Apuntes sobre el arte latinoamericano del Siglo XX Martín Ezequiel Segovia
Muralismo Mexicano
Referentes principales: David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco El Muralismo es un movimiento artístico iniciado en México a principios del siglo XX, creado por un grupo de intelectuales pintores mexicanos después de la Revolución Mexicana, reforzado por la gran depresión y la primera guerra mundial. El deseo por una verdadera transformación aumentó y se comenzaron a hacer demandas más radicales, que buscaban una revolución social, política y económica. Los mestizos, la clase media y baja se unieron contra Porfirio Díaz. Cuando Álvaro Obregón llegó al poder muchos cambios fueron implementados. Tres millones de hectáreas de tierras fueron redistribuidas a los campesinos, los programas educativos fueron mejorados así como se asignaron fondos para fomentar las artes. Parte de estos fondos fueron utilizados por los muralistas para expresar con orgullo su pasado indígena y educar a la gente. José Vasconcelos Vasconcelos fue contratado por Álvaro Obregón como secretario de Educación Pública de México en 1921. Cuando Vasconcelos Vasconcelos encontró que el 90 9 0 % de la población era analfabeta, buscó una manera de enseñar a la gente mucho más sencilla de entender.
José Vasconcelos Vasconcelos patrocinó al Dr. Atl Gerardo Murillo, (conocido como el sucesor de José María Velasco Velasco Gómez)3 El Dr. Dr. Atl fue pintor y maestro considerado el padre del muralismo. El fundó el Centro Artístico en la Ciudad de México unos años antes. El Centro Artístico buscaba la creación de un arte nacional, utilizando los principios modernos para expresar sus ideas a través de murales. El muralismo cambió en muchos la manera de pensar acerca de los indígenas mexicanos, destacando su cultura y la enseñanza de su historia, así como influyó en los artistas del momento, tanto nacionales como internacionales en escala y contenido, muchos incluían ahora problemas de relevancia social en sus pinturas y buscaban hacer su arte útil para el público, comunicando sus pensamientos acerca de la política de la izquierda, así como provocando conciencia social. La idea de expresar ideas políticas y sociales en murales influyeron a muchos artistas del momento en México y Estados Unidos, así como llevó al desarrollo de nuevos estilos como el Movimiento Chicano en el sur de Estados Unidos. Siqueiros:
Rivera:
José Clemente Orozco:
Surrealismo Latinoamericano Latinoamericano
America Latina fue influenciada por el surrealismo francés a través de André Breton y compañía quienes exportaron al subcontinente “La Révolution Surréaliste”.
Tomó tiempo en encarnar en éstas tierras, pero una vez que lo logró su expansión fue inevitable. No sólo estas ideas vinieron a la región sino que ideas de aquí fueron llevadas a Europa; la relación se convirtió en un ir y venir que tiene en su historia capítulos fundamentales para comprender el presente del pensamiento Latinoamericano en muchas de sus áreas fundamentales. El humor rebelde de los surrealistas trabaja sobre los hechos absurdos de la vida, de la política, de la cultura burguesa. Roberto Matta (CHILE)
Estudió arquitectura con Le Corbusier en Francia. En 1934 decide abocarse al arte y terminó vinculándose con André Breton. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, decide mudarse muda rse a Nueva York. York. En Estados Unidos su trabajo influenció a artistas como Pollock. O Su técnica inicialmente tomaba de la arquitectura usando planos y líneas, pero éste fue gradualmente evolucionando hacia esas obras que el tildó como morfologías, trabajos con patrones difusos de luz, líneas gruesas y un estilo cromático y conceptual que incluía figuras abstractas y máquinas extrañas.
Earth is a Man, Roberto Matta
Wilfredo Lam (CUBA) Se fue a Europa a estudiar, donde terminó siendo fuertemente influenciado por el trabajo de Pablo Picasso y conociendo a Breton. De regreso en su tierra natal, empezó a explorar la dimensión africana en su trabajo, recuperando ese imaginario colectivo que vio al crecer con una abuela santera y una experiencia íntimamente vinculada al mundo de lo africano y la botánica. En sus pintura de imágenes abstractas y paisajes selváticos y tropicales, exploró la mitología y el totemismo con mascaras antropomórficas y un ecléctico universo particular de la fantasía.
La jungla, Wilfredo Lam
ARGENTINA
Aldo Pellegrini inició el primer grupo con inspiración surrealista en 1928. Publicó también la primera revista surrealista de habla hispana. En 1992 se realizó una gran exposición surrealista en Buenos Aires Aires bajo el nombre de El Surrealismo y su entorno en la Argentina, organizada por Jean Puyade, director de la Alianza Alianza Francesa de Santa Fe, destacan las instalaciones de León Ferrari con espíritu anticlerical y militante del
Surrealismo. BRASIL
El Surrealismo brasileño cuenta con el Movimiento Antropofagista de 1928; el Grupo Austral de Brasil animado por Edouard Jaguer, compañero de ruta de Breton desde 1950. El razonamiento caníbal fue retomado y metaforizado por un grupo de artistas brasileños que buscó devorar lo mejor de su cultura y de la modernidad europea, en un intento por separarse de la costumbre decimonónica de imitar las tendencias occidentales. “Tupi or not Tupi” Realismo como critica social (Argentina, Ecuador, Brasil).
Alrededor de 1920 surgieron los Artistas del Pueblo, correlato plástico del grupo literario de Boedo. Alejados del folklorismo o de la nostalgia del pasado propiciados por la generación anterior, este núcleo formado en bibliotecas de izquierda al calor de las obras de Tolstoi, Tolstoi, puso el énfasis en los problemas sociales. José Arato, Adolfo Belloq, Guillermo Facio Hébeque Hébequerr, Abraham Vigo y el escultor Agustín Riganelli expusieron en fábricas y barrios y crearon un Salón de Independientes al cual asistió también, pese no compartir íntegramente sus postulados, Benito Quinquela Martín, identificado con el Grupo de La Boca, en e n el que descollaron Alfredo Lazzari, M. Carlos Victorica, Eugenio Daneri y Víctor Cúnsolo.
Esta tendencia del arte social se intensificó en el realismo crítico de los años 30, que rechazaba la abstracción por considerarla elitista. En esta corriente sobresalieron Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino, Carlos Alonso y Demetrio Urruchúa, quienes apelaron al mural, a técnicas y
procedimientos como el collage, la fotografía y el montaje y desarrollaron una importante tarea educativa en centros de enseñanza artística. Esta línea será retomada a fines de la década del 50 por el Grupo Espartaco, integrado por Ricardo Carpani, Juan Manuel Sánchez y Mario Mollari, quienes por medio de la monumentalidad buscarán llevar el arte al pueblo. Las vanguardias
Paralelamente al surgimiento de la tendencia realista, en las antípodas de los Artistas del Pueblo, del naturalismo y del impresionismo, otro grupo de creadores se nucleó en torno a la divisa retorno al orden, en busca de formas libres y equilibradas, aunque alejadas del academicismo. Adhirieron a esta tendencia Emilio Petorutti y Xul Solar, sumándose luego Norah Borges, Alfredo Bigatti y Alfredo Guttero, allegados al grupo literario de Florida. Por su parte, artistas argentinos residentes en Francia: Horacio Butler, Hector Basaldúa, Aquiles Badi, Lino Spilimbergo y Raquel Forner, formaron el Grupo de París bajo la consigna de buscar “lo eminentemente estructural de los valores plásticos”.
Hubo también una tendencia figurativa que puso el acento en la introspección, nutriéndose de lo cotidiano. Raúl Soldi, Fortunato Lacámera y Miguel Diómede, representantes de la denominada pintura sensible, cultivaron la expresión de matices delicados con una fuerte carga de subjetividad. Mientras se afianzaba el realismo crítico, en las antípodas se fortalecían las propuestas surrealistas del Grupo Orión, compuesto por Vicente Forte, Luis Barragán y Leopoldo Presas, entre otros. No obstante, artistas identificados con los postulados de cambio social adoptaron algunos rasgos vanguardistas como Berni o Spilimbergo, quienes transitaron momentos cuasi surrealistas. Otros en cambio, como José Planas Plan as Casas y Juan Batlle Planas fueron exponentes “puros” de esta tendencia. A partir partir de los años 50, Roberto Ro berto Aizemberg, Aizemberg, Osvaldo Borda, Jorge Tapia y, posteriormente, Guillermo Roux retomarían esta senda en la que convivían poesía, metafísica y elementos oníricos. Segunda mitad del siglo XX
En 1944 la revista Arturo se convierte en portavoz de la abstracción geométrica rechazando el arte figurativo. Considerada como una segunda vanguardia, los defensores de la abstracción o arte concreto: Carmelo Arden Quin, Gyula Kosice, Tomás Maldonado y Lidy Prati, se reconocían herederos de Pettoruti. De este
grupo luego surgieron otras propuestas como la Asociación Arte Arte Concreto Invención, Madí y el
perceptismo.
Hacia 1952 se constituyó el Grupo de Artistas Modernos de la Argentina, con José Fernández Muro, Sarah Grilo y Miguel Ocampo, quienes propugnaban el cambio de la racionalidad geométrica hacia la liberación de los sentimientos y la primacía de lo subjetivo. Sin abandonar la abstracción, pero centrados en nuevas búsquedas, figuras como Martha Peluffo, Víctor Chab, Josefina Robirosa y Osvaldo Borda conformaron a su vez el Grupo Boa. Neovanguardias Neovanguardias en Argentina: Informalismo, Happenings, Instituto di Tella, Pop Art.
Todos estos encuentros marcaron una nueva etapa del vanguardismo en el país y prepararon el camino para movimientos como el arte óptico y cinético (Julio Le Tomasello), el informalismo Parc, Hugo Demarco y Luis Tomasello), (Kenneth Kemble, Fernando Maza y Mario Pucciarelli), la Nueva Figuración (Luis Felipe Noé, Jorge de la Vega, Ernesto Deira y Rómulo Macció), Ma cció), el arte destructivo (Barilari Kemble, Jorge López Anaya y Antonio Seguí) y el happening (Marta Minujín, Rodolfo Azaro, Margarita Paksa y León Ferrari) – tendencias tend encias propias de la década del 60, que tuvo su epicentro en el Instituto Di Tella –. Dirigido por Enrique Oteiza y Jorge Romero Brest, el Di Tella estimuló no sólo el uso de materiales no convencionales sino el abandono total de formalismos, en un ámbito de absoluta libertad formal, en el que se borraban las fronteras entre creador, obra y vida cotidiana.
Simultáneamente, habían comenzado las primeras manifestaciones del conceptualismo , que puso su acento en lo irónico y caótico del desorden cotidiano. Sobre esta línea trabajaron Alberto Greco y
Edgardo Antonio Vigo y, y, en un plano de acción pura: Nicolás García Uriburu y Carlos Ginsburg. El cierre del Di Tella Tella en 1970 por presión de las autoridades militares, dio lugar al Centro de Arte y Comunicación, donde nacería el Grupo de los 13, luego Grupo CAYC CAYC en 1975. Integrado por Jaques Bedel, Jorge Glusberg, Víctor Grippo y Clorindo Testa Testa –entre otros–, propiciaba exposiciones de arte conceptual, arte ecológico, arte pobre, arte de proposiciones y arte cibernético. Sin integrarse en propuestas colectivas, coincidieron desde distintas miradas sobre el concepto Lea Lublin y Liliana Porter, quienes prefigurarían el neococeptualismo, encarnado posteriormente en Jorge Macchi y Juan Paparella. Contrariamente, otros artistas mantenían el acento en las injusticias sociales. Cabe mencionar entre ellos a Antonio Seguí, Carlos Gorriarena, Alberto Alberto Heredia y Jorge Demirjian. El realismo optó por una representación mimética del mundo, exacerbada a veces hasta un hiperrealismo preciosista como el que cultivaron Hugo Laurencena, Carlos Arnaiz, Arnaiz, o Héctor Giuffré. En esta línea y protagonizando experiencias vinculadas a la política, se destacó Tucumán arde de Juan Pablo Renzi. Re nzi. Oscar Bony, Bony, Pablo Suárez y Diana Dowek pueden ser considerados parte de esta fusión entre arte y compromiso militante. Esta postura implicó
retomar la senda del arte concreto basado en los principios de la percepción visual y la reivindicación de géneros tradicionales, como se ve en las obras de Víctor Magariños, María Martorell, Rogelio Polesello y los integrantes del Grupo de Arte Generativo: Eduardo Mac Entyre y Miguel Ángel Vidal. También También por estos años se acentuó la expresión de la identidad latinoamericana, a través de técnicas y motivos propios del arte precolombino. En este camino, Marcelo Bonevardi, Alejandro Alejandro Puente y Pérez Celis alimentaron el denominado constructivismo rioplatense. Tras la dictadura militar y con el retorno de la democracia, se potenciaron las búsquedas. A principios de la década del ’80 surgió el Grupo de la Abstracción Sensible (Carlos Silva y Raúl Masón) que impulsó el retorno al arte figurativo y al trabajo artesanal, enfatizando los elementos pictóricos decorativos y ornamentales que habían sido desvalorizados por el arte conceptual. Hacia 1982 el Grupo IIIII (Guillermo Kuitca, Osvaldo Monzo y Pablo Bobbio, entre otros) y el Grupo Babel (Nora Dobarro, Juan Lecuona y Gustavo López Armentía, por citar sólo a algunos) cuestionaron el concepto de unidad artística y comenzaron a usar elementos extraídos de la historia del arte como lenguaje. La década de los 90 estuvo signada por el arte light o kitsch con abundancia de elementos escolares, domésticos, cotidianos y baratos, en una atmósfera de artificio y cinismo, matizada con elementos retrospectivos resignificados y descontextualizados: Jorge Gumier Maier, Maier, Graciela Hasper Ha sper,, Román Vitali,
Karina El Azem y Fabio Casero cultivaron esta tendencia. Otro grupo eligió recuperar los principios p rincipios de la abstracción agregando estilos y materiales de campos no artísticos: Fabián Marcaccio, Alejandra Padilla y Silvia Gurfein son algunos de los nombres de esta corriente. Como contrapartida, hubo otros creadores que mostraron una veta sensible a los problemas y miserias sociales de la época y para mostrar ese rostro apelaron a lo abyecto, integraron en sus obras lo perverso y lo feo con alusiones permanentes a la violencia, a lo efímero de la vida y a la degradación corporal. En esa senda expresiva recurrieron a materiales corrompibles de origen animal o humano y a elementos rotos o fuera de contexto. Este fue el camino transitado por Daniel Santoro, Nicola Costantino, Alicia Herrero, Gabriela Sacco y el Grupo Escombros –con su estética de lo roto–. Griselda Gambaro en Literatura Arte conceptual como expresión de problemas locales.
El Caso de “Tucuman Arde”.