María C. Riera García – Aristóteles, Acerca del Alma María C. Riera García
Aristóteles, Acerca del Alma "Que la Naturaleza seguía una finalidad y era constructiva fue la hipótesis de Aristóteles y, teniendo en cuenta su inclinaciones y trasfondo, apenas si se concibe que hubiera permitido que sus observaciones le persuadieran de lo contrario. No obstante recurrió a los hechos en su defensa y partir de una hipótesis has sido una exigencia de los científicos en la mayoría de los siglos" W.K.C. Guthrie, Historia de la Filosofía Griega VI Introducción a Aristóteles , cap. VII Introducción: precedentes y primeros escritos
La pretensión de abordar aún la menos extensa de las porciones de conocimiento de las que se ocupó Aristóteles es poco menos que una osadía, no tan sólo por la extensión y rigor de los estudios existentes sino por la conexión, y por tanto ausencia de autonomía, que de las partes de su filosofía establece el propio estagirita. No debemos olvidar que dentro del llamado Corpus Aristotelicum , denominación harto simbólica, se agrupan entrelazados, tratados como el Órganon (instrumento) que servirá como base para los posteriores tratados de Física, Biología, Metafísica, Ética, Política y Teoría del Arte. Sentada ya la dificultad, insalvable de hecho, para establecer una estructura compacta y coherente sobre cualquiera de los problemas tratados por Aristóteles, este texto pretende ser un breve esbozo con el que ubicar, y tal vez relacionar, los escritos donde Aristóteles se ocupa del "Problema del Alma". Será., pues, éste, un recorrido por los primeros escritos, de marcada influencia platónica, para llegar luego a aquellos, genuinamente aristotélicos, en los que se dará una definición formal del alma. Dos son, tomando como criterio el público destinatario y parcialmente la cronología, los tipos de escritos aristotélicos: los escritos de divulgación o exotéricos y los Tratados o escritos esotéricos o acroamáticos , estos últimos constituyen el Corpus y son la esencia de su filosofía y por tanto fueron destinados originariamente a la reducida audiencia del Liceo1. La primera referencia explícita del alma aparece en el Eudemo 2, escrito a modo de diálogo y englobado en los escritos exotéricos, con claras reminiscencias platónicas. Platón, a su vez influenciado por los pitagóricos, muestra una concepción religiosa del alma, dotada de carácter inmaterial e inmortal, conocedora de las Ideas y portadora de la Verdad. Aristóteles, lejos todavía de las doctrinas materialistas, otorga al alma un carácter de preexistencia e inmortalidad a través de la metempsicosis. Esta concepción primera dista mucho de la que acabaría siendo la definitiva y que quedaría expuesta en alguno de los tratados del Corpus que comentaremos más adelante. Estas diferencias 1
Suele añadirse a este conjunto una tercera categoría bajo el nombre de Memoranda, escritos dirigidos por Aristóteles o bien coescritos junto con sus colaboradores en el Liceo. 2 El título recoge el nombre de un amigo personal de Aristóteles, muerto en la expedición ateniense a Siracusa en el 354 a.C., su composición puede fijarse con una posterioridad reciente con respecto a esta fecha y, por tanto, en los años previos a la marcha de Aristóteles de la Academia, tras la muerte de Platón.
Societas Philosophorvm Viventivm
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María C. Riera García – Aristóteles, Acerca del Alma entre las distintas concepciones que de un mismo término, se suceden dentro de los escritos Aristotélicos, han levantado nos pocas discusiones, que van desde una interpretación evolutiva de su pensamiento (la más aceptada) hasta una ruptura lógica brusca del propio Aristóteles con su pensamiento original, pasando por las voces, más o menos peregrinas, que mantienen que el verdadero Aristóteles está en los escritos divulgativos mientras que los tratados no le son adjudicables. Es dentro de los tratados del Corpus, en concreto de aquellos dedicados a la Biología, donde nos encontramos la doctrina aristotélica definitiva del alma. Esta ubicación no deja de ser sintomática, ya que Aristóteles tratará el alma como principio de la vida y será por tanto en su estudio de los vivientes donde atacará el problema de su definición. Aristóteles situará este exordio al comienzo de sus tratados biológicos, siguiendo su sana costumbre de empezar por los "principios". De Anima
Es con el título De Anima, bajo el que a menudo se cita al primero de los tratados que Aristóteles dedico a sus estudios de biología, y en el que se aborda el problema de la definición del alma. Esta denominación se debe, como resulta evidente, a la preponderancia de los códices latinos que han servido como recurso esencial a nuestro conocimiento actual de ese primer tratado aristotélico sobre la vida. La composición del texto se divide en tres libros sobre los que no ha faltado las especulaciones acerca de su unidad conceptual y cronológica3. Aristóteles comienza el libro I con la exposición del problema, las dificultades -aporías- y el repaso histórico del concepto de alma en sus predecesores. Este es un esquema típicamente aristotélico, cuyo paradigma se encuentra en la exposición inicial de su Metafísica. El libro II trata el problema de la definición formal del alma para, a continuación, describir las propiedades -facultades- que son la esencia de la definición. Acaba tratando el alma vegetativa y la facultad de la sensación. En el libro III continúa su estudio de la phantasia-, la intelección y las facultades motrices. sensación, la imaginación - phantasia
es el término utilizado por Aristóteles asimilable al anima de los códices latinos. De ahí que a menudo nos encontremos con la denominación de Psicología en alusión al tratado acerca de Alma, aunque entendiendo que no se trata de una psicología en el uso actu actual al de la pala palabr bra. a. El alma alma - será será ente entend ndid idaa como como prin princi cipi pioo de la vida vida,, mientras que sólo la facultad del entendimiento, desglosada a su vez por Aristóteles, puede asemejarse a la concepción que nuestros días se tiene de dicho término. Entremos en la definición seleccionando tres fragmentos clave, "Solemos decir que uno de los géneros de los entes es la entidad y que ésta puede ser entendida, en primer lugar, como materia -aquello que por sí no es algo determinado-, en segundo lugar, como estructura y forma en virtud de la cual puede decirse ya de la
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María C. Riera García – Aristóteles, Acerca del Alma materia que es algo determinado y, en tercer lugar, como el compuesto de una y de otra" 4
a continuación la definición formal, "Luego el alma es necesariamente entidad en cuanto forma específica de un cuerpo natural que en potencia tiene vida, luego el alma es la entelequia de tal cuerpo." 5 "... el alma es la entelequia primera de un cuerpo que en potencia tiene vida." 6
Queda patente, tras estos fragmentos, la necesidad de una discusión con la que diseccionar la definición formal de alma. Esta discusión deberá apelar, al menos a la Lógica -a través del libro de las Categorías-, a la Metafísica -con especial hincapié en la descripción de las causas-, a la teoría del movimiento y a la visión empirista o naturalista, término éste, ya de por sí ambiguo, de la filosofía aristotélica. Aristóteles nos dice que el alma debe ser entendida como entidad pero entidad en cuanto a la forma. El término entidad como categoría queda expresado así, "Entidad, la así llamada con más propiedad, más primeramente y en más alto grado, es aquella que, ni se dice de un sujeto, ni está en un sujeto" 7
La entidad es desde el punto de vista de la lógica aristotélica, aquello que no es predicado de otra cosa, es por tanto el concepto primero. Unida a esta interpretación puramente terminológica, nos encontramos con una definición de entidad dotada de contenido, y por tanto operativa, "Es obvio, pues que necesitamos conseguir la ciencia de las causas primeras (desde luego, decimos saber cada cosa cuando creemos conocer la causa primera). Pero de 'causas' se habla en cuatro sentidos: de ellas, una causa decimos que es la entidad, es decir, la esencia (pues el porqué se reduce, en último término, a la definición, y el porqué primero es causa y principio" 8
Más adelante ([M], libro II, cap. 2.994a) Aristóteles entrará en la demostración necesaria de la imposibilidad de una serie infinitas de causas para la explicación de un efecto (acto). Es, pues, con estos ingredientes con los que ha de entenderse la entidad que es el alma: como causa primera, en cuanto a la esencia 9, cuya definición no se predica de otra. Pero la entidad o causa primera debe ser algo determinado en el caso del alma, tal como quedaba recogido en el primero de los fragmentos propuestos, ¿qué es lo que determina o especifica esa entidad que es alma? Aunque Aristóteles ofrece dos posibilidades opta por la forma, pero no entendida desde un punto de vista morfológico sino como estructura o funcionalidad ( eîdos). Es, por tanto, lo que hay de operativo en la entidad, sus funciones o facultades, su finalidad, en última instancia, lo que la define. 4 5
[AA], libro II, cap. 1,412a,5
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María C. Riera García – Aristóteles, Acerca del Alma
Deberemos pues, determinar las funciones del alma para que la definición sea consistente. Parte Aristóteles para ello de la definición de vida, diciendo, "...solemos llamar vida a al autoalimentación, al crecimiento y al envejecimiento"
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Las funciones del alma deberán ser, de acuerdo con los fragmentos precedentes, la que propicien la vida. Llegados a este punto diremos que no han faltado las tesis que defienden la identidad vida=alma: si el alma es entelequia primera de un cuerpo que en potencia tiene vida, de acuerdo con la idea del movimiento de Aristóteles, el cuerpo viviente (el que en potencia tiene vida) tendrá, en virtud de esa potencia, la vida como entelequia, pero el alma es, por definición, la entelequia de dicho cuerpo, por lo tanto el alma es la vida. Obviamente este es un razonamiento tendencioso, que omite la palabra "primera". Es decir, la vida es obviamente acto del cuerpo viviente, siendo el alma la entelequia primera, las facultades del alma son, por tanto, las potencias que dan lugar a la vida como acto (o entelequia segunda) y la definición queda así cerrada 11. Concluyamos con dos fragmentos todavía más esclarecedores que dan apoyo a la definición, "Queda expuesto por tanto, de manera general que es el alma, a saber, la entidad definitoria, esto es, la esencia de tal tipo de cuerpo" 12 "En efecto, si el ojo fuera un animal, su alma sería la vista. Esta es, desde luego, la entidad definitoria del ojo" 13
En las definiciones de Aristóteles se dan, como ha quedado demostrado, dos características esenciales; no dejan lugar a lo ambiguo y son marcadamente funcionales. Prueba de lo segundo es el inmediato enfrentamiento, al cual nunca rehuye el estagirita, entre sus concepciones y el mundo sensible, juez empírico de todas sus argumentaciones, "Y es que el principio de toda demostración es la esencia y de ahí que a todas luces resulten vacías y dialécticas cuantas definiciones no lleven aparejado el conocimiento de las propiedades, o cuando menos, la posibilidad de una conjetura adecuada acerca de las mismas"14 Noûs
Como se dijo al comentar la distribución del tratado Acerca del Alma, tras la definición formal de alma, Aristóteles se enfrenta al estudio de las facultades de ésta. Aunque no existe una única clasificación, suelen enumerarse tres tipos de facultades: las puramente vegetativas, encaminadas a asegurar la vida como autoalimentación, desarrollo y 10 11
[AA], libro II, cap. 1,412a,14
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María C. Riera García – Aristóteles, Acerca del Alma decadencia (la única que se da en las plantas), la facultad de la sensación (que poseen tanto los animales como el hombre) y el noûs o capacidad intelectiva, privativa del hombre 15. Es en esta última en la que nos detendremos, "Por lo que se refiere a aquella parte del alma con que el alma conoce y piensa, ya se trate de algo separable, ya se trate de algo no separable en cuanto a la magnitud, pero si en cuanto a la definición, ha de examinarse cuál es su característica diferencial y cómo se lleva a cabo la actividad de inteligir" 16
Este es el comienzo del cap. IV, libro III del tratado del Alma. En este capítulo y en el siguiente es donde Aristóteles trata el problema de la intelección. Ambos capítulos pese a su brevedad, han dado lugar a unas de las mayores producciones literarias de la Historia de la Filosofía. Sus interpretaciones han sido múltiples, como múltiples las controversias e incluso los enfrentamientos entre escuelas filosóficas 17. Hoy, tras más de veintitrés siglos de historia, estos capítulos siguen siendo un coto abierto a la exégesis. Si bien Aristóteles rechaza la interpretación platónica de las ideas inmanentes, sí, al menos, adjudica a la parte del alma que faculta la intelección, "el lugar de las formas "18, de ahí que expertos tan eminentes como Werner Jaeger sitúen este pasaje en la época más platónica de Aristóteles. Está descripción del intelecto como lugar de las formas permite a Aristóteles establecer una similitud entre la facultad de la sensación y la de la intelección, "Ahora bien, si el inteligir constituye una operación semejante a la sensación, consistirá en padecer cierto influjo bajo la acción de lo inteligible o bien en algún otro proceso similar. Por consiguiente, el intelecto -siendo impasible- ha de ser capaz de recibir la forma, es decir, ha de ser en potencia tal como la forma pero sin ser ella misma y será respecto de lo inteligible algo análogo a lo que es la facultad sensitiva respecto de lo sensible" 19
Es la búsqueda de ese intelecto, de sus características, explicado de nuevo a través de su funcionalidad, el que dará lugar a uno de los pasajes más oscuros del libro. Recordemos, por el fragmento que da comienzo al capítulo IV, la pregunta sobre si éste (el noûs) es o no separable del resto del alma y reproduzcamos el comienzo del capítulo V, "Puesto que en la naturaleza toda existe algo que es materia para cada género de entes -a saber, aquello que en potencia es todas las cosas pertenecientes a tal género- pero existe además otro principio, el causal y activo al que corresponde hacer todas las cosas -tal es la técnica respecto de la materia- también en el caso del alma han de darse necesariamente estas diferencias. Así pues existe un intelecto capaz de llegar a ser todas las cosas y otro capaz de hacerlas todas; este último es a manera de una disposición 15
Según esta clasificación, las facultades matrices se engloban dentro de la sensación, como respuesta a ésta. Mención especial merecería la phantasia o imaginación, a caballo entre la facultad de la sensación y la puramente intelectiva y a la que Aristóteles dedica un estudio particular del libro III.
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María C. Riera García – Aristóteles, Acerca del Alma habitual como, por ejemplo, la luz: también a la luz en cierto modo de los colores en potencia colores en acto"20(20) Este párrafo presenta el momento en el que Aristóteles hace su famosa distinción entre intelecto pasivo e intelecto activo. Cualquier consideración interpretativa de este capítulo desde este punto hasta el final cae dentro de la lucubración cuando no de la frivolidad. Aún bajo este riesgo, resulta difícil resistirse a un breve comentario unido a la reproducción del final del capítulo. Aristóteles mantiene la existencia de dos intelectos, uno el pasivo, el que es nosotros, es decir, un intelecto "impresionable" por las formas inteligibles, siguiendo el símil con la sensación. Este intelecto es el que recibiría el influjo al que Aristóteles alude al comienzo del capítulo IV. Pero para que el intelecto pasivo sea cualquier cosa, para que sea nosotros, Aristóteles introduce la presencia de un agente, agente que hace ser y que Aristóteles denomina intelecto activo, atribuyéndole un carácter más importante ("... y es que siempre es más excelso el agente que el paciente"). De este último, Aristóteles dice que es separable, sin mezcla e impasible. características estas, necesarias para la propia definición, ya que de no tenerlas se confundiría con el pasivo. A continuación llegamos a otro momento clave de la descripción, por lo que tiene de único en el tratado, Aristóteles defiende la inmortalidad y eternidad de este intelecto activo apelando de nuevo a su teoría de la potencialidad, "Desde el punto de vista de cada individuo la ciencia en potencia es anterior en cuanto al tiempo, pero desde el punto de vista del universo en general, no es anterior ni siquiera en cuanto al tiempo: no ocurre, desde luego, que el intelecto intelija a veces y a veces deje de inteligir. Una vez separado es sólo aquello que en realidad es inmortal y eterno" 21
Debe recalcarse que este intelecto activo, bajo esta concepción de lo que significa inteligir (captar lo inteligible con el intelecto pasivo como receptor), es lo único que Aristóteles defiende como inmortal, es decir, uno de los dos intelectos de los que se compone la facultad del alma dedicada al entendimiento. Debemos además decir que dicho intelecto activo no es portador de ideas inmanentes, no es portador de las formas inteligibles, no podría serlo puesto que esa agente impasible. Esto explica que no tengamos reminiscencia de este intelecto, zanjando así lo que poéticamente podríamos llamar nuestra "soledad de alma intelectiva" o nuestra "ausencia de recuerdos". Es al final del capítulo donde remata esta cuestión dejando para la posteridad un pronombre indeterminado que ha sido la semilla de no pocos estudios, "Nosotros sin embargo, no somos capaces de recordarlo, porque tal principio es impasible, mientras que el intelecto pasivo es corruptible y sin si n él nada intelige" 22(22)
Subrayemos: sin él nada intelige. De este pronombre, él (¿activo o pasivo?). No ha sido jamás desvelada la intención del autor. Entre otros, Ross apunta todas las posibilidades sin decantarse por ninguna. Son muchos los interrogantes que no quedan suficientes desvelados, ¿forma parte el intelecto activo del alma humana o bien este principio
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María C. Riera García – Aristóteles, Acerca del Alma creador es no sólo impasible sino ajeno a la misma? ¿es este intelecto activo individual para cada uno de nosotros o común a todos? Algunos autores apuntan una cierta tendenciosidad en esta parte de la filosofía aristotélica, tendenciosidad que por otra parte no tendría que ser reprobable. Según este punto de vista, Aristóteles busca un paralelismo entre su teoría de la potencialidad obrando en el mundo físico y el psíquico, la consecuencia de esta teoría en el primer caso desemboca en el primer motor inmóvil como causa primera del movimiento, la consecuencia en el mundo psíquico en este intelecto activo, que sería común a todos los hombres, creador de todos los intelectos pasivos y que representaría el primer motor psíquico. Desde este punto hasta la atribución a la divinidad a tal intelecto hay un paso que no ha resultado difícil de dar para los herederos de Aristóteles, paso que el propio Aristóteles otorga en su Metafísica a lo que el llama la Causa Primera divina de todo. Aunque jamás otorga divinidad de manera explícita al intelecto creador en su tratado sobre el alma. Tal vez la respuesta más sencilla a este dilema sea el compromiso de Aristóteles con su propia filosofía, es decir , con su teoría de la potencialidad, que no podía dejar de aplicar al campo de la mente. En la defensa de la teología, de una naturaleza con propósito, con finalidad, donde se sientan las bases de dicha teoría. Con su alegato a favor de la hipótesis teleológica del capítulo 8 del libro II de su Física ponemos fin a este esbozo, "Es absurdo que la gente suponga que no existe finalidad porque no ve que el agente ha pensado. El arte tampoco delibera y, si los principios de la construcción de barcos fueran inherentes a la madera, ella produciría el mismo resultado mediante un proceso natural. Si existe por consiguiente, la finalidad en el arte, también existe en la naturaleza. Esto se ve con la mayor claridad cuando un médico se cura a si mismo. La Naturaleza es como él"
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María C. Riera García – Aristóteles, Acerca del Alma Bibliografía
[AA] - "Acerca del alma", Aristóteles. Gredos, Biblioteca Clásica Gredos, 1988 [M] - "Metafísica", Aristóteles. Gredos, Biblioteca Clásica Gredos, 1994 [TL] - "Tratados de Lógica (Órganon)", Gredos, Biblioteca Clásica Gredos, 1988 - "Historia de la Filosofía Griega VI, introducción a Aristóteles", W.K.C. Guthrie. Gredos, 1993. - "Historia de la Filosofia", Julián Marías. Alianza Editorial, colección Filosofía y Pensamiento, 2003. - "Aristóteles: Sabiduría y Felicidad". José Montoya, Jesús Conill. Cincel. 1985. - "La Física d'Aristòtil. Una ciència filosófica de la natura", Antoni Prevosti Monclùs. PPU, Promociones Publicaciones Universitarias, Col. Biblioteca universitaria de filosofía, 1984 - "La tentación pitagórica, ambición filosófica y anclaje matemático", Víctor Gómez Pin. Síntesis, 1998 - "El azar y la necesidad", Jacques Monod, Orbid, Col. Muy interesante, Biblioteca de divulgación científica, 1986 ____________________________________ Trabajo realizado para el Postgrau "Filosofies de la ment i de la conciencia" coordinado por Miguel Candel