Sófocles escribió su obra maestra ntígona en el año 442 a. C. En ella planteaba la oposición entre las razones del Estado y las de la religión, a partir de una orden conflictiva: dejar insepulto el cadáver de un traidor, hermano de la heroína Ant Antígona. ígona. En el siglo XX el conflicto presentado en dicha tragedia fue recogido y readaptado por importantes dramaturgos (Espríu, Marechal, Gambaro, Brecht…), que elaboran una recreación del tema centrando el debate sobre la necesidad o el
derecho a la desobediencia frente a las decisiones arbitrarias del Estado. La adaptación que de la obra hace Bertolt Brecht en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial es una denuncia tácita del régimen hitleriano, situando la acción en las vísperas de la derrota final. Y aunque el hilo argumental parece referirse al mundo griego, resulta fácil adivinar que Alemania se esconde detrás de Tebas y la figura de Creonte es trasunto de Adolf Hitler. Y para que no quepan dudas al respecto, Brecht coloca un
prólogo a la obra donde la acción se desarrolla en una fecha clave: Berlín, abril de 1945 .
Bertolt Brecht
Antígona ePub r1.0 Titivillus 13.03.15
Título original: Antigone Bertolt Brecht, 1947 Editor digital: Titivillus ePub base r1.2
PERSONAJES Dos hermanas Un soldado de las SS. Antígona Ismena Creonte Hemón Tiresias Guardias Los ancianos de Tebas Mensajeros Doncellas, criadas
PRÓLOGO Berlín, Abril de 1945 Amanece. Dos hermanas salen del refugio antiaéreo y entran en su casa.
HERMANA PRIMERA:
ando subimos del refugio stro barrio ardía en el claroscuro del alba as llamas iluminaban nuestra casa, e se conservaba intacta. go llamó la atención de mi hermana.
HERMANA SEGUNDA:
uién abrió nuestra puerta? HERMANA PRIMERA:
duda el estrépito de las bombas. HERMANA SEGUNDA:
e dónde vienen esos rastros de pasos en el polvo? HERMANA PRIMERA:
alguien que se guareció en el refugio. HERMANA SEGUNDA:
esa bolsa, en el rincón? HERMANA PRIMERA:
ay algo ahí que no había antes? mpre es mejor que advertir e una cosa que estaba ya no está. HERMANA SEGUNDA:
n y un trozo de jamón!
HERMANA PRIMERA:
que contiene esa bolsa es totalmente inofensivo. HERMANA SEGUNDA:
rmana, ¿quién estuvo aquí? HERMANA PRIMERA:
ómo quieres que lo sepa? Alguien e quiso ofrecernos un buen desayuno.
HERMANA SEGUNDA:
sé! ¡Oh, qué alegría! Hermana, nuestro hermano ha regresado. HERMANA PRIMERA:
s abrazamos, llenas de gozo; stro hermano estaba en la guerra, pero la suerte lo acompañó. rtamos el pan y el jamón y nos pusimos a comer. HERMANA SEGUNDA:
vete más: tu trabajo en la fábrica es duro. HERMANA PRIMERA:
tanto como el tuyo. HERMANA SEGUNDA:
ómo habrá venido? HERMANA PRIMERA:
n su unidad.
HERMANA SEGUNDA:
ónde estará en este momento? HERMANA PRIMERA:
nde se está combatiendo. HERMANA SEGUNDA:
h! HERMANA PRIMERA:
es cierto: no están combatiendo.
oímos nada. HERMANA SEGUNDA:
debí preguntar. HERMANA PRIMERA:
quise afligirte. s quedamos calladas; go, del otro lado de la puerta, uien lanzó un grito espantoso, que nos paralizó. ito desgarrador afuera.
HERMANA SEGUNDA:
rmana, han gritado. Vamos a ver. HERMANA PRIMERA:
uédate sentada! Quien quiere ver, es visto. tratamos de ver é había sucedido ante nuestra puerta. poco seguimos comiendo. mirarnos, nos levantamos a ir al trabajo, como todas las mañanas. hermana preparó la merienda. llevé la bolsa de nuestro hermano armario en el que guardamos sus cosas.
eí que se me paralizaba el corazón: la percha colgaba su uniforme. ermana, ya no está con los que combaten! escapó, ya no está en la guerra. HERMANA SEGUNDA:
os visten aún el uniforme, no. HERMANA PRIMERA:
habían enviado a la muerte.
HERMANA SEGUNDA:
ro él no quería morir. HERMANA PRIMERA:
un pequeño agujero ensó: ésta es la ocasión. HERMANA SEGUNDA:
or el agujero se escapó. e me atrapen si pueden, pensó.
HERMANA PRIMERA:
os visten aún ese uniforme, o él no. HERMANA SEGUNDA:
ya no está en la guerra. HERMANA PRIMERA:
os echarnos a reír, estábamos felices: stro hermano ya no combatía. La suerte lo acompañaba. spués alguien lanzó un grito terrible.
ito desgarrador afuera.
HERMANA SEGUNDA:
rmana, ¿quién grita ante nuestra puerta? HERMANA PRIMERA:
a vez están torturando. HERMANA SEGUNDA:
rmana, deberíamos ir a ver.
HERMANA PRIMERA:
uédate aquí! o fuimos a ver qué había ocurrido. peramos un momento legó la hora de ir al trabajo. rí la puerta y vi. ermana, hermana, no salgas! estro hermano está ahí, afuera. h, cómo nos engañamos! ¡Está ahí, gado de un clavo en la pared! hermana salió y lanzó un grito. HERMANA SEGUNDA:
colgaron! Él fue quien gritó iendo ayuda. cuchillo, dame un cuchillo a cortar la cuerda. a descolgarlo, a llevarlo adentro a calentarlo, para devolverle la vida. HERMANA PRIMERA:
me ese cuchillo. Tus esfuerzos serán vanos, stro hermano no puede revivir. nos ven junto a él reremos la misma suerte.
HERMANA SEGUNDA:
jame. Cuando lo colgaron, di un paso. HERMANA PRIMERA:
e a abrir la puerta, el umbral había un SS. tra un soldado de las SS.
EL SS:
le arreglé las cuentas. Y ustedes, ¿quiénes son?
atrapé frente a esta puerta. lía de aquí. Lógicamente, go que deducir e ustedes conocen a ese individuo, se cobarde que traicionó a su país. HERMANA PRIMERA:
conocemos a ese hombre. EL SS:
sa, ¿qué quiere hacer con su cuchillo? HERMANA PRIMERA:
ré a mi hermana. ra liberar a su hermano y devolverle la vida, ía a buscar la muerte? tenía un solo deseo: vivir.
FRENTE AL PALACIO DE CREONTE Amanece.
ANTÍGONA ( junta polvo en un cántaro de hierro)
rmana, Ismena, brote gemelo gido de la prosapia de Edipo, noces algún infortunio, ún dolor o tormento que el dios la Tierra no nos haya impuesto?
a larga guerra nos arrebató, junto con muchos otros, uestro hermano Etéocles. en murió, por seguir al tirano. linice, más joven aún, viendo al hermano strozado por los cascos de las cabalgaduras, e de dolor y huye de la batalla cruel. rque el dios de los combates a todos favorece por igual. El fugitivo, su precipitada huida, za los arroyos de Dirceo. n alivio ve a Tebas, la de las siete puertas, ndo Creonte, que desde atrás ila la batalla, alcanza al guerrero.
ve cubierto de fraterna sangre y lo mata. abes qué otro dolor viene ahora a abrumar sta estirpe de Edipo casi extinta? ISMENA:
tígona, no he salido a la plaza. nguna noticia de los seres queridos, centera o dolorosa, llegado hasta mí. da sé que me haga más feliz ni más desdichada. ANTÍGONA:
elo entonces de mis labios. Yo veré en la desgracia, tu corazón deja de latir, i palpita con más fuerza. ISMENA:
, que juntas ese polvo, é pensamientos pasan por tu mente? ANTÍGONA:
eme bien: estros hermanos, llevados a guerra de Creonte contra la lejana Argos, guerra en busca del metal de sus minas,
ertos uno y otro, no reposarán juntos o la tierra. rque el que no huyó de la batalla, ocles, dicen que será coronado y sepultado ún la tradición. cuerpo de Polinice, en cambio, e murió de una muerte miserable, dicho en la ciudad e no recibirá sepultura. ha ordenado no verter lágrimas por él, enterrarlo, para que sea pasto las aves rapaces. Y aquel que osare ringir las órdenes, será lapidado. Ahora dime: é piensas hacer tú?
ISMENA:
uieres ponerme a prueba? ué pretendes de mí? ANTÍGONA:
e me ayudes. ISMENA:
n qué empresa temeraria? ANTÍGONA:
nterrar su cuerpo. ISMENA:
él, de quien la ciudad reniega? ANTÍGONA:
él, a quien la ciudad ha traicionado! ISMENA:
él, que osó rebelarse!
ANTÍGONA:
mi hermano, y también hermano tuyo. ISMENA:
rmana, te prenderán ada podrás alegar en tu defensa. ANTÍGONA:
da, salvo mi fidelidad. ISMENA:
eliz, ¿tratas acaso reunirnos bajo tierra odos los de la estirpe de Edipo? lvida el pasado! ANTÍGONA:
es joven y has visto aún poca crueldad. e pasado, que tú quieres que olvide, ás permitirá que sea olvidado. ISMENA:
en cuenta que somos mujeres: podemos luchar contra los hombres. estras débiles fuerzas nos obligan
bedecer, para no sufrir. lo me queda pedir a los muertos, uienes sólo la tierra oprime, e me perdonen; que por la fuerza me someten, o al que manda. rque realizar actos inútiles signo de escaso saber. ANTÍGONA:
insistiré. ue al que manda y haz lo que ordena. , en cambio, seguiré lo que exige la costumbre, aré sepultura a mi hermano.
muero en la empresa, ¿qué me importa? segada estaré al lado de los que reposan en paz. ro habré cumplido un sagrado menester. l veces prefiero complacer os que están abajo que a los de arriba. es es abajo donde moraré para siempre. , vive, soportando tu vergüenza. ISMENA:
tígona, amarga experiencia sufrir una vergüenza atroz. s la sal de las lágrimas no es infinita. ampoco ellas surcarán eternamente las mejillas.
filo del arma puede dar felicidad que muere, pero el que queda sufrirá o tendrá sosiego en la desgracia; ma, y no puede dejar de gemir. embargo, por encima de su llanto, á el canto de los pájaros, través de las lágrimas que manan de sus ojos, lverá a ver los viejos olmos os techos familiares e forman su patria. ANTÍGONA:
odio. ¿Te atreves a mostrarme, svergonzada, los restos de un pesar ya
superado? la pradera desnuda yace carne de tu carne, expuesta as aves de rapiña. Pero para ti, o ya es el pasado! ISMENA:
plemente, tengo valor para rebelarme, algo superior a mis fuerzas. ! ¡Cuánto miedo siento por ti! ANTÍGONA:
o necesito que te aflijas por mí!
rastra tu miserable vida, o deja al menos que yo haga lo necesario a honrar a aquel de los míos e ha sido deshonrado. go miedo, y espero que sabré morir que la que me espera sea una muerte terrible. ISMENA:
s palabras son insensatas, o están impregnadas de cariño r los seres que te son queridos. Sale Antígona con el jarro. Ismena
entra en el palacio. Entran los ancianos de Tebas.
ANCIANOS:
en botín, la victoria ha llegado. nrado está el poder de Tebas. ncluida la guerra infausta, llad el pasado! antad coros en todos los templos, onad los himnos de la victoria ta que apunte el día! antad! ¡Que Tebas, radiante en su gloria, ce en la ronda báquica! o he aquí que aquel que nos ha dado la victoria, eonte, hijo de Meneceo, viene
apresuradamente. s ha convocado a nosotros, los Ancianos, a anunciar, sin duda, el retorno de los guerreros. Creonte sale del palacio.
CREONTE:
dadanos, haced saber a todos e Argos ya no existe. cuenta está saldada. as, tú has tendido duro lecho al pueblo de Argos. ciudad y sin tumbas yacen en los
campos ellos que te ofendieron. ú observas el sitio e albergó sus ciudades. lo ves a los perros os ojos brillan satisfechos. lí se reúnen los nobles buitres. n de cadáver en cadáver, y opíparo es el festín e ya no podrán levantar vuelo. LOS ANCIANOS:
ñor! El prodigioso cuadro e nos pintas gustará a la ciudad, iene acompañado de algo más:
carros de guerra, recorriendo las calles, yendo a nuestros hijos. CREONTE:
onto será, amigos, pronto! Pero pensemos mero en nuestros asuntos. vengo todavía a colgar la espada en el templo. he hecho llamar, a vosotros y a nadie más, r dos razones. Primero, porque sé e vosotros, que no escatimáis al dios de la guerra
ruedas que su carro necesita a aplastar al enemigo, sotros, que no reclamaréis la sangre e vuestros hijos han vertido el campo de batalla, ndo llegue la hora de hacer las cuentas, diréis que las bajas de Tebas superan las que sufrió otras veces. también que Tebas, salvada nuevamente, correrá, erosa como siempre, a recibir guerrero y enjugar el sudor de su frente, tener en cuenta si es el sudor de la batalla, l frío sudor del miedo, zclado con el polvo de la huida. r lo tanto, y estoy seguro que me
aprobaréis, dado a los los rest restos os de Etéocles Etéocles,, erto por la patria, una tumba cubierta de coronas. dené en cambio que el cobarde Polinice e, siendo de mi sangre y de la sangre de Etéocles, amigo del pueblo de Argos, yazga sin sepultura, o yace ese pueblo. mo él, fue un enemigo, mío y el de Tebas. r ello quiero que nadie re su suerte, y que no tenga tumba, e ninguno se apiade de su cuerpo ue sea devorado por las las aves y los perros perros..
rque aquel que más que a la patria a su vida, sólo merece mi desprecio. ro el hombre que ama a su ciudad, esté vivo uerto, gozará de mi estima. pero pero que que aprobar apr obaréi éiss mis mis decisi decision ones. es. LOS ANCIANOS:
s aprobamos. CREONTE:
idad que mis órdenes se cumplan.
LOS ANCIANOS:
onfiad esa misión a otros más jóvenes! CREONTE:
es eso lo que os pido. Ya hay guardias apostados junto al cadáver. LOS ANCIANOS:
caso quieres que montemos guardia unto a los vivos?
CREONTE:
y quienes no están de acuerdo con mis órdenes. LOS ANCIANOS:
die hay aquí tan necio e qquuiera era mori orir. CREONTE:
iertamente no, por cierto. ro muchos menean tanto la cabeza e terminará por caérseles.
ora es necesario, más que nunca, piar la ciudad… Entra un guardia.
GUARDIA::
ñor, vengo sin aliento para darte noticia urgente. No preguntes por qué llegué antes. No sé si mi pie demasiado rápido para mi cabeza i mi cabeza retenía al pie. dónde vas?, me preguntaba deteniéndome. ¿Tendrás aún e caminar mucho tiempo bajo el sol tomar aliento? Con todo, seguía
avanzando. CREONTE:
or qué te cuesta tanto hablar? stás sofocado o vacilas? GUARDIA::
da oculto. Me pregunto por qué he de decir lo que no he hecho, ue, por añadidura, desconozco, es en verdad no sé quién fue el autor. ría injusto juzgar severamente uien ignora algo hasta tal punto.
CREONTE:
ántas precauciones tomas! Eres emisario tu propio delito, más diríase, al oírte, e has realizado una proeza na de una corona de laureles. GUARDIA::
ñor! Has encomendado a tu guardia una gran misión, o las grandes misiones son una pesada carga.
CREONTE:
bla entonces, y sigue tu camino. GUARDIA::
blaré. Alguien sepultó al muerto. guien que luego, escapó, cubrió su cuerpo fino polvo, para que los buitres pudieran divisarlo. CREONTE:
ué dices? ¿Quién ha osado?
GUARDIA::
ignoro. No había indicios que se hubiera utilizado la pala o el pico. suelo estaba liso, ningún carro ía pasado por allí. Nada e permitiera señalar al culpable. había una tumba, o una leve capa de polvo, o si, por miedo a tus órdenes, iese sido desparramado furtivamente. poco había huellas de fieras de perros que hubiesen arrastrado el cadáver a despedazarlo. Cuando despuntó el día
descubrimos que había ocurrido, comenzamos a disputar riblemente. Y fue a mí a quien suerte designó para esta infausta misión. sé que a nadie place ser el portador de malas noticias. LOS ANCIANOS:
eonte, hijo de Meneceo, ¿y si hubiese sido obra de los dioses? CREONTE:
aumentéis mi ira diciendo
e los dioses favorecen a ese cobarde e, fríamente, permitió que fueran profanados templos y quemadas las ofrendas. , hay quienes en esta ciudad están conformes conmigo. Murmuran, e niegan a inclinar la cerviz bajo el ugo. n ellos, bien lo sé, quienes por medio de sobornos rompieron a los centinelas. rque de todas las instituciones guna es tan nefasta como el oro. Ciudades enteras umben ante su brillo. Los hombres abandonan hogares y son capaces de cualquier
perfidia. eme bien, si no me traes al culpable, autor terrenal, vivo y atado a una tabla, feso de su delito, te colgaré, on la soga al cuello, rarás en la morada de los muertos. í conoceréis de dónde es licito sacar provecho prenderéis que no todo puede ser fuente de ganancias. GUARDIA::
ñor, es cierto que los hombres como yo nen mucho que temer. Demasiados caminos
eden conducirlos a la muerte. me siento temeroso a causa del dinero. digo que he recibido oro, no lo digo, o si tú lo crees, prefiero dar vuelta s veces mi bolsa, para que compruebes ay algo en ella. rá mejor que contradecirte, porque dría despertar tu ira. que temo es que, buscando al culpable, encuentre con una cuerda en torno de mi cuello. rque las manos encumbradas len tener para nosotros más cuerdas que dinero. toy seguro de que lo comprenderás.
CREONTE:
opones hablarme con enigmas? GUARDIA::
muerto pertenecía a las altas esferas a de tener amigos en las altas esferas. CREONTE:
es atrápalos por el talón, si no puedes anzarlos más arriba. sé que hay descontentos aquí como allí. s de uno se mostrará
no de alegría por mi victoria. eroso, se apresurará a ceñirse laureles, pero yo sabré reconocerlo. Entra en el palacio.
GUARDIA::
ué lugar malsano, aquél en que los poderosos han contra los poderosos! aún estoy vivo y me asombro. Sale.
LOS ANCIANOS:
y multitud de cosas prodigiosas, o, de todas, la más prodigiosa es el hombre. rque él, en aladas naves ca el mar, cuando en invierno ioso brama el huracán. sagrada, la inagotable tierra, la fatiga año tras año con el arado, dado por las yuntas de bueyes. echa y vence a la ligera especie de las aves las bestias feroces. los seres que habitan la profundidad salada del Ponto domina sabiamente, el hombre industrioso. n artimañas caza la presa
e duerme y vaga en las colinas. ne las bridas al noble corcel de espesas crines, e al yugo el indómito toro, itante de la llanura. aprendido el discurso certero l etéreo vuelo del pensamiento. ge un orden y lo impone en las ciudades. be defenderse contra la furia los elementos desencadenados. nocedor de todas las cosas, experto en pocas, ada llega. mpre sabe qué hacer, ás se desorienta. do es posible para él,
o tiene fijado un límite. rque quien quiere traspasarlo, convierte en enemigo de sí mismo. í como doblega al toro, doblega us semejantes, y les obliga a inclinar la cerviz, s ellos le arrancan las entrañas. Cuando se eleva, logra pisoteando implacablemente a los demás. lo, es incapaz de saciar su hambre, in embargo, altos muros levanta en torno de su casa. ue esos muros sean destruidos! ue se abran los techos para que entre la lluvia! hombre no tiene en cuenta lo que es
lmente humano, y así, se convierte para sí mismo un monstruo prodigioso. uerrán los dioses ponerme a prueba? puedo negar que es ella, pues la reconozco. tígona, hija desdichada desdichado Edipo, é ocurre? ¿Por qué te traen? as infringido acaso leyes del Estado? Entra el guardia trayendo a Antígona.
GUARDIA::
ella. Ella lo hizo. apresamos cuando sepultaba el cadáver. ro ¿dónde está Creonte? LOS ANCIANOS:
cisamente, ahí sale de la casa. Creonte sale del palacio.
CREONTE:
or qué traes a ésta? ónde la has apresado?
GUARDIA::
e ella el la qu quie ienn lo en entterró. erró. ora lo l o sabes todo. todo. CREONTE:
s palabras son claras, claras, o ¿la viste tú mismo? GUARDIA::
echaba echaba tie tierr rraa sobre sobre el cadáver, cadáver, safiando tus órdenes. Cuando se tiene suerte,
fáci fácill hablar con claridad. clar idad. CREONTE:
órmame sobre los hechos. GUARDIA::
s cosas ocurrieron así. Cuando me alejé tu vista, tras haber recibido tus terribles amenazas, tamos amos el el polvo polvo del cadáver cadáver. s despojos despoj os ya est estaban aban en descomposición espedían un fuerte hedor. imos a sentarnos en una colina cercana
a respirar respir ar aire ai re puro. puro. cidimos que aquel que se durmiera ibiría unos codazos en las costillas. repente, sentimos como si los ojos nos nos salier sal ieran an de las las órbit órbitas. as. vien vientto cálido cál ido levant evantó del suel sueloo torbellino de polvo; llenó la llanura, ltó ltó el valle, arran ar rancó có el follaje ollaj e de los l os árboles scureció el cielo. Nos frotamos los ojos a vimos. Gemía con voz entrecortada, o el ave que vuelve al nido o encuentra vacío, sin su cría. llozan lozando, do, vio vio el cu cuer erpo po descu descubie bierto rto olvió olvió a cubri cubrirl rloo con polvo, e tres veces derramó con su jarra de hierro.
s precipi precipittamos amos sobre ella, ell a, sujetamos, pero no dio muestras de temor. acusamos de lo que acababa de hacer e lo que había hecho anteriormente. da negó. Estaba ante mí, able y triste al mismo tiempo. CREONTE:
econoces haberlo hecho o lo niegas? ANTÍGONA:
lo niego. Reconozco que lo hice.
CREONTE:
ntéstame sin rodeos: bías lo que se había promulgado toda la ciudad respecto de este muerto? ANTÍGONA:
sabía. ¿Cómo ignorarlo? s órdenes eran claras y precisas. CREONTE:
saste infringir mis leyes?
ANTÍGONA:
rque eran leyes tuyas, las leyes de un mortal. mortal puede infringirlas. o, como tú, soy mortal, o un poco más que tú. muero antes de tiempo, o incluso que saldré ganando. ra quien como yo soporta tantos males, muerte es una ventaja. s si dejase sin sepultura al hijo de mi madre pesar no tendría límites. rir, en cambio, no me causa pena ni temor. s dioses no quieren ver sin tumba
que yace sin vida. tú crees que soy una insensata rque temo su ira y no la tuya, que, quizás, has perdido la razón. LOS ANCIANOS:
pero renace en la hija áspero carácter del padre. ha aprendido ometerse a la desdicha. CREONTE:
hierro más duro pierde su tenacidad ndo es expuesto al calor de la fragua.
un hecho que puede verse a diario. a, sin embargo, se complace violar las leyes establecidas. s no es ésta su única osadía. soída la ley, se muestra satisfecha, y se jacta de haberlo hecho. ánto detesto a quien, sorprendido un acto ilícito, lo presenta como un hecho admirable! embargo, a la que me ha ofendido s de mi sangre, no quiero condenarla así, ndo yo de su sangre. sponde a mi pregunta: lo que hiciste a escondidas, ra ha sido descubierto. ¿Aceptarías decir
evitándote un severo castigo— e lo lamentas? Antígona calla.
CREONTE:
or qué eres tan obstinada? ANTÍGONA:
rque creo en la eficacia del ejemplo. CREONTE:
l ejemplo? Estás en mis manos. ANTÍGONA:
ué más puedes hacerme que enviarme a la muerte? CREONTE:
da más, tu muerte me basta. ANTÍGONA:
ué esperas entonces? De tus palabras guna me agrada ni me agradará jamás.
nca seré como tú lo deseas. os me están agradecidos por lo que he hecho. CREONTE:
rees que hay otros e ven las cosas como tú? ANTÍGONA:
bién otros tienen ojos y están atónitos. CREONTE:
o tienes vergüenza de atribuirles esa opinión? ANTÍGONA:
o corresponde acaso honrar os de la propia sangre? CREONTE:
bién es de tu sangre aquel e murió por la patria. ANTÍGONA:
de la misma sangre. stago de la misma estirpe. CREONTE:
ra ti, el que prefirió salvar su vida le tanto como el otro? ANTÍGONA:
era tu esclavo igue siendo mi hermano. CREONTE:
hay duda, puesto que a tus ojos sacrílego o no es la misma cosa. ANTÍGONA:
es lo mismo morir por ti e morir por la patria. CREONTE:
o estamos en guerra acaso? ANTÍGONA:
, tu guerra!
CREONTE:
r nuestra patria. ANTÍGONA:
r la conquista de una tierra extranjera. te bastaba reinar sobre mis hermanos tu propia patria, en esta hermosa Tebas. te bastaba gobernar en paz. viste que llevarlos a la lejana Argos a dominar también allí, bién sobre ellos. no lo convertiste en verdugo la pacífica Argos. Al otro
invadió el terror y ahora lo exhibes, bre cuerpo despedazado, a aterrorizar a los nuestros. CREONTE:
adie que estime propia vida le aconsejo que a suyas estas palabras. ANTÍGONA:
o os suplico que me ayudéis en mi aflicción: dándome a mí os ayudaréis a vosotros mismos.
rque el hombre sediento de poder ca podrá apagar su sed eberá beber cada vez más. Ayer fue mi hermano. y soy yo. CREONTE:
uién te ayudará?… Estoy esperando. Los ancianos callan.
ANTÍGONA:
lláis, entonces aceptáis. die lo olvidará.
CREONTE:
veis que lo que quiere dividirnos en nuestra propia casa. ANTÍGONA:
clamas la unión, pero vives de la discordia. CREONTE:
onque aquí vivo de la discordia ambién sin duda en los campos de Argos?
ANTÍGONA:
duda. Cuando se emplea la violencia tra otros pueblos, bién se recurre a ella tra el propio. CREONTE:
eo que con tu bondad no vacilarías en ofrecerme a los buitres. o importaría entonces que Tebas, desunida, era en manos de un poder extranjero?
ANTÍGONA:
s que gobiernan siempre agitan la misma amenaza: e la ciudad, desunida, caerá en manos del extranjero. sotros inclinarnos la cerviz y les ofrecemos timas. Es entonces cuando la ciudad, debilitada, en manos extranjeras y se convierte en rico botín. CREONTE:
atreves a decir que yo entrego la ciudad extranjero? ANTÍGONA:
a misma se arroja en sus garras, al inclinar cerviz ante ti. Porque el hombre que inclina la cerviz ve el peligro que se cierne sobre él. lo ve la tierra y ella, ay, lo recibirá! CREONTE:
uria a la patria, desventurada,
uria a la tierra! ANTÍGONA:
equivocas. Fatiga y dolor, eso es la tierra. ella ni la casa constituyen la patria. patria no es el lugar donde se vierte el sudor, la casa que se desmorona envuelta en llamas, el sitio donde el hombre inclina la cerviz. No. o no es lo que el hombre llama patria.
CREONTE:
ti la patria ya no te llama su hija, no te reconoce. Te arroja de su seno; o a una cosa inmunda, que contamina todo, e todo lo envilece. ANTÍGONA:
uién es el que me arroja? sde que tú gobiernas, el número hombres que habita en la ciudad disminuido, y seguirá disminuyendo. or qué vienes solo?
ando partiste, erais muchos. CREONTE:
ue pretendes insinuar? ANTÍGONA:
ónde están los mancebos y los hombres? unca más volverán? CREONTE:
cuchad cómo miente! dos saben que están en el campo de
batalla, a destruir los últimos restos del enemigo. r eso demoran su regreso. ANTÍGONA:
para cometer todos los crímenes. ra sembrar el terror y para que sus padres los reconozcan cuando, finalmente, n derribados como animales feroces. CREONTE:
hora blasfema y ultraja a los muertos!
ANTÍGONA:
mbre estúpido, es inútil tratar de convencerte. LOS ANCIANOS:
, desgracia, el dolor la hace delirar. tengas en cuenta sus palabras. CREONTE:
caso he callado alguna vez precio de la victoria?
LOS ANCIANOS:
ro tú, insensata, no olvides en tu dolor gloriosa victoria de Tebas! CREONTE:
la no desea que el pueblo Tebas ocupe los palacios de Argos! feriría ver a Tebas en ruinas. ANTÍGONA:
ría mejor para nosotros estar en medio las ruinas de nuestra ciudad, sería más
seguro e ocupar contigo las casas del enemigo. CREONTE:
r fin lo ha dicho, y vosotros lo habéis oído. respeta ley alguna, como el huésped que, unto de partir y sabiendo que nadie quiere lver a verlo, destruye con saña lecho hospitalario. ANTÍGONA:
lo tomé lo que es mío, ve que ocultarme para hacerlo. CREONTE:
lo ves lo que te concierne, o el orden divino del Estado, no lo ves. ANTÍGONA:
vez sea divino, pero preferiría e fuera humano eonte, hijo de Meneceo.
CREONTE:
te ya! Te has convertido en nuestra enemiga ambién serás la enemiga de los que moran abajo, o ese cobarde que fue despedazado el enemigo de, ellos. ANTÍGONA:
uién sabe! Tal vez allí rijan otras leyes. CREONTE:
n muerto, el enemigo jamás será un amigo. ANTÍGONA:
verdad. Pero yo no nací para odiar, sino para amar. CREONTE:
entonces a amar a los que están bajo la tierra. gente de tu especie nada tiene que hacer aquí.
Entra Ismena.
LOS ANCIANOS:
uí viene Ismena, la hermosa Ismena, ante de la paz. llanto enrojece su rostro acongojado. CREONTE:
, tú, que sigilosa te deslizas por la casa o una víbora. He criado a dos monstruos, s víboras gemelas. Acércate y respóndeme: rticipaste en el entierro?
eres inocente? ISMENA:
mi hermana consiente, sí, soy culpable. rticipé en el hecho y acepto el castigo. ANTÍGONA:
lo consiento. Ella no quiso ayudarme. no la llevé conmigo. CREONTE:
ecididlo entre vosotras!
voy a detenerme en nimiedades. ISMENA:
me avergüenza la desdicha de mi hermana e pido que acepte compartirla conmigo. ANTÍGONA:
r los que moran en las profundidades subterráneas on testigos de nuestras acciones: quiero a la que sólo ama de palabra. siempre el corazón está dispuesto a rebelarse,
o tal vez lo esté para morir. intentes, en una muerte común, partir mi suerte. Mi muerte bastará. ISMENA:
y severa es mi hermana, pero te amo. ltando tú, ¿a quién podría amar en la tierra? ANTÍGONA:
a a Creonte. Yo os abandono. ISMENA:
complaces acaso en hacerme sufrir? ANTÍGONA:
izás yo también sufro, quizás ero reservar para mí todo el dolor. ISMENA:
que te propuse sigue en pie. ANTÍGONA:
tá bien. Pero ya tomé mi decisión.
ISMENA:
lté a la lealtad que te debía. ora, ya nada soy para ti, ¿verdad? ANTÍGONA:
desesperes. Tú vives. Mi alma, en cambio, está muerta. único que anhelo es servir a los muertos. CREONTE:
digo que estas mujeres están locas,
desde hace un rato, otra desde siempre. ISMENA:
puedo vivir sin ella. CREONTE:
se hable más de ella. Ya no existe. ISMENA:
que vas a matar es la prometida de tu hijo.
CREONTE:
y otros campos donde se puede arar. párate a morir. Pero quiero que sepas ndo será: ¡cuando Tebas, embriagada de gozo, disponga a celebrar, con danzas báquicas, victoria! Llévate a estas mujeres. El guardia sale con las mujeres y entra en la casa. Creonte ordena a su guardaespaldas entregar la espada.
UN ANCIANO
(recibiendo
la
espada):
que te aprestas a celebrar la victoria, pisotees demasiado el suelo, lo pisotees allí donde florece. , poderoso, aquel que te ha irritado, que te alabe. OTRO
ANCIANO (entrega Creonte la máscara de Baco):
lo precipites tan bajo e termines perdiéndolo de vista. rque cuando ha llegado al fondo, que no tiene nada, nada teme. erado de toda vergüenza,
a
rrorizado y terrible, que fue abandonado y rechazado yergue libre ya de sus ataduras, uerda su antigua vida y se rebela. LOS ANCIANOS:
chas veces, una pequeña causa basta a colmar la medida. El sueño de los hombres agotados in edad no dura siempre. tiempo de la miseria ciega tiene un fin. ntas y fugaces, lunas suceden a las lunas a desdicha aumenta sin cesar e extingue la última luz que alumbraba
a última raíz de la estirpe de Edipo. s grandes edificios, cuando se derrumban, astran en su caída a todo lo que les rodea. í, cuando los furiosos vientos de Tracia respan las aguas tenebrosas y saladas del mar Póntico tacan a una simple cabaña, agitan los abismos submarinos, se levantan las arenas e el viento dispersa, y toda la costa, o el embate de las olas, gime y se lamenta. uí llega Hemón, el más joven de tus hijos. rostro sombrío denota el pesar
perder a la joven Antígona e ver frustrada su boda. Entra Hemón.
CREONTE:
o, según dicen algunos, nes ante mí por amor a esa muchacha, o es al soberano a quien quieres ver, o al padre. Si así fuera, nes en vano. i regreso de la batalla, la que obtuvimos la victoria cias al sacrificio de los que derramaron su sangre,
ontré a ésa, y sólo a ésa, en toda la ciudad, flagrante delito de desobediencia, egando de nuestra victoria, pada solamente en asuntos personales. qué asuntos! HEMÓN::
embargo, ese asunto me trae y deseo e no disguste al padre voz familiar de aquel que de él desciende ndo informe al soberano acerca de desagradables rumores que circulan.
CREONTE:
ertamente, el que engendra hijos insolentes o habrá engendrado para sí grandes disgustos ara sus enemigos, motivo de regocijo. s platos amargos irritan el paladar; mejor es, pues, suprimirlos. HEMÓN::
chas son las cosas que diriges. Pero si prefieres uchar sólo palabras complacientes pierdas el tiempo. ¡Como un hombre
e ya no quiere manejar el timón, lta el velamen y navega a la deriva! te tu solo nombre el pueblo tiembla. se avecinara el más terrible temporal nformarían, a lo sumo, e sopla una leve brisa. ro los lazos de parentesco tienen la ventaja permitirnos actuar con desinterés y sin temor. que se nos adeuda más de una vez no lo reclamamos, o a veces podemos oír la verdad de boca de un pariente, es, viniendo de él, dominamos la ira, e es mala consejera. valiente Megareo, mi hermano,
combatido en Argos y aún no ha vuelto. í me corresponde, pues, hablar. bes saber que en la ciudad na un profundo malestar. CREONTE:
ú debes saber que si los míos se corrompen é como un hombre que alimenta a sus propios enemigos. emigos indecisos, que no se conocen, e no logran reagruparse, ue están desunidos hasta en el descontento: e se queja de los impuestos,
él del servicio militar. acias a mi autoridad y al poder de la espada los mantengo unidos y al mismo tiempo separados. ro si hay una vacilación re los que gobiernan, si éstos muestran indecisos y desunidos, onces cualquiera estará pronto a tornar las riendas que se les han escapado la mano. Hablo, pero quiero oír al hijo, que yo he engendrado, que he puesto al frente de mis mejores hombres.
HEMÓN::
te todo es preciso respetar la verdad. o se dice acaso: palabra es un hierro impuro e es necesario templar en el yunque de la verdad? quella que quiso salvar los perros hambrientos cuerpo del hermano, ciudad la aprueba. s no por eso deja de reprobar proceder del muerto. CREONTE:
es suficiente. Para mí eso es debilidad. basta que lo que está podrido separado del cuerpo. , es preciso proclamarlo públicamente, a que quienes se dejan corromper sepan de una vez por todas. mano mostrará que es implacable. , sin embargo, que nada sabes del asunto, pones ingenuamente: «No estés tan seguro, serva a tu alrededor, pta lo que dicen los otros, la su idioma». mo si el que gobierna diera conducir tantos cuerpos na meta común,
un oído cobarde y tembloroso. LOS ANCIANOS:
erer imponer un castigo cruel ge muchos esfuerzos. CREONTE:
nducir el arado y levantar la tierra bién exige esfuerzos. LOS ANCIANOS:
ro una orden indulgente con poco
esfuerzo logra mucho. CREONTE:
y órdenes de todo tipo. s ¿quién las da? Eso es lo importante. HEMÓN::
nque no fuese tu hijo, diría: Tú. CREONTE:
un si me fuera impuesto dar órdenes, haría nuevamente a mi modo.
HEMÓN::
u modo, siempre que el modo sea correcto. CREONTE:
orando lo que yo sé, ¿cómo podrías uzgar? res mi amigo, sea cual fuere mi actitud? HEMÓN::
isiera que actuases de tal modo e pudiera ser tu amigo;
e no dijeras que sólo tú nes razón y ningún otro la tiene. rque el hombre que cree poseer inteligencia, una elocuencia, un talento superiores os de todos los demás, ndo penetramos en lo más hondo de su ser, scubrimos que está totalmente vacío. ro el hombre que no teme aprender los otros y no se obstina en sus juicios, es un sabio y no tiene por qué avergonzarse. ando los torrentes, engrosados por las tempestades, precipitan, los árboles que se doblegan servan sus ramas y reverdecen bajo el
calor del sol. ro aquellos que se resisten arrastrados por la corriente. bién, cuando sopla el viento huracanado, embarcación que no quiere arriar sus velas obra, y termina por hundirse. LOS ANCIANOS:
de, cuando los dioses intervienen. uí estamos, vacilando, nosotros que somos humanos; cédenos ese cambio acila con nosotros.
CREONTE:
ue los caballos guíen el carro lugar del cochero. ¿Es eso lo que queréis? HEMÓN::
ando husmean el hedor de la carroña e asciende del muladar, caballos podrían encabritarse, antados por el lugar adónde los quiere conducir por la fuerza, recipitarse en el barranco carro y cochero.
amenaza que se oculta en la paz ocupa ya a la ciudad en la guerra a llena de inquietud. CREONTE:
no hay guerra. De todos modos, cias por la información. HEMÓN::
gunos me han confiado, y muchos lo sospechan, e lo que te propones al preparar ya el festín de la victoria la eliminación sangrienta
todos los que una vez despertaron tu cólera. CREONTE:
uién te lo ha dicho? Revelándolo tendrás mucho más mérito e siendo el portavoz de aquellos e confían sus sospechas de modo harto sospechoso. HEMÓN::
vídalos.
LOS ANCIANOS:
cen que la más preciada virtud los que mandan es saber olvidar. ja que lo pasado a perteneciendo al pasado. CREONTE:
y demasiado viejo para olvidar facilidad. Pero, si yo te lo pidiera, podrías olvidar a aquella r la que tanto te expones? rque todos los que desean mi ruina murmuran
e tú eres el cómplice de esa mujer, su defensor. HEMÓN::
fiendo la justicia donde sea. CREONTE:
y donde sea fácil escapar. HEMÓN::
ofendes, pero no por eso aré de temer por ti.
CREONTE:
es que tu lecho permanezca vacío. HEMÓN::
to es lo que yo llamaría una estupidez, o proviniera de mi padre. CREONTE:
o diría que lo que has dicho es una insolencia, o proviniera del esclavo de una mujer.
HEMÓN::
fiero ser esclavo de una mujer que esclavo tuyo. CREONTE:
r fin lo has confesado a no puedes retractarte. HEMÓN::
pienso hacerlo. Tú pretendes decir todo lo que quieres o escuchar a nadie.
CREONTE:
í es. Ahora vete, y no te presentes más e mi vista, Llevaos de aquí a esta ralea, pronto. HEMÓN::
voy, no tiembles: no verás a nadie erguirse ante ti. Hemón sale.
LOS ANCIANOS:
ñor, el hombre que acaba de partir, blando de cólera, tu hijo menor. CREONTE:
por eso salvará de la muerte a las mujeres. LOS ANCIANOS:
caso piensas hacer morir a ambas? CREONTE:
a que no intervino, no. Tienes razón. LOS ANCIANOS:
la otra, ¿qué muerte le preparas? CREONTE:
entras los míos muevan los pies cadenciosamente ritmo de las danzas báquicas, culpable será conducida a la agreste quebrada nde no existe rastro de vida humana erá encerrada viva en el fondo de la roca,
el mijo y el vino que se debe a los muertos, o si ya estuviera sepultada. í lo dispongo, para que la deshonra caiga sobre la ciudad. Creonte sale hacia la ciudad.
LOS ANCIANOS:
o ante ml como un montón de nubes blancas. llegado la hora en que la hija de Edipo, su habitación, se prepara para su último viaje ye, en la lejanía, a Baco.
dios llama a los suyos, y nuestra ciudad, ienta de placeres, le responde alegre frenesí. ande es la victoria e irresistible Baco ndo se acerca a los hombres atormentados es tiende el licor del olvido. os arroja la ciudad el manto de luto que cosía honor de sus hijos, y corre a embriagarse la orgía báquica. Los ancianos toman las máscaras de Baco.
ios de los placeres carnales, dios rnamente vencedor! Tú siembras la discordia re los que están ligados por la sangre. die puede rechazarte, porque el hombre e ose hacerte frente está perdido de antemano: o tu influjo pierde el dominio de sí mismo, debate bajo el yugo de la autoridad e prepara nuevas cervices, hombre que ya no teme el soplo cálido las minas de sal, ni el frágil barquichuelo re las olas negras y agitadas. ¡Dios de los deseos de, la carne os siempre vencedor! Tú mezclas
diferentes razas y las sometes a una misma ley. ro tu brazo no conoce la violencia está hecho para devastar la tierra. Pacífico, á unido desde los orígenes destino de las grandes alianzas. acíficamente te acompaña belleza divina. Entra Antígona, conducida por el guardián y seguida por doncellas.
UN ANCIANO:
ro ahora yo mismo pierdo
serenidad y no puedo contener fluir de las lágrimas. tígona va a recibir ofrendas fúnebres: mijo y el vino. ANTÍGONA:
dadanos de la patria, radme emprender mi último camino ontemplar por última vez luz del sol. s cierto que nunca lo volveré a ver? dios de la muerte, e a todos nos abrazará alguna vez, conduce viva a las riberas del
Aqueronte. habrá bodas para mí, cantos nupciales, porque prometida soy Aqueronte. ANCIANOS:
ro te diriges a la morada de los muertos, mpañada de loas y de gloria. has sucumbido a la enfermedad que consume a la afrenta del hierro que esclaviza. r propia voluntad, libremente, sciendes viva al mundo de los muertos.
ANTÍGONA:
! ¡Se burlan de mí! e mí, que aún no estoy muerta, mí, en quien aún alienta la vida! tria mía, y vosotros, hombres poderosos de mi ciudad! gún día daréis testimonio estas crueles leyes que me arrojan na caverna bajo tierra, tumba insólita, que puedan llorarme aquéllos a quienes amo. seré compañera ni de las sombras de los mortales, en ese lugar nde no reina ni la vida ni la muerte.
LOS ANCIANOS:
ando se desafía al poder, e no puede ceder. Para él, hombre que sólo obedece a su ira es un hombre corrupto. ANTÍGONA:
h, padre mío! ¡Oh, madre infeliz! cía vosotros voy ahora, maldita, haber conocido la dicha del himeneo. h, hermano mío, é dulce era vivir a tu lado! ya no existes. Yo vivo todavía, oy a reunirme contigo en las tinieblas.
UN ANCIANO ( pone frente a ntígona mijo):
nae, encerrada tras rejas de hierro, vio privada de la luz del cielo, umida en la oscuridad ió sufrir pacientemente. a no obstante de encumbrada estirpe, ara fecundarla el divino Zeus trocó en lluvia de oro. a, contando el fluir de las horas, eraba el momento del alumbramiento. ANTÍGONA:
nosa fue, según dicen, la muerte, la cima del monte Sípilo, aquella que venía de Frigia ra hija de Tántalo. cuerpo se volvió rugoso ual la hiedra, abrazó a la eterna roca. entan los hombres que el invierno ás la abandona ace brotar de sus ojos rimas de límpida nieve. s dioses me preparan la misma tumba. UN ANCIANO (coloca frente a ntígona una bandeja con una jarra de vino):
ro ella era de origen divino iosa a su vez. sotros, en cambio, somos mortales ijos de mortales. cierto que sucumbes, o con dignidad, como mueren víctimas divinas. ANTÍGONA:
lamentáis, como si ya estuviese muerta. záis los ojos hacia el cielo azul o osáis mirarme al rostro. Sin embargo, licé un acto sagrado, a cumplir un deber sagrado.
LOS ANCIANOS:
hijo de Driante profería iosas imprecaciones contra el rigor de su suerte, ue encerrado por Dionisos una prisión de piedra. loquecido y titubeando en las tinieblas, hombre de palabra insolente endió a conocer al dios. ANTÍGONA:
bién vosotros deberíais tener en cuenta imprecaciones contra la suerte omar ejemplo, en vez de lloriquear,
sotros que estáis ciegos. LOS ANCIANOS:
to a las rocas calcáreas, allí nde van a morir todos los mares, a orilla del Bósforo erca de la ciudad, dios de la Guerra vio o la lanza perforó los ojos los dos hijos de Fineo. curidad tremenda reinó luego las órbitas de esos ojos de águila. fuerza del destino es infinita. la riqueza, ni el espíritu guerrero, guna fortaleza puede eludirla.
ANTÍGONA:
suplico, no habléis del destino. lo conozco. Hablad de él, hombre que, siendo yo inocente, me condena. él preparadle un destino! h, infortunados, no creáis que podréis evitarlo! os cuerpos, destrozados, erán sin tumba, por millares, torno de aquel que no tuvo sepultura. sotros que empujáis a Creonte levar la guerra a tierra extraña, sabed e ganará aún muchas batallas, s la última os devorará.
sotros clamáis por el botín, o los carros que regresen vendrán rebosantes sino vacíos. nso en lo que habréis de ver s compadezco. h, Tebas, patria mía! entes dirceas que manáis en estas suaves colinas r donde pasan los carros de la guerra! h, praderas! oprime la garganta pensar lo que os espera. diste el ser a monstruos n polvo te convertirás. cid a los que pregunten por Antígona e la habéis visto buscar refugio en la muerte.
Antígona parte con el guardián.
LOS ANCIANOS:
lvió la espalda y salió con paso firme, o si fuese ella quien conducía al guardián. uzó la plaza, en la que ya levantaban las férreas columnas de la victoria. retó el paso, y desapareció. ro ella también había probado pan cocido en los hornos oscuros. nquila y segura permanecía a la sombra las torres que encerraban desgracia, sin una protesta,
ta el día en que la sangre lvió a derramarse en el hogar de Lábdaco. nos ensangrentadas artieron la muerte entre los suyos stos no la recibían o que la arrancaban. lo después la hallamos, blando de cólera, sagrada al bien! frío glacial la despertó. ro hasta tanto no se agotó último resto de paciencia o se hubo consumado último crimen, hija de Edipo el ciego arrancó de sus ojos
venda corroída por el tiempo a contemplar el abismo. ora Tebas, también ciega, za y se embriaga el licor de la victoria, licor preparado con cientos de hierbas, las tinieblas. uí llega Tiresias, el adivino ciego. endrá a traernos noticias alarmantes? ue la discordia reina en la ciudad, stá a punto de estallar la rebelión? Entra Tiresias, llevado de la mano por un niño y seguido de Creonte.
TIRESIAS::
spacio, hijo, despacio, camina seguir el ritmo de la danza. eres el guía. Mas el que guía debe seguir a Baco. ien levanta el pie demasiado alto puede evitar la caída. vayas a chocar tampoco contra las columnas la victoria. ¡La ciudad grita victoria, ciudad está llena de locos! ciego sigue al que ve, s al que no ve le sigue alguien más ciego aún. CREONTE (que lo ha seguido haciéndole burla):
ué pasa, qué murmuras, viejo decrépito, pecto de la guerra? TIRESIAS::
go que tú, loco, zas antes de la victoria. CREONTE:
jo obstinado, tú ves lo que no existe, o las columnas erigidas alrededor, s no las ves.
TIRESIAS::
las veo. Y nada perturba mi razón. r ello vengo, amigos míos. rque a las hojas verdes del laurel poco las reconozco hasta que, as, crujen llevadas por el viento. ien cuando las muerdo y siento un gusto amargo, igo: es el laurel. CREONTE:
s fiestas no te placen. Cada vez que celebramos alguna
s hablas de cosas horrendas. TIRESIAS::
que he visto cosas horrendas. Escuchad cuáles son presagios sobre la suerte de Tebas, ebria una victoria prematura, y ensordecida r el inmenso clamor de las rondas báquicas. taba yo sentado en el sitio donde se reúnen las aves ndo, de repente, resonó en el aire rumor terrible. aves rapaces se desgarraban entre sí.
emorizado, corrí hacia los altares os hic hicee en encender cender a toda prisa. pri sa. hubo uno solo que diera una llama alta clara. lo se elevaba un humo que olía a grasa rancia y carn car ne de los mu muslos slos ch chirri rriaba dej dejan ando do los huesos al descubi descubier ertto. LOS ANCIANOS:
al presag presagio en en día de vict victoria! oria! TIRESIAS::
aquí el sentido funesto
esos esos desór desórden denes es incompre comprennsibl sibles. es. , Creonte, eres el culpable mal que aqueja a la ciudad. rque los altares y los hogares fueron profanados profanados r los perros y las aves de rapiña, que se saciaron el cadáver del hijo de Edipo. r ello ya no se oye a una sola ave o gri gritto sea sea un un presag presagiio de feli elicidad. cidad. das han comido la grasa de un hombre muerto. mejante humo no es grato a los dioses! clínate ante el muerto, e el que ya no existe!
CREONTE:
s pájaros, anciano, vuelan según tu conveniencia! sé. También volaron para mí al como me convenía. No soy del todo lego el negocio y en el arte de la adivinación: soy avaro. Llena tus cofres el ámbar de Cerdeña y el oro de la India, s has de saber que no haré sepultar a ese cobarde, ue no temo las amenazas del cielo. en sé que ningún hombre
ne poder sobre los dioses. ro también sé que los mortales, los los más más poderosos, poderosos, pu pueden eden rir una muerte miserable, ndo de su sus bocas bocas sal salen en palabr palabras as indignas a obtener una ventaja. TIRESIAS::
y demasiado viejo para interesarme lo poco de vida que me resta. CREONTE:
die es tan viejo
e no desee envejecer un poco más. TIRESIAS::
sé. Y sé aún algo más. LOS ANCIANOS:
bla, bla, Ti Ti reci r ecias. as. ñor, escuchemos al adivino. CREONTE:
bla, bla, di lo que que quie quiera ras, s, pero pero déjat déjatee de regatear.
s adivinos aman el oro. TIRESIAS::
oído decir que los tiranos suelen, ofrecerlo. CREONTE:
ando se es ciego, muerde la moneda y se dice: de buena ley. TIRESIAS::
árdate tu oro, rque en la guerra nadie sabe qué podrá salvar: oro, oro, sus sus hij hijos, os, su su poder… poder… CREONTE:
guerra ha terminado. TIRESIAS::
e verdad? ¿Puedo hacerte una pregunta? que, como tú dices, nada sé, go que preguntar. Afirmas que no puedo ver el futuro. vuelvo, pues, hacia el pasado y el
presen presentte. ésta, al final y al cabo, una manera mostrar mi habilidad de adivino, que en verdad lo que yo veo lo lo que que cu cualqu alquiier niño ppuuede ver. s columnas de la victoria son muy delgadas, y poco bronce contienen. Yo digo: s porque se fabrican aún muchas espadas? cosen pieles para el ejército. Yo digo: e lo prepara para pasar un nuevo otoño? pone a secar pescado: ¿es que debemos esperar una campaña de invierno? LOS ANCIANOS:
o era antes de la victoria. Suponemos e todos esos preparativos se han detenido, e los carros del botín llegarán de Argos gados de bronce y de pescado. TIRESIAS::
y guardias a montones; nadie sabe o que custodian es mucho o poco. tu casa, en vez de perdonar, o es habitual después de un negocio afortunado, nó un gran desacuerdo. dice que Hemón, tu hijo, marchó trastornado de tu casa
rque ordenaste que arrojaran a Antígona, prometida, al fondo de una roca. ordenaste porque ella ería sepultar a Polinice, a quien diste muerte ndo se rebeló contra ti, rque tu guerra arrebató a su hermano Etéocles. uelmente, te has enredado en tu crueldad. mo el oro no me ha estupidizado por completo, ago una segunda pregunta: or qué eres tan cruel, Creonte, o de Meneceo? a ayudarte a responder: s quizás porque te falta bronce para tu
guerra? ué hecho cometiste, qué locura o maldad, e ahora te obliga a seguir cometiendo maldades ctos insensatos? CREONTE:
analla! ¡Juegas un doble juego! TIRESIAS::
mo tu manera de decir las cosas. or sería decirlas a medias! tengo la respuesta y esta respuesta
ne doble sentido: quiero decir e nada se me ha contestado. mo cero más cero igo: cuando las cosas van mal pide a gritos un gran hombre. te acude y se produce la ruina. guerra ya no puede detenerse y va de mal en peor. pillaje lleva al pillaje, rigor incita al rigor, exceso exige el exceso, inalmente no queda nada. he mirado hacia atrás y a mi alrededor. sotros mirad hacia adelante y temblad. íame, hijo mío.
Sale Tiresias, guiado por el niño.
LOS ANCIANOS:
ñor, si mis cabellos no hubiesen sido blancos, serían ahora. e hombre ha dicho cosas terribles, o más terribles las que ha callado. CREONTE:
tonces, ¿por qué preocuparse r lo que no se dijo?
LOS ANCIANOS:
eonte, hijo de Meneceo, ándo regresarán los varones sta ciudad desprovista de hombres? eonte, hijo de Meneceo, mo va la guerra en la que estás empeñado? CREONTE:
que ese hombre, insidiosamente, ó a relucir la cuestión, os digo: guerra a la que la aviesa Argos. s ha arrastrado, no ha concluido anda bien.
ando proclamé la paz, co faltaba para concluir. poco que faltaba, faltaba por la traición Polinice. ro él y la que lo lloraba sido castigados. LOS ANCIANOS:
poco eso ha concluido. rque se ha alejado de ti él que guiaba lo mejor de tu ejército, món, el menor de tus hijos. CREONTE:
no lo necesito. e permanezca lejos de mi vista e la vuestra aquel que me abandonó r una mezquina historia de alcoba. n combate para mí hijo Megareo, ojando sobre las temblorosas murallas Argos, incontenibles ataques, a juventud tebana. LOS ANCIANOS:
es inagotable esa juventud. eonte, hijo de Meneceo, mpre te hemos seguido. El orden
reinaba la ciudad. Nos protegías de los enemigos e nos atacaban en nuestra propia casa, esa gente rapaz que nada posee ue sólo sirve para hacer la guerra. edujiste a silencio a todo esos charlatanes e sólo saben gritar y llenarse el estómago, e viven de la discordia ue, en la plaza del mercado, tan porque se les paga orque no se les paga. y vuelven a vociferar o que dicen es inquietante. o de Meneceo ¿no has emprendido
acción demasiado arriesgada? CREONTE:
ando me puse en marcha contra Argos, ién me envió? Por vuestra indicación, metal de la espada a buscar el metal de la montarla. rque Argos es rica en metal. LOS ANCIANOS:
ambién en espadas, según parece. s de una vez escuchamos informes alarmantes, o los desechamos porque confiábamos
en ti. da tomamos en cuenta, s tapamos los oídos por miedo a tener que temblar erramos los ojos cada vez e apretabas las riendas con más fuerza. a vez más, es necesario, será la última, cías, una batalla más. Pero ahora ienzas a regatear con nosotros al que con el enemigo. Tu crueldad ace llevar una doble guerra. CREONTE:
vuestra!
LOS ANCIANOS:
tuya! CREONTE:
ando Argos haya sido vencida, lverá a ser la vuestra, ¿no? ¡Basta! s discursos de la rebelde os desquiciaron abéis tomado partido por ella. LOS ANCIANOS:
hermana tenía sin duda el derecho sepultar a su hermano.
CREONTE:
comandante tenía sin duda el derecho castigar al traidor. LOS ANCIANOS:
ocar un derecho contra otro la intención de oprimir s arrojará al abismo. CREONTE:
guerra crea un nuevo derecho.
LOS ANCIANOS:
ro vive del antiguo. i no se le da el alimento que necesita, devora a sí misma. CREONTE:
s hartáis de carne, o el sangriento delantal carnicero os repugna! he dado madera de sándalo a vuestras casas, n ellas no penetraba el ruido de las espadas.
a madera viene de Argos! sta ahora nadie me ha devuelto bandejas de bronce que he traído de allí, pero linados sobre ellas, os enfurecéis. iticáis mis crueldades s quejáis de mi dureza. toy acostumbrado a una cólera mucho mayor ndo no llega el botín. LOS ANCIANOS:
asta cuándo as estará privada de sus hombres?
CREONTE:
sta que sus hombres quisten a la rica Argos. LOS ANCIANOS:
malos, desventurado, es que perezcan todos. CREONTE:
on las manos vacías? a orden tendréis que confirmarla o juramento!
LOS ANCIANOS:
on las manos vacías, o sin manos, ma a todos los que aún viven! CREONTE:
ertamente, no bien Argos haya caído, los llamaré. primogénito, Megareo, os 1os traerá. s tened cuidado de que las puertas sean demasiado bajas y e no convengan solamente a los hombres pequeños. rque esos hombres de gran talla ían capaces de echar abajo con sus
espaldas portón de un palacio aquí, puerta de la cámara del tesoro allá. dría ser que la alegría de veros ra tan grande que, al estrecharos las manos, destrozaran las muñecas y os arrancaran los brazos! uando en su ímpetu os estrechen contra corazas, ¡tened cuidado de que no os rompan las costillas! rque en ese día de gozo veréis s espadas desnudas que en los días infaustos abatimiento y desesperación. s de un vencedor titubeante sido coronado con cadenas
a danzado con rodillas que flaqueaban. LOS ANCIANOS:
iserable! ¿Nos amenazas con nuestros propios hombres? uieres acaso arrojarlos contra nosotros? CREONTE:
blaré de ello con mi hijo Megareo. Entra un mensajero que viene del campo de batalla.
MENSAJERO:
ñor! Prepárate para recibir un golpe terrible. y mensajero de infaustas nuevas. etén los festejos! emasiado pronto creíste en la victoria! ejército ha sido derrotado r Argos y huye en desbandada. hijo Megareo ya no existe. Destrozado, e en suelo argiano. Tras haber castigado a Polinice horcado públicamente a muchos guerreros e desaprobaban tu proceder, lviste a Tebas.
ediatamente, Megareo, tu primogénito, zó a sus hombres de nuevo contra el enemigo darles tiempo para reponerse sus pérdidas y de su fatiga; enas podían alzar contra el pueblo de Argos armas aún empapadas en sangre tebana. chos hombres volvían el rostro hacia Megareo, en deseando inspirarles más temor que el enemigo, azuzaba quizás con demasiada rudeza. embargo, la suerte favoreció al principio a los nuestros. sta empuñar nuevamente la espada a tomarle gusto a la lucha,
a sangre, la propia o la ajena, mpre tiene el mismo olor, olor que sube a la cabeza y embriaga. que no logra la valentía, logra el temor. ro también importan el terreno, pertrechos y los alimentos. pueblo de Argos, señor, recurrió a mil astucias. mbatieron las mujeres y ayudaron los niños. sde lo alto de los techos comidos por el fuego, ollas, en las que desde hacía mucho tiempo se había cocido alimento alguno,
an sobre nosotros, llenas de agua hirviendo. s casas que aún se mantenían intactas eran incendiadas, o si nadie pensara habitarlas algún día. ebles y utensilios se convirtieron en armas ertrechos. Y tu hijo seguía empujándonos ia el centro de la ciudad, o la ciudad, devastada, se convirtió en tumba. do estaba envuelto en llamas a humareda nos cegaba. yendo del fuego y buscando al enemigo, camos tebanos contra tebanos adie podría decir qué mano abatió a tu
hijo. flor de Tebas, lo mejor de sus fuerzas, o fue aniquilado. Tebas misma podrá resistir mucho tiempo. r todos los caminos llega el pueblo de Argos, sus hombres y sus carros. los vi. Y el que los ha visto ede estar feliz de ser arrebatado por la muerte. El mensajero muere.
LOS ANCIANOS:
de nosotros!
CREONTE:
egareo! ¡Hijo mío! LOS ANCIANOS:
pierdas el tiempo con lamentos. eúne a la guardia! CREONTE:
eúne a la nada! ¡Con un colador! LOS ANCIANOS:
as festeja embriagada la victoria tanto que el enemigo se acerca puñando sus armas. ra engañarnos nos entregaste tu espada. uérdate de tu otro hijo. ama ahora al más joven! CREONTE:
Hemón, mi hijo menor! n en nuestra ayuda, e todo se desmorona! vida lo que dije. ando tenía todo el poder en mis manos era dueño de mis pensamientos.
LOS ANCIANOS:
rre a la prisión de piedra uelta a la que cubrió el cadáver. eja a Antígona en libertad! CREONTE:
lo hago, ¿me apoyaréis? exigisteis nada, pero habéis aceptado todo. bién vosotros estáis comprometidos. LOS ANCIANOS:
é!
CREONTE:
achas! ¡Hachas! Sale Creonte.
LOS ANCIANOS:
etened las danzas! Golpeando los címbalos:
, dios de la Alegría, tú que eres el orgullo los arroyos que Cadmos amaba, ven
pronto deseas ver a tu ciudad por última vez. n antes de que caiga la noche, es de que tu ciudad haya desaparecido. uí vivías, dios de la Alegría, rillas de las aguas heladas del Ismenos, esta Tebas donde nacieron las Ménades. humo del sacrificio, ese hermoso humo e se eleva por encima de los techos, te saludaba. h! ¿Tendrás que ver las casas devoradas por las llamas, humo que asciende de los incendios, nubes negras en el cielo? s que ya se creían instalados r mil años en lejanas tierras tendrán mañana, no tienen hoy
s que la piedra para reposar su cabeza. ora, dios de la Alegría, te sentabas al lado de los amantes las márgenes del Cócito n los bosques de Castalia. trabas en las fraguas y, riendo, probabas con el pulgar filo de las espadas. minabas a través de Tebas compás de cantos inmortales, aquellos días en que las calles estaban de fiesta. h, el hierro desgarra la mano que lo empuña l brazo pierde su vigor! violencia exige un milagro a clemencia un poco de sabiduría.
enemigo tantas veces vencido enaza ahora nuestros palacios uestra a las siete puertas fauces erizadas de jabalinas sangrientas. partirá ta haberlas llenado con nuestra sangre. ro allí se acerca una doncella avés del torbellino de los fugitivos. guramente trae un mensaje Hemón, a quien el padre so al frente de la guardia. Entra una, doncella mensajera.
MENSAJERA:
h, derrumbe imprevisto! ¡Oh, última espada, ada rota! Hemón ha muerto por su propia mano. lo vi. Lo que sucedió antes sé de boca de los que fueron con Creonte a pradera donde yacía el pobre cuerpo Polinice, destrozado por los perros. enciosamente lo lavaron, y acostaron re ramas frescas lo que quedaba de él. Luego, gieron cuidadosamente un pequeño montículo tierra patria. rey, adelantándose a los otros, se acercó a roca que encerraba la tumba.
sotras, las servidoras, estábamos en la puerta. a de nosotras oye gemidos lacerantes e vienen de la cámara subterránea. sta, corre a informar al rey. Él se apresura a voz triste y quejumbrosa ga a sus oídos, cada vez más nítida. ocos pasos de la roca lanza un grito ver el cerrojo arrancado del muro. on esfuerzo, como para convencerse, dice: sa no es la voz de Hemón, la voz de mi hijo». edeciendo sus órdenes ramos en el fondo de la tumba y los vemos,
lla, Antígona, ahorcada, una cuerda de lino en torno del cuello, emón, a sus pies, llorando la muerte de su prometida, ruina de su amor, el crimen de su padre. rey lo ve, se adelanta y dice: al, hijo mío, te lo imploro de rodillas». amente, sin contestar, el hijo clava en él la mirada. sus manos reluce la espada de dos filos, a vuelve contra el padre. Éste, asustado, lo esquiva a espada se hunde en el vacío. hijo, de pie y en silencio, lentamente, va el hierro en su propia carne, ae sin pronunciar una palabra. muerto reposa junto al muerto.
frío himeneo será celebrado en las cámaras mundo subterráneo. ro he aquí que llega el rey en persona. LOS ANCIANOS:
estra ciudad, tanto tiempo dirigida, quedado sin guía. Está perdida. tirano ha fracasado. Se acerca, oyándose en las mujeres, leva en sus manos bello resultado de su locura. Entra Creonte, llevando el manto de Hemón.
CREONTE:
rad lo que traigo. Es su manto. eí que traería una espada. hijo ha muerto de una muerte prematura. a batalla más y Argos habría sucumbido! ro el valor, la voluntad de luchar hasta lo último, o se volvió contra mí. el fin de Tebas. as debe morir, morirá conmigo, á aniquilada y abandonada a los buitres. mi voluntad.
Creonte sale con las doncellas.
LOS ANCIANOS:
ró sobre sí mismo y se marchó vando en sus manos una tela manchada de que quedaba de la familia de Lábdaco, dirigió a la ciudad a caída era inminente. sotros lo seguimos, seguimos en la muerte. puño que nos dominaba cortado para que no volviera a golpear. ro aquella que vio y predijo todo o pudo ser una ayuda para el enemigo,
enemigo que ahora nos exterminará. tiempo es demasiado corto y todo es destino. die puede vivir lo suficiente a conocer días felices, días fáciles, a soportar el crimen con paciencia dquirir sabiduría con la edad.
BERTOLT BRECHT nació el 10 de febrero de 1898 en Augsburgo (Baviera) en el seno de una próspera familia. S padre era propietario de una fábrica de papel. Crece en su pueblo natal y desde la adolescencia revela su vocación de escritor.
Se inscribe a la Escuela de Medicina e la universidad de Ludwig-Maximilia de Munich. A la vez asiste a seminarios de teatro con Artur Kutscher. Cursó estudios en las universidades de Munic Berlín. Desde los 15 años inicia una relació sentimental con Paula Banholzer. E 1919 nace su primer hijo, Frank, y el autor participa con guiones en el cabaret político Karl Valentin de Baal. En el año 1924, aparece como autor teatral en el Berlín Deutsches Theater, bajo la dirección de Max Reinhardt. E sus primeras obras se puede observar la influencia del expresionismo. En 1928,
escribió un drama musical, La ópera de los dos centavos, con el compositor alemán Kurt Weill. Se estrenó en Berlí en 1928. En 1924 conoció a Elisabet Hauptmann, una escritora y traductora u año mayor que él, y se hicieron casi de inmediato amantes y colaboradores literarios. En ese mismo año, comenzó a estudiar el marxismo, y, desde 1928 hasta la llegada de Hitler al poder, escribió y estrenó varios dramas didácticos musicales. La ópera Ascensión y caída de la ciudad de Mahagonny (1927-1929), de nuevo con música de Weill, era una crítica al capitalismo. Durante este
periodo dirigió a los actores y comenzó a desarrollar el teatro épico. Se decantó por una forma narrativa libre en la que aparecían mecanismos de distanciamiento tales como los apartes y las máscaras para evitar que el espectador se identificara con los personajes de la escena. Esta característica aparece en La toma de medidas, La excepción y la regla, El que dice sí y el que dice no…
Su oposición al gobierno de Hitler, le obligó a exiliarse a Alemania en 1933, viviendo primero en Escandinavia y estableciéndose finalmente en California en 1941. En estos años escribió algunas