En 1477 el filósofo florentino escribió, pero no publicó, un ataque vehemente a las prácticas de los astrólogos: su Quien leyera este texto supondría que el autor hallaba que se podrían demoler los fundamentos mismos de la astrología tradicional mediante el poder de la Razón y la autoridad de la Providencia de Dios. exclama , señalando lo absurdo de la terminología astrológica, ( ) Los astrólogos, afirma, usan ( ), producen reglas con frecuencia de modo inconsistente -atribuyen poderes imaginarios a las estrellas y pretenden predecir acontecimientos concretos Pero ¿cómo -pregunta Ficino- pueden saber lo que ocurrirá dentro de diez años cuando no saben ni lo que ellos mismos harán hoy? (4) Empero al año siguiente el mismo
escribía al
, como alguien , prediciendo varias desgracias para los próximos dos años según configuraciones astrológicas precisas En verdad, apenas hay una sola carta en su vasta correspondencia en la que no se refiera a la influencia de los planetas sobre acontecimientos pasados, presentes y futuros en su propio tema natal o los de sus amigos. Su profunda familiaridad con el lenguaje tradicional de la astrología aflora en cada página, y más tarde en su vida desarrollaría este conocimiento en un sistema acabado de magia astrológica, en la tercera parte de su . De modo que ¿por qué hallamos a , en 1494, escribiendo a su amigo en firme apoyo del ataque de a la astrología, destacando que afirma portentos astrológicas y que, como , desprecia la de los astrólogos? ¿Cómo entender esta aparente anomalía? Estudiosos recientes, para explicarla, se han referido a las de , , , , , e incluso a su Tales opiniones no hacen justicia a la estatura filosófica de un hombre que buscó penetrar en la unidad esencial de la existencia humana. En este artículo espero demostrar que el entendimiento y el uso de la astrología por parte de derivaba de una captación directa del fundamento del conocimiento humano, yendo mucho más allá de las oposiciones internas supuestas en las observaciones de arriba; que se movía hacia un entendimiento de la función de los símbolos como medios por los cuales los seres humanos podrían ampliar sus poderes de percepción, no sólo exteriormente hacia el universo visible, sino y a la vez interiormente -hacia la psique humana como espejo del cosmos. De este modo, afirmó , los seres humanos podrían con el ojo de Dios No podemos pretender captar la posición de
a menos que intentemos entrar en
ella y preguntar cuestiones fundamentales sobre la naturaleza de la astrología. ¿La definimos como arte mágica o como ciencia natural? ¿Qué queremos decir exactamente por magia y ciencia? Pareciera que hay dos modos muy diversos de percibir la realidad, modos que podrían definirse generalmente como y . Uno parece depender de la experiencia subjetiva, el otro de la observación objetiva. La astrología contemporánea es requerida por ambos campos, pero lucha por encontrar su autoridad natural en ambos. Pero si miramos las diversas tradiciones que conformaban la pretensión del Renacimiento de que la magia fuera la forma más elevada de ciencia natural, comenzaremos a ver que esa distinción es superficial. La cuestión de la relación del hombre con las estrellas siempre estuvo en corazón de su búsqueda de sabiduría, ya fuera adivino o filósofo, y para enfocar esto con integridad debemos hacer serias preguntas acerca del de conocimiento al que servían los sistemas mágicos y astrológicos. En el siglo XV, la tradición de la astrología clásica como sistema racional de captación del funcionamiento del cosmos estaba plenamente establecida en Occidente, basada en el modelo aristotélico de causalidad celestial. Los libros de astrología griegos y árabes se transmitían mediante traducciones latinas, acompañados de ilustraciones en el de , una obra helenística tardía que nos ofrece una exposición de la estructura conceptual de la astrología. Este modelo supone la correlación de efectos del cielo en un con aquellos sobre la tierra, desarrollándose de un modo predeterminado como los engranajes en una gran maquinaria del destino. La astrología ptolomaica defiende firmemente un proceso natural de causalidad, e introduce el concepto de éter, una sustancia que todo lo permea difundida por toda la creación, cuya cualidad depende de los cuerpos celestes. prometía al hombre la capacidad de entender el temperamento humano y predecir acontecimientos mediante el examen del éter, y establecía la prioridad del momento o momento de origen, tal como el mismo nacimiento, en cuyo tiempo los cielos estampaban una impresión que marcaba indeleblemente al individuo Tal concepción de una influencia astral directa, cuantificable, presupone un astrólogo omnisciente que observa objetivamente un modelo fijo; efectivamente, parece permitirle dar un juicio irrevocable sobre el sellado en el momento natal. También implica un desarrollo linear del tiempo y abre el camino para la moderna investigación astrológica , basada en análisis estadísticos, medición cuantitativa y observación empírica de los fenómenos. En el periodo medieval la cristiandad ortodoxa no tenía problemas con una astrología natural que entendiera las correspondencias entre los cielos y el mundo material y usara este conocimiento en campos tales como la agricultura y la medicina. Pero condenaba decididamente la astrología judiciaria por negar la libre voluntad humana y atribuir al astrólogo la omnisciencia de Dios. consideró pecaminoso todo intento humano de predecir los acontecimientos, sea mediante sueños, la astrología o prácticas ocultistas como la adivinación; pues los únicos medios legítimos de presciencia deben ser a través de la La adivinación, insiste, es iniciada por el hombre y siempre errará o atraerá demonios
malignos, mientras que la es recibida por el hombre de acuerdo a la voluntad de Dios. Aún si fuera posible predecir efectos astrales sobre los sentidos corporales, puesto que estos están sujetos a su Razón, el hombre podría contradecirlos apelando a su facultad superior de libre voluntad. El hecho de que los astrólogos a veces acertaran se atribuían a que estaban influidos por , como dijo Desde esta posición, nunca puede darse la posibilidad de que un conocimiento divino surja mediante el esfuerzo o la actividad humana. Las estrellas no pueden ser signos de otro modo distinto de como son efectos de causas; toda intuición verdadera sobre el funcionamiento de la Providencia ha de depender de un acto de gracia, en la sumisión orante de la voluntad individual a la de Dios. Ya en su claramente se dispone a apoyar por completo este enfoque, condenando el tipo de astrología que depende sólo de la ingenuidad humana y su limitado juicio. , escribió a
,
Envió el prefacio a , enfadado por las ( ) de los ( ) que niegan la soberanía de Dios, la justicia de los ángeles y la libre voluntad de los hombres. Incitaba a los filósofos a unir fuerzas contra aquellos a fin de que, concluía,
Esto pareciera ser una afirmación definitiva de obediencia a la posición ortodoxa. La , apelando a la autoridad de fuentes aristotélicas, platónicas y cristianas para refutar la sumisión de la razón humana a las estrellas, repite las objeciones de respecto a los peligros de la intervención demoníaca y la impiedad de los astrólogos. Sin embargo, en una lectura más atenta, encontramos algo nuevo. Se hace evidente que aunque rechaza ciertas pretensiones de los astrólogos, no niega la posibilidad de que las técnicas adivinatorias en sí mismas puedan funcionar. De hecho, sugiere que hay tres tipos de predicción: por la infusión de conocimiento divino, que puede recibirse por medios mágicos y la ; por medios naturales, como el temperamento melancólico que permite más fácilmente que el alma contacte con su propia naturaleza divina; y mediante lo que llama En todos estos, dice, el juicio es muy difícil. Pero no es ilícito. Así como el médico puede formar un pronóstico por la observación de una enfermedad, así los augures, dice , . Acaso, especula, estas cosas se captan Algo importante emerge, algo que nos lleva a preguntarnos si el problema no es la astrología sino el abuso de los astrólogos de sus iudicia. claramente habla de una intuición más semejante a la Revelación que a la razón humana, pero no es una directamente a un recipiente pasivo -exige la participación activa del individuo a través del modo particular en que
percibe modelos y signos en la naturaleza Este modo de percepción está disponible para todos en cualquier lugar; implica cancelar la división entre lo humano y lo divino. Retrocedamos ahora en la historia, hasta los antiguos astrólogos de la Mesopotamia, mucho antes de que la astrología fuera por los griegos Estos astrólogos eran lectores de señales, que miraban al cielo buscando indicaciones de la voluntad de los dioses, con la misma actitud con que miraban a las entrañas y hacían sacrificios. Las técnicas adivinatorias en estas sociedades antiguas no aspiraban primordialmente a predecir el futuro, sino a invocar la guía de poderes invisibles en las acciones humanas. La iniciativa humana, vinculada a la observación ritual, era definida por los griegos como la (que pasó al latín como y ), y su éxito dependía de la adecuada relación entre hombre y dios. En su continua interacción, había opciones disponibles; el destino era negociable. No podía haber un firme decreto desde lo alto; la señal aparecía, propuesta o no, y su significado dependía de la capacidad de interpretar del individuo, junto con la importancia de sus preocupaciones en el momento. En otras palabras, sólo era significativa si se reconocía como tal, no mediante una teoría o una técnica, sino a través de la percepción intuitiva de un signo A medida de que el hombre se fue alejando de los dioses, la adivinación perdió su dimensión sagrada y devino el dominio de la predicción terrenal de acontecimientos. En astrología sobrevivió hasta los primeros siglos después de , particularmente en las técnicas horarias e inaugurales, pero fue perdiendo fuerza ante la influencia de la filosofía estoica y aristotélica, que exigían una reformulación en una estructura teórica de lo que había sido una experiencia de participación. La gran ciencia de la astrología había nacido. Pero ¿sobrevivió lo que podríamos llamar la , y en caso afirmativo, cómo? Por supuesto, puede encontrarse en todo el dominio de la magia y las llamadas prácticas que proliferaban en la era helenística, pero con la condena de la Iglesia de cualquier experiencia de lo sagrado fuera de sus propios portales, apenas si podía florecer abiertamente. Tenemos que buscar en otra parte una tradición que conservara y protegiera a la vez su núcleo vulnerable bajo un manto de investigación filosófica. Aquí no sólo se preservaba, sino que se reflejaba y se articulaba en el lenguaje del mito, la poesía, la revelación y la metafísica, para aquellos que pudieran oírla, y esta era la tradición venerada por como la . Desde muy joven, nos cuenta , sintió una gran afinidad con la filosofía platónica, más que con los que seguían y enseñaban a , a los que consideraba En contra de la oposición de su padre, perseveró en sus estudios platónicos, puesto que en encontraba una unidad de filosofía y poesía cuyo mismo lenguaje despertaba en él una captación de lo numinoso. , exclama,
habla como un oráculo, habla desde un nivel de conocimiento que ha penetrado la misma naturaleza de la divinidad- de acuerdo con , todo el diálogo fue recibido por revelación divina Pareciera que, subyacente a la rigurosa dialéctica, detectaba un contacto con una realidad espiritual que era a la vez dinámica y creativa, y que podía llevar al individuo a un proceso de purificación el cual eventualmente conduciría al conocimiento de sí mismo y de Dios. Pero no era el único que hablaba como un ; de hecho, lo consideraba la culminación y perfección de un antiguo linaje de sabios cuyo poder de elocuencia derivaba de su vocación de filósofos-sacerdotes. En 1463, cuando se acababa de embarcar en su Opus platónico, le presentó otro manuscrito y le pidió su inmediata traducción al latín. Era el de , que creía que era el primerísimo de los , que vivió en Egipto pocas generaciones después de Aunque hoy sabemos que estos textos fueron compuestos en el periodo helenístico, los estudios recientes confirman su auténtico contenido egipcio, y ciertamente para y sus contemporáneos la sabiduría egipcia se consideraba la fuente de la filosofía griega (24). El trata de la iniciación espiritual mediante la toma de conciencia del individuo de su propia inmortalidad, y estaba convencido de que esta doctrina había sido transmitida en una línea a través de , y hasta el , continuando luego a través de sus posteriores intérpretes , , y . Pero ¿qué fue lo que encontró tan importante en el modo de escribir de estos sabios? Nada menos que una combinación de y ; en otras palabras, una combinación de penetración intelectual y devoción religiosa. En la revelación de
su maestro narra un mito de creación de la en tanto se une con los poderes de la Naturaleza. Empleando la metáfora de un cosmos simbólico, aprendemos cómo el Hombre es creado por la Mente suprema o , y recibe las cualidades de los siete planetas, que gobiernan su destino en la tierra. Pero el Hombre, que comparte la esencia de la Mente, también participa de su absoluta libertad, y desea y llegar a conocer a su Hacedor En otras palabras, tan pronto como desea vencer el destino, puedo hacerlo dándose cuenta y actuando desde la parte inmortal de su alma. Todos los hombres están gobernados por el Destino, dice , pero aquellos conducidos por Nous (la Mente divina), no sufren como los demás El hombre es un dios, sólo tiene que reconocerlo, y este mismo reconocimiento puede cambiar su relación con el destino. Este mensaje peligroso pero gozoso sería la clave para la transformación de la astrología por parte de . De modo que cuando habla del conocimiento adivinatorio como podemos ver la semejanza con la sugerencia de de que la adivinación misma es un modo de participación en el nous, de conocer como Dios conoce. Mediante tales como las prácticas adivinatorias parecían proporcionar un modo de saber que es a
la vez temporal, en tanto el hombre observa un acontecimiento en el tiempo, y eterno, en tanto su trasciende el tiempo y el espacio En el momento adivinatorio estos dos órdenes parecen alinearse en tanto el acontecimiento físico coincide con una visión que es profundamente significativa para esa persona, en ese momento, permitiéndole en un nivel que trasciende y por ello une las categorías subjetivas y objetivas de la experiencia. Para el cultivo de esta aprehensión unificadora es la suprema tarea de la humanidad, que está ubicada de manera única como intermediaria entre las cosas temporales y eternas, y por ello
Quisiera explorar más la importancia de este modo de percepción, que expresaba en términos de una unión de Mente y Alma, puesto que es un modo que me parece totalmente ausente de los procesos conceptuales de ideas que rigen al racionalismo post Ilustración. La capacidad de ver pasado, presente y futuro como puede comprenderse ahora como el resultado de una convergencia de dos realidades diferentes, cada una con sus propias leyes. La experiencia es de suspensión del tiempo linear, cuyo movimiento se describe ahora más fielmente como circular. Como le cuenta a ,
Ahora, refiriéndonos específicamente a la astrología, este modo de percepción no considerará a las estrellas y planetas como agentes causales, sino más bien como símbolos que reflejan de vuelta en el alma humana su inextricable correspondencia con el cosmos, en tanto que el significado de la intuición astrológica no puede determinarse por la configuración física sino que dependerá de la capacidad, y deseo, del individuo de “sintonizar”. lo describe como incorpóreo, añadiendo . Observa que al hablar, el significado es un producto del alma, que es directo, inmediato, y no puede relacionarse a las cosas sensibles En 1484, bajo una conjunción de Saturno y Júpiter, los grandes significadores de la razón y la fe, eligió publicar sus traducciones de . El mismo día de la publicación, cuenta , vino a Florencia y le persuadió para que tradujera a . Es típico de atribuir gran importancia al simbolismo astrológico en juego entre él y ; , dice
Y sería en los escritos de los neoplatónicos donde encontró la justificación filosófica más elocuente para la astrología simbólica y la magia práctica, llevada a fruición en la tercera parte
de su
de 1489, que se titula,
o
incluyó gran parte de su en sus , y es fácil ver por qué, ya que el análisis de del efecto astrológico es una clara refutación del pensamiento causal. Aquí halló confirmación de la astrología como adivinación. Al adivinar por el cielo, dice , se puede conocer la naturaleza del Todo, porque las estrellas son signos: , dice, y . Y . Lo que vemos comunica lo invisible; y éste es el misterio en el corazón del platonismo. Para sabio es el que hombre que se dirige a sí mismo quien, alineado con la parte superior de su alma, ha desarrollado . El cosmos plotiniano es un ballet, con todas sus partes interdependientes, las jerarquías del ser correspondiéndose y reflejándose unas a otras en un cósmico campo energético de . Es el Alma, mediadora entre intelecto y cuerpo, la que conecta todas las cosas, mostrándose como en formas materiales que naturalmente atraerán, por afinidad, al alma de los seres humanos. Como emana del supremo Uno, el alma dispone las configuraciones de las estrellas, de modo que las experiencias de la vida se anuncian, no se causan, por sus modelos -pero en tanto que la Providencia rige todo el proceso para el Bien, aquellos que se identifican con su alma material más baja no experimentarán su ley como una liberación. En vez de ello, permanecerán atrapados la fatalidad. Esto lo reitera otro portavoz, usualmente olvidado, de la práctica de la adivinación: el neoplatónico . parafraseó su poco después de completar el , y fue claramente influido por los argumentos filosóficos de sobre las prácticas rituales de la teurgia. El tratado de sobre la naturaleza de la religión egipcia, caldea y asiria, busca penetrar en la esencia de la adivinación, en el contexto de una respuesta a la crítica del seguidor de , . , dice ,
. Para este fin pueden usarse ritual y simbólicamente todos los aspectos del cosmos material e inmaterial, a fin de permitir que el alma humana se de nuevo a la divina condición omnisiciente, de la cual una vez disfrutó, antes de su descenso al mundo material. A diferencia de , para quien el alma ya era una con los dioses, reconocía la necesidad de que el alma encarnada empleara su misma situación de encarnación para iniciar un reascenso. Para esto necesitaba la ayuda de los dioses, y esta sólo estaría disponible una vez que el teúrgo se comprometiera activamente en el proceso de desprenderse de sus modos habituales y enquistados de pensamiento conceptual para ponerse en
contacto con . A este conocimiento innato lo traduce como , y se demora largamente en sus implicaciones . Lo ve como un contacto pre-eminente, intuitivo, experimentado en el nivel más profundo del ser, muy diferente de cualquier actividad mental conceptual , como dice . La conjetura, la opinión y el razonamiento lógico jamás conducirán a darse cuenta de la propia divinidad, sino más bien, es . Así las imágenes, las oraciones, invocaciones, talismanes -en cualquier uso ritual apropiado para la condición particular del individuo, pueden todos ellos contribuir al proceso de re alinear su alma. Es importante entender que la adivinación no se origina en las energías usadas en la vida diaria, o en construcciones humanas o en la ingenuidad. Más bien la devoción, intención y deseo del operador permite que un poder superior el ritual y le imparta su autoridad. En otras palabras, los seres humanos pueden participar de la a través de sus propios esfuerzos. No tiene sentido, dice a su crítico , intentar entender estas cosas desde una perspectiva humana - porque aún sostener que inmediatamente lo aleja a uno de ellos . La teurgia se aleja de la de la discusión dialéctica y del supuesto de que la adivinación puede analizarse teóricamente, hacia un acto creativo de participación. La astrología, para , deviene tal acto, un acto de volverse consciente de las fuerzas cósmicas operando en los niveles inferiores del ser, . Pues sólo entonces puede la libre voluntad, alineada con la divina providencia, comprender la esencial bondad e integridad de todos los poderes celestiales y liberarse de la identificación con el límite, la pasión y el miedo. Cuando hayamos logrado esta condición, sugiere que la y el ya no se requerirán -los rituales, las técnicas, las imágenes pueden dejarse atrás Pero la mayoría de la gente no ha alcanzado este estadio, y pareciera que con esto en mente nos presenta en los primeros pasos en el cultivo de la -implícita en un sistema plenamente elaborado de magia . Usando el cosmos animado de como una estructura filosófica, y remitiéndose a fuentes herméticas, pitagóricas, platónicas, árabes y cristianas, afirma que hay una manera de lograr el equilibrio físico y psicológico usando habilidades técnicas (sean médicas, astrológicas o musicales) para reconocer y contactar con los poderes ocultos pero naturales del universo, desde minerales a las estrellas, hasta los movimiento inmateriales de la Mente. En la magia de , esto puede hacerse confiando en la imaginación como órgano de percepción del alma. en tanto que cristiano, anda con cuidado -la adivinación de ha devenido ahora magia natural, los dioses son espíritus planetarios; pero sus dones son por los mismos procesos teúrgicos de resonancia simpática con el espíritu humano refinado (podemos advertir que sugiere, pero no se atreve a afirmar, que pueden también descender de la misma)
El mago, dice , es aquél que usa su conocimiento de las correspondencias astrológicas para confeccionar un remedio, una imagen o cantar una invocación en un momento particular en que el cosmos se alinea con la actividad; de hecho, dice, . Mediante el ritual apropiado, el espíritu humano se alinea con el espíritu planetario y entonces natural y automáticamente recibe los dones de ese planeta en tanto vibran en simpatía, como dos cuerdas de un laúd. Esto no es el resultado de invocar o adorar demonios, sino de la purificación espiritual. dice
. El mago sabe preparar un vehículo material como para con los poderes ocultos del cosmos, ya sea cincelando una imagen, mezclando una poción o afinando el sonido; y como el adivino, hace esto con el expreso propósito de conocer la parte que ha de desempeñar en la creación. También como el adivino, el contenedor ritual debe perfeccionarse antes de que acaezca el alineamiento. Así, la estructura astrológica de es específica y sus instrucciones técnicas -no sólo se debe estudiar la naturaleza de los planetas, sino poder calcular sus movimientos y observar sus configuraciones. Pero apropiarse activamente del significado de un planeta o estrella como imagen simbólica -esto es, percibirlo como una presencia dinámica- requiere algo más, y al igual que , continuamente remite al lector a los medios por los cuales puede experimentar una profundización de su percepción: de hecho, mediante un acto deliberado de elección, seguido por la enfoque del deseo:
No hay área de la vida que no pueda enriquecerse no sólo reconociendo sino también actuando en congruencia con los movimientos continuos de los cielos, si se desea, y la misma palabra deseo, del latín (“de la estrella”) evoca una conexión inextricable entre el anhelo humano y el cosmos Es desde esta base que fue capaz de mirar su propio horóscopo y transformar efectivamente su interpretación tradicional. El planeta maléfico Saturno, colocado sobre su Ascendente, indicaría normalmente, nos dice, una vida . Pero el dios Saturno, aspirando al reino inteligible del conocimiento divino, prometería algo muy diferente. Ha y es propicio a aquellos que han dejado de lado
una vida ordinaria, mundana, prefiriendo un recogimiento contemplativo de asuntos divinos . En otras palabras, la experiencia de Saturno dependería del correspondiente nivel de identificación del individuo con la materia. Mientras más se libere de lo literal, menos estará el alma limitada por definiciones. Paradójicamente, descubrió que entrando en las profundidades de su melancolía, comenzaba a transformarse en algo más. Debía ser así, porque la libertad humana de voluntad e iniciativa, para los platónicos, significaba seguir el propio destino voluntariamente permitiendo que los dioses anuncien su verdadera naturaleza. Como escribió a
. Creo que podemos comenzar a darnos cuenta de que lo que entendemos por un enfoque tiene muy poco que ver con la visión unificadora de la imaginación creativa de . , para la mente pre-moderna, no puede divorciarse del estudio de las últimas verdades metafísicas, y así sólo puede ser una preparación para la unión mística. En este sentido, el es un científico, en tanto investiga las leyes ocultas del cosmos, aprehende las correspondencias entre todas las cosas, y busca entender el mundo desde la perspectiva del Creador mismo. Pero también es un adivino, en tanto hace esto a través de la acción, perfeccionando las técnicas y rituales que puedan conducirle al nivel más profundo de intuición requerido para cosechar dones divinos. Muy temprano en su carrera asoció juguetonamente el canto de un con el don o beneficio de su patrono , y esto es sólo un ejemplo entre varios de su capacidad natural para y encontrar un sentido significativo en la coincidencia de los acontecimientos . La astrología para sólo podía justificarse si se usaba de esta manera, si su trama de técnicas y la realidad física de sus símbolos proporcionaban el ritual para que el alma humana se libere de las limitaciones de una conciencia material, y comience a conocerse como una imagen de Dios. Entonces la astrología está al servicio de la filosofía, y deviene en verdad para la actividad primaria de su . En el santuario más íntimo de la , dice, . La astrología, para , es en verdad una metáfora poética -pero se ha transformado de endeble superstición de los condenada en la en vehículo para la profundización de la conciencia humana. En ninguna parte se ilustra mejor que en una de sus últimas obras, el , donde los niveles de realidad literal y simbólica son puestos juntos en una conjunción triunfal de astronomía y astrología, filosofía y poesía, lo divino y lo humano, a fin de producir una captación verdaderamente angélica de la unidad. El científico y el adivino son uno.
, ed. P.O. Kristeller, 2 vols. (Florence, 1949), vol. 2,
pp.11-76 [de ahora en adelante, Supp. Fic.]; Ver también , trad. School of Economic Science, vol.3 (London, 1981), pp.63-64, 75-77 [a partir de ahora, Letters]. Supp. Fic. p.43; también p. 68 donde
repite
Ibid., p.37. Ibid., p.34. Ver Letters, vol. 5 (London, 1994), pp.15-19:
(p.15). Ver por ejemplo Letters, vol.1 (London, 1975), pp.196-8; vol.2 (London, 1978), pp.15- 16,30, 31-2, 33-4; vol.3 pp.32-48, 50-51; vol.4 (London, 1988), pp.60-3. ,
(Basle, 1576), p.958 [a partir de ahora, Op.om.].
Ver , , , 2 vols. ed. G. Garfagnini (Florence, 1986), pp.341-2; C.Kaske, Marsilio Ficino e il Ritorni de Platone, pp.372, ref.2; 376; L.Thorndike, , 8 vols. (New York, 1923-58), vol.IV, p.572; J.Hankins, (Leiden & New York, 1991), p.282. Para una consideración más equilibrada de las ideas astrológicas de ver , , Renaissance Quarterly, no. 42, 1990, pp.687-708. Ver la carta de pp.44-7; , (Aldershot , 1995), VII, pp.171-82. ,
, Letters, vol.5, Plato's Third Eye
, ed. G.P.Goold (Cambridge, Mass.1980) I.2
Ver también , (Harmondsworth, 1994), ch.5, pp.86-105. Ver , , cuestión 95, artículos 1,3,5.
, II.2, '
, , S.T., II.2, cuestión 95, art.5.
, ii.17, citado en
Letters, vol.3, pp.48-9 Ibid., pp.75-6. Supp.Fic., II, p.49. M. Ficino, Op.om., p.1626. Sobre las estrellas como signos en lugar de causas, ver la carta de , Letters, vol.6 (London, 1999), pp.23-31.
al
Por supuesto, es una gran simplificación hacer una distinción histórica entre modos de la práctica astrológica en el mundo antiguo, pero en términos generales es justo decir que la astrología oficial comienzó a moverse en una dirección diferente bajo la influencia de la Academia Griega. Ver , naturaleza del augurio y la katarche. Op.om., p.1537; sobre Letters, vol.1, p.55.;
, ch.7, pp.135-152, sobre la
como platónico desde su juventud, ver
,
, ver (Leiden & New York,1991), pp.271-8.
Op.om., p.1129. Sobre la interpretación de , X, pp.444-8; J. Hankins, p.356.
del en
como un texto sagrado, ver (Aldershot, 1995),
La traducción latina de del in Op.om., pp.1836-57 [de aquí en adelante C.H.]. En el Prefacio da la genealogía de la Teología Antigua como , , , , , . Más tarde quitaría a y añadiría a antes de en el de 1469, 1,17 y 26). Acerca de los orígenes y el significado de la genealogía, ver , (Florence, 1998), pp.24-32. señala que ( in XII, pp.38-9). Sobre los elementos egipcios en el C.H. ver
, , , '
Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, no.56, 1-24. , Prefacio al C.H., traducido por B. Copenhaver, Hermetica (Cambridge, 1992), p.xlviii. C.H., I.13, traducido por (London, 1999).
,
,
,
Ibid., I.22-23. Ibid., XII.19. , Traducido en
,
, ed. R. Marcel (Paris, 1964), vol.II, p.276. (London, 1970), vol.II, p.496.
, 40 (translated B. Copenhaver, Hermetica). Op.om., pp.234-5. Ver
,
, Supplementum Festivum: Studies in Honour of P.O. Kristeller, ed.J. Hankins, (Binghamton, New York, 1987), pp.279-98. , , Op.om., p.1537 (traducción no publicada anteriormente, por la School of Economic Science). Traducido C. Kaske and 1989). ,
,
,
(Binghamton,
, II.3.7, trad. S. MacKenna (London, 1962).
Ibid., II.3.7. Ibid., I.6.8. trad-.
,
(Cambridge, Mass. 1981) vol.1.
, , 101,15-21 [de aquí en adelante D.M.]; esta cita traducida por , (Pennsylvania Univ. Press, 1995), p.233. , D.M., 7,13-14, traducido por Somerset 1999) Ver
, (1818, reimpresión Frome,
, vol.6, 1994, pp.149-72. La versión de encuentra en Op.om., pp.1873-1908.
de D. M. se
D.M., 7,13-15. Ibid., 96,15-18. Ver también pp.81-7, and ch.14,
, ch. 7, pp.153-61.
Ibid., 7,12-13. El tratado de fue escrito en respuesta a la carta de cuestionando la legitimidad y eficacia de las prácticas teúrgicas. Ibid., 97,4; 276,14-17. Traducido como , pp.242-393.
in
and
ibid., 3.XXVI, p.391 Ibid., 3.XII, p.305. Ibid., 3.XXI, p.361. Ibid., 3.II, p.255. Por ejemplo
dice: ibid., 3.XX, p.353.
Ibid., 3.II, p.251. Ibid., 3.XXII, p.365. Letters, vol. 2, p.34. Sup.Fic., II, pp.87-8. , publicada de School of Economic Science). Op.om., pp.965-75, traducida por & , in Sphinx, 6, pp.124-148.
, Op.om., p.1130 (traducción no
,
,
,
Angela Voss trad. Enrique Eskenazi