La Dama inQuieta inQuieta Especial Navidad 2002/03 2002/03 - Fundamentos Psicológicos del Mentalismo
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Fundamentos Psicológicos del Mentalismo por Alexei Kee PRÓLOGO El mentalismo, en su campo más amplio, está empezando a crecer como arte dentro de la reina de las artes, la magia, en nuestro país. Sin embargo, el hecho de vivir en un país que se precia de ser una de las grandes potencias mundiales en cartomagia y en magia de cerca supone un desconocimiento general de lo que el mentalismo es o intenta ser. Las ideas generales y comunes que rondan por la comunidad mágica sobre lo que esta rama es son normalmente bastante cercanas a la realidad, pero puede que incompletas, ya sea por desconocimiento, falta de visionado de números u otros elementos que no vienen al caso. En cualquier caso es preferible dar una serie de nociones de lo que es el mentalismo para que no se confunda con otras malas artes que suponen un lucrativo negocio para el que lo ejerce. Estas son ideas que me sugieren una especie de introducción a los fundamentos psicológicos que hacen del mentalismo un arte aparte, especial, diferente. Encontrarán muchas similitudes con algunos aspectos teóricos de la magia, sobre todo la de cerca, pero adaptados a los problemas específicos de trabajar con algo tan abstracto como es la mente. Por supuesto esto no puede ser considerado una Biblia (para eso está el Corinda) o un decálogo sobre lo que la psicología aplicada al mentalismo ofrece, sino una serie de pensamientos y ocurrencias de este que les escribe, un humilde estudioso de esta vasta posibilidad que nos ofrece la mente.
FUNDAMENTOS PSICOLÓGICOS DEL MENTALISMO La magia general es un campo amplísimo en el que el objetivo principal es el de mostrar a una serie de personas ciertos experimentos que parecen combatir la razón física, química o elemental del mundo real en el que vivimos. Para ello, el mago usa aparatos, cartas y otros accesorios para llevar a cabo estos experimentos. El público responde, sobre todo si estamos hablando de magia bien hecha, y disfruta de too lo que ocurre ante sus ojos. ¿Por qué la puntualización de "si está bien hecha"? Es lógico pensar que la persona, ante el reto de poner a prueba sus capacidades, se verá animado a encontrar la explicación lógica, el truco, de lo que ocurre. Es por ello que utilizará toda la información de la que disponga para terminar emitiendo un informe que puede que sea la solución verdadera o no (cuyo hallazgo depende de la habilidad del mago). Por supuesto hay magos, maestros de la ilusión, que consiguen que esto no ocurra, como es el caso de Tamariz o Ascanio, siempre en busca de la "Atmósfera Mágica" tan preciada en nuestros días. El cerebro es cojo en los casos en los que no se alcanza esta Atmósfera, y busca las muletas de sus explicaciones en los aparatos en los aparatos que están siendo usados. Es lógico reconocer que una pagoda china con arabescos interminables no es un buen modo de buscar la sencillez y hacer pasar desapercibido algún elemento fuera de lo corriente es suficiente para encender la alarma del “guardameta” (ese "fastidioso" -entre comillas porque puede incluso ayudarnos a terminar de una manera más mágica- espectador que lo quiere coger todo) y empezar a darle pistas de lo que verdaderamente ocurre. En esto tienen cierta ventaja los cartomagos cuyo único instrumento de trabajo puede encontrarse en una casa. Pero, vaya, un punto débil, esos movimientos extraños (porque aunque a la hora de ensayar un juego la economía de movimientos haya sido estudiada a fondo siempre hay un momento crítico, una debilidad), esos cambios en la posición del cuerpo, esas florituras, esa habilidad presupuesta por el espectador,... algo han de sospechar. Pero, repito, para evitarlo existen todo tipo de posibilidades. Incluso el propio instrumento de trabajo es sospechoso, por la capacidad lógica del espectador de pensar que existen cartas trucadas (a lo mejor no sabe cuáles, pero piensa en cartas trucadas). Con todo esto, e introduciendo el tema, quiero decir que la base fundamental de la psicología intrínseca en la realización de experimentos mentales es la sencillez. Pero vamos poco a poco. Antes que nada, estudiemos cuáles son algunas de las características que debe tener un número para poder ser aprovechable desde el punto de vista psicológico:
Aparatos sencillos: lo que se utilice debe ser algo con lo que los espectadores estén acostumbrados, incluso más que con las cartas de la baraja. Ahí entran las carteras (himber, canguro, especiales para lecturas de mente,...), papeletas, lápices, etc... "Oiga, que ustedes los mentalistas utilizan las cartas Zener o ESP y, que yo sepa, no están en todas las casas" Es correcto, pero hay que tener en cuenta un aspecto psicológico y, si se me permite, mitológico de las propias cartas Zener, que es que no son tan comunes como una cartera, pero tampoco tan poco comunes como una pagoda china. Me explicaré. Este tipo de cartas pueden haber sido conocidas por el espectador a través de películas sobre poderes paranormales o metapsíquicos, documentales científicos o, incluso, las han llegado a ver como cartas para
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27/07/2006
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adivinar el futuro. Por tanto, el misterio aparece y el espectador con cierta culturilla paranormal ve las cartas y, en vez de pensar en su trucaje, piensa en sus posibilidades como puerta a los desconocido, del mismo modo que ocurre con el tarot, que al aparecer en escena son cualquier cosa menos un mazo de cartas, ya que cada espectador puede incluso haber tenido una experiencia con ellas. En cualquier caso, el uso de cartas comunes puede ser utilizado en el mentalismo, pero sin manejarlas como si de un cartomago se tratara, es decir, el mentalista (hace ver que) maneja mal las cartas, por lo que la habil idad (que en ciertos caso existe) deja de ser una explicación válida. Cabe añadir en esta situación algo que oí en alguna conferencia (lo siento por el autor, su idea me ha enseñado mucho y no recuerdo quién fue, lo siento) acerca de imprimir cierta inocencia a todo con lo que estamos trabajando. Decía que si, en el transcurso del experimento, no se le da importancia a algo, el público tampoco se lo dará. Incluso, en algunos juegos, sería increíblemente bueno plantearse el que el propio espectador manejara el elemento trucado, lo que le daría aún más inocencia al aparato utilizado.
Charla coherente y constante: No constante hasta el punto de aburrir al respetable, sino constante en el sentido de que no deben haber huecos entre las fases del experimento (por cierto, un juego en mentalismo es un experimento), característica, por otro lado, equivalente en otras ramas del ilusionismo y, sobre todo, en el ilusionismo para TV. Y, por favor, que la charla sea coherente. Esto significa que lo que hay que decir debe ser algo inteligente y mínimamente estudiado, vamos, que hay que saber de lo que se habla. Si se va a hacer un experimento mediumístico no salir con historietas de campamento acerca de un fantasma que pasa por las casetas a quedarse con las piernas de los que se duermen dejándolas fuera. Si se hace un experimento mediumístico y hay que hablar de fantasmas nada mejor que verlo desde el aspecto científico e, incluso, desde un punto de vista popular, pero de un modo elegante. Es bastante aconsejable en estos casos hacerse con publicaciones del tipo Año Cero, Más Allá o Enigmas para estudiar cómo es el estudio científico de estos fenómenos y, de ahí, aplicarlo a nuestro experimento. Por supuesto, esto se ha de generalizar a todos los campos experimentales que cubren el mentalismo.
Efecto simple y directo: Nada hay tan penoso que ver a un mentalista hacer un experimento duracell (dura, y dura, y dura...). La sesión de mentalismo no debe exceder más de unos 35-40 minutos, pues hay que tener en cuenta que en este campo, el cerebro funciona muchísimo más que en otras áreas de la magia, ya que el principal aparato que se utiliza es la mente del espectador. Así, si hablamos de que una sesión, para que no sea aburrida, debe tener variedad de juegos estos han de ser directos, para que, parafraseando a nuestro querido Dani DaOrtiz, la mente respire. Tanto el efecto simple como el de sencillez de elementos son características largamente admirada por los grandes autores, tales como Corinda y otros. Por ejemplo, algunos de los grandes mentalistas de s alón del siglo pasado llevaban todo su arsenal en una cartera. Que conste que el efecto debe ser simple tanto desde el punto de vista de que no debe apabullar al espectador para inutilizarlo para una posterior necesidad de que su mente esté al cien por cien, como desde el punto de vista del mentalista. Los efectos han de ser sencillos en su manipulación, para así centrarse en el apartado presentación y estudiar largamente cómo han de ser las partes del experimento para que este sea de verdad un golpe a la mente del espectador. Un ejemplo muy claro de lo que digo viene reflejado en las actas de puntuación del jurado de los congresos FISM, donde, en magia mental, no aparece habilidad como característica a puntuar.
Así en general estas son las características, aunque veo que en cierta medida ya los he ido explicando mientras los enumeraba. De todas maneras, la sencillez es la base de todo. Nada de movimientos extraños, nada de aparatos estrambóticos con posibilidades de doble fondo. En mentalismo actúa la mente, ¿no? Pues eso. Ahora bien, vale, ya hemos conseguido por nuestra parte simplificar el número de modo que parezca que todo es producto de la mente de los espectadores o de la nuestra propia. Pero ¿cómo toma el espectador el hecho de que no ve nada en l o que apoyarse a la hora de encontrar soluciones? En principio lucha por comprender que lo que ha visto es pura magia, no entiende que en su mundo reglado y delimitado puedan existir cosas así. Pero esta es sólo la base de lo que piensa, ya que el resto dependerá del mentalista que tenga delante:
El supermentalista: Este personaje se lo cree todo, todo lo que pasa alrededor es por su causa y deseo y así se lo hace ver al público. El público, en este caso, rehuye de su mirada, de sus ademanes e incluso se ve con miedo a tener nada que ver con lo que hace, imagínense ya si alguno de ellos es elegido voluntario. Pero, en algunos casos, no se para ahí, sino que utiliza su fama para meterse en otros campos que no le pertenecen, como es el caso de Tarot, adivinación e, incluso, sesiones de espiritismo (sin ningún tipo de trucaje, se sobreentiende), cobrando por ello. No creo que este sea el favorito de los espectadores. Aunque gracias a Dios no proliferan en nuestro Arte, supongo que es cosa de la selección natural.
El "¿He sido yo?": Aquí entra aquel mago (porque es un mago) que todo lo que ocurre es gracias a algún hecho o aparato externo, normalmente ejemplificado en una varita o algo por el estilo. No se puede decir que hace mentalismo, más bien magia mental, ya que estamos hablando de experimentos que se pueden ver en sesiones de magia general y no desentonan, se prestan bien.
El "Puede que sí, puede que no": Este es el que más se acerca al mentalista que conocemos y que, además, tiene éxito. Es aquel que hace el experimento por hacerlo a ver si sale (lo que normalmente ocurre, claro) y que siempre, siempre, siempre achaca estos "milagritos" a condiciones que se han dado especialmente en ese momento para que ocurra. En este caso el público se interesa pues, maléfico, espera la equivocación del mentalista. Equivocación que, por otro lado, puede incluso ser beneficioso en algunos casos si el actuante lo sabe aprovechar desde un punto de vista de demasiado esfuerzo mental, cosa que la gente normalmente aprueba si se han seguido las pautas de la sencillez. Esto es, el público puede llegar a entender que se falle, ya que este hombre (o mujer) no ha utilizado nada
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27/07/2006
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que le pudiera ayudar, tan sólo su mente, o, simplemente, no se han dado las condiciones oportunas. Un ejemplo de esto fue un fallo que protagonizó Anthony Blake hace poco en un programa de una televisión privada. El experimento en sí, su secreto, era verdaderamente sencillo, demasiado sencillo, diría yo, pero, por una extraña razón, falló. ¿Qué hizo? Metió la mano en su bolsillo, sacó su carterita e hizo un simple lectura del pensamiento utilizando el uñil. ¿resultado? La gente, que ya había perdonado el fallo dado que era un juego en el que el que saliera bien era muy improbable (una probabilidad de 1 contra 78 ya que era un juego con el Tarot), se quedó impresionada con esta salida y quedó incluso más contenta que antes, hablando incluso de posibles poderes paranormales aplicados al mentalista español y de lo inesperado de la mente. En cualquier caso, y aprovechando que hablamos de los aparentes fallos, releyendo el libro-cómic de Moliné (Grande, grandísimo) aparece algo que es bastante interesante. Dice Moliné acerca de la presentación en mentalismo que "Debe dar a entender que la cosa no es infalible. Pero, al mismo tiempo, su determinación y energía ha de crear en los espectadores la sensación de que usted domina de tal modo la situación, que ellos se sentirán arrastrados y subyugados en cierto grado." Creo que es una puntualización muy útil en este caso. Además de todo lo dicho, en el campo psicológico pueden entrar variantes como el vestuario, incluso el tono de voz o la forma de moverse en el escenario, pero esa es harina de otro costal, pues podemos mezclarlo con otros temas que ahora mismo no vienen al caso. Resumiendo, y para ir acabando, el mentalismo es algo incluso más frágil que la magia, ya que se basa en probabilidades y pensamientos, en elementos comunes y palabras habladas. Por tanto, si quieres estudiarlo, aplícalo todo, que nada ni nadie se pierda, como decía nuestro Ascanio, busca que la sencillez sea tu bandera y el asombro tu espada. Aprende de los grandes, Maven, Blake, Lesley, Earle, Richardson ..., porque ellos lo consiguieron. Si René Lavand hubiera sido mentalista, qué presentaciones más grandes nos hemos perdido...
BIBLIOGRAFÍA
Corinda, Tony: "13 Escalones del mentalismo", Ed. Páginas Moliné, Alfonso: "Esto es Magia", Ediciones Marré Roldán, Juan: "Mentalismo, otro tipo de magia", Notas Kee, Alexei ;) : "Mi cabeza, mis cosas y otros elementos extraños", En busca de editor (es broma, ¿eh?)
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27/07/2006