ALPHONSE De Wajdi Mouawad VOZ EN LA OSCURIDAD Cuando eres chico Estás muy mal informado. Entonces imaginas. Más tarde, Imaginar se vuelve algo complicado Entonces te informas Entonces te vuelves grande. Y no hay nada de malo en eso. Es el orden de las cosas. Y las cosas están bien bien hechas Ya Ya que nos impiden regresar regresar hacia atrás atrás Lo cual está muy bien Y las cosas están bien bien hechas Ya Ya que nos impiden regresar regresar hacia atrás atrás Lo cual está muy bien orque, !i por alguna remota posibilidad del a"ar, #n hombre cru"ara su camino con el ni$o que fue y si ambos se reconocieran reconocieran el uno al otro, se derrumbar%an derrumbar%an hasta el suelo, el hombre de desesperaci&n, el ni$o de pavor.
LA FAMILIA DE ALPHONSE 'engo 'engo un hermano hermano peque$o. !e llama (lphonse. (lphonse es un ni$o valiente) Los o*os verdes, la mirada recta. En la calle, cuando camina, no se hace notar. +o quiere hacerse notar. +o puede hacerse notar. notar. +o es de los que hacen que las cabe"as volteen. Esta noche, (lphonse no ha regresado regresado de la escuela. Mi madre está sentada en la sala, su te*ido al lado. Mi padre fuma frente a la ventana abierta hacia la noche, Mi hermana duerme pero en realidad -nge Y yo, sentado en la cocina, me me inquieto por (lphonse. (lphonse. /0&nde estará ese1
ero ero si no le hubiera pasado nada, habr%a llamado, e2clam& la mu*er de la sala, el padre se volte& y le escupi& en la cara para callarla.
3l, el hombre, el padre, ya se hab%a dado por vencido. Es normal, sufr%a demasiado. 4aber traba*ado toda mi vida, como negro, gastado mi *uventud, gastado mi belle"a, mi gran elegancia, por mi familia. 5Y qu6 familia7 #na mu*er fea que te*e todo el tiempo, #na hi*a que sigue sin casarse, que nadie quiere, Y un hi*o ingrato, que se queda queda de pie frente a m% con la ce*a levantada y la boca torcida. Y el 8ltimo, el más chico, (lphonse, 0e quien tanto esperaba, 59ue se va7
LA FAMILIA DE ALPHONSE 'engo 'engo un hermano hermano peque$o. !e llama (lphonse. (lphonse es un ni$o valiente) Los o*os verdes, la mirada recta. En la calle, cuando camina, no se hace notar. +o quiere hacerse notar. +o puede hacerse notar. notar. +o es de los que hacen que las cabe"as volteen. Esta noche, (lphonse no ha regresado regresado de la escuela. Mi madre está sentada en la sala, su te*ido al lado. Mi padre fuma frente a la ventana abierta hacia la noche, Mi hermana duerme pero en realidad -nge Y yo, sentado en la cocina, me me inquieto por (lphonse. (lphonse. /0&nde estará ese1
ero ero si no le hubiera pasado nada, habr%a llamado, e2clam& la mu*er de la sala, el padre se volte& y le escupi& en la cara para callarla.
3l, el hombre, el padre, ya se hab%a dado por vencido. Es normal, sufr%a demasiado. 4aber traba*ado toda mi vida, como negro, gastado mi *uventud, gastado mi belle"a, mi gran elegancia, por mi familia. 5Y qu6 familia7 #na mu*er fea que te*e todo el tiempo, #na hi*a que sigue sin casarse, que nadie quiere, Y un hi*o ingrato, que se queda queda de pie frente a m% con la ce*a levantada y la boca torcida. Y el 8ltimo, el más chico, (lphonse, 0e quien tanto esperaba, 59ue se va7
9ui6n sabe a d&nde. 5/ero qu6 he hecho con mi vida17 5/or 5/or qu6 no me hice caso desde el principio71 :5+o estás hecho para tener una familia, y ya;7 5Y ya7 5'u 5'u hi*o, el más chico, acaba de desaparecer7 desaparecer7 5Lo comprendo, yo hubiera hecho lo mismo7 La verdad es que (lphonse iba caminando por el campo, pero de eso no deber%amos enterarnos sino hasta despu6s. ( m% me cae bien (lphonse. Me escucha cuando hablo, y cuando hay que ayudar siempre está ah%. /0&nde está1 /or qu6 no ha vuelto1... 0ios m%o< 0ios m%o< estoy cansada, soy una mu*er a la que no le han dado nada. Mi hi*a llora en su cama, mi hi*o, el mayor, debe de estar leyendo en la cocina 5a ese le vale todo7 y mi marido, un hombre antes tan guapo, ahora tan solo en la vida, 6l, que era tan fuerte, ahora tiene que estarse agarrando del marco de las puertas para no caerse. 5Y además anuncian que ma$ana va a hacer un d%a muy fr%o7 5Y (lphonse, que no se llev& su su6ter7 9ue no se me olvide comprar queso para ma$ana. +o habrá que rega$ar a (lphonse. 4abrá que entender por qu6 se fue. 5Eso es7
En su cama, la hermana estaba llorando. !e hab%a echado una o dos oraciones, /pero de qu6 sirvi&1 (lphonse no regresará. regresará. Estaba acostumbrada a ocuparse de 6l, de peque$o lo llevaba de paseo, lo ba$aba, le daba peque$os regalos. Era su hermanito. 0e noche, cuando 6l se despertaba ella tambi6n se despertaba, movida por un formidable sentimiento de protecci&n.
(lphonse, /ad&nde vas1 Le preguntaba yo cada ve", =oy a tomarme un vaso de agua /quieres que vaya a tra6rtelo1 +o, gracias hermana, voy a ir yo mismo> para estirar las piernas. !iempre me dec%a lo mismo) 5para estirar las piernas7 ero yo, s6 que era para ir a la alacena y atascarse de galletas de chocolate. 0e hecho, la verdadera ra"&n que lo hac%a levantarse era otra.
LA VERDADERA RAZÓN QUE HACÍA LEVANTARSE A ALPHONSE A LA MITAD DE LA NOCHE (lphonse se levantaba cada noche para encontrarse, en el pasillo que llevaba a la cocina, con ierre?aul?@en6, un persona*e dulce, monocorde y que nunca se sorprend%a de nada. (lphonse era el 8nico que lo conoc%a. 0urante el recorrido del cuarto a la cocina, (lphonse y ierre?aul?@en6, ten%an tiempo de vivir mil aventuras en la oscuridad. ierre?aul?@en6 se le aparec%a siempre de noche porque fue en una terrible noche de tormenta en la que (lphonse se hab%a levantado para ir a tomar un vaso de agua, cuando se conocieron.
(lphonse se hab%a quedado aquella famosa noche sentado en su cama, con los o*os abiertos> la oscuridad alrededor de 6l le sacaba la lengua, su hermano, en la cama vecina, dorm%a un sue$o profundo y parec%a muy preocupado por asuntos misteriosos a los que nadie ten%a acceso.
Las cortinas cerradas pintaban el cuarto de un negro espeso como mermelada. La tormenta era espl6ndida. (lphonse ten%a mucha sed. ( lo le*os, la cocina. Muy le*os la cocina. Entre ella y (lphonse, el pasillo, y en el pasillo todo pod%a suceder. orque primero ten%a que atravesarlo antes de alcan"ar el interruptor y prender la lu". El pasillo. Ese pasillo fr%o, que daba a una sala sin fondo, un comedor que hac%a digesti&n con grandes sonidos de madera rechinando. La pi*ama de (lphonse era demasiado grande, demasiado larga. !alir de su cama era impensable en tales condiciones. ero ten%a tanta sed y el agua deb%a de estar tan fresca en la *arra.
!u hermano en la cama vecina se volte&> despertarlo pondr%a, sin duda, en peligro sus asuntos internos. El pasillo frunc%a las ce*as. (lphonse estaba aterrori"ado. Y (lphonse sab%a muy bien que le era imposible despertar a su madre> sin duda se eno*ar%a y eso ser%a terrible. (lphonse, ya no eres un ni$o le hab%a dicho la 8ltima ve". ero ahora eran tan inaguantables las ganas que la horrible sed le causaba, que le part%an la garganta, hi"o que se olvidara de su miedo por un instante y eso lo empu*& fuera de la cama. Cuando lleg& a la orilla del pasillo, era demasiado tarde para retroceder. La tormenta ca%a cada ve" más estrepitosamente, y el
pasillo, durante los rayos, se llenaba de persona*es s&rdidos, agachados, en lo ba*o de la pared> el piso era ine2istente y la ca%da al vac%o, inevitable. Y es ah%, s%, ah%, durante un rayo, que (lphonse pudo ver, del otro lado del pasillo, a un ni$o que lo observaba. 5(lphonse7 crey& o%r en medio de la tormenta /9ui6n eres1 5!oy ierre?aul?@en67 #n ni$o dulce, monocorde y nunca me sorprendo de nada. =ine a vivir en tu cabe"a. (lphonse. 0e ahora en adelante te levantarás sin miedo a mitad de la noche y sin miedo atravesarás el pasillo para ir a tomar tu vaso de agua porque siempre estar6 ah%. Y eso fue todo. Esa noche, cuando volvi& a acostarse, (lphonse so$& con ierre?aul? @en6< !ue$os e2tra$os, e2tra$os, e2tra$os<
ierre?aul?@en6 estaba sentado al pie de un edi-cio. #nos ni$os *ugaban tranquilamente a la sombra de los brontosaurios que trotaban alegremente sobre el pasto. El viento soplaba sobre la lluvia que ca%a. ierre?aul?@en6 estaba feli". ero, poco a poco, la lluvia se calm& ante el viento que se levantaba e hi"o que se replegara. La lu" del d%a se descompuso hasta el silencio, los ni$os hab%an desaparecido y los brontosaurios practicaban la levitaci&n. 0e repente, succionado por una aspiradora gigantesca salida de las nubes algodonadas, ierre?aul?@en6 se encontr& dentro de un tubo que ol%a a mariscos y a salchicha seca y que lo *alaba a gran velocidad. ierre?aul?@en6 crey& que se acercaba el -n del mundo y encontr& entonces in8til gritar, ya que era un ni$o dulce, monocorde y que nunca se asombraba de nada. Auard& el silencio más absoluto y se de*& llevar al vac%o, luego sinti& que su velocidad iba ba*ando hasta que aterri"& sobre un piso de madera. (h% hab%a cinco foquitos que alumbraban la oscuridad, esa vie*a princesa venida a menos por tanto asustar a los ni$os. ierre?aul?@en6 tom& entonces la iniciativa de *ugar al tradicional) 4ola, /hay alguien aqu%1 !%, hay alguien, se le contest&. !oy !aball&n I=, tu rey, y te he escogido para una misi&n. !in embargo ierre?aul?@en6 no hab%a hecho nada. ero !aball&n I= prosigui&.
!%, esta misi&n es primordial, ierre?aul?@en6, para la supervivencia de los ni$os de nuestro pa%s, porque 5ya no hay pasteles, todos los pasteleros han desaparecido, unos están muertos, a otros se los comi& el enemigo y el resto se han transformado en palomitas de ma%"7 ierre?aul?@en6 a pesar de ser un ni$o dulce, monocorde y que nunca se asombraba de nada, s% se sorprendi& un poco. /+o más pasteles1 0i*o 5+o7 5Chin7
/( d&nde vamos a parar1 La gente ya no cree en los milagros. 5Los pasteleros desaparecidos7 La situaci&n es cr%tica. ierre?aul @en6, debes ir a !an astelburgo, ese territorio salva*e poblado de leyendas y de trampas. (llá, debes encontrar las recetas de los pasteles que se llevaron los pasteleros y traerlos de vuelta aqu%. =e ierre?aul?@en6, debes ir a !an astelburgo. =e. 0ebes cuidarte mucho del infame Blupan) El pr%ncipe de los golosos que lo son demasiado. =e ierre? aul?@en6, ve, ve, ve te digo, debes ir a !an astelburgo, debes de llegar allá, ve, ve ierre?aul?@en6, ve, ve< 5!%, s%, está bien, ya entend%7 =e, corre, vuela y no te olvides de nosotros.
!aball&n I= abri& entonces la gran aspiradora que era y ierre?aul? @en6 sali&. El paisa*e en el cual se encontr& era de lo más inde-nido. El cielo cambiaba del blanco al a"ul> como los árboles ya no sab%an en qu6 temporada estaban, perd%an sus ho*as para que otras volvieran a nacer en sus ramas, el mar desembocaba en el desierto y el desierto en el viento y el viento se multiplicaba en los tallos de las ores que se abr%an y se cerraban sin cesar. ierre?aul?@en6 ante tanta indecisi&n, sinti& que 6sta lo invad%a. Ya no sab%a qu6 pie poner primero para iniciar su via*e ni qu6 direcci&n tomar.
'engo que tomar una decisi&n, pens&.
LA FAMILIA DE ALPHONSE AVISA A LA POLICÍA El hermano, siempre en la cocina se repet%a sin cesar y en silencio, que s%, tal ve" le hab%a pasado algo a (lphonse, y entonces 5ser%a terrible7 Y si lo raptaron, secuestraron, s%, llevado por persona*es l8gubres, incluso violado, 5ma$ana encontraremos su cuerpo en el r%o7 Llamemos a la polic%a. =amos a esperar un poco más, grit& el padre desde su ventana. Ya son las doce y media de la noche, papá. Entonces llama, 5llama7 Ya veremos.
(lphonse segu%a caminando por un camino en medio del campo. Era de noche. Los árboles, de cada lado del camino, le abr%an los bra"os. Con la historia de ierre?aul?@en6 en la cabe"a, dedicaba totalmente su imaginaci&n a sacar a su h6roe de esas situaciones descabelladas. 5+o era fácil inventar una historia as%7 !e dec%a (lphonse.
Claro, un ni$o que no regresa a casa de noche, 5es tan poco com8n7 59u6 quieren que se haga7 !e espera un poco, y al d%a siguiente todas las estaciones de polic%a de la capital tienen su foto, eso es todo, y luego se sigue esperando. La gente nos pide milagros. /C&mo se llama1 /(lphonse1 (h, s%< s%< ya veremos. Yo me llamo =%ctor, soy inspector de la polic%a, ma$ana voy a ir a hacer una peque$a investigaci&n, para tratar de entender.
La foto de (lphonse sobre su escritorio, =%ctor la miraba distra%do. =%ctor es un muy buen polic%a. (fable y comprensivo. !e lo agrade"co. (lphonse< or una ve" que no me tocaba una sabandi*a< 5(lphonse7 5!e trata de encontrarlo ahora7
Duenos d%as. Yo me llamo Branois, el vecino de la familia de (lphonse. 5Escuch6 a trav6s del muro que (lphonse todav%a no regresa7 (s% es, no duermo mucho de noche> a veces, cuando mi mu*er ya está dormida, las ganas de un cigarro me hacen salir. 0oy vueltas alrededor de la casa. Bumo. La gente duerme. Está bien. #na ve" el cigarro acabado, me vuelvo a meter. En la casa los ni$os sue$an.
!%. !oy Branois, el vecino. +uestros muros son comunes. 0e noche, cuando vuelvo de mi peque$o paseo, a veces me meto de nuevo a la cama. ero es raro. En la sala hay un sofá c&modo en el cual me es fácil volverme a dormir.
(lphonse, lo cono"co un poco, nos cru"amos a veces en el pasillo, frente al elevador. 4ablamos un poco. Duenos d%as, (lphonse. Duenos d%as, Branois. Y ya está. obre (lphonse. Cuando lo encuentren, querrán saber por qu6 se fue, le van a pedir e2plicaciones. obre muchacho. Las cosas se complican a partir del momento en que hay que e2plicarse, porque e2plicarse es *usti-carse, y *usti-carse es el -n. !u desaparici&n me de*a despavorido. +o puedo a-rmar nada, pero algo se está tramando a mis espaldas. Los indicios de esta revoluci&n e2traordinaria son muchos y saltan a la vista. 'odav%a ayer se vio a un ni$o sonámbulo que caminaba sobre los techos de las casas, con un gato en sus bra"os. (lphonse ha desaparecido. 'odo el mundo de lo invisible nos habla a trav6s de esa fuga. ero, /qui6n sabe leer el lengua*e de lo invisible1
SE INFORMAN EN LA ESCUELA DE ALPHONSE (lphonse es un ni$o muy e2tra$o. #n poco tocado< s%, tocado, en el sentido cl%nico del t6rmino, claro. Es un caso patol&gico bastante recurrente en mi profesi&n de conse*era psicosocial de los *&venes. La psicolog%a infantil de*a muy pocas sorpresas para un m6dico e2perimentado como yo. #n ni$o ha desaparecido. Dueno, se puede entender la inquietud de los padres, pero es una etapa de la adolescencia el querer fugarse. (lgunos lo hacen, otros no, pero todos lo pensaron en un momento u otro. /Estoy en lo correcto, estimado colega1
!%, s%, si usted lo dice< bueno, entonces yo me presento, ya que hay que presentarse< soy su maestro de espa$ol< el se$or Aayaud y acaban de llamarme porque soy su maestro principal, es decir, el titular de su sal&n> miren, para nada s6 donde está (lphonse< y además me vale un poco< !aben, el o-cio de maestro es muy dif%cil, hay que contestar las preguntas de los alumnos, saberlo todo, y luego la presi&n de los padres, y entonces, 5bum, un ni$o desaparece y me llaman a m%7 /9u6 quieren que les diga<1 'odo esto es a la larga muy cansado. (lphonse< debe de estar haciendo estupideces con su cuate, si quiere saber mi opini&n.
(mbos fumaron en silencio sus cigarros y luego entraron en el sal&n de clases donde todos los alumnos estaban sentados. El director estaba ah%, as% como el prefecto de los salones de los más chicos.
Yo me llamo Le&n, estoy en el mismo sal&n que (lphonse. 5Espera, todav%a no termino7... Yo soy (lberto. Yo tambi6n estoy en el mismo sal&n que (lphonse 5no solo está Le&n7. Es que nos di*eron que (lphonse hab%a desaparecido y que quer%an saber lo que le hab%a pasado. Lo que nosotros pensábamos, pues. 5Fye, espera, todav%a no ter< 5Yo me llamo (rnaud7 5Yo tambi6n estoy en el mismo sal&n que (lphonse7 (l director, al se$or Aayaud y al psic&logo les di*e lo que pienso de (lphonse. 9ue no le hablaba muy a menudo, pero que no me molestaba cuando no me hablaba. 5Cierra el pico, (rnaud7 Yo soy @oberto, el más fuerte del sal&n. En deportes, todo el mundo me quiere en su equipo, (lphonse era más bien enclenque. ( m% me cae bien (lphonse. Es buen%simo para las canicas y yo para el deporte>
ten%amos puntos en com8n. Entonces mi pregunta, se$or director, es 6sta) /!e muri&, el (lphonse1
+o lo creemos. !u compa$ero seguramente se perdi&> pero, /qui6n, aqu%, es el que lo conoce me*or, o lo ve%a más seguido1 Gules se volte&. Yo creo que es con Halter con qui6n (lphonse se llevaba me*or. /0&nde está Halter1 regunt& el director. El se$or Aayaud se inclin& y le di*o que Halter no hab%a venido hoy porque estaba muy enfermo. 5ues habr%a que llamar a Halter y sabremos d&nde está (lphonse, eso es7 Concluy& el vie*o director al salir.
WALTER EL AMI!O DE ALPHONSE Halter y (lphonse se conocieron un d%a. +adie se acuerda d&nde ni c&mo. Cuentan que ocurri& simplemente. 4ola, yo soy Halter. ( m% me dicen (lphonse. Y eso fue todo. Halter le regalaba galletas a (lphonse, y a (lphonse ganaba a las canicas y compart%a todo con Halter.
+o se sab%a de d&nde ven%a (lphonse. #n d%a lo vi llegar doblando la esquina. 'en%a una mirada muy dulce. +o era muy bueno para la gramática, y cuando no sab%a qu6 contestar se contentaba con levantar la barbilla y mirar hacia lo que parec%a ser el vac%o. Yo soy Halter, (lphonse era mi me*or amigo. +o s6 lo que pas& desde entonces, pero bueno a (lphonse lo sigo queriendo. 5(lphonse es tan maravilloso7 Guega a las canicas y, hay que decirlo, es tremendo para las canicas. #na verdadera catástrofe para los demás ni$os. ero a (lphonse no le gusta pelear y cuando la cosa se pone dif%cil, no solamente nunca duda en devolver las canicas que acaba de ganar sino tambi6n discretamente da las suyas sonriendo, y siempre levanta la barbilla y mira un largo rato los techos de las casas donde, de ve" en cuando, se puede ver ropa secándose al sol. (ntes, cuando a8n hablaba durante la ma$ana, nos *untábamos para caminar a la escuela> yo cargaba su mochila y (lphonse en un impulso matutino se lan"aba a contarme los relatos de sus aventuras nocturnas. !us aventuras nocturnas, s%, c&mo no< y la verdad, yo le cre%a. Le cre% durante mucho tiempo, cuando me contaba sus historias. 5!%, vie*o, fue tremendo7 Me dec%a siempre al empe"ar. /5(h, s%51 5Cuenta7 Y entonces, se arrancaba. Y hoy que les estoy hablando, incluso sospecho que inventaba mientras hablaba. Entonces dec%a, esta noche, vie*o, esta noche sucedi& una cosa terrible, 5s%7 erseguido como lo estaba siendo por tres tipos, tuve que ir a aquel e2tremo de la ciudad donde los barcos se guardan durante el invierno. +o puede ser. 'e lo *uro, mi vie*o Halter. 5!%7 5Cre% reventar7 5'e lo *uro7, /sabes1, no soy tonto, me di*e, 5(lphonse, tienes que perderlos7 5Entonces entr6 en un barco y ah%, en los barcos, hab%a muchos marineros acostados que dorm%an7 #no se despert&, tatuado hasta los dientes. Los tipos
llegaron, y ah% 5a pelear7 5#na pelea tremenda7 5Yo los de*6 peleándose y me fui, en la noche, me qued6 dormido en el metro7 5+o puede ser7 Y ten%a o*eras, yo le cre%a y me inquietaba. Me hab%a hecho *urar no decir nada a nadie. Me hab%a compartido su secreto. Y yo le cre%a. 4oy d%a, s6 que eran puros cuentos. ero bueno, as% era. +o dorm%a de noche para encontrar una historia incre%ble que contarme en la ma$ana. Y yo le preguntaba siempre) (lphonse, chin, /qu6 te pasa, por qu6 te paseas as% durante la noche1 0e noche, Halter, hay luces que solo se apagan al amanecer. (h% están, de pie a la mitad de la noche. =entanas de lu". 0el otro lado de la lu", cosas. Aente tambi6n, sin duda. ero a m%, las cosas y la gente nunca me han interesado realmente> estaban esas luces, eso era su-ciente. !iempre será su-ciente. Halter, un d%a te llevar6 a la noche> vendrás conmigo> y entonces iremos a perdernos, t8 y yo nos perderemos con el placer de saber que todos duermen. 'odos. 'odos. +os cru"aremos con el lechero que entrega su leche. +os la dará gratis, y la tomaremos. 0e noche, la leche es tan rica. Bresca. 0e noche todo es tan diferente) +o hay su-ciente lu" para ver hasta d&nde terminan los árboles> todo se acopla con la noche) los edi-cios, la gente, las gr8as mecánicas que se presienten por el olor de su metal, todos suben hacia ella y la abra"an, la acarician, por eso el amor, Halter, ante todo es de noche. !%, porque como ella, todo se pierde en nosotros y nos volvemos más grandes, más bellos, más generosos que nuestro propio cuerpo. 0e noche, Halter, solo está la luna anaran*ada que se desli"a por los barrotes de la ventana y se esparce suavemente sobre pan"as calientes. La noche te moldea, Halter. !%, no puedes ver a il&metros a la redonda como en pleno d%a, no, Halter, de noche te apegas, por miedo, a las cosas que tienes a tu alrededor, y mientras más negra est6 la noche, más podrás ver en ti, Halter, porque quedas como lo 8nico que se puede ver. Halter, me gusta la noche y la gente que la habita. #n d%a vendrás conmigo y verás.
LA INVESTI!ACIÓN DE VÍCTOR EN CASA DE ALPHONSE (lphonse, lo di*e al empe"ar, es mi hermano menor. Guntos, cuando mis padres ya se hab%an acostado, nos quedábamos a veces en la cocina para hablarnos, cuchicheando, y ah%, a pesar de mis e2ámenes del d%a siguiente, nos quedábamos hasta las tres de la ma$ana. /!erá necesario, hermano, vivir en culturas diferentes para entender que uno solo busca ser amado1 5(lphonse7 5Mis e2ámenes7 En cualquier cultura y en cualquier generaci&n, se toman desv%os y maneras, pone uno torpemente sus peque$as trampas, e intentamos re%r y llorar. 5(lphonse, tengo que acostarme7 La desesperan"a, hermano m%o, /no será la enfermedad mortal1 Entonces me callaba y nos quedábamos hablando hasta la ma$ana. 4asta la felicidad. (lphonse, mi peque$o hermano, pienso que lo que uno quiere en el fondo es ser tranquili"ado, de cualquier manera. 'ienes ra"&n. Le gustaba mucho darme la ra"&n Caminar todo recto es un combate, le hab%a dicho una noche. 5'ienes ra"&n, tienes ra"&n7 5Combate7 !%, caminar todo recto es un combate. #n combate incre%ble. (lphonse se entusiasmaba fácilmente 5!%7 5Caminar, hermano, hay que caminar7
/'en%a novia1 regunt& =%ctor. #sted sabe se$or Inspector, somos una familia respetable, mi marido se gana la vida honestamente y mi hi*o, del que habla es un ni$o muy inteligente< no somos unos desvergon"ados. Muy bien, se$ora, muy bien. =amos a esperar un poco más. Ya van tres d%as que esperamos, e2clam& el padre que se levant& y sali& del cuarto. La madre volvi& a llorar murmurando, pero /c&mo se le ocurri& a (lphonse1 El hermano se qued& de pie y la hermana se qued& con las manos sobre las rodillas, la cabe"a inclinada. El sol
brillaba y se pon%a suavemente, todo naran*a, sobre la duela fresca de la cocina. =%ctor se levant& y sali& del departamento. 0ebe de ser el pánico en casa> deben estar muertos de preocupaci&n. Eso es lo que se dec%a (lphonse mientras avan"aba en s u camino en el campo, cuando de repente un timbre de tel6fono se escuch&. ierre?aul?@en6 se volte& bruscamente y busc& por todos lados alg8n tel6fono, pero estaban en el pleno llanto. +i una ho*a, ni una piedra y menos un enchufe. El timbre continuaba sonando lo su-cientemente como para no ser escuchado. erdido ante lo absurdo de la situaci&n, grit& por si acaso) /Dueno1 /ierre?aul?@en61 5!%, soy yo7 5=e al norte7 /9ui6n es usted1 !oy Blupan< Blupan el malo, Blupan el goloso< 5Blupan7 /9u6 es lo que quiere1 /Yo1... yo no quiero nada, hi*o, quiero tu bien, te indico el camino a seguir) !an astelburgo está al norte. Y por qu6 tendr%a que creerle, /eh1 orque es mi idea hacerte llegar hasta m%. Me paso el tiempo comiendo pasteles, un chico como t8 como aperitivo, ser%a suculento. 5Cállese7 /=es1 +o tienes ninguna oportunidad, mocoso, regresa a tu pueblo, vete antes de que te caiga encima. 5=áyase7 +o puedo irme, ya que no estoy ah%. 5Cuelgue7 5+o quiero, me divierto mucho7 Entonces soy yo el que va a colgar. :Clic;
5Enseguida el silencio7 !olo una nota de m8sica, el :L(; del tel6fono que pronto de*& su lugar a una vo" que repet%a con insistencia por favor cuelgue y vuelva a marcar, por favor cuelgue< ierre?aul?@en6 sigui& su camino hacia el norte, en direcci&n de la noche. Cuando la oscuridad se arrodill& sobre todo el campo, pudo ver una lu" cercana al hori"onte. Eran las torres de !an astelburgo. (quellas noches, en las que dorm%a cada ve" más cerca de su meta y cada ve" peor, ten%a sue$os terribles donde un Blupan terrible lo trasformaba, con una receta de pastel, en palomitas de ma%". !in hablar de los olores a natilla, a crema chantilly, a cubierta de chocolate que a veces llegaban a *ugar con sus narices.
LA FOTO DE ALPHONSE EN EL PERIÓDICO "EN CHIQUITO# 0esde hace unos d%as se pod%a ver la foto de (lphonse en los peri&dicos. En chiquito por el momento, el asunto a8n no era lo su-cientemente grave. Yo soy Gudith. (cabo de ver la foto. 9uer%a presentarme enseguida, porque pronto se va a hablar de m%.
LA INVESTI!ACIÓN DE VÍCTOR NO AVANZA PERO SE EM$ELLECE =%ctor es un inspector de polic%a, tranquilo y ponderado. Cuando sali& del departamento de (lphonse, encontr& a Branois que esperaba el elevador. Entonces usted es el vecino. !u hermana me di*o que usted lo quer%a mucho. !%, a veces hablábamos. /Y entonces1 !e$or polic%a, entienda bien. #sted está tratando con un so$ador. 5!%, es un ni$o7 robablemente ni 6l mismo conoce la ra"&n por la cual no regres& a su casa, y ahora ya no puede retroceder, porque sabe que todos van a querer saber por qu6 se fue. En efecto agreg& el inspector. #n *oven romántico. Mire, se$or inspector, yo no lo puedo ayudar. #n conse*o, entonces< usted lo conoci& bien. Ya que me pide un conse*o, le dir6 simplemente que para encontrar a (lphonse, hay que buscar en lo invisible. /9u6 es ese invisible del que me habla1 /C&mo se puede llegar ah%1 'al ve" le sirva, se$or inspector, esta historia que (lphonse me cont& una noche que nos encontramos en el camino. 4ab%amos regresado *untos, tranquilamente, y me cont& una historia que lo hab%a entusiasmado much%simo. /Cuál1 La historia de un paseo, la de un hombre e2tra$o que hab%a salido en busca de un ni$o salva*e> hab%a una monta$a y una tormenta, creo. Cu6nteme. Branois no recordaba perfectamente todos los detalles, pero yo que soy el narrador y no quisiera llenar su relato de dudas por afán de veracidad en la interpretaci&n que solo lo volver%a más pesado. (h% está entonces tal y c&mo fue contado a Branois por (lphonse.
#n hombre sali& desde temprano en la ma$ana por un camino del campo que iba a llevarlo al pie de la monta$a donde, dec%an, un ni$o salva*e, muy dulce, monocorde y que nunca se asombraba de nada, viv%a entre los lobos en una de las grutas del altiplano donde se elevaban árboles milenarios. El sol que se levantaba hac%a que el camino llorara y se llenara de espuma y de neblina que giraba sobre s% misma para aga"aparse me*or contra la tierra. Lo violeta se escurr%a hacia las llanuras y atrás la noche iba a perderse, allá del otro lado del hori"onte. El pueblo fue tragado completamente por lo opaco de la humedad, el viento soplaba ligeramente, una tormenta se preparaba. Cuando el hombre lleg& al pie de la monta$a, descans& un momento sobre una gran roca salida de las ra%ces de un árbol. La oscuridad, ocasionada por las nubes que persegu%an su lenta acumulaci&n, permit%a que se adivinara a lo le*os el parpadeo de una de las ventanas del pueblo. El hombre sigui& su camino. !u ascenso dur& toda la ma$ana y buena parte de la tarde> sin embargo, como no ten%a relo* y no pod%a remitirse a la posici&n del sol, poco a poco perdi& el sentido de la realidad> hasta lleg& a pensar que era de noche cuando, en el pueblo donde la neblina se levantaba, el relo* de la iglesia solo marcaba las ocho. Como los senderos se volv%an cada ve" más estrechos y la pendiente de la monta$a se hac%a cada ve" más pronunciada, el hombre tuvo que subir en "ig"ag. El cielo estaba ba*o, y pronto el hombre se perdi& dentro de una nube. !olo cuando perdi& totalmente el sentido de la orientaci&n, ya no supo si ba*aba o sub%a, y ten%a miedo de caer, de ser sorprendido por un animal, todo eso se me"cl& con un pánico atro" que proven%a seguramente de su instinto de supervivencia, instinto id6ntico al que puede habitar en el fondo de un animal cuando siente cercana la muerte, y -nalmente ya no pudo poner un pie frente a otro por culpa de la fatiga y del delirio> se desplom& en medio de los espinos y se durmi&. (l momento se escucharon los aullidos de los lobos. Branois detuvo su relato por un instante. !ac& un cigarro y le regal& uno a =%ctor. 0urante un largo rato se quedaron as%, en silencio, fumando. Eso no hará avan"ar mi investigaci&n, pero prosiga. Es tan raro que alguien me cuente una historia en este maldito traba*o. rosiga.
El hombre se despert& por el movimiento del cielo que se rela*aba. #nos rayos iluminaban el hori"onte relegando el d%a que intentaba levantarse a regiones crepusculares en las que se mor%a a cada trueno. El viento *ugaba con la lluvia lan"ándose y bailando con ella en una ronda enloquecida, levantando en el aire burbu*as de agua que tomaban por instantes la apariencia de una sombra furtiva que e2plotaba enseguida. 5=amos7 5=alor7 !e di*o el hombre. !olo es una tempestad. 'erminará por agotarse. Yo mismo terminar6 saliendo de esta. En dos d%as no quedará nada de ella. 'engo que seguir, sencillamente, trepándome siempre más alto. !igui& su ascenso. !e sosten%a de las ramitas que se le presentaban, y cuando distingui& hacia lo alto una masa oscura que formaban los árboles que viv%an sobre esta monta$a, volvi& a tomar valor. ero fue al pasar una peque$a nube que el hombre vio a los lobos por primera ve". Eran cuatro y lo esperaban, porque cuando se puso frente a ellos, avan"aron hacia 6l, inclinaron la cabe"a como para saludarlo y se dieron la vuelta y luego empe"aron a caminar invitándolo a que los siguiera. Lo llevaron entonces más alto, atravesando las nubes, dando vueltas alrededor de la lluvia, evitando el viento, hasta la cima de la tempestad de donde salieron para descubrir el -rmamento y su v%a láctea que se e2tend%a a lo largo del cielo. Los lobos fueron a sentarse sobre una roca que dominaba todo el valle y saludaron a la noche con sus aullidos. El hombre se qued& contemplando la masa nebulosa de la tempestad. Bormaba a sus pies un oc6ano negro que persegu%a su atro" catarata. !olo fue al llegar el alba h8meda alcan"aron una gruta con una cuando entrada estrecha. Los lobos se pusieron de cada lado de la entrada y de nuevo ba*aron la cabe"a. El hombre se meti& por la estrecha entrada y sigui& su via*e hasta no poder avan"ar más que a gatas. 0e pronto hi"o mucho fr%o. #n olor a ho*as marchitas lo acompa$aba y se transformaba al a"ar de la humedad. !i la gruta sigue estrechándose as% no podr6 avan"ar más, se di*o. Le llegaban sonidos desde lo le*os, desde el otro lado de la roca. !e arrastr& todav%a un buen rato y lleg& a una cavidad donde pudo ponerse de pie. 54asta aqu% llego7 !uspir&, ya estoy completamente perdido. 4ace mucho que te esperaba. El ni$o salva*e, dulce, monocorde y que no se sorprende nunca de nada estaba ah%, al lado suyo, en el fondo de la tierra.
/Estás ah%1 54ace mucho que te esperaba7 /Mucho1 regunt& el hombre 5Mucho7 5!%7 /9u6 edad tienes, t8 que tienes esa vo" tan lenta, tan vie*a, y al que llaman todav%a :el ni$o salva*e;1 Como todos los ni$os, la edad var%a seg8n el d%a. ( veces me gusta ser tan vie*o como un árbol. /Me ves1 5'e adivino7 Es más hermoso. /!abes de d&nde vengo, ni$o salva*e, sabes qu6 mundo es el tuyo1 Cu6ntame. Esc8chame. =engo de un mundo e2tra$o y perdido. 'odo empe"& una ma$ana cuando me levant6 y camin6 hacia fuera) vi que todos los que me rodeaban ten%an una terrible desesperan"a en el fondo de los o*os. 'odos. !in e2cepci&n, caminaban llorando. Aritando. 4ab%a o%do hablar de ti. Entonces vine para ver si tus o*os cargan tambi6n con esa terrible desesperan"a. ero no te veo. 5Está demasiado oscuro7 !oy un ni$o dulce, monocorde y no me sorprendo nunca de nada, ya que no cono"co ese mundo que describes. /Eso te hace infeli", peque$o ni$o, el no querer conocer el mundo1 /F te hace feli"1 /'8 qu6 piensas1 or c&mo suena tu vo" me es dif%cil *u"gar. ero es posible que no seas más infeli" o feli" que yo. or lo tanto esa duda es su-ciente. /+o crees1 'al ve" es eso a lo que llamas) La esperan"a. Eres terrible. !oy el ni$o salva*e. (di&s. (di&s.
En la ma$ana unos pastores encontraron al hombre muerto, congelado al pie de la monta$a. 'en%a unos cuarenta a$os y no se logr& identi-carlo. +adie lo conoc%a. (lgunos lo hab%an visto cru"ar el pueblo por la ma$ana, antes de que la tempestad cayera sobre la monta$a. Los cigarros se hab%an terminado desde hace mucho. =%ctor se levant& y los dos hombres se dieron la mano. 9u6 lástima que el hombre muera al -nal, di*o =%ctor. Le hice la misma observaci&n a (lphonse, se$or inspector. Me di*o entonces que al contrario, que era me*or as%, ya que el hombre al caer en los espinos ya estaba muerto, y eso signi-caba que la segunda parte de su relato, la que trataba de la tormenta, los lobos y la gruta era solo su 8ltimo sue$o. Y un 8ltimo sue$o, seg8n (lphonse, era una bella historia que contar. 5#n 8ltimo sue$o7 @epiti& =%ctor.
SI!UE LA INVESTI!ACIÓN DE VÍCTOR EN LA ESCUELA % EN LOS ALREDEDORES 0ime Halter, /qu6 hac%an *untos en las vacaciones1 Los domingos %bamos al museo para burlarnos de la cara de los caballos embalsamados, se$or inspector. /Y luego1 'ambi6n nos gustaba correr en los grandes parques y siempre nos desped%amos tarde en la noche, despu6s de haber encontrado nuestro camino a casa. Entonces se llevaban bien *untos, pues. Este< (lphonse com%a muchas galletas. Y yo, Halter, perd%a en las canicas muy seguido. Esa era la receta de nuestra amistad. Los ni$os hab%an sido reunidos ba*o el sol de un patio de recreo. !entados en c%rculo alrededor de =%ctor, parec%a como si fuera -n de clases, cuando se acercan las vacaciones, cuando ya terminaron los e2ámenes y que los maestros que ya no tienen nada qu6 ense$ar reali"an actividades divertidas con sus alumnos. ero ah%, un poco gracias a la calma de =%ctor, los ni$os se quedaron quietos. Incluso
Halter ten%a la cabe"a agachada y escond%a con gran di-cultad su inmensa pena. orque Halter, s% sab%a cosas sobre (lphonse. +osotros nos cuidábamos mucho de (lphonse. En clase siempre se sentaba hasta atrás y nunca hablaba. 5!olo sonre%a7 5Lo que dice Leopoldo es cierto7 54asta el profesor le ten%a miedo7 5Y además era un mentiroso7 5!%, y mucho7 5Lo s67 5Yo me llamo Gulio, y (lphonse un d%a intent& hacerme creer que era un agente secreto, contratado por el gobierno para espiar a la gente de su edad en las escuelas7 5Me quer%a envolver7 5ero yo no soy tonto7 Yo s% le cre% un poco. Me llamo (hmed. #n d%a me di cuenta que todo lo de (lphonse era puro cuento. Entonces yo, (hmed, se lo di*e a (lphonse, y despu6s (lphonse ya no me quiso hablar. 5!e$or inspector7 Yo soy el primero de la clase, o sea, el más serio. Le puede preguntar al maestro Aayaud) 4umberto es el más serio, le va a decir. Yo rápidamente entend% que lo de la noche, los marineros y todo lo demás eran tonter%as. !e lo di*e a Halter y Halter se dio cuenta de que (lphonse contaba cuentos, entonces nosotros le di*imos a Halter) de (lphonse hay que cuidarse. +o está bien. +o es normal. Intent& hacernos creer que su madre hab%a muerto. Es un mentiroso. Cuenta lo que se le ocurre, (lphonse, se$or inspector, cualquier cosa. 5+i siquiera sabemos de d&nde viene7 Y nosotros se lo di*imos a Halter) (lphonse va a reprobar, no es un buen alumno. Ya viste, en el recreo, es p6simo *ugando y grita todo el tiempo. +o es cierto, contest& Halter, (lphonse es buen%simo con las canicas< ero nos valen las canicas, nos valen, /entiendes1 El inspector apart& a Halter de sus compa$eros de clase, a quienes despidi&. /'e da pena lo que dicen sobre (lphonse1 5!on una bola de idiotas7 (yer, cuando supieron que (lphonse no hab%a regresado desde hace una semana, se quedaron todos como est8pidos. !%. !e di*eron las peores cosas sobre 6l, que hab%a muerto por tragar chueco, que se hab%a ca%do de lo alto de un puente, y peor a8n, pero yo, Halter, yo s6 porqu6 se fue (lphonse, 5estaba harto7 !%, entonces si se muri&, fue de un terrible golpe en la cabe"a. !iempre estará al pie de mi cama, (lphonse.
0e noche lo escucho contar sus fabulosas historias, lo veo en el espe*o, sentado en el sill&n, 5(lphonse está por todos lados7 5Me cont& historias tan bellas, se las cre% todas7 /C&mo tenerle rencor1 /0e qu61 Era tan bonito. Cuando lleg& a las puertas de !an astelburgo llov%a a cántaros. Eran nubes enteras que ca%an las unas sobre las otras. ierre?aul?@en6 se acerc& a las dos inmensas puertas de madera sin saber c&mo le iba a hacer para atravesarlas. El hoyo de la cerradura estaba demasiado alto y estrecho. 'ambi6n hab%a un vie*o agachado al pie de las puertas, con un sombrero tapándole los o*os y una barba sin -n que lo envolv%a. ierre?aul?@en6 se detuvo. /9ui6n eres peque$o1 ierre?aul?@en6. 5555(hhh7777... /Entonces, eres t81 !%. 'e lo advierto. !i no respondes correctamente a mi pregunta, te voy a transformar en palomita de ma%", como a todos los demás> si contestas correctamente te de*o entrar y puedes pedir dos deseos. ierre?aul?@en6 mir& a su alrededor y vio que el suelo estaba repleto de palomitas y que el vie*o, de ve" en cuando, se tragaba una. /Entonces, estás listo1 !%. #n viento violento vino de repente a darles la mano, haciendo volar las palomitas de ma%" por todos lados. El sombrero del vie*o no se hab%a movido, lo que sorprendi& a ierre?aul?@en6, quien sin embargo, es un ni$o dulce, monocorde y que nunca se sorprende de nada. La noche empe"aba a tragarse al d%a. Era tan e2tra$o. (mbos estaban ah%, a las puertas del sue$o y de la noche. La lluvia no paraba, el viento parec%a salir de la tierra. La pregunta a8n no se hab%a hecho. ierre?aul?@en6 empe"& a tener un poco de sue$o, se sent& y luego se acost&. Cuando el vie*o se levant& y abri& grande los bra"os, la lluvia redobl& de intensidad. 'en%a el rostro des-gurado por las sombras de la noche. Eso hi"o que ierre?aul?@en6 se despertara. La barba del vie*o era casi uorescente. Ese vie*o parece haber sido dibu*ado por alguien que sabe dibu*ar muy bien, pens& ierre?aul? @en6. Luego, el vie*o hi"o su pregunta. /or qu6 crece el árbol1 /or qu6 enve*ece el hombre1 /or qu6 el r%o desemboca en el mar1 /or
qu6 contin8a la 'ierra1 Mi pregunta, ierre?aul?@en6, es la siguiente) estas cuatro preguntas pueden hacerse en una sola pregunta. /Cuál es esa pregunta1 (lphonse, mientras caminaba, encontr& molesto ese tipo de situaci&n porque no ten%a, 6l que inventaba la historia, la respuesta. !igui& su camino envuelto en la ree2i&n. La imponente ciudad frente a la cual se encontraba ierre?aul?@en6 parec%a mirarlo con ternura. #n b8ho vino a posarse sobre una de las torres de la ciudad y lan"& sus 4#< 4#< !i bien la puerta se ve%a inamovible, ierre?aul?@en6 estaba convencido de que ella ten%a ese lado encantador que de*ar%a entrar a cualquiera. El b8ho hab%a encontrado ese lado encantador y yo ten%a que encontrar otro. 4#< 4#< el b8ho desapareci&. ierre?aul?@en6 se dio cuenta entonces que todo le pertenec%a> que pod%a decidir si estaba feli", preocupado o más bien triste. 9ue pod%a, si lo quer%a, regresar tranquilamente al lado de su madre que deb%a estar muerta de la preocupaci&n. +o quiero regresar a casa. Entonces, /qu6 es lo que quieres1, 5comer, tal ve", dormir, beber, vivir7 El d%a se empe"aba a adivinar. Como la naturale"a sabe muy bien lo que quiere, no tiene preocupaciones ni pendientes. El d%a e2iste porque se necesita el d%a, la luna porque es bella. ero yo, que soy tan peque$o, que no sabe hacer otra cosa que caminar, hacia adelante, /por qu6 e2isto1 /por qu6 e2isto1, grit&, lo que hi"o que el vie*o se resbalara, se levantara y se acercara a 6l titubeando. 5Dravo, bravo, contestaste correctamente7 5orque e2isto7 Esa es la respuesta< 5or -n voy a poder rasurarme7 eque$o, di rápido los dos deseos que quieres. 9uisiera, para empe"ar, que tranquili"ara a mi madre por mi ausencia. Ya está. /!in palabras mágicas1 +o se necesitan palabras porque las palabras solo son ruido. 0ebes saber que las ramas de los árboles y las cimas de las monta$as se elevaban en el silencio de lo invisible< y sin embargo, /qu6 magia es más grande que la de la naturale"a1 Los abracadabras y demás barati*as solo son los adornos de los hombres sin imaginaci&n. El hombre que hace ruido es un hombre que tiene miedo. 'u segundo deseo.
9uisiera tener todas las recetas que el malo Blupan se llev& consigo. 5(h, no7 5!er%a demasiado fácil7 0emasiado simple, en verdad. ierre? aul?@en6, /ya lo pensaste1 /qu6 les contarás a tu regreso a los ni$os que estarán ah%, ávidos1 /qu6 les contarás1 5Los ni$os quieren aventuras apasionantes donde el peligro es sin&nimo de rosas ro*as7 5!%7 ierre?aul?@en6, si logras encontrar esas recetas t8 mismo y si logras salir vivo de !an astelburgo, serás entonces el h6roe de una generaci&n futura que querrá creer en ti. ierre?aul?@en6 sinti& que la meta -nal de su misi&n acababa de tomar un giro distinto. /uedo pedir otro deseo, entonces1 !%. 9uisiera un balero, se$or, por favor. Encontrarás uno a la entrada de la ciudad. Y ahora, ve. Las puertas se abrieron lentamente, tan lentamente que a ierre?aul? @en6 le dio tiempo de crecer y ree2ionar. Cuando el espacio entre las puertas fue lo su-cientemente grande para poder pasar, ierre?aul? @en6 se levant&, se despidi& del vie*o y atraves& el estrecho paso. Ese d%a, ierre?aul?@en6 acababa de cumplir catorce, pero 6l no lo sab%a. La campana son&, los ni$os se levantaron y de*aron el sal&n, el d%a se hab%a acabado. Cuando Halter sali& de la escuela, vio al inspector venir hacia 6l. Caminaron *untos, lentamente, mientras hablaban. 0ime, /tendr%as alguna idea de a d&nde podr%a haberse ido1 !%< bueno, no, porque ni siquiera s6 si esta persona e2iste realmente o si son cuentos que 6l me cont&. /9ui6n es1 #na chica. Me dec%a que estaba viviendo una historia de amor. !%. /C&mo se llama ella1 Gudith. ero eran puros cuentos. 4oy me doy cuenta. Bue tan incre%ble lo que me cont&.
&UDITH Yo me present6 rápidamente hace rato, soy Gudith y ah% les va. 'odo eso empe"& as%. La gente cre%a que era una historia de amor. ero por lo general la gente cree cualquier cosa. +os hab%an visto caminar tomados de la mano y desde entonces un rumor alrededor de nosotros no hab%a de*ado de crecer. En las conversaciones, en las esquinas, tomando un caf6, en el tren, en la radio y hasta en los peri&dicos, solo se hablaba de ese amor que acababa de nacer entre (lphonse y yo. !%. !oy Gudith. !oy una de las pocas verdades que (lphonse cont& a Halter, y es la 8nica que Halter no se crey&. 4ay que entenderlo, empe"aba a cuidarse. Es un poco por eso que ya no se hablaron, en -n< /C&mo se conocieron1 !implemente, se$or inspector. !entados en una banca, en el parque. 4ola, yo soy Gudith. Entonces me mir& sin que se viera para nada sorprendido. Yo soy (lphonse. (s% fue. Luego, lentamente, las cosas se fueron precipitando. #na mirada y luego una sonrisa< (lphonse segu%a caminando en el campo. (l alba hab%a hablado con un vie*o que se encontr& en el camino. 4abrá que guardar le$a para el invierno. !%, se$or. /( d&nde vas, peque$o1 ( mi casa, se$or. Eres un buen muchacho. Duh< Y el vie*o sigui& su camino. Le hubiera gustado tanto a (lphonse que un d%a alguien as% lo tomara de la mano para decirle que la vida, pues la vida es as%< as%. +ada más. 9ue no es importante lograr lo que se emprende, sino más bien emprender lo que se quisiera lograr. ara (lphonse las cosas estaban mal hechas. !%, porque como siempre esas personas, las que pueden tranquili"arnos, las conoce uno demasiado tarde. !e les conoce cuando se es adulto. 0ebe de
haber un complot, pens&. Cuando eres adulto frunces la ce*a para que vean que eres muy importante lo cual está muy bien, por cierto pero cuando eres adulto ya no quieres que te tomen de la mano, haces un gran gesto as% y dices) 5+o7, 5háganse a un lado7, 5d6*enme pasar7, /qu6 no ven que tengo la ce*a fruncida1, /no ven lo ocupado que estoy1 Como a veces la metamorfosis del sol o los crep8sculos de invierno, el desierto que ierre?aul?@en6 acababa de de*ar despu6s de haberse despedido del vie*o se hab%a cristali"ado en la crispaci&n inquietante de una me"cla rara de árboles de fruta. El árbol era un árbol de naran*a. El balero estaba colgado de una de sus ramas y se confund%a con las naran*as. ierre?aul?@en6 lo agarr&. Estaba el bosque. Incansablemente, el bosque se descaraba con el hori"onte. Y ahora qu6 pasa, se di*o. El viento vino de repente a animarlo para que diera el primer paso. ierre?aul?@en6 penetr& entonces en la esencia misma del bosque. El sol se hab%a apagado y con la ayuda del bosque ierre?aul?@en6 se encontr& en una oscuridad intransigente. 'en%a miedo. La soledad se hab%a vuelto contra 6l, los árboles lo ahogaban, el aire silbaba en la oscuridad y la oscuridad lo envolv%a en una noche sin fondo. Los b8hos se hab%an ausentado haciendo de la sabidur%a del bosque un torbellino de gritos, rechinidos y tronidos que la imaginaci&n de ierre?aul?@en6 ampli-caban frente a la realidad. (l alba, con la humedad golpeándole, se desplom& al pie de un cedro que empe"& a protegerlo. La neblina se hab%a levantado, (lphonse me bes& en la boca, me di*o) (di&s, Gudith. Aracias. Me dio una carta y se fue. 0esde ese d%a no se le volvi& a ver. /Me puede leer esa carta, se$orita1 Claro, pero no debe hablar de esto. Es me*or que quede como una mentira en la mente de sus padres. Esta es la carta. Gudith, +o hay secreto, es (lphonse quien le escribe a Gudith. Me siento en un sill&n y le escribo. orque la quiero mucho. Gudith, tengo miedo. !%, porque no creo que la vida nos acerque más. Le escribo y usted no me contesta, le escribo y usted no sabe que le escribo. /!iquiera piensa en m%1 Gudith, no soy feli" donde estoy, no soy feli". Le escribo para decirle que la quiero< Esto no es una declaraci&n de amor. =ine
a decirle qui6n soy. +o es fácil porque soy *oven y a mi edad esas cosas no deben decirse. La amo pero tengo miedo. +o quiero darle miedo, espantarla, verla correr como corren los caballos salva*es. La amo. /C&mo1 (h, s%, esa man%a de hablarle de usted a todo lo que me apasiona. uedo decir :t8;. !%. 0ecir :t8; como se lan"a una piedra al mar. '8. Estoy divagando. /0ecir qui6n soy1 Me llamo (lphonse y eso es solo una convenci&n. La amo, te amo, tus cabellos me recuerdan a ciertas mu*eres que me salvaron de una muerte segura. =en. 4ay un acantilado, un acantilado frente al mar< Cierra tus o*os. Escucha. Escucha la lluvia sobre mi rostro. Escucha. Me di*iste ayer que te llamabas Gudith. =en. 4ay un acantilado, un acantilado de donde es bueno saltar, de donde es bueno morir. 9uisiera que la tempestad hiciera tres veces más escándalo. 5=en7 5#n simple salto7 =eremos, entonces la vida desde un poco más alto, volaremos como aves de paso, te ense$ar6 lugares rec&nditos y frágiles, aprenderás a llorar como lloran las águilas cuando caen ba*o la tormenta, ven, volaremos, y veremos mares, los veremos confundirse, sus a"ules, sus ro*os, los veremos, a los mares, hacerse el amor para dar a lu" a nuevos continentes, ven conmigo, regresemos a ese acantilado 8nico. =en. !abrás qui6n soy. (lphonse. /Gudith1 /!%, se$or inspector1 /0&nde podr%a estar1 +o s6, se$or inspector. (lphonse segu%a caminando todo recto, decidido a seguir el camino que lo llevar%a hacia el norte. ero como (lphonse no ten%a el sentido de la orientaci&n y como no sab%a que no lo ten%a, no pod%a saber que caminaba derecho hacia el oeste y que, si continuaba as%, estar%a completamente perdido, ya lo estaba un poco. ( su altura, un coche se detiene. !e ba*a el vidrio. /( d&nde vas as%, muchacho1 ( casa. /Y d&nde está tu casa1 Mi casa< este< (lphonse hi"o una se$a vaga con la mano< or allá. Y el puesto de polic%a, /quieres saber d&nde está1 5=amos7 5!ube7 5'odo el mundo te está buscando desde hace dos semanas7
ierre?aul?@en6 está ahora a la entrada de la gruta> se mete y se acuesta en su vientre. !er el h6roe de una generaci&n futura que solo pide creer en m% ya no me interesa. El pesado armatoste de la gruta ca%a sobre sus sentimientos. Cerca de 6l, una estalactita escurr%a. La gota aparec%a, se desprend%a lentamente, quedaba suspendida un momento en el aire y luego iba a romperse sobre una roca. /or qu6 lloras, gruta1 Está lo conocido y lo desconocido. ierre?aul?@en6 no se atrevi& a hacer otras preguntas. !oy la gruta, la boca abierta de las monta$as y albergo a los seres de la lluvia. Y desde hace siglos lloro porque enve*e"co y lloro porque me debilito. 'anto peso recae en m%. Entonces lloro y mis lágrimas crecen, crecen y, s&lidas llegan hasta mi techo para ayudarme a aguantar tanto peso> pero llegará un d%a donde todas esas columnas de lágrimas me llenarán. Entonces, desaparecer6. /Lloras para desaparecer, gruta1 +o es una buena idea. Es la 8nica que cono"co. !olo soy una gruta. 0esde hace un rato unos monstruos me devoraron el pecho. Llor6 tanto que me doli&. Cambiar no es fácil. Las ideas, las cosas bellas cambian> saben cambiar porque cambiar es ir más allá del dolor, cambiar es desaparecer un d%a llenando el espacio de uno mismo. (h% está el gran secreto de las grutas.
EN EL PUESTO DE POLICÍA Cuando lo vi entrar, se parec%a a todos los que llegan a la estaci&n de polic%a despu6s de haber sido arrestados. La mirada ba*a y preocupada. 'odos se ven as% frente al poder. Brente a la autoridad. ero si hubiera sabido, (lphonse, c&mo lo quer%a, tal ve" entonces me hubiera sonre%do. !e ven a tantos canallas des-lar a lo largo del d%a, que un muchacho como (lphonse es un verdadero diamante. Yo soy =%ctor, el inspector del puesto de polic%a. (lphonse no me mir&. Yo estaba feli" de saber que sus padres viv%an tan le*os, se tardar%an en venir por 6l. #na hora, tal ve". #na hora para que me vea. La hermana en su cama, se hab%a puesto a llorar. (lphonse regresa, as% podr6 dormir tranquilamente. Mi madre que está sentada en la sala a8n no le dice ni una palabra a mi padre que, de costumbre, debe de estar esperando *unto a la ventana, con un cigarro en el cora"&n. Mi hermano, el otro, se fue en ta2i para buscar a (lphonse a la estaci&n de polic%a. 5Irse7 Irse, s%, irse hacia el sol de medianoche y morir de fr%o< Ella cerr& los o*os. (lphonse abri& los suyos. !u hermano estaba ah%, de pie, *unto a =%ctor. !u hermano -rm& la declaraci&n y los vio irse> se subieron a un ta2i y se fueron. (lphonse, nunca lo volv% a ver, pero dicen de 6l que es feli", ahora< en otro pa%s.
RE!RESO A CASA % RECUERDOS DE LOS PASEOS El trayecto fue largo. (lphonse ten%a la frente pegada contra la ventana trasera del ta2i. !iempre le pareci& algo sorpresivo de parte de los hombres el tener que subirse a una máquina para avan"ar más rápido. 4ace mucho tiempo, cuando (lphonse era todav%a peque$o, todos los domingos toda la familia se iba de paseo. En el coche se dorm%a. Era tranquilo, era aburrido, era un *uego de ni$os. Los sue$os, raras veces nos acordábamos de ellos. 'al ve" el coche se despla"aba demasiado rápido, no tienes tiempo de informarte, de tomar referencias. Las monta$as a lo le*os no terminaban a8n su aterri"a*e, las nubes no las de*aban. El padre de (lphonse, cuando mane*aba el coche, no se sab%a lo que le pasaba por la cabe"a. ero los presagios se ve%an tranquili"antes. #na sonrisa, 6l prend%a la radio, trataba de no preocuparse, hoy es domingo, y la lluvia hace de la suyas en el vidrio trasero> los domingos, cuando el padre llevaba a toda la familia a un restaurante que estaba en lo alto de una barranca, a menudo el sol nos visitaba despu6s de la lluvia. Era parte del ritual del domingo que lloviera as%. ( (lphonse no le gustaba sentarse en medio del asiento trasero en el coche de su padre, entre su hermano a la derecha y su hermana a la i"quierda. +o se pod%a dormir. +o se ve%a el fondo de los precipicios, ni el borde del mar. Era un lugar que no quer%a decir nada, nada, y lo pon%an ah% ba*o el prete2to de que era el más chico. Ese tipo de in*usticia pasaba inadvertida a los o*os de todos. En los caminos solitarios donde ning8n coche los acompa$aba, esos caminos que daban vueltas sin cesar arriba de los precipicios, cuando la ciudad aparec%a a sus pies más sucia todav%a, esos momentos donde le parec%a a (lphonse que estaban solos en el mundo, inevitablemente, en la radio, pasaban una canci&n lenta, una canci&n en la que una 8nica vo" contaba la epopeya trágica de un rey persa cualquiera. En esos momentos ya nadie hablaba. !u hermana, su hermano y su madre miraban al e2terior por su propia ventana> solo su padre, sonriendo, miraba todav%a hacia el frente. El camino maravilloso que segu%a dando vueltas y estaba cada ve" más rodeado de pinos y de cedros con los bra"os e2tendidos, le mostraban la v%a de la felicidad. Entonces (lphonse, pregunt& al padre, /tienes hambre1 ( veces se contesta torpemente a estas preguntas de ternura, y entonces ah% está, piensas que todo es irreconciliable. ero las cosas
han cambiado. !%. !u padre, que a8n no era triste ni desdichado, no hac%a concesiones, trataba de ser feli") el coche y el restaurante cada domingo eran una receta para esa felicidad que, a$os más tarde, se demostr& ine-ca". ierre?aul?@en6 está ahora en el lugar más escondido, más %ntimo, en el lugar más secreto de la gruta. iedras por todos lados alrededor de su cuerpo encogido, y en sus o%dos un "umbido terrible. 5La gruta7 Me da miedo ese "umbido que escucho en mis o%dos. Lo que escuchas, peque$o, es el ruido del universo que avan"a, allá del otro lado de lo invisible. Ese ruido, origen de toda vida, solo se puede escuchar desde las profundidades de las grutas. Esc8chalo> de*a que te arrulle, de*a que te duerma, yo soy la gruta. (qu% no te puede pasar nada. Lo que hay que hacer para comer un pastel de chocolate, pens& ierre?aul?@en6. Los postres siempre hab%an sido un problema. La elecci&n no se hac%a sin algunas lágrimas, y muy seguido se le iba el apetito a (lphonse para regoci*o de su hermano que se com%a el postre que su madre le hab%a por -n escogido. !iempre nos sentábamos en la misma mesa, en los mismos lugares, como en casa durante la semana> hasta en el restaurante la familia ten%a el mismo rostro que de costumbre. ara (lphonse, el decorado no cambiaba nada al silencio prodigioso de su infancia. Evidentemente, el camino de regreso es más pesado. Es de noche, en el aire ota un ya fue su-ciente por hoy. El padre parece preocupado por sus asuntos de la o-cina, ha perdido su sonrisa, y el misterio nos qued& mal. Las monta$as hab%an terminado su aterri"a*e y en las llanuras a lo le*os el fr%o violeta envolv%a los pinos y los cedros> era el momento del regreso< en sus casas, los burgueses escuchaban las noticias internacionales, en el mundo se olvida que la 'ierra es un planeta. ierre?aul?@en6 a8n acostado en el vientre de la gruta tuvo un sue$o. !o$& con (lphonse, que avan"aba en su camino del campo. Lo vio treparse a un árbol y voltearse hacia 6l. Duenos d%as, ierre?aul?@en6. Duenos d%as, (lphonse. @ec%tame un poema, ierre?aul?@en6.
+unca llegar6 al castillo de Blupan, (lphonse. @ec%tame un poema, luego abre tus o*os y verás. /#n poema, (lphonse1... bueno. oema. !olo nos queda una vela para reconocer el mundo que nos rodea. Ya no hay que esconderse. Mirar hacia delante. /C&mo olvidarlo sin darle la muerte1 Y me*or mil veces darle la muerte que olvidarlo en el umbral de mi memoria. /0&nde está la vida1 Ella, muy a menudo en otra parte. Más allá de nuestras catástrofes del cora"&n, quedaremos unidos los unos a los otros. Mi amistad por ti es tan fuerte que a pesar tuyo resistir6 tu fuer"a. 'u amistad es tan clara que solo tengo que abrir la boca para irme de via*e. 'e deseo toda la desgracia que podrá volverte feli", mi amigo, mi hermano, nada es más fuerte que nuestras manos que nos unen para siempre. Ese al que llaman (lphonse no parece estar muy a gusto, /verdad1... yo soy el chofer del ta2i que lo tra*o de la estaci&n de polic%a hasta su casa. !u hermano estaba sentado al lado m%o y me hablaba del tiempo que hac%a y del que iba a hacer. Es e2tra$o< ahora que les cuento todo eso un detalle me acaba de venir a la mente. En un momento dado hubo en el cielo de la noche un rayo magn%-co y la lluvia empe"& a caer. Lo que el chofer del ta2i no sab%a, es que ese rayo magn%-co del que hablaba, era ierre?aul?@en6 que acababa de entrar al castillo de Blupan. Cuando abri& los o*os, se encontr& sentado en el ta2i en el asiento trasero al lado de (lphonse, pero ni el chofer del ta2i ni el hermano de (lphonse, sentado adelante, se hab%an dado cuenta de
nada. (lphonse y ierre?aul?@en6, acurrucados el uno contra el otro, se hablaron en cuchicheos para no ser escuchados. Duenos d%as, (lphonse. Duenos d%as, ierre?aul?@en6. 0i*e el poema, se hi"o una gran lu" y entr6 en el castillo de Blupan. 5Ehh7 5Ya ves, ierre?aul?@en67 El castillo de Blupan es el mundo en que yo vivo. El castillo de Blupan es la escuela y los semáforos y las banquetas y los edi-cios y las monta$as y ese ta2i y ese chofer de ta2i, todo esto es el castillo de Blupan. Las recetas pueden estar escondidas en cualquier parte. !%, ierre?aul?@en6, en cualquier parte. +i modo, m%rame (lphonse. romet% traer de regreso esas recetas, entonces seguir6 buscando. Y yo, ierre?aul?@en6, aqu%, en este mundo, nunca podr6 sobrevivir. 9u6date aqu% y yo ir6 a tu mundo, donde los brontosaurios trotan sobre el pasto y d&nde las aspiradoras hablan y son reyes. 'ranquili"arás a mi madre por m%, contest& ierre?aul?@en6. Y t8 a la m%a, di*o (lphonse. Y (lphonse y ierre?aul?@en6, que se parec%an tanto, se de*aron de nuevo. En un rayo espl6ndido, (lphonse regres& al mundo de ierre? aul?@en6 y ierre?aul?@en6 se qued& en el ta2i. 0e hecho el ta2i acababa de detenerse frente a las casa de la familia de (lphonse.
ALPHONSE (lphonse, soy yo. !oy del que han dicho todo tipo de cosas desde el principio. Yo no quer%a fugarme, escaparme, no estaba triste ni desdichado y quer%a mucho a mis padres< de hecho lo que pas& es mucho más simple. !implemente me hab%a equivocado de lado cuando tom6 el metro despu6s de la escuela. +o ba*6 en la siguiente estaci&n. 0emasiado cansado. Entonces continu6, hasta el -nal, hasta el -nal, hasta el -nal. 4ay que decir que en ciertas situaciones uno no sabe c&mo reaccionar. Y cuando lo invisible se abre ante uno, es aterrador. Y no nos ense$a nada sobre lo invisible. +ada. Cuando se es ni$o se está muy mal informado. or e*emplo, cuando era peque$o, nunca me di*eron que la 'ierra se encuentra en una gala2ia y que las estrellas nacen gracias a un c8mulo de polvo estelar que se *unta, se *unta y crece y al caer sobre s% mismo crea energ%a para poder brillar, a veces millares de a$os. +unca me di*eron ni una palabra al respecto. !in embargo, de haberlo sabido, me parece, s%, que me hubiera tranquili"ado. !%, para ayudarme a dormir. Cuando ierre?aul?@en6 entr& en el departamento, no s6 muy bien lo que pas&. ero me lo puedo imaginar fácilmente. La puerta de la entrada. El pasillo, mi madre te*iendo en la sala, mi padre que no habla, mi hermana que duerme debe de estar -ngiendo y mi hermano detrás de ierre?aul?@en6 hasta mi cama. !e acost& y durmi&. (s% es seguramente como las cosas ocurrieron> pero de lo que estoy segur%simo es que nadie se dio cuenta de nada. +adie not& la diferencia entre ierre?aul?@en6 y yo. +adie. Y nadie nunca verá la diferencia, porque nadie cree en ierre?aul?@en6. 'odos piensan que ierre?aul?@en6 no e2iste, que ierre?aul?@en6 es el fruto de mi imaginaci&n. Entonces sonr%en, se miran y dicen) 5(hh7 5Este (lphonse7 59u6 imaginaci&n7 La gente solo cree en lo que puede ver y tocar. 0e hecho ya no quieren creer. 9uieren saber. !aber. +o creen que la tierra es redonda, lo saben. Entonces ya no creen en ello. +o creen que el cielo es a"ul, lo saben, entonces ya no creen en ello. Y la gente se qued& con lo que sab%a sobre m%. Lo que sab%a sobre m%. ero el resto, el resto, que está en m%, alrededor de m% y que me pertenece, esta parte tan peque$a hecha para se crea en ella, esta parte de m% que es más real de lo que podr%a ser mi piel, mis huesos y mi sangre, esta parte que sus o*os cansados nunca podrán ver, esta parte no la tendrán, a8n está en camino, libre como los colores de la noche. Esta parte de m% está escondida, escondida, escondida< de m%