AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 1
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 2
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 2
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
La Abeja
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 3
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 4
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
La Abeja
h
emecé cruz del sur
6/23/14
4:04 PM
Page 5
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 6
Aira, César La Abeja.- 2ª ed. – Buenos Aires : Emecé Editores, 2014. 152 p. ; 23x14 cm. ISBN 978-950-04-3001-2 1. Narrativa Argentina I. Título CDD A863
© 1996, César Aira
Todos los derechos reservados © 2014, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C. Publicado bajo el sello Emecé Independencia 1682 (1100), Buenos Aires, Argentina www.editorialplaneta.com.ar Diseño de cubierta: Departamento de Arte de Editorial Planeta 2ª edición: junio de 2014 500 ejemplares Impreso en FP Compañía Impresora Berutti 1560, Florida, en el mes de junio de 2014. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.
IMPRESO EN LA ARGENTINA / PRINTED IN ARGENTINA Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 ISBN: 978-950-04-3001-2
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 7
I
Perra, arrastrada, zorra, serpiente… Yarará, culebra… No encontraba las palabras, o encontraba demasiadas, le venían a la mente demasiado pronto, antes de que pudiera buscarlas, se acumulaban y transformaban sin dejarle espacio para pensarlas. Inmunda, teñida, negra, soberbia, cizaña, ponzoña… No tenían sentido. No significaban nada. Estaban vacías. No le venían naturalmente las pala bras obscenas que habrían sido más apropiadas, aunqueenelfondodesucorazónsabíaquelaesta ba llamando “puta”, mil veces, todo el tiempo, con gritos mudos que le hacían doler la lengua. Había una economía de las palabras, pero se confundía con la economía de la realidad; no podía funcionar enelvacío.ElpobreLorenzosentíacomosihubiera nacido para gritarle insultos a una mujer, y sus palabras no eran nada, nunca serían nada, no podían ser nada, sin la escena que les diera sentido. Gritárselas en la cara, a ella… Eso sería algo, pero
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
8
6/23/14
4:04 PM
Page 8
La Abeja
era una posibilidad remota, siempre alejada y minúscula en el fondo de una niebla espesa. Era inútil, porque esa clase de expresión obscena sólo sale de una contracción súbita y muy violenta del pasado, como un hipo, un tapón a todo lo vivido que quiere volver a la superficie de la vida. No era cuestión de proponérselo. Su propio pasado fluía en otra dirección. Debería volverse un autómata, un hipergesto, su lengua revolverse en el vacío de pronto.Deloquesetratabaenelfondoeradelaespontaneidad absoluta. No era cuestión de buscar sinónimos, porque dos o tres palabras bastaban, siempre las mismas. No era cuestión de palabras. Nosabíanada,estabademasiadonervioso,perturbado. Le había sucedido lo que nunca habría creídoquepudierapasarle.Habíahechoalgodemasiado insólito en él (secuestrar a la esposa de su enemigo).Sehabíahechoreal.¿Cómovolveratrás? Por definición, era imposible. No se podía volver atrás ni siquiera para crear la escena en la que sus palabras quisieran decir algo. Estaba sentado en el comedor, en una silla, atontado, exhausto. Una mano sobre la mesa, la otra sobre la rodilla. A la mujer la tenía atada y encerrada con llave en un dormitorio. Por suerte todavía no le había hecho una escena. Qué raro que no se hubiera puesto histérica. “Cada segundo cuenta”, se dijo Lorenzo interrumpiendo su retahíla mental, que más parecía un exorcismo.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 9
9
Era cierto: cada minuto contaba, y él tenía tra bajo que hacer. Fue a la cocina, el único ambiente habitado;esacasaenrealidadnoeraunacasa,oera una casa fantasma. Estaba en Pilar, a cincuenta kilómetros de la Capital, donde él vivía con su familia, en el barrio de Flores. La casa seguía en ese estado por la increíble desidia de Lorenzo. Veinte años después de compraresa propiedad enPilar, no había reunido la decisión, no digamos de refaccionar la casa y hacerla habitable, ni de tirar los pocos muebles inservibles que los dueños anteriores ha bían dejado, pero… ¡ni siquiera los había cambiadodelugar!Debíadetenerunataradelavoluntad, de otro modo no se explicaba tanta dejadez. Tenía la excusa de que la casa había venido agregada a lo que en realidad había comprado, el terreno arbolado para la explotación apícola. ¿Pero qué le costa ba dedicarse un poco a la casa, con las inmensidadesdetiempolibrequetenía?Sobretodoteniendo en cuenta que pasaba mucho tiempo ahí, prácticamente todo el día, y además se quedaba a dormir por lo menos una vez a la semana, a veces dos. En fin. Hacía campamento. Debía deencontrarle algún encantoalasituación.EnsucasaenFloreshacíavida de pequeño propietario y padre de familia perfectamente corriente. ¿Por qué aquí no? ¿Por qué no podía tener dos vidas? ¿Qué se lo impedía? La tara de la voluntad. Pero ni siquiera eso terminaba de explicarlo. Tenía que haber algo más… ¡Yegua!
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
10
6/23/14
4:04 PM
Page 10
La Abeja
Otra vez la mujer. Un intenso sentimiento de vergüenza le recorrió todo el cuerpo como un relámpago. Iba camino a la cocina. Se detuvo, se paralizó, por la vergüenza; y a la vez se apresuró. Siempre le pasaba lo mismo, desde chico, si iba caminandoporlacalleyleveníaunodeesosrecuerdos nefastos, se quedaba como una estatua, pero una estatua arrojada al vacío, a toda velocidad… Simplemente no podía caminar. En auto no le pasaba (habría sido peligroso), seguía adelante sin modificarlamarcha,comosilamáquinaanularael efecto de la vergüenza. Lacocinasecerróenungirolocosobreél.Laluz delatardeenvolvíalacasaamenazadoramente.Miró su reloj pulsera. ––¡Señor…! La voz de la mujer parecía llegar desde muy le jos. ¿Qué querría ahora? Por un instante pensó en irrumpirhechounafuriaeneldormitorioyhacerla callar a sopapos. Gritando, además. Se había hecho la promesa de pegarle, y quién sabe si después habríaotraocasión.Estabalaposibilidaddequelos acontecimientos se precipitaran, que todo se hicieracortésyaceitado.Perosalióalagalería,cerrando sinruido;ellapensaríaquenolecontestabaporque estaba afuera. Después de todo era cierto: siempre estaba afuera, trabajando como un esclavo. Dicho de otro modo, su trabajo se realizaba al aire libre.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 11
11
“Mi casa es mi castillo”, pensó, sacando una conclusión bastante incongruente. Eraelfindeunatardeinvernal.Elestadodelclima le resultó muy sospechoso: no hacía frío ni calor,nohabíasignosdelanochenidelaprimavera. Podíanserideassuyas.Fueaconsultarlacasitameteorológica. Como necesitaba predicciones seguras a las que adaptar la secuencia de trabajos con las abejas, y le disgustaba la arbitrariedad de los pronósticosdelatelevisión,habíarecurridoalsistema clásico del matrimonio de campesinos en el balancín horizontal. Era ingenioso y agradable, casi estético, símil científico, medio mántico; no se hacía mucho problema por el aspecto científico y la seguridad: él se sentía seguro, se tranquilizaba, tenía unpuntodereferencia.Lointerpretabaasumodo, pero igual le parecía objetivo. Encontró al viejito afuera, de un rosa fuerte. Eso podía significar tormenta, salvo que cambiara el viento. Esaparejademuñecosdecristal,detanconocida,selehabíavueltopartedesufamilia,desupercepción.Desdehacíauntiempo,siemprequeesta ba frente a ellos sentía el deseo loco de agarrar al que estuviera asomado, el viejo o la vieja, en el puño, arrancarlo y comérselo, destrozarlo con los dientes como un caramelo. Una tormenta de medianoche. Mares de agua descargándose sobre el mundo. Y él, de impermea ble, cobrando los cien mil dólares que le debía ese
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
12
6/23/14
4:04 PM
Page 12
La Abeja
cretino. A la mujer la llevaría a su casa, y se despediríanparasiempre,trasjurarsesilencioeternoso bre lo que había pasado. Truenos, relámpagos, sil bidos escalofriantes del viento, y la plata en su bolsillo. Nunca había visto tanta plata junta. Habíaalgoeneseplanquenolosatisfacíadeltodo. La mujer, por supuesto. Las escenas de violencia. Eso faltaba, no sabía dónde podía calzar. De tanto insultarla mentalmente para darse valor, creía que podía reconstruir sus procesos mentales paso a paso, al detalle. La escena se hacía a priori en él; pero confiaba en un elemento imprevisto. Quizás alimaginarunatormentaenlacasitaestabaanticipando la escena. De cualquiermodo, no había vuelta atrás. Un chino de sobretodo cruzó su campo visual. ¡Loquelefaltaba!Estabacasicompletamentesegurodequeloschinoshoynoteníanquevenir.Tenía seiscientos panales, y sin los chinos no habría podidooperar.¡Perotodoeratanautomático!Lascosas funcionaban solas, las abejas lo hacían todo. Y sin embargo, el automatismo tenía sus repliegues, tarde o temprano todos los días a la superficie automática de la jornada le salía una mancha humana. O por lo menos día por medio. Fuerápidoparaelladodondelohabíavistodesaparecer. Era el chino viejo, el del sobretodo negro. Noibaaserdifícilalcanzarloporquesedesplazaba a pasitos.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 13
13
Se había venido con toda la familia, hasta las criaturas, los biznietos. Eran veinte. Era el jueves veintiuno de junio, el día más corto del año. ¿Qué se traerían entre manos? ¿Una explicación definitiva, un reclamo de sueldos atrasados? Se paralizó frente a ellos, a unos veinte metros. Los veinte se inclinaronceremoniosamente. Las nubes bajas ronroneaban. Los árboles se sacudían un poco, muy poco. Dentro de la sobrenatural falta de temperatura del aire, sentía un frío terrible. Deprontohabíaunespacioinmensobajoelcielo, como si los puntos cardinales se hubieran hecho realidad; como si se hubieran quedado quietos. El único orgullo verdadero de su vida era su granja apícola, su obra. Le parecía tan grande, tan monumental… No le preocupaba ser su esclavo, porque tambiénerasuamo.Elesclavoalairelibre.Grande como una China, llena de trabajo. La laboriosidad infinita: hombrecitos-abeja trabajando todo el tiempo, y todos eran él. Era puro espacio. Se acercó a los chinos tratando de dar a sus pasos un sentido de “no pasarán”, para lo cual manteníala mayor conciencia posible de la casa a sus espaldas.Nocreíaquefuncionara,peronolecostaba nada probar (además, lo hacía automáticamente). Nunca tenía que comunicarles nada especial a los chinos,asíquenoteníaunidiomagestualasudisposición.Dehecho,esoeraunaemergencia.Sedirigió al viejo:
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
14
6/23/14
4:04 PM
Page 14
La Abeja
––Quiero que se vayan inmediatamente de aquí, don Fu Man Chú. Quiero estar en privado. Tengo una mujer en la casa. Loschinoseranlaparteimpunedesuvida.Podíadecirlesloquelevinieraalacabeza.Sihubieran entendido lo de la mujer, lo habrían asimilado con la mayor naturalidad: en lugar de sexo, los chinos tenían una especie de prostitución esencial. Pero nohablabancastellano,niunapalabra,nilohablarían nunca. El viejo le contestó con un discursete sonriente en su lengua. A lo que él respondió con algo, no supo qué, porqueenesasocasionesdejabadeentenderse.Los chinostenían,yeraunodelosmotivosporlosque Lorenzo se había aferrado a ellos, un automatismo de trabajo, y de vida. Como si no se les ocurrieran ideas;eratodohacerlo,ylisto.Hacerlotodo.Aélle convenían perfectamente; debía deser por eso que ellos también se habían aferrado a él. Un empresariocorrientehabríaexigidomásiniciativa,parapoderdelegartareas.Élnoeradeésos.Laclavedelmanejo del artesano es hacerle entender el “porqué” a suaprendiz;apartirdeahí,lopuedeponertodoél, ymuybien.¿Perocómohabríapodidohacerlesentenderel“porqué”delamiel,sinohablabanlamismalengua?Esqueloschinosnoeranartesanos;las abejastampoco:Lorenzojamáshabíaaceptadoesas ridículas metáforas, esas humanizaciones. De modoquetantoconunoscomoconotrassetratabade
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 15
15
pura fatalidad, trabajo no psicológico. No se necesitaba comunicación, ni siquiera gestual; con esta última Lorenzo no se habría atrevido de todas maneras, porque estaba genéticamente incapacitado para entender la mímica en cualquiera de sus manifestaciones. Eran indiferenciados. Uno cualquiera valía por cualquiera de los otros. Tenían valores distintos de los occidentales, eso estaba de más decirlo. De modoquenovalíalapenabuscarsentidoenloquehacíanfueradelautomatismo.Sinembargo,suempleadornopodíaevitarlasinterpretaciones,aunquemás nofueraparaentenderseél,paramantenerbajocontrol sus propias reacciones. La principal divergencia de valores se ponía en evidencia en la naturalidad asombrosa con la que ejercían esa prostitución de ellos, que parecía desinteresada.Noimportabaquehubieranpodidoser sushijos,alcontrario:casitodoslosdíasunajoven, unaadolescente,buscabaelmododequedarseasolas con él, creaba la ocasión, y le dirigía una mirada, una “sonrisa seria”, parecía relajarse, fluir, comosiseprepararaparaquelesacaranunafotografía odijera:siquiereaprovecharsedemí,ésteeselmomento. En una palabra, se entregaban. Era curioso que Lorenzo lo dijera, o pudiera haberlo dicho, porque él jamás habría entendido esas sutilezas gestuales,estabanenunaórbitadistintadelasuya. La niña daba por hecho que él habría “arreglado”
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
16
6/23/14
4:04 PM
Page 16
La Abeja
con el padre o el abuelo; es decir, daba por sentado que él había entendido la oferta que le habían hecho,loquenoerataninverosímil,porquesibienla chica sabía que él no entendía el idioma, bien podía suponer que se habían comunicado por números (por ejemplo indicándolos con los dedos) la cifraacambiodelacualellacedíasusfavores.Yeran bonitas, bien formadas, rollizas, frescas… No podía ser otra cosa que prostitución, porque sólo en su lengua universal de dinero y números podía arreglarse. Inclusive él habría podido jurar que da ban por seguro que el precio sería acreditado en la planilla de sueldos, como bonificación (por ejemplo: por presentismo), de modo de hacerlo del todo automático, de tipo “crédito directo”. Los ojos negros,tranquilos,lapieldeporcelana,elpelobrillante. Exactamente como chicas, eran muchachos, chinitos taxi-boy; muy trabajadores, muy confia bles, de prósperas familias chinas inmigrantes… pero vendían sus cuerpos (en lugar de reservarlos para hacer una segunda China en la Argentina), se prostituían: evidentemente era una cosa cultural. Era por eso sobre todo que no aceptaba; tenía un sincerohorroralahomosexualidad.Sihubieransido chicas quizás habría agarrado viaje, si no la primera vez la segunda, porque se habría dicho: ¿por qué no probar? ¿Qué me cuesta? O quizás no. Es fácil decir “podría probar”, pero es fácil justamente como prueba especulativa, como posibilidad.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 17
17
Hacerlo es otra cosa. No, con seguridad no habría aceptado; la prueba es que no aceptaba, aunque eran chicas, debían serlo, siempre en realidad, ya que resultaba difícil de creer, aun con toda la latitud que se le diera a la diferencia de culturas, que los varones se prestaran a esas prácticas humillantes;atodosellos,losjóvenes,losconocíadesdeque habían nacido. ¡Una vida entera en la Argentina, y persistíanesosextrañoshábitoschinos!Sehacíael que no entendía (si es que entendía, si no era todo una fantasía suya). Era como si fueran hijos suyos; y sin embargo edípicos, extraños, prostituidos, entregados al primer recién llegado. ¡Qué relación trémula! Había mucha gente que creíaqueélerachino.Esosedebíaasuapellido,que eraChan(noChang).Enrealidaderalagrafíadeun apellido español perfectamente corriente. A sus abuelos inmigrantes, analfabetos, los habían anotado así, y así habían quedado. Y sin embargo en esos ojos, en los ojos indescifrables, estaba toda la gloria de las estaciones, que es como decir “la gloria de las glorias”. El silencio delmundo,yelcantodeloscielos.Elcantodeuna cabeza. ¿Podían tener arrugas? ¿Podían tener esas pequeñas arrugas alrededor de los ojos? ¿Podían tener ojeras? Quién sabe. Quién sabe. Lo cierto es que esa tarde no sólo no consiguió expulsarlos sino que terminaron todos en la coci-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
18
6/23/14
4:04 PM
Page 18
La Abeja
na de la casa celebrando lo que parecía un cumpleaños. Los paquetes que tenían en las manos revelaron ser tortas, masitas y botellas de vino de arvejas, todo lo cual fue alegremente consumido entre canciones y batir de palmas. Lorenzo participólomejorquepudo.Deldormitorioveníanlos gritos de la mujer, primero los “¡Señor…!” con los que lo llamaba, después, envalentonada, seguramente creyendo que una muchedumbre de extraños se había metido en la casa en ausencia de su dueño: “¡Socorro…!”. Los chinos no daban señales de oírla. Era realmente extraño lo que estaba pasando. Daba vértigo pensarlo. Y sin embargo, estaba pasando sin que la realidad se alterase un milímetro. Hubo un canto alterno (cuando le llegó su turno, él zafó con el Happy Birthday en castellano), que, junto con el agotamiento de las provisiones, indicaba el fin de fiesta. Habían llegado muchos chinosmás,hastaquelacocinasellenódeltodo,y después se quedaron esperando afuera. Salieron (¡por fin!) y en el crepúsculo gris y ventoso el centenar de chinos, la totalidad de los que trabajan en la granja apícola, hicieron un largo despliegue de danzas propiciatorias, sin sacarse sobretodos ni bufandas. Lorenzo, que en la nerviosidad había bebido sin cesar el vino de arvejas con que le llenaban elvasitodepapel,estabamareado,incómodo,más desubicado que nunca. En general no recurría al al-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 19
19
cohol para darse ánimo. Había bebido sin darse cuenta de lo que hacía. Fue varias veces al rincón del alero donde tenía colgada la casita meteorológica; no hubo cambios. Pero la presión debía de estar bajando, o subiendo, a niveles insólitos. El coro de voces chinas subía al cielo, en raras salmodias, y las cuadrillas hacían figuras, las deshacían. Eran danzas figurativas. Representaban los distintos avatares de la vida comunitaria, con especial énfasis, por motivos fáciles de entender, en la experiencia del destierro, de la separación, de la nostalgia y el arraigo en países lejanos. Se desgañitaban, las voces de cristal; los rostros chatos, amarillos, se cubrían de sudor cristalino. Los cuerpecitos abrigados iban y venían por las avenidas entre las colmenas, llamándose, llamando al cielo en blanco. Lo peor, pensaba Lorenzo, era que todo esodebíadetenerunsentido,serrazonable,explicable, sensato. Porque nadie hace cosas porque sí; él mismo era un ejemplo de esto último: nunca en su vida había podido hacer algo por completo absurdo. Y conociendo a los chinos, como los conocía íntimamente desde hacía veinte años, podía estarsegurodequenuncasesalíandesusrutinas,de sus realidades sólidas. Quizás todo lo extraño se debía nada más que a su distracción; se sabía muy distraído, era su defecto más notable. Algo que nunca había intentado era andar en zancos estando borracho. Pero siempre hay una
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
20
6/23/14
4:04 PM
Page 20
La Abeja
primeravez.Entróalacocinaabuscarlos.Selosató a los pies y encima se puso los “pantalones” de raso violeta, dos tubos de cuatro metros de largo, se alzó en un santiamén y partió bamboleándose entrelascuadrillasdedanzarines,alosqueahoraveía más pequeñitos, allá abajo. Lo envolvían los corales atorbellinados por el viento, los respondía con un“ohohoh”alegredesdelaalturamientrasibay venía. Su cabeza rozaba las copas de los árboles, creíasentiralláarribacariciasdelluviaignoradasen las superficie. ¡El mundo chino valsaba sobre el planeta, colorido y disperso! Cada colmena era un cofre blanco repleto de oro, una caja de Pandora que encerraba unvientodistinto.Loslímitesdesuestablecimiento se confundían con los horizontes, y latían suavemente. Cada paso, una estrella. Andar en zancos eracomobailar,sintenerquebailar;élnosabíabailar, no tenía idea de ritmo ni la flexibilidad necesaria; pero ahora descubría que los zancos le permitían intervenir en la danza. En una vuelta quedó frente a la casa, a la altura delalíneadeltecho,yvioqueestabacubiertadegatos sentados mirándolo, como espectadores en el superpullman.Eranlosgatosqueélalimentabacon platosdecarnepicadayleche.Sehabíansubidotodos al techo y estaban fijos uno al lado del otro, las orejasparadas,comounadecoracióndecornisa,bi belots de cemento peludo.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 21
21
––¡Oh oh oh! ––¡Chin chi chi ñan huán han lí! ––¡Oh oh oh! ––¡Ah ah chan lon chón non chón! ––Oh oh oh! ––¡Miau miau miau miau miau! ––¡Oh oh oh! Lacabezaledabavueltas.Encambioloschinos sacudían las suyas como diciendo ¡qué ridículo! Complacientes como eran (nadie lo sabía mejor que él) eran difíciles de contentar. Quizás se ha bían ofendido con su gesto, que en el fondo era pura buena voluntad, deseo inocente de participación. Su sentido de la estética era exigente, muy asimétrico. Su bonita coreografía quedaba arruinada,ysusvalorespropiciatoriosseechabanaperder,conesegigantóninfantilysushiposdesobrenaturaleza. De todos modos se despidieron amablemente, todo sonrisas. Lorenzo suspiró de alivio al quedar solo. Los chinos, que en algunos aspectos parecían japoneses, habían filmado en video toda la ceremonia,yenelcursodelasemanalaestuvieronpasandoenvarioscanalesdetelevisión;eneldecablede Pilar, completa. El paseo en zancos había tenido dos fases. La primera, de movimientos graciosos y elegantes; la segunda (probablemente a partir del momento de ver a los gatos), una marioneta electrizada.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
22
6/23/14
4:04 PM
Page 22
La Abeja
Un documental etnográfico: la vida de las abe jas. En medio de la ceremonia al aire libre irrumpía una mujer desesperada, una morochona excesivamenteteñida,ydeatuendoimpropioparaunacuarentonayparalatemperaturabajocero:calzas,top de lycra, chinelas rosas con taco y pompón, bijou dorada. Aparecía gritando, pidiendo auxilio, retorciendo los gruesos labios pintados en palabas patéticas, alzando los brazos al cielo. Era la entrada de la realidad en escena. La realidad más extraña que los ritos.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 23
II
Loschinosyaeranpartedesualma.Laprostitución china era el modo de pensar que había adoptado sin saberlo. Cuando se marcharon, fue como si se reabsorbieran. Sobre Lorenzo cayó una tristeza mezcla de cansancio y desaliento. Todo era inútil en el fondo ––salvo, quizás, ser un rentista y haber asumido de antemano la inutilidad de todo. Dejarse vivir hasta terminar, tratar de disfrutar de lo poco que se pudiera (es decir, de todo). Pero la acción, las iniciativas, se estrellaban contra las paredes torcidas del mundo. ¿No había sido ridículo que se pusiera a andar en zancos? ¿Por qué lo había hecho? El desarrollo de los acontecimientos lo había llevado a querer hacer algo más absurdo que todo lo que hubieran hecho los demás… Sin darse cuenta de que el sobrepujamiento había sido previo, y también obra de él: un secuestro. ¡Y lo había hecho para preservar la fuentedetrabajodeloschinos!Peroaellosesono
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
24
6/23/14
4:04 PM
Page 24
La Abeja
les interesaba. Además, ¡cualquier día se lo iba a hacer entender! Antesdevolveraentrarenlacasaechóunamiradaalrededor,asumundoapícola,asumelodíade zumbidos.Todoparecíaencalma,peropodíaserla calma de la ebriedad. Podía ser una especie de explosión. Su nombre estaba escrito en el universo. El gorrión que volvía de visitar a unos parientes le preguntaba a la gorda paloma adormecida por el frío: ––¿Quién fue? Y la paloma respondía, ventrílocua: ––Lorenzo Chan. La libélula consultaba con la pita: ––¿Quién? ––Lorenzo Chan. Él sacudía la cabeza, incrédulo. Los animalitos, las plantas, las piedras, el viento, tomaban la pala bra, iban de aquí para allá preguntando: ¿Quién fue?¿Quiénlohizo?Ytodosrespondían:Lorenzo Chan. La hormiga: ¿Qué? ¿Quién? ¡Lorenzo Chan! Habíaunritmo.Elritmodelatarde.Laóperaalcohólica del tiempo. ¿Quién lo hizo? Lorenzo Chan. ¿Saben quién? ¡Sí! ¡Lorenzo Chan!
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 25
25
El viejito de cristal azul del barómetro: ––¿Quién fue? ––Lorenzo Chan. Y los gatos en el techo: ––Lo-ren-zo-Chan. No era acusación ni amenaza, sólo información. La naturaleza entera hablaba. Pero no decía nada. Eran palabras sin significado. De hecho, si había algunaamenazalatente,eraquelaspalabrasdejarande tenersentidoparasiempre.Enesecaso,lamaniobra no tendría éxito, y nunca recuperaría su dinero. Entró.Lamujersehabíaencerradoeneldormitorio donde él la había encerrado originalmente, y habíaatrancadolapuertaconlacama.Laabrióempujando con fuerza. Ella lo esperaba, perentoria: ––¡Lléveme de vuelta a mi casa, ya mismo! ––Noquiero.––Lainterrumpióantesdequeella volvieraahablar:––Escucheunacosa,señora,quiero decir doctora: lo que hizo estuvo muy mal. Cómoseleocurreasustaraesospobreschinos,gritar, escandalizar. ¡No sea conventillera! Me extraña de usted. ––¿Ah sí? ¿Le extraña? ––Envalentonada, creía haberse anotado un punto a su favor. ––No puedo llevarla a su casa ahora, va a tener que perdonarme. Estoy muy atado a las colmenas. La gente no se da cuenta de cómo esclaviza el tra bajo con seres vivos. No es como ocuparse de papeles,quesepuedenmeterenunacarpetayseguir
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
26
6/23/14
4:04 PM
Page 26
La Abeja
eldíasiguiente.Siyotomaraesaactitudtendríauna pila de cadáveres… Se quedó pensando. En general la gente (y él se incluía) ignoraba lo que era la acción real. Nadie supondríaqueunparlamentocomoelanteriorpodía tenerlugarentreunsecuestradorysuvíctima,ysin embargoeraasí,asídecivilizadoyrazonable.Hasta esa mujerzuela idiota podía entenderlo. ––Señor Chan… ––¿Sí? ––Se preparó para oír algo especialmente desagradable. ––Puedoirmesola,siustednopuedellevarme. Dígamequécolectivotengoquetomar,ydemeun peso para el boleto… Desde sus primeras palabras él ya estaba sacudiendo la cabeza con desaliento, como diciendo “No, imposible”. Pero, qué curioso, si hubiera sido otroelquelehubierahechoesegesto,él,consuincapacidad de entender la mímica, lo habría interpretado como “Sí, de acuerdo”, o como cualquier otra cosa. Ella debió de entenderlo correctamente porque se encrespó. ––¡Déjeme ir! ¡Usted no sabe lo que hace! ––¿Por qué dice eso, doctora? Su sonrisita conciliadora terminó de irritarla: ––Lo que está haciendo es muy grave, muy grave. Usted va a tener que atenerse a las consecuencias. ¡No es joda! Qué vulgar era. Parecía a propósito. El apellido
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 27
27
de ella era Skhoda, que se pronunciaba “es joda”. Pobre infeliz. Quería decir “hablo en serio”. ¿Pero era así, realmente? Ese viejo dormitorio polvorientoparecíaunacatacumba.Laluzveníademuyarri ba: la ventana había sido tapiada veinte años atrás, perosólohastatreintacentímetrosantesdelborde superior. Los años de soledad lo habían ido vaciando de todo; ya ni aire había. El sol poniente, de un grisluminoso,dabaenlínearectasobrelafranjali bre de ventana, y el brillo los alumbraba como en un relámpago diurno. Afuera, había un silencio completo.Peroelsilencioylaspalabrasmuchasveces eran lo mismo. Esa pobre mujer estaba demasiado nerviosa para pensar. Estaba improvisando, montada en un torbellino de luz encerrada. ––¡Soy libre de hacer lo que quiera! ¡Su falta de naturalidad! Eso era lo que más desalentaba a Lorenzo, lo que le ponía un freno a sus esperanzasdeseguiradelante,deprogresarenlaacción. Era tan afectada, tan de telenovela. Con ella no quedaba otra cosa que acostumbrarse; seguramente con el tiempo uno dejaría de notarlo. Tam bién estaba la posibilidad de que nadie fuera naturalalhablar,nisiquieraél.PerolaSkhodasepasaba; quizás el apellido tenía que ver, le había impédido dechicahacerseunaideacorrectadelpasodeloescritoalooral.Yelladiciendotodoeltiempo¡noes joda! ¡hablo en serio! Pero quién se lo iba a tomar en serio. ¿Quién?
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
28
6/23/14
4:04 PM
Page 28
La Abeja
Lo único que se podía hacer con ella era pegarle. Y no estaban dadas las circunstancias. ––Mire,doctora.Comoledijeantes,tengomucho que hacer. ––Usted está loco. ¡No me va a dejar aquí encerrada! ––Tengo que dar vuelta uno por uno todos los panales,nosésisedaunaidea.Conlaúnicaayuda de un chino. ––Hizo una pausa. ––Y antes de irme quiero dejarle un pensamiento para que reflexione: todos fuimos bebés, todos fuimos objeto de juegos ycaricias,ydirectamentenadienospodíamirarsin una sonrisa enternecida. ––¡Está loco! “A partir de ese momento, tendrás que improvisar.” Así operan los delincuentes. Pueden hacer planes,escribirdeantemanoelguióndesusfunestashazañas.Perohayunpuntoenelquetodosedisuelve, salvo la acción misma. ¿Cómo habría sido el comienzo del mundo? Saliódelcuartodesgarradoporideascontrarias. Y al volver al comedor, cuando su mirada distraída pasaba por las ventanas abiertas al oriente violeta, tuvo una sorpresa mayúscula. Al otro lado del vidrio,exhibiéndosedemedioperfil,habíaunchino con tetas. El vidrio era una tensión atómica. Creyó estar viendo visiones, alucinando. Al mismo tiempo, creía reconocerlo. ¿Y si se creía loco? ¿Si se engañaba respecto de
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 29
29
sí mismo? No tendría nada de extraño. Debía de haber un modo de engañarse dentro del engaño, y a su vez volver a engañarse. Y así hasta perder el rastro, borrar las huellas. Eso era la improvisación ––para la cual él no tenía el menor talento, de eso estaba convencido. No se le ocurría cómo simular locura, salvo diciendo una frase incoherente de vez en cuando; y aun así, nunca eran bastante incoherentes, nunca tenían por sí solas el vigor sobrehumano de abrir la puerta de la improvisación. En la cocina abrió el estuche de los monóculos, se los calzó, se puso guantes de látex rosa, y salió. Le esperaba un buen rato de trabajo automático, bastante penoso, bajo el frío intenso (¡como para sacar a las tetas a tomar el fresco!): dar vuelta doscientospanales.Alcabodeveinteinviernosdehacerlo todos los días, ya ni se daba cuenta de lo que estaba haciendo. Era un trámite. Además, hacía cien nada más, los otros cien los hacía el chinito, que empezaba por la otra punta. El viento soplaba en ráfagas irregulares; el sobretodo letableteaba por todo el cuerpo, como un masaje de castañuelas. El panal era un tablero de bronce cubierto de celdillas de los dos lados, todo pringoso. Tenía dos anillos arriba por los que lo sacaba de la colmena, lo hacía girar en una voltereta elegante, muy aprendida, y lo volvía a meter, en un gesto parecido al del mago que mete láminas de acero en la caja donde está su esposa. Gotas de miel espesa, blanquísima, caían
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
30
6/23/14
4:04 PM
Page 30
La Abeja
pesadamente a sus pies. Quien siembra mieles cosecha desencantos, pensaba Lorenzo. De vez en cuando, por la ranura, echaba una mirada furtiva a las reinas, que siempre estaban enroscándose voluptuosamente en el centro de una irradiación dorada. Las compraba en una tienda especializada, propiedaddeunos griegos importadores; tenía una caja térmica con el interior forrado en hoja de oro, para traerlas a la granja; los griegos se las mostra ban en incubadoras de vidrio;eran monstruos transexuales, que a Lorenzo le provocaban escalofríos. Eran husos. Por eso estaban siempre enroscándose.Habíaunlargoprocesodefecundación,tanlargo que no terminaba nunca. Dos por tres el viento le arrebataba los monóculos y los perdía. Había adoptado unos baratos, de plástico, que por ser mucho más livianos eran más proclives a volarse. Por ello él apretaba muchísimo y los músculos de la órbita ocular se le habían desarrollado en exceso (era un proceso de décadas) dándoleasucaraesaexpresiónpeculiar,única,tan inexplicable.Nadiepodíaleersugestohabitual.Pilar, como su nombre lo indica, es una zona eólica por excelencia, de formidables caídas de presión; un efecto saludable era que los vientos barrían con los piojos de aire, que suelen parasitar a las abejas. Noventa y nueve… cien… y atropelló al chino. ––¡Perdón! Otra vez, ahora de cerca, creía reconocerlo. El
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 31
31
chino le hizo una sumaria reverencia y partió rum bo a la casa a sacarse la escafandra de medio cuerpo(hastalacintura)queusabaparatrabajar.Eraun dispositivo de plexiglás transparente, conprotuberanciasllenasdeaguaparaconservarlatemperatura. Lorenzo la había comprado en una proveeduría apícolaparausodesusasistentes.Loschinoslacuidaban como a una joya; de eso no podía quejarse. El fue en dirección contraria, al mástil, a izar la manga, que se infló de inmediato y empezó a sil bar. Hubo un súbito electrizamiento de todo, en el frío,enelviento,enelgriscadavezmásoscurodel crepúsculo. Como si de pronto hubiera pasado algo, y nadie supiera, por el momento, qué era. Es cierto que no había nadie; la granja que dos horas antes había estado colmada de gente y cantos y danzas, ahora estaba desierta. Pero nada está nunca del todo desierto, no hay sitios desocupados en el mundo. Alguien los cruza furtivamente. Lorenzoaguzólaatención.Sequedómuyquieto,dejándosepenetrarporelsentimientodeamenaza,hasta sentirse transportado. Sin darse cuenta, lanzaba al aire los monóculos y los abarajaba en la mano abierta, una y otra vez; al entrechocarse hacían un ruidito seco, un “tric tric” repetido, blanco, un ritmo inconsciente, en el que el silbido de la manga introducía sus largas melodías. Y así hasta que logró quedarse sin pensamientos. El gran colmenar
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
32
6/23/14
4:04 PM
Page 32
La Abeja
parecía un cementerio. Todo lo que pudiera pasar (“tric tric”) había sido expulsado. Y sin embargo, por eso mismo, algo estaba pasando. Creyó oír un suspiro lejano. Se volvió, rígido. Entre los árboles se veían manchones amarillos de la casa, y sobre uno de ellos, como recortado, el chino. Era una figurita minúscula, a medias embutida en la grotesca escafandra, dentro de cuyas transparencias am biguas el rostro, así como los dibujos de la camisa hawaiana,sedeformabanenmuecasabsurdas.Era imposible que un suspiro producido allá adentro le hubierallegado,perolamirada,olapostura,síllegaban. Estaba atento a algoque pasaba entre las colmenas. Lorenzo salió caminando hacia ellas; quizás él también había visto algo sin darse cuenta, y había comprendido algo, sin darse cuenta, ¡y esta ba actuando, sin darse cuenta, creyéndose dormido, sonámbulo, transportado! Pero no, no había nada. Quizás un perro extraviado. Cuando había un intruso solían formarse en el aire abanicos de polillas beige. Silencio, silencio, silencio. Miró por encima del hombro. El chino, como un kourós, daba un paso de piedra. Y entonces… al volver a mirar adelante, creyó verlo, un manchón fosforescente, anaranjado,olila,quizásamarillo,ocultándosetras los ángulos blancos de una colmena. ¿Pero sería posible? ¿Otra vez? ¿Se le había escapadootravez,laperrasiniestra?Tuvouninstante de pánico. Se sintió presa de una repetición in-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 33
33
controlable. Un desaliento inmenso, ¡otro más! Como si fuera abstracta. Como si viera disolverse todaslasesperanzasquesindeliberaciónhabíapuesto en que ella fuera lo más concreto de todo, algo absolutamente concreto que hiciera contraste con todo lo abstracto (por ejemplo el dinero). Lo soliviantóunaoladefuria.¡Laatraparía,yseríalaúltima vez! La destruiría con sus manos si era necesario, la transformaría en una masa sanguinolenta si había que llegar a tanto para hacerla concreta. Adivinándole el pensamiento, el chinito se le habíaadelantado.Ibadirectoalapresa.Parecíauna pompadejabónrodando,ycuandoentróenlacuadrícula de colmenas, una bola de pinball en su la berinto. Lorenzo también corría. Todos corrían, si es que la mujer, que había vuelto a hacerse invisi ble, también corría; más verosímil era pensar que estuvieraquieta,agazapada.Sepusomásoscurode pronto; por la mentede Lorenzo pasó la idea de que seestuvieraproduciendouneclipsedeúltimomomento. La Skhoda iba rápida como una flecha hacia el bosque. El chino trató de cortarle camino pero ella llegó antes, y los dos se perdieron entre los árboles. Lorenzo aumentó la velocidad, vio el telón de árboles precipitarsehacia él, y despuéslos árboles deslizándosealosdoslados.Enelbosqueelterrenocaía abruptamente hacia el río, con lo que su velocidad aumentómástodavía,yaeraunaespeciedecaídali-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
34
6/23/14
4:04 PM
Page 34
La Abeja
bre. Se abrazó a un tronco y dio dos vueltas en posición horizontal, las piernas a un metro y medio delsuelo,porelimpulso.Cuandovolvióaponerlos piesentierramiróasualrededortratandodeorientarse. Debía seguir bajando, pues lo más seguro era que ella lo hubiera hecho; el agua la detendría. Efectivamente,lavioenlaorilla,depie,desmelenada. El chino estaba a un metro, y ella le hablaba. Lorenzo se quedó atrás de un árbol contemplando la escena. Del chino en realidad no podía decirse, enestas condiciones, que fuera “un chino”. Más biense diría “una cosa”, una masa de plexiglás traslúcidanevada,apoyadaendospiernas:pantalones abuchonados de sarga rosa, zapatillas negras tipo “uña de gato”, todas de tela ciré, más medias que zapatillas. Como si eso no bastara a hacer extraña lavisión,lamujerteníaenlospies,enlugardesus pantuflas de pompón, un par de patas de rana de goma verde. Lorenzo las conocía, porque eran suyas, estaban en la casa desde hacía muchísimos añosynuncalasusaba.Siqueríaexplicarseporqué las tenía puestas la mujer, sólo podía decir que, o bien había descartado las incómodas pantuflas, para poder correr, y eran el único calzado alternativo que había encontrado, o bien que su plan era escaparnadandoporelrío.Perosiestaúltimahabíasidosuintención¿porquénosezambullía,enlugar de ponerse a hablar? ¿Se habría acobardado al ver el agua helada?
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 35
35
Todo en ella estaba opacado por la realidad. Debería haberle puesto un cencerro para saber siempre dónde estaba. Fue en ese momento que Lorenzo se dio cuenta de una cosa: cometer un delito no era una acción unitaria y separada. Estaba entremezclada con otros mil hechos. Todos tenían importancia, todos pesaban en el resultado final; pero de casi ninguno de ellos habría podido decirse, de antemano, que significaban algo. Muy por el contrario, parecían ir contra la corriente del sentido. Eran una gesticulación loca, dispersa. Él menos que nadie estaba provisto del material innato necesario para entenderlos. En esta escena, que él no sólo tenía ante sus ojos sino de la que participaba, era como si las tres figuras, la suya incluida, estuvieran recortadas en el negro a priori. Ella era la quintaesencia de la vulgaridad. Un jazmín rojo. ¿Estaba hablando en realidad? No se oía nada, aunque no estaba lejos. Quizás no le salían las palabras, de la emoción, y ella creía que sí. Oquizástomabaaesechinoacorazadoporunextraterrestre, y se quería comunicar con el lengua je universal de los gestos. Si tal era el caso, alimentaba el ensueño. Porque a un extraterrestre, sobre todo a uno recién llegado (y si no había tenido tiempo de sacarse la escafandra, o no había salido en la televisión, tenía que ser un recién llegado), había que empezar explicándole muchas cosas pa-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
36
6/23/14
4:04 PM
Page 36
La Abeja
ra que pudiera entender qué era una mujer desvalida, secuestrada, necesitada de ayuda. Los restos del día huían, la mujer huía…Y él iba atrás.Lapersecucióneneldíamoribundo,lavisión yafurtivadelaúltimaluz,chillona,enlaoscuridad que se precipitaba. El viento se lo llevaba todo montado en sus velocidades. Decualquiermodonoselehabríaentendidolo que decía porque masticaba chicle constantemente; quién sabe si lo hacía porque le gustaba, o por rejuvenecerse; o simplemente porque era de esa clase de mujeres y no sabía hacer otra cosa. Lorenzosaliódesuescondite,laSkhodagiróla cabeza y lo miró con una expresión caricatural de horror. Tenía una cara de goma. Con todo gesto se pasaba, iba demasiado lejos, hasta la mueca. La escena se deshizo, se transformó en otra escena.Laquisotomardelbrazoparallevarladevueltaalacasa,peroellasesacudiócomounagataarisca. Aun así, caminó a su lado. El chino tomó la delantera de prisa. Ellos dos en cambio caminaron sinapuro,porlaorilladelrío,quemásalládabauna vuelta y pasaba muy cerca de la casa, por atrás (ha bía una escalera en el acantilado, directo a la entrada de servicio). ––Yo podría perder todo esto ––dijo Lorenzo como hablando consigo mismo––. Usted, que es tanurbana,nolosentirá,peroamíelcontactocon lanaturalezasemehavueltounanecesidad.Ypue-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 37
37
do perderlo, verme reducido a vivir el resto de mi vida encerrado en un departamento en Flores, por haber confiado en su marido. Ya verá si tengo motivos para tomar medidas extremas. ––¿Pero yo qué tengo que ver, señor Chan? Lagomaverdedelaspatasderanahacíaunruido extraño. El agua regurgitaba en las rocas de la orilla. Los sauces se sacudían como sábanas colgadas. Algunos chillidos de pájaros atravesaban el silencio. Lorenzo susurró, sombrío: ––Mucho. Todo. ––Él no me habla de sus negocios. ¡Nunca! Yo tengo mi propia profesión, soy obstetra… ––¡Ya lo sé! Lo dijo en un tono terminante y aburrido, dándoleaentenderquenoqueríaseguirhablando,que yaestabatododicho.Lamentabahabersacadoeltema y buscaba desesperadamente unasunto más serio, más amenazante. ––Es la segunda vez que se lo digo: no se meta con mis chinos. De todos modos no le servirá de nada, porque no hablan castellano. Al instante ella hizo otra de sus muecas de goma, volviéndose parcialmente hacia él. ––¿En serio? ¿Ni siquiera los jóvenes? No le contestó, y ella ya seguía: ––Qué increíble. No sé cómo pueden vivir tantos años en un país, “vivir, reproducirse y morir”, ¡y no aprender el idioma! Qué limitada tiene que
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
38
6/23/14
4:04 PM
Page 38
La Abeja
ser la comunicación. Cuántas oportunidades se perderán, sin ir más lejos la oportunidad de vivir. ¿No le parece señor Chan? Estaba a punto de contestarle, por el reflejo de la réplica, pero secontuvo a tiempo. En lugar de ha blar, echó una mirada alrededor. Quería empaparsedelaextrañezasiniestradelcontorno:elagua,el viento, las rocas, los árboles, el cielo gris oscuro. Cortabaconelmundolaposiblenormalidadquese insinuaba,queellabuscabaporinstinto.Paraél,sería el fin de sus intenciones, se quedaría colgado, sin saber qué hacer o qué decir. La esencia de toda la aventura era abrir las puertas de la realidad, y paraellodebíamanteneracualquierpreciolaincoherencia violenta, salvaje. Toda la tarde había estado luchando por mantener ese rumbo, y ese esfuerzo era lo que daba la atmósfera expresionista-surrealista a las escenas que venían sucediéndose. ¿Hasta dónde podría sostenerlo? La tensión era demasiado grande. Miróelcielo.Porlomásaltocorríanvientossalvajescomolobos,cargadosdeastrosydemundos. Nodebíadejarsellevarporelhábitofrívolodecreer que estaba viendo lo que se hallaba “arriba”. Bien podía ser “abajo”, el abismo. Y desde allí, si había alguien, tampoco lo estaban mirando a él “arriba”. En el fondo del universo, lo único que había eran chistes, los viejos chistes trillados, uno sobre todo, querugíaensilencio…Secuestraronamiesposa…
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 39
39
Me piden rescate… ¡Que se la guarden! ¡Me la saqué de encima! Vamos a ver si me las arreglo para que no me la devuelvan… ¡Araca, victoria! El crimen perfecto.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 40
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 41
III
––Recuéstese… Hablóconvozabdominal,dándoleunacentode ventrílocuo, sin mover los labios. Ella se metió en elcuartoycerródeunportazo;creyóoírunsollozo de rabia. ¡Qué arte tenía, la maldita! El arte de sostener la situación, de mantener a raya la realidad. Todo el arte estaba ahí. Por un momento Lorenzosepreguntósinoseríaunaadversariademasiado hábil para él. ¿No lo habían sido todas las mujeres con él, durante toda su vida? Pero entonces,¿cómohacíanlosotros?¿Cómolasasesinaban? ¿Cómo les pegaban? Se movió inquieto en el comedor, vagamente angustiado. Todavía quedaba un resto de luz, que se hundía activamente en la tierra. Echó una últimamiradaalapuertacerradayfuealacocina.Puso agua a calentar para el té, a sabiendas de que el tiempo sería excesivo para su estado; había puesto muchísima agua al fuego, varios litros, aunque su
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
42
6/23/14
4:04 PM
Page 42
La Abeja
intención era hacer una sola taza de té. Dio unas vueltas ordenandocosas; estaba demasiado nervioso para soportar un ritmo lento, quería una precipitación. Casi ahogado de impaciencia, salió al aire libre.Tragóvariasbocanadasansiosasdeviento,inclinó la cabeza en un ángelus sombrío, volvió a levantarla: los ojos le ardían como dos carbones. En el piso del porche, forrado de goma acanalada, estaba la paloma. Era su paloma personal y amistosa, se había domesticado años atrás espontáneamente;nohacíabuenasmigasconloschinos, sóloconél.Seinclinóylaalzó.Lapalomaponíacara de idiota, los ojos dos puntitos rosa protuberantes, a esa hora con una ligera fosforescencia. Era enteramente negra, incluidos el pico y las patas y las uñas, una verdadera rareza. Estaba muy tibia, casi caliente. A veces estaba fría como el metal. Algún día la voy a meter en una olla de agua hirviendo, pensó por asociación de ideas, ¡la voy a cocinar viva! También había pensado en hacerle una casita individual, un palomar unipersonal, de ave solitariaomejordichodemonstruo.(Conboudoiryroperitos y escritorio.) La paloma movió la cabeza, como si echara una mirada panorámica al parque; los árboles engorda ban en la penumbra. ––¿Te gusta el mundo, palomita? Nada. ––¿Te gusta el mundo?
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 43
43
Lapalomasesacudióenunespasmoydespués sequedómuyquieta,conlacabezareclinadahacia uncostado.DeprontoLorenzonosintiónada,nada en absoluto. Ni siquiera pensó. Seguramente la mención del mundo había bastado para crear un mundo en él, que se transformaba en Lorenzo Mundo, el indiferente. No era una ola, ni una onda expansiva, ni nada. Más bien se parecía a un momento de distracción. Es curioso constatar que el mundo, tan lleno como está de toda clase de cosas, también es una perfecta nada: cuando se produce, es nada. Elcontenidodelaconcienciavolvióafragmentarse. Habría sido una vuelta a la acción si Lorenzo no hubiera experimentado de inmediato una segunda totalización, y cuando ésta cedió a la fragmentación, una tercera. En realidad no eran pasa jes de un estado a otro distinto, sino un continuo de opuestos idénticos. En la más sublime apoteosis mística inadvertida de su mente, seguía sopesando la conveniencia de sus maniobras. Algo le decía que esa noche cobraría los cien mil dólares. Porelotrolado,noignorabaquesusmaniobraspodían fallar. En tal caso, lo más probable era que la indignación lo llevara, sin que él se diera cuenta, a hacerrealidadsussueñosmássecretos.Laconciencia estaba al mismo tiempo en el plano A y en el plano B. Pensaba y no pensaba. Sedesplazóporelcostadodelacasahastaloque
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
44
6/23/14
4:04 PM
Page 44
La Abeja
parecíanféretrosdecinccontapasdevidrio,porlas queestuvomirandounrato.Alfindejólapaloma, deslizó una de las tapas y con una tijera que tenía ahícolgadadeunclavocortóvariosmuguetes.Volvió a la cocina y los puso en un bol, que llenó de agua.Lodejóenlamesadelcomedoryvolvióasalir, esta vez con un paquete de carne picada. Ya casinoseveía,perocomosabíadememoriaesarutinapudodistribuirlacarneenunahileradeplatitos; eralacenadelosgatos,queacudieronchillandode entusiasmo y dando saltos de un metro de alto. Suspiró. Cuandovolvióalacocinaelaguayahervía.Hizo el té con un saquito y preparó dos sándwiches con pan negro, de jamón y queso. Puso todo en una bandeja, sin olvidarse de una botella de agua mineral y un vaso. El bol con muguetes era un toquecaprichosoenlacenadesuprisionera.Dioun golpecito en la puerta. Tuvo que encender la luz porque ella no lo había hecho; estaba tirada en la cama, boca arriba. Su única reacción fue cubrirse los ojos con un brazo. Lorenzo sintió un desaliento profundo al pensar que el trabajo ciclópeo del malentendido recomenzaba, y que no tenía fin. Eraculpasuya,esodebíaadmitirlo:detodalaproliferación de mujeres del mundo, había tenido que elegir justo la que estaba en la posición más comprometida o ambigua. Le bastaba pensarlo para sentir la posibilidad, lo perdido. Y sin embargo, sa-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 45
45
bía que no era así. En ese cálculo había gastado su juventud. Había muchísimas mujeres, de acuerdo, perolasquepodíaconsideraridealesparasuspropósitos estaban increíblemente lejos, en las antípodas, al otro lado del mundo. Mujeres disponi bles, prostitutas, desconocidas, que a él podían tomarlo por una máquina, y no entrar nunca en ningún mecanismo de cortesía o de abstracción. Para ellas él sería un relámpago, un alma instantánea. Las eternas desconocidas. Al madurar había renunciado a ellas. Había empezado a buscarlas más cerca. ¡Y había encontrado a la Skhoda! ¡Y ahora resultaba que la Skhoda no existía! Sefijóenelbrazo,queahoraellalevantabaapenas, en un esbozo de gesto, para librar paso a su miradaverdeyvenenosa.Eraunbrazomuyblanco(el otro debía de ser negro), cargado de carne, de piel muy fina. Al quedar por un instante casi vertical, con la mano en lo alto, parecía una columna hecha condosbotellasdecocacoladelátexblanco.Increí ble que eso fuera un ser humano. El hombre invisible. El hombre invisible cazando una mosca. El hombre invisible exótico. A la realidad se le hincaba el diente en dos encarnacionesalternativas:perrosarnosooperrora bioso. Se miraron: era el pequeño teatro de la crueldad, pero sin empezar, sin realidad, todavía provistosdemáscaras,todavíasinlasmáscarasdecar-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
46
6/23/14
4:04 PM
Page 46
La Abeja
ne cruda, las máscaras de chuleta a la tártara. Lorenzo sintió en el juego de sus músculos faciales las dolorosas combinaciones de la cortesía. Era un leño, pero un leño que sangraba psicológicamente.Laluztransportabahacesderostrosblancos.En eldeél,ay,lamujerdebíadeestarviendorayas,finas y horribles como latigazos. Eran las sombras proyectadas por las mosquitas de invierno, que dormían en la bombita y se despertaban al encenderla, para girar como planetas invisibles, eclipsados, en el cuarto muerto. Las rayas negras corrían como parpadeos en todas direcciones por su cara, y por la de ella también. Creaban gestos que en realidad no existían. ––Le traje la cena. ––No tengo hambre. Tuvounurgentedeseodetirarletodoporlacara, pero se contuvo. ––Le traje la cena ––repitió, probando de darle un toque amenazante a su voz. ––Muchas… gracias… En realidad no se podía decir qué funcionaba y qué no, dadas las circunstancias. Todo podía ser una trampa. ––Lamento no tener televisor. ––No estoy para ver televisión ––dijo la Skhoda,quesehabíasentadoenelbordedelacamayestaba metiendo los pies en sus chinelas de pompones.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 47
47
––Es una distracción. Un grito atravesó la noche: ––¿Hasta cuándo? Lorenzo fue sin inmutarse a dejar la bandeja so bre la mesita de luz. Su respuesta fue una cita televisiva: ––“A toda hora, en todo el país.” Ellalomirabasincomprender.Élyahabíaapartadolavista.Otravezsehabíaechadoatrás,elvie jo temor lo había sobrecogido, ¡otra vez! No era un marciano,erahumano.Conundesalientoprofundo(quetambiénpodíafuncionar,porquedadaslas circunstancias todo podía) se limitó a decirle, extendiendo las dos manos ahora libres hacia la meriendita: ––Coma. ––Punto y coma ––dijo la Skhoda. Tomó los muguetes,losescurrióenelpuñoyseloscomió.Erauna enemigaformidable.Porsuertenosabíaenquécampoestabancombatiendo,ysupropiafuerzapodíajugarle una mala pasada: podía volversecontra ella. ––Coma los sándwiches, tarada. ––Metieneasumerced,porlafuerzabruta,señor Chan. Soy una mujer. Pero no creo que mi esposo lo deje salirse con la suya. ––Eso está por verse. ––Muybien––dijotomandounodelossándwiches con la punta de los dedos––. ¿Va a quedarse mirando? ¿No tiene por lo menos una revista para
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
48
6/23/14
4:04 PM
Page 48
La Abeja
hojear? ––Tengo la colección completa del Boletín de la Asociación de Apicultores Argentinos, pero no creo que le interese. ––Todavía no respondió a mi pregunta. ¿Hasta cuándo va a seguir esta farsa? ––Hasta que su marido me pague. ––¡Mi marido lo va a matar! ––Usted va a a pasar una noche tranquila, de sueño profundo y ausencia, y mañana su vida será la de todos los días. ––Ojalá. Sehabíacreadounaespeciedenormalidad.Comió y bebió hasta no dejar una miga ni una gota. UndetallequeLorenzonopudodejardenotarfueron sus modales deplorables, el ruido que hacía al masticar y sorber. Era como si estuviera inflando una abeja de goma: el ruido del inflador era un jadeo que sonaba humano, y no parecía tener nada queverconesamasaingentedehuleamarilloynegro que empezaba a agitarse en convulsiones prenatales; un chuf-chuf que venía de lejos, del espacio interestelar; y la cosa que se revolvía desde lo profundo, por telekinesis… empezaba a erguirse sobre su vientre listado… y de pronto se adivinaba loqueera,elclásicoanimalitolaborioso,lacabezotadeescafandrahacíaun“sí”desalidadelsueño,y flotaba un instante en el aire… el huevo inmenso delcuerpoempezabaatomarvida…peronocabría
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 49
49
en la casa… las alas, todavía recostadas en el piso, temblaban en toquecitos de élitro… se inflaba, se inflaba…elmonstruodosvecesmásgrandequela casa, gorda como una ballena, pronto rompería los techosylasparedespodridos…¿Cuántopodíacostar, como capricho de millonario, una abeja infla ble de esas dimensiones? ¿Cien mil dólares? Ha bría que contratar una orquestica de flamenco, con bailaores, para darle “ritmo” a la ceremonia de inauguración. Goma peluda, mandada a hacer especialmente. Y quedaría allí, fosforescente, bailoteandoenlosvientosdelanoche.Laabeja,paraLorenzo, era la angustia de lo real. Su motocicleta. Los ojos verdes de la mujer seguían fijos en él. “Sus ojos están fijos en mi mareo”, pensó Lorenzo. “Soy un pulpo en su acuario.” ––¿Ya terminó? ¿Siempre come así? ––¿Qué va a hacer conmigo ahora? No lo sabía. No lo sabía porque no podía decirlo: le faltaba el impulso. Debería haber decidido matarla y enterrarla entre las colmenas. ––¿Sabequetengouncementeriodereinas?Me olvidé de mostrárselo hoy cuando dimos nuestro pequeño paseo. A mis reinas más productivas las heenterradoenunsectordelparque,cadaunacon su pequeña lápida con el nombre y las fechas de su período activo. Las abejas lo saben (entienden todo),yvanahíahacervuelosdehomenaje.Eslomenos que puedo hacer, por todas las satisfacciones
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
50
6/23/14
4:04 PM
Page 50
La Abeja
que me han dado. ––Nunca entendí el mecanismo de reproducción de las abejas. ––No espere que yo se lo explique. Silencio.LorenzoChan,porsuparte,noconce bía que los animales en estado de naturaleza pudieran reproducirse; aceptaba todas las maravillas del instinto menos ésa. La inseminación llamada “artificial” le parecía mucho más natural, la única que en realidad podía funcionar. Ideas como ésa lo ha bían llevado a su profesión. Algo similar estaba notandoconlasconversaciones.LaSkhodalollevaba todo el tiempo al terreno del diálogo natural, y él sentía que sólo en el intercambio más surrealistaexpresionistapodíansurgirlasocasionesdelarealidad. A todo esto, se estaban mirando fijo. ––¿Por qué me mira, señor Chan? ––Soy un hipnotizador de serpientes humanas. ––¿Qué piensa hacer? ––Eso justamente estaba por decirle, doctora. Su incomodidad está a un tris de resolverse. Todo depende de que yo me salga con la mía. ––¡Peroesdifícil!¡Esimposible!Ustedhapuesto condiciones tan difíciles de llenar que desespero de verlas cumplirse. Si me toma por tonta, está ensuderecho,peroheestadopensandomucho,todo el día. ¿Me permite que le haga un resumen de mis conclusiones provisorias? ––No esperó la res-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 51
51
puesta. ––He hecho cursos de sexología del matrimonio en la Universidad del Salvador (de yoga también). Todo es útil en el trabajo de la obstetra. Nos enseñaron que la impotencia es un continuo gradual que empieza prácticamente cuando nacemos. La satisfacción se va apartando igual que una marea, que arrastra consigo delante de uno, como la proverbial zanahoria, la realidad. Cada centímetro que se aleja, figuradamente, crece en el sujeto el dispositivo de realización, se complica con aparatos más barrocos. No digo que sea su caso, porque enrealidadnosénadadeusted,perosiasífuerano haynadadequéavergonzarseporqueesuniversal. Yo misma lo he hecho con la obstetricia, mi esposo con los negocios… usted con las abejas. Hasta ahí, de acuerdo. ––Uf. ––¿Pero no le parece que ahora se ha excedido? ¡Haqueridodarunsalto,irmásalládelarompiente de los hechos, y mecerse al otro lado, en una satisfacción prenatal…! ¡Es ilusorio, señor Chan! ¡No le puede salir bien! La delincuencia triunfaría… ––¿Y qué me dice de su marido? ¿No se quedó él con mi plata? ––Yo de eso no sé nada. Ya le dije que no me cuenta sus asuntos. ––Noimportanlaspalabras.Importanlosgestos. ––¡Mi marido lo va a matar! ¡Loco! ¡Impotente! Se largó a llorar. Era el fin de una escena, el co-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
52
6/23/14
4:04 PM
Page 52
La Abeja
mienzodeotra.Todoeraasí,todoestabaempezando y terminando, hasta los encantamientos. Uno podía darse por terminado, y el otro ya estaba en marcha, a veces en cadenas de a miles. De todos modos, eran sólo palabras, sin imágenes. No había verdaderosurrealismo.Esosedebíaaquetodoslos implicados en este juego eran culpables, todos ha bían empezado con un error, habían pagado su ingresoconunpequeñoograncrimen.Laidealegustótantoqueselodijo: ––Su marido tampoco es inocente, doctora. ––¡Pero yo sí! ––No, usted tampoco. ¿Acaso no fue joven? ¿Quiénnolofue?¿Cómosecreequellegamosaeste punto? Dentro de sus lágrimas, en el cristal, ella tuvo espacio para manifestar una inmensa sorpresa genuina. ––¿Porquédiceeso,señorChan?Yosoyjoven. Creo que usted se ha confundido… Yo soy mucho más joven que mi marido, prácticamente soy de la generación de las hijas del primer matrimonio de Jorge. Todo lo que usted ha hecho y dicho me ha bía llevado a pensar si no estaría actuando bajo la impresiónerróneadequeyosoyMartha,laprimera esposa de Jorge… Lorenzo soltó una risita cruel: ––¿Joven? ¡Por favor! ¿Y por qué se tiñe? ––Por pura estética.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 53
53
––¡Basta de charla! Tengo que irme. ––¿Adónde? ––Tengo cita con su marido. A la medianoche vence el plazo que le di. Si no paga, usted mañana aparece descuartizada en el manantial de Pilar. ––No. Jamás se atrevería. ––Ya veremos. Ella chasqueó la lengua con desprecio, pero estaba pensando en otra cosa: ––¿Me va a dejar sola? ¿Atada? ––Nosoytanestúpido,doñaHoudini.Yahubo bastantes trucos. Se va a quedar durmiendo profundamente, y cuando se despierte ya va a estar descuartizada. ––¿Me piensa drogar? ––Ya lo hice ––mintió Lorenzo––. Le puse una pastilla en el té. Ella miró la taza pensativa. Pero no cayó en la trampa, por tentadora que le resultara. ––Nosécuálserásuniveldeestupidezencuestiones prácticas, pero mi acostumbramiento a los tranquilizantesestalqueunapastillajamásmeharía nada, y menos en el estado en que me encuentro. ––Espere un minuto ––dijo Lorenzo, y salió. Lo que había pensado era envolverla en una nube denarcóticoindustrialparaabejas,yaesoconseguridad su organismo no estaba acostumbrado. Se trataba de un producto fortísimo, que tenía la
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
54
6/23/14
4:04 PM
Page 54
La Abeja
figurita de Rip Van Winkle en los tarros de polvo. Era innumerable la cantidad de abejas que se habían salteado eras de la historia y la geología durmiendo bajo sus efectos. Tenía el fumigador en la cocina. Coneseaparatoseinflabaelsueño,igualquela abeja. Hay una vieja maldición literaria por la cual alguien se inflará hasta ocupar todo el interior de una casa, de todas las casas. Es un sino doméstico. Pero Lorenzo no había calculado bien el ritmo delaacción.Elfumigadoreraengorroso,susarneses difíciles de colocar y ajustar, el tubo, la mochila, las largas mangueras, el pico, y la máscara. No había empezado a ponerlo en su lugar cuando se cortólaluz.Nolecostóadivinarloquehabíapasado: con riesgo de su vida, la diabólica mujerzuela habíaproducidouncortocircuito,yahoraenlaoscuridad se estaba moviendo como una cucaracha portodalacasa,buscandolasalida.Separalizó,pero nada más que por un instante. Siguió colocándose el aparato a tientas, y gritó: ––¡No podrá escapar, putarraca! ¡Todas las salidas están aseguradas! De algún lado vino la voz de ella: ––¡Ya me fui! ¡Loco! ¡Impotente! ––¡No mientas, vieja catinga! ¡Eureka! Había logrado tutearla. Eso sólo bastó para infundirle ánimos, y aunque lasmanos letem blaban enroscando las válvulas alrededor de todo
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 55
55
el cuerpo, y cerrándose las hebillas tan ajustadas quelecortabanelaliento,sesintióarmado,listopara el combate, un verdadero Don Cartílago con su armaduradehierrocompleta…No,faltabaunacosa:lavisera,esdecirlamáscara.Selapusoyempezó a jadear con un ruido terrorífico. Gritó, y el grito fue un chillido de ecos amarillos en la tiniebla: ––¡Ya te tengo, mosca muerta! ––¡Jamás, jamás! Pfui, pfui, pfui. Las nubecillas de polvo narcóticoquedabansuspendidasyvisibles.Diounpaso. Por toda la casa se oían los desplazamientos angustiados desu presa, tirando muebles, atropellando a ciegaspuertasyparedes.Semultiplicaba,eraunterremoto. Pfui pfui pfui. Él también podía multiplicarse, si era por eso. ––¿Adónde estás, adónde estás? Todas las puertas se golpeaban a la vez. Clap, crash, bum. Pfui pfui pfui. ––¡Socorro! ¡Socorro! ––¡Nogritésmás!¡Nolosoporto!¡Meestoyvolviendo loco! Tenía abierta la válvula al máximo, y sacudía el picoconfrenesí.Seprecipitaba,éltambién,portoda la casa, ya no sabía por dónde. Andaba en cuartos que no había visitado en años. ¿En cuáles? No importaba:entodos.Todoerainterior,almenosen eso podía confiar. La vieja construcción resistía. Y al mismo tiempo no importaba su resistencia, co-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
56
6/23/14
4:04 PM
Page 56
La Abeja
monoimportaladeungloboqueseinfla:bastaría lapuntadeunaagujaparadestruirlo,peroesoestá fuera de cuestión. Y de pronto, era inevitable, tropezó y cayó ruidosamente, mil veces enredado en las mangueras. Pensó que nunca más iba a levantarse.Aunfiltradoporlamáscara,elnarcóticoconcentrado, que según las instrucciones nunca debía usarse en lugares cerrados, le había afectado el sistema nervioso. Se revolvió un rato como un feto. Pero un rayo de luna entraba por la ventana, y pudo ver en el suelo, a su lado, el cuerpo exánime de la Skhoda. Había tropezado con ella. Se desenganchó como pudo la mochila, y se apartóencuatropatashacialacocina.Salió,ysólo cuandoestuvoalairelibresesacólamáscara.Seha bía levantado un viento fuerte, que aspiró a grandesbocanadas.Porafuera,abriólasventanas,yde jó que las corrientes de aire ventilaran la casa. Cuandovolvióaentrar,yaserespiraba.Cambiólos tapones,encendiólaslucesyfueamirarasuvíctima.Dormíaprofundamente.Lallevóalacama.Un problema menos. Le llevó un largo rato reponerse. Estaba tan sacudido,tansudoroso,tantrémulo,comositodosu destino se hubiera jugado en el combate. En otras circunstancias se habría dado una ducha, se habría servido un whisky y habría mirado televisión un rato.Ahora,creyómásprudentesalirdelacasa.Lo hizo, cerró la puerta con dos vueltas de llave y fue
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 57
57
haciaelauto.Sehabíahechotardísimo,ydesdePilaraFloresteníaunahoradeviaje.Aunasílesobra ba tiempo para su cita de medianoche. Ya abría la puertadelautocuandocayóenlacuentadeladesproporcionada perturbación meteorológica que había tenido lugar. Alzó la cabeza, intrigado. Tenía una sed profunda, que lecarcomía el organismo como un cáncer de cal. Pero no parecía que fuera a llover.Losjironesdenubespasabanatodavelocidad, cubriendoydescubriendoastrosqueeranmanchones de luz fluorescente, azules y desgarrados. No había luna, todavía. Habían soltado a todos los vientos,queseentrechocabanenlaoscuridad.Masas de atmósfera se volcaban unas en otras con furiasescalonadas.Losárbolesdelparquesesacudían como murguistas. Echó una mirada alrededor, y decidiódarunvistazoalascolmenasantesdeirse; lasnochesdetormentasolíanpasarcosasrarascon sus pensionistas. Bastó que saliera caminando hacia las explanadas de los prados productivos para que lo envolvieran los torbellinos de viento negro. La tracción lo obligaba a caminar a saltos; el sobretodo se le enroscaba en el cuerpo como una foca amedrentada. Bailaba el tango del viento, aterido, títere, ahusado. En realidad no estaba oscuro; podía verlo todo, contornos y perspectivas, en la construccióndesuspropiassombras.Lamovilidad del aire era tal que el agua del río salía de sus catacumbas en forma de rocío estrellado, y formaba
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
58
6/23/14
4:04 PM
Page 58
La Abeja
medias cúpulas contra las que se aplastaba el folla je de las encinas. Los sapos se desgañitaban, las piedras se extendían,medusas humeantes planchaban camisasdejunquillos.Alsalirdelaúltimahilerade árboles lo sobrecogió el grandioso espectáculo de la oscuridad visible sobre la playa de las colmenas. Cada una brillaba como un sepulcro encalado, cada una en su fila y en su hilera, innumerables y fi jas. Las nubes se deshacían y rehacían, parecíanproyectadas en el fondo, en un gran telón vertical hechodepuraluznegra.Ymásacá,lascascadasde aire,laleydelascosas.Sacabanlaenergíadesuprofundidadinherente;dehecho,loqueseveíaoadivinaba no era más que un efecto de contrapeso de sus honduras insondables, insondables aunque fueransuperficiales.Elhidrógenosehinchabahastahacerunagranorla,quecorríaatrásdelaanterior yreventabauninstantedespués:sedeshacíaensonido y luz mezclados, pero en el corazón de las tinieblas mudas: eran su latido. ¡Y ya venía otra, barriendo las palpitaciones trémulas de la noche! Y otra…Almismotiempotodasestabanrefluyendo haciaelespacioomnidimensional.Lamecánicadel mar atmosférico tenía boquiabierto a Lorenzo, quieto pero dando saltitos inmóviles; el planeta huíabajosuspies,yreaparecía.Aquellonoteníafin ni principio, ni era la orla o borde de otra cosa, al contrario,todaslascosasdelanocheestabanenlos átomos. Bastaba con pensarlas: un mobiliario de
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 59
59
azufreslentos,carboníferos,mesitasdeluz,cómodas, alfombras, potros de tormento, escaleras, divanes, enaguas. Todo se transformaba en una zarza puntillista de fósforo, y ésta se hacía una línea queondulabasuaveyterribledeunextremoalotro de las antípodas del cielo y rompía en espumas luctuosasqueponíanenacciónimanestitánicosytodo se volvía sobre sí mismo. ¡Curvas sagradas del continuo! ¡Todo cerca y todo lejos! ¡Todo contiguo! La música seguía y seguía. El tirabuzón arrancaba corchos de noches antiguas y las revolvía unas con otras. Y de pronto, salieron las abejas a navegar esos oleajes procelosos. Salían de a chorros expulsadas detodaslascolmenasalavez.Espermatozoidesde una emisión colectiva. A barlovento, a sotavento, sus tribus se organizaban velozmente en fluidas maniobras.Parecíanestorninosenminiatura,puntos de oro tornasol en las cañerías transparentes de tintachina.Empezabanagirar,aespiralarse,yaLorenzo le subía la presión como siempre ante esos partidos de fútbol aéreo. Lo atacaba el terror irracional de que toda su colonia se desorganizara parasiempre;loquemásmiedoledabaeralaprogresión, porque no se sabía hasta dónde podían llegar. Lasabejasnopensaban,yparaellaselfindelmundo estaba siempre al alcance de la mano. El zumbido de todas juntas (porque en estas ocasiones salían todas, hasta las tullidas) tapaba el
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
60
6/23/14
4:04 PM
Page 60
La Abeja
bramido del viento. Sus ojitos protuberantes se revolvían en todas direcciones, como lo hacían ellas. Ponían rumbo a las alturas negras, en columnas ondulantes. Y el aire respondía, se arqueaba hasta casi romperse, la oscuridad se hinchaba con humos barbudos, el complejo se acercaba peligrosamente alpuntodeexplosión,comosieldíafueraabrotar, horrendo y rosado, en la medianoche. Las abejas llenaban hasta el último centímetro cúbico del soviet, cada una en una burbuja virtual de turbulencia. ¿El viento las arrastraba, o ellas arrastraban al viento? Hiedra instantánea. Un motor. La república de las abejas hacía del ventarrón su casa rodante,salvoquelacasaloocupabatodo:eralasucción mutua de la ocupación y el espacio. Valía la pena ver (era rarísimo) cómo se desplazaban todas ellas al mismo tiempo, sin tocarse nunca. Eran abejas de realidad,cómodas,portátiles.Losvientossepotenciaron hasta un umbral de virtual generación espontánea de sus puntos; ya daba lo mismo que las abejas estuvieran desplazándose. Si estuviera lloviendo,lesbastaríaconabrirlabocapararecibiren la lengua como una hostia cada gota. Esto neutralizaba la diferencia entre oscuridad e iluminación. Lorenzo lo había notado en otras ocasiones en las abejas: en ellas, ver y conocer se equivalían, y las más de las veces se remplazaban perfectamente. El martilleo. En la naturaleza todo tiene su razón de ser; la de esta ceremonia ventosa de medianoche
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 61
61
eralaexpulsióndeflujosmachos,unalimpiezageneral.Poresonoconveníainterferir.Ellasseentendían. El vuelo colectivo constituía redes de autoconocimiento apícola. Por supuesto, el espacio que estaban ocupando en ese momento era una porción microscópica del infinito: en realidad, el infinito estaba arriba, abajo, a los costados, en todas partes, y mandaba influjos que puntuaban de estremecimientos nerviosos la cuadrícula. Era de nunca acabar. Lorenzo dio un suspiro y apartó la vista. Cuando volvía al auto tropezó con una mata achaparradadeframbuesaquehabíacrecidoenmedio del sendero. Ya poco establepor los embates del viento,eltropiezolehizodarunsaltoenmolinete conlosbrazosabiertos.Alrecuperarlaposiciónresopló y le dio un puntapié a la frambuesa, que no respondió a su violencia. Pero Lorenzo se quedó pensando: algún día el mundo vegetal reincorporaría toda la furia que había desprendido y entonces cada planta se desperezaría en la noche, se levantaría…
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 62
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 63
IV
––No, Ethel, no es eso lo que mamá quería decir;; entendiste todo mal como siempre, ¡por apucir rada! rad a! Tu Tu versión de los hechos se fija fi ja antes de que esté es tén n di dich chas as to todas das las pa pala labbras, si siem emppre es lo mi missmo, y tu explicación peca de simple y convencional.Enestecasonoesquedespuésdeldíahayavenido la noche, mamá no quería decir eso, ¿qué graciahabríatenido?Nohabríasidouncuento.Lo que quiso decir es que ese día, por obra de los niños,todoeldíafuedenoche.Poresosepregunta ban si ya habían llegado l legado o todavía tod avía no había partido: porque no sabían si era la noche anterior, que seguía, o la próxima, que se habían adelantado, adelantado, ¡como hiciste vos! Pero Per o hay una cosa que me dejó pensando, mamá… ¿Ves, Ethel, cómo yo tengo pacienciaydejocosassinexplicar?Loquemepregunt gu ntoo es es… … ––¡S –– ¡Sie iem mpr pree me es está tá pe pele lean anddo, ma mamá má!! ––…siahora,queesdenoche,nopasarálomis-
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
64
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 64
La Abeja
mo, si Randy y el Conejito de Oro no estarán viviendoahora,todasuvidaestasolanoche.¿Nosería entonces para ellos también este día, o sea este min mi nut uto, o, de pur uraa noc och he? ¿T ¿Tee ac acor ordá dáss qu quee nos di diji jisstequeparalosmosquitoslavidaesunasolanoche? ––Tambiénpudoseruneclipse––dijoBobby––. Losanimalesmáspequeñosseasustandetalmodo quee empre qu ren nden la hui uida da y en un unos os min inuuto toss su sueele len n salir de su territorio terr itorio y después nunca nunca más lo vuelven a encontra rarr. Yo cr creeo que fu fuee as asíí como se pobló latierra.Diospusoatodoslosanimaleseneljardín deAdányEva,ydespués,afuerzadeeclipsesdeSol y de Luna na,, los fu fuee di disspe pers rsan anddo por todo el pla lan neta. No importa que un eclipse sea un hecho rarísimo; enundíademilesymilesdeañoshaymuchasnoches, ch es,yy el rad radiio de dedi disp sper ersi sión ónva va cr creci ecien enddo ex expo pone nenncialmenteporquealaumentarodisminuireltamañodelosanimalesporlasleyesdelaevoluciónyla adaptaciónlosdíassehacíansiglososegundos…Y adem ad emás ás el pla lan neta no es ta tan n gr gran andde. ––¡Entonces tengo razón yo! Una de esas noches puede ser ésta ta,, y nunca sa sabbremos si es hoy o mañana. Mamásereíaaloírlayhacíaunsilencioquenosotr so tros os sab sabía íam mos in inte terpr rpreta etarr bi bien en:: nos in invi vitab tabaa a oí oírr el tictac del despertador que estaba en la l a mesa de luz de su dorm rmit itoori rio. o. Es Esee ru ruiidi ditto qu quee nues estr troo par ar-lote teoo nun unca ca dejab abaa oí oírr pe perro que ell llaa sa sabí bíaa ha hace cerr in in-terve te rveni nirr med edia ian nte sa sabi bias as pa pausa usass en su suss cue cuen nto tos. s.
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
César Aira
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 65
65
––¡Dice eso para asustarme, mamá! Sabe que me da dan n miedo que los cu cueento toss se ha haga gan n re real aliida dad. d. ––¡QuépusilánimeesBeth,mamá!Enrealidad eslamásvaliente,perolodiceparahacerselainteresa re san nte te.. Cu Cuan anddo er eraa má máss ch chic icaa te tení níaa am amig igos os im imag agiinarios,ylosllevabaalapeluqueríaacortarleselpelo. Yo jamás me habría atrevido, me habría dado temordeque…nosé…dequeelmundoenterose volv vo lvie iera ra una pe pelu luqu quer ería, ía, par paraa cast castigarm igarme. e. Di Dios os castiga ti ga sin pal alos os y si sin n piedras ras.. ––En realidad ––decía mamá retomando el cuen cue nto de desp spué uéss de esa lar larga ga in inte terrup rrupció ción– n––, –, to todo doss tienen un poco de raz razóón, y no ha hayy que elegir entre disti dis tintas ntas po posi sibil bilid idad ades es po porq rque ue to todas das fo forma rman n pa parte rte de la misma historia historia.. Los doce duendecitos duendecitos y las la s doce du duen ende decitas citas qu quee hab habían íanaco acom mpañ pañad adoo a Rand Randyy, queeranlashorasa.m.ylashorasp.m.,secasaron, cadaunoconcadauna,yformaronlasveinticuatro horasdeldía:asífuecomonacióeldíacompleto,y Randdy y el Co Ran Cone nejjit itoo de Or Oroo pu pudi dier eron on co com mple letar tar el viaje. El problema fue que, como el amor es ciego, seenamoraronycasaronalazar,nodeacuerdoalo que habría sido el orden correcto. El día estaba comp co mple leto to des espu pués és de la bo boda da mú múlt ltiiple le,, sí sí,, pe pero ro es es-tabatodomezclado:sehacíadenocheencualquier momento mom ento (a eso se lo llamó “eclipse”), salía el Sol a la medianoche. Y cuando c uando empezaron a tener hi jos, porque los tuvieron, y fueron muy muy prolíficos, prolíficos, la confusión se hizo inmensa. Hubo que inventar
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
66
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 66
La Abeja
loshusoshorarios,losrelojes,ylaspromesas.Atodoesto,elConejitodeOrosehabíaencontradocon laConejitadePlata;despuéslesvoyacontarlascircunstancias. cunstancia s. Ahora les cuento lo que pasó con la prole: ¿recuerdan que habíamos dicho que todos los animales de los cuentos se reproducían muy, muy, muy rápido, rápido, y en tal t al cantidad que en un parpadeo par padeo ya era ran n más de los que se podían conta tarr? ––Sííí. ––N –– No, yo no me ac acuuerdo. ––¡Pero sí, Bobby! B obby! ––le decía yo, impaciente y enojada––. Fuiste vos el que sacó el tema, tema , una noche, ch e, y mamá te di dioo la raz razóón co com mo siempre re.. ¡Es Esaa vez exag ex ager erar aron on a má máss no po podder er!! ––No… ––¡“Maté siete de un golpe”! ¡Fue Bobby, fue Bobby Bob by,, mam mamá! á! ––¡N –– ¡Noo me acu acuer erddo! ¡N ¡Noo me acu acuer erddo! ––Enfin,notieneimportancia.Loquepasócon losconejitosquenacieron,yconloshijosylosnietosdeellos,fueque,paraadaptarsealclimafríoque habían producido los escamoteos del sol por Randy,, desarrollaron un pelaje dy p elaje cada vez ve z más largo; de ahívienenrazascomolaAngoraolaNutriola,ylos famosos conejos chinos de flequillo. El resultado de lo cual fue f ue que el el oro o la plata de que estaban hechos quedó oculto bajo el pelo y ya no se supo más cuál era cuál. Eso no habría creado inconvenientes en conejos conejos reales porque la Naturaleza es
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 67
67
sabia y tiene medida, pero con los conejos imaginarios de los cuentos las cosas fueron más problemáticas.Comonoexistíanenrealidad,debíanmultiplicarse locamente para no quedar demasiado atrás del borde del tiempo, que se lleva el mundo; debían ir más y más rápido… el pelo crecía en un santiamén, se volvíanpompones pesadísimos y no podían caminar… Así que tenían que ir a la peluquería tres veces por día, diez veces, cien… ––Ja ja, ¡conejos en la peluquería! ––gritábamos felices. ¡Cómo nos gustaba que mamá supiera hacer caer las cosas en su sitio! Agregaba, sentenciosa, mirando a Beth: ––Los seres imaginarios deben ir siempre a la peluquería. ––¡Otro cuento! ¡Otro! ¿Porquéyonodecíanada?Estabaconlamirada perdida en un juguete tirado en el piso, transportada por visiones de ensoñación. No era porque no quisiera otro cuento, todo lo contrario. ¿Quién lo necesitaba más que yo? Pero nunca podía unirme al coro que lo pedía, porque yo no quería otro cuento sino el mismo, el revés del mismo, y mis modales tímidos se debían a la certeza de que sería complacida. Más que eso: ya lo había sido. Mamá se las arreglaba para ofrecerme el reverso al mismo tiempo que el anverso de cada cuento, para llevar los sonidos y olores y colores del cuento, por un rodeo, al sitio donde nacían.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
68
6/23/14
4:04 PM
Page 68
La Abeja
De ahí que ahora nuestro recuerdo de aquellas noches nos vuelva bajo la forma del cristal: nunca sabemos si lo estamos viendo desde un lado o del otro, en la perfecta transparencia en que están suspendidas las figuras, y el principal motivo de discusión de los hermanos, ya adultos, al rememorar aquellas noches, es la derecha y la izquierda. Como negativos fotográficos que pueden imprimirse en un sentido o en otro, al azar, nuestros recuerdos se prestan a la controversia y es necesaria una observación muy alerta para dar con el detalle revelador. Con mamá, me conmueve pensarlo, ese detalle estaba siempre visible, en primer plano; lo sabíamos tan bien, nuestras vidas tiernas habían sido moldeadas a tal punto por esa terrible asimetría, que me pregunto si no ha brá sido de ella de donde surgió el cristal y la reversibilidad, si el reconocimiento no dio ocasión a la intriga, el encuentro a la busca. Quizás hicimos transparente el mundo para poder verla a mamá. ––Sí, de acuerdo, de acuerdo, ¿alguna vez digo que no? ¡Pero no hagan tanto ruido, no alboroten! Los vecinos están todos durmiendo hace rato, me pregunto cuántas veces los habrán despertado. A estahoraescomosinuestracasitaseabriera,lasparedes se disolvieran en la oscuridad, y como a los vecinos les pasa lo mismo, todos podemos oírnos y ningún secreto puede guardarse. Les sugiero que
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 69
69
cuando se rían o quieran intervenir, lo hagan moviendoloslabiosnadamás,sinsonido:igualesposible comunicarse así. Nos reímos todos, exageradamente, con grandísimas muecas y las bocas tan abiertas que los la bios se rompían, sin sonido. ––Muybien.Enrealidadestantarde,tantarde, que ustedes también ya deberían estar durmiendo desde hace rato. Les voy a contar un cuento que es un prodigio de brevedad, no ha terminado de empezaryyaseterminó.Quizásniloveanpasar,igual que el hombre invisible de aquella película que vimos por televisión, ¿se acuerdan? (¡NOOO! ¡NOOOOO!) ––Es cierto. Creo… que la vi cuando era chica, antes de que ustedes nacieran, a mí también se me empiezan a mezclar los años. Era un hombre que pasaba a otra dimensión del tiempo, empezaba a funcionarenuntiempomuchísimomásrápido.Lo queparaéleraunañoparalosdemáseraunadécima de segundo. O sea que no podían verlo, se volvía invisible. (¿POR QUÉ? ¿POR QUÉÉÉ?) ––Porqueparaquelovieran,suponiendoqueel umbral mínimo de percepción visual sea de tres décimas de segundo, él debería haberse quedado quieto durante tres años, tres años de los suyos. Y por supuesto eso es imposible. Desde su punto de vista,todalagenteestabaquietaasualrededor,co-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
70
6/23/14
4:04 PM
Page 70
La Abeja
mo estatuas vivas. Y desde el punto de vista de ellos, él directamente había desaparecido, era puro aire, el aire donde había estado… Recuerdo que tenía una novia, a la que amaba con locura; ella quedó, junto con todos los demás, en el tiempo normal, y creyó que su amado había muerto, se había ido… ¡Y él estaba ahí, a su lado, desesperado por comunicarse! ¿Cómo hacer? Mamá hizo una pausa soñadora. Bobby le dijo con mímica, adelantándose a nosotras que ya ha bíamos pensado lo mismo: “por escrito”. ––Sí, lo pensó. Pero no era tan fácil. Claro que podía escribir una nota explicándoselo todo, y ponérselaenlamano.Nadamássimpleparaél.¿Pero qué pasaría entonces? Ella sentiría en su mano un papel, se preguntaría, “¿pero qué es esto?”, lo alzaría, lo miraría por los dos lados, vería que ha bía algo escrito, reconocería la letra con la que él le había escrito tantas cartas de amor, diría: “¡es él! ¿cómo es posible?” Se pondría a leer, al principionoentendería(nomenegaránqueesunasunto complicado), lo releería, al fin se daría cuenta de lo que había pasado… ¿Pero cuánto tiempo le llevó todo esto? Digamos que lo hizo rápido, digamos tres minutos nada más, lo que es muy poco. Tres minutos son ciento ochenta segundos, es decir mil ochocientos años de él, que para entonces estaría muerto desde hacía muchísimos siglos…
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 71
71
Era cierto. Un desaliento profundo nos dominabaynosreducíaaunsilenciototal,hastadegestos,porquerealmentenoteníamosnadaquedecir. Mamá sonreía: ––Ysinembargo,creorecordarqueencontróun medio de comunicarse con ella, un medio muy ingenioso y muy inesperado. Nuestros ojos muy abiertos eran elocuentes, la intriga había llegado a su punto culminante de pronto, y en el comienzo mismo, como mamá ha bía pronosticado. Pero ella prefirió hacer un rodeo.Esoeramuydeella:porunladonosadvertía lotardequeera,laurgenciadedormir,porquede noche siempre era demasiado tarde; por otro lado, el hechizo de la noche obraba sobre ella antes quesobrenosotros,laamenazadelotardíonohacía más que acentuarse en sus cuentos, como una paradoja: ––Sí, ahora me acuerdo bien, yo era chica, como ustedes, cuando vi esa película, y la solución a la que llegó el Hombre Invisible me gustó tanto, meinspirótanto,quecreoqueledioformaatoda mi vida. Ahora verán cómo fue, pero no se apuren…Noseimpaciententanto,noseagitencomo insectos, no dejen que los domine el movimiento. Quietecitos… y muy atentos… Porque no es fácil de entender. De hecho, es imposible de entender sinosehavistolapelícula…ynomerefieroalargumento…
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
72
6/23/14
4:04 PM
Page 72
La Abeja
La angustia nos hacía mover realmente como ludiones. A otros niños esas vacilaciones los ha brían vuelto locos. Pero nosotros confiábamos… ¿en qué? En mamá, en nuestro entendimiento: eran lo mismo. Nos había acostumbrado a los rodeos,yahorayasabíamosquelasolucióndelenigma sería la extensión inabarcable de otro cuento, en el que descubriríamos nuevos mundos intelectuales. ––¿RecuerdanqueelosoamigodeRandyhabía pasado en una ocasión por una casa deshabitada? El oso es un animal grande y torpe, y en la casa de las niñas de cristal había hecho un desastre… ––¡Pero si el oso…! ––Shhh. ¡Ethel, nada de lo que digas vale, porque rompiste el silencio! Además, ya sabíamos lo que querías decir: que el oso había perdido el pelo, ysehabíahechounamalladepieldevíbora,uncollant. ––Ethel la parlanchina. ––Bessie es… ––¡Es cierto, mamá! Entra en la casita de los niños mudos, ¡hablando! ––Todas hablan todo el tiempo ––decía Bobby sacudiendo la cabeza. ––El oso resbaloso, envaselinado, se deslizaba entre los jarrones de la casita de las muñecas aladas, y se preguntaba por qué no había nadie. “Casavacía,poderdelamente.”Elcursodesusaven-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 73
73
turas con Randy le había enseñado que en las casasvacíassiemprehayalguien;hayqueprestaratenciónnadamás. “Diosnosdalaatención,y laatención lopuedetodo.”Laaventurasecobrasusvíctimas, y el oso era una. Sobre todo cuando las aventuras continúan. El oso no podía ocultarse a sí mismo que sin pelo, con su calza de piel de serpiente, se había vuelto un Monstruo. En su momento, cada pérdida y cada ganancia que se hacen con el cuerpo llenan su función (recuerden lo útil que le fue su transformación para sacar a Randy de sus apuros), pero, ¿y después? La evolución misma tiene sus límites lógicos. Ahora era cuestión de descifrarlosdibujosqueteníalapieldeserpiente,pero estabanenchino.Yanoeraunoso,másbienparecía un dragón. ––¡Pero eso es interesantísimo, mamá! ––Mi pequeña Lilith… El interés de los niños es lejano y misterioso, deja toda la realidad intocada. Son lejanías, lejanías… Y de esas distancias se alimenta la melancolía del Monstruo. Su única redención es el amor… Y ahora verán lo que hizo el amor. Es preciso retroceder un paso para explicar el sistema de esa casita. En primer lugar, ¿por quéasushabitanteslasllamabanlasmuñecas“de cristal”? Por supuesto que no eran de cristal, tam bién habría podido decirse “de gota de agua”, o “de soplo de viento”. La explicación estaba, como se lo estarán imaginando, en la velocidad. Las alas
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
74
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 74
La Abeja
de ci cier erto toss in inse sect ctos os,, o la lass del co coli libbrí, dejan de ver erse se porefectodelavelocidadconquelasmueven.Pues bien, las muñecas no tenían alas alas,, así que para volar comovolaban(todoeltiempo)debíanvibrarhasta hacerse invisibles. El único modo de entender su comunidad com unidad era consi considerarla derarla un solo organismo, quetodasellasconformaban.Algoasícomolascélulas.Esoexplicadepasolacrueldadporlaqueeran famosas. Lo inflexible, lo severo, ¡al extremo! Es que tenían tenían reglas muy estrictas, estrictas , sin las cuales c uales no podían mantener con vida el todo. Así funcionan los organismos. Entre sus partes no se perdonan nada,nosetienencontemplaciones.Aunadeellas, la pe peqque ueña ña An Anna nabe bel,l, la ha habí bían an cas casti tiga gaddo co con n el más extremorigor.Noimportaporqué;eraculpablede algo,ybasta.Lacondenaronavivirencerradayengrillada en la más profunda e inaccesible cripta de su castillito ca stillito de aire, en un repliegue repliegue de acero donde no llega gabba la luz ni se apers rsoonab abaa nad adiie, nunca. Atada,, inmovilizada Atada inmovilizada.. Así era como perdía el el cristal: en el fondo fondo de la cripta oscura, osc ura, apartada apart ada para siem si emppre del mun unddo, se ha hací cíaa vi visi sibble le.. Só Sólo lo la ac acom om-pañaban sus lágrimas, que no eran como nuestras lágrimas, sino como estallidos de cohetes secos y mud udos, os, co con n un olo lorr a fó fósf sfooro po podri driddo. ––¿Pero no la iban a perdonar nunca, nunca, nun nunca ca de verdad? ––No podían. Parece imposible, ¿no es cierto? Es la ley del todo. Ellas ni sabían que eran crueles,
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
César Aira
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 75
75
sóloobedecíansusleyes.Quierodecir,nolosabían en un plano, el de su realidad; pero sí lo sabían en el otr tro, o, el del cu cueento to… … Hizoungestoconlosdedosdelamanoenelaire,comositocaraunaescalaenelarpa.Empezábamos a ver de qué se trataba. Bastaba la menor alusión…Eracomohablardelostamañosrelativosde las cosas y los personajes. Siempre veíamos a qué se re refe ferí ríaa ma mam má. Lo veía íam mos de lej ejos os y una sa sacu cudi di-da eléctrica eléctric a corría entre nosotros, la ansiedad por precipitarnos a ese punto nos hacía imposible seguir gu ir ju jun nto tos, s, ha habí bíaa un unaa es espe pecie ciedde ex expplo losi sión ón qu quee nos disspe di pers rsab abaa en un inm nmen enso so es esppac aciio noc octu turn rno, o, y no había casa alguna que pudiera abrigarnos. La dispersión… Pensábamos en Dedos, la mano amiga de lo loss Ad Adda dam ms. ––El –– El os osoo da daba ba vu vueelt ltas as por la cas casit ita… a… ––¡Pero cómo! ¿Era una casa chica? Yo había pensado que crecía junto con las muñecas. En tus cuentos,mamá,vostomáslascosasenunmomentocualquiera,porejemploahora,perosiempretomamosencuentatodoloquepasóantesydespués. ¿Cómo llegó a tener un sótano oscuro y lóbrego, llen ll enoo de te telara larañas ñas…? …? ––Et –– Ethe hell qu quie iere re deci ecir: r: có cóm mo ll lleg egóó a te tene nerr “n “niv iveeles”. ––Qué intelectu intelectuales ales son, qué abstractos ––decíaa ma cí mamá má sa sacud cudiien enddo la cab cabez eza– a––. –. Escu Escuch chen en,, y en en-tenderán.
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
76
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 76
La Abeja
El reloj hacía tictac. tictac . El silencio se había hecho muyy pro mu profundo. fundo. ––El oso pidi dióó una entrevista con la pri rioora ra,, y le fueconcedida.Lorecibióenellocutorio,queaélle resultabatanestrechoquesólopudoentrarconuna capaextradeceraenlapieldeserpientequelocu bría. Entró con un “glop” y quedó ocupándol ocupándoloo todo,hastaelúltimomilímetro:esdecirhastalasre jas, que por efecto efecto de la presión se le marcaron en el pec ech ho, y la marca le quedó para siempre. Al otro lado de las rejas apareció la muñeca priora, volandoinmóvilcomounabala.ÉlpidióverasuhermanaAnnabel.Losientomucho,respondióella,pero la hermana Annabel falleció fallec ió anoche, justamente. Le hizo una explicación, de la que el oso no creyó una sola palabra. Qué hipócrita, la vieja malvada. Pero no se apuró a decírselo, porque comprendió queeraunaadversariadecuidado.Siempreesdifícil tratar con seres invisibles; invisibles; no debía debía cortar las la s con co nve versa rsacio cione nes, s, po porq rque ue era eran n su ún únic icoo co conta ntacto cto co con n ell llas. as. El le leng ngua uaje je er eraa el hi hillo de oro ro;; só sólo lo si sigu guié ién ndolo po podr dría ía re resca scatar tar a su qu quer erid idaa An Anna nabe bel… l… ––¿P –– ¿Per eroo la co con noc ocía ía de an ante tes? s? ––Más que conocerla. Ella era una parte de él, una parte perdida que el oso-dragón necesitaba rein re inco corpo rpora rarr. Er Eraa la be bell llez eza, a, el al alma, ma, la in insp spir iraci ación. ón. Poresoerainvisible.Elosotratódepensarconclaridad,, y rápido; no había un segundo que perder, ridad perder, porque esas cosas en general tienen plazo; Anna-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 77
77
bel encadenada no podía haber dejado de hacerse visible, y en tanto su visibilidad durara, sus virtudes disminuirían. Eso es una ley natural: el hábito embota las cualidades, las hunde en los objetos y en los seres. ––Uf.Esuncuentomuypoético,muybienpensado, pero no va al punto, es muy… demorado. ––Nunca te gustó pensar, Beth. Siempre la acción, la precipitación. ––Esmimododepensar.Bobbyesigualqueyo. ––Todos somos iguales, si es por eso. Pero aun dentro de la acción hay, como dice mamá, “plazos”… ––¡No,nohay!Esopasacuandoselocuenta,no cuando sucede. ––¿Y no es lo mismo, Bobby? ––No. ––Sí. ––No. ––Sí. ––La cámara nupcial tenía una particularidad. Estaba operculada, por supuesto, pero en la pared que daba al abismo, del lado de afuera, tenía adherida una gran crisálida blanca, en forma de cono alargado, pegada a la pared por la base, y con el cuerpo flotando en el aire, movido por las brisas, lavado por las lluvias. Estaba allí desde alguna época inmemorial, nadie conocía su origen. El blanco delasedasehabíapuestoamarillentoenpartes,en
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
78
6/23/14
4:04 PM
Page 78
La Abeja
lasentrantesdelcapitoné;yenesesitiotaninaccesible, nadie se le había podido acercar nunca. Pero sabían, por un conocimiento que también era remoto e inexplicable, que adentro latía una vida por nacer. Dragoso, sentado en una piedra junto al río, lamiraba,alprincipiodistraído,comosemiracualquier cosa, y después con creciente interés. Había salido de la casita después de la entrevista con la priora, y sehabía sentado allía pensar qué debía hacer. Se ponía el sol. Pronto sería de noche, y lo más probable es que fuera la última noche de que disponíaparaliberaraAnnabel.Sontantaslasnoches que uno ve llegar a lo largo de su vida, que nunca parececomosiéstafueraladefinitiva,pero,porsupuesto, alguna tiene que ser. La última luz bañaba el paisaje de un resplandor transparente y dulcísimo. La casita blanca cuadrada, a su lado la montaña enorme, de piedra sólida y oro… Y allí en lo alto, flotando como una bandera voluminosa, la crisálida. El crepúsculo la teñía de rosa… Cuando más la miraba, más rosa la veía, de un rosa carnal, profundo… fosforescente, brillante, palpitante de brillo. A su espalda corría el agua del río. Siguió ociosamente con la mirada los meandros: la corriente iba hacia unos bosquecillos haciendo una curva, y salía de ellos dando mil vueltas… pero después volvía, giraba otra vez, como si no tuviera nada que hacer, y al fin se precipitaba por una grutaenlamontaña,dondedesaparecía.Esolediouna
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 79
79
idea: el agua lo llevaría adentro. Sin pensarlo más, se zambulló, es decir se dejó caer de espaldas desde la piedra donde estaba sentado, que es como se zambullenloshombresrana.Lososossonexcelentesnadadores,yDragoso,consupieldevíbora,estabarealmentevestidodehombrerana.Sedejóllevar,conapenasalgúnpataleoocasional,asomando sólo la cabeza. Iba muy rápido, pero el trayecto era muylargo.Sehizodenocheenelmomentoenque caíaenlagrutadentrodelamontaña.Lochuparon con fuerza de remolino las corrientes subterráneas, por conductos naturales de piedra. Iba conteniendolarespiración.Ahorabien,enesemomentoha bía pasado algo. Esto no es fácil de captar, y, de más está decirlo, a él le fue por completo imposible hacerlo. Pero ustedes notarán, cuando lean novelas,queavecesenmediodelalecturasucedealgo, podría decirse, “por afuera” del argumento, vale decir en la historia real del mundo. Ese hecho produce un cambio en las condiciones en que está pasando la aventura. Este cambio de condiciones espermanenteydefinitivo,perolosqueparticipan en la aventura no lo advierten, porque los hechos de la aventura y los de la historia se mimetizan, se ponenenelcomúndenominadordelcuento,ytomannaturalmentesuscualidadesdeeterno,reversible, con efectos limitados. Podría decirse que es unacoincidencia,perounacoincidenciaendistintosniveles;poruninstantesetocaneladentroyel
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
80
6/23/14
4:04 PM
Page 80
La Abeja
afuera del cuento. Ustedes seguramente lo entienden porque ya ha pasado otras veces en nuestros cuentos, en realidad es lo que está pasando siempre,poresolohemosllamadoaRandy“elhéroede adentro y afuera”. Aquí es un poco más raro porque el oso no está como Randy en el nivel superficial de la historia, donde tocar los puntos externos es casi natural, sino en una capa interior, en la segundaporlomenos.Deahíque,porlaleydelasimetría,elsucesohistóricoqueletocóensuerteno fuedelosdelacapasuperficialdelahistoria(detipo“esedíasedescubrióAmérica”)sinodeunacapa más profunda. ––¿Qué fue? ––Esanochelasestrellasdelcielosehicieronvisibles. Hasta entonces habían sido invisibles. Empezaron a brillar, se encendieron (o: fue como si empezaran a brillar, fue como si se encendieran), como han seguido haciéndolo desde entonces todas las noches. Ese hecho trajo muchas modificaciones en el Universo y en la Tierra, de las que se hanocupadoloscientíficosyquenoesdelcasodetallar aquí. Digamos solamente que el oso las tomó todas, con esa conmovedora ingenuidad de los seres de ficción, como partes de su historia. La montañasereincorporóenlatierra,elríoseenroscó,la casita quedó suspendida como un dado entre las galaxias… La crisálida, que había explotado, se desprendiódelaparedyfuearrastradaporlosvientos
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 81
81
cósmicos como una vejiga vacía, desde entonces, todaslasnoches,parecidaaungranvestidodenovia en el cielo nocturno… ––¿Y Annabel? ––A eso voy. A eso iba el oso. Sus propósitos se realizaban,nosésiconayudasobrenaturalono(no importa). Lo que parecía imposible un rato antes ahorasellevabaacabo:sepondríaencomunicación con ella, gracias al acercamiento de historia e historia, de realidad y cuento: el pasaje era su puente, supuerta.Porsupuesto,seabríaapenasuninstante,debíahacerloenelinstante,sinvacilar.Estascosas se tarda más en contarlas que en hacerlas. El mensajepasaba, podría decirse, de uncerebro a ese mismo cerebro. ¿Cuánto tiempo puede llevar eso? ––Un seg… ––La casita estaba muy quieta, muy silenciosa, iluminada sólo con la luz de las estrellas. El oso se arrastraba por el piso, aplastado, fluido, en su piel encerada se reflejaban todas las estrellas. ¿Quién había, quién no había? Y sus ojos, grandes y oscuros,searrastrabantambién,ojossincuerpo,tanexpresivos, tan terroríficamente expresivos… Llegábamos a esa parte del cuento… Nuestros movimientoshabíanido tomando un ritmo sinuoso que era la muerte de todos los ritmos, las pupilas dilatadas como si sólo viéramos la oscuridad, másalládelaluzmuyrealdelvelador…Lascuatro camitas flotaban, pero nuestros cuerpos se habían
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
82
6/23/14
4:04 PM
Page 82
La Abeja
hechopesadísimos,piedrasrosayorosobrelastelascondibujoscoloreados…Lacasitaeraundédalo, no importaba que lo supiéramos de memoria porque la memoria misma se hacía laberíntica, no nos ubicábamos, caíamos al azar en sus repliegues… La casita se tambaleaba en la noche mullida. El efectogeneralqueteníanloscuentoseraabrirlacasa por todas sus junturas; cada pared se iba en una dirección diferente, y la noche entraba. La masa enorme de la iglesia, al otro lado del callejón, tenía unpodergravitatorio.Losmurciélagosylascigüeñas noctámbulas caían en las profundidades de su cúpula de metal, un segundo cielo. Los paredones oscuros,altoshastalasestrellas,lascolumnas,ylos pordioseros durmiendo en el mármol, envueltos en diarios sanguinolentos. La iglesia era hueca, resonaba, se hinchaba… ––Mamá, tengo miedo… Un soplo de viento helado embolsaba las cortinas. ––Se habrá abierto alguna ventana… ––No viene ningún ruido de afuera. No hay nadie,todosestándurmiendoaestahora,algunode be de estar soñando… ––El ruido viene de adentro, es un roce, pasos, aliento… ––¿Y si nos roban, mamá? ¿Qué harías? Mamá escuchaba algo, pero nuestra charla ner-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 83
83
viosa,aunqueensusurros,noledejabaoíresossonidos misteriosos. ––Nosotros somos la alegría de la casa, ella siempre lo dice. Se quedaría triste para siempre, eternamente… ––Oí la puerta de un auto que se cerraba, ¿vos no, mamá? ––Era la puerta de la heladera. El ladrón quería tomar un vaso de soda. ––Han de haber estacionado un auto en el pasaje. ––No, no era un auto… ––¿Cómo termina el cuento, mamá? ––Shhh… Duérmanse. ––Tengo miedo. Siempre teníamos miedo. La realidad nos da ba miedo, la realidad con su piel de dibujos oscuros… A la larga, mamá nos dejaba, salía por la puerta de la salita con los brazos levantados, separados del cuerpo, como sólo lo hacía ante nosotros; veíamos su silueta extraña, preguntándonos si no faltaba algo… Siempre estábamos jugando a poner una mano en el cuaderno y dibujar su contorno con lápiz, tantas hojas que desperdiciábamos así… La maestra solía mandarle una nota a mamá… Eramos incorregibles. Hay cosas que se hacen sin pensar. Una sombra había pasado por las ventanas. Y de pronto… Un grito escalofriante… No podía-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
84
6/23/14
4:04 PM
Page 84
La Abeja
mos creerlo… Alcanzábamos a ver un brazo descomunal que arrebataba a mamá… La puerta de calle quedaba abierta…
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 85
V
El Dauphine corría por la autopista desierta e iluminada con ramilletes de mercurio amarillo que subían en curvas elegantes, siempre iguales, por el parabrisas. La cara de Lorenzo Chan, pálida y tensa, estaba fija como una foto. Los labios fruncidos, los ojos opacos y perdidos. Puesto a la velocidad cruceroyenpilotoautomático,elautitomismoparecía inmóvil, suspendido. La procesión iba por dentro. Todo había empezado un año atrás, por una imprudencia de la que ahora se sentía culpable. ¿Pero cómo podría haberla evitado, si era la imprudencia fatal del miedo? No tenía escapatoria, nisiquieraenlalógicadelantesyeldespués,porque el miedo lo había habilitado para el experimento en realismo que ahora, aunque marginal, tomaba tanta importancia en la aventura. Sin el miedo no se habría metido en problemas, pero sin los problemas se habría quedado para siempre con
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
86
6/23/14
4:04 PM
Page 86
La Abeja
la duda. En el fondo, considerado todo, no podía arrepentirse. UnañoatráselEstadohabíaempezadoaimponer mecanismos eficaces de cobro de impuestos. Lorenzo Chan, que como tantos connacionales jamássehabíamolestadoenpagarlos,empezóaperseguirsedeunmodohorrible,perdióelsueñoylas ganasdevivir.LebastabaveraCavalloenlatelevisión para sentir escalofríos; y a Tacchi, sobre todo a Tacchi. No era para menos, porque él estaba justo en la mira de la DGI: era un empresario en negro, un gran Autónomo, al que tenían derecho a exigirle todo, el cumplimiento completo de sus de beres de solidaridad social. Y realmente tenían ese derecho, eso era lo peor. Lo sentía hasta con el último nervio de su cuerpo. Era un delincuente. La más elemental razón y sentido común estaba de partedeTacchi,ylasociedadentera,élincluido,no podían menos que reconocerlo. Era triste pero era así. Era el totalitarismo del Bien. Falsificó una planilla para sacar el número de CUIT, se mandó hacer facturas aparentes en una imprenta cuyo dueño era tan delincuente como él y así pudo tirar unos meses. Pero los controles se perfeccionaban, como una pesadilla. Cada vez se necesitaban más recibos sellados, más certificados delibredeuda,paravenderunfrascodemiel…Por suerte los comerciantes seguían operando en negro,perounotrasotroseibanpasandoalbandode
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 87
87
losbuenos.Seempezóahablardeunatarjetamagnética que cantaría todo, y sin la cual no se podría siquierasacarlosahorrosdelBanco.Tuvoquementirle a la esposa, que estaba más perseguida que él. Sedevanabalossesospensandosoluciones.Lamás simple, que habría sido ponerse en blanco, pagar, no la tomaba en cuenta siquiera, tal era la repugnanciaprofundaqueleprovocaba.Sóloquedabael suicidio, pero era tan cobarde, se aferraba con tanta desesperación a esa vida miserable de fuera de la ley, que no podía tomarla sino como una ensoñación sin consecuencias. Tampoco le servía de nada pensar que al fin de cuentas era un problema menor,quehabíacosaspeores,comotenercáncer.Para nada; esas cosas no funcionan así. Y aunque quisiera legalizarse, ¿qué debería hacer? ¿Por dónde empezar? ¿Cuánto tendría que pagar? No, ni pensarlo. Jamás entendería de esas materias.¿Quéhacerconloschinos?¿Adóndeentrabanenelcuadro?Porotrolado,seguirasíerainsostenible.Asíquedioelpasodelquetantosearrepentía. Años atrás, antes de comprar la casita del pasa je Salala, vivían en un departamento interior de un sexto piso en el mismo barrio de Flores, frente a la plaza de la Misericordia. Sus vecinos del contrafrente eran un matrimonio con el que no tuvieron másremedioquetrabarrelación:eranvecinosmuy íntimos,podríadecirse,porqueloslavaderosdelos
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
88
6/23/14
4:04 PM
Page 88
La Abeja
dos departamentos daban al mismo hueco, espacio por el que además estaban viendo todo el día el living del otro. Ella era la doctora Skhoda, el marido era el contador Bataré. Dos personajes por demás sospechosos, demasiado solventes, con demasiadas tarjetas decrédito, teléfonos celulares, auto importado, casa de fin de semana, y asiduos de Miami. Losdos tenían hijos dematrimonios anteriores, que entrabany salíantodo el tiempo. Vulgares y engreídos, con horarios dislocados, salían mucho, con ropa cara y exceso de perfume. Los Chan se mudaron, pero a tan poca distanciaquesiguieronviéndoseenlacalle,larelaciónno se perdió (por desgracia). Enrealidad los otros tam bién se habían mudado, y también en el barrio. Eso los unía más. Cuando llegó la crisis, Lorenzo tuvo una funesta inspiración: poner sus asuntos en manos de Bataré, que después de todo era contador y se ocupa ba de eso. La repugnancia que le causaba dar ese pasoeraapenasmenorqueladepagarlosimpuestos, pero era menor, así que se decidió. Le ocultó todas sus maniobras anteriores (le pareció más simple), se presentó ante él como un auténtico “hombre natural” que nunca había entrado en el sistema, simulando enterarse sólo entonces de que existían los impuestos y los aportes. Para su infinita sorpresa, el Contador lo puso en blanco en un abrirycerrardeojos:loanotóenalgunamoratoria,
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 89
89
lo proveyó de todos los papeles, lo tranquilizó. Y todo sin pagar un centavo, ni siquiera a él en concepto de honorarios. Chan lo encontraba infinitamentedesenvueltoyrelajadocuandolovisitabaen suoficina.BataréledijoquehabíahechoenlosEstados Unidos un curso de Legal Martial, y asistía a seminariosdeactualizacióntodoslosañosenMiami; era una especie de arte impositivo oriental. Le daba esos fatídicos cupones rosa de la DGI, se los llenaba él mismo, con una cifra irrisoria, y Lorenzo iba a pagarlos a un Banco. Eso era todo. De ahí en más, se desentendió; sólo a veces se dejaba llevar a ese mundo de ensueños tan ajeno a sus intereses prácticos, rutinarios, con la soledad apenas interrumpida por la relación familiar. Esperaba haberse librado para siempre; al fin de cuentas, la vida no era tan larga; el contacto con las abejas, con sus generaciones precipitadas y funcionales, le infundía una suave esperanza. Solucionado el problema inmediato, se ponía poético… Pronto estaría muerto, y sus labores habrían terminado. ¡Y sin haber tocado una sola vez la realidad con la mano! Pero después de todo, ¡qué importa ba! Los impuestos eran una forma de realidad, y ya veía el dolor que le habían causado. Si debía resignarse, lo haría: a ser un hombre al revés de los demás,paraelquelarealidadfueraunsueño,yelsueño la realidad. Pero no se resignaba, y en el fondo no estaba
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
90
6/23/14
4:04 PM
Page 90
La Abeja
convencido de que su alivio tuviera bases firmes. Enladuda,sedejótentarporlaaventura.Unavez, cuando fue a buscar el cupón rosa de ese mes, Bataré le hizo una proposición de negocios. Ya había hecho algunos avances en esa dirección; era un cazador nato de negocios (así hacía la plata, y decía que no había otro modo de hacerla), y examinando la muy primitiva contabilidad privada de Chan se había hecho un panorama de las posibilidades del establecimiento. Había estado haciendo averiguaciones,ledijo,ycasualmentehabíasurgidounainteresante posibilidad industrial, que por su novedadofrecíaperspectivasilimitadas.Setratabadela producción de champagne de miel. Unos conocidos suyos, gente innovadora y de iniciativa, esta ban creando las instalaciones, y buscaban un socio que proveyera la miel a granel; tenían crédito limitado, que habían utilizado por entero en la costosa tecnología necesaria, y no les quedaba para la materia prima; detalle providencial, según Bataré, que le permitiría al proveedor entrar al negocio como asociado, en condiciones muy ventajosas; una oportunidad que no se repetiría. Chan, pobrecito, entró. Lodemás,eraunahistoriademasiadotristepara recordarla. El maldito contador lo había tenido todo el tiempo en su poder. Le bastaba con variar a voluntad la cifra que ponía todos los meses en los cupones rosa de la DGI para ahogarlo o darle aire,
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 91
91
según lo necesitara. Las cantidades pronto dejaron de ser irrisorias, en ocasiones volvieron a serlo… La miel de todo el año se fue por canales misteriosos,yparacuandoelalambiquefantasmaabortóal fin, Chan no tenía ni para comer, y cualquier día le cortabanlaluz.Hizoelcálculo,yresultóquenecesitaba cien mil dólares para reponerse y mantener la granja en funcionamiento. ¿De dónde sacarlos? No tenía otro recurso que Bataré, pero pretender que el propio estafador le repusiera sus pérdidas parecía bastante absurdo. ¿O no lo era? Durante este proceso la idea de la realidad ha bía ido tomando aspectos y colores nuevos para él. LameravisióndelcastilloencantadodeTacchi,paradójicamente, lo había envalentonado. Esas ideas de sociedad, solidaridad, aportes, jubilados, dinero, horribles como eran para él, constituían una confirmación: la realidad existía, y era real. Siempre lo había sabido, por supuesto, pero siempre se necesitaba una confirmación. Son algo así como umbrales,infinitosumbralesenuncontinuo.Um brales de creencia y de convicción; cada uno confirma el todo, pero necesita de otro, inmediato, que confirme otro todo. Así es como se hace un criminal: convenciéndose sucesivamente de las totalidadesdelasqueparticipa.Ynoimportaqueintervengan elementos negativos o deprimentes, porque todosvanenlamismadirección,queesdeestímulo. Así fue como (salteándonos todas las razones,
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
92
6/23/14
4:04 PM
Page 92
La Abeja
porqueseríadenuncaacabar)llegóaladecisiónde secuestraralaesposadeBataréypedirlecomorescate los cien mil dólares. Ahora bien, una cosa es decidirlo, y otra hacerlo.Esedía,eldíadeestanovela,lohabíahecho.No sabíacómo;ningúncriminalsabecómollegaalhecho, y suele creer que el hecho llega a él. Quizás es cierto, a medias; quizá la realidad también tiene que superar umbrales para constituirse camino al sujeto, y se encuentran en algún punto, en el centro del universo. Los recaudos prácticos no tienen importancia, porque están puestos en el pensamiento, es decir en la fase previa. Chan se había ocupado bien de ellos; por ejemplo sabía que Bataré no recurriría a la policía. Etcétera. Y que la esposa le importaba lo bastante como para pagar; no por amor, de más está decirlo, sino por cuestiones de su propia organización de la realidad, por las obligaciones contraídasconloquelohacíareal. Dobló a toda velocidad por la General Paz, fue hasta la bajada de Liniers, y de ahí se lanzó como un león hambriento derecho por Rivadavia rumbo a Flores. Metió el auto en el garaje donde lo guardaba siempre, en la calle Ramón Falcón, atrás de la iglesia y justo enfrente del pasaje donde estaba su casa, que pudo ver cuando salió de dejar el auto: ha bía luz encendida todavía, cosa que no le asombró
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 93
93
porque su esposa tenía hábitos nocturnos, que los niños habían heredado. La ventana de su dormitorio estaba entreabierta, la cortina de tul sobresalía en una comba. Pensó en cruzar a decirle a Carmen que cerrara, pero no tenía tiempo ––y además no encontraría una explicación para no entrar todavía. Ya era la medianoche, y Bataré lo estaba esperando. Qué imprudencia, dejar esa ventana abierta… El pasajeSalalaeraunconocidorendez-vousnocturno de delincuentes, borrachos y drogadictos. Justamenteahoraleparecióverunaescenadeviolencia en sus profundidades oscuras, hacia la mitad, dondehacíaesquinaconelpasajelateraldelosbudistas: una sombra contrahecha se agitaba locamente; en la turbulencia de la silueta monstruosa, negro sobre negro, parecía un cuerpo doble, hom bre y mujer superpuestos, luchando. Sacudió la ca beza con desaliento y partió a su cita: Bataré vivía a doscuadras.Caminósinapuroporlascallesvacías, cargando un pesado bolso negro. Por el portero eléctrico lo atendió una voz de mujer, cosa que le produjo un sobresalto. Durante un segundo de mágico desconcierto pensó que era la Skhoda, pero jamás podría haber sido: aun si se hubieradespertadoyescapado,nopodríahaberllegado antes que él. La que bajó a abrirle era una joven alta: ––Mi papá tuvo que salir un momento ––le dijo conunasonrisaboba––.Dicequeloespereporfavor.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
94
6/23/14
4:04 PM
Page 94
La Abeja
––Ante todo: buenas noches. ––Qué tal. Subieron sin hablar. Lo hizo pasar a una sala impersonal, con horribles muebles modernos e iluminación blanca, excesiva, de pizzería. Se sentó en un sillón negro y alzó la vista hacia la chica que le hablaba. No recordaba a esa hija: era alta y de buen cuerpo, de cara vulgar, un poco al estilo de la Skhoda. Podía tener cualquier edad entre quince y veinte. No le sorprendería que fuera en realidad una amante de Bataré; pero eso sería un poco excesivo, hasta para él. No porque no tuviera amantes, sino porque no se atrevería a llevarla a la casa en esas circunstancias; de hecho, la ficción en que se habían puesto de acuerdo cuando hablaron por teléfono era que él había llevado a la Skhodaaconocerlagranjaapícola,ylatraeríaala medianoche. La verdad había quedado clara, pero debían mantenerse las apariencias de la mentira para seguir negociando, y según la mentira, él vendríaconlaSkhoda.Lachicaleestabaofreciendo café. Aceptó, pero no bien ella fue a la cocina, Lorenzo comprendió que había cometido un error: el café podía estar drogado, Bataré oculto detrás de una puerta, y no bien él se durmiera… ¿Qué? No podría rescatar a la secuestrada porque no sabía la dirección de la granja (por eso la había llevado allá). Pero de cualquier modo podían tener algo entre manos. De hecho, se le ocurría de
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 95
95
pronto que la ausencia de él era rarísima, sin explicaciones. O mejor dicho, había una explicación: que estuviera reuniendo el dinero. ¿Pero a esta hora? ¿A la medianoche? Todo podía ser. Todo, literalmente; así que debía mantener un máximo de prudencia y atención. Buscó alguna excusa para no tomar el café, pero no fue necesaria porque la chica puso la bandejita sobre la mesa ratona frente al sillón y le dijo: ––¿Nolemolestaesperarsolo?Voyaacostarme porque mañana tengo que trabajar. Asintióconlacabezaylavioirseporunapuerta, que cerró tras ella. Se quedó solo, escuchando. A partir de ese momento hubo un completo silencio.Alratofueenpuntasdepiealacocinaytiróel café por la pileta. Volvió, puso la taza vacía en el plato, y se quedó mirándola fijo. En la media hora siguiente debió quedarse dormido,porquetuvounsueño.Unruidoviolentode llaves y cerrojos le hizo abrir los ojos muy grandes y redondos. Irrumpió en su campo visual ese personajeodiosoydeprimente,Bataré.Eracasidemasiadoincongruente.Lorenzosemaravillódequeel desconcierto del despertar se superpusiera al momento en que más lucidez necesitaba, el momento, tan raro en él que se lo podía considerar único y singular en su vida, de los negocios. Si iba a hacerlos realmente en esta ocasión, debería disponer de uncontinuodelucidezquevinieradetodasuvida,
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
96
6/23/14
4:04 PM
Page 96
La Abeja
sin interrupción alguna, sin haber soñado ni una sola vez. Lo encontró distinto, muy cambiado, aunque no había dejado de verlo regularmente durante todo el último año. Más bajo, más gordo, más negro, con barba, con anteojos. Lo primero que le dijo fue: ––¿Y la nena? ––Se fue a acostar. ––¿Querés un whisky? ¿Desde cuándo lo tuteaba? ––No, no se moleste. ––Noesningunamolestia.Yovoyatomaruno, porquefueundíalargoydifícil.––Fueabuscarhielo, y mientras escanciaba le preguntó como al pasar: ––¿Qué tal esa “visita guiada”? Ja ja. ¿Le gustaronlasabejitasaAmalia?Mehabíaestadodiciendo que tenía ganas de conocer los colmenares. ––Mm. La ficción, la cortesía… Por ahora. Después, ya se vería. Lo importante era pasar el presente, siempre el presente, que siempre es una ficción. Bataré se sentó frente a él y su peso desinfló el almohadón con un silbido. Suspiró y agitó el vaso haciendo sonar el hielo: ––Fue imposible reunir la cantidad de la que hablamos. Ya te lo había anticipado… Puedo hacerte cheques a sesenta, noventa y ciento veinte días, pero… ––Ni soñarlo. ¿Pero qué?
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 97
97
––Pero por una cantidad sensiblemente menor. ––No. Nada. Cero. ––¿Querés decir que anulamos el negocio? Prefirió no contestarle siquiera. ¿Qué negocio? Absurdo. Ellos ya no tenían negocios de por medio. Y sin embargo, de eso se trataba, de qué otra cosa, ¡todo lo demás era mentira, juego, teatro…! Salvo una cosa, y a ella fue Lorenzo sin pérdida de tiempo: ––Ante todo, quiero dejar aclarada una cosa. ––Vos dirás. ––¿Cómo está a la fecha mi situación impositivaprevisional?¿Estátodoenorden?¿Nodebonada? Eso para mí es una prioridad, necesariamente debo partir de ahí. ––Antes no te preocupaba tanto. Te pasaste veinte años criando abejas en negro. ––Creo haber pagado por mis errores. ––Tuve que venir yo a sacar las papas del fuego. ––Suspiró. ––Pero sí, podés estar tranquilo, ahora sos legal hasta la última colmena. Y tu moratoria de autónomoestáfinanciadaaltresporciento,porque tehice pasar por productorde primera instancia categoría D. Debía de saber cómo irritaban los detalles técnicos a Lorenzo, que lo interrumpió: ––Ahora lo que quiero saber es otra cosa: cómo tengo que hacer para seguir así. Cómo seguir pagando,dedóndesacarloscuponesrosa,ycómolle-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
98
6/23/14
4:04 PM
Page 98
La Abeja
narlos.Nocreasquenoestoyagradecidoportutra bajo, pero deberías haberme explicado cómo manejarme, en lugar de dármelo todo hecho y decirme: pagá esto. Si algo llegara a pasarte, si te fueras al extranjero, cualquier cosa… ¿A qué me veo reducido? Bataré parecía genuinamente sorprendido: ––¿Ese es todo tu problema? ––Lo pensó un poco. ––Mirá, para hacerlo simple: si de última querés prescindir demis servicios, porqueno estás conformeoporquesentísquetefalléenelasuntodelchampagne, no tenés más que ir con todos tus recibos a otro contador, que te puedo asegurar que abundan, ydeahíenmáséltellevatuscuentasfiscales.Loque sí,nolovaahacergratiscomolohiceyo. Lorenzo sintió un alivio inmenso, y no pudo ocultarlo. La posibilidad no se le había ocurrido, porextrañoqueparezca;peroaélnuncaseleocurría nada, todo tenían que decírselo. En un segundo momento, reconoció que eso era apenas un preliminar, pero importante. Del fondo de su desaliento volvían unas enormes ganas de luchar por lo suyo, y casi le pareció que el secuestro estaba justificado. ––Yaquelodecís,sí,piensoquemefallastemiserablemente en ese asunto. Peor que eso: fue un fraude. ––Fraude no. Fue un negocio que salió mal. No sabés todo lo que hice por salvarte…
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 99
99
––¡Pero no me salvé! Al contrario, me hundí. Y ahora necesito esos cien mil dólares para recuperarme, sin contar el daño moral. Contando sólo lo estrictamente material. ––Sí,esoyamelodijiste.Vamosaverquéhacemos. No pensarás que la plata sale de la nada… Todo tomaba un cauce, se decía Lorenzo. Todo era razonable y discursivo. La locura se envolvía en un torbellino y se hacía invisible encima de su ca beza, como una hélice. Por lo demás, ahora empezaba la parte más difícildelaentrevista.Habríasidomásfácilsincerándose, poniendo todas las cartas sobre la mesa. Lo reconocía,ysabíaquelaposibilidadestabalatente, quepodíasaliralasuperficieencualquiermomento:unamirada,ungesto,bastaría.Peroletemía.Lo horrorizaba, y estaba dispuesto a llegar a todos los extremos para evitarla. Puede resultar paradójico, que alguien lanzado a una empresa de realidad tuviera estos escrúpulos, pero era coherente, al menosconelmododeserdeLorenzo.Paraéllarealidad debía estar toda vendada de ficción para tener efecto: como La Momia. En fin. Respiró hondo, y se lanzó: ––Creohaberledichoquenosaldrédeestetrance sin el dinero. Suponía que tendría dificultades parareunirlasumaenelplazoperentorio,oquese escudaría en ellas, en parte porque es lo que habría hecho cualquiera, y en parte porque estoy empe-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
100
6/23/14
4:04 PM
Page 100
La Abeja
zandoaadivinarlasreaccionesajenas.Poresolesugerí que podíamos salir del aprieto “por adelante”, vale decir haciendo otro negocio, que me permita igualar los tantos. Salvo que en éste la mecánica va a ser al revés del anterior: yo pongo el instante, usted el tiempo. Yo pongo la parte intelectual, en la forma de un invento; usted pone todo lo material que haga falta para la explotación. Es la forma antiabeja del negocio. Claro que no sé si le interesará… Ahí había una sombra de amenaza que no se molestóendisimular.PeroBatarésepusoalaaltura; exclamó, campechano y entusiasta (como si el whisky estuviera haciéndole efecto): ––Porsupuestoquemeinteresa.Paraesoestoy. ––Muybien––dijoLorenzoinclinándoseaabrir el cierre del bolso––. Usted habrá notado la cantidaddeinstitutosdeyogaquehayportodaspartes, hasta en Flores. Mi invento se dirige a ese público, y no sólo al argentino sino al de todo el mundo, porque se trata de un producto por completo novedoso. Sacó con dificultad del bolso una especie de cricket doble, todo de hierro, con barras y resortes, ylocolocósobrelaalfombra,comounenormesaltamontes mecánico, o mejor: dos saltamontes siameses. ––Noseasusteporelaspecto.Esteesunprototipo que hice yo artesanalmente. Se lo podrá fabri-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 101
101
car en plástico, de color claro y más simplificado, conundiseñoatractivo…Estoesnadamásquepara mostrar el mecanismo, que es muy simple, pero muy preciso e ingenioso. ––¿Para qué sirve? ––Llena una necesidad que todo estudiante de yoga debe de sentir agudamente. No sé si su conocimiento del tema se lo habrá mostrado, pero una de las dificultades más frustrantes para la gente es laposicióndelloto,queesbásica.Sédemuchasseñoras que después de años de esfuerzo apenas alcanzan el medio loto, o sea con un pie abajo. Este aparatoesunaespeciede“calzadordeloto”.Ponés los pies en estos estribos, soltás los resortes, tirás deestamanija,ylaspiernassecurvannaturalmente, con el menor esfuerzo las rodillas suben… Se puede graduar según tu altura, en tres niveles… Loibaexplicandocongestosdelasmanos;éllo veía clarísimo, pero no debía de ser lo mismo para Bataré: ––No entiendo. ¿Dónde quedás? ¿Aquí? ––No. Estás sentado en el suelo, adelante… Este arnés te sostiene la espalda… El aparato se veía realmente complicado, como unrompecabezas,peroesoeraporquenoteníaala persona adentro. ––Te voy a hacer una demostración. Se sentó en el suelo, y se colocó las correas so bre los hombros. Con el entusiasmo que a él mis-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
102
6/23/14
4:04 PM
Page 102
La Abeja
mo le producía su invento, que mostraba por primera vez, olvidaba toda prudencia; porque al meterse en el “lotizador” quedaba inmovilizado, indefenso;niseleocurrióqueesopodíaserpeligroso (ynolofue);elentusiasmoademáslohabíahecho tutearaldueñodecasa,sindarsecuenta.Tiródela palanca, y la posición del loto, la más ortodoxa, quedó formada con mágica facilidad. ––¿Qué tal? ––Increíble. Apartó suavemente el aparato, después de desengancharse, y quedó sonriendo en el suelo, como un Buda, los talones en los muslos. ––La cosa ––dijo Bataré–– sería probarlo con alguien que manifiestamente no pudiera conseguir esa postura por medios naturales. ––¡Es mi caso! ––Bueno, permitime que desconfíe, Lorenzo, pero vos… ––¡Probá vos! ––No, yo estoy demasiado gordo. ––Eso no impide. ¡Más valor de demostración! ––No, esperá… La nena siempre está en esos mambos, le voy a decir… ––Pero iba a acostarse. ––Debe de estar leyendo. ––Fue al dormitorio, ymientrastantoLorenzoselevantódelsueloyvolvió a sentarse en el sillón. Vinieron casi de inmediato, ella con un camisón bastante indecente y el
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 103
103
pelo suelto. ––Vení, vamos a hacer una prueba. ¿Vos podés ponerte en la posición del loto? ––Más o menos. ––¿Cómo más o menos? ––Pongo un pie, el otro no. ––Perfecto. Justo lo que me decías, Lorenzo. Vamos a ver. Lorenzolahizosentarenelsuelo,ylepusolos piecitosrosaenlosestribos.Eraunaescenaconri betes absurdos, los dos caballeros excitados dándole instrucciones a la niña semidesnuda (con la torsión se le veía la bombacha) sentada en la alfombra metiéndoseenunararísimaarmazóndehierronegro. Lo hizo según las instrucciones y fue un perfecto loto instantáneo. Ella misma se sorprendió. Parecía casi demasiado fácil. ––Loquenomeexplico––comentóBataré––es cómo no se le ocurrió a nadie antes. ––Así son los inventos. ––¿Cómo se le ocurrió a usted? ––Porlaspalanquetas.––Paraéllaspalanquetas eran un elemento tan cotidiano que no sospecha ba que alguien pudiera no saber qué eran. Como Bataré no lo sabía, le explicó: ––Son las herramientas que se usan para abrir las colmenas. Si se fija bien, verá que este aparato no es más que dos palanquetas cruzadas, soldadas a un soporte, y con correas para los hombros. Bataré estaba soñador.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
104
6/23/14
4:04 PM
Page 104
La Abeja
––Sí.Esunagranidea.Podemoshacermillones. Lo importante sería que nadie se nos adelantara. ALorenzoesaobservaciónlepareciómuyrara: ––¿Cómosevanaadelantar?¿Aquiénselevaa ocurrir? ––Cuando hay una función que llenar, siempre es igual: a diez se les ocurre al mismo tiempo. ––Pero esta función existe hace miles de años, siempre vacía. No veo por qué ahora, de pronto, tendría que haber una estampida. ––Loorientalsepopularizaapasosagigantados. Eraridículo,peroantesdequeencontraraunargumento para refutarlo, Bataré volvía a mostrarse entusiasmado: ––¿Teparecequeyomismopodríausarlo?¿Con los kilos de más que tengo? ––Por supuesto. Sentate. Volvían a tutearse. Habían oscilado en la conversación entre un tratamiento y el otro. El efecto de estas indecisiones era, además de revelar la ambigüedad que presidía la relación, dar la impresión del paso de mucho tiempo, muchos años, todo el transcurso de una amistad, un distanciamiento, una reanudación… Y no había pasado ni media hora. Lorenzo estaba eufórico. Casi se olvidaba de la ficción, pero era comprensible por lo bien envuelta que había quedado la realidad, la Momia. El lotizador lo había improvisado esa misma tarde, con
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 105
105
fines puramente disuasorios: había calculado que el fierro negro, los resortes, la torsión, harían un efectoimpresionantesobreelmaridodelasecuestrada, lo harían pensar en tormentos, en una decisión loca de parte de Lorenzo, además de darle la excusa de hablar de negocios aun después de que todos los negocios se hubieran terminado. La explotación de una idea cualquiera ya tenía de por sí unvisodehorror.Ysinembargo…larealidadvolvía a avanzar, desde la ficción misma, por su mismo vendaje, en cada vuelta… ––Siéntese, va a ver qué fácil. ––No,esperá…Sabésquépasa,noquieroarrugarme los pantalones, yo me conozco, tengo las pantorrillas y los muslos incongruentes, y se me arrepollan las rodillas del pantalón… Mejor me lo saco, es más práctico, puedo probarlo en el dormitorio, total ya sé cómo funciona, me lo coloco yo mismo… Mientras hablaba había levantado el aparato y selollevóaldormitoriosindejardedarexplicaciones: ––Espéreme un segundo, enseguida vuelvo. Lo voy a tener que envaselinar, ja ja, si se lo devuelvo todo resbaloso no se asuste, Lorenzo, ja… Cerró la puerta. Lorenzo se quedó en el living conlachica,queseguíaenelsuelo,gozandodelloto. Se puso a pensar de pronto, casi sorprendiéndose a sí mismo. Empezó por el final: ¿qué quería
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
106
6/23/14
4:04 PM
Page 106
La Abeja
deciresodelavaselina?Poruninstanteloconsideró en términos mecánicos:el envaselinamiento era la esencia del aparato, pero trascendental, puesto en el aparato y, por reflejo, en el cuerpo, no entre los dos. No, en boca de ese tipo era una mentira… Otra vez la mentira omnipresente, fatal, el engaño… Recordó las palabras de Bataré sobre el robo de la idea, ese sueño en voz alta… Soltó un grito ahogado de angustia, que sobresaltó a la chica. Se puso en movimiento como un ventarrón. Se puso enmarcha como unmotor. El ruido psíquico lo ensordecía.Lajovencitadiounrespingoderana,oasí le pareció a él. La enorme cantidad de tubos fluorescentesenesesalónproducíaunaluztanexcesiva como uniforme; la falta de sombras creaba una atmósfera de ilustración. Lorenzo sentía la potencia sobrehumana del comic. Se precipitó a la puerta por la que había salido su contrincante; al otro lado había un pasillo. Abrió la primera puerta y ahí estaba, con las manos en la masa: de pie, con el lotizador a la altura del pecho, y a sus pies un cubo de un metro de lado que brillaba oscuramente, tanto más oscura y misteriosamente cuanto Bataré no había encendido la luz, se arreglaba con la que entraba por la ventana abierta. Lorenzo tardó un instanteencomprenderquéera:unbloquedeceravirgen, en el que el tipo se disponía a estampar la huella volumétrica del aparato, para después reproducirlo a sus espaldas.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 107
107
––¡Miserable! Siempre vas a ser el mismo… ¡Soltá eso! ––¡No le permito! ––Pero callate… Yo te voy a dar… Searrojósobreélytomóellotizadorconlasdos manos; dio un tirón pero el otro no quería soltar. Empezaron a girar, tropezando con los muebles, gritando todo el tiempo. La chica había venido corriendo y estaba en el umbral, gritando ella tam bién. Lorenzo no quería darle la espalda por miedo aqueleestrellaraunasillaenlacabeza,loqueagregóconfusiónytorpezaaesetangodelassombras. Enciertomomentoperdióelequilibrioysoltóuna mano,conlaquebuscóenquéapoyarse,contanta malasuertequelohizoenelbloquedecera.Sintió quelamanoselehundía…Laarrancóconascoyle pegó un puñetazo en la frente a Bataré. Por casualidadelgolpefueperfecto.Lorenzoseencontrócon el aparato colgando de la mano limpia, mientras el otro retrocedía tambaleándose hasta la pared. Apartó a la chica que seguía gritando y salió del cuarto. Metió el lotizador en el bolso, corrió a la puerta de entrada y salió llevándose las llaves (para abrir abajo). En un minuto estaba en la calle, todo sudoroso y con una mano enchastrada de cera.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 108
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 109
VI
Cuando volvió en sí, sólo pudo maravillarse de lo rápido que habían pasado las cosas. El estallido deviolencia,grandiosoypráctico,enelquetodose resolvía para siempre haciendo contraste con los idealismos de la vida. Demasiado bello para ser cierto,demasiadofugazparadisfrutarlo.Otraocasión en que las extensiones de la realidad se le escapaban. Él se había propuesto algo más prolongado, con intervalos y etapas, con actuación, con un pocodeficcióntambién…Yahoralotendría.Laincreíble malicia de Bataré, que no sólo fallaba en el pagodelrescatesinoqueencimaintentabadefraudarlo por segunda vez, le daba licencia para ejercer algún tipo de violencia sobre su rehén, por lo menos mientras esperaba la segunda ronda de negociaciones. Se lo contaría todo a la Skhoda, con lujo dedetalles,lapondríaenantecedentes…PodíadecirlequeBatarélehabíaofrecidoalachica,lahija… Había modos de mentir con la verdad. Había mil
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
110
6/23/14
4:04 PM
Page 110
La Abeja
posibilidades. Por ejemplo, obligarla a usar el lotizador…Bastabaconcrearlaatmósfera,elclimaen elquetodofueraposible.Noerafácil,perosusfracasos anteriores no lo desanimaban. Tenía tiempo para planificarlo hasta mañana a la mañana. Ahora estaba muerto de sueño, y ya era la una. Las calles de Flores estaban oscuras y vacías, todos se habían ido a dormir. Lamolecolosaldelaiglesiasealzabaenlanie bla, irradiando una fosforescencia azul de humedad. A cien metros empezó a oír el timbre de un teléfono que nadie contestaba; apuró el paso, sin saber bien por qué… Era el sonido del teléfono de su casa, lo reconocía por lo ronco, y venía de allí… Se iba haciendo más fuerte a cada paso que daba… Sintió sin demasiado asombro que lo estaban llamando a él, y que se apresuraba para atender antes de que cortaran… A esa hora, no era difícil sentir como si todo Flores fuera su casa, y él marchara por un pasillo entre los cuartos… Pero era imposible… Quién podía llamarloaesahora,¿yporquénoatendíaCarmen?Pero lo imposible era posible, ¡y era cierto! Terminó corriendo, se lanzó a toda carrera hacia el pasaje, y al entrar en él y ver la fachada de su casa tuvo un horrible presentimiento, creyó comprenderlo todo en un segundo sin comprender nada todavía… La ventana abierta… ¡y la puerta tam bién! ¿Era una pesadilla? La casita vacía, las luces
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 111
111
prendidas, como si los seres vivos se hubieran evaporado, como si el mundo se hubiera quedado sin vida (porque su casa era su mundo), y él solo, con una nostalgia que todavía no podía medir… Llamó, con la voz desfigurada por el miedo. Trataba de controlar el pánico y pensar con claridad, pero el mero trabajo de recorrer todos los cuartos, todas las celdillas, le parecía excesivo, no sabíapordóndeempezar.Pasabaporlacocina,elbaño, los dormitorios, sin ver nada, sin ver siquiera si las luces estaban encendidas o apagadas: se anulaba ladiferenciaenunaespeciedeexcesodeorodelanoche.Casitropezóconlosniños,queestábamosabrazadosyapretujadosenelrincóndellavadero,yalzamos hacia él las caritas llorosas: ––Mamá… un hombre se la llevó… A todo esto, el teléfono seguía sonando. Fue a atender: era Bataré, con la voz risueña: ––Hola, pelotudo. Tengo a tu esposa en mi poder. Te propongo un canje, dentro de una hora. ––¡Hola, hola! Quién habla. Hola… ––¿Chan? Aquí Bataré. ––Ah. Hola. ––¿Oíste lo que te dije? Te estoy hablando desdeelauto––seoyóunaaceleradaconfirmándolo––, asíquenoseteocurrairabuscarmeacasa. ––¿Dónde está mi esposa? ––La traigo en el baúl atada y amordazada. ––¡No le haga nada!
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
112
6/23/14
4:04 PM
Page 112
La Abeja
––Eso depende de lo que le hagas a la mía. Ojo por ojo y diente por diente. A propósito… Untemblornerviosohabíaempezadoasacudir a Lorenzo de pies a cabeza. ––¿Sigue ahí? ¿Señor Chan? ––Sí… ¡Si la toca la mato! ––Lo mismo digo. ––¡Pero yo lo dije antes! ––Eso no tiene ninguna importancia, ahora. Estamos iguales. ¿Creíste que te iba a resultar tan fácil? Escuche las instrucciones: en la mesita del living le dejé un teléfono celular. Métaselo en el bolsillo y vaya en su auto a la granja apícola. Yo voy a llamarlo, para que me indique cómo llegar. Hacemos el canje de mujeres, y te olvidás para siempre de todo el asunto. ¡Sobre todo de la plata, porque no voy a darte un centavo! ––¡A mí no me das órdenes! ¡Somos iguales! ––Dos cosas: una, no te hagas ilusiones con la DGI. Todo lo que te dije era falso. No estás regularizado. Lo siento, pero vos te lo buscaste. Mazazo sobre mazazo, Lorenzo sintió que un abismo se abría a sus pies. Pero todavía había algo peor: ––La otra: ¿tediste cuentadequea tuesposa lefaltaunamano?Yocaigoahora,yesoquefuimosvecinosdurantesaños…Escomoparacreerquelaacaba deperder.Novasapensarqueselacortéyo,jaja.Te lo aviso nomás, para que no haya malentendidos.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 113
113
Esto último sí era lo peor de todo, lo que rebalsaba la copa de la amargura, y no porque fuera una novedad (Carmen había nacido sin la mano). Por unmomentosintiódeseosdematarse,paraanular la vergüenza. Pero no sería una solución. Si encima su situación impositiva no estaba resuelta,nada tenía solución. Se sentía abrumado, vencido. No podía pensar en el próximo paso. ––Clic. Miró alrededor. Los chicos nos habíamos asomado al living, curiosos, exigentes. Si hubiera tenido una granada en la mano nos la habría arrojado, para vernos saltar por el aire. ––¿Qué es esto? ––le pregunté. ––Un teléfono. Dame. ––Se lo echó al bolsillo, y fue sin más a la puerta. Soltó el bolso, que todavía llevaba colgando de una mano, pero lo volvió a tomar, pensando que era un peligro dejárselo a los chicos,quetendríanquequedarsesolosbuenaparte de la noche. ––Tengo que salir ––dijo––. Voy a buscar a mamá. Acuéstense y duerman, y no le abran a nadie; yo voy a dejar la puerta cerrada con llave de todos modos. Salió, pero se quedó en el pasaje sin acertar en qué dirección ir. Las recriminaciones se agolpaban ensumente.¿Cómonoselehabíaocurrido?“Hay que ser imbécil…” se decía. ¿Cómo no había pensadoqueéltambiénteníaesposa?Niporunsegundo… Casi podía decir que lo había pensado todo
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
114
6/23/14
4:04 PM
Page 114
La Abeja
menos eso, que al fin de cuentas era lo más obvio. La reciprocidad lo ponía a merced de sus propios actos. Nunca, ni remotamente… Dentro de todo, era coherente, porque se olvidaba con frecuencia de que estaba casado; cuando se acordaba, era por una casualidad, por una asociación de ideas, algo que caía del cielo azul y lo tomaba por sorpresa… comoahora.Todoelplanhabíasidohechoporfuera de este recuerdo, como si la realidad fuera algo ajeno,yéltuvieralicenciaparairrumpirenelladesdeelexterior.Ahora,depronto,parasuinmensay aniquiladora sorpresa, veía cómo la realidad quedaba excluida otra vez: al haber dos realidades, se anulaban sus propiedades de realidad, y volvía a imponerseunaespeciedeficción,yanopordefectosinoporexceso.Volvíaacomprobarlasvirtudes de la espontaneidad: si lo hubiera hecho todo más directo,sinenvolturasdeficción,nohabríadejado tiempo para que se entrometiera este recuerdo. Sin darse cuenta, hundido en sus reflexiones, había empezado a caminar: encorvado por el peso delbolso,torcido,cojeandodecansancio.IbaendireccióndeRivadavia,aunqueelgarajedondehabía dejado el auto estaba para el otro lado. No sabía lo que hacía. Podía haber dicho: trágame, niebla. La masa de la iglesia pesaba a su derecha como un acantilado. Son tantas las cosas que se hacen sin pensar, llevados por la marea del presente… Salió del callejón, y sólo ahí se dio cuenta de
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 115
115
dónde estaba: en las escalinatas de mármol blanco del frente de la iglesia. Abrumado por los problemas, tuvo un arranquefilosóficocasienbromaquelehizopensar:Cada cual tiene sus problemas. En efecto, cada uno tenía varios, a veces muchos y muy graves, a veces pocos y muy frívolos, y a veces, o mejor dicho casi siempre, de las dos clases y cantidades, todos juntos. Cuando él era chico, había un chiste muy común, que decía todo el mundo: ¿Qué problema tenés… además de la cara? Como suele suceder, ese chispazo de ingenio popular encerraba una profunda verdad, que Lorenzo había llegado a apreciar después de los cuarenta años. Él tenía un problema de cara, lo sabía sin saberlo, y le llevó mucho tiempo formularlo. Su cara era pálida y tirante,unacaraúnica,quedabaespantoylástima. Pálida y tirante, de aluminio. Los que lo conocían se acostumbraban, y hasta podían traspasar su inmovilidad, por los caminos desviados dela compasión y el hábito, y percibir al otro lado los sentimientos más o menos normales de un hombre cualquiera. Pero para quienes lo veían pasar, en la ciudad…esapalideztensaeracomounfoco,erala clase de ser distinto que uno aísla de inmediato en medio de una multitud y dice: un tipo con problemas. Había llegado a sentirlo agudamente, al punto de intentar superarlo, a hacer a escondidas ejercicios derelajación muscularfacial… Sentía elástica
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
116
6/23/14
4:04 PM
Page 116
La Abeja
ymóvillacara,cuandoprobaba,perodespuésinevitablementevolvía a sulugar, a la fijeza, a la muerte. Cuando veía la ciudad vacía como ahora, sentía una exaltación. No pasaba un solo auto por la avenida Rivadavia, los semáforos hacían su trabajo en la niebla sin necesidad alguna. Todos los negocios cerrados, ni un alma en la plaza, los árboles quietos. Ese sector del barrio se había vuelto un punto de reunión, los fines de semana, de los inmigrantes bolivianos que acudían a la Argentina en cantidades crecientes atraídos por la prosperidad; quién sabequéloshabíaatraído,además,aesterincónde la ciudad, pero las noches de los sábados y domingos eran multitudes que se derramaban sobre la plaza y calles aledañas. Entre ellos, entre sus caras oscuras y dulces, se había paseado a veces, por accidente, la cara blanca, endurecida por un máximo detensión,deLorenzoChan.Unfantasma.Porsupuesto que ahora no estaban. No había nadie. Y sin embargo, no estaba solo. En la explanada del portal de la iglesia, que no tenía reparo alguno (la fachada era lisa, sin entrantes ni salientes) dormían como siempre media docena de mendigos viejos envueltos en diarios. Pobres infelices. Hacía unfríodemildemonios,peroporsuerteparaellos nohabíaviento,asíqueteníanbuenasprobabilidadesdellegarvivosalamañana.Lopeordebíadeser lahumedad,quepenetrabatodo.Peroelloslacom batían con la bebida: ahí adentro de los capullos de
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 117
117
diario se estaban cocinando en las evaporaciones delalcohol.¡Ellossíquenosepreocupabanporlos impuestos! Una silueta que había estado agazapada junto a unodelosyacentesseincorporó,yfueainclinarse sobre otro… Lorenzo se encogió sobre sí mismo, tuvo un gesto de esconderse en la niebla. Retrocedióalasombradelapareddelbanco,contralaque sepegó.Desdeahísiguiólosmanejosdelasombra, que arropaba a los viejos, los soplaba como si quisiera infundirles vida, les hablaba o rezaba… Era una mujer, corpulenta, ni joven ni vieja, con una falda larga que ondulaba todo el tiempo, aunque ellanosemoviera.Noalcanzabaaverlelacara,¿pero quién podía hacer lo que ella estaba haciendo? Había una sola en el barrio capaz de llegar a estos extremos,unafanáticareligiosaqueoperabadesde un templo evangélico de la avenida Juan Bautista Alberdi. Lorenzo la conocía bien, de verla pasar, siempre repartiendo folletos, diciendo ensalmos, hablando de Cristo, sola o con alguien. No exactamenteunaloca,aunquesídispuestaairmásymás lejos en el servicio del Señor. Esta actividad no se la conocía, le dio la impresión de sorprenderla en un secreto, en un repliegue privado de sus actividades públicas; pero si ésta salía a la luz, ella se las arreglaríaparatenerotras,paravolveratenersecretos,alpuntoqueerainútildescubrirla.Surelación con el Señor le permitía plegar su vida como una
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
118
6/23/14
4:04 PM
Page 118
La Abeja
papirolaydejarsiempreunmargenocultoparapoder seguir haciendo el Bien, o lo que ella creía que era el Bien. ¿Peroquédiabloslesestabahaciendoaesospo bres viejos? ¿Será posible, se decía Lorenzo, que ellos tampoco puedan escapar de esta entrometida? ¿Hasta dónde llegaba Dios? Es cierto que con suactitudellosselabuscaban.Elqueduermeenla puerta de una iglesia una noche de invierno, envuelto en diarios, debe esperar que alguien vaya a meterse en su vida, casi está pidiéndolo. Odiabaaesamujermásqueanadieenelmundo.Yahorasentíacasieldeseodeserunodeesos viejos despojos humanos. Por una rara alquimia, la impotencia que sentía un ciudadano corriente y próspero ante esa harpía, en ellos, que no tenían nada ni podían nada, se volvía una especie de omnipotencia. Bien pensado, siempre es así: no poder nada es poderlo todo. La impotencia siempre procede de poder algo, un poco: de los límites. Pero cuando no hay límites, no los hay en ninguno de los dos extremos. Por ejemplo si uno de ellos la violara y la asesinara, y siguiera durmiendo juntoalcadáver,aldíasiguientenoleharíannada,lo declararían inimputable ––y eso si llegaban a sospechar siquiera de su culpabilidad, porque les parecería demasiado obvio, verían gato encerrado, interrogarían a la gente pudiente que viviera cercaynoseconvenceríandequehabíanestadodur-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 119
119
miendo a esa hora, les crearían un mar de inconvenientes. Lomásasombrosoeraqueestuvierapasandode noche; esto, o cualquier otra cosa; pero sobre todo esto;cambiabaenteramentedecarácterporesesolo hecho. Era como si Dios en persona se inclinara sobre sus criaturas para insuflarles vida. Y a la vez, era farsesco: esa fanática alucinada, los viejos borrachos durmiendo la mona… Un segundo día, otro sol de razón realista asomaba en medio de la noche. ¿Siempre sería así? LaantipatíadeLorenzoporesamujerdatabade unmomentomuypreciso.Unavez,añosatrás,iba caminando porel barrio con su esposa Carmen, los dos solos ––era un domingo y volvían de almorzar enunrestaurante.Lashijasestábamosencasadela abuela, como todos los domingos, y Bobby, el menor, todavía no había nacido (Carmen estaba em barazada). Era invierno, como ahora; las calles estaban vacías a esa primera hora de la tarde. Delante de ellos, a cierta distancia, iba esa mujer, sola, con sucorpachónbamboleanteysufaldalargadelana. Lavierondarleunfolletoaunhombrequefumaba enlapuertaydecirlealgo,paraseguirsumarchade salmo,cantarinaysonriente,aplomada.Nolessorprendió, porque estaban acostumbrados, y además el domingo parecía un día muy de ella, muy propicio para su misión. Como iba muy despacio, la pasaron. Ella los vio, y les tendió un folleto, dicién-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
120
6/23/14
4:04 PM
Page 120
La Abeja
doles alguna trivialidad litúrgica, Jesús salva, Acérquense al Señor. No se molestaron siquiera en sacar las manos de los bolsillos. Mientras su esposa, que era atea militante, se limitaba a negar con la ca beza y balbuceaba un “no”, Lorenzo se permitió una pequeña ironía en voz alta: Gracias, ya tenemos. Se lo permitía sobre todo porque experiencias anteriores le habían asegurado que esta chiflada era inofensiva y bastante cortés: nunca insistía. Estaveztampocoinsistió,yellossiguieronadelante en silencio. Pero la oyeron decir algo, seguir ha blando… Lorenzo no entendió al principio, tuvo quereconstruirloquehabíaoído,ynuncapudoreconstruir las palabras precisas, la frase, pero el sentidosílocaptó,ymuybien.Fueunadeesasocasiones en las que se hace como si nadie hubiera dicho nada, o como si todos hubieran oído mal. Lo que dijo fue que era incorrecto andar con las manos en los bolsillos, porque Cristo no lo había hecho. Tuvo una segunda vacilación, aun después de entender: era tan absurdo que no podía dirigirse a ellos, debíaestarhablandoconalgúnchico(eralaclasede tonterías que se les dicen a los chicos), pero no ha bía nadie a la vista, sólo ellos dos… No reaccionó. No pudo. Su esposa tampoco: se había puesto pálida,surostrosehabíacerradoenunamuecavacía, yhabíacaídosobreellaunsilencioqueLorenzoconocíamuybienyquetemíacomosólosetemealas cosas dentro del amor.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 121
121
A Carmen le faltaba una mano, una de las dos, no importa cuál, la derecha o la izquierda. Era un defecto de nacimiento: el brazo, por lo demás perfectamente conformado y articulado, terminaba en un muñón redondeado y de piel rosa a la altura de la muñeca. Haber sobrellevado ese defecto físico toda su vida, y haber tenido una vida razonablemente normal, incluido el matrimonio y cuatro hi jos, no bastaba para acostumbrarla o hacerla olvidar. La falta de la mano seguía siendo su secreto, quién sabe por qué. El corazón humano tiene mucho misterio. Carmen disimulaba la falta con algunas maniobras inocentes, casi imperceptibles, que se le habían vuelto una segunda naturaleza. En la callesiempre andaba con las manos enlos bolsillos, del modo más natural, sin llamar nunca la atención. Su comportamiento en otras circustancias era igualmente natural, apenas marcadamente personal, inclusive podía calificárselo de encantador, tímido, de una delicada torpeza infantil. En general lagentetardabamuchoendarsecuenta,sinqueella se tomara un trabajo obsesivo o siquiera consciente en ocultarlo. Una conmovedora coquetería de mutilada. Nunca se había adaptado, es cierto. Pero, ¿para qué adaptarse? Habría sido mentirse a sí misma.YCarmen,contodasufragilidad,eramuysevera consigo misma, muy sincera. Lorenzo había sido su único amor; la infinita cortesía que exigía
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
122
6/23/14
4:04 PM
Page 122
La Abeja
el tratamiento de la mujer sin mano (sin que ella exigiera nada, porque era la modestia personificada) encontró en el apicultor un amplio campo de experimentación que había llenado de suave felicidad sus años de matrimonio. Hay hombres que nacen para la cortesía, y Lorenzo era uno. En respuesta, ella vivía en un mundo de fábula, que coneltiemposepoblódeniños:loshijosdelafá bula. Ella con los niños, él con las abejas. Eran como dos seres de distinta época, de distintas eras geológicas, conviviendo por un accidente del espacio-tiempo: él, moderno, actualizado; ella, de una antigüedad atemporal. Por el puente del tiempo él había soñado con llegar a ella con los dones de un progreso también fabuloso: había hecho discretas averiguaciones de manos artificiales, que se hacían e implantaban en los Estados Unidos,conectadasalasterminalesnerviosasdelbrazo. Era posible, sólo que muy caro: la operación costaba cien mil dólares. Algún día podría permitírselo, y entonces el mundo daría un vuelco, el firmamento brillaría entre sus dedos… Cuando llegó el menemismo, y el Estado empezó a cobrar los impuestos, fue un duro golpe para la autoimagen de modernidad de Lorenzo. Fue tal el sacudón psíquico que temió haber vivido siempre en una ilusión; quizás nunca había sido moderno, sino arcaico, y las peculiares condiciones argentinas habían alentado su engaño. Eso explica su
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 123
123
desconcierto, y los graves errores que su extravío lo llevó a cometer. Aqueldomingolamalditalocahirióelcorazón de Carmen, y por raro que parezca, fue la primera herida, por lo tanto la que más dolió. Es cierto que fuelaúnica,nohubounasegunda,asíquebienpudohaberperdonado,perosumaridoestabaseguro de que no lo había hecho ni podía hacerlo. ¿Qué causa extraña había llevado a esa mujer a asestar el golpe? ¿Una inspiración, un collage? ¿Dios? Quién sabe. ¿Qué hay más evidente que una mano que falta si no se ha puesto una ortopédica? ¿Cómo puede ser un secreto? Mirándola ahora manosear a los dormidos, Lorenzo sentía un dolor más grande que el mundo. Ahora, y quizás antes también (eso nunca podía saberse), él había sido el culpable: por un olvido suyo su esposa había quedado enevidencia,enpoderdesuadversario.¡Eraparavolverseloco!Lamano…laDGI…elchampagnedemiel…la bancarrota… Y ese pequeño gran olvido que echa ba por tierra sus planes. Si hubiera tenido la presencia de ánimo necesaria para simplificar, para reducir al mínimo la situación, habría debido concluir quelopeordetodoeralaDGI.Encomparacióncon eso, lo demás parecía imaginario. Quizásporasociacióndeideas,leparecióver,a pesardeladistanciaylaoscuridad,quelamujerlevantaba los ojos y se detenía, mirando los árboles de la plaza. Sí, lo hacía. Se había quedado erguida,
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
124
6/23/14
4:04 PM
Page 124
La Abeja
quietacomounaestatua,mirandoenfrente.Lorenzo echó un vistazo a la plaza, muy rápido (no quería sacarle los ojos de encima), para ver si había algo,perono:sololosárboles,enormesyretorcidos, inmóviles como edificios. ¿Qué estaría viendo? ¿Se propondríairaregarlos?Nolacreíacapazdeabsor berse en una contemplación estética, lo suyo era la acción. Quizá realmente él había descubierto un secreto,quizálalocasepasabalanochehaciendoel Bien, asegurándose de que el barrio llegara en ordenalamañana,contodaslasesenciasensulugar. Pero ya era suficiente. Debía ponerse en marcha. Sólo esperaba que ella le diera la espalda para escabullirse por donde había venido y sacar el auto del garaje… En ese momento algo empezó a sonar en su bolsillo: ––Rinng… rinng…rinng… La sorpresa y el susto lo hicieron sacudirse comounamarioneta.Enelsilencioperfectodelacalle los timbrazos ensordecían. Se palmoteaba a sí mismo, tratando de acallar el estruendo, pero la mujeryalohabíaoído,yvolvíaelrostrohaciaél.Lo veía. En un instante, Lorenzo pensó con desaliento que todos sus pensamientos, todo su discurso interior,tanactivoenlosúltimosminutos,erainútil.¿Dequéservíapensar,sialfinlarealidadsiempre se imponía? ¿De qué servían las palabras, la conversación infinita? De nada, debía reconocerlo. Al fin acertó a sacar el teléfono del bolsillo y aten-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 125
125
dió.Hablósinapartarlamiradadelamujer,parala cual tomaba ahora ese aire ajeno de los que hablan por teléfono. ––¿Estás en camino? ––¿Cómo? ––Si estás en camino. ––¿Quién habla? ––… ––Ah… No, todavía no. ––¿Qué estás esperando? ––Sabe lo que pasó, tuve que acostar a los chicos. Están aterrorizados, monstruo de mierda… ¡Pero no se lo diga a Carmen! Ya bastante tiene… Hola, ¡hola! ––Lo vuelvo a llamar. ¿Le parece bien en diez minutos? ––Sí, perfecto. Justamente iba a sacar el auto. ––Hasta luego. Habíahabladosinpensar,sinsaberloquedecía, enautomático,conloscincosentidospuestosenla loca. ¿Para eso servía pensar, ensayar conversaciones mentalmente? ¿Para después hablar al azar? ––¡Buenas noches! Era ella, con voz de pajarraco, que lo saludaba. Noparecíaincómodanisorprendida;sielsaludo no había sonado natural era porque ella nunca debíadesonarnatural.Además,lehablabaperono se movía hacia él, parecía dispuesta a charlar, pero a veinte metros de distancia. Lorenzo hizo de tri-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
126
6/23/14
4:04 PM
Page 126
La Abeja
pascorazónyfueasuencuentro,empezóasubirla escalinata, como un actor de reparto entrando en escena en un auto sacramental. La niebla se había espesadoytodoseposabaenelfondo.Eraesanie bla iluminada de las noches de Buenos Aires, fría y amarillenta. Se encontraron arriba, entre los yacentes. Lorenzo nunca había ensayado ese diálogo, que ni en susmáslocossueñoshabíasupuestoquepodríasuceder. Se vio librado a la improvisación total. ––Me debés una… ––¿Una qué, señor? ¿Una cosa? ––¿Qué venías a traerle a estos vagos? ––La palabra del Señor. ––Se lo gastan todo en vino… ––No mendiga el que quiere, sino el que debe. El que no tiene, debe pedir. ––Bah. Esas son palabras. Yo quiero realidades. ––La Palabra… ––¿Novendráaponerlespastillasdevenenoen la boca? ––Ahoramevoyamicasa. Se dio vuelta. Lorenzo siguió un impulso repentino, se le tiró encima, ella no gritó, probablemente no pudo, él la estrangulaba. ¿Por qué lo hizo?Noimportaba.Nisiquieraeraunactogratuito; ya estaba cansado de ser bueno, siempre había estado cansado, harto, desde que nació. Y ella, cuando sus ojos se cruzaron, lo perdonó. Sus ojos muy
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 127
127
puros, muy límpidos, desde el fondo (o la superficie) de esa cosa horrenda que era, el insecto evangélico, le lanzaban luz de amor a su asesino. La dejó en el suelo, sentada contra el portal de laiglesia.Echóunamiradaporsobreelhombroparaversihabíahabidoalgúntestigo.No.Perounruido venía de la derecha… Bajó hasta la vereda para ver. Tuvo el raro privilegio de enfrentarse a uno de esos espectáculos que parecen un sueño. Era un avión, un cazabombardero apagado que traían so bre un trailer descomunal. Ocupaba todo el ancho de la avenida, que por suerte estaba vacía. El vehículo avanzaba muy despacio, las alas del avión rozaban los postes de alumbrado. Era surrealista, un avión en medio de la ciudad; pero un surrealismo racional, porque habían elegido esa hora de la madrugadaparallevarlo,demododenoincomodarel tránsito.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 128
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 129
VII
El auto era su torre, su mirador nocturno. Mil caminosseanudabanbajolasestrellas,secruzaban ydescruzabanmilveces,pero,milagrodelespacio, nosetocabannunca.Yademásnoseveían:todolo queeravisiblededíaseocultabaenlanoche:había quesaberlos,tenerlosenlamente.Ycomolamente era un dispositivo inútil desde la puesta del Sol, los caminos debían hacer frases para expresarse, frasescuyafluidezyprecisióneralaclavedelavelocidad con la que se circulaba por ellos. ––¿Adónde me estás llevando, Lorenzo? ––exclamabaBataréporelteléfono––.¡Noentiendonada! ¿Querés volverme loco? Por toda respuesta Lorenzo acercaba el aparato a la radio del auto, puesta a todo volumen. Transmitían un partido de fútbol, la Selección jugaba en las Filipinas. Y cortaba. No prestaba atención. Iba tarareando tangos deformes, con el acelerador a fondo.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
130
6/23/14
4:04 PM
Page 130
La Abeja
––Rinng… ¿Y ahora qué hago? ––¡A la derecha! ––¿Qué? ¿Qué derecha? ––La tuya. ––¿Cómo… cómo sabe? Clic. Lo estaba alejando, para después acercarlo… Ni demasiado de una cosa ni demasiado de la otra. Un par de veces se cruzaron (él tampoco iba por la autopista) atravesando las ciudades conurbanas dormidas. ¡Otro gol argentino! ¡Otro más! No se veía un alma, era como si los dos autos fueran los únicos dando vueltas por ese mundo vacío… ¿Sería ciertaaquellaanécdota…?Aprincipiosdesiglo,los dos primeros autos que hubo en el estado de Ohio…Milesdekilómetroscuadradosdellanuras, esos dos autos prehistóricos, pioneros, objeto de curiosidad… ¡y chocaron entre sí! Tenía que ser cierto, esas cosas no se inventan. Aminorólavelocidadhastadetenerseenmedio del puente, y apagó las luces. Esperó el llamado. ––Seguíderecho,yvasapasarporatrásdeunos monoblocks rojos, das toda la vuelta, y después a la derecha… ––¿Cómo sabe dónde estoy? Lo estaba viendo pasar a ciento cuarenta por el camino auxiliar, delante del puente. Retomó la marcha,yledejóoírunratoelpartido(poníaelteléfono en la bandeja del cenicero, contra el parlan-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 131
131
te de la radio). Estaba a un kilómetro de la granja, hacialaqueselanzóatodavelocidad.Debíatomar algunas precauciones antes de hacerlo llegar, prepararlabienvenida.Ahoraeltiempoestabacolmadoareventar.Esoeralobuenodelaimprovisación: sólo sucedía lo que tenía que pasar, nada accesorio, y se aseguraba de que hubiera acción. Sólo podían pasar hechos, realidades, todo se materializaba. El único requisito era calcular bien el tiempo. Ya estaba ante el portal de entrada, que se accionaba a control remoto. Pasó. El viento se había calmado allá adentro, las abejas dormían. Apagó la radio. Salió del auto. Volvió a entrar, medio cuerpo no más, se estiró para tomar el teléfono, queseechóalbolsillo,yfuehacialacasa.Sóloentonces, al levantar los ojos, vio que no estaba solo. Había una regular cantidad de chinos dando vueltas, y no parecían demasiado sorprendidos de verlo; aunque sí incómodos (Lorenzo había aprendido a leer estos matices en su comportamiento sinuoso); seguramente contaban con su ausenciaparahaceralgoenlagranjaestanoche,y ahora vendrían las explicaciones, tanto más em barazosas por la mutua incomprensión de la lengua. Decidió en ese instante dejarlos que hicieran lo que les diera la gana, no averiguarlo siquiera; no quería más complicaciones. Siempre había aplicado el laissez faire, no había motivo para cambiarahora.Queelloshicieranlasuya,éltam-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
132
6/23/14
4:04 PM
Page 132
La Abeja
bién, cada cual por su lado y todos en paz. Había lugar de sobra… Casiseestampacontraunobjetoenorme.Esta ba realmente oscuro en la explanada frente a la casa; los árboles bloqueaban la irradiación de las luces lejanas de la calle, y los chinos se desplazaban en la sombra. ¿Qué era eso? Parecía una pared de metal.Diounpasoatrás…Erauncontainer,deltamañodeunacasachica.Ynoeraelúnicoobjetoextraño en su propiedad: había también un camión muygrandeyunagrúatipo“pluma”:conelprimerodebíandehabertraídoelcontainer,conlasegunda lo habían descargado. Miró alrededor con más atenciónqueantes,notantoparaentenderquéestabapasandocomoparaverpordóndepodíapasar para ir a la casa. Había otros vehículos, y más gente que los chinos… Con un escalofrío vio siluetas oscurasdesoldados,yentoncessísesintióinvadido, en lo más íntimo: tendría que hablar, en argentino, tendría que entender y hacerseentender… Era el colmo de lo desalentador, en esas circunstancias. Supresenciahabíasidomuynotada.Sinadiele había hablado todavía era por una cuestión jerárquica. Se le acercó el oficial a cargo: ––Mucho gusto, soy el coronel Matienzo. ––Se dieron la mano. ––Supongo que usted es el dueño de la finca. ––Lochanzo Ren, a sus órdenes. ––Qué alivio que haya llegado, señor Ren. Yo
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 133
133
estaba perdiendo la paciencia. Le ruego que antes que nada me oficie de traductor con estos chinitos, a ver si ponemos un poco de orden en esto. No creí que fuera tan difícil comunicarse. Acto seguido llamó en dirección a los chinos, quehabíaninterrumpidosusmovimientosalaesperadeundesenlace.Sedesprendióunasombraen la que Lorenzo adivinó al abuelo, el patriarca chino, que él solía llamar don Fumanchú. ––Peroescucheunacosa,coronel…¿Cómovoy a poder traducir si no sé qué está pasando? ––Usted limítese a poner en chino lo que yo le diga: no importa el referente. Aunquemásnofueraparaganartiempo,Lorenzo se ponía en quisquilloso: ––Pero no va a salir bien. Las traducciones “a ciegas”… ––¡Traduzca, carajo! ––ladró Matienzo, que era militarnato,obtusoylechehervida.Perosecorrigiódeinmediato:––Eltiempoapremia,yaestamos muy atrasados. Yo después le explico, antes necesitoquelascosassehagan,malsiesnecesario,¡pero que se hagan! Fumanchú estaba con ellos. El coronel empezó con las instrucciones: ––Que soporten el peso de las dos puertas del container de modo que bajen lentamente. Lorenzo “tradujo”: es decir, pronunció sonidos que parecíanchinos. Fumanchúasintió, muy serio.
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
134
6/23/14
4:04 PM
Page 134
La Abeja
––Después hay que enganchar las colas del “plumero” a los pernos de la tapa. ––Chin fue tan ha lí etcétera. ––Guiar la trayectoria del peso muerto. ––“Traducción.” ––Desenganchar todo. ––To hí. ––Repetir la operación con el dispositivo de bola. ––“Traducción.” ––Girar todo el plumero y dejarlo colgado. ––“Traducción.” ––Nada más. Manos a la obra. ––¡Huén! Elviejoseapartóconentusiasmoyfuea“transmitir” las órdenes a sus compatriotas, que se pusieron en movimiento como sombras, negro sobre negro. El coronel soltó un suspiro de alivio y tomó a Lorenzo por el brazo, campechano. ––Noséquéhabríahechosinusted,laputamadre. Creí que podría con gestos, pero es imposible, no sé por qué, quizás por la oscuridad. Espéreme unsegundo,quevoyadarórdenesamishombres, y estoy con usted. Se demoró un rato. Lorenzo sacó el teléfono y pusoundedoenelbotón,loquelepermitióatender no bien se insinuó el primer ring: ––Tuveuninconvenienteconelauto,señorBataré. ¿Está en la rotonda? Pare, estacione al costado
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 135
135
de la ruta, apague las luces y espere ahí veinte minutos antes de volver a llamarme. Cortó sin dejarlo protestar. Vino Matienzo y procedióalasexplicaciones.Eralaprimeravezque Lorenzo veía de cerca a un militar, o que hablaba conuno.Nohabríacreídoquellegaríalahoradeteneresaexperiencia,yahoraquehabíallegadonole parecía nada especial. No tenía tiempo para perci bir qué le estaba pareciendo. Y sin embargo… Estaba la cuestión de la cobardía. En su temor a la DGI no participaba la cobardía. ¡Ojalá hubiera participado! En ese caso habría bastado con superarla,contenerelvalordeseguiralmargendelaley y desafiar al poder. Pero había consideraciones prácticas ante las que se estrellaban tanto el valor comolacobardía,porejemploloscompradoresque exigían facturas, los inspectores que pedían comprobantes de aportes… La respuesta al valor más heroico sería simplemente una paralización de las actividades.Enotroordendecosas,enelordenprivado, se mantenía la diferencia, pero el desenlace que estaba teniendo la aventura le probaba que esa diferenciaerabastantedifusa.Secuestraraunamu jer indefensa, y “aprovecharse” de ella basándose en el puro “derecho de las bestias”, era una perfecta infamia de cobarde. Y sin embargo, era eso exactamente lo que se había propuesto, ni más ni menos. La lógica de su experimento de realidad iba en esadirección.Peroélhabíaestadocoqueteandocon
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
136
6/23/14
4:04 PM
Page 136
La Abeja
lalógicatodoeltiempo,vacilandoentreelhonory la lógica. En el punto al que había llegado, debía reconocer el fracaso del experimento. Había dejado pasar la ocasión, seguramente única en su vida, de tenerunamujerensupoderypoderhacerledetodo,comoenlasfantasías.Nohabíasidocobardeen el momento preciso. Claro que para serlo habría que haberlo sido siempre, para portarse con la espontaneidaddeloconsuetudinario.¿Yquéhabían hecho los militares con Isabelita? Tanto vociferaban sus preocupaciones dentro de él que entendió a medias las explicaciones del coronel,queasuvezseexplicabaenformapordemásdefectuosa.Porunlado,eratanpocoarticulado como todos los militares, no tenía el hábito de las palabras; por otro, estaba distraído, mantenía unojoenlasmaniobrasdelagrúaysussubordinados y los chinos en las sombras. En líneas generales, hablaba de un gran movimiento cívico de representación ampliada, con origen en un grupo de pequeños y medianos empresarios perseguidos por Tacchi… Como siempre, habían ido a golpear las puertas de los cuarteles. La patria clamaba, comosiempre:siempreestabaclamandoporsoluciones. La solución que se implementaría esta noche, después de una cuidadosa planificación, consistía en un borrado de todas las computadoras de la DGI, utilizando un virus japonés que se llamaba Legal Martial. Tacchi estaba enterado, y había to-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 137
137
madolaprecaucióndedesconectarlaredydispersarla por todo el gran Buenos Aires. No había ido más lejos por falta de tiempo. En lugares secretos estabanocultaslascomputadoras.ElLegalMartial podía instalarse a distancia, por modem celular compulsivo, pero nunca desde más lejos de un kilómetro. De modo que se haría un bombardeo de virus sobre toda el área, con un avión caza en vuelo rasante toda la noche. La implementación del plan había tropezado congrandesdificultades,todassurgidasdelaastucia diabólica de Tacchi. Su última maniobra había sido traer de los Estados Unidos a los cinco únicos especialistasquepodíancontrarrestarlaaccióndel virus. Eso había sido dos días antes, y fue preciso secuestrarlos… Aquí Lorenzo mostró una atención especial, y Matienzo se dio el gusto de contarle con qué truco especial los habían retenido en su poder. Habían usado un método tipo “carta robada”: en lugar de atarlosenunsótano,loshabíanpuestoalavistade todo el mundo, en la calle… Los vistieron con harapos,losdrogarondemodoqueparecieranborrachos, y los dejaron pidiendo limosna y durmiendo al aire libre en la puerta de una iglesia. ––¿Cuál? ––San José de Flores. No sé si conoce. ––Sí. Vivo ahí cerca. Una agente se ocupaba de vigilarlos y renovar
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
138
6/23/14
4:04 PM
Page 138
La Abeja
las dosis de alucinógeno simulando una acción de caridad. A esta hora debía de estar muerta porque era agente descartable (no era de fiar, por su manía religiosa): estaba programado quemuriera después de aplicar la última dosis; a la mañana, cuando ya fueratarde,lostipossedespertaríanypodríanvolverasupatria. ¿Por qué habían escogido Flores? quiso saber Lorenzo. Eso tenía que ver con el motivo por el que ha bían escogido la granja apícola. El grupo civil había sugerido, cuando empezaron las contramaniobras de Tacchi, quese utilizara la red de inmigrantes para el tránsito de mensajes durante la planificación. Los bolivianos fueron un filón, y como se reunían en los alrededores de la Plaza Flores, allí se trabajó. Todalainformaciónsecanalizó,impresa,porelAlmanaque Boliviano Argote, que se vendía en el kioscofrentealCineSanMartín,amediacuadrade laPlaza.Enunsegundoestadio,elcoronelhabíarecurrido a los chinos ilegales, y éstos le habían sugeridolagranjaapícolacomositioadecuadoparala carga de la bola del virus. El anzuelo para esta participación estaba en que el Legal Martial era compatible con los registros de inmigración, y los destruiría a todos al mismo tiempo. ––A propósito ––dijo Matienzo––. ¡Qué difícil es llegar aquí! Con las dificultades de idioma que teníamos con los chinos, creí que sería imposible
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 139
139
encontrarla. Tuvimos que idear un sistema de localización,estatarde…Sobrevolamoslazonafilmándola, y ellos nos señalaban el lugar con unas danzas visibles desde la altura. Espero que eso no lo haya molestado. Después le paso el videocasete, si quiere guardarlo de recuerdo. ––No, ninguna molestia. Fue muy entretenido. ––Como la explicación parecía terminada, le preguntó: ––¿Y ahora qué? ––Estamosesperandoelavión.Lotraenportierra, desde la Dársena C, cruzando toda la ciudad. Es engorroso, pero necesario, para evitar los radares de Tacchi. No bien llegue, instalamos el equipo y sale. ––¿Podrá decolar desde aquí? ––Sí. Es un caza de portavión, levanta vuelo en cien metros. Y usted no tiene motivos para preocuparse, mañana a la mañana no quedará un solo rastro de nuestra presencia aquí. De hecho, usted no debía haberse enterado siquiera, si no hubiera venido… ¿Por qué vino? ––Bueno, justamente… ¿Justamente qué? No era tan fácil: no le conveníadecirle:yotambiénsoyunsecuestrador,unasesino en serie, como ustedes, yo tampoco pago los impuestos… Pero, así y todo: justamente. Los militares siempre creían estar haciendo el Bien, aun cuando estuvieran haciendo el Mal. Así que optó por una mentira plausible:
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
140
6/23/14
4:04 PM
Page 140
La Abeja
––Estoy en medio de un divorcio. Matienzoasintió,siempreconlaatencióndividida entre la conversación y las maniobras. Por lo visto estaba generoso, o bien había creído que se tratabanadamásquedeunacita,porquelediouna palmada en el hombro y le dijo: ––Hagalosuyo,ynosefijeennosotros.Haylugar de sobra; la discreción está asegurada. Enesemomentovolvíaasonarelteléfonoenel bolsillo de Lorenzo. El militar se alejó. ––¿Bataré?Hanpasadocosasmuyextrañas.Pero creo que podremos hacer nuestro pequeño negocio sin inconveniente, mejor inclusive. ––¿Qué cosas? ––Por ejemplo que a partir de mañana no voy a tener ninguna deuda con la DGI… Ja ja. ––¿Estás loco? ––Hay gente aquí. No estoy solo. ––… ––No hay motivo para preocuparse. Da la vuelta alarotondaytomáporunacallequesellamaColón. Hacelodespacio,asíyoteveopasar.Llamamecuando llegues al final de la calle. ––Era mentira que fuera a verlo pasar, pero se lo dijo para ganar tiempo. Cortóyfuehacialacasa,mirandolagrúa,queyaha bíalevantado la bolay la tenía suspendida a seis metros del suelo. Mejor no pensar en eso por ahora. Entró,usandosusllaves.Semetiódirectamenteeneldormitorioyprendiólaluz.LaSkhodador-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 141
141
mía como un tronco, y al verla tuvo que soltar un suspiro dealivio. Parecía tan inofensiva, ahora… Ya ni siquiera parecía la Realidad. Durante toda esta dilación había estado pensando alternativas para poder hacer en privado el intercambio.Sehabíadecididoporunángulodela propiedad lo bastante alejado de la casa para que no molestaranlosintrusos,yalavezconaccesoenauto,paraqueBatarépudieraacercarsesinsacaraCarmen del baúl. El problema era que tendría que cargar a la Skhoda dormida. Necesitaba un chino. ¿O no? Probó de levantarla. Sí, lo necesitaba. Salió y volvióconuno.Ahorasí,fuefáciltransportarla;salieronporlapuertatrasera.Atravesaronelbosquecillo, y siguieron hacia atrás, alejándose de la zona de colmenas. Eraahí.Elcementeriodereinas,cercadoconligustrina. La dejaron en el suelo húmedo entre las pequeñas lápidas y le dijo al chino que se fuera. ¿Quépensaría?¿Quequeríaquedarsoloconladormida para violarla? Ojalá… No, ya no había tiempo. Sonó el teléfono en su bolsillo. ––Lorenzo, la puta que te parió, ya me estoy cansando. ––De acuerdo, ya está. ¿Ve el árbol grande a su derecha? Acérquese, y no corte. Apague las luces. Siguieron comunicados. Lo guió a través del portón abierto, y luego por el largo camino de entrada flanqueado por eucaliptos…
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
142
6/23/14
4:04 PM
Page 142
La Abeja
––¡Lorenzo! Veo por el espejito… ––¿Qué? ––Estáentrandoatrásdemíunaespeciedebarcaza terrestre… ¡Y trae un avión! ––No te preocupes, aquí funciona un aeroclub. Yo se lo presto de noche. ¿No te había dicho? ––¿Qué hago? ––Tomáaladerechadondeterminanlascolmenas. ¿Lo encontró? ––Sí. Hay una grúa, hay gente… ––Vos seguí por donde vas. Alfinvioaparecerelauto,queerablanco.Seha bía alejado del sitio donde quedó la Skhoda, y cuando tuvo el auto a cuarenta metros le dijo: ––Ahí pará. Bajá. Te estoy viendo. Batarétambiénloveía,yselodijo(siemprepor teléfono,ensusurros)nobienechópieatierra.Estaban frente a frente, bien visibles, cada uno con el teléfonoenlaoreja.Lanochesehabíailuminadode una suave niebla. En el cielo, la Luna, pequeñita y rosada. ––¿Y ahora? ––Sacá a Carmen. ––Quiero ver a Amalia. ––Tu esposa está muy cerca de dónde estás. No bienvea a Carmen, te digo dónde está y la cargás en el auto y te vas. Perdoná que tenga que ser así, pero sucede que ella está dormida. ––¿Cómo sé que no me estás mintiendo?
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
César Aira
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 143
143
––¿Y para qué la quiero ahora? ¿Te parece que teng te ngoo gan ganas as de gu guar ardá dárm rmeela, co con n mi es espo posa sa aq aquí uí?? ––Voyaconfiarenvos,paraterminardeunavez porr to po todas. das. Lo vio ir a la part rtee tra rassera del auto y abri rirr el baúl. Unaa so Un somb mbra ra sal salió ió dif dificu icult ltosa osame ment nte. e. ––¡D –– ¡Dal alee el tub tubo! o! ––Hola… ––¿Carme ––¿ Carmen? n? ¿Est ¿Estás ás bi bien? en? ––Lorenzo… ––V –– Ven eníí ha hacia cia mí mí.. ¿M ¿Mee ve ves? s? BatarélearrebatóelteléfonoylasombradeCarmen empezó a caminar hacia él. Mientras se acercaba, lo loss dos ho homb mbre ress si sigu guie iero ron n hab hablan landdo. ––¿¿No le nota na –– nada da ra rarro? ––¿Qu –– ¿Quéé qu quie iere re de decir cir?? ––Fíje ––F íjese se bi bien. en. Efectivamente, Efectivamen te, había algo por demás demás raro. La somb so mbra ra tr traí aíaa ba bala lan nce cean anddo dos br braz azos os,, y en el ex extr treemo de am ambo boss ha habí bíaa se sen nda dass man anos os… … ––¡N –– ¡Noo es Car Carm men en!! ––Esperá, no te precipités. Sí es. Sabés S abés lo que pasó… Carmen había tomado velocidad, y se lanzaba llorando de felicidad felicidad hacia hac ia su marido, mar ido, que aunque aunque conservó el teléfono contra contra la l a oreja no pudo oír la explicaciónque,ensusurros,lehacíaBataré.Sobre todo por el espanto que lo lo embargó cuando c uando Carmenlevantaba…nopodíacreerlo…lamanoquele
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
144
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 144
La Abeja
faltaba, y que ahora tenía, y le acariciaba la mejilla con co n la punta de los ded edos os… … re refflej ejad adaa en los ojos desorbitados de Lorenzo esta escena consistía, ocupandotodoelfondo,tancercanoestaba,delrostro desuesposa,redondoeiluminadoporlaluna,bañadoenlágrimas;yadelantedelrostro,avanzando, unamano,casiborrosaporlaproximidad,perono tanto como para que no pudiera ver que era una mano de hombre, extrañamente conocida… Y cuando lo tocaba, en la mejilla, mejilla, era un con contacto tacto frío…Peronoechóatráslacabezaporquedespués de todo era un gesto de amor de Carmen, que decía: ––Tee sien ––T siento… to… No era nada sobrenatural, y Bataré, que parloteabatodoeltiempoporelteléfono,noteníaintenciones de hacérselo hacér selo creer, aunque hubiera hubiera podido pod ido repo re porta rtarrle al algu guna na ve ven ntaj taja. a. Lo qu quee ha habí bíaa pa pasa saddo er eraa esto: cuando lucharon en el departamento de Bataréé po tar porr la po pose sesi sión ón del lot otiza izaddor or,, Lo Lore renz nzoo se ha habí bíaa caíído sobre el cu ca cubbo de cera ra,, en el que hab abíía hundi di-do la mano. Cua uan ndo se fu fue, e, dejó allí sin sa sabberlo un molde perfecto. Como Bataré tenía preparado un pom po mo de ac acrí ríli lico co den ental tal lí líqu quid idoo po porr si aca acaso so,, lo us usóó aquí, y obtuvo de inmediato una mano que era la réplica exacta de la de Lorenzo; la hizo porque sí, ya que estaba, con algún propósito vago de usarla paraamedrentaraCarmen,alaqueteníaenelbaúl del auto. La man anoo de ac acrí ríli lico co denta tall era huec eca. a. Fu Fuee
AIRA-La AIRA-La Abeja.qxd:A Abeja.qxd:AIRA-L IRA-La a Abeja
César Aira
6/23/14 6/23/14
4:04 PM
Page 145
145
con ella a la cochera, abrió el baúl, y se la mostró a su víctima, gritándole: “¿La reconocés, la reconocés?”.Cómonolaibaareconocer,siestabanreproducidashastalaslíneasdeldestino,hastalacutícula,hastalasaberraciones.Enelcolmodelsadismo, la tomó del brazo sin mano, la obligó a sacarlo s acarlo del bolsillo, y le enroscó enroscó la mano hueca en el el muñón. El horror de Carmen llegó al último grado, y tuvo un espasmo por el que acudieron ac udieron al muñón todos sus fluidos nerviosos, y la mano artificial ar tificial no sólo qued qu edóó pe pegada, gada, si sino no qu quee ad adqu quiri irióó (e (ell ac acrí ríli lico co de denta ntall esunasustanciaorgánica,bastantemisteriosa)una espe es peci ciee de vi vida da:: po poddía se sen nti tirr a tr traavé véss de ell lla. a. ––Lorenzo, Lorenzo… ––gimoteaba ––gimoteaba ahora. Él estaba es taba si sin n pa palab labras. ras. En es esee momen ento to te term rmin inab aban an de ins nseerta rtarr la bo bo-laenlacúpuladelcaza,ylaencendíanparaquefuera calentándose, mientras hacían los preparativos para el despegue. La L a granja se llenó de ondas electromag tro magné néti ticas cas fo fortís rtísim imas. as. El Lega Legall Mart Martial ial tamb tambié ién n eraa un as er asun unto to car cargad gadoo de mi mist ster erio io.. En re real aliida dad, d, vi vi-vim vi mos ro roddea eaddos de mi mist steri erio. o. Las co cosas sas es está tán n car cargagadasdepropiedadesquedesconocemos.Ysiesopasa con la lass cosa sas, s, con los seres vivos es much choo más ás.. El sitio donde Lorenzo había dejado a la Skhodanoeraotroqueelcementeriodereinas.Sinningún gú n cá cálcu lculo lo es espe pecial, cial, po porr pu pura ra co com modi odidad dad,, po porq rque ue estabaalcostadodelcaminopordondeharíaentrar a Ba Bata tarré. Pu Puees bien, la lass onda dass del Le Lega gall Ma Mart rtia iall en-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
146
6/23/14
4:04 PM
Page 146
La Abeja
traron allí y despertaron a las reinas muertas, a todas,aunquealgunasllevabanveinteañosdemuertas. La resurrección fue acompañada de un enormecrecimientodemasa;yelquehayavistoauna abeja reina podrá imaginarse fácilmente lo que significa eso. El regreso de las muertas vivas, en este caso, significó la emergencia de una cuantiosa espuma blanca que salía a chorros de la tierra y tomabaalcontactoconlanieblaunaconsistenciagelatinosa. Esas torres ebúrneas trémulas alcanzaron en segundos la altura de edificios de diez pisos. Todos las vieron… El único que tuvo una vaga idea de lo que sucedía fue Lorenzo, pero no alcanzó a articularlo siquiera… Apenas si pudo abrazar a Carmen… Porque las obreras, despertadas por algún sentido ignoto, habían salido todas a un tiempo de las colmenas, y se lanzaban furiosas sobre los humanosquehabíanosadoturbarlapazdelossepulcros reales. Sobre todos, sin distinción: mil abejas clavándose simultáneamente sobre cada hombre, que moríaantesdeentendersiquieraquépasaba.Cayeron traspasados los chinos, los militares, Bataré, Carmen y Lorenzo. Todos muertos, todos cubiertos de abejas muertas clavadas en cada centímetro del cuerpo. La bola carraspeó y se apagó. No quedó nadie para dar explicaciones. El po bre Lorenzo había fallado más allá de sus peores expectativas, aun habiendo sido un gran pesimista en
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
César Aira
6/23/14
4:04 PM
Page 147
147
vida. Al final, había resultado la aniquilación. Y Bataré, y Matienzo… Él los había arrastrado en el fracaso. Se diría que quedaba como único ganador el diabólico Tacchi, que ahora podría seguir impunemente aumentando la presión impositiva,todoloquequisierayconelbeneplácitodela sociedad entera… Porque su mayor astucia era no aumentar los impuestos en sí, sino obligar a pagar a los que nunca habían pagado: por ese lado podía seguir ajustando las tuercas indefinidamente, hasta el infinito, y nadie iba a poder decirle nada. Sólo un movimiento cívico-militar de medianoche podría… ¡Y éste había fallado! Ahora habría que esperar mucho, quizás miles de años… Se diría que el triunfo de Tacchi era completo y abrumador, y que su dominio de la Argentina de ahora en más no tendría límites. Pero no era tan así. Nadie lo supo (porque no quedó nadie más para verlo) pero hubo un sobreviviente. Del suelo donde había estado el cementerio de reinas se levantaba una figura… Era la Skhoda, a la que la gelatina de las muertas vivas había protegido del ataque. No sólo eso: al cubrirla, la sustancia le había penetrado en el organismo, y si ahora se ponía de pie no era porque el efecto del somnífero hubiera pasado sino porque estaba cargadadeunanuevavida.Unavidamásalládelsueño,másalládelamuerte,yhastamásalládelaDGI. Laesenciarealdelaabejahabíaentradoensusiste-
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
148
6/23/14
4:04 PM
Page 148
La Abeja
ma.Estabamajestuosayhorrible,chorreandofilamentos pegajosos, muy erguida, zumbante y silenciosa. Salió caminando entre la niebla, lenta como una sonámbula, los ojos abiertos indiferentes a la destrucción y la muerte, los labios torcidos en una rara sonrisa que parecía decir: “nada volverá a ser como antes”. 2demayode1994
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 149
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 150
AIRA-La Abeja.qxd:AIRA-La Abeja
6/23/14
4:04 PM
Page 151