hecho científico. En 2009, el presentador de ese programa, profesor Rich ard Dawk ins, de la Universida d de Oxford, publicó un libro incluyendo lo que para él es una gran acumulación de evidencias a favor de la evolución. En las primeras páginas, Dawkins afirma: “En el resto de este libro, demostraré que la evolución es un hecho ineludible”.1 Pero ¿lo es verdaderamente?
1Richard Dawkins, The Greatest Show on Earth: The Evidence for Evolution Bantam Press, 2009), p. IB.
(London:
En este capítulo revisaremos con cuidado las evidencias propuestas con el fin de apoyar la piedra angular de la Teoría de la Evolución: la afirmación de que las mutaciones aleatorias, filtradas por la selección natural, pue den dar lugar a f ormas de vida totalmen te nuevas, en forma gradual. Empecemos por comprobar si las mutaciones, junto con la selección natural, son capaces de pro ducir toda la informac ión genética necesaria de modo de generar la diversida d de la vida pasada y la actual en la Tierra. La información genética es responsable por la forma y la función de un organismo, y está codificada en su ADN. Incluye la información para producir todos los componentes físicos de un espécimen: piel o corteza, y pelaje; órganos internos y externos; huesos; concha o caparazón; raíces y hojas; color; sistemas digestivo, nervioso, reproductor, óptico, inmunitario; forma física; cerebro, etc. También codifica miles de enzimas y otras proteínas; y ho rm on as y moléculas espe cíficas, c om o las toxinas de defensa. La evolución requiere que la información genética específica de cada tipo de animal, planta, hongo o bacteria haya surgido por medio de mutaciones aleatorias. Y posteriormente, a causa de los depredadores y otras presiones ambientales, la información genética menos ventajosa habría sido eliminada, quedando únicamente aquella que beneficia a los organismos que la contienen. Dawkins afirma: “En el caso del ADN, comprendemos bastante bien cómo la información contenida aumenta durante el tiempo geológico. Darwin lo llamó selección natural”.2 A partir de los conocimientos bioquímicos actuales sobre el A D N , preten do dem ostrar que la s mu taciones al eatorias y l a selección natural son incapaces de producir la información genética requerida para la evolución de los millones de especies diferentes de seres vivos. Para ello, revisaremos las evidencias reales,
2Ibícl., p. 405.
tal como las observamos hoy, y las contrastaremos con algunos concep tos teóricos del pasado. Dentro de las ciencias naturales, el término “evolución” se utiliza para describir los cambios graduales que pueden ocurrir en un a población en un tiemp o más o menos la rgo. Muc hos cambio s morfoló gicos y fisiológicos son el resultado de camb ios en la infor mación genética codificada en el ADN. Los cambios en el ADN se llaman “mutaciones”. Las mutaciones pueden ser espontáneas o provocadas , y tienen el potencial de provocar signif icativos cam bios visibles en los organismos. La inducción de mutaciones en animales de laboratorio es una técnica común en investigación médica, y también se utiliza para la modificación de variedades vegetales y animales de granja. En teoría, hay tres maneras distintas de cambiar la información genética del ADN por medio de mutaciones, de manera que estas puedan contribuir a la evolución de los organismos. Para facilitar la comparación entre ellas, vamos a describirlas como Evolución tipo 1, tipo 2 y tipo 3.
• Evolución tipo 1: Consiste en la pérdida de información genética preexistente. Supongamos que un a población de ratones conformada por ratones de pelaje claro y de pelaje oscuro se traslada a un área arenosa de color claro. En esa zona, los depredadores verán y atraparán con mayor facilidad a los ratones oscuros y, después de un tiempo, pueden llegar a eliminarlos completamente. Si el color del pelaje es un rasgo genético y el gen para pelaje oscuro desapareciera de la población, s e habrá pro ducido un cambio perma nente causa do po r selección natural. Esta situación, sin embargo, es infrecuente en la naturaleza. Muchas veces, los genes que suponen una desventaja permanecen en la población en proporciones bajas, porque algunos individuos siguen portando la información en sus genes aunque esta no siempre se manifieste. En el ejemplo de los ratones, algunos individuos pod rían todavía man tene r la información p ara pelaje oscuro en su A D N y producir, de vez en cuan do, crías de pelaje oscuro. Si en el futuro algunos ratones migraran a otra zona donde los ratones claros se vieran desfavorecidos, los ratones oscuros aum entarían en núm ero en la nueva población. E n este ejemplo, n o se crea informa ción gené
NUTACIONES ALEAl'ORIAG?
cica nueva; se observan cambios evolutivos causados por selección natural, que favorece la supervivencia en un nuevo a mbiente p or medio de la eliminación de informa ción genética no favorable. Este mismo mecanismo explica algunos de los ejemplos típicos utilizados para apoyar la evolución, com o el hecho de que los guppys machos desarrollen colores más brillantes cuando son liberados en arroyos do nde hay pocos depredadores.3 En corrientes con un a alta densidad de depredadores, los guppys macho más fáciles de ver son comidos antes de que puedan reproducirse, así que, se reproducen principalmente los peces de coloración menos vistosa. No obstante, algunos de los guppys supervivientes de color apagado portan todavía los genes de los colores brillantes, por lo que de vez en cuando aparece algún macho llamativo; que suele ser devorado enseguida. Si algunos de los guppys de colores apagados se liberaran en un a lagun a con po cos depredadores, los machos de colores intensos que nazcan podrían sobrevivir hasta la edad adulta. Com o estos atraen más a las hembras, se reproducen de manera más efectiva y producen más descendencia de colores brillantes. Por lo tanto, la reaparición de peces de colores vivos y la evolución de la población hacia una mayor abundancia de estos no implica nueva inform ación genética. Otro punto para destacar es que, en estos ejemplos y otros similares que aparecen en los libros de texto de Biología, los supuestos cambios evolutivos involucran a un único tipo de organis mo.4 Los raton es son r atone s antes y después de l os cambios, los guppys siguen siendo guppys; las polillas, polillas; y las ranas, ranas . N o h ay nin gú n ejem plo de polil la que evoluci one en mosca, o vi ceversa. E n otras palabras, la pér did a de info rm ació n genéti ca no resulta en u n nuevo tipo de organismo, sino sol o en una variante de este. La selección natural pued e actuar de diferentes maneras sobre la inform ación, sin necesida d de eliminarla po r com pleto. Los efectos
3Ibíd., pp. 133139. Ver también: L inda R. Berg, D iana W. Mar tin y Eldra P. Solomon, Biology, 7“ ed. (Belm ont, CA: Thomson, B rooks/Co le, 2005), pp. 349, 350.
4Berg, Martin y Solomon, Biology, 7a ed., caps. 1719.
ambientales pueden provocar cambios en los organismos activando (o desactivando) la actividad de genes presentes en el ADN. La activación de un gen implica que la información contenida está disponible para ser expresada en el organismo. La desactivación de un gen supone que aunque información seráguppys, leída ni estará disponible parala ser utilizada.está En presente, el caso denolos la presión ambiental, en forma de estrés por depredación, podría desactivar los genes responsables po r la pro ducción de color, de m anera que machos vistosos aparecerían como apagados. Cuando los depredadores son eliminados de la ecuación, la disminución de la presión ambiental causaría la reactivación de la información genética existente para la producción de colores vivos. Los genes pueden ser activados o desactivados por otros genes o por compuestos químicos en el entorno de la célula. Por ejemplo, un gen X en particular puede ralentar o incluso apagar un gen Y. Si un factor ambiental, como una sustancia química o algún tipo de radiación, afectar a al gen X y le impidier a realizar su fu nció n de apagar al gen Y, el gen Y se activaría y su in formación genética p odría expresarse en form a de un nuevo rasgo, como un color distint o. Por ejemplo, considere un editor leyendo este informe: “LA MAYORÍA DE LOS CIENTÍFICOS NO CREE EN LA EVOL UC IÓN” . Por consiguiente, la editorial no publica ningún libro sobre evolución. Si con un blanqueador químico borramos la palabra NO, la información destruida por nuestro blanquead or cambiará la inform ación (el mensaje ) codificada en la oración. Por consiguien te, se envía este nuevo informe al editor: “LA MAYORÍA DE LOS CIENTÍFICOS CREE EN LA EVOLUCIÓN”. Nuestra “mutación” ha resultado en una pérdida de información, pero todavía tiene sentido. La editorial lee el informe mutado y empieza a publicar libros sobre evolución. El mensaje mutado ha activado una acción preexistente, pero aletargada. La técnica de destruir información genética para producir rasgos nuevos ha sido usada para la mejora de varied ades de cultivo dur ante
./A j I a u ü NES AL.EATORiAS? muchas décadas. Por esta técnica, miles de semillas son expuestas a radiación ionizante o a producto s químicos que dañ an las moléculas de ADN; luego, esas semillas son germinadas. Después, t od a semilla que logre crecer es examinada, para buscar posibles rasgos beneficiosos como resistencia a la sequía, un menor índice glucémico, etc. Podemos m encionar el caso de los compuestos quí micos que desactivan o destruyen los genes que codifican la proteína1 del gránulo de almidón (SGP1), responsable por la síntesis de las cadenas ramificadas de almidón en las semillas. La descendencia de estas plantas producirá un grano, por ejemplo, de maíz, con almidón menos ramificado y, por lo tanto, con un menor índice glucémico que el maíz común, lo cual supone una ventaja para el consumo por personas diabéticas. Para la mejora de variedades de cultivo, los especialistas suelen escoger semillas de ubicaciones silvestres que no hayan estado sometidas a demasiada selección, porque es probable que estas semillas contengan un a mayor diversidad genética, comp arada con las variedades domésticas. Destruir genes en especies silvestres incrementa la posibilidad de producir un rasgo beneficioso en su descendencia. No obstante, debemos recordar que, en todos estos casos, los nuevos rasgos se deben a la pérdida de información; no se ha creado ninguna información genética nueva. Los cambios en el entorno físico de la célula que ejercen presión física sobre el propio A D N también pueden afectar la actividad de la información genética. En las bacterias, los cambios ambientales provocan variaciones en la forma en que se pliega y empaqueta la extensa molécula circular de ADN, y estos cambios afectan la activación o la desactivación de determinados genes. Esta es una estrategia de las bacterias para sobrevivir a cambios repentinos en su ambiente, pero esta capacidad también utiliza información genética preexistente. No se crea ninguna información nueva.5
5C. J. Dormán, “DNA Topology and the Global Control o f Bacterial Gene Expression: Im plications for the Regulation o f Virulence Gene Expression", Micmbiolo gy , vol. 141 (1995), pp. 1.2711.280. Ver también: G. W. Hatfield y C. J. Benham, “DNA Topologymediated Control of Global Gene Expression in E scherichia coli”, Animal Review ofG enetics, vol. 36 (2002), pp. 175203.
Los cambio s en el A D N que prod uce n desact ivación o destrucción de genes también pueden darse a causa de errores durante la replicación del ADN previo a la reproducción celular, con lo que las nuevas células poseerán un ADN ligeramente modificado. Como los errores de copia se producen al azar, lo más probable es que el gen o los genes afectados por el cambio sufran de alguna alteración en su funcionalidad, o incluso queden inutilizados por completo, lo que resultará en una pérdida de información y una posible evolución de tipo 1. En la primera parte de l docum ental E l genio de Charles D arwin, el profesor Richard Dawkins afirma que las mujeres de Nairobi resistentes al VIH son evidencia de la “imparable fuerza de la selección natu ral” .6 Este es, sin embargo, un claro ejemplo de un a mutación que comprende pérdida de información genética. La resistencia observada resulta de una mutación del gen CCR5 en las mujeres, causada po r la elim inación de 32 pares de bas es de in formación. C om o resul tado, el receptor cel ular que e l V IH utiliza para entrar en las células es defectuoso y no es funcional, lo que provoca qu e la enfermedad se detenga o, al menos, se ralentice.7 Aunque esta mutación tiene un efecto beneficioso indiscutible para las mujeres que la poseen, es atribuible a la p érdida de la in formación genética preexistente, y no sirve como ejemplo de que la evolución podría producir la información genética necesaria para la evolución de nuevos órganos, como un ojo o una pierna; por no decir de un nuevo tipo de organismo. Este problema se repite en cada uno de los ejemplos citados en los libros de texto y en los docu men tales a favor de la evoluc ión. Todos ellos son simplem en te casos de evolución tipo 1, donde las especies implicadas han perdido información genética.
6Dawkins, The Genius o f Charles Darwin, parte 1. Documental para televisión (exhibido el 4 de agosto de 2008, en el Canal 4, Reino Unido). 7S. Venkatesan, A. Petrovic, D. L. Van Ryk, et a l, “Reduced Cell Surface Expression of CCR5 in CCR5Delta 32 Heterozygotes Is Mediated by Gene Dosage, Rather Than by Re cepto r Sequestration”, Journal o f Biológic a! Chemistiy, vol. 277, N° 3 (2002), pp.
2.2872.301.
¿ MU A i l ' iU N ES ALEA\ £j R iASE En la mayoría de los casos, las mutaciones son en realidad perjud iciales,8 y much as son responsables por enferm edad es genéticas o heredadas.9Muchos cánceres y tumores malignos que afectan a animales y a seres humanos pueden relacionarse con mu taciones de tipo l . 10*Incluso l a mu tació n C C 5 De lta 32, citada po r el profesor Dawkins como eje mplo de mu tación beneficiosa en relac ión con la transm isión del V IH , ha sido recientem ente relac ionada con un incremento del riesgo de contraer una grave en ferm eda d he pá tica .11 Res um iendo , la evolución tipo 1 es la más co m ún , y se corresponde con el tipo de evolución implicado en los ejemplos que se usan normalmente como evidencias de que la evolución es un he ch o.12 Sin embar go, este tipo de evolu ción no pue de crear nuevos órganos ni nuevas clases de organismos y, por lo tanto, no puede ser un mecanismo para explicar la existencia de los millones de clases de animales y de plantas que han sido descubiertos.
• Evolución tipo 2: Comprende la transferencia de informa cion genética de u n ser vivo a otro, pu die nd o ambos pertenecer a especies distintas. La información genética adicional puede incorporarse al A D N de un organismo a través de virus, de proteínas que se comportan de manera similar a los virus, o de plásmidos que pueden portar genes específicos. Por ejemplo, el plásmido R100, que está formado por 90.000 pares de bases, porta genes para la resistencia frente a la sulfonamida, la estrep tomicina y algunos otros antibióticos. Este plásmido puede transferirse desde un a inofe nsiva bacteri a Escherichia a bacterias patógenas, como la
8A. Orr, “Testing Na tural Selection”, Sríentifi c Am erican (enero de 2009), pp. 3036. 9 S. E. Antonarakis, M. Kra wezak y D. N. Cooper, “Disea se Ca using Mutation s in the Human Genome”, European Journal ofPediatrics, vol. 159, supl. 3 (2000), S173 S178. 10L. A. Loeb, J. H. Bielas y R. A. Beckma n, “Cancers Exhibit a M utator Phe notype: C lini cal Implications”, Cáncer Research, vol. 68, N° 10 (2008), pp. 3.5513.557. R. Eri, J. R. Jonsson, D. M. Pandeya, et ah, “CCR5.32 Mutation Is Strongly Associated with Primary Sclerosing Cholangitis”, Genes an d Immunity, vol. 5 (2004), pp. 444450.
12Orr, ibíd., pp. 3036.
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Salmonella. La inserción de estos genes resulta en la evolución de
un a nueva esp ecie de la Salmonella resistente a los antibióticos. De form a semejante, la cepa pote ncial me nte letal de l a Escherichia coli que s e cono ce con e l código 0 1 5 7 :H 7 pud o haber evolu cionado coli no patogénica, por transferencia adepartir una bacteriade E. genesdecodificadores toxinas de alguna otra bacteria. De hecho, se cree que muchas de las bacterias responsables por intoxicaciones alimenticias, que tanto preocupan a los procesadores de alimentos, pudieron haberse desarrollado en los últimos 50 años como consecuencia de la transferencia entre bacterias de genes codificad ores de tox inas y genes de resistencia a los ácid os.13 La evolución tipo 2 tampoco implica la creación de información genética totalmente nueva; solo la transferencia de un organismo a otro de información genética preexistente. Puede pro ducir una nueva cepa de un organismo, pero no un nuevo tipo de organismo. Es interesante notar que todas las especies poseen mecanismos responsables por mantener su integridad. Algunos de estos mecanismos impiden que dos especies diferentes se apareen entre sí y produz ca n u n nuevo tip o de ser vivo. E ste es un ejemplo de mecanismo antievo lutivo que se pue de observar en l a naturale -
za. Por ejemplo, en la rep rodu cción sexual que incluye un óvulo y un espermatozoide, la superficie del óvulo contiene proteínas específicas que se unen solamente a moléculas complementarias específicas de los esperm atozoides de la m ism a especie. Esto impide, normalmente, la formación de embriones híbridos. En caso de que estos se formen, son generalmente abortados o se transforman en adultos estériles. Las plantas poseen un sistema de reconocimiento molecular similar, de manera que los granos de polen no suelen germinar sobre el estigma (la parte femenina de un a flor) de u na especie diferente de p la nta .14 Podríam os
13K. A. Bettelheim , “Ente rohaemorrhagic Escher ichia coli: A New Problem, an Oíd Group of Organisms ”, Australian Veterinary Journal, vol. 73, N°1 (1996), pp. 2026. 14Berg, M artin y Solomon, ibíd., p. 130.
decir que lo s híbri dos naturales, cu ando rarame nte se produ cen, son ej emplos de evolución tipo 2, ya que co m bina n inform ación genéti ca proced ente de dos organismos d e d istinta esp ecie. • Evolución tipo 3: Comprende la generación de información genética útil totalmente nueva dentro del ADN de un organismo, que resulta en una estructura, órgano o función que no existía anteriormente. Un ejemplo hipotético sería un gusano que desarrollara patas articuladas junto con un nuevo tipo de locom oción, o que desarr olla ra oj os y la percepción sensorial asociada a ellos. La aparición de un nuevo tipo de patas requeriría cantidades masivas de información genética para codificar las distintas partes: exoesqueleto, articulaciones, músculos, estructuras sensoriales, etc.; sus mecanismos de control; y la programación del cerebro para usarlas. De forma semejante, la formación del primer ojo implicaría la aparición simultánea, en el ADN, de la información necesaria para el desarrollo y el funcionamiento de todos sus componentes: las lentes, los mecanismos de enfoque, el nervio óptico, las vías de suministro de sangre, etc. El biofísico Dr. Lee Spetner, profesor de las universidades de Harvard y Johns Hopkins, señala que la evolución de ti po 3 nun ca ha sid o observada.1 5 En real idad, no hay ningún mecanismo conocido que pueda explicar la formación de las grandes cantidades de información genética que requiere la aparición de miembros articulados durante la evolución de los artrópodos (crustáceos, insectos y arañas), o la formación de ojos, incluso los más sencillos, a partir de ancestros que no los poseen. Explicar la ap arición de novedades evolutivas, estructu ras u órganos totalmente nuevos es un desafío importante para la Biología evolutiva. Según un libro de Biología ampliamente utilizado: “Una preocupación de la macroevolución es explicar las novedades evolutivas, que son grandes cambios fenotípicos [...] La macroevolución tam bién trata de descu brir y de ex plicar
15Lee M. Spetner, No t by Chance! Shattering the Mód em Tlieoiy o fEv olution (New York: Judaica Press, Inc., 1997), p. 107. Ver también: A. Mclntos h, “Just Add Energy,” 2007. En línea: www.apologetics.org/JUSTADDENERGY/tabid/82/Default.aspx.
cambios importantes en la diversidad de las especies a lo largo del tiem po. 16 Un sitio web educativo de prestigio lo expone de forma mucho más franca: “Los biólogos no discu ten sobre esta conc lusió n [que la vida sobre la Tierra ha evolucionado]. Pero están tratando de imaginarse cóm o ocurr ió la evolución, y ese no es un trabajo fácil”.17 Hasta la fecha, los evolucionistas no han encontrado ningún mecanismo capaz de generar estas novedades evolutivas. Sin embargo, la evolución de tipo 3 se acepta como un hecho po rque es necesaria para generar nuevas clases de organismos cada vez más complej os, tal com o pro pon e la Teoría de la Evolución darwiniana. Un o de los libros recientes que arg um enta n a favor de la Teoría de la Evolución con supuestas evidencias es The Greatest Show on Earth: The Evidence jb r Evolution [El espectáculo más grande de la Tierra: Evidencias de la evolución], del profesor Richard Daw
kins. En esta obra, de 470 páginas, se cita un único ejemplo de evolución de tipo 3: los experimentos realizados por el bacteriólogo R ichard Lcnski y sus colegas de la Univ ersida d del Estad o de M ich iga n.18Examinaremos en detall e esta im po rtan te afirmación. El Dr. Richard Lenski y un equipo de investigadores del Departamento de Microbiología y Genética Molecular investigaron las mutaciones producidas en 12 poblaciones inicialmente idénticas de la bacteria Escherichia coli a lo largo de más de tres décadas. D ur an te este tiempo, las bacterias pro du jero n decenas de mi les de generaciones y experimentaron miles de millones de mutaciones. El número total de mutaciones era superior al número total de bases del A D N de E. coli, así que, podemos decir que cada uno de los 4,6 millones de pares de bases tuvo la oportunidad de mu tar al menos una vez a lo largo del experimento. Sin embargo, el único cambio evolutivo importante, después de más de 3E500
16Berg, M artin y Solomon, ibíd., p. 377. 17Evolution 101!, “Th e Big Issues” . En línea: www.evoluti on.berkeley.edu/e vosite/ evol01/ VIIBig issues.shtml. 18D awkins, ibíd., p. 131.
¡>caeraciones, fue el he cho de que una de las poblaciones adquirió la capacidad de utilizar el ión químico citrato como fuente de alimento, cosa que la mayo ría de las bacterias E. coli no p ued e hacer. En reali dad, cualquier E. coli tie ne el metabolismo inte rno necesario para utilizar citrato, pero las cepas no mutantes carecen de una molécula transportadora específica para este compuesto químico. La cepa mutante, capaz de utilizar citrato, posee una molécula transportadora funcional. El Dr. Lenski y sus colegas no están seguros del mecanismo exacto implicado en la mutación. Una explicación sugerida es que el gen transportador estaba presente pero inactivado por mutaciones anteriores, y fue reactivado en la cepa m utan te. O tra posibilidad, que consideran más probable, es que “un transportador especifico de otra sustancia ha sido co opta do p ara el tran sp orte de citrato ”.|,J (En b iología, coop ción es la adquisic ión de un a nueva func ión por pa rte de una estructura preexistente.) En cualquiera de los dos casos, la inform ación genéti ca para el transpo rte ya esta ba presente en el organismo, por lo que no nos encontramos ante un ejemplo real de evolución tipo 3, sino de evolución tipo 1. El único ejemplo presentado por Dawkins de que el binomio mutaciones aleatoriasselección natural puede producir información genética novedosa ha resultado no ser válido. El Dr. Lenski y sus colegas informaron también de otros cambios evolutivos durante sus estudios. Por ejem plo, en todas las poblaciones, las generaciones sucesivas crecieron más rápido y crearon células de tamaño mayor que sus antepasados. Diez poblaciones desarrollaron cambios en el empaquetamiento de su ADN, lo que, como es sabido, afecta la expresión genética. Aparecieron, también, diferencias en los niveles de salud entre las poblaciones. Cu atro de las poblaciones, esto es , u n tercio del total, desarrollaron defectos en sus mecanismos de reparación del A D N , lo que condu ce a tas as de m utació n más al tas.19
19Z. D. Blount, C. Z. Borland y R. E. Lens ki, “Historical Co ntingency and the Evolutio n of a Key Innovation in an Experimental Population of Escherichia coli”, Proceed ings o f the National Academy o f Sciences, vol. 105, N° 23 (2008), pp. 7.8997.906.
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Aún así, después de millones y millones de mutaciones individuales ocurridas durante más de 44.000 generaciones, todas las bacterias E. coli del experimento del Dr. Lenski eran todavía bacterias E. coli-, no evolucionaron para transformarse en otro tipo de bacterias. N o se convirtieron en bacterias anaerobias gramnega tivas, como la Shigella o la Salmonella. No desarrollaron núcleo. El resultado evolutivo más importante fue la producción de una nueva molécula transportadora, que probablemente ya estaba codificada de forma latente dentro del ADN del organismo. En otras palabras, nin gu na de las miles de millones de mu taciones fue capaz de produ cir inform ación genéti ca nue va. Los estudios divulgados en 2008 por el Dr. Lenski y sus coinvestigadores han servido también para demostrar que la selección natural es, en realidad, un mecanismo muy pobre para optimizar las tasas de mutación en escenarios de tipo mundo real, donde la adecuació n a la super vivencia en el medio am bien te es compleja.20 La evolución de tipo 3 requiere que se produzca abundante cantid ad de informació n genéti ca nueva para pod er seleccionar la más apta para la supervivencia. Pongamos por caso la evolución Saccharomyces de un organismo similar a la levadura común, la cerevisiae,a part ir de un a bacteria u nicelul ar tipo la E. coli. E n primer lugar, necesitaríamos aumentar el número de pares de bases del ADN, de 4,6 millones a 12,1 millones. Las levaduras tienen aproximadamente 6.000 genes, casi 50% más que las bacterias, y estos son mucho más grandes, es decir, contienen mucha más información genética. Si las bacterias evolucionaron para convertirse en levaduras, miles de nuevos genes tuvieron que formarse por mutaciones aleatorias. ¡Y una levadura continúa siendo un organismo unicelular! La evolución de un organismo multicelular requeriría la creación de una cantidad mucho mayor de información genética nueva. La información codificada en un parásito ascáride ( Ascaris lumbricoides) está contenida e n un A D N de 97 mi
20 J. Clune, D. Misevic, C. Ofria, et al, “Natural Selection Fail s to Optimise Mutation Rates for LongTerm Adaptation on Rugged Fitness Landscapes”, PLoS Comput Biology, vol. 4,
N° 9 (2008): el000187. En línea: http://www.oMa.com/pubs/2008bCluneEtAl.pdf .
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llones de pares de bases, repartidos en aproximadamente 19.000 genes. La evolución de u na levadura a uno de estos gusanos requ eriría la creación de 13.000 genes adicionales de información genética nueva, formados por mutaciones aleatorias; y estos genes son m ucho más largos y complejos q ue los genes de las l evaduras.21 Si siguiéramos subiendo en el árbol evolutivo, y calculáramos la inform ación genética nueva requerida para la aparición de nuevos organismos de nivel superior, vería mos qu e la can tidad es enorm e en cada pas o. De acuerdo con la Teoría de l a Evoluci ón, tod a esta información genética surgió por casualidad como consecuencia de sucesivas mutaciones aleatorias. Es importante enfatizar que se requiere información genética to talmente nueva para que la Teoría de la Evolución funcione. La información genétic a necesaria para cr ear una levadura en u n m undo d e bacterias no se asemejaría a nada que hub iese existido antes. La levadu ra, aun que unicelular, tiene un a estru ctura genética m uy distinta de la de un a bacteria, pue s su A D N se encuen tra concentrado en el núcleo. Además, la levadura Saccharomyces cerevisiae presenta un tipo de reproducción particular. Existen dos tipos celulares distintos, A y B, que solo se aparean entre sí. Además
de la información necesaria para los nuevos procesos de reproducción no presentes en las bacterias, también se habrían tenido que desarrollar, por medio de mutaciones aleatorias no dirigidas, complejos sistemas de reconocimiento celular. Los experimentos del Dr. Lenski, junto con los cálculos de probabilidad desarrollados en el capítulo anterio r, sugieren que la probab ilidad de qu e la inform ación genética n ecesaria para crea r u na levadura a par tir de una bacteria es tan baja que es imposible en la práctica. Si esto es así cuand o nos referi mos a organismos muy senc illos que se reproducen a gran velocidad y tienen un gran potencia l para sufri r m utaciones, la posibilidad de una evolución tipo 3 se complica considerablemente, cuando consideramos cambios entre organismos
21Hum an Genome Project Information, Functional and Comparative Genomics Fact Sheet, modificado por última vez el 19 de septiembre de 2008. Véase http://www.oml.gov/sci/ techresources/HumanJjenome/faq/compgen.shtml.
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pluricelulares situados más arriba en el árbol evolutivo de Darwin. Los animales y las plantas no solo presentan una complejidad genética infinit ame nte supe rior, sin o tam bién requieren mu cho más tiem po para alcanzar la edad reproductiva. La mayoría de la s bacterias se duplican en un lapso de entre una y tres horas, y en el laboratorio, la E. coli puede p roducir una nueva gene raci ón cada media hora. Para mucho s mam íferos y reptiles, una nueva generación pu ede dem orar mese s o años hasta al canzar l a edad en la que pueden reproducirse. Por lo tanto, se requeriría un tiempo miles de veces más largo a fin de que las mutaciones aleatorias puedan acumularse en las células reproductoras hasta dar lugar a nueva información genética significativa. Los animales tienen un ADN complejo. El ADN de un ratón tiene cerca de 2.600 millones de pares de bases y 25.000 genes, con un tamaño medio de 100.000 bases.22 Pero el ratón es solo uno de 5.48 7 mamíferos, cada uno de los cuales tiene información genética diferente. Es decir, un rinoceronte tiene genes específicos de rinoceronte en su ADN, una vaca tiene los suyos, al igual que un oso; y cada tipo de oso tiene un ADN distinto, con genes singulares. Cada uno de estos genes tuvo que aparecer, según la Teoría de la Evolución, por medio de mutaciones aleatorias. Y no hemos considerado aun los genes específicos las 9.990 de de aves, cada de lasde8.734 especies de de reptiles, o deespecies cada u na las de 31.1 53 una especies peces. Si pasamos a los invertebrados, hay genes específicos que caracterizan a cad a un a de las 1 00.000 especies diferentes de insectos. En total, son miles de millones de genes distintos, cada uno formado por miles de pares de bases ordenadas en una secuencia especifica con sentido, los que determinan las características particulares cada una de las 1.700.000 especies del planeta. Y aun quedaría por mencionar los miles de millones de genes diferentes que existían en el pasado y que se ha n perdido debido a la extin ción. Literalmente, no ha habido tiempo suficiente, en los supuestos cuatro mil millones de años de historia de la vida en la Tierra, para
~Ibíd.
que toda la información genética presente en los genomas de los millones de especies de bacter ias, hon gos, planta s y animales evolucion ara por med io de mutaciones aleatorias a partir del genoma de un supuesto organismo primitivo; lo que, como vimos en un capítulo anterior, es en sí mismo estadísticamente imposible. El I )r. Lee Spetner , qui en enseñó du ra nt e años Teoría de la In for mación en la Universidad Johns Hopkins, ha publicado numerosos ejemplos de cálculos probabilísticos que demuestran cuán inverosímil es la evolución de organismos superiores por medio de mutaciones aleatorias. Spetn er mu estra q ue la generación aleatoria de información genética inédita, necesaria para producir una nueva especie, es estadísticamen te imposible. Y basándose sobre la teoría de las probabilidades y la teoría de la información, afirma que la mayoría de los cambios provocados por mutaciones aleatorias son perjudiciales para el organismo, ya que inutilizan parte de la secuencia del A D N .23 Esto es exacta mente lo q ue se observ a en el labor atori o. Según puntualizó H . Alien Orr, profesor de Bio logía de la Universidad de Rochester, “una abrumadora mayoría de las mutaciones aleatorias son perjudiciales, es decir, reducen la aptitud; solamente una pequeña minoría es beneficiosa e incrementa la aptitud”.24 Múltiples enfermedades, desde la fibrosis quística hast a la e nfermedad de H un ting ton y la tendencia fa mili ar a tener colesterol alto, está n relacionadas co n secciones faltantes en los genes y error es en la duplic ación del A D N . Listas de más de 10.000 ejemplos de mutaciones o supresiones de genes sospechosas de causar enfermedades genéticas humanas están compiladas en la página web M endelian Inheritance in M an [Herencia mendeliana en el ho mbre] , de la Universidad John s H op kin s.25 La investigación del cáncer ha demostrado que los tumores malignos están relacionados con las mutaciones, y que la tasa de mutación
23 Spetner,ibíd., pp. 85160. 24 Orr, ibíd ., pp. 3036. 25 En línea:www.ncbi.nlm.nih.gov/Omim/mimstats.html . Ver también: www.hugointer national.org .
es muc ho mayor en células cancerígenas que en el resto. M antener la integridad de su A D N es una pr ioridad para lo s organismos. D e hecho, la mayoría de las especies poseen diversos mecanismos de protección con tra las mutaciones, así como de reparac ión del A D N erróneo o dañado, con el propósito de minimizar mutaciones. estos mecanismos no funcionan porque la las actividad de los Cuando genes de reparación del A D N queda suprimida p or alguna razón, el riesgo de cáncer y de otras enfermedades se incrementa considerablemente.26 La suposición de que las mutaciones son el método de la naturaleza para maximizar la diversidad y así asegurar la supervivencia lo que constituye la plataforma teórica de la Teoría de la Evolución está muy lejos de la realidad. Los organismos in tentan dism inuir al máximo el núm ero de mutaciones, y cuan do estas ocurren, suelen resultar en enfermedades, o incluso la muerte, del individuo. Tal como apunta Spetner, “en teoría, las mutaciones aleatorias no pueden constitu ir la base de la evolución”.27 Un ejemplo más de la incapacidad de las mutaciones para generar diversidad biológica útil es el llamad o “efecto cuello de botella”. En poblaciones relativamente pequeñas, por ejemplo, de unos 100 individuos, las mutaciones se acumulan como consecuencia de la endogamia. La salud de los indiv iduos se ve afectada po r la presencia de ADN dañado en sus genomas, lo que disminuye la capacidad reproductora o la supervivencia. La acumulación de mutaciones no propicia la evolución de una nueva especie, sino que favorece la extinción de la población. Por esta razón, reducir la acumulación de mutaciones es un factor clave para salvar de la extinción a especies amenazadas.28 La solución para liberar el cuello de botella es introducir información genética nueva incorporando, al conjunto, individuos reproductor es procedentes de otra población. La desaparición de plantas y de animales por causas antropogéni 26 Loeb, Bielas y Beckman, ibíd., pp. 3.5513.557. 27 Spetner.ibíd., p. 120. 28 J. Sanford, J. Baumgardner, W. Brewer, et al., “Mendel’s Accoimtant: A Biologically Realisti c Forwardtime Population G enetics Program” , Scalable Computing: Practice and Exp erience, vol. 8, N° 2 (2007), pp. 147165.
cas ha alcanzado proporcio nes realmente preo cupantes en los úl timos tiempos; pero la extinción de especies no es un problema nuevo en la historia de la tierra. Utilizando datos del registro fósil, se ha estimado que alrededor del 98% de todas las especies que alguna vez ha n existido están aho ra extintas.29 En total, estaríamos ha blando de 100 a 200 millones de formas de vida diferentes que, d e acuerdo co n los defensores de la evolución, evolucionaron en su mayoría durante los últimos 600 millones de años.30 De ser cierto, esto equivale, en promedio, a la aparición de una nueva especie cada tres o cinco años. Teniendo en cuenta los millones de especies que existen actualmente, si las novedades evolutivas siguieran apareciendo hoy al mismo ritmo, no debería ser difícil observar alguna de ellas, sobre to do considerando los exhaustivos esfuerzos que los científicos han realizado durante los últimos 50 años para demostrar la evolución. Sin embargo, no se ha reportado en la literatura ni un solo ejemplo de un órgano nuevo o mejorado, ni de un sistema nuevo de locomoción, ni de un ojo “superior” más eficiente, ni algún ejemplo de evolución que incluya información genética totalmente nueva. Cada año, se describen aproximadamente 18.000 nuevas especies en la literatura científica, pero son especies preexistentes, completamente formadas, que se descubren principalmente en regiones remotas del planeta.31 En nin gún caso son evidencia de nueva información genética en desarrollo. Por el contrario, lo que los científicos constatan es la pérdida in interrumpida de información genética, a medida que se extinguen más y más especies. El emin ente bi ólogo E. O . Wilson ha estima do que la Tierra está perdiendo anualmente cerca del 0,25% de las especies que quedan.32 Los datos recopilados por la IU CN , International Unionfo rth e
29Evolution 101!, “Patterns in Macroevolution”. En línea:
www.evolution.berkeley.edu/
evosite/evolOl/VIBPatterns.shtml. 30 Graham Lawton, “Uprooting Darwin's Tree”, New Scientist (24 de enero de 2009), pp. 3439. 31A.D. Chapman, Numbers o fLiving Species in Australia and the World (Canberra, Australia: Departm ent o f the Environme nt, Water. Heritage and the Arts , 2009), p. 3. 32Citado en: J. C. Avise, S. P. Hubbell y F. J. Ayala, “In the Light of Evolution II: Biodiversity and E xtinction”, Proceedings o f the National Academy o f Sciences, vol. 105, supl. 1 (12 de agosto de 2008). En línea: www.pnas.org/content/105/Supplement_l/ ! 1453.full.pdf
Comervation o f Nature and N atural Resources [Unión internacional para la conservación de la naturaleza y los recursos naturales],33 corrobora esta tendencia a la extinción, junto con las evidencias fósiles de las numerosas extinciones del pasado, y lo supone masivas pérdidas de infor mación genética a lo largo del tiempo. El director del ACA D, Australian CenterforA ncientD N A [Centro Australiano de AD N A ntiguo], Alan Cooper, refiriéndose a la pérdida d e la diversidad genética al final de la últim a Edad de Hielo, dijo: “Los estudios de A D N antiguo ha n revelado que la pérdid a de la diversidad genética en muchas especies supervivientes parece haber sido extremadamente grave”.34 En otras palabras, evidencias científicas en muchos ámbitos diferentes no apoyan el incremento de información genética, con el consiguiente aumento de la diversidad y la complejidad, requerido por la Teoría de la Evolución; estas evidencias, po r el contrario , apuntan a la pérdida continua y progresiva de información genética preexistente. En este capítulo he intentado ofrecer una visión general de la evidencia disponible actualmente respecto de los supuestos motores de la evolución darwiniana: mutacio nes aleatorias y selección natural. A continuación, se resumen las principales conclusiones: N o se ha observado ni reportad o en la literatura científica ningún ejemplo confirmado de evolución tipo 3 (creación de información genética totalmente nueva). Actualmente, no existe ningún mecanismo conocido capaz de producir este tipo de evolución. Los científicos no ha n encontrado todavía una explicación plausible de cómo se produjo la cantidad masiva de inform ación g enética que observamos a nue stro alrededor. Cálculos matemáticos y estadísticos demuestran que las mutaciones no pueden producir la información genética nueva requerida p ara la e voluci ón tipo 3. Los organismos poseen diversos mecanismos para reducir las
33 En línea:www.iucnredlist.org . 34Universidad de Adelaida, Australia. Com unicado de pre nsa (10 de dicie mbre de 2009). Ver: www.adelaide.edu.au/news/news37301.html .
tasas de mutaciones y reparar el ADN. También, existen mecanismos establecidos para prevenir la reproducción entre especies diferentes . En otras palabras, lo s seres vivos tien de n a m inim izar los cambios evolutivos. A un los más simpl es organismos unicel ulare s co ntien en información genética extremadamente compleja. Los millones de especies distintas que han habitado la Tierra en el pasado contenían un a inmensa cantidad de información genética diversa, la mayor pa rte de la c ual se ha pe rdido perm anen temen te. Los científicos continúan observando, en la actualidad, una tend encia a la pérd ida de in form ación genética e n la natur aleza .
La Teoría de la Evolución propone que, en el pasado, hubo poblaciones de organism os unicelulares simples, que evoluciona ron hacia seres más complej os com o result ado de adq uirir in formación genética compleja a través de mutaciones aleatorias. Este proceso nu nc a ha sido observado y, sobr e la base de nuestros conocimientos actuales de bioquímica y los cálculos probabilís ticos apropiados, podemos concluir que esto es completamente imposible. Nuevas especies de organismos caracterizados por novedades evolutivas (nuevos órganos, estructuras o mecanismos fi siológicos) no p ued en evo lucionar po r medio de m utacio nes aleatorias. El registro fósil corrobora esta conclusión, dado que en el pasado existía una mayor diversidad biológica que en el presente. Lo que se observa en el registro fósil es extinción, no evolución. Las evidencias sobre este punto se analizarán con mayor detalle en el próximo capítulo.
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EL REGISTRO FOSIL
na de las razones principales por la que muchos científicos confían en la evolución es la existencia de fósiles de animales y plantas cuyas dataciones indicarían millones de años de antigüedad. En este capítulo, revisaremos aspectos relacionados con el registro fósil, con el fin de comprobar si realmente suministra evidencias en favor de la evolución.
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Los fósiles son los restos, marcas o mo ldes d e planta s o de animales fallecidos hace mucho tiempo; estos fósiles se encuentran conservados de alguna manera, generalmente en rocas, ámbar, alquitrán, o en condiciones por debajo de la tem peratu ra de congelación. A veces, los animales ha n sido sepultados en lav a. E n un a corriente de lava sobre Blue Lake, en el Estado de Washi ngton , ha y un mo lde detallado del cuerpo de un rinoceronte; tan detallado que incluso pued en reconocerse los pliegues de la piel y los ojos. La mayoría de los fósiles, sin embargo, se encuentra en rocas sedimentarias como lodolita, caliza, arenisca, esquisto y carbón. Este tipo de rocas se
forman por medio de procesos que involucran la acción del agua. Existen distintos procesos de form ació n de fósiles, per o e n todos los casos se requiere un entierro rápido, para impedir que las plantas o los animales se descompongan, o sean devorados por carroñe ros. Cuando los materiales que rodean al organismo se endurecen, este generalmente se descompone, se disuelve y desaparece, pero deja su forma impresa en la roca. Ha ciend o un mold e de yeso de la impresión en la roca, los paleontólogos pueden conocer cómo era el animal srcinal, su concha o sus huesos. Para la preservación de pisadas, rastros y madrigueras en superficies blandas, como arena o barro, es necesario que el material se endurezca rápidamente, para evitar que el viento u otros procesos climáticos alteren las marcas. Algunas veces, las conchas, la madera o los huesos enterrados se transforman literalmente en piedra cuando minerales como el sílice se filtran en el organismo y llenan vacíos microscópicos en el hueso o la madera, o reemplazan las estructuras celulares molécula a molécula. Bajo ciertas condiciones, los tejidos orgánicos co mo la carne o la celulosa, que están compu estos e n gran pa rte de carb ono, hidrógeno y oxígeno, se descomponen y dejan solo un residuo de carbo no en la super ficie de la roca, que dib uja la siluet a srcinal del animal o la planta. En contadas ocasiones los fósiles contienen restos prácticamente inalterados, con una preservación extraordinaria. Se puede citar ejemplares completos de mamíferos extintos, como el mamut lanudo, encontrados en el hielo del Artico. El mamut de Beresovka, hallado en Siberia oriental e n 1901, tení a en la boca ali mento todavía sin traga r y sang re coagul ada en el pecho. También se han enc ontrad o cadáveres entero s del extinto rinoceron te lanudo en yacimient os de petróleo en Polonia.1 El uso de fósiles con el propósito de calcular la edad de las rocas fue desarrollado durante los siglos XVII al XIX, como parte del avance de la ciencia estratigráfica. E n 1669, un do cto r danés de1
1 C. O. Dunbar, “Fossil”, McGraw-H ill Encyclopedia o f Science and Technology (New York: McGrawHill Book Company, 1960), t. 5, p. 473. Ver también: I.P. Tolmachoff, “The Carcasses of the Mammoth and Rhinoceros Found in the Frozen Gr ound of Siberia”,
Transactions o f the American Philosophical Society, vol. 23 (1929), pp. 1174.
nombre Niels Stensen (o Nicolaus Steno) propuso que los estratos, o capas de roca, se depositan horizontalmente de manera secuen cial, de m anera q ue en u na sucesión sedime ntaria no alterada, r^da estrato de roca es anterior al estrato superior. Esta secuencia puede ser alterada, e incluso invertida, por movimientos del terreno posteriores a su deposición; entonces, los estratos aparecen inclinados o incluso perpendi culares re specto del horizonte. Si un a form ación rocosa, como una intrusión de material magmático o una discontinuid ad, com o u na falla, co rta o atraviesa un gru po de estratos, esta tiene que haberse formado después de la deposición en dichos est ratos. Utilizando estas leyes estratigráficas, los geólogos pueden determinar las edades relativas de las capas de roca de una formación rocosa, igual que los eventos geológicos que han tenido lugar durante su historia. En 1799, un geól ogo británico llamado William S mith propuso que las secuencias de estratos podrían estar correlacionadas entre un área y otra. Por ejemplo, al comparar los fósiles de cada a capa, las secuencias de estratos en Inglaterra podían correlacionarse con las de branda. Smith había estado trabajando con una larga secuencia de formaciones ricas en fósiles que alternaban calizas y esquistos en el sur de Inglaterra. Después de recolectar muchas m uestras de roca, percibió que cada un o de los estratos tenía u n con junto único de fósiles que podía ser usado para reconocer dicho estrato particular en otros afloramientos rocosos. Lo que Sm ith descubrió se conoce com o el “Principio de suces ión faunística”. Com bin and o este principio con la ley de superposición de estratos de Steno, se llega a la conclusión de que los fósiles de los estratos inferiores son más antiguos que los fósiles de los estratos superiores. En 1785, unos pocos años antes de que Smith propusiera el prin cipio de sucesión faunística, el geólogo escocés James H ut ton publicó su trabajo Theory ofthe Earth [Teoría de la Tierra], en el que presento su “Principio del uniformitarianismo”. Este principio sentó los cimientos para el establecimiento de un nuevo paradigm a qu e cambiaría por completo la geología de la época, y cuyos resultados perduran hasta la actualidad. Hutton propuso que las leyes naturales y los procesos geológicos que han ido moldeando la Tierra a lo largo de períodos muy largos de tiempo
en el pasado son exactamente los mismos que actúan hoy, y que segui rán haciéndol o en el futuro de la misma m anera y a l a misma velocidad. Por lo tanto, los procesos geológicos observados actualmente pueden ser usados no solo para explicar los que ocurrieron en el pasado, sino también para calcular cuándo ocurrieron. Tres décadas después, Charles Lyell, otro geólogo británico, estudió los fósiles de los Alpes europeos y concibió la idea de dividir el sistema de estratos rocosos en grupos, según la proporción entre conchas marinas de especies recientes y de especies extintas presentes. Lyell había notado que los fósiles de las capas más altas, y por lo tanto las más recientes, parecían más complejos que los fósiles de los estratos inferiores, más antiguos. Esto le sugirió que el tipo de fósiles podía ser usado para establecer el orden de deposición de los grupos de estratos y para relacionar formaciones de distintas localidades. Lyell propuso nombres para estos grupos, que posteriorm ente fueron asum idos universal mente po r los geólogos: Eoceno, que significa “Nuevo amanecer”; Mioceno, “Menos reciente”; y Plioceno, “Más reciente”. También publicó una tabla de las conchas corre spon dientes a la clasificación. La idea de Lyell de correlacionar el contenido fósil de los estratos rocosos y el tiem po geológico apareci ó p or prim era vez su el trabajo The Prin cipies ofGeology [Principios de la Geología], entre los años 1830 y 1833. Promovió el concepto de “co lum na geológica”, que fue desarrollado durante las décadas siguientes por él mismo, junto con otros geólogos. Dado que Lyell había asumido el punto de vista del uniformitarianismo de Hutton, propuso que la formación de las capas fue consecuencia de los procesos de compresión y el aumento de temperatura que sufren los sedimentos arrastrados por los agentes geológicos tras acumularse lentamente en deltas de ríos, en lagos y mares. Lyell realizó sus propias observaciones para calcular las tasas extremadam ente lentas a las que se pro ducen los procesos geológicos en la actualidad, y las utilizó para estimar largas edades para las formaciones geológicas. Una de las estimaciones más influyentes de Lyell fue su cál culo de la edad del desfiladero de las Cataratas del Niágara, que fue utilizado poste-
rior mente para d em oler la cr eencia científi ca en el diluvio bíbli co.
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En tiempos de Lyell, la Universidad de Oxford todavía incluía en la enseñanza de la geología el diluvio bíblico universal, como un evento hist órico que ocurr ió hace apro xim adam ente 4.5 00 añ os.2 El arzobispo James Ussher había calculado, a partir del registro bíblico y las fechas estimadas para el reinado del rey Salomón, que el diluvio globa l ocurrió alred edor del año 2 34 9 a .C .3 Cua nd o Lyell visitó las cataratas en 1841, un habitante local le contó que las cataratas retrocedían alrededor de 90 centímetros cada año. Lyell supuso que esta era un a afirm ación exagera da, y estimó que una velocidad de recesión más probable era, aproximadamente, 30 centím etros al año.4 A p arti r de la lon gitu d del desfil adero, de un poco más de 10.500 metros, Lyell calculó una antigüedad aproximada de 3 5.00 0 años. Esta ci fra fue amp liamen te aceptada y sirvió de “prueba”, en las mentes de muchos científicos, de que el mundo debía ser mucho más viejo que las fechas calculadas según el registro bí bli co .’ Es revelador not ar qu e la velocid ad de 30 centímetros al año estaba basada sobre una conjetura personal de Lyell, y no en una medición científica; pero, aun así, tuvo un efecto profundo sobre la cosmovisión de la comunidad científica en relación con la aceptabilidad de largas edades de las rocas y el registro fósil. Mediciones posteriores mostraron que la velocidad de erosión era, de hecho, mucho más rápida: alrededor de 120 a 150 c entím etro s al año .6 Si Lyell hu bie ra realizado su cálculo u tilizando la erosión real, habría determinado la edad del cañón en unos 7.000 años, fecha bastante más próxima a las estimaciones propuestas para el diluvio. Si prescindimos del un iformitarianis mo y suponem os qu e la veloci dad de erosi ón pu do ser más rápi da
21. T. Taylor,In the Min ds ofM en (Toronto, Cañada: TFE Publishing, 1984), p. 66. 3James Ussher, The Aunáis o fthe World (1658). Revisado y actualizado por L. Pierce y M. Pierce (Green Forest, AR: Master Books, 2003), p. 22. 4C. Lyell, Principies ofGeology , 10° ed. (London: John Muiray, 1867), t. 1, p. 361. 5Taylor, ibíd., pp. 82, 83. 6W.M. Tovell, The Niaga ra R iver (Toronto, Cañada: Royal Ontario Museum Publication 1979), p. 16.
en el pasado, por ejemplo, durante la retirada masiva de las aguas del diluvio, la antigüedad se acortaría y sería perfectamente compatible con el relato bíblico. Dado que en realidad no sabemos con certeza cuál era la velocidad de recesión antes del siglo XVIII, no es posible determinar la edad del cañón por este método. La posición oficial del gobierno de O nta rio sobre la edad de las cataratas es que tienen 12.500 años. Sin embargo, esta cifra no está calculada a partir de las tasas de erosión, sino que proviene de estimacion es generales, basadas sobre teorías de activid ad glacial en el área duran te la pa sada edad de hie lo, qu e tam bién sugieren q ue la circulación de agua en las cataratas ha variado considerablemente con el tiempo.7 Aun qu e Lyell no te nía evidenc ias ci entíf icas dem ostrad as pa ra sus largas edades, sus teorías sobre la edad de las rocas tuvieron una amplia aceptación. A partir de las tasas de erosión de las rocas y de acu mu lación de sedim entos aluviales en la actualidad, Lyell estimó la velocidad de formación de los diferentes estratos. Midiendo el grosor de los estratos, podía calcularse el período de tiempo que correspondía a cada estrato. Dado que Lyell había observado que hab ía estratos sedim entarios de miles de m etros de espesor que contenían millones de capas finas, llegó a la conclusión de que los estratos inferiores, así como los fósiles que contienen, debían tener millones de años de antigüedad. Esta metodología permitió calcular los períodos de tiempo individuales correspondientes a diferentes estratos de la columna geológica . S um and o esto s períodos de tiem po , se calcul ó la edad total de las rocas de las diferentes secciones. Una vez establecida la antigüedad de cada estrato y grupos de estratos, sus contenidos fósiles fueron asignados a períodos de tiempo específicos y empezaron a usarse para datar rocas con esa combinación concreta de fósiles. Nin guna región del m undo contiene un registro completo del tiempo geológico; aunque algunos afloramientos, como el Gran
7Ver: www.magaraparks.com/media/geologyfactsfigures.htmI .
Cañón del Colorado, muestran estratos de roca que, en términos de tiempo geológico convencional, corresponderían a cientos de millones de años. No obstante, diferentes partes del registro aparecen en distintas regiones, y la existencia de secuencias parcialmente solapadas ha permitido establecer correspondencias entre distintas regiones. Por ejemplo, cuando se observa el mismo patrón de capas alternas de caliza y de esquisto con fósiles similares en dos regiones diferentes, se asume que estas tienen la misma antigüedad. Si en una de las regiones las capas de caliza y de esquisto se encuentran en la parte inferior del afloramiento, y en la otra se encu entra n en la parte superior, los datos procedentes de ambas regiones se pueden unir para reconstruir una secuencia más extensa. Así pues, la columna geológica que aparece en los libros de texto no se encuentra tal cual en ningún afloramiento, sino que es un constructo teórico creado a partir de secuencias observadas en diferentes lugares, con la colaboración de geól ogos de to do el mun do. La escala de tiempo geológico correspondiente a la columna geológica se calculó a p arti r del grosor de los est ratos, c onsid eran do tasas constantes de erosión y de sedimentación. Siguiendo la idea del uniformitaria nism o, se asumió qu e estas tasas había n permanecido esencialmente constantes durante cientos de millones de años. Hasta el desarrollo de la datación radiométrica (que se discutirá en mayor profundidad en un capítulo posterior), las estimaciones de tiempo geológico variaban hasta en un factor diez.8 La escala de tiem po geológico convencional, acep tada actualm ente p or la com unida d cien tífica, asig na a la Tierra 4.500 m illones de años de antigüed ad, y divide e ste pe ríodo de tiem po en eones, eras , p eríod os y épocas. • El eón Prec ámbri co abarca desde hace 4.500 millones de años (MA) hasta hace 542 MA. • El eón Fanerozoico abarca desde hace 542 MA hasta el presente, y se divide en tres eras:
8 J. L. Kulp, “Geological Time Scale”, McGraw -Hill Encyclopedia o f Science and Tech nology, t. 6, p. 135.
EL Kt.íLrf ¡KO rU'oíL
La era Paleozoic a, que abar ca des de hace 542 M A hasta hace 251 MA, y se divide en siete períodos: Cámbrico: 542488 MA. Ordoví cico: 488 444 MA. Silúrico: 444416 MA. Devónico: 416359 MA. Misisipiense: 359318 ALA. Pensilvano: 318299 MA. Pérmico: 299251 MA. La era Me sozoica, que abar ca de sde h ace 251 M A hasta hace 65,5 MA, con tres períodos: Triásico: 251199,6 MA. Jurásico: 199,6145,5 MA. Cretácico: 145,565,5 MA. Y la era Cenozoica, que abarca desde hace 65,5 millones de años hasta el presente, y se divide en dos períodos: Terciario: abarca desde hace 65,5 MA hasta hace 1,8 MA. Se divide en cinco épocas: Paleoceno, Eoceno, Oligoceno, Mioceno y Plioceno. Cua ter na rio : abarca des de hace 1,8 ALA. ha sta el presen te. Se divide en dos épocas: Pleistoceno y Holoceno.9 Hasta aquí, hemos descrito las bases históricas por las cuales el registro fósil ha llegado a ser considerado una prueba de la evolución. Cálculos de tasas de erosión y deposición basadas sobre el uniformitarianismo dieron lugar a estimaciones de largas edades para los estratos de la columna geológica, que fueron ampliamente aceptados sin discusión porque establecían el marco temporal necesario para la evolución biológica. La observación, generalmente cierta, de que los fósiles aumentan en com plejidad a medida que se asciende en la columna, ju nto con
9E. J. Tarbuck y F. K. Lutgens, Earth Science, 12° ed. (Upper Saddle River, NJ: Pearson Education, International, 2009), pp. 10, 328.
datos posteriores procedentes de dataciones radiométricas, supusieron apoyo adicional para este paradigma geológico, que ha perdura do hasta la actualidad. Así pues, la mayoría de los textos universitarios en uso citan el registro fósil como evidencia de la ev oluc ión.10 Ca be pregun tarse , sin emba rgo, si un cam bio de pa radigma con distintas asunciones de base permitiría interpretar la evidencia de l regist ro fós il de o tra m anera, y alcanzar conc lusiones científicamente validas aunque completamente diferentes. Dedicaremos el resto del capítulo a resolver esta cuestión. • En primer lugar, es importante notar que prácticamente todos los fósiles se encuentran en rocas sedimentarias; es decir, en rocas que se han formado bajo el agua. • En segundo lugar, las rocas sedimentarias que contienen fósiles se encuentran en todo el mundo. Esto significa que la deposición de los sedimentos que dieron lugar a estas rocas abarcó grandes extens iones y enterró a millones de organismos d urante , supuestamente, millones de años. • En tercer lugar, el proceso de fosilización requiere que plantas y animales s ean enterrados rá pidam ente, de ma nera qu e no se desco mp ongan , sean ingeridos por otros animales o s e degraden a causa de los agentes ambientales. Muchos de los animales que encontramos fosilizados, como las ballenas y los dinosaurios, son de gran tamaño; por lo tanto, fueron necesarios grandes volúmenes de sedimentos para su enterramiento. Esto sugiere que algunos fósiles solo podrían formarse bajo lo que llamaríamos “condiciones catastróficas”. De hecho, es muy difícil que incluso los fósiles más pequeños se hayan formado en condiciones lentas de sedimentación como las actuales, donde en muchos ambientes solo se depositan unos pocos milímetros de sedimento al año. El uniformitarianismo asume que las condiciones del pasado fu eron iguales a las del presente, pero en la actualidad no se observan plantas ni animales en proceso de fosilización • En cuarto lugar, el registro fósil muestra un gran número de
10Ver, por ej.: Linda R. Berg, Diana W. Martin y Eldra P. Solomon, Biology, T ed. (Bel mont, CA: Thomson, Brooks/Cole, 2005), pp. 389401.
especies de plantas y animales del pasado que ho y ya no existen. Ya hemos mencionado que se calcula que entre un 98% y un 99 % de las diferentes es pecies que ha bit aro n el plan eta están extintas. El registro fósil puede considerarse, entonces, una prueba clara de la extinción de múltiples formas de vida. A lo largo de los últimos 2 .00 0 años, se ha registrado tod o tipo de observaciones científicas, cuya cantidad se ha ido incrementando, especialmente en los último s tres siglos. Sin em bargo, no se ha observado que se fosilicen las huellas dejadas en playas arenosas; tampoco se ha descubierto en nuestras costas o en los deltas de los ríos evidencias de fosilizaciones recientes de estrellas de mar, cangrejos, algas o aves marinas. Las recientes inundaciones en Queensland, Australia, acabaron con la vida de miles de canguros, lagartos y otros animales, pero no se ha observado q ue los restos de estos organismos se encu entren ni siquiera en las primeras fases del proceso de fosilización. Los periódicos no informan de ningún evento natural que haya causado la fosilización de miles de pingüinos, osos polares, ballenas, langostas, peces o conejos. Ni siquiera la caza indiscriminada de bisontes en las praderas de los Estados Unidos durante el siglo XIX, que llevó a la especie al borde de la extinción , resultó en la acumulación de grandes cantidades de fósiles de bisontes. En otras palabras, bajo las condiciones que producen los depósitos aluviales en la actualidad, y que fueron utilizadas por Lyell en sus cálculos de la antigüedad de las formaciones rocosas, no se observa la formación de fósiles; y no parece que esta sea posible. La existencia de lechos de fósiles que contienen grandes cantidades de restos o de especímenes de gran tamaño indica que estos fósiles se formaron deb ido a procesos catastróficos ocurridos en el pasado, y p or lo tanto, que las suposiciones del uniformitarianismo no se cumplen. La presencia de millones de organismo s fosilizados en lechos fósiles de miles de metros de espesor sugiere la acción de procesos geológicos masivos a una escala mucho mayor que cualquier cosa que haya ocurrido en la Tierra durante los últimos miles de años. Si el uniformitaria nismo no es aplicable a la form ació n de los fósiles, este hecho invalida las estimaciones de la edad de las rocas sedimentarias, de los fósiles qu e con tienen y de la vida sobre la Tie rra q ue se
ha n calculado siguiendo est e principio. El geólogo investi gador Dr. Andrew Snelling, de la Universidad de Sidney, describe ejemplos de grandes cementerios de fósiles que ilustran la escala y la magnitud de los procesos d e fosilización del pasad o.*11La F orma ción Morrison y otras equivalentes incluyen extensos cementerios de fósiles que se extienden desde Nuevo México hasta Canadá, cubriendo una superficie de 1,5 m illones de kilómetros cuadrados. Esta forma ción consta de capas de piedra caliza, lodolita, limolita y arenisca, con capas superiores de conglome rado q ue co ntien en a bund antes restos de dinosaurios, incluyendo segmentos esqueléticos semiarticulados relativamente intactos. Se ha descubierto restos de muchos tipos diferentes de dinosaurios, entre los que se encuentran los famosos estegosaurios y los sauróp odos, dinosau rios gigantes que alca nzaban 30 metros de longitud. Imagine las proporciones catastróficas de un evento capaz de arrastrar y enterrar a estos grandes animales. Junto con los restos de dinosaurios, se encuentran fósiles de peces, ranas, salamandras, lagartijas, cocodrilos, tortugas, cangrejos de río y almejas, así como pterosaurios, los lagartos voladores conocidos como pterodáctilos. Esto sugiere que las mismas especies de animales que existen hoy existían también en el pasado, conviviendo con animales como los dinosaurios, que están ahora extintos. Un punto para destacar con respecto a este cementerio es que tanto los dinosaurios terrestres como los animales acuáticos fueron enterrados en un a e norme formación de areni sca conglomerada , que se depo sitó a pa rtir de agua m oviéndose a g ran velocidad.12 O tro cementerio espec tacular de dino saurios s e ha encontrado en la Cuenca de Nemgt, en Mongolia, donde cientos de esqueletos articulados bien conservados de estos animales se hallan enterrados junto a esqueletos de mamíferos, lagartijas y aves. Muchos de los cráneos están prác ticam ente co mpletos, c on las mandíbu las inferiores en s u lugar, inclu so con partes de las orejas conservadas .
11A. A. Snelling, Earth ’s Catastrophic Past (Dallas TX: Institute for Creation Research, 2009), t. 2, pp. 487577.
llIbíd„ p. 571.
En las montañas de Cedarberg, en Sudáfrica, la formación Soom Shale contiene miles de fósiles excepcionalmente bien conservados de braquiópodos, nautiloideos, artrópodos y co nodontos, en diferentes localizaciones distribuidas a lo largo de cientos de kilómetros. La preservación de estos fósiles es tan extraordinaria que se aprecia en todo su detalle los órganos sensoriales, los apéndices locomotores, las masas musculares fibrosas y aun las branquias de los artrópodos, igual que los tractos digestivos de los conodontos. En la formación de es quis tos Co w Branch, situada en la frontera entre Virginia y Carolina del Norte, en Estados Unidos, se han conservado abundantes fósiles de insectos completos. Asimismo, hay fósiles de vertebrados de los que se preservaron las partes blandas, y tam bién much os especímenes articulado s de reptiles acuáticos, cuya fosilización es tan perfecta que se aprecia hasta la silueta de los músculos de la cola y los ligamentos de las patas palmeadas traseras. Esta formación contiene una gran cantidad de organismos terrestres, marinos y de agua dulce enterrados y fo silizados jun tos , en u n estado de excelente conservación. Según señala el Dr. Snelling, estos depósitos sugieren una depo sición y un en terram ien to c atastróficos.1 3 Uno de los ejemplos más espectaculares de las condiciones catastróficas q ue prevalecieron en la Tie rra y cuyo resultado fue la vasta destrucción de la vida, y su subsiguiente enterramiento y fosilización, son los lechos cretácicos de creta, co mo los famosos acantila dos blancos de Dover, en la costa sureste de Gran Bretaña. Estos lechos se extiend en a través de Europ a, desde Irlanda has ta Turquía, Egipto e Israel, y tam bién se encu entran en partes de Estados Un idos y en la costa de Australia Occidental. Se trata de u na distrib ución global de lechos uniformes de creta de hasta 100 metros de espesor, formados por caparazones de carbonato cálcico de criaturas marinas microscópicas. También contienen fósiles de animales marinos de mayor tam año, como gasterópodos, amm onites y bel emnites .
13Ibíd., pp. 543, 544.
El eminente geólogo y paleontólogo Dr. William A. Cobban afirma que la deposición de enormes yacimientos de creta a lo largo del m un do se corresponde con “la época d e mayor in un da ción de la superficie terrestre”, y que el cierre de este período fue marcado “por la extinción de los dinosaurios, los reptiles voladores y los grandes reptiles marinos, así como de los ammonites y algunos otros g rupos de moluscos m arino s”.14 Según po dem os ver, el registro fósil es un registro continuo de extinciones masivas en un ambiente marino. El Dr. John Avise y sus colegas del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de California, señalan extinciones masivas registradas al final del período Ordovícico, y du ran te los períodos Devó nico, Pérmico, T riásico y Cretácico.1 5 Los estratos que corresponden a estos períodos geológicos muestran un enterramiento de animales tan catastrófico que eliminó perm anen temente a muchas especies. La extinción del final del Ordovícico resultó en la desaparición de un tercio de todas las familias de braquiópodos y briozoos, igual que de numerosos grupos de conodontos, trilobites y graptolites. En total, más de 100 familias de invertebrados marinos, y gran parte de la fauna constructora de arrecifes, fueron destruidas. La extinción de la última parte del período Devónico afectó al 70% de los invertebrados marinos, incluyendo organismos constructores de arrecifes, braquiópo dos, trilobite s, co nodo ntos, agnato s y placodermos. La extinción en masa del Pérmico es la más evidente del registro fósil, con un total de 90% al 95% de especies marinas eliminadas. La fauna desaparecida está comprendida por foraminíferos fusuli nidos, trilobites, varios tipos de corales, blastoideos, acantodios, placodermos y pelicosaurios. Otros grupos de organismos que
,4W. A. Cobban, “Cretaceous”, McGraw-Hill Encyclopedici o f Science and Technology, t. 3,p. 542. 15J. C. Avise, S. P. Hubbe ll y F. J. Ayala, “In th e Light o f Evolution II: Biodiv ersity a nd Ex tinction”, Proceedi ngs o f the National Academy o f Sciences, vol. 105, supl. 1 (12 de agosto de 2008), pp. 11.45311.457. En línea: www.pnas.org/content/105/Supplement_l/11453 . full.pdf
perdieron cantidades sustanciales de especies contienen briozoos, braquiópodos, ammonoideos, tiburones, peces óseos, crinoideos, euriptéridos, ostrácodos y equ inodermo s. A pesar de se r la se gunda en imp ortancia, la extinción que tuvo lugar a l final de Cretácico gener a u n mayor interé s entre el público po rque incluye la d esaparición de los dinosaurios. Otros tipos de organismos barridos en este momento fueron los pterosaurios, la gran mayoría de las aves, los belemnoideos, los ammonoideos, los rudistas bivalvos, reptiles marinos y muchas especies de plantas. Más información sobre los efectos de estas extinciones se puede encontrar en el sitio web del Ce ntro de Geoci encias de Ottaw aC arleto n.16 Las dataciones convencional es asignan larg os períodos de tiem po a cada una de estas extinciones y las sitúan, en el tiempo geológico, separadas por millones de años. Curiosamente, en todos los casos se trata de even tos de exte nsión mu nd ial que implican condici ones marinas catastróficas: entierros en masa y grandes cantidades d e agua en m ovimiento. Una interpretación alternativa sería considera r que las formaciones rocosas correspondientes a las grandes extinciones se crearon sucesi vamente dur ante u n evento catast rófico global, p or lo que cada un a de ellas requirió u n período corto de tiem po (días o semanas). U n ejemplo d e la velocidad a la que p ue de n formarse los estratos durante eventos geológicos extraordinarios es lo que ocurrió durante y después de la erupción del monte St. Helens, el 18 de mayo de 1980. Flujos de gas caliente y fragmentos de piedra pómez, moviéndose a una vel ocidad estimada de 150 kilómetros por hora, produjeron estratos laminados en unas pocas horas; estratos que, de ha ber sido datados a parti r de las tasas normales de deposición, habrían correspondido a miles de años. A las pocas semanas, el 12 de junio de 1980, un grueso lecho de 20 metros de espesor conform ado po r múltiple s estratos fue depositado dur ante un a sola tarde. Dos años después, el 19 de marzo de 1982, una pequeña erupción derritió la nieve del interior del cráter y desplazó el agua, creando un a poderosa c orriente de lodo de 32 kilómetros, que cor-
16Ver:www.park.org/Canada/ Museum/exti nction/ext incmenu.html .
tó un cañón de 43 metros de profundidad a través de roca sólida. Los geólogos pudieron constatar la formación de un Gran Cañón en minia tura en un día, bajo condiciones catastróficas.17 A parti r de estas situaciones recientes, podríamos interpretar el registro fósil como evidencia de grandes catástrofes marítimas y volcánicas en todo el mundo. Y, teniendo en cuenta que las formaciones creadas tras la erupción del m onte St. Helens dem uestran qu e el principio del uniformitarianismo no puede aplicarse para calcular las edades de las rocas, podríamos también interpretar que todas las extinciones registradas ocurrieron en realidad durante un único evento de inunda ción universal, y no en m edia docena de grand es inund aciones separadas por millones de años, o miles de inundaciones locales a lo largo de miles de millones de años. Si conseguimos escapar del paradigma del uniformitarianismo, el registro fósil puede interpretarse claramente como una evidencia de un diluvio global catastrófico que extermin ó la flora y la fauna qu e existía sobre la Tierra hace apenas unos pocos miles de años. Examinemos más evidencias científicas que ap un tan en esta dirección. En la ciudad de Zhucheng, en China, se ha descubierto más de 3.000 huellas fósiles de seis especies diferentes de d inosa urio, incluyendo tiranosaurios, celurosaurios y hadrosaurios. Todas las huellas tiene n la misma orienta ción, lo que sugie re enérgicamente que esto s animales estaban hu yen do de alguna catástrofe.18 Otro s fósiles expuestos en museos, como el de un ictiosauro dando a luz (Museo de Historia Natural de Stuttgart) o un pez percha comiéndose un arenque (Museo de Historia N atura l de Princeton), son cla ros indicadores de u n entierro y u na fosilización m uy rápid os.19 En 2005, la Dra. Mary Schweitzer, profesora asociada de Ciencias Atmosféricas, M arina s y Terrestres de la Un iversid ad Estatal de Carolina del Norte, y sus compañeros de trabajo, comunicaron el
17John M orris y Steven A. Austin, Footprints in th e Ash: The Explosive Story o f Mount St. Helens (Green Fore st, AR: Ma ster Books, 2005) , pp. 52, 53, 62 ,7476 . 18Ver: news.bbc.co.uk72/hi/science/nature/8502076.stm. 191. T. Taylor,In the Minds ofM en (Toronto, Cañada: TF E Publishing, 1984), pp. 88, 89.
descubrimien to en la Argen tina de cáscaras de huevo de dinosaur ios saurópodos excepcionalmente bien conservadas. Debido a que el tejido blando de los embriones se degrada rápidamente después de su muerte, los investigadores afirman que la velocidad de minera lización debió haber sido “prácticamente instantánea”, para que se hayan pod ido conservar y fosilizar los tejidos blan dos.20 La interpretació n de un a e dad relativamente recient e para lo s fósiles ha que dad o respalda da por el hallazgo de proteínas, A D N y tejido blando en fósiles de dinosaurio. Estas biomoléculas se degradan con rapidez y no pueden sobrevivir durante millones de años. Se calcula que si la tem pe ratu ra m edia de las r ocas fuera de 10 °C, el ADN desaparecería completamente de los restos fósiles después de 20.000 años. A una temperatura media de 20 °C, el ADN se habría descompuesto totalmente y no sería detectab le después de aprox im ada m ente 2 .50 0 añ os.21 Sin embargo, científicos de la Universidad de California in fo rm aro n en 1990 que habían extraído ADN de muestras de hojas fósiles proce dentes de los yacimientos de fósiles de Clarkia, en Idah o, lo cual fue confirmado posteriormente por otros equipos científicos.22 D e ac uerdo c on la data ció n co nve ncio nal, estos yacimientos pertenecen al Mioceno, con lo que se les asignan edades de en tre 17 y 20 millones de a ños.23 N o obs tante , la existencia de fragmentos de ADN que pueden ser recuperados sugiere que la antigüedad de las hojas fósiles de Clarkia es solamente de unos miles de años. En 1991, los científicos de la División
20 M. H. Schweitzer, L. Chiappe, A. C. Garrido, et al., “Molecular Preservation in Late Cretaceous Saur opod Dinosaur Eggs hells”, Proceeding s o fth e Roya l Society B: Biological Sciences, vol. 272 (2005), pp. 775784. 21C. NielsenMarsch, “Biomolecules in Fossil Remains, M ultidisciplinary Approach to Endurance”, The Biochemist (junio de 2002), pp. 1214. 22S. Kim, D. E. Soltis, P. S. Soltis y Y. Suh, “DNA Sequences from Miocene Fossils: An NDHF Sequence and an RBCL Sequence o f Persea Pseudocarolinesis (Lauraceae)”, Ame rican Journal ofBotany, vol. 9 (2004), pp. 615620. 23E. M. Golenberg, D. E. Giannasi, M. T. Clegg, et al.,Letters to Nature, vol. 344 (22 de abril de 1990), pp. 656658.
de Ciencias Naturales del Laboratorio Nacional de Los Álamos, de Nuevo México, extrajeron proteínas de las vértebras de un fósil de dinosaurio saurópodo (seismosaurio) procedente de la formación Morrison de Nuevo México, con una antigüedad estimada de 150 millones de años.24 de Seis más tarde, la Dra. Mary Schweitzer y sus compañeros la años Universidad Estatal de Montana comunicaron el descubrimiento de un fragmento de hueso de Tyrannosaurus rex que co nten ía gl óbulos roj os con hemoglobina,25 hallazgo que provocó controversia y escepticismo en la com un ida d cientí fica. A pesar de la polémica, Schweit zer y sus colegas continuaron buscando ejemplos de tejido blando en muestras de dinosaurio, y descubrieron tejidos elásticos flexibles (ma triz ósea , vasos sanguíneos y cél ulas) en el inte rio r del mie mbro trasero de otro esqueleto de Tyrannosaurus rex. Los investigadores llegaron a la conclusión de que se había demostrado, sin duda, la existencia de restos de tejido blando no fosilizados en extremidades de dinosaurio.26 Otros investigadores empezaron también a buscar evidencias de tejido blando en restos de dinosaurios, y encontraron un material de tipo proteico en huesos del dinosaurio Iguanodon, cuya edad estimada es de 120 millones de años, alrededor del doble de la edad estimada para los restos de Tyrannosaurus rex. El material orgánico recuperado todavía era capaz de inducir una respuesta inmunológica.27
24L. R. Gurley, J. G. Valdez, W. D. Spall,el al., “Proteins in the Fossil Bone o f the Dino saur, Seismosaurus”, Journal ofProtein Chemistry, vol. 10 (febrero de 1991), pp. 7590. 25 M. H. Schweitzer, M. Marshall, K. Carrón, et al. , “Heme Co mpounds in Dinosaur Trab e cular Bone ”, Proce eding s o fth e National Academy o f Sciences ofth e USA, vol. 94 (1997), pp. 6.2916.296. 26M. H. Schweitzer, J. L. Wittmeyer, J. R. Homer y J. K. Toporski, “SoftTissue Vesse ls and Cellular Preservation in Tyrannosaurus rex”, Science, vol. 307 (2005), pp. 1.952 1.955; M. H. Schweitzer, J. L. Wittmeyer y J. R. Homer, “Soft Tissue and Cellular Preservation in Vertébrate Skeletal Elements from the Cretaceous to the Present”, Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences , vol. 274 (2007), pp. 183197. 27 G. Embery, A. C. Milner, R. J. Waddington, et al., “Identification o f Proteinaceous Material in the Bone o f the Dinosaur Iguanodon” , Connect Tissue Res, vol. 44, supl. 1 (2003),
El descu brimiento de tejidos blandos conservados en fósiles arroja serias dudas sobre sus supuestas edades de decenas de millones de años. El cono cimiento experimental que ten emos sobre la estabilidad de los materiales biológicos indica que no es posible que dichos tejidos sobrevivan dura nte millones de años sin descomponerse. Algunos científicos han inte ntado refutar estos hallazgos, pero su veracidad ha quedado confirmada recientemente por un artículo publicado en la revista Science, en mayo de 2009. En este artículo, científicos de la Universidad Estatal de Carolina del No rte in forma ban de la recuperación de un fémur del dinosaurio pico de pato, Brachyhphosaurus canadensis,encontrado bajo 7 metros de arenis ca en la Formaci ón del Río Judith, en Montana oriental. El análisis del hueso reveló tejidos blandos y materia ósea, de donde se aislaron proteínas de colágeno y células óseas, y se identificaron partes de la secuencia de ADN. Dado que los trabajos publicados anteriormente informando sobre la presencia de tejidos blandos en fósiles de Tyrannosaurus rexhabían sido polémicos, todos los resultados de este estudio fueron verificados independientemente por investigadores del Beth Israel Deaconess Medical Center, de la Universidad de Harvard y de la Universidad del Estado en Montana.28 El indiscutible descubri miento de tejido blando en fósiles de dinosaurio es una evidencia a favor de edades cortas para las especies fósiles, y en contra de la evolución. Otras evidencias en contra de la evolución gradual a lo largo de millones de años es la aparición repentina de nuevas especies de animales en el registro fósil, sin que se hubiesen encontrado los supuestos intermedios evolutivos. En la mayoría de las rocas del Precámbr ico, n om bre asignado a la prim era y más la rga etapa de la historia de la Tierra, encontramos muy pocos tipos de organismos; hay solo un pu ña do de fósiles de lo qu e se cree que eran bacte rias y algas primitivas. Sin embargo, al llegar a las rocas del Precámbrico tardío, cuya antig üed ad se estima entre 60 0 y 54 0 millones de años , aparecen repentinamente fósiles de medusas, corales y anémonas,
28 M. H. Schweitzer, W. Zheng, C. L. Organ, et al, “Bioraolecular Characterisation and Protein Sequences of the Campanian Hadrosaur B. Canadensis”, Science, vol. 324 ( I o de mayo de 2009), pp. 626631.
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similares a las especies actuales. La información genética de estos animales es m uy diferent e de la de las bacterias y las algas, y si evolucionaron a partir de ellas deberíamos encontrar organismos con características intermedias en las rocas que los separan. Aun así, no se ha encontrado ninguna de ese procesode de evolución. Incluso más sorpren dente evidencia es la aparición repentina un pequeñ o anima l segmentado de siete centímetros de lon gitu d, llama do sprig gina, co n cabeza y patas, q ue se encue ntra e n rocas del Precámbrico tardío de Australia, de Africa y d e Rusia.29 La can tidad de in for ma ción genética neces aria para codificar la cabeza, la cola y m últiples segmentos corporales es enorme. No existen evidencias fósiles de organismos intermedios con cuerpos en proceso de desarrollo o en las primeras fases de formación de una cabeza. Tampoco hay una explicación plausible de cómo pudieron aparecer cantidades tan grande s de nueva información genétic a en u n período relativame nte breve de tiempo geológico. Justo encima de la frontera con el Precámbrico tardío, se encuentran las rocas del Cámbrico, que contienen fósiles completamente formados de animales genéticamente muy diversos; de nuevo, sin fósiles intermedios. En las rocas del Cámbrico encontramos fósiles de gusanos segmentados, caracoles, mariscos, erizos de mar, conodontos, nautilos y trilobites. Los trilobites, fósiles m uy com unes en las rocas cámbricas,3 0 tien en ojos y patas seg mentadas. La cantidad de nueva información genética necesaria pa ra pro ducir ojos con todos sus detalles, com ponen tes y mecanismos de enfoque, así como patas con todas sus partes mecánicas y nerviosas, es enorme; pero tampoco se han encontrado evidencias fósiles de animales con patas u ojos parci almen te desarrollados. De acuerdo con la Teoría de la Evolución, los animales altam ente complejos , tal es como tril obites y nautil oideos, evoluc ionaro n du ran te períodos de tiem po m uy la rgos. Si esto es cierto,
29 C. Walker y D. Ward, Smithsonian Handbooks: Fossils (New York: Do rling Kindersley, 2002), pp. 44. mIbíd., pp. 5665.
su evolu ción debería hab er qu ed ad o reflejada en el regis tro fó sil; con todo, no encontramos evidencia alguna de que esto haya ocurrido. Si examinamos los estratos por debajo de los trilobi tes del Cámbrico inferior de Noruega, encontramos 1.200 metros de estratos que no contienen ningún fósil. En Marruecos, encontramos 900 metros que contienen fósiles de organismos constructores de arrecifes, llamados arqueociatos, y bajo estos, 3.000 metros de piedra caliza que contienen solamente estro matolitos, es decir, fósiles de algas. En las montañas Inyo de California, hay una formación de más de 4.200 metros de grosor que contiene fósiles de trilobites y arqueociatos, sobre 2.100 metros de estratos no fosilíferos. El Profesor W. Charles Bell, ex profesor de Geología en la Universidad de Texas, señala que esta misma estructura de estratos no fosilíferos de miles de metros de grosor que subyacen inmediatamente a las formaciones de trilobites del Cámbrico, también se observa en Australia y en Asia O rien ta l.31 El Profeso r Bell señala, ade más , que el registr o fósil del Cámbrico contiene representantes de los principales filos de animales invertebrados, que aparecieron repentinamente sin eviden cia fós il de e volu ción .32 La aparición súbita de formas de vida en las capas del Cámbrico muestra un aumento repen tino de diversidad biológica tal, que los científicos lo han llamado la “explosión del Cámbrico”. Este aumento en la diversidad implica un importante incremento en la cantidad y la complejidad de la información genética contenida en estos animales, ,y responsable por sus características. Consideremos, por ejemplo, los nautiloideos del Cámbrico. Estos animales pertenecen al gru po de los cefalópodos, moluscos d epredadores inteligentes como los calamares, los pulpos y las sepias. Los paleontólogos del Museo Sueco de Historia Natural han encontrado nautiloideos en rocas del Cámbrico, con un sistema de
31W. C. Bell, “Cambrian”, McGraw-Hill Encyclopedia o f Science an d Technology, t. 2, p. 425. ,2lbíd„ p. 426.
propu lsión a chorro más sofisticado y eficiente qu e otras especies enco ntradas en rocas de períodos poster iores, consideradas millones de años más recien tes.33 El registro fósil, pue s, revela form as de vida completamente desarrolladas y muy sofisticadas, incluso en las rocas más profundas. Es también significativo que las especies de nautilos todavía existen hoy, como sucede con muchos otros grupos de animales encontrados en el registro fósil. Las plumas de mar, cuyos fósiles fueron encontrados en rocas del Precámbrico, son práctic ame nte idénticas a l as que viven hoy en los fondos marinos; los fósiles Cretácicos de celacanto son iguales que los celacantos que hoy se encuentran en el Océano Indico. Asimismo, son extremadamente similares a sus homólogos modernos muchos de los fósiles de estrellas de mar, langostinos y langostas, cangrejos, libélulas y otros insectos, peces, rayas, distintos tipos diferentes de tiburones, salamandras, ranas, caimanes, cocodrilos, lagartijas, tortugas, aves, y mamíferos que aparecen en los mismos estratos de roca en los que se enc on tra ro n fósiles de dino saur ios.34 En la actualidad, observamos especies que se extinguen mientras otras sobreviven; y aquellas que sobreviven no se transforman en especies nuevas sino que, mientras duran, continúan produciendo el mismo tipo de descendencia. El registro fósil cuenta la misma historia, y no muestra evidencia alguna de evolución. Com o comentamos en u n capít ulo ant eri or, est udi os de A D N antiguo ha n demo strado qu e la div ersi dad genét ica er a mayor en el pasado. El profesor Alan Cooper, del Centro Australiano de ADN Antiguo, estudió huesos de especies antiguas de la familia del caballo, y descubrió que la extinta cebra gigante llamada Cap e era s olo u na variante grand e de la m od ern a cebra de las llanuras. Este tipo de descubrimientos sugiere que la información genética con ten ida en las e species antiguas era mayo r y más ric a,
13H. M utvei, YB. Zh ang y E. D unca, “Late Cambria n Plectro nocerid Na utiloids a nd Their Role in Cephalopod Evolution”, Palaeontology, vol. 50, N° 6 (2007), pp. 1.3271.333. 34Cari Wemer, Living Fossils ~ Evolution: The Grand Expe riment (Oreen Forest, AR: New Leaf Press, 2008), t. 2. Esta obra contiene una extensa colección de fotografías de fósiles de la era de los dinosaurios, junto con sus formas vivientes.
lo que permitió una mayor variación dentro de cada especie. Según Cooper, “hemos subestimado cuánto puede variar una especie en el tiempo y el espacio, y hemos asumido equivocadamente una mayor diversidad entre las especies extintas de mega fauna ”.35 En otras palabras, algunas de las espec ies extinta s que son similares a especies actuales, pero presentan diferencias en cuanto a tamaño, color, grosor del pelaje y otros detalles similares, podrían corresponder en realidad a variedades de la misma especie. La especie srcinal contaría con un patrimonio genético rico, que le permitiría dar lugar a diferentes variedades adaptadas a diferentes condiciones ambientales, siempre dentro de los límites de la especie: una cebra grande continúa siendo una cebra y no va a dar lugar a descendientes con alas o con cuernos. C on el paso del tiempo , estas especies ori ginal es ha bría n ido pe rdiendo parte de su información genética, y con ella, la variabilidad den tro de la e specie y parte de su capacidad de ada ptación. En este capítulo hemos analizado el registro fósil, y concluimos que no representa una evidencia directa para la evolución. Por el contrario, los fósiles, y las capas sedimentarias que los contienen, pueden interpretarse como evidencias a favor de una inundación catastrófica mundial que produjo la desaparición de la vida preexistente. Hemos argumentado que el principio del uniformitarianismo no es adecuado para calcular las edades de los fósiles, y presentamos descubrimientos científicos, como la presencia de biomoléculas y tejidos blandos en fósiles de dinos au rio, qu e cu esti on an las largas edades con ven cion ales.36 Es cierto que no hemos comentado los métodos de datación ra diométrica, cuyos resultados de millones de años parecen respaldar el modelo evolutivo. Estos métodos y sus deficiencias serán
35 Universidad de Adelaida, Australia. Comunicado de prensa (10 de diciembre, 2009). Ver: www.adelaide.edu.au/news/news37301.html . 36 Para ampliar, ver: J. Lindgren, P. Uvdal, A. Engdahl, A.H. Lee , C. Alwmark, et al ., “Microspectroscopic Evidence of Cretaceous Bone Proteins”, PLoS ONE , vol. 6, N° 4 (2011): el9445. doi:10.1371/joumal.pone.0019445. En línea: http://lup.lub.lu.se/luur/ download?func=downloadFile&recordOId=1972940&fileOId=1975834. Ver también: www.creation.com/dinodnabonecells .
analizados en detalle en un capítulo posterior. También mostramos que, en el registro fósil, las especies aparecen completamente formadas, sin intermediarios evolutivos que muestren la adquisición gradual de nuevos órganos o estructuras. La aparición súb ita de un a elevada diver sidad biológica en ciert os lugar es del registro fósil, como al inicio del Cámbrico, tampoco apoya el modelo evolutivo convencional. El registro fósil muestra que la diversidad biológica, y la información genética asociada a esta, han sido mucho mayores en el pasado; de igual modo, muestra evide ncias claras de de strucción y e nter ram iento catast róficos de miles de organismos en todo el mundo, lo que sugiere movimientos de agua a gran escala. En el próximo capítulo trataremos en mayor profundidad el pro blema de los interm ed iarios evolutivos en el registro fósil. Posteriormente, analizaremos las pruebas geológicas, históricas y culturales que respaldan el relato bíblico de un diluvio catastrófico univers al.
INTERMEDIARIOS EVOLUTIVOS AUSENTES EVIDÉÑCVSDEQÜE LÁ^'eVOLUCIÓ .LUGAR n 'NUNCA TUVO
S
egún los defensores de la evolución, el registro fósil proporc io na evidencias directas y extensivas qu e docum enta n la veracidad de la evolución.1Se afirma que existen restos
de organismos con características intermedias que demuestran cómo las sencillas formas de vida primitivas evolucionaron gradu alm ente , para dar lug ar a u na gran diversidad d e seres vivos1
1L. R. Berg, D. W. Martin y E. P. Solomony, Biology, 7a ed. (Belmont, CA: Thomson Brooks/Cole, 2005), p. 339. Ver también: National Academy of Sciences and Institute of Medicine, Science, Evolution and Creationism (Washington, DC: National Academy Press, 2008), pp. 2225.
complejos. El Dr. Richard Dawkins, en su libro más reciente sobre las evidencias de la evolución, describe un escenario evolutivo e n el cual tod a la vida s e srcinó e n el ma r. Posteriorm ente, algunas criaturas marinas evolucionaron, en etapas sucesivas ,hasta convertir se en criaturas ter restres, y acabaron d an do lugar a los reptiles, los insectos, las aves y los mamíferos que conocemos hoy. Dawkins escribe: “Afortunadamente, las etapas de transición de nuestro éxodo, como peces que emergieron a tierra, están documentadas con gran elegancia en el registro fósil”.2 Pero ¿lo están verdaderamente? Consideremos con mucha atención las evidencias reales tras esta rotunda afirmación. Para que un pez con branquias y aletas evolucione hasta convertirse en un vertebrado terrestre capaz de caminar y de respirar en tierra, no solo se requiere la formación de pulmones. Además, debe haber una transformación radical del sistema esquelético, que incluya la formación de dedos; la rotación de las extremidades y su fortalecimiento, de manera q ue p ued an sop ortar el peso corporal; la separación de los hombros del cráneo, que en los peces se encuentran fusionados; y la unión de la pelvis con la columna vertebral. Todos estos cambios supone n una gran cantid ad de nueva inform ación genética, que debió surgir de mutaciones aleatorias. En otras palabras, en un mom ento determinado de la historia evolutiva de los anfibios, cuando los gametos masculino y femenino de dos peces se combinaron para formar un nuevo embrión, este contenía una pequeña modificación fortuita en su ADN, con información genética para comenzar a generar pulmones, lo que confirió a este nuevo individuo una ventaja para sobrevivir y reproducirse. Este proceso se repitió múltiples veces, formando y desarrollando todas las nuevas estructuras que hemos citado, hasta dar lugar a los anfibios modernos. El problema principal con esta explicación es que, como hemos argumentado en capítulos anteriores, no existe nin gún mecanismo conocido cap az de producir nueva información genética significativa.
2Richard Dawkins, The Greatest Show on Earth: The Evidence for Evolution Bantam Press, 2 009), p. 161.
(London:
INTERMEDIARIOS EVOLUTIVOS AUSENTAS
La sola evolución de branquias a pulmones implica una enorme ca ntidad de información genétic a nueva, en form a de mi les de bases que tienen que aparecer y acumularse en la secuencia correcta para dar lugar al primer pulmón activo. Estas bases tienen que codificar no solo las nuevas estructuras del sistema respiratorio propiamente dicho, sino también la musculatura, los controles del sistema nervioso, y una nueva química sa nguínea c on sus mo léculas asociadas y las rutas enzimáticas necesarias. Se supone que esto ocurrió lentamente, basándose sobre pequeños cambios acumulativos. Sin embargo, se trata de un proceso genético tan complejo que los científicos no pued en reproducirlo, ni siquiera sobre el papel. No hay nadie que pueda, partiendo del genoma de un pez sin pulmones, enumerar las mutaciones genéticas necesarias para convertirlo en un pez pulm onado. Pese a esto, mucha gente acepta sin discusión que el proceso ocurrió, y que se dio por azar. Simultán ea o poste riorm ente a la formación de los pulmo nes, la existencia de criaturas capaces de sobrevivir lucra del agua implica también la evolución de una estructura pélvica y de extremidades capaces de sopo rtar el peso del cuerpo. E sto requiere muc ha más informa ción genética nueva proce den te de mutacion es aleatorias, que progresivamente tuvo que dar lugar a estructuras óseas, articulaciones, músculos, tendones, ligamentos, vasos sanguíneos y rutas nerviosas capaces de controlar el movimiento de los nuevos apéndices. La explicación evolutiva tradicional indica que los peces que podían usar sus aletas para arrastrarse de un pantano a otro sobrevivían m ejor a las sequías.3 Una serie de mu taciones sucesivas en las aletas permitió el desplazamiento en tierra firme, y con el tiempo, mutaciones adicionales produjeron modificaciones en el tamaño, la forma y la posición de los huesos, de manera que las extremidades pudieron sostener el cuerpo y mejorar la locomoción terrestre. Otros científicos han propuesto que el desarrollo de extremidades capaces de caminar se produjo antes de que los peces abandonaran el medio acuático , y que las utilizaban para desplazarse sobre el fon-
3Dawkins, ibíd., p. 165.
do.4 En cu alquier ca so, dados los profu ndo s cam bios anatóm icos y fisiológicos implicados en la evolución de pez a anfibio, y su pon ien do que los cambios tuvieron lugar en pequeños pasos a lo largo de millones de años, cabría esp erar enco ntrar can tidad d e evidencias de este proceso en forma de fósiles de transición. Las formas de transición son extremadamente escasas en el registro fósil, pero los evolucionistas afirman que, en el caso de la evolución de peces a anfibios, la secuencia detallada está bien doc um entad a. Pro pon en que l os anfibio s evolucionaron dura nte el Devónico, a partir de un tipo de peces con aletas lobuladas (sarcopterigios), y presentan como evidencia una serie de fósiles de edades sucesivas, cuyos elementos esqueléticos parecen cambiar progresivamente para adaptarse a la loco m oción en tierra. Los fósiles que forman dicha secuencia son los siguientes: • Eusthenopterom Fósil que se considera que es el más antiguo y, por tanto, ancestral en esta línea evolutiva. Este pez de aletas lobuladas, que podía medir hasta 1,8 metro, presentaba algunas características comunes con anfibios fósiles del Devónico, como el patrón de huesos del cráneo, el tipo de dientes y los orificios nasales. Además, los huesos de sus aletas eran similares a los de los tetrápodos (animales terrestres de cuatro patas), y se puede distinguir el húmero, el radio y el cubito en la aleta delantera, y el fémur, la tibia y la fíbula en la aleta trasera. El Eusthenopteron era un animal com pletamente acuático, con forma y locomoci ón típica d e los pe ces. Tenía alet as dors ales y se propuls aba c on m ovimien tos de la cola. Las aletas no le servían par a cam inar po rque los hom bro s e staban fusionados con el cráneo, y los huesos de la s aletas traseras estaban separados de la columna vertebral. • Panderichthys : Es otro pez de aletas lobuladas, similar al Eus thenopteron pero sin aletas dorsales. Ambos fósiles han sido datados con una antigüedad de entre 380 y 385 millones de años (MA).
• Tiktaalik. Siguiente fósil de la secuencia, descubierto en 2006,
4James L. Edw ards “Two perspectives on the evolution o f the te trapod lim b”, American Zoologist, vol. 29, N° 1 (1989), pp. 235254.
y con una antigüedad estimada de 375 MA. Igual que los anteriores, el Tiktaalik era un pez de aletas lobuladas, pero tenía características especiales que lo acercan a los animales terrestres. La cabeza del Tiktaalik era similar a la de u n cocodrilo, y algunos detalles del esqueleto del cuell o y de las ext remidades sugieren que po día sujetar el peso de su cuerpo sobre las aletas, en aguas poco profundas. • Acanthostega e Ichthyostega-. Dos de los más conocidos que corresponden ya a anfibios verdaderos. Son los últimos fósiles que vamos a comentar aquí. Medían, aproximadamente, un metro de largo y tenían patas con dedos diferenciados; cuello móvil; cintura escapular (hombros) separada del cráneo; y cintura pélvica unida a la columna vertebral. Estas dos últimas características permitían la locomoción en cuatro patas, típica de los tetrápodos. Estos fósiles ha n sido datados con antigüedade s de alrededor de 365 MA. Esta secuencia de f ósiles de transició n se pu ede enc ontrar, con pequeñas variaciones, en libros de texto, libros de divulgación sobre evolución y artículos científicos. A primera vista, puede dar la impresión de que realmente muestra la evolución progresiva de peces a anfibios por medio de la adquisición de las adaptaciones necesarias para la vida fuera del agua. Sin embargo, un análisis más p lugar, rofu ndesta o pued e lle varnos a un ano conc lusiónuna d isti En primer secuencia evolutiva explica denta. las adquisiciones evolutivas más importantes y difíciles para el paso del m edio acuático al med io terrestre: la aparición de los pulm ones. Se considera qu e el Eusthenopteron, primer eslabón de la secuencia, ya poseía, además de branquias, pulmones funcionales similares a los de los peces pulmonados actuales. En segundo lugar, los fósiles que forman la secuencia, especialmen te el Tiktaalik, m ues tran un a mezcla de cara cterí sticas d e distintos grupos animales, pero eso no los convierte automáticam ente en formas de transición.5E n la actuali dad, tenem os ejemplos de animales, co mo el o rn itorrin co, que a pesar de prese ntar una extraña combinación de características (es un mamífero con
5P. Garner, “Tiktaalik, the ‘Fishopod’ from the Canadian Artic”, pp. 1214.
Origins, vol. 48 (2008),
pelo que am am anta a sus crías, pero pone huevos y tiene pico de ave), no se considera un a form a inter m ed ia entre av es y mam íferos, en proceso de evolución. El hecho de que los peces sarcop terigios del Devónico y los anfibios del mismo período tengan algunas características similares podría explicarse debido a que habitaban ambientes similares y tenían necesidades comunes. En tercer lugar, ninguno de los fósiles de la secuencia muestra estructuras parcialmente desarrolladas, como cabría esperar en un verdadero fósil de transición. Por ejemplo, todos ellos tienen un patrón si m il ar en los huesos de las patas, pero los tres primeros (peces verdaderos) no tienen dedos, mientras que los dos últimos (anfibios verdaderos) tienen dedos perfectamente desarrollados. En ningún momento se aprecia el desarrollo gradual de los dedos. Lo mismo ocurre con la supuesta separación incremental de la articulación del hombro respecto de la cabeza, pues no hay evidencias fósiles de ello.6 N aPor último, un reciente hallazgo, publicado en la revista ture en 2010, ha puesto en duda la veracidad de esta secuencia evolutiva, o al menos su datación. Un equipo de investigación dirigido por Grzegorz Niedzwiedzki descubrió, en una formación rocosa datada c on 3 97 M A de an tigüed ad, huellas fó siles de Ichthyostega, con dedos d iferenciad os.7 un tetrápodo, similar al Según este descubrimiento, los anfibios verdaderos serían anteriores a los peces de aletas lobuladas, como el Eusthenopteron o el Panderichthys, que se supone que son sus ancestros. Según es posible notar, las supuestas “etapas de transición de nuestro éxodo como peces que emergieron a tierra” no están tan documentadas como algunos afirman. Los datos muestran un conjunto de fósiles claramente separados en dos grupos: peces de aletas lobuladas y anfibios, con algunas características comunes (gran tamaño, cráneo aplanado, huesos de las aletas, etc.), que
6Gamer, “The Fossil Reco rd o f ‘Early’ Tetrapods: E vidence o f a Majo r Evolutionary Tran sition?”, Journal ofCr eatio n, vol. 17, N° 2 (2003), pp. 111117. Ver también: www.crea tion.com/tetrapod . 7Janvier, Philippe y Gael Clément, “Palaeontology: muddy tetrapod srcins”, 463 (2010) , pp. 40,4 1.
Nature , vol.
pueden interpretarse de maneras distintas. N o se encuentran verdaderas formas de transición con nuevas estructuras parcialmente desarrolladas, y no se explica la aparición de los pulmones, que debieron surgir anteriormente, en un antepasado de los peces sar copterigios. Estos peces, de aletas lobuladas, son muy diferentes de los actinopterigios, grup o que incluye a l a mayoría de los peces que co nocemo s, cuyas aletas co ntien en espinas óseas. Am bos gru pos, sarcopterigios y actinopterigios, pertenecen a la clase Ostei chthyes (peces con esqueleto óseo). Si retrocedemos en el registro fósil buscando las formas de transición que llevaron al desarrollo de los pulmones en los peces sarcopterigios, o la secuencia que demuestre cómo los dos grupos se separaron a partir de un ancestro común, no las encontramos. También están ausentes los ancestros de los peces osteictios. El Dr. Rccvc M. Bailcy, profesor de Zoología de la Universidad de Michigan, señala que los fósiles de este grupo aparecen repentinamente, completamente formados, en los estratos del Devónico Medio. Según él: “Parece claro, entonces, que la historia [la ascendencia evolutiva] del grupo se extiende más atrás en el pasado de lo que el registro fósil revela hasta ahora”.8 En realidad, la aparición repentina de especies completamente constituidas, sin antepasados evolutivos evidentes ni especies intermedias, es lo habitual en el registro fósil, y este hecho lo reconocen los propios científicos evolucionistas. El Dr. David M. Raup, conservador de Geología del Museo de Historia Natural de Chicago, y anti guo presidente de la Sociedad Paleontol ógica, declara que los geólogos no observan en el registro geológico el desarrollo gradual de la vida. E n su lugar, en cuen tran especies que aparecen rep entin amente en las secuencias geológicas, muestran poco o ningún cambio a lo largo de su existencia y luego desaparecen completamente.9
8R. M. Bailey, “Osteichthyes”, McGraw-Hill Encyclopedia o f Science and Technology (New York: McGrawHill Book Company, 1960), t. 9, p. 442. 9 D. M. Raup, Conflicts between Darwin and Palaeontology, Field Museu m o f Natural His tory, Boletín 50,1979, pp. 2229; citado en: A. A. Rotb, Origins: Linking Science an d Scriptw e (Hagerstown, MD: Review and Herald Publisfaing Association, 1998), pp. 182,183.
El Dr. Raup señala que la mayoría de los fósiles no muestran los cambios esperados a medida que se asciende en las capas de roca. E n realidad, muc hos especímene s fósiles qu e supu estam ente tienen millones de años son prácticamente idénticos a especies actuales. Es cierto que hay algunos ejemplos de cambio gradual en el registro fósil, pero se trata de cambios leves en la forma o el tamaño de estructuras preexistentes. Un ejemplo es la diatomea Rhizosolenia, un alga unice lular micros cópica que form a parte del planc ton. En el registro fósil de Rhizosolenia, se observa un cambio gradual en la form a de la capsula silícea del alga, e incluso un evento de especiación: dos especies muy similares que surgen a pa rtir d e una sola .101 Lo importante es que al final del proceso seguimos teniendo el mismo tipo de organismo: diatomeas Rhi
zosolenia. Se trata de u n fe nóm eno simila r a lo que tratam os en el capítulo 4, al explicar los típicos ejemplos de evolución de los libros de texto: polillas o guppys qu e cambian de color, pero siguen siendo sin du da polillas y guppys, respectivamente. Las observaciones del Dr. Raup han sido percibidas también por otros científicos. Po r ejemplo, los seres voladores se divide n en cuatro grupos principales: insectos, reptiles voladores (ptero saurios, aho ra extintos), aves y murciélagos . Volar e s un a fun ción muy especializada, que además de alas requiere muchas características; por lo tanto, es de esperar que la evolución gradual del vuelo haya dejado evidencias en el registro fósil. No obstante, la autoridad en insectos Dr. Robín Wootton, de la Universidad de Exeter, explica que cuando los insectos fósiles aparecen en la columna geológica por primera vez, el vuelo ya está completam en te desar rollado .11 U na vez más, es te hec ho sup one mile s y miles de bases de ADN que contengan toda la información necesaria para codificar las estructuras y las funciones responsables del vuelo, aparezcan por azar en el genoma de insectos
l0Michae! J. Ben ton y Paul N. Pearson, “Spec iation in the fossil record” , Trends in ecolo gy & evolution, vol. 16, N° 7 (2001), pp. 405411. 11R. J. Wootton, '‘Flight: Arthropods”, en D. E. G. Briggs y P. R. Crowther, eds., Palaeobiology: A Synthesis (Oxford: Blackwell Scientific Publications, 1990), pp. 7275.
no voladores, y los convierta en voladores en tan corto tiempo que no dejen ninguna evidencia fósil de evolución gradual. El zoólogo Dr. Ariel Roth, graduado de la Universidad de Michigan y editor de la revista Origins por más de veinte años, señala que los pterosaurios voladores, las aves y los murciélagos también aparecen re pentinam en te en los estratos fósiles como criaturas volad oras desarrolladas po r co m pl eto .12 El vuelo requ iere cambios anatómicos muy importantes. Las aves poseen huesos huecos reforzados con tirantes entrecruzados, que reducen el peso conservado la fortaleza estructural. En las aves, el sistema respiratorio incorpora estructuras únicas: los sacos aéreos. Estos sacos almacenan aire y actúan como fuelles, lo que mantiene un volumen fijo de aire fresco, que circula por los pulmones y aumenta la eficiencia del intercambio gaseoso, para satisfacer la alta demanda de oxígeno del vuelo. Igual que en los ejemplos anteriores, la cantidad de información genética nueva necesaria para todos estos cambios es enorm e. Si, como afirma la 'Icorta de la Evolución, est a nueva inform ación es fruto de m utaciones aleatorias que se fueron acumulando poco a poco, deberíamos encontrar numerosas evidencias fósiles de la evolución gradual de las aves; pero estas evidencias no aparecen en el registro fósil. Las plumas, que caracterizan a todas las aves, ilustran aún mejor este punto. Si bien se supone que las plumas de las aves evolucionaron a partir de las escamas de un reptil ancestral,13tienen estructuras complejas muy diferentes de las escamas conocidas. Las plumas son resistentes al viento, debido a un ingenioso sistema de lengüetas y barbas (protuberancias y ganchos), que actúan como un velero, pero permiten el deslizamiento. Asimismo, para que el sistema funcione, es necesaria una correcta lubricación que impida que la delicada estructura de enrejado de la pluma se deshiladle. El aceite lubricante procede de la glándula uropigial, o glándula del acicalado, que también proporciona impermeabilidad al plumaje, y permite a las aves
12Roth, ibíd., p. 185.
a Ibíd.
volar bajo la lluvia y sumergirse en el agua sin mojarse. La evolución de plumas funcionales a partir de escamas requiere la aparición, de manera simultánea, de infor mació n genética nueva que codifique las intrincadas estructuras que forman las plumas y la información necesaria para crear la glándula del acicalado. No hay evidencias en el registro fósil de criaturas con escamas transformándose en plumas.14 En vez de ello, encontramos fósiles de criaturas con plumas completamente desarrolladas, como el famoso reptila ve. Archaeopteryx.15 Otro grupo cuya evolución carece totalmente de intermediarios en el registro fósil es el de las tortugas. El plan corporal de las tortugas es único entre los vertebrados. El caparazón se forma a partir de placas de hueso y supone una modificación drástica de la caja torácica. Tal como señala el Dr. Roth, cabría esperar encontrar numerosos fósiles de etapas intermedias en la evolución de las tortugas, pero no se ha encontrado ninguna. El registro fósil contiene muchos ejemplares de tortugas, pero todos aparecen com pletam ente f orm ado s.16 U n ejemplo similar es el de los dino saurio s co n cuerno s. Se han h allado m iles de fó siles de dinosaurios con cuernos y sin ellos, mas no se encontraron evidencias de u n desa rrollo p rogre sivo de esto s.17 En el caso de las plantas, la ausencia de evidencias fósiles para una evolución progresiva es aún más pronunciada. Las plantas con flores (Angiospermas) aparecen súbitamente, formadas por com pleto y en abu nd an cia.18 Si revisamos los estratos de la columna geológica, empezando
14A. H. B rush, “On the Origin o f Feathers” , Journal ofE volution ary Biology, vol. 9 (1996), p. 133. Ver también: Barbara J. Stahl, Vertébrate History, Problems in Evolution (New York: Dover Publications, 1985), pp. 349, 350. 15A. J. Charig, F. Greenaway, A. C. Milner, C. A. Walker y P. J. Whybrow, “Archaeopteryx Is Not a Forgery”, Science, vol. 232 (1986), pp. 622626. 16Roth, ibíd., p. 182. 17Duane T. Gish, Evolution: The Challenge o f the Fossil Record (El Cajón, CA: Crea tionLife Publishe rs, 1986), p. 124. 18A. H. Knoll y G. W. Rothwell, “Palaeobotany: Perspectives in 1980”, Palaeobiology, vol. 7, N° 1 (1981), pp. 735.
por la base y prestando atención a có mo y a cuándo aparecen y otra los distintos fósiles, el mismo patrón se hace evidente una vez. En los estratos inferiores, pertenecientes al Precámbrico, y corresponden principallos fósiles son bastante infrecuentes mente a algas, bacterias, y unos pocos organismos marinos de pequeño tamaño. Por el co ntrario , al llegar a los estratos del Cámbrico, encontramos grandes cantidades de fósiles de animales diversos totalmente desarrollados. Un ejemplo de la elevada diversidad presente en los estratos cámbricos se aprecia en los fósiles procedentes del yacimiento de Burgess Shale, en las Rocosas Canadienses, famoso por la excelente preservación de criaturas de cuerp o bl an do .19 En los años 90, los inves tigador es extrajeron más de 73.0 00 especímene s de esta form ació n rocosa , en la mayoría de los cuales se aprecian estructuras corporales y detalles anatómicos tan bien conservados que han proporcionado información muy valiosa sobre el modo de vida de estos organismos. Algunos casos curiosos de artrópodos procedentes de Burgess Shale son los Waptia fielden is, un animal parecido a un langostino, y la M arrella splendens, una criatura multisegmen tada con muchas extremidades, por entero distinta a cualquier especie conocida de la actualidad. En las rocas del Cámbrico inferior, también encontramos fósiles de trilobites completamente desarrollados, con su típico exoesqueleto trilobular, patas articula das y ojos com pu est os.20 Los ojos de los trilo bites presentaban una gran complejidad; estaban co nform ad os por múltiples facetas colocadas en diferentes direcciones, con lentes individuales capaces de enfocar la luz desde cualquier distan cia .21 A pesar d e la ab un da nc ia de fósiles de trilo bites , no se han descubierto en el registro fósil evidencias de su evolución:
19D. E. G. Briggs, D. H. Erwin y F. J. Collier, The Fossils oftlie Burgess Shale (Washington, DC: Smithsonian Institution Press, 1994). 20 W. C. Bell, “Cambrian”, McGraw-Hill Encyclopedia o f Science and Technology, t. 2, pp. 424427. 21K. Towe, “Trilobite Eyes: Calcified Lenses”, Science, vol. 179 (9 de marzo de 1973), pp. 1.0071.011.
-VÜLíJ aüN sus complejas estructuras corporales aparecen de manera repentina, plenamente formadas y funcionales. Otros seres hallados en las rocas del Cámbrico inferior incluyen esponjas, medusas, corales, anémonas, gusanos, cangrejos herradura, caracoles, bra quiópodos y erizos de mar, por nombrar algunas de las especies más con ocid as.22 Los nautilo ide os, cefalópod os similares a lo s calamares, son a bu nd an tes. 23Estas criaturas era n m uy similare s a los nau tilos actuales, cazadores intelige ntes y agre sivos, co n sofisticados sis temas de pr op uls ión a cho rro .24 Se ha n e nc on trad o, incluso, fósiles de vertebrados en forma de peces cartilaginosos, lo que implica que estos animales existían en la época en la que las rocas d el Cá mbric o inferior fu eron dep osita das .25 Com o se indicó anteriormente, los paleontólogos han llamado “explosión del Cámbrico” a la aparición repentina de tal abundancia y diversidad de especies. La explosión del Cámbrico supone un problema para la Teoría de la Evolución. La ausencia de intermediarios no puede ser explicada alegando que faltan estratos, ya que h ay m ul tit ud de ejemplos en que cientos ele metro s de estratos precá mbricos no fosilíferos, sin evidencias de erosión o interru pción geológica entre las capas, yacen bajo rocas cámbricas ricas en fósiles de trilobites.26 Para explicar la explosión del Cám brico dentro del marco convencio nal de la Teoría de la Evolución, es preciso aceptar que un gran número de mutaciones aleatorias sucesivas produjeron, a partir del ADN de unos pocos organismos sencillos del Precámbrico, toda la información genética necesaria para construir los miles de organismos diferentes
22 Roth,ibíd., pp. 164, 165. 23Berg, Martin y Solomon, ibíd., pp. 393395. 24J. B. Wood, “Fossil Cephalopods”, Bermuda Institute ofO ce an Sciences, 2010. En línea: www.thecephalopodp age.org/ FosCephs.php . Ver también: www.ucmp.berkeley.edu/taxa/ inverts/mollusca/cephalopoda.php. 25X. G. Z hang y X. G. Hou , “Evidence f or a Single Median Finfold and Tail in the Lowe r Cambria n Vertébrate, Haikouichthys E rcaicun ensis”, Journal o f Evolutionary Biology, vol. 17 (2004), pp. 11621166. 26 Bell,ibíd., p. 425.
que aparecen en las rocas del Cámbrico, en un período de tiempo lo suficientemente corto como para que no aparezcan en el registro fósil. Co mo ya hemos argu me ntado en capítul os anter iores, las m utaciones r aramente son beneficiosas,27 y no son capaces de ge nerar info rma ción gen ética nueva. U na vez más, llegam os a la conclusión de que no existe una explicación conocida ni evidencias fósiles de cómo la evolución pudo dar lugar a tal diversidad biológica por medio de mu tacion es aleatorias y selección natural. Por el contrario, en el registro fósil sí encontramos numerosas evidencias de que las especies se mantienen en el tiempo sin grandes cambios. Entre otros, podemos citar el caso de los cela cantos vivos, capturados en Sudáfrica en 1938, que eran práctica men te id ént icos a los celacantos fósiles.28 El Dr. Cari Werner, biólogo y médico de la Universidad de Missouri, y su esposa, Debbie, diplomada en Ciencias, desarrollaron un ambicioso proyecto que consistía en fotografiar decenas de especímenes fósiles expuestos en museos y hacer una comparación con fotografías de animales actuales. Su trabajo ha sido publicado en dos obras ilustradas de 260 páginas cada una, con fotografías a color de alta calidad, bajo los títulos
Evolution: The Grand Experi-
ment [Evolución: El gran experimento] y Livin g Fossils, Evolution: The Grand Experiment [Fósiles vivientes. Evolución: El gran expe-
rim ento].29Tal com o su n om bre indica, esta últim a obr a provee de evidencias fotográficas de que muchas especies han permanecido esencialmente inalteradas desde las formas fósiles hasta las formas vivientes del presente. Los libros del matrimonio Werner presentan fotografías de fósiles encontrados en los mismos estratos que los dinosaurios, junto a sus homólogos existentes en la actualidad. Estos incluyen estrellas de mar, ofiuras, erizos de mar, pepinos de 27 D. H. Erwin y J. W. Valentine, “ ‘Hopeful Monsters’, Transposons and Metazoan Radia tion”, Proceedings o fthe National Academy o f Sciences, vol. 81 (1984), pp. 5.482, 5.483. 28 Dawkins,ibíd., p. 163. 29 Cari Werner, The Q ues tfor an Answer, Evolution: The Grand Experiment (Green Forest, AR: New L eaf Press, 2009), 1. 1; Werner, Livin g Fossils, Evolution: The Grand Experiment (Green Forest, AR: New Le af Press, 2009), t. 2.
mar, crinoideos, langostinos, langostas, cangrejos de río, cangrejos, cangrejos de herradu ra, n idos de ter mita, libélulas, saltamontes, insectos acuáticos, avispones, escarabajos, moscas escorpión, efímeras, grillos, cucarachas, vieiras, almejas, mejillones, ostras, caracoles, nautilos, escaf ópodos, braqu iópod os, quitones, lombrices de tier ra, gusanos tubícolas, esponjas, corales, esturiones, celacantos, peces pulmonados, peces aguja, Am ia calva, anguilas, arenques, tiburones ángel, rayas, mixinos, salamandras, caimanes, cocodrilos, serpientes, boa constrictor, lagartijas, tortugas, avoceta (un ave de hoy en día fosilizada jun to a u n Tyrannosaurus rexy a un Triceratopsen Hell Creek, Montana), mamíferos varios, conos de semillas y ramas de secuoya, pifias de Co ok, cicadas, ginkgos, heléchos, equisetos, mu sgos, ro dodendros, lirios, sasafrás, álamos, y o tros árboles y plantas. Los ejemplos que Cari y Debbie Werner han coleccionado no son exhaustivos, pero sirven para mostrar que muchas especies de animales y de plantas que conocem os hoy vivi eron al mism o tiem po que los dinosaurios, y que las especies supervivientes son similares a las fósiles, sin signos de evolución. El Dr. Werner afirma en su libro qu e entre 100 y 200 millone s de fósiles se en cu ent ran conserv ados en museos en to do el m un do .30 Durante el curso de su investigación y la filmación de la serie Evolution: The Great Fxperiment [Evolución: El gran experimento], Werner entrevistó a muchos conservadores de museos, a los
cuales preguntó acerca de los fósiles de sus colecciones, muchos de los cuales no se en cue ntra n expuestos para la exhibición púb lica, sino que están en los depósitos de los museos. Puede ser que los lectores desconozcan que los paleontólogos han encontrado más de 430 especies de mamíferos fosilizados junto con los dinosaurios, lo que demuestra que estos animales fueron contemporáneos.31 N o obstante, el Dr. Wern er repor ta que no vio ex puesto un solo esqueleto completo de mamífero, de los encontrados en
30Werner, The Q ue stfo r anAnswer, Evolution: The Gran d Experimenta t. 1, p. 77. 31 Z. KielanJaworowska, R. L. Cifelli, y Z. X. Luo, Mam malsfr om the Age o f Dinosaurs: Origins, Evolution, and Structure (New York: C olumbia Univers ity Press, 2004).
los estratos de dinosaurios, en ningunos de los 60 museos que visitó. W ern er afirma que los estratos rico s en fósiles de dinosaurios contienen fósiles representativos de los principales filos animales, incluyendo a las aves, que supuestamente evolucionaron a partir de estos. Ta mbién hay fósiles de los principales grupos de plantas. De su estudio exhaustivo de los fósiles de los museos y su comparación con plantas y animales actuales, Werner concluye qu e el registro fósil no proporciona evidencias de que la evolución haya tenido lugar.32 Empezamos este capítulo comentando que muchos libros de texto afirman que los fósiles constituyen una prueba directa de la evoluci ón, y que po pulares cie ntíficos com o Richard Daw kins defienden que hay abundantes evidencias de esta en el registro fósil. Aun así, un análisis detallado parece indicar más bien lo contrario. La carencia de pruebas fósiles de la evolución ha sido reconocida desde hace algún tiempo. Stephen J. Gould, famoso paleontólogo de la Universidad de Harvard, admitió la ausencia de evidencias para las etapas intermedias requeridas en las principales transiciones evolutivas. También destacó que el desarrollo incompleto de una estructura nueva carecería de utilidad para el organismo y, por lo tanto, no podría ser objetivo de la selección natural. En sus propias palabras: “¿Qué posible uso po dr ía te ne r para u n reptil el dos p or c iento de un ala?”33 La eminente paleóntologa Barbara J. Stahl, diplomada por la Universidad de Harvard, también ha señalado los defectos de las supu esta s evide ncias fósil es de la evo luc ión ,34 y ya hem os co mentado anteriormente que el Dr. Raup, conservador de Geologí a en e l Museo Field de H istoria Na tura l de Ch icago, sostien e que los geólogos no encuentran evidencias de evolución en el
32 Werner, Living Fossils, Evolution: The Grand Experiment , t. 2, pp. 241243. 33 Stephen Gould, “Is a New and General Theory of Evolution Emerg ing?”, en M. Ruse, ed., Bu t Is It Science? (Buffalo, NY: Prometheus Books, 1988), cap. p. 12, 177194; citado en: Colin Mitchell, The Case fo r Creationism (Alma Park, Grantham: Autumn House Limited, 1994), p. 129. 34 Stahl,ibíd.
registro fósil. El Dr. Roth concluye su libro de 380 páginas sobre los orígenes con esta frase: “Me sorprende que el concepto de evolución persista, en vista de la escasez de pruebas sólidas que lo res palden” .35 A pesar de ser reconocida por muchos paleontólogos, la ausencia de evidencias de la evolución en el registro fósil no se enseña a los estudiantes de Biología, ni se divulga entre el público general. De hecho, los libros de texto de referencia sobre Biología y Evolución continúan omitiendo toda discusión relativa a las actuales objeciones a la teoría. Según Stephen J. Gould, los árboles evo lutivos que a do rna n n uestros libros d e texto están basados prin cip alm en te sobre in ferencias, y no evidencias fós iles.36
35Roth, ibíd., p. 362. 36Stephen J. Gould, The Panda ’s Thumb: M ore Reflections in Natural H istory (New York: W. W. Norton and Co., 1980), p. 181.
DILUVIO UNIVERSAL: EVIDENCIAS GEOLÓGICAS
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ran parte de la superficie de nuestro planeta está cubierta por estratos de roca que se formaron bajo el agua. Esta observación no es rebatida por los geólogos. Las rocas sedimentarias, cuyos mat eriales son deposit ados princ ipalm ente po r la acción del a gua, cu bren ap roxima dam ente el 75 % de la s uperficie terrestre, siendo esquistos, areniscas y calizas las más abundantes. El resto de la superficie terrestre está cubierta por rocas metamór ficas, como el mármol, y rocas magmáticas, como el granito y el basalto. Las rocas magmáticas se conform an por solidificación de materiales fundidos procedentes del interior de la Tierra, como la lava de los volcanes. Las meta mórfica s pro ced en d e otras rocas que se modifican po r acción de la tem pera tura y la pr esión. A pesar de su amplia distribución, las rocas sedimentarias solo representan un 5% del volumen de la corteza terrestre. Según estas cifras, los
sedimen tos co nstituyen un a capa extensa, pero relativamente fin a, sobre la s uperfi cie de la Ti err a.1 Cabe pregu ntarse si dicha capa de sedimentos se depositó a lo largo de cientos de millones de años de eventos locales repetitivos (inundaciones, ascenso y disminución de los niveles del mar, alteraciones en mares y lagos debidas a terremotos y erupciones volcánicas, etc.) o, por el contrario, se form ó en u n per íodo de tiem po relativamente br eve, a causa de un gran evento de inundación global. La existencia de formaciones geológicas c om o los casi dos kilómetros de pro fu nd ida d de estratos depositados por agua en el Gran Cañón del Colorado, en Estado Unido s—, de inmen sos lechos de caliza depo sitado s p or agua, o de los cementerios masivos de fósiles que hemos comentado en capítulos anteriores, resulta significativa a la hora de decantarse por u na u o tra respuesta. Es de destacar que el desarrollo de teorías para explicar estos y miles de otros depósitos masivos continúa siendo un imp orta nte campo de estudio para l os geólogos. El reconocimiento del papel de las catástrofes a gran escala en el modelado de la superficie terrestre ha crecido en épocas recientes. Entre otros, el eminente geólogo Derek Ager, del Colegio Universitario de Swansea, sostiene que los estratos de roca de todo el mundo indican que ha habido períodos de cambio gradual lento (conocido como “gradualismo” en el modelo del uniformitarianismo), puntuado por inmensos desastres naturales ocasionales.12 U na de las observaci ones im po rtan tes del profe sor Ager es que, muchas veces, la misma combinación de estratos sedimentarios se encuentra en diferentes partes del mundo. En Gran Bretaña, en Groenlandia, en las Rocosas Canadienses y en Australia, los estratos fosilíferos del Cámbrico inferior se encuentran sobre estratos de un tipo especial de arenisca llama-
1R. Siever, “Sedimentary Rocks”, McGraw-Hiü Encyclopedia o f Science a nd Technology (New York: McGrawHill Book Company, 1960), t. 12, pp. 129135; J.H. Zumberge, Elements o f Geology , 2o ed. (New York: John Wiley and Sons, 1963), p. 44. 2Derek V. Ager, The New Catastrophism: The Impór tame ofth e Rare Event in Geol ógica! History (Cambridge, UK: Cambridge University Press, 1995). Ver también: D erek V. Ager, The Nature o fth e Stratigraphic Re cord, 3o ed. (Chichester, NY: John Wiley and Sons, 1992).
do cuarcita, que no contiene fósiles. Ambos grupos de estratos están separados por lo que en estratigrafía se llama “paraconformidad”, una línea paralela a los estratos en la que no se aprecian señales de erosión. Por debajo de la cuarcita, se encuentra un a gran va riedad de roc as precámbricas, pero en este ca so, sí se aprecian señal es de erosión en la superf icie de separación. El p ro fesor Ager se ñala que est a capa de cuarcita tiene u na distribu ción glob al, y se encue ntra asocia da con u na co m bin ación de estr atos fácil mente identi ficables , com o un conglom erado basal de guijarros y materiales redondeados cementados con arenisca, seguido de esquistos m arino s y d e calizas finas.3E sto significa lo siguien te: los estratos del Cámbrico inferior, que contienen fósiles de muchos tipos de organismos, fueron depositados por la acción del agua sobre otras capas de rocas sedimentarias, siguiendo el mismo patrón de deposición en todo el planeta. La semejanza del patrón estratigráfico sugiere que las mismas condiciones ambientales prevalecieron alrededor del mundo, estando todo o gran parte de este cubierto por agua. Es difícil imaginar cómo una serie de eventos locales, en diferentes lugares separados entre sí por cientos, miles o incluso millones de años, podría haber dado lugar al mismo patrón de deposición. Si tal fuera el caso, esperaríamos además encontrar evidencias de erosión entre las series de estratos, causada por los agentes climáticos que actuaron sobr e la sup erficie de la Tierra d ura nte tod o ese tiempo. Según la interpretación convencional de la columna geológica, las extinciones masivas se han sucedido a lo largo de la historia de la Tierra. En el Capítulo 5 citamos los grandes depósitos de creta en todo el mundo, que se formaron durante un período de inundación de la superficie terrestre, y coincidente con la extinción de los dinosaurios, los grandes reptiles marinos, los reptiles voladores y mu cho s otros organismos m arino s.4 Teóricamen te, pasaro n más de
3Ager, ibíd., p. 11. 4W. A. Cobban, “Cretaceous”, McGraw-H ill Encyclopedia o f Science and Technology (New York: McGra wHill Bo ok Company, 1960), t. 3, p. 542.
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400 millones de años entre la inundación mundial del Cámbrico y la inundación mundial del Cretácico, pero el registro fósil indica que hubo varias extinciones masivas más en el período de tiempo intermedio. Evidencias de estas extinciones se observan en estratos correspondientes al final del Ordovícico, y durante el Devónico, el Pérmico y el Triásico;5 lo que implica inu ndacio nes periódicas separadas por decenas o cientos de millones de años. La pregunta permanece: si consideramos el conjunto de los datos geológicos y paleontológicos, ¿apuntan estos a una sucesión de inundaciones locales distribuidas a lo largo de cientos de millones de años, o sugieren más bien un gran evento de in undac ión global más re ciente? Una de las primeras p istas que encontramo s a favor de una inu ndación global es la existencia de extensos depósitos sedimentarios que contienen fósiles de organismos terrestres. Por ejemplo, en el parque nacional Zion, en Utah, pu eden verse afloramientos del conglomerado Shinarump, una roca sedimentaria que contiene guijarros, arenisca y madera fosilizada. Esta capa, que ge neralm ente tiene menos de 30 metros de espesor, se extiende de manera casi uniforme sobre una extensión de 250.000 kilómetros cuadrados.6 Para quedar distribuido de m anera c asi ininterru mp ida en un a zona tan extensa, el material de este depósito tuvo que ser transporta do y dispersado po r una e norm e masa de agu a, c on gran fuer za. Y el con glomerado Shin arump es solo un integrante de l a formación Ch in le, un grupo de rocas sedimentarias que están dispersas sobre un area estimada de 800.000 a 2,3 millones de kilómetros cuadrados.7
J. C. Avise, S. P. Hubbell y F. J. Ayala, “In the Light of Evolution II: Biodiversity and Extinction”, Proceeding s o f the National Academy o f Sciences o f the USA, supl. 1 (12 de agosto de 2008), pp. 1145311457. En línea: www.pnas.org/content/105/Supple ment_l/l 1453.full.pdf. Ver también: R. K. Bambach, “Phanerozoic Biodiversity Ma ss Extinctions ”, Anim al Review ofE ar th an d Planetary Sciences, vol. 34 (2006), pp. 127155. 6 H. E. Gregory, “Geology and Geo graphy of the Zion Park Región, U tah and Arizona, U.S.”, GeologicalSurvey Professi onalPaper, N° 220, p. 65. 7 S. G. Lucas, “The Chinle Grou p: R evised Stratigraphy and Biochronology of Upper Triassic Nonmarine Strata in the Western United States”, en M. Morales, ed., “Aspects Unseum o f Northern of Mesozoic Geology and Paleontology of the Colorado Plateau”, Arizona Bulletin, No. 59 (1993), pp. 2750.
Otro caso de roca que contiene fósiles de animales terrestres es la famosa formación Morrison, rica en fósiles de dinosaurio. Esta formación se encuentra en el oeste de los Estados Unidos, y se extiende sobre aproximadamente 1,5 millones de kilómetros cuadrados, desde Texas a Canadá, y tiene un grosor medio de tan sol o 100 metros.8 Esto represe nta otro flujo ma sivo de sedimentos sobre una vasta área, que enterró a miles de animales terrestres. Tales depósitos de rocas sedimentarias sumamente extensos, pero relativamente finos, son más consistentes con la deposición por un diluvio catastrófico que con una formación lenta y gradual de los estratos sedimentarios. La formación de arenisca de Coconino, expuesta en el Gran Cañón, es otro ejemplo. Este depósito, con una profundidad media de 150 metros, cubre una extensión de 520.000 kilómetros cuad rados , in cluy end o sus areniscas asociadas.9 La mi tad infer ior de la arenisca de Coconino contiene cientos de rastros fosilizados de pisadas de anfibios y reptiles. El estudio de estas huellas ha demostrad o qu e, e n casi tod os los casos, los rastros se diri gen cuesta arriba.101Además, a un qu e se sup one que esta formac ión es de srcen eólico, estudios experimentales sugieren que las huellas encon trad as n o fuer on impresas en d unas secas, sino bajo el agua .11 En la misma línea , la deposición cruzada present e indica que fue agua que fluía rápidamente lo que produjo dunas submarinas en la formación Coconino. A partir de la forma y el tamaño de las
8 L. F. Hintze, “Geologic History
of Utah, Brigham You ng University”, Geology Studies
Special Publication, N°7 (1988), p. 51.
9 A. A. Sneüing, Ear th’s Catastrophic Past (Dallas, TX: Institute for Creation Research, 2009), t. 2, p. 509. 10C. W. Gilmore, “Fossil Footprints from the Gr and Canyon: S econd Co ntributio n”, Smithsonian Miscellaneous Collections , vol. 80, N° 3 (1927), pp. 178; citado en: A. A. Roth, Origins: Link ing Science a nd Scripture (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association, 1998), p. 221. 11 L. R. Br and y T. Tang, “Fossil Vertéb rate Footprints i n the Coc onino Sand stone (Per mian) of Northern Arizona: Evidence for Underwater Origin”, Geology, vol. 19 (1991), pp. 1.2011.204. Ver también: R. Monastersky, “Wading Newts May Explain Enigmatic
Tracks”, Science News, vol. 141 (1992), p. 5.
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dunas, se ha estimado que se generaron por corrientes de agua que circularon aproximadamente a 1,5 metros por segundo. Esta velocidad es característica de las corrientes oceánicas profundas que observamos hoy, o de las corrientes generadas por eventos de tipo tsu na m i.12 El cuadro genera l que o btenem os al estudiar esta formación rocosa es una imagen de animales que se movían cuesta arriba, en el interior de una corriente de agua que fluía a gran veloc idad. Di cha corriente transp ortab a una ca ntid ad mas iva de arena que, al depositarse rápidamente sobre un área inmensa de miles de kilómetros cuadrados, enterró las huellas de los animales y permitió su fosilización. El volumen de arena presente en esta formación de arenisca se estima en el orden de 42.000 kilómetros cú bicos .13 Sin emb argo, no existe ning un a fuen te cer cana pata esta aiena, por lo que tuvo que haber sido arrastrada desde algún lugar en el norte, a lo largo de cientos y cientos de kilómetros, po r enor mes corriente s de agua en rápido m ovim iento. Evidencias similares de deposición cruzada puede observarse en las formaciones de arenisca del grupo Supai expuestas en el Gran Cañón, situadas varios estratos por debajo de la formación Coconino. En este caso, tampoco existe ninguna fuente cercana para estos enormes depósitos de arena, por lo que los sedimentos tienen que haber sido transportados desde largas distancias por inm enso s flujos de ag ua.14 La formación de arenisca Navajo, en el sur de Utah, presenta un escenario simi lar, de u na masi va formación de arena depositada po r agua, si n un a fuente cercana conocida. Sin embargo, en este caso, las partículas de arena contienen pequeñas cantidades de zircon con inclusiones de uranio, que permite identificar su srcen. A partir de sus características minerales, los científicos
'R. C. Blakey y R. Knepp, “Pennsylvanian and Permian Geology of Arizona”, en J. P. Jenney y S. J. Reynolds, ed., “Geolog ic Evolution o f Arizo na”, Arizona Geológica! Society Digest, vol. 17 (1989), pp. 313347. Ver también: Snelling, ibíd, pp. 505510. 13 Ibíd. 14J. S. Shelton, Geology Illustrated (San Francisco, CA: W.H. Freeman, 1966), p. 280.
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han sugerido que los sedimentos depositados en la arenisca Navajo proceden, pro bable me nte, de rocas de l as Mo ntañ as Apalaches de Pensilvania y de Nu eva York, e incluso de a ntiguas m ontañas d e Cvolúmenes an ad á. 15 Sideesta hipó tesis es correcta, que los inmensos arena que constituyen estasignifica formación fueron transportados a lo largo de más de 2.000 kilómetros, a través de lo que actualmente es América del Norte. Según la interpretación geológica convencional, estos depósitos se formaron lentamente a lo largo de millones de años. Pero no existen procesos geológicos graduales conocidos capaces de transportar y depositar volúmenes tan grandes de material a tales distancias. Por el contrario, todas las evidencias anteriores ap un tan a movim ientos catas tróficos de agua a un a escala nu nca regist rada en l os último s 3 .000 o 4.000 años. Un segundo aspecto que resulta problemático para el modelo del uniformitarianismo es la ausencia de cañones, desfiladeros, valles y ho nd on ad as preserva dos en los est ratos. Si l os depósitos sediment ari os alrededor d el m un do se estuv ier on form ando du rante cientos de millones de a ños, espe rarí amos descubrir nu m erosas evidencias de erosión en la columna geológica, en forma de superficies irregulares entre los estratos. En nuestro mundo moderno, la superficie del terreno es muy irregular, ya que está co ns tan tem en te afectada po r la lluvia, e l viento , las corrientes de agua y los cambios de tem pera tura. Si la deposic ión de las capas de sedimentos se prod ucía en la antigü edad de u na m anera similar al modo en que ocurre en la actualidad, los estratos deberían mostrar las mismas irregularidades. No obstante, las superficies de erosión son escasas en la colum na geoló gica. Esto p ued e c om probarse en much os lugares donde las capas quedan expuestas a la vista, como en los cortes verticales artificiales junto a carre-
15 J. M. Rahl, P.W. Reiners, I. H. Campbell, et a l, “Combined SingleGrain (UTh)/He and U/Pb D ating o f Detrital Zircons from the N avajo Sandst one, Uta h”, Geology , vol. 31, N° 9 (2003), pp. 761764. Ver también: S. R. Dickinson y G. E. Gehrels, “UPb Ages of Detrital Zircons from Permian and Jurassic Eolian Sandstones of the Colorado Plateau,
USA: Paleogeographi c Implicat ions", Sedimentary Geology, vol. 163 (2003), pp. 2966.
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teras y autopistas, en los acantilados costeros o en los desfiladeros de los ríos. En la mayoría de los casos, existe muy poca o ninguna evidencia de erosión entre las capas. Muchos lectores habrán visto fotografías de las gruesas pilas de estratos horizontales paralelos que conforman las paredes del Gran Cañón. En la pared del extrem o oriental, hay un acantilado de 1.200 metros, formado por estratos horizontales donde se observa una capa sobre otra sin señales significativas de erosión. Esta secuencia de estratos, que empieza con la arenisca cámbrica Tapeats y continúa hasta la caliza Kaibab del Pérmico tardío, cubre un período de casi 300 millones de años. ¿Cómo es posible evitar la erosión dura nte se mejante período de ti empo? Si cabe, la ausencia de señales de erosión es aun más p roblemática cuando consideram os los estratos geológicos ausentes. A lo largo de la secuencia del Gran Ca ñón encontramo s u n hiato d ond e deberían estar las capas del Ordovícico y del Silúrico. Aunque faltan estratos correspondientes a 100 millones de años, aproxim adamen te, las capas inferior y superior son paralelas entre sí, y no hay prácticamente señal alguna de irreg ularid ad.16En otra parte de la secuencia, existe un hiato de 14 millones de años, otra ve z sin señales imp ortan tes de er os ió n. 17El Gran Cañ ón no es el único lugar donde encontramos capas sedimentarias paralelas horizontales, supuestamente depositadas con millones de años de diferencia sin señales significativas de erosión en la superficie de separación de los estratos. Si recordamos que la deposición de lo s sedimentos implica norm alm ente corrie ntes de agua de gran caudal, es muy difícil imaginar cómo pudieron dichas corrientes no afectar a las capas subyacentes. Resulta más lógico pensar qu e los estratos fuero n depositados al mismo tiempo , o entiemp una osucesión relativamente breve a lo largo de días oco meses, sin suficiente para que h aya erosión. Los geólogos nocen la existencia de estas brechas, o hiatos, desde hace mucho tiempo. * 1
16S. S. Beus, “Temple Butte Forma tion”, en S. S. Beus y M. M orales, ed., Granel Canyon Geology (Oxford a nd New York: Oxford Unive rsity Press, 1990), pp. 107117. 11R. C. Blakey, “Supai Group and Hermit Formation”, en Beus y Morales, ibíd., pp. 147182.
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El Dr. Ariel Roth, quien dirigió el Instituto de Investigación de Geociencia de la Universidad de Loma Linda, en California, cita varios ejemplos de hiatos enc ontrad os en diferentes partes del m undo. Comenta cómo los hiatos que se hallaron en los depósitos de carbón australianos y en los Alpes europeos son difíciles de explicar dentro del modelo de largas edades, y se adecúan mejor al modelo de u n diluvio universal reciente.18 O tro indicio qu e apoya la idea de que g ran parte de los estratos que form an la colum na geoló gica y los fósiles que co ntien en fueron depositados simultáneamente durante un evento catastrófico global, son los múltiples casos en los que los estratos aparecen en un orden distinto al que deberían. Existen varios ejemplos destacados de este fenómeno en diferentes lugares del mundo. En Lochseite, Suiza, encon tramo s rocas del Jurásico, co n u na a ntigü edad estimada de 180 millones de años, situadas sobre rocas del Eoceno, que en teoría tien en 6 0 millone s de años. La explicación convencional para que los estratos aparezcan en orden invertido es el llamado “cabalgamiento”, una estructura geológica causada por fuerzas de compresión que provocan la rotura de un bloque de estratos y el desplazamiento unaestaban de las partes sobre inferior la otra, de manera que capas relativo antiguasde que en la parte acaban encim a de otras más recien tes. Esta explicaci ón es aplicable en m uchos casos, pero dudosa en este escenario particular. En el cabalgamiento del Glarus, nombre que recibe esta secuencia anómala de estratos, las rocas habrían tenido que desplazarse 34 kilómetros desde su posición srcinal para llegar al lugar do nd e se enc uen tran hoy; pero n o se observa evidencia alguna de dicho desplazam iento, ya que los estratos supuestam ente m ás antiguos se sitúan paralelamente sobre los más recientes, separa dos por u na pa racon form idad (superficie de separación sin irregularidades ni señales de erosión, idéntica a la que separa do s estrat os qu e se han depo sitado sucesi
18A. A. Roth , “Th ose Gaps i n the S edimen tary Layer s”, Origins (GRI), vol. 15 (1988), pp. 7592. Ver también, A. A. Roth, “Implications of Paraconformities”, Geoscience Reports,
vol. 36 (2003), pp. 15.
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vamente un o sobre otr o).19 Q ue un bloque giga ntesco de roca se haya desp lazado semejante distancia y haya term inad o asentándose sobre una secuencia de estratos más reciente, sin provocar erosión masiva, r otu ra ni plegamiento de los estra tos subyac entes, n o p arece razonable. De hecho, hace unos años se reportó en la literatura geológica que los cabalgamientos de más de media milla (casi un kilómetro) son poco defendibles. La razón es que la enorme tensión requerida para empujar bloques de estratos a distancias superiores a media milla sería tan grande que se aliviaría automáticame nte po r m edio de r uptu ras sucesivas y deslizamiento de bloques más pequeños unos sobre o tros. C om o resultado, se observaría un a estructura repetit iva formada po r bloques menores imbricados, en lugar de una gran losa de estratos desplazada a gran distancia y dep osit ada sobre u n bloq ue su byacen te pasivo.20 La ausencia de imbricación en el cabalgamiento del Glarus sugiere que la enorme fricció n se redujo de algún m odo . Un diluvio unive rsal catastrófico proporcionaría una explicación razonable pues, en ese escenario, se producirían fuerzas hidráulicas de gran magnitud y suficiente lubricación para impulsar el deslizamiento de los grandes bloques de roca implicados en esta formación. Analicemos algunos ejemplos más de formaciones donde los estratos aparecen en u n or den qu e no concuerda con su edad estim ada: • En las montañas Franklin, cerca de El Paso, Texas, las calizas del Ordovícico Superior (450 MA) recubren estrat os del Cretácico Inferior (130 MA). Nuestros conocimientos actuales sobre las tasas de erosión in dica n que es m uy difícil que estratos ordoví cicos relativamente blandos hayan resistido la erosión durante cientos de millones de años, y hayan permanecido en su lugar hasta que ser empujados y colocados sobre rocas mucho más recientes. •E n el Parque N acion al de los Glaci ares, al sur de Alb erta y las mon tañas Chief, en M ontana , q ue se extiend e aproximadamente
l9Colin Mitchell, The Cas efo r Creationism (Alma Park. England: Autumn H ouse Limited, 1994), p. 100. 20A. D. Lawson, “Folded M ountains and Isostas y”, Bulletin o f the Geológica1 Society o f
America, vol. 38 (1927), pp. 253273.
800 kilóm etros a l o largo de la s M on taña s Rocosas, hay u n área de varios miles de kilómetros cuadrados donde el orden de fósiles no sigue el patrón evolutivo convencional. En este zona, encontramos calizas precámbricas (600 MA), cámbricas (500 MA, aproximadamente), y otros sedimentos paleozoicos que yacen sobre esquistos cr etácicos que con tien en fósiles de dinosaurio s (100 M A), separados una vez más por una paraconformidad. Los geólogos han intentado explicar el orden anómalo de los fósiles teorizando sobre un cabalgamiento gigantesco, conocido como el “cabalgamien to d e Lewis”, qu e ha brí a desplazado l as rocas entre 5 0 y 100 kilómetros, deslizándolas de Oeste a Este sobre los estratos más recientes. El problema es que no se observan siquiera evidencias de sup erposició n o d e ru ptu ra.21 Este tipo de estructuras sugieren, una vez más, la existencia de fuerzas hidráulicas de gran envergadura, qu e facil itaron dicho m ovimiento. Resulta poco creíble que miles de kilómetros cuadrados de estratos sedimentarios, depositados con 400 millones de años de antelación, puedan ser desplazados sobre otra capa sin deja r señales de ruptu ra o de los efectos de la fricción. Además, como veremos en un capítulo posterior, durante el período de 400 millone s de años que supu estamen te sepa ra los dos tipos de rocas, las pérdidas de material por erosión habrían sido suficientes para eliminar completamente las Montañas Rocosas varias veces. Cuando consideramos el conjunto de evidencias relacionadas con los cabalgamientos, incluyendo la falta de señales de erosión entre los estratos, la escala convencional de millones de años debe se r cuestionada seri amente. Teniend o en cu enta la necesidad de contrarrestar fricciones descomunales, la explicación más razonable para la formación de los cabalgamientos es que las capas implicadas se depositaron y desplazaron durante un diluvio masivo, y que los organismos fosilizados en las capas del Cámbrico y del Cretácico existieron simultáneamente, o con m uy po ca dife renci a temporal.
21Mitchell, ibíd., p. 100.
íñiGUSaÚMiMPDuXlu: E n Arizona, la s rocas pérmica s de la mo nta ña Em pire, cuya da tación indica más de 200 millones de años, recubren sedimentos cretácicos de alrededor de 100 millones de años. En este caso, la superficie de separación entre ambos es muy irregular, de manera que los depósitos del Pérmi co se inc rus tan e n hon do s surcos presentes en materia l cretácico subyacente. La form a de esta superficie de contac to se ha comp arado con engran ajes formados po r ruedas de ntadas.22 Resulta sum am ente difícil ima ginar c ómo po dría formarse este tipo de estructura si los estratos más antiguos hubieran sido empujados lateralmente sobre los más recientes. Aun si la superficie srcinal de las capas del Cretácico hubiera estado erosionada en forma de grandes surcos antes del cabalgamiento, el deslizamiento lateral de las rocas pérmicas sobre ella debería haber destruido los relieves, o al menos haber dejado marcas visibles como superficies pulidas, señales de raspado o materiales arrancados. Todos est os casos de estra tos apa rente m ente desordenados sugieren que la visión convencional que implica el transcurso de millones de años para la deposición de las capas de la columna geológica es errónea. Otro problema que enfrenta el modelo geológico de largas edades, relativo a la tasa de formación de los depósitos sedimentarios, es la presencia de árboles fosilizados en posición vertical que atraviesan un gran número de estratos. En los despeñaderos de Joggins, en Nueva Escocia, se encuentra una gran cantidad de estos fósiles, así como en la ladera de Specimen Ridge, en el Parque Nacional Yellowstone, Estados Unidos. Ya en el siglo XIX, los geólogos C. Lyell y J. W Da ws on estu dia ron los árboles fó siles verticales de Joggins, e informaron sobre restos de animales fosilizados den tro de algun os d e ellos.23 Investigacio nes recientes h an confirmado la presencia de troncos fosilizados de hasta 5 metros de alto y 75 centímetros de diámetro, con cerca de 100 especí
22Ibíd. 23J. W. Daw son, “On the Res ults o f Rec ent Explora tions o f Erect Trees Co ntaining Animal Remains in the Coalformation o f Nova Scotia”, Phüosophical Tran sactions o fth e Royal
Society ofLondon, vol. 173, N° 2 (1882), pp. 621654.
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LAS
menes en su interior, incluyendo numerosos invertebrados y 11 tipos diferentes d e verteb rado s.24 Ta mbié n se han hallad o restos fosilizados de reptiles y anfibios en los estratos adyacentes, en la parte exterior de los árboles. Muchos de los troncos están huecos y rellenos de sedimentos que, probab lemente, fueron transp ortados hasta a llí po r u na corriente de agua a gran v eloci dad, qu e atrapó a los diferentes animales que se encuentran fosilizados. La presencia de estratificación cruzada en areniscas del interior de los troncos tam bién confir ma la circulació n ráp ida de corrientes d e agua.25 El conjunto de datos sugiere que estos grandes árboles en posición vertical fueron enterrados rápidamente por corrientes de agua, qu e se movían a velocidad vertiginosa y arrastraban a su paso ser es vivos y enormes cantidades de sedimento. Los informes de árboles fósiles casi verticales que atraviesan múltiples estratos se encuentran con frecuencia en la literatura, particula rm ente en asociación co n depósitos de carbón de diferent es partes del m un do , in cluy end o la A nt árti da .26 N o lejos de donde vivo, al norte de Sídney, se encuentra Newcastle Coal Measures, una famosa formación rica en carbón. El investigador Dr. And rew Snell ing, dip lom ado po r la Universidad de Síd ney, explica que estas capas de carbón presentan una estructura repetitiva y contienen troncos de árboles fosilizados en po sición vertical. Y o mism o h e visto alg uno s de estos fós iles cerca del M ar de Swan. Algunos de los árboles se asientan sobre una veta de carbón, atraviesan los estratos superiores y alcanzan la siguiente veta. El Dr. Snelling señala que, según los mineros, algunos de los troncos m iden hasta 9 m etros de lon gitu d y atra viesan v arias
24A. C. Scott y J. H. Calder, “Carboniferous Fossil Forests”, Geology Today, vol. 10, N° 6 (1994), pp. 213217. 25 C. F. K. Diessel, Coal-bear ing Depo sitional Systems (Berlín: SpringerVerlag, 1992), p. 390. 26 D. I. M. Macd onald y J. E. Francis, “The Po tential for Cretaceou s Coal i n Antartica” , en P. J. McCabe y J. T. Parrish, ed., Controls on the Distribution a nd Qu ality o f Cretaceous Coals, The Geo logical Society o f Ame rica Inc. (Boulder, Colorado, 1992), pp. 385393.
evüí ución
iMpesiaii:
vetas de carbón, además de estratos de arenisca y otros sedimentos.27 Una de las características comunes de estos fósiles es que, generalmente, carecen de sistema radicular y no suele haber evidencias de la super ficie en la que o rigina lm ente crecieron. Según el Dr. Snelling, a pesar de que algunos de estos troncos tienen varios metros de largo, las copas de los árboles no se encuentran conservadas con ellos. En todos los casos, la parte superior del tron co está rota y, con frecuencia, tam bié n falta la pa rte inferior; esto sugiere que, en la mayoría de los casos, los árboles fueron arrancados de su lugar de srcen y transportados a una nueva ubicación, donde quedaron enterrados rápidamente. En la mayoría de lo s casos, este proceso violento ha bría causado la pérdida de las copas de lo s árboles, y tam bi én de las raíces y de la pa rte inferior del tronco. Evidencias concluyentes de que los árboles fosilizados en posición vertical no tienen por qué encontrarse en su ubicación srcinal, se obtuvieron tras la erupción del monte St. Helens, en 1980, cuando miles de árboles flotaron en posición vertical h asta el l ago Spirit, en el Estado de W as hin gt on .28 Derek Ager, profesor emérito de Geología en la Universidad de Swansea, en Gales, considera que los árboles fósiles en posición vertical son evidencia de sedimentación muy rápida en el pasado .29 Eso es exactamente lo que ocurrió du ran te la erup ción del monte St. Helens: se formaron capas estratificadas de hasta 130 metros de espesor, a causa de las avalanchas de lodo y la precipitació n de ceniza volcánica. U no de estos depósitos, de más de 30 metros de espesor, se formó en un solo día: el 12 de junio de 1980. Dicho depósito contenía un estrato de 8 metros, compuesto por más de 100 capas finas, y estaba ubicado entre un depósito de corriente de lodo de 5 metros y una capa de ceniza de
27Snelling, ibíd., t. 2, pp. 566, 567. 28 H. G. Coffin, “Erect Floating Slumps in Spirit Lake, Washington”, Geology, vol. 11 (1983), pp. 298, 299. 29 Derek V. Ager,The New Catastrophism (Cambridge, UK: Cambridge University Press,
1993), p. 49.
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UNIVERSAL
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8 metros. La formación de est e tipo de depósitos mu lticapa se ha visto ta m bié n tras la actividad de hu racanes y to rm en tas .30 Estas obser vaci ones nos perm iten afirmar que en u n esce nari o c om o el diluvio univer sal, cuy as cond iciones catastró ficas po dr ían inclu ir no solo mov imientos masi vosincluso de agu a,lassiformaciones no tam bién geológiun a intensa actividad sísmica y volcánica, cas de mayor envergadura podrían haberse desarrollado en un período de tiempo relativamente breve. Sin em bargo, si estas formaciones se dataran a partir de las tasas de sedimentación actuales siguiendo e l mod elo del uniform itarianismo, aparen tarían tener una edad mucho mayor. Hemos descrito numerosos datos, procedentes de la estratigrafía y de la paleontología, han demostrado sercatastrófico más com- que patibles con el modelo de que un diluvio universal con el modelo convencional de largas edades. A continuación, analizaremos evidencias geológicas de cómo ha cambiado el clima a lo largo de la historia de la Tierra, y nos preguntaremos hacia dónd e ap un tan dich as evi dencias. Se ha descubierto antiguos cursos de ríos, tan grandes como el Nilo, bajo las arenas del desierto de Sahara, y también fósiles de cocodril os e hipop ótam os, y evide ncias de presencia hum ana, como anzuelos y arpones. Esto sugiere que esa área fue mucho más hú m ed a en la antigüe dad .31Tam bién sabemos que, en el pa sado, muchos lagos eran más grandes que en la actualidad. Por ejemplo, el Gran Lago Salado de Utah era, aproximadamente, 17 veces mayor. El lago Chad, en África, tenía casi 1.000 kilo metros de largo, con una entrada de agua 16 veces superior a la actual; y el Manly, un lago de 180 metros de profundidad, cu
30 Steven A. Austin, ed., Granel Canyon, Monument to Catastrophe (Santee, CA: Institute for Creat ion Research, 1994), pp. 37, 38. 31H. J. Pachu r y S. Kropelin, “Wadi Howar: Paleoclimatic Eviden ce from an Extin ct River System in the Southeastern Sahara”, Science, vol. 237 (1987), pp. 298300; B. D. Shaw, “Climate, Environment and Prehistory in the Sahara”, World A rchaeology, vol. 8. N° 2 (1976), p. 142.
fiWAUjeiÓMSNi < bría parte del Valle de la M uerte, en California.32 Estos son in dicadores de u na h um eda d ele vada. Por otro lado, exist en tamb ién abu nd an tes evidencias de extensa glacia ción y v astas llanuras de hielo, que se formaron en el pasado coincidentemente con la extinción de grand es animal es, com o los ma muts lanudos. Condiciones climáticas de humedad alta y temperaturas cálidas, seguidas por la Edad de Hielo y un calentamiento gradual posterior, son exactamente el escenario propuesto por el meteorólogo Michael O ard d en tro de su mo delo de diluvio universal.3 3 A pesar de esto, los glaciólogos que adhieren al modelo de largas edades han datado las capas de hielo de las regiones ártica y antártica po r m étodos convencionales, y han obten ido fechas que se remontan a cientos de miles de años en el pasado. Su conclusión es que la Tierra ha pasado, al menos, por 30 edades de hielo sucesivas. Los cambios climáticos cíclicos necesarios para explicar repetidas edades de hielo se han explicado por medio de la teoría astronóm ica propuesta p or el as trofísico serbio M ilut in M ilanko vitch. Según Milankovitch, debido a las influencias gravitatorias de los demás planetas del Sistema Solar, los parámetros astronómicos del movimiento de la Tierra varían cíclicamente a lo largo de los milenios. La forma de la órbita de la Tierra, la distancia al Sol en el mo men to de los sol sticios y los equinoccios, y la in clinación del eje de la Tierra c ambian periódicamente, y se com binan de forma compleja en los llamados “ciclos de Milankovitch”. El resulta do de estos ciclos son variaciones pe riódicas lev es en la can tidad de radiación solar recib ida en la Tierra, lo que ha bría provocado m últiples edades de hielo a lo largo de la historia del planeta. Esta teoría presenta problemas im portan tes. En prim er lugar, los cambios en los niveles de radiación son demasiado pequeños
32 R. L. Hooke, “Lake Manly Shorelines in the Eastem Mojave Desert, California”, Quatemary Research, vol. 52 (1999), pp. 328336; A. J. Sutcliffe, On the Track o f Ice Age Mam mals (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1985), p. 22. 33 Mich ael J. Oard, An Ice Age Cansed by the Génesis Flood (El Cajón, CA: Institute for Creation Research, 1990), p. 97. Ver también: Michael Oard, Frozen in Time (Green Fo rest, AR: Master Books Inc., 2004).
10 UNIVERSAL: EVIDENCIAS GEOL
com o p ara provo car un a Ed ad de Hi elo .34 En segu ndo lugar, las dataciones de los núcleos de hielo indican que hubo una Edad de Hielo cada 100.000 años , pero lo s ciclos de M ilankovitch n o se co rres po nd en con esa pe rio dic ida d.35 Y en tercer lugar, dato s procedentes de los núcleos de hielo de Gro enlandia in dic an una úni ca Ed ad de H ielo .36 U na crítica detallada d e la teoría de M ilankovitch y de las interpretaciones convencionales de los datos procedentes de los núcleos de hielo, ha sido recopilada por el meteorólogo Michael Oard, jubilado del Servicio Climático del gobie rno estad oun iden se.37 El modelo de diluvio universal ofrece explicaciones razonables para la deposición de hielo en los polos durante un periodo de tiempo relativamente breve, y para la extinción de la mega fauna. Tam bién pr opo ne qu e los desiertos que hoy enco ntram os alrededor de los 30 grados de latitud eran ambientes húmedos y exuberant es du ran te la Edad de Hielo, lo que coincide con lo s datos observados.3 8 De hech o, se ha argu m en tad o q ue el modelo de edad de hielo posdiluviana es el único modelo científico que ha sido capaz de explicar con éxito el desarrollo de las llanuras de hielo d on de sabemos que un a vez exist ieron.39 La Tierra está llena de evidencias a favor del diluvio universal, que no podemos comentar aquí en detalle. Por ejemplo, los
34I. louzel, J. R. Petit y D. Raynaud, “Palaeoclimatic Information from Ice Cores: the Vostok Records”, Transactions ofthe Royal Society ofEdinburgh, vol. 81 (1990), pp. 349355. 35D. Paillard, “Glacial Cycles: Toward a New Pa radigm” , Reviews ofGe op hysic s, vol. 39, N° 3 (2001), pp. 325346. 36 W. Dansgaard, H, B. Clausen, N. Gundestrup, et a l , “Dating and Climatic Interpretation of Two Deep Greenland Ice Cores”, American Geophysical Union, Greenland lee Core: Geophysics, Geochemistry, and the Environment, Geophysical Monograph, N° 33 (1985), pp. 7176. 37Michael J. Oard, The Frozen Reco rd (Santee, CA: Institute fo r Creation Researc h, 2005). 38 M. Oard,Frozen in Time (Oreen Forest, AR: Ma ster Books Inc„ 2004), pp. 3346,69106 . 39 L. Vardiman, “An Analytic Youngea rth Flow M odel of Ic e Sheet Form ation During the ‘Ice Age’ ”, Proceedings ofthe Third International Conference on Creationism, Creation
Science Fellowship (Pittsburgh, PA, 1994), pp. 561568.
S V ü tU C I Ó N I M P G ríos que atraviesan cordilleras, como el Gordon River Splits, en Tasm ania, sugieren qu e la eleva ción de la s cordil leras s e pro du jo de manera subsiguie nte a l a inundac ión. El lect or puede encon tra r u na evaluación extensi va de las evidenc ias geol ógica s a favor de un diluvio global catastrófico en los dos volúmenes recientemente publicados de la colección Earth ’s Catastrophic Past [El pasado catastrófico de la tierra] .40 En el presente capítulo, he intentado demostrar que el cuadro geológico general de la superficie fue moldeado por un diluvio universal catastrófico, y no por millones de años de deposición lenta de sedimentos y cambios graduales. Finas capas de sedimentos que se extienden sobre continentes enteros, fósiles fuera de orden, árboles en posición vertical y datos paleoclimáticos sugieren una gran inundación catastrófica, acompañada por tormentas y actividad volcánica a nivel planetario, como el escenario más probable para la deposición de la columna geológica. Además de las evidencias geológicas, existe una cantidad sustancial de evidencias históricas de que este diluvio universal catastrófico ocurrió y que fue relativamente reciente. Trataremos este tema en el próxim o capítul o.
* A. A. Snelling , ¡bíd. (Dallas, TX: Institute for Creation Research, 2009), t. 1,2.
DILUVIO UNIVERSAL: EVIDENCIAS HISTÓRICAS
A
comienzos del siglo XIX, en universidades como Oxford y Harvard, la interpretación geológica de los estratos de roca se enseñab a en el conte xto del diluvio de No e. Este relato de un diluvio universal se conserva en el Génesis, un antiguo libro hebreo cuyo presunto autor, Moisés, era un hebreo que fue adoptado por la familia del faraón y heredero del trono egipcio, y que vivió entre 1526 y 1406 a.C., aproximadamente. Su relato describe cómo, alrededor de 2303 a.C.,i 2 3 las fuent es de las pro
i tan T. Taylor, In the Minds o f Men (Toronto, Cañada: TFE Publishing, 1984), pp. 66, 110, 350. 2T. D. Alexander, “Introduction to Génesis”,ES V Study Bible (Wheaton, IL: Cross way Bibles, 2008), pp. 3948; John Ashton y David Down, Unwrapping the Pharaohs: H ow EgyptianArchaeology Confiráis the Biblical Timeline (Green Forest, AR: Master Books, 2007), pp. 8995. 3Para detall es del modo de calcular estas fechas a partir de registros histór icos, y un a com paración con la fech a calculada por James Ussher en 1650 d.C., ver el Apéndice.
£■ ELUCIÓN sMPKS <¡¡1* fundidades de la Tierra se abrieron y empezaron a arrojar aguas torrenc iales, en form a simul táne a con u n evento global de l luvias, que dur ó 40 días. El nivel del agua s e elevó hasta c ubrir to talm ente la Tierra, y destruyó toda la vida sobre l a superficie. U n hombre llamado y sus tres conespecie sus esposas per-salsonas en Noé, total),suymujer dos ejemplar es hijos de cada anim (ocho al fu eron vados en el interior de un barco de madera gigantesco, conocido com o el Arca de N oé (Génesis 6:98:18 ). El relato del Génesis es tá escrito de una manera considerablemente factual e histórica, con innumerables detalles. Informa del día y el mes en que empezó el diluvio, dice que el agua cubrió la Tierra du ran te 150 día s y que luego bajó lentam ente d ura nte los siguientes 150. Describe cómo se secóellaTierra, y cómo familia de Noé y los animales abandonaron arca unos 70 díasla después (Génesis 7:248:13). El relato del Génesi s regist ra que No é fue advertido p or Dios de que se aproximaba u n diluvio que destruiría laTie rra, e indica que Dios dio a Noé instrucciones precisas a fin de construir la nave que salvaría a su familia y a los animales. Debido a la naturaleza milagrosa del relato, el “Diluvio de Noé” es considerado, a menudo, un mito religioso. Por con siguiente, la mayo ría de los geólogos yreciente los científicos actuales descarta la idea deSin un embargo diluvio universal com o hec ho histórico o científico. , si revisamos la información disponible en estos momentos, encontramos una cantidad asombrosamente grande de evidencias históricas y científicas qu e respaldan la idea de que el diluvio universal ocurrió realmente en un pasado no muy lejano. Pido la indulgencia del lector para revisar tales evidencias en el resto de este capítulo. En prim er lugar, las tradic iones de m uchos pueblos antiguos de todas mundo incluyen, de una manera u otra,unas el relato de un partes diluviodel universal, del que solamente se salvaron pocas personas. El arqueólogo y profesor André Parrot, quien fue director jefe de los Museos Nacionales de Francia, explica que existen múltiples relatos legendarios sobre el diluvio, como la Epopeya de Gilgamesh.También hay breves referencias al diluvio como hecho histórico, como la que aparece en la lista de los reyes del prisma
DILUVIO UNIVERSAL
iDONO
de WeldBlundell.4 5En la narrativa sumeria del diluvio, se explica que los dioses decidieron enviar un diluvio para destruir a la raza humana, pero que el rey Ziusudra fue salvado en una embarcación gigante que construyó, siguiendo las instrucciones de un dios que tuvo compasión de él. Un fragmento de este relato, que data del siglo XIX a.C., se encontró en N ip pu r (Babilonia). La versión asiria se encontró en unas tablillas cuneiformes de la biblioteca de Ashur banipal, que vivió en Nínive en el siglo VII a.C. En este caso, un héroe de nombre Gilgamesh va en busca de Utnapisbtim, quien sobrevivió al diluvio. Utnapishtim relata a Gilgamesh cómo el dios Ea le advirtió que construyera un a nave y que entrara en ella con su familia, sus artesanos y sus animales. Se desencad enó u na torm enta, y un diluvio sumergió por completo al mundo y destruyó a la humanidad. Después, la nave se asentó en una montaña. Se enviaron algunas aves al exterior. Cuando una de las aves, un cuervo, no regresó, los supervivientes salieron del arca. La literatura griega antigua también describe el diluvio. Pindar, que vivió en el siglo V a.C., lo menciona explícitamente, y u na versión completa se puede encontr ar en el compend io griego de mito s y leyendas heroicas Bibliotheca (Pseudo-Apollodorus)? En el relato griego, el dios Zeus decide destruir a la raza humana, pero Prometeo aconseja a su hijo, el rey Deucalión, que construya u n arca en la que él y su esposa pudieran sobrevivir. La lluvia inunda la Tierra y, después de flotar du rant e nueve días, el arca se asienta en una montañ a. Una versión roman a es registrada por Ov id en Metamorphoses Libro 1. Una vez más, los dioses deciden destruir a la hu manidad, que se ha corrompido, enviando un gran diluvio. Solamente Deucalión y Pirra se salvan en un barco, de manera que se convierten en los nuevos padres de la hum anid ad.6
4 André Parrot, “Flood (in Religión and Myth)”, Encyclopaedia Britannica (Chicago, IL: Willia m Benton Publisher, 1967), t. 9, pp. 455, 456. 5Apollodorus y R. Hard, trad., The Library of Gre ek M ythology (Oxford World’s Cías síes) (New York: Oxford Unive rsity Press, 2008). 6 D. A. Leemi ng y M. A. Leeming, A Dictionary o f Creation Myths (New York: Oxford University Press, 1994), p. 236.
gvnrjJCJÓN«mpcsikí Shatapatha El diluvio se menciona también en el sánscrito Brahm ana del siglo VI. Esta historia de la antigua India habla de M anu , qu ien fue a dverti do p or u n pez sobr e un diluvio, que se aproximaba y destruiría a toda la humanidad. Se le dijo que construyera un barco y, durante el diluvio, el pez remolco el barco a un lugar de descanso sobre una cumbre.7 El pueblo Mande de Malí, en el centro de África Occidental, tiene un mito de la creación sobre un arca que atracó en una montaña. El arca contenía a los ocho antepasados srcinales de los seres humanos, y a todos los prim eros animales y plantas.89Los aborígenes Aranda, del norte de Australia, poseen un relato mítico en el que la creación salió mal y fue elim inada p or un diluvio.0 Los indios Arikara, de las llanuras estadounidenses, cuentan una historia de gigantes que no sentían respe to po r su Cre ador y fueron destruidos por un gran diluvio. Solo se salvaron unos pocos gigantes buenos.10* David Leeming y Margaret Leeming, de la Universidad de California en Santa Bárbara, han descrito muchas otras narraciones sobre el diluvio, presentes en las tradiciones de los pueblos del contine nte americano, incluyen do a los esquimales; al pueblo Netsilik, de Gr oenlandia; a los nativos americanos Cheyenne de las llanuras; a los Navajos del suroeste de Estados Unidos; a los indígenas Yuma y Pim a, de Atizona; a lo s indígenas Po mo y Salina, de California; al pueblo Ipurina, de Brasil; a los antiguos Myscas, de Perú; y los mayas Quich é, de Guatem ala, cuya civilización se remo nta al meno s al 300 d. C.n La pági na web del Museo Ashmol ean de Arte y Arqueología (en la Universidad de O xfor d), tam bién señala que los relatos de un diluvio universal que ocurrió en la antigüedad se extienden alrededor del m undo, tan to en fuentes orales com o escritas.12
7Parrot, ibíd. 8Leeming y Leeming, ibíd., pp. 180, 181. 9 Ibíd., 14. 10Ibíd., 16. "Ibíd., 47, 86, 145, 186, 200, 204,209, 230, 239, 302.
12Ver:www.ashmolean.org/ash/f aqs/q0010 07.php.
Muchas de las narraciones comparten detalles con el relato del Génesis: incluy en animales, m encio nan el arco iris, se envía n aves al exterior tras finalizar la lluvia, un a nave que atraca en una m on tañ a, etc., y explica n qu e el diluvi o fue d ecretado p or los dioses debid o a la perversi dad de la hu man ida d en aquel tiempo. Alguna s versiones mencio nan , específica mente, qu e fuer on och o las personas s alvadas. El profesor Parrot ha listado historias del diluvio procedentes de regiones de todo el mundo: China, sur de Asia, Sumatra, Borneo, Australia, Nueva Guinea, Polinesia, Melanesia, Rusia oriental, Ru m ania, Lituania y Ga les. Parrot señal a que, en la mayoría de las historias, hay características comunes, como la salvaci ón de u n p equeño grupo de per sonas en un a em barcación.1 1 El Dr. Robert Young, LL.D., quien compiló una concordancia de la Biblia en 1879, co mentó qu e a N oé se le llama Yao o Fo Hi (Fu Hsi) en la literatura china antigua, y Deucalión, Xisuthrus, etc., en otras narraciones.1 3 14 Evidencias adicionales de la exactitud histórica del registro del Génesis se conservan en los símbolos pictográficos de un antiguo manuscrito chino. El historiador de arte chino Dr. Ginger T. Cho ck, diplom ado po r la Universidad de Stanfor d, y sus coautores comentan estos símbolos en el contexto de varias narraciones antiguas, y llegan a la conclusión de que apoyan el relato de Génesis, incluy endo el diluvio y el no mbr e de N oé .15 De todos los relatos del diluvio, probablemente, el de Génesis sería visto por la mayoría de los eruditos como el mas creíble e históricamente exacto. Por ejemplo, los manuscritos antiguos se refieren a Egipto como la “tierra de Egipto , es decir, la región donde se estableció una persona llamada Egipto; a veces, también, se la llama la “tierra de Cam” (Salmo 105:23, 27). En realidad, Egipto recibe su nombre del nieto de Noé, Mizraim;
13Parrot, ibíd. 14Robert Young, Analytical Concord ance to the Holy Bible, 8o ed. (London: Lutterworth Press, 1966), p. 698. 15E. R. Nelson, R. E. Broadberry y G. T. Chock, God's Promise to the Chínese (Dunlap, TN: ReadBooks, 1997), p. 105119.
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y Mizraim era el hijo de Cam, hijo menor de Noé. El nombre “Egipto” que usamos hoy es la versión griega moderna de “Mizrai m”. E n los mapas, Egipto apar ece a m en ud o com o Misr, que es el no m br e egipcio n ac ion al16 Esta es una ev idenc ia sólida de que Egipto (Mizraim) y Cam eran personas reales, ya que en la antigüedad los pueblos y los países eran nombrados según las personas que los fu ndaron. El relato del Génesis también fue corroborado por un historiador egipcio de nombre Manetón, que fue sacerdote en el templo en ficliópolis durante la era griega, alrededor del año 270 a.C. De acuerdo con Herodoto, los Heliopolitanos eran los más eru dito s entre los egipcios.1 7 M an etó n regist ró la historia de Egipto y escribió que, “después del diluvio”, Cam, el hijo de Noé, en gen dró a “Aegyptus, o M estraim”. Este fue el prim ero en asentarse en el área que actualmente ocupa Egipto, cuando las tribus emp ezaro n a dispersarse. 18 En una de las otras obras de Manetón, el Libro de Sothis, se especifica que esta dispersión tuvo lugar cinco años después del nacimiento de Peleg, que era hijo del tataranieto de Noé, nacido 101 años después del di luv io.19 Segú n estos datos , las trib us em pe zaro n a separa rse, aproximadamente 106 años después del diluvio, más o menos alrededor de 2195 a.C. Es revelador que el Lempriére’s Classical Dictionary [El diccionario clásico de Lempriére] afirme: “De acuerdo con los cálculos de Co ns tan tino M anasés, el reino de Egipto du ró 1.663 años de sde su srcen bajo Mizraim, hijo de Cam, en 2188 a.C., hasta la
16 The World Book Great Geographical Atlas
(Sydney, Australia: World Book Australia
Pty.Ltd., 1984), p. 181. 17 Manetho, “Manetho ’s History o f Egypt”, en Manetho, traducción al inglés de W. G. Waddell (Cambridge, MA: Harvard University Press. 1964), p. xi. 18/f ó ¿ ,p . 7. 19M anetho , “Bo ok o f Sothis App. IV” , en Maneth o, trad ucción al inglés de W. G. Waddell , p. 239. Ver también: James Ussher, The Annals oft he World (1658), secc. 1657 AM1762 AM. En línea: www.archive.org/details/AnnalsOfTheWorld .
con qu ista de Cambyses, en 525 a.C.”,20 Manasés e ra un cronista bizantino que vivió en el siglo XII d.C ., y que también atribuye la fundación de Egipto al nieto de Noé, justo después de la dispersión. Su fecha d e 2188 a.C. está en estrecha concordancia con las fechas que se calculan a partir de las genealogías listadas en los manu scritos hebreos anti guos, us ando la fecha del cuarto año del reinado del Rey Salomón com o pu nt o de refer encia histór ico. Las cronologías de otras civilizaciones antiguas también coinciden en asignar fechas similares a la dispersión de las tribus que previamente se ubicaban cerca de la localidad de Babilonia (Génesis 11:8, 9). Este es el caso de Tilomas Maurice, A.M., que fue asistente de bibliotecario en el Museo de Londres a comienzos del siglo XIX, y publicó el siguiente informe después de visitar las ruinas de Babilonia: “Cuando Alejandro conquistó Babilonia, lo s sacerdotes c aldeos infor m ar on a Calístenes que te nían observaciones astronómicas grabadas en ladrillos cocidos al ho rno , las cuales se rem onta ban 1.903 años ante s del períod o en que se logr ó la conqu ista (330 a.C .)”.21 Esto nos re m on ta al a ño 2233 a.C., lo que concuerda perfectamente con la fecha para el comienzo de la dispersión de las tribus desde los alrededores de Babilonia, aproximadamente, 40 años después. El his tor iad or del s iglo cuart o Eusebio de Cesárea r egistró que Egialeo, un rey griego, empezó su reinado en 2089 a.C., 1.313 años antes de la prim era O lim pía da de 77 6 a.C .22 Esta pare ce ser la f echa cronológica má s a ntigua atribu ida a u n reino gri ego. Corresponde a tan solo 100 años después de la dispersión, y es una fecha razonable, dada la distancia que la tribu tuvo que
20 J. Lampriére, “Aegyptus” , A Classical Dictionary: Containing a Copious Account o f All the Proper Ñames M entioned in Anc ient Authors, 8a ed. (London: T. Cadell and W. Davies Publishers, 1812), p. AEL. 21 Thomas Maurice, “Mauri ce’s Observations on the Ruins o f Babylon”, London Review and Literary Journal (agosto de 1817), p. 145. Nótese que la cifra de 1.903 años también puede encontrarse en la traducción latina medieval de Guillermo de Moerbeke (a.d. 1215 1286) de un m anuscrito e n griego de Simplicio. 22 Eusebius, Chronici Cánones (London: Hu mph redum Milford, 1923), pp. 114.
£VÍ?LÜC í ÓM IMPO Stói X
recorrer desde Babilonia. A los griegos se los identifica como “los hijos de Javán”, quien fue otro nieto de Noé a través de su segundo hijo, Jafet (Joel 3:6; Génesis 5:32; 10:1; Isaías 66:19). Javán es también el nombre hebreo para Grecia, y se usa para hacer referencia a los descendientes de Javán y sus naciones, a saber, Jon ia, M aced on ia, Gre cia y Siri a.23 El Dr. Young señala que Jafet es, probablemente, el srcinal de Japetus o Iapetus (Jápeto), a quien los griegos consideran el antepa sado de la raza hum an a.24 El hi sto riad or r om an o Josefo también enumera muchas de las tribus de Europa, incluyendo a Grecia, como descendientes de Jafet, habiendo sido nombradas muchas localidades geográficas y pueblos en honor de sus hijos y nie tos .25 Por ejem plo, Char les. J. F. D ow sett, de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos, en la Universidad de Londres, señala que los antiguos escritores armenios llaman a su pueblo “descendientes de Togarma o Askenaz”, los hijos de Go me r, qu ien a su vez tam bié n era hijo de Jafet. 26 Jafet ten ía otro hijo llamad o M agog. J osefo señal a que los griegos llamaban escitas a los mago gitas,27 que eran un pu eblo qu e h ab itab a el área correspondiente a Rusia septentrional y a Ucrania. Otro de los hijos de Jafet, y nieto de Noé, fue Madai (Génesis 10:2), padre de los Madeanos, a quienes los griegos llamaban Medos y que, de acuerdo con Josefo, vivieron en la región sur del Mar Caspio. Todos estos datos procedentes de distintas fuentes de reconocida validez vinculan a numerosos pueblos de Europa con los nietos de Noé, lo que da más credibilidad al Génesis y sugiere que es posible co nsiderar el relato del diluvio desde u na persp ec-
23R. Young, Analytical Concordance to the Holy Bible, 8o ed. (London: L utterwo rth Press, 1966), pp. 437, 534. 24 Ibíd.,p. 533.
25 Josephus, “The Antiquities of the Jew s”, 1.6.1, en W. Whisto n, trad., The Complete Wor ks o f Flaviu s Josephus (Green Forest, AR: Master Books, 2008), p. 41. 26 C. J. F. Dowsett, “Armenia”, Encyclopaedia Britannica (Chicago, IL: William Benton Publisher, 1967), t. 2, p. 422.
27 Josephus, ibíd., p. 41.
DILUVIO UNIVERSAL: EVIDENC
tiva histórica. Otros autores han analizado en detalle este asunto, y llega ron a conclusio nes similares.2 8 Es su mam en te inusu al no m bra r pueblos y regio nes con el no m bre de personas fi cticias. Los pueb los y lo s países reciben cas i siempre sus nom bres a partir de personas reales, normalmente, de sus fundadores. El uso de términos como “la tierra de...” también fortalece la creencia de que las personas nombradas son reales. Datos de regiones incluso más lejanas, como Asia oriental, concuerdan también con este relato. L. Carrington Goodrich, profesor de C hino en Colu m bia University, señala que una de las cronologías chinas más antiguas conservadas, llamada “los Anales de Bam bú”, da como fecha de inici o d e la prim era dinas tía en China 1994 a.C.; aunque existe una fecha revisada alternativa que sitúa la prim era din astía (Hsia) en 21 83 a.C .29Ambas fechas son po steriores a la fecha de la dispers ión d e las trib us desde Babilonia y , por lo tan to, arm oniz an co n el relato del Gé nesis. U na evide ncia adicional de la exactitud histórica del Géne sis proviene del descu brimiento en 1974 de un archivo de alrededo r de 20.0 00 tabl etas cuneif ormes m uy antiguas, en Ebla , en el no rte de Sir ia. Esta s tabletas hacen referenci a a los cananeos que vivie ron en “l a tierra de Can aán”. Canaá n era otro hijo de Cam , y nieto de Noé. Canaán fue el padre de Sidón, y el pueblo que fundó se convirtió después en la ciudad principal de la antigua Fenicia, en la costa e ste del mar M edite rráne o. Según el Gén esis, la tierra de C an aán se extend ía desde Sidón has ta Lasa, en d irección a Sod oma, Gom orra, Adm a y Zeb oim (Génesis 10: 620) . Estos cuatro pueblos, que no existen en la actualidad, y hasta este momento solamente se mencionaban en el Génesis y en otra literatura hebrea , aparece n tam bién nom brado s en la s tabletas de Ebla, al igual que pueblos y regiones com o H azor, Laquis , Meggido, Gaza, Sinaí, Jopa y Damasco, lugares bien conocidos para historiado res y arqueólogos. La m enció n de Canaán y las
28Ver, por ej., B. Cooper, Afte r the F lood (Chichester, England: N ew Wine Press, 1995). 29 L. C. Goodrich, “China”, Encyclopaedia Britannica, t. 5, p. 575.
SIJUtlIOÓM IMPCISilLS cuatro ciudades de la llanura provee fuertes evidencias de que fa ctual. Detalles del el Génesis contiene información histórica contenido de las tabletas de Ebla han sido explicados por el epigrafista que las tradujo, el Dr. Giovanni C. Pettinato, profesor de Asir iología en la Un iversidad de Ro ma.30 La mayoría de los relatos que se han preservado sobre el diluvio, aparte del que aparece en el Génesis, presentan detalles muy poco realistas com o, por ejem plo, personas que son salvadas en una canasta o un barco con forma cúbica. En otras versiones, los dioses o las personas toman forma de diferentes animales, el diluvio dura solamente siete días, etc. Por otro lado, el relato del Génesis es, por lejos, el más verosímil. Se puede citar los relatos sumerios sobre el diluvio que aparecen en el prisma WeldBlundell, y en otras tabletas y manuscritos antiguos, que contienen lo que se conoce como la “lista sumeria de reyes”. Esta lista nombra ocho reyes que vivieron antes del diluvio y gobernaron por períodos de tiempo muy prolongados, decenas de miles de años, y reyes de después del diluvi o, que go bern aro n por períodos de tiempo m ucho más breves, cientos de años.31 En el relato paralelo del Génesis, se registra una lista de ocho patriarcas antediluvianos con una longevidad bastante constante, que se va desde 895 hasta 969 años, y uno, el padre de Noé, que vivió “solamente” 777 años. Después del diluvio, las edades disminuyen rápidamente. El investigador en genética de la Universidad Cornell, Dr. John Sanford, ha reflejado en un gráfico los datos de longevidad posdiluvian a registrados en el Génesis, en otros libros de Moisés y en otras fuentes de la literatura históric a hebre a de diferentes escritores, personas a través de los siglos. Estos registros de duración de la vidadelde las durante un período de casi 2.000 años, después
30 Giovanni C. Pettinato, Elba: A New Lo ok a t History (Near Easte m Studles) (Baltimore, MD: The Johns Ho pkins University Press, 1991). 31J. A. Black , G. Cun ningham, J. Ebeling, E. FlückigerHawker, E. R obson, J. Taylor y G. Zólyomi, “The Sumerian King List: Translation”, The Electronic Tex t Corpus ofSu me rian Literature (19982006). Ver: www.etcsl.orinst.ox.ac.uk/section2/tr211.htm .
DiLUVIO UNIVERSO 0/iDER ¡AS Hi: URICAS
diluvio, reflejan la forma de u na curva de decadencia biológica e xponencial. El coeficiente de correlación de la curva es de 0,90, lo que significa que el ajuste de los datos es muy bueno. Estos datos no pueden ser falsificados fácilmente, pues provienen de fuentes diferentes que abarcan varios siglos. El Dr. Sanford señala que la curva obtenida es muy similar a las curvas teóricas que reflejan la degeneración del genoma con el paso del tiempo, lo que significaría que la disminución de la longevidad humana tras el diluvio podría deberse a la degeneración del genoma causada por acumulació n de mu taciones en el A D N .32 El estudio del Dr. Sanford muestra cómo se pueden obtener datos científicos del libro del Génesis y, po r tan to, reafirma su val idez y su fiabilidad históricas. El lector puede preguntar: “¿Por qué la longevidad disminuye repentinamente después del diluvio?” Aunque no sabemos con certeza qué causó este efecto, podemos teorizar una explicación científica, teni end o en cue nta qué fac tores ambientales cam biaron de antes a después del diluvio. Según el relato del Génesis, parte del agua del diluvio surgió desde las profundidades de la Tierra. Quizá s esta agua, q ue n o estaba ac cesible para el ser hu m an o antes del dil uvio pero sí después, p ud o tene r alguna relación con la di sminu ció n de la longevi dad. Las molécu las de agua están formadas por un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno. Si en las moléculas de agua se sustituye el hidrógeno por deuterio, un elemento similar pero más pesado, se obtiene lo que se llama “agua pesada”, o “agua de deuterio”. De forma natural, un porcentaje del agua en la naturaleza es agua pesada, pero no se encuentra en la misma proporción en todas partes. Las aguas subterráneas contienen niveles relativamente altos de agua pesada, mientras que la nieve ártic a tiene niveles mu cho más bajos.33 Los efectos del de ute rio e n
32 John C. Sanford, Genetic Entropy & The Mystery o f the Genome (Waterloo, NY: FMS Publications, 2008), p. 155. 33Ver, po re j.,P . G. C oo ky A . L. H erczeg, Environmental Tracers in Subsurfa ce Hydrology (New York: Kluwer Academic Publishers, 2000); E. Mazor, ed., Chemical and Isotopic Groundwater Hydrolog y, 3a ed. (New York: Marcel Dekker, 2003); W. Epstein y T. K. Ma yeda, “Variat ions of the 18 0/ 16 0 R atio in Natural Waters”, Geochimica et Cosmochimica
Acta, vol. 4 (1953), p. 213.
E v m im é m m p
los organismos vivos han sido estudiados por varios equipos científicos. y se han hecho interesantes observaciones. Una cantidad m uy elevada de agua pesada es le tal p ara los animales y las plantas; pero cuando las plantas se cultivan con agua m uy pobre en deu terio, crecen más despacio. Investigadores del Instituto Húngaro de Investigación Central de Física y de la Universidad Médica Semmelweis han descubierto, recientemente, que el crecimiento del cáncer se ralentiza e incluso se detiene con agua desprovista de de ute rio.34 Tam bién se ha observado q ue cu an do el conten ido de deuterio en el agua se incrementa, el número de mutaciones en el A D N celular tam bié n a um en ta.35 A pa rtir de estos datos, podríam os p ro poner la siguiente hipótesis: el agua de la Tierra antes del diluvio contenía muy poco deuterio, pero cuando fueron liberadas las aguas subterráneas a la biosfera el resultado fue un aumento en el nivel medio de deuterio, hasta llegar al actual nivel de 150 partes por millón. Los niveles bajos de deuterio antediluvianos ralentizaban el metabolismo (crecimiento y desarrollo) de los seres vivos, y esto hacia que las personas tardaran más tiempo en tener hijos (según Génesis 5, los patriarcas antediluvianos solían tardar de 60 a 100 años en tener su primer hijo) y vivieran mucho más tiempo. Después del diluvio, los niveles de deuterio aumentaron y, con ello, las mutaciones, que se acumularon en el A D N y provocaron un a d egeneración de l a especie y u n envejecimiento prematuro. Esto es una muestra de cómo el modelo del diluvio provee hipótesis científicas y permite hacer predicciones que pueden ser verificadas. Po r ejemplo, p od ríam os buscar evidenci as de qu e el contenido de deuterio en el agua era inferior en el pasado. Si
34 G. Som lyai, G. Jancsó, G. Jákli, M. Molnár, I. Somly ai y K. Krem pels, “Applica tion of Deuterium Depletion in Cáncer Treatment and Prevention”. Proceedings of the Interna tional Scien tific Conference on Nutraceuticals an d Functional Foods (Zilina, Eslovaquia, del 8 al 12 de jun io de 2009), p. 45. Ver también: A. Kovács, I. Guller, K. Krempe ls, et al., “Deuterium Depletion May Delay the Progression o f Prostat e Cáncer”, Journal o f Cáncer Therapy, vol. 2 (2011), pp. 548556. 35 Gbor Somlyai, Defeating Cáncer! The Biológica!. Effect o f Deuterium Depletion (Budapest: ls t Books, 2002), pp. 27, 28.
J V!0 l.ÍNIVEf
■irte:HISTÓRICAS
examinamos en la literatura científica, descubrimos que, efectivamente, se han encontrado evidencias de que el agua en el pasado contenía una m enor cantidad de deuterio.36 Retomemos a continuación el tema de la viabilidad del arca del Génesis. Ya hemos comentado que el arca resulta bastante más realista que la canasta o el navio cúbico mencionados en otras narr aciones. En m edidas m odernas, el a rca tenía aproxim adamente 140 metros de largo, 23 metros de ancho y 14 metros de altura, v alores apropiados en térm inos d e arq uitec tura naval y estabilidad en el mar. S e ha calcu lado que, aproxim adam ente, la capacidad interior del arca era de 39.644 metros cúbicos; la superficie de cubierta era de 8.890 metros cuadrados; el desplazamiento (peso que alcanza una embarcación cuando está sumergida hasta la línea m áxim a de carga) e ra de 4 3.0 00 toneladas. 37 El arca era, sin lugar a dudas, una gran nave. El geólogo John W oodmorappe ha publi cado u n est udio de vi abi lidad bien fundamentado, que demuestra que en su interior había capacidad suficiente para contener y mantener con vida a los animales necesarios para, después del diluvio, repo blar la Tie rra y dar lug ar a la varie dad d e animales terrestr es q ue existen en la ac tualid ad.38 U na últi m a evidencia en favo r del diluvio se descu brió gracias a registros históricos de observaciones astronómicas relativas a la inclinación del eje de la Tierra. El ángulo de inclinación de la Tierra, conocido como “oblicuidad de la eclíptica , es el responsable de las estaciones. Este ángulo, que en la actualidad es de 23,4377°, varía ligeramente a causa de fuerzas astronómicas como la atracción gravitatoria de los otros planetas hacia la Tierra. La inclinación teórica del eje de Tierra para cualquier momento del pasado o del futuro se puede calcular por medio
361. J. Winograd, B. J. Szabo, T. B. Copien, et al., “Twomilliony ear Record of Deuterium Depletion in Great Basin Ground Waters”, Science, vol. 227 (Io de febrero de 1985), pp. 519522. 37T. D. Alexander, “G énesis 6:15“ (comentario), ibíd., p., 62. 38 John Woodmorappe, Noa h’s Ark: A Feasibility Study (El Cajón, CA: Institute for Crea
tion Research, 1997).
pyjcsóM de una form ula empírica des arroll ada po r el astrón om o estad ounidense Sim ón New comb , que tiene en cuen ta el efecto de to das las fuerzas conocidas. Por otra parte, el ángulo real de inclinación del eje puede calcularse, fácilmente, a partir de la posición del sol en el día más largo del año (solsticio de verano) y en el día más corto (solsticio de invierno). Debido a que los solsticios eran fechas importantes para muchas culturas, la posición del sol en tales momentos solía marcarse en los monumentos antiguos; por lo tanto, en teoría, dichas marcas pueden usarse para calcular el ángulo de inclinación de la Tierra correspondiente a momentos específicos del pasado. Si comparamos la inclinación pre dic ha p or la fó rm ula de Newco mb para una fecha determ in ada con la de una medición conocida, ambos números deberían coincidir; pero esto no es lo que ocurre. Las medidas reflejadas en los mo nu m en tos antiguo s se desvía n significativamente de l os valores de la fórmu la. En 1936, el astró no mo aus traliano George F. Dodwell descubrió que estas desviaciones no ocurren al azar, sino que siguen un patrón definido. Dodwell analizó mediciones antiguas del ángulo de la eclíptica procedentes de una recopilación realizada por el astrónomo belga Godefroid Wend elin, que contenía datos desde la época de Tales, alrededor de 558 a.C., pasando por Eratóstenes (230 a.C.), Hiparco (135 a.C.), Ptolomeo (126 d. C.) y varios astrónomos medievales, incluyendo a Tycho Brahe (1587 d.C.), hasta 1616 d.C. Al representar los datos en una gráfica, Dodwell obtuvo una curva sinusoidal logarítmica. Las mediciones más antiguas se encontraban muy alejadas de las predicciones de Newcomb, pero con el paso del tiem po ambas lín eas se hab ían iban acerc ando. Arm ado con este descubrimiento, Dodwell pasó a recoger tantas mediciones de la oblicuidad de la eclíptica como pudiera encontrar entre las marcas de los solsticios en monumentos y otros registros antiguos. El resultado de la representaci ón gráfic a de esto s datos fue una curva más precisa, que mostraba una alteración importante en la inclinación, debida a una fuerza desconocida que afectó el eje en la antigüedad , segui da de u na recu peración len ta hacia los valores predichos por Newcomb, alcanzándose el equilibrio
J VíO UNIVERSAL
nUAS
Hl
alrededor de 1850 d.C. Esa es la razón por la que la anomalía no había sido detectada por los astrónomos del siglo XX. Según la cur va obte nida, Dodw ell propuso que un disturbi o muy importante en el eje de rotación de la Tierra ocurrió alrededor del 2345 a.C., y produjo un tambaleo, que posteriormente fue disminu yendo con len titud a lo la rgo de 4.194 años , hasta de saparecer por co mpleto en 1850 d.C .39 La fecha obtenida por Dodwell, 2345 a.C., es muy próxima a la fecha calculada para el diluvio del Génesis, que se sitúa en el año 2303 a.C. La diferencia podría deberse a que el cálculo es una extrapolación influenciada en exceso por el dato más antiguo representado en la curva. Este corresponde a mediciones obtenidas en el templo solar de AmonRa, construido por Amenemhat I en Karnak, Egipto, cuya fundación se remonta supuestamente a 2045 a.C. Sin embargo, la cronología egipcia es problemática y muy polémica. Una fecha alternativa para el reinado de Amenemhat es 1703 a.C., lo que cambiaría la fecha extrapo lada p or Do dw ell a unos cien años después del d iluvio.40 Aunque parece razonable relacionar los catastróficos eventos del diluvio co n la de sviación de l eje de Tierra, no sabemos qu é evento específico pudo causar dicha desviación, cuándo ocurrió exactamente ni qué efectos tuvo sobre el planeta. Es posible que la alteración d el eje de la Tie rra estuviera relacionada co n el rápido m ovim iento de las placas tec tónicas y l a prod ucc ión de cordilleras como el Elimalaya o los Alpes, eventos que pudieron ocurrir algún tiempo después del diluvio. En cualquier caso, a partir de lo s datos históricos de la oblicuidad de la e clíptic a, po dem os afirmar que alrededor de la fecha del diluvio de Noé, o poco tiempo después, la Tierra fue testigo de un brutal evento físico
39 George F. Dodwell, “The O bliquity o f the Ecliptic: Ancient, M ediaeval, an d Mode m Observations of the Obliquity of the Ecliptic, Measuring the Inclination of the Earth’s Axis, in Ancient Times and Up to the Present” (1962). En línea: www.setterfield.org/Dod well_Manuscript_l .html. 40 John Ashto n y David Down, Umvrapping the Pharaohs: How Egyptian Archaeology Confirms the Biblical Timettne (Green Forest, AR: Master Books, 2007), p. 206.
m m M c x m m p im m M
de suficiente magnitud como para provocar una desviación significativa del ángulo de inclinación de su eje. Cuando consideramos el conjunto de evidencias históricas revisadas en este capítulo, la asignación de nombres de pueblos y países, las cronológicas de distintas naciones y las múltiples narraciones sobre el diluvio conservadas en culturas antiguas alrededor del mundo, obtenemos un respaldo significativo para la exactitud histórica del relato del Génesis. Si a eso añadimos evidencias científicas como las observaciones del astrónomo Dod well sobre un evento de gran magnitud que afectó el ángulo de inclinación de la Tierra en tor no a la época d el diluvi o, pod emos afirmar que considerables datos históricos son consistentes con la evidenci a geo lógi ca y apoya n el mo delo de u n diluvio universal reciente.
FALENCIAS DE RADIOMÉTRICA LA DATACIÓN DEEROSIOÑ YSEDÍMEÑ ACIÓN, l Y OTRASEVIDENCIAS EN CO NFLICTO CON LA DATACIÓN RADIOMÉTRICA ..______
JA SA S
na de las bases fundam entale s que sustentan la evolución es la presunción de que la Tierra es m uy antigua y, especialmente,
U
que las rocas que forman la columna geológica y sus fósiles tienen decenas o cientos de millones de años. ¿Son realmente tan antiguos los fósiles y las rocas? ¿Por qué oímos esa afirmación una y otra vez? El cada ocasión en que visito un parque nacional, me encuentro con un folleto informativo o un mural de la región, cuya leyenda explica que las formaciones de roca de la zona tien en millones de años de antigüedad. En casi todos los documentales sobre la naturaleza, se escuchan comentarios casuales sobre tal o cual caracte
EVOLUCIÓN IMPOSl rística de un animal o una planta que evolucionó hace “x” millones de años. E n realidad, la presencia de la evolución en todas partes n o debería sorprendernos, ya que la cosmovisión de largas edades para la historia de la Tierra se encue ntra exhaustivamente arraigada en la co mu nidad científica y en la educación secular. Las razones para este apoyo incondicional a la Teoría de la Evolución son variadas. Pero una de ellas es las implicaciones que supondría considerar siquiera la perspectiva de una Tierra joven: la aceptación de la Biblia com o docum ento históri co fiable, y la posibilidad de u na intervención divina en la historia de la humanidad. Por desgracia, la intolerancia de la comu nida d científi ca con respecto a este tem a es tal que los investigadores que apoyan la idea de q ue la vida en la Tierr a fue diseñada de forma inteligente, en lugar de ser el resultado de procesos aleatorios, sufren con frecuencia un a grave marginac ión p or part e de colegas e instituciones. La extensión y la gravedad de esta censura se ha ilustrado en el docu menta l Expelled: No Intelligence Allowed [Expulsado: N o se admite Inteligencia], de Ben Stein.1 Uno de los principa les apoyos al mo delo de largas edades para la historia de la Tierra proviene de la datación radiométrica. Aunque trataré este método de datación en detalle en el próximo capítulo, quiero recordar aquí que la datación radiométrica se b asa sobre suposiciones que n o pueden ser demostradas. Como máximo, podría considerarse un indicador de edades relativas, pero no de edades absolutas. Menciono este punto ahora porque existe una gran cantidad de evidencias sólidas que apoyan la idea de que la Tierra es joven, y que el diluvio universal ocurrió en una fecha relativamente reciente, es decir, hace miles de años, no millones. En mi opinión, es muy importante que el polémico asunto de la datación de las rocas sea evaluado con tod os los métod os disponibles. Cons idera remos algunos de ellos en el resto del capítulo. En el capítulo 5, vimos que Hutton usó las tasas de sedimentación de los deltas de los ríos para calcular la antigüedad de las for
1Ver: J. Bergman, Slaughter ofthe Dissidents: The Shocking Truth about Killing the Careers ofDarwin Doubters (Port Orchard, WA: Leafcutter Press, 2008); Ben Stein, Expe-
lled: No Intelligence Allowed, www.expelledthemovie.com .
FALENCIAS DE LA DATACIÓN RADIOK¡ÉTR!CA - ! maciones de rocas sedimentarias y los fósiles que contienen. En la actualidad, tenemos datos mucho más exactos sobre las tasas de erosión y sedimentación en diferentes ambientes. Examinemos, pues, las evidencias geológicas a la luz de los conocimientos actuales: Las plantas y los animales necesitan agua para sobrevivir. La lluvia y la nieve prop orci onan agua a los continen tes. El exceso de agua escurre desde las montañas hacia los ríos, que desembocan en lagos u océanos. Cuando el agua de lluvia fluye sobre la superficie, transporta partículas de materiales erosionados de las rocas y el suelo, que finalm ente en cue ntra n su camin o hacia los ríos. A través de un repetido muestreo del cont enid o de residuos del agua de los ríos en su desembocadura, podemos estimar la cantidad de sedimen to que está siendo tra nsp ortad o y la velocidad co n que la topog rafía se está erosionando. Los sedimentólogos han calculado tales estimaciones para un grupo de ríos y regiones montañosas del m undo.2Algunos de estos resultados se mu estra n e n la Tabla 1.
WeiHo
53 / 1.350
Yangtse
6,7 / 170
HwangHo
35 / 900
Po
4,7 120 /
Ganges
22 / 560
Garona y Colora do
4,0 / 100
Rin y Ródano Alpinos
13 / 340
Amazonas
2,8 / 71
San Juan (EUA)
13 / 340
Adigio
2,6/65
Irrawady
11/280
Savannah
1,3/33
Tigris
10 / 260
Potomac
0,6/15
2 B.W. Sparks, “Geograp hies fo r Advan ced Stud y”, en S. H. Beaver, ed., Geomorphology, 3“ ed. (London: Longman Group, 1986), pp. 509, 510.
Isére
9,5 / 240
Tíber
7,5 /190
Indo
7,1 / 180
Nilo Sena Connecticut
0,5 / 13 0,3/7 0,04 / 1
Disminución promedio de la topografía drenada por grandes ríos (en pulgadas/milímetros por cada 1.000 años). Tabla 1:
Muchos de los valores de la Tabla 9.1 no incluyen la carga del lecho del río (es decir, los sedimentos arrastrados o empujados a lo largo del fondo por la corriente de agua, que no se observan con facili dad en l as estaciones de me dició n). Los pro ced im iento s de medición tampoco tienen en cuenta el transporte adicional de material que tiene lugar durante eventos catastróficos puntuales, como grandes inundaciones. Esto significa que las tasas reales de erosión a largo plazo podrían ser mucho más elevadas. Consideremos las 9.1 implicaciones tasas en de torno erosión. Por ejemplo, en la Tabla vemos quede la estas topografía al Río Colo rado se erosiona 100 milímetros cada 1.000 años . El Río Co lorado corre por el Gran Cañón. La profundidad de este es de 1,6 kilómetros, ap roximadam ente, y con tiene estra tos portadores de fósiles, que supuestamente se remontan 500 millones de años atrás, y rocas de hasta 3.000 millones .3 N o obsta nte, basánd ono s sobre la tasa actual de erosión, el área debería haberse erosionado completamente en menos de 20 millones de años; entonces, ¿cómo es posible que los estratos fosilíferos sigan ahí después de cientos de millones? Una explicación posible es que estas rocas más viejas fueron enterradas bajo rocas más jóvenes que sí se erosionaron. Teniendo en cu enta que la s rocas de la cum bre del G ran
3S. C hem icof f y R. Venkatakrishnan, Geology: An Introdu ction to Phys ical Geology (New
|
York: Worth Publishers, 1995), p. 217.
FALENCIAS DE LA DATACIÓN RAD!
C añ ón tienen, supuestam ente, 2 40 millones de años, 45y da da un a tasa de erosión de 0,1 metros por cada 1.000 años, tendrían que haber sido enterr adas bajo aproxim adam ente 24 kilómetros de se dimentos, para haber sobrevivido hasta la actualidad. Eso correspondería a extender sobre un área equivalente a la de los Estados Unidos una capa de sedimentos de casi tres veces la altura del Monte Everest; que tendría que haber sido erosionada y arrastrada hacia el océano. Aun usando un valor inferior, tal como 60 milímetros por cada 1.000 años, que es una tasa estimada habitua l pa ra los cálculos de ero sión e n los con tine nte s,'’ el espesor de sedim entos debería ser de aproxim adam ente 14,4 kilómetros, o casi dos veces la altu ra del M onte Everest. D ato s similares se ob tienen de otras partes del mundo: un geólogo de Cambridge, B. W. Sparks, afirma que las tasas de erosión del Rio Amarillo (I Iwang EIo) podían erosionar un área con una altura media igual a la del Monte Everest en solo 10 millones de años.6 Esta cuesti ón no es nueva par a los geólogos. Desde los años 50, se ha señal ado que el con tinente norteamericano, q ue tiene un a altura med ia de 62 0 metros, debería er osionarse totalmen te en diez millones de años, según las tasas de erosión estimadas. 7 De acuerdo con las dataciones radiométricas, los continentes se formaron hace más de 2.5 00 millones de años.8¿Cóm o pu diero n sobrevivir estratos tan antiguos en los con tinentes, si la erosión era tan rápida? Las tasas de erosión en las regiones montañosas son incluso más altas, como se muestra en la Tabla 2.
4 Ibíd. 5 S. Judson y D. F. Ritt er, “Rates o f Region al Denudation in the United States”, Journal o f Geophysical Resea rch, vol. 69 (1964), pp. 3.3953.401; R. H. Dott Jr. y R. L. Batten, Evolution oft he Earth, 4“ ed. (New York: McGrawHill Book Co., 1988), p. 155. 6S. H. Beaver, ibíd.
1 Ibíd. 8R. Huggett, Catastivphism: Systems o f Earth History (London: Edward Amold, 1990), p. 232; A. Kroner, “Evolution of the Archean Continental Crast”,Annual Review o f Earth and Planetary Sciences, vol. 13 (1985), pp. 4974; S. M. McLennan y S. R. Taylor, “Continental Freeboard, Sedimentation Rates and Growth of Continental Crast”,Natare, vol. 306 (1983), pp.169172.
Cordillera de los Hidrógrafos (Papúa Nueva Guinea, a nivel del mar). 10 Cordillera de los Hidrógrafos (Papúa Nueva Guinea, a 975 metros). 11 Montañas en la frontera entre México y Guatemala. 12
3/80 20 / 520 36/920
Los Himalayas.13
39/1.000
Monte Rainier, Washington. 14
315 / 8.000
Volcán en PapúaNueva Guinea.15
750/19.000
Tabla
2: Tasas de erosión en regiones montañosas (pulgadas/milí metros por cada 1.000 años).
Por el registro fósil, sabemos que en el pasado había bosques exuberantes y grandes cantidades de vegetación, que se convirtieron en los depósitos de carbón que encontramos alrededor del mundo. El clima correspondiente a ese tipo de vegetación incluye un gran con número que generalmente se relacionan tasasdedeprecipitaciones, erosión superiores, del orden de algunos de los valores que aparecen en la Tabla 9.2. (8.000 a 19.000 milímetros en 1.000 años ). En mom ento s puntuales, durante eventos catastróficos como aquellos que enterraron a los dinosaurios, las tasas de erosión habrían sido aún mayores. Esto significa que la sobrecarga requerida para preservar los estratos desde, supuestamente, centenares de millones de años hasta la actualidad, ser ía de muchas dece nas de kilómetros... y m uy poco realista. Sin bien, en caso de haber existido, dicha sobrecarga de depósitos más jóvenes habría te rm in ado en los océanos, no se ha encontrado en el fondo marino las capas de sedimentos de varios kilómetros de espesor que debería haber tras cientos de millones de años de erosión. Por el contrario, el grosor medio de sedimentos en el fondo marino es de aproximadamente 450
metro s.9 Estas observaciones nos llevan a la conclu sión de qu e los continentes no se han estado erosionando durante cientos de millones de años, y que los estratos y sus fósiles no tienen 500 millones d e años. La s evidenci as sugieren enérg icam ente q ue los estratos sedimentarios portadores de fósiles encontrados alrededor del m undo d ebe n ser relativamen te recientes.1 01 , u , 12, 13, 14, 15 1 La capa relativamente fina de sedimentos que recubre los fondos oceánicos puede proporcionarnos nuevas pistas sobre la edad de los continentes. El geógrafo Dr. Colín Milcbell estimó la velo cidad a la qu e los sedim entos se incor po ran a los océanos, usando datos de los materiales sólidos arrastrados por ríos y gla ciares, las contribuciones volcánicas y el polvo arrastrado por el viento. Después de corregir el cálculo teniendo en cuenta los sólidos eliminados en las salpicaduras provocadas por el viento y el romper de las olas, obtuvo un resultado de 26.800 millones de toneladas de sólidos incorporados anualmente a los océanos del m u nd o.16 M itchell calculó e l tiem po necesari o pa ra depo sitar los sedimentos presentes en el fondo marino utilizando una estimación an tigua de su grosor medio (900 m etros). Aun así, la
9B. P. Luyendyk, “Ocean basin”, Encyclopedia Britannica. En línea: www.britannica.com/ EBchecked/topic/424338/oceanbasin. Nótese que el espesor promedio de los sedimentos varía entre los océanos. Por ejemplo, en el Pacífico varía entre 300 a 600 metros, mientras que en e l Atlántico es de alrededor de los 1.000 metros. E n algunas áreas oceánicas es de solo 100 metros de espesor. 10B. P. Ruxton y I. McDougal, “Denudation Rates in Northeast Papua from Potassiumar gon Dating o f Lavas”, American Journal o f Science, vol. 265 (1967), pp. 545561. 11 Ibíd. 12J. Corbel, “Vitesse de L’erosión”, Zeitschriftfiir Geomorphologie, vol. 3 (1959), pp. 128. 13H. W. Menard, “Some Rate s of Regional E rosión ”, Journal o f Geology, vol. 69 (1961), pp. 154161. 14H. H. Mills, “Estimate d Erosión Rate s on Mo unt Rainier, Washingto n” , Geology, vol. 4 (1976), pp. 401406. 15C. D. Ollier y M. J. F. Brown, “Erosión of a Young Volcano in New Guine a”, Zeitschrift fü r Geomorphologie (1971), pp. 1528. 16 Colin Mitch ell, The Case for Creationism House Limited, 1994), pp. 7880.
(Alma Park, Grantham, England: Autumn
m i ow am
sup u si st e
deposición de dicha capa de sedimentos habría requerido solam ent e 28 millones de añ os.17 El biólogo marino Dr. Ariel Roth realizó un cálculo similar utilizando una tasa de deposición de 24.108 millones de toneladas por año, que obtuvo del promedio de 12 estudios de sedim en tac ión o ceánica, r ealizados entre 1950 y 19 93 .18 Utiliza ndo esta estimación y valores modernos, más precisos, para los parámetros marino s (450 m etros de grosor medio , 36 0,9 m illones de kilómetros cuadrados de área y 2,3 toneladas por metro cúbico de densidad del sedimento) concluyó que el tiempo necesario para depositar la capa de sedim entos presente en el suelo oceánico sería de solamente 15,5 millones de años. Si además tuviéramos en cuenta el rápido transporte de grandes cantidades de sedim ento o currido du ran te las catástrofes que en terraron a animales y plantas, el tiempo requerido se reduciría enormemente. Otra fuente de información sobre la edad de la Tierra es el material liberado por los volcanes. A partir de datos obtenidos de las erupciones volcánicas ocurridas entre 1940 y 1980, se ha estimado que los volcanes alrededor del mundo expulsan cada año u n pro m edio de cuatro kil ómetros cúbicos de material ha cia la superf icie terrestre .19 Algunas erup ciones, sin embargo , han emitid o volúmenes m uy sup eriores .20 La erupción de Tam bora (Indonesia), en 1815, expulsó entre 100 y 300 kilómetros cúbicos de materia, y la de Lago Taupo (N ueva Zelanda) em itió, aproximadamente, 1.100 kilómetros cúbicos. Además, teniendo en c uen ta el gran nú m ero de volcanes ina ctivos que obser vamos en la actual idad, p odem os ded ucir que la actividad vol cánic a era notablemente mayor en el pasado. Incluso sin tener en cuenta
17Ibícl., p. 80. Nótese que MitcheU utiliza un área oceánica de 360,9 millones de kilómetros cuadrados y un valor promedio de densidad para el sedimento de 2,3 toneladas por metro cúbico. 18Ariel A. Roth, Origins: Linking Science and Scripture Herald Publishing Association, 1998), p. 265.
(Hagerstown, MD: Review and
19Ibíd., pp. 267, 268. 20 S. E. Bryan, I. U. Peate, D. W. Peate, et al., “The Largest Volcanic Eruptions on Earth”, Earth-Science Reviews, vol. 102, N° 3, 4 (2010), pp. 207229.
FALENCIAS DE LA DATACiÓN RADíOMÉTRiCA - I
ambas observaciones, y asumiendo el modesto valor medio de cuatro kilóm etros cúbicos de materia por año, si los contin entes realmente hubiesen tenido 2.500 millones de años, durante ese tiempo se habrían acumulado 10.000 millones de kilómetros cúbicos de materia volcánica. Esa cantidad de material habría sido suficiente para cubrir la superficie completa de la Tierra (océanos incluidos) hasta una altura de 19,6 kilómetros. No obstante, se ha calculado que la superficie de la Tierra contiene solamente 135 millones de kilómetros cúbicos de material de src en volc ánico .21 Si usamo s la mism a tasa de emi sión par a calcular su antigüedad, cuatro kilómetros cúbicos anuales, estos materiales se habrían depositado en menos de 34 millones de años. Teniendo en cuenta que en el pasado las erupciones eran más intensas y frecuentes, este período de tiempo podría verse considerablemente reducido. Vemos una vez más cómo se acumulan evidencias fehacientes en contra de las edades radiométricas, que asignan a los continentes antigüedades de 2.500 millones de años. Según los datos procedentes de las tasas de erosión y de sedim entació n, y de la deposición de material volcánico, la antigüedad de los continentes sería, como máximo, del orden de decenas de millones de años, lo que reduciría enorm em ente el tiempo disponible para l a evolución. Además de las evidencias geológicas en contra de las largas dataciones de los fósiles, existen muchas otras de que la vida sobre la T ierra es bastante más joven de lo que sugieren las edades radiométricas. En el capítulo 5, comentamos el descubrimiento de tejidos bl andos en re stos de dinosaurios que, supuestam ente, ten ía n 8 0 m illones d e años.22 N o es de esperar que la s est ru ct uras tisulares de base pro teic a sobrevivan más allá de un as de cenas de miles de años, debido a la degradación natural de las cadenas molec ulares. El descubrim iento de sec uenc ias de pr ote ína intac
21 Roth, Origins: Linking Science and Scripture, p. 268. 22M. H. Schweitzer, “Biomole cular Characte rization and Protein Sequences of the Ca mpanean Hadrosaur B. Canadensis” , Science , vol. 324 (2009), pp. 626631.
EVOLUCIÓN tMÍNIGSlS tas en fósiles de dinosaurio constituye una fuerte evidencia de que esos restos tienen miles de años de antigüedad, y no millones. P or razones similares, las bacterias viabl es qu e se ha n aislado de cri stales de sal enco ntrad os en estratos del Pérmico, su pue stamente tras 25 0 mill ones de años, sugie ren enérgicamente que la an tig üe da d real de dichos es tratos es de tan solo miles de años .23 En capítulos anteriores, también, hemos comentado el papel de las mutaciones, cambios aleatorios en el ADN, que resultan notoriamente perjudiciales para los organismos vivos. Hace unos años se descubrió que el ADN humano tiene una elevada velocidad de mutaci ón, y que se está dete riora ndo con una rapidez alarma nte.24 Si los seres humanos y sus antepasados hubieran existido durante tanto tiempo como supone la historia evolutiva convencional, el genoma se habría degenerado lo suficiente como para llevar a la especie a la extinción hace mucho tiempo. Cálculos basados sobre la acumulación de mutaciones perjudiciales tan solo en el ADN mitocondrial sugieren que la línea evolutiva ancestral que conduce a la aparición de los seres hum anos se habr ía extinguido después de 20 millones de años.25 Considerando el genoma completo, y utilizando la tasa de acumulación de mutaciones observada actualmente, el Dr. John Sanford, investigador en Genética de la Universidad Cornell, ha calculado que el A D N hu mano acumula la i ncreíble cantidad de 90 .00 0 errores en solo 6.0 00 años. Esto significa que 0,0 03 % del A D N se vuelve inope rante en menos de 10.000 años. En 6 m illones de años, el 3% del ADN (uno de cada 33 fragmentos) estaría dañado, y es inconcebible que el material genético sea todavía
23 C. L. Satterfield, T. K. Lowenstein, R. H. Vreeland, et al., “New Evidenee for 250 Ma Age o f Halotolerant Bacterium from a Permian Salt Crystal”, Geology, vol. 33 (2005), pp. 265268. 24 T. Beardsley, “Mutations Galore: Humans Have High Mutation Rates. But Why Wo rry?”, Scientific Am erican, vol. 280, N° 4 (1999), pp. 32, 36.
25L. Loewe, “Quantifying th e Genomic D ecay Par adox Due to M uller’s Ratchet in Human Mitochondrial DNA” , Genetics Research, Cambridge, vol. 87 (2006), pp. 133159.
FALENCIAS DE LA DA1ACIÓN RADIOMÉTRiCA - I
funci onal en esas cond icio nes .26 En otras palabras, la especie habría desaparecido much o antes de alcanzar los 6 millones de años. La evolución requ iere la producción de A D N nuevo po r medio de procesos naturales aleatorios; pero lo que observamos en la naturaleza y en los laboratorios de investigación es el proceso diametralmente opuesto: ADN que se deteriora lentamente, volviéndose afuncional y poniendo en peligro la continuidad de la especie. Y esto no ocurre solamente en el caso del ser human o. 1a sum ame nte compleja e interdependiente bioquímica de todos los organismos superiores, como las aves y los mamíferos, está codificada en el ADN de estos, pero los cambios en el A D N desequilibran el sistema y causan graves perjuicios. Por ejemplo, si la información genética que codifica la producción de células beta está dañada, sufriremos diabetes. Si se altera la informa ción responsable po r la síntesis de un a de las proteínas qu e participan en el mecanismo de coagulación de la sangre, sangraremos hasta morir. Resultados similares seguirán a cualquier cambio que inutilice una de las miles de rutas bioquímicas críticas para el organismo. Además, los ef ectos de las mutacion es se multip lican por el hecho de que existen partes del genom a que son interdep endient es. Se puede citar el caso de los microARNs, ácidos nucleicos cortos de cadena simple, que tienen la capacidad de regula r a otros genes. Aunque los genes que codifican la síntesis de los micr oARNs representan menos del 1% del total de genes humanos, estos regulan la síntesis de proteín as de m ás del 10% del geno ma.27 Por esta razón, las mutaciones en los genes que codifican los micro ARNs tien en efectos mu y amplificados, en términ os de enfermedad. Las mutacion es de algunos de estos genes se ha n vinculado con enfermedades hum anas como la leucemia, el linfoma, el cáncer colorrectal, el cáncer de próstata, otros tipos d e cáncer, y el síndrome de MartinBell, o del X frágil, u n trastorno hereditario que causa retraso mental .28
26 John C. Sanford, Genet ic Entropy and the Myst ery o fth e Genome (Waterloo, NY: FMS Publications, 2008), p. 153. 27 B. John, A. J. Enright, A. Aravin, et a l, “Human MicroRNA Targets”, PLoS Biology, vol. 2, N°11(2004). 2gIbíd.
EVCüiCiÓM ¡MPs Aunque existen mecanismos naturales para proteger a los organismos de las mutaciones y para reparar el ADN dañado, estos mecanismos son, en sí mismos, susceptibles al daño por mutación. Para organismos complejos, como los seres humanos, la especie tiende a la extinción cuando los niveles de deterioro del ADN alcanzan proporciones del uno por mil, o incluso del uno por diez mil, lo que corr esponde a 200 .000 y 20.00 0 años de mutaciones acumuladas, respectivamente. Según estos datos, podemos concluir que el A D N H om o no puede tener más de 200 .000 años, y probablemente no tie ne más de 20.000. Las tasas de m utación del A D N que observ amos en el presente ind ican edade s m ucho más cort as pa ra la vida sobr e la Tierra que las calculadas por datación radiométrica. Las tasas de erosión continental, las tasas de sedimentación en los océanos y la deposici ón de material volc ánic o in dican que los con tinentes no pueden tener miles de millones de años. Si se tienen en cuenta los eventos catastróficos y la edad de las rocas y de la vida fósil contenida en ellas, se ve mucho más reducida. El modelo de diluvio universal, en cambio, se adecúa bien a los datos que observamos y sugiere que la edad de los continentes y de los fósiles es relativamente joven, de solamente miles de años. Evidencias sólidas y consistentes procedentes de fuentes distintas contradicen las edades obtenidas por datación radiométrica. Por esta razón, es importante analizar en detalle este método de datación y, en particular, las suposiciones que lo sustentan.
FALENCIAS DE LA DATACIÓN RADIOMÉTRICA- II LOS MÉTODOS DE DATACIÓN RADIOMÉTRICA ARROJAN EDADES ANTIGUAS PARA ROCAS JÓVENES; Y OTRAS EVIDENCIAS DE GRANDES PROBLEMAS CON ESTE MÉTODO DE DATACIÓN
n 1896, se descubrió que el uranio emitía radiación nuclear
E
lenta, fenómeno que más tarde sería conocido como “radiactividad”. Desde entonces, se ha descubierto un considerable número de elementos que sufren desintegración radiactiva. Para pod er entender correctamente el contenido de este capítulo, es im po rtante conocer unos pocos conceptos técnicos, que intentaré explicar de forma sencilla. La mayoría de elementos químicos que encon tram os en la naturaleza, y que constituy en las partículas bá sicas de la materia a nuestro alrededor (como el oxígeno, el hidrógeno,
EVCLUCSÓ'Í iLIFOSILLS
el carbono, el silicio o el hierro), son estables y no cambian con el tiempo. Sin embargo, existen algunos elementos como el uranio, cuyos átomos son inestables y de manera espontánea se transforman en otro elemento, a la vez que emiten radiaciones peligrosas. Al elemento inestable que seal desintegra se denomina “elemento padre”, y al que se obtiene final se lo llama “elemento hijo”. La transformación del elemento padre al elemento hijo ocurre a una tasa determ inad a, que depend e de cada pareja de elementos. La vida media, o período de semidesintegración, de un elemento radiactivo es el tiemp o necesario para que la m itad de los átomos del elemento padre se transforme en elemento hijo. Pongamos un ejemplo: la vida media del carbono 14, que es un elemento radiactivo que se usa para datar restos seres vivos, es de átomos aproximadamente años. Si tom amos un ademuestra con 1.000 de carbono 5.700 14, al cabo de 5.700 años, la mita d (500) se habrá transformado en nitró geno 14, que es el elemento hijo, y la otra mitad estará todavía en forma de carbono 14. Durante los siguientes 5.700 años, la mitad de los 500 que quedaban (250) se transformará en nitrógeno; y en 5.700 años más, la mitad de los restantes. De esta forma, después de 17.100 años, nuestra muestra, que srcinalmente tenía 1.000 átomosyde875 carbono 14, tendráhijo, solamente 125 14. átomos del elemento padre, del elemento nitrógeno El hecho de que la desintegración radiactiva se prod uzca de forma regular perm ite usar el contenid o de u n elemento radia ctivo en un material para ca lcular su antigüedad . Teóricamente, si conocem os el conten ido inicial del elemento radiactivo y su período de semidesintegración, y si podemos m edir el conten ido actual del elemento p adre o hijo, el c álculo de la antigü edad de dich o material resultará relativamente se ncillo. Los períodos semidesintegración de aalgunos elementos radioactivos fuerondemedidos, inicialmente, comienzos del siglo XX, y la primera escala de tiempo basada sobre mediciones ra diométrica s fue propuesta po r A. Holm es en 1913. Esta s e basaba sobre mediciones relativamente pobres. Sin embargo, en 1947 se publicó una edición revisada, fundam entada en el contenido de uranio encontrado en minerales de cinco niveles diferentes de la colu mna geológica.
.
ENCIAS DE 1 A DAXACION R ADIOME-T RIGA
Los est ratos sedimentarios no p ued en ser datados d irectam ente por métodos radiométricos. En vez de ello, las capas sedimentarias y sus fósiles se datan a partir de las edades de las rocas volcánicas superiores e inferiores. Cuando la columna geológica fue datada, se midieron 5 puntos y se hicieron interpolaciones para los períodos in term ed ios, siguiendo la su posición de que la longitud de cada período geológico es proporcional al grosor máximo de las rocas sedimentarias formadas durante ese períod o.1Esta suposición de ta sas constantes de sed imen tación basa da sobre e l unifo rm itarian ism o se usó para calcula r las antig üedad es de los períodos de tiempo intermedios en la columna; aunque, como hemos visto en capítulos previos, hay claras evidencias de que no se cumple a causa del pasado catastrófico de la Tierra. Las fechas de Holmes para las distintas secciones de la columna geológica se usaron hasta que a principios de los años 60 se obtuvieron nuevos datos. Desde entonces, las edades atribuidas a los diferentes estratos se fueron actualizando, a medida que se iban recopilando nuevos resultados de datación radiométrica. El problema de la datación ra diométrica e s que no es un méto do de datación directo, ya que depende de varias suposiciones que deben cumplirse necesariamente para que el resultado de la datación sea válido. A continuación, vamos a analizar con más detalle cómo funcio na este métod o de datac ión. Algunos de los elementos radiactivos más usados son los siguientes: En el método uraniotorioplomo, átomos de uranio, con un peso atómico de 238, se desintegran a través de una serie de pasos interm edios hasta el plo mo 206. La vida med ia para esta reacción, es decir, el tiempo requerido para que la mitad del uranio 238 inestable se transforme en plomo 206 estable, se ha establecido en 4.470 millones de años. El uranio 235 se desintegra hasta el plomo 207, y tiene una vida media de 7 04 millones de añ os.
1J. L. Kulp, “G eological Time S cale”, McGraw-H ill Encyclopedia o f Science an d Techno logy (New York: McGrawHill Book Company, 1960), t. 6, p. 135137.
El torio 23 2, con u na vi da media de 14.100 millone s de año s, se desinte gra hasta plom o 208. El rubidio 87 se descompone a estroncio 87, con una vida media de 48.800 millones de años. El potasio 40 se transforma en argón 40, con una vida media de 1.250 millones de años. El samario 147 se transform a en neodim io 143, con u na vida media de 106 mil millones de años. Por último, ya hemos hablado del carbono 14, que se desintegr a a nitrógen o 14, con u na vida m edia de s olo 5.730 años. Para datar una roca es necesario medir con mucha exactitud la conce ntración de los diferentes elementos radio activos que contiene. Sabiendo las proporciones entre los elementos padrehijo, y utilizando fórmulas matemáticas específicas, se puede calcular la edad de la roca. Para un sistema simple, aplicaríamos la siguiente fórmula: T = (t/0.693) ln
[(B +1 ) /A ]
Donde T es la edad de la roca en millones de años; t es el período de semidesintegración, también en millones de años, del elemento radiactivo; B es la concentració n de átomo s hijo presente en la mu estra; A es la concentración de átomos padre presente en la muestra; y ln es un a operación m atemática llamada logaritmo neperiano. En sistemas complejos donde se combinan varios elementos radiactivos o se producen varios elementos hijo distintos, las matemáticas necesarias para calcular la antigüedad se complican considerablemente. Por ejemplo, en ocasiones, es necesario tene r en cue nta lo s efectos que tiene sobre otro m aterial radiact ivo la radiación em itida po r u n elemento al desinteg rarse. Las suposic iones q ue d ebe n cum plirse pa ra garantizar la validez de los result ados de la datación radio métrica son las siguientes: Cuando la rocafu e form ada, no estuviese presente ningu na canti dad del elemento hijo. Es decir, que to dos los átom os hijo presentes sean producto de la desintegración radiactiva del elemento padre. D urante el tiempo transcurrido entre la form ación de la roca y
FALENCIAS DE LA DATACIÓN RADIOME'TRICA - II la datación (generalmente, decenas a miles de millones de años) el sistema ha perma necido cerrado, de manera que no se han eliminado o retirado de la roca átomos ni del elemento padre ni
del hijo. D urante el mismo período, no se ha añadido nin gún átom o adi cional del elemento padre o del elemento hijo que no pueda ser
explicado por el proceso de desintegración radioactiva. La tasa de desintegración no ha cambiado.
Para detectar y reducir los errores debidos al incumplimiento de las suposiciones 1 al 3, se ha desarrollado una técnica llamada “isócrona”, por medio de la cual se calculan las proporciones de isótopos padre e hijo para diferentes minerales de la misma muestra de roca, y se representan juntas en un mismo gráfico. Si los datos se ajustan a una línea recta, el resultado se considera de confi anza y s e asumen pérdi das m ínimas de material . La edad de la roca se calcula, entonces , a partir de la pe nd ien te de la recta. No obstante, la técnica is ócrona no hace a l m étodo infalible, porqu e no permite detectar algunos procesos, como la mezcla en el pasado de rocas jóvenes y antiguas en estado fundido, que podrían afectar el resultado de la datación. Este problema puede ilustrarse con numerosos casos en los que, utilizando diferentes elementos radiactivos, la datación isócrona de la misma roca ha resultado en edades m uy dispares. El li bro de Geología Isotópica, de G. Faure, cita varios ejemplos. Muestras de lava desde el Pleistoceno hasta el presente, con antigüedades de menos de 1,6 millones de años, según su posición en las capas de roca, se dataron por el método rubidioestroncio, con u n resultado de 773 millones de años. Dos dataciones de lava del Mioceno Superior al Plioceno dieron un resultado de 5 a 9 millones de años, según el método potasioargón, y de 31 a 39 millones de años según el rubidioestroncio. En otro caso, la lava se dató estratigráficamente como del PliocenoHo loceno, es decir, de menos de 5,3 millones de años, pero el resultado de la datación por rubidioestroncio fue de edades de 570 y 870 millones de años. Otra roca del mismo período fue datada en 1.500 millones de años por el método de rubidioestroncio, y
evm:;üíq«; mp« íeb!í : una del Mioce noH oloce no (es decir, de menos de 24 m illones de años según la datación estratigráfica convencional) fue datada en 1.200 mil lones de años por el mismo méto do.2 El Dr. Andrew Snelling, geólogo, ha escrito un informe técnico en que se expl ica detalladam ente la influencia de la me zcla de materiales preexistentes en los resultados de las isócronas, y analiza otros intentos de explicar los resultados dispares que se obtienen en la datación radiactiva de una misma muestra de roca po r distintos m étodos .3 En este trabajo, s e descr iben es tudios recientes de datación isócrona de muestras múltiples de roca que, a pesar de usar métod os m uy preci sos de anál isis q uímico, han seguido dando resultados discordantes. Por ejemplo, en Somerset Dam, en Queensland, Australia, para 15 muestras de roca de una intrusión convencionalmente datada del Jurási coTriásico (supuestamente, de 216 a 225 millones de años), el rango de edades estimadas por medio del método potasioargón fue de 183 a 252 millones de años. La datación isócrona dio un resultado de 174 millones de años, con un error estimativo de solo ± 9 millones de años. Cuando las mismas muestras se dataron p or el m étodo de is ócro na de rubidioestronci o, la edad obtenid a fue de 393 millones de añ os; y con el m éto do de isócrona de samarioneodimio, se calculó una edad de 259 millones de años. El método plomoplomo dio una edad de 1.425 ± 1.000 millones p ara la mism a intr us ió n de r oca.4 En tonc es, ¿cuál es la antigüedad de la intrusión? ¿174 millones de años? ¿1.425? ¿Alguna de las edade s intermedias? ¿O un a tot alm en te difer ente? Enc ontra mo s otro ejemplo en la datación del basa lto Cárdenas, de la región oriental del Gran Cañón, en Arizona. La edad con
2G. Faure, Principies oflsorope Geology, pp. 145147.
2o ed. (New York: John Wiley and Sons, 1986),
3Andrew A. Snelling, “Isochron Discordances and the Role o f Inherit ance and M ixing of Radioisot opes in the M antle a nd Crust” , en L. Vardiman, A. A. Sne lling y E. F. Chaffin, ed ., Radioisotopes a nd the Age o f the Earth (El Cajón, CA: Institut e for Creation Research and Chino Valley, AZ: Creation R esearc h Society, 2005), pp. 393524. 4 Ibíd., pp. 405414.
¡SO
FALENCIAS DE LA DA TADOS RADIOME TRICA - ¡I vencional ob tenid a de dataciones radiométricas p revias er a 1.103 ± 66 millones de años. El rango de edades obtenido en los Laboratorios Geochron, Cam bridge, Massachusetts, por el método potasioargón, fue de 577 ± 1 2 a l . 0 1 3 + 37 millones de años; y por el m étodo de isócrona fue de 516 ± 30 millones de años. Sin embargo, el Laboratorio de Isótopos de la Universidad de Colorado, en Boulder, Colorado, obtuvo edades isócronas basadas sobre rubidioestroncio de 1.111 ± 81 millones de años para 19 muestras, y 892 ± 82 millones de años para otras 22 muestras. La s mediciones de samarioneodimio del mismo laboratorio dieron una edad isócrona de 1.588 ± 170 millones de años, mientras que las mediciones de plomoplomo dieron una edad isócrona de 1.385 ± 950 millone s de años.5Surg e, entonces, la mism a pregunta: ¿Cuán antiguo es el basalto? ¿516 millones de años? ¿1.588 millones de años? ¿Quiere usted mismo escoger? Un último caso citado por Snelling es la dispersión en la estimación de la edad de las rocas que se obt uvo de la datación d e unas 20 mues tras de las rocas anfibolitas d e Brahma, situadas cerca de la base del Gran Cañón. La edad estimada por rubidioestroncio fue de 1.240 ± 84 millones de a ños, po r samarioneo dimio fue de 1.655 ± 40 millones de años; y por plomoplomo fue 1.883 ± 53 millones de años.6 En total, m ás de 600 millones de años d e diferencia. Otr os autores han encontrado discrepancias similares. U n caso extremo es la diferencia abismal entre las edades estimadas para los granos de zircón presentes en la granodiorita Jemez, de Nuevo México, que fue datada en 1.500 millones de años por el mét odo uranioplomo, y en solamente 6.000 años por el métod o de uranioheli o.7 Otro caso interesante son las rocas volcánicas cuya antigüedad se conoce con exactitud porque se formaron en épocas históricas, 5lbíd. 6Ibíd., pp. 416418.
7D. R. Humph reys, S. A. Austin, J. R. Baum gardn er y A. A. Snelling, “Recently Mea sured Helium Diffusion Rate for Zircon Suggests Incons istency with UPb Age for Fen ton Hill Granodiorite”, EO S - Transactions o f the American Geophysical Union, vol. 84, N° 46 (2003), Fall Meeting Supplement, AbstractV32C.1047.
EVOLUCIÓN I
y qu e según la s dataci ones radiométricas se remon tarían a cientos de millones de años. Un ejemplo son los flujos de lava en Hawai, de solo uno s siglos de antigüed ad, que d ieron resul tados de 3.340 millones d e año s.8 Tam bién tenem os rocas volcáni cas pro cede ntes de erupciones históricas de las Azores, Tristan da Cunha y el Vesubio, de solamente ciento s de años de antigü edad, que dieron resultados de 100 a 10.500 millone s de años según e l méto do del uran ioplo mo.9 Por últim o, po dem os citar un cuidadoso estudio de datación radiométrica de los flujos de lava de las erupciones de 1949 y 1954 del volcán Ngauruhoe, en la isla norte de Nueva Zelanda, realizado a finales de los años 90. Dos o tres muestras de roca de dos o tres ki los se recolectaron de cad a un o de los siguientes flujos de lava: 11 de febrero de 1949, 4 de junio de 1954, 30 de jun io de 1954 y 14 de julio de 1954. Tam bién s e tom aro n dos muestras de los depósitos de avalancha de la erupción del 19 de febrero de 1975. Parte de las muestras se enviaron al laboratorio PRISE, de la Escue la de Investigación de Ciencias de la Tie rra de la Univ ersidad Nac ional Australiana, en Can berra , p ara su an álisis isotópic o p or rubidioe stronci o, samarioneodimio y plom oplomo. La isócrona de rubidioestroncio dio una edad aparente de 133 ± 87 millones de años; la de samarioneodim io, de 197 + 160 millones; y la de plom oplo mo, de 3.90 8 ± 390 millones.1 0 Si rocas con una antigüedad conocida de menos de 100 años son datadas como si tuvieran cientos o miles de millones de años,
8J. F. Evemden, D. E. Savage, G. H. Curtís y G. T. James, “Potassiumargon Dates and the Cenozoic Mammalian Chronology of North America”, American Journal o f Science, vol. 262 (1964), pp. 145198. Pueden encontrarse muchos ejemplos debatidos en: A. P. Dicken, Radiogenic Isotope Geology (Cambridge, UK and NY: Cambridge University Press, 1995). 9 S. P. Clementson, “A Critical Exa mination of Radioactive D ating o f Rocks” , Creation Research Society Quarterly, vol. 7 (1970), pp. 137141. 10 A. A. Snelling, “The Relevance of RbSr, SmNd, an d PbPb Isotope Systematics to Elucidation of the Génesis and History o f Recent Andesite Flows at Mt. Ngauruhoe, New Zealand, and the Implicatíons for Radioisotopic D ating” , en R. L. Ivey Jr., ed., Proceedings o f the Fifth Intern ation al Conference on Creationism. (Pittsburgh, PA: Creation Science Fellowship Publishers, 2003), pp. 285303. En línea: www.answersingenesis.org/articles/ aid/v5/nl/mtngauruhoeisotope.
FALENCIAS DE.A I DATACiüN RADÍOS!ÉTRICA - II
¿cómo podem os fiarnos en absoluto de los resultados de la s datacio nes radiométricas? Estas anomalías en las dataciones se han explicado argu me ntand o que los resultados no representan e l m om en to de solidificación de la lava en la superficie, sino la edad de las fuentes de roca del manto, mucho más antiguas. Este razonamiento tiene implicaciones m uy im por tante s, que la mayoría de los geólogos suelen ignorar: si la datación radiométrica no refleja el momento real en que los materiales se depositaron en la columna geológica, sus resultados tampo co p ue de n utilizarse para calcular las antigüedades de los materiales sedimentarios intercalados entre ellas. Otro factor crucial del que depende la validez de las dataciones radiométricas es la suposición de que las tasas de desintegración han permanecido constantes. Aunque esta suposición parece razonable, un artículo pub licado hace u nos años en la revista Science sugirió que los cambios en la presión física podían cambiar las tasas de desin tegrac ión.11 Desd e los años 90 , los cient íficos ha n sido capaces de producir en experimentos de laboratorio tasas de desintegrac ión radiactiva a celeradas ha sta m il millon es de veces, a tem per atu ras ext rem adam ente elevadas.112 Más recientem ente, un equipo de científicos de las universidades de Purdue y Stanford ha descubierto que la desintegración de los isótopos radiactivos fluctúa e n sinc ronía co n la rotac ión del núcleo del sol.13 No sabemos de qué modo las fuerzas ambientales, u otros tipos de fuerzas, pudiero n afectar las tasas de desintegración en el pasado. De todas formas, sí tenemos evidencias geológicas de desintegración radiactiva acelerada en algunos momentos; de ser cierto, esto daría la apariencia de edades más antiguas a las rocas datadas por métodos radiométricos. Informes científicos sobre las
11W. K. Hensley, W. A. B assett y J. R. Huizenga , “Pre ssure D epende nce o f the Radioactive Decay Constant o f Beryllium 7”, Science , vol. 181, N° 4.104 (1973), pp. 1.164, 1.165 12F. Bosch, T. Faestermann, J. Friese, F. Heine, etal, “Observation of b oundstate b decay of fully ionized 187Re”, Physical Review Letters, vol. 77, N° 26 (1996), pp. 5.1905.193. Pueden encontrarse más debates y experimentos similares en: ww.answersingenesis.org/ articles/tj/v 15/n2/acceleratio n. 13En línea: www.phys.org/news202456660.html#jCp.
E V O L U C I Ó N t f .3 . . r ' r e -
tasas de acum ulación y de difusión de helio proced ente de d esintegración radiactiva en ro cas graníti cas del Precámbrico e n Fe nto n Hill, Nuevo México, sugieren tasas de desintegración radiactiva en orm em en te aceleradas en el pas ado rec iente .14 Otros estudios de comparación de radiohalos de uranio238 y radiohalos de po lonio, en granitos y en rocas metamórficas, apoyan también la existencia de desintegración radiactiva acelerada, y la formación rápid a y relativamente reciente de d eterm inad os tipos de ro ca.15 Estos hallazgos cuestionan el cumplimiento de la suposición de que las tasas de desintegración radiactiva han sido constantes durante miles de millones de años; lo que a su vez desafía seriamente la validez de los resultados de las dataciones radiométri cas. Y si fuera verdad que las tasas de desintegración sufrieron importantes aceleraciones en el pasado, entonces, esto además implicaría que las edades reales de las rocas serían mucho menores que las estimadas por medio de datación radiometrica; sobre todo cuando se usan isótopos con largos períodos de semidesin teg ra ción .16 Hay otras suposiciones metodológicas que se aplican a la datación radiom étrica, tales com o la afirmación de algunos cient íficos de que si la edad radiométrica no es compatible con los datos estratigráficos, la da tació n radio métric a no es de con fianz a.17 Esto suscita gran cantidad de cuestionamientos respecto de las fechas radiométricas que no deben de haberse publicado por no concordar con la edad estándar de la columna geológica, o aquellas que quizá fueron reescritas a fin de hacerlas coincidir con las fechas
14D. R. Humphreys, “Young Helium Diffusion Age of Zircons Supports Accelerated Nuclear Decay ”, en Vardiman, Snelling y Chaffin, ed., Radioisotopes an d the Age o f the Ear-
th, pp. 25100. 15A. A. Snelling, “Radioha los in G ranites: Ev idence fo r Accelerated Nuc lear Dec ay”, en:
Ibíd., pp. 101208. 16L. Vardiman, S. A. Austin, J. R. Baumgardner, et a l, “Summary of evidence for a Young Earth from the RATE Project”, en: Ibíd., pp. 735772. 17D. L. Thurber, W. S. Broecker, R. L. Blanc hard y H. A. P otratz, “U ranium series Ages o f
Pacific Atoll Coral” , Science, vol. 149 (1965), pp. 5558.
previam ente consensuadas para la historia evolutiva del planeta. Por ejemplo, en Kenia, hay un depósito volcánico llamado KBS Tuff, que es rico en fósiles, y srcinalmente fue datado con una antigüedad de entre 212 y 230 millones de años. No obstante, como esta edad no se ajustaba al registro fósil presente, el depósito fue redatado por los mismos investigadores empleando distintas muestras, y s e obtuv o u na n ueva edad de 2,61 millones de año s.18 El famoso antropólogo Dr. Richard Leakey descubrió un cráneo similar al de un ser humano moderno debajo del KBS Tuff, en un estrato que contenía también herramientas primitivas y había sido data do e n un os 2,9 millones de año s.19 Estratos simi lares a los hallados debajo del KBS se habían encontrado también en el río Orno , en Etiopía, y s e habían datado con u na ed ad inf erior, de aproxim adam ente 2 mill ones de añ os; as í que, en un estudio posterior realizado por investigadores de la Universidad de California, en Berkeley, se volvieron a da tar los estratos de l KBS Tuf f y el resultado fue un a nuev a edad, de 1,6 millones de años .20 D ur an te los siguientes cinco años, se realizaron estudios adicionales de da tación radiométrica, y los estratos fueron, una vez más, redatados por investigadores de la Universidad Australiana. Estos reportaron edades de 1,87 y 1,89 millones de años, valores compatibles con la edad estándar de los mamíferos fósiles encontrados, según la escala de tiem po evolut iva.21 Otra suposición metodológica que podría provocar un sesgo e influir en los resultados de las dataciones está relacionada con
18 F.J. Fitch y J.A. Miller, “Radioisotopic Age De terminations o f Lake Rudolf Artefact Site”, Nature , vol. 226, N° 5.242 (18 de abril de 1970), pp. 226228. 19F. J. Fitch, I. C. Findlater, R. T. Watkins y J. A. Miller, “Da ting o f the Roc k Successi on Containing Fossil Hominids at E ast Rudolf, Kenya”, Nature, vol. 251 (20 de septiem bre de 1974), pp. 213215. 20 G. H. Curtís, R. E. Drake, T. E. Cerling y J. H. Hampel, “Age o f KBS Tuff in Koobi Fora Formation, East Rudolf, Keyna”, Nature, vol. 258 (4 de diciembre de 1975), pp. 395398. 211. McDougal l, R. Maier, R SutherlandHaw kes y A. J. W. Gleadow, “K Ar Age Estím ate for the KBS Tuff, East Turkana, Kenya”, Nature, vol. 284 (20 de marzo de 1980), p. 230. Ver también: A. J. W. Gleadow , “Fis sio nTr ackA ge o f the KBS Tuff and Associated Ho mi nid Remains in Northern Kenya”, ibíd., pp. 225230.
la recomendación del Dr. J. L. Kulp, profesor de Geoquímica en la Universidad de Columbia, de que el elemento radiactivo escogido para realizar una datación debe tener un período de semidesintegración del mismo orden de magnitud que el lapso a medir. Kulp sugirió que, para rocas antiguas, debían escogerse los isótopos con períodos de semidesintegración de cientos de millones de año s.22 Esto im plica supo ner de a ntem ano la edad de la roca que se está intentando datar, lo que predispone a los investigadores hacia un tipo determinado de resultado, e impide la obtención de resultados muy dispares a lo esperado, pues estos ni siquiera se encuentran dentro del rango de medición. Un ejemplo práctico son las dataciones de carbón o de diamantes. Se asume que estos materiales, que son esencialmente carbono en formas difer entes, tiene n an tigüedades de cientos de millones de años y, por lo tanto, no suelen ser analizados con carbono 14, cuyo período de semidesintegración es de tan solo 5.730 años, porq ue se asume que están fuera de su alcance. A pesar de esto, cuando algunos científicos poco ortodoxos decidieron no seguir esta recomendación y dataron materiales con base de carbono, supuestamente muy antiguos, con el método del carbono 14, obtuvieron resultados sorprendentes. Antes de co mentar alguno s casos, veamo s de qué m anera fu ncionan las dataciones con carbono 14: La vida en la Tierra está basada sobre el carbono. Los seres vivos están conformados por moléculas orgánicas que, básicamente, son compuestos de carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, siendo el carbono el elemento principal del esqueleto de las cadenas de dichas moléculas. La mayoría del carbono que integra a los seres vivos es carbono 12. Este elemento se incorpora a la materia viva desde la atmósfera, por medio de la fotosíntesis. Las plantas toman su carbono del dióxido de carbono del aire, y lo utilizan para fabricar moléculas orgánicas que se acu mulan en la planta y la hacen crecer. Como producto de desecho de este proceso, se
22 J. L. Kul p, “R ock (A ge Determ ination)” , McG raw-Hill Encyclopedia o f Science and Technology , t. 11, pp. 591594,
produce oxígeno, que las plantas liberan a la atmósfera. Además de oxígeno y dióxido de carbono, la atmósfera terrestre contiene una gran cantidad de nitrógeno. En la parte superior, algunos de los átomos de nitrógen o se convierten en carbono 14 cuando son golpeados po r neu trones proceden tes de ra yos cósmicos. El carbono 14 tiene propiedades muy similares al carbono 12, por lo que puede formar moléculas de dióxido de carbono, ser incorporado por las plantas en la fotosíntesis y, con posterioridad, pasar a los anima les po r m edio de la cadena al imenti cia. Ap roximadam ente, uno de cada un billón de átomos de carbono de la atmósfera es carbo no 14. La diferencia prin cip al entr e el carb ono 12 y el 14 es que este último es radiactivo. Los átomos de carbono 14 desintegrarán con el tiempo y se convertirán de nuevo en nitrógeno. Com o la pro du cció n de carbo no 14 en las capas altas de la atmós fera es más o men os co nstan te, y las plantas no dist ingu en los dos tipos de carbono, la proporción de carbono 14 en plantas y en animales, mientras están vivos, es la misma que en la atmósfera. Sin embargo, cuando los seres vivos mueren, dejan de incorporar el carbono 14 de la atmósfera y el nivel disminuye lentamente, según la fórmula de desintegr ación descri ta con a nterioridad. Eso significa que después de 5.730 años la vida media del carbono 14 solo quedará la mitad. Si se analiza una muestra orgánica, la cantidad de carbono 14 que queda en su interior nos permitirá calcular la fecha de la m uer te del ser vivo del que p rocede la muestra. N o obstante, si la antigü edad de la mu estra fuer a m uy grande, del orden de millones de años, esta técnica de datación no sería válida dado que, después de tantas “vidas medias” transcurridas, la cantidad de carbono 14 restante sería nula, o tan peq ueñ a que resultaría indetectable. Uno de los problemas relacionados con la datación con carbono 14 es que se asume que el contenido de carbono 14 en la atmósfera ha sido constante co n el tiempo. Y a hemos com entado qu e el carbono 14 se forma a caus a de los rayos cósmicos; en to nces, esta suposición requiere que el flujo de rayos cósmicos que llega a la Tier ra haya sido consta nte d ur an te millones de años. Lo s rayos cósmicos están formados por protones de alta energía que
tienen carga positiva, po r lo tanto, su impacto en la atmósfera está afectado por el campo magnético de la Tierra. La intensidad de los rayos cósmicos provenientes del espacio exterior podría haber cambiado considerablemente en el pasado, de la misma manera que podría haber cambiado el campo magnético de la Tierra. Sabemos, por ejemplo, que el momento magnético dipolar de la Ti erra se ha r edu cido en un 6,5 % desde el año 1900 .23 Si la actividad de los rayos cósmicos hubiese sido inferior en el pasado, las dataciones darían edades mayores que las reales. La med ida exacta de la proporción entre lo s carbonos 14 y 12 fue tamb ién problemática has ta comienzos de lo s años 80, cuand o estuvieron disponibles las técnicas de esp ectro me tría de masa s con aceleradores (Accelerator Mass Spectrometer, o AMS). A finales de los años 90, el Dr. Andrew Snelling tenía en su poder varias muestras de madera fo silizada cuya antigüe dad, según su posición en la columna geológica, era de entre 40 y 250 millones de años. Aunque en teoría estas muestras tan antiguas no deberían contener carbono 14, Snelling las envió a un laboratorio comercial que usaba te cnología AMS, para su datación po r este métod o. Los resultados no solo confirmaron la presencia de carbono 14 en las muestras, sino t am bié n dete rmi naro n edades reciente s para ellas, de entr e 20.7 00 ± 1.200 y 44.7 00 ± 950 años.24 El Dr. Paul Giem, de la Universidad de Loma Linda, es un médico de Urgencias con gran interés en la datación por carbono 14. En 2001, Giem publicó una evaluación de los resultados de datación con carb ono 14 de unas 70 mediciones AMS de fósiles, reportadas en tre 1984 y 2001. Según su posición en los est ratos de roca, estas muestras de carbono fósil tenían más de 100.000 años y, en m uc ho s casos, millones.25 N in guna de estas muestr as de berí a
23 K. Kudela y P. Bobik, “Longterm Variat ions o f Geoma netic Rigidity Cutoffs” , Solar Physics, vol. 224 (2005), pp. 423431. 24 J. R. B aum gardn er “ 14C Evidence fo r a Rec ent Glo bal Flood and a Young Earth” , en: Vardiman, Snelling y Chaffin, ed., Radioisotopes an d the Age o f the Earth, p. 589. 25 Paul Giem, “Carbón14 Content of Fossil Carbón’, Origins (Geoscience Re search Insti
tute), vol. 51 (2001), pp. 630.
~AL t N CI AStD
DATAC
haber tenido una cantidad cuantificable de carbono 14 pero, a pesar de ello, la mayoría de ellas dieron resultados de edades entre 40 .00 0 y 50.00 0 años. El Dr. Giem ob servó que muchas muestras, aun cuando procedían de períodos de tiempos geológicos m uy diferent es, dab an edades similares en la data ción p or ca rbon o 14. Esto concuerda con el modelo de creacióninundación, que pro pone que la mayoría de los estratos que contienen fósiles se depositaron en un breve período de tiempo, y en un pasado reciente. Asimismo , la persistenci a de carbono 14 en u n n úm ero ta n grande de muestras fósiles procedentes de distintas ubicaciones sugiere, firmemente, que los fósiles no pueden ser tan antiguos como afirma la escala de tiempo geológico. El Dr. Giem señala que despu és de 300 .000 años no d ebería quedar ni u n solo átomo de carbono 14 en una muestra de un gramo de carbón fósil. En consecuencia, en muestras de carbó n de e ntre decenas y cientos de millones de años, no podría haber niveles detectables de carbono 14, si las muestras tuvieran realmente esa antigüedad. El hecho de que se detecte carbono 14 prueba, claramente, que deben tener menos de 300.000 años, y en términos de análisis prácticos, menos de 100.000. En otras palabras, los estratos portadores de carbón no pueden tener ni remotamente la edad que la columna geológica estándar les ha asignado. El trabajo del Dr. Giem fue continuado, a comienzos del siglo XXI, por un riguroso estudio del contenido de carbono 14 en muestras de carbón procedentes de diferentes lugares de los Estados Unidos. Diez fueron obtenidas del Banco de Muestras de Carbón del Departamento de Energía de los Estados Unidos, en la Universidad Estatal de Pensilvania. Las muestras eran bloques de 180 kilogramos de carbón fre sco, extraídos de minas de carbó n activas y alm acenados en gas argón; y pro cedía n de d epósitos asignados a los períodos Eoce no, Cretácico y Pensilvano en la colu mna geológica, con edades asociadas de entre 40 y 300 millones de años. Es tas muestras de carbón fuero n analizadas cuida dos ame nte por medio de técnicas AMS, y corregidas para los efectos de fondo estándar. Todas las muestras dieron niveles medibles de carbono 14, y las edades obtenidas solo variaban entre 44.000 y 57.000
€ .o; años .26 Estos resu ltados desafían s eria mente las edades c onvencio nales asignadas a la columna geológica, y no dejan tiempo suficiente pa ra q ue la evolución haya po dido suceder. A pesar de situarse en el rango de unos pocos miles de años, estas edades aun son excesivas para ajustarse al modelo de creacióndiluvio siguiendo la cronología bíblica. No obstante, es posible que las edades aparezcan aumentadas, si la proporción de carbono 14 respecto del 12 era menor en el pasado. El autor del ci tado informe, Dr. Jo hn Baumgardner, geo físico y miembro jubilado del personal técnico de la División Teórica del Laboratorio Nacional Los Álamos, señala que si en el pasado existió un contenido de carbono mucho más alto en la biosfera, como revelan los extensos depósitos de carbón y piedra caliza, la proporción de carbono 14 generada por rayos cósmicos habría sido menor. Si en el cálculo se emplea un valor estimado inferior para el nivel de carbono 14 en el pasado, se obtienen edades de aproxim adam ente 5.000 años para es tas muest ras, lo que sí con cuerda con el resto de evidencias científicas e históricas en favor del diluvio universal.27 Un estudio complementario se llevó a cabo con diamantes cuya datación convencional se sitúa entre 1.000 y 3.000 millones de a ños. Diam antes de esa antigüed ad no deberían c ontener nad a de carbono 14 pero, com o vere mos a con tinuac ión, la s da taciones revelaron altos niveles de este elemento. Se ha sugerido que los neutrones térmicos generados por otros elementos radiactivos, como el uranio, el torio, etc., pueden generar carbono 14 en la corteza terrestre, lo que explicaría la aparición de este elemento en muestras antiguas. Esta posibilidad ha sido considerada, pero la cantidad pr odu cida serí a tan pe que ña que estaría m uy p or debajo del niv el detectable por AMS y , por lo tan to, no justificaría ninguno de los resultados observados.28
26 J. R. Baumgardner, ibíd., pp. 587609. 27Ibíd.., p. 588. 28 Ibíd., pp. 614616.
170
FALENCIAS DE LA DATACiON RADiOMÉTRi C Cinco diamantes procedentes de chimeneas de kimberlita, cuatro de la s minas de D e Beers, en Botsuana, y u no de Kimb er ley, en Sudáfrica, más un diamante procedente de un depósito aluvial de Guinea, se analizaron por el método de AMS, y se obtuvieron niveles de carbono 14 en todos ellos. Los resultados de la datación d ieron un prom edio de edad de 55.7 00 años.29 Más tarde, los mismos investigadores dataron seis diamantes adicionales de Namibia, y todos contenían niveles detectables de carbono 14. Estudios posteriores, pu blicados en 2 00 7 p or inves tigador es de la Universidad de California, obtuvieron resultados similares. Dataron varios diamantes por el método del carbono 14, usando el espectrómetro de alta precis ión Kec k Car bó n Cycle AMS, y ob tu vieron edades que se extendían desde los 64.900 ± 400 años hasta los 80.000 ± 1.100 años. Seis fragmentos de un mismo diamante diero n resul tados de entre 69 .300 ± 500 y 70.6 00 ± 500 años.3 0 Todos los resultados anteriores fueron estadísticamente significativos, y proporcionan evidencias sólidas de que estos diamantes, datados convencionalmente en miles de millones de años, deben tener menos de 100.000 años. Como ya hemos comentado antes, con estos resultados, la historia geológica del planeta qued a ta n re ducida que no da tiempo suficiente para la ocurrenci a de un a evoluc ión ta l como la propuesta por el mo delo evolutivo estándar. El conjunto de evidencias revisadas hasta el momento en este libro indican, claramente, que la edad de la vida en la Tierra es muy inferior a la propuesta por el modelo convencional y que la evolució n no ha o currid o. Evidencia s geol ógicas, com o las velocidades de erosión y sedimentación; biológicas, como los tejidos blandos encontrados en fósiles de dinosaurio y las tasas de mutación; e históricas, como las narraciones del diluvio en nu-
x Ibíd., pp. 609630. 30 R. E. Taylor y J. So uthon, “Use of Natural Diam onds to M onito r 14C AMS Instrume nt Backgrounds”, Nuclear Instrum ents an d Methods in Physics Research Section B: Beam Interactions with Materials and Atoms, vol. 259, N° 1 (junio de 2007), pp. 282287
merosas culturas, son firmemente opuestas al concepto de que la Tierra, los estratos y los fósiles tienen millones de años de antigüedad. Incluso los resultados de las dataciones radiométricas, que constituyen en la actualidad la base principal del modelo de largas eda des, pue de n utili zarse para cuestionar d icho m odelo, si consideramos las discrepancias con otros métodos de datación y los resultados “anómalos”, como la presencia de carbono 14 en muestras en las que debería estar ausente.
LA TEORIA DEL BIG BANG NO ESTÁ RESPALDADAPOr TÓ s I dATOS OBSERVADOS
uestro planeta es un entorno realmente extraordinario, diferente de cualquiera en n uestro sist ema sol ar o en n in gún otro lugar conocido del espacio cercano. El tamaño
N
del Sol, y la distancia entre este y la Tierra, hacen posible que la tempe ratura per manezc a dentro de un rango com patibl e con la vida. La abundancia de agua, oxígeno y carbono, así como muchos otros factores, hacen que la Tierra sea un lugar aparentemente perfecto para la vida. Esto es lo que quieren decir los astrónomos cuand o hablan de un planeta Rici tos de O ro (en inglés Goldilocksplanet),1 haciendo referencia al cuento infantil *
'Ver, por ej„ N. Lubrick, “Goldilocks and the Three Planets”, (2003), pp. 3641.
Astrono my, vol. 31, N° 7
.‘MIus-
en el que una niña escoge entre objetos de características variadas según las que le resultan más convenientes: ni muy grande ni muy pequeño, ni muy frío ni muy caliente, ni muy duro ni m uy blando, etc. La vida, tal cual la conocemos, está basada sobre el carbono, elemento químico que tiene propiedades particulares, incluyendo la capacidad de establecer enlaces con hasta otros cuatro átomos o cadenas d e átomos. Esto perm ite a l os átom os de carbono formar el esqueleto de multitud de biopolímeros que constituyen las estructuras de nuestras células, las enzimas responsables del metabolismo celular y otras moléculas esenciales, como el material genético. En el universo conocido, hay una cantidad relativamente grande de carbono. Los científicos han propuesto que este y otros elementos se formaron por una fusión nuclear en las estrellas, a partir de partículas atómicas más ligeras. El famoso astrónomo Sir Fred Hoyle, de la Universidad de Cambridge, estudió las reacciones necesarias para producir carbono y calculó los niveles de energía de sus átomos. Llegó a la conclusión de que, para que el carbono tuviera sus propiedades químicas únicas, sus niveles de energía tenían que estar ajustados con tal precisión que la pro babilid ad de que hayan sido generados por las fuerzas ciegas de la naturaleza era minúscula. Escribió que, si interpretamos los datos científicos con sentido común, deberíamos concluir que un intelecto súper calculador debió haber diseñado las propiedades del átomo de carbono.2 Hoyle señaló, igualmente, que aun más ridículo es suponer que los átomos de carbono pueden juntarse a través de procesos aleator ios, para con form ar lo s biopolíme ros capaces de sustentar la vida. Se ha propuesto que las primeras moléculas orgánicas aparecieron y se acumularon en ambientes determinados de la Tierra primitiva, como lagunas costeras o chimeneas hidroter-
2 Fred Hoyle, “The Universe: Past an d Prese nt Reflections”, Engineering and Science, vol. 45, N° 2 (noviembre de 1981), pp. 812. En línea: www.calteches.library.caltech . edu/527/2/Hoyle.pdf.
LA TEORÍA DEL BíG BAÑO
males, y formaron lo que se conoce como “sopa primordial”. Hoyle y su colega, el matemático Chandra Wickramasinghe, calcularon que las probabilidades de que los átomos de carbono hayan podido unirse a fin de crear las enzimas necesarias para la forma de vida más simple que deberían haber aparecido simultáneamente en el lugar y en el momento apropiados son tan pequeñas que incluso si el universo entero estuviera formado por dicha “sopa primordial”, todavía resultaría improbable.3 Hoyle pensaba que, en lugar de aceptar la ínfima probabilidad de que la vida haya aparecido mediante las fuerzas ciegas de la naturaleza, tenemos menos probabilidades de equivocarnos si suponemos que el srcen de la vida fue un acto intelectual deliberado.4 El modo en que los elementos químicos que componen de la vida c ar bo no , oxígen o, nitrógeno e hi dr óg en o llegar on a existir, junto con los demás elementos, se suele explicar en las clases de ciencias de la mayoría de las universidades y los colegios en relación con la “teoría del Big Bang”, que literalmente significa “La gran explosión”. Este nombre fue acuñado srcinalmente por Hoyle; quien en realidad rechazaba la teoría.5 La teoría del Big Bang es una construcción increíble de suposiciones astronóm icas no dem ostradas, que trata de dar una explica ción natural a la form ación del uni verso. A contin uac ión , realizaremos una revisión general de lo que se conoce como la “teoría del Big Bang caliente”: Es importante empezar señalando una falsa idea muy extendida respecto de lo que esta teoría entraña. Muchas personas, incluyendo algunos científicos y astrónomos, creen que el Big Bang describe el escenario de “algo” (científicamente referido como una “singularidad”) con propiedades extremas como den
3F. Hoyle y C. Wickrama singhe, Evolutionfrom Space (London: J.M. De nt & Sons, 1981), pp. 2333. 4Hoyle, “The Universe: Past and Present Reflections", ibíd., p. 12.
5Ver: www.physicsworld.com/cws/article/news/2615 .
EVOLUCIÓN sidad y calor i nfinitos, que a pareci ó r epe ntin am en te en el vacío y se expandió con rapidez en el espacio tridimensional. A medida que esta materia/energía en expansión se enfriaba, se formaron galaxias y estrellas com o islas, en el espacio que con ocem os com o universo. Pero, la teoría es en realidad aún más ingeniosa, pues lo que propone es que, en el Big Bang, el espacio en sí mismo se expandió en un hiperespacio tetradimensional.6 Esta imagen puede ser difícil de captar, así que, usaremos com o analogía la expansión de un globo que está siendo inflando. Si dibujamos círculos pequ eño s en la supe rficie del globo, a me dida qu e este se expande los círculos también se expandirán, y además se alejarán unos de otros. En este caso, tenemos una superficie bidimensio nal que se dilata en el espacio tridimensional. Una observación importante es que la superficie del globo no tiene centro. La teoría del Big Bang, con un espacio tridimensional que se dilata en el hiper espa cio tetradimen sional (que, a propósito, n un ca ha sido observado o detectado , y es solo un a supo sición inventada), implica que el universo no tiene bordes y, por lo tanto, no tiene centro. Este supuesto, llamado el “principio cosmológico” o el “principio de Copérnico”, era necesario a los fines de desarrollar un a teoría en la que el univers o sea esféricamente si métrico desde donde quiera que se lo examine. Cua nd o observamos e l univer so desde la Tierra, da la sens ación de ser esféricamente simétrico (isotrópico) a nuestro alrededor, com o si estuviéramos cerca del centro, en u na posición privilegiada para estudiar la estructura y la naturaleza del espacio. Sin embargo, algunos cosmólogos querían una teoría en la que la Tierra no estuviera cerca del centro del universo. Así que, adoptando el concepto de hiperespacio, crearon una teoría que explica que parece que estamos cerca del centro porque es así como se ve el universo desde cualquier punto en el que esté situado un observador
6W. Rindler, Essential Relativity: Special, General and Cosm ological, 2o ed. (New York:
SpringerVerlag, 1977), pp. 212, 213.
potencial.7 En otras palabras, la teoría del Big Bang incluye una hipótesis construida específicamente de modo de asegurar que la Tier ra no está ubicad a en un lug ar especial del uni verso. En su intento por conseguir una explicación mecanicista de nuestros orí gene s, en l ugar de una sobrenatural que imp lique u n Creador Inteligente, la teoría del Big Bang contiene varias suposicione s forzadas adicionales, algunas de las cuales no pu ed en ser justificadas basándose sobre las leyes conocidas de la Física.8Son invenciones no comprobadas, pero necesarias para dar forma a la teoría. Por ejemplo, la teoría de l Big Bang requiere un núm ero crecient e de e ntidades hipotéti cas que nu nc a han sido dem ostradas ni observadas. Las más prominentes de estas son: • La teor ía inflacionaria. • La mate ria oscura. • La energía oscura. Sin estas presu ntas —y tota lm en te in ven tadas— cond icion es, la teoría del Big Bang no funciona. En otras palabras, como lo que la teoría predice y lo que los astrónomos observan no concuerda, los teóricos desarrollan nuevos artefactos para tratar de conseguir que funcione. Se puede citar el grado de uniformidad que se observa en el universo, que no es compatible con la formulación inicial de la teoría pues el universo debería hacerse expandido demasiado rápido para desarrollar esta uniformidad. A fin de superar esta dificultad, los cosmólogos introdujeron el concepto de “energía inflacionaria”, desconocida hasta el momento, que sería responsable por la separación entre sí de los objetos del universo. La
7 S. W. Hawking y G. F. R. Ellis,The Larg e Seale Struct ure ofSpa ce-Tim e (Cambridge, UK and New York: Cambridge University Press, 1973), pp. 134, 135. 8Notas de una conferencia de Astronomía en la Universidad de Tennessee (en inglés): “Problems with the Big Bang”. Ver: www.csepl0.phys.utk.edu/astrl62/lect/cosmology/ bbproblems.html.
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explicación es que el espacio entre los objetos es lo que se expande a gran velocidad, superando incluso la velocidad de la luz, mientras los cuerpos permanecen en reposo en relación con él. De esta manera, se consigue explicar la estabilidad (isotropía) de la radiación de fondo de las microondas cósmicas. De modo semejante, la teoría del Big Bang postula una proporc ió n de materia y de antimateria en el universo m uy diferente de la que observamos. Así que, en lugar de descartar la teoría debido a la acumu lación de datos en contra, los cos mólogos han pro pues to la existencia de un tipo hip otético de “m ateria oscura”, que no emite suficiente radiación electromagnética para ser detectada por los medios técnicos actuales. La “energía oscura” es una entidad hipotética similar. Sin ella, la teoría predice la ridicu la situación de que el universo e s miles de millones d e años más joven que algunas de las estrellas de nuestra galaxia. Estos importantes defectos de la teoría del Big Bang son conocidos po r los científicos desde hace décadas.9 En 2 00 4, decenas de los principales astrónomos y físicos firmaron una carta, publicada en la revista New Scientist, señalando que se estaba recurriendo continuamente a nuevas entidades hipotéticas para llenar los huecos entre la teoría y la observación. Además, la teoría había fracasado en ofrecer alguna predicción cuantitativa que pudiera ser valida da cien tífica mente.101Entre los astrónomos y cosmólogos ilustres que firmaron la carta, encontramos a Halton Arp, del Instituto Max Planck de Astrofísica, en Alemania; Hermann Bondi, de la Universidad de Cambridge; y Thomas Gold, de la Universidad C orne ll.11Desde que la car ta fuera publicada en New Scientist, han tenido lugar dos congresos titulados “Crisis en la Cosmología”, en 2005 y 2008, y cientos de astrónomos, físicos y otros científ icos han aña dido sus nomb res a la lista.
9Ver, por ej., E. Lemer, The Big Ban g Ne\>er Happened: A Startling Refutation o fth e Dominant T heory ofth e Origin ofth e Universe (London: Vintage, 1992). 10E. Lem er, “Buc king the B ig Bang ”, New Scientist (22 de mayo de 2004), p. 20. 11P ara una lista completa de los suscribient es, ver: hom epages.xnetco.nz/~hardy /cosmo logystatement.html.
I.A TEORIA DEL BiG BANG
La radiación cósmica de fondo de microondas también se cita como una de las principales evidencias de la teoría. Sin embargo, en la conferencia d e 20 08, el investigador en Term odin ám ica Ber nard Bligh, educado en la Universidad de Oxford, presentó cálculos term odinámicos rigurosos que dem ostraban que la supuest a “bola de fue go” inicial del Big Ban g no po día ha ber p rod ucid o el espectro de cue rpo negro casi perfec to qu e ob serva mos.12 Por otro lado, el Dr. Rich ard Lieu y sus comp añeros de trabajo de la Universidad de Alabama, en Huntsville, analizaron datos procedentes de la Son da Espacial W ilkin so n para Anisotropía de Microondas (WMAP, por sus siglas en inglés), relacionados con 31 grupos de galaxias. Buscaban evidencias de las sombras que deberían haber proyectado las galaxias situadas en primer plano, en la radiación de fo ndo de microondas pro ce dente de la supuesta explosión. Pero, no se detectó ni una sola sombra relacionada con ninguno de los 31 grupos, lo que es una podero sa evi denci a de que la Gran Explosi ón n unc a o currió .13 En realidad, la radiación de fondo de microondas que observamos tiene más sentido y coincide mejor con los valores calculados, si se interpreta únicam ente como la tem pera tura del es pacio calentado por la luz de las estrellas.1 4 Otro gran problema con la teoría del Big Bang es que falla totalmente en su predicción de galaxias satélite. El Dr. Pavel Kroupa, educado en la Universi dad de Ca mbridge y profe sor de Astron om ía en la Universidad de Bo nn, en Alemania, señala que tan solo vemos el 1% del número de galaxias que la teoría predice. Según Kroupa, esta es la evidencia más clara de que hay algo
12 H. Ratcliffe, “Th e Second Crisis in Cosmology C onfere nce” (2008). En línea: www. hiltonratdiffe.com/45. 13R. Lieu, J. P. D. Mittaz y Z. ShuangN an, ‘T h e Sunyae vZeTdovich Ef fect in a Sample of 31 Clusters: A Comparison Between the Xray Predicted and WM AP Observed Cosmic Microwave Background Temperature Decrement”, Astrophysical J ournal , vol. 648, N° 1 (2006), pp. 176199. 14T. Van Flandern, “The Top 30 Proble ms w ith the Big B ang” , Meta Research Bulletin, vol.
11, N° 1 (2002), pp. 613.
. . mMmnmpümsí?. absolutamente erróneo en el modelo del Big Bang como explicación del o rigen de las galaxias que observ amo s en el espaci o. 15 O tro aspecto de la teoría del Bi g Bang, qu e ya hemo s co me ntado anterior men te, es que desc ribe un univer so en expansión. Esta expansi ón, si estuvi era ocu rriendo realmente , prod uciría fenóm enos de dilatación temporal, cuyo resultado sería dos efectos de en san cham ien to e n las curvas de luz de la s supernovas. Pese a esto, estudiando los anchos de las curvas de luz de las supernovas, solo se observa un efecto de en san cha mien to.16 Del mis mo mod o, los datos obtenidos en las mediciones de la luminosidad superficial de las galaxias son consistentes con los cálculos de u n universo q ue no se expand e.17 Además de los nombrados aquí, existen otros serios problemas con la teoría del Big Bang que no vamos a explicar aquí, porq ue son de naturaleza excesivamente técnica.18 N o obstan te, tal acumulación de prob lemas d ebería l leva rnos a l a conclusión de que el Big Bang no puede explicar el srcen del universo y, por lo ta nto, es necesario buscar otro modelo. De hecho, se p o dría proponer un sinnúmero de cosmologías alternativas, pero es realmente difícil que lleguemos a demostrar lo que en verdad ocurrió. Es cierto que algunos modelos parecen más factibles que otros; pero, hasta la fecha, no se ha propuesto ningún modelo mecanicista que se adecúe a todos los datos observados. Aunque tampoco es posible demostrar su veracidad, el modelo de creación instantánea del universo, con la Tierra cerca de su centro, conc uerda bien con lo que en realidad observamo s.19
15 M. Chown, “Mystery of the M issing Minigalaxies”, Ne w Scientist (22 de agosto de 2009), pp. 3739. 16T. B. Andrews, “Falsification o f the Ex pandin g Unive rse Mod el” , American Institute o f Physics Conference Proceedings, vol. 822 (21 de marzo de 2006), pp. 322. 17E. J. Lemer, “Eviden ce for a NonE xpand ing Universe: Surface Brightness D ata From HUD F”, en: Ibíd., pp. 6074. 18Ver, por ej., Van Flandem, ibíd., pp. 613. 19Ver, por ej., el sitio web del Dr. Robert Herrmann , PhD, Profe sor de Matem áticas (retirado), Academ ia Naval de los E EUU: www.users.datarealm.com/herrmann/main.html.
I.A f tQKíA DLL Bit:; BANü
La teoría del Big Bang s e enseña en escuelas, in stitu tos y unive rsidades, simplemente porque es popular entre los científicos que no quieren lle var nin gu na noción de Dios a l as aulas. Su argum ento principal es que la Creación no es una teoría científica verifi cable y que, en consecuencia, no puede ser enseñada en una clase de ciencias. Y aun así, para tratar de salvar la teoría del Big Bang, no ven en absoluto problemático enseñar la teoría inflacionaria, que es una idea filosófica no comprobable. Como nos recuerda el internacionalmente renombrado astrofísico George Lilis, un universo simétricamente esférico, con la Tierra en su centro, no puede ser refutado sobre la base de la observación. Según Lilis, los cosmólogos están utilizando criterios filosóficos con el propósito de elegir su mode lo de srcen del universo; y gran parte de la propia cosmología trata de esconder este hecho.20 Cuando consideramos todos los conocimientos que hemos ido acu mula nd o sobre la física y la química del univers o y de la Tierra, las características de nuestro planeta y su posición en el Sistema Solar, junto con la baja probabilidad de que todo eso se combine por azar para dar lugar a u n escenario “perfecto para que exista la vida”, enco ntramo s evidencias abrum adoras de qu e ocurrió co mo consecuencia de la voluntad de un Dios Creador todopoderoso. Actualmente, no hay nin gun a teoría probad a de cómo llegamos a existir los seres humanos y nuestro bello planeta. Sin embargo, el “ajuste fino” del universo refuerza la afirmación, de hace ya décadas, del profesor Fred Hoyle: el universo y la vida son el resultado de un acto deliberado de un a inteligencia inf initam ente superior.
20 W. W. Gibbs, “Profile: George F. R. Ellis”,Scientific America n , vol. 273, N° 4 (octubre de 1995), p. 55.
CIENTIFICOS NO EVOLUCIONISTAS CIEN iIncas Al JAMENTE CALDCADOS R ECHAZAN LA .PEORÍA DE LA EVO LUCIÓN
E
n los capítulos previos, he presentado evidencias significativas de que los procesos evolutivos naturales no pueden explicar el origen de la vida, y de que las largas edades para la vida en la Tierra no han sido demostradas científicamente. Por el contrario, múltiples evidencias apoyan la idea de que la vida sobre la Tierra es relativamente reciente. Es posible que los lectores se estén preguntando: si existen tantas evidencias de que la evolución es imposible, ¿por qué no hay otros científicos que lo señalen? La respuesta es que en realidad sí los hay. Este capítulo es una compilación de escritos y declaraciones de numerosos científicos actuales que se atreven a hablar abiertamente de sus dudas acerca de la Teoría de la Evolución. En 1999, edité un libro en el que 50 científicos con docto-
rados en ciencias explicaban por qué rechazaban la evolución
CIENTÍFICOS NO EVOLl iCIONISTAS .
y se inclinaban en favor de la creación reciente de la vida en la
Tierra.1Entre los colaboradores, se incluían científicos ilustres, profesores y catedráticos de distintas universidades. La prim era parte de este capítulo recoge algunas de las expresiones mas destacadas de estos científicos. En estas citas, se han omitido las notas y las referencias, pero están disponibles en la versión impresa de In Six Days: Why 5 0 Scientists Choose to Believe in Creation [En seis días: Por qué 50 científicos eligen creer en la Creación].12 Alg uno s de los temas t ratad os en estos textos ya han sido com entados anteriorm ente, pero en esta sección se enc uen tra n d esarrol lados co n más detalle o desde otra perspect iva; otros son nuevos aspectos de lo que no hemos hablado por falta de espacio. M i objetivo en este capítulo no es cubrir de nuev o todas las evidencias, sino m ostrar que, d entro de la co m un idad científica, n o existe un apoyo g eneralizado a la Teoría de la Evolución; y que son muchos los científicos expertos en diferentes campos que encuentran, en sus respectivas áreas de investigación, evidencias contundentes para rechazarla. En el mencionado libro In Six Days... el profesor David B. Gower, doctor en Bioquímica y profesor emérito de Bioquímica de los Esteroides en la Universidad de Londres, expresó su o pin ión experta sobre algunas de las “evidencias de la evolución” más destacadas: “Du ran te la s tres últimas déca das, se ha pub licado m uch o trabajo en el ca mpo de la ‘Investigación de la C reació n. Esto me ha estimu lado a criti car la Teoría Evolut iva en tres ár eas que m e son de particular interés: “1) Mis conocimientos químicos me han permitido comprender las críticas a los métodos de datación radiométrica para las muestras de roca, y percatarme de que hay enormes problemas
1J. F. Ashton, ed„ In Six Days: Why 50 Scientists Choose to Believe in Creation (Green Forest, AR: Master Books, 2001). Ver: www.creatio n.com/ins ixdayspreface y www. creation.com/isd (para leer cada capítulo, cliquear sobre el nombre del autor que se encuentra a la izquierda). 2Ibíd.
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con la interpretación de los datos. Por consiguiente , m i op inió n es que la s rocas no son n i rem otam ente tan antigua s c omo se alega. “2) Desde un punto de vista bioquímico, la idea de que los aminoácidos, los azúcares, y algunos de los “componentes básicos” esenciales para las proteínas y el ácido desoxirribonucleico (ADN ) po dría n formarse tan solo por la int eracción d e descargas eléctricas, co n u na atmósfera primitiva de naturaleza reductora, puede ser criticado de muchas maneras y en muchos niveles. “3) Mis propios estudios sobre numerosos mecanismos bioquímicos de control, especialmente en el control de la formación de h orm ona s ester oides, po r el que se me otorgó el título de D oc tor Superior en Cienc ias (DSc), me convencen de que todos estos procesos están ordenados con suma precisión. Este orden, y la extraor dinari a com plej idad, son c om pletamen te consecuentes, en mi opinión, con la existencia de un Creador, capaz de crear tal diseño por sí mismo. “Dic ha com plejid ad aparece en práct icam ente todas las ramas de la ciencia, y es especialmente evidente en el campo de la naturaleza. Más que señalar hacia la formación por los aleatorios procesos de la evolución, todo esto me habla claramente de un Creador Todopoderoso”.3 El profesor Gower afirma que los procesos aleatorios de la evolución, supuestamente capaces de crear y modificar la vida, no han sido demostrados y, en su opinión de especialista, la extraordinaria complejidad de los mecanismos bioquímicos de control, como la regulación hormonal, requiere un diseño inteligent e y asom brosam ente brillante. El Dr. John K. G. Kramer es un investigador ilustre que trabaja en Agriculture & AgriFood, en Canadá. Tiene un doctorado en Bioquímica por la Universidad de Minnesota, y fue uno de los científicos responsables por evaluar las propiedades toxicológicas y bioquímicas del aceite de cañóla. Kramer escribe:
3D. B. Gower, ibíd., pp. 266, 267.
CIENTÍFICOS NO EVOLUCIONISTAS
“Nadie ha demostrado nunca cambios macroevo lutivos a nivel molecular; y aun así, muchas personas especulan sobre vínculos evolutivos entre bacterias, plantas, animales y el hombre. ¿No están formadas to das las estructuras superiores por células individuales con moléculas complejas? Si la macroevolución es improbable a nivel molecular, ¿cómo pued e aceptarse, sin más, en niveles superiores? Las interminables comparaciones de secuencias de ADN no demuestran el parentesco evolutivo. Además, los cambios (mutaciones) que observamos a nivel molecular, por ejemplo en el A D N , son predo m inantem ente dest ruc tivos, y siempr e implican pérdida, no ganancia, de información y de complejidad”.4 Kram er pro sigu e, utilizando un ejempl o de su propia área de especialidad, la investigación de los lípidos:
“En las últimas décadas, se ha realizado un extenso trabajo sobre las bacterias termófilas y halófilas, que crecen bajo condiciones de tem peratura y salinidad extremas, respectivamente. Estas bacterias se han clasificado como arqueobac terias, porque algunos científicos creen que son las formas de vida más antiguas y más simples. Los lípidos de estas bacterias presentan enlaces químicos llamados eteres, en vez de ésteres, y los grupos alquilo están en las posiciones 2 y 3 del esqueleto central de glicerina, en vez de en las posiciones 1 y 2, como ocurre en los sistemas de los mamíferos. Además, producen su energía en forma de trifosfato de adenosina (ATP), po r medio de u na combinación de un gradiente de sodio más la fuerza protón motriz , en vez de solame nte con la fuerza protón motriz que usan las células de los mamíferos. [Para soportar las duras condiciones ambientales en las
4 John K. G. Kramer, ibíd., p. 47.
EVOLUCIÓN IMPOSIBLE que habitan] las frágiles estructuras y procesos bioquímicos de estas bacterias, muchos de los cuales son similares a los de las células de los mamíferos, necesitan estar protegidos. Pero ¿cómo? Los enlaces éter son indudablemente más estables que los enlaces éster, aunque eso podría no ser la explicación completa. A p artir de los resultados de mi investigación, he llegado a la conclusión de que se obtiene una mayor estabilidad porque estos lípidoséter forman complejos con iones de sodio. La integración del gradiente electroquímico de protones y el gra diente de sodio aún no se comprende, aunque se sabe que este último inicia el crecimiento celular. “Por lo tanto, describir a estas bacterias como las formas de vida más simples es distorsionar totalmente su complejidad. Las arqueobacterias son tan complejas como las células de los mamíferos, y representan un asombroso diseño, perfectamente adecuado para las condiciones de temperatura y salinidad extremas en las que viven. Cada célula se desarrolla según la información contenida en su A D N . El hecho de n om brar a estas comple jas células y sus estru ctura s us ando el prefijo arqueo’ sirve para comunicar la jerarquía evolutiva, pero no proporciona ninguna evidencia científica. Habla de creencias filosóficas propias, pero no aña de con ocim iento científico. En realidad, podría incluso considerarse engañoso, al implicar que estos lípidos y mecanismos productores de energía podrían evolucionar de manera diferente bajo condiciones ambientales distintas. Las evidencias demuestran que, después de millones de generaciones, Methanobacteria thermoautotrophicum sigue siendo Methanobacteria thermoautotrophicum, de acuerdo con su información genética: una bacteria que crece bajo condiciones de alta temperatura y salinidad”.5
5Kramer, ibíd., pp. 48, 49.
CIENTÍFICOS NO cVOLUCIONIS IOS
Nótese esta im porta nte puntu alización del Dr. Kramer: dar a las bacterias un nombre científico que insinúa que son más prim itivas que otras no pru eba que lo sean. Sin em ba rgo, para lectores y estudiantes desinformados, el nombre expresa el mensaje sutil de que se ha demostrado que se trata de las bacterias ancestrales más primitivas. El Dr. James S. Alian, doctor en Genética por la Universidad de Edimburgo, Escocia, usa sus conocimientos expertos de Genética para cuestionar la afirmación consensuada de que la semejanza genética implica necesariamente parentesco, y utiliza cálculos convencionales de genética de poblaciones para refutar la supuesta evolució n del ser human o: “Los parientes tienden a parecerse en sus características físicas, funcionales y de conducta. Este es un fenómeno básico en la ciencia genética. La semejanza se debe al hecho de que los parientes tienen genes en común. Cuanto más cercana es la relación, más grande es la proporción de genes en común y, por lo tanto, mayor el grado de semejanza. La Teoría de la Evolución asume un srcen común para todas las formas de vida, y deduce que las especies, los géneros, las familias, los órdenes, etc., están genéticamente relacionados. Es cierto que todos los seres vivos portan algunos genes con estructura y función similares, pero ¿implica esto una relación genética en el sentido normal, intraespe cífico, y necesariamente se deduce de ello un srcen común para todas las formas de vida? ¿Hay alguna razón por la que Dios debiera haber creado las diferentes especies, géner os, etc. de m aneras to talm en te diferent es y con gen es comp letamen te dis tintos? [...] “Presento a continuación dos aspectos que surgen de este tipo de interrogantes, aplicados a la supuesta evoluci ón del hom bre. “ 1) El citocromo c es un a pro teína, pro duc to de u n gen. Funciona como una enzima clave en las reacciones
de oxidación, y parece estar presente en prácticamente cada organismo viviente. El citocromo c consta de una cadena de 112 aminoácidos, 19 de los cuales aparecen exactamente en el mism o o rden e n todo s los organi smos comprobados. Las diferencias en la identidad y la posición de los 93 aminoácidos restantes son consideradas el resultado de la sustitución por mutaciones durante el curso de la evolución. La secuencia de aminoácidos del citocromo c humano es idéntica a la del chimpancé, y hay solo un a difer encia entr e el cit ocrom o c hu m an o y el del mo no Rhesus (e l aminoácido isole ucina en posici ón 66 se sustituye por treonina en este último). El número de dif erencias entre el citocrom o c hu m an o con otras e species comunes es: vaca, cerdo y ovejas, 10 aminoácidos; caballo, 12; gallina y pavo, 13; serpiente de cascabel, 14; tiburón, 23; mosca, 25; trigo, 35 y levadura, 44. “Información de esta naturaleza se utiliza para constru ir árboles filogenéticos co n la pres unta relación genética entre los organismos. Esto se presenta como evidencia en favor de la evolución a nivel molecular y se llega, entre otras, a la conclusión de que el hombre y el chimpancé tienen un antepasado co mún relativamente r eciente. ¿Suministra la constitución de aminoácidos del citocromo c evidencias legítimas para llegar a dicha conclusión? “El hecho de que el citocromo c tenga un número fijo de 112 aminoácidos es una señal de la importancia de la estructura tridim ensional de la molécul a. Podemos deducir que existe una restricción estructural sobre el número total de aminoácidos. Por otro lado, solo 19 de los 112 son idénticos en todos los organismos evaluados. Dado que la identidad y la posición de los 93 amino ácidos restan tes difi ere entre organismos, excep to en casos específicos como entre el hombre y el chimpancé, es razonable llegar a la conclusión de que no hay nin gu na rest ricción funcional p ara la sustit ución de los
mismos.
CIENTÍFICOS NO EVOLUCIONISTAS
“Ap arte del gen que co ntro la la secuencia de amin oá cidos del citocromo c, los seres humanos y los chimpancés difieren en m uch os miles de otros genes. H aciendo una estimación conservadora, digamos que son 5.000. Lo que la Teoría de la Evolución afirma es que, mientras los seres humanos y los chimpancés evolucionaron por separado a partir de un antepasado común hasta diferenciarse en esos 5.000 genes, no hubo ningún cambio en los 93 aminoácidos especificados por el gen del citocromo c, a pesar de no existir ninguna restricción funcional sobre el cambio de ellos. En mi opinión, esta afirmación es inaceptable. De acuerdo con Weaver y H edr ick (1989 ), la falta de difer enciaci ón en la con stitución del citocrom o c entre los seres hum ano s y los chimpancés es atribuible a un a tasa m uy len ta (0,3 x 109) de sustitución de aminoácidos en el citocromo c. ¿C óm o se de term ina esta tasa de sustitución? R esulta que se calcula sobre la base del presunto momento en que las especies se bifurcaron; es decir, la afirmación se asume demostrada bajo la suposición de que es verdadera. ¿Debo aceptar esta clase del razonamiento? “2) La teórica evolución del hombre a partir de su pre sunto antepasad o en com ún con el chim pan cé requiere millones de años de mutación, deriva genética y selección natural antes de la aparición del ‘hombre moderno’. Sin embargo, cuando considero las tasas de m utación ; el cost e de la sustitución de c ada nuevo gen mu tan te, en térm inos de la cantidad d e ‘muertes genéticas’, en una población; el presunto número de diferencias en genes mutantes entre etapas evolutivas; y el tamaño de población necesario para complacer tal cantidad de mutaciones sucesivas, encuentro que hay una extraordinaria falta de evidencias sobre la ‘evolución del hombre’. Mis razones son las siguientes: “[J. B. S.] Haldane llegó a la conclusión de que el número de muertes genéticas necesario para asegurar
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la sustitución de un gen por otro, a través de selección natural, estaba en el rango de 30 veces el número de individuos en una generación. Usando esta cifra, puede calcularse el coste de sustituir 5.000 genes mutantes sucesivos en una población de tamaño constante. Con una tasa media de mutación de 106, el tamaño de la población debería estar, por lo menos, en el orden de 1 millón. Esto im plica uno s 150 mil millones de ancestros del ‘hombre moderno’; ancestros que, a menudo, son representados como pertenecientes a pequeños australopigrupos de cazadores cavernícolas, llamados thecus, que vagaban p or la sabana afri cana. ¿Po r qué ha y escasez de evidencias en forma de fósiles, herramientas o lo que sea, de la existencia de tan vasto número de prehum anos parecidos al australopithecust “Puede argumentarse, po r supuesto, que es te inm en so número de individuos se distribuyó a lo largo de millones de años, pero yo lo encuentro problemático no solo debido a falta de evidencias, sino también a la factibilidad de tales cifras de población total”.6 El Profesor Edward A. Boudreaux es profesor emérito de Química en la Univers idad de Nueva Orleans, y ti ene u n doctorado en Qu ím ica teórica otorgado po r la Univers idad Tulane. Bodudreaux escribe acerca de la sorp ren dente especificidad de las moléculas qu e forman parte de los seres vivos: “El elemen to oxígeno (O ) existe libr em ente en la natural eza como molécula la diatóm ica g aseosa O r Otr os elementos representativos también existen como moléculas diató mi cas libres , com o el hid róg en o (H 2), el nitrógeno (N2), el flúor (F2) y el cloro (CL,). Sin embargo, el oxígeno diatómico es la única molécula de este tipo que posee dos electrones desapareados; los otros
6 James S. Alian, ibíd., pp. 128132.
CIENTÍFICOS NO EVOLUCIONISTAS
tienen apareados todos sus electrones. A pesar de esto, el 0 2 todavía e s quím icam ente estab le. Esta singular y notable regla del par electrónico para la estabilidad de los elementos no tiene explicación conocida. La otra única molécula con un arreglo de electrones exactamente igual al oxigeno es el azufre. Sin embargo, el S2 es una molécula muy inestable, razón por la cual el azufre no existe en esta forma. Sin los dos electrones desapare ados, el 0 2 no sería capaz de unirse a lo s áto mos de hierro (Fe) de la hemoglobina, con la cantidad precisa de energía necesaria para transportar el O , en el flujo de sangre y luego liberarlo. Otras moléculas, como el mo nóxido de carbono (CO) y el m onóx ido de nitr ógeno (N O ) pu eden ree mpla zar al 0 2 en s u unión con la hemoglobina, pero destruyen totalmente la funcionalidad de la hemoglobina al hacerlo. “De forma semejante, hay otros metales de transición comparables al hierro que pueden reemplazarlo en la hem og lob ina y unirse tam bién al O z, pero el enlace resulta demasiado fue rte o demasiado débil. Por lo ta n to, no hay análogos sin hierro de la hemoglobina que tengan la s propi edade s requer idas para t ranspo rtar 0 2 en el metabolismo sanguíneo. “La parte estructural de la hemoglobina que enlaza al hierro es el llamado ‘anillo de porfirina. Si la porfirina se traslada a otro ambiente biomolecular, y el átomo de hierro se reemplaza po r magnesio (Mg), ten emos clorofila, u n com po nente clave para el metabolismo vegetal y la célula fotoeléctrica más eficiente conocida, aproximadamente un 80% más eficiente que cualquier fotocélula fabricada por el hombre. Aunque el calcio (Ca) y algunos metales pu eden reemplazar al magnesio en la clorofila, estos productos no replican en absoluto su eficiencia fotoeléctrica. “Las proteínas están compuestas por moléculas de aminoácido químicamente enlazadas entre sí por enlaces pep tídicos. Los aminoácidos son compuestos de carbono e hi
EVOLUCIÓNII:' « 5IBI.iT drógeno que contienen un grupo amino, es decir, NH,, N H R o NR; (donde R re presenta uno o más compuestos de carbonohidrógeno) enlazados a un átom o de C, además de un grupo áci do ( C OOH) enlazado al mismo átom o de C. Aunque hay miles de variedades de aminoácidos, solamente 20 form an parte de las estructuras proteicas. “Los aminoácidos existen en dos formas estructurales, D y L, que son reflejos especulares opuestos que no pueden superponerse entre sí. En ausencia de un control externo, ambas formas, D y L, aparecerán de forma natural en cantidades esencialmente iguales; sin embargo, todas las proteínas están formadas solamente por aminoácidos tipo L. “De manera similar, los azúcares, o sacáridos, que son compuestos de carbonohidrógenooxígeno, pueden presentarse en forma de anillos cerrados, existiendo también formas isómeras D y L. De entre las muchas variedades de azucares de 5 átomos de carbono que pu eden form ar un a est ructura d e ani llo, tan sol o la ribosa, y únicamente su forma D, está presente como uno de los tres componentes moleculares fundamentales“Los de lasácidos estructuras del ADN y del ARN. desoxirribo nucleicos (ADN, o ácido nucleico, y ARN, o ácido ribonucleico) son, en cierta manera, más complejos que las proteínas, pues contienen una variedad mayor de unidades moleculares. Los ácidos nucleicos son cadenas de unidades complejas llamadas ‘nucleótidos’, que a su vez están formadas por tres componentes: una base nitrogenada, una molécula de azúcar (ribosa o desoxirribosa) y un grupo fosfato. Estos nucleótidos están unidos siguiendo patrones muy específicos, que les permiten efectuar funciones únicas y cruciales. El azúcar y el grupo fosfato (PCL) están unidos en una secuencia alterna, y producen largas cadenas enrolladas en espiral. Cada nucleótido está un ido a un átom o de carb ono específico de la ribosa del 19:'
CIENTÍfICOS NO EVOLUCi ONíSTAS siguiente nucleótido de la cadena. En el caso del ARN, la estructura es una espiral de hebra única, enrollada hacia la derecha, que contiene cuatro nucleótidos diferentes (adenina, citosina, guanina y uracilo), organizados en secuencias específicas a lo largo de la cadena. Ca da AR N presenta un a secu enci a diferent e de los cuatro nucl eóti dos. La estructura d el A D N consta de una doble hélice enrollada hacia la derecha, que contiene también cuatro nucleótidos. Tres de estos son iguales que en el ARN, y la timina reemplaza al uracilo. “Los nucleótidos pertenecen a dos especies de moléculas llamadas pu rina s’ y pirim idin as’. Ad en ina y guanina son purinas; mientras que citosina, timina y uracilo son pirimidinas. Hay cientos de variedades de purinas y pirimidinas, pero solamente estas selectas cinco determinan las estructuras y las funciones del A D N y de l ARN. “De forma semejante, la ribosa es solo una de entre un gran número de moléculas llamadas ‘sacáridos’. ¿Por qué solo encontramos ribosa, y específicamente su isómero D, y no otros sacáridos diferentes en el ADN y el ARN? De igual mod o, ¿por qué solam ente fosf ato, y no sulfato o silicato? Pues, porque solo funciona el fosfato. “Estos pocos ejemplos contienen evidencias claras de un complejo diseño responsable por la elevada eficiencia de funciones muy específicas. Sus características desafían la probabilidad de que ocurriera por azar. N in gún proceso evolutivo aleatorio pued e explicar tal precisión en el diseñ o”.7 El Dr. John R. Baumgardner trabajó como científico investigador en la División Teórica del Laboratorio Nacional Los Alamos, durante 20 años. Tiene un doctorado en Geofísica por la Univer-
7EdwardA. Boudreaux, ¡¿>;¿,pp. 207210.
EVOLUCIÓN IMPOSIBLE sidad de California en Los Ángeles (UCLA), y fue el desarrollador principal de TERRA, un programa 3D para modelar el manto y la litosfera de la Tierra. Tamb ién tiene un máster en Ingeniería elé ctrica por la Universidad de Princeton, y se ha especializado en simulaciones numéricas complejas. En su contribución al libro In Six D ays... Baumgardner usa un cálculo matemático, relativamente sencillo, para demostrar que las probabilidades de la creación de proteínas funcionales por medio de procesos aleatorios son tan bajas que se pueden considerar nulas. A continuación, hace una disertación m uy convincente acerca de las propiedades lingüísticas del material genético, que sugieren el srcen no material de la información:
“Much os evolucionist as están persuadido s de que lo s 15.00 0 millones de años que se asum en como la edad del cosmos es tiempo suficiente para que interacciones aleatorias entre átomos y moléculas generen la vida. Una sencilla lección de aritmética revela que esto no es más que una fantasía irracional. “Esta lección de aritmética es similar a calcular las probabilidades de ganar la lotería. El número de combinaciones posibles de de proteína la lotería(de corresponde al número total de estructuras un rango de tamaño apropiado) que es posible ensamblar desde sus componentes básicos estándar. Los boletos premiados corresponden al diminuto conjunto de tales proteínas, con las propiedad es espe ciales correct as para q ue un organismo viviente, digamos, una bacteria simple, pueda construirse con éxito. El número máximo de billetes de lotería que una persona puede comprar corresponde al número máximo de moléculas de proteína que puede hab er existido en la historia del cosmos. “Esta blez camos, primero , un límite superior razonable para el número de moléculas que se pudieron formar a lo largo y lo ancho del universo durante toda su hist oria. Toma mos 1.080 como un cálculo apr oximado
generoso para el número total de átomos en el cosmos, 1.012 para un límite superior generoso para el número medio de interacciones interatómicas por segundo por átomo, y 1.018 segundos (cerca de 30.000 millones de años) com o u n lím ite superior para l a edad del univer so. Entonces, obtenemos 10.110 como un límite superior muy generoso del número total de interacciones interatómicas que pudieron haber ocurrido durante la larga historia cósmica postulada por los evolucionistas. Si a continuación suponemos que cada in teracci ón in terat óm ica produce sie mpre una molécula única (su posición sumamente generosa), llegamos a la conclusión de que pudieron haber existido en el universo durante tod a su historia no más de 10.110 molécul as úni cas. “Consideremos ahora las implicaciones de exigir que un proceso puramente aleatorio produzca el conjunto mínimo de aproximadamente 1.000 moléculas de proteína nece sarias para la form a de vida más primitiva. Para simplificar drásticamente el problema, supongamos que, de algún modo, ya hemos encontrado 999 de las 1.000 proteínas diferentes requeridas y necesitamos solamente una secuencia mágica final de aminoácidos, que nos dará esa última proteína especial. Restrinjamos nuestra consideración al conjunto específico de 20 aminoácidos que forman parte de los sistemas vivos, y hagamos caso omiso de los cientos que no forman parte de la vida. Ignoremos también el hecho de que solo aquellos con simetría izquierda (L) aparecen en las proteínas de los seres vivos. Ignoremos también la increíblemente desfavorable cinética de las reacci ones químicas implicadas en la formación de cadenas peptídicas largas en cualquier tipo de ambiente químico inanimado plausible. “Concentrémonos, simplemente, en la tarea de obtener una secuencia apropiada de aminoácidos que produzca una e struct ura protei ca 3D con u n grado mínimo de funcionalidad. Evidencias teóricas y experimentales
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indican que, como promedio, deben ser especificadas con precisión la mitad de las posiciones de los aminoácidos. Para una proteína relativamente pequeña que conste de una cadena de 200 aminoácidos, el número de intentos necesarios para obtener una probabilidad razonable de aceitar una secuencia útil es del orden de 20.100 (100 hipares posibles con 20 candidatos para cada sitio) o, aproximadamente, 10.130 intentos. ¡¡Esto es cien (nilones de veces el límite su perio r que había mos calculado para e l núm ero total de molécul as que ha n p odido existir en la historia del cosmos!! Entonces, si no se puede esperar obtener, de ningún proceso aleatorio, ni siquiera la estructura de una proteína sencilla como la del ejemplo, m uch o menos se po drá ob tener e l con junto completo de cerca de 1.000 proteínas, necesarias para las formas de vida más simples. Por lo tanto, es una irracionalidad absoluta que una persona crea que las interacciones químicas aleatorias pud iero n alguna vez da r lugar a un conjunto viable de proteínas funcionales, frente la asomb rosa ca ntida d d e alternati vas posibles. “Ante tales probabilidades extremadamente desfavorables, ¿cómo puede un científico con algún sentido de la honestidad apelar a interacciones aleatorias para explicar la com plejidad que observamos en los s istemas vivientes? Hacer esto, teniendo conocimiento consciente de estos datos, representa en mi opinión una grave falta de integridad científica. Esta línea de argumen to se aplica, p or s upue sto, no solo a la abiogénesi s, sino también a cómo podrían surgir nuevos genes/pro teínas p or alguna suerte de proces o de macroevolución. “Un químico colega, jubilado del Laboratorio Nacional de Los Álamos, objetó mi argumento diciendo que omití los detalles de la cinética de la reacción química. Mi intención fue escoger deliberadamente una velocidad de reacci ón tan giga ntes ca (un billón de reacciones por átomo por segundo, como media) que
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cualquier consideración de es e tipo sería com pletam ente irrelevante. ¿¡Cómo puede una persona razonable, entrenada en Química o Física, imaginar que hay un modo de armar polipéptidos del orden de cientos de unidades de aminoácidos de longitud, de permitirles plegarse en sus estructuras tridim en sionales y de expresar sus propiedad es únicas, todo dentro de una pequeña fracción de un picoscgundo!? Los compromisos metafíisicos anteriores lo forzaron a tal irracionalidad. “Otro científico, un físico en los Laboratorios Nacionales Sandia, afirmó que yo había empleado mal las reglas de la probabilidad en mi análisis. Si mi ejemplo fuera correcto, sugirió, revolucionaría el m und o científico. Le respondí que la com unida d cien tífica había sido co nfrontada c on este argumento básico en el pasado, pero que, simplemente, se comprometieron en una negación masiva. Fred Hoyle, el eminente cosmólogo británico, publicó cálculos similares hace dos décadas. La mayoría de los científicos se colocaron las manos sobre las orejas y se negaron a escuchar”.8 Baumgardner continúa: “Uno de los descubrimientos más dramáticos de la Biología del siglo XX es que los seres vivos son la materialización de estructuras expresadas en lenguaje codificado. Toda la detallada complejidad química y estructural asociada con el metabolismo, la reparación, el funcionamiento especializado y la reproducción de cada célula viva es la materialización de algoritmos codificados almacenados en su A D N . Esto nos condu ce a un a cue stión prim ordial: ¿de dón de surgieron las largas y complejas cadenas de información tipo lenguaje que codifican las estructuras y funciones celulares?
8John R. Baumgardner,
ibíd .,
pp. 223226.
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“Este es, por supuesto, un aspecto central en la cuestión del srcen de la vida. Las bacterias más simples tienen genomas que constan de cerca de un millón de codones (cada cod ón, o palabra genét ica, consta de tr es letras del alfabeto genético de cuatro letras). Estos algoritmos codificados de un millón de palabras de longitud ¿pueden surgir espontáneamente por medio de algún proceso natural conocido? ¿Hay algo en las leyes de la física que sugiera de qué forma pueden aparecer tales cadenas de información de modo espontáneo? La respuesta franca es simple: nuestros conocimientos de term odiná m ica y de teorí a de l a información argum entan persuasivam ente que ni lo hac en ni pued en hace rlo. “El lenguaje implica un código simbólico, un vocabulario, y un conjunto de reglas gramaticales para transmitir o registrar el pensamiento. Muchos de nosotros pasamos la mayoría de nuestras horas de vigilia generando, procesando o difundiendo datos lingüísticos. Rara vez reflexionamos sobre el hecho de que las estructuras del lenguaje son claras manifestaciones de una realidad inmaterial. “Esta conclusión se alcanza al observar que la información lingüística, en sí misma, es independiente de su soporte material. El significado o mensaje no depende de si se representa como ondas de sonido en el aire, patron es de tin ta sobre papel, dom inios magnéticos alineados sobre un disco flexible o patrones de voltaje en una red de tran sist ores. El mensaj e de que u na p ersona ha ganado 100.000 millones de dólares en la lotería es el mismo ya sea que esa persona reciba la información de alguien que llama a su puerta, por teléfono, por correo, en la televisión o en Internet. “De hecho, Einstein señalaba a la naturaleza y al srcen de la información simbólica como una de las cuest iones profund as acerca del mu nd o tal com o lo conocemos. El no fue capaz de identificar ningún medio
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por el que la m ateria pudiera otorgar significado a los símbolos. La clara implicancia de este hecho es que la información simbólica, o lenguaje, representa una categoría de realidad distinta de la materia y de la energía. Los lingüistas s e refieren a est a Actualm ente, en nuestra era de l a información, nadie discute que la información lingüística es objetivamente real, pero con solo reflexiona r un m om ento llegamos a la conclusión de que, además, su realidad es cualitativamente diferente de la del sustrato material/energético que almacena, transporta o transmite esa información lingüística. “¿Dónde se srcina, entonces, la información lingüística? En nuestra exper iencia human a, conectamos inm ediatamente el lenguaje que creamos y procesamos con nuestras mentes. Pero ¿cuál es la naturaleza de la mente humana? Algo tan real como la información lingüística tiene existenci a indep en die nte de la materia y la e nergía; por lo tanto, si tenem os en cuenta consideraciones causales, no es irracional sospechar que una entidad capaz de crear información lingüística también sea, en última instancia, no material en su naturaleza esencial. “La conclusión inmediata de estas observaciones con respecto a la información lingüística es que el materialismo que durante mucho tiempo ha sido la perspectiva filosófica do m in an te en los círculos científicos—, y con su presuposi ción fund am ental de que no existe ning una realidad n o m aterial, es simple y clara mente falso. Resulta asombroso que esta falsedad sea tan trivial. “Las implicancias son también inmediatas cuando hablam os de evol ución. La suposición evolutiva de que existe una explicación materialista para las extremadam ente complica das estructuras ling üísticas que constituyen los planos de construcción, para los manuales de operación y para los sofisticados mecanismos retroali mentados de control de la compleja nanomaquinaria química presente incluso en el ser vivo más simple, es
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básicam en te errónea. Pero, entonces, ¿cómo se explica la existencia de este lenguaje simbólico que se erige como el ingrediente crucial por el que todos los seres vivos se desarro llan, Funcionan y manifies tan sus asom brosas capacidades? La respuesta es obvia: se requiere indiscutiblemente un Creador Inteligente. “Y ¿qué pasa con la macroevolución? Los procesos físicos de la esfera de la materia y la energía, ¿son capaces de, al menos, modificar una estructura preexistente de lenguaje genético para prod ucir o tra con alguna novedad sign ificativa, como tan desesperadamente quieren creer los evolucionistas? Sobre esta pregunta, el Prof. Murray Edén, un especialista en Teoría de la Infor mación y Lenguas For males del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), afirmó hace varios años que las modificaciones aleatorias de estructuras formales del lenguaje no logran tales hazañas mágicas. En sus propias palabras: ‘Ningún lenguaje formal existente en la actualidad puede tolerar cambios aleatorios en la secuencia de los símbolos q ue expresan sus oraciones. El significado se destruirá casi con toda seguridad. Cualquier cambio debería ser sintácticamente legal. En mi o pinión , lo que u no pod ría llamar “gramati calidad genética” tiene una explicación determinista, y no debe su estabilidad a la presión de la selección actuando sobre variaciones aleatorias’. “En resumidas cuentas, la respuesta es: No. Los cambios aleatorios en las letras del alfabeto genético no tienen más capacidad de producir nuevas estructuras proteicas útiles que la generación de cadenas aleatorias de aminoácidos discutida en la sección anterior. Esta es la evidente deficiencia de cualquier mecanismo materialista propuesto para explicar la macroevolución. La vida depende de complejas estructuras de lenguaje no material, que especifican detalladamente su forma y funcionamiento. Los procesos materiales son completamente incapaces de crear tales estructuras o modificarlas para
determinar nuevas funciones. Si la tarea de crear los cerca de 1.000 genes necesarios para definir la maquinaria celular de una bacteria es inimaginable dentro de un marco materialista, ¡considere cuánto más inimaginable es para el materialista la tarea de obtener los cerca de 100.0 00 genes requeridos pa ra definir a un mamífero! “A pesar de los millon es de páginas de publicacio nes evolucionistas desde artículos científicos en revistas especializadas y libros de texto, hasta publicaciones de divulgación que asumen que los procesos materiales son completamente capaces de lograr el milagro de la macroevolución, no hay nin gu na base ra cional para t al creencia. Es una completa fantasía. Las estructuras de lenguaje codificado son no materiales en su naturaleza y, por lo tanto , req uieren u na explicaci ón no material”. '’ Esta es solamente una pequeña muestra de los escritos de algunos de los científicos que participaron como autores en el libro In Six D ays... (En seis d ía s.. .). O tros expon en sus objeciones a la evolución en sus páginas web. Por ejemplo, el 1)r. Robert Herrmann, ex profesor de Matemáticas de la Academia Naval de los Estados Unidos, presenta algunos argumentos científicos muy detallados contra la evolución y en favor de una creación reciente.910A lgunos científicos s e ha n tom ad o incluso el tiempo para escribir libros enteros sobre las evidencias científicas que refutan la evolución: • Jo hn Sanford, al qu e ya hemo s citado en capítulos previos, tiene un doctorado en Genética Vegetal de la Universidad de Wisconsin, en M adison, y s e desempeñó como profe sor ad junto en la Universidad Cornell durante más de veinte años. A su vez, es famoso por coinventar la pistola de genes que inició la ingeniería genética. En su libro Genetic Entropy and the Mys-
9Baumgardner, ibíd., pp. 227230. 10En línea:www.uscrs.datar eata.c om/herrmann/main.ht ml.
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tery ofthe Genome [La entropía genética y el misterio del ge nom a], el Dr. Sanfor d arg um enta que la s mutaciones n o crean inform ación, como la Teoría de la Evolución requiere, sino q ue arru inan consistentemen te la información genét ica. Propo rciona poderosas eviden cias teóri cas de qu e los genomas n o pu ede n evolucionar ascendiendo en el árbol evolutivo, y refuta así la premisa de que las diferentes formas de vida son, simplemente, resultado de mutaciones y selección natural. Basándose sobre rigurosos estudios científicos y modelos matemáticos, Sanford argu menta que e l A D N debe tener menos de 10 0.000 a ños.11 • Walter J. Veith, d octo r en Zoología por la Univers idad de Cape Town y ex jefe del Dep artam ento de Zoología en la Universida d de Western Cape, Sudáfrica, escribió el libro The Génesis Conflict: Putting the Pieces Together [El conflicto del Génesis: Juntando las piezas]. Esta obra muestra de qué m odo el registro fósil no apoya la Teoría de la Evolución, y recoge numerosos descubrimientos mo dernos en Biología y Zoologí a q ue respalda n la Creación .112 • Dua ne T. Gish, doc tor en Bioquímica por la Universidad de California, en Berkcley, trabajó durante años en investigación bioquímica médica en las Universidades de Califo rnia y de Cornell. En sus libros Evolution: The Fossils Say No! [Evolución: ¡Los fósiles dicen: No!] y Evolution: The Challenge o fth e Fossil Record [Evolución: El desafío del registro fósil], argumenta que la falta de intermed iarios evolutivos sup on e u na evidencia fehaciente de qu e la evolución n o h a oc urr ido .13 • George Javor es profesor de Bioquím ica en la Escuel a de M edicina de la Universidad de Loma Linda y tiene un doctorado
11 J. C. Sanford, Genetic Entrop y & the Mystery of th e Genome (Waterloo, NY: FMS Pu blications, 2008). 12W. J. Veith, The Génesis Conflict: Pu tting the Pieces Together (Delta, BC, Cañada: Ama zing Discoveries, 2002). 13 D. T. Gish, Evolution: The Fossils Say No! (San Diego, CA: CreationLife Publishers, 1976); y D. T. Gish, Evolution: The Challenge oft h e Fossil Record (El Cajón, CA: Crea tionLife Publishers, 1986).
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J. í!CONISTAS
en Bioquímica por la Universidad de Columbia. Escribió el libro Evidences fo r Creation: N atural Mysteries Evolution Cannot E xplai n [Evidencias para la creación: Misterios naturales que la evolución no puede explicar]. En esta obra, el Dr. Javor explica cómo, desde una perspectiva bioquímica, la evolución es im posible.14 • Colín W . Mitchell tiene un d octorado en Geo grafía po r la Un iversidad de Cambridge, y ejerció como consultor especialista en el desarrollo de tierras áridas para los gobierno s de 16 países. En su lib ro The Casefo r Creationism [Argumentos para el cr eacionismo], examina concienzudamente las evidencias científicas procedentes de la biología, la paleontología, la geología y la data ción radiom étrica que refuta n la evolució n.1516 • Lee M. Spet ner recibió su docto rad o en Física en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), y enseñó Teoría de la Info rm ación y la Co munica ció n en la l Jniversitlad Johns Hopkins durante diez años. El Dr. Spetner escribió No! by Chance: Shattering the Mo dern Iheory por casualidad: Demoliendo la teoría moderna de la evolución], donde expone evidencias que refutan poderosamente el concepto evolutivo de que las mutaciones aleatorias pueden produ cir nueva in forma ción gen ética.1'1 • An drew A. Snelling, doc tor en Geología po r la Universidad do Sídney y ya cono cido po r los lectores, h a escrit o recientem ente una obra de 1.100 páginas en dos volúmenes, titulada Earth’s Catastrophic Past; Geology, Creation, and the Flood [El pasado catastrófico de la Tierra; Geología, Creación y el d+iluvio]. Esta obra incluye referencias exhaustivas y recoge evidencias
14G. Javor, Evidences fo r Creation: Natural Mysteries Evolution Cannot Explain (Hagers town, MD: Review and He rald Publishing Association, 2005). 15Colín W. Mitchell, The Case fo r Creationism (Alma Park, Grantham, England: Autumn House, 1994). 16Lee M. Spetner. Not By Chance: Shattering the Modern Theory o f Evolution (New York: Judaica Press. 1997 ).
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geológicas detalladas de eventos catastróficos recientes de tipo inundación global. También incluye una explicación detallada de los principales problemas relacionados con la datación radiométrica, y presenta evidencias obtenidas por métodos de datación alternativos que dan resultados de solo miles de años de anti gü ed ad para los material es de la Tierra.17 • Ariel A. Roth, que tamb ién ha sido citado en varias oportu nida des en capítulos anteriores, tiene un doctorado en Zoología de la Universidad de Michigan, y desempeñó durante años el puesto de jefe de departamento y profesor de Biología en la Universidad de Loma Linda, en California. El Dr. Roth escribió un libro titulado Origins: Linking Science and Scripture [Orígenes: Relacionando las ciencias y las Escrituras], que p roporciona un resum en exhaustivo de las evidencias científicas que respaldan una creación reciente y un diluvio universal, en oposición a la evolución.18 • W erner Gitt, do ctor en Ingeniería po r la Universi dad Técnica de Aachen y director del Instituto Federal Alemán de Física durante años, es una autoridad en Teoría de la Información. En su libro In the Beginning Was Inform ation [En el principio fue la inform ación] , el Dr. G itt discute có mo la Teoría de l a In formación refuta la evolución. Presenta poderosos argumentos que explican por qué razón la información biológica codificada en molécul as como el A D N no pued e surgir po r proc esos aleatorios, sino que requiere un Cre ado r intelige nte.19 • An dy M clntosh tie ne un doctorado en Matemá ticas po r la Un iversidad de Gales, y fue profesor de Termo din ámica y Teorí a de la Combustión en la Universidad de Leeds. Ha participado en proyectos de diseño de reactores para aeronaves, y ha aplicado estos conocimientos para analizar la complejidad del vuelo de
17A. A. Snelling, Earth’s Catastrophic Past: Geology, Creation & the Flood, Vols. 1, 2 (Dallas, TX: Institute for Creation Research, 2009). 18A. A. Roth, Origins: Linking Science an d Scripture (Hagerstown, MD: Review and He rald Publishing Association, 1998). 19Werner Gitt, In the Beginning Was Information (Ore en Forest, AR: Ma ster Books, 2006).
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los organismos vivos. También es experto en el mecanismo de defensa del escarabajo bom bardero . En su libro Génesisfo r Today [Génesis para hoy], el Dr. Mclntosh presenta evidencias fundamental es de orden y diseño en nuestro m und o, y argum enta que existen evidencias científicas muy poderosas a favor de la Creación y del diluvio universal.20 En 2009, el Dr. M clntosh public ó un innovador trabajo de investigación en la revista International Journal ofDesign & Nature and Ecodynamics, en el que demu estra que las estructuras biológicas contienen instrucciones codificadas que no están definidas por la mate ria y la energía de la s moléculas que portan esta información. Esto implica que la información genética reque rida para c odificar estructuras complejas co mo las proteínas requiere que dicha información provenga de un a fuente externa, y no pu ede surgir de fuer zas ambientales de la natu raleza. La información tiene una naturaleza no material, y no puede surgir com o resultado de una entra da de energía ale atoria.21 Este trabajo de investigación proporciona un poderoso apoyo al conc epto de un Dise ñado r súper inteligente externo, respo nsable por la compleja información contenida en cada lipo de ser vivo. • Joh n H ar tn et t posee un doctora do en f ísica por la Universidad de Australia Occidental, d ond e trabaja actualm ente com o profesor investigador de física. El 1)r. I lartnett ha escrito un libro que ofrece una explicación científica detal lada de la paradoja de la luz de las estrellas y el tiempo en un universo joven.22 También ha coescrito un libro que expone def ectos y problemas importante s de la teoría del Big Bang.23
“ A. C. Mclnt osh. Génesis fo r Today: Showing the Relevance o fth e Creation/Evolution Debate to Toda y’s Society (Epsom, Surrey, England: Day One Publications, 1997). 21 Mclntosh, “Information and Entropy TopDown or BottomUp Development in Living Systems?”, International Journal o fDesign & Nature atul Ecodynamics, vol. 4, N“ 4 (2009), pp. 351385. 22 J. Hartnett,Starlight, Time, and the New Physics (Eight Mile Plains, Queensland: Crea tion Book Publishers, 2007). 23 A. Williams y J. Hartnett, Dismantling the Big Bang (Creen Forest, AR: Master Books, 2005).
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• Da nny R. Fa ulkner, astrónomo diplomado po r la Universi dad de Indiana, es profesor de Astronomía y Física en la Universidad de Carolina del Sur, en Lancaster. El Dr. Faulkner escribió el libro Universe by Design [El universo por diseño], que argumenta a favor de u n univers o creado.242 5 El rechazo a la evolución por parte de un creciente sector de la comunidad científica no se aprecia solamente en páginas web y publicaciones. Muchos científicos están exponiendo públicam ente sus opin iones sobre la incapacidad de la evolución para explicar la complejidad de la vida, y la necesidad de buscar mod elos alternativo s. El Dr. Richard E. Smalley, docto r en Química por la Universidad de Princeton, y laureado con el Premio Nobel de Química en 1996, expresaba su rechazo a la evolución y su respaldo a la narración del Génesis en sus conferenc ias púb licas .23 Otros investigadores han explicado sus razones para rechazar la Teoría de la Evolución en entrevistas personales: por ejemplo, el Dr. Matti Leisola, decano de la Facultad de Ciencias Químicas y de los Materiales de la Universidad de Alto, Finlandia. El Dr. David King, ex astrónomo del gobierno de Nueva Gales del Sur; el Dr. Larry Thacte, investigador de Biología Celular en la Universidad Noroccidental de Chicago; el Dr. Ross Pettigrew, conferenciante superior en la Escuela de Medicina en la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda; y el Dr. Stuart Burgess, profesor de Dis eño en Ingeniería en la U niversidad de Bristol.26 Podría co ntin ua r alargando la l ista, pero no creo qu e sea necesario, ya que mi intención es, simplemente, demostrar que son muchos los científicos competentes y altamente calificados que han declarado públicamente y en detalle su rechazo de la Teoría de la Evolución. Sus razones están basadas sobre los resultados
24 D. R. Faulkner,Universe b y Design (Green Forest. AR: Master Books, 2004). 25 “Scholarship Convocation Spe aker Challenges Scholars to Serve the Gre ater G ood” (2004). En línea: www.tuskegee.edu/Ar ticles/scholars hip_convocatio n_speaker_ch allen ges_scholars_to_serve_the_greater_good.aspx . 24 Para má s detalles y entre vistas con muchos otros científicos, ver: www.creation.com .
CIENTIF COS NO EVOLUCIONISTAS
de sus propias investigaciones o en hallazgos reportados en la literatura científica. En todos los casos, se trata de expertos investigadores, acostumbrados a evaluar objetivamente los datos científicos. Después de examinar concienzudamente las supuestas evidencias de la evolución, han llegado a la conclusión, desde muy distintos campos de estudio, de que las evidencias científicas no respaldan la te oría. La vida no p ud o aparecer espon táne am en te p or procesos naturales, y l as mu tacion es y la selecc ión na tural no tienen capacidad para prod ucir nuevas formas de vida. En 1999, la Acad emia Na cion al de Ciencias de los Estados Un idos publicó u na declar ación titulada “Science and Creationi sm: A View from the National Academy of Sciences, Second Edition” [Ciencia y creacionismo: Una visión de la Academia Nacional de Ciencias, 2o edición] ,27 En la página 28, la declaración afirma que el consenso científico sobre la evolución es abrumador y que ningún científico prominente la rechaza. Esta aseveración es falsa. Hemos mencionado numerosos científicos ilustres que rechazan la evolución. Sin embargo, la mayoría de los que apoyan la visión convencional no son conscientes de la existencia de las obras mencionadas en este capítulo porque, generalmente, no se debaten en las aulas de ciencia, ni se promocionan en los medios de comunicación. La mayoría de los científicos que adhieren a la evolución trabajan en campos de investigación muy especializados y basan sus investi gaciones sob re los resultado s de investigaciones prev ias. No se plantean que algunas de las suposiciones en las que se apoya tod o su cam po de investi gación podr ían ser erróneas. Profesores y conferenciantes confían en las afirmaciones de los libros de texto, sin ser conscientes de la gran cantidad de evidencias científicas que refutan la evolución. En 2009, el Dr. Richard Dawkins escribió el libro The Greatest Show on Earth: The Evidence fo r Evolution [El espectáculo más grande del mundo: Evidencias de la evolución], que recibió amplia promoción en librerías, y muchas
27 Science and Creationism: A View from the National Academy o f Sciences , 2a cd. (Washington, DC: N ational Academ y Press, 1999). Ver: www.nap.edu/catalog/6024.html .
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EVOLUCIÓN IMPOS IBLE revisiones y críticas en todo tipo de publicaciones.2 * 28 Sin embargo, la mayoría de los científicos y los profesores, probablemente, no sean conscientes de que en 2010 el doctor Jonathan Sarfati, químico y experto en lógica, publicó una refutación poderosa, y exhaustivamente referenciada, de la mayoría de las evidencias de la evolución de Da wk ins. 29 Es necesario que la comunidad científica y la población en general sean informadas de las graves deficiencias que presenta la Teoría de la Evolución. Como señaló hace 25 años el biólogo molecul ar Michael Den tón , la evolución es una teoría en crisis.
2SRichard Dawkins, The Greates t Show on Earth: The Evidence fo r Evolution (London: Bantam Press, 2009). 29 J. Sarfati, The Greatest Hoax on Earth? Refiiting Dawkins on Evolution Creation Book Publishers, 2010).
(Atlanta, GA:
30 M. Dentón,Evolution: A Theory in Crisis (Bethesda, MD : Adler & Adler, 1986)
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EVIDENCIAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS
UN DIOS QUEIN I ERVIENE EN LA HISTORIA F IN I Í'EFRACTIJ A CON LA ESPECIE HUMANA
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n un capítulo anterior me referí a la afirmación del astrónomo británico Sir Fred Hoyle de que abrumadoras evidencias proce dentes de la f ísica, la qu ím ica y la biología sugerían que un “superintelecto” ha intervenido en la naturaleza.1 El eminente historiador británico Herbert Butterfield, que trabajó como profeso r de H isto ria M oderna en la Universidad de Cambridge en los años 50, hizo una observación similar, sugiriendo que podríam os pen sar que una inteligencia superior se ha estado moviendo continuamente a lo largo de toda la historia.1 2
1Fred Hoyle, “The Universe: Past and Present R eflections”, Engineering and Science, vol. 45, N° 2 (noviembre de 1981), pp. 812. 2Herbert Butterfield, Christianity and H istory (London: Fontana Books, 1958), p. 143.
EVOLUCIÓN IMPOSIBLE En este capítulo, he decidido presentar algunas evidencias que, en mi opinión, apoyan la existencia de una inteligencia sobrenatural, que no solo diseñó y creó la vida en la Tierra, sino también interviene en la historia e interactúa con la especie huma na. Algunos lectores se estarán preguntando qué hace este tipo de material en un libro cuyo tema principal son las evidencias científicas en contra de la evolución. La respuesta es simple: si, como he intentado demostrar, la evolución es imposible, y por lo tan to falsa, es nece sario b uscar otro mod elo p ara el ori gen del universo, la Tie rra y la vida. De entre todas las posibles alternativas, yo personalmente me decanto por la descrita en el relato bíblico, tal como el lector ya habrá deducido. Esta narración incluye la creación reciente de un mundo perfecto, donde la especie humana convivió en armonía con el resto de los animales y las plantas; y también un diluvio universal posterior, que destruyó la vida y transformó drásticamente la superficie de la Tierra. Muchos de los científicos que he citado en capítulos anteriores también comparten esta cosmovisión. Las razones por las que creo literalmente en la historia bíblica, en lugar de aceptar otras posibilidades como la panspermia (que pro pon e q ue la vida ll egó a nu estro plan eta desde el espacio exterior) o alguna versión de evolución teísta (en la que Dios dirige la evolución) son varias. Algunas son de carácter personal y filosófico: mi visión de Dios como un ser personal que ama y se preocupa por sus criaturas es incompatible con la idea de ese mismo Dios que forja a dichas criaturas a través de un proceso de mill ones de años de sufrim iento, m uerte y lucha po r la supervivencia. Sin embargo, existen razones de carácter más objetivo que refuerzan mi confianza en la historia bíblica, y esas razones constituyen el lema de est e capítulo. Ya hemos comentado anteriormente que existe multitud de datos históricos extra bíblicos que concucrdan con las narraciones del Génesis, lo que confirma su veracidad. A continuación, vamos a comentar dos historias que encontramos en otro libro de la Biblia, Daniel, que también han sido corroboradas por 210
EVIDENCIAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS
evidencias históricas, y que ilustran las dos tesis contenidas en el título de este capítulo: que Dios interviene en la historia y que interactúa con los seres humanos. La prim era historia se refiere a un sueño de Na buc odo noso r, registrado en el capítulo 2 del libro de Daniel. Nabucodonosor fue un rey del antiguo Im perio Babilónic o, que recibe e l crédit o de haber hecho construir los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las “siete maravillas del mundo antiguo”, para el disfrute de su esposa, Am ytis.3 En el año 605 a.C., Nab uc od on oso r derrotó a los ejércitos egipcios en la batalla de Karkemish, y Jerusalén pasó del control egipcio al control babilónico. Tras este suceso, varios nobles hebreos fueron hechos prisioneros y trasladados a Babilonia. Uno de estos cautivos era un joven particularmente talentoso, llamado Daniel, quien más tarde fue cons eje ro de Nab uco don osor y funcionario sup erior e n la corte del rey. Unos años después, Daniel registró el sueño del rey, ju nto con otros eventos que incluyen la caída de Babilonia, en el libro que lleva su nombre y que llegó a formar parte de la Biblia hebrea y, posteriormente, del Antiguo Testamento de la Biblia cristiana. Daniel des cribe que , u na noche, Nab ucod ono sor tuvo u n sueño que lo atormentó, pero que no podía recordar. Daniel y los demás consejeros del rey fueron puestos bajo pena de muerte, a meno s que p ud ieran revelar el sueño. D aniel cuen ta cóm o oró al Di os que creó los cielos y la Ti err a para qu e le revelara el su eño , y desc ribe la visión que reci bió dura nte la noche . C uan do inform ó sobre el sueño al rey, este confirmó que eso era exactamente lo que hab ía vis to, y la s vidas de los conse jeros fu eron perdo nadas. El sueño es realmente asombroso. Daniel vio la imagen de una gran estatu a con cabe za de oro, pech o de plata, estómago y m uslos de bronce, piernas de hierro y pies de hierro mezclado con barro. Al final, una piedra “no cortad a por m ano de hom bre ” golpeaba los pies de la estatua y la hacía caer, lo que la destruía
3 M. E. L. Mallowan, '‘Babylon” , Encyclopedia Britannica (Chicago, IL: Encyclopedia Britannica Inc., 1967), t. 2, pp. 949951.
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EVOLUCIÓN !Mi 0811LE por completo. Entonces, la piedra crecía hasta transform arse en un a m on taña que llenaba toda la Tier ra. A continu ación , D aniel expl icó al rey la interpretació n de todo esto. Le dijo que el mismo Dios que le había revelado el sueño tam habísucedería a mostradenoelsufuturo. significado. La estdeatua a una imagen bién de loleque La cabeza oroerrepresentaba a Nabucodonosor y su reino, que sería seguido por otros de meno r esple ndor, represent ados p or el pecho de plata y el estómago de bronce. Las piernas de hierro simbolizaban un reino muy fuerte, q ue al final se dividiría en varios más débiles, represen tados por los pies de hierro y barro. Estos tratarían de unirse, pero no lo lograrían. La piedra que destruía la estatua y se convertía en una montaña representaba el final de la Historia, cuando Dios destruiría los reinos terrenales y establecería un Reino eterno. Según Daniel, el sueño tuvo lugar en el segundo año del reinado de Nabucodonosor, que corresponde aproximadamente al año 603 a.C. Aun así, predijo con exactitud asombrosa una serie de eventos que sucedieron posteriormente y que llegan hasta el presente, más de 2.500 años después. Sabemos, por la historia, que Babilonia cayó frente a los medopersas cuando el general Gobrias tomó la ciudad, el 12 de octubre del año 539 a.C., después de desviar el río Eufrates, cuyo cauce pasaba por en medio de la ciud ad.4 Así, el Im perio Medop ersa corres pon dería al pecho de plata. Este fue seguido por el imperio griego, que se estableció cuando Alejandro Magno derrotó al rey persa Darío III, en una batalla cerca de Arbela, el 1° de octubre de 331 a.C. El Imperio Griego, representado por el estómago y los muslos de bronce, fue sustituido por el Imperio Romano a medida que los ejércitos de Rom a conqu istab an varias secciones entr e los años 168 y 30 a.C ., cuando Egipto finalmente cayó bajo su poder. Así, el Imperio Romano corresponde al reino representado por las piernas de hierro. El Imperio Romano sucumbió gradualmente a olas sucesivas de invasores bárbaros. En el año 476 d.C., los hérulos derroca-
4D. J. Wiseman. “Belshazzar”, Encyclopedia Britannica, t. 3. p. 458.
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EVIDENCIAS DE LA
DIOS
ron al último emperador romano, Rómulo Augusto, y durante el siguiente siglo y medio los ataques continuaron hasta que se completó el proceso de invasión. Hoy, después de casi 1.500 años, el antiguo gran imperio que fue Roma permanece dividido, exactamente como se indicó en el sueño. Daniel predijo que los gobernantes de estos reinos menores se “mezclarían entre sí por medio de matrimonios”, en un esfuerzo por lograr la unió n, pe ro que no lo conseguirían. A través de los siglos, ha habido repetidos intentos de unificar las naciones de Europa con matrimonios concertados y por medio del poder militar, pero nunca se consiguió una auténtica unión duradera. Carlomagno lo intentó en el año 800 d.C.; Carlos V de España, en 1520; y Napoleón Bonaparte, en 1800. La persecución de una ambición similar por el Káiser Guillermo II llevó a Europa a la Primera Guerra Mundial, y la de Adolfo Hitler a la Segunda. Muchos no consiguieron sus objetivos, y el éxito de los que lo hicieron fue relativamente efímero. Podemos concluir que el sueño del rey babilónico reveló con exactitud el futuro de Occiden te has ta la época act ual. Este es un ejemplo sorprendente de una visión detallada del futuro revelada con mucha antelación. En mi opinión, predecir alrededor del año 600 a.C. que solo habría otros tres imperios en el m un do cono cido, a los que seguir ían un a serie de reinos separa dos que nu nc a llegarían a unir se totalm ente, y estar en lo corr ecto d urante 2.500 años, es un logro realmente impresionante. No se me ocurre nin gú n me dio po r el cual Daniel po r sí solo pu diera haber sabido lo que iba a ocurrir cientos de años después de su tiempo. La fuente de tal información tiene que ser una Inteligencia superior, capaz de ver y, probablemente, controlar el futuro. Siendo que el mismo Daniel identifica a esta inteligencia como “el Dios qu e creó los cielos y la Tier ra”, parece razonable ac epta r su pala bra y considerar al Dios de la Biblia como una entidad real capaz de realizar grandes haza ñas, y que además decidió intera ctu ar c on los seres humanos y comunicarles sus intenciones. La segunda historia también se encuentra en el libro de Daniel y registra detalladamente los eventos que tuvieron lugar la
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EVOLUCIÓN IMPOSIBLE
noche de la caída de Babilonia. En esta ocasión el rey, que en ese momento era Belsasar, estaba celebrando un banquete para mil de sus nobles en el palacio. En medio de la juerga, una escritura sobrenatural apareció en la pared del salón de banquetes. El anciano Daniel, que había servido como consejero de todos los reyes desde Nabucodonosor, fue llamado por el rey para interpretar el escrito. Daniel leyó el texto, y explicó que era una advertencia de p arte de Dios de que el reinad o de Bels asar term inaría esa noc he. Y así ocu rrió, da do q ue e n pocas hora s los persas invadieron la ciudad, y el rey murió asesinado, sin ver la luz de un nuevo día. Es de este relato de donde procede la expresión “Está escrito en la pared”, queriendo decir que no es posible escapar de las consecuencias de un determinado suceso. En esta ocasión, Dios se manifestó no en un sueño a una persona en particular, sino de manera sobrenatural ante cientos de personas. Y una vez más Daniel recibió in form ación privilegiada de parte de Dios, y predijo con todo detalle lo que iba a ocurrir; esta vez, en el futuro inmediato. Algunas personas escépticas han sugerido qu e las historias regis tradas en el libro de D aniel n un ca ocu rrieron, o que el relato se escri bió con poste rioridad , después de que gran parte de los sucesos de la profecía ya se hubiesen cumplido. Hasta el siglo XIX, el nombre del rey Belsasar no había si do enc ontrado en nin gún escrito, aparte del libr o de D aniel, por lo que los eruditos dudaban de la exactitud histórica del relato. Sin embargo, a partir de 1860 se descubrió un gran número de textos cuneiformes que confirmaron que Belsasar, corregente con su padre, Nabonidus, era el rey de Babilonia cu an do el general persa Gobrias t om ó la ciu da d sin resistencia.5 5 U n detalle curi oso es que e l anti guo histo riad or gri ego Jeno fon te cu en ta el m od o en que el impío rey de Bab ilonia f ue ases inado a l pie de su trono, en el salón de banq uetes, cuando Gobrias entró en el palacio, pero no m encion a el nom bre del r ey en to da la narración. Jeno fon te tam bié n relata que, la noc he en q ue los persas 5
5 Ibíd.
EVIDENCIASDE LA EXISTENCIA DE DIOS
tomaron la ciudad, se estaba celebrando una gran fiesta durante la cual to da Bab ilonia bebía y disfru taba d e la juerg a.6 Estos escritos in dep end ientes respaldan la exactitud de la descripción de los eventos registrados en el libro de Daniel. También hay evidencias de que, definitivamente, el libro de Da niel exi stía antes del año 33 2 a.C ., cu ando Aleja ndro M agno invadió Judá. Josefo, historiador romano del siglo primero, escribe que c uan do los ejérci tos de Alej andro se estaban acercand o a Jerusalén, el sumo sacerdote de aquel entonces, Jaddua, oró al Dios del cielo pidiendo protección para la ciudad, lisa noche, soñó que los sacerdotes debían llevar puestas sus prendas de vestir sacerdotales, abrir las puertas y salir decididamente, seguidos por el pu eblo, para enc on trarse con Alejandro. Así lo hicieron. Al verlos, Alejandro desmontó de su caballo y se inclinó ante ellos. Cuando se le preguntó después por qué había hecho eso, respondió que en su juventud había tenido un sueño en el que un hombre vestido con idénticas prendas sacerdotales lo había invitado a ir a Asia, garantizándole la conquista. Josefo escribe que, cuando Alejandro entró en la ciudad , los sacerdotes le m ostraron el libro de Daniel, qu e con tenía la descripci ón de un griego que llegar ía y destru iría a los persas. 7 Por con siguie nte, los judíos fueron trat ados mu y favorabl emente p or Alejandro.8 El libro de Daniel es otra muestra de que podemos encontrar información histórica fiable en las narraciones bíblicas; pero también nos sugiere que la Biblia es mucho más que un libro de historia. Las profecías que se han cumplido con extraordinaria exactit ud nos dicen que l a Bib lia no tiene u n srcen p lenam ente humano, y nos animan a confiar no solo en el Libro, sino también en su Autor. Cuando Dios dice algo, se cu mple. La Biblia describe a Dios como un Ser atemporal, todopoderoso y om-
6Cyropaedia, Book vii, pp. 5, 10. 13, 15, 16, 2630. 7Para detalles de otra visión del futuro registra da por Daniel, ver: Daniel 8:7. 20. 21. 8Flavius Joseplnis, ‘T h e Antiquities o f the Jews” .B ook 11, cap. 8, en: W. Whiston, ed„ The Complete Works o f the Lea rned and Authentic Jewish Historian Flaviu s Josep hus (Lon don: J. F. Tallis, sin fecha), pp. 237, 238.
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EVOLUCIÓN IMPOS IBLE nisciente, que tiene la historia de la humanidad bajo su control desde el prin cipio y que, en ocasiones pun tuale s co mo en el caso del diluvio o en otros momentos (ver, por ej., Josué 6; 2 Reyes 6; 7), interviene de forma sobrenatural cambiando el curso de los acontecimientos. Sin embargo, el Dios de la Biblia no se comunica solo con los reyes y los gobernantes de los grandes imperios, y no interviene en la vi da hum ana solo cuand o se trata de eventos de e nvergadura mundial. La Biblia describe a Dios como un Ser cercano, que se preocupa de manera especial por cada uno de los seres human os que habitan la Tierra, y que se de scribe a sí mism o como un Padre amoroso, que desea tener una relación personal con cada uno de ellos. En la Biblia enco ntram os decenas de h istorias que describen cómo Dios actúa en las vidas de las personas para protegerlas y ayudarlas en situaciones difíciles, a veces en respuesta a una petición directa; otras, sin necesidad siquiera de que se lo soliciten. Muchas de estas intervenciones divinas incluyen algún elemento sobrenatural o inexplicable, y son normalmente conocidas como milagros. El mismo Daniel experimentó uno de estos milagros, tras ser traicionado por los otros ministros del reino a causa de su integridad. Estos engañaron al rey Darío y consiguieron que Daniel fuera condenado a morir en el foso de los leones. Pero, durante la noche que pasó en su interior rodeado de leones hambrientos un ángel lo protegió, y los animales no lo tocaron. La histor ia com pleta pued e leerse en el capítulo 6 del libro de D aniel. Según la Biblia, Dios no cambia (Malaquías 3:6). ¿Es posible qu e el Dios de la Biblia siga en la ac tualidad in terv iniendo activamente en las vidas de las personas, incluso de forma milagrosa? Yo personalmente creo que sí, y a lo largo del tiempo he escuchado numerosos testimonios de personas que afirman haber experimentado milagros en algún momento de sus vidas. Q uiero term inar el capítulo co m partien do dos de e stas historia s que me llamaron poderosamente la atención. Así como en el resto del libro he intentado en todo momento pre se ntar evidencias científicas objetivas para reforzar mis argumentos, en esta instancia reconozco que no poseo ese tipo
EVIDENCIAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS
de evidencias para esta sección. Por eso, invito amablemente al lector escéptico convencido a que deje de leer en este punto y p a se directa m ente al c apítulo siguiente. A los demás, quizás algo de lo que encuentren a continuación les pueda ser útil, los haga re pla nte ars e el tipo de Dios en el que creen o, incl uso, lo s anime a pedir ayuda a Dios cuando se encuentren ante una situación complicada. En mi iglesia local, unas pocas semanas antes de escribir este capítulo, un hombre mayor contó una curiosa experiencia de su niñez. Tenía aproximadamente seis años, y estaba jugando con sus primos en el hogar de sus abuelos. Su abuela estaba lavando ro p a pero, de pronto, dejó lo que est aba haciendo y f ue corr iendo ha cia do nde él y los otros niños esta ban j ugando, con u na cámara de rueda de tractor inflada. Asiendo la cámara, la abuela salió corriendo calle abajo. Más tarde, la abuela explicó que mientras es ta ba lava ndo la ropa, tuv o u na visión sobre la superf icie del agua de que su marido se estaba ahogando. Sabiendo que el abuelo ha bí a ido a pescar a un arr ecife que distaba aproximad am ente dos kilómetros de la casa, ella corrió hasta el lugar con la rueda, y lo encontró intentando nadar en un mar agitado que lo había barrido del arrecife. Lanzó la cámara al agua y su esposo pudo mantene rse a flote has ta ser rescatado po r u nos pescado res cerca nos. La segunda historia m e la con tó un a bu ena amig a, Joy Bu tler, q u e traba ja com o cape llán en un hospital de Sídney. Joy y su m arido estuvie ron tr abajando en Harare, Zim babu e, dura nte va rios años en la década de los 90. En esa época, los robos de vehículos eran habituales en esa zona y resultaba muy difícil recuperarlos, porq ue los ladrones solían conducir in m ediata m ente a través de la para venderlos ensu el automóvil país vecino. Joy quefrontera había llegado a casa en conUna su amiga hija dede cinco años, salió del vehículo para abrir la puerta, dejando el motor encendido. Un individuo que est aba escondido d etrás de un seto saltó al asiento del conductor y se marchó, con la niña todavía en el asiento trasero. La madre, desesperada, buscó ayuda, pero pasó cierto tiempo hasta que consiguió llam ar la atención de otro conductor, explicarle lo que había ocurrido y salir en per
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secución del sec uestrador. Sab iendo que era dif ícil que pud iera n alcanzarlo por sus propios medios, oraron a Dios pidiendo que el autom óvil de la m ujer se averiara. Unos pocos kilóm etros más adelante, encontraron el automóvil parado en medio de la carretera, con la niña sana y salva en su interior. La niña les contó que estaba suplicándole al ladrón que la llevara de regreso con su mam á, cu and o vio aparecer un ángel sobr e la pa rte de lantera del autom óvil, que atrave só el capó con un a espada lar ga y brillante. El automóv il se detuvo en el acto. C ua nd o más tarde el vehículo fue revisado, se descubrió que el embrague había fallado, a pesar de que nun ca antes había tenido problemas de embr ague. En la Biblia, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento registran narraciones de ángeles que intevienen en las vidas de las personas. En particular, el libro de los Hechos de los Apóstoles, que está escrito como una narración histórica factual de la iglesia cristiana temprana, habla sobre varias intervenciones de ángeles. El libro es muy exacto en sus detalles geográficos e históricos de ese período del siglo I, lo que sugiere que los registros sobre los ángeles son igual de legítimos. Usted puede decidir creer o no en la historia de Daniel, así como las narraciones de la Creación y el diluvio, los milagros, las intervenciones de ángeles, o cualquiera del resto de las historias que se encuentran en la Biblia. En este y en capítulos anteriores, he presentado numerosas evidencias de que la Biblia contiene información factual fiable, que ha sido confirmada por diferentes fuentes extrabíblicas; pero, al final, se trata de una decisión personal. A lo largo de est e libro hemos visto, tam bién, que hay mu chas cosas que la ciencia no puede explicar. No existe una explicación mecanicista del srcen del universo, ni del srcen de la vida, ni de dónde salieron las leyes de la física y la química, ni de cómo apareció la información codificada en el ADN. A esta lista, podríamos añadir los fenómenos sobrenaturales de los que hemos hablado en este capítulo y otras entidades que nos son bien conocidas, como la conciencia. ¿De dónde sale el conocimiento innato que tienen todas las personas de cualquier cultura de que
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LA EXISTENCIA DE DIOS
hay ciertas cosas que no son correctas? La ciencia no puede explicarlo. Sin em bargo, la existencia de una Intelige ncia so brenatural independiente del espacio y del tiempo, un Dios “creador del cielo y de la Tierra”, que se preocupa por la humanidad en general y por cada persona en particular, que interviene en la historia e interac túa persona lmen te con aque llos que lo busc an, ofrece una explicación llena de significado no solo para todas estas cuestiones, sino también para nuestra propia existencia.
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RESUMEN DOCE RAZONES BASADAS EN EV IDENCIAS CIE NTÍFICAS PARA RECHAZAR LA EVOLUCIÓN
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n febrero de 201 0, el cientí fico jefe de l M inisterio de E du -
cación Israelí, Dr. Gavriel Avital, provocó furor entre los académicos universitarios loc ales cuan do el perió dico H aa retz informó que estaba animando a los estudiantes a examinar de forma crítica las enseñanzas evolucionistas que les eran im-
puestas. Se lo citó diciendo: “Si los libros de texto plantean explícitamente que hay que buscar los orígenes de los seres hum anos en los monos, me gustaría que lo s estudiantes explorar an otras opiniones. H ay m uchas personas qu e no creen qu e el relato evolucionista sea correcto”.1
1O. Kashti y Z. Rinat, “Education Ministry Chief Scientist’s Dismissive Remarles on Fundamental Tenet s o f Science Spark Calis for His O uster”, Haaretz (21 de febrero de 2010). En línea: www.haaretz.com/printedition/news/scientistsirateaftertopeducationoffi cialquestionsevolution1.263673.
RESUMEN
En una entrevista anterior, Avital ya había añadido leña al fuego, al decir: “La Biología, la ciencia ele la vida y del medio ambiente, es otro campo científico problemático. Cuando tu doctrina está basada sobre la Teoría ele la Evolución de Darw in y sus im plicaciones, te estás sosteniendo sobre cimientos poco fiables”.2 Estas declaraciones dieron lugar a peticiones para cpie el Dr. Avital fuera depuesto, mientras varios académicos expresaban indignación o consternación. Un profesor emérito de Ciencias de la Tierra en la Universidad Hebrea dijo: “Negar la evolución es como negar la ciencia misma”. O tro profesor de la Universidad de Tel Aviv afirmó: “Estas declaraciones son el equivalente a decir que hay que darle espacio en los libros de texto a la opinión de que la Tierra es plana y que el sol gira a su alrededor. Es asombroso que el científico responsable de un Ministerio del gobierno pueda decir cosas tan bizarras”. 3 Estas reacciones no deberían sorprendernos. Si todos los libros de texto de Biología de todos los colegios y las universidades enseñan la Teoría de la Evolución; si las declaraciones oficiales de la comunidad científica afirman que la evolución es un hec ho in discu tible de la ciencia; y si los medios de c om un icación se unen en la divulgación de sus presupuestos y conclusiones sin el menor asomo de duda, ¿no es completamente lógico que este funcionario del Ministerio de Educación sea despedido por atreverse a anim ar a los estudiantes a cuestion ar esa teoría? ¿Por qué debería ser tolerada una persona con semejantes ideas
2ibíd.
3Ibíd.
EVOLUCION ¡¡r. perturb ad ora s, en un puesto ta n influyente qu e pued e afectar la educación de los futuros científicos de un país desarrollado? Asimismo, cabe también preguntarse por qué un científico calificado, en un puesto de tanta responsabilidad, pondría en juego su carrera haciendo declaraciones tan controvertidas y animando a los estudiantes a buscar alternativas a la evolución. Uno de los propósitos de este libro ha sido presentar las evidencias que llevan a científicos honestos com o el Dr. Avital a enfrent arse a la comu nid ad científica y a rechazar la explicación convencional del srcen de la vida, aun a riesgo de perder su prestigio y sus puestos de trabajo. Los datos que he presentado no son exhaustivos. Existen más evidencias en contra de la evolución y el modelo de largas edades, que se pueden encontrar explicadas con detalle en varios sitios en In tern et.4 N o o bstante , creo que hem os presen tado evi dencias suficientes para rechazar objetivamente la Teoría de la Evolución. Y quiero terminar este trabajo con una recopilación de 12 razones concretas que constituyen un resumen de todo lo expuesto en los capítulos anteriores. 1. Las mutaciones no producen nueva información genética significativa. 2. Nunca se ha observado la evolución de una nueva especie com o consecuencia del surgimiento de inform ación genética nu eva. 3. No hay ningún mecanismo demostrado que explique de qué modo podría aparecer nueva información genética significativa a partir de procesos naturales aleatorios; y además, resulta estadísticamente imposible. 4. No hay ningún mecanismo conocido, fáctico o teórico, que expli que cóm o podría formar se u na célula viva a partir de m oléculas inanimadas (abiogénesis). También es estadísticamente imposible. 5. La abi ogénes is nu nc a ha sido observada, y todo s los experimentos para.iniciarla han fallado.
4 Ver: w ww .icr.org;w ww .creation .com ; www.answersingenesis.org ; www.creationre search.org ; www.discovery.org/csc; www.users.datarealm.com/herrmann/main.html .
RESUMEN
6. El registro fósil es un registro de extinción de animales y plantas com ple ta m ente form ados, no un registro de la evolución de formas de vida . 7. Aunqu e, según la Teoría de la Evolución, tie nen que haber existido millones de formas de transición entre organismos, no existen fósiles demostrados de organismos intermedios. El registro fósil no muestra el esperado desarrollo progresivo de las novedades evolutivas. 8. Algunas de las rocas más antiguas portadoras de fósiles contienen animales complejos completamente desarrollados, como los trilobites, sin que se haya encontrado evidencias de sus supuestos antepasados evolutivos. 9. Las tasas de erosión actuales son demasiado rápidas para que los continen tes y su conten ido fósil pued an tene r las eda des que se les asignan convencionalmente. Las estimaciones de antigüedad obtenidas son demasiado cortas para que la evolución pudie ra te ner lugar. 10. Las cantidades de sedimentos oceánicos y materiales volcánicos presente s en la s uperfi cie del plan eta no se corr espo nden con las antigüedades propuestas por los geólogos. También en este caso, los resultados de edades que se obtienen teniendo en cuenta los datos reales son mucho menores que el tiempo mínimo estimado necesario para la evolución biológica. 11. Las dataciones radiométricas no son fiables puesto que, con frecuencia, arrojan resultados anómalos, como edades muy antiguas p ara roca s recientes, o resultados dispar es para la mism a muestra datada con distintos métodos. Además, la presencia de carbono 14 en carbón y diamantes implica que dichos materiales, supue stam ente de m illones de años de antigüedad , tienen en realidad menos de 100.000 años. 12. La velocida d de m utac ión del A D N obser vada en la actualidad su giere tam bién u na an tigüed ad de menos de 100.000 añ os. La conclusió n es evidente: ¡la evolución es imposible, y nun ocurrió! Por supuesto, sería impensable plantear estas objeciones contra la evolución en una revista científica. Simplemente, inten
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tarlo generaría un escándalo y un rechazo similares a los que experimentó el Dr. Avital. De hecho, un artículo que publiqué en la revista científica Chemistry in Australia, que llamaba la atención sobre algunas de las suposiciones no demostradas que sostienen la Teoría de la Evolución, obtuvo una respuesta muy hostil por parte de algunos científicos.5Es revelador, sin embargo, que nadie refutó mis argumentos por medio de evidencias científicas; se lim itaro n a expres ar su co nm oc ión po r el hecho de que un artículo de esas características pudiera ser publicado en una reputada revista científica. 6 Estos profesores me acusaron de u tilizar arg um ento s basados sobre u na creencia r eligiosa, y no sobre la ciencia. Este tipo de afirmación se esgrime con frecuencia contra aquellos que rechazan la evolución; pero creo que ha quedado refutada con creces a lo largo de este libro. Es cierto que tengo una creencia religiosa, pero los argumentos que he utilizado con el fin de rebatir la evolución proceden del análisis de datos científicos. Todas las personas se ven influidas por sus convicciones filosóficas y sus creencias personales, a la hora de tomar decisiones en los distintos aspectos de la vida. Muchos científicos actuales se aferran desesperadamente a la Teoría de la Evolución porque su concepción materialista del universo no les perm ite siq uiera co nsiderar otras opcio nes. En mi caso, después de comprobar repetidamente que la Teoría de la Evolución no puede explicar la realidad que observo a m i alrededor, he podid o escoger un modelo alternativo coherente con los datos observados, y que incl uye la i nterven ción divina porq ue m i cosmo visión no excluye a priori dicha posibili dad. La res tricc ión m ental que produ ce u na concepción puram ente m aterialista del m un do im pide a algunos cien tíficos seguir l as evidencias hacia donde estas apuntan. Lo hemos repetido hasta la saciedad a lo largo del libro: para que la evolución ocurra,
5John Ashton, “A Creationist’s View of the Intelligent Design Debate”, tralia, vol. 74, N° 3 (2007), pp. 19, 20.
Chemistry in Aus
6 Ver: C. Bamer Kowollik, R. Bro oks y A. Whittaker, “Your sa y... ”, Chemistry in Austra lia, vol. 74, N° 4 (2007), pp. 2, 29.
RESUMEN
para que la rana se co nvierta en príncipe, una en orm e can tidad de inform ación genéti ca nueva tiene que aparec er como po r art e de magia. En el popular cuento de hadas, el milagro ocurre instantáneamente en respuesta al beso de la doncella. En el cuento de la evol ución, dem ora m uch o más tiempo, cientos de mil lone s de años; pero alargar el tiempo no lo hace menos “milagroso”. Los procesos aleatorios de la naturaleza no pueden proporcionar el “beso” transformador (la información genética nueva que permitiría convertir un anfibio anuro en un ser humano de “sangre azul”), incluso contando con eones de tiempo. Como señala el eminente científico y escritor Paul Davies, la información biológica no está codificada en las leyes de la química y la física, y esta información no puede llegar a existir espontáneamente. En sus propias palabras: “No existe ley física conocida capaz de crear info rm ac ión de la nad a”.7 La evolución es, pues, un a teoría “deseo”, no m uy d istinta de u n cue nto de hadas, pero que se alza como única alternativa posible para los científicos que desean mantener un modelo puramente mecanicista de la existencia. La evidencia geológica y paleontológica es consistente con una inundación de gran envergadura, acompañada de actividad volcánica y tectónica, en un pasado reciente. La ciencia no puede explicar el srcen de los seres vivos, pero encontramos abrumado ras evid encias de diseño en tod os los rincones de la natu raleza, que parecen provenir de una asombrosa Superinteligencia. El escenar io de Creació ndiluv io de la Bibli a se adecúa m uy bien a estas evidencias. Sin embargo, quedan en el aire dudas importantes. Algunos lectores se estarán preguntando: ¿Y qué hay de todo el dolor y el sufrimiento que vemos a nuestro alrededor? ¿Cómo puede formar parte de la creación “perfecta” de un Dios bueno y todo poderoso ? La m ayoría de nosotros lidiamos con esa pregunta alguna vez.8 A lo largo de este libro, hem os llegado a
1 Paul Davies, “Life Forcé”, New Scientist (18 de septiembre d e 1999), pp. 2730.
8Ver, por ej., J. Paulien, “The Problem of Evil”, en: John Ashton y Michael Westacott, ed., The BigArgument: Does God Exist? (Oreen Forest, AR: Master Books, 2006), pp. 179196.
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la conclusión de que la Biblia es una fuente fiable de información, por lo que probablemente es también un buen lugar para buscar respuestas. En la Biblia, Dios nos cuen ta qu e la Tierra y el universo fueron creados en seis días literales hace aproximadamente 6.000 años (Génesis 1:12:1). El resultado era “muy bueno”, pero po co después las cosas se torciero n y se alejaron progresivam ente del plan original de Dios. El ser hum ano utilizó su libre albedrío para alejarse de su Creador (Génesis 3), y com o consecuencia, la naturaleza se corrom pió y la violencia s e multiplicó sobre la Tierra. La situación de perversidad extrema condujo a la destrucción de la humanidad y de la mayor parte de la vida sobre la Tie rra po r m edio de u n diluvio univers al, hace aproximadamente 4.300 año s (Génesis 6 :57:24).9Afortunad amente, Dios tenía un plan de rescate preparado (Efesios 1:410; 1 Pedro 1:20) , qu e se puso en ma rcha en el pro pio Jardín del Edén (Génesis 3:15) y cuyo desarrollo se pone de manifiesto a través de toda la Biblia. La humanidad fue creada a imagen de nuestro Dios Creador súperinteligente (Génesis 1:26, 27). A pesar de la degeneración sufrida a l o largo de miles de años, esa image n todav ía se encu entra presente en nosotros. Por eso, nuestras mentes tienen la habilidad de descubrir y comprender los asombrosos misterios de la naturaleza. No evolucionamos de los monos: somos mucho más especiales que eso. Muy lejos de nuestro presunto srcen primate, hemos sido dotados de capacidades asombrosas, reflejo de las ilimitadas cualidades de nuestro Creador. Podemos usar nuestros conocimientos y capacidades para mejorar nuestra vida y nuestro entorno, sabiendo que nuestra existencia tiene sentido, que no somos pro du cto del azar sino de un cuidadoso plan de amor, cuy o desenl ace está próximo . Se trata de un a existencia con trascendencia y propósito, y la promesa de un futuro eterno sin dolor, injusticia ni muerte. No restrinjamos nuestro acceso a estos maravillosos dones en favor de una teoría imposible.
9Para el cálculo de la fecha aproximada del diluvio, ver el Apén dice.
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CALCULO DE LAS FECHAS APROXIMADAS PARA LA CREACIÓN Y DATOS EL DILUVIO, EMPLEANDO DEL REGISTRO BÍBLICO
l cap ítulo 5 del Génes is regis tra cuá ntos año s ten ía cada pa triarca cuando tuvieron hijos: Adán, 130; Set, 105; Enós, 90; Cainán, 70; Mahalaleel, 65; Jared, 162; Enoc, 65; Matusalén, 187; Lamec, 182.
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A su vez, en el momento del diluvio Noé tenía 600 años. Sum an do estos datos, se(Aclaración: llega a un toestas tal deedades 1.656 pue años la Creación h asta el diluvio dedesde n ser de 1 año más para cada uno de los diez patriarcas, dependiendo de si fueron padres justo antes o justo después de su fecha de cumpleaños. Es decir, 1.65 6 es el nú mero m ínim o de años, y 1.666 el máximo , estando el valor exa cto en algú n lugar en tre ambos.) Génesi s 11:10 al 25 registra la edad a la que pro crearo n los patriarcas posdiluvianos: Sem, 2 años después del diluvio; Arfaxad,
a los 35 años; Sala, a los 30; Heber, a los 34; Peleg, a los 30; Reu, a los 32; Serug, a los 30; Nacor, a los 29; Taré, a los 130 (murió con 205 años, cuando Abraham tenía 75, Gén. 11:32; 12:4). Abra ham dejó Harán a los 75 años, e hizo un pacto con Dios (Gén. 12:4). Sumando estos años, obtenemos un total de 427 desde el diluvio hasta e l pacto de Dios c on Ab raham . Igual que e n el cálculo anter ior, el total podría au mentar hasta en diez a ños, po r lo que nos encontramos ante un número máximo de 437. Las fechas aproximadas para el diluvio y la Creación se pueden calcular usando como referencia la fecha del cuarto año del reinado de Salomón, que se considera que fue el año 967 a.C. El Exodo ocurrió 479 años antes, es decir, en 1446 a.C. (1 Rey. 6:1). El pacto con Abraham tuvo lugar 430 antes del Exodo (Exo. 12: 404 1; Gál. 3 :16 17 ). S iendo q ue el pa cto c on Abraham fue 427 años después del diluvio, el tiempo transcurrido entre el diluvio y el Exodo fue de 857 años. Por lo tanto, el diluvio ocurrió en 1.4 4 6 + 8 5 7 =2.3 03 años a. C.. La Creación en 2.303 + 1.656 = 3 .9 5 9 años a.C. (aproximadamente). N ota 1: Según Ussher, el cuarto año del reinado de Salomón
fue en 1012 a.C., 45 años antes de la fecha actualmente asignada a este evento. Po r tan to, la fecha de Ussher pa ra la Creación sería 4004 a.C. 45 = 3959 a.C. Los cálculos mostrados en este apéndice son consistentes con los cálculos de Uss her, pe ro d ep end en de la exactitud de la fecha histórica para el cuarto año de Salomón. N ota 2: El margen de incertidu m bre para la fech a del dil uvio sería de 10 años y, en el caso de la Creación, de 20. Es decir, el diluvio pudo haber ocurrido hasta 10 años antes de 2303 a.C. y la Creación hasta 20 años antes de 3959 a.C.
EVOLUCION
IMPOSIBLE I
na de las ref utaci ones actu ales a al evo lución m ás poI derosa y auto rizada! I V v Usando recien tes descub rimientos en genética, bio química, geología, datación radiom étrica y otras disciplinas cien tíficas, el Dr. JohnAshton ex plica cap ítulo po r capí tulo, en un lenguaje senci llo, doce poderosas razo nes porlas que la Teoría dela Evolución de Darwin es solo un m ito. Aprenda:
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Cómo los fó siles son evidencias de extinción, no d e evolución. Por qué las m utaci ones nunca prod ucennform i ación genética nu eva. Cómo los dato s geo lógicos minan las sc ealasde tiempo sec ulare s. Por qu é no pued en form arse por azarlucé las v ivas ynuevas especies deorgani smos.
Llevando lasvideencias que refutan la ev olución aun nuev o nivel , con an álisis detallados y datos proced entes de una gr an variedad ed fuentes,estees un ilbro d e lec tura bl oigatori a para estud iantes,educa dores cri stianos, científicos y to dos aquellos quequieren com prom e terse conla cosmovisión bíblica respe cto e d los orígenes.
SOBRE ELAUTOR EL DR. J OH N F. ASHTO N LLEVA CER CA DE CU ARE NTA AÑOS EN EL CAMP O DE LA INVESTIGACIÓN C IENTÍfiCA Y DE L A ENS EÑANZA. POP ULAR EDITOR DE LIBROS CREACIONISTAS, TR ABA J A COMO PROFESOR ADJ UNT O DE CIENCI AS BIOM ÉDICAS Y CIENCI AS AP LICADAS EN MELBOURNE, AUSTRALIA.
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